La crisis económica y sus alternativas

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Feminismo ante la crisis
XIX Taller de Política Feminista
Madrid, Granada y Valladolid.
Abril-Mayo 2009
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Edita: Forum de Política Feminista
Barquillo 44, 2º izquierda
28004 Madrid
Telf. y Fax: 91 319 12 48
E-mail: [email protected]
Portada: Mario Yuguero
Diseño, maquetación y fotomecánica: Estudio IDC
Impresión: Grafiprintin, S.L.
Depósito Legal:
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INDICE
Presentación
Nina Infante, Presidenta del Forum de Política Feminista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 7
Saludo de Marcos Peña Pinto, Presidente del Consejo Económico y Social . . . . . . . . . . . Pág 11
La crisis económica y sus alternativas: una perspectiva de género
Lina Gálvez Muñoz, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
Juan Torres López, Universidad de Sevilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 15
El impacto de la crisis y de las medidas anticrisis en la igualdad de las mujeres
Isabel Martínez Lozano
Secretaria General de Políticas de Igualdad del Ministerio de Igualdad . . . . . . . . . . . . . . . Pág 31
Protección por desempleo, crisis y diálogo social
Ramón Górriz Vitalla
Secretario de Acción Sindical de la CS de CCOO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 37
La crisis económica y sus efectos en el empleo de las mujeres.
Una visión sindical y feminista sobre las políticas anticrisis
Rita Moreno Preciado
Adjunta a la Secretaría de Acción Sindical de la C.S. de CCOO y afiliada
al Forum de Política Feminista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 51
Pensiones e igualdad de género
María Pazos Morán
Feminista e investigadora del Instituto de Estudios Fiscales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 63
La Reforma del Régimen de Empleadas de Hogar
Isabel Otxoa Crespo
Plataforma estatal de Asociaciones de Trabajadoras de Hogar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 77
La aplicación de la Ley de Dependencia
Carmen Mestre Vergara
Asesora del IMSERSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 85
Hombres y Mujeres ante la crisis. Castilla y León
Milagros Alario Trigueros
Dpto de Geografía y Estudios de Género Universidad de Valladolid . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 93
Experiencias de Presupuestos con enfoque de género en América Latina
Raquel Coello Cremades
Coordinadora Técnica Regional del Programa
Presupuestos Sensibles al Género de UNIFEM . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 107
Aportaciones del III Congreso de Economía Feminista
Yolanda Jubeto Ruiz
Profesora de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco,
experta en presupuestos con enfoque de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 117
Propuestas ante las elecciones al parlamento Europeo
Mª José Moruno
Presidenta del Forum de Política Feminista de Córdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 129
El Manifiesto Feminismo ante la crisis 2009 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág 135
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PRESENTACIÓN
E
ste libro recoge las ponencias del XIX Taller del Forum de Política Feminista,
realizado en Madrid, Granada y Valladolid, en mayo y junio de 2009. Se inauguró en Madrid en la sede del Consejo Económico y Social1, cuyo Presidente
Marcos Peña aludió a la dialéctica entre empleo e intereses familiares, y en
Granada el CSIC nos abrió el deslumbrante carmen de la Casa del Chapiz, frente a la Alhambra, belleza que Emilia Barrio reivindicó para nuestras vidas en la
tradición feminista de "pan y rosas".
El contexto del taller es la crisis económica mundial, cuyo principal efecto es
el dramático aumento del paro: en España, 1,8 millones personas más en el primer trimestre de 2009 respecto al de 2008. Como señalan Lina Gálvez y Juan
Torres, en los países desarrollados ha aumentado más, al menos hasta ahora,
el número de parados que el de paradas, pero hay que recordar que ese no es
el único indicador de desigualdad, y que el origen de la crisis ha sido un aumento incontrolado de la desigualdad entre beneficios y salarios, bajo la falacia de
que la desigualdad estimula el crecimiento. En el caso de España el paro masculino aumentó en un 116 % en este año, frente a un 57% del femenino. A pesar
de ello la Tasa de Paro de las mujeres -18,3% - sigue siendo superior a la de los
hombres -17,6%- según la EPA del II Trim 2009, y sigue habiendo una brecha
de 17,3 puntos entre las tasas de actividad femenina (51,55%) y masculina
(68,89%).
El objetivo del taller es contribuir a que la crisis económica no sea pretexto
ni ocasión para frenar o retroceder en el avance de las mujeres hacia la igualdad en el empleo y la economía. Isabel Martínez Lozano, Secretaria General de
Políticas de Igualdad, señala como instrumentos para ello, la propia creación del
Ministerio de Igualdad en abril de 2008 para incrementar el rango y transversalidad de las políticas de igualdad y el Informe de Impacto de Género de las disposiciones normativas del gobierno, preceptuado por la Ley de Igualdad de
2007 y la 30/2003 que ahora, por el Real Decreto 1083/2009, se incluye en un
informe de valoración de oportunidad y adecuación competencial, jurídica, económica y de impacto de género, remitiendo a su vez esta última a una Guía
Metodológica que el Gobierno debe aprobar este año. La deficiencia de los
Informes de Impacto de Género desde 2003 fue objeto de una de las ponencias
de nuestro taller Participación de las asociaciones de mujeres en las políticas de
igualdad en 2006, y su omisión en la Ley de Presupuestos de 2008 es el motivo del recurso contencioso-administrativo P.O. 278/2008 que presentamos ante
la Audiencia Nacional junto a otras asociaciones de mujeres. Aunque conseguimos que en los Presupuestos de 2009 se presentara por primera vez, aunque
con deficiencias, y en 2010 está previsto que se presente también, el nuevo
1
Que tiene pendiente pasar del 15% de mujeres en sus 65 miembros a cumplir el equilibrio de sexos establecido por la Ley de Igualdad.
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decreto no reconoce su obligatoriedad, quedando al albur de la orden del
Ministerio de Economía y Hacienda para los presupuestos de cada año.
La aplicación en la Junta de Andalucía del Informe de Evaluación del Impacto
de Género de sus presupuestos, que sí se elabora y publica, por ley, desde
2003, contando con órganos e indicadores, fue objeto de la intervención en
Granada del Director General de Presupuestos de Andalucía, Buenaventura
Aguilera. Le agradecemos que interviniera en rápida sustitución de Carmen
Martínez Aguayo, en aquellos días recién nombrada Consejera de Economía y
Hacienda. No obstante, aquella circunstancia y un fallo en el sistema de grabación nos imposibilitan incluir su ponencia en este libro.
Los Presupuestos Sensibles al Género son desde 2000 una línea estratégica del trabajo de UNIFEM, Fondo de Desarrollo de la Mujer de Naciones Unidas.
Su coordinadora en América Latina, Raquel Coello, analiza 52 experiencias,
tanto en el ámbito nacional como en el local, en el que la visión de igualdad de
género se inscribe en la dinámica de presupuestos participativos.
La alianza entre el movimiento feminista y el sindical, a la que el Forum de
Política Feminista hemos dedicado siempre esfuerzos, es más importante aún
en esta situación de crisis económica. Ramón Górriz, Secretario Confederal de
Acción Sindical de CCOO y su adjunta y afiliada al Forum Rita Moreno, exponen
la agenda del diálogo social entre el Gobierno, CEOE-CEPYME, CCOO y UGT,
que hasta el momento ha conducido a los R.D. Leyes 10/2009 de aumento de la
protección por desempleo y 2/2009 de medidas urgentes para el mantenimiento
y el fomento del empleo y la protección de las personas desempleadas, con apoyos de la Seguridad Social a los trabajadores afectados por Expedientes de
Regulación de empleo (hombres el 82% en el I trimestre de 2009), a la contratación de parados con prestación contributiva (50% de los parados y 36% de las
paradas) o asistencial y a la contratación a tiempo parcial (79% mujeres), destacando la oposición de CCOO a las dos últimas por incrementar la inempleabilidad de los parados de larga duración (60% mujeres) y la segregación laboral de
las mujeres. En la agenda también, pero estancada desde 2007, se encuentra la
integración en el Régimen General de la Seguridad Social del Especial de
Empleadas de Hogar, y la perversión de la Ley de Dependencia que supone que
el 51% de sus prestaciones sean "paguitas" para perpetuar a las cuidadoras
familiares en vez de aumentar los servicios profesionales públicos de ayuda a
domicilio, centros de día y residencias asistidas.
Ambos temas -la inclusión de las Empleadas de Hogar en el Régimen
General de Seguridad Social y el seguimiento de la Ley de Dependencia desde
la perspectiva de género- son abordados específicamente. Isabel Otxoa, abogada y activista de la Plataforma estatal de Asociaciones de Trabajadoras de
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Hogar, describe la situación legal y real del sector y las reivindicaciones de sus
trabajadoras. Mientras la mesa de diálogo social y la comisión parlamentaria del
Pacto de Toledo no avanzan en su integración en el Régimen General de
Seguridad Social, la realidad se mueve por los cambios producidos por la inmigración y por la demanda creciente de cuidados a la infancia y a personas adultas dependientes, deficientemente cubierta por la Ley de Dependencia. Carmen
Mestre, vocal asesora del IMSERSO, expone las posibilidades y retos para la
igualdad de género que entraña la Ley de Dependencia, que abundan en el
compromiso gubernamental -medidas 3.3 y 3.4 del Eje 3/Corresponsabilidad,
del Plan Estratégico de Igualdad 2008-2011- de seguimiento de su aplicación
por parte de personas y organizaciones comprometidas con las políticas feministas.
El desigual reparto entre mujeres y hombres del cuidado de la infancia y las
personas dependientes es un handicap en toda la vida laboral de las mujeres,
reflejado en nuestra menor protección por enfermedad, desempleo y jubilación.
María Pazos analiza la situación de los 4 millones de mujeres pensionistas, cuya
pensión media es un 38% más baja que la de los hombres, situando a una de
cada tres de ellas bajo el umbral de la pobreza. Nuestro sistema de Seguridad
Social se basa aún en el modelo familiar de sustentador masculino/esposa cuidadora económicamente dependiente, que empuja a las mujeres a la inactividad
y el empleo parcial, precario o sumergido, del que resultan las pensiones no contributivas de 336 €/mes y de viudedad de 500 €, derivadas del marido. Avanzar,
también en las pensiones, hacia el modelo de mujeres y hombres sustentadores
y cuidadores en igualdad implica que los hombres asuman su 50% de trabajo y
de cuidados; la reducción de la jornada laboral normal para mujeres y hombres
y la universalización de la educación infantil desde los 0 años y del sistema de
atención a la dependencia.
Milagros Alario analiza los efectos de la crisis en Castilla y León diferenciando no sólo entre hombres y mujeres, si no entre las mujeres del medio
rural y el medio urbano. Y señala que se ha producido una interrupción en el
proceso de avance hacia la igualdad de derechos y que va a costar mucho
superarla.
Yolanda Jubeto describe la corriente mundial de economía feminista, que con
abundantes estudios cuantitativos y cualitativos está emergiendo la economía
del cuidado, en interacción con la economía del mercado, que es la ciencia y la
política imperante. En España desde 2005 se han celebrado tres Congresos de
Economía Feminista, en Bilbao, Zaragoza y Baeza, con la voluntad de construir
una ciencia económica el cambio social, aunque los puntos de vista sobre el
papel del Estado y en consecuencia las estrategias de incidencia política feminista sean diversas.
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El Forum, junto a otras varias decenas de organizaciones, suscribe el
Manifiesto Feminismo ante la crisis, que, partiendo de que la igualdad no es un
gasto, sino una inversión rentable, propone 5 ejes de acción:
1.- Visibilizar el impacto de género de la crisis y las medidas anticrisis
(informes de impacto de género e indicadores desagregados por sexos).
2.- Equidad de género en el empleo (subvenciones al sector privado e
inversiones públicas directas, como el Plan E) y la protección social, en
particular por desempleo
3.- Universalización de los servicios públicos de educación infantil desde
los 0 años y de atención a la dependencia.
4.- Sustituir el sistema de impuestos y prestaciones que desincentivan el
trabajo asalariado de las mujeres por el de simetría y corresponsabilidad
laboral y familiar de mujeres y hombres: eliminar el artículo 18 sobre cuidados familiares de la ley de Dependencia, la tributación conjunta en el
IRPF y el fomento del empleo a tiempo parcial; reducción general de la jornada laboral diaria y permisos de maternidad y paternidad iguales
5.- Incluir la igualdad de género en las relaciones internacionales.
El 7 de junio de 2009 fueron las elecciones al Parlamento europeo, ante las
que Mª José Moruno expuso las reivindicaciones del Forum de Política
Feminista, que además de las ya expuestas incluyen la activación del Instituto
Europeo de Igualdad de Género, la derogación de la Directiva de expulsión de
inmigrantes 2008 y la aplicación de la Resolución 1607/2008 del Consejo de
Europa sobre aborto. La reforma de la Ley de Aborto en España reconociendo el
derecho de la mujer a decidir y a realizarlo en la red sanitaria pública son parte
del Manifiesto Mujeres ante el Congreso, suscrito por 85 asociaciones.
España presidirá la Unión Europea en el primer semestre de 2010, presentando a Naciones Unidas el informe Beijing+15 sobre la aplicación en los 27
estados miembros de la Plataforma de Acción de Beijing 1995, que está preparando la presidencia sueca en el 2º semestre de 2009. Varias organizaciones de
mujeres de ambos países estamos trabajando ya desde la perspectiva no gubernamental, tras nuestra experiencia de informe sombra al CEDAW de Naciones
Unidas 2009, quien ha instado a nuestro gobierno, entre otras cosas, a mejorar
la participación de las ONGs de mujeres y crear ya el Consejo de Participación
que venimos reivindicando desde 2000.
Valladolid, septiembre de 2009
Nina Infante Castrillo
Presidenta del Forum de Política Feminista
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2. SALUDO DE MARCOS PEÑA PINTO,
PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL
B
uenos días a todas/os. En primer lugar quiero dar la bienvenida al Forum de
Política Feminista, e inaugurar al lado de la Presidenta Nina Infante, este
taller.
Taller que en realidad pivota sobre dos palabras esenciales: empleo y mujer,
y no es este un binomio ajeno, en absoluto, a los trabajos que el CES viene realizando y diría yo que viene realizando desde siempre y de manera más intensa
hace poquitos meses.
Nosotros publicamos un trabajo sobre los 30 años de vida de nuestra
Constitución, sobre los cambios sociales, económicos, laborales aparecidos en
este periodo. Y el cambio que subrayamos como categórico fue la presencia de
la mujer en la sociedad y en el mercado de trabajo, es decir, el hecho revolucionario más importante que había pasado en nuestro país. Hace escasamente unos
días sacamos el número de primavera de la revista "cauces" y da la casualidad
que en dicho número existe un artículo dedicado al empleo femenino durante la
crisis , razones de una resistencia continúa, el título y éstas resistencias del
empleo femenino ante la crisis que pueden ser inquietantes, son las que quería
comentar ahora.
En números redondos en este último año más duro de crisis, la mujer tiene un
riesgo de perder el empleo la mitad que el hombre y en cuanto probabilidades
para acceder al empleo desde el desempleo, un 30% más de posibilidades que
el hombre. Esto son dos hechos pero digo que también son dos hechos que tienen un soporte inquietante que no son tan claros y no tienen una interpretación
tan exacta, que signifique que la mujer esté mucho mejor que el hombre en el
mercado de trabajo.
En nuestro mercado de trabajo existen dos brechas que afectan de manera
determinante a la mujer, que son una brecha contractual y una brecha salarial que
todas ustedes conocen. En términos generales la temporalidad de las mujeres
está entre 4 y 5 puntos por encima del hombre y sorprendentemente esta brecha
se ha mentando inalterada en los últimos 5 años, es decir que la crisis no ha significado que se acentúe la temporalidad del empleo femenino. Como nota singular, esta diferencia de 4 ó 5 puntos en contra de la mujer, se dispara en el empleo
público. En el empleo público la diferencia oscila entorno a 12 puntos, y la verdad
es que convendría que reflexionáramos sobre ésta diferencia tan acusada.
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Y dentro del ámbito general de la temporalidad lo más sorprendente sigue
siendo el tiempo parcial, la diferencia aquí entre hombres y mujeres alcanza casi
los 20 puntos. Tenemos un porcentaje de empleo masculino a tiempo parcial del
4.4 y casi 20 puntos más el de la mujer, que podría estar muy bien pero es que
en ese porcentaje más del 90% es empleo a tiempo parcial no deseado: "porque
no puedo hacer otra cosa me ocupo en tiempo parcial".
La brecha salarial, no con datos aproximativos, si no en la Encuesta de
Estructura de Salarios alcanza al 73,7, esto es lo que ganan las mujeres españolas en relación con los hombres españoles el 73,7 de lo que ganan los hombres.
Evidentemente, porque tienen también más contrato a tiempo parcial y más contratos temporales, pero 27 puntos de diferencia son muchos puntos de diferencia
y esta diferencia me permite pues hacerles una pequeña reflexión.
En la sociedad en la que estamos no hay nadie que no defienda que lo más
importante es la formación, es la educación, es apostar por la inteligencia tanto
es así que se habla de que la segmentación clásica entre capitalismo y proletariado de la Revolución Industrial se ha roto con una nueva segmentación entre
cualificados y no cualificados, esa es la verdadera discriminación dentro de la
revolución tecnológica. Bien, si vamos a la formación de la mujer y cogemos titulación superior en la cohorte básica, que es la que mide la educación superior de
25 a 55 años, en ese colectivo la mujer española ocupa el primer puesto en el ranking europeo, tiene titulación superior aproximadamente un 34,4, 4 puntos más
que el hombre en titulación superior.
Y sin embargo tiene estos problemas después, salariales y de ocupación, porque se produce una disociación entre formación y ocupación: Aquello para lo que
me formé no me vale, no lo puedo utilizar. De lo que se deduce que uno de los
principales problemas que tenemos como sociedad e incluso desde el punto de
vista egoísta, que es un despilfarro, es la desigualdad en el trato a las mujeres
porque provoca la ineficiencia del sistema. No es que atente solamente a los
derechos de igualdad, no es que atente a los derechos de ciudadanía, es que el
sistema es más ineficiente porque despilfarra sus recursos. Por lo tanto, actuar
contra estas desigualdades es un objetivo esencial. No es esencial sólo dentro
del feminismo, es esencial dentro de la sociedad, yo creo que rompe las barreras
del feminismo y que afecta a todo el bloque social.
Uno de los autores que, creo, está más atento al tema mujer, el danés casi
afincado en España, catedrático de la Pompeu Fabra, Espín Andersen se refiere
al problema del feminismo, mercado de trabajo, mujer, crisis, empleo. Él habla de
dos cosas que, creo, son fundamentales. La primera, al hablar de feminismo,
habla de la revolución inacabada y habla de lo que le falta al feminismo para que
triunfe. Dice que el fracaso de la mujer es que se incorpora a un mercado de tra-
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bajo masculinizado y adquiere los rasgos de conducta de dicho mercado de trabajo y sacrifica por dicha incorporación a un mercado masculinizado, intereses
que también para ella son vitales, de lo que se deduce que la herramienta fundamental para Espín Andersen y para otros muchos pensadores es la conciliación.
La conciliación, que si bien es cierto que todo el mundo habla y repite el término, sigue estando en un lugar, no secundario pero no los primeros de la jerarquía en cuanto a preocupaciones políticas, sociales y laborales. Este punto de la
revolución feminista inacabada por la incorporación al mercado de trabajo, yo
creo que es un punto que merece alguna reflexión. Y, ya yendo un poco más allá
del mercado de trabajo, cuando en ese estudio habla Espín Andersen de cual
sería el elemento fundamental para la transformación de nuestras sociedades,
dice que lo fundamental es cambiar el rol de la mujer en el mercado de trabajo y
en la sociedad.
Y este cambio de rol en sociedad y mercado lo extiende Andersen y otros
muchos pensadores no solamente a los cambios y el mercado laboral es también
el elemento revolucionario por antonomasia para combatir una sociedad teocrática o fundamentalista. La herramienta es la mujer en esos casos y en otros
muchos y ya le lleva a concluir, que es frase que uno recoge para concluir también este tipo de intervenciones, "que la razón, la libertad y la igualdad tienen
nombre de mujer ". Muchísimas gracias.
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3- LA CRISIS ECONÓMICA Y SUS ALTERNATIVAS:
UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO1
Lina Gálvez Muñoz (Universidad Pablo de Olavide) [email protected]
Juan Torres López (Universidad de Sevilla) [email protected]
1. Introducción.
Esta intervención parte del supuesto de que para poder entender la naturaleza
de la crisis financiera que estamos viviendo y sus consecuencias de todo tipo es
preciso tener en cuenta la situación desigual de los diferentes sujetos económicos y, en especial, la que afecta a mujeres y hombres en la vida económica.
Eso es así, al menos, por tres razones principales.
En primer lugar porque entendemos que la crisis no se origina simplemente en
la difusión global de productos financieros tóxicos a partir de las llamadas hipotecas sub-prime generadas en Estados Unidos. Si bien esa puede ser considerada
su causa inmediata, lo cierto es que esta crisis ha alcanzado una dimensión
gigantesca y global porque tiene causas mediatas o estructurales de más largo
alcance socioeconómico e histórico.
En segundo lugar porque el propio desarrollo de la crisis conlleva efectos muy
distintos sobre los hombres y las mujeres, de modo que si no se tiene en cuenta
este efecto desigual será imposible que se puedan adoptar soluciones que sean
reparadoras por igual del daño sufrido por todos los sujetos sociales.
Finalmente, porque la economía con perspectiva de género o feminista ha
sido una de las apuestas científicas que con mayor solidez han criticado el fundamentalismo de mercado y los valores relacionados con el homo economicus que
están detrás de las posiciones ideológicas neoconservadoras, que han inspirado
las políticas, que directamente han llevado a desatar la crisis en los últimos años.
Así mismo, asumimos la hipótesis de que para poder llevar a cabo un análisis
riguroso y operativo de la crisis desde la perspectiva de género es necesario no
limitarse solamente, como habitualmente se viene haciendo, a contemplar los
cambios producidos en el mercado de trabajo sino también en el cómputo total y
en reparto de las horas de trabajo y de los recursos que las personas necesitamos para sobrevivir.
1
Este texto resume las intervenciones de los autores en el Forum de Política Feminista de 2009 (mayo, Granada) que, a su vez, sirvieron de base para elaborar la ponencia "A feminist view of the financial crisis" que fue presentada más tarde en la Annual
Conference de la International Association for Feminist Economics (IAFFE) celebrada en Boston.
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2. Las causas de la crisis2.
La bajada de los tipos de interés en Estados Unidos a partir de 2001 originó en
poco tiempo un clima de gran efervescencia financiera. Para mantener la rentabilidad con tipos de interés tan reducidos, los bancos trataron de ampliar al máximo
la oferta de préstamos y créditos y especialmente los de mayor riesgo de morosidad (hipotecas sub-prime) puesto que éstos se podían conceder con tipos más
elevados.
Entre otras cosas, recurrieron masivamente a la "securititation", un procedimiento que les permite sacar papel del balance (los contratos de préstamo) que
no proporcionan más rentabilidad que las cuotas de reintegro y obtener a cambio
liquidez para poder seguir dando más créditos y obtener nuevas ganancias. Así
se multiplicó una oferta multimillonaria de productos financieros "derivados" de los
contratos originales que se colocaban en el mercado a través de los bancos y los
fondos de inversión que les servían de "vehículo" para transferirlos. Incluso llegaron a "envasar" o "empaquetar" las hipotecas más arriesgadas para disimular de
esa forma su baja calidad (tan baja que llegaron a conocerse en la jerga bancaria como "hipotecas basura", un término que ha terminado por dar nombre a la
gran recesión iniciada en 2008). Nacieron así infinidad de nuevos productos
financieros muy opacos y sofisticados pero muy rentables que colmaron la
demanda de inversión especulativa de los ahorradores de todo el mundo.
Sin embargo, cuando el sector inmobiliario saltó por los aires y la burbuja
especulativa falló estrepitosamente, todos esos productos perdieron prácticamente todo su valor y los bancos hipotecarios estadounidenses comenzaron a quebrar provocando con ello tres efectos paralelos. Por un lado, la subsiguiente descapitalización o quiebra de otros bancos que habían invertido una parte de su
capital en los productos financieros que los primeros habían puesto en circulación
y que con el incremento de la morosidad dejaban de tener valor, o lo perdían de
modo sustancial. Por otro lado, una desconfianza generalizada entre las entidades bancarias. Y finalmente el bloqueo prácticamente total de la financiación
interbancaria lo que, a su vez, trajo consigo la paralización y caída en picado de
la actividad económica por falta de recursos crediticios.
La consecuencia es bien conocida y se ha traducido en la caída de la producción industrial, en la del comercio mundial, de la inversión, del consumo y, en
general, de toda la actividad económica y del empleo, de modo que prácticamente todos los países más avanzados entraron en la fase conocida como recesión
económica.
Las condiciones inmediatas que provocaron la crisis hipotecaria
El estallido de la crisis a partir del verano de 2007 tiene unas causas inmediatas
bastantes claras.
2
Diferentes visiones generales sobre la crisis en Blackburn, Robin (2008). "La crisis de las hipotecas 'subprime'". New Left review,
nº 50, pp. 53-96; Recio, Albert (2009). "la crisis del neoliberalismo". Revista de Economía Crítica, nº 7, primer semestre, 2009;
Torres, Juany Garzón, Alberto (2009). "La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla". Attac, Madrid.
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En primer lugar, el estallido de una inmensa burbuja inmobiliaria en Estados
Unidos que había sido alentada por las políticas de bajo tipos de interés y por una
insaciable oferta de créditos por parte de la banca.
En segundo lugar, la desregulación que se llevó a cabo en los últimos años en
todos los países pero muy particularmente en los Estados Unidos que dio una
libertad sin precedentes para especular de cualquier forma en los mercados financieros y para poner en marcha una auténtica ingeniería orientada a crear liquidez
de activos a través de cualquier tipo de procedimiento, por muy arriesgado que
fuese y por muy perjudicial que resultase para la actividad productiva.
Finalmente, hay que señalar que las autoridades económicas y financieras,
los supervisores de la actividad bancaria, han actuado en realidad como cómplices de los especuladores y que las instituciones, que supuestamente deberían
haber sido las encargadas de vigilar y salvaguardar la honestidad y transparencia de las relaciones financieras, han actuado realmente en el sentido contrario.
No es una simple anécdota, por ejemplo, que las actividades del financiero
Bernard Madoff, que luego resultaron tan gravosas pero durante mucho tiempo
sumamente rentables para cientos de multimillonarios, hubieran sido denunciadas desde hace años ante el silencio de las autoridades o que las agencias de
calificación de riesgos hubieran ido calificando como de máxima solvencia a productos financieros que luego resultaron ser pura basura financiera ante el silencio de los poderes públicos.
Posiblemente, la expresión más significativa de la actitud permisiva y cómplice de las autoridades que deberían haber hecho frente a los desmanes financieros que se estaban produciendo fue su comportamiento, precisamente, frente a
una mujer, Brooksley Born, presidenta de la CFTC (Commodity Futures Trading
Commission). Llegó a comparecer 17 veces ante el Congreso de Estados Unidos
reclamando la regulación de los productos derivados, por considerar que estaban
resultando excesivamente peligrosos para la estabilidad financiera, pero no obtuvo nada más que negativas y votos en contra de los dirigentes económicos conservadores de las administraciones de Clinton y Bush.
La historia de Born no es una simple anécdota. Es cierto que además de ella
otros muchos hombres llamaron la atención sobre el riesgo que se corría dejando hacer a los responsables del entramado financiero, aunque ninguno, posiblemente, tenía una responsabilidad tan alta ni tuvo que soportar un coste tan elevado como el que le supuso a Born el tener que abandonar los puestos que estaba
ocupando hastiada de las negativas que constantemente recibía. Un caso paradigmático del patronizing que es sistemáticamente identificado en las relaciones
de género que se dan en el seno de las organizaciones.
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Desigualdad, patriarcado y financierización
Pero, además de esas causas inmediatas la crisis hay un fenómeno estructural
que se encuentra en el origen de la crisis: la creciente desigualdad entre salarios
y beneficios, un proceso que, además, está estrechamente ligado con el mantenimiento de un amplio y no reconocido volumen de trabajo no remunerado realizado principalmente por las mujeres.
Con el fin aparente de combatir la inflación, en los últimos treinta años se han
venido aplicando políticas deflacionistas basadas en la contención salarial, así
como reformas laborales que han permitido disponer de la mano de obra en condiciones cada vez más precarias y que han provocado que la participación de los
salarios en la renta prácticamente no ha dejado de bajar desde los primeros años
setenta, lo cual ha permitido aumentar extraordinariamente la tasa de beneficio
pero a costa de deteriorar enormemente el mercado bienes y servicios.
Por otro lado, las políticas deflacionistas han tenido un impacto de género muy
desfavorable como consecuencia de la disminución de la renta total de los hogares que provocan. Aunque lógicamente sus efectos se dejan sentir de forma muy
diferente según los distintos niveles de ingresos de las personas y hogares, en
términos generales podemos decir que, sobre todo en los sectores y clases más
desfavorecidos, han dificultado la disposición de los bienes y servicios que vienen
a suplir el trabajo que habitualmente realizan las mujeres en el seno de la familia;
han incrementado el endeudamiento que esclaviza en mayor medida a los grupos
sociales más vulnerables entre los que están las mujeres; y, al segmentar y dualizar los mercados laborales, han generado efectos más negativos sobre los grupos de trabajadores ya de por sí débiles, como son los de las mujeres3.
De hecho, puede decirse que las políticas deflacionistas, necesarias para
recuperar la tasa de beneficio y crear condiciones de sometimiento social más
favorables para el capital, se han podido llevar a cabo en la medida en que se han
intensificado los procesos que producen desigualdad estructural de género y la
discriminación de las mujeres en todo tipo de actividades económicas y sociales.
Entre ellos, hay que destacar cuatro principales.
En primer lugar la condición en que se ha producido la masiva incorporación
de las mujeres a los mercados laborales. Este es un proceso muy positivo que
3
Estos efectos claramente negativos sobre la situación de las mujeres de las políticas deflacionistas se han podido compensar en
alguna medida con otros positivos que ha provocado la globalización sobre algunos estratos, los de mayor cualificación, de la población femenina y, sobre todo, con los de la incorporación más intensa de las mujeres al mercado laboral que han sido ambivalentes:
se ha producido en condiciones más precarias que las de los hombres, lo que ha permitido abaratar aún más la renta salarial y propiciar un mayor endeudamiento, aunque, por otro lado, el mayor empleo femenino ha dado a las mujeres la posibilidad de tener un
salario y autonomía financiera que antes no tenían.
Naturalmente, esta intensificación se produce en condiciones muy diferentes en los diferentes espacios económicos: las aparición
de una auténtica cadena global del cuidado vinculada a un mercado de condiciones muy asimétricas ha permitido ofrecer a las familias de países ricos una oferta numerosa, de bajo coste y sin apenas derechos de (principalmente mujeres) inmigrantes que "alivia"
el trabajo femenino no remunerado en esos casos pero que, en cambio, lo intensifica globalmente hablando. En otros casos, como
puede ser el español, en donde la consolidación del estado de bienestar ha sido muy débil y retardada, aún se están haciendo
esfuerzos para proveer este tipo de servicios sociales (escuelas infantiles, normas legales de conciliación,...) que en cierta medida
están aliviando esa intensificación de modo notable aunque en todo caso insuficiente, dado el ritmo de incorporación de las mujeres al mercado laboral.
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termina con siglos de discriminación y que se ha producido como resultado de la
lucha de los movimientos feministas, pero, al producirse en las condiciones marcadas por las nuevas reformas laborales del neoliberalismo, ha venido acompañado de una acusada discriminación y de una mayor precarización global de la
fuerza de trabajo.
En segundo lugar, la precarización que ha llevado consigo el deterioro del régimen salarial del postfordismo neoliberal ha podido sostenerse gracias a la intensificación del trabajo femenino, tanto en el ámbito remunerado que acabamos de
señalar como en el familiar y de cuidados no remunerado.
En tercer lugar, el debilitamiento neoliberal de los Estados de Bienestar, de las
políticas de protección colectiva y de amplia provisión de bienes Públicos que fue
necesario adoptar para proteger las rentas del capital y capitalizar principalmente a la actividad de mercado, no se podrían haber llevado a cabo sin la intensificación del trabajo femenino. Al disminuir la provisión de esos servicios se ha obligado o a tener que contratar nuevos servicios privados (generalmente de mano
de obra inmigrante) para el cuidado de la familia o a incrementar el tiempo de trabajo total de las mujeres (si no se ha modificado la pauta de división del trabajo
familiar)4.
Finalmente, para generalizar y legitimar ese tipo de políticas ha sido necesario consolidar una división sexista del trabajo y de las funciones de reproducción
social y fortalecer la dimensión más reaccionaria e insolidaria de los valores
sociales y patriarcales. El modelo neoliberal se sustenta en un fortalecimiento del
individualismo y en la ruptura de lazos de socialización y de encuentro que agudiza los lazos jerárquicos y debilita la solidaridad y la igualdad, lo que a la postre
refuerza el régimen patriarcal y el confinamiento de las mujeres a espacios sociales de subordinación, discriminación y dependencia.
Así se produce una expresión más de la naturaleza contradictoria y finalmente destructora del neoliberalismo y de la globalización neoliberal que le ha servido de contexto: se trata de una época histórica en la que la humanidad ha dispuesto de más recursos que nunca, de la mayores potencialidades para el desarrollo social que ha conocido el ser humano, de modo que ha promovido logros
inauditos, entre los que sin duda se encuentran los avances en la emancipación
de millones de mujeres, aunque eso haya sido debido a su esfuerzo y al apoyo
de los colectivos feministas que han servido como motores de esos cambios.
Pero, al mismo tiempo, al basarse en una pauta distributiva tan desigual y en unos
valores (entre los que los del patriarcado ocupan un lugar principal) tan reaccio4
Naturalmente, esta intensificación se produce en condiciones muy diferentes en los diferentes espacios económicos: las aparición
de una auténtica cadena global del cuidado vinculada a un mercado de condiciones muy asimétricas ha permitido ofrecer a las familias de países ricos una oferta numerosa, de bajo coste y sin apenas derechos de (principalmente mujeres) inmigrantes que "alivia"
el trabajo femenino no remunerado en esos casos pero que, en cambio, lo intensifica globalmente hablando. En otros casos, como
puede ser el español, en donde la consolidación del estado de bienestar ha sido muy débil y retardada, aún se están haciendo
esfuerzos para proveer este tipo de servicios sociales (escuelas infantiles, normas legales de conciliación,...) que en cierta medida
están aliviando esa intensificación de modo notable aunque en todo caso insuficiente, dado el ritmo de incorporación de las mujeres al mercado laboral.
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narios, ha generado el efecto inverso, una desigualdad brutal y una exclusión y
segregación social sin precedentes, también en el caso de muchos millones de
mujeres.
En definitiva, la última y gran recesión de la economía mundial es algo más que
el resultado de una crisis financiera derivada de la difusión de productos tóxicos.
Lo que estamos llamando "la crisis de las hipotecas basura" es en realidad un
fenómeno más complejo y profundo, es una expresión más de este contexto de
inestabilidad y está por tanto sobredeterminada por las mismas causas que las
que han ido dándose en los años anteriores y de las que se producirán en el futuro si no se modifica el marco estructural de las relaciones financieras (lo que, por
cierto, ni se ha producido ni parece que ya vaya a producirse a pesar de las llamadas incluso a "refundar el capitalismo" de los primeros y más dramáticos
momentos de la crisis). Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que esos procesos
de carácter estructural que se han ido produciendo en los últimos decenios y que
han hecho que la inestabilidad financiera haya llegado a ser consustancial a la
actividad económica, se han exacerbado últimamente y de ahí que la crisis actual
haya tenido una magnitud y una trascendencia no imprevisible o imprevista (todo
lo contrario) pero sí mucho mayor que en anteriores episodios.
La gran recesión de nuestros días es una crisis que no puede entenderse sin
considerar que nuestro sistema económico está basado en una original desnaturalización de las relaciones económicas, estrechamente vinculada a la desigualdad de género. Es la crisis que parte de la entronización del dinero como expresión de poder, más que como instrumento para el intercambio y que ha llevado a
través de un largo proceso histórico, al divorcio entre la economía concebida
como universo exclusivo de lo que tiene expresión monetaria y que es la que se
desarrolla en la esfera pública y del poder (en el espacio masculino) y la que está
orientada a la satisfacción efectiva de las necesidades sociales y que no está ligada unívoca ni necesariamente a lo monetario, sino en el espacio de las necesidades, de solidaridad y de las emociones, el que tradicionalmente han ocupado las
mujeres.
El dinero-poder ha terminado por constituirse en la expresión de todas las
cosas, que lo son tan solo en la medida en que sean expresadas monetariamente, y ello conlleva y hace necesario que la sociedad se subsuma en la economía
(monetaria) imponiendo una ética de la avaricia y la acumulación frente a la de la
necesidad. El orden monetario y los valores y la moral que le es consustancial se
consolidan así como universo de referencia de las relaciones económicas. Un
universo del poder, de la compulsión y la moneda (que tradicionalmente ha sido
el ocupado en exclusiva por los hombres), y completamente ajeno al del oikos (el
ocupado históricamente por las mujeres, cuando en realidad debe ser un espacio
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compartido en igualdad de condiciones por mujeres y hombres) que es el universo de la necesidad real, del reparto y la materialidad de la necesidad.
