Un caso de psicosis, Maria pide que la escuchen Mariana Etchecolatz Me orienta qué, un psicoanalista se nombra como capaz de recibir en tratamiento a alguien que sufre, privilegiando y haciendo valer el discurso del sujeto sobre cualquier otra cosa. Se trata, para el psicoanalista, de saber hacer con lo que no se sabe, con lo imprevisto y demostrar la eficacia de esa acción, de esa invención. Esta acción se da en el dispositivo analítico y tiene dos características dentro de la experiencia y es la de ordenarse según dos vertientes: una, mas automática, mas previsible; y otra, menos calculada, con mas sorpresa. La vertiente imprevista sigue las leyes de la Tyché, del encuentro azaroso con lo Real, y la vertiente automática se adecua a las leyes de la repetición, del Automaton de la cadena significante. En realidad estas son las dos caras del inconsciente como tal, que Lacan formula en 1964 y siguen siendo hoy las condiciones en las que el sujeto del inconsciente se pone en escena. Una viñeta clínica: Maria de 34 años , cabo primero de la Policía Federal, llega a mi consultorio derivada por una psiquiatra y carpeta medica con diagnostico de esquizofrenia . Tiene 4 hijos, 3 varones de 18, 14 y 13 años, de su primer matrimonio y una hija de 5 años con su segunda pareja con quien convive desde hace 10 años. Sus hijos varones viven al momento de la consulta, con los abuelos maternos. Me llama por primera vez y dice “estoy mal, escucho voces y que no puede salir de mi casa”. Coordinamos vernos esa misma semana. Telefónicamente y horas antes de su primera entrevista deja este mensaje: “no estoy bien, tengo ganas de hablar, la veo a la tarde” En función de esto articulo la frase de Lacan donde nos advierte ” no retroceder frente a la psicosis”, “lo cual significa no retroceder de la posición de analista, del 1 discurso del analista, es decir de aquel que orienta su escucha desde el concepto de inconscientei” Y también reflexiono, otra manera de no retroceder y de redoblar la apuesta es retomar el camino de los textos, el trabajo con los pacientes y el intercambio de la propia palabra y experiencia con los otros colegas. Introduzco esta viñeta como un pequeño recorte para mostrar como fue respetado por la analista el pedido de Maria: “quiero hablar” y el espacio que esto posibilito, un cambio en su discurso dentro del dispositivo analítico. Algunas frases de Maria durante las primeras entrevistas: “Si hay tanto Dios, santos, etc; no me ayudaron, no creo en nada ni en nadie”, “ nadie me entiende no tengo a quien contarle mis cosas” , “Me pierdo si me pongo nerviosa y te doy a vos con lo que tengo, ese es el extremo de mi sacada, el otro es quedarme callada” “Estoy bien acá porque estoy sola con vos, no puedo estar rodeada de gente” yo solo la escucho, tal es su demanda. Sabes qué siento? Que tengo un agujero, algo que no encaja con lo demás que soy Por qué me pasa esto? El psicoanalista ocupa el lugar del lector, escucha leyendo, lee en el habla. Y desde el lugar de lector, de la ética que orienta ese leer como camino a lo Real, es lo que se me plantea como analista. Maria dirá de su psiquiatra “no me habla como usted, solo me pregunta de las voces y los fantasmas, nada mas”. Aclaro que mis preguntas están orientadas a que siga con su discurso, la aliento a ello. Y Maria insiste “Tengo miedo de decir lo que no me gusta, prefiero callarme”. Pero Maria en su espacio analítico, no calla, habla. Retomo a Lacan, sobre la formación del psicoanalista en el punto donde afirma, que le “exige que sepa, en el proceso por donde conduce a su paciente, en torno de qué gira el movimiento (...). Este punto-pivote lo designo con el nombre de Deseo del Analista” ii 2 La escucha que le ofrezco, permite que Maria con el correr del tiempo y hablando se implique desde otro lugar. Colette Soler dirá, “ Aquello que la neurosis dialectiza, la psicosis lo suelta. De ahí la cuestión de los efectos de la forclusión del Nombre-del-Padre. Ahora bien se trata de saber donde puede colocarse el psicoanalista en la estructura para un sujeto psicótico. ¿Qué lugar le queda al analista, dado que su lugar no depende de su querer o de su maniobra, sino de los puestos ofrecido como posibles por la estructura? Es interesante esta pregunta que plantea Soler, incluye ahí deseo del analista, maniobra y estructura, tres términos fuertes confrontándose unos a otros y uno de ellos predomina: estructura. El lugar que ocupo para Maria es el de testigo, de quien toma nota, de quien la escucha. Pero lo que modifica al sujeto es el movimiento que va de lo real en exceso hacia lo simbólico. ”Luego de dos meses de entrevistas, trae un día un pedido, que lea y guarde su diario intimo y personal. Y de su diario leo: ...” tengo que ir a ver a Mariana a la mañana, creo que me va a hacer muy bien, porque cada vez que hablo con ella me siento relajada, porque me entiende, y me escucha lo que otros no”. También me dirá en la sesión: “Quiero hacer algo para llenar ese huequito...yo soy una persona, no una loca” y agrega “Yo creo solo en mi y en vos con mis problemas confío, en los secretos no le confío a nadie” También un analista necesita ser paciente. ii Lacan, J. El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Bs.As., Paidós 1987, p.239. 3 Bibliografía - - Soler, Colette. “Estudios sobre la psicosis” Manantial Bs.As. , 1998 Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder” Escritos II, Bs.As., Siglo XXI,2002. Lacan, J. El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Bs.As., Paidós 1987. El Caldero de la Escuela. “La sesión analítica”, numero 75 Marzo-Abril 2002, Bs.As. Publicación de la Escuela de Orientación Lacaniana. El Caldero de la Escuela “El estilo y la formación psicoanalítica”, numero 56 Octubre 1997, Bs.As. Publicación de la Escuela de Orientación Lacaniana. 4