Los santos inocentes, MIGUEL DELIBES

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Temas literarios: Miguel Delibes, 2º Bachillerato A-B-C, 2009-2010. Prof.: Laura M. H.
MIGUEL DELIBES: Los santos inocentes
1. LOS PERSONAJES EN LSI
La galería de personajes que aparece en LSI denota la firme preocupación del autor por el ser
humano. Los santos inocentes es una novela de personaje: el eje del que depende toda su
anatomía son los personajes. Cuantitativa y cualitativamente, la mayor proporción del texto se
reserva al retrato de las figuras humanas.
Clasificación.
El número de personajes que se mueven por el cortijo es considerablemente elevado. Podemos
establecer tres grupos de personajes:
• Personajes de primer plano. Son los personajes marginados, como Azarías, que se constituye
en verdadero protagonista de la novela.
• Personajes de segundo plano. El perfil humano de estos personajes queda difuminado.
• Personajes de tercer plano. Su presencia, aunque accidental, es indispensable para entender
la complejidad temática y social de la novela.
• Personajes sencillos. Es el bloque más representativo de la narrativa de Delibes.
• Personajes vanos. Los rasgos más característicos de estos personajes son los siguientes:
- Suelen ser socialmente acomodados.
- Son paradigma de comportamiento inauténtico.
- La actitud del autor hacia ellos es de denuncia, pero también de compasión.
Personajes de primer plano.
AZARÍAS: Tal vez sea Azarías el personaje que justifica, junto con el de la Niña Chica, el hecho de
que la novela tenga ese título tan hermoso y revelador de Los santos inocentes. Viene a ser el
símbolo de la unión de lo instintivo con la Naturaleza. Sus sentimientos son tan elementales
como los de las aves que domestica. A través de la milana, Azarías forma parte de la bandada de
los pájaros, se adentra en su reino y, en cierto modo, se convierte en un bicho más. Es un ser de
instintos primarios, para quien el universo tiene el contorno de un cortijo y la vida el único
sentido de dar y recibir afecto, que él concentra en su milana. Posee tres características esenciales:
- Es “inocente” en un doble sentido: no es consciente de causar perjuicio y sufre una
deficiencia psíquica;
- Es viejo: “Para San Eutiquio sesenta y dos años”;
- Es un ser marginado entre los habitantes pobres de los cortijos, una persona a los que los amos
mantienen por caridad.
Estos tres aspectos se manifiestan repetidamente, en su prosopografía y en su etopeya.
LAS MILANAS. Forman parte sustancial de la vida de Azarías y se constituyen en verdaderos
personajes. Para otros personajes son “carroña”, mientras que para Azarías valen más que
cualquier ser humano. En las milanas halla Azarías posibilidad de comunicación (las llama y los
animales contestan rápidamente) y agradecimiento.
PACO EL BAJO. Este personaje adquiere doble función: por un lado, es el paradigma del modo
de, vida de los sirvientes del cortijo, y al mismo tiempo está muy bien caracterizado, dotado
de rasgos peculiares individuales. El aspecto de su conducta que más destaca es la sumisión.
Asume de forma natural su condición de siervo. Sus aptitudes son muestras de sabiduría e
ingenio. Su corta nariz goza de un olfato prodigioso para la caza. Posee, finalmente, detalles de
indudable calidad humana. Desea ilusionadamente que sus hijos alcancen un futuro mejor a
través de la educación. Es, junto a la Régula, modelo de amor al prójimo. Mantiene hacia Azarías
una actitud de comprensión y de cariño.
EL SEÑORITO IVÁN. En Iván, Delibes ha quintaesenciado la mentalidad y la conducta del
señorito franquista hasta rayar en la caricatura: ahí están su vanidad y cinismo, su jactancia
chulesca, su prepotencia y su proteccionismo envilecedor. Es un personaje monolítico,
porque en él todo son defectos: desprecio arrogante e insensible por el infortunio ajeno,
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ostentación de su hegemonía social y defensa de una organización socioeconómica que perpetúa
un arriba y un abajo comunicados tan sólo por la caridad de los de arriba y la servil domesticidad
de los de abajo. Asume su condición de amo. Su pasión incontrolada por la caza supone, en
primer lugar, desprecio por la Naturaleza. Destaca, finalmente, su conducta cínica. Su
condición de amo descuella también en sus devaneos con doña Purita. Se relaciona con ella de
forma natural, como si tuviera derecho de uso sobre la esposa de su hombre de confianza.