3. Mujeres y hombres en la gran recesión.
Las consecuencias de la crisis son bastante diferentes en hombres y mujeres y
por ello es preciso que las políticas que tratan de hacerle frente tengan en cuenta la desigual situación en que la sufren en los distintos lugares del mundo.
3.1. Los efectos de la crisis en los mercados de trabajo
Mujeres y hombres tienen una vinculación muy diferente con el mercado laboral y tienen distintos grados de libertad a la hora de decidir su trabajo y sus posibilidades de empleo.
En principio podría pensarse que la llegada brusca de una recesión afecta en
mayor medida a las mujeres porque sus empleos son menos "valiosos" puesto
que éstas ganan menos que los hombres, suelen trabajar a tiempo parcial, es
menos probable que disfruten de derecho a protección social y, en particular a
percibir subsidios de desempleo (en realidad estos beneficios solo los disfrutan
como media el 40% de los trabajadores del mundo, de los cuales la gran mayoría son hombres). Y, además de por esas razones, porque la norma social patriarcal dominante suele imponer que sean las mujeres las que se disponen a abandonar antes el trabajo para hacer frente a las nuevas demandas de cuidado familiar que suele plantear la recesión económica.
Sin embargo, en crisis anteriores ya se pudo observar que la realidad es diferente y en la actual se puede comprobar que se producen diferentes situaciones
dependiendo del espacio económico, de los sectores y del tipo de integración
laboral que hayan ido tendiendo las mujeres a lo largo del tiempo.
En la mayor parte de los países europeos ha aumentado más el paro masculino que el femenino, e incluso que se asiste a un repunte de la tasa de actividad femenina mientras desciende la masculina. Esto es así porque las
empresas han optado en esta recesión por sustituir empleo caro por otro más
barato y porque la pérdida de actividad y empleo se ha dado principalmente en
los sectores hasta ahora más masculinizados como la construcción o las
industrias más básicas. El incremento de la tasa de población activa femenina
indica que el papel de las mujeres como fuente de ingresos sigue considerándose residual respecto a los hombres y que su incorporación al mercado de
trabajo tiene carácter compensatorio, de modo que tratan de buscar nuevos
empleos cuando se pierde el de los hombres o disminuyen sus ingresos.
En definitiva, la situación observada muestra que coincide un doble fenómeno. Por un lado, que continua el proceso histórico de creciente incorporación de
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las mujeres al mercado laboral pero, al mismo tiempo, que se intensifica el proceso de pauperización de la demanda de trabajo masculina y femenina en los países centrales en estos momentos gracias, sobre todo, a la disposición de un gran
ejército de reserva de mano de obra compuesto, por inmigrantes, mujeres y hombres de baja cualificación.
En el resto de los países del primer mundo las mujeres se están manteniendo
en principio mejor que los hombres en los mercados de trabajo, pero en la mayoría
de los países empobrecidos o de los ahora llamados emergentes, son principalmente las mujeres las que están sufriendo los efectos del descenso de la actividad económica. Esto es así porque en estos países de la periferia una gran parte del
empleo femenino se concentra en actividades industriales orientadas a la exportación, y por ello, la principal pérdida de puestos de trabajo afecta a las mujeres.
El Global Employment Trends for Women Report de la Organización
Internacional del Trabajo5 preveía que a final de 2009, habrá en torno a 22 millones más de mujeres desempleadas, lo que supondrá que la tasa de desempleo
femenina se sitúe en el 7,4 % frente al 7% de la masculina.
A las mismas conclusiones llega el primer boletín conjunto de CEPAL y OIT
sobre Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe que señala que si bien la
desaceleración económica ha impactado más a los hombres a comienzos de
2009, particularmente en las economías más grandes de la región, el desempleo
sigue afectando de manera más intensa a las mujeres. Igualmente prevé que la
crisis traerá consigo una tendencia creciente a informalizar los contratos, con la
idea de reducir costos laborales, y a que miembros hasta ahora no activos como
niños, jóvenes, mujeres o grupos de mayor edad de muchos hogares de menores ingresos se incorporen a la búsqueda de empleo o actividad laborales6. Un
fenómeno que no puede considerarse estrictamente positivo porque vendrá
acompañado, según este informe, por un incremento del déficit de empleo decente en la región.
Por otro lado, y como ya hemos adelantado, los efectos de la crisis sobre el
trabajo no solo serán estos sobre el trabajo remunerado. En la medida en que no
se modifican los parámetros de reparto del uso del tiempo ni los valores en los
que se basa la distribución de las tareas domésticas y de cuidado familiar, lo que
se produce es, al mismo tiempo, una intensificación del trabajo no remunerado
que principalmente asumen las mujeres en el seno de los hogares.
Y finalmente hay que destacar que en épocas de desempleo y pérdida de
ingresos aumenta la violencia de género y el mobbing laboral sobre las mujeres,
especialmente el maternal, así que la crisis va asociada también a un notable
aumento de la discriminación de género y del "mobbing" de todos los tipos con5
6
International Labour Organization. "Global Employment Trends for Women Report". Geneve, March 2009.
Boletín CEPAL-OIT. "Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe: crisis y mercado del trabajo". Nº 1, junio 2009.
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tra las mujeres. En particular, la crisis económica ha provocado un aumento de la
persecución a la mujer embarazada en países como España.
Diferencias de género en la autonomía financiera y el acceso al crédito
La crisis financiera y la disminución de las fuentes de financiación afectan aparentemente más a los hombres pero solo si el problema se considera cuantitativamente porque como empresarios y consumidores son los beneficiarios principales del crédito.
Es un hecho comprobado que "el acceso al crédito para las mujeres es más
difícil que para los hombres" y que las mujeres empresarias se enfrentan a obstáculos relacionados con prejuicios de género cuando tratan con instituciones
financieras, a pesar de que los datos revelan que las mujeres presentan una tasa
de devolución de préstamos superior a la de los hombres. De hecho, las mujeres
únicamente acceden al 3 por ciento de préstamos bancarios en el mundo en
2004, entre otras razones, porque tienen que hacer frente a tipos de interés más
elevados, como se ha puesto de relieve, especialmente, en una zona tan necesitada de igualdad y emprendizaje como América Latina7.
Las mujeres también tienden a carecer de las garantías necesarias para solicitar préstamos, lo cual a menudo es fruto de la situación de desventaja social y
legal en la que se hallan, ingresos salariales más bajos y limitaciones en la posesión de propiedades8. Esta situación se agrava porque, además, las mujeres tienen salarios más bajos para hacer frente a la deuda y los bancos suelen prestar
con mayores primas por riesgo y exigiéndoles más garantías. En Estados Unidos
el 32 por ciento del total de acreedores hipotecarios subprime son mujeres solteras mientras que el 24 son varones solteros. Las mujeres afrodescendientes son
el 6,5% de la población de Estados Unidos y habían suscrito el 48% de los créditos de alto interés en 2005-2006.
Así el 85 por ciento de las mujeres de la UE que pidieron un préstamo bancario en 2000 se les denegó: "Los bancos exigen "más garantías y avales" a las
mujeres que a los hombres, y prefieren financiar una empresa que crezca rápido
y que contrate a mucha gente. Las mujeres normalmente pedimos muy poco
dinero, sólo lo que necesitamos, y el empleo que creamos es muchas veces el
nuestro... las mujeres transmiten más inseguridad que los hombres, cuando en
realidad tienen otra manera de expresarse... “Muchos bancos hacen preguntas a
las mujeres que nunca harían a un hombre, como cuántas horas va a dedicar a
la empresa, si está casada o si tiene hijos" (Inger Berggren, Banco Mundial de la
Mujer en España9). En países menos desarrollados, como Ecuador, de cada 100$
otorgados a crédito, 81 van a hombres y solo 19 a mujeres10.
Zúñiga Eaglehurst, Muriel. "Acceso al crédito de las mujeres en América Latina". Santiago de Chile 2004.
UNCTAD, ibidem.
En www.lukor.com/not-soc/.../0411/15184854.htm.
10
Intermon-Oxfam. "El crédito, un derecho de las mujeres" en http://www.intermonoxfam.org/es/page.aspid=3300
7
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Lo que ocurre es que las mujeres se encuentran con especiales dificultades
para acceder a fuentes de financiación (especialmente divorciadas, madres solteras, empresarias...) incluso cuando se trata de financiación de pequeña cuantía
o de microcréditos. De hecho, la disminución del microcrédito afecta fundamentalmente a las mujeres. El 45% de la clientela de los programas de microcrédito
de la Unión Europea son mujeres, cifra que pasa al 59% en norte América y a más
del 80% en los países en vía de desarrollo11.
La disminución de la renta como consecuencia de la recesión está especialmente vinculada también con la disminución de las remesas que la población
inmigrante envía desde los países donde trabajan, una disminución que produce
una caída vertiginosa en los ingresos de familias en los lugares de origen que
afecta principalmente a las mujeres que son la mayor parte de la población empobrecida. Les afecta especialmente, además, porque las mujeres hacen un esfuerzo mucho mayor que los hombres a la hora de renunciar a su sueldo para enviarlo a sus familias. Es el caso, por ejemplo, de las mujeres bolivianas que remiten
a su país el 40 por ciento de su salario mientras que los varones solo envían el
14 por ciento12. En España, las mujeres representan el 46,8% de la población
inmigrante total en 2008 y, sin embargo, se estima que remiten el 60% del total
de las remesas enviadas a los países de origen13.
4. Hombres y mujeres en las políticas frente a la crisis.
La respuestas que los gobiernos, las autoridades monetarias y los organismos
internacionales están dando a la crisis son de diferente tipo en cada nación o
espacio económico pero podrían resumirse en tres grandes campos y en cada
uno de ellos es necesario hacer una consideración explícita del papel que vienen
desempeñando las cuestiones de género.
4.1. Las respuestas de los gobiernos
La respuestas que los gobiernos, las autoridades monetarias y los organismos
internacionales están dando a la crisis son de diferente tipo en cada nación o
espacio económico, pero podrían resumirse en tres grandes campos y en cada
uno de ellos es necesario hacer una consideración explícita del papel que vienen
desempeñando las cuestiones de género.
a) El rescate bancario.
Con independencia de los propios problemas financieros que plantean y que
no tratamos de analizar aquí, hay que resaltar que, salvo casos completamente
excepcionales (como el de Islandia en el que dos mujeres se hicieron cargo de
sendos bancos nacionalizados), la actuación gubernamental orientada a intervenir los bancos descapitalizados o en quiebra apenas si ha modificado su estrucBanco Mundial de la Mujer. "Igualdad de géneros en la creación de empresas y el acceso a las microfinanzas" en http://www.bancomujer.org/sens_fig.htm.
Chávez, Franz. "Migraciones-Bolivia: Remesas femeninas con alto costo social". En http://ipsnoticias.net/nota.aspidnews=92139.
13
Instituto de la Mujer. "Cuantificación de las remesas enviadas por mujeres inmigrantes desde España". Reseña en
http://www.socialistes.cat/psc_esl/contenido/descargar/43590/1012393.
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tura de gobierno, pues se ha respetado la propiedad y generalmente se ha mantenido a los directivos y al alto staff que los gobierna. E incluso habría que preguntarse si el hecho de recurrir en estos casos extremos a las mujeres no es sino
una forma de situarlas ante un auténtico "acantilado de cristal", puesto que es
cierto que son promocionadas a puestos de la máxima responsabilidad, pero que
lo son justo en los momentos en que tienen más posibilidades de fracasar.
Esto constituye una rémora general de estos planes pero que es especialmente grave si se tiene en cuenta que en el sector financiero se producen mayores
discriminaciones de género que en otros sectores.
En España la representación de las mujeres en los consejos de administración
del sector financiero es del 25%, en el consejo de Gobierno Banco de España del
18% y en el del Banco central Europeo el 5%. Y como muestra muy significativa
del papel y la presencia de las mujeres en estos ámbitos basta con señalar que
entre los 100 miembros de la Asamblea General de las Cajas de Ahorro españolas no hay ni una sola mujer.
Esta casi total ausencia de mujeres no solo produce una injustificada e inaceptable discriminación sino que también implica el predominio de comportamientos
de los comúnmente caracterizados como muy masculinos (arriesgados, prepotentes, compulsivos, competitivos...) como generadores de la crisis. Sobre todo,
si se tiene en cuenta que la experiencia de las microfinanzas, de los bancos de
mujeres y de los resultados de su mayor participación en algunas experiencias
financieras de menor envergadura ha permitido comprobar que su modo de
gerenciar los recursos es más seguro y prudente, más vinculado a la consideración de las necesidades reales de las personas y con resultados de mayor más
solvencia y estabilidad14.
b) Los planes de gasto.
Para tratar de evitar la caída más brusca aún de la actividad económica, o
para tratar de paliar los efectos de la crisis, los gobiernos han renunciado a la doctrina liberal que han mantenido en los últimos años y han puesto en marcha
amplios planes de gasto.
Aunque aún es pronto para disponer de un análisis más detenido de cada uno
de ellos, sí se puede señalar que se trata de planes de gasto que fundamentalmente procuran hacer frente a la pérdida de empleo y actividad en los sectores
generalmente muy masculinizados en los que la crisis se ha manifestado principalmente y más fuertemente, como la construcción o el automóvil.
Un hecho especialmente significativo es que en países como España en
donde el gobierno se había venido caracterizando por un aparentemente firme
Deepti, Bhatnagar. "A Study of Attitudes Towards Women Officers in Banks". Indian Institute of Management Ahmedabad, Research
and Publication Department in its series IIMA Working Papers with number 668 1987
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compromiso por la igualdad entre hombres y mujeres, a la hora de poner en marcha estos planes se ha renunciado a realizar los análisis de impacto de género
que incluso son legalmente obligatorios.
Los planes de gasto se encaminan por lo general a fortalecer el modelo productivo y social de partida. No se están privilegiando las inversiones en infraestructuras o capital social que pudieran reducir las desigualdades de partida entre
la población en general y entre mujeres y hombres en particular, y, en definitiva,
el bienestar de toda la población.
Además, la lucha improvisada contra la crisis da lugar a que se desmantelen programas fiscales progresivos e igualitarios, o a que se tomen medidas claramente contrarias a la igualdad y muy perjudiciales desde la perspectiva de
género, como las que se traducen en cheques familiares generalizados, rebajas fiscales indiscriminadas o ayudas a sectores de significación estratégica
más bien negativa si lo que se persigue es modificar el modelo productivo y reorientar la actividad económica hacia lógicas más sostenibles social y medioambientalmente, como el automóvil, la construcción, las energías viejas y sucias,
la moda, etc.
Lo que viene ocurriendo en la mayoría de los países es que las primeras
renuncias que han ido de la mano de la crisis han sido los planes y las políticas
de igualdad (así como las de impacto ecológico). Se consideran que son "lujos"
en épocas de bonanza y costes que no se pueden, no se deben sufragar en las
de crisis, una renuncia que a corto, medio y largo producirá efectos muy negativos sobre la situación de las mujeres y en general sobre el bienestar social.
Si estas tendencias y pautas de gasto se consolidan se produciría un debilitamiento del capital social, de las prestaciones y ayudas sociales y de las infraestructuras, servicios y derechos para el bienestar colectivo, todo lo cual afectaría
de modo especialmente negativo a las mujeres por una razón principal: cuando
desaparecen, disminuyen o pierden calidad los servicios sociales que atienden,
sobre todo, al cuidado (de niños, de enfermos, de personas dependientes…) su
demanda debe satisfacerse dentro de la familia. Y, mientras predomine la división
de tareas patriarcal y la falta de corresponsabilidad que hoy día existe, las mujeres terminan por hacerse cargo en la mayor parte de esas necesidades de cuidado, aumentando así la carga de trabajo (en este caso además no remunerado)
que han de realizar.
Las fuentes estadísticas ponen de relieve con toda claridad que existe una
clara correlación entre la disponibilidad de servicios sociales de cuidado y la presencia de las mujeres en el mercado de trabajo. O dicho de otra manera, que
éstas necesitan que alguien se haga cargo de esos cuidados que se demandan
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en el seno del hogar para poder incorporarse plenamente al trabajo remunerado.
Algo que no le ocurre a los hombres como se demuestra en el caso español.
Según la Encuesta de Población Activa, el 50,13% de los hombres ocupados y
con pareja reconocen recurrir a su cónyuge para cuidar a sus hijos comunes
menores de 14 años mientras que solo un 11,7% de las mujeres de esa condición
podían hacer lo mismo. Por otro lado, el 20,74% del total de hombres y mujeres
ocupados, con pareja y con hijos menores de 14 años utilizan servicios especializados para atenderlos, pero cuando se trata de mujeres ocupadas ese porcentaje aumenta al 27,07% y el de los hombres se reduce al 16,56%, confirmándose
así que para estos últimos la disposición de esos servicios no es tan determinante para su incorporación al mercado de trabajo.
Así lo demuestra la misma fuente estadística que indica que el 31,69% de los
hombres entre 16 y 64 años que se hacen cargo regularmente del cuidado de personas dependientes afirma que desean trabajar o trabajar más pero no lo hacen
por falta servicio para el cuidado de personas dependientes, mientras que ese
porcentaje sube al 43,76% en el caso de las mujeres. Y mientras que solo un
insignificante 1,4% del total de hombres inactivos afirma que no busca empleo por
estar cuidando niños o adultos enfermos, discapacitados o mayores o por tener
otras responsabilidades familiares o personales, ese porcentaje es del 35,33% en
el caso de las mujeres.
Por otro lado, un 79,23% de los hombres ocupados, con pareja y con hijos
menores de 14 años declara recibir algún tipo de ayuda para su cuidado mientras
que solo lo recibe el 64,86% de las mujeres, lo que, a su vez, demuestra que
éstas hacen frente a una mayor intensidad de trabajo relativo al cuidado de sus
hijos15.
Esto último lo demuestran por su parte las Encuestas de Uso del Tiempo que
indican que hay un patrón de comportamiento muy segregado entre mujeres y
hombres en cuanto al tiempo de trabajo no remunerado. En todos los países para
los que se tienen datos, los hombres, como media, dedican mayor tiempo que las
mujeres al empleo, mientras que ocurre lo contrario en lo referente al trabajo familiar y de cuidados no remunerados que es realizado mayoritariamente por las
mujeres. De hecho, las mujeres se han incorporado en mayor medida al mercado de trabajo de cuanto lo han hecho los hombres al trabajo necesario para el
mantenimiento del hogar, lo que explica que en prácticamente todos los países,
salvo en algunos escandinavos, las mujeres trabajen en total un mayor número
de horas que los hombres. De hecho, este desigual reparto del uso del tiempo es
el que explica el impacto diferenciado que las crisis y los periodos de reestructuración económica pueden tener sobre el bienestar de las mujeres y la intensificación de su trabajo, considerando el que se realiza en el mercado y el que no.
Vid. Gálvez, Lina y Marcenado, Oscar (2008), a partir del Módulo Especial sobre Conciliación entre la Vida Laboral y Familiar de
la EPA (INE, 2005)
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En definitiva parece claro que si en lugar de analizar los efectos de la crisis
sobre el trabajo mediante las tasas de empleo, desempleo o actividad se tiene en
cuenta también, como es más correcto, su efecto sobre el total de horas trabajadas y sobre el reparto de todas ellas entre hombres y mujeres, los resultados son
aún más claramente perjudiciales para las mujeres.
Es así porque la recesión generalmente incrementa el número de horas necesarias para hacer frente a las necesidades de los miembros de la familia puesto
que, como hemos señalado, suele provocar disminución en los gastos sociales y
en la provisión de bienes públicos. Y lo que ocurre es que mientras que hay más
hombres, como acabamos de señalar, que pierden en un primer momento sus
empleos, no se hacen cargo, sin embargo, de más horas de trabajo doméstico.
La consecuencia es que la recesión intensifica el trabajo efectivo de las mujeres.
Y a estos efectos analizados hay que añadir otros no menos importantes como
consecuencia de la disminución de la rentas salariales directas, indirectas y diferidas.
Al reducirse la renta en etapas de recesión, disminuye también el consumo de educación, salud y otros bienes públicos o servicios de bienestar y son las mujeres las
que primero salen de la escuela, las que renuncian en mayor medida a los cuidados
sanitarios y los beneficios de bienestar más o menos abundantes según el caso.
Es particularmente relevante la pérdida de bienestar de las mujeres de menor
nivel de renta en etapas de recesión económica como la actual como consecuencia
de la disminución que sufren en su nivel de uso de los servicios educativos al disponer de menos ingresos, de menos horas de trabajo libres y, en general, de más responsabilidades de cara a la satisfacción de las necesidades familiares. Además, las
crisis no solo provocan un efecto inmediato de alejamiento de la enseñanza sino que
implica una discriminación formativa y una pérdida de capital humano a medio y largo
plazo en las mujeres que resulta decisivo más adelante, cuando la situación cambia
y se abren de nuevo posibilidades de incorporarse a los empleos remunerados.
Finalmente, hay que destacar que en la etapa de recesión no solo se intensifica el trabajo femenino por tener que atender las mismas necesidades domésticas en peores condiciones sino que incluso aumenta la demanda de cuidados
que atienden las mujeres porque la pérdida de ingresos, de autoestima y, en
general, el empeoramiento de las condiciones de vida incrementan el stress, las
enfermedades crónicas (especialmente el cáncer), la desnutrición y otras carencias psicosomáticas (tendencia y propensión al alcoholismo por ejemplo).
c) Las reuniones de alto nivel o el silencio sobre las cuestiones de género.
Hasta el momento se han celebrado reuniones del G20 y del G8 para tratar de
encontrar respuestas conjuntas y efectivas a una crisis que se considera de una
gravedad inusual y de trascendencia histórica.
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Significativamente, en ninguno de los dos textos aprobados con las conclusiones y propuestas de las reuniones se hace mención explícita a los problemas
específicos de la mitad de la población mundial ni, por tanto, se reconoce que los
tenga como tal. No puede haber, pues, un reconocimiento más explícito de que
ellos, los líderes de los veinte países más poderosos del planeta y de los que solo
dos son mujeres, no entienden que la desigualdad de genero, los diferentes privilegios y derechos de los que gozan hombres y mujeres no constituyen un problema específico del que tengan que ocuparse a pesar de que en buena medida
han sido esas desigualdades las que se encuentran en el origen de la crisis, se
agudizan en su desarrollo con una grave secuela de malestar social y que pueden aumentar si no se toman en cuenta a la hora de darle soluciones.
4.2. Otro modelo, otras políticas, otros valores
Las limitaciones que están teniendo las respuestas a la crisis desde el punto
de vista de la desigualdad de género obligan a establecer nuevas coordenadas
políticas, nuevos puntos teóricos de partida y principios morales diferentes que
permitan avanzar hacia la igualdad y el bienestar compartido y no discriminatorio.
En este aspecto nos parece necesario establecer algunos principios generales y tomar en consideración algunas enseñanzas concretas que está proporcionando la recesión que estamos viviendo.
1. La igualdad en general y la equidad de género en particular son un prerequisito de la estabilidad macroeconómica y la consolidación de estructuras de
bienestar y del suficiente capital social la base más efectiva para lograr competitividad y desarrollo sostenible.
2. Es fundamental garantizar el acceso al crédito para impedir que la actividad
económica se bloquee.
En concreto, y desde una imprescindible perspectiva de género es necesario:
- Considerar el sector financiero como bien público. Eso debe llevar a disponer de bancas públicas y sujetas a la lógica del servicio público y de apoyo
a la actividad productiva.
- Evitar la actual discriminación de las mujeres en el acceso al crédito.
Debe darse un papel cada vez más amplio la financiación y, sobre todo, la
que está específicamente vinculada a las actividades que llevan a cabo las
mujeres.
3. El gasto público es una pieza esencial para garantizar la demanda y el sostenimiento de la actividad productiva.
Pero, además de sostenerlo, es preciso que el gasto se vincule de manera
específica o privilegiada a financiar actividades económicas que supongan un
radical cambio de orientación productiva en el sentido de garantizar su sostenibilidad social y ambiental y, sobre todo, que respondan a un patrón democráticamente definido de necesidades sociales.
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La crisis actual debería aprovecharse para forjar un compromiso global efectivo que permita alcanzar objetivos tan elementales pero imprescindibles como los
del Milenio y que lleve a que todos los pueblos y las personas, y muy especialmente las mujeres, dispongan del capital social y humano necesario para
emprender las actividades que les garanticen una satisfacción suficiente de sus
capacidades.
4. La crisis ha puesto de relieve que no solo han fallado los mecanismos económicos y financieros como consecuencia del imperfecto funcionamiento de los
mercados y de su insuficiente o nula regulación, lo que debería llevar al establecimiento de una nueva disciplina que acabe con la innecesaria libertad sin restricciones de los capitales especulativos, con los paraísos fiscales, con la ausencia
de fiscalidad sobre los capitales internacionales y especialmente de los especulativos... También han fallado los espacios de la toma de decisiones, como
demuestra el silencio ante las denuncias, la pasividad o complicidad de las autoridades con fraudes e incluso con estafadores financieros.
Por tanto, para evitar que vuelvan a darse episodios de inestabilidad tan peligrosos y dañinos como los que vivimos, debe avanzarse en la democratización
de los organismos y de los procedimientos de toma de decisiones, sobre todo en
dos líneas principales:
- Garantizando la presencia efectiva de los países empobrecidos y menos
desarrollados y la representación de los intereses de sus pueblos.
- Evitando la particular discriminación y segregación que sufren las mujeres
en el sistema financiero y, en general, en los ámbitos públicos de toma de
decisiones.
5. El patriarcado está en el origen de las desigualdades y de la desnaturalización de la actividad económica. Por ello, todo lo anterior no puede ser viable si al
mismo tiempo no se modifica la consideración social hoy día dominante de las
mujeres y del papel que pueden y deben desempeñar en nuestras sociedades.
Las mujeres no pueden seguir siendo tratadas simplemente como un grupo vulnerable más, sino como actoras sujetos principales en pie de igualdad con los
hombres de la vida socioeconómica.
6. Los incentivos y los valores perversos generan las crisis y la insostenibilidad.
Es necesario el establecimiento de otras prioridades políticas, el uso de nuevas formas e instrumentos de reconocimieno, registro y medición de las realidades sociales, la utilización de indicadores de la necesidad y del bienestar que no
se objetiven solamente en expresiones monetarias y, por supuesto, nuevos valores y principios morales liberadores.
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4- EL IMPACTO DE LA CRISIS Y DE LAS MEDIDAS
ANTICRISIS EN LA IGUALDAD DE LAS MUJERES
Isabel Mª Martínez Lozano
Secretaria General de Políticas de Igualdad del Ministerio de Igualdad
El principio de igualdad constituye uno de los valores supremos de nuestro ordenamiento jurídico, recogido como tal en el artículo 1.1 de la Constitución Española
y con concreción en su artículo 14, que establece que "los españoles son iguales
ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal
o social".
Fue, por tanto, la Constitución Española de 1978 la que recogió el principio de
igualdad de oportunidades y de trato como uno de los principios rectores de nuestro ordenamiento jurídico, estableciendo el mandato a los poderes públicos de promover las condiciones y remover los obstáculos para conseguir una igualdad real
y efectiva en todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural y social (art.
9.2 C.E.).
La LO 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres,
es la consagración de esta regulación constitucional, al establecer los mecanismos
para garantizar la participación activa de los poderes públicos y la sociedad civil en
la existencia de una igualdad real y efectiva. Así, tiene por objeto "hacer efectivo el
derecho de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres, en particular mediante la eliminación de la discriminación de la mujer, sea cual fuere su
circunstancia o condición, en cualesquiera de los ámbitos de la vida y, singularmente, en las esferas política, civil, laboral, económica, social y cultural para alcanzar
una sociedad más democrática, más justa y más solidaria".
El proceso de integración de los principios de igualdad de oportunidades y de
trato en el conjunto de actuaciones de los poderes públicos supone un paso hacia
la transversalidad, abandonando la idea de combatir la discriminación con medidas
específicas, implementadas sólo en determinados ámbitos -que no desaparecen
sino que se convierten en complementarias de una estrategia global de integración
del principio de igualdad en el conjunto de políticas públicas -.
La transversalidad es un proceso desde una doble perspectiva: la "material",
que extiende el principio a todos los órdenes de la vida (económica, familiar, laboral, cultural, sanitario, fiscal, etc.); y la "instrumental", que lo introduce en las actuaciones de todas las administraciones públicas, mediante el desarrollo de actuaciones en todas las unidades organizativas y funcionales (nivel micro), contando con
el concurso de las Unidades de Igualdad; y paralelamente, mediante la atribución
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de competencias en materia de igualdad al más alto nivel político-administrativo
(nivel macro).
Es, precisamente, el Ministerio de Igualdad la actuación a nivel macro realizada en esta legislatura, el Departamento Ministerial al que se atribuye la propuesta
y ejecución de las políticas del Gobierno en materia de igualdad, eliminación de
toda clase de discriminación de las personas por razón de sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación sexual, edad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, y erradicación de la violencia de género, así como en
materia de juventud […].
En el ámbito del Ministerio de Igualdad, la Secretaría General de Políticas de
Igualdad tiene definidas, entre otras, competencias dirigidas a garantizar la transversalidad del principio de igualdad, competencias tales como:
- Impulsar las políticas de igualdad de oportunidades para promover y consolidar la presencia de las mujeres en todos los ámbitos, tanto públicos como privados. Así como para incorporar el principio de igualdad de oportunidades entre
mujeres y hombres en todas las políticas de los diferentes ámbitos de actuación.
- Impulsar la coordinación de las políticas de la A.G.E en materia de igualdad de
oportunidades entre mujeres y hombres, con las de la Administración autonómica y de la Administración local.
- Promocionar la participación de los agentes sociales y del movimiento asociativo en materia de igualdad de oportunidades.
- Analizar, elaborar y coordinar el seguimiento de las actuaciones de la A.G.E,
al objeto de promover la transversalidad en la aplicación del principio de igualdad de oportunidades.
- Potenciar la presencia española en los foros internacionales, adquiriendo un
papel dinamizador e impulsor de políticas de igualdad.
Como complemento a la labor de este Ministerio, la Ley 3/2007 dispuso la creación de un órgano colegiado interministerial responsable de la coordinación de las
políticas y medidas adoptadas por los departamentos ministeriales, organismo creado en el seno del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales por el Real Decreto
1370/2007 y actualmente adscrito al Ministerio de Igualdad.
Igualmente, apoya la labor del Ministerio de Igualdad, garante de la aplicación
del principio de manera transversal, la Comisión Delegada del Gobierno para
Política de Igualdad, creada un mes después que el propio Ministerio de igualdad,
por el Real Decreto 680/2008, de 30 de abril.
La superación del viejo modelo de lucha contra la discriminación mediante el
desarrollo de actuaciones específicas - como los planes de igualdad o las acciones
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positivas - implica, tal y como recoge la Estrategia Marco de la UE 2000-2006, la
utilización de una "estrategia dual", que consiste en el desarrollo simultáneo de
acciones específicas contra las discriminaciones y la integración de los objetivos de
estas políticas específicas en las políticas generales, lo que en Europa se denomina "Mainstreaming de Género", pues se trata de mecanismos complementarios.
Para que la incorporación del principio de igualdad en el conjunto de políticas
públicas resulte exitosa hay que tener en cuenta, además, varios factores, en primer lugar, la existencia de voluntad política, que debe llevar aparejada la dotación
de recursos suficientes.
Igualmente, resulta imprescindible la intervención de múltiples agentes a distintos niveles, lo que precisa de dos elementos fundamentales: la formación y sensibilización de quienes intervienen en la definición, el desarrollo y la evaluación de
las políticas; y, por otra parte, un sistema de coordinación adecuado.
A las dos premisas anteriores se suma un tercer elemento, esencial en este proceso, la obtención de una información minuciosa, especializada y actualizada, pues
una adecuada planificación sólo es posible si se ha llevado a cabo un diagnóstico
que permita conocer la situación real a la que se aplicará la estrategia diseñada.
El conocimiento de la situación no es un requisito inicial, sino que debe existir
en todo momento, lo que requiere un estudio de la situación con carácter previo,
simultáneo y posterior. Por eso los procesos de evaluación constituyen un elemento fundamental.
La evaluación del impacto de género de las actuaciones públicas nos permitirá
conocer si se han producido cambios en la situación de partida de hombres y mujeres, las desigualdades iniciales y las situaciones de discriminación. Por tanto, nos
indicará los aspectos que deben ser modificados en estas actuaciones para conseguir una evolución hacia la igualdad y evitar que las diferencias se perpetúen.
En definitiva, es esencial el conocimiento de la situación con carácter previo, que
permita realizar una buena planificación, y también la evaluación continuada, que
favorecerá la incorporación de medidas correctoras, si fueran necesarias, para garantizar la igualdad efectiva y evitar la producción o reproducción de discriminaciones.
En relación con la valoración del impacto de género, La LO 3/2007 vino precedida por la Ley 30/2003, sobre medidas para incorporar la valoración de impacto
de género en las disposiciones normativas del Gobierno que, respondiendo a las
exigencias marcadas en las últimas Conferencias Mundiales de Mujeres, organizadas por Naciones Unidas, y a las pautas establecidas por la Unión Europea, incluía -en el procedimiento de elaboración de proyectos de ley- la incorporación de un
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informe sobre impacto por razón de género, obligación que se hacía extensiva a los
reglamentos.
La Ley Orgánica 3/2007, retomó y desarrolló esta obligación cuando, en su artículo 19, estableció que "los proyectos de disposiciones de carácter general y los
planes de especial relevancia económica, social, cultural y artística que se sometan
a la aprobación del Consejo de Ministros deberán incorporar un informe sobre su
impacto por razón de género" y otorgó a las Unidades de Igualdad -en el artículo 77
- la función de asesoramiento a los órganos competentes de cada Departamento
Ministerial en la elaboración de informes sobre impacto por razón de género.
Durante el año 2008, el Ministerio de Igualdad ha trabajado en la propuesta de
Real decreto de desarrollo de la Ley de impacto de género, si bien, el Ministerio
de la Presidencia, en aras de una mayor claridad y simplificación, ha promovido
la promulgación del Real Decreto 1083/2009, de 3 de julio, que incluye los informes de impacto de género en una memoria conjunta sobre la oportunidad de la
propuesta, el contenido y el análisis jurídico, la adecuación de la norma al orden
de distribución de competencias, el impacto por razón de género y el impacto económico y presupuestario
Tal y como recoge la Exposición de Motivos del citado Real Decreto, los informes de impacto por razón de género son una herramienta eficaz para introducir
el principio de igualdad en las políticas públicas a través de la introducción de
cambios en planes y normas legales. Se facilita así, información sobre los posibles efectos de una medida en hombres y mujeres, advirtiendo a quienes la proponen sobre las consecuencias deseadas y las no deseadas y proponiendo, en
su caso, su modificación.
También recuerda este Real Decreto que la Ley Orgánica 3/2007 ordena la
precisión de los indicadores que deban tenerse en cuenta para la elaboración del
informe de impacto por razón de género. Igualmente, establece que los informes
de impacto de género deberán analizar y valorar los resultados -que puedan obtenerse a partir de la aprobación del proyecto- en relación con la eliminación de
desigualdades y la contribución a la consecución de los objetivos de igualdad de
oportunidades y de trato, a partir de los indicadores de situación de partida, de
previsión de resultados y de previsión de impacto recogidos en la Guía
Metodológica a que se refiere la disposición adicional primera del RD.
Para la elaboración de la Guía Metodológica se ha constituido un grupo de trabajo formado, tal y como exige la citada disposición adicional primera, por representantes de los Ministerios de Presidencia, Economía y Hacienda, Política
Territorial e Igualdad que, actualmente, está a punto de ultimar un borrador para
dicha guía.
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Llegados a este punto, es necesario hacer mención, en el ámbito de los informes de impacto de género, al Informe que debe acompañar a los proyectos de
ley de Presupuestos Generales del Estado, una de las iniciativas más importantes y más complejas, dada la extensión y complejidad de la Ley de Presupuestos.
Además, presenta una peculiaridad al abordar el informe de impacto de género,
pues debe contemplar, desde la perspectiva de género, cada uno de los programas presupuestarios y la propuesta presupuestaria en su conjunto.
Teniendo en cuenta lo anterior, se puede afirmar que la realización de este tipo
de informes constituye un proceso complejo, pues se debe contar con información procedente de cada uno de los Departamentos Ministeriales y, al mismo
tiempo, con unos criterios metodológicos homogéneos, unido todo ello a una
importante labor de coordinación, la disposición de información estadística, referida a programas presupuestarios dispares y heterogéneos, como son los que se
incluyen en los proyectos presupuestarios. Así, el proyecto de Presupuestos
Generales del Estado 2009, ha contado, por primera vez, con un informe de
impacto de género, informe que constituye el punto de partida de un proceso que,
como ha quedado demostrado en todos aquellos países y Comunidades
Autónomas donde se han desarrollado iniciativas similares, no puede agotarse en
un solo ejercicio, sino que, dada su complejidad, ha de ser desarrollado y ampliado en ejercicios sucesivos, y requerirá una importante labor de formación y sensibilización de todos los agentes implicados.
Este primer informe, aún heterogéneo, sirvió, además, para poner de manifiesto algunas dificultades y para determinar aspectos que se debían abordar en el
informe del año siguiente. Por ello, el Ministerio de Economía y Hacienda, en la
Orden que recoge las normas para la elaboración de los PGE 2010, recoge la
necesaria colaboración entre el citado Ministerio y el Ministerio de Igualdad.
