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San Miguel
Proceso
POR
HOMICIDIO PERPETRADO
EN LA PERSONA
DE
D. Agu.stín
Fernández
•
BOGOTA
Irilp~ta
CARRERA
de "La
7.a,
N.o
Luz"
590
Bogotá,
Febrero
19 de 1909
Sellor Juez:
DetpreSente informativo
instruido en la Alcaldía La
del DistritbCapital y perfeccionado
en el J uzg:tdo á cargo
de ustedi"-ece lo siguiente:
los Sres. Roberto Tobón
y AgustlnFern~ndez,
entre quienes mediaban motivos de
rencor, se encontraron
el día 19 de Octubre del año próxi.
mo pa5ado á esO. de las 111 a. m., en la esquina oriental
de la r." "calle de San Mi~uel de esta ciudad, y tra~ri
riña en la cual se gobearon
mutuamente
con los obJefus
que llevaba!) en la m111O. A poco rato de iniciada la: rey~tta se pres.enfó un Agente de policía y detnvo al Sr;c~e-r_
nández, qlti~ri acató la orden mientras
el Sr. Tobó~ se
dirigía hacia el Occidente
manifestando
indignación.E'"ri
esas circunstancias
y hallándose el Sr. Fernándcz
cc#tel
Agente de policía qU(' lo detuvo, frente al almacén denominado.EfAmla,
se rre~entó intempestivamente
el Sr/le-"
sús María Tobón, hermano del Sr. TobÓn antes mem::io=
nado, yd~rgó
sobre el Sr. Fernándcz,
por detrás,tfii
fuerte golpt;:de bastór,
produciéndose
entonces unanueva riña entre el Sr. F,~rnándcz y el nucvo agresor. A ese
tiempo y cua.ndo el SI. Fern{lI1c1ez era derrihado y d~inado por el "Sr. Jesús María Tobón,
se presentó
n~
.•"
mente en el teatro de los acontecimientos
el Sr. R~
Tobón, quit'n acercándose
al grupo de los qne luch"a~.
disparó á cOrta distar.cia un tiro de revólver eori'tra" ia
cabeza del Sr. F~ández,
caus:lllllole
la muerte de u-na
manera instantá"nea. La anterior relación, está sufiCientemente comprohada como que ap;lrcce de lo,; teqtimOOÍós
que constituyen
la pr mera parte dd informativo.
AhOra
bien: el cuerpe del delito de homicidio en el caso pre~
Ó sea la muerte violenta de que fue víctima el Sr. Agu~UfÍ
Fernández, está plenamente establecido en el proceso con
el reconocimiento y autopsia del cadáver, practicados por
los señores Médicos legislas del Distrito Capital, quienes
declaran que la muerte del Sr. Fernández fue debida á la
herida por proyectil de arma de fuego que perforó el crá·
neo en la región occipital y lesionó la masa cer.eheloSa.
Con relación á la responsabilidad de los sindicados del
hecho que se trata de castigar, el sumario mismo ofrec~
10 que expongo en seguida.
Los testimonios rendidos por los testigos presencialas del suceso, Sres. Heliodoto Camacho G., Alejandro
Posada, José María Lasprilla, Carlos A. Lombana, RicardQ Cualla y otros, todos ellos acordes eh las varias circunstanCias, demuestran de modo inequívoco que el sindicado Roberto Tobqn es el agente activo del delito de
homicidio perpetrado en la persona del Sr. Agustín Fernández. Respecto del sindicado Jesús María Tobón, la
instrucción sumaria arroja algunos indicios, los cuales me
inducen á creer que dicho sindicado tuvo alguna participación punible en el acontecimiento del 19 de Octubre.
Esos indicios emanan de lo declarado por testigos presenciales del hecho, en la forma siguiente:
José María Lasprílla dice en su segunda declaración,
corriente á fojas 154 v., que Jesús María Tobón le daba la
cara á Roberto, quedando Fernández en medio de los dos
en el momento en que Roberto disparó su revólver sobre
Fernández, estando éste en incapacidad de defenderse
porque Jesús María lo tenía cogido. Carlos A. Lombana,
en su testimonio corriente al folio 162, declara que Jesús
María le impedía incorporarse á Fernández, y cuando éste
hizo un esfuerzo para quitarse á. Jesús María de encima
fue cuando Roberto le hizo el disparo.
Tales hechos circunstanciales han inclinado ml ammo en el sentido de que Jesús María Tobón contribuyó
en alguna forma á la perpetración del homicidio.
Por todo lo expuesto soy de opinión que, en acata-
-5miento á lo precept .lado por el artículo r627 de la Ley de
enjuiciamiento criminal, se dicte auto de proceder contra
los sindicados Rob~rto Tobón y Jesús María Tobón, por
el delito de homicidio que define y castiga el Capítulo 1.0,
Título r.o del libro 3.' del Código Penal vigente.
Señor
J (tez.
(Firmado),
MARIO CAJIAO
---#•..••.
,Juzgado
2.0
Superior del Dis/rito JlHlicial-Bogotá,
primao de mil Jlovecieutos Illte'i:e.
M'lrzO
Vistos: Los Sres. Agllstín Fernández y Roberto 1'0bón que habían tenido una molestia el día diez y sicte de
Octubre último, '~on motivo de diferencias en asuntos
de dml"ro y ocasionada por la publicación de un folleto
escrito por el segundo contra el padre del primero, -se encontraron el die;; y nueve del mismo mes, pasadas las
once y media a. rn., en la esquina noroeste de la plaza de
Bolívar de esta ciudad, Ó sea en la intersección de ¡acalle
1f (de San Miguel) CGnla carrera 8." Después de dirigirse
algunas palabras y '~xa1tados los ánimos de dich()!l-señores, golpeó Fernf.nc1ez á 'fobÓn con una vara dce,IIDlOO Ó
bastón y éste á <l=luélcon el paraguas que llevaba; Tobón
huyó por la calle de San Miguel y habiendo intervenido
un agente de polic¡a y estanclo separados pOI' alguna dis~
tancia tos dos cc ntendores, se presentÓ intem¡;estívamente
el Sr. Jesús Maria Tobón descargando sobre Fernández,
por detrás, un golpe con su bastón; F~rnández Re volvió
"',
hacia el que lo atacaba, trabándose una nueva riña entré
éste y el nuevo agresor.
Estando en plena lucha Jesús María Tobón y AgUS4
tín Femández y cuando el primero trataba dedomínar á
éste, se present6 nuevamente Roberto Tobón, quien acer·
cándose al grupo de los luchadores, disparó á corta distancia un tiro de rcvó]vers contra la caoeza del Sr. Fer·
nández, causándole la muerte casi instantáneamente.
-6Tal es, en esencia lo que se deduce de las declaraciones de la mayor parte de los testigos presenciales que
obran en este sumario instruido en averiguación de la
muerte violenta dada al senor Fernández y del responsable ó responsables de ella. Estos testigos son los Sres.
Alejandro Posada, Eduardo Sánchez, Hernán Pérez, Carlos A. Lombana, Heliodoro Camacho, Ricardo Cua,lla,
David Salgada GÓmcz, José -Romero, Francisco Fajardo,
José María Lasprilla, Arturo Quiroga, David Sarmiento,
Pedro Avenclaño y otros, los cuales con sólo algunas diferencias de detalle afirman unánimemente los hechos de
quc se trata.
Del folio 94 al 98 vueltos del expediente corre la dili.
gencia de reconocimiento
y autopsia practicad<\ por los
señores médicos oficiales, Dres. Ricardo. Amaya Arias y
José María Montoya en el cadá~~r del Sr. Agustín Fernández. De esta diligencia aparf"ce que el cadáverpresentaba lo siguiente: una pequeña herida en la mucosa del
labio inferior y frente del segundo incisivo derecho, heri.
da que parece haber sido producida por el borde externo
de este diente; una equimosis alargada como de medio
centímetro de diámetro menor en el borde interno de la
raíz de la uña del dedo meñique derecho.
Cna contusión que principia en la región frontal derecha, á nivel de la raíz del pelo y que se extiende hacia
atrás, de cinco centímetros de largo y dos y medio de ancho, la cual contusión produjo una equimosis con derrame sanguíneo en los tejidos subyacentes, encontrándose
l!ff
'.
"'
el hueso Intacto en esta reglOl1.
Tres centímetros hacia abajo de la apófisís mastoidea
y de ese punto á tres centímetros bacia atrás, en el borde
posterior del músculo externo-cleido-mastoideo,
hay una
perforación pequeña, circular, que forma la entrada de
un trayecto, que atravesando los tejidos blandos de la región se dirige oblicuamcnte
de abajo hacia arriba, de
afuera hacia adentro y de atrás l1a~ia adelante y termina
-7en una perforación que existe en el hueso occipital, á la
izquierda de la línea media, entre las dos líneas curvas de
la cara externa de este hueso, hacia afuera de la región
circunscrita por di ::has líneas curvas, y i distancia sensiblemente igual de ambas. Se encontraron equimosis en
los intersticios de los músculos de la región, y 13 perforación extc:rna del hueso occipital tenía una forma un poco
ovalar, cuyo mayor diámetro era de dos centímetros.
Una ligera equinv)sis en las insercionessuperiores
del
músculo temporal izquierdo, la cual no corresponde á
contusión alguna re los tejidos blandos que cubren la
región.
En la cavidad craneana se encontraron perforados en
la parte corresponc\iente: la fosa cerebelosa inferior izquierda, la membrana dura-madre y el cerebelo sobre su
lóbulo izquierdo y encontrándose al terminar el trayecto
cerca de la cara ext~rna del lóbulo derecho, á poca distancia de su superficie, un proyectil de cobre, alargado.
Después de exc:m¡ nadas la Cávidad torácica y 1:1 abdominal termina el di,:tamen con la siguiente conclusión:
"De lo expue"to acte~'iormente deducimos que la muerte
del Sr. Fernández fue debida á la herida por proyectil
de arma de fuego qlle perforó el cráneo en la región occipital y lesionÓ I;~m,lsa cerebelosa."
Está pues plenamente demostrada la existencia del
cuerpo del delito d,~ homicidio perpetrado en la persona
del citado Sr. Agustín Fernánder..
Ahora, en lo quc se refiere i la responsabilidad de los
sindicados por este delito, resulta del atento y sereno estudio de las pruebas que suministra el informativo, lo si.guiente:
Hay mérito legal suficiente para llamar :í responder en juicio criminal á Roberto Tobón por el delito de
que se trata •.·
En efecto, el ac to por el cual éste causó la muerte
<le Fernández procede de la libre determinación de la vo1,0
-8luntad, previo el con-ocimiento, de un hombre que es necesario 'con:;iderar en el ejercicio de sus facultades mentales, sin que se haya demostrado que dicho- sindicado
sea excusable del hecho que ejecutó, al tenor de lo dispuesto en la Ley Penal.
Tampoco puede decirse que el homicidio en cuestión
sea inculpable absolutamente por tratarse del caso de legítima defensa de la vida, puesto que falta aquí una de las
condiciones indispensables que para que eUa exi~taexige
el artículo 591 del Código Penal, ó sea que ntihaya;otro
medio que dar la muerté para ¡repeler un¡¡,_agresjón dada •.
Para que la defensa sea justa debe ser moderada, ó según'
decían los antiguos debe hacerse servato moderamíne inculpataf tule/af. Este modo ~e ser exige que la defensa sea
necesaria y proporcionada y que la fuerza se emplet: en el
acto mismo de la agresión, porque como dice Ginebra en
su tratado de Derecho Natural, si se empleara después no
sería defensa sino venganza.
Pues bien, de los datos que contiene el sumario se'
desprende que, en el caso de que el sindicado Tobón hubiera disparado su revólver con el impulso de defenderse
de Fernández, tal defensa habría sido innecesaria y desproporcionada, puesto que éste sólo lo atacó con una vara
relativamente débil, además de que tal disparo no fpe he.
cho en el !nomento mismo de la agresión. Por oth par .• te, Fernández no tenía arma alguna con que pudiera intimidar á Tobón y ya nabía habido allí intervención de
la policía.
Como dice el señor acusador particular, el ejercicio
del derecho de defensa legítima supone la existencia de
una amenaza actual y de un peligro inminente para el que
se defiende Ó para un tercero, lo cual no concurrió
este
caso.
Los declarantes Enrique Samper, TomásR. Navas,
Luis G. Carrasquilla y Germán Vélez. citados por el sindicado Roberto. Tobón en la última ampliación de su
en
indagatoria, manif.estan que antes de qtt~ éste-;hlt¡~n
fuego sobre Fernández oyeron una voz que decía:" de.
fiéndase D. Roberto que lo mata, ó D. Roberto mire que
lo mata." Esta voi de alerta, de la cual no aparece en la
parte anterior del informativo que el citado Tobón se hu.
biera dado cuenta, no puede constituír en manera. alguna
una amenaza suficiente para justificar el hecho cometido
por él.
En la molestia que tuvo lugar el diez y siete de Octubre ya citado, entre Roberto Tobón y Agustín Fernán.
dez al entrar al Ban:o de Exportadores, 6ste, según las de.
c1araciones de los tcstigos Julio Silva Silva, Máximo Lo.
renzana y otros, mo'lido por su amor filial, dirigió algunas
amenazas (l Tobón, diciéndole que si un pelo de su padre
se caía por su culpa lo mataría. A esta amenaza hace alu. sión el sindicado Tnbón en su indagatoria; más, por una
parte esto no (ue considerado por Tobón como un peli.
gro inminente de su vida, porque él mismo manifestó
ante el señor Prefecto Provincial de Bogotá, en la mísma
tarde de la primera molestta con Fernández, ó se-a el diez
y siete de Octubre citado, que no creía que el hecho (del
17) se repitiera, pues confiaba en la caballerosidad de su
adversario; y por otra parte, esta amenaza, por sí sola,no
podía con_~~tuír un peligro inminente de la vida deTo.
bón, como-lo mani~,~sta el hecho de que Fernández, no
)0 atacó-~ónarma
alguna capaz de producirle la muerte.
De lo 'que queda expuesto se deduce que tampoco
puede ser ¡nculpable este homicidio al tenor de 10 dis.
puesto en el numeral 10.O del artículo 59I ya citado del
Código Penal, puestc que no se trataba aquí de ul1.~.ªº_
grave qucl!O- pudiera impedirse por otro medio. dis;tíiito
de la l11uef'~ del advt rsario.
2.° Ericuanto
á Jesús María Tobón, no aparece del
sumario que sea autor del delito de que se trata al tenor
del artículo 2~ del Códi,l{o Penal.
Tampoco puede reputárseJe como cómplice, pues no
-
10-
se ha demostrado de ningún modo que dicho Tobón hubiera cooperado á sabiendas ó sea con conocimiento y
voluntad determinada en la ejecución. del delito, ni que
sea llegado ninguno de los otros casos previstos en el articulo 23 del mismo Código.
~ d se ha· demostrado tampoco en el sumario que Jesús María Tobón esponbneamente
Ó á sabiendas hubiera
concertado con su hermano Roberto la muerte de Fer·
nándcz, ni que hubiera acompañado al mismo Roberto,
sabiendo que éste iba á cometer tal ~echo; ni que fuera
instigador ni sobornador de éste, ni que hubiera ejecutado
ninguno de los otros hechos previstos en el artículo 24
del tantas veces citado Código.
Para que exista participación Ó complicidad punible
en un delito es necesario un elemento material, resultante
del acto externo y otro moral que encierra- el conocimiento y la voluntad como condiciones indispensables. Este
último elemento puede conocerse por las circunstancias
que hayan rodeado á ,aquél.
La voluntad debe estar determinada á un objeto para
que haya participaciÓn delictuosa. Carrara dice: "Complicidad por la sola cooperación material sin concurso de
voluntad específica, es nn absurdo lega!." Dice Ganaud
que el que ha ayudado á un delito sin saberIo y par consiguiente sin qucrerIo, no es culpable de complicidad.
El Dr. Concha en su Tmtado de Derecho Penal dice:
., La intención clara y precisa de participar en la ejecución
del delito es en reSumen elemento sine qua non de la complicidad."
Debe concurrir en el cómplice la formal intención de
ayudar, ó sea, debe haber ayudado al autor conscientemente, por lo tanto la complicidad sin concurso de voluntad no existe aunque medie concurso de acción.
No hay complicidad en un delito dado cuando el que
coopera tiene una intenció,n delictuosa distinta de la que
tiene el autor, pues la voluntad enderezada por el uno á
--
II
-
un delito no puede tr;Jnsformarse
en intención encaminada hacia otro dclito no querido, sin desconocer
la nociÓn
elemental del dolo. (C;Jrrara). Es necesario cn la complicidad, de acuerdo con este mismo 'lUtor, que haya alguna
especie de armonía
ó ccncordancia
que no llace de la
mera participación
material, la cual no ;.:iell1pre unifica el
estado suhjetivo de los ánimos. Puede crUZlr por b mente del llllO un pensamiento
de muerte, ",in que tal idea
llegue hasta el otro. Así no es culpable de un llOlI1icidio
quien creía participar en una riña; si dos individuos atacan simultáneamente
á otro y el uno 10 m;i!trata y el otro
lo roba, es claro que al uno se le exigirá responsabilidad
por heridas ó Icsioncs y a: otro por robo, porque sin previsión actual no puede laher voluntad rectamente
enderczada al I1n.
Ahora hien: dele
l1cnto intencional
cit· la complicidad debe estar acreditado
en el pruceso. CUTara dice que
este elemento exige demostraciÓn
patente y cOlllplda y no
puede preSUpOlll'rSe conprohada.
El Dr. Concha
se expresa así: tt Sabido es que en
toda violación de la Ley, para que haya delito es necesario conocimielJto
y \'o]lIl1!:1d por p;lrte del agente, pero
en materia di: complicicad
las legislaciolles
positivas exi.
gen de Ulla manera especial que se compruebe
ese conocimicn lo."
Por supuesto que e:<isten modos de complicidad
que
implican
por sí mismos cl conocimicnto
del delito que
ejecuta el autor, y la prueba del hecho de participación
basta entonces para formar la con vicción de q lle el si ndicado ha obrado conscicntemente.
Tal sucede en el hecho
de provocar ó dar instru':ciunes
para el delito. Pero en la
mayor parte de los casos se hace necesaria la prueba de la
cooperación
consciente,
porque corno dice Ganaud, los
que han suministrado
Jo~; medios de ejecutar el hecho, los
que han ayudado ó asistido al autor del crimen en los pre.
pa~tivos
ó en la ejecuciÓn, pueden ignorar que cooperan
á una acción criminal.
-
12-
J
En el easo presente, si Roberto Tobón hizo fuego á
Fernández cuando éste se hallaba imposibilitado para defenderse por estar en riña con Jesús María Tobón, como
dice la acusación, esto de ningún modo puede ser tina
circunstancia imputable al último, por el solo hecho de
haber deparado al matador tal ocasión inconscientemente
según parece, puesto que no concurrió circunstancia alguna quc demuestre que el citado Jesús María Tohón mantuviera intencional mente indefenso á Fernández con el
objeto de que su hermano Roberto lo sacrificara con toda
seguridad. Ninguno de los testigos presenciales observó
en el suceso nada que indicara en JesÚs María Tobón tal
intención, cuando lo natural en casos como éste es que, si
ella existe, se manifieste con palabras, gestos, movimientos, cte., dictados por el ardor y la exaltación de ánimo.
Can'ara" hablando de dos individuos que atacan á
otro, dice: por el contrario, si uno de aquellos dos ha sujetado al adversario <;on férrea mano, gritándole al compañero, 'dá, que lo tengo'; si en riña uno ha suministrado
al otro el arma homicida, si; mientras varios riñen uno
excita á cualquiera de ellos, ¿se dirá por ventura que á
causa del ardor furioso que ]05 cegaba no hay entre ellos
complicidad?"
'
Si algo de esto hubiera pasado aquí, no podría ponerse en duda la complicidad del sindicado Jesús María TobÓn. Pero, ni la posición que unos con respecto á otros
tenían los contendores y á la cual alude el señor Fiscal,
fijándose en las declaraciones de José María· LaspriJla y
Carlos A. Lombana, sirve para establecer la complicidad,
pues fácilmcnte se comprende que estando Jesús María
inclinado y agarrado en plena lucha con Agustín Fernández y en la exaltación de animo que debe suponerse, no
es natural que pudiera observar los movimientos de su
hermano Roberto, que se había retirado. La circunstancia
anotada por Lombana se explica perfectamente por las
contingencias de la lucha y la exaltación de los lucha.dores.
¡¡
-13Sea que el sindicado Jesús María hubiera
llegado al
lugar del suceso, casl all11ente, como debe admitirse mientras no se demuestre
lo contrario, Ó sea que, como dice el
señor acusador, hub era seguido á Fern:lIielez por haberlo visto pasar por el almacén
de lo,; Sres. jJ()S;L(las, de
ningún modo su presencia alli manifiesta
que tuvIera la
intención
d~ dar muerte á Fern:¡ndez ó ele ayudar ,1 que
Sll hermano
se la diera, pues por una parte si tal huhiera
sido su intención no se hubiera presentado
sin arma y
con sólo su vara ó bastón, y por otra, dadas las circunstancias del caso era en cierto modo natural que JesÚs María Tobón qui~iera cbservar
á Fernánelez,
por mis que
!la sea crdble
que si quería perseguirlo,
sobre toclo con
tan dañado fin, pernaneciera
un rato conversando
tranquilamente
con los Sres. Posadas
después de que vio
pasar á Fernández.
Dado el modo como pasaron
los hechos es perfectamente creíble lo que dice el sindicado Jesús María Tobón
en Sll indagatoria, ó Séa que su intención en esos momentos era dirigirse para el lacio de Santa Bárbara.
Según la declaración
del citado José María Lasprilla,
Jesús María Tobón siguió golpeando á Fcrnández
probablemente
por no c:'eerlo herido de muerte, y de acuerdo
con el dicho de a gunos testigos, aquél cayó sobre éste
cuandu se desplomÓ
por efecto de la herida, todo lo cual
unido á la: circunsté~ncia
que anota un declarante de que
cuando cayó muert·) Fernández,
JesÚs María volvió á mi.
rar á su hermano, manifiesta lo desprevenido
que estaba
el mismo Jesús María y la sorpresa que le causó la muerte
de la víctima.
La cooperación
que atribuye á Jesús María Tobón el
señor acusador
particular
en la ejecución
del delito y
que sin duda pued,~ acarrearle á dicho sindicado una responsabilidad
moral en el delito de quc se trata, es una
cooperación
en general, pero cuya naturalez~ no está especialmente prevista en nuestra Ley Penal, y por consiguien-
- 14te no es punible, según el sistema de la misma Ley, en armonía con el artículo 26 de la Constitución Nacionaly de
acuerdo con el parecer de los expositores de Derecho Penal y la teoría generalmente aceptada por las legtslaciones
modernas.
En efecto, para que pueda considerarse á un individuo como cómplice de un delito es necesario que el inculpado partic.:ipe en él de una manera determiflada por la
Ley. Ganaud observa. que en el Código Penal francés
como· en casi todas las legislaciones europeas la complicidad punible es calificada por la Ley. De suerte que fuera
de los hechos previstos y precisados por ·105 respectivos
artículos penales, como constitutivos de complicidad, todos los otros actos de ayuda por graves que sean no podrán jamás incrimioarse como tales. Para quepudieracastigarse toda cooperación sería necesario que la Ley dijese:
"Serán cómplices los que de una manera cualquiera hayan
ayudado á cometer un delito."
La hipc'>tesis de que sin la intervención hostil de Jesús
María Tobón no hubiera muerto Fernández no puede ser
absoluta, porque se opone á otras hipótesis tal vez más
probables, tales como la de que Roberto Tobón, viéndose
solo hubiera disparado su revólver contra Fernández, dándole mucrte desde el momento en que éste lo golpeó con
su vara.
Al dccir Rossi que son codelincuentes por participación física los que cooperan á la ejecución del crimen por
un hecho direcÍ\) é inmediato, el que sujeta á la víctima,
ete., debe entendersc de acuerdo con los principios aceptados por este mismo autor y con todos los buenos tratadistas de Derecho Penal, q.uetales hechos se ejecuten con
conocimiento y voluntad determinada. En cuanto á los
ejemplos citados de Rossi y Boitard y á los que se contienen en las sentencias dictadas por el Tribunal Superior de España, que cita la acusación, no hay· ninguna
que presente perfecta paridad con el caso de que se trata, ~
como se ve de la relación de los hechos.
- 15No puede decirse que, estando como está, plenamente comprobado el cuerpo del delito deba seguir el sindicado como cómplice la suerte del autor, comnnicándosele
así la intención de é:;te, porque los actos de complicidad
deben ser imputabks personalmente. Ganaud nos dice:
11 El concurso
criminal no es una simple participaciÓn del
delito de otro, pues::1 delito que ha sido cometido por un
autor y cómplices es personal á cada uno de los codelincuentes. Es necesari 1 una unidad en el efecto y una pluralidad en el esfuerzc., establecié:ndosesolidaridad
en las
personas, por la solidaridad en los actos."
Pero los actos de cooperaciÓn inconsciente Ó que no
se ha demustrado c:)I1sciente, puede ser punible por sí
misma como delito especial por rcunir ella todos los elementos legales exigiUes al efecto. Por eso elice Carrara que
cuando falta crimina idad principal ó la relaciÓn ideológica entre el hecho de pretendido cómplice y cl del autor
principal, queda un !techo aislado justificable en su caso
como principal.
Así, en el presen:e caso, !\cgÚn las declaraciones de los
mismos testigos preSé nciales y cl correspondiente reéonocimiento pericial, ha) que concluír que JesÚs María Tobón atacó á Fernándcz con intención de herirlo solamen:
te, puesto que empleé, los medios adecuados para tal fin,
causándole en realidad llna herida ó contusiÓn que le habría producido tina in,~apacidad no menor de seis días, se
gÚn el dictamen médico. Y como según el artículo 99 del
Código Judicial, este: uzgado es el competente para conocer de tal delito de heridas, es el caso de lIamarlo á juicio
por este delito. (Art. 672 del C. P.)
En mérito de lo ('xPUf'sto, de acuerdo en parte con el
concepto del señor Fscal y vista la acusaciÓn particular,
debe procedersc á dar aplicación ;t lo dispuesto en los aro
tículos J627 y J628 del Código Judicial.
Así, el Juzgado 2." Superior, administrando justicia en
nombre de la Repúbli:a y por autoridad de la Ley,
w
- 16RESUELVE:
Abrir causa criminal por los trámites ordinarios y
<:on intervención del Jurado á Roberto Tobón por el deli.
to de homicidio perpetrado en la persona del Sr. Agustín
Fernández, delito que define y castiga el Capítulo LO, Título L°, Libro 3.° del Código Penal.
2.0 Sobreseer en estas diligencias y declarar
que nO
hay lugar á formación de causa contra Jesús María Tobón
por el mismo delito de homicidio, y
3.0 Abrir causa criminal por los trámites ordinarios y
con intervención del Jurado á Jesús María Tobón por el
delito de heridas pt:rpetrado en la persona dcl Sr. Agustín
Fernández, delito de que trata el Capítulo 6.°, Título l.·,
Libro 3.° del Código Penal.
Cópiese, notifíquese y consúltese el sobreseimiento.
LO
LUIS ALFREDO
Agastín Rosas B., Secretario .
•
OTERO
Señor Magistrado:
El señor juez 2.' Superior de este Di"trito judicial,
ha sobreseído respec:o de jesús María Tobón, en el sumario instruido para averiguar quiénes sean los responsables de la muerte dE mi hijo D. Agustín Fern{l11c1ez.He
apelado de esa providencia, y voy á exponer ante el Tribunal los fundamento; que tuve para interponer el recurso.
A mi juicio, en la providencia del señor Juez de primera instancia se incurre en dos clases de errores: el primero consiste en que el Juzgado instructor asume las fa·
cultades que competen exclusivamente al Jurado de cali·
i!cación, y el segundo, en que para razonar sobre la responsabilidad del sindicado, se torna aisladamente uno de
los actos ejecutados por él, prescindiendo en absoluto
de las circunstancias qne lo precedieron y acompañaron,
cori lo cual, aun citar.do doctrinas jurídicas indiscutibles
ó generalmente acept¡¡das, se \lega, 110 obstantc, á conse·
cuencias que nO se conforman con la letra y el espíritu
de la ley.
En las causas criminales tiene el Juez Superior có-mo
el de Circuito dos clases de funciones: (;s FUl1cionano ó
juez de instrucción ho.sta el momento cn que declara"'qtie
hay ó no mérito para abrir causa criminal ;'t alguien; es
propiamente Jucz cuando e11o',la sentencia aplica la ley.)
pero así como cuando el Juez Superior dicta la senteº~ía
tiene que fundarla 'en las declaraciones del Jurado )',110
puede, por regla general, dejar de someterse á ellas, cuan~
do dicta auto dc pro(;eoer_ó de sobreseimicnl() no del?e
olvidar cuáles son las dr:buCRiries del mismo j ur~doJ para
2-
-18no itlcurrir en algo que sería verdadera usurpación de jurisdicción, ó la anulación de las facultades del Tribunal de
jueces de hecho, lo cual resultaría de decidir en provoidencia de la instrucción cue,tiones de imputabilidad reservadas expresamente al Jurado.
Cuando el Juez competente para conocer de una causa halla plenamente probado el hecho punible, debe llamar
ájuicio, si encllentra las pruehas de culpabi!id~tl que exige la ley; pero esas pruebas no son las plenas que ne~esita un Juez de derecho para dictar sentencia condenatoria,
sino que basta para ello un testimonio ó graves indicios de
culpabilidad, como 10 dice el artículo 1627 del Código
Judicial, porque no se trata de un fallo definitivo y, en
consecuencia, no son necesarias la" pruebas irrecusables:
solamente se averigua entonces si los eleme~to~dtl~mario, los indicios recogidos, dan motivo si.¡f:¡cientepara que
un Jurado se ocupe en el asunto, para que se discutan las
pruebas contradictorias, para que la acusación y ladefel1sa
produzcan las que crean neeesarias, y, en fin, pat"ll que se
haga la luz que ha menester la Justicia ánn4edecidir
con acierto.
Si e} Juez encargado de presidin~l'juicio por Jurado!§
tuviera facultad absoluta para calificar las pruebas recogidas en el sumario, con ull'criterio distinto del qu~ guía
al Jurado, no se alcanza á comprender cuál fuera elobjeto. de esta institución. 11 La ley no dice á 10~oJtlrados: vosotros tendréis por averiguado todo hecho atestiguado por
tantos Ó cuántos testigos; tampoCú les dice: vosotros no
miraréis como bien establ~qas
las pruebas que no resul.
ten de tal averigllación'o,~"t~les piezas ó de tales ó tantos
indicios. Unicamente lusobacc e~ta pregunta que encierra
la medida de todos sus deberes: tenéis vosotros una con~
vicción íntima acerca de los hechos sobre los cuales se os
interroga? .. " (Art. 304 de la Ley 57 de 1887). Esta disposición d~ la ley especial que reglamenta el juicio. por Jn..,o
rados,. ba:>taria -para demostrar cuáles son los limitea de
- 19las facultades del Juez que ha de decidir sobre el mérito
probatorio del sunario para el llamamiento á juicio, porque si no se qllier~ caer en el ab.mrdo, no se puede admi.
tir que la ley, que ;>rescribe que el Jurado no está sometido
á tarifa legal de prnebas para su decisión detinitiva é inapelable, someta ;t esa mism,l tarifa legal cllbmamicnto
i
juicio. Y es tan cierto 10 que acaba de expresarse, que
previendo la ley los casos de perplejidad que pueden presentarse en el ánil11D de los jueces cuando está terminada
la instrucción, en asuntos que son de la competencia de
los Trihunales d,~ hecho, creó el Jurado de calificación,
que decide clelllllT1amiento ~ljuicio, atln sin sujeción á lo
dispuesto en el artículo 1628 del Código Judicial.
. Las observaciones quc anteceden til~ncll aplicación
especial á los ca'>os en que hay dudas sobre la existencia
de t,naprueba de responsabilidad que se examina conf()r~
me á las reglas e~tablecidas por la ley para apreciarlas;
pero si saliendo de esta cuestión, se pasa {l un campo diferente, al de la il11putabilidad moral y legal de los hechos
punihies, queda fuera de toda duda que el Juez Superior
sale de la órbitc. de sus funciones cuando s~ _arroga el derecho de juzgar en una providencia cllalquieraqna
cues·
tión. que es dea competencia exclusiva del Juratkl .. Si en
la sentencia definitiva no puede el Juez entrar~á decidir
sobre las cuesliones de imputahilidad, sino (¡\le'ha de someterse f~rzosamente á lo que declare el Jurado,para aplicar la ley pem.1 de conformidad con esa declaraCión, mal
podría calificar la misma imputahilidad, antesdela celebracióndel juicio. Sólo se exceptúan de esta teOt(;iJos casOS
de inculpabilidad por causas de justificaciónÓ4e
excusa,
que son cuestiones de puro derecho reservad~al
Juez.
La cuestión de la complicidad deba.tidaen el auto de
sobreseimiento, materia de la apelación, es precisamente
una de aquellas cuestiones de hecho que la ley ha qucrido
reservar á la ~;obcraoa decisión de la conciencia de los Jurados. Se trata de &;lber si los actos ejecutados por el sin-
-
20-
dicado, actos de cuya existencia no hay duda, fueron ejecutados con conocimiento, voluntad y libertad; si se eje~
cutaron con intención; si con -ellos se cooperó al homicidio que se está juzgando. Todos estos puntos - son
puntos de hecho, quc debe resolver el Jurado y que en
ningún caso están sometidos á la apreciación del Juez,
quien 110 puecle decidirlos ni en las providencias que precedcn al juicio, ni en Ia-sentencia que lo finalice.-L1egada
la hora de la reunión del Jurado el Juez debería someterle
una pregunta concebida en estos ó semejantes términos:
" ¿ El si ndicado es responsable del hecho de haber cooperado á dar muerte violenta á N. N. golpeándolo y sujetándolo, y privándolo de la facultad de defender~e, en momentos en que se le iba á hacer el disparo que le causó la
muerte, hecho de que el sindicado. pudo apercibirse y que
no sólo no impidió, sino que contribuyó con Sil esfuerzo
á que produjera el resultado que se proponía su autor?"
Pero si el Juez, en vez de proceder en esa forma
entra á decidir en la providencia final del sumario, sobre
las cucstiones de hecho, sobre las intenciones del sindicado, sobre la voluntad delictllosa, sobre los caracteres de
la participación material en el acto punible, el J ltrado resultará una institución inútil, ó se llegará á conflictos insolubles entre el Juez Superior y los Jurados que preside.
Respetando como respeto los conceptos del señor
Juez Supcrior, y reconociendo su rectitud, probidad é ilustración, no puedo prescindir de hacer notar que sus razonamientos en el auto apelado, respecto de la naturaleza de
la complicidad y la aplicación de ciertas teorías penales
al caso del sumario, podrían servir á un defensor para
ilustrar el criterio de los Jueces de hecho que deben conocer del asunto, pero no caben en las atribuciones limi~ .
tadas del Juez Superior.
21 -
II
Al examinar el auto apelado la participaciÓn de Jesús
María 'rabÓn en los he,~hC)s investigados en el sumario,
prescinde en ab,;olllto de;todos los antecedentes y se limita á apreciar e:I acto material de haber dado Ull golpe con
el ba"tón á D. AgustÍn Fernándcz y el de haber empeíiaclo
luégo una lucha con éste. Parece natural que al di-;ctltir la
conexión que pudiera ex:stir entre los actos ejecutados por
quien dio muerte á Ferrández y los de quien golpeaba y
sujetaba á éste en tos m:lmentos del homicidio, se hubieran tenido en cuenta los antecedentes del hecho y los términos mismos de las de:laraciones de los test ¡gas qu\: los
presenciaron. Si el Juzgado Superior reputa que tiene fa.
cultades legales suficienles para entrar á decidir sobre intención criminosa del acus.ldo de complicidad, sobr\: el fin
preciso que éste se propusiera, necesariamente debiÓ entrar en el análisis minuC'o~o de esos antecedentes y declaraclO nes.
En la deficieniísima indagatoria de Jesús Maria Tobón (folios 14, 15 Y 16 de; sumario), aparece que dicho
Tobón apenas conocía á F\;rnández y que solamente lo vio
dos veces antes de su muerte. En la diligencia de reconocimiento del cadáver (fo.io 17), al ser preguntado: "Conoce usted el cadáver q'le se le pone de presente?" respondió: "No puedo pn;cisar que sea el cadáver del Sr.
Agustín Fernández, porq/te no lo cOllocía biw á este seiior,
pero creo que sea él." Si ~;eda crédito á estas palahras del
sindicado jesús Tobón, hay que reconocer que entre él y
D. Agustín Fernándcz no existía callsa alguna directa de
agravio, razón alguna que moviera al primero á atacar al
segundo por causa propia: ese motivo tenía que referirse
necesariamente al conflicto ocurrido entre el mismo Fernández y Roberto Tob'>n, y, de consiguiente, desde las
primeras diligencias del sumario se ve claramente que no
pueden aislarse los hech:>s de cada uno de los hermanos·
-
22-
Tobón,' sino ~,
por el contrario, hay que reputarlos
como conexionados por emanar de una misma causa é ir
encaminados á vengar una misma ofensa.
En la carta de Roberto Tobón de 17 de Octubre (que'
figura ;l fojas 77 del sumario), aparece claramente la previsión del autor de ese documento de que en el caso de un
nuevo conflicto con Fernández, podría sobrevenir la
muerte de alguno de los contendores. Jesús Tobón que
vivía con su hermano en intimidad, no podía ignorar la
previsión expresada en aquella carta, como tampoco qu~
Roberto Tobón andaba a¡-maclo para el caso de ese pOSIble conflicto. Cuando Jesús Tobón llegó, pues, deliberada
ó casualmcnte á-Ia caBe de San Migucl el 19 de Octubre,
y descargó un bastonazo sobre Fcrnández, atacándolo por
la espalda, no podía ocultárselc lo que de allí- podía surgir, dados los sucesos del sábado anterior, dada lapromesa de su hermano de defensa eNérgica y la previsióndc_probable muerte de uno de los conterfdores, si se llegaba á un
nuevo encuentro.
Para ha,llar la prueba del dolo, de la intención criminasa, dice Pessina en sus Lecciolles de Derecho penal, "el
Juez debe apreciar todo el hecho exterior que se presenta
en la 'realidad, y por él, si es posible, y en cuanto lo sea,
elevarse á la investigación del propósito, anallzando el
hecho en su contenido, esto es, cn todos sus elementos, y
en los hechos que le han precedido, acompañado ó seguido para poder pronunciar un recto fallo."
En el auto de sobreseimiento apelado, como se ha
hecho ya presentc, no se tiene en cuenta para la -investigación del propósito, sino el hecho mismo,sh1 analizar
los antecedentes, y, además, pata explic~r ese hecho y exculparlo hasta donde es posible, se olvidan ciertos principios legales, claros y expresos, y se hacen observaciones
que no tienen fundamento real en los autos.
"
De ningún modo, dice el auto de sobreseimiento, su presencia allí (la de Jesús Tobón en el sitio del ha mi.
-cidio) manifiesta que tuviera la intención de dar muerte á
Fernánc1ez ni de ayudar á que su.'hermano se la diera,
pues, por una park, ;i tal hubiera sido su intención no se
hubiera presentado s n arma y con sólo S\1 vara ó bastón,
y, por otra, dadas la.; circullstancias del caso (sic) era en
cierto modo natural que Jesús r.Iaría Tohón quisiera observar á Fernánc1ez, por más quc no sea creíble que si
ql1ería perseguído, sl)bre todo con tan daiíado C1I1,permaneciera un rato conver~anclo tranquilamente con los Sres.
Posadas después de que vio pasar á Fern~\I1c1ez
'·
El al1to h".bla d~ la simple pre~(;ncia de JesÚs i\larí;l
Tobón en el lugar en qucse consumó ('\ homicidio; al leer
esa parte ckl auto:? las palabras que le siguen, pudiera
creerse que el nom!:raclo 'robón estuvo allí el1 los prillléros momentos conD simple espectador Ú oL'sc¡-¡'(/dor de
los hechos; pero e" Clsa muy difcrenk la quc dicen los
autos, comO puede '¡erse revis;'llidolos rápidamente ..•....
Ellestigo Sr. Alejandro Posada (fojas 4 y 5), dice:
" ....•. y en ese mismo instante, bajalldv (í la carrera por la
misma calle de San Miguel, y viniendo de la plaza de Bolívar, un señor, que después me dijeron ser TobÓn,. h~r~
mano de D. Roberto. golpeó con su bastÓn por detrás á
Fernández; volvió;c éste y trabóse una lucha Cllef:po á
{;uerpo entre los dos .... "
El Sr. Hernán Pérez dice cn su declaración <k:Íojas
20 y 21: " •.•• bajata el Sr. Roberto á paso acelerado; detrás
de éste, como á unOs siete pasos, bajaba por la mitad.de la
calle el Sr. Agustín FC1'l1ándcz, y en actitud de componer·
se los puños de la camisa; tras dc este Último bai~bacoH
paso más acelerac~o y dando 'i.'oces q1lc HO cntetldi,-J~s
María Tobón, quien alcanzando ;1 Fcrnández ledes~arg6
:un fuerte garrotazo por ~s
.... "
El Sr. Helio<1oro Camacho declara (fojas '21 y 28):
Estando el joven Fernindez con el policial frente
al almacén denominado El Ancla, parados (\lnl¡)os con
la espalda para el lado de la pbza, 'vino corriendo,Qel.lado
-41 ••••
-
24-
de la calle de Florián, el Sr. Jesús María Tobón, quien
descargó por detrás un fuerte garrotazo sobre Fernández:
que estaba desprevenido .... "
Todas las declaraciones de los testigos pres~nciales
concuerdan con las trascritas en este punto.
Vese, pues, que Jesús Tobón no estuvo presente con
presencia pasiva cn el lugar del homicidio, como lo da á
entender el auto, sino que Sll llegada allí, fue la de quien
acude deliberadamente á un lugar determinado con ánimo de agredir á alguien, y la circunstancia de llegar directamente á descargar un bastonazo sobre la cabeza de
un individuo inmóvil é inerme en ese instante, hace inducir lógicamente que en el ánimo del agresor existía
previamente un propósito de dañar al agredido. Y como
aparece claramente que el agresur no tenía motivo alguno
propio para serio, ni ofensa propia que vengar, hay que
explicar SllS actos relacionándolos con los antecedentes
que existían entre Sll hermano Roberto y D. Agllstín Fernández, de suerte que si se llega á demostrar que hubo
un propósito homicida de parte de Roberto, no hay inve.
rosimilitud en suponer que de parte de Jesús hubo áQimo
de cooperar á los propósifos de aquél. Cuestiones graves
de imputabilidad y de probanza para un Juez de conciencia son todas éstas, que apenas se señalan someramente
para hacer ver que existen, y que no es al Juez Superior á
quien toca resolverIas porque extralimitaría con ello las
funciones que para estos casos le da la ley.
Ni son más fundadas otras razones que para probar
la inculpabilidad por complicidad en el homicidio, da el
auto de sobreseimiento; tal es, por ejemplo, la circunstancia que en él se alega de que Jesús Tobón no llevara
arma consigo. Arma, según ~efinición
legal (artículo
15 del Código Penal), es /1 todo instrumento cortante, punzante ó contundente ó de cualquier otra clase que se lleve
con el objetó de cometer un delito," y la ley establece á.
la vez· una presunción de intención criminosa· respecto.-
-
25-
del que la lleva. El ] uez de derecho no puede prescindir
de lo dispuesto en cóa prescripción legal,-y, de con~iguiente, debe reput;.r;Í ]e;;ús Tobón'como un individuo
armado, para comet::r cste ú otro delito (homicidio Ó he·
ridas), mientras no se prnebe lo contrario. El Juzgado,
como entidad instru::tora del sumario, pudo y debiÓ averiguar el paradero el=! bastón del sindicado y si esto se
hacía imposibJ,::, debiÓ averiguar por la prueba testimonial cuáles eran las c:Jl1diciones dc esa arma ó bastón, cosa
que no se cumplió, aunque era necesario para perfeccionar el sumario y decidir con m{ls acierto sobre Sll mérito.
Pero que el solo hecho de que el ataquc de Jesús To·
bón á Agustín Fernánclcz con un bastón, en las circunstancias en que se c1Jnlplió, sea por sí solo demostración
de la falta de ánimo homicida, t~S inexacto, jurídicamente
hablando. Para que esa apreciación fuera exacta, seríane. cesario sostener qU(: \In golpe dado sobre la cabeza, con
un bastón, por un homhre vigoroso, en ningÚn caso pucde causada muerte, y esto no sólo es inexacto para la experiencia vulgar, sino quc lo contradice cualquier tratadista de medicina ICgll, pues es bien sabido que entre los
efectos detgolpecolI un arma contundente, está la conmo·
ción que, en tratándose del cerebro, "causa la inmovilidad, la insensibilid<ld y tal vez la muerte." (l\hta, Medicina legal. Armas cOHilmdcntes).
"Los antiguos jurisconsultos, dice Garraud, ~e preo.
cuparon mucho COIl la cuestión de saber en qu6· signo exterior y sensible se reconoce la voluntad de matar. Esta
investigación de la intención, traducida ó revelada en he.
chos, era tanto más importante cuanto que el derecho de
entonces no admitíl testigos para constituir esta prueba.
Pero la cuestión ha p.;:rdido mucho de su interés que deja
esta prueba á la convicción íntima del Juez (para el caso
el Jurado) ... ." Razón es la que se acaba de transcribir,
añadida á las anteli expuestas, que sirve para comprobar
-
26-
que no caben en un auto de sobreseimiento
apreciaciones
de circunstancias
de este género que vienen á ser de las
constitutivas
de responsabilidad.
" La cooperación,
dice el auto de proceder,
que atri-
buye á Jesús María Tobón, el señor acusador
particular
en la ejecución del delito y que sin duda puede acarrearle
á dicho sindicado
una responsabilidad
moral en el delito
de que se trata, es tina cooperación en general, pero cuya
naturaleza
no está especialmente
prevista en nuestra ley
penal, y por consiguiente
no es punible según el sistema
de la misma ley en armonía con el artículo 26 de la Constitución,
y de acuerdo con el parecer de los expositores
del Derecho
penal y la teoría generalmente
aceptada por
las legislaciones
modernas."
¿ Cuál es la distinción
que quiere
hacer
el auto cuan-
do habla de respollsabilidad moral en el delito? ¿ Es acaso
la responsabilidad
legal de índole diferente de la moral?
La imputabilidad
moral del acto humano requiere las condiciones de inteligencia
ó conocimiento,
voluntad y libertad, y son esas mismas las condiciones
indispensables
de
la imputación
penal; de suerte que un acto imputable moralmente, lo será también
legalmente, y si á Jesús Tobón
puede acarrearle su cooperación
una responsabilidad
moral en el delito, se la acarrea también legal. Y no es este el
caso de la distinciÓn
entre la moral y el derecho,
porque
el homicidio así está vedado por la primera
como por el
segundo, y la cooperación
del sindicado salió d~l recinto
de la conciencia para traducirse en actos externos.
Por otra parte, acaso el señor Jue~ no tuvo bien presente al dictar este auto los términos
precisos del artículo
23, ordinal
1.0 del Código
Penal, que textualmente
dice:
Son cómplices:
1.0 los que espontáneamente
y á sabienjj
das cooper~n á la ejecución del delito en el acto de COOleferia, siempre que no puedan reR,utarse como autores."
Cooperar, del latín cooperari, dice el Diccionario,
obrar
jj
conjuntamente
con
otro
para un mismo
fin."
La acusa-
- 27ción sostiene que Jestls Tobón
obró conjuntamente
Roberto Tobón para da;- muerte á Agustín Fernández,
sostenido
que
sin 1m; actos de Jesús,
Roberto
con
y ha
no hubiera
podido consumar el homicidio el1 la forma en que lo con·
sumó, es decir, que ~o:.Jpcró en el homicidio,
por lo cual
también es responsable
del delito. El Único punto dudoso,
pero que está sometido á la decisión soberana del Jurado,
seria el de sabe!" si esa cooperaciÚn fue solamente la de un
cómplice, ó si alcanza al grado de la de un autor principal,
conforme al mi~mo I':Údigo. Si el Código habla de COOpL'racióll en general, no hay por qui: exigir quc se especialice
ó clasifique esa coop,~ración como lo hace el auto de proceder, cuyo yerro emana de'querer
ceñirse t'1l este punto
á la doctrina de com ~n tadores del Código francés, que tienen en este preciso ¡:articular un pu nto de vista muy diferente del que debe tener quien trate de interpretar
Ó aplicar el articulo 23 del CÓdigo penal colombiano,
puesto
que el artículo 60 del Código francés, que define la como
plicidad, hace llna enumeración
de los modos de ella que
difiere en parte sustancial
de la del Código colombiano.
Se puede acudir á lo!; penalistas como autoridades en cuestiones de Derecho
r eral general, pero no sucede lo mismo cuando se trate de un punto del Derecho penal especial de una nación, si h ley de la naciÓn ;í. que pertenece el
comentador
110 es igual al que se trata de interpretar.
Garraud, en el fragmento
citado por el señor Juez Superior.
comenta "el articulo 60 del Código francl:';, y por ello Sll
teoría general no p"jede servir para interpretar
el Código
colombiano.
Con todo, el e~positor
francés,
en el final del frag.
mento citado por el auto de sobreseimiento,
dice así:
" ... , Para que pudiera castigarse
toda cooperación
sería
: necesario
que la ley dijese: serán cómplices
los que de
una manera cualqui,~ra hayan ayudado (sic) á cometer un
delito";
pues eso mismo, aunque no con las mismas palabras,
es lo que dice el artículo
23 del Código
colombia..
-
28-
no: Son cómplices: los que espontáneamente y á sabiendas cooperen á ia ejecución del delito en el acto de come~
terlo "; cooperar es tanto como ayudar, y como en ese
punto no define la ley el acto de cooperación, hay que
reconocer que la cooperación que origina responsabilidad puede ser de cualquier especie. De otra suerte la ley
carecería de sentido, y es conocido el principio de jurispru~
dencia que veda tal especie de interpretaciones.
Tampoco puede olvidarse al acudir á la autoridad de
expositores de otros países, tales como Carrara, que en la
mayor parte de las legislaciones europeas, un concurw cri·
minoso como el que se presenta en este sumario, no se considera como acto de cómplice ~ino de autor principal. Yes
precisamente la teoría del ilustre criminalista Carrara, jefe
de la Escuela clásica italiana, la que en este particular siguen el Código italiano y los principales modernos, con los
cuales no concuerda la ley colombiana. Inútil será, pues,
ir en busca de argumentos para este proceso en los capítulos de comentarios sobre complicidad de autores de
otros países; hay que buscar autoridades sobre ese punto
donde se estudie la responsabilidad de los autores que es
lo que ha hecho la acusación cuando ha citado comentadores como Rossi y Boitard, ó Tribunales extranjeros como
el Supremo de España.
1/
III
U n punto que se refiere á la parte procedimental del
auto apelado, deja ver también que, á pesar de todas las razones del Juzgado, hay un vínculo indisoluble entre las
responsabilidades
de Roberto y Jesús María Tobón. El
Juzgado llama á juicio á Jesús María Tobón por el delito
de heridas y ordena que se siga un solo proceso por éstas
y el homicidio con intervención del Jurado, contra la regIa legal de que el delito de heridas está sometido á la jurisdicción del Juez de Círcuito.
~29
En el caso presl~nte
-
las heridas
no son sino una for~
roa de la participaciÓn
en el homicidio,
y de ahí que la
lógica lleve al Juzgado i pretender que no se divida el juzgamiento, con lo cual incurre en otro error de interpreta<:ión de la ley.
El auto se funda en el artículo 99 del Código Judicíal,
pero no se tuvo ell cuenta para dietario
que el artículo
1505 del mismo Código da la regla especial en estas materias y que esa regia debe ser tenida en cuenta.
El artículo 99 dei Código Judicial
(Ley 148) es una
limitación
de la e:cccpción contenida
cn la regla 1.a del
artículo 1505 del CSdigo, y si es así, por medio de esta limitación
se vuelve: (:n parte al principio
contenido
en
aquel artículo.
La ,~xcepción 1\0 puede ser de naturaleza
t:ontraria
á la de h regla, ni puede contener principios
contrarios
i los que se des;u rallan en la misma, porque de otro modo no sería excepción sino una regla dis.
tinta.
Los artículo.., ll9 y 1505 dc] Código Judicial no prcvén
el caso de que en UIl mismo sumario se averigiie la responsabilidad
de varios pelincucl\tcs
en ¿',¡ric';; delitos, sino
simplemente
el C;lSO de que::-;c averigucn
varios debtos
imputables á un se·10 dclincllt:nte,
Ó el de que se averiguc
un cielito imputable ;'l varios: la unidad del clt:lito ó la del
delincLlcnte es lo qllC puede crear la jurisdicción
aCllmulatín, pero en nin~ún caso en quc sea una sola la víctima
de diferentes delit0s cometidos por varios individuos entre quienes no exi~¡ta codelincllencía
ó vínculo alguno de
culpabilidad,
como se hace :1parecer en el auto apelado
que sucede con lo:; hermanos sindicados.
La jurisprudencia
tiene resuelto en varios casos que
el artículo _99 se aplica cuando en el sumario se trate de
varios delitos cometidos por un mismo individuo.
Puede
consultarse
á tal respecto la J urispmdencia de la Corte
Suprema en la pá5ina 10, número 41, y en la página 191,
número 829.
•
- 3°-
Son estas las razones que, respetuosamente, someto al
Tribunal,-y
que añado á las que ya expuse antes para pe~
dir el llamamiento á juicio,-con
el fin de solicitar que se
revoque la providencia apelada en la parte en que se sobr-e.
see respecto de Jesús María Tobón por el delito de homicidio y se le llama juicio por heridas.
a
Señor Magistrado.
Bogotá, Marzo de 1909
fRANCISCO
,
.
l
fEI\NÁNDEZ
DCICTIIIENTOS
Los documentos que se reproducen á continuación,
gon las piezas sustanciales del sumario instruido para averiguar el delito de h(,micidio perpetrado el 19 de Octubre
de 1908 en la persona de D. Agustín Fernández.
La totalidad casi de los testimonios fueron recibidos
por el funcionario in;tructor, sin intervención ni solicitud
alguna del acusador, quien ha limitado sus peticiones al
esclarecimiento de puntos que rcsultaban oscuros ó dufOsos.
Algunas notas, q lIC llevan las letras ¡V. E., son del editor Sr. D. F. J. Fern;mdez, quicnllama la atención á circunstancias importantes del respectivo documento ó testimonio. Las bastardillas que corresponden á esas notas
tienen el mismo objeto.
El Sr. Francisco J. Fernánclez que ha intervenido en
este asunto, como lo dijo desde su primer escrito, para justificar Ii:( conducta de Sli hijo y Ll snya propia en relación
con los hechos crim !lOSOSqnc moti\'an la causa, quiere
rectificar las ter~iverslc¡O!leS que se han hecho en algunas
Pliblicacíones de lo :;ucedido, y cree que el mejor medio
para obtenerlo, es im Joner á la sociedad pormenorizadamente de las prllcks acopiadas por la J usticia, dej~ndo
para su hora el análiSls de esas pruebas.
Bogotá, Abril de ]909
3
- 34Policía N aciollal.
Señor Alcalde
1.°
del Distrito Capital-Presente.
Pon~ á ]a disposición de usted á los Sres. Roberto Tobón
y Jesús M. Tobón, sindicados de] delito de homicidio perpetrado en]a persona de Agustín Fernández, el primero comOautor y el segundo como cómplice.
Pueden declarar el agente conductor Eduardo Sánchez,
de ]a La División, y los Sres. Jorge Mejía, Hernán Pérez, Jorge
Salgada y demás que éstos citen.
Le remito el revó!\'er, cuerpo del delito, que le tomó el
agente arriba mcncionado al Sr. Hoberto Tobón.
El cadáver fue trasladado á la casa de un Sr. Maldonado,
en la primera Calle de Florián, ó sea en la casa del antiguo
Bazar del Rosario.
'
El hecho tuvo lugar en el barrio de su jurisdicción, etc.
CASIMIRO
OSUNA
Octubre 19
DECLARACIÓN
DE LOS DOCTORES
JosÉ M. MO~TOYÁ~(Folio
JUCAHDO
AMAYA y
2, mello)
Hallámos un cadáver de hombre, de unos 24 á 25 años,
tendido sobre una cama sin destender y cubiertos los pies con
una manta; el cadáver estaba vestido completamente con un
flux de paño c;¡rmelito y chaleco de color, el cual estaba desabotonado; el nudo de la corbata desbaratado; el cuello y la
parte superior de la camisa desabrochados; el cuello en la
parte superior perforado probablemente por la entrada denn
proyectil de arma de fllego, esto en la parte izquierda y posterior; tanto el cuello de lino como el del saco y el de la camisa
manchados de sangre. En la parte correspondiente del cuerpo,
Ó sea en la regiÓn postero-lateral
del cuello, en un punto unos
dos centímetros hacia abajo y otros dos hacia atrás de la apó1isis mastoicleana, una herida circular de un medio centímetro.
de circunferencia, de bordes irregulares, producida probable-
-- 35 mente por la entrada de un proyectil de arma de fuego; la piel
-al rededor de esta herida empapada en sangre. En la región
frontal derecha, en la part,~ donde principia á crecer el pelo,
y en una extensión de unos cinco centímetros hacia atrás y
.dos centímetros de ¡mCRa, IJna contusión que produjo la equimosis é hinchazón en una f:xtensión de las dimensiones ya descritas. En el borde interno del labio derecho inferior, al nivel
del segundo incisivo inferior derecho, una pequeña erosión de
la mucosa, la cual pudimos apreciar como reciente. En el borde externo é interior de la uña del dedo meñique de la mano
-derecha, otra erosión pequefla y reciente. Como no se desvistió en estos momentos el cadáver, no podemos dar una des-o
cripción más completa, co:¡a que haremos al hacer la antopsia
cuando ésta sea ordenada por el señor Alcalde.
Firmados.
Amaya-lIfontoya-lIjgucra
S.
Odubre 19
INllAGATOIUA. DE ¡WBERro
TOBóN-(Folios
7,8,9,
la,
1I)
Preguntado: Conoce IIsted el revólver que tiene de presente? R Ko sé si es el revÓ¡"er que yo tenía en el bolsillo hoy
cuando me atacó el Sr. Aplstíll Fernánc1ez-P.
Conoció usted
al Sr. Agnstín Fernández ;tIl':es del día de hoy y qué clase de
relaciones tenía con él?-~.
Lr) conocí hace tres
meses, poco
más ó menos, poryue su padre el Sr. Francisco Fern¡'mdez me
lo habí~ presentado por medio de una tarjeta, p~lra ver si arreglábamos un asnnto de mgocios que teníamos pendiente entre
éste y yo, procedente de una compañía de cuentas en participación que manejaba ellllismo Sr. Francisco J. Fernández, y
de quien yo reclamaba lo:; datos y dividendos en dinero, que
.dicho señor me tenía en :m poder. El j(>ven Fernández estuvo
varias veces en mi casa y tratámos el referido asunto muy cordialmente, pero sóio Ilegamos á convenir en que la suma que
me saliera á deber su señor padre, me la pagaría en 20 Ó 22
mensualidades iguale~, porqne, decía el joven Fernández, era
.un poco fuerte la cantidad y no podía pagárme1a antes; des-
pués me exigió que yo le pidiera 1:\ suma que Sll padre debía
darme por la participación que yo tenía en el negocio; le contesté que no podía hacerle yo el pedido sino cuando me sumi·
nistraran los datos y cuentas del negocio para poder formarme así idea del valor de los que estábamos tratando, á lo cual
me manifestó que él no podía darme eso~ datos porque su:
señor padre no quería que fueran conocidos sus libros, y me
excitó á que yo tuviera una conferenGÍa con éste en su casa en
la carrera 7.a, barrio de Las Nieves; le contesté que iría con
mucho gusto el día y hora que me fijaran, y así suspendimos.
el joven Fernández y yo las varias conferencias que tuvimos
para llegar á este resultado; este joven volvió después á mi ofi~a á indicarme el día y hora en que podía verme con su señor padre, en la citada casa; luégo volvió por ullas dos veces á
manifestarme que había algún inconveniente para la cita, vol.
viendo á fijar definitivamente otro día y hora; yo concurrí á casa
del Sr. Fernández en el momento acordado, á pesar de que la
hora fijada era de noche y á pesar de mi poca costumbre de
tratar negocios I)(Jr la noche en casas particulares. En la con.
ferenci;¡, convino el Sr. Fernández conmigo en que al siguiente día me entreg;tría $ 4,090 oro, aproximadamente,
que me
tenía del resto de un dividendo decretado por él á mi favor á
mediados de 1905, dividendo que valía $ 7,200 oro, Y á cuya
cuenta me hahía dado hacía tiempos $ 3,100 Y pico de pesos
oro; al día siguiente de nuestra conferencia debía yo volver á
la ol1cina del Sr. Fernández, situada en los bajos de su casa,
para darme la suma indicada y un extracto de nuestras cuen·
tas que mt: sirviera de base para yo hacerle el pedido de loque él debía pagarme por mis derechos, al tener }'o conocimiento de tales datos, en lo cual habíamos convenido en nues.
tra conferencia nl)ctllrna; habiendo yo concurrido á su oficina
á la hora citada, recibí los datos y el cheque de manos del Sr.
Fernández y de su contador Sr. Dtto Schroeder. Después le
hice mi pedido por escrito al Sr. Fernández de lasuma en que
yo estimaba mis derechos en el negocio, que fue de sesenta
milpesus oro, si no .I.ecuerdo mal¡Y el Sr. Fernández -ofrecióajust<irme $ 20,000 oro ~~bre.las sUmas 'líquid~J qU~Yll me ha-
- 37bía dado en el negccio, como utilidad neta por mi participación. Al fin nada pl.dimos arreglar, ni siquiera un arbitramen.
to que estábamos pactando de amigable" compoucdorcs, ó interventores, ó un ar Jitramento legal, todo lo cual había yo pro·
puesto al Sr. Fernándcz, hacía días, por medio de una carta
amistosa que le diri gí suplicándole que arregláramos este asunto. Casi todo lo que dejo relatado, consta cn correspondencia,
que se exhibirá á sr tiempo. No habiendo el Sr. Fernándcz y
yo concluído el arreglo, como antes se dijo, siguiÓ la clem;-¡nda
ante el poder jndici;d. la cllalle había sido notilicada al Sr. Fernández, cuando yo e ('scribí mi carta que he mencionado, rogándole un al rcglo amistoso. Así las cosa~, segnía todo en calma hasta que el S:IL;1do Último 17 de los corrientes,
COIllO i las
tres de I::ttarde, saL de mi c;¡S;\ de habitaciÓn de la primera
C;-¡lIede Flnrián, y lile dirigí {¡la segnncla calle dd mismo nombre, á las ot\cin;¡s (J Gercncia dd Banc" de Exporti\dores.
Antes de lleg.!r al dind de la pucrta (k dicho Banco vi (!'IC
el joven Agustín Ft~nl:índez se IIIC dirigi,) y lile habló algunas
pocas palabras relativ;:s al ncgoci{¡ de qne se trata¡ not¡\nc1olo
Y" un poco exaltado) traté de calmado con dos ó tre~ palabras de cordialidad d:ciéndole quc ese negocio lo arreglaríamos amistos:lmentt con Sll pa,):'I, á cuyo efecto ya yo le había
hablado á D. Guillermo Torres para que me ayudaraná salir
de ese aSllnto pues .t'O cst:tba resucIto á que se transara de cualquier modo; y me t~ll\ré en seguida al Banco de Exportadores,
pcro al pisar el c1intd cle la puerta el joven Fernández me dio
un bofetÓn duro en el lado izquierdo de la cara y trató de se·
guirrne, pero se detuvo un instante en la puerta porque yo le
supliqué que no me atacara porque yo no acostumbraba á pelearean nadie ni dar escándalos en la callc; pero á poco el joven Fernández SigllÓ en pos de mí, insllll:ln<!ome y desafiállclo·
me, subiendo la esca lera y lIegand!l hasta la puerta de la Gerencia del Banco, pues yc me había apresnrado en el paso huyén.
dole al joven Fernández y gritando desdc la oficina baja de los
cajeros del Bam;o qne me hicieran el favor de contener al
joven Fernánclez q LlC venía alacáncJome. Por motivo de mis
gritos, el Gerente dd Banco Sr. Julio Silva S. había salido {\la
puerta de su oficina y al verlo yo le rogué que no me dejara
atacar del joven Fernández y que viera que lo sacaran de allí
pues yo no quería dar un escándalo qne mancillara mi nom·
bre y mi reputación, diciendo lo cual yo me entré muy aprisa
adentro de la Gerencia porque el joven Fernández me perseguía muy aprisa y en ademán de volverme á atacar. El señor
Gerente del Banco se paró en la puerta de su oficina é impidió al joven Fernández que penetrara allí en pos de mí; dicho
joven siguió insultándome é instándome para que saliera á la
calle para darme unas bofetadas; yo le contesté que yo no
podía pelear con él porque tenía que respetar mi nombre y
respetar la sociedad; después de insultarme mucho se retiró
gritándome que me daría bofetadas en la cara en cualquier
parte donde me encontrara, y que si su padre tenía alguna mortificación ror la demanda que yo le había establecido me quitaría la vida. Yo me fui á poco rato para ~i casa y no volví á
salir ese día, y me apresuré á manctarle una carta á D. Francisco J. Fernández, cuya copia la presentaré luégo para que se
agregue á este expediente, carta que me ayudó á redactar mi
abogado en ese negocio Sr. Dr. D. Emiliano R~streroj dicha
carta la mandé á las seis de la tarde con mi sobrino Carlos
Tobón encargándole que se la entregara á D. Francisco Fernández en propia mano en Sil casa de habitación, y así lo hizo
volviendo inmediatamente
á traerme la razón de que D. Fran.
cisco Fernández había recibido la carta en propia mano y se
había quedado leyéndola, razón que recibí en presencia del
abogado Dr. Restrepo quien todavía estaba en mi casa. En
aquclla carta le supliqué yo al Sr. F~rnández que tuviera la
bondad de ver que su hijo D. Agustín no volviera á atacarme,
pues allí le relaté el ataque_que ya me había hecho, y le agregué que yo por mi parte no lo molestaría en nada. No obstante esa carta á D. Francisco, de la cual no obtuve contestación,
ayer hice venir á mi abogado á casa, á que me redactara un escrito dirigido al Jefe de la Sección de Seguridad de Policía N a.
donal, el cual escrito hice poner en limpio en la máquina ayer
mismo, á pesar de ser domingo, y hoy lo hice poner en el ~
piador para traerlo personalmente á la oficina respectiva. En
esta diligencia me hallaba hoy cerca de las ooce oel Ola y (11,;"bando de salir dé mi casa de habitación, !\ituada en la l.a.
Calle de Florián lúmero 216 B, cuando en la esquina de la
plaza de Bolívar, cerca al almacén del Sr. TOllchet, lugar que
está á media cuadra de mi C3sa de habitación,
advertí
que el
joven Agllstín Fcrnández ,,(mc botó á at;¡cannc, palo en mano;
yo corrí inmediatamente gritando que c()gicran al Sr. Fernández,qllc vCllía á abcarme, y al mismo tiempo sentía unos golpes
muy fuertes en la .:abeza, que <lich/) seflOr lile daba, pnes yo
sentía que éHte corrí:l. muchísimo
en pos de mí. Aturdido
por
los golpes y desesperado por les nervios en una situación tan
desgraciada
~sa nosé lo que hice
como
Yo me sentí
preso
dt~ un policía
aquí me informaron
nerviosos,
yo \'enía
que
sol" y qne n) til\-e
mente
pes;lr (k todo
las 11 Y 45 minllto;
poco
más Ó menos
Fernándcz,
l]llienc:;
Ull illcli\'iduo,
;1
estaban
misma
le disparara
distan<:\a,
la mncrle
que
parecía
agcnte
de
Jesús
policb;
Preguntad
más
(J¡¡
uste(l
bs
cau-
dé la primera
un grupo
yo estaba
que varifJs
mi hermano,
1: Sabe
;'] puñetazos,
K No sé, tan sólo vi
entre
que
/ aquí supe
metros
al Sr. Fcrn;mdez,
menos?
<"
Pre-
T~)bÓn y Agthtín
en h mitad
TobÓn,
á tiempo
rii\cnelo),
parecía quc reñían
también.
poco
á
ataque
de cuatro
riikndo
pnr detrás
?lIaría
del
que tL:nc :.í la vist;t, y á la
el re\'.,ílver
instautáneamente,
Calle de San Mignel,
á mi hermano
agtrrachs
y
tristes
ci1l11¡)leta-
que hoy CO¡110 á
dist;lIlCi;l
l<h Sres_ JesÚ:; María
sa:;ara
este local;
111\1)'
me socorrier;1.
\_juién seria
dich<> individuo
sándole
mc dck¡¡die'-a
C¡lli~il
Ú
yo an(L¡ba
ljllC
halLíndos\~
(k
ha pasado.
Cjl\\;
gritns
lo qt e ;¡amé p;lra ljUC algun\)
Sabe usted
gUlltado:
dandu
b calle. Deb,) agregar
PIl!-
ui lo
que me couclujr¡
jó\'enes
habían
qué mf)tivo
de gente
preso
por
un
de los qne
traído presos
tuviera
el agen-
te dc policía para reducido á usted á prisión ho)' Ú la hora que
acaba de expr-,;:sar?R Ko sé, lo único qUt; n:cl\erdo es el ataque del Sr. Fernánde;: á mí, y nada más. Preguntado: Sabe
usted
quÓ motivo
local? R. No sé.
haya
para
tenerlo
á usted
detenido
ell
este
Ido: D~ dónde obtU\'t) usted el revÓlver que tiene de presente? R No lo sé. p, DÓnde~tenía usted el revólver cuando se lo tOll1 ¡ el agente de policía? R. No
Prcgl¡¡¡t
f
sé, yo no me doy cuenta de lo que ha ocurrido. P. Durante el
ataque de que venimos hablando, ;lsted oyó alguna detonación
de revólver? R. Repito que no me doy cuenta de lo que ha
pasado, desde la excitación nerviosa que me produjo el ataque
del Sr. Fernández. P. Sabe usted quién sería el individuo que
después de disparar su revólver sobre el Sr. Agustín Fernández, hiciera ademán de venirse sobre él, pero se contuviera al
ver que Fcrnández se desplomaba por causa de la herida del
disparo? R. No sé, porque yo nunca he pretendido ir contra la
persona del Sr. Agustín Fernández, pues las veces que me atacó,lo que hice fue huírle. P. Cuando el agente de policía lo aprehendió, usted en dónde vio al Sr. Fernández, en qué posición?
R. No sé, pues no me doy cuenta de nada, y como ya dije, desde que me atacó el Sr. Fernández no me ha sido fácil apercibirme de nada. P. Con qué objeto salió usted hoy de su casa
de habitación, cerca de las 12 del día armado de revólver?
R. No]o sé, yo acostumbraba,
en algunas épocas tener arma.
P. A ql1é hora de] día de hoy estuvo usted con su hermano
Jesús María, antes cid ataque que le hizo el Sr. Fernánde7., y
de qué asuntos trató? R. Antes de las 10, estuve con él en Sll
oficina de la primera Calle de Florián, mostránc\ole una carta
que me dirigió ]a Geren<;ia de Rentas Reorgani:-.aclas del Banco Central y la conte~;taciÓn que yo daba á dicha Gerencia, relativa á un negocio valioso de la renta de licores nacionales
del Distrito Capital. P. Con cuántos proyectiles estaba cargado su revÓlver, hayal salir usted de su casa de habitación?
R. :-Jo sé nacla de lo que se me pregunta. P. Usted sabe por
qué causa lo atacara á usteclun indiviuu0, distinto del Sr. Agustin Femández, en los momentos en que se verificó el ataque de
este último contra usted? R. No sé, yo huía sintiendo sobre
mi cabeza una porción de golpes que temía me ocasionaran la
muerte, como se pucde ver por tres contusiones que tengo en
la cabeza, y el estado destrozado de mi sombrero que traía
puesto, el cual pongo de presente. En este estado el indagado Sr. TOQpn manifestó que se le examinara provisionalmente
la cabeza, para ver y hacer constar las contusiones que tiene;
por lo cual el señor Alcalde ]0 examinó y se le notaron algunas
...,..41
.•.•...
contusiones en la cabeza. Pregunta: Sabe usted quién ó quiénes son autores principales,
cómplices, auxiliadores del delito
de homicidio peo'petrado hoy en b persona del Sr. Aguslín
Fernández? R. No sé; Siendo las 8 y 30 minutos de la noche
se suspende, etc., etc.
Octubre 19
MEMORIAL
DE ROBERTO TOBÓN AL JEFE DE LA POLICÍA-(Folio
12)
Señor Jefe de la Sección de SegUl'id;,,1 de la Pulida Nacional.
Yo, Roberto Tobón, mayor de eelad, vecino de Bogotá,
donde resido, á usted expongo: Tengo establecido un juicio
civil orelin:\i'io contra el Sr. Francisco J. Fernández, para que
se le condene á rc:ndirme cuelltas del manejo, productos y administración de In J ,egocio valioso, de cuenta en participación,
que cekbrámos )';lce algún tiempo. Los antecedentes de ese
juicio los hallar;í 'elatados el seOOiJefe de la Seguridad en el
folleto que me permito acom¡niíar :'1 este memorial.
.••.m!a::;]o el ,Iuicio dicho, po!' sus trúmitcs legales ante el
respectivo Íuncionar,io judicial, el día 17 de los corrientes, á
las 3. p. 111. poco 11l;',s'6-menos, sin que precediera pl't1vocaci,in
alguna de mi parit:, ni etmenn!' incidente que sirviera de C:111·
sa, el joven Agustín Fernández, hijo del Sr. Francisco J. Fernández, me pro ve cú públicament~:y con esc;i ;¡dalo social en la
segunda Calle de Flori;ín en el~tcl
de !;¡ puerta del Banco
de Exportadores.
clirigiéndonl~impr<lpt:rios,
insultos y amenazas y propasándose no obst;1I1te la moderación y prudencia
de que me revestí, ávías de hecho, llegando hasta dal'me un
bofetón, y provoc:ínQQme á rei'iir.
Yo.seguí mode¡ aelo; penetré al edificio del Banco de Ex·
portadores, y hasta allí me siguió el joven Fernánclez, quien
en la' p\lerta del s 116n de la Gere,iIcia de dicho Banco me si.
guió insultando glavemente¡ notl .'ándoll1c que cualquiera molestia que le .sohre.villieraá'"
" dre por razón ó con motivo
del mencionadA,.~(titQ,daI'ía'ocasión
á que dicho joven Fernández me quHau •.Ja.llIida, dándomeUIl balazo.
Al proceder inusitado del joven Fernández opuse yo la
-
42-
más completa calma, limitándome á hacerle saber que llegado
el caso de ser atacado por él nuevamente, sabría defenderme
con energía y dignidad.
Lo qne pasó en la pnerta de la Gerencia del Banco de
Exportadores. entre el joven Fernánclcz y yo, fue presenciado
por el Gerente de dicho Banco, Sr. Julio Silva, por lo~ cajeros
del establecimiento y por otras personas, que citará dicho Sr.
Silva S. al ser examinado por usted.
Estando bajo la amenaza de un ataque personal de p-arte.
del expresado joven, aunqne tal amenaza no me inquiela, por
creer me capaz de repelcrla, ella sin embargo, podría d<lr Ingar
á un lance de escáncLdo social, el cual podría tener como desenlace alguna desgncia; y como contra sucesos de esta especie impropios de una sociedad civilizada, contienen remedios
preventivos las leyes de policía, me creo en el deber de poner,
como pongo, en cOllocimiento de usted lo ocurrido en la tardel día 17 del corriente, para que en la medida desu~ facultades y en ejercicio de las fnnciones que la ley te a-tribuye
tome usted la providencia
que sea del caso.
armado,
R
TOBÓ~
04ub,.e 19
SECC¡Ó:-< DE
JqSTICIA-(Folio
14)
En atención á que no hay objeto ya á préstar el auxilio solicitado en el anterior memorial puesto 9u~fue recibido según
aparece, un tiempo después de lo ejeGutpd.,~por el memorialista,
envíese al Sr. Alcalde del Distrito Ca~'á
cuyo cOllocl!liento
está el hecho, porque en su jurisdicci6n tuvo lugar. (1)'
(1) El' meID01'ial fue preseíHadodesptiés
'de la perpetración del
homicidio no p6t'ei mismo que lo stl,;eM~ái~'~-tÍll.
tercero. Ql1ie
10 suscribe estaba incomunicado en esos ~N¡
E•
. "~
j4~p.f
- 43Odub1'C 20
INDAGATORTA DE
fEE,és
MARÍA TOnÓN-(Folios
14. 15, 16)
P. Conoció usted al Sr. Agu!\tín Fern{ll1dez? R. Hace
poco más ó menos l nos dos meses lo conocí, porque tuvo con
mi hermano Roberto algunas conferencias sobre negocios peno
dientes con el Sr. D. Francisco J. Fernández,
padre de D.
Agustín, según me l,) manifestó mi referido hermano, p, Qué
clase de relaciones :uvo usted con el mencionado Sr. Agustín
Fernández? R No tuve ninguna clase de relaciones con dicho
Sr. Fern:indez, ni al:n de saludo, pues nunca fui presentado á
él, Y en las conferenci2.s que con mi hermano tuvo, lo vi sólo
una vez. P. DespuéB <le la vez que usted vio al Sr. Agnstín
Fernández en una l;onferencia cn la casa de su hermano Roberto, qué otras veces lo voh'ió :i veto en la calle, ó en alguna
otra parte? R. El sabaclo próximo pasado, estando yo en mi
oficina de la primera Calle de Florián, después de medio día,
si mal np recuerdo, ~;epresentó en mi oficina un jovcn dc apeHido Angcl, cuyo nl)mbre daré luégo, y me dijo: "D JesÚs,
están atacando á D Hoberto en el Banco dc Exportadores. "
Yo salí de mi oficin~. 0)11 la mayor calma quc pude, en direc·
ción al expresado B:lI1co; encontré allí mucha gente en la pucr.
ta y me puse en averiguación de lo que ocurría. Al efecto, le
pregunté á un señor que llaman el "chato Vega," que es comisionista y que tiene >,noficina en la segunda Calle de Florián,
qué ocurría. y me c01testó: .• El hijo de Fernández, atacó á Ro·
berto Tobón, pegándole una trompada en la cara, lo tienc encerrado en la Gercn :ia, y le prometió que donde lo encuentre
le vuelve á pegar." En seguida me subí á la expresada Geren·
cia y allí encontré á mi hermano Roberto acompañado del Gerente del Banco, Sr. Silva. Mi hermano Roberto me dijo, que
el joven Fernández le había pegado una trompada en la cara,
y que esto había sidl) cn la puerta del llanco, que da á la cal!e;
que Fernández lo había seguido hasta la puerta de la Gerencia, y que él (mi he "mano) le había suplicado al señor Geren.
te lo hiciera sacar para que no lo ;¡(;¡cara. El Gerente Sr. Silva
-44me dijo más ó menos esto: "le peg6 Fernández uba troffi.pada
en la cara á D. Roberto, y aquí eh la puerta de la Gerencia lo
desafió y le dijo que si no salía ahora, 10 atacaba donde lo en.
'eontrara "; y si mal no recuerdo, fue el mismo Sr. Silva, quien
me dijo, que Fernández le había prometí do bala á mi hermano
Roberto. En seguida esperé á que mi hermano saliera y lo
acompañé hasta la casa. Como yo supiera que D. Bonifacio
Vélez necesitaba á mi hermano para una conferencia, sobre neo
gocio de licores, y acostumbrando yo á visitar los estancos por
la noche, me fui al de Las Nieves, para si él salía no quedarme
solo en la casa. Al regresar yo de Las Nieves vi al Sr. Fernández que venía por la Calle Real, en dirección á la plaza de Bolívar, el mismo sábado como á las 8 de la noche; yo bajé por
la calle 13 y lo vi hasta esa esquina, en seguida me entré á mi
casa de la Calle de Florián. P. En dónde se encontraba usted
ayer como á las 11 Y 40 minutos del día,' en compadía de quién
ó quiénes, de qué se ocupó á esta hora y de qué asunto trató?
R. A esa hora estaba en la Calle Real hablando con el Sr. Posada, socio del almacén de Posada Hermanos, sobre venta de
la renta de licores del Distrito Capital, y en ese momento pasó
un tranvía para Las Cruces, y me fui detrás á tomarlo y no lo
pude alcanzar. Como en ese momento principiara á llover, regresé de la esquim oriental del Capitolio, en dirección á mi
casa de la calle primera de Florián. Viniendo yo frente ~ la
botica de Maldonado Hermanos, vi un tnmulto de gente en la
mitad de la primera calle de San Miguel, y un hombre qne corría y gritaba: "Cójanlo por Dios." Bajé á ver quién era, y á
poca distancia pude observar, que mi hermano Roberto era
quien gritaba y corría; también vi que un individuo le pegaba
con un palo ó paraguas, individuo que no conocí por no poder
verle la cara. En este momento que llegué, me atacaron tres
individuos á quienes tampoco conozco; yo caí en tierra porque
me tumbaron, y cuando me paré me cogió un agente, quien
me condujo á este local. P. Sabe usted quién sería el individuo
quien en esos momentos atacara á puñetazos al Sr. Agustín Fernández? R. No sé. P. Usted vio al expresado Sr. Fernández
en t;sos momentos? R. No lo vi, porque cuando llegué me tum-
- 45baron al suelo, como ya dije. P. Cuando los individuos que usted dice, lo atacaron, usted no sin.tió un disparo de revólver?
R. No sentí nada por~ ue el golpe me atontó. P. Conoce usted
el revólver que tiene de presente y sabe qué individuo sería, el
que ayer á la misma hora de que se habla, le hiciera un disparo al Sr. Agustín FernÚnclez con el mismo revólver, causándole
la muerte instantáneamente?
R. ~i conozco el revólver ni sé
quién hiciera el dispan. P. Por qué motivo lo atacaron á usted
los tres individuos d.~ que habla antes, cnando dice, llegó al
lugar del acontecimiento?