Personajes de segundo y tercer plano.
Don Pedro, el Périto (el opresor -oprimido), preso de celos y de impotencia; la señorita
Miriam (signo de conciencia social entre los acomodados) y el Quirce (símbolo de la insumisión y
el antisedentarismo de los humildes).
Régula es la mujer de Paco, el Bajo.
La Niña Chica es uno de los personajes más conseguidos. Su “inocencia” consiste en una
deficiencia física patente. Constituye la imagen más impresionante de la degradación. Quizá lo que
más sobrecoge de ella es su “berrido lastimero”.
El Rogelio se ocupa del tractor y comprende la mecánica como nadie.
Doña Purita es un ejemplo de frivolidad. Sus devaneos, sus ademanes, su actitud desafiante hacia
don Pedro muestra a una mujer con una sola intención: la conquista amorosa del señorito Iván.
2. TEMAS PRINCIPALES Y SECUNDARIOS
Este drama rural resuelto en tragedia muestra un conflicto entre desiguales, un conflicto
acerca de la sumisión e inocencia de los desheredados, un conflicto entre estos, siervos, y los
amos, señores. Delibes enfrenta dos modos de entender el mundo y dos concepciones de la
relación entre el hombre y la naturaleza.
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•
Los criados: cuya vida ha transcurrido siempre en contacto directo con la tierra, en una
espontánea comunión con el medio que les ha permitido entenderlo como nunca podrán
hacerlo los amos. Azarías es el símbolo más puro de esa actitud, como bien demuestra en
su pasión por las milanas.
Los señores: su vínculo con la naturaleza estriba en su dominio y posesión, es un vínculo
virtualmente agresivo que vulnera el equilibrio natural; residen lejos, en la ciudad, y acuden
al campo de tarde en tarde, mantienen una distancia estamental insalvable que los hace
inhumanos y no conocen el respeto a la dignidad del inferior. La discordia irrespetuosa con
la naturaleza y con sus criaturas se hace arquetipo en el personaje de Iván, el señorito
cazador.
Delibes enfrenta dos universos antagónicos, el del orden natural, asociado con la vida rural,
y el del caos y la necedad incomprensiva, asociado con la cultura urbana, de la que son portadores
los personajes elevados. Aun así, entre ambos mundos se mueven algunos personajes bisagra,
como Quirce, que se resiste a aceptar el fatalismo de su condición de pobre, don Pedro el perito,
vejado por los de arriba y algo déspota con los de abajo, y la señorita Miriam, que aprenderá con
cierto dolor la magnitud de una miseria que ella desconocía.
Delibes concibió el proyecto de la novela como una tentativa, malograda durante casi
veinte años, de conciliar la denuncia de la pobreza y la incultura que, por negligencia interesada de
los poderosos, degradaban la vida rural en los latifundios fronterizos con Portugal, con una
escritura de aliento poético, oscilante entre el idilio (el canto a una naturaleza hermoseada) y la
elegía (el lamento por el bien y la belleza en retroceso).
Desde un punto de vista temático, la novela presenta cuatro grandes líneas:
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a)
b)
c)
d)
Evolución de la España de la década de los años 60.
Explotadores y explotados, ricos y pobres, vencedores y vencidos.
El maniqueísmo o las relaciones entre el bien y el mal.
La injusticia rural.
Tomando este planteamiento como principal referencia, hay una serie de temas presentes
en la obra:
a) Riqueza y pobreza, dos mundos diferenciados: los dirigentes y los servidores, la
b)
c)
d)
e)
f)
g)
h)
familia y los amigos del señorito Iván frente a la familia de Paco el Bajo y Régula, cuyas
fronteras aparecen muy marcadas en el ámbito rural, ya que ninguno de ellos, salvo
contadas excepciones, osa mezclarse en el mundo de los otros de manera voluntaria.
