1 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro Conferenciante: Eduardo Soler Fiérrez 0. Introducción El título de esta conferencia me lo ha propuesto la Inspectora central Concha Vidorreta y lo acepté con gusto porque desde que publiqué mi libro La visita de inspección este tema se ha asociado a mi nombre y me siento obligado a replanteármelo de nuevo cuando me invitan a tratarlo. Porque es verdad que nunca he repetido esta misma conferencia o ponencia, pese a las veces en que me he visto obligado a darla, y no sólo porque el tema sea tan rico que tiene siempre matices inexplorados en los que me gusta entrar, sino porque no hay nada que deteste más que el ir de un sitio para otro con un portafolios repitiendo lo mismo; antes con las mismas transparencia, ahora con el mismo power-point. Creo, además, que esto sería una falta de ética, que los temas requieren actualizarlos y sobre todo profundizar en ellos hasta llegar a sus últimas consecuencias, pues para mí cada audiencia es digna del esfuerzo de presentarle contenidos actualizados y adecuados a cada situación, aunque figuren con un título idéntico al de otros programas. Desde que me jubilé he hablado de la visita de inspección en muy pocas ocasiones y ahora, al enfrentarme de nuevo con ella y al afrontar el doble reto que supone, por una parte el tratar la visita de inspección con los que la están practicando continuamente y por otra, el intentar vislumbrar qué va a ser de ella en el futuro, lo hago con la intención de entrar en aspectos que hasta el momento no había tratado, más con el ánimo de provocar la reflexión de todos, que el de dar recetas o hacer futuribles. 1. El pasado El pasado de la visita de inspección es conocido por todos los que estamos aquí porque está en el mismo origen de la función inspectora; es decir, si existe la Inspección es por la necesidad que en un momento determinado se sintió de visitar los centros educativos. Dejemos esto, desde el principio, como una verdad asentada, por indiscutible. Nuestra historia ratifica lo que acabamos de afirmar. Cuando se investiga en la Historia de la educación esa premisa es incuestionable: de cualquier ideología que sea, la Administración que se empeñe en mejorar la enseñanza tiene como primera tarea la de conocer la realidad en la que tendrá que operar si quiere modificarla y mejorarla y este conocimiento no se obtiene, o no es fiable, si no se entra en contacto directo con ella. Cuando tal contacto no se da, las decisiones de la Administración caen en el vacío y por ende son inútiles. La necesidad de conocer la realidad sobre la que se va a actuar es indiscutible. La Administración necesita a la Inspección con el fin de conocer, planificar, impulsar, controlar y corregir el funcionamiento del propio sistema escolar. Las Inspección como función especializada está unidad desde sus comienzos a los sistemas escolares y cuando el Estado estableció estos sistemas con carácter público, crea el organismo que se encargará de velar por ellos y este velar exige el contacto directo y cercano con la realidad, tan próximo que adopta como forma habitual de trabajo la entrada La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 1 2 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 en sus organizaciones. Allí donde ha habido un centro ha llegado la Inspección con la intención de observación y análisis, de ayuda e impulso al mismo tiempo. En un hallazgo impagable en la Biblioteca Nacional, esos premios que a veces los archivos tiene reservado a los tenaces historiadores, fue el encontrar unas Memorias del jurista decimonónico Juan de la Cruz Martínez Ruíz a las que acudí por razón de paisanaje, pues por su título nada predecía que en ellas pudiera encontrar algo sobre los temas que estaba investigando para mi tesis doctoral, ya que su contenido se refería a los montes de la Sierra de Segura y a su riqueza forestal; pero cuál sería mi sorpresa al ver que “La Memoria Tercera” trataba monográficamente de “la educación y de su estado en el partido de Segura” y en ella no sólo exponía este ilustre lugareño, que era individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Matritense de Jurisprudencia, además de Notario y Diputado en Cortes, el estado tan lamentable que presentaba la enseñanza en los pueblos del partido de Segura, sino que aludía también a la necesidad de crear una Inspección especializada para remediar tan desastrosa situación. Él había actuado como visitador de escuelas por encargo de la Administración y en estas Memorias insistía en la necesidad de vigilar el cumplimento de las disposiciones legales porque se tiende a no cumplirlas, sobre todo en los lugares más alejados de los órganos de gobierno y resalta lo importante que es el que en todas partes se deje sentir la mano de la administración con influencia vivificadora: “La prueba de esta verdad la encontrará VS. en la relación que hago del estado de las escuelas del partido de Segura; y según mi pobre parecer no hay otro medio más, si se han de remediar estos males, y si se ha de fomentar la instrucción, que nombrar un inspector que reúna las cualidades que son de desear y se apetecen, para que organice y mejore este ramo[…] No faltarán personas de saber, de probidad, de justicia que quieran hacer el sacrificio de su comodidad en beneficio de la patria y de su país, a quienes confiar este encargo de inspector señalándoles algunas cantidades para gastos extraordinarios, pero era necesario facultar a estos inspectores lo bastante a hacerse respetar, y que se respetasen sus disposiciones encaminadas al bien; de otro modo nunca adelantaremos gran cosa ni en éste, ni en los demás ramos que abarca la ciencia de la administración”. 1 Deteniéndonos unos momentos en este texto, observamos que a su autor no se le escapa ninguno de los requisitos que deben reunir los inspectores: a) b) c) d) Personas de saber, es decir, sólidamente preparadas. Personas cuya honradez profesional esté por encima de todo. Personas independientes, que puedan emitir dictámenes justos. Personas que tienen que hacerse respetar y que hay que procurar que sean respetadas. e) Funcionarios que deben contar con los medios necesarios para cumplir su cometido. Si tenemos en cuenta la fecha de estas Memorias, 1842, nos encontramos con el más claro precedente escrito sobre la necesidad de la Inspección unos años antes de que el R. D. de 1849 (artículos 17 a 23) la creara, creación que alcanzó el mayor rango legal con la Ley Moyano, de 9 de septiembre de 1857 (artículo 294). Esto por lo que respecta a la Inspección de enseñanza Primaria, que fue la primera que se estableció habida cuentas del número y la dispersión de estas escuelas y colegios. 1 Martínez, Juan de la Cruz (1842): Memoria sobre el Partido Judicial de Segura de la Sierra; Imprenta de D.F. Moreno, Baeza; pp. 61-63. Edición facsímil de 1991 hecha por Juan Pedro Cano Munera, Artes Gráficas Vera-Cruz, Orcera. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 2 3 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Por lo que respecta a la Inspección de Enseñanza Media, hay también algún precedente paralelo al que acabamos de comentar, el de Santiago Fernández Negrete, que ocupó el cargo de Director General de Enseñanza: “Había sido empleado por D. Juan Bravo Murillo en visitar algunos institutos, adquiriendo de esta suerte la convicción de cuán necesarios son los inspectores, acordó que en el presupuesto se incluyese una cantidad para planear esta institución […]”2 En ambos casos, tanto en el de Juan de la Cruz Martínez como en el de Fernández Negrete, la conclusión es bien clara: hay que crear un órgano facultativo que asuma la inspección de la enseñanza. Una frase feliz, que hoy día es uno de los axiomas de los que podemos presumir los inspectores por estar en el preámbulo de una de las primeras disposiciones que reglamentaron nuestras tareas (el Real Decreto de 30 de marzo de 1849) es esta tan conocida: “Crear una institución ha tiempo reclamada y sin la cual en vano se afanará el Gobierno en promover mejoras, perdiendo en gran parte el fruto de sus desvelos y sacrificios. Esta institución es la de los inspectores. Si en todos los ramos del servicio público es conveniente esta clase de funcionarios, en la instrucción primaria es indispensable. Sin ellos, la Administración nada ve, nada sabe, nada puede remediar. Las autoridades no tienen tiempo para vigilar por sí solas