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NAZARENOS
EN LA MADRUGADA
DEL VIERNES SANTO
Comisario: Sánchez Moreno
©Fotografías: Sánchez Moreno
©de los textos: sus autores
Diseño e impresión: Imprenta Luque, S.L.
Sánchez Moreno
Fotografías
Acompañar al Nazareno y a los penitentes castreños durante la Madrugá del Viernes Santo es una
experiencia cargada de sensaciones. El recogimiento y la reflexión, los sonidos de la noche y las saetas,
los olores del incienso y de las flores, las luces de las velas y las sombras de los pasos… Todo como hace
siglos.
El fotógrafo castreño, Francisco Sánchez Moreno, Premio Córdoba de Periodismo en 2007, ha
sabido captar todo ese torrente de colores y de morados en esta colección de fotografías Nazarenos en la
Madrugada del Viernes Santo.
La Semana Santa de Castro del Río fue declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía en
el año 2001. La singularidad de la Procesión del Nazareno ha contribuido de manera decisiva en este
reconocimiento.
En la Madrugá castreña no hay influencias de otros estilos o de costumbres más actuales. Conserva
todo aquello que desde sus inicios la hizo única. Los penitentes, descalzos y cargados con pesadas cruces
de madera, caminan junto al Nazareno, compartiendo su dolor y su esperanza.
Al contemplar las imágenes, captadas con sensibilidad por Sánchez Moreno, se destaca la pureza
en el sentir de un pueblo y nos acerca a otros rincones nazarenos de nuestra geografía.
José Antonio García Recio
Alcalde – Presidente del Ayuntamiento de Castro del Río
La Semana Santa vive en la actualidad un momento de enorme apogeo. La riqueza humana y patrimonial forma
parte de la esencia de un gran número de cofradías. Se exteriorizan con lujo y abundancia todas estas manifestaciones que la integran. Imágenes, ajuares, ornamentación, música, flores, olor de incienso personalizado para cada
cofradía, y sentimiento y orgullo de pertenecer a una determinada hermandad son la base de este fenómeno que
surgió con el objetivo de transmitir y educar en una fe y de ser la herramienta fundamental de proyectos evangélicos.
En su evolución, las hermandades han ido asimilando elementos y costumbres de otras cofradías hasta ir diseñando
un panorama en el que la igualdad estatutaria, procesional, musical, ornamental y estética es muy parecida entre
un gran número de cofradías.
Posiblemente se le esté dando gran importancia y protagonismo a lo externo, con desfiles procesionales de una
plasticidad y belleza muy elevadas.
Singularidad del penitente nazareno en Castro del Río
Dentro de este contexto pervive la Ilustre y Venerable Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno
y Nuestra Señora del Mayor Dolor, en Castro del Río (Córdoba). Su estructura ha permanecido invariable desde
hace cuatrocientos años, cuando surgió dentro del fervor intenso que en la Campiña cordobesa y en otras zonas de
España generó la devoción a Jesús Nazareno.
Entonces, como ahora, la túnica sencilla de sarga morada con cola, la soga o cordón de pita al cuello, el verduguillo para que el penitente permanezca en el anonimato, la pesada cruz de madera y la desnudez de los pies,
continúan siendo un vehículo válido para acompañar al Nazareno en la madrugada del Viernes Santo.
Si, en Castro del Río, el penitente nazareno hace suya esta madrugada, tal como hace cuatro siglos, es porque esta
manera de entender la Semana Santa es valedera.
Durante el tiempo que dura la estación de penitencia –en este caso la definición es exacta-, los penitentes se encuentran en la soledad de las calles, sin público que los admire; se ven rodeados del silencio necesario que les
acompaña, sin bandas ni agrupaciones musicales, sólo con las samaritanas, el pregón (ambos, cantes propios de
Castro del Río), el Stabat Mater o el Miserere. Quedan excluidos los lujos, sólo permanece el polvo de sus pies
descalzos y la suciedad de las colas de las túnicas que llevan arrastrando por las calles, como si fueran dejando
atrás sus acciones menos perfectas.
Éste es el valor de la ‘Madrugá’ de Castro del Río, mantener unas costumbres vivas –no una tradición, como sucede
en numerosas hermandades- en la sociedad actual, tan necesitada de reflexión espiritual y de tiempo de soledad.
