INICIATIVA DE REFORMAS AL CÓDIGO PENAL PARA EL

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Gaceta Parlamentaria de la ALDF
19 de noviembre de 2010. Núm. 92. Año 02
INICIATIVA DE REFORMAS AL CÓDIGO PENAL PARA
EL DISTRITO FEDERAL.
Honorable Asamblea:
El Sucrito diputado Leonel Luna Estrada, Integrante del
Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución
Democrática, con fundamento en lo dispuesto por los
artículos 46, fracción I del Estatuto de Gobierno del Distrito
Federal, 17, fracción IV; de la Ley Orgánica y 85 fracción I
del Reglamento para el Gobierno Interior, ambos de la
Asamblea legislativa del Distrito Federal, someto a la
consideración de éste órgano legislativo la INICIATIVA DE
REFORMAS AL CÓDIGO PENAL PARA EL DISTRITO
FEDERAL, al tenor de la siguiente
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
El artículo 4° de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos establece claramente que toda persona
tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su
desarrollo y bienestar.
En el Distrito Federal existen diversas disposiciones de
carácter legal encaminadas a garantizar este derecho
fundamental, como lo son la Ley Ambiental del Distrito
Federal, Ley para la Retribución por la Protección de los
Servicios Ambientales del suelo de Conservación del Distrito
Federal y la Ley Orgánica de la Procuraduría Ambiental y
del Ordenamiento Territorial del Distrito Federal.
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En la Ciudad de México existen algunos factores de riesgo
ambiental que se presentan debido a diversa situaciones;
sobre esto el secretario de Protección Civil del Distrito
Federal
ha
manifestado
que
la
crisis
económica
ha
provocado la aparición de tomas clandestinas de gas LP,
donde la recarga a domicilios, negocios y vehículos de
transporte público y de carga se lleva a cabo a plena luz del
día sin ninguna medida de seguridad, mediante el uso de
plantas portátiles, las cuales no garantizan que se evite la
contaminación al medio ambiente.
.
Cabe mencionar que las autoridades capitalinas están
imposibilitadas para actuar aun cuando detecten esta
situación en la vía pública, porque ante la falta de actuación
de las autoridades federales se ha generado la idea de que
se requiere de de una explosión, un lesionado o daños
materiales de por medio, pues aun cuando existe un
incumplimiento a las reglas generales de carácter federal
no hay intervención de las autoridades encargadas de
vigilar las Normas Oficiales Mexicanas, por esta razón es
imperativo destacar que más allá de la violación a dichas
reglas se esta cometiendo un delito que involucra la
afectación al ambiente en el marco de la sustentabilidad
local.
El delito ambiental es un delito social, pues afecta las bases
de
la
existencia
económico-social,
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atenta
contra
las
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materias y recursos indispensables para las actividades
productivas y culturales, pone en peligro las formas de vida
autóctonas en cuanto implica destrucción de sistemas de
relaciones hombre - espacio.
Distribuidores privados de gas LP y Petróleos Mexicanos
(Pemex) han declarado que existen actualmente al menos
600 unidades que operan de manera clandestina en el
Distrito Federal y zona conurbada, en donde existe el
mayor mercado negro de combustible en el País, pues
representa aproximadamente entre 3 y 4% de las ventas
de gas, además de acuerdo con cifras de la industria y de
dicha
paraestatal,
en
esta
región
se
consume
aproximadamente 20% de la demanda nacional, es decir:
144,000 toneladas mensuales de gas LP. Lo que representa
el consumo más grande del mundo registrado en una
ciudad.
Con relación a esto; es necesario contar con un sistema
instrumental inhibitorio idóneo que impida que el daño
ambiental
suceda,
bloqueando
la
acción
ilícita
y
su
dinamismo destructivo. La protección ambiental implica una
nueva visión donde el equilibrio ecológico y la calidad de
vida son el sustrato jurídico protegido y en sí mismo
valioso.
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El terreno del delito es el terreno social. Aún siendo
cometido en el ámbito privado, la sociedad lo transfiere a la
escena pública cuando lo detecta y pretende ejercer su
poder de sanción.
En el derecho se mantiene la visión de que la excepción de
la excepción reinstala la normalidad, es decir, el derecho
establece sanciones, que son conductas excepcionales para
conductas excepcionales, y entonces se supone que se
reestablece la norma. Sin embargo esto supone una
situación de contexto fijo que no necesariamente es así
sobre todo en la ambigua problemática ambiental.
