libro completo - Ministerio de Agricultura, Alimentación y

Anuncio
Serie ESTUDIOS
Thierry Desrues
ESTADO YAGRICULTURA
EN MARR UECOS:
Trayectoria de la política
agraria y articulación
de intereses (1956-2000)
^^
^^
^^^^
rkr^ruaoN
^ca^ ,^;p ,E,^
^^.
N^ ^s^T-s^^^-Y
ESTADO Y AGRICULTURA
EN MARRUECOS
Trayectoria de la política agraria y articulación
de intereses (1956-2000)
THIERRY DESRUES
i
^ MINISTERIO
y, DEAGRICUITURAPESCA
^ YALIMENTACIÓN
Catalogación de la Biblioteca Central del MAPA
I
DESRUES, THIERRY
Estado y agricultura en Marruecos : trayectoria de la política
agraria y articulación de intereses (1956-2000) / Thierry Desrues.
- Madrid : Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación,^
Centro de Publicaciones, 2004.
334 p. / 20 cm. -(Estudios ; 157)
I.S.B.N.: 84-491-0633-8
I. POLÍTICA AGRÍCOLA. 2. DESARROLLO AGRÍCOIA.
3. HISTORIA. 4. MARRUECOS
I. España. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
II. Título. III. Estudios (España. Ministerio de Agricultura,
Pesca y Alimentación) ; 157
338.43.02 (64) (091)
Las afirmaciones• emitidas en esta publicación
reflejan exclusivamente la opinión del autor
de la misma.
© Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Imprime: Centro de Publicaciones
Edita:
MINISTERIO
DE AGRICULTURA, PESCA
Y ALIMENTACIÓN
SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Centro de Publicaciones
Paseo de la Infanta Isabel, I- 28071 Madrid
NIPO: 25 I -04-086- I
ISBN: 84-491-0633-8
Depósito Legal: M-39.727-2004
Diseño de portada: M.' del Carmen Rodriguez Sacristán
INDICE
Páginas
PRESENTACIÓN ....... ...........................
9
INT'RODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ".
13
CAPÍTULO 1: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO MARROQUÍ: DE LA INDEPENDENCIA A LA ALTERNANCIA.
29
1.
El período de transición institucional . . . . . . . . . . . . . . . .
1.1. El legado colonial y la legitimidad nacionalista. ......
1.2. La segmentación de la escena política . . . . . . . . . . . . .
1.3. El control del gobiemo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.4. El control administrativo y político del mundo rural ...
32
32
34
35
37
2.
Hassan II y la conformación de la hegemonía monárquica .
2.1. La Constitución de 1962 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. El estado de excepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3. La Constitución de 1970 y la banalización del estado de
excepción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.4. La incorporación de la oposición como condición para la
desactivación del campo político . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.5. Las experiencias electorales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.6. Interpretaciones relativas a la funcionalidad de la representación y el juego político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
38
39
41
41
3.
El Majzen de Hassan II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.1. La mediatización de la construcción estatal por el Majzen .
3.2. La crisis distributiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
50
50
52
4.
5.
La estructura de partidos políticos . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Alternancia: solución politica al cambio económico y
social ........................................
5.1. La gobemabilidad y los retos de la doble transición ...
5.2. Los mecanismos institucionales de integración .......
5.3. El consenso como eje de la gobemabilidad. .........
54
Conclusiones ..................................
64
6.
43
44
46
57
58
60
61
5
Páginas
CAPÍTULO 2: GÉNESIS Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA
POLÍTICA AGRARIA EN MARRUECOS (1956-1993). .....
69
1.
Primeras experiencias de modernización agraria. .......
1.1. La Operación Labranza (Twiza) . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. La Oficina Nacional de Regadío (ONI) . . . . . . . . . . . .
72
75
78
2.
Las grandes transformaciones hidráulicas . . . . . . . . . . . . .
2.1. Objetivos de la política hidráulica . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. El marco institucional de la política hidráulica .......
2.3. Los instrumentos financieros de la política hidráulica ..
2.4. Los proyectos de compensación para los sectores de
secano y pastizales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.5. Logros y límites de la política hidráulica . . . . . . . . . . .
84
85
86
88
91
93
3.
Las
3.1.
3.2.
3.3.
políticas de ajuste estructural . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Objetivos de las reformas en el sector agrario. .......
Los préstamos de inversión en el sector agrario (PISAs). .
Las políticas liberales y los agricultores marroquíes ...
99
101
105
106
4.
Conclusiones ..................................
108
CAPÍTULO 3: LA NUEVA ESTRATEGIA DE DESARROLLO
AGRARIO: MODERNIZACIÓN Y TENTACIÓN NEOCORPORATIVISTA (1994-2000) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
109
1.
Seguridad alimentaria y competitividad agrícola ........
1.1. Las infraestructura^ hidráulicas . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. La estructura productiva de la agricultura marroquí ....
114
115
116
2.
Agricultura y cohesión social y territorial . . . . . . . . . . . . .
2.1. El mundo rural: una realidad de déficit en infraestructuras ..
2.2. La agricultura: principal actividad del mundo rural ....
124
126
128
3.
Regímenes de tenencia y estructura de las explotaciones
agrarias ......................................
3.1. Los regímenes de tenencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.2. La estructura de las explotaciones agrarias . . . . . . . . . .
131
131
134
4. ^Las reformas institucionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.1. El papel asignado al Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.2. E1 papel asignado a las organizaciones profesionales
agrarias ...................................
139
140
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
145
5.
6
142
Páginas
CAPÍTULO 4: REPRESENTACIÓN Y ARTICULACIÓN DE
INTERESES EN LA AGRICULTURA MARROQUÍ. .......
1.
Las
1.1.
1.2.
1.3.
1.4.
147
Cámaras Agrarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Las Cámaras Agrarias bajo el Protectorado. .........
Las Cámaras Agrarias desde la Independencia .......
La Federación Nacional de Cámaras Agrarias. .......
Límites y expectativas de la re.forma de las Cámaras
Agrarias ..................................
149
150
152
165
2.
Las Cooperativas Agrarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Génesis y desarrollo histórico del cooperativismo .....
2.2. Un diagnóstico sobre el cooperativismo agrario marroquí.
2.3. Límites y oportunidades del cooperativismo agrario ...
171
173
179
190
3.
Las Organizaciones Profesionales Agrarias . . . . . . . . . . . .
3.1. Génesis y desarrollo histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.2. Los límites de la vertebración del sector . . . . . . . . . . .
195
196
202
4. ^ Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
208
CAPÍTULO 5: LA UNIÓN MARROQUÍ DE LA AGRICULTURA .
213
1.
El contexto de génesis y de creación de la UMA ........
1.1. La representación de los intereses agrarios en el poder .
1.2. Un agricultor en la cartera de agricultura . . . . . . . . . . .
1.3. La creación de la UMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.4. El corporativismo agrario de la UMA . . . . . . . . . . . . .
1.5. Naturaleza jurídica, objetivos y estructura organizativa
dela UMA ................................
1.6. Ideología y programa reivindicativo . . . . . . . . . . . . . . .
1.7. El control de la profesión agraria . . . . . . . . . . . . . . . .
215
216
218
220
223
2.
Modalidades de participación politica de la UMA .......
2.1. Relaciones de la UMA con los partidos políticos .....
2.2. Relaciones de la UMA con el Gobierno . . . . . . . . . . . .
2.3. Relaciones de la UMA con el Parlamento ..........
2.4. La alianza con el Rey: intercesión ante el último recurso .
231
232
233
234
237
3.
La iTMA en un contezto de reformas (1985-2000) .......
3.1. Esclerosis del discurso y de la base ideológica de la UMA ..
3.2. El cambio estratégico de la UMA . . . . . . . . . . . . . . . .
240
241
248
4.
Conclusiones ..................................
255
168
225
226
229
7
Páginas
CAPÍTULO 6: LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE OVINO Y
CAPRINO ......................................
261
1.
2.
El contexto del sector ovino y caprino . . . . . . . . . . . . . . . .
Génesis y desarrollo de la ANOC . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.1. Límites del desarrollo de la ANOC . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. La estructura organizativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Actividades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
264
268
271
275
279
3.
Discurso ideológico de la ANOC . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.1. El nivel interno del discurso de la ANOC ..........
3.2. El nivel externo del discurso de la ANOC ..........
282
282
284
4.
Conclusiones ..................................
294
CONCLUSIONES GENERALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
297
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
307
RELACIÓN DE M1I^iISTROS DE AGRICULTURA . . . . . . . . . .
323
RELACIÓN DE INSTITUCIONES ENTREVISTADAS . . . . . . .
327
GLOSARIO DE TÉRMINOS ÁRABES . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
331
8
^
PRESENTACIÓN
Marruecos, nuestro vecino de la otra orilla del Mediterráneo, es un
país mal conocido por la sociedad española. Si bien la vecindad no se reduce al mero ámbito geográfico, ya que ambos países están unidos por
un pasado reciente común -aunque colonial de 1912 a 1956- y existen importantes relaciones económicas entre ellos -más de 800 empresas españolas están instaladas en suelo marroquí, los intercambios comerciales son intensos y crecientes entre ambas orillas, más de 300.000
marroquíes residen en España-, es cierto que las imágenes de Marruecos que suelen recibir los españoles son imágenes negativas. Son imágenes asentadas en acontecimientos traumáticos, ya sea vinculados a viejos contenciosos territoriales -como los de Ceuta y Melilla y el más
reciente de la Isla del Perejil- o a temas geopolíticos no resueltos satisfactoriamente --como la descolonización del Sáhara-, ya sea relacionados con problemas de seguridad y delincuencia ^omo la inmigración ilegal que Ilega en pateras, el tráfico de drogas y el islamismo
radical-, ya sea originados por la competencia de las fiutas y hortalizas
procedentes de Marruecos o por la finalización del tradicional acceso de
los pescadores a las aguas territoriales marroquíes. El hecho de que los
atentados del 16 de mayo de 2003 alcanzaran edificios españoles en Casablanca y que algunos de los autores de los atentados del 11 de marzo
de 2004 fueran de origen marroquí, se añade a todos estos ejemplos que
contribuyen a que Marruecos siga siendo percibido con demasiada frecuencia como la "última frontera" de una España integrada en el concierto de los países de la Unión Europea. Ahora bien, estamos convencidos de que el futuro de la seguridad y prosperidad de España pasa por
una superación de estos contenciosos y por la mejora de las relaciones
entre ambos vecinos, y ello exige un mejor conocimiento de la sociedad
marroquí por parte de los españoles. Todo lo que sea contribuir a ese conocimiento supone dar un paso adelante, sobre todo si se centra en aquellos ámbitos de la sociedad marroquí poco conocidos, como es el caso de
la agricultura. El libro que aquí se presenta pretende contribuir a un mejor conocimiento del sector agrario matroquí, aportando información de
11
utilidad sobre la evolución de la política agraria desde que Marruecos al^ canzara la independencia en 1956, sobre los sistemas de representación
y articulación de los agricultores y sobre sus relaciones con la Administración encargada de defmir el contenido de la política agraria y de desarrollo rural en nuestro país vecino. Creemos que son temas de suma importancia por cuanto que la agricultura es un sector privilegiado de las
relaciones con Marruecos y cada vez serán más las ocasiones en las que
los representantes de las distintas administraciones del Estado español o
los empresarios del sector agroalimentario deban encontrarse con sus
homólogos manoquíes para desarrollar dinámicas de interlocución en
las que resultará fundamental conocer quién es quién en dicho proceso.
12
INTRODUCCIÓN
Afirmaz que Marruecos es un país con vocación agrícola es un tema
que ha sido objeto de consenso durante largos años. Una mirada a distintos indicadores socioeconómicos bastaría paza mostrar el peso de la agricultura en los ámbitos económico, social y cultural de Marruecos. Asimismo, el fuerte peso demográfico del mundo rural y las funciones de
cohesión social y equilibrio territorial de la agricultura la han convertido
en un sector clave de la economía y la política marroquíes. No obstante,
la existencia de importantes limitaciones climatológicas y restricciones
en cuanto a la utilizacibn de los recursos naturales ---como el volumen
de agua disponible-, no ha sido un marco favorable paza el desarrollo
de la agricultura en Marruecos. Por tanto, cabe destacar que, si bien la
agricultura es la actividad económica dominante, ello es así como resultado tanto de una opción política como por razones estructurales. En
efecto, como señala Swearingen (1988), la vocación aaícola de Marruecos es uno de los grandes mitos que surge con la colonización y que se
ha mantenido hasta muy recientemrnte, habiendo sido ratificada de forma recurrente por el difunto Rey Hassan II, que siempre se presentaba
ante sus súbditos como el impulsor de la política agraria, recordando en
sus discursos la atención privilegiada que reservaba a la agricultura. La
identificación de la política agraria con el liderazgo del Rey ha sido una
norma consensuada en Marruecos, formando parte del unanimismo existente alrededor de las decisiones de la Corona.
Aunque este consenso no ha sido roto por ningún grupo de poder durante el reinado de Hassan II (1961-1999), la realidad es que la formulación de la política agraria marroquí ha dado lugaz a fuertes controversias
entre intereses divergentes, en las que, sin embazgo, la gran masa de
agricultores ha estado, por lo general, excluida de los grandes centros de
decisión ^. De hecho, las sucesivas orientaciones de la política agraria en
' Las grandes orientaciones de la política agraria fueron presentadas siempre como iniciativas dé la Corona, mostrando así Hassan II su interés peisonal por el sector. Cuando surgían períodos de graves dificultades, como las sequías del año 1981 y 1995-1996, o diver-
15
Marruecos han venido reflejando la fuerte subordinación del sector agrario a los objetivos más amplios del sistema económico y político.
Este libro pretende aportar información sobre la realidad de un país
como Marruecos que transita por un complejo proceso de reformas y
cambios políticos y económicos y donde apenas existe información sobre la evolución de la política agraria, el papel del Estado y los cambios
en la representación y las dinámicas asociativas que acontecen en su
agricultura. El marco temporal de la investigación abarca el período que
se inicia con la Independencia de Marruecos en 1956 y finaliza en septiembre del año 2000, es decir, con el nombramiento del segundo gobierno Yusufi un año después de la muerte de Hassan II y dos años antes
de la celebración de las eleccionés legislativas de septiembre del año
2002, que dan por finalizado el gobierno de la alternancia.
El hilo conductor del libro se articula akededor de tres preguntas
principales, a saber: ^cómo la política agraria se ha integracl^ de forma
subordinada en la política general marroquí?; ^en qué medida y cómo el
sector agrario está vertebrado y representado?; y, por último, ^en qué
medida la Administración marroquí ha integrado de forma desigual las
opciones de los distintos tipos de agricultores dentro de los objetivos generales de la política agraria?
gencias alrededor de las grandes opciones de la política agraria, una de las fórmulas
privilegiadas por el Monarca fue la consulta del sector mediante la organización de coloquios nacionales sobre la agricultura. Los coloquios celebrados en Mamtecos, como el de
Salé en 1964 y el de Marraquech en 1981, reunieron al conjunto de los representantes del
sector, a los representantes de las fuerzas políticas y a los altos funcionazios de la Administración pública. Así los grandes ausentes fueron los campesinos y los pequeños agricultores. En el transcurso de estas jornadas las distintas partes presentaban sus recomendaciones, pero era el Rey, quien, de acuerdo con su función de representante supremo de la
Nación, arbitraba entre los intereses consultados. Asimismo, el arbitraje real ha sido presentado como el resultado de un consenso que nadie contesta, ratificando una visión orgánica del mundo agrario, en particular, y de la nación, en general. El último coloquio nacional de la agricultura se celebró en Rabat en el año 2000. Al celebrarse tras la muerte de
Hassan II fue una ocasión para el gobiemo de la "alternancia" de rend'vle un homenaje al
difunto rey. Sobre la función del azbitraje real y, en particular, la función de los Coloquios
nacionales, véase A. Hammoudi (2001: 31-72).
16
1.
EL MARCO DE REFERENCIA
El análisis de la representación y vertebración de intereses en el
mundo agrario marroquí se enmarca en una problemática más general
sobre el desarrollo de la sociedad civil en países que experimentan procesos de reformas económicas que afectan directamente al protagonismo
del Estado en contextos en los que el Estado es hipemofiado y autoritario. En ese marco, conocer los modos de representación y de vertebración de los actores socioeconómicos adquiere una especial relevancia
por cuanto que es un buen indicador de las relaciones entre las instituciones procedentes de la sociedad civil y las instituciones estatales.
En el análisis de los procesos de reformas económicas y de democratización en países en vía de desarrollo, la sociología y la ciencia política
han puesto un énfasis especial en el problema de la "gobernabilidad",
entendido como el modo en que los poderes públicos son capaces de canalizar por vía institucional los problemas y los conflictos que surgen
durante tales procesos 2. Dichos problemas pueden sintetizarse en lo que
los analistas ]laman los dilemas de la "doble transición" (Centeno,
1994): una transición económica hacia la economía de mercado y una
transición política hacia la democracia liberal.
z De acuerdo con e1 filósofo francés Michel Foucault (2001), la tendencia histórica hacia
la estatalización creciente de las relaciones de poder entre individuos y grupos hace que dichas relaciones se hayan "gubemamentalizado", es decir, que tienden a ser elaboradas, racionalizadas y centralizadas bajo la forma o bajo el visto bueno del Estado. Por tanto, inspirándonos en Foucault, por gobernabilidad se entiende lo siguiente: en primer lugar, eI
ejercicio del poder como un proceso en constante elaboración, sometido a transformaciones y dotado de procedimientos y medios; en segundo lugar, estos procedimientos y medios conforman las técnicas de gobiemo que permiten definir en cada momento lo que es
del dominio del Estado y lo que no lo es, lo que es público y lo que es privado, lo que es
estatal y lo que es societal; en tercer lugaz, dichas técnicas y medios, que tratan de gobernar las acciones de los hombres o de los grupos sociales, difieren según las épocas y los
contextos, poseyendo una racionalidad propia mediatizada por colusiones, consensos y resistencias. En definitiva, a paztir de esta defmición de la gobernabilidad, se trata de analizar las relaciones estratégicas entre individuos y grupos, relaciones mediatizadas por las
fomtas y los dispositivos estatales de regulación de la conducta de estos individuos y grupos. Otro enfoque menos centrado en la cuestión del poder y más preocupado por la fúncionalidad de los diversos mecanismos de mediación entre el gobierno y la sociedad civil
en el desarrollo de las políticas públicas se encuentra en los autores españoles Arbos y Giner (1992) y estadounidenses como Schmitter (1989). Alcántara (1994) proporciona una
interesante y amplia revisión de la cuestión de la gobernabilidad, situándola en distintos
contextos nacionales, y, en particular, en América Latina.
17
Marruecos se nos presenta como un escenario idóneo para estudiar
estas cuestiones, ya que está experimentando desde principios de los
años ochenta mutaciones de gran complejidad que afectan a los procesos
de articulación entre el Estado (los poderes públicos) y la sociedad civil
(es decir, las organizaciones y asociaciones).
Los cambios acaecidos al inicio de los años ochenta pusieron de manifiesto la crisis del modelo de Estado que se había construido desde el
acceso de Marruecos a la independencia en 1956, un modelo que ha
venido a denominarse neopatrimonial (Saaf, 1991; Parejo Fernández,
1997). Este proceso de construcción estatal se ha caracterizado fundamentalmente por la reactivación de principios de gobernabilidad majzeníes* que han mediatizado los repertorios propios del Estado-nación.
Como salida a la crisis financiera, el régimen se vio obligado a reducir el
protagonismo del Estado en la economía y la sociedad marroquíes y a
aceptar las políticas de estabilización y ajuste estructural que proponían
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Desde entonces, los enunciados de las reformas han reflejado una opción liberal articulada alrededor de la tríada Estado, mercado y sociedad
civil. La importancia de esta etapa radica en que la opción liberal ha significado un cambio de paradigma en la concepción del papel del Estado
en el desarrollo agrario marroquí.
La crisis del Estado coincide con la emergencia de un movimiento
asociativo en tres grandes ámbitos: el sector económico privado, la economía social y las libertades públicas (Denoeux y Gateau, 1995). No obstante, habrá que esperar a los años noventa para que dicho movimiento
asociativo crezca inducido en parte por la permanencia de la crisis socioeconómica y política (Roque, 2002; Desrues, 2004). Se abre entonces un
período de descompresión autoritaria acompañado por una serie de reformas institucionales que persiguen dos objetivos principales: la necesaria
rehabilitación internacional del régimen en vísperas de la firma de un
acuerdo de asociación con la Unión Europea (1996) que pretendía profundizar en las reformas económicas en curso y otorgaba un cierto interés a
las cuestiones de la democracia, de las libertades públicas y la sociedad
civil (Desrues y Moyano, 2000); y la consecución de un gobierno de alternancia que reconciliase la Monarquía con la oposición histórica heredera
del Movimiento Nacional. En marzo de 1998, se formó el gobierno de la
"alternancia" presidido por el socialista Yusufi, que abrió la expectativa
de un auténtico cambio político. En ese contexto se plantearon varios interrogantes sobre la naturaleza de los cambios políticos y económicos, sobre
18
su viabilidad como modelo de transición y sobre sus efectos en el desarrollo de una sociedad civil autónoma en Marruecos.
Si bien es verdad que existe en Marruecos una tradición multipartidista de representación en el campo político (Ba Mohamed, 1996), también es cierto que están emergiendo nuevos procesos de articulación
económica y social, dentro y fuera del viejo tejido asociativo. A partir de
estas premisas cabe plantearse tres preguntas. En primer lugar, ^en qué
medida estos procesos propugnan la renovación de las dinámicas de intermediación y tratan de ejercer influencia sobre el poder político y administrativo con estrategias distintas a las que habían sido tradicionales
en el sistema clientelar del Majzen*? En segtuido lugar, ^en qué medida,
las distintas formas asociativas que surgen pueden ser enfocadas como
la emergencia de una cierta autonomía de la sociedad civil respecto del
Estado, pudiéndose observar en ello la transición desde una "democracia
selectiva", con restos del viejo corporativismo estatal, propio del Estado
neopatrimonial en crisis, a nuevas formas de articulación de intereses?
En tercer lugar, ^en qué medida dichas dinámicas asociativas que aportan soluciones privadas a problemas públicos se ven mediatizadas por
nuevas fórmulas de control por parte del Estado, un Estado que busca inducir fórmulas de articulación de intereses capaces de incorporar a la sociedad civil en los necesarios procesos de desarrollo económico?
En este libro se ha pretendido aportar elementos de respuesta a estas
preguntas, tomando como referencia el sector agrario.
2.
ANTECEDENTES TEÓRICOS
La sociología se ha ocupado de los fenómenos de representación y
articulación de intereses desde dos grandes perspectivas: la acción colectiva y la formulación e implementación de políticas públicas. Ambas
perspectivas se diferencian entre sí por centrar su enfoque bien en la dimensión intema -analizando los procesos de articulación de intereses y
su concreción en estructuras organizativas más o menos formalizadas
(grupos de interés, elección racional, movimientos sociales)'-, bien en
; EI trabajo ya clásico de Mancur Olson ( 1965) es una referencia obligada de la sociología
y, en pazticular, por interesarse en el tema del dilema (problema del free rider o gonrón)
que plantea la cooperación entre individuos que actúan de forma conjunta para la consecución de bienes de tipo colectivo (bienes públicos) (Aguiaz, 1991). Una interesante muestra
19
la dimensión extema -^studiando los sistemas de representación en los
que las organizaciones de intereses participan para la defensa del grupo
al que representan (pluralismo, neocorporativismo) °.
Las experiencias de acción colectiva en la agricultttra han dado lugar
a una amplia literatt^ra, sobre todo en lo que se refiere al estudio del cooperativismo agrario 5. Asimismo, los temas relacionados con el campesinado y sus formas de defensa y reivindicación de intereses han recibido
atención por parte de la sociología rtu^al, dando lugar incluso a una
escuela específica, denominada Estudios Campesinos, de gran auge a
fmales de los años setenta y hoy algo olvidada 6. La accibn colectiva
de los principales enfoques que forman la "teoría de los movimientos sociales" se encuentra en Revilla (1994).
° Para el análisis del nivel extemo de la acción colectiva que desarrollan las organizaciones formales que ofrecen bienes públicos son de gran utilidad los trabajos realizados desde
el enfoque teórico del corporativismo. Dos enfoques principales caracterizan la perspectiva corporativista: uno, restringido, y otro, extensivo. La concepción "restrictiva" del corporativismó iniciada por Ph. Schmitter (1974) y divulgada bajo la apelación "neocorporativismo", se ha centrado casi exclusivamente en los acuerdos tripartitos desatroliados entre
gobiernos, sindicatos y asociaciones empresariales del sector industrial para la formulación de políticas públicas. El neocorporativismo sería un fenómeno de vertebración social
y de interacción institucional identificado con tales prácticas de concertación, siendo un
elemento fundamental para caracterizar dicho fenómeno la presencia directa del Estado.
Para la concepción "extensiva" del corporativismo, iniciada por los sociólogos españoles
S. Giner y M. Pérez Yntela (1979), las prácticas de concertación social son la epidermis y
no el núcleo central del corporativismo (corporatismo en su tertninología). En su opinión,
éste es un fenómeno más amplio y profundo de vertebración de intereses que habría conducido a una mediatización de los conflictos sociales a través de organizaciones con un
alto grado de formalización interna (corporaciones) sin que haga inevitablemente necesaria la intervención del Estado. En relación con las divergencias entre ambos enfoques
véanse Pérez Yruela y Giner (1985). Una revisión de la historia intelectual del enfoque
neocorporativista se encuentra en Sanz (1995).
5 Artículos de interés sobre el fenómeno cooperativista se pueden encontrar en las revistas
The Journal ojRural Cooperation y The Journal ofAgricultural Cooperation. Asimismo,
para una presentación del asociacionismo bajo la forma cooperativista y el asociacionismo
intercooperativo en España véanse el artículo de E. Moyano y F. Entrena (2002b).
6 Esta escuela, protagonizada por autores como E. Wolf (1973) y Th. Shanin (1971), recupera los trabajos del economista ruso Chayanov y desattolla un interesante conjunto de
proyectos de investigación centrados sobre todo en las experiencias del campesinado en
países del Tercer Mundo. En España, autores como M. Pérez Yruela y E. Sevilla introdujeron esta escuela, incorporando en ella el tema de los asalariados agrícolas como una forma
específica de campesinado (campesinado sin tierra) que, en su opinión, merecía una atención específica. Una revisión de la escuela de los Estudios Campesinos y su introducción
en España puede verse en E. Sevilla (1979) y M. Pérez Yruela (1979).
20
protagonizada por titulares de explotaciones agrarias (agricultores) en
contextos de^agricultura modernizada y con el objetivo de representar
sus intereses ante el Estado en el proceso de formulación e implementación de la política agraria ha recibido menos atención, salvo la interesante literatura sociológica francesa sobre los sindicatos agrarios (también
denominados organizaciones profesionales agrarias), que se desarrolló
de forma paralela a la puesta en marcha de la llamada "cogestión agrícola" en los años sesenta y setenta'. La sociología rural británica le ha
prestado poca atención a este tema, con la excepción del trabajo clásico
de P. Self y H. Storing (1971) sobre la NFU (National Farmers Union)
británica y los más recientes de B. Cox, Ph. Lowe y M. Winter (1991) y
de W. Grant (1983). Lo mismo puede decirse de la sociología rural italiana, cuya única excepción es el trabajo de G. Mottura sobre la Coldiretti (Mottura, 1987 y 1988), o de la española, portuguesa y griega, cuya
falta de interés por el sindicalismo agrario puede explicarse por el contexto político autoritario de sus respectivas dictaduras, donde no era posible el desarrollo de un asociacionismo libre y democrático. Llama la
atención el escaso interés de la sociología norteamericana por este tema,
siendo la excepción el cápítulo que le dedica M. Olson en su obra clásica
The Logic of Collective Action (1965) a las organizaciones agrarias, excepción en un panorama dominado por el enfoque del pluralismo, poco
atento a lo que acontecía en un sector, como el agrario, tan mediatizado
por el Estado y, por tanto, poco fiel a los cánones del modelo pluralista.
El trabajo del norteamericano J.T. Keeler (1987) es otra excepción, si
bien centrada en el caso del sindicalismo agrario francés, concretamente
en la FNSEA, al que identificaba como un modelo fiel del neocorporativismo que dificilmente encontraba en su propio país.
El comienzo de la transición democrática a finales de los años setenta en países como Grecia, Portugal y España, y su incorporación a la
Unión Europea (iJE), propició el interés de las ciencias sociales por los
procesos asociativos en la agricultura, y muy especialm^ente por todo lo
relativo a las organizaciones que defienden y representan los intereses
de los agricultores ante las instancias políticas. La existencia del COPA
' La ley francesa de orientación agrícola de 1962 y el desarrollo de la cogestión entre el
Ministerio de Agricultura y las organizaciones profesionales agrarias impulsó gran cantidad de estudios sobre el sindicalismo agrario en Francia, destacando los de Y. Tavemier
sobre la FNSEA (1965), el CNJA (1966) y el MODEF (1970), así como el de S. Maresca
(1985) sobre los dirigentes agrícolas.
21
(Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias) y del COGECA
.(Comité General del Cooperativismo Agrario), como organizaciones cúpula del sindicalismo y del cooperativismo en la UE, actuaba como un
fuerte elemento de atracción para los nuevos sindicatos agrarios y federaciones de cooperativas que surgieron a finales de los años setenta y
principios de los ochenta en esos tres países al amparo de las libertades
democráticas reconquistadas tras varias décadas de dictadura. Esa atracción se trasladó al ámbito académico propiciando la creación de redes
europeas para el estudio de las organizaciones profesionales agrarias. En
el seno de una de esas redes, llamada R-Europa, se fue acumulando información relevante sobre el sindicalismo agrario europeo, dando lugar
a la publicación de varios trabajos, como el libro coordinado por B. Hervieu y R. M. Lagrave ( 1991), cuya edición española comó a cargo de E.
Moyano (1993a), donde se recogen monografias nacionales sobre los
sindicatos agrarios en los países de la UE.
La mayor parte de los autores integrados en R-Europa procedían de
áreas no relacionadas específicamente con el sindicalismo agrario, acercándose a este tema desde líneas temáticas diversas, lo que explica que,
una vez cumplido el objetivo de publicar algunos de los trabajos ya
mencionados, cada uno volviera a su área originaria y la red no tuviera
continuidad. Sólo E. Moyano, tenía al tema de la acción colectiva y los
procesos de representación de intereses en la agricultura por eje central
de su línea investigadora, siendo el único que ha continuado desarrollando proyectos de investigación en este área temática. En efecto, desde la
realización de su tesis doctoral en 1982 sobre el corporativismo agrario
en España (publicado como libro en 1984), se ha ocupado de realizar
estudios comparados sobre este tema: primero, sobre Italia, Francia y
Portugal (Moyano, 1988); luego, ya en el seno de R-Europa, sobre el
conjunto de los países de la UE (Moyano, 1993a y 1993b), y más recientemente, dentro del IESA-CSIC, sobre algunos países latinoamericanos.
En este sentido, las tesis doctorales dirigidas sobre Brasil (Hidalgo da
Silva, 1992; Duarte Fialho, 1994, y Ortega, 1995) y México (Rojas Herrera, 1996, y Casiano, 2004) han supuesto aportaciones relevantes al
conocimiento de la acción colectiva y el sindicalismo agrario en contextos de cambio político (como la transición democrática en Brasil o la crisis del PRI y su sistema corporativo en México).
Los trabajos citados han puesto de manifiesto que el sector agrario se
diferencia de otros sectores económicos en el hecho de que se produce
en él una mayor intervención del Estado, que mediatiza la acción colec22
tiva de los agricultores e incluso la induce, cuando no la conforma. En la
agricultura, más que en cualquier otro sector, la articulación de los intereses no puede ser enfocada como un proceso restringido al ámbito de la
sociedad civil, sino que el Estado contribuye con distintos grados de intensidad a la conformación de los intereses organizados. Este fenómeno,
que Moyano llama "corporatización desde fuera del sector", adquiere
una dimensión propia en Marruecos, por lo que uno de nuestros objetivos consistirá en analizar las modalidades que adopta dicho proceso en
las distintas coyunturas históricas que han ido surgiendo en este país.
Por ello, intentaremos situar el caso marroquí dentro de su propia trayectoria histórica analizando desde esta perspectiva diacrónica los actores
colectivos, la política agraria y la configuración de la relación que se establece entre el Estado y el sector agrario.
3.
HIPÓTESIS DE TRABAJO
En esta investigación hemos planteado varias hipótesis que habían
sido confirmadas en otros estudios empíricos sobre los procesos de transición en diversos países, y que interesaba contrastar en el caso de Marruecos. Algunas eran hipótesis de carácter general sobre los procesos de
vertebración de intereses en contextos de transición democrática, y otras
estaban referidas al caso de la agricultura y la sociedad rural.
a)
Hipótesis general sobre la corporatización en contextos
de transición democrática
La transición política hacia sistemas democráticos marcados por la
hegemonía del principio de "gobernabilidad" induce efectos vertebradores en la sociedad civil hasta el punto de que favorece tendencias corporatizadoras en los grupos de intereses, es decir, favorece la creación de
organizaciones formales que ejercen la hegemonía de la representación
en sus respectivos sectores. Tales organizaciones actúan como actores de
intermediación con el poder público en dinámicas de concertación social, de manera que los viejos conflictos de "suma cero" se transforman
en otros de "suma positiva", en los que las demandas se canalizan a través de instituciones de diálogo y negociación.
23
b)
Hipótesis específica sobre la corporatización "desde fuera "
del sector agrario
La debilidad del sector agrario para vertebrar de fonna autónoma sus
intereses debido a la heterogeneidad de su estructura social (que dificulta la definición de un interés general), su interacción con otros sectores
económicos (que reduce sus posibilidades de autonomía como grupo de
interés) o su dependencia del Estado (que le impone el escenario de interlocución), provoca una interferencia de factores externos, hasta el
punto de poder hablar de una "corporatización desde fuera" del propio
sector. Esta interferencia hace que en el sector agrario se dé una dialéctica concentración/dispersión en los procesos de vertebración de intereses, que le da su seña de identidad respecto a otros sectores de actividad.
La tendencia hacia la concentración responde a una lógica de economías
de escala y a la reducción de los costes de transacción, contrarrestando
la influencia de factores como la identidad y la afinidad ideológica, que
son los que más incidencia tienen en la pluralidad y dispersión de los
procesos de vertebración de intereses.
c)
Hipótesis específica sobre la sectorialización
del asociacionismo agrario
Conforme el sector agrario se diversifica y diferencia internamente
por ramas productivas, cada una de ellas integrada de modo diferente en
los mercados, se produce una tendencia hacia la representación sectorial
y la pérdida de importancia de las fonnas generales de vertebración de
intereses en la agricultura. La interacción con otros actores hace que los
intereses de los productores de una determinada rama se alejen de lo que
son intereses generales de la agricultura y se identifiquen más con la dinámica que acontece en el seno de la filiére 8 en la que se integran. Sólo
la presencia de una política agraria de carácter general, orientada a los
territorios más que a los mercados, contrarrestaría esa tendencia hacia la
sectorialización.
8 El término "filiére" es un galicismo que ha sido incorporado por la sociología y la economía agrarias españolas paza designaz a las cadenas agroalimentarias.
24
d)
Hipótesis especifica sobre el viejo y el nuevo corporativismo
en la agricultura
Esta hipótesis, planteada por Moyano (1988), y que sintetiza las dos
anteriores, nos dice que el sector agrario es el único sector de la economía donde se pasa de forma continuada, del viejo corporativismo (impuesto, obligatorio y directamente mediatizado por el Estado) al nuevo
corporativismo (voluntario, pero fuertemente interferido por los poderes
públicos) sin que medie un período más o menos largo de pluralismo en
la representación de los intereses de los agricultores. El lugar estratégico
de la agricultura, su dependencia y la necesidad que tiene el Estado de
contar con interlocutores idóneos, hacen que la vertebración de los intereses agrarios esté permanentemente sometida a la interferencia de los
poderes públicos.
4.
ESTRUCTURA DEL LIBRO
El libro se estructura en seis capítulos cuyo contenido presentamos
brevemente a continuación.
El primer capítulo ("La construcción del Estado marroquí: de la
Independencia a la Alternancia") trata de comprender la dinámica de los
procesos políticos y las consecuencias de su impronta en la sociedad civil. En el segundo capítulo ("Génesis y desarrollo histórico de la política
agraria en Marruecos, 1956-1993") se analizan las distintas etapas de la
política agraria marroquí. En el tercer capítulo ("La nueva estrategia.de
desarrollo agrario: modernización y tentación neocorporativista, 1994
2000") se presentan los ejes de las reformas diseñadas en los años noventa, los límites que plantea la estructura agraria y las oportunidades
que contempla el nuevo marco institucional para la incorporación de las
organizaciones profesionales en los procesos de decisión. En el cuarto
capítulo ("Representación y articulación de intereses en la agricultura
marroquí"), se analiza desde una perspectiva histórica los tres ejes en
que se vertebran hoy los intereses de los agricultores en Marruecos: cámaras agrarias, cooperativas y organizaciones profesionales agrarias,
haciendo hincapié en su funcionalidad en relación con las reformas de la
politica agraria. En los capítulos quinto ("La Unión Marroquí de la Agricultura") y sexto ("La Asociación Nacional de Ovino y Caprino"), el
análisis se centra en el tercer eje de la representación y articulación de
25
los intereses agrarios en Marruecos, seleccionando para ello dos casos
muy significativos de organizaciones: una organización hegemónica durante los tres primeros decenios del Marruecos independiente, la Unión
Marroquí de la Agricultura (UMA), que tenía vocación de representar
los intereses generales del sector agrario; y, otra sectorial, como es el
caso de la Asociación Nacional de Ovino y Caprino (ANOC), cuyo interés para el análisis radica en que refleja el nuevo dinamismo que se desarrolla en el sector ganadero marroquí bajo el impulso de las reformas.
El libro finaliza con unas conclusiones generales en las que se comentan las hipótesis iniciales y se discute su contrastación empírica en
el caso de Marruecos.
5.
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo ha sido el resultado de una investigación más amplia
realizada en el seno del Instituo de Estudios Sociales de Andalucía
(IESA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), presentada como tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid en
febrero de 2003 bajo el título: "Sociedad civil y articulación de intereses
en Marruecos: el caso de los intereses socioeconómicos en la agricultura
y la sociedad marroquíes". Dicha investigación se ha beneficiado de un
proyecto I+D financiado por la Comisión Interministerial de Ciencia y
Tecnología (SEC97-6372) y de dos proyectos hispano-marroquíes de investigación: uno entre el IESA y el INAU (Instituto Nacional de Ordenación y Urbanismo) financiado por la Agencia Española de Cooperación Intemacional (AECI), y otro entre el IESA y el UFR de Ciencias
Administrativas y Desarrollo Institucional de la Universidad Mohamed V, fmanciado por el CSIC y el CNCPRST ( Centro Nacional para la
Investigación Científica y Tecnológica) (CNCPRST-CSI^ 2000).
Por último, este trabajo no hubiese podido culminarse sin la colaboración y el apoyo de muchas personas. El asesoramiento de los doctores
Bernabé López García y Eduardo Moyano Estrada, cuyos conocimientos y sugerencias han sido en todo momento relevantes, ha llenado mis
lagunas, mostrándome una profunda amistad de la que me siento plenamente satisfecho. Otras muchas personas han contribuido a la fmalización de este trabajo y a las que quiero expresar mi reconocimiento.
En primer lugar, quiero citar a mis colegas y amigos marroquíes, que
me han acogido y facilitado numerosos contactos, pennitiéndome, asi26
mismo, a través de largas conversaciones, conocer mejor su país y su
gente, y haciendo que mis estancias fueran muy provechosas tanto en el
plano académico como humano: los profesores Abdallah Hammoudi, de
la Universidad de Princeton; Ali Sedjari, de la Universidad de Rabat;
Allal Sekhroui, del INAU; Larbi Ben Othman, del Centro Nacional de la
Juventud y del Porvenir, y Fouad Zaim, de la Universidad de Casablanca. Tampoco olvido a los profesores del Instituto Agronómico y Veterinario Hassan II de Rabat, Najib Akesbi y Larbi Ferdawcy, así como a
Ahmed Zuggari, a quien quiero agradecerle la oportunidad que me brindó de visitar las granjas de la Chauía en abril de 1999.
El profesor Abdelali Doumou, además de sus conocimientos y amistad, me proporcionó la oportunidad de realizar una estancia en la aldea
Abadla en la provincia de El Kelaa Es-Sragna para profundizar en el conocimiento del mundo rural marroquí.
A1 Director del IESA, doctor Manuel Pérez Yruela, en agradecimiento por la acogida que he recibido en el óentro desde mi llegada en
1992, dándome la oportunidad de integrarme en un proyecto institucional que me ha enriquecido como investigador. Quiero agradecer también
el apoyo recibido por mis compañeros del IESA, y, en especial, la colaboración prestada por Abderrahim Bentaibi, becario de doctorado en el
IESA, siempre disponible para discutir de Marruecos y su agricultura y
por proporcionarme su ayuda en la traducción de la memoria de la
Unión Marroquí de Agricultura (UMA), así como de los artículos del
periódico El Fellah.
A mis compañeros del Foro de Investigadores sobre el Mundo Árabe
y Musulmán y del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos, en
particular, a Ana Planet, Miguel H. de Larramendi, María Angustias Parejo, Raquel Ojeda e Inmaculada Szmolka, que siempre me contagiaron
su entusiasmo en esos momentos de desánimo que surgen de vez en
cuando a lo largo de la investigación.
A los miembros de la Administración agraria y las Organizaciones
Profesionales Agrarias marroquíes, que aceptaron ser entrevistados y
dedicarme en varias ocasiones parte de su tiempo.
A mi familia, y a mi esposa, María del Mar, van mi mayor agradecimiento.
27
^
Capítulo 1
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO
MARROQUÍ: DE LA INDEPENDENCIA
A LA ALTERNANCIA
Cuando Marruecos accede a la independencia en 1956 se inicia una
fase de transición que transcurre entre el momento de devolución de la
plena soberanía y autoridad al Sultán, Mohamed V, por las potencias coloniales -España y Francia-, y la posterior formalización de una Monarquía constitucional con el advenimiento del reinado de Hassan II en
1961. Durante los primeros años emerge paulatinamente una lucha por
la hegemonía política entre el rey Mohamed V y las fuerzas afines a Palacio, de una parte, y los partidos herederos del Movimiento Nacional
(el Istiqlal y sus sucesivas escisiones), de otra. Esta lucha, en ocasiones
violenta, marcará la construcción del Estado marroquí y el itinerario político de Marruecos durante el largo reinado de Hassan II hasta la formación en 1998 del llamado "gobierno de la alternancia" presidido por el
socialista Yusufi, un gobierno que culminaba la asociación consensuada
entre la oposición histórica y la Corona. Durante esos cuarenta años, no
se dejó de reivindicar la democratización del régimen por ambas partes,
pero ninguna de ellas aceptó estar subordinada a la otra.
En este capítulo analizaremos las distintas fases por la que pasó el
proceso de consolidación de la hegemonía monárquica, destacando la
movilización de distintos repertorios de legitimación que superaban el
unanimismo nacionalista forjado durante la lucha anticolonial y que apelaban a distintas tradiciones, que se tratarán de articular y reiventar.
Estas tradiciones eran la liberal en su versión francesa y la precolonial,
esto es, la islámica en su versión jerifi *. También, haremos hincapié en
las alianzas forjadas entre los distintos grupos sociales y en las contingencias derivadas de algunos acontecimientos que se convertirán en referentes, como la recuperación del Sáhara o el saneamiento de la crisis
financiera de los años ochenta. Por último, analizaremos el papel desempeñado por el Majzen* de Hassan II en la construcción del Estado y la
conformación del campo político.
31
1.
EL PERÍODO DE TRANSICIÓN INSTITUCIONAL
Las declaraciones públicas de Mohamed V realizadas antes del acceso a la Independencia (1956) afirmaban su voluntad de formar un gobierno de transición que fuese representativo de las distintas tendencias
existentes en la opinión pública marroquí. La misión de este gobierno
radicaría en la elaboración de las reformas necesarias para hacer de Marruecos un Estado democrático con Monarquía constitucional. Ahora
bien, la construcción del Estado independiente era tributaria de la herencia colonial, convirtiéndose el nacionalismo en pacto fundacional del
nuevo Estado. Asimismo, si bien por convicción o por las relaciones de
fuerzas existentes nadie, o pocos, contestaban la forma monárquica del
nuevo Estado, sí se producirá disenso sobre la amplitud de los poderes
concentrados en el Monarca. El objetivo para la Monarquía consistía en
legitimar la amplitud de sus poderes, mientras que para el Istiqlal se trataba de devolver al pueblo, es decir al partido que lo representaba, los
poderes acumulados en la figtu^a del Monarca. El Monarca pretenderá
institucionalizar una legitimidad sin mediación de partidos entre él y su
pueblo, aplazando la creación de una Constitución y de instituciones democráticas para evitar que el Istiqlal se convirtiera en el único intermediario '.
1.1.
El legado colonial y la legitimidad nacionalista
Dentro del marco de la lucha por la independencia, la alianza entre el
Trono y el Istiqlal fomentó el hecho de que este último promoviese la figura del Sultán como encarnación de la unidad de la nación y del liderazgo ante el poder colonial, contribuyendo, con los errores de la Residencia
General (máxima autoridad del Protectorado), a impulsar la dimensión carismática de Mohamed V. Convertida a los ojos de la población en el símbolo de la resistencia al Estado colonial, la Monarquía recuperaba los atributos de la autoridad y de la identidad colectiva, al tiempo que Francia,
que desconfiaba del Istiqlal, le transfería el poder del Estado, incluido el
del ejército. Ante el protagonismo del Ejército de Liberación Nacional, la
Monarquía reivindicará la continuidad del poder dinástico sobre las fuer' A propósito de la cuestión constitucional durante este período véase Aguenouche (1987:
309-315).
32
zas armadas y aspirará a controlar el monopolio de la coerción, dotándose
de un ejército nacional con la creación de las Fuerzas Armadas Reales (FAR).
Durante el Protectorado se preservaron los atributos simbólicos del
Sultán alauí como califa* y como jerife*, al tiempo que se tuteló la soberanía marroquí y convirtió en ficción la autonomía de decisión del
Sultán, pero en ningún momento la erradicó, ya que la legitimación del
dominio colonial pasaba por el mantenimiento de dicha ficción. Con la
independencia, el Sultán conservará intacto su liderazgo religioso y recuperará las prerrogativas que se había arrogado la administración del
Protectorado. Además, el Sultán se benefició del control territorial impuesto por el poder colonial y recibió el poder legislativo, un poder que
tradicionalmente había recaído en los ulamas * de acuerdo con sus funciones de intérpretes de la sharí `a * y el principio de cons^lta (shura *) z.
