UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE JURISPRUDENCIA, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES CARRERA DE SOCIOLOGÍA DISPUTA Y CONSTRUCCIÓN DE SONIDOS LEGÍTIMOS: LA FUNDACIÓN DEL PRIMER CONSERVATORIO NACIONAL (1870-1877) Proyecto de Investigación previo a la obtención del título de Socióloga Godoy Estévez Rossi Gabriela TUTOR: PhD. Rafael Benigno Polo Bonilla Quito, junio 2016 1 DEDICATORIA Para las personas que van por la vida sin miedo de hacer ruido. ii AGRADECIMIENTOS Considero que este trabajo resume en pocas páginas lo que ha sido mi paso por la Universidad Central, un largo camino de aprendizaje, acompañado de personas queridas que de forma explícita o implícita atraviesan cada uno de los párrafos siguientes. Temo que al enlistar a todas, mi memoria pueda omitir a alguien y por eso prefiero agradecer de forma general a mis: amigos, amigas, profesores, conserjes, secretarias, bibliotecarios y demás de personas, que han contribuido para que ahora presente este informe. Agradezco a Raúl Escobar, Director del CNM por permitirme ingresar en los archivo; con él, también doy las gracias a la Secretaría y Biblioteca de la institución, por la apertura y buena voluntad mostrada durante mis largas visitas. De manera especial deseo agradecer a mi familia por su apoyo permanente, y a mi tutor por toda su generosidad y paciencia a lo largo de mi carrera universitaria. Él, ha sido un valioso guía, en esta travesía que combina tres cosas que me gustan mucho: la música, la historia y la educación. Gracias infinitas a todos y todas por ayudarme a encontrar nuevos caminos. iii DECLARATORIA DE ORIGINALIDAD Quito, 2 de Junio de 2016 Yo, ROSSI GABRIELA GODOY ESTÉVEZ, autora de la investigación con cédula de ciudadanía No. 1720299542 , libre y voluntariamente DECLARO, que el trabajo de Grado titulado: “DISPUTA Y CONSTRUCCIÓN DE SONIDOS LEGÍTIMOS: LA FUNDACIÓN DEL PRIMER CONSERVATORIO NACIONAL (1870-1877)”, es de mi plena autoría original y no constituye plagio o copia alguna, constituyéndose en documento único, como mandan los principios de la investigación científica, de ser comprobado lo contrario me someto a las disposiciones legales pertinentes. Es todo cuanto puedo decir en honor a la verdad. Atentamente, Rossi Gabriela Godoy Estévez C.I. 1720299542 Telf. 0998875385 Correo: [email protected] iv AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL Yo, Rossi Gabriela Godoy Estévez, en calidad de autora del trabajo de investigación realizada sobre: “Disputa y construcción de sonidos legítimos: la fundación del primer Conservatorio Nacional (1870-1877)”, por la presente autorizo a la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR, hacer uso de todos los contenidos que me pertenecen o de parte de los que contienen esta obra, con fines estrictamente académicos o de investigación. Los derechos que como autora me corresponden, con excepción de la presente autorización, seguirán vigentes a mi favor, de conformidad con lo establecido en los artículos 5, 6, 8, 19 y demás pertinentes de la Ley de Propiedad Intelectual y su Reglamento. Quito, a 2 de Junio de 2016 Rossi Gabriela Godoy Estévez CI: 1720299542 Telf: 099875385 E-mail: [email protected] v APROBACIÓN DEL TUTOR vi APROBACIÓN DEL TRIBUNAL DE GRADO El Trabajo de Investigación Científica titulado: “Disputa y construcción de sonidos legítimos: la fundación del primer Conservatorio Nacional (1870-1877)” ha sido revisado, aprobado y autorizado su impresión y empastado, previa la obtención del Título de SOCIÓLOGA de la República del Ecuador, por lo tanto autorizamos a la postulante la presentación de su sustentación pública. Quito, 21 de julio del 2016 Para constancia firman: TRIBUNAL DE GRADO _________________________ PRESIDENTE ____________________ ____________________ VOCAL 1 VOCAL 2 vii ÍNDICE DE CONTENIDOS Contenido DEDICATORIA ............................................................................................................... ii AGRADECIMIENTOS..……………………………………………………………….iii DECLARATORIA DE ORIGINALIDAD ..................................................................... iv AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL ................................................ v APROBACIÓN DEL TUTOR ........................................................................................ vi APROBACIÓN DEL TRIBUNAL DE GRADO ........................................................... vii ÍNDICE DE CONTENIDOS ......................................................................................... viii ÍNDICE DE TABLAS ...................................................................................................... x ÍNDICE DE ANEXOS .................................................................................................... xi RESUMEN ..................................................................................................................... xii ABSTRACT .................................................................................................................. xiii INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 1 CAPÍTULO I .................................................................................................................... 5 ACERCAMIENTO TEÓRICO Y METODOLÓGICO ................................................... 5 El Campo Musical ........................................................................................................ 5 Músicas y Músicos ....................................................................................................... 8 La Patria y la Nación .................................................................................................. 16 Aproximación metodológica ...................................................................................... 19 CAPÍTULO II ................................................................................................................. 25 FUNDACIÓN DEL CONSERVATORIO NACIONAL DE MUSICA ........................ 25 La Educación Musical ................................................................................................ 25 El Estado Garciano ..................................................................................................... 31 El Conservatorio de 1870 ........................................................................................... 34 CAPÍTULO III ............................................................................................................... 45 LA CONSTRUCCIÓN DE SONIDOS LEGÍTIMOS ................................................... 45 Reglas de Organización de Sonidos ........................................................................... 46 Oídos civilizados y salvajes........................................................................................ 50 La enseñanza y los maestros ....................................................................................... 52 Los sonidos legítimos ................................................................................................. 55 viii CONCLUSIONES .......................................................................................................... 61 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 64 CÓDIGOS O LEYES ..................................................................................................... 67 LINKOGRAFÍA ............................................................................................................. 68 ANEXOS ........................................................................................................................ 70 ix ÍNDICE DE TABLAS Tabla 1……………………………………………………………………………… 20 Tabla 2……………………………………………………………………………… 41 x ÍNDICE DE ANEXOS Anexo 1……………………………………………………………………………… 71 xi TEMA: “Disputa y construcción de sonidos legítimos: La Fundación del Primer Conservatorio Nacional (1870-1877)” Autora: Rossi Gabriela Godoy Estévez Tutor: Rafael Benigno Polo Bonilla RESUMEN Desde un análisis arqueológico y bajo la premisa de que la música no es una construcción ajena al campo de poder, el presente informe de investigación analiza al primer Conservatorio Nacional de Música en el Ecuador. Como una posibilidad de acercamiento al campo cultural decimonónico y su relación con el discurso de la patria y la nación católica, esbozaremos las difusas líneas de la secularización musical y el cambio de sistema de artes en el juego permanente entre sonidos y ruidos. PALABRAS CLAVE: SONIDOS LEGÍTIMOS / RUIDOS / SECULARIZACIÓN MUSICAL / NACIÓN / CAMPO / CONSERVATORIO NACIONAL DE MÚSICA xii TITLE: “Dispute and construction of legitimate sounds: The Foundation of the First National Conservatory (1870-1877)” Author: Rossi Gabriela Godoy Estévez Tutor: Rafael Benigno Polo Bonilla ABSTRACT From an archaeological analysis and under the premise that music is a construction that is not alien to the field of power, this research report analyzes the first National Conservatory of Music in Ecuador. As a possibility of approaching the cultural field of the 19th century and its relation to the Country and Catholic Nation discourse, I will outline diffuse lines of the musical transformation and the changing art systems in the permanent interplay of sounds and noises. KEYWORDS: LEGITIMATE SOUNDS / NOISES / MUSICAL TRANSFORMATION / NATION / FIELD / NATIONAL CONSERVATORY OF MUSIC xiii INTRODUCCIÓN El Conservatorio Nacional de Música (CNM) es una institución de educación artística que ha forjado músicos profesionales durante más de un siglo, siendo cuna de varios, de los más afamados artistas ecuatorianos en el mundo. Al ser un establecimiento estatal, su historia está atravesada por intereses o desintereses de parte de los gobernantes de turno; por este motivo, el historizarla nos acerca desde una perspectiva diferente a la cultura, el arte y, particularmente, a la música estudiada en el país. Una investigación que considere abarcar 123 años (tiempo de existencia del CNM) resultaría algo maravillosamente ambicioso y titánico -considerando el tiempo previsto para esta investigación. Por ello, el informe que se presenta a continuación se ha limitado a analizar el proceso de aparición de la institución en su primera fundación (1870-1877), considerando estas fechas como referencia pero no como periodo exclusivo del análisis discursivo y musical, pues propongo que las líneas de visibilidad para el surgimiento de un lugar no se dan únicamente un par de días antes de que se geste éste, sino que se vienen difuminando desde tiempo atrás, y de igual manera, la clausura o cierre del mismo no implica el entierro definitivo de las ideas impartidas en su interior; pues, las escuelas, los colegios, las universidades, los conservatorios; tienen las fortaleza de atravesar en el tiempo -más que por sus edificaciones- mediante los discursos enunciados por sus profesores y estudiantes. De esta manera, antes de responder a las preguntas de acercamiento para la investigación, el informe esboza el marco teórico que la sustenta; desarrollando los conceptos de campo, habitus e illusio en la teoría de Pierre Bourdieu (1995); que al juntarse con la concepción de Sistema de Artes de Larry Shiner (2004), nos muestran el amplio espacio cultural construido en el Ecuador del siglo XIX. El mismo que sembró las bases de una concepción del arte como lugar sagrado de expresión de 'espíritus elevados', que a través de la estética muestran la dimensión divina y excluyente de la música (Guerrero, 1876: 2). Esta noción de arte que ha recorrido la historiográfica tradicional ha fortalecido la perspectiva de la música como un inocente y agradable conjunto de sonidos que operan únicamente en el campo artístico. Y ante la cual, autores como Nicholas Cook (2012), Ricardo Miranda (2011), Aurelio Tello (2011) y Alessandro Baricco (2008) enriquecen la comprensión de la época, al examinar el vínculo que cumple la música 1 como símbolo de identidad nacional y regional. Particularmente, este trabajo muestra cómo el acercarnos a la identidad sonora propuesta en un marco tempo-espacial específico, nos ayuda a tener una idea de la nación que se proponía consolidar con ayuda de la comunidad cultural que el CNM fortaleció. En lugar de dar por hecho generalizaciones, prejuicios o análisis ideológicos del complejo periodo garciano, este trabajo nos desafía a analizarlo, a mostrar cómo operaba su sociedad y cultura; para a partir de ello, esbozar la identidad que desde el gobierno se edificaba. Para explorar la temática de la nación, esta investigación dialoga con las configuraciones multidimensionales que ofrecen: Benedict Anderson (1993), Ernst Haas (1986) y Erick Hobsbawm (1990); pues, a partir de ellos, la nación es vista como una comunidad construida e imaginada, unida en función de características compartidas entre los que se creen miembros y donde las personas con particularidades distintas se quedan ajenas al grupo. Complementando estas visiones, Beatriz Zepeda (2010) ingresa desde la reflexión hacia la patria como construcción discursiva e ideológica, donde la música se convierte en una poderosa herramienta que a través de himnos y canciones, muestra el ideal de aquello que somos o pretendemos ser y se aleja de lo que no deseamos, nos aparta de los 'otros'. La descripción sistemática que delineamos a continuación apuesta por debatir con la idea de los músicos como 'genios inmortales' o 'espíritus celestes', y se lanza a escudriñar el juego de posiciones que al interior del CNM de 1870 se proponía al campo. Retando desde la historización de este lugar a visiones conservadoras de la historia que han dejado de lado las sonoridades por centrarse únicamente en las dimensiones económicas o políticas, o a aquellas enciclopedias de música ecuatoriana que la miran como una linealidad a entender sólo desde el juego de nombres y fechas, fuera del campo de poder. En consecuencia, metodológicamente, esta exploración es realizada como intento de análisis arqueológico -frente a las propuestas tradicionales y globales que han tenido la mayoría de “Historias de la Música en el Ecuador”-, indagando los discursos vertidos desde y hacia la institución, contextualizando las obras, los artistas y sus debates. 2 Las preguntas de investigación planteadas para el acercamiento histórico1, en este informe se convierten en los ejes de observación del Conservatorio como parte la sociedad decimonónica. Donde la música acompañó la cotidianidad de sus miembros y fue banda sonora de sus ritos religiosos, fiestas, cosechas, funerales y otros tantos elementos que forjaban las relaciones de la comunidad. En una época en las que los periódicos locales además de los reportes de las noticias del país eran lugar de denuncia y promoción, muy pocas mujeres o indígenas asistían a la escuela y la universidad era cerrada porque el presidente la consideraba un 'nido de víboras liberales'; la influencia extranjera crecía y culturalmente colonizaba nuestras ciudades. En la música del siglo XIX, no obstante, del alcance y los personajes sobresalientes de la música sagrada en el país -cuyo escenario consagratorio era la Catedral de Quito y tuvo de maestros a los padres franciscanos, agustinos y jesuitashubieron varios ritmos y melodías que la gente interpretaba y que estaban por fuera de sus repertorios. Considerando el límite que tenía este modo de educación musical, en manos de la Iglesia por siglos, en 1870 el gobierno funda un Conservatorio en Quito para que los bautizados de diez a veintidós años de edad que rindan pruebas de aptitud y aplicación, puedan aprender formalmente música (El Nacional, 1870). Contrario a lo sucedido en la educación primaria que intentó universalizarse mediante la alianza estratégica con las congregaciones religiosas de los Hermanos Cristianos y la hermanas de los Sagrados Corazones, la educación musical promovida por García Moreno no tuvo a los religiosos importados como profesores o protagonista; por el contrario, el CNM dibuja ciertas líneas de secularización musical y demarca nuevas fronteras para el campo artístico del país. Llevándonos a reflexionar sobre ¿Cómo definir nuestra identidad sonora en 1870 y el rol de los músicos, si paralelamente a la existencia de tonadillas y boleros europeos, hay indígenas que interpretan yaravíes con sus pingullos y rondadores?. Al no ser un lugar aislado de los procesos sociales, económicos o políticos del país, la dinámica y autonomía relativa del Conservatorio nos acerca a las estrategias de 1 La presente investigación, tuvo como preguntas de investigación: ¿Cuáles fueron las circunstancias en la que nace el CNM y cómo, desde ellas, se abrieron ciertas perspectivas musicales específicas?, ¿se produjo algún proceso de diferenciación entre la música, marcando algún tipo de rol o función asignada a ella y a los músicos?, y ¿cuáles han sido las narrativas producidas desde y hacia esta institución?. 3 dominación política y consolidación nacional del régimen. Que ante la transición de sistema de artes, respeta la música sacra pero observa un desplazamiento al debate sobre la identidad nacional e identidad sonora; si musicalmente hay algo más que lo que interpretamos en las iglesias, peguntarnos por ¿Cuál es nuestra música? será una de las interrogantes con la que se enfrenta el último director del CNM. Finalmente, bajo la influencia de Jacques Attali (1995) nos preguntamos sobre el modo de entender a la música y los sonidos en el siglo XIX, con la posibilidad constante de paso de un ruido a sonido mediante ciertos códigos musicales que eran aprendidos en el proceso educativo. Con ello, los métodos de enseñanza entregaron a los estudiantes del CNM diversos recursos para que al componer, armonizar e instrumentar, lo hagan bajo las 'reglas músicas' que les permitieran el ingreso de sus creaciones en los repertorios de la música 'culta' de la época. 4 CAPÍTULO I ACERCAMIENTO TEÓRICO Y METODOLÓGICO El Conservatorio Nacional de Música (CNM) de 1870 es la primera institución educativa gubernamental que en Ecuador ofrece educación musical gratuita, con una fuerte influencia extranjera2 e instauradora de ciertas lógicas, modelos musicales y principios fundantes de un campo específico con pretensiones 'universales'. Su historia nos remite a un lugar en constante definición que se mueve en diferentes dimensiones y en relación permanente con los campos externos, tanto a nivel artístico como en el sentido económico, social y político. Conjugar una serie de supuestos que respalden teóricamente esta investigación histórica, parte de entender que la música no es una actividad totalmente autónoma, sino que se ubica en diálogos constantes con otras ciencias, disciplinas, teorías y prácticas sociales, que pueden o no condicionarla. Tomando la definición de sistema de las artes de Larry Shiner (2004), desarrollada por Trinidad Pérez: “un sistema del arte es el conjunto de elementos que hacen que una cierta concepción de arte sea posible” (Pérez, 2012: 12). Por lo cual, la música debe ser entendida como un campo en relación con otros al interior de un sistema mayor de las artes en el Ecuador, sistema desarrollado en una época con una aún fuerte herencia colonial y articulado con el proyecto político republicano. La propuesta teórica para analizar el aparecimiento del CNM se estructura inicialmente desde la definición de campo en la teoría de Bourdieu, lo cual nos sirve de base para debatir las premisas fundacionales de éste en su momento histórico y articularlas con el proyecto cultural de un gobierno específico, debatiendo constantemente sobre el modo de entender la patria y la nación. El Campo Musical El campo, desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, es definido como: "una esfera de la vida social que se ha ido autonomizando progresivamente a través de la historia, en 2 En la actualidad, el Conservatorio Nacional de Música de Quito no es el único en el país, existen además: el Conservatorio Antonio Neumane (Guayaquil), el Conservatorio Superior José María Rodríguez (Cuenca), el Conservatorio Superior Antonio Bruckner (Loja), el Conservatorio Superior Salvador Bustamante Celi (Loja), entre otros. Además, en otras ciudades hay varios colegios especializados en música y todos, son regulados por las normativas del Ministerio de Educación Pública. 5 torno a cierto tipo de relaciones sociales, de intereses y de recursos propios, diferentes a los de otros campos" (Giménez , 2002:13). Su nivel de autonomía en caso de ser un campo de producción cultural, se revela en el grado de subordinación del principio de jerarquización externa en referencia al principio de jerarquización interna y dependerá en gran medida del capital simbólico acumulado en el tiempo por acción de las generaciones sucesivas (Bourdieu, 1995). Desde esta perspectiva, el campo musical funciona relacionándose con otros campos (sean o no artísticos), manteniéndose relativamente independiente por su lógica interna y estructuras, pero también dependiente al coexistir junto a otros en un momento y espacio determinados. Al funcionar como una red de relaciones objetivas, el campo nos remite a un juego en el que cada posición se define por su relación objetiva con las demás posiciones que se encuentran al interior de la estructura del mismo, sean posiciones ocupadas por agentes o por las instituciones que participan en la lucha. Por tanto, cada campo está atravesado en su historia por disputas entre las fuerzas de conservación y subversión de la estructura de la distribución del capital admitido, lo que marca sus reglas, características, funciones y modo de funcionamiento (Bourdieu, 2002). Según Pierre Bourdieu, entre los componentes del universo del campo, se pueden destacar: - En primer lugar existe el grupo de “los dominantes, quienes tienen mayormente el poder de constituir objetos como algo raro por el procedimiento de la firma; son aquellos cuya firma tiene el precio más alto” (Bourdieu, 2002: 216). Para esa época podrían ser los extranjeros y maestros portadores de la cultura europea que se vincularon con procesos educativos de instrucción musical en el país y otros músicos que continuaron forjando su carrera en el exterior, pero cuyos éxitos fueron conocidos en el Ecuador. - Por otro lado, “los que tienen más antigüedad usan estrategias de conservación, cuyo objetivo es sacar provecho de un capital que han acumulado progresivamente” (Bourdieu, 2002: 216, énfasis original). Aquí, el proceso educativo es importante, pues permite que los aspirantes al campo y los recién llegados se familiaricen con las creaciones e ideas de los dominantes y los antiguos (será necesario analizar cuán diferenciados están entre sí -si están- ambos grupos). Siendo estos, quienes establecen ciertos principios de producción y apreciación de los productos musicales. 