Para el caso que nos ocupa el Derecho Penal, en cuanto
instrumento protector del ambiente, resulta auxiliar de las
prevenciones administrativas, puesto que por sí solo carece
de aptitud para ser un arma eficaz frente a las conductas
de efectos negativos para el entorno en general. Este
Derecho, no es evidentemente el único recurso con que
cuenta el ordenamiento jurídico para la corrección de las
conductas que se consideran infractoras del mismo, pero sí
representa el instrumento más grave.
Hay autores como Blossiers Hüme que opinan que no es
secundaria la naturaleza del Derecho Penal, puesto que aún
cuando
defienda
bienes
jurídicos
o
instituciones
pertenecientes a otras ramas del Derecho; no se limita a
enumerar sanciones meramente protectoras de diferentes
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realidades jurídicas, sino que antes de prever una pena, es
el propio ordenamiento penal el que indica el ámbito de los
comportamientos acreedores de tales penas. Por tanto, de
ordinario
la
norma
penal
nunca
está
subordinada
totalmente a lo que disponen leyes no penales; se resalta
que el Derecho Penal es tan autónomo como las más
tradicionales disciplinas jurídicas.
Debemos señalar que el conjunto de normas penales que
sancionan conductas contrarias a la utilización racional de
los recursos naturales, debe llevar intrínseca la condición
formal de sancionar mediante penas tales conductas y,
fundamentalmente, los tipos penales deben ser correctos y
funcionales a fin de lograr una justa y eficaz protección del
medio ambiente.
El Derecho Penal, en cuanto instrumento protector del
ambiente, es auxiliar de las prevenciones administrativas, y
por sí solo carece de aptitud para ser un arma eficaz frente
a las conductas de efectos negativos para el entorno en
general; este Derecho, no es evidentemente el único
recurso con que cuenta el ordenamiento jurídico para la
corrección de las conductas que se consideran infractoras
del mismo, pero sí representa el instrumento más grave. Es
decir que la nota distintiva entre las sanciones penales y las
otras, como por ejemplo las administrativas. Por tanto solo
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deben aplicarse sanciones penales en aquellos casos en los
cuales, o bien no es suficiente la tutela que puede ofrecer
otro sector del ordenamiento jurídico, o bien porque la
gravedad del hecho cometido denuncia como inoperantes
otras medidas que no sean las penales.
Rodríguez Ramos afirma: "El Derecho Penal Ambiental es
pues secundario, en el sentido que corresponde a las
normas no penales el papel primario en su protección, y
accesorio en cuanto a que su función tutelar solo puede
realizarse apoyando la normativa administrativa que de
modo principal y directo, regula y ampara la realidad
ambiental".
Postiglione, citado por Jaquenod de Zsögön, en su tratado
de Derecho Ambiental, sostiene que al hablar de delito
ambiental, hace referencia a ilícito ambiental, y lo define
diciendo que es en general el "Hecho antijurídico, previsto
por el derecho positivo, lesivo del derecho al ambiente, o
sea
al
aspecto esencial
de
la
personalidad
humana,
individual y social, en relación vital con la integridad y el
equilibrio del ambiente, determinado por nuevos trabajos o
acciones sobre el territorio y por alteraciones voluntarias,
químicas o físicas o por cualquier otro atentado o perjuicio,
directo o indirecto, o en uno o más componentes naturales
o culturales y las condiciones de vida de los seres vivientes.
Es por demás imperativo establecer que el delito ambiental
es un delito social, pues afecta las bases de la existencia
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social económico, atenta contra las materias y recursos
indispensables para las actividades productivas y culturales,
pone en peligro las formas de vida autóctonas en cuanto
implica destrucción de sistemas de relaciones hombre espacio.
La protección penal ambiental implica una nueva visión,
donde el equilibrio ecológico y la calidad de vida son el
sustratum jurídico protegido y en si mismo valioso. La ley
penal que contempla a la protección del ambiente tipificará
las conductas que atenten contra la conservación, la
defensa y el mejoramiento ambiental. El sistema punitivo
se integrará con un conjunto de disposiciones jurídicas
sustancialmente ambientales, que se referían a todas
aquellas conductas que, en mayor o en menor grado,
lesionan
el
orden
social
con
el
menosprecio
de
los
diferentes recursos naturales.
La regulación penal de las conductas de efectos negativos
para el ambiente, obliga a tipificar estos delitos como de
peligro, con el fin de adelantar la protección penal a
supuestos en los cuales aún no haya acaecido un efectivo
daño o lesión al ambiente.