Desde un punto de vista metodológico, destaca la realización de una "Guía
para la elaboración del Informe de Impacto de género en los presupuestos
Generales del Estado correspondientes al ejercicio presupuestario del año 2010",
que el Instituto de la Mujer encargó a la Fundación Mujeres, pues constituye la
herramienta metodológica de referencia para este Informe.
La incorporación de la perspectiva de género en el ámbito de los presupuestos públicos adquiere, en el actual contexto de crisis, una importancia capital, ya
que la evaluación del impacto de las propuestas presupuestarias otorga un valor
añadido a la evaluación de políticas públicas en términos de eficacia y de eficiencia; pero sobre todo, este análisis garantiza una previsión de la incidencia de los
programas presupuestados sobre las personas, hombres y mujeres, a los que van
destinados, y permite comprobar las variaciones experimentadas tomando como
referencia la situación de partida.
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Por otra parte, la actual situación de crisis económica repercute directamente
sobre el empleo, pudiendo favorecer situaciones de discriminación y exclusión, no
sólo laboral, sino en otros ámbitos de la vida, situaciones que afectan, en mayor
medida, a quienes provienen de una situación de desventaja, con mayores tasas de
desempleo y precarización, factores que afectan mayoritariamente a las mujeres.
La crisis económica obliga a los Estados con mayor desarrollo económico a centrar la atención de manera especial en la crisis del empleo y en los sistemas públicos de protección social, ya que constituyen los dos cauces fundamentales a través
de los cuales se nutren los niveles de renta mínimos para la mayoría de población.
Así, el refuerzo de actuaciones y compromisos para eliminar y prevenir situaciones
de discriminación en estos ámbitos se convierte en una premisa básica, tal y como
reconoce la Resolución del Parlamento Europeo de 3 de febrero de 2009 cuando,
en su punto 36 insiste en la importancia del garantizar el principio de igualdad de
trato y de oportunidades en el conjunto de políticas económica, laboral y social.
También la OIT recoge, en su iniciativa "La igualdad de género: el corazón del trabajo decente, 2008-2009", el deseo de situar la igualdad de género en el centro de
las actuaciones para lograr el trabajo decente en el mundo, con carácter transversal.
En todo caso, hay que precisar que la incorporación de la igualdad a las políticas públicas, no es solamente una cuestión de "equidad", sino de "rentabilidad"
económica, ya que ninguna sociedad que se pretenda "moderna", puede, a principios del siglo XXI despreciar el potencial de formación y capacitación que supone
la incorporación en igualdad de las mujeres a todas las esferas sociales y, en particular, a la del empleo. Idea reforzada en el Informe de la Comisión de las
Comunidades Europeas "Igualdad entre mujeres y hombres 2009", cuando afirma
que "teniendo en cuenta la contribución que la igualdad entre sexos puede hacer
al crecimiento, al empleo y a la cohesión social, la Comisión invita al Consejo
Europeo a exhortar a los Estados miembros a responder cuanto antes a los desafíos citados en el presente informe reafirmando su compromiso de integrar la perspectiva de género en todos los campos políticos, en cooperación con los interlocutores sociales y la sociedad civil".
Finalmente, el actual contexto de crisis puede resultar especialmente propicio
para dinamizar las actuaciones contra la discriminación, en general, y las de género, en particular, en tanto que ha obligado a revisar buena parte (si no la totalidad)
del modelo socio-económico en que las mismas se vienen reproduciendo. No obstante, esto no será posible si no contamos con los instrumentos de evaluación adecuados como para hacer un correcto diagnóstico de la situación y formular una previsión precisa de cuáles son los efectos que las distintas intervenciones puedan
tener sobre las situaciones de partida, en definitiva, si no hacemos una correcta
evaluación de impacto de género.
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5- PROTECCIÓN POR DESEMPLEO, CRISIS Y DIÁLOGO
SOCIAL
Ramón Górriz Vitalla
Secretario de Acción Sindical de la CS de CCOO
Introducción
En julio de 2008 se suscribió la "declaración por el impulso de la economía, el
empleo, la competitividad y el progreso social" con la que se inauguraba una
nueva etapa del diálogo social en España. De aquel documento destacaban: un
diagnóstico de la situación económica más en términos de desaceleración que de
crisis, a pesar de que la insistencia sindical consiguió situar este término; una
apelación a la concertación entre sindicatos y empresarios en la perspectiva de
renovar los acuerdos para la negociación colectiva (ANC) que se habían venido
suscribiendo desde el año 2002; y la distinción entre aquellas materias susceptibles de ser negociadas y acordadas (Seguridad Social y desarrollo del Pacto de
Toledo, inmigración, estrategia española de seguridad y salud laboral, juventud,
dependencia, modernización de los servicios públicos de empleo, mejora de la
formación profesional reglada y para el empleo,…) y aquellas que se situaban en
el terreno de la información y la consulta (las políticas de infraestructuras y
medioambientales; las industriales y energéticas; las de investigación, desarrollo
e innovación; las educativas; las sanitarias; las de vivienda; las económicas, fiscales y financieras;…).
En menos de un año la situación económica se ha deteriorado hasta tal punto
que hemos rebasado la cifra de los cuatro millones de desempleados y desempleadas, hemos entrado en recesión y de la abultada inflación de la que hablábamos
entonces hemos pasado a presenciar una fuerte moderación de la inflación con
riesgo, incluso, de entrar en escenarios deflacionistas. De otra parte, el diálogo
social mantenido hasta la fecha no solo no ha arrojado resultados positivos sino que
ha cosechado sonoros fracasos: no se ha podido renovar el ANC dadas las pretensiones empresariales de vincular la negociación colectiva a sus reivindicaciones
más estratégicas (reducción de cuotas a la seguridad social, nuevo contrato con 20
días de indemnización, descuelgues generalizados,…) y las medidas promovidas
por el Gobierno para aumentar la protección al desempleo y estimular la contratación se aprobaron en el Consejo de Ministros sin acuerdo entre las partes. El diálogo social hoy está languideciendo.
Por último, las iniciativas internacionales (G20), europeas y nacionales implementadas para hacer frente a la crisis se han revelado como descoordinadas,
inconexas e insuficientes de tal suerte que se hace francamente difícil ver el final
del túnel.
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En estas condiciones CCOO considera que la estrategia de diálogo social que
se concibió en julio de 2008 debe reorientarse a la luz de la evolución de los acontecimientos. Por tanto, es imprescindible dar un nuevo impulso a la concertación
social. Este impulso es necesario si queremos salir más pronto que tarde de la crisis, con los menores costes sociales posibles y más reforzados.
Por todo ello, la Confederación Sindical de CCOO propone UN PACTO DE
LEGISLATURA POR LA ECONOMÍA Y EL EMPLEO. Un Pacto de Legislatura
por el empleo, la protección social y la economía productiva, que aúne esfuerzos,
recursos y medidas, que amplíe sus efectos sobre el crédito y la liquidez, y que
pivote sobre tres ejes: ampliar la protección social; impulsar la actividad económica y la creación de empleo transformando el modelo productivo, y mejorar la educación y la formación. Estos tres ejes se deben complementar con una serie de
medidas adicionales que resultan necesarias como son: Medidas fiscales, la normalización del funcionamiento del sistema financiero español y la mejora del tratamiento laboral de la crisis de empresa.
1.- Caracterización de la situación actual.
Estamos ante una profunda crisis financiera y económica internacional. La primera gran crisis de la economía globalizada.
Su origen se encuentra en la prevalencia de la economía especulativa frente
a la productiva y en la ausencia de controles del sistema financiero, sobre todo
en EEUU, donde se ha jugado irresponsablemente liberando crédito sin garantías en torno al mercado inmobiliario.
En España la crisis internacional tiene una repercusión más aguda por coincidir con el agotamiento del modelo de crecimiento que se ha seguido en las últimas
décadas, hasta el punto de que España podría haber entrado en crisis aun en el
caso de que no se hubieran dado las presentes circunstancias internacionales.
El modelo de crecimiento español se ha caracterizado por el fuerte tirón de la
construcción de vivienda residencial, cebada por los bajos tipos de interés, y del
sector servicios.
Las consecuencias de este modelo son conocidas: desorbitado encarecimiento del precio de la vivienda que ha llevado a las familias españolas a un nivel de
endeudamiento difícilmente asumible; gran crecimiento del empleo de baja cualificación, escasa estabilidad, insuficiente protección y bajos salarios y altísimos
beneficios empresariales que no se han reinvertido en herramientas de futuro
como son la investigación, la innovación y la formación de los trabajadores y trabajadoras, sino que se ha ido hacia los altos rendimientos que ofrecía el sector
inmobiliario o a gastos suntuarios.
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Así, en el momento en que ha estallado la burbuja inmobiliaria se ha paralizado la actividad constructora, que ha arrastrado a las empresas auxiliares y con
ello ha empezado una destrucción de empleo que nos ha colocado por encima de
los tres millones y medio de personas desempleadas y que amenaza con llevarnos hasta los cuatro millones en pocos meses.
La caída del empleo, que se agudiza por la incapacidad de nuestra economía
de absorber el crecimiento de la población activa (sostenido por la creciente incorporación de las mujeres y de las personas inmigrantes al mercado laboral emergido), se ha cebado en el empleo temporal que es el que menos derechos de protección acumula (también polarizado en mujeres, jóvenes e inmigrantes y en
determinados sectores de actividad como la construcción, el comercio, la hostelería, las administraciones públicas, los servicios de proximidad y los servicios a
las empresas), situando a casi un millón de personas en riesgo de exclusión
social; ha incrementado la morosidad y ha retraído el consumo, lo cual agudiza el
círculo vicioso afectando a la producción de bienes y servicios y llevando todo ello
a una mayor pérdida de puestos de trabajo.
La crisis del sistema financiero internacional está suponiendo una restricción
del crédito a empresas y familias que no hace más que agravar la situación.
En estas condiciones las respuestas de los diferentes gobiernos se han caracterizado por la falta de soluciones comunes convenientemente coordinadas.
EEUU ha optado por una fuerte inyección de dinero público dirigido al sistema
financiero y a la economía real, mientras que Europa ha sido mucho más timorata.
La última cumbre europea ha vuelto a poner de manifiesto las dificultades para
articular políticas comunes entre los diferentes Estados miembros y la más
reciente del G20, aunque ha representado un paso significativo en la reorientación de las políticas neoliberales practicadas hasta la fecha, ha dado escasa
importancia al coste social y medioambiental que está suponiendo la crisis. En
todo caso, tendremos que esperar a ver los efectos prácticos de los acuerdos
alcanzados.
El Gobierno español ha arbitrado una serie de medidas que, aun yendo en la
buena dirección, se han presentado inconexas y con un alcance limitado, cosa
que se agrava por la escasa capacidad de actuación de los instrumentos públicos
que deben vehicularlas, como es el caso del ICO.
Por otra parte, las medidas que el Gobierno ha llevado a las mesas de diálogo social, si bien tienen la intención, compartida, de incrementar los niveles de
protección a las personas desempleadas, algunas de ellas se revelan como inefi-
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caces e incluso contraproducentes. En concreto desde CCOO nos hemos opuesto a dos: las bonificaciones para la contratación a beneficiarios de prestaciones
por desempleo, porque introduce un elemento de discriminación, a la hora de
incentivar la colocación, con respecto a los trabajadores y trabajadoras que no las
perciben y las bonificaciones a tiempo parcial, ya que este tipo de contratación
afecta directamente a las mujeres y supone conducir a éstas y también a los
colectivos más vulnerables a un empleo precario en cuanto a sus condiciones
retributivas, laborales y de protección social.
Por su parte, los representantes de la patronal, han concebido esta crisis como
una nueva oportunidad de recuperar sus tasas de beneficio por la vieja vía de
imponer sus propuestas desreguladoras del mercado laboral y de debilitamiento
del sistema de protección social: contrato con veinte días de indemnización, bajada de cuotas a la seguridad social, ausencia de controles administrativos ante los
despidos,…
Esta actitud ha hecho fracasar el marco para la negociación colectiva que
supone el ANC, aunque CCOO no renuncia a que se pueda recuperar la negociación si se modifican las pretensiones empresariales, en la medida en que sigue
considerando los ANCs como el instrumento más adecuado para favorecer la
regulación de las condiciones en las que se desarrolla la actividad de trabajadores, empresas y de la economía en general. La posición empresarial también ha
puesto en situación de riesgo la concertación social. Entre tanto, la situación se
agrava y no se ven perspectivas de salida.
La convicción de que la economía española atraviesa por un momento
extraordinariamente grave, de que cientos de miles de trabajadores y trabajadoras se encuentran en los márgenes de la exclusión social, que las respuestas que
se han puesto en marcha o se proponen no tienen la capacidad de afrontar con
eficacia la situación, y que de ésta no saldremos sin una implicación activa del
conjunto de la sociedad empezando por sus principales actores, el Gobierno, los
agentes económicos y las organizaciones sindicales, es lo que lleva a la C.S. de
CCOO a considerar que hay que actuar sin más tardanza.
2.- Propuestas de actuación de CCOO
En primer lugar hay que intervenir para hacer frente a la actual coyuntura de
crisis: protegiendo más y mejor a quienes más la sufren, las personas desempleadas, para evitar que caigan en las zonas de exclusión social; reactivando la economía para impedir que se siga destruyendo empleo y reformando nuestro sistema financiero para garantizar el flujo de crédito a las familias y empresas.
En paralelo debemos actuar con visión estratégica para cambiar el patrón
de crecimiento que ha seguido la economía española hasta la fecha y que es
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responsable, en gran medida, de la situación por la que atravesamos: debemos
apostar por una base industrial sólida que invierta en I+D+i, por mejorar el sistema educativo y vincularlo más y mejor al sistema productivo y por consolidar y
ampliar nuestro sistema de protección social.
Para hacer frente a la actual coyuntura, CCOO propone:
La primera preocupación deben ser las personas. Particularmente las que
están perdiendo el empleo o no pueden acceder a él.
La caída de la actividad económica está suponiendo una destrucción de
empleo a un ritmo de unos 150.000 por mes. Una parte significativa de ellos son
empleos ocupados por jóvenes, mujeres e inmigrantes que tenían contratos temporales caracterizados por bajos salarios y escaso tiempo de cotización como
para acumular suficientes derechos de protección por desempleo, lo que está provocando que muchas personas y familias tengan escasas expectativas de garantizar unas mínimas condiciones de vida. Ya en estos momentos hay cerca de un
millón de personas que no cobran ninguna prestación del sistema público. El riesgo de incremento de la exclusión social es evidente y para evitarlo tenemos que:
- Ampliar y mejorar la protección por desempleo;
- Adoptar mejoras en la Renta Activa de Inserción;
- Conseguir una mayor integración de las políticas activas de empleo;
- Reorientar la actuación de los Servicios Públicos de Empleo;
- Mejorar el sistema público de Servicios Sociales;
- Garantizar la promoción de la autonomía personal y atención a las situaciones de dependencia;
- Reforzar y garantizar el sistema público de Pensiones y Seguridad Social.
Protección social por desempleo
En la situación económica actual, el sistema de protección por desempleo debe
ser reforzado y no solo garantizando la protección para las personas que tienen
derecho al cobro de una prestación ya sea de naturaleza contributiva o asistencial. No podemos olvidar que hay un número muy elevado de personas absolutamente desprotegidas ya sea porque las características de los trabajos que han
desempeñado no han generado las cotizaciones necesarias para acceder a ninguno de los niveles de protección o porque ya han agotado las prestaciones contributivas o subsidios a los que tenían derecho.
Así proponemos una serie de mejoras en los diferentes niveles que han de
servir para mejorar las condiciones de vida de las personas que se encuentran en
situación de desempleo mientras se mantenga la situación económica actual y de
destrucción de empleo.
Es preciso ampliar y mejorar la protección por desempleo, adoptando diferentes medidas como son, entre otras, incrementar los periodos de prestación de
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forma que la prestación mínima sea de 180 días, y no de 120 días como es
actualmente; evitar la perdida de las cotizaciones cuando, pudiendo optar por dos
prestaciones, se opte por la antigua; suprimir el requisito de responsabilidades
familiares para que los menores de 45 años puedan acceder al subsidio por desempleo; ampliar la prórroga del subsidio por dos periodos de seis meses, para los
mayores de 45 años, sin cargas familiares e incrementar el importe del subsidio
al 100 % del IPREM.
Mejorar la protección por desempleo en el nivel contributivo incide no sólo en
la cuantía de la protección que percibe el trabajador parado sino también en las
cotizaciones a la Seguridad Social, en tanto que se mantienen mientras se percibe prestación por desempleo y no así cuando se percibe subsidio por desempleo,
en cuyo caso solo se cotiza por asistencia sanitaria, en su caso por protección a
la familia y jubilación para los perceptores de subsidio mayores de 52 años y, en
algunos casos, también para los fijos discontinuos.
Al mismo tiempo se debería garantizar la protección por desempleo y las cotizaciones correspondientes para los trabajadores y trabajadoras contratados para
la formación.
Actualmente la acción protectora de la Seguridad Social de las personas con
contrato para la formación, no comprende la protección por desempleo por lo que
para evitar las situaciones de desprotección, y teniendo en cuenta que no hay limite de edad para trabajadores con discapacidad, debería incluirse la protección por
desempleo, y por consiguiente las cotizaciones correspondientes.
Renta activa de inserción
La Renta Activa de Inserción forma parte de la acción protectora por desempleo.
Esta renta va dirigida a las personas desempleadas con especiales necesidades
económicas y dificultad para encontrar empleo que deben adquirir el compromiso
de realizar actuaciones favorecedoras de su inserción laboral. Para acceder a la
Renta Activa de Inserción, salvo algunas excepciones, entre ellas tener una
minusvalía igual o superior al 33% o ser victima de violencia de género, el requisito es ser mayor de 45 años y permanecer inscrito ininterrumpidamente como
desempleada 12 o más meses.
Ante la situación actual, debe valorarse la supresión del requisito de ser mayor
de 45 años de edad y reducir el periodo de permanencia ininterrumpida durante
un mínimo de doce meses.
Las políticas activas deberían financiarse por dotaciones vía presupuestaria y
no exclusivamente por las cotizaciones de empresarios y trabajadores y trabajadoras.
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Servicios públicos de empleo
Junto a las medidas de protección social es preciso reforzar los Servicios
Públicos de Empleo. En una situación de aumento del desempleo cobra más protagonismo disponer de unos servicios de empleo que ayuden a las personas a
buscar trabajo.
Con este objetivo, el carácter público permite garantizar la igualdad de oportunidades en el trato con el necesario control de la percepción de las prestaciones económicas por desempleo, siempre y cuando funcione adecuadamente la
herramienta pública.
Es preciso conseguir una mayor integración de las políticas activas de empleo
teniendo en cuenta su utilidad para el usuario, para lo cual es necesario disponer
de itinerarios individualizados de inserción debidamente tutelados. Una actividad
que necesita una previa identificación de los colectivos, en especial de aquellos
grupos que necesitan atención prioritaria y, por supuesto, los recursos humanos
necesarios.
Sistema público de servicios sociales
Los servicios sociales constituyen un instrumento irrenunciable en la construcción
del Estado de Bienestar. Es, sin embargo, el sistema público de protección social
más débil y menos consolidado. Varias son las causas que explican esta carencia, y entre ellos, sin duda el hecho de que se produjera el proceso de transferencias en materia de Asistencia Social a las Comunidades Autónomas sin la existencia de un marco legal general en esta materia, ha sido determinante. Todas las
CC.AA. disponen de leyes autonómicas en materia de servicios sociales.
Puede decirse que desde la primera generación de leyes éstas han tenido un
origen, unos principios, unos ámbitos de protección social comunes que las han
hermanado. Desde el gobierno central los planes sectoriales y el Plan concertado, mediante el que las CC.AA. obtienen financiación han intentado homogeneizar modelo y prestaciones en el ámbito de los servicios sociales. Sin embargo, la
ausencia de un marco normativo estatal, ha ido traduciéndose en diferencias y
desequilibrios territoriales con relación a los derechos, servicios y prestaciones
que ofrecen los sistemas públicos de servicios sociales en las distintas CC.AA.,
diferencias también, en el grado e intensidad de cobertura, en el ejercicio de la
responsabilidad pública tanto en materia de financiación, como en la distinta configuración y ordenación de la relación público-privada que se configura dentro del
marco de provisión mixta de servicios sociales.
Si bien todas las leyes autonómicas recogen principios y declaraciones ambiciosas en materia de universalidad, de promoción, de prevención, de derechos
sociales, la realidad evidencia que el carácter asistencial de los servicios sociales
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permanece, que existe un quiebro entre las aspiraciones que todas las normas
autonómicas recogen y la debilidad de las medidas y recursos que posteriormente implementan los distintos gobiernos, y que no terminan de superar un modelo
todavía caracterizado por una atención social residual, que no responde al modelo de Estado social y de derecho en el que decimos reconocernos.
Así la protección social a la infancia y la adolescencia, la atención a las situaciones derivadas de la violencia de género y malos tratos, a las distintas necesidades de alojamiento alternativo, a la promoción de la convivencia social en la
diversidad, la prevención y tratamiento de situaciones de exclusión social, el trabajo comunitario, la promoción de la participación social de grupos y colectivos
sociales, los programas sociales para la inclusión…etc., son objeto de políticas
demasiados frágiles e insuficientes, presentando a su vez, grandes desequilibrios
territoriales en su grado de implantación y conceptualización.
El carácter marcadamente asistencial de los servicios sociales, los sitúa lejos
de su reconocimiento como derecho social subjetivo, ello se ha visto agravado
por la desafección de las propias administraciones con su propia responsabilidad
pública a la hora de proveer de prestaciones y servicios a la población. Los servicios sociales han crecido y se han desarrollado de forma generalizada desde la
concepción de "fomento de actividad" y no de servicio público. Se ha naturalizado por parte de las administraciones públicas, la consideración de la atención a
las necesidades sociales casi como un ámbito más de mercado, con el agravante de la ausencia de normativa y regulación suficiente y adecuada, y en ausencia
también, de los mecanismos de control e inspección pública mínima que tal nivel
de privatización y externalización requeriría.
El sector de servicios sociales ha sido el más dinámico en la creación de
empleo en comparación con las demás actividades. Desde 1996 hasta el segundo trimestre de 2008, según la EPA, la población asalariada ha tenido un crecimiento del 199,90 %, mientras que para el conjunto de la economía ha sido de un
78,66 %. Paralelamente, la participación de la iniciativa privada en el sector de
servicios sociales alcanza en esa fecha el 76,55 %, distanciándose en gran medida, con respecto a la participación que la iniciativa privada tienen en otros sistemas públicos de bienestar como la salud o la educación. El empleo que se ha
generado, muy feminizado, está repercutido por altas cotas de temporalidad, de
contratación parcial, de bajos niveles salariales y de baja cualificación profesional, superiores también a la media del conjunto de la economía.
El simultáneo proceso de crecimiento de empleo en el sector de servicios
sociales y su generalizado proceso de privatización, han generado un sector marcado por la precariedad laboral, con todos los riesgos que adicionalmente conlleva en momentos de crisis generalizada como la actual.
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El modelo de política social determina la conquista o no de derechos sociales,
condiciona la calidad de los servicios y del empleo y configura un determinado
mercado laboral y marco de relaciones laborales. Se hace necesaria la iniciativa
del gobierno central para la homogeneización de los sistemas públicos de servicios sociales autonómicos, con el consenso de las CC.AA, los ayuntamientos, los
agentes sociales, el ámbito profesional y académico y las entidades sociales
afectadas. Todo ello en los distintos marcos de concertación y participación institucional establecidos para ello. Debe reconocerse el derecho subjetivo a los servicios sociales, establecer un marco estable y suficiente de financiación, la ordenación y definición de competencias y funciones de las distintas administraciones,
construir la arquitectura político-administrativa que garantice y permita la atención
social cohesionada en sus contenidos básicos en el conjunto del Estado español.
Es necesario el ordenamiento del sistema público de servicios sociales y su
consolidación que necesariamente pasa por el reconocimiento de nuevos derechos de ciudadanía en materia de protección social.
Sistema para la promoción de la autonomía personal y atención a las situaciones de dependencia
Con el "Acuerdo para la protección social de las situaciones de dependencia" alcanzado en el Marco del Diálogo Social en diciembre de 2005, se establecieron los
contenidos básicos que son determinantes y definitorios del sistema de protección
a la dependencia recogido y articulado en la ley estatal 39/2006. Se reconoce con
ello y por primera vez en el Estado español un derecho subjetivo dentro de las prestaciones de protección social propias del sistema público de Servicios Sociales.
En este sentido, la Ley 39/2006 supone un avance trascendente en la construcción del Estado de Bienestar en nuestro país. La implantación del Sistema
para la promoción de la autonomía personal y atención a las situaciones de
dependencia (SAAD), viene a superar, por tanto, el carácter residual y asistencialista de las prestaciones y dispositivos sociales de atención a estas situaciones.
Los distintos recursos sociales de atención a la dependencia existentes, han sido
recogidos en el catálogo de servicios que la Ley estatal recoge en el art. 15, siendo su novedad por tanto no su topología, sino el acceso universal a los mismos
que se deriva del reconocimiento del derecho subjetivo de atención a las personas en situación de dependencia.
La propia Ley 39/2006 considera estratégica la implantación del SAAD para
consolidación del conjunto del Sistema público de Servicios Sociales como cuarto pilar del Estado del Bienestar. Así lo expresa "se trata ahora de configurar un
nuevo desarrollo de los servicios sociales del país, que amplíe y complemente la
acción protectora de este sistema, potenciando el avance del Modelo de Estado
social que consagra la constitución española" y establece que "las prestaciones y
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servicios del SAAD, se integrarán en la Red de servicios sociales de las respectivas Comunidades Autónomas".
El adecuado desarrollo de la Ley 39/2006 repercute tanto en la mejora de la
calidad de vida de las personas en situación de dependencia, como en la oportunidad estratégica de avanzar en la conquista de nuevos derechos subjetivos en
el ámbito de los servicios sociales.
Aproximadamente dos años después del inicio de la puesta en marcha del
SAAD, se observan dificultades y problemas de carácter financiero, de gestión e
institucionales, que están dificultando la equidad en el acceso al Sistema, y la
garantía pública del ejercicio del derecho bajo el denominador común de unos
contenidos y condiciones básicas en el conjunto del Estado.
La complejidad financiera, técnica y política que conlleva la configuración de
este sistema de protección social a la dependencia, así como la importancia de
que se construya sólidamente desde su inicio, requiere la reactivación de la Mesa
de Diálogo Social para la identificación y análisis de estas dificultades y su tratamiento en este marco. Y todo ello de cara a la toma de Acuerdos orientados a la
implementación de medidas conducentes al fiel cumplimiento del espíritu y la letra
de la Ley 39/2006 en torno al reconocimiento y ejercicio del nuevo derecho subjetivo conquistado.
De modo enunciativo y a título de ejemplo, hay que abordar distintas problemáticas que se detectan en los siguientes aspectos:
Igualdad en el acceso al sistema, tanto en los procesos de reconocimiento del
derecho como en la prescripción de sus prestaciones. Existe gran dispersión de
procedimientos y retrasos entre la solicitud y la prescripción de los servicios en
muchos territorios.
El limitado despliegue del Catálogo de Servicios por falta de planificación e
inversión pública para la creación de la Red de servicios y el acceso a los mismos
mediante oferta pública.
Se está haciendo un uso excesivo de las prestaciones económicas a la figura
de "cuidador familiar" y previsiblemente de la prestación económica vinculada al
servicio, distorsionando con ello la propia definición y cometido que la Ley establece para éstas, limitando la opción real de la persona por la prestación de un
servicio que garantice una atención profesional de calidad y sujeta a la responsabilidad pública, así como limitando el ejercicio profesional a la hora de prescribir
el servicio más adecuado, que responda a las necesidades que presenta cada
situación personal.
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Es urgente el diseño de un Plan de actuación, para ordenar, diseñar e implementar todas aquellas medidas formativas que permitan alcanzar los objetivos y
compromisos concretos de cualificación profesional de los trabajadores y trabajadoras en ese ámbito, desde todas las vertientes: formación profesional reglada,
formación ocupacional y continua, así como establecer las fórmulas pertinentes
para la acreditación de la experiencia.
Sistema público de pensiones y seguridad social
Existen dos ámbitos diferenciados y complementarios de actuación en este
momento:
En 2008 se ha retomado en el Congreso de los Diputados los trabajos de la
Comisión No Permanente de Seguimiento y Evaluación de Acuerdos y Pacto de
Toledo. El resultado de sus trabajos, expresado en las conclusiones que se alcancen, previsiblemente en el primer semestre de 2010, será una referencia del
mayor interés para determinar las medidas a adoptar en el futuro y que deberán
tratarse en el marco del Diálogo Social.
Sin embargo, en el corto plazo, con carácter previo a las conclusiones de la
Comisión Parlamentaria y a cualquier inicio de nuevos trabajos en el seno del
Diálogo Social sobre desarrollos futuros en esta materia, deben abordarse tareas
pendientes de desarrollo del Acuerdo de Medidas en materia de Seguridad Social
de 13 de Julio de 2006, antecedente inmediato de la Ley 40/2007, de 4 de diciembre, de Medidas en materia de Seguridad Social cuyos desarrollos normativos no
se han completado.
Convergencia de Regímenes Especiales:
Régimen Especial Agrario. Es necesario, entre otras cuestiones, asegurar la
plena integración de todas las personas asalariadas por cuenta ajena en el sector agrario en el Régimen General, así como referenciar sus bases de cotización
a los salarios reales de modo que con ello se garantice la mejora de la protección
del sistema (incapacidad, jubilación).
Régimen Especial de Empleadas de Hogar. Es necesario retomar los trabajos
sobre la eliminación de este Régimen Especial (no se ha producido ningún avance desde las reuniones mantenidas en 2007) y abordar con determinación la definición de las medidas necesarias para dotar a este colectivo laboral de derechos
laborales y de protección social equiparables a los niveles básicos que ya están
contemplados en el Estatuto de los Trabajadores y en el Régimen General de la
Seguridad Social.
Sobre las clases Pasivas del Estado el Gobierno tiene el mandato de remitir a
las organizaciones sindicales en un máximo de 6 meses una propuesta de regla-
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mento que regule la armonización de las clases pasivas del Estado con el
Régimen General de la Seguridad Social.
Sobre la jubilación anticipada y flexible, es preciso abordar la jubilación anticipada por realización de trabajos penosos, tóxicos o peligrosos y es necesario
también abordar el establecimiento de coeficientes reductores más favorables
para los trabajadores que realizan actividades de esta naturaleza, partiendo de
los correspondientes estudios sectoriales previos sobre las condiciones de trabajo en dichos sectores.
La jubilación anticipada y parcial de los trabajadores de la función pública está
pendiente de la presentación de un estudio que debía realizar el gobierno a lo
largo de 2008 para abordar, atendiendo a la sostenibilidad del sistema la posibilidad de homogeneizar, en términos equiparables los distintos regímenes.
Por su parte, debe valorarse el impacto de las medidas acordadas en este
Apartado del Acuerdo sobre medidas en materia de Seguridad Social de 2006, así
como la conveniencia de seguir promoviendo medidas de estímulo a la prolongación voluntaria de la vida laboral.
También hay que mejorar la protección social de las familias y, entre otras
medidas a aplicar en este ámbito, deben desarrollarse algunas prestaciones recogidas en la Ley 40/2007 de Medidas de Reforma en materia de Seguridad Social,
como la Pensión de Orfandad y mejorar el actual sistema de protección modificando las Prestaciones por hijo a cargo.
Algunos apuntes sobre el modelo social y el modelo de crecimiento
Comisiones Obreras apuesta por un modelo social en el que esté garantizada la
prestación de servicios públicos universales y gratuitos, suficientes y de calidad,
así como la mejora de la protección social. Se trata de factores de primera magnitud con relación a la igualdad entre hombres y mujeres, en la medida en que su
insuficiencia es determinante en la incidencia de la pobreza humana y económica de las mujeres, pero también en la garantía de igualdad de oportunidades y de
trato.
La capacidad (y la responsabilidad) de los poderes públicos para, a través de
diferentes servicios y transferencias sociales, corregir las tasas de exclusión
social y pobreza, debe verse instada desde las organizaciones sindicales que,
además, tienen que incorporar una auténtica perspectiva de género en el diseño
de estas transferencias sociales toda vez que su configuración actual es la que
está, si no situando, sí manteniendo a las mujeres en esta situación de empobrecimiento con respecto a los varones.
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Pero no es menos cierto que el propio concepto de "calidad" de los servicios
públicos tiene que verse reinterpretado sindicalmente desde una perspectiva no
androcéntrica. Una perspectiva que sitúe la coeducación como un factor estratégico en la definición de la calidad educativa; que haga incompatible la objeción de
conciencia con la prestación de un servicio público como el sanitario, toda vez
que esa objeción de conciencia vulnera el derecho de otra persona a interrumpir
su embarazo; que provea de una auténtica articulación a los distintos servicios
vinculados con la atención a las personas dependientes de tal modo que ésta no
se vea sometida en su efectiva concreción a decisiones políticas de carácter territorial.
Como también es preciso que el sindicato apueste decididamente por una
modificación en el modelo de crecimiento económico de nuestro país, muy dependiente del sector servicios y, en concreto, de servicios de muy baja intensidad tecnológica, muy intensivos en mano de obra, y en el que priman los trabajos denominados "de baja cualificación" o directamente "no cualificados", que configuran
un auténtico colchón amortiguador en la gestión de la mano de obra en épocas
de crisis, y son ocupados prioritariamente por mujeres, lo que hace que sean las
primeras expulsadas del mercado de trabajo cuando éste se contrae.
Revertir, por tanto, este modelo de crecimiento, dotando de un mayor peso y
protagonismo a la economía productiva, y, dentro de ella, a aquella que se sostiene en productos de alto valor añadido y que bascula sobre los empleos denominados "cualificados", es un elemento decisivo para romper no sólo la actual
segregación sectorial y ocupacional de las mujeres, sino también para erradicar
la "penalización" de la formación y la cualificación femenina que hace que las
mujeres ocupen puestos de trabajo descualificados con independencia de su formación.
Pero al propio tiempo es preciso recordar que la determinación del valor del
trabajo tiene bastante de construcción social, y que en esa construcción social
que determina el valor del trabajo ha tenido un notable e indudable protagonismo
el movimiento sindical, su capacidad de organización, reivindicación, presión,
lucha, consolidación de logros, generalización hacia otros colectivos distintos de
los que vieron emerger la reivindicación hasta convertirla en un derecho de carácter general.
El sindicato debe, por tanto, revisar sus propios mecanismos de participación
y vinculación con las empresas y sectores más feminizados, estableciendo todas
las medidas necesarias e incorporando los recursos suficientes para que se incremente la organización de las trabajadoras, su capacidad de reivindicación y presión, de acción colectiva en el establecimiento de sus condiciones de trabajo, en
la defensa y extensión de sus derechos laborales.
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Este es también nuestro objetivo. En el venimos trabajando y avanzando, con
dificultad y más lentamente de lo que quisiéramos y de lo que sería deseable,
pero con persistencia y con compromiso, en la acción sindical cotidiana, en la
negociación colectiva y en el diálogo social.
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6- LA CRISIS ECONÓMICA Y SUS EFECTOS EN EL EMPLEO
DE LAS MUJERES.
UNA VISIÓN SINDICAL Y FEMINISTA SOBRE LAS
POLÍTICAS ANTICRISIS
Rita Moreno Preciado
Adjunta a la Secretaría de Acción Sindical de la CS de CCOO y afiliada al Forum
de Política Feminista
Lo que nos dicen las estadísticas laborales
Los indicadores de empleo que recogen la evolución de los efectos de la crisis
económica, muestran que el empleo de las mujeres, hasta ahora (2008 y 1er.
Trimestre de 2009) resiste mejor que el de los hombres, debido a que la crisis
está siendo más aguda y más rápida en sectores y actividades muy masculinizados, y de efectos retardados y menos agudos en sectores y actividades feminizados.
La población activa crece por la mayor incorporación de mujeres al mercado
laboral. La ocupación desciende más entre los hombres. El desempleo masculino aumenta mucho más que el femenino. Se reduce la brecha entre tasa de desempleo masculina y femenina. La contratación indefinida aumentó entre las
mujeres y disminuyó entre los hombres. La contratación temporal disminuyó en
los dos casos, pero mucho más entre los hombres, acercándose bastante el
volumen de contratos temporales de uno y otro sexo. El número de contratos
registrados disminuyó mucho más entre los hombres que en las mujeres. Las
personas afectadas por ERE16 son hombres en una proporción muy elevada.
La mayor destrucción de empleo se ha producido y se sigue produciendo por
la vía de la extinción o no renovación de contratos temporales, seguida de los
despidos individuales o plurales y despidos colectivos con cierres de centros de
trabajo, generalmente microempresas y pequeñas empresas, aunque en algunos casos también está afectando a empresas de mayor tamaño que eliminan
centros de trabajo.
De los empleos perdidos en España, únicamente el 6% ha sido a través de
Expedientes de Regulación de Empleo; el 35% vienen del despido individual y
casi el 60% se origina por la no renovación de los contratos.
Aunque con mayor resonancia mediática y con una progresión desatada en
relación a años anteriores, los ERE se encaminan, mayoritariamente, a la regulación temporal (67%), frente a la extinción de contratos (25%) y a la reducción
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Expediente de Regulación de Empleo
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de jornada (8%)17 Atendiendo al volumen de personas afectadas, el 87,4% ha
tenido o tiene una regulación temporal, el 10% ha visto extinguido su contrato de
trabajo y el 2,6% una regulación de la jornada de trabajo.
