LA FAMILIA, UN GRAN TESORO. A la luz de nuestra experiencia

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Subsidios en torno a la “Carta Pastoral” de Mons.
Puiggari para la preparación del Congreso Diocesano de
la Familia
FAMILIA 2010
SUBSIDIO Nº1
LA FAMILIA, UN GRAN TESORO.
A la luz de nuestra experiencia familiar, descubrir y
valorar la belleza de la familia en el proyecto de Dios.
“La familia, «patrimonio de la humanidad», constituye uno de los tesoros más
importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la fe,
palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y
se acoge generosa y responsablemente.”
Benedicto XVI,
V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Discurso Inaugural 5
En este primer subsidio nos proponemos, antes de comenzar una lectura
guiada de la Carta Pastoral de nuestro Obispo, ahondar desde nuestra
experiencia personal en el tema que dominará este año pastoral: la familia. Es
el ambiente que nos acogió por vez primera, allí crecimos, fuimos afianzando
nuestra personalidad, allí balbuceamos nuestras primeras palabras y
aprendimos a amar, a perdonar, a esforzarnos por lo que queríamos; quizá allí
oímos por primera vez mencionar a Dios, tal vez fue en esa pequeña o gran
comunidad donde conocimos a María y comenzamos a imitar su “sí” al Señor.
Al pretender entrar en una realidad que está tan presente en nuestra
existencia, vale la pena abrir el baúl de nuestra experiencia y buscar allí cómo
a lo largo de nuestra vida hemos llegado a concebir una noción de familia.
Desde allí podremos iniciar el camino para redescubrir a la luz de Evangelio de
Cristo el proyecto de Dios para la familia. De este modo estaremos
respondiendo al llamado de nuestro Obispo de valorar, apropiarnos y anunciar
la belleza de la familia tal como salió del corazón de Dios a imagen de la
Trinidad Santísima.
Para llevar adelante este propósito, les sugerimos el siguiente esquema:
Oración inicial
1. Contemplar la familia a la luz de nuestra experiencia
A. Trabajo grupal: Lluvia de Ideas.
B. Trabajo Individual: Mi familia, mi gran tesoro. El
lugar que la familia ocupa en mi vida personal
C. ¡Sí a la belleza de la familia restaurada en
Cristo!
2. Celebrar el tesoro de la familia
•
1
Oración inicial
Rezamos juntos la siguiente oración:
Quédate con nosotros Señor.
Quédate en nuestra familia,
ilumínanos en la noche de la duda,
sé sostén en nuestras dificultades,
consuélanos en nuestros sufrimientos y
haz fecunda la fatiga de cada día.
Aleja de nuestro hogar todo mal y
afirma nuestros pasos en el bien y en el amor.
Te pedimos por las familias de nuestra comunidad,
de nuestra diócesis y de nuestra Patria.
Ayúdanos a trabajar unidos,
a cultivar los valores, a defender con pasión la vida.
En esta hora de la familia te pedimos la gracia
de anunciar y valorar el tesoro de la familia,
cuando en torno a ella se acumulan sombras que amenazan su unidad y
su naturaleza.
Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo
nidos
donde nazca la vida humana se la acoja, se la ame y se la respete,
desde su concepción hasta su término natural. Amen
Contemplar la familia a la luz de nuestra experiencia
Nuestro Obispo nos dice en su Carta Pastoral:
“A lo largo de este año escucharemos muchas veces la
palabra familia. No es tan solo un concepto, sino que evoca
una multiplicidad de vivencias y recuerdos, que hacen presente
la alegría, la emoción e incluso la tristeza por dolores que han
signado la historia o son parte, hoy, de la realidad familiar.”
1. Trabajo grupal: Lluvia de Ideas.
Para evocar esas vivencias y recuerdos, les proponemos meditar y
compartir lo primero que viene a nuestro corazón al oír la palabra “familia”.
Esto puede hacerse a modo de lluvia de ideas.
•
•
•
Es muy importante: que TODOS SE EXPRESEN, que PIERDAN EL
MIEDO de hablar, que lo hagan LIBREMENTE.
