Arch. Med. Int. 2003; XXV; 2-3: 71-75 © Prensa Médica Latinoamericana. 2003 ISSN 0250-3816 - Printed in Uruguay - All rights reserved. 71 Actualización Conducta ante una primera crisis convulsiva What to do with a first seizure Dr. Carlos Oehninger Gatti Profesor Agregado de Clínica Médica Facultad de Medicina. Montevideo. RESUMEN: Arch Med Int (Montevideo) 2003 - XXV; 2-3: 71-75 Se reúnen aspectos diagnósticos, terapéuticos y pronósticos ante la sospecha de una primera crisis epiléptica. La decisión de iniciar el tratamiento específico es controvertida. Es imprescindible realizar una evaluación diagnóstica en distintos niveles que permita asegurar con certeza que el paciente ha sufrido una crisis epiléptica y no otro episodio paroxístico. En segundo lugar debe definirse el tipo de crisis y sus características. Por último deben recabarse otros datos fundamentales para individualizar los riesgos de recidiva, así como características personales y laborales del paciente que permitan la toma de decisiones terapéuticas. Palabras clave: Crisis; Diagnóstico, Epilepsia, Síncope, Pronóstico, Tratamiento. summary: Arch Med Int (Montevideo) 2003 - XXV; 2-3: 71-75 The current paper gathers the diagnostic, therapeutic and prognostic aspects to be considered when dealing with a patient’s first epileptic attack. Starting specific therapy is still a controversial decision, and a diagnostic assessment at different levels is essential to ensure that the patient has in fact had an epileptic seizure and not a paroxystic episode. Once this is established, the type of seizure and its characteristics must be recorded, to assess the individual’s relapse risks. The patient’s personal characteristics and working environment are also to be considerd when choosing the best therapeutic decisions. Key words: Seizure, Diagnostic, Epilepsia, Syncope, Prognosis, Treatment. INTRODUCCIÓN DIAGNÓSTICO Desde el punto de vista diagnóstico y terapéutico es esencial definir con seguridad si la crisis convulsiva corresponde sin ninguna duda a una crisis epiléptica. La distinción entre crisis epiléptica generalizada, sobre todo de inicio, y los fenómenos paroxísticos de otra causa –síncopes y crisis psicógenas- constituyen un desafío diagnóstico frecuente. El carácter paroxístico en la naturaleza de las crisis genera una limitación significativa en la precisión diagnóstica, en función de la dificultad de obtener datos de la historia clínica, del examen físico y/o de los exámenes complementarios pertinentes. Cuando los síntomas son focales, hay que extremar el interrogatorio para conocer la forma de inicio, la evolución y la existencia o ausencia de síntomas positivos (irritativos) como sacudida de una extremidad y/o negativo, como pérdida de función o paresia. Esto es de fundamental importancia para diferenciar crisis epilépticas parciales de otras patologías como ataques isquémicos transitorios (AIT) o migrañas acompañadas. El diagnóstico de un trastorno episódico paroxístico y de una crisis convulsiva que podrá o no ser una crisis epiléptica, es eminentemente clínico y depende en forma fundamental de la historia clínica. Ello es así no obstante el notable desarrollo y avances de los procedimientos de neuroimagen y neurofisiología. Frente a una primera crisis convulsiva, las preguntas claves y guías para su diagnóstico son: 1. ¿Es realmente una Crisis Epiléptica? 2. ¿Son los síntomas clínicos típicos de epilepsia? 3. ¿Hay algún desencadenante característico como ser privación de sueño, fiebre, alcohol (desencadenantes de crisis epilépticas en individuos susceptibles) relación con actividades específicas (síncope), trastorno emocional agudo (seudocrisis) o se presentan durante el sueño o al despertar? 4. ¿Hay en los antecedentes síntomas que el paciente haya podido considerar como irrelevantes, como por ejemplo alucinaciones, sensaciones de “déjà vu”, mioclonias o caídas inexplicables? 5. ¿Puede el paciente comunicarse durante la crisis? ¿De qué tipo es la respuesta? 6. ¿Cuánto tiempo tarda en recuperarse? ¿Sucede algo anormal durante el período de recuperación? 