6 - Finalmente, enunciando sus estrategias de subversión contra “una acumulación de capital específico que supone una alteración más o menos radical de la tabla de valores”, los recién llegados proponen “una devaluación del capital que poseen los dominantes” (Bourdieu, 2002: 216-217). Quizá definir este grupo resulte complicado, como identificar quienes fueron aquellos que poseían menos capital (los de la herejía). Mas, al ubicar algunos planteamientos innovadores dentro del CNM se pueden mirar fragmentaciones, integraciones o redefiniciones en los principios de apreciación y producción de objetos culturales en este espacio del campo. Todos y cada uno de los agentes e instituciones que componen el campo parten de la illusio3 de reconocer la existencia de la música. De esta manera, el juego permanente por la posición y cambios dentro de él nos invita a entender la educación musical como una de las herramientas de instauración de estructuras al interior del campo artístico; permitiéndonos ampliar la perspectiva dada por la estratificación musical al diferenciar las músicas entre sí -inicialmente entre sagrada y profana, y luego entre académica y popular- como espacios contrapuestos en el marco de luchas constantes de definición. Además nos propone analizar este modelo de educación musical formal, planteado por un gobierno e identificar, en ese momento histórico ¿cómo se articulaba el campo y sus componentes?, ligados directamente con el discurso de la patria que busca enrumbarse en las vías de la Modernidad Católica4. Según el enunciado de Jacques Attali, “la música como producción autónoma es una invención reciente” (Attali, 1995:12), considerando que hasta el Siglo XVIII la música se encontraba fusionada en una totalidad mucho más general. En el caso ecuatoriano, desde la Colonia, la música mantuvo un vínculo muy fuerte con la Iglesia y fue un recurso dinámico en la promulgación religiosa. Por ello, se vuelve necesario identificar en el país desde cuándo se empieza a pensar la música de forma más 3 La Illusio, es la condición del funcionamiento de un juego del que también es, al menos parcialmente, el producto. Es importante indicar, que cada campo produce su forma específica de illusio (Bourdieu, 1995:338). Los agentes relacionados a un campo, a pesar del antagonismo que puede tener su rol, comparten siempre un principio fundamental sobre aquello por lo cual merece la pena luchar, que a través de su estado de doxa, perenniza el juego y sus presupuestos (Bourdieu, 2002:121-122). 4 Como se analiza en este trabajo, la Modernidad Católica propuesta por García Moreno fue un proceso multidimensional que incluyó cambios en la educación, la economía, la política, la comunicación vial, entre otros elementos que formaron parte del proyecto de gobierno y que se enmarcaron en el anhelado discurso del progreso. Para Juan Maiguashca, la Modernidad Católica, como término, se ubica en la corriente de pensamiento del Catolicismo Social, que en el país influenció principalmente a García Moreno y González Suárez (Maiguashca, 1994: 388). 7 independiente, analizando las historias de las músicas desde pluralidades no idénticas y lineales sino desde sus fragmentaciones y discontinuidades, dentro de lo podría llamarse el campo musical decimonónico de Quito. Músicas y Músicos Un rasgo que reconoce Bourdieu en el campo artístico es que genera una economía al revés, bajo su lógica específica, en la naturaleza de los bienes simbólicos5. De esta ambigüedad se desprende la diferenciación entre producción cultural de mercancías y la producción de obras 'puras': la primera, priorizando la difusión, el éxito inmediato y temporal, convierte el comercio de bienes culturales en un comercio como cualquiera de los demás, ajustándose exclusivamente a las demandas del mercado; mientras la producción de obras 'puras' se basa en el reconocimiento obligado del desinterés, del rechazo de 'lo comercial' y del beneficio a corto plazo, pues en tanto capital económico negado, el arte se orienta a la producción de capital simbólico (Bourdieu, 1995: 213214). Esta relación económica de capital nos obliga a tener una visión más amplia del campo, y entonces, estudiar la música como una metáfora creíble de lo real- propuesta de Attali- implica dimensionar los lugares, personajes, públicos y repertorios que sustentaban la existencia del Conservatorio; más allá de agentes musicales aislados, debemos considerarlos como agentes multidimensionales que desde el momento de ingreso en el proceso educativo musical van adquiriendo cierto habitus6, como esquema musical sistemático que lo interioriza constantemente de modo implícito sin ser objeto de mayor reflexión o duda a través de la formación de dicho agente. En los textos de educación musical que se utilizan en el CNM actual es sencillo hallar consenso al momento de caracterizar tres dimensiones de la música como: lenguaje, ciencia y arte7. Seguido de este criterio compartido, arribamos a uno de los elementos más álgidos que forma parte de los principios del campo musical ecuatoriano durante siglos: la relación músicos y música académica, músicos y música popular. 5 Se refiere a la doble dimensión que juegan los bienes simbólicos: en tanto mercancía con un valor comercial y como significación con un valor simbólico específico, ambos relacionados permanentemente. 6 El habitus será entendido como un conocimiento adquirido, paralelamente a un haber que puede funcionar como capital (Bourdieu, 1995: 268). 7 Para Sixto María Durán el arte es hermano de la ciencia, pero se dirigen a distintas facultades del alma: mientras que la ciencia apela al entendimiento y la ilustración, el arte hace referencia a sentimiento y la educación moral (Durán, 1927:270). 8 Milton Estévez8, al respecto define la música académica como: Forma artística de organización sonora producida por especialistas (de formación académica), de contenido sonoro y estético especulativo (históricamente progresivo por acumulación de avances técnicos y teóricos), con intensión de trascendencia, no comercial, referida a lo no popular, documentada mediante soportes imperecederos como partituras, textos de reflexión técnica y teórica, etc. Destinada en principio a todo público, pero consumida en realidad por quienes tienen acceso a la misma, sea debido a factores culturales o económicos (Estévez, 1991:29, énfasis propio). La acepción de Estévez coincide en gran parte con el modo de pensar la música académica con la producción de obras 'puras', respecto a los productos culturales de la música popular. Ya que, “siendo ella nacida de la entraña del pueblo en forma espontánea y muy sencilla, está marcada por la moda del momento y diferente de la música “folclórica”, que es permanente, anónima, porque pertenece a todos” (Ramos, s/f: 81). Aún para otros músicos, la música popular ni siquiera es música por carecer de teoría (Castellvi, s/f: 5), simplemente, es catalogada como “comercial, efímera, impura, simple y corporal” (González, 2001:75). En criterio de Estévez, en cambio, la música popular es: Forma artística de organización sonora producida por el pueblo, cuyo contenido es reflejo estético de la cultura no ilustrada, generalmente no documentada mediante soportes perecederos sin alteración de los códigos iniciales (partituras), transmitida en buena parte por tradición oral, y consumida generalmente por el pueblo, usualmente dentro de los límites de su producción […] si es anónima se la considera un caso particular de la música popular, la música folklórica (Estévez, 1991:28, énfasis propio). Este tipo de clasificación muestra los juicios de valor que encierran las consideraciones sobre lo no académico, pues no solo se considera lo comercial como algo negativo en el arte sino que mantiene un discurso que jerarquiza la cultura ilustrada sobre la no ilustrada; y así, las funciones asignadas a la música, siempre se explican en el contraste entre la música baja, vulgar y monótona frente a la música culta (Ramos, s/f: 10). Por ello, resulta interesante tomar nuevamente la división respecto a los bienes simbólicos de Bourdieu, pues los criterios y la lucha serían parte de un mismo campo, chocando con uno de los juicios fundantes que articulan la existencia del campo musical actual: la polarización entre la música académica y la música popular. 8 Estévez Báez, Milton Olger (1947). Compositor, arquitecto y sociólogo ecuatoriano. Estudió guitarra clásica, contrabajo, composición, electroacústica, informática musical y musicología. Becario de la Escuela Normal de Música de Paris, entre 1985 y 1994 se desempeñó como director del Departamento de Investigación, Creación y Difusión (DIC) del CNM. Fue promotor del Festival Ecuatoriano de Música Contemporánea y de las Jornadas de Música de Nuestro Tiempo, además de director de la Escuela de Música de la Orquesta Sinfónica Nacional. Ha sido compositor invitado por varias universidades de Estados Unidos, país donde reside en la actualidad (Guerrero, 2002: 614 – 615). 9 Juan Agustín Guerrero9, autor10 de la obra La música ecuatoriana desde su origen hasta 1875 diferencia -más que por el tipo de música que interpretan o componen, por el rol que cumplen al interior del campo- entre músicos11, ejecutantes12 y profesores13. Para esto, propone conservar el término “Maestro” como un elemento de distinción para los músicos con gran mérito y conocimientos que valoren la música escrita y que compongan de forma original. Como se puede observar, nos encontramos con una perspectiva que une campos musicales tradicionalmente separados (música académica-música popular), en un campo musical integrado que necesita de constantes luchas para poder existir como tal. Estas luchas de clasificación se asientan “en fronteras (entre géneros o las disciplinas, o entre los modos de producción dentro de un mismo género) y, con ello, en jerarquías. Definir las fronteras, defenderlas, controlar las entradas, significa defender el orden establecido en el campo” (Bourdieu, 1995: 334). Frente a la existencia de un orden al interior del campo, surge la interrogante, respecto a ¿Qué define el orden del campo? ¿Qué elemento determina el valor de la música?; las respuestas varían dependiendo del enfoque y la época a la cual se inquiere, pero la mayoría de sustentaciones en relación a la supremacía de una música sobre otra, toman a la estética como soporte. 9 Guerrero Toro, Juan Agustín (1818 aprox.- 1886). Pianista, compositor, pintor, poeta, periodista, crítico de arte y caricaturista quiteño. Estudiante del pianista español Manuel Zaporta (director de Bandas Militares en Ecuador). Profesor de música de varios colegios en Quito y Latacunga, instructor de Música en el Batallón Nro. 2, subdirector y director del Conservatorio Nacional de Música de 1870. Entre sus obras, se destacan: El Catecismo musical (premiado con medalla de oro en 1857), la Música ecuatoriana desde su origen hasta 1875 (1876) y el Curso elemental de música (1875) (Guerrero, 2002:706 -710). 10 Propongo analizar las obras de Agustín Guerrero como las de un autor en posición transdicursiva. Siguiendo a Foucault, los autores transdiscursivos “son aquellos autores que son responsables de mucho más que un libro, sino que levantan una teoría, tradición o disciplina que rige y ordena algo más” (Foucault, 1998: 53). 11 “Entienden para lo que vale la escritura de la música, les corresponde el conocimiento general de todos los instrumentos de las voces humanas, y la parte científica del arte para dirigir toda clase de música y escribir sus pensamientos de modo original – son lo que en Europa se llama Maestro” (Guerrero, 1876: 15). 12 “Estudian la música por rutina, le es suficiente el conocimiento de la nota, para a fuerza de estudio, llegar a ejecutar con destreza lo que se les da escrito; es un músico sin alma, sin corazón, una especie de maquina destinada a traducir puramente las voces que están escritas, y por eso, tal vez, sin carácter ni sentimiento ejecutan ignorantemente lo que se ve escrito” (Guerrero, 1876: 15). 13 “Son perfectos y poseen el conocimiento respecto a un ramo de cualquier ciencia o arte, conocen todos los estudios inherentes a la parte a la que se han dedicado, les corresponde el conocimiento de las reglas de los acompañamientos y las diversas combinaciones a que se presta su instrumento, para poderlas transmitir en la enseñanza” (Guerrero, 1876: 15). 10 Para autores como Juan León Mera14, escritor del Himno Nacional y considerado como una de las figuras más influyentes de la literatura ecuatoriana, la estética no es vista como un proceso histórico sino como un elemento divino atemporal: No es invención humana, pues existe esencialmente en la creación; puede compararse con el dogma religioso que existe innato, si es dable decir, en la razón divina, y la Iglesia lo declara y propone a la razón del hombre, para que se sujete a ella; así, también la estética, viva, más latente en la naturaleza ha sido declarada y propuesta a las artes por el estudio y la reflexión, para que se sujeten a sus leyes en la creación de sus obras (Mera, 1894: 295). Paralelamente a esa línea de enfoque, donde la música y el arte son disciplinas sagradas, Agustín Guerrero en el siglo XIX, define a las artes como: El fuego sagrado que no alumbra sino a muy pocos, ni revela sus encantos más que a los espíritus elevados, de suerte que para comprenderlas bien y penetrar sus misterios, se necesita tener un corazón como de virgen, una imaginación como de poeta y un sentimiento como de ángel (Guerrero, 1876, 2-3, énfasis propio). Según esta configuración, el músico se convierte es un ser casi divino -no comúnexcepcional que forma parte de un lugar exclusivo y sagrado (la música), que exige ciertos requerimientos sublimes para la aceptación de una persona en este arte y es justamente esa aceptación lo único que valida su comprensión. Puesto que para el resto del mundo (los simples mortales) este espacio sagrado es negado y por tanto, queda incomprendido. Resulta sugerente, cuando en el siglo XX, Bruno Sáenz Andrade (1973) en un artículo sobre el CNM utiliza por título Un profano habla del Conservatorio. Con él se muestra como el pensar la enseñanza musical se ha erguido en la historia tradicional como un terreno sagrado, pues a partir de esta concepción de sacralidad del arte -hay que ver si en el presente ha sido superada o no- la música y su historia, ha sido escrita principalmente por músicos o personas ligadas al campo musical. Generando con ello, una veneración al campo artístico, de parte de aquellos que han estado vinculados desde temprana edad con los ritos sacramentales de devoción cultural, lo cual obstaculiza la objetivación científica (Bourdieu, 1995:276). Por otra parte, en 1876 el último director del Conservatorio de 1870 incluye en su obra historiográfica de la música de Ecuador la siguiente consideración: 14 Mera Martínez, Juan León. (1832-1894) Poeta y escritor ambateño. Es considerado precursor dentro del folklore americano por recoger en sus obras textos y coplas populares. Escribió los versos del Himno Nacional del Ecuador en 1865 y tiene a su haber varios textos literarios (Guerrero, 2005: 909-910). 11 ¿Por qué echar al desprecio una música original de América, que si carece de las reglas científicas, no deja por eso de ser un documento que acredita la verdad de nuestra historia y la condición a que fueron reducidos nuestros antepasados? No hay duda de que ella ira desapareciendo con el tiempo y la civilización, porque las leyes del talento triunfan siempre sobre los caprichos y las costumbres; pero mientras tanto tienen su mérito y no solo para con los nacionales, sino también para con los extranjeros ilustrados que la buscan y la solicitan (Guerrero, 1876: 13, énfasis propio). Con ella, Guerrero abre la puerta a una paradoja que se conserva en los escritos realizados en los siglos XIX y XX: la contradicción en la existencia de una serie de análisis centrados en instrumentos aborígenes precolombinos del Ecuador, desarrollados con una fuerte visión teleológica de evolución musical y progreso que ubica de la siguiente manera las expresiones musicales indígenas: Aún en la actualidad, podemos observar aborígenes de algún asentamiento étnico, alejado de los centros urbanos (léase: la civilización), llevarse al oído un objeto desconocido para él, golpearlo, sacudirlo, para luego juzgarlo de acuerdo al sonido que este produce; siendo éste un rasgo inequívocamente primigenio, comprobado por los psicólogos al observar a un bebé (Santander, 1990:15; énfasis propio). En una visión musical teleológica donde cierta música europea es el canon a alcanzar a través del progreso, las expresiones musicales diferentes son consideradas infantilesmenores porque son juzgadas desde la organización sonora de la música 'culta' europea, estructura a partir de la cual ellas están incompletas. Desde sus notas en la escala (pentafónica andina) hasta los instrumentos 'rústicos' creados por nuestros antepasados corresponden a realidades sonoras e históricas distintas, que en lugar de ser analizadas desde sus características y organización artístico-cultural propia, son juzgadas a partir de los cánones de 'civilización' europea; los mismos que desconocen otras formas de arte de aquellas que rigen su estructura de valores estéticos. Pues, ante esa escala de clasificación cultural, las creaciones sonoras y los instrumentos autóctonos de la región no son más que los primeros pasos que da un niño que intenta caminar cuando su madre le muestra el camino a seguir (Fanon, 1995:80). Esta metáfora utilizada por Fanon, me parece adecuada para debatir el modo en el que la Historia tradicional de la música ha estudiado las músicas del Ecuador, pues como lo indica la visión de Segundo Luis Moreno15: 15 Moreno Andrade, Segundo Luis (1882-1972). Musicólogo, compositor y director de bandas cotacacheño. Inició como aficionado en coros y grupos musicales. Entre 1906 y 1913 estudió fagot en el CNM en Quito, siendo estudiante de Domingo Brescia. Se desempeñó paralelamente como profesor de teoría, solfeo e instrumentos de madera en la misma institución. Tras regir en 1911 el Centro Musical Ecuador, dirigió varias bandas entre 1915 y 1936. En 1937 fue nombrado Director-fundador del Conservatorio de Música de Cuenca que abandonó en 1941. Articulando siempre su vida con la 12 La música indígena en el Ecuador se ha mantenido largos siglos como adormecida o paralizada, no se puede negar que un leve movimiento evolutivo ha experimentado en el fondo de su organismo vital, ha sido provocado siempre por elementos extraños, como paso en todo progreso (Moreno, 1972:45). La concepción de progreso musical de Moreno conserva el discurso de 'civilización' que Agustín Guerrero propone un siglo antes, reproduciendo con eso, la idea de que es la música la que debe evolucionar para ser entendida, para tener 'comprobación científica' de su valor y no es la historia, la música o las disciplinas en general, las que deben cambiar los criterios de análisis para poder entender el sistema o los sistemas diversos que organizaron las sonoridades de nuestro país. La infantilización musical que atraviesa la historiografía tradicional de la música en el Ecuador, en muchos sentidos ha reproducido la incomprensión de los ruidos a lo largo del tiempo, pues en lugar de analizarlos ha buscado la forma de acallarlos, de silenciarlos, minimizarlos; fortaleciendo de este modo la estratificación y legitimación de unos sonidos sobre otros. Paralelamente a esta infantilización musical, encontramos estudios que desconocen el valor cultural de los indígenas en el siglo XX, mas reconocen su valía en el pasado16. Esta paradoja se encuentra presente también en el análisis musical del siglo XIX y según las reflexiones de Fanon, son parte de la búsqueda de una cultura nacional por sobre la etapa colonial, legitimándose por la preocupación de fijar distancias en relación con la cultura occidental con ambición universalizante, en la que corren el peligro de sumergirse. Frente a esta situación, los intelectuales o músicos colonizados continúan intentando de forma inconscientemente descubrir un pasado de dignidad, frente a la imposibilidad de sentirse orgullosos de la historia presente (Fanon, 1995: 79). Durante el siglo XX, hubo varias propuestas musicales que tomaron elementos o instrumentos de culturas precolombinas o de la música popular, estas utilizan sus composición y la historia musical, es considerado compositor pionero de música nacionalista en Ecuador y gran parte de su obra se mantiene inédita. Su texto más influyente ha sido Historia de la música en el Ecuador (1972). 16 Segundo Luis Moreno puede ser el caso más representativo de esta consideración, pero no es el único, pues a mi criterio podría considerarse en este grupo a Gerardo Guevara también, y en menor medida a Mario Godoy y Pablo Guerrero. Es decir, el desconocimiento del valor al que hago referencia no es que los autores explícitamente expongan cosas negativas o hagan de menos los aportes musicales de los indígenas, los afroecuatorianos o sus comunidades, sino que su modo de pensar “La Historia de la Música del Ecuador” desde el Siglo XIX es principalmente blanco-mestiza y deja únicamente los márgenes para hablar de las 'otras' expresiones musicales. 13 particularidades sonoras para adquirir un sello específico en el ámbito de la música académica global, llamada 'música universal'. Expresión recurrente para definir la música como 'lenguaje universal' por tener una simbología y reglas propias. No obstante, por el hecho de que una partitura pueda ser interpretada por alguien que conoce su lectura -independientemente de su cultura o idioma- no significa que la música sea algo neutro, estático o inocente o producto de la pura inspiración y la combinación de sonidos. Por el contrario, considerar las inclusiones y exclusiones en la música, nos invita a pensar que quizá es más real comprenderla, como un modo de organización de ruidos, como un campo de batallas sonoras. Al respecto, Pablo Guerrero advierte en el cuidado que se debe tener al pensar la música como 'lenguaje universal', para él la universalidad de la música estaría dada por el hecho de que es inseparable al ser humano, es inherente a sus sociedades, con la salvedad de que: “lo que para unos es ruido, o sonoridades que no son parte de las frecuencias musicales normales, para otros pueden ser elementos relevantes en su discurso musical” (Guerrero, 2002: 7). La música como lenguaje, contiene en sus obras una serie de mensajes, es a la vez tiempo y espacio donde se desarrolla un proceso de comunicación entre la persona y su alrededor, tiempo y espacio que no pueden ser contenidos totalmente en las partituras o grabaciones que a modo de archivo pueden perdurar con los años, marcando diferencias entre el modo de interpretar una pieza hoy o en mil años pasados o futuros y el modo de comprenderla. En la Carpeta de Programas de Educación Musical de Segundo y Tercer curso de Eneida Pazmiño Baquero, respecto a la música en el Ecuador se sostiene: En la Costa Ecuatoriana: no tenemos ninguna melodía autóctona, pero si conservamos instrumentos musicales de barro. La música en la Costa fue absorbida por el bullicioso ritmo de los esclavos africanos. En la Región Interandina: el indígena no ha evolucionado, conserva aún sus costumbres típicas en el vestido, idioma, alimentación y música. La música en esta región no es el espejo empolvado de una raza pesimista, sino la síntesis musical de un pueblo de otro grado de cultura, de una cultura remota pero no salvaje. En esta región no han olvidado sus danzas, sus melodías y sus instrumentos. En la Región Oriental: los indios del Oriente hacen uso de sus melodías de una escala mucho más incompleta, pero en cambio no tiene su música el carácter melancólico y taciturno del indio de la Sierra (Pazmiño, s/f: 14, énfasis propio). 