El maniqueísmo, la dicotomía entre el bien y el mal: la dicotomía entre el bien y
el mal casi siempre sin términos medios, dejando en un lugar indefinido a algunos
personajes tibios en las dos clases sociales predominantes en la novela, los llamados
“personajes bisagra”, como es el caso de la señorita Miriam, la hija de la marquesa, o
Nieves, la hija de Paco y Régula, en una analogía que permite a ambas hijas alejarse
del comportamiento establecido por sus respectivas familias.
La herencia de la guerra civil española: vencedores y vencidos se ven obligados a
convivir en unas tierras agrestes, esa simbología del régimen franquista adquiere tintes
más que evidentes en la actitud despótica del señorito Iván y en el episodio de la visita
de la marquesa, quien entrega una mísera limosna a cada uno de los campesinos, que
no pueden hacer otra cosa que mostrar agradecimiento y sumisión.
Indefensión social de la clase media : condenada a ser despreciada por los ricos y
casi odiada por la servidumbre campesina, la existencia de don Pedro, el perito, y el
adulterio continuado de su mujer con el señorito Iván son una buena muestra del
incómodo papel que se ven obligados a desempeñar.
La incultura y el analfabetismo : como arma principal de los poderosos para seguir
manteniendo su status, en ese sentido, resulta estremecedora la escena en la que el
señorito Iván hace escribir su nombre a Régula ante el embajador francés, para atajar
así sus críticas hacia el régimen franquista. Una vez más, el contraste entre ambos
mundos es brutal, y sólo los más jóvenes, Quirce y Nieves, se empeñarán en aprender
a leer y escribir como un medio que les permita abandonar el coto cerrado del cortijo.
La relación del hombre con la naturaleza: como una extensión de su papel en la
sociedad, los ricos la explotan para su conveniencia y los trabajadores del cortijo deben
convivir con ella para sobrevivir, algunos rozando la brillantez, como ese olfato
impagable de Paco el Bajo.
Los primeros síntomas de la nueva actitud de los jóvenes: preludio de lo que
habría de llegar en la década de los setenta, la huida y la emigración que lleva a cabo
el Quirce, renunciando a continuar con la tradición familiar de la servidumbre como
hicieran sus padres.
El triunfo final de los más desfavorecidos: aunque sea de la mano de la venganza,
los seres más indefensos y trastornados, aunque al tiempo los más espiritualmente
puros, la Niña Chica y Azarías, son los encargados de conmover los cimientos de esta
estructura social anquilosada. Los gritos de ella y el amor que él muestra hacia las
rapaces devuelven al lector la esperanza en cierta justicia, aunque sea poética, sin
olvidar el desenlace de la novela.
(Rubén Castillo)
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3. MIGUEL DELIBES Y LA NOVELA ESPAÑOLA A PARTIR DE 1936
El arranque de la novela valiosa tras el fin de la Guerra Civil se inicia con la publicación de
los dos libros siguientes: La familia de Pascual Duarte, en 1942, obra de Camilo José Cela, y Nada,
de Carmen Laforet, publicada en 1944. En la primera novela, que se desarrolla en la Extremadura
rural de antes de la Guerra Civil y durante ella, su protagonista cuenta la historia de su vida, en la
que se presenta la violencia más cruda como única respuesta a los sinsabores de su existencia.
Este libro inaugura un nuevo estilo en la narrativa española, el llamado “tremendismo”, en el que
se muestra sin ambages la dureza de la realidad. La novela de Carmen Laforet retrata el desengaño
de la protagonista cuando se instala con unos familiares en Barcelona y ofrece el desmoronamiento
físico y moral de parte de la sociedad española en los primeros años de posguerra. Ambas obras
pertenecen a la tendencia más importante de los años cuarenta: la novela realista existencial,
en la que hay que distinguir tres grandes personalidades que seguirán publicando a lo largo de toda
la segunda mitad del siglo XX: el ya mencionado Camilo José Cela. Gonzalo Torrente Ballester y el
vallisoletano Miguel Delibes. Éste se da a conocer en 1948 al ganar el premio Nadal con La sombra
del ciprés es alargada, narración impregnada de una angustia muy propia de aquellos tiempos:
obsesión por la muerte y la infelicidad.