R. No sé el motivo, juzgo que haya
sido por ser hermano :let atacado Sr. Roberto Tobón. P. Ayer,
antes del acontecimierlto, á qué horas había estado con D. Roberto, antes del acontecimiento?
R. Entre nueve y diez de la
mañana, y tratámos sobre una carta que él iba á llevar al Banco Central, referente a un contratn de la renta de licores, y á
firmar este contrato. P. Usted sabe á quién le tomaron ayer el
revólver que tiene á la vista? R. No sé. P. Cuando lo trajeron
á usted preso i este local, 110 obs\:rvó que la gente le dijera
algo á usted ó (¡ su hermano Roberto? R. No sé si á mi hermano lo inm1tar:ll1, PU::5 (¡ mí nacla me dijeron, sentí que el público gritaba pew no ,;é lo que dijeron. P. Sabe usted por qué
esta.b:\ indignado el público contra usted y su hermano, el día
de ayer? R No sé. P. Sabe usted quién ó quiénes son autores
principales. cómplices alxiliadon;s Ó encubridores
del hecho
que se investiga, es de :ir, del c\dito de homicidio perpetrado
ayer en la persona del SI. Agnstín Fernández? R. No sé.
Octubre
RECO~OCIl\IIDlTO
DEL
CAD.~VER
E~ SAN DIEGO-(Folio
20
17)
Roberto TobÓn-P.
Conoce usted el cadáver que se le
pone de presente? R. Sí lo conozco, es el cadáver del joven
Agnstín Fernánclez. P. Sabe usted quién le dio muerte á dicho
Fcrn;ínc1ez el día de "YlT en la calle de San :tvliguel, entre las
T [ Y las 12 del dí,l, disparándole
nn tiro de revólver? R. El
Sr. Fernández me atacÓ á palos en la esquina noroeste de la
Plaza de Bolívar y después de yo haber corrido huyéndole más
de media cuadra, disp'lré un revólver sin saber á quién, pero
no sé quién le dio mUfrte al Sr. Fernández.
Jesús María Tobón-P.
Conoce usted el cadáver_que se le
pone de presente? R. No puedo precisar que sea el cadáver del
Sr. Agustín Fernández, porque no 10 conocía bien á este señor,
pero creo que sea él. P. Sabe usted quién sería la persona, que
ayer, entre las II y las 12 del día, le diera muerte á dicho Fernández, en la calle de San Miguel, disparándole un revólver?
R. No sé.
Octubre
DECLARACIÓ~
DEL
SEÑOR
HERNÁN
PÉREz-(Folios
20
y
21
2I)
El lunes próximo pasado, como á las 11 Y 45 minutos del
día, bajaba yo de la esquina de la Plaza de Bolívar por la calle
de San Miguel, hacia el Occidente, iría yo frente al almacén
de Francisco Olarte Camacho y por la misma acera, á tiempo
qne snbía en dirección y aceras contrarias el Sr. Ricardo CuaHa, quien me saludó y con tal objeto, volví la cara y vi que lle.
gando á donde yo estaba y por la misma acera, bajaba el Sr.
Roberto Tobón con paso acelerado; detr;Ís de éste como á
unos siete pasos bajaba por la mitad de la calle el Sr. Agustín
Fernández, y en la actitnd de componerse los puños de la camisa; tras de este último bajaha con paso más acelerado y
dando voces que yo no entendí, Jesús María Tobón, quien alcanzando á Fernández le descargó un fuerte garrotazo por detrás. En seguida se agarraron Fernández y Jesús María, tomándose de los brazos, como en actitud de tumbarse al suelo. En
estas condiciones se hallaban, como luchando, dánc1o.1e la espalda Fernández á D. Roberto, quien en ese instante se halla.
ba á unos seis pasos de este último. D. Roberto en ese instante resultó con el revólver que se me pone de presente, en la
mano derecha, é hizo un intentón como de hacerle fuego á
Fernández, é instantáneamente
volvió á hacer el mismo movimiento y á la misma distancia (de seis pasos) y en la misma po_
sición antes dicha le hizo un disparo. Fernálidez estando en
brazos de Jesús María cayó y encima cayó el ya citado Jesús
María, quien fue retirado por mí y recibido por Ricardo Cualla,
con el que entabló una nueva lucha. En este instante se apa-
- 47reció un agente de polkía quien' cogió á Cualla. En segúirla
principió á a-gruparse gente y yo no supe quién captUl-aría á D.
Hoberto, ni á Jesús Marí 1, porqne en esos momentos me halla·
ba atendiendo á F~rnándc7. el cual va agonizal);J. En seguida
alcé á é,te por la espa!dl r en ese illstante S~ acercarol1 dos
señores, á ql1ient:s no COtlO7.CO y:mc ayudaron ,\ condtlcir¡'>.
En
esos momentos
SI.: apar~ci0 el Sr. :-.raldonad:., qnieil \'il't: cn
la casa del antigno Boza" dd Rosa,.io, y gellc1'osalllcnle 1I0S
brindó su casa á donde Le\';1I110S ;'¡ Fernandcl:, el cnal,;) mi
parecer, ya estab;t muelto, Una VCl. en dicha C;¡q, y con ei Sr,
Maldonado le c!csabotoJlá!nos
el chaleco, le quitálllos la corba.
ta y el cuello y vi CJue 'a herida era en el cnello. En este esta·
do se le preguntó: Cua:¡c!'j el Sr. Fernándcz \'enía, él bajaba, ;'¡
paso acelerado,
detrás
del Sr. Hobt:rto
TobÓn,
le vio usted
ljn('
al Sr. Fernáncle7. en lal¡;¡no? R No vi que \levara nada. P, Usted vio cuando s'~ enccnt¡'arOII los expresados Sres. 'robón y
Fcrnándcz en la eSl)l'in:l de la Plaza de Bolívar? K t\o d.
P. Cuando estos dos sei10res bajahan ;¡cercÚnl!osc
al punto
donde usted se encontraba saludando ;¡I Sr. Cnalb, traían ambos sus respectivos sombreros, y en este c.b0 exprese usIed de
qué color eran? R. El se,mbrero que llevaba pnetto F¡;rnánda
me parece que era, som brem duro, de color carmelita; D, Roberto, nI) me acnerdo :;i llr.;var;l sombrero pucsto ¿, no. p, Cuando lIstecl se acercó y levantó de la esr~ld;¡ ;l Fernándcz, qué
tenía éste en la mano ~ R Nada tenía. P. Alguna ele bs personas qne condujeron ;\ la casa del Sr. Maldonadu, ;¡I Sr. Fern:1I1dez, esclIlcó á este s{ iícr? 1<. y" l;¡ escnlqlll:, Ú Il),js claro, le
quité el prendedor di: b corbata. d cnal trnÍa llll diamante, y
la leontina; csto lo Ili,:c en pre'icncia del Sr. :\bld;mado,
á
quien le t:nlrq~lIé didlos
Fernández
lm'iera
objelos,
algllna
arm;(
P. Usted
en
¡lO cbsel\"j
los !Jolsilhs,
otra parte del \'esti(h? H. Xo k \'Í arnu lli¡lgllIll,
esculqué los holsillo;,;'.
Desde qÍ1e us.tt:d obs(;I'\""
le vio al Sr, Fc:mÚnde7.
qlle tt1Vi,·r.l
si el Sr.
Ú en alguna
p('rlJllc llO k
algllll:l ;lrllla de
];¡
!)wlestia,
clI;!lqllil:ra
cbse en !;r mano, Ó o'n aiguna 0:1':\ partt:? [<, X, le yj nada, ni al
advertir la nHilesti:J, ni durante l'::Ia, ni desl'UU
de l1lueri,) el
Sr. F(;rnÚní.k;~,
Oelubre
DECLA.RACIÓX DE CARLOS A. LO~lBANA Z.-(
Folios
22 y
2I
23}
Ellunes 19 del presente mes como á las doce menos cuar·
to a. m., me hallaba yo frente á nnas de las puertas del nuevo
almacén del Día escampando un aguacero, cuando de repente
volví á mirar hacia la esquina de la primera calle de Florián ó
sea la primera esquina de la primera calle de San Miguel, y vi
dos individuos á quienes por el momento no conocí, agarrados
;1 paraguazos; me dirigí hacia dicha esquina y los canten dores
ya habían lIegad() á la puerta del antiguo almacén del Día; en
ese momento llegó un agente de policía y los separó, cogiendo
el uno hacia el frente del almacén del Sr. José Domingo Gómcz,
y el otro siguió la calle de para abajo, ó sea hacia el occidente,
cuando á pocos p~ISOS de habcr dado el último, se le botó un
individuo á quien tampoco conocí, vestido de sobretodo caro
melita llevando en la mano una varita rota; ·en esos momentos
vi á un señor ya de edad á unos diez pasos de distancia del individuo que llevaba la varita y del que había bajado hacia el
occidente quienes éstaban cn lucha hacía algunos instantes y
desgraciadamente
cayeron al suelo, quedando el de sobretodo
carmelita, que ahora sé era el Sr. Jesús María Tobón, encima
del otro señor, que ahora sé era el Sr. Agllstín Fernández. An.
tes de caer al suelo dichos individuos, ya yo había visto que el
señor de edad á -quien me he referido antes, y que despué's supe
que era el Sr. I~()berto Tobón, tenía en la mano derecha un instrumento que parecía ser la trompetilla de un revólver negro.
Estando en el suelo todavía los contendores, ó sean Fernández
y Jesús María Tobón, tratando Fernálldez de levantarse, Roberto Tobón se acercó hacia los contendores, estando á distancia
de éstos como unos cuatro metros poco más ó menos, y ~()mo
fijándose en alguno de ellos, disparó un tiro de revólver sobre
Fernández;
al salir el humo le vi á Roberto Tobón en la mano
derecha el revólver que había disparado; inmediatamente
se
paró Jesús Maria Tobón y tomó la acera snr de la calle; Fernández en esos momentos hizo una contorsión en el brazo izo
- 49quierclo y se quedó q 'lieto; viendo esto yo me acerque á éste
y dije: ¡¡ lo mató, está muerto," observanclo que el cadáver tel1ía sobre el hombro d,:recho un poco de pelo como cortado con
tijeras; en esos momentrs llegaron tres individuos y levantaron
el cadáver á un alma,;én de la acera norte de dicha calle, por
motivo de haberse larga di) \ln p:iramo fuerle. A pocos momentos apareció el Sr. N, Haldonado, sin sombrero y exigiÓ que
,llevaran el cuerpo pa:'a :>ucasa, I,} que así se hizo presidiendo
él la marcha y pidierdo un médico. Al levan lar el cadáver del
suelo yo no vi cerca ~ éste ningún agente de policía, pero más
abajo había un agcn:e qnc tenía ya cogi<ln ;'1 Roberto TobÓn
quien se hallaba parad,) en la milad de la calle l>i1l :a vista dirigida hacia el .~acláv(~r.Los iudividuos quc primcl e vi agarrados y ~de qne habloll
principio de esta dccJ;¡raciúll, oí decir
después que el uno .:ra un joven Jaramillo y el otru incli\'Ícluo
era AguslÍn Fernándcz, A Jaramillo no lo vo!\'í :1 V'CI' cn la molestia, Al principio de la molesti:¡ que presl:!lcié el Sr. Fcrnández tenía en la mane UIl pedazo (le ba"lón, pero dmanle todo
el1acontecimiento
yo !lO le vi á Fcrnández rcvólver, navaja, ni
ninguna otra arma, !ti tamp0cO cuando lo levantaron ya cadáver. P. En qué posición y á quc distancia e,;taba Roberto Tobón cuando disparó el revólver sobre Fcrnández, y en qué posición estaba Fernán( e¡: respecto de Touón? R Hoberto Tobón
estaba parado con la cara un poco bacia cl oriente y á dos pasos de distancia de l'\;rnánrlcz cuando le hizo el liro; y Fernández estaba teu(l <lo con la cabe¡:;) haci:\ el oriente y en el
momento de hacer un c,fuerzo para dekndcrsc de JesÚs Ma·
ría Tobón, quien lo estaba dominando, se acercó Roberto Túbón y le hizo el tiro; Clltoncc;; ;í Fem;'¡;¡elo. le vino una contorsión qhe lo hizo 'lui~dar perkclamenlc
boca arriba. Habiéndosdc pucst ) al decbrantc el revólvcr á la vista, que fl!mitió
la policía, manifest·) que no pucde iJcntilicarlo con el que le
lIio al Sr. Roberto ',:0'10n,
- 5°Octubre
DECL.ARAC¡Ó:-< DE H ELIODOJW
CAMACHO G. -
22
(F olios 27 .Y 28)
Por orden de la autoridad, vengo á cumplir con un penoso
deber, no sin gran contrariedad y mortil1cación. Antes de rendir la declaración que se me exige, advierto que los nombres,
que doy en elb los supe después de pasar el desgraciado
acontecimiento,
pues no conocía yo á ninguno de los señores
que liguraron en tan dolorosa escena. El 19 del presente mes,
á las J I Y media ,l. m., más Ó menos, cerraba yo mi almacén
pan ir {¡ almorzar, cuando oí algún ruido hacia la csq\lina de
la plaza. Es de ad"crtir que mi almacén está situado en la primera calle de San Miguel, número IOI, Dicho ruido era producido por la riña de los Sres. Roberto Tobón y Agustín Fernández, quienes se habbn ido {¡ las manos. El Sr. Fernández descargó sobre el Sr. Tobón con un bast.ón semejante á \lila caña,
que se volvió pccbzos y siguieron dándose puños. Luégo el Sr.
Hoberto Tobón corrió par;] abajo (al occidente) buscándose al
mismo tiempo algo en los bolsillos y se detuvo cerca de la mitad de la cuadra. Fcrnándcz bajaba en persecución de Roberto,
cuanclo un agente de policía detuvo al primero, que obedeció.
Estando el joven Fernánd~z con el policial frente al almacén
denominado El Al1cla, par;ldos ambos con la csp;llda para el
lado de la 'plaza, vino corriendo de! lado de la calle de Florián
el Sr. JesÚs María TabÓn quien desc;lrgÚ por ddr;Ís un fuerte
garrotazo sobre Fernández que estaba clespre\'cniclo. Este trató
de sostcnerse yaun de huir, pero vaciló y cayó. Je~Ús María
TobÓn se le arrojó encima y estando derribado el jDven Fernández debajo de Jesús l\Iaría Tobón (Fcrnálldez de norte á
sur, es decír, con la cabeza para el norte; y JesÚs María Tobón
encima, hacia el nordeste). se acercó Roberto con revólver en
mano y como á unos ocho ó diez pasos de distancia, disparó
un tiro sobre Fernánclez, cuidando de no herir á su hermano.
Aquél quedó al punto como muerto, estirado y boca arriba de
norte á sur. En este momento venía del lado de la plaza de
Bolívar un Sr. Lasprilla hacia la acera norte de la cal1e de San
-
51-
Miguel, quien al ver tendido en el suelo á Fernámlez se dirigió
á Roberto TobÓn ) le gritó: "Asesino," Roberto Tobón dirigió
entonces el revólver hacia el Sr. Lasprilb en adem:lll de tirar,
pero un agente de ;,olida que llegó oportunamente cngió á Roberto Tobón, impiciiendo una nueva desgracia. Después de herido Fernández, Je;ú~; María Tobón se retiró. El revólver que
tengo á la vista mE parece que es el mismo con quc disparó
Roberto. Advierto :¡ue no sé eu;'¡1 de los Sres. Roberto y Fernánc1ez atacó prim ~ro el uno al otro al princi piar la molestia.
P. Desde que uste<1 (observÓ la molestia entre Hobcrto Tooón
y Fern;Índez, has!;". el momento en que In vii) ':"l\11) muerto,
usted le "jo :í dich ) Fernándcz algiÍn rC"JI\'cr, Il;1\';¡ja Ú cllalquiera otra ;¡rlll;¡ fucra del oastcíu? H. l'\o k ,i Ilill'~'l!l;¡ arma.
P. Durantc el aconkcimiento relatado CL1;'l11tos
dí,;p;¡r:JS de :lJ"ma
0)'(') usted? R Oí 11110
solo.
llECLARACIÓ'"
DEL DOCTO n CAnLOs
.\. \·!:I.Ez-(Fo!it)
31)
So)' maY0r de ::c11d,vecino de esta cinc1ac1y prirTIOhermano de b seiiora madr,~ del hnado Sr. Agustín Fern:'lI1c1cI.. El
lunes próximo pasado, como á las ocho y cnarto de h m;liíana,
mc hallaba yo parado en el portÓn de la casa del Sr. Francil;co
Fernández, en compaiiía del Sr. José r.laría Vanegas, y este
señor me llamó la aknción diciéndol1le que me fijara que ahí
venía D. RctJerto Tohón; al efedo el Sr. TobÓn llegó á un es·
taneo que está sitl1,:c1o frente á la casa dd Sr. Fernández, allí
se estuvo \ln mome1to y luégo salió y entrÓ á un zaguán que
queda junto á la tienda del estanco; allí duró otro momento y
luégo siguió Ú la esquina de la C::lsadc los Virreyes, en donde
se es"tuvo otro rato, y luégo regrcsó por la mitad del camellón,
demorándose en la e3ql1ina de la casa de D. Miguel Antonio
Caro; después de lo cnal sigui!) hacia el sur hasta que lo perdimos de vista. Durante el tiempo qne lo estuvimos observan.
do, el Sr. Tobón mir::rba con insistcncia para la casa de D.
Francisco, como p(~rs()na que está en expectativa de alguna
cosa. La circllnstan :ia de nunca haber visto á D. Roberto por
-
S2-
ese lado, y un incidcnte que supimos ocurrió el sábado pasado
con este señcr y el Sr. Agustín Fernández, hicieron que yo me
fijara en los detalles que he relatado. Re3pecto del aconteci·
micnto del lunes, nada me consta.
Octubre 23
DECLARACIÓN
DEL SEXOR JOSI~ MARÍA VANEGAS-(Folio
35)
El día 19 de los corrientes, día del acontecimiento, como
á las 8 ó 9 de la mañana, me encontraba en asocio del Dr. Carlos Vélez parado en la puerta de la casa del Sr. Francisco J.
Fernández (carrera 7.a, número 513), cuando me apercibí que
el Sr. Roberto Tonón estaba en la esquina; inmediatamente
llamé la atención al Sr. Vélez sobre esta circunstancia, por
scrnos extraño verlo por estos lados. El Sr. Tobón permaneció
allí un momento y luégo se dirigió por la acera de enfrente
deteniéndose en una tienda, número 734 A, un instante, de donde salió para entrarse al zaguán de la casa del Sr. Simón Burtado (casa contigua á la tienda), y de allí salió regresando por
Ja misma acera hasta llegar á la e3quina de Las Nieves, donde
permaneció poco, se devolvió tom¡mdo el centro del camellón
adelante de la esquina y volvió á deteners~ ey la misma esquina donde por primera vez lo vimos. Me pareció notarJe al Sr.
Tobón en su aspecto y por lo que estábamos viéndole hacer,
algo que demostraba inquietud en él. Se le leyó, la aprobó, y
firma agregando que al Sr. L[obón á su paso por la casa del Sr.
Francisco J. Fernández le notó que lanzaba miradas hacia dicha
casa.
Oclubre 23
DECLARACiÓN
DEL SEÑOR DAVIDSALGADO
GÓMEZ-(Folio
37)
EllUlles próximo pasado, pocos minutos antes de las 12,
salía yo de los bajos del Holel Sucre y vi que en ese moment?
iutervenía la Policía en una riña verifIcada entre 105 Sres. Roberto Tobón y Agustín Fernándezj este úitimo e~taba en la
mitad de la calle y lo tenía C{)gWopor el brazo derecho un
agente de policía; Tobón estaba.en la acera, casi frente al al-
- 53macén de Francisco Olarte C. En este momento vi que el Sr.
Jesús María Tobón ,'enía á la carrera del lado de la Plaza de
Bolívarj tomÓ su ba;tún del recatón y lo descargó sobre Fernández pegándole er la cabeza; Fernández volvi<)I·inmediatamente la cara y se tnbÓ una riña entre los dos. D. Roberto se
acercó á los que reñían, como á, \\nos dos metros de distancia
de éstos; se inclinó t: n poco hacia adelante y disparó sobre és- ,
tos, los cllales se encontraban
Itlchando y un poco agachados
aunque sí estaban de pie ambos. Acto continuo de la dctonación, Fernándcz se f.le al suelo y sobre él cayó JesÚs l',bría '1'0bón, Inmecliatamenk
Wcardo Cualla y otros individuos que 110
recL\erdo, gribron dirigiéndose á D. lbberlo:
"Asesino miserable"; el mismo Sr. Ct¡aIla se fue entonces sob,'c JcsÚs María
Tabón, lo qtlitó cle ellc,m:l de Fernández y trabÓ luch:¡ ;l pUflOS
con él. Yo me dirigí hacia donde estaba D. Hobcrto y vi que
se dejó condLlcir de un agente de pnlich, que no sé si es el
mismo que tenía cogido á Fel'll~'¡nc1ez cuando lo atacÓ Jesús
María TobÓn. En seguiJa, con algnlla';) per'ionas qne allí estab:m, alzál110s el cad:lver y lo lkdmos
Ú la casa del Sr. Francisco i\Ia!doll:do, habi,~ndome yo queJado en la puerta de dicha casa. Prcguntad,). Cuando i). Hoberto disparó su reXÓlver
para qué lacio tenía la c;¡ra el Sr. Fernánclcz, en relación con la
de éste? Respuesta. l'\o pueclo precisar este detalle tan JUinucioso, pero se enticndí~. que tenielldo Fern;l1ldez la herida en la
parte de atrás del cut:lle. no tenía Ll cara frente á la del Sr. Tobón
Roberto. Pregunta. ( uÚntos disparos oyó u~ted? Respuesta. Uno.
Pregunta. Usted vio qué armas tuviera el Sr. Fernández? Respuesta. En la molestia no le vi niuguna. Pregunta. Usted vio con
qué clase de armas a1:acó el Sr. Fernández ;1 D. Roberto Tobón?
Respuesta. Como yá dije no presencié el principio de la molestia. Pregunta. Cuando us~ed vio Ú ayudó á levantar eleadáver
del Sr. Fernández, erl qué ~ción
estaba éste? Respuesta. La
cabeza la tenía haci" c' lado norte y los pies hacia el sur. Pregunta. Cuando levautaron el cZldáver llsted no vio que és~ tuviera arma alguna? Hespuesta. No vi.
54 26 de Octubre.
DECLAHACIÓN DE JOS~: ~IAHÍA LASPHILLA-(Folios
44Y 45)
Soy mayor, vecino de Bogotá y sin generales. El día diez
de los corrientes como á las doce y quince minutos
salía yo de la droguería de los Sres. Samper Uribe de comprar
una piedra pómcz, y me dirigí á mi casa de habitación situada frente al Teatro Municipal; y al pa,ar por frente al almacén del Sr. Totlchet, vi que dos individuos hablaban en voz
alta, y uno de ellos que era más alto y de mayor cdad y que
después snpe ser Hoberto Tobón, dijo: usted está equivocado,
y el otro seIíor dijo: yo no digo mentira (me dicen que este úl·
timo era Agustín Fernández) y al decir esto le tiró á Tobón
con una vara delgada y se rompió ésta al darle el g'-Jlpe. To·
bón llevaba un paraguas abierto y lo soltó saliendo corrieuc1o
por la calle cle San Miguel en dirección hacia el occidente, y
al llegar frente al almacén del Sr. Francisco Olarte Camacho,
llega por detrás un individuo á quien supe después era JesÚs
:María Tobón, y ataca por detr¡is á Fcruández quien iba detrás
de Hoberto Tobún; toma el bastón qllc llevaba, por un extremo y con ambas manos descarga un golpe sobre Fernández
por detrás y en la C1beza¡ este joven viéndose atacado por detrás vuelve cara inmediatamente
á defeflderse del ataque ines.
peradq y se prendcn; pero comoquiera
ql1e Jesús María era
más fuerte que Fcrnández, lo cogió entre los brazos sin dej;;.rle movimiento; en este momento vuelve cara Roberto y viendo cogido á su adversario entre los brazos de Sll hermano saca
un revólver barnizado, oscuro, mide bien la puntería y á quemarropa le disparó un solo tiro á Fernánclcz por detrás; mi actitud mientras no vi arma ninguna fne la de obsen'ador,
pero
en el acto quc le vi sacar el revólver ;'1 Tobón Roberto, fui inmediatamente á carrera á quilarle el revól\'er, pero desgraciadamente llegué tarde por lo largo del trayecto qne mediaba de
la esquina del almacén Touchd,
donde estaba yo, al lugar
donde estaba Roberto Tobón. Pues durante este trayecto fue·F
cuando yo vi el disparo que hizo Roberto. Entretanto
Jesús
y nueve
•
- 55María que tenía á Fanánc1ez entr~ sus brazos moribundo, le
daba golpes por la cua, probablcrnentc sin saber que Fcrnálldez cstaba hcrido gl'uvemcntc¡ cn estl; momento llegué yo y
tomé con la !llano dcrecha á JesÚs l\bría TobcJI1 del <.'Ilcllo y
le dije ql1e 11')fUl,ra .:obarde, á UIl herido 1}Io se le pcga. A Fernández lo cogí con la izquierda y lo dejé caer >,uavemente en
el suelo, al agente de policía qlle estaba cerca á los conkndores le dijl;: usted es un cobarde, 111) ha clllllplido con su deber;
tome estt! otro cobarde, que era JesÚs l\Iaría, y lIé\'e!o p:¡r¡l la
Central; mientras ta:lto la actitud de I~ohert\) Tnb()n era la de
tener el revÓlrer en 111 . .11'1.FCrII;hdl'Z cuall<!i) cayó fue sin movimiento algullo qned:lll(\O en el S!le!,} b;C:l arrib:l, En Sl',!:!;l1Í,
da llcgawn muchos C:ll>allero.; y 1,)IC\':111tar01llkl';l1¡c!uL, en
brazos para la prim.:ra C:lsa lk la lyilller.1 C:dk de Flori;lI1
frcnte á la clrogl1erí~ (k los Sres, Sampcr L'riJ.¡I', I-'ITgunL¡clo,
Qurante el tiempo cl~ l:r molcstia I:ntre l~,)l'crlo "follón, su hermano JeHús l\Iaría y Ft:rnÚn(\é'z le vio lIst('d:1 e-k Último arma
alguna fuera de la varita? Xo k vi ni:lgÚll 'lrlna. Fernández
como ya lo dije, quu1<', boca arnha ell la e,lIle y con la cabeza
hacia el "riente. El rcvóh'er ti"" se l11Cl"'()l1e de presente es
del mismo color del que yo le \'i a\ Sr. ]~I)bcrtlJ Tobón, pero
no me :ltrc\'o á elecir ~luCsea eslc el qllc yo le vi á Roberto
Tabón.
Octubre 27
DECLARACIÓN
DE- (;C':--;ZALO S. ¡lE
SA,,-LDUI<Í,\-(Fo!io
62)
Soy mayor, \'ecillo de Br'go\:¡ y si:1 gc:ncraks. Declaro q~e
el Sr. Agustín Fern'111dcz tcní:! una cil:1 cO!lmi,:,;oel día diez y
nueve de los corricl,tl's_cn SlI ea'.:l pan \,cnirno>; para la panadería Santafereña, (J esperarR yo allí elltre once y doce de
dicho día.. Dicha prn;¡dería eSl:l situada cnla carrera 9·~, entre
la calle de San i\Iigncl y el camcllón de La Concepción. En
cuanto al acontecimiento 110me consL! n:l(\a, No me vi con
Fernández porquc Cllanelo fui ;1 su caS:l como á lis 11 a. m.
me dijeron que había salido; y 110 alcanzó á concur~ir á la cita
ya mencionada.
-56Octubre 28
DECLARAC¡Ó:-<
'-=-
DE
GREGORIO
ARMENTA-(Folios
67 y 68)
El lunes diez y nueve del presente mes, faltarían unos diez
minutos para las doce, cuando me hallaba frente al portón del
Gran Hotel, en compañía del Sr. Miguel Goenaga, con quien
estábamos parados en el embaldosado, y cn este momento bajó
el Sr. Agustín Fernández, á quien por estar nosotros en el em·
baldosado, tuve que hacerme á un· lado para c1ejarl0 pasar. A
otro momento volví la cara para la esquiua de la calle de San
Miguel y sorprendido
le llamé la atención á mi compañero·
Goellaga, para que se fijara que Fernánc1cz, quien acababa de
pasar por junto á mí, estaba en la esquina del almacén de
Touchet dándole bastonazos á un señor alto de cuerpo, gordo,
de edad avanzada, quien después supe se llamaba Roberto
TohÓn, y quien á la vez le daba con un paraguas á Fernández
desde el embaldosado de la esquina citada. El mismo Sr. Tobón iba retrocedienJo
hasta un cuarto de cuadra más ó menos,
punto en el cual dos agentes de policía los separaron. Momentos antes de interponerse
los agentes, bajó corriendo por
junto á mí, un joven Tobón á quien conozco de vista y que
después supe se llama Jesús María. No me llamó la atención
el ver correr á dicha señor, puesto que yo también corría por
curiosidad. Dicho Sr. Tobón llegó hasta Fernández y le dio
un bastonazo; el mi,;mo Fernández se encogió de homhros, se
volviÓ sobre Jesús María y trabó lucha con éste .. Por la aglomeración de gente !lO pude darme cuenta exacta de esta lucha
sino cuando vi á Jesú" María levantarse del suelo, á renglón
seguido de una detonación d~.J:evólv¿r, que no pude darme
cuenta de dónde salió, porque no presencié en qu~ posición
estaba Fernández cuando el disparo. Hago constar que después de sucedido lo relatado anteriormente,
me apercibí de
qne el Sr. Roberto Tobón se encontraba á distancia de Fernández como unos diez ó doce pasos y con un revólver en la
mano. Fernández se encontraba acostado boca arriba en la
mitad de la calle, con la cabeza hacia el noreste, y los pies al
- 57suroeste. En seguida me acerqué y ayudé á levantar el cadáver, el que llnos;eiíorcs
condujeron á la Ci\sa de un Sr. Maldonado. Pregunta :10: Cuándo ocurrieron estos acontecimientos y después de TIlIerto Fernández usted lt: vio á éste arma
alguna? R. A excepción del bastón no le vi arma alguna.
Novicmbre 18 de 1908
AlIIPLIACIÓ:-; DE Li\ ISDAGATORIA
El Sr. Tobón
DEL
SE5;oR
ROllERTO
TORÓN
f~XpUSO:
Hoy me permtiré mandar un folleto para que se agregue
á este expediente, e'1 el que consta la demanda que desde
Julio último estal: lecí contra el Sr. Francisco J. Fernández,
sobre nuestr(,s ncg:Jcios pendientes, y en d cual consta el respeto y atención ccn que he trataclo esos asuntos, sobre._.los
cuales, no hubo el menor incidente para que el Sr. D. Agustín
me atacara á bofetadas, y me amenazara matar donde me er.contrara, como así trató de hacerla en el segundo ataque el
día diez y nueve de Octubre, fecha en que ucurrió el desgraciado acontccirnie¡ to, que nunca deploraré suficientemente.
Además de las alJlenaZas que me hizo personalmente de matarme, el Sr. Fernández, le dijo á varias personas, entre ellas
á D. Manuel Vicente Ortiz R., cuya declaración pido se reciba, que me atacaría en todo lugar donde me encontrara hasta
matarme ó hasta oUigarme forzosamente á que yo le diera un
halazo. Desde el sábado diez y siete que sufrí pacientemente el
primer ataque, adé m;1s de toclos los es{:¡erzos que hice para
evitar ser yo atacado de nuevo, mi abogado el Dr. Emiliano
Res1repo, habló el mismo día diez y siete (;on el Dr. Francisco
Montaf!a, abogado del Sr. Fraucisco J. Fernández en el litigio
que tenemos pendit nte, y también habló el día diez y ocho con
D. Guillermo Torres, suplicándoles á ambos, que se interesa".
ran con D. Francisco .T. Fernández á fin de que éste evitara
que su señor h~jo m~ atacara de nuevo á muerte, como me había amena¡;ado. También debo aclarar que cuando yo bajaba
- S8por la primera calle de San Miguel, el diez y nueve de Octubre,
atacado por el Sr. D. Agustín Fernández y huyéndole á éate, oí
que de la acera norte (le dicha calle me gritó alguna persona:
" Lo matan, D. Roberto, defiéndase," y fue entonces auando
suspendí la huída, saqué mi revólver é hice un disparo á tiempo que el Sr. Fernández, al ver mi actitud, hizo un movimiento rápido y como muy natural de voker hacia atrás la cara.
Con lo que se suspende esta diligencia que leída al indagado
aprobó y firma.
Noviembre
DEcLARAcróN DEL SEÑOR MANUEL V.
5 de 1908
ORTIZ-(FoliQ 90)
Pocos momentos después del altercado que tuvieron los
Sres. Roberto Tobón y Agustín Fernández el día diez y siete
de Octubre último, frente á la puerta del Banco de Exportadores, me encontraba yo en la puerta de mi almacén situado cerca de dicho Banco, y en ese momento pasó Agustín Fernández, buen amigo mío. Lo detuve, le manifesté lo mucho que
sentía el disgusto que había tenido con Tobón, y lleno de indignación me manifestó que Tobón había insultado á su padre,
lo que él no podía perdonar, y que lo castigaría pegándole
donde quiera que lo erlcontrara, aun cuando lobón le diera un
balazo. Esta conversación tenida en la puerta de mi almacén
la oyeron el Sr. Gustavo A. Canal, empleado de mi almacén,
y un joven Wills. Fentández no me dijo que mataria á Tobóny
no me dijo más de lo que expongo arriba. Se la leyó, la aprobó
y firma.
Folio 94-Sección
4.3-Medicina Legal-Octubre
(Folios 95. 96, 97 Y 98)
27 de 1908
El día 20 de Octubre de 1908, á ]a una y media de la
tarde, empezámos la autopsia del cadáver del Sr. Agustín Fernández, y encontrámos:
El cadáver cubierto con sus vestidos tenía sobre el pecho
un pañuelo de seda doblado, con una letra F bordada y sobre
él un cristo de concha¡ fue trasladado á la mesa de autopsias;
los vestidos que lo cubrían eran:
- 59Saco de cnlor canl'c1ito, ensangrentado
en el cuello y la
espalda y con algnnos cabellos; en sus bolsillos se encontraron
un pañuelo doblado y una cartera que se entregaron al señor
Alcalde;
Pantalón del mismo color; en sus bolsillos se encontraron
un pañuelo y ::::4 en moneda de níquel, que se entregaron al
señor Alcalde j
Chaleco color gri:; perla, ensangrentado
en la espalda; en
uno de sus bolsillos se encontró nn reloj de oro sin argolla ni
leontina, que también se entregó al señor Alcalde;
Botas negras de abotonar; medias negras de pie blanco;
ligas blancas; corba' a carmelita; calzonarias awles; ambas
prendas de seda;
Camisa ensangrentada en la espalda; en la ma¡¡ga clerecha está el puilo COH(:spondiente con mancorna de diamante;
uno y otro se entregaron al señor Alcalde; franela y calzoncillos color amarillo, de sedaj
Cuello de forma lffiericana, número 39, sin el nombre del
propietario; en,;angrcnttdo
especialmente
al lado izquierdo;
altura seis cellli metros; ;í trece centímetros ue la extremidad
izquierda y á tres miI:ll1etros del borde superior hay una perforación que parece producida por proyectil de arma de
fuego.
A.UTOPSIA
El cadáver en bucn estado de robustez, está bien desarrollado y mide un metro con sesenta y cinco centímetros
de longitud:" hay grandes livideces cadavéricas en las regiones
declives; nuca, espaIJa, flancos y caras posteriores de los mismos miembros.
La putrefacción se comienza á establecer y hay una pequeña mancha verde en la región del ciego; cortada esta mancha no se encontró hfiltración sanguínea; el ano está entreabierto y deja escapar gases.
La rigidez cada\érica está extendida á todo el cuerpo.
En la mucosa dd labio inferior y frente al segundo incisivo derecho hay ur.a pequeña herida que parece haber sido
producida por el borde externo de este diente; en el borde
,
-
60-
'-
interno de la raíz de la uña del dedo melllque derecho hay
una equimosis alargada como de medio centímetro de diámetro menor.
E\I la región frontal derecha,
á nivel de la raíz del pelo,
principia \lna contnsión q\le se extiende hacia atrás. de cinco
<:entÍmctros de largo y dos y medio de ancho. la cllal produjo
una cquimo,is con derrame s;lIlguíneo en los tejidos subyacentes. encontrándose el hueS0 intacto en esta región.
A tres centímetros hacia abajo de la apófisis mastoidea y
de estc punto á tres centímetros hacia atrás, cn el borde posterior del músculo externo-c1eido -mastoideo, hay una perfo-ración pequeña. circular, que forma la entr.1da de un trayecto
que, atravesando los tejiclos blando3 de la región, se dirige
oblicllamente de abajo hacia arriba, de fuera hacia adentro y
de atrás hacia adelante, y termina en una perforación que existe en el hueso occipital. á b. izquierda de la línea media, entre
las dos líneas curvas de la cara· externa de este hueso, hacia
afuera del centro de la región circunscrita
por dichas líneas
curvas, y á distancia sensiblemente
igual de ambas. Se encuentran equimosis en los intersticios de los músculos de la
región.
La perforación externa del hueso occipital tiene una forma UI) poco avalar; su mayor diámetro es de dos centímetros.
Hay una liger:t equimosis en las inserciones superiores del
músculo temporal izquierdo, la cual no corresponde á contusión
alguna de los tejid'Js blandos que cubren la región.
CAVIDAD
CRANEANA
Se encuentran en la fosa cerebelosa inferior izquierda,
selBiblemente en la parte media, de su extensión antero-posterior y un poco hacia su parte externa, la misma perforación
que existe hacia afuera, de la misma forma aunque un poco
más grande porque la tabla interna del hueso cedió más que
la extcrl1:t á la acción del proyectil. L:t membrana dura-madre
se Cllcuentra perfcracla en la misma región. El cerebelo tiene
una perforación sobre su lóbulo izquierdo, la cual es continuada por un trayecto que atraviesa transversalmente
este lóbulo
-
61 -
"'Y el derecho;
en este trayecto se encontraron
algunas esquirlas Óseas y al terminal' cerca de la cara externa del lóbulo de·
recho, á poca distancia de su snperficie, se encontró un proyectil de cobre, alarga~h, de un centímetro y cuo.rto de longitud, y seis milímetro, de diámetro. el cnal be entregado inmediatamente al señor Alcalde.
En la cara posterior de la boc~t derecha. en su parte media y cerca del borde inf~ri\.)r, C!1\;¡ vecinda(ltlel agnjero desgarrado posterior, hay \lna cqllilllllSi,; sin fractura del hueso.
El cerebro y el bulbn están normales.
("\\IDAD
El pericardio,
TOIÚ,CICA
el CJr<lzón y los gruesos vasos nada ofrecen
de particular.
Los pulmones tiereo hipostasis cadavéricas en las partes
posteriores; nada más de particular en tales órganos.
CA \'!l)AD
ABDOl-I1NAL
Hígado normal. Bazo congestionado
y no pnco grande .
.Riñones con hipostasis; ;,u cápsula se desprende fácilmente.
El estómago ticne su lllucosa congestionada y encierra [1Il0S
ciento veinte gramo!> de un líquido nn poco espesD, de color
<:armelito, que no presenta olor especi:lI. Los inte¡;linos e~tán
normales.
La vejiga encierra
(le noventa á cien centímetros
cúbicos
-de orina clara.
c-:):\CLCSIÓ:-;
De lo expuesto anteriormente
(kdncilJ1()s que la muerte
del Sr. Fernándcz fue debida ;'t la lIérida pOlo proyectil de
arma (le fuego que perf.>ro d cranc" cn la regi':'o ,.'ccipital y
lesionó la masa ccrcbdl):a.
Lo CXPUé"t() es verdad segÚn juramento prestado.
Firmas:
-otras.
RICARDO
A~l..\YA AI\L\S-J
o;; ¡:: ~L
~I()NTOY.,
J'
- 62CARTA DEL SE~OR
ROBERTO
TOBÓN AL SEÑOR
FERNÁNDEZ-(Folio
FRANCISCO J.
102)
Muy señor mío:
Dada Sll condición de p'\dr~ del joven Agustín Fernández, creo un deber hacer saber á usted que este joven me atacó hoy en la puerta del Banco de Exportadores, llegando hasta
darme bofetadas; subiendo después, en pos de mí, hasta la
puerta de la Gerencia, donde' me insultó gravemente y me desafió. Por último me dijo que me abofetearía en la calle, y que
si usted tenía alguna pequeña molestia con motivo de la de·
manda que tengo promovida contra usted, me mataría. Yotuve la fortuna de conservar calma, haciendo lo posible para
no dar una función escandalosa, cual es entrar en lucha á
mano armada en un IlIgar público; pero es posible que en otra
ocasión, si se presenta, 110 tenga la misma serenidad, y que sobrevenga una desgracia, ya perdiendo yo la vida. ya ca;tsandola muerte del agresor, todo 10 cual sería deplorable. No HE QUERIDO OCURRIR Á LA AUTOIUDA.D DE POLIcíA,
PARA QUE PREVEN-
Seguiré saliendo por donde se me
ocurra. No atacaré á su hijo; pero si fuere atacado, mi defenderé enérgicamente. Lo que dejo relatada, y que pasó .en la
puerta de la Gerencia, fue presenciado por el Gerente Sr. Silva.
y por los Cajeros y demás empleados del Banco. Con pena
pongo esto en conocimiento de usted, juzgando que-no setá
de su aprobaciÓn el proceder de su señor hijo.
GA LO QUE PUEDA SUCEDER.
Su atento servidor,
ROBERtO
TOBÓN .
Noviembr~ 18 de 1908
DECLARACIÓN
DEL SEÑOR SIMÓ~
HURTADO-(Folío
114)
Que no le consta que el Sr. Roberto Tobón lo buscara en
su casa el día 19 de Octubre citado por la mañana, porque nolo vio; pero que sí juzga tuviera. interés en verse con el declarante porque en días anteriores había ido varias veces ásu
casa para hablarle de la venta que tenía pendiente con las
Rentas Rcorganiz'\(las, sobre tlna fábrica y existencia delicores, negocio qll~ el Sr. Tobótl dehía perfeccionar e!"edía, CO!TI0
en efecto firmó el contrato an\<; la G¡~rencia de Hentas cl mismo día 19 á las 11 de la mañana.
12
DECLARACIÓN
DE SIMÓN
HeRTADO
-(Folio
de Diciembre.
162,
vuelto)
No supe q\le el Sr. Roberto Tabón me buscara en mi casa
el 19 de Octubre Último porqlle este señor 110 lile solicitó con
1lillguIla perso1la di mi familia ú servidul/lbre;
que ese día sí estuve en lI1i casa has/a les rzucvede la mañana; pero q\le como dije
en mi ankrior declaración, creo que cl Sr. Tc¡hlÍn sí ícnía interés en habbrme sllb!'e cl negocio que tcnía IH:ndiente coa las
Renta~ Heorganizadas, no porque tuviera cil:1., sino porque el
Sr. Tabón en días anteriores había ido dos veces por la mañana á consultarme
sobre dicho negocio.".
Preguntado:
Diga
si usted tenía cita ~sa mañana con el Sr. Tobón. Contestó: No
señor, no tenía cih eS;l m;¡iían;\ C0T1T,)bón.
DECLARACIÓN DEL SEXOR JORGE V~:LEZ H.-(Folio
121, z'uello)
En Bogotá, {. 25 de Noviembre de 19(,8, presente en el
despacho del Juzgldo 2,° Superior el Sr. Jorge Vélez B.,expuso: "l!;t sábado lí' de Octubre me encontré con el Sr. Agustín
Fcrnánde7. en la esquina de la calle 12 con la c:trrera 7.", á
eso de las tres y media de la tarde m:1s Ó menos; bajámo!l la
cuadra de la call,~ 12 comprendida
entre la carrera;.y la
8.- y cruzámos hacia la esquina de la telegrafía; en ese tra.yecto hablámos de 1I11 negocio de ganado y convinimos que el
martes siguiente nos iríamos por la mañana para la hacienda
de El Cedro,. Agus:ín estaba perfectamente
tranquilo y no demostraba sospecha alguna de molestia; un poco antes de la
pue; ta del Banco de Exportadores,
estando yo hablando con
el Sr. Hernando Santos y con el Sr. Hoberto Archila, se encontró Agllstín c'On el Sr. l{0bcrlo Tobón, quien trató de salt1darlo COn cierta :lnabilidad, qne á mí me pareció irónica, á lo
cual contestó Agustín con las siguientes palabras: "Usted siem-
- 64pre con sus falsías, saque la cara, no ha cumplido ninguno de
sus compromisos,"
y le alegaba la burla con respecto al arbitraje; cn es.a discusiÓn acalorada llegaron hasta frente á la
pucrta del Banco y al repetirle Agustín lo que se había burlado de ellos con el arbitraje, le dijo TobÓn que con éste querían
rob:n-lo, entcJIlces Agllstíll le tiró un bofetólI, al qne Tabón se
ddcIlcliÓ con el pal';lg,I:lS de punta, se entró al Banco, á la 06cilla dc la Gercncia, Agustill lo siguió gritállclole que no permitía que oiemliera ;'1 Sil padre y que le castigaría todas las ofensas y lll(,lestias que le callsara, repitiéndole el engaño con que
había obrado y S\1 falta de cumplimiento; la exaltación de Agustín en esos lnomer:tos era grandisima, en la cnal amenazaba á
Tn[)ón, rel'itiéndole que le castigarla todas las ofensas irrogadas á su padre; las escaleras y el zaguán del Banco se llenaron
de gente, UlIlto que yo no pude llegar hasta arrib:l; al pie de
la escalera tomé de brazo á Agustín 'J salimos, estaba muy apenado con el Sr. Silva, á quien le pidió excusas por lo ocurrido;
frente al almacén del Sr. Pizano, nns llamó el Sr. D. Manuel
Vicente Ortiz, quien estaba en la puerta de dicho almacén y le
preguntó á Agustín pe,r la molestia; éste se la refirió diciéndole
que Tllb6n había ofendido á su padre y que le había dicho
que éste lo quería robar; le manifestó que le castigaría todas
las ofensas y molestias que le causara á su padre, pues él no
podía permitir C50 y terminó con estas palabras: 1, y que me pe·
gue un balazo"; nos separámos de Ortiz y subimos por la calle 13, cruzámos por la Calle l~eal en dirección al Ca¡¿ de la
Paz. en este trayecto me manifestó Agustín la pena que tenía
por haber llamado la atención del público con e5a molestia; yo
le dije que debía estar prevenido y armarse, porque Tobón podía organizarle una \gavilla para que le pegaran palo, ó lo cortaran y le dije .• sobre todo, si vas á teatro, ten mucho cuidado "; me contestó diciendo que no temía nada, que no provocari:l y c;nc no le gllst:lha andar armado, que h:lbía quedado satiskcho con lo qllc le había dicho á Tobón, que no volvería {¡
tener '~ntrevista personal con él, y que se seguiría defendiendo
P)(" 1:1 I'rclls'l, que ;t1 día siglliente, domingo, no saldría, que el
lunes :;c estaría escribiendo en su casa hasta las Ir a. m" hora
cn qlle m~ csperaba para convenir si íbamos á El Cedro en tren
- 65ó á caballo; me repi;ió la pena que tenía con la molestia y me
demostró estar yá satisfecho, me habló de lo mucho que él ha.
bía trabajado para terminar ese pleito, recibiendo en cambio
la burla y las ofensas ;'1 su padre; me consta que en esos momentos no prdendL\ Aguslín nllevas entrevistas con Tobón j
nos separámos, desridléndon0s
hasta el lunes á las r [ a. ID.,
pues yo me iba el doming() siguiente para SlTrezuela. Con respecto á los aClllltecirlliclltos del H). sé lo que hall pnblicado los
periódic05 y lo que mc retiriÓ d Sr', Arlm o Quirnga, quien mc
dijo había presenciado los hechos y me los I cnrió del modo
siguiente: "Qne vio 11Sr. Hoberto Tobún alegando ('(>nel Sr.
Agustín Fern;'lr:dez tn la esquina úe la calle de San 1\1igueJ,
pero que él no nyú ks palabras qlle se decían, que se acercó
más y oyÓ que el Sr. T(lbón dijo:
bandido, miserable," que
Agnstín le tiró con el bastón y Tobón con el paraguas abierto,
que luégo bajó 'robó 1 y Agustín detrás hasta que lo cogió un
policía, que estando robón á unos cinco metros de di~tancia
de Agustín, llegó el Sr. Jesús Tobón y descargó sobre Agustín
un fuerte garrotazo que lo inclinó, que éste se volvió á ver á
su agresor y se cstabl~ció una lucha á brazo entre los dos, que
Roberto Tobón se acercó y disparó su revólver á un metro de
distancia más ó menos" i así me refirió Quif\lga los hechos y
en el mismo sentido ~·e los refirió al Sr. Francisco Bel'múdez,
quien puede declarar sobre ellos.
Que es todo lo que consta, etc., etc.
.¡
Bogotd, 25 de Noviembre de 1908
DECLARACIÓN
DEL
SE~;OI~ ADOLFO
CONCHA-(Folio
123,
vuelta)
Expuso: El 19 d,~ Octubre, entre 10 y lO! de la mañana,
más ó menos, cntré a¡local de la Escuela de fI llghes y hallé
allí á Agmdn Fernándcz que conversaba con (,1Sr. 1\1'010 Gtren¡ y Eliseo Otcro. Le p;-egunté lo oClIIrido el s{lbado '.'(;(1 1'0bÓn. l\te contó lo snCt:dido, sin d.lrle importallcia nillglllla ni
manifestamos lli'C\'cm:iÓIl por Sil p;¡rtc contra· TO[¡\)IJ. Le dije:
vea, Agnstln, es ccn\'cnientc
que usted ~e ;lr111e, p( n]ll(' esta
gente es lllUY trabajosa; si quitl e yo le r"l'~k mi rC\'I)]\'Cr,
5
-
66-
Esta oferta se la hice, porque yo supe qne en la mañana había
estado pasand() Tabón por frente á la casa de Agustin, se
había paraelo en el portón de la casa dcl Sr. Simón Hurtado,
que estuvo en la puerta de la tienda contigua al dicho portón
del Sr. Hurtado, hacia elnortc, y también estuvo parado en la
esquina sur de la plazuela de Las Nieves, sohre el camellón.
Me refirieron esto Tulio Arjona, Carlos Vélez y Pepe Vanegas,
quien~s lo vieron. También supe que el domingo 18, por la
noche, estuvieron tres individuos que parecían sér antioqueños,
empleados de la Renta; que llegaron en coche á la tienda de
Alejandro Gramas, en són de buscar molestia con quien la hallaran, diciendo, entre otras cosas, que los antioql1eños habían
venido á civilizar á los bog(\tanos. Sabía, además, que Agustín
no tenía arma ninguna, porque le disgustaba lIevarla consigo
aun en viaje; le dije todo lo anterior para convencerlo que
debía estar prevenido, y me contestÓ:
No, Sr. Concha, yo lJO
me armo y creo tamhién que Tohón no me vuelva á decir una
palabra sobre el asunto, yo no lo ataco ni le busco molestia; lo
del sáhado, si TobÓn no se me dirige, tampoco yo le hubiera
dicho nada, á pesar de que como usted comprende y sabe nos
ha burlado é insultado á mi padre." Le dije: " siempre es COn·
veniente que esté prevenido; si usted cree que Tobón no 10
ataque, bien puede ser que 10 haga por medio de alguno de
SllS fIardas
ó gentes que tiene en la Renta." Me contestó, en
són de chanza, y riéndose: "Si me atacan, mire, mi arma es
esta varita," y me mostró una varita fina. Se despidió y tomó
la dirección de su casa de habitación. Esto es 10 que me consta, etc., etc.
II
Folio 12S-Bogotá,
25 de Noviembre de 1908
Se trasladó el señor Juez 2.° Superior en asocio de Sll Secretario, al Panóptico de esta ciudad, con el fin de practicar
la ampliación de la indagatoria del acusado Roberto Tobón,
de acuerdo con lo ordenado en auto de fecha 24 de los corrientes. En tal virtud, el señor Juez, estando presente el Sr.
Roberto Tobón, q1Jien libre de toda prisión y apremio, y sin
exigirle juramento alguno, 10 interrogó en la forma siguiente:
-67 Diga usted cómo empleó su tiempo en todo el curso de la
mañana dd día le} de Octubre próximo pasado? Contestó:
"En mis indagatorias anteriores he dicho, con claridad, en
qué me ocupé hasta pasadas las once de la mañana. Cuando
firmé el contrato d(~que hice relación en dichas indagatorias,
celebrado en la Gercncia de Rentas del Banco Central, me fui
de ahí á mi Oficina que está en m' casa de habitación, en la}
primera Calle de Florián, y sólo recuerdo que en el tránsito
hablé con el Sr. Luis J. Ibáñez, en su oficina de la calle 13, al
frente del Ministeril) de Hacienda, solicitándole una letra que
yo necesitaba, y lllé~o me encontré con el Dr. José María Pinto V., con quien me entré á conversar un poco, en los corredores bajos de Santo Domingo, sobre el mismo negocio que
estaba haciendo con el Banco Central, pues este stÍ'lor es
miembro de la Junta d,: dicho Banco é intervenía como tál en
aquel negocio. Después me fui á mi casa de habitación, en la
cual, como ya he dicho, est;í también mi o!icina, y luégo salí
en dirección á la Centn,l de Policía con el objeto de poner
abí también el denuncio de que el Sr. D. i\gustín Fernández
me había atacado el sábado anterior y me había amenazado
varias veces delante de los testigos que había en e~e momento
en el Banco de Expcrtadores) que me seguiría atacando donde me encontrara y que me mataría, agregándome que debía
estar prepar-a90 para ello. En la esquina inmediata á mi casa,
sentí el ataque á palo; por detrás y vinieron los acontecimientos de que he hecho mención anteriormente. Preguntado: En
la mañana de que se ha hecho mención á qué horas estuvo
con el Sr. Jesús Maria Tooon y qué habló con él. Contestó:
Antes de salir para 'el Banco Central entré á la olicina del Sr.
Jesús María ToMn, cerca de las ocho de la mañana, pues en
el edificio donde está mi oficina hay otras varias oficinas, entre
ellas, la de él, que es la que se encuentra en el piso bajo, J
solamente hablámos del negocio de venta al G()bierno de la
Renta de Licores y enseres del Distrito Capital, del cual me
estaba ocupando hacía bastante tiempo y debía terminar esa
mañana en el Banco Central, pues el Sr. Jesús María Tob6n
ha sido mi socio en e5;l Renta y yo tenía que conferenciar con
-
68-
él todos los punt()5 relativo:; á la venta qne se estaba efectuan.
do. En !lna vez que salí del Banco Central á to~r algún dato
sohre el negocio de que se habla. vi en su oficina al mi:imo Sr.
TobÓn y ahí tomé el dato que necesitaba para llevar al Banco
Central y me volví inmediatamente
á este Banco, pues debo
advertir que el Sr. Jesús María TobÓn ha sido el Administrador de la Renta y en su oficina debían tomarse casi todos los
datos para el negocio qne se estaba haciendo con el Banco.
Repito que en toda la mañana citada no hablé con Jesús María
Tobón sino única y exclusivamente del negodo que se estaba
efectuando. Preguntado:
Diga usted porqué no hizo entregar
á Agustín Fcrnández la orden de comparendo que. para que
éste prestara fianza, le entregó el Preiecto de la Provincia en
la tarde del 17 de Octubrc; y porqué iha á pedir pmtección á
la Sección de permanencia dé la PllJida. cU<tndo dehía suponer que Fernández había prestado ya fianza ese día en la Prefectura? Contestó: La boleta la mandé con un empleado de mi
oficina para que la entregara á un Policí<l y volvió dicíéndome
que los que había visto le habían dicho que estaban en pues.
tos fijos, que no podían hacerse cargo de eso. Como es'to era
el sába40 1] de Octubre por la tarde, pues el Prefecto me dio
dicha orden quizá después de las cuatro, no pude hacer más
diligencia para mandada entregar, porque yá habían salido
todos los empleados de mi oficina. l.ba á pedir apoyo á la Policía Central, porque mi abogado, el Dr. Emiliano Restrepo,
me aconsejó el domingo, al medio día, que nos vimos en mí
casa, que ocurriera, para mayor seguridad de mi persona, á la
Ollcina Central de Policía,. ósea á la de Permanencia, por
medio de un memorial, el cual rcdaCJt6..el mismo Dr. R~strepo
en ese momento. Al proceder así, yo quise abundar enseguridades de que no me volvería á atacar el Sr. Fernández, apelando también á la policía de Seguridad, coa lo cual, <Jdemás
de mi deseo, atendía á la juicio~"l indicación del Dr. l~cstrcpo,
quíen tenía mucho interés en evitar una desgracia en este
asunto. Preguntado:
Cómo hubo usted el revólver de que se
sirvió para dar muerte á Agustín Fernánda?
Contestó: Yo me
eché en mi casa el revólvt:r al bolsillo, porqué recordé q\Je el
-6<}Sr. Fernández había prometido, en el Banco de Exportadores, atacarme donde me encontrara y darme muerte, y yo estaba en la obligac ión de defcnderme, si negaba el caso de verme nuevamente
lt8.cado, pues yo no podía vivir expuesto á
verme ultrajado y atacado en todas partes, siendo así, que es
muy difícil tener siempre la calma necesaria para soportar tales ataques y uIt:ajes. Dicho revólver lo tenía hacía muchos
años en mi poder, pues lo compré en París en el año de 1904.
No habiendo má; preguntas que hacer, cte., etc.
LUIS A. OTERO-RoBElno
TOBÓN-AGUSTÍN RosA.S
El sllscrito Prefecto de la Provincia de Bogotá, atento á
lo pedido en el Oficio precedente, manifiesta al señor Juez lo siguiente: La not,. que á continuación trascribe, cuya copia ori·
ginal existe en est" Prefectura y cuyos flmdamentos subsisten
y reproduce aquí, contestan los puntos A, B Y C, insertos en
el mencionado oficio: tal nota dice así: (La nota dirigida por
el Prefecto al p( riÓdico X Y Z, se inserta adelante). No obstante, agrego qlle qllien puede dar razón de si la boleta que
yo entregué al Sr. Tobón p;¡ra la comparecencia
del Sr. Fer·
nánda, la recib{¡ '~ste, es el .\gente reqncrido,-caso
sí de que
el SI. Tobón llilbiaa requerido á alguno como se le previno
y como la boleta 1" decía. En el talonario respectivo existe el
comprobante
d:: haber sidll entregaoa á Tobún esa boleta.
Ahora bien, es rC',-d:lcl que el sllscrito iminuó al Sr. Tobón
que lo acompañaría
á la oficina de Permanencia,
pero éste
objetÓ lj!le no ]¡;~bía necesidad y que él mismo acucliría allí
por escrito Ó ptrsonalmente.
Dejo en e~tos términos, cte., etc.
RIAXO
DECLAI1ACIÓ:oJ
DE APOLO
UTREHA-(Folio
136)
Soy mayor de edad, etc. El clía 19 de Octubre último, estando el c1.eclarante con el Sr. D. Elíseo Otero en la Escuela de
H ughes llegó t' I Sr. Agustín Fernández, el que después de relatarnos los hechos ocurridos el sábado con el Sr. Roberto To.
bón nos manifestó que una vez terminado el incidente y ha·
-7° biéndole dicho todo lo necesario no volvería á provocado mien~
tras no partiese del Sr. Roberto TobÓn. Soy testigo de que el
Sr. Adolfo Concha le ofreció su revólver, que Fernández se
negó á aceptar, añadiendo en són de broma de que una varita
delgada que llevaba rechazaría la agresión. Es cuanto me
const;¡, etc.
J)ECLARACJÓ~
DE ELlSEO
OTERO-(Folio
136)
Entre diez y media y once de la mañana poco más ó menos del día 19 de Octuhre último, me encontraba en la ~scue1a
de Hnghes y llegó el Sr. Agnstín Fernández, quien se puso á
conversar generalidades
con el Sr. Apolo Utrera, Profesor de
dicha Escuela: luégo se acercó el Sr. Adolfo Concha a] Sr. Fernández y le dij() que le contara lo ocurrido e] sábado anterior
con el Sr. I{obcrto Toh'm. Fernández le hizo la relaci0n que
toclos conOCemos y le manifestó quc él no volvía á atacar al Sr.
Tobón y qne no temía qne este señor lo atacara porque éste le
había escrito una carta al padre de D. Agustín en que le decía
que él no atacaría. Me consta que el Sr. Adolfo Concha le ofreció su rC\'ólver y le dijo que no anduviera desprevenido, p~o
Fernández no aceptó tal oferta y le ~anifestó que si 10 ataca.
ban se defendería con una cañita que tenía en la mano. Observé qqc la situación de ánimo del Sr. Fernández era perfectamente pacífica, por su modo de expresarse. Es cuanto me consta, dc., ete.
DECLARACIÓN
DEL
GENERAL
PEDRO
AVENDAso-(Folio
137,
vuelto)
El día 19 de Octubrc del corriente año, haltábame en el
comercio de ~sta ciudad comprando algunos objetos para mi
uso personal. A eso de las once y media de la mañana de ese
día resolví dirigirme hacia mi casa de habitación, para cuyo
efecto salí de. la primera Catle Real hacia el Sur, y doblando
por la derecha bajé al Occidente, pasando por frente al anti.
guo Hotel Sucre, hoy Hotel Freese. Cuando pasé por el almacén
de los Sres. Zalamea Hermanos del Comercio de esta ciudad, en
la plaza de Bolívar, calle 1 1, miré hacia .trás porque sentí la
-
71
voz del joven Ag:lstín Fernández,
-
quien amigablemente
baja-
=n la misma vía q lle yo lle\'aba, con otro joven á quien no conocí, pero juzgo es extranjero por su estructura y talante:
catire, barroso, peqneñfJ 'bigdte y regular estatura, continué mi marcha hacia Occidente y á poco de haber
andado algunos metros sobre la primera cal!:":de San Miguel,
de repeatc
oí un nudo de voces confusas
que sonaban á mi
ba conversando,
espalda
y en diricción
de la esquina
sur de la La Calle de
Florián. Al deten'~rllle para observar lo que pudiera ser aquello, vi que en eS1S lI1omentos aparecía
D, Hobcrto Tobón,
quien bajaba por la misma calle de S:m Miguel, pronunciando
\lnas palabras
instante
llegó
qlH: tampoco
pude cOl11prcm.lel',
En el mismo
ta:llbién
el,j'l\·,.:n
i\g,lStín
Fcrnández
no ya
á D. Roberto,
:1
ya D. Hobcrto con un p'l!ich, se detll\'o d jovcn Agllstín detenido por
alguien que no rc~ \lerdo si f tI<: un gl~Il(l:1rme ó un caballero.
acompaiiado
nna distanci'!
En:el
instante
sino
s''¡o,
y
cbndole
de set'~ metros
qnc e,'o
el frente
m:l': Ó II1cn()~,estando
~llccdí.1 vi quc D. lbberlo
delanle
de
los que allí ex:pect,.ban, S;\cÓ In r~v¡')l\'er pequeño del bolsillo
de atrás del pantalóll y CIl pre.;cncia
hmbién
del joven Fern;íllckr. rasó el rC\'ú!\'er D, I~()bert() al bolsillo derecho
de su
sobre\oclo, Cuanclc creí terminada
a.¡nella ocurrencia
de mera
expe(.~ativa,
noté
con
cxtrai'iezl
que
un señor
de sobretodo
corto daro bajó co -riendo en dirección
del joven Agustin, á
quien le descargó l:n golpe de bastón yue Fernández recibió
por la espalda. Al :le;cargar SlI gqlpe ese sei'íor se fue á tierra
quizá porque venía muy precipitadamente,
al levantarse reconocí que era D, JesÚs Marh 'rabón. hermano de D, Roberto.
El joven Aguslín al sentirse golpeado
giró el cuerpo .-hacía
atrás, volviéndole l1 espalda :1 D. Roberto, y abrazando á su
-<:ontendor Jesús M.ll'Ía. Fernández entní como en lucha de
pugilato ó forcejeo. Esto pasó el! el breve es.pacio de unos
pocos segundos, al.:abo de los cuales D, Hoberto, que se hallaba como á ladist.ll1cia de siete metros de píe sobre el all·dén del lado norte :le la primera calle de San Miguel, frente
á la puerta del antigu0 Almacén del Día, se dirigió precipita.damente hacia arrib3, girando diagonalmente bacia el Sur
-72
-
hasta llegar cerca del joven Agllstín, á quien disparó con el
arma que había pasado al mencionado bolsillo. Fernández que
como digo estaba en I,ucha con Jesús María al ser herido,\ cayó
desplomado al suelo, tratando de mover ligeramente su brazo
izquierdo. Cuando D. Roberto disparó su arma, Fernández
D. Jesú,¡ luchab;m en el centro de la calle, á cuyo punto y en
la forma que dejo relatada precipitó Sl\~ pasos D. Roberto.
Al acercarse al cadáver del joven Agustín, que yacía tendido
en la mitad de la calle, observé que éste tenía sobre el cuellodel saco un poco de pelo desprendido de la cabeza de AgusHn. De allí fue levantado en brazos de tres señores á quienes
no conozco. Entenctí que pensaron conducir el cadáver á alguna de las casa,; de h misma calle de San Miguel; pero en
e30S momentos Jleg6 un caballero á quien COilOZCO
con el apellido de Maldollado, el Cilal suplicó llevaran al joven Agustín
á su casa de habitación (la del Sr. Maldollado), situada en la
Calle de Flori:ín. Una grita de protesta se levantó de entre
los circunstantes y de la mayor parte de las personas que á
pocos momentos invadieron el teatro del trágico suceso. Entonces D. Roberto bajó con un agente de policía por cerca
de la acera sur de la citada calle de San Miguel, hacia Occi.
dente, 10 mismo que D. Jesús María, quien bajó por la acera
norte de la misma calle acompañado de uno ó varios agentes
de policía. Preguntado por el señor Juez: Usted se apercibió
de que Jesús María Tobón vier,\ ó notara que Roberto Tobón
le iba á hacer fuego á Agustín Fernández, y puede usted precisar la posición en que estaba Jesús María con respecto á
Roberto, ó notó algún detalle que indicara que Jesús María
facilitara el disparo de Roberto contra Fernández? Contestópor partes: 1.0 No me apercibí de que D. Jesús Tobón viera.
ó notara algo en D. Roberto; 2.° Por lo visto del sueeso y
habiendo llegado D. Jesús, de arriba, y habiendo girado D.
Roberto en la dirección que dej(}'"expuesta, paréceme que D.
Jesús estuviera del mismo lado que llegó; y 3.0 No noté deta.
lles que facilitaran libremente el disparo de D. Haberto. No
habiendo más preguntas, ete., ete.
Firmados: L. A. OTERO-'PBDRO AVENDAÑo-A. Rosas, ~
cretario.
y
-73 -DECLARACIÓN DE MANUEL H. CUI.ACHO-(Folio
139, vuelto)
En Bogotá, á I.c' de Diciembre de 1908, ete., etc. lnterrogado por el señor Juez de acuerdo con el punto H. del memorial que corre al fclio II9 vuelto, dijo: me consta que el 19 de
Octubre entre die¡; y diez y media pO€O más ó menos, estaba el
Sr. Agustín Fernándcz en la Escuela de H ughes conversando
con el Sr. Apolo ('trera y á pocos momentos de estar con ellos
entró el Sr. Adolf(, Concha y después de alguna conversación
sobre cosas indiferentes le preguntó el Sr. Concha al Sr. Fernández qué era 1<, qne había pasado el sábado con el Sr, Tobón; el Sr. Fcrnándcz le hizo la relación de lo que había ocurrido y entollccs el Sr. Concha le dijo que anduviera prevenido porque los Sre:;, Vélez y Arjona le hahían dicho que 'robón
andaba por los lad)s de su casa, esto es, por Las Nieves, y que
era pl'Obab'e que :;ería á buscarlo á él Y le ofreció un revólver;
entonces el Sr. Fernández contestó que él no se metería con el
Sr. Tobón porque con lo del sábado el'a suficiente y que en
caso de que el Sr. Tobón lo atacara, dijo: 11 esta será mi defensa," mostrando una varita que tenía en la mallO, negándose á
aceptar el revólve: que el Sr. Concha le había ofrecido. Después de esto saliÚ, ~e despidió diciendo que tenía una cita y
tomó la vía del Sur, por la carrera 7.' Es todo lo que me consta~ ete., etc.
Firmados:
L'JIS
A. OTERO-MANUEL H. CAMACHO-Rosas
B., Secretario.
Folio J42-.Vota
11úmero I,2'l6-Juzgado
2.- Superior-Bogotá,
24 de NO'ZJicmbrede 1908
Señor Director de la Policía Nacional-E.
S. D.
Suplico á ust,~d se sirva informar á este Despacho, si Roberto y Jesús M. Tobón estuvieron incomunicados
desde el
momento en que se les aprehendió el día 19 de Octubre, ó si
fueron visitados :)or algunas personas y quiénes fueron éstas;
y si Roberto Tobón tenía alguna lesión á tiempo de ser presentado (á la Dilección por t;l Agente que lo condujo. Estos
-74 informes se necesitan para agregarJos á la causa que contra
dichos Tobón se adelanta en este Juzgado, por homicidio.
DiQS guarde á usted.
LUIS
Policía Nacional-Bogotá,
ALFREDO
Noviembre 28 de
OTERO
1<)08
De acuerdo con lo solicitado en la nota anterior, el suscrito informa: Que apenas se averiguó el incidente ocurrido el
19 de Octubre último entre los Sres. Tobón y Fernández, se
incomunicó á los primeros y se pusieron inmediatamente
á
disposición del Alcalde 1.0 del Distrito Capital, á quien se le
dio cucnta del suceso por ser á esa Autoridad á quien le toca·
ba conocer del asullto. Establecida la incomunicación, durante
ésta, los Sres. Tobón no jueron visitados por persona alguna. No
recuerda el suscrito haber visto si tenía (al menos visible)
lesión alguna en el cuerpo el Sr. Roberto Tobón cuando lo
presentó el Agente Eduardo Sánchez, y no reparó el suscrito
en ello por entregarse á hacer despejar el recinto de la Insp~cción de Permanencia y aun del primer patio de la Central
adonde se agolpaba la gente, y por el afán de remitir el caso
á la mayor brevedad á la Autoridad mencionada para que se
iniciaran las primeras diligencias del informativo con la prontitud que el casI{ requería. Lo que si recuerda es que el Sr. Roberto Tobó" presentó en la Inspección el sombrero quebrado ó
ajado y manifestó qu&-este dm70 habia sido de resultas de los palos
que le había descargado el Sr. Agustín Fernández, sobre lo que
habrá declarado yá el Agente conductor arriba mencionado,
quien presenció todo el incidente acaecido entre las personas
citadas.
Firmado,
CASIMIRO
OSUNA
3 de Diciembre de 1908
DECLARACIÓN
DE HERNÁN
PÉREz-(Folio
145)
Preguntado:
¿ Usted se apercibi6 de que Jesús María To·
bón viera ó notara que Roberto Tobón le iba á hacer fuego á
Agustín Fernández? Contestó: No me consta que D. Roberto le
- 75hiciera seña alglllla á JesÚs María, pero creo que el hecho de
tener el rev,jlver en la mano denotaba el objeto que se proponía D. Roberto. P:-eguntado: ¿ Puede usten precisar J:¡ posiciÓn
en que Jesús María esta~ con respecto {¡ Roberto? Contestó:
La posición que noh~ fue la siguiente: JesÚs i\bría cogielIdo
á Fernándcz por los brazos y Fern,índez vnelta la espalda
hacia D. l~oberto. Prcguntado: ¿ Usted notÓ algÚn detalle que
indicara que Je~Ú~ María [aciiiL.lra el disparo de Roberto contra Fernández? C'lU:stÓ: N o, no noté ningnno. PrcgulI tado:
¿Usted vio y se lijó en los bastones de Fernández y de JesÚs
María? Contestó: El palo que tenía JesÚs \Jada era un g;lITote
que lo vi después roto, y que {¡ mi pan:cer era fuerte; {¡ Fcrnánclez no le vi yo b;\stón ningn\1o.
DI~CL.\RACI,J~
/lEL
AGE:-iTE
!lE
POLIcíA
Ef)CAI~J)O
SÁ~CHEZ
(Folio q¡-, ,'udlo)
Fue interrogado por el Se¡-le)rJuez de b manera siguiente:
¿Puede usted indi:ar si el sombn.:ro que llevaba el Sr. nuber.
tI) TobÚn
;11 St'¡- condllcido
á I:t Central y que ~e le pone de
presente c~t;¡ba en el mismo e~tado de destrucción en que se
le enCllcntra hoy? C(liIkstó: El sombrero 'lile se me pOllC de
presente y que se: die:: es del Sr. Roberto TobÓn tenía, por haberme lijado bien, tres rotos que ~ecian
producidos por tres
garrotazos, no plleco precisar entre las diversas partidnras que
tiene el sombrero, (;uÚles eran las quc tcní;\ éste ese día, sólo
puedo asegurar qt e el SOmhrCt'll esbb;t roto y que le vi tn:s
partiduras como ya lo he expresado. Preguntado:¿
Usted se
fijó si JesÚs María notara ó viera que Hoberto le iba á hacer
fuego á Fcrn;'lllclez? CLllltes,tó: No señor, no IIlC¡ljé. Preguntado:
¿Qué posición lcllía Jesús -~ría con respecto á Roberto? Contestó: El Sr. Jesús \faría To&m cstaba miraudo como para la
Plaza de Merca.clo, frcllte á D. Roberto y en se;;go como hacia
la acera sur, y el S:. Fernánde7. volviéndole la espalda á D.
Roberto y mirando p;tra la esqui '.
la Calle de Florián. Preguntado: ¿ Usted no;ó algún detall
indicar;l que Jesús María facílitata el disp uo de Roberto
·trá Fernándei? Contestó: No señor, yo no me fijé en e~o.
-76 DECLARACIÓN
INDA.GATORIA
DE JESÚS MARíA TOBÓN
(Fojas 153, vuelta y 154)
Digausted á dónde se encamin~a
el día lunes 19 de Octubre Último, cuándo se separe? de los Sres. Posada, y por qué
no esperÓ un segundo carro del tranvía al perder el que no
pudo alcanzar, sino que tomó otra dirección? Contestó: Me
dirigía á la Calle de la Carrera en donde teníamos un depósito
y también al barrio de Santa Bárbara en donde teníamos un
estanco; no esperé otro carro de tranvía porque yo estaba con
principios de gripa y en ese momento empezaba á llover.
Habiéndosele leído varias declaracÍooes de testigos presenciales, se le interrogó á fin de que ampliara su indagatoria
relatando cómo pasaron los hechos en la mañana del día 19 de
Octubre Último á tiempo de verificarse el acontecimiento
con
Agustín Fernández, contestó: Me refiero en un todo á la indagatoria que rendí ante el funcionario de instrucción, al día
siguiente del suceso. Debido á la impresión que recibí cuando
me cercioré que la persona á quien atacaban era mi hermano
Hoberto, el cual gritaba: cójanlo por Dios, me lancé sobre el
grupo y en cse momento me caí y no volví á saber de mí hasta
que alguna persona me cogió y en ese momento vi que estaba
en el suelo una persona. Preguntado:
¿Cuando usted se vio
con Sil hermano Roberto en la mañana del 19 de Octubre, antes del acontecimiento, habló con él sobre el disgusto con el
Sr. Fernández? Contestó: No habléccon mi hermano Roberto
en esa mañana ni una sola palabra de ese asunto, sino únicamente del negocio de la Renta, esta conversació~ tuvo lugar
en la casa de la Calle Florián en la cual vivíamos juntos mi
hermano Roberto y yo.
9 de Diciembre.
DECLARACIÓN
DE
Jowt
MA.RÍA LASPRILLA.-(Fojas
154,
'ttilelta y'155)
¿Usted se apercibi6de que Jesús María Tobóo viera ó notara que Roberto Tobón le iba á hacer Juego á Agustín Fer·
-77 Ilández? Contestó: N3 me apercibí de que Jesús María Tobón
viera ó notara que Hoberto Tobón le iba á hacer fllego á Agustín Fernández, porque Jesús María me tbha á mí la espalda,
pero sí me fijé en qu~ éste le daua la cara ;'l {{(¡herto. Preguntado: ¿l'~l;:dl: l;sted p"ccisar la posición en que JesÚ" María
estaba con respecio i Roberto? Contestó: Como ya dije, Jesús
María Tobón le cJalJt 'a C:lra á Roberto, esto es, e~taban de
frente,quedando
el SI'. Agnstín Fcrnández en medio de los
dos, en el momento eli quc l~dberto disparó su revólver sobre
Fernánclez, por' detrás y á quclIlarropa,
y estando éste en in.
capaci(bcl de deíe,ldcrse, pues Jesús María lo tenía cogido.
Preguntado:
¿Usted notó algún detalle que indicara que Jesús
María facilitara el disparo de Roberto contra Fernández? Contestó: Noté solamcnte que:lesús María Tabón tenía agarrado en
sus brazos á Fern;índez, ~trns'
Roberto le hacía fuego por
detráss á mansal va. PregLlll tado: ¿ Usted vio y se fijó en los bastortesde Fernán<kz y de Jl:SÚS María? Conteste): Fernándel tenía un:avarita de :;o:or amariJ1o.~cual
se le partió en el primer golpe que le dio con ella al ~Roberto
Tebón. El bastón
"-=:!="".
que Ikvaba jesÚs María Tobón era 'grueso y fuerte, puesto que
no se rompió al {,escargarlo JesÚs lLtl'ía con mucha fuerza sobre Fernández. F'r~_untado por su edad, vecindad y generales,
expuso: que e'>lna~
edacl, vecino de Bogotá y sin generales con las parte". ",:,
de
J J
DECLA RACIÓN DE LUIS MORALES :BERTI-
de Diciembre.
(Folio
155,
vllclfo)
Suy ¡nayar de edad, vec' '
Bi\~ot:l y sin g~nerales. En
la maiíana que tu\'o Illg:¡[' el
tecimiento entre el Sr. Tobén
y el ~r. Feruáne.~z. vi al Sr. Jesú:; Maria TO~~~l en la puerta
del almacén d,· 1m;Sres I\),:adil, en dondeestaJ:l~,Yo también,
como linos 15 millutos a,ntes de las doce de es~día.f poco más
-ó
mellOS; en s'~gllida _
"sp~S~1
Sr. FélIx
Posada,
qlle
na
con quien estlb:l cq
"l1c1<> y ,tomó
la dirección hacia la
PI:ll.:1 de Boli':ar, de,
m"nCI\~O
<;,~qUL: el citado Sr. Tobón
!;al¡':¡(kl almacén al
que tuve 1l"·!iCtil del acontecimiento, por
rdaciÓIl del f,r. David Salgado G':Jt1Jé'Z,trascurrirían, poco más
-78 -
\
ó menos, diez minutos .....•......
En este estado, el señor Juez
pregulltó al tcstigo lo siguiente: ¿ Diga usted qué clase de conversación tenían cn cse mómento el Sr. Tobón con el Sr. Posada ell la puerta dd almacén? Conte~tó: La conversación entre Tobón y Posad,\ versó únicamente sobre rentas de licores
y un arreglo con el Banco Central.
11
DECLARACiÓN
DE FÉLlX
de Diciembre.
A. POSADA.-(FoJiq'
156)
Que en la mañana del 19 de Octubre último estuve con·
versando con el Sr. JesÚs María Tobón y con un hermano mío,
Germán Posada, como á las once y media, poco más ó menos,
y de ahí se fue Tobón tomando la dirección de la Plaza de
Bolívar; hablámos sobre un aSllllto de Hentas. Que el punto
donde estuvo hablando el declarant,: cIJa Tobón es el}-··ta'pl-i.
mera Calle Real, en la puerta eJel almacén de Posada Hermanos.
\ 1
DECLARACIÓN
DE
GERMÁN
de Diciembre ..
POSADA-(Folío 157)
Soy mayor de edad, vecino de Bogotá:;' sin generales con
las partes. Interrogado por el Sel}l)r Juezcsobre el punto f) del
memorial del señor Acu3aclor particular, que corre al folio 15z
del proceso, expuso: Que en la mañana del día 19 de Octubre
del presente año, estuve conversando con el Sr. Jesús María
Tobón y con un hermano mí~, F~¡ix Posada, como á las once
y media ó faltando un cuarto para las doce, y de ahí se fue
Tobón, tomando la direcciÓn de la Plaza de Bolívar, hablába.
mos sobre un asunto de Rentas
El declarante hace
constar que el punto en donde estuvo conversando en dicho
día con el Sr. Jesús María Tobón, fue en la puerta del almacén
que los Sres. Posadas tienen en la primera Calle Real, número¡;
227,227
A
Y
227 B.
/7
Ir de Diciembre.
DECLARAC¡Ó:-;
DI<; JOsÉ
ViCE~n;
C:\STILLO
-(Folios
159
y 160)
En la m:lfi:lna del día 19 de O~tubre último), salí de mi
casa de habibción con ánim) de ellco;¡trarme con el Sr. Agustín Fernánclez, qnien á la vez tenía cita con el Sr. Gonzalo
Santamaría par;l ir á la Panadería Santafereña donde se estaban elaborando en ese tiempo y por Sll cuenta, en nombre de
la Palladería Imperial, los <lrtículos y de a-cuerdo con el Gerente de la Ccoperativa de Leche, qlle debían darse al ex·
pendio, tales como pan de ynca, almojábanas, etc., y otros accesorios procedentes de dicha elaboración. El Sr. Fern;mdcz
tenía entollcc~ arreuclada esta Empresa ;í los Sres. G;lÍbn,
mientras se prt:p;·raba en la Panadería Imperial el departamento á propósito para estos trabajos. Hacía más de un meS
estaba yendo el Sr. Fern;lndez casi todos los días ;l dicha
Empresa y además tenía cou los mismos Sres. Gaitán un proyecto de lIegociJ que por lo regular tratab;¡ allí con elbs; este.
negocif) consistía en la fusiÓn de las dos Empresas del Molino
Americano y la Panadería Imperial. Supe que á las diez de la
mañana, poco nlás Ó menos, de ese mismo día 19, el Sr. Benj:t
mín Gaitán con'¡el'só personalmente
con Agustín en su casa
sobre este negccio y pocos momentos después salió Agnstín
en dirección á la Sa1ltaferena, yendo un momento antes á la
Oficína ó Escuela Telegráfica, situada en la plazuela de Las
Nieves; en el l:alllino sé qne se detuvo en el Café de la Paz,
de donde salió con el Sr. Apulo Vtrera, tomando vía de la primera Calle Real y después bajando por el costado norte de la
plaza de Bolívar hasta llegar á la esquina de la primera calle
de San Mignel, donde se separaron. A las once, poco más ó
menos, entré á 11 oficina dd Sr. Francisco J. Fernández, con
quien entablé la ~;iguiente conversación:
El Sr. Fernández:
"Estoy sobresaltado con motivo de los acontecimientos del
sábado y desearía qne Agustín no saliera solo ó al menos desprevenido."