Asimismo, el compromiso adquirido con Francia, que reconocía al Sultán como interlocutor y le aceptaba los requisitos de creación de un Consejo del Trono y de constitución de un gobierno de unión nacional para
gestionar el período de transición, sería otro elemento que reforzará el
poder de Mohamed V. Por tanto, el legado del Protectorado consolidará
la soberanía del Sultán y le ofrecerá los elementos necesarios para subordinar la legitimidad nacionalista del Istiqlal.
El legado colonial contribuirá también a que la legitimidad de la
construcción política se fundamente en un doble proceso: de un lado,
por oposición al Estado colonial que trató de instrumentalizar las antiguas fuerzas centrífugas portadoras de legitimidades altemativas a la
dinastía alauí (antiguas oposiciones regionales, étnicas, lingiiísticas, religiosas, etc.), y, de otro lado, integrando en el imaginario de la Monarquía y el movimiento nacionalista unos principios propios del Estado
francés, tales como el centralismo y universalismo burocrático en su
versión despótica ilustrada. Como consecuencia de ello, el proclamado
unanimismo de la lucha por la independencia se convirtió en un dogma
que probaba la unidad y autenticidad de la identidad nacional marroquí
encamada en el Sultán, mientras que se consolidaba la desconfianza y el
rechazo ante cualquier particularismo cultural, geográfico o religioso.
El nacionalismo se convertirá en la mayor fuerza de movilización social y la democracia será una exigencia reivindicada por el Movimiento
z Sobre la innovación que representa la transferencia del poder legislativo al Monarca,
véase Bendourou (1986: 28-35).
33
Nacional, que, no obstante, sólo la concebirá dentro del unanimismo forjado durante los años de lucha y al servicio de la emancipación del país.
Dentro de ese contexto, la democracia prometida tanto por Mohamed V
como por el Istiqlal, no será un sistema de transacciones para resolver de
forma pacífica el reparto del poder entre intereses divergentes, sino la
renovación de la expresión unánime del pueblo (Camau, 1990). Desde
esta perspectiva, los protagonistas de la lucha nacionalista pretenderán
el monopolio de la representación populaz y, por ende, la monopolización del poder.
1.2.
La segmentación de la escena política 3
Para evitar la lógica del partido único implícita entonces en el proyecto del Istiqlal, Mohamed V descartará la opción de una asamblea
constituyente elegida democráticamente, al tiempo que fomentazá la
consolidación de un pluralismo controlado y limitado a las élites. Ello se
plasmará en una estrategia de segmentación del Movimiento Nacional y
en el enfrentamiento en su seno entre el Istiqlal y los demá ^ partidos.
Estos últimos, partidos con una escasa base social, como el Partido Democrático de la Independencia (PDn y el de los Liberales Independientes (PLI), serán incorporados en los gobiérnos y las instituciones recibiendo así el apoyo de la Monazquía. Dentro de esa misma lógica se
constituirá el Movimiento Populaz en 1959 con el objetivo de representar a las masas rurales del entorno beréber. Por último, es preciso mencionar la suerte reservada al Partido Comunista Marroquí (PCM), que, a
pesaz de haber contribuido a la lucha anticolonial, será marginado por la
Corona y prohibido en 1959 con el argtunento de la incompatibilidad de
su ideología con los valores del Islam °. En definitiva, cabe decir que el
pluripartidismo, que no era en principio un elemento consustancial del
3 Véase la obra de J. Waterbury (1975), especialmente los capítulos IX y sg. Este autor
defiende, en este libro de referencia, la tesis según la cual la segmentación de la escena política es el resultado de la lógica segmentaria de la ^ élites y de las maniobras de la Monarquía.
^
° Es importante señalar aquí el precedente jurídico que se establece con la prohibición del
Partido Comunista Marroquí, ya que la Corte de Apelación de Rabat se fundamentó en el
discurso del Rey del 8 de septiembre de 1959, que condenaba las doctrinas materíalistas,
para decidir su disolución. Dicha jurisprudencia hará que los discursos y actos del Rey posean una fuerza superior a la ley y la Constitución.
34
nuevo régimen político, se convierte en una de las fórmulas para asegurar el liderazgo de Mohamed V(Camau, 1990: 404-406).
Asimismo, la Corona encontrará en los grupos de interés económico,
como los grandes propietarios fundiarios modernizados reunidos en la
UMA (iJnión Marroquí de la Agricultura) y la ASPAM (Asociación de
Productores de Cítricos), una base social de apoyo cuando se hizo patente la amenaza de una reforma agraria por el Gobierno Ibrahim
(1958-1960), cuyo dirigismo económico reforzará la desconfianza de los
cúculos empresariales de la UMCIA (Unión Marroquí de Comerciantes,
Industriales y Artesanos), más cercana al ala salafz* del Istiqlal, que a su
ala obrerista, antecedente de la LTNFP (Unión Nacional de Fuerzas Populares) (Ashford, 1962). El reconocimiento de la legitimidad de intereses funcionales en el sistema de representación política, contribuirá también a limitar el protagonismo de los partidos políticos. Todos estos
procesos activarán y modernizarán la función tradicional de arbitraje del
Rey, que éste usará para incrementar su poder en detrimento de potenciales competidores.
1.3.
El control del gobierno
Mohamed V, que no podía obviar la legitimidad del Istiqlal y su poder de convocatoria, aprovechará la reforma de sus servicios y atribuciones, así como la organización del gobierno y de la administración territorial, para constituir una red de alianzas que impidiera la formación de
cualquier pretensión hegemónica alternativa (Bendourou, 1986: 32-52).
Para el Istiqlal, mientras se aplazase la celebración de elecciones que deberían ratificar su posición dominante, su poder pasaba por la participación en el gobiemo, pero a condición de que consiguiese incrementar el
poder del Ejecutivo en detrimento del poder de la Corona.
En sustitución de la representación por vía electoral, el Monarca utilizará la cooptación, una fórmula más controlable, que se plasmó en la
designación de los miembros que iban a formar la Asamblea Consultiva
(en noviembre de 1956). Dicha Asamblea incorporó a representantes de
los partidos políticos (dominada por el Istiqlal con 10 miembros de 26),
de los sindicatos (LTMT con 10), de: los gremios corporativos (con un
predominio de los 18 agricultores), de las confesiones religiosas (4 ulamas y 2 rabinos), de los jóvenes (2) y de las instituciones culturales (2)
(López García, 2000: 6-8). Las limitaciones de sus atribuciones no impi35
dieron que fuera una tribuna utilizada por algunos de sus miembros, entre ellos su propio presidente, Medhi Ben Barka, para expresar sus críticas.
Para asociar el Istiqlal al gobierno, el Monarca buscará imponer, en
contra de la reivindicación nacionalista de un gobierno homogéneo, gobiemos de coalición que representaran a las distintas sensibilidades políticas del país. En ningún momento, la formación del gobierno significó
el abandono de parcelas de poder por parte del Rey. A1 contrario, la
composición del gobierno fue aprovechada por el Rey para reafirmar sus
prerrogativas y profundizar en la segmentación de la escena política para
constituir un frente anti-Istiqlal. Dicho proceso se realizó mediante tres
elementos: en primer lugar, la activación de las ambiciones antagónicas
entre las distintas personalidades del Istiqlal; en segundo lugar, la legitimación de los representantes de otros partidos; y, en tercer lugar, la afirmación del derecho del Monarca de designar personas de su propia confianza en las carteras de Defensa e Interior.
La constitución de un gobiemo encabezado por el Istiqlal en mayo
de 1958 no cuestionó esta lógica, sino que fue precisamente la aceptación de dichas condiciones lo que permitió la constitución del gobierno
Balafrey. Los conflictos internos al Istiqlal evidenciaron el éxito de la
estrategia real. En diciembre de 1958, el Rey encargará a Ibrahim, líder
del Istiqlal y próximo al sindicato Unión Marroquí del Trabajo (UMT),
la formación de un nuevo gabinete. Dicha decisión anunciaba la primera
escisión dentro del Istiqlal y que daría lugar meses más tarde a la creación de la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP). El gobierno se
formó a pesar de no evitar que el Monarca nombrara a los ministros de
su ámbito de soberanía y conservara así el control sobre él ejército, la seguridad y la administración territorial. Dichas prerrogativas eran de
suma importancia, puesto que entre las tareas del nuevo gobiemo estaba
, la preparación de las elecciones locales. La relevancia de dichos comicios no escapaba a ninguno de los protagonistas, como lo refleja tanto el
tiempo transcurrido desde la Independencia, como la destitución del gobierno Ibrahim en vísperas de su celebración 5.
5 Debido al apoyo populaz y en pro de su proyecto reformista, la UNFP se atreverá a cuestionar abiertamente los dominios reservados y a reivindicaz un control gubemamental pleno. La respuesta de Palacio consistirá en una represión contra los cuadros de la L1NFP y,
posteriormente, el 20 de mayo de 1960, en la destitución del gobierno Ibrahim, asumiendo
el Rey la dirección del gobierno y confiando al Príncipe (el futwo Hassan II), la Vicepresi-
36
1.4.
El control administrativo y político del mundo rural
El proceso de nacionalización de la administración colonial y su extensión a nuevos sectores permitió integrar en la vida política local y regional a los militantes del Movimiento Nacional. En un país esencialmente rural como el Marruecos de los años cincuenta, la integración de los
miembros del Istiqlal en la administración se realizó sin mayores dificultades. No obstante, chocó con el tradicional control de la población rural
ejercido por los notables y sus reglas particulazes de intermediación (Leveau, 1976). La nueva racionalidad que querían imprimir al Estado los
nuevos administradores, a menudo jóvenes de origen urbano, creó pronto
un cierto desencanto en el mundo nual y beréber ante la percepción de
que no iba a beneficiarse de los frutos de la independencia. Una serie de
conflictos en el medio rural, algunos de ellos liderados por personalidades
cercanas o leales a la Monazquía y cuyo nacionalismo no podía ser cuestionado, iba a reflejaz el antagonismo del bled* hacia el Istiqlal. Si bien algunas de las revueltas rurales, en particulaz, en el Rif, pudieron tomar formas propias de la siba * tradicional, tampoco se puede descartar que
dichas reivindicaciones se enmarcaban también dentro de una lógica de
integración dentro del marco del Estado-nación (Gellner, 1981: 194-200).
Dicho descontento promovió la constitución de una fuerza política que
fuera el representante de los intereses del mundo rural, el ya mencionado
Movimiento Populaz, al tiempo que la represión de las revueltas por las
FAR marcaba los límites de tales reivindicaciones.
Las elecciones locales convocadas en mayo de 1960 fueron presentadas por el Monazca y su gobierno como apolíticas y le ofrecieron la
opórtunidad de duplicar el control administrativo del mundo rural por
vía democrática. Aunque muchos antiguos notables fueron apartados de
los procesos de integración administrativa y política por su colusión con
el Protectorado, fue entre los notables rurales y sus hijos que se nombraron los cargos subordinados de la administración territorial local
shay* y moqaddem * (almocadén^ y fue dentro de sus filas donde se
encontró gran parte de los nuevos ediles.
En 1960, la posición de fuerza de la Monarquía reunía las condiciones favorables para la elaboración de un marco ^onstitucional y la confidencia. Con esta decisión, el Rey ya no será un mero árbitro, puesto que intervendrá directamente en la escena partidista convirtiéndose en el centro de las críticas por parte de la recién creada UNFP.
37
guración de un Parlamento en conformidad con la formalización de la
amplitud de sus poderes. En agosto de 1960, Mohame`d V nombró un
Comité Constitucional de 78 miembros con la tarea de proceder a su redacción. La cuestión de la redacción de la Constitución iba a dividir aún
más a las fuerzas políticas (López García y Fernández Suzor, 1985:
239-240). Las fuerzas cercanas a Palacio rechazaron participar debido al
protagonismo conferido al Istiqlal con el nombramiento de su líder carismático, Allal A1 Fassi, como presidente de dicha Asamblea, mientras
que la disidente UNFP exigía como requisito previo la elección de una
Asamblea Constituyente. La muerte repentina de Mohamed V en marzo
de 1961 y el acceso de Hassan II al trono acelerarán la organización del
marco institucional marroquí sin contar con la participación de las fuerzas políticas.
Desde 1956, las opciones elegidas por la Monarquía para formar los
gobiernos y elaborar la Constitución disociaban la función de representación política de la legitimidad electoral, puesto que eñ ausencia de comicios la representación era el resultado de la cooptación legitimada por
el poder de designación del Rey. Dicha fórmula propició la segmentación de la escena política y convirtió al Rey, en detrimento del Istiqlal,
en el único representante capaz de abrazar al conjunto del pueblo marroquí. No obstante, es "con la Constitución del 14 de diciembre de 1962,
que la monarquía consagraba su supremacía al tiempo que era proclamada como constitucional" (Camau, 1990: 406).
2.
HASSAN II Y LA CONFORMACIÓN DE LA HEGEMONÍA
MONÁRQUICA
Con el acceso de Hassan II al Trono (1961), la Monarquía alauí pierde parte de la dimensión carismática que poseía con Mohamed V, pero
conservó, no obstante, una gran popularidad, así como el respaldo del
mundo rural y el apoyo del Ejército. Para alejar el posible contagio de la
opción revolucionaria, así como para favorecer la consecución de ayuda
exterior, el nuevo Monarca aceptará una democratización limitada de las
instituciones para completar el edificio estatal. De la conciliación entre
los objetivos de legitimación del poder y de participación de las fuerzas
políticas surgirán los límites del proceso democrático.
Los succesivos textos constitucionales y procesos electorales, lejos
de institucionalizar el protagonismo de los partidos políticos y el Parla38
mento, contribuirán ante todo a legitimar el poder supremo que encarnaba el Rey. La reactivación de repertorios precoloniales confirma la relación directa entre el Monarca y el pueblo marroquí, ofreciéndole la
oportunidad de hacer una lectura extensiva de la Constitución y minimizar la función de movilización ideológica y de agregación de intereses
de los partidos políticos. Es desde esta perspectiva que deben interpretarse las convocatorias para ratificar la Constitución (referéndum de
1962) y elegir a los parlamentarios (elecciones legislativas de 1963).
2.1.
La Constitución de 1962
Descartada la convocatoria de una Asamblea constituyente y ante la
parálisis de la Asamblea consultiva, la redacción del texto constitucional
fue confiada a un grupo reducido de expertos. El texto fue presentado a
la nación como si hubiera sido elaborado por las manos del Rey, por lo
que el referéndum que debía aprobarlo se asemejaba a un plebiscito,
concebido como la renovación del pacto (bai `a*) que siempre había unido al Rey con su pueblo. EI carácter otorgado de la Constitución, que los
juristas de Palacio legitimaron como una concesión del Rey y que, por
tanto, no significaba una cesión de poderes, provocó los recelos del
Istiqlal y el boicot del referéndum por la LTNFP.
La Constitución de 1962 mantenía una serie de prerrogativas reales
que aseguraban el predominio de la Monarquía dentro del edificio político, al tiempo que le confería la imagen de modernidad que necesitaba 6.
Así, el texto constitucional proclamaba en su artículo Primero: "Marruecos es una monarquía constitucional, democrática y social", pero al Monarca le atribuía una autoridad superior a los demás poderes constitui6 La Constitución de 1962 se asemeja en muchos aspectos al texto de la Constitución francesa de la V República (1958). No obstante, introduce una mayor subordinación de los distintos poderes al ejecutivo (Bendourou, 1986), subordinación que los juristas y exegetas de
Palacio.van a confirmar mediante la elaboración de una doctrina constitucional que instaura la primacía del derecho califal sobre el derecho de inspiración liberal (Aguenouche,
1987: 319-331; Tozy, 1999: 87-98). Según Aguenouche (1987: 320): "el derecho califal es
anterior al derecho constitucional. Este último fue el fruto de la influencia extranjera, de la
modemidad, a partir de la colonización, así como de la consecuencia de la lucha que opuso
el Sultán y la élite nacionalista a la potencia y dominación coloniales. EI patrimonio político constitucional francés, una vez en las manos de la élite marroquí ilustrada, se volvió
contra Francia. En cuanto al derecho califal, traduce la historia marroquí más remota y más
anclada en los espíritus y costumbres".
39
dos, es decir, el Gobierno y el Parlamento (Bendourou, 1986: 90 y sg.).
El artículo 3 reconocía la contribución de los partidos políticos a la organización y representación de los ciudadanos y prohibía el partido único,
permitiendo así el desarrollo de la competición electoral al tiempo que
dejaba entender que los partidos no poseían el monopolio de la representación política.
El éxito del referéndum constitucional de17 de diciembre de 1962 no
se reproducirá en las elecciones legislativas de 1963 (López García,
2000), sino que estas últimas volvieron a mostrar, de la misma forma
que en las elecciones locales de 1960, la implantación del Istiqlal y de la
iJNFP en las grandes ciudades. En las elecciones legislativas de 1963,
las fuerzas cercanas a Palacio, reunidas en el Frente de Defensa de las
Instituciones Constitucionales (FDIC)', no consiguieron la mayoría
absoluta en la Primera Cámara, elegida mediante el sufragio directo
(47,9% de los escaños), por lo que tuvieron que esperar a la corrección .
que propiciaba la elección de los diputados de la Segunda Cámara por
medio del sufragio indirecto. Estos resultados an ^nciaban los límites de
una experiencia que pronto resultó inviable: el FDIC se rompió bajo el
peso de las querellas entre sus distintos componentes; el gobierno careció del respaldo parlamentario de una fuerza política cohesionada que
sirviese de correa de trasmisión de la Corona; el Rey se negó tanto a
comprometerse con un partido como a limitar sus poderes; el Istiqlal y la
LJNFP no pudieron formar mayoría para gobernar, y, las medidas arbitrarias y de represión a la que fueron sometidos no les permitieron efectuar
una oposición constructiva, mostrando su incapacidad para erigirse en
partidos de gobierno (Leveau, 1976: 80-81). El deterioro de la situación
económica y el creciente malestar social agravado por la represión de la
manifestaciones de123 de marzo de 1965, condujeron al Monarca a proponer de nuevo la fórmula del gobiemo de unión nacional. Ante el fracaso de dicha iniciativa, Hassan II proclamó e17 de junio de 1965 el estado
de excepción: el Parlamento fue suspendido y el Rey asumió la presidencia del Gobierno. Se ponía así fin a la primera experiencia democrática que conoció Marruecos.
' El FDIC, creado por A. Reda Guedira, Jefe del Gabinete Real y Ministro de Interior, integró a los candidatos del Movimiento Populaz y del Partido Constitucional y Democrático.
40
2.2.
El estado de excepción
Durante el período de estado de excepción (1965-1970), el régimen
persiguió la despolitización de la sociedad para que la articulación de intereses no se expresara en términos antagónicos que los partidos políticos hubieran podido agregar. En ausencia de cauces institucionales
democráticos, la comunicación con la sociedad se hizo de forma privilegiada a través de un sistema de redes clientelares que convergían hacia
el Rey y su entorno y que éste podía controlar, dominar y manipular.
Así, se restableció el poder absoluto del Monarca, acompañado por una
forma de gobierno wazirial *, que encarnaban las prerrogativas asumidas
por el Gabinete Real y el Ministerio de Interior. Prueba de ello fue la
ampliación de las atribuciones de este Ministerio ^esarrollo rural, urbanismo y vivienda- y la extensión de su capacidad de control sobre
los demás departamentos gubernamentales. El Ministro de Interior se
convirtió así en el Gran Wazir, o sea en el centro del sistema de recompensas y castigos del nuevo Majzen. De acuerdo con la tesis de Waterbury (1975: 302-311), las tácticas del régimen revelarán un maquiavelismo erigido en arte de gobernar, reproduciendo con los interlocutores
políticos los mecanismos de neutralización propios del antiguo Majzen
con las tribus: negociación y represión; promoción y caída en desgracia;
integración y exclusión.
Desde ese momento, el Rey se apoyó para gobernar en una élite de
tecnócratas, en el ejército y en un sistema de clientelismo que cooptaba a
las notabilidades rurales y urbanas para llevar a cabo un proceso de modernización económica que preservará la lealtad de su base social al
tiempo que reprimirá la contestación política y social. Los comicios
electorales para la renovación de la mitad de las Cámaras Profesionales
(1966) o de parte de los Consejos Comunales (1969) fueronboicoteados
por la oposición, que no dio su beneplácito a unas elecciones orquestadas por la Administración.
2.3.
La Constitución de 1970 y la banalización del estado
de excepción
La nueva Constitución de 1970, lejos de proponer una solución al conflicto con el Movimiento Nacional (Istiqlal y UNFP), que boicoteó el referéndum para ratificar el texto, vaciaba de contenido las instancias repre41
sentativas, razón por la cual no es de extrañar que se llegara a hablar de
"banalización del estado de excepción" (Bendourou, 1986: 192 y sg.).
El texto de 1970 introducía dos innovaciones que marginaban aún
más el papel de los partidos políticos en su función de representación de
la sociedad. La primera de ellas daba al Parlamento un cariz corporativista y estaba contenida en el art. 3, que especificaba que, al lado de los
partidos políticos, "las organizaciones sindicales, los consejos comunales y las cámaras profesionales concurren a la organización y representación de los ciudadanos". La segunda innovación es la que producirá el
mayor cambio, cón la introducción en el art. 19 del principio constitucional de que el Rey en tanto que Amir al-Muminin (Príncipe de los Creyentes) es el "Representante Supremo de la Nación". En lo que se refiere
a la hegemonía ideológica en torno a la figura del Monarca, la Constitución de 1962 ya incluía de manera expresa referencias al Islam (preámbulo, art. 6, art. 7), y, de forma implícita, la vinculación del liderazgo político al liderazgo religioso del Rey, pero es el artículo 19 del texto
constitucional de 1970 $, que será mantenido sin cambios hasta hoy, el
que expresará la esencia califal del Derecho positivo marroquí. Dicha
innovación irá adquiriendo un alcance insospechado por sus promotores,
ya que su interpretación significará una transferencia de las fuentes de
legitimidad al referirse a los fundamentos del poder según el derecho
califal9.
8 Art. 19: "El Rey, Amir al-Muminin, Representante supremo de la nación, Símbolo de su
unidad, garante de la perennidad y de la continuidad del Estado, vela por el respeto del
Islam y de la Constitución. Es el protector de los derechos y libertades de los ciudadanos,
grupos sociales y colectividades".
' Según Aguenouche (1987: 322), "la Constitución en Marruecos comprende dos niveles:
el nivel superior, que expresa y consagra el derecho califal, y un nivel inferior, que expresa
y crea el derecho constitucional. El primero concieme al estatuto político religioso del rey
califa, afectando así a la relación de éste con la Umma (o comunidad de los creyentes) (en
la que se incluye a todos los miembros del gobierno y del Parlamento) de manera que represente lo esencial, siendo por ello que este derecho goza de una supremacía constitucional absoluta. El segundo, que puede ser definido, en cierta medida, como un conjunto de
reglas y técnicas jurídicas que permiten el juego pazlamentario y el funcionamiento del gobierno, goza sólo de una supremacía constitucional relativa, ya que las expresiones que de
él emanan son supremas en tanto en cuanto no entren en contradicción con el nivel superior".
42
2.4.
I,a incorporación de la oposición como condición
de la desactivación del campo politico
La siguiente Constitución de 1972, así como las sucesivas reformas
de 1992 y 1996, aportaron unas modificaciones que pueden considerarse
respuestas ad hoc para facilitar la integración de los partidos de la oposición en el sistema político. Dicha integración sancionará la satelización
y mar^inación de los partidos del Movimiento Nacional al estar subordinados y mediatizados por la construcción de una hegemonía ideológica
fundamentada en la sacralización de la figura del Monazca como Príncipe de los Creyentes. Ello fue posible a partir de 1975, cuando el Rey
asume el liderazgo de la causa nacional de recuperación del Sáhara y adquiere una dimensión carismática que le permite fusionar en su figura el
unanimismo de los repertorios islámicos de la umma (comunidad de los
creyentes), las referencias nacionalistas de la recuperación de la integridad territorial y las bases históricas de finalizacibn del proceso de descolonización (Del Pino, 1990). Ello llevará a lo que Tozy ( 1991 y 1999) ha
llamado la desactivación del campo político marroquí.
A pesaz de que la nueva Constitución de 1972 perseguía entre sus objetivos atraer a la oposición reunida entonces en el Frente Nacional
(Al-Kutla al-Wataniya), el texto estaba lejos de satisfacerla, por lo que dicho Frente decidió boicoteaz el referéndum. Tras el segundo intento frustrado de golpe de estado por parte del ejército, de agosto de 1972, Hassan
II reanudó el diálogo con los dirigentes de la oposición en un intento de
llenar el vacío democrático que rodeaba a la institución monárquica. No
obstante, las negociaciones con Palacio estuvieron marcadas por la reticencia del Monazca a abandonaz o delegar algunas de sus prerrogativas
-como la convocatoria de una Asamblea constituyente- al tiempo que
iban acompañadas de medidas represivas contra la UNFP y alguno • grupos políticos izquierdistas implantados entre cúculos intelectuales y estudiantiles. Ello conducirá a un impasse sólo superado por las llamadas a la
marroquización del sector extranjero en 1973 y la recuperación del Sáhara
a partir de 1974. En efecto, la apropiación de las reivindicaciones nacionalistas por parte del Rey posibi!itó un acercamiento a la oposición a partú del verano de 1974. Ello se plasmó en la legalización de la rama de Rabat de la iJNFP -la Unión Socialista de Fuerzas Populazes (USFP^- y
del antigao partido comunista marroquí ^1 Partido del Progreso y del
Socialismo (PPS}-, así como en la liberación de opositores en prisión.
Cabe dec‚, por tanto, que el ideal nacionalista alrededor de la causa terri43
torial se convertía en tema de cohesión y de alianza entre el Trono y la
oposición. Ello se tradujo en la restauración de las instituciones representativas y la asociación de varios lideres de la oposición en el gobierno con
objeto de supervisar la preparación de las elecciones.
2.5.
Las experiencias electorales
La búsqueda de un consenso alrededor de la Monarquía y de la política que el Rey Hassan II deseaba llevaz a cabo marcará el ritmo de las
convocatorias y el desenlace de los comicios. Por lo tanto, estos últimos
deben ser entendidos como parte de un proceso pedagógico de educación política de las élites cuya integración pasaba por la aceptación del
conformismo ideológico10. La desconfianza del poder y de sus allegados hacia la oposición hacía que las elecciones actuasen como un revelador de la disposición de la Corona respecto a los paztidos nacionalistas:
Así, los resultados eran tanto recompensas como castigos, y, debido a la
falta de institucionalización de las reglas del juego, revelaban los límites
de lo legítimamente reivindicable.
La participación de la oposición en las elecciones locales de 1976 y legislativas de 1977, no dio los resultados esperados de `íula experiencia de
democratización con objetivos limitados", según la fórmula de Leveau
(1993). Dichos comicios sirvieron sobre todo paza legitimaz el régimen en
el contexto unanimista de la recuperación del Sahara ". La Carta comunal
de 1976, si bien ampliaba las prerrogativas de los presidentes de la comunas (municipios), éstos seguían sometidos a la autoridad y legitimación de
la Corona tal y como lo especificaba el artículo 5 de dicha Carta. En cuanto a las elecciones legislativas de 1977, dieron la victoria a los candidatos
10 Sobre la cuestión de las élites políticas en Marruecos, en general, y de las élites pazlamentarias, en particular, véase el libro ya citado de M a Angustias Parejo (1999).
""Catorce años después (de las elecciones de 1963), el desgaste producido en los partidos políticos nacionalistas por más de un lustro de esrado de excepción, el apoliticismo de
una población frustrada por dos décadas de indepen3encia que no habían satisfecho las esperanzas puestas en ella, van a convertir las eleccir,nes de 1977 en unos comicios de compromiso. La opción política que se presenta al elector será la más amplia desde la independencia: se amplia la oferta de partidos y también de candidatos oficialistas..." (López
García: 1991: 234). Sobre las elecciones legislativas de 1977 véase López García (1979 y
2000), así como Parejo Fernández (1999). Véase también un interesante análisis comparado de las elecciones en Marruecos y los demás países del Magreb (Argelia y Túnez) en
Montabes Pereira (1999).
44
sin etiqueta política (SEP) que serán reunidos bajo el liderazgo del cuñado
del Rey, y Primer Ministro (1972-1977), Ahmed Osman.
En los siguientes comicios de 1984, "la desnatt^ralización del sistema
electoral con el establecimiento sécreto entre los partidos mayoritarios
de un repazto previo de la mayoría de los escaños de la Cámaza a elegir
por sufragio directo, impedirá cualquier análisis acerca del nivel de atomización de la oferta política, ya que en la mayor parte de los casos ésta
se convirtió en puramente retórica. Así, el Majzen aparecía como árbitro, equilibrando y oponiendo fuerzas concun-entes que habían, mal que
bien, aceptado sus cuotas previamente" (López García, 1991: 235).
En 1993, la celebración de elecciones legislativas fue posible tras la
reforma constitucional de 1992. No obstante, la victoria del Frente Democrático (Kutla Ad-dimucratiya) que reunía, una vez más, a la oposición (Istiqlal, USFP, PPS y OADP) en las elecciones por sufi-agio directo, fue conregida por posteriores elecciones indirectas. Como señala
Santucci (1991: 287 y sg.), las elecciones en Marruecos no fueron en ese
período el lugaz de la representación, sino un indicador privilegiado de
las características del sistema político, asemejándose en muchos aspectos a una reactualización del antiguo Majzen, que mantenía o regeneraba
las redes clientelazes necesarias para su estabilidad. Desde Palacio, las
elecciones fueron concebidas como un medio de integración y de circulación de las élites controlado desde arriba. Ello se traducía en el protagonismo que el aparato administrativo cumplía en las funciones de control en las fases de nombramiento de los candidatos, de selección de las
circunscripciones electorales, de libertad durante la campaña electoral,
del desanollo del escrutinio y de su recuento. La creación ad hoc de partidos políticos en vísperas de la celebración de comicios (Reagrupamiento Nacional de los Independientes en 1977 y Unión Constitucional
en 1982)1z hacía que la administración proporcionaza una entidad por la
que dirigir el voto legitimista. Ello permitía el multipartidismo y la apa-
1z Con la reactivación del Pazlamento a part ^ de 1977 y con el objetivo de imped^ que la
oposición de la Kutla formará una mayoría, es elocuente, además del diseño institucional,
la formación de partidos políticos en víspera de las contiendas electorales. Éstos eran llamados por sus detractores "partidos de la administración", puesto que sus candidatos y
electores eran movilizados por vía administrativa (Claisse, 1992). A nivel local, éstos contaran con el apoyo de los shiuj y moqaddem para facilitaz su campaña electoral y obstaculizar las de sus oponentes, o/y para orientar el voto de la población y si era preciso corregir
los resultados del escrutinio.
45
riencia de un juego competitivo al tiempo que restaba a los partidos del
Movimiento Nacional (Istiqlal y USFP, sobre todo) la exclusividad de la
representación y los situaba en una posición periférica.
2.6.
Interpretaciones relativas a la funcionalidad
de la representación y el juego politicos
Como ya lo hemos señalado, la cuestión de la recuperación del Sahara a mediados de los años setenta ilustra estos procesos de integración y
exclusión. La referencia nacionalista unánime, que subyace tras el símbolo del Rey íniciando la Marcha Verde, será movilizada de forma oportuna dando la imagen de una simbiosis entre el Rey y su pueblo (Del
Pino, 1990), así como del conformismo de la oposición legal en torno
a la asimilación del tríptico nación-Estado-régimen político (Camau,
1979). Dicho consenso nacional conllevará la movilización de referencias simbólicas, erigidas, de ahora en adelante, en fundamentos del régimen, por lo que, en lugar de fomentar la profundización del proceso democrático, le servirá de coartada. Dichas referencias no pertenecían a un
único repertorio de legitimación (histórico, nacionalista, religioso,...),
pero fueron fusionadas en la figura del Rey como Príncipe de los Creyentes (Amir al-Muminin).
Dentro de este marco de confom^smo ideológico, la oposición no
tendrá otra opción que participar en el juego institucional diseñado por
la Monarquía y acatar su concepción del poder. Dicha concepción era
explicitada en los discursos del Rey y en los comentarios de los exegetas
del régimen, pero hasta mediados de los años setenta la ausencia de la
oposición del juego institucional reducía el alcance de su legitimidad.
Por ello, es con la incorporación de la oposición en el juego político, que
la "relación de lealtad" y su subordinación se hicieron explícitas, como
lo refleja el discurso real de apertura de la sesión parlamentaria del 13 de
octubre de 1978: "Vuestra acción será apreciada por Dios y por su Profeta sobre la Tierra, es decir por el Representante de su Profeta sobre la
Tierra, que es el responsable supremo en el país. Asimismo se confirma
lo que siempre afirmé, que seáis poder legislativo o poder ejecutivo, que
si la separación de los poderes es indispensable, en ningún caso puede
referirse a la responsabilidad suprema" (Sehimi, 1991: 219).
Ello iba a significar que, a través de la institución de Amir al-Muminin, la obediencia debida al soberano sería ante todo religiosa, es decir,
46
la de un creyente a su Imám. Con estas disposiciones y referencias a un
répertorio de legitimación islámica, la Constitución, lejos de formalizar
los límites y la separación de poderes, confería al Rey el monopolio de
la enunciación e iniciativa políticas, al tiempo que desactivaba el campo
político. La obligación canónica de dirección de la comunidad bajo la
autoridad de un califa y el deber de obediencia a éste desarrollado por el
derecho político musulmán, propiciarán el paso de la necesidad del califa a la sacralización de su función y de su titular, sacralización (arts. 23,
37 y 28) que, en el caso de la dinastía alauí, será inherente a su condición de jerife. En este sentido, los dahires reales (decretos) serán actos
sagrados, y los discursos del Monarca producirán normas (arts. 28 y 37),
lo que conducirá a una apropiación del campo normativo, y a una desresponsabilización política, jurídica y legislativa del titular del poder
monárquico (Tozy, 1999: 95-96).
En el sistema político marroquí bajo Hassan II, ni la Constitución ni
el Parlamento ^onferían la legitimidad del poder, sino el pacto que la
bai `a* instituía entre el Rey .y el pueblo. Según Tozy (ibidem), dicha
movilización de la bai `a era instrumentalizada en la medida en que descansaba en el absolutismo califal13. De dicha interpretación derivaba
que, dentro de la bai `a, la contractualización de la relación entre el califa
y la colectividad no implicase una relación de representación; de ahí que
lá bai `a se refiriera a los objetivos y no a los fundamentos del poder. La
omnipotencia del derecho califal convertía el derecho positivo marroquí
en una mera formalización de la autoridad política que preexistía al
Estado. Así, los intereses en pugna no podían tener como objetivo central la consecución del poder supremo.
Además, la existencia de mecanismos de participación y representación de la comunidad en el sistema político marroquí no cobraba sentido
dentro del léxico de la ciencia política occidental, sino dentro del derecho califal. Por lo tanto, el consenso (ijma'*) y la consulta (shura*). eran
relativos al ámbito de los objetivos del poder, ya que toda contestación
13 La bai'a permitía institu• la filiación de la monarquía con los primeros dirigentes de la
comunidad islámica, los calijas rashidun (los sucesores del Profeta, bien encaminados u
ortodoxos). Dicha filiación no era explícita en los primeros años de la construcción del
Estado postcolonial, ya que éste tenía que integrar la herencia nacionalista, sino que sería
movilizada más tarde ante la contestación de la autoridad provocada por los intentos de
magnicidios, la radicalización de parte de la izquierda y la emergencia de los islamistas.
Así, el poder sólo procede de Dios, que lo entrega a su vicario en la tierra, el califa.
47
de sus fundamentos era rechazada al ser asimilada a la anarquía ^tna *)
o disidencia (siba *) dentro de la comunidad de los creyentes; ambos
eran, por lo tanto, condenados. El papel del Parlamento, al convertirse
en un mecanismo de intercesión (shafa'a*), quedaba así relativizado, y,
si bien no era nulo del todo, vaciaba cualquier idea de representación soberana. Su función principal radicaba en interceder ante la autoridad suprema ". Asimismo, el Parlamento se veía marginado por la formación
de instituciones cooptadas de carácter definitivo o temporal --consejos
consultivos, coloquios o conferencias nacionales, comisiones- creadas
para deliberar sobre asuntos estratégicos. Todo ello contribuía a despolitizar la toma de decisiones, a imponer el conformismo y el consenso, a
marginar las instancias políticas que podrían disputarle el monopolio de
la representación nacional, y a provocar reflejos de sumisión.
En opinión de Tozy (1991 y 1999), estos mecanismos fueron integrados por la oposición frenando la transformación de las relaciones de
poder. Así, después de 1992, cuando el Rey buscó una fórmula que permitiera integrar de nuevo a la oposición en el gobierno, esta última,
inducida por la cultura de la servidumbre, desarrollaría un doble discurso: de un lado, sus reivindicaciones dirigidas hacia Palacio se convertirán en solicitudes, mientras que, de otro lado, el discurso militante se dirigirá a las bases de sus partidos. Además de la desconfianza del Majzen
hacia las fuerzas políticas, éstas no estaban exentas de reproches desde
el punto de vista democrático. Prueba de ello es que, en la segunda mitad de los años noventa, la renovación generacional de sus cúpulas se
realizaría de forma traumática, evidenciando la falta de democracia interna. Estos procesos estaban, además, marcados por la entrada en la escena política de grupos islamistas. Los islamistas representaban una alternativa a la oposición con legitimidad nacionalista para movilizar los
descontentos y convertirse en su portavoz, pero para poder participar en
el sistema político tenían que acatar los principios majzeníes, por lo que
apostaron, unos, por la cooptación que les daba una cobertura oficial y,
otros, por el mantenimiento fuera del sistema.
Ahora bien, de acuerdo con A. Hammoudi (2001), no se puede perder de vista que la preeminencia otorgada al lazo directo establecido entre el Rey y sus súbditos ha sido una construcción empírica cuyo objeti-
14 Sobre el Parlamento y la renovación de las élites parlamentarias entre 1977 y 1993, remitimos de nuevo a M a A. Parejo (1999).
48
vo político era debilitar a las fuerzas que pretendían reivindicar su
legitimidad como intermediarios de la sociedad. En opinión de este antropólogo marroquí, la elaboración de esa nueva legitimación sería virtual si no existiese una estructura que permitiese la configuración política autoritaria y el conformismo de los gobernados. Dicha estructura se
establecería sobre la cultura de la servidumbre, que encuentra su paradigma en la figura del notable rural,^. y que se ha reproducido gracias a
tres elementos: un aparato de coerción controlado por el Monarca; la
neutralización de los representantes de las clases medias urbanas, y el
control social ejercido sobre las masas rurales por los propios notables.
Desde esta interpretación, la legitimidad del poder político, si era aceptada por los actores era porque conectaba con los intereses de ciertos
grupos con un peso decisivo en la sociedad, tal y como lo demostraron
los estudios de Leveau (1976 y 1993) y Waterbury ( 1975). Por tanto, la
hegemonía de la Monarquía no descansaría tanto en un consenso ideológico, sino que se fundamentaría en el confonnismo de determinados
grupos sociales con el régimen y los repertorios de legitimación que éste
movilizaba de acuerdo con la capacidad del Majzen para arbitrar los
conflictos a favor de esos grupos.
Por ello, los mecanismos de legitimación del Estado-nación no podían ser descartados, ya que, si bien los fundamentos del poder supremo
no se cuestionaban, todo podía ser objeto de negociación en los demás
ámbitos y de lucha entre los distintos grupos de intereses. Ahora bien, la
representación no utilizaba siempre los cauces formalizados, visibles y
oficiales, por lo que no debe perderse de vista el hecho de que dicho
confonnismo era también el resultado de una relación de fuerzas que dificilmente podía ser considerada como una adhesión definitiva al régimen, tal como lo reflejarían en los años noventa los obstáculos para la
formación de un gobierno de alternancia o las incertidumbres relativas a
la transición en el Trono.
En defmitiva, la supervivencia del régimen alauí dependía de su capacidad para gestionar los conflictos entre estas élites y para protegerlas
ante las amenazas del resto de la sociedad. Para ello, contaba con su brazo secular: el Majzen, encarnado en el Ministerio de Interior, que incrementó sus competencias durante el reinado de Hassan II, impidiendo
la emergencia de contrapoderes procedentes de la sociedad civil (Claisse, 1992).
49
3.
EL MAJZEN DE HASSAN II
El Majzen bajo el reinado de Hassan II se identificó con el Ministerio
de Interior, y debido a la amplitud de sus prerrogativas y a las modalidades de sus relaciones con el Rey o con los demás interlocutores, las personalidades que ocuparon dicho cargo recordaban a la figura del Gran
Wazir precolonial. La funcionalidad del Majzen permitió que el régimen
marroquí superara parte de sus contradicciones y, en particular, la escasa
institucionalización de los cauces políticos liberales. Dicha funcionalidad descansó en la conciliación de sus fórmulas tradicionales de gobernabilidad con las exigencias propias del Estado-nación, dando la imagen
de un despotismo administrativo que asumía tanto las funciones de orden y de representación del Estado, como el proyecto de desarrollo económico (Ben Ali, 1991).
3.1.
La mediatización de la construcción del aparato
estatal por el Majzen
De acuerdo con Alain Claisse (1992), el principal objetivo del Majzen consistió en reforzar la eficiencia y la lealtad del aparato estatal. Por
ello, modernizó el sistema administrativo sin renunciar a las formas antiguas de autoridad y de patronazgo, controlando las fuentes de acumulación de poder e integrando el cambio social para regularlo y endogeneizarlo (Ben Ali, 1991). El dominio del Majzen se asentaba en la
administración territorial y su red de agentes de autoridad, que multiplicaron sus ámbitos de intervención al tiempo que circunscribían el horizonte de circulación de las élites. Los agentes de autoridad eran la prolongación de la autoridad real y sus prerrogativas le permitían cumplir
las funciones de control de la representación electiva y de los distintos
cuerpos que formaban la base social del régimen (instancias religiosas,
fuerzas armadas y distintas notabilidades).
La modernización de la función del Majzen y su omnipotencia a ella
asociada plantea varias cuestiones en torno a las posibilidades de evolución del sistema político marroquí, a la naturaleza del cambio social en
curso y a su traducción en términos políticos. El Estado bajo el reinado
de Hassan II era percibido por los distintos grupos sociales subordinados
como algo externo y superior, cuya legitimación pasaba por su capacidad para protegerlos mediante una serie de prestaciones que garantiza50
ran el acceso a una serie de recursos escasos, como era el agua en la
agricultura (política de regadío), la subvención de los productos alimentarios básicos (las capas sociales bajas urbanas), el empleo público (las
clases medias alfabetizadas),...
Este sistema que conformaba la base del régimen alauí funcionó, incluso recurriendo a la coerción, mientras éste no estuvo désbordado por
la necesidad de ampliar sus bases sociales a los nuevos grupos que emergían como producto del cambio social inducido por el desarrollo económico, el crecimiento demográfico, los procesos migratorios internos y
extemos, la urbanización y la masificación del sistema educativo. Hasta
los años ochenta, la integración de estos nuevos colectivos se hizo principalmente mediante la distribución de los beneficios de la expansión
del Estado, descartándose la reivindicación de sus intereses fuera de los
cauces corporativos instituidos y de una representación política limitada
a las élites, y, por lo tanto, sesgada y ajena a gran parte de ellos. La negación de la legitimidad de los intereses de ciertas capas de la población
(universitarios, desempleados, trabajadores,...) y de su expresión pública
convertiría la movilización de estos colectivos en un constante cuestionamiento del régimen. Así, cuando el régimen alauí se veía cuestionado
por movimientos de masas (estudiantes en 1965; trabajadores y proletariado urbano en 1981, 1984 y 1990) no dudaba en apelar a otro de sus
fundamentos, al Ejército. El dilema radicaba en ^ómo conciliar, de un
lado, la potencia del Ejército requerida para la seguridad externa ante las
amenazas del vecino argelino (1963) y la recuperación del Sahara a partir de 1975 y, de otro, el riesgo que suponía tal potencia militar para la
estabilidad del régimen cuando éste tenía que llamarle de forma repetida
para cumplir funciones internas de restablecimiento del orden15.
Durante años, los mecanismos de integración propios del Estado-nación en su vertiente desarrollista permitieron gestionar las tensiones ocasionadas por el cambio social y demográfico y las expectativas políticas
de las franjas de la población que aspiraban a la movilidad social. El
coste que suponía para el Estado la incorporación de estas expectativas
se efectuó de forma privilegiada a través de la extemalización de su financiación, es decir, mediante la aportación de divisas procedentes de
15 Las distintas tentativas de golpes de Estado (1971 y 1972) o complots (1970, 1973 y
1985) mostraron los límites de la concentración del poder militar en manos de un solo
hombre (Ufkir o Dlimi) y ponía de manifiesto que la lealtad del Ejército no estaba siempre
asegurada (Del Pino, 1990).
51
los sectores agro-mineros exportadores (cítricos, hortalizas y fosfatos),
de las remesas de los emigrantes, de las concesiones para la explotación
de recursos a compañías extranjeras (pesca) o de la ayuda financiera
procedente de países aliados -Estados Unidos, países europeos, países
de la Península Arábiga (Hernando de Larramendi, 1997}-. Los dirigentes marroquíes apostaron por un sistema económico de corte liberal
que en la práctica se reveló, sin embargo, como estatalista, ya que el poder político concentrado alrededor de Palacio y de la tecnoburocracia
controlaba y orientaba las grandes orientaciones económicas en nombre,
no obstante, de los intereses nacionales. Ahora bien, dicha estatalización
fue mediatizada por una apropiación del Estado por las élites en el poder
que, inspiradas por las lógicas majzeníes, impregnaron de patrimonialismo las políticas económicas, utilizándolas con frecuencia como un instrumento oportuno de legitimación del poder político y de recomposición de alianzas.
3.2.
La crisis distributiva
El resultado de dicha lógica fue un incremento desorbitado del gasto
público y la gestación de una grave crisis fmanciera. A principio de los
años ochenta la insolvencia del Estado impuso una serie de restricciones
presupuestarias y reformas que modificarán su capacidad distributiva.
Prueba de la magnitud de la crisis es que el Estado marroquí no tuvo otra
altemativa que llamar al Fondo Monetario Intemacional (FMI) a partir
de 1983 y aceptar un importante programa de estabilización, seguido de
un plan de ajuste estructural. Los programas de ajuste estructural impusieron un modelo basado en la disciplina respecto a los grandes equilibrios macroeconómicos y la adopción de una serie de medidas de liberalización económica interna y extema. Estos programas tuvieron ante
todo una dimensión financiera y no fueron capaces de fomentar el crecimiento económico, ni preparar al país para enfrentarse a la competencia
intemacional. La fractura social se acentuó, desentendiéndose el Estado
de ampliar a las franjas de la población excluidas el acceso a los bienes
públicos, por lo que éste perdería parte de su función integradora.