7. ¿Hay síntomas focales? ¿Se presentan antes o después de la pérdida de conocimiento, o son aislados? 8. Si son aislados ¿son positivos (mas frecuentes en crisis epilépticas)? O negativos (más frecuentes en isquemias)? ¿Hay además alteración de la conciencia (característico de epilepsia y crisis sicógenas)? ¿Hay síntomas muy específicos (como diplopía Correspondencia: Dr. Carlos Oehninger, Clínica Médica “B”. Hospital de Clínicas, Piso 12. Av. Italia s/n, 11600 Montevideo. Uruguay. 72 –excepcional en epilepsia– o “déjà vu” –típico de epilepsia–)? La evolución de los síntomas sugiere una progresión compatible (AIT) o incompatible (epilepsia/migraña) con un territorio vascular? 10. ¿Ha presentado el paciente otros episodios previos no valorados como patológicos? ¿Son estereotipados con respecto al motivo de consulta? (estos últimos son raros en patología vascular excepto amaurosis fugaz) 11. ¿A qué tipo de crisis puede corresponder? 9. La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica con manifestaciones intermitentes, paroxísticas, que son las crisis epilépticas, las cuales revisten aspectos clínicos muy variados. Desde Jackson se sabe que desde el punto de vista fisiopatológico, la crisis epiléptica depende de una descarga brusca y excesiva e hipersincrónica de una población más o menos extendida de neuronas de la sustancia gris cerebral. El diagnóstico de epilepsia es clínico: es epiléptico el sujeto que presenta dos o más crisis epilépticas alejadas de una injuria encefálica aguda, cualquiera sea el resultado de su electroencefalograma (EEG) intercrítico. Sin embargo, la definición de epilepsia es clínica y electroencefalográfica. Es así que las epilepsias se clasifican en generalizadas y parciales. En la epilepsia generalizada la descarga paroxística e hipersincrónica compromete todo el Sistema Nervioso Central (SNC) simultáneamente y las manifestaciones clínicas pueden corresponder a la crisis generalizada convulsiva tónico-clónica (crisis de Gran Mal) o a la crisis generadas no convulsivas, ausencia del pequeño mal y a la crisis mioclónica masiva bilateral y consciente. En la crisis de Gran Mal, el comienzo es súbito con pérdida de conocimiento y caída. Puede estar precedido o no de prodromos, que pueden preceder en horas o días (irritabilidad, cambios de humor) o aura (sensoriales, “déja vu”). La fase tónica, con grito y caída, se caracteriza por contracción intensa y generalizada, apnea, cianosis y mordedura de lengua. Es seguida a los pocos segundos de la fase clónica con sacudidas musculares bruscas generalizadas de cara y miembros, que se van espaciando entre sí y da paso a la fase resolutiva, con coma, resolución muscular con frecuente pérdida de orina y respiración estertorosa con salida de saliva espumosa a veces teñida en sangre por la mordedura de la lengua. La duración total es de pocos minutos, en general menos de cinco. Al recuperarse el paciente puede estar confuso –sopor poscrítico- otras veces cansado con mucho sueño y en ocasiones con cefalea. El EEG intercrítico puede ser normal, puede mostrar trenes bilaterales y sincrónicos de puntas o puntas ondas lentas o también puede mostrar un foco epiléptico y entonces se trata de una epilepsia parcial con expresión clínica generalizada en la que clínicamente no se despista el fenómeno inicio crítico que demostraría el origen focal de la descarga. La incontinencia de orina es frecuente pero no específica. La cianosis implica un origen orgánico pero es un dato poco fidedigno cuando se recoge la historia de terceros. La mordedura de lengua lateral es de gran valor clínico, ya que no se ve en los síncopes ni en las crisis psiquiátricas (puede morderse la punta de la lengua y/o los labios). La crisis generalizada no convulsiva característica del pequeño mal es la ausencia, que es una breve suspensión de conciencia, a veces acompañada de clonias palpebrales. Las ausencias son más frecuentes en la infancia entre los 4 y 8 años, aunque pueden verse a otras edades, repitiéndose muchas veces en el día. En la clínica y en el laboratorio de electroencefalografía se desencadenan por la hiperventilación pulmonar. El EEG del pequeño mal muestra descargas