CAPITULO V ¿Se trata la anorexia de una patología nueva y característica de la posmodernidad? 1. Cuando iniciamos este recorrido nos propusimos investigar la existencia de cuadros de lo que hoy se denomina “anorexia”, desde la edad antigua hasta la actualidad, revistieran o no ese nombre concreto; esto nos trajo aparejado poder presentar información psicológica y social relevante relacionada con dichos casos y describir las perspectivas teóricas que surgieron en las distintas épocas con relación a los mismos. Estos objetivos, supusimos, nos permitirían responder el interrogante que se nos presentó al realizar un primer acercamiento a la bibliografía relacionada con este cuadro: ¿se trata la anorexia de una patología nueva y característica de la posmodernidad? Previo a intentar responder nuestro interrogante, deberemos establecer qué se entiende por “posmodernidad”. Tomamos, como adelantamos en la Introducción, la definición del Diccionario de la Real Academia Española: Movimiento artístico y cultural de fines del siglo XX, caracterizado por su oposición al racionalismo y por su culto predominante de las formas, el individualismo y la falta de compromiso social.1 Si por fines del siglo XX debemos entender las últimas dos o tres décadas, nos encontraríamos preguntándonos si la anorexia es una patología que surgió entre los años 1970 y 1980. DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=postmodernidad, fecha de último acceso: 11-05-07 1 147 Sin embargo, hemos visto que ya que en la primera versión del DSM en 1952 se incluyó el miedo intenso a ganar peso o a engordar, a pesar de tener bajo peso, como criterio diagnóstico. Además, nuestra investigación nos ha demostrado que esta circunstancia ha sido referenciada al menos a partir de los últimos años del siglo XIX. Por lo tanto, la historia de la anorexia nerviosa, tal como es definida en la actualidad, no puede limitarse a las últimas décadas, sino que se remonta a los finales del siglo XIX. Sin embargo, lo que sí hemos notado, es que existe una tendencia generalizada a confundir los criterios diagnósticos con las causas del desorden. Hemos citados a Toro y Villardel como representante de la postura extrema que vincula la génesis de la anorexia nerviosa con el modelo de delgadez extrema en estos términos: “las relaciones entre anorexia nerviosa y ciertos factores socioculturales, más concretamente los estereotipos y valores estéticos culturales concernientes al cuerpo femenino. Es tan importante la influencia de estos factores en la génesis de la anorexia nerviosa que probablemente puede asegurarse que, sin su existencia, no existiría tampoco el trastorno que nos ocupa”.2 En estas palabras vemos como claramente se confunde el criterio diagnóstico que es el elemento que organiza la definición actual de anorexia nerviosa, el miedo a engordar, con las causas que la originan. Si eliminamos el miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal, estamos eliminando uno de los criterios diagnósticos definidos por el Manual para que podamos hablar de anorexia nerviosa hoy, por lo tanto, ningún cuadro de ayuno extremo que no se base en este criterio puede hoy ser diagnosticado como anorexia nerviosa si no cumple con el mismo. Pero eso es muy distinto a sostener que la causa de la anorexia nerviosa sea, indefectiblemente, el miedo a engordar ya que 2 TORO, J. y VILARDELL, Anorexia Nerviosa, Ed. Martínez Roca, Barcelona, p. 106. 148 “criterio diagnóstico” y “causa” o etiología, no son sinónimos. Esto puede parecer una conclusión evidente, pero es el equívoco en el que cae el público en general, los medios de comunicación e incluso muchos autores sobre la materia, ya que no cualquier persona que tiene “miedo a engordar” desarrolla un cuadro de anorexia, y me refiero incluso a aquellas personas que realizan un cuidado muy meticuloso de su cuerpo, de su ingesta, de su peso y que incluso se mantienen delgadas. No puede confundirse esto, de la misma forma que no puede confundirse una persona delgada en extremo con una persona anoréxica. También hemos visto que no hay acuerdo en