Todo este mundo de sencillez, penitencia, soledad, reflexión interior y espiritualidad de un pueblo ha sido captado
por el prestigioso fotógrafo castreño Francisco Sánchez Moreno.
Su trabajo, durante la fría y dura madrugada del Viernes Santo, ha recogido con extrema sensibilidad y respeto lo
genuino de todo un pueblo que ha encontrado en sus costumbres los elementos necesarios para mantener viva una
Semana Santa singular, sin necesidad de acudir a otros modelos.
Hermandad de Jesús Nazareno de Castro del Río
LA PERVIVENCIA DE TRADICIONES BARROCAS EN UNA PROCESIÓN DE NAZARENOS
Juan Aranda Doncel
Doctor en Historia
Introducción
El proceso de configuración de la Semana Santa está vinculado a las cofradías penitenciales, cuyas fundaciones
en tierras andaluzas se inician en el primer tercio del siglo XVI y concluyen a mediados de la centuria siguiente.
A lo largo de esta dilatada etapa se erigen en numerosas localidades las hermandades de la Vera Cruz, Soledad de
Nuestra Señora y Jesús Nazareno.
Las cofradías pasionistas más antiguas son las de la Vera Cruz que aparecen estrechamente ligadas a los franciscanos y alcanzan una gran difusión en el segundo tercio de la centuria del quinientos. El punto de partida de esta
expansión data de 1536, año en el que, a instancia del cardenal Quiñones, Paulo III concede indulgencia a la
hermandad de Toledo.
El principal acto religioso es la salida procesional del Jueves Santo en la que los hermanos disciplinantes y de luz
visten túnica y capirote o capillo de lienzo blanco con una cruz verde, insignia de la cofradía. La imagen titular
suele ser un Crucificado que en la mayoría de los casos se venera bajo la advocación de Cristo de la Vera Cruz.
Entre los cultos sobresalen las dos fiestas dedicadas a la Invención y Exaltación de la Cruz el 3 de mayo y el 14 de
septiembre respectivamente.
La segunda cofradía penitencial por orden cronológico es la de la Soledad de Nuestra Señora, también conocida
con los nombres de Nuestra Señora de las Angustias, Quinta Angustia y Santo Sepulcro. El nacimiento de estas
hermandades tiene lugar durante la segunda mitad del siglo XVI, de manera especial en las tres décadas finiseculares.
Al igual que la de la Vera Cruz, las cofradías de la Soledad son de sangre y los hermanos, tanto los de disciplina
como los de luz, realizan estación de penitencia el Viernes Santo por la noche. Indistintamente visten túnicas y
cubrerrostros de color negro o blanco y procesionan las imágenes de la Virgen de la Soledad y Cristo Yacente en el
Sepulcro. Aparte de la salida en Semana Santa, organizan diversos cultos durante el año, destacando por su solemnidad las fiestas de la Circuncisión del Señor y la Soledad de Nuestra Señora que se celebran el día de Año Nuevo
y el domingo siguiente a la Epifanía.
Las cofradías de Jesús Nazareno son las últimas en aparecer, pero van a despertar muy pronto un intenso fervor
popular que ha llegado hasta nuestros días. El nivel de arraigo y aceptación en todas las capas sociales es mayor
que el de las demás hermandades pasionistas. Una buena prueba la tenemos en el hecho de que el nombre de sus
componentes –nazarenos- se utiliza para designar al conjunto de los penitentes de Semana Santa.
Las hermandades erigidas en honor de Jesús Nazareno introducen elementos originales y novedosos. El más llamativo es la aportación de una penitencia distinta a la que venían practicando los cofrades. Durante el recorrido
procesional en la madrugada del Viernes Santo van descalzos con pesadas cruces de madera sobre los hombros, a
imitación de Cristo camino del Calvario.
Normalmente las hermandades nazarenas procesionan las imágenes de Jesús con la cruz a cuestas, Dolorosa y San
Juan. Los penitentes visten túnicas con soga de esparto, ceñida al cuello y cintura, y capirote o capillo morados,
salvo en algunos casos excepcionales que llevan hábitos de color rojo o leonado. Las fiestas religiosas contempladas en las reglas varían, aunque las más extendidas son la pascua de Resurrección e Invención y Exaltación de la
Santa Cruz. A ellas hay que sumar la del Dulce Nombre de Jesús.