Finalidad: La lluvia de ideas sirve para que todos se expresen, sin
censura, SIN JUICIOS sobre lo bueno y lo malo.
¿Cómo se puede hacer?: HABLADA, pero es mejor hacerla a través
de FICHAS ESCRITAS, porque:
2
1. Permite REFLEXIONAR, antes de expresarse.
2. Guarda, inicialmente, el ANONIMATO, lo que da más
libertad de expresión.
A la hora de compartir las ideas se debe:
ƒ Enfatizar la cantidad y no la calidad de las ideas.
ƒ Evitar críticas, evaluaciones o juzgamientos de las ideas presentadas.
ƒ Presentar las ideas que surgen en la mente, sin elaboraciones o
censuras.
ƒ Estimular todas las ideas, por muy "malas" que ellas puedan parecer.
ƒ "Utilizar" las ideas de otros, creando a partir de ellas.
Al concluir la exposición de las ideas se pueden seleccionar las que sean más
significativas y transcribirlas en una afiche que quede a la vista de todos
durante la reunión de lectura del subsidio. Es importante recalcar lo dicho al
principio, con la lluvia de ideas queremos entrar en tema de modo
comunitario para dar paso al segundo momento:
Quien anime este momento debe tener en cuenta que:
ETAPA
METODO
SECRETOS PARA LA CONDUCCION
ƒ
ƒ
1. Introducción
Inicie la sesión explicando los
objetivos, las preguntas o los
problemas que van a ser
discutidos y las reglas de juego.
ƒ
ƒ
ƒ
2. Generación de
ideas
ƒ
Dé uno o dos minutos para que
los participantes piensen en el
problema.
ƒ
No se olvide que todas las ideas
son importantes, evite
enjuiciarlas.
ƒ
Solicite, en secuencia, una idea
a cada participante.
ƒ
Incentive al grupo a dar un
mayor número de ideas.
ƒ
En caso de que algún
participante no tenga nada
para que contribuir, podrá
hacerlo más adelante. Se
pueden hacer varios turnos para
que todos tengan oportunidad
de participar.
ƒ
Mantenga un ritmo rápido en la
recolección y registro de las
ideas.
ƒ
Coloque las fichas que registran
las ideas en el orden de
aparición.
ƒ
El objetivo de esta etapa es
tener claros todos los conceptos
vertidos, sin juzgarlos.
ƒ
Ideas semejantes deben ser
agrupadas; ideas sin
importancia o impracticables
ƒ
Pregunte si alguien tiene alguna
duda y, si fuera el caso, pida
aclaración a la persona que la
generó.
ƒ
Lleve al grupo a discutir las ideas
y a escoger aquéllas que vale la
pena considerar.
3. Revisión de las
tarjetas expuestas
en el panel
4. Análisis y
selección
Promueva un clima tranquilo,
agradable y empático.
Esté seguro de que todos han
entendido el tema que va a ser
tratado.
Redefina el problema si fuera
necesario.
Busque motivar al que no
participa, limite al “que cope” la
reunión.
3
ƒ
5. Ordenando las
ideas
Utilice el consenso en esta
selección preliminar del
problema o solución.
deben eliminarse.
ƒ
ƒ
Solicite el análisis de las tarjetas
que permanecerán en el panel.
ƒ
Promueva la priorización de las
ideas, solicitando a cada
participante que escoja las tres
más importantes.
Cuide para que no haya
monopolio o imposición por
parte de algún participante.
La votación debe ser usada
apenas cuando el consenso no
sea posible.
2. Trabajo Individual: Mi familia, mi gran tesoro. El lugar que la
familia ocupa en mi vida personal
Nos dice el Obispo en su Carta Pastoral:
“La familia implica la vida de todo hombre y de toda mujer, se
despliega en unas coordenadas precisas de espacio y de tiempo, hace
presentes rostros concretos de hijos e hijas, de papá y de mamá (…).
Asimismo, los invito a contemplar la propia realidad familiar, a
redescubrir el gran tesoro que es la familia en cada vínculo, en cada
rostro y asumir con valor y espíritu de conversión la renovación profunda
de sus familias a la luz del Evangelio.”
