Tierra de hombres

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recomiendan…
Tierra de hombres de Antoine de Saint-Exupéry
Por Erik de Jesús Hernández Domínguez - [email protected]
Una sola obra puede convertirse en referente para un
autor y desplazar con ello otros materiales que éste
tenga en su haber. Así ocurre con Antoine de SaintExupéry, a quien muchos recordamos por El Principito,
mismo que deja en segundo plano sus otros textos, que
son invaluables para aquellos apasionados por las
lecturas de aviación.
En Tierra de hombres podemos apreciar un panorama
un tanto desolador, donde la angustia, el drama y otros
sentimientos similares hallan cabida, permitiéndonos
adentrar en la vida de los pilotos aviadores que en las
proximidades de la Segunda Guerra Mundial fungieron
como correo aéreo a través de la zona norte de África y parte sur de la península
Ibérica.
De esta manera, con una buena carga de datos geográficos que permiten al lector
imaginar los escenarios por los cuales se desenvuelven estas historias, el autor
nos va narrando cómo fue el trajín de los hombres que establecieron los primeros
puentes aéreos sobre los desiertos, mares y costas de esta región.
Así mismo, en un intento por hacer partícipe al lector de cómo estos aviadores
compartían entre sí sus experiencias, el autor incorpora diálogos que en su propia
vida fueron vitales para poder facilitar los arduos trayectos y agotadoras jornadas
a bordo de aviones rudimentarios en los que la única guía era proporcionada por
un mapa, las estrellas y la astucia para poder localizar una ruta perdida en la
inmensidad de la bóveda celesta.
Situación difícil de imaginar si tomamos como referencia la comodidad y rapidez
de los modernos aviones, que cruzan ésta y otras rutas antes inexpugnables. Sin
embargo Exupéry nos remonta a una época en la cual todo aquello se complicaba
con cada metro que el aviador avanzaba, sorteando todo tipo de adversidades y
para cuya resolución el piloto echaba mano de lo que se tuviera a la vista, siendo
las anécdotas y experiencias de los compañeros una herramienta fundamental.
A pesar de que esta obra inicia como un aparente relato de aviadores, en el que el
autor vuelca sus experiencias por las rutas del Sahara, poco a poco se manifiestan
otras inquietudes que lo conmovieron. De esta manera descubrimos una obra
moralista y cargada de humanismo, donde aparece una fuerte crítica a la
esclavitud, la miseria, la marginación la homofobia y el genocidio.
Para dar salida a esta serie de cuestionamientos, el autor se vale de sus propias
vivencias, en las cuales resalta cómo el trabajo, la integridad moral y la fraternidad
son las armas con las cuales se pueden evitar los conflictos. Así, con claras
muestras de sus otros trabajos, todos basados con un ambiente biográfico; el
autor se vale de la aviación para otorgar una función poco reconocida a esta
actividad, en la cual se pueden enlazar no solo las necesidades primarias del ser
humano, sino también aquellas actitudes moralizantes que van formando el
carácter y la personalidad de los hombres.
En Tierra de hombres no sólo podemos disfrutar de una obra escrita por un piloto
aviador, en la cual se exaltan los avatares de este gremio, también es una ventana
para ver como en las circunstancias más extremas, el ser humano tiene la
oportunidad de sacar a la luz lo mejor de sus características, a pesar de lo
adversas que puedan ser las condiciones en las cuales éste se desenvuelva.
Finalmente, podemos afirmar que aquellos que se introduzcan a las obras de este
autor, encontraran que El Principito, su obra más reconocida, halló su génesis a
través de los elementos presentes en creaciones como Tierra de hombres, para
muestra basta un botón:
“…Me incline sobre aquella frente lisa, sobre aquel dulce
mohín de los labios, y me dije; “he aquí un rostro de músico,
he aquí a Mozart niño, he aquí una hermosa promesa de vida”.
Los pequeños príncipes de las leyendas no eran diferentes de él…”
En este párrafo que encontramos al final de la obra, podemos advertir el impacto
que causó en el autor la escena de una familia que viaja desterrada de Francia,
misma que se agolpa en una atmósfera de miseria y vejación, pero en la cual
resalta la figura del pequeño que va con sus padres. Posiblemente esta
observación no sea más que mera especulación, pero al leer pasajes como este,
fueron recreándose en mi mente las escenas de su obra cumbre (El Principito).
Muerto en 1944, al realizar la actividad que más le gustó, volar, Exupéry dio un
vuelco a la manera de vincular a la aviación con una manifestación cultural como
lo es la literatura, dejándonos un legado poco conocido pero verdaderamente
apasionante.
Saint-Exuéry de, Antoine. Tierra de Hombres. México : Dante, 1985. 152p. PQ
2637. A274 T7618 1988
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