Amplias capas de la población se colocaron al margen del ámbito estatal
de actuación y responsabilidad, refugiándose en el sector informal (Salahdine, 1992). Asimismo, numerosos empresarios prosperaron tanto en
el sector formal como en el informal, un sector este último en el que las
52
fronteras entre actividades legales e ilegales eran en ciertos casos fluidas
(Mejjati, 1996; Hibou, 1996). Debido al éxodo rural continuo y al ritmo
del crecimiento demográfico, menor que antes, pero aún importante,
surgió una nueva periferia cuyo escenario era la ciudad.
Pero la marginación social en un país como Marruecos no era sólo
urbana ni estaba delimitada espacialmente, sino que era también generacional, de tal modo que la presión ejercida por las nuevas generaciones
respecto a demandas sociales ( educación, servicios, vivienda, ocio) y
económicas (puestos de trabajo, infraestructuras viarias, comunicaciones) estaba ya condicionando profundamente el futuro del país (López
García, 1996). En este nuevo escenazio, el futuro de los jóvenes de menos de 30 años y que representaban cerca de160% de la población, se caracterizaba por la exclusión, es decir un futuro sin expectativas de empleo, ni de vivienda, ni de matrimonio, y que se traducía en una ausencia
de confianza en el sistema político, en la economía y en la sociedad.
Además de los efectos disgregadores en las capas populares y medias de la sociedad marroquí, las medidas de ajuste estructural fueron incapaces de romper con algunas lógicas que marcaban la gobernabilidad
majzení tanto en los ámbitos interno como externo. Así, en el ámbito interno, las privatizaciones permitieron la redefinición de las alianzas entre grupos monopolísticos que habían prosperado al ampazo del Estado
protector. En el ámbito externo, si bien la ^apacidad de gestionaz la captación de recursos intema ^ionales no parecía cuestionarse, lo que evidencia el carácter estructural del vínculo económico, pero también político del país con Europa (Hernando de Larramendi, 1997), lo cierto es
que los Acuerdos firmados con la Unión Europea (1996) proporcionazon
una nueva dimensión a una serie de elementos que hasta mediados de
los noventa no parecían haber movilizado la atención del régimen. Es
desde esta perspectiva que debe enfocarse según Hibou (1996) el análisis de la polémica "campaña de saneamiento" lanzada en el invierno de
1995-1996. Dicha campaña fue una ocasión paza que el Ministerio del
Interior demostrase que el desarrollo de las actividades económicas
^lentro de la legalidad o desde la ilegalidad- era un objetivo altamente político cuando éstas alcanzaban una cierta relevancia y que no podían prosperar sin su control. Si bien las derivas de dicha campaña supusieron un terremoto político, provocando la dimisión del Ministro de
Derechos Humanos y el temor de gran parte de la clase empresarial, lo
cierto es que su conclusión bajo la forma de un primer pacto entre el Ministerio del Interior y la patronal, y un segundo, entre esta última y los
53
sindicatos, pemútiría reactivar los repertorios de la legalidad. Estos repertorios se asociaron en los discursos oficiales a la construcción de un
Estado de derecho y al "buen gobierno" de los asuntos públicos y privados.
La crisis de la capacidad distributiva del Estado agudizaría la crisis
de la representación, llevando al régimen alauí a ampliar y multiplicar
los espacios de mediación para permitir la incorporación y la circulación
de las élites surgidas tras la independencia1ó. Ello nos conduce a plantear la cuestión de los mecanismos institucionales de integracibn que
fueron elaborados para responder a la pérdida de eficacia de los antiguos
repertorios de legitimación. Para tratar de aportar elementos de respuesta es preciso ahondar en el proceso de altemancia.
4.
LA ESTRUCTURA DE PARTIDOS POLÍTICOS
La estructura del sistema de partidos políticos en Marruecos durante
el reinado de Hassan II se caracterizaba por su dispersión, que, como se
ha señalado, era un rasgo consustancial con el modelo pluripartidista implantado desde la Independencia e instrtunentalizado por la Corona. En
este apartado haremos una descripción ordenada del panoramá político
marroquí utilizando como base los resultados de las elecciones legislativas de 1997 " por sufragio directo para la Cámara de los Representantes18. La diversidad de partidos políticos marroquíes puede ordenarse
distinguiendo cuatro grupos de partidos (ver cuadro n.° 1)19.
16 Ello se plasmó, en particular, en dos fenómenos: de un lado, la emergencia de un tejido
asociativo que irá abarcando un número importante de sectores, y, de otro lado, la creación
de una serie de consejos consultivos.
" No hemos incluido aquí los resultados de las eleccioñes legislativas de septiembre de
2002, ya que el marco temporal de nuestro estudio fmaliza en el año 2000.
'g La Cámara de Representantes tiene 325 miembros, elegidos por sufragio universal directo para un período de cinco años. Junto a ella, hay una Cámara de Consejeros, formada
por 270 miembros, elegidos por sufragio indirecto para un período de nueve años, renovándose por tercios cada tres años: 3/5 partes de sus miembros son elegidos en cada región
por un colegio electoral compuesto de representantes de las colectividades locales, y el
resto es elegido por dos colegios electorales (uno, regional, formado por representantes de
las cámaras profesionales, y otro, nacional, compuesto de representantes de los trabajadores).
19 Una presentación de las distintas fuerzas políticas que conforntan el panorama político
marroquí se encuentra en Montabes Pereira (1999: 118-128).
54
CUADRO 1. Número de escaños en la Cámara de Representantes
de Marruecos tras las elecciones de 1997
Partidos políticos
Herederos del Movimiento Nacional
USFP ...................................
Istiqlal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Escaños
57
32
Otros partidos de izquierda
PPS ....................................
9
OADP ...................................
FFD ....................................
4
9
PSD ....................................
5
Oficialistas
MNP ....................................
MP .....................................
NIDS ....................................
19
40
32
UC .....................................
50
R1vI ....................................
PND .....................................
46
10
Islamistas
MPDC (PID) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
Otros
PA .....................................
PDI .....................................
2
1
TOTAL ... ..............................
325
1)
El primer grupo de partidos correspondía a los que se alineaban
en la llamada "oposición nacionalista", entre los cuales destacaban el histórico Istiqlal (Partido de la Independencia) (que obtuvo 32 escaños en las elecciones legislativas de 1997) y la USFP
(iJnión Socialista de Fuerzas Populares), heredero de una de sus
más importantes escisiones 20 ^ue encabezó con 57 escaños
20 La primera escisión en el Istiqlal fue la liderada en 1959 por A. Ibrahim, M. Ben Bazka
y A. Buabid creando la UNFP, de cuyo seno se desgajaría más tarde en 1975, la USFP. A
partir de esa escisión, la UNFP quedaría muy debilitada.
55
2)
3)
4)
los resultados de dichas elecciones, y que, por ello, uno de sus
máximos dirigentes, A. Yusufi, fue nombrado Primer Ministro
del primer gobierno de la "alternancia".
El segundo grupo era el formado por los llamados "partidos
oficialistas", caracterizados por su identificación con la Corona y por su tradicional enfrentamiento con el viejo partido nacionalista Istiqlal y sus sucesivas escisiones. En este segundo
gnzpo cabe, no obstante, distinguir dos familias políticas. La
primera es la constituida por formaciones que proclamaban representar al mundo bereber y rural, y que giraban en torno al
partido Movimiento Popular (creado en 1958, y que en las
elecciones legislativas de 1997 obtuvo 40 escaños en la Cámara de Representantes) y a sus sucesivas escisiones: el MNP
(Movimiento Nacional Popular) (con 19 escaños) y el MDS
(Movimiento Democrático y Social) (con 32 escaños). La segunda familia de partidos oficialistas era la representada por
los llamados "partidos de la Administración", calificados así
por sus detractores por haberse creado en contextos preelectorales para encabezar el futuro gobierno. En ella encontraríamos
a la UC (Unión Constitucional), que obtuvo 50 escaños en las
elecciones de 1997, al RNI (Reagrupamiento Nacional de los
Independientes), con 46 escaños, y al PND (Partido Nacional
Democrático) con 10 escaños 21.
A la izquierda y con menor presencia en el panorama político de
la oposición destacaba un tercer grupo de partidos, que surgieron al margen del Istiqlal y de la USFP. Entre ellos, el antiguo
partido comunista PPS (Partido del Progreso y del Socialismo)
---con 10 escaños- y la OADP (Organización de Acción Democrática y Popular) ---con 4 escaños-, así como sus respectivas escisiones fomentadas para la ocasión, el FFD (Frente de
Fuerzas Democráticas) -^on 9 escaños- y el PSD (Partido Social Democrático) ^on 5 escaños.
El cuarto grupo estaba formado por los islamistas, que aprovecharon la estructura formal de un partido en declive (el MPDC)
para garantizarse la cobertura legal y participar en las elecciones
Z' Otros partidos con escasa representación que obtuvieron escaños en las elecciones de
1997 fueron el Partido de la Acción (con 2 escaños) y el PDI (Partido Democrático de la
Independencia) (con sólo 1 escaño).
56
legislativas de 1997 obteniendo 9 escaños en la Cámara de Representantes 22.
Algtmos autores (López García, 1998) han,señalado que los resultados de esas elecciones continuaban reflejando una especie de "Marruecos virtual", lejos aún del Marruecos real. Esta afirmación crítica estaba
basada en el hecho de que las elecciones de 1997 estuvieron aún mediatizadas por la interferencia del Ministerio del Interior para garantizar que
la aritmética del reparto de la representación parlamentaria estuviera en
sintonía con lo que deseaba Hassan II. Era lo que B. Lópéz García
(2000: 87-91) ha llamado la tafileteria electoral 23, es decir, que ninguna
fuerza política fuese mayoritaria, sino que existiera una atomización de
la escena política, y que la primera Cámara (la de Representantes), en la
que los partidos de la oposición histórica representaban la primera fuerza, se viera neutralizada, si necesario, por la segunda Cámara (la de los
Consejeros), controlada por partidos afines a Palacio y al Majzen. Fiel
reflejo del desfase entre el Marruecos oficialmente retratado en los resultados electorales y el Marruecos real fue la alta tasa de abstención
(41,7%), así como de votos nulos y blancos ( 1 millón), que puede interpretarse como una traducción del inconformismo de la población con el
sistema, de la despolitización de la sociedad marroquí y de la falta de legitimidad de los partidos. Con los resultados de las elecciones de 1997,
Hassan II formaría el llamado "gobierno de la alternancia", presidido
por A. Yusufi, dirigente del partido socialista USFP.
5.
LA ALTERNANCIA: SOLUCIÓN POLÍTICA AL CAMBIO
ECONÓMICO Y SOCIAL
El análisis de la experiencia del gobierno de alternancia puede ser^
enfocado desde la perspectiva de una crisis de gobernabilidad en el senzz En octubre de 1998, el Consejo Nacional del MPDC decidió cambiar el nombre del partido por el de Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD). Otras tendencias islamistas,
como la liderada por el jeque A. Yassin (Justicia y Caridad), de mayor poder de convocatoria incluso que la anterior, no participan en los procesos electorales por no disponer de cobertura legal como partido político. Sobre el islamismo y el sistema político marroquí
.
véanse M. Tozy (1999) y Martín Muñoz (1999: 345-356).
^ Dicha expresión recuerda la región de origen de la dinastía alauí (el Tafilalet) y la tradición artesanal que posee.
57
tido de que es una respuesta a la conjunción de dos crisis: una de representac'ión, y otra de distribución. El problema de la gobernabilidad en
contextos de reformas marcados por las pautas de la doble transición
económica y política como el marroquí, plantea la cuestión de la articulación de la sociedad civil, ya que es precisamente de su seno desde donde surgen las demandas que el Estado debe canalizar si desea que los
conflictos no desemboquen en situaciones de polarización y de inestabilidad política. No se debe olvidar que los cauces de intermediación entre
el Estado y la sociedad se conciben como una estructura de oportunidades y límites para la acción, por lo que, como señala J. Ph. Bras (2000),
la sociedad civil o se organiza de forma autónoma desde su propio seno
o es organizada por agentes externos desde fuera. Este tema está en el
centro de las reformas y los procesos que acompañan la búsqueda y la
formación del gobiemo de alternancia.
5.1.
La gobernabilidad y los retos de la doble transición
La alternancia 24 fue el resultado de la voluntad de Hassan II, quien, a
través de la reconciliación con la oposición del Movimiento Nacional,
perseguía varios objetivos, tanto en el plano interno como externo, a saber: 1) consensuar con la oposición del movimiento nacionalista un
acuerdo de mínimos alrededor de la introducción de modificaciones relativas a las instituciones formales (constitución, parlamento, regionalización) que permitiera el paso de una oposición de ruptura a otra de gestión; 2) continuar el proceso de rehabilitación de la imagen internacional
del régimen -fuertemente deteriorada a final de los años ochenta y
principio de los noventa-, para seguir beneficiándose del acceso a los
fondos que proporcionaba la ayuda internacional y, en particular, la
Unión Europea.
Ambos objetivos eran indisociables de dos principios que conformaban la fórmula de gobernabilidad desarrollada por Hassan II a lo largo
de su reinado. El primero era que, si la Monarquía y su titular son into-
24 Sobre la cuestión de la altemancia véanse N. Bensbia (1996) y Z. Daoud (1997), quienes analizan la evolución política que marca los años anteriores a la formación del gobierno Yusufi, así como el ensayo de A. Khatibi (1998) y el número monográfico de la revista
Maghreb-Machrek "Un Maroc en transition: alternance et continuités" bajo la dirección de
A. Rousillon, y la ya citada obra de referencia de B. López García (2000).
58
cables, la reproducción del régimen alauí pasaba por la incorporación de
innovaciones a iniciativa suya, innovaciones plasmadas en mecanismos
institucionales nunca definitivos, que aseguraban así su continuidad en
un momento dado y que eran supuestamente reformables si se llegase a
quebrar el antiguo consenso. El segundo principio era si la financiación
de las políticas públicas se gestionaba o no a través de su capacidad para
movilizar los recursos de su red de solidaridad internacional (Leveau,
1987; Hibou, 1996). En los años noventa, debido al deterioro de la imagen intemacional del régimen y a las dificultades ante los problemas sociales y económicos, se puede considerar que la conducta de las reformas mediante la integración de la oposición en el gobierno debería
actuar como un mecanismo de compensación.
De acuerdo con la hipótesis de la compensación, ante los resultados
contrastados de más de diez años de Planes de Ajustes Estructurales
(PAEs) y en relación con el pasado, el cambio que se produjo con el gobierno de alternancia radicaba en el hecho de que la oposición histórica
aceptaba la gestión de la crisis económica y social, y legitimaba unas reformas que anteriormente fueron criticadas por su esencia tecnocrática e
inspiración foránea. No obstante, dicho gobierno de altemancia rechazaba asumir la responsabilidad de la crisis económica, que consideraba
como un legado del pasado, un pasado asociado al mal gobierno de una
administración pública marcada por lógicas neopatrimoniales y clientelistas que provocaron grandes pérdidas financieras.
Por otra parte, la liberalización económica, al ir acompañada de un
proceso que se presentaba como de liberalización política, se enmarcaba
dentro de la coherencia de la doble transición -política y económica-,
un postulado que sólo podía seducir a los partenaires occidentales de
Marruecos. En efecto, este proyecto convergía con la voluntad de la UE
de implicarse a partir de los años noventa en la modernización del conjunto de la zona mediterránea con la promoción, en un primer momento,
de una Política Mediterránea Renovada (1992) y, en un segundo momento, a partir de 1995, en la formación de una zona euromediterránea
de paz y seguridad asentada en el libre comercio y la democratización
(Desrues y Moyano, 2000). En definitiva, Manuecos se incorporaba con
la alternancia a los grandes principios enunciados por la UE y podía esperar un trato preferencial a la hora de solicitar ayuda técnica y financiera para llevar a cabo la modemización de su Estado y su economía.
59
5.2.
Los mecanismos institucionales de integracfón
La preparación de la formación de un futuro gobiemo de alternancia,
como ya lo hemos señalado, se realizará mediante una serie de reformas
institucionales que inauguró la reforma constitucional de 1996. El texto
constitucional restablecía el bi-camaralismo y la elección por sufragio
directo de los miembros de la Cámara de los Representantes; instauraba
la regionalización anunciada desde 1984; rehabilitaba la actuación del
Estado mediante la planificación; reconocía^la libertad de empresa, y
contemplaba la creación de un Consejo Económico y Social, como vector de la consolidación de una cultura del diálogo profesional entre empresarios y sindicatos. La cultura del consenso, que oficializó la campaña para el referéndum constitucional, se verá ratificada posteriormente
por la firma de la Declaración Común entre el gobierno y los partidos en
febrero de 1997 sobre el buen desarrollo de las contiendas electorales.
Por lo tanto, el análisis del gobierno de altemancia debe enfocarse desde
esta perspectiva, es decir, como el deseo personal del Rey 25 de Ilegar a
un pacto en torno a la forma monarquica del régimen con los líderes de
la generación del Movimiento Nacional, que se encontraban ya lo bastante debilitados como para aceptar la participación en el gobierno a
cambio, no obstante, de una serie de concesiones.
Dentro de ese contexto, la rehabilitación del juego parlamentario y
gubernamental no gozó de una autonomía real. A pesar de que la alternancia significaba un período de apertura, los límites políticos de su alcance eran patentes: en primer lugar, además del déficit de legitimidad
popular ya señalado, la realidad del poder político escapaba al Primer
Ministro y se mantenía entre las manos del Monarca, del Gabinete Real
y del Ministro de Interior, sin olvidar la siempre incógnita del ejército; y,
en segundo lugar, la capacidad distributiva del gobierno seguía siendo
reducida, puesto que debía respetar los grandes equilibrios macroeconómicos y las pautas marcadas por el ajuste estructural en un contexto de
crisis económica y social.
La crisis de la representatividad política se reflejaba en la composición heterogénea del gobierno de alternancia (formado por siete partidos) y, por lo tanto, condicionaba el proyecto de reforma económica y
social que prometía el acceso de la oposición a la gestión gubernamen-
u Véanse los extractos de los discursos del Rey que reproduce Z. Daoud (1997).
60
tal. Paradójicamente, la heterogeneidad de la composición de dicho gobierno lo asemejaba en cierta medida a un gobierno de unión nacional,
que debería gestionar un tema ocultado en la agenda política, esto es, la
transición en el Trono, así como una serie de desaftos que podemos
identificar en los siguientes: la gestión del movimiento islamista, que
pondría a prueba los mecanismos de cooptación del Majzen y el amaigo
real de los partidos políticos en el seno de la población; la modernización del tejido económico para asumir los compromisos internacionales
adquiridos con la firma de acuerdos de índole económico-comercial
(OMC, UE), y el siempre pendiente referéndum sobre el Sahara, un conflicto cuya resolución hipotecaba el futuro económico y político de Marruecos"
En definitiva, si bien el principal reto era la reforma del Estado -una
reforma siempre esbozada y anunciada, algunas veces aplazada, y que se
llevaba a cabo de forma muy empírica, calculándose siempre los riesgos
políticos y sociales de las medidas-, lo'cierto es que la formación del gobiemo de alternancia no significaba el reconocimiento de intereses antagónicos anteriormente excluidos, sino la convergencia de éstos akededor
de consensos plasmados en grandes pactos mediatizados por el Majzen.
5.3.
El consenso como eje de la gobernabilidad
En los años noventa, uno de los corolarios de la liberalización económica era la reforma de las relaciones profesionales, marcada, de un lado,
por la transición desde un sindicalismo de tipo partidista (Confederación
Democrática del Trabajo y Unión General de Trabajadores Marroquíes)
y de enfrentamiento con el Estado, hacia un sindicalismo profesional en
la que se vislumbrara una cierta disociación entre las actividades políticas y las sindicales, y, de otro lado, y paralelamente, por la reactivación,
a sugerencia del Rey, de la Confederación General de Empresas Marroquíes (CGEM), que se va a consolidar como portavoz del sector empresarial. Dicha transición no era espontánea, sino organizada desde Palacio mediante el establecimiento de unos mecanismos institucionales con
vocación integradora, si bien a menudo limitada a un protagonismo consultivo 26. Entre estos mecanismos podemos señalar los siguientes:
zb Un análisis muy sugerente de este proceso y sus implicaciones se encuentra en Catusse
(1998b).
61
- la institucionalización del diálogo social con la creación en 1993
del Consejo Nacional Consultivo de Seguimiento del Dialogo Social;
- el establecimiento del bicameralismo con la Cámara de los Consejeros, reservando una representación de tipo corporativista a
distintos sectores económicos que encarnaban, en palabras del
Rey, las fuerzas vivas de la nación, asimiladas éstas a la sociedad
CiVll z^;
- la firma del "Gentleman Agreement" de julio de 1996 entre el Ministro de Interior y la Confederación General de las Empresas
Marroqúíes (CGEM), que puso fin a la controvertida "campaña
de saneamiento";
- la firma del Acuerdo tripartito del 1 de agosto de 1996 para el
Diálogo Social, que instituía las bases para una concertación entre
la patronal y las distintas centrales sindicales.
Presentados como un código de buena conducta de los poderes públicos y las organizaciones que representaban a los empresarios y los
trabajadores, estos pactos eran declaraciones de intención que establecían las bases consensuadas para poner fin a las prácticas neopatrimoniales asimiladas a la corrupción y para proclamar el compromiso de
acatar los principios del buen gobierno y de una gestión acorde con las
normas liberales 28. Estos acuerdos de mínimos compartían una serie de
constantes que evidenciaban la emergencia y la consolidación de un
nuevo _modo de hacer política. El modus operandi consistía en la ratificación de un consenso en torno al pacto de "buen gobierno", que anticipaba dos grandes principios retóricos que articularían el pacto de
gobierno de la USFP: la moralización (at-tajl^) y la racionalización
(at-tarshid) de los asuntos públicos (El-Aoufi, 1999). Ambos principios
debían guiar las grandes líneas políticas del gobierno y de los actores
privados. Asimismo, este conjunto de pactos tenía una doble lectura, dificilmente disociable de unos objetivos estratégicos para el futuro del
país, a saber: el compromiso de avanzar en la liberalización que, en el
27 Véase el discurso del Rey del 20 de agosto de 1996 publicado en el diario, Le Matin,
21 de agosto de 1996.
28 Estos acontecimientos permitían enunciar las reglas, negociar las modalidades de la
aplicación de las políticas e incluso proyectaz al primer plano mediático a algunos actores,
como se evidencia en el caso de la figura del empresario y la CGEM, la organización patronal. Véase la tesis doctoral de M. Catusse (1998a).
62
ámbito económico, se concretaba en la continuación de la fuma de los
acuerdos de la OMC y de Asociación con la UE, es decir de la ratificación de la integración del país en una economía liberal e internacionalizada, y, en el ámbito político, en la preparación del marco para conseguir la formación de un gobierno de alternancia que implicaría a los
partidos de la Kutla ad-Dimucratia. Ahora bien, se puede afinmar que
estas respuestas institucionales no se erigían sobre el silencio de la sociedad, sino que eran la consecuencia de iuia conflictividad y de unos
antagonismos cuyos modos anteriores de gestión ya no eran funcioñales
y que de ahora en adelante se veían deslegitimados.
Asimismo, la promoción de la empresa y la iniciativa privada eran
elementos propios de los nuevos repertorios inducidos por los compromisos contraídos en los acuerdos de la OMC y la Unión Europea y estaban reflejados en los discursos oficiales sobre la emergencia de actores
innovadores y diferenciados del Estado, discursos que eran reapropiados
por una CGEM que enarbolaba el lema de la empresa, del liberalismo
económico y de la contribución al empleo.
EI Estado=majzen estaba en el centro de todos estos procesos y se
presentaba como un árbitro en los conflictos entre las distintas partes, alternando las referencias y las acciones propias del repertorio del neocorporativismo (pacto y consenso) y del corporativismo orgánico (unión
nacional ante los desafios internacionales) o del Majzen (campaña de saneamiento). Dicha evolución de las relaciones profesionales no era ajena
a una voluntad de transferir los conflictos desde el ámbito estatal hacia
el ámbito privado, por lo que se puede considerar que el reconocimiento
de un estatus público a las organizaciones profesionales era un mecanismo compensatorio contingente a la modernización de la función de árbitro desarrollada por el Majzen.
Estos procesos conllevaban, no obstante, una serie de límites, como
la excesiva personalización de los sindicatos e incluso de la CGEM. Este
hecho se reproducía en las negociaciones que, a menudo, parecían afectar sólo a las cúpulas y al ámbito mediático, dándose en la realidad numerosas divergencias entre las bases y las cúpulas de las distintas organizaciones. Ello hizo que la regulación neocorporativista se convirtiera
durante la transición en la nueva fuente de referencia de los repertorios
discursivos e institucionales.
Cabe decir que el principal beneficiario de este proceso fue la clase
empresarial, como lo refleja el protagonismo que adquirió su portavoz,
la CGEM, en el espacio público. De acuerdo con los discursos del mun63
do empresarial, se dibujaba un modelo de empresario "ciudadano", cuya
imagen se vería enturbiada de vez en cuando por los escándalos relativos
a los fraudes y corrupciones, si bien es cierto que, de entonces en adelante, estas prácticas eran condenadas y denunciadas como ajenas a la
ética del nuevo empresario. La cultura empresarial defmía un perfil de
empresario que no debía limitar su campo de actividad a lo económico,
sino que, respaldado por sus competencias privadas, se debía involucrar
en los asuntos de la polis. La lectura de dicha evolución es compleja
(Catusse, 1998a) y cabe decir que las estrategias políticas de los empresarios, al efectuarse en beneficio de candidatos con una base local y económica, incrementaban el espacio de los notables, que poseían mayor
capacidad de movilización de las redes clientelistas. Asimismo cabe señalar que el compromiso con el tejido asociativo o la actividad partidista
podía ser la consecuencia lógica de una nueva ética del empresariado
cuyo éxito en los asuntos privados no sería maximizado sin una legitimación pública, es decir sin un reconocimiento social de su enriquecimiento.
En definitiva, la evolución de las relaciones profesionales se caracterizaba por la transición desde una dinámica de confrontación hacia un
discurso consensuado y una privatización de la gestión de las relaciones
profesionales, que se plasmaba en el hecho de que el Estado organizaba
su retirada y promovía a determinados actores, erigiéndoles en intennediarios legítimos para actuar dentro del marco institucional de diálogo
social que se intentaba consolidar.
6.
CONCLUSIONES
En este capítulo se ha analizado el proceso de formación del Estado
marroquí desde una doble perspectiva: diacrónica y sincrónica. Para ello
se han presentado las distintas fases por las que ha transcurrido dicho
proceso desde la Independencia hasta la formación del gobiemo de la alternancia en 1998.
El análisis efectuado señala los aspectos relevantes que permiten
comprender mejor algunos de los rasgos característicos del modelo estatal en el Marruecos de hoy. Entre ellos se han señalado: la singularidad
del multipartidismo marroquí; los modos de gobemabilidad desarrollados por el Estado-majzen; la instrumentalización del islam apelando a la
tradición jerifiana como repertorio de legitimación; el desarrollo de un
64
aparato estatal que ha permitido la movilidad social; y la presencia de
una élite rural importante que ha jugado hasta hace poco un papel fundamental en el equilibrio entre las distintas fuerzas políticas.
Se han analizado también los conflictos y alianzas que surgieron en
el proceso de construcción estatal, identificando los diferentes actores
que lo han protagonizado. Lo más importante a resaltar de este capítulo,
como un elemento singular de la trayectoria política marroquí, es la formación de un nuevo Majzen que mediatiza el poder infraestructural del
Estado y el modelo multipartidista, permitiendo neutralizar a las fuerzas
políticas procedentes del Movimiento Nacional y consolidar el principio
de una relación sin intermediarios, es dec ^, d^ecta entre el Rey y el pueblo. Esa singularidad marcará el sistema político del Marruecos independiente, que, sobre todo, a raíz del acceso de Hassan II al Trono, consolidará la hegemonía ideológica del Representante Supremo sobre la
base de la fusión en su persona del poder religioso y del poder político,
sancionada en las distintas constituciones. El vacío democrático, es dec ^
la ausencia de contrapoderes, hará que se •rease una fuerte imbricación
entre los ámbitos público y privado en torno a Palacio y a la figura del
Ministro del Interior, imbricación que fue respaldada por un aparato de
coerción controlado por el Monarca, la neutralización de los representantes de las clases medias urbanas y la alianza entre el Trono y los notables rurales. No obstante, los mecanismos de legitimación del Estado-nación redistribuidor y democrático fueron utilizados tanto para
satisfacer las asp^aciones de justicia social y libertad de amplias capas
de la población, como para rehabilitar a un régimen que, en ausencia de
cauces democráticos de representación, corría el riesgo de hacer converger hacia la máxima institución todas las frustraciones del pueblo.
Los intentos de golpes de Estado y el conflicto del Sáhara culminaron dicho proceso de hegemonía de la Monarquía que, paradójicamente,
pasaba por la integración de la oposición histórica, confiriéndole a Hassan II la dimensión carismática que lo situaba en la senda de su padre
Mohamed V. Este conjunto de factores desactivó el campo político, convirtiéndose en un lastre para afrontar los cambios que, recomendados
por los organismos financieros internacionales FMI y BM, tuvieron que
introduc^se en la economía de Marruecos para sal ^ de la grave crisis de
los años ochenta.
El contexto del gobierno de la altemancia es el de la necesidad de
afrontar la reconciliación de la Corona con los partidos de la oposición
para acercar el Marruecos oficial al Marruecos real y crear el escenario
65
favorable para abordar las reformas. No obstante, el período analizado
del gobiemo Yusufi (hasta el acceso al tronó de Mohamed VI en julio de
1999) muestra cómo la desactivación del campo político marroquí había
afectado profundamente a los propios partidos de la oposición, envejecidos en sus liderazgos, con unas estructuras organizativas poco renovadas desde un punto de vista democrático y por una audiencia social cada
vez más reducida.
Por ello, el gobierno de alternancia ha reflejado una cierta circulación de las élites políticas provenientes de la oposición, siendo su principal rasgo diferenciador la movilización de nuevas referencias alrededor
de la regulación institucional, la organización de actores colectivos (organizaciones patronales, sindicatos, sociedad civil) y el "buen gobierno"
de los asuntos públicos 29. El gobierno de la alternancia quiso promover
la reforma del Estado, tratando de reconfigurar la relación Estado-sociedad asimilada al objetivo de la "despatrimonialización" mediante la continuación del proceso de privatizaciones (como fuente de ingresos para
las arcas del Estado), lo que en definitiva ratificaba la reconciliación de
la socialista USFP con la economía de mercado y el sector privado. La
despatrimonialización se efectuaba también en los ámbitos éticos y simbólicos, desvinculándose el gobierno de alternancia de la grandeza majzení. Así, se promocionaba el "buen gobierno" de los recursos públicos
y de las empresas tanto públicas como privadas, así como el establecimiento de instituciones de comunicación y coordinación con los representantes de la sociedad económica.
No obstante, la monopolización de la capacidad de iniciativa política
en manos del Rey, la omnipotencia del Majzen, la escasa coherencia del
gobierno formado por siete partidos políticos con proyectos ideológicos y
trayectorias históricas divergentes, y un partido USFP envejecido en su liderazgo y escasamente cohesionado, son elementos que se añadieron al
carácter otorgado de la experiencia gubernamental y evidenciaron que el
Rey reina y gobierna y que la oposición estuvo llamada para cumplir con
el programa de la Corona. En este sentido, cabe decir que la altemancia
actuó como una compensación ante la crisis económica y social para promocionar la imagen democrática y reformista que necesitaba el régimen
para insertarse entre los buenos alumnos de la doble transición.
29 Véase la Déclaración General del Gobiemo ante el Parlamento publicada en el diario Le
Matin el 18 de abril de 1998 en la que el Primer Ministro Yusufi propone un pacto de buena gestión.
66
En definitiva, el legado del pasado y el contexto de cambio que acabamos de analizar hacen que la modernización económica y social parezca transitar por la emergencia de actores colectivos que se enmarcan
dentro de la nueva configuración que impone el "buen gobierno" como
fórmula de integración de nuevas élites. La trayectoria histórica y la
configuración política que hemos analizado evidencian que el contexto
marroquí ha sido poco propicio a la consolidación de una sociedad civil,
sin olvidar, no obstante, que estas dificultades han sido también el reflejo de una polarización fomentada por una lucha a menudo violenta entre
grupos ideológicos e intereses antagónicos para conseguir la hegemonía.
67
Capítulo 2
GÉNESIS Y DESARROLLO HISTÓRICO
DE LA POLÍTICA AGRARIA
EN MARRUECOS (1956-1993)
En los inicios de la Independencia (1956-1961), la prioridad del gobierno marroquí no era la agricultura y el mundo rural, por lo que las
primeras experiencias de modernización agraria tuvieron un carácter
subordinado a otras políticas y un alcance limitado. Las opciones de desarrollo económico centradas en la agricultura se consolidaron a partir
de la segunda mitad de los años sesenta, con la llamada política de las
grandes transformaciones hidráulicas, que permitió extender en Marruecos las políticas de regadío. Dicha política hidráulica confería un papel
estratégico al Estado en la financiación y edificación de las obras públicas (presas, pantanos, redes de puesta en riego) y en el establecimiento
de las orientaciones productivas, así como en las modalidades de inserción de la agricultura en la economía nacional e internacional y en la
regulación del desarrollo de las zonas rurales (Guerraoui, 1985). Este
protagonismo del sector público significó un endeudamiento externo
creciente y un coste elevado para el erario público, que se hicieron insostenibles a finales de los años setenta. Las restricciones presupuestarias plantearon la cuestión de la reorientación de la política agraria, que
se iba a plasmar a partir de 1985 en la aplicación del Programa de Ajuste
Estructural para la Agricultura (PAESA). Estas tres secuencias históricas
serán analizadas en este capítulo, que concluirá con un balance de la situación de la agricultura al final del período. En este análisis veremos el
papel que las políticas agrarias reservaron a los agricultores, planteando
como tesis central la siguiente: que las opciones de la política agraria
son el resultado de negociaciones más o menos trasparentes y complejas
y cuyo contenido traduce una relación de fuerzas entre intereses internos
y externos al sector no siempre convergentes e incluso a menudo antagónicos.
71
1.
PRIMERAS EXPERIENCIAS DE MODERNIZACIÓN
AGRARIA
Cuando Marruecos accede a la independencia en 1956, su agricultura
se caracterizaba por la coexistencia de grupos sociales muy diferenciados (El Khyari, 1987; Swearingen, 1988). La división interna más llamativa radicaba en la presencia de un sector colonial de agricultores
franceses, residual, pero cualitativamente aún importante ', y de un sector autóctono muy heterogéneo y de compleja categorización.
Este último sector estaba formado por un níunero reducido de latifundistas y de grandes y medianos agricultores con distintos grados de
modemización que disfrutaban de un estatuto de notables 2. Dentro de
este grupo es preciso distinguir entre los propietarios absentistas y los
que dirigían directamente sus explotaciones; los productores que reproducían el modelo de explotación colonial con distintos grados de especialización e intensificación; y, por último, los que mantenían una agricultura tradicional de carácter extensivo. Al lado de esta categoría se
encontraban otras dos formadas por una capa importante de pequeños
agricultores y una mayoría de campesinos infradotados o sin tierras, que
se mantenía en el campo a través de distintas fórmulas de tenencia de la
tierra, ya fuesen formas capitalistas (arrendamiento,...) o precapitalistas
(jamís, jobza, ras al-mal*,...^, la dedicación al pastoreo o el empleo
estacional fuera de la agricultura 3. Asimismo, el sector agrario autóctono se caracterizaba por una especialización dual de la estructura agraria,
en el sentido de que coexistía, de un lado, una minoría de agricultores
que se habían beneficiado de la política del Protectorado y que, insertos
en la división del trabajo marcada por la Unión Francesa, producían para
la exportación (cítricos, cereales, vino, productos hortícolas de pri' 1.634 explotaciones de colonización oficial (equivalente a 289.000 has de superficie)
y 4.269 de colonización privada (728.000 has de superficie) (citado en EI Khyari, 1987:
81). Según Swearingen (1988: 144-145), 2.600 colonos tenían una propiedad media de
365 has.
z El sector marroquí modernizado, utilizando técnicas similares a las de los colonos europeos, ocupaba 320.000 has en 1955 (El Khyari, 1987: 174-176). Swearingen (1988: l44)
señala que en este sector se instalaban 1.700 agricultores marroquíes, mientras que 5.800
latifundistas poseían una propiedad cuya supe^cie media era de 225 has.
3 Sobre los agricultores infradotados en tierras y la dificultad de clasificar a los agricultores marroquíes dentro de categorías estables sin traicionar la heterogeneidad y complejidad
de la realidad, véanse Pascon, P. y Ennaji, M. (1986).
72
mor,...), y, de otro, una amplia mayoría de agricultores ubicados en zonas de secano menos productivas (latifundios, explotaciones familiares
y explotaciones campesinas) e inmersos en formas extensivas o domésticas de producción precapitalista para el autoconsumo o el consumo local. En esos dos sectores de la agricultura dual marroquí, la concentración de las explotaciones o de la propiedad determinaba en gran parte la
estructura social agraria, ya que la renta de estos titulares de explotación
se formaba a partir de la renta fundiaria (modulada por las inversiones
en capital productivo en el caso de los agricultores con explotaciones
más modemizadas) y del control social sobre la mano de obra disponible
(una mano de obra numerosa, dócil y barata). Además, en un sector productivo como el agrario en Marruecos (que seguía sometido a la adversidad climática), la diferente capacidad de movilización del agua por parte
de los agricultores y la desigual estructura de la propiedad fundiaria, reforzaban las desigualdades preexistentes, al tiempo que reflejaban un
dualismo espacial de la agricultura marroquí, diferenciando entre zonas
favorecidas (concentradas en los antiguos asentamientos coloniales) y
zonas desfavorecidas.
A este legado de la época del Protectorado ha de añadirse el papel
marginal que tuvieron los pequeños y medianos agricultores en la lucha
por la Independencia y el hecho de que algunos de los principales líderes, tanto urbanos como rurales, del Movimiento Nacional y del futuro
Estado independiente solían poseer una base fundiaria 4. Este conjunto
de factores limitó el alcance del proyecto de construcción nacional en lo
que se refiere a la promesa de refonna agraria -que quedó aparcaday a la liquidación del sector colonial -^ue fue ralentizada debido a los
compromisos adquiridos por el Reino de Marruecos con Francia en el
tratado de independencia.
^
Por ello, la política agraria marroquí se planteó como objetivo fundamental en ese momento contribuir al aumento de la producción de alimentos y al incremento del nivel de rentas de los agricultores, así como
a atenuaz las disparidades regionales contribuyendo a resolver el ya
mencionado dualismo heredado del Protectorado. De ahí que la política
agraria cumpliera también una función de integración nacional, además
de mantener la competitividad de la agricultura mazroquí en los sectores
orientados a la exportación (cítricos y hortalizas tempranas), una expor" Sobre la base fundiaria de las grandes familias fasíes, véase La7arev (1976).
73
tación alentada por los acuerdos comerciales con Francia. Este conjunto
de objetivos hizo que el nuevo Estado asumiera un papel protagonista,
intentando resolver las contradicciones que tales objetivos planteaban.
El papel conferido al Estado por los nuevos gobernantes no debe sorprendernos en el contexto histórico e ideológico de los años cincuenta,
dominado por el paradigma "desarrollista". En efecto, en Marruecos,
tras la independencia, el consenso entre las élites políticas y administrativas acerca del papel del Estado coincidía con este paradigma. No obstante, las divergencias surgieron respecto a la vía a elegir para la modernización, de tal modo que se oponían, de un lado, una opción agrarista,
identificada con los grandes productores e inspirada en el éxito del modelo de agricultura colonial, y que proponía soluciones técnicas sin que
se tuvieran que adoptar reformas estructurales (fundiarias, sociales y políticas), y, de otro, una opción industrializadora, que asignaba a la agricultura un papel subordinado y ponía el énfasis en las reformas estructurales para promover el cambio social y un desarrollo autocentrado.
Ambas opciones pretendían remover los obstáculos al crecimiento de la
producción agraria sin provocar desplazamientos masivos de la población rural y sin tener que abordar inversiones costosas, aunque la segunda opción (la industrializadora) consideraba que era necesaria una reforma agraria en las zonas de intensificación productiva, reforma que debía
traducirse en una transformación estructural de las explotaciones agrarias y de las condiciones en que se desarrollaba la actividad de los agricultores (Brunet, 1972). La primera opción (la agrarista) ni siquiera contemplaba la liquidación del sector colonial, debido a los intereses que
sus representantes compartían con este sector (sobre todo, en lo relacionado con la exportación) y debido también al temor de que una intervención expropiatoria en el sector colonial pudiese conducir en un fizturo inmediato a que se cuestionara la propiedad de la tierra en general. Por el
contrario, la segunda opción (la industrializadora) consideraba la liquidación del sector colonial como el primer paso de las reformas que necesitaba la agricultura marroquí. Estas dos opciones se plasmarían en dos
experiencias que marcaron los primeros años de la política agraria marroquí, a saber: la Operación Labranza y las actuaciones desarrolladas
por la Oficina Nacional de Irrigación (ONI).
74
1.1.
La Operación Labranza (Twiza*)
Las esperanzas suscitadas por el acceso a la independencia y la creciente movilización de la población rural requerían una respuesta política por parte del gobierno marroquí, que se plasmará en la puesta en marcha de la Operación Labranza durante las sucesivas campañas agrícolas
de 1957 a 1960. Esta política iniciada por Omar Abdeljalil, líder histórico del Istiqlal, se concentró en las tierras de secano y su objetivo era modernizar el sector autóctono extensivo, un sector en el que se situaba la
gran masa de pequeños campesinos dedicados principalmente a la producción de cereales.
1.1.1.
Objetivos e instrumentos
La Operación Labranza perseguía como objetivo principal el incremento de la producción de cereales, al tiempo que, mediante la movilización y encuadramiento de los agricultores por los técnicos agrícolas,
se esperaba canalizar el impulso modernizador inducido por el logro de
la independencia y la soberanía nacional. Dirigida principalmente hacia
los pequeños agricultores (de menos de 50 hectáreas) con explotaciones
en zonas de secano (bur*), con la Operación Labranza se perseguía, en
efecto, incrementar la renta de este grupo social, introduciendo técnicas
modernas en el sector más tradicional de la agricultura marroquí (Akesbi
y Guerraoui: 1991: 89).
Los encargados de poner en marcha a nivel local la Operación Labranza eran los Centres de Travaux Agricoles (CTA) (Centros de Obras
Agrícolas) 5. Para sacar a la agricultura de su arcaísmo se planteó introducir el tractor de forma masiva y en superficies cada vez mayores (concentración parcelaria), así como promover la utilización de fertilizantes
5 Los CTA fueron creados por el Dahir n.° 1.56.322 del 13 de enero de 1957, sustituyendo
a los anteriores Secteurs de Modernisation du Paysannat que la potencia colonial creó en
1945 en un último intento para proteger al campesinado marroquí del contagio del movimiento nacionalista. Los CTA eran organismos públicos, dotados de personalidad jurídica
y autonomía financiera y su misión consistía en la valorización de las zonas regables y el
agrupamiento de todas las personas fisicas y jurídicas que poseían intereses agrarios en el
seno de dichos perímetros. La relacíón entre ambas instituciones no escapó a los jellah'.
que Ilamaban bizana (paysanat) a dichos CTA. Para un estudio en profundidad de la conexión entre las políticas agrarias del Protectorado y la de los sucesivos gobiemos marroquíes, véase el ya citado trabajo de Swearingen (1988) y, en particular, las páginas 149-152
relativas a la Operación Labranza.
75
y semillas seleccionadas e impulsar la rotación de cultivos en las parcelas. En el plano institucional, se pretendía crear las condiciones necesarias para que los agricultores emprendieran nuevos^proyectos de tipo
cooperativo, de modo que, una vez consolidados, pudieran sustituir progresivamente la intervención del Estado. Además, se pensaba que el incremento de la producción agraria permitiría responder a la demanda
creciente de alimentos provocada por el crecimiento demográfico y
urbano. La Operación Labranza fue lanzada de forma espectacular
mediante una propaganda oficial en la que se utilizó la figura del
Rey Mohamed V conduciendo un tractor para la campaña agrícola de
1957/1958 y apelando a una movilización de todo el parque de tractores.
1.1.2.
Límites y logros de la Operación
La Operación Labranza no alcanzó sus objetivos, siendo abandonada
en 1962. Entre sus metas estaba la de abarcar 400.000 hectáreas en la
campaña del año 1959 y alcanzar la cifra simbólica del millón de hectáreas en los siguientes tres años. Sin embargo, no sobrepasó las 290.000
hectáreas en la campaña 1958/59, decayendo a las 100.000 en la de
1961 /62.
Los motivos del abandono de la Operación Labranza son conocidos
y pueden ser reagrupados alrededor de los factores siguientes (El Khyari, 1987; Swearingen, 1988): logisticos, debido a los enormes déficit que
padecía Marruecos en cuadros técnicos y material mecánico, medios de
transportes y comunicaciones viarias; financieros, debido a la resistencia
de los campesinos a pagar por unos servicios que no habían solicitado,
que provocaban endeudamiento y cuyos resultados no estaban garantizados; y, productivos, debido a unos primeros resultados decepcionantes,
acentuados en algunas regiones por la adversidad climática.
Sobre todo, con el nombramiento de Abderrahim Bouabid en la cartera de Agricultura en mayo de 1958, la Operación introdujo algunos
cambios más acordes con el proyecto de transfonmación estructural que
pretendía llevar a cabo el ala izquierda del Istiqlal. En primer lugar, excluyó la participación de los grandes agricultores que en la primera campaña sí habían contribuido a la Operación Labranza con la aportación de
sus tractores. Ante el nuevo rumbo, algunos de los grandes agricultores
intentaron sabotear la Operación mediante varios mecanismos, bien desde dentro, bien proponiendo la subcontratación de trabajos similares a
los pequeños campesinos con unos costes inferiores (véanse infra capí76
tulo 5). En segtmdo lugar, la Operación Labranza se convirtió en una política impuesta a los agricultores, decidida de forma centralizada y guiada por una lógica exclusivamente tecnocrática que se enfrentaba a la
lógica de los campesinos, que era una lógica asentada en la experiencia
empírica, la aversión al riesgo y la estructura doméstica/familiar de sus
explotaciones. Prueba de ello es que la Operación no contempló la dimensión agropastoril de los sistemas de producción marroquíes, ni tampoco evaluó en su justa medida los recelos tradicionales de los agricultores ante las intervenciones administrativas, ya fueran del Majzen, del
Protectorado o del nuevo Estado 6. Además, la superficie de cultivo fijada por la Operación planteaba problemas a la hora de restablecer los límites de las parcelas después del paso del tractor, generando la desconf anza de los campesinos hacia el Comité encargado de decidir a ese
respecto, desconfianza justificada por la existencia de casos de campesinos que se habían sentido engañados por algunos comités. El hecho de
que los campesinos tuvieran que asumir los gastos de la Operación también les inquietó, ya que la experiençia les decía que el endeudamiento
solía preceder a la pérdida de las tierras. En definitiva, la ausencia de
una concertación previa con los agricultores hizo que éstos no entendieran los fines de la Operación y que desconfiaran de ella. Su resistencia a
participar provocó la reacción autoritaria de las autoridades locales, lo
que hizo que la Operación se volviera impopular.