A la luz de este párrafo de la
carta, los invitamos a que, de modo
individual, hagan memoria histórica
de sus familias. Todos hemos
necesitado de una para venir a
este mundo, crecer, madurar,
aprender las cosas elementales. En
el amor de nuestros padres
comprendimos que la vida se
realiza en el don recíproco de sí. Ella
fue el ámbito apropiado para ser
educado en los valores humanos,
cívicos y religiosos, en palabras del
Obispo: “La familia es el ámbito
originario de la educación. Qué es
la educación sino un proceso de
maduración integral de la persona
a la luz de la verdad. En el hogar se
forman
los
cimientos
de
la
personalidad, de la conciencia y se
desarrollan
las
virtudes
que
permiten guiar a la persona a una
madurez plena e integrada”; en
ella se nos transmitió la fe. Es allí
donde aprendimos a amar, a
perdonar, a comprometernos con
el otro. Ella nos albergó en la dicha
y el gozo; también fue lugar para el
dolor, la enfermedad. En ella fuimos
escuchados,
comprendidos,
orientados. Allí anunciamos con
gozo
nuestros
proyectos
vocacionales, laborales. La familia
es el primer ambiente que refleja la
vocación que todos tenemos de
vida social, de ser cada uno
constructor responsable de la
sociedad. En efecto, de la familia
nacen los ciudadanos, y éstos
encuentran en ella la primera
escuela de estas virtudes sociales,
que son el alma de la vida y del
desarrollo de la sociedad misma.
De ella recibimos apoyo para
4
emprender caminos. En la familia
también
descubrimos
las
debilidades humanas: la falta de
perdón,
el
egoísmo,
la
incomprensión,
mezquindades,
abandonos, violencia. Descubrimos
que es necesario salir de nosotros
mismos, transformar y madurar para
no repetir errores; a la luz de las
experiencias negativas se esclarece
también
cómo
Dios
en
su
providencia nos regala personas
que salen a nuestro encuentro para
ser nuestra “familia”, personas que
suplen el rol de papá, mamá,
hermanos, abuelos, tíos, primos.
Padres y madres que nos hacen
suyos desde el corazón. La familia
nos hace ver que cada uno de
nosotros no está llamado a
realizarse en solitario. Ella nos da la
certeza de un lugar desde donde
se puede comenzar siempre de
nuevo.
Al comenzar este momento de
reflexión personal hemos citado un
párrafo de la carta en la cual
nuestro Obispo nos invitaba a hacer
presentes los rostros concretos que
constituyen mi familia y también los
acontecimientos
que
la
han
marcado. Para poder recordar, es
decir, volver a pasar por el corazón,
esos rostros y esos momentos, te
ofrecemos una serie de preguntas
que pueden guiarte:
Reflexión personal:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
¿Qué personas vienen a mi mente más rápidamente cuando pienso
en mi familia?
¿Qué miembros de mi familia están más presentes en mis recuerdos
de la infancia? ¿Quiénes me enseñaron a caminar? ¿Quiénes
fueron testigos de mis primeras palabras? ¿Quién compartía mayor
tiempo conmigo? ¿Quién me acompañaba en mis juegos?
¿Qué momentos han marcado mi vida familiar? ¿Cómo han influido
en mi vida personal?
¿Cómo ha transitado mi familia por los momentos de dolor, de
enfermedad, de carencia, de muerte? ¿Qué miembros de mi
familia fueron los pilares ante esas situaciones?
¿Con qué miembros de mi familia tengo parecido físico? ¿De quién
tomé gestos, modismos, maneras de caminar, giros verbales?
¿Qué valores (trabajo, paciencia, renuncia, sacrificio, etc.) puedo
rescatar de mi núcleo familiar más íntimo que me han llevado a
crecer como persona? ¿Con qué valores puedo identificar a cada
uno de esos rostros concretos?
¿Para qué suelo acudir a mi familia? ¿Encuentro en ella un refugio
incondicional?