El declarante: "N o tenga usted cuidado, que
Agustín es DlUY reJlexivo y no hará nada inconveniente."
El
o
Sr. Fernándcz: "Sí, en este sentido yo tengo absoluta seguridad dado el conocimiento que tengo de Agustín, ítem más
que él me dijo ayer no seguiría adelante las cosas con Tobón
puesto qne ya el sábacio le había dicho lo que tenía que dedr.
le una vez por todas." El declarante: "En todo caso es bueno
Gue esté prevenido porque estos señores !lO tienen muy buena
fama." No recuerdo qué otras cosas concretas convcrsámos y
en toda la conversación se manifestaba el sobresalto natural
en un padre, pero ni por asomos el temor de que pudiera suceder una desgracia de una ú otra parte. Luégo me mostró el
Sr. Fernández una carta del Sr. Tobón en que le daba quejas
por el acontecimiento del sábado con Agustín, y le anunciaba
que podía suceder una des~racia. También vi la carta que
contestó al Sr. 'fobón el Sr. Fernández, en la cual le dice poco
más ó menos que de todo lo sucedido y que pudiere suceder,
sólo él. el Sr. Tobón, tenía la cnlpa, pues él, el Sr. Fernández
no podía contener la natural indignación de sus hijos por sus
publicaciones inconducentes J para evi,tar las cuales tanto él
,como su hijo Agustín habían puesto todos los medios posibles;
que sólo el arbitramento podía haber evitado toda molestia,
etc. Por referencias sé que el estado de ánimo de Agustín después del suceso del 17 de Octubre era perft::ctamente pacífico.
16 de Diciembre de 1908
DECLARACIÓN
DE RICARDO
cU.!l..LA-(Folio 167)
¿Usted se apercibió de que Jesús María Tobón viera ó notara que Roberto Tobón le iba á hacer fuego á Agustín Fernández? Contestó: No me apercibí de que Jesús María Tobón
viera ó notara que Roberto Tobón le iba á hacer fuego á
Agustín Fernández. preguntado: ¿Usted puede precisar la posición en que Jesús Maria estaba con respecto á Roberto Tobún? Contestó: Estaba Jesús María luchando con Agustín
Fcrnán(kz. aquél le daha la cara á Roberto y á Fernández le
quedaba Hoberto TobÓn por c1etrá!;. Preguntado: ¿Usted notó
-algún detalle que indicara que Jesús María facilitara el d¡spaeo de Roberto Tobón contra Agllstín Fernándcz? Contestó:
\
No noté nada que indicara lo que se me pregunta. Pregunta.
do: ¿Usted vL~Y ~e lijó en los bastones de Je:iús María Tooon
y de Agustín F'ernández? Contestó: Agustín Fernández no te.
níapalo ó bastón ,en el momento de la lucha con Jesús María
Tobón. y éste, me parece que sí tenía, peru no me fijé de qué
calidad sería. Sin ¡~enerales.
PmjtclNTa P"OfJin~ial-Número 920 -Bogotá,
1908
Octubre
:1I
de
Señor Direelor de X Y Z.-}<~. S. O.
Como rectificación, y en lo que se refiere á la autoridad
que yo represento, de lo sucedido el 19 del mes ell curso, entre los Sres. Tabón y Fernández, que publica el pcri()dico de
usted en su edidón de hoy, creo conveniente hacer saber á
sus lecthres lo siguiente:
El Sr. Roberto 'robón vino á la Prefectura á las cu~tro y
treinta p. m. del 17. y sin exaltación ninguna de ánimo, me in{ormó-delo sucedico e,e día con el Sr. Agustín Fer~dez,
frente al Banco de :~xp()rtadores, por cuyo motivo spUéi'taba
de mí le indicase ql.é debía hacer á ese respecto, no obstante
queB(Tobón),
no creía que el hecho se repitiera,-pues confiaba en
caballero,idad
de SlI adversario.
Acto c~:)fltinuo envié al Sr. Fernández, y por cohdnétodel
mismoS,:_Tobón,
q'lien á ello se ofreció esr>{)ntánea~~to.
sametite_, bOleta de c:1mparenclo para presentarse en I:rPtefectura ante~--de las die~ de la mañana del día siguiente Útil...., le
insinuéa!'fnoon
qUt' como medida prudente debía ~rit"
á
la Sección de Permanencia de la Palicía Nacional, por~lanto
que aldí;\sig~iente, qut' era- domingo, no habría despat:bo en
la Gobernación, á lo qlle ofrecí acompañarlo
incontinenti,
si
así lo -estimaba.; y no satisfecho con esto, hablé esa miSftla tarde á Fer~dez,
quit,n me manifestó entre otra!; cosas/qtie no
abrigaba pro,p6sito alguno hostil contra Tobón, (}freti~aome,
bajo formafpalabra
C:e caballero, qlJe el lunes próximo estaría
en mi ofici~a á mis 61(\(>nes para la diligencia defiani<\:~~qUe
le hablaba:-"fré -con gusto, me dijo, por deferencia- ál;i-alttoti.
la
Ó
- 82dad y porque no tengo intención alguna de molestar al Sr.
Tobón, á quien me dirigiré por la prensa, pues si malas intenciones tuviera, es claro quc la fianza nada podrl!f impedir."
Ellllnes siguiente, recordando la oferta no cumplida del
Sr. Fernández, y no por temor de que el succso del sáhado
pudiera repetirse, sino para hacerme obedecer, oficié á las
diez y media a. m. á dicho señor, previniélldole que si no se
presentaha á la una p. m. ordenaría su captura; el oticio en referencia, conducido por el Secretario de la oficina á mi cargo,
por haberse retirado ya de ella el agente á su servido, no \le·
gó á poder del Sr. Fernández, á quien se le buscó en el Café
de la Paz y en su casa de habitación, sin habérsele encontrado.
Soy del señor Director muy atento servidor,
J.
G.
RIAÑO
27 Octubre.
DECLARACiÓN
DE CARLOS
TOBÓN-(Folio
64)
Soy mayor de eelad, vecino de esta ciudad y sin generales
con el Sr. Fernández y sobrino de los Sres. Tobón. El sábado
diez y siete del presente por la noche, me llamó mi tío Roberto
Tobón para que le copiara una caria dirj~ida por él mismo al
Sr. Francisco J. Fernández, en la cual le manifestaba, qne Sll
hijo, D. Agustín Fernández, lo había atacado ese misnw día
en el Banco de Exportadores, pegá dole un bofetón y que -le
había prevenido que donde lo volviera á cncontrar, le repeti.
ría el ataque; y en la misma carta le suplicaba al Sr. Francisco
Fernández, lc llamara la atención á D. Agustín á fin de qlle no
lo atacara, ofrecíéndole mi tío por su parte, que no molestaría
en nada al joven Fernández, y 1« decía en la carta algun~s
otras cosas amistosas que no recuerdo, terminarido por manifestarJe, que esperaba mi tío, no aprobara D. Francisco el p' 0ceder de su hijo D. Agustín. Ese mismo día antes de las :oiete
de la noche fui cQmisionado por mi tío I~()berto para ir á casa
de . D. Francisco y~onalmente
entregarIe la mencionada ~
carta, lo que en efecto hile en compañía del Sr. Tomás Solano á quien invité para que me ac.ompañara á la casa dd Sr.
FernándeZ con tal fin. D. Francisco me recibió la carta, la
abrió y leyó y me contestó que estaba bien. Al día siguiente,
domingo, como á la ura de la tarde, me llamó mi tío Roberto
para que le copiara en la máqur
un memorial dictado por el
Dr. Emiliano Restrero, y dirigido al Jefe de Seguridad de
la Policía Nacional, en el cual memorial, mi tío Roberto ponía
de presente el ataque de D. Agustín, y pedía se le amparara
de otro nuevo, que probablemente le haría el joven Fernández,
según s~ lo había prevenido. El lunes día del acontecimiento,
supe que mi tío iba pa'a la Policía á poner la queja, cuando
desgraciadamente
fue atacado por el Sr. Fernández¡
ataque
que yo no presencié, porque me hallaba por el lado de San
Agustin. Es lo único que me consta.
\
DECLARACIÓN
DE JORGE MEJÍA
Octubre 28
B.-(Folio 69)
Soy mayor de diez y nueve años, ete. El día diez y nueve
de los corrientes como á ¡as once y media a. m. más ó menos,
subía yo por la pl imera calle de San Miguel en dirección á la
plaza de Bolívar; á distancia de media cuadra poco más ó mellaS para llegar al antigl10 almacén del
vi que un caballero
era aprehendido por UI1 agente de policía; y mOIl1Clltos después supe que era Agustín Fernández. Bajando Fernández en
poder dcl agente de po icia. se lanzó sobre Fernández un individuo que no pude con('Cer inmediatamente,
pero qlle después
al acercarme vi que era J eSlls Marí:t Tobón quien atacaba á ga·
rrotazos á Fernández, é~,te se zafó del policía y se lanzó sobre
Jesús María Tobón y establecieron lucha por muy pocos segundos porque la interrumpió un disparo de alguna arma de fllego,
cayéndose inmedia.tamente
Fernández y Jesús María T~\:>9n.
quien voJVíerido á mirar á Sll hermano Roberto Tobón se puso
de pie, quedando Fernández en el suelo boca arriba con la
cabeza hacia el norte y perfectamente inmóvil. Yo no vi cuando Rob~rto Tobón disparó, ni tampoco la distancia que había
entre éste y los individuos que establecí~n la lucha, únicamente vi que Roberto Tobón á paso apresfirado se pasaba de la
acera sur hacia la acera norte en dirección hacia el occidente;
ma,
esto después de la detonacióil anteriormente dicha ,y que fue
una sota. En estos momentos vi levantar á Fernández y que lo
bajaban en dirección hacia el occidente, mas luégo resolvieron
subirIo en dirección á la casa.
un señor que según me informaron es de apellído Maldonado, á donde lo metieron. Durante el tiempo que yo estuve presenciando este acontecimiento
no vi arma de fuego á ninguno de estos tres individuos á que
me he referido.
Octubre 28
DECLARACIÓ~
DE DAVID SARMIENTO
D.-(Folios 69 v. y 70)
El diez y nueve de los corrientes, como á las doce menos
cuarto a. m. me encontraba enmi tienda situada en la callen
(San Mignel), número 97. y vi que el Sr. Roberto Tobón pasó
corriendo y se detuvo un poco más abajo de mi tienda; éinmediatamente apareció frente á esta tienda un joven á quien no
conocí, pero que después supe se llamaba Agustfn Fernández;
y en seguida apareció otro individuo á quien tampoco conocí,
pero que después supe se llama Jesús María Tobón, quie\l
descargó un garrotazo sobre Fernández en el hombro izquierdo tratándose de caer, é inmediatamente se estableció una riña
entre éstos. En estos momentos vi que el Sr. Roberto ToMn
subió hasta el frente de los contendores y como á dos Ó tres
pasos de distancia, vi que apuntó detenidamente
y dio fuego
sobre los dos que reñían; la riña siguió por unos mOIDéntoSj
creyendo Jesús María que Fernández no estaba herido, pero
cuando éste se descolgó (Fernández), Jesús María lo soltó y si·
guió en dirección hacia la plaza de Bolívar donde fue cogido
por un agente. Fernández quedó extendido boc:\-arriba en dir"ección de noroeste á sudoeste. Cuando RooortoTobón dísparó no vi en qué posición estaba Fernández. En todo el tiempo del acontecimiento yo no le vi ninguna arma-á Fernández,
quien estando en el suelo llegaron unos individuos y lo levantaron lle-vándolo á la casa del Sr. N. Maldonado. Advierto que
durante el acontecimiento no hubo sino un solo disparo.
11
DECLARACIÓN
DEL
SEÑOR
!<tARIO
de Diciembr.e.
GARCÉS--(Folios
157
'l:uella y 158)
Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales con
las partes;_ Interrogadc· por el señor Juez de acuerdo con el
punto e) c.U:,tlilemorial del señor Acusador parlicular que corre
al folio i5:i-dei expedié \lte, expu,o: El joven Agustín Feruández llegó el día 17 de Octubre del presente año, corno á las
tres de la tarde poco más ó meno!', al café de La Paz, bastante
agitado y me refirió lo :;iglliente: "Acabo de encontrarme con
Roberto 'robón y contra mi voluntad, provocado por UlJa risa
satírica y un saludo que no podía ser sino irÓnico, tuve 1111 altercado con él ell que nos fuimos á las manos; deploro este
acontecimiento porque no ha ~irlo mi intención tener encuentro per:5onalcon 'robón y trataré de evitar hasta donde me sea
posible \1\1 nuevo encuentro con dicho Sr. TobÓn." Preguntándo le yo la catisa de sus diferencias con Tobón me refirió que
-este senor--hah:ía insulta:lo públicamente
á su padre con la~~nlj1icación~~«m folleto, rlifamándolo
y calutnniándoio; Me:4ijo
tambiénq~~-la
contestación
de este folleto d~smintieit(f~:-iOs
~argos in~~
que contra su padre había publicado Tobó~l4'm:i
daría á lá}u(publica
en esos días. No concibo, me dijo, cpg¡o
un h~mqi~
insulta públicamente á mi padre, se ehcu¿~e
conmigo'~~~lIey
m,~ salude; este acto que no puedO~p~
tar sino cOmo'nna burla, ha sido la causa del desagradable
ceso de ~,ue
como te he dicho, deploro y evitaré en adelante. ~ití
hacerJe al joven Fernánde7. algunas.~~~
dones so6fe'kun~onsec¡:encias
de su encuentro conTo~-~
-aun le dijequ'e creía oportuno la mediación de algún a~de ambo!_~~
evitar que el asunto signiera adelante;-A=~f6:~ __
me contt~).,I!Por mi parte no intentaré volver me á encontrar
con Tobón y si la casualidad me lo pone delante, ignoraré su
preSencia y tomaré otra vía." Le hablé de una fianza y me."Esa fórmula no evitaría una nueva molestia al encontr~~
.cCI~ToMo, bástete saber que he reflexionado y que si hoy}m-
su-
-
86 -.'
pulsado por un sentimiento de verdadera indignación al ver'
que el hombre que tan injustificablemente
insulta á mi padre
y á mí.me saluda irónicamente, cediendo á una debilidad de
carácter me fue imposible evitar nn encuentro con él, en, ade·
lante no me :sncetlerá, put:s hago firme intención d~ ignorarlo
y dejaré que el criterio público juzgue, una vez publicada la
contestación al folleto de Tobón, á cuál de las partes asiste la
razón." Después de esta conversación que tuvimos, Fernández.
se retiró. Al día siguiente tuve ocasión de hablar nuevamente
con él y como el asunto del día ~anterior era del dominio pú.
blico, le referí comentarios que se hacían y aun le dije que ano
duviera con cuidado porque se decía que Tohón lo buscaba.
Me contestó: ••Creo el asnnto definitivamente terminado, hoy
más que ayer, pues aparte de mi intención de evitar cualquier ~
cosa, he prometido á mi padre obrar con juicio y reflex.ión.
Sólo en el caso de ser provocado me defenderia." Le pregl1l1té
que si no creía oportullo arma-rsej se ecbó á reír y me dijo:
"Nunca he llevado armas y hoy menos que antes, pues como
te he dicho, por mi parte está terminado el incidente de ayer;
si me atacan me defenderé COIl las manos, pero tengo casi seguridad de que no será este el caso." Al día siguiente no pude
verme con él. Hago constar que no conozco personalmente al
Sr. Tobón y que no me anima contra él ninguna prevención.
12de Dici embrc.
DECLARACIÓ:-< DE FRANCISCO DE
P. BERMÚDEz-(Folio
163)
El Sr. Arturo Quiroga me refirió los hechos por que se
me pregunta, de la manera siguiente: "El día [9 de Octubre
último presenció que el Sr. Agustín Fernanc1ez y el Sr. noberto
Tobón estaban en la esquina del almacén de Touchet en la
plaza de Bolívar alegando, pero que no alcanzó á distinguir lo
que decían, pero que al acercarse á ellos oyó que Tobón le dijo
á Fernández: bandido miserable; que entonces se formó una
riña entre ellos hasta que los separó un policía, que despuéS>.
de haber intervenido la policía llegó el Sr. Jesús Maria Tobón
y le descargó á Fernández un garrotazo por detrás y estable-
ciéndose una nueva luch<. entre éste y Fernández, hasta que se
~cercó -Roberto Tobón y disparó su revólver sobre Fernández,
causándole la muerte." gsta relación me la hizo el Sr. Arturo
Quiroga, la noche del día del suceso eutre el Sr, Tobón y Fernández, en su oficina, Que es todo lo que le consta sobre el
particular.
14 de Diciembre
DECLARACIÓN
DE
CARL05
VÉLEZ-(Folios
163 ¡'lidIo y 164)
Por haber tenido va rias conversaciones con Agustín Fernánde:t y por llaber ,'isto la correspondencia del Sr, Roberto
Tobón para el Sr. Francisco J. Fernández respecto á las dife.
rencias de negocios que había pendientes entre ellos, me consta que no obstante estar muy ofendido Agustín con motivo de
las publicadof!.es injurimas hechas por el Sr. Tobón contra su
pa-dre el Si.]¡'j''lncisco Fernández, tomó el mayor interés en
reducir al Sr. 'robón á que sometiera el arreglo de las diferen.
-cias~citadasáta decisión de un Tribunal de Arbitramento, esto
por haberlo recomendado) su padre que se entendiera con Tobón para ese asunto. Mu( ha indignaciÓn causó á Agustín la burla de. que _f!~~~ objeto ,:u padre y él por parte del Sr. Tobón
-en el asuntQ_¡Jrbitrament).
En efecto, después de haber pro.
metido Tobón adoptar e;e medio para la decisión de las cuestiones pendientes con el Sr. Fernández, y de haber obtenido
de éste, en~irtud de1esa promesa, una fuerte suma de dinero,
á última ff~;'_de!listió del arbitramento convenido, sin que
para este cá~o
de con-Judil pudiera alegar causa justa alguna. Respecto al acontecimicnto del sábado 17 de Octubre Qlti-mo, hablé largamente con ,\gustín el domingo siguiente pQr)a
mañana, en su casa de :¡abitación, y me refiriÓ que al enCOlltrilr8e con Tobón el oáb;¡do citado cn la Calle de Floriáll, éste
10 había tratádo de saludar con adcmán de burh, cOsa que ya
le lubía pasado en otra oGlsión; que él le había increpado su
falta de cllmplimienll) cn el asuntu arbitramento, á lo cual ha~
b,a replicado TabÓn que C\",nel arbitramento querían robado;
que est.) lo exasperó has.a el punto de tirarle un bofetón. Agustín lamentaba este incil1cnte, el cnal había sido motivado
- 88por las ofensas de Tobón. y me manifestó también su intención
de terminar por su parte ese asunto. una vez que ya le había
didío á Tobón todo 10 que tenía que decirle. Ese mismo día
leímos la carta que ditigió Tobón al Sr. Francisco J. Fernández con éste y con Agustín. La impresión que recibimos con
dicha carta fue de seguridad de que el asunto no seguiría ade·
1ante. una vez que Tobón decía en ella que no atacaría y Agustín por su parte. tanto en la conversación que tuvimos en esoS
momentos, como en las que había tenido poco antes conmigo,
manifestaba la más firme intención de no dirigirse para nada
al Sr. Tabón. Preguntado por su edad, vecindad y generales,
expuso: que es mayor"-de edad, vecino de Bogotá, y pariente
en quinto grado civil de consanguinidad con Agustín Fernández.
17 de Diciembre de 1908
DECLARACIÓ~ DE LOEMÍN VILLAMARÍN-(Folios
170
Y 17\)
Estaba yo en unión del Sr. C<lrlos A. Lombana, el día 19
de Octubre, como á las doce menos cuarto poco más ó menos,
junto á la puerta del Almacé1l del Día en la plaza de Bolívar,
cuando de repente sentimos unos golpes para el lado de la calle de San Miguel, inmediatamente
ocurrimos allí y vi que dos
señores que supe después que el nno era Tobón (Roberto) y el
otro Agustín Fernández se daban de gaznatones, pero el Sr.
Tobón, el más alto de los dos, salió en huída de para abajo de
la calle de San Miguel y Fernández tras él en persecución, en
este momento se interpuso un agente de policía y contuvo á
Fernández, Tobón dio unos pasos más y saliÓ á la acera derecha, cuando á ese tiempo llegó otro señor y le pegó por detrás
al joven Fernándcz, cuando éste estaba" conversando COFl el
agente de Policía, entonces Fernánclez dio una vuelta y se tra~
bó una lucha entre los dos, Incha cn la cual dominó el señor
que luchaba con Fcrnández y que supe después se llamaba Jesús María To\)ún y derribó á tierra á Fernández, y estando éste
caído de medio lado llegó el Sr. Roberto Tobón, dando lllJOS
pa!\os hacia los con ten dores y le hizo fuego á Fernández, quien
recibió el balazo caído así de medio lado, en ]a cabeza. Inme-
diat~mente que sentí la detonación me impresioné mucho y
me retiré para mi casa. Preguntado por el señor Juez: ¿Usted
se apercibió de que Jesús María Tobón viera ó notara que Roberto Tobón le iba á hacer fuego á Agustín Fernández y puede usted precisar la posición en que estaba Jesús María con
respecto á Roberto, ó notó algún detalle que indicara que Jesús María facilitara el disparo de Roberto contra Fernández?
C. No señor, el Sr. TobÓn Jesús María estaba agachado impidiendo que Fernández se levantara y creo por esto que no pudo
apercibirse de que Rob'~rto iba á hacer fuego y mucho menos
que le facilitara el disf'aro. Leída su declaración la aprobó y
firma con el señor Juez por ante el Secretario. Se observaron
las formalidades legale!i y se le leyó al testigo previamente los
artículos del Código Penal sobre testigos falsos y perjuros. En
este estado agrega el declarante- que él no vio que nillgl1na
otra persona, fuera de las mencionadas yá, tomara parte en la
molestia, ni conozco al joven J aramillo á que se refiere el Sr.
Lombana en su declar,.ciÓn.
Dicielnbre
DECLARACIÓN DEL SE~:)R
17 de 1908
DAVID SALGADO GÓ~IEZ-(FoliD
17J)
PregooU\(io por el señor Juez: ¿Usted se apercibió ~~l1e
Jesús ~,Tobón
viera ó notara que Roberto Tobón I~fbaá
hacer-fue--&9J Agustín Fernández? Contestó: No señor,D(i1iie
apercírnque
Jesús María Tabón viera Ó notara que Róberto
iba ~hacetj\iega.
Prtguntado:
Puede usted precisarJ~j)Osidón en que Jesús María estaba con respecto ;Í Roberto l't?~~?
ContestÓ: J~s
María y Fernández luchaban sin que nT.~119
de los d~_di~ra la car:! á D. Ronerto, pero 110 puedo pr~~i~
con to~certeza
la posición que tuviera el uno ~~().
preguntadd:: Usted notó algún detalle qne indicara qq~~
María íaclmara el disparo de Roberto contra FanándeZf:9*testó: No- Vi que Jes.ís r.Iaría facilitara directa ó voi~bu;ia.
mente el ~paro
de D. R,)berlo, pero estoy seguro dequ~ sin
la interven~ión hostil de D. Jesús María, la molestia nO:tiU~le~
ra pasado de su primer acto. Preguntado:
Usted vio
-'fij6 .
rse
en los bastones de Jesús M. Tobón y de Femández? Contestó:
Vi el bastón de color amarillo con que Jesús María atacó á Fer.
llández cuando estaba sujeto del policía: era regulat d~ grue.
so y me pareció que tenía forma de báculo. El de Femández
110 lo vi, porque como dije en mi primera declaración
no pre.
sencié el principio de la molestia en que Fernández perdió
probablemente
el suyo.
Bogotá, Febrero 3 de 1909
SEGUNDA
AMPLIACIÓN
DEL
SEÑOR
ROBERTO
TOBÓN-(Folios
180 vuelto á 182)
•... Como yo estaba aturdido y con fuerte dolQr de cabeza por los golpes que recibí de palos del Sr. Agustín Fernández, en el cráneo, cuando hi~e el disparo sobre él, disparo de
que no me di cuenta en ese instante, por lo cual he ampliado
mi indagatoria á medida que he recordado mejor los acontecimientos, pido se consiga á mi costa el palo con que fui ata.
cado en el primer momento por el Sr. Femández y se· haga
reconocer el largo, grueso, resistencia y fuerza de que estaba·
animado cuando mi agresor lo descargaba sobre mi cabeza,
por detrás, con toda tranquilidad y seguridad. Me :informan
que uno de los Sres. Pepe Vailt'gas y Leonidas Gutiérrez le
prestaron ese palo al Sr. Fernández, ó al menos saben quién
10 prestó y con qué objeto lo solicitó prestado este sefipr
y qué pensaba hacer contra mí. Referente á las intencione!¡ eJel Sr. Fernández
contra mi vida después del ataque
del 17, me informan que saben los Sres. Roberto Camacho
Escobar, Saturnino Posse, José Vicente Latorre, Pedro León
Moreno, Hipólito Mora, Ricardo Cualla (quien estuvo .Gon
el Sr. Perpández momentos antes de éste atacarme), Dr. Emi:
liana Isaza y Manuel Jiménez. El Sr. Carlos Roa Ospina vio
al Sr. Fernán4ez un05 momentos antes de atacarme parado
en la esquina inmediata á mi casa de habitación, con compañeros, como esperando, en el punto preciso donde me atacó
pocos minutos después. Me informan que á este señor y á otros
les dijo el Sr. Fernández que iba á proporcionarse
un sport
atacándome por esos lados. Me ha informacloel Dr. Benjamín.
Martíne7. R., que el Dr. José Manuel Goenaga le refirió que el
-
...
Sr. FranciSéo J.Fernánd ~z al ver salir de su casa el 19 de Oc.
tubre á su hijo D. Agust,h le dijo aquél á éste: ., Tenga mucho
juicio; cuidado COIl cometer una imprudencia."
Esto lo dijo
el Sr. Fernández al Sr. G,)enaga, agregándole
que vio armado
á su hijo. El Dr. Goena~:a dirá lo más que sepa sobre esto.
Acerca de lo que pasó en la calle de San Miguel ese día 19,
las armas que tenía el Sr. Agustín Fernández,
etc., me informan que saben los Sres. Arturo Quiroga, Dadd Sarmiento.
Pedro Rey~)nan Silva, Jnan Cadena, Germán Vélez, Luis C.
Medina. Luis G. Carrasquilla, Tomás R. Navas, Víctor M.
Acero. Enl'ique Samper y Melitón Guzmán. El mismo Sr.
Quiroga y el Dr. Julio Z. Torres saben lo que el Sr. Francisco
J. Fernández dijo á su hijo cuando 10 encontró moribundo ó
muerto, á saber: "Perdón ame, hijo mío, porque yo soy el único responsable de tu muerte." PaQl conocer mi estado cere.
bral al recibir los fuertes golpes en el cráneo y después, p'ueden ~ertificar. fi)$ médicos legistas, como los Sres. CarlosK.
PUÍllam, Josél.:faria Moutoya y Gabriel Camargo, y además
los primeros caballeros quc me visitaron, á saber: Manuel
María Sanclemen~e,_~lltonic
J. Cadavid, Bernardo EscQº:ir-y _
José Mig~el cl~Paz, Siendo importantísimo aclarar los hecfios
descle el primer ataqne qle me dio D. Agustín el 17 basta el
segundo del 19, en pleno público, en lugares Illuy cefitrales
de la ciudad"tnl cuyo intervalo de til:mpo (dos días)~uve
amenazado de muerte por mi agresor, sin lograr evitarlo. á
pesar de 1~,~fueI".ws que hice con tal ¡in, espero en la r7~pe.
tabilidaddelseñ~r
Juez Sluedor que hará activamente lonecesario para ac1araHoshechos
anotados y pueda ll1égo el señor
Fiscal emitir cnticepto con pleno convencimiento
de todo, y
luégo dictarstr'autn
el señor Juez. No teniendo más q~poner se krmin&13.presente
dilígencia ..
..
'ROBERTO
TOBó:-; -A. Rosas B., SecretMIo.
FebrC1'o S de
DECLARACI6w
DE BENHMÍS
Preguntado·'4e:acuerc
MARTÍNEZ
R.-(Folio
1<}O(}
IBa)
o con la cita que Jehace el%'
expuso; Que el domin~~
berto Tobón eIl-.sulQdagatoria,
RO..
-
92-
pasado fui al Panóptico á visitar al Sr. Roberto Tobón, como
amigo mío, y el Sr. Tobón me hizo una historia sucinta y detallada de todos los hechos que precedieron
al desgraciado
acontecimiento que produjo la muerte del Sr. Agustín Fernández; que ciertamente en el curso de la conversación familiar le manifesté al Sr. Tobón que el Dr. José Manuel Gaenaga, amigo mío, me había dicho al día siguiente de haber tenido lugar el acontecimiento, y hablando con él sobre los diversos comentarios que hacía el público, que D. Francisco
Fernández, padre del joven Fernández, le había manifestado
que en la mañana que tuvo lugar el desgraciado suceso, al salir
Agustín de su c.asa para la calle, le dijo aquél á éste: ••Mi hijo,
tenga mucha calma, mucha prudencia, mucho juicio y cuidado cómo va á comder algún disparate."
Que también hube
de manifestarle al Sr. Tobá~ que entendía que el Dr. Goenaga,
al rcferirmc esto con referencia á D. Francisco Fernán¿ez,
era porque éste le había vistQ arma á su hijo; que res~~to á
las palabras de consejo emitidas por D. Francisco á su'hijo,
hace completo recuerdo de ellas, pero lo qne sí no puede afirmar con entera certidumbre
son' las palabras. referentes al
arma que cargara Agustín Fernández. Declaro, pues, por referencia; por lo tanto, para mejor patentizar la exactitud de estos conceptos, el Dr. Goen~ga podría declarar sobre el parti.
cular.
5 de Febrero de
DECT,ARAC¡Ó:-¡ DE ROBERTO CAlfACHO ESCOBARo-(Folios
1<)09
[83
vuelto y (84)
Que es mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales
con las partes. El día 18 de Octubre del año próximo pasado
me encontré con el Sr. Agustín Fernández en la puerta del
Café de la Paz, y después de saludamos, le signifiqué que
no había para qué se granjeara antipatías una vez que él ocupaba un puesto distinguido.en la sociedad bogotana, al atacar
á un hombre como D. Roberto Tobón, quien gozaba también
de simpatías; que el hecho de que hubiera un pleito en contra de sus intereses no daba lugar á atacar á nadie por medio
<le la fuerza, una 'vez que los Jueces que conocían el asunto lo
estaban ventilando con toda imparcialidad;
que en caso
de que los Jueces de:.:idieran en contra del Sr. Tobón se le reconocerían á él los costos y costas del juicio. A esto me respondió el Sr. Fernández que no aceptaba mis consejos porque lo
que él se proponía era vengarse de un ladrón, canalla y bandolero como era Rc,berto Tobón, quien pretendía con cínico
descaro robarle una fuerte suma de dinero, y que para no dejarse robat-ni empuercarse en un miserable como rabón le
iba á matar á mansaln y que si es lo no se llevaba á cabo, como
era hombre de dinero pagaría quienes le dieran muerte. Le
dije al Sr. Fern;Índez ,~ueesto no le convenía bajo ningún aspecto porque tarde ó temprano llegaría al conocimiento de la sociedad como también de las autoridades respectivas, las que
tendría¡t que castigarlo. Entonces él me dijo que á él no le importaba nada aquello una vez que si se llevaba :í cabo su pro·
pósito s~-embarcaría para Europa donde no podrían pedirlo
las autorid ••des coloIT;bianas, una vez que él pensaba elegir una
Ilación -europea dond,~ no hubiera extradición de rC0S. Preguntado por el señor Juez: ¿A qué hora y dclante de qué persona
ó personas tuvo ustecOesa conversación con el Sr. Agustín Fer.
nández? Contestó: La hora no puedo precisada por motivo á
que esto hace hastan1e tiempo, pero sí rClWuerdoque yo estaba
en esosm~JIlentos en compañía del Sr. Hermógenes Aguirre,
quien,º~Ó.!~da la cor versación que tuve con el Sr. Ferllátldez,
y otroseñ(jor que cor OlCO de vista, pero que no le sé c:1nombre. PregllIltado por el señor Juez: ¿Qué clase de amistad me·
diaba entre usted y el Sr. Fernández y qué dioorigel1 á la
~
-conversatioobabida
entre los dos? Contestó: Mediaba -una
amistad-°tte saludo y dio origen á esta conversación e1~~~o
de que J9. ~tizaba
inmensamente con él, y quise ~
un
consejo~.
Mi amistad con el Sr. Femández principiécflOCo
más Ó ~l?8
ocho días antes del acontecimiento dell,9~
Octubre úllimOt con mo1i.,o de que le ofrecí en venta un anillo
de diamante que no me compró, pero sí me indicó quién podía
comprármelO. por lo (:Ual quedé muy agradecido.
- 94'"-5 de Febrero de ¡-909
DECLARACIÓN
DE ENRIQUE
SAIlPER
p,,-(FolMJ 18S)
Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales COD
las partes. El 19 de Octubre último, como entre once y media
y doce, subía yo por la calle de San Miguel en dirección á la
plaza de Bolívar, y poco más ó menos frente al antiguo Ai
cén del Dia, vi que altercaban dos individuos, uno de ellos
tenía un bastón en la mano con el cual-le pega.ba al otro; me
acerqué más y conocí que D. Roberto Tooonera el que recibía los garrotazos de un joven Agustín Femández,según
oí
decir en esos momentos era el agresor; el Sr. Tobón le suplicaba al Sr. Fernández que no le pegara, puesto que él no quería pelear y trató de huíren dirección hacia abajo por la misma calle de San Miguel. El Sr. Fernández viend? que el Sr.
Tobón se retiraba le dijo que era Un viejo sin vergiienza, co¿
barde, ladrón, y siguió tras de D.Robertl).
En ese momentooí una voz que no'sllpe de quién fuera, que dijo: 11 Defién~
D. Roberto porque lo mata," é instantáneamente
volvió D.
berto, sacó su revólver y disparó sobre el Sr. Fernández, quien
cayó junto á D. Jesús María Tobón,quien
no sé porqué circunstancias se hallaba en el suelo, y oí decir á varios individuos
-aUíque D. Jesús Maria había Hegado ahí corriendo del lado
de la plaza de Bolívar. Cuando lJevaron al Sr. Fernándezá
80
casa supe que le habían encontrado un revólver entre el bolsillo. Es cuanto me consta.
ma-
ao--
5 de F~brero.
DECURAC¡ÓN DE TOMÁSR. NAVAS-(Folio
186)
El día 19 de Octubre (tltimo, como entre las once y media
y las doce estaba yo en unatieni':b~ de la primera calle de San
Miguel, abajo de donde sucedían los hechos entre los Sres.
Tobón y Fernández, al oír la bulla salí á la caIle á ver qué era
aquella bulla y vi que dos individuos estaban peleando y conocí que uno de ellos era 0-. Roberto Tobón, al otro no lo conocí, pero _sívi que el desconocido le pegaba con un palo á
95-D. :Robt:;rto. Este des:onocido supe después que era el Sr.
AgQStin Femández. Durante la molestia entre D. Rohe[·to y
el Sr. Fernández ést~perseguía
á aquél y le pegaba con el baso
tón que tenía en la mallO, en estos momentos oí una voz que
decía: 11 Defiéndase D. Roberto que lo mata," entonces D.
Rober~l;)s~ volviÓ. sacÓ su revólver y In disparó sobre el Sr.
Fernándex. quien cay() inmediatamente
al suelo. Ta!l1hi~n vi
en ese mismo momento qne el Sr. Jesús María Tobón se levantahadel suelo, pero no supe por qué se había caído. Es
c-uanto·-me consta.
5 de Febrero.
DECLARACIÓN DEL DOCTOR CARLOS E. PUT~Bl-(
Folio 187)
En los días subsiguientes al 21 Ó 22 de Octubre solicité
del señor Juez un permiso para visitar á Braulio Ramos en el
Pan óptico y_al efecto me trasladé á aquel Establecimiento en
varias o_~a-rles;en
una de eUas el Sr. Roberto Tob<Ín me ma.
nifestó quedescl!ba le diera alguna medicina para aliviarse de
los dolores de cabeza que tenía, según me dijo, localizados en
los plintos en que segÚn él había recibido algunos golpes. N o
siendo yo médico del Establecimiento
me limité á darle una
fórmula c:on bromuro de potasio, si mal no recuft-rdo, y al pie
de esa fórinula puse: ",Consúltese con el médico clelEstable-cimiento."
S de Fcbrcm.
DECLARAC¡ÓNDEL
DOCTOR JULIO
z.
TORRES-(Folio
187, vuelto)
Le oí decir á un médico que refería que había estado presente c~ndo el Sr. Fl:rnánclez entró á la pieza dQIl<le:~b:1
el cadáv~r de SLl hijo, que sus prim~ras palabras h;,¡bÍalI-sroo:
" Perdón, -hijo mío."
6 de Pebrero.
DRCl,ARACIÓN
DE PEDRO
REY-(Folio
188,
vuelto)
Soy m~yor de edad, vecino de Bogotá y sin generales. No
me_consta- nada de lo ocurrido el día 19 de Octubre'úHime en.
-<)6tre los Sres. Roberto Tobón y Agustín Fernández, porque no
lo presencié; únicamente por referencias supe ese día que el
Sr. Tobón había matado al Sr. Fernández.
6 de FebrerQ.
DECLARACIÓN DE SATURNINO
POSSE-(Folio
lB<)
El día 19 de Octubre último, como á las diez y media de
la mañana, poco más ó meno~, estuve en el Café de 4t•.Pa: con
. el Sr. Agustín Fernández y me contó lo ocurrido elsábadoanterior en el Banco de Exportadores con el Sr. Roberto Tobón.
Al referirme esto me dijo que él le había ofrecido fuete á To.
bón, el sábado citado; entonces yo le pregunté si estaba armado y me contestó que no y que él no malaría á ninglmo de los
Tobones. No le vi sino una varita que llevaba en la mano. Es
cuanto puedo declarar. En este estado agrega el declarante
que recuerda que el Sr. Fernández le dijo que él no tem.íaque
Tobón lo atacara en el centro·· de la ciudad' sino en 1lÍ1. lugar
excéntrico, y que lo atacaran por detrás con manopla ó á bala, ..
8 de Febrero.
m:cLAHACIÓN
DE LUIS G.
CARRASQUILLA.-(Folios
190
vuelto
y
191)
Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales COn
las partes. Subía yo por la primera calle de San Miguel hacia
la plaza de Bolívar cuando divisé que venía D. Roberto ToMn
huyendo de la persecución de un grupo de gente entre los cuales no conocí á nadie, pero vi que el que venía adelante le
daba palo por detrás á D. Roberto; en la huIda tomóD. Roberto una ventaja como de quince pasos y gritaba á toda .OZ:
••Un agente, que este hombre me mata," y oí una voz que de
da: ••Defiéndase D. Roberto que lo matan"; á esa voz volvió.
el Sr. Tabón el cuerpo y sentí una detonación, corrí al grupo y
vi un hombre en el suelo, ya cadáver, que me dijeron que era el
joven Agustín Fernández, á quien alzaron y llevaron para la
casa del Sr. Maldonado. Todo esto ocurrió el día 19 de Octu.
bre del año pasado, como á las once y media ó doce del día.,
'- 97Entre los jóvenes que venhn atrás del Sr. Tobó 1 vi caer Uno
a! suelo como si se hubiera tropezado, este joven era de sobretodo gris y después he venido á saber que era el Sr. Jesús
María Tobón.
9 de Febrcrú
DOCLAIUCIÓN
DEL SEÑOR MA.NUEL
192
M. SA.NCLEMENTE-(Folio
vuelto)
El 19 de Octubre último, día del acontecimiento
lobón con el Sr. Fernánd(:z, estuve por la noche en
de la Policía, donde estaba preso el Sr. Tobón, estuve
se manifestó .D!uy arrepeutido de lo ocurrido y me
sumamente impresionado ~, nervioso.
del Sr'.
el loca!
COnél,
pareciÓ
Febrero
DECLARACIÓN
Ú~L DOCTOR JOSÉ MANUEL
\)
193)
GOENAGA-(F(l!io
Sorprendido por el su:eso del día 19 de Octuhre del año
próximo pasado~ entre los Sres. Tobón y Fernánclez, pues yo
no estaba enterado de anto~ccdente ninguno, ocurrí Como á la
una p. m. de ese día á d<;,rlcel pésame al Sr. D. Francisco
Fernándezy~te
señor en conversación relativa al asunto me
manifestó ]0 inesperado del acontecimiento
por cuanto á
que su hijo había salido es.'1mañana exento de toda prevención y en completa calma, á verificar negocios ¡h'1rticulares
completamente distintos c'eese asunto. Que esa calma y serenidad de su hijo y la poca importancia que le había dado al
asunto habían dependido, en parte, por el carácter suave y dócil de S'l citado hijo y en parte por los buenos consejos que
le había dado en ocasiones ~nteriores en el sentido de que
debía r¡brar con prudencil y aplomo en ese asunto. Antes del
acontecimiento y en ese mismo día no estuve con D. Francis.
co J. Fernández y por cOllsiguiente nada traté con él á ese respecto. En esa misma noche, en conversación que tuve con el
Dr. Benjamín MartÍnez R, le referí más ó menos esta misma
manifestación que me había hecho el Sr. Francisco Fernández
y que acabo de exponer.
7
Febrero 9
DECLARACIÓ:-< DE MANUEL
JJMf:NEZ
v.-(Folios
193 vuclto y 194)
Interrogado por el señor Juez de acuerdo con]a cita que
le hace el sindil:ado Roberto Tobón en su indagatoria, expuso: No me consta, ni supe el estado cré-ánimQ ni las intenciones que tuviera el Sr. Agustín Fernández con respecto á D,
Roberto Tobón, pues no conoel ni de vista á dicho Sr. Fernández. Preguntado: ¿Qué más le consta á usted sobre el particular? Contestó: Simplemente me consta que el día 19 de Octubre del año próKimo pasado, como á las once Ú ol!lce.y media
me encontraba en el CaJé dc la Paz con los Sresf Saturnino
Posse...Jw1ado Sandoval, José María Lascano B" y allí nos refirió el Sr. Posse que acababa de tcner una conversación con
el Sr. D. Agustín Fernánd¡;:z, en la que este señor le manifestó
que había tenido un disgUsto con el Sr, Roberto Taoon'l que
dicho Sr. Fernández había sabido que el citado Toooá el día
anterior había estado dando vueltas al rededor de lac¡lsa
como espiándolo, y que en ese momento se iba á ver Fernández con el Sr. Tobón y que Fernández
no llevaba arma ninguna sino una \'arita, pucsno le tenía mied~sino únicamente
temía que le dicran un cachiporrazo
eor~tr-ásj
momentos
despnés de esta conversación anunciaron la m~lerted(:l. Sf·
¡"ernández. esto es cuanto me con:>ta y puedo qe(;larar.·
Febrero 9
DECLARACiÓN
DE CA.RLOS ROA. OSPINA-(FoUos
194
VI/ello
y
195)
Interrogado de acuerdo con la cita que le hace el Sr. Ro·
berto T(lbón en su indagatoria, expmo; Sí fue cierto que me
encontré con el Sr. Agustíi1 Fcrnández, COil quien conservaba.
relaciones, en la esquina sur de la prirn.era Calle de Florián
el día 19 de Oclnbre del alio pas:ldo, po.;os momento.> antes
del aconteci:nicnto; no me consta que e;;tuviese aguardando,
pues por eS!;lr en ('se momcnLO lloviendo pasé de prisa y apenas nos salndámosj en cuanto que e~tab<, Cf.lD cnmlHnet"os no
me consta, pues yo nO lo vi con ninguno. No es derto que el
-- 99~r. Fernández me hubiera dicho que iba á proporcionarse un
sport atacándolo por esos lados; lo dije sí, pero refiriéndome á
dichos callejeros, puescc n el Sr. Fernández hacía baRtante
"tiempo no tenía ocasión de hablar con él. Debo advertir que al
.encontrarme Con el Sr. Feruández iba yo en dirección hacia mi
·casa que sita á pocos pa~o¡; del lugar del acontecimiento.
Febrero
DECLARACIÓN
DEL DOCTCR JOsÉ MARíA
AfONTOYA
10
(médico)
(Folio 195, vuelto)
Como un mes poco m{,s ó menos, después de ocurrido el
acontecimiento
entre los ~re3. Agustín Fernández y Roberto
Tobón, este último me mandó llamar al Paoóptico para que
lo recetara, como particula:; en efecto, concurrí á recetado y
habiéndolo examinado por cuanto á que me dijo que le dolía
la cabeza y sufría algo de insomnio, y después de tomarle el
pulso, la temperatura,
ete., no encontré nada anormal y ateniéndome á 10 que me manifestó el citado Sr. Tobón y atribuyendo esas indisposiciones á los nervios y al encierro en que
éste se hallaba, receté ó formulé un poco de bromuro. Doy esta
declaración, qu~~ parte revela el secreto profesional, puest9
que el interesado Sr. Tobót así lo ha exigido.
El infrasCrito, Ministft) de Instrucción Pública, certifica
bajo juramento qne, según e ha referido el Sr. Manuel Jimé.
nez, el día del humicidio del Sr. Agustín Feruándcz, poco des.
pués de las anet: 4e la mañ Ul:I, fue invitado Jiménez en el Cajé
d, la P,IZ por el Sr. Saturniro Po;se, en presencia de los Sres.
Ignado Sandoval y J"sé María Lascallf) Berti, á tom:!f una
cOiH; que Illégo ~ubió;í la parte alta del edifido, y cU'1nda
volvió le contó que acab,¡ba de referirle el Sr. AgnstinFerl1;Índez que en lln enCtlcntn con el Sr. Roberto Tobón le -babía pegado á éste y lo había corrid,) y qlle iba en e;;e momen_
to á vcr:;c con Tobón; y habiéndo!e preguntado Posse si iba
armado, contestÓ ql1(: no Ilel';Ó;¡ sino eso (una vara flexible)#
pero qne él no tenía miedo sino á un cachiporrazo por detrás;
-
100
Como se ve, esta declaración por ser de referencia ho tiene
más valor que el que le 'dan las de los testigos presencialés,
Jiménez, Posse, Sandoval y Lascano. Es cuanto sabe y firma
en -Bogotá, á
10
de ¡"ebrero de 1909·
EUILlANO
___ ._J•__...•
_
IBAZA
AUTO DE PROCEDER
DICTADO POR EL TRIBUNAL SUPERIOR DE CUNDINAMARCA
Número 9~8-Tribunal
St:perior del Distrito Judicial-Bogotá,
Abril quince de mil novecientos nl/ez'c.
Vistos: Es objeto de esta snperior revisión, por ha ber sido
apelado, elautoque
profirió el Juez 2.° Superior con fecha pri.
mero de Marzo del año que cursa, por medio del cual abre
causa criminal, por IQS trámites ordinarios y con intervcnción
del Jurado, á Roberto TOJóIi po':.!l delito de homicicli(J"~
de6ney
castiga el Capítulo 1,°, Título 1.0, Libro 3.° del Código Penal, sobresee asimi:mlo POr este cargo á favor de JeSús
María Tobón, y declara que hay mérito par.! procedel' contra
este último por el delito d,~ heridas de que trata el Capítulo
6,Q, Título LO, Libro 3.° del rcferi4.o Código.
Habiendo dado al asunto ~. tramitación procesal C9rr~spondiente, puesto éste en ei;tado de:.n:cibir el fallo de segun~.
instancia, á ello se procede, no sin adelantar á este fin las consideraciones que en seguida se expresan: El diez y llueve de
Octubre del ai\(),próximo pasado tuvo lugar el hecho de que
tratan estas dUig.endas,
En la fecha dicha y á h hora- indicada los Sres. RQliérf~-Tobón y Agustín Fernández se-, e:tw~~ntran en la esquina noroeste de la plaza principal de, ... ~dad,
y después de cruzarse ellos algunas palabras re". -. das con ciertos antecedentes, de lo~ cuaJe,; se hablará
111ga~,_entran en riña
agrediéndose recíprocamente,
Fernández co!I'ff vara,que se
le rompe á los. golpes que d~scarga soQre..
ntrario, y ~e
n
cOn su paraguas,
-
102 -
Apenas principia la reyerta. Roberto Tobón vuelve hacia
atrás y emprende la retirada y Fernández sigue en pos de él
en actitud hostil, hasta que á poco andar se encuentran con
un Agente de policía, que detiene á Fernálldez, cuando en esemomento llega corriendo tras de ellos Jesús María Tobón y
descarga sobre Fernández, por detrás, un fuerte golpe con s~
palo ó bastón y los dos entran en riña, Hoberto Tobón se abs.
tiene de tomar parte por el momento y espera que la riña con·
tinúe entre ellos, cuando vuelve á aprestarse para el ataque, y
sacando el revólver que, hasta entonces guardaba, se acerca á
los reñidores, vacila en descargar aquella ar-ma sobre Fernández y después de esto le apunta, descarga y le hiere, teniendoá Sil hermano Jesús María al frente, quien. por lo mismo ha te·
nido que observar sus maniobras y apercibirse del atentado.
Fernández al ser herido, aún brega por del>asirse de Jesús María, que lo tiene agarrado, y al'fin se desploma y cae en tierra,
cayendo sobre él su empedernido adversario.
Un extracto de las pri¡}$ipales declaraciones de la causa"
el cual pasa á hacerse, pondrá de manifiesto la anterior relación, para que se proyecte completa luz en el asunto y servirá
de fundamento á las concluSIones á que habrá de llegarse en
el presente fallo.
Carlos A. Lombana dic..e que Roberto 'fobón y Agllstín
Fernánclcz trabaron riña en- hi esquina cte la calle de San Miguel y continuaron la reyerta hacia abajo, hasta cuando fueron
separados por lin Agente de policía, á tiemro que llegó Jesús
María Tobón y trabó lucha con Agustín Fernández y cayeron
al suelo, quedando encima Jesús María Tobón y Femández
debajo, entonces }{oberto Tobón se acerCó á loscontendores,
estando éstos todavía en el sllelo~ como á unos cuatro metros,
poco más ó menos, y como fijándose en alguno de ellos disparó un tiro de revólver sobre Fernándcz.
Heliodoro Camacho depone que Roberto Tobón y Agustín Fernández se fueron á las manos y este último descargó¡¡obre el primer<Í-con un bastón semejante á IIIla caña, que se
volvió pedazos, y siguieron dándose puños; Rober~o corrióhacia abajo, al Occidente, registrándose los bolsillos y se detu-
-
1°3 -
vo como á la mitad de la cuadra, y Fernándcz, que le seguía,
fue detenido por un Agente de po]icía; Jesús María Tobón,
que venia corricll<lo dd lado de la Calle de Florián, descargó
sobre Fernández, por detrás, un fuerte garrotazo; Fcrnández
vaciló y cayó y Je:;ús María se ]e arrojó encima, y en esta posición se acercó R,)bcrto Tob()n con renílver en mano, y como
á más de ocho ó diez pasos de distancia disparó un tiro sobre
Fernández, cuidando de no herir á su hermano,
Ricardo Cualla presencic) que r~oberto Tobón y Agustín
Fernández 'se enCí ntrab:m en actitud tk mole"lia en ]a primera calle de San Miguel; que el primero de los nombrados re·
trocedió unos pase:; hacia el O,'cidente y Fernándcz siguió detrás, despacio, arregl:índose In;; puños; que en ese momento
apareció JesÚs ),{aría Tobón y atacó á puñetazos á Fernández
y éste se quedó un instante parado en aditud de defensa,
hasta que por fin quedaron agarrados en lucha; que como Ro·
berto Tobón vio á Sll hernl:ll1o 'lile le s:llió en ddensa, se paró
y sacó un revólver y lo tuvo ll:] rat() CI¡ b m:tnoj que Fernández y Jesús Marí<.. TobÓll sigll:eron pdcando, é inmcdiatamente Robc"to T,~b{;l1 le hizo 1111 tiro ;'1 Fernándcz, quien estaba, como lo ha di.:ho Illchllllo
CU:l J.~5Ú, i\f,\ría Tobóll,
pero qne no estab .. (11 el slIeh ning'lllC) de los dos, aseveración ésta qllC corrob:lr;¡ D.l\'i.l S ¡]6.ldo G:)lneZ,
Gregorio Armc!lta vk¡ qw~ cn h eS.1uina de la c.-\l1c de
San Miguel, Roberto TobÓn y A~i¡:.;tíll ['\:rnández entraron en
riña, aquél con un paragllils y e,) I llila v;¡ra é:;tc y que ambos
se golpeaban; ql.it: J:{obl'rtn T"L<ll1 rdrocediÓ como un cuarto
de cuadra, hash e lit: fuenlll '-'l'p;¡rad)s por la Policía; qne en
ese momento bajó c.l/TiL'llllll J"jÚS :'bría Tob6n y a¡lIegar á
donde estaban los ln' eriormelll,": nombrados, le dio un bastonazo á Fernández, (1"¡en se ('n~f)g¡ó de hombros y volviendo
sobre JesÚs María T,)bÓn trah,', 111ch;¡ con éste; que por ].1
aglomeración de gc~nte lit) pudo da.r~c~ cuenta exacta de esta
lucha sino cuando \'j" á J I:~Új :\Ltria Ie\';'lllarse ciel suelo, á
renglón seguirlo
de ulJa detolJ;~ciólJ
de revólver que no pudo
darse cuenta de dé 11Qe salió, porque nf) presenció en qué posición estaba Fern;indez cuando el disparo,
-
1°4-
Jorge Mejía B. vio que á tiempo del disparo que hizo Roberto Tobón, cayéron inmediatamente
Fernández y Jesús Ma'.o
ría, que éste volviendo á mirar á su hermano Roberto TobÓ'll,
se poso de pie, quedando Fernández en el suelo boca arriba,
con la cabeza hacia el Norte y perfectamente inmóvil.
Declara Pedro Avendaño que al descargar Jesús María
T()bón el golpe con su bastón á Fernández, aquél se fue á
tierra, quizá, dice, por venir muy precipitadamente;
que Fernández entró en lucha Con Tobón, de pugilato ó forcejeo y que
estando en ella fue que Roberto Tobón descargó su revólver
sobre Fernández.
Alejandro Posada, hablando de la lucha ó pelea entre Jesús María Tobón y Agustín Fernández, dice que en el instante
del disparo se hallaban agarrados, atravesados en mitad de
la calle, oClIpando el Sr. Tabón el lado del Norte y el Sr. Fer.
nández el lado Sur, la cabeza y el cuerpo de este último sobre
el otro.
Loemín Villamarín, testigo que acompañaba á Carlos Á.
Lombana, refiere el hecho de un modo análogo á éste, diciendo que después del encuentro de Roberto Tobón y Agustín
Fernández, en que ambos se pegaron, el primero salió en
huída y Fernández lo siguió, y estando Fernández conversando con un Policía llegó Jesús María Tobón y le pegó un ralo
por detrás, entonces Fernández dio una vuelta y se trabó la
lucha entre los dos, lucha en la cual dominó Jesús María,
quien derribó á tierra á Fernández, y estando éste caído de
medio lado, lIegé Roberto Tobón dando un paso hacia los
contendores y le hizo fuego á Fernátldez, quien recibió el balazo caído, así ·de medio lado, en la cabeza.
Hernán Pérez N. vio cuando:>Roberto Tobón bajaba por
la calle de San Miguel con paso acelerado, y detrás de éste
iba Agustín Fernánde~, en actitud de componerse los puños
de la camisa, que en pos de éste y más aprisa y dando voces
que el testigo no entendió, bajaba Jesús María Tobón, quien
alcanzando á Fernández le descargó un fuerte garrotazo por
detrás; que ellos dos se tomaron do 108 brazOs como en actitud
de tumbarse al suelo; que en talescondíclones
se hallaban;
t
-
l°S -
como luchando, dando IR espalda FerJlández á Roberto Tobón, quien en ese instante re~;ultó con el revólver en la mano
derecha é hizo Utl intento como de hacerle fuego á Fernández,
volvió á hacer el mism:> movimiento estando en la posición
antedicha y le hizo un Jisparo á Fernández, quien estando en
brazos de Jesús María ,:ayó y éste cayó también cncima y fue
retirado por el deponen te.
Los Agentes de pclicía Eduardo Sánchcl y Antonio Triana, que ocurrieroll en el momento del Sllceso, refieren el hecho
en lo principal, pero no relatan los incidentes particulares, que
son los que permiten hacer de él una discriminación
debida.
Todos los testigos presenciales están de acuerdo en determinar la posición que respectivamente
ocupaban los Tobones
y Agnstín Fernández, y aseveran que mientras J cs{¡s María
Tobón y Agustín FCrI ándel reñían, Roberto Tobón estuvo á
la egpalda de Fcrnández y ocupando el frente de Jesús María,
y esta situación ha sid) preciso estableceda
porque ella sirve
á demostrar que estall~lo JesÚs María 'follón dándole frente á
su hermano Hoberto,sí pudo darse cuenta, como se dijo en
otro lugar, de las mar:iobras de éste y de su actitud en esos
momentos, que sí pre~,enciaron todos los testigos, sin embargo
de que muchos de clbs no estarían en una posición igual á la
en que él estuvo.
Ahora; en orden :i J,-'s antecedentes
del hecho, el proceso
de manifiesto 10:; siguientes:
Roberto Tobón :: i\gustín Fernándcl
habían tenido un
altercado el sábado ,lIIterior, diez y siete del propio mes, en el
local del Banco de Exportadores, el clIal 110 tuvo por entonces resultado alguno, y Jesús 1Ltría TobÓn, que lo -supo, ocurrió incontiflenti á aqllt'1 establecimiento á darse cuenta de él,
recibiendo allí una relación completa de lo slIcedido.
Francisco J. Fertlá:idt'z y R)bcrto Tobón habían celebrado algunos negocios <Ine tenían pendientes, y cuyo producido,
no pudiendo arreglar, habían servicio de margen para que
eritreellosse
suscitann molestias, las cuajes los tenían desacordados, y para llevar á cabo algún arreglo, en el cllal- quedaran definidos los intereses de ambOst~
á su cargo Agustin
pOllC
106 -
Fernández
padre.
intervenir
en el asunto" en representación
de su
Esto seguramente no era ignorado por Jesús María Tabón.
quien, como se ha dicho, tenia conocimiento de que Sil her.
mano Hoberto y Agustín F~rnánde7., por estas mismas divergencias, habían tratado de irse ,á.las manos el día diez y siete
citado, de manera que él no ignoraba sino que sabía el giro
que iba tomando la controversia, y dadas las relaciones con
Roberto Tobón, de hermanos y socios, no es aventurado,
sino antes bien muy puesto en lo cierto, el presumir que él
pudo prever el desenlace de este asunto, como que palpaba
los peligms qne ofrecía, viniendo en confirmación de esta hi.
pótesis la circunstancia de la presencia de él, en el acto mismo, en el sitio del suceso, siendo llevado allí sin saberse cómo
á compartir la agresión, procurando el trance que, dada la
actitud manifiesta de Hoberto Tobón, tal como se hizo pnte!}te en la relación sintética del suceso, no se habría efectuado,
como así lo conceptúan testigos que lo presenciaron.
Pasando al punto relativo á la responsabilidad, nada hay
que decir de la que corresponde á Roberto Tobón, agente y
principal autor en el delito de homicidi.), por todo cuanto á
ella se refiera en materia de razones tendientes á establecerla,
no darían una luz mayor de la que en sí ofrece el hecho mismo, como está su¡wrabunclantemcnte comprobado; mas en lo
que hace á la participación de Jesús María Tobón en el mismo delito de homicidio, es lo que se examinará en seguida, ya
que acerca del delito de heridas, cuyo cargo contra él se de.
duce, será objeto de ligeras com~idcraciones, por hallarse él
evidenciado por sí mismo.
Ya ,e ha dicho y se repite que Jesús María Tobón conocía pormcnorizadamente
los motivos de discordia y de desavenencia mutua que eran.parte á interrumpir las relaciones
habidas entre su hermano Roberto y el Sr. Francisco J. Fernández, padre de Agl1stín; sabía también la intervención de
éste en el arreglo -Se los asuntos pendientes entre los dos primeros; estab,l al corriente de las divergencias ocurridas por
esta causa; y él, por todo esto, estaba ó debía estar prevenido
-
°7 -
1
para cualquier lance qne se presentara, y así pasó en efecto,
sucede el encuentro de que se hablÓ al principio y él es de los
primeros en lIega~, y \lega corriendo, no se toma el trabajo de
informarse de 11) que pasa, sino que inmediatamente
ataca á
Agtlstín Fernánckz, á quien un policía tiene cogido del brazo
y qué por lo mismo no está en capacidad de adelantar la re·
yerta, y sin considerar esta circunstancia, ni respetar al Agente
de la autoridad :;c abalanza sobre él y después de d::l.rle un
fuerte golpe con d palo ó bastón, lo cnvuelvc en una lucha y
en una riña desigual, por manifestarse
él más fuerte, lo pone
en situación de :10 poderse defender y eludir la agresión de
Sll primer contrincante,
al que de seguro ve Jesús María, p')rque lo tiene al f 'ente, y así en esa situación es que Agustín
Fernández es herid·), herida dc que él mismo no se da cuenta
por su abstracción en la riña en que se encuentra empeñado;
mas, como ella e!; mortal, no resiste su actitud y cae para no
levantarse más.
Es responsa')le y castiga la ley al qne por un hecho Ú
omis'ión cause ur mal distinto del quc se propuso el culpado,
ó qae recaiga en persona distinta de aquella á quien se pro.
puSO ofender (ar .íCJlo 117, e, P,)
Hace respollsable y castiga también la misma. ley al que
pOi' ~reza,
de;;~lI,l\O é imprevisión, falta de destreza en el
m~JOClemguna
:lrIna, equivr.1Cación, contravención á las reglas de Policía, (i rOl' otra cansa semejante, que pueda y deba
evitar, matc iuvoluntariaml:ute
á otro, Ó teuga, aunque involuntariamente, la c,dpa de SlI muertc (artículo 613 de la misma obra).
Castiga la ky en otra forma al que consiente el hecho que
se ejecuta sin su intervcncir:m directa, al que lo ordena ó lo
impone por ll1e(lio~ coercitivos de la voluntad del que 10 lleva
á cabo, al que proporciona lo~ elementos adecuados á su perpetración, á los :-¡ue con sugestiones y discursos excita á con·
sumario, y, finatnente, á los que, por medio de dádivas ó amenazas haCén gil(: otros 10 camelan,
Ahora bien, á Jesús María Tobón, que entra en riña 9 pelea, sujetando á la víctima y compeliénc101a por la fuerza á
-
108 -
continuar la reyerta y le embarga las facultades, de manera
que no pueda atender al otro agresor que lo asedia, que hace
que su actitud dé á éste el ánimo que no tenía y lo lleve á cometer el acto, que &in su inmediata cooperación no hubiera
podido tenet· lugar, por ser patente que no se habría efectuado, porque sin él en la escena el desenlace evidentemente
no
habría sido el mismo, no puede dejar de haber disposiciones
de la ley penal que pertinentemente
castiguen dicha partici.
paci6n, como en efecto las hay.
SOIl alltores del delito, dice el artículo 22 del Código Penal, en Sil nllmeral primero, los que 10 cometen espontáneamente, ya solos, ya aisladameute,
ya en concurso recíp~oco
entre dos ó más; yel artículo 23 de allí, dice: "Son cómplices: 1.0 los qne espontáncamente
y á sabiendas cooperen á la
ejecución del delito, en el acto de cometer!o, siempre que no
puedan reputarse como autores."
M. Ortolan, Cll su Tratado de Derecho. Penal, dice: "Que
es necesario distinguir entre la culpabilidad abstracta ó abso.
luta, es decir, la del delito cometido en gelleral, corno el homicidio, incendio, robo, y la culpabilidad relativa ó individual,
la de tll persona y tal delito, en tal homicidio, tal incendlo,
tal robo que ha cometido," y agrega: "la ley penal no puede
prever más que la culpabilidad
abstracta ó absoluta, porque
no puede forlllubr sus reglas más que sobre abstracciones.
" En cuanto á la culpabilidad relativa ó individual, al juez
corresponde
el apreciarla en cada c,ausa, porque en efecto,
todo"" los que cometen un cIelito no 10 cometen en igual grado
de culpabilidad, y las circunstancias particulares del acto mismo no son siempre idénticas; todos los homicidas, todos los
incendiarios, todos los ladrones no son igual y uniformemente
culpahles"
El expositor Tissot, en su obra sobre Derecho Penal, dice:
"La complicidad es general, la participación
en un delito
cualquiera que sea Sl\ grado.
" Pero hay muchas maneras de pfll'ticipar en una mala
acción, y todas son igualmente reprerisibles á los ojos de la
justicia."
y (,n otro lugar: ••Cuando se toma parte en su ejecución,
es física"; y explica: .; La participación
física IlO es siempre
igualmente culpahl e; es necesario para qne haya culpabilidad
en el más alto gra<:o de la especie que el crimen no haya podido ser consumado) sin esta intervención: entonce" la pena
debe"ser la misma para los cooperadores .
••Si por el contrario, el concnrso dado no es e5encial á la
consumación del delito, la pena debe ser menor, puesto que
sin este concurso, t:1 mal habría podido ser sin duda el mismo .
•, Es claro qne quien sólo participa físicClmente en lapreparación del delito. no puede ser culpable, si esta preparación
no es punihle en sí, {, si no lo es por el nÚmero de los actos
preparatorios que (:s '¡ecesario castigar."
Si esto es así, !;i la participación de JesÚs María Tobónen
el hecho principal rlc que se viene hablando, es decir, en el
homicidio perpetraelc. en la persoua ele Agu;;tín Fcrnández no
puede revocarse á duela, dado el cúmulo de circunstancias que
naturahllente se desprenden dc la narraciÓn que antecede, es
claro á todas luces qLe no es posible qne se decida II priori su
inculpabilidad, pues lo procedente y jurídico es abrir la causa
también contra él por este cargo y sorneterlo á la decisión del
Jurado, quien aplicando la debida sindéresis, pronunciará su
veredicto, como corresponde á su institnLÍón y cumple á cuestione9 de suyo tan ponderosas y graves.
Haymás: el j1]e7- de la causa á la vez gue sobresee á fa·
vor de jesús María Tobón en orden al delito de homicidio,
abre la causa contra él pl)r el delito de heridas, cuyo delito no
es (le su" competencia,
lo cual está d<.:rno,,(rado por modo
oste-n;;ible-que par~" el Juez la cansa de los hermanos Tobones,
en el.asunto que Sí: debate les c:>enteramente común, es indivisible "Y0-flO puede separarse; qne prima este crite-rio,tID aquel
funcionario, no ob~;tante el cÚlIlulo e1e argumentaciones
con
que trata de suster:tar una t<:si" contraria, lo demuestra este
procedimiento inu!;itado, pues Cil otns pt"Ovidencias de índole
semejante ha ordenado compulsar la copia de lo conducente y
pasarla al juez resJ'ccti\·o.
Entre otras telemos á la vista la causa contra Demetrio
.- no Villalba por el delito de homicidio; en ésta, en el auto en que
decidió del mérito del sumario, se abrió la causa contra Vi.
lIalba por dicho delito y se dispuso dar cuenta con 10 condu.
cente al J ut"Zdel Circuito, en orden á Angda Villalba, siendo
de notar que hubo aquí la circunstancia de seguirse la causa
á virtud de un jurado de acusación, el cual resolvió también
que había lugar á formación de causa contra la Villalba por el
delito que allí se mem:lOna, de donde resulta que el Juez no
dio en este caso una aplicación igual, sino distinta, á la que en
la causa que se \'entila dio el artículo 99 de la Ley 147 de
1888, sobre Organización Judicial, lo cual hace ver de un
modo claro lo que antes se dijo, que en el Juez de la causa, al
dictar el fallo que se revisa, primaba el criterio d~ que antes
se habló, y esto da mayor fuerza, si cabe, y decidido apoyo á
los argumentos que anteceden y que sirven de base á la presente decisión.
Resumiendo: Roberto y Jesús María Tobón, como hermanos y socios que son, vivían juntos y en la intimidad correspondiente
Ú eS;lS relaciones.
Je"ús María Tobón conocía los antecedentes
del negocio
que tenían Francisco J. Fernández y su hermano Haberto Tubón y estaba al corriente dd curso que iba tomando el des.
acuerdo entre ellos.
El no ignoraba, sino que sabía, vuelve á decirse, que con
motivo de esa.; desavenencias
entre su herman() Roberto y
Fernánctez se habían cruzado palabras ycartas que harían posible un rompimiento serio entre los dos, y que \lll folleto que
en esos días publicÓ su hermano Roberto Tobón contra Fernánda ha bía llevado el asunto á un estado de ser imposible
todo arreglo personal entre ellos.
En semejanks
difíciles circunstancias
fue que Agustín
Fernándcz tom!) á SIl cargo el negocio á nombre de Sll padre,
con el objeto de entrar en algún arreglo, lo que atrajo sobre sí
la enemistad cntre él y R"berto Tobón, lo cual clio marge II al
encuentro en e: Banco de Exportadores, el día die7. y siete de
Octubre, y vino á precipitar el atentad0 cometido el día diez
y llueve del mi~mo.
-
111 -
Jesús María Tobón, como se dijo y se repite, estaba al
-corriente y conocía en todos 511;; detalks la situación anómala
y por demás difíÓl de esas relaciones y sabía el estado de
ánimo en que se t:l1col1traba su hermano Roherto en esos días,
y no es posible suponcr, según esto, que ignorara qué clase
de determinacion,;s eran las suyas.
No se necesitan grandes esfuerzos de inteligencia. ni una
perspicacia mayO! de la qUé: es común cutre los hombres para
arreciar 10 sucedi :10 y poder determinar la clase de intervendón que Jco-ús r.l;ría 'robón tuviera en los antecedentes memoracbs, de rnan';r~, de poder decir que él procedía á sabiendas de lo ocurrid<, y qne pudo prever sus cclnsecnencias.
Ahora en lo l[t1l: hace al acto de la consumación del delito
de homicidio, que es lo que principalmente
cOlJviene saber,
la actitud de J esú:; !liaría Tobón en esos momentos, el ataque
y golpe -con un palo, hecho á Agustín Fernández, á tiempo que
éste hablaba con un Policía, que lo tCI1Ía cogido por un brazo,
la riña que le promovió incontinenti, en la cual Agustín Fernández se vio env .le to, sin poder atender á otra cosa que á la
reyerta con su nuc\') contendiente, descuidándose del primero, quien apro\'eChallch
esta situaciÓn s:lca su revólver y lo
hiere,-son
circulIstlllcias
que producen á lJe\--d.ral ánimo el
convencimiento
de ~;l! cooper:ldóll
mani{iesta en el delito de
homicidio tántas \ cees mell1mado.
Si á todo se a~rl:g:l la (;ul\sideración de que entre Roberto
TobÓn-y Agustín Fe:-I1:ílldcl principiÓ antes la reyerta y que
en ese primer enc 1elltl"O,á pei_l\' dc haberse agredido ellos recíprocamente y dt su golpead,:, D. Hohcrto con la vara de Fernánde~, 1\0 amagó siquier;\ 8:\(";\r el revÓlver que lIe\'aba consigc), ni dio lIl11estla :¡ingul1a (k~ lo <1'_le t~nía. y antes bien prellere -ev-adirse de ~,\l C(llllr;\ri,) é ir en b:1SG¡ de un Policía que
prevenga la contieo:Li, y e::; ;;()bmcnte cll;mdo la riña entre
AgustínFerllál)ck;:
y J l~SÚS T\\;¡ría Tolv'iIl se verifica, qne saca
S\1 arma y la dispara
~obrc Agm;tín, y lo hace por la espalda,
p(;rque á sn frente ti '!lC ;'\ "\\ ::-:r:11an-; J¡;SÚS María, :í quien
trata de /lO herir. ~' quien pnr [,) mism, !) ohserva,-si todo
esto :iCcOilsidera, 3t: impone como c()l1dusión obligada la de
112 -
que la intervención de Jesús María Tobón en aquel acto fue
decisiva, no siendo aventurado asegurar que sin .lIa no se
hubiera consumado, y ya se vio lo que sientan algunos expositores á este respecto, así Como lo que previenen las disposi.
ciones penales que con el caso se comj)aginan y les son con.
gruentes.
Volviendo á recapitular acerca de la responsabilidad de
D. Roberto Tabón, en relación con los argumentos presentados
por el defensor de éste, se observa lo siguiente:
No obstante las contradicciones
y falta de armonía .que
encuentra la defensa en los testimonios del proceso, son he.
chos que en ninguno de ellos se oculta que en los momentos
que tuvieron Agnstín Fernández y Roberto Tobón, á ninguno
de los dos se le vio arma alguna, Fernández porque no la tenía
y Tobón porque si la llevaba consigo, no la sacó, ni se le vio
hacer de ella uso hasta el momento del último acto, en el cual
la exhibió para dispararla en seguida sobre Fcrnández, de
donde resulta que sí la tenía, pero la llevaba oculta.
Si Agllstín Fern;;ndez no tenía ninguna arma, como resulta del expediente, y Haberto Tobón 110 podía temer nada de
él, de consiguiente
á este respecto, no se comprende cómo
pueda sostenerse, con visos de verdad, que él se viera en la
necesidad de ejercer la defensa legítima y natural de la propia
vida contra una agresión injusta, en el acto mismo del homicidio y que noitenía otro medio de repelerla (Art. 591, inciso
1.0, C. P.). cuando las constancias
del proceso demuestran uni.
formemente, que la vida de D. Roberto no estuvo en peligro
en ninguna de las veces que él y Fernández se acometieron
y entraron en las¡vías de:hecho, ni podía peligrar valiéndose
ambos de sus propias fuerzas y oponiendo la misma y recíproca resistencia, y más si en el acto mismo en que el hecho
se ejecutó, Fernández no reñía con él, porque sus mutuas agresiones se habían suspendido con la intervención de los Agentes de la Policía, sino que se encontraba empeñado en la rina
que le promovió Jesús María Tobón, de pugilato ó forcejeo)
según el decir del testigo Pedro Avendaño, menos podía temer
D. Roberto entonces que peligrara su vida, ni tampoco la·de
-
II3
-
su hermano, porqu(: lIna reyerta en esa forma no es presumible que lleve á eso~ extremos.
Si no hubo oea",i61l ni circunstancia alguna en que la vida
de D. Roberto TohSn estuviera en peligro, ni ocurrió el caso
de que las agresiones de que fue objeto por parte de Fernándcz /la pudiera repelerlas con el empleo solo de sus fuerzas físicas, el derecho natural de legítima defensa indicado en
pro de su causa pa:'a que se le declare in culpable absolutamente, dictando un auto de sobreseimiento Ú su favor, como
se pretende, no sería exequible ni aun tratándose de aquellos
actos en que D. Hoberto y Fernández riñeron entre sí, menos
puede serIo en el (aso preciso en el que D. Roberto disparó
su revóh'er y le cau:;ó la muerte á Agustín Fernández, porque
entonces él habría rre3cindido de la rjña, no tomó parte en la
que se siguió despu(:s, la cual se sostuvo solamente entre Fernández y Jesú" María Tobón, de manera que Fernández no
estaba apercibido n: podía temer el atentado, se encontraba
en completa indefensiÓn respecto de D. Hoberto, atendiendo
sólo á su nuevo agre;or, y aprovechando
estas circunstancias,
sobreseguro, D. Roberto le hizo el tiro á mansalva.
El dictamen medieo legal y la autopsia respectiva del cadáver practicada pOI' los médicos ofJciales, dejaron establecida
la muerte de Agnstín Fcrnándcz, producida por el disparo de
una arma de fuego, CIIYOproyectil le causó una herida que
perforó el cráneo ell la región occipital y Icsionó la masa cerebelosa, y esto fue (,bra, como se ha visto, de Roberto Tobón i pero además dI: esta herida, los mismos expertos encontraron en el occiso una contusión con equim0sis en el hueso
frontal de la región derecha, la que se le causó con instru.
mento contundente,
siendo parte, en lo general, las lesiom;!1
de esta clase á producir una incapacidad
n0 menor de seis
días, y que fue su agente ó responsable, á no dudarlo, Jesús
María Tooon, y así habrá de declararse, á pesar de los muchos argumentos
aducidos por su defensor, tendientes á de.
mostrar que el golpe que le asestó con su palo Sll defendidoá
Fernández, de que hablan los testigos, no pudo causarle esta
lesión, porque el golpe se lo pegó por detrás y la contusión la
8
tenía en la frente, pues para ello bastaría observar que todos
los testigos ó la mayor parte de ellos están conformes en afirmar que después de este golpe Jesús María Tobón y Agustín
Fernández trabaron riña, y que de la:> consecuencias de ella
es de lo que se trata, siendo esa contusión como su efecto ó
resultado inmediato, del cual ningún otro podía responder,
sino sólo aquel que sostuvo la pelea. que fue quien necesariamente tuvo que causarla y se la causó con seguridad.
El señor Fiscal está de acuerdo con lo resuelto en el auto
de primer grado, y á sostener y dar fuerza á sus argumentos
se encaminan las razones con que ilustra su pedimento sobre
confirmación de aquella providencia;
pero como en esta de·
cisión se ha expuesto lo bastante á este respecto y hay motivos suficientes para apreciar la discrepancia
entre ésta y su
discreto concepto, parece inoficioso el entrar en otro género
de consideraciones ó de robustecer las ya expuestas, con tanto
mayor razón cuanto que el debate, con ayuda dc la acusación
y de la defensa, se encuentra suficientemente ilustrado.·
En mérito de todo 10 expuesto, el Tribunal Superior, de
acuerdo en parte con la opinión del señor Fiscal yadministran.
do justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
reforma el auto apelado en los siguientes términos:
Confirma el memorado auto en cuanto por él se declara
con lugar á formación de causa criminal por los trámites ordi·
narios y con intervención
del Jurado con tra Roberto Tobón
por el delito de homicidio que define y castiga el Capít';110 l..,
Título 1.°, Libro 3.° del Código Penal y también contra Jesús
María Tobón, por el delito de heridas, de que trata el Capítulo 6.° de los mismos Título y Libro de ]a referida obra; y lo
revoca en orden al sohreseimiento
que contiene, proferido á
favor del último de los nombrados, y en su Jugar abre causa
criminal, en igual forma contra Jesús María Tobón por el
mismo delito de homicidio de que antes se habló.
En virtud de esta providencia Jesús María Tobón será
reducido á prisión.
Notifíquese, cópiese y devuélvase
FLAVIO
GONZÁLEZ
e] expediente.
MALo-Mariano Manrique B.
IIS -
En diez y 8t:is de Abril de mil novecientos nueve, á las
dos p. m., notificué al señor Fiscal el auto que precede.
Impuesto,
firma.
BERNA!.
-Matlrique
B.
Certifico que para notificar á las partes el auto anterior,
se fija edicto en la Secretaría del Tribunal hoy á las ocho a. m.
Bogotá, A bri: diez y nueve de mil novecientos nueve.
Manano Manrique B.
4 •••
NÚmero 96I-Trib.mal Superior del Distrito JI,dicial-Bogolá,
Abril 30 de 1909
Vistos: Los Sr·~s, I~oberto y Jesús María Tobón, lo mismo
que sus defens.ores. y también el señor Fiscal, han presentado,
dentro del tétmino señalado, en su segunda parte, por el artí.
culo 355 de la Ley:05 de 18~0, sendos memoriales, en los cua.
les solicitan revocación del auto de esta Superioridad. de fecha
15 del actual, que reformó el de primer grado proferido por el
Juez 2.0 Superior en resolución del sumario instaurado contra
los dos primeros po 'los delitos de homicidio y heridas.
Arguye D. Hoberto Tabón, por si mismo, contra el auto
recurrido y largamente expone sus argumentos,
impugnando
la sinrazón que encuelltra en ulla detención preventiv •.•; se de.
tiene en e1ucubracicnes acerca del hecho ejecutado poré!, el
cual resulta, en su selltir, absolutamente inculpable; trae á cuenta la opini§n de algu!1o~ exp1,itIJresj entra á examinar varios
testimonios del proceso, y tomando de ellos lo que conviene á
su propósito, después de muy extensas discrtaciones deduce
como consecuencia 1<,necesidad en que estuvo de cometer el
hecho en su propia defensa; objeta el dictamen médico-legal,
el cual encuentra deficiente y vacío de datos que den .1a sufi~
ciente luz en el asunto, porque, dice, que se ignora si..el proyectil corresponde al arma que se cree sirvió para causar la
-
II6
-
muerte, ni la historia de ella habla de qué clase de líquido -fue
hallado en el estómago del cadáver, de qué clase de reactivos
se sirvieron para analizado, ni cuál fue la posición probable
del occiso cuando fue muerto, habiendo dicho en su lugar que
la aut0psia demostró que el Sr. Fern~ndez se había embriagado para fortalecer su ánimo y que la historia de la familia del
finado arroja luz snficiente para suponer que su agresor sufría
ataques atávicos de locura; y concluye D. Roberto Sll largo es·
crito preguntando:-"
¿Por qué le entró á éste (á Fernández)
la bala del lado cerca á la oreja izquierda y hacia atrás?" Y él
dice allí mismo:
Repítase cuantas veces se quiera el lance y
se verá el movimiento natural qne hace una persona de volver
la cara hacia atrás al ver é::>taamenazada por un proyectil ó
11
por cualquiera otra cosa."