La Operación Labranza constituyó un intento de modernización sin
que se cuestionasen las estructuras agrarias existentes. A1 contrario, pretendía incluso superarlas mediante la desaparición formal y artificial
-visto que era limitada en el tiempo- de los lín^tes de la propiedad
(El Khyari, 1987). La aportación simbólica de la Operación radicaba en
el hecho de mostrar que el tractor y las técnicas modernas de cultivo ya
no eran dominio reservado del colono francés, al tiempo que se presentaba como un proyecto propio, nacional, de modernización capitalista de
la agricultt^ra marroquí.
A pesar del fracaso de la Operación Labranza, otras actuaciones ratificaron posteriormente una filosofia semejante, como las que gt ^aron las
Operaciones Abonos o Trigo Blando, que perseguían los mismos objetivos que aquélla, es decir, mejorar el nivel de vida de los campesinos me6 Sobre la relación histórica entre campesinos y Estado, véase Pascon (1980: 13-27) y la
Tesis Doctoral de A. EI Quortobi (1987): Etat et paysannerie au Maroc, Universidad de
París V-Sciences Humaines-Sorbonne, París.
77
diante un incremento de la producción gracias a la difusión de técnicas
modernas y a los servicios de asesoramiento a los agricultores. Estos
rasgos tecnocráticos, considerados como capaces de provocar y maximizar un "choque psicológico" entre los campesinos, reproducían una
constante en el contenido de las intervenciones en la agricultura marroquí que se remonta incluso a la época del Protectorado (Swearingen,
1988). El fracaso de la Operación Labranza y de otras similares daría argumentos en el seno de la administración agraria a la tesis de que la
mentalidad arcaica de los campesinos era el principal obstáculo para una
modemización de la agricultura y a la tesis, apoyada por las élites agrarias modemas, de que el desan-ollo del sector agrario pasaba por movilizar lo^ recursos hídricos para así limitar las consecuencias adversas de
los factores climáticos. La Operación Labranza seria, de hecho, la única.
política^que daba prioridad a la agricultura de secano en detrimento de la
de regadío.
1.2.
La Oficina Nacional de Régadío (ONn
Ante los obstáculos que encontró la Operación Labranza, el gobierno
del socialista Ibrahim (diciembre de 1958-mayo de 1960), líder del ala
izquierda del Istiqlal, que pretendía llevar a cabo un programa de reformas estructurales, introdujo cambios en la forma de concebir los problemas de la agricultura y apostó por la reforma agraria'. De acuerdo con
el principio de ruptura con la antigua metrópoli y con el desan ollista de
desan ollo autocentrado liderado por el Estado, la planificación debía ser
el instrumento donde plasmar la voluntad política y la vía para propiciar
el encuadramiento técnico del aparato estatal. En el Plan 1960-64, entonces en preparación, el gobierno Ibrahim decidió concentrar los esfuerzos públicos en la agricultura de regadío. Se trataba de rentabilizar
las inversiones hidráulicas existentes mediante el equipamiento de las
superficies afectadas por la transformación. La puesta en riego de las zonas regables debía ir acompañada de una refonma agraria que afectara a
la gran propiedad, ya que contemplaba (Brunet, 1972; Swearingen,
1988: 154), de un lado, fijar límites a la superficie de las nuevas parcelas
constituidas en el marco, de la transformación en regadío, y, de otro,
' Sobre la definición de la reforma económica y social, véase el artículo de N. El Aoufi
(1999).
78
adoptar diversas medidas de expropiación en las zonas regables (como
la de expropiar parte de las superficies de los grandes terratenientes
como contrapartida de su puesta en riego con recursos públicos, la de
expropiar las explotaciones no cultivadas y la de expropiar las tierras del
sector colonial).
Estas nuevas orientaciones de la política agraria, que cuestionaban la
libertad de la propiedad fundiaria, suscitaron la oposición de los terratenientes y del aparato del Istiqlal, e incluso del propio Rey. Dicha oposición contribuirá a la destitución del gobierno Ibrahim. En el gobierno siguiente, dirigido por el propio Mohamed V, la cartera de Agricultura fue
asumida por el Príncipe Moulay Hassan, que ordenaría el abandono del
Plan 1960-64 elaborado por el gobierno Ibrahim y la IJNFP. Como lo señala Swearingen (1988: 155), tras el acceso de Hassan II al trono en febrero de 1961, un nuevo texto del Plan fue publicado en el mes de noviembre de ese año, en el que el anterior proyectó de reforma agraria
quedaba convertido en una reforma inofensiva para los grandes propietarios, al tiempo que creaba una comisión para preparar el dossier legislativo conocido con el nombre de "Reforma Agrícola".
1.2.1.
Objerivos e instrumentos
Las resistencias ante el proyecto de reforma agraria de la LJNFP no
impidieron que parte de sus objetivos se plasmasen en la creación de la
Oficina Nacional de Regadío (ONi) en septiembre de 1960 (Brunet,
1972: 249-267). La ONI poseía amplios poderes, encargándose de todo
lo relacionado con la puesta en riego, incluyendo la reforma de las estructuras fundiarias, la dotación de semillas, fertilizantes y pesticidas a
los campesinos y la ayuda técnica mediante el asesoramiento de sus
agentes en los ya citados Centres de Travaux Agricoles (CTA), convertidos ahora en Centres de Mise en Yaleur Agricole (CMVA). Además, la
ONI se proponía impulsar la orgañización en cooperativas de los campesinos beneficiarios del regadío.
El principal objetivo de la ONI era el equipamiento de las parcelas
de regadío ya afectadas por la transformación 8, introduciendo cultivos
industriales (algodón, remolacha azucarera,...) para satisfacer la demanda interna de productos transformados (azúcar, textil,...) y promoviendo
$ Cinco gandes perímetros de regadíos existían en las regiones siguientes: Abda-Dukkala,
Garb, Háuz, Tadla y Triffa.
79
los cultivos forrajeros para contribuir al desarrollo de la producción lechera. Estos objetivos se enmarcaban dentro de la estrategia de autosuficiencia alimentaria y de sustitución de importaciones dominante en
aquella época. La ONI consideraba que la definición de un programa racional e integrado de cultivos fomentaría un aumento de la producción,
aumento que, debido a su mayor remuneración en el mercado, permitiría
incrementar el nivel de vida de los agricultores. Esta opción excluía, por
un extremo, a las grandes explotaciones y, por otro, a las micropropiedades, y sólo afectaba a las explotaciones de mediano tamaño, cuya superficie permitía alcanzar un máximo de eficiencia al poder cumplir la disciplina impuesta por el programa de cultivos. Así, para asegurar el éxito,
la lógica de la operación debía haber conducido al Estado a adoptar medidas de redistribución fundiaria que hubieran consolidado este tipo de
explotaciones medianas y a aplicar incentivos para favorecer la constitución de cooperativa^ (Benhadi,1976). Finalmente, la adhesión de esta
clase de agricultores medianos al proyecto era fundamental, por lo que
el Estado propuso compartir el riesgo con ellos mediante el establecimiento de contratos de cultivos y la autorización a aumentar la superficie cultivada en las tierras que alcanzasen sin desfases temporales los
objetivos de producción fijados en el plan de puesta en riego (ibidem:
279).
Ante el proyecto de la ONI, se movilizó de nuevo la oposición que
había contribuido a la caída del gobierno Ibrahim en mayo de 1960. Fruto de esa presión, el nuevo dossier legislativo de la Reforma Agrícola,
presentado en 1963, no fue aprobado por el Gobiemo, y, e17 de mayo de
1965, la ONI fue disuelta por motivos políticos, en vísperas del estado
de excepción decretado por el Rey, y económicos, tras el informe del
Banco Inter-Regional de Desarrollo (BIRD) que aconsejaba su sustitución por un nuevo organismo, el futuro Office National de Mise en Valeur Agricole (ONMVA).
1.2.2.
Límites y logros
Desde una perspectiva histórica, el balance del proyecto ONI es ambivalente, en el sentido de que, si lo comparamos con la política posterior ( la llamada gran hidráulica), no fue un proyecto con resultados espectaculares en términos de obras públicas (Benhadi, 1976), pero sí tuvo
efectos significativos en el transcurso de su corta vida, como el equipamiento de 40.000 hectáreas para intensificar la producción ^ue se aña80
dían a las 95.000 ya equipadas de las 185.000 hectáreas afectadas en
1958. Proporcionó asimismo una impresionante cantidad de estudios e
informes, que continuaron siendo utilizados años más tarde. También
promovió la introducción de nuevos cultivos, la integración agroindustrial, la creación de una red hidráulica y el establecimiento de un sistema
de contratos de cultivos que perduraron en los decenios posteriores.
La introducción de nuevos cultivos planteada por el ONI requería un
plan de formación de los medianos y pequeños agricultores para que asimilaran el progreso técnico y la nueva lógica de organización, al tiempo
que la decisión, implícita en la política del ONI, de privilegiar a los pequeños agricultores y de acompañar sus acciones con la promoción de
una amplia participación de este colectivo, iba a tener como consecuencia la oposición creciente de los notables 9. En vísperas de los comicios
de 1963, se multiplicaron las denuncias de una movilización de los pequeños agricultores en nombre de la Reforma Agraria por parte del personal de la ONI. El temor ante las consecuencias socio-políticas que tales proyectos de política agraria implicaban y que afectaban a temas
como la integración nacional, el control social o la gestión del coste de
la mano de obra, llevaría a que el área de la política agraria cayera cada
vez más bajo la tutela del Ministerio del Interior. Un ejemplo vale como
muestra: el principal escollo al que se enfrentaban los distintos proyectos radicaba en el papel atribuido al campesinado, ya que su movilización era percibida por los defensores del orden social vigente como una
fuente de conflicto que asimilaban a la siba (disidencia tradicional de las
zonas rurales).
El abandono del proyecto ONI y, en particular, el hecho de no haber
logrado llevar a cabo las medidas de reforma fundiaria previstas, ponían
de manifiesto de nuevo la realidad de las relaciones de fuerza en el
campo marroquí y la consolidación de la alianza entre el Trono y los
notables rurales (Leveau, 1976: 63; Benhadi, 1976: 280; Pascon, 1980:
268-272). Dicha alianza se fundamentaba en el conservadurismo y quedó reflejada en una serie de medidas que favorecían los intereses de dicho grupo, como la supresión del impuesto Tertib y su sustitución por un
impuesto agrícola (1961), la puesta en marcha de la Promoción Nacional
9 Véase Pascon (1980: 268-270), quien señala que "en el ONI (.. ..), en tomo a Mohamed
Tahiri, habíamos creado también un grupo de reflexión sobre la reFonna agraria. (...) para
encontrar nuevas vías. En 1962-1963 el fin del gran período del ONl, fue a causa de este
problema".
81
(1961) para mantener en el campo una mano de obra subempleada durante largas épocas del año, y la recuperación de las tierras de colonización pertenecientes al Estado como compensación ante el proceso de
venta de las tierras de colonización privada que se realizaba en contra de
las leyes instituidas en 1963 10. De ahora en adelante, las soluciones técnicas serían privilegiadas por su supuesta "neutralidad" política e ideoló^ ica (Akesbi y Guerraoui, 1991). La política de recuperación del control del aparato estatal por parte de la tecnoburocracia afin al Majzen
permitiría confiarle una doble función, que interferirá con los objetivos
económicos de inserción de la agricultura en la economía nacional a través de, y para reforzar, su integración en la economía internacional: la
primera función era de legitimación política, y la segunda de control
social.
La subordinación de la gestión de estas funciones a los principios del
desarrollo económico hubiera significado una reconversión de la lógica
tradicional del Majzen, siempre desconfiado ante las tribus y obsesionado por la presión étnica (estrés étnico, según expresión del geógrafo
M. Naciri, 1999). Esto se puso de manifiesto en el caso de los proyectos
preparados por la FAO que afectaban al río Sebou, ya que para no llevar
la siba (la disidencia) a las puertas de Rabat, se descartó cualquier medida que pudiera afectar el control social de los notables y, por lo tanto, la
formación de su renta, esto es, las medidas de concentración parcelaria y
de movilización colectiva de los campesinos. Se nombró una comisión
real, creada para respetar el marco del proyecto de la FAO y así poder
beneficiarse de la financiación internacional, pero reformándolo en el
sentido de mantener las estructuras agrarias y, por lo tanto, consolidar la
vieja estratificación social dentro de una agricultura modernizada. En
este sentido, la Monarquía no adoptaba decisiones abruptas y definitivas
que pudieran cuestionar su principal apoyo político, sino que buscaba
soluciones a corto plazo que mantuvieran los proyectos de desarrollo
agrario, pero vaciándolos de cualquier veleidad de reforma estructural
(Leveau, 1976). Por lo tanto, como sugiere Bouderbala (1977: 211), es
el examen de los grupos sociales, con sus luchas y confrontación de intereses, con sus fuerzas respectivas y su capacidad en expresarlas y traducirlas en el plano político, el que permite interpretar el proceso de for10 Aquel año, se amnistió a los "traidores", es decir, a los gandes caídes y otros latifundistas que durante el proceso de lucha por la independencia habían apoyado la destitución de
Mohamed V en 1953.
82
mación de la política agraria, en particular, y de cualquier política
pública, en general. En definitiva, mientras que los debates ideológicos
^ y tecnocráticos se centraban en las opciones a privilegiar y, en concreto,
en las cue^ tiones de la liquidación del sector colonial y la reforma fundiaria, varios procesos de recomposición social, económica y política estaban en curso, procesos que fomentarían la asunción de poder por parte
de nuevos actores que sabrían conectarse con los centros de decisión
para reforzar y hacer valer sus intereses (Naciri, 1999).
Iniciados ya en 1956, estos procesos reunían los intereses afectados
por la consolidación de la propiedad fundiaria y del control social en el
campo y se plasmaron en varios hechos. En primer lugar, en la formación de una alianza con los notables locales, estableciéndose progresivamente mecanismos institucionales para su incorporación en la
administración territorial (reactivación de la figura de los shiuj y los
moqaddemin), y, dentro de las instancias de representación de la población rural y agraria (comuna rural, cámaras agrarias,...), estableciendo
relaciones privilegiadas con las distintas administraciones que intervenían a nivel local en la agricultura o el mundo rural (los ya citados centros CMV y CTA y los gobernadores). En segundo lugar, en la emergencia de intereses corporativos por parte de grandes productores herederos
del modelo de agricultura colonial, es decir, vinculados a los sectores de
producción para la exportación, que se vertebrarían bajo formas asociativas para defender sus intereses en el plano nacional y así influir en las
orientaciones de la política agraria. En tercer lugar, en el hecho de que
miembros del nuevo Majzen (militares, grandes empresarios y hombres
de negocios y tecnoburocracia) aprovecharían sus posiciones dentro de
la nueva configuración política y administrativa para comprar tierras a
los colonos en contra de las disposiciones legales ".
Por lo tanto, akededor del año 1965, se puede decir que, además de
la lógica de acumulación fundiaria, otros dos tipos de lógicas dominaban, a saber: una, de control territorial asentada en el aparato administrativo, que integraba a los notables; y otra, de desanollo productivo de
tipo capitalista, que favorecía la reproducción del modelo especializado
de agricultura heredado de la época del Protectorado. En ambos casos, la
Monarquía se convertiría en referencia legítima al asumir e imponer, de
una parte, la dirección de las grandes orientaciones de la politica agraria
" Sobre la erosión del sector colonial, ver Pascon (1977), EI Khyari (1987) y Swearingen
(1988).
83
que el aparato infraestructural del Estado estaba encargado de llevar a
cabo, y de otra, el arbitraje cuando surgían contradicciones entre los
distintos actores que intervenían en el sector, ya fuesen públicos, ya privados.
2.
LAS GRANDES TRANSFORMACIONES HIDRÁULICAS
El establecimiento del estado de excepción en 1965 fue una respuesta autoritaria al deterioro de la situación económica, política y social del
país. Previamente, un año antes, el FMI había acudido en ayuda del gobierno marroquí concediendo un préstamo de 1,3 millones de dólares a
cambio de que éste preparara un plan de estabilización asesorado por el
BIRD (Plan 1964-1967) (El-Malki, 1989: 18). El Plan establecía que, de
acuerdo con las ventajas comparativas de Marruecos, el Gobierno debía
modernizar la agricultura y aumentar la rentabilidad de las inversiones
en el sector agrario1z. La escasez de recursos hizo que los esfuerzos del
Gobierno se concentraran en las zonas de regadío y que se optara por lo
que se llamaría la política de "la gran hidráulica" (o de grandes presas).
El segundo Plan (1968-1973) consolidó el cambio de orientación de
la política económica marroquí, dedicando una parte importante de las
inversiones a los grandes proyectos de transformación en regadío y, en
particular, a los destinados a la implantación de cultivos con un alto valor añadido, por ir orientados al mercado exterior o bien a la transformación industrial.
El tercer Plan (1973-1978) ratificó esta opción en un contexto marcado por la dificil situación política por la que pasaba el país. La alineación con las recetas liberales preconizadas por el BIlZD permitió al Gobierno marroquí acceder a fuentes extemas para fmanciar las grandes
inversiones públicas, acceso que no se vería afectado ni por el desfase
entre la realidad y el discurso oficial, ni tampoco por el incumplimiento
de las recomendaciones emitidas desde el Banco. En definitiva, los imperativos políticos mediatizarían la política agraria, si bien la mera for1z Para profundizar en la cuestión de la naturaleza de la planificación agraria marroquí
pueden consultar el capítulo segundo de la tesis doctorál de A. ]. Martín Castellanos
(1994): Las estrategias de desarrollo agrario en el Magreb central, Universidad de Granada, Facultad de Filosofia y Letras, Departamento de Estudios Semíticos, Granada. Para
una visión crítica de la planificación en Marruecos, véase H. El-Malki (1989: 191-198).
84
mulación de la política de regadío tuvo un importante efecto moviliza. dor, ya que las oportunidades de enriquecimiento que prometía eran
sólidos argumentos para presentarse como altemativa a una reforma
agraria cuya amenaza no había desaparecido del todo para los grandes
propietarios fundiarios.
2.1.
Objetivos de la politica hidráulica
Debido a las limitaciones climáticas de Marruecos, la política de regadío era una opción fundamental para la intensificación y estabilización de la producción agraria. El carácter limitado de los recursos hidráulicos del país, la magnitud del coste de su movilización y la filosofia
tecnocrática imperante llevaron a formular una política hidráulica basada en la construcción de grandes embalses que regaran grandes superficies, en detrimento de pequeños proyectos de transformación en regadío
a escala más pequeña, que, sin embargo, podían afectar a una parte mayor del territorio y beneficiar a un mayor níunero de agricultores.
La gran dimensión de las estructuras fundiarias afectadas por los
grandes proyectos hidráulicos, así como la complejidad de los equipamientos elegidos y la debilidad de las capacidades técnicas y fmancieras
de los agricultores, llevaron al Estado a adoptar una política intervencionista encargada de realizar el conjunto de las operaciones de equipamiento y de planificación hídrica, incluyendo la construcción de las redes secundarias y las de puesta en riego de las explotaciones. Para ello,
el Estado aseguró la fmanciación de la totalidad de las inversiones y el
60% del coste de realización, planificó la producción y programó la rotación de cultivos mediante un sistema integrado.
La intervención de la Administración agrícola en todas las fases del
proceso de producción en las parcelas de regadío convertía a los funcionarios en nuevos mediadores entre el Estado y el sector agrario, al tiempo que integraba a los agricultores en un dispositivo de control administrativo eficiente y despótico, que les hacía perder autonomía y los
transformaba en una especie de personal subcontratado por la propia
Administración. Ciertos analistas (Couleau, 1967; Pascon, 1980) han
visto en esto un proceso de proletarización del campesinado, proceso
que, en la mentalidad tecnocrática de los funcionarios estatales, permitía
superar el freno a la modemización representado por las resistencias de
los campesinos a la innovación.
85
2.2.
EI marco institucional de la politica hidráulica
Siguiendo las recomendaciones de descentralización del BIRD, el
ONMVA, organismo encargado de los proyectos hidráulicos (que, como
se recordará, había sustituido al ONI), se dividió en 1966 en varios organismos regionales denominados O^ces Régionaux de Mise en Yaleur
Agricole (ORMVA) (primero en siete ORMVA y más tarde en nueve "),
que coincidían con las grandes zonas de regadío de Marruecos. Los
ORMVA eran organismos públicos con personalidad jurídica propia y
autonomía fmanciera. Si bien estaban bajo la tutela del Ministerio de
Agricultura, se debe tener en cuenta que, en el nivel local, se encontraban bajo la autoridad del Gobemador de la correspondiente provincia, es
decir, del Ministerio de Interior. A partir de 1969, estos organismos serían los encargados de llevar a cabo los objetivos establecidos por el Código de Inversiones Agrarias (CIA) y de establecer los programas de
cultivo en las tierras regables.
En el nivel local, estos organismos regionales disponían de la red
formada por los Centres de Mise en Yaleur Agricole (CMVA). Su intervención abarcaba todo el proceso productivo, subordinando así la capacidad de decisión del agricultor: previsión de las necesidades en semillas, preparación y seguimiento de las campañas agrícolas, control de los
planes de rotación de cultivos, establecimiento de contratos de cultivo,
distribución y cobro del agua, divulgación y difusión de nuevas técnicas.
En la^ zonas de secano, los ya citados Centres de Travata Agricoles
(CTA) se encargaban de proporcionar servicios de proximidad a los
agricultores y desarrollar actividades de divulgación. Por ello, a este alto
grado de control e intervención administrativa se le denominaba con el
término encuadramiento de los agricultores.
Además de esta red de instituciones desconcentradas de la Administración agraria que se extendía por todo el territorio, el Estado creó una
serie de empresas públicas especializadas, con el objetivo de desarrollar
el uso de ciertos factores de producción y fomentar ciertas producciones destinadas a la transformación agroalimentaria o al mercado exterior (Guerraoui, 1985), a saber: la Sociedad Marroquí de Fertilizantes (FERTIMA) (1974), la Sociedad Nacional de Comercialización de
Semillas (SONACOS) (1974), la Compaíiía Marroquí de Gestión de
13 Tadla, Dukkala, Gazb, Haúz, Muluya, Uanazat, Tafilalet, Sus-Masa y Lukus.
86
Explotaciones Agrícolas (COMAGRI) (en el sector ganadero) ( 1963), la
Sociedad Nacional de Desarrollo de la Ganadería (SNDE) (1974),
la Compañía Marroquí de Comercialización de Productos Agrícolas
(COMAPRA) (1962) (en los sectores del algodón y el girasol) y la Oficina Nacional Interprofesional de Cereales y Legtuninosas (ONICL)
(1973) (para comercializar cereales y leguminosas) ".
El protagonismo del Estado se asentaba no solamente en su fuerza
como poder público, sino támbién en el hecho de actuar como productor
mediante la gestión de tierras públicas administradas por dos grandes sociedades con participación estatal: la Sociedad de Desarrollo Agrícola
(SODEA)15, para las tierras dedicadas a la arboricultura, y la Sociedad
de Gestión de Tierras Agrícolas (SOGETA) 16, para las demás. La nacionalización del comercio exterior en 1966 hizo que la Oficina de Comercio Exterior (OCE) detentase el monopolio de las exportaciones de productos agrarios y sus derivados (cítricos, productos tempranos, vinos,
conservas vegetales,...), lo que correspondía a140% de las exportaciones
marroquíes. Además, la OCE intervenía en todas las etapas del proceso,
desde la producción hasta el transporte y la comercialización, participando de forma activa en la adecuación de la producción marroquí a la
demanda exterior (ibidem).
Así, al convertirse en uno de los principales productores agrarios,
monopolizando los instrumentos de financiación y de estructuras y
concentrando los poderes del aparato estatal (jurídico y policía), el
Estado lo gestionaba todo. La reducción de la autonomía de los pequeños beneficiarios hizo que, de ahora en adelante, el Estado fuese percibido por la población agraria como el responsable del futuro del sector
(Pascon, 1980: 19). Mientras tanto, los grandes agricultores supieron
eludir las imposiciones de la Administración pública al tiempo que
aprovechar los instrumentos técnicos y financieros que contemplaba la
política agraria.
14 La ONICL sustituyó a la Oficina Cherifiana Interprofesionsl de Cereales (OCIC)
(1948), que había sustituido a la Oficina Cherifiana Interprofesional del Trigo (OCIB),
creada en 1937 para organizar el mercado de cereales.
15 Creada el 10 de octubre de 1972 tras el segundo golpe de Estado, controlaba unas
70.000 has dedicadas a la arboricultura y, en particulaz, a los cítricos.
16 Creada el 22 de agosto de 1973, se dedicaba a la producción de semillas de cereales,
cultivos hortícolas, girasol y arroz
87
2.3.
Los instrumentos financieros de la política hidráulica
Tal como se ha señalado, la política de regadío fue el gran eje de la
modernización agraria marroquí. Sus realizaciones, que siguieron un ritmo medio de un embalse por año desde 1967, cambiaron el paisaje agrario de Marruecos (Akesbi, 1997). La mayor parte de las inversiones del
Ministerio de Agricultura fue destinada a los proyectos hidráulicos, con
una media del 60% de los recursos financieros y con un predominio de
las grandes transformaciones regables, que concentraron entre el 60 y el
70% de esas inversiones hasta los años ochenta, fecha en la que las restricciones presupuestarias harían que este tipo de inversiones cayera hasta el 40%.
Los instnumentos financieros que vinieron acompañando dicha política fuerón de tres tipos: uno (el Código de Inversiones Agrarias), basado en la concesión de ayudas estructurales para incentivar la acción de
los agricultores; otro, basado en la reforma de la fiscalidad; y, un tercero,
concretado en una política de sostenimiento de los precios agrícolas y de
apoyo a la comercialización.
2.3.1.
El Código de Inversiones Agrarias
El Código de Inversiones Agrarias (CIA) promulgado en 1969 tenía
como principal objetivo que los agricultores modernizaran sus explotaciones para así acompañar la acción del Estado en las zonas de regadío ". El Estado se comprometía a conceder subvenciones, primas, créditos y asistencia técnica, y, en el caso de los cultivos integrados, les garantizaba la comercialización a unas condiciones preestablecidas. Además, el coste del agua soportado por los agricultores que se beneficiaban
de la puesta en riego, fue reducido al mínimo18.
La contrapartida de esta política proteccionista radicaba en la obligatoriedad del cultivo de las tien'as, que los agricultores beneficiarios del
riego debían Ilevar a cabo mediante el cumplimiento de unas normas de
explotación y una serie de programaciones de cultivos definidas por los
" Las medidas relativas a otras zonas, como las de secano y pastizales, no serían aplicadas
o tendrían un impacto mazginal.
18 Los perímetros de las regiones del Tafilalet y de Uarrazat se beneficiazon de una exoneración del pago, mientras que en otras zonas el pago se elevaba a 1.500 Dh/ha, lo que representaba el 15% del coste de los equipamientos. A partir de los años ochenta, las tarifas
del agua se verán afectada por una actualización más frecuente (Akesbi, 1997).
88
poderes públicos. La parte del CIA relativa a las subvenciones pretendía
fomentar la adquisición de distintos instrumentos de modernización
agrícola y equipamiento rural, como fertilizantes, maquinaria, almacenes, edificios para la cría de ganado, nuevas variedades de cultivos (frutales, olivar y palmeras) o razas ganaderas genéticamente mejoradas.
Algunas disposiciones incluidas en el CIA fueron modificadas a lo largo
de los años, en la línea de introducir nuevos productos y tener una orientación más liberal, al tiempo que más generosa. Tanto en el acceso a las
subvenciones como al crédito, el CIA daba preferencia a la agricultura
de grupo en detrimento de la formas individuales. El objetivo era el fomento de las agrupaciones y cooperativas de servicios como formas supuestamente favorables a los pequeños productores para un mejor aprovechamiento de las economías de escala. Para El Khyari ( 1987: 326), la
preferencia por las grandes zonas de riego y la agricultura de grupo ponía de manifiesto que el objetivo del CIA era modemizar la producción,
pero sin modificar la estructura de la propiedad.
La Caja Nacional de Crédito Agrario (CNCA) llevó a cabo una política de crédito en armonía con las grandes opciones de la política agraria. Su misión era ambiciosa, ya que perseguía la movilización del ahorro rural y la financiación de los proyectos de intensificación de la
producción y de modernización de las explotaciones agrarias. En realidad, estos objetivos no se cumplieron. En primer lugar, la movilización
del ahorro fue un fracaso, que llevó a la CNCA a una política de endeudamiento ante los organismos fmancieros internacionales como el Banco Mundial. En segundo lugar, las condiciones de acceso al crédito fueron muy selectivas, no sirviendo siempre a los fines modemizadores que
se podían esperar de esta institución; los principales beneficiarios del
crédito agrario fueron los grandes y medianos agricultores del Marruecos `titil", y para muchos pequeños agricultores el crédito agrario no fue
un instrumento de modemización, sino un medio para poder cerrar positivamente el ciclo productivo19.
" El análisis de los datos de 1973 a 1985 efectuado por Akesbi y Guerraoui (1991: 46-53)
muestra que el crédito agrario acabó convirtiéndose en un privilegio: sólo 1.500.000 agricultores eran potenciales beneficiarios, descartándose así a 420.000 que no cumplían los
requisitos mínimos de acceso. Además, entre los agricultores potencialmente beneficiarios, sólo 425.000 se beneficiaron efectivamente: 11,4% con una renta de 50 a 1.600 Dh
por año; 82% con renta de 1.600 a 6.000 Dh; 6,6% con más de 6.000 Dh.
89
2.3.2.
La reforma de la fiscalidad agraria
Desde la supresión del Tertib* en 1961, la fiscalidad agraria sólo
afectaba a una minoría de agricultores (el 10% de las explotaciones) que
tributaban sobre una renta estimada y no actualizada desde entonces,
siendo exonerados durante las épocas de sequía (Berrada y Said Saadi,
1992). Durante dos decenios, dicha minoría consiguió bloquear cualquier intento de incrementar su contribución. En 1984, el Rey decidió
exonerar las rentas agrarias hasta el año 2000, ratificando así su alianza
con esa minoría de agricultores y bloqueando cualquier reforma tendente a aumentar los ingresos fiscales 20.
La contribución fiscal de la agricultura tampoco se llevó a cabo mediante los impuestos indirectos, ya que, según Akesbi (1997), existía la
misma voluntad de reducir la carga fiscal de los agricultores en las producciones intensivas o destinadas a la exportación, con el objetivo de
presionar los precios a la baja y así mantener unos precios bajos, beneficiosos para el consumo y las ventas en el exterior. En esa línea, los agricultores estaban exonerados del NA e incluso de tasas y derechos de importación en los principales insumos, así como en la compra y venta de
ganado, en la compra de maquinaria y en la venta de productos frescos;
las producciones destinadas a la exportación no estaban sometidas a ninguna tasa a la exportación. A partir de 1980, ciertas medidas fiscales serán establecidas para fomentar la concentración parcelaria y luchar contra la atomización de las explotaciones.
2.3.3.
La política de precios agrícolas y de comercialización
La política de precios obedecía a dos tipos de exigencias: en primer
lugar, proporcionar precios remuneradores a los agricultores para mantener su nivel de renta y fomentar un tipo u otro de producciones de acuerdo con las opciones elegidas; y, en segundo lu ^ar, mantener la presión a
la baja de los precios pagados a la producción, ya que repercutían en los
precios al consumo, tanto de los productos frescos como de los productos trasformados por la industria agroalimentaria, y afectaban la competitividad de las producciones destinadas a los mercados externos. Por lo
tanto, la conjunción de unos precios remuneradores para los agricultores
20 EI 3l de diciembre de 1992, la exoneración fiscal del sector agrario fue prorrogada por
el Rey Hassan II hasta el año 2020.
90
y el mantenimiento de la presión a la baja de los precios de la producción, exigían incrementar la productividad. Para ello, los poderes públicos reglamentaron los precios de los productos básicos considerados
como estratégicos y destinados a satisfacer la demanda interna (cereales,
leche, remolacha, algodón y girasol), mientras que incrementaron las
subvenciones públicas para atenuar sus efectos sobre los precios al consumo mediante mecanismos de compensación. Como ya se ha señalado,
la política comercial externa fue organizada desde 1966 hasta 1986 por
la OCE (Oficina de Comercio Exterior), mientras que, a nivel interno, la
comercialización de la producción se caracterizó, de un lado, por la iniciativa de los poderes públicos, que se encargaban dentro del marco de
las zonas de regadío de integrar a los distintos segmentos de la cadena
agroalimentaria ^liére) (productores, ORMVA y unidades de transformación de la producción), y, de otro, por la presencia de la iniciativa privada, caracterizándose estos sectores por su desorganización y la existencia de una multitud de intermediarios.
A partir de los años setenta, el objetivo del Banco Mundial de luchar
contra la pobreza significó un interés renovado por las zonas de secano
en las que se ubica la mayor parte de la población rural, esto es, donde
residen los pobres en Marruecos. Aunque la política de regadío siguió
concentrando el esfuerzo financiero de la política agraria, se prestó una
mayor atención a la creación de empleos y al desarrollo rural.
2.4.
Los proyectos de compensación para los sectores
de secano y pastizales
A partir de 1975, los poderes públicos intentaron compensar la desatención de las zonas de agricultura de secano con la fmalidad de corregir
el dualismo al que tendía el sector agrario marroquí. Ello se tradujo en la
puesta en marcha de una primera generación de Proyectos de Desarrollo
Integrado (PDI), impulsados todos ellos por el BIRD 21 (Akesbi y Gue21 EI B[RD Ilevaba varios años insistiendo en la necesidad de reorientar las prioridades
hacia el sector de secano, debido a su elevado impacto sobre el empleo y a su menor coste.
Además, la identificación del crecimiento de la pobreza nrral con el riesgo de inestabilidad
política, Ilevaba al BIRD a poner el énfasis en el desarrollo rural. Se trataba de dos generaciones de proyectos impulsados por el BIRD, que concemían, en una primera fase, a las
zonas bur favorables (tierras de secano de más de 400 mm de lluvia), y, en una segunda fase, a las zonas bur no favorables (Fez-Karia-Tissa; Ulmes-Rumani; El Hayeb;
91
rraoui, 1991: 128-129). La particularidad de estos proyectos radicaba en
el hecho de que partían de la idea de que los agricultores se hicieran cargo de los diversos elementos que requería la gestión de sus explotaciones, promoviendo la agricultura de grupo.
Aunque con menor intensidad, era un modelo de encuadramiento similaz al aplicado en las zonas de regadío y basado en una misma filosofia intervencionista (MAEE: 1998). En efecto, las acciones se fundamentaban en un paquete tecnológico preestablecido, que se superponía a
los sistemas de producción local y a las formas locales de vertebración,
no teniendo en cuenta las demandas propias de los agricultores. A1 igual
que en los proyectos de regadío, en los de las zonas de secano tampoco
los resultados se correspondieron con el volumen de inversiones prometidas. EI Programa de Ajuste Estructural (PAE) pondrá fin a estas experiencias.
Otras zonas fundamentales paza la agricultura marroquí y que fueron
desatendidas por la Administración agraria en el período que estamos
considerando, eran las zonas de pastos para el ganado trashumante. La
relevancia de estas zonas radicaba en el hecho de que representaban, de
una parte, un tetTitorio amplio y diversificado que abazcaba en torno a
20 millones de hectáreas (sin contar los bosques), situadas en zonas semiáridas y áridas 22, y, de otra parte, en que era un sector, el ganadero,
que cumplía un papel socioeconómico de primer orden debido a la importancia del sistema agropastoril dentro de la estructura productiva de
la agricultura campesina o familiar en Marruecos.
Para incrementar la producción de carne roja, además de la opción limitada y controvertida del ranching, se creazon desde 1969 unos perímetros de mejora pastoral. Las intervenciones públicas en estas zonas se
enfrentazon a numerosas cuestiones de tipo juridico, organizacional y
técnico, cuya complejidad aumentaba por las dificultades planteadas en
la gestión de las tierras colectivas y por los factores étnicos, aspectos,
estos últimos, que fueron sometidos a la vigilancia de la Dirección de
Asuntos Rurales del Ministerio del Interior. Ello hizo que la aplicación y
Abda-Ahmar; Settat y Had Kurt-Uezzan). Dichos proyectos abarcaban casi un millón de
hectáreas de SAU dedicadas principalmente al cultivo de cereales y en donde el ganado
extensivo contribuía de forma relevante a la economía de las explotaciones tradicionales.
^ Las zonas de pastizales eran: Mesetas del Oriental y valle de la Muluya, Medio Atlas,
Tánger, Yibilet, Boruy-Rhamna y Haúz, Alto Atlas, Mamora-Zaer, Zona Atlántica, Zona
presahariana y Sahara.
92
puesta en marcha de estos proyectos fuesen mucho más lentas que en
otros sectores, ya que para ser efectiva no podían olvidarse las negociaciones con las poblaciones (Ferdawcy y Tozy, 1992). A principios de los
años ochenta, se empezó a tomar con mayor consideración los factores
sociales y la complementariedad entre las zonas de pastos de trashumancia y las zonas de cultivos, como ocurrió en los proyectos de las regiones
del Oriental y de Uarzazat (Ferdawcy y Lomri, 2000).
Otra generación de Proyectos de Desarrollo Integrado (PDI) en zonas desfavorecidas de secano en los valles del Draa y del Ziz marcaría el
inicio de una evolución más acorde con la filosofia del desarrollo rural,
esto es, intentando respetar la organización social de los agricultores y
sus técnicas tradicionales de captación y movilización del agua, y fomentando su participación. No obstante, el desarrollo local basado en la
agricultura siguió mediatizado aún por la intervención de las instancias
desconcentradas de los ministerios de Agricultura y de Interior.
2.5.
Logros y límites de la política hidráulica
El modelo de desarrollo agrario marroquí centrado en las grandes
transformaciones en regadío ha conseguido ciertos logros, en particular
en relación con las producciones de plantas azucareras, leche, hortalizas
tempranas y cítricos, tanto en volumen como en productividad. Sin embargo, los cultivos tradicionales de cereales y leguminosas siguen afectados por la cuestión climática, lo que explica que los resultados positivos realizados por esas producciónes sólo se observen fuera de las zonas
de secano, es decir, fuera de las zonas que concentran este tipo de cultivos. Puede decirse, por tanto, que el modelo de la política hidráulica
puesto en marcha en Marruecos ha mostrado ciertos límites (Akesbi y
Guerraoui, 1991). En primer lugar, la política de construcción de pantanos para regar un millón de hectáreas ha encontrado dos límites que
afectan su rentabilidad, a saber: el coste de funcionamiento de la administración del agua y, de otro, el retraso en el equipamiento de las superficies afectadas. En segundo lugar, el déficit alimentario de Marruecos
ha mantenido su tendencia negativa y, por ende, la dependencia del país
respecto de los mercados exteriores, dependencia que sigue incrementándose tanto en lo relativo a los insumos, como a^la salida de los
productos marroquíes al mercado. En tercer lugar, el modelo dual de
agricultura no ha desaparecido, sino que las disparidades se han incre93
mentado tanto dentro de la estructura de la propiedad agraria, con una
tendencia a la proletarización del campesinado y a la concentración de la
gran propiedad, como entre la relativa prosperidad de las zonas de rega=
dío y los déficit de las zonas de secano, a lo que hay que añadir la fuerte
presión demográfica sobre las tierras agrarias. Por último, la acción del
Estado no ha fomentado que los agricultores tomaran el relevo de la política agraria y astunieran mayor protagonismo en su aplicación, como lo
refleja el hecho de que la complementariedad aportada por las inversiones privadas no ha sido efectiva.
Este balance no puede ser completo si no se considera que las opciones de la política agraria alrededor de la gran política hidráulica formaban parte de un proyecto nacional de gran calado para la estabilidad del
régimen y la propia legitimidad del Rey 23. Dicha opción debe ser evaluada en términos altamente políticos, con consecuencias externas e internas z4, como puedé ser su contribución a mantener el apoyo al régimen por los distintos colectivos de agricultores. Por ello, no se debe
olvidar entre los objetivos de esta política la creación de una clase de
medianos y pequeños agricultores al lado del grupo privilegiado de latifundistas y grandes propietarios, unidos todos por una solidaridad de intereses en torno a la defensa de la propiedad de la tierra ante las presiones de los campesinos sin tierras o con explotaciones insuficientemente
dotadas. Así, dicha política proporcionó también la oportunidad para
realizar la modernización de las pequeñas y medianas explotaciones que
se encontraban en las zonas regables. Además de estos colectivos, esta
política permitió que emergiera una nueva clase de agricultores, alejada
del mundo rural y fonnada por profesionales urbarios del sector privado
23 EI rey Hassan II proclamó el 14 de maao de 1974 con ocasión de la inauguración de la
décima presa Ued EI Majazin: "hemos decidido lanzar un desafio al tiempo y a nosotros
mismos y hemos decidido poner en riego un millón de hectáreas" (citado en Benhadi,
1976: 275). Aparte de que estas obras marcaban el paisaje, su carga altamente simbólica y
movilizadora se comprueba en los hechos siguientes: son proyectos lanzados e inaugurados por el Rey; el primer pantano fue el del Tafilalet (Ziz), región de origen de la dinastía
alauí; en 1975, se construyó el pantano "A1 Masira" en referencia a la Marcha Verde.
24 Las implicaciones extemas se plasmaban en el hecho de que la política de los pantanos
permitía tanto conseguir asesoramiento técnico (FAO, Banco Mundial,...) y financiación
extema mediante préstamos (del Banco Mundial, en particular), como formular y consolidar alianzas extemas con diversos países que, dentro del marco de la cooperación bilateral,
contribuían a la financiación de la política de pantanos. Aparte de la presa del "azúcar", las
demás fueron financiadas por los aliados de Martuecos, como los Estados Unidos, Irán,
Kuwait e incluso la Unión Soviética (la presa Mansour Eddahbi).
94
o público, cuyo papel y contribución al desarrollo agrario es dificil de
evaluar. Estos "empresarios del domingo", según la expresión romántica
de Akalay (1987), han sido percibidos, en algunos casos, como innovadores, sobre todo en lo relativo a los métodos de producción (invernaderos, sistemas de riego,...) y la especialización en cultivos altamente rentables (kiwi, plátano,...), mientras que otros insisten en los factores de
disrupción que implican. Una pregunta a hacer sería la de trataz de evaluar en qué medida el modelo encarnado por estos empresarios ha tenido
o no un efecto multiplicador entre los agricultores mediante el fenómeno
del mimetismo, al tiempo que no se debe perder de vista los factores de
disrupción que ha conllevado la entrada de estos empresarios agrarios
ajenos al mundo rural. En todo caso, y más allá de estas cuestiones, se
puede afirmar que la desfiscalización, así como el sistema de incentivos
financieros que acompañaron a la política hidráulica, han sido instrumentos muy atractivos para impulsar esta lógica de acumulación capitalista en la agricultura.
En esta línea no debe olvidarse que los objetivos de la política agraria marroquí coinciden con un modelo de agricultura que privilegia la
agricultura capitalista en torno a la grande y mediana propiedad, que ha
sido la gran beneficiaria de las inversiones y subvenciones públicas. El
número limitado de grandes agricultores en relación a la gran masa de
población agrícola ha hecho que la política hidráulica haya sido muy selectiva tanto en términos cuantitativos, como cualitativos, ya que la diferencia de renta entre el período previo y el posterior a los proyectos auméntaba paralelamente al incremento del tamaño de la explotación,
contribuyendo así a enriquecer a un grupo minoritario de agricultores.
Esta opción selectiva sería modulada en momentos de dificultad política (Swearingen, 1988: 176-177), como la guerra de las arenas (1963),
el estado de excepción de 1965 0 los complots y tentativas de golpe de
Estado de principio de los años setenta, siendo sustituida por un discurso
que ponía el énfasis en la cohesión social 25. El objetivo de cohesión social y, por tanto, de estabilidad política, reintroduciría de forma recurrente la cuestión de la reforma agraria, en el sentido de distribución de
tierras, que afectaba exclusivamente al sector colonial: en un primer
momento, a la colonización oficial (250.000 hectáreas) cuyas tierras fueron transferidas al Estado en 1963 y dieron lugar a la distribución de
25 Véanse en Pascon, P. y M. Ennaji (1986: 97) el gcáfico del ritmo anual de la distribución
de tierras. Dicho ritmo está mazcado por los acontecimientos que señalamos.
95
25.000 hectáreas; y, en un segundo momento, a la colonización privada
(740.000 hectáreas), con la marroquización del período 1973-76. En el
marco de esa marroquización, el discurso sobre la reforma agraria puede
verse como la apuesta, al menos en el terreno de la retórica, por una política de compensación fuertemente simbólica, que, en la práctica, sólo
alcanzaría al 5% de la SAU (380.000 hectáreas) y a la instalación de
apenas 25.000 beneficiarios reagrupados en 704 cooperativas, quedándose lejos de la promesa de instalar 100.000 familias, que, caso de haberse cumplido, hubiera constituido una sólida clase media de agricultores 26. Es necesario también séñalar que al beneficiario de un lote de
tierra en el marco de la refonna agraria se le atribuía una explotación
viable que le aseguraba su reproducción como productor, pero que, lejos
de hacerle autónomo, lo encerraba en una serie de obligaciones que le
llevaba a una creciente proletarización, aun dentro de fórmulas cooperativistas (Pascon, 1980).
Eñ realidad, la verdadera reforma agraria se efectuó mediante la venta de las 400.000 hectáreas de la colonización privada que fueron adquiridas por marroquíes. Como muestra el caso de la región del Garb, estas
transacciones provocaron una reducción de la gran propiedad colonial,
así como una reorientación de la gran explotación moderna y una consolidación de la mediana explotación (Benlhal, 1976). Por lo tanto, los discursos y disposiciones legislativas de la reforma agraria, que recibieron
cierta publicidad, contribuyeron a ocultar la realidad de los procesos en
marcha, procesos que contribuían a la consolidación del sector capitalista en la agricultura marroquí. Ello se traducía en que el proceso de aplicación de la política agraria se veía mediatizado por el sistema de desigualdad en el ámbito local, puesto que los agricultores propietarios de
grandes explotaciones recurrían a la representación política y la conexión con la Administración para obtener las autorizaciones y ayudas necesarias para continuar con el proceso de concentración fundiaria que las
leyes no siempre contemplaban, al tiempo que tampoco acataban el
cumplimiento de las obligaciones ligadas a la puesta en riego de sus tierras (El Khyari, 1987: 318 y sg.; Raki, 1991: 82).