14 Como se observa, el modelo de educación impartido a través de estos contenidos está atravesado por prejuicios frente al no-europeo, al no-'universal' o simplemente frente a la gama de ruidos y riqueza cultural que no están estipulados en la clasificación oficial de los sonidos. Si al hablar del indígena se lo describe como “no evolucionado, aun sin ser salvaje” (Pazmiño, s/f: 14), se desprenden concepciones que reproducen la infantilización del indígena, considerándolo como un ser inferior que debe ser ayudado para desarrollarse17, para civilizarse. En las reglas del Arte, Pierre Bourdieu formula la hipótesis de que el valor de la obra de arte no es producido por el artista, sino que es el campo de producción (como universo de creencia) aquel que colma de valor a un objeto. Fetichizándolo a través de la creencia en el poder creador del artista, logrando con eso que se convierta en objeto simbólico con valor, en la medida en que está socialmente instituida como obra de arte “por unos espectadores dotados de la disposición y de la competencia estética necesarias para conocerla y reconocerla como tal” (Bourdieu, 1995:339). Si un objeto da ese salto a obra de arte, a través del reconocimiento de ciertas personas habilitadas para identificarla como tal, entonces es justamente dentro de un campo donde ciertas voces con licencia dan razón a los criterios que caracterizan o no a una obra musical, los que al fin y al cabo, separan los sonidos de los ruidos. Así, los ruidos serán entendidos como elementos a ser aplacados por la música oficial y sus voces autorizadas, siendo la música oficial construida a partir de sonidos legítimos que buscan diferenciarse de los no-sonidos, de sonidos no-deseados que varían acorde al modo de pensar y sentir del escucha. Escucha que habita un mundo sonoro que cambia permanentemente y vive en un proceso constante de discriminación entre sonidos y ruidos desde su nacimiento. Pues, acorde a su influencia familiar, su educación y las instituciones sociales por las que ha transitado, el escucha constituirá un museo imaginario con referencias y criterios de valoración musical aprendidos a lo largo de toda su vida. 17 La madre colonial defiende al niño contra sí mismo, contra su yo, contra su fisionomía, su biología, su desgracia ontológica (Fanon, 1995: 80). 15 La Patria y la Nación La necesidad de tener una bandera, de diseñar un escudo de armas, la urgencia de crear una canción patria, un Himno Nacional del Ecuador18, son muestra de la búsqueda de una identidad, simbolizada en un conjunto de elementos que representen lo que somos como país en un momento específico. Estos símbolos patrios que actualmente damos por hecho, tuvieron varios intentos y modelos de acorde a la época y el gobierno en el cual eran propuestos. ¿Acaso es fortuito que durante la primera presidencia de Gabriel García Moreno se adoptara el tricolor nacional que mantenemos o es pura casualidad que el Gral. Eloy Alfaro ratifique los símbolos patrios en 1900?, ¿Cuál fue el motivo para que de todos los músicos que se ubicaban en el país en los años 70 del siglo XIX, se eligiera justamente a Antonio Neumane19 como Director del Conservatorio?. Nada de eso es pura casualidad o la búsqueda personal de un presidente por tener un emblema que lo diferencie de sus antecesores; por el contrario, el hecho de haber tenido tantos intentos, símbolos, colores, estrofas, simplemente muestran como el pensar la patria o la nación no es un tema que se debate estrictamente en el legislativo o que se plasma en las leyes o decretos. Sino que la Nación como “una comunidad política imaginada20 como inherentemente, limitada y soberana” (Anderson, 1993: 23) es forjada desde los discursos que fortalecen el vínculo imaginario de sus miembros, siendo la música un componente necesario en la construcción de identidad y pertenencia. 18 Según la reseña histórica de Mario Godoy la primera propuesta de Himno Nacional aparece el 28 de diciembre de 1833 en la Gaceta de Gobierno de autor anónimo, en 1830 Juan José Flores solicita a José Joaquín Olmedo que escriba una Canción Nacional, en 1838 Juan José Flores compuso otra Canción Nacional, en 1865 el Sargento Juan José Allende (argentino) musicalizó la Canción Nacional compuesta por Olmedo y la presentó al Senado para ser adoptada como Himno Nacional. Paralelamente y ante el conservadurismo del Senado, se solicitó al secretario (Juan León Mera) que escriba un poema que pudiera convertirse en el texto del Himno Nacional del Ecuador. El poema de Mera fue publicado en 1866 y tras sumarle la música de Neumane, fue interpretada por primera vez el 10 de agosto de 1870 por la Banda de Músicos del Batallón Nro. 2 y los cantores de la Compañía Lírica de Pablo Ferreti. Existieron varios intentos de cambiar la letra y música del Himno, pero mediante Decreto Legislativo el 29 de septiembre 1948, se oficializó el himno que entonamos actualmente (Godoy, 2005: 200– 213). 19 Neumane Marno, Antonio (1818-1871). Pianista francés, compositor, director de orquesta y banda. Profesor de música certificado por el Conservatorio de Milán, ejerció en 1859 aprox. dirección coral en Chile, fue miembro de la Compañía Lírica de Pablo Ferreti y desde 1852 se radica definitivamente en el Guayaquil, siendo nombrado por el gobierno como director de bandas de música del Ejército. Compuso el Himno de Olmedo a Guayaquil y el Himno del Ecuador. En 1869 es convocado por García Moreno para ser director del CNM (Guerrero, 2005: 991). 20 Para Anderson, la nación es imaginada porque ni los miembros de la nación más pequeña conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, pero en la mente de sus miembros vive constante la imagen de su comunión, lo cual permite que se gesten lazos emocionales de pertenencia y compañerismo incluso con personas desconocidas (Anderson, 1993: 23). 16 El discurso es un conjunto formado por signos con sus respectivas reglas de formación, fronteras y condiciones de existencia, en donde puede determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo (Foucault, 1979: 90). Eso implica, que el discurso está constituido a partir de la diferencia entre lo que puede decirse y no en una época (acorde a las reglas lógicas y gramaticales), reflejado en la descripción del discurso aquello que se dice concretamente, pero también intentando identificar al enunciado21 en la cercanía con el acontecimiento y estableciendo su relación con los otros enunciados, incluso aquellos que excluye (Foucault, 2013: 209). En este sentido, la música como parte del discurso de la Nación no es atemporal, sino que expresa los sonidos de un momento histórico, lo cual puede aportar ciertos elementos de lo que se pretendía que significara el ser miembro de la comunidad imaginada ecuatoriana desde el Estado de 1870. Beatriz Zepeda, en su trabajo sobre la construcción discursiva de la patria y la nación, adopta la definición de nación dada por Ernst Haas, quien la entiende como un “cuerpo de individuos socialmente movilizados que creen estar unidos por un conjunto de características que los diferencian (en sus mentes) de personas ajenas al grupo y que luchan por crear o mantener su propio Estado” (Haas 1986: 726 en Zepeda, 2010: 160). Como se puede observar, la concepción de Haas se complementa con la definición de nación dada por Anderson, pues a través de los discursos se elabora diferencias entre lo que somos y lo que no, cuidándose mucho de especificar aquellas características de las que tomamos distancia. Por su parte, Eric Hobsbawm, identifica a la nación como tradición inventada, que involucra un “grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado” (Hobsbawm, 1990: 8). Para identificar las rupturas o continuidades al interior del campo y el proceso de configuración o reconfiguración de la illusio musical, es importante identificar desde El enunciado como unidad elemental del discurso “es siempre un acontecimiento que ni le lengua ni el sentido pueden agotar por completo. Acontecimiento extraño, indudablemente: en primer lugar porque está ligado por una parte a un gesto de escritura o a la articulación de una palabra, pero que por otra se abre a sí mismo una existencia remanente en el campo de una memoria, o en la materialidad de los manuscritos, de los libros y de cualquier otra forma de conservación” (Foucault, 1979: 46). 21 17 qué pasado se continúa y ante cuál se enfrenta, pues la nación como construcción instaura ciertas tradiciones y se enfrenta a los elementos que reconoce como negativos. Siguiendo a Zepeda, se debe exponer que el proceso continuo de construcción nacional es también ideológico y está ejercido mediante prácticas discursivas, dejando abierta la posibilidad de entender la música como un recurso poderoso en esta cimentación. Lo que significaría que el tomar un modelo de educación musical basado en ciertos cánones europeos con una visión teleológica de la música, no solo tiene un impacto estético de valoración, sino que necesariamente es un proceso de educación ideológica que conservó varios rasgos coloniales al estar marcado por las posibilidades de acceso que tenían a la educación musical formal los sectores letrados y pudientes (aquellos con los recursos para poder acumular capital simbólico), fracciones que se creerían llamados a fundar la Nación ecuatoriana, incluso en las artes. Por ejemplo, Francisco Alexander22 escribe respecto de Gerardo Guevara23: “en manos de Guevara, estas melodías nacionales dejan de ser los engendros desesperantes que casi siempre son y se convierten en piezas musicales de factura armónica personal y moderna” (Alexander, 1973: 223). Con este tipo de juicios, nos ubicamos ante la figura de artista, que a través de su función autor sube de nivel a los ruidos para convertirlos en sonidos musicales legitimados por su firma de autor24. Perpetuando la idea mesiánica, antes expuesta, del artista como receptor de los dones divinos y tamiz de la no-cultura a la cultura universalizante urbana moderna. 22 Alexander Proaño, Francisco (1910-1988). Crítico musical y violinista. Estudió en el CNM y tuvo entre sus profesores a Francisco Salgado Ayala. Continuó sus estudios en Estados Unidos con Michel Chernoff. Tras regresar a Quito en 1934, fue miembro del cuarteto de cuerdas Pro-Arte, fundó la Sociedad Filarmónica, fue creador y presidente de la junta directiva de la Orquesta Sinfónica Nacional y colaboró como articulista y crítico musical en varios periódicos y revistas. En 1860 aprox. la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó su traducción de “Hojas de hierba” de Walt Whitman (Guerrero, 2002: 122-123). 23 Guevara Viteri, Luis Gerardo (1930). Pianista, compositor, arreglista, director coral y de orquesta. Hijo del conserje del CNM tuvo la oportunidad de familiarizarse con la música desde temprana edad, estudió en CNM becado y tuvo entre sus profesores a: Corsino Durán, Belisario Peña, Luis Humberto Salgado y Ángel Honorio Jiménez. A los 20 años se instala en Guayaquil como pianista de la Orquesta Blacio Jr., continúa sus estudios en el Conservatorio de la ciudad y colaboró con Jorge Raiky como asistente de Director Coral. Becado por la UNESCO estudió con la Maestra Nadia Boulanger, en 1967 se graduó como Director de Orquesta en la Escuela Normal de Música de Paris, en 1968 se titula de Musicología en el Instituto de Musicología de la Sorbona de Paris. Regresó al Ecuador y fue nombrado Director de la Orquesta Sinfónica Nacional y rector del CNM. Es fundador del Coro de la Universidad Central del Ecuador, y fue primer presidente de la Sociedad de Autores y Compositores (Guerrero, 2002: 711-713). 24 Según Foucault, el nombre autor le da un grado de valor a la obra, pues “indica que ese discurso no es una palabra cotidiana, indiferente, una palabra que se, que flota y que pasa, una palabra inmediatamente consumible, sino que se trata de una palabra que debe ser recibida de cierto modo y que en una cultura dada debe recibir un estatuto determinado” (Foucault, 1998: 45-46). 18 Mas, si los llamados a pensar la nación no son los únicos que proponen proyectos culturales, entramos en una disputa de categorías como “música nacional”, que para Ketty Wong25 “varía según el antecedente socioeconómico, étnico, racial y generacional de los individuos que hacen la identificación. Siendo una sintomática actitud musical en relación a lo que se piensa de la nación y de los connacionales” (Wong, 2013: 20). A pesar de que el debate que muestra Wong no considera la música académica en su interior, es una lucha general al interior del campo macro de la música ecuatoriana que se fragmenta y desde la fracción, intenta consolidar una dominación de clase en todos los ámbitos. Esta fragmentación para la dominación se observa en la administración de espacios, repertorios y públicos, elementos importantes de la difusión artística y que pueden aportar aristas de análisis de posibles cambios o permanencias al interior de campo musical de la época. Aproximación metodológica Dado el periodo de tiempo que propone abarcar esta investigación (1870-1877), en consideración con los escasos estudios previos al respecto y frente a la necesidad de buscar líneas exploratorias alternativas a las narraciones con tendencias enciclopedistas o totalizantes de la música en el país, considero que la metodología del análisis arqueológico propuesto por Michel Foucault formula una serie de ventajas para la realización de esta investigación histórica. El autor de La Arqueología del Saber plantea como uno de los puntos de partida, la diferenciación entre Historia Tradicional y la Historia Nueva (Genealogía), que dentro de las formas de la disciplina histórica se encuentran separadas a partir del modo en el cual se acercan al documento: en la forma tradicional se “memoriza” los monumentos del pasado, para convertirlos en documentos y hacer hablar a sus rastros enfatizando en la continuidad de las grandes unidades históricas; mientras que en la forma nueva se transforma los documentos en monumentos, pues ya no es lo más importante ni la verdad ni la interpretación, sino el aprender a trabajarlos desde el interior y elaborarlos, analizando con mayor atención los elementos insertos en aquellas unidades históricas (Foucault, 1979:10). 25 Wong Cruz, Ketty Alexandra (1958). Musicóloga y etnomusicóloga. Estudio en la Academia de Música Santa Cecilia, en el Conservatorio Nacional Antonio Neumane y en el Conservatorio Chaikovski de Moscú. Es magister en Bellas Artes con especialidad en Musicología y PhD en Etnomusicología. Actualmente está radicada en Estados Unidos (Guerrero, 2005: 1457). 19 En la Arqueología, también se presenta una distinción entre la perspectiva de una Historia Global que amontona los fenómenos en base de un centro único, frente a la idea de una Historia General que busca de manera dispersa establecer formas de relación descritas por distintas series. Además, Foucault constantemente intenta marcar distancia entre su supuesto metodológico y la Historia de las Ideas. Entre las varias características que permiten distinguir el análisis arqueológico de la Historia Tradicional, encontramos: Tabla 1. Comparación metodológica HISTORIA TRADICIONAL Mira al discurso como documento que necesita ser interpretado, como signo que esconde, que reserva algo esencial que debe ser descubierto e interpretado. Por eso intenta especificar pensamientos, representaciones, temas, imágenes, obsesiones ocultas o declaradas en los discursos, porque está en búsqueda del 'otro discurso escondido'. (Foucault, 1979:233) Intenta establecer el hilo conductor, une los discursos con aquello que los preexiste, está a su alrededor o los sigue. Permanentemente busca el punto de cambio o partida de algo que lentamente se transforma. (Foucault, 1979:234) ANÁLISIS ARQUEOLÓGICO Intenta definir los discursos en sí mismos, como prácticas que responden a ciertas reglas y por eso se dirige al discurso en su volumen propio como monumento. Al no ser una disciplina interpretativa, se niega a ser 'alegórica'. (Foucault, 1979:233) - Este análisis diferencial de las modalidades de discurso, se preocupa por la definición de los discursos en su especificidad, por mostrar en qué obra el juego de las reglas, siendo independiente a cualquier otro, siguiéndolo a lo largo de sus líneas exteriores. (Foucault, 1979:234) - La figura de la obra es central, hay que establecer el momento en que se ha desprendido del horizonte anónimo, imbricando lo individual y lo social. (Foucault, 1979:234) - Si trabaja con la obra, será periféricamente para colocarla en la red de las causalidades que la sostiene. (Foucault, 1979:234) - Habla desde el sujeto creador como razón de ser de una obra y continuamente intenta captar el principio de su unidad. Aspira reconstruir lo que ha podido ser pensado, querido, encarado, experimentado, deseado por los sujetos en el instante mismo en que expresaban el discurso. (Foucault, 1979:235) Las contradicciones o son figuras a superar, o principios a despejar. (Foucault, 1979:254) - Esta reescritura, conserva la exterioridad, y busca convertirse en una descripción sistemática de un discurso-objeto. Pues es ahí donde tendría posibilidad de aparecimiento el sujeto y no antes. (Foucault, 1979:235) - Las contradicciones son objetos a describir por sí mismos, no es necesario buscar desde qué punto de vista pueden disiparse o a qué nivel se radicalizan, y de efectos pasan a ser causas. (Foucault, 1979:254) Elaboración: Rossi Godoy. - - Fuente: La Arqueología del Saber. 20 El análisis arqueológico que se intenta realizar con esta investigación, se aleja de la visión definitiva y amplitud habitual presentada en los libros de historia musical del país, pues la descripción del archivo que se hará no pretende 'recuperar' una masa de textos de una época perdida como descubrimiento que redime al autor del olvido; sino que se plantea mediante ellos, entender las reglas que en el siglo XIX definían las posibilidades, imposibilidades, validez e invalidez de expresiones a través del arte. La historiografía de la música en el Ecuador -en su mayoría de intentos- ha sido narrada como anécdotas personales o especulaciones26 que con el paso del tiempo se repiten una y otra vez hasta ser consideradas como documentos inalterados o definitivos, que al unirse con otros permiten descubrir la esencia misma de la 'Historia de la Música en el Ecuador'. Con ese modo de entender la música como un proceso lineal donde lo que interesa son los grandes nombres, las fechas y la valía de las creaciones de un artista, el CNM de 1870 ha sido descrito en las fechas de creación, inicio de clases, sueldo de profesores, nombres de directores, etc. o como una fundación fugaz de un lugar perdido en el tiempo, que en 1900 con Eloy Alfaro viene a establecer un espacio de modernización musical para el país. Al igual que creer que “La música del altiplano evolucionó hacia la mestiza durante el coloniaje español, por obra exclusiva de los blancos” (Moreno, 1972:45), la linealidad de nuestra historiografía musical se ha centrado en crear enciclopedias que miran las épocas musicales como sucesión de años y personajes que representan a generaciones, como 'evolución' inminente o como 'desarrollo' inevitable. Pero, por más provocativas que sean estas narraciones patrióticas de genios que engendran otros más nacionalistas o 'universales', lo cierto es que es nuestro país hay muy pocos estudios “Aunque no lo dice ningún documento, supongo que el señor Neumane habrá dictado los cursos superiores de piano y el de canto, reservándose el de armonía para cuando los alumnos estuvieran preparados para el aprendizaje” (Guevara, 2002: 85); “A los pocos días llegaron los señores Antonio Casarotto. Distinguido profesor de trombón, y Pedro Travesari, profesor de flauta, contratados con el sueldo mensual de 140 pesos cada uno y Vicente Antenori, profesor de canto, con 100 pesos mensuales, que permaneció solo un año y se fue a Guayaquil, por no conformarse con el sueldo y- como dice Guerrero- 'por etiquetas con Rosa'” (Guevara, 2002:86). Puede parecer extraño que en un libro de Historia de la música en el Ecuador, el autor de forma explícita ponga suposiciones, pero no es un caso fortuito, hay muchos ejemplos como el de Guevara en la historia tradicional, donde se especula desde la causa de muerte de obispos hasta la ubicación de ciertos directivos en el CNM. Como lo demuestra Henderson en el último capítulo de García Moreno y la formación del Estado Conservador, nuestras narraciones históricas del siglo XIX están llenas de exageración, invención y poca investigación multidimensional de los archivos (Henderson, 2010). 