¿Es mi familia el modelo para la familia que deseo formar? ¿Qué
luces y qué sombras puedo percibir en ella?
¿Qué lugar ha ocupado la transmisión de la fe en mi familia? ¿Con
qué rostros concretos puedo vincular ese aspecto de mi vida?
¿Recuerdo quiénes han formado parte de las últimas fiestas
familiares?
¿Quién fue en mi familia referente de unión, de reconciliación, de
comunicación? ¿Quién suele convocar generalmente las reuniones
familiares?
5
Trabajo personal:
Ahora, tomando esos rostros concretos, esos nombres importantes para
nuestra vida personal los invitamos a hacer un “Árbol genealógico” en el cual
podamos reconstruir nuestra familia. Familia constituida por lazos de sangre, o
por lazos afectivos, espirituales. Todos aquellos que forman mi familia, mi
tesoro.
C. ¡Sí a la belleza de la familia restaurada en Cristo!
Seguramente al tener esta mirada sobre nuestra familia particular
aparecerán luces y sombras, aciertos y desaciertos. A medida que vayamos
desarrollando los siguientes subsidios iremos reflexionando a la luz del
Evangelio, del Magisterio de la Iglesia, de la Carta Pastoral de nuestro Obispo,
sobre el proyecto de familia que tiene Dios. Pero, desde ahora, queremos
decirle: “¡SÍ!” al proyecto de familia que nos ofrece Jesús. Desde hoy queremos
disponer nuestros corazones para ir restaurando nuestra familia en Cristo, como
salió del corazón de Dios, a imagen de la Trinidad. Queremos responder a
nuestro Obispo que nos convoca a celebrar y anunciar con gozo la belleza de
la familia. Vayamos pensando propuestas para hacer concreto el año de la
familia en nuestra parroquia o comunidad. Queremos asumir nuestra hora, la
hora de la familia. Queremos decir ¡sí! a la belleza de la familia.
2. Celebrar el tesoro de la familia
Para finalizar este momento de reflexión, les proponemos un tiempo de
oración y celebración. Partamos de la lectura orante del Evangelio para
iluminar nuestra realidad familiar.
Meditando con la genealogía de Jesús
•
Ambientación
Armar un altar en donde se coloque de modo central una imagen de la
Sagrada Familia y un cirio. Disponer las sillas de los participantes en torno del
mismo.
Comenzamos poniéndonos en presencia del Señor En el Nombre del
Padre…
•
Cantamos: “Eso que soy, eso te doy”
•
Lectio Divina:
Lectura: Mt. 1, 1-17.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:2 Abraham fue
padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus
hermanos.
1
6
Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue
padre de Esrón;4 Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab;
Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
5 Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de
Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé;6 Jesé, padre del
rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había
sido mujer de Urías.
7 Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de
Asá;8 Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
9 Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de
Ezequías;10 Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón,
padre de Josías;11 Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el
destierro en Babilonia.
12 Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel,
padre de Zorobabel;13 Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím;
Eliacím, padre de Azor.
14 Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de
Eliud;15 Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de
Jacob.
16 Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es
llamado
Cristo.
17 El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David,
catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce
generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce
generaciones.
3
•
Meditación:
Pistas para la Lectio Divina...
Autor: Padre Fidel Oñoro CJM
Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM
1. ¿Por qué una genealogía?
El Evangelio de hoy nos remite hasta los orígenes de Jesús dentro de la historia.
Partamos de esta base: en oriente ―como sucede también todavía hoy en los
pueblos africanos― una persona que no conoce su árbol familiar (genealogía)
es una persona perdida en el mundo. La familia y la tribu a la que se
pertenece es una referencia importante para construir la propia identidad.
La genealogía que acabamos de leer ubica la identidad de Jesús, en cuanto
Mesías, en medio de su pueblo. Como quien dice: Jesús no vino al mundo
como un “aerolito” caído del cielo, sino más bien insertándose dentro de la
historia humana, que es una historia de familias.
Debemos situar a Jesús en medio de su pueblo, en el amplio contexto histórico
al que pertenece y dentro del cual Él tiene un puesto especial.