Este despotismo administrativo se establecía en connivencia con los
notables y en contra de los principios de concertación y participación de
zb Véanse el informe del Secretario de Estado de Agricultura, T. Zaamoun, "Rapport Zaamoun" (1977) en La Question Agraire 2, BESM, n.°^ 133-134, pp. 66 y sg.
96
los agricultores enunciádos por los artífices de la política agraria, ya que
las instituciones colectivas de representación no existían en la práctica y
cuando existían eran menospreciadas o cooptadas por los notables. En
este sentido, el control social y el control burocrático no dejaban emerger
la voz de los agricultores, sino que la raptaban, con violencia si era preciso. Los pequeños agricultores no encontraban quién les escuchara, ya que,
como intuyó Pascon (1980), para ser oídos había que aprender a hablar el
lenguaje de los que poseían el monopolio de la decisión, provocando así
una ruptura entre élites administrativas y campesinos.
Desde esta última perspectiva, los campesinos eran considerados por
la Administración como el principal obstáculo para el cumplimiento de
los objetivos de la política agraria. Por lo tanto, su adhesión se obtenía
mediante la coerción administrativa, que contribuía a desmovilizar a los
agricultores en lugar de fomentar su movilización en torno a un proyecto
que la participación les hubiera permitido asumir como propio. Estos
son factores poco valorados y que interferían en la aplicación de la política agraria y, por ende, en sus resultados. De todo ello se desprende que,
si los privilegiados escapaban a la tutela administrativa, los pequeños
agricultores resistían de forma pasiva (ni las rotaciones de cultivos, ni
las superficies previstas eran respetadas como debían, ni la utilización
de insumos alcanzaba los niveles previstos y ni la productividad se situaba en el nivel de las previsiones,...) y activa (rechazo del pago del
agua, protestas ante las unidades de trasformación agroindustrial,...).
Así, a principios de los años ochenta, la creación de asociaciones de productores de plantas azucareras en las zonas de regadío a iniciativa de los
ORMVA tratará de canalizar la existencia de estos antagonismos.
Quedan varias cuestiones abiertas sobre las consecuencias del intervencionismo estatal y la integración en la filiére agroalimentaria: ^en
qué medida provocaban una mayor toma de conciencia de los intereses
corporativos entre las distintas capas de agricultores?; ^en qué medida
erosionaban la naturaleza patriarcal de las explotaciones, esto es, inducían una recomposición de su naturaleza doméstica en el sentido de un
acercamiento al modelo empresarial?; ^en qué medida afectaban a las
modalidades de formación de las notabilidades, en el sentido de que los
itinerarios para acceder al státus de notables pasaban por el filtro del
Estado, que promocionaba los intereses de los productores que coincidían con sus objetivos?
En defmitiva, éste era un modelo de desarrollo agrario que esencialmente polarizaba los medios financieros, humanos y técnicos en unos
97
pocos productos, unas pocas regiones y unos pocós grupos sociales; era,
por tanto, un modelo que no podía abarcar al conjunto de la población
agraria. La integración selectiva, justificada por motivos de rentabilidad
y del volumen de recursos disponibles, cambió el paisaje agrario de Marruecos, tras conseguir algunos logros en términos de productividad y
mediante la promoción de diversos colectivos de agricultores. En efecto,
los objetivos de autosuficiencia alimentaria no se alcanzaron, ya que las
mejoras en algunos sectores se vieron anuladas por el crecimiento de déficit en otros. Asimismo, el sector agrario ligado a la exportación se tuvo
que enfrentar a la perspectiva de perder su acceso privilegiado al mercado europeo con la integración en la Comunidad Europea de países competidores como España (1986). Finalmente, la promoción de una agricultura capitalista no siguió siempre los criterios de la racionalidad
técnica, sino que fue mediatizada por la desigualdad existente en las zonas rurales y el arbitraje del Majzen, dando lugar al desarrollo de lógicas
neopatrimoniales. Así, el intervencionismo estatal no resolvió el futuro
de la mayor parte de la población agraria, y esto por motivos que descansaban tanto en una racionalidad técnica que ignoraba la de los campesinos, como en factores políticos para no cuestionar los fundamentos
del control social. La cuestión no es tanto el hecho de que la racionalidad tecnocrática de los funcionarios estatales no sabía ni quería hacer
partícipes a los campesinos sin decidirse a erradicárlos del mundo rural,
sino que, a su amparo, se desarrollaron lógicas neopatrimoniales que encerraban el proyecto de modernización en una serie de contradicciones
que mermaban sus objetivos. En este sentido, los distintos dualismos
(territoriales, fundiarios, productivos,...) que legó este período planteaban muchas incógnitas sobre el futuro del sector, cuando, a partir de
1978, el deterioro de la situación económica se hizo patente; crisis que
provocará más tarde las intervenciones del FMI y el BM en 1983 y
1985, respectivamente. En el sector agrario, el conjunto de reformas macroeconómicas que proponían los organismos internacionales se enmarcaba en una estrategia de liberalismo económico que afectaba directamente el protagonismo del Estado sin que ello significara el abandono
de los grandes proyectos como el del millón de hectáreas de regadío. A
nivel microeconómico, las cuestiones que planteaban las reformas se
referían a una nueva concepción del papel a desarrollar por los agricultores.
98
3.
LAS POLÍTICAS DE ANSTE ESTRUCTURAL
A principios de los años ochenta, los principales indicadores financieros señalaban un grave deterioro de la situación económica de Marruecos. La evolución de los precios de las materias primas en el mercado internacional, en particular el incremento del precio del petróleo, que
seguía a una caída del precio de los fosfatos, puso de manifiesto, ante el
déficit de la balanza comercial, el coste que suponían para las arcas del
Estado las opciones prioritarias de la política aplicada durante los decenios precedentes, a saber: el desarrollo de un sector agrominero exportador que reproducía el modelo colonial de inserción en la economía mundial; una política de sustitución de importaciones consumidora de
divisas, que dependía de la importación de bienes y factores de producción; y, el recurso a la financiación externa, que provocaba un endeudamiento creciente mientras que las remesas de los emigrantes también
tendían a reducirse. Los déficits externos fueron acompañados de déficits internos que contribuían a aumentar el gasto público, debido en parte a la proliferación de empresas y sociedades públicas, que pasaron de
60 en 1955 a 460 en 1978 (El Malki, 1989: 217) y al aumento del personal de la Administración, que pasó de 225.000 funcionarios en 1971 a
517.000 en 1982 (Abdou y El Farouki, 1994), y debido también al coste
que supuso para las arcas del Estado el conflicto del Sáhara a partir
de 1975.
De la misma forma que en el sector agrario, el desarrollo del aparato
estatal y la multiplicación de sus intervenciones fueron acompañados de
la consolidación de ciertas derivas. De una parte, el movimiento de expansión administrativa contribuyó a la legitimación del Estado, con una
política de empleo e intervenciones productivas y de servicios, que fomentó la formación de una clase media y un embrión de Estado del bienestar restringido al ámbito urbano y, por ende, reproductor del dualismo entre el campo y la ciudad. De otra parte, el desarrollo del sector
privado pasaba por su conexión con el sector público (es decir, con la
tecnoburocracia encargada de las empresas públicas) para poder, por
ejemplo, modernizar sus explotaciones o conseguir acceso a los mercados controlados por esas empresas estatales. Esta situación fue amplificada por la existencia de redes diversas de solidaridad y estrategias familiares, por lo que las lógicas de parentesco continuaron mediatizando
la relación con el ámbito de lo público, manteniendo así la imbricación
entre sector público y sector privado en los distintos niveles de respon99
sabilidad. Cuando las relaciones clientelistas entre el sector público y el
sector privado adquerían ciertas dimensiones, éstas fueron sometidas al
arbitraje del Majaen que estructuró las lógicas neopatrimoniales.
La crisis del modelo desarrollista y su vampirización por las lógicas
neopatrimoniales fue puesta de manifiesto en varias ocasiones, cuestionando la estabilidad política. Pero fue la presión de la crisis financiera y
sus consecuencias, que fomentaban el descontento social de la clase media urbana y de los excluidos (1981, 1983 y 1984) comprometiendo la
credibilidad internacional del país, lo que Ilevó al Gobiemo a poner en
marcha políticas de estabilización (1978-1983) para reducir el gasto presupuestario y el déficit de la balanza comercial e incrementar los ingresos públicos, y a aprobar, a continuación, programas de ajuste estructural (1985) bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM).
Debido a la fuerte presencia del Estado en la economía marroquí,
gran parte de los diagnósticos de los organismos financieros internacionales consideraba ese protagonismo estatal como una causa de la crisis,
por lo que las reformas propuestas apostaban, partiendo de postulados
neoliberales, por una retirada del Estado de algunas de las funciones que
le habían sido sustanciales en Marruecos y su devolución al sector privado. Así, se apostó por una liberalización centrada en mecanismos de
asignación de bienes y recursos y de coordinación con el mercado, y en
el fomento del sector privado. Para que mejorase la situación financiera
se impuso un programa de racionalización fundamentado en la retirada
del Estado del sector productivo, así como en el incremento de su capacidad presupuestaria y fiscal, la reorientación de sus inversiones e indizaciones en términos de precios y en la reforma del comercio exterior 27.
En definitiva, el objetivo último del ajuste, inducido por el FMI y el
BM, era garantizar que el Estado marroquí pudiera cumplir sus compromisos financieros. Por ello, y debido a la antes mencionada articulación
de la esfera pública con la privada y del ámbito económico con el político, el éxito de los programas de ajuste como modelo de desarrollo alternativo al anterior planteaba no sólo cuestiones relacionadas con su elevado coste social o con la idea de saber en qué medida el sector privado
tenía capacidad para sustituir con mayor eficiencia al Estado como actor
27 Véanse el número monográfico de la revista Annales Marocaines d'^conomie (1994):
"Bilan décennal du Programme d'Ajustement Strcuctwel et perspectives de I'économie
mazocaine".
100
del desarrollo, sino también la cuestión de asimilar los efectos que el
ajuste propuesto podía inducir en la redefinición de los ámbitos privados
y públicos, de la estratificación social con la promoción de un cierto modelo de agricultor, y de la posible jerarquización y expresión de intereses
diferenciados y su traducción en téiminos de ingeniería institucional y
de políticas públicas.
El sector agrario fue uno de los sectores más afectados por las reformas (Ferdawcy, 1994), reformas que se enmazcaban dentro de dos
planes de ajuste estructurales (PAESAs) ( 1985-1987 y 1989-1993) caracterizados básicamente por una financiación condicionada y dos préstamos para las inversiones en el sector agrario (PISAs) a partir de 1991
(FAO, 1996).
3.1.
Objetivos de las reformas en el sector agrario
Los objetivos generales de las reformas propuestas en los PAESAs
consistían en fomentar la liberalización de las éstructuras de producción
y de comercialización dentro del contexto de una apertura creciente sobre el mercado mundial. Los principios que guiaban la liberalización se
articulaban alrededor del mercado en su dimensión interna e internacionál, concebido como instrumento de regulación óptimo según una lógica
de coste/beneficio que determinaba con mayor eficiencia que la gestión
administrativa la oferta tanto de bienes privados como públicos para satisfacer la demanda. De ahí que otro objetivo consistiera en el establecimiento de condiciones para maximizar los mecanismos de regulación
por el mercado, y que, en el sector agrario, la refonma consistiera fundamentalmente en la retirada de un Estado intervencionista que debía redefinir sus misiones. Desde esta perspectiva, el principio que guió la liberalización postulaba que el Estado era ineficiente y un elemento de
distorsión, por lo que debía reorientar y reducir sus funciones para que
los operadores respondieran con eficiencia a los incentivos proporcionados por el mercado (Jouve y Belghazi, 1993: 75). La supresión de los
obstáculos a la libre regulación de los precios por el mercado debería
promover, en el ámbito interno, el incremento de la productividad agraria, mientras que, en el ámbito externo, debería aprovechar las ventajas
compazativas de lá agricultura marroquí fomentando su inserción libre
de trabas en el mercado nacional e intemacional.
101
3.1.1.
Las medidas globales
Las medidas incluidas en los PAESAs eran de tres tipos: de precios,
presupuestarias e institucionales, y consistían en diversas actuaciones.
En primer lugar, suprimir las situaciones de monopolio u oligopolio, por
lo que las instituciones públicas debían someter su gestión a los imperativos de competencia propios de un mercado abierto; en segundo lugar,
suprimir las subvenciones a los factores de producción, reorientar el
marco de incitaciones y precios mediante su adecuación a la producción
y al consumo, eliminándose también el sistema de precios agrícolas garantizados; en tercer lugar, fomentar las inversiones privadas mediante
una reforma de la Caja Nacional de Crédito Agrario, que permitiera un
mayor acceso al crédito agrario; y, por último, privatizar el patrimonio
fundiario estatal. Estas reformas se enmarcaban dentro del proceso global de la política de ajuste y no eran específicas del sector agrario. Las
medidas centradas en la agricultura se realizarían dentro de dos préstamos específicos para el ajuste del sector agrario.
3.1.2.
Los instrumentos
El primer programa PAESA se ejecutó entre 1985 y 1987 con un préstamo del BM de 100 millones de dólares (ver más adelante). Los objetivos
radicaban en una reestructuración del programa de inversiones y gastos
públicos en la agricultura, plasmados en inversiones a corto plazo y rentabilidad alta en el sector de regadío, al tiempo que se perseguía el mantenimiento de las infraestructuras existentes. Así, los ORMVA debían concentrar sus actividades en el equipamiento hidráulico, la gestión de las redes y
la divulgación, mientras que las demás funciones debían ser transferidas
al sector privado o al cooperativismo. La política de incentivos a la modernización e inversiones fue confiada a un Fondo de Desarrollo Agrario
creado en 1987. Estas son algunas de las 61 medidas contempladas, entre
las cuales algunas tenían carácter condicional en el sentido de que la efectividad de tres medidas condicionaba el cobro de la primera parte del préstamo, mientras que la de otras cinco condicionaba el desbloqueo de la segunda parte. Aunque el calendario previsto no fue siempre respetado y
ciertas medidas tenían un carácter preparatorio, el segundo préstamo
(1994-1997) (ver más adelante) tuvo una relevancia mayor y profundizó
en la senda del primero (Akesbi, 1997): liberalización de las importaciones y exportaciones; transferencia al sector privado de actividades agroindustriales, de comercialización y veterinarias; limitación o supresión de
102
subvenciones al consumo; revisión del CIA; y desarrollo de las capacidades de análisis económico del Ministerio de Agricultura.
3.1.3.
Logros y límites
La mejor manera de hacer un balance de los resultados del Plan
de Ajuste Estructural en el Sector Agrario (PAESA), es acudir al propio estudio realizado por la FAO y el MAMVA entre 1996 y 1997
(MAMVA/FAO; 1998), donde se señala lo siguiente:
- La liberalización del comercio exterior ha afectado a las importaciones de la mayor parte de los productos alimentarios transformados y brutos, mientras que en el comercio interior se han liberalizado los precios de los abonos, las hortalizas tempranas y los
cereales (ley sobre la reorganización de los mercados de cereales
y leguminosas). Se prevé la liberalización progresiva de los precios de la leche y sus derivados.
.
- Se han liberalizado en las zonas de regadío las actividades de comercialización por parte de los ORMVA, ya sea mediante el abandono de éstas, ya sea mediante su facturación a precio de mercado. Los planes de rotación de cultivos ya no son obligatorios para
los agricultores, aunque la Administración agraria lleva a cabo un
esfuerzo importante en el cobro del precio real del agua.
- Se han privatizado los servicios veterinarios fuera de las zonas
marginales, mediante la transferencia de ciertas actividades relativas a la crianza de ganado a las asociaciones de productores (mejora genética, sanidad,...).
- Se prepara la reestructuración de los servicios de divulgación y la
reorganización del Ministerio de Agricultura.
Hasta la fecha, la ejecución del PAESA ha sido parcial, afectando sobre todo a las medidas que tienen una incidencia positiva sobre las finanzas públicas. En efecto, durante las negociaciones del PAESA2, la
Administración agraria había insistido en la necesidad de llevar a cabo el
proceso de liberalización de forma prudente y progresiva (ibidem). Este
enfoque, muy empírico, traducía la percepción de la existencia de posibles resistencias y riesgos que podía diferir o modular la realización de
algunas medidas; para ello, se pretendía mantener o introducir mecanismos de protección y regulación para las importaciones de ciertos productos considerados como estratégicos (cereales y harinas, oleaginosas
103
y aceites, azúcar;...) e intervenir en la fijación de los precios de algunos
productos básicos. En última instancia se trataba de medidas con un impacto claro sobre la cohesión y la estabilidad sociales. Además, las medidas destinadas a superar los límites estructurales del sector agrario,
como las relativas a la cuestión fundiaria y el nivel de formación técnica
de los agricultores, no fueron tenidas en cuenta, al tiempo que la cuestión de la fiscalidad agraria seguía sujeta a una decisión del Rey.
Aunque en su informe el Banco Mundial consideraba satisfactorio el
balance global del PAESA, también reconocía que las medidas que no
habían sido adoptadas, o no habían culminado aún, eran el resultado de
haber subestimado la capacidad de los grandes grupos de presión marroquíes, en particular del sector agroindustrial, para oponer resistencia a
unas reformas que consideraban contrarias a sus intereses (ibidem).
En definitiva, la política de ajuste en el sector agrario no ha demostrado su superioridad y su eficiencia sobre el modelo preexistente, ya que desestabilizó un sistema que, en los sectores de regadío, era, a pesar de todo,
coherente, sin sustituirlo por el establecimiento de condiciones capaces de
crear una alternativa viable (Akesbi, 1996). No se puede hablar de impacto positivo en la producción, ni en la dinámica de acumulación e intensificación y menos aún en lo relativo a las estructuras del tejido económico y
social del campo marroquí. En el sector de los regadíos, se comprobó una
disminución de las superficies dedicadas a los cultivos básicos en provecho de cultivos más rentables, lo que planteó la cuestión de la permanencia del objetivo de autosuficiencia alimentaria y el paso al objetivo de seguridad alimentaria. La liberalización del mercado de los insumos ha
provocado un incremento de sus precios sin que se estableciera las condiciones para una organización del mercado de comercialización que ajuste
los precios de venta, lo que se ha traducido en una reducción del uso de
abonos y de maquinaria y en un deterioro de la calidad de las semillas.
Respecto a las medidas de liberalización del comercio internacional,
han planteado serios problemas por sus efectos asimétricos. Así, las exportaciones marroquíes sufren el proteccionismo interno de la Unión
Europea, que sigue siendo su principal mercado de destino, mientras que
las importaciones de alimentos básicos, como el azúcar, el trigo blando 0
los aceites vegetales, requieren la reconversión del sistema marroquí de
gestión de los stocks en esos productos, así como el abastecimiento de
los mercados y el control de los precios.
Por último, las políticas de ajuste y las medidas de liberalización han
obviado la cuestión de la capacidad de adaptación de los agricultores al
104
cambio de contexto; un cambio de contexto marcado, desde principios de
los años noventa, por una nueva fase del proceso de globalización, caracterizada por la definición de espacios supranacionales regionalizados y articulados entre sí a través de acuerdos comerciales multilaterales que fomentan
una creciente intemacionalización de los intercambios. El espontaneísmo
competitivo de los agricultores, que postulaba la regulación por el mercado,
no ha dado los resultados esperados. La transformación del agricultor en un
empresario no ha sido efectiva y cuando los relevos privados han existido,
no han asumido su nuevo papel, intentando, por el contrario, mantener las
ventajas de las protecciones y situaciones de renta.
Ante el desfase entre la racionalidad que se quería promover y la realidad, los préstamos para las inversiones en el sector agrario (PISAs) se
han convertido en instrumentos sectoriales más afinados, como veremos
a continuación.
3.2.
Los préstamos de inversión en el sector agrario (PISAs)
Vinculados a proyectos conformes a las orientaciones generales y beneficiándose de un seguimiento más efectivo de sus realizaciones, los
PISAs fueron un complemento necesario de los PAESAs, aunque sufriendo de cierta atomización y, por ello, reduciéndose su impacto. El
primer PISA (1985-1987) se centró sobre todo en las reformas institucionales del Ministerio de Agricultura (personal y presupuesto). Entre
los elementos que nos interesa destacar, podemos mencionar, en primer
lugar, algunas intervenciones en zonas de secano, en particular, en el
sector ganadero, y, en segundo lugar, el plan de acción para la privatización de los servicios veterinarios y de mejora genética, elaborado en
1991, que se traduciría en la firma de un contrato programa con la Asociación Nacional de Ovino y Caprino (ANOC) y en la creación de la
Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos (ANEB). Desde esta
perspectiva, la retirada del Estado se concebía mediante su sustitución
por las organizaciones profesionales.
El segundo préstamo para inversiones en el sector agrario (PISA 2,
1994-1997) fue más ambicioso. Sus orientaciones se enmarcaban en la
continuación de las políticas de ajustes (liberalización del mercado interior y exterior de cereales, reforma del Fondo de Desarrollo Agrario),
haciendo hincapié en la mejora de la gestión del sector público y en el
desarrollo del sector privado. Este último aspecto confirmaba la tenden105
cia creciente a considerar las organizaciones profesionales como una estructura de acompañamiento del proceso de transición hacia una economía agraria totalmente liberal, tal y como lo mostraba el Programa de
Desarrollo de Sector Privado Agroindustrial (DESPAI), en el que se incluía una referencia expresa a las "organizaciones profesionales".
La nueva atención prestada a la organización colectiva de los agricultores no cuestionaba los postulados individualistas de la concepción
liberal del agricultor como actor cuya racionalidad es esencialmente
económica y determinada por los precios. Así, la introducción de una dimensión holista en el programa derivaba de considerar al agricultor marroquí como un actor exclusivamente volcado en la actividad productiva
y sin apenas preocupación por lo que pasaba en las dinámicas más amplias de la evolución de los mercados y los precios internacionales. Por
lo tanto, al no haber tomado conciencia de la existencia de unos cambios
en el comercio internacional de los productos alimentarios, éste corría el
riesgo de equivocarse en sus opciones productivas en el sentido de no
ser competitivo ante la competencia internacional. Desde esta perspectiva de la competición internacional, el programa consideraba que el agricultor marroquí debía integrar en su mentalidad preocupaciones comerciales, interesarse por los distintos eslabones de la cadena agroindustrial
y estar informado de los precios y las demandas de los consumidores.
Por lo tanto, se consideraba que la organización profesional es un medio
para conseguir, de un lado, la conversión del agricultor en empresario, y
de otro, la integración exitosa del sector agrario en la competencia internacional (MAMVA/DESPAI, 1995a y b).
3.3.
Las políticas liberales y los agricultores marroquíes
Hasta los años ochenta, el Estado se hizo cargo del desarrollo agrario,
y así era percibido su papel. Ignorando los logros obtenidos por la ampliación del campo de intervención del Estado desde la independencia, la filosofia de los planes de ajuste estructural (PAESAs) sólo tenía en cuenta
que la idea de un Estado mínimo es sinónimo de eficiencia, según el postulado de que la reducción de las funciones del Estado refuerza su capacidad al tiempo que erosiona las lógicas neopatrimoniales. Así, la función
del desarrollo debía recaer en el mercado como sistema de regulación y
atribución de bienes públicos, y en el empresario como actor principal.
Ello traducía unas representaciones simplificadoras que oponían el Estado
106
al mercado, subestimando los comportamientos microeconómicos de los
agricultores de minimi^ación del riesgo y de informalización de las economías, y haciendo abstracción de las relaciones de poder, de la existencia
de oligopolios que funcionaban en competencia imperfecta o de los lazos
que se establecían entre la esfera económica y la política, entre lo público
y lo privado 28. La concepción del agricultor como un empresario hacía
que se ignorase el hecho de que las estructuras sociales y económicas en
el sector agrario marroquí no son el resultado de transacciones entre individuos que intercambian bienes, informaciones, derechos o símbolos, sino
fundamentalmente de luchas, incluso violentas, entre grupos de actores
sociales, mediatizadas o no por el Estado. Para los agricultores marroquíes con vocación empresarial, el capital es libre y sus inversiones tienden a modificar las características de cada territorio en el que opera, mientras que los agricultores familiares, en particular, y el campesinado, en
general, detemvnan sus actividades en función de las características de su
territorio, por lo que uno de los objetivos de estos últimos ha radicado
siempre en mantener los vínculos entre su explotación agraria (de base
territorial) y su familia, como una forma de garantizar su reproducción
social y económica. La incapacidad general de las teorías liberales para
tomar en cuenta la formación histórica de las estructuras agrarias y la
subordinación de las sociedades campesinas, tiene como consecuencia
una tendencia a subestimar gravemente los límites extemos que padecen
los campesinos y atribuir eventuales deficiencias a factores intemos. Tal
incapacidad se reflejó en la aplicación de los PAESAs en Marruecos, que
no tuvieron en cuenta que la resistencia de la población rural marroquí
dentro de una estructura autoritaria no puede expresarse de forma explícita, por lo que ha desarrollado pasividad, no implicación y confonnismo.
De ahí la puesta en escena de una adhesión a reglas de funcionamiento liberales que los pequeños agricultores marroquíes no siempre entendían en
todas sus dimensiones.
En ese escenario no sorprende que, a principios de los años noventa,
los expertos del Banco Mundial tuvieran que reconocer que, si bien el
Plan de Ajuste Estructural había alcanzado algunos de sus objetivos,
también había mostrado sus límites. Bajo la influencia del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se empezó a incorporar al
debate sobre el futuro de la agricultura marroquí términos como desarro28 Sobre la cuestión de las recetas liberales y las especificidades del sector agrario, véanse
M. Haubert (1999).
107
llo sostenible y políticas integrales de desarrollo rural, que se plasmarán
en las Estrategias de Desarrollo Rural y Agrario elaboradas por el Ministerio de Agricultura, y cuyo contenido será el eje del próximo capítulo.
4.
CONCLUSIONES
En este capítulo se ha mostrado que, desde los años sesenta, el Estado
ha sido el protagonista en la agricultura marroquí como operador directo y
tutor técnico del desarrollo del sector. Los poderes públicos justificaron
este enfoque por la ausencia de un sector privado capaz de cumplir los objetivos que planteaba la política agraria. Los instrumentos de fomento de
un sector privado en la agricultura eran selectivos y costosos, y la protección derivaba, en ciertos casos, en un paternalismo que convertía a los
agricultores en asistidos, y, en otros casos, en un sistema de coerción en el
que se veían encerrados sin posibilidad de autonomía. Esta politica dio algunos resultados positivos, pero también mostró sus límites; límites que
condujeron a una serie de reformas enmarcadas dentro de los dos
PAESAs. Estos programas de ajuste han tenido un fuerte impacto sobre la
intervención del Estado, en el sentido de inducir su retirada conforme a la
reducción de su capacidad financiera. No obstante, durante los PAESAs,
al no modificarse el enfoque dominante de las intervenciones públicas, se
mantuvo la tutela del Estado sobre las operaciones de desarrollo, aunque
con medios presupuestarios cada vez más reducidos.
A principio de los años noventa, los logros conseguidos por la política agraria marroquí desde la Independencia y el mantenimiento de la opción liberal se van a ver cuestionados por distintos factores: en primer
lugar, por la escasez y fragilidad de los recursos en agua y tierra; y en segundo lugar, por la liberalización comercial dentro del marco de los
acuerdos del GAT"T, primero, y, luego de la Organización Mundial del
Comercio (OMC). Es en ese contexto donde se elabora la nueva Estrategia de Desarrollo Agrario del Ministerio de Agricultura a lo largo de los
años noventa, apostando por redefinir sus políticas y sus modalidades de
elaboración, gestión e implementación. ?^entro de este nuevo contexto,
cabe plantearse qué tipo de integración reserva el Estado a los agricultores, ya que éstos han mostrado una escasa capacidad de respuesta ante la
retirada de los poderes públicos de muchas áreas que antes formaban
parte de sus políticas. El análisis de la mencionada Estrategia nos permitirá encontrar algunas claves.
108
Capítulo 3
LA NUEVA ESTRATEGIA DE
DESARROLLO AGRARIO:
MODERNIZACIÓN Y TENTACIÓN
NEOCORPORATIVISTA (1994-2000)
La trayectoria de la política agraria marroquí que hemos analizado
en el capítulo anterior presenta un balance ambivalente en el que los logros conseguidos se veían mermados por una serie de déficit no resueltos. Recordemos que el intervencionismo estatal siempre fue selectivo y
justificado en nombre de la incapacidad del sector privado para asumir
los objetivos de la política agraria y que dicha intervención fue siempre
considerada como transitoria dentro del marco de una opción liberal proclamada oficialmente, pero que, como lo hemos evidenciado, no estaba
exenta de contradicciones. Tras los dos PAESAs, se hizo evidente que el
sector privado marroquí no era capaz de tomar de forma espontánea el
relevo del Estado ni para mejorar los resultados productivos, ni para responder a las demandas y problemas de los agricultores. Asimismo, la
conjunción de dos fenómenos: un contexto climático adverso, que demostró que la agricultura seguía siendo un lastre para el resto de la economía, y la inminente liberalización del comercio internacional, requería
sin demora nuevas respuestas tanto por parte del Estado, como de los
^ agricultores.
A partir de 1993, tanto los organismos supranacionales (el PNLJD y el
Banco Mundial) como el Ministerio de Agricultura marroquí tomaron
conciencia de la necesidad de elaborar una nueva política agraria que asumiera el balance de las políticas anteriores y preparara al sector para poder
enfrentarse a los cambios que se avecinaban. En aquellas fechas se inicia
una reflexión para elaborar el marco de una política agraria global, coherente y sostenible, que enuncie los grandes principios que puedan guiar la
modemización de la agriculttu-a marroquí a fin de afrontar los retos del siglo ^oa. Dicha reflexión se concretará en la elaboración de una serie de
documentos marco ' que, a pesar de la discontinuidad mostrada a nivel
institucional con la sucesión de cinco ministros de Agricultura entre los
' Plate-forme de Développement Agricole (MAMVA, 1994); Plate-forme du Projet de
Loi Cadre d'Orientation Agricole (MAE, 1998); Stratégie de Développement Agricole
(MADRPM, 2000a).
111
años 1993 y 2000 2, se caracterizan, no obstante, por una coherencia en
sus principios directores y en sus instnunentos de aplicación. Estos principios e instrumentos irán afinándose y afirmándose hasta culminar en la
elaboración de la Estrategia de Desarrollo Agrario presentada con ocasión
del Coloquio Nacional sóbre la Agricultura de julio del año 2000. Asimismo, la continuidad se expresa en la confirmación de la agricultura como
sector fundamental para el desarrollo de Marruecos dentro del marco de la
opción liberal, al tiempo que se postula la especificidad del propio sector
agrario y de la política que lo regula.
Partiendo de estos principios, se plantea que la agricultura marroquí
debe contribuir a alcanzar dos objetivos de interés general, a saber: garantizar la soberanía nacional mediante su participación en la seguridad
alimentaria, y contribuir a la cohesión nacional (social y territorial) favoreciendo el mantenimiento de la población rural en el campo. Estos
objetivos se enfrentan a la gestión de tres elementos, digamos contextuales, que adquieren un carácter estructural. En primer lugar, la adversidad
climática, que con la recurrencia de los ciclos de sequía requiere la movilización continúa de los recursos hídricos y una mayor valoración del
agua en términos de cultivos; en segundo lugar, el nuevo proceso de globalización plasmado en la firma de los acuerdos de liberalización comercial con la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1994 y con la
UE en 1996, que inducen la necesidad de incrementar la competitividad
interna y externa de la agricultura marroquí; y, en tercer lugar, una mayor preocupación por la sostenibilidad del modelo de desarrollo agrario
ante fenómenos preocupantes que hipotecan el futuro del sector, como el
avance de la erosión y la desertización de ciertas zonas.
Para alcanzar los dos objetivos principales de interés general (seguridad alimentaria y cohesión nacional) y gestionar los tres desafios (sequía, globalización y sostenibilidad) señalados anteriormente, la nueva
política agraria incorpora los enfoques siguientes:
a) La territorialización: el establecimiento de la vocación productiva de las regiones y los diversos territorios locales basándose
en la definición de espacios agroecológicos que permitan alcanzar una diversificación y productividad óptima, así como una
mejor gestión de los recursos naturales y de los límites medioambientales.
2 Ver en anejo la relación de los Ministros de Agricultura.
112
b) La filiére.• la identificación de una serie de sectores con una vocación productiva destinada bien al mercado interno o bien al
externo, que deben incrementar su productividad, su diversificación y su integración tanto en amont como en aval para valorar su producción, mediante la transformación y la comercialización.
c) La modernización de las explotaciones: la adaptación de las
medidas a la diversidad de las explotaciones para que se integren en el mercado, contemplándose dos grandes vocaciones
(una de productividad y otra de movilización de la mano de
obra), correspondiendo éstas a la promoción de dos modelos de
explotación (el capitalista y el familiar).
Estos enfoques, si bien rehabilitan el papel intervencionista de los
poderes públicos, siguen enmarcándose dentro de la reforma del Estado,
por lo que van acompañados de otro imperativo, cual es la asimilación
por el Ministerio de Agricultura y los agricultores de nuevas formas de
gestión, intervención e interlocución. En efecto, las enseñanzas de los
dos períodos precedentes -intervencionismo estatal y neoliberalismoevidencian la necesidad de profundizar en el proceso de reforma del
Estado, que no puede encargarse de todo, pero que tampoco puede abandonar al sector a una regulación exclusiva por el mercado. Para el Estado el riesgo de su retirada radica en la emergencia de situaciones de
monopolio u oligopolio y en la marginalización de las explotaciones
agrarias menos integradas en la economía de mercado. De ahí que dicha
política sé defina como transitoria, centrándose el período de transición
en la elaboración de un marco institucional adecuado para su preparación y ejecución y asentándose de ahora en adelante en la complementariedad entre el papel del Estado y el de los operadores privados, es decir,
entre el Ministerio de Agricultura y los representantes de los productores
agrícolas. Por ello, surge un cuarto enfoque de carácter transversal que
radica en las organizaciones profesionales agrarias (OPA). Desde esta
perspectiva, la articulación entre ambas partes se fundamenta en el establecimiento de un nuevo marco institucional formado por tres pilares: el
consenso sobre los objetivos de la política y las modalidades de su aplicación; las negociaciones con los interlocutores como medio para alcanzar dicho consenso; y la contractualización de las funciones que las
OPAs deben asumir. Todo esto es presentado como un nuevo "contrato
social", que supone, según el Ministerio de Agricultura, "un giro" en el
113
sentido de que los agricultores vuelven a ocupar un lugar privilegiado en
los procesos de decisión (MADRPM, 2000a: 6).
En definitiva, el objetivo último de la Estrategia consiste en buscar
fórmulas institucionales que enmarquen las decisiones individuales de
los agricultores dentro de los objetivos de la política agraria. Debido a
las características del sector y a la atomización de los agricultores marroquíes, estas fórmulas institucionales pasan por una dimensión holista,
esto es, por fórmulas de acción colectiva que sean funcionales para la
nueva política agraria. Ahora bien, la traducción empírica de dichos
principios se enfrenta a una serie de elementos que es menester contrastar: en primer lugar, al hecho de que la política agraria es siempre el resultado de una lucha de poder y de arbitrajes, y, en segundo lugar, al hecho de que las especificidades del sector agrario en relación con otros
sectores económicos hacen que, tal y como lo hemos analizado en el capítulo anterior, dicho sector se vea sometido a mecanismos estatales de
regulación.
El objetivo principal de este capítulo radica en analizar los elementos
de la Estrategia más relevantes para nuestro trabajo de investigación.
Para realizar dicho análisis es preciso situar los grandes objetivos de dicha Estrategia dentro de la realidad económica, social o política en la
que pretende incidir. Así, en un primer apartado, efectuaremos una presentación de la estructura productiva agraria para comprobar la viabilidad de los objetivos de seguridad alimentaria y competitividad interna y
externa del sector. En un segundo apartado, centraremos nuestra atención en las características del mundo rural marroquí, un mundo marcado
por una fuerte heterogeneidad que el proceso de racionalización propio
de cualquier política tiende a homogeneizar. En un tercer apartado, presentaremos el marco institucional que propone la Estrategia, para comprobar en qué medida se trata de una ruptura con los enunciados anteriores y la construcción de una nueva fórmula de gobernabilidad.
1.
SEGURIDAD ALIMENTARIA Y COMPETITNIDAD
AGRARIA
Si bien la contribución de la agricultura marroquí al PIB ha decrecido desde los años sesenta para situarse en los noventa entre el 15 y el
22%, sigue siendo importante y ello a pesar de las variaciones que padece en función del impacto climático. Además, el sector agrario sigue
114
siendo fundamental en términos tanto de empleo (como lo refleja el hecho de que la población activa agraria representa el 80% de la población
activa en el medio rural), como de su coñtribución al PIB industrial (debido a su importancia en el conjunto del sector agroalimentario). Aparte
de los límites que induce el factor climático, la imposibilidad de alcanzar el objetivo de autosuficiencia alimentaria ha dejado paso al concepto
de "seguridad alimentaria", un concepto más acorde con una agricultura
inserta en el mercado internacional. EI objetivo de la seguridad alimentaria requiere una nueva definición de las prioridades productivas para
poder garantizar, de un lado, el abastecimiento del país en productos básicos (como los cereales o la leche) y estratégicos (como el azúcar, del
que Marruecos es un gran consumidor), y de otro, promover la competitividad en materia de exportación de productos para los que el país
se beneficia de ciertas ventajas comparativas (como las frutas y las hortalizas).
1.1.
Rentabilizar las infraestructuras hidráulicas
La gestión de la sequía y, por tanto, la regulación de los niveles de
producción y renta agrarias, hace que el primer objetivo siga siendo la
rentabilización de las infraestructuras hidráulicas. Además de la gestión
de un problema estructural como la sequía, Marruecos se enfrenta a otro
problema de naturaleza política, cual es el de los resultados de una opción que no ha resuelto la diferencia considerable existente entre las superficies agrícolas que los embalses podrían abastecer con agua de riego
y las superficies que realmente se benefician de las inversiones hidráulicas realizadas. De ahí que la erradicación de este desfase sea una prioridad de la política agraria. Para ello, el Plan Nacional de Regadíos (PNR)
de 1993 se proponía reducir parte de este retraso y alcanzar en 1998 el
millón de hectáreas regables, entre las cuales 671.000 debían corresponder a las grandes transfonnaciones hidráulicas (GH) (equipadas para un
potencial de 843.000 has.) y 332.000 a las pequeñas y medianas transformaciones hidráulicas (PMH) (con un potencial de 510.000 has.). No
obstante, se puede prever que, debido al ritmo de construcción de grandes y medianas presas (una o dos por año hasta el 2020), se mantendrá
en tomo a las 250.000 has. el diferencial entre las superficies regables y
las equipadas. Por último, la rentabilidad de dicho objetivo se enfrenta a
una serie de límites, como el hecho de que el coste de las inversiones no
I15
esté suficientemente compartido por los usuarios (lo que hace que gran
parte siga siendo asumido por el Estado, es decir, por la colectividad nacional), y el hecho de que el mantenimiento de las redes de abastecimiento o el cobro del precio real del agua no estén asegurados.
En defmitiva, la rentabilidad de las inversiones seguirá desfasada, reproduciéndose, además, el desequilibrio en la atribución de los recursos
financieros hacia las grandes transformaciones hidráulicas en un contexto de restricciones presupuestarias. Desde esta perspectiva financiera, la
cuestión de la desfiscalización del sector se planteará tarde o temprano.
Mientras tanto, los recursos movilizados y los sacrificios realizados por
la sociedad manoquí desde la independencia hacen que el sector agrario
deba seguir cumpliendo su primera función, cual es la de asegurar una
reserva de productos para garantizar el abastecimiento alimentario para
la población.
1.2.
La estructura productiva de la agricultura marroquí
El objetivo altamente político de asegurar el abastecimiento alimentario corre paralelo con el objetivo eóonómico y se enfrenta a la necesidad de incrementar la productividad de los cultivos de cereales y de la
ganadería para que el país posea una reserva de seguridad para los productos básicos. A pesar de los esfuerzos públicos realizados para fomentar la productividad de ciertos cultivos, los rendimientos de algunos no
han alcanzado las previsiones realizadas por los expertos. Además, la liberalización de las rotaciones de cultivos en las zonas de grandes regadíos amenaza la continuación de algunas producciones y, por lo tanto, de
las unidades públicas de transformación, como las azucareras, mientras
que, en las zonas de secano, el incremento de la producción agraria se ha
conrespondido más con una extensión de las superficies que con la intensificación productiva.
A continuación, presentaremos la estructura productiva agraria de
Marruecos, que es una estructura fuertemente dualizada por dos factores, a saber: la diferente productividad de las explotaciones según su localización en zonas de regadío o de secano, y su diferente orientación
productiva, según su destino al mercado interior o al exterior.
116
1.2.1.
Una agricultura dominada por los cereales
Desde la independencia, el volumen de la producción final agraria ha
aumentado sensiblemente, pero este logro, que debe ser matizado en
función de las distintas producciones agrarias, se ha visto contrarrestado
por una tasa de crecimiento demográfico superior a la del crecimiento de
la producción agraria. La agricultura marroquí se caracteriza sobre todo
por su escasa diversificación, rasgo éste típico de una agricultura dual
aún dominada por un sector campesino dedicado al cultivo de los cereales (cebada, trigo duro y blando, y maíz) con unos resultados mediocres
en términos de productividad'. Asimismo, en las zonas de secano se
puede hablar incluso de la existencia de un monocultivo cerealista
acompañado de las leguminosas. Además, el hecho de que el 60% de la
. producción de cereales se concentre en las zonas de regadío y en las de
secano favorable, nos recuerda la dicotomía en términos de productividad entre estas zonas y las generales de secano, productividad cuyos resultados son decepcionantes, ya que, aun teniendo en cuenta los ciclos
de sequía (56 millones de quintales para el período 1993-1997), la evolución de los rendimientos confuma una tendencia al estancamiento
(rendimientos medios de 11 quintales por hectáreas). Ello obliga a la importación de cereales y, en particular, de trigo blando, lo que perjudica
los resultados de la balanza comercial marroquí. En defmitiva, los rendimientos son inferiores a las potencialidades, lo que significa que este
subsector tiene un margen de progresión en términos de productividad;
de ahí que, según la reforma planteada por el Ministerio de Agricultura,
sea necesario renovar los tradicionales sistemas de divulgación que han
mostrado su ineficacia, así como las inadecuadas y obsoletas infraestructuras de almacenamiento. Entre los límites de la Estrategia se puede
decir que se olvida que los agricultores son el principal actor en el proceso de toma de decisiones y que la mayor parte de ellos no producen
para el mercado, sino para el autoconsumo. Por lo tanto, uno de los riesgos radica en el hecho de que la aplicación de la Estrategia sólo se inte3 Los cereales constituyen la principal producción agraria, ocupando durante la campaña
1995/96 el 68% de la superficie agraria útil (SAtn y el 80% de las tierras cultivadas. El
98% de las tienas produce cuatro tipos de cereales repartidos de la fon^na siguiente: cebada
(50%), trigo duro (20%), trigo blando (24%) y maíz (6 a 8%). Si bien los cereales se cultivan en todo el territorio, un número reducido de regiones, esto es, las de regadío y secano
favorable, concentran el 60% de la pmducción: Abda, Dukkala, Chauía, Garb, Tadla,
Haúz.
117
rese por los cerealicultores, es decir, los agricultores que practican un
cultivo más intensivo y que se han beneficiado hasta la fecha de los incentivos basados en los precios garantizados, así como de los servicios
aportados por la red administrativa de apoyo al sector (semillas seleccionadas, abonos, créditos de campaña,...).
1.2.2.
Los cultivos industriales, o la herencia
del voluntarismo público
Los cultivos industriales se caracterizan por unos resultados marcados por la intervención del Estado. Así, la producción de oleaginosas
procede básicamente del girasol, un subsector donde los incentivos proporcionados por el Estado han fomentado el crecimiento de la producción (de 100 a 200.000 has.) beneficiándose de las ayudas un grupo reducido de regiones y productores. Mientras tanto, el potencial olivarero
ha sido desatentido y ello a pesar de que representa 415.000 hectáreas y
posee un potencial de más de dos millones de hectáreas, requiriendo la
transformación de la aceituna un esfuerzo considerable de modemización. Otros cultivos industriales que, como hemos visto, fueron emblemáticos de la política agraria de los períodos anteriores, son la remolacha azucarera (entre 60 y 70.000 has.) y la caña de azúcar (15.000 has.).
Estos cultivos son grandes consumidores de agua, por lo que dos tercios
se cultivan en superficies de regadío y un tercio en tierras de secano
(Garb y Lukkus). Los resultados son ambivalentes, puesto que el logro
que representa el incremento de la producción de unos cultivos complejos (3 millones de toneladas para la remolacha y 1,2 para la caña de azúcar) se ve relativizado por el hecho de que la producción no cubre las
necesidades del mercado interior, por lo que alrededor de 450.000 toneladas de azúcar son importadas cada año. Además, la liberalización de la
rotación de los cultivos, así como la necesidad del cobro del precio real
del agua, plantean la cuestión de la continuidad de estos cultivos ante la
alternativa de productos más rentables para la explótación familiar como
son los cereales (autoconsumo) y las hortalizas (disponibilidad de mano
de obra). Por tanto, la necesaria rentabilidad de las inversiones públicas
abre la cuestión del futuro de las unidades de transformación (Amar,
1997).
118
1.2.3.
Hortalizas y frutas o el dualismo entre mercados
interno y externo
El subsector de las hortalizas produce principalmente tomates, patatas y cebollas, y cobra relevancia debido a su impacto en términos de
mano de obra y de abastecimiento del mercado interior y exterior. No
obstante, cabe distinguir entre las producciones de temporada y las tempranas. Estas últimas, destinadas a la exportación, se caracterizan por
unos resultados satisfactorios, fruto del dominio de las técnicas de producción más modernas, de una mano de obra barata y de una mayor integración dentro de la cadena agroalimentaria, por parte de productores
con un perfil empresarial. Estos han realizado un esfuerzo para controlar
los distintos segmentos tanto en amont como en aval de la filiére, convirtiéndose los más competitivos en productores-exportadores. Dicha diferenciación se reproduce también entre las regiones productoras, ya que
las más pujantes son las que han sabido extender los cultivos bajo plástico o en invernaderos, incorporar las técnicas de ahorro del agua y fomentar el desarrollo de grupos de productores que han integrado la comercialización y la exportación desde el fin del monopolio de la Oficina
de Comercio Exterior (OCE) en 1986, dándose una diferenciación importante entre unas zonas hoy en declive (El Yadida) y otras en auge
(Sus).
En cuanto a la producción hortofrutícola destinada al mercado interior, ésta se caracteriza por su escasa organización y la multiplicación de
los intermediarios, lo que influye en el reparto de la plusvalía en detrimento de los productores. Debido al carácter perecedero de este tipo de
producto y a la deficiencia de las infraestructuras viarias y de transporte,
las zonas que mejor ventaja ofrecen son las que rodean a las grandes ciudades, que constituyen su mercado de destino al tiempo que las tierras
de cultivo se ven afectadas por la presión del crecimiento urbano.
