JEAN JULIEN WEBER «TU ES PETRUS». NOTAS EXEGÉTICAS J.-J. Weber nos expone el estado actual de la exégesis del texto de Mt 16, 17-19. En su trabajo se conjuntan las aportaciones de la doctrina tradicional y los hallazgos de las últimas investigaciones. Notes exégètiques sur le texte --tu es Petrus--, Bulletin Écclesiastique du Diocése de Strasbourg, 19-2 (1961), 541-560. ¿Hacia dónde se dirigen las investigaciones actuales de católicos y no católicos, sobre el famoso pasaje de San Mateo? ¿Qué significa este texto capital? ¿Cuándo fue pronunciado? ¿Se refiere también a los sucesores de Pedro? Análisis del texto de Mt16,17-19 Marcos y Lucas terminan su relación con la respuesta de Pedro y la prohibición,` que hace Jesús a los suyos, de revelar su dignidad mesiánica. Entre la confesión de Pedro y esta prohibición se coloca el pasaje cuyo significado pretendemos determinar. La afirmación del Apóstol da pie a Jesús para trazan el último toque de la Constitución esencial del grupo de sus discípulos. Como ellos son los que han de continuar la obra de su Maestro, les designa un jefe, al que promete prerrogativas especiales. El texto comienza con una felicitación, un macarismo: "Bienaventurado tú, Simón Bar Jona, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado; ,sino mi Padre, que está en los cielos". Simón es bienaventurado porque no es "ni la carne ni la sangre", es decir, el hombre reducido a su propia naturaleza (Gál 1, 16), los que han podido darle a conocer la verdadera cualidad de su Maestro; es el Padre de Cristo (Mi Padre) el que se lo ha revelado, porque "Nadie conoce al Hijo sino al Padre", que es el único que puede revelarlo (Mt 11, 27). En respuesta a la confesión de Pedro, Jesús le anuncia los dones y la irrisión que se le entrega: "Y Yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré Yo mi Iglesia; y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella". El juego de palabras sobre Pedro-Piedra, viene de la lengua aramea, la hablada por Jesús. En otras lenguas sólo se da una semejanza entre ambos términos. En arameo se da una identidad total: Kéfa. Ordinariamente significa roca (no piedra arrancada). Y es Jesús quien da a la misma palabra categoría , de nombré propio. Los cambios de nombre son muy frecuentes. en el Antiguo Testamento. Este, hecho indica una nueva, relación entre ambas personas, la que denomina y la denominada, a la vez que reviste una especial significación. Aquí el sentido es claro: Simón será la piedra fundamental, la roca inquebrantable sobre la que Cristo edificará su Iglesia. Las expresiones piedra fundamental y edificar, en sentido figurado se encuentran en la Sagrada Escritura; Isaías nos dice que Yahvé colocó una piedra, fundamental en Sión. La teología rabínica -apoyándose en Isaías- enseña que Abraham es el fundamento sobre el que Dios ha edificado el mundo. Sin duda, Cristo es el fundamento invisible de JEAN JULIEN WEBER la Iglesia; pero es Pedro quien será el fundamento visible, después de la partida del Maestro. La palabra Iglesia es muy frecuente en San Pablo con .diversos sentidos. A veces designa, una comunidad local. Otras el conjunto de los creyentes en Cristo. Sin embargo, no es el Apóstol de las Gentes, quien la ha inventado. Ekklesía es una palabra griega, que en profano designaba -al principio- una convocación del pueblo, y vino a designar el edificio, donde se tenía esta reunión. En los LXX, significa la comunidad de Israel, el pueblo de Dios. Aquí se trata del grupo de discípulos que Jesús ha reunido, y que, formarán el nuevo pueblo de Dios. Gracias a los descubrimientos de los textos del Qumrán, se ha tenido ; conocimiento de la existencia de comunidades relacionadas con el Mesías. Se les da el término de qahal, que los LXX traducen por, Ekklesía. Quizá Jesús ha hablado precisamente de Mi Iglesia, para distinguir el grupo de sus discípulos de otras comunidades. Contra esta Iglesia de Cristo, edificada sobre la roca que es Pedro, las puertas del Hades, es decir, del mundo infernal, no prevalecerán o no perdurarán. Las puertas personificadas se pueden referir al poder de Satán, príncipe del mal, o al poder de la muerte: Por ambas soluciones se significa la