26 21 históricos que vinculen la música con dimensiones sociales, políticas o económicas; son sumamente escasos los intentos desde las ciencias sociales de pensar las artes como construcciones a ser consideradas para estudio. Bajo un modo de historizar, en el cual el personaje -gracias a su singularidad y obra- es el protagonista, las páginas de la historia tradicional ecuatoriana y de su música, están llena únicamente de maestros, genios, mártires, padres de la patria; personajes irrepetibles que guardan el sentido de nuestra unidad histórica27. Dado que el análisis arqueológico describe e individualiza formaciones discursiva singulares, especificando sus condiciones de aparecimiento y las pone en relación con las practicas no discursivas que están a su alrededor, mediante varios registros que ayudarían a conocer un poco más la episteme28 de la época. Este modo de acercamiento a las relaciones discursivas, nos entrega una gama de características que pueden aportar a modo de guía en la investigación propuesta, ya que en lugar de caer en un reduccionismo de considerar una institución solamente como espacio dedicado a una función específica y que nuestro problema principal sea el localizar su origen, nos abocamos a tarea de ubicar el trasfondo de las condiciones de posibilidad sobre las cuales se crea el Conservatorio y la idea de que posteriormente éste se transforme en un umbral de posibilidad de la música en el país. Foucault presenta la necesidad de trabajar sobre el archivo, visto este no como masa de textos de una época, sino como aquel conjunto de reglas que en un momento y espacio dado definieron canales, modos y posibilidades de discursos. Con esto, es posible exponer cinco tareas centrales al establecer las reglas de formación discursiva: 27 La gran cantidad de investigaciones, libros, documentales, novelas que se han realizado basadas en la vida de García Moreno son una muestra patética de este modo de escritura histórica. Pero no ha sido únicamente en la disciplina histórica desde donde se ha adoptado esta modalidad, sino que la historiografía de la música en el país tiene muchos ejemplos como el siguiente: “García Moreno fue un hombre de Estado en la plena acepción de la palabra: sabio, activo, patriota, enérgico, conocedor y respetador de las fuerzas nacionales, creadas por la historia” (Guevara, 2002:86). Así, un García Moreno irremplazable, un visionario Eloy Alfaro, un curioso Segundo Luis Moreno, un profundo Luis Humberto Salgado: todos ellos son personajes que en la historiografía han sido dibujados como genios que cambiaron el modo de entender la música en sus tiempos, pero de quienes también se han levantado mitos patrióticos que retan a las ciencias sociales a la comprensión. 28 En la Arqueologia del Saber, Foucault desarrolla a la episteme como “el conjunto de relaciones que pueden unir en una época determinada, las practicas discursivas que dan lugar a unas figuras epistemológicas, a unas ciencias, eventualmente a unos sistemas formalizados” (Foucault, 1979: 323). Pues, según este autor, es la episteme, aquella que define en una época específica el horizonte de pensabilidad. “No se puede hablar en cualquier época de cualquier cosa” (Foucault, 1979: 73). 22 a) Mostrar cómo elementos discursivos diferentes por completo pueden ser formados a partir de reglas análogas, exponer las formas similares entre formaciones diferentes. b) Mostrar en qué medida estas reglas se aplican, se encadenan, se disponen o no según el mismo modelo en los diferentes tipos de discurso, definiendo el modelo arqueológico de cada formación. c) Mostrar cómo unos conceptos absolutamente diferentes ocupan una posición análoga en la ramificación de su sistema de positividad, aunque su dominio de aplicación, su grado de formalización, su génesis histórica sobre todo los vuelvan por completo extraños los unos a los otros. d) Mostrar, en cambio, cómo una sola y misma noción puede englobar dos elementos arqueológicamente distintos, indicar los desfases arqueológicos. e) Mostrar, cómo pueden establecerse de una positividad a otra relaciones de subordinación o de complementariedad, establecer las correlaciones arqueológicas. (Foucault, 1979:269-270) Ante estas consideraciones metodológicas, la investigación propuesta deberá describir, tanto las líneas de visibilidad, como las de enunciación que caracterizan la configuración interdiscursiva del periodo en el cual se ubica el análisis. Logrando con esto que CNM no sea visto simplemente como una realidad separada, sino ubicándolo dentro del juego del poder, la ciencia, y el saber de una época. En este sentido, la propuesta de Bourdieu de realizar una ciencia de las obras culturales, se convierte en una alternativa complementaria y polémica a la propuesta de Foucault, para lo cual es necesario realizar tres operaciones conjuntas: a) Analizar la posición del campo específico en el seno del campo del poder29, y de su evolución en el decurso del tiempo. En este caso, examinaríamos la relación del CNM con las instituciones anteriores y las que se crearon poco tiempo después de él. b) Analizar la estructura interna del campo específico, como un universo con leyes propias de funcionamiento y trasformación. Considerando en la estructura, las relaciones objetivas entre las posiciones que en él ocupan individuos o grupos situados en condiciones de competencia por la legitimidad30. Para lo cual son muy importantes los estatutos legales y el marco de referencia utilizados como texto de estudio de la institución. c) Analizar los orígenes de los habitus de los individuos o grupos en posiciones de disputa por legitimidad (Bourdieu, 1995:318). Ante ello, se deben revisar los 29 El campo de poder es el espacio de las relaciones de fuerza entre los agentes o instituciones que tienen en común el poseer el capital necesario para ocupar posiciones dominantes en los diferentes campos. Es la sede de luchas entre ostentadores de poderes (o de especies de capital) diferentes, dentro del cual, el campo específico ocupa una posición dominada (Bourdieu, 1995:319-320). 30 El campo de producción cultural es sede de luchas que, a través de la imposición de la definición dominante del escritor (en nuestro caso sería el músico), tratan de delimitar la población de aquellos que tienen derecho a participar en la lucha por la definición del escritor (músico, artista en general). 23 discursos proclamados desde la institución y su modo de percibir al mundo sonoro, siendo muy útiles los textos de educación musical. Con estos condicionamientos, el proceso investigativo esta propuesto en una doble dimensión: la primera es analizar los archivos del centro educativo, la biblioteca de la institución, y archivos históricos que podrían guardar ciertos documentos del periodo a investigar, con el objetivo de identificar el juego del campo musical con el campo del poder. Pero también, trabajar en el archivo de hemerotecas y archivos sonoros, para en base a ello, ir construyendo la época con periódicos, libros y sonoridades, poniendo énfasis en los diversos tipos de discursos y relaciones arqueológicas de subordinación o de complementariedad. Para poder organizar de la mejor manera posible, me he permitido diseñar algunos modelos de fichas para la recolección de información (Ver Anexo 1). A través del uso de ellos, se ha logrado organizar los datos acorde a las necesidades de la investigación, recurrir a estas fichas las veces que sean necesarias y conservar la información de dónde se puede obtener el documento completo. 24 CAPÍTULO II FUNDACIÓN DEL CONSERVATORIO NACIONAL DE MUSICA La Educación Musical La sociedad ecuatoriana decimonónica estuvo marcada por el corte étnico cultural colonial31, el mismo que continuó interviniendo en las relaciones que se gestaban en su interior. Un ejemplo del accionar de este rasgo en la Colonia, fueron Eugenio Espejo y su cuñado José Mejía Lequerica, casos a partir de los cuales los autores de Jerusalén y Babilonia describen la importancia que tenía el mérito individual para la inclusión de un agente en la alta sociedad quiteña32 (Demelas y Saint-Geours,1988). La participación política, la educación especializada y el acceso a ciertos espacios, aún después de la Colonia significaban no solamente ser parte de un grupo racial o económico, sino que sobre eso tenía por clave “ser partícipe de una misma comunidad cultural, que reconociera en España a su nación, en el castellano su lengua, y en la religión católica, las costumbres y hábitos occidentales, su tradición cultural” (Silva, 1990: 22, énfasis original). La catequización -entendida en este marco- fue mucho más que un programa complejo de integración y educación en las costumbres europeas; fue la instauración de otra cultura y cosmovisión del mundo en nuestro territorio mediante una serie de acciones enfocadas en ello, donde la música floreció como uno de los elementos más poderos en el proceso educativo/apostólico durante y tras la Colonia. Proceso que tuvo a los religiosos encargados de buscar diferentes formas de imponer los patrones estéticos vigentes en Europa, y dónde las escuelas de música33 -vinculadas directamente con la Iglesia y sus congregaciones- fueron una posibilidad de educación para aprender a tañer 31 Al analizar la cuestión nacional, Quintero y Silva consideran que conjuntamente con el regionalismo, el corte étnico cultural es la forma que adopta el accionar del Estado o la clase que responde a las apelaciones constantes sobre la unificación nacional. En ese sentido, ellos reconocen que el corte étnico cultural no desaparece con la Independencia y que en gran medida continuo reproduciéndose en el siglo XIX en dos dimensiones imbricadas: a) orden material, la división en republicas, basadas en la explotación indígena, y b) orden ideológico: el racismo, el elitismo y la concepción tradicional de autoridad (Quintero y Silva, 2001: 222). 32 Por ejemplo, Francisco Tomalá fue hijo del Cacique Diego Tomalá, estudió en el Colegio de San Andrés, se vestía como español y aprendió a contar, leer, escribir, cantar y tañer el órgano. Durante la Colonia, el Colegio de San Andrés de los padres franciscanos se convirtió en uno de los lugares más importantes de educación musical, entre los principales personajes que estudiaron en él, están: los hijos de los caciques de Otavalo, Caranqui y Cayambe, Diego Lobato de Sosa Yarucpalla, el Auqui Francisco Atagualpa (hijo de Atahualpa), Diego Pérez, Juan Padilla, Alfonso de Aguilar, José Hurtado, etc. (Godoy: 2005). 33 Segundo Luis Moreno hace referencia a “academias” de música de: Fray Tomas de Mideros y Miño, José Miño, Crisanto Castro y Fray Antonio Altuna (Moreno, 1952: 4-7). 25 el órgano y el canto llano; pero también una oportunidad de ingreso a una comunidad cultural excluyente, donde los templos, conventos, escuelas y monasterios, se volvían un lugar de intercambio cultural y musical para los ejecutantes locales, los religiosos europeos y maestros de capilla de la región. El protagonismo de la música religiosa o música sacra durante la Colonia y los primeros años de la republica fue indudable por el monopolio educativo de la Iglesia. Mas, varios estudios musicológicos indican la existencia de otros tipos de música en el país, además de un talento “innato” o “natural” de parte de los antiguos pobladores de nuestras tierras. Por ejemplo, Robert Stevenson34 en su texto La Música en Quito, transcribe un escrito del jesuita alemán Joseph Kolberg, quien fue uno de los profesores traídos por el Presidente García Moreno para potencializar el Instituto Politécnico de la ciudad; respecto a la música él dice: Todo festival, ya sea dentro o fuera de la iglesia es animado con música y canto aunque de una especie difícilmente calculada para deleitar un oído europeo. (…)Mientras estaba allí, una banda del ejército, al alcance del oído, ensayaba desde el alba hasta la puesta del sol con tanta dedicación, que los ejecutantes ni siquiera tenían tiempo para comer (Stevenson, 1989: 35, énfasis propio). El referirse a un oído europeo con ciertas especificidades para el deleite -un oído con un gusto específico- que hacía de canon en el campo de producción musical occidental de la modernidad, en cuanto sus criterios eran aquellos que socialmente erigían a algo en obra de arte o no. Este accionar es evidente cuando el ex director del Conservatorio describe el encargo que recibió de parte de uno de los miembros de una comisión científica española que llego al país en 1865: “coleccionar todas las melodías indianas y populares, para llevarlas al Museo de Ciencias Naturales de Madrid” (Guerrero, 1876: 13). No se puede determinar con certeza cuál fue la principal motivación para que el Señor Jiménez de la Espada realizara esta solicitud a Guerrero, pero acto seguido en el relato, se acota que: “Si la España soberbia y antagonista nuestra no se ha desdeñado de guardar en su museo la música de nuestros indios ¿por qué nosotros nos empeñamos en despreciarla?” (Guerrero, 1876: 13). 34 Stevenson, Robert Murrell (1916). Musicólogo y compositor estadounidense. Estudió en la Escuela de Música de Juilliard, la Universidad de Texas, Yale, Rochester, Harvard, Princeton y Oxford. Fue estudiante de Stravinsky y Arthur Schnabel. Además, ha realizado varias investigaciones sobre música latinoamericana, principalmente peruana, colombiana, venezolana, chilena, mexicana y ecuatoriana. Destacándose el artículo La Música en Quito, que ha servido de referencia recurrente en las investigaciones sobre historia de la música en Ecuador (Guerrero, 2005: 1329). 26 Como se puede apreciar en ese comentario, el valor reconocido por este 'oído europeo experto' es a partir del cual apreciamos o despreciamos un objeto artístico, es el referente con el cual juzgamos o calificamos el valor musical de una obra en el siglo XIX. Los acercamientos históricos musicales al siglo XIX han privilegiado el estudio de la música religiosa, sus cánticos, instrumentos y melodías adaptadas de las creaciones de nuestros antepasados convertirlas en banda sonora de la dominación religiosa, cultural e ideológica35. Nos obstante, a más de las percepciones de Joseph Kolberg respecto a la calidad melódica de las expresiones de la ciudad, él nombra ciertos instrumentos que formaban parte de las interpretaciones musicales, entre otros: pianos, violines, clarinetes, campanillas, triángulos, pitos, guitarras, arpas, caramillos (no se especifica su tipo, por lo cual es complicado identificar sus características, pero a nivel general un caramillo es un instrumento de viento parecido a una flauta con 6 orificios) trompetas, tambores y siringas (pequeña caña de dulce sonido) (Stevenson, 1989:36). Lastimosamente respecto a este tipo específico de música no oficial-no legítima en ese momento histórico, existe una escasa producción de investigaciones, generando un vacío sonoro e histórico musical que ha sido amalgamado con visiones superficiales de los instrumentos utilizados36. Entre la valorización de los instrumentos andinos y la trasmisión oral que ha dejado ciertas huellas de lo que pudo existir antes de la llegada de los españoles, hay varias interpretaciones. La primera, reconoce el valor musical de los instrumentos y póstula la idea de que hubo una trayectoria musical interrumpida por la colonización; y la segunda, plantea que la llegada de los colonizadores fue una invitación a 'los salvajes a civilizarse'. Inicialmente podrían parecer interpretaciones contrapuestas pero han sido Posiblemente uno de los ejemplos más claros de esta apropiación es la melodía de la canción “Salve, salve Gran Señora”, la cual Segundo Luis Moreno reconoce como una antigua creación indígena que fue tomada por los religiosos para veneración de la Virgen María (Moreno, 1872: 80). Respecto a la música religiosa se recomienda La música en la época colonial, Real Audiencia de Quito de Mario Godoy Aguirre (2004). 36 Segundo Luis Moreno reconoce esa falta de investigación e indica que la principal causa es que las comunidades indígenas no han dejado música escrita o incluso no se saben si escribían sus composiciones, lo que impide comprobar su valor científicamente (Moreno, 1972:28). 35 27 trabajadas como discursos complementarios dentro de la idea de la música como evolución37. Así lo ejemplifica Agustín Guerrero: Si la España se hubiera empeñado en cultivar las inteligencias que naturalmente se producían, a través de su opresión y despotismo, la España habría sido nuestra bienhechora, y habríamos bendecido su nombre, como lo hacemos por la religión que profesamos. (…) Los pueblos salvajes corrigen sus costumbres y se civilizan cuando hay una mano protectora que los levante (Guerrero, 1876: 5, énfasis propio). Como se observa, el reclamo que se da a España no es la serie de abusos realizados en la Colonia sino la exclusión no superada de los 'pueblos salvajes' y la imposibilidad de ser parte de la comunidad cultural europea38, canon de la 'civilización universal'39. En Historia de la Música en Latinoamérica, Miranda y Tello analizan la cuestión de identidad40 desde el aparecimiento de una gran cantidad de escuelas y sociedades musicales durante el siglo XIX, estableciendo que el fondo de aquellos esfuerzos por ampliar el número de intérpretes y creadores, tuvo siempre como elemento articulador la necesidad de definirse como una sociedad culta que entre sus varios elementos propagaba las bellas artes41. De ahí que, paralelamente a la formación del nuevo Estado Ecuatoriano, tuvieron lugar las sociedades artísticas como espacios, no exclusivamente religiosos de aprendizaje/difusión. 37 El texto de Agustín Guerrero de 1876 es el primer tratado histórico musical sistemático que inaugura este enfoque tradicional, en 1972 se publica el Tomo I de Historia de la Música en el Ecuador escrito por Segundo Luis Moreno que continua reproduciendo la idea de evolución musical, al igual que lo hizo en su libro Historia de la Música en el Ecuador Gerardo Guevara en 2002. 38 Este complejo se desplegó en una existencia esquizofrénica de los habitantes coloniales, los que a pesar de mantener un discurso de independencia, en la mayoría de casos a través sus prácticas perpetuaron una tradición cultural dentro de ideologías racistas-elitistas (Silva, 1990: 21). 39 Muchos autores consideran la música como construcción humana que nace de elementos naturales como un 'lenguaje universal'. Nicholas Cook pone en duda estos valores musicales al considerarlos como ilusiones, haciendo notar que la música como edificación humana corresponde a una época, un lugar y un tiempo específico, y es generada en un marco cultural que no siempre es nuestro (Cook, 2012: 32-33). 40 Los autores entienden la cuestión de identidad como aquel “afán por querer ser de cierta manera, por asumirse como sociedades culteranas donde el cultivo de la música pasara de ser algo excepcional o patrimonio de las clases altas a un asunto mucho más cotidiano y de mayor amplitud social” (Miranda y Tello, 2011: 63). 41 La clasificación de las artes depende en gran medida del momento histórico en el cual se realice, manteniéndose constantemente sujetas a debates, revisiones, inclusiones y redefiniciones. Actualmente en los contenidos de estudios de varias universidades latinoamericanas como la Universidad Nacional Autónoma de México o la Universidad Nacional de Colombia, se reconoce a siete actividades como parte de las 'bellas artes': literatura, escultura, arquitectura, pintura, música, danza y cine; siendo clasificadas además en: artes espaciales (arquitectura, pintura, escultura, grabado y fotografía), artes temporales (literatura y música) y artes espacio-temporales (danza, teatro y cine). Shiner identifica a esta clasificación de bellas artes como una producción del siglo XVIII frente a la distinción decisiva del concepto tradicional de arte, clasificación que a finales del siglo XX ha sido fuertemente debatida. 28 A la par de la organización de escuelas y sociedades musicales, un factor que marcó considerablemente nuestro paisaje sonoro, es el arribo al país de varias organizaciones artísticas e intérpretes extranjeros42, que difundían los instrumentos y música europea (principalmente la española, la italiana, a veces las contradanzas inglesas, y muy poco la música francesa o alemana) (Godoy, 2005: 222). Con ellos se produjeron estímulos artísticos en los intérpretes del país, que a través de este tipo de sucesos tenían contacto con música diversa a la que habitualmente se presentaba en los eventos religiosos, y que significaba la invitación al ejercicio musical43. Entre los extranjeros que estimularon el cultivo de la música en el país, se destaca el caso del violinista Alejandro Sejers44, quien en 1838 llega al país como turista y recibe de parte del presidente Juan José Flores, la propuesta de organizar y dirigir una Escuela de Música en Quito45 (Guerrero, 1876:16). El proyecto duró a su cargo casi dos años, y luego continuó sin el apoyo del gobierno como Asociación Musical (1840-1847) con el liderazgo de su discípulo Agustín Baldeón, cuyos estudiantes se agruparon tras su muerte, en la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia (1852-1858) que funcionaba en el Convento de Santo Domingo bajo la dirección del también discípulo de Sejers, Miguel Pérez. Tras la desintegración de esta sociedad, varios de sus miembros se reunieron en la Escuela Democrática de Miguel de Santiago, institución a la larga olvidada, pero que en su momento fue un lugar de defensa de derechos para artistas y artesanos que se oponían a los abusos del poder, la cual posteriormente Urbina acogió bajo protección, condecoró a su director e incluso auspicio sus exhibiciones (Guevara, 2002:73-74). Un ejemplo del espectro musical de la época, fue la gama sonora desplegaba en el proceso de guerras independentistas, pues, desde la llegada del Batallón Numancia y 42 Segundo Luis Moreno identifica el arribo de una compañía dramática española en 1832 y la pareja de cantantes liricos Zapuch en 1818 (Moreno, 1950: 8-10). Agustín Guerrero reconoce también el aporte musical que significó para la ciudad la visita de: Inocencio Peregrini, Sipp Coester, Manuel Zaporta y Santigo Aiti (Guerrero, 1876: 28). 43 Este fue el caso de las señoritas Evelina Stag (cantante), Ana Darquea (cantante), Carmen Guerrero (pianista) y Juan Agustín Guerrero (compositor); personajes que fueron integrando en sus propuestas artísticas el repertorio o influencia de los compositores europeos de nota. 44 Compositor, pintor y Violinista inglés. Se desconoce su fecha de nacimiento o fallecimiento, en la mayor parte de texto de música donde es referido, es en base al valor musical de sus estudiantes, entre ellos Agustín Baldeón y Nicolás Avilés. 45 Por decreto ejecutivo del presidente Flores y luego de Roca, entre los beneficios que tenían sus profesores era el estar exentos de ser enrolados en las filas militares. Cuando se viola este decreto, varios de los músicos de la institución abandonan la profesión y otros tantos se mudan de la ciudad dando paso al cierre de la Asociación Musical (Guerrero, 1876: 35). 