Las plantaciones de frutales incluyen, además del olivar (450.000
has.), una gran variedad (cítricos, almendros, viñedos, palmeras datileras, albaricoques, manzanas, melocotonés, plátanos,...). En este subsector nos encontramos de nuevo con la dicotomía entre producciones destinadas al mercado interior y a la exportación y entre producciones
extensivas, propias de la agricultura de secano, y otras capitalistas, propias de la agricultura de regadío, desarrolladas con mayor (cítricos) o
menor antig^edad (p]átano). Entre estas últimas, predomina el sector de
los cítricos debido a su relevancia en términos de aportación de divisas.
119
Las superficies de cítricos (naranjas .y clementinas) abarcan unas 75.000
hectáreas. (1997-1998), concentrándose en las siguientes_regiones: el
Sus-Masa, el Garb, el Tadla y el Haúz. El sector de los cítricos se enfrenta a varios problemas, como es el envejecimiento de las plantaciones,
problema estrechamente ligado a la necesidad de la adaptación varietal
en respuesta a la demanda de los consumidores europeos; otro problema
es el proteccionismo de su principal mercado, el de la UE. Por último, el
desarrollo de la arboricultura posee un importante potencial de crecimiento, que requiere, sin embargo, el arbitraje del Estado para definir el
tipo de productos y el tipo de productores que se quiere promocionar. En
efecto, el mercado externo está dominado por grandes productores organizados y conectados con el Estado, mientras que el mercado intemo sufre una gran desorganización.
1.2.4.
Las producciones ganaderas
Los resultados de las producciones ganaderas también varían de un
subsector a otro. Desde la puesta en marcha del Plan lechero en 1975, la
producción de leche de vacuno ha conocido un desarrollo sustancial. A
pesar de no haber cumplido con los objetivos del ritmo de crecimiento
previsto, la producción global y la productividad por vaca han realizado
progresos notables, puesto que desde 19941a cobertura del consumo nacional supera e180%. Además, se debe tener en cuenta que el desarrollo
del sector lechero vacuno contribuye también a la producción de carne
roja, una producción que el sector bovino no satisface, dominado éste
por la existencia de razas poco productivas, por la debilidad del nivel
técnico de los ganaderos y por la escasa integración vertical de éstos
dentro de la filiére de la carne roja. Desde una perspectiva territorial de
la producción, los resultados reflejan de nuevo la dicotomía entre las regiones de regadío y las de secano en detrimento de estas últimas 4. Ante
la perspectiva de un futuro contexto internacionalizado a partir de 2005,
varias cuestiones se plantean relativas al consumo y a la transformación,
debido al contraste entre la atomización de la oferta de leche y la existencia de una situación de oligopolio dentro del proceso de transformación dominado por una compañía, "La Central Lechera". Otra cuestión
° La primera región productora es el Garb, una zona de regadío que con la dedicación al
cultivo de remolacha ha sabido desarrollar la producción de leche de vacuno alrededor del
uso de la pulpa de remolacha.
120
pendiente concierne a la necesidad de incrementar la formación de los
ganaderos para que mejoren la productividad y ^alidad de la leche. Por
último, la relación de este subsector con la filiére de la came roja, que
afecta también al ovino y caprino, plantea la cuestión de saber si habrá
una organización de ganaderos para carne y otra para la producción lechera.
En cuanto al sector ovino y caprino, que contribuye a130% de la producción de carne roja, caracteriza ante todo la agricultura de secano y de
subsistencia, marcada por métodos extensivos de producción, por lo que
padece una fuerte dependencia de los factores climáticos tal y como lo
refleja el hecho de que la cabaña evoluciona de un año a otro en función
de las precipitaciones. Dentro de este subsector nos encontramos con el
hecho de que existe, de un lado, una concentración de la cabaña en los
grandés agricultores, y, de otro, una amplia masa de pequeños agricultores-ganaderos para los cuales el rebaño cumple un papel socioeconómico muy importante dentro del sistema agropastoril que les caracteriza,
además de constituir un bien solvente que puede convertirse en una reserva de tesorería en un momento dado. Una de las asignaturas pendientes concierne al desarrollo de la transformación de la leche y la profesionalización de los ganaderos, cuestiones éstas que son también válidas
para el sector de leche bovina.
Al lado de las carnes rojas, la came blanca ha conocido un desarrollo
importante, producto del sector de la avicultura industrial, que ha crecido a un ritmo anual medio del 8%, ubicándose estas unidades en las inmediaciones de su mercado natural, las grandes ciudades. Ello repercute
tanto en la producción de carne blanca, como en la producción de huevos, un sector que se ha beneficiado de las medidas financieras acordadas por el Estado dentro del Código de Inversiones Industriales hasta
1995. En efecto, este subsector, dominado por grandes inversores urbanos, ha sido considerado como industrial y reivindica su incorporación
dentro de la agricultura para así poder beneficiarse, entre otras ventajas,
de la desfiscalización del sector.
El balance del análisis de la estructura productiva es ambiyalente y
•
adquiere una dimensión preocupante ante el nuevo contexto, que se caracteriza por una agricultura y agroindustria cada vez más integradas en
los circuitos de la competición internacional, una competición que descansa en el sacrosanto principio liberal de las ventajas comparativas de
Marruecos. Estas ventajas han estado desde hace años centradas en los
cítricos y productos tempranos, respaldadas por el factor climático, el
121
bajo coste de la mano de obra, el acceso privilegiado al mercado europeo y la capacidad de movilización del agua. No obstante, dichas ventajas comparativas, lejos de ser un dato estructural, son el resultado de opciones públicas y privadas con una dimensión holista. Ello lo evidencia,
de un lado; el análisis del desarrollo de los sectores de productos tempranos y de cítricos, así como de las distintas etapas que han marcado su
consolidación (Swearingen, 1988), y, de otro, el análisis del cambio que
afectó a los cereales dentro de la estructura del comercio exterior, pasando de ser bajo el Protectorado un sector exportador a convertirse en un
sector deficitario (El Khyari, 1987). Así, algunos autores, como Akesbi
(1997), hacen hincapié en la existencia de una serie de riesgos ante el futuro que se avecina, como el agravamiento de la dependencia alimentaria, en la medida en que los resultados obtenidos por los productos de
base estratégica, como los cereales o las oleaginosas, son insuficientes, y
en la medida en que la producción ha evolucionado sin conexión con el
mercado interior. En defmitiva, se confirmaría la tendencia a que el país
produzca para el mercado exterior y consuma recurriendo a las importaciones. No obstante; para muchos la agricultura marroquí posee un potencial de modernización y de diversificación que no ha sido aún agotado. De acuerdo con ello, podemos considerar que, salvo el factor
climático, todos los demás son elementos dinámicos, por lo que la rehabilitación del papel del Estado que contempla la Estrategia de Desarrollo
Agrario trae a colación la cuestión de identificar las ventajas comparativas de la agricultura man•oquí que las políticas de ajuste y la liberalización no cuestionaron. En un contexto de liberalización, la definición
de estas ventajas no puede asentarse por más tiempo en un enfoque estático. Este tipo de enfoque evidencia la excesiva especialización productiva y de destino de los productos marroquíes. Esta doble concentración
hace que éstos estén subordinados a las fluctuaciones de la demanda y
de la calidad, así como a la competencia y el creciente proteccionismo
del mercado europeo. Una visión dinámica de la agricultura marroquí
debería asentarse en la identificación de sus potenciales de modernización y diversificación productiva, de transformación y comercialización. •
Por último, el agricultor es en última instancia quién decide qué y
cómo producir. Desde esta perspectiva, la Administración agraria se enfrenta a unos dilemas para conseguir enmarcar las decisiones de los agricultores dentro de sus objetivos, ya que las medidas de incentivo tradicional basadas en los precios garantizados contradicen la opción liberal.
En un principio, la solución de conceder subvenciones a la producción
122
tampoco es viable desde el liberalismo y ello a pesaz de que es muy extendida eñtre las grandes potencias agrícolas. La supresión o la atribución de subvenciones no responde solamente a criterios avanzados por la
política financiera del Estado, es decir, a si su coste es mayor o menor
para las arcas del Estado, o por criterios agrícolas, sino qué se enmarca
también en la relación de fuerzas que mantiene el Estado con los grupos
de intereses agrarios. Además, dentro de una política de modernización
integrada en filiéres de producción, la subvención como incentivo es un,
elemento complejo que debe ser coherente con el resto de los segmentos
que la componen. Puesto que el incentivo que representa la subvención
no puede originaz distorsiones en términos de precios, debería ser un
instrumento privilegiado de intervención dentro de:
• la política de estructuras, para fomentar las inversiones de modernización productiva de las explotaciones;
• la política financiera, como mecanismo de acceso al crédito agrario para complementar la financiación de la política de estructuras
y para reducir o escalonar la deuda de los agricultores, así como
para reconstitu^ su capacidad financiera 5;
• la política institucional, como incentivo que acompañe el desarrollo de la contractualización de las operaciones productivas de los
agricultores y de sus organizaciones profesionales.
En definitiva, la nueva política agraria debe incidir sobre la estructura productiva. No obstante, no se debe olvidar que su relevancia supera
los objetivos de modernización productiva y sectorial, puesto que los resultados de la producción agraria marcan profundamente el crecimiento
de la economía marroquí, al tiempo que los esfuerzos financieros realizados por la colectividad nacional durante las fases precedentes le confieren una misión política de garantía de la soberanía del país cuya población no puede depender de un mercado mundial dominado por los
grandes conjuntos regionales de productores y las redes transnacionales
del sector agroalimentario (Guerraoui, 1999). La agricultura marroquí se
enfrenta al hecho de que estos grandes conjuntos regionales como la UE,
el principal mercado de destino de las exportaciones agrícolas marro-
5 EI nivel de endeudamiento creciente de los agricultores es un grave freno a la modernización de la agricultura marroquí: en 1997, 300.000 agricultores se veían sometidos a este
problema, entre los cuales el 75% estaba en la imposibilidad de hacer frente al pago de sus
deudas.
123
quíes, han sabido desarrollar nuevas normas de proteccionismo, al tiempo que la aportación en divisas de las exportaciones agrícolas se ve aminorada por la necesidad de importar gran parte de sus insumos y de
abastecerse en el mercado internacional en cereales, productos lácteos y
azúcar 6. Por último, el peso demográfico del mundo rural y su identificación con la agricultura hacen que los objetivos de cohesión social y territorial dependan de la capacidad de la agricultura para modernizar sus
estructuras, diversificar sus producciones, incrementar su productividad
y asegurar unos niveles de movilización de la mano de obra y de renta
para que los agricultores representen una demanda solvente.
2.
AGRICULI'URA Y COHESIÓN SOCIAL Y TERRITORIAL
La población marroquí fue estimada en 1995 en 26.386.000 habitantes, entre los cuales 12.702.000 (el 48%) vivían en el mundo rural. El
análisis de los distintos indicadores demográficos según que el lugar de
residencia sea urbano o rural evidencia que el mantenimiento de la presión demográfica en Marruecos procede del mundo rural. Así, el índice
de fecundidad del mundo rural (5,0) duplica el del ámbito urbano (2,5),
por lo que, si bien disminuye la parte relativa de la población rural dentro de la población global del país, en realidad su valor absoluto se incrementa'. Además, si consideramos que e180% de la población rural activa es agraria, este fenómeno tiene varias consecuencias, y, en particular,
las siguientes: provoca una presión creciente sobre los recursos fundiarios e hídricos que no son elásticos, al tiempo que no va acompañado por
el crecimiento de la productividad y del empleo agrarios; de ahí que dicha presión se transfiera sobre la ciudad, tal y como lo muestran los datos relativos, a los movimientos migratorios desde el campo hacia la
ciudad.
^
Prueba de la idenfificación entre el ámbito rural y la actividad agraria, y entre la bonanza del sector agrario y el éxodo rural, es que este último ha ido creciendo con mayor intensidad durante los períodos de se6 Así, por ejemplo, el cos[e de la mano de obra sólo representa el 28% del coste total de la
producción de una tonelada de tomates producida en Marruecos, mientras que los insumos
importados llegan al 65% de ese coste (Akesbi, 1997).
' Así, Marruecos contaba con 11 millones de habitantes en 1962, dato que hoy es inferior
al conjunto de la población rural. Sobre el desarrollo rural véanse Serghini ( 1998).
124
quía. No es sorprendente entonces que la reducción de la parte de la
población rural sea el resultado del éxodo hacia las ciudades y que las
zonas de procedencia de esta población sean las que disponen de un potencial débil de producción agraria, es decir, las mesetas Zemmur (cercano a Rabat-Sale), Abda (El Yadida) y Sragna, y las zonas montañosas
(en particular, las del Rif oriental) (Ferdawcy, 1994). Las consecuencias
del éxodo rural son graves no solamente porque trasladan los problemas
de desempleo desde el ámbito rural hacia el urbano que no puede absorber esta mano de obra, sino que, en términos de capital humano, alcanzan sobre todo a la población más joven, más dinámica y mejor preparada (la edad media de los emigrantes es de 20 años) y, por lo tanto, a la
población más susceptible de responder a las políticas de modernización. Además, las migraciones no resuelven la cuestión de la viabilidad
intrínseca de las explotaciones agrarias, puesto que la salida de la agricultura se suele enmarcar dentro de una estrategia de supervivencia familiar que involucra a todos sus miembros permitiendo repartir el riesgo
y diversificar las fuentes_de rentas domésticas fuera de la agricultura.
Así, este fenómeno contribuye a la reproducción del patrimonio fundiario y a la gestión patriarcal de la explotación doméstica 8.
En definitiva, los problemas de las ciudades, que tanto llaman la
atención de los^,poderes públicos debido a la percepción de los riesgos de
inestabilidad social que conllevan, tienen su origen en el mundo rural. El
cambio que introduce la Estrategia de Desarrollo Agrario radica en el
hecho de que se concibe como parte integral de la Estrategia de Desarrollo Rural. Así, asume que el éxodo rural tiene sus orígenes en los déficits
en infraestructuras sociales y básicas que padece el mundo rural y en la
saturación del sector agrario en su modo de producción actual, un modo
incapaz de garantizar niveles de renta adecuados a una población de jóvenes atraídos por las pautas de consumo urbano. El punto nodal es, por
lo tanto, la ausencia de perspectivas de futuro para los jóvenes tanto en
la agricultura como en el mundo rural.
e La estrategia de reproducción fundamentada en la extemalización de los ingresos cumple la función de lo que en otros países se Ilama la "pluriactividad", diferenciándose, no
obstante, por el hecho de que, puesto que el mundo rural marroquí ofrece pocos empleos
de proximidad fuera de la agricultura, la pluriactividad se desarrolla fuera del ámbito rural.
125
2.1.
El mundo rural: una realidad de déficit en infraestructuras
Los déficit que padece el mundo rural marroquí conciernen tanto al
acceso a las infraestructuras básicas que proporcionan un mínimo de bienestar y condicionan el desarrollo económico, como a los servicios sanitarios o educativos que contribuyen al desarrollo del capital humano.
2.1.1.
Las infraestructuras básicas 9
La mayor parte de los aduares (aldeas) (54%) padece problemas de
comunicación viaria (e182% de las carreteras de acceso está en mal estado y el 30% sólo se puede usar en verano). La red nacional de electrificación alcanza sólo al 10,5% de los aduares (3.500 de 34.000) y al
12,5% de los hogares rurales. Sólo el 16% de los hogares recibe agua
potable mediante conexión directa, por lo que el resto se procura agua en
las fuentes públicas, los pozos y los ríos. Las consecuencias de este tipo
de déficits son diversas y, por ejemplo, afectan a la división ocupacional
en el campo en términos de género, ya que el abastecimiento del hogar
en agua potable y energía es una de las principales actividades de las
mujeres; de ahí que ello contribuya al mantenimiento del estatuto tradicional de la mujer. Otras consecuencias se refieren a la salud, ya que el
40% de las enfermedades en el mundo rural derivan de un consumo de
agua en malas condiciones, siendo causa de la todavía elevada mortandad infantil.
2.1.2.
Educación, salud y servicios sociales
El acceso a los servicios públicos de salud y de educación sigue siendo deficitario como lo reflejan los datos siguientes. En el ámbito de la
salud, sólo el 3% de los municipios dispone de un centro de salud, y la
distancia media que debe recorrer la población rural es de 25 kilometros
(6 kms para el conjunto de la población nacional). En el ámbito educativo, sólo el 20% de las aldeas dispone de escuelas, por lo que cuatro de
cada cinco jóvenes rurales deberá recorrer varios kilómetros para ir a la
escuela. A pesar de la progresión de la alfabetización del mundo rural,
este déficit refleja una triple discriminación en términos de10:
9 Estos datos proceden de Serghini (1998) así como de Ferdawcy y Lomri (2000).
10 Los datos proceden de MARDPM (1999 y 2000).
126
a) Estructura de edad, ya que el analfabetismo alcanza el 75% de
la población rural y se incrementa a medida que la edad avanza,
afectando a190% de los de 45-50 años y a195% de los mayores
de 60 años; ello evidencia que este déficit es en parte heredero
del pasado, pero que no será resuelto pronto tal y como lo muestran los datos relativos a la escolarización de las capas de la población más joven;
b) Lugar de residencia, ya que sólo e146% de los niños de 7 años
y el 23% de los de 13 años que residen en el medio rural están
escolarizados, mientras que en las ciudades el 95% de los niños
recibe una educación general básica;
c) Género, con un marcado carácter estructural en el acceso a la
educación; así, 9 de cada 10 mujeres rurales son analfabetas y la
tasa de escolarización de las niñas sólo alcanza el 48% debido
al estatuto subordinado de las chicas y a los límites socioeconómicos de las familias.
2.1.3.
Un escaso poder adquisitivo
Además de estos déficit en equipamientos, el mundo rural marroquí
arrastra unos niveles de renta y de gasto familiar muy bajos, lo que en
términos de ingresos hace que el 43% (o sea unos 5 millones de personas) pueda ser considerado como pobres, concentrando así e172% de los
pobres de Marruecos ". Aunque en el mundo nual existen mecanismos
de compensación que son dificiles de contabilizar, como el autocónsumo, las redes de solidaridad familiares y la lógica de la estructura patriarcal de la explotación doméstica, lo cierto es que el mundo rural no
representa un mercado sólido y solvente de consumidores. El escaso poder adquisitivo de la gran masa de campesinos tiene unos efectos negativos sobre la demanda de bienes de consumo, al tiempo que los déficits
en infraestructura no alientan el consumo de bienes de equipo. Por ello,
el incremento de la renta agraria tendría un impacto positivo sobre la
economía en general mediante el estímulo de la demanda solvente.
" Estos datos han sido recogidos de la Estrategia de Desarrollo Rural (MADRPM,
1999:46 y sg.). Se entiende aquí por personas pobres, la población con un nivel bajo de ingresos, es decir la población wlnerable ante la adversidad climática y que suele coincidir
en un 66% con las micro-explotaciones. Asimismo, la pobreza absoluta alcanTaría al 18%
de la población rural según datos de la Encuesta de Hogares de 1991 recogidos en la Estrategia de Desarrollo Rural.
127
En defmitiva, la mejora de las condiciones de vida de la población
rural, el desarrollo de las infraestructuras y una mejor formación del capital humano son elementos esenciales para la diversificación de las
actividades económicas rurales, así como para la modernización de la
producción agraria y su integración en una economía abierta. Mientras
tanto, si no se resuelven ambos tipos de déficits, la agricultura seguirá
siendo un lastre en lugar de motor de la economía marroquí y será dificil
promover el modelo "empresarial" que la Estrategia induce.
2.2.
La agricultura: principal actividad del mundo rural
Un solo dato permite evidenciar la coincidencia entre agricultura y
^ sociedad rural en Marruecos: el 85% de la población activa rural se
dedica a la agricultura. Por lo tanto, cuando hablamos de agricultura estamos hablando de sociedad rural y las características de la agricultura
están estrechamente vinculadas a ella. Dicha población activa se caracteriza por los siguientes rasgos:
a) Unas altas tasas de ocupación (95% de los activos) y de subempleo (el 24% de los mayores de quince años trabaja menos de
40 horas semanales); además, la actividad agraria, ampliamente
extensiva y dominada por los cereales, es propensa a largos períodos de baja actividad.
b) La falta de formación técnica de los agricultores, que es correlativa al analfabetismo de los titulares de explotación (el 81% que
explotan el 76% de la SAU) y al proceso de envejecimiento de
estos últimos, cuya edad media se sitúa en los 52 años (los titulares de explotación mayores de 65 años representan el 23%,
mientras que los jóvenes de menos de 35 años representan el
12,6%).
Los déficit señalados y estos últimos datos aportan elementos de explicación de la permanencia de la agricultura campesina como elemento
funcional para la repróducción de la explotación doméstica, una agricultura fuertemente mediatizada por la dimensión comunitaria y por el
temor a la innovación y el riesgo. La coherencia de la agricultura campe=
sina de^cansa, de una parte, en el patriarcalismo como estructura de
autoridad dominante, y, de otra, en su inmersión en el conformismo social de la comunidad local. Ello ha tenido, y sigue teniendo, como con128
secuencia que los jóvenes y las mujeres formen dos colectivos discriminados al no estar incorporados en los procesos de toma de decisiones
(Pascon, 1969 y 1986) y que sólo los notables posean capacidad para introducir innovaciones productivas (Hammoudi, 2001: 56-63).
El envejecimiento de los titulares de explotación hace pensar que en
un futuro próximo llegará una nueva generación de agricultores, por lo
que no tardará en plantearse la necesidad de aportar respuestas a la instalación de jóvenes. Por ello, la modernización de la agricultura pasa por
la toma de medidas de carácter socioestructural que actúen como incentivos selectivos para la promoción de los jóvenes y de las mujeres dentro
de la explotación, al tiempo que se fomente la democratización de la sociedad rural. Como señala Mendras (1995) en su análisis de los cambios
que suponen el paso de una agricultura campesina a otra empresarial o
familiar, las medidas sociales y de estructuras, tales como jubilar al padre ya mayor para fomentar la instalación de su hijo, significan convertir
al patriarca en un viejo sin ocupación, y, por consiguiente, implica erosionar la jerarquía de autoridad dentro de la explotación familiar. La
adopción de medidas en este sentido tendría sin lugar a dudas consecuencias importantes sobre la capacidad de innovación de los agricultores desde una perspectiva de modernización productiva, debido a la mejor preparación de los jóvenes y a unas aspiraciones de consumo más
próximas a las de la sociedad urbana. De acuerdo con ello, se puede incluso suponer que tales consecuencias podrían afectar también a la propia estructura de la familia en Marruecos. No obstante, este tipo de medidas socioestructurales supone un coste financiero que las arcas del
Estado marroquí no se pueden permitir sin que se cuestione el statu quo
relativo a la contribución fiscal de la agricultura12.
Mientras tanto, algunos autores señalan la erosión del modelo de explotación patriarcal y la emergencia de una nueva élite en el campo, más
individualista y más preocupada por los resultados de su explotación en
términos de acumulación económica y de intereses corporativistas (Leveau, 1984). Dicha élite es fruto de una nueva generación formada por
los hijos de los notables, que han recibido a menudo formación y educación en la ciudad donde incluso pueden residir. Estos agricultores han
apostado por una agricultura productiva más integrada en los circuitos
1z Véanse las declaraciones del antiguo Ministro de Agricultura, Meziane Belfquih (MAE,
1998 y Afrique Agriculture, 1998).
129
del crédito, la mecanización y la industria de transformación, e incluso
la exportación, por lo que se pueden definir como empresarios.
Debido a la falta de investigaciones empíricas, algunas cuestiones
quedan abiertas: ^en qué medida estos nuevos agricultores están menos
vinculados que sus antecesores a la comunidad local? ^en qué medida
pueden representar la emergencia de una elite "ilustrada", comprometida
con el entorno local y liderando la emergencia de una sociedad cívica en
el campo, en particular, a través de la renovación de las instancias de representación de los agricultores? Ello nos lleva a otra cuestión, cual es la
liberación del yugo autoritario al que se ve sometido el mundo rural. En
efecto, dificilmente se puede producir el cambio esperado sin la existencia de un movimiento social que se reapropie de la política de modernización agraria. Sin este tipo de relevo que fomente el intercambio, la
cooperación entre agricultores y su participación en asociaciones profesionales, se corre el riesgo de que el paso de una agricultura tradicional
mediatizada por la estructura de patronazgo a una agricultura más preocupada por intereses corporativistas vertebrados en los distintos niveles
territoriales, se realice mediante la exclusión de las capas menos favorecidas.
En definitiva, ello plantea la cuestión de conciliar la política de modernización y la capacidad de los agricultores campesinos para negociar
las modalidades de dicha modernización (Haubert,1997). El desarrollo
de la sociedad campesina marroquí no se puede limitar al ámbito económico, sino que debe conjuntamente incrementar su poder en los ámbitos
sociopolítico y cultural. Sólo unos arbitrajes del Estado que fomenten un
apoyo generalizado a los agricultores y un reparto equitativo de los recursos puede incentivar el desarrollo del mundo agrícola en Marruecos.
En caso contrario, el riesgo es una modernización parcial que beneficie a
algunos segmentos de los agricultores (los más competitivos) en detrimento de una gran masa de campesinos. De ahí la necesidad de complementar el análisis de los déficits señalados con la presentación de la estratificación social en el campo, una estratificación que hasta hoy ha
alejado el modelo de agricultura en Marruecos de las concepciones productivistas de tipo empresarial o familiar dominantes en otros contextos
como el europeo.
130
3.
REGÍMENES DE TENENCIA Y ESTRUCTURA
DE LAS EXPLOTACIONES AGRARIAS
El impacto de la estructura fundiaria sobre la promoción del sector
agrario es un dato que nunca puede ser obviado, ya que, al determinar
parte de la capacidad productiva de los agricultores, introduce una jerarquización entre éstos. La Estrategia de Desarrollo Agrario supone una
innovación en relación con las políticas y los documentos precedentes,
en la medida en que establece como uno de los pilares de su enfoque la
adaptación de las políticas a la diversidad de los tipos de explotación
agraria y de su entomo agroecológico, recogiendo así una de las críticas
formuladas por el grupo de expertos que preparó la Plataforma del Anteproyecto de Ley de Modernización Agraria (MAE, 1998). Esta innovación incorpora las especificidades del sector agrario en relación con los
demás sectores y modula las recetas a menudo indiscriminadas y universalistas de las políticas de inspiración neo-liberal (Hugon, 1999 y Haubert, 1999). No obstante, el reconocimiento de la diversidad se ve de
nuevo sometido al principio de homogeneidad propio de la racionalización que induce la política agraria por motivos funcionales.
3.1.
Los regímenes de tenencia
La opción liberal implica no sólo la generalización de la propiedad
privada, sino también la seguridad jurídica de dicha propiedad para que
pueda convertirse en un bien que se pueda intercambiar en el mercado.
El régimen jurídico de tenencia de la tierra en Marruecos se caracteriza
por una cierta diversidad, articulada alrededor de cuatro estatutos que
son utilizados por los censos agrarios (MADRPM, 1998) ":
a) EI estatuto melk. Es el estatuto más extendido, afectando al
75,8% de la SAU. Se asimila a la propiedad privada de derecho
romano y su progresión está estrechamente vinculada a la política de colonización del Protectorado y la introducción de una
agricultura capitalista. Desde la independencia, dicha progresión se efectuó en un primer momento sobre la base de la liqui-
" Sobre los regímenes de tenencia desde una perspectiva histórica, véase Bouderbala
(1977).
131
b)
c)
d)
e)
132
dación del sector colonial, para luego alcanzar al régimen de las
tierras colectivas.
EI estatuto colectivo. Representa el 17,7% de la SAU y afecta a
las tierras de las tribus cuya propiedad es colectiva, pero cuya
explotación es familiar. Estas tierras fueron convertidas por la
legislación del Protectorado en propiedades inalienables de colectividades éfiicas (APJ), y tras la independencia fueron sometidas a la tutela del Ministerio de Interior. Son consideradas
como una reserva fundiaria para el campesinado, que se aprovecha también de la explotación del espacio silvo-pastoril (20 millones de hectáreas). No obstante, las tierras colectivas están sometidas a una fuerte presión hacia la apropiación privada y la
melkización.
EI estatuto guich. Abarca el 2,8% de la SAU y corresponde a
las antiguas tierras que el Majzen había otorgado a las tribus
como contrapartida de un servicio-militar. Se encuentran generalmente en zonas situadas alrededor de las antiguas ciudades
imperiales (Fez, Mequínez, Marraquech, Rabat).
El estatuto de los Habices. Concierne al 0,6% de las tierras
agrícolas y están dedicadas sobre todo a la olivicultura y diseminadas por todo el territorio, pero con una cierta concentración
alrededor de ciudades con relevancia religiosa (Tetuán, Larache, Mequínez, Fez y Uezzan).
EI dominio del Estado. Corresponde al 3,1% de la SAU, caracterizándose por una fuerte concentración de grandes explotaciones con una superficie superior a 100 hectáreas. Con el Protectorado se estableció una diferenciación entre el dominio privado
del Sultán y el dominio del Estado. Tras la independencia, el
dominio del Estado ha aumentado por el secuestro de las tierras
de las personas acusadas de indignidad nacional ( 1958), por la
recuperación de las APJ (1959) y de las tierras de colonización
oficial a partir de 1963 y de colonización privada en 1973. Las
distintas fórmulas Ilevadas a cabo por las,autoridades públicas
para la explotación de las tierras del dominio del Estado son un
claro ejemplo de los objetivos perseguidos por la política de
modernización agraria. Así, cuando la gestión ha sido confiada
a empresas públicas, éstas han actuado como un complemento
de la explotación capitalista, especializándose en la producción
de insumos ( semillas, selección varietal,...) o en productos con
una fuerte demanda interna o externa. En el mismo sentido de
promoción de la agricultura capitalista se enmarca el arrendamiento a empresarios agrarios (grandes agricultores o jóvenes
promotores), mientras que la distribución de lotes a pequeños
agricultores dentro del marco de la Reforma Agraria ha petmitido satisfacer parte de una reivindicación histórica.
Aparte de la diversidad de los estatutos, otros fenómenos, como la
parcelación, son considerados obstáculos a la intensificación y eficiencia de las explotaciones agrarias. La parcelación se asienta en la importancia de la tradición del reparto sucesorio dentro de la indivisión entre
herederos y en un sistema de arrendamiento diverso y complejo que no
fomenta ni las economías de escala, ni el incremento de la productividad
ni la innovación. Todos los documentos consultados hacen hincapié en
el hecho de que los dispositivos legislativos tomados para luchar contra
estos fenómenos han sido ineficientes, enfrentándose la racionalidad de
los textos a una realidad social compleja enraizada en la historia y la legalidad islámica y reforzadá por la presibn demográfica. Así, la parcelación es una característica de las estructuras agrarias de los países musulmanes, que encuentra su justificación en el derecho musulmán, al
tiempo que su funcionalidad corresponde a una estrategia de lucha contra la adversidad climática y de integración de las explotaciones agrarias
en una triple dimensión agrícola, ganadera y forestal. Por último, es muy
dificil legislar en los aspectos relativos a la definición del tamaño de la
explotación viable sin una política compensatoria para los perjudicados
por este tipo de medidas 14.
En definitiva, la lógica de la liberalización y de la integración de la
agricultura dentro de una economía de mercado empuja al Ministerio de
Agricultura a simplificar y homogeneizar los regímenes de tenencia en
el sentido de una promoción de la seguridad jurídica de la propiedad privada. No obstante, se enfrenta al hecho de que, en primer lugar, la complejidad de los estatutos ha permitido la preservación e incluso la extensión del patrimonio fundiario en detrimento del incremento de su
'^ Así, la concentración y redistribución parcelarias en zonas de regadíos se beneficiaba de
incentivos selectivos (puesta en riego, asesoramiento, insumos, contratos de cultivo,...),
mientras que en las zonas de secano, las operaciones eran más complejas y no se beneficiaban de tales incentivos. Un intento de corregir esta realidad se plasma en la L,ey sobre la
creación de perímetros de mise en valeur en secano y la Ley 34-94 sobre parcelación.
133
productividad y modernización; en segundo lugar, a que es muy dificil
determinar a priori un tamaño mínimo de viabilidad, ya que es un hecho
que la relación entre parcelación y/o tamaño de la explotación y debilidad de los rendimientos, no es mecánica. Por último, el incremento de la
seguridad jurídica de la propiedad y la liberalización del mercado fundiario podrían fomentar las transacciones de las tierras, levantando así
los obstáculos heredados del pasado, sin que esté garantizado que los beneficios vayan en la línea de hacer viables las pequeñas explotaciones.
Además de la complejidad de los regímenes de tenencia, la puesta en
marcha de la política agraria se enfrenta al desconocimiento de la estructura de la propiedad.
3.2.
La estructura de las explotaciones agrarias
La referencia que utilizan los censos agrarios es la de las explotaciones, por lo que la estructura de la propiedad agraria en Marruecos
es desconocida. Para una superficie agrícola útil (SAU) de casi 9 millones
de hectáreas, el número de titulares de explotaciones alcanza el número
de 1.500.000 y se divide entre 1.430.000 con tierra y 65.000 sin tierra
(MADRPM, 1998). El primer dato que revela el censo agrario de 1998, es
que la estructura de las explotaciones refleja el dualismo típico de la estructura agraria mediterránea entre el latifundio (o la gran explotación colonial) y el minifundio (o el dominio de la pequeña explotación)15. Este
modelo dual significa que el 70% de las explotaciones tiene menos de 5
has (con una media de 2,1 has que abarcan el 24% de la SAU) y la gran
explotación (superiox a 50 has) representa el 0,7% de las explotaciones,
pero el 15% de la SAU. La Estrategia de Desarrollo Agrario establece las
tres categorías siguientes sobre la base de criterios de tamaño/superficie
de las explotaciones (ver Tabla n° 1):
a) Las microexplotaciones, que abarcan 760.000 explotaciones
que nó superan las tres hectáreas en zonas de secano y una en
zonas de regadío. Esta categoría representa la mayor parte de
las explotaciones (50,9%), pero sólo detenta el 12,6 % de la
SAU y el 5% de la superficie regada. Su escasa base fundiaria
15 Para una visión de la formación histórica de las distintas estructuras agrarias y regímenes de tenencia en el espacio euromediterráneo, véase Coulomb (1996).
134
TABLA 1. Estructura de las explotaciones agrarias
Ezplotaciones
Tipo
Microexplotaciones
<_ 3 has . . . . . . . . . . . . . .
Explotaciones pequeñas
y medianas 3<_ 50 has. ...
Grandes 50 ha <. .......
TOTAL . . . . . . . . . . . . . .
Superficie
número
censadas
agrícola útil
regada
%
%
%
760.000
50,9
12,6
5
660.000
11.000
48,4
0,7
72
15,4
64
31
1.431.000
100
100
100
Fuente: Ministerio de Agricultura, Desarrollo Rural y Pesca Maritima (MADRPM, 1998).
hace que no estén contempladas por las políticas de intensificación productiva, tal como señala la Estrategia: "no es posible
' considerarlas como empresas susceptibles de un desarrollo autónomo basado en la agricultura o la ganadería" (MADRPM,
2000a: 65). No obstante, tanto las microexplotaciones como las
pequeñas han mostrado en otros contextos nacionales, como el
Levante español en Europa, su capacidad de modernización y
su superioridad intensiva cuando han sido acompañadas por innovaciones institucionales, organizacionales y tecnológicas, así
como por una especialización productiva poco corisumidora de
tierra como son los cultivos bajo plástico o la ganadería industrial. En este sentido, en la Estrategia se menciona que, dentro
de este colectivo, algunas explotaciones situadas en zonas favorables para la actividad agraria y, en la medida en que puedan
beneficiarse de los progresos de la investigación, podrían desarrollar unas producciones con alto valor añadido y alta movilización de mano de obra.
b) Las explotaciones pequeñas y medianas, que cuentan con una
superficie que varia entre 3 y 50 hectáreas y abarcan 660.000
explotaciones, o sea el 48,4% del total de explotaciones censadas, e172% de la SAU y e164% de la superficie de regadío. Dicha categoría es susceptible de responder a las políticas de producción agraria, y podría afectar a 8.120.000 personas, teniendo
135
en cuenta la promoción de la estructura familiar de la explotación (una media de seis personas por hogar). No obstante, dicha
categoría es sin lugar a duda la más heterogénea, por lo que parece conveniente establecer algunos elementos diferenciadores
dentro de ésta en función de su acceso al agua, su especializav ción productiva y su integración en el modo de producción capitalista. Según el censo de 1998, 272.318 explotaciones entre 3
y 50 hectáreas podían practicar el riego para una superficie total
de 935.158 hectáras, es decir, e142% de esta categoría y el 15%
de su SAU, respectivamente. Si introducimos otra diferenciación basada en el tamaño y partiendo de informaciones proporcionadas por el Censo y la Estrategia, podemos avanzar lo siguiente: en primer lugar, que este tipo de explotación encarna el
modelo de agricultura familiar; en segundo lugar, que a partir
del umbral de las 10 hectáreas se eleva la frecuencia del empleo
de mano de obra ajena a la familia; en tercer lugar, que a partir
de las 20 hectáreas se puede hablar de una creciente integración
capitalista; y, por último, que éstas tienen un acceso limitado, y
a menudo inestable, a los recursos productivos y al crédito, por
lo que poseen una capacidad de acumulación limitada. Hasta
ahora, las tentativas de superación de estos límites mediante
distintas fórmulas de agricultura de grupo han sido un fracaso.
Los ejes de una política de modernizacióri para este colectivo
serían los siguientes (MADRPM, 2000a): fomentar la seguridad
de la estructura fundiaria de la explotación y fomentar la salida
de la indivisión; adaptar los medios de financiación y establecer
un presupuesto específico, orientado hacia una consolidación
dinámica de sus estructuras a través de un mejor funcionamiento del mercado y de la transmisión de la tierra, así como de una
reforma de la legislación de los arrendamientos; dotarlas de un
apoyo técnico específico que tenga en cuenta sus capacidades
fmancieras y técnicas; y promover su participación en las organizaciones profesionales y su representación efectiva dentro de
las Cámaras Agrarias.
c) Las grandes explotaciones, que superan las 50 hectáreas y forman una minoría de 11.000 explotaciones (e10,7% de las explotaciones) concentrando el 15,4% de la SAU y el 31% de la superficie de regadío. Este tipo de explotaciones se beneficia de
un acceso privilegiado, y, a menudo estable, a la tierra, al crédi136
^
to, a los medios de producción y a las ayudas del Estado. Así,
esta categoría es la que mayor provecho ha conseguido de las
medidas contempladas por el CIA y los precios garantizados.
Estas forman el objetivo de los programas sectoriales de productividad y de inserción dentro de las filiéres y, por lo tanto,
son llamadas a comportarse según el modelo de gestión empresarial individual o familiar. Su peso económico y su inserción
en el sistema socio-político las sitúa en una posición dominante
en el seno de las instituciones de representación de la profesión
agrícola, y, en particular, en las asociaciones sectoriales de productores y en las cámaras agrarias.
A partir de los datos del censo agrario (MADRPM, 1998), la fuerte
correlación entre tamaño de las explotaciones y agricultura capitalista es
evidenciada por el hecho de que la concentración de las tierras en los
grandes agricultores se refleja también en el sector de la ganadería (en
particular, en el subsector de razas bovinas puras), en la posesión de material y equipamiento y en el uso de la mecanización, de los productos fitosanitarios y de los fertilizantes. Asimismo, el uso de este conjunto de
medios de producción decrece a medida que disminuye la superficie de
las explotaciones, dándose además la misma correlación, propia de la
agricúltura capitalista, en el ámbito de la mano de obra asalariada: e15%
de las explotaciones recurren a ella con una media de 10,3 asalariados en
las mayores de 100 hectáreas, y de 2 a 3,4 asalariados en las de más de
20 hectáreas.
Ahora bien, el objetivo de la cohesión social implica que la modernización agraria limite sus efectos malthusianos, por lo que la categoría
que en mayor medida concilia los objetivos de producción y de empleo
es la de las pequeñas y medianas explotaciones. En efecto, si bien entre
el 70 y e180% de las explotaciones según las distintas categorías utilizan
mano de obra familiar permanente, ésta afecta menos a las de más de
100 hectáreas, mientras que se encuentra en los niveles más altos entre
las medianas (de 10 a 50 has.), que cuentan entre 2 y 2,4 activos familiares por explotación.
Desde esta perspectiva de la movilización de la mano de obra y su
estabilización en la explotación, se explica la introducción del factor familiar en la tipología elaborada por la Administración agraria, una tipología que refleja su preocupación por el empleo e induce un modelo determinado de explotación, cual es el de la empresa familiar competitiva,
137
que compagine la lógica de la gestión empresarial con una movilización
óptima de mano de obra. No obstante, y por último, además de la correlación entre gran explotación con agricultura capitalista y pequeña o
muy pequeña con agricultura familiar de subsistencia, queremos señalar
la escasa relevancia numérica de la explotación mediana, ya que sólo
aparecen censadas 173.000 explotaciones con una superficie comprendida entre 10 y 50 hectáreas (el 12,1% que abarca el 39% de la SAU). La
cuestión de la ampliación de esta capa de agricultores, que se caracteriza
también por su heterogeneidad, queda abierta, ya que, en primer lugar,
en relación con el anterior censo agrario de 1973 se percibe una estabilidad tanto del número de explotaciones con SAU (que sólo se redujo en
un 3%), como de la estructura del tamaño de las explotaciones, estabilidad que refleja una resistencia a la liquidación del patrimonio fundiario
por parte de los agricultores menos dotados y que se ve reforzada por los
factores jurídicos, sociales y culturales mencionados anteriormente. En
segundo lugar, no se contempla una política de reparto de la tierra, por lo
que es lógico prever que dicha estructura se verá poco afectada en los
próximos años. Por último, queda abierta la cuestión de la validez de la
variable tamaño/superficie para determinar la vocación de las explotaciones, ya que se puede considerar como demasiado artificial ante una
realidad de gran complejidad1ó.
Hemos identificado la crisis de la agricultura marroquí alrededor de
tres dimen^iones: insuficiente rendimiento de su capacidad y potencial
productivo; existencia de una serie de déficit infraestructurales que afectan al mundo rural y condicionan el desarrollo agrario; y relevancia de la
estratificación social con un carácter marcadamente desigual, que deriva
de los regímenes de tenencia y la estructura de las explotaciones. Estas
tres dimensiones afectan en mayor medida a la agricultura familiar de
subsistencia, que concierne, no obstante, a la mayor parte de la población rural. El modelo de modemización de la agricultura familiar pretende coincidir con el objetivo de cohesión social, compaginando la productividad y la competitividad con la movilización de una abundante
mano de obra. No obstante, ambos objetivos de productividad y empleo
se enfrentan al hecho de que si bien es verdad que la población rural disminuye en valor relativo, se incrementa en valor absoluto, manteniendo
16 Compare con los intentos de elaborar tipologías de explotaciones de Pascon (1986) y
Benlhal (1976).
138
la presión de la demanda sobre la tierra, la producción y el empleo en el
medio rural. De ahí que la política de desarrollo agrario se incorpore
dentro de la política de desarrollo rural poniendo fin a la tradicional disociación entre desarrollo rural y desarrollo agrario. Por último, el establecimiento de las condiciones para el despegue de la agricultura desde
un enfoque que integre parte de la diversidad del mundo agrario obedece
también a la persecución de los grandes objetivos que mencionamos en
la introducción de este capítulo, por lo que la Administración agraria
también reflexiona sobre los mecanismos que pueden llevar a los agricultores a producir "bien", esto es, a que las decisiones individuales de
los agricultores contribuyan a la consecución de opciones de importancia nacional (MADRPM, 2000: 64).
4.
LAS REFORMAS INSTITUCIONALES
La Estrategia de Desarrollo Agrario recoge dos argumentos fundamentales que han mediatizado a lo largo de los años noventa la reflexión
sobre la futura política agraria en Marruecos: en primer lugar, que el país
tiene una vocación agraria, y, en segundo lugar, que la política agraria y
el sector agrario son específicos, por lo que no responden a las mismas
lógicas que los demás sectores. Teniendo en cuenta los argumentos de la
especificidad, la Estrategia entiende compaginar los retos del crecimiento económico con los de la cohesión social: "Hay que evitar el obstáculo mayor de la exclusión de los hombres y las regiones que no poseeñ
aún una fuerza económica suficiente o que siguen estando al margen del
mercado" (MAMVA, 1994). El riesgo de la exclusión justifica el hecho
de que el gobierno adopte un enfoque muy empírico y se deje libertad
para negociar la aplicación de medidas de liberalización inducidas por
expertos y asesores de organismos supranacionales cuyos argumentos,
tal y como lo reconoce el Ministerio, tienen fundamentos, además de
condicionar la financiación de las reformas ". El resultado de todo aquello es la convicción de que es necesario establecer un período de adaptación institucional: "Un periodo de transición entendido en el sentido de
una economía más abierta sobre el mercado pero preocupada por la
" Entrevistas en el Ministerio de Agricultura y la Delegación de la FAO en mayo de 1999
en Rabat.
139
equidad social, debe ser gestionado en concertación con todas las instancias y operadores afectados" (MADRPM, 2000a: 15). Este período
de transición será guiado por dos principios políticamente correctos dentro de la retórica del Banco Mundial: el del "buen gobiemo" (responsabilidad, transparencia y eficiencia) y el del "partenariado" entre los poderes públicos y la sociedad civil. En última instancia no se debe perder
de vista que el objetivo de la nueva política sigue enmarcándose dentro
de la reforma del Estado, y que dicha refotma incorpora nuevos elementos que coinciden con la evolución del Banco Mundial hacia postulados
neoinstitucionalistas (Banco Mundial, 1998: 4)'g. Así, las funciones
fundamentales del Estado enumeradas en la Estrategia de Desarrollo
Agrario son (2000: 32): "crear las condiciones de un entorno institucional y económico favorable al desarrollo; garantizar la equidad social;
asegurar las funciones de regulación y de arbitraje; asegurar las funciones de servicios públicos; facilitar la descentralización, garantizar la
sostenibilidad y la protección del patrimonio colectivo". Por lo tanto, se
le asigna nuevas funciones al Estado, que se fundamentan en una nueva
división del trabajo entre aquél y el sector agrario de acuerdo con el
principio de la complementariedad entre ambos.
4.1.