la comunidad internacional acerca de la etiología de la anorexia nerviosa, y que incluso hay investigaciones que pretenden demostrar un continuum entre las ayunadoras medievales –las “santas anoréxicas”- y lo que hoy se define como anorexia nerviosa. Estas investigaciones también confunden criterio diagnóstico con causas del trastorno, ya que las denominadas por Bell “santas anoréxicas” no respondían al criterio actual de anorexia nerviosa, precisamente porque no hay evidencias que sus ayunos extremos se basaran en la fobia a la obesidad o a un modelo de belleza basado en la extrema delgadez. Sin perjuicio de esto, al final de este capítulo dejaremos aclarada nuestra opinión personal al respecto. El miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal es un criterio nosológico que pertenece al paradigma psiquiátrico que es universalmente aceptado en la actualidad. La etiología del trastorno es abordado por las distintas disciplinas desde distintos marcos teóricos y cada uno puede brindar distintas explicaciones al fenómeno, ya sea desde la misma psiquiatría, desde la psicología, desde el psicoanálisis, desde la sociología o desde la antropología. El marco teórico sobre el cual uno se sitúa para observar el fenómeno es relevante a la hora de efectuar un análisis y clarificar conceptos. Si tenemos en cuenta el “temor a engordar” estamos analizando un producto del yo, que se puede medir y cuantificar, y no deberían mezclarse ni compararse conceptos 149 que pertenecen a distintas teorías, porque tendremos un producto desintegrado. Lo que ocurre es que, más allá de las críticas y de las discusiones, a la hora de dejar constancia de un diagnóstico en la historia clínica de un hospital, tenemos que tener muy claro que si dice F 50.0 (307.1) el paciente presenta todos los criterios diagnósticos que el DSM requiere para considerarlo una anorexia nerviosa, y no nos dice nada acerca del origen de la misma. La nomenclatura expresalo que sí o sí presenta el paciente, y a esta información pueden conocerla aquellos autorizados a acceder a esa anamnesis y nomenclen bajo las pautas del DSM. Incluso, el hecho de diagnosticar un cuadro con el criterio del DSM no obliga al profesional de la salud a elegir una terapéutica específica, aunque todo hace pensar que esa es una de las intenciones del Manual. Quien trabaja en una institución pública y debe usar el Manual para diagnosticar puede seguir sus criterios y a la hora de administrar un tratamiento encararlo desde su propio marco teórico. Debido a la claridad de los conceptos que expresa, citaremos nuevamente a T. Habermas: Por supuesto, los motivos concientes para el rechazo del alimento no son las causas naturales del desorden, pero dan un objetivo y un significado para accionar y organizar cómo los individuos se entienden a si mismos y a los otros. Así, la fobia al peso no es la causa de la anorexia nerviosa pero es su elemento organizador central. Como una idea sobrevaluada, el motivo para ayunar es conciente y deliberado, pero parece ser involuntario para otros porque no se discierne un motivo racional. En cada individuo afectado, el cuerpo, su forma, volumen y peso tienen significados individuales, los cuales se han ido formando a través de las experiencias y relaciones individuales de su vida. Pueden despertar sentimientos de vergüenza, de culpa, de disgusto, de pasividad, de desamparo o de extrañeza. Las motivaciones personales para la fobia al peso pueden ser, por ejemplo, el miedo a la sexualidad, o el miedo a crecer, la necesidad de control, o la necesidad de acentuar los contornos corporales. La designación fobia al peso puede parecer no ser siempre una descripción muy precisa, ya que el volumen, la forma, gordura o peso pueden ser temidos por las personas. Ya que es muy frecuente que los individuos afectados de ayunos extremos 150 teman los tests relacionados con el peso, el término fobia al peso sigue siendo la más apropiada para los motivos de los ayunos en la anorexia nerviosa. Es lo suficientemente descriptiva para cubrir los motivos más específicos y menos concientes. Si