eternidad,la indefectibilidad de la Iglesia. El Salvador -al continuar enunciando su promesa a Pedro- iguala la Iglesia al Reino de Dios. De este reino la Iglesia no es más que su fase terrestre: "Y Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuánto desatares en la tierra será desatado en los cielos". Esta ultima promesa la hará igualmente Cristo a los otros Apóstoles (Mt 18, 18), lo que muestra que a Pedro no se le debe separar de ellos, aunque sea su jefe. Las expresiones atar y desatar son dos, términos técnicos del lenguaje. rabínico, para expresar los actos de . prohibir y conceder, declarar lícito o ilícito, condenar o absolver de la excomunión. El Evangelio añade que las decisiones de Pedro y las de los doce, 1.8), serán ratificadas por el mismo Dios. El conjunto de los exegetas contemporáneos acepta este comentario -tan rico de, sentidos- y lo aplica a Pedro. Las afirmaciones, de los antiguos protestantes que fundamentaban la Iglesia no sobre la persona del Apóstol, sino sobre su fe han sido prácticamente abandonadas. También, se han dejado de lado las tentativas de tachar como inauténtico el texto de Mt. Se está igualmente de acuerdo en reconocer, el carácter arameo del Lógion* que declara a Pedro principal personaje del grupo, como fundamento de la Iglesia de Cristo. Esto resulta no sólo de este texto aislado, sino del conjunto, de los testimonios evangélicos, sea en Mc -donde Pedro está en primer rango-, o en Lc, que en trazos sueltos, ha recordado una declaración de Jesús, capital para el oficio de Pedro: "Simón, Simón, Satanás os busca para zarandearos como trigo. Pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). Juan nos ha detallado la investidura final y la soberanía de Pedro como pastor del rebaño de Cristo (Jn 21, 15-17). De San Pablo se puede citar: 1 Cor 1,.12; 15, 5; Gál 1, JEAN JULIEN WEBER 18. En fin, los Hechos refieren por su parte la actividad única de Pedro en la Iglesia Primitiva, en los doce primeros capítulos. ¿Es histórico el texto de Mt. 16,17-19? En el relato de la Confesión de Cesárea - tomando los sucesos según las apariencias -el texto actua l de Mt, como el de Lc, parece depender de la narración de Mc (cuestión sinóptica); con la que el autor de nuestro primer Evangelio habría combinado el Lógion que estudiamos. Esto no quiere decir que este Lógion que se remonta a la primera generación cristiana -visto su carácter arameo- no sea una palabra auténtica del Maestro. Mt habría podido reunir en el relato de Cesarea dos Confesiones de Pedro. Una, donde el Apóstol reconoce a Jesús como Mesías (texto de Me y Le). Otra, donde le reconoce como - Hijo del Dios - vivo. Esta solución que transitoriamente ha sido la del P. Lagrange, y que es la del P Benoît, la de Vögtle y la de otros autores católicos, no es contraria a la inspiración de la Escritura, ni a su inerrancia. Todo el mundo sabe que Mt a menudo junta, episodios separados, reúne palabras pronunciadas en diversas circunstancias:, esto entra en su procedimiento de redacción. Pero entonces surge una cuestión: ¿Cuándo emitió Pedro su segunda profesión de fe? Unos han creído situarla en la multiplicación de los panes, que -según Jn 6, 67-69- se concluye con una confesión de Pedro: "Nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Santo de Dios." Para Cullmann, el Lógion se dijo en la Última Cena y se relacionaría con las palabras de Jesús a Pedro, que hemos citado más arriba (Lc 22,32-33). Vögtle piensa en una aparición de Cristo Resucitado. Ciertos autores han querido ver en las promesas hechas a Pedro las palabras que el Salvador dijo al Apóstol cuando se le apareció personalmente tras la Resurrección (1 Cor 15; 5; Le 24, 34). Se ha llegado a pretender. que la escena figuraba en el final de Me que se ha perdido. Conviene confesar que estamos en plena hipótesis gratuita. No conviene resolverse, a no ser que desesperemos de toda otra solución. El examen objetivo y leal de textos nos conduce más bien a mantener la confesión de Pedro acerca de la filiación divina de Jesús y las promesas hechas por Cristo a su discípulo, en el cuadro que Mt lo ha colocado. Morís. Cassien ha dicho muy bien: "La interpretación del Lógion como unidad