Tanto las cofradías de la Vera Cruz como las de la Soledad de Nuestra Señora, Angustias o Santo Sepulcro sacan
procesiones de disciplinantes que se diferencia de las de nazarenos por el tipo de penitencia. Estas últimas a cargo
de las hermandades de Jesús Nazareno que, al fundarse con posterioridad a 1563, asumen las directrices de Trento
y pueden considerarse propiamente de la contrarreforma, de ahí que sea un factor a tener en cuenta a la hora de
explicar y justificar el fulguroso éxito conseguido.
Las fundaciones de hermandades nazarenas
El proceso fundacional de las cofradías de Jesús Nazareno en Andalucía es un fenómeno que arranca en el último
tercio del siglo XVI y termina en los lustros centrales de la centuria siguiente, aunque con posterioridad se documenta el nacimiento de un reducido grupo de ellas.
En la mayoría de las capitales diocesanas y núcleos urbanos importantes el establecimiento de las hermandades
nazarenas tiene lugar a lo largo del tercio finisecular del quinientos. El vestigio más antiguo de la cofradía de los
Nazarenos de Sevilla, popularmente llamada del Silencio, data de 1566 y parece ser que dos años antes se redactan
unas constituciones, aunque las que conocemos son las reglas aprobadas por la autoridad eclesiástica en abril de
1578.
Las reglas de la cofradía de Jesús Nazareno de Córdoba van a ser aprobadas el 21 de marzo de 1579 por el titular
de la diócesis fray Martín de Córdoba y Mendoza. Entre 1588 y 1594 nace la hermandad nazarena de Jaén en la
iglesia conventual de los carmelitas descalzos. Con anterioridad en 1587 se funda la de Baeza en el monasterio de
San Basilio, perteneciente asimismo a los frailes del Carmen reformado.
También aparece vinculada a los carmelitas descalzos en Granada la cofradía de Jesús Nazareno y Santa Elena.
Posiblemente la redacción de las constituciones se lleva a acabo en 1579, aunque hasta 1587 no tiene un carácter
penitencial. En los lustros finales del XVI se erige la hermandad de Jesús Nazareno en Cádiz, ya que en 1598 se
documenta en la iglesia de los franciscanos observantes. Posteriormente se traslada al monasterio de Santa María,
donde la abadesa cede en 1616 a los hermanos una capilla.
Testimonios documentales constatan la existencia en Málaga de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno
en 1567. El abad-mitrado de Alcalá la Real aprueba el 26 de febrero de 1597 las reglas de la del Dulce Nombre
de esa ciudad que tiene a su cargo, al igual que en otras poblaciones, la procesión de los nazarenos. Por último,
durante el gobierno del obispo fray Juan de Araoz y Díaz, concretamente en 1625, nace la hermandad de Jesús
Nazareno de Guadix, conservándose unas reglas fechadas en abril de 1695.
Las hermandades nazarenas se extienden asimismo por amplias zonas geográficas de la corona de Castilla. Entre
los núcleos urbanos cabe mencionar la de Valladolid que se funda en 1596 y la de Palencia en 1604, mientras que
las de Zamora y León tienen lugar en 1610 y 1611 respectivamente. A principios del siglo XVII nace en Cuenca
el llamado cabildo de San Nicolás de Tolentino con el fin de organizar el desfile penitencial de la madrugada del
Viernes Santo.
Las cofradías de Jesús Nazareno logran un fuerte arraigo en el reino de Murcia. La de la capital consigue la aprobación de sus reglas el 3 de septiembre de 1600 y la de Cartagena, denominados sus hermanos popularmente con el
nombre de marrajos, se pone en marcha a comienzos de la centuria del seiscientos. Por lo que a tierras extremeñas
se refiere, en 1609 surge la procesión de los nazarenos de Cáceres. En las mismas fechas se difunde la devoción a
Jesús Nazareno en Canarias como lo refrenda de forma elocuente la fundación de una hermandad en su honor en
1609 en La Laguna.