tan gran número de establecimientos, ni menos para entrar en la infinidad de pormenores que esta vigilancia exige. Carecen, además, de los conocimientos que necesitan para observar muchas cosas que sólo se descubren a los ojos de personas facultativas amaestradas en esta clase de indagaciones.” “Si la necesidad de los inspectores no estuviese tan reconocida, los resultados obtenidos en el corto tiempo transcurrido desde su creación serían el mejor comprobante de su utilidad e importancia. No hay reformas en que estos funcionarios no puedan reclamar su parte. Donde quiera que ha llegado su acción, allí ha sido provechosa”. Fue nada menos que Américo Castro el que con toda contundencia afirmó: “El punto vital de la educación pública se halla en la Inspección escolar”. Giner de los Ríos, en uno de sus artículos titulado “Maestros y catedráticos” (1884) reconoce: “Los pueblos como Francia e Inglaterra, cuando han querido, sobre todo, dar un impulso enérgico a su enseñanza popular […] han llamado a la inspección […] a pedagogos y hombres de la importancia de un Pécaut, o un Mathew Arnold3. Cuando entre nosotros se ha querido hacer algo semejante, tampoco se ha hecho otra cosa. Por ejemplo, en los tiempos de Montesino, bien cortos para nuestra desdicha”. En España entraron también a formar parte de la Inspección en los primeros años de su historia intelectuales ilustres como Laureano Figueroa, Rafael Altamira o Lorenzo Luzuriaga. Uno de los primeros cultivadores de la prehistoria fue inspector también y su nombre figura en cualquier libro de prehistoria cuando se trata los primeros cultivadores de esta disciplina: Teógenes Ortego. 2 Gil de Zárate, Antonio (1885): De la instrucción pública en España. Madrid. Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos, T. 1, p. 52. 3 Uno de los escritores más prestigiosos de la época victoriana en Inglaterra, fue inspector de enseñanza. Algunos de sus informes, de indudable calidad literaria, han sido publicados. Era muy escrupuloso en informar puntualmente a la Administración sobre todo lo que ocurría en los centros y partidario de perfilar el sueldo de los maestros con incentivos económicos en función de su celo profesional y rendimiento. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 3 4 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 En la república se confió mucho en la Inspección y se estableció por los tratadistas el modo de llevar a cabo las visitas, que explayé en un artículo al respecto: 1. Iniciación de la visita creando un clima de confianza en el que todos se sientan cómodos. 2. Examen de la documentación de la escuela. 3. Observación de la actuación del profesor. 4. Valoración. 5. Actuación modelo por parte del inspector. 6. Examen del material pedagógico. 7. Examen de los trabajos de los alumnos. 8. Entrevista final con el profesor. 9. Informe. El célebre Decreto de 1932 reconocía que la Inspección era una función con personalidad propia, pues la consideraba como “un órgano encargado de orientar, impulsar y dirigir el funcionamiento de las escuelas nacionales y de las instituciones educativas auxiliares de las mismas.” Si bien la Inspección actúa sobre el conjunto del sistema educativo se detiene en los centros de enseñanza como estaciones que van configurando la red que articula la educación en cualquier región o país. Va la Inspección de lo particular a lo más general, para actuar eficientemente sobre la educación y para sacar conclusiones sobre el rendimiento que se está obteniendo en un determinado momento. El inspector cuando visita un centro ve lo que todo el mundo ve, pero es capaz de ir a más, de ver también lo que los demás no ven, sencillamente por una razón muy simple, porque está facultado para ver. Y la primera conclusión para que eso sea posible es que hay que tener una preparación adecuada a la función. No se ha insistido lo suficiente en la importancia de la preparación específica de los miembros de la inspección, pues cada uno ve sólo lo que es capaz de ver, ve según la sensibilidad que tiene para ver ciertas cosas. El inspector que no sabe que la evaluación continua y formativa es esencial para un buen aprendizaje no recogerá nunca en sus informes que en el aula que ha visitado se practica o no y mucho menos podrá orientarla. La preparación y práctica llevan a la curiosidad, la curiosidad a la pregunta, el inspector tiene que saber preguntar, y las preguntas llevan a descubrir lo que ocultan lo que pueden ser meras apariencias. Cuando los inspectores dejan una demarcación o zona sin que su paso por ella no haya tenido ninguna repercusión es la mejor prueba de que no están preparados para ejercer esta profesión, pues el territorio que inspeccionan siempre les está pidiendo soluciones a una serie de problemas que no tienen resueltos o bien resueltos. Hay una extendida confusión con respecto a la visita cuando se considera como una función y no como un recursos para cumplir las funciones, cuando ha ocurrido esto se ha caído a veces en el “visiteo”, en la visita por la visita, que puede ser un vicio profesional como intuyera otro gran inspector español, el primer director general de enseñanza con Raúl Castro, Herminio Almendros. La visita es ocasión, pero no es función; es una atribución, un procedimiento supervisor que hace posible que se puedan cumplir las funciones inspectoras, pero ella, en sí misma, no es una función. Nadie mejor que el sociólogo Charles Booth (1840-1916), un pionero de la sociología científica por haber introducido en ella los estudios empíricos, para documentar la importancia de los informes consecuencia de las visitas de los inspectores de educación. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 4 5 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Booth era un acomodado hombre de negocios británico (armador en Liverpool), preocupado por la miseria que sufrían las clases bajas de su tiempo. Tal vez influenciado por su esposa Mary Macaulay, empezó por luchar contra la pobreza en el terreno político, pero el fracaso en este campo le condujo hacia el estudio científico de las causas de esta lacra social y la búsqueda de posibles soluciones con el ánimo de ofrecérselas a los políticos ya que él no había llegado a serlo. Su nombre ha pasado a formar parte de la historia de la sociología y hoy se estudia en la Universidades dentro de esta especialidad. Su trabajo se basó en la aplicación de una extensa encuesta en los barrios obreros de Londres en 1886-89. Pero, juntamente con este instrumento, utilizó información previa, sobre todo los informes oficiales que los inspectores de educación hacían sobre las escuelas de estos barrios; la existencia de estos inspectores, que estaban en contacto directo con la realidad social, fue aprovechada a fondo por el sociólogo, pero además, el quipo de encuestadores de Booth los entrevistaron sistemáticamente sobre las condiciones de vida de las familias con hijos escolares y los problemas que presentaban estos durante su escolarización. Ciertamente, los informes dependían mucho de la capacidad de observación y análisis de los inspectores, es decir, que no estaban exentos de subjetividad, pero su estudio alcanzó el rigor necesario gracias a toda esta información. Por Booth, los informes de los inspectores de educación se conocen en la Historia de la Sociología científica como fuente importante para sus estudios. El resultado final fue un informe muy rico en datos, titulado El trabajo y la vida del pueblo, Londres oriental, cuya primera edición fue de 1889, germen de su obra clásica, El trabajo y la vida del pueblo en Londres. Booth llegó a la conclusión de que la pobreza era un problema muy grave y muy extendió en el Londres de su época. Él, como gran empresario, era un hombre conservador y rechazaba de plano las ideas socialistas, por lo que no llevó su razonamiento hasta las últimas consecuencias. No obstante, precisamente por su conservadurismo y porque procedía del mundo empresarial, sus estudios fueron tenidos en cuenta por las clases dominantes de Gran Bretaña y por el gobierno, ambos quedaron escandalizados porque la pobreza constituyera una realidad tan arraigada en el país más poderoso y rico de la Tierra, de manera que se extendió entre la opinión pública un clamor pidiendo reformas sociales. Se afirma en Sociología que los estudios de Booth sentaron las bases para el estado del bienestar británico en los comienzos del siglo