no se considera que la fobia al peso sea la causa, pero sí un síntoma, sigue siendo aún compatible como concepto centralizador de que “la presión sociocultural para hacer dieta no es siempre el factor crucial para comandar una anorexia nerviosa” (Ngai, Lee, & Lee, 2000). Aparentemente, la técnica cultural de las dietas es utilizada y pervertida en la anorexia nerviosa, pero solo unos pocos de aquellos expuestos a las reglas de una dieta desarrollan anorexia nerviosa3. Por lo tanto, desde el punto de vista nosológico, debemos responder a nuestra pregunta en el sentido que la anorexia nerviosa no ha aparecido en las últimas décadas del siglo XX, sino que ya se había vislumbrado su existencia desde los últimos años del siglo XIX, y que fue reconocida como tal a partir de 1952, donde uno de sus criterios diagnósticos, sino su criterio central, es el miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal. Y, una vez dicho esto, no tenemos que olvidar que cuando así nos expresamos lo hacemos en referencia a un criterio diagnóstico, a una entidad, y no necesariamente, a la etiología de un cuadro. Además, esta es la conclusión lógica a la que se llega en función de la metodología de la investigación aplicada y de las preguntas que originaron la misma. 2. Una vez que se ha establecido que hay diferencia entre criterio diagnóstico y etiología, y sin perder de vista esta diferencia, la discusión parece centrarse en determinar si, más allá de las clasificaciones nosológicas, la anorexia puede considerarse un trastorno universal a lo largo del tiempo. La única forma de abordar esta discusión sería obviar la clasificación nosológica actual y atender a sus causas. HABERMAS, T., On the Uses of History in Psychiatry: Diagnostic Implications for Anorexia Nervosa, International Journal of Eating Disorders, Vol. 38, Nº 2, 2005, p. 173. 3 151 Algunos autores, como Tilmann Habermas, han sostenido que la anorexia que se conoce hoy en día se extiende hasta los casos que fueron presentados en la segunda mitad del siglo XIX por Gull, Lasègue y Marce, pero no a las ayunadoras que se registraron en la edad media y en la era victoriana. Este autor argumenta que el ayuno entre las religiosas y mujeres de la era victoriana, generalmente asociado con la histeria, no era anorexia nerviosa debido a las siguientes razones: a) el ayuno era utilizado para elevar la espiritualidad junto con otras formas de auto-mortificación; b) el ayuno era asociado con convalecencia y parálisis, y c) el ayuno era interpretado en términos religiosos, tanto por las ayunadoras, como por los religiosos y médicos que escribieron sobre estos casos: “si alguna de las ayunadores hubiera estado preocupada por su peso corporal, hubiera sido un concepto accesible también para el registro de los clérigos y doctores”4, o sea, hubiera quedado registrado. Asimismo, Habermas interpreta los tempranos casos de anorexia nerviosa de Gull y de anorexia histérica de Lasègue como motivados por la fobia al peso. Concluye que “es posible que el tema del peso haya estado presente en la anorexia nerviosa desde su comienzo, pero ha sido descuidado por la mayoría de los médicos de Alemania e Inglaterra”5, porque las tempranas crónicas sobre la anorexia nerviosa no aportan motivaciones plausibles para la autoinanición y las pacientes con anorexia nerviosa se cuidaban de ocultar su objetivo de perder peso y sólo manifestaban, como explicación a su comportamiento, que habían perdido el apetito, que no podían comer, o que tenían dolor de estómago. HABERMAS, T., The psychiatric history of anorexia nervosa and bulimia nervosa: Weight concerns and bulimic symptoms in early case reports. International Journal of Eating Disorders, 1989, Vol. 11, p. 261. 5 HABERMAS, T., Ib.id., p. 269. 