Las fundaciones de cofradías nazarenas proliferan en la América hispana, siendo las principales difusoras las órdenes religiosas. Una de las más antiguas es la de Santo Domingo que se erige en 1592 y sus primeras constituciones
son aprobadas en 1615. La huella devocional de Jesús Nazareno se mantiene hoy viva en un buen número de
países del Nuevo Continente como México, Guatemala, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Por influencias de Portugal, donde la efigie de Jesús con la cruz a cuestas
se conoce con el nombre de Senhor dos Passos, el fenómeno está muy extendido en Brasil.
Rasgos distintivos de las procesiones de nazarenos
Las procesiones de nazarenos tienen unos rasgos distintivos que las singularizan, en contraposición a las que realizan las cofradías llamadas de sangre –Vera Cruz y Soledad de Nuestra Señora- con la presencia de los disciplinantes.
No cabe la menor duda de que el ir descalzos con pesadas cruces de madera sobre los hombres es la nota peculiar
al constituir el tipo novedoso de penitencia que aportan las cofradías nazarenas. El estudio de las reglas primitivas
nos lleva a afirmar que solamente se permite mitigar el duro sacrificio con el uso de alpargatas o sandalias a los
hermanos enfermos o a los que declaren causas justificadas.
Las constituciones suelen reglamentar las dimensiones de las cruces que portan los nazarenos e incluso en algunos
casos se prohíbe de manera expresa que los penitentes usen disciplinas. Resulta bastante llamativo que las reglas
de 1615 de la hermandad de Nuestra Señora del Carmen y Jesús Nazareno de Santo Domingo en tierras americanas
impongan la obligación en la salida procesional de “ir descalzos para mayor mérito con cruces a questas y otros
con hachas de cera que alumbre sin que se consienta disciplina en ella”.
Frente al blanco de las cofradías de la Vera Cruz y al negro de la de la Soledad y Santo Entierro, el color morado del
hábito penitencial caracteriza las procesiones de nazarenos. De manera excepcional encontramos el uso de túnicas y capirotes rojos o leonados en las reglas primitivas de algunas hermandades. También el grueso cordón en el
cuello que a la vez ciñe por la cintura constituye su nota distintiva, simbolizando la soga que colocaron a Jesús.
La estación de penitencia en la mañana del Viernes Santo define asimismo a las cofradías nazarenas, cuyos hermanos de cruz y de luz acompañan los pasos de Jesús Nazareno, San Juan y Dolorosa. La salida viene marcada por
las dos horas solares o bien al romper el alba.
A lo largo del siglo XVII y primer tercio de la centuria siguiente la procesión del Viernes Santo de las cofradías de
Jesús Nazareno, lo mismo que las de las demás hermandades de Semana Santa, se impregna de la estética del barroco, llegando a deslumbrar a las personas convocadas por este espectáculo religioso que simultáneamente tiene
una finalidad catequética. El fenómeno se constata a través de numerosos indicadores en el conjunto de la diócesis
cordobesa que tomamos como muestra.
La fastuosidad se logra mediante la introducción de unos elementos que rompen la sobriedad de las estaciones de
penitencia en el último tercio del quinientos. Pasemos a un análisis somero de las novedades más relevantes.
Las cofradías nazarenas incorporan una o varias trompetas roncas que anuncian el paso de la procesión por las
calles del itinerario y marcan las pausas del cortejo en la marcha.
Asimismo en la etapa barroca se generaliza la costumbre de acompañar las imágenes principales con capillas de
música que entonan el Miserere a Jesús Nazareno y el Stabat Mater a la Dolorosa. Sin duda, la presencia de ins-
trumentos y cantores contribuyen de manera decisiva a engrandecer y a dar una mayor solemnidad a la estación
de penitencia.
El desfile procesional de las cofradías de Jesús Nazareno adquiere una mayor brillantez y espectacularidad con el
aumento del número de pasos. Normalmente a las tres imágenes que salían en su origen –Nazareno, Dolorosa y
San Juan- se unen las de Santa María Magdalena y la Verónica que intervienen en las escenificaciones de los encuentros con Jesús.
El lujo y la riqueza tienen uno de sus más claros exponentes en la aparición de pasos enriquecidos con plata.