De las 180.579 personas afectadas por ERE en el primer trimestre de 2009,
el 82% fueron hombres y el 18% mujeres.
Según los efectos de los expedientes, se dan los siguientes resultados:
-Expedientes de extinción de contratos: de las 17.936 personas afectadas, el 68% fueron hombres y el 32% mujeres.
-Expedientes de suspensión temporal: de las 157.807 personas afectadas, el 83% fueron hombres y el 17% mujeres.
-Expedientes de reducción de jornada: de las 4.836 personas afectadas,
el 79% fueron hombres y el 21% mujeres.
Es decir que, en los procesos de extinción de contratos, el porcentaje de mujeres es muy superior al que tienen en el conjunto de ERE, siendo también mayor
en el caso de expedientes de regulación de la jornada. Sin disponer de datos desagregados por sexo en relación a cada una de las variables posibles (tamaño de
la empresa, sector de actividad, comunidad autónoma, etc.) que no son contemplados por la estadística oficial, no es posible aproximarse a las causas de esta
circunstancia, aunque algunos casos conocidos de cierres de empresas o centros
de trabajo dedicados a la actividad auxiliar del automóvil o de la fabricación de
bienes de equipo eléctrico, componentes electrónicos o establecimientos comerciales, todos ellos con una fuerte presencia de empleo femenino, podría estar produciendo esta mayor presencia de mujeres en las extinciones de contratos por
ERE, sin que se pueda descartar los efectos perniciosos de una mayor presión
(familiar o social) sobre el empleo de las mujeres, si bien el contexto social y laboral en que se produce esta crisis es muy diferente del que existía en crisis de
décadas anteriores y, en consecuencia, la presión sobre las mujeres para que
abandonen el empleo también es inferior.
Caracterización del mercado laboral en España
Tomando las referencias de un informe del Gabinete Técnico Confederal de
CCOO del pasado mes de mayo, quiero resaltar algunos de los elementos que
caracterizan nuestro mercado laboral.
Los problemas del mercado de trabajo español son los problemas de las
mujeres. Las diferencias en tasa de actividad, ocupación o paro que se mantienen con Europa se concentran entre las mujeres. En consecuencia, cualquier
política dirigida al mercado de trabajo debe partir de esta caracterización de
género. Incluso ahora, cuando la crisis actual aumenta más el desempleo entre
los hombres -pues afecta más a los sectores masculinizados- sigue siendo cierto que los problemas del mercado de trabajo son, fundamentalmente, los proble17
Datos del primer trimestre de 2009, Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) del Ministerio de Trabajo e Inmigración (MTIM).
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Política Feminista.
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Taller
Política
Feminista.
Granada y Madrid,
Valladolid.
Abril-Mayo
2009 Abril-Mayo 2009
mas que aquejan al empleo femenino, o lo que es lo mismo, los que sufren las
mujeres en su incorporación y presencia en el mercado laboral.
Por señalar tres de los principales indicadores del empleo "Actividad".
"Empleo" y "Paro", los datos del primer trimestre de 2009 recogidos en la EPA18,
no dejan lugar a duda de las mayores dificultades que afrontan las mujeres.
I TRIM. 2009 EPA19
Tasa de actividad
Tasa de empleo
Tasa de paro
Hombres
82,67%
68,65%
16,96%
Mujeres
65,51%
53,65%
18,11%
A pesar de la crisis, las mujeres siguen incorporándose de manera significativa al mercado de trabajo. La población activa femenina crece al 4,6% anual
(con datos del primer trimestre de 2009 de la EPA), mientras que la de los hombres prácticamente se estanca, con un escaso 0,7% de crecimiento. Este fenómeno ya se observó durante la importante crisis del periodo 1992-1994 y está
relacionado con el incremento de las actividades de servicios, conectadas a los
presupuestos públicos (sanidad, educación, Administraciones Públicas, servicios
sociales, etc.).
Actividades que resisten mejor el embate de la crisis gracias a las políticas
anticíclicas seguidas de los presupuestos públicos de las distintas administraciones y que muestran un elevado nivel de feminización gracias a las mayores posibilidades que ofrecen para las mujeres los sistemas de acceso a los puestos en
el empleo público, regidos por los principios de igualdad, mérito y capacidad,
frente a la mayor discrecionalidad empresarial que rige en el acceso a puestos
de trabajo en el sector privado.
Pero veamos ahora qué sucede en relación a otro indicador fundamental del
mercado de trabajo, la "Temporalidad".
El sector público ya no ofrece tantas garantías de estabilidad como en el
pasado. Su tasa de temporalidad en la contratación ha crecido continuamente
desde mediados de los noventa, fenómeno que afecta fundamentalmente a las
mujeres. Hay que advertir, sin embargo, que en muchos casos la temporalidad
en el sector público lo es sólo en términos contractuales, pero no en términos
reales, dándose muchos casos de interinos que llevan muchos años cubriendo
una plaza que nunca se saca a concurso.
18
19
Encuesta de Población Activa
Datos para el segmento de edad de 16 a 64 años
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En el sector privado, la temporalidad contractual entre las mujeres ha pasado de afectar al 43,4% de los asalariados en 1996 al 27,4% a principios de 2009,
es decir, se ha reducido 16 puntos porcentuales. Paralelamente, en el sector
público la evolución ha sido la contraria, si en 1996 era del 19,7%, en 2009 se
eleva hasta el 29,5%, superando a la tasa registrada en el sector privado.
Por su lado, los hombres registraban una tasa de temporalidad del 37,4% en
1996 en el sector privado, que se reduce hasta el 24,3% a principios de 2009.
La temporalidad en el sector público también ha mostrado -al igual que entre las
mujeres- una tendencia al alza, aunque mucho menos acentuada. Si en 1996 era
del 13,2% en 2009 se eleva hasta el 18,7%.
El mercado de trabajo español también adolece de una gran segregación
ocupacional en función del sexo y de las connotaciones de género. Segregación
que explica también gran parte de la brecha salarial media que existe entre la
retribución salarial de los hombres y la de las mujeres.
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En el primer trimestre de 2009, según la EPA, el 73,5% de las mujeres se
ocupan en actividades de comercio; hostelería; servicios financieros; actividades
jurídicas y de contabilidad; servicios a edificios y actividades de jardinería; administraciones públicas; educación, sanidad; asistencia a establecimientos residenciales; actividades de servicios sociales sin alojamiento; otros servicios personales (lavandería, peluquería y belleza, pompas fúnebres, actividades de
mantenimiento físico, etc.); y servicio doméstico (denominaciones de la nueva
CNAE-2009), frente al 35,9% de los hombres. Actividades que, en su mayoría,
llevan asociada una retribución media inferior a la que existe en actividades con
fuerte presencia masculina.
Las mujeres tienen, también, un peso preeminente en el empleo a tiempo
parcial. Peso que ha ido aumentando en el tiempo. Si a principios de 1996 el
74,4% de los ocupados a tiempo parcial era mujeres, a principios de 2009 el porcentaje se eleva hasta el 79,3%. En este apartado es, asimismo, importante
resaltar la importancia del trabajo a tiempo parcial "no voluntario" que en 2009
representaba el 40,8% del total.
Otras consideraciones sobre la situación del empleo femenino, evolución
y perspectivas
Una vez hecha la primera aproximación a los efectos más visibles de la crisis
sobre el empleo de hombres y mujeres y vista la caracterización del mercado
laboral en España, debemos considerar otros factores, porque la crisis se extiende progresivamente al conjunto de las actividades productivas, industriales y de
servicios, tanto entre la población asalariada como autónoma, y puede llegar a
afectar al empleo público, aunque bajo formas y efectos diferentes.
La crisis implica un frenazo a la progresión en la incorporación de las mujeres al empleo, echando por la borda las posibilidades de alcanzar los objetivos
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comprometidos en el ámbito de la UE (tasa de actividad y tasa de empleo) para
2010. Conduce a aceptar cualquier tipo de empleo, aunque sea precario, mal
retribuido o en condiciones discriminatorias. Condiciona las prioridades de la
vida laboral individual y colectiva, dirigiéndolas hacia la conservación del empleo
y relegando o postergando la progresión en la calidad del empleo y la eliminación de los factores de discriminación y de los efectos de la misma.
La debilidad del tejido empresarial (volumen de empleo, volumen de negocio,
productividad, competitividad) en muchas actividades de servicios (servicios a
las empresas, servicios a las personas y a la ciudadanía privatizados) y de algunos sectores industriales, se traduce, en periodos de fuerte crisis económica y
financiera, en pérdida del tejido empresarial además de pérdida de empleo, con
lo que las posibilidades de recuperación cuando el ciclo de la economía se
invierta y se inicie un nuevo periodo expansivo estarán mucho más mermadas
que en los sectores económicos potentes. Y en estas actividades más precarias
se concentra el mayor volumen de empleo femenino.
La lenta pero progresiva incorporación de mujeres a sectores fuertemente
masculinizados, como la industria metalúrgica, la construcción o los transportes,
producida durante los años de expansión económica, se frena drásticamente en
coyunturas tan desfavorables para el empleo.
El empleo público, donde el volumen de empleo femenino es muy alto y en
crecimiento, se ha precarizado, como ya se ha indicado, aumentando los niveles
de temporalidad en el pasado ciclo de expansión económica, cuando decrecía la
tasa de temporalidad del empleo privado. Es decir, ya sea por factores directos
o indirectos, la temporalidad en el empleo público ha crecido a la par que lo
hacía el nivel de feminización.
Muchos de los servicios a la ciudadanía y servicios sociales y con ellos, el
empleo femenino en las actividades que conllevan, se han extendido, en este
reciente periodo de expansión económica, por la vía de la privatización de servicios públicos o directamente adjudicados, sin paso previo por la Administración,
a la iniciativa privada, ya sea de empresas o de las denominadas entidades de
interés social (fundaciones, asociaciones, ong´s,…). Empleos generalmente muy
precarios y de baja retribución y con una gran dependencia de los recursos que
las Administraciones Públicas dispongan para concertar, contratar y subvencionar, estas actividades.
Entre los efectos de la crisis económica y, en concreto, la que afecta al sector de la construcción inmobiliaria, y la de las entidades financieras, está teniendo consecuencias muy directas en la disponibilidad de recursos de las
Administraciones Públicas, fundamentalmente en el ámbito local, y de ahí el
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aumento de la morosidad en los pagos de estas Administraciones a terceros.
Aún con ausencia de estadísticas que lo corroboren, no parece descabellado
prever serias dificultades para muchas empresas y entidades que trabajan para
o con las Administraciones Públicas en la prestación de estos servicios.
El crecimiento de la economía sumergida provocado por la crisis económica,
aumenta la explotación de los colectivos más vulnerables del mercado laboral
(inmigrantes, jóvenes, personas mayores) y dentro de estos colectivos, las mujeres siempre tienen una peor situación.
Consideraciones sobre el Real Decreto-Ley 2/2009, de 6 de marzo de medidas urgentes para el mantenimiento del empleo y la protección de las personas desempleadas
Este Real Decreto-Ley, que precedió al Proyecto de Ley que se encuentra en
fase de tramitación parlamentaria, fue objeto de debate en el ámbito del Diálogo
Social entre el Gobierno y las organizaciones empresariales y sindicales más
representativas20, sin que se alcanzase un consenso suficiente para establecer
un Acuerdo en esta materia.
Diferentes fueron las causas alegadas por las organizaciones empresariales
de las manifestadas por las organizaciones sindicales. Entre las esgrimidas por
CEOE, más que por CEPYME, la exigencia de reducir de forma importante las
cotizaciones empresariales a la Seguridad Social (cinco puntos) y una reforma
laboral para establecer un nuevo contrato de trabajo "más flexible", con un coste
de despido improcedente "más barato", con "menos control administrativo" de
los despidos y regulaciones de empleo.
Por parte de las organizaciones sindicales, estando de acuerdo con parte del
contenido, se pusieron objeciones a algunas de las medidas contenidas en el
Real Decreto-Ley.
Más en concreto, desde Comisiones Obreras, las posiciones defendidas
durante el proceso de concertación y, posteriormente, en cuantas reuniones con
Gobierno y grupos parlamentarios se han mantenido en torno al Real DecretoLey y al actual Proyecto de Ley, han incidido en reiterar su total oposición a la
aprobación de las medidas introducidas por los artículos 5 y 6, consistentes en
bonificaciones a la contratación indefinida de trabajadores beneficiarios de la
prestación por desempleo y en incrementar las bonificaciones cuando la contratación indefinida o temporal sea a tiempo parcial.
La oposición a tales medidas, según consta en documentos de la CS de
CCOO, se fundamenta en las siguientes razones:
20
CEOE y CEPYME, por la parte empresarial y CCOO y UGT por la sindical.
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- La bonificación a la contratación indefinida de trabajadores beneficiarios de la prestación por desempleo puede incurrir en inconstitucionalidad
al infringir los principios de igualdad y no discriminación establecidos en el artículo 14 de nuestra Constitución, en tanto que no están dirigidas a la contratación
de grupos específicos de trabajadores con dificultades especiales para acceder
al empleo y, en concreto, a la contratación de desempleados de larga duración.
Esta medida produce el efecto contrario, pues el empresario obtiene mayor
bonificación cuanto mayor sea la prestación que le quede por percibir al trabajador desempleado, por lo que le interesa contratar a los parados con mayor protección, en perjuicio de los más desprotegidos, lo que conlleva en la practica
aumentar la situación de no empleabilidad de los parados de larga duración,
incurriendo la medida en una discriminación indirecta para este colectivo, en
tanto que las bonificaciones establecidas por el artículo 5 del RDL van a poner a
este colectivo en una situación de desventaja en su empleabilidad frente a trabajadores con más prestación sin consumir.
- El incremento de las bonificaciones cuando la contratación indefinida o temporal sea a tiempo parcial, supone una discriminación indirecta para las mujeres
trabajadoras.
Los datos de la Encuesta de Población Activa del INE referidos al cuarto trimestre de 2008 revelan que del total de asalariados, el 12,9% son asalariados
con contrato a tiempo parcial. De este porcentaje, el 82,2% son mujeres, que
declaran que no tienen este contrato de forma voluntaria, sino porque es el que
mayoritariamente se ofrece a mujeres en los sectores feminizados.
Es evidente también que la contratación a tiempo parcial sigue presentando
importantes diferencias, con respecto a la contratación a tiempo completo, en
relación a la protección social, a la garantía de recursos económicos suficientes
y a las posibilidades de desarrollo de la carrera profesional en la empresa. En
consecuencia, en tanto que se incrementan las bonificaciones a estos contratos,
se intensifica su utilización por los empresarios en perjuicio de la incorporación de
las mujeres al mercado laboral en condiciones de igualdad con los hombres, a
quienes se les siguen ofreciendo preferentemente contratos a tiempo completo.
De esta manera, las mujeres que quieran o necesiten trabajar a tiempo completo, se ven abocadas a empleos fraccionados en dos o más contratos a tiempo parcial, con lo que ello conlleva de repercusión negativa en la calidad de vida,
de empleo y de protección social, aspectos todos ellos que difícilmente concuerdan con los objetivos declarados por la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo,
para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en materia de igualdad en el
ámbito laboral y de promoción de la conciliación de la vida personal y laboral.
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Por otro lado, en tanto que el contrato a tiempo parcial se dirige especialmente a las mujeres, se refuerza, en la práctica, el papel de cuidadoras preferentes
del ámbito familiar, lo que supone una regresión especialmente sorprendente a
dos años de la entrada en vigor de la mencionada Ley.
Por estas razones CCOO se opuso a que el Gobierno incluyera estas dos
medidas en el RDL 2/2009 y por las mismas pide su derogación en su tramitación como proyecto de ley.
Las propuestas sindicales ante la crisis económica.
Quiero señalar aquí algunas de las medidas que CCOO considera deben ser
adoptadas, con carácter urgente, para impulsar las políticas de empleo y mejorar la protección social y que también han sido suscritas por la UGT21:
- Ampliar y mejorar la protección por desempleo, incluidos los trabajadores y trabajadoras que carecen de cobertura, reforzando el nivel contributivo
y asistencial de las prestaciones mediante la modificación y flexibilización de los
requisitos de acceso a las mismas; incrementar los periodos de prestación;
suprimir el requisito de responsabilidades familiares para que los menores de 45
años puedan acceder al subsidio por desempleo; ampliar la prórroga del subsidio por dos periodos de seis meses para los mayores de 45 años sin cargas
familiares.
- Adoptar mejoras en la Renta Activa de Inserción, suprimiendo el requisito
de ser mayor de 45 años de edad y reduciendo el periodo de permanencia ininterrumpida durante un mínimo de doce meses.
- Fomentar mejoras en la suficiencia y cobertura de las Rentas Mínimas de
Inserción de competencia autonómica, apoyando y fomentando procesos de
adaptación de las Rentas Mínimas a la emergencia de nuevos perfiles de riesgo
y situaciones de privación económica, ampliando su cobertura y diversificando la
oferta de medidas y servicios complementarios que permitan la construcción de
itinerarios de inclusión social personalizados.
- Mejorar la legislación de los expedientes de regulación de empleo, para
que los planes sociales tengan como contenido exigible por la autoridad laboral
el que incluya protocolos de recolocación y para equiparar el tratamiento fiscal
de los despidos colectivos a los individuales.
- Conseguir una mayor integración de las políticas activas de empleo y reorientar la actuación de los Servicios Públicos de Empleo:
- Es prioritaria la modernización y coordinación de los Servicios Públicos
Documento "Propuestas sindicales para un acuerdo por el empleo y la protección social", de las Confederaciones Sindicales de
CCOO y UGT.
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de Empleo autonómicos para ganar eficacia en la intermediación y recolocación de las personas desempleadas.
- Es necesario mantener un sistema de orientación que permita la construcción de itinerarios profesionales para mejorar la situación de las personas desempleadas y la relación entre oferta y demanda de empleo.
- Debe mejorarse, además, la implicación y coordinación de los Servicios
Públicos de Empleo con otros servicios públicos como los servicios sociales de proximidad y los de apoyo a las familias.
- Plantear un Programa de Empleo y Formación para dar trabajo temporal, como
medio de transferir recursos a las personas que han agotado o no han alcanzado a
los subsidios contributivos o rentas de inserción, a la vez que se realiza un trabajo
productivo y se da formación a los trabajadores y trabajadoras.
- Reformar la legislación concursal: Garantizando los derechos de los trabajadores y trabajadoras a sus créditos salariales y en los procedimientos de modificación, suspensión y extinción de contratos y, en los casos de quiebra con continuidad de la actividad, que los recursos económicos que se hubieran arbitrado
para el mantenimiento de la actividad empresarial, se destinen efectivamente a
esta finalidad o a asumir los compromisos del plan de empleo, en su caso.
Otras propuestas en clave de progreso social y equidad de género
Desde el compromiso sindical y feminista que me lleva a participar en este
Taller del Forum, quiero cerrar mi intervención situando algunas reflexiones y
propuestas.
En primer lugar, señalar que, en este contexto, el diálogo y el consenso social
y político es extremadamente necesario para proyectar y ejecutar las medidas
adecuadas para afrontar la crisis económica (financiera, economía productiva) y
de empleo, de forma que puedan mitigarse los costes sociales que comparta y
sentar las bases para evitar que, en el futuro, se reproduzcan los mismos elementos que la han provocado. Por importantes que sean las diferencias en los
objetivos y en los instrumentos que cada parte defienda, es esencial que prime
la búsqueda de amplios consensos.
Para la población en general y para las personas más afectadas por el drama
de la crisis económica, la credibilidad de la acción política y del diálogo social
está directamente relacionada con la efectividad y eficacia de las medidas que
se adopten.
La credibilidad también se refuerza con el cumplimiento de los compromisos
adquiridos. Desde esta opinión, considero necesario exigir el cumplimiento de
algunos compromisos políticos de gran importancia desde una apuesta por el
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progreso social y la equidad de género, objetivos que están por encima de
coyunturas económicas de cualquier signo y que son intrínsecos a la consecución de un modelo económico, social y político, plenamente democrático.
Por tanto, el Gobierno de la nación y las Administraciones Públicas, en lo que
les compete, deben cumplir sus compromisos en materias tales como:
Incrementar, ya, el permiso de paternidad a cuatro semanas, compromiso
contemplado en la Ley de Igualdad. El permiso de dos semanas ha tenido una
muy buena acogida pero es totalmente insuficiente para potenciar la asunción de
responsabilidades familiares por parte de los hombres y favorecer la eliminación
de obstáculos en la carrera profesional de las mujeres. Las cuatro semanas
implicarán un avance en este objetivo y en el camino hacia la equiparación de
derechos parentales individuales e instranferibles.
Seguir incrementando el Salario Mínimo Interprofesional para situarlo en
800 euros en 2012, comprometido en el Programa electoral socialista de 2008 y
en el programa de investidura del Presidente de Gobierno. Para cumplir este
objetivo los incrementos anuales deberían situarse en torno al 8% y sin embargo, en 2009, el incremento ha sido de tan sólo un 4%. El SMI es la referencia
salarial para varios centenares de miles de personas, en su mayoría mujeres, y
el indicador que puede tirar hacia arriba de los salarios más bajos de cada convenio colectivo. Es un instrumento, también, para incidir en la eliminación de la
brecha salarial de género. En relación a la revalorización del SMI, CCOO y UGT,
a finales de 2007 presentaron al Gobierno una propuesta para que, entre el 2009
y el 2016, el SMI alcance paulatinamente el 60% del salario medio neto, objetivo marcado por la Carta Social Europea. Para ello, el salario mínimo debería crecer anualmente un 8% entre 2009 y 2016. De esta forma, en el escenario inmediato 2009-2012, la propuesta sindical se plantea alcanzar un SMI de 817€.
Garantizar la plena cobertura de plazas de educación infantil de 0 a 3 años,
preferentemente mediante servicios públicos, y dando cumplimiento, como mínimo, a los compromisos establecidos en las políticas de la Unión Europea. La
generación de empleos que este compromiso conlleva, en una actividad fuertemente feminizada, y la incidencia que puede tener en la promoción de la conciliación de la vida personal, familiar y laboral de hombres y mujeres, justifican la
necesidad de ser extremadamente firmes y exigentes con las Administraciones
Públicas responsables del cumplimiento de estos objetivos.
Garantizar la atención a las personas dependientes, mediante la generación
de servicios y empleos de calidad y suficientes, reforzando la profesionalización
del sector de atención y cuidados a las personas, de forma preferente a las prestaciones económicas -que deben ser una excepción y no la norma-; con una ges-
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tión pública ágil y eficaz de todo el proceso de reconocimiento de derechos; de
asignación de servicios y prestaciones; de eficiencia en el seguimiento y evolución de la implantación del Sistema en el conjunto del Estado.
Abordar la integración de los Regímenes Especiales (Empleadas de Hogar
y Agrario) en el Régimen General de la Seguridad Social, como base para la
equiparación progresiva en derechos y obligaciones. La situación laboral y de
protección social de las centenares de miles de mujeres, nacionales y extranjeras, que trabajan como empleadas de hogar, que no puedo por menos que calificar de muy discriminatoria, exige que se acometa, sin más dilación, las negociaciones necesarias para la eliminación del Régimen Especial de S. Social y la
equiparación de los derechos laborales con los del resto de personas asalariadas. Una negociación que, sin duda, será compleja pero no menos justificada e
inaplazable.
Mejorar los sistemas de protección social para ampliar su cobertura e incrementar las prestaciones, especialmente las más bajas, tanto en las situaciones
de desempleo, como en jubilación e invalidez; protección a las personas sin rentas alternativas y, por tanto, en riesgo de exclusión social.
Frente a las presiones de poderes económicos y fácticos, que son muchas,
muy fuertes y constantes, el Gobierno debe sentir la presión de quienes consideramos que se debe avanzar en la senda del progreso social y la equidad de
género.
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7- PENSIONES E IGUALDAD DE GÉNERO
María Pazos Morán22
Instituto de Estudios Fiscales
Introducción
El sistema de pensiones públicas, como el resto del sistema de la Seguridad
Social, fue diseñado en un periodo histórico (en España en la década de los 1960)
en el que la sociedad estaba configurada en torno al tipo de familia sustentador
masculino/esposa dependiente. Las cotizaciones protegían al 'trabajador' cuando
sus ingresos del trabajo cesaban, lo que sucede en caso de enfermedad, desempleo o jubilación. La familia del trabajador (esposa e hijos), que no se suponía
económicamente independiente, se consideraba como objeto (que no sujeto) de
los llamados derechos derivados, esencialmente prestaciones por hijos y por
esposa 'a cargo'. Solamente en caso de muerte del trabajador, la esposa e hijos
se convertían en sujetos de derecho a pensiones de viudedad y orfandad.
Las mujeres se han incorporado al empleo no sumergido; y lo que antes era
'el trabajador' son ahora trabajadores y trabajadoras. La Seguridad Social ha eliminado los sesgos de género explícitos; y hoy las mujeres tienen exactamente los
mismos derechos siempre que tengan exactamente el mismo comportamiento
que los hombres. Quedan solamente algunos rasgos residuales, de los que el
más importante es la desigualdad entre los permisos de maternidad y paternidad
(aún la parte del permiso de maternidad que la Seguridad Social considera para
el cuidado es mucho mayor que el permiso de paternidad). También hay algunas
incorporaciones recientes como, por ejemplo, la prestación de hasta 1.200 €
anuales por hijo menor de 3 años para aquellas madres (y no padres) que trabajen fuera del hogar. En definitiva, aparte de algunas anecdóticas, las diferencias
de trato existentes tienen que ver con la consideración de que los hijos/as son
responsabilidad de las madres más que de los padres.
Pero las mujeres no tienen el mismo comportamiento que los hombres, ni los
hombres el mismo que las mujeres. Este hecho da lugar a varias cuestiones. La
primera, si sería posible que las mujeres se convirtieran mayoritariamente al
modelo de comportamiento actual de los 'trabajadores de toda la vida', centrados
en el trabajo asalariado y apartados de las tareas domésticas. Esta no parece ser
una vía ni posible ni deseable, pues aunque pudiéramos imaginar una sociedad
con servicios públicos de alta calidad, las personas son insustituibles para proporcionar a sus semejantes lo que Esping Andersen llama 'el tiempo de calidad'.
Sería muy triste una sociedad en la que todas las personas se desentendieran del
cuidado al mismo nivel que hoy lo hacen los hombres, pero es que además es
inimaginable. Sin embargo, en el modelo actual, a las mujeres lo que se les ofrece es la disyuntiva entre adoptar el comportamiento masculino, renunciando a su
22
Gracias a la colaboración de Diana Alonso San Alberto.
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vida personal y familiar, o perder derechos sociales por su alejamiento del
empleo, aunque sea temporalmente y/o a tiempo parcial. Y en cualquiera de los
dos casos, no se librarán de verse afectadas por la etiqueta que llevan las mujeres de 'menos disponible para el empleo' y que se traduce en un factor de precariedad (para un mayor desarrollo de este fenómeno, conocido como 'discriminación estadística', ver Thoursie, 2008).
Así pues, la única solución es el reparto equitativo del trabajo doméstico y de
cuidados. Si se quiere que las mujeres se incorporen al empleo de calidad en
igualdad con los hombres, los hombres deben incorporarse al trabajo doméstico
en igualdad con las mujeres. Para ello, además de establecer servicios públicos
adecuados, tendrían que cambiarse tanto la norma de los horarios excesivamente largos y la disponibilidad total de los hombres para el trabajo remunerado;
como el tiempo parcial, las excedencias y otros fenómenos que conforman la consideración del empleo femenino como accesorio.
La segunda cuestión, puesto que la igualdad aún no se ha alcanzado, es qué
penalización sufren las mujeres, en términos de pérdida de derechos sociales,
por su 'desvío' respecto al comportamiento masculino. La tercera, en qué medida
ese desvío es potenciado por el propio sistema que luego les penaliza. La cuarta
cuestión es si se pueden evitar las penalizaciones mientras las vidas laborales de
hombres y mujeres sigan siendo diferentes. Como la respuesta es negativa, la
última y definitiva cuestión, sin la que todas las anteriores resultarían superfluas,
es la de si un modelo de igualdad total es posible y deseable, y en ese caso qué
cambios deben producirse en las políticas públicas para que potencien la igualdad en lugar de la desigualdad. Abordaremos estas preguntas en lo que se refiere al sistema de pensiones de la Seguridad Social, teniendo en cuenta que esta
es solamente una pieza del engranaje social, ni es la única causa del comportamiento diferencial ni tendría el mismo efecto en ausencia de otras circunstancias
y factores. Nos centraremos en las pensiones para las personas mayores de 65
años; particularmente jubilación (contributiva y no contributiva) y viudedad.
2.- Descripción del sistema de pensiones y sus fundamentos: el principio de
equidad y el principio de eficiencia
El Sistema de Pensiones, como toda la actuación del Sector Público, se rige por
los principios de equidad y eficiencia. Es un instrumento crucial de solidaridad
intergeneracional y de aseguramiento de renta a las personas mayores. A la vez,
trata de proporcionar incentivos para que las personas trabajadoras coticen
durante toda su vida laboral, combatiendo así la economía sumergida y los periodos de inactividad. La participación en la economía no sumergida de todas las
personas en edad de trabajar es necesaria para el mantenimiento del sistema
(suficiencia financiera) y para la productividad y competitividad, en definitiva para
la eficiencia del sistema económico.
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Para tener derecho a recibir una pensión contributiva de jubilación es necesario, como regla general, haber alcanzado la edad de 65 años y acreditar un periodo mínimo de cotización, actualmente de 15 años (o el equivalente a 15 años a
jornada completa), de los cuales al menos dos deben estar comprendidos dentro
de los últimos 15. El importe de la pensión es un porcentaje de la cotización media
durante los últimos 15 años (la llamada base reguladora). Dicho porcentaje es
una función creciente del número de años cotizados: desde el 50% si solamente se han cotizado 15 años hasta el 100% si se han cotizado al menos 35 (o los
equivalentes a esos periodos a tiempo completo en el caso de existir periodos a
tiempo parcial).
Existen también los complementos por mínimos para las personas cuya pensión de jubilación, invalidez o viudedad, calculada en base a sus cotizaciones (o
a las de su difunto cónyuge en el caso de la viudedad), no llegue al mínimo legal
establecido cada año. La pensión resultante de este cálculo se complementará
hasta el mínimo legal establecido (por ejemplo, a una persona que haya cotizado
durante 20 años (o el equivalente a este periodo a jornada completa) y cuya base
reguladora sea 700 euros le quedaría, según estos cálculos, una pensión del 65%
de 700 euros, o sea 455 euros al mes, que al estar por debajo de la pensión mínima legal le será complementada hasta dicho importe mínimo, 547€ al mes en
2009). Si existen lagunas de cotización, estas se consideran como si se hubiera
cotizado por la base de cotización mínima durante esos periodos.
Originalmente solo existían las Pensiones Contributivas (PC) de jubilación,
invalidez y viudedad23; y los complementos por mínimos. En 1990 se pusieron en
pie las Pensiones No Contributivas (PNC) para las personas mayores de 65 años
que no han acumulado suficientes cotizaciones para tener derecho a una pensión
de jubilación contributiva (y que no son viudas de personas que sí tienen ciertas
cotizaciones acumuladas). Por ejemplo, en 2009 una persona que no haya acumulado 15 años de cotizaciones se jubilará con una PNC, cuyo importe 'asciende' a 336 euros mensuales.
Las PNC y los complementos por mínimos configuran la parte no contributiva
del sistema de pensiones, destinada a asegurar una renta mínima de subsistencia a las personas mayores. Por ello, tanto las PNC como los complementos por
mínimos se financian con fondos ajenos a la Seguridad Social (impuestos). Por la
misma razón, su percepción está condicionada a la no existencia de otras rentas,
aunque de manera diferente: los complementos por mínimos son incompatibles
con las rentas personales del trabajo (o rentas sustitutivas del trabajo). Las PNC
son incompatibles con todo tipo de rentas, tanto personales como de la unidad
familiar.
23
La pensión de viudedad se califica generalmente contributiva, aunque no está basada en cotizaciones propias.
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Las reglas de cálculo de las pensiones contributivas han ido cambiando en las
últimas décadas, haciendo depender la cuantía de la pensión cada vez más directamente de las cotizaciones y durante un periodo cada vez más largo, para someter las lagunas de cotización (parciales o totales) a una penalización creciente.
Así, el periodo mínimo de cotización necesario para generar el derecho a pensión
de jubilación contributiva ha aumentado progresivamente hasta alcanzar los 15
años actuales. El periodo de cotizaciones que se tiene en cuenta para calcular la
llamada base reguladora ha ido aumentando hasta ser, por ahora, los últimos 15
años cotizados, y la previsión es extenderlo a toda la vida laboral. Por último, el
periodo de cotizaciones necesario para que la pensión alcance el 100% de la
base reguladora también va aumentando, siendo ahora de 35 años cotizados.
Este reforzamiento de la llamada 'contributividad' ha sido consensuado entre
los agentes sociales en los llamados Pactos de Toledo con la finalidad, según
este documento, de hacer el sistema de pensiones más equitativo, sostenible
financieramente y favorecedor de la productividad. La parte contributiva del sistema asegura una pensión conveniente a las personas que han cotizado ininterrumpidamente durante toda su vida adulta, lo que se considera un elemento crucial
para el sostenimiento del sistema y para la lucha contra la economía sumergida.
Las personas que no tengan cotizaciones suficientes tendrán su PNC, que será
sustancialmente menor que el mínimo de la PC.
La lógica es la siguiente: si los huecos no estuvieran penalizados, o si la cuantía de las cotizaciones no modificara esencialmente la pensión, muchas personas no cotizarían durante algunos periodos o lo harían por una cantidad menor
que sus salarios reales. Por otro lado, la parte no contributiva asegura una renta
mínima de subsistencia; pero esa renta, se dice, debe ser esencialmente menor
que la correspondiente a las personas que han cotizado al menos 15 años. De
no ser así, volveríamos a encontrarnos con una situación en la que muchas personas podrían optar por no cotizar ni siquiera ese periodo mínimo.
Excepto por ciertas matizaciones que discutiremos en el próximo apartado, la
lógica general podría parecer impecable. De hecho, lo sería si no fuera porque
este sistema, pretendidamente universal, convive con innumerables incentivos
para que las mujeres casadas, y/o en situación de potenciales cuidadoras, abandonen el empleo (aun temporalmente o a tiempo parcial). Algunos de estos incentivos están contenidos dentro del propio sistema de pensiones, contradiciendo
esa pretendida lógica; otros incentivos se encuentran en diversas políticas públicas ajenas al sistema. Conjuntamente, el resultado es que este sistema aparentemente neutral y universal no se aplica por igual a todas las personas trabajadoras. Por el contrario, las mujeres se ven, por un lado, impulsadas a alejarse del
empleo para/por su mayor dedicación al trabajo doméstico y de cuidados, y por
otro lado penalizadas con la consiguiente disminución de sus pensiones o la total
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exclusión del sistema (Pazos, 2008b). En el siguiente apartado abordaremos esta
realidad.
3.- Situación de hombres y mujeres en el sistema de pensiones
Varios son los elementos de la regulación del sistema de pensiones que contravienen los principios de equidad de género y de eficiencia económica.
Revisaremos aquí los más importantes por su efecto sobre la división del trabajo
y sobre la precariedad y pobreza femenina.
3.1.- Desigualdad de las pensiones no contributivas respecto a las pensiones mínimas de jubilación y viudedad
Sin cuestionarnos ahora la parte contributiva del sistema, destaquemos aquí que
los complementos por mínimos tienen el mismo carácter no contributivo que las
PNC y, como ellas, se financian por impuestos y no por los ingresos de la
Seguridad Social. Si ese trata de asegurar un mínimo de subsistencia digno a
todas las personas mayores que no tengan suficientes recursos para vivir, podemos preguntarnos: ¿hay alguna razón para que ese umbral de subsistencia digno
sea diferente para las personas que han cotizado 15 años y para las personas
que no han llegado a ese periodo? ¿Cuál es la diferencia entre estos dos tipos de
personas? Aquí encontramos el primer elemento que contradice de plano el principio de equidad, pues la parte no contributiva del sistema de pensiones no protege a todas las personas sin rentas por igual.
Si introducimos en la comparación la pensión de viudedad, la contradicción es
aún más evidente. En efecto, a la pregunta anterior podría responderse, siguiendo la lógica descrita en el apartado anterior, con la famosa inecuación [Mínimos
de PC> PNC], que tendría por objetivo incentivar la contribución de todas las personas al menos durante un periodo de 15 años. Pero resulta que las personas
casadas (con 'trabajadores' que cotizan) no se ven afectadas por ese incentivo,
pues tendrán asegurado un mínimo de pensión de viudedad igual al mínimo de
pensión de jubilación aunque no tengan cotizaciones previas. Así que este argumento de eficiencia no parece muy contundente, o al menos estaría aplicándose
de forma incoherente, excluyendo a las mujeres casadas.
En el gráfico 1 se muestra la evolución de las pensiones no contributivas y del
importe mínimo de las pensiones de jubilación contributiva y de viudedad (que es
el mismo). Los mínimos de las PC de jubilación y viudedad son sustancialmente
mayores que las PNC a lo largo de todo el periodo, pero además cada año la
revalorización se establece de tal manera que la distancia aumenta. Así, la renta
mínima digna solamente se asegura a aquellas personas con 15 años cotizados
o que sean viudas de un/a trabajador/a con 500 días de cotizaciones; y en este
último caso solo si el matrimonio estaba en vigor al momento de la muerte del trabajador/a o si la viuda/o detentaba una pensión compensatoria a raíz de su divor-
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cio. El resto de las personas mayores sin rentas se verán condenadas a malvivir
con la PNC, que asciende a 336 euros al mes en 2009 y es incompatible con todo
tipo de rentas personales o familiares. Da la casualidad de que, según los datos
de 2008, las personas perceptoras de PNC son, en un 82,5%, mujeres.