En la década de los cincuenta predomina la llamada novela social. Los autores llevan a cabo
una dura crítica de la injusticia y de la desigualdad de clases. Los protagonistas son individuos
representativos de la sociedad: obreros, campesinos, habitantes de los suburbios… El tema
principal es la propia sociedad española, caracterizada por la soledad individual y colectiva, una
soledad que es fruto de la desconexión entre pobres y ricos, campo y ciudad, y de la división de los
españoles a causa de la Guerra Civil. Hay dos títulos sobresalientes: La colmena (1951), de Camilo
José Cela, punto de partida de la novela social, que nos cuenta a través de retazos la vida de
múltiples personajes de Madrid durante los primeros años del franquismo y fue considerada por el
propio autor como “una crónica amarga de un tiempo amargo”, y El Jarama (1955), de Rafael
Sánchez Ferlosio, libro que inicia el llamado objetivismo o neorrealismo, en el que el escritor
presenta la realidad sin emitir juicios de valor, sin permitirse ninguna expansión sentimental o
emotiva o sondar la psicología interna de los personajes, un grupo de jóvenes que pasan un
domingo de verano a las orillas del río Jarama. Otros autores que escriben sus obras en este
período son Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite, Juan Goytisolo, etc. En
esta época Delibes escribe su libro que le lanzó a la fama, El camino (1950), con la que inauguró
un acercamiento a la vida rural, tema clave de toda su producción. Posteriormente publicó Mi
idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955) y La hoja roja (1959), obras en las que
critica el comportamiento de los círculos burgueses. Otra obra que se situaría dentro de la llamada
novela social es Las ratas, de 1962, para algunos su obra maestra, en la que combina el realismo
crudo y el tono poético. Se trata de un documento social de injusticia y denuncia: la situación
geográfica del campo castellano y las penalidades que padecen sus gentes. En la obra aparecen el
hombre y el entorno enfrentados en desigual trance: la frustración del hombre por la falta de
horizonte social.
En los años sesenta, aunque persisten la crítica social y la preocupación por el ser humano, los
novelistas se centran más en el lenguaje que en la realidad. Prevalece la experimentación de
nuevas técnicas narrativas: el argumento pierde importancia, aparece la técnica del contrapunto y
del monólogo interior, el lenguaje es más barroco, aparecen nuevas formas de puntuación y
tipografía, el personaje siempre está en conflicto consigo mismo en la búsqueda de su identidad o
con el medio social que trata de destruirlo, etc. La obra más representativa de este período es
Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, publicada en 1962. Los dos títulos de Delibes que más se
acercan a esta tendencia son Cinco horas con Mario (1966), largo monólogo interior en el que una
mujer vela a su marido muerto, y Parábola de un naúfrago (1969), relato simbólico y alucinante.
Pero Delibes pronto abandonó la experimentación ligüística y retornó al intimismo y el realismo
minucioso de sus obras anteriores con El príncipe destronado (1974), representación de los hábitos
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y el habla propia del mundo rural, y Las guerras de los antepasados (1975), cuyo tema dominante
es la violencia que rodea al protagonista sin lograr hacer mella en su elemental y singular bondad.
No sólo Delibes, en general, la narrativa a partir de 1975 (muerte de Franco) vuelve a la
concepción clásica del relato, recuperando el interés por el argumento, el personaje individual y
un lenguaje sencillo y natural. Coexisten autores de distintas promociones y conviven varias
tendencias: novela intimista, psicológica, histórica, de aventuras, policíaca, etc. La lista de nombres
sería interminable: Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta, 1975), Juan Marsé, Luis
Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986), Javier Marías, Luis Landero (Juegos de la edad tardía,
1989), Arturo Pérez Reverte, Antonio Muñoz Molina (El jinete polaco, 1991), etc.; por citar algunos.
Miguel Delibes publica varias novelas en el último cuarto del pasado siglo. Tanto en El disputado
voto del señor Cayo (1978) como en Los santos inocentes (1981) reivindica los valores del mundo
rural. Otras obras de los últimos años son las siguientes: Cartas de amor de un sexagenario
voluptuoso (1983), exploración de la soledad y el sentimiento amoroso de un anciano; Mujer de
rojo sobre fondo gris (1991), dedicada a su mujer; El hereje (1998), su última obra, es de carácter
histórico y en ella expone el conflicto religioso católico-protestante en el Valladolid y norte de
España del siglo XVI.