4 152 Siempre siguiendo a Habermas, la pérdida de peso era la “motivación secreta” 6 y es la característica necesaria para definir la presencia de este desorden, desde la segunda mitad del siglo XIX. Para otros autores, como es el caso de Keel y Klump ya citadas7, no queda en claro en la postura de Habermas las razones por las cuales la presencia de una motivación religiosa implicaría negar la presencia de una fobia al aumento de peso o viceversa, o por qué razón el tema del peso sería un concepto más accesible para los religiosos y médicos del medioevo que para Gull o Lasègue. Tampoco habría aportado un fundamento relacionado con la etiología del fenómeno, ya que sostener que la anorexia se produce por el deseo de perder peso, en suma, no logra explicar por qué surge, en una persona con un peso aceptable, la necesidad de perder peso hasta la emaciación, se trate de una religiosa o de una joven de nuestros días. Ya hemos desarrollado este debate y consideramos que T. Habermas realiza un análisis metodológicamente más claro, ya que no confunde nosología con etiología. Los autores que sostienen que la presencia de motivos religiosos no excluyen la presencia del tema relacionado con el peso, se basan en las evidencias de los casos modernos de “inanición espiritual” que nos presentan en sus investigaciones autores como Banks, en 19928 y 19979, Bynum en 198810, HABERMAS, T., The psychiatric history of anorexia nervosa and bulimia nervosa: Weight concerns and bulimic symptoms in early case reports. International Journal of Eating Disorders, 1989, Vol. 11, p. 269. 7 KEEL, P, KLUMP, K, Are Eating Disorders Cultura-Bound Síndromes? Implications for Conceptualizing Their Etiology, Psychological Bulletin, American Psychological Association, 2003, Vol. 129, Nº 5, p. 747-769. 8 BANKS, C., “Culture” in culture-bound syndromes: The case of anorexia nervosa, 1992, Social Science & Medicine, Vol. 34, p. 867-884. 9 BANKS, C., The imaginative use of religious symbols in subjective experiences of anorexia nervosa, 1997, Psychoanalytic Review, Vol. 2, p. 227-236. 10 BYNUM, C., Holy anorexia in modern Portugal, Culture, Medicine and Psychiatry, Vol. 12, 1988, p. 239-248. 6 153 Katzman y Lee, en 199711 y Morgan, Marsden y Lacey12, en el 2000, entre otros. Los casos presentados por Banks involucraban a mujeres que ayunaban para dar lugar a la pureza espiritual y así encuentran una semejanza directa con los ayunos de las religiosas medievales. En uno de los casos, el síndrome terminó con la muerte de la paciente, luego de numerosas hospitalizaciones. En el otro, la anorexia remitió y tuvo una recuperación total. En términos de resultados, según este autor, estos casos son similares a los de Santa Catalina de Sienta y Santa Verónica, respectivamente. Según Banks, la anorexia nerviosa es actualmente considerada como un síndrome occidental delimitado socialmente. Una cultura focalizada en las dietas y en ideales de delgadez para las mujeres sería lo que causa este desorden, tal como se plantea actualmente. Pero, mientras las investigaciones indican que la mayoría de las mujeres no anoréxicas de los Estados Unidos están preocupadas por el peso de sus cuerpos y por la dieta, no resulta totalmente claro, en cambio, qué significa “delgadez” para las anoréxicas, o que reglas relacionadas con hacer dieta están siempre involucradas en las experiencias subjetivas de la anorexia. La revisión de la literatura que realiza Banks, a su criterio, ilustra una relación de larga data entre la auto-inanición y los ideales religiosos de la cultura occidental e indica una asociación entre la anorexia nerviosa contemporánea y el ascetismo. Los casos que estudió en 1992 demuestran, a su criterio, que el ascetismo puede ser subjetivamente expresado a través de conceptos religiosos acerca del cuerpo y la alimentación, y sugieren que las investigaciones futuras deben KATZMAN, M., LEE, S., Beyond body image: The integration of feminist and trascultural theories in the understanding of self starvation, 1997, International Journal of Eating Disorders, Vol. 22, p. 385-394. 12 MORGAN, J., MARSDEN, P., LACEY, J., “Spiritual starvation?”: A case series concerning Christianity and eating disorders, International Journal of Eating Disorders, 2000, Vol. 28, p. 476-480. 