prolongadas de punta-onda a tres ciclos por segundo bilaterales y sincrónicas. La crisis generalizada mioclónica masiva bilateral y consciente, es frecuente en la adolescencia. Se manifiesta por sacudidas musculares bilaterales de los miembros sin pérdida de conocimiento. Las mioclonias aparecen sobre todo en la mañana al levantarse o después de la siesta. El EEG muestra descargas bilaterales y sincrónicas de polipuntas seguidas de ondas lentas. La estimulación luminosa intermitente favorece la aparición de estos grafoelementos acompañados o no de mioclonias. En la epilepsia parcial, la descarga hipersincrónica comprende un sector más o menos extenso pero siempre limitado, de las estructuras corticales. Las crisis parciales se dividen en simples o Arch. Med. Int. Vol. XXV;2-3: junio-setiembre 2003 parciales complejas, según comprometan o no la conciencia. En las crisis parciales simples o elementales, no hay compromiso de conciencia, de la receptividad ni de la perceptividad. Las crisis parciales simples, pueden ser motoras, comprometiendo un hemicuerpo o parte de él. Si es una crisis somatomotora, las sacudidas musculares de comienzo localizado progresan hacia músculos vecinos, siguiendo la representación cortical motora del área rolándica, diciéndose que la crisis tiene “marcha jacksoniana”. En otras crisis focales somatomotoras muy frecuentes, hay desviación de la cabeza y ojos hacia un lado –crisis versiva oculocefalógira, con elevación en ocasiones del miembro superior contralateral –sinergia tónica-. En general en estos casos, el foco de origen está en la región frontal. Las crisis sensitivas provocan parestesias de un hemicuerpo o de un miembro o parte de él, a veces con marcha jacksoniana y frecuentemente asociadas a clonias musculares, crisis somatosensitiva y somatomotora, dependiendo de un foco vecino a la región rolándica. Las crisis sensoriales pueden dar manifestaciones visuales –luz, luz coloreada, forma o más raramente, figura- y auditivas –sonido, ruido, voz o música- que sugieren localizaciones retrorolándicas occipitales o temporales. Pueden existir crisis olfatorias –olor de carácter desagradable- que corresponde a la crisis uncinada y que localiza la descarga en la cara interna y anterior del lóbulo temporal. Las crisis afásicas o disfásicas en las que el paciente no comprende lo que le dicen y no habla o habla mal, con parafasias, traducen un foco vecino al área del lenguaje. Las crisis psíquicas pueden manifestarse por una sensación paroxística de miedo, de tristeza o de rememoración (“déjà vu” o “déjà vécu”) o extrañeza (“jamais vu”). En las crisis parciales complejas hay una alteración variable de la conciencia, con pérdida de la receptividad y perceptividad, sin caída y que son en general originadas por descargas del lóbulo temporal. Estas crisis parciales complejas pueden acompañarse de automatismos ictales motores y verbales –gestos simples de masticación y degustación- o más complejos de marcha o búsqueda o vocalización. En la epilepsia parcial, el EEG intercrítico puede ser normal, puede mostrar un foco de sufrimiento –ondas lentas- o un foco epiléptico –puntas o puntas-ondas lentas- en una región limitada de un hemisferio cerebral Las crisis parciales tienen síntomas típicos que se inician generalmente en forma abrupta y son positivos: movimientos tónicos o clónicos de los miembros, alucinaciones y síntomas sensoriales, pensamientos o experiencias forzadas. Su duración es de 1 a 3 minutos pero pueden ser mucho más breves. Se caracterizan por seguir 4 patrones: 1. 2. 3. 