aislada tropieza con serias dificultades. Es prácticamente imposible encontrar un apoyo para su análisis, fuera del contexto". Notemos que el relato de Mt forma un todo íntimamente unido, imposible de desarticular. A la pregunta de Jesús concerniente al "Hijo del Hombre", responde la declaración de Pedro: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Estas son las palabras que le valen la réplica de Jesús: no es la naturaleza humana la que ha podido sugerir esto a Simón, sino el Padre. Y a esta confesión sigue la promesa: "Y Yo te digo a ti que tú eres Pedro... ", todo se encadena. El mismo nombre de Kéfa, dado por el Salvador a Simón exigía además este desarrollo. La continuación del relato de Mt, donde Jesús enseña que Él es el Mesías sufriente, parece también redactada en nuestro evangelio en función de lo que precede; a la revelación del Padre concerniente a la filiación divina de Cristo se oponen los- intereses de la naturaleza humana de Pedro, sus pensamientos humanos, que le apartan de la perspectiva de la pasión (Mt 16, 23). Si por su fe es la piedra fundamental de la Iglesia, JEAN JULIEN WEBER por su incomprensión es una piedra de tropiezo para Cristo. Le es obstáculo. Incluso la voz del Padre en la Transfiguración: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle" (Mt 17,5) parece un eco de la confesión de Pedro. Conviene añadir que el primer Evangelio es el único entre los sinópticos que cita: "en quien tengo mi complacencia", el que reproduce las palabras dichas por el Padre en el Bautismo de, Jesús (Mt 3, 17): Con esto se indica que el Salvador es el Siervo de Yahvé, del que habla Isaías (42, 1-4). Pero más que Siervo, es el mismo Hijo de Dios. Después de comprobar la homogeneidad del texto de Mt, se puede formular un reparo que el P. Lagrange ha puesto de relieve. La pregunta propuesta por Jesús a sus discípulos, ha sido formulada con vistas a su respuesta, y esta constestación debía conducir a algo. Si, tras la respuesta de Pedro: "Tú eres el Mesías", viene la prohibición de hablar de ello -como resulta aparentemente de Mc y Lc-, sin ni siquiera ser mencionada la aceptación de Jesús de la confesión de sus discípulos, no se ve porqué Jesús ha propuesto la pregunta. Hay un vacío en el relato de Me y Le,, que Mt llena a la perfección. La investidura de Pedro por Jesús da al relato todo su sentido. El P. Lagrange. ha escrito que "lo que es preciso explicar no es el plus que añade Mt,. sino el silencio de Me (seguido por Le), porque su simple prohibición de no manifestar lo sucedido, reemplaza - sin suplir - una adhesión explícita". ¿Se puede encontrar una razón a este-silencio? El historiador Eusebio de Cesarea lo explicaba por la modestia de, Pedro. Mc, que reproduce su predicación, no cita nada en su alabanza. La solución es, tal vez, más edificante que exegética. ¿Se podría decir que Mc -escrito en Roma- y que Lc -compuesto para griegos- han dejado: de lado un Lógion por arameizante? el P. Rose da otro motivo plausible: Mc y Lc "han examinado la vida de Jesús más que su obra". Vamos a buscar otras razones. El Evangelio de Mt es -en verdad- el que se interesa más por la Iglesia. Ve en ella la continuación del Antiguo Pueblo de Dios, la comunidad de la Nueva Alianza. Jesús es el nuevo Moisés que sobrepasa a su prototipo (Act 7, 36-38). AIt 16,18 es cómo la investidura del que será el representante de Jesús en su comunidad, continuadora de "la asamblea del desierto". Continuará su obra, como Josué sucedió a Moisés en la conducción de la asamblea de Israel (Núm. 27, 15, 23). Este tema eclesial falta en 17c y Lc se comprende que no hayan conservado nuestro Lógion, tan especialmente ligado al tema. El examen de la forma literaria del pasaje de nuestro primer evangelio nos lleva a una conclusión similar. El Lógion de Mt es ritmico. Está compuesto en prosa solemne, como se encuentra en los profetas, en los autores sapienciales y en Juan. Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo... Bienaventurado tú, Simón Bar Jona, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, JEAN JULIEN WEBER y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y yo te daré las llaves del Reino de los Cielos y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos. Bajo esta forma, el texto no es el único en los evangelios sinópticos. Hay numerosos paralelismos. En Lc hay macarismos que recuerdan el comienzo de nuestro Lógion: Bienaventurada (Dichosa la que ha creído...) dijo Isabel a María (1, 45): "todas las generaciones me llamarán dichosa" cantó la Virgen (1, 48). "Bienaventurados los pobres... " y toda la serie de bienaventuranzas (Mt 5, 3-12; Lc 6, 20-22)"Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis..." (Mt 13, 16-17; Le 10,23-24). Para la revelación hecha por el Padre está el famoso texto, llamado "Himno de Júbilo" (AIt 11, 25-27; Lc 10, 21-22). La comparación de la Iglesia construida sobre roca también tiene su similar: Aquél, pues, que escuc ha mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, pero no cayó; porque estaba fundada sobre roca (Mt 7, 24-25). Lc tiene un texto parecido. Empieza así: "Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone por obra, os diré a quien es semejante... " (6, 47-48). Para la fundación de la Iglesia de Cristo, se puede aportar un texto de Lc; que tiene sus puntos de contacto con la parábola del Buen Pastor (Jn 10) y con la entrega de los poderes a Pedro para que apaciente el rebaño de Cristo (Jn 21, 15-17). Recuerda también el pequeño residuo de judíos fieles, rescatados de la cautividad (Neh 1, 2): No temas, rebaño mío, porque vuestro Padre se ha complacido en daros el Reino. (Lc 12,32) Se pueden aplicar a la Iglesia, reunida por Cristo, las palabras pronunciadas con motivo de la Jerusalén infiel (bat 23, 37-38; Le 13,34-35). Si se tiene en cuenta estas semejanzas, ¿no se podría decir, que al lado de las enseñanzas elementales de Cristo -que los tres sinópticos han referido- la tradición ha recogido las enseñanzas del Salvador, proferidas en los momentos de mayor emoción? Le nota en el texto citado más arriba concerniente a la revelación hecha por Jesús a los pequeños: "En aquella hora,. se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo, y dijo..." (10, 21). Jn nos ha conservado sobre ello más aún que sus colegas (1, 51; 3, 3-21; 4,10-24 ... ). La carta de la fundación de la Iglesia, ¿no deberla encajar en esta categoría? Se comprende que JEAN JULIEN WEBER Mt -tan preocupado por la institución de la Iglesia- la haya conservado intacta, mientras que Mc - y Lc, que le sigue-, la hayan omitido como si no entrara en su plan. Nuestro texto canónico puede ser tenido como relato auténtico de la confesión de Pedro, y de la respuesta de Cristo confiriéndole los poderes de su primacía. Pisamos terreno firme. ¿Se refiere sólo a Pedro el texto de Mt. 16,17-19? La tendencia de los exegetas no católicos ha sido siempre la de restringir a la sola persona de Pedro las promesas que le hizo Cristo; la base de la Iglesia Apostólica es Pedro; el primado que se le confió, únicamente le corresponde a él. La escena de la confesión de Cesarea es un evento que se produjo una vez por todas, pero concluye allí; no puede ser una institución de una función permanente. Cullmann y Cassien dicen que si fuera preciso dar: un nombre para designar al sucesor de Pedro como jefe de la Iglesia, sería sin duda el de Santiago, "el hermano del Señor", cabeza de la Iglesia de Jerusalén. Esta afirmación se apoya sobre una interpretación forzada de algunos textos. del Nuevo Testamento (Act 15; Gál 2), y sobre la existencia de la famosa colecta, organizada por Pablo, en favor de los "santos de Jerusalén". Santiago jamás ha pretendido ser el heredero y sucesor de Pedro aunque presidiera la Iglesia de la que había partido la evangelización, y entendiera jugar un cierto papel, tal vez de reacción, en el momento en que el cristianismo se distanciaba del judaísmo, para pasar a los paganos. Nosotros, los católicos, no podemos mantenerlo. Creemos que el Lógion de Mt, apunta más allá de Pedro - a los jefes permanentes de la Iglesia de Cristo. Evidentemente, el Lógion de Mt -tomado. estrictamente en su texto - sólo habla de Pedro. Pero habla también de la Iglesia, de la que Pedro fue instituido cabeza, y esta Iglesia debe durar como Cristo la instituyó (Mt 28, 20). Ella es indefectible como dice Mt 16,18. ¿Es posible