También se labran en este noble metal las potencias, coronas de espinas y diademas de las imágenes, así como las
varas que lucen los hermanos mayores de algunas cofradías. Ricas telas de seda van a ser utilizadas en las túnicas
de los titulares, realzadas con artísticos bordados y ceñidas con vistosos cordones dorados, y en los mantos de las
Dolorosas, cuajados de estrellas de plata.
Otro indicador de la suntuosidad barroca lo encontramos en las lujosas cruces de plata y materiales nobles –carey,
marfil, nácar- que portan las imágenes de Jesús Nazareno en la estación de penitencia. Los cortejos procesionales
ganan en vistosidad con los palios, cuyo uso se generaliza en este período. La mayoría de las cofradías incorpora
este elemento que se confecciona a base de telas de damasco y terciopelo con lujosos bordados y adornos.
La espectacularidad se acentúa con los soldados romanos o sayones que van en la comitiva e intervienen en las
escenificaciones pasionistas del llamado sermón del Paso. El fenómeno alcanza una gran difusión en la segunda
mitad de la centuria del seiscientos. No obstante, contamos con testimonios documentales que nos ponen de manifiesto su existencia en fechas anteriores.
Por último, la manifestación más genuina del barroco son los sermones y representaciones de la Pasión que adquieren un innegable protagonismo en la Semana Santa. Los primeros suelen tener por escenario la plaza pública o un
lugar abierto y céntrico. Por lo general, el de la mañana del Viernes Santo se encomienda al predicador cuaresmal
que describe las escenas pasionistas con vehemencia y dramatismo, haciendo intervenir las imágenes mediante
una serie de movimientos.
La catequética del barroco: figuras bíblicas y representaciones de la Pasión
Las escenificaciones de la Pasión alcanzan una gran difusión en tierras andaluzas y se enmarcan dentro de los planteamientos del barroco. Con ello se pretende aleccionar a los fieles que acuden en masa a ver dichos actos religiosos. Asimismo en las procesiones nazarenas participan personas con rostros cubiertos con mascarillas de cartón y
los correspondientes atuendos que representan apóstoles, evangelistas, profetas y sibilas, así como distintas figuras
del Antiguo y Nuevo Testamento. En este contexto hay que situar el nacimiento del judío, símbolo del pueblo deicida, que lo encontramos en distintas localidades cordobesas como Baena, Cabra y Puente Genil.
Las representaciones de la Pasión se documentan a finales del XVI en las reglas de las hermandades nazarenas de
Montilla y Fernán Núñez, donde se escenifican las tres caídas y el encuentro de la Verónica. Sin embargo, tanto
estas manifestaciones como las que encontramos en el llamado sermón del Paso no se generalizan hasta la centuria
del seiscientos.
En efecto, el sermón del Paso se incorpora a la procesión de los nazarenos de la villa de Luque en los años cuarenta
y dos décadas más tarde se constata en Puente Genil la presencia de las figuras bíblicas de la cofradía de Jesús
Nazareno: evangelistas, apóstoles, sibilas y judíos de azote. De manera fehaciente también se comprueban en
Monturque en las cuentas de la hermandad de 1670.
Las figuras bíblicas y las escenificaciones de la Pasión quedan integradas en la procesión de Jesús Nazareno de
Pozoblanco a lo largo del siglo XVII. Las reglas de la hermandad vigentes en 1679 aluden a los sayones y a las
llamadas Niñas de Jerusalén que representan a las mujeres que se acercan a consolar al Redentor en el camino
de la Amargura. También el estandarte de la Sentencia se menciona en las susodichas constituciones. Finalmente
la primera referencia documental al sermón del Paso en la localidad de La Rambla aparece en las cuentas de la
hermandad nazarena correspondientes a 1685.
La estructura del sermón del Paso presenta un esquema muy parecido en el ámbito de la diócesis cordobesa. Normalmente se inicia con la escenificación de la expulsión del paraíso terrenal de Adán y Eva al cometer el pecado
originas, le sigue el sacrificio de Isaac y a continuación las secuencias de la Pasión comprendidas entre el Prendimiento y la llegada del Nazareno al monte Calvario. En algunas poblaciones las representaciones eliminan las
escenas del Antiguo Testamento y se centran en las de carácter pasionista.