4. las crisis se resuelven sin síntomas adicionales; hay propagación de los síntomas a zonas de la corteza cerebral adyacentes; hay propagación de los síntomas a zonas corticales distantes a la zona de inicio; evolución rápida a una crisis generalizada tónico-clónica (generalización secundaria). Luego de la crisis puede ocurrir una reducción temporal, en la función de la zona cerebral activada al inicio –parálisis de Todd. Estos síntomas generalmente mejoran en 30 minutos a menos que ocurran crisis recurrentes. Pueden existir síntomas atípicos en las crisis parciales. Algunas de carácter negativo, de tipo crítico, como una ceguera como manifestación de epilepsia occipital, una parálisis focal en epilepsia de la corteza motora sin movimientos clónicos previos, breves disminuciones del tono focal como manifestación de mioclonias negativas, amnesia en epilepsias del lóbulo temporal o trastornos del lenguaje. Cuando esto ocurre es muy difícil precisar si los síntomas son críticos o post-críticos. Estados confusionales causados por un estado convulsivo pueden llegar a presentarse en 1% de las epilepsias. Pueden ser la forma de presentación de una epilepsia y cuando ocurre en ancianos, puede ser secundario a factores reconocibles y tratables, como uso de psicotropos o supresión de benzodiacepinas. Deben sospecharse en: a) confusión en un paciente con antecedente de epilepsia, b) confusión asociada a otros signos epilépticos más evidentes, c) confusión con fluctuaciones o períodos lúcidos, d) confusión acompañada de signos motores muy discretos (parpadeo, mioclonias) con períodos de ausencia o agitación. Conducta ante una primera crisis convulsiva 73 Las causas más frecuentes de diagnóstico erróneo son: una historia inadecuada, incompleta o inexistente, en ocasiones por falta de testigos; - la interpretación como patognomónicos de epilepsia de los movimientos clónicos que, en ocasiones, acompañan a síncopes o crisis sicógenas; - un énfasis excesivo en antecedentes como crisis febriles o una historia familiar de epilepsia; - una sobreestimación de cambios menores o asociados a la edad en el EEG Una vez recogida toda la información posible del paciente, familia, amigos o testigos –acerca del primer episodio convulsivo– hay que considerar el tipo probable de crisis –epiléptica o no– así como su diagnóstico diferencial - DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Pérdida de conocimiento de breve duración (PCBD) El manejo de las PCBD es netamente clínico, y en especial del interrogatorio, ya que tanto el examen físico como la paraclínica suelen ser normales. Recordemos que una pérdida de conocimiento (PdeC) es un sindrome y que corresponde a la pérdida de capacidad de percepción y de reacción con el medio ambiente, aspectos básicos de la conciencia normal, cuyo termostato principal es la vigilia. Esta situación representa una disfunción del SNC y principalmente del sistema reticular activador ascendente (SRAA) del tronco cerebral. Se trata de una PdeC total o parcial, espontánea, brusca (puede estar precedida de síntomas), breve (segundos a minutos), con pérdida del tono postural, caída al suelo y recuperación total (rápida o gradual). Dentro de las PCBD se destaca, como primer diagnóstico diferencial de una crisis convulsiva el síncope, más conocido como “desmayo”. Corresponde a una PdeCBD con pérdida de tono muscular, caída al suelo y recuperación rápida y total, que obedece a una caída del flujo sanguíneo cerebral (70%). Puede estar precedido de prodromos neurovegetativos, que están presentes en la mayoría de las veces como manifestaciones digestivas (náuseas o malestar abdominal), palidez, sudoración, visión borrosa y bostezos. Esto anuncia al paciente el episodio evitándole muchas veces la caída al adoptar el decúbito. Existe otra forma, menos frecuente, sin prodromos, que se presenta en forma brusca y ortostatismo prolongado y que puede tener incontinencia esfinteriana (20%). La recuperación se hace en pocos segundos y si se prolonga más de 30 segundos pueden aparecer movimientos tónicos o clónicos y confundir el cuadro. La reducción del flujo sanguíneo cerebral puede tener tres orígenes: - - - aumento de las resistencias circulatorias intracraneanas; reducción de la presión arterial por disminución de las resistencias periféricas; reducción de la presión arterial por disminución del gasto cardíaco. Veinticinco a cincuenta por ciento de los pacientes reiterará el síncope en tiempo variable. Clasificación de los síncopes: 1. Síncope neurocardiogénico, denominación que corresponde al conocido síncope vaso-vagal. Entre 30 a 50% de los síncopes responden a esta causa y es la causa más frecuente en la población joven. La anamnesis