Como se ve, los argumentos que aduce el sindicado no
ofrecen nuevas objeciones, porque ellos están en su mayor parte contestados y resueltos, no sólo en lo que se lleva expuesto
en la anterior decisión que es objeto del reclamo, sino que se
hará también en la que actualmente se elabora, y en cuanto á
los propuestos últimamente, que se encaminan á los vacíos anotados en el dictamen pericial, al estado anormal de Agl1stín Fernández, tenido por alienado, así como á la supuesta prueba sobre repetición del lance, siguiendo la mente de su autor, s610
hay que observar, en orden á 10 primero, que el dictamen dicho sólo se ha estimado y se estima según su contexto, de manera de hacer absoluta prescindencia de todo aqnello que él no
encierra ó contiene; y en cuanto á lo segundo, que al ser ciertas la embriaguez y la locura que gratuitamente se atribuye al
occiso, por no haber nada en el proceso que justifique una imputación semejante, esto, en vez de atenuar, agravaría visiblemente las condiciones de esta causa y haría mayormente difícil la situación de sus autores, lo cllal no es dificultoso sino
muy fácil de comprender; y por lo que toca al último punto, la
hipótesis es imposible de cumplirIa, porque seguramente nadie
se prestaría á esta prueba, no siendo del resorte de la justicia
el aceptada, sino más bien el prevenida y el evitar á todo trl\nce que ella se cumpla.
-
Ir7 -
El Dr. Nicolás Esguerra, defen!',or de D. Hoberto, hizo
igual pedimento: pero reservando dar las razones en que se
funda la rcvocac ión, dice que para cuando sea resucito nn in'
cidente de recu ;ación, sin tener en cuenta probablemente el
señor defensor C;!leel artículo 355 de la Ley 105 de 1890, en
su aparte final, ci tada al principio, dice que para que tal peti.
ción sea exequible debe hacerse dentro de las cuarenta Y ocho
horas siguientes á la notificación del auto reclamado, y como
toda petición debe ser fundada y la del Dr. Esguerra carece de
este requisito, el Tribunal no tiene 'nada que resolver sobre
ella, ni puede de:el'erse á darle vado al asunto en espera de
las razones que anuncia en apoyo de su solicitud, por esa sola
causa, porque el aticulo 174:2 del C. J., dice:
"J\rliculo 17~2: L:l recusación no suspenclerá la prosecll'
ción del proceso." Disposición pertinente al caso por el carácter especial que tiene (Artículo 5.°, numeral 1.0, Ley 57 de
IR87)·
El Sr. Antonio Maríd Ocampo, defensor de Jesús Maria
Tobón, diserta largamente sobre lo que en su sentir debe ser
esta providencia ¡nra que ella no adolezca del cúmulo de errores que á su juicic contiene la reclamada; para que ésta que
se dicte sea ajena á todo sentimiento de odio' y de pasión,
aconseja que colocado en el alto puesto de impartir justicia,
sin miedo y sin temor á ninguna persona, por elevada que sea
su posición sociaJ,.'uelva á estudiarse con calculada serenidad
este proceso y la dc;..gracia que él cuenta, para resolverlo de
acuerdo con sus pretensiones y deseos, si no se quiere que se
convierta mañana 1~11 aCllsador del Magislrado, no solamente
ante las aulotÍchdes
constituidas, sino ante el pueblo colo mbiano....en-gellcral, n,) sin recordar que toda autoridadvifÚÚ: de
Dios; que el dejars~ arrastrar por la pasión es un delito ante
los hombres y seguramente ante el Divinr) Hacedor del Universo; que el concltnar, como se hace, sin UIl e:;tudio desapasionado y sereno, e" cOll(r;\rio á la naluralezJ, á la razón y la
moral; qnc la mejo;- de las virtudes es desprenderse
de todo
humano temor y dejado todo á un lado cuando la conciencia
lo ordena.
-
IIS -
Todo está muy bien, pero hay algo que importa más al
caso, y es el proceso.
El señor defensor tacha el extracto que se hizo de las declaraciones del sumario, extracto que no las comprende todas,
sino las principales, y 10 tacha porque dice no contener todos
los datos que informan esos testimonios, por alteración de su
sentido y por no haber usado sus mismos términos; y á fe
que no le h;< faltado razón en parte; mas, llO es desconocido
para el señor defensor, ni para nadie que por algún motivo
haya tenido que ver ó rozarse con estos asuntos, que la práctica de copiar íntegramente las declaraciones de un proceso no
es la más conveniente, porque peca por dispendiosa y es además inútil, siendo los máslcorrectos y de mejor tesuItado, una
relación sintética de esas mismas declaraciones, ó un relato de
sus principales y más culminantes detalles.
Sabe el señor defensor, y por otra parte nadie lo ignora,
que no todos los testigos de un proceso deponen unifOrmemente, ni hacen de los hechos una relación idéntica en cuanto
al conjunto de pormenores que los constituyen, ora porque no
todos los testigos han podido ver el cúmulo de incidentes que
ocurren de ordinario en su comisión, y ora porque no todos los
pueden apreciar de la misma é idéntica manera, siendo esta
misma discrepancia la que en 10 general da fe y garantiza la
verdad del testimonio, porque á nadie se le escapa que las declaraciones por cartabón tienen que ser falsas, pues sólo así se
rinden las que de antemano se han ajustado y convenido.
Puede ser que los testigos de cuyas. declaraciones se hizo
mérito, hayan usado otras expresiones ó palabras para manifestar su pensamiento, hayan hablado de una ó varias agresiones entre los mismos contrincantes,
omitan el nombre de alguno de ellos para darlo á entender en el contexto de sus expo·
siciones, hayan indicado además otros datos, y en fin, señalado
una dirección á los reñidores, en la cual no haya conformidad
por cualquier motivo y también que el cadáver se llevara á un
almacén y no á la casa del Sr. Maldonado, como sucedió; ¿puede esto inducir á creer que estas declaraciones sean contradictorias entre sí y que el extracto de ellas sea falso y responda á
-
119 -
uIl'plan preconcebidc" por haberse hecho en él caso omiso de
estos nimios pormennres?
Seguramente ni lo uno ni lo otro es posible que se suponga; no 10 primero, pe,rque no todos los testigos pueden estar
.obligados á ver los actos que se producen en t.odos sus inci.
dentcs, porquc esto depende del lugar y medio de sus percepciones, y es lo cierto, como se dijo en otro lugar, que esta
mismª- desarmonía elLla relación de los sucesos, y no su uníformidad~ produce de ordinario la convicción, siempre y cuando que en lo principal estos testimonios sean conformes.
Veamos si esto sllcede en el caso que se contempla:
Los Sres. RobertJ Tobón y Agustín Fernández se encnentran en la c:iquina o,;cidental de la callc de Sall Miguel, de
esta ciudad, el sábado diez y nueve de Octubre de mil novecientos ocho, á las doce del día, próximamente; al encontrarse
tienen algunas voces, sc agredieron, no teniendo más el primem que Sil paraguaB y el segundo una vara, aquél huye y es
perseguido por el último, y éste armado con la vara, según la
defensa, inverosímil e~;ta aserción porque la vara se había roto,
según unos testigos, y bajaba Fernández comp()niéndo~e los
puños de la camisa, dican dos de ellos; hacia uncuarto de cuadra se encuentran con un Policía, que interviene para impedir
que continúe la reyertl. y éste mismo coge á Fernández por \\n
brazo; estan90 así, llega corriendo Jesús María Tobón y golpea
á Fern~t:;z Con un pJ.lo; en esto conviene la defená3, sin embargo aduce el testimonio del Agente de Policía gduardo Sánchez, qllien dice que el Sr. Jesús María Tobón atacó á puñetazos al Sr. Fernández, siendo este mismo testigo el que hace
figurar un tercero que antes de esto atacó también al citado Sr.
Tobón,~ión
ésta :¡ue ningún otro testigo corrobora.J~sús
María Tri06n y Agustíll Fernándéz se aprestan para larma y
riñen en realidad, y estando los dos en combate singtila'r, D.
Roberto~
su revólver yacerCÚndose á ellos descarga por
detrás su arma sobre Fernández y por detrás lo hiere. ¿Y por
qué resulta_ así, y no yendo hacia abajo y cuando era perseguido por -Fernández, como enfáticamente se pretende? Por-qne
así lo declaran los testigos que 10 presenciaron, sin que sea óbi.
120 -
ce para creerlo la prueba que estima D. Roberto, de que se repita el lance para demostrar que el tiro lo hizo de frente.
Como algunos de los testigos afirman que D. Roberto Tobón le hizo el tiro á Fernández estando caído en el suelo, para
contradecir esta aserción y desechar esta circunstancia, que no
aparece clara y terminantemente
establecida, es para lo que
se invoca el testimonio de Ricardo Cualla, quien dice una
cosa distinta, y para darle fuerza á su deposición se cita al
testigo David Salgada Gómez, y esto hace preguntar al defensor, que dónde tenía la cabeza el Magistrado cuando de buenas á primeras asegura semejante cosa, de 10 cual resulta que
para la defensa es inaceptable que el último de estos testigos
esté de acuerdo con Cualla, en cuanto éste declara que cuando
D. Roberto descargó su arma sobre Fernández, éste estaba de
pie y no en el suelo; aquíSí se puede decir, COlllO lo hace la
defensa en alguno de sus muchos argumentos
de sensación:
"Inconcebible
semejante afirmación, y si no estuviera escrita
y autorizada con su firma no la creería."
No se comprende á dónde se encamina el pensamiento
de la defensa al traer á Cuento la actitud agresiva que asumieron los testigos Ricardo Cualla y José María Lasprilla al final
del suceso, cuando esta intervención claramente resulta como
un natural movimiento de indignación
por el atentado que
acababa de cometerse, y no como una participación directa en
él, qne haya de tenerse en cuenta, si no es con el intencionado
propÓsito de darle otro colorido al asunto, haciendo figurar á
estos señorcs como cooperadores de Fernández en la riña que
dio pOI' resultado su deceso, ]a cual, como se dijo, había terminado.
Parece qne la defensa objeta la aseveración qne se hizo,
de egtar comprobada por un número considerable de testigos
la posiciÓn respectiva qne ocupaban los reñidores en el momento del acontecimiento, así como las consecuencias que lógicamente se deducen de esa misma posición, puestas en relación con los antecedentes que importall al asunto; mas, como
acerca de estos puntos no se han dado razones ningunas, conformándose tan sólo el señor defensor en redagiiirlos por iC-
-
121 -
parado, y esto no se hizo, las consideraciones hechas á este
respecto han qlledado vigentes, y consiguientcmente
sus de·
ducciones, que constituyen propiamcnte las responsabilidades
que se averiguan.
En cuanto .í b revocatoria pedida por el señor Fiscal de
esta Corporació:l, ::;c examinará en seguida:
A juicio del Ministerio PÚblico se ha incurrido en la providencia en cueEtiÓn, en errores de aprcciación en los hechos
y en inexacta ar1icación de las disposiciones legales.
Hace consistir lo primero en que el auto afirma que" Agustín Fernández al ser herido, aún brega por desasirse de Jesús
María que lo tierle agarrado y al jin se desploma, cae en tierra .... " A esta aserción opone el Ministerio Público un argumento de scnsación, pues sin apoyarse cn comprobaci6n alguna asegura qne ,< Fel'llández cayó inslant{llleamente muerto
porque estaba codada de raíz toda fuente de cnergía." ¿Ante el
simple sentido comlÍn, cuál de estos dos asertos tiene mayores
visos de verdad: ~l qnc eOlalla del cÚmulo de testimonios de
que se ha hecho mérito, ú el que tiene por base lIna frase que
en resumen no es 111;lS que un tropo ó l¡gura retórica?
Se ha dado illlportancia cn el auto cuestionado á la posición material ocupada por cada uno de los contendores en
este suceso, y tlrJ es de extrañado, pues los actos y circunstanciasexternas
sen 1l1Odit'icalivas y revebc10ras del proceso
psicológico ó iuter 10 del agente de ulla acción; no significa
lo mismo ante la cicncia penal que un homicidio, v. g., se cometa hiriendo por la espalda, que agrediendo de frente, de
ahí la escala de pctialidad que señalan las disposiciones positivas penales, fllndada en las circunstancias que acompañan á
una acción punible. ~ o debe, pues, sorprcnder que con un fin
jurídico el auto rechmado sc preocupe de estos significativos
detalles materiales.
Parece extrafial' el 1Iinistcrio Público qne de los antecedentes habidos elltr.~ FernÚndez y los hermanos Tooún, dedUlca el auto ciert 1S consecucncias relativas á complicidad.
No siendo posible en cuestiones complejas, como la presente.
fundar un fallo únicamente en vcrdades axiomáticas Ó eviden.
-
122 -
y
tes y estatuyendo la ley la prueba indicial, la de presunción
el razonamiento, no es de extrañarse que un Juez adopte los
métodos lógicos de inducción y deducción para el esclarecimiento de ciertos hechos; en estos métodos, como se ha diého,
está fundada la prueba indicial y de presunción, y no se ve
por qué en este caso deban proscribirse.
Tampoco es aceptable, como lo illsinlÍa el Ministerio pú.
blico, que sea deber del Juez no exponer á un individuo á las
contingencias del Jurado, ni lesionarlo con una prisión preven.
tiva cuando resulta que la voluntad no obró, sino que circunstancias materiales produjeron la comisión del crimen. Al raza·
Dar así ha olvidado el Ministerio PÚblico la prescripción contenida en el inciso 2.° del articulo 1627 del Código Judicial, y
olvidó también que es justamente en estos casos que es á los
Jueces de hecho á quienes corresponde decidir sobre las cuestiones de responsabilidad.
El Juez sólo puede sobreseer cuando hay falta absoluta de pruebas, cuando la irresponsabilidad
es evidente, ó cuando se trata de personas absolutamente excusables según la ley.
Considera el señor Fiscal inocente el hecho de que un in.
dividuo, envolviendo á otro en una riña, lo ponga en incapaci~
dad de defenderse del ataque de un tercero que le quita la
vida; puede ser esto como él lo afirma, pero la prueba de lo
inocente ó involuntario de tal acto debe establecerse por quien
alega esa circunstancia, ya que el hecho en sí y por su natura.
leza no tiene tal carácter ni lleva tal comprobación.
Finalmente, siendo las manifestaciones
externas un trasunto de los movimientos del ánimo, no es de sorprender
el
análisis que hace el auto del proceso evolutivo interno del Juez
de primera instancia al dictar SlI providencia, tanto más cuanto
que dicho análisis se funda en premisas lógicas y en hechos
reales.
Fue recusad!) por parte del Sr. Jesús María Tobón el Magistrado sustancia<Gr en esta causa, aduciendo como causales
la de parentesco entre él y la señora esposa del acusador parti.
cular; enemistad del recusante con dicho Magistrado, y por
atribuírle á éste participación en los negocios del mismo acu-
123
,
-
sador; estas causales, por no ser ciertas y no haberse traído
acerca de ellas ninf:una prueba, dieron por resultado el que el
incidente fuera negado por el Tribunal. Una nueva recusación
ha promovido la 111 silla parte, la cual se fundó ca un pleito civil que el Sr. Tobón promovió al mismo Magistrado, en el J uzgado 1.0 dc este Ci'cuito, sobre la entrega de un terreno qne
dicho funcionario no posee, ni h;¡,poseíclll jamás, por lo cual
hubo de oponerse la excepción de inepta demanda de que
habla el artículo 280 del Código Judicial. Esta can sal habrá de
ser, como las anterioreS, igualmente desechada, porque la demanda cn clIcstión se inició con fecha diez de Marzo del presente año, y la j llris:lic:dón en el usunto, por parte del Magistrado recusado, data del once ele Febrero anterior, y en este
caso ni la reclIsaÓ,:,n ha p,-¡dirlo proponerse, ni el Magistrado
manifes:ar d impellirnento, porque así lo enseñan por modo
expreso los artículos tI.J., 85, numeral 3·", y 86 de la Ley 105
de 1890.
Esto sentado, parece inol1cioso el mantenerse en espera
de una resolución que no habrá de tener el resultado apetecido, con tanto mayo' razón, cuanto que la recusación, como se
dijo en otro lugar, no ha ele suspender la prosecución del pro·
ceso (art. 1742, ibíd~IIl), Y si ella sl1spendc la jurisdicción, según el artículo 15:; del mismo C6digo J uclicial, no sucede
esto, segtin la regb de su primer inciso, sino desde que se declare por Juez competente ql1e el impedimento es admisible,
ó desde que se reciba aviso olici~lld~ haber sido admitida, y
esto último, que sería lo procedente, hasta ahora no ha suce·
dido.
De otro laclo,;c hace preciso observar, y sólo para que
quede constancia, que el Magistrado que autoriza e$ta provi.
dencia, como las í\nterlOres ya dictadas, lo ha hecho después de
haber vcrificado un estudio prolijo de las diligencias del proceso, tratando de haler las de-ducciones y apreciaciones que ha
creído más conformes COll la verdad y la justicia, sin qlle ningún género de preccupaciones perturben su criterio, ni obste
esto para que pueda abrigar la convicción de que sus juicios
¡ean los más acertados, pues no tiene la presllnciónque sería
-
124
-
necesaria para ello, menos la temeridad de que sus sentimientos sean bien apreciados por todos aquellos que tengan interés
en pensar ó juzgar de otra manera.
En escrito posterior el Sr. Jesús María Tobón, por sí, trae
al debate-dos consideraciones: es la primera la que consiste en
aseverar que en el ánimo de su hermano Sr. Roberto To.
bón nunca estuvo el siquiera herir al Sr. Agustín Fernández, por
cuant0 qne su disparo lo hizo al acaso; y en cuanto á él, que se
ve envuelto en nn hecho criminoso, del cual no es responsable
en manera alguna. Estas dos consideraciones se destruyen por
sí mismas, la primera porque él nada puede decir con algún
fundamento sobre el ánimo que tuviera su herm:mo D. Roberto
al descargar su arma, mientras que los testigos del sumario
sí vieron que e3e ánimo se manifestó con el hecho del disparo
sobre la persona de Agustín Fernández, danuo ellos razón de
cómo aquel acto se verificó; y ]a segunda, que se refiere á la
circunstancia
de la intervención de él mismo en el acontecimiento de que se trata, ha sido por parte del juzgador, como
de los interesados, motivo de especial estudio y de un examen
hecho con la mayor detención y serenidad, de manera que las
conclusiones á que ha llegado el primero las encuentra perfectamente fundadas, sin que, como se dijo en otro lugar, abrigue
la temeridad de creer que los que se encuentran poseídos de
un sentimicnto contrario, porque así convenga á sus intereses,
puedan jamás llegar á este mismo grado de persuación, ni se
espere por lo mismo, que esto suceda; mas, como el campo
del debate en vez de restringirse, como se pretende, se le da
ancho campo con la apertura del juicio, no hay por qué rehuír
á las dificultades, puesto que en la causa la luz se hará plena.
mente y los medios de convicción, si no lo son llegarán á ser
completos, ora sea para confirmar la delincuencia de los sindicados, ú ora para demostrarSll absoluta inculpabilidad, y siendo
al Jurado á quien corresponde desempeñar esta alta misiÓn, no
se explica por qué los que han de responder ante él se encuentren poseídos de un temor tan grande, que hacen desconfiar, y
con razón, de la seguridad que tengan de su propia ino~_cncia
y de que no les acuse la conciencia de ningún reato que lelO
haga pensar que á la postre otro distinto será el desenlace.
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125
-
Vuelve el Sr. Antonio María Ocampo con un nuevo escrito á reforzar la dden~,a de JesÚs rvfaría 'fobón, de que está hecho cargo, y tratandJ los puntos anunciados de que dejó de
ocurarse en Sll prime' memorial, largamente diserta sobre ellos
contradiciendo por lJlOllo rotundo l"s afirmacioues que se hi.
cieron en el auto á que se dirige é impugnando, de la misma
manera, las raZilncs ,1 c1ncic1asque le sirvieron de fundamento,
no sin ha(:cr de otro ¡aelo consideraciones sobre los hechos que
generaron la investig]cón, á fin de establecer su imputabilidad, que es 10 qne p 'dende.
La posición respectiva de los reiíidores preocupa á la defensa, de tal sucrte que el aseverar que hay testigos que determinan la situación ql.e ocupaban .aqnéllos en el acto mismo en
que tuvo lugar la muerte violenta de Agustín Fern;mdez, es
cosa que no consiente y que la desespera.
Para demostrar que no es una suposición gratuita que se
hace, según el defersor, Única y exclusi\al11ente para po<ier
recoger un cargo de:;provisto de fundamento contra su defendido, se transcribirá en seguida la parte de las declaraciones
en que los testigos determinan esa posición, y podrá juzgarse,
así como eulo demás, que la defensa ha prescindido de la
verdad y sosteniclo liechos que no se compadecen con ella.
Heliodoro Camacho dice (íoja) 144): Yo no me apercibí
que Jesús Tobón vie ra ó notara que Roberto le iba á hacer fllego al Sr. Fernández, sÓlo me fijé que Jesús 11.1. no hizo oposi.
ción alguna ó manifestación quc impidiese el disparo que hizo
el Sr. Tobón sobre el joven Fernández. Jesús María estaba mi·
randa hacia el Nordeste, colocado sobre Fel'l1ánclez, quien es·
taba tendido; en esa actitud Roberto, que estaba abajo, se acer·
có hada el grupo de Fernánclez y Jesús María, á distancia de
unoaochopasos y qrc(1anclo Roberto á la izquierda de Jesús 'M."
Hernán Pérez declara (pág. 145): La posición que noté fue
la siguiente: Jesús María cogiendo á Fcrnández por los brazos
y Fernández vuelta la espalda hacia D, Roberto." Eduardo
Sánchez expone (pág. 147 v.): " El Sr. Jesús María Tobón estaba
mirando como rara la plaza de mercado frente á D. Roberto y
en sesgo como hacia la acera Sur y el Sr. Fernández volvién·
11
11
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126 -
dole la espalda á D. Roberto y mirando para la esquina de la
Calle de Florián."
José María Lasprilla (pág. 154 v.): "Como ya dije, Jesús
María Tobón le daba la cara á I~oberto, esto es, estaban de frente,
quedando cl Sr. Agnstín Fcrnández en 'medio (le los dos, en el
momento en que Roberto disparó su revólver sobre Fernández,
por detrás y á quemarropa y estando éste en incapacidad de
defenderse, pucs Jesús María lo tenía cogido." Carlos A. Lom·
bana (f. 161 v.) dice: "La po~ición en que estaba Jesús María
con respecto á Roberto en el momento en que éste disparó su
revólver por detrás sobre Agustín Fernández, era la siguiente:
Jesús María estaba encima de Fernández, Robcrto se acercó á
estos dos y se situó de manera que quedaba del lado de Jesús
María y detrás de Fernández y disparó."
Ricardo Cualla declara (fajas 32 y 167): "En el momento
en que Roberto Tob{m disparó el tiro sobre Fernández, éste
estaba como dejo dicflO, luchando con Jesús María Tobón, pero
no estaban en el suelo ninguno de los dos; Fernández en esos
momentos tenía la cara vuelta hacia el Oriente d(lrlclole la espalda á R,)berto Tobón, de modo que Fernández no pudo
apercibin;e de que Roberto Tobón estaba con revólver en
mano." 11 Estaba Jesús María luchando con Agustín Fernández,
aquél le daba la cara á.Roberto y á Fernández le quedaba Roberto Tobón por detrás."
David Salgada Gómez (folio 171). Este testigo, sin embargo de manifestar el no poder precisar con toda certeza la posición de los reñídores, dice esto, de notoria significación al
caso: "No vi que Jesús María facilitara directa ó voluntariamente el disparo de D. Roberto, pero estoy seguro de que¡sin
la intervención hostil de D. Jesús María, la molestia no hubiera
pasado de su primer acto."
Después de e3tas ':trascripciones no se dirá lo que se dijo
antes, que el asegurar que el estar determinada por testigos la. !
posición que respectivamente ocupaban los actores de este drama es una suposición gratuita hecha con los descaminados fines
que se atribuyen por la defensa, sino que esa posición así señalada hacen justas y debidas las conclusiones á que se ha Ile-
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127
-
gado respecto del s ndicaclo JesÚs María Tobón, siendo los aro
gumentos de esta clase contraproducentes
cuando se hace
con ellos lIlia comp.\r;;.ción, siquiera sea ligera, con las diligencias del proceso, pcrql1e entollces claramente se ve que aquéllos no se cOlnpa.clecen con el resultado de ellas, ni de su producto jurídico.
Ahora,en orde 1 flla obsen'ación que se hace para efecto
de significar <.Juelo" razonamientos hechos en el auto reclamado, tendientes á establecer los antecedcntcs
de este auto, lo
mismo acusan la r~sp()nsabili(bd del Sr. JesÚs María Tobón
que la del Sr. Francisco Fernáuc1ez, y que más bien sirven á
determinar la de e,te último, es cosa que ciertamente no se
comprende, y que lllo';ida la defensa por el empeño de acumular argumentos, tral: al debate cuanto se le ocurra, aun cuando
para esto acucia á uno como éste, tan falto de razón y desnado
de fundamento.
Si las rebciones que ligan fl las' personas, que las colocan
en comunicación la más íutima, y el conocimiento consiguiente
entre ellas de todo cuallto les concicme é interesa, fuera
parte á acusar connivcncia y participación
entre ellas, aun en
los actos en que conjuntamente
no intervienen,
el peligro
sería inminente en todo caso, pOl' estar eXpllc~tas á esta clase
de complicaciones <lile de ordinario podrían presentarse; pero
por fortuna, la lógica y el sentido común sirven para discriminar las responsabiJiebcles cuand()quiera qne esa participación
ó complicidad no corresponda.
purque nadie sería osado en
atribuirla á las quc, á pesar de al)uell;¡~ circunstancias, no han
concurrido al acto punible del Cija! emalla la responsabilidad
que se averigua, ni se les acusa intervenciÓn ninguna en sucomisión; y si esto sucede respecto clel Sr. Feruández, no sucede
lo mismo en cuanto á D. JesÚs :\L\ría, en quien sí concurre lo
uno y lo otro, las relaciones, el conocimiento anterior de todo,
que le procuraba su comunicaci{Jn continua con su hermano D.
Roberto Tobón, así como Sll actitud agre!;iva y violenta cuando
el hecho se verificó, de suerte que la! conclusiones á que se ha
llegado respecto de él, subsisten, no obstante los muchos ar,gumentos, casi todos como este último, con que se les ba que.
rido infirmar.
-
128 -
Con más ó menos detalles, como se dijo en otro lugar,
haciendo caso omiso de algunos datos y con ligeras variaciones
que no alteran su sentido é incidentes singulares como el anotado antes del Agente Eduardo Sánchez, quien hace figurar
un individuo que ataca al Sr. 'rabón á tiempo en que tuvo lugar la riña entre Agllstín Fernández y Jesús María Tc,bón, de.
c1aran casi todos los testigos del proceso y lo hacen determinando do; actos distintos, que tuvieron también consecuencias
independientes:
es el primero, el que prodnjo el encuentro en·
tre Agustín Fernándcz y Roberto Tabón, en la esquina occidental de la calle de San Miguel, el cual concluyó con la ida de D.
Roberto y la intervención de la Policía, que cogió á Fernández
un cuarto de cuadra hacia abajo; y es el segundo, el de la riña
que se efectuó entre Fernández y D. Jesús María Tobón, promovida por el golpe de un palo que éste le pegó al primero, en
el cual D. Roberto, que se mantenía á distancia y sin tomar par.
te en el acto, se acerca á los que riñen y descarga su arma so·
bre Fernández, quien cae á tierra casi instantáneamente.
Tan clara y sencilla relación, que, como se dijo y se repite,
corrobora un número considerable de testigos, es contradicha
por otros que en número de cuatro han venido posteriormente,
citados por el Sr. Tobón, y estos añaden un detalle de que no
hablan los otros, como una circunstancia que tuvo lugar cuando D. Roberto, abandonando el sitio donde tuvo el primer encuentro con Agustín Fernández, siguió hacia abajo y Fernández lo perseguía, y para que mejor se entienda, menester será
transcribir lo conducente de esas declaraciones.
Enrique Samper T. dice (foja 185): ••En ese momento oí
una voz que no supe de quién fuera, que dijo: 'defiéndase D.
Roberto porque lo mata,' é instantáneamente
volvió D. Ro.
berto, sacó su revólver y dis~aró sobre el Sr. Fernández, quien
cayó junto á D. Jesús Marí~bón
quien no sé por qué circunstancias se hallaba en el suelo."
Tomás Navas expone á la foja 186:" En estos momentos
oí una voz que decía: 'defiéndase D. Roberto que 10 mata'; entonces D. Roberto se volvió, sacó su revólver y lo disparó sobre
el Sr. Fernández quien cayó inmediatamente al suelo. También
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129
-
vi en ese mismo mClmento qne el Sr. Jesús María Tobón se
:levantaba del suelo, pero no supe por qué se habría caído."
Luis G. Carrasquilla (foja 190): " ••.... oí una voz que decía:
4 defiéndase
D. Roberto que lo matan' j á esa vo? volvió el Sr.
Tobón el cuerpo y sentí una detouaciún, corrí al grupo y vi un
hombre en el suelo ya cadáver que me dijeron que erA el joven
Agustín Fernánclez á '~Ulen alzaron y llevaron para la casa del
Sr. Maldonado. Todo esto ocurrió el día diez y nueve de Octubre del año pasado como á las once y media ó doce del día.
Entre los jóvenes que venían atrás cid Sr. Tobón vi caer uno
al suelo corno si se hubiera tropezado, este joven era de sobretodo gris, y después !te venido á saber que era el Sr. Jesús M.
Tabón."
Germán Vélez dice (foja 196): "Oí una voz que dijo: 'D.
Roberto, mire que lo matan,' entonces se devolvió D. Roberto
y disparó su revólver, é inmediatamente
cayó el señor que
momentos antes le tiraba con el bastón."
Comparadas unas y otras estas declaraciones, hay que reconocer que estas palabras, que no siempre son las mismas,
la circunstancia de qm: sean estos los únicos testigos que las
oyeran, hace que no Be sepa qué pensar de ellas, y la duda
que ofrecen estos testi monios cobra una gran fuerza si se observa que el tiro lo rec:bió Agustín Fernández, no cuando iba
~n pos de D. Roberto, sino cuando e~taba empeñado en la
riña con Jesús Maria TJbón, y según estos testimonios resulta
que esta rífia no se efeduÓ, D. Jesús María Tabón resulta allí
caído en el suelo, sin ,ubcrse por qué y su misma presencia
allí estos testigos no se la explican, de ella no dan razón.
El dictamen médico-legal
sirve de apoyo á la defensa
para resolver el punto debatido, de la posición en que D. Roberto Tobón le hizo el tire á Agustín Fernández, y deduce de
allí haberlo hecho de frente y no por detrás, como varios testigos lo depon.en¡ es po:;ibie que esta deducción no sea cxacta,
y llegado el caso en que csto se aclare por este medio, siempre queda en pie la aseveración de los testigos que lo vieron
y ql1~ declaran que el tiro lo hizo por detrás.
En extenso alegato el Sr. Dr. Nicolás Esguerra, defensor
9
--
-
"- .. "....,...- ••• ..,....""-=-",
'.
13° -
de D. Roberto Tobón, expone las razones que t~nía anunciadas como fundamento de su solicitud sobre revocación del
auto reclamado; en sentir del señor defensor, la relación del
suceso no se ha hecho con 1;1 criterio sereno que él exige, por
contener apreciaciones que no concuerdan, en su concepto,
con las constancias del proceso, por hacer en ella, además,
caso omiso de circunstancias que á su juicio ~odrían influír
para llegar á conclusiones distintas de aquellas á que se llegóen la providencia memorada, con perjuicio de su defendido.
Puede ser que todo esto haya pasado, pero en todo casoes de esperarse que obrando de parte de los interesados esa
serenidad que ellos recomiendan,
agregada á Sil reconocida
ilustración, no tarden en' convenir qne no ha faltado de parte
del Magi~trado Sll~tanciador en este aSllnto, ni el prolijo estu.
dio del expediente, ni el deseo vehemente que le asiste de
acertar y de acomodar sus providencias á los dictados de la
justicia, sin que medie otro sentimiento que no se compadezca.
con ella y qne le sea conforme.
De otro lacio, parece inoficioso el enh'ar en nuevo género
de disquisiciones que pecarian por redundantes y que no ofreciendo una luz mayor, darían á esta providencia llna extensión que no es propia, ror más que el asunto pudiera justificaria, conformándose
el ponente por lo mismo á dar por r~producidas las anteriores consideraciones,
como que en ellas.
se tratan, con algÚn c1etcnimicnto, los puntos últimamente propuestos, que en puridad de verdad no son otros distintos de
aquellos ya examinados y resueltos.
En mérito de lo expue~to. el Tribunal Superior, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de .
la ley, resuelve: No hay lugar á ]0 ~o]icitado,
Notifíquese
y cópiese.
Fu TIO
MariatlO
Manrique B., Secretario
GOXZÁLEZ
en propiedad.
MALO
EXPOSIClON- ANTE EL JURADO
EXPOSIOION
del apoderHdo de D, Franoisco J. Fernández
ante el Jnra.do
La presencia de un representante de la familia de don
Agustín Fcrnándt:z ante el Tribunal que va á juzgar á los
autores de su muerte, no es muestra de un sentimiento
anticristiano y v:tuperable de venganza, que persiga la
aplicación de las :;anciones extremas impuestas por la 50ciec4c;tá los tram;gresores de sus leyes, y que busque en
ello una especie de talión para el dolor incomparable que
esa -muerte llevó al hogar, que disfrutaba hasta entonces
del bienestar compatible con las penalidades ordinarias de
la vida. Estéril fuera semejante compensaciÓn, y ahsurdo
buscar por tal camino la reparación de un mal, que en lo
humano no la tiene, y que sólo podría ser ocasión de nuevas amarguras, de: repetidos y terribles ultrajes, como los
que ya-,se han inferido á la víctima y á cuantos á ella estaban ligados por los víl}culos estrechos del corazón y de
la sangre.
En las priméras hori\s que siguieron á la muerte de
don Agustin, ante los fríos despojos del hijo y deL hermano amado, cu;¡ndo los suyos le daban el etemo adiós,
que sella el oolor imperecedero de quienes vieron arrancar por manos qUl~no son las de la Voluntad Suprema, la
más preciada joya del hogar,!-~n ese momento profirió la
familia Fernánde;:, inspirándose en cri~tianismo sincero,
palabras de abneg;lción y de olvido, que sólo sentimientos
de cristiana caridad, vencedore" de la pasión y del instinto,
alcanzan á inspirar.
-
134 -
Podía y debía esperar esa familia, anonadada por el
dolor, que sólo miden y comprenden quienes hayan sufrido otro semejante, que la cruel tragedia despertara algún
aentimiento de piedad entre los mismos victimarios; que
el silencio rodeara el sepulcro que acababa de devorar una
preciosa existencia; que se dejaran correr las lágrimas de
la afligida madre, de las hermanas inocentes, en medio del
respeto que merecen los más nobles afectos del corazón
humano; que no hubiera una mano tan osada y cruel que
viniera á agravar la ya incurable herida. Hubiera sido así,
y no se oiría en este Jurado, al frente de la defensa, otra
voz que la del Ministerio Público. La familia de la víctima había visto manifestarse ya la opinión de la sociedad,
desde el primer momento después del homicidio, y dejaba
á Dios todo lo demás.
Pero no sucedió como se habia esperado: al díQ siguiente de la muerte de don Agustín Fernández, aparecieron ya pu blicaciones de los amigos y defensores de los
homicidas, en que se principió por desfigurar los hechos,
presentando al difunto con caracteres que no tuvo jamás, y
avanzando luégo, despiadadamente, en el camino de ofensas innecesarias é indecibles, que aquí no se deben repetir.
Día por día fueron creciendo esos ataques é injurias hasta
el punto de increpar al padre de la víctima, la responsabilidad de la muerte de su hijo, y hasta prescntar en el sumario testigos que acusaron á éste de proyectos de hechos criminosos más graves que el mismo que hoy se juzga.
Colocado en ese predicamento, 110 podía el jefe de
la familia ofendida cetrar los ojos y los oídos, permanecer impasible ante tamaño cúmulo de ultrajes inferidos á
la memoria de su hijo y á él mismo, y, por el contrario, era
iU deber servirse de los medios que le dan las leyes para
defender una memoria.
veces sagrada para él, y para
defenderse á sí mismo. Su silencio hubiera sido algo como
una confesión tácita, como una aceptación implícita de
esas acusaciones y de esos cargos. En tales condiciones fue
-
como
don Fr~.ncisco
J.
135 -
Fcrnández se prescntó en el jui-
cio, y se llamÓ aCllsador porque la ley no le permite intervenir con otro nombre en la instrucción
sumaria y en el
proceso. Cuando esto hada el señor Fern:ínclez, se limitaba á usar de l11l0 de los más preciosos é indiscutibles
derechos cid hombrc, el derecho de defensa del propio honor
y del honor de UII hijo muerto, que no es un derecho inferior al de dden~a de la vida material.
Por la honra.-por
\as dos,
la vida,-y
por tu Diosj-honra
y vida-pon
dice el antiguo
~)ro\Trbi(J
español.
No todo termina en el sepulcro:
en la santa institución de la familia, base de la sociedad, los qne sobreviven
tienen (kl:eres ,agrados para con los muertos, para los
que dejando un puesto vacio cn el hogar, lo conservan
siempre en el co 'azón de los suyos. Segada violentamente la vida del hijo, los padre'" y hermano;;, no para incriminar y acusar en són de represalias Ú de venganza, sino
para mantener Jim[,io el nombre de la víctima, tictlt:1l quc
estudiar y probar en qué t:Írcunstancias
pereciú;
tienen
que demostrar que cuando fue muerto á manos de sus vic.
timarios, ni fuc injusto provocador,
ni puso á aquellos en
el caso de ejercit;:r ¡Ill derecho, ni f~ltÚ á las leyes del honor y de la hidalguía, ni fue culpable, moral ni jurídicamente, en 105 hechos qut: lIevaroll al conflicto en que se
consumó el delito.
DOI1 Francisco
Fernánclez,
padre de don Agusttn,
acusado por los h(.micidas con la mÚ~ cruel é injusta de las
acusaciones,
tiene, ademÚs, ulla obligaciÓn cspecíalísima
para con la sociedad: tiene que poner cn evidencia que de
su parte no hubo procedimiento
alguno que hubiera podido servir ni. remotamente
de incentivo,
Ó lijquicra de
{)casión, á los sucesos en quc pereció su hijo. Y si rió lo
-demostrara, quedaría sobre su alma algo como el peso de
una complicidad
el el crimen, algo como la conciencia
-
136 -
de indignidad de la augusta misión de cabeza de familia~
por falta de cumplimiento de deberes que, como á tál, imponep al hombre, Dios y la naturaleza.
***
No sería propio quizá que el representante del señor
don Francisco J. Fernández hiciera en esta audiencia el
elogio que hácen cuantos lo conocen de su poderdante,
pero tampoco hay nada que le vede decir que este hom·
bre, visitado hoy por crueles infortunios, es uno de los
contados que, por el esfuerzo propi0, y por la constancia, se ha formado Ú si mismo, y que no debe :1nadie lo
que es; que ha vivido cosa de treinta años en modesta oscuridad, trabajando, sin un día de reposo, en climas deletéreos, con la tcnacidad y perseverante labor propia del pue·
blo santandereano,honra de la tierra colombiana,para
formar á su familia un patrimonio, cooperando á la vez
con un contingente visible y -eficaz en el mejoramiento
nacional, donde tan pocos adelantos rcales se pueden
presentar. Y no se puede dejar de decir que en esa labor
de treinta años, el infatigable operario ni ha hecho derramar una lágrima,- sino que ha enjugado mu.chas,- ni
en su alma ha nacido con la prosperidad aquel despiadado egoísmo, que sacrifica al propio provecho el bienestar
y aun los bienes de los demás.
Padre cristiano, cariñoso y previsor, no se limitó el
señor Fcrnández á buscar para sus hijos hienes materiales,
sino que quiso darles algo que vale mtl'i que aquello: una
educación sólida, é intrucción moral y científica, tesorosque no devora la polilla ni pierrle el orín.
Agustín, la víctima del crimen del 19 de Octuhrc,había colmado todas las aspiraciones de sus padres; desde
muy niño, aliá en la apartada población en que nació,
supo distinguirse, con su hermano mayor, entre todos sus
condiscípulos de primeras letras, y adquirió conocimientos superiores á los que, por lo general, se adquieren en
-
137 -
las escuelas primarias del país; vino luégo á Bogotá é hizo
en breve buenos progresos;
obtuvo por su conducta
y
aprovechamiento
la estimación
de sus superiores, como
lo muestran las atestaciones
traídas al proceso. Niño aún,
pasó á los Estados
U nidos, hizo estudios comerciales,
y
en esa edad, ya por propia iniciativa, empezó Ú ayudar
con mucha d1cacia á su padre, captándose
la simpatía y
estimación
d; cuantos lo trataban.
De regrtso i Bogotá inició estudios para obtener un
título profesi:>nal, y entonces, como en la primera época
de sus tareas escolares,
logró distinguirse
y á la vez conquistar el señ:llaclo aprecio de sus superiores.
La guerra
interrumpiÓ
(~S(lS estudios,
y una pl:nosa dolencia
de Sll
hermano mayor. lo puso en camino para Europa, sometiéndose á grandes pen;didades
cn el cumplimiento
abnegado y admir; b1e de los deheres de un solícito t incomparable herm;j no.
En tierra extranjera
secundó
entonces
con inteligen-
cia y actividad
los trabajos de Sil padre; amplió hora por
hora los conocimientos
adquiridos,
obtuvo valiosas relaciones comerciales,
y, con seriedad y <lllsteridad de costumbres no c.Jjnuncs en SlIS años, fue penetrando
en aque·
lIaciencia
de 1; vida y del conocimiento
de los hombres
que muchos nc alcanzan sino en la edad madura.
Vuelto á Sl' patria, emprendió
tareas agrícolas, con el
tesón, la energía y la inteligencia
que aplicaba
á todas
sus labores, ha~,ta que por tercera ve¡: lo envió Sil padre á
Europa,
en donde de nllevo había de mostrar
sus ca.Jlacidades,
cons;lgraciÓn al estudio y aplicación al trabajo.
Cumplido aquel Último viaje, viene á ser el cooperador asiduo de su padre, quien no sólo oía las opiniones
del hijo, sino ql e en la mayor parte de los casos las consultaba y las scg~lÍa: miraba ya el padre con satisfacción
íntima, y acaso con un legítimo orgullo á aquel joven distinguido que, con la vida, le debía la cultura moral é intelectual¡
que est.iba llamado á reemplazarlo
en las más
difíciles faenas y quizá no tarde en la jefatura misma de
la familia.
No existía ni existe antecedente alguno que pudiera
haber hecho presentir que estos dos hombres llegaran á
ser víctimas de terrible y criminosa tragedia. Pacífico, de
cultas maneras, de espíritu henévolo fue siempre el padre;
el hijo, en su corto tránsito por la tierra, no siguió nunca
tampoco otro camino. La consagración al trabajo, la constante consagración de la mente Ú labores de la ínclole de
las que ocupaban al padre y al hijo, el cultivo intelectual,
las costumbres intachahles, el mismo bienestar ohtenido
en largos años de rudos esfuerzos, debían ser, á no duclarlo, parte en el espíritu refractario á las contradicciones y
propicio á la benevolencia conciliadora, reconocidos en
uno y en otro.
No es raro, con todo, que hombres que manejan muchos negocios, aun entre los que gozan de mayor ecuanimidad, tropiecen de súbito con imprevi,;tas dificultades, y
se vean envueltos, c~)ntra su querer, en discusiones y litigios. Don Francisco J. Fernánelez, que en muchos años de
negocios nunca tuvo que acudir á los Tribunales como
actor ni como demandado, vjose un día envuelto en diferencias con un sujeto con quien tenía relaciones de intereses. Don Agustín tomó á su cargo el arreglo de la diferencia, como representante el<.:su padre, y ni uno ni otro
pudieron pensar que el empeño ingenuo y noble de prevenir un largo y enojoso pleito, había de llevar al hijo á
la muerte, recibida no en campo de honor, ni en lucha
leal, sino el1 las condiciones que muestra el proceso.
De parte de quién estuviera la razón y el derecho en
aquella disputa, es cosa qlie no incumbe decidir al Jurado
de esta causa, por carencia de elementos bastantes para
juzgar y porque la ley no le ha dado esa misión. Supóngase que la razón estuviera de parte de Fe,rnándezj supóngase que estuviera de parte de su contrario; su póngase
que á cada uno de ellos asistiera en alguna forma la.
I
,
-
139 -
razón, como no es raro que ocurra en materia de intereses- y téngase bi,~n presente que estas son mcras hipÓtesis; - nada dc aqlello
podría influír sobrc la apreciación
moral y jurídica dd hccho cri1llilloso que se esti juzgando.
Pero si la e;;,~n,:ia misll1a de ese litigio, sometido al
prescnte á otra'jur sC:icción, liada tiene qllc \"{~rcon el proceso criminal que .1hDra se ventila,la
conducta de las p;1rtes en la discusil'¡r
privada
qLle prccclLó i la iniciación
del pleito, si es de :iuma importancia
para apreciar las responsabilidalks
de ,os aclores <:n los hechos que precedieron al crimen.
Sostenía y sos .iene DDI1 Francisco J, Fcrn;lJJclcz,
que
cuando él ofreciÓ al procesado
en esta causa una suma
tomada de las utilidades
que d~rivara ('11 los Iwgocios de
tel6grafos que tielll: á su ci1rgo, no lo hizo para formar con
él una socied Id Ó compañía,
sino para librarse de dificultadc:> que podían h;lcl:r fracas:ll- \lila cmpresa en que tenía
comprometido
un c:q'ital de gran monta, y á la cual hahía
consagrado
largos aí'í(,s de estudio y de trahajo. El principal procesado en es: a caus:\ pretendía que el negocio existente entre él y el ~::í'íor Fcrn;'lI1rlc7. era lo que el Código
rle Comcrcio \lama ,"/f¡'//fas en participación;
aunquc últi~
mamente ha optado pN calificar eJe sociedad en comandita
el mismo negociado,
1<:1p¡;ocesado, sr-'gÚn 13. cucnta quc t':l mismo publica
en un folleto, causa pl imera de grandes desgracias, rcco~
nace (páginas 36 y -:'7) quc 61 solamente entregó de marzo á octubre de 1903 al señor Fernández
$ 6,180 Olll, Y
tres mulas de nlor ce $ 250, ó 'iea un total de $ 6,430; el
señor Fernández reCOIloce que e~ta suma fue un préstamo,
y está fuera de duda que
procesado se reembolsÓ de esa
cantidad antes de un ario, y que fuera de e\la había recibiela por su asígnaciol1 en las utilidades, hasta la fecha de
L"
la publicación
citada, $ 9,59° oro, ó sea un IS0 % sobre las
sumas que había suministrado.
Durante los arreglos re~bió otra cantidad, y el señor .Fernández ofrecía completarle $ 20,000 oro, r ara terminar
toda diferencia;
pero
éste exigía una cantid;ld cinco veces mayor.
, Fue entonces cuando don Agustín Fernández,
animanobles sentimientos,
tomó la representación
de su
padre, para buscar la manera de llegar á un arreglo que
do por
previniera un largo litigio, y que dejara terminado amigablemente el asunto.
La correspondencia
cruzada entre las
partes, en esa ocasión - correspondencia
quc figura en el
proceso - da luz bastante para apreciar la manera de proceder de una y otra en aquel incid~ntc.
Los señores Fcrnández
hicieron cuanto estaba en su
poder, para evitar un ruidoso litigio judicial
público, en
que siempre son de temer incidentes
desagradables,
complicaciones
inesperadas,
ocasiolles de agravio, ó el solo
hecho de la prolongación
del pleito, que puede equivaler
á la pérdida de la paz de toda una familia.
Ideado el medio de un arbitramento
legal para dar
soluciÓn á las diferencias,. el señor Fernánclez aceptó los
nombres de los arbitraclores elegidos por su contrario,
y
debía procederse
á extender el compromiso
respectivo;
pero surgió entonces
un incidente
que echó pOI' tierra
toda esperanza de una solución discreta y razonable de la
diferencia: su contrario quiso convertir
en consejo consultivo el tribunal
de arbitradores
y pretendió quitar al
fallo que éstos habían de dictar todo carácter obligatorio.
La finalización
del debate privado era, pues, una burla.
No era eso lo que habia entendido
el señor Fernández
que se trataba de realizar; no era ese el camino por donde
se podía Ilegal' á resolver la diferencia
que iba tomando
mayores
proporciones
cada día. y, á pesar de todo, el
señor Fernández
perseveraba
en su ánimo de llevar al
contrario al pronto y pacíficOliarreglo de las cosas, y hacía
nuevas erogaciones
á su favor, á tiempo que éste. desoyendo todo eSl~íritu de conciliación
y aun de simple benevolencia, lanzaba á la publicidad
un folleto ofensivo para el
s.eñor Fernández,
folleto del cual quería servirse como
medío de intimidación
ó de amenaza, y á la vez aqldía á
los Tribunales,
con una demanda cuya acción estimaba en
-
141
-
más de $ 100,000 0"0, como se lee en la portada del folleto que la contienl~.
La publicación de que se viene hablando tiene fecha
de Julio, aunque no circuló sino varios meses después; de
suerte que cuando Fernández discutía leal é ingenuamen.
te la manera de lIc.lar á un arreglo amigable y su contrario simulaba oírlo y acumpañarlo en el mismo ánimo, ya
tenía formada la det~nninación de desechar todo aveni
miento, para afran!;¡r un litigio judicial, quc había de te·
ner como prólogo ó introducción injurias gravísimas y
públicas al mismo hombre á quien, hasta última hora, daba
el título de amigo.
Reconociendo á cada cual libertad para acudir á los
tribunales en sulicitu:l de que se haga efectivo el derecho
que crea tener, por más temeraria que sea la acción, no
dehe confundirse la ;lcciÓn misma, con los medios de que
se la acompañe. Si el procesado en esta causa tenía libertad
para pedir ante los ju'~ces que el señor Fcrnández le entregara $ 100,000 oro, cono utilidades de una compañia que él
suponía existente, á b. cual decía haber aportado un capital de poco más de $ 5,000, Y en que el señor Fernánde.z
debía de haber aportado uno, veinte ó treinta veces mayor,
una labor permanente y valiosísima, un cúmulo de conocimientos inapreciables,-- capital mayor quc el representadocn numerario, - aSLlIlliendo á la vez todas las pérdidas,
contra la mas elemental equidad; sí el procesado podía
iniciar semejante acción, á pesar de cualquier obstáculo
moral, no había objete, en que la hiciera preceder de un
folleto infamante con ~ra su contrario, ó más bien que
pretendiera servirse de ese folleto para obligar á aquél á
que se sometiera á sus exigencias.
La publicación de que se viene hablando empezó á
circular cuando aún dllraban las conferencias ó correspondencia entre las partes para la constitución de un arbitramento,-Io
que por sí solo mostraría cuál era el dife4
rente espíritu de una y (,tra en aquellas horas,-y
principia
con un injurioso preámbulo en que se llama á don Francisco J. Fernández perjuro y defraudador.
Día desgraciado, fecha negra, aquella en que se estamparon esas palabras de oprobio, principio de una cadena
de dolores que durará tanto como la vida de la buena madre, del padre, de los hennanos de una víctima preciosa,
y que amargará todas las horas de la existenCia de los
actores en la crimínosa tragedia, origen de este proceso.
Ah! si sllpieranlos hombres sacar una provechosa enseñanza de las consecuencias de una frase inconsiderada,
de una expresión ultrajante! Queréis vedo? Mirad allá á
aquella desdichada madre, sumida en la profunda oscuridad del dolor, anegada en lágrimas quc manos humanas
jamás podrán contener, perseguida por el insomnio, viendo pasar y repasar ante sus ojos, entenebrecidos por el
llanto, la imagen del niño que fue la alcgría del modesto
hogar, dd jovcn que lo cnorgullecía, y á quien un día vio
ella salir dc la casa, ágil, lozano, lleno de vida y de risueñas esperanzas, para vcrlo traer á pocos momentos, mudos
y yertos los labios que, con fuego juvenil, se posaban cada
di! en las mejillas de la madre amada, fijas y turbias las
pupilas que fueron espejo en que á mañana y tarde se miraba aquella santa mujer! Ah! terrible dolor es siempre la
pérdida de un hijo: la madre siente que se desgarran por segunda vez sus entrañas; pero acompaña al sér amado en sus
últimos instante,;, le prodiga sns cuidados y caricias, le lleva
los auxilios de la religión - único refugio y amparo en los
grandes dolores de la vida,- recoge en sus labios el último suspiro del moribundo, y cierra con tiernas manos sus
párpados tibios aún, para volver luégo SllS miradas al cielo,
repitiendo entre sollozos las palabras de Job: -«me
lo
disteis, me lo quitasteis,:\) - palabras que el corazón más
cristiano no puede repetir, cuando vio extenderse sobre
la indefensa cabeza del hijo sacrificado, un brazo y un
arma homicidas. Entonces sólo una voz blasfema puede
mezclar en ello el sacrosanto nombre de Dioil
1-43
** *
Perjuro y deL-audador apellidaba el principal acusado
en esta causa, á su amigo de la víspera, al padre de quien
en breve había también de ser su víctima! Pe1juro! que según un célebre pt·nalista, equivale á gran criminal, porque
el perjuro ofende direct;:.mente la majestad de Dios, autor
dc toda verdad; ¡wrjuro digno de tan terrible castigo, que
durante siglos se cortahan las manos Ó los dedos á los
responsables de c;e delito, para infamarlos por siempre.
Defra1tdador!
que es tanto como ladrÓn y falsario, y que
en el caso de la cisputa envolvía una acusación de abuso
de confianza.
Puede COI1CC 1irse u!traje de mayor l1lagn itud? ¿ Qué
sentiría cualquiera de \'osotros, señor Juez, señores del J llr.ado, señor Fisca:, seÍiores defensores, si en cualquier circunstancia de la vieJa, alguien osara calificaros con análogas palabras? ]\0 sentiríais algo semejante i un látigo
que os cayera sobre el rostro, algo como aquel infamante
hierro encendido, que en otras épocas se ponía sobre las
espald~ls ó las mejilbs de ciertos delincuentes? El honor
vale siempre más que la vida, porque la vida sin honor
nada vale. El hOllor es d m:í,; precioso patrimonio del
hombre,el honor es la primera riqueza de la familia, el
más valioso legado que un padrc puede dejar á sus hijos;
las riquezas desapan,cen en lllJa hora, 1.:11 un contratiempo:
el honor "no se pierde, cuando no se quiere perder, y cuando se trata de arn~batarlo á alguien, si lo tiene realmentc,
10 defiende con mas valor quc todo lo demás. Puede abandonarse el dereclD en cualquier tcrreno; en materias de
honor, ceder sería ya un deshonor.
Perjuro y defraudador, oye el hijo que se apellida en
público á su padre, y querría alguien que ese hijo permaneciera sordo, frío, indiferente ante tamaño ultraje? No,
no hay quien se atreva siquiera i pensarlo. Si lo hubiera, no
conoció padre, nc tllVO noción de lo que es para el hom-
I
bre esa augusta majestad, que ocupa en la tierra el lugar
de Dios, y cuya veneración y honra pone Él mismo, en su
Ley, como primer deber después de los que se refieren á la
Divinidad.
El folleto en que se contienen e~as injurias, empezó á
circular de una manera casi clandestina, y todavía se cruza..
ban cartas entre las dos partes para llegar á un arbitramento, cuando)a cn manos de varios andaba la publicación. Pero sea clial fucre el día en que llegó á oídos del
hijo la publicidad de afrenta, es claro que desde ese día el
hijo quedó en condición de ofendido ó provocado por el
autor escrito. Y no es simplemente el buen sentido el que
lo dice así, es la ley, antigua y de todos también conocida,
que en el Código Penal lo declara expresamente. (1)
Si don Agustín Fernánctez, al oír llamar á su padre
perjuro y defraudador, por no decir ladrón, se arma y corre
á la casa del ofensor para castigar esa agresión hasta
con la muerte, la sociedad hubiera impuesto al hecho
una sanción tan ligera que apenas puede reputarse como
pena. Pero el joven Fernández, herido en lo más hondo
del alma, no fue á buscar al agresor, no contestó la_agresión, como tampoco lo hizo el padre, quien teniendo fe en
su derecho y en la justicia de sus procederes, empezó á
preparar una publicación, en que aparecieran todos los
documentos que comprobaran la justicia de su causa, y
que demostraran, á la vez, la cordura y deseos de conciliación que hasta el fin lo habían animado. A esa publicación debia acompañar la contestación
la demanda que·
su contrario había presentado ante el Juez.
a
(1) "Provoca ó promueve riña ó pelea el qu e excila, rela ó desafía
á olros á reñir con el de obra, bien sea de palabra, por escrito, señales
ó signos, ó por interpuesla persona, bien i'lfiriendo algún ultraje á
el/a ó á alguna de las que expresa el artlculo 587 (entre las cuales
están en primer lugar el padre ó madre) de los que causan afrenta,
deshonra ó vilipendio en el que los recibe.
En aquellos momentos se encuentran en la ca!le don
Agustín Fernández y el agresor injusto de su padre: perplejo debió de queda aquél en presencia del hombre que
trepado en la tribuna de la prensá gritaba á los cuatro
vientos: Francisco Ft:rnández, es un perjuro, es un ladrón,
un defraudador; ba) que creer que se aceleraron los latidos del corazón del hijo en presencia de quien denostaba
á su padre y lanzaba á los cuatro vientos voces de deshonra contra él; perc. ocurrió entonces algo bn insólito y
extraño, que apenas podría creerse si no estuviera demostrado en los autos, y fue que el aCllsador de don Francisco
Fernández, no pasó de largo junto al hijo del ofendido,
no le volvió la espalda en señal de desdén, sino que, con
sonrisa de sarcasmo en los labios, se acercó al hijo ofendido extendiéndole con actitud de amigo, la misma mano
'que había t;8crito lo,; sangrientos ultrajes al padre; la misma marioque iba díBtríbuyendo el folleto infamante, y repitió elinSultol ... ¿Qué sucedió entonces? Lo que succ<lerá sit:.mpre mientns que haya en la tierra padres é hijos,
hijos con corazQ!li 1) que sucederá mientras que haya un
sentimiento que se llame honor y míentras haya quienes
no respeten el de los demás: la mano del hijo no se
extendtÓ"Para estrechar la que insultaba á su padre,
-sino que -cayó sobre la faz de quien añadía la burla al
ultrajeL •.
EnhQrabuena
que moraJistas, filósofos y educ_ª_dores
trabajen-! porfía para inculcar en la humanidad pring!pios
de maI!~~dumbre y :le humildad; que demuestren~_Sta la
saciedad que en las sociedades existe Ul)a falsa idea del
honor; que proscriban y anatematicen las reacciones de
fuerza contra esos ataques al honor; pero es la verdad que
después de veinte siglos de tan saludables enseñanZB,sólo
ba existido en la tierra un sér que haya podido replieará
la afrenta ;con aquellas palabras que son la síntesis de la
10
---
mansedumbre y la humildad: "Si te he ofendicIo dime en
qué, y si no por qué me hieres." Y ese sér era el Hombre
Dios, y sobre su cabeza, iluminada por luz sobrenatural,
que venía del Cielo, ño se posó por un instante la culpa
común, la flaqueza, ni una sombra de las pasiones de los
hijos de los hombres!
Quien no practica la piedad filial; quicn no ve en su
padre la imagen del poder y bondad divinos, no respetará
ni el bien, ni la virtud, ni la desgracia, ha dicho un célebre moralista. Cuando las virtudes cívicas no se fund:!n
en las privadas, q tiC tiencn por base las del hogar, ••honrar
á padre y madre," tales virtudes será'3.- sólo una mímica.
teatral. Y sin virtudes de familia, es inútil pensar que en el
mundo pueda reinar la justicia y su fruto natural, la paz.
Ya aquel célebre filósofo que, en medio del paganismo
vislumbró con alto sentido moral las verdades cristianas,
decía: ¿Tienes un m:.ll padre? Su maldad de nada te disculpa. La leyes honrar al padre y no al padre bueno. Que
es un mal padre, eso le concierne á él; no te concierne á
ti. El precepto es absoluto. No depende de la maldad de
otro desligarte de tus deberes."
¿Y se querría someter los más delicados y grandes
sentimientos del alma humana al rasero de las ordenanzas de policía, para contemplar como vulgar pendenciero
al que se irgue airado por una ofensa á las canas de su
padre?
Hay que declarar, y nadie, aquí ni en parte alguna,
osarácontradccirlo,
hay que decl':trar que el hijo que se
súñ1eta á esas l)rdenanzas para oír sin protesta la voz que
pretende deshonrar á su padre, es un indigno y un cobarde, que, indigno y cobarde en la familia, lo será asimismo
en la sociedad; que no merecerá nunca el dictado de ciudadano, y que abyecto y s~rvil para tolerar la deshonra de
su sangre, apenas alcanzará al honor de uno de tántos
lacayos que rinden pleito homenaje á la fuerza y forman
/1
-
'1'7 -.-
1
las sociedades envilecidas que ni reclaman libertad ni tie.
nen noción dt~ dignidad ni de derecho!
Las leyes se escriben y se promulgan para proteger
los derechos de los miemhros de la sociedad humana:
todos los derechos, sin exceptuar uno solo; el derecho al
honor no es UII derecho de orden inferior al derecho á la
propiedad, y cuando la ley contempla un caso en que la autoridad es impotente para proteger el hogar ó la propiedad,
deja al individuo que se valga por sí mismo y use de los medios que estén en su mano para repeler el ataque á su derecho. La ley no castiga á quien con las armas en la mano
repele al que a3aIta Sll casa en horas de la noche, cuando
la autoridad acaso es impotente para proh~gerlo. Sí la autoridad, en un ré~imell de absoluta represión de la pre.nsa,
como el existede en este país, permite atacar en su honor
::í un ciud:tdano,-- habiendo antes en muchas ocasiones
intervenido pan prohibir publicaciones de carácter análogo,- esa autoridad, que en cierta manera ha asumido las
responsabilidades
del ofensor, no puede mostrarse muy
rigurosa con el que se defiende, ni puede castigar al que
recibió un saliv:lzo de calumnia,-pues
como til tenía que
reputarla el hijc,- porque lo pague con una hofetada. La
paz de las sociedades pende del fiel de la balanza de I~ justicia, y cuando ¡os encargados de guardarla no pueden ó
no saben hacerb, á nadie sorprenderá que surja un día la
guerra de individuo á individuo, como surge la guerra social, que también por lo común tiene su fuente en la ¡ni.
qtiídad ~e los de arriba.
Si ante la ley positiva, ante el sentimiento público,
ante el bucn sentido, al hijo que repele,- si se quiere decir castiga,-la
ofensa gratuita é inmotivada que se hace
á su padre, no se le puede calificar como violador de ninguna ley, ni apellidar culpable de ningÚn delito, sobre la
memoria de la víctima cuya muerte violenta se está juz~
gando hoy, 00 ¡:uede caer ni una sombra de vituperio. Si
el Juez, los Jurados, los defensores en esta causa, en cir
cunstancias análogas á las en que se encontró don Agustín
Fernández, hubieran procedido como él, si no hubieran
censurado en sus hijos un acto como el ejecutado por éste,
mal podrían reputar como injusto provocador á quien
obró guiado por uno de los más nobles impulsos, ni, de
consiguiente, excusar por esa causa, á quienes en breve
habían de vengar la ofensa, que provocó uno de ellos, con
la pena de muerte, la suprema expiación, dictada y ejecutada por propia autoridad, con menosprecio y desconocimiento de todas las leyes sociales.
Cuando aquella noble y desgraciada mujer que compartió la suerte del último de los Capetos en el trono de
Francia, se vio conducida al Tribunal revolucionario y
acusada allí, por las depravadas y enloquecidas turbas, de
atentados atroces contra la naturaleza, levantó la emblanquecida cabeza, ya destinada á la guillotina, y pronunció
en cuatro palabras la más elocuente, la más decisiva, la
más hermosa de todas las defensas: "Apelo, dijo, al corazón de todas las madresl"-Apelo
al corazón de todos los
hijos 1 podría clamar hoy el padre de la víctima, cuando
sobre la cabeza de su hijo y sobre su propia cabeza, se
aglomeran virulentas acusaciones por lo que fue simple
cumplimiento de un deber elemental, impuesto al hombre
por la naturaleza y por la sociedad.
***
Aparece de un testimonio del proceso, que el principal victimario de don Agustín Fernández, al salir del local
del Banco de Exportadores, en donde tuvo lugar la pe·
nosa escena de que se ha venido hablando, se encaminó á
una oficina de Policía, á la Prefectura de la Provincia, á
pedir protección, para impedir con ello un nuevo conflicto. Así se dice que ocurrió en nota señalada con el número 920, de la Prefectura provincial, dirigida al director
-
149
del periódico X Y Z, de esta ciudad, y publicada en el
mismo. Asevera el hecho un alto funcionario, y la defensa
de la víctima quisiera creer que asi tuvo lugar, por respeto
á la autoridad y por deferencia para con el distinguido
sujeto que la representa. Pero hay en este incidcnt~ circunstancias singnlarísimas, que ponen en perplejidad el
ánimo y dan cabida á graves conjeturas, que C3 necesario
expresar, porque el hecho, tomado así desnudo como se
presenta, se ha qucrido hacer valer contra la memoria de
la víctima.
El autor dír:cw de la muerte de don Agustín Fernández, que rindiÓ tina declaraciÓn indagatoria (fajas 7 á II
del cuaderno pri i1cipaI) con los más minuciosos pormenores sobre los antecedentes mediatos del delito, y que no
olvidó ni cifras y cantidades precisas de dinero en el relato
que hizo de eses antecedentes, pocas horas después del
crimen, no sÓlo no habló de incidente tan importante
como el de haber ocurrido á la Prefectura en la tarde del
17 de Octubre de 19°8, después de los sucesos d~1 Banco
de Exportadore:" ~ino que acabando de relatar esos sucesos dice: "Yo me fui á poco rato para mi casa y !lO volvi á
salir ese día y me apresuré ?uallllarle tW4 carta á don
Francisco
J. FemtÍndcz,
ctc."
Y en la caLa que casi inmediatamente escribió en esa
tarde á don F;-allcisco J. Fernández, se expresa así: liNo
he querÚlv ocurrir á la autoridad de Policía, para que prevenga lo que pu:da suceder .... "
En la dee Jaración rendida por el doctor Emiliano
Restrepo E. (hjas 75 y ¡6), abogado del procesado, no
sólo no se hac{ mención del hecho de haber acudido éste
á la Prefectura, sino que, siendo muy pormenocizada esa
declaraciÓn, se deduce de ella, con perfecta claridad, que
no sólo no hubo tal solicitud al Prefecto, sino que fue el
mismo dodor Restrepo quien aconsejó que se ocurriera
á la autoridad y redactó el memorial del caso.
No es al representante del señor Fernández á quien
incumbe explicar estas insólitas contradicciones, que mues·
tran muy bien á qué lado se han estado inclinando algu.
nos agentes de la autoridad en este proceso.
La nota de la Prefectura al periódico nombrado, dice
en la parte pertinente, así:
"El señor Roberto Tobón vino á la Prefectura á las 4
y 30 p. m. del 17, y sin exaltación alguna de ánimo, me informó de lo sllcedido ese día con el señor Agustín Fernández, frente al Banco de Exportadores, por cuyo motivo
solicitaba de mí le indicase qué debía hacer á este respecto, no obstante que él (Tobón) no esperaba que el hecho
se repitiera, pues confiaba en la caballerosidad de su adversario. Acto continuo envié al señor Fernández, y por con·
ducto del mismo sei'íor Tobón, quiená ello scprestóespontánea y gustosamentc, boleta de comparendo para presentarse en la Prefectura, antes de las diez de la mañana del
día siguiente útil, y le indiqué á Tobón, que, como medida prudente debía ocurrir á la Sección de Permanencia
de la Policía Nacional. ... á lo que le ofrecí acompañarlo
incontinenti, si así lo estimaba .... "
Las conclusiones que podrían deducirse del dicho del
acusado, en su primera indagatoria, como de los documentos trascritos, son muy graves. Si se- da crédito al primer
dicho del procesado, habría que negárselo al del encargado de la autoridad, y habría que llegar á la conclusión de
que el autor de la muerte de don Agustín Fernández, pu·
diendo hacerla, no quiso, deliberadamente, poner los medios de evitar un conflicto con su contrario. Pero si, á
la inversa, se da crédito al dicho del agente de la autoridad,- y habría que dárselo atendiendo á la indagatoria
del procesado, de 25 de Noviembre (folio 125 del ouaderno principal),-se
llegaría, por otro camino, á otra con·
clusión de suma gravedad para el principal acusado: que
éste ofreció espontánea y gustosameute entregar á don Agus•.
tin Fernández una b)leta de comparendo, que hubiera evitado un nuevo conflicto; que tuvo en SLlS manos el medio
de alejar un lance sangriento, y que no lo hizo; es más,
que engañó á la autJridad, quc había confiado en su palabra, y quc de esa manera no sólo no hizo nada para
prevenir el conflict<" sino que, deliberadamente, hizo nugatorios los medios empleados por la Prefcctura para impedir la consumación de un crimen; más claro, que hizo
lo que era necesario haccr para que la ofensa de aquel día
quedara vengada de la manera más tcrrible y despiadada.
El hecho de no entregar en la tarde de! s;lbado ni durante todo el día doningo esa boleta de comparendo, no
puede explicarsc con b fÚtil excusa que dio el proccsado
de que no hubo un igente de policía que quisiera entregarla, y que el mismo procesado no tuvo un empleado
para hacer la diligencia de entrega en la tarde del sábado,
ni en todo el día domingo, ni en la maiiana del lunes,
puesto que sí pudo t~nviar á la casa del seiíor Fernándcz,
aquella misma tarde, b carta de que ya se ha hecho mención.
El acus~do no dijo, pues, verdad en la carta que dirigió al señor Fernáncez en la tarde del 17 de Octubre, cuando le ffi;;\nifestaba que no habia querido acudir á la autori-dad, á tiempo quc tenía en sus manos la boleta de comparendo que todo lo pe,día prevenir y remediar. ¿ Con qué fin
escribía, pues, en esos términos aquella carta? ¿ Pretendía
acaso el procesado que el,padrc reconviniera al hijo que
había repelido con !lna ofensa otra ofensa hecha ásu honor? ¿Ó, dadas las circunstancias, se trataba simplemente
de prcconstituír una prueba escrita, de que en un nuevo
lance que se preparaba, don Agustín había sido el ofensor?N o atacaré d su hijO, dice la carta,
me defenderé eué1-giccw!ente."
-4/
pero si fucre
atacado,
Del hecho de haber expedido el Prefecto de la Provincia una orden de comparendo para que don Agustín
Fernández se presentara el lunes 19 de Octubre en laPrefectura, se ha querido deducir contra la víctima un grave
argumento, tratando de hacer ver que rehuyó cumplir con
un deber de acatamiento y obediencia á la autoridad, y
que fue su desobediencia la que había de conducirlo por
pasos contados á la muerte. Buen cuidado se ha tenido,
no obstante, en las diferentes publicaciones que se han
hecho sobre el asunto, de callar la circunstancia de que
la boleta no fue entregada, y que, de consiguiente, no
hubo tal desobediencia ó resistencia á los mandatos de la
Prefectura, lo que modifica sustancial mente el aspecto de
la cuestión, porque aun dado que el Prefecto hubiera hablado en aquella tarde con don Agustín, habría tenido que
referirse necesariamente, como después lo ha dicho, á la
boleta de comparendo enviada por conducto de su contrario, y;la no entrega de la boleta, junto con el envío de
la carta dirigida á don Francisco J. Fernández, hacía suponer lógicamente el desistimiento de la solicitud de protección de la autoridad y, necesariamente, la ineficacia de
la orden.
Para terminar este punto hay que observar que si se
acepta quc el Prefecto dio la orden de comparendo sólo
para el señor Fernández, procedió de modo irregular, porque su deber era indagar los antecedentes del asunto yexigir fian~a á los dos contrarios, entre quienes había mutuas
ofensas. Si no procedió así, le faltó imparcialidad, y con
graves consecuencias, porque si, al menos, el contrario de
Fernández hubiera prestado Ja"'fianza, como debió exigirsele, no se habría cometido quizá el homicidio.
***
Notificados don Francisco y su hijo de que en CélSO deataque á su contrario éste se defendería enérgicamente, pu.
diendo resultar hasta la muerte del agresor, padreé hij~
permanecieron en relativa tranquilidad, porque el hijo ha-
-
153 -
bía manifestado es¡:ontáneamente á su padre, sín requerimiento alguno por parte de éste, como lo manifestó también á muchas otras personas, que se abstendría de toda
agresión. Que el p.\dre yel hijo no se alarmaron y que
hubo aquella prom-~sa por parte del hijo, es un hecho evidente que, aun habiendo pasado en la intimidad de la familia, se demuestra por la circun~tancia, que está á la vista
de todos, de que el hijo no salió á la calle con armas, ni
quiso recibir una á quien se la ofreció. Desde el primer
momento del homicidio la autoridad inquirió con mucho celo, como s,~ ha inquirido luégo, si don Agustín
estaba a~mado cucndo fue herido y muerto, y todos los
testimonios han venido á demostrar lo contrario. Es claro
que si el padre no hubiera tenido la promesa de su hijo,
lo habría hecho po lerse en capacidad de defender la vida,
y el hijo, po)."su pak, habría buscado también la manera
de hacerlo, por el dcmental instinto que en todo hombre
existed-e proveer á la propia seguridad y conservación.
A la citación del Prefecto de la Provincia que, como
está (;lettibstrado, :lllnca llegÓ i manos de don Agustín
Fernánd~z, y á la carta que dirigió al padre de éste el
principaJ procesado, se ha reunido la publicación de un
metnQt:i~1que, se dice, iba á presentar este último cuando
ocurrió el encuentro en que se perpetró el delito, y, reunidos es(}s tres documentos, que, á primera vista Y si 11 análisis de los hechos, 'Jucc1en producir una impresióndesfavorabie para la vícti •.na, se pretende comprobar plenamente
que el ({!l.t<!rprincpaI del homicidio hizo cuanto estaba en
su rtiano para evitar un nuevo conflicto y las· presuntas
consectiencias de 61.
La primera ohservación quc cabe hacer respecto del
memoriaJ de que ,;e viene hablando es é.,ta: ¿por qué si el
procesado había acudido á la Prefectura de la Policía y se
le había ofrecido allí la protección legal, hasta elp,,!-nto
de ponerle una boleta de comparendo en las manos para.
-
I54 -
que el señor Fernández se presentara en la Prefectura el
lunes siguiente, antes de las diez de, la mañana, se acudía
luégo á una oficina distinta, de inferior categoría, para
que hiciera lo mismo que debía hacer el Prefecto, con
mayor autoridad y probablemente con mejor éxito? No
hay respuesta satisfactoria para tal pregunta, porque si el
memorial se hubiera presentado el dia domingo, se podría creer que estando ese día cerrada la Prefectura, se
proponía el peticionario evitar hasta la menor probabilidad de un nuevo encuentro en las horas ql!e habían de
trascurrir hasta la mañana del lunes,- cosa que otros incidentes contradicen, como se verá luégo; - pero, estando
destinado el memoríal á ser presentado el~nes, como lo
dice el mismo procesado, no hay explicación satisfactoria
de ese proceder. La ofIcina de Permanencia de la Policía,
según lo expresa su nombre, no interrumpe n~lI1casu despacho, y está obligada á recibir en cualqui,er día y hora
las solicitudes que se le presenten, ¿por qué, pues, no se
le presentó el memorial ó solicitud en el curso del día domingo? Ni debe olvidarse, al tratar de este punto, que el
Prefecto ofreció al procesado en la tarde del 17 acompañado á presentar su queja ó solicitud ante la oficina de
Permanencia, esa misma tarde, y que éste no aceptó tal
ofrecimiento,
Sin entrar en apreciaciones que pudieran aparecer
apasionadas, aunque podrían tener buenos fundamentos
en las pruebas del proceso, hay que reconocer, pues, por
lo mCIlOS,que el homicida prinCipal no tuvo ese señalado
empeño,-que
luégo se ha querido demostrar,- de eludir
un llueva encuentro Ó conflicto, que ya él había previsto,
según lo dijo expresamente, que habría de terminar con
la muerte de un hombre,
Pruebas de otra índole concurren, por el contrario, á
demostrar que el autor principal de la muerte de don Agus
tín Fernández, 110 sólo no usó de los m~dios que él misnio
--
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155 -
creía necesarios para evitar un nuevo encuentro peligroso,
~ino que se puso en ocasión próxima de que el temido
conflicto se realzara. En la mañana del 18 de Octubre
estuvo Tobón en la plaza del Centenario, como 10 declaran varios testigJs, y es casi seguro que para ir á aquel
lugar y regresar de él, tuvo que pasar por la puerta misma
de la casa de Sll contendor dL:I sábado. Pero si esto fuera
dudoso, 10 quc sí no lo es, y antes bien está plenamente
comprobado, es ,_¡UC quien habia de dar muerte á don
Agustín Fernández estuvo el 19 de Octubre, pasando una
y otra vez por fre líe á las puertas de la casa de éste, en las
primeras horas di: la mañ;lI1a. Varios testigos lo aseveran
y lo reconoce el mismo procesado, quien da las explicaciones sobre el hecho, que luégo se analizarán.
Aun suponiendo inocente la prescncia del homicida
aquel clía, en aql~d lugar, y á aquella hora, es indiscutible
que, dados los antecedentes y las mismas prcvisiones de
aquél, era un actr, por lo menos imprudente, estacionarse
en tal sitio, durante largo tiempo en ese día. Pero suponiendo que el hecho mismo no fuera censurable por aspecto alguno, sí ES indiscutible que por sí solo demuestra
que el procesado nl\nca se preocupó con evitar un con·
flicto, como se ba pretendido hacer creer después de perpetrado el homici :Iio.
Y ocurre observar aquí, de paso, que si de parte del
procesado hubiera habido realmente interés en evitar el
lance que podía se brevenir, bastábale haber hecho entregar
por el agente de policía de servicio en la calle de la casa
del señor Fernánclez, en donde estuvo aquél algún tiempo
en la mañana del lunes, la orden de comparendo de la Prefectura. Así se hubíEra salvado de una manera muy sencilla la dificultad que se dice había existido para la entrega
de tal orden en la tarde del sábado. En vez de este proceder, tan sencillo :' factible, se iba á buscar á mucha distancia una nueva orden, que tardaría en ser entregada,
desdeñando, sin saberse por qué, la obtenida de una auto.
ridad superior, cosa realmente inexplicable.
Viniendo ya al memorial dirigido al Inspector de la
oficina de Permanencia de la Policía por· el principal
procesado, memorial que se ha traído al proceso corno
una prueba de bulto del ánimo que tenía éste de prevenir
Uña riña, y que, se dice, iba á presentar personalmente
cuando se encontró con don Agustín Fernández, hay que
observar, ante todo, que, si realmente hubiera existido ese
ánimo, el memorial pudo ser presentado en el curso del
día domingo ó en las primeras horas del lunes, por el
mismo procesado, ó por cualquiera de sus numerosos empleados, puesto que tales escritos no es menester que se
presenten personalmente, cosa que no podía ignorar el
interesado, desde que, según 10 dice el mismo, la redacción del documento fue obra de un abo.gado, que debía
indicar el procedimiento que debía seguirse.
Pero hay, además de 10 dicho, una circunstancia que
permite afirmar sin ninguna vacilación, que es absolutamente inexacto que el procesado llevara consigo· dicho
memorial en el momento del encuentro con don Agustín
'Fernández, y que se encaminara á presentarlo á la Policía
cuando sobrevinieron los sucesos en que se perpetró el
homicidio.
En el sumario aparece que ese memorial fue presentado hora y media después de la consumación del delito,
por un hermano y un sobrino del procesado,.á tiempo
que éste se hallaba incomunicado, conforme á la ley: así
lo certifica expresamente el Director de la Policía. Para
desvirtuar estas afirmaciones, sería necesario demostrar
que son falsos los datos del proceso, cosa que no se
ha hecho hasta el presente. Si el memorial fue entregado
por terceros, que no podían comunicarse con el prQcesa-.
do, es claro que éste no lo llevaba consigo, y si esto es así,
hay que deducir lógicatnenteque
todos los antecedent~
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157
con que se ha querido demostrar á la vez el ánimo del
victimario de evitelr un conflicto y la temeridad de la vÍctima, no sólo son artificiales, para no calificarlos de una
manera más sevel a, sino que se crearon con el propósito
de preconstituír prnebas que destruyeran la de la premeditación, circunstlncia que, por los mismos motivos, pudiera venir á quedar así demostrada.
Que los procesados ó SllS oficiosos defensores de los
primeros días, h;¡yan usado de todos los medios á su alcance para excusar el delito, Ó para atenuar su gravedad,
es cosa quc no quierc entrar á calificar quien se limita
á defender la memoria de don Agustín Fernández y el
honor de su pad -e: el campo en que puede moverse una
defensa es muy ;.mplio, y la más severa moral .relaja en
ocasiones sus reglas ante la necesidad de salvar á un hombre ó la de obten er la atenuación- de las penas en que haya
incurrido. Pero ~;i,como en el caso presente, la defensa,
saliéndose de su legítimo radio de acción, cree necesario
agredir á la víctima y á los suyos, entonces ya el deber de
quien los representa es demostrar la inexactitud de los
fundamentos de la agresión, y poner en evidencia la calidad y el valor probatorio de los medios adoptados por la
parte contraria.
Se ha acusad:) á don Agustín Fern~índez de desobediencia á la autoridari, de haber buscado imprudentemente á su
-contrario, y de haberse puesto con ello, voluntariamente,
en camino de ercontrar la muerte á manos de homicidas.