Gráfico 124
* Mínimo legal para personas con 65 años o más y sin cónyuge a cargo
3.-2. Comparación de las pensiones de hombres y mujeres
Analicemos los dos gráficos que se presentan a continuación. El gráfico 2 muestra el número de beneficiarios de pensiones contributivas de jubilación y viudedad
y de pensiones no contributivas de jubilación según el sexo del beneficiario, y el
gráfico 3 el importe medio de dichas pensiones.
Gráfico 2
24
Los 4 gráficos presentados en este artículo han sido elaborados en base a estadísticas publicadas en los Anuarios del Ministerio
de Trabajo y Asuntos Sociales.
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Gráfico 3
* Mínimo legal para personas con 65 años o más y sin cónyuge a cargo
En cuanto a las pensiones medias, resulta evidente que las pensiones contributivas de jubilación son mayores que las de viudedad y mucho mayores que las
no contributivas de jubilación. Los hombres son, en su inmensa mayoría, perceptores de pensiones de jubilación contributiva, con una minoría de viudos (pero
muchos de estos viudos tendrán también su salario o pensión) y una aún más exigua minoría de perceptores de PNC. Entre las mujeres, en cambio, las perceptoras de pensiones contributivas de jubilación son aproximadamente un 50%, y sus
pensiones son mucho más bajas que las de los hombres. La otra mitad de las
mujeres subsiste con pensiones de viudedad o con PNC. Estas últimas no solamente son las más bajas sino que son incompatibles con todo tipo de rentas personales o familiares.
Las desigualdades mostradas en los cuadros anteriores reflejan la aplicación de
las reglas del sistema de pensiones a la desigual situación de ambos sexos en el
empleo y en el ámbito familiar. En estas reglas hay que distinguir dos elementos
determinantes: 1) el periodo mínimo de cotización necesario para tener derecho a
una pensión contributiva de jubilación, y 2) las reglas de cálculo de la pensión.
Las desigualdades salariales se traducen en pensiones contributivas que son,
como media, casi el doble para los hombres que para las mujeres. Muchas mujeres no han cotizado el periodo suficiente para tener derecho a una pensión contributiva propia, o lo han hecho por sueldos tan bajos que su pensión de jubilación
es menor que la que les corresponde por viudedad. Por último, a falta de pensión
propia o derivada del cónyuge, y a falta de ningún otro medio de vida propio y del
entorno familiar, muchas se ven condenadas a arreglárselas con los 336 euros
mensuales a los que asciende el importe de la PNC en 2009.
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3.3.- Evolución de la desigualdad entre pensiones de jubilación contributiva
de hombres y mujeres
El gráfico 4 muestra una evolución comparativa a lo largo de los últimos veinte
años (de 1988 a 2008) de los importes medios de las pensiones contributivas de
jubilación percibidas por hombres y mujeres según tramos de edad, a través de
la ratio:
Importe medio anual de las PC de jubilación percibidas por mujeres
Importe medio anual de las PC de jubilación percibidas por hombres
Gráfico 4
Según indica la fórmula, esta ratio se calcula dividiendo la pensión media de
las mujeres (en un determinado año y grupo de edad) por la correspondiente a
los hombres de ese mismo grupo. Por ejemplo, según se observa en el gráfico,
en 2004 la ratio para el grupo de edad de 60 a 64 años es 0,6. Esto significa que
la pensión media de las mujeres de 60 a 64 años era, en 2004, el 60% de la pensión media de los hombres de esa misma edad.
Vemos que este indicador va decreciendo con el tiempo para todos los grupos
de edad, lo que refleja que la desigualdad entre las pensiones de hombres y
mujeres empeora con el tiempo. Este empeoramiento puede ser consecuencia de
dos factores: por un lado las diferencias entre los salarios; y por otro la influencia
de los cambios en las reglas de cálculo de las pensiones sobre hombres y mujeres. En cuanto a los salarios, es cierto que la relación entre el salario por hora de
mujeres y hombres ha mejorado, pero hay que estudiar cómo ha evolucionado la
relación entre los salarios medios. El empleo a tiempo parcial femenino, en enorme expansión, disminuye el salario medio, y consiguientemente la pensión.
En cuanto a las reglas de cálculo, si relacionamos la evolución del ratio entre
las pensiones medias con los cambios normativos, constatamos lo esperado: el
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refuerzo de la contributividad tiene un reflejo inequívoco en la disminución relativa de las pensiones de las mujeres. Si se aumenta el tiempo cotizado necesario
para que la pensión alcance el 100% de la base reguladora hasta los 35 años,
muchas mujeres se quedarán por debajo. Si se amplía el periodo sobre cuyas
cotizaciones se calcula la pensión (y por tanto el periodo en el que los huecos de
cotización están penalizados), las pensiones de las mujeres disminuirán. Esta
evolución se ha observado también en otros países donde se han hecho cambios
semejantes, como por ejemplo en Suecia.
3.4.- La pensión de viudedad y sus contradicciones
Tienen derecho a la pensión de viudedad las personas cuyo cónyuge actual25, con
el que llevaran casadas al menos un año como regla general, fallezca habiendo
cotizado al menos 500 días en los últimos 5 años (condiciones estas menos exigentes que para el acceso a pensión de jubilación contributiva). La base reguladora (BR) es la media de las cotizaciones de dos años elegidos por la persona
beneficiaria entre los últimos 15 (también esto quiere decir que se penalizan
menos los huecos de cotización, lo que, curiosamente, beneficia a los hombres
viudos). El importe de la pensión es el 52% de la BR, que se incrementa al 70%
en el caso de responsabilidades familiares. Es compatible con todo tipo de rentas
personales y familiares excepto otras pensiones de viudedad. A efecto de los
complementos por mínimos, las reglas aplicables son las mismas que en el caso
de la pensión de jubilación: incompatibles con otras rentas del trabajo (o sustitutivas, tales como prestación por desempleo y pensiones) propias, pero el complemento por mínimos no es incompatible con otras rentas familiares ni con rentas
propias de otra naturaleza, tales como rentas del capital.
Originalmente la pensión de viudedad se concedía a todas las viudas pero
solamente a los viudos que, según la Ley General de Seguridad Social de 1974,
"se encontrarán incapacitados al tiempo de fallecer la esposa causante de la pensión y a cargo de la misma". En 1983 una sentencia del Tribunal Constitucional
consideró discriminatoria esta distinción, y a continuación la pensión de viudedad
se extendió a los hombres en los mismos términos que a las mujeres sin otro tipo
de modificaciones. Como consecuencia, quedó configurada una pensión que, por
un lado, sigue sin responder a la realidad actual y, por otro, acumula rasgos que
no responden a ninguno de los principios por los que se rige el sistema.
Es cierto que en 1983 ya había muchas mujeres ocupadas que no necesitaban la pensión de viudedad más que muchos hombres. De hecho, ya no tenía
sentido una pensión para todas las viudas, cuya consideración de dependientes
por defecto resultaba obsoleta. Pero mucho menos sentido tenía conceder a los
hombres esa misma pensión. Hacerlo generó un gasto público injustificado y creó
una figura que cumplía aún menos la función para la que inicialmente se había
creado: asegurar una renta a personas que carecían de ella26.
Las personas divorciadas solamente tendrán derecho a la pensión de viudedad si tenían pensión compensatoria en el momento
del fallecimiento.
Algunos autores atribuyen a esta extensión a los hombres el que, durante la década siguiente las pensiones de viudedad quedaran prácticamente congeladas a un nivel bajísimo.
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En la nueva configuración social, las personas carentes de rentas ya no son
las viudas en general, sino las personas mayores que carecen de cotizaciones
propias (muchas serán viudas y otras no). Hay que señalar aquí que la pensión
de viudedad no es propiamente una pensión contributiva, ya que no se cotiza por
este concepto (otra cosa es que se calcule en función de las cotizaciones de otra
persona, en este caso el cónyuge difunto). En efecto, todas las personas cotizan
lo mismo, independientemente de su estado civil. ¿Por qué, entonces, las personas casadas originan pensión de viudedad? La respuesta era sencilla, pero ya no
es válida: porque debe atenderse a las personas que quedan desprotegidas (principio de solidaridad). Antes esas personas eran los/as hijos/as y la viuda. Ahora
ya no son las viudas como caso general, y aún menos los viudos.
La pensión de viudedad atenta directamente contra el principio de equidad: no
es una protección ante la carencia de rentas propias (como sí lo son las demás
prestaciones: desempleo, incapacidad temporal, invalidez y jubilación) pues, además de tratarse de otra persona adulta, ni siquiera es incompatible con otras fuentes de ingresos. Así, se da el caso de que las cotizaciones de una persona soltera no le sirvan para su propia pensión (porque no vaya a llegar al mínimo para
tener derecho a pensión de jubilación contributiva) pero estén sirviendo para que
otra se beneficie de una pensión de viudedad junto con cualesquiera que sean
sus otros ingresos (incluidas pensiones). Pobres financiando a ricos, o sea lo contrario de la equidad. Es más, si una persona casada que solamente haya cotizado durante 5 años se muere, dejará una pensión de viudedad a su viudo/a. Pero
si se jubila no tendrá derecho a una pensión propia. Se pueden encontrar muchas
más incoherencias para esta figura que no tiene ya ninguna razón de ser.
La pensión de viudedad no es tampoco una prestación de solidaridad ante
situaciones que originan un aumento del gasto familiar al cual la sociedad debe
contribuir, como el mantenimiento de los hijos/as a través de las prestaciones
familiares o las pensiones de orfandad. Por último, para las personas mayores
carentes de rentas existe la figura de la Pensión No Contributiva.
La pensión de viudedad no solamente es una figura obsoleta desde el punto
de vista de la equidad sino también desde el de eficiencia. Como veremos en el
siguiente apartado, en el escenario de división sexual del trabajo en el que nos
encontramos, esta figura empuja a muchas mujeres casadas a la economía
sumergida, con el consiguiente efecto negativo sobre la Hacienda Pública, sobre
la economía y sobre la vida de las mujeres que se ven impulsadas a permanecer
en situación irregular.
4.- Efectos sobre el mercado de trabajo: factores que potencian la economía
sumergida
Llama la atención en el gráfico 3 que, en el caso de las mujeres, la pensión media
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de viudedad es prácticamente igual a la pensión media de jubilación contributiva.
Por otro lado, los importes mínimos de ambos tipos de pensiones son idénticos.
Esto quiere decir que, para una mujer casada, las cotizaciones de toda una vida
no valen mucho más que su condición de esposa. Así, muchas mujeres permanecen en la economía sumergida, o en el hogar, fiando su futuro a las cotizaciones de su marido.
Por otro lado, el incentivo que proporciona la pensión de jubilación contributiva a las mujeres en general es relativo. Con las reglas actuales de cálculo,
muchas mujeres de salarios bajos y con huecos de cotización se ven reducidas a
la pensión mínima, coticen 15 años o muchos más. Así que no es de extrañar el
caso bastante frecuente de mujeres cuyo objetivo sea llegar a los 15 años de cotización, ya que todo lo demás no les añade ningún beneficio.
Se juntan aquí varios factores: la precariedad del empleo femenino, la carga
de trabajo doméstico, la regulación de las pensiones de viudedad y de jubilación
y, por último, la desgravación por tributación conjunta, que se perdería en caso de
que la mujer tuviera ingresos propios declarados. Eso en cuanto a incentivos
puramente económicos. A estos incentivos se añaden la educación diferencial y
todos los demás elementos que promueven la conformación de roles de género.
Todo ello realimenta la economía sumergida y/o la permanencia de las mujeres
en el hogar. En definitiva, la dependencia económica, la precariedad y la pobreza
femenina.
5.- Resumen y conclusiones: la única solución es la igualdad total
Tal y como está diseñado, y en confluencia con otros mecanismos que fomentan
la división del trabajo, el sistema de pensiones empuja a muchas mujeres a la precariedad durante su vida laboral y a la pobreza durante toda su vida. La mayoría
de las mujeres mayores se sitúan en el importe mínimo que es común a las pensiones de jubilación contributiva y a las de viudedad. Por otro lado, una minoría
importante subsiste con la pensión no contributiva. Ambas cantidades están por
debajo de la línea de pobreza. Así, el primer principio del sistema, que es el de la
equidad, no se cumple porque no proporciona una pensión digna a una parte
importante de la población.
La pensión de viudedad es un factor que potencia la permanencia de las mujeres casadas en la economía sumergida y/o en la situación de dependencia económica de sus maridos. Por otro lado, el sistema no contiene incentivos para que
las mujeres de salarios bajos coticen más allá de los 15 años que les dan acceso a la pensión mínima. Nos encontramos ante una situación que podríamos llamar de exclusión de la mayoría de las mujeres, no solamente de la percepción de
pensiones dignas sino del propio sistema de sustitución de rentas anteriores y de
incentivos a la contribución continuada durante toda la vida laboral. Esto, aparte
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de ser perjudicial para ellas, favorece la permanencia de altas tasas de 'inactividad' femenina. En parte permanencia en el hogar y en parte trabajo irregular no
declarado, toda esa bolsa de inactividad femenina es una componente muy
importante de la economía sumergida, Así, el objetivo de los Pactos de Toledo y
de las reformas de las pensiones, que es precisamente la lucha contra la economía sumergida, no parece alcanzarse sino que, por el contrario, se potencia también desde dentro del propio sistema, contraviniendo el otro principio del sistema
de pensiones que es el de eficiencia.
La división del trabajo está en la raíz del problema. Las mujeres tienen menores salarios y más huecos de cotización, en definitiva distinta trayectoria laboral,
lo que les ocasiona penalizaciones a la hora de la jubilación. Por otro lado las
reglas del sistema retroalimentan esta desigualdad. ¿Cuál es la solución para la
salida de este círculo vicioso? La solución pasa por cuestionarse el paradigma
que excluye de la consideración toda la esfera doméstica, tanto en cuanto al trabajo como a las personas implicadas, que siguen siendo mayoritariamente las
mujeres. Ese 'olvido' hace que todo se distorsione. Reivindiquemos la ampliación
del zoom, pues, para considerar la realidad en su conjunto.
Sin embargo, es importante no caer en otras trampas. Dentro del feminismo,
una postura reivindica que se elimine la 'contributividad', es decir, que las pensiones no dependan de las cotizaciones. Esta postura es comprensible, visto que el
trabajo doméstico no solamente no reporta beneficios a las mujeres sino que les
penaliza. Pero esta postura no es viable, y ni siquiera es razonable. La contributividad tiene una función importante, que se ha explicado en esta ponencia, de
asegurar la suficiencia financiera, luchar contra la economía sumergida y aprovechar eficientemente el capital humano. La realidad, ineludible, es que si las pensiones no dependieran de las cotizaciones muchas personas no cotizarían y el
sistema sería insostenible. Es lógico, pues, pretender que las personas contribuyan en la medida de sus posibilidades, a la vez que es también justo atender a
todas según sus necesidades. El problema no es que esos principios (equidad y
eficiencia) no sean válidos, sino que no se aplican coherentemente.
Por otro lado, y esta es la otra trampa, la trampa de la diferencia, no es posible
compensar a las mujeres por su mayor dedicación al trabajo doméstico. Hay
muchos mecanismos en ese sentido, desde la pensión de viudedad a las 'paguitas'
a cuidadoras o a los reconocimientos de periodos cotizados por excedencias o por
partos, Todas estas versiones de la idea del salario al ama de casa han fracasado,
pues no han compensado a estas mujeres y se han vuelto contra ellas. Como señala Diane Sainsbury, nunca estas migajas podrán llegar a igualar los derechos generados por la inserción en el empleo de calidad. La única solución, pues, es la eliminación de la división del trabajo. Y para ello, hay que orientar todas las políticas al
modelo de sociedad de personas sustentadoras/cuidadoras en igualdad.
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El mayor reto para este cambio estructural es el cambio en el comportamiento masculino. El modelo de comportamiento masculino actual se mantiene a base
de que las mujeres llevan el peso de la atención a la infancia y a la dependencia,
lo que se da a través de dos vías: 1) retirada femenina del empleo (aunque sea
temporalmente y/o a tiempo parcial), lo que redunda en precariedad para las
mujeres, con o sin cargas familiares y 2) trabajo precario y sin los mínimos derechos sociales de las mujeres inmigrantes. Aún así, este modelo lleva a un callejón sin salida debido a la crisis demográfica: una sociedad cada vez más envejecida, con menos niños/as, menos personas en edad de trabajar y cuidar; y más
personas mayores que necesitan cuidados y recursos.
Los ejes de actuación para el cambio de modelo son: 1) políticas para que los
hombres asuman su 50% del trabajo doméstico y de cuidados, y particularmente
los permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles, junto con políticas educativas igualitarias. 2) Universalización de la educación infantil de calidad desde los 0 años y del sistema público de atención a la dependencia. 3)
Horarios más cortos para todas las personas a tiempo completo. 4) Eliminación
de todos los desincentivos a la inclusión de las mujeres en el empleo de calidad
que se encuentran en todo el sistema de impuestos y prestaciones; en particular
los incentivos al tiempo parcial, las excedencias y prestaciones para el cuidado
incompatibles con el empleo, la declaración conjunta y, como hemos visto, la pensión de viudedad. 5) Igualdad en la protección social; con especial atención a la
inclusión de las empleadas de hogar en el Régimen General de la Seguridad
Social y a la equiparación de la PNC con el mínimo general de las pensiones. La
mayoría de estas reivindicaciones se encuentran en el manifiesto Feminismo Ante
la Crisis (www.feminismoantelacrisis.com) que se puede firmar on-line.
La adaptación del sistema de Seguridad Social a la sociedad actual exigiría,
pues, la eliminación la pensión de viudedad, como ya lo han hecho en Suecia
conjuntamente con otras reformas en pro de la igualdad de género. Esta eliminación tendría que hacerse con medidas transitorias adecuadas, de tal manera que
las viudas actuales sin otro tipo de rentas, y las personas mayores de una cierta
edad que ya han sido víctimas de los incentivos adversos, no empeoraran aún
más su situación. Para diseñar una reforma que responda a los principios de equidad y de eficiencia, en primer lugar se debería hacer la pensión de viudedad
incompatible con otro tipo de rentas. En segundo lugar, eliminar el derecho para
los nuevos matrimonios y para las personas por debajo de una cierta edad. Por
otro lado, la pensión no contributiva debería aumentarse hasta un nivel digno, que
podría ser el mínimo actual de las pensiones de viudedad y de jubilación, a la vez
que ese mínimo general se hace incompatible con todo tipo de rentas personales
(que no es el caso de los mínimos actuales). Toda esta reforma haría que el
umbral de vida digno fuera el mismo para todas las personas mayores sin ingresos. Para obtener pensiones por encima de ese nivel, todas las personas se verí-
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an incentivadas a cotizar durante toda su vida, y no solamente los hombres y las
mujeres solteros sin responsabilidad de cuidados..
La equiparación de las PNC al mínimo del resto de las pensiones sería perfectamente posible en un contexto de cambio estructural. Hay que tener en cuenta
que si muchas mujeres se ven atrapadas en el objetivo de cotizar solamente 15
años es porque las reglas del sistema se juntan con otros incentivos adversos y
una gran carga no compartida de trabajo doméstico. Si estas causas se eliminaran, ellas podrían, y tratarían de, cotizar toda la vida como lo hacen ahora los
hombres. Así que no hay ninguna contradicción. Solamente dos últimos comentarios: 1) hay que enfocar las políticas públicas en su conjunto, donde cada una
es una pieza de la maquinaria, y pensar en reformas conjuntas, de otro modo el
puzzle no tiene solución. 2) Hay que pensar que todas las reformas deben ir
acompañadas de las medidas transitorias para que las personas afectadas se
vean atendidas, sin confundir 'ceguera' con 'neutralidad'. Por ejemplo, la eliminación de la pensión de viudedad no afectará negativamente a las viudas que viven
de una de esas pensiones si se toman las medidas transitorias adecuadas en
línea con lo que se defiende en esta ponencia. 3) Para hacer posible el cambio
de modelo, una condición necesaria es que las feministas imaginemos una sociedad donde no haya ninguna diferenciación de roles de género, y sí libertad total
para la diversidad entre personas. En definitiva, una sociedad donde cada persona se comporte como desee sin más límites que el respeto a las demás, sin
encorsetamientos normativos en categorías sociales, sean estas dos (mujeres y
hombres) o más (incluyendo transgéneros). El objetivo del feminismo en el siglo
XXI es la eliminación de la diferencia sexual para permitir que florezca la libertad
individual y las relaciones libres entre las personas.
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8- LA REFORMA DEL RÉGIMEN DE EMPLEADAS DE HOGAR
Isabel Otxoa Crespo
Plataforma estatal de Asociaciones de Trabajadoras de Hogar
La mayor parte de la demanda actual de empleo doméstico está firmemente vinculada a cuestiones que el feminismo denuncia: ausencia de los hombres del trabajo reproductivo, no armonización de los tiempos de trabajo de fuera y de dentro, y falta de servicios de cuidado. La protección legal del trabajo doméstico asalariado está lejos de los estándares que se consideran mínimos en el resto de los
trabajos, lo que no sería posible de no tratarse de una actividad que desarrollan
mujeres realizando tareas propias de tales. Esto no es una frase hecha.
La condición laboral del empleo doméstico permanece inmutable desde el año
1985, y el régimen especial de seguridad social no ha tenido cambios importantes desde 1969. En septiembre de 2007, el Ministerio de Trabajo trasladó a la
mesa del diálogo social un borrador de reforma de ambas normas, que no ha salido adelante. En Enero de 2008, CEOE y CCOO coincidieron en señalar que una
reforma tan profunda requería más estudio y CCOO dijo que la propuesta no estaba tan madura como para poder tomar decisiones. Considerando el panorama
económico del primer semestre de 2009, no parece cercano ningún cambio que
incremente los costos del trabajo doméstico asalariado, ni para la parte empleadora ni para el sistema de Seguridad Social.
Las fuentes estadísticas oficiales no dan datos fiables sobre el sector. La
Encuesta de Población Activa del INE, en el primer trimestre del 2009 da que un
9,1% de las mujeres ocupadas lo está en la rama de hogares que emplean personal doméstico, que hay un total de 711.000 hogares contratantes y que el 92%
de las personas contratadas son mujeres. La cifras tienen el problema de que la
Clasificación Nacional de Actividades Económicas habla de hogares que emplean, y al haber mucho trabajo a tiempo parcial, dos hogares que declaran contratar empleo doméstico podrían estar refiriéndose a la misma trabajadora. Añádase
a esto el fenómeno contrario: la enorme proporción de quienes trabajan en la economía sumergida, algo que no ha comenzado, ni mucho menos, con la inmigración. Los datos muestran también el impacto de la crisis en el sector: en el primer
trimestre de 2009 hay unos 50.000 hogares contratantes menos que el mismo
periodo del año anterior. En Mayo de 2009, las personas de alta en la Seguridad
Social del empleo doméstico han rondado las 290.000, de ellas el 60% son
extranjeras. Los empleadores no dan de alta aproximadamente a un tercio de las
internas (tampoco lo pueden hacer si son inmigrantes sin papeles) y a la mitad de
las externas. A éstas habría que sumar las pluriempleadas, que legalmente deberían pagar ellas mismas toda la cuota de Seguridad Social, y frecuentemente sólo
gestionan su alta si son inmigrantes y precisan renovar el permiso de trabajo.
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El empleo doméstico está en la economía sumergida debido a la manera de
actuar de ambas partes, empleadores y trabajadoras, pero las políticas públicas
ofrecen el marco legal que propicia que eso sea así, con normas que ocultan,
ignoran y discriminan la actividad. Nada más cínico que lamentarse de que se
mantenga en la economía sumergida; creo que sólo interesa que aflore parcialmente.
Para empezar por arriba, las instituciones de la Unión Europea, tan alerta en
relación con posibles discriminaciones directas, indirectas, explícitas y ocultas por
razón de género, hacen con las trabajadoras domésticas una excepción. Normas
comunitarias como la Directiva marco de salud laboral, la de la obligación del
empresario de informar por escrito al trabajador sobre las condiciones aplicables
a su contrato, o la de ordenación del tiempo de trabajo, excluyen de su ámbito de
aplicación el empleo doméstico. La UE también deja esta actividad fuera de las
fuentes estadísticas que permitirían conocer la situación, como las encuestas de
coste laboral, tiempo de trabajo, y estructura salarial, ó el Sistema comunitario de
información sobre los accidentes domésticos y de ocio, que excluye los que se
producen en el marco de la vivienda por motivos laborales.
La colocación de las trabajadoras domésticas no se asume por los Servicios
Públicos de Empleo, para ello haría falta una postura activa de la Administración.
Ni los empleadores se dirigen al INEM, ni las trabajadoras lo hacen, porque saben
que la vía para conseguir trabajo son las agencias privadas con fin de lucro, que
intermedian ilegalmente, sin autorización administrativa. La consecuencia de la
intervención privada lucrativa, no sujeta a ningún control, es la selección de las
trabajadoras en función de su nacionalidad, la edad y el historial de buenos informes emitidos por los anteriores empleadores. Los informes pueden no ser buenos por hechos como haber reclamado una liquidación apropiada o la indemnización por cese. Las agencias -que naturalmente intentan que lleguen a buen fin el
máximo número de contactos, es de donde obtienen su beneficio- intermedian en
contrataciones que no cumplen los mínimos legales, de jornada, descansos y alta
en la seguridad social, y alguna llega a cobrar una comisión mensual sobre el
salario de la trabajadora.
El Decreto de 1985 que regula la actividad, deja la mayor parte de las condiciones en la ambigüedad, con lo que la protección es mínima. El contrato escrito
no es obligatorio salvo que lo exija la trabajadora, lo que no es fácil. Como consecuencia, antigüedad, jornada y salario pactados quedan carentes de prueba
escrita. Además, casi nunca hay pago documentado del salario, se cobra en
mano.
La jornada laboral es de 40 horas semanales de trabajo efectivo, pero se
puede imponer un tiempo de presencia no retribuido, que puede llegar a otras 8
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diarias en el trabajo interno y 6 horas en el externo; el descanso nocturno es de
8 horas para las internas y 10 horas para las externas; el horario se establece
libremente por la parte empleadora; y el descanso semanal es 24 horas continuadas y otras 12 a convenir. En teoría las internas deben tener dos horas diarias
para las comidas. Los tribunales han hecho una interpretación amplísima de lo
que es tiempo de presencia, que incluye la atención a personas dentro del domicilio. Según esto, estaría dentro de la legalidad la situación frecuente de la interna sujeta a tareas de cuidado de una o más personas dependientes desde las 8
de la mañana a 12 de la noche, sin tiempo para salir por su cuenta de la casa ningún día laborable, descansando 36 horas continuadas semanales (que no es lo
mismo que librar una tarde y el día siguiente enteros).
El salario mensual es el mínimo interprofesional (este año, 624 euros al mes),
al que se le puede descontar hasta un 45% por alojamiento y manutención sin
concretar porcentajes por cada prestación; dos medias pagas anuales, con lo que
en realidad se establece un salario anual inferior al mínimo. De tal modo que está
todavía por encima de la legalidad el sueldo de 500 € mensuales de la inmigrante que, con la jornada antes descrita, acepta el empleo que se le ofrece porque
necesita alojamiento.
Las condiciones legales mínimas son insoportables, y por supuesto muchas
trabajadoras tienen mejor situación. Funciona la ley de oferta y demanda, pero se
suponía que las normas del trabajo se inventaron para no dejar a la gente a merced del mercado. En el último año y con la crisis, en Bizkaia han bajado casi a la
mitad los precios del trabajo interno de cuidado en fin de semana, actividad que
con el Decreto en la mano no está claro cómo debe cobrarse.
Según un estudio de Emakunde cerrado a julio del 2005, que se puede ver en
detalle en la página web de la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia
(www. ath-ele.com), sólo un 18% de las trabajadoras estaba contratada exclusivamente para realizar tareas domésticas. Todas las demás se dedicaban a cuidar
en mayor o menor medida. El 86% de las internas trabajaban más de 10 horas
diarias, el 53% descansaban por la noche menos de 8 horas; y el 55% no podían
salir de casa si no era su día libre. Respecto a las externas, el 26% trabajaban
siempre más de 40 horas semanales, y según la jornada se alargaba, menor era
el porcentaje de quienes recibía el salario mínimo en relación con las horas trabajadas.
El despido es libre, se llama desestimiento, con una indemnización de 7 días
por año y una obligación de preaviso entre 7 y 20 días, dependiendo de la antigüedad y sustituible por el abono del salario de esos días. El desestimiento suele
llegar rápidamente en las bajas de enfermedad, y también en el embarazo. El
despido por embarazo, que en una relación laboral ordinaria sería un cese nulo,
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aquí no está claro que consecuencias debe tener. En un caso se condenó a
indemnizar con 20 días por año el despido de una trabajadora doméstica embarazada; en otro, un juez condenó a la readmisión, pero posteriormente, un tribunal superior revocó la obligación de readmitir, condenando al pago de una indemnización de 45 días por año. No explico todo esto para defender que la readmisión sea la mejor solución dadas las características de la relación, sino para poner
de relieve la dejación por parte de quien tiene que legislar: las consecuencias del
despido por embarazo no están claramente fijadas en la norma que regula un
sector en el que prácticamente sólo trabajan mujeres.
El Régimen Especial de Seguridad Social es de 1969. Obliga a los empleadores a asegurar a partir de las 20 horas semanales, pagando la misma cuota que
si contratasen 40 horas, salvo si la trabajadora está en más de un domicilio, en
cuyo caso tiene que pagarse ella la cuota entera. Hasta las 20 horas, por tanto,
ninguna obligación de cotizar para los empleadores, y si hay pluriempleo, tampoco. A partir de las 20, una cuota de Seguridad Social que puede resultar desproporcionadamente alta en relación con un salario que corresponde a pocas horas.
En las ausencias por enfermedad, accidente -nunca se considera laboral- y
maternidad, la obligación de cotizar pasa a ser de la trabajadora desde el mes
siguiente al de iniciarse la baja, y en el mes del alta también. La maternidad se
cobra desde el inicio, pero en el resto de las bajas no se cobra durante los 28 primeros días. No se reconoce la existencia del accidente de trabajo, independientemente de que se produzcan lesiones con ocasión del desempeño de las tareas
contratadas.
La base de cotización es única, la mínima del sistema, independientemente de
la cuantía del salario, así que aquellas que trabajando muchas horas semanales
obtienen salarios en torno a los 1.000 €, cotizan por menos. Y algunas otras diferencias a peor con el Régimen General.
En relación a la Seguridad Social de internas y externas, según el estudio de
Emakunde, el 67% de de los empleadores incumplía la obligación de dar de alta.
En el caso de la inmigrantes que no estaban de alta, el 96% no podía estarlo por
falta de papeles. El Régimen de Seguridad Social del Servicio Doméstico ha mantenido unas características que no lo hacen deseable para la mayoría. En la
encuesta de Emakunde, de las externas autóctonas a las que se les preguntaba el
motivo por el que sus empleadores no les habían dado de alta, el 40% respondía
"no me compensa" y el otro 16 % decía que ninguna de las dos partes lo quería.
¿Cómo es posible que la Seguridad Social no les compense?, se explica por la
pobreza de las prestaciones y porque las casadas fían su subsistencia futura a la
pensión de viudedad. La individualización de las prestaciones de seguridad social
hubiese puesto ya sobre el tapete la necesidad de cambiar el Régimen de Hogar.
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El Pacto de Toledo, aprobado por el parlamento español en 1995, abrió un proceso para suprimir gradualmente todos los regímenes especiales (entre ellos el
de Hogar), dejando al final sólo dos: autónomos y general, el de quienes trabajan
por cuenta ajena. Hasta culminar el objetivo, se ordenaba ir equiparando las prestaciones de todos, y también reforzar la contributividad del sistema. De entonces
acá la mesa del diálogo social (patronal, gobierno, CCOO y UGT) ha ido desarrollando las previsiones del Pacto de Toledo, con dos grandes acuerdos sobre
seguridad social en los años 1996 y 2001, y algún otro de menor entidad. El
acuerdo parlamentario se renovó en 2003. En todo el periodo se han hecho grandes avances en la confluencia de los demás regímenes, y por ejemplo, los autónomos tienen reconocido el accidente laboral desde hace años. Por fin, en el
Acuerdo de julio de 2006 sobre medidas de Seguridad Social (gobierno, patronal
y sindicatos estatales) se acordó estudiar la mejora laboral y de seguridad social
del sector. Hasta hoy.
Insisto en que esta situación, toda ella, ha sido posible durante décadas porque el empleo doméstico ha sido siempre un trabajo de mujeres. Pobres.
Dependientes de sus maridos. El que haya pervivido un sector con salarios que
no cubren ni la propia subsistencia, en régimen de tiempo parcial generalizado,
sin seguridad social… ha sido posible por el filón del que se extraían la mayoría
de las trabajadoras: esposas que entraban y salían del mercado laboral a golpe
de situación familiar, y también al compás de la situación laboral de sus maridos.
Las únicas que conozco con 35 años de cotización, son las internas solteras.
La inmigración ha cambiado el panorama que describo, y se nota. Ya no son
mujeres dependientes, sino al contrario, el sostén de sus familias. Ya no pueden permitirse pasar sin cobrar los 28 primeros días de la baja, porque viven al día; cuando
les despiden, necesitan una indemnización que les cubra el tiempo de tránsito a otro
empleo. La falta de papeles en este sector, se vive de otra manera que en otros. La
parte empleadora sabe que no se le va a investigar ni a sancionar. Así que decenas
de miles trabajan años sin papeles, y cuando por fin los consiguen les hemos robado -como sociedad- unos cuantos años de cotización a la Seguridad Social, legalmente imposible antes de tener la autorización administrativa de trabajo.
El papel de las trabajadoras domésticas se ignora hasta que aparece algún
dato de que su existencia corre peligro. En el año 2008, la CEOE se ha opuesto
a la reforma, "por el peligro que supondría para las amas de casa, incorporadas
profesionalmente, el no poder pagar a la empleada que atiende sus labores
domésticas; el Gobierno iría en contra de la permanencia de la mujer en el mercado de trabajo."
El discurso sobre "sus" labores es sexista, pero da en el clavo. Las trabajadoras domésticas cubren todas las grietas de un sistema social que se apoya en la
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familia para cubrir las necesidades reproductivas, y que además se ha ido construyendo bajo el supuesto de que siempre habría una mujer para atender esa
área. Las grietas se agrandan en un periodo en el que las necesidades de cuidado son mayores que nunca (menor independencia de las criaturas, mayor cantidad de situaciones de dependencia en la edad adulta…), y cada vez más mujeres aspiran a un trabajo remunerado. Este tema debería llevar a un nuevo reparto de tareas entre mujeres y hombres, replanteamiento de los servicios sociales,
el diseño de los espacios urbanos, el tiempo del empleo… en fin, muy largo y
complejo. Por el momento, se está planteando -sin prisa, como vemos- retocar el
régimen del empleo doméstico, pero no tanto como para hacerlo inaccesible a los
empleadores, y sin que suponga tampoco una carga para el sistema de protección social (por ejemplo, el proyecto del Gobierno prevé dejar en quince días el
periodo sin cobro de la baja, y para este limitado objetivo da un plazo de siete
años).
En el marco de la Ley de Dependencia, a los gestores públicos les interesa la
pervivencia del empleo doméstico. Los servicios de la Ley, la asistencia domiciliaria, los centros de día, las residencias… son en unos casos muy insuficientes
y en otros caros, sin olvidar el tiempo que pasa desde la solicitud de prestaciones
hasta que el plan individualizado de atención se hace efectivo. Las horas de atención mensual que se reconocen en el Servicio de Ayuda a Domicilio de la ley de
dependencia son las menos, como máximo 90 en la gran dependencia de grado
máximo, pero es mucho más frecuente que incluso en los casos más graves ronden las 70 horas al mes, y además se presten sólo de lunes a viernes.
Estas horas son el complemento del grueso de la atención, a cargo de parientes, voluntariado, o trabajo pagado. La Ley da la posibilidad de recibir prestaciones económicas en lugar de servicios. Una de ellas, es la de cuidado por parte de
un familiar (entre 300 y 519,13 €, según grado de dependencia, y convenio especial con la seguridad social si no se tiene ya protección por otra vía); y la otra, la
prestación económica vinculada al cuidado ( de 623,60 a 831,47 €, según dependencia). El movimiento feminista criticó tanto una como otra, porque la primera
reforzaba el papel de las mujeres como cuidadoras, y la segunda ofrecía dinero
en vez de servicios.
Pues bien, esta crítica se quedó corta, ya que la fórmula del pago al cuidado
familiar, que se presentaba como excepcional, se ha convertido en la prestación
que se otorga en casi una tercera parte de los casos, destacando Navarra (un
57%) y Galicia (un 40%). En la prestación económica de cuidados en el entorno
familiar, no se exige ningún tipo de disponibilidad para hacerse cargo personalmente del cuidado, y se está pagando cuando hay hijas e hijos que tienen una jornada laboral a tiempo completo. En esos casos, el dinero se utiliza como ayuda
para contratar empleo doméstico. Sólo que al no tratarse oficialmente de una
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prestación para pagar un servicio -a diferencia de lo que pasaría con la prestación
económica vinculada al cuidado- la Administración no controla las condiciones
laborales en que se da, y ni siquiera que exista alta en la Seguridad Social.