29 los ejércitos que le precedieron, el formato de Banda Militar toma vigencia (Godoy, 2005: 223). Hasta 1876 Agustín Guerrero reconoce el protagonismo de estas organizaciones artísticas y señala que la dirección comúnmente de las mismas estaba en manos de extranjeros. Además, tras la independencia los diversos gobernantes contribuyeron a la conservación de ellas como un símbolo de distinción dentro de los ejércitos, logrando un “adelanto en el ramo, y que hoy podemos decir que tenemos música militar, y según nos han asegurado varios profesores extranjeros, mucho mejor que la del Perú, Chile, Bolivia y Venezuela” (Guerrero, 1876: 18). Ya en los años 50 del siglo XIX el Ecuador se incorpora a los mercados mundiales, lo que trajo consigo una revalorización de las propiedades y un creciente interés por las obras públicas. América Latina, bajo una relación compleja en la búsqueda de ingresar en un mundo cultural eurocéntrico46, se integra atravesada por modas y cánones ajenos que marcaron hasta el modo de pensar la identidad propia en el debate de integración o unificación nacional47 a través de los Himnos Nacionales. Lo que devino en la creación de una gran cantidad de 'nuevas marsellesas'48 por músicos extranjeros en el continente, muchas de ellas acompañadas de escritos similares a los de ópera “espejo idealizado, el ámbito donde las sociedades latinoamericanas del siglo XIX quisieron retratarse y en el que se cifraron las aspiraciones civilizadoras de las jóvenes naciones del continente” (Miranda y Tello, 2011: 71). En el caso ecuatoriano es indudable la importancia que tuvo en el ámbito político y social la creación de un Himno Nacional, pues con este antecedente, el 46 El Eurocentrismo, para Aníbal Quijano es entendido de la mano de la Colonialidad reproducida en el Sistema Capitalista, que pone a Europa como centro mundial y que significó, frente a la diversidad cultural e histórica no-europea, el ordenamiento mundial a nivel cultural e intelectual de “un sólo orden cultural global en torno de la hegemonía europea u occidental. En otros términos, como parte del nuevo patrón de poder mundial, Europa también concentró bajo su hegemonía el control de todas las formas de control de la subjetividad, de la cultura, y en especial del conocimiento, de la producción del conocimiento” (Quijano, 2000: 5). 47 Silva toma la concepción de Cotler sobre la integración nacional, para este autor el concepto hace referencia al proceso en el cual “están involucrados niveles económicos, políticos, étnicos-culturales de homogeneización, cohesión y constitución de la nación sobre la base de prácticas democráticas que generen consenso y otorguen legitimidad al sistema político” (Cotler, 1980 en Silva, 1990: 23). 48 Miranda y Tello desarrollan un acápite sobre los Himnos Nacionales en Latinoamérica, en este analizan las similitudes en las composiciones y el gran peso que tuvo la Marsellesa Francesa al momento de pensar en un símbolo musical patrio dentro de las países de la regiòn (Miranda y Tello, 2011). 30 presidente García Moreno decidió constituir un Conservatorio y encarga al francés Antonio Neumane Marno49 la dirección del mismo. El Estado Garciano Erika Silva en Estado, Iglesia e ideología en el Siglo XIX, postula que “El Estado que se inaugura en 1830, antes que constituirse en el representante de una clase, legitimador por consenso, se erigió en el organismo legitimador de los poderes terratenientes regionales” (Silva, 1990: 13). En esta medida, con la independencia el país se propone instaurar no solo un Estado -cual aparato levantado sobre el marco jurídico diseñado en un espacio nacional- sino también emprende un proyecto de formación nacional. El proceso de regionalización50, según esta autora, nos explica que los intereses locales pueden ser diversos en ciertos puntos pero hay un acuerdo intrínseco en las clases dominantes respecto a la perpetuación de la aplicación de medidas de dominio contra los indígenas y pequeños campesinos. A partir de este punto de encuentro, las leyes y decretos resguardaron a las clases terratenientes, garantizando la expansión de la hacienda, la dominación directa y la diseminación política, extendiendo el corte étnico cultural dado desde la Colonia. Entre la década de 1860 y 1870, García Moreno y el Partido Conservador ubican a la creencia religiosa como un fuerte componente de consolidación de la nación católica, no simplemente como producto de transformaciones en el aparato del Estado, sino como resultado de cambios desde la educación moral, que dentro del sistema educativo era competencia de la Iglesia Católica y que se controlaba a través de: las cofradías artesanales, imprentas, música, prensa y censura. Inspirados en el pensamiento de San Ignacio de Loyola para promover una comunidad de 'iguales', en una época en la cual el país no contaba con una moneda única, el alcance educativo era sumamente bajo o hasta inexistente para las mujeres, las 49 Él había arribado con la Compañía Ferreti por primera vez a Guayaquil en 1842 en calidad de Directorconcertador y viene a Quito con la misma organización artística en 1869. Tras la temporada, la compañía se marcha en 1870 y Neumane se queda en el país para trabajar como director del Conservatorio. Mientras que en Guayaquil impulsó las bandas militares de la ciudad y dio clases a mujeres, en Quito recibió el cariño de varias familias locales, entre ellas la del General Flores (Guerrero, 1976: 28). 50 El concepto de regionalización, según Erika Silva hace referencia a un “proceso económico y político de creación de espacios autónomos de expresión de las clases dominantes locales que manifiesta, a la par que reproduce, la ausencia de unificación territorial, poblacional, cultural y la fragmentación del poder estatal en una formación social” (Silva, 1990: 13). 31 diferencias raciales y económicas marcaban destinos a las personas vinculándolas a ciertos espacios y oficios; la política garciana promulgó un ensanchamiento electoral a través del sufragio universal y proporcional, realizó reformas administrativas, reorganizó el ejército, amplió el programa de obras públicas, y propuso el restablecimiento y centralización del sistema educativo general, reconociendo a la educación como un servicio público universal. Siendo el Concordato y la Consagración al Corazón de Jesús, rasgos de cercanía del país con el Vaticano, la necesidad de alcanzar la ansiada modernidad católica, hizo que el gobierno de García Moreno tome como política de Estado la importación de clero extranjero para reforzar las misiones pedagógicas y de beneficencia (Demelas y SaintGeours, 1988: 155-159). Con la educación entregada como responsabilidad a la Iglesia, los adelantos científicos (físicos, astronómicos, químicos, tecnológicos, agrarios, técnicos, etc.) que se prometían con el Instituto Politécnico, los caminos, las vías férreas nacientes y el apogeo urbano, “todo financiado por la banca51, daban la imagen de un régimen en progreso incontenible” (Buriano, 2014: 76). El progreso garciano no estuvo separado del sometimiento, la opresión y la dureza con la cual se dirigió, no solo contra los sectores populares que se opusieron varias veces a las leyes promulgadas, sino también sobre aquellos integrantes de las clases terratenientes que ponían resistencia a las prácticas de la política centralizadora autoritaria del gobierno, las cuales estaban respaldadas en un gigantesco aparato ideológico/jurídico de Estado en el territorio nacional. Donde la policía se mantenía relacionada directamente en el funcionamiento de varios aspectos de la vida social, así como lo muestra el texto Seguridad y Policía de la ciudad: Quito en el siglo XIX e inicios del XX de Eduardo Kingman y Ana María Goetschel (2009). Es debatido el costo que tuvo el proyecto modernizador garciano, varios autores consideran que con esta iniciativa no se dio un proceso de integración nacional real sino una dictadura, que sin consenso niega la unificación nacional. Pero no se puede desconocer los aportes dados en inclusión educativa en este periodo, independientemente de si la motivación para ello fue la creación de una nación 51 García Moreno se crea el Banco de Crédito Hipotecario y las Cajas de Ahorro de Quito, Guayaquil y Cuenca. 32 'civilizada' (como dejan ver varios de sus seguidores, entre ellos: Juan León Mera, Gerardo Guevara, Julio Tobar Donoso y Francisco Salazar Alvarado) o simplemente una herramienta del Gobierno para controlar el territorio y reproducir el corte étnico cultura colonial (como lo analizan Rafael Quintero, Erika Silva y Oswaldo Albornoz). Sin lograr consenso, algunos autores estiman que durante los periodos presidenciales de García Moreno se alcanza la consolidación nacional que se buscada desde la Independencia, deteniéndose el proceso modernizador con el vacío político dejado tras la muerte del líder en 1875. Por ejemplo, según la nota preliminar publicada en el periódico El Pueblo el 4 de junio de 1895 en Quito, se reconoce el asesinato del presidente García Moreno (padre de la Patria) como el fin de un proyecto político, económico, educativo, cultural y social articulado en torno a la religión católica, donde el líder-mártir fue 'sacrificado' a causa de sus detractores que con sus acciones fueron contra ella (la patria)52. Como se indica en el fragmento siguiente: El trabajo, el moralizador trabajo se ostentaba alegre y digno en las ciudades y en los campos; florecía el comercio, crecía la agricultura, se allanaban los montes para dar paso a la civilización; silbó por primera vez la vertiginosa locomotora en la soledad de nuestros bosques, la paz reinaba en el orden; la sabiduría tenía templos, la justicia palacios, las artes conservatorios, y las costumbres duras y algo agrestes que nos dejaron nuestros antepasados empezaron a dulcificarse con el culto de lo bello, con el advenimiento de extranjeros civilizados, con el respeto a la ley y al derecho. (…) Nuestro pueblo ascendía con paso seguro los escalones del progreso, y su voz resonaba ya clara y perceptible en el concierto de las naciones civilizadas. Así, hasta el 6 de agosto de 1875 (…) ese día, el Pueblo ecuatoriano empezó una carrera de retroceso (El Pueblo, 1895). El 'pueblo' que era defendido a través de la prensa conservadora de esos años, hizo eco de la pérdida de su representante mediante una serie de ceremonias, poemas, historias, escritos, canciones y marchas que se crearon a modo de homenaje a este paradójico hombre que fundó por vez primera un conservatorio en el Ecuador. Pero el eco de su trabajo no fue reconocido solo en el país, sino que a nivel internacional, incluso ahora con el Movimiento Garciano53, es considerado como un “verdadero héroe cristiano, político insigne, el hombre más ilustre de la América del Sur” (Siglo Futuro, 1875). 52 Visión ampliamente compartida a nivel nacional, por los medios escritos católicos de esa época. A partir de la muerte de García Moreno se han organizado grupos de seguidores para mantener en vigencia su pensamiento. Hay varias perspectivas sobre los objetivos que tendría el Movimiento Garciano y ante la falta de investigaciones al respecto, no se puede asegurar con certeza su modo de funcionamiento o proyecto. No obstante, en la web se encuentran algunas publicaciones alusivas al “Movimiento Radical Garciano”. 53 33 El Conservatorio de 1870 El siglo XIX para Latinoamérica, estuvo atravesado por varios procesos sociales, políticos, económicos y culturales de reformulación: las independencias e intentos de consolidación nacional, el ingreso en una economía mundial dirigida por grandes potencias, la disputa de clases sociales que resistían o intentaban consolidar su dominación, y las nuevas corrientes artísticas que atravesaban las fronteras; fue para la música en Latinoamérica una oportunidad de reestructuración. Proceso complejo de la tarea constructora musical, que Tello y Miranda (2011: 53-54) explican en dos dimensiones: - La Construcción de instituciones en miras de establecer condiciones propicias para el florecimiento de la vida musical. - Producción de los primeros libros en el continente sobre teoría y enseñanza musical. Estas acciones en conjunto, forman los cimientos de una visión estructurada en torno a la cimentación de procesos sólidos de educación musical, intento estatal realizado en Ecuador por vez primera con la fundación del Conservatorio. Cuando Peter Henderson propone que “la música jugó un rol muy importante en el proyecto de construcción de la nación de García Moreno” (Henderson, 2010: 214), se refiere principalmente al alcance y trascendencia que tuvo la creación de un himno patrio. No obstante, cuando observamos la inversión realizada en el proyecto del Conservatorio o la impresión en Europa del Álbum Musical del cuencano Ascencio Pauta54 por orden suya, no queda duda del papel protagónico que la música tuvo, no solo en la construcción de la nación sino también de la identidad. Respecto al primer sentido de la tarea constructora musical propuesta por Miranda y Tello, el 28 de febrero de 1870 se decretó desde el ejecutivo el establecimiento del Conservatorio, argumentando “la decadencia de la música sagrada y profana en la Republica” (El Nacional, 1870). Para esta misión, el presidente seleccionó a Antonio Neumane para dirigir el plantel, consolidando un modelo regional de 54 En Alemania y Perú se editaron varias de sus creaciones musicales, además fue uno de los comisionados que se excusaron tras recibir la propuesta de componer el Himno Nacional del Ecuador. Compuso varias marchas, valses, himnos, polcas, y canciones religiosas, entre ellas una marcha fúnebre a García Moreno (Guerrero, 2005: 1097). 34 conservatorio como escuela nacional de carácter social (educación gratuita), que al mismo tiempo respetaba los quehaceres musicales eclesiásticos. Por decadencia en esa época se hace referencia a la crisis musical que se vivía en los templos religiosos por la inestabilidad de sus músicos y por la calidad dudosa de sus intérpretes. Robert Stevenson es enfático respecto a la caída de la música polifónica desde 1708, y la juzga a partir de los inventarios de libros de facistol, libros de canto llano, infolios, libros de coro con motetes (composiciones litúrgicas breves) y cantos de órgano que se habían perdido considerablemente por razones diversas a partir de 1754, dicho autor propone que en Quito “no quedaba nada del precioso archivo de polifonía de los siglos XVI y XVII” (Stevenson, 1989: 30-31). Complementariamente, Agustín Guerrero expone: Se toma a cualquier zote de la calle y se le da un puesto en el coro de la catedral. Este proceder nos avergüenza, nos afrenta, porque aquello quiere decir que en la capital de la Republica no hay profesores aptos o que se trata de hacer una escuela de memoristas, contrariando así el objeto del Gobierno y despreciando los estudios que se hacen en el Conservatorio (Guerrero, 1876: 22). La decadencia musical a la cual se enfrenta el Conservatorio además de venir marcada por la diferencia creciente entre la música sagrada -la cual quedaría confinada a los conventos e iglesias- y la música profana -que ingresaría en una fuerte disputa por definición-, sería también un discurso de validación para la intervención y el control permanente del aparato de Estado. Al igual que la religión que vino a salvar las almas de los 'salvajes', la música era un medio de moralización social, pues el 'divino arte' era una extensión del orden que se aprendía en el Conservatorio. En relación a este salto que abría una división entre la música sagrada y profana, paralelamente a la separación naciente entre música académica y popular -primero como una diferenciación étnica entre 'indianos' y españoles, pero luego como una ruptura cultural, artística y musical- Guerrero plantea: La música sagrada tuvo muy buenos profesores, y que solo la profana andaba descarriada y sin tener asilo a donde refugiarse; y por eso es curioso ver cómo ha llegado hasta nosotros el uso de dos músicas opuestas, la música indiana y la música de los españoles ¿y no era de creerse que en un país donde no se había adoptado más que una sola religión, una sola ley y un solo idioma, se hubiera adoptado también un solo gusto por la música? pues no fue así, las pasiones estaban encontradas, los sentimientos eran diversos, y, por supuesto, mientras los europeos, llenos de satisfacción, daban al aire sus tonadillas y boleros, los indianos, desposeídos de su propiedad y abatidos con el recuerdo de sus padres, lloraban en las cabañas, manifestando su pena al son del pingullo y del rondador. Y he aquí el origen del yaraví, de esa música natural como la 35 del tiempo de los patriarcas, y que ha disputado a la europea, no por su perfección, porque nada tiene de perfecta, sino por el amor con que ha sido recibida y conservada por el pueblo” (Guerrero, 1876: 12, énfasis propio). La disputa entre la 'música indiana' y española a la que apela Guerrero no se la hace en el espacio musical, pues mantienen categoría o niveles de perfección distintos y casi inconmensurables, a criterio de este autor. Por ello, el discurso relacionado a la comparación entre estas formas musicales es en el ámbito de identidad, como posibilidad de reconocerse parte en una organización sonora. Identidad que Guerrero consideraba que cambiaría como un proceso colateral a la 'civilización' de los 'salvajes', donde el CNM debería entregar a la población la oportunidad de adoptar un gusto por la música europea 'perfecta en sus ritmos e instrumentos', dejando atrás a los yaravíes y pingullos (símbolos del retraso cultural y musical indígena). Contrario a la afirmación “el Conservatorio ocupó el edificio de su mismo nombre, ubicado en la calle Chile entre Venezuela y Guayaquil, construido especialmente por García Moreno para este efecto” (Yánez, 2005: 47). Informes oficiales de la época indican que la casa donde se ubicó el CNM fue comprada a la Señora Alegría Orejuela, viuda de Yerovi, en la cantidad de siete mil pesos; además se hizo una inversión total de 16.961,79 pesos para reparos de esta casa, la compra de instrumentos y el pago de empleados hasta el año 1870. En los 5 primeros meses del año siguiente, la Tesorería de Pichincha gastó 1.018,90 pesos en compra de útiles y pago de sueldos (Registro oficial, 1870-1871)55. En el decreto de fundación, el gobierno se comprometía a proveer sucesivamente al Conservatorio -según el Art. 3 de la Ley de presupuestos vigentes- de todos los instrumentos, libros y materiales que se necesitaran para la enseñanza musical en todos sus ramos; la cual sería complementada por una biblioteca de la institución56 (El Nacional, 1870). El decreto referido plantea que dentro del Conservatorio la enseñanza se encontraría dividida en seis clases57 estructuradas a partir del aprendizaje de lectura 55 Según estos documentos, se compró también una casa para huérfanas por 2 mil pesos y una casa para cuartel de Artillería a la Señora Mariana Alvear, viuda de Subiria, por 8 mil pesos. En el Informe al Congreso Constitucional de 1875 realizado por el Presidente García Moreno, se detallan los valores por ingresos al país entre 1869 y 1874. En 1870 se recaudan 2'548.308 pesos, de los cuales se asignan 198.108,43 pesos (7,78%) para Instrucción Pública y Beneficencia, porcentaje del cual corresponde de forma directa el 8,56% al Conservatorio Nacional en su primer año. 56 A cargo del Director inicialmente, para cuando sean las obras considerables dejar bajo la responsabilidad de un bibliotecario (El Nacional, 1870). 57 Primera clase (preliminar) dedicada a la enseñanza de solfa (solfeo), estaría dividida en dos: una para el solfeo individual y otra para el colectivo, con un número de alumnos ilimitado. Segunda clase con dos 36 musical (solfeo)58 y concluidas con la instrucción de composición e improvisación. Bajo esta estructura, a través de la educación el campo musical permitía que el estudiante desde su primer curso se vaya familiarizando con una forma específica de música con obras escritas59, cuyo fin último era promover la composición e improvisación del estudiante. Desde una visión idílica, el proceso de composición e improvisación pueden ser vistos como espacios de libertad absoluta, donde el artista propone al público su modo especifico de organizar los sonidos, no obstante, al igual que los discurso se limitan entre lo que se puede decir y lo que se dice realmente, las creaciones artísticas están condicionadas por su tiempo y espacio histórico. Como el sufragio 'universal', la educación del Conservatorio estaría abierta para todo ecuatoriano bautizado de entre diez y veintidós años de edad 60, lo que serían recibidos provisionalmente tras rendir pruebas de aptitudes y aplicación 61, excepto de que estuviera completo el número de alumnos de la clase respectiva (El Nacional, 1870). El límite de edad es una condición restrictiva que se continúa aplicando en los conservatorios estatales del país hasta la actualidad, en el caso del CNM de Quito -por su estructura de colegio- el ingreso para niños sin conocimientos previos se realiza desde seis a ocho años de edad, caso contrario deberán rendir un examen de ubicación y audición, siendo 'canto' el único instrumento que acepta a estudiantes mayores de dieciocho años. divisiones también, pero acorde al sexo del estudiante; se dedicaría al canto con dos secciones al interior de cada división: una para el canto individual y otra para el simultáneo con un máximo de doce alumnos por sección. Tercera clase dedicaba a la enseñanza de piano y arpa. Cuarta clase era de instrumentos de arco. Quinta clase para aprendizaje de instrumentos de viento y el número de secciones de esta (y la clase anterior) corresponderían al número de las especies de instrumentos e irían dirigidas a la formación de una sola orquesta para la ejecución simultánea, motivo por el cual, en estas secciones no serían admitidos más de diez alumnos. Sexta clase (superior) contaba con una sección de órgano, una de instrumentación simultánea, una de armonía, una de acompañamiento, y dos de composición e improvisación (El Nacional: 1870). 58 Gerardo Guevara al referirse a las misiones desarrolladas en la Colonia, critica a los españoles porque “no organizaron una enseñanza formal de la música a los indígenas, sobre la base sólida de los conocimientos de teoría y solfeo, como debe enseñarse siempre el divino arte” (Guevara, 2002: 45). Es decir, que en la concepción tradicional de educación musical, el solfeo es una herramienta indispensable en el aprendizaje formal de la música y se considera que sin ella se pierde una de las bases que sostiene el modelo musical propuesto. 59 Actualmente, el solfeo no es un conocimiento general que se imparte en todas las escuelas o colegios de educación regular. 60 Los extranjeros o hijos de extranjeros serian admitidos con permiso especial del Ministerio, de igual modo, los aspirantes que pasen de veintidós años serán admitidos por el Director cuando tengan aptitudes sobresalientes o si necesitan solo dos años o menos para complementar su instrucción musical (El Nacional, 1870). 61 Entre los estudiantes de igual aptitud serán preferidos los de las provincias más distantes y entre ellos, tendrán prioridad los más pobres (El Nacional, 1870). 