UFue_aquello UL suicidio," llegó á decir alguien en una
procaz publicación, sin conocer ni analizar las pruebas del
sumario. Si pue; se demuestra, como queda demostrado,
que á don Agustín no se le entregó la orden de la autori.
dad, rió hubo de ,obediencia, ni, por consiguiente, la temeridad que de ella quisiera deducirse, y h.abrá que concluír
rectamente que las festinadas publicaciones que se fundaron en esos datos fueron injustas, y que en yez de ilustrar
el criterio públi,;o, sirvieron para extraviarlo.
Ahora, para terminar este punto de los antecedentes,
se presenta \lna gravísima cuestión que, por ahora, apenas
quiere enunciar el representante de los ofendidos para 50meterla á la conciencia honrada del J mado. Si el contenido de la carta del principal homicida al padre de la víctima,
antes de la comisiÓn del delito, es inexacta en la parte en
que manifiesta que no había acudido á pedir p~otección á
la autoridad; si pudiendo hacerlo no entregÓ una boleta
de comparendo para quien había de ser su víctima; si
habiendo escrito un memorial para el Inspector de Policía
en que pedía protección y que se previniera un conflicto,
no lo entregÓ, ni el día domingo, ni en la mañana del
lunes; si en la mañana del delito permaneciÓ el homicida
algún tiempo en la calle en donde está. situada la casa que
fue habitacíÓn de su víctima, sin que haya podido justificar
su presencia allí, y si el -memorial para pedir la protección
de la autoridad se presentó luégo por te~ceros, cuando ya
era inútil, ¿qué propósitos alegan semejantes pasos, semejantes actos ú omisiones de parte del responsable de
ellos?
***
Después del desgraciado incidente del 19 de octubre,
don Agustín Fernández se retiró á su casa, y en la intimidad de la familia y de la amistad se mostraba contrariado
con el suceso, no porque creyera que de su parte no hubiera habido justicia, sino por "haber dado función," como
familiar é ingenuamente lo decía él mismo. Manifestó que
iría á dar excusas nuevamente al señor Silva, Gerente del
Banco de Exportadores por lo ocurrido, aunque ya las
había dado ese mismo día, y permaneció en su casa el día
domingo. A su padre manifestó que daba por terminado
todo aquello, como lo dijo también á algunos amigos y
.aun á extraños.
Hechos de esta naturaleza no se pueden comprobar
plenamente, en un proceso, por su carácter íntimo, con la
prueba testiIEE.nia', porque los testigos podrían ser tachados como faltos d<: imparcialidad;
pero la prueba testimonial no es única, ni siempre es la preft~rible, sobre todo
paL¡ jueces de hedlO. Hay circunstancias, hechos materiales, que hacen irrducir con ahsoluta certeza en muchos
casos, con grande~; probabilidades
en otr<)S, cu;'¡]es han
sido las intenciones de un hombre en llna ocasión dada.
Don Agustín
el día domingo y
de ella sino ,))ara
está "demostrado.
vocar
F'ernández, después de permanecer todo
la mañana del lunes en su casa, no salió
encaminarse ¡¡¡lugar de tina cita, como
Si hubiera existido en él ánimo de pro-
un conflicto,
Jo hubiera
hecho
cuando
su contra-
rio pa¡;aba llna y o'ra vez delante de las puertas de su
casa, hecho de que necesariamente tuvo conocimiento por
los varios empleado~; que vieron á éste, y que, alarmados,
necesariamente
hllhi~ron de comunicál'selo. No podiaocu!.
tarse á don Agustín, dado que hubiera tenido propósito
de reñir, que el sitio más ventajoso para él hubiera sido
aquél, cerca de su ca;a y de SLlS amigos, y cuando hubiera aparecido claraml~nte como provocado. El no haber
ocurrido en aquel lugar y hora la riña, es un indicio vchementí;;imo de que per la mente de don Agustín no pasó
la idea de que pudiera repetirse una escena como la del
sáhado anterior. Es más: el hecho de no haher salido en
aquellos
momentos,
demuestra
qlIC,
voluntariamente,
huía la ocasión de un nuevo cont1icto.
La carta de Roberto TohÓn ;'¡ don Francisco
re-
J. Fer-
Es p~~íble, decía la carta. que m otra ocasiJIl si se prcsenta nQ
la fflismaserenidad y sl)brevC1lga ulla desgracia, ya perdiendo yo la vida, ya causa:ulo la mita/e del agresor... No atacaré á su hijo. pero si fuerc atacado mc d4clld{'n~ cnérgicamcnte. Que don Agustín F'ern;Índez confiÓ absolutamente
en la promesa de que no se le ataoría, y que no pasó 'por
su mente la idea de agredir, lo demuestra el ht:cho de haber
nández,
envólvlauna
prevenciÓn
y una amenaza.
t~nta
-
160
salido de su casa sin armas, porque cualqL1-ier hombre en
esas circunstancias y dado el _mismo peligro de perder la
vida, anunciado expresamente por su contrario, si hubiera
abrigado el propósito de atacar, no hubiera salido inerme
de su casa. Es esta una circunstancia que prueba tánto
por sí sola respecto de las intenciones pacíficas del señor Fernández, que sus victimarios han mostrado especialísimo empeño en contradecirIa por todos los medios
quc estuvieron á!in alcance, sin obtener nunca una prueba satisfactoria en contrario, y, antes bien, comprobando
con los mismos testimonios que adujeron que cltandodon
Agustín fue muerto .110 llevaba consigo arma alguna. La
verdad y la justicia, en muchas ocasiones se imponen irremisiblemente, á pesar de cualquier obstáculo.
Exquisitas diligencias ha hecho la defensa para demostrar qu~ don Agustín Fernández llevaba armas cuando fue muerto, v sólo ha resultado de ellas el evidente
perjurio de un testigo, Arturo Quiroga, quien en 'su de·
claración de 28 de Octubre (folio 68), preguntado formalmente por el funcionario de' ,instrucción: 11 ¿ Usted le vio
al señor Fernández arma alg",na cuando empeñó la lucha
ó después de muerto? Contestó:
A excepción del palo no
le vi'ninguna otra," - declaración contradichahiégopor
una carta del mismo Quiroga, en que se dice que el respetable caballero don Francisco Maldonado, que cumplió
con una obra de misericordia y un deber de caballero recibiendo. en su cas~ el cadáver de don Agustín, ocultó un
revólver que llevaba éste en el bolsillo del saco. El dicho
absolutamente intachable ~tseñor
Maldonado bastaría
para desvanecer cualquier mida sobre el particular, pero la
declaración del mismo Quiroga ante el Inspector de Policía, en que dice que no recu,erda el contenido de la carta,
pero que conserva la copia de ella, que se le dio para que
tuviera presente su contenido cuando Í\lera á declarar,
bace ver bien claro. ~uále&:,_elmérito probatorio de documentos y testimonios obtenidos por semejantes métodos.
11
-
161 -
Pero admitase que don Agustín Fernández hubiera
llevado armas consigo en el momento en que fue herido
de muerte, contra lacIo lo que dice el proceso, contra todo
lo que aseveran lo~¡testigos, aun los que citan los procesados, como el seí'lor Saturnino Posse (folios f89) ¿qué
argumento, recto ~' legitimo, podrían deducir de allí los
voceros de los acmacos en pro de ellos? A pesar de que
se ha echado mano de todos los recurso,; para modificar el
carácter del delito, nadie se ha atrevido á aseverar que á
don "Agustín Fernánclez se le viera intentar siquiera usar
de un arma en la hora del conflícto. ¿ Podría decirse en·
tonces, con asomo dé' razón, que sus contrarios se vieron
amenazaclos por él ca n armas, y que, de consiguiente, hi.
cicron u~o cIel derecho de defensa legítima al darle muerte?
Los abogados de h defensa se respetan mucho á si mismos para que llega -an á hacer semejante afirmación.
Es más, del mi:mlo supuesto vendría á resultar un ar·
gumento en pro de la víctima del 19 de Octubre. Si don
Agustín Fernández tenía en el bolsillo un revólver y no
intentó siquiera usar de él cuando se encontró con uno
de los homicidas, ni cuando el otro lo atacó y golpeó gravemente; si no se sirvió del revólver cuanclo se hallaba
entre dos enemigos lemibles y airados, se demostraría plenamente con ello, sin que cupiera asomo de duda, que por
su mente no pasó la idea de servirse de armas contra los
que lo ataCaban ni de causarles daño. ¿ Y en qué vendrían
á parar entonces tedas las imputaciones
de propósitos
homicidas que se ha1 hecho :í la víctima, á veces can lujo
de crueldad, y aceptando testigos perj mas para infamar
s u 'memoria?
*
*
*
acontecimientos
Los penosos
del 17 de Octubre, no
habían dejado en el ánimo de don_ Agustín Fernández
sino el sentimiet1to ó mortificación de que ya se habló,
II
-
162 -
por haber tomado parte en un lance que había ocupado la
atención pública, en una forma desagradable y contraria
al carácter y á la educación del mismo Fernández, por
más q~ sin duda, sintiera él, en su conciencia, que no
había ejecutado uno de aquellos actos que reprueba la
ley moral, ni había violado la ley positiva humana, que
jamás puede pugnar con los más nobles sentimientos que
se albergan en el alma del hombre. Ignoraba el sencillo
é inexperto joven cuál era cl alcance de aquellas palabras
de su contrario, cuando perseguido por él se asilaha en
las oficinas del Banco de Exportadoresj por la mente de
don Agustín, limpia y generosa, no cruzó siquiera entonces
la sospecha de que ya se había dictado un fallo secreto é
inapelable contra su vida, que había de ejecutarse antes de
que el sol hubiera pasado dos veces sobre su cabeza.
Durante casi todo el día domingo, 18 de octubre,
permaneciÓ en su casa el joven Fernández, dando r.eposo
y esparcimiento al ánimo en la lectura, á la cual consagraba
no solamente sus ocios sino buena parte del tiempo que
quitaba á sus demás labores. En la mañana del lunes dio
comicnzo á Sll trabajo habitual en las oficinas situadas en
en su propia ca-,;a,sin pensar en que estaba dando los últimos pasos en la escena de la vida, y que quien momentos después iba á poner fin á SllS días, rondaba muy cerca
de sus puertas, armado, y esperando la oca-;ión propicia
para vengar con su misma mano el ultraje recibido del
hijo, á quien antes había provocado con gravísimas afrentas pÚblicas inferidas al padre.
Los autores de Filosofía moral y los tratadistas de
Filosofía del Derecho condenan con incontestables razazones la instituciÓn dd duelo, que califican como rezago
de las edades bá.rbaras de la humanidad, como fruto. del
anticristiano sentiq1Íento de la venganza, y como ulla
de las muestras más claras del desconocimiento de la autoridad social. Nadic, en el terreno del Derecho Ó en el
.
de la Filosofía, poclría contradecir con fundamento esas
nociones, aceptadas hoy como indisputables. Con todo, en
presencia del desarroLo de lIna venganza tal como la que
se presenta en este proceso, sin justificar el duelo ante la
moral, sin defcnderlo en cl terreno del Derecho, por un
motivo de piedad, se siente inclinado el ánimo á preferirlo .¡
á un procedimiento que no se compadece siquiera con lo
que ha de conceder~;e siempre al valor personal, á la :hidalguía, quc si no j11stifica todos los actos que se acompañan de ella, los cubre como con un velo,
El homiCida q.lC en un campo conocido se avista
con su contrario, equipara sus armas con \as de él, se hace
acompañar de juece~; Ó testigos que prescncien ('.1 comba~
te, no busca ventaja alguna de que no disfrute también
el adversario, y hasta prevé el c;:¡so de un contratiempo
para tener cerCa los recursos quc puedan salvar la vida
al enemigo herido, eSe homicida, por nÚ~ que ejecute
ulla acción reprobabe é ilícita, jamás podrá ser calificado
con aquel nombre que reservan las socicdades y las leyes
á los que privan de .a vida á sus semcjantes, dcsprevenidos ó indefensos, nonbrc que el represcntante de la familia Fernánclez no qui ~n~pronunciar en esta audiencia.
Ya se ha hablado antes de la presencia dd principal
autor' de la muerte de don Agllstín Fernández, en la mañana del 19 de Octubre, día del homicidio, en la calle en
que está situada la ::asa de la familia del occiso. Las
explicaciones dadas para presentar un motivo inocente
á ese hecho, no sólo :10 pueden satisfacer á un juez, sino
que agravan la posiciÓn del victimario. Iba éste, dice, á
tratar un asnnto urgente de negocios con un vecino de
aquella misma calle, p'~ro lIevándole esa urgencia ni llamó
á su puerta, ni preguntó por la persona que iba á buscar,
ni entró á su casa, ni se anunció con nadie de su familia ó
servidumbre, (Declaración de don S, Hurtado, folio 162
vuelto y la de 7 de Julio), y después de permanecer largo
-
164 -
tiempo en esa calle, se retiró sin ver á la persona á quien
con tánto interés ib;¡ á buscar, aunque tal persona permanecía en su casa.
Insiste el representante de la familia Fcrnández en la
apreciación de esa circunstancia, no tanto como medio de
incriminación contra el procesado, ni como prueba precisamente de la deliberaciÓn que procedió al delito, cosa que
pesará en su conciencia el Jurado, sino como un indicio de
mucha fuerza para apreciar cuál era el estado de ánimo
de los dos principales contrarios en el drama homicida,
cuando dos horas después se encontraron en el lugar en
que uno cie ellos iba á perecer, y en donde no se sabe
á ciencia cierta cómo se dio principicr á la riña. El homi.
cida, que según todos los datos del proceso estaba muy
preocupado con la posibilidad de un nuevo encuentro que
podía terminar con la muerte de uno de los contendores,
y que, según su dicho, trataba de prevenido, iba á pasearse
durante largo tiempo en la calle de su presunto adversario,
llevando un revólver poderosísimo en el bolsillo. Fernández, avisado por sus empleados de la presencia de aquél
en las pnertas de su casa, permanecía tranquilo, entregado
á su trabajo, sin preocuparse en lo mínimo con el aviso
que se le daba: ¿en cuál de estos dos individuos es presumible que existiera el ání\no de provocar una riñ<l.? Y si
en esos precisos momentos no estaba en la mente de Fernández la idea de reñir, ¿por qué habría de suponerse que
dos horas después fuera él y no su contrario quien provocara la riña, cuyo principio no ha podido ponerse perfectamente en claro en todo el proceso?
Sería ofender el buen criterio de los miembros del
Jurado y el mismo de los señores abogados de la defensa,
pensar que la prueba circunstancial que emana de los hechos enumerados, pudiera desvirtuarse ó debilitarse con
testimonios que han surgido en este proceso como para
empeorar adrede la causa de los procesados, testimonios
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165 -
como aquellos en que se asevera que don Agustín Fernández tramaba planes de a>csinato contra su contrario, por sí
ó por mano de sicarios, y que exponía fríamente esos planes en la calle pÚblica "nte los primeros que !'e le presentaban. (Declaración de Roberto Camacho Escobar, folios
183 y 184)' Al proceso trajo el padre de don Agustín pruebas sobre los antecedenlcs de quicn en esa forma declara;
uno de los testigos citacos por el que hizo tal acusaci6n,
pariente suyo, declaró no haber presenciado la escena en
que se le quiso hacer ,uarecer (Hcrmógenes Aguirre), y,
por Último, el testigo mismo se expresó por la prensa con
tal virulencia y enCono contra don Frandsco J. Fernández, quc se encargó de ckmostrar, con su propia pluma,
que carecía de todas las condiciones más elemcntales de
idoneidad ó imparcialid:\d, que requieren en el testigo el
buen sentido y la ley.
Además de que declaraciones de este género tienen
que ser desechadas por completo para formar j L1icioen
cualquier cau~a, cabe re:;pccto de ellas y de todas las análogas que tienden á prob.lr propósitos agresivos de p<\rte de
don Agustín Fern;Índez, una observaciÓn general. Si todos
esos dichos de los testigl)s llegaron á conocimiento de los
procesados meses despll6s de cometido el delito, como
aparece claramente, ¿qué influjo pudieron ejercer en el
ánimo de los homicidas, cómo pueden modificar su responsabilidad en los hecl;os que ejecutaron sin tener conocimiento de aquellos dichos ó de los supuestos propósitos;
cómo pudieron influír ell la legítima defensa, que alegan
los abogados de los homicidas, propósitos y dichos qÚe-rio
llegaron á conocimiento de éstos sino muchos meses después de consumado el homicidio?
Don Agustín Ferntl1dez salió de su casa el 19 de oc·
tubre para concurrir á u la cita anterior de negocios, hecho plenamente probado con las declaraciones de dos testigos imparCiales é intachables, don Benjamín Gaitán y
166 don Gonzalo Santamaría. Las personas que 10 vieron el.
el tránsito, entre las cuales hubo quienes le hablaron del
conflicto del sábado anterior, están todas acordes en declarar que no sólo no vieron en el señor Fernández ánimo
agresivo, sino que éste les expresó sus propósitos en absoluto pacíficos. Si pudiera dudarse de algunos de esos
dichos, por ser de relacionados ó amigos de aquél, no podría decirse 10 mismo de otros como los de los señores Saturnino Posse y Manuel }íménez V., citados por uno de los
homicidas, quienes declaran expresamente que Fernández
no mostró momentos antes de su muerte sino ánimo pacífico, que manifeitó que no estaba armado, y que vieron que
este no llevaba en la mano sino una varita (folios 189, 193
Y 194 vuelto). Cualquier otro testimonio de oídas que se
quiso referir al. del testigo Posse, como el del M.ini~tro de
Instrucción Pública, don Emiliano Isaza, ete., quedó desvirtuado totalmente con el mismo dé1 dicho Posst:'.
Para llegar a[ punto de la cita con el señor Gaitán
en la Panadería Santafere;ia, en la carrera 9. entre las
calles 10 y lI, podía don Agllstín Fernández tomar, desde el edificio del Café de la Paz, tres caminos: ó bajar dos
cuadras por la calle 12, volteando Illégo por [a carrera
9. Ó bajar una sola cuadra, volteando en seguida por la
Callé de Florián, pasando por frente á la casa de los señores Tobones. para bajar luégo por la calle de San Miguel, ó, por último, alargando su camino un cuarto de
cuadra, tomar la vía que efectivamente tomó, recorriendo la última cuadra de la Calle Real y bajando por fa
Plaza de Bolívar directamente á la calle de San Miguel.
Don Agustín, de quien dicen ·Ios homicidas que llevaba
propósitos agresivos, no fue á buscar la calle de la casa de
sus contrarios, que, por otra parte, hubiera sido su camino más corto, ni siquiera se acercó á la calle por donde
era más presumible que anduvieran, sino que desandando
un buen· espacio, dio un rodeo para llegar á la calle de
3
,
3,
-
167 -
San Miguel. Sobre la vía qne siguió en aquella mañana el
-señor Fernández no cabe discusión ni duda alguna, desde
que hay dos testigos absolutamente imparciales, cuyo di·
oChonadie ha objetado ni podía objetar, los señores Gregario Armenta y Miguel Goenaga, quienes, estando en la
acera de la Plaza de 30lívar por donde bajó Fernández,
lo vieron pasar por cerca de ellos, momentos antes del
homicidio. Esos testinonios, dicho sea de paso, desvirtúan
también por completo el de oídas de doña Paulina Uribe
de Zuluaga, sobre la supuesta cntrada de don Agustín al
Almacétl del Dfa, á comprar un látigo y á declarar alli públicamente que iba á atacar á eran Robcrto Tobón, quicn,
por arte telepático ó C:e magia, había de surgir en el mismo momento en aquella esquin;!, evocado por Fernández,
que había tenido el arte prodigioso de adivinar -los proyectos íntimos yel lugar á donde se encaminaba TobÓn.
Hay que convenir en que todo cste sistema probatorio ha
sido harto desgraciad) para los procesados, sin que se
haya logr.wo con él oscurecer ningullo de los hechos
claramente demostrados desde la iniciación del sumario.
y sea el>1a la oportunidad de hacer una observación
de slIma importancia. Las declaracion",s capitales del sumario, las de los testigos presenciales de los antecedentes
inmediatos del homicidio y del delito mismo, que dan plena luz sobr~los heche,s, fueron recibidas todas de oficio
por el funcionario inslructor, sin indicación ni solicitud
de ningún interesado. Las primeras declaraciones, por
más que se--las combata y se las discuta con el perfecto
derecho que para ello lene la defensa, llevan en sí el -setl()
de la ingenuidad y de Iíl imparcialidad: los principales testigos ni aun conocían f.. los contendores hasta el día de la
muerte del señor Fernández, y de ninguno se ha demostrado que tuviera interés en faltar á la verdad. No puede
decirse lo propio de los testimonios que la defensa ha
traído á última hora y que más adelante se analizarán.
168-
*
*
*
presenciaron
De los testigos que
los hechos ningunopuede dar cuenta formal de la manera como empezara el
conflicto del 19: solamente el señor José María Lasprilla
oyó algunas palabras del altercado: _" Usted está equivocado," decía Tobón,-"
Yo no digo mentira," contestaba
Fernández.-Quién
detuvo á quién, cuál de e\los pronunció la primera palabra agresiva que iba á producir el nuevo
conflicto, que terminaría con la muerte de un hombre, es
cosa que sólo Dios sabe.- La declaración de Arturo Quiraga no puede ser considel'::l.da como de un testigo veraz,
puesto que habiendo declarado cuanto decía saber el 28
de octubre, ante el funcionario de instrucción, y habiendo
afirmado entonces que no había vi~to arma alguna á don
Agustín Fernández, afirmó luégo en el plenario la especie
de que el muy distinguido y honórahle señor don Francisco Maldonado había tomado y ocultado un revólver que
el señor Fernández llevaba en el bolsillo, é hizo tal afirmación por medio de una carta cuyo contenido no podía recordar sin releer la copia que un tercero le \levó. Una contradicción de semejante naturaleza y magnitud y el tono
todo del testimonio no pueden pasar inadvertidas para
jueces de conciencia, que no tienen otro interés ni otro
criterio que el de la ilustración completa de la mente sobre
los sucesos, para dar su veredicto de justicia y de verdad.
La mayor parte de los testigos que presenciaron el
conflicto en sus principios, aseveran que los señores Fernández y Roberto Tobón se golpeaban mutuamente. Así
lo declaran los señores Carlos Lombana (Is. 20Y 21), Heliodoro Camacho (fs. 27 y 28), Gregario Armenta (Es. 60 y
68), Loemín Villamarín (fs. 170 y 171), acordes plenamenteen este punto.
Después de esos golpesrecíprocos
el señor Tohón se
retiró á paso acelerado, y el señor Fern~dez!que
iba en
su seguimiento, fue detenido por un agente de Policía.
Fernández se qued6 inmóvil, acatando la autoridad, ysu
contrario se detmo también, espontánea y voluntariamente, á buena distarcia, haciendo frente á aquel con quien
acababa de reñir. Interpuesto un agente de la autoridad
entre los dos conkndores, inmóvil Fcrnández, sin mostrar
intento siquiera de adelantar un paso, estaba terminada.
la riña, y no había asomo de peligro ni aun de amenaza
para Roberto Tobón. Fue en este momento cuando intervino el segundo d ~ los hermanos para atacar á Fernández,
que no podía sabEr quién venía siguiendo sus pasos y lo
había de atacar por la espalda, como lo hizo Jesús María
Tobón, descargindulc un fuerte bastonazo que hizo vacilar áaqud.
Sobre este hecho están acordes todos los testigos: el
señor Alejandro Posada (folios 4 y S), el agente de Policía
Eduardo Sánchez (folios 5 y 6), el señor Hcrnán Pérez (folios 20 y 21); el sciíor Carlos A. Lomhana (folios 22 y 23);
el señor Heliodoro Camacho (folios 27 y 28); el señor Ricardo Cualla (folies .32 y 331; el señor Daniel Salgada Gómez (folio 37); el seiior Francisco Fajardo A. (folios 40 y
41); el señor José María Lasprilla (folios 44- y 45); el señor
Miguel Goenaga ,:folio 63); él señor Gregario Armenta
(folios 67 y 68); c mismo Arturo Quiroga, testigo de la
defensa (folio 68); el señor Jorge Mejía B. (folía 69); el
señor David Sarmiento (folios 69 y 70); el señor Pedro
Aven~año (folio IJ7 vuelto). Son quince testigos, catorce
no tachados ni tachables, quc deponen de acuerdo sobre
un hecho- capital del proceso.
Lá--riña entre don Agustín Fernández y el mayo~ de
los hermanos había terminado; don Agustin, sumiso al
agente de la autoridad, como se deja dicho, n6 hacía ni ~
un adem:n hostil para con su primitivo contrario; había
cesado, pues, esa lucha, circunstancia importantísima, y
en que sé debe ins:stir para calificar por su aspe-cto moral
y jurídico el homkidio; El ataque del hermano menor no
17° fue ya sino una agreslOll injustificada, un acto de venganza, y desde que don Agustín recibió por la espalda el
bastonazo y volvió la cara hacia su agresor, quedó en la
condición de un hombre que se defiende. Todos los testigos citados antes, están tamb'ién conformes en la manera
como se sucedieron los Últimos hechos que se acaban
de exponer, y, de consiguiente, no puede caber discusión
á tal respecto.
El nuevo agresor de don Agustín, lo mismo que su
hermano, no se dieron cuenta de cómo se cumplió la muerte violenta de aquél, según aparece en sus primeras inda.
gatorias: ambos estaban privados de la razón en esos momentos, según sus dichos; pero fuera de algunos testigos
que tienen cuentas de Panóptico y que llegaron muy tarde
al sumario, de los dichos de todos los demás se deduce que
el segundo de los hermanos iba pisando casi los talones de
la víctim;¡ cuando bajaba por la acera de la Plaza de Bolívar. Mientras mayor sea la rapidez que se quiera dar al
desarrollo de lo~ slIcesos, mayor será también la certidumbre que haya respecto de esta circunstancia. Y si se tiene
presente que don Agustin, en el camino que recorrió para
ir al lugar en donde habia de perecer, pasó por la puerta
donde estaba el segundo de sus agresores, y que no hay
prueba de que se detuviera en fugar alguno en el trayecto
de alli á donde fue muerto, hay un indicio vehementísimo, lIna presunción que se acerca á las necesarias, de que
desde la Calle Real iba Fernándc7. seguido por uno de los
victimarios, el que llegó á empeñar la segunda lucha, de la
cual había de aprovecharse el autor directo del homicidio
para consumarlo, con seguridad completa, sin riesgo alguno, yen momentos en que Fernández no podía defenderse de ese nuevo inesperado ataque.
Al sindicado Jesús María Tobón, se le preguntó en su
segunda indagatoria (fojas 153 y 154 vuelta): el Diga usted
á dónde se encaminaba el día lunes 19 de octubre úl.
do
-
171
-
timo, cuando St, separó de los señore$ Posadas, y por qué
no esperó un se,~undo carro del tranvía, al perder el que no
pudo alcanzar, y por qué tomó otra dirección? Contestó:
Me dirigía á b Calle de la Carrera, donde teníamos un
depósito, y también al BarriQ de Santa Bárbara, donde
teníamos un estanco; no esperé otro carro de tranvía porque ya estaba C'Jn principios de gripa y en ese momento
empezaua á IIm'cr."
En su primera indagatoria (folias 14 á 16) dijo el mismo sindicado, al ser preguntado: ., En dónde se enContraba usted ayel como á las II y 40 minutos? .. -" A esa
: hora estaba hablando con el señor Posada, socio dcl almacén de Posada Hermanos, sobre venta de la renta de licores del Distrito ::'::apital,y en ese momento pasó un tranvía
para Las Cruces y me fui detrás Ú tomarlo y no lo pude alcanzar. Como en ese momcnto principiara á llover, regresé de la esquina o¡-icntal del Capitolio, en dirección á mi
casa de la prit11tra Calle de Florián .... " La distancia que
tenía que recorrer el sindicado para volver á su casa desde
la esquina oriental del Capitolio, era la misma ó mayor
que había de r·~correr para llegar al depósito de la Calle
de la Carrera, y, así, no es ni con muchn claro el motivo
que tuviera para desandar lo andado, ni su estado de salud
explica que reccrriera la Plaza de Bolívar al descampado,
para preservarse de la lluvia.
A esto se a~:rega que el sindicado dice: "Viníendo yo
frente á la botic:l de Maldonaclo Hermanos, vi un tumulto
de gente en la mitad de la primera calle de San MiglJel, y
un-hombre que corría y gritaba: 'cójanlo, por DWs/ Bajé
á ver quién era, y á poca distancia pude observar que mi
hermano Roberto era quien gritaba y corría; tambíén vi
que un índividu:> Ie-.¡>egabacon un palo ó paraguas, indi.
viduo 9ue no conocí por no vede la cara ...• " Suponiendo que á más de una cuadra de distancia se oyeran los
gritos de que habla el sindicado (y tál es la distancia que
H
-
172
-
hay de la botica de Maldonado Hermanos á la mitad de la
calle de San Miguel), no es verosímil que el sindicado no
reconociera la voz d~ su hermanojtampoco
es verosímil
que mientras él recorría esa distancia á paso moderado, no
cesaran los golpes de que él-habla, y, por el contrario, todos los testigos presenciales aseveran que los golpes no
fueron sino dos ó tres. Por último, la parte final de la
indagatoria, donde el sindicado dice, que al llegar al sitio
donde había ocurrido la riña, fue atacado por tres indivi·
duos y cayó en tierra, está en flagrante contradicción con
todos los testimonios del proceso. Todas esas co~tradicciones demuestran bien claramente que el sindicado tenía
interés en desfigurar ú ocultar la verdad sobre los antece-· •.
dentes inmediatos de su intervención en los hechos, que,
si hubiera sido inocente, no era menester desfigurar.
De todo lo expuesto se llega á la clara conclusión de
que don Agustín Fernández, hallándose desprevenido y
sumiso á la autoridad, ante un agente de ella, presente en
el lúgar del homicidio, fue atacado por la espalda, por
quien venía siguiéndole los pasos, y que se le empeñó en
una riña, con ventaja conocida para el agresor, puesto que
éste veía á su hermano allí presente, que estaba armado,
y que lo había de secundar, como efectivamente lo hizo.
El agresor de última hora de don Agustín, conocía
todos los antecedentes del conflicto de éste con su hermano, conocía la carta amenazante dirigida á don Francisco J. Fernández; no podía ignorar que su hermano llevaba armas, puesto que hasta extraños como el testigo
don Salvador Franco estaban enterados de esta última circunstancia, y á pesar de ello agredió al contrario de su
hermano, que, instintivamente, había de volver la espalda
á éste para rechazar ó esquivar los golpes que en esas condiciones se le asestaban .•
Jesús María Tobón no tenía otros móviles para asuo'
mir esa actitud que los referentes á su hermano: iba á
-
173
prestar á éste una cooperación
decisiva para consumar una
venganza, y tan decisi va fue esa cooperación,
que apenas
don Agustín volvió la espalda la bala homicida
cortó el
hilo de sus días.
Sobre las circl1ns\ancias
generales de los hechos no
cabe discusión aiguna. Todos los testigos presenciales
del
delito están conforme:, en tales circunstanci:ls,
y al hablar
de testigos hay que referirse á los quc el funcionario
de
instrucción
llamó espJntáneamente
á declarar en los primeros días que sucedieron
á la comisión dcl homicidio, y
cuyos nombres
quedc.n enumerados
antes. Los testigos
citados meses después por uno dc los sindicados,
y entre
los cuales hay varios je quienes se han traílla al proceso
datos que no los favorl~cen, serán apreciados por el Jurado
como lo dicte á los micmbros
de éste su conciencia.
La
versión que ellos dan je los hechos, uniforme con la indagatoria. en que se les citó, en ningún
caso podría desvirtuar los dichos de hombres
imparciales,
de reconocida
probidad,
y quc ante jueces
de hecho
no pueden
ser tacna-
dos en forma alguna.
Al Jurado no se le puede imponer el sistema envejecido de la tarifa legal, porque ello equivaldría
á desconocer el carácter mismo :le este triblllial, que el1 materia de
pruebas nQ tiene otra norma qne la formulada en los textos
legales que se han leído 1;11 esta audiencia, y cuya lectura
110 es inoficioso
y sí Tíluy conveniente
repetir:
La ley no pide cuenta á los Jurados de los medios por
los cuales llegan á adquirir el convencimiento j ni les prescribe
reglas de que deban deducir la plenitud y la suficiencia delás
pruebas; les ordena sólo interrogarse á sí mismos en el silenci~ y en el recogimiento, é investigar en la serenidad de su
conciencia, qué impresién han hecho en su espíritu las pruebas
creadas contra el acusad:) y las producidas en defensa de éste.
"La ley no dice á lo!! Jurados: Vosotros tendréis por verdadero todo hltcho atestiguado por tántos ó cuántos testigos.
1I
174
Tampoco les dice: Vosotros nO miraréis como bien establecidas las pruebas que no resulten de tal averiguación, de tales
piezas ó de tántos ó tales indicios. Unicamente les hace esta
pregunta, que encierra toda la medida de sus deberes: '¿Tenéis vosotros una convicción íntima acerca de los hechos sobre
los cuales se os interroga?'"
Si la ley 1/0 prescribe (á los Jurados) reglas de que deban deducir la p/mitud y suficiellcia de las pruebas,' si les _
ordena sólo interrogarse á sí mismos en el silencio y en el
recogimiento; si solamente les pregunta: ¿Tenéis vosotros
una conciencia íntima acerca de los hechos sobre los cuales
se os interroga? es claro que sería impropio y contrario al
espíritu de la ley analizar-en esta audiencia los testimonios
de la causa con las reglas del Código Judicial.
El Jurado debe formar Sll concepto con una libertad
absoluta, y para ello se la da facultad de interrogar directamente á los testigos cuyas declaraciones escritas se hallen
ya en el proceso, y aun á otros nuevos que citen las partes. No sería inútil recordar á este respecto la opinión
de los tratadistas de Pruebas judiciales sobre el mérito
que respectivamente tienen los testimonios orales y los
escritos. Bonnier, reputado como uno de los más eminentes autores en la materia, se expresa así:
" La extensión por escrito de las declaraciones, sólo tiene
por objeto ilustrar á la sala del {;onsejo y á la sala que entiende
de las acusaciones sobre la naturaleza de los hechos que
hay que perseguir. Estas declaraciones no deben figurar en el
número de los elementos sobre los que se forma la convicción
del Jurado, y se cree generalmente, aun cuando no se explique
la ley de un modo tan positivo respecto de los tribltllale~ de
simple policía, y de los de policía correccional, que no se debe
admitir igualmente más que declaraciones orales ante estas jurisdicciones .
.
.;
.
-
175 -
" Por lo mismo que la apreciación de los testimonios no
está sometida á regias técnicas. sino que es enteramente moral,
conviene quc se prese'1ten las declaraciones lnjo la forma más
verdadera .• cs decir, que se verifiqucn oralmente. Así no se
puede ciar lectura e ,1 los debates, an tes de la declaraciÓn oral
de un testigo, de su declaración cscrita en la instrucción (Cas.
7 de Abril de 1836). Después de la declaraciÓn oral, pOI' el
contrario, se ha acmitido siempre que podía leerse la declaración escrita p~.ra consignar las variaciones del testigo
(Cód. de brum., año IV. art. 366; Cód. dé inst., art. 319). 'Esta
excepción no es ya la úuica cn el día. lllclependientemente
de las personas á cJliellcs sus funciones ó sus dignidades dispensan del testimo litl oral, la jurisprudencia
admite á título
de noticias, en virtnd del poder discrecional,
la lectura ~e
la declaración de UL testigo no presente á los c1ebates; semejante ledura estab:> prohibida rigiendo el CÓdigo de hrnmario, ano IV, que, excepto el caso en que fuera necesario
dar á conocer las vaiaciOllCS de los testigos, prohibía de un
modo absoluto (art. .)85) el quc se leyera ;Í los jurados ninguna
declaración escrita. de los testig()s no prcsentes en la sesión.
De que el Código dt: instruccióu criminal 110 haya reproducido esta prohibición absoluta, se puede deducir que ha lugar
á aplicar, por identidad de razón, al debate contradictorio, lo
que dice el art. 477 de la instl'llcción por contumacia.
• Si por
alguna Callsa, cualqniera qne sea, ut) pueden presentarse testigos' en los dehates, se leerán sns declaraciones en la audiencia.' Es preciso, pIJe;, contenbrsc con las <kclaraciones escritas, cuando es impos ble obtener declaraciones orales, y sería
poen puesto en razór desechar uu tcstimolliCl, porque hubiera
muerto el testigo después de haber declarado ante el juez instructor, como se efectuaba rigiendo el Código brumario .
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¡Las declaracior:es escritas, dice combatiendo esta jurisprudencia M. Faustin Helié, no ofrecen las garantías que las
declaraciones orales. Han sido recogidas para servir deele.
mento á la acusación y no á la sentencia; son redactadas por
el juez, á veces por un escribano poco inteligente, y no por
-
176 -
el testigo mismo; expresan la sustancia y el sentido ~e la declaración, pero no sus palabras y su texto; finalmente, son
recibidas en el gabinete del juez, sin debates, sin contradicción, sin publicidad. ¿Cómo asegurarse de que son la expresión del testigo mism.o? ¿Puede la declaración escrita hacer
constar esas vacilaciones, esas largas reticencias, las sugestio.
nes que se emplean para obtener su declaración? ¿Puede pintar su turbación, Sil emoción, su acento? Sólo puede dar un
análisis seco y rápido de la declaración; si es incompleta ó
ambigua, ¿dónd~ podrá buscarse su complemento? Y además,
aunque fuera esta declaración clara y terminante, ¿quién puede saber si la hubiera sostenido el testigo en medio de los debates, si no hubiese vacil;ldo en presencia del Ministerio Público Ó del acusado, si, turbado por la majestad de la audiencia, hubiera perseverado en una declaración irreflexiva? Finalmente, la falsa declaración hecha ante el juez de instrucción,
no tiene sanción, no tiene pena alguna; sólo cuando se repite
en los debates se puede incurrir en las penas de falso testimo/lio; no tiene, pues, las mismas prendas de sinceridad.'''
•...................•.......•.......................•..••..•.•
*'
*' *'
En los escritos que los representantes de los acusados
presentaron ante los Jueces de. derecho que .han Iconocido de este asunto, alegan que el autor principal del
homicidio obró en uso del derecho de legítima defensa, y
quc su hermano es absolutamente inculpable. Ni el Juez
ni el Tribunal aceptaron esta tesis.
Si el homicidio fue obra de legítima defensa, es inútil
discutir la responsabilidad, porque la legítima defensa es
una causa de justificación plena. Quien ejerce un derecho
no puede ni aun ser juzgado. Hay que estudiar, pues, ante
todo, el punto jurídico y moral en que se apoya la justificación del homicidio,porque si exístiera esa causal de justificación surgiría de ella, necesariamente, la mayor de las
acusaciones contra la víctima del delito, como se deja
dicho ya repetidas veces, en el curso de esta larga exposición.
Ante todo conviene establecer en qué consiste la legítima defensa y cuáles son sus condiciones.
La legítima defellsa es el derecho de la propia conservación, el dcrech,) Ú la vida, que se pone en acto, de un
modo especial, cuando el individuo se ve asaltado en Una
forma,que no permita á la sociedad proveer á la tutela de
.aqueldetecho. La ddensa tiene por objeto rechazar la injuria y proveerá la seguridad propia, y tal es el fin que de·be
servir. de regla á !a misma defensa, que no puede ir más
allá, SO pena de tnspasar SllS debidos limiles, pues el derecho de. defensa \10 puede autorizar lo que no sea, necesario ~
ella. (1)
lP:<>éI.ría alguien insinuar siquiera, con asomo de ra.zón, q~n
el momento en que don Agustín Fernández fue
lI1uerto:·Violentam'~nte, injoríaba ó atacaba ásu principal
y, de:eol1$iguien-
matad()f,::<Júe la vicia de éste corría peligro,
te, que se ponía á és~:~el
cas()5le proveer á su propia
conservación? Los abogados misnios de los procesados no
se atr~ve.dan á.soslener tal t~si~JRB!.!Il~Sque se haya que •
.ridoost~e,cer el mérito prooa
'·-~de la instruc-cipnc.on
testi~~s
ad 110';, traidos á
hora* de indi~irdúos
que ~9-c4~saparecldo y 9ue no ha sido poslbl~}llterrogar
en el plenario. Nadie pq9.ri~1 con justicia, intentalrsiquiera la discusi0n
de hcc~~~Jenal1lente
demost~adQs.J. .cOmo
elde~,-ffi!~.cuando do.
- ...tí n Fernández fue ln,y.~t:t9J:~
veía ~~~o
por ur her
'.~del principal victlhi<td~J,q:l:le
éste le.dió
cuando se lIaba inmóvil, sumiso'~1:~jritima.ciórt~ ull;agente de la autori~~!y que precisamente
fu~ ~ua~ tra.t;\ba
de defenderse
súbito
é inesperado
- ataque;. que se le hacía á mansa!. _. ~fido se le dispar4 f;l
ti~oh~~jda,:.apf(Jvecha1'Jd1?
la.'
·stancia de la rgc~
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(1) ~~
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¿Se
FikIfofla detDUtcllO.
...
~i"':
concebirq~:<Jq~s~
'118 está embargado en la propia defensapneda'
amemrtat6
.• poner en peligro la vida de un tercero, distinto de .aqUel
de quien se defiende? No es esta una cuestión jurídica
que merezca discutirse, ni para la cual sea menester citar
textos legales, ni autoridades de e~positores ó pefllllistas:
es una ouestión dt::hecho, una cuestión de simpte,sentido
, común, que resolverían en la -misma forma un pobre labriego y el más sabio de los jurisconsultos.
Para paliar la evidencia,para
desconocer cirounstan·
das daras como la luz, se apela entonces á traer-á (:ueAOO
, el primer conflicto ocurrido entre el homicida y su víctíma, el 17 de octubre, en la puerta del Banco de Ex-pol'.
tadores; se recuerda que don Agustín Fernández, airado,
amenazó á su contrario, y le intimó que se armara; peto
se olvida voluntariamente qlte' cuando don Agustín vertía
esas amenazas, era cuan'do oía repetir graves insultos inferidos yá á dOn Francisco J. ;Fernánder., y expresaba bien
c1aroque las cumpliría "sieaIinln solo cabello de la cabeza" de su padre, lo que 'para el más pusilánime de los
hombres no podíasignificar'sinó
que el hijo defendería á
.su 'padre, en caso de agresí-ones ;de determi~ada 'na1t1l'ale-za,'C{ueeran de temerse. Peroaceptari(}~yorgrave.
dad qtl~ se quiera dar á esas palabras, nada de ello serviría
para modificar el carácter de las circ~n~al~cias en que se
consumó el homicidio; nada dem()st!afiaqne 'e'n:el momento en que el homicida díspatÓ~"ti)blé su víctima,estuviera amenazada ó en peligro la vidi-tl:elmismohomicida,
qnees la condiciÓn capital y sine qua n¿jndel'deredJ(¡~
'defensa.
'" , ,
y es tan verdadero lo que,se acaha'"t!¿,~deéir, que se
haY,retendido tergiv~r circut!.sla~~la!fd'e'ñ?6stradas' en la
H
'~~~~::~na~~n
áC~!~~t~~:~~~;~::,
pará
hacer creer que en el moméjI¡Q~iíetllOmíddio, Sf!' oyó
una voz que gritaba al homicida~I'~~"e.
~'~
,l\Jlta,"
~.
-t19con lo cual se ha pretendido hacer creer que fue esa
voz la que determinó la acción criminosa. No oyeron el
supuesto grito ni los agentes de Policía, ni uno solo de los
primitivos testigos que declararon en el sumario, y que
luégo han sido repreg mtados sobre ese punto especial en
el plenario; no oyeron ese grito los mismos homicidas,
puesto que 110 hablar,)n de ello sino meses después del
delito, y, de consiguierte, las supuestas palabras no habrían
podido influír en modo alguno en la consumación del
homicidio. Tampoco se ha hallado á la persona que diera
esa-voz; pero si 110ha habido manera de comprobar seme
jante hecho, sí sirve su alegación para apreciar el recono
cimiento implícito qu,~ hace el autor principal del homi~
cidio, de que las condiciones materiales cn que se encono
traba en el momento en que disparó el revólver con que
dio muerte á don Agrstin Fernández, no eran suficientes
para justificar tal' actc, puesto que es menester buscar una
cxplicaciánjmaginaria
para lograr esa justificación.
Lo que se dice de la supuesta voz, puede decirse
de otros hechos, también inexactos, que se han querido
comprobar con testinonios
no dignos de fe, surgidos
como por encanto meses después de consumado el-enmen. Ya se ha hablado antes de la circunstancia de
que don Agustín Fel'l1Úndez llevara armas en el momento en que fue rnuerb, cosa que, investigada activísima·
mente por el funcionario de instrucción en el sumario,
no pudo probarse nunca, hasta que en las Últimashorás\del
término de prueba, se produjo un testimonio, notoriainen ••
te tachable, el de Francisco Quiroga, para intentar aquelm
prueba, y luégoelde dos individuos que dicen haber visto
en el momento en qu,~ se levantó el cadáver del lugar en
donde se consun» el delito, un revólver en el, bo~illo'del
saco de la víctima, cosa- que no vieron los misllW5'que lo
levantaron, ni quieneH 10 acompañaron, ni el dueño.:deJa
casa donde se le recibió.--' Los, ·miembros del JmadO -.prey
y
-
r80 -
ciarin en su conciencia qué testimonios deben prevalecer
sobre el particular; pero sea cllal fuere esa apreciación, en
nada puede ella influir sobre la calificación de la respon-.
sabilidad de los homicidas, que no habrían tenido, en todo
caso, conocimiento de esa circunstancia sino mucho tiem·
po después de la ejecución del delito, y que, de consiguiente, no pudieron ser movidos á obrar por tal motivo.
Otro tanto puede decirse de las amenazas que algunos
testigos ponen en boca de don Agustín Fernández, no conocidas en su tiempo por los procesados, como también
-de la fábula de la compra del látigo en el Almacéll del
.Día, hecho que no se intentó siquiera probar.
Demostrado, sin dejar lugar á duda, que don Agustín .
Fernánclcz no agredía, en los momentos en que fue muerto
violentamente, y que nunca hubo agresión de aquellas quc
fundan y autorizan la defensa legítima, justificativa de los
resultados quc dc ella emanan; comprobado, al contrario,
que en el momento del homicidio se defendía el mismo
Fern{mdez del ataque que por la espalda le hacía un hermano del principal victimario, no puede sostenerse en derecho que el homicidio se perpetrara en uso legítimo del
derecho de defensa.
Con todo, y á rie;;go de oscurecer con nuevas .argu<mentaciones una cuestión bien clara de suyo, debe examinarse para agotar este pttntosi en el homicidio perpetrado se encuentra alguna otra' de las condiciones de la
defensa legitima.
Suponiendo que los homicidas se hubieran encontrado en peligro por un acto de quien había de ser suvíctima - cosa contradicha por todos los datos del proceso,sería necesario demostrar que ese peligro era\1npeligro
gr{Jve, que en ellellguaje
juridi-coequiv<lle á un peligro
irreparable y actual (1). Dónde estuviera ni en que con(1) Garraud,Traité
de D1'#Iit,paal,.vol.l,
244.
-
181 -
sistiera ese peligre que amenazara á los homicidas, es cosa
de que no se hall." ni principio de prueba cn todo el proceso, y, de consiguiente, que fuera irreparable el mal que
amenazara como un peligro, es cosa que ni aun puede
enunciarse con viw de razón.
Los males graves que pueden autorizar la legítima
\
.
defensa. son los qu~ amenazan la vida, la illlegridad corporal, la libertad ó el pudor de la persona atacada (1); pero
,de ninguno de eso:; males se veían amcnazados los homicidas en el momento del delito.
La defensa legítima, como todos los dcrechos, tiene
sus límites. "Si la persona atacada ha podido sustraerse
al mal con que se le amcnazaln, de otra manera que cometiendo la infracci();1, el homicidio, los golpes ó heridas
le son imputables. Podemos sustraernos al peligro con
que se nos amenaz;;, )reviénclolo anticipadamente,
6 tomando precauciones para e\'itarlo, Ó nsando de expedientes cn el momento {~nqne nos vemos atacados. De consiguiente, el peligro contra el clIal estamos autorizados á
defendemos con la fuerza debe tener tres caracteres, que
sea imprevisto, actual, absoluto."
Si al homicidio cometido en la persona eJe don Agustín Fernández se apl ican los prillcipiog expresados en las
palabras que preced(~n, tomando de tIno de los primeros
penalistas contcmporáneos, hahrá que convenir en que en
el proceso que se jll;:ga no se puede ni aun hablar de la
legítima defensa de ~p;¡rtc de los encausados. Si pudiera
olvidarse cuál era la po~icic'Jl1respectiva de los autores del
homicidio y de la víctima en los m~entos
del delito; si
se prescindiera de co 1siderar qlledeh- Agustín Fernánder,
subordinado primero á la intimación de un agente de la
autoridad, y empeñado luégo, sin Sll voluntad, en una lucha en que llevaba la peor parte, mal padía amenazar á
(1) Gal'rll\ld, obra cita.!a, 244.
-
182 -
nadie, no podrían desatenderse las observacioues que ya se
hicieron en la primera parte de esta exposición, para demostrar que el principal autor del homicidio, previó que
podía presentarse un nuevo conflicto con quien había de
ser su víctima, como los resultadGS probables de ese conflicto, y que no sólo no tomó las precauciOl}CS eiementilles
del caso para evitarlo, sino que se puso, voluntariamente,
en condiciones de que se realizara, por no decir en situv
ción de provocado. ¿Cómo podría sostenerse, pues, que
los homicidas de don Agustín Fernández estuvieran en la
situación jurídica que autoriza la defensa y que legitima
sus consecuencias? ¿Ni cómo podría aseverarse, de cansí ..
guiente, que don Agustín Fernández, á tiempo de morir
obrara como injusto agresor?
***
En el sistema adoptado por alguno de los defensores
de los procesados, como en el primitivo á que acudieron
éstos, se ha pretendido excusar el homicidio EOsteniendo
que los dos responsables del delito estaban privados de la
razón en el momento de consumarIo. 11 Aturdido por los
golpes y desesperado por los nervios, en una situación tan
desgraciada como esa, no sé lo que hice ni lo que ha pasado," dice el autor principal del homicidio en su primera
indagatoria (fs. 7 á II del cuaderno principal). El segundo
procesado dice también (fs. 14 á 16 del cuaderno citado),
al preguntársele si no sintió un disparo. liNo sentí l1ad~
porque el golpe me atontó." No es necesario un laborioso
razonamiertt-o para demostrar que los dos sistemas de defensa son inconciliables: el uso del derecho de legitima
defensa supone la plenitud de la razón en quien se defiende y ejercita ese derecho, midiendo el peligro y adoptando
los medios adecuados para evitarlo ó dominado. Quien se
halla en estado de inconsciencia no puede ej~~~
un
derecho) ni medir ur. peligro, ni aun darse cuenta de él.
Por otra ,parte, la legitima defensa es un;.t causa de justificación, la privación de la razón es una causa de excusa,
dos cosas sustancialmente diferentes en el campo del Derecho pen:!l, y que, de consiguiente, no pueden coexistir
en un mismo acto y respecto de un mismo individuo.
Pero si prescind.endo de la contradicción de ese sistema de los procesados, se circunscribe el examen de la
cuestión al punto de hecho de la pérdida temporal y si·
multánea de la razón en ellos, habrá que convenir en que
los datos de los autos no sólo no dan fundamentos suficientes para sostener tal tesis sino que la contradicen.
No están de acuerdo cn un todo los testigos f>obre la
naturalc7..a y número de los golpes que don Agustín Fer·
náodezdiera á su contrario, ni sobre los que él mismo recibiera, ni es indispensable para formar acertado juicio
sobre los hechos -que exista ese completo acuerdo en este
como en otros puntos de la investigación, puesto que
tocIos los testigos no presenciaron el desarrollo de los sucesos cIesde un misn-.o mQmento, ni estaban á lIna misma
distancia del lll~ar en donde se (h:sarrollaban, ni los órganos de la visión en tt)dos los hombres tienen unas mismas
condiciones, ni hay H1 todos lo,; individuos la misma pers-_
picacia, ni aplican de llna misma manera la atención á
los hechos que pres~nciall. Y así no es cosa insólita que
de varias personas q.le concurren, v. 15:, á un espectáculo,
algunas se den cueo.a de pormenores que pasan inadvertidos para-otras, sin que de cito pueda deducirse quc la
falta de acuerdo completo que (,xista entre los diferentes
relatos de los \'ari()s~~igos
de un mismo acto, iinplique
falta de veracidad en
- J~rnanálif.is de pruebas judiciales que olvide estos ru
-Jarios principios de lógica,
sería inaceptable, puesto
- el derecho no puede ser
<:omo 10 dijo iró~icamente 'un jurista célebre, "el arte de
i~orar: metódicamente: 10 que to~e1 mundo sabe."
m
-
184
-
Es verdad que un golpe en la cabeza puede producir
conmoción
cerebral;
pero no todo golpe la produce, ni toda conmoción
cerebral puede confundirse
dé la razón, que excluye la responsabilidad
con la pérdida
penal, ni en
los autos existe prueba alguna, directa ó indirecta, que incline'el ánimo á creer que, cuando quienes causaron
la
muerte de don Agustín Fernández,
ejecutab;-,n los actos
de que se les acusa se hallaran fuera del liSO de la razón,
sino que, por el contrario,
la forma en que se reaIi7..aronesos actos, segÚn el dicho de lamayoría,
si no de la unalii·
midad de los testigos presenciales, comprueba
de un modofehaciente que los responsables
del homicidio
procedían
con la plenitud de sus facultades
mentales.
Heléanse una
{¡-una las declaraciones
de los testigos dignos de crédito, y
sé reconocerá
la exactitud de lo que se acaba de expresar.
Para dar algÚn fundamento
á la excusa últimamente
expresada, pidió la defensa el" concepto
de varios peritos
médicos,
de los cnales sólo uno ha c1cchra(lo, el señor
dOctor don Juan David Herrera, distinguidísill10
Profcsor,
quien, conociendo
los deberes de su profesión y siendo
como es hombre
de ciencia, se abstuvo de hacer Cualquier afirmación
categórica que pudiera inducir á error, ó
de deducir conclusiones
precisas, con las cuales se hubiera
podido Ilegar á torcer, aun involuntariamente,
el criterio
de los J ucces. El perito, cn vista de datos que se le suministran, declara que ciertos traumatismos
pueden ocasionar
lesioncs 11lOlllc¡ztálleas 6 transitorias de las fawltades
I1lwtales, cosa que es bien sabida en Medicina
legal; pero no·
afirma que en el autor principal del homicidio se pródujeran efectivamente
esas perturbaciones,
y quc su razón
estuviera
perturbada
cuandoej~cutó
el hecho criminoso,
que es lo que la Justicia necesit~5aber.
Habla el mismo
perito de posibilidad de ofuscación momentánca al el libre
uso de las facultades
intelectuales, pero no afirma que esa.
ofuscación existiera en el caso concreto que se le-consu1ta~
-
r85 -
por último, reconoce que las .contusiones en la cabeza del
proces~do pudieron ser causadas por un bastón ó por Ot1'05
muchos instrumentos contundentes,. pero no afirma cuál
fuera su verdadera causa. En resumen, el concepto del perito nombrado, no t:S en realidad un dictamen pericial,
que contenga conclusiones precisas que sirvan para ilustrar el juicio de tribunal alguno.
Pero es el" caso que los mismos hechos que sirven
para el estudio médi'~o-legal en este punto no son hechos
probados debidamente, y de los cuales pudieran deduCirse
conclusiones científi::as precisas.
En' primer lugar, no está demostrado, de una manera
clara y perentoria, :JllC las contusiones ó traumatismos
qu. h;-,lIaron los méc icos oficiales en la cabeza del <ltitor
principal del homicidio fueran causadas por golpes que
le diera el señor Agustín Fcrn~lndcz. El reconocimiento
pericial que se debiÓ practicar inmediatamcnte después del
homicidio, no se hizo sino al día siguiente, y no se puede
olvidar quc el proc(~sadQ mismo, en elmolll(;nto en que
se presentó á b Pohcía, después de cometer el delito, no
hizo presente que tu··jera esas- lesiones y solamente advirtió que el sombrero q Ut' llc\';lba estaba maltratado ó ajado.
Varias horas después de la comisión del delito, en la primera indagatoria, fue cuando hizo presente que tenía
algunas contusiones en la cabez,!.
Si á eso se agregl que segÚn todos los testigos que
vieron de cerca á don Agllstín Fernández, éste no llevaba
inmediatarnenll ,lnte~; y en el momento del encuentro sino
una varita flexible (i!~lIalá la que se presenta al Jurado),
que se rompió al primer golpe, no es fácil aceptar que
los destrozos que se.en en~ombrero
del homicida, se
puedan atribuír á los golpes dichos, y otro tanto puede dedrse, de consiguiente, de las contusiones reconocidas en
la cabeza del procesado al día signioote del homicidiQ~'Es
d mismo perito señor doctor Herrera quien lo dice; al
-
186 -
hablar de aquellos traumatismos y de las rotucas y ·desgarraduras del sombrero, que parC!clt evidente fuero,.· prQ(i.u.
cidas por un illstrumento contund&nú más fuerte que una
varita flexible. Si, pues, existe prueba qoe 110 se ha podido
desvirtuar,-á
pesar de los esfuerzos de la defensa,,..-de-,:;
que don Agllstín Fernándcz en el momento del homici·
dio sólo llevaba ulla 7'arita flexible, hay que concluir, conforme al mismo parecer del doctor Hcrrera, que los leaumatismos hallados en la cabeza del autor del homicidio no
fueron causados por los golp.es que le diera aquél.
y llegando rectamente á· tal conclusión hay que apartar del debate toda disertación ó discusión sobre la excusa emanada de la privación ó perturbación de las facultades mentales del principal ejecutor del homicidio, c\psada por aquellos golpes.
**'*
El final criminoso del encuentro del 19 de octubre,
en que pereció don Aguslín· Fernández, tiene caracteres
claros y definidos que no se pueden O9Curecer, aunquc el
proceso presente deficiencias
aparentes contradicciones
en puntos secundarios, que no afectan el fondo mismo de
las cosas. El punto del crÚneo en donde penetró la bala
que produjo la muerte de Fernández, habla por sí solo lo
suficiente para ilustrar la mente de los Jueces, por más
que exista en los autos la adición de última hora al dictamen de los señores médicos [oficiales, quicnes no puede-!:
determinar la posición en que se hallaran victimario y
víctima, re:-pectivament.e, en el momento del homicidio,
"por ser la cabeza un cuerpoqlle gira al rededor de las vér.
tebras," expresión que no necesita de análisis, y que únicamente sin'e para demostrar el interés que ha habido
en justificar las tardías explicaciones. del principal autor
del homicidio que se juzga. Si la cabeza de un maniquí
no gira, como diríanios señores perit08;médicos, al r-ede-
o
-
J87 --
dor de un eje ni siquiera sobre él, ¿qué podría decirse de
la cabexade un hombre? y aun suponiendo que se pudie·
ran admitir tales ex¡:licaciones ideadas para modificar la
verdad de las cosas, el cuello de la camisa del occiso, que
está á la vista de los Jurados, es también testigo mudo, que
nadie puede contradecir.
Pero todos estcs datos son sllperabundantes desde
que los testigos pres.~nciales, que no pueden ser tachados
de parcialidad, mucllos de los cuales ni aun conoCÍan á
los actores del Sllceso, declaran á una, que en el momento en que don Agustín Fernández fue mucrto, se
hallaba en incapacidad de defcnderse del disparo homicida, empeñado en \ na lucha imprevista, iniciada por el
hermano de quien &;paraba sobre él; que don Agustín no
pudo prever el ataqu e t~n esa forma, en esos momentos, y
que, de consiguiente, el homicidio se ejecutó en circunstancias de estar sobreseguro el que lo ejecutó, y desapercibida é indefensa la víctima, circunstancias que rlaéie ha
discutido, ni podría discutír, y que constituyen el fondo
moral de los hechos, quc el Jurado apreciará en conciencia.
Las circullstancias de estar c10n 1\gustín Fernándcz
por tierra Ú en pie, de frente ó dando la espalda á quien le
disparó el proyectil que le produjo la muerte, dadas las
demá5 condiciones dd homicidio, plenamente comprobadas, cn nada modifican la naturaleza moral y legal del homi.
cidio. Se puede llegar ;'l suponer, contra todo lo que dicen
los autos, contra lo que dice el sitio mismo de la herí da
en la parte posterior (el cráneo, quedun-Agustíl1110 fuera
herido por la espalda; pero ¿cómo-- - - mostraría quc 110
se le dio InLterte cuando estaba
lrcibido é indefenso
para \1 n ataque de la r,aturaleza del que precedió inmediatamente al homicidio, Y~'!lá.f1.(h)elhermano menor lo "tenía
imposibílitado para eiudi":'= :ataque homicida del mayor,
que podía darle muer:e s
- _ o para sí y con toda -~:.
guridadl¿:Ni cómo podría pretenderse, no ya en Derecho,
-
188-
sino conforme á la simple razón, qlle la cooperación
del
hermano menor en el homicidio,
cooperación
necesaria,
indispensable,
sine qua HOIl para la consumación
del he.
eho,pudiera
considerarse
como cosa indiferente,
cuando
nadie puede poner en duda, dados los antecedentes
y el
curso de la escena criminosa, que sin la presencia de este
último los hechos se hubieran
cumplido de otra suerte, ó
que hubieran tenido un desarrollo diferente?
Al J mado no le incumhe
apreCiar jurídicamente
los
hechos que están sometidos á su juzgamicnto:
es más, la
ley le prohibe; de una manera expresa que ponga atención en la ley pcnal, y en las consecuencias
que con relación á ella puede prod llcir SlI veredicto.
Sería i noficioso,
pues, discutir las cuestiones puramente
legales ó de penalidad ante el Jurado, que debe limitar su atención á las
cucstiones de hecho. El Juez sabe el Derecho ó sea la ley
penal, y lo aplicará con su recto é ilustrado criterio, según
el veredicto del'Jurado.
Para esa aplicación con bases precisas y definidas,
tampoco
cabe debate en caso tan claro
como el presente, y el que pudiera
caber es de cargo del
Ministerio Público, guardián de las leyes.
Por otra parte, y aun suponiendo
que la discusión
sobre la aplicación de la ley penal fucra útil ó necesaria,
la familia de la víctima repite que no ha vcnido á esta audiencia á buscar el alivio dc su dolor con persecllciones
y
venganzas, no ha venido á exigir mal por mal, sino que
ha venido i cumplir un deher imperioso y sagrado:
el de
defender el buen nombre y la memoria del hijo, qne pe.
rceió sin poder defendersc, y que fue sacrificado,
porque
el amor filial lo llevó á querer vindicar la honra de quien
le dio la vida. Ese es el amargo grito de dolor del padre
ante el cadáver aún palpitante;
IIp,erdónamc,
hijo mio!",
grito en que se exhala el pe~r indefinible
de no haber
previsto el peligro para el hijo al entrar en relaciones con
un enemigo
comael
que le dio muerte.
Y con todo, ni ese
- grito dd alma, digno por lo menos de respeto ó compasión,
ha quedado fuera del alcance de la iracundia ck los homicidas, que lo han querido convertir tambiéll cn un recurs()
para tergiversar los hechos y para injuriar y ultrajar en
una nucva forma al p:ld.-e de la \'íctima.
A la familia Fcrn~ndez no le interesa una condenaciÓn
de los procesados á lal ó cual pena: es mÚs, si recollocicla I::t
rectitud, la nobleza, 1;\ justicia de los procec1l'r·c'sdel hijo
, muerto, estuviera en manos de sus deudos librar de toda
sanción penal ó legal i~los que le segaron en Ror ese vástago, orgullo del hogar, acaso lo haría, siempre qu~ no se entendiera que la sociedad condenaba con ello la memoria
del occiso, Ó quc autorizara Ó justificara el proceder de
los que le dieron mm rk, en circunstancias que las leyes
mismas y la¡concicnc:a pÚblica consideran como de las
más graves de cualquier homicidio: la superioridad de
. fuerzas de los homicicas sohre la \"Íctirna; el hallarse ésta
inerme; el haberse inferido la herida mortal, después.de
haberse iniciado el ataque por la espalda del occiso; el ha~
ber prescindido el prin.:;ipal acusado de los medios que
tuvo el) su malla para evitar el conflicto, y el haber busca.
do, (:1también, ocasión de que se cumpliera el homicidio.
Tampoco ha querido la famili.l Fern(\I1c!cz buscar una
indemnización que el Derecho y la simple equidad leatribuyen por la pérdida :lel sér querido. El perito que cstudiÓ el punto jurídicamt:me, y que avaluÓ el perjuicio en la
forma que 10 manda 1;:, ley, seiialÓ ulla cantidad relativamente considerable, cc,mo valor de la indemnización debida. La familia -F-emández, manifestó, desde el~primer
momento, que no recbiría un céntimo de esa cantidad,
que se destinaría, llegado el caso, á-u~ obra de beneficencia pública. Quiso la familia ofen,djda, á la vez que dar
satisfacción á un íntimo sentimiento, mostrar de una ma.
nera palmaria que no la movía ningún apetito innoble,
óinguna pasión vitupt~rab1e.,;y que sólo usaba de.losme-
dios necesarios para realizar una justificación no solamen.
te lícita, sino laudable, digna de respeto, yaun de enea·
mio, mirada la cuestión por el aspecto de los deberes que
imponen la sangre y los vínculos de la familia. Ni una
línea se ha traspasado el límite de ese campo de indiscutible legitimidad, en que se movería todo hombre de cara·
zón en circunstancias análogas.
No ha querido la familia de la víctima agravar la condición de los procesados con acusaciones de otro género.
Si hubiera imitado la conducta de los autores d~ la muerte
de don Agustín Fernánde1., que han acudido á todos los
medios de difamación, se h'i.lbiera podido hablar. con asomos ;de justicia, contra la llamada awsación particular,
que, como se está viendo en esta misma exposición, es
sólo una defensa, la más justa y necesaria, la más obligatoria de todas las defensas. Los que se fingen escandalizados de la presencia del padre de la víctima ó de su representante en una causa en donde se va á discutir su honor y el de su hijo muertot quieren cerrar los ojos ante
la iracunda campaña contra la honra de los ofendidos por
el homicidio, empresa que no ha cesado un solo día desde
que cayó á la fosa don Agustín, quien no apaciguó con el
sacrificio de la .ida, un odio ql!e no sacian sangre y lá
grimas, y que, como el de las furias mitológicas, acrecienta
sus iras á medida que ve caer en torno suyo nuevas y
nuevas víctimas. Los que declaman contra la defensa de
los ofendidos, qucrrían que á tudas las torturas que ya se
han impuesto á esta familia desgraciada, se añadiera el del
forzado silencio, el. del obligado mutismo ante todos los
insultos, ante todas -las calumnias, ante los testimonios
producidos para desfigunt: hechos reales é indiscutibles,
testimonios tachables;de>iadividuos que huyen atemori.
zados por su conciencia -para no comparecer ante el J lirado. Si ha habido, acusación y venganza en este proceso,
-es la que sin; descansar una horan; un díananempdiado
los-victí mari os, uSL.mlo de todas las armas, contra el padre
y la familia del hombre á quicn sacrificaron.
Transido de dolor, agobiado por la amargura, ha querido
hacer
oír
SlI
V:JZ
ante
los Jueces
el padre
de don
Agustín Fernánde~, para mostrar quién fue su hijo, cuáles
fueron sus proced ~rcs. cuáles sus antecedentes desde niño,
el jnicio que de él se formó la sociedad, y las circunstancias en que pereciÓ. El proceso es más que elocuente sobre
todo dio por la c¡Jidad de los testigos, intachables de alta
posición
social, d·~ conocida
moralidad
y serenos
en sus
dichos.
Desde los mae"tros de don Agustín,homhres rtspetabilísill1os,-- C.l~utos lo conocieron, declaran á una
sobre sus excelentes condiciones morales, su exquisita cultura y sus elevadas dotes intelectuales, todo lo cual sirvc
para presumir rectamente cuáles fueron siempre SllS procederes. Y ni aun esto quedó fucra del alcance de la saña
de los amigos d·~ lOS homicidas, que hicierohmofa
de
todo eUo, creyendo que por ese camino se padian justificar
los autores del delito.
A-la. vez, se ha demostrado en la causa cuál fue la
conducta del padl'c, su espíritu conciliador, su ánimo de
evitar -llfl litigio, y cómo agotÓ para ello todos los medios
que tuvo en su mano, con qu(: ecuanimidad y aun manse·
dumbre se comportó en los sucesos que antecedieron al
delito que hoy se juzga. Esa era toda la misióncle la fami~
-lia Fernández, que tiene que declarar hoy, con dlli6t,que la
protección de la autoridad pública estm'o mtty'fujos de
ella en los días €n'qiIe&,epropalaban las publicaCiones que
dieron tugat· al primet~~icto,
en cl momentodddelito,
cuatido·losagentes
de Ia-"Polida presenciaban la escena
del hOllii€idio, y más tarde, cuatido ostensiblemente se
pasaba sobre tocb ley para mantener en libertad ·á· ufl()de
los re~ponsa,ºJeg del homicidio. Y hasta ahora ni una queja
ha~--de"buC<l
de esa familia¡ooEontra aquel abandono,
por no usar de otro término, en que la han dejado entidades
encargadas de velar por la seguridad y derechos de los
miembros de la sociedad.
La Justicia ya Ú dictar el fallo en que se decidirá
á la par que sobre una imputación penal, otro punto
quizá de más trascendencia y de más elevado carácter,
cual es el de saber si es licito dar muerte á un hombre
para vengar una injuria, cuando esa misma injuria fue
provocada por otra mayor que hirió los sentimientos más
gcnerosos que mueven al bijo; si se preconiza la teoría
de que el individuo pueda aplicar por su propia autoridad la pena de mucrte, espiando una ocasión para hacerla, aunando sus fuerzas con las de un tercero para sacrificar ;'l quien lo ofendió, atacándolo por la espalda cuando
está inerme, empcíTado contra su voluntad en una riña, y
en incapacidad absoluta de defenderse; si es admisible
que quien ha satisfecho así su pasión de venganza, yse
ha hecho justicia por su mano, pretenda luégo justificar sus procederes y completar su obra proponiéndose acabar
con el honor del nombre de quien en aquellas condiciones fue sacrificado, como si la deshonra de la familia ñel
difunto pudiera borrar la sangre de las manos de los vic.
timarios, y hacer justos, rectos ó leales los procederes que
éstos usaron para ;trt"cbatar la vida á un semejante. El Ju.
rada no podrá apartar de Sil mente esos pensamientos, ni
podr{l olvid¡lr que el día en quc la sociedad autorizara
tácita ó expresamcnte esa forma de justicia personal¡ habría desaparecido toda nociónde ley, yhabria dcsaparecido
para que el más osado, el menos re5pctuoso del derecho
de los demás, se convirtiera en. árbitro de la vida ajena,
violando así el precepto legal como el solemne del Decá.
logo, norma suprema de la Moral y de la ley positiva
humana.
JOSE VICENTE CONCHA
PRINCIPALES PRUEBAS DEL PLENARIO
Señor Juez 2.° Superior.
N ombrado por pa-te del Ministerio Público perito avaluador de perjuicios, en la causa á que ha dado lugar la
lamentable desgracia de la muerte violenta dd Sr. D.
Agustín Fernández, de la cllal han sido llamados á responder los no menos des¡~raciaclos caballeros Sres. Roberto
y J. de Jesús Tobón, procedo á dar mi dictamen, en el
cual, si como lo temo mucho, no he podido alcanzar la
verdadera solución, no ~;eráciertamente por falta de la dete·
nida meditación y el atento estudio que demanda la seria
cuestión que se me ha cncargado resolver, sino porque,
como á nadie se oculta, el asunto presenta ante la Ciencia
del derecho diversidad de faces, sólidas unas y puramente
aparentes otras, en med.o de las cuales se puede extraviar·
el criterio.
He jurado desempeñar el cargo con fidelidad, lealtad
é imparcialidad, y en e~,te sentido sí puedo asegurar que
estoy tranquilo porque me siento libre de todo sentimiento
personal que pudiera ofllscarme: no conocí á la víctima ni
me ligan relaciones siquiera sea de saludo con su señor
padre; tampoco he tenido relaciones de amistad con 10_8
caballeros acusados. Así, pues, la dificultad no está para mí
sino en la cuestión puramente científica.
-
IV-
Tódo dictamen pericial deb e ser motivado ó fundado
en razones expresas, porque así lo exige la ley con sobra
de lógica, ya que el concepto de expertos, no hace plena
prueha sino en cuanto el Juez halle correctas las razones
en que aquél se apoya. (Ley 105 de 1890, Art. 79)·
Obediente á esta exigencia legal, entro á examinar la
cuestión.
¿ Qué es lo que constituye el perjuicio ocasionado por
la muerte de un homhre? ¿Se trata de saber cuánto valía
en dinero el individuo muerto? ¿ El pago de perjuicios es
Ulla pena adicional que la ley impone al reo, caso de salir
vencido? En ¡;;uma: ¿cuáles son los eltmentos que el avaluador de perjuicios, referentes á un homicidio, debe tener en cuenta para determinar su precio?
Tales son las cuestiones que he creído necesario examinar para hallar el concepto práctico más cercano á la verdad. La ley ha guardado silencio sobre esos puntos y no
conozc{) expositores que traten la materia con la debida
detención. Procedo, pues, únicamente acompañado de mis
.escasos recursos intelectuales.
1
Avaluar la existencia humana es un imposible, porque
el hombre no es una cosa ni un sér susceptible de precio
en el estado actual de la civilización. Cuando la ley dio
acción civil para cobrar perjuicios producidos por un
hecho que los cause, no pudo referirse en manera alguna
á monstruosos mercados en quese cotizaran las vidas. El
hombre no es una propi~dad de nadie, sobre él no ejerce
derecho de dominio sino' él mismo, yeso con tántas limi.
taciones impuestas por la naturaleza, que ya la ciencia ha
demostrado que es falso el aforismo de que "el homhre es
esclavo de sí mismo"; el hombre no es esclavo sino de la
naturaleza; ella lo impulsa y él la obedece; ella lo dota de
facultades más ó menos felices y él las disfruta hasta don-
-vde ella misma quiere permitírselo;
la naturaleza,
sabia Ó
caprichosa,
lo bota al mundo en hora inopinada,
lo sitúa
en el lugar del Glob"J que él tlO ha elegido y lo coloca en
medios que pueden serie propicios ó adversos y que tampoco él ha de,ignad J.
La antigua Legi ~lación Romana sí consagraba
el derecho civil de propieda::l del padre de familia sobre su mujer,
sus descendientes
y ~,W' esclavos: él era dueño de sus vidas
y haciendas,
Pero esa dura in~;tituciÓn caducó al impulso soberano
y grandio1'>o del Cristianismo,
que hizo al hombre libre y
emancipÓ su concienci;¡. Hé aqlli la gran Redención;
por
eso el mundo se postra 'lll(e el snblime r~cdentor.
L:l conciencia de ia !'OSe,iÓll y el ejcrcicio de esa liber~
tad es lo que cOllstitllJC Ll di:{Jlid<Id del homhre, su verda.
dero valor.
Fácilmente
se cO¡;1prcnLkr,'t ;dlOra, por qu(; ese valor,
ese precio de la redenciÓn, IJO pli,-de trocarse Cllllna cantidad el<; viles moneda ~;.
PUl'
compran
eso,
cnando
conciencias,
110
pudiénd,)se
es tan
comprar
vil el vendido
vidas,
se
cUIno rnise·
rabie el comprador.
E~;o~ no son cristianos, esos han despreciado
la. obra del ~ u [¡lime Mártir, y se han arrojado
voluntariamente
al fango para que nadie los considere
como infeliz ralea,
¿ Quién,
pues, sería ::1 perito avaluador
de vidas
sino
ó con-
ciencias? No podría ser Olro que un traficante en esas especies; pero ni aun así, el a\'alúo podría aplicarse á los
hombres libres.
II
,
¿ La acciÓn civil de indemnización
de perjuIcIOS es
una pena adicional fulminada
contra el acusado vencido
en el juicio?
Esta es otra
faz de la cuestión,
qu~á
ser contestada
-
VI-
afirmativamente, pondría al experto en el caso de entrar á
decidir a priori, sobre la culpabilidad del acusado, de examinar cuidadosamente las circunstancias del hecho, de
dasificarlas en agravantes ó atenuantes, en una palabra, de
resolver lo que han de resolver el Jurado y el Juez.
Pero no: la respuesta negativa se impone.
Puede haber un delito perfectamente probado y por
consiguiente digno de castigo, sin que haya perjuicios. El
delito de hurto frustrado, Ror ejemplo, no deja escapar al
delincuente del condigno castigo, y sin embargo el interesado no ha sido lesionado en sus intereses. El perjurio
comprobado de un testigo, tampoco produce perjuicio,
porque careciendo de valor el testimonio, en nada afecta
la causa contraria, y sin embargo, el castigo se impone
irremediablemente.
Viceversa: hay casos en que un hecho no da lugar á
la sanción del Código Penal, y sin embargo, produce la
obligación de indemnizar perjuicios. Tal es el caso de
falta al cumplimiento de un contrato.
De aqui ;;e sigue que la indemnización de perjuicios
por un delito es independiente del grado de culpabilidad
del acusado; que en su determinación ó justiprecio no
entran para nada las circunstancias del hecho, y basta que
se declare por el Juez ó el Jurado, en su caso, responsable al acusado, para que el ofendido tenga la acción civil
que le permite ser indemnizado.
Al perito, pues, no le incumbe sino determinar el valor del perjuicio, haya ó no un responsable de él; Y por lo
mismo le es vedado avanzar concepto alguno sobre la culpabilidad ó inocencia del acusado, lo cual simplifica en mucho su tarea.
'. Las razones que dejo expuestas conducen á otras dos
conclusiones que es preciso tener en cuenta:
El valor de los perjuicios ocasionados es también independiente del número, las necesidades y las circuostan-
-
VIl-
·das felices ó desgraeiadas de las personas que tengan derecho á la. indemnización.
El que incendia una casa, por ejemplo, queda obligado á pagar su valor y la renta de que ha privado á su
dueño, sea éste rico 'J pobre, joven ó anciano, feliz ó desgraciado, pudiente ó menesteroso.
De la misma suerte, las circunstancias en que se halle
la ~ersona obligada á indemnizar perjuicios, no pueden
ni deben influir en el justiprecio de los mismos. Ni la conmiseración ni la sev,~ridad, ni la simpatía de la causa ó el
encono contra el acusado pueden servir al tasador, de medidas reguladoras. ~i hubiera de acogerlas, incurriría en
prevaricato.
Descartadas cono dejo, del asunto, esas faces engañosas que pueden dtsviar el criterio, surgen de esa selección los verdaderos elementos que han de tenerse en cuenta para resolver la c .Ibtión en que me hallo empeñado.
III
Pero de que el }tombre sea libre é independiente, de
que su vida no sea pr<.'piedad de nadie, no se desprende que
su existencia no sea una utilidad~al
y efectiva. Todo lo
contrario: mientras ILl.)'ores y más elevadas son sus libertades, mientras más p )derosa es SlI conciencia libre, mientras más imponente s~a su dignificación y más acentuado
su fuero individual, tamo mayor es su potencialidad para
ser feliz él mismo y para hacer felices á sus semejantes.
En ese sentido su existencia es un bien positivo y necesario para el Estado, para la sociedad, para la familia.
Por eso la función más augusta del Estado es la de proteger la vida y la libertad; diré mejor: proteger esa pode-·rosa fuerza productora, que se llama hombre libre, ha de
ser la única meta de lIn Gobierno, si se quiere que el Estado y la sociedad y 1;;, familia prosperen.
Desde este punto de vista, el hombre es una feliz reu-
-
o
VIII -
nión de fuerzas creadoras, es una potencia productora, tanto más poderosa cuanto mejores son las condiciones eQ
que se halle.
Así, pues, edad, salud, fuerza física, intelectualidad,
ilustración, virtudes públicas y privadas, vicios físicos y
morales, temperamento y costumbres personales, en una
palabra: condiciones positivas y negativas, son los elementos que pueden dar la medida de la utilidad de la éxistencia de un hombre, ó más propiamente, de su potencialidad, la cual está en razón directa de las cualidades y en
razón inversa de los vicios ó defectos físicos.
Mas no tocIa la utilidad que el hombre es capaz de
producir es sll~ceptible de medida ni de avalúo. ¿Quién
osaría avaluar el respeto de que el hombre hace una fortaleza para su hogar, ni los bienes que la sociedad deriva
de las creaciones "de su inteligencia, del ejemplo de sus
virtudes, de su celo por las libertades públicas, de SlIS esfuerzos por el progreso? Y al contrario. ¿Quién podría estimar en dinero el agravio y pérdida que sufren la sociedad
y la familia con los vicios y desarreglos de una existencia
degradada?
No quedan, pues, como elementos estimables por el
avaluador, sino aquellas facultades que conducen directamente á una producción puramente económica ó lucrativa,
que es la que en derecho estricto origina el peculio profesional.
No creo de importancia entrar á determinar si la pérdida de esas fuentes del peculio profesional, constituyan
daño emergente ó lucro cesante, porque esa clasificación
no altera el valor de la pérdida sufrida.
~.
IV
Establecidos estos principios, todo queda reducido á'
buscar en la personalidad de 11l víctima, sus facultades positivas ó negativag para la producción lucrativa.
-
IX-
Como he dicho al principio, no conocí personalmenteal joven D. Agustin Fernández, pero después de su muerte
sí me he enterado, de modo fehaciente, de qué clase de
persona fue.
Tenía 29 años cumplidos de edad, gozaba de perfecta
salud y de fuerzas y desarrollo físico suficientes para luchar con éxito [1()rla existencia.
Su educaciÚn ntcledual había sido hien dirigida. Había estudiado el Co(r:ercio en ]05 Estados U nidos en un
plantel en que dejó bien sentado su nombre; estudió á
fondo C<J Europa dectricidad, y ad4uirió al); mismo notables conocillliento:; en Economía Politica moderna, que lo
pusieron en aptitu:l de ser factor irnportlllte e;:nempresas
industriales. Poseía con propiedad el Inglés, el Francés,
el Alemán, el ItaliajJ.J y la Lengua Patrj;¡.