XX, creando pensiones de vejez, seguros de desempleo y enfermedad, salarios mínimos y comedores gratuitos en las escuelas. Hasta entonces, nunca los informes de los inspectores habían servido para tanto. Cuando los inspectores nos acercamos a la obra de Booth nos sentimos orgullosos al comprobar el provecho que se le pueden sacar a nuestros informes al ser una de las fuentes que en cada momento histórico retratan la realidad socio-educativa. En el franquismo la visita adquirió un nuevo matiz consecuencia de darse en un régimen dictatorial, era la visita un mecanismo de dominio, que en la postguerra ponía de manifiesto con su parafernalia la autoridad del que pisaba la escuela como inspector o inspectora. Concluimos esta breve visión sobre el pasado afirmando que la visita es la acción más propia y característica de la Inspección educativa, surgió antes que el mismo servicio de Inspección, pues cuando todavía no había inspectores, los visitadores cumplían esta función de manera esporádica4 y este servicio se creó y desarrolló precisamente para que las visitas 4 Soler Fiérrez, E. (1995): “Veedores y visitadores en los orígenes de la Inspección educativa”, en AA.VV. : Estudios históricos sobre la Inspección educativa; Escuela Española, Madrid, pp. 15-42. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 5 6 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 a las instituciones escolares fueran realizadas por personal preparado, conocedor del sector y capacitado para llevarlas a cabo con solvencia y tuvieran una repercusión beneficiosa sobre el sistema escolar. Debido a su importancia, el visitar centros es la actividad más sobresaliente y específica de la Inspección desde el momento mismo de su creación y en ella emplean los inspectores la mayor parte de su tiempo y ponen a prueba sus dotes profesionales; gracias a las visitas la Administración tiene conocimiento de cómo funcionan y los profesores reciben información y orientaciones directas y realistas para hacer mejor su trabajo. 2. La visita en la actualidad Cada una de las Comunidades Autónomas tiene reglamentadas las formas que deben adoptar las visitas de inspección, reglamentación que deben seguir los inspectores de la Comunidad en la que ejerzan. Nosotros nos vamos a fijar en los sistemas inspectores/supervisores de los distintos países de mundo desarrollado; en ellos podemos observar que por medio de sus visitas los inspectores: Obtienen información sobre los centros, servicios, programas, actividades y proyectos educativos sobre los que recae su tarea supervisora. Emiten informes con objeto de que quede constancia de la situación en que se encuentra el centro que visitan y para que las decisiones que les correspondan tomar a las autoridades educativas queden fundamentadas en la realidad escolar y en las necesidades que en cada caso tiene el sector. Pues aunque el visitar y redactar el informe se hagan en momentos distintos forman parte de un mismo proyecto, pues la visita no surtirá efectos hasta que no se emite el correspondiente informe. Orientan a los directivos de la enseñanza y hacen que sus decisiones se ajusten, por una parte, a los parámetros que fija la ley y, por otra, a los resultados de la investigación pedagógica en cuento a la administración y organización de los centros y a la didáctica que emplean los profesores. Intervienen en la formación y orientación de los docentes en función de las necesidades detectadas en la observación de las aulas de clase. Mantienen actualizadas estadísticas, fichas, datos de todo tipo, necesidades etc. para facilitar la actividad de planificación y de toma de decisiones y aconsejan la forma en que debe actuar la Administración para que sus decisiones contribuyan a un mejoramiento del sector. Dada su importancia no hay que esforzarse en demostrar el empeño que debe poner el personal supervisor en que sus visitas se hagan con todo esmero y eficacia. Por eso, la realización de una buena visita requiere: Configurarla convenientemente teniendo en cuenta el tipo de institución con la que se va a entrar en contacto, la comunidad educativa del centro, sus antecedentes, sus problemas, sus necesidades, etc. El estudio de la documentación previa es fundamental para que los inspectores no caigan en el centro sin tener un conocimiento de sus características y de su trayectoria anterior con objeto de situarnos en su auténtica realidad. Es decir, la visita de inspección debe estar bien ideada, bien pensada. Planificarla en función del tipo de centro que se va a visitar y de los objetivos que se busquen. Habrá que hacer un plan de visita en el que se recojan los pasos que se La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 6 7 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 darán durante su desarrollo: entrevistas que se van a mantener, clases que se piensan visitar, reuniones que se realizarán, etc. La visita debe estar bien preparada. Proveerse del material técnico necesario que facilite una realización controlada que llegue a obtener los datos con los que posteriormente se puedan realizar los estudios e informes que sean necesarios. Las técnicas y métodos actuales de supervisión nos ponen a nuestra disposición los instrumentos para que esto sea posible. La visita estará bien documentada. Una especialidad que no existe actualmente en la Inspección y que sería necesaria es la de documentalista, para que, entre otras cosas, el que se hace cargo por primera vez de una circunscripción escolar puede disponer de los antecedentes necesarios para situarse con acierto en el punto de partida. Esmerarse en su realización, para lo que no es suficiente una buena estrategia de visita, sino también el talante con que se afronte y la preparación y experiencia que el inspector posea. En conclusión, la visita deberá estar bien realizada. Finalmente, a raíz de la visita, los funcionarios de la Inspección deberán realizar los informes y gestiones pertinentes para la mejora de todo lo que hayan visto como deficitario. La visita debe estar bien terminada, bien informada. Conforme a los objetivos que nos propongamos, la estrategia de realización cambiará en todo lo que concierne a la visita; así podrá ser unitaria o en equipo, según los miembros que intervengan; única o periódica, según la intención que la mueva; de control, pedagógica, de orientación o de evaluación, en función de las necesidades del centro visitado; de planificación, si se van a llevar a cabo reformas o arreglos en el centro o en el distrito; administrativa, si son estos los aspectos que requieren atención prioritaria; de mediación, si los problemas que presenta una determinada situación están siendo un obstáculo para la buena marcha de la enseñanza, etc., etc. Después de todo lo dicho es necesario tener en cuenta que las Administraciones Públicas deben prestar a las visitas de los inspectores todo su apoyo poniendo a su disposición los medios necesarios para su buena realización, que fundamentalmente consisten en: Dotar a los Servicios de Inspección de una legislación que garantice estas actividades para que puedan llevarse a cabo con la mayor solvencia y eficacia. La reglamentación de las visitas debe contemplar su temporalización, la documentación previa de la que conviene disponer, modelos de los informes que se deben emitir, así como la necesidad de hacer propuestas que lleguen a los superiores jerárquicos. Cuando visitan un centro o servicio, los inspectores son considerados como autoridad pública con todo lo que esto lleva consigo. Dar al personal inspector los medios necesarios para su realización, tanto en el plano económico (viáticos y dietas suficientes), como en el plano técnico (documentos e instrumentos para que se realicen con seriedad y solvencia profesional y actualización profesional). Considerar, en las decisiones que tome la administración, todo aquello que los Servicios de Inspección han propuesto en sus informes de visitas con objeto de que estén enfocadas hacia la mejora de la calidad, pues, a la postre, es la Inspección la garante de ella. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 7 8 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Un Servicio de Inspección que dispone de todos estos medios puede llevar adelante sus visitas con todas las garantías, y puede estar seguro de que sus acciones redundarán de manera positiva en el sistema escolar al que dedican su trabajo. En mi libro La visita de inspección establecí y desarrollé las notas que caracterizan a estas acciones inspectoras para que puedan considerarse con todo rigor visitas de inspección. No voy aquí a detenerme en estas notas ya conocidas, pero quiero sólo recordarlas para que se tome completa conciencia de lo que supone el acto visitador si se quiere que rinda los frutos esperados: a) oportunidad (visitas aprovechando que la situación exige la presencia de los inspectores, sean estas ordinarias o de carácter extraordinario), b) continuidad (como las acciones de cualquier otro profesional, las de los inspectores deben ser constantes, según un calendario establecido), c) progresividad (cuando se visita un centro no puede hacerse como si siempre fuera la primera vez, hay que profundizar en un plan de conocimiento y observación con objeto de lograr un examen profundo del centro que se visita), d) sistematicidad (deben responder a un plan supervisor en función de unos objetivos y necesidades), e) comprehensividad (deben de abarcar todos los aspectos de la vida escolar y a todo su personal), f) comunicación (abren un diálogo con todos los miembros de la comunidad escolar que debe ser fecundo y constante), g) participación (el inspector llega al centro no como alguien extraño, sino como un componente del sistema escolar que trabaja buscando su mejora), h) solvencia profesional (realizadas por profesionales de la inspección, los inspectores accidentales deben nombrarse sólo en casos muy excepcionales). Los informes consecuencia de estas visitas puede ser: a) Informes parciales (sólo recogen algún aspecto de la realidad del centro visitado), b) Informes globales, cuando después de un período de visitas se redacta el informe sobre el funcionamiento general del centro escolar y c) Estudios y memorias que recojan la situación educativa de una zona de inspección. 3. El futuro Partimos de la proposición de que todas las funciones profesionales que asume la Inspección como tal tienen que ser clasificables como controladoras, mediadoras, asesoras y orientadoras, o evaluadoras y a todas debe concedérsele la misma atención, dependiendo la insistencia en unas u otras en un determinado momento sólo de las circunstancias: a) espaciales (zonas urbanas o rurales, centros nuevos, centros de un tipo o de otro o lugares a los que se está dedicando una determinada política y es necesario el control de su ejecución, preferencia de unos distritos u otros por el desarrollo de ciertos programas o de ciertas necesidades, etc.) o b) temporales (momentos más oportunos, necesidades derivadas de exigencias reales o legales, tiempos impuestos por planes de acción, etc.). Pese a la distinción indicada, no se da una separación absoluta entre las formas de esta clasificación que en la realidad se encuentran entreveradas siendo a veces difícil distinguir cuando se están ejerciendo unas u otras, hasta el punto de que se da cierto equilibrio entre La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 8 9 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 ellas, equilibrio que hace que la Inspección se mantenga en un fiel que le garantiza la imparcialidad y credibilidad en el sistema escolar. Porque, ¿hasta qué punto la evaluación no es también una forma de control? ¿No desemboca a veces el control en asesoramiento, siendo éste exigido por los resultados de aquél? ¿No viene la mediación en ciertos casos como consecuencia obligada del control? ¿No se requiere la orientación cuando la evaluación ha puesto de manifiesto ciertas necesidades? La hipertrofia de algunas de las funciones antedichas ha derivado en formas de inspección anómalas que han provocado desconfianza o devaluación de su misión. La preferencia de la función de control se ha identificado con una Inspección utilizada por los sistemas totalitarios para garantizar el orden, derivando a veces en una inspección-policíaca puesta al servicio del poder constituido que se aleja mucho de lo que es la Inspección educativa. No hay críticas que más nos hagan sufrir a los inspectores que las que nos consideran vendidos al poder político: “Yo tuve la fortuna, pese a mi edad, de ir a uno de éstos [colegios privados], el “Estudio”, el único de Madrid entonces junto con los extranjeros […], fuera de la jurisdicción de la dictadura. “Estudio” debía engañar, desde luego: he contado más de una vez cómo, cuando venía un inspector, los chicos y las chicas que solíamos estar juntos teníamos que correr a separarnos en diferentes aulas, para hacerle creer al enviado franquista que, aunque el colegio admitiera a alumnos de ambos sexos, no coincidíamos en el mismo espacio físico ni nos rozábamos”5. Diatribas así las encontramos también en el filósofo francés Mounier, pero el que sea Javier Marías el autor de este párrafo, es más doloroso si cabe, pues él conoció muy bien a uno de los mejores inspectores del franquismo, que empezó siendo uno de los depurados, y que se convirtió pronto en una autoridad moral para todos sus compañeros y del que el novelista recibió clases y orientaciones que han influido sin duda en que hoy sea un futuro premio Nobel. La función de asesoramiento, sin estar arropada por las demás, ha hecho que en ciertos sistemas la Inspección haya caído en la inoperancia o la de evaluación en una función técnica sin capacidad de influencia sobre las necesidades que pone de manifiesto. El equilibrio funcional derivado de la proposición de que hemos partido resulta fundamental para que el sistema inspector pueda operar según exige su misma naturaleza. Siempre predecir lo que ocurrirá en el medio y largo plazo es algo muy aventurado y el futuro de la acción inspectora no escapa a esta afirmación, pues sencillamente puede suceder que evolucione de forma distinta a lo previsto si tenemos en cuenta los continuos cambios que caracterizan a nuestra época. Sin embargo, pese a este riesgo, y amparándome en el sentido “inspectivo” que a los inspectores se nos reconoce, nos vamos a aventurar con aquello que parece que es necesario hacer o reformar al respecto. La Inspección tiene planteados ciertos retos que habrá que afrontar: a) Intervención positiva y eficaz frente a formas de supervisión negativas y obstaculizadoras de los avances tanto en las organizaciones escolares como en la didáctica de los docentes. La Inspección sigue teniendo un fuerte poder motivador en la comunidad escolar que hay que saber aprovechar en todo momento. La más elemental ética profesional aconseja a los inspectores no declinar sus ánimos e infundirlos en sus visitas a todos aquellos que vean. b) Ser garante del derecho a la educación reconocido para todos los ciudadanos (nacidos españoles y residentes en España). El absentismo tiene que ser combatido de manera decidida si no queremos que el sistema retroceda a los momentos en los 5 Marías, Javier (2012): “Adiós a una esperanza”, El País Semanal. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 9 10 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 que niños y adolescentes eran explotados en el trabajo o deambulen perdidos propensos al gamberrismo, al delito y a la delincuencia. c) Garantizar una educación con la calidad que exige el tiempo en el que vivimos. d) Contribuir a la vertebración de la enseñanza en todo el territorio de nuestro país, frente a una descentralización que está derivando en un sistema escolar fragmentado que fomenta la desigualdad educativa entre las Comunidades Autónomas. Hay que garantizar para el futuro formas de intervención que mejoren las prácticas inspectoras, pues hay que tener en cuenta que la inspección educativa nació en contextos muy distintos a los actuales, por lo que habrá que hacer el esfuerzo de adaptarla a la realidad presente y futura, ya que los supuestos en los que se basó su nacimiento están hoy fuera del tiempo: extensión del sistema educativo a todo el territorio nacional fue el más importante y el conseguir que las aulas tuvieran al frente profesores titulados con los requisitos exigidos. Pero no sólo esto, sino también: a) El que sirviese de instrumento para que la Administración “viese”, “oyese” y “estuviese informada” de lo que ocurre en el sistema escolar. El nuevo modelo de organización, basado en la autonomía y en la responsabilidad, en una renovada concepción de la dirección, en órganos de participación y control social, en una amplia divulgación de las normas que determinan dos derechos y las obligaciones de