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2. El colorido de la genealogía de Jesús
La lectura suena, a primera vista, un poco monótona ―al menos 39 veces se
repite la frase: “tal engendró a tal persona” ―, pero en realidad no es así, en la
lista de los descendientes se presenta una serie de acentos que le dan colorido
a la lectura.
Al leer muy despacio la genealogía vamos descubriendo que está hecha de
muchas generaciones, de personas concretas con destinos concretos, de
conexiones y de sucesos algunas veces irregulares, pero así es toda historia
humana.
Nos llama la atención, por ejemplo, la presencia de algunas mujeres, lo cual
no es habitual en las genealogías: Tamar (la nuera incestuosa de Judá), Rajab
(la prostituta de Jericó), Ruth (una extranjera) y la mujer de Urías (con quien
David tuvo un adulterio). Vemos que no es necesariamente el ideal de familia
que se quisiera tener.
Pero todo se comprende mejor cuando llegamos al punto final de la lista. El
Mesías que corona esta lista de generaciones y personas, sana la historia
familiar de su pueblo. Él brota de un terreno histórico-familiar en el que no falta
alguno que otro pecado, pero allí Él es el Salvador.
3. La conexión familiar con Abraham y con David
El Evangelio comienza diciendo: “libro de los orígenes de Jesús” a quien
confesamos como el Mesías (Mt 1,1). Y aprendemos enseguida que es a través
de toda esta larga historia del pueblo de Israel, que Jesús se conecta con
David y con Abraham, respectivamente el rey del que parte la dinastía y el
patriarca del que origina el mismo pueblo.
Jesús y Abraham
La lista de los antepasados de Jesús, que comienza en el versículo 2, coloca la
raíz de ésta en el patriarca Abraham, ya que se trata del origen de un pueblo
que ha sido creación de Dios, nacido de la fe en la promesa del Señor.
Con el llamado de Dios a Abraham comenzó un nuevo caminar histórico de
Dios en la historia de la humanidad y por medio de él bendijo a todas las
naciones de la tierra (ver Génesis 12,1-3). Jesús es el hijo de Abraham, en quien
se realiza esta promesa de la bendición. Enseguida le sigue una lista de
catorce generaciones (7+7: dos veces la plenitud)
Jesús y David
La lista toma impulso por segunda vez a partir del rey David (v.6b). Comienza
así la genealogía de los reyes.
La conexión no es extraña porque Jesús es confesado en el Evangelio como
“el Cristo” (que significa “ungido”). Y término “Cristo” tiene que ver con una de
8
las designaciones del rey de Israel (ver 1 Samuel 9,26-10,1). Pero claro, esto no
quiere decir que Jesús sea cualquier tipo de “rey”.
Recordemos que a David Dios le había hecho la promesa de que su casa y su
reino permanecerían para siempre (ver 2 Samuel 7,16). Esta promesa se realiza
en Jesús, en cuanto hijo de David. Jesús, entonces, es el último y definitivo Rey
y Pastor (ver Mateo 2,6) del pueblo de Israel, prometido y enviado por Dios,
esperado por el pueblo.
El cálculo final
En la genealogía de Jesús, según Mateo, no basta con hacer una
enumeración de nombres, muchos de ellos desconocidos para nosotros,
también el número de las generaciones tiene un sentido.
Si observamos los versículos 12 a 16, notamos que, después de las listas que
siguen a Abraham y a David, el evangelista coloca una tercera lista que parte
del exilio a Babilonia y culmina con Jesús. Resultan así tres pequeños listados,
cada uno de 14 generaciones. Si tenemos en cuenta que el número 14 es el la
suma de 2 veces 7, y que siete indica perfección, vemos claramente que
Mateo está dando un mensaje con números (7+7=plenitud x 3).
Jesús es la plenitud de la historia de la salvación
Este cálculo que el evangelista hace al final de la lista de las generaciones
(1,17), nos hace notar que esta historia no es un caos, sino una serie de
acontecimientos dispuestos por Dios. El curso de esta historia ha sido querido
por Dios y Él mismo lo ha orientado hasta su culminación en el Mesías
(1,16). Por lo tanto, toda la historia tiene sentido en Jesús de Nazareth, todo lo
que le precede prepara su llegada y con su llegada comienza el tiempo de la
plenitud y el cumplimiento. Jesús es el punto culminante y el cumplimiento del
actuar de Dios con su pueblo.