11 154 encaminarse a evaluar las prácticas y las creencias religiosas de las anoréxicas en la actividad clínica misma. Otro de los aspectos que debe tenerse en cuenta es que también habría que examinar el ascetismo relacionado con el cuerpo y el alimento en religiones que no sean judeocristianas, en grupos étnicos con rituales de ayuno y de vómitos, y la incidencia que tiene la presencia de iglesias fundamentalistas y misioneros en culturas no occidentales en las que actualmente se están registrando casos de desórdenes alimentarios. En 1997 este mismo autor abordó el tema de la relación entre los símbolos religiosos y la anorexia. En dos de los casos evaluados encontró que las pacientes aplicaban nociones de ascetismo en relación al alimento y el cuerpo, -que eran parte de sus creencias religiosas- para crear un sistema personal de significados que representaban su propia auto-inanición. Sostiene que estos casos, además de aportar las evidencias clínicas que vinculan el concepto de ascetismo con la anorexia contemporánea, van más lejos que eso y sugieren que, en algunos casos el ascetismo puede ser “codificado” en una religión. Las anoréxicas religiosas de hoy desafían al modelo de anorexia nerviosa entendido como resultado de los ideales seculares de belleza y delgadez para las mujeres y además demuestran una continua persistencia, en nuestro siglo, de la asociación entre la religiosidad y la auto-inanición de las anoréxicas medioevales. Algunos de los ejemplos que nos aporta Blanks de símbolos religiosos son la abnegación, la lucha entre el cuerpo y el espíritu, la asexualidad y la negación de la muerte. Otro aspecto que se ha tenido en cuenta es que, en muchos casos, la autoinanición o ayuno puede ser utilizado como un medio efectivo de protesta. Aunque las mujeres con anorexia nerviosa pueden ser vistas como si utilizaran su ayuno como una protesta, como plantea, por ejemplo, Brumberg13, esto debe ser correctamente diferenciado de las formas no patológicas de ayuno auto-impuesto. Las personas que comienzan un ayuno como una medida de BRUMBERG, J, Fasting girls: A history of anorexia nervosa, 1989, Ed. Plume, N.Y. cit. por KEEL, P, KLUMP, K, Are Eating Disorders Cultura-Bound Síndromes? Implications for Conceptualizing Their Etiology, Psychological Bulletin, American Psychological Association, 2003, Vol. 129, Nº 5, p. 754. 13 155 protesta concreta, como puede ser una “huelga de hambre”, finalizan con el mismo una vez que lograron su objetivo. Autores como Mogul sostienen que “lo que distingue el ascetismo adaptado de un estado patológico no es en cuanto a su alcance, ni siquiera en cuanto a la experiencia subjetiva de gratificación que conlleva, sino el grado en el cual el ascetismo comienza y termina en sí mismo” 14 . En todas las épocas el rechazo al alimento ha sido usado con distintos significados y fines (pureza moral, fama, atención, delgadez), pero también en todos los períodos se observa que el rechazo de alimentos se ha convertido en un fin en sí mismo. Otros autores plantean que el perfeccionismo es el corazón del aspecto patológico de la anorexia. La motivación interna para evitar comer se las ingenia para no hacer caso de todos los intentos que se hagan para lograr que la enferma coma15. Sin embargo, pese a todas las hipótesis que plantean los distintos investigadores y a pesar que las motivaciones para rechazar la ingesta hayan sido distintas a través de los tiempos, no parecen reflejar las verdaderas causas por las cuales una mujer se siente incapaz de comer y ni siquiera tiene deseos de hacerlo. Las motivaciones que se plantean podrían representar significados culturales, como el hecho de plantear que el miedo a la gordura sea la causa de la anorexia nerviosa. Y puede tratarse, en parte, de una ilusión, tal como lo plantean autores como Wegner, Keel y Klump. En este mismo sentido, creemos que, si bien el inicio de la anorexia puede justificarse en un deseo de adelgazar y hacer dieta para alcanzar el ideal de belleza de esta época, estas teorías no han logrado explicar la razón por la cual la “dieta” se transforma en ayuno y el peso corporal desciende a niveles que llevan al cuerpo a presentar un aspecto que no guarda ninguna relación con la belleza. Entre el inicio, coincidente con el deseo de bajar de peso, y la emaciación a que llega una anoréxica, hay algo que no funciona correctamente y que no le MOGUL, S, Asceticism in adolescence and anorexia nervosa, 1980, Psychoanalytic Study of the Child, Vol. 35, p. 159-160. 