4. DIFERENCIAS SOCIALES EN LSI
Miguel Delibes tiene un concepto generalmente negativa de todo lo que representa la
sociedad humana, porque le parece una institucionalización del egoísmo, la falsedad y la
desigualdad. El hombre ha establecido un esquema para su organización social, como ya advirtiera
Rousseau en su obra El contrato social, pero es un sistema que está viciado, porque parte de un
error grave: que se puede ascender en la pirámide social gracias al delito o la falta de escrúpulos.
En suma, que los elementos "externos" al ser humano (dinero, títulos de nobleza y demás) lo
puedan encumbrar por encima de otros seres, cuyos elementos "internos" (bondad, moralidad)
deberían darle a estos últimos la posibilidad de subir. El viejo refrán de que "Tanto tienes, tanto
vales" es, para Delibes, la gran aberración social.
En la novela que analizamos, el autor nos presenta un ejemplo claro de esta sociedad,
donde los buenos son aquellos que viven en armonía con el medio que habitan; y donde los malos
son los personajes advenedizos, es decir, los que acuden a este medio con fines espurios (cazar por
el puro placer de matar animales, como el señorito Iván; ser adorado como un ser superior por
todos los subordinados, como la señora marquesa; etc). En suma, lo que Delibes está aquí
criticando es el status, y el modo de progresar en ese status. ¿Por qué alguien como Paco el Bajo
—parece preguntarse el autor de la novela—, tan maravillosa persona, tan servicial, tan amante de
su familia, tan respetuoso con todo el mundo, tan interesado en la educación de sus hijos, tiene
que estar a las órdenes de alguien como el señorito Iván, que se dedica a humillarlo? El señorito
Iván, como la señora marquesa, gozan de una situación de privilegio porque existe un sistema
social que los ha situado desde hace siglos en la cumbre; y ellos sólo se dedican a vegetar en esa
zona de privilegio. Recordemos el modo en que Iván dice, en un momento de la obra, que todos
tenemos que acatar una jerarquía. Es cierto. Pero se olvida de decir que a él ese sistema le parece
perfecto porque desde siempre ha estado en la parte superior de la pirámide. Un sistema que le
perpetúa en lo alto es un sistema que, necesariamente, le tiene que parecer bien.
Las grandes diferencias sociales en la obra nos llevan a una situación de dicotomía o
maniqueísmo:
—de un lado están los poderosos, los que están arriba, los que tienen el dinero y el poder
(Iván, Miriam, marquesa), que se ordenan en tres bloques bien diferenciados. Unos encarnan el
poder ideológico-mítico (la señora marquesa), que se apoya en la fidelidad supersticiosa de los de
abajo (posición de privilegio, actitud sumisa ante ellos por creerlos investidos de un poder superior,
etc); otros encarnan el poder fáctico (como Iván, que no sólo usa su control, sino que abusa de él,
comportándose como un pequeño tirano omnipotente); y otros se alinean más bien en una línea de
conciliación (como Miriam, que se compadece de los inferiores y que busca un acercamiento más
humano a ellos).
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—del otro lado están los humildes, que forman una masa opaca y sin voluntad, obediente
y temerosa. Sin embargo podríamos darnos cuenta de una sutil frontera que separa a estos
humildes en dos grupos: están los que se han resignado a su suerte y, por otro lado, los que
buscan en la educación un modo de salir de la pobreza (Paco y, sobre todo, Régula, que quieren
para sus hijos una vía de escape).
—en medio, como una especie de personajes-bisagra, están don Pedro y doña Purita, ese
matrimonio anómalo que ni es aceptado plenamente por los "superiores" ni termina de encajar
entre los "humildes". Ellos actúan como un mecanismo de conexión entre los dos mundos
antagónicos de la obra.
En todo caso, Miguel Delibes se limita (en apariencia) a darnos estas imágenes sin
ofrecernos respuestas. El mundo que nos retrata es así, y somos los lectores quienes tenemos que
construir nuestra reflexión, con los datos que el autor nos suministra.