todos los integrantes de la comunidad educativa, etc., aportan “mecanismos” enormemente sensibles para “ver”, “oír” y “conocer” lo que ocurre en las escuelas, sin que sea necesario utilizar a la inspección como instrumento sistemático de recogida de datos (han pasado los tiempos en los que se iba a los centros a contar alumnos, a comprobar si el mobiliario estaba en buen uso, o a ver cuántos utilizaban el servicio de comedor) o de control policiaco (hoy hay un fuerte control social que antes no existía y la función se reparte entre directores y jefes de estudios o empresarios en caso de la enseñanza privada). Pero, habida cuenta de esto, la información de la Inspección, si no la primera, tiene que ser forzosamente la más solvente (la verificación en casos de duda sigue siendo necesaria). b) El que asumiese una cierta tutela pedagógica y científica de los profesores, hecha a través de la orientación directa en el aula (la vieja y lesiva, para el profesor, imagen del inspector que durante su visita imparte un modelo de lo que es una lección magistral, el inspector no sólo iba a tomarle la lección al maestro, también a dársela), o mediante centros de colaboración pedagógica. En los sistemas educativos de los países más desarrollados, el grado de preparación de los docentes en la disciplina que imparten y en las técnicas didácticas que utilizan son excelentes, por lo que ya es tiempo de reconocer que están capacitados para ejercer sus funciones y para perfeccionarse a través de las vías establecidas para ello: investigación, formación continua mediante cursos, ampliación de estudios, etc. Los inspectores no tendrán por qué ejercer esa labor de perfeccionamiento en el futuro, cosa a la que muchos han estado muy ligados, y en sus visitas podrán informar sobre las opciones del sistema para este perfeccionamiento profesional, sin tener que asumirlo. c) El hecho de que las instituciones educativas de hoy, y más aún las del mañana inmediato, sean bien diferentes a lo que fueron en el pasado, obliga a revisar, también en profundidad, el tipo de relación que con ellas ha de mantener la Inspección y para que esto sea posible hay que repensar algunos aspectos de la propia inspección de educación. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 10 11 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 d) Repensar la concepción de una organización exige no sólo elaborar nuevos diseños de su propio organigrama y del organigrama de la estructura en la que se inscribe (sin duda, la Administración educativa), sino que requiere también identificar nuevas funciones que sean acordes con lo que es la institución escolar y formar y seleccionar inspectores capacitados, científica y actitudinalmente, para desempeñar tales funciones, soslayando en este propósito cualquier tentación de restaurar modelos que pudieron haber sido eficaces en el pasado, pero que están hoy fuera del espacio y del tiempo que viven los sistemas educativos. Desde luego, una conclusión clara que debemos sacar de esta intervención es que los países desarrollados y en vías de desarrollo no podrán prescindir en el futuro de uno de los elementos que más influyen y más directamente lo hacen en la calidad de la educación: la Inspección. Debemos de salir de aquí dando por sentado que la inspección es una profesión acreditada e imprescindible en los sistemas escolares modernos. Y esto no sólo es válido en educación, sino también para los distintos sectores de la actividad humana con una repercusión importante en la sociedad; el impacto supervisor resulta enormemente positivo y se extiendo por todos ellos. Hoy no se discute que la eficiencia de los sistemas productores de bienes o de servicios, cualquiera que se a su naturaleza, requieren una forma de supervisión, aunque sea sólo, como en el caso de Hacienda, de simple fiscalización, vigilancia y poder sancionador. En tal sentido, a la Supervisión educativa le ocurre como a la de los otros sectores, que es reconocida como imprescindible; el que en la actualidad esté instaurada en todos los países desarrollados, desde luego en todos los de la Unión Europea, es la mejor razón para argumentar a favor de su eficacia. Sin embargo, es curioso advertir que al mismo tiempo que se reconoce como una necesidad, es ignorada en ciertos gobiernos a los que les resulta incómoda porque introduce una mayor garantía para el cumplimiento de los principios de equidad y calidad. Los gobiernos poco sensibles a estos principios, el que la Inspección les recuerde constantemente que no los están favoreciendo con sus políticas educativas, les resulta incómodo, si no intolerable, y más todavía, cuando se lo hace patente con sus informes un organismo prestigioso de su propia administración. Por eso la Inspección debe caminar hacia la consecución de una mayor autonomía profesional que hasta ahora ha sido difícil de conseguir con cualquier tipo de gobierno, para que pueda enfocar su mirada hacia aquellos aspectos que más necesiten de ayuda. Sin embargo, hay quien todavía quiere una Inspección al servicio de sus políticas educativas, cualquiera que estas sean, y no tenga una posición crítica con ellas. Es decir, una inspección que ayude al político, no a los ciudadanos que se están educando. 4. ¿Cómo debe evolucionar la visita en el futuro? Hemos visto que en la historia de la inspección la visita ha sido el acto que la justificaba y hemos insistido también que fue la necesidad de girarlas la que hizo que esta profesión se creara: La visita ha sido, es y seguirá siendo esencial para la función inspectora. Sin embargo, debe evolucionar y cambiar tanto en sus cometidos como en sus formas de realización. Ha habido momentos y los hay ahora también, que el trabajo de la Inspección no han girado en torno a su acción con los centros sino que se han centrado más bien en los asuntos administrativos, que han sido siempre una rémora para sus funcionarios. Les han ocupado tanto tiempo que les ha quedado poco para su función básica: supervisar el sistema escolar. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 11 12 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Puestos a ver razones y como estamos entre colegas y podemos hablar con la sinceridad que esto nos permite, tendremos que reconocer que tal situación se ha debido a un conjunto de razones: Para la Administración ha sido siempre una garantía que los inspectores participaran los procesos administrativos o en comisiones de concursos de cualquier tipo en las que se tenía que baremar, examinar documentación, etc, porque entendían mejor que otros miembros de la administración los documentos que iban analizar. Para algunos inspectores, el participar en estas tareas lo consideraban una deferencia de la Administración y lo aceptaban con gusto, es más, veían como un desprecio el que se pudiera prescindir ellos en estas tareas. A ciertos inspectores la acción de visitar les ha resultado incómoda y muy comprometida, porque no sabían muy bien lo que en las visitas debían hacer, ni qué orientación dar. En muchos casos se limitaban a hacer lo que habían visto hacer a los que les precedían y de esta manera no había forma de que se fueran adaptando a las necesidades de los nuevos tiempos. He de confesar que el que yo me decidiera a ocuparme de estudiar la visita de inspección y dedicarle todo un libro fue debido a una pura contingencia, pues no estaba entre mis proyectos en aquel momento. Pero Ángela Abós, a la sazón Subdirectora General de Inspección cuando participé en un concurso de méritos para el puesto de Inspector Central, me pidió que tratara este tema por las noticias que estaba recibiendo referidas a que para los inspectores que estaban entrando en el servicio era la tarea que más les costaba afrontar, les resultaba problemático el visitar centros y había recibido quejas de cómo lo hacían. Además había pedido información para recomendarles alguna bibliografía al respecto y no la había. Resultaba paradójico que la acción más propia de los inspectores no hubiera sido tema de estudio y de investigación, habida cuenta además, que nuestros colegas no han sido nunca ágrafos, pues a ellos se deben muchas de las obras más importantes de la bibliografía pedagógica española del siglo XX. Unas de las razones que a mi parecer justificaban este retraimiento, bastante frecuente, ante la acción visitadora se debe a que el inspector o la inspectora se manifiestan plenamente en la