El predicador, subido en un púlpito de madera portátil o en un balcón de la plaza, narra con viveza y dramatismo
la Pasión y también hace participar en sus movimientos las imágenes de Jesús Nazareno, Dolorosa, San Juan, Santa
María Magdalena y la Verónica, simbolizando los característicos encuentros.
Una parte esencial del sermón del Paso es el recitado en forma de pregón de la sentencia de Pilato, la del Padre
Eterno y la confortación del Ángel. La primera, conocida con el nombre de sentencia mala, se contrapone a la
buena, es decir, la que pronuncia el Padre Eterno que contiene como mensaje esencial el sentido de la Pasión y
Muerte de Cristo: liberar al género humano del pecado.
En la mayoría de las poblaciones el sermón del Paso se desarrolla de manera seguida en un espacio abierto a mitad
del recorrido de la procesión de Jesús Nazareno. Sin embargo, en algunas localidades las representaciones se distribuyen en distintos puntos del itinerario. Otro de los actos emotivos es la bendición del Nazareno a los campos
que se lleva a cabo fuera del casco urbano, de ahí que muchas imágenes tengan un brazo articulado.
Las representaciones en el sermón del Paso, como su mismo nombre indica, se utilizan como eficaz recurso catequético para adoctrinar a los fieles en los misterios de la fe, concretamente en el verdadero sentido de la Redención.
Pervivencia de una tradición secular: la procesión de los Nazarenos en la villa andaluza de Castro del Río
A pesar de las vicisitudes sufridas durante cuatro siglos, la hermandad de Jesús Nazareno de Castro del Río ha
logrado transmitir a las generaciones actuales un preciado legado en la estación de penitencia que realiza en la
madrugada del Viernes Santo. La procesión de nazarenos que recorre las calles de la villa del Guadajoz conserva
los rasgos peculiares y señas de identidad que definen a estas cofradías en los siglos XVI y XVII.
La multitud de penitentes descalzos que cargan sobre sus hombros pesadas cruces de madera o alumbran a los
pasos titulares con las hachas de cera constituyen una expresión de fe secular con un fuerte arraigo en todas las
capas sociales. La túnica y el capillo de color morado con el típico cordón de pita nos retrotrae en el tiempo al
hábito nazareno originario.
La tradición barroca pervive con fuerza en la nota colorista de los soldados romanos, la interpretación del Miserere
y Stabat Mater por la capilla de música y el sermón del Paso que se venía celebrando en el Llano de la Iglesia y en la
actualidad tiene lugar en el templo de Nuestra Señora de la Asunción. También las saetas a rigor de los pregoneros
singularizan la estación de penitencia nazarena.
El cruce de guiones, simbolizando la cesión de la carrera oficial por parte de la cofradía de la Vera Cruz a la de
Jesús Nazareno, precede la salida procesional a las dos horas solares de la madrugada del Viernes Santo. El cortejo
penitencial avanza de forma lenta con los pasos del Nazareno y Nuestra Señora del Mayor Dolor y San Juan, ofreciendo una estampa sobrecogedora cuando baja la calle Caridad, sube la Corredera o pasa por el Arco de la Cuesta
Santo Cristo que franquea la entrada en el conjunto histórico artístico del barrio de la Villa.
La llegada a la iglesia mayor marca una pausa que alivia al penitente momentáneamente del esfuerzo soportado
durante tantas horas cargando con la pesada cruz en ofrenda al Redentor. En la parroquia suena el vibrante y estremecedor sermón del predicador que se intercala con la voz de los pregoneros que cantan con la peculiar entonación la sentencia de Poncio Pilato, la del Padre Eterno por medio del ángel y la confortación de la Virgen.
En el sermón del Paso se representa el encuentro de la Madre con el Hijo mediante el acercamiento de las imágenes
de Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Mayor Dolor. La escolta de romanos participa en el acto impidiendo con
el cruce de lanzas el paso de la Virgen. La intervención del orador sagrado alcanza tonos dramáticos y al final los
soldados dejan expedito el camino.
Al terminar el sermón del Paso, la procesión reanuda la marcha y, a través del incomparable marco del monumental
Triunfo de San Rafael y la torre del homenaje del castillo, se dirige a su templo hospitalario, donde hace la entrada
al filo del mediodía.