esta indefectibilidad sin que las promesas hechas a Pedro, se transmitan a los que le sucedieron? Las palabras de Cristo son proféticas, y conciernen tanto al fundamento como a la Iglesia: al fundamento en el marco de la Iglesia. La Iglesia Católica actual; con sus Obispos y el Papa - los mismos protestantes lo reconocen- reproducen substancialmente, a pesar de las evoluciones inevitables a través de los tiempos, la Iglesia de los Evangelios, con los Apóstoles y Pedro. En el evangelio está el germen; actualmente tenemos la institución llegada a la madurez. A pesar de la falta de testimonios, concernientes a los primeros: siglos cristianos, sin embargo, podemos seguir el lento desarrollo del germen hasta, alcanzar su plena estatura, con San Ignacio de Antioquía para el episcopado, con Calixto y Esteban y la serie de Obispos de Roma hasta San León el Grande, para el Papado. (Remitimos a los historiadores de la Iglesia). Que en el correr de los tiempos haya habido oposiciones, que el Tu es Petrus haya sido aplicado por algunos Obispos de tendencia episcopaliana -como San Cipriano- al cuerpo entero del Episcopado, importa poco, y no impide el desarrollo lógico y normal, que se ha operado en el germen. JEAN JULIEN WEBER Pero, con la ayuda de los estudios actuales del Evangelio de Mt, ¿no podríamos llegar a mostrar que la Confe sión de Cesarea fue más que un evento, y que las promesas que contiene han apuntado a una institución? Según el P. Benoit, nuestro primer evangelio está caracterizado por la existencia de cinco grandes discursos, preparados por una institución (cap. 1-4), y concluye con los relatos de la pasión y resurrección (cap. 26-28). Los discursos tienen como tema el Reino de los Cielos, que Jesús ha venido a predicar y fundar. Los discursos están separados por narraciones, que los preparan y encuadran. De las narraciones, señalamos sólo que los capítulos 13, 52 al 17, 27, engloban con la confesión de Cesarea el relato de la multiplicación de los panes - figura de la Eucaristía-; además contienen dos relatos que ponen de relieve al apóstol Pedro: su marcha sobre las aguas (14, 28-31), y la paga del impuesto hecha milagrosamente por Cristo y su apóstol (17, 24-27): todos estos capítulos son una preparación al 18, que es directamente eclesiológico. En todo el Evangelio de Mt se ve también, progresivamente, que "el Reino de los Cielos, que al comienzo se presenta en la persona de Jesús solamente, llega a ser una realidad que ha tomado cuerpo, que se llama Iglesia. El primer Evangelio refleja la vida de una comunidad. Se reconocen sus preocupaciones eclesiales, hasta el punto que se ha podido ver en él la carta de fundación de una sociedad, que se organiza para durar" (M. Goguel). Si es así, al igual que el "sermón del Monte" reviste un carácter permanente y eterno para los seguidores del Reino -por tanto, para los cristianos-, igualmente la institución del Apostolado y del Primado de Pedro debe revestir un estado permanente y durable. Las funciones de Pedro deben tener por resultado el Papado, como las de los Apóstoles el Episcopado, unido y subordinado al Sucesor de Pedro. Conclusiones Se podría decir que -por rodeos- hemos llegado a conclusiones que desde hace tiempo afirma la doctrina católica. Con todo, estos rodeos no han sido inútiles, porque consolidan nuestras convicciones, con ayuda de las investigaciones actuales. Las páginas que preceden permiten ver en que sentido se puede decir que nuestros hermanos no católicos -orientales o reformados- se nos aproximan. El camino recorrido por ellos es apreciable; pero se ve también lo que nos separa todavía. Todos -en cualquier parte que se encuentren- deben seguir sus investigaciones con toda serenidad y lealtad. Tal vez lleguemos así a juntarnos en el momento que Dios quiera, por encima de los prejuicios y malentendidos que los siglos han amontonado. Cuando todos hayan comprend ido que la Cátedra de Pedro es el fundamento necesario de la Iglesia, que la adhesión al sucesor del jefe de los apóstoles es la única garantía de estabilidad de la fe cristiana tal como Cristo la quiso, la causa de la unidad de los cristianos se podrá realizar. Tradujo y condensó: IGNACIO VILA