No he podido Cl~rciorarmc de las cualidades que se le
atribuyen eomo cu1tivaclor de la literatura y escritor de
nervJO.
En cuanto á ~11~ virtudes personales, era sobsesalicnte
por la corrección ck su conduda moral, como hombre,
como ciudadano ~r como miembro de familia. Los vicios Ó
defectos propios d~ la juvcntud, no adquirieron jamás ascendiente sobre él.
Nervioso, activo y diligente puso SllS energías y sus
conocimientos al servicio de los intereses de su padre y del
dCbarrollo de algunas importantes y serias empresas del
país, al propio tiempo que mantenía valiosas relaciones de
negocios con el Edranjero.
Que era poset:dor de una grande estimación púhlica,
10 acredita la conmoción que su desgraciada muerte produjo en la Prensa Patria y Extranjera, así como en milla.
res de personas; y ya se sabe que la palabra estimación significa conciencia de lo que una persona vale en relación
con sus semejantes.
Al hacer este recuento, no hago un elogio fúnebre
-xdictado por el sentimiento; no caben ní'deben tener cabi.
da en este lugar, arranques pasionales ni movimientos de
entusiasmo. Mi lenguaje tiene que ser naturalmente descarnado y fria, como que no se trata aquí sino de algo
semejante á un inventario judicial.
Teniendo en cuenta lo que antecede, considero que
con los elementos apuntados, el Sr. Agustin Fernández
era capaz de producir sin dificultad cuatrocientos pesos
oro ($ 400) mensuales.
Pero de esta suma deben deducirse sus gastos personales, que estimo en ciento veinte pesos oro($ 120), quedando un producido neto de doscientos ochenta pesos
($ 280) cada mes.
Esta renta equivale en Bogotá á un capital de treinta
y siete mil trescientos treinta y tres pesos oro ($ 37,333) á
la rata del nueve por ciento (9%) anual, que es el término
medio entre el interés legal y el interés corriente comercial.
Prcfiero esta rata, porque además de ser un justo nledio,
ella representa por lo común la renta de las fincas raíces,
que constituycn la colocación más prudente que sc puede
dar á un capital en Colombia.
Por lo expuesto estimo que los perjuicios que se me
han mandado aval Llar,alcanzan á la suma de trei nta y siete
mil trescientos treinta y tres pesos oro ($ 37,333)·
No pretendo, señor Juez, haber llegado en este trabajo
á un cálculo perfecto, ni mucho menos; pero sí tengo persuasión de haber puesto en él todo el cuidado y toda la
imparcialidad de que soy capaz.
Señor Juez.
JUAr-;
Bogotá, Junio 25 de 1909
B.
QUlr-;TERO
C.
Señor Juez 2.° Superior del Distrito Judicia.l.
Habiendo
teni:lo á bien ese despacho
nombrarme,
como tercero en di~cordia, perito avaluador de los perjuicios causados por nlzÓn del delito de homicidio
perpetrado en la ';)ersona del Sr. D. Agustín Femández en esta ciudad el día 19 de OclllJre del año próximo pasado, he sido
notificado
de dicha providencia
y prestado el juramento
reglamentario,
en clImplimiento
de dicho cargo paso á dar
mi concepto,
prec(,di'::ndolo
de algunas observaciones,
como fundamento.
Fuera de ser el asunto delicado por sí,
lo hacen muy interes1I1te ante la 0ríniÓll pÚblica la alta
posici"JIl pec\lIJiaria de las personas que han intervenido
CIl 01 y por 1(0I;Ulto se me excl¡sará el que !lO me limite i
la parte :orllla] del concepto
sin hacerla preceder
de una
exposiciÓn sobre el ,e~;tad" en que se halla nuestra legislación pcnal- procc, ,ti ;i e-;te n.:spccto. :\ o hay jurisprudencia entre nosotros ln ,-sta makria: la poca afición de nuestros jurisconsultos
;1 los estudios
penales que, en otras
partes, hacen el ob_et) primor<i!,ll de esb noble profesión;
la rutina con que s.: despachan estos mismos asuntos y la
poca consonancia
tu las dispu-;iciones
legales que regla.
mentan este punto, "on la cau',a de que no haya antecedentes en nuestro fon sobre indemnizaciol1cs
pecuniarias
por razón de los dditos.
El principio fundamental
está consignado
en nuestro
derecho civil en el articulo 2341 que dice: " 1<:1que ha cometido un delito ó culpa, que ha inferido daño á otro, es
obligado á la indemnización,
sin perjuicio de la pena principal que la ley imponga por la culpa ó el delito cometido."
-
XII -
Esta disposición entraña las siguientes distinciones:
la sanción civil y la ,anción penal; el delito ó culpa meramente penal; el delito ó culpa meramente civil, y el delito
ó culpa civil y penal. Para que haya indemnización se requiere pues: que se haya cometido un delito ó culpa y que
este delito ó culpa cause daño á otro.
Parece al contemplar superficialmente el artículo que
fuera redundante esta expresión: " que ha inferido daiío i
otro," puesto que es propio del delito causar d••ño. ¿ Luégo hay delitos que no infieren daño? Un gran número yde
los más graves.
La palélbra daiío no tiene aquí la acepcillO de aquel
mal directo que causa todo delito por la violación dcl derecho, este es de su esencia, el otro no.
Cuando el asesino yerra el golpe sobre SlI víctima, hay
una tentativa y bl vez hasta un delito frustrado, hay un
mal: el atentar C('lltra el derecho primordial del hombre y
contra la tranquilidad social; pero no hay un daño: hay un
delito penal, pero no hay delito civil. Luego la voz daño
queda reservada para un mal de orden especial, que liamaremos indirecto, que se desprende de algunos delitos, como
corolario ó consecuencia. Es un mal que no entra en la
avaluaciÓn de la responsabilidad ni de la culpabilidad y ni
aun factor es en la medida de la pena. Luego hay delitos
con daño y delitos sin él.
Pero cómo concebir un homicidio sin daño? Hclo
aquí: la muerte dada á un hombre libre, solo, que no protege á nadie ni es protegido, que vive á SlIS expensas, deja
tras si algún daño distinto del dírecto y esencial del delito?
No. El dueño de esa acción por daño no la necesita ni puede ejercerla. ¿La tendrá el Estado á quien se privó de una
vida tal vez fecunda para los intereses de la comunidad?
Quizá así debiera ser; pero no lo ha consagrado ninguna
de las legi~laciones de los pueblos cristianos.
Este segundo mal generado por el delito no existe. en
,
-
XIII
-
absoluto en ml! :;h05, como lo acabamos de ver en la mayor parte de las te;¡tativas; en otros se confunden los deberes del autor del delito con los derechos del damnificado, como cuand:1 ,;! padre mata al hijo ó el hijo al padre,
dentro de la patria potestada, y en el delito (desgraciadamente frecuenthimo entre lIosotroS) de muerte dada por
uno de los cónYl1g':s al otro. En estos casos aunque haya
un daño, no se hace efccti\'o por la confusión de patrimonios del que debiera indemnizar con el indemnizado. En
los delitos que II~siJnan el honor, como la calumnia y la
injuria, y los qw: van contra la hone!"tid;~d en las clases
elevadas de la sociedad, no comportan tampoco la indem.
nización civil, no porque ella no quepa, jurídicamente hablando, sino porc;ue no está ello en nucstras costumbres:
por raza, por temperamento, consideramos como depresivo
(sic) el recibir dir era en calidad de reparación por delitos
de esa naturaleza. ~ o así en los pueblos de la raza sajona,
especialmente en lo, de la América del Norte, donde son
frecuentísimos lo:; casos en que los atentados más graves
al pudor se arregbn pur dinero y la legislaciÓn se ha amoldado á las -costUIl1bres haciendo consistir lo mayor de la
sanción del delito en la indemnización civil. En verdad no
es de condolemos porque así no sea: nuestro pueblo, culto por naturaleza, tiene una idea muy elevada del honor y
la virtud para medrlos con dinero, lo;; defiende con la espada y los sanciona Gon la sangre. Finalmente casos hay
en que el daño no sólo no se indemniza, sino que debían
prohibirse como tráfico vergonzoso. ¿ Cómo permitir que
el marido cobre indemnización por el adulterio de su mujer? Un notable jurisconsulto argeJ;ltino decía á este respecto en la Cámara al discutirseun~ reforma penal sobre
adulterio: "Una aC:.lsación por aaulterio implica un desacuerdo profu nclo entre los cónyuges, una verdadera ruptura del matrimonic. Si el esposo ofendid0 no puede COntinuar la vida conyugal, es lógico exigirle como condición
-
XIV-
moral, que antes de acusar promueva el juicio de divorcio.
La prelación en la acusación por adulterio sólo se explica
cuando se trata de cónyuges depravados que pretenden
sacar ventajas pecuniarias del estado del adulterio." Esto
que acabamos de exponer es el derecho sustantivo sobre
la indemización civil por el delito; veamos ahora ligeramente cómo ha organizado nuestro Código de procedimiento la jurisdicción y la tramitación de la acción.
Dijimos que no había consonancia en estas disposiciones y vamos á demostrarlo: Basta estar iniciado en los
estudios del derecho para distinguir lag caracteres que son
peculiares de la demanda civil y los que lo son de la criminal: la primera es una controversia, todo lo hacen las
partes, exponiendo y probando sus derechos; el Juez oye,
recibe y falla sobre lo que eUas hayan expuesto y nada más;
la acción penal es una función del poder público; el Juez
dirige, esclarece por Sll cuenta y puede fallar dentro ó fuera
de las pretensiones de las partes. La acción civil para la
indemnización del daño causado por el delito es de las primera,;, y así lo deja entender el artículo 15000 (sic) del
Código Judicial y el 39 de la Ley 169 de 1896, conforme á
ellos es una acción privada que, si se intenta ante un Juez
Civil. tendrá los trámites de un juicio ordinario; y si ante
el Juez que conoce de la acción criminal, será una articulación con las formas del procedimiento civil. Así en la legislación francesa, la. argentina y otras; pero entre nosotros
la Ley 57 de 1887 la refundió en la acción pública al declarar que el Juez debe ordenar de oficio que se proceda á
avaluar por peritos los perjuicios sufridos por el ofendido.
De manera que en el fondo ha hecho casi una pena, pero
pena !iui géneris, de la indemnización civil, de carácter general, compórtela ó no el delito cometido.
Vistas las disposiciones legales, réstanos traer ante
ellas el caso concreto del homicidio del joven D. Agustín
Fernández.
-xvEra este joven de nobles prendas de carácter, admirablemente preparado, por una buena educación moderna,
para afrontar con éxito la lucha de la vida, y muy capaz
de crearse con su pro?io esfuerzo una renta. ¿Será entonces esta renta la cJantía de la indemnización? No lo creemos. La calificac ón y avaluación de perjuicios por la
muerte de un horrbre mayor de edad, de cuyo trabajo no
vivía ninguna penon:J., y sólo por lo que podría producir
viviendo, es una ficción sobre la que no puede basarse el
derecho. La indemnización no se hace sobre cálculos sino
sobre pruebas, esto es lo juridico; y dos puntos se presentan á este respecto: Primero. ¿ Cuánto estaba produciendo
antes de su muerte el Sr. Agustín Fernández? Segundo.
¿Quién estaba recibiendo ese producido, ó parte de él, y
en consecuencia á quiél,1 le falta dC3pllés de su muerte?
Ambos punto,; son materia de ,)rlleln, y no hay constancia en el proceso dl: que se haya presentado ninguna á este
respecto. Ahora, por h renta hllsc;:¡r el capital que la produce á un inter~s cac\), señalar como indemnización
ese
capital, es amortizar una deuda incierta, algo como redimir un censo, pero ni) es intkmnizar el daño, que ha de
tcner un monto cor ocido.
El Sr. D. Aguslín Fcrnández tenía veintinueve años á
su muerte: ocho ha::í;\, pues, que estaba emancipado por
ministerio de la Ie~', por haber llegado á la mayor edad;
no se había casado; estaba produciendo para sí y no para
otros. ¿ A quién, PUb, falta hoy lo que estaba produciendo
el joven Fernández? ¿A quién causa daño pecuniario su
muerte? Seguramente á nadie. En el supuesto de que Fernández a.Ún fuera menor en la época de su muerte, no
produciría tampoco para el padre, porque si el padre tiene
obligación civil permanente y cierta para con el hijo menor de alimentarlo, educado, etc .... la inversa del hijo
para con el padre es condicional y transitoria, esto es,
cuando éste se halla en la indigencia. Es evidente que el
-
XVI
-
padre de la víctima no está en este caso y por tanto no ha
habido disminución en su patrimonio, por enorme que
haya ~ido su desgracia. Tampoco se dj~ que el impulso
que el talento y actividad de Agustín daban á los negocios
y empresas de su padre (sic) han hecho disminuír estos
productos, porque en todo caso esa ayuda era de benevolencia, y no de obligación civil ni aun natural.
Esto en el caso de que D. Agustín trabajara alIado de
su padre como socio, que, si lo hacía como dependiente,
la ausencia de los servicio,; está compensada con la supresíón de la remuneración.
No, lo que falta hoy al Sr. D. Francisco J. Fernándcz
no son los recursos pecuniarios de su hijo, que cuantiosos
los ha otorgado á aquél la Providencia: es el cariño irreemplazable de su hijo, sus cuidados de alma amante y amada,
su comunicación
íntima y frecuente, su ausencia del hogar, y la noble aspiración de un padre: la de tener á quién
legarle su fortuna y su nombre, para proyectar así su propia existencia aun más allá de la muerte. Hé aquí un daño;
pero en sentido inverso, que consiste, no en dejar de percibir, sino en no tener á quién dar.
Fundado en las razones expuestas, conceptúo: 1.0 En
eljproceso no hay constancia de que la muerte violenta
dada al Sr. D. Agustín Fernández haya causado perjuicios
que deban ser indemnizados; 2. Los males que aparecen
causados por este delito no son avaluables en dinero.
Q
Bogotá, Julio 9 de 1909.
(Firmado),
IGNACIO
R.
PIÑEROS
Señor Juez 2.0 SupericT del Distrito Judicial.
Hablando en el proceso por homicidio perpetrado en
la persona de mi hijo D. Agustín Fernández, muy respetuosamente someto á la consideración del Juzgado algunas observaciones al :1ictamen del perito tercero nombrado para hacer el a\'alCIOde los perjuicios CélUS;lc!OS por el
delito, observaciones que también alcanzan al dictamen
del·perito nombrado per la parte contraria.
Lo primero que ocurre observar al leer el dictamen
pericial, es que el p'~rito ha olvidado su carácter de tál
para asumir el de c(,mcntador de las leyes que ordenan
pagar los perjuicios causados por el ofensor al ofendido.
Que sean 6 no justas y acertadas esas leyes, es cosa que
pudiera discutirse con razones mis ó menos fundadas en
un Cuerpo Legislati\'o ó en un Consejo de Estado, pero,
sería extemporáneo que lo hiciera el Juez en una causa,
como lo es el que lo h'·,gan los peritos, que son simples
auxiliares suyos. Al Juez no le inCllmbe si no dar cumplimiento á la ley, buen 1 o mala segÚn su criterio privado, y
al perito, de consiguiente, tampoco le debe ser permitido
despojarse de su carácter y apartarse de las funciones de
su cargo para disert~r sobre plintos ajenos :i él.
Es, por otra parte, impropio que ora el Juez, ora el perito, para dictar sus sfntencias y exponer sus pareceres, dentro de sus funcionesegales,
entren en consideraciones que
se deduzcan de la condición social ó pecuniaria de las partes. Ante la Justicia, como ante la muerte, todos los hombres
-son ó debieran ser gualcs. Pretender que por cuanto un
2
-
hombre
ó una familia
XVIII
tengan
-
bienes
de fortuna
carecen
del derecho
de recibir una indemnización
de perjuicios
señalada: por la ley, es cosa contraria á toda noción de derecho. Ademá~, ni el Juez ni el perito pueden fundar sus
decisiones ó pareceres en hechos que no deduzcan de los
autos, y la riqueza ó pobreza de las partes en este proceso,
no son hechos que consten en él.
Es inexactn que en las caUS;IS criminales seguidas en
Colombia no haya precedentes
de condenaciones
por perjuicios: lo contrari() es la verdad, y hast:tría para convencerse de ello revisar los copiadores
de sentencias de cual·
quier Juzgado.
Tampoco
(~sexacto
que en las costumbres
de los pue-
blos latinos no se halle el precedente
del pago de indemnizaciones
pccl1l1iarias del perjuicio causado
por cierto
género de delitos. En los tiempos
modernos,
Francia,
maestra de naciones en materia de leyes, ha tenido siempre y tiene hoy estahlecido
en su legislación y en sus costumbres
ese principio, como lo tienen todos los pueblos
europeos, y en 10s casos d( calumnia que cita el dictamen
pericial, es, precisamente,
en los que más frecuentemente
ocurren
los casOs de cuantiosas
condenaciones
pecuniarias. En cualquier
Repertorio
de Jurisprudencia
se pueden encontrar
por centenares ejemplos de lo que se deja
dicho.
Entre nosotros
ocurre que en la gran mayoría de los
casos los delincuentes
carecen de la solvencia
necesaria
para que pueda hacerse efectiva la indemnización,
y por
ello los interesados no intentan siquiera obtenerla, pero no
por ello se deroga el derecho ni las leyes en que está consignado.
De ser ciertas las teorías expresadas
en el dictamen
pericial, resultaría de hecho abrogado uno de los Capítulos más importantes
del Código Civil y todas las leyes
procesales respecto de la acción civil que resulta del delito.
.- XIX-
Es cosa sabida pOI todo el mundo, y aun una expre~
sión popubr, que la mejor riqueza que un padre pnc.ie
legar á su familia es la de \;¡ educaci('ll1 y la instrllcción, cosa
que no se pi::rdc ~n un contratiempo,
ni luche le puede
o
arrc!atar.
Ese legado rt~prl'selltt
l1l1 poderoso
esfucrzl1, fuertes
erogaciones,
y cuando los gastos (Ic: la instrucciÓn exceden de cierto,; límites y 10 son igu;des para tocIos 10'; hermanos, muchos
p;¡drcs les tienen en CWO:llta al hacer la
distribución
de \as legítim;ls. Todo esto sería cosa que no
merece ser knilb CII cLlenta, segÚn el dicta:nen pericial
ele que me vengo ocupa lelO.
Pero si lt) que: prec,>(L no hubiera
de tel1crsc en cm-n-
ta para el ava,ÚD Jl~ricial, hay otra,; circullst:lllci:!s
que no
se deben desatender
comc, lo hace el dicbmen
pericial.
Suponiendo
exactas sus apreciaciol1t~s sobre los b ':lles de
fortuna de la familia dd difunto, ¿quién ha dicho al ilustrado perito que e-ia for:lIna no pucJe elesaparect'¡' maiíal!a: :\0 son constantes y repetido:; lO,:icasos dI: 4ue una
familia que ayer nadaba en la opukncia,
maiÚna esté en
situacióll
próxima;'t la i lcligencia?
Sn muchas ocasioncs
los hijos son el sostén d,; sus familias para reveses de esa
naturaleza, y así como el ahorro es la base 'de la riqueza,
el que se hace en la forma de educación de la familia, si
no es un capital en el ri~:()r técnico de la Economía
política, sí es técnicamente
una riqucz<\ y la mejor de todas
ellas.
Pretender
quc,
por cuanto
D. i\gustín
Fernández
en
la hora de su muerte nO estuviera obligado conforme á. las
leyes civiles á sustentar
á su padre, á su madre y á sus
hermanos,
no resu1ta para ellos de su muerte ningún perjuicio material, fuera del moral, es un yerro que no necesita grandes demostraciones,
sino la simple consideración
de los hechos,
siones.
y acogene
al sentir
común
en tales
oca-
-xx Viniendo á pormenores de otra especie, e! perito no
puede dejar de considerar las fuertes erogaciones que por
consecuencia del delito ha tenido que hacer la familia del
occiso, hecho que está á la vista.
Ya manifesté al Juzgado en ocasión anterior, de una
manera expresa, que mis manos no tocarían en ningún
caso la indemnización pecuniaria que llegara á decretarse
por razón del homicidio, y que esa suma se destinaría á
una obra de beneficencia pública. Hoy reitero esa manifestación, y si objeto el dictamen de que vengo ocupándome, es porque lo creo injuridico, y porque con él se pretende dcsconocerme un derecho perfecto que me da la ley,
por la única circunstancia de creerse que mi situación pe<:uniaria me priva de derechos que esa misma ley, de carácter general, concede á todos.
En resumen, solicito respetuosamente del señor Juez,
que se sirva declarar que no habiendo cumplido el perito
tercero el encargo que se le confirió en los términos de la
ley, debe nombrarse un nuevo perito que proceda de conformidad con ella.
Señor Juez.
FRANCISCO
J.
FERNÁNDEZ
NOTA-El Juzgado no dictó providencia alguna sobre esta
solicitud.
_1
DECLARACIONES
En Bogotá, á die:: y nueve de Julio de míl novecientos nueve, el Sr. Dr. A.1gnsto Rocha se presentó en el Juzgado 2.° Superior con d :lbjeto de rendir 11\1<\ declaración
cn este asunto, el ~eñor Juez le recibió juramcnto en forma legal y bajo su gravedad é ill1puesto del artículo 408 del
C. P., prometió e1ecir verdad en lo que supierc y le fuere
preguntado. Se le leyó su declaraci¡'m rendida ante el seii.or
Alcalde L° del Distrito Capital y que corre al folio 64 del
cuaderno de prt1(~bas(e la defellsa y dijo que se afirma y
ratifica en eLa. EII scglida se interrogó al declarante al tenor de la cita que se le hace en el memorial del señor Defensor, que corre al folio 26 del cuaderno respectivo, yexpuso: que estando al p e cld cadáver dd Sr. Agustín
Fernández presencié la entrada de Sil padre Sr. Francísco J. Fernández, y le e í decir en ese momento: ••perdón
hijo mío," que fue lo único que le oí durante el tiempo que estuve en la pieza donde se encontraba el cadáver.
Se le interrogó al decla-ante al tenor de la cita que le hace
el señor Acusador particular cn el memoríal que corre al
folio 32 del cuaderno respectívo, y manifestó: que al segundo punto del interrogatorio, que dice:" ¿Sabe usted qué
personas más despojaron de alhajas al Sr. Agu"5tín Fernández y sabe cuáles ser: an éstas?", interrogatorio presentado por el Sr. JesÚs María Tobón á la Alcaldía La del
Distrito Capital, contestó: "ni v, ni sé que lo despojaran
de alhajas ú objeto alguno"; y el escribiente puso: ni vi ni
-
XXII -
'Sé quiénes etc., y le hice testar la palabra quiénes por
cambiar el sentido de la frase. No habiendo más preguntas que hacer al deponen te se terminó su declaración que
le fue leída, la aprobó y firma, con el señor Juez y el suscrito Secretario. Se observaron las disposiciones legales.
LUIS ALFREDO OTERO -
AUGUSTO ROCHA -
Agustín
Rosas B., Secretaría.
En Bogotá, á diez de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior el Sr.
José A. Barros con el objeto de declarar de acuerdo con lo
solicitado por el señor Acusador particular en el punto (e)
del memorial que corre al folio veintidós, el señor Juez le
recibió juramento en forma legal por el cual prometió decir
verdad en lo que va á declarar, y expuso: soy mayor de edad,
vecino de Bogot:í y sin generales con las partes. El día 19
de Octuhre del año pasado, faltando poco más Ó menos
un cuarto para las doce se encontraba el d('clarante parado en la puerta del Gran Hotel en compaflía de los Sres.
Miguel Goenaga y Gregario Armenta y habiendo oídQ
unos gritos volVIÓ á mirar á la calle de San Miguel y vio
que una pcrscJna corría y que otra iba cldrás pegándnle
no rec ucrdo con qué era, si paraguas, vara ópalo; que en
esos momentos intervino alguna per,ona que le pareciÓ
era un agente de policía, quien cogió ;1 uno de los dos y
los separó, que el otro se quedó parado en la mitad de la
calle, quc de pronto vio salir una persona que vestía un
sobretodo carmelita claro y le pegó un golpe por detrás á
la persona que se había quedado parada en la mitad de la
calle; golpe que en concepto del declarante debió resentir
mucho al que lo recibió por el ademán que hizo; que en·
tre la persona que estaba en la mitad de la calle y la que le
dio el garrotazo se trabó una lucha cuerpo á cuerpo; que
en ese momentóel declarante se aproximó hasta la esqui-
-.
XXIII -
na de la casa que habite, hoy el Sr. Maldonado
y que ahí
pudo distinguir quc las personas que luchahan eran el Sr.
Jesús Tohón y D. Agnstín Fernánctez y que la persona que
en un principio corría el a el Sr. Roberto Tobón; que desde el punto donde se encontraba
el declarante vio que el
Sr. Agustín Fernández e~,taba en actitud de pararse del suelo, que en ese moment,)
algunas personas se interpusieron entre el declarante
y los contrincantes;
que cn ese
mismo momento
oyó un disparo; que no vio la persona
que lo hizo; que habiéndose
dirigido al lu;;ar donde estaban peleando vio;\1 Sr. Fernández tendido en el suelo que
lo tratahan de In'antar
Ricardo Cnalla y otras personas
que no recuerdo; que cl as')ecto que presentaba el Sr. Fern:1ndez era como de unl ;1crsona congestionada;
que de
allí f\le levantado el Sr. l'ernández
por el mismo Sr. Cualla
y otras personas quc no recuerda y el Sr. Francisco Maldonado, á cuya casa se llc';Ó al Sr. Fernindez.
En l:ste estado, csbndo presente el Dr. E(\lIardo Rodrígllez P., intcrro~ó al testi~o de la n' arwra siguiente:
¿ C\l:lnto tiempom:\s ó menos transc\\rriÚ entrc el momento
\:11 que usted "io que una pc:rson;, ~'Jacaha á otra que huía y el disparo? C. ~o puecl,) prccislr CU:'ll1to tiempo que (sic) trascurriera, pero calculo qllC serían UilOS cuatro milllltoS. P.
CU;lllto tiempo tr~!scurri(') entrc ell1lomento
en que se interpusieron
v:lI'i;¡s pcrsonas quc le ocultaron la escen;¡ y el
momento
de! disparo? C, Fue sumameute
r(lpido, casi de
segundos. Preguntado
por el señor Juez, usteclle vio al Sr.
Fernándc7. antes ¡) despul:' de lllucrto arma alguna? C. ~o
señor. No le vi ninguna arma. Pn'guntado
por el mismo
scñor Juez, usted oyó er esos momentos
que alguna persona gritara: "defiéndase
D. Roherto que \0 m,ita" ó alguna expre,;iÓn parccida? No señor. No oí nada. Preguntado
por cl Dr. Rodriguez: ¿ P'.Icde usted precisar la posición
que tenía el Sr. Fernindez
cuando usted lo vio cn el suelo
¿espués del disparo? C. ::<:staba boca arriba con la cabeza al
-
XXIV
-
Sudeste. En este estado estando presente el señor Acusador
particular interrogó al testigo así: ¿ Usted vio al Sr. Agus-·
tín Fernández momentos antes de principiar el aconteci.
miento? C. Lo vi que llegaba á la esquina de la calle de
San Miguel, iba por la acera N. de la plaza, yel Sr. Gregario Armenta me dijo que acababa de pasar por frente á
donde estábamos nosotros, es decir, por cerca de la puerta
del Gran Hotel. No habiendo más pregunta? que hacer se
termina esta declaración, la cual firmalel testigo con el señor
Juez, el suscrito Secretario y los demás que en ella intervinieron. Se hace constar que en esta diligencia se observaron todas las formalidades legales.
LUIS ALF~EDO OTEI<O-
J.
FERNA!':DEZ-EDUA~DO
JosÉ
A. BARIWS-FRANCISCO
RODRÍGL'EZ PIÑEREs-Agustín
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á trece¡de Julio de mil novecientos nueve, presente en el despacho el Sr. Victor Acero, el señor Juez
le recibió juramento en la forma legal y bajo su gravedad
prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado. Expuso: Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin
generales. Se le leyó la declaración rendida ante el señor
Juez 1.° Municipal de Bogotá, de fecha once de Mayo de mil
novecientos nueve, y dijo que se afirma y ratifica en todo
el contenido de la declaración rendida ante el señor Juez LO
Municipal de Bogotá el once de Mayo del presente año,.
por ser la verdad, y que su firma puesta en ella y que dice
Víctor M. Acero, es de su puño y letra y la misma que usa,
en todos sus actos públicos y privados. Agrega además, en
virtud de lo que se le pregunta de acuerdo con el interrogatorio presentado por el Sr. Acusador Particular, que el
nombre y apellido del individuo que le hizo la propuesta
para que rindiera la declaración en favor del Sr. RobertoTobón y le presentó escrita la citada declaración fue el Sr.
Jesús Bernal, á quien ya conocía antes, como e~p~ead()..
....;..
xxven la Renta de Licon~s. No hahiendo más preguntas que
hacer se dio por terminada esta diligencia que firma con el
señor Juez por ante el Secretario. Se observaron las formalidades legales y se leyó al testigo los artículos de la ley
penal sobre perjuros> testigos falsos. En este estado, habiéndose leído al testigo la declaración indagatoria del acusado Roberto Tobón y que corre al folio 180 vuelto y 181
del cuaderno principal, y en la cual se le hace una cita
como testigo en el hecho principal. Contestó: Yo no vi
nada de los hechos á e lW se refiere esa indagatoria. ni presencil: los acontecimient'Js, pues ;'t la hora que se verificó
b llllH:rte dd Sr. Fnn;'ndcz yo estaba en mi cas;¡ de habitaci()n situada en la c;,rrer:l s0ptil11a, nÚmero 902 k. En
constancia se firma.
Lms
ALFHEDO
UTERO-
VÍCTOR
~I.
ACEHO--Agils-
tí!! Rusas R., Secretario.
En Bogob. i diez y seis de Julio de mil noveciento;;
nUl:\'e, prese:lte en el d:spacho el Sr. D. Emilio Castillo,
el señor Juez; lo jurame lt(') en la forma legal y bajo su gravedad prometiÓ decir v<:rdad y segÚn su leal saber yentender cumplir con el cargo -:le perito para que ha sido nom·
brado, y en seguida expl1;;o: examinadas las cápsulas del
rcvÓlver que se dice er" dd Sr. I~oherto TobÓn y cuyas
señales ó marcas constan al folio sesenta y ocho del cuaderno principal, y teniendr. á la vista también el proyectil que
le fue extraído a\ Sr. A~ustín Fern;mdez, se deduce lo siguiente: el cascarón es de cobre, el proyectil es un relleno
de plomo y ~mtimonio, liga que se le da comúnmente á
todos los proyectiles de csta clase de armas, tcniendo ade·
más este relleno una coraza de cobre, esta coraza tiene por
objeto evitar la deformaciÓn, que al no tencr ésta, sufriría
el proyectil en su trayec~oria y por lo tanto tendría menos
alcance. No habiendo otra cosa que declarar se da por terminada esta diligencia, que leída al exponente la aprobó, y
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XXVI -
firma con el señor Juez por ante el Secretario. En este estado agrega el exponente que no se le encontró fuera de la
pólvora ninguna otra materia explosiva y la COraza de cobre de que está forrado el proyectil le da á éste más precisión y penetración en el disparo.
LUIS ALPREDO OTERO-EMILIO
CASTILLO y GARcÍA.
Agustín Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á catorce de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior
Hafaela Guerrero con el objeto de declarar en este asunto
de acuerdo con lo solicitado en el punto (D) del memorial
del señor Acusador Particular, que corre al folio r8 del cuaderno respectivo, el señor Juez le recibió juramento en la
forma legal, por el cual prometió decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado, y expuso: Soy mayor de edad,
\'ecina de Bogotá y sin generales. El diez y nueve de Octuhre Último, como á las once y media poco más ó menos, es·
taba yo en el cllttc}¡o que tengo en la primera calle de San
Miguel, cerca del Almacéu del Día, y vi que bajaban dos se-.
ñores, uno detrás de otro. En ese momento un policía que
subia los detuvo y cogió al señor que iba adelante. Estando así separados llegÓ otro señor que vestía sobretodo carmelito claro y le descargó al otro sei'íor, que después supe
era D. Agustí n Fernández, un garrotazo por detrás, que se
lo pegó en la cabeza; el palo con que le dio este golpe era
un palo grueso. Luégo se agarraron estos dos señores, es
decir, D. Ag"ustín Fernández y el señor que le había dado
el garrotazo. En esta lucha el señor del sohretodo carme·
lito, que después supe era D. JesÚs María Tobón, tumbó al
suelo al Sr. Fernández y se le botó encima. En' esos momentos el señor á quien tenía el polící~ y que era D. Roberto Tobón se acercó á donde estaba caído D. Agustín, y
como á unos tres ó cuatro pasos de distancia le disparó
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XXVII -
un tiro de revólver; el tilO se lo hizo de un lado, de manera que el Sr. Fernández
no se apercibió de nada; después
se paró D. je~Ús María J se quedó mirando al Sr. Fernindez, quien estaba tendid:> en el suelo, quieto, me supongo
que ya estaría muerto.
Al Sr. Tobón
no lo volví i ver
porque en esos instantes se amontonó
mucha gente. Es
cuanto me consta y puedo declarar.
En este estado, agrega la declarante
que el a estaba en compañía
de su hija
Carmen
Guerrero,
cua1do
presenció
lo que ha decla·
rada. Con lo cual se termin;\ esta declaración,
la cual se le
leyÓ á la testigo, y en constancia
la firma un testigo á su
ruego, pues no puede hacedo ella por impedimento
fÍ!:;Íco,
junto con el s,=ñor Juez, por ante el suscrito Secretario.
LUIS ALFREDO OTEf~O -A
JULIO E. PONCE-Agltstíll
ruego
de Ihfaela
Guerrero,
Rosas B., Secretario.
Acto continuo,
prescnte Carmen Guerrero con el objdo de n:lldir declaraciÓ 1 ':11 este aSl.\nto de acuerdo
con
Jo solicitado en el punto O, del memorial del señor ACllsador Particular,
que corre al folio 18 del cuaderno
de pruc-
bas de la acusaciÓn, el s( fíor Juel.le preguntÚ por su ed:ld,
vecindad
y gcncr;de;;, ;'¡ lo cl!;!1 contestó:
Tengo quince
años y medio, vecina de Bogot;'t y sin genera)";;. Como el
testigo dice se:- mayor d" C:ltorcc años, el serlOr j llCl. le recibiÓ juramento
en la fOlma legal, por el cual prometió decir verdad en !,) que supi'~rc y le fuerc preguntado,
y cxpnso previa lectura ele la le'! penal sohre testigos falso;;, y en
presencia
del Sr. Acisclo PinzÓn, á quien el señor jUtz
nombrÓ de curador
de la declarante y le recibiÓ el juramento
legal. Estaba yo en la puerta del chucho de mi
mamá el día diez y IllH:VC de Octubre
del año pasado,
cuando vi bljar á D. Roberto TobÓn como ;Í las once y
media del día, por la calle de San Miguel, donde estaba yo,
y dctrás
D. Agustín
Fern{tndez,
cuando
llegó D. Jesús Ma-
-
XXVIII
-
ría Tobón y le pegó con un bastón grueso á D. Agustín
por la cabeza, y D. Agustín se asustó mucho y gritó; y D.
Jesús María botó al suelo á D. Agustín y se montó encima
de él y entonces D. Roberto se zafó del policía que lo tenía
cogido, sacó su revólver del bolsillo del sobretodo,
se subió y le hizo el tiro á D. Agustín Fernández,
quien estaba
caído; luégo que quedó muerto D. Agustín, D. Jesús María se puso al frente á mirar el cadáver, d cual lo levantaron unos señores y lo bajaron hasta la tienda del Sr. Uribe
y de allí lo volvieron á subir para la casa del Sr. Maldonado, y entonces no vi yo nada más. Pregunt,ado
por el Dr.
Antonio María Ocampo presente en la diligencia. En qué
zaguán queda el c/tucho de su mamá? C. Quedaha en el
zaguán de la casa de D. José Tamayo.
P. Hubo mucha
gente en ese momento
ó no habia nadie? C. Después del
hecho se agrupó mucha gente y antes la gente que pasaba
se paraba á mirar, pero no había mucho tumulto. P. Usted
vio si D. Agustín Fcrnández
le pegaba con algo á D. Hoberto Tobón? C. No señor, no vi que le pegÓ. P. Cuántos
agentes de policía vio usted en ese momento? C. No vi sino
un agente de policía. P. ¿Qué estaba haciendo ese agente?
C. lLstaba teniendo
á D. Roherto
del brazo. P. Desde
cuándo presenció usted los acontecimientos?
C. Desde que
vi que bajaban D. Roberto y D. Agustín. P. ¿De dónde bajaban? C. De la esquina del Almacén del Día para abajo.
P. Llevaba D. Agustín palo, ó no llevaba? C. No señor.
Qué gritó D. Agustín
cuando
le dieron el garrotazo?
C. Auxilio, que lo mataba. P. ¿ D. Agustín se cayó del garrotazo? C. Lo tumbó D. Jesús María. P. Las personas que
estaban allí no hicieron nada por impedir eso? C. No 5eñor. P. Cuando D. Roberto Tobón disparó dónde estaba?
C. Estaba junto á un poste. C. De qué lado de la caBe estaba el poste? C. Del lado opuesto
á donde estaba el chucho de mi mamá. P. ¿D. Roberto estaba abajo ó arriba?
C. Estaba
abajo. P. Cuando
hizo el tiro estaba abajo?
C. El
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XXIX -
esta ha abajo, pero se subió á darle el tiro a D. Agustín.
P. Hasta dÓnde suhó? C. Hasta donde estaba D. Agustín,
quien estaba frente al almacén de El DLí/ar. P. A qué dis~
tancia hizo fuego D. Roberto 'rabÓn? C. Como ;i tres ó
cuatro pasos poco ná" Ó menos. P. D. Agustín estaba caído con la cara para arriba ó con la cara para abajo': C. Con
la cara para arriba. t>. El tiro lo hizo por detrás Ó por deLink? C. Yo no Illt fijé de qué lado fne. P. Usted puede
calcular
cuánto
ti(~l11po duraron
los acontecimientos?
C. No sei'ior, no plltdo calcular. P. lJskcl vio algÚn bastón
rotu en L calle? C. No seiíor. P. Xinguna
persona riñó
con esOS seiiores? C. ~'o señor. P. Conocia ¡hted ~t D. Roberto, á D. Jc~Ús l\1at'Í,t Ó i D. Agustín? C. No Se!IOr. P.
Cuándo supo que clan ellos? C. Después de que pasó el he·
cho. P. Después de e lIC la gente soltó á D. }{obcrto no supo
usted qUt: se hizo el agente? C. No sei'ior.
No habiendo Irás preguntas que hacer áb
declarante
se terminó su decJaral~ión, que le fue leída íntegramente,
la aprobó, y firma junto con el señor Juez, el curador, los
que en dla intcr\'inicrun
y el suscrito Secretario.
LUIS
ALFREDO
OTERO-CARME~
CLO PI~zó",-Fl~A~;C)SCO
OCAMPO-A,~l{stín
J.
GCERRERO-AcIS-
F¡';H~ÁNDEz-;\YrONIO
:\1.
Po,as B., S-.:crctario.
En Bogotá, á ¿ie.~ y seis de Julio de mil novecientos
nueve, presente en (1 despacho Loemín Villamarín,
el señor Juez le recibió juramento
en la forma legal y bajo su
gravedad, é impuesto del Art. 408 del C. P. prometió decir
verdad en lo que va Ú declarar. Se le leyó su declaracíón
rendida en este despacho durante la instrucción
del sumario y manifestó que ~;eafirma y ratifica en ella. Preguntado
por el señor Juez ¿ ~ls1ed oyó que en los momentos
del
acontecimiento
algu1a persona gritara"
defiéndase D. Roberto" ú otra exprc,iÓtl parecida?
C. No señor. Pregun-
-
xxx -
tado por el Dr. Eduardo Rodríguez Piñeres, presente en
la diligencia: ¿ Qu':: estaba usted haciendo frente al Almacén
dd Día. C. Est{lbamos viendo unas calzonarias y otras
cosas, y c~campalldo una llovizna. P. Usted \'io á dos individnos agarrados á p:lr;¡gU:lZOs?C. Ko señor, sentimos los
golpes en la esquina. P. Usted conocía á los Sres. Agustín
Fernándcz y Roberto TohÓn antes del acontecimiento? C.
No señor, á ninguno de los dos. P. Alguno eJe los Sres.
Fernández ó T"OÓIl, llevaba algo en la mano? C. No señor, yo no le vi á nitlgllno nada. P. L1e\'aban sus sombreros puestos? C. ::\0 señor, estaban sin sombreros. P. En el
momento de recibir el disparo en qué posición estaba el
Sr. Fern{ll1c1ez?C. Estaba caído de medio lado. P. Sobre
qué lado? C. Ko recuerdo bien sobre qué lado estaba. P.
Hacia qué lado tenía la cabeza? C. Hacia el lado de la plaza. Preguntado por el Dr. Antonio María Ocampo, presente en la diligencia. ¿Cómo podía estar usted escampando
un aguacero en el Almacén del Día si allí no hay acera?
C. Cómo no, sí hay una toldita volada. P. El aguacero era
muy fuerte? C. No señor, era una llovizna. P. Carlos Lombana se retiró con usted? C. No señor, yo me retiré inmediatamente después del disparo. P. Estaba usted con él antes de los acontecimientos?
C. Haría unos diez minutos
que, estábamos juntos, nos habíamos encontrado ahí. P.
Desde el punto donde ustedes estaban pudieron ver que
los individuos se pegaban? C. Los primeros golpes de ahí
de la esquina, fue que los oímos, pero no vimos. P. Cuando
ustedes llegaron á la esquina oyeron que D. Roberto Tobón llamara á un policía? C. No señor, yo no oí que 10
llamaran. P. El agente de policía que usted vio qué hizo?
C. Detener al Sr. Fernández. P. Vio usted que el cadáver
del Sr. Fernández tuviera sobre el hombro derecho un poco
de pelo cortado como con tijera? C. Yo no me acerqué al
cadáver. P. Dónde se quedó usted? C. En la acera izquierda. P. Oyó usted que Carlos Lombana dijera algunas pa-
-
XXXI -
labras? e. No señor. P. Mientras duraron los acontecimientos escampÓ Ó lIo\'i,) 1l1:1srecio; C. ~o recuerdo si siguió
lloviendo ó no. P. <':a!.c usted si el <)ue cayó fue D. Agllstin ó D. JesÚs María: C. Hasb
ese tiempo no sahía yo
quiénes eran. P. CU;1ndo lo supo? Como ir los tres minutos que s(~decía qllC
Tu[¡('lI1
hahía matado:1
Fern:'tllcll'Z. P.
Cuánto calcula usteC que trascurrió desde el momento que
ustedes llegaron :1 b e:'q\lill<t y el que- SUll(') ('1 disparo? C.
Unos cuatro minuto; :\ Itl m;'ls, fue cosa pronta. P. El Sr.
]('sÚS María TooÓn eIYc') sobre el Sr. Fern;1ndcz Ó se 111011tÓ sohre él? C. Xo s(líor, apenas lo tenía porqne estaba ek
pie. P. Desde donde uslecks cst;¡ban se veía perfectamellte
ó había personas intel puest:ls'? C. Se veía perfectamente.
P. OyÓ usted Cjuc el Sr. Lasprí;h Ú otra ¡wrsona diera grí.
tos? C. No señor, ni conozco :11 Sr. Lasprilla. P. Vio usted
qllc alguno de los Sr~s. TobÓn rii1cran con otr;~s personas
distintas de D. Agllst:IJ
Fernánlkz?
C. :\u señor. P. Cuando acabÓ la riiia entre ,,1 Sr. Hoherto TooÓn v el Sr. Fern~ll1d('z y el di~.p:l.ro cU:1nto tiClllpO trascurriÓ? C. Ya est;).
conÍ<:stado. P. CU~lnt lO' ri lías vio usted? C. e na. P. Cu;'mtos individuos fibía ell la riñ:l? C. Tres vi. P. Vio usted
que D. Roberto TobÓ!: apuntara
sohr-e el Sr. Fernández?
C. Sí señor, en esa cli -ección. P. Vio usted que él temhlara
en ese momento y (!lC se clemor;¡ra en disparar? C. A la
distancia en que esta1a yo no me permitía vede, lo que \-i
fue que sacÓ y disp3ró. P. Se cll:morÓ al disparar?
C. Se
demorÓ un medio minuto. P. En el momento en que hizo
el tiro el Sr. TohÚn cS'aba arriba ó abajo? C. Estaba un
poquito abajo. P. Qu':: distancia calcula usted quc hubiera
entre D. Agustín y D. Roberto?
C. U nos cuatro metros
poco más Ó mcnos. P. El disparo lo hizo el Sr. Tooón desde la calle Ó desde la acera? C. Desde la acera. P. El revólver con q~le disparó e'a grande ó pequeño? C. N o me apercibí. P. Vio usted unos pedazos de bastón en la calle? C.
No señorJ un paraguas abierto fue el que vi en la esquina.
-
;XXXII -
P. SupO usted de quién era ese paraguas? C. No ¡eñor. P.
Vio usted que el Sr. Lasprilla cogiera al Sr. Fernández con
llna mano
y con la otra cogiera á D. Jesús María? C. No
sciior, yo no conozco al Sr. Lasprilla. P. Usted no vio que
ninguno hiciera eso? C. ::\0 señor. P. Cartas Lombana se
estuvo con usted hasta que sonó el tiro? C. Sí señ\)r. P.
De~pu{;s de que sonÓ el tiro qué hizo Carlos Lombana? C.
No s6, yo me fui, le dije á Lombana:
"Qué caso tan horrible! " y lo dejé cerca de la esquina.
Xo habiendo
más
p[t~guntas que hacer al declarante,
se terminó
su declara·
ciÚn, que le fue ldda, la aprobó, y firma con el señor Juez,
los que en ella intervinieron
y el suscrito Secretario.,
LUIS ALFREDO QTERO-LoEMÍN
VILLAMARÍNFI<ANCISCO J. FEI~Ni\NDEZ - ANTONIO M. OCAMPOEDUARDO RODRÍGUEZ P.--Agustín
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á diez y siete de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho el Sr. Ernesto Auza, el Sr.
Juez le recibió juramento
en la forma legal y bajo su gravedad prometió decir verdad en lo que supiere y ]e fuere
preguntado,
expuso: mayor de edad, vecino de Bogotá y
sin generales de la ley. Me afirmo y ratifico en un todo en
la declaración que rcndí ante el señor Juez 1.0 de Bogotá el
día doce de AJayo del presente año, por ser la verdad, y la
firma puesta al pie de ella que dice: "Ernesto
Auza
es de
mi puño y letra y la misma que acostumbro
en mis actos
públicos y privados. Preguntado
por el Sr. Dr. Antaniq M.
Ocampo, presente en la diligencia, qué clase de persona es
Arturo Quiroga? C. Para mí es persona honorable, pues por
]0 menos no le conozco
hasta ahora malos antecedentes.
P. Delante de qué otras personas
]e díjo Quiroga lo que
usted acaba de referir ratificándose
en su declaración.
C.
Delante del Sr. José Gregario Fabre, del Sr. Miguel Ruiz,
Sr. Tomás
Escobar
y de otros individuos
que estaban
/J
allí y cuyos
nombres
no recuerdo,
quizá los señores
ante-
--
XXXIII
-
riores citados puedan dar razón de los nombres de ellos.
Agrego adem;lS que en es'~ momento el Sr. Fabre le acon·
sejó al Sr. Quiroga que 110 debía recibir dinero por declarar, que él (Qlliro,~a) en 11n joven de porvenir y que tarde ó temprano
lo "cían disfrutando
de algún capital y
podían creer quc era de lo que le habían dado por declarar. P. Qué estaba hacieldo
Quiroga en casa del Sr. Tomás
Escobar? C. EstÚ¡'amo~ aJí rcunid,¡s porquc era un establecimiento
de chichería.
r. La suma que debía recibir el
Sr. Quiroga era para q 1IC' declarara
sobre alguna cosa,
diga para qué COS<l. era? C. l~l Sr. Quiroga
!lO
se limitÓ á
decir sobre qué co~a iba ;i declarar, sino Únicamente sobre
si estaha Ó no armado el eLa 19 de Octubre el Sr. Agustín
Fernández. P. Entendió usted por lo que dijo Quiroga que
la suma se la ofre(_~ierOll porque declarara falsamente Ó
porque dijera la verdad? C. No entendí ninguna de las dos
cosas; si fue para que dej,'xara falsamente ó para que di·
jera la verdad. P. El cOIHejo que le riio el Sr. Fabre;l Quiraga era para q lIe 110 I-Ct;i hera ~lill\.'ro y di jera la verdad?
C. ~o sé para qué, él (l:<'aI1re) apenas se limitaba á decirle á
Quiroga que no recibiera dnero y que lo hiciera gratuitamente. P. Cuando Quiroga recibió el consejo que le daba
Fahre qué le contestÓ aqlléi? C. No oí que l~ cunte"tara
nad;\. Preguntado
por el ~eilor Acusador Particular.
A ustedes 110 les refirió ese día Q liiroga si había ya declarado Ó
no? C. :No nos dijo nada ,ohre eso. Preguntado por el Sr.
Dr. Ocampo. Usted supo ,i :t1guna de las personas que estahan allí eran empleados <le! Sr. Francisco J. Fern[lndez ó
de los Sres. Tobón? C. Dt: 1::>sque eshban allí ese día sÓlo
sabía que el Sr. Tomás Escobar es empleado de Correos y
Telégrafos, de los otl"O'> n,) sabía. ~ o sé si el Sr. Escobar
como empleado de Telégnfos dependa ó no directamente
del Sr. Francisco J. Ferná 1c\ez. P. Dice el Sr. Qlliroga en
su declaración que usted I abía andado buscando te~tig()s
3
-
XXXIV -
para que declararan lo dícho por usted y que aun había
llegado el caso de llamar á UIl individuo para comprometerlo en ese sentido y que éste se había negado por motivo de que no le constaba nada. Es cierto eso? C. No señor,
absolutamente. Hago constar que los señores que he citado en mi declaración son I·nás bien amigos de Quiroga que
mío~. No b,¡bicndo más preguntas que hacer se día por
terminada esta diligencia al testigo (sic), quien la aprobó y
firma COIl el señor Juez por ante el suscrito Secretario. Se
impuso al testigo previamente sobre los artículos penales,
sobre te:stigos falsos y t'erjuros y se ohservaron [as formalidades legales.
Lels ALFREDO OTEHO-EI<:'-lESTO ALZA-F. J. FERN.~NDEZ-A~TO);IO 1\1. OCAMPo-Agusfin Rosas B" Secretarío.
En Bogot:l, á véinticínco de Junio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho del J uzgaclo 2." Superior,
á las dos p. m., los peritos Sres. i\lanuel Ortiz G. y German lriarte, con el objeto de practicar el reconocimiento
de los somoreros pertenecientes á lo:>Sres. Roberto y Jesús
María Tobón y Agustín Fernándcz y en presencia del señor Juez, quien les recibió juramento en la forma legal y
bajo su gravedad ofrecieron cumplir bien y fielmente con
los deberes de su cargo, y al efecto expusieron: que se les
han puesto de presente tres sombreros; dos de ellos negros, marcados con los números 1 y 3; el marcado con el
número 3 tiene la marca J. M. T" Y el otro carmelita claro,
marcado con el número 2; en este estado estando presente el Sr. Francisco J. Fernández manifestó que su hijo
Agustín usaba un sombrero carmelita, pero que no puede
asegurar que sea el que se le pone de presente. Examinado el sombrero marcado con el número 1, manifestaron los.
peritos que está muy sucio, que tiene cinco rotos, dos de
-
xxxv -
ellos en el ala, lno á cada lado; en el ala izquierda, donde
está elnlldo de la cinta, le falta un pedazo, ti roto es de dos
pulgadas y lo que le falta rn~i",ó mellOS es de una pulgada.
La cinta del filec :1) este lado no está ¡-ob; el del otlO lado
le falta t~lil1
bién lIll pedazo pequeño,
tiene 1I11:\<'; tres pulgadas de hr,~o; e,t;'l rota la nrilla de ll1etal de );l Cld falta
un pedazo, como c:e una pulgada, sin romperse h cinta del
filete; las rupturas de la copa son lineales y están situadas
tina de cad:t bc\c y una al ¡rente hacia el bclo izquierdo; la
pcrforaciÚll del· a((} derecho
tiene Ullas cuatro pulgadas
de extensión en "onna como de ángulo ob~uso; la dellaclo
ízquíe,do tiene lIlas dos pulgadas de ext<:nsi()n en forma
como de ángulo agudo y la de la parle serniankrior
tiene
tinas dos plllgad;s
de extensiÓn,
krmirJ<l c1cb;ljO de Lt cinta y en forma de Ut1;l línea c;¡si recta; cn la parte del frente está rota la varilla de hierro del filete y u:¡ poco pcriorada la cinta de ést~. La copa dd sombrero presenta
varias
partes snmidas; rOl' el lado pc)stenor se nota una quebradura. El forro c:; C'.é color azul, cst~l s\lelto, y tiene la siguiente marca: " Téoc1ora Ga;;t de Grande. Plaza de BaHvar.-Bogotá";
el brro no está tan sucio. La cint:}. que
abarca la copa est;'l en buen estado. De:! examen que: hemos hecho lid sonbrcro
no podemos conceptuar
con qué
clase de instrumcntos
fueran hechos los rotos, ni cuántos
golpes fueran neces;lrios para producirlos,
pues pudieron
ser causados por ~~olpes de palo ó con la mano. Examinado el sombrero carmclito, marcado COll el nÚmero 2,observámos que está cn regular estado, tiene tres sumiduras
en
la copa hacia la p,.rk superiol"; tiene como cinco gotas de
esperma; una ruptura lineal en el lado izquierdo un poco
adelante del nudo :le lacinta,q!Je cau~ó en ésta un pequeño
daño; la ruptura
:iene una pulgada de extensión más ó
menos, y examina(o
por la part~ inferior dehajo del tafilete
la ruptura lineal presenta una forma como puntiaguda;
el
sombrero está sin
:OITO
y tiene una marca dorada y negra
---
-
~
-
_._-_.~
--
--
-.-
----'- .
..
XXXVI -
que dice: "Carlos & Luis Castillo-Bogotá
"; el tafilete tiene un poco de grasa en la parte de adelante y una marca que
dice: "H.ussia-Leather J'; tiene unas pocas manchas hlancas que parecen de moho, sobre e~ta marca. La cinta, tanto del horde del ala como del sombrero está en perfecto
buen estado, excepto la ruptura de que antes he.. hablado. Examinado el sombrero marcado con el número
3, observámos lo siguiente: el sombrero en gencral se halla
sumamente sucio en la parte supcrior de la copa y en la
parte de adelante del a\a, tanto por cncima como por de·
bajo se hacen más notables manchas de barro. En la unión
de la copa CQn el ala hacia el lado derecho ticnc una quebradura que parece ocasionada por el uso; la extensión de
esta quebradura e~ POC() mis ó menos de una pulgada. El
forro es azul y está intacto y en buen estado; tiene una
marca dorada que dice: "Teodora Gast de Grande. Plaza
de Bolívar-Bogotá,"
y las iniciales en letras negras J. M.
T. El ta&lete, la cop;.¡, el ala y la cinta están en buen esta.
do. En la parte baja de la copa al lado derecho, un poco
hacia atrás, hay una mancha de barro de forma de un
semicírculo. El! CIl{mto á la ruptura de los tres sombreros
los peritos manifiestan
que 110 pueden determinar cuál fuera
la calisa precisa de ellas, lIi si elltl pudo ser exclusivamente
la de golPes de bastón o de otra circullstancia
cualquiera.
En este c!='tadohace presente el señor Secretario que los
bombreros dc cuyo rcconocimiento se trata estaban guar~
dados en el armario que apareció forzado y en completo
desorden la mañana que se notó el robo y escalamiento
de la o&cina. Las manchas de esperma que se notan en·
cima de la copa no existían en ella antes del escalamiento
y robo de que se ha hecho mención. En seguida el señor
Secretario de este J llzgado manifestó también que no puede asegurar que dichos sombreros estén ó no en el mismo
estado en que se hallaban antes del robo, por no haberlos
examinado
minuciosamente
antes de dicho robo. En
-
XXXVII
-
constancia se firma e~ta diligencia por los que en ella inter.
vinieron, por ante el suscrito Secretario.
MANUEL ORTIZ G.-GERMÁN
ESGUERRA-EnUARCO
M. OCAMPO-
FRA~CISCO
IRIARTE H.-NICOLÁS
RODRÍGUEZ
PI~ERES-ANTONIO
J. FERN.\NDEZ-
Agustíu Rosas E.,
Secretario.
En BogotCt, pres~nte en el despacho
el Sr. D. SimÓn
Hurtado, él clí:t siete de Julio de mil novecientos
nueve,
con el objeto (le rcncl r declaraciÓn en este asunto, el señor
Juez le recihi(') .Il1l'amelltu en la forma legal y bajo su gravcchd prometi('¡ decir CI! lo que :-idpiere y le fuac pregulltado, y al efecto S(~ Il~illterrogÓ al tenor cid ilLcTrogatorio
inserto ell e1ll1c!l1ori:d qlle corrc al fulio 53 del cfladerno (L~
prudMs de la defensa, y expuso el primer punto: soy mayor
de eelad, vecino de Be.gol:'l y sin gC!leralcs. Al sq;unclo punto dijo: que es cierto q:¡e el clechrallIc h;lblaha con el Sr.
Roberto T:lbÓn sohre ci negocio de VC'll{a <¡lIC éste quería
hacer de la renta de Licores 1J<1ci,)na!es ;¡ Lts Ren(;ls Reorganizadas, quc ~obre ,;:.;te punto lubló con el Sr. TohÓn algunas veces en la olicin:t de Tob(';:] y en el almacén y casa
del declarante,
sin que se diera!l citas, pues el declarante
creía conveniente
el lcgocio tanto para las Hentas como
para el Sr. Tohón. Aa :ercera pregunta dijo: Que es cierto
quc la Junta Directi\';¡ (lel Banco Central c(¡llli~ionó al declarante para que dije~a al Sr. TobÓn que presentara la pro.
puesta que quería ha'~er para ccde:r el remate de las Rentas
del Distrito Capital y vl~nder sus existencias de licores, fá.
bricas etc., siendo p;,ra esto únicamente
la comisión que
recihió de la Junta. A h! cuarta dijo: que ha averiguado con
todas las sirviClltas d: Sil casa, si el 19 de Octubre ,Wimo
por la maFiana vierOH que el Sr. Tobón lo buscara ó hablara con alg,ma de ellm, y que ttinguna recuerda haberlQ.visto,·
ni recibió el declarante aviso Itillgutlo, que por consiftUiente
tto puede dar ningtt1t nombre de sirvienta, porque ningUtla
-
XXXVIII --
recuerda haber hablado COtl el Sr. Tobón. No habiendo más
preguntas que hacer al declarante se terminó la presente
diligencia, qlle le fue leída, la aprobó, y firma con el señor
Juez y el slIscrito Secretario.
El J ucz,
Agustín
LUIS ALFREDO OTERO-SIMÓN
HURTADO-
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á diez y siete de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho del Juzgado 2.'0 Superior el
Sr. D. Saturnino Posse, el señor Juez le recibíó juramento
en la forma legal, y bajo su gravedad é impuesto del artículo 408 del C. P. prometió decir verdad en lo que va á
declarar. Se le leyó su declaración rendida ante el señor
Alcalde 1.0 del Distrito Capital, y que corre al folio 1.0 vuelto del cuaderno de pruebas de la defensa y manifestó que
se afirma y ratifica en ella. Preguntado por el Dr. Eduardo
Rodríguez Piñeres, presente en la diligencia. P. ¿ El Sr. Fernánclez le manifestó haber tenido molestia con otra persona distinta de D. Roberto Tobón? C. ~o señor. P. ¿Con ocasión de qué le habló á usted el Sr. Fernández de " los Tobón?" C. En primer lugar el haberle preguntado si estaba
arm:ldo y en segundo lugar el haherme dicho que lo habían
estado buscando por la lIlailana por el lado de Las Nieves. P.
De qué color era lél varita que llev:lba el Sr. Fernández? C.
No puedo precisar de qué color era, pero me parece que era
amarilla. Preguntado por el Sr. D. Francisco J. Fernández,
presente en la diligencia: ¿Cuando Agustín le dijo á usted
que le había ofrecido fuete á Tobón (sic), fue condicionalmente en el caso de que eso me produjera á mí nuevos desagrados? C. Yo deduzco que sí, porque él me refirió cuáles
eran los rnotiyos que tenía para la molestia y la indignación
que le produjo la"publicación del folleto del Sr. Tobón. P.
Usted vio á Agustin el día diez y nueve por la mañana, en
estado tranquilo? C. Mientras yo estuve conversando con él,
estaba perfectamente tranquilo. No hab.iendo más pregun-
-
XXXIX -
tas que hacer al declarante, y no estando presente cl Sr. Dr.
Antonio
María Ocampo,
se terminó
esta diligencia;
habién-
dosele leido al depone lte su declaración
la aprohó, y en
constancia
firma con e: señor Juez, los que en ella intervi.
nieron y el suscrito Secretario.
Ixrs
CISCO
AgllStitl
J.
ALFREDO OTERO-SATt:RNINO
FERNAxDEl-EDFARDO
PossE-FRAX-
RODRÍGl:EZ
PrÑEREs-
Rosas B., Secreario.
En Bogotá,
á quince de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el n~spacho el Sr. D. Benjamín Gaitán,
el señor Juez le recibió
su gravedad é impuesto
jl1famento en la forma legal y bajo
dd articulo 408 del C. P., prome-
tió decir verdad cn lo que slIpiere y le fuere preguntado,
é
interrogado
por su edad, vecindad y generales,
contestó:
mayor de edad, vecino :le Bogotá y sin generales. Interrogado según la cita que :;e le hace en el mC\l1(I!"ial que corre al folio :14 del clIa:lerno de pruebas de la acusación,
expuso: el ciía 17 de Octubre de 1908 dirigí al Sr. Agustín
Fernándc7.
llna carta pre;..!ullt:'tndolc si estiba de acucrdo
conmigo en eier(;l;; conclillones
sobl'e un contrato quc cstábamos
hacicmk).
Esta carta se la envié :1 bs cuatro y
media de la t:lrdc con G\1illcrmo i\Torcno, y ;'1 bs ,..;eisp, m.
(k1 mismo clia rc,~ibí la contestaciÓn
del S;', Fern;{ndez;
en virtud de dla el lunts 1<) del mísmo mcs, á Ia~ diez de
la mañana, fui á huscar!) ;¡ su casa de habiLlciúlI y termi·
námos el negocio que te niamos pendiente, sohre fusión de
la Patladeria 1mpcrial y la del M olÍ/lO A mcrica¡¡o. Estando
hablando con F eYllc7 ndez la llamó COI/ illsistC1lcia /l!l Sr. Vanegas, que trabaj,? ('/l las ojicinas dd Sr. FCYIlál/dez,
y
ctll1/ldo
yo salía se cxcl/.d cOl/migo
d Sr. VallI'g'lS fi)r haber
interrumPido
la Cc)ll1'crsacióll qlle tolÍa C01l Fe1'luílldcz y
agregó que lo hal)ía hech) f'ara ad,'ertír á FcmtÍ/Il!ez que el
Sr. Tobón lo estaba esperando en la calle. Es todo lo que
me consta sobre el particular.
No habiendo más preguntas que hacer al deponente, se terminó su declaracióll, que
-
XL-
le fue leída, la aprobó, y firma con el señor Juez y el suscrito Secretario.
LUIS ALFHEDO OTERO-BENJAMÍN
GAITÁN-
Agustín
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, presente en el despacho del Juzgado 2/'
Superior el Sr. D. Benjamín Gaitán, el día veintidós de Julio de mil novecientos nueve, con el objeto de rendir declaración en este asunto, el señor Juez le rccibió el juramento en la forma legal y bajo su gravedad é impuesto
del artículo 408 del C. P. prometió decir verdad en lo que
supicrc y le fuere preguntado, y siéndolo de acuerdo con
la cita quc se le hace en el memorial que corre a] folío 18
del cuaderno de pruebas del señor Acusador Particular, y
expuso: Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales. Es cierto que tuvc relaciones de amistad y de negocios con el Sr. A.~ustín Fernández y tuve de él el mejor
concepto que puede formarse de un cahallero. Se le interrogó igualmente al tenor del interrogatorio que se le hace
en elmcmorial que corre al folio 24 del mismo cuaderno,
y expuso: el 19 de Octubre de mil novecientos ocho, entre
las diez y las once de la mañana, estuve en la casa del Sr. D.
Francisco J. Fernández con el objeto de termi nar un ne.
gocio con el Sr. Agustín Fernández, como en decto suce.
dió; por motivo eJeeste negocio convine con el Sr. Fernán.
dez en que continuaran elaborando la leche en el ]ocal de
la Salltafereña, situado en la carrera g.a, Y me manifestó
que inmediatamente iría á disponer ]0 conveniente para
que no siguieran trasteando dc la Satitafereiia para la Imperial. A las doce más ó menos del día diezjY nueve entró
á mi casa de habitación el Sr. Alberto Gómez y me dijo
que acab;.bl de matar el Sr. Tobón á Agustín Fernández,
en la calle de San Miguel, cuando i?a !".ernández probablemente á dar la orden de que 110 trastearan. Por esta no,.
ticia comprendí que Agustín se dirigía á la Santajereña
-
XLI -
cuando se encontró con el Sr. TobÓn. Alberto Gómez era
el Administrador
de la SaJllafereña y él me manifestó que
ese día estaba C01 Gonzalo Santamaría
esperando
á Fernández en la Salllafcreiia. No habiendo más preguntas que
hacer al declarant(:, se terminó su declaración,
que le fue
leída, la aprohó, y I1rma con el señor Juez y el suscrito Secretario.
LUIS ALFRED)
OTERO-BENJAMÍN
GAJTAx-AgIIStíJl
Rosas B., Secretario.
(
En Bl)gOtá, á doce de Julio de mil novecientos
nucve,
presente en el clesp;lc}¡O del Juzgado 2:' Superior el Sr. D.
Ricardo Cuab,
d SL:l1lJrJuez k recibiÓ el juramento
legal
por el cual prometié
decir \'erdad cn j" que sllpierc y le
fucre pl'eglll1tado (: impuesto
dd artículo
cuatrocientos
ocho (408) cId C. P. se leyeron SllS dos declaraciones
rendidas durante la irstruccil)l1 del sumario y manifestó
que
se afirma y ratifica en ellas. Preguntado
por el Dr. Eduardo
Rodríguez
P¡iicrcs, presente cn la diligcncia.
¿Qu0 actos
constitutivos
de m )lcstia ejecutaba el Sr. AgustÍn Fernández con respecto al Sr. Roberto Tabón en el primer momento? C. Tabón
ba retiránduse
de Fernández.
P. El Sr.
Tabón
le daba el fr¡;ntc Ó la espalda al Sr, Fernández?
C. Tabón
iba dánclcie la espalda
P. Llevaban
lo;; S~es. Fernández
y volteindolo
i mirar.
sus sombre-
y Tohón
res puestos? C. TohÓ:] sí lo 1lL:\"aba, de Fernindez
no tengo seguridad.
P. QIJ0 acto material ejecutÓ usted para quitarle el revóh'er al Sr, Tobón:
C. Acto material ninglll10t
porque estaba todo el ancho de la calle de por medio.
P. D. Roberto
esc·>ndió el re\'ólver por la intenciÓn que
usted tuvo de quitirselo?
C. ~o creo. P. ¿D. Roberto
cuando hizo el disparo estaba sobre el andén ó en la calle?
C. En la calle. _P. El Sr. Fernández
al recibir,el ~jro cayó
instantáneamente
al suelo? C. No cayó instantáneamente.
P. Usted intervino~n
la lucha antes de que cayera al sue-
-
XLII ~
lo el Sr. Fernández? C. No señor, al tiempo que yo intervine cayó Fernández. P. Cuánto tiempo trascurrió entre el
momento que llsted vio al Sr. Fernándcz en actitud de
molestia con el Sr. Roherto Tobón hasta aquel en que sonó
el disparo? C. Unos cuatro minutos poco más ó menos. P.
Con qué le pegó usted al Sr. Jesús María Tabón cuando intervino? C. Yo no alcancé á pegarlc, sino que lo retiré únicamente. P. No tenía usted bastón en la mano? C. No señor.
P. A usted y al Sr. Jesús María Tobón los separó alguna
persona? C. José María Lasprilla me cogió del brazo y me
dijo: 11 qué es la cosa, Ricardo?" P. Usted vio que el Sr.
José María Lasprilla cogiera con el brazo izquierdo al Sr.
Fernández y lo pusiera cn el suelo y con la mano derecha
cogiera á Jesús María Tohón y se lo entregara á un policía? C. Yo no me fijé en eso. P. ¿ Qué grado de relaciones
tenía usted con el Sr. Fernández y con los Sres. Tohón? C.
Ningnna clase de relaciones. Preguntado por el señor Juez:
Usted oyó que alguna persona gritara en los momentos
del acontecimiento:
11 Defiéndase
D. r~obcrto que lo matan" ú otra exprc,;iÓn parecida? C. 1:\0 señor, no oÍ. N o
habiendo más pregnnlas que hacer al declarante, se terminó su declaración, que le fue leída, la aprohó, y firma con
el señor Juez y el sLlscrito Secretario.
LUIS ALFREDO OTERO - RICARDO CUALLA REncAlwo ROORÍGUEZPI~EREs-.Ag1tstin Rosas B' Secretario.
J
En este estado y acto continuo el declarante Ricardo
CLlalla manifiesta bajo la misma gravedad del juramento,
que él no le pegó al Sr. Jesús María Tobón con bastón,
como dice la declaración rendida en la Alcaldía 1. del
Distrito Capital.
3
LUIS ALFREDO OTERO - RICARDOCUALLA R. EDUARDORODRÍGUEZPIÑERES-Ag14stítJ Rosas B., Secretario.
--
XLIII
-
En Bogotá, á catorce de] ulio de mil novecientos nueve, presente en el despacho del Juzgado 2." Superior el Sr.
!\lanuel S. Piiieros con d objeto de rendir declaraciÓn en
esta causa, pedida por la defensa, el señor Juez le recibió
juramento
en la forma legal y bajo su gravedad é impuesto del artículo 408 del C. P. prometió decir verdad en lo
que supiere y le fuere preguntado,
y al efecto se le interrogó de acuerdo con lo se licitado en el memorial que corre
al folio 60 del cuaderno de pruebas de la defensa, contestó
al primer punto: mayor de edad, vecino de Bogotá y sin
generales; al segundo pl nto dijo: como el hecho que se me
pregunta
sucedió
hace nueve
meses,
no tengo sobre él re-
cuerdos claros y precisos, pero trataré de exponer lo quc
recuerde:
estando en mi oficina situada en la parte alta del
Banco de Exportadores
el día 17 de Octubre Último, como
á las tres ó trc,; y media, no recuerdo con precisiÓn la hora,
sentí voces en la parte b;:ja del establecimiento,
salí al corredor de la parte alta y vi que D. Robt:rto Tubón iba llegando
pOi" las (escaleras al mis11l ) corredor, p~dido, detr;'ls (L: éste iba
el Sr. Agustín Ft..:rn;í.nclez se insultaban dirigiéndosl: palabras
ofensivas;
el Sr. Toh, ,n Ikgó á la puerta de la Gerencia de
dicho Ranco, la clIal estab;l entreabierta
y L:11 t:l dintel estael Gerente en ese '-'lit )11':C';, Sr. D, Jl1lill SiI\a ~., y se rcfllgicl detrás de {-sI e, y allí mismo continuaron
OfUHliéllclose, el Sr. Fernánd,'z
(",I;.ha ell el corredor;
recuerdo que el
Sr. Fern:lI1dez elijo :í. Te h(lll, rel1riéndose probaolemente
á
un folleto que el Sr. T()h'~lIl había publicado, quc la con-
0;1
testación para el pÚblico) st..:ría un folleto que saldría y que
para él el bofetÚn 411c 1.; "'¡oía dado; rCClIcrdo también qllc
Femández
le decía á To"Jcíl1 que era Ult ladn511 y /stc decía tÍ
aquél: "Sil padre mc lza'·oZ,ac!o." Siguieron dirigiéndose
palabras y amenazas que 11<' recuerdo, hasta que Fernándcz
le elijo á Tobón: "Si 111; wbello de mi padre se cae por c/ll.
pa s/lya lo mato." Otro instante después el Sr. Ferninclez
pidiÚ amablemente
exc'.Isas al señor Gerente por este ¡nei-
-
XLIV -
dente y se retiró y el Sr. Tobón
con el Sr. Silva. Esto es todo lo
do más preguntas que hacer al
declaración, que le fue leída, la
ñor Juez y el suscrito Secretario.
LUIS
se quedó en la Gerencia
que recuerdo. No habiendeponente se terminó su
aprobó, y firma con el se-
ALFREDO OTERO--MANUEL
S.
PIÑEROS-Agus-
tíH Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á catorce de Julio de 19°9, presente en el
despacho el Sr. Hoherto Arbeláez, el señor Juez le reci bió
juramento en la forma legal, y bajo su gravcdad prometió
decir \'crdad el] lo quc supiere y le fucre preguntado é impucsto de los a¡-tículos de la Ley pénal sobre testigos falsos
y perjuros, y al efecto expusn: soy mayor de edad, vecino
de Bogotá y sin generah:s. Estando yo parado en la puerta
de mi almacén el diez y nueve de Octubre último, como á
la una de la tarde poco más ó menos, vi que un grupo de
individuos se dirigían por la Calle de Florián gritando
"abajo los antioqucños," y entre los del grupo alcancé á
distinguir á un Sr. Pércz (me parece que es Hernán) y un
Sr. Salgada, no le sé,elnombre; á ese tiempo estaba un grupo de individuos en la esquina, á quienes oí decir que venían en actitud de apedrear la casa de Tobón los del otro
grupo, y entonces una escolta de policías que iban en di.
rección á la plaza de Bolívar, se adelantó corriendo antes
de que el grupo llegara á la casa de Tobón y los devolvieron para la Central. Esto es todo cuanto me consta en este
asunto. Leída que le fue su exposición la aprobó y firma
con el señor J llez por ante el Secretario. Se observaron las
formalidades legales.
LUIS
ALFREDO OTERO-ROBERTO
tílZ Rosas B., Secretario.
ARBELÁEZ-AglHo
-
XLV
-
En Bogotá,;í. quincc de Julio de mil novecientos Ilue"e, presente en t 1 desp.lcho del J uzgac10 2.° Superior
el
Sr. :\1arco A. Buenavcntura
con el objeto de rendir
la
declaraciÓn que d;: él se ha solicitado en el memorial que
corre al folio 53 (L~l CUadlrIlO de pruebas de j;¡ ddcn..;a, el
seiior Juez le recibió jllramcnto
ell la forma legal, por el
cual prometiÓ (lecr verdad en lo que suplerc y le fuere preguntado,
y expu-;o: :,;oy mayor de L'dad, vecino ele Bogotá
y sin gcneraks con Lts partes. En seguida se le IcyÚ al testigo el plinto st:gllndo eJe ,;¡ duodécima
petici('lIl del citado
melllorial, y dijo: con respecto á l::tpregunta que se me hace
\lada me consta. Lo Ún.cn que rccucrdo es que el1 la época en que se instruía el sumario contra el Sr. l~ohert() 1'0bÚn y otro por homicidio, un día se acercÓ á la Alcaldía r.a
el Sr. Alfredo Astudillo, empleado en la oficilla de Impuestos Urbanos, y me manifestó que era bueno que le hiciera
saber al señor Alcalde, con quien (:1 no tenía confianza,
que un señor llamado Tulin Arjona, á quien en seguida me
mostró iba {¡ declarar
~n el asunto de los Sres. TobÚn, y
quc para tal efecto lIeV1hl SLl dcclaración
C)ue el mismo Arjona le había mostrado;
('sto Astlldillo h;¡bia in:errogado
;'1 .\rjonél
tigo presencial dd acolllecimienl(lj
conte:itado quc no, que únicamentc:
escrita en papel
que en vista de
sobre si era tcs-
que Arjonél le había
hahía visto al Sr. Ro-
berto Tobón como aCé chando
al Sr. Agustín Fcrnández.
Quc sorprendido
Astuclilh con e::k incidente le había llamado la atenciÓn á Arjona en el sentiwW) de quc se fijara
biell en el asunto tan s,?rio de que se iba á ocupar y que le
había dichu á Arjona interrogándolo:
" ¿ Usted vio al Sr.
Tobón con sus propios ojos?" y que Arjona lc había contestado que no lo había Visto, pero que ahí traía su declaración escrita; que Arjona le había pedido consejo á Astudí110 respecto de que si declaraba Ó no; que AstudilIo le había dicho que si le condaha algo declarara y si no se abstuviera de hacerla, dada la trascendencia
del asunto. A poco
-
XLVI -
rato llegó evidentemente el joven Arjona, que Astudillo me
había mostrado, y le preguntÓ ó le dijo al Sr. Eduardo Cadavid que iba:1 rendir una decbración en el sumario de los
Sres. Tobón. E:1 el mismo insta 11 te Ila;né al señor Alcalcle,
Dr. c\ngel :\J.lria Oli\'os, y le puse en conocimiento lo qlle
Astudjllo me 1Mbia dicho poco más ó menos. El misIllo señor Alcalde lé preguntó al Sr. Arjona 4ue si él era te~tigo
presencial ó que en ql1é forma iha á declarar; el Sr. Arjona contestÓ q IIC francamente él 110 era testigo presencial y
que más bien no se metía en esas cosas y se retirÓ. Es todo
lo q lIe sé. Preguntado por el scñor Juez: ¿Según la relación
que dice usted que le hizo Astlldillo con rdereneia á Arjona entendió usted á qué acontecimiento se refería éste
cuando hablÓ con aquél de la declaraciÓn que iba á rendir? Contestó: Entendí que era que el Sr. Tobón esperaba
al Sr. Fernández para atacarlo en los momentos en que en
realidad se verificÓ el acontecim!ento de la muerte del Sr.
Fernándcl. Preguntado por el señor Acusador Particular,
presente en la diligencia. ¿El Sr. Astudillo le dijo á usted
que Arjona le hubiera dicho dónde había visto al Sr. Tobón? Contestl): me parece que me dijo que en la esquina
del almacén cle Touchet. Preguntado: ¿Astudillo le dijo':l"~usted que había él visto la declaración que Arjona llevaba
escrita? Con!cstÓ: Me dijo que Arjona. le hahía mostrado
un papel escrito diciéndole: "Vea, aquí traigo escrito lo
que voy á decir," diciéndome el mismo Astudillo que Arjona iha con otro individuo á quien llevaba para que
declarara, aunque ese individuo no me lo mostró ni me
dijo el nombre. Preguntado: ¿Cuando usted vio que el Sr.
Arjona se presentó á declarar por qué no lo introdujo para
que declarara dados los precedentes que de él tenía? Contestó: Porque inmediatamente vi al Sr. Arjona lo puse en
comunicación con el señorAlcalde, quien como superior
debía resolver si declaraba ó no. Preguntado: ¿Cuando llegó
el Sr. Arjona á declarar ya usted le había dado cuenta al se-
-
XLVII
-
ñor Alcalde de los informes que de Arjona tenía? ContestÓ:
:\0 señor, inmediatanlellte
vi al Sr. Arjona recordé lo que
Astuclillo me h;dlía dicho. En seguida se le leY(J al testigo
la dcciara<.:tÚn que rindiÓ en el jllzgado 3.') .\h!llicip¡¡l con
fecha veintiJÚs ue JUlio
Último, y manilt:s¡.j que ~e anrma
y ratifica en elia. Pre~llntado
por el seí'ivr jl1(.'Z: ¿Supo usted <':lIindo fue:"Ull Ikvados ;Í la "\kaldia lo::;sumorcros
de
lo::; Sres. TobÓll y F·~rtl;'tlJdez y quién los !levÓ? Contestó:
Recuerdo haber vls(e· dos 'iombrcros en la Aicalclla, que los
remitieron
de la Policía como pertenecientes
al acontecimiento, pero no nClerclo
en qué fecha los llevaron ni
quién. P."egulitado: ¿ Pucde usted precisar entre los som.
breros quc se le p01cn de presente cuáles fUt:ron los que
llskd vio en la Aicaldít? (Se le pusieron de: prcC"ente los tres
sombreros qlH': f1gu"an en el sumario). Conk,;tó:
Sí señor;
los marcados
Cfln
los número:; 1 y 2 recuerdo
haberlos
visto en el estado ell que actualmente
es(;Ín, con respecto al
número 3 si estuvo
lo recuerdo.
Cnn
ciÓn, que firtna el
cretario y el seiior
Lns
ALFI~ErIO
cn la Alcaldía, tuve que verlo, pero no
In cual se termina
la presente
declara.
:eotigo con ti señor Juez, el slbcrilO SeAClIsador.
OTERO
--
FRA~CISCO
MARCO A. BUE~"\TNT¡;RA-Agllsti¡¡
J. FERX;\NDEZ.
Rosas B., Secretario.
En Bo.~otá,:i veintiséis de Julio de míl novccientos
nueve, presente en d despacho el Sr. Eduardo Cadavid, el
señor Juez le recibiÚ juramento
en la forma legal y bajo su
gravedad prometió decir verd,td en lo que supiere y le fuere ""
preguntado é impuesto de los artículos de la ley pena), expuso: Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sill generales. Recuerdo
que en los días en que se estaba instruyendo el sumario c.e Roberto Tobón en la Alcaldía 1.(1 del
Distrito Capital, llegó á dicha oficina un individuo cuya
fisonomía, ni nombre recuerdo, y me entregó un papelito
-
XLVIII
-
dirigido ;Í mí, en que se me decía que ese individuo iba á
dcchrar en el asunto, no puedo recordar qui¿n suscribía
ese papelito; yo introduje á ese individuo al despacho del
seí'íor Alcalde y C:'co quc declararía, pues yo me ocupé en
otro aSllnto en la Secretaría y el señor Alcalde con el escribiente d",hió recihírle la declaraciÚn, Hecuerdo también
que CI1esos días llegÓ á la oficina un indi\'iduo que dijo
llamarse Arjol1a, de :tpellic1o, no mc acuerdo del nombre, y
manifestó que quería declarar en el sumarío contra D.