descubre factores desencadenantes: stress psíquico o físico, extracciones dentarias, de sangre, ambientes cerrados, etc. De gran valor en su diagnóstico positivo es el test de mesa basculante o “tilt table”. (Tabla I) 2. Síncope por hipotensión ortostática, más frecuente en adultos mayores, tercera edad y ancianos. Deben considerarse causas de hipotensión ortostática: primarias: idiopática, atrofia multisistémica, enfermedad de Parkinson, Shy-Drager; secundarias: hipovolemia, fiebre, diabetes, Guillain-Barré, amiloidosis, insuficiencia renal crónica, fármacos. El síncope aparece en clara vinculación postural en un paciente con terreno predisponente. En general es de instalación progresiva, mientras el individuo está caminando o sentado. La PdeC puede no ser total e incluso manifestarse como “drop attacks” Los pacientes están predispuestos a presentar síncope por hipotensión postprandial. A diferencia del síncope neurocardiogénico no hay bradicardia ni sudoración. Es más frecuente en la mañana, postprandial y en ambientes cálidos. 3. Síncope miccional, que se produce al inicio o luego de la micción. Siempre es nocturno y aparece en posición de pie. Se puede observar en el adulto y está vinculado al predominio vagal nocturno, asociado a disminución del tono simpático vesical. 4. Síncope tusígeno caracterizado por episodios sincopales a repetición, siempre precedidos de accesos de tos en pacientes obesos o portadores de EPOC. Se presenta varias veces al día. 5. Síncope de esfuerzo, característico de la estenosis aórtica o pulmonar 6. Menos frecuentes pero más graves son los Síncopes por cardiopatías estructurales con alteración del ritmo cardíaco y/o de la conducción aurículo-ventricular o ventricular. Se trata de situaciones graves en las que el síncope puede desencadenar en “muerte súbita” a través de la génesis de una arritmia ventricular maligna. Las causas más frecuentes son el sindrome de Brugada, el intervalo QT-largo y la displasia arritmógena del ventrículo derecho, canalopatías iónicas de origen genético. Son diagnosticables por electrofisiología endocavitaria y tratadas con implantación de mio-cardiodesfibriladores. 7. Igualmente menos frecuentes pero de gravedad, son los Síncopes por alteración del SNC a consecuencia de: - hidrocefalia obstructiva intermitente que se presenta como una cefalea opresiva seguida en segundos de una PdeC; - disreflexia autonómica como consecuencia de mielopatía aguda; - crisis diencefálicas secundarias a daño cerebral (axonal) difuso: encefalopatía hipóxica y traumatismos craneales que se manifiestan con hipertensión intermitente, sudoración, taquicardia y PdeC. TABLA I DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ENTRE SÍNCOPE NEUROCARDIOGÉNICO (SNC) Y CRISIS EPILÉPTICA CRISIS INICIO PRODROMOS DESENCADENANTES DURACIÓN CONCLUSIONES ASPECTO MORDEDURA LENGUA INCONTINENCIA CONFUSIÓN SECUNDARIA RECUPERACION SÍNCOPE (PCBD) Abrupto Gradual Frecuente (aura) Casi siempre (presíncope) Raro (HiperV, flash) Frecuente (al levantarse, en baño, sangre, agujas) 1-3 minutos 1-30 segundos Frecuentes (prolongadas) Ocasionalmente (breves) -Cianótico (crisis generalizadas )-Pálido (cr. parciales) Muy pálido - Frecuente (lateral) Infrecuente - Frecuente Infrecuente Frecuente (S/P) Rara Lenta (se despiertan en ambulancia) Rápida (se despiertan en el suelo) 74 Arch. Med. Int. Vol. XXV;2-3: junio-setiembre 2003 Seudocrisis (crisis psicógena) En forma de estados disociativos (crisis pitiáticas) o crisis de pánico. (Tabla II). Las crisis psiquiátricas (o pitiáticas) pueden ser muy difíciles de diferenciar, en particular con las crisis epilépticas generalizadas de inicio con movimientos tónico-clónicos generalizados. Hay a nuestro entender, un abuso de su diagnóstico, sobre todo en caso de síncope y/o crisis epilépticas genuinas. Si se asiste al desarrollo de la crisis suele ser más fácil reconocerla, pero con frecuencia ella ya sucedió. Por lo tanto, la guía clínica es a través del interrogatorio y sobre todo de los testigos. Pueden existir prodromos, de tipo neurovegetativo, siendo de gran valor el entorno de la crisis. En muchas ocasiones el