El crítico Ramón Bucley lo ha dicho en su obra Problemas formales en la novela española
contemporánea: "El lector se convierte así en elemento activo en el proceso de creación, no sólo
porque da conversación (imaginariamente) al narrador, sino porque debe interpretar lo que éste
dice y, sobre todo, cómo lo dice".
Los santos inocentes es, en este sentido, una obra maestra de la novela "sugerente",
porque nos obliga a reaccionar ante las injusticias que Delibes nos pone ante los ojos.
(Rubén Castillo)
5. Contenido y estructura en LSI.
Azarías es un campesino, deficiente mental, que lleva a cabo sencillas tareas rurales en la
Jara, un cortijo enorme. Cuando el dueño lo expulsa, se va a vivir con su hermana, la Régula,
casada con Paco, el Bajo, y madre de dos hijos y dos hijas, una de las cuales, la Niña Chica, es una
muchacha que lleva una vida vegetativa, debido a una parálisis cerebral. De cuando en cuando,
emite unos alaridos sobrecogedores, y Azarías la calma diciéndole las mismas palabras que dice al
búho o a la grajeta amaestrados: «Milana bonita». Azarías ama apasionadamente a su sobrina y
sus pájaros. Por otra parte, su cuñado, Paco el Bajo, insustituible ayudante del señorito Iván en sus
cacerías, se quiebra una pierna al caer de un árbol mientras ayudaba a éste. La nula consideración
del cacique hace que Paco se lesione por segunda vez, ya que aquél no le ha permitido guardar el
descanso prescrito por el médico. Como el señorito se queda sin “secretario” y no quiere ni puede
prescindir de la caza, pide que lo acompañe Azarías. En una ocasión en que no consigue abatir
ningún pájaro, Iván observa cómo cruza el cielo una bandada de grajos. En esa bandada va la
“milana” de Azarías. Éste, inocentemente, emite el «quiá» con que suele llamar a su grajeta, y,
cuando ésta baja a posarse sobre el hombro de su dueño, cae abatida por un disparo de Iván.
Azarías queda desconsolado: «La Niña Chica llora porque el señorito me ha matado la milana», dice
Azarías al escuchar uno de los alaridos de su sobrina. Cuando vuelve a salir por la tarde, se lleva a
cabo la terrible venganza del inocente. Con la muerte de Iván a manos de Azarías, termina la obra.
La novela contiene los elementos supraestructurales del género (planteamiento, nudo y
desenlace) y su carácter episódico no presenta especiales dificultades de comprensión. Pero, algo
hay en ella de renovador, algo que no se ajusta a las normas tradicionales del discurso narrativo;
esto ocurre, concretamente, en la presentación de personajes o en el fluir del tiempo. Tampoco se
puede decir que sean convencionales las espléndidas repeticiones (el «milana bonita» de Azarías es
una anáfora de poderoso valor lírico, depositaria de una incontenible emoción y ternura), ni el
habla sentenciosa («ae, Dios dio alas a los pájaros para volar»), o extrañamente vulgar («la milana
te tiene calentura…[…] El Azarías nos entró de mañana, señorito»). En general, Delibes es un
maestro en incluir fragmentos de oralidad hasta en los dominios del narrador: «…y a Paco, el Bajo,
como quien dice, le tocó la china y no es que le incomodase por él, que a él, al fin y al cabo, lo
mismo le daba un sitio que otro, pero sí por los muchachos, a ver, por la escuela…».
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Las voces populares y las expresiones lugareñas despiertan un sentimiento inicial de sorpresa y
posterior deleite. Esa sorpresa y ese deleite procede de la sabia disposición alternante de lo vulgar
(«no me se agrieten») y lo lírico. “Escuchemos” el inicio del libro cuarto, en el que la recurrencia
del fonema /r/ inunda de sonoridad la secuencia (aliteración): «Mediado junio, el Quirce comenzó a
sacar el rebaño de merinas cada tarde, y al ponerse el sol, se le oía tocar al armónica
delicadamente de la parte de la sierra, mientras su hermano Rogelio no paraba, el hombre, con el
jeep arriba, con el tractor abajo, siempre de acá para allá, / este carburador ratea…»).
La novela consta de seis secuencias o capítulos, a los que Delibes llama «libros». La razón
de esta denominación responde a que cada uno de aquellos capítulos presenta independencia
argumental. Los libros son:
 Libro primero: “AZARÍAS”.