El papel asignado al Estado
La reforma del Estado es una opción que guía la liberalización y la
modernización agraria, pero cuyas modalidades serán negociadas para
conseguir no menos Estado, sino mejor Estado. Ello supone una redefinición de las intervenciones de la Administración y una reconfiguración de sus servicios. Así, la Administración agraria se encarga de establecer y hacer aplicar a nivel normativo (MADRPM, 2000a: 33):
"las disposiciones y las reglamentaciones de los mercados; los derechos de propiedad y de ocupación de las tierras para la valoración
productiva; y las normas de calidad ", al tiempo que mantiene sus prerrogativas para "proporcionar bienes púhlicos (como las infraestructu18 Compazen aquel enunciado con el del Banco Mundial en su Infonne sobre el Desazrollo
Mundial de 1997, EI Estado en un mundo en trasformación (1997: 4): "el establecimiento
de un orden jurídico básico; el mantenimiento de un entorno de políticas no distorsionantes, incluida la estabilidad macroeconómica; la inversión en servicios sociales básicos e infraestructura; y la protección de los grupos wlnerables y la defensa del medio ambiente".
140
ras de regadío) y realizar intervenciones selectivas para reducir la
pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición ". Por consiguiente, tras un enfoque centrado en la regulación vía precios y los
mercados durante el período de los PAESAs (Planes de Ajuste Estructural paza el Sector Agrario), la nueva Estrategia prolonga dicho enfoque, pero haciendo mayor hincapié en las reglas y el fomento de un entorno institucional que resuelva los fallos del mercado.
Dentro de este pazadigma, dos tipos de actores con lógicas divergentes intervienen en la proporción de bienes públicos: los actores privados
y los actores (poderes) públicos. La divergencia se plasma en el hecho
de que los actores privados obedecen a una lógica de beneficio y competencia ante las informaciones sobre los precios que les proporciona el
mercado, mientras que los actores públicos son guiados por las relaciones de jerarquía y de control imperativo. Paza resolver los fallos de uno
u otro de los actores debido a sus lógicas divergentes, pero que repercuten sobre cada uno de ellos debido a su interdependencia, se hace imprescindible la existencia de mecanismos institucionalizados de concertación y de coordinación con y entre los distintos operadores. Debido a
la naturaleza divergente de ambos actores: unos, dispersos y con estrategias individuales, y otros, de ámbito nacional, que pretenden preservar
el interés general, las respuestas de los primeros son heterogéneas y pueden ir en contra de los objetivos de la Administración agraria. De ahora
en adelante, el éxito de una estrategia liberal descansa en la capacidad de
los agricultores paza gestionaz su empresa (explotación agraria), paza organizarse en entidades sectoriales y para articulazse con los demás sectores que se sitúan en amont y en aval de sus explotaciones. No obstante,
ello implica un paso previo, cual es, que la profesión agrícola se organice y que, una vez organizada, asuma no sólo los principios y las grandes
opciones de la Estrategia, sino que incremente su funciones de interlocución como representante de los agricultores y que se haga cargo de proporcionar bienes considerados como públicos hasta hace poco. En este
sentido, se trata de encontrar soluciones privadas a problemas públicos
sin que el Estado pierda sus prerrogativas de defensa del interés general,
de jerarquización entre los partenaires y de iniciativa. Así, lo reflejan las
declaraciones del Ministro Habib El Malki: "En la politica del Ministerio, hemos considerado que era necesario no sólo Ilamar a los partenaires para que tomen parte en las acciones de desarrollo que iniciamos,
sino también de enmarcar nuestra acción común dentro del marco de un
enfoque contractual "(Le Terroir, n° 4, julio 2000: 9).
141
Para el Ministerio de Agricultura las organizaciones profesionales
permiten superar una serie de límites estructurales inherentes al sector:
la atomización y dispersión de los agricultores y la subordinación de éstos a los demás operadores dentro de cada filiére (que están mejor organizados y que se benefician de un mayor peso económico y políticoadministrativo). Además, la subsidiariedad permite descargar a la Administración agraria de una serie de funciones que ya no puede asum ^, al
tiempo que la fónnula de la contractualización le permite enmarcar las
decisiones de los agricultores dentro de las opciones de la política agraria, tal y como lo refleja la experiencia de los contratos-programas fmanciados por la propia Administración.
4.2.
EI papel asignado a las organizaciones profesionales
agrarias
El marco institucional que articula los distintos tipos de organizaciones profesionales agrarias (OPAs) que existen en Marruecos tanto desde
una perspectiva sectorial como territorial es una de las piezas maestras
de la Estrategia de Desarrollo Agrario. En ésta se les asigna tres funciones, a saber: representar los intereses de los agricultores y facilitar su
participación; vertebrar económicamente a los distintos sectores productivos; y articular los territorios rurales.
4.2.1.
La función de representación y participación
La primera función que la Estrategia asigna a las OPAs es la representación colectiva de los agricultores. Dicha función posee una doble
dimensión interna y extema. En la dimensión interna de la acción colectiva, se las considera la voz de los agricultores en tanto que son capaces
de expresar las necesidades de los productores y de agregar la diversidad
de intereses existentes en el sector agrario. En su dimensión externa de
acción colectiva, se les apela a que actúen como interlocutores válidos
ante los poderes públicos y a que contribuyan a la elaboración e implementación de las políticas a través de la consulta y la concertación. El
ejercicio eficiente de ambas funciones requiere que las organizaciones
profesionales incrementen su nivel actual de representación para integrar a las distintas categorías de productores, su capacidad de reflexión
para elaborar estrategias de desarrollo sectorial o territorial, y sus capacidades y métodos de gestión (MADRPM, 2000b). Asimismo, se les
142
exige responsabilidad a la hora de adquirir compromisos y presentar
propuestas en el ejercicio de su actividad como interlocutores.
4.2.2.
La función económica de integración dentro de la cadena
agroalimentaria
La Estrategia señala que, dentro de una economía competitiva abierta e integrada en el mercado mundial, el sector agrario marroquí debe tomaz conciencia de que sus producciones están insertas en cadenas agroalimentarias ^liéres) regidas por una lógica de intereses enfrentados
con diversos grados de interdependencia.
Una política de filiéres, debido a su estructura vertical, se fundamenta en una serie de compromisos entre los distintos actores que intervienen en los sucesivos momentos del proceso productivo desde los factores de producción hasta la comercialización. Entre cada uno de estos
actores surgen conflictos debido a la existencia de intereses divergentes,
por lo que la concertación entre todas las partes debe ser continua. Ahora bien, dentro del marco interprofesional los agricultores representan el
segmento más vulnerable y aleatorio del sistema. Asimismo, la liberalización comercial podría llevar a que, dentro de una fzliére dada, las unidades de transformación podrían abastecerse en el mercado mundial a
un precio más competitivo y así obviar a los productores nacionales. Por
lo tanto, la única solución para los agricultores es una solución holista,
que pasa por la creación de organizaciones profesionales especializadas
por productos y lo suficientemente representativas en cada sector como
para poder negociar y cumplir con sus compromisos contractuales con
los demás segmentos de la cadena. Asimismo, la Estrategia considera
que esas organizaciones deben cumplir una función de vertebración económica de los productores de un determinado sector paza realizaz economías de escala en el abastecimiento en amont y contribuir a la concentración de la oferta en aval mediante, por ejemplo, la promoción de
fórmulas cooperativas.
Por lo tanto, el agricultor que contempla la Estrategia no es sólo la de
un mero productor de materias primas para la industria, sino que debe
adquirir una dimensión empresarial integrando su actividad en los procesos en amont y en aval (de transformación, de comercialización y de
distribución). Este enfoque valora la agroindustria, que contribuye al
35% de la producción industrial y al 22% del empleo industrial, y que
representa el principal mercado para la agricultura y uno de los principa143
les motores de su desarrollo. De ahí que la Estrategia considere que la
integración de una parte mayor de la agricultura marroquí dentro de la
cadena agroalimentaria tendría un efecto multiplicador sobre su modernización (calidad, productividad,...), al tiempo que proporcionaría empleo a la población rural fuera de la agricultura, a condición, no obstante, de que el sector de transformación se involucre en amont y en aval
del proceso de producción agraria mediante fórmulas diversas, como la
contractualización de la relación con los agricultores o la prestación de
servicios de asesoramiento técnico, control de calidad e innovación tecnológica.
4.2.3.
La función de vertebración territorial
Como complemento de las medidas de lucha contra la sequía, la
Estrategia señala que la sostenibilidad de la modernización agraria pasa
por la elaboración de un mapa de los territorios agroecológicos que permita establecer la vocación productiva de cada uno de ellos y proponer a
los agricultores los itinerarios técnicos que mejor valoran los recursos.
Una serie de incentivos deberían ser establecidos para incorporar las estrategias productivas de los agricultores dentro de estos esquemas. Para
ello, la Estrategia espera contar con el apoyo de las organizaciones profesionales, que se encargarían, dentro de un marco de partenariado, de
desarrollar el asesoramiento técnico e informativo de los agricultores t9
El papel que la Estrategia asigna a las OPAs en un escenario de retirada del Estado tropieza, sin embargo, con diversas dificultades. La
primera es la escasa vertebración del séctor por parte de estas organizaciones profesionales en sus dimensiones representativa, sectorial y territorial, hecho éste que se refleja en el bajo nivel general de afiliación,
en la concentración de sus afiliados en un grupo muy determinado de
agricultores (los más modernizados) y en su presencia en determinadas
zonas (las del llamado Marruecos útil). Además de ello, se conoce muy
poco sobre la situación de las organizaciones profesionales en lo relati19 La Estrategia recoge la experiencia asociativa de los usuarios del agua en las zonas de
grandes perímetros de regadíos, que ha permitido instituir el partenariado entre los poderes
públicos y los agricultores regantes. Esta experiencia de "corporativización desde fuera"
ha sido fomentada por la ley 2-84 para las Asociaciones Usuarios de Aguas Agrícolas
(AUEA). Estos textos definen las modalidades del diálogo y las negociaciones entre ambas partes, así como el repartó de las tareas en materia de ordenación, explotación y mantenimiento de las redes.
144
vo a sus recursos humanos y financieros y a sus modos de gestión
(MAMVA, 1994:164). Las distintas evaluaciones realizadas por una
serie de estudios evidencian que el incremento numérico que se ha producido durante los años noventa en los distintos tipos de organizaciones profesionales no han aportado los resultados esperados en términos
de representatividad, responsabilidad y competencia para relevar al
Estado de las misiones y funciones que ha tenido asignadas (MAE,
1998). Por ello, la Estrategia de Desarrollo A^rario incorpora una
estrategia específica de desarrollo del asociacionismo agrario, que contempla tres grandes ejes, cada uno de ellos dirigido a un tipo de institución de las que forman la profesión agrícola marroquí, a saber:
1) las Cámaras Agrarias, definidas como organismos públicos encargados de representar los intereses generales de los agricultores; 2) las
Organizaciones Profesionales Agrarias, definidas como instituciones
privadas (bien con estatuto sindical o con estatuto asociativo), encargadas de agrupar a los agricultores para la defensa de intereses y la promoción de un sector determinado o de un conjunto de sectores; y 3) las
Cooperativas, consideradas como instrumentos económicos de amplia
base integradas en el tejido local. A esas tres instituciones se les dedicará el próximo capítulo.
5.
CONCLUSIONES
Las refonmas del sector agrario emprendidas desde los años ochenta
y centradas en una regulación por el mercado vía precios (coste/beneficio) han mostrado ciertos límites y resistencias, procedentes tanto del
sector como de la Administración pública. También han puesto de manifiesto la falta de capacidad de la profesión agrícola para asumir por sí
sola las antiguas funciones del Estado. El reconocimiento de estas limitaciones ha llevado al Ministerio de Agricultura marroquí a plantear la
necesidad de acompañar su política de retirada del Estado con la creación de un entorno institucional que supla los fallos de una regulación
centrada en el mercado. Dicha convicción emergió a partir de 1993 para
imponerse en los discursos de los responsables de la Administración
agraria entre los años 1997 y 2000 (los ministros Meziane Belfquih y
El-Malki), coincidiendo con los cambios experimentados en la política
del Banco Mundial, cambios que se plasmaron en su Informe sobre el
Desanrollo Mundial de 1997.
145
La creación de un entorno institucional adecuado significa buscar
fórmulas de partenariado con los agricultores. Debidó a las características de estos actores económicos y a las de la política agraria, el partenariado sólo puede enfocarse desde una perspectiva colectiva, esto es, requiere la organización de los agricultores y la creación de nuevas
fórmulas de interlocución con el Estado. Para ello, los distintos tipos de
instituciones que vertebran los intereses de los agricultores marroquíes
(cámaras, organizaciones profesionales y cooperativas) deberán asumir
fiuiciones que eran anteriormente responsabilidad del Estado y ser interlocutores capacitados para participar en los proceso ^ de decisión y aplicación de las acciones de desarrollo. Además de dicha dimensión externa enfocada hacia el ámbito público, se considera que un sistema de
articulación profesional de intereses como el que contempla la Estrategia sólo podrá ser viable si'consigue fortalecer su dimensión interna (la
de agregación de intereses) para definir un interés general compartido y
trasladarlo a su entorno exterior de forma efectiva y eficiente, es decir,
hacia los demás colectivos que intervienen en las distintas filiéres. Esta
nueva perspectiva moviliza los términos del repertorio del neocorporativismo sin mencionarlo y es anunciada como una ruptura con el pasado,
caracterizado por una agricultura administrada por el Ministerio de
Agricultura y tutelada por los demás ministerios que intervenían en el
mundo rural (Obras Públicas, Comercio, Finanzas, sin olvidar el Ministerio de Interior). La nueva filosofia consiste, por lo tanto, en buscar soluciones privadas con una dimensión colectiva e integral a problemas
públicos. La cuestión que se plantea el Ministerio de Agricultura es qué
tipo de articulación profesional es el más idóneo para alcanzar los objetivos de seguridad alimentaria y competitividad intemacional (MAMVA,
1994: 164; MADRPM, 2000b: 5). La Administración agraria también es
consciente de la existencia de un pasivo histórico, es decir que desde la
Independencia existen cámaras agrarias, asociaciones de productores y
cooperativas en Marruecos con sus propios estatutos jurídicos, objetivos, funciones y capital histórico. A1 análisis de los distintos tipos de
instituciones que vertebran los intereses de los agricultores marroquíes y
del papel que se le otorga y define dentro de la Estrategia de Desarrollo
Agrario se dedicará el capítulo siguiente.
146
Capítulo 4
REPRESENTACIÓN
Y ARTICULACIÓN DE INTERESES
EN LA AGRICULTURA MARROQUÍ
^
El objetivo de este capítulo radica en presentar los tres grandes tipos
de instituciones que vertebran los intereses agrarios en Mamzecos, a saber: las cámaras, las cooperativas y las asociaciones de productores'.
Para ello, analizaremos cada tipo haciendo hincapié, en primer lugaz, en
las funciones, estatutos, objetivos y actividades de cada uno de ellos; y,
en segundo lugar, en los ejes del proyecto de reforma que contempla la
Estrategia de Desarrollo Agrario. Así, estaremos en condición de medir
la densidad corporativa del sector agrario marroquí y de conocer las distintas modalidades institucionales que adoptan los procesos de articulación y representación de intereses. Además, cada una de esas tres instituciones tiene su propia historia, vinculada en sus orígenes, en mayor o
menor medida, al período colonial, por lo que procuraremos reconstruir
sus trayectorias históricas para contrastaz el fenómeno de la importación
institucional y las dinámicas de hibridación que se han producido.
1.
LAS CÁMARAS AGRARIAS
Las Cámaras Agrarias son instituciones de derecho público cuyo
origen se remonta a la época del Protectorado, cuando las autoridades
coloniales francesas las importaron de la metrópolis para representar
los intereses de los agricultores dentro del marco de la política francesa
de colonización agraria. Estas instituciones paradigmáticas del corporativismo agrario europeo fueron reformadas tras la Independencia con
la proclamación del Dahir de 1962. Este decreto real marca un giro importante en la organización de la representación profesional agraria en
Marruecos con respecto al Protectorado. La mayor ruptura fue sin lugar a dudas la nacionalización de las Cámaras Agrarias y de su electorado.
'
' Las asociaciones de productores agrarios (APAs) son equivalentes a las organizaciones
profesionales agrarias españolas.
149
1.1.
Las Cámaras Agrarías bajo el Protectorado z
La creación de instituciones corporativas para representar los intereses agrarios en Marruecos se efectuó poco después de la instalación del
Protectorado en 1912. Así, las dos primeras Cámaras Francesas Consultivas de Comercio, Industria y Agricultura fueron creadas en 1913 con
sede en Rabat y Casablanca por decisión de la Residencia, mientras que
la primera Cámara Francesa Consultiva específicamente agraria se constituyó con sede en la ciudad de Kenitra en 1914 abarcando las regiones
de Rabat, el Garb y los Beni Hassen. Llamadas a jugar un papel consultivo, estaban inicialmente compuestas sólo por residentes franceses. En
1919, se instauró un sistema dual formado por dos colegios: uno, para
los franceses, y, otro, para los marroquíes, surgiendo así las denominadas secciones indígenas de las'Cámaras Francesas Consultivas Mixtas
de Agricultura y de las Cámaras Francesas Consultivas Mixtas de Agricultura, Comercio e Industria. También las modalidades de la representación pasaron a ser duales, de modo que los miembros de la sección
francesa eran elegidos por los agricultores franceses y los de la sección
indígena designados (no elegidos) por la Residencia entre "personas notables e ilustradas del Imperio Jerifi" para que estas últimas participasen
al lado de las secciones francesas, pero de forma separada y cada una en
su idioma (Bono, 1987: 15-16). Desde una perspectiva corporativista y
elitista fiel a las convicciones de la máxima autoridad, el Residente General Lyautey, el gobierno colonial reconocía así cierta capacidad representativa a un determinado grupo de agricultores marroquíes dándole
legitimidad para que representara los intereses económicos y profesionales del sector agrario, identificando tales intereses con los de este grupo
sélectivo de agricultores. Entre las prerrogativas de las Cámaras es interesante señalar que podían comunicar al Gobierno su opinión sobre
cuestiones agrarias e intervenir en programas de desarrollo agrario. A
partir de 1923 obtuvieron el derecho de estar representadas en las reuniones del Consejo de Gobiemo sobre temas que afectaban a la agricultura. En 1939, las Cámaras Francesas Consultivas de Agriculttua serán
transformadas en organismo público.
Habrá que esperar a 1947 para que el Protectorado extienda por vía
electoral la representación de los marroquíes en el seno de las Cámaras
z Sobre esta cuestión véanse Bono (1987: 14 y sg.).
150
Agrarias. La conversión de las secciones indígenas en Cámaras Marroquíes Consultivas de Agricultura -para las regiones de Casablanca,
Fez, Marraquech, Mequínez, Uxda y Rabat/Garb/Uezzañ (Dahir de 13
de octubre de 1947^ y en Cámaras Marroquíes Consultivas Mixtas de
Agricultura, Comercio e Industria -para las regiones de Agadir, Mazagan (El Yadida), Mogador (Essauira) y Safi- hizo que los miembros de
las Cámaras fuesen elegidos por escrutinio mayoritario uninominal de
una vuelta para seis años, renovables la mitad de los escaños cada tres
años entre los marroquíes de sexo masculino y que cultivasen según métodos modernos (Bono, 1987: 19; Blanc y Hen, 1992: 19-20). Este último principio hacía que dicha integración tuviera un alcance restrictivo,
ya que el colectivo de agricultores afectado por estos cambios seguía
siendo la minoría que ya había estado representada anteriormente en las
secciones indígenas. Así, las Cámaras estaban lejos de representar al
conjunto de los agricultores y campesinos marroquíes. Dicha solución
ratificaba el modelo elegido inicialmente por el Protectorado, a saber: el
de los grandes propietarios fundiarios (rurales o urbanos), una especie
de gentry, que practicaba una agricultura a semejanza de los colonos.
Además, ello no significó una ampliación de los poderes y prerrogativas
de las Cámaras Marroquíes si las comparamos con las Cámaras Francesas convertidas ya en unas instituciones de representación y presión muy
efectivas ante las autoridades del Marruecos colonial. Las Cámaras marroquíes sólo fueron erigidas en establecimientos públicos en 1950, otorgándoles un estatuto semejante a sus homólogas francesas. No obstante,
entre esta fecha y la proclamación de la independencia (1956), la evolución de la conflictividad entre la potencia colonial y el movimiento nacionalista no fue propicia para el desarrollo de las prerrogativas que les
otorgaba el nuevo estatuto.
Las Cámaras Francesas de Agricultura tuvieron un papel destacado
durante el Protectorado, ya que fueron una verdadera tribuna de los intereses agrarios de los colonos. A través de sus representantes se convirtieron en un lobby potente que participaba en las reuniones del Gobierno
y con amplias prerrogativas en la gestión de la política agraria de la Residencia en Marruecos. Así, Aucouturier, Presidente de la Federación de
las Cámaras Agrarias de Marruecos, se vanagloriaba de "ser capaz de
hacer o deshacer a los Residentes" y, como señala Charles-André Julien,
"no estamos muy seguros de que se trate sólo de una simple jactancia"
(1978: 132). A principios de los años cincuenta, este personaje será uno
de los partidarios más activos de la abdicación del sultán Mohamed V y
t51
firmará, en nombre del Primer Colegio del Consejo de Gobiemo de la
Residencia, un texto remitido en diciembre de 1952 al gobierno francés
pidiendo con foda urgencia la destitución del Sultán (ibidem: 263).
A partir de esta última experiencia, no fue extraño que, tras la independencia, el Rey de Marruecos Mohamed V retrasara la reactivación de
las Cámaras Agrarias, las cuales cayeron.en desuso, siendo sus bienes
administrados por el Ministerio de Agricultura marroquí a partir de
1957. Habría que esperar a 1962 y al advenimiento de Hassan II para
que un nuevo marco jurídico fuera promulgado.
1.2.
Las Cámaras Agrarias desde la Independencia
Las Cámaras Agrarias son instituciones de carácter público sometidas a la tutela del Ministerio de Agricultura y reguladas por el dahir
n° 1-62-281 de124 de octubre de 1962 reformado por el Dahir n.° 6-97
de13 de abril de 1997. Se trata de instituciones de ámbito local presentes
en todo el territorio y, con la reforma de 1997, se les ha atribuido el estatuto de representante único del sector agrario ante los poderes públicos.
Sus estatutos les confiere unas misiones amplias y diversificadas, pero
que, no obstante, son imprecisos en cuanto a sus reglas de organización
y funcionamiento. El citado Dahir de 1962 no sólo instauró la representación democrática de los agricultores a nivel local, sino que convirtió a
las Cámaras Agrarias en cauces para la representación de la profesión
agraria a nivel nacional, con la creación, de una parte, de una Federación
Nacional de las Cámaras Agrarias (FNCA) y, de otra, de un colegio de
representantes de las Cámaras Agrarias en el Parlamento. Ambas dimensiones, la de proximidad y la de monopolio de la representación, les
hacían cobrar una particular relevancia en el futuro del sector y en las
orientaciones de la política agraria.
1.2.1.
La representación
Los estatutos de las Cámaras Agrarias establecen el marco para una
representación general y territorial de los agricultores mediante la convocatoria de elecciones cada seis años y la presencia de Cámaras en las
distintas regiones y provincias del reino. Las Cámaras Agrarias han conocido siete convocatorias electorales: 1963, 1967, 1970, 1977, 1984,
1993 y 1997. El modo de escrutinio es el mayoritario uninominal con
mayoría relativa de una vuelta, por lo que el candidato elegido es el que
152
obtiene el mayor número de votos. El ámbito territorial de cada Cámara
Agraria es subdividido en varias circunscripciones electorales, y a cada
una de ellas se le asigna un escaño. Desde 1993, la edad para ser elector
pasó de 21 a 20 años y la de elegibilidad de 25 a 23 años.
El primer elemento de ruptura con la época del Protecto ^ado radicaba en la modificación de la composición del electorado, ya que a una oligarquía de agricultores franceses y marroquíes la sustituía el conjunto de
los agricultores marroquíes. El principio fundamental que retuvieron las
nuevas autoridades para otorgar la condición de elector y de elegible fue
el vínculo a la tierra y no la condición de profesional de la agricultura; es
decir era condición necesaria ser propietario, usufructuario, inquilino 0
jamís de una explotación agraria. Se ponía así fin al principio del Protectorado que sólo asociaba con las Cámaras Agrarias a los marroquíes que
tuvieran la condición de agricultores "modernos". Además del vínculo
con la tierra, que excluía a los obreros agrícolas, se estableció la condición de poseer la nacionalidad marroquí, por lo que los colonos y agricultores extranjeros también quedaban excluidos.
Así, "dicho estatuto es sin lugar a dudas el más democrático que Marruecos haya conocido", afirman Blanc y Hen (1992: 20), para en seguida relativizar el alcance de dicha afirmación: "^Es acaso dicha representación significativa de los verdaderos intereses del mundo agrario
marroquí? Parece que no lo es". Dos tipos de límites a la representación
de las Cámaras han sido planteados desde su restablecimiento en 1962:
el primero hace hincapié en los aspectos profesionales, y el segundo, en
la instrumentalización política de estas instituciones.
a)
Los límites de la dimensión profesional de la representación
en las Cámaras
El primer tipo de límite se fundamenta en el hecho de que la opción
por una representación de base individual excluye a los actores colectivos fonnados por las cooperativas, las asociaciones y los sindicatos de
productores agrarios. Desde esta perspectiva se considera que estos actores colectivos encarnan los elementos más dinámicos del sector agrario contrastando a menudo con el inmovilismo de las Cámaras Agrarias
(El-Bakkouchi y Ezzaouini, 1991). De ahí que la ausencia de estos actores cuyo peso económico y social no puede ser obviado en Marruecos
haga que las Cámaras Agrarias no sean representativas de toda la diversidad del mundo agrario marroquí. Por ello, muchos analistas consideran
153
que esta ausencia resta cualquier tipo de credibilidad a la función principal que el dah^ de 1962 confiere a las Cámaras Agrarias, a saber: ser la
expresión del mundo agrario marroquí (Blanc y Hen, 1992). Para estos
analistas, la eficiencia de dichas instituciones depende de que se modifique su régimen jurídico para posibilitar una representatividad más amplia, en el sentido de más profesionalizada (Ibidem: 77; MADRPM,
2000b: 7). Desde una perspectiva histórica, la ausencia de estos actores
colectivos se puede fundamentar en el hecho de que, a principios de los
años sesenta, apenas existían y que el legislador consideraba a las Cámaras como una institución que podía suplir esa ausencia. De ahí la amplitud de las funciones que se les otorgaba.
Todos los analistas e informes producidos para su reforma hacen hincapié en el hecho de que la credibilidad de las Cámaras Agrarias como
expresión de los intereses del mundo agrario marroquí pasa por una reforma radical de su representatividad, que sustituya la politización por la
profesionalización, es decir por la creación de nuevos colegios electorales que integren a las asociaciones de productores y por la reforma de los
sistemas de elección. Ahora bien, ello supone, en nuestra opinión, que la
agricultura haya alcanzado previamente un cierto grado de vertebración
tanto en los ámbitos sectoriales como territoriales y que los resultados
electorales reflejen una imagen fiel de la heterogeneidad de los intereses
agrarios. Hoy por hoy, ninguna de estas condiciones se cumplen. Como
lo hemos visto en los capítulos anteriores, la articulación de los intereses
agrarios nunca fue una prioridad dentro de la política de la Administración marroquí y sólo ha llegado a plantearse en períodos de crisis.
Por el contrario, la cuestión de las elecciones a las Cámaras Agrarias
estuvo siempre presente en la agenda del debate público. El desarrollo y
la transparencia de los escrutinios, así como la desnaturalización del carácter profesional de estas elecciones se han visto sometidos a las críticas recurrentes de los partidos de la oposición procedente del Movimiento Nacional. Para estos últimos, los resultados están sesgados por
los intereses del Ministerio de Interior, puesto que, además de las prerrogativas que los textos le atribuyen, en la realidad local sus agentes intervienen en todos los aspectos de la vida cotidiana, así como en todas las
fases del proceso electoral'. La solución que sugieren Blanc y Hen
3 Así se expresaba Driss Basri, Ministro de Interior de 1979 a 1999: "Periódicamente criticados con ocasión de cada consulta electoral, los shiuj y moqaddemin son frecuentemente
acusados por todos los partidos, sobre todo en el medio rural, de intervenir a favor de tal o
154
(1992: 83) radica en el traspaso de la organización y celebración de las
elecciones al Ministerio de Agricultura.
b)
La tutela del Ministerio de Interior
sobre los procesos electorales
Durante los procesos electorales, tanto el Ministerio de Agricultura,
como el sector agrario son desposeídos de sus prerrogativas, que caen
bajo la responsabilidad del Ministerio del Interior (ibidem, 1992: 55).
Así, es el gobemador el que nombra a las comisiones administrativas ^,
el que designa los centros de votación y proclama los resultados. Esta
trasferencia de prerrogativas y el marco electoral contribuyen a introducir una politización de los comicios en detrimento de su naturaleza profesional. No obstante, dicha politización no se suele plasmar en un compromiso ideológico de los candidatos con los partidos políticos, sino que
éstos actúan como intermediarios naturales de la sociedad local con la
sociedad global y con el Estado. Son estos fenómenos los que han sido
denunciados por la oposición, que considera que dan pie a todo tipo de
manipulaciones y fraudes electorales.
Debido a las particularidades del sistema electoral marroquí, sesgado
desde un punto de vista democrático por la desigual estratificación social
y económica del mundo rural, así como por el control social ejercido por
los notables y la intervención de la administración territorial del Ministerio del Interior, los resultados no son la expresión de la mayoría de los
agricultores, sino sólo indicativos, de una parte, de las opciones y aliartzas
que privilegian las autoridades en los distintos niveles administrativos, y,
de otra, de las situaciones clientelares y las relaciones de fuerzas entre notables. Tal mediatización hace que los criterios jurídicos regulen un formalismo sólo aparente respecto al desarrollo del escrutinio. Es más, en la
medida en que se reconoce que la tutela sobre el desarrollo del escrutinio
cual candidato, aconsejando a los electores sobre quién tienen que votar (....). Lo que hay
que retener es que los lazos de consanguinidad y el tejido de relaciones que mantienen los
shiuj y moqaddemin en el seno de la comunidad en la que son auxiliares de la autoridad, no
puede dejazlos totalmente indiferentes en una campaña electoral que, más allá de los partidos políticos que representan los candidatos en competición, sólo concierne a dos o tres
personas, procedentes también de esas mismas comunidades" (Basri, 1988: 300).
° La Comisión Administrativa se compone de tres miembros designados por el Gobemador y presidida por la autoridad administrativa, y se encarga de elaborar las listas de candidatos y de.revisar las operaciones electorales.
155
influye en la designación del elegido, no cabe duda de que los objetivos
de la elección no son sólo la representación de los agricultores, sino crear
un marco para la cooptación de notables, respondiendo más a los criterios
de un Ministerio del Interior hegemónico, que a los de Agricultura. En
función de la realidad sociológica local y de los objetivos de las aútoridades, se promociona como candidato tal o cual tipo de notable. La figtira
del notable (o de su aprendiz) es fomentada también por el modo de escrutinio uninominal y la amplitud territorial de las Cámaras, que ratifican
las candidaturas de personas conocidas e influyentes (que poseen el yah) y
que, si bien no tienen por qué residir permanentemente en el seno de la
comunidad local, suelen estar presentes de forma periódica para recordar
su compromiso con ésta. Asimismo, la división en circunscripciones hace
que entre los objetivos se pueda encontrar el de representar la diversidad
étnico-comunitaria de la realidad local, lo que puede contribuir a sesgar
una función de representación basada en criterios exclusivamente profesionales. En definitiva, no es de extrañar que, a menudo, las candidaturas
sean impulsadas por el Ministerio del Interior entre los considerados, o
que se consideran, representantes naturales de la comunidad.
Dos consecuencias derivan de estos procesos, a saber: en primer lugar, el hecho de que las sucesivas contiendas electorales a las Cámaras
Agrarias se caractericen por una participación decreciente, que ha pasado del 78% en 1962 al 57% en 1997 5, lo que refleja la desafección de
los agricultores para unas instituciones apenas implicadas en su realidad
cotidiana; y, en segundo lugar, el níunero elevado de candidaturas, que
revela lo importante que es conse ^uir un escaño en estas instancias de
representación a pesar de ser tan denostadas. Ahora bien, si son un artilugio del Ministerio del Interior, tanto esfuerzo en organizar y celebrar
unas elecciones que tienen como doble objetivo la cooptación de notabilidades y trasmitir la ilusión de un juego pluralista, merece reflexión.
Varios elementos pueden explicar la importancia de las elecciones a
Cámaras Agrarias teniendo en consideración dos niveles, a saber: el local,
que se enmarca dentro de la configuración del juego de notabilidad y, el
nivel nacional, ya que los elegidos tienen la posibilidad de acceder al co5 Según los datos publicados por la revista Afrique Agriculture (n.° 251, septiembre de
1997), la participación en las últimas elecciones (de 1997) para la Cámaras Agrarias ha
sido del 56,82%. En 1977, la participación alcanzó el 68,46%, y a las citadas últimas elecciones se presentaron 2.584 candidatos para 622 escaños, o sea una media de 4,15 candidatos por escaño.
156
legio de las Cámaras Agrarias en el Parlamento y, desde 1996, en la Segunda Cámara, la de los Consejeros. Entre ambos niveles, si bien existen
lógicas comunes, el ámbito nacional adquiere una relevancia distinta.
c)
Un foro para los notables
Este tipo de elecciones es a menudo percibido como un mecanismo
para reforzar las clientelas provinciales (Breton, 1974: 110) y para conferir un estatus público de representante de la profesión agraria a determinados notables. Así, se puede considerar como un proceso de selección de la "voz" del mundo agrario a favor de una oligarquía
que desmoviliza al campesinado y"rapta" su posibilidad de expresión
autónoma.
La ausencia de ciertas categorías de agricultores en el seno de las Cámaras Agrarias es el reflejo de la relación de fuerzas existente en el
mundo agrícola marroquí, ignorando la gran heterogeneidad de intereses
que caracteriza al colectivo de agricultores (por ejemplo, la estratificación social entre grandes y pequeños agricultores o los intereses antagónicos entre ganaderos y productores de cereales) 6. Estas instituciones
contribuyen a que las Provincias y Prefecturas se vean dotadas de un
cuerpo de intermediarios, función ésta que los notables comparten con
la Administración para mediar entre la población local y el centro político. No obstante, la tutela de la Administración y, en particular, la del Ministerio del Interior, hace que ésta conserve los medios para gestionar dicha función. En definitiva, se forma una red de vocales elegidos que se
convierte en una comunidad de intereses mediante la consulta, asociación y concertación entre notables y representantes de la Administración, reunidos a menudo bajo la presidencia del Gobernador, cuyo prota-
6 Debido a la ausencia de una investigación exhaustiva sobre el perfil de los elegidos, sólo
podemos apuntar algunas tendencias proporcionadas por nuestras entrevistas y conversaciones a lo largo de esta investigación y que reflejan una realidad compleja en la que parecen emerger, paralelamente al progresivo cambio generacional, los intereses corporativos
como parte del acceso al estatus de notable. Así, la composición de la Cámara puede estaz
encabezada o bien por viejas notabilidades, o bien por agricultores medianos que han sabido coger el tren de la modernización en zonas en las que los grandes agricultores, al tener
otras vías más eficientes de representación de sus intereses, se desinteresan de esta institución, o bien en una situación de transición en la que una nueva generación de agricultores,
más preocupados por sus intereses corporativos, están sustituyendo a los víejos notables y
esperan que el "ciclo biológico" acabe su obra para terminaz el proceso de renovación.
157
gonismo permite la cooptación, la negociación y la solución de los
problemas, a menudo de carácter privado. El vocal elegido de una Cámara se convierte en un profesional de la política paralelamente a la gestión de sus asuntos privados, evidenciándose la coexistencia de una doble estrategia de promoción individual y profesional bajo el supuesto de
que esta última se pone al servicio del interés general (Brahimi, 1989).
El análisis del funcionamiento y actividades de las Cámara ^ ratifica
dicha tendencia. Sus consejos de administración se reúnen de forma ordinaria cuatro veces al año, una vez por trimestre. Su labor se limita a remitir solicitudes dirigidas a la Administración, caracterizándose por su
diversidad en función de la coyuntura, por su falta de coherencia y por
reproducirse de forma recurrente cada año (El-Bakkouchi y Ezzaouini,
1991: 258). Ello explica también por qué la Administración les consulta
poco. La participación de los representantes de las Cámaras Agrarias en
las Asambleas Provinciales y Prefectorales es muy escasa, asistiendo
apenas a las convocatorias, y cuando hacen acto de presencia el silencio
suele ser su pauta dominante (Bono, 1987: 142 y sg.; El-Bakkouchi y
Ezzaouini, 1991: 257). Así, la toma de palabra se limita a apoyar a la autoridad, criticar o elogiar a tal o cual funcionario. La misma atonía marca su participación en los consejos de administración de los citados CTA
(Centros de Trabajo Agrícola) (ver supra) (ibidem). De ahí, que el protagonismo de las Cámaras sea poco relevante fuera de las coyunturas socioeconómicas adversas, como los períodos de sequía, siendo la inactividad su tónica dominante. No obstante, las Cámaras Agrarias cumplen
otra dimensión representativa más allá del ámbito local, ya que sus vocales eligen a los diputados que les corresponden en el Parlamento. Los
intereses locales se ven así beneficiados corporativamente de unos cauces de representación a nivel nacional en la institución legislativa, al
tiempo que esos cauces permiten que algunos "empresarios políticos"
utilicen las Cámaras Agrarias como medio para asentar u obtener una
base local de apoyo y asegurarse un escaño en el Parlamento.
d)
La representación de las Cámaras Agrarias en el Parlamento'
fras la reforma constitucional de 1996, la presencia de los 33 miembros que forman el colegio que representa a las Cámaras Agrarias en el
' Los datos de la representación política del colegio de las Cámaras Agrarias en el Parlamento se pueden consultar en B. López García (2000).
158
Parlamento plantea un dilema democrático, ya que el sufragio ind ^ecto
que regula su acceso al Parlamento recoge el voto de grandes electores
cuya legitimidad no procede del sufragio universal d ^ecto, sino de sufragios profesionales ind^ectos. Así, como lo recoge el profesor universitario Omar Bendourou (2000: 253 y sg.), con la incorporación de la
representación funcional se restringe el alcance del sufragio universal
directo. Desde esta perspectiva, se considera que este tipo de representación debería ser transferido al futuro Consejo Económico y Social, cuya
creación recoge la Constitución de 1996. Dos cuestiones derivan de este
dilema: la primera es la de la politización de la representación profesional agraria en el sentido de afiliación partidista, y la segunda se refiere al
peso que se le reserva.
El modo de elección para el colegio de las Cámaras Agrarias en el
Parlamento es el de lista cerrada con el sistema del resto más fuerte. Este
sistema electoral introduce como intermediario obligado a los partidos
políticos, ya que la confección de listas sólo puede establecerse a partir
de las afinidades ideológicas ( Brahimi, 1989), mientras que la introducción del resto más fuerte permite una mayor diversificación de la representación de las distintas tendencias políticas. Sin embargo, este reconocimiento de la diversidad política viene ya sesgado por los resultados a
las elecciones de las Cámaras Agrarias, que operan una primera jerarquización, por lo que la lógica política partidista que no se desarrolla en
la base es reintroducida en la cima, de ahí la necesidad práctica de la
pertenencia a una formación política. Estas elecciones permiten que la
Administración efectúe algún reajuste aritmético entre los distintos partidos en pugna. En defmitiva, no están desprovistas de interés, ya que,
además de ser una vía propia de acceso al Parlamento, ofrecen la oportunidad de repescar a candidatos que se han presentado en el sufragio universal d^ecto y no han sido elegidos.
Históricamente, se puede destacar que la mayor parte de los répresentantes de las Cámaras Agrarias no se han identificado con un partido
político concreto, presentándose en los sucesivos escrutinios sin etiqueta. Esta actitud, típica del corporativismo agrarista, se ha visto en sucesivas ocasiones interferida por las autoridades del Ministerio del Interior
interesadas en proporcionarles una identificación política que se traduzca en la ratificación de una alianza con las formaciones afines al Trono 8.
$ En 1963, el reparto de los 312 escaños por partidos fue el siguiente: FDIC: 292 (93%);
159
Tras las elecciones a las Cámaras Agrarias que tuvieron lugar el 17
de agosto de 1984, se produjo un cambio provocado por las directivas
reales enunciadas en el discurso del 20 de agosto de 1984 que obligaban
a que los miembros del Parlamento se afiliasen a los partidos políticos.
Puesto que dichas elecciones se celebraron antes del discurso real, que
proponía eliminar a los SAP (sin etiqueta política) del Parlamento, muchos vocales de las Cámaras Agrarias no estaban afiliados a un partido y
se habían presentado como SAP. Entre esa fecha y la celebración de las
elecciones ind^ectas para el colegio parlamentario de las Cámaras Agrarias, los vocales que se presentaban como candidatos tuvieron que afiliarse a un partido político, dando lugar a un verdadero mercadeo, que
fue denunciado de forma recurrente por la oposición al considerar que
dicho proceso no obedecía a motivos de responsabilidad política ante los
electores directos y tampoco a afinidades ideológicas 9.
El análisis histórico de la experiencia electoral muestra una movilización desde arriba de los SAP, es decir, desde la Administración, para
que entrasen en los partidos designados para gobernar: FDIC (1963),
RNI (1977) o UC (1984), y contribuyeran a marginalizar a los partidos
herederos del Movimiento Nacional (Istiqlal y USFP) y a mantener la
impresión de un juego político pluralista que, eri realidad, disimulaba un
[stiqlal: 14 (5%); Neutros (SAP): 6(2%). Para las elecciones del Colegio de las Cámaras
Agrarias para la Cámara de los Consejeros (Breton, 1974: 116), de los 312 inscritos, 236
votaron y los 206 votos válidos fueron al FDIC, mientras que los 30 restantes fueron nulos,
por lo que los 20 escaños en juego se repartieron de la forma siguiente: 14 al FDIC y 6 a
los sin partidos (SAP). En las elecciones de marzo de 1977 (López García, 2000: 64), los
independientes se llevaron 367 de los 445 escaños, el Movimiento Popular 52, el [stiqlal
14, el MPDC 9, la USFP 2 y el PA 1. EI reparto de los 15 escaños del Colegio entre los
Independientes y el Movimiento Popular fue de 10 y 5 diputados respectivamente. En el
Parlamento de 1963, los agricultores representaban el 47,5% de los diputados (ibidem,
2000: 22).
9 De los 476 escaños en liza para las elecciones a las 30 Cámaras Agrarias del 17 de agosto de 1984, los SAP volvieron a encabezar los resultados con 126 escaños seguidos por los
partidos creados para reunirlos, es decir, la UC con 111, el RNI con 67 y el PND con 36.
Los resultados de los demás partidos ratificaron la buena implantación del MP (86) en
ciertas zonas rurales y el lugar subordinado del Istiqlal (49) fuera del ámbito urbano. En
cuanto a la izquierda marroquí, sus resultados irrisorios hicieron que denunciara de nuevo
los resultados de unas elecciones que, en su opinión, revelaban el empeño del Ministerio
de Interior por politizarlas mediante la implicación de los partidos políticos, politización
que, por ser contraria al espíritu profesional de las Cámaras Agrarias, la izquierda no había
querido hacerse cómplice y había optado por no presentar listas de candidatos (Bono,
1987; López García, 2000: 131-132).
160
sistema de cooptación. Si bien el fenómeno de los SAP se está reduciendo fon^talmente, no parece que coincida con la emergencia de un compromiso ideológico de los elegidos con sus electores, tal y como lo deja
entender la reproducción periódicamente de casos de nomadismo 0
transfugismo político.
La cuestión relativa al carácter fraudulento, a la manipulación de los
procesos electorales y a la cooptación a posteriori de los elegidos, no
debe hacer olvidar otra realidad, cual es la escasa implantación de los
partidos de la oposición de izquierda en el campo, debido al carácter urbano de sus militantes y cuadros y a la vigilancia de la red capilar del
Majzen y de los notables, que han mirado durante mucho tiempo con recelo las posturas ideológicas de aquéllos viéndolos como una amenaza
al statu quo 10.
Desde los años noventa, se han impuesto los enunciados liberales,
asimilándose en el discurso del Rey la representación profesional a la de
la sociedad civil y las fuerzas vivas de la nación ". La última Constitución, ratificada por el referéndum de septiembre de 1996, establece un
sistema bicameral: una primera cámaza (Cámara de Representantes),
fonmada por parlamentarios elegidos a través del canal de los partidos
políticos por sufragio universal directo; y, una segunda cámara (Cámara
de Consejeros), fonmada por consejeros elegidos mediante sufragio indirecto por los sectores profesionales, sindicatos y corporaciones locales.
Esta segunda cámaza confirma el lugar privilegiado de la agricultura:
bien directamente, al habérsele reservado al sector agrario 33 representantes (de los 81 que tienen los sectores profesionales en dicha cámara);
o bien indirectamente gracias a que, entre los 162 consejeros del colegio
de las corporaciones locales, muchos son agricultores. No obstante, parece ser que la evolución de la composición del Parlamento evidencia
una erósión de la presencia del mundo agrario en relación con las legislaturas anteriores. Ahora bien, dicha evolución es más compleja que se
supone, puesto que se ve relativizada por el hecho de que no todos los
representantes de los agricultores se dedican exclusivamente a dicha actividad y que tampoco todos proceden o residen en el mundo rural. Por
otra parte, los agricultores suelen estar representados, aunque no de for'o En las elecciones indirectas del 17 de septiembre de 1993, los 16 escaños del Colegio de
las Cámaras Agrarias se repartieron de la siguiente forma: RNI, 3; UC, 3; MP, 3; MNP, 2;
PND,1; Istiqlal, 1, y PPS, l(López Gazcía, 2000: 195).
'^ Véanse el discurso de Hassan II del 20 de agosto de 1996.
161
ma corporativa, en la primera cámara (la Cámara de Representantes).
Así, por ejemplo, según los resultados de las elecciones de 1997, 35 diputados declararon como profesión la de agricultor, fellah, o granjero1z.
Si bien en esta primera cámara ciertos analistas han mostrado la entrada
de un nuevo actor político en la figura de los empresarios (Catusse,
1998a), no se debe olvidar que, ante el creciente protagonismo de los
parlamentarios del sector privado que no proceden del sector agrario
(122), todavía hay una elevada presencia de funcionarios (82) y, en particular, de los del sector de la enseñanza (63), a lo que habría que añadir
la existencia de indicios que apuntan a que la declaración profesional infravalora el peso de los agricultores. En efecto, debido a una realidad
política que sigue vinculando el poder a factores tales como la propiedad
de la tierra, el sistema hereditario de la indivisión del patrimonio fundiario, la desfiscalización del sector y el peso del sector agroalimentario, la
agricultura es una actividad a la que se dedican directa o indirectamente
profesionales de todos los sectores (Akalay, 1987). Aunque no dispongamos de un estudio exhaustivó, nos consta que varios diputados que se
presentan como profesores, abogados o empresarios, son también propietarios de tierras, ganaderos o productores de fiutas y hortalizas, por lo
que se puede suponer que, a la hora de pronunciarse sobre cuestiones relativas a la agricultura, sus intereses privados serán a menudo privilegiados en detrimento de una disciplina de partido o de la profesión declarada como principal. Por lo tanto, si bien el sector agrario ya no es
hegemónico como en los años sesenta, sigue poseyendo un peso importante en el Parlamento, al tiempo que se puede observar una representación que refleja la tendencia a privilegiar a un tipo determinado de agricultor, que se percibe o asemeja al modelo del empresario que se dedica
o no en exclusividad a la actividad agraria y que no tiene por qué residir
de forma continua en el mundo rural. En este sentido, la representación
política sigue excluyendo a los campesinos y pequeños agricultores,
pero tiende a valorar entre los notables a los que ofrecen un perfil más
acorde con el empresarial, sin despreciar su capacidad de intermediación
entre la sociedad local y la sociedad global ".