compromiso de conciencia es parcial, pudiendo el paciente recordar que escuchaba voces y ruidos, y a veces emitiendo palabras. La caída no es violenta y los movimientos anormales son erráticos, desordenados, los pacientes se toman de otra persona, se prenden de objetos o de sí mismos, de lucha y agresión, raro que haya mordedura de lengua (nunca lateral o en los bordes), se muerden las manos. La incontinencia urinaria es rara así como la confusión post-ictal (o sopor post-crítico). La duración es notoriamente más larga y suele observarse contorsión de tronco. Es común que exista llanto y/o expresiones de carga afectiva. Son inducidas por sugestión, pánico y cólera y ocurren frecuentemente en compañía de terceros. En las crisis psiquiátricas, el EEG interictal es habitualmente normal y el post-ictal no muestra el enlentecimiento posterior a una crisis epiléptica. Es especialmente útil el estudio con video-EEG en el diagnóstico diferencial con o sin la determinación de los valores de prolactina antes y después de la “crisis”. En caso de seudocrisis no se encuentra elevación de prolactina como ocurre en crisis generalizadas, parciales complejas o síncopes. El video EEG simultáneo requiere la hospitalización del paciente en una unidad de epilepsia. En las crisis de pánico el sentimiento de temor o miedo va acompañado de un sindrome neurovegetativo dado por temblor, sudoración, palidez, dolor precordial y disnea. El episodio dura minutos, más raramente horas y son recurrentes. Algunas veces la sensación de pánico puede no estar presente y presentarse sólo la PdeC. Migraña Los equivalentes migrañosos (aura migrañosa sin cefalea) o jaqueca decapitada plantean dudas diagnósticas. El aura visual migrañosa suele ser monocroma, brillante, en zig-zag y atraviesa de forma gradual y transversal el campo visual. Las alucinaciones visuales epilépticas suelen ser multicoloreadas, circulares o sin forma específica y suelen afectar a un hemicampo. Los síntomas sensitivos migrañosos evolucionan en unos 15-30 minutos y se propagan de una zona del cuerpo a otra mientras remiten los síntomas en el lugar del cuerpo donde comenzó. Los síntomas sensitivos epilépticos típicos se propagan rápidamente hasta afectar al hemicuerpo completo. Hay, por otra parte, variantes de migraña como la basilar (oscurecimiento visual bilateral, vértigo, diplopia, cefalea de inicio occipital y nucal, vómitos y pérdida de conciencia) que pueden confundirse con la epilepsia occipital benigna (aura visual, cefalea, vómitos). La duración del síntoma es una buena aproximación diagnóstica: en la migraña típica es prolongado (más de 5 minutos) mientras que los auras epilépticas duran, en general, menos de un minuto. Trastirbis vasculares Las PdeCBD no forman parte de los AIT del sector supratentorial o carotídeo. En oposición, los AIT del sector vertebro-basilar pueden dar PdeC por isquemia de la sustancia reticular activadora ascendente (SRAA). Debe acompañarse de otros síntomas, tales como diplopia, vértigo, disartria, ataxia antes o después de las PdeC. Los AIT se distinguen de la epilepsia (y de la migraña) por sus síntomas “negativos” (paresia, hipoestesia, amaurosis) y el mantenimiento de la conciencia (salvo AIT del sector posterior o vértebrobasilar). La amnesia global transitoria se manifiesta por un trastorno agudo de memoria anterógrada con afectación variable de la memoria retrógrada y que no se acompaña de otros trastornos cognitivos o focales, dura unas horas y se recupera sin secuelas. Trastornos del sueño Las parasomnias –mioclonias al inicio del sueño, movimientos periódicos de las piernas, despertares con confusión, movimientos rítmicos, terrores nocturnos y sonambulismo- pueden confundirse con crisis epilépticas. Algunas parasomnias familiares son probablemente ejemplos de epilepsia del lóbulo frontal nocturna autosómica dominante, ligada al cromosoma 20 y a un gen específico. Dado que habitualmente muestra un EEG normal debe efectuarse una polisomnografía para su correcto diagnóstico. Movimientos anormales paroxísticos Existen movimientos anormales paroxísticos que pueden confundirse con crisis y que