37 Estas 'condiciones de idoneidad' que debían cumplir los estudiantes del CNM en 1870, nos recuerdan que en cualquier campo de producción cultural “los recién llegados tienen que pagar un derecho de admisión que consiste en reconocer el valor del juego (…) y en conocer (prácticamente) ciertos principios de funcionamiento del juego” (Bourdieu, 2002:122-123). Al inscribir los padres de familia a sus hijos o hijas en esta institución, lo que hacían era afianzar la creencia en el campo y en la medida en que el público especifico reconocía por músico o 'maestro' a los estudiantes salidos del CNM, la illusio de existencia del campo se perpetuaba. La vida de la ciudad decimonónica de Quito estaba sujetada a la Iglesia y sus ritos. El único conocimiento -no especializado- impartido al interior del CNM era el catecismo y el calendario de actividades contemplaba que los estudiantes tendrían vacación durante la semana santa y por 15 días al finalizar el curso (El Nacional, 1870). Con la dinámica gravitación social de la Iglesia no es de sorprenderse que se geste una cultura patriarcal, donde las niñas o señoritas que querían ser recibidas en el Conservatorio, debían presentar -adicional a la fe de bautismo- la promesa escrita de la madre, abuela o tutora (siendo estas de buenas costumbres y fama) de asistir a las lecciones diarias de las niñas o pagar una multa de diez pesos por cada falta (mientras la alumna pertenezca al Conservatorio) o que, posteriormente se solicite que la persona que se desempeñe como conserje en el área femenina sea una mujer de 'buenas costumbres' (por supuesto, con un sueldo menor al que recibía el conserje del área masculina)62 (El Nacional, 1870). La instrucción musical y moral que recibían los estudiantes del CNM buscaba entregar a cada uno de los miembros los recursos suficientes para que sea parte del juego, un juego que no se daba solo en el campo sonoro sino también en el campo de poder; pues la música fue herramienta ideológica de construcción de la nación católica. El decreto de 1870 estipula que el no rendir pruebas de aptitud y aplicación era motivo de expulsión definitiva y quedaba a criterio del Director la expulsión por insubordinación, inasistencia, malas costumbres, enfermedad contagiosa o falta de 62 Una de las políticas garcianas de reordenamiento moral en el sistema educativo fue la suspensión de las escuelas mixtas y el paso a lo que Terán denomina feminización de la docencia, puesto que en el intento de que la educación primaria mantuviera una separación sexual de los estudiantes, el régimen prohibió que hombres impartieran clases a niñas en las escuelas privadas e impulsó que sean mujeres honestas, quienes impartían clases. Respecto de la distribución sexual de contenidos educativos, a las niñas se les daba clases de: instrucción religiosa, historia sagrada, lectura castellana, caligrafía, gramática castellana, aritmética, pedagogía, higiene, economía doméstica, costura, bordado y tejido (Terán, 2015: 83). 38 educación; pues los futuros 'maestros' -llamados a interpretar, componer y reproducir la música de la nación- debían ser personas ejemplares, sanas, disciplinadas y 'educadas'. Al igual que los miembros de la sociedad se encontraban fuertemente controlados y eran castigadas las personas que cometían alguna falta, al interior del CNM los estudiantes ineptos y faltos de aplicación serían expulsados, mientras que aquellos que continuaban en la institución rendirían exámenes privados cada 6 meses y participaban en un concierto público, en prueba de su adelanto (El Nacional, 1870). El nivel organizativo interno del lugar según el decreto de creación era bastante centralizado a partir de las figuras de: - El director nombrado por el Gobierno era el custodio de la biblioteca y quien decidía el horario de estudio (el propuesto por el gobierno era de 5 horas diarias -de 10 am a 3 pm- con lección por profesor de dos horas, pero quedando a criterio del Director la extensión del horario desde las 6 am, si lo consideraba necesario). El tiempo de duración en sus funciones dependía del tiempo estipulado en el contrato y como jefe del establecimiento, sería el responsable de arreglar y dirigir las clases. - Los profesores auxiliares propuestos por el director y nombrados por el Gobierno, con un contrato sujeto al buen desempeño en sus deberes. - Los repetidores eran alumnos adelantados que en recompensa serian promovidos a profesores auxiliares. - Los dos porteros nombrados por el Gobierno, uno para el local de mujeres y otro para el de hombres, tenían a su cargo el aseo, cuidado y seguridad de los edificios y muebles del establecimiento. Como lo indica esa distribución de funciones -en alianza con el Gobierno- el director era la figura más importante del lugar, el guardián que garantizada la calidad y los contenidos a ser impartidos en las clases, jugando el papel de dominante en el juego del campo. Mientras que los profesores auxiliares cumplirían el rol de aquellos que por antigüedad (también por prestigio) reproducen el campo a través estrategias de conservación, una de las más potentes: el uso de los estudiantes destacados como repetidores. Respecto a la aplicación real de este decreto -ante la pérdida de los archivos del Conservatorio- el documento que más aportes da sobre el funcionamiento del lugar es el 39 testimonio del que fue su director en varias ocasiones, Juan Agustín Guerrero63. Él indica que entre los dos primeros años se dieron los certámenes públicos inaugurales, se inició el estudio de las reglas armónicas y se implantaron varias reformas concernientes al orden de la casa; buscando desde el Gobierno el modo de integrar nuevos miembros a la planta docente. Así, en octubre de 1872 llegó como director contratado para cuatro años, el italiano Francisco Rosa, a quien posteriormente se le unieron: Antonio Casarotto (profesor de trombón) y Pedro Travesari (profesor de flauta), Vicente Antinori64 (profesor de canto), y Favio de Petris (profesor de Órgano) (Guerrero, 1876: 40-44). El apoyo del Gobierno fue tan fuerte, que estaban garantizados los instrumentos de óptima calidad, las medallas europeas de oro y plata para entregar como reconocimientos, los sueldos altos, los locales aseados, los métodos y colecciones de música especializadas; generando la ilusión de la próxima “época de la regeneración artística” 65(Guerrero, 1876: 45). No obstante, se fueron produciendo impases al interior del cuerpo docente e irremediablemente eso se reflejó en la pérdida de estudiantes valiosos. Pero si la situación del establecimiento era inestable en su interior, a la par el país vivía un momento delicado a nivel general. El Estado contradictorio de García Moreno “incapaz de permanecer funcional después de la desaparición de su tutor” (Demelas y Saint-Geours, 1988: 178) comenzó a tambalear y esto incidió en el CNM. Institución que luego de la muerte del presidente García Moreno perdió muchas de las atenciones dadas desde el Gobierno, hubo un recorte del presupuesto y todo lo que eso implicaba66. El desequilibrio al interior de la institución alcanzó su punto máximo con la renuncia del director Rosa y el alejamiento de los profesores Travesari y Petris. Según un estudio arquitectónico/histórico realizado por Oswell Bahamonte en 1983, el edificio 63 La primera vez que tomó el cargo fue durante un año seis meses luego del fallecimiento de Antonio Neumane (1871), además fue Director del plantel en sus últimos años hasta su cierre (1876-1877). 64 Según Guerrero, él regresó a Guayaquil, después de un año, por no convenirle el sueldo de cien pesos que se le había señalado y por etiquetas con el Director Rosa (Guerrero, 1876: 45). 65 Sixto María Durán resalta que con el apoyo del gobierno, para la época varios músicos ecuatorianos tuvieron la posibilidad de estudiar música en Europa (Durán, 1927:256). 66 Según narra Agustín Guerrero los sueldos de los profesores extranjeros iban de entre 150 y 120 pesos mensuales al menos mientras el Conservatorio se encontraba bajo la tutela de García Moreno (Guerrero, 1876: 42-45). Borrero, por su parte, los regula y baja a los valores estipulados más adelante. 40 del CNM pasó a constituir el Palacio de Justicia y a cambio la institución fue trasladada -no se sabe si el lugar de destino fue una antigua escuela de los Hermanos Cristianos (lo que asegura Guevara) o si fue a una escuela de cadetes (postulación de Bahamonte)- lo que es seguro es que fueron separados gran parte de profesores extranjeros, acelerando el desastre del plantel67. La situación se volvió más crítica aún, y tras la ausencia de gran parte de los profesores extranjeros, el Gobierno de Borrero impuso modificaciones al reglamento y reformas económicas “respecto al sueldo de los italianos, y habiéndose encargado esta reforma, tuve a bien hacer varias modificaciones que eran de absoluta necesidad para el Establecimiento” (Guerrero, 1876: 46). No se puede determinar con certeza, el grado de participación de Guerrero en el proceso de reforma. Pero el 17 de julio de 1876, el presidente Antonio Borrero deroga la ordenanza anterior y la transforma “por cuanto la experiencia ha manifestado la necesidad de variar el reglamento que se dio para el Conservatorio de Música el 28 de febrero de 1870” (El Nacional, 1876). Tabla 2. Presupuesto Empleado Director, profesor de piano Profesor adjunto Maestro de orquesta Profesor adjunto Profesor de flauta Profesor de instrumentos de metal Profesor de solfeo Profesor de canto Profesor de rudimentos Portera Portero Total Sueldo mensual 100 pesos 20 pesos 30 pesos 20 pesos 20 pesos 20 pesos 20 pesos 20 pesos 20 pesos 8 pesos 12 pesos 290 pesos Fuente: El Nacional, Agosto 19 de 1876. Sección de Instrucción Pública. Bajo los cambios decretados, la enseñanza gratuita de música se mantenía, no obstante las clases impartidas serían siete y no seis68 y el nuevo presupuesto para sueldos de los Para Guevara “los profesores nacionales no estaban suficientemente capacitados para afrontar ellos solos la enseñanza artística de un establecimiento musical de la categoría de este” (Guevara, 2002: 87). 68 Primera clase, estudios preliminares dedicados a los rudimentos musicales que comprenden las cinco partes del curso elemental de música, con número de alumnos ilimitado. Segunda clase, solfa (solfeo) dividida por sexo y subdividida para solfeo individual y colectivo o simultáneo, número de alumnos ilimitado. Tercera clase, canto dividida por sexo y subdividida para canto individual y canto simultáneo profano y sagrado. Cuarta clase, piano. Quita clase, instrumento de arco. Sexta clase, instrumento de viento (el número de secciones de esta y la clase anterior, corresponderían al número de las especies de instrumentos y todas ellas formarían una sola orquesta para la ejecución simultánea). Séptima clase, 67 41 empleados del establecimiento serian de 290 pesos mensuales asignados, tal como lo indica la distribución desarrollada en la Tabla 2. Respecto a la distribución de funciones, se conserva básicamente la misma estructura, excepto por el aparecimiento de la figura de profesor adjunto. Ellos serían propuestos por el director y nombrados por el Gobierno, con un contrato que dependería del buen desempeño en sus deberes, jerárquicamente estaría bajo la inspección del auxiliar y tiene a su cargo la enseñanza de una de las secciones (El Nacional, 1876). Otra salvedad incluida en 1876 es los profesores auxiliares y adjuntos -sujetos al director- estarían obligados a cuidar el orden y moralidad del establecimiento. En ese sentido, el control ejercido por los profesores a los estudiantes se incrementó y antes de iniciar su clase correrían lista para anotar a los estudiantes ausentes y dar cuenta de elloa al director, que debía estar en conocimiento en caso de que algún profesor o alumno faltara. Pues si un estudiante reuniera diez faltas consecutivas sin justificarlas ante el director, sería expulsado (El Nacional, 1876). El nivel de control también era para los bienes, para lo que existiría un registro constante de los instrumentos, útiles y papeles del CNM, siendo el responsable de ellos el director y quedando prohibida la salida de bienes del lugar sin un permiso especial del Gobierno. Si hubiese algún daño, el responsable del mismo debería repararlo y al final de año escolar, el director presentaría un inventario al Gobierno de los útiles destruidos y los que falten para el estudio, con el fin de que sean reparados. Considerando el costo de cada uno de los materiales e instrumentos indicados, se puede concluir que el Conservatorio era un espacio privilegiado de música, pues para esa época –dependiendo el instrumento- no cualquier persona lo podía tener en su domicilio69. Desde la vigencia de este documento, se implanta la necesidad de presentar con la partida de bautismo, el consentimiento de sus padres, abuelos o tutores y un superior con una sección de órgano, una de instrumentación simultánea, una de armonía, una de acompañamiento y dos de composición e improvisación (correría a cargo del director y un profesor adjunto) (El Nacional, 1876). 69 De las importaciones registradas en Guayaquil y Manta entre 1869 y 1871, los precios declarados por importación de instrumentos fueron: 17 Instrumentos de Viento (no se especifican cuales) a 800 pesos c/u, 33 pianos a 400 pesos c/u, 36 violines a 12 pesos c/u, 3 flautines 18 pesos c/u, 8 órganos a 40 pesos c/u, y 2 acordeones a 12 pesos c/u (Registro oficial, 1869-1871). 42 certificado de buena conducta otorgado por el director del colegio o escuela a la que haya pertenecido el aspirante a estudiante del Conservatorio. Según el decreto de 1876, dentro de los beneficios que tenían los estudiantes del Conservatorio se plantea la existencia de premios de primera, segunda y tercera clase para los alumnos merecedores (según la clasificación hecha en base al examen de fin de año). Incluso el alumno de clase superior que supere su prueba para ser profesor, será condecorado con medalla de oro, un diploma firmado y refrendado por el presidente de la Republica y el director del Conservatorio; siendo su nombre publicado en el periódico oficial (El Nacional, 1876). Los decretos de 1870 y 1876 declaran que los alumnos quedan exentos por licencia temporal del servicio en la guardia nacional, mientras no sean despedidos de la institución; y es la Legislatura la que resolvería lo conveniente acerca de la continuación o supresión del establecimiento (El Nacional, 1870-1876). Pese a las complicaciones que vivía el entonces Conservatorio, continuó con su misión educativa, hasta que en 1876, el Gral. Ignacio de Veintemilla tomó el poder del Estado y destinó la casa donde funcionaba el Conservatorio para cuartel. Según el testimonio de Carlos Amable Ortiz se vieron obligados a trasladarse a casa de Juan Agustín Guerrero, donde entre deudas por alquiler, desavenencias entre el profesorado extranjero y pagos pendientes a los maestros, un año después del desalojo, fue suprimido este Conservatorio (Guerrero, 2013). Aún no se ha podido determinar el motivo argumentado ni la fecha exacta del cierre del centro de enseñanza musical en 1877. Sin embargo, muchos autores reconocen que en el lapso que contempla el cierre de este Conservatorio hasta la fundación de uno nuevo en 1900, existieron varios intentos de creación de escuelas dedicadas a este arte de parte de los estudiantes y maestros del Conservatorio de 1870. Es el caso de la Escuela de Música fundada el 20 de noviembre de 1884 en Quito, bajo la dirección de Aparicio Córdoba y la Sociedad de Música70, cuyo objetivo fue instituir un lugar “en el cual se aprendieran los siguientes instrumentos: Piano, violín, viola, violoncelo, contrabajo, flauta, clarinete, pistón, trombón, fagote y bajo de do” (Imprenta 70 Sus miembros fueron: Carlos Espinosa Coronel (Presidente), Alberto Maldonado Caamaño, Ignacio Salvador, Guillermo Espinosa, Antonio Toledo, José María Baquero, C. Vicente Pólit, Álvaro Terneus, Arcesio Terneus, L. Eduardo Espinosa, N. Clemente Ponce (Consejero), Alberto Aguirre (Consejero), Luis Vivanco, Nicolas Pallare, C. Camilo Daste (Secretario), Aparicio Córdoba (Director) (Imprenta del Gobierno, 1885). 43 del Gobierno, 1885). Esta sociedad tras enviar un oficio al Gobernador de la provincia de Pichincha solicitando se recaben desde el Gobierno los útiles existentes de la antigua institución y se entreguen al director de la nueva escuela, reciben respuesta y el 1 de diciembre de ese año Agustín Guerrero (último Director del Conservatorio) -acusado de falto de honradez y patriotismo- les entrega los bienes que estaban en su poder (Imprenta del Gobierno, 1885). Los cuales serán analizados en el capítulo siguiente, sirviendo de herramienta para identificar los sonidos legítimos del extinto Conservatorio de 1870. 44 CAPÍTULO III LA CONSTRUCCIÓN DE SONIDOS LEGÍTIMOS Hacer la historia de una institución de educación musical dos siglos después de su extinción (1877) ha resultado un reto, en un país donde los documentos han sido considerados patrimonios personales de individuos o familias 'portadoras de la nación' o simplemente se han perdido los archivos artísticos, por no pensar a la sonoridad como un componente dirimente en la historia. Posiblemente esta es una de las razones por las cuales no se ha hecho eco de la falta de un archivo sonoro del país o no se haya denunciado que hace varios años en el CNM se quemaron documentos por falta de espacio, es posible que esto nos ayude a entender porque no se ha logrado concretar el proyecto de hacer un museo en el edificio antiguo del Conservatorio y de esta manera, intentar preservar los archivos que quedan de la institución y su historia. Dentro de las páginas escritas en los libros y enciclopedias de historia del Ecuador la música ha sido un destello fugaz o inexistente, pues el arte al ser sacralizado o al estar naturalizado, ha perdido la posibilidad de ser objeto de reflexión política o económica. Así, historizar el Conservatorio implica esbozar un lugar desde los discurso que se han forjado referentes a él, desde las huellas, los olvidos y los sonidos que vagamente han perdurado. Este estudio no pretende considerarse como una visión concluyente de la institución que transformó el modo de entender la música y a los músicos en el Ecuador en el siglo XIX, sino más bien es una invitación a ampliar los espacios de investigación de la sociología y su vínculo con la historia. Varios textos han quedado como huellas de la época, los que han servido de indicios para acercarnos a las producciones culturales de esta sociedad y tiempo específico. Ante la inexistencia del archivo del Conservatorio de 1870, este capítulo tomará como base para construcción de su argumento la información entregada por varios documentos de personas relacionadas con la institución y una lista de obras que fueron devueltas por el último director del CNM a la Escuela de Música en 1884. 45 En el prólogo del texto de educación Catecismo Musical71 dedicado a la juventud ecuatoriana –párrafo repetido en el Prólogo del Curso Elemental de MúsicaGuerrero expresa: Al hablar del arte, que es lo que contiene las reglas necesarias para que los sonidos se produzcan de la manera más agradable a los oídos civilizados, tampoco deberé hacer más que una advertencia, a saber, que en nuestro país la enseñanza de este arte ha sido más o menos complicada según el genio y el talento de los respectivos maestros; pero no se la había reducido a términos sencillos que pudieran estar al alcance aún de los niños, no se había procurado dar uniformidad al sistema de enseñanza; y sobre todo faltándoles el conocimiento de las reglas más importantes como las de armonía y composición, se había dejado que otras sumamente precisas pasaran desapercibidas por el discípulo y es este el trabajo en que he emprendido y el que doy a luz dedicándolo a la juventud de mi patria (Guerrero, 1875: s/n, énfasis propio). Del párrafo anterior se desprenden al menos tres puntos que son sustanciales indicar en este capítulo: a) El arte contiene reglas que organizan los sonidos y los hacen agradables; b) El arte en general y la música en particular, se mantienen en constante relación con diferentes tipos de públicos (oídos civilizados y salvajes, diría Guerrero); c) Los maestros/profesores descifran el mundo y a través de la enseñanza lo vuelven inteligible para sus estudiantes, lo que significa que nuestro modo de entender algo, es justamente eso, un modo de los miles de millones que hay en el mundo. Estos puntos de relación, son justamente los debates que articularán el apartado siguiente, que a pesar de que ahora se los trabaje de una forma separada, en la cotidianidad se encuentran imbricados en la producción de discursos y agentes culturales. Reglas de Organización de Sonidos Shiner identifica que el cambio del Sistema de Arte Antiguo a Moderno 72 fue dándose progresivamente, siendo su mayor evidencia el giro de un estilo polifónico73 a uno de 71 Según los archivos de la Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit la primera impresión debió haberse realizado en Quito por la Imprenta del Pueblo. En este lugar se conserva también una edición de la Imprenta El Lábaro (Loja, 1903), una reimpresión por la Imprenta del Seminario (Riobamba) y otra por R. Hurtado en Cali. Todas ellas, conservando intacto el contenido de aquella impresa en Quito en 1875. 72 Para Shiner, antes del Moderno Sistema del Arte teníamos un Sistema Antiguo centrado en la utilidad de los objetos que no diferenciaba el arte de las artesanías o del arte popular (fabricar zapatos, bordar, contar cuentas, cantar canciones populares). Como invenciones, estos sistemas no son destinos finales y algún momento, el moderno sistema de artes desaparecerá así como el modelo anterior lo hizo. Según el autor, el cambio de sistemas se da a finales del Siglo XVIII, cuando “artista” y “artesano” se convierten en términos opuestos y se entiende al artista como “creador de obras de arte” y al artesano como un “hacedor de algo útil o entretenido” (Shiner, 2004: 21-24). 46 expresividad melódica74. Tomando como referencia esa consideración, la definición de música como: “conjunto de voces matemáticamente combinadas, que guardan consonancia entre si y que producen un efecto hermoso y agradable al oído” (Guerrero, 1876: 1). Parecería que nos ubica en un espacio musical polifónico donde las matemáticas validan a la música como una ciencia. Mas, en otro texto el mismo autor en el prólogo propone que: La excelencia de la música no necesita de juicios razonados, sino de una mediana sensibilidad para ser reconocida: si la influencia de los sonidos melodiosos se deja sentir hasta en las ásperas montañas en que se encuentra la choza del salvaje, inútil seria querer persuadir de una belleza que todos sienten” (Guerrero, 1875: I, énfasis propio). Este llamado a sentir la música de una forma sensible y profunda, en cambio plantearía que Guerrero no es meramente un polifonista sino que el tiempo histórico de su propuesta entrelaza una doble transición: una lenta y difusa secularización musical (que no termina en este periodo) y el paso hacia un nuevo sistema de arte moderno. Leandro Higueruela llama la atención sobre la multidimensionalidad que puede tener la secularización: como fenómeno cultural al estar supeditado a su contexto, como suceso teológico que simboliza la religión en declive por su desconexión de la sociedad, y como acto político por la disolución de la autoridad eclesiástica y la reducción al régimen civil común (Higueruela, 1992: 177-181). El historiador además identifica al siglo XVII como el débil inicio del proceso de secularización multidimensional europeo75, que tuvo su apogeo en el siglo XIX y XX, con el desplazamiento de lo sacro hacia otras áreas en la sociedad moderna. Si bien, la secularización en el Ecuador ha sido estudiada principalmente desde su dimensión política y educativa, el pensamiento musical decimonónico nos permite observar una superficie complementaria del proceso, una secularización musical. 