acción de visitar y ponen en riesgo todas sus habilidades, pues en ella entran en juego: a) Su personalidad b) Su talante c) Su preparación d) Su liderazgo e) Su experiencia f) Su capacidad de comunicación. Este conjunto de factores hace que se sienta cierto miedo. Estudié a fondo estos problemas en mi tesis doctoral y voy a resaltar sólo algunas ideas: Hay colegas que la visita les supone una amenaza profesional y experimentan cierto miedo a realizarla. Unas veces es porque personalmente no se sienten legitimados, ¿qué le van a decir ellos a los que están en la brega día a día?, ¿aceptarán los profesores sus indicaciones y consejos? Afrontan la visita no como una situación de convivencia profesional para ayudar a las necesidades que vayan detectando y para ir orientando y reconduciendo situaciones, sino como algo que les resulta insuperable. Cuando esto ocurre las visitas se acortan y se limitan a los directivos de la institución prescindiendo de todos los demás. Se utilizan estos La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 12 13 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 escapes. Cuando los profesores se lamentan de que hace mucho tiempo que no han visto al inspector no es porque la inspección no vaya a su centro, sino porque de ellos no se ocupa, porque es una inspección que sólo se centra en el director, el jefe de estudios y el secretario. El talante con que se afronta la visita es muy importante también, pues de él depende el que se consiga la empatía necesaria con la comunidad escolar y es, desde luego, una derivación de la personalidad del inspector. A la inspección se le reconoce una alta capacidad de motivación, puede alentar un proyecto e incluso, hablo con la Historia en la mano, sacar adelante una reforma educativa. Pero, a veces, el talante del inspector provoca rechazo por la forma que tiene de afrontar los problemas, rechazo que puede venir tanto porque para él nada sea problema o por lo contrario, porque vea problemas en todo lo que se le comenta. Un talante abierto, imparcial y positivo, dinámico y de disponibilidad es fundamental para ejercer esta profesión. La preparación es un factor, lógicamente decisivo, preparación específica como inspector. Los inspectores sabemos que en las visitas nos encontramos con situaciones imprevistas y que para esto no sirve el que las hayamos planificado y preparado muy bien, pues en ellas no sabemos con qué nos vamos a encontrar. Hemos tenido a veces que mediar en una pelea entre alumnos en el patio, ser testigos e intervenir en una protesta masiva de padres en el vestíbulo de colegio, escuchar la denuncia de un alumno en la propia clase aprovechando que estamos en ella, etc. En el acto de la visita se dan alguna vez este tipo de situaciones no esperadas y el inspector tiene que afrontar lo no previsto echando mano de sus recursos. Además esto se puede obviar salvo que nos importe poco nuestro prestigio profesional y el papel que estamos llamados a ejercer como inspectores. Hay que tener presente que en las visitas en ningún momento el inspector pasa desapercibido porque es el eje de la misma. El liderazgo de los inspectores les viene por el mero hecho de serlo, pero además se lo tienen que ganar constantemente y es en la visita donde se manifiesta de forma principal. La experiencia, como en cualquier otra profesión, es fundamental en la Inspección, pero una experiencia crítica que no vaya a resolver las cosas por pura rutina o nos vaya dictando cómo salir al paso de conflictos y situaciones complicadas sin comprometernos. Esta experiencia que lleva a la rutina es una rémora profesional que empobrece a la profesión. La experiencia reflexiva, crítica, es la que nos puede hacer progresar en nuestro desarrollo profesional. Capacidad de comunicación. Me voy a detener en este aspecto por creerlo fundamental. El que el inspector sea el eje de la visita de inspección significa, entre otras cosas, que todos sus actos se van a interpretar como actos de comunicación, lo que quiere decir que se les va a buscar significado (sea explícito u oculto) y esto, a veces, muy a su pesar. Pero tenemos que ser conscientes de ello y tenerlo muy presente. El inspector en sus visitas tiene que saber preguntar, la capacidad interrogativa merecería toda una conferencia porque es fundamental. Seguramente que todos los presentes tendréis ejemplos personales de lo que acabo de decir, también los tengo yo. Visitando un centro privado en Barcelona “de los de más prestigio”, en el primer quinquenio de la década de los setenta, un sábado, presencié montones de La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 13 14 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 pruebas que se habían hecho a los alumnos que querían ingresar en él el curso siguiente en 1º de EGB. Puestos encima de la mesa del salón de actos dos grandes montones de ejercicios, en uno los que habían superado la prueba y en otro los que no, bastó esta pregunta al director: “¿a quién va a dar preferencia para la admisión, a los que han superado la prueba o a los que no?”; después de un silencio que aguantamos los dos (el inspector debe también saber callar, aunque tiene que saber que a veces su silencios son muy elocuentes), ordenó a los profesores que clasificaban los ejercicios que los guardaran porque ese curso se iban a adoptar otros criterios para la admisión de los alumnos. No fueron necesarias más palabras. Yo entonces justifiqué ante los profesores la decisión que acababa de adoptar el hermano director: “piensen que si todos los colegios decidieran no admitir a los niños de seis años que no saben leer y escribir condenaríamos al analfabetismo a todos ellos impidiéndoles escolarizarse, cuando ese primer curso tiene entre sus objetivos esos aprendizajes”. Ya he adelantado que el inspector en sus visitas debe saber callar, precisaré un poco más, saber callar salvo cuando la situación exija una respuesta para que el silencio del inspector no se haga cómplice: un director de un pequeño centro privado seglar, al que el inspector llega por una equivocación provocada por la homonimia tan frecuente que se da en los nombres de los centros educativos (Virgen del Carmen, Nuestra Señora del Carmen, El Carmen, Santa María del Carmen), y ante la situación desconcertante que provocó la presencia del inspector un día no esperado (pues en las oficinas tenían quien les anunciaba cuando el inspector tenía planificado presentarse), en un largo paseo en busca del edificio anexo, el director, previendo lo que se le venía encima, le dice al inspector: “La inspectora Dª […] le ha dicho al director del colegio […] que mientras gobiernen los socialistas ella no quita una subvención a ningún centro privado”; el inspector no tardó en contestar: “pues yo, gobierne quien gobierne, propondré que se retire la subvención al centro que descubra que no reúne los requisitos para tenerla”. El callar en este caso hubiera supuesto el solidarizarme con lo que había dicho tal inspectora y había que dejar claras las cosas desde un primer momento, y mucho más en un centro que por ese sentido inspectivo al que ya me he referido y que desde luego poseemos los que estamos en esta profesión, se adivinaban problemas insalvables. Pero no todo el fenómeno de comunicación en las visitas se centra en hablar o callar; hay que tener en cuenta que la comunicación es mucho más rica y que todo va a ser interpretado: la cara que se pone en un determinado momento, a quién se saluda y a quién no, dónde se hacen paradas largas y por dónde se pasa de largo, etc. y hasta el recorrido por el edificio tiene su significado o se lo van a buscar. (El inspector adivina ruidos inexplicables en un lugar donde no tiene por qué haber alumnos y ante tal situación tiene dos opciones, distanciarse de ese sitio que no tiene por qué entrar en su recorrido o por el contrario ir tratando de acercarse más y más hasta preguntar ¿quién hay ahí? En las visitas la comunicación es esencial, tanto la presencial como la escrita que después se concretará en escritos dirigidos a la dirección del centro como los informes correspondientes. Cuando a veces los profesores se quejan de que llevan tanto tiempo sin que hayan visto a los inspectores por su clase no se dan cuenta de que a veces el número de centros que tiene asignado cada inspector no permite el hacerlo. La enseñanza se ha desarrollado considerablemente, la escolaridad obligatoria ha aumentado, los centros de bachillerato como los de formación profesional se han multiplicado etc. y todo esto hace imposible el poder atender a los centros como se había en otros momentos y la profesión de una manera más personalizada. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 14 15 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Las visitas de inspección se seguirán haciendo, como se han hecho siempre de manera ineludible, por denuncias y por petición de informes sobre cualquier aspecto que a la administración le preocupe. Pero las visitas que a la inspección le interesan, que además son las que la justifican como tal, deberían adoptar en el futuro dos formas básicas: Visitas generales, de posicionamiento, cuando el inspector se hace cargo de un centro por primera vez, o tras un período que aconseje repetirlas, o cuando se inicia un plan de supervisión, con objeto de llevar a cabo una evaluación que sirva de punto de partida para acciones encaminadas a mantener lo positivo y corregir lo que se crea deficitario. Estas acciones tienen que terminar con propuestas al centro y a la administración y dar pie para iniciar un plan de actuación. Visitas particulares, de seguimiento, con la periodicidad que permita el número de centros del territorio que se inspecciona, basadas en la comprobación del cumplimiento de los objetivos que se hayan consensuado tras la visita general. Tras un tiempo en un territorio o demarcación de inspección y con ocasión de cambio se deben realizar visitas conclusivas de evaluación final que comprueben la situación en este momento con respecto al inicial, para que los que sucedan en la inspección del centro tengan un punto de partida fiable. En todas estas visitas la inspección se tiene que proponer el control de la calidad de los centros que tiene asignados junto con la consecución de la eficacia no se consiga a cualquier precio sino que esté respaldad por el mejor aprovechamiento de los recurso y esto no se consigue si estos no son los idóneos y no tiene una distribución y utilización adecuadas. Me vais a permitir que termine con unas palabras de la profesora de ética de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, que me dirigió en un artículo sobre la Inspección: “Efectivamente [para la Inspección educativa] es necesario un cierto reconocimiento y el reconocimiento viene de que los demás se den cuenta de la tarea que se está haciendo. Alguno de mis amigos inspectores, como es el caso de Eduardo Soler Fiérrez, que ha escrito muchos libros sobre el tema y muy valiosos, dicen que hay que conocer la historia de la Inspección y creo que hay que hacerlo. Hay que contar a veces las historias de lo que se ha conseguido, lo que se ha hecho y lo que se ha logrado porque si no, la gente no lo sabe y no lo saben los mismos de la profesión. Hay que comunicar por qué una profesión ha sido verdaderamente de ayuda para la educación, que es una tarea tan importante. Si no se cuenta, si la gente no tiene noticia de ello, a fin de cuentas se acaba pensando que el inspector es alguien que a lo que viene es a controlarnos, a prohibirnos y a cerrarnos el colegio si hay problemas”6 Aprovecho estas palabras que provienen de una autoridad tan reconocida como la de Adela Cortina para invitaros a trabajar en las líneas que ella abre en el texto que he citado: a) ¿Qué debe el sistema escolar de nuestro país a la inspección de educación? b) ¿Cuál es la historia de esta profesión? c) Cuáles han sido los problemas con que se ha tenido que enfrentar a los largo de sus historia? 6 Cortina, Adela (2009): Adela Cortina: Hacia una ética de la Inspección educativa. Conferencia inaugural del Congreso Iberoamericano de Supervisión Educativa; Comillas, 15 de junio de 2009. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 15 16 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Algunos de estos interrogantes han sido contestados por la inspectora María Teresa López del Castillo, que desde que se jubiló desarrolla un importante trabajo de investigación sobre la profesión que dejó atrás, por lo que se refiere a la historia de la extinta inspección de Enseñanza Media, publicado por la UNED, obra que se suele citar por los historiadores como ejemplo de microhistoria profesional, pues ha dejado para siempre escrito lo que fue esta inspección que tuvo una corta duración en España; también con respecto a la historia de la Inspección de Enseñanza Primaria, de más raigambre, dispone ya de un original que el Ministerio de Educación está estudiando su publicación. No debería dejar pasar USITE la ocasión de ayudar a la publicación de esta obra que sin duda completaría la Historia de la Inspección, escrita por una de las inspectoras que con más solvencia y dedicación la han ejercido en la segunda mitad del siglo XX. 5. Bibliografía del autor sobre Inspección/Supervisión. La visita de Inspección, encuentro con la realidad educativa, Editorial La Muralla, Madrid, 1991. Nueva versión de esta obra, edición 2002; 3ª edición en prensa. Fuentes documentales para el estudio histórico-comparado de la Inspección educativa en España y en Iberoamérica, Editorial Escuela Española, Madrid, 1992. (Agotado) Fundamentos de Supervisión educativa, (coordinador); Editorial La Muralla, Madrid, 1993. Técnicas y procedimientos de Inspección educativa, (varios autores); Editorial Escuela Española, Madrid, 1993. (Agotado) Estudios históricos sobre la inspección educativa; (coord.); Edit. Escuela Española, Madrid, 1995. (Agotado) La práctica de la inspección en el sistema escolar; Editorial Narcea, Madrid, 1995. La Supervisión educativa en sus fuentes, Editorial Santillana, Madrid, 2001 (Con un CD con la bibliografía sobre Inspección hasta 2001) La Inspección en las distintas concepciones y sistemas pedagógicos: características y funciones, (tesis doctoral); Universidad Complutense, Madrid, 1992, publicada en CD. “Prólogo” al libro de los inspectores cubanos Elfio Pérez Figueiras y Dimas Camejo Echemendía: Síntesis gráfica de supervisión educativa; La Muralla, Madrid, 2009. “El inspector, investigador de la productividad escolar", en Comunidad escolar, nº 261, 17 de Enero, 1990, p. 3; y en Apuntes de educación, Boletín informativo, Ed. Anaya, Madrid, 10 de febrero de 1990. "Una Inspección para la mejora de la calidad de la educación", en Comunidad educativa, nº 187, abril, 1991, pp. 18-26. "La bibliografía en castellano sobre Inspección Educativa", en Revista de Ciencias de la Educación, años XXXVII, nº 147, julio-septiembre, 1991, pp. 419-433. "Fuentes documentales para el estudio de la historia de la Inspección educativa en España", en Historia de la Educación. Revista Interuniversitaria, Universidad de Salamanca, nº 10, enerodiciembre, 1991, pp. 381-408. "La Inspección educativa en la Revista de Ciencias de la Educación", en Revista de Ciencias de la Educación, nº 150, abril-junio, 1992, pp. 143-144. "Supervisión escolar y práctica inspectora", en Revista de Ciencias de la Educación, nº 150, abril-junio, 1992, pp. 167-185. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 16 17 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 “Comentario a los libros sobre Supervisión e Inspección", en Revista de Ciencias de la Educación, nº 150, abril-junio, 1992, pp.333-354 (en colaboración). "La inspección, entre la ciencia y la práctica", en Nuestra Escuela, nº 133, junio 1992, pp. 4-7. "Alocución en homenaje a María González Alonso con motivo de su jubilación como Inspectora de educación de Madrid", en Revista de Ciencias de la Educación, nº 151, julio-septiembre, 1992, pp. 378-383. "Perspectiva sociológica de la supervisión escolar", en Bordón, vol. 45, nº 1, 1993, pp. 77-87. "La observación del aula de clase", en Nuestra Escuela, nº 143, septiembre, 1993, pp. 9-12. "Maestra de inspectores" (con motivo de la jubilación de María Teresa López del Castillo como Inspectora de Madrid), en Escuela Española, año LIII, nº 3.161, 14 de octubre de 1993, p. 12. "Ambiente del centro en la educación personalizada", en Cuadernos de Pensamiento, nº 8, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1993, pp.15-24. "Guía para realizar las visitas de inspección", en La escuela en acción, curso 1993-94, enero, 1994, vol. IV, pp. 55-58. "La Inspección de la burocracia", en Organización y Gestión educativa, (dossier-coleccionable), nº 2, 1994, pp. 21-28. "Las visitas de inspección en la Orden Ministerial de 27 de