Notemos además que la serie de las generaciones se interrumpió de improviso
en la persona de Jesús. No se dice: “José engendró a Jesús”, sino “Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”
(1,16). Es decir, que José es el esposo de María, pero no el padre carnal de
Jesús. Por lo tanto, la genealogía termina con un enigma: ¿De dónde viene
Jesús, si no es el hijo de José? Este enigma se resuelve en los versículos
siguientes, él es concebido por obra del Espíritu Santo.
En fin...
Hoy aprendemos que Dios realiza sus promesas en Jesús. Lo que comenzó con
Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús. Jesús está profundamente
enraizado en la historia de Dios con su pueblo porque proviene de él en la
carne. Precisamente en esa carnalidad están asumidos y redimidos los
pecados de esta historia. Las búsquedas más legítimas del pueblo que
progresivamente fue comprendiendo el plan de Dios encuentran reposo en Él,
porque ¡Él es su fin y su cumplimiento!
9
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Por qué leemos la genealogía de Jesús? ¿Cuál es el mensaje?
2. ¿Cómo ha sido mi historia familiar? ¿Qué viene a salvar Jesús?
3. ¿Qué relación tiene Jesús con Abraham y David? ¿Qué tiene que ver esta
conexión familiar conmigo?
Oración:
Para muchos, hacer el árbol genealógico tal vez fue recorrer historias
personales de dolor, abandono, egoísmo; por qué no también abrir una
herida. Otros quizá pudieron encontrarse reflejados en las palabras del Obispo
cuando nos dice: “Sé que muchas familias atraviesan hoy momentos de
dificultad, que sufren el drama de la división, de la enfermedad, de la falta de
trabajo, de la separación. Comprendo la especial situación de quienes han
formado una nueva pareja y la de aquellos que se encuentran solos y no
tienen hoy una familia.” Cuánto nos reconforta encontrar en la genealogía de
Jesús esos rasgos que identifican su gran familia con las nuestras; que hermoso
descubrir que Dios Padre así lo quiso para que en su Hijo todo quede asumido
y redimido. Él ha querido nacer de la familia humana para llevarla a su la
plenitud en la santidad.
Luego de haber hecho memoria sobre nuestra historia familiar debemos
asumirla desde Cristo, y ofrecérsela para que él la redima dándole sentido.
Este es el momento de poner a los pies de la sagrada Familia, ícono y
modelo de toda familia instaura de en Cristo.
Gesto: Cada uno se acerca con su genealogía y la coloca junto a la
imagen de la Sagrada Familia
Tal vez sea este momento de oración una oportunidad para
reconciliarnos con nuestra historia, perdonar aquellas sombras que oscurecen
nuestra experiencia familiar, a aquella persona concreta que con su ausencia
o su mal accionar marcó negativamente mi vida. Incluso esta oración puede
ser una oportunidad para pedir perdón al Señor por mis ausencias, mi falta de
agradecimiento, de gratuidad, las miserias propias que afectaron y afectan la
realidad de mi familia.
Por último, en nuestra intimidad con el Señor, queremos descubrir que Él
en su Amor providente ha estado siempre presente a lo largo de mi
experiencia familiar, sosteniéndome, consolándome con su ternura y
misericordia; regalándome a quienes, en su designio de amor, fueron capaces
de acogerme. Agradezcamos al Señor por ese don de ser sus hijos en
Jesucristo, el Hijo. Hijos de un Padre misericordioso, que está siempre dispuesto
a perdonar; hijos de un Padre generoso, que quiere siempre colmarnos con su
Amor; hijos de un Padre que para llevarnos a la filiación divina entregó a su
propio Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Gracias, porque esa filiación adoptiva
nos acogió en la familia de los santos que es la Iglesia!
Confiamos nuestras familias a la protección Maternal de María rezando un Ave
María.
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