73 El estilo polifónico (viejo) estaba centrado en la relación de la música en el marco de las artes liberales del quatrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) y no fue abandonado totalmente sino que quedó en la música de las Iglesia (Shiner, 2004: 109). 74 Los expresivistas apostaban a la relación que mantenía la música con la poesía acorde al trívium (gramática, dialéctica y retórica), dando la posibilidad de una mayor cercanía entre la música, la poesía y la retórica con la pintura, la escultura y la arquitectura, estableciendo la estructura de las bellas artes (Shiner, 2004: 109). 75 Higueruela propone que la secularización, desarrollada entre el Siglo XVII y el Siglo XX, contempló varios ámbitos: el Estado y la política, el Derecho (dando protagonismo al Estado y derecho “positivo”), la cultura, las artes (cuyo punto culmen seria el humanismo y el renacimiento), y la filosofía (gana autonomía al distanciarse de la teología) (Higueruela, 1992: 177-181). 47 Agustín Guerrero nos ayuda a entender este transcurso de secularización de la música, pues marca la diferencia entre música profana y música sagrada76. Pero sus textos nos dejan ir más allá e incluso explicitan la demanda de que se produzca una sola música -conjuntamente con una sola enseñanza musical- ubicada en el medio de dos músicas opuestas (la “indiana” y la de los españoles). Esta necesidad de construir una forma conjunta, como un proceso de dialogo y unificación musical, la propone el autor en respuesta a la música extranjera que se ubica a gran distancia de la producida por los músicos locales. Sin embargo, así como Guerrero reconoce la gran acogida que tenía la música 'indiana' en la población (principalmente el Yaraví) no perdonaba su naturalidad y sencillez, caracterizándola como “falta de reglas músicas, no es más que la repetición de dos o tres frases melódicas, de donde resulta la monotonía, por un solo tiempo, y sin más novedad que unas pocas notas que se alteran para variar la expresión” (Guerrero, 1876: 12, énfasis propio). Ante esa realidad, la apuesta que realiza en sus textos educativos sobre música es permitir que sus estudiantes conozcan las reglas musicales; para que las utilicen como soporte en sus actividades de creación, composición, armonización o instrumentalización. Básicamente, el Curso Elemental de Música y el Catecismo Musical, están formados por contenidos similares; no obstante, en el curso se aborda el tema de la Composición, entendida como analogía a la composición literaria: Formada sobre un principio fijo que debe servir de tema para el desarrollo de otras ideas importantes, (…) la representación de un pensamiento entero que, presentado bajo distintas formas y según la pasión que se haya poseído el compositor, da por resultado un trozo musical, el que es aplicado al canto, o a cualquiera de los instrumentos, solos o acompañados. Difícil seria querer establecer una regla acerca de la formación de los pensamientos, porque es sabido que ellos nacen de las diversas ideas o variados afectos que se engendran en la imaginación del hombre, y que a medida de su carácter y situación se producen más o menos bellos y sensibles (Guerrero, 1875: 62, énfasis propio). Como es posible observar, este fragmento refuerza el giro a un sistema moderno de expresividad melódica, donde la música se mantiene angostamente vecina a la literatura. 76 Al igual que el Decreto Ejecutivo en el cual se dictamina la creación del Conservatorio Nacional de Música, Agustín Guerrero en sus obras diferencia la música de las iglesias (como sagrada) de aquella profana (vinculada con espacios distintos y sobre todo, que no es parte del proceso moral religioso impartido por el catolicismo). 48 De manera que, los trozos musicales se componen de pensamientos, que pueden tener formaciones diversas, pero que para Guerrero se clasifican en: - - - - Pensamiento bello.- “Aquel presentado raro y particular, llamando la atención del auditorio, por su entera originalidad y una expresión tan marcada que por sí mismo se recomienda como simpático y hermoso” (Guerrero, 1875: 62). Pensamiento vulgar.- “Aquel que (…) pasa desapercibido por el público, y se confunde entre las composiciones comunes, sin producir ningún entusiasmo ni novedad” (Guerrero, 1875: 62). Pensamiento filosófico.- “Aquel que el compositor ha escrito más bien por vanidad que por sentimiento, lo que sucede con la música alemana, que gran parte de ella se compone de disonancias y caprichos armónicos, que solo sirven para demostrar el poder la ciencia y no para comunicarse con el corazón” (Guerrero, 1875: 63). Pensamientos triviales.- “Se producen libres y espontáneos, en pequeños trozos creados por el pueblo; pero que bien pueden llegar a ser importantes, si bajo el auxilio de un buen maestro se perfeccionan con las reglas” (Guerrero, 1875: 63, énfasis propio). Esta clasificación de pensamientos nos da una idea de la música decimonónica en relación con el medio externo, semilla que con el paso de las décadas toma fuerza bajo la estratificación de la música académica, popular y folclórica. En ese sentido, cada uno de los pensamientos se clasifica a partir de su producción, armonía y belleza al interior de la composición, la misma que podrá recurrir al uso de varios instrumentos de orquesta o banda miliar. Pero también, que mediante el aporte del 'buen maestro' puede transformar los pensamientos triviales del pueblo y llevarlos a la perfección, convirtiendo a este personaje en un filtro entre lo trivial y lo bello, entre el ruido y el sonido, entre lo legítimo y lo ilegitimo. Continuando con los textos educativos del Conservatorio, el Curso elemental de Música que comprende desde el conocimiento del sonido hasta las reglas de armonía, composición e instrumentación para orquesta, banda miliar y el sistema de las voces humanas (coros). Incluye en su interior la carta de aceptación con la firma del Director del CNM (Francisco Rosa) como símbolo de validez del trabajo de Guerrero y objeto de referencia al interior del campo para la educación de los estudiantes77. En la solicitud Guerrero expresa que es necesario “el perfeccionamiento de una arte que, si hasta hoy ha pasado aquí como una mera profesión mecánica, con el estudio de las reglas indispensables creo llegaras a mostrarse original y dar por resultado buenos y grandes profesores. Con tal motivo tengo el honor de someter mi obra al ilustrado juicio de Ud. Y para que si la halla conforme a mis deseos se digne darle su aprobación” (Guerrero, 1875, s/n). Según la respuesta del director Rosa, el libro “puede servir muy bien de estudio elemental de dichos ramos: y que por consiguiente debe ser adoptado por los alumnos de la clase de armonía e instrumentación” (Guerrero, 1875: s/n). 77 49 A través de esta carta, es posible deducir que en el CNM se desarrollaba un sistema de las relaciones sociales jerárquicas, donde la creación indica la posición del creador en la estructura del campo musical-institucional. Si respecto al campo musical general de la época el 'buen maestro' se convertía en el paso entre los pensamientos triviales y los pensamientos bellos, entre la música y la no música; dentro de la institución el director es el tamiz para que la obra sea presentada a los estudiantes, él se convierte en la firma autorizada de legitimidad entre lo que se puede decir y lo que se dice, es el director el mayor exponente del grupo de dominantes del campo. Mientras que Agustín Guerrero con la creación de sus libros evidencia el acceso a un capital musical específico, cuya acumulación de años le permite elaborarlos, no cuenta con la posición -al interior del juego- para mantener una relación directa entre la obra y el público (para el caso, los recién llegados o aspirantes al campo). Pero no por eso pone en duda la estructura del campo o el juego en sí, sino que mediante sus textos, la fortalece y entrega a los escolares los recursos para que se familiaricen con los principios fundamentales de su forma de entender la música, los músicos y sus posibles. Ganando a cambio, un modo de consagración cultural (legitimidad) frente a los otros miembros del campo. Oídos civilizados y salvajes Attali en su análisis sobre la música y el poder, llama la atención del lector para reconocer que “el ruido78 no existe en sí mismo, sino en relación con el sistema en el que se inscribe: emisor, transmisor, receptor” (Attali, 1995: 44). De manera que las obras de la época nos ayudan a identificar cuáles son los ruidos o sonidos posibles al interior de su sistema, podría parecer un poco precipitado el acercarnos a un lugar histórico mediante los métodos de estudio y una lista de piezas musicales, pero siguiendo a Bourdieu “el proyecto creador se define y se integra, en la medida, si se quiere, en que es contemporáneo de aquellos con quienes se comunica y a quienes se dirige con su obra” (Bourdieu, 2002: 41). Por esta razón, deberemos analizar no solo a los profesores de música sino también a los escuchas de ella, que son parte del sistema de arte moderno, así sea de un modo menos protagónico. Attali define al ruido como “una sonoridad (un conjunto de sonidos puros simultáneos, de frecuencias determinadas y de intensidades diferentes) que estorba la audición de un mensaje en curso de emisión” (Attali, 1995: 44). 78 50 La idea de componer música bajo el modelo de bellas artes demanda un público ávido de sentir placer con ella, de tener la educación musical para comprenderla, poseedor de un 'oído civilizado' para maravillarse del virtuosismo y el sentimiento plasmado en cada pieza. Con la división entre artistas y artesanos se dio también un giro en las relaciones del público con la obra, produciéndose una diferenciación en el placer por las artes, según Shiner el placer quedó dividido entre un modo de placer refinado especial- contemplativo (de las bellas artes) y los placeres ordinarios (de las artesanías) (Shiner, 2004: 24). Esta oposición del modo de entender y disfrutar el arte, entre placer estético y placer ordinario, hizo que a finales del siglo XIX se instauren ciertos rituales o prácticas que ahondaban más el contraste. En el caso de la música, los teatros se convirtieron en templos de cultura donde los asistentes utilizaban ropa elegante, no hablaban durante la actuación, ni hacían ruido, no ingerían alimentos en la función y lo más importante, el escucha se mantenía en estado de contemplación ante el desborde de pasión de los intérpretes79 (Miranda y Tello, 2011: 64). Pero esta actitud contemplativa que sobrepasaba la individualidad con la realización de los mismos rituales para conciertos, exposiciones y obras de teatro, también fue consolidando grupos de asistentes, articulando comunidades culturales con subjetividades compartidas. Una de las críticas que vierte Guerrero a varios de sus coterráneos es su pretensión de ilustrados, él reconoce esta acción como una muestra de la influencia de los extranjeros a los que justifica su poca afición a la música 'indiana' por “haberse educado con las músicas de Ayden (sic), de Beethoven80 y Mozart” (Guerrero, 1876: 12). Pero no puede entender esa actitud en un compatriota. Así, Guerrero intenta no caer 79 Para Baricco la música es sonido y existe en el momento en que se toca. El interpretar es el acto que la conserva, que la transmite y está relacionado con todas las variables que ingresan en el acto de tocarla. Para él, es importante aceptar que ninguna obra de arte del pasado nos es entregada fielmente a su origen; pues, el intérprete es el medium entre obra y tiempo. Con el acto de interpretación, la obra se libera de la identidad sobre la que la tradición la ha dejado inmóvil y es por ello, que las obras que suscitan el instinto de la interpretación son sólo las que de alguna manera se trascienden a ellas mismas, aludiendo a algo más que lo que es pronunciado explícitamente (Barrico, 2008: 16 – 21). 80 Tello y Miranda al analizar a nivel musical el siglo XIX en Latinoamérica, proponen que nuestros países se enfrentan a la idea fuerte de 'música absoluta' europea que a través de compositores como Wagner, Liszt, Schoenberg y que con esta idea, se crean prácticas sociales de los músicos latinoamericanos alrededor de la figura de Beethoven; compositor que fue determinante en la construcción de una visión puntual de música, no sólo por la idea de 'música pura' sino sobre todo porque se convirtió en uno de los cánones más poderosos del siglo. Los autores reconocen por ello al efecto Beethoven como el canon ante el cual ha sido comparada la producción local del siglo XIX, que muestra a Latinoamérica como un espacio de retraso musical respecto a Europa (Tello y Miranda, 2011: 33). 51 en la miopía de tomar únicamente lo extranjero como fuente musical válida e identifica que: La música produce sus efectos según el carácter y situación del que la escucha, por eso su influencia no es igual en el grande como en el pequeño, en el rico como en el pobre, y cada uno se goza como ella, según el grado de civilización en que se encuentra (Guerrero, 1876: 12-13, énfasis propio). El 'grado de civilización' al cual apela Guerrero desde un enfoque teleológico musical, nos remite nuevamente a las obras de arte consideradas como bienes simbólicos que deben su existencia a los escuchas (personas que poseen los medios para descifrarla y apropiarse de ella). Por lo cual, un conjunto de sonidos o ruidos se convierte en una pieza musical, en tanto el escucha la percibe así; en la medida en que la época en la se ubica el escucha la toma como parte del conjunto de representaciones artísticas/musicales propias. La creación musical no existe por sí misma desde el momento en que la crea el compositor sino que la obra musical es creada nuevamente por el espectador de ella, por la comunidad cultural a la que el escucha que la valida pertenece. Respecto a la comunidad cultural que el Conservatorio vino a fortalecer, Miranda y Tello expresan que: “la música desempeñó un papel central en la construcción de la subjetividad burguesa y en la idea de estar formando civilización” (Miranda y Tello, 2011: 64), pues a través de una determinada educación musical, los 'ilustrados' del continente pensaban poder comprender obras insignes en Europa. Según estos autores, a partir de la subjetividad burguesa81 fue simultánea la organización de conciertos y escuelas especializadas de música, para la educación de intérpretes y de un público amante de un repertorio selecto. La enseñanza y los maestros Para Bourdieu, los bienes culturales pueden ser apropiados gracias a la disposición que como “producto de la educación difusa o específica, institucionalizada o no, que crea o cultiva la competencia artística como dominio de los instrumentos de apropiación de esos bienes, y que crea la 'necesidad cultural' suministrando los medios de satisfacerla” 81 Por subjetividad burguesa se entiende aquella sublimación del arte como medio de diferenciación social a la cual apelaban las obras contenidas en la visión de bellas artes y a partir de la que el público iba generando cierto modo entender el mundo y su organización. Por ejemplo, ir elegante a un concierto implicaba fijarte en el modelo del vestido, la simbología del color, la firma del diseñador, los materiales y otros tantos elementos que ahondaban la exclusión de gran parte de la población de la comunidad cultural articulada entorno de los espacios 'sensibles'. 52 (Bourdieu, 2002:79). Por ello, la educación musical de un grupo de niños o jóvenes a través de una institución no solo abre el espectro sonoro y social para ellos, sino que transforma el modo de entender el arte en sus círculos sociales (familia, escuela, amigos, iglesia, etc.) que directa o indirectamente se relacionan culturalmente con su comunidad. Al respecto, Larry Shiner proyecta un prinicipo de reciprodidad entre los conceptos regulativos, los ideales y los sistemas sociales del arte. Pues ellos no tendrian existencia sin todo un complejo sistema de “practicas e instituciones (orquestas sinfonicas, museos y colecciones de arte, canones y derechos de autor) asi como tampoco pueden funcionar las instituciones sin una red de conceptos e ideales formativos (artistas y obra, creacion y obra maestra)” (Shiner, 2004: 31). Por lo cual, conocer la prácticas, estructuras y el funcionamiento de las instituciones se vuelven un aporte para comprender mejor la cultura de la época. En consecuencia, al momento de hablar de los profesores y la educación impartida en el CNM, utilizaremos también los métodos y materiales detallados en la lista contenida en el Boletín de la Escuela de Música (Imprenta del Gobierno, 1885). Los que contienen, varias ideas que atraviesan los textos de Guerrero. Por ejemplo, el hecho de que al finalizar el Catecismo Musical, el autor haya incluido un listado de Palabras italianas82 que expresan el movimiento, aire o expresión musical. En el Prefacio del Método para Violín, Elemental y Progresivo de Bernardo Ferrara, el autor diferencia entre talento como algo natural y actitud como un compromiso de trabajo pero reconoce que el éxito de un gran artista es “profesar la técnica con el amor y la pasión” (Ferrara, s/f: s/n), lo cual es impartido por el profesor. Justamente, los texto de Agustín Guerrero especializados para músicos ('Tratado Sinóptico' incluido en el Catecismo Musical) recomiendan al profesor servir de guía para el estudiante y de esta manera evitarle confusiones. 82 Uno de los texto de educación musical entregados por Guerrero fue el Método completo y progresivo de Violín de Alard, instrumento que sirvió para la enseñanza de violín en la Escuela de Música y declamación de Madrid, en el Conservatorio de Paris y en el CNM. Al final del texto, Alard incluye una larga la colección de palabras italianas, las mismas que Agustín Guerrero incluye en su libro con las abreviaciones y significado correspondientes. En el listado se incluye: largo, grave, adagio, andante, andantino, allegro, allegretto, vivace, presto, prestissimo, Amoroso, afferruoso, contabile,grazioso, lamentabile, moderato, maestoso, agitato, assai, allegro assai, allegro assai, largo assai, presto assai, comodo, con brio, con moto, con espresione o espresivo, sostenuto, scherzando, brillante, tempo giusto, tempo diminueto, molto de miolto, tenute o ten, con anima,mesto si flebile (Alard, s/f: 17). 53 Según los documentos entregados a la organización musical establecida con Aparicio Córdoba se logra la restitución de al menos 99 piezas musicales83, teniendo principalmente: operas84, obras de teatro, piezas para piano85, y varias de clarinete con acompañamiento de piano86 (Imprenta del Gobierno, 1885). Respecto a los 35 métodos devueltos por Guerrero: 3 son métodos para violín87, 1 tratado de armonía88, 2 manuales de música89, 5 métodos de pistones90, 1 de lectura musical91, 1 de solfeo92, 1 de instrumentación93, 1 de clarinete,1 de flauta94, y 16 cuadernos de canto (Imprenta del Gobierno, 1885). Algunos de los métodos de educación musical hallados son incluidos dentro de estilos románticos de enseñanza, por ejemplo el Método de Violín de Ferrara y el Manual de Música de Wilhem; algo similar sucede con las piezas musicales catalogadas, como el Primer Acto de la ópera bufa Don Pascual de Gaetano Donizetti y Macbeth de Verdi. Otra particularidad es que los métodos y melodías, tienen contenidos religiosos, por ejemplo Allgemeine Musiklehre del compositor de Moises Adolf Bernhard Marx, o Las siete palabras de Haydn, por no decir Fe, esperanza y caridad de Rossini. A partir de estos métodos y obras, es necesario señalar que en el CNM de 1870 se incluían para su estudio e interpretación, obras con contenidos religiosos y muchas de ellas fueron también composiciones por encargo. Estos factores indican que posiblemente el modo de entender la composición en la institución (quizá no explícitamente), poco a poco se fue ligando a un discurso de bellas artes relacionadas aun con la música religiosa, pero que además tenía incluido en su repertorio a canciones que vinculan la música con el mercado de bienes simbólicos. 83 Siete palabras de Haidn (Haydn), Fe, esperanza y caridad de Rossini, Polkas de Fruhiliugslied, Moza mala de Eklumd (Polka sobre motivos de la moza mala de Carlos Juan Eklund), La Pasione de Creti de Rochis. 84 Primer acto de Don Pascual de Donizeti (Donizetti), Machbet (Macbeth) de Verdi, Machbeth (Macbeth) de Creti de Rochis. 85 De Ch Belioux, T. Ascher, E. Ketterer, Th. Ritter, Ad Fumagalli, Curulli. 86 De Caballini. 87 De Alard, Ferrara y Anspach. 88 De Leborne (Leborgne). 89 De Wilhem. 90 De Niessel y Guichard. 91 De Wilhem. 92 De Parseron, al igual que los cuadernos de canto y el método de solfeo con acompañamiento de piano. 93 De Berlioz. 94 De Berbieuie. 54 Considero que conjuntamente con la existencia de libros de educación musical de parte de Agustín Guerrero, estos cambios y aperturas del campo, son síntomas de la autonomización por la que luchaba el campo musical en los años 70 del siglo XIX y el anuncio de la doble transición que acaecería en el campo artísticos ecuatoriano durante los últimos años del siglo XIX y XX. Los sonidos legítimos Escuchar es un proceso que implica una serie de elementos previos a la producción de un criterio acerca de lo que se escucha. Intentar discriminar de donde viene el sonido, cuál es su origen, la distancia desde donde es emitido y el objeto mismo que le permite existir, es algo que cotidianamente no realizamos y si lo hacemos, es sin un análisis minucioso (en la mayoría de casos); pues al ser muchos sonidos causados sin premeditación o de forma constante, los hemos naturalizado. Si no es tan común escudriñar sobre los sonidos que escuchamos de repente o aquellos que acompañan nuestra cotidianidad, es incluso menos frecuente el deliberar sobre la estructura de composición de una canción que aparece en la radio, el anuncio de televisión o la operación física que termina en la emisión verbal de una palabra. Son fenómenos que damos por hecho, que disfrutamos, que realizamos, pero que muy pocas veces nos detenemos a reflexionar. Como se ha intentado explicitar a lo largo de este trabajo, registrar un conjunto de ruidos como música, se vincula estrechamente con el reconocimiento95 de una lógica en ese grupo de ruidos, el cual les permite dejar de serlo y ser nombrados 'sonidos'. Esta articulación de sonidos a la que llamamos música y reconocemos como una construcción personal del compositor, en realidad es un modo de organización (atravesado por un espacio y tiempo específicos) de los ruidos, que le permiten al agente músico presenta una propuesta a ser juzgada -acorde a un modo de ordenamiento sonoro- como creación musical; ingresando o quedando fuera del catálogo musical de su época. En el siglo XIX, la idea de 'música pura' fue adoptada en Latinoamérica como un criterio para la percepción de la música como accesible y agradable, acorde a la 95 El reconocimiento en apariencia se presenta como algo personal, pero Bourdieu sostiene que las obras culturales son colectivas en su producción y recepción. Ver El Campo Cultural y el Campo de Poder. 