El borrador que presentó el Gobierno en 2007 tenía avances en la equiparación del Régimen de Hogar con el General, pero dada la paralización del tema,
es más interesante comentar algún movimiento que parece ir en sentido diferente que el anunciado. El 9 de septiembre de 2008 se publicó en el BOE el Decreto
que regula el perfil profesional de atención sociosanitaria a personas en su domicilio, con unas tareas que hoy día realizan las trabajadoras domésticas que atienden personas en situación de dependencia. El entorno profesional que se define
la actividad sólo da dos opciones para quienes cuidan a domicilio: el trabajo vía
empresas o cooperativas de servicios, o el trabajo autónomo. No menciona como
posibilidad lo que hoy es una realidad: el contrato en régimen laboral realizado
directamente por la persona usuaria, lo que en la actualidad trae consigo un alta
en el Régimen de Hogar, y en el futuro, una vez desaparecido el Régimen debería suponer un alta en el Régimen General.
El pasar la actividad al Régimen de Autónomos dejaría la obligación de contribuir a la Seguridad Social en manos de la trabajadora, pagando una cuota mensual que hoy día sería unos 100 € superior. Además, la cuota de Autónomos
(como hoy la de Hogar) no se fracciona porque se trabaje a tiempo parcial, se
paga entera. Haría falta que se aclare la cuestión, por el momento la Diputación
de Bizkaia exije a las personas que cobran la prestación de asistencia personal
de la Ley de Dependencia, que acrediten que quien les atiende está de alta en el
Régimen de Autónomos. ¿Por qué esto?
Reformar el régimen del empleo doméstico fijando jornadas de trabajo normales, salarios dignos, seguridad social desde la primera hora de trabajo... no está
al alcance de muchos empleadores de hoy, que no tendrían capacidad económica para cumplir con la ley. Cierto. Pero empujar en esa dirección, sin dar por
bueno que nuestra sociedad necesite esclavizar a nadie para poder funcionar,
obligaría a revisar la organización del área reproductiva. Por eso es un objetivo
de muchísimo interés feminista.
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9.- LEY DE DEPENDENCIA Y GÉNERO
Carmen Mestre Vergara
Vocal Asesora. Dirección General del IMSERSO
Muchas gracias al Forum de Política Feminista por permitir al Imserso, como institución estatal responsable y promotora de las políticas para personas mayores
y personas con discapacidad, comentar algunos aspectos de la Ley de Promoción
de la Autonomía y Atención a la Dependencia.
Quisiera hacer un breve resumen de los aspectos más relevantes de dicha
Ley para enmarcar su incidencia en la búsqueda de la igualdad entre personas
de distinto sexo y género.
Aspectos generales de la ley
Antes de hablar explícitamente de la Ley hay que tener en cuenta que la búsqueda y ejercicio de la autonomía es esencial en y para el desarrollo de la persona.
De ahí que su protección deba de ser considerada como un derecho de ciudadanía necesitado de políticas públicas que lo garanticen. Estas políticas públicas se
traducen, como en el caso de la sanidad o la educación, en el compromiso de las
instituciones públicas de buscar respuestas adecuadas a las demandas de los
ciudadanos y ciudadanas que forman el colectivo diana.
En concreto, la ley pretende promover la autonomía de aquellas personas que
por sus condiciones específicas pueden perderla o verla disminuida y atender a
aquellas personas que la ley define como dependientes. Es decir aquellas personas con carencias o limitaciones en su autonomía, lo que se traduce en no poder
realizar por sí mismas determinadas actividades básicas de la vida cotidiana. Y al
convertir la atención a la dependencia en un derecho de ciudadanía, el Estado
debe de garantizar que se ejerce en igualdad de condiciones en todo el territorio,
cuestión a la que obedece la existencia de un único criterio de valoración de las
circunstancias personales que dan lugar al reconocimiento de dicho derecho.
Baremo de valoración de la dependencia
Este criterio de valoración, el baremo, considera las actividades de la vida diaria
que la persona solicitante no puede o tiene dificultad para llevar a cabo. Así
mismo se define el grado de dicha dificultad, estableciendo tres grados de dependencia y cada uno de ellos con dos niveles.
La implantación de la ley está sujeta a un calendario que marca un proceso de
aplicación paulatino a partir del mayor grado y nivel de dependencia, quedando
totalmente concluido el año 2015.
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Se establecen un conjunto de servicios, de acuerdo con las necesidades de
cada persona, así como prestaciones económicas para distintas situaciones: en
caso de que no pueda ofrecerse el servicio público adecuado en momento y lugar,
en el caso de que la persona necesite un asistente personal para realizar alguna
de sus actividades, especialmente las ligadas a la movilidad y en el caso de aquellas personas que prefieren ser atendidas en el entorno familiar. Este último tipo
de prestaciones es el que ha sido solicitado mayoritariamente y el que exige de
una reflexión específica.
Financiación
La financiación de la aplicación de esta ley es uno de los aspectos clave para su
desarrollo efectivo. Las cifras de coste estimadas en el Libro Blanco que dio lugar
a la misma, han sido superadas, al serlo previamente el número de solicitantes
reconocidos en situación de dependencia que se había previsto. A ello hay que
añadir el entramado institucional público que dicha ley supone al necesitar de la
cooperación de las Comunidades Autónomas, responsables de los servicios
sociales en sus territorios, de la Administración General del Estado y de los Entes
Locales. La competencia exclusiva en servicios sociales de las Comunidades
Autónomas ha generado, con el tiempo, desarrollos normativos distintos, lo que
hace más compleja esta cooperación. Además hay que añadir, los distintos niveles de participación del sector privado, con fines de lucro y sin fines de lucro, con
características jurídicas muy variadas.
En cuanto a la financiación pública específica prevista en la ley existen tres
niveles: el mínimo garantizado por el Estado, el acordado, un 50% financiado por
la AGE y el otro 50% por la Comunidad Autónoma y, finalmente, el adicional,
potestativo de la Comunidad Autónoma. Dicha financiación no supone la totalidad
del coste que se genera con la ley, ya que, por ejemplo, no está incluida la financiación que se canaliza gracias a los Ayuntamientos. Y, lo que es más importante,
al incidir en una actividad competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas,
no indica nada acerca de los recursos que éstas ponen o deben poner a disposición de los servicios y prestaciones de las personas dependientes.
El nivel mínimo que debe financiar la AGE está relacionado con el número de
personas que están siendo atendidas y su grado y nivel de dependencia y el
acordado además tiene en cuenta criterios relacionados con la población y características del territorio. Para encuadrar correctamente lo que implica esta ley
desde el punto de vista financiero hay que tener en cuenta que en el año 2008 el
valor total del nivel mínimo y el nivel acordado financiado por la AGE ha sido de
782 millones de €, a los que hay que añadir el coste de la seguridad social del
los cuidadores en el entorno familiar, que más tarde comentaré. Para el año 2009
el Presupuesto prevé una dotación de 1.159 millones de euros para el total de
obligaciones de la AGE y está prevista una ampliación de crédito.
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Personas beneficiarias
En cuanto al número de personas que han solicitado acogerse a la ley desde el
inicio de la misma, al comenzar el mes de mayo de este año era 932.010. De
ellas 649.056 ya habían sido valoradas positivamente de acuerdo con el baremo, mientras que otras 182.247 que también han sido valoradas no fueron consideradas dependientes de acuerdo con la norma. Quedan por lo tanto 100.707
personas en la fecha citada pendientes de recibir la visita de los valoradores.
Estas cifras incluyen aquellas personas que hayan fallecido en estos dos años
de vigencia de la ley.
Aunque son datos que pueden ser consultados en la web del Imserso, merece la pena tener en cuenta las diferencias que se observan en las situaciones de
partida y en la respuesta administrativa entre las distintas Comunidades
Autónomas. Es previsible que en el futuro estas diferencias sean solamente el
resultado de las diferencias demográficas y que las derivadas de las distintas
capacidades provisión de servicios vaya atenuándose.
Los retos de la aplicación de la ley
Ya ha pasado suficiente tiempo desde el inicio de la aplicación de la ley para formular algunos retos que deben superarse con objeto de que resulte una norma
eficaz en cuanto al cumplimiento de sus objetivos.
En primer lugar, hay que lograr que se cumplan los plazos regulados en cuanto al período previsto desde que se realiza la solicitud por parte de las personas
dependientes o sus representantes hasta que se resuelve el expediente. Aunque
es verdad que se están reduciendo los plazos de respuesta hay que tener en
cuenta que dichos plazos son muy distintos según los territorios y que su reducción todavía camina muy lentamente.
En segundo lugar, la financiación necesaria debe contar con recursos suficientes, no sólo desde el punto de vista de las peticiones ya abordadas sino desde el
punto de vista de los servicios que deben ponerse a disposición de las personas
demandantes, aún escasos en muchos ámbitos. Es verdad que hay una parte
muy importante de la población con problemas de dependencia que prefieren el
domicilio familiar y, por lo tanto, recibir la prestación económica correspondiente.
Pero un fuerte aumento de las plazas en centros de día y residencias es una
necesidad sentida en muchos territorios.
Y en tercer lugar, debe avanzarse con rapidez en el proceso hacia la igualdad
de derechos de toda la ciudadanía a la que se dirige la ley, esté en el territorio
que esté y sea cual sea la dificultad con la que afronta su autonomía. En este sentido, la homologación de determinados servicios o de la intensidad en que se ofrecen son cuestiones que deben ser abordadas.
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Aparte queda la cuestión de la cooperación entre administraciones distintas,
con modelos distintos y presupuestos también distintos. En este sentido no puede
obviarse la dificultad que supone esta ley al no existir experiencias anteriores de
esta cooperación, con lo que a la vez que se va aplicando la norma se genera una
vía de funcionamiento de las administraciones públicas de nuestro país sumamente compleja, aunque imprescindible y positiva.
Pero, con todas las lagunas y dificultades que se quiera, la existencia de la
ley ha resultado enormemente positiva para que las políticas públicas relativas
a servicios sociales reciban un empujón importante, permitiendo una aproximación más rápida a la situación de los países europeos más desarrollados.
El empleo generado
Cuando se inició el estudio que daría lugar a la ley se habló mucho de la importancia del empleo que se generaría, en especial para las mujeres, con presencia mayoritaria en las actividades de servicios sociales y sanitarios. A modo de
encuadre de la importancia de este tema para el total de empleo femenino baste
decir que en el año 2008 había 186.500 mujeres ocupadas en la actividad
"Asistencia en establecimientos residenciales" y 132.400 en "Servicios sociales
sin alojamiento", mientras que las mismas magnitudes para los hombres eran
28.900 y 22.500. Es decir el empleo masculino no alcanza el 17% del femenino. Aparte habría que tener en cuenta aquellas actividades clasificadas como
sanitarias con componente social (de acuerdo con la EPA).
El empleo derivado de la aplicación de la ley puede afectar a las personas
necesarias para atender una mayor dimensión de los servicios que ya se ofrecían, personas para los nuevos servicios que se creen y personas ligadas al
entorno familiar de las personas dependientes que reciben una formación que
posteriormente puede ser reconocida como formación profesional y que como
trabajadoras son dadas de alta en el Régimen General de la Seguridad Social,
mediante la firma de un convenio especial.
No existen cifras del empleo mantenido o apoyado por la implantación de la
ley, pero sabemos que la Tesorería General de la Seguridad Social desde abril
de 2007 hasta diciembre de 2008 ha incrementado la afilicación al Régimen
General de la actividad de Servicios Sociales en 74.177 personas. De ellas un
40% corresponde a cuidadores no profesionales. A esta cifra hay que añadir
las personas encuadradas en el Régimen Especial de Trabajadores
Autónomos y las personas que realizan las labores de gestión y de valoración
de los grados y niveles de dependencia, que a finales del año 2008 son más
de 5000. En este caso se trata de un empleo que exige como mínimo un nivel
medio de formación.
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En resumen, cabe decir que el nuevo empleo directo derivado de la aplicación
de la ley era de alrededor de las 85.000 personas a finales del año pasado,
teniendo en cuenta todos los afiliados a cualquiera de los regímenes de seguridad social antes citados.
Sin duda se trata de cifras muy inferiores a las inicialmente previstas, lo que
en parte se debe a la lentitud con que se ha aplicado la ley en determinados
territorios. Así mismo puede haber incidido el hecho de no haber inicialmente
requisitos en cuanto a la calidad de los servicios que necesariamente suponen
unos ratios determinados de personal por persona beneficiaria. Cuando las
normas de calidad ahora reguladas se implanten adecuadamente se podrá
notar un cierto aumento de las necesidades de personal en los servicios, especialmente los residenciales.
Además, el desarrollo de otros servicios que no exigen una gran inversión
inicial, como es el caso del Servicio de Ayuda a Domicilio, va a suponer para los
niveles más bajos de dependencia que son los que entran en los próximos años
a beneficiarse de la ley, un salto importante en cuanto a empleo se refiere. Y en
este caso, también de empleo indirecto, como el de catering o servicios de limpieza.
¿Empleo en el entorno familiar?
Mención aparte merece la cuestión de las personas cuidadoras en el entorno
familiar. Tampoco en este caso hay una cifra exacta del total de las mismas.
Como aproximación hay que considerar el total de prestaciones económicas
derivadas de este servicio. Aproximadamente son el triple de las personas dadas
de alta en la Tesorería como cuidadoras informales y que, como he dicho antes,
están incorporadas al Régimen General, no al Régimen Especial de Empleados
de Hogar.
La desproporción entre personas de alta y número de prestaciones se debe,
sobre todo, al hecho de que para suscribir el Convenio Especial con la Tesorería
General de la Seguridad social no se puede ser jubilada o tener otra actividad
laboral.
Es importante tener en cuenta la posibilidad de utilizar la experiencia habida
como cuidadora para en el futuro poder acceder a un empleo más institucionalizado. Lógicamente a la experiencia será necesario añadir el mejor nivel de formación que en estos casos sea posible añadir.
Respecto a este tema hay que señalar la dificultad que presenta el hecho de
no tener datos que relacionen el sexo con la edad, situación laboral, formación,
etc, de las personas cuidadoras. Esta laguna limita las posibilidades de llevar a
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cabo políticas destinadas a dichas personas cuidadoras. Por ejemplo, la planificación de la formación que permita utilizar profesionalmente su experiencia27.
Si tomamos los datos que nos ofrece la Tesorería de la Seguridad Social, el
94,5% de las personas cuidadoras no formales son mujeres. Si utilizamos la
encuesta del INE "Discapacidad, Autonomía personal y Situaciones de dependencia" (EDAD) de 2008, el 76,3% de las personas definidas como cuidadoras principales son mujeres. Esta diferencia de porcentajes se debe, entre otras razones,
a que entre las personas cuidadoras no formales que son varones, el 45,8% son
mayores de 65 años, es decir jubilados, lo que hace que no estén incluidos en los
convenios especiales con la Seguridad Social, que la Ley exige a las personas
cuidadoras en el entorno familiar.
Por el contrario, hay que resaltar que de acuerdo con la citada encuesta EDAD
2008, 861.000 personas cuidadoras eran mujeres entre 30 y 65 años, el 73% del
total de cuidadoras mujeres. Son mujeres que están en la edad de ser madres o
abuelas, que corresponde a una etapa en la que las diferencias con los hombres
respecto al tiempo dedicado a las tareas domésticas es muy importante y que
precisamente por su edad ya no viven mayoritariamente en el domicilio de la persona dependiente a la que atienden. Se trata de un colectivo que incluye a mujeres que trabajan fuera del hogar y a mujeres cuya principal tarea es el hogar y
que, en algunos casos se está en situación de vulnerabilidad por el agotamiento
físico y psicológico derivado de un exceso de responsabilidad. Ocuparse de sus
necesidades y salidas profesionales es lógicamente importante para alcanzar la
igualdad.
Mención concreta merecen las mujeres cuidadoras de personas con dependencia derivada de una discapacidad temprana, madres en muchos casos, expertas finalmente no sólo en atención a la dependencia, sino en cuidados sanitarios,
sociales, ocupacionales, etc28.
Los valores patriarcales que dominan nuestra sociedad hacen que los varones
que cuidan, normalmente a sus esposas, sean vistos muy positivamente por la
sociedad, mientras que las mujeres que cuidan, mayoritariamente hijas que no
viven en el domicilio de la persona dependiente y que suelen atender a la vez a
su familia nuclear, sean consideradas con una valoración neutra.
En todo caso y como resumen de lo que la atención a la dependencia supone
en relación al empleo femenino, tanto las profesionales dedicadas a los cuidados
Desde el feminismo no es posible desatender esta situación ya que incide o bien en mantener el papel tradicional de la mujer o
bien en buscar una salida profesional para aquellas que no han podido salir del mismo. En todo caso, el acercamiento a este tema
desde el punto de vista de la profesionalidad es totalmente distinto para aquellas personas cuidadoras cuya actividad profesional
termina después de realizada su función de las que posteriormente siguen realizando tareas similares en su entorno familiar más
inmediato. Estas diferencias pueden traducirse en aproximaciones distintas en la manera de entender la profesionalidad.
28
En estos casos es pertinente preguntarse "¿Quién cuida al cuidador?". Estas mujeres no viven tanto un problema de falta de
empleo propio, con la incidencia que esto tiene respecto a su propia vida, sino sobre todo de la dificultad de encontrar un tiempo y
un espacio propios en los que atenderse a sí mismas.
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como las no profesionales suponen alrededor de un 85% del total de personas
dedicadas a los servicios sociales y familiares relacionados con la dependencia.
Las personas beneficiarias de la ley
La diferencia entre esperanza de vida masculina y femenina es la principal razón
por la que la mayor parte de las personas beneficiarias son mujeres, el 66% del
total de solicitudes desde que está en vigor la ley. Dado que las personas con discapacidad menores de 65 años son muchas menos que las mayores de esta
edad, en especial los mayores de 80 años son mayoría entre las personas beneficiarias. En concreto, más del 53% de las solicitudes presentadas corresponden
a personas que tienen más de 80 años.
Lamentablemente no hay datos sobre la distribución por sexos de las personas que utilizan los distintos servicios destinados a paliar su dependencia, o a
aumentar su autonomía. Sin embargo, la información derivada de la pirámide de
población española, así como la distribución por sexo de los hogares de personas mayores que viven solas es relevante para determinar las respuestas que
deben ofrecer los servicios sociales de la dependencia. Por lo tanto, también
desde este punto de vista es necesario evaluar las posibilidades que esta ley ofrece para las mujeres.
En concreto, el porcentaje de la población mayor de 65 años que habita en
hogares unipersonales es de 10,8% en los varones y 25,8% en las mujeres. Los
mismos porcentajes para la población de 85 y más años son 18,8% y 31,4%.
Estos datos explican la distribución por sexo de las personas usuarias de los
distintos servicios; por ejemplo, las personas usuarias del 71% de plazas de centros de día o el 76% de servicios de teleasistencia son mujeres (Véase "Las personas mayores en España. Informe 2008"). Aunque estas cifras están referidas a
servicios de atención a personas mayores pueden considerarse representativas
del uso para atención a la dependencia.
En todo caso, las diferencias de esperanza de vida y en general, de problemas de salud, así como las situaciones familiares y sociales son informaciones
indicativas de potenciales necesidades que, como ya he dicho, se cubren con una
red de servicios con listas de espera que ponen de manifiesto una escasez de
oferta. Lógicamente con variaciones considerables entre unas Comunidades y
otras.
La ley y la igualdad de género
Como resumen de lo anterior, la Ley de Promoción de la Autonomía y Atención a
la Dependencia, supone posibilidades positivas y retos en el proceso de la igualdad de géneros. Sin embargo, el propio lenguaje utilizado por la Ley que invisibi-
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liza totalmente a las mujeres, aún siendo mayoría en el papel de cuidadoras y en
el de personas potencialmente dependientes, es indicativo de la necesidad de un
seguimiento y una atención por parte de las personas comprometidas con las
políticas feministas, especialmente en el período de su implantación. Así se podrá
conseguir que los avances tan notables que puede suponer en el desarrollo del
Estado de Bienestar, lleguen a todas las personas para las que se ha aprobado
la norma respetando su igualdad.
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10.- HOMBRES Y MUJERES ANTE LA CRISIS. CASTILLA Y
LEÓN29
Milagros Alario Trigueros
Dpto. Geografía y Cátedra de Estudios de Género. Universidad de Valladolid
Buenas tardes. En primer lugar quiero agradecer su invitación al Foro Feminista,
y lo voy a personalizar en Nina Infante que es la persona con la que sistemáticamente comparto preocupaciones y trabajos.
A mi se me ha pedido que hable de la situación de los hombres y mujeres de
Castilla y León ante la situación de la crisis, esto me plantea un reto ya que yo no
suelo hacer análisis de coyuntura sino de procesos a medio y largo plazo.
No es nada fácil hacer un análisis realista y equilibrado entre otras cosas porque nos falta información objetiva suficientemente desagregada y precisa a escala de CCAA. Lo más fácil es dejarse llevar por el victimismo y caer en la lamentación por la pérdida de tiempos mejores. Una postura muy justificada porque sin
duda venimos de un período reciente de indudable avance económico y social de
las mujeres. Pero yo soy una persona dada al optimismo por principio, aunque a
veces tenga bastantes problemas, y opté por hacer una especie de foto entre lo
bueno y lo malo.
Lo que voy a hacer es, pues, un análisis de la situación de un caso muy concreto, Castilla y León, en un contexto mucho más amplio que ha estado muy bien
perfilado por las ponentes anteriores. Voy a destacar, sobre todo, qué pasa y qué
29
Transcripción de la intervención desarrollada el 3 de julio de 2009 en Valladolid.
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no pasa con la crisis que, tal y como yo lo veo, es la historia de la resistencia de
las mujeres para mantener lo conseguido hasta aquí.
Los efectos de toda crisis se pueden analizar desde muchos puntos de vista,
yo creo que hay unos efectos económicos básicos a los que acompañan otros
efectos derivados, tanto económicos como sociales. Me voy a centrar en la 2ª
parte de los económicos, que afectan más a las personas, como son los cambios
en la estructuración del mercado de trabajo. También abordaré una parte de los
sociales como la desestructuración social, que afecta sobre todo a determinados
colectivos y los ubica en una situación de exclusión. Entre estos colectivos están
una parte de las mujeres, no las mujeres en general, pero si una parte.
Hay un tema importante, que es mi tema y tengo que hablar de él también,
aunque solo sea mencionarlo, y es el de las diferencias espaciales. Todos estos
efectos no se producen de manera homogénea en el espacio, sino que hay unas
diferencias básicas muy importantes en nuestra región y es la diferencia entre lo
rural y lo urbano. No es lo mismo, por tanto, analizar las consecuencias de la crisis en los hombres y en las mujeres ni en las que están integradas en un mercado urbano de trabajo y las mujeres rurales, condicionadas por un mercado de trabajo más desestructurado.
La primera parte de los efectos económicos de la crisis no los voy a tratar aquí
porque es lo escuchamos permanentemente en los medios de comunicación,
cuando leemos o escuchamos la tv, la radio y tal, que si baja el IPC, que se reduce el índice de consumo, que cae el índice de crecimiento económico etc. Son los
índices generales, esto es el marco general, que es necesario para entender por
qué los mercados de trabajo se reestructuran, porque están justificados por ese
marco laboral. Aunque no siempre hay una relación directa entre como varían los
índices generales y de trabajo, constituyen su marco de referencia obligado.
RESTRUCTURACIÓN DEL MERCADO DE TRABAJO
Aquí me planteo abordar las características del mercado de trabajo de Castilla y
Leon. Voy hacer una foto del mercado de trabajo. La crisis nos ha pillado a
mitad de un proceso, en vías de desarrollo de un proceso de acercamiento de
las tasas de actividad masculina y femenina que, en el caso de Castilla y León,
todavía estaba bastante lejos de llegar a su culminación, que sería la equiparación. Todavía en 2009 hay una parte mayoritaria de mujeres de C y L, que sigue
figurando como inactivas, población inactiva que se dedican a las labores del
hogar.
Una de las primeras consecuencias de la crisis es que se ha producido una
paralización en el proceso de acercamiento que venia avanzando, aunque más
lento de lo que nos habría gustado, durante los últimos 20 años. Este proceso se
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ha parado, se ha estancado. Desde 2008 no avanzamos y la diferencia se mantiene, podemos decir que no hemos empeorado, que estamos como estábamos,
pero no seguimos avanzando y eso es ya, por si mismo, un hecho negativo.
Dentro del conjunto de personas activas hay dos comportamientos diferenciales que afectan a las personas ocupadas y las paradas. Las personas ocupadas
se han reducido, hay una caída aunque no muy significativa en el caso de
Castilla y León que es una región algo atípica frente a la crisis en el contexto del
estado. Se han perdido ocupados, más varones que mujeres eso es verdad, y se
han incrementado los parados, y aquí voy a referirme a lo que ha dicho Nina al
principio de la sesión. Efectivamente, los hombres han incrementado la tasa de
paro en Castilla y León y esto es una novedad, para lo hombres, para las mujeres no, ya estaban en % de paro mas elevado que duplicaba el de los varones.
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Con la crisis la tasa de paro femenino sigue estabilizada pero la masculina se ha
disparado, hasta el punto que casi nos hemos igualado, pero claro no hemos
igualado por lo malo, porque ellos han incrementado su tasa de paro.
Y leyendo desde el punto de vista femenino, este hecho constituye un problema enorme: hemos pasado de un paro masculino casi inexistente a que el tema,
el problema, sea paro masculino. El paro femenino, como ya estaba, pues sigue
estando y ya esta, aunque es mas alto pero no es el centro del problema, incluso ha pasado a ser un problema secundario.
El problema central es el paro masculino, nos ha eclipsado, ha eclipsado la
evolución de la tasa femenina, y se ha convertido en el gran problema que hay que
atajar. Es un problema derivado de la crisis, no de lo que tenemos si no de lo que
no tenemos. Ha eclipsado la voluntad política de atajar el paro femenino.
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Este tema es mas importante si nos vamos a ver el caso de los y las paradas
que buscan su primer empleo, con un comportamiento diferente entre hombres y
mujeres: Al paro se llega porque te echan del trabajo o porque se quiere trabajar
y no se encuentra trabajo, pues, el paro de las mujeres que buscaban su primer
empleo ha crecido significativamente hasta el 4º trimestre del año pasado (2008)
y se ha reducido esta tendencia en el 1º trimestre de 2009. ¿Estamos ante el problema del desanimo, de las mujeres hartas?. A pesar de la falta de información
estadística desagregada, creo que son principalmente las mujeres jóvenes sobre
todo con bastante formación las que llegan a esa situación de desanimo, las que
piensan que "…como no tiene remedio voy a seguir formándome hasta que tenga
oportunidades de empleo…". También hay otra opción, la de las mujeres menos
cualificadas: "…como no voy a encontrar trabajo que tenga un minino de remuneración, me voy a mi casa que me compensa mas y ahorrar gastos de otro tipo
y me dedico al cuidado de mi familia…"un poco en la línea que se ha dicho antes,
incentivado por algunas políticas públicas.
LA PÉRDIDA DE PUESTOS DE TRABAJO
El gráfico de diferencias sectoriales refleja más perdida de puestos de trabajo de
hombres que de mujeres. Una variación de personas ocupadas en C y L. que presenta importantes diferencias por sectores.
Es bastante llamativo el mayor % de pérdida en la construcción como actividad femenina, donde la reducción alcanza un 25%: las pocas que había han
sido expulsadas. La evolución en la industria es positiva para las mujeres, pero
el colectivo mas importante, tanto de ocupadas como de empleos femeninos perdidos está en el conjunto de actividades de servicios.
Ante esta situación podemos plantearnos ¿Han tenido las mujeres de
Castilla y León alguna ventaja ante la crisis? La respuesta es que nuestro mer-
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cado laboral era tan restringido antes de la crisis, estaba tan segregado antes de
la crisis, que la especialización de la actividad de las mujeres estaba centrado en
pocos muy sectores.
Un sector fundamental es la función pública, para las mujeres en España
la tasa es muy alta, pero en Castilla y León mucho más. En 2008 el 22,75% de
las mujeres ocupadas, trabajaban como asalariadas públicas, este %, incluso, se
incrementa un poco en 2009, ya que, ante la situación del problema del mercado
laboral, las mujeres acentuamos, de alguna manera, esa seguridad laboral
mediante la oposición, a través del acceso a la función publica, un mercado de
trabajo que nos garantiza, al menos, la equidad a la hora de los ingresos básicos,
y en el que está bastante demostrado y estudiado que el volumen de aprobados
es mas alto en mujeres que en varones.
Esto ha sido una forma de respuesta femenina ante la crisis. Nos hemos especializado si se puede decir, todavía más, en el sector publico, que es un sector
que esta resistiendo a la crisis y que, en el caso de Castilla y León, ahora está
todavía más feminizado.
En la estructura de la función publica en Castilla y León hay muchas más
mujeres que hombres como 20.000 más y las mujeres se han mantenido, nos
hemos mantenido. Con el mismo número absoluto de mujeres, entre 2008 y 2009,
se ha incrementado el valor relativo ya que el dato de los varones ha decrecido
ligerísimamente.
Pero antes de pasar a otros datos que avalen esto que os digo, fijaros que sin
embargo hay un tipo de situación profesional que decrece y que, aunque en cifras
absolutas no es muy elevado yo creo que es significativo, que es el caso de
empresarios, en este caso de empresarias sin asalariados o trabajadores autóno-
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mos. Las mujeres habían sido impulsadas, en el caso de Castilla y León con
muchísimas ayudas públicas, hacia el autoempleo y ese es uno de los sectores
que ha decrecido y que ha sufrido de forma muy importante la crisis y ha afectado a un colectivo muy importante de mujeres de Castilla y León.
Los servicios privados y de comercio a la población.
¿Qué pasa con los servicios privados a la población? bueno los servicios a la
población han sido un sector o un conjunto de sectores también bastante feminizados, dentro de esos sectores feminizados hay unas actividades que han crecido mucho en los últimos tiempos y que ahora se han estancado como son el
comercio fundamentalmente que incluso ha decrecido algo en nuestra región o
como son las actividades de servicios a la población dependiente.
Durante muchos años nos han estado vendiendo la idea de que el yacimiento
de empleo fundamental para las mujeres era la atención a las personas dependientes, a las personas mayores y a los niños, pero sobre todo a las personas
mayores ya que, en Castilla y León, el 25% de la población es mayor de 65 años
y tenemos un índice de envejecimiento mucho mayor que la media de la población
española. Por lo tanto ese tema de la dependencia tiene una valoración ambivalente, por una parte es un problema pero por otra es una oportunidad de trabajo,
fundamentalmente para las mujeres. Ese mercado aun no se ha visto muy afectado por la crisis. Se mantiene y por tanto es una de las opciones positivas dentro
de la perspectiva de futuro de las mujeres ante la crisis.
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Por otro lado, aunque se han reducido algunos de los mercados tradicionales
de los servicios a la población y sobre todo el comercio y una parte de la hostelería, también hay sectores que se mantienen. Por ejemplo, uno de los yacimientos importante de empleos que en esta región se han vendido como un sector de
actividad que podía dar cabida sobre todo a colectivos con problemas de inserción laboral, como son las mujeres rurales, era el tema del turismo rural que,
hasta aquí, aún presenta buenas perspectivas. Nuestra región está ahora mismo
a la cabeza de la cuota de mercado del turismo rural en España con más de un
20% de la oferta de alojamientos y también de la recepción de turistas. Podemos
decir que nos hemos especializado en ese modelo de turismo interior y sobre
todo de turismo rural que, a pesar de la crisis, ha seguido creciendo. Aunque es
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un ejemplo muy puntual, me parece importante destacarlo porque este es un sector absolutamente feminizado cuya población ocupada ha pasado de veinte mil y
pocas personas a casi veintiséis mil en un año, y que se trata mayoritariamente
de nuevas mujeres trabajadoras.
Sin embargo, la estructura relativa de la ocupación del 2003, que podemos
presumir que se mantiene en la actualidad, nos indica que estamos hablando de
personal fundamentalmente no remunerado, de mujeres que se autoemplean, y
que con una casa rural figuran como trabajadoras aunque para nada son independientes económicamente, porque el nivel de rentas que se obtienen en este tipo
de trabajo no les permite la independencia. Son rentas absolutamente complementarias y concebidas desde las propias mujeres de esa manera, lo cual es un
gran problema, que enlaza con lo que decía antes María de la precariedad de la
falta de independencia, de un sistema que ata a las mujeres a la dependencia de
la unidad familiar y especialmente de los maridos. Pero, incluso en el personal
remunerado, fijo o eventual, la feminización también es clarísima, por tanto es un
sector que dentro de los espacios rurales tiene una relativamente buena perspectiva aunque no está exenta de problema, insisto, que tienen que ver sobre todo
con la capacidad de generar rentas independientes
Otro de los grandes problemas es el de la precariedad pero como ya se ha tratado no voy a volver a hablar de ello.
Sí quería hacer un par de referencias finales, la crisis no afecta por igual a
todos los colectivos, cuando hablamos de hombre y mujeres pero ni siquiera
cuando hablamos sólo de las mujeres. Hay determinados colectivos de mujeres
que son más débiles ante la crisis. En este sentido hay que señalar concretamente tres que son las que mas están sufriendo y las que más van a sufrir todavía,
incluso más en el futuro, porque, si hasta aquí no se han solucionado sus problemas, el futuro inmediato va a ser todavía peor.
Se trata en primer lugar de las mujeres mayores de cuarenta y cinco años,
a las que se le había incentivado de forma muy importante la incorporación o la
reincorporación al mercado laboral, con una situación todavía más grave para las
mujeres de los espacios rurales. En las políticas de desarrollo rural en las últimas
dos décadas, desde el año noventa y uno con la aplicación del primer programa
LEADER hasta el dos mil seis, el cierre del LEADER plus, todas la políticas de
desarrollo rural han establecido una serie de incentivos para las mujeres mayores
de 45 años, bien para que volvieran, otra vez, a incorporarse al mercado laboral
en caso de que lo hubieran abandonado al tener hijos, o bien para que incorporar al trabajo a mujeres que nunca había hecho nada más que ser ama de casa.
Según los primeros balances se obtuvieron resultados relativamente significativos
en la incorporación de este tipo de mujeres a partir de esos yacimientos de
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empleo de atención, de turismo rural pero esto, en estos momentos, está paralizado. En una situación de crisis como la actual, las mujeres a partir de los cuarenta y cinco años son las últimas que, por ejemplo, en los casos de empleos asalariados se van a contratar, este problema se extiende a la promoción de nuevas
empresas en el campo del turismo rural y el auto empleo, como hemos visto, esta
mucho más paralizado, por eso yo creo que ese colectivo es un colectivo que está
sufriendo y que va a sufrir en gran medida, insisto, la crisis todavía.
En segundo lugar, y vinculándolo un poco lo señalado hasta aquí, también
hay otro colectivo muy débil ante la crisis que son las mujeres paradas de
larga duración, a partir de un año, un problema aún mayor si, además, como
se ha señalado en la intervención anterior, se trata de inmigrantes, que constituyen el tercer grupo de mujeres muy marginalizados dentro de lo que es el
mercado laboral.
Según la estructura de los parados y paradas separados por sexo y tiempo de
búsqueda de empleo, en el 2008 había empezado la crisis, pero no se había
manifestado palpablemente en la destrucción de empleo. Teníamos indicadores
macroeconómicos que anunciaban un principio de destrucción de empleo pero no
estaba todavía del todo claro, al principio del 2008, en todos los colectivos que
recoge la EPA, hasta los que llevaban en paro dos años y más, lo que más había
eran mujeres, como las mujeres eran que sufrían el paro tradicional y el paro masculino era muy pequeño, las mujeres eran dominantes en todos los grupos.
En el año 2009 el paro dominante es un paro masculino, salvo en estos dos
grupos que ha focalizado ahí el problema, las personas que llevan paradas de uno
a dos años o dos años y mas, es aquí donde tenemos ese grupo excluido ya y muy
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difícil de recuperar: mujeres que llevan dos años en paro en un contexto de crisis
y con cuatro millones de parados, más los que se vayan incorporando de los
demandantes de empleo por primera vez, constituyen, en mi opinión, el grupo va
a quedar más excluido del sistema, este grupo de mujeres será especialmente
afectado por la crisis.
Para terminar, y para que podamos debatir, dentro de los efectos sociales, uno
de los principales es la paralización social. Esa paralización social que justifica el
inmovilismo, la falta de reivindicación por miedo a que pongamos la cosa peor
¿no? Es el argumento de los empresarios, de "..no empecéis ahora a sacar temas
de estos problemáticos que bastante tenemos con no echaros a todas.." o "…no
pidáis aumento de sueldo, o no hagáis huelgas o no reivindiquéis nada de nada…"
esto yo creo que es un problema que estamos teniendo. Es palmaria, yo creo, la
reducción de reivindicación y el exceso de conformismo desde un punto de vista
de las personas trabajadoras en este momento. Aunque es una reacción comprensible absolutamente, creo que es uno de los efectos perversos de la crisis y que
de nuevo nos lleva, no a lo que tenemos, si no a lo que no tenemos, no tenemos
capacidad de avanzar en este momento porque las crisis nos ha paralizado esto
es un efecto muy grave de la crisis . Esto y la disminución de la solidaridad, en el
sentido de, bueno yo voy a buscarme la vida para que a mi no me afecte del todo
o lo menos posible la crisis y no es que nos alegremos de que la empresa que cierre sea la de al lado, pero esto es "…virgencita, virgencita que me quede como
estoy…" y que, bueno, que a los demás, pues bueno "…que mala suerte han tenido…", pero no vamos a movernos tampoco mucho más.