15 KEEL, P, KLUMP, K, Are Eating Disorders Cultura-Bound Síndromes? Implications for Conceptualizing Their Etiology, Psychological Bulletin, American Psychological Association, 2003, Vol. 129, Nº 5, p.754. 14 156 permite ver que en ese trayecto se ha alejado totalmente de ese ideal de belleza que perseguía. Pero, además, si tenemos en cuenta lo que dicen hoy las jóvenes que no sólo son anoréxicas sino que animan a otras a seguir este camino, el recuerdo de las santas anoréxicas de Bell vuelve a nuestra memoria y tendríamos que pensar que, tal vez, uno de los caminos para los investigadores en la materia es llegar a un conocimiento profundo de lo que ocurre hoy con la anorexia, ver si hay algo más detrás del deseo de verse delgado y compararlo con aquellas ayunadoras religiosas que se inspiraban en la lectura de biografías de otras religiosas ayunadoras. Si quisiéramos hacer un breve resumen, podríamos sostener que existe, a lo largo de la historia de la humanidad, un fenómeno que se ha producido en diferentes momentos históricos, ha llamado la atención de la sociedad y que podríamos denominar el “fenómeno del no-comer”. Ese fenómeno se ha presentado y se presenta preferentemente en mujeres, jóvenes y que persistían y persisten en su conducta a pesar de que con ella podían o pueden poner en riesgo su vida. En este sentido, el fenómeno del no-comer, ha existido a lo largo de la historia de la humanidad y ha sido universal al menos en nuestra sociedad occidental. Respecto a la preocupación por el peso, la delgadez, las dietas y la estética, en general ocupan un lugar importante en la mayoría de las mujeres, al menos en occidente. Pero no existe ninguna evidencia que permita confirmar que este hecho, por sí solo, pueda desencadenar un proceso de anorexia o que sea el único que puede producirla. Por lo tanto, resulta necesario continuar las investigaciones relacionadas con los casos “históricos” de anorexia, con los casos que se presentan en culturas no-occidentales y con aquellos que no responden a la totalidad de los criterios diagnósticos actuales, en especial en aquellos en que los valores estéticos difieran sensiblemente de los occidentales, ya que pueden arrojar nuevos 157 elementos sobre los cuales profundizar el conocimiento para elaborar nuevos abordajes terapéuticos. Si bien el objetivo de este trabajo tiene que ver con la presencia de la anorexia a lo largo de la historia, nos parece útil incluir una breve referencia sobre los grupos “Pro Ana”, ya que es aquí donde podemos encontrar más similitudes con los casos anteriores a aquellos que podemos definir como anoréxicos según los criterios actuales. Con el avance de las tecnologías de la comunicación, cualquier persona puede compartir intereses o gustos con otras en el mundo digital, en Internet, y formar grupos, comunidades, redes sociales e intercambiar mensajes, charlar en línea, compartir opiniones e ideas y, en suma, conocerse, compararse, identificarse, ayudarse mutuamente y poner a circular información. Con la anorexia (y también con la bulimia) se da una situación especial: han surgido, en los últimos años, grupos de interés, cerrados o abiertos al público, que congregan a jóvenes que rinden culto a “Ana” y a “Mía”, se declaran sus “princesas”, “ángeles” o “mariposas” seguidoras y utilizan códigos que las identifican… “Ana” es anorexia, y Mia, bulimia. Las páginas en Internet, los blogs e incluso los grupos en las redes sociales, como Facebook, MySpace, etc, se multiplican y crecen y reúnen a sus fieles adoradoras por todo el planeta. Si queremos entender qué es la anorexia en el siglo XXI, las investigaciones también deberán incluir el análisis en profundidad de lo que se expresa en estos grupos para llegar a discriminar qué valores se comparten y qué significa hoy el culto por la