Roberto TooÓn, yo también lo introduje al despacho del
selior Alcalde, quien le preguntó si era testigo presencial, á
lo cual contestó Arjona, que 110era testigo presencial, sino
de referencia, no recuerdo si declaró Ó no, ni qué le dijo
el señor Alcalde. No le vi papel en la mano de ninguna especie ni q\le llevara su declaración escrita. Yo recuerdo
que en tales día~ el Sr. Alfredo Astudillo me manifestó
que había un individuo que quería declarar en el sumario
contra los Sres. Hoberto y J. l\.f. Tobón y que le parecía que la declaración era importante por lo que á él
(á Astudillo) le hahía referido, si mal no recuerdo el individuo á que se ref,.~ríaAstudillo era Arjona, yo le contesté
á Astudillo que estábamos dispuestos á rccihir todas las
declaraciones que fueran necesarias. Leída que le fue su
exposición la aprobÓ y firma con el señor Juez por ante el
Secretario. Se observaron las formalidades legales. En este
estado fuc preguntado por el señor Juez: Diga usted si los
dos individuos á que se ha referido en su dcclaración, esto
es, el desconocido que fue á declarar primero yel Sr. Arjona, estaban citados ó se presentaron voluntariamente á declarar? C. Esos dos individuos se presentaron voluntaria·
mente á declarar, pues no estaban citados. Así se firma.
LuIS
ALFREDO
Rosas B., S::cretario.
OTEHO-EDUARDO
CADA\'ID-Agustin
-
XLIX -
Bogotá, á doce de Julio de mil novecientos nueve, presente en el despad:o del Juzgado el Sr. D. David Salgada
Gómez, el señor JlIez le reCibió el juramento en la forma
legal, y bajo su gravedad é impuesto dd artículo 408 del
c. P. prometió decir verdad en lo que va á declarar. Se le
leyó su declaraciór; rc:ndida en la Alcaldía y la que rindió
en este Juzgado y ~e afirmó y ratificó en clJas. Preguntado
por el Dr. Eduardo I~odríguez Piñeres, presente en la di.
ligencia. ¿ En qué lctitud estaban los Sres. Roberto To.
bón y Agllstín Fer 1Únclezcuando usted los vio por prime.
ra vez? C. Cuan de yo vi por primera vez:í. los Sres. Tobón y Fernández, ;l1nbos dejaban conocer que habían re.
ñido; Tabón se retiraba de para atrás dándolc la cara á
Fernánclez y defendiéndose al mismo tiempo, Fern:indez iba sobre Tobón en actitud de atacar y defenderse.
P. ¿Con qué atacaba el Sr. Fcrnández al Sr. Tobún y con
qué se defendía éste? C. El Sr. Fernández trataba de ata.
car con las manos, el Sr. TobÚn no tenía arma ninguna en
la mano. P. Estab:Ll1con sombrero puesto los contrincantes? C. Sí, lo tenían puesto ambos; el de Fernández cayó
tumbado cuando Jesús l\hría Tohón lo atacó. P. ¿Cuando
el Sr. Roberto Tobón disparó SLI revÓlver estaba de pie en
en el andén ó en la calle? C. Estaba de pie en la calle, entre el andén y la mitad de la calle. P. Usted vio que los
Sres. Tobones le p<.cgaran á Fernández ya cadáver? C.
Cuando el Sr. Fernindt:z cayó estaba luchando con D.
Jesús María Tohón y si éste tuvo algún ademán de pegarle á Fernández, :1r<)bablcmente suponía que no estaba
muerto. D. Roberto no le pegÓ ni trató de haccr1e nada
después del dispar). P. Usted vio que alguna persona se
acercara al grupo formado por los Sres. Jesús María Tobón y Fernández, tomara con el brazo izquierdo al último y lo dejara caer suavemente en el suelo y que al propio tiempo tomara á D. Jesús María del cuello COIl la mano derecha? C. No vi lo que se me pregunta. El Sr. Fer4
-Lnández cayó al sllelo luchando con JesÚs }'Iaría TohÓn y
debajo de éste. Preguntado
por el Dr. Antunio
María
Ocampo, presente en la diligencia. ¿ Puede usted explicarnos el empleo que usted hizo del tiempo de las once del
día hasta la una (k la tarde del día] 9 de Octu hre de mil
novecientos
ocho? C. Aun cuando la pregunta que se me
hace es muy difícil de contestada
exactamente,
trataré de
hacerla: A las om:e y diez minutos
poco más
salí de mi habitaciÓn situada en el Pasaje N a7'liS
en compañía de un hermano que se llama Jorge
á los bajos del Hotel Sucre en donde me asistían,
ó menos,
Azucro y
me dirigí
almorcé
allí y al salir á la calle fue cuando prescncié
el suceso de
que se trata; aquí serían las ooce menos unos pocos minutos; en cuanto á este asunto ya he dicho lo que presencié
y por consiguiente
lo que hice; de la puerta de la casa del
Sr. l\laldonado
en donde me separé del grupo que conducía el cacl:l\'er cl(~Fcrn;inrlez, suhí por la acera Norte de
la Plaza de Bnlí\·ar, crucé por la primera Calle Real y me
detuve un rato en ei almacén
de Posada Hermanos;
allí
relaté lo que ac;¡h.lln de presenciar á lo>; Sres. Posada y á
Luis Morales Bcrti que estiba allí; uno de los Sres. Posada me dijo que el Sr. J(;SÚS María Tobón había estado
allí poco rato ank·;. D':SPUl;S estuve uno,,; quince minutos
entre la Calle f{eal y
SZl11
Francisco
y me regresé
á la casa
del Sr. Maldoludo
y entré á ella á tiempo con Luis Uribe
y D. Francisco FernÚndcz; allí me demoré hasta la una de
la tarde. P. ¿ Cuánto tiempo duraron los acontecimientos
desde que usted vio hasta que sonó el disparo, es decir,
desde que usted se asomó á la puerta del Hotel Sucre? C.
Creo que este tiempo no pudo ser mayor de cinco minutos. P. ¿ Dónde le pegó Jesús María Tobón á D. Agustín
Fernández
con el palo?
C. En la cabeza;
el primer
garro-
tazo se lo tiró por detrás, no puedo precisar, pero juzgo
que fuera en la parte superior de la frente y de los otro:;
no puedo suponer siql1iera dónde hayan sido. P. ¿Había
-
LI-
mucha
gt~nte preser:ciando
esos acontecimientos
y por
qué no los impidierc,n'?
C. Había g.;nte suficiente
para
impedir los aCéll1teci mientos. En 10 que Ú mí toca no me
metí á impedirlos pOl'que nunca me supuse (]'le fueran ;í.
tener un desenlace d~sgraciado, antes bien creí que la molestia no pasara de UI10~;PCSCOl"nes y la prescllciaba como
todos los que allí es'aban.
P. Vio usted el revÓlver que
tenía en la mano Roberto Toh["):!, notó que éste apuntara
ó hiciera hlanco antes de dispararIo, y si así fue por qué
no le impidió usted qtH~ dispar;¡ra? C. No vi el revÓlver
en la mano del Sr. T-¡hón antes de disparar, esto obedece,
si 110 eqtoy cqllivocaco,
á que d rC1'JI7'cr era iic.~ru )' ql/e
el Sr. Tub<J/l tmía /!./{11lIes. El Sr. Roberto TobÓn se inclinó á Ilb que reñían, pero no me figuré ql1-: lo hiciera
con la intención
de :Ii~;parar un re\·Ólvcr. Ad['!11Ús yo no
estaba al alcance de poder intervenir y h Polida estaba
tratando de calmar 1;, ri¡¡a. P. Cuántos Agentes dc Policía
vio Llsted en lns mo nentos de los acontecimientos?
C.
Dos, uno que estaba allí desde un principio y oi:-o que llegÓ
Últimamente. P. Dón l,-~recibiÓ el balazo el Sr. Fcrn:"lildez?
C.:\'o
pu,~do precisar
fijamente
dónde
fue la herida
ni
qué Órganos illtcrcsú pero la vi situada el1 la nuca ó pescuezo. P. Por qu6 di:e usted que se inclinó d Sr. Roberto
TobÚn, estando como usted dice, en la mitad de la calle y
hacia el occidente? C. Porque lo vi. P. Cuando
usted entró á la casa del Sr. Maldonado
ya le habían quitado al
cadáver del Sr. Fern6ndez el cuello, la corhata y las otras;
prendas
que tenía? C. Este detalle no lo pucdo determintlr claramente.
P. Vio usted en la pieza á ~rturo Qui.
roga? C. N o s6 quién es Arturo Quiroga. l~. Qué palabras
dijo D. Francisco Fe:"n;indcz cuando vio nluerto á su hijo?
C. Hizo de él muchas ponderaciones,
dijo que era una lumbrera su hijo, ta esperanza de su familia. Esta pregunta y
creo que también la anterior que se refiere al Sr. Quiroga,
me las hizo, no hace mucho el señor Inspector
3.° Mu-
-
LIl -
nicipal, junto con otras sobre asuntos enteramente desconocidos, pedidos en un memorial firmado por un Sr. Botero, también desconocido para mí, y en los que figuran
nombres como el de Quiroga, que nunca había oído. P. Vio
usted que algunas otras personas atacaran á Roberto y
Jesús María Tobón en esos momentos? C. Como dije en
otra ocasión, Ricardo Cualla y otros dijeron palabras
agresivas contra los Toboncs dcspués del disparo. De obra
no vi que alguien los atacara. Preguntado por cl señor Juez.
Usted oyó que en los momentos del acontecimiento alguna persona gritara:
dcfiéndase D. Hoberto que lo matan," ú otra expresión parecida? C. No oi. No habiendo
más preguntas quc hacer al deponente se terminó su de·
claración, que le fue leída, la aprobó, y firma con el señor
Juez el suscrito Secretario y los que en ella intervinieron.
1,
LUIS ALFREDO OTEROTONIO
M. OCAMPO -
DAVID SALGADO GÓMEZ-AN-
EDUARDO
RODRÍGUEZ
PIRERES.
Agustíu Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á veintitrés de Junio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho el Sr. Francisco Maldonado, el señor Juez le recibió juramento en la forma legal,
por el cual prometió decir verdad en lo que supierc y le
fuere preguntado. Después de leérsele la declaración que
rindió COIl fecha veintitrés de Octubre último, lo mismo
que la rendida ante la Alcaldía 3.a con fecha veinticuatro
de Marzo de mil novecientos cuatro (sic), expuso: que se
ratifica en el contenido de las declaraciones que acaban de
leérsele. HalIándose presente el señor Fiscal, el señor Acusador Particular y los señores defensores Dres. Nicolás Es·
guerra y Antonio María Ocampo, el Dr. Esguerra manifestó las siguientes preguntas que hizo al testigo: Además de
las tres personas que condujeron el cadáver del Sr. Fernández á casa de usted, recuerda á algunas otras que se
-
LIII -
acercaran á él en los primeros momentos? C. Recuerdo
que se acct'có el Sr. J\gustín Rocha y otras personas que
no puedo precisarlsus nombres. P. Puede usted precisar la
persona que le entreg') (1 usted los objetos que tomaron del
cadáver del Sr. Fernández?·C. El Sr. Hernán Pérez me en~
tregó una leontina co,¡un lapicero en la extremidad y un
prendedor. P. El Sr. \hldonado
presenció cuando el Sr.
Pérez tomó esos objehs del cad;'lver del Sr. Fernández? C.
No presencié. P. El Sr. Maldonado presenciÓ el acto de
desabrochar el chaleC('~al Sr. FeJ'lJ;í.ndez? C. No presencié
porque haj(~ en esos momcntos ;t cerrar el portÓn. En seguida el defensor Dr. CC;lll1pOinterrogó al testigo de la manerasiguíentc: P. ¡"~nd lllomento en que se oyÓ el disparo
dónde se hallaba usku,y sintió algÚn ruido antes de oír ese
disparo? C. En una de las piezas de mi C.1sa de hahitación y
no sentí ruido antes de la detonaci6n porque estaba ensa~
yando una pianob. P. CII;í.nto tiempo se demoraría usted
cuando oyó el disparo. en salir de la pieza donde se encontraba al balc,)n? C. :tIe demoraría unos dos minutos
porque tuve que ahrir el postigo de un gabinete. P. Vio
usted cuando se asomó al Sr. Jc"ús María Tohón sobre el
_cadáver ó debajo de él!' C. :-\0, no vi sino el cad:lver. tendido en la forma que d~j(: cxpresacl;¡ en mi primera declaración. P. Usted vio al Sr. Jesús ~hría Tobón en e<.;cmomento en el grupo qne tstaba ~n la calle y conocía usted
al Sr. TobÓn antes d~1 desgraciado aconteci miento? C. No
recuerdo hanerlo \'isto, si (sic) lo conocía. P. Sabe uskd
quién recogería los pedazos del bastón roto quc llevaba
D. Agustín Fernándcl~' por ca<.;ualidacllos entraron á su
casa? C. No sé"y á mi caS;l no los elltraron. El señor Juez
preguntó al testigo: ¿ Usted ayudó á concl ucir el cadáver y
acostado en la cama? C. ~olamentc ayudé á conducirlo en
la escalera cuando lo subían. Preguntado por el mismo se~
ñor Juez: ¿Se apercibió usted sí el cadáver del Sr. Fernánd ez llevara consigo al ser ~ubído á su casa algún objeto ex-
-
LlV .-
traño tal como una arma? C. No me apercibí. En este estado el señor Acusador ParticuJ?r preguntó al testigo: Usted
vio ó supo que mi hijo Agustín llevara alguna arma? C. Ni
vi ni supe que llevara arma alguna. No habiendo más preguntas que hacer se termina esta declaración, la cual firma
el declarante después de leída, con el señor Juez y el suscrito Secretario y los demás que en ella intervinieron.
1.(;IS ALFREDO OTERO-FRANCISCO l\IALDONADOMARIOCAJIAO-NICOLÁS ESGUERRA-FRANCISCOJ. FER·
NÁNDEZ-ANTONIO M. OCAMPo-Agustin
Rosas B., Secretario.
En Bogútá, á veintitrés de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior
el Sr. José María Lasprilla, el señor Juez le recibió juramento en forma legal, por el cual prometió decir verdad
en lo que supíere y le fuere preguntado. En seguida se leyeron al testigo las declaraciones que rindió, fechas veintiséis de Octubre de mil novecientos ocho y nueve de Di·
ciembre último. Preguntado por el señor Juez: Se ratifica
usted en las declaraciones que acahan de leérsele? C. Sí
señor, me ratjfico en el contenido de esas declar;lciones.
Estando presentes el señor Fiscal, el señor Acusador Particular, los señores defensores Dres. Nicolás Esguerra y An·
to_nio María Ocampo, el primero de los señores defensores interrogó al testigo así: ¿Usted conocía antes del suceso del J9 de Octubre último á los Sres. Roherto y Jesús
María Tobón y Agustín Fernández? C. ¡'¡O los conocía.
P. Fue en el preciso momento de los acontecimientos que
usted supo quiénes eran? C. No señor. Posteriormente (sic).
P. Puede usted precisar cuándo fue que los conoció? C.
Inmediatamente
después de los acontecimientos supe el
nomhre de cada tino. P. Cuando usted sostenía en su caí·
da al Sr. Agustín Fernándcz sabía á quién sostenía? C. No
señor, no sabía. P. Podría usted darnos una relación deta-
-
LV-
Jlada de la \'arita que llevaba el Sr. Agustín Fern{~nde7.?
e, Era lll);\ vara de UIl color ;unarillo, ddg:\cla y débil, de
tal Jll~Ulera qne al prill1'~r golpe se rompiÓ. P. Vio u"ted si
,tlgun,\ persona tomÓ los restos de es:\ varita (:¡ qué se hiciera con dIos? C. :\n vi, P. Usted se fljl) e11 e1nÚmcro de
golpes 4\1(: el Sr. Fern:'ll1ckz le diera al Sr. '1'obún COIJ C~;J.
C. l.'.: dio un solo golpe. P. Cuál era la p<)siciÓn resPlCCti\',\
de los Si'es. I(ob:'rto TohÓn y Agustín F(:rn[\llc1ez
cuando é-,;te le dio ;'t I~oberto Tobón el golpe que usted
\';\I-a:
vio? C. El Sr. Toholl estaba con frente al Oriente ck la
Pbza d~ Bolí\'ar y el Sr. FerrÚnclez
le daha el f1'\:nte al
Occidente,
es ekcir, frente [\ frente. P. Qué distancia
mcdiaba Cl1tr~ (,1 S-o T<)bt)n y el Sr. Fernández cuando éste le
ellO el golpe? C. EsL\balll11uy inmediatos.
P. El golpe que
el Sr. Fcrn;'tI1dez le dio al Sr. TobÓn lo recibió L'Ste cn ei
cuerpo Ó pudo C\'itarl0 ct)n el paraguas? C. Prob;lb\el1\c.:llh:
debió rt:cihirlo
Cll l:! ClIc.:rpo, lwro prob:lh:emcnte
no fuc
ell la e\ b,_:z:\ pOI q ti\: 1kv 1Iu ,1hierto el paraguas.
p, Cree
uskd q'lt: L,j S'-. Tl!b()11 ab;lllé!oI1Ó vo!llil1.\ri;\l1!('l1k
('1 p:lr:l,~L1a,(') que ,;\: le Cl)"') r'or ckcto
(kl golpe? C. E:l \:1 fllero
illkrno de! SI', TobÓI\ 1\0 pcnetro. Sólo s':: que el Sr. T()h(~lll
d p,11:l~\nS inlllL'cliatanwntc
y salí,') ('11 carrera
tendida
]¡:tCÍ;¡ <:) OccidellÍL', y el Sr. 1'\'rn;'1I1dez cl<:tr{ls {\
ebrk ;\lcanc,-. p, e slnl ITCllL'rcl.\ si d SI', Toh('lI1 i kvaba la
caheza clI;)ieda ¡) ckscubi,:rt.l?
C. La lle\'ah:\ cubierta con
un sOl1\brero, P. Puccl<: lhkd hacernos IIl1a relaC(')11 deta-
;¡h:llidollÓ
arma qu,~ llevaba el Sr. JesÚ,; :\Ltrb '1'0colol' oscuro,
grueso, fuerte, cn
forma de háculo y me part~cic') que e;'a UI\.l \'c.:re!ac!cl';1 arma
de ataq\le y dc defensa, la Cl\;!l cogiÚ Jesú-; María Tobc'JI1
;'\ dos tlLlnOS por el rL'g:¡t(')I1 y b dcscargil \'aria:; \'cces
llada del bastÓn
Ó
bón? C. Era \111b;lStÓn elc.:
sobre la cabeza el,-: SI', .\gustíll Fcrn{lnc!cz. P. El Sr. Fernández !lc\'ab:l Cl) e"e mOll1ento cubierta la calwz;\ Ó des-cuhiu-ta? e, 1.:1 llevab,\ cllbierta C011 el sombrcro. P. Tu\'o
d Sr. La.;;prilla ocasiÓn de ver que alguna de las personas
-
LVI -
que presenciaban estos acontecimimientos se interpusiera?C. Nadie se interpuso ni aun un policía que estaba allí.
P. ¿ Hizo usted algo por impedir esas agresiones? C. No
señor, porque la distancia que mediaba entre los contendo·
res y yo, me lo impedía. P. Qué distancia sería esa? C. U nos
treinta pasos. P. Usted vio cuando el Sr. Jesús ~aría Tol-ón
cogió al Sr. Fernández y de qué manera lo sujetó? C. Lo
cogió por la parte alta de los brazos y lo sujetó con ambas
manos. P. A qué distancia estaba usted de los Sres. JesÚs
María Tobón y Agustín Fernández, cuando éstos estaban
agarrados? C. Estaba como á treinta pasos de distancia.
P. Entre usted y los Sres. Jesús María Tohón y Agustín
Fernández había algunas personas que se interpusieran Ó
algo que lo impidiera ver los acontecimientos? C. Noseñor,
no se interponía nada que me impidiera ver. P. Eran pocos
ó muchos los esp~ctadores de aquel acontecimiento y qué
posición ocupaban en ese momento? C. Eran muchos y
estaban de un lado y de otro de la calle. P. Cuando usted
vio que el Sr. Tohón Jesús María sujetaba al Sr. Fcrnández en la forma dicha en las respuestas anteriores vio que
alguna persona tratara de ir en ayuda del Sr. Fernández
para librarlo del Sr. Tabón, ó fue usted en ayuda de dicho
señor? C. No vi á ninguna persona y yo no fui porque
hasta entonces no me parecía grave la molestia. P. Cuándo
se apercibió usted que el Sr. Roberto Tobón sacó un rcvólver, de dónde lo sacó y cómo era ese revólver? C. Me
apercibí cuando lo tenía en la mano, no vi cuándo lo sacó,.
ni de dónde, y era (sic) un revólver pequeño, de color os·
curo, casi negro. P. Antes de ese momento se había usted
apercibido si el Sr. Tobón había sacado revólver y vuelto
á guardarlo? C. No. P. La distancia que mediaba entre usted y el Sr. Tobón cuando usted se apercibió de que éste
tenía el revólver, cuál era? C. Unos treinta pasos. P. Cerca
del Sr. Tobón había en esos momentos algunas otras personas y eran pocas ó muchas? C. Había muchas personas
"
-
LVII -
y entre ellas un A,gente de Policía.
P. Usted vio que alguna
de esas personas Ó el Agente de Policía tratara de quitarle
el revólver al Sr. TobÓn, Ó de impedir de alguna manera
tan lamentable
acontecimiento?
C. ~adie tratÓ de ;ll1p'~dirlo. P. Ustcd se puso en acción ó por \'occ,.; Ó de alguTla
otra manera llamÓ la atención á los que estaban lll;í.s cerca
al Sr. To!lÓn? C. En el acto en que vi al Sr. Tobón apulltándole al Sr. Fcrnándcz
por detrás, haj6 Ú c;¡rrera tt'nclida
á qllitarle el ren\lver al Sr. To~Ón, pero clesgraciacbmell'e
mientras yo recorría el trayecto que me separaba le hilO
ftl(:gu por clelr;'ls, y llegué inoportll namentl:. En e,.;te e~;t;ldu,
sienelo aV:lnzach la !JOL1, se suspende esta dec1araci¡')I' para
c()n\;Il\l~trh de-pu::s, h cna: le fne Ieíeb a: c\t:clarantc, y t'n
constancia la firma con el s(~i1or Juez, el ~l¡,.;crito Secrdario
y lo,,; clell1;'LSque: en el!.l in!crviniero(J.
Lns
l\IAH\O
ALFHEDO
OTERO -
C,\J1AO--FHA::\C1SCO
GI·EHI~A--·A::\T()::\IO :\1.
J.
JOSI~ l\IAl<Í.\
LASrWLL.-\--
FER::\,hm:z-~ICOL\S
Oc . \IIIPo-Agltstí¡1
Nosas
BOJ
b:s·
Secre-
tario.
BANCO CENTRAL
El suscrito, Secretario de la Junta Directiva del Banco
Central, en vista del oficio nÚmero 1.{64, dirigidn con
¡echa 28 de Junio pnr el señor J llCZ 2." Superior del Di~;trito Capital, al sciíor Gercnte de este Banco, expide copia
del acta de la sesión de dicha Junta que tuvo lugar el día
17 de Octubre de 1<)08, en lo referente it los arreglos
los rematado res de la Henta de Licores:
" SESIÓN
DEL
"Presidencia
DÍA 17 DE OCTUBRE
con
DE IC)08
del Sr. José María Pinto V.
"A l:1s dos y media de la tarde del día 17 de Octubre
de 1908, se reuniÓ en el local del Banco la Junta Directiva
del mismo, presidida
por el Dr. Pinto. Concurrieron
los
-
LVIII -
Sres. Fernández, Giesekcn, Hurtado, Quintana y Gerente
de Rentas ...•.....
- ..............•...•...•..•.....
" Expu,>o el señor Gerente de Renta,> que habiendo
consultado con el señor l\linistro de Hacienda y Tesoro
las bases del contrato con el Sr. Roberto Tobón, sobre recibo de la I~enta de Licores nacionales del Distrito Capi.
tal y compra al mismo de las existencias de tales licores,
manifestÓ aquel funcionario que exigía para firmar el contrato que se incluyera un~ cláusula por medio de la cual
declarara el Sr. Tobón que no tenía derecho á hacer reclamo alguno al Banco por razón del contrato de arrendamiento aludido en el Distrito Capital.
Que por lo que queda expresado se había introducido
las blses ya aprobadas por la Junta, la cláusula siguiente:
, Tobill1 declara expresamente que no tiene derecho alguno
que hacer valer contra el Banco Central por razón de disposiciones ú omisiones de la Gerencia de Rentas, relacionadas con el contrato de arrendamiento de la Renta de Licores del Distrito Capital, de que se ha hablado, y que en
caso de que pueda tener algún derecho contra el Banco
por esos motivos, los renuncia de modo expreso ~ in-evocable.'
"Que á esta estipulación antepuso el Sr. Tobón las siguientes frases: '(;na vez cumplido por el Banco Central
este contrato' y además la adicion.ó así: 'pero Tohón
se reserva los derechos que pueda tener para reclamar
contra la ~ación los perjuicios que le hayan ocasionado
las providencias de otras autoridades ó funcionarios pú.
blicos distintos de la Gerencía y Administración del Banco
Central que hayan dictado en relación con el contrato de
arrendamiento
de la Renta de Licores del Distrito Ca·
pital y que Tohón estime lesivos de SlIS derechos de arrendatario.' • Undécima. El Banco se oblig:t á tomar las
existencias de envases, licores y medidas para éstos que
tenga el 1.° de Enero próximo la Renta de Licores nacioti
-
LlX
-
nales de Qucsada á lo..; mismos precios y en iguales condiciones ;l las estipuladas I~n este contrato para la Renta del
Distrito Capital, venta de la cual responde TabÓn en nomhrl: del rematador
• Dl1odécima.
de Ql1csada.'
La cuenta de arrendamientc:.s
del Dis-
trito Capital y Quesada, de que son rematadorcs
Roberto
y J esÚ:,;~Iaría Tohón, se liql1idar:'¡ el 1.° de Enero próximo,
carg;lI1dole al Distrito Capibllo
que debe, que es de r. de
Agosto Último y ;1 Ql1csada de r.0 de Septiembre
próximo
pasado en adcla:lte y :l esos saldos se les abonarán
los valures de las existencias
que entreguen
sns rematadores
0
para balancear
la cuenta y que las que salgan cleudoras
le paguen ;'t las acrec-duras el saldo respectin) según esa
liquidación.'
Adcm:'ls agregó: 'Si sc optaren estas modi ficaciones,
debe ll10dilicarse I:t c!;'¡l1sula 3." diciendo
que el Banco
tOlll:l locbs Lts existe:lcias
de aguardientes,
alcohol, ron,
mis(('!:Ls y alcolwl
pel fumado que tenga Tobc'JI] cn el
Distrito CapiLt!.'
" Oída (~sta l:xpl)~icióll y hahiéndose
considerado
por
la jUIlt:l il1:tdmisibks las rcfortnas introclucidas
por el Sr.
Tuklll
:l LIS b::sl:s Yl :.probadas,
se adoptó lo siguil:nte:
" D~c brasc que \Jr:1 (b la l~enta de Li cnrcs nacio ll:\\eS
del Distritll C;¡pit:d si <:1 día lunes 19 de los co:-riL:lltes no
CSt:'Lllcuhiertos en su totalidau los arrcncLul1iclltos
devl:llgaclos cle cliclu R,~nt:l ('1no se ha suscrito por el Sr. Tobón
Ull cOlltrato de acuerdo
con bs bases aprobada',
por la
Junta en s:¡ scsic')J] del día 8 de los corrientes,
cun las stguicntcs adiciones y rc:orlllas:
•• La cláusula nO\'ella se sllprimir:'¡ y qucdar;'¡ SllZitituíd:\
por la siguiente:
':\O\'t'I1a. La fecha del rl:cibo de b l{l:nta
será tan pronto COI11'" ,ea este contrato
aprobado por la
Junta Directiva del Banco Central y por el M ,nisterio dl:
Hacienda, y se reciba de l:stc la orden respectiva,
todo lo
cual se hará con b mayor rapickz posible.'
-
LX-
Se introducirá como cláusula nueva la siguiente: t Décima. Una vez cumplido por el Banco este contrato, Tobón
declara expresamente que no tiene derecho alguno que
hacer valer contra el Banco Central por razÓn de disposiciones ú omisiones de esta misma entidad, relacionadas
con el contrato de arrendamiento de la Henta de Licores
nacionales del Distrito Capital de que se ha hablado y que
en caso de que pueda tener algún derecho contra el Banco
por esos motivos, lo renuncia de modo expreso é irrevocable.'
11
Se puso en conocimiento de la Junta una comunicación que le dirige el Sr. Roberto Tobón, con fecha diez
y seis de los corrienles en que explica y analiz;¡ algunos de
los términos del contrato que se proyecta celebrar con él
sobre la Renta del Distrito Capital. 1mpuesta la J unta de
esta nota y estando ya resuelto el asun to de que ella trata,
la Presidencia ordenó que se archivara ......•.
"
H
(Firmado)-EI
Presidente,
Secretario, D. Holguin.
Es copia conforme.
Josí~ M.
PINTO
V.-El
El Secretario de la Junta Directiva del Banco Central.
Banco Central-El
Secretario, D. Holguíll.
A.dlllillistmción gClleral de Rentas Reorganizadas-Bogotá,
Julio
2 de 1909-Roberto
Tobóll-Bogotá-Dirccción
telegráfica:
"Robetio."
•
~eñor
Bogotá, 19 de Octubre de 1908
Gerente de las Hentas Reorgani¿adas-E.
S. C.
Me refiero á su atento oficio núme~o 12,601 de esta
fecha, que acabo de recibir.
No obstante ser gravosa para mí la cláusula 9.a de la
póliza del contrato en camino de celebración con usted y
con el Administrador de las Rentas Reorganizadas, por
imponerme dicha cláusula la renuncia de derechos que
-
LXI-
creo me asisten contra el Banco Central, acepto sin embargo dicha cláusula con el propósito de que se lleve ;1
término un negocie) ya largamente discutido y consentido
por las partes contratanks.
Pero
como
ap;lrtc de las acciont.:s que pudieran
asis-
tirme contra el Banco Central (sic) creo tener otras, enteramente
independi(~ntes
de aquéllas, contra el Gnbierno
Kacional COI1 motivo de las órdcnes, resoluciunes
y dt.:cretos dictados por el Órgano del Ministerio clt: Hacienda y
Tesoro y por otras autoridades
respecto
de la mism:i.
I~el1!:l mencionada,
e-; entendido
que esos derechos
no
quedan comprendidw,.
en la renuncia
hecha á favor del
Banco Central, las cuales me reservo y quedan ;1 sa!\'oj y
para que ~obr(' esto no haya lugar á duda algllll:l, espero
se sirva usted decirmc por escrito si es cierto que !lO ha
sido intención
de las partes, en la celebración
del contrato, el que se considere y se estime que est:'t comprendida en la rcnullcia hecha en favor del Banco Central,
renuncia alguna de mis derechos contra el Gobierno Nacional, cmanantes de hs causas expresadas) sienc\o entendido entre ambas partes contratantes
que esos derechos
me quedan ;1 s.llvo, para ejercitados
en oportunidad.
Quedo de- usted ll1uy atento seguro servidor,
ROBEHTO
TOBÓX
Es copia.
El Administrador
de las Hentas
Reorganizadas,
RC'FIXO
Administración
"Banco
GCTlI~HImZ
general de Rentas Reorganizadas-NÚmero
BogO/lí, :Julio 2 de 1909
57-
Cenlm/-Gerencia
de Rentas Reorganizadas -NÚmero
12,601-Bogotá,
Octubre 19 de 1908
Sr. Roberto Tobón-Preslmle.
Como confirmación
de la notificación
que
hice
ver-
balmente el sábado último) trascribo á usted para su cono-
-
LXII -
cimiento la resoluciÓn dictada por la Junta Directiva del
Banco el 17:
•Declárase quebrada la Renta de Licores :-.Jacionates
del Distrito Capital si el día lunes 19 de los corrientes no
están cubiertos en su totalidad los arrendamientos
de
cJicha renta ó no se ha suscrito por el Sr. Roberto Tobón
un contrato de acuerdo con la') ba~cs aprobadas por la
Junta en su sesión del día 8 de los corrientes, con las
siguientes adiciones y rdormas: La cláusula 9,a se suprimirá y quedará sustituida por la siguiente: Novena. La
fecha del reciho de la Renta será tan pronto como sea
este contrato apro11ado por la Junta Directiva del Banco
Central y por el l\Iinistcrio de Hacienda y Tesoro y se
reciba de éste la orden respectiva, todo lo cllal se hará con
la mayor rapidez posible, Se introducirá como cl;'lUs\11a
nueva la siguiente: Una vez cumplido por el Banco este
contrato, Tobón declara expresamente que \la tiene derecho alguno que hacer valer contra el Banco Central por
razón de disposiciones ú omisiones de esta misma entidad
relacionadas con el contrato de arrendamiento
de.. la
Renta de Licores l\acionales del Distrito Capital, de que
se ha hablado, y que en caso de que pueda tener algún
derecho contra el Banco por esos motivos, lo renuncia de
modo expreso é irrevocable:
De usted atento seguro servidor,
SALVADOR
Es copia.
El Administrador
FRANCO,"
general de las Rentas Reorganizadas,
(Firmado), RUFINO
GCTIÉRREZ
En \'einticuatro de Junio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho del Juzgado 2,° Superior el Agente
de Policía Eduardo Sánchez, con el objeto de declarar en
este asunto, el señor Juez le recibió juramento en la forma
legal,
y
d cual prometiÓ
por
le iuere
las
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porque
me lo elijo
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de
Fernández
D. JesÚs
Ma·
-
LXIV
ría Tobón. En seguida el Dr. Rodríguez P. interrogó al
testigo así: ¿Usted vio que alguna persona cogiera con el
hrazo izquierdo al Sr. Fernández ya herido y lo dejara caer
suavemente en el suelo? C. No señor, no vi. P. ¿ Usted
cuándo y cómo se dio cuenta del disparo hecho por el Sr.
TobÓn? C. Estaba teniendo al otro individuo de que he
hablado, sentí 1<\detonación y volví á mirar y vi caer al
Sr. Fernández. P. ¿ El Sr. Fernández estaba de pie?C.
Sí. Preguntado por el-Dr. Concha. ¿Si usted tuvo que volver la cara Cltalldo sintió la delonacióH, cómo podía ver lo
que sllcedía detrás de usted ó sea la lucha mire el Sr. FerllállClez y el Sr. jesÚs María Tobón y cómo puede usted ase~'erar que ambos estaban en Pie en ese momento? C. Porque
volví á mirar á lo que sentí la detonación. Preguntado
por el señor Juez: ¿A qué distancia estaba usted del Sr. Roberto Tobón cuando oyó la detonación? C. A unos cinco
ó seis metros. P. ¿ A dónde miró usted cuando sintió dicha
detonación? C. Miré para el Occidente y después para el
lado de la Plaza de Bolívar. Preguntado por el Dr. Rodríguez P. ¿De manera que usted no vio al Sr. Tobón en el
momento en que éste hizo el disparo? C. No lo vi, apenas oí la detonación. P. ¿Cómo asevera usted en su declaración que el Sr. Tobón le hizo el disparo al Sr. Fernández por detrás? C. Porque el Sr. F emá1tdez estaba del lado
arriba y el Sr. Tobó¡¡ dei lado abajo. P. ¿Cuál de los tres
. somhreros que se ponen de presente corresponde al que
llevaba el Sr. Roberto Tobón el día de los acontecimientos? C. Me parece que es el marcado con el número I,
porque lo vi en la Central, era negro y estaba roto. Preguntado por el Dr. acampo: ¿Cuánto tiempo trascurrió
desde el momento en que usted vio qne el Sr. Fernández
le pegaba al Sr. Tobón hasta cuando sonó el disparo? C.
Poco más ó menos no alcanzó á durar cinco minutos. P.
¿Había en ese momento mucha gente en ese lugar? C. Sí
señor, había bastante. P. ¿ Había personas interpuestas en
-
el espacio
comprendido
LXV
entre
-
el punto
donde e~taha usted
teniendo al individuo que atacó á D. Roberto
y el punto
donde estaba D. Hoberto Tobón?
C. N o, no había nadieinterpuesto.
P. ¿ Usted vio que el Sr. jesús Mari.a TobÓn le
pegara
algún garrotazo al Sr. Fern:indez?
C. No, no señor,
únicamente
\'i que ambos se daban puñebzo~ .. p,
¿Vio usted que el Sr. jesús i\Iaría Tobón se cayera en e:
110 VI,
momento en quc llct(ó al sitio de los acontecimientos?
C.
No s6ior, no vi. P. ¿Puede usted asegurar
si la person:1.
que pdeaba con el Sr. jesÚs María Tohón era el Sr. Agu~til'
Fern;·Lnde7 ó era el Sr. Hernin PC:rez Ó el Sr. Rieardl) Cua··
lla? C. Pucdo asegurar que la persona que peleaba con el
Sr. jesÚs i\Iaría Tobl)n era el Sr. Agustín Fernánclez. P.
¿Cómo puede usted asegurar eso, dicicndo u~ted quc tuve,
que volver la car:l CUancll) sonÓ el disparo?
C. PorqlE~
al momento
que tr.lb ¡ra!} luC!u yo los vi. P. ¿ Por qll'::
no soltÓ llsted ;Ll i:divirluo
l}LIc' t~ní.l
pora impcjire~;l.
r¡¡la? C. Pur falta ek ti e m;:Jll, pues [uc sUlJu:nentc ripido.
de ta·. nUtlera que !lO tuve tie¡npu ni de ,;-Lcar el pito p;U',l
ííal1l"r un COll1pÚlero. P. ¿Cualldo Il~gÓ ,~¡Agente ek Po
lici:\ Antonio Triana ya había caído D. Agustín? C. Cuando llegÓ el r\genlL: Tri:Lna ya había caído D. Agustín y yo
conducía por frente al Colegio 1):n[;):1 ,'l D. !~()b.Tto '1'0¡Y'JIl. P. ~Cuand()
c<IYó D. t\gustín Fern:lild~;~ s~ di,) ;Js[ed
CLl'~,IU
el.~que cayera solo, Ó elY;) ;tigll!J:l \ltra ~)nS,l¡loL sobre l~¡, Ó lu sostU\O algll1)1) al c,u.:r? C. C1Y;') soh y 11l) vi
que nadie lo sostuvicra.
P. ¿ LTstecl (sic) que jesús :\Ia·
ría TobÓll tralura allí mi"lIlo lucha con otras pcrs )!1a-:?
C. Sí señor. hnH:diatalllc'1te
que cayÓ D. Agustín trahé)
lucha e011 otro, seilmes. P. ¿ El Sr. .lOS(· :\Jaria La~prila
CU"il')
ek, é!lell() :tI Sr. Je-;t;s :\l;¡ría ToloÓll _v.. se lo ellt!',_·,.':'
,~
,
;'l ll';:"<! (') ¡". al,~tl:l:t otu pcrsolla? C. ::\0 "ellO!', no \i qUl.
L) l>J;..~i'-T l, tll ~'l 1l1í lll~ !o e:I:[·l.'6~'~,ni \'i que ;-;1..' lo en: -L'g:¡r:t
.1.li:,l-.~. j). ;.\;,',,'1 \',() ,!llL,!-L:rn·'l1l P~'I'l'! [¡,:·ccjcll·,;
',:U.1 ¡ l.
[~()l>..:rlil Tuhi')!] 1"l1'.\ quí:;lrl:: (·1 :·l~'''lí:\·~,·?C. ::\0 :<:-jli¡·, iJ
l
j
-
LXVI -
vi, ni tampoco quc D. Roberto tuviera revólver. P. ¿Vi()
usted que Jesús María Tobón tuviera cogido al Sr. Agustln Fernández, de los brazos, privándolo de todo movimiento? C. Yo no los vi sino en lucha dándose bofetadas.
P. ¿Cuánto calcula usted que duró la lucha cntre D. Jesús
María y D. Agustín? C. De dos á tres minutos. P. ¿ Podía
D. Jesús María darse cuenta de que D. Roberto le iba á_
hacer fuego al Sr. Fernández?
C. ~o señor, no puedo
decir si D. Jesús María se diera cuenta de que D. Roberto.
le iba á hacer fuego al Sr. Fernández. Preguntado por el
señor Juez: ¿Usted vio qué hizo D. Roberto Tobón en el
espacio de tiempo comprendido desde que se separó del Sr_
Fernández hasta cuando sonó el disparo? C. No vi sino
que se retiró de para abajo. P. ¿ Usted oyó en esos momentos anteriores al disparo, una voz que dijera: "Defiéndase D. Roberto porque lo mata," ó alguna parecida?
C. No señor, no oi esa voz. Preguntado por el Dr.Ocampo. ¿ Usted oyó gritos antes de que sonara el disparo? C.
Solamente oí los gritos de D. Roberto, llamando un policía, decía: (sic) "un agente, por Dios, que me mata." P.
¿ Usted se fijó con qué le tiraba Fernández á D. Roberto?
C. Con un bastón ó varita le pegó dos Ó tres golpes en la
cabeza y se rompió l.a varita. P. ¿ Uste:l sabe quién regió.
(sic) los pedazos de la vara ó bastón? C. No, señal·, no
me di cucnta. P. ¿ Despué:i del acontecimiento
D. Roberto fue atacado por alguna otra persona? C. No señor,
nadie lo atacó porque yo lo llevaba cogido del brazo. P.
¿Qué gritos oyó usted en el momento y después del acontecimiento? C. Después del acontecimiento, cuando yo
llevaba á D. Roberto, oí que gritaban: "Ladrón, asesino,
quien mata matado." Se hace constar que en el curso deesta diligencia se presentÓ el Dr. Nicolás Esgllerra, defensor del Sr. Roberto Tobón, pero no hizo ninguna pregunta al declarante. Agrega el declarante que es mayor de
edad, vecino de Bogotá y sin generales. Con lo cual se da
-
LXVII -
por terminada esta diligencia, la cual le fue leída al decla"rante, y en constancia la firma con el señor Juez, el sl1scrito Secrc1ario y los demás que en ella intervinieron.
L¡;¡s
S,\NCHEZ
ALFI~EDO OTEHO-l\IARIO
- NICOLi..s
PIKElms--A:-;TONIO
CAJIAo-EDl::\lmo
ESGUERHA-EDUARDO
M. OCAMPO-Ag1lstíu
HODHíGUEZ
Rosas B., Se-
cretario.
En Bogotá, á las tres y media del día veinticinco de
Junio de mil novecientos nueve, presente en el despacho
el Sr. Jo-;t: María Lasprilla, con el objeto de continuar la
declaración suspendida d día veintitrés del presente, se
procedió á contí nuar la diligencia, previas las formalidades legales, de la manera siguiente: Preguntado pl)r el Dr.
Esguerra: ¿Cstcd pudo fijarse cuál de los dos era m;'¡s alto
ó más delgado, más grueso, más fornido y más ÍtJ(::rteen~
tre los Sres. JesÚs María TobÓn y Agustín Ferllández?
C. Era más alto, más fuerte y más fornido JesÚs M;-;ría
TobÓn. P. Por lo que ha dicho usted, tenía usted fijas sus
miradas sobre ese grupo, sin lo cual no habría apreciado
las circunstancias que apunta en su declaración, esa misma atención para poder observarlo y apreciarlo todo, la
tenía usted en esos precisos momentos respecto del Sr.
I~oberto Tabón? C. Sí tenía fijas las miradas en ese grupo formadQ,.-por Jesús María Tabón y el Sr. Fern;Índez y
no puedo precisar más detalles particularísimos porq ue no
era maroma, ni teatro, para el cual pudiera yo estar preparado. En conjunto, pues, tenía la vista sobre los tres. P.
¿A qué distancia poco más ó menos y según los recuerdos de usted estaba el Sr. Roberto Tobón de los Srts.
Fernández y Jesús María Tobón? C. En el momento en
que el Sr. Jesús María Tobón tenía al Sr. Fernández sujeto, el Sr. Roberto Tabón estaba como á dos ó tres metros
de distancia, pero no en línea recta, pero no estaba tampoco D. Roberto en el andén y formaban un ángulo
-
LXVIII
-
avierto. P. Si sus recuerdos de hoy y sus observaciones
de ese día se lo permiten, sírvase exponer con los mayores detalles el acto 'mismo, del desgraciado suceso desde
que el Sr. Tobón empuñó el arma hasta el momento de
caer herido el Sr. Fernández? C. En todo me refiero á
mis declaraciones anteriores. Teniendo cogido Jesús María Tobón al Sr. Fernánc1ez, Roberto como dije anteriormente, estaba á dos ó tres metros de distancia y aprovechando la inacción de Agustín por estar sujeto por Jesú~
María, se acercÓ y á quemarropa dísparó su revólver por
detrás de Fernández con alevosía y á mansalva, pocos instantes después llegué yo y vi que Jesús María ténía cogi- ,
do á Agustín con el brazo y mano izquierda y dándole de
pescozones con la derecha cn la cara; yo comprendí que
estaba herido este joven gravemente porque tenia la cara
amoratada, los ojos abiertos y recibiendo la lluvia y esta
fue la razón por la cual tomé á Jesús María por el cuello
con la mano derecha, sujetándolo fuertemente para que
soltara á su víctima que tenia entre los brazos; al mismo
tiempo vi que se desplomaba moribundo dentre (sic) los
brazos de Tobón el Sr. Fernández y esta fue la razón por
la cual lo tomé con la mano izquierda del vestido y lo
dejé caer en el suelo que cayó boca arriba y como continuaba lloviendo, la lluvia le caía. en los ojos abiertos.
COIllO he dicho anteriormente
tení4 yo S~Jjeto_¡;:on
la mano
derecha por el cuello á JesÚs Mari~ y le dije á un Agente
de Policía que estaba cerca: "Tome usted este cobarde y
usted es otro coharde por no haber cumplido con su de.
ber de evitar esta desgracia" y el policía ahí mismo se
hizo cargo del Sr. Jesús ]María Tobón. En esos momentos vi ;Í Ricardo Cualla que se acercó á mirar el cadáver
del Sr. Fern!lIJdez y dio gritos y dijo: "han asesinado á
A~lIstíll." P. Qué entiende el testigo Ó en qu6 acepción
ha clllplead() las siguientes palabras: A quemarropa, á
mansalva y con alevosía? C. A quemarropa, qu<.;le hizo el
-
LXIX -
tiro quemándole la ropa y el cahello, por ser muy cerca,
con la pólvora del revÓlver que disparó; á mansalva, ;Ita·
car á un individuo por detrás, sin tener riesgo de que su
adversario le acometa, esperando la ocasión de que tengan al adversario cogido para herirlo y así maniatado darle muerte; con alevosía, es lo mismo, son sinónimos; este
es el sentido que yo le doy á las palahras por que se me
pregunta; pue~to que el Sr. Fernández no se dio cuenta
de que le iban á hacer fuego por detrás, mucho menos
teni~ndol() cogido. Preguntado por el Dr. ~ntonio María
Ocampo, pre~ente en la diligencia. ¿ Puede usted damos
cuenta cn qué empleó su tiempo desde las nueve de la
mañana hasta la una de la tarde de ese día? C. De las
nueve de la mañana hasta las doce y cuarto ó doce y veinte, no recuerdo precisamente; sólo sé decirle que estaba
huscando una casa en esos días para establecerme y hacer algunas compras para mis hijos porque en esos días
ib:lI1 ;'t presentar exámenes; de las doce y cuarto ó doce
y n::inte en adelank entré donde los Sres. Molinos y compañía á pagar una cll.;nta Ó á preguntar cuánto debía; inmediatamente después salí de ahí y entr(; á la Droguería
de los Sres. Samper' Crihe á comprar una piedra pómez y
al salir de ahí me dirigi á mi casa y al pasar por la esquina de la Plaza de Bolívar presencié el desgraciado acontecimiento que acaho de referir. P. Usted se fijó qué di'rección traia el Sr. Fernándcz y ql1(; dirección traía el Sr.
Tobón? C. N o señor, porque estaban de pie en la esquina de Touchet hablando en alta voz. P. ¿Cuánto tiempo
duraron los acontecimientos
que usted nos refirió? C.
Muy poco tiempo, no puedo precisado, menos tiempo
dd que se gasta en referidos ligero. P. ¿ Desde donde usted estaba alcanzó á ver el revólver y el color del revólver
de D. Roberto Tobón? C. Alcancé á ver el revólver y el
color obscuro; sí señor. P. ¿ Csted vio que Hernán Pérez
forcejeara con D. Roberto y tratara de quitarle el revólver?
-LXX-
C. N o señor, no conozco á Hernán Pérez. P. ¿Usted vio
que alguno tratara de quitarle el revólver á D. Roberto?
C. No vi. P. ¿Vio usted qué otra persona distinta de D.
Agustín, riñera con Roherto ó con Jesús María Tobón?
C. No vi. P. ¿Dice usted que le contaron que Ricardo
Cualla había reñido con uno de los dos? C. Sí señor, me
contaron que había reñido después del .acontecimiento
con uno de ellos. P. ¿Sabe usted dónde recibió el balazo
D. Agustín? C. Por el cuello, por detrás. P. ¿Puede precisarnos ese .lugar del cuello? C. No señor, no lo vi después de muerto; no le vi la herida porque á él sí lo vi.
P. ¿Cuánto tiempo calcula usted que duró Jesús María
pegándole al muerto mientras lo tenía cogido? C. Instantes, ni segundos. P. ¿Puede precisamos ó darnos más
detalles acerca del calibre, grueso y demás circunstancias
que pudiera tener el palo de D. Agu~tín Fernández y el
de D. Jesús María? C. Me refiero en un todo á mi declaración anterior. No habiendo más preguntas que hacer al
declarante se termina la presente diligencia, que le fue leída íntegramentc, la aprobó, y firma por estar fielmente escrita, junto con el señor Juez, los que en ella intervinieron
y el suscrito Secretario. En este estado el señor Juez preguntó al declarante: ¿ Usted se fijó bien en la hora en que
tuvo lugar el acontecimicnto? ~C. Mi reloj tenía en esc
momento las doce y cuarto.
El Juez, LUIS ~LFREDO OTERo-MARro CAJIAO-NrCQl,ÁS ESGUERRA-JOSÉ MARÍA LASPRILLA-FRANcrsco
J. FERNÁNDEZ-ANTONIO M. OCAMPo-Agustin Rosas B.,
Secretario.
En Bogotá, á veintiocho· de Junio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior
el Sr. Heliodoro Camacho, con el objeto de rendir declaración en este asunto pedido por la defensa, el señor Juez le
recibió el juramento en la forma legal y bajo su gravedad
-
-ofreció decir verdad
LXXI -
en lo que supiere y fuere preguntado,
y al efecto se le impuso
del artículo
408 del Código
Penal.
Le fueron leídas SlIS dos declaraciones
que figuran en el
proceso y se ratificó en ellas. Preguntado
por el vocero
Dr. Rodríguez P., quien estaba presente
en la diligencia.
¿ Fue uno solo ó fueron varios garrota7.0s los que el Sr.
Fernández
dio al Sr. Tohón? C. No puedo precisar si fue~
ron varios ó uno solo, yo vi cuando se le rompió el bastón. P. ¿ El garrotazl1 que dio motivo á la ruptura (sic) del
bastón fue dado de frente ó por detrás? C. Me parece que
fue dado de frénte. P. Cuánto tiempo más ó menos duró
la lucha á puñetazos
que usted dice se verificó entre los
Sres. Roherto
Tobón y Fernández?
C. No puedo precisar el tiempo ni aproximadamente,
porque cuando yo los
vi ya había empezado la lucha entre los dos. P. El Sr.
Roberto Tobón huyó ante el Sr. Fernández
ó le hizo frente? C. Al principio le hizo frente; pasada la ruptura del
hastón un rato después de lucha á las manos, huyó el Sr.
Tohón para el Occidente.
Digo el principio,
esto es, el
principio desde que yo empecé á ver el acontecimiento.
P. ¿, Usted vio que los Sres. Jesús Maria Tabón y el Sr.
Fernández
lucharon de pie? C. No me consta. P. ¿Usted
vio que el Sr. JesÚ;.; María Tobón tuviera cogido al Sr.
FernÚndez entre los brazos, sin dejarle movimiento
en el
momento en que disparó el Sr. Roberto
Tohón? C. En el
momento
en que disparó el Sr. Ruherto Tobón, el Sr.
Fernández
estaba tendido en el SllClo y el Sr. Jesús María
Tobóll estaba sobre él horqueteado.
P. ¿ El Sr. Fernálldez
esta ha boca abajo ó boca arriba? C. Estaba
boca arriba.
P. ¿Qué posición
ocupaba
el Sr. Roberto Tobón en el
momento en que hizo el disparo? C. El Sr. Roberto Tobón se colocó á la izquierda
del Sr. Jesús María Tabón,
quien tenía la calwza un poco vuelta hacia el Nordeste.
Preguntado
por el Dr. acampo,
presente en la diligencia.
,¿A qué horas tuvo lugar la molestia? C. Más ó menos á
-
LXXII -
las once y media de la mañana. P. ¿ Por qué dice usted
que Jesús María Tohón venía de la Calle de Florián? C~
Me pareció que venía del lado de la Calle de Florián. P.
9Vio usted que José María Lasprilla cogiera por el cuello
á Jesús María Tobón con una mano y con la otra cogiera
á D. Agustín Fernández y lo depositara cuidadosamente
en el suelo? C. No lo vi. P. ¿Cuántos agentes de policía
vio usted en ese momento en el teatro de los acontecimientos? C. Hubo un agente de policíá que cogió al Sr.
Fernández del brazo derecho cuando D. Jesús María vinodespués á darle el garrotazo; y vi también que un agente
de policía impidió al Sr. Roberto Tobón qu~ disparase
sobre el Sr. LaspriJla. P. ¿Según dice usted, D. Agustín
Fernándcz estaba caído con la cabeza hacia el Norte y
y boca arriba; D. Roherto Tobón estaba á la izquierda de
D. Jesús María y por consiguiente á la derecha del Sr.
Fernández, cómo se explica usted que el Sr. Agustín Fernández pudiera ser herido por la izquierda y no por la
derecha? C. No puedo explicar ese asunto ó punto. P.
¿Córho se explica usted que una persona colocada que
usted indica (sic). En este estado el señor Juez manifestó
que no podían hacerse esta clase de preguntas por referirce á conceptos y no á hechos. P. Después dé hecho el
tiro, cuánto tiempo se estuvo Jesús María Tobón á horcajadas sobre Fernández? C. No puedo prec~sar el tiempo.
P. ¿Por qué dice usted: que, no le vio á D. Agustín Fernández ningún revólver, navaja ú otra arma fut:ra del baso
tón? C. Porque no le vi. P. Entró usted con las personas
que condujeron el cadáver de D. Agustín á la casa del Sr.
Maldonado? C. No señor, yo no entré á la casa del Sr.
Maldonado. P. ¿Tuvo usted algún otro medio de convencerse de que D. Agustín no estaba armado? C. No señor.
P. Vio usted que los Sres. Hernán Pérez ó Ricardo CnalIa ó David Salgada Gómez atacaran á los Sres. Roberto.
ó Jesús María Tobón, antes Ó después de los aconteci-
-
LXXIII -
mientas? C. No conozco á dichos señores. P. ¿Vio usted
que alguna persona atacara á alguno de los Sres. Tobones,
fuera de D. Aguslín Fernández? C. No señor, no \·i. Preguntado porel señor Juez: Cuando el Sr. Roberto Tabón
le hizo fuego al Sr. Fcrnández estaba éste completamente
boca arriba ó con la cabeza levantada? C. Es este un punto del cual no puedo darme cuenta. P. ¿Usted oyó que en
los momentos del acontecimiento de que se trata, gritara
alguna persona "defiéndase D. Roberto que lo matan," ó
alguna expresión semejante? C. No oí nada. Preguntado
por el Dr. I~odríguez, P. ¿ Usted oyó algunos otros gritos?
C. Fuera del grito d,::1 Sr. Lasrrilla no oi m;ís. P. ¿Cuando
se \'cril1carol1 los acontecimientos estaba lloviendo ó había llovido? C. En los últimos momentos del acontecimiento observé que lloviznaba. P. ¿Cuánto tiempo,
poco más ó menos, calcula usted que pasó cntre el momento de principiar 1a lucha ~ntrc los Sres. Hoberto TobÓn y Agustí!l
Fer;l;1'1dez y el disparo?
C. Desde
que yo
vi hasta el di::,paro puedo calcular, más ó menos media
hora. P. ¿ El Sr. Agllstín Fcrnándcz tenía el sombrero
puesto cuando recibió el garrotazo del Sr. jesÚs María Tobón? C. No recuerdo. P. Dónde recibió el Sr. Roberto
Tobón el golpe que rompió el hastón del Sr. Agustín Fernández? C. No puedo precisar. P. El bastón de Jesús María se rompiÓ con el golpe? C. No me consta. No habiendo más preguntas que hacer por parte de los defensores,
el señor Juez interrogó al testigo de la manera siguiente:
Qué hizo el Sr. Roberto Tobón entre el tiempo trascurrido desde la llegada de Jesús María Tobón hasta el momento del disparo? C. Desde la llegada de D. Jesús María
hasta antes de acercarse el Sr. Roberto Tobón para disparar sobre el Sr. Fernández, el Sr. Roberto Tobón quedó
bacia el Occidente presenciando la lucha de los Sres. Jesús María Tobón y Agustín Fernández y cuando ya éste
estaba derribado y bajo el Sr. Jesús María ToMn, fue
-
LXXIV -
cuando D. Roberto subió y se acercó al grupo para disparar. No habiendo más preguntas que hacer al deponente
se terminó su declaración, que le fue leída, la aprobó, y
firma con el señor Juez y los que en ella intervinieron con
el suscrito Secretario. Se hace constar que no concurrieron
á la diligencia el señor vocero del Acusador Particular ni el
defensor Dr. Esguerra.
LUIS ALf'REDO OTERO-HELIODORO
EDUARDO RODRÍGUEZ
MARIO
CAJIAo-Agustín
PIÑERES-A:>lTONIO
CAMACHO
G.-
M. OCAMPO-
Rosas B.
En Bogotá, á veinticinco de Junio de mil novecientos nueve, presentes en el despacho del Juzgado 2.° Superior, á las dos p. m., los peritos Src5. Manuel Ortiz G. y
Germán Iriarte, con el objeto de practicar el reconocimiento de los sombreros pertenecientes á los Sres. Roberto y Jesús María Tobón y Agustín Fernández y en presencia del señor Juez, quien les recibió juramento en la forma
legal y bajo su gravedad ofrecieron cumplir bien y fielmente con los deberes de Sll cargo y al efecto expusieron:
Que se les han puesto de presente tres sombreros; dos de
ellos negros, marcados con los números 1 y 3; el marcado
con el número 3 tiene la marca J. M. T., Yel otro carmelita
claro, marcado con el número 2; en este estado estando
presente el Sr. Francisco J. Fernández, manifestó que su
hijo Agustín usaba un !'ombrero carmelita, pero que no
puede asegurar que sea el que se le pone de presente.
Examinado el sombrero marcado con el número 1, manifestaron los peritos que está muy sucio (sic), que tiene
cinco rotos, dos de ellos en el ala, uno á cada 1:Mg; en el
ala izquierda, donde está el nudo de la cinta le falta un
pedazo, el roto., es de dos pulgadas y lo que le falta, más ó
menos, es de una pulgada. La cinta del filete en este lado
no está rota; el del otro lado le falta también un pedazo
LXXV
-
pequeño, tiene tinas tre;; pulgadas de largo; está rota la
varilla de metal de la ctlal falta un pedazo, como de una
pulgada, sin romperse la cinta del filete; las rupturas de
la copa son lineales y están situadas una de cada lado y
una al frente hacia el lado izquierdo; la perforación del
lado derecho tiene unas cuatro pulgadas de extensión en
forma como de ángulo obtuso; la del lado izquierdo tiene
unas dos pulgada:; de extensión en forma como de ángulo
agudo y la de la parte semi-anterior tiene más de dos pul.
gadas de extensión, termina debajo de la cinta y en forma
de una línea casi recta; en la parte del frente está rota la
varilla de hierro del filete y un poco perforada la cinta de
éste. La copa del sombrero presenta varias partes sumi.
das; por el lado posterior se nota una quebradura. El forro es de color azul, está suelto y tiene la siguiente marca:
"Teodora Gast de Grand." - Plaza. de Bolívar-Bogotá";
el forro no está tan sucio. La cinta que abarca la copa está
cn buen estado. Del exanlCn que hemos hecho del sombrero 1/0 podell/os conceptuar C011 qué clase de instrumentos
fueroll ¡'edlOs los rotos, ni C1tlÍlltos golPes fueroll llecesarios
para producir/os, pltlS pudieron ser causados por golPes de
palo Ó COIl lcl lilaila.
Examinado el sombrero carmelito,
marcado con el númcro 2, ob"ervamos que estÚ en regular estado; tiene tres slll11icJlIfas en la copa, hacia la
parte superior; tiene como cinco gotas de esperma; una
ruptura lineal en el lado izquierdo un poco adelante
del nudo de la cinta, que causÓ en ésta un pequeño daño; la ruptura tiene una pulgada de extensiÓn más ó
menos, y examinado por la parte inferior debajo del tafilete h ruptura lineal presenta una forma como puntiaguda; el sombrero está sin forro y tiene una marca dorada y
negra que dice: "Carlos & Luis Castillo. Bogotá"; el tafilete tiene un poco de grasa en la parte de adelante y una
marca que dice: "Russia-Leather";
tiene unas pocas
manchas blancas que parecen de moho sobre esta marca.
-
LXXVI -4J,
Las cintas tanto del borde del ala como del sombrero es·
tán en perfecto buen estado, excepto laruptura de que antes se ha hablado. Examinado el sombrero marcado con el
número 3, observamos lo siguiente: el sombrero en general se halla sumamente sucio en la parte superior de la
copa y en la parte de adelante del ala tanto por encima
como por debajo se hacen más notables manchas de barro. En la unión de la copa con el ala hacia el 13do derecho tiene una quebradura que parece ocasionada por el
llSO, la extensiÓn de esta quebradura
es poco más Ó menos
de una pulgada. El forro es azul y está intacto y en buen
estado; tiene una marca dorada que dice: "Teodora Gast
de Granel. Plaza de Bolívar. Bogotá," y las iniciales en
letra negra J. M. T. El tafilete, la copa, el al;:¡ y la cinta
están en buen estado. En la parte baj"a de la copa al lado
derecho, un poco hacia atrás, hay una mancha de barro de
forma de un semicírculo. En cuanto á las rupturas de los
tres sombreros los peritos manifiestan que no pueden determinar cuál fuera la causa precisa de ellas, ni si ella pudo
ser exclusivamente lo de golpes de bastón él de otra circunstancía cualquiera. En este estado hace presente el señor Secretario que los sombreros de cuyo reconocimientose
tratll estaban guardados en el armario que apareció forzado yen completo desorden la mañana que se notó el robo
y escalamiento de la oficina. Las manchas de e<>perma que
se notan encima de la copa no existían en ella antes del
escalamiento y robo de que se ha he.cho mención. En seguida el Sr. Secretario de este Juzgado manifestó también
que no puede asegurar que dichos sombreros estén ó no
en el mismo estado en que se hallaban antes del robo, por
no haberles examinado minuciosamente
antes de dicho
robo. En constancia se firma esta diligenci~ por los que
en ella intervinieron, por ante el suscrito Secretario.
Firmados: MANUELORTIZ G. -GERMÁN IRIARTER.NICOLÁS ESGUERRA-EDUARDO RODRÍGUEZ PJÑERES-
-
LXXVII
-
1\1. OCAMPO-FJ~AXClSCO
tín Rosas B., Secretario.
AXTO~JO
J. FERX.~NDEZ-
Agus-
En Bogotá, á primero de Julio de mil novecientos
nucve, presente en el despacho el Sr. D. Francisco de P.
Neira, con el objeto de rendir la declaraciÓn que ha solicitado de ti la ddensa, el señor Juez le recibió el juramtnto
en la forma legal, y bajo su gravedad é impuesto del artículo cuatrocientos
ocho del C. P., prometió decir verdad
en lo que supiere y le fuere preguntado,
y al efecto fue interrogado al tcnor del interrogatorio
que corre al folio 32
del cuaderno
de pi"ucbas, y respondió
al primer punto:
mayor de celad, vecino de esta ciudad y sin generales. Al
segundo punto dijo: lo ocurrido el J9 de Octuhre del ailo
pasado fue lo siguiente: estando yo en el almacén del Sr.
Touchet por fuera en el muestrario viendo un surtido de
corbatas, vi en esos momentos,
como á las once y media,
al Sr. D. Agustín F'ernández
con otro señor á quien no
cOllocí, conversando
y 'discutían
algo interesante
por
modo como accionaban
y siguieron
eil di reccíón
del
Norte Ósea á la calle doce por la Calle de Florián;
yo
permanecí
donde mismo estab;:t y como á los diez minutos, poco m:ís Ó !llenos, ví que corría la gente hacia la
calk de S;lI1 l\Iígucl, yo me asomé á ver qué cosa era y al
efecto \'i al Sr. D. Agustín Fcrnándcz
que le tirab;,t con un
bastóll á D. Roberto, quíen iba adelante, esto fue de pocos
segundos, cuando sentí un tíro y la gente gritaba"
lo mató"; me acerqué al punto donde había ocurrido el Sllceso
y vi que \lnos señores :l quien 110 (sic) cOllocí:l alzaban al
Sr. FCl'Il:índez y al alz;u'!o tenía el saco abierto, se le alzó
y le \·i las c;lC!J:lS de Ui) revÓlver entre el bolsillo de pecho, lo cO\lclllj.:ron
;'l b \'ll(:lta y no vi m.1s porquc la policía l'egó y ¡!en') al Sr. T,¡ll()1l preso. Al tcrcer punto respOl1di('J; t¡:lscuITirÍa¡
unos poquitos
segundos
desde el
momento que principi(') el acolltecimiento,
(J mejor dicho,
-
LXXVIII -
el de que yo vi, hasta que sonó el tiro. Al cuarto punto del
interrogatorio manifestó el testigo que no le consta lo que
en él se le pregunta; tan sólo vi á D. Jesús, ahi en el gru• po donde estaba toda la gente. Al quinto punto manifesto
que se refiere á lo que ha declarado. Preguntado por
el señor Juez: Usted conocía antes del acontecimiento á
los Sres. Ferl]ández y Tobón? C. Sí señor; á alT)bos los
conocía. P. Por qué dice usted que el Sr. Fernández conversaba con un desconocido? P. ¿Ese desconocido era
ó no el Sr. Tobón? C. No señor, era otro. P. El revólver
que dice usted tenía el Sr. Fernández se le cayó al alzarlo?
C. No señur. P. ¿De qué color eran las cachas de ese revólver? C. 1\0 puedo precisar. P. Después de que alzaron
al Sr. Fernández usted lo siguiÓ viendo por algún rato?
C. No señor, no lo volví á ver. P. Usted vio que alguien
le sacara del bolsillo ese revólver al Sr. Fernández? C. No
señor, ni vi ni oi decir que se lo sacaran. Preguntado por
el señor Fiscal. ¿A qué dista~lcia se hallaba usted del cadáver del Sr. Fernández cuando vio el revólver? C. A
unos cuatro pasos de distancia, P. Al rededor del cadáver
del Sr. Fcrnández y al ser éste alzado del suelo había algunas personas? C. Sí señor, había bastante gente. P. Por
el Juez. ¿ Estando usted tan cerca de la esquina antes de
p~ncipiar el acontecimiento de que se trata y habiéndose
acercado al cadáver antes de ser éste levantado, es posible
y natural que usted pueda dar los detalles del suceso de la
muerte del Sr. Fernández; sírvase darlos. C. No puedo
dar más detalles de los que he dicho. P. Frente á qué
muestrario del almacén de Touchet estaba usted? C.
Frente al muestrario que da sobre la Pla7..ade Bolívar. No
habiendo más preguntas que hacer al declarante, se terminó su declaración, que le fue leída, la aprobó, y firma
con el señor Juez y el suscrito Secretario.
LUIS ALFREDO OTERO-FRANCISCO
DE P. NEIRAMARIO CAJIAO-EDUARDO
Rosas B., Secretario.
RODRÍGUEZ PIÑEREs-Agustín
-
LXXIX -
En Bogotá, á primero de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho el Sr. Hernán Pérez con el
objeto de rendir declaración en este asunto, el señor Juez
le recibiÓ el juramento en la forma legal é impuesto del
artículo 408 del C. P., prometió decir verdad en lo que supiere y le íuere preguntado. Se le leyeron sus dos declaraciones rendidas dur:lnte la instrucción y manifestÓ que se
afirma y ratifica en ellas. Preguntado por el Dr. Rodríguez
Piñeres, presente en la diligencia P. ¿En qué posiciÓn se
hallaban D. Roberto y Jesús I\Iaría en el momento del disparo? C. Se hallaban de frente y entre 1cJsdos estaba Fernández. P. ¿ De consíguiente estaban todos tres de pie? C.
Sí señor. P. ¿El Sr. Roberto TobÓn estaba sobre el andén
Ó en la mitad de la calle? C. Estaba sobre e] andén. P. Usted vio caer al suelo al Sr. Fernindez? C. Sí señor. P. Usted vio que alguna persona cogiera al Sr. Fernández y lo
dejara caer en el suelo al propio tiempo que con la mano
derecha cogiera del cnello al Sr. Jesús María Tobón para
entregarlo á un policía? C. Cayó Jesús María sobre Fernindez, sin que persona alguna lo ayudara á caer, ni cogiera á Jesús María del clJello para entregarlo á un policía.
P. En qué posiciÓn cayó el Sr. Fernández? C. Cayó boca
arriba. P. Usted vio que, ya herido Fernández y estando
de pie con la cara amoratada, D. Jesús María le diera
bofetones sobre la cara? C. Cayó casi instantáneamente el
Sr . .Fernández y encima de éste cayó Jesús l\Jaría, quien lo
abofeteÓ á Fernándcz no estando de pie. P. Sírvase contestarme categóricamente mi pregunta. C. No señor, no vi lo
que se pregunta, sino lo que dejo dicho. P. Usted vio á algÚIl agente de policía que interviniera?
C. Vi un agente de
policía á lo último, después del disparo. P. ¿ Usted á presencia del Sr. Francisco Maldonado le quitó al Sr. Fernández
]a corbata con un diamante y la leontina? C. Sí señor.
P. ¿ Usted le sacó alguna otra prenda? C. N o señor. P. Le
sacó alguna arma? C. No señor. P. ¿ Usted le esculcó todos
-
LXXX
-
los bolsillos? C. Le toqué todos los bolsillos. P. ¿Al tocar·
le los bolsillos, notó usted que hubiera alguna arma? C. No
noté que hubiera arma alguna. Preguntado por el Sr. Dr.
Ocampo, presente en la diligencia: ¿ Dice usted que vio por
el suelo los pedazos de un bastón, era muy grueso ese bastón? C. Sí señor. P. No sería más bien los pedazos que uso
ted vio, los de una varita flexible? C. No señor, eran los de
un palo grueso. P. ¿ Sabe usted quién recogió esos pedazos?
C. No señor. P. ¿ Por qué no impidieron ustedes que D.
Roberto Tobón hiciera fuego sobre Agustín Fernández? C.
Porque esto pasÓ en UI1 instante. P. ¿Cuánto tiempo calcula
usted que duraría el incidente? C. Unos tres minutos poco
más ó menos. P. ¿Cree usted que Jesús María TobÓn pudiera darse cuenta de que Roberto Tobón iba á disparar? C.
Nosé. P. ¿Podría Jesús María Tobón impedir esto? C. No
sé. P. A qué distancia hizo fuego Roberto Tobón sobre
Agllstít\ Fernández? C. De unos cinco á seis pasos. P. ¿Vio
usted que D. Agustín Fcrnández le tirara algún garrotazo á
D. Roberto Tobón? C. N o vi. P. Vio usted que D. Agustín
Fernández tuviera palo? C. No vi. P. ¿ Dice usted que D.
Roberto Tohón tenía el revólver en la mano, que intentó
hacer fuego pero que no le hizo sino después, por qué no
le quitó el revólver? C. Porque fue instantáneo. P. ¿Vio usted que alguna persona distinta de D. Agustín a1acara á
Roberto ó á Jesús María Tobón? C. No vi que lo atacara
antes del acontecimiento, después de éste riñó con Cualla,
Jesús María Tobón. P. ¿Durante la riña estaba D. Agustin
Fernández con sombrero puesto? C. No señor. Estaba sin
sombrero. P. ¿Cuando Jesús M. le dio el golpe á D.
Agustin Fernández estaban ambo~ con el sombrero puesto?
C. ~o me aCLlerdo. P. ¿Qut: voces daba D. Roberto Tobón?
C. :\'0 las comprendí. P. ¿ Por qué daría \'oces D. Roberto
si D. Agustín no lo perseguía? C. D. Roberto no era el que
\'enía dando voces, silla Jesús María. P. ¿ Oyó usted algunos gritos de otras personas? C. Xo señor. P. ¿Dice D.
-
LXXXI -
Francisco Maldonado que él no quitó las prendas del Sr.
Agustín Fcrnández sino usted, y después se las entregó?
C. Yo le quité las prendas en presencia del Sr. Maldonado
y después se las entregué á éste. P. ¿Sabe usted ~i alguna
otra persona le quitaría otras prendas Ú D. Agustín Fernández? C. No señor, nadie le quitó. P. ¿Era usted amigo íntimo de D. Agustín? C. No señor, lo conocía de vista. P. ¿A
los Tobones tampoco los conocía? C. N O señor, los conocía de vista: Preguntado por el señor Juez: ¿ Usted oyó que
alguna persona gritara en ese momento: "defléndase, D.
Roberto, mire que )0 matan," ú otra expresión parecida?
C. No señor. Preguntado por el Dr. Esguerra: ¿A qué dis.
tancia estaba usted poco más ó menos de los Sres Jesús
l\Jaría TobÓn y Fernández, cuando éstos estaban agarra<los? C. C0!l10 ;í. treinta ;1asos poco más ó menos. P. Esa
misma distancia hahía cuando el disparo del Sr. Roberto
Tabón? C. Me acerqUt.~un poco y distaría de ellos como
linos quince pasos. P. ¿ Había más gente al rededor de ellos?
C. :\0 señor. P. ¿ En su concepto á qué obedeció la caída
del Sr. TobÓn sohre F<::rnálldcz cuando éste fue herido?
C. Obedeció al disparo; no creo que Jesús María TobÓn se
diera cuenta que Fernández hubiera sido herido, sjno que
se hubiera tropezado y cayó sobre él. P. ¿ Cuando l1evaron
ei cad;'lver á casa del Sr. Maldonado recuerda usted quiénes fueron los que lo condujeron? C. No recuerdo, Ó no
conocí las personas. P. ¿ Usted quedó con el cadáver cuando el Sr. Maldonado salió del aposento? C. El Sr. Maldonado salió un momento y yo quedé con el cadáver. P. ¿ Usted cree que el Sr. Fernándcz cuando lo condujeron á la
casa tenía vida? C. Creo que murió instantáneament<:.
P. ¿Se fijó usted en los ojos dd Sr. Fernández y qué observó en ellos? C. Observé que los tenía nublados. P. ¿ Usted
le desató el cuello al Sr. Fernández y vio si éste tuviera al,gllnas manchas de sangre ó estuvíera ennegrecido por el
~tiro? C. Sí señor, pero yo no me puse á fijar me en el cuc6
-
LXXXII -
llo, pero sí estaba manchado, no puedo asegurar que estuviera ennegrecido. No habiendo más preguntas que hacer
al deponente, se terminó su declaración, que le fue leída, la
aprobó, y firmaron el señor Juez, los que en ella intervinie.·
ron y el Secretario.
El Juez, LUIS ALFREDOOTERO-HERNÁN PÉREZ H.MARIO CAJIAo-NrcOLÁS ESGUERRA-EDUARDO RODRÍ·
GUEZ PIÑERES- ANTONIOM. OCAMPo-Agustin Rosas B.,.
Secretario.
En Bogotá, á dos de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho el Sr. Milcíacles Quintana, el señor
Juez le recibió juramento en la forma legal, y bajo su gravedad prometió decir verdad en 10 que sllpiere y le fuere
preguntado, y al efecto expuso: Soy mayor de edad, vecino
de Bogotá y sin generales de la ley. 2.° Estaha yo el día r9
de Octubre del año próximo pasado en la esquina de la Plaza de Bolívar, en la confluencia de la Calle de Florián con
la de San Míguel, negociando una navaja con un chuchero
ambulante, y serían poco mas ó mtnos las doce menos un
cuarto, cuando vi pasar para el lado de la Calle de Florián,
hacia la casa del Sr. Roberto Tobón, pero por la acera contI"aria, al Sr. Agustin Fernández en asocio de dos Jóvenes
má;.¡á quienes no conocí, y momentos después, como á los
tres minutos poco más ó menos, volví á ver pasar al citado
Sr. Fernánde;r. en compañía de los mismos jóvenes para el
lado de la esquina en que yo estaba, y bajaron por la calle
de San Miguel, á otro instante sentí un bochincbe como
hacia la mitad de la cuadra y vi que levantaban bastdnes
como en actitud de pegarse, pero no vi quiénes eran los
contendores, pues por el grupo de gente que había allí no
se podía observar bien, mucho menos á la distancia en que
yo estaba, no pudiendo precisar las personas que peleaban;
á ese tiempo sentí un disparo y oí u na voz que dijo: "lo
mató," y entonces me dirigí hacia el lugar del acontecimien-
--
LXXXIII
-
to, y vi que estaban alz:1ndo al Sr. Fernández entre cuatro
señore:>, y al acercarme alcancé á notar en e! bolsillo de
pecho de! Sr. Agustín Fernández y á tiempo que lo estaban
levantando los señores á que he hecho referencia, las cachas
de un revólver, pues se alcanzaban á ver perfectamente, las
cuales eran cachas negras y se veía el brillo de la faja de
cobre ó acero del citado revólver. A los Sres. Roberto y Jesús María Tobón 105 vi en ese momento entre el grupo de
gente, pues antes no los había visto. A la 3.a No medió
sino muy corto tiempo entre el instante en que sentí el bochinche y vi blandear los ba&tones y el en que oí el disparo;
esto fue casi simultáneo. 4.° Como dije anteriormente, yo
no vi sino un grupo de gente, sin distinguir personas; no
presencié el principio de la molestia y sÓlo sentí el' disparo
y la voz que dijo" lo matÓ," y al acercarme no vi á ninguna persona peleando, pues ya estaba todo calmado. 5.° Al
Sr. Fernández, como lo he dicho arriba, le vi las cachas negras de un revólver en el bolsillo de pecho á tiempo que
lo levantaban, no puedo asegurar la calidad del revólver y
demás circunstancias, pues tan sól.o lo vi en el bolsillo,
como lo he repetido ya. No habiendo más preguntas que
hacer se terminó la declaración, que leída al t(:sti,go b aprobó, y firma con el seriar Juez por ante el Secretario. Se le
leyeron al testigo los artículos de la ley penal sobre testigos fabos y perjuros y se observaron las formalidades del
artículo 633 del CÓdigo Judicial. En este estado fue preguntado por el señor Juez: ¿Cuando el joven Agustín Fernández bajó para la calle de San Miguel, usted vio que en
ese trayecto tuviera ó tuvo el citado Fernández molestia
con alguna persona? C. No señor, no vi que tuviera molestia alguna el joven Fernández, sino, como lo dije ya, tan
sólo vi el grupo de gente y que se daban de bastonazos,
sin distinguir personas. Preguntado por el mismo señor
Juez: ¿Estando usted situado en la esquina de la calle de
San Miguel, cerca al lugar del acontecimiento, qué otros
-
LXXXIV -
hechos presenció antes de sentir el disparo y antes de que
levantaran el cad~ver? C. Ningúll otro hecho. En este estado el testigo hace constar que después de que metieron
el cadáver á la casa de la esquina de la Calle de Florián, salieron en seguida unos señores á quienes no conocí, manifestando que le habían quitado al muerto, Sr. Agustín Fernández, un prendedor, un anillo y el revólver, esto lo oí
perfectamente decir á los señores de que acabo de hablar.
LUIS
ALFREDO
OTERO-MILCÍADES
QUINTANA-
Aguslín Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á dos de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior el Sr. Arturo Quiroga con el objeto de declarar en este asunto, el
señor Juez le recibiÓ juramento en la forma legal y bajo
su gravedad é impuesto del artículo 408 del C. P. prometió
decir verdad en lo que supiere y le fucre preguntado. Se
le leyó su declaración rendida ante el señor Funcionario
de Instrucción y dijo que se afirma y ratifica en ella, pero
que hace constar que al referirle al señor Secretario en la
Inspección Municipal algunos otros detalles, le manifestó
éste que ellos no había necesidad de hacerlos constar en la
declaración. Preguntado por el señor Juez. ¿Sírvase usted
dar esOs detalles, que dice fueron omitidos en su declaración? C. El Sr. D. Roberto Tobón iba con su paraguas
abierto por las galerías cuando no sé por qué incidente se
regresó caminando unos pocos pasos, en ese momento se
lanzó el Sr. D. AgustÍn Fernández sobre él dándole unos
bastonazos, de los golpes tan fuertes que le dio le rompió
el palo, el Sr. Roberlo Tobón trató de defenderse con el
paraguas y no s6 si haya sido por motivo á que le haya pegado con la vara al paraguas ó el que haya sido por haberle pegado por la cara al Sr. Agustín Fernández, salió el paraguas por encima de dicho Sr. Fernández, cayendo á los
-
LXXXV -
pies míos. Hago constar que yo no conocía á los Sres. Tobón y Fcrnández.