septiembre de 1990", en Revista de Ciencias de la Educación, nº 158, abril-junio, 1994, pp. 229-252. "La entrevista de seguimiento del Inspector", en Magisterio español, nº 11.241, 8 de Febrero de 1995, p. 2. ”La supervisión con las visitas de seguimiento”, en El Magisterio español, nº 11.242, 16 de febrero de 1995, p. 2. "Inspección y educación de calidad", en ABC, martes, 19 de septiembre de 1995, p. 58. "La Inspección, factor de calidad", en El Magisterio Español, nº 11.268, 11 de octubre de 1995, (Foro Abierto), p. 2. “La Inspección en las distintas concepciones y sistemas pedagógicos: características y funciones" (ficha de tesis doctoral); en Revista investigación educativa, nº 25, 1er. semestre, 1995, pp.167-168. "El inspector necesita reciclarse"; en La Escuela en acción, vol II, curso 1995/96, noviembre, 1995, pp. 23-26. "Control de calidad e innovación educativa", en Bordón, vol. 47, nº 2, 1995, pp. 235-256. "La formación permanente de los inspectores de educación", en AA.VV.: Formación de profesores para la educación personalizada, Tratado de Educación Personalizada, vol. 32, Rialp, Madrid, 1966, pp. 346-386. "Evolución histórico-semántica de los términos inspección y supervisión", en Bordón, vol. 49, nº 3, pp. 213-220. "La perspectiva personalizada en el tratamiento de la Inspección educativa”; en Bordón, vol. 51, nº 2, 1999; pp. 219-224. Presentación del número monográfico "150 años de Inspección educativa", Bordón, vol. 51, nº 3, p. 243. (Número monográfico coordinado por E. Soler Fiérrez) "La visita de inspección educativa en la II República española (1931-1936)", en Bordón, vol. 51, La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 17 18 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 nº 3, pp. 277-284. "En el sesquicentenario de la Inspección educativa", en Congreso Nacional de Inspección Educativa (150 años de Inspección educativa: la Inspección ante el siglo XXI). Acto de presentación en el Consejo Escolar del Estado, Barcelona, edit. Vicens Vives, pp. 3-9. Resumido por El Magisterio Español, 26-X-99. "En el sesquicentenario de la Inspección educativa", en Congreso Nacional de Inspección Educativa, Valladolid 28, 29 y 30 de octubre de 1999, Actas, Edit. Anaya, pp.21-24. Edición de las Actas del Congreso Nacional de Inspección educativa, Valladolid, 28, 29 y 30 de octubre de 1999, Edit. Anaya. “La Inspección educativa ante el siglo XXI”, en La Inspección ante los retos de la educación actual, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Madrid, 2001, pp. 13-18. “Sobre los inspectores de educación”, en Organización y gestión, nº1, enero-febrero, pp. 16-20. “El Ego de los inspectores, condicionante del trabajo docente”, Cap. 1º de la obra de A. De la Herranz Gascón: El ego docente, edit. Universitas, Madrid, pp. 343-350. “La función mediadora de la Inspección”; Escuela, Madrid, nº 3625, pp.608-609. “Una función inspectora no reconocida: la mediación en los conflictos escolares”; Revista de Ciencias de la Educación, núms. 198-99, abril-septiembre de 2004, pp. 209-226. “La función mediadora”; Revista Internacional Magisterio. Educación y Pedagogía, nº9, Bogotá 2004. “Funciones, técnicas, formas y estilos de supervisión”; Actualidades Pedagógicas. 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La función evaluadora de la inspección de educación: naturaleza y alcance”; Bogotá, Actualidades Pedagógicas, Revista de la Facultad de Ciencias de la Educación, nº 44, junio, 2004, pp. 57-84. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 18 19 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 ANEXO Mi experiencia profesional La Inspección en la que entré y la Inspección que he dejado. Desde 1969 en que oposité por primera vez a la entonces Inspección de Educación Básica, a 2009 en el que acabo de jubilarme, han transcurrido 40 años. Lógicamente en cuarenta años la profesión de inspector de educación ha sufrido cambios muy profundos al compás de los acontecimientos ocurridos en España durante ese tiempo. Ingresé en la Inspección y obtuve plaza en Barcelona por oposición libre y directa. Lo normal era que a Madrid y Barcelona se llegara después de ser inspector en alguna otra provincia, pero la oposición podía abreviar ese trámite. Tal vez una de las circunstancias mejores de mi vida profesional haya sido la de empezar ejerciendo en Barcelona. Era una Inspección muy bien organizada y durante casi todo el tiempo en que estuve allí, sabiamente dirigida por Mª Teresa López del Castillo. Gozaba de gran prestigio en el sector educativo y sus acciones se hacían sentir sobre los centros de enseñanza de manera muy positiva. La Inspección era entonces nivelar, había una Inspección para los centros de EGB y otra para Bachillerato. La FP, cenicienta del sistema, sólo contaba con unos coordinadores para las labores administrativas de las Delegaciones Provinciales. Esta división por niveles era uno de los lastres que había para ejercer la función con eficacia, pues, a veces, sobre todo en los centros privados que eran internivelares, la actuación descoordinada de dos inspectores originaba disfunciones que dificultaban la unidad de acción. Este problema fue resuelto por la LOGSE que unificó los distintos cuerpos inspectores resultando el actual de la unión de tres inspecciones: la de Educación Básica, la de Bachillerato y la de Formación Profesional, pues para entonces ya estaba creada esta última. Era algo que celebramos mucho los que habíamos sufrido las trabas de una función dividida en compartimentos nivelares que no tenían sentido, mucho más cuando las etapas educativas no son fijas sino muy cambiantes. Pero surgieron otros problemas, sobre todo a raíz del cambio en la forma de acceso. La oposición, que garantizaba una preparación específica y sólida e independencia ante el poder político, fue sustituida por una forma de concurso que no garantizaba ni la objetividad ni la preparación y la estabilidad profesional se vio amenazada por la eventualidad en una profesión que tanto exige a los que la tienen que ejercer. Pero afortunadamente tales desatinos fueron corregidos en la LOPEGCE, volviéndose a lo que nunca se debía haber cambiado: la oposición como forma de acceso y la estabilidad como forma de permanencia en la función inspectora. Me voy con la satisfacción de ver tales problemas resueltos. Otro cambio, tal vez el más importante, es el derivado de la nueva forma de Estado: el de las Autonomías. No es que la Administración se haya descentralizado, sino que cada Comunidad Autónoma tiene la capacidad de organizar la Inspección de educación, eso sí, respetando las leyes orgánicas. Esto ha hecho que se hayan diversificado las formas de organizarse y las formas de ejercerla, pero no se puede concluir, como se suele hacer, con el catastrofismo de que actualmente haya 17 Inspecciones diferentes en el territorio español. Una profesión que está implantada en todos los países más desarrollados, de la que no pueden prescindir los sistemas educativos, tiene muy homologadas sus funciones, su organización y sus formas de actuar y las diferencias no pueden ser significativas. La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 19 20 Toledo 24, 25 y 26 de octubre de 2012 Por lo que respecta a la Inspección Central del Ministerio de Educación, en la que yo he ejercido la última mitad de mi vida profesional, los cambios han sido profundos también. Cuando el Estado español era fuertemente centralizado, la Inspección tenía como principal misión la de supervisar el trabajo de las inspecciones provinciales; al perderse esta función conforme se fueron traspasando competencias educativas a las Autonomías, la Inspección Central asumió la vigilancia de los centros españoles en el exterior en todas sus variedades. La contribución que presta este organismo a la ordenación, orientación y control de las enseñanzas españolas fuera de España es realmente positivo pues conoce muy bien el funcionamiento de los centros en una red tan dispersa, ya que prácticamente se extienden por muchos países del mundo y es elemento clave para la planificación y racionalización de unas enseñanzas que gozan de gran prestigio en los países en los que están implantadas. Conferencia inaugural del Congreso Iberoamericano de Supervisión educativa. Comillas, 15 de junio de 2009. Eduardo Soler Fiérrez La evolución de la visita de inspección a los centros: pasado, presente, futuro. Eduardo Soler Fiérrez 20