Lo fundamental es el relato de la estrecha relación existente entre Azarías y la «milana», un búho
por el que siente un cariño enorme y con el que mantiene una relación entrañable y tierna.
Además, se nos cuenta:
-
-
Cómo Azarías va y viene con frecuencia a casa de su
hermana, la Régula y pregunta por la Niña Chica.
Su principal dolencia: “la perezosa”.
La preocupación por los posible malos tiempos futuros: quita
los tapones de las válvulas de los coches de los invitados.
Cómo “corre el cárabo”.
La enfermedad de “la milana”.
 Libro segundo: “PACO EL BAJO”.
Comienza el capítulo con el traslado de la familia de Paco el Bajo, marido de la Régula, «desde lo
de Abendújar a donde el señorito». En este capítulo se cuenta:
-

Libro tercero: “LA MILANA”.
-
-
-

Labores de Paco, el Bajo.
Las clases de lectura de los campesinos.
La entrada de Nieves, la hija de Paco, al servicio de don
Pedro, el “Périto”.
La primera comunión del señorito Carlos Alberto.
El deseo de la Nieves de hacer también la primera comunión.
Es ridiculizada por doña Purita.
Las peleas de don Pedro el “Périto” con Puri, su mujer.
Azarías dice a la Régula que ha sido despedido por el
señorito: « y la Régula, ae, eso no puede decírtelo tu
señorito, que si te pusiste viejo, a su lado ha sido».
Entran en la acción Rogelio y el Quirce, dos hijos de Paco y
Régula.
La suciedad de Azarías: la compra de las camisetas.
“Correr el cárabo”.
Rogelio regala a Azarías una grajeta: la segunda “milana
bonita”.
Libro cuarto: “EL SECRETARIO”.
-
Paco, el Bajo y su olfato de perro.
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-

Libro quinto: “EL ACCIDENTE”.
-
-

Ayudante insustituible en las cacerías: «Ni el perro más fino
te haría el servicio de este hombre, Iván, fíjate lo que te
digo, que no sabes lo que tienes, le decían».
Las limosnas de la señora marquesa. La marquesa ve a
Azarías.
La señorita Miriam (el único miembro de los poderosos que
presenta sentimientos humanos y de solidaridad hacia los
pobres) va con Azarías a ver a la “milana”. De paso, también
ve a la Niña Chica.
Paco, encaramado en lo alto de un árbol, agitando el cimbel
como reclamo. Cae desde lo alto y se rompe una pierna.
Ya no puede acompañar al señorito: Paco se siente culpable
de haberse lesionado.
El Quince sustituye a Paco en las batidas de caza.
El señorito tiene prisa: Paco debe estar bien para una
próxima cacería.
Salida a nueva cacería. Paco vuelve a lesionarse.
Nieves ve cómo el señorito y doña Purita se besan «a la luz
de la luna bajo la pérgola del cenador”.
Libro sexto: “EL CRIMEN”.
-
-
Desaparece doña Purita. Reaparece.
La cacería del señorito Iván, acompañado por Azarías, que
hace de secretario.
«¿Oyes, Régula, la Niña Chica llora porque el señorito me ha
matado la milana»
Desenlace.
La obra responde al esquema tradicional de la novela (planteamiento, nudo y desenlace).
Desde el punto de vista del desarrollo lineal de los hechos, la novela se estructura de la siguiente
manera:
o En los tres primeros capítulos se nos presenta a los personajes principales. En el tercero
de estos libros se enlazan las historias narradas en el primero y en el segundo.
o El capítulo cuarto es el de la presentación en escena del señorito Iván, personaje que se
sitúa en las antípodas de los personajes humildes. Iván es la representación de la
tiranía, de la arrogancia y del paternalismo egoísta y campechano.
o Los dos últimos libros vuelven a tratar asuntos ya contados. El enfrentamiento entre la
pasión irracional por la caza de Iván y el amor infinito que Azarías siente por la vida de
su milana desemboca en la tragedia con que concluye el capítulo final, titulado, de
manera ambigua y significativa, «El crimen» (no sabemos si Delibes se refiere al que
comete el señorito o al que comete el deficiente).
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