En seguida el Sr. Roberto Tobón bajó
corriendo
por dicha calle llamando
un agente y pidiendo
auxilio por motivo á que el Sr. Agustín Fernández
seguía
tras él con el resto del hastón que le quedaba, cuando faltándole unos pocos pasos para alcanzarlo, un agente de
policía lc cogió cl brazo y hubo un momento
de calma,
cuando oí bajar al Sr. Jesús María Tobón,
corriendo
con
un bastón en la mano y llegando donde se encontraba
el
Sr. Agustín
Jesús María
éste y el Sr.
trabe') lucha
Fernándcz
Tobón al
Fern~lI1dez
cntre el Sr.
Ic tiró un bastonazo cayendo el Sr.
suelo, inmediatamente
se levantó
se le zafó al agente de policía y se
Fernándcz
yel Sr. 'fohón quedan-
do amhos abraz;"\c1os; en esta lucha 110 me consta si haya
sido el Sr. Tobón ó el Sr. Fernández
el que trató de caerse, pero este fue un molivo para quc quedaran
separados,
en ese 111<)l11entose in1erplbo un señor que después sllpeque
era Ricardo Cual la, quien trahó lucha con el Sr. Jesús María TobÓn, en ese momento
el Sr. Agustín Fernánclcz se
cncontraba
en mcdio del Sr. Jesús María Tohón y D. Hoberlo; tratÓ de lanzarse el Sr. Fernández
sobre D. Jcsús
María, pero hubo un momento
en que volteó á mirar D.
Agllslín á donde estaba el Sr. Roberto Tobón y á lo que
volteó á mirar\o
le dispa,ó
el Sr. Robcrto
Tobón,
le dispa-
ró como á cinco ú ocho pasos más ó menos, cayendo el
Sr. Agustín Fcrnández
al suelo; inmediatamente
en compañía de otros señores alzámos al Sr. D. Agustín .Fernández á quien pensábamos
conducirlo
al Hospital, cuando
se presentó el Sr. Maldonado
y conociendo
al Sr. Agustín
Fernández,
dijo se le condujera inmediatamente
á su casa
pQLScr amigo de él y tener relaciones con la familia de dicho Sr. Fernández,
lo lIevámos á la casa de dicho señor y
se le colocó
en una cama
en
la parte alta de dicha
casa.
En esos momentos varios señores que estaban ahí presentes y por indicaciones
del Sr. Maldonado
salieron comi-
-
LXXXVI -
sionados para darle la noticia al Sr. Francisco J. Fernández, quien á los pocos momentos se presentó á dicha casa
y viendo al Sr. Agustín Fernández le dijo "perdóname
,hijo mío que yo soy el responsable de tu muerte, razón tenía el Dr. Montaña ó el Dr. Restrepo en decirme que arreglara esto de cualquier manera porque si no vendría á tener un desenlace funesto." Hago también constar que el
Sr. Maldonado le quitó al Sr. Agustín Fernández, estando
en la cama, el cuello y la corbata para examinarle la heri<la y estando presente el Sr. Marceliano Vargas, Ministro
de Gobierno, ordenó se llamara un agente de policía para
-que se pusiera á la cabecera y no se le tocara y llamaran á
los médicos oficiales; en estos momentos me retiré. Hago
constar que el Sr. Agustín Fernández estaba de medio lado
"Cuando el Sr. Tobón le disparó; lo mismo que no recuerdo si el Sr. Francisco J. Fernández haya nombrado ó al
Dr. Montaña, ó al Dr. Restrepo. Estando presente el Sr.
D. Francisco J. Fernindez, el señor Juez le preguntó á dicho Sr. Fern2.nclez si él había dicho las palabras que cita
el testigo, á lo cllal contestó el Sr. Fernández: no señor,
dije simplemente: "perdón hijo mío "j y puedo asegurar
que el declarante no estaba en la pieza donde estaba mi
hijo muerto, y que por consiguiente es una falsedad lo que
se acaba de exponer. En este estado el señor juez le recibió el juramento legal al Sr. Fernándcz de haber dicho
verdad en lo que acaba de exponer. El Dr. Roclríguez Piñeres, presente en la diligencia le preguntó al testigo: ¿ Qué
observación ú observaciones tiene usted que hacer á lo
que acaba de aseverar el Sr. Fernández? C. Me ratifico en
lo que he dicho y además el Sr. David Salgada se dirigió á
D. Francisco J. Fernández por encontrarse éste sllma~
te angustiado, y le dijo: "que tuviera 'calma, que peor hubiera sido que las cosas hubieran pasado al contrario" y el
Sr. D. Francisco J. Fcrnández le contestó: "Mi hijo es incapaz hilsta de matar una culebra y lo m 110 es que el
•
-
LXXXVU -
4sesino de mi hijo se encuentre paseándose por las calles."
Por afirmar el Sr. Francisco J. Fernández que yo no me
encontraba en la pieza donde se encontraba su hijo muerto, puedo citar como testigos al Sr. G'eneral Marceltano
Vargas, al Sr. David Salgada, al Sr. Maldonado y á. un Sr.
Fajardo que fue uno de los que ayudÓ á conducir el cadáver, y quienes recordar;ln que yo estuve allá, y á otros tantos señorcs que por no saberles yo sus nombres y apellidos no puedo citarlos, pero que en caso de que sea oportuno los citarl: por tenerlos presentes. Preguntado por el
señor Juez al Sr. Fcrnández qué tiene que observar á lo que
ha afirmado el testigo. C. Me refiero á lo dicho. Pregunta<lo por el Dr. Rodríguez P. ¿En el momento en que el Sr.
Roberto Tobón hizo el disparo sobre el Sr. Fernández éste
estaba cogido por el Sr. Jesús Tobón ó estaba libre? Contestó el testigo. Estaba libre. P. ¿Usted vio que alguna
per~ona estando el Sr. Fernández herido y de pie 10 ayudara con el brazo izquierdo á caer suavementc en el suelo
y q uc con la mano derecha cogiera del cuello á D. Jesús
113ria y se lo entregara á. un policía? C. No vi que hubiera
.persona alguna y cogiera al Sr. Agustín Fernándcz para que
cayera suavcmente, ~)ero sí vi que varios individuos trataban de atacar al Sr. Jesús María Tobón y que el Sr. Ricardo Cualla gritaba desde la esquina de arriba "asesino";
no me consta más por haber alzado el cadáver del Sr. D.
Agustín Fernánde7.. En este estado habiénclosele leído al
declarante la declaración rendida ante el señor Inspector
3.0 Municipal el día veintitrés de Marzo de mil novecien·
tos nueve, manifestÓ que se afirma y ratifica en ella. Pre·
guntado por el señ(.r Juez: Explique usted por qué dice en
-esa declaración que la carta á que ella se refiere, la firmó
usted después de habérsela leído de prisa y habérscIa llevado el Sr. Horacio Correa? C. La firmé solo en lui casa,
no con el objeto de que esta fuera una declaración perfectamente detallada respecto á los asuntos de que se trata,
-
sino con el objeto
LXXXVIII
-
de que se conservara
como
copia
que no se olvidaran nada de los detalles ocurridos
de que se me llamara á declarar ante la autoridad
para:
en caso<
y como
se me citó á la 1nspección 3. a Y se me leyó detenidamente
no la acepté por estar omitidos y alterados
varios detalles.
P. ¿El Sr. Horacio Correa es su escribiente
ó acostumbra
escribir las cartas y demás documentos
que usted ha de:
firmar? C. No señor. P. ¿Por qué razón el citado Horacio Correa le llevó á usted para que la firmara la carta de
que se trata? C. Por motivo de que le iniciaron á él que yo.
había presenciado
los acontecimientos
ocurridos el 19 de
Octubre de 1908 y quien me dijo le diera los detalles. Habiéndose pucsto de presente
la carta que figura como firmada por el declarante en el cuaderno
de pruebas de la
defensa, se le preguntó
si reconocía
como puesta de su
puño y letra dicha firma y si es cierto el contenido
de la
carta. C. Sí señor, esa es mi firma, respecto al contenido
de ]a carta tengo que hacer varias rectificaciones,
á saber:
que el Sr. Fernández
no era quien se dirigía directamen_
te a] Sr. Roberto Tobón sino que al voltear á mirar hacia
donde estaba D. Roberto le disparó estando de medio lado.
También se omite en la carta, que cuando el Sr. Roberto
Tobón bajaba corriendo se presentó un agente de policía.
á coger al Sr. Agustín Fernández;
dice la carta que el Sr.
Jesús M. Tobón bajaba de la esquina de La Catedral;
á mf
no me consta eso, esto es, que bajara por la esquina de La.
Catedral. Por haberle tirado con el bastón el Sr. Jesús M •.
al Sr. Fernández fue que cayó y hubo lucha entre el Sr. Tabón Jesús María y Fcrnándezj
también se omite en la carta
que estando en la lucha el Sr. Jesús M. Tobón
y el Sr.
Agustín Fernández
uno de ellos se resbaló y este fue el
motivo para que quedaran
perfectamente
sueltos.
Meconsta que el Sr. Maldonado
se acercó al Sr. Agustín Fernández y le quitó cuell.<>, corbata y le desapuntó el ~Qaleco
y para ponerlo en mejor posición sacó u~ objeto del bolsi-
-
LXXXIX -
1\0 que no puedo asegurar qué cosa haya sido, pero si
hago constar qne dicho señor Maldonado llevó dichos objctos á una pieza contigua á la cn que se encontraba el Sr.
Agustín Fernández, regresando con el prendedor y una
leontina y colocandolo encima de una mesa que se encontraba cn la pieza en donde se hallaba el Sr. D. Agustín Fernández y en este momento fue cuando se presentó el Sr.
Marceliano Vargas, quien dijo si había alguna autoridad
ahí, como no la hubo le prestó el Sr. Maldonado un muchacho para que se llamara un agente de policía y custodiara el cadáver micntras llegaban los méclidos oficiales al
reconocimiento. No me consta que el Sr. D. Francisco J.
Fendndez haya mentado directamcnte al Dr. Montañ;¡;
pero sí asq~uro que si no fuc á él fue al Dr. Restrepo. A lo
demás de la carta no tengo nada más que agregar. Preguntado por el J tiC?. Especifiquc usted qué clase de objeto, poco
más ó menos, fue el ql!e sacó el Sr.l\Ialdonado dcl vestido
del Sr. Fcrnández. C. No puedo precisar qué objeto fue
el que le sacó por haberlo hecho rápidamente. P. ¿Cuando usted firmó la carta de que se trataba estaba escrita tal
como hoy aparece á Stl vista? C. N o puedo asegurar si está
alterada ó no por haberlc prestado poca atención á ella.
P. ¿Usted firmó esa carta antes ó después de rendir la declaración en la Alcaldía I.a? C. Después. Preguntado por
el señor Fiscal. ¿ Dice usted en su carta que ha reconocido
que el Sr. Maldonado se acercó al Sr. Agustín Fernández
y le quitó un revólver que tenía en el bolsillo del saco, eso
es cierto? C. No me aseguro que haya sido revólver. Preguntado por el Dr. Ocampo presente en la diligencia. Nos
citó usted dos testigos que son los Sres. Flórez y Piñeros
para declarar sobre un punto extra, digamos qué clase de
punto extra es ése? C. No lo puedo saber yo porque ellos
no me dijeron qué era, pero que si los podía citar en caso
de que fuera necesario. P. Dicen, dos dec1aracion~s presentadas por el señor Acusador que el Sr. Jesús María To·
-xc bón le ofreció á usted una suma porque diera una declaración en su favor, es cierto esto? C. No es cierto y creo
que el señor quien dice eso, cita á un señor que no sé su
nombre ni apellido, pero que me llamó en la calle y me
dijo que el Sr. Ernesto Auza lo había citado para que declarara lo dicho por él y que él se hahía negado por motivo á no constarle nada. Sé que se dice eso por indicios del
Sr. Tomás Escob.1.r, empleado del Sr. Francisco J. Fernández y lo aseguro por haherle ido á hacer una propuesta para el mismo asunto al Sr. José Gregorio Fabrt:, miembro de la familia del Sr. Escobar, quien se negó para declarar diciéndome que le había contestado que á él no le
constaba nada de lo que el dicho Sr. Escobar quería que
declarara, sino cosa muy distinta y la verdad de lo que yo
había dicho, por lo que jli~o que dicho Sr. Escobar pretendía ó pretende por medio de esto le mejorara el Sr.
Francisco J. Fernándcz SlI destino, porque si esto fuera
cierto no se hubiera negado á declarar un miembro de la
familia. P. ¿ El Sr. Horacio Correa le ofreció á usted dine- ..
ro Ó lo atemorizó para obligarIo á firmar esa carta y si no
fue asi qué móvil tuvo usted para firmada? El señor Juez
hace constar que esta respuesta debe darla el testigo sin
juramento. C. El Sr. Horacio Correa no me ha ofrecido ni
he recihido dinero, ni me atemorizó y yo no tuve para firmar esa carta ningÚn móvil ahsolutamente, puesto que la
firmé en mi casa sin testigos ningunos. P. ¿Por qué omitió
usted~en su primera y en su segunda declaración decir que
el Sr. Maldonado hubiera sacado del bolsillo del saco que
tenía el día del desgraciado acontecimiento el Sr. D. Agus.
tín Fernández, el objeto de que usted habla en la declaración quc rinde hoy? C. Porque no podía asegurar con
precisión qué era y creí i,nútil por esto manifestarla y además en mi primera declaración ,no pude explicar detalladamente los acontecimientos por no tenerlos presentes en
ese instante. En este estado, siendo las cinco y cuarenta
-
miny.tos,
XCI -
el señor Juez suspendió
la diligencia
para conti-
nuarla al día siguiente.
En constancia
se firma por el declarante, el señor Juez y el suscrito Secretario, junto con
los que en ella intervinieron.
El Juez, LUlSALFHEDO OTERO-ARTUHO QUIROGAEl Fiscal, MARIO CAJIAO-FRANClSCO J. FERNÁ:'mEZ-~[COL..\s ESGUERRA-EDUARDO
RODRÍGUEZ PIÑERES-ANTONIO 1\1. aCAMPO -Agustín
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á tres de Julio de mil novecientos
nueve,
presente en el de~p<lcho el Sr. Dr. Angel M. Olivos, el señor Juez le recibiÓ juramento
en la forma legal y bajo su
gravedad prometió decir verdad en lo que snpiere y le fuere preguntado,
expuso: Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales. 2.° No recuerdo que en la Alcaldía La
del Distrito Capital, que estaba en ese entonces á mi cargo,
se hubieran presentado
declarantes
en el sumario que allí
se seguía contra Roberto y JesÚs Maria TobÓn por homicidio, sin ser citadus y llevando sus declaraciones
escritas.
3." Respecto
de este punto recuerdo Únicamente que cnla
época:l
que se refiere la pregunta se presentó en el despacho de la Alcaldía r.a, e;;pontáneamente,
un in~i\"idll() á
quien yo no conocía y que me parece dijo ser Arjona, manifestando que iha á declarar en el asnntn; como este testigo no estaba citado en ninguna de las diligencias practicadas hasta cntonces, le interro.~llé verbalmente
si habiCl
presenciado
los hechos y me manifestó vacilando que tenía conocimiento
de ellos por referencias. En vista de esto
y que faltaban por evacuar muchas citas importantes
de
testigos presenciales,
creí inconducente
é innecesario recibir dicha declaración;
pero no recuerdo
si llevaba ó no
papel escrito. Como dejo dicho yo no conocía á dicho individuo ni lo he vuelto á ver, por consiguiente
no recuerdo
su fisonomía ni podría hoy reconocerla.
Leída que fue su
-
XCII -
declaración la aprobó y firma con el señor Juez por ante
el Secretario. Se le leyeron los artículos del C. P.sobre tes.
tigas falsos y perjuros y se observaron las formalidades legales.
LUIS ALFREDO OTERO-ANGEL
M. OLlVos-Agltstin
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á veintitrés de Julio de 1909, presente
en el despacho del J lIzgado el Sr. D. Luis G. Carrasquilla
con el objeto de rendir una declaración en este asunto, el
señor J llez le recibiÓ juramento en la forma legal y bajo su
gravedad, é impuesto del Art. 408 del C. P. prometió decir \'erdad en lo que slIpiere y fuere preguntado. Se le leyó
su declaración rendida ante este despacho el día ocho de
Febrero de mil novecientos nueve y manifestó que se afirma y ratifica en ella. Prcgllntado por el señor Acusador Particular: ¿Qué circunstancia hllbo para que D. Roberto ganara tánta vent;¡ja? C. Que corrió bastante D. Roberto.
P. ¿Qué distancia recorrerían D. Roberto y Agustín durante
el acontecimiento? C. De la esquina de la Calle de Florián
á frente al almacén del Día y de allí fue que le tomó
ventaja el Sr. Tobón al que le venía pegando con un pedazo de bastón. P. ¿ Hasta dónde corrió D. Roberto 5egún
eso? C. Hasta la tienda de D. Camilo Shader (sic), poco
más ó menos, esa tienda queda un poco antes de la mitad
de la calle. P. ¿ Usted dice que D. Roberto volteó y oyó
una detonación? C. Así es. P. ¿ Entonces á q lié distancia le
dirigió el tiro Tobón á Fernández? C. Probablemente estarían á quince pasos, porque él volteó y yo sentí el tiro.
P. ¿El tiro se lo dio de frente? C. Yo no sé si se lo daría de
frente. P. ¿ Usted acaba de decir que ya habían atajado á
Agustín, explique esto. C. Me supongo que lo hubieran atajado, porque ahí había bastante gente, pero yo no sé si lo
atajarían ó no. P.¿ De manera que ~sted no vil.) cuando
recibió Agustín el balazo? C. Yo sentí la detonación, y subí
-
XCJII
-
y encontré el cadáver en la calle. P. ¿ De qué sitio le dirigió Tobón el balazo á Agustín? C. De la acera izquierda
subiendo para la Plaza de Bolívar. P. ¿Estaba en el andén
en el centro de la calle? C. En el andén no estaba, sino en
la calle. P. En la respucsta anterior ha dicho usted que D.
Roberto estaba en b ¡¡cera izquierda y ahora dice que no
estaba en el andén, cÓmo explica eso? C. Que divido la
calle de esta manera: del centro para el lado izquicrdo y
para el lado derecho y estos lados los llamo acera derecha y acera izquierda. P. ¿Usted de dÓnde venía? C. Venía
de la Plaza de mercado, para arriba yo subía. P. ¿ Usted
vio cn qué sitio qncdó muerto Agustín? C. En e:1 ceno
tro de la calle. P. ¿ Usted vio si alguien atajó á Agustín en
su bajada? C. N o señor, yo 110 vi. P. ¿ Vsted vio si ahí había algún policía? C. Había policía, pero no se metieron.
P. ¿De qué distancia vio usted el acontecimiento? C. Del
Hotd Sucre. P. ¿ Usted iba solo ó acompañado? C. Iba
•
solo. P. ¿ DÓnde queda el Hotel Sucre, en la mitad de la
calle? Sí señor. P. ¿ Csted conoce á Roberto y á Jesús 1'0.
bón? C. Sí señor, sí los conozco, me los hicieron conocer
ese dia. P. ¿ Usted no vio que JesÚs TobÓn tuviera nada
que ver con Agustín? C. No señ()r, no vi. P. ¿ Usted puede
afirmar que nada tuvo que ver en este acontecimiento Jesús Tobón con A,gllstín Fernándcz por haber podido dominar todo el ace,ntecimiento, desde su principio hasta el
fin? C. En el momento del disparo vi que se cayÓ un joven que venía corricndo para ahajo de la calle de San Miguel, de sobretodo gris, el cllal me dijeron que era Jesús
Tobón, no vi nada más. P. ¿Cómo cayó Jesús Tobón? C.
Boca abajo. P. ¿ Usted vio á Roberto Tobón con somhrero? C. N o me fijf e n ningún pormenor. P. ¿ Usted le vio el
revólver? C. No señor. Preguntado por el Dr. Antonio María Ocampo ¿cuánto tiempo calcula usted que duraroll estos acontecimientos? C. Como cinco minutos. No hahiendo más preguntas que hacer al deponen te, se terminó su
Ó
-
XCIV -
declaración, que le fue leída, la aprobó y firma con el señor
Juez, los que en ella intervinieron y el suscrito Secretario.
El Juez,
LUIS ALFREDO
QUILLA-FRANCISCO
po-Agustín
OTERO-LUIS
J. FERNÁNDEZ-ANTONIO
G.
CARRAS-
M. OCAM-
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á seis de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho del Juzgado 2.° Superior el Sr.
Carlos A. Lombana, con el objeto de rendir declaración en
este asunto, el señor Juez le recibió juramento en la forma
legal y bajo su gravedad é impuesto del artículo 408 del
C. P. prometió decir verdad en lo que sllpierc y le fuere
preguntado y al efecto se le leyeron sus dos declaraciones
rendidas en el proceso y manifestó que se afirma y ratifica
en ellas por ser la verdad. Preguntado por el señor Juez:
¿ Usted oyó que alguna persona grit<Ó'aen los momentos
del acontecimiento:"
Defiéndase D. Roberto que lo matan" ú otra expresión parecida? C. N o señor, no oí. Preguntado por el Dr. Rodriguez Piñeres presente en la diligencia: Dice usted en su declaración que estaba escampando un aguacero frente á las puertas del Almacén del
Día, era fuerte ese aguacero? C. No era fuerte de granizo,
pero sí era un aguacero de escampar, y pasó pronto. P. Usted conocía al Sr. Agustín Fernández antes de su muerte?
C. Antes, no señor, después de muerto supe cómo se llamaba. P. Qué personas fueron las que usted vio primero
agarradas? C. Las primeras personas que vimos Loemín
Villamarín y yo fueron á ese señor que después supe era
Agustín Fernández y á ese joven Jaramillo de quien yo
hago mención. P. Qué estaha haciendo en ese momento
el Sr. Loemín Víllamarín? C. Estábamos escampando
ambos antes del acontecimiento;
cuando éste se verificó
nos dirigimos á la esquina. P. Con qué atacaba el Sr. Fernández al Sr. Jaramillo? C. Fernández, cuando nos acer-
-
xcv -
cámos, estaba prendido con el otro á puñetazos, pero estaba en el suelo un pedazo de palo. P. Por qué dice entonces usted en su declaración que los dos individuos estaban
agarrados á paraguazos. C. Porque para mí da lo mismo
garrotazos que paraguazos, que era lo que se daban en la
esquina, pero más abajo cuando nosotros lIegámos á la esquina se daban cun los puños. P. ¿De los dos contendores el uno huía delante del otro? C. No señor, el Agente los
separó á juntos (sic) P. Usted vio que el Sr. Agustín Fernández atacara al Sr. f{oberto Tobón? C. No vi yo que lo
atacara, tal vez lo c.tacÓ antes de llegar á la esquina nosotros que (sic) no vimos á los que peleaban. P. Usted vio
que el Sr. Roberto TobÓn riñera con el Sr. Fernálldez? C.
No señor. P. En qué actitud iba el Sr. Roberto Tobón
cuando usted lo vio? C. Estaba como agitado y cogió hacia el Occidente de la calle de San Miguel de para abajo.
P. Por alguno de los andenes ó por la mitad de la calle?
C. Por la mitad de la calle. P. En el momento del disparo
estab;l D. Roberto parado en la calle ó en el andén? C. Estaba en el andén. P. Cuál de los dos, en el del Norte ó en el
del Sur? C. En el del Norte. P. Cuando el Sr. Jesús María
Tobón llegó qué llevaba en la mano derecha? C. Una va.
rita rota. P. lhted vio que el Sr. jesús María Tobón le diera un garrotazo á Agustln Fernándezpor detrás? C. Yo no
me fijé en ese detalle; Agustin Fernández bajaba tranquilo,
cuando de la acera sur de la calle de San Miguel se le
botó un individuo de sobretodo carmelita, que se llamaba
jesÚs M. Tobón y agarró al Sr. Agllstín Fernández, quienes en la lucha, ambos cayeron al suelo quedalldo más cerca al andén del Narte jesús María; y Agustín Fernández debajo de jesÚs María Tobón. P. Qué posición ocupaba el
Sr. Roberto Tobón respecto de jesús M. en el momento del
disparo? C. Los Sres. Fernández y Tobón Jesús se agarraron cerca al andén Sur y fueron agarrados luchando á caer
cerca al andén Norte; allí cayeron el Sr. Fernández con la
-
XCVI -
cabeza al Oriente y el Sr. Jesús María Tobón atravesado con
la cara hacia el Sur y D. Roberto estaba á la derecha de Jesús María, en ese momento Roberto avanzó hacia Oriente
cuatro metros más ó menos, cuando Fernálldez trataba de
incorporarse dando la cara hacia el Sur, D. Roberto disparó sobre Agustín Fernández. P. A qué almacén fue que
llevaron el cadáver de D. Agustín Fernández? C. No me
fijé en el nombre del ;tlmacén, pero lo metieron á uno de
donde lo sacaron para la casa del Sr. Maldonado. P. Usted
fue quien suministró al redactor deEl Porvenir los siguientes
datos?: Hestaha yo escampando bajo la tolda del famoso
Almacén del Día á eso de las doce menos cuarto, cuando
de repente volví á mirar hacia la esquina de la calle de
San Miguel y vi dos individuos dándose de garrotazos y
paraguazos: corrí hacia ese punto y ya entonces ellos iban
por frente á la antigua puerta de dicho almacén en lucha.
En ese instante un Agente de Policía separó á los dos contendores: Agustín Fernández y D. Roberto Tobón. Este
se hizo á la acera opuesta á componerse el cuello y grita
Fernándcz 'bandido miserable'; un momento después
• volví á mirar más abajo y mientras D. Roberto, parado
cerca á un poste, tenía en la mano una arma de fuego, ya
~e había trabado nueva lucha entre Fernández y otro in.
dividuo de sobretodo carmelito (y perfectamente distinto
del del (sic) primer altercado), que resultó ser D. JesÚs María Tobón. Trabada la lucha y agarrados, desgraciadamente cayeron á tierra, el del sobretodo carmelito encima,
cuando en ese momento aquel otro del revólver en la mano,
que estaba como tres metros abajo se acercó á ellos, subió
como buscando la dirección de la cabeza de Fernández y
forcejeaba por quitarse de encima á su contendor, que no
lo dejaba levantar, y disparó." " En qué dirección disparó
D. Roberto? C. Es iniítil decido, pues la posición de la herida es más que elocuente. En el instante se incorporó el del
sobretodo; yo me fijé iritensamente en el herido y apenas
-
XCVII
le vi una contorsión en el brazo izquierdo y g-rité lo mató,
está muerto, acercálldome hacia el cuerpo, observé que no
se movía y que tenía un poco de pelo caído sobre el hombro como cortado con tijeras del lado derecho. Al punto
llegaron tres caballeros que no conoci y alzaron el cadáver
y lo metieron á un almacén.de la acera derecha, porque
caía algún páramo. fuerte. Llegó aJ pJ.1oto el Sr. Francisco
Maldona-do, sin,- sombrero, é hizo sacar el cadÚver para
llevarlo á su casa, exclamando I un médico, un médico.'
De los victimarios, el del sobretodo carmelito tomó la acera
contraria y el otrd se hizo á la mitad de la calle, mirando á
ver si hacía algún movimiento, y levantando un brazo de.
cía cosas que yo no alcancé á oir." C. Esa relación la hice
yo; pero esas palabras de bandido miserable," no
dijo
Tobón sino Jaramillo, seguramente me comprendieron
mal. P. Usted llevó escrita su declaración á la Alcaldía. C.
No señor, la di verhalmente. No habiendo más preguntas
que hace¡; al deponen te se terminó su declaración, que le
fue leída, la aprobó y I1rma con el señor Juez y el suscrito
Secretario.
las
11
LUlS
EDUARDO
ALFREDO
RODRÍGUEZ
A.
OTERO-CARLOS
LOMBANA....-
Rosas 8., Se.
PIÑEREs-Agustín
cretario.
En Bogotá, á nueve de Agosto de mil novecientos
nueve, presente en el despacho los Médicos Oficiales Ores..
José María l\iontoya é Ignacio Barberi, con el _obj~to-q~_
rendir la exposición que de ellos se ha solicitado e~ este
-asunto y bajo la grífVcdad del juramento que tienen pr~s.
tado, expusieron: La dista"cia que pudo haber entre los_Sres. Tobón y- Fernánde~en el m_omento
del djsparo-he-. .
-.
......•..
cho por el Sr. Tobón, debió:ser_~ás de un metro, p~~
•
que n,o s~ hallaron incrustacion~
eólvora. e.n cont"?rno
del ofl6clO de entrada; y que respecto lla'ponclón que DCUjJaban en el mismq momento los mismos Sres. FetildndlZY
7
..
',
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'
,
- xevm-Tdbón, no·puwenfijarlo porser lacabe~llnaltr'dquegit'a
al'rmmorde'las
vértebras. R-especto á: la- direlaraGiónrendicta· parel-St.
Dr. Juan¡ David'Berrera. estlin· en utHodG
de'acuerdo'con 10expue9ttJ per' dioho-señolÍ. En:~ua••to¡á
las equimosis de los dedos- dé' Sr. Jesús: Maf'ta Tobón;pu.
dieron haber sido'produci<t.ls¡por una caída.·
No lHlbiendo m~ pregun&as~t$-ha~etle8 ~-;tmniDa
~ta diligencia, que 'Ies,fóe 'léída~'la-'ciprobar()nT firns••.•·OOn
el' sefibr '1uez y el suscrito secretario.
LUIS
MARíA
AI.FREDO
OTERO-IGNACIO
MONTOYA-Agustín
BARBERI--JOSÉ
Rosas 8., Secretario.,
En Bogotá; á veintiocho de Julio de mil novecientos
nueve, presente en el despacho el Sr. D. Jorge Roa, el se":
~or Juez le·recibió· juramento en la forma legal y bajo su
gravedad prometió decir verdad, efl lo que supief'e y le
fuere preguntado, al tenor de la cita que le hace el señor
Acusador Particular en el interrogatorio respectivo, y expuso: Soy mayor-de edad, ve<:i/10de Bogotá y sin generales. Conocí al Sr. Agustín fernández, tuve el honor de tener relaciones de ~nrist3d-cOIi;él,4ilUto ert: Bogotá cOmo en
lacilldadde
Londres e.ndonde'--fuecla úUimavezque
nos
vimos, y tuve ocasión por tanto de apreciar SllS relevantes
cualidades, como joven inteligente, probo, moderado y justo en sus juicios, tinoso-en ~us observaciones y estricto
en el cumplimiento de- sus deberes morales y sociales, enuna palabra; era para' m~-ettipo--del caballero á carta ca-Da!. E'std es tbdd- -ctíaritó'fe' constá. Leída que le fue, la
aprobó y firma' conel;sefiOt Juez por ante el Secretario.
Se leyeron al teStigo"-NJS'tesÍ1ee'tiiros-artícú)os dcJaleype~
nalysc<.-b3crvarórt' las' f6'.-ldatídádes dél artículo- 633' del
Código Penat
-.~
I.~~s.,
~}.,FREl)O
B.,_§ecr~i~
•.
J
.OTERo.--:- O~G E ROA,- AIl."sUn
Rosas.
.....:.xebf En Villeta, á veintiséis· de Julio de mil novecientos·
nueve, presente en el despacho del Juzgado Muhicipal el
Melitón Guiman, á quien el señor Juez con las formalidades de la ley le recibió juramento prometiendo por él
deCir verdad en lo que vá á declarar; y siéndolo de acuerdo con la cita que le resulta en la declaración inserta en el .
artterior despacho, ekpuso: "No es cierto que yu hubiera
tenido conocimiento pr'opió del suceso ocurrido entre los·
Stes;Tobnnes y Ferriández, sobre los cuales se me ioterrogi, ni eS cierto que hubiera dicho al Sr. José Joaquín
Herrera que yo hubiera tenido ocasión de convencerme
de tal suceso, personalmente, pues la relación que á dicho
señor hice fue por lo que públicamente se decía y se afirma en que no pre5cnció nada por hallarse á más de media
cuadra de distancia~" No habiendo más sohre qué interrogarla se le leyó íntegramente su declaración en la cual se
ratificó. En constancia firma con el señor Juez y el suscrito Secretario.
Sr.
ANTONIO DE
J. ORDÓÑEZ-MELlTÓN
GUZMÁN-Aga-
pito León, Secretario.
El suscrito Secretario de acuerdo con lo solicitado y
por lo ordenado, informa: Que examinó el libro Indice
de sumariados y no halló constancia de haber instruido
sumario alguno contra Carlos Lombana, David Salgado
Gómez, José María Lasprilla y Leomín Villamarín.
Bogotá, Agosto 6 de 1909.
Lflis
S. Pavia, Secretario.
En Chiquinquirá, á veintidós de Julio de mil novecientos nueve, compareció en la oficina del Juzgado el.Si.
Jesús Castaño R. Fue impuesto del artículo 408 del
P.
he hizo juramento en legal f<2[maante el señor Juez,. por
el cual prometió decir la verdad. De acuerdo con los pun-
e:
-ctos insertos en el precedente exhorto, en el interrogatori<?
respectivo expuso al primef(:~: Soy mayor de edad, vecino
qe este Distrito y sin generales. Al segundo: No esíu~
presente cuando en la casa del Sr. Francisco J. Fernández, éste despidiera al Dr. Ismael Castro de ella, y, de con·
"Siguiente, no sé qué expre5iones le fueron lanzadas. Al
tercero: No conocí al Sr. Agustín Fernández, apenas co·
nocí Sll cadáver el día de su muerte, ni tuve asunto desagradable con él personalmente, ni por medio de recomendado. Al cuarto: No me he presentado como licitador de
rentas de licores en sociedad con el Sr. Fernández y por
lo mismo no puede conocer qué carácter tuviera. Impues ..•
to en su exposición la aprobó y firma ante el señor Juez y
Secretario.
JACOBO
PÁEZ
P.-JESÚS
CASTAÑO
R.-Zoilo Pardo,
Secretario.
En Chiquinquirá, á veinticuatro de Julio de mil novecientos nueve, compareció en la oficina el Sr. D. Joaquín
Castaño: previa imposición del artículo 408 del C. P.,
hizo juramento en forma legal, ante el señor J l1ez, por el
cual ofreció decir la verdad. Fue preguntado en seguida
de conformidad con los puntos contenidos en el interrogatorio inserto en-el precedente exhorto, y expuso al primero: "Soy mayor de edad, vecino de este Distrito y sin
generales. Al segundo dijo: No estuve presente en casa del
Sr. Francisco J. Fernández cuando despidiera éste de ella
al Dr. Ismael Castro, si es que eso ha sucedido en alguna
ocasión. Al tercero: Conocí al Sr. Agustín Fernández;
tuve con él relaciones comerciales en las cuales pude apre·
ciarle como caballero correcto, no tuvo conmigo asunto
d·esagradable ninguno, pero con un recomendado mío, que
fue mi hermano Juan Bautista, sí ocurrió lo siguiente: habiendo resultado á deberme el Sr. Fernández,· cosa así
como de catorce mil pesos -ftapel moneda, por razón de
el
unas reses que vendió él Ó un dependiente suyo, de una
partida de ganado que le había dado á cebar en compañía
en la hacienda de El Cedro, convinimos amigablemente en que me daría tal sum •• antes de marchar para el exterior, á cuyo viaje se aprestaba; viviendo yo en el campo,
dejé recomendado para recibir dicha suma, á mi citado
hermano y habiendo llegado el día de emprender su marcha el Sr. Fernández, sin efectuarse el pago de la suma en
cuestión, mi hermano, que por tener su oficina á menos
de dos cuadras de la casa del Sr. Fernándcz, veía que ya pasaba para el tren sus sacos de viaje, montura, cte., resolvió
dirigir1c uua tarjcta b;ljo cubierta cerrada, recordándole
que antes ¡de Sll viaje debía entregarle el dinero quc me
debía, ó avisar si alguien lo entregaría por su cucnta; no
recuerdo si esta tarjeta la recihió Fcrnández en Sll casa, en
la vía, ó ya en la Estaciól} del Ferrocarril de la Sabana;
dicho señor contestó esa tarjeta escribiendo con lápiz en
el mismo sÓbre qu~ la cubría en términos despectivos de
los cuales sÓlo recuerdo con precisión el de 11 Yo no necesito que me recl1erclen mis compromisos." Al cuarto: Con
dineros del Sr. Francisco J~Fernández,
en parte, para
fianzas de quiebra y con su- firma como fiador, me presenté en remates de la J'enta de licores, ante la Junta Directiva del Banco Central, pero sin haber formado préviamente
con dicho señor sociedad, ni haber ajustado condiciones
verbalmente siquiera, pues en tal emergencia no sólo!lo
manifestó el interés personal ni desconfianza, sino que
nos distinguió á mi cuñado J. Viceyte Castillo y á mí, can
las manifestaciones del mayor~~~tmdimiento.
En este
asunto de remates, que anoto,'"1lo tuvo ninguna intervención conmigo el Sr. Ag~stílJ Fernández." y no habiendo
más preguntas que co~r, se impuso el deponente
de su exposich?n y la aprobó, firmándola en _constancia
con el señor Juez y el susc*o Se<?retlrío.
]ACOBO PÁE2 P.-JOAQUÍN
CA~TAÑO R.-Zoilo
Pardo, Secretario.
IN'ORME
DE LA ALCALDíA"MUN!~IPA,LDE ~OACHA
Señor Alcalde: informoáusted
que hechas todas las
averiguaciones necesarias para.hallar á,G. Peña P. ~anre •
.sultado infructuosas; de tal suerte que ni aun siquiera se
ha podido saber cuál sea el punto denominado EJ Pai.n1.ichal en jurisdicción de este Municipio.
Clo~omiro ~artinez M., Secretario.
En Bogotá, á diez y ~is de Julio de mil novecjen,tos
nueve, presente en el despacho el Sr. D. Emilio Castillo,lo
juramentó en la forma legal y bajo su gravedad prometió
decir verdad y según su leal saber y entender cumplir con
el cargo de perito para que ha sido nombrado, y en seguida expuso: Examinadas las cápsulas del re\'ólverq1-le se dice
era del Sr. Roberto Tobón y Cllyas señales ó márl;as cons.tan al folio 68 del cuaderno principal, y teniendo á la vista
también
un proyectil qu.e'le"
¡tIe ~xtraído al Sr. Agustin
..
', ~ ::!......~."-_ •.
Fernández, se deduce losi~,:"e'~te: el cascarón es de cobre,
el proyectil es un relleno de plQmo y antimonio, liga que
se le da comúnmente á todos los proyectiles de está c1a,se
de armas, teniendo además este relleno una coraza de cobre, esta coraza tiene por objeto evitar la deform;ición,quc
al no tener ésta, sufriría el proyectil en 5\1 trayectoria y por
lo tanto tendría menos alcance. N o habiel1do otra eo!';aq tiC
declarar se da por terminada esta diligencia, que .leída al
exponente la aprobó YJirnla con el señor Juez por
Secre,tario. En este estílg~ agrega el exponente que I),O se
l~ el,1.~ontró(tiera cl~la p61~~_in,~ul1aotri(ll.~t~ria
~xpl~'s.i~a,
y
)~.
¡
coraz¡l
de
cobre
<.if qP~;~$~ {Qrrado el proyectil
f •. ,. ,. ".,.,
.•
~ ..•
Je.4a.~A~e más precisión y~~~ón
enel disp~o.
~lp~e"el
~--<.- '.•.
LUIS
ALFREDO
cíA-~gustín
.
'
OTERO-EMILIO
Rosas B.,SeCr~tario.
CASTILLO
y GAR-
---
--,fIírt
.
-- -
:En 8Qgetá.-á rtrfltllta de. Julio~e,mil' np,vocientos nueve, á las nueve,de lamañ¡m.a,:día ·yDora. 8eñaJados;pa('3.~1
principio de la inspecdón ocular .ordenada en el .auto de
fecha veintinueve delpresente,el
señor Juez recibió á los
Sres. Dres. Pedro María Carreño y-Justino Garavito,peritos nombrados para tal efecto, el juramento.en
la forma
legal, por el cual p¡;ometierondesen:\peñar bien y fielmente
con los deberes de su cargo. Acto continuo $e trasladó-el
personal del J~gado, .juntocon J08 peritos nombrados al
lugar deJosacontecimíentosó
sca á la primera -calle de
San Mtguel. Una ·vez alli y estando presentes lo~,~estigas David Sarmiento y Hernán Pérez, el Dr. A,ptooio María Ocampo y el Acusador Particular Sr. D.,-JlGUcisco J.
Fernández, se procedió á la diligencia exponiemio los .peritos lo siguiente: "-Paraemítir
concepto acerql d~J sitio
en que cayó el cu,crpodeJ Sr. Agustín Fernánd~y
del sitio desde el cual disparó contra el primero el Sr. ,R.do
Tobón, en vista de la exposición de dos de los testigos que
presenciaron el hecho, manifestamos nuestra opinión que
es acorde á tal respecto: El Sr. Agustín Fernández cayó en
el punto de intersecciÓn del eje de la calzada de la. ~le_
once COIl la línea que junta los marcos occidenta1esde los
-claros de las puertas señaladas con los números 97 y 206.
El Sr. Roberto Tobón disparó contra el referido Sr. Agustin Fernándezen la misma caUe once en el punto sitIJado
á dos metros veinte centímet¡P!':B~l paramento norte.dc l~
misma y frente al extremo oci_
.'-- .. del claro de la puer~
número 208. El Sr. Roberto Tobón hajó alltes~dcl:di~"9
hasta frente:al número 214 de ¡a acera norte. -Las:~~
11 cuyae~pp~ición
nos referimos SOn los-Sres.P~v~~~
1l1iento y Hemán Pérez." En este estado se suspenCle4
presente dil~g~n.cia que se firma por el señor Juez y los q.l,W
~n ella il11ef'vinieron y el suscrito Socreu.rio.·
"
El Jl1e~,L-u1sAp·¡~:O:r~Epao
;ÑO-JUSTINO GAR"Vj,~A.
:
.,
.
M. C4~
· ., En Bogota, á dos de JtJt~()de 'mil novecientos -Rueve,
presente en el Despa·thoel Sr. Ru6no Gutiérrez, el. señor
Juez le recibió juramento en la forma leg~l, y bajo su gravedad prometió decir verdad en lo que stlpiere y le fuere
preguntado, expuso: Soy mayor de edad, vecino de Bogotá y sin generales. 2.° Conocí á Agustín Fernández
desde que era niño y lo traté conalgnna intimidad, especialmente en París y en Londres y por eso pude formal'
concepto de que era tln joven de muy buena conducta
moral, de costumbres muy arregladas y de esmeEada educación. Nunca tuve con él ni presencié acto ninguno suyo
que no revelara que poseyera un buen carácter. Esto es
todo cuanto me consta. Leída que fue al declarante la
exposición, previa imposición de los artículos de la ley
penal sobre testigos falsos y perjuros, la aprobó y firma'
con el señor Juez por ante el Secretario. Se observaron
las disposiciones legales.
LUIS ALFI~EDO OTERO-l{CFI~O
tíll
GUTI~=RREz-Agus-
Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á Julio dos de mil novecientos nueve,
presente en el Despacho el Sr. Dr. Antonio José Iregui, el
señor Juez le recibió juramento en la forma legal, y bajo
su gravedad prometió deCir verdad en lo que sllpiere y le
fuere preguntado. Expuso: Soy mayor de edad, vecino de
Bogotá y sin generales. '2.0 Fue el Sr. Agustín Fernández
alumno concurrente de mi Establecimiento denominado
Universidad Republical¡a, é hizo en él estudio de Ciencias Naturales, Filosofía y Ciencias Morales; durante sus
estudios fue de los alumnos más distinguidos por su con.
ducta ejemplar como estudiante, por suconsagraciónesco.
lar y por su aprovechamiento sobresaliente. En cuanto a
su carácter, era benévOlo,' integro, honrado y completamente pacífico; sus prendas nwrales eran sobresalientes
hasta el punto que jamás, hn-bo que ejercer sanción de
ninguna especie sobre él para el cumplimiento de sus
deberes escolares. Esto es todo cuanto me consta. Leída
•
al testigo su declaración, la aprobó, y firma con el señor
Juez por ante el Secretario. Se le leyeron al testigo los
artículos de la ley penal correspondiente y se observaron
las formalidades del artículo 633 del C. 1LUIS
ALFREDO OTER?-ANTONIO
JosÉ
IREGGI-
Agustín Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á dos de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho el Sr. D. José Manuel Goenaga
con el objeto de rendir declaración en este asunto, erseñor
Juez le recibió juramento en la forma legal, y bajo Sll gravedad é impuesto del artículo 408 del C. P., prometió
decir verdad en lo que supiere y le Cuere preguntado, y al
efecto fue interrogado según la cita que se le hace en el
cuaderno de pruebas del señor Acusador Particular al
folio 18 y al efecto expuso: Que conoció y trató al Sr.
Agllstín Fernández: que las relaciones que con él tenía
eran aquellas que puede haber entre una persona de edad
y un joven; que lo trató con cariño y estimación porque
en su concepto era una persona de mérito y dt: esperanzas, y que sicmpre lo tuvo como un joven de capacidades
intelectuales y morales bien manifiestas. Que 110 tiene
nada más que agregar. No habiendo más preguntas que
hacer al deponente se terminó su declaración, que le fue
leída, la aprobó, y firma con el señor Juez y el suscrito
Secretario.
~
LUIS ALFREDO OTERO-JOSÉ
MANUEL GOEltAGA-
Agustín Rosas B., Secretario.
En BOgotá, .á dos de Julio de mil novecíent~s l!!-!eve.
presente en el des¡1<tcho el Sr. Dr. D. Rodriga Gg~~lez,
con el objeto de '~eÍ1dir una declaráción en este
éi
a8u~to;··
58por .J:u~letl;8,~ibi9~l~~t¡o:enJa
:.fornna.l,'Y 1baj&.
lil,lgrave~:éj!1lP~l6sto deladí~o.408
<k1'C.J>.pr.,metió.dqcir ver;~den lo que s,~pier.eyJtdu~feppeguntatlQ,
y
•
al.,Qfecto, i(l~rq~gí!do. seg\Í.n la cita que se le hace al faJí,?
21 en el cUa~rno de .pruebas d~l~orAcusad.or
Particu]~r,:~~puso: Que el d~i,f.lgo <liez y ocho de Octubre del
año pasado, cowp de diez y media ,á ,Qnce de la mañana,
me .enGo~ltrabaen .el Parque qel Cent<:nario en awcio de
los Sres. Urías Pardo, Antonio ,G~lilldo y un joven Var~,
cuando observé al Sr. Roberto Tooon que en ademán de
buscar á alguien, pasaba por :cerca. Tuve ocasión de llamar la a~ención sobre,su pr~encia al Dr. Pardo, hilci~ndo
la i.nsinuación de que parecía que llevaba arma, y esto por
la circunstancia de que teniendo la levita abrochada, se le
veía abultado en el lugar que correspondía al bolsillo de
atrás de los calzones. Que es cuanto puede declarar sobre
el particular. No habiendo, ete.
En Bogotá, á doce de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho el Sr. Antonio Izquierdo etc ....
dijo: Con motivo de un viaje á Europa del Sr. Agustín
Fcrnández en que estuve con él varias ocasiones y por
haber e!;tado este señor visitando la Fábrica de Tejidos de
SaOlacá, lo traté con bastante intitniQad y tuve ocasión de
poder apreciar las condiciones intelectuales y morales del
Sr. Fernández. En Europa lo vi trabajar incesantemente'
enestlldios relacionados con la Fábrica de Tejidos y en la
formación de Compañías para implantar diversas empresas
en el país. No se ocupaba como es casi costumbre en nuestros jóvene:; que visit4J,n.Ias..gr~ndes .capitaleseur:opeas en
buscar placer, sino en trabajos serios. De su visita á 111 Fá.
brica de Samacá y del informe'que rindió dependió la formación de la actual Com'p.añí~ ,qpe.ha puesto esta. Empresa
en .\ln e~~dQ ~e ,pr9,sp~f¡dad 9ue .hafáQue el ,país y sus
~ccionistas deriven v.én~j~pe~~almente
le rec~l1lendé
.=-
-
.l.:~
que ;h~ie~,\Jn R~U9¡p¡~qre fá.l,>ri~~;*AA~QS c;n,~l~qr
de los EstadosUPidqs, .se t~~Q6 a~li· y rin4ió á la ,CQn:tpañía un informe sumamente interesante que le valió el
que á su muerte la Asamblea General de Accionistas tributara un recuerdo de homenaje á su memoria. En vista de
su caballerosa conducta moral lo tuve en grande estimación y me formé un alto concepto de sus cualidades mora·
les y de su c¡1rácter. Se termina esta declaración etc ......••
LUIS ALFREDO OTERO---ANTQNIO
IZQUlE~DO-.Agus-
tinRosas B., Secretario.
En Bogotá,á 21 de Julio de 1909, presente en el despacho el Sr. Enrique de Narváez,el señor}uezle recibió el
juramento ..•.•• y expuso: Conocí al Sr. Agustín Fernándcz
desde que ,éste era muy joven y siempre admiré en él
un carácter nobilísimo y especiales condiciones morales
de rectitud y equidad, que unidas á su instru~9ión, hábitos de trabajo y laboriosidad me hicieron aprw.ia,rlo,en
todo tiempo, como un cumplido caballero y miembrodistinguido de la sociedad. No habiendo más p¡;egttntas .que
hacer al deponente cte
.
LUIS ALl<'REDO OTERO-
ENRIQUE
DE NARVÁEZ-
Agustin Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á
de Julio de 1909, el Sr. D. Rup~rto S.
Gómez se presentó en el Juzgado 2.° Superior conet objeto de rendir una declaración en este as~nto, d señor Juez
le recibió juramento en la forma legal etc., quehate como
diez.años ..ql.le~pecéá Jr••tar á .lafJlJl1i1ia.de~fb.Fnll1cisco
Fernández y por consiguiente tuveQcasi~t] .<A",.ec:¡~d3$
cualidades que adornaban al Sr. D. Agustín Fernández y
que ;Qle:.parc4tÓ un j<>.vendecond\lcta iní.a<;t.intlXigentey.~~.a1
tr:ab.ajo;a~nq.J,l.e 10$a:i ••
dJ1fi~Vº
au.se••
la-Rcpúl,)l.i~ 00 Yol~.á .tenef(;QO.l~4nj.22
--
CVIII -
recta con él, jamás oí decir nada qUe pUdiera afedar
buena reputación. Es cuanto me consta et-c.
LUIS ALFREDO OTERO-R:UPERTO
so
S. GÓMEz-Agus-
Un Rosas 8., Secretario.
En Bogotá, á tres de Julio de mil novecientos nueve,
presente en el despacho el Sr. Ricardo L1eras Codazzi, el
señor Juez le recihiÓ juramento en la forma 'legál, y bajo
su gravedad prometió decir verdad en -lo que supiere y le
fuere preguntado, y al efecto expuso: Soy mayor de edad,
vecino de Bogotá y sin generales. En el año de mil ochocientos noventa y nueve fue el Sr. Agustín Fernández mi
discípulo en la clase de Historia Natural que dictaba yo en
la Universidad Republicana y durante ese tiempo fue uno;:
de los alumnos más aprovechados y sobresalientes y de
una conducta intachable tanto en lo social como en lo
moral, pues nunca le vi nada reprochable. Años después,
pasada la guerra, volví á relacionarme con él, debido á ne"
gocios de minería que el citado Sr. Fernández pensaba des.
arrollar y montar lIna empresa á ese respecto. Varias
veces lo acompañé á la busca y explor~ción de mine.
rales de hierro, é hizo excursiones largas y detenidas, y
por ese motivo" y por haberlo tratado íntimamente me
consta que era un hombré correcto y de costumhres muy
sanas, inteligente, ilustrado y de carácter henévolo. Esto
es todo cuanto me consta. Leída que fue su declaración la
aprobó, y firma con el señor Juez por ante el Secretario.
Se observaron las formalidades legales.
LUIS ALFREDO OTERO-RICARDO
LLERAS CODAZZI-
Agustín Rosas B., Secretario.
En Bogotá, á tres de julio de mH novecientos nueve,
presente en el despacho del Juzgado 2." Superior el Sr. Ri.
cardo Jaramillo, con el objeto de declarar en este asunto
-
CIX ~
\
de acuerdo con lo solicitado por el señor Acusador Parti.
cular en el punto A del memorial que corre al folio 18, el
Juez le recibió juramento en la forma legal, por el cual pro~
metió decir verdad en lo que va á declarar. En,seguida se
le leyó al testigo el punto A del citado memorial, y expuso:
Conocí de vista y trato y comunicación al Sr. Agustín
Fernández, y en mí concepto eralln hombre de un ~enio
jovial. dulce" y me formé deél por lo ya dicho el concepto
más favorable que puede tenerse de cualquier hombre.'
En cuanto á su conducta no dejaba nada que d~ear, pues
era un hombre estrict9 y de una moral sii1 tacha¡Este
concepto se hace extensivo á todas las personas que tuvi·
mas el gusto de tratar al Sr. Fernández. Conlqcualose ter~
mina esta declaración, la que firma el exponente con el se·
ñor Juez y el suscrito Secretario.
LUIS ALFREDO OTERO-RICARDO
Un Rosas B., Secretario.
--x--
JARAMILLO-Agus-
'
Enelsumatio
instruido para- averiguar el homicidiO'
perpetrado'el'l la penlol1a de D.A1(U$tm FerftándeJj6epre-'
sentóúlttmatner'tte'un
'testigQ de- n()fDbre Róberto Cam~
cho Escobar,-quien declllróque-Javíspende
su muetie, ~i
Agustío;idelante de varias petsonas;que no han sido hallad~s,· habíá manifestado que 'Se proponía ase$inar á man.
salva al Sr. ~oberto Tobón ó'p~~r áquienlo
asesinara y
fugarse luégo al extranjero.
En el periódico El Do¡njngo, n6mero 10, se publicó
luégo una odiosa acusación del mismo testigo Camacho
:Escobar contr'á el SÍ". Agostin Fetnái1dez'y tOl1tfa su pa.
dre. Para que la sociedad. se entere- dél vatorae ese'testi~·
monio y esas acusaciones, se publican á continuación varios certificados de funcionarios públicos:
El Secretario de la Inspección 2.a Municipal, en cumplimiento al auto anterior,
INFORMA:
Que respecto de Manuel Roberto Camacho halló en
el Libro Radicador dé1a-08'Clna-la-siguiente
constancia:
H Manuel
Roberto Camacho, sindicado de estafa. Se
•
instruyó el correspbndiente sumario
en esta Oficina, que
fue iniciado el 22 de Marzo de 1907, Y pasó al Juez del reparto el día 27 de Abril de los mismos.
Bogotá, Abril 6 de 1909.
Francisco Henao M., Secretario."
Bogotá, Abril 6 de 1909
En vista de la solicitud que se hace en este memorial,
el Gobernador se limita á manifestar que en este despacho
00' oursa,niha·eursado· sumario· Ó ca08a;contnl el sr. Ruber-to Carnaoho E., y que apenas hay'la, constancia de 'que
con,fecha 20 de Abril de 1<)07) con boleta número 1I8"se
remitió á la Cárcel de detenidos al Sr. Roberto Camaeho
Ei, ,para tenerlo á&dend! del Inspector 2.° de la ciudad,
como sindicado por estafa.,
J
JORGE VÉLEZ
El suscrito Secretario, para-cumplir, el anterior auto,
INFORMA:
Que examinó cuidadosamente los Libros de la Oficina de la Sección de Justicia de la Policía Nacional, y halló
constancia de los siguientes denuncios, dados contra Roberto Camacho Escobar unos, y otros contra Roberto Camacho, sin segundo apellido, á saber:
El 26 de Junio de 1902, sin segundo apellido, por
hurto.
Ello de Enero de 1904, sin segundo apenid6, por
robo. NOTA: El St.-=M
artí n Rodríguez, denun6Mit~ de este
último delito, retiró el denuneioel 15 de los mismos (Enero de 1904), por haberse comprometido el joven (sic) Roberto Camacho á devolverle la cantidad de cuatro mil pesos,dando un documento por noveoienfoS'peoos á cuenta,
y con plaze de un mes,; según la respectiva-diligencia, al
folio 51 del tomo 31, que se halla suscrita por' el ComisariÚ'S,;Demetrio Rubio T.; quien con tal motivo me informil que ~ áRoberto Camaclto Escobar á-qUieftse' refiere.
El. udc Diciembre de 1905; sin seg.uneo· apellidó,
por:..obo¡ NOTA: Hace constar el denunciante- 11 que:dicho individuo, Roberto se encuentra en casa--4e1lpacke,Sr.
R0bcfrto--oainacho:'
'
El 6 de Marzo de 1906, sin segundo apellido;¡pol"-re.
tención indebida .
.~ -13.de.:>Febr-eTO~e-1901,.por
tentativa de estupro, y
-
CXII -
aun cuando no aparece su segunde apellido, el Comisario,
Sr. General Aníbal Márquez, me informa que es contraRoberto Camacho Escobar, porque fue quien conoció de tal
caso.
Ella de Abril de 1907, contra "Roberto Camacho y
el hijo Robertico" (sic), por abuso de confianza.
El 2 de Agosto de 1908, contra Roberto Camacho Escobar, por hurto.
El 6 de Febrero de I9~9, sin . segundo apellido, por
sospechas de seducción. Informa el Sr. Dcmetrio Rubio
T., Comisario que suscrib~ la respectiva diligencia, que es
el mismo Roberto Camacho Escobar.
Yel 20 de Marzo de 1909 fue denunciaco Roberto
Camacho, "hijo del abogado Carnacho del mismo nombre" (sic), por inmoralidad.
Bogotá, Abril 7 de 1909.
LUIS
LLAÑA
El infrascrito Secretario de la Comisaría Judicial, en
cumplimiento de lo ordenado en el a~o anterior,
INFORMA:
En el mes de Agosto de 1908, cursaron en esta Comisaría unas diligencias snmarias para averiguar si elCl.el
caso de aplicar á Roberto Camacho Escobar, una de las penas señaladas en el Decreto respectivo sobre vagos y perniciosos. Adelantada la investigación, como aparecieron
las pruebas necesarias para considerar que se trataba· del
delito de estafa, se resolvió pasar el asunto al señor Juez del
Circuito como de su competencia-jY así se hizo el 27 del
mismo mes, poniendo á su disposición á Camacho Escobar en la Cárcel de detenidos, donde se encontraba por
ese asunto, por orden de esta Oficina, desde el 8 de Agos •.
tocitado.
Bogotá, Abril 10 de 1909.
Antonio
J. Posse,
Secretario.
Bogotá, Abril
10
de
1909
En virtud de la solicitud que precede y de la nota del
señor Director general del Panóptico se extiende por esta
Dirección el siguiente
CERTIFICADO:
Que hay constancia enJoslibtosque
Roberto Cama<:ho E,' ha ingresado en el Establecimiento
las veces siguientes:
' _ -'
El 20 de Abril de 1907 fue remitido p~i' la Gbbetna';
dón del Distrito Capital, dejándoto á disposicion de la
Alcaldía 2. del Distrito Capital, sindicado por el delito de
estafa; yel 27 de los mismos mes y año, fue puesto én libertad con fianza;
EI6 de Agosto de 1908, remitido de orden dela :Polida Nacional, comO vago y ratero, y pasó c1df:r 8 de Agosto del citado año á la Comisaría Judicial; y el 1.° de Septiembre al Juzgado 1.° del Circuito, quedando en esta úl.
tima citada fecha en libertad.
Por ausencia del Subdirector,
El vigilante encargado,
3
AlejandroBmu.
El Inspector
anterior,
L°
-'
Municipal, de acuerdo con la~p,
CERTIFICA;
Qucnm p~pasados
cursó en este despacho un sumario por hurto, en ampliación del Juzgado 1." del Circuito
de Bog~.~e
alli se instrl1ye contra el Sr:. R6b$tJj Camacho ESOQ~~)T ;que vedficado en amplia(:iQn-9Pd •.•.
,
por dicho Juzgado, fue devuelto.
Bogotá, Abril 12 de 1909.
JOSÉ A~~ÍN-~A~~~
a
-
CX1V -
El suscrito Secretario de la Inspección 4.3 Municipal,
en cumplimiento del auto anterior,
CERTIFICA:
Que en el libro de recibos de esta Oficina aparece la
siguiente constancia:
"19°5- Noviemh1'e 8-Folio 73- Ju-zgado del Circuito en lo Criminal
del Diltrito Capiwl.
Recibí en cuarenta y cinco fojas útiles el sumario contra Manuel Roberto Camacho por el delito de hurto. Remitido de la Alcaldía 4.
T oleelo."
Es copia-Alfredo Astudillo, Secretario.
Bogotá, Abril 13 de 1909.
3
El infrascrito, en cumplimiento
del auto anterior,
CERTIFICA:
Que se halla constancia en esta Oficina en el Libro
Radicador y es del tenor siguiente:
"Número 78 bis. Sumario contra Manuel Roberto
Camacho E.'Estupro: iniciado el 20 de Febrero: 19<>7.
Denunciantes: Escolástica Chacó n de Carrillo y María
Magdalena Carrillo.
Febrero 20 de 1907."
~s copia- Bogotá, Abril 13 de 19<>9.
El Secretario,
José Ignacio Talero.
El infrascrito Secretario del juzgado 3.° Municipal, en
cumplimiento á lo otdenado en el auto'anterior,
CERTIFICA:
Que habi~pdo:cxam¡na~los
la siguiente constancia:
libros de)a 06cina, I)alló
"Número r,ooo. Roberto Carnacho Escobar. Hurto.
Iniciado en la ComisarÍ'a Judicial el 6 de Agosto de
1908. Recibido y radicado en esta Oficina el 18 de Marzo
de 1909. Pasó al señor Fiscal. Fue devuelto y al despacho
del señor Juez el 23 del propio Marzo para entrar á apreciar el mérito del informativo.
Bogotá, Abril 12 de 190<).
1
Carlos Julio Martínez C., Secretario en propiedad."
)(
Señor Juez Superior del Distrito Judicial de Tunja-P.
Yo, Florentino Monroy, mayor de edad y vecino de
,este Municipio, de usted solicito con el debido acatamiento se sirva expedir á continoaci6n un certificado sobre los siguientes puntos:
1.° Si en el Juzgado á cargo de usted cursa algún sumario contra Francisco de P. Neira, vecino de Leiva, por
qué delito y en qué circunstancias fue cometido;
2.° Si dicho individuo
fue reducido á arresto por
orden de ese Juzgado. Si está excarcelado bajo fianza y
desde qué fecha; y
3.° Qué datos constan sobre la filiación del individuo
en referencill.
Expedido que sea el certificado, sírvase usted ordenar
se me entregue para hacer de él el uso que ~ bien teríga.
Señor Juez.
Tunja, Julio 30 de 190<).
FLoRENTINO MONltOy,
Presentado personalmente por el solicitante en ~n~,~
de Julio de mil novecientos nueve, y pasa al despacllOClef
señor Juez.
-
J {ligado
CXv!
Superior ,tel Distrltof}! Jdicial-Tunja,
Julió'
treinta y
uno de mil ffO'llecientos nueve.
E);'pídase á cootinu~<:¡Ól1el certificado que se solicita
en el anterior memorial y entréguese alpeticion4\ri9.
Pío VÉLEZ MALO-Policq~
Villate G., Secretario.
Los sU9Critos, Juez y secretario del 1uzgado Súperior
del Distrito Judicial de Tunj4~ en vista de 1" anteriorsolicitud,
CERTIFICAN:
Primero. En este Juzgado cursa un sumario contra
varios individuos, por el delito de robo en cuadrilla, y entre
los sindicados figura Ft'antisco Neita Montaña {así aparece la firma en la indagatoria respectiva), vecino que
del
lVlunicipio de Leiva. Lo robado fue una fuerte suma en
billetes y algunas ntercancíás 'de propiedad del Sr. Aquilino Ferro, y el robo secdmétió en la población' de Leiva,
en altas horas de la noche, del cinco al seis de Diciembre
de mil novecientos cllarro,'fhictÍír<indo la puerta del almacén del mencionado Sr. Ferro;
Segundo. El precitado Neira fue reducido áarresto
por orden de este Juzgadp, y está excarcelado ,b¡íjo fu\nzá
desde el día veintisiete de, Enero de mil novecientos cíncoj
Tercero. Los datos que' de la filiación del sin(;Úcado
Neira constan, son los siguientes: Natural del Municipio
de Leiva, de unos veinticinco á treinta años de 'el:ia:d,casado con J!)olores Rey~!I;bultro de profesión.
Dado en Tunj~, á treint,ay uno de Julio de mil navecientcisnueve.
roe
El Juez Superior,
Polícarp-o. V-illaá G-.
Pío VÉLF.ZMALO-El
Sei4rt?tari4:t~,
-CXVII~~;':";;
El Juez Municipal de Medina, á solicitud escrita del
Sr. Arturo Piedrahita,
CERTIFICA:
A fines del año de 1905, vino á esta población un
joven que se dio á conocer con el nombre de Roberto Camacho (sin segundo apellído), en asocio de su hermano
Marco Tulio Camacho, quien desempeñó las funciones de
Alcalde por algún tiempo.
El joven Roberto trabó relaciones de amistad con el
. Sr. Absalón Rodríguez hasta el punto de captarse la confianza absoluta de éste.
El 4 de Noviembre de ese año - por la noche -le
fue hurtada de su pieza de habitación á Rodríguez (Absalón) la suma de $ 2,140 en billetes del Banco Nacional
con algunos otros efectos, entre ellos un garniel.fino y un
encauchado. (Denunciado por Absalón Rodrigllez).
Hechas las investigaciones necesarias para descubrir
á los autores de tal cielito, fueron hallados en ia pi~.que
los hermanos Camachos ocupaban, IIn envoltorio dentro
del cual apareció el garniel y encauchado perdidos; mas
no el dinero.
De la indagatoria que rindió Marco Tulio, hílce constar que aquel envoltorio se lo dejó su hermanQ. Roberto
para que se lo remitiera á Bogotá; pues éste había partido
cuando empezaron las investigaciones del he(;ho.
No existe del sumario prueba completadequiél;l haya
sido el autor del delito; mas sí fuertes presunCIones de que
el hurto del dinero fue cometido por Roberto C~ho.
Es cuanto puedo certificar en mérito dejUstjcia~·idiez
de Mayo de mil novecientos nueve.
(Firmado),
RAFAEL
GAITÁNR.
AUTOS
del Tribunal de Cundinamarca
Se publican los autos que preceden, dictados por el Tri·
bunal de Cundinamarca en el proceso que se sigue por el ho·
micidio perpetrada en la persana de D. Agustín Femández,
porque importa que la saciedad que sigue can atención este
asunto. se entere plenamente de las providencias expresadas y
pueda apreciadas con pleno conocimiento. de causa. Crece la
necesidad de hacer esa publicación desde que el Dr. D. Nica·
lás Esgucrra, defensor de uno de los procesados, ha acudido.
á la Corte Suprema can un memorial en 'lile, para pedir que
se cambie la jurisdicción que conoce del asunto, formula una
verdadera acusación, aunque né. judicial, ~ontra el Sr. Dr.
Flavio González Malo, MagistradD del Tribunal que conació,
por apelación, de la providencia de primera instancia.
El Sr. Dr. González Malo desempeña la Magistratura en
Bogotá hace más de veinte años, sin que nadie hasta el pr<:sente, antes del Sr. Dr. Esguerra, hubiera tachado su rectitud
y probidad .•
De aceptar las apreciaciones del Sr. Dr. Esguerrahabría
que concluír que el Dr. Go~ez
Malo es un prevatitador;
pero en tal caso y para dar medios de ddensa al ofendido, lo
equitativo hubiera sido que se formulara la acusación en la
manera que lo autoriza la ley. Otro proceder no se conforma
con el respeto que se debe á la honra ajena, sobre todo en tratándose de un hombre á quien abona ante la sociedad una
larga vida de probidad y de cumplimiento del deber.
La independencia
de los Jueces y Magistrados es una de
las instituciones
que más necesita la sociedad, y que no se
compadecería ciertamente con que el Gobierno pu~iera cambiar los Jueces que conocen de un proceso por el hecho _de
que una de las partes no se satisficiera con sus providencias.
Por ese camino los procesados quedarían convertidos en Jueces de sus propios Jueces ..
_
Si hoy la Corte Suprema, en" virtud del memorial del Sr.
Dr. Esguerra, cambiara ó diera <;oncepto para que se cambiara el lugar del juzgamiento del 'proceso de que se trata, 'habría
condenado, de hecho y tácitamente, al Sr. Dr. González Mato,
si no á una pena legal, á algo más grave, al deshonor, y esto sin
oírIo ni vencerlo en juicio. No puede creerse q"C tal sea 10 que
pl'etcn-da el honorabilísimo defensor del procesado, juriscon.
sulto distinguido y caracterizado sostenedor de la justicia y del
derecho.
La parte contraria á la representada por el Sr. Dr. Esgue.
rra, implícitamente queda comW'endida en las apreciaciones
contra el Magistrado que ha conocida de la causa, dado el ca~
rácter de esas apreciacione~._~o
se comprende
que haya un
prcvaricato sin que la parte q,ue quede favorecida con él ten.
gá una parte de culpabilid~d ~ e1hecho, y aunque se ha de~
mostrado que las fingidas causalcs de recusación del Magistra.
do Dr. González.l1o existen, ni ha podido probadas quien las
propuso, siempre la respetabilidad
personal del Sr. Dr. Es.
guerra, aunque él mismo 110 haya propuesto las recusaciones,
puede extraviar muchos criterios. :40 razonable B~ía que
quien formuló ciertos cargos.ó los ~mostrara
ó los retirara.
Para tener derecho de pedir justicia á la sociedad y á su:;¡.
Jueces, debemos emp~J:~;~t
~~tros
mismos justos con
los demás.
(OIiEl Nuevo Tiempo nÚIllero 2t351)
-
CXXI --
Tribunal Superior del Distrito Judicial-Bogotá,
watro de lIIil novecicntos nueve.
Marzo veinti-
Vistos: En ejercicio del derecho que el Código Judicial en
artículo 17{0 le confiere al Sr. Jesús María Tobón, se presentó estc recusado al Magistrado Sr. Dr. Flavio González
Malo, á fin de evitar que conozca del proceso que contra el
peticionario y su hermana
Roberto se adelanta por el delito
de homicidio en el J l1zg~do 2.° Superíor, y que ha venido en
apelación al Tribunal.
La recusación se apoya en que el señor Magistrado Goná·
1ez es pariente muy cercano' de la señora esposa del acusador
particular Sr. Francisco J. Fernández¡ en que el mismo señor
1\fagistrado calificó de insensata la providencia que se va á rcvisar; y finalmente, en que tiene compañía ó es partícipe en
las empresas del aCllsador el mismo Dr. Gonálcz.
Solicitado el informe de que trata el artículo 760 del Código Judicial, fue rendido en completo desacuerdo con el recusador, pues el Magistr;ldo no convino en la verdad de los
hechos en que se funda la recusación, razón por la cual se llamó el artículo á prueba por el término de ocho días, durante
los cuales sólo se recibieron las declaraciones de los Sres. Hoberto Palacios y Jesús Berna1. Sin ningún otro comprobante,
por no habedo, se pasa á resolver, considerando:
Según los hechos relacionados p'Jr el peticionario, el señor
Magistrado á quien tocó el negocio en repartimiento quedaría
comprendido en las causas marcadas por los numerales 2, 3 Y
8 del artículo 749 del Código Judicial, y como por cualquiera
de estos motivos estaría impedido el señor Magistrado para
resolver el asnnto en cuestión, que es el fin qne se proponía el
Sr. Tobón, ha clebido éste, mi vista de la negación absoluta
del señor Magistrado, aprove~
término de prueba qne se
Sll
le concedió y comprobar SllS afirm<wi<me§, trayendo alefectu
á los autos las C01)jas del estadocivi,l.deJa¡'personas,;tOmadae
ya <:lelªrcbitQ,detos .P~rocos, ya de l~~¡
paradejat
estat>l~idoe1 palClJteaco alegado del ~zález
(Xm.Ja •
-
CXXIl
-
posa del acusador particular, á que se refiere el punto A de su
recusación, pero ningún comprobante de los indicados se presentó, ni aun fue pedido. Tampoco se exhibió prueba alguna
supletoria á este respecto. No se probó, pues, el parentesco.
Lo mismo se puede decir sobre el punto B del memorial de
recusación, es decir, que tampoco se acreditó en la forma señalada por el artículo 1675 del Código Judicial que el Dr. González calificara de insensata la providencia que hoy va á revisar. Tampoco consta que los informes que recibiera el Sr. To·
bón sobre la participación del Magistrado Dr. González en los
negocios del Sr. Fernández fueran ciertos, pues á este respecto ni se pretendió presentar prueba alguna. Las dos declaraciones rendidas por los Sres. Palacios y Bernal no comprueban nada, puesto que nada les consta subre el particular; y
en cuanto se refiere á lo que le han oído decir al Sr. Tobón,
tampoco tienen más valor que el que les asigna el artículo
1678 del Código Judicial.
Por tanto, como no se ha demostrado ninguno de los ~e- '
chos base de la acusación, el Tribunal, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
no probadas las causales de impedimento, y en consecuencia se
dispone que pase este cuaderno á la mesa del señor Magistrado recusado para los fines legales.
Notifíquese y cópiese.
ENRIQUE
FANDIÑO C.-FEDERICO
R
RODRÍGUEZ
Maríano Ma1triquc B., Secretario.
ríblmal Superior del Distrito Judicial-Bogotá,
Mayo ocho de
mil novecientos ,meve.
Vistos: El Sr. Dr. Antonio María Ocampo, como defensor
del Sr. Jesús María Tobón en la causa que contra éste y el Sr.
Roberto Tebón se sigue en el Juzgado 2.° Superior, propusO
recusación contra~l 'Sr. Dr. Flavio González Malo, fundada en
la causal 16 del attícimlo749 del Código Judicial. Pedido al se·
ñor Magistrado . recusado el informe de qu«t trata· el. artíwlo
-
cxXtl1
760 del Código Judicial, solamente manifest6 que el Sr. Jesús
María Tobón le entabló un pleito civil en el Juzgado 1.0 del
Circuito de Bogotá. El Tribunal observó que para poder de·
cidir si el recusado ha debido manifestar el impedimento,
Y
para poder resolver sobre la legalidad de éste, se hacían nece·
sarias varias comprobaciones,
por 10 cual, á solicitud del recusante, se trajo al incidente copia del expediente
del juicio ci·
vil promovido por el Sr. Jesús María Tobón contra el señor
Magistrado citado, y un certificado relativo á la fecha en que
fue repartido el proceso á que alude el incidente y á la en que
se decidió el recurso por el señor Magistrado Dr. González
lMalo.
Ha llegado, pues, el caso de resolver, y para esto se con·
sidera:
Ordena el artículo 85 de la Ley 105 de 1890 que los Magistrados y Jueces no pondrán en conocimiento
de las partes
"el impedimento número 16, cuando el pleito de que en él se
habla se ha promovido después de estar inícíado el juicio á
que dice relación el impedimento,
pero es preciso, además,
que el Juez á quien el impedimento
se refiere esté ya cono·
ciendo de este mismo juicio cuando dicho pleito posterior se
promueve.
Sin embargo, si el Juez demandado ha convenido en los
hechos en que se funda la demanda, ó si, siendo ésta ejecutiva,
se halla ejecutoriado el auto de ejecución, el Juez debe manifestar el impedimento; y el artículo 86 de la propia Ley 105
veda á las partes recusar á los Magistrados ó Jueces por los
impedimentos á que se refiere el artículo anterior cuando ocu·
rran las circunstancias que el mismo artículo establece. ¡":S así
como aparece comprobado, con el certificado del señor Secretario del Tribunal y con la copia del juicio civil mencionado,
que el proceso instruido en averiguación de los delitos de homicidio y heridas en que aparecen como sindicados los Sres.
Roberto y Jesús María Tobón fue repartido al señor Magistrado
Dr. Flavio González Malo el once de Febrero
del presente
año; que este señor Magistrado decidió el recurso el nueve de
Marzo siguiente; que la demanda del Sr. Jesús María ToMn
-; ~v.
".-
fue-repamdael
m- cW. ~
J4ar~ qM ~t~~ftjecu·
Uva .sino. ordinaria; y que, Ql;~or -:Mag~,a,do ~_do
~
convino en los hechos en que se Eunda,y antes bi~
propuso
la excepción de inepta qemanda¡ la cual se decJaróprobada
por el J ueza. que al tenor de la copia que obra en_~sta,s dilige~.
cia~;luego el señor Magistrado Dr. Flavio Gonz3!ez. Malo no
estaba obligado á. m~riifes,t~r el impedimento' á que· se, refiere
el recusante por haberse p¡;omovido el pleito ~iviJ después de
estar ya conociendo él del negocio criminal á que 4ice relación el impedimento; por no haber convenido en los becbos
en que se funda la demanda y por no ser ésta ejec13uvQ y estar
ejecutoriado el auto de ejecución. Por las mismas razones y
por prohibido el artículo 86 de la Ley 105 mencionada¡ el defensor del Sr. Jesús María Tobón no pudo recusar al señor Ma.
,gistrado Dr. Flavio (':r<)llzález Malo, fundac;lo en la causal 16
del artículo 749 del Código Judicial y en el pleito civil á que
se refieren las copias traídas á este incidente.
Por lo expucsto, y en virtud de lo que establece el artículo
87 de la Ley 105 de 1890, el Tribunal, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, de·
clara que no es legal el impedimento
á quc se refiere el recusante, y que tal impedimento, conforme á la Ley,llo ha debido
manifestarse por el señor Magistrado recusado, ni ale.garse
por las partes.
Cópiese, notifíquese yagréguese al juicio principal.
PABLO PULECIO-";FEDERICO
Francisco. Afanado,
R., Oficial Mayor.
R.
RODRÍGUEZ
SUPLEMENTO
TESTIGOS DE LA DEFENSA
Dirección de la Cárcel de Detenidos tUl Distrito Caj>ital-Subdirección de la Cárcel de Detenidos-Bogotá,
J1I1;0 7 de 19°9
Examinados los libros de esta oficina aparece haber
ingresado Germán Vélez en las siguientes ocasiones:
Noviembre 30 de 1908 -No dice el delito. Por la Inspección 8." Municipal condenado á ocho días.
Marzo 12 de I90S-Ultrajes.
Por la Inspección de
Permanencia condenado á tres días.
Julio 6 de 1909-Por la Inspección de Permanencia,
por ultrajes, condenado á dos días.
NICASIO
ALONSO
R.
Direcéión de la Cárcel de Detenidos del Distrito Caj>ital-S#bdi.
rección de la Cárcel de Detenidos-Bogotá,
Julio 13 de 1909
Examinados los libros radicadores de esta oficina aparece que los siguientes individuos han ingresado en las oca·
siones que á continuación-se expresan:
Jesús Ruiz.
Diciembre 28 de 1903-Heridas.
Inspección de Permanencia, condenado á treinta días.
Junio 20 de 19<>4-Hcridas. Inspección de Permanencia, condenado á treinta días, se fugó faltándole diez días
y llevándose
*
100.
-
CXXVI -
Febrero 25 de I<)06-Riña y escándalo. Inspección de
Permanencia, condenado á cinco días.
Diciembre 24 de 1906-Escándalo.
Inspección de
Permanencia, condenado á tres días.
Enero 24 de J<)o7-Maltratos. Inspección de Perma- .
nencia, condenadoá diez ajas.
-Marzo 4 de 190¡-Escándalo.
Inspección dé Permanencia, condenado á tres dias.
Septiembre 2 de I907-Maltratos.
Inspección de Permanencia, condenado á quince días.
Noviembre 24 de 1907-U1trajes.y escándalo. Inspección de Permanencia, condenado á dos días.
Diciembre 22 de 1<)07-Maltratos
y heridas. Inspección de Permanencia, condenadoá treinta y cinco días. El
4- de Enero de 1908 se fugó.
Febrero 28 de 1908 -Escándalo.
InspecciÓn de Permanencia, condenadc;> á treinta y dos días.
Junio 20 de 1<)08-Heri~s.
Alcaldía 2.", condenado á
doce días.
Septiembre 24 de 1<)04,Vagancia y beodez. Inspección
de Permanencia, condenado á cinco días.
Octubre-28de 19G8-Heridas. Alcaldía 3.a
Abril 10 de I<)09-Beodez- y escándalo. Inspección
-de Permanencia; condenado' ~ cmcodias.
Félix Rodríguet~
Enero 28 de I90¡-H:ur:to. Alcaldía 7.a
Junio 26 de 1907-He~s.Inspección
de Permanencia, condenado á se'is días.
Enero 8 de 1908-Riña. Alcaldía 2.a
Febrero 24 de 1908-~urto.
Alcaldía S.a
Octubre 21 de 1«}08"';';'Riña.Inspección de Permanencia, condenado á dos díaS:- ;
Julio 19 de 1909- Hurto. Inspección de Permanencia,
condenado á diez días.
Milcíades Quintana.
f
-
cxxvn -
Octubre 3 de 1907-No define el delito. Policía
cional.
Francisco Neira no aparece haber estado preso.
Na-
NICASIOALONSOR.
Di,.ección de la Cárcel de Detenidos del Distrito Capilal-Subdi·
rección de la Cárcel de Detenidos-Bogotá,
'julio 7 de 1909
t;xaminados los libros de esta oficina, aparece que
Juan C. Silva ha ingresado en las siguientes fechas:
Enero 30 de 19°5, por orden de la Inspección de
Permanencia, condenado á treinta días por beodez y escándalo.
Julio 6 de 19°8, por orden de la Alcaldía 4.'", condenado á cinco días por desobediencia á la autoridad.
NICASIOALONSOR.
(Firmado),
Dirección de la Cárcel de D,lenidos del Distrito Capilat-:-Númet"O
zor-Bogotá, Julio 9 de 1909
Señor Juez
2.0
Superior-Presente.
Adiciono el siguiente informe á la certificación pedida
por ese Juzgado á esta' Dirección que el preso Juan C.
Silva, estuvo también detenido en este establecimiento por
cuenta de la Alcaldía l.", sindiCAdo por el delito de estupro
con fecha 30 de Octubre del afiO-l90S.
Dios guarde á usted.
-Por el Din::ctor, el Subdirector,
N ICASIO ALoNso
R.
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