Para apoyar mis palabras, voy a utilizar un dato indirecto, porque también en
esto falta mucha información estadística de apoyo, en el que se recoge el nº de
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horas no trabajadas por huelga y por CC.AA. en el último año disponible, 2007.
Aunque la crisis no estaba más que apuntando, ya se ve un descenso bastante
significativo en el nº de jornadas no trabajadas por efecto de huelgas y por tanto
reivindicaciones.
Y por último están las diferencias espaciales, el tema de las mujeres rurales.
Dentro de todos los colectivos, las mujeres rurales siempre tienen más dificultades por una razón obvia, y es que el grado de estructuración de los mercados de
trabajo urbanos es mayor. Están mejor estructurados, regulados y normalizados
y digamos que entran más en los parámetros, tanto de los problema como de las
soluciones. Los mercados de trabajos rurales están menos normalizados, sobre
todos los mercados de trabajo femeninos y esto está, yo creo, impulsando de un
forma importante hacia una toma de decisiones que estábamos corrigiendo en los
años anteriores.
El desanimo que ha generado la crisis pues está, de nuevo, impulsando a las
mujeres a volver a la informalización de los mercados, al subempleo, a la retirada total por desanimo, es una vuelta a atrás, una marcha atrás de lo conseguido
en las últimas décadas. Este hecho es especialmente grave en una estructura
social como la rural, en nuestra región al menos, en la que todavía está absolutamente asumido que el trabajo prioritario es el trabajo masculino, el argumento
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de "yo trabajo para obtener unos ingresos para mis gastos" o para los gastos
excepcionales de la casa, me doy un capricho, pero luego, si la empresa cierra a
mi no me importa porque con lo de mi marido sobrevivo, vivimos bien. Este argumento oído repetidamente en entrevistas a mujeres rurales y que no tiene que ver
con la cuantía de la retribución, sino con la concepción absolutamente arraigada
de que la renta femenina es siempre, y por encima de todo, renta complementaria, invita al desanimo y al abandono, especialmente en un momento en que hay
mucha dificultad en el mercado laboral.
En fin, que lo que quisiera destacar es que el problema de la crisis de Castilla
y León es no tanto lo que hay, porque los datos no son tan malos cuantitativamente como en otras regiones. No estamos hablando de grandes descensos de ocupados ni de grandes masas de personas en el paro, en este momento estamos
hablando de 80.000 parados y 83.000 paradas. Es un volumen importante, pero
son datos que están por debajo de la media española, por tanto el problema no
es tanto la cuantía, sino lo que supone eso: cortar un proceso que ha costado
mucho arrancar y que está paralizado y que ya no se cuanto nos va a costar
poder impulsarlo.
El avance hacia la incorporación de las mujeres en un mercado laboral en
igualdad, este es el gran problema, nos quejábamos de que íbamos despacio
pues ahora ¿Cómo vamos a impulsarlo de nuevo?, ¿cómo volver a retomar el
ritmo que teníamos antes de la crisis?, ¿cómo recuperar la concienciación social
sobre el problema prioritario que supone la marginación de las mujeres en el mercado laboral? Ese es el principal problema derivado de la crisis.
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11.- EXPERIENCIAS DE PRESUPUESTOS CON ENFOQUE DE
GÉNERO EN AMÉRICA LATINA
Raquel Coello Cremades
Coordinadora Técnica Regional del Programa Presupuestos sensibles al
Género de UNIFEM
1.- INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, la mayoría de los países latinoamericanos han asumido
un creciente compromiso con la igualdad de género. Han firmado tratados internacionales en defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres y
en el ámbito nacional han introducido cambios en las legislaciones civiles y penales, han aprobado sistemas de cuotas de representación política a nivel local y
nacional y han institucionalizado y fortalecido mecanismos de defensa de los
derechos de las mujeres. Sin embargo estos compromisos y avances legales no
se han visto respaldados posteriormente en recursos presupuestarios que permitan concretar las acciones en programas y políticas públicas con objetivos claros
de reducción de las brechas de inequidad y de cumplimiento de los derechos de
las mujeres. La actual crisis económica, donde los gobiernos ven reducidas drásticamente sus fuentes de ingresos y actúan en muchas ocasiones reduciendo sus
gastos, puede contribuir a agravar esta situación.
Por otro lado, la economía feminista ha demostrado la "ceguera de género" de
los actuales modelos económicos, al no contemplar el trabajo no remunerado que
es necesario para reproducir la fuerza de trabajo -lo que se conoce como economía reproductiva- y que es desarrollado en su gran mayoría por las mujeres. Este
tipo de "ceguera" tiene implicaciones en las decisiones que se toman en la formulación y ejecución de políticas económicas. Así cuando los gobiernos optan, como
parte de su política fiscal, por un recorte en la provisión de servicios públicos,son
mayoritariamente las mujeres quienes pasan a hacerse cargo de estas responsabilidades, incrementándose el tiempo dedicado a trabajo no remunerado. (Por
ejemplo, un recorte en el gasto de salud para reducir el tiempo de hospitalización
tiene como consecuencia un mayor tiempo dedicado al cuidado de la persona
enferma en la casa. Esta tarea es asumida en su gran mayoría por mujeres). Pero
también, y esto es particularmente habitual en los países de América Latina, existen programas gubernamentales que se diseñan e implementan contando con
contribuciones no remuneradas de las mujeres que reducen su tiempo disponible.
Por ejemplo, el análisis del Programa de "Vaso de Leche" en el distrito de Villa el
Salvador (en Lima, Perú) mostró que las mujeres dedican un total de 733.432
horas anualmente para la operatividad del programa (que valoradas al salario
mínimo suponía un 23% del presupuesto del programa y un 7,86% del total del
presupuesto municipal (Andia y Beltrán, 2004).
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En el contexto actual de crisis económica esta "ceguera" resulta particularmente contraproducente, pues la economía reproductiva al no ser parte del modelo ni de las políticas económicas, tampoco es tomada en cuenta a la hora de formular las respuestas y alternativas a la crisis. Así muchas de las propuestas que
estamos viendo en los gobiernos tienen que ver con ajustes en los mercados
financieros o incentivos para reactivar el mercado laboral. Sin embargo hasta el
momento no existen planteamientos sobre las consecuencias de la crisis en el
incremento de la carga de trabajo no remunerado que se produce tanto por la
reducción de servicios sociales consecuencia de los recortes fiscales como por
un mayor esfuerzo de los hogares por "reducir" sus gastos.
2.- PRESUPUESTOS DE GÉNERO EN AMÉRICA LATINA
Desde el año 2000, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNIFEM)
decide promover las iniciativas de presupuestos con perspectiva de género como
una herramienta potente e innovadora que permite, por un lado, medir el compromiso real de los gobiernos con el tema de la igualdad de género al relacionar las
políticas públicas con sus respectivas asignaciones presupuestarias y, por otro
lado, promover un uso más eficiente de los recursos públicos al mejorar la gestión,
fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas y la democratización de la gestión pública. Paralelamente se trabaja posibilitando un mayor empoderamiento y
una mayor participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones,
especialmente en aquellos vinculados a la asignación de recursos públicos. Pero
además, los presupuestos con perspectiva de género buscan contribuir a cambiar
el actual marco de análisis de la economía, visibilizando tanto las contribuciones
remuneradas como las no remuneradas que hombres y mujeres aportan en la producción de bienes, servicios, así como en la reproducción de la fuerza de trabajo
y promoviendo que se aporten recursos presupuestarios que faciliten una mejor
redistribución de estas cargas entre el Estado y la ciudadanía pero también entre
hombres y mujeres.
En Latinoamérica existe un contexto bastante favorable para este tipo de experiencias por múltiples razones: A nivel nacional varios países (Bolivia, Brasil,
Ecuador, Honduras, Venezuela, entre otros), se encuentran replanteando sus
modelos nacionales de desarrollo e impulsando nuevos marcos constitucionales y
planificaciones de largo plazo que promueven en mayor medida el crecimiento
sostenible basado en la gestión adecuada de los recursos propios y el respeto al
medioambiente, la equidad y la redistribución y la participación ciudadana. En
estos contextos, las oficinas gubernamentales de la mujer, aun frágiles en la
región, se han dado cuenta de la importancia estratégica que tiene poder incidir en
estos espacios y poder trabajar para asegurar que este nuevo desarrollo permita
contribuir a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres y a la reducción
de las desigualdades de género. Muchos de los planes de igualdad de la región
(Ecuador, Bolivia, Honduras, Uruguay, entre otros), incorporan como línea estraté-
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gica la necesidad de trabajar para lograr planificaciones y procesos presupuestarios con perspectiva de género. A nivel local desde la década de los 90, los países latinoamericanos han vivido procesos de descentralización y desconcentración que han transferido competencias y recursos hacia los niveles departamentales y municipales. En muchos países, ya sea por leyes nacionales (Bolivia, Perú)
o por voluntad política, estos procesos han venido acompañados de una mayor
apertura e institucionalizados de espacios para la participación ciudadana donde
la población tiene la posibilidad de incidir en los planes de desarrollo, planes operativos anuales y en un porcentaje del presupuesto (a través de los llamados presupuestos participativos30).
Durante la última década en América Latina se han desarrollado experiencias
para promover presupuestos con enfoque de género en el conjunto de sus países.
De acuerdo a un mapeo realizado en 2009 (Coello, 2009) existen un total de 52
experiencias promovidas desde una gran diversidad de instancias (academia,
sociedad civil, gobierno o alianzas entre varios de estos actores), en diversos
ámbitos de actuación (nacional y local) y con diferentes estrategias de intervención
(análisis, incidencia en los diversos momentos del ciclo presupuestario monitoreo,
seguimiento y control público a la ejecución del presupuesto o una combinación de
ambas). La gran mayoría de las experiencias han trabajado sobre el lado de los
gastos y tan sólo existen algunas experiencias de abordaje desde el lado de los
ingresos. UNIFEM ha apoyado el 80% de las experiencias existente a través de
asistencia técnica y financiera en el marco de un programa regional latinoamericano que es cofinanciado por la cooperación española y del gobierno vasco.
Fuente (Coello, 2009)
Los presupuestos participativos son procesos que, a través de diversos mecanismos como asambleas, comisiones, plenarias,
etc…, incorporan a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones sobre un porcentaje de los recursos del presupuesto anual.
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En relación al ámbito de intervención, el cuadro 1 nos muestra que a nivel
nacional las experiencias suelen centrarse principalmente en el conjunto del presupuesto y en una menor proporción en un presupuesto sectorial o por programa.
No existe ninguna experiencia registrada a nivel nacional de presupuesto participativo. Sin embargo a nivel local, las experiencias de incorporación de género en
los presupuestos participativos son casi tantas como las experiencias que intervienen en el total del presupuesto.
Fuente (Coello, 2009)
En relación al tipo de institución que lidera la intervención (cuadro 2) vemos
que a nivel nacional suele ser mayoritariamente el ejecutivo quien lidera la experiencia y en una menor proporción el legislativo, siendo la experiencia liderada
sólo minoritariamente por organizaciones no gubernamentales. Sin embargo a
nivel local, la participación de estas organizaciones es mucho mayor, siendo también importante el liderazgo del ejecutivo y muy minoritario el del legislativo. Esto
tiene que ver por un lado, con el alcance del presupuesto que abarca la experiencia, ya que como veníamos antes, en el nivel local es mucho mayor la incidencia en el presupuesto participativo. También a nivel nacional el trámite es
mucho más complejo. Por ejemplo el propio documento en el que se publica el
presupuesto es mucho más difícil de comprender.
3.- PRINCIPALES RESULTADOS
En las distintas experiencias apoyadas por UNIFEM se pueden señalar los
siguientes resultados:
a) Mayor conocimiento sobre el presupuesto y sus implicaciones en términos de género
A través del análisis de los presupuestos se pudo tener un mejor conocimiento
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tanto del propio ciclo presupuestario como de los recursos asignados para la equidad de género. Esto ha sido un primer paso importante ya que a menudo, cuando se iniciaban las experiencias, las organizaciones de mujeres o las oficinas
gubernamentales de la mujeres, ni siquiera tenían idea de cómo funciona el proceso presupuestario. Para poder hablar de "tú a tú" con las instancias de presupuestos es importante poder conocer cómo el mismo funciona y formular propuestas que permitan la incorporación de los temas prioritarios para la equidad de
género y los derechos de las mujeres.
b) Cambios en normas y/o procesos presupuestarios
En muchas de las experiencias el análisis y las propuestas han dado lugar a
modificaciones en leyes, directrices y/o reglamentos presupuestarios y a cambios
en instrumentos y/o procedimientos del ciclo presupuestario que han favorecido
la inclusión de temas prioritarios para la equidad de género y los derechos de las
mujeres. Un ejemplo de este tipo de resultados es la incorporación en las directrices presupuestarias para la formulación de los presupuestos municipales en
Bolivia, desde el año 2006, de un artículo que obliga al conjunto de Municipios del
país a asignar los recursos necesarios para promover y desarrollar programas y
proyectos para la equidad de género31 además de para el funcionamiento de los
servicios legales integrales de atención a mujeres víctimas de violencia. La Tabla
1 muestra algunos de los incrementos presupuestarios que se han producido en
varios municipios a raíz de la incorporación de este artículo en la normativa presupuestaria.
TABLA Nº 1: MONTOS PRESUPUESTADOS EN LOS POAS 2007-2008 DE
MUNICIPIOS PILOTO DE BOLIVIA
Fuente (UNIFEM, 2008)
c) Creación y/o fortalecimiento de Institucionalidad
En algunos lugares las experiencias han contribuido a que se cree o fortalezcan
las instancias gubernamentales responsables de los temas de equidad de géneEspecíficamente a cuatro programas: (1) Programa Integral para el Desarrollo Económico-Productivo y Empleo para las Mujeres,
(2) Fortalecimiento del Liderazgo Social y Político de las Mujeres y sus Organizaciones, (3) Programa de Servicios Públicos de
Atención de Necesidades de la Familia y (4) Programa de Difusión de Igualdad de Derechos y Responsabilidades entre Mujeres y
Hombres en el Hogar, la Comunidad y el Municipio.
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ro y derechos de las mujeres. Por ejemplo, en Perú, a través de la mayor participación de mujeres en el proceso participativo de Villa El Salvador, se logró aprobar el financiamiento de un centro para mujeres víctimas de violencia de género.
Sin embargo, el equipo municipal no tenía capacidad para ponerlo en práctica.
Esto puso en evidencia la necesidad de constituir un Departamento específico
que finalmente fue institucionalizado como "Programa Especial de la Mujer".
Las experiencias también han contribuido a la creación y el fortalecimiento de
áreas específicas de trabajo responsables del tema de género al interior de instancias rectoras de presupuesto. Por ejemplo, desde el año 2007, el Ministerio de
Finanzas de Ecuador cuenta con una unidad de género en la Dirección de
Presupuesto que es la responsable de incorporar los cambios necesarios en los
formatos y directrices y de formar al personal de toda la institución para poderlos
ejecutar correctamente.
Pero también se ha dado el proceso contrario: el de creación y fortalecimiento de áreas específicas de trabajo en presupuestos públicos al interior de las oficinas gubernamentales de la mujer. Por ejemplo, en Uruguay, en el Consejo local
del Municipio de Montevideo, se ha creado la sub-comisión de presupuesto en la
comisión de género.
d) Fortalecimiento de capacidades de mujeres para participar en los presupuestos participativos
Como mencionamos anteriormente, algunas de las experiencias de presupuestos
de género en América Latina se han desarrollado en el contexto de los presupuestos participativos. Sin embargo, generalmente en este tipo de experiencias,
las mujeres y los hombres no gozan de oportunidades equitativas de participación
por múltiples razones que van desde la menor disponibilidad de tiempo de las
mujeres hasta la forma de hacer las convocatorias en lenguaje sexista o no inclusivo. Pero incluso, cuando las mujeres logran participar, existe también una diferencia en la forma de hacerlo, ya que las mujeres son mayoría en las asambleas,
pero son minoría en los puestos de representación (como los Consejos del
Presupuesto Participativo). Adicionalmente a esto, también ocurre que las mujeres participaban en muchas ocasiones defendiendo propuestas para beneficiar "a
los otros" (a los hijos, a la comunidad, etc..) sin pensar en una agenda propia32.
Por ello otro tema fundamental ha sido la generación de capacidades de las mujeres (organizadas y no organizadas) que participan en los procesos de presupuesto participativo. Un ejemplo de esto es el Programa "Presupuesto Participativo y
Ciudadanía Activa de las Mujeres" del Municipio de Rosario donde se han establecido algunas medidas para facilitar la participación de mujeres y hombres con
cargas reproductivas (como el establecimiento de espacios para el cuidado infantil en las asambleas) pero también capacitando a las mujeres Consejeras del PP
para la formulación de agendas y demandas propias. Como resultado, como
Para más información sobre este tema COELLO (2004) Propuestas y Recomendaciones para Incluir la Perspectiva de Género en
los Procesos de Presupuestos Participativos. Disponible en www.presupuestoygenero.net
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muestra el cuadro 3, el presupuesto de proyectos para la equidad de género aprobados en el Presupuesto Participativo de Rosario se multiplicó por 26 entre 2005
y 2008 (pasando de 125.000 Pesos a 3.334.600 Pesos).
FUENTE: Elaboración propia con datos obtenidos de Municipalidad de Rosario
(2007) y UNIFEM (2008)
e) Generación de mecanismos para la rendición de cuentas y seguimiento
a la ejecución
Las experiencias también han demostrado como no sólo es importante poder incidir en la formulación del presupuesto sino generar mecanismos que permitan
hacer seguimiento a una efectiva ejecución del gasto, tanto al interior del gobierno como desde las organizaciones de la sociedad civil y particularmente las organizaciones de mujeres. Como ejemplos de este resultado, tenemos la incorporación de un clasificador presupuestario de género como parte del clasificador funcional del gasto en el presupuesto nacional de Ecuador, que permite a cualquier
instancia gubernamental y a las no gubernamentales que soliciten la información,
conocer no sólo cuantos recursos han sido asignados por cada institución para
promover la equidad de género sino también cuentos han sido ejecutados. Otro
ejemplo en este sentido es la propuesta de indicadores de inversión en equidad
de género propuesta en Bolivia descrita bajo el recuadro 1.
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RECUADRO 1: PROPUESTA BOLIVIANA DE INDICADORES DE
INVERSION EN EQUIDAD DE GENERO
En Bolivia diversas organizaciones de mujeres entre las que se encuentra el IFFI y el
Colectivo Cabildeo, han desarrollado una propuesta de tres categorías para analizar el
gasto presupuestario asignado para la equidad de género
-Variable / Categoría de Inversión focalizada en mujeres (IF)? Nombra la inversión
pública en medidas de acción positiva que reducen brechas de inequidad de género.
Se entiende como medidas de acción positiva, aquellas medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre las mujeres y hombres.
Esta categoría cesará cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato. Se refiere por tanto, a la inversión en programas / proyectos y/o servicios dirigidos exclusivamente a mujeres, jóvenes y niñas. Se entiende por brechas
de inequidad en género, a la diferencia y distancia entre mujeres y hombres respecto
al ejercicio de los derechos humanos.
-Variable / Categoría de Inversión en Reproducción de la Fuerza de Trabajo y Cuidado
de la Familia (ICF). Es la relación que nombra acciones que promueven la responsabilidad pública en la reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado de la familia.
Nombra la inversión pública en medidas que promuevan la responsabilidad social y
pública en la socialización de las tareas domésticas y de cuidado de la familia permitiendo liberar de obligaciones tradicionalmente asignadas sólo a las mujeres, ampliando sus oportunidades de ejercicio de los derechos humanos. Se entiende por responsabilidad social y pública en la reposición de la fuerza de trabajo y el cuidado de la
familia, a la inversión destinada a programas / proyectos y/o servicios públicos orientados a la protección y cuidado de la niñez, adolescencia, tercera edad y personas con
discapacidades.
-Variable / Categoría de Inversión en cultura de igualdad (ICI) - Es la relación que
nombra acciones que promueven cambios estructurales en las relaciones sociales
entre hombres y mujeres. Nombra la inversión pública en medidas que generan cambios en la forma de pensar y actuar de la sociedad y sus instituciones, respecto de las
relaciones de poder entre mujeres y hombres, entre mujeres y mujeres de diferentes
clases sociales y grupos étnicos, que se expresa en la inversión destinada a programas / proyectos y/o servicios públicos orientados a eliminar la valoración negativa de
los roles domésticos y flexibilizarlos, eliminar la violencia en razón de género, los estereotipos sociales que reproducen la discriminación de género, clase y por diferencia
cultural.
Haciendo uso de estas categorías, se proponen dos indicadores para hacer seguimiento
a la inversión en equidad de género:
o El indicador Inversión en equidad de género (IEG)
IF+ ICF+ICI
IEG = ------------------------------------- X 100
Total de Inversión Ejecutada
o El Indicador Eficiencia del gasto en equidad de género (EGEG)
IF+ ICF+ICI Ejecutados
EGEG = -------------------------------------------------------------------- X 100
Gasto de inversión en equidad de género Programado
Recuadro elaborado con información obtenida en FERNANDEZ, S. (2008)
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4.- CONCLUSIONES
Las experiencias de presupuestos con perspectiva de género surgen como una
herramienta para el cumplimiento de los compromisos gubernamentales en igualdad de género y derechos humanos de las mujeres. No obstante, en el contexto
latinoamericano y en el marco de programa regional de presupuestos sensibles
al género de UNIFEM, estas iniciativas han convertido en un importante instrumento para la gobernabilidad democrática y el ejercicio de ciudadanía de las
mujeres a través una mayor participación en la toma de decisiones y control social
sobre los recursos públicos.
La incorporación de género en los presupuestos públicos es un proceso que
implica la intervención en sus distintas fases a través de múltiples estrategias y el
involucramiento de numerosos actores. Es por lo tanto un largo proceso que
requiere de constancia, alta voluntad política y capacidad técnica. La diversidad
de experiencias nos muestra que no existe una receta única. Lo importante no
obstante es empezar por alguna parte, aprovechando las oportunidades que nos
brinda nuestro entorno.
BIBLIOGRAFIA
1. Andia, B. y Beltrán, A. (2004) 'Análisis del presupuesto público con enfoque de
género: El caso de Villa el Salvador, Lima Perú', en Hacia la transparencia y la gobernabilidad con equidad: Presupuestos Sensibles al Género en la Región Andina. UNIFEM, Ecuador
2. Coello, R. (2004) Propuestas y Recomendaciones para Incluir la Perspectiva de
Género en los Procesos de Presupuestos Participativos
www.presupuestoygenero.net
3. Coello, R. (2009) Experiencias de Presupuestos con enfoque de género en
América Latina: Una mirada desde la Economía Feminista. Comunicación presentada en el III Congreso de Economía Feminista "La economía feminista en un contexto de crisis global". Baeza (Jaén), 2 y 3 de abril de 2009.
4. Fernández, S. (2008) Categorías e Indicadores de género en la gestión operativa y financiera: Hacia la construcción de políticas fiscales para "Vivir bien".
Presentación realizada en el II Foro de Género y Economía organizado por el INAMUJER de Venezuela. Caracas. Disponible en www.presupuestoygenero.net
5. Municipalidad de Rosario (2007) Presupuesto participativo desde una perspectiva
de género, Área de la Mujer, Secretaria de Promoción Social, Municipalidad de
Rosario, Argentina.
6. UNIFEM (2008). Segundo informe de avance a la Cooperación Española del
Programa Fortaleciendo la gobernabilidad democrática a nivel local: Iniciativas de
presupuestos sensibles al género en América Latina.
Sitios web consultados: www.presupuestoygenero.net
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12.- DEBATES ACTUALES EN LA ECONOMÍA FEMINISTA
APORTACIONES DE LOS CONGRESOS DE ECONOMIA
FEMINISTA
Yolanda Jubeto33
Profesora de Economía Aplicada Universidad del País Vasco
Esta comunicación pretende resumir las temáticas debatidas en los tres congresos de economía feminista celebrados en el estado español a partir de 2005 con
carácter bianual. Y a partir de ellas, recoger los principales debates que plantea
la economía feminista a la ciencia económica, en particular, y a la sociedad, en
general, con objeto de avanzar en la superación de las discriminaciones seculares que sufren las mujeres.
La necesidad de compartir los debates y profundizar en las alternativas propuestas por la economía feminista.
La conveniencia de seguir profundizando en los principales debates impulsados
desde la economía feminista toma forma en las IX Jornadas de Economía
Crítica34 celebradas en Madrid en 2004. En el taller de Economía Feminista de
estas Jornadas se planteó la necesidad de contar con más tiempo para seguir
debatiendo sobre los temas que más nos preocupaban. Con ese objetivo, se propuso realizar un congreso propio que reflejara las temáticas sobre las que estamos reflexionando en la actualidad, y que nos permitiera compartir nuestras
inquietudes e investigaciones en estas materias.
Bilbao asumió la propuesta y organizó el primer Congreso de Economía
Feminista del estado español en 2005, cuyo tema principal fue Las falsas fronteras de la economía: más allá del mercado, dados los límites impuestos por la teoría económica ortodoxa al estudio y propuestas realizadas en nombre de la economía. El Congreso estaba estructurado en torno a cuatro áreas temáticas: 1.
Fundamentos de la Economía feminista; 2. Condiciones de vida y de trabajo; 3.
Economía Internacional y 4. Políticas Públicas. Estas eran las problemáticas que
más nos interesaban, y que abarcaban todos los ámbitos de intervención del análisis económico. Áreas que han constituido a su vez los ejes principales de los
debates de los siguientes congresos.
CONGRESOS DE ECONOMIA FEMINISTA (2005-2009)
I Congreso de Economía Feminista (Bilbao, 2005)
Las falsas fronteras de la economía: más allá del mercado
33
Este texto está basado en mi presentación el 3 de junio de 2009 en Valladolid, invitada por el Forum de Política Feminista, a quien
agradezco la oportunidad que me brindó para compartir estas reflexiones.
34
Las Jornadas de Economía Crítica se vienen celebrando desde 1987 de forma bienal y a partir de mediados de los 90 cuentan con
un taller dedicado a la economía feminista, entre otras áreas temáticas. Ver www.economiacritica.org
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II Congreso de Economía Feminista (Zaragoza, 2007)
Hacia una Economía de la Vida
III Congreso de Economía Feminista (Baeza, 2009)
La economía feminista en un contexto de crisis global
Revista de Economía Crítica. www.revistaeconomiacritica.org
1.- ¿Por qué una inquietud por los fundamentos de la economía?
La ciencia económica responde a una visión parcial de la realidad -según la cual
se tiende a identificar "lo masculino" con "lo universal". La economía feminista
trata de superar la repercusión negativa que imponen estos modelos, sustituyendo a ese agente individualista, independiente y egoísta -el homo economicus de
la economía neoclásica- por un modelo de persona más realista y cercano a la
vida cotidiana de mujeres y hombres: una persona que cocina, plancha, piensa,
tiene sentimientos y cuida de otras personas y, a su vez, recibe cuidados y afectos; una persona que vive en un entramado de relaciones personales, familiares
y sociales y que tiene, además, una serie de responsabilidades y compromisos
hacia el resto de la sociedad y con el medio ambiente.
Gemma Cairo i Céspedes y Maribel Mayordomo Rico (Coord.) (2005): Por una
economía sobre la vida. Icaria. Más Madera.
En la ciencia económica la apuesta feminista se ha convertido en imprescindible debido a que las principales escuelas de pensamiento económico han desarrollado sus análisis mostrando una clara ceguera respecto a las relaciones de
género y al papel que las mujeres desempeñan en la actividad económica. De ahí
se desprende la importancia y necesidad de integrar las aportaciones feministas
en el análisis económico con objeto de resolver las carencias derivadas de esa
visión parcial de la realidad.
A lo largo de las últimas décadas, en particular a partir de los años 80, la producción y publicación de aportaciones feministas a la ciencia económica se han
incrementado de forma notable35. Estos trabajos constituyen pasos relevantes en
la construcción de un nuevo marco teórico feminista, el cual debería servir de
base a un nuevo modelo económico, en opinión de algunas autoras profundamente descontentas con las teorías económicas predominantes. En el caso de
autoras feministas identificadas con determinadas escuelas de pensamiento económico, estos esfuerzos también están impulsando la integración de la perspectiva de género en las mismas (neoclásica, marxista, institucionalista, post-keynesiana,...), aunque los niveles de aceptación de estas propuestas dentro de las respectivas escuelas difieren en cada caso, y algunas siguen considerándolas una
aportación marginal.
Especial mención merece la formación de IAFFE (International Association for Feminist Economics) en 1992, con su Conferencia
anual sobre Economía Feminista y la publicación mensual de la revista Feminist economics que esta organización edita desde 1995,
y que en una década ha conseguido prestigio y repercusión internacional (más información sobre la historia de IAFFE en Peterson
y Lewis, 1999:487-.. y en su página web: www.iaffe.org).
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La marginación a la que pretende hacer frente la economía feminista no parece ser una característica exclusiva del pasado. La economista Randy Albelda, tras
analizar la situación de la profesión de economista en la década de los 90, y el
reducido impacto que el feminismo ha tenido en el pensamiento, método y política económica practicada en los EEUU, declara que "la teoría económica obtiene
la dudosa distinción de ser la disciplina más dominada por los hombres entre las
ciencias sociales y humanas en los EEUU en la actualidad" (Albelda, 1997: 4). A
la hora de valorar esta preocupante afirmación no podemos ignorar la gran
influencia que el pensamiento anglosajón, en general, y el estadounidense, en
particular, ejercen a nivel mundial en el área de conocimiento de la economía.
No obstante, y a pesar de las fuertes resistencias detectadas, la presión de las
economistas feministas está impulsando la introducción de cambios en la ciencia
económica. Las investigaciones sobre las características peculiares de las condiciones en las que las mujeres participan en el mercado laboral, incluyendo la discriminación salarial, la doble jornada o doble presencia-ausencia, la segregación
vertical y horizontal, así como el techo de cristal o el acoso en el empleo, entre
otras preocupaciones, han comenzado a ser tenidas en cuenta en los diferentes
paradigmas económicos (marxista, institucionalista, neoclásico,..), lo cual puede
ser considerado un pequeño avance. Sin embargo, no existe unanimidad sobre
su relevancia, puesto que algunas autoras (Bergmann, 1987, en Pujol, 1992: 2)
consideran que estas menciones se han realizado partiendo del punto de vista de
los hombres y que han llevado insertos prejuicios ideológicos36.
Parece obvio que el predominio histórico de los hombres en la profesión y disciplina económica ha influido en esta visión sesgada de la realidad. Algunas autoras achacan, en particular, el carácter androcéntrico de los postulados de la
escuela predominante en la ciencia económica, la neoclásica, a la ausencia de
las mujeres en la misma (Ferber y Teiman, 1981, citadas en Pujol, 1992:2). En el
resto de los paradigmas, esta marginación no ha sido tan notable, ya que en algunos casos se han tenido en cuenta las relaciones sociales y de clase generadas
en el sistema capitalista, lo cual ha implicado analizar los diferentes roles jugados
por las mujeres y los hombres en las actividades socioeconómicas. Un ejemplo
de esta integración la encontramos en el socialismo utópico37.
No obstante, ninguna de las principales escuelas se ha manifestado abiertamente feminista por un gran número de sus participantes, aunque existan algunas excepciones particulares38. Por ello, hay razones para considerar que la
mayoría de los análisis económicos han sido "ciegos al género", lo cual ha impulsado a muchas economistas feministas a exigir el reconocimiento del carácter
36
A lo largo de la historia del feminismo y de sus aplicaciones a las producciones científicas o políticas, siempre ha existido una
corriente escéptica que no confía en la labor realizada por los hombres, por considerarla sesgada contra las mujeres.
37
Se considera que el término "feminismo" fue utilizado por primera vez en un texto en francés del socialista utópico Charles Fourier
en 1837, para referirse a un activismo político centrado en la defensa de la extensión de las libertades y la reforma de las condiciones sociales para expandir las actividades sociales y económicas permitidas a las mujeres (Forget, 1997: 110).
38
Este es el caso de John Stuart Mill entre los autores clásicos y Thorstein Veblen, entre los institucionalistas, lo cual no impidió que
la mayoría de sus seguidores ignoraran sus aportaciones en este sentido hasta finales del siglo XX.
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sexuado de la economía, con objeto de ampliar la visión, modificar supuestos
erróneos que distorsionan la importancia de la división social de los roles entre los
géneros y realizar propuestas para superar sus carencias (Elson, 1991; Bakker,
1994).
A la hora de analizar las principales causas que han motivado las fuertes resistencias mostradas por las escuelas económicas a aceptar las propuestas feministas, pasamos a sintetizar las reflexiones realizadas por Albelda (1997:5-6) en este
sentido, puesto que esta autora recoge tres motivos muy relevantes por los que
el pensamiento feminista no ha sido escuchado ni ha influido en la disciplina económica hasta la actualidad. En primer lugar, debido a las metodologías que se utilizan en la disciplina económica. En segundo, a la escasa diversidad de ideas predominantes en la misma, y en tercero, a la representación organizativa feminista.
En el primer apartado, destaca el hecho de que muchas de las metodologías
utilizadas evitan construir modelos que describan las relaciones de poder existentes entre los agentes. Esto hace extremadamente difícil su utilización en los análisis feministas de las dinámicas de género, ya que las relaciones de poder son
una variable fundamental del análisis.
En segundo lugar, el hecho de que una única escuela de pensamiento haya
dominado de forma prácticamente hegemónica la producción y reproducción del
conocimiento en la ciencia económica, le ha dado más posibilidades de marginar
a todas las teorías que disienten y a estas más dificultades de hacerle frente.
En tercer lugar, destaca que si no se hace frente a la base institucional del
grupo que cuenta con la metodología dominante, no es fácil que éste renuncie al
poder que detenta, por lo que la organización de los grupos que disienten y la
lucha colectiva para asegurarse un lugar en la profesión dará forma a su habilidad para influir en la misma. Creemos conveniente que esta reflexión se amplíe,
no sólo a la profesión y sus categorías, sino a las aportaciones que realizan los
grupos feministas, por ser un elemento clave para la superación de las discriminaciones de género, por su conocimiento y reflexiones sobre estas materias.
En general, podemos decir que el enfoque tradicional mantenido hasta ahora
no ha sido capaz de responder a las necesidades y problemas a los que han tenido que hacer frente las mujeres, y esa es la base de la necesidad de una teoría
económica feminista, que se está construyendo en la actualidad, y debatiendo en
jornadas y congresos como los que impulsamos.
2. Las condiciones de vida y de trabajo
Un tema clave del análisis económico, y especialmente de la economía crítica, ha
sido históricamente la dimensión del mercado de trabajo, las condiciones de traba-
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jo de la población asalariada, y el conflicto capital-trabajo. Generalmente, estos
análisis tenían como base una mirada androcéntrica de la organización social, por
lo que situaban a los hombres en el centro del mercado laboral y a las mujeres en
la esfera doméstica, considerada extra-económica. Esto fue llevado al extremo con
la escuela neoclásica cuando de forma explícita algunos autores apostaron por la
exclusión de las mujeres, no sólo de algunas profesiones, sino de los trabajos
remunerados en general, por medio de la aplicación de incentivos negativos, como
un sueldo menor por el mismo tipo de trabajo. Estas propuestas generaron críticas
desde un principio por parte de autoras defensoras de los derechos de las mujeres, pero todavía predomina hoy en día una discriminación laboral con sus múltiples dimensiones, entre las que es flagrante la discriminación salarial. Incluso en
la Unión Europea existe en todos sus Estados miembros, a pesar de que en su tratado fundacional uno de los pocos apartados relativos a la igualdad entre mujeres
y hombres fue el dedicado a la necesaria igual retribución para hombres y mujeres por trabajo de igual valor. Cincuenta años después las diferencias salariales
entre mujeres y hombres en muchos países europeos todavía se encuentran en la
franja entre el 10% y el 20%, tal como refleja el siguiente gráfico.
BRECHA SALARIAL DE GÉNERO EN LA UNIÓN EUROPEA 1994-2004
% de diferencia de salario bruto por hora entre mujeres y hombres sobre el de los
hombres
Fuente: EUROSTAT
En la actualidad contamos con múltiples estudios que analizan las dinámicas
y características del mercado laboral desde la perspectiva de género. Además, la
economía feminista ha avanzado en su inclusión dentro de una visión más integral del funcionamiento y estructura económica. Así, una aportación muy relevante del feminismo ha consistido en situar en el centro de este debate las condiciones de reproducción social de la población asalariada y analizar la importancia de
los trabajos domésticos y de cuidados en las condiciones de vida de la población.
Se supera así el reduccionismo habitual y los problemas que acarrea ignorar
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estos trabajos por haber sido considerados un tema privado a ser resuelto exclusivamente por las mujeres.
La cantidad y calidad de análisis que se están haciendo en la actualidad sobre
la economía del cuidado son un reflejo de la necesidad sentida por muchas autoras para recuperar y revalorizar este ámbito de actividad, tan complejo como básico en nuestras condiciones de vida como en la actuación de las políticas públicas.