responden a los antiepilépticos. Los espasmos tónicos en la Esclerosis Múltiple (generalmente distónicos, unilaterales y dolorosos), las distonías paroxísticas (posturales o movimientos distónicos de inicio brusco, intermitente, provocadas o no por el movimiento y con el paciente asintomático en las intercrisis y las ataxias episódicas a veces familiares – sobre todo las caracterizadas por ataques recurrentes de ataxia, disartria, temblor y mioquimias en niños y adolescentes. Causas metabólicas tóxicas Frente a una crisis convulsiva generalizada debe tenerse presente la posibilidad de un trastorno metabólico como la hipoglicemia, hipocalcemia, hiponatremia, hipomagnesemia, feocromocitoma o porfiria. Entre los tóxicos, el más frecuente es el alcohol, que puede provocar crisis por toxicidad directa y descenso del umbral convulsivo, TABLA II DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL EN CRISIS EPILÉPTICAS Y SEUDOCRISIS INICIO DURACIÓN COLOR RESPIRACIÓN CRISIS SEUDOCRISIS Generalmente abrupto Generalmente gradual 1 – 3 minutos Prolongado (minutos – horas) Cianosis Normal, rubor Episodios de apnea Normal, HV MOVIMIENTOS ERRÁTICOS Raro Común MOVIMIENTOS DE LUCHA, AGRESIÓN Raro Común Común (lateral) Raro (punta y/o labios) MORDEDURA LENGUA INCONTINENCIA Común Raro LESIONES (T. CRANEAL, etc.) Común Raro RESISTENCIA A LA APERTURA PALPEBRAL Raro Común Común Raro INDUCIDO POR SUGESTIÓN, PÁNICO, CÓLERA Raro Común OCURRE ÚNICAMENTE EN COMPAÑÍA Raro Común CONFUSIÓN PORTICAL Conducta ante una primera crisis convulsiva o por la hipoglicemia. La cocaína provoca crisis por toxicidad directa, las anfetaminas y estimulantes del SNC por privación de sueño y los psicofármacos como parte de un sindrome de abstinencia. Crisis epilépticas que con frecuencia no se reconocen al inicio Hay algunas epilepsias que frecuentemente no son reconocidas cuando comienzan. Algunas crisis generalizadas como las ausencias, en los niños pueden ser confundidas con distracciones o mala concentración. Puede ocurrir algo similar con las mioclonias. Las crisis del área motriz suplementaria frontal son de difícil diagnóstico, se presentan como crisis nocturnas, breves y frecuentes, y pueden confundirse con parasomnias. Las crisis por epilepsia mesial temporal que se inician con sensación de malestar epigástrico o asociadas a palpitaciones, las parietales con síntomas sensitivos lateralizados sin componente motor o las occipitales que se expresan como ceguera transitoria o alucinaciones visuales requieren un alto grado de sospecha para su diagnóstico. Más difícil aún es la sospecha diagnóstica en casos de estado de mal epiléptico no convulsivo que se presentan como episodios confusionales agudos tanto en adultos como en niños, en ocasiones sin antecedentes de epilepsia y donde es de fundamental importancia el EEG. ¿Qué exámenes complementarios deben utilizarse? Los pacientes con crisis genuinas –generalizadas, parciales o parciales complejas– pueden tener casi cualquier enfermedad del SNC (tumoral, inflamatoria, infecciosa, degenerativa) incluyendo algunas en que los estudios por imágenes son normales. Aunque la exploración de la epilepsia suele ser frecuentemente normal, debe realizarse una exploración completa en la búsqueda de datos focales que sugieran una epilepsia secundaria. Paralelamente debe evaluarse el estado general físico y mental del paciente: por una parte porque hay causas metabólicas de crisis convulsivas y por otro lado porque la epilepsia es una enfermedad crónica y en ocasiones evolutiva. Por lo tanto, es necesaria la realización de un hemograma completo con clasificación y una bioquímica sanguínea completa con funcional y enzimograma hepático, más aún si se va a administrar tratamiento antiepiléptico. La búsqueda de tóxicos específicos –en sangre o en orina– dependerá de cada caso en particular. Los exámenes complementarios básicos en casos de sospecha de epilepsia son el EEG y la neuroimagen [tomografía axial computarizada (TAC) y resonancia magnética (RM)]. Electroencefalograma (EEG) – Todos los pacientes en los que se sospecha crisis de naturaleza epiléptica deben ser evaluados