48 LATERCERA Miércoles 9 de septiembre de 2015 Sociedad Cultura RR Michael Fassbender interpreta a Steve Jobs en la película de Danny Boyle. FOTO: UNIVERSAL PICTURES. [ PELICULA Y DOCUMENTAL ] La cinta Steve Jobs, que llega en enero a Chile, muestra las contradicciones de un hombre que nunca le dio crédito a sus colaboradores, mientras el documental The man in the machine retrata un historial de malas prácticas empresariales y familiares. Por Rodrigo González M. Steve Jobs, el lado oscuro E l cine tardó un año en poner en órbita la primera película sobre Steve Jobs, pero cuatro en empezar a escrutar seriamente al hombre detrás de la admiración y los fuegos artificiales. Lejano queda aquel Festival de Sundance del 2013 que vio la llegada de Jobs, un largometraje menor cuyo gran acierto era el parecido entre el actor Ashton Kutcher y el creador de Apple. Este año, en cambio, vieron el estreno dos películas que dejan al fallecido gurú informático contra las cuerdas, al exhibir sus peores defectos. Una es la recién estrenada Steve Jobs, del inglés Danny Boyle (Trainspotting) y la otra es el documental Steve Jobs: Man in the machine, de Alex Gibney, ganador del Oscar por Taxi to the dark side, que se ofrece online en Estados Unidos tras su paso por el Festival South by Southwest. Con guión de Aaron Sorkin, Steve Jobs se inspira lejanamente en la biografía de Walter Isaacson, pero antes que nada se toma toda la libertad del mundo para presentar tres fases decisivas en la vida del empresario digital. Cada una de estas estaciones vitales se abre sobre un escenario determinado, del que sobre todo se detallan sus bambalinas, su miseria y su ocasional grandeza. El actor británico Michael Fassbender (12 años de esclavitud) interpreta a Jobs en 1984, 1988 y 1998: primero, con 29 años, aparece en el Film Center de la ciudad de Cupertino (California), donde presenta el primer computador Macintosh; luego, expulsado de la compañía que él mismo fundó, da a conocer el NeXT Computer en el Davies Symphony Hall; finalmen- te, en 1998, informa al mundo del multicolor iMac en el mismo Film Center donde comenzó 14 años antes. Jobs tiene 43 años y sigue siendo el enérgico e inclemente ejecutivo de siempre. Muy bien recibida este fin de semana por la crítica en el Festival de Telluride (“brillante, furioso y anticonvencional retrato de un visionario americano”, afirmó Justin Chang de Variety), la cinta tendrá su estreno comercial en Chile en enero. Desde el inicio, la historia opta por iluminar el territorio salvaje de Jobs: se lo ve lidiando con sus colaboradores antes de presentar el computador al público que ya vio en televisión el soberbio anuncio publicitario diseñado por el cineasta Ridley Scott. Insiste ante su ingeniero para que el Macintosh diga “hello” a la audiencia, pide que se eliminen las señales iluminadas de escape en la sala; opaca y humilla cuando puede a su socio Steve Wozniak (Seth Rogen), y se enfrenta a su ex novia Chrisann (Katherine Waterston), quien le recrimina no reconocer a la hija que ambos tuvieron ni darle apoyo económico. De acuerdo al retrato de Sorkin y Boyle, Steve Jobs detrás del escenario es un energúmeno rematado. Su megalomanía lo hace compararse con Stravinsky y Julio César (dice estar “rodeado de enemigos” igual que el general romano) y nunca reconoce en público a Steve Wozniak, el creador del Apple I y II. Entregado en adopción a los pocos meses de edad por su madre natural en 1955, Jobs tardó décadas en reconocer a su propia hija Lisa, interpretada en la cinta por Perla Haney-Jardine. Es una paradoja que ocupa una buena parte de la historia de la cinta de Boyle: se con- RR En Steve Jobs: the man in the machine, se entrevista a ex colaboradores. FOTO: MAGNOLIA PICTURES. LA FICHA Steve Jobs, la biografía Walter Isaacson. 744 páginas. DeBolsillo. $ 8.550. Libro en el que se inspira lejanamente lacinta. trasta particularmente la condición de millonario de América que alcanza el fundador de Apple a fines de los 90 con las condiciones en que vivía la pequeña y su madre. Hasta el momento no hay pronunciamientos oficiales de Apple acerca de la película, pero sí hubo muestras de disgusto con el documental Steve Jobs: Man in the ma- chine, de Alex Gibney. “Un retrato miserable e inexacto de mi amigo. No es el Steve que yo conocí”, declaró el vicepresidente de Apple internet, Eddy Cue, sobre el trabajo de Gibney, el prolífico director de los elogiados Going Clear, sobre la cienciología. El estilo de Gibney suele ser la desmitificación pura (lo ha hecho antes con Tom Cruise, Lance Armstrong y Julian Assange) y, sabiendo aquello, Apple le negó su colaboración en el documental. Los que sí la entregaron fueron su antigua novia Chrisann Brennan, viejos colaboradores y, particularmente, Bob Belleville, director de ingeniería de Macintosh entre 1982 y 1985. El, entre cosas, dice que trabajar con Steve Jobs le costó perder a su mujer e hijos para reemplazarla por una “familia Mac”. Gibney se propone, con dedica- ción, destruir muchos tópicos comunes acerca de la personalidad de Jobs: busca desarticular la extendida opinión sobre las favorables condiciones laborales de Apple al informar de Foxconn, una fábrica de iPhones con alta tasa de suicidios en China; entrevista al maestro zen de Jobs, quien se distancia del autoproclamado espíritu budista de su discípulo; recuerda que en los 80 dijo ser infértil (no lo era, luego tuvo tres hijos) para no reconocer a su hija Lisa; muestra datos que hablan de su no declaración de impuestos y desvío de dineros a empresas fantasmas en Irlanda. A estas alturas, lo único que está claro es que Jobs y sus compañías tenían y seguirán teniendo un alto aprecio por el dinero de los clientes: el documental que lo desmitifica se puede ver previo pago en la plataforma de iTunes. b