La original procesión de la madrugada del Viernes Santo en esta población andaluza, situada a orillas del río Guadajoz en la feraz Campiña cordobesa, constituye un caso singular en la Semana Santa española al mantener viva
la esencia penitencial de las hermandades nazarenas. Esta reliquia resulta equiparable en los disciplinantes a los
célebres picaos de San Vicente de la Sonsierra en tierras riojanas.
La peculiar estación de penitencia nazarena se presenta a la vista de todo el mundo cofrade en la magnífica exposición fotográfica del castreño Francisco Sánchez Moreno, quien con sus dotes artísticas ha sabido captar de manera
profunda la esencia de una tradición genuina y secular.
BIBLIOGRAFÍA
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JIMÉNEZ RODRÍGUEZ, J.S., Antropología cultural de Puente Genil: La cofradía de Jesús Nazareno. Puente Genil,
1986.
La Semana Santa de Castro del Río llama a la calle a su gente, para que un año más le responda entregada. La
devoción y la fe llenan el día a día de un periodo cargado de espiritualidad. Todo el mundo se prepara para una
celebración religiosa vivida intensamente. Se engalanan los corazones y las fachadas de las casas. Es tiempo de
magdalenas y pestiños, sabores para el cuerpo y para el alma. De un arca de pasión se recuperan ritos y costumbres, y centenares de castreños ausentes regresan a sus raíces. Un lazo invisible, imposible de romper, los empuja
a ello.
La madrugada del Viernes Santo sale a la calle la Hermandad de Jesús Nazareno, para cumplir su estación de penitencia. El penitente nazareno viste humilde y sencilla túnica de sarga morada, larga cola, que parece querer borrar
el rastro de su humilde paso. Lleva soga al cuello y un verduguillo cubre su rostro, pues su penitencia va dirigida
a Dios; no necesita más testimonio. Y la Cruz, esa madera que el penitente porta anhelante de aliviar la pesada
carga de Jesús Nazareno.
El Nazareno marcha con su pueblo, y su porte es a un tiempo sufriente y majestuoso, bajo la pesada cruz de madera y sobre las almas de su gente. Sus pies descalzos, en comunión con la tierra, reciben la sabia que le da la fuerza
en su subida al Calvario.
El silencio domina la “Madrugá” del Viernes Santo, silencio sólo roto por las saetas centenarias o los cantos del
Coro de Capilla. Una noche larga y fría, con los pies desnudos. El frío lo domina todo, el frío y el silencio, pues es
tiempo de meditación, de oración, de ruegos y promesas calladas.
Más de cuatro siglos de historia no han perturbado la tradición de la penitencia nazarena a orillas del Guadajoz,
porque el hermano de Jesús Nazareno, celoso defensor de sus raíces, en un acto de fe y devoción, ha sabido ser
fiel continuador de la estación de penitencia en su estado más puro, más humano.
El artista castreño Francisco Sánchez Moreno ha sabido captar con el objetivo de su cámara instantáneas llenas de
fuerza y expresividad de un viaje ritual cargado de contrastes, jugando con ellos de forma magistral. Noche y día,
sombra y luz, pecado y redención perfilan los claroscuros del alma humana. El devenir del tiempo es otra de sus
constantes: la niñez, la juventud, la madurez y la vejez se alternan en sus estampas. Cuerpos sufrientes, mortales, se
cargan de la eternidad del alma en pasos de tradición y futuro. Recordando a Machado “Todo pasa y todo queda”
como quedará inmortalizada esta “madrugá” en la obra de Francisco Sánchez Moreno.
Salud Guillén
Concejala de Cultura
Estamos en la era de la imagen, la comunicación y la globalización. Cualquier acontecimiento puede
llegar al resto del mundo incluso justo en el momento en que está ocurriendo. Por eso desde mi pueblo,
desde Castro del Río, quiero contribuir para que algo tan especial como es la procesión de La Madrugá
pueda llegar a conocerse en muchos lugares fuera de nuestro entorno. No sé si es verdad lo de que una
imagen vale más que mil palabras, pero lo que sí es cierto que una imagen puede contar, narrar, reflejar,
muchas cosas y ese es el motivo de la exposición Nazarenos en la Madrugada del Viernes Santo.