3. La economía internacional
Las economistas feministas han sido especialmente susceptibles a los cambios
imperantes en la economía internacional en las últimas décadas. Así cuando
impulsan que la ONU realice la primera Conferencia Internacional sobre las mujeres, que se celebró en México en 1975, así como las posteriores, se pretende
reflexionar sobre el papel que las mujeres están jugando en los procesos de desarrollo de los países del Sur y de los impactos diferenciados de estos procesos
para mujeres y hombres en función de sus diferentes roles y relaciones de poder
existentes39. La finalidad de todas estas Conferencias ha consistido en formular
recomendaciones sobre acciones y medidas que deben ser llevadas a cabo por
los gobiernos, las organizaciones sociales y la comunidad internacional para
lograr la plena igualdad y participación de las mujeres en la vida social, política,
económica y cultural.
A partir de la década de los 70, junto a la aprobación de la reveladora
Convención contra todo tipo de discriminaciones contra las mujeres (CEDAW40),
muchas autoras han investigado y mostrado al mundo en qué condiciones viven
las mujeres, haciendo especial hincapié en la división sexual del trabajo, y sus
consecuencias sobre el reparto de los tiempos, la formación, la renta, la riqueza
y el patrimonio, entre otros elementos claves de nuestra calidad de vida.
En la actualidad, los análisis sobre las cadenas globales de cuidados han añadido un elemento fundamental a la comprensión de las dinámicas vitales y laborales de las mujeres que enriquece los análisis sobre las relaciones económicas
internacionales.
4. El papel de las políticas públicas y la igualdad de género
A lo largo de la historia de la Ciencia Económica uno de los temas más polémicos
y recurrentes ha versado en torno al papel que debería jugar el Estado en la actividad económica, en particular, y en la organización social, en general. Estas divergencias han abarcado un amplio espectro de posiciones, que han ido desde el
rechazo más o menos absoluto a la supuesta intromisión del sector público en la
actividad económica, a una defensa a ultranza de su participación directa con objeto de mejorar los resultados del sistema. No obstante, incluso los más contrarios a
39
40
Ver Boserup, Ester, 1970, obra pionera sobre el papel de las mujeres en los procesos de desarrollo.
http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/0031.pdf
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su participación en la economía le han asignado el papel de guardián de la propiedad privada y la regulación del sistema económico.
Las principales teorías económicas no han introducido el debate sobre el
papel del Estado en las políticas a favor de la igualdad entre mujeres y hombres,
hasta que las autoras feministas han comenzado a elaborar propuestas en este
sentido. En la Teoría Feminista, por su parte, no existe una visión monolítica sobre
la organización social idónea ni sobre el Estado, identificándose cinco puntos de
vista principales relativos al papel del Estado, que se suelen condensar en cuatro
(feminismo liberal, radical, marxista-socialista y post-estructuralista). Cada una de
ellas parte de diferentes percepciones de la realidad imperante y de los cambios
requeridos para lograr una sociedad libre de discriminaciones, y por lo tanto, del
papel que las instituciones juegan o deben jugar en este proceso. Existen algunos lugares de encuentro, situándose más distante de las demás la última, ya que
cuestiona todas las categorías analíticas utilizadas hasta el momento, en su pretensión de deconstrucción de los esquemas mentales adquiridos, entre los que
incluye el género, concepto fundamental en la perspectiva feminista hasta la
actualidad.
Hasta las últimas décadas del siglo XX pocos análisis iban más allá de considerar al Estado como potencialmente bueno o malo para las mujeres como grupo.
Las visiones más positivas consideraban que éste podía ayudar a las mujeres a
adquirir más poder cuando les ofrecía las posibilidades de obtener mejoras en términos económicos y políticos. Esta visión se ha defendido sobre todo en el contexto de la social-democracia escandinava y el feminismo liberal, que considera
al Estado como un árbitro neutro entre diferentes grupos sociales. Las más pesimistas consideraban al Estado como fruto de la alianza entre el capitalismo y el
patriarcado y, por lo tanto, eran de la opinión de que no se debía colaborar con él
dado su carácter sustantivo patriarcal (feminismo radical y marxista-socialista,
principalmente) (Waylen, 1998:5).
No obstante, a partir de la década de los 70 comienza a producirse un fenómeno de institucionalización del feminismo en organismos públicos que promueven una agenda de igualdad de las mujeres, que podríamos denominar "la institucionalización de intereses feministas" (Stetson y Mazur, 1995). Por ello, a este
fenómeno se le denomina feminismo institucional, y se está desarrollando tanto a
nivel estatal, como en el resto de niveles administrativos (regional y local).
El auge del feminismo institucional ha sido analizado en diferentes estudios,
entre los que destaca el realizado por Stetson y Mazur Comparative State
Feminism publicado en 1995, en el que comparan el feminismo institucional en 14
Estados41. Estas autoras analizan en qué medida la maquinaria política dedicada
a la problemática experimentada por las mujeres puede ser realmente considera41
Los Estados incluidos en esta obra son: Australia, Alemania, Canadá, Dinamarca, España, EEUU, Francia, Irlanda, Italia, Noruega,
Países Bajos, Polonia, Reino Unido y Suecia.
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da feminismo de Estado, cómo ha influido en la formulación y puesta en marcha
de políticas feministas, y si ha permitido el acceso de grupos de mujeres no
gubernamentales en el proceso de formulación de dichas políticas.
En su estudio realizan una tipología de feminismo de Estado, basándose en
dos categorías: el nivel de influencia en las políticas y el nivel de acceso de grupos de mujeres a las políticas. En sus conclusiones destacan que es mayor el
grado de feminismo de Estado si se dan dos condiciones. En primer lugar, que el
Estado se defina como un espacio de justicia social y tenga la capacidad estructural de institucionalizar las nuevas demandas de igualdad. En segundo lugar,
que la sociedad apoye ampliamente a las organizaciones feministas que desenmascaran las jerarquías basadas en el sexo, a través de una variada tipología de
movimientos (radicales, moderados, reformistas, dentro de los partidos y sindicatos,..). Por lo tanto, tanto el carácter de las estructuras gubernamentales como las
acciones del movimiento de mujeres y el apoyo social a las mismas son factores
influyentes en el carácter más o menos feminista de los organismos de igualdad.
Podemos constatar que el movimiento feminista no tiene una postura común
sobre el papel a jugar por el Estado en las acciones que permitan superar la situación de discriminación de género existente42, ni ha desarrollado una teoría del
Estado (Mackinnon, 1995:177; Waylen, 1998:3), aunque algunas autoras han
cuestionado incluso su necesidad. Así, una parte del mismo considera que el
Estado es parte de la estructura patriarcal que impide avanzar hacia la igualdad,
mientras otra parte del movimiento incide en la necesidad de la intervención del
mismo, a través de la formulación de políticas de promoción y de acciones positivas.
En muchas ocasiones, se ha percibido al Estado como algo externo a las vidas
de las mujeres, sobre el que éstas tenían poco control y su relación era unidireccional del Estado hacia las mujeres. Este enfoque asume que el Estado es una
entidad homogénea situada fuera de la sociedad, y no fruto de las interacciones
entre los diferentes grupos que la componen.
Actualmente, la literatura feminista es, en general, menos radical que a lo
largo de su historia respecto al papel potencial del Estado en los cambios que
afectan a las relaciones de género. Algunas posturas consideran al Estado un
aliado potencial en la defensa de los diferentes y diversos intereses de las mujeres (Stetson y Mazur, 1995). Lovenduski también considera que dada la importancia que ha adquirido el Estado, el problema consiste en la imposibilidad de evitarle", porque está muy presente en la mayoría de las áreas importantes de la vida
moderna. En este sentido, "sostenemos que las mujeres necesitan del Estado y
que es importante para el movimiento feminista entender esto" (Lovenduski,
1997: 202). También se considera importante el análisis de las relaciones entre el
El debate sobre el papel del Estado en la corrección de las desigualdades de género ha sido muy intenso a lo largo de la vida del
movimiento feminista y ha creado grandes fricciones dentro del mismo, por las fuertes divergencias existentes en las posturas
defendidas.
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Estado y la sociedad, ya que es necesaria la revisión del entramado comunitario,
de la familia y de sus relaciones sociales, y esta es una de las apuestas actuales
de las economistas feministas que analizan el papel del estado en la economía.
En el ámbito de las políticas públicas, una de las estrategias que más atención
están concentrando en las últimas décadas es la de la integración de la perspectiva de género en los procesos presupuestarios. Proceso en el que se discuten y
acuerdan las principales medidas políticas que adopta el ejecutivo a lo largo del
año. Así, los presupuestos con enfoque de genero (PEG) son un instrumento que
apuesta por introducir la equidad en la política presupuestaria, junto a la eficacia
y la eficiencia social. Esta estrategia también colabora en el impulso de la transparencia, la rendición de cuentas y la participación social en la gestión pública,
puesto que los presupuestos son uno de los instrumentos que reflejan con mayor
claridad las prioridades de los gobiernos. Por medio de su análisis también se
observan las potencialidades y limitaciones de la política fiscal de los gobiernos y
sus impactos sobre la calidad de vida de las mujeres y hombres. Por ello, son un
elemento fundamental también en el rediseño explícito de las políticas presupuestarias con objeto de contribuir a corregir las desigualdades entre mujeres y hombres.
Asimismo todos los temas relacionados con la "conciliación" de la vida personal, familiar y laboral, y la imprescindible corresponsabilidad de los hombres -permisos parentales intransferibles, entre otras medidas propuestas-, de las empresas -adaptación de sus horarios a las necesidades de las personas y no a la inversa,..- y las políticas públicas -servicios públicos de cuidados,..- son algunas de las
áreas en las que se están realizando un gran número de análisis y propuestas
desde la economía feminista.
Estos son los cuatro ejes fundamentales tratados en todos los congresos, aunque cada uno ha hecho hincapié en algunos aspectos de este amplio campo de
estudio.
Así, en Zaragoza en 2007 el congreso tuvo como lema principal Hacia una
economía de la vida, porque es la calidad de vida de las mujeres y los hombres
lo que debería ser el objeto último del análisis económico, del quehacer de las
principales instituciones sociales y por tanto de la intervención de las administraciones públicas. Esto permitiría replantearse el papel del beneficio empresarial,
hasta ahora considerado el parámetro principal de la consecución del éxito económico, que tantos desequilibrios y problemas produce al no estar supeditado a
objetivos sociales más amplios y equitativos.
En Baeza en 2009 en plena crisis económica el lema principal fue La economía feminista en un contexto de crisis global. A pesar de que en las últimas déca-
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das las crisis han sido patentes y recurrentes en diversas partes del mundo, la crisis financiera global ha brindado una nueva oportunidad para reflexionar sobre
las causas estructurales de las crisis que genera el propio sistema capitalista,
agravadas en esta ocasión por las políticas neoliberales impuestas en la mayor
parte del planeta. A partir de ahí el análisis de las posibles vías de superación de
la situación actual nos obliga a valorar la importancia de las crisis sobre la que se
asienta la actual, como son la crisis de cuidados, la crisis ecológica y la crisis del
modelo productivo y financiero existente. La construcción de alternativas para
superar este sistema capitalista y patriarcal, asfixiante para la mayoría de la
humanidad y el planeta en su conjunto, ha sido tratado desde la perspectiva feminista, contribuyendo a la profundización de las causas, consecuencias y posibles
salidas del mismo.
En este sentido nos gustaría acabar esta síntesis recogiendo el texto que se
elaboró y aceptó por unanimidad en este III Congreso de Economía Feminista. La
claridad del texto no exige comentarios y sería un buen punto de partida para
comenzar a afrontar la crisis de forma integral y con voluntad de cambiar la situación actual de raíz.
LA ECONOMÍA FEMINISTA ANTE LA CRISIS
El tercer congreso de economía feminista se ha realizado los días 2 y 3 de abril
en el Centro de Formación Feminista Carmen de Burgos en Baeza, Jaén, en el
que se ha llegado a un amplio consenso sobre la actual crisis económica y sus
consecuencias:
1.- La crisis económica y financiera que amenaza el tejido social y el bienestar de las personas se superpone a otras crisis, como las del cuidado, la ecológica, la del modelo económico y de desarrollo, así como, la moral y la ética.
2.- La crisis ataca directamente las condiciones de vida de las personas y
sobre todo de los sectores de población más vulnerables, incluyendo a las
mujeres, que no han sido responsables de las políticas y decisiones que han
llevado a esta situación.
3.- Los responsables de esta crisis son las élites del sector financiero y empresarial, así como los gobiernos que han impuesto las políticas neoliberales de
las dos últimas décadas, siguiendo los postulados de la economía ortodoxa y
patriarcal y del fundamentalismo de mercado.
4.- Las medidas anti-crisis que se están adoptando pueden agravar las desigualdades ya existentes entre mujeres y hombres. Por ejemplo, enfatizando
la inversión pública en sectores económicos en crisis -poco sostenibles como
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el del automóvil o el de la construcción-, y no, en infraestructura social - como
educación, salud, cuidados y protección social.
5.- La crisis implica un riesgo de intensificar la división sexual del trabajo y las
desigualdades que genera. Pero también, representa una oportunidad y un
desafío para establecer nuevas formas de producción y consumo, y de reorganizar las estructuras y relaciones del cuidado, estableciendo un reparto
equitativo entre mujeres y hombres del trabajo remunerado y no remunerado.
Esto se tendría que hacer con un aumento de la corresponsabilidad entre los
distintos agentes involucrados en el bienestar social, incluyendo el Estado a
través de un presupuesto público progresista que a través de los ingresos,
gastos y beneficios fiscales redistribuya equitativamente los recursos -que
garantice el acceso al crédito-, y sea coherente con el objetivo de la igualdad
entre mujeres y hombres.
6.- Como economistas feministas denunciamos la economía ortodoxa y el fundamentalismo de mercado, dominantes en las facultades de económicas y en
las acciones de gobierno que nos han llevado a la situación de crisis en la que
nos encontramos.
Por tanto, exigimos incluir una perspectiva feminista en los planes de estudio
y la investigación, así como en la política económica y en las medidas anti-crisis
que se están diseñando.
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13.- PROPUESTAS ANTE LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO
Mª José Moruno López
Presidenta del Forum de Política Feminista de Córdoba
En la previsión de una abstención cercana a los dos tercios del electorado en las
elecciones al Parlamento Europeo de 7 de junio 2009 confluyen
1.- A nivel general europeo:
1.a) la crisis política de la UE, que muchos atribuyen a la ampliación de 15 a 27
estados miembros realizada hace 5 años y otros a la Europa de dos velocidades
en la que Francia y Holanda desaprobaron en referéndum la Constitución de
2005, a duras penas sustituida por el Tratado de Lisboa 2007
1.b) la crisis económica, con una previsión en 2009 para el conjunto de la UE de
caída del 4% del PIB y aumento del número de desempleados de 20 a 26,5
millones, frente a lo que cada estado da la respuesta que puede, mientras la
Unión parece más ocupada en salvar a los bancos que a los parados, y elude
cuestionar su modelo neoliberal de desregulación de empresas, bancos y trabajadores en el origen del aumento de desigualdades y el crak financiero.
2.- A nivel de España se suma la ostentación de dos records negativos
2.a) de desempleo, con el 18% en este año, y previsión del 20,5% en 2010,
frente al 9% y 11% en la UE
2.b) y de duración de la caída del PIB, previéndose que a finales de 2010,
España será el único país de los 27 miembros de la UE que seguirá en recesión.
3.- desde la perspectiva de género
3.a) la crisis agudiza la invisibilización de la aportación de las mujeres a la economía y paraliza el reparto entre mujeres y hombres de los cuidados (especialmente de la infancia y las personas dependientes) y del empleo y la protección
social por desempleo, dependencia o vejez.
3.b) los programas y órganos europeos de promoción de la igualdad entre
mujeres y hombres, reducen, cuando más falta hace, su actividad, que ya llevaba cerca de cinco años decayendo, como ejemplifica el retraso de dos años
en poner en marcha el Instituto Europeo de Igualdad de Género y su silencio
ante el incumplimiento del objetivo de Lisboa de alcanzar en 2010 un 60% de
Tasa de Ocupación Femenina, el abandono de objetivos de educación infantil
en la etapa 0 a 3 años y de atención a las personas dependientes y otros objetivos europeos de igualdad.
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ALTERNATIVAS:
En consecuencia, el Forum de Política Feminista, ante las elecciones europeas
2009, planteamos:
A) EL CUESTIONAMIENTO GLOBAL DEL MODELO ECONÓMICO-SOCIAL
DE LA UE. Como dice el Manifiesto sobre la crisis económica del Tercer
Congreso de economía feminista de Baeza (Jaén), 2009:
1.- La crisis económica y financiera que amenaza el tejido social y el bienestar de
las personas se superpone a otras crisis, como las del cuidado, la ecológica, la
del modelo económico y de desarrollo, así como, la moral y la ética.
2.- La crisis ataca directamente las condiciones de vida de las personas y sobre
todo de los sectores de población más vulnerables, incluyendo a las mujeres, que
no han sido responsables de las políticas y decisiones que han llevado a esta
situación.
3.- Los responsables de esta crisis son las élites del sector financiero y empresarial, así como los gobiernos que han impuesto las políticas neoliberales de las dos
últimas décadas, siguiendo los postulados de la economía ortodoxa y patriarcal y
del fundamentalismo de mercado.
4.- Las medidas anti-crisis que se están adoptando pueden agravar las desigualdades ya existentes entre mujeres y hombres. Por ejemplo, enfatizando la inversión pública en sectores económicos en crisis -poco sostenibles como el del automóvil o el de la construcción-, y no, en infraestructura social - como educación,
salud, cuidados y protección social.
5.- La crisis implica un riesgo de intensificar la división sexual del trabajo y las
desigualdades que genera. Pero también, representa una oportunidad y un desafío para establecer nuevas formas de producción y consumo, y de reorganizar
las estructuras y relaciones del cuidado, estableciendo un reparto equitativo entre
mujeres y hombres del trabajo remunerado y no remunerado. Esto se tendría que
hacer con un aumento de la corresponsabilidad entre los distintos agentes involucrados en el bienestar social, incluyendo el Estado a través de un presupuesto
público progresista que a través de los ingresos, gastos y beneficios fiscales
redistribuya equitativamente los recursos -que garantice el acceso al crédito-, y
sea coherente con el objetivo de la igualdad entre mujeres y hombres.
6.- Denunciamos el fundamentalismo de mercado dominante en la política económica europea, que nos ha llevado a la situación de crisis en la que nos encontramos y exigimos incluir una perspectiva feminista en las políticas estructurales y
en las medidas anti-crisis que se están aplicando
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B) CREAR UN CONSENSO SOCIAL Y POLÍTICO DE EQUIDAD DE GÉNERO
EN LA ACCIÓN CONTRA LA CRISIS. Apoyamos también el Manifiesto
Feminismo ante la crisis
Pedimos el desglose por sexos del impacto humano de la crisis y el cumplimiento del deber legal de acompañar informe de impacto de género a las medidas anticrisis; la inversión pública para crear empleo y reactivar la economía no sólo en
asfalto, ladrillo y coches, sino en universalizar los servicios públicos de educación
infantil y atención a la dependencia, salud, educación, servicios sociales, medio
ambiente, deporte y cultura.
Pedimos la participación de las asociaciones de mujeres en el consenso social
contra la crisis, para que ninguna diferencia biológica justifique nuestra exclusión
del empleo y del ocio, ni la de los hombres del trabajo doméstico, retrocediendo
al modelo socioeconómico de 'hombre sustentador/mujer cuidadora dependiente'.
La igualdad de género es clave para aprovechar el capital humano de las mujeres y el potencial cuidador de los hombres; para el buen funcionamiento de los
mercados de trabajo y de las Administraciones Públicas; para el cambio a un
modelo tecnológica, medioambiental y socialmente sostenible.
Proponemos los siguientes ejes para un plan de acción contra la crisis:
1.- Visibilización del impacto de género de la crisis y las medidas anticrisis.
Informe previo de impacto de género y evaluación desagregada por sexos de los
indicadores de crisis y de las medidas anticrisis.
2.- Equidad de género en el empleo y la protección social, en particular por
desempleo
Que la inversión pública ligada al empleo no se limite a sectores masculinizados
como la construcción y el automóvil. Publicar el empleo creado hasta ahora desagregado por sexos.
-Condiciones de igualdad de género en las subvenciones públicas a empresas
y la contratación administrativa, incluyendo la exigencia de planes de igualdad.
-Inclusión de las empleadas de hogar en el Régimen General de la Seguridad
Social.
-Subsidios de desempleo para todas las personas sin seguro contributivo
-Atención a las familias monoparentales.
-Aumento del fondo de garantía de pensiones de alimentos por divorcio impagadas hasta el salario mínimo interprofesional.
-Aumento de las pensiones no contributivas hasta el mínimo de las contributivas.
-Protección económica de las víctimas de violencia de género, accesibles e
inclusivas frente a la vulnerabilidad de las inmigrantes.
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3.- Plan integral de servicios públicos
-Universalización de la educación infantil pública desde los 0 años.
-Sistema público universal de atención a la dependencia.
-Ampliación de los recursos para la educación y la sanidad, con especial atención a la gratuidad de todos los servicios y a la igualdad de género.
4.- Eliminar el sistema de impuestos y prestaciones potenciador de roles
sexuales tradicionales, construir una sociedad de personas sustentadoras/cuidadoras en igualdad
Eliminar todos los desincentivos al trabajo asalariado de las mujeres, y las prestaciones para el cuidado incompatibles con el trabajo asalariado, y apoyar la
simetría y corresponsabilidad laboral y familiar de mujeres y hombres:
-Eliminar el artículo 18 de la ley de Dependencia de cuidados familiares no profesionales
-Permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles y con la misma
parte obligatoria.
-Eliminar la tributación conjunta en el IRPF.
-Eliminar las medidas de fomento del empleo a tiempo parcial.
-Reducción general de la jornada laboral diaria, eliminación de los topes de cotización a la Seguridad Social y demás incentivos a las jornadas demasiado largas.
5.- Incluir la igualdad de género en las relaciones internacionales
-Revisar las cadenas mundiales de cuidados feminizadas
-Condonar la deuda de los países en vías de desarrollo que asuman un compromiso efectivo con la igualdad de género y con la preservación del medio
ambiente.
C) NO SIN LAS MUJERES
Apoyamos la campaña 50/50 "No puede haber democracia europea moderna sin
igualdad de género" del Lobby Europeo de Mujeres, ya que ahora el 77% de los
miembros del Parlamento Europeo y el 66% de los Comisarios son hombres.
España tiene 54 europarlamentarias, el 33,3%.
En España, ante la posible aplicación a la baja de la Disposición Adicional 2ª de
la Ley de Igualdad, colocando los partidos al mínimo legal de mujeres en los peores puestos legalmente posibles pedimos listas cremallera con mujeres en puestos impares.
Consideramos positiva la presentación de la candidatura de Iniciativa Feminista,
y emplazamos a todas las candidaturas a asumir las reivindicaciones del movimiento feminista.
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Reivindicamos la democracia participativa, en particular la puesta en marcha ya
del Consejo de Participación de las Mujeres previsto en la Ley española de
Igualdad de 2007 y la revitalización de la función consultiva ante los poderes
europeos del Lobby Europeo de Mujeres.
D) POR UN VERDADERO MODELO SOCIAL EUROPEO pedimos:
D.1.- Derogación a la Directiva de expulsión de inmigrantes 2008
D.2.- Que el Instituto Europeo de Igualdad de Género actúe ante las instituciones y ante la sociedad en el impulso de la acción por la igualdad, y en particular en el seguimiento del Plan de trabajo para la igualdad entre las mujeres y los
hombres 2006-2010 y del impacto de género del programa Progress
D.3.- En el marco de la modificación de las Directivas 92/85/CEE y 96/34/CE, y
la sustitución de la Directiva 86/613/CEE:
-Reducción general de la jornada laboral frente a intentos, como el de
Directiva de 65 horas semanales, incompatibles con el derecho de todos los
trabajadores y trabajadoras a la conciliación de la vida laboral y personal y
con el Plan de Igualdad 2006-2010 de la UE
-Permiso de paternidad retribuido de seis semanas
-Ratificación del Convenio 183 de la OIT de protección de la maternidad
-Permiso filial retribuido por la Seguridad Social para el cuidado de familiares en
situación de dependencia, de un año, a utilizar a lo largo de la vida laboral.
-Los permisos no retribuidos (reducción de jornada y excedencias) deben cubrir,
al menos, las cotizaciones sociales, para no lesionar sus prestaciones sociales
futuras por enfermedad, desempleo o jubilación.
-Aumento de los objetivos de cobertura de servicios de atención a niños y niñas
de 0 a 3 años (ahora del 33%) y de los servicios de atención a personas dependientes.
D.4.- Participación de las organizaciones feministas en la elaboración de la
nueva Directiva de Igualdad de trato y no discriminación por religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual.
D.5- Por la igualdad de derechos económicos de las mujeres, compromiso de
los partidos que concurren a las elecciones europeas de no rebajar so pretexto
de la crisis, los objetivos de igual independencia económica para las mujeres y
los hombres.
-Alcanzar el objetivo de empleo de Lisboa: 60% tasa de empleo femenino en
2010
-Reducción de la temporalidad
-Igualdad de género en la protección social (pensiones, protección por desempleo) y la lucha contra la pobreza
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-Eliminar la segregación laboral, la feminización de la pobreza y la discriminación salarial y en el acceso al empleo y la protección por desempleo
-Equiparación de derechos laborales y sociales del Servicio Doméstico
-Combatir la discriminación múltiple de las mujeres inmigrantes o de minorías
étnicas, acrecentada por la nueva política inmigratoria adoptada en la UE
D.6.- Educación, sanidad, servicios sociales y acción contra la violencia de género
-Aplicación de la Resolución sobre aborto del Consejo de Europa. Atención sanitaria pública de la contracepción y la interrupción voluntaria del embarazo
-Erradicar la violencia de género y la trata de seres humanos
-Luchar contra la trata de mujeres
-Eliminar los estereotipos sexistas
-Promover la igualdad de género fuera de la UE.
-Igualdad de género en el ámbito de los servicios sanitarios y sociales.
D.7.- Promover la representación paritaria de mujeres y hombres en la toma de
decisiones
-Mejorar la gobernanza a favor de la igualdad de género en todas las instituciones de la UE, Estados miembros, parlamentos, interlocutores sociales y
sociedad civil.
-Compromisos de paridad en los nombramientos posteriores en los cargos de
los grupos parlamentarios y las instituciones del Parlamento y la Comisión.
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14.- MANIFIESTO FEMINISMO ANTE LA CRISIS 2009
Igualdad de género frente a la crisis económica
www.feminismoantelacrisis.com
Las personas y entidades que suscribimos este manifiesto expresamos nuestra
preocupación:
La crisis económica actual evidencia el fracaso de un modelo de crecimiento
desequilibrado, a la vez que proporciona la oportunidad histórica de revertirlo.
Para ello es necesaria la contribución de todas las personas, así como la planificación, utilización y distribución equitativa de todos los recursos. Sin embargo, los
gobiernos y organismos internacionales están reaccionando conforme a una imagen de la sociedad que no es la de hoy en día, lo que impide afrontar correctamente la situación de emergencia global en la que nos encontramos.
En España, en contra de lo que parecen sugerir algunos titulares de prensa,
la tasa de paro femenina sigue siendo mayor que la masculina. Además, las mujeres siguen siendo amplia mayoría en las categorías más precarias, tanto de
empleo (temporalidad, tiempo parcial, subempleo), como de desempleo (larga
duración, sin empleo anterior, sin prestación de desempleo). Sus ingresos y suspensiones son mucho menores y en muchos casos inexistentes, a pesar de que
trabajan muchas más horas en total; sus tasas de pobreza son mucho mayores.
En definitiva, la situación de las mujeres es dramática, pues según la crisis se
generaliza a todos los sectores son las personas peor situadas las que más la
sufren.
Los medios de comunicación resaltan la desoladora cifra de los 820.200 hogares en los que todas las personas activas están en paro, identificando estas situaciones con las de hombres 'cabezas de familias' con mujeres y niños 'dependientes', pero esta idea ya no se ajusta a la realidad. Detrás de esta cifra hay, además
de hombres, muchas mujeres que, en todo tipo de hogares, desean incorporarse
al empleo y están sobradamente preparadas para ello.
Ante la falta de recursos en las AAPP, los servicios públicos se ven seriamente afectados, recortándose los presupuestos de educación, de salud, de servicios
sociales, de integración cultural, de fomento de la igualdad de género. Al mismo
tiempo, las familias se ven sin medios económicos.
Todo esto repercute especialmente sobre las mujeres a través de dos vías: por
ser mayoría entre las personas necesitadas de asistencia y por ser las que suplen
en el ámbito familiar la carencia de recursos.
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Las medidas de apoyo al empleo se concentran en los sectores de la construcción y del automóvil; así como en asegurar las prestaciones a las personas
afectadas por expedientes de regulación y a las personas que disfrutan y agotan
la prestación de desempleo. Sin embargo, no se encuentra mención alguna al
impulso del empleo femenino ni a la protección de los colectivos de desempleados más vulnerables y compuestos mayoritariamente por mujeres.
En resumen, los recursos disponibles para las situaciones que afectan a las
mujeres disminuyen, y si se habilitan mecanismos extraordinarios es sobre todo
para paliar situaciones que afectan más a los hombres. Aún persiste el discurso
de lucha contra la violencia de género, pero los recursos para los servicios de
atención se limitan, a pesar de que con la crisis aumentan los comportamientos
violentos y disminuyen las posibilidades económicas de las mujeres para escapar
de ellos. Y cuando estábamos llegando a acometer la prevención del delito, existe el riesgo de que el proceso de paralice.
Se han paralizado las reformas legales para fomentar la corresponsabilidad
(como la ampliación del permiso de paternidad), mientras que se siguen potenciando las excedencias por cuidado y, como novedad frente a la crisis, se anuncian nuevas medidas de fomento del empleo a tiempo parcial.
El desarrollo de los servicios públicos no tiene prioridad en las medidas anticrisis, a pesar de las partidas de gasto que se están dedicando a inversiones. La
inversión pública masiva, necesaria para crear empleo y reactivar la economía,
proporciona una oportunidad única para reconstruir la infraestructura social, para
universalizar los servicios públicos de educación infantil y atención a la dependencia, para mejorar el sistema de salud, de educación, de servicios sociales,
para promover el deporte y la cultura, para cuidar el medio ambiente y detener el
cambio climático. En todos estos sectores se pueden crear muchos empleos y,
puesto que están subvencionados con fondos públicos, se pueden poner condiciones para maximizar su utilidad social. Se puede exigir que todos los proyectos
sean ecológicos, que fomenten la igualdad de género y que aumenten la cohesión social, pero no se está haciendo.
En los planes aprobados ha desaparecido el (preceptivo) informe de impacto
de género.
Ante esta situación, recordamos:
Las mujeres somos necesarias, hoy más que nunca, como trabajadoras y
como ciudadanas.
A diferencia de otras crisis, en las que también se presionó a las mujeres para
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retirarse del mercado de trabajo, hoy estamos preparadas para resistir. Hemos
adquirido derechos civiles y un alto grado deformación. Hemos demostrado nuestra competencia para desempeñar todo tipo de profesiones, para dirigir bancos y
países, para participar en todos los deportes y actividades.
Muchas familias dependen de los salarios femeninos y, además, las mujeres
desempleadas tienen mayor nivel educativo que los hombres desempleados. Por
otro lado, los hombres son necesarios más que nunca para arrimar el hombro en
las tareas de cuidado. Hoy, a diferencia de otras épocas, sabemos que ninguna
diferencia biológica justifica la exclusión de las mujeres del empleo y del ocio, ni
la de los hombres del trabajo doméstico.
No son razones económicas las de nuestra marginación; al contrario, es precisamente esa marginación la frivolidad que la economía y la sociedad no se pueden permitir. El modelo de familia 'sustentador masculino/esposa dependiente' se
ha revelado como una trampa para las mujeres y para todas las personas. Más
aún, está demostrado que en todo el mundo el acceso de las mujeres a la educación, al empleo y a los ingresos, impulsa enormemente el bienestar de las familias y el desarrollo de los países. La igualdad de género es clave para aprovechar
el capital humano de las mujeres y el potencial cuidador de los hombres; para el
buen funcionamiento de los mercados de trabajo y de las AAPP; para el cambio
a un modelo tecnológicamente avanzado; para una mejor organización de la producción que no se base en la especialización de las mujeres en el trabajo doméstico; para combatir la superpoblación, el envejecimiento poblacional y la pobreza
en todo el mundo; para el mantenimiento del medio ambiente. En definitiva, la
igualdad de género es crucial para el cambio a un desarrollo mundial equilibrado
y sostenible.
Las autoridades nacionales e internacionales han reiterado que la igualdad de
género es una apuesta justa y económicamente rentable. En lugar de volver a los
esquemas del pasado, ahora tienen más que nunca la responsabilidad de actuar
en consecuencia.
Por todo ello, proponemos los siguientes ejes para un plan de acción contra la crisis:
1.- Equidad de género en el fomento del empleo y en la protección por desempleo
En lugar de mantener artificialmente actividades improductivas y depredadoras
del medio ambiente, deben crearse empleos cualificados en sectores competitivos y socialmente necesarios, permitiendo la ubicación de la mano de obra más
cualificada y la formación y atención de todas las personas. En lugar de concentrar las ayudas extraordinarias al desempleo en las personas afectadas por los
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ERES, debe atenderse en primer lugar a las personas en paro que no tienen prestaciones. Para ello exigimos:
- Condiciones de igualdad de género en las empresas para las adjudicación de los proyectos con subvenciones públicas
- Subsidios de desempleo para todas las personas sin prestaciones
- Inclusión de las empleadas de hogar en el Régimen General de la
Seguridad Social
2.- Equidad de género en la protección social y en la garantía de derechos
fundamentales
Ahora más que nunca, cuando las redes familiares tienen menos capacidad de
respuesta económica, es necesario atender a las personas más necesitadas de
protección social, y las mujeres son mayoría en todas las categorías excluidas de
dicha protección. Por otro lado, ante un previsible aumento de la violencia y en
particular de la violencia machista, es necesario garantizar el derecho a la integridad física de todas las personas, a la seguridad ciudadana, a una vida libre de
violencia. Para ello, se requiere:
- Prestaciones especiales para familias monoparentales
- Aumento del fondo de garantía de pensiones de alimentos impagadas
hasta el salario mínimo interprofesional
- Aumento de las pensiones no contributivas hasta el mínimo de las contributivas
- Habilitación de recursos para atención a las víctimas de violencia de
género, incluyendo prestaciones económicas adecuadas
- Aumento de los recursos para la prevención y persecución de la violencia
de género, acoso sexual y demás actitudes masculinas violentas
3.- Plan integral de servicios públicos
En lugar de dedicar partidas de gasto público a proyectos de construcción sin ningún orden de prioridades, debe aprovecharse la oportunidad para subsanar un
déficit social histórico. La inversión en servicios públicos permite, durante la construcción de las infraestructuras, que la reconversión del sector de la construcción
sea menos costosa. Pero también amortigua el desempleo de otros sectores y
atiende a necesidades sociales. Por último, es una inversión rentable económicamente a medio y largo plazo que, además, potencia un modelo de sociedad más
justo. Se necesita, en particular:
- Universalización de la educación infantil desde los 0 años
- Sistema público universal de atención a la dependencia
- Ampliación de los recursos para la educación y la sanidad, con especial
atención a la gratuidad de todos los servicios y a la igualdad de género.
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4.- Reforma del sistema de impuestos y prestaciones para el cambio a una
sociedad de personas sustentadoras/cuidadoras en igualdad
La sociedad ha cambiado, las mujeres se han incorporado masivamente al mercado de trabajo, pero las políticas públicas siguen potenciando la división de
roles. Es necesario fomentar la corresponsabilidad y eliminar todos los desincentivos al trabajo asalariado de las mujeres, y para ello:
- Eliminación del artículo 18 de la ley de Dependencia y de todas las prestaciones para el cuidado incompatibles con el trabajo asalariado
- Reforma de los permisos de maternidad y paternidad para que ambos
sean iguales, intransferibles y con la misma parte obligatoria.
- Eliminación de la tributación conjunta en el IRPF
- Eliminación de las medidas de fomento del empleo a tiempo parcial
- Medidas para la racionalización de horarios: disminución del máximo de
horas semanales de trabajo con restablecimiento del cómputo semanal; eliminación de los topes de cotización a la Seguridad Social y demás incentivos a las jornadas demasiado largas.
5.- A nivel global, inclusión de la igualdad de género en las relaciones internacionales
Es necesario atajar la especulación financiera descontrolada, la sobreexplotación
del medio ambiente, la miseria y la violencia a nivel mundial. Para ello hay que
cambiar las reglas de la globalización económica, las relaciones internacionales,
la actividad de los organismos financieros y la cooperación al desarrollo. En este
cambio hacia un desarrollo social y económicamente sostenible a nivel global, es
imprescindible la liberación de las mujeres en todos los países. La igualdad de
género es un elemento clave para hacer posible ese otro mundo que todas las
personas progresistas imaginamos. En particular:
- Condonación de la deuda de los países en vías de desarrollo que asuman
un compromiso efectivo con la igualdad de género y con la preservación
del medioambiente.
Ante la crisis económica… IGUALDAD DE GÉNERO YA!
Febrero de 2009
Las personas interesadas en firmar este manifiesto, pueden hacerlo en
www.feminismoantelacrisis.com
Para adherirse como entidad o como sitio web, enviar además un correo a
[email protected]
¡Súmate a esta acción colectiva!
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