con EEG. Sin embargo, es fundamental correlacionarlo con la clínica y considerar el momento de su realización, a los efectos de evitar un diagnóstico incorrecto de epilepsia. El hallazgo más frecuente –descargas epileptiformes interictales– tiene un alto valor predictivo pero no es diagnóstico. Las limitaciones del EEG interictal son: - falsos negativos, que ocurren hasta en 50% de los registros. EEG(s) repetidos reducen esta cifra a 30% y los EEG(s) tras privación de sueño a 20%. - falsos positivos. Se obtienen entre 0,5 y 2% de registros en jóvenes adultos sanos y son más frecuentes en sujetos con antecedentes familiares de epilepsia. Para el diagnóstico de certeza de los casos dudosos es necesario un EEG durante una crisis (intraictal). Esto es muy difícil de lograr por lo que en casos de pacientes con crisis frecuentes –o no frecuentes– de naturaleza incierta, está indicada la monitorización electroencefalográfica ambulatoria. Neuroimagen – El objetivo de la neuroimagen en una primera crisis es identificar causas de epilepsia secundaria o sintomática. Si bien la TAC de cráneo con contraste intravenoso es de gran utilidad, existen falsos negativos en casos de crisis única y examen físico neurológico normal. Es así que la neuroimagen de elección – en casos de primera crisis de cualquier tipo en adulto de 25 años o más y en epilepsia focal 75 en jóvenes, es sin dudar la RM cerebral con contraste intravenoso. Es más sensible que la TAC de cráneo sobre todo para el diagnóstico de lesiones cerebrales estructurales –displasias corticales y/o trastornos de la migración celular- y esclerosis mesial temporal, expresada muchas veces como epilepsia refractaria y pasible de cirugía funcional. ¿Cuándo iniciar el tratamiento farmacológico? Crisis única verdadera La decisión de iniciar o no el tratamiento crónico farmacológico con drogas antiepilépticas (DAI) frente a la primera crisis epiléptica verdadera, es discutible. La tasa de recidiva luego de una crisis no febril varía entre 30% y 80% y desde el punto de vista práctico más de 50% de los pacientes no la repetirá. La medicación anti-epiléptica administrada luego de la primera crisis no modifica la tasa de recidiva –ni en niños, ni en adultos– y puede determinar la aparición de efectos colaterales indeseables, a veces graves. Parece entonces razonable, no iniciar el tratamiento crónico luego de una primera crisis, lo cual constituye la tendencia mayoritaria actual. No obstante, cada caso debe ser analizado individualmente, considerándose situaciones especiales, laborales, familiares y sociales, así como los factores de riesgo de recidiva: a. etiología identificable b. presencia de crisis parciales –sobre todo parciales complejas– en contraposición con las generalizadas c. descargas frecuentes en el EEG d. crisis de larga duración. Si se decide iniciar el tratamiento antiepiléptico se debe utilizar un único fármaco a dosis bajas y con aumento lentamente progresivo, con el objeto de minimizar el riesgo de efectos secundarios tanto los idiosincrásicos como los dependientes de la dosis. La carbamazepina y el valproato son los fármacos de primera elección para el tratamiento de crisis parciales y generalizadas respectivamente. El tratamiento se debe mantener durante un año, dado que el riesgo de recidiva será solo ligeramente mayor que cuando se prolonga tres o cuatro, debiéndose reducir de forma paulatina durante 3 a 4 meses. Siempre debe aconsejarse el cumplimiento de medidas dietéticas y de sueño suficiente, así como evitar situaciones en que una crisis suponga riesgo grave de vida. En caso de crisis única de dudosa naturaleza epiléptica, no está indicado el uso de DAI. En caso de crisis epilépticas reiteradas con EEG(s) normales, está aconsejado el tratamiento con DAI dependiendo la elección de la droga del tipo de crisis y sindrome epiléptico. Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Bergareche Yarza A. Conducta a seguir ante una primera crisis convulsiva. FMC; 9(“), 2002; 74-81. Chabolta d. Characteristics of epilepsy. Mayo Clin Proc, 2002;77: 981-990. Gram L. 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