Ahora bien, cabe señalar que en lo que respecta a los
delitos ecológicos, el bien jurídico protegido principal es el
medio ambiente y accesoriamente se desprende que al
proteger
el
medio
ambiente
estamos
protegiendo
o
tutelando la vida humana; cuestión que enuncia la doctrina
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germana e ibérica. Sólo recordemos el enunciado del
principio "ubi homo, ibi societas, ubi societas, ibi ius", el
cual propugna que sin un medio ambiente adecuado no
podría existir vida, sin vida no habría sociedad y sin
sociedad no existiría el derecho, por consiguiente el medio
ambiente se constituye como un prius para la propia
existencia del hombre y de todo cuanto existe en nuestro
planeta.
Bramont - Arias Torres, sostiene en su obra Derecho Penal
- Parte Especial que "Bajo esta rúbrica de conductas
delictivas que como punto en común presentan un mismo
bien jurídico protegido, esto es el medio ambiente natural.
Estas figuras preceden, no obstante, sistematizarse en tres
grandes grupos: aquellas conductas que afectan en general
a cualquier elemento del medio ambiente -flora, fauna,
agua, aire; aquellas otras que suponen una lesión directa a
especies protegidas, tanto en la fauna como en la flora; y
por último, aquellas que implican una urbanización irregular
o una utilización abusiva del suelo.
En suma, debemos señalar que en lo que respecta a la
cuestión de la regulación de los delitos ambientales dentro
de la legislación latinoamericana, ésta todavía se encuentra
en pañales; toda vez que aún no se ha tomado una
conciencia real de la problemática ambiental que aqueja a
nuestras sociedades, y que de no ser frenada conllevaría a
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futuro, quizá, a la desaparición de la vida tal y como la
conocemos.
Una característica del esquema jurídico que se indaga en
esta problemática es que el derecho ambiental forma parte
de los nuevos derechos que
se denominan de “3ra
generación o difusos”, esto implica que no hay un titular
específico y único, sino por el contrario, cualquier persona
puede ser la que imponga la necesidad de hacer valer sus
derechos, si siente que de alguna forma se han vulnerado,
en consecuencia y de alguna manera, es también la
comunidad de personas, la que se beneficia. Esta persona
es la que se denomina como “víctima difusa o colectiva”.
Desde esta perspectiva se plantea que los derechos
ambientales no sólo buscan ajustar el orden jurídico
preestablecido, para compatibilizarlo con el crecimiento
económico
y
la
conservación
ecológica,
sino
que
problematizan los fundamentos mismos del sistema jurídico
establecido. La negación y exclusión de los derechos
ambientales, étnico y colectivos se entiende como el
producto
de
una
racionalidad
que,
centrada
en
la
concepción de ser humano como individuo y la naturaleza
como recurso, generó al régimen jurídico del derecho
privado.
Así
colectivos
naturaleza,
los
no
derechos
sólo
sino
se
como
ambientales,
definen
como
derechos
culturales
derechos
humanos
y
de
la
hacia
la
naturaleza.
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Una
vez
dicho
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esto,
debemos
considerar
que
es
indispensable generar la legislación que permita, a través
de normas de fácil cumplimiento que, en el Distrito Federal
eviten que se siga dañando el ambiente, pues es de todos
sabido que el hecho de permitir que individuos realicen el
trasiego de combustibles de manera ilegal genera un
evidente daño ambiental, de ahí la preocupación para
sancionar este tipo de conductas.
Por lo anteriormente expuesto y fundado, someto a la
consideración de esta Honorable Asamblea Legislativa la
siguiente Iniciativa de reformas al Código Penal para el
Distrito Federal para quedar de la siguiente manera:
ÚNICO.- Se adiciona la fracción VII al artículo 346 del
Código Penal Para el Distrito Federal a saber:
Artículo 346.- …
I a VI…
VII.- Realice el trasiego de cualquier tipo de combustibles
en lugares diferentes a los establecidos legalmente y en
condiciones que generen afectaciones al ambiente.
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ARTÍCULOS TRANSITORIOS
PRIMERO.- La presente reforma entrará en vigor al día
siguiente de su publicación en la Gaceta Oficial del Distrito
Federal.
SEGUNDO.- Remítase al Jefe de Gobierno del Distrito
Federal para su debida publicación en la Gaceta Oficial del
Distrito Federal y para mayor difusión en el Diario oficial de
la Federación.
ATENTAMENTE
DIP. LEONEL LUNA ESTRDA
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