emaciación. Hay espacios virtuales donde sólo se informa acerca de cómo viven la experiencia de ser anoréxicas o bulímicas. En estos sitios o blogs podemos encontrar relatos de mujeres que llevan años sufriendo desórdenes alimentarios, que ayunan por días, que viven con pesos muy inferiores al ideal 158 para la altura y la edad y que son totalmente conscientes de su situación. Engañan a su entorno, engañan a los médicos, ocultan información, pasan por hospitalizaciones frecuentes a causa del estreñimiento o de desmayos por falta total de ingesta y cuentan que simplemente no pueden comer. Se quejan de sistemáticos dolores de cabeza, preguntan si pueden tomar analgésicos con tranquilidad… de no aumentar de peso, dicen como alternan entre “Mía” y “Ana” dependiendo de las circunstancias, o como les resulta imposible tragar cuando comen porque se atragantan. Entre las frases más repetidas encontramos “llegar a la meta”, “quiero ser perfecta”, “me estoy haciendo amiga de Ana”, “peso 48, soy un asco”. Como contrapartida, cada tanto se puede leer algún mensaje de alguna joven que con mucho esfuerzo está saliendo “del infierno”, consistente no sólo en no comer sino en pesarse constantemente, mirarse todo el tiempo al espejo, encontrarse perpetuamente gordas y desmayarse por la inanición, y que recomienda buscar ayuda. También se encuentran mensajes de quienes quieren sumarse a las seguidoras de “Ana” pero que los padres las obligan a comer y luego vomitan lo que comieron; algunas, incluso, no pueden seguir el ritmo de ayunos o de dietas de 200 o 300 calorías diarias y suplican por consejos de cómo hacer para convertirse en una verdadera anoréxica. Entran en competencia para ver quién baja más de peso en un tiempo determinado y dejan constancia de sus logros en los blogs; incluyen fotos de sus “Thinspirations”, juego de palabras que incluye “thin”, delgado, e “inspiration”, inspiración, jóvenes modelos o actrices que muestran cuerpos delgados hasta lo absurdo y que, en muchos casos, son producto de retoques fotográficos efectuados con programas de computación, una competencia absolutamente desleal para el resto de los mortales, pero en lo cual estas jóvenes no se detienen. ¿Qué representan las “thinspirations”? La modelo Kate Moss, entre otras, es una figura repetida en estos blogs y sitios de internet, inspiración de muchas jóvenes que desean alcanzar algo más parecido a lo etéreo que a lo corpóreo, más ilusorio que real, algo dibujado, algo lúdico, más propio de un cuento de hadas con “princesas”, “ángeles” y “mariposas” que a un cuerpo femenino. 159 Todo debidamente condimentado con el salero del autocontrol, de la búsqueda de la perfección, del logro de una meta que nunca llega, de la adoración a una “deidad” –Ana o Mía- con rasgos perversos, conocidos, aceptados y deseados. Es aquí, precisamente, donde vemos que podría existir un punto de contacto entre las ayunadoras religiosas y las anoréxicas actuales. Es aquí donde sólo hemos encontrado en el Psicoanálisis una explicación a estos fenómenos. Otro tipo de sitios en Internet no se queda con las descripciones sino que se declaran abiertamente a favor de la anorexia o de la bulimia y se conocen como “Pro-Ana” o “Pro-Mía”, sosteniendo, sus autoras, que ser anoréxica o bulímica es un derecho y que nadie puede conculcarlo. Lo que más sorprende es que de la misma forma que se leen mensajes del tipo “quiero que Ana me ayude, quiero ser anoréxica como uds”, hay otros relatos de dónde se desprende una verdadera conciencia del propio padecer. También encontramos consejos o “tips” sobre cómo perder peso, cómo hacer para no comer, cómo ayunar por diez días, qué fármacos ingerir, cómo engañar a la familia o al entorno, los comentarios de las usuarias, sus experiencias, etc. El material que puede encontrarse es tan abundante que es una de las vertientes que debe tenerse en cuenta hoy para la investigación de los trastornos de la alimentación como fenómeno social que busca en la delgadez extrema un sinónimo de perfección, pero teniendo en cuenta que no todas las jóvenes que quieren ser anoréxicas –o bulímicas- para adelgazar llegan a serlo, ya que no es fácil vivir sin ingerir alimentos. No es anoréxica la persona que quiere sino la que puede. Lo que relatan las miles de internautas que dejan su testimonio parece ir en el sentido de que es tan difícil que “Ana” las acepte entre sus seguidoras como que las deje ir una vez que comulgaron con ella. Para finalizar podemos concluir en el sentido que, desde el punto de vista nosológico, para que hoy hablemos de anorexia nerviosa debemos encontrar el miedo a engordar en el cuadro, pero resulta fundamental que no se confunda este aspecto con la etiología, que no se equipare un criterio diagnóstico con la posible causa del trastorno. 160 También podemos inferir a partir de la presente investigación que el aspecto relacionado con el peso, las dietas y los ideales de belleza actuales son fenómenos culturales que influyen en la decisión de iniciar una restricción alimentaria, y que se basan en un contexto socio-histórico-cultural que idealiza la delgadez y denigra la obesidad. Respecto a los ideales de belleza delgada o ultradelgada contemporáneos, los mismos representan una influencia a la hora de iniciar una limitación a la ingesta –dieta- pero no se ha logrado acreditar hasta la fecha que sean la causa directa de la instalación y desarrollo de la patología o al menos la única causa. Para finalizar este trabajo, voy a dejar en claro mi opinión personal. El material que acaban de leer es producto de una investigación bibliográfica que realicé accediendo a otros trabajos de investigadores de todo el mundo, a publicaciones que, en un noventa por ciento, se hicieron en otros idiomas y no en castellano. Buscar un criterio que permitiera cotejar la información obtenida de distintas épocas de la historia y de distintas culturas era fundamental para lograr una coherencia en la presentación y en los resultados. Por eso, al decidir los parámetros metodológicos que seguiría mi trayecto, la elección recayó en el DSM, dado que es el nomenclador que hoy utilizamos para dejar constancia de un diagnóstico y con el cual los distintos actores que intervenimos en el ámbito de la salud o, incluso, en el ámbito judicial, podemos tener en claro qué signos presenta una persona que ha sido evaluada y diagnosticada como anoréxica. Esto implica que, cuando alguien habla hoy de anorexia, debe tener en claro que se refiere a la clasificación del DSM y no a otra cosa. Dejando en claro esto, en lo personal considero que del Psicoanálisis han surgido las explicaciones más coherentes respecto al origen de los trastornos de la alimentación, se trate de anorexia, de bulimia o de otros trastornos. 161 También desde esta perspectiva podemos encontrar una gran similitud entre las ayunadoras religiosas, las santas anoréxicas, y las anoréxicas internéticas de nuestros días. La misma búsqueda de la perfección, la misma rebeldía, las formas de engaño al entorno, el misticismo, el idealismo, la identificación con sus pares, entre otras muchas. Gracias al fenómeno comunicacional es que podemos acceder a este mundo de manera prácticamente inmediata. Pero recordemos que las ayunadoras medievales también encontraban la forma de mostrarse y hacers conocer. Santa Catalina de Siena, por citar sólo a una, no tenía un blog en Internet donde escribir, como muchas jóvenes de hoy, pero fue una prolífica escritora, no sólo de textos sino de cartas, y no sólo su presencia física sino también sus relatos eran una verdadera fuente de inspiración para sus seguidores. Este es uno de los caminos que puede transitar un investigador interesado en el tema. La investigación y, en especial, la historización de un cuadro, permite encontrar elementos insospechados, nos hace repensar los fenómenos sociales, rever los roles, en especial los roles que tienen que ver con la presencia de la mujer en la sociedad. Es llamativa la escasa cantidad de cuadros de anorexia en varones; todo parece indicar que se trata de un síntoma –esta es mi forma de entender el ayuno- de características femeninas, que no es lo mismo que decir un síntoma de mujeres. 162