El resultado son 42 fotografías a color que reflejan el presente de la Ilustre y Venerable Hermandad
de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Mayor Dolor. Estas imágenes nos
podrían remontar cuatro siglos atrás, hasta su creación. La esencia de esta singular procesión es la misma,
aunque las personas hayan cambiado. El nazareno es el soporte fundamental de esta tradición y así lo
quiero expresar.
Presento un trabajo documental, donde las imágenes transmiten el sentimiento religioso de todo un
pueblo y de una procesión única. Son fotografías sin artificios, directas y con mucho mensaje. Se puede
observar el contraste entre la noche y el día, con lo que se recrean diferentes atmósferas. Con mi cámara
he captado la espiritualidad, el sentimiento, el recogimiento de una procesión tan singular durante todo
su recorrido.
Este proyecto se complementa con el cartel de la Semana Santa del año 2008, así como con la elaboración del calendario del 2009 con fotografías que componen esta exposición. Con ello, os animo a disfrutar de este legado con el deseo de que siga perdurando en el tiempo.
Sánchez Moreno
Fotógrafo
Pasado, presente y futuro se cruzan en la penitencia nazarena. Madeja de la vida que abraza sangre vieja y siempre nueva. Manos que
se aferran a la desnuda niñez. Esperanza de perpetuidad, promesa de
futuro.
El silencio lo llena todo, lo invade todo, dejando paso a las oraciones
calladas, a la meditación interior. Emoción contenida que a veces se
rompe en un desgarro interior y pugna por salir. Requiebros del alma.
Suena entonces una saeta en la noche, saeta centenaria de la Semana Santa de Castro del Río, que contempla inmutable el devenir del
tiempo.
El incienso te dobla el aire y difumina el tiempo. Una bruma sagrada
nubla nuestros sentidos pero despierta nuestra alma. La recupera de
tantas madrugadas sin edad, enlazando lo que fuimos con aquellos
que serán. El olor, el sentimiento, se ha impregnado en la rudeza de
las túnicas, que desdibujan cuerpos que sufren. Es el espíritu, joven,
quien renace hoy hacia su ansiada eternidad. Allí os está esperando
ya, con la misma pasión con que nació en vosotros, una nueva madrugá.
SÁNCHEZ MORENO
Castro del Río (Córdoba). 1967
Autor del libro Esencia de Sefarad (Editorial Almuzara).
Premio Córdoba de Periodismo 2007.
Redactor gráfico de Diario Córdoba desde 1988 hasta la actualidad.
Presidente de la Delegación en Córdoba de la Asociación Nacional de los Informadores Gráficos de
Prensa y Televisión.
Cerca de 20 premios tanto a nivel nacional como internacional lo avalan a lo largo de su carrera profesional.
En la actualidad compagina su trabajo diario en prensa con su faceta más creativa. Muestra de ello son más
de 90 exposiciones, tanto individuales como colectivas, en las que ha participado tanto en Córdoba y provincia como fuera de ella [Madrid, Jaén, Sevilla, Andorra, Valladolid, Ribadavia (Ourense), Gerona, Oviedo,
Tudela(Navarra), Toledo, Plasencia (Cáceres), Segovia, Besalú (Gerona), Ávila, León, Tortosa(Tarragona), etc.].
También hay que añadir en su currículum la participación en multitud de anuarios(Diario Córdoba, Asociación de la Prensa, etc), guías turísticas, y una extensa bibliografía:
“Crónica negra de la historia de Córdoba (antología del crimen)”, libro
“50 años del Diario Córdoba”, libro “Los carmelitas descalzos en la
villa cordobesa de Espejo (1700-1835)” de los autores Juan Aranda
Doncel, Miguel Ventura Gracia y Antonio Flores Muñoz, libro “Jesús
Nazareno y la Semana Santa de Castro del Río” de Juan Aranda
Doncel, libro “Crónica de un sueño. Memoria de la transición
democrática en Córdoba 1973-1983”, libro “Córdoba hacia el 2016”, libro “Córdoba CF: 50 años
en blanquiverde”, libro “CórdobaGuitarra 25 años del festival”, libro
“Embrujo latente. 25 años de fotografía en Córdoba”, libro “La mano
del tiempo”, revistas, cdroms, etc.
Así como la participación en impartir
varios cursos y formando parte de diferentes jurados.
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