55 educación musical (el grado de civilización afirmaría Agustín Guerrero96) y el museo sonoro (imaginario) donde habitan los cánones de cada escucha. Esta idea se grabó en nuestra historia sonora y forjó un modo especial de pensar la organización de los ruidos. A partir de la 'música pura', la creación musical se sostiene en la subjetividad e individualidad del 'genio creador', que con sus canciones cumple una doble función: es agente que trata de ganar legitimidad y una posición privilegiada en juego del campo, pero también, bajo el discurso de nación, con sus creaciones nos permite darnos a conocer ante un universo sonoro eurocéntrico que nos devora. De esta manera, la lucha que el agente músico enfrenta no es únicamente con los músicos ecuatorianos e instituciones que habitan el campo, sino que también lo hace con los cánones musicales de su tiempo; este enfrentamiento es el que convierte al artista en un representante de la patria, que en un acto heroico se arriesga a una constante comparación y analogía con los músicos 'cultos' y 'universales' como una forma de legitimación o anulación del mismo. Como lo muestra Agustín Guerrero: “Rossini, Meyerbeer, Donizzeti, no fueron hombre comunes que adoraban lo superfluo, sino una especie de espíritus celestes que habían venido al mundo para vivir en el pensamiento de todos y hacernos oír el lenguaje de los inmortales” (Guerrero, 1876: 2-3, énfasis propio). Este 'lenguaje de los inmortales' que fue entregado solo a ciertos músicos, a lo largo de la historiografía musical ecuatoriana, no ha sido analizado desde el juego del campo y la ubicación del agente sino desde la inspiración y singularidad del músico, permitiendo la construcción de 'genios musicales' -que tanto en la música sagrada y profana, como en la música popular y académica- han sido fruto de dones divinos y no de circunstancias históricas de existencia. En ese discurso de genios e inspiraciones sublimes, el CNM no solo jugó un rol importante en la construcción de orden al interior del campo, sino que levantó su identidad en la valoración de la música individual, subjetiva y estéticamente bella. Este modo de entender la música, marca una relación de correspondencia de la música con “De donde resulta que unos se complacen con las arias y las cavatinas de las óperas en que se representa un argumento histórico o de civilización, mientras que otro lloran o bailan con los arpegios del arpa o los acordes de la guitarra” (Guerrero, 1876: 12- 13). 96 56 otros campos culturales y por supuesto, con el campo de poder. Por lo cual, la demanda constante de formación de músicos integrales es una necesidad del agente por conservar recursos que sostengan su relación dialógica con otras formas artísticas y con una comunidad que defiende con sus prácticas en el campo cultural y en el campo de poder, el orden vigente en las bellas artes. Pensar los sonidos legítimos en el juego multidimensional de los campos, implica entender que existen como tales en la medida en que se gestan a partir de relaciones de poder. Inicialmente, conforme a la posición que tiene el agente que se expresa al interior del campo y luego, en función de la relación que el escucha mantienen con el campo musical. En apariencia, la producción de sonidos legítimos y de los ruidos podría presentarse como algo muy somero y mostraría al campo como un simple punto de referencia para la localización del escucha y del agente enunciador, pero no es así. Las luchas que ocurren en el interior del campo determinan el conjunto de agentes que conservan el monopolio de la violencia legítima (autoridad específica) para validar o invalidar un sonido. Junto con el ruido, el sonido aparece en la medida en que los dominantes (quienes tienen la voz autorizada para etiquetar o catalogar dentro del campo) lo identifican o no de este modo. En el CNM de 1870 el grupo de dominantes fueron sus autoridades institucionales, de uno de ellos ha quedado en el tiempo un texto de educación musical que sirvió de guía de estudio para los escolares. En el Curso elemental de Música, Guerrero define al ruido como: “Un sonido inarticulado y confuso, más o menos fuerte, e incapaz de entonación, tal como el golpe de una tabla, el ruido de un coche, el desplome de un peñasco” (Guerrero, 1875: s/n, énfasis propio); el ruido para el ultimo director del Conservatorio se opone a aquello que denomina sonido músico: “cualquier voz sonora y fija que simpatiza con el oído y puede aplicarse a una de las voces de la escala” (Guerrero, 1875: s/n, énfasis propio). Según la definición de Guerrero, el ruido no es más que un sonido incompleto, impreciso, algo que no logró simpatizar al oído y que no puede ser catalogado dentro de una escala, pues quedo inconcluso en la trayectoria sonora. Es justo eso, lo que ocurre con el discurso evolutivo y teleológico de la música que ha dominado nuestra historiografía. Cuando analizamos como Guerrero marcaba una separación entre la música española (tonadillas y boleros) y la 'indiana' (yaravíes) acorde al nivel de 57 identificación de los pobladores con ellas (ya que musicalmente no podrían ser comparadas, por encontrarse en distintos niveles de perfección)97. Este autor, nos remite a una línea de desarrollo musical, donde: El yaraví (…) es tan natural y sencillo como un suspiro, y falto de reglas músicas, no es más que la repetición de dos o tres frases melódicas, de donde resulta la monotonía, por un solo tiempo, y sin más novedad que unas pocas notas que se alteran para variar la expresión; pero lo cierto es, que para el quiteño no hay mejor música del corazón que el yaraví, con el llora o se divierte, y entre el yaraví y una ópera italiana, él está siempre por la música de sus padres, se ha connaturalizado con ella desde la infancia, y parece que los acentos melancólicos son aún los vínculos de amor para con su patria (Guerrero, 1876: 12, énfasis propio). Las reglas músicas a las que apela el autor, son aquellas que al estar ausentes en las creaciones 'indianas', les imposibilitaba ser consideradas músicas. El recluir a los yaravíes a expresiones sonoras carentes de regla músicas es considerarlas ruidos, cuya única posibilidad de perfección (progreso) se puede dar a partir del músico conocedor de aquellas reglas que transporta los yaravíes98 y los vuelve tonadillas, boleros o canciones; completando aquellos ruidos – que nada tienen de bellos ni fantásticos- en sonidos agradables al oído (Guerrero, 1876: 12). Los sonido legítimos, no solo corresponden a las reglas que rigen el campo musical, sino que también se vinculan con el juego en el campo de poder. El campo musical nunca ha estado desvinculado del campo de poder político e incluso ha sido herramienta de dominación en muchos casos; fue instrumento de opresión durante la Colonia a través del uso de melodías indígenas para la evangelización y a pesar de ser considerada ajena al quehacer político, fue instrumento de dominación de clase a través de instituciones como el CNM de 1870. Por ejemplo, Gerardo Guevara concibe idílicamente al artista de la siguiente manera: Es verdad que el artista no mide el peligro cuando se trata de defender la Patria o de ser útil a sus semejantes, también es cierto que –por su misma elevada condición de idealidad- jamás fomenta discordias: no se mezcla en revoluciones ni promueve desordenes en el seno de la sociedad. Representa, pues, la paz y orden; constituye el artista el elemento más sano de la colectividad y la gloria más pura de las naciones (Guevara, 2002: 87, énfasis propio). “Los boleros y tonadillas son perfectos, mientras que los yaravíes no tienen nada de perfectos” (Guerrero, 1876: 12). 98 En 1881 Marcos Jiménez de la Espada presenta al Congreso Americanista de Madrid, una recopilación de Yaravíes Quiteños, los cuales parecerían que fueron los que Agustín Guerrero indica en su libro La música ecuatoriana desde sus orígenes hasta 1875. 97 58 Me atrevo a decir que este intento político de mantener a la música y los músicos únicamente en un espacio artístico, cual si fuera ajeno del campo político, no ha sido una novedad del siglo XX. Por ejemplo, Agustín Guerrero cita frases que le habría expresado Simón Rodríguez: Para ustedes no se hizo la política ni la guerra, dejen que lo sean los venezolanos y granadinos, me decía una noche el sabio Rodríguez (el ayo de Bolívar) lo propio para ustedes son las artes y la industria; y no se crea por esto que son desgraciados, porque la riqueza que tiene su origen en la inteligencia es la más grande y duradera de todas (Guerrero, 1876:18, énfasis propio). La idea de que la música y el arte, por fuera de la política, nos ayudaría a llegar a ser nación (como ideal que repercute, no solo en el siglo XIX) es una imagen que está presente en el pensamiento de una de las figuras más influyentes del siglo XX y su deseo de 'volver a ser patria'. La propuesta de Benjamín Carrión, bajo el estatuto definitivo de cultura y libertad99, nos ubica en un país donde el deseo de ser una nación no solo se propone como la homogeneización general sobre el discurso de mestizaje100, sino que supone que en el ámbito cultural “no hay razón alguna para que el Ecuador no pueda aspirar a ser un país culto, a producir hombres valiosos en las letras y en las artes, a ser en suma -algún día- una pequeña potencia cultural” (Alexander, 1973: 236). Los sonidos legítimos, que con el CNM funcionaron como herramienta del discurso de la nación católica, fueron “el conjunto de voces matemáticamente combinadas, que guardan consonancia entre si y que producen un efecto hermoso y agradable al oído” (Guerrero, 1875: 1). Estas combinaciones atrayentes, estudiadas por Guerrero en sus métodos de educación y el análisis de obras de sus cánones yacieron entregadas a los estudiantes del establecimiento musical en los textos de enseñanza. Así, los niños y jóvenes tuvieron explicaciones de una autoridad institucional, las cuales abarcaban: la voz musical101 (el sonido), los compontes de la música102, nociones 99 Benjamín Carrión postuló la idea de potencia cultural, de frente a los problemas territoriales que sufrió el Ecuador en su época. “Debemos aspirar a tener un ejército imponderable de la cultura y la respetabilidad democrática. Tenemos que ser por esos caminos que si están a nuestro fácil alcance un <<pequeño gran pueblo>>, digno del respeto universal, de la consideración afectuosa y admirativa de todos” (Carrión, 2009: 13). 100 “Tal como los autores nacionalistas lo entienden, la nación es cultural y lingüísticamente homogénea (y para algunos también étnicamente), un grupo social fácilmente distinguible y solidariamente autoconsciente y unido ente sí por sentimientos familiares y fuertemente ligado a una patria territorial específica” (Parekh, 1973:101). 101 Guerrero sostiene que “la voz musical es la natural del hombre cuando canta y en los instrumentos el sonido que resulta de la vibración de una cuerda o de la compresión del aire en un instrumento hueco” (Guerrero, 1875: 1). 59 básicas de escritura musical103 y finalmente un tratado sinóptico -dedicado a los músicos y no a los principiantes- que parte de la diferencia entre armonía y melodía104, para finalmente analizar en qué consiste la composición y la instrumentación de orquesta105 o banda militar106. Los estudiantes del Conservatorio de 1870, que se educaron con Guerrero y crecieron con la añoranza del apoyo a la educación musical de la época de García Moreno, fueron quienes en 1900 ingresarían como profesores al Conservatorio refundado por Eloy Alfaro, manteniendo –de forma consciente o no- ciertas estructuras discursivas- que incluso ahora- no han sido del todo superadas. Historizar al CNM y su sistema de enseñanza entre 1870 y 1877, es acercarse a la música no desde la veneración de un elemento sublime, sino como un instrumento poderoso del discurso de la nación católica, que puede esconder también las simientes de la resistencia y la subversión en el campo musical del Siglo XIX. Es entender a una institución de educación musical como instauradora de orden en el campo artístico- que nunca es ajeno al campo de poder- como espacio de encuentro entre maestros y estudiantes, pero también de estudiantes con repertorios, escenarios, públicos y cánones específicos. 102 Voces (notas musicales, que Guerrero denomina escala diapasón o gama, a partir de las cuales explica las escalas y sus tipos-diatónica mayor, diatónica menor, cromática y henarmónica (sic)), valores (figuras musicales), tiempos (los tiempos analizados por Guerrero son: 3/4, 2/4, 3/8, 6/8, 9/8 y 12/8), términos y acentos (Guerrero clasifica a los acentos en tres: adornos (apoyatura, grupo, mordente y trino), acentos (destacato, picado, mezzo staccato, regulador) y señales (ligado, sincope, arpegio, mediación, repetición, párrafo, crescendo, diminuendo, octava acendente (sic), loco, calderón, trino)) (Guerrero, 1875: 2-3) 103 Las claves musicales y los usos que se dan de cada una para la escritura de partituras acorde a los instrumentos (Guerrero, 1875: 6-8). 104 “La melodía es la sucesión de sonidos combinados con tal gusto que son agradables al oído, por efecto suave y apacible como el canto. La armonía es la unión de varias voces consonantes que suenan a un mismo tiempo y hacen un contrate ruidoso y alegre, formando aquello que se llaman acordes” (Guerrero, 1875: 31-35) 105 Para Guerrero, una verdadera orquesta se compone de los siguientes instrumentos: escritos con llave de sol (agudos): violines, flautas, clarinetes, oboes, pistones, trompas; escritos con llave de do (intermedios): Alto o viola; y escritos con llave de fa (bajos): Fagote, trombones, violoncelo (intermedio), bajo, timbales (Guerrero, 1875: 82- 83). 106 Para Guerrero, una banda militar ecuatoriana se compone generalmente, por: escritos con clave de sol: requinto o clarinete de mi b, clarinetes de si b, pistón quinto o de mi b, pistones de si b, barítonos en si b, saxhorn en mi b, bombarda o saxhorn en si b; escritos con clave de fa: Trombones en do, bajo en si b, bombo; y escritos con clave de sol: Bombardón en mi b (Guerrero, 1875:84). Mientras que una banda francesa tiene por instrumentos: flautas grandes (de orquesta), flautín de re bemol, oboes, saxofón soprano, saxofón alto, saxofón tenor y barítono, bucles, cornos o trompas, trompetas, trombón bajo de si bemol, trombón contrabajo de mi bemol, trombón contrabajo de si bemol (Guerrero, 1875: 87). 60 CONCLUSIONES Las artes en general y la música en particular nos permiten complementar la historización de una época, pues no son campo aislados sino que mantienen una relación de dialogo al interior del sistema de artes de un tiempo y espacio específico; permaneciendo también, interrelacionados con los campos de poder. En ese sentido, pensar la música y el CNM, significó analizar los sonidos desde una visión global de inteligibilidad que los mira como indicios de la historia, como elementos arqueológicos a investigar desde las ciencias sociales. En el Ecuador decimonónico, la música religiosa -protagonista sonora de la colonización- poco a poco fue disputada por aquella música no religiosa que permeaba espacios por fuera de las iglesias, como: las bandas militares, las sociedades y escuela musicales, y principalmente las comunidades indígenas o negras que desde la convivencia conservaban sus cantares. En un intento por pugnar esos lugares abiertos y bajo el discurso de la nación culta moderna y católica, el Estado inaugura el Conservatorio de 1870. Con la incorporación del Ecuador a los mercados mundiales, la segunda mitad del siglo XIX significó para el país una relación compleja de integración en un mundo cultural eurocéntrico, que con sus cánones y ritmos, marcaron el modo de pensar la identidad para los países latinoamericanos; de ahí, el surgimiento de una serie de nuevas marsellesas en el continente y de la opera como idealización cultural. Así como la creencia religiosa se instauró como elemento central del proyecto de consolidación de la modernidad católica. La música complementó el juego de símbolos patrios y a través de la educación especializada, funcionó como refuerzo del dominio ideológico y discursivo de nación católica; que con cambios en el aparato de Estado, la innovación en el sistema penitenciario y un giro al sistema educativo, García Moreno trato de concretar. Teóricamente, los conceptos: campo, sistema de artes y ruido; permitieron trazar un marco de reflexión que se aleja de la consideración tradicional de las artes como partículas separadas del poder o de la música independiente de los campos artísticos; para desde esa interdependencia de campos, comprender el proceso de formación de ruidos en el discurso de la música de 1870. Pues, así como el sonido no existe en sí mismo, sino en la medida en que el escucha lo identifica como tal, no hay una música 61 propia, sino hasta que la identificamos como nuestra frente a la que no lo es; y este debate, es uno de los que deja abierto Agustín Guerrero y será motivo de larga reflexión durante el siglo XX. Como institución musical, el Conservatorio de 1870 nos remiten a un espacio de disputa entre quienes se interesan por conservar la estructural y aquellos que con estrategias de subversión intentan transformar el campo, relación tensa que reafirma su existencia y función al interior del campo artístico; pero que mediante luchas de definición y la diferenciación de bienes simbólicos (mercancías y obras 'puras'), fueron la base de este trabajo para analizar la separación entre música académica y música popular. Exponiendo la carga negativa que se da a la producción comercial y la sacralización -que a partir de esta disgregación de bienes simbólicos- reconoce a la música académica como portadora de la cultura, la 'civilización' y el progreso; se puede comprender la relación que mantiene este centro de enseñanza con la sociedad de la época y con los otros modos de expresión sonora. Para ingresar metodológicamente en la unidad que aparentaba ser el CNM, el análisis arqueológico brindó las herramientas necesarias para trabajar desde el interior de los monumentos y evidenciar sus discontinuidades. Analizando los discursos, fue posible identificar el peso de la firma del director del Conservatorio, la relación jerárquica entre los profesores o incluso la diferencia de valorización entre el trabajo de un hombre y una mujer. Con ello, el lugar se muestra como un espacio de batalla, en el que se definían los sonidos que se debían escuchar y el espacio social del músico de Conservatorio (estudiante o profesor); que como miembro de una comunidad cultural, tenía un acceso privilegiado a cierto repertorio, escenario y público, además de ciertos beneficios civiles. Como construcción artística, la música se sujeta en ciertas reglas para la organización de los sonidos, lo que les permite mantenerse agradables al oído y ser con ello consideradas música. Estas reglas, en el siglo XIX quedaron plasmadas en los métodos de educación musical que conservó y produjo el Conservatorio, los que sirvieron de guía para los estudiantes que se lanzaban en la aventura de la composición, instrumentación o armonización, aún después de la clausura del establecimiento. 62 Los profesores nacionales y extranjeros que trabajaron en la institución, mediante la enseñanza volvieron inteligible para sus estudiantes el mundo sonoro, imprimiendo en ellos, un modo especifico de entender el arte en un proceso de doble transición: la separación de la música sagrada de la profana (secularización musical) y el paso de un sistema de arte tradicional al sistema de arte moderno (cambio que definiría el modo de entender la identidad sonora y la estratificación musical). El campo musical del siglo XIX no es el mismo que el campo actual en el Ecuador, sus sonidos legítimos y ruidos producidos son distintos. Pues la diferenciación entre ellos se da en función de la necesidad de definición de límites al interior del campo, de la búsqueda permanente por especificar aquello que somos, aquello que nos pertenece y también aquello que nos es ajeno en un espacio y tiempo específico. Si bien, el proceso de identificación de una sonoridad como música o no, es una cuestión aparentemente personal, en realidad esta percepción está travesada por procesos históricos que nos condicionan y que para 1870 conjugaban una fuerte tradición religiosa, conjuntamente con una naciente apertura a los instrumentos y ritmos autóctonos de la región, que mediante el accionar del músico estudiado, se convertían en sonidos nacionales que nos identifican. La disputa por la definición de la nación y la patria, no se gesta exclusivamente en los congresos o se debate en la académica sino que se juega además en los espacios artísticos y en la legitimidad que puede o no tener un conjunto de sonidos. Las sonoridades no son adornos insignificantes que solo acompañan los procesos políticos o económicos, sino que pueden contener el anuncio de transformaciones sociales. ¿Qué tal si resulta cierto el enunciado de Attali y “cada ruptura social importante ha sido precedida por una mutación esencial en los códigos de la música, en su modo de audición y en su economía” (Attali, 1995: 21), y la secularización musical decimonónica simplemente pregonaba un proceso múltiple que viviría más adelante el Ecuador? Las ciencias sociales y la historia actualmente deben buscar nuevos espacios y objetos de reflexión; deben observar, escuchar y mirar con atención a aquellos espacios abandonados por la tradición, donde también se ejerce poder y dominación. 63 BIBLIOGRAFÍA Alexander, Francisco (1970). Música y Músicos: Ensayos en Miniatura. Quito: Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana. Anderson, Benedict (1993). Comunidades Imaginadas. México D.F.: Fondo de Cultura Económica. Attali, Jacques (1995). 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