1z Quisiera agradecer a Myriam Cattusse por haberme entregado los datos relativos a la profesión de los diputados de la Cámara de Representantes elegidos en las eleccioncs de 1997.
" Dicha transición de un perfil a otro se comprueba en el caso de la Cámara Agraria de
EI-Kelaa Es-Sragna. Entrevista en abril de 2001 con el Presidente y algunos de los miembros de dicha Cámara.
162
En definitiva, la sensación es la de un déficit de representatividad
tanto partidista como profesional del mundo agrario, que no refleja su
diversidad intema y que traduce una sociedad que no se organiza aún independientemente de sus intermediarios, ya sean notables tradicionales
o empresariales, ya sea el personal que representa el Estado. Ello enlaza
con la cuestión de la democratización del campo, una cuestión que no se
puede resolver sólo mediante la ingeniería electoral, sino que probablemente pasaría por el incremento de la capacidad de la gran masa de
agricultores en hacer prevaler sus derechos cívicos. La resolución de los
numerosos déficit estructurales que padecen los agricultores depende
también de dicha capacidad y no sólo de las prioridades del Estado
como hasta ahora. Sólo desde esta perspectiva, la presencia de las Cámaras Agrarias en todo el territorio rural las convierte en una institución
idónea para reflejar la diversidad social, económica y territorial del sector, por lo que su reforma y modernización se plantea como un elemento
fundamental para que puedan jugar ese papel.
1.2.2.
Distribución geográfica, recursos y funciones
de las Cámaras Agrarias
La implantación territorial de las 37 Cámaras Agrarias suele corresponder con la división administrativa del país (art. 37). No obstante,
existen casos en los que la Cámara coincide con una provincia en cuya
capital se ubica su sede, mientras que en otros abarca varias provincias y
prefecturas (por ejemplo, la cámara de Jenifra, que incluye a la provincia
de Ifrán). En cuanto al número de vocales por Cámara, éste varía, situándose entre 7 y 31 y estableciéndose en función del número de agricultores y de municipios rurales existentes en cada circunscripción.
En un país como Marruecos, que padece problemas de comunicación
y de aislamiento en las zonas rurales, la excesiva amplitud de la circunscripción territorial de las Cámaras y la ubicación de sus sedes en la capital provincial contribuyen a alejar dicha institución de los agricultores.
Además, los distintos informes y estudios relativos a las Cámaras Agrarias concluyen que nunca han tenido los medios humanos y financieros
necesarios para cumplir la misión que les confiere sus estatutos jurídicos, habiéndose convertido en entidades poco conocidas y no percibidas
como propias por los agricultores.
En conjunto, las Cámaras disponen de un personal técnico y administrativo poco numeroso (220 funcionarios) y escasamente cualificado,
163
cuyo perFl no siempre se adapta a las funciones que contemplan los estatutos de éstas (sólo el 11 % posee un diploma universitario) ". También
hay que notar el hecho de que las perspectivas profesionales de este personal fun^ionario no son muy halagiieñas, por lo que trabajan con muy
poca motivación (Bono, 1987).
A las carencias profesionales de su personal técnico se añade el hecho de que los vocales elegidos tampoco están preparados para cumplir
su misión, como lo refleja la inactividad de las Cámaras y el contenido
de su correspondencia con la Administración. Esta falta de preparación
no hace sino reflejar la naturaleza de la representación que ya hemos
analizado, así como la realidad del campo marroquí, caracterizado por la
escasa formación profesional y técnica de los agricultores, por no hablar
del analfabetismo o del envejecimiento de los titulares de explotación.
De hecho, los vocales de las Cámaras Agrarias son simples colaboradores de la Administración y a menudo así se consideran, por lo que no
cumplen las misiones diversificadas de consulta ante los poderes públicos (art. 57) y de apoyo a favor de los agricultores (arts. 57, 58, 59 y 60)
que contemplan sus estatutos.
Además, las Cámaras están sometidas a la triple tutela financiera de
los Ministerios de Agricultura, de Finanzas y de Interior, lo que no facilita una gestión flexible de sus recursos. La tutela administrativa y finan-.
ciera de la Administración se ejerce bajo la forma del control a priori, lo
que limita el ejercicio autónomo de las prerrogativas de las Cámaras en
materia de gestión de personal, de sus presupuestos y del desarrollo de
sus propios programas de actividades15. Dicha tutela se explica por el
hecho de que el Estado es la fuente casi exclusiva de financiación de las
Cámaras Agrarias. El presupuesto actual de las Cámaras representa unos
17 millones de dirhams, entre los cuales 12 millones financian los gastos
de funcionamiento; dicho presupuesto varía de una Cámara a otra en
función de criterios diversos, que, en ciertos casos, se alejan de lo que es
la promoción del desarrollo agrario para entrar en consideraciones de in'" Según el Informe del Ministerio de Agricultura con fecha de abril de 1998, el total del
personal de las 37 Cámaras y la FNCA ( Federación Nacional de Cámaras Agrarias) alcanza los 606 agentes, entre los cuales 189 son cuadros superiores. Este informe plantea la necesidad de financiación en equipamientos y funcionamiento de 15 y 38 millones de dirhams respectivamente (MAREP/FAO: 1998: 30).
15 En materia presupuestaria las Cámaras Agrarias están sometidas a la doble tutela del
Ministerio de Agricultura y de Finanzas. Este último debe proporcionar su acuerdo para
cualquier gasto superior a 10.000 Dh. (véase Bono, 1987: 208 y sg).
164
terés nacional (caso de la cámara de Laayun) o, incluso, de presencia de
personalidades influyentes en su seno. De todas formas, al no disponer
de recursos propios y depender de las subvenciones públicas, no pueden
gozar de mucha autonomía.
Además de la función de representaz a los agricultores, las principales
misiones de las Cámazas son las siguientes: actividad consultiva en materia agraria ante los poderes públicos; actividad de intervención técnica,.
económica y social; y actividad consultiva en materia legislativa y reglamentaria. En definitiva, se trata de misiones esencialmente consultivas,
que se caracterizan por su amplitud y falta de definición, por lo que los
miembros de las Cámaras tienen oportunidades de tomaz iniciativas que,
no obstante, quedan en letra muerta (Blanc y Hen, 1992: 91 y sg.).
La falta de medios y las cazacterísticas dominantes de la representatividad contribuyen a que padezcan numerosas carencias y, en particular,
una falta de coherencia. Por ejemplo, se comprueba a menudo la ausencia de un organigrama oficial y de un reglamento interno, lo que repercute en la imprecisión a la hora de desarrollar sus actividades (reuniones, asambleas, informes,...) y en el reparto de las responsabilidades de
gestión entre el Presidente elegido y el Director. A pesaz de las atribuciones conferidas por sus estatutos en el ámbito profesional agrario, las
Cámazas son generalmente poco activas en la dinamización del mundo
rural, caracterizándose por una escasa capacidad técnica y de iniciatr
va16, esperando siempre que sea la Administración la que tome la iniciativa de proposición. De ahí que, la funcionalidad de las Cámaras Agrarias se vea anulada y mantenga dicha pauta mientras los vocales elegidos
no determinen y llenen de contenido las misiones que les atribuyen sus
estatutos.
1.3.
La Federación Nacional de Cámaras Agrarias
El artículo 61 del dahir de 1962 contempla la reunión de las Cámaras
Agrarias en una Federación Nacional. En 1963, se formó la Federación
Nacional de Cámaras Agrarias (FNCA), bajo el régimen jurídico del
dahir n.° 1-58-376 del 15 de noviembre de 1958, que reglamenta el derecho de asociación. La FNCA, cuya sede está ubicada en Rabat, es una
16 Algunas excepciones son el caso de la Cámara Agraria de Taunat, que lanzó un programa ambicioso de actividades a finales de los años ochenta.
165
asociación de derecho privado que representa paradójicamente a organismos públicos (Blanc y Hen, 1992: 145). Dicha paradoja se plasma
por ejemplo en los elementos siguientes:
- la tutela financiera y presupuestaria a la que está sometida la
FNCA por las administraciones de agricultura y finanzas (Bono,
^
1987: 72);
- la afiliación obligatoria de las Cámaras Agrarias a la FNCA y el
hecho de que éstas no puedan disolverla;
- el hecho de que no contribuyan a su financiación, ya que si bien la
FNCA' puede exigir el pago de cotizaciones, no las cobra a sus
miembros;
- el estatuto del personal técnico-administrativo, que es funcionario
de la Administración pública.
Las misiones de la FNCA se caracterizan también por su amplitud:
presentar al gobierno las opiniones e informaciones que le son solicitadas sobre cuestiones relativas al sector agrario; garantizar la coordinación y el contacto permanente entre la Federación y las Cámaras Agrarias, y defender los intereses de éstas.
1.3.1.
Estructura organizativa, funcionamiento y medios
La FNCA es gestionada por un buró compuesto de 12 miembros elegidos para tres años por la Asamblea General, y se compone de un presidente, cinco vicepresidentes, un secretario general, dos secretarios
adjuntos, un tesorero y dos tesoreros adjuntos. El Consejo de Administración de la FNCA está formado por todos los Presidentes de las Cámaras Agrarias, asistidos por un miembro por Cámara. Así, su representación sigue unos criterios geográfico-administrativos que no tienen en
cuenta una diferenciación fundamentada en la relevancia y la diversidad
local del sector.
El Consejo de Administración se reúne dos veces al año y cada vez
que el interés de la FNCA lo exige o a propuesta del Ministerio de Agricultura. Puede dar su opinión sobre todas las cuestiones relativas al sector agrario y estudia y aprueba los proyectos que le son sometidos, el
presupuesto anual y el reglamento interior.
La Asamblea general de la Federación reúne a los delegados de las
Cámaras Agrarias sobre la base de un delegado para cinco miembros
elegidos. Elige al Buró y discute y aprueba el informe de actividades de
166
la Federación. La FNCA posee su propio patrimonio mobiliario e inmobiliario, al que se añade la posibilidad, reconocida en sus estatutos, de
obtener ingresos procedentes de cánones por servicios prestados, cuya
percepción debe ser autorizada, así como de subvenciones, donaciones y
cuotas regulares de las cámaras asociadas. En la práctica, la FNCA se financia fundamentalmente con subvenciones públicas.
La estructura técnico-administrativa de la FNCA consta de ocho personas contratadas, entre las cuales se encuentran dos cuadros técnicos
superiores puestos a disposición de la Federación por el Ministerio de
Agricultura. La mayor parte de los recursos financieros de la FNCA es
absorbida por los gastos de funcionamiento, lo que le crea dificultades
para cumplir las amplias funciones que contemplan sus estatutos, problema éste similar al que observábamos en cada una de las Cámaras
Agrarias.
1.3.2.
La representatividad
La presidencia de la FNCA ha sido monopolizada durante años por
el partido del Movimiento Popular (desde .1963 hasta el^ 2001), en particular, por el inamovible Assu Zeidguy, miembro de la Cámara Agraria
de Errachidia, que fue elegido en 1963 y sustituido en 1992 por Bekkali
(1992-1997), primero, y luego por M'Barek (1997-2001). Las últimas
elecciones para el buró se celebraron en febrero de 2001 y han marcado
la victoria del candidato Mohamed El Haddadi, miembro del RT1I, en un
escrutinio en el que se presentaban cuatro candidatos. De nuevo, las candidaturas para la primera vuelta y las alianzas surgidas en la segunda revelaron la irrelevancia del color político y han sido un claro reflejo de
las luchas entre personas y del nomadismo político. Así, además del presidente saliente, M'Barek, se presentaban otro miembro del Movimiento
Popular, Athmun Mahdi, y un candidato del RNI, Haddadi, así como
Bekkali. En la segunda vuelta, la victoria del candidato RNI sobre el segundo, Zemrag M'Barek, se debió al trasvase de los votos del otro
candidato del MP que había llegado en tercera posición. Este último,
presidente de la Cámara Agraria de Jurigba, conseguía la primera Vicepresidencia de la FNCA.
El Buró de la FNCA está compuesto en su mayor parte de grandes
agricultores con intereses en los sectores más rentables de la ganadería,
las producciones de hortalizas tempranas y las fiutas, y/o con intereses
en sociedades de importación y comercialización de productos tales
167
como las semillas, novillas,... Entre éstos, algunos pertenecen a asociaciones de productores y cooperativas, por lo que dichos notables se pueden considerar como empresarios económicos y políticos.
1.4.
Límites y expectativas de la reforma
de las Cámaras Agrarias
Tal y como lo hemos visto, las Cámaras Agrarias son unos organismos públicos de representación de los agricultores, que han evolucionado hacia una especie de organización profesional "administrativa". No
representativas de la heterogeneidad del sector, dependientes del Estado
para su financiación y su personal técnico, cumplen el papel de correa de
transmisión del gobiemo, y así son percibidas por los distintos actores
que intervienen en el sector, es decir, tanto por sus miembros, como por
la Administración pública (MAEE, 1998). No tienen unas tareas determinadas y precisas, pero sí una multitud de funciones sin poseer los medios para cumplir tal misión. El desfase entre los textos y la realidad se
plasma en su modo de funcionamiento, que traduce la realidad sociológica del campo y refleja los mecanismos de intervención de las autoridades del Ministerio del Interior y de los responsables de Agricultura,
reflejándose en este último caso el centralismo a ultranza de las decisiones.
Para la Administración agraria, las Cámaras son llamadas a romper
con este corporativismo orgánico y a jugar un papel efectivo y más dinámico que en el pasado para contribuir eficientemente a las siguientes acciones:
- favorecer la concertación continua entre la profesión agraria y el
Estado;
^
- informar y aconsejar a los agricultores;
- ayudar a los agricultores a reforzar sus organizaciones profesionales para que accedan más fácilmente y más eficientemente a los
servicios de apóyo técnico;
- intensificar los intercambios entre las organizaciones profesionales agrícolas de la región mediterránea y, en particular, magrebí.
Este papel, devuelto a las Cámaras Agrarias en el nuevo contexto de
retirada del Estado, plantea varias cuestiones, vinculadas, en primer lugar, a sus misiones, organización y medios humanos y materiales de ac168
ción, y, en segundo lugar, a su papel representativo ratificado por su conversión desde 1997 en los representantes legales de los agricultores ante
las instituciones gubernamentales. Estas últimas están obligadas a consultar a las Cámaras para todos los asuntos económicos, comerciales y
financieros relacionados con la agricultura.
Por ello, y a pesar del diagnóstico crítico realizado, las Cámaras
Agrarias representan, dentro de la nueva estrategia del Ministerio de
Agricultura, un eslabón importante de la cadena interpuesta entre el
Estado y el sector agrario. El monopolio representativo atribuido a las
Cámaras puede ser percibido como un intento de corporativización del
sector agrario desde la Administración, es decir, desde fuera. Para esta
última, el hécho de que la Cámara sea una institución local y que sus
miembros sean elegidos sobre una base universal, hace que sea un órgano que coincida con los objetivos de la democratización y la política de
descentralización y el que mejor puede expresar la diversidad territorial
del sector (MAEE, 1998; MADRPM, 2000b). En este sentido se puede
decir que las Cámaras son un relevo fundamental en la estrategia contractual y participativa que guía la nueva concepción de la política agraria. No obstante, la perspectiva de los poderes públicos es, en nuestra
opinión, demasiado mecánica, ya que supone una asimilación por estas
instituciones públicas tanto de la dimensión externa como de la dimensión interna de la acción colectiva, cosa bastante alejada de la realidad.
En efecto, en la dimensión externa, se considera que las Cámaras
Agrarias cumplirán un papel de intermediación social con otros grupos
de intereses regionales y con los polos de decisión a nivel local, mientras
que el vínculo orgánico con la FNCA permitiría dotarlas de una coherencia nacional çoordinando desde esta asociación de segundo o tercer
grado, según se mire, la circulación de la información y las consultas interregionales.
En lo relativo a la dimensión interna de la acción colectiva, el proyecto de instituir dentro de las Cámaras unos colegios que representarían
a los actores profesionales colectivos (asociaciones sectoriales, de cooperativas,...) las convertiría en instituciones de segundo grado, al tiempo
que se mantendría una participación de los agricultores sobre una base
individual. Se pretende que la integración de las asociaciones de productores y cooperativas actúe como un incentivo selectivo, ya que se consideran que éstas son instituciones de proximidad a los agricultores, por lo
que provocaría una mayor vinculación de las Cámaras con ellos y una
mayor incorporación de la noción de filiéres. Ello implicaría, no obstan169
te, como condición previa que el sector estuviese realmente vertebrado
en estas asociaciones. Otro incentivo selectivo consistiría en dotar a las
Cámaras de unas células de análisis que procesarían las bases de datos
técnico-económicos. Instaladas en sus sedes, las Cámaras dispondrían
así de un observatorio económico que centralizaría las informaciones sobre la región, las procesaría y las pondría a disposición de los agricultores y de las organizaciones profesionales. Unas actividades de asistencia
relativas a los modos de explotación y de gestión, y comercialización
también deberían contribuir a renovar su funcionalidad. Por ejemplo, los
lazos que disponen las Cámaras con las demás regiones o con el extranjero (hermanamiento) son percibidos como una ventaja para llevar a
cabo actividades de prospección comercial. También se espera que asuman una función de promoción de jóvenes agricultores y de acompañamiento de sus proyectos de instalación, desde la concepción hasta la realización. El papel de orientación y apoyo a las explotaciones agrarias
constituye, sin lugar a dudas, un tipo de incentivo selectivo para movilizar a los agricultores ante una institución pública como es la Cámara.
No obstante, al ser instituciones públicas cuyos dirigentes son elegidos sobre una base universal relativizada por la futura presencia de colegios para representar a las asociaciones y cooperativas, se correría el
riesgo, en nuestra opinión, de plantear numerosas contradicciones que la
Administración agraria no parece haber evaluado en su justa medida,
quizás porque su proyecto no consiste en un gobierno del sector por el
sector, sino en la búsqueda de una fórmula que permita gobernarlo con
unos intermediarios que asuman y apliquen la política definida desde el
poder público, conservando éste en definitiva el monopolio de la defmición del interés general.
Así, el proyecto de reforma de las Cámaras Agrarias contiene una serie de contradicciones que van más allá de la imprecisión del estatuto
entre lo público y lo privado y entre la dimensión externa e interna de
acción colectiva antes mencionada. La primera contradicción se refiere
al hecho de plantear la necesidad de aumentar la dotación en medios financieros y humanos de las Cámaras. En un contexto de rigor presupuestario no parece realista pensar en que se pueda alcanzar dicho objetivo sin que se cuestione por lo menos la desfiscalización del sector, por
lo que la financiación de estas instituciones tendría que pasar por nuevas
fórmulas fuera del ámbito público, tema éste que no contempla el proyecto de reforma. La segunda contradicción se refiere al hecho de asignar a las Cámaras funciones públicas en un escenario de retirada del
170
Estado, donde podría darse una transferencia de funcionarios estatales
que, en la práctica, podrían convertirse en una nueva forma de intervención de las Cámaras por el poder público. La tercera contradicción se refiere al hecho de no tener en cuenta la cultura y las prácticas políticas
dominantes en el mundo rural marroquí. La cuarta y última contradicción, afecta al tema del monopolio de la representatividad profesional
ante los poderes públicos que se le asigna a las Cámaras. La viabilidad
de continuar con ese monopolio plantea serias dudas ante la mayor funcionalidad de defensa y articulación de intereses (es verdad restringida a
unas elites de profesionales), mostrada por la^ asociaciones de productores agrarios. Dicho monopolio podría convertirse incluso en un obstáculo para la emergencia de otras organizaciones reivindicativas con vocación de representar intereses generales del sector agrario. Mientras tanto,
la escasa articulación de los agricultores marroquíes a través de asociaciones o cooperativas hace pensar que el mantenimiento del monopolio
representativo de las Cámaras Agrarias se puede convertir de facto en
una mediatización del proceso de articulación de intereses inducida por
la Administración.
En definitiva, la naturaleza pública de las Cámaras y su trayectoria
histórica las aboca a se•uir siendo unos meros relevos de la Administración, mientras no se den las condiciones para una estructuración del sector de forma autónoma, plural y amplia a través de asociaciones y corporaciones. Este papel está llamado a ser cumplido por las cooperativas y
las asociaciones de productores (equivalentes a las organizaciones profesionales españolas), tal y como lo veremos en los apartados siguientes,
unas instituciones que hoy por hoy parecen más funcionales que las Cámaras para participar en la defmición y aplicación de la política agraria
en Marruecos.
2.
LAS COOPERATNAS AGRARIAS
Cuando se revisa la literatura sociológica sobre el cooperativismo
agrario observamos dos grandes corrientes de pensamiento a-lo largo de
su más de un siglo de historia. La primera, originalmente ligada a las
etapas iniciales de penetración del capitalismo en el sector agrario, lo
concibe como un movimiento de ayuda mutua utilizado por los agricultores para hacer frente a los intermediarios y en el que se combinan las
dimensiones social y económica (e incluso la política en tanto que movi171
miento de emancipación del campesinado). En esta primera corriente,
que podríamos denominar, siguiendo a Moyano (2002), "mutualista", el
cooperativismo aparece integrado en grandes movimientos sociales (católico, socialista, anarquista) que lo perciben como un modelo alternativo al capitalismo, oponiendo la lógica cooperativa de la solidaridad a la
lógica capitalista del individualismo y la competencia mercantil.
La segunda corriente de pensamiento corresponde a etapas posteriores en las que ya se había producido la plena integración de la agricultura en la economía de mercado y las actividades de las cooperativas aparecían cada vez más marcadas por una lógica comercial y de eficiencia
económica. En ese contexto, esta segunda corriente enfatiza la dimensión empresarial del cooperativismo relegando a un segundo plano su dimensión social, una dimensión que si^bien no desaparece del horizonte
ideológico del movimiento cooperativo, es, según esta segunda corriente
de pensamiento, subordinada a los imperativos de la racionalidad económica que ha de marcar el funcionamiento de las cooperativas
agrarias.
,
Un caso particular de cooperativismo, que no es reconocido como tal
en determinados círculos de la ACI (Alianza Cooperativa Internacional),
es el que se instauró en los países de socialismo real, en los que las cooperativas eran fórmulas de asociación tuteladas por los poderes públicos
e incluso impuestas de forma autoritaria por el Estado para la explotación colectiva de las tierras y para la gestión del proceso productivo.
En las dos primeras corrientes se admite que el cooperativismo se caracteriza por una gran heterogeneidad interna, coexistiendo cooperativas
con diferentes grados de formalización. Así, pueden encontrarse cooperativas de gran tamaño (macrocooperativas) altamente formalizadas que
funcionan como empresas y en las que apenas se detectan residuos de su
antiguo ideal mutualista, junto a otras de menor tamaño donde todavía
se enfatiza la dimensión social y que actúan con una lógica defensiva
ante las amenazas del mercado y la competencia.
En el caso de Marruecos, presenciamos tales características con grados diversos de intensidad. En efecto, el cooperativismo agrario manoquí se caracteriza, en primer lugar, por una fuerte tutela estatal, que se
remonta a la época del Protectorado; en segundo lugar, por una concepción instrumental del mismo por el Ministerio de Agricultura como fórmula de modemización altemativa para evitar la adopción de reformas
estructurales que cuestionarían la propiedad privada y como asociaciones funcionalmente útiles para llevar a cabo las políticas de desarrollo en
el sector agrario; y, por último, se caracteriza por la escasa presencia de
172
una dinámica de acción colectiva surgida desde abajo, es dec^, desde los
propios agricultores como resultado de la necesidad de asociarse. En definitiva, la conjunción de estos tres elementos hace que en Marruecos no
tenga aún mucho sentido hablar del cooperativismo como un movimiento social de amplia base.
No obstante, en el actual contexto de reforma de la política agraria
marroquí, las cooperativas son concebidas como instituciones que ocupan un lugar privilegiado en un doble sentido: a nivel global, el cooperativismo es percibido por su identificación con el Tercer Sector, como
una fórmula complementaria para hacer factible la política de ret ^ada
del Estado y de mayor protagonismo a la sociedad civil; a nivel sectorial, las cooperativas agrarias adquieren un protagonismo destacado en
la Estrategia de Desarrollo Agrario, que las convierten, junto a las organizaciones profesionales, en ejes de las nuevas orientaciones que se le
quiere dar a la política agraria marroquí. Antes de analizar la actualidad
del cooperativismo agrario en Marruecos, comenzaremos por presentar
en un primer apartado su trayectoria histórica para, luego, establecer un
balance de su situación y de sus posibilidades de futuro.
2.1.
Génesis y desarrollo histórico del cooperativismo
agrario en Marruecos
El cooperativismo como forma de acción colectiva no es una noción ajena a la sociedad rural marroquí. De la misma forma que en
otros contextos, la agricultura tradicional ha sabido desarrollar desde
tiempos remotos en el seno de las comunidades locales una serie de
instituciones de carácter colectivo para el trabajo en común, el almacenamiento de productos o la gestión del agua de riego (Pascon, 1980).
Estas referencias autóctonas de cooperación enraizadas en las comunidades locales no fueron, sin embargo, tenidas en cuenta por las sucesivas intervenciones del Estado, ni durante el Protectorado ni más tarde
tras la independencia. Por ello, cuando hablamos de cooperativismo en
Marruecos nos estamos refiriendo a fórmulas jurídicas modernas de
asociación que no han sido resultado de demandas reales ni de iniciativas de los agricultores, sino inducidas desde arriba y desde fuera del
propio sector. Puede dec ^se, por tanto, que el cooperativismo es una
institución importada por el Protectorado, primero, y, luego, reconducida por el nuevo Estado marroquí independiente como instrumento al
servicio de la política agraria.
173
2.1.1.
El cooperativismo bajo el Protectorado
En sus orígenes, el cooperativismo agrario no sólo fue introducido en
Marruecos durante el período del Protectorado, sino que la huella de la
experiencia metropolitana francesa de la época marcó los inicios de este
movimiento.
El desarrollo del cooperativismo en Francia, cuyos inicios se pueden
situar a fmales del siglo xlx, no se puede entender sin hacer referencia a
los cambios que inducen la creciente integración de la agricultura dentro
de una economía de mercado "y a la lucha entre republícanos y partidarios del Antiguo Régimen para el control del campo18. En el transcurso
de esta primera etapa se puede comprobar que las respuestas aportadas
bajo la fórmula cooperativa procedieron tanto de la sociedad civil como
del Estado. La primera tomó la iniciativa para aportar soluciones a las
dificultades de los agricultores, mientras que el segundo trató de formalizar jurídicamente unas experiencias que se iniciaban a menudo al
margen de la legalidad vigente. Tras la Primera Guerra Mundial, el
cooperativismo se convierte en un instrumento de modernización de la
agriculttua francesa. Dentro de esta dinámica, tanto el crédito como la
mutualidad serán dos instrumentos privilegiados y complementarios de
actuación, que demostraron su funcionalidad para reducir los riesgos específicos del sector. Asimismo, la crisis de 1930 hizo patente la necesidad de una intervención creciente del Estado para regular los mercados
(Gervais, Jollivet y Tavernier, 1977: 80 y sg.). En 1936, la Oficina Nacional Interprofesional del Trigo (ONIB) fue creada para regular de forma monopolística e interprofesional el mercado del trigo. Paralelamente
a esas orientaciones se modificó el Derecho cooperativo francés con los
decretos promulgados en 1935 y 1937 que regulaban el proceso de cons^' Dichos cambios marcaron el fin de la autonomía campesina y provocazon una mayor
dependencia financiera de la agricultura sin que se resolviese la tradicional subordinación
de dicha actividad a la adversidad ^ limática, por lo que paza poder enfrentarse a esta doble
dependencia surgieron dos ramas del asociacionismo económico: la Mutualidad Agraria y
el Crédito Agrario (Moyano, 1988b: 185 y sg.).
18 Asimismo, habría que se^alar que el Estado irá incrementando su protagonismo también por motivos ideológicos en un contexto mazcado por la rivalidad por el control del
mundo rural entre el republicanismo y los notables monárquicos (Servolin, 1989). Por último, mencionaz que el asociacionismo agrario que impulsará la creación de cooperativas es
desde sus inicios inherente al proceso de democratización política que sucede al período
del Segundo Imperio (1852-1870) y ello incluso cuando fue a iniciativa de los partidarios
del Antiguo Régimen.
174
titución de cooperativas y su financiación, es decir, sus privilegios en
materia de acceso al crédito y de régimen fiscal. El Decreto-ley de 8 de
agosto de 1935 reformará el estatuto jurídico y fiscal de las cooperativas
reservando la denominación de "cooperativa" a las instituciones que se
conformaban a lo establecido en la Ley de 5 de agosto de 1920 sobre el
Crédito y el Cooperativismo Agrarios. Entre las innovaciones de esa ley
es menester señalar que desde entonces el reconocimiento jurídico de los
estatutos de las cooperativas sería prerrogativa del Ministerio de Agricultura previo informe del recién creado Consejo Superior del Cooperativismo Agrario. La instauración del control de la Administración pública sobre unas entidades privadas se justificaba por el hecho de que las
cooperativas se beneficiaban de un acceso privilegiado al crédito, de anticipos financieros para llevar a cabo las campañas agrícolas y de exoneraciones fiscales. En 1937, el Decreto-ley de 31 de agosto sintetizaba en
un solo texto las innovaciones que se habían introducido en el Derecho
cooperativo francés. En definitiva, para responder a las mutaciones de
una agricultura más productiva y autosuficiente, el auge del movimiento
cooperativista en Francia se verá mediatizado de forma creciente por los
poderes públicos.
Ahora bien, el marco juridico y doctrinal del cooperativismo francés,
fuertemente marcado por rasgos del viejo corporativismo, pero cada vez
más intervenido por el Estado, será trasladado a Marruecos, siendo mediatizada su aplicación por el despotismo administrativo característico
de la administración del Protectorado. Las primeras experiencias que se
asemejan al cooperativismo se inician a partir de 1919 (Dahir de 15 de
enero) y consistían en una fórmula utilizada por las autoridades del Protectorado para facilitar la ocupación y la explotación de las tierras de colonización privada, el acceso al crédito agrario y la mutualidad social.
Mas, en realidad, el cooperativismo se inicia realmente a partir de 1935
(Dahir de 20 de agosto de 1935) con la conversión del crédito mutualista en crédito administrativo centralizado. De entonces en adelante las
modalidades de concesión, distribución y pago de los créditos incentivarán la promoción de cooperativas por parte de los colonos (Ghazali y
Diebold, 1993: 86). Por lo tanto, desde sus inicios, el cooperativismo en
Marruecos fue concebido como un elemento instrumental de la Administración en su relación con los productores del sector colonial.
A1 lado del sector colonial, se iba a desarrollar una serie de instituciones reservadas para los agricultores autóctonos. Ya en 1917 (Dahir
de 26 de marzo) se crearon las Sociétés Indigénes de Prévoyance (SIP),
175
que recogían la experiencia francesa llevada a cabo en el África subsahariana para enmarcar jurídicamente a las tradiciones locales de ayuda
y solidaridad e iniciar a las poblaciones en el espíritu mutualista de origen europeo, considerado como más evolucionado. El objetivo de las
SIP radicaba en proteger al campesinado contra la adversidad climática
y la práctica de la usura, mediante la constitución de una cajá financiada
por una contribución adicional percibida con ocasión de la recaudación
del Tertib. Si bien las SIP tenían vocación de convertirse en cooperativas
de servicios para los agricultores, el cooperativismo se concebía en realidad como un medio de control por la administración protectoral mediante la racionalización burocrática y jurídica de las experiencias de solidaridad local enraizadas en la tradición. Estas tradiciones se vieron
sometidas, por tanto, a la lógica racional-legal del Estado y a la desconfianza del Majzen (Rivet, 1999: 200). Ello no impidió la creación de
asociaciones de campesinos o agricultores marroquíes a iniciativa de las
autoridades locales del Protectorado, que, al regirse por las reglas del derecho musulmán y del derecho consuetudinario, no compartían con el
cooperativismo el marco legal, pero sí el espíritu de cooperación y solidaridad.
Aunque las fórmulas cooperativas importadas del modelo francés
podían integrar también a marroquíes, como ocurrió con los Docks Silos
creados a partir de 1935 (Bensalah, 1990)19, habrá que esperar al Dahir
de 24 de abril de 1937 -que creaba la figura juridica de las Cooperativas Indígenas de Trigo (CIB), luego convertidas en Cooperativas Agrarias Marroquíes (CAM}-- para que el cooperativismo pudiera extenderse al conjunto de los agricultores marroquíes. El hecho relevante radica
en que este proceso estaba estrechamente vinculado al desatrollo del sistema de crédito y a la gestión de la producción de cereales, utilizándose
las nuevas CAM como vías de distribución del crédito a los agricultores
marroquíes y de regulación de la producción en un contexto de sobreproducción agrícola en la metrópolis francesa, de inclemencias climáticas en Marruecos (con las sequías de 1935 y de 1937) y de situación prebélica que anticipaba lo que sería la Segunda Guerra Mundial. Estas
19 El dahir de 20 de agosto de 1935 no excluía a los marroquíes de forma explícita, sino
implícita, haciendo una distinción entre los agricultores evolucionados (colonos franceses
y productores modernos marroquíes) y los tradicionales, ante la convicción del Protectorado de la necesidad de establecer un marco jurídico específico para los campesinos marroquíes (Bensalah, 1990).
176
cooperativas CAM serán llamadas a servir para la colecta, almacenamiento y venta de cereales y leguminosas bajo la tutela del Office del
Trigo, con lo que se asemejaban en su régimen administrativo y jurídico,
composición y funcionamiento a los organismos de cazácter público.
Debido a la falta de autonomía que caracterizaba a las CAM, habría que
esperar al Dahir de 8 de junio de 1938 para que se dieran las condiciones favorables para el desarrollo de un cooperativismo que respondiera
en mayor medida a las demandas de los agricultores, ya que dicho dahir
establecía con claridad el estatuto de las cooperati.vas y su financiación.
En definitiva, durante el Protectorado, el movimiento cooperativo siguió un modelo dual, dándose, de un lado, un cooperativismo que se
asemejaba al modelo francés e iba dirigido principalmente al sector colonial, y, de otro, un cooperativismo para los sectores marroquíes de
agricultura tradicional, pero que, en ningún caso, era resultado de la acción colectiva de los agricultores, sino una creación desde arriba y fuertemente mediatizada por el aparato administrativo del Protectorado.
Inducido por la ley, que introducía una racionalidad ajena a la gran masa
de los fellah, el impacto social del cooperativismo sería mínimo bajo el
Protectorado y seguiría marcado por su origen exógeno y su excesiva
instrumentalización por la administración colonial. Ello explicaría el
fracaso del desarrollo cooperativista en ese período, como lo prueba el
hecho de que sólo se crearon 16 cooperativas agrarias entre 1935 y 1956
(Ghazali y Diebold, 1993) y la mayor parte de éstas en el sector de los
cereales (Bensalah, 1990) 20.
2.1.2.
Las experiencias cooperativistas
después de la Independencia
^
Con el acceso a la independencia de Marruecos en 1956, el cooperativismo es percibido como una institución capaz de mantener la movilización colectiva de la población y uno de los pilazes de la reforma agraria y de la modernización del mundo rural. En 1958, el Rey Mohamed V
declaraba en la revista del Ministerio de Agricultura: "Uno de los factores esenciales de la prosperidad de un país es la institución de organismos cooperativos en el seno de los cuales todos los esfuerzos se conjugan y las energías individuales contribuyen a la misma tarea ", y en otro
20 Comparen estos datos con las 450 coopentivas de cereales creadas en Francia de 1935
a 1939.
177
discurso señalaba: "Si la acción individual, y, en particular, en el ámbito
económico, sólo conduce a resultados limitados y es menos rentable
para el país gue la acción colectiva (...), de ahora en adelante es imprescindible multiplicar las agrupaciones colectivas y asegurarles las
condiciones de éxito" (citado en Haloui, 1981).
Para la izquierda partidaria de una reforma agraria (la central sindical
Unión Marroquí del Trabajo-Unión de Sindicatos Agrarios, el partido
Unión Nacional de Fuerzas Populares y el comunista Partido Comunista
de Marruecos), ésta era el paso previo para el desarrollo del cooperativismo, dado que una política de naturaleza estructural pem^tiría que los agricultores se organizasen de forma autónoma en unidades de producción
viables e integradas bajo la tutela del Estado. Para el sector agrarista, representado por la Unión Marroquí de la Agricultura (UMA), el cooperativismo se concebía como una fórmula idónea de modernización técnica
para que los campesinos infradotados en tierras pudieran aprovechar economías de escalas sin plantear la cuestión de la reforma fundiaria.
En 1958, la Administración marroquí encargó un informe sobre la situación del sector cooperativo al Buró Internacional del Trabajo (BIT)
cuyas conclusiones evidenciaban las contradicciones entre el espíritu
cooperativista y la realidad. Luego, en 1960, la Comisión para la preparación del Plan Quinquenal 1960-64 encargada de la Agricultura llegaba
a las mismas conclusiones y proponía la creación de un Consejo Nacional del Cooperativismo cuya primera tarea debía ser la elaboración de un
texto que reglamentase el sector. A raíz de ello, en 1962 se creó el Buró
de Desarrollo del Cooperativismo.
A pesar del interés oficial por la fórmula cooperativista, durante los
primeros años que siguieron a la Independencia el proceso de creación
de cooperativas fue escaso y errático: sólo se crearon 6 cooperativas entre 1956 y 1964, y las 8 cooperativas que iniciaban su andadura en 1965
eran el resultado de la política de la ONI y, por lo tanto, estaban estrechamente vinculadas al voluntarismo reformador que impregnaba los
inicios de la política de regadíos. Así, durante ese período dominó un
claro desfase entre las intenciones y los hechos, un desfase que puede
entenderse tanto por el desconocimiento de la fórmula cooperativista o
su incomprensión en cuanto a su complejidad jurídica por parte de los
campesinos, como por la carga ideológica que envolvía entonces al fenómeno cooperativista, carga que hay que relacionar también con el
contexto de conflictividad e incertidumbre alrededor del futuro proyecto
político del país. Así, en 1966, el Informe Marsan concluía que "El go178
biemo no ha precisado aún su doctrina en materia de cooperativismo"
(citado en Bensalah, 1990).
Más tarde, el Código de Inversiones Agrarias (1969) incentivará la
creación de cooperativas para permitir a los agricultores el acceso al crédito y a las subvenciones destinadas a la modemización de sus explotaciones. No obstante, habría que esperar al plan quinquenal de 1973-1977
para que el sector cooperativo agrario, que en 1972 sólo contaba con 189
cooperativas llamadas "libres" (es decir, fuera de la Reforma Agraria) y
64 cooperativas dentro del marco de la Reforma Agraria, iniciara su despegue. Desde 1973, fecha del inicio de la recuperación oficial de las tierras de los colonos, y luego con el lanzamiento de distintos planes sectoriales de desarrollo agrario, las cooperativas agrarias conocieron un
crecimiento importante en lo que se refiere a su número (por ejemplo,
las cooperativas lecheras pasaron de 10 en 1970 a 385 en 1984).
2.2.
Un diagnóstico sobre el cooperativismo agrario marroquí
El grado de implantación de las cooperativas en los distintos sectores
de la economía marroquí se corresponden con las prioridades de la planificáción y con la importancia de la intervención de los poderes públicos
en materia económica y social, por lo que es lógico que en el sector agrario se concentre la mayor parte de las cooperativas (Ghazali y Diebold,
1993: 130). En conjunto, y desde un punto de vista cuantitativo, el desan-ollo reciente del cooperativismo agrario ha sido muy importante para alcanzar en 1998 la cifra de 1.724 cooperativas de primer grado y 13 de segtmdo grado, agrupando a 141.900 socios (ODCO, 1998). No obstante, un
análisis cualitativo del fenbmeno evidencia ciertos límites.
Algunos analistas consideran como prueba del dinamismo de este
sector el hecho de que e145% de las cooperativas sea de creación reciente (inferior a los 5 años en 1998) y que la tasa media de progresión del
número de socios en relación con el momento de su creación sea del
35%. No obstante, dicho optimismo debe ser matizado en función de los
elemento^ siguientes: en primer lugar, el 24% de las cooperativas son
inactivas, lo que explica la existencia de desviaciones en relación con el
funcionamiento intemo que estipulan sus estatutos 21; en segundo lugar,
21 Según los datos de la Oficina para el Desarrollo del Cooperativismo (1998) 661 cooperativas tienen menos de cinco artos de vida, 260 entre seis y diez, 586 entre once y veinte, y
179
se observa una concentración territorial del tejido cooperativo en torno a
seis regiones agrícolas que abarcan el 80% de los socios cooperativistas
y e165% de las cooperativas. Paradójicamente, este dato contrasta con la
escasa presencia de cooperativas en zonas de agricultura marginal donde
se supone que el cooperativismo tendría un sentido y una funcionalidad
aún mayor convirtiéndose en un instrumento de desarrollo para los productos locales (miel, almendras, lana, higos, quesos,...). En este sentido,
puede decirse que en la expansión del cooperativismo se reproduce el
dualismo existente en el sector agrario marroquí en términos territoriales
y productivos.
Otro fenómeno que se menciona a menudo es la existencia de 45
cooperativas agrarias exclusivamente formadas por mujeres (2,6%), hecho éste que es resaltado por la ODCO (Oficina para el Desarrollo del
Cooperativismo) y el Ministerio de Agricultura en sus distintos informes. No obstante, además de ser éste un fenómeno bastante limitado, no
se debe olvidar que estas cooperativas de mujeres han sido creadas a iniciativa o bien de la Administración (ODCO, ministerios y corporaciones) o bien de ONGs de desarrollo dentro de proyectos de cooperación
internacional 22. Asimismo, debe tenerse en cuenta para valorar en su
justa medida este fenómeno que la exclusividad de género suele reproducir en la práctica la división del trabajo existente en el mundo rural
marroquí, por lo que suele ser frecuente que estas cooperativas femeninas se dediquen a actividades agrarias consideradas aún secundarias que
sólo contribuyen de forma complementaria a la renta de las explotaciones. De ahí que, a pesar de los logros que supone el cooperativismo de
mujeres en términos de género, quede abierta la cuestibn de saber ^en
qué medida éste significa o no una mayor autonomía de las mujéres dentro de la comunidad local o de la explotación familiar? 23
224 más de veintiún años de antigiiedad. La ODCO considera inactivas las cooperativas
que no han celebrado asambleas generales en los últimos dos años.
zz En 1997, 15 de las 16 cooperativas femeninas de ganadería ovina que reunían a 450 afiliadas habían sido creadas dentro del mazco del proyecto de cooperación entre la Unión
Nacional de Mujeres Marroquíes (UNFM), el Fondo de Naciones Unidas para las Actividades de la Población (FNUAP) y el ORMVA del Tafilalet. Sobre la cuestión de las cooperativas femeninas véanse las publicaciones de la ODCO y, en particular, "Les coopératives
de femmes au Maroc. Etat des lieux", Etudes Coopératives, n.° 8, mayo de 1999.
23 Así, no es extraño que las actividades agrarias que recaen bajo su responsabilidad en el
marco de las cooperativas coincidan con su tradicional ocupación dentro de la explotacibn
180
Este caso sirve, de nuevo, para mostrar cómo el principal límite que
encuentra el cooperativismo paza desarrollarse plenamente y realizar
una función de promoción y emancipación de los pequeños agricultores
radica en la escasa capacidad de las comunidades locales para llevar a
cabo de forma autónoma y espontánea proyectos de acción colectiva que
se enmarquen dentro de los marcos jurídicos vigentes sin pasar por la
mediación de agentes externos. Por tanto, si bien es cierto que existe una
demanda de cooperación sentida por las poblaciones, estos logros acaban convirtiéndose con demasiada frecuencia en el resultado de una
política de promoción inducida desde arriba o desde fuera del propio
sector.
^
2.2.1.
Una institución al servicio de la política agraria
Como lo hemos señalado en el apartado anterior, es en los años setenta con el plan 1973-1978 cuando se observa un incremento en la creación de cooperativas. En ese Plan, el cooperativismo es concebido como
un instrumento de la política agraria, una política marcada entonces por
el objetivo de llevar a cabo la tantas veces aplazada reforma agraria y la
planificación sectorial.
Dentro del marco de la reforma agraria se crearon 715 cooperativas
para organizar a los 24.760 beneficiarios de lotes de tierra o de lotes
constituidos por antiguos inmuebles colectivos. Las cooperativas serán
tanto un mazco jurídico para organizar la actividad de los agricultores
(compra de insumos, utilización de material en común, etc.), como un
instrumento de control (Ghazali y Diebold, 1993). Creadas a iniciativa
de las ORMVA y los CMV, que ejercerán un control administrativo y
técnico sobre sus actividades y gestión, los agricultores no considerarán
a esas cooperativas como suyas, sino como algo ajeno e impuesto por
esos organismos oficiales (Boutaout, 1979; Mahdi, 1999 y 2001).
Fuera del sector de la reforma agraria, cinco tipos de cooperativas
(llamadas "cooperativas libres") representaban en 1998 más de la mitad
de los organismos cooperativos que funcionaban normalmente en el sector agrario marroquí, a saber: 630 cooperativas lecheras, 218 cooperati-
familiaz: pequeño ganado ovino y caprino (16), apicultttra (12), avicultura (4). No obstante, como nos comentó el director de la ODCO, han conseguido nombrar a la presidenta de
la Unión de Cooperativas de Arganier, una mujer analfabeta, miembro del Consejo de
Administración de la ODCO (En[revista, julio de 2001).
181
vas de ganaderos, 191 cooperativas de abastecimiento en insumos, 118
cooperativas de utilización en común de maquinaria y 97 cooperativas
de hortalizas y frutas tempranas. Incluso en este sector de las cooperativas libres, sus actividades dependen de los objetivos fijados por la
Administración para cada sector. Así, las cooperativas lecheras, que reúnen a más de 50.800 socios, y son consideradas por la Administración
como un verdadero éxito cooperativo, resultan del impulso y las inversiones que supuso la puesta en marcha del Plan lechero a partir de 1975.
La mayor parte de las cooperativas de este sector son de primer grado y
se limitan a la colecta de la leche que los agricultores entregan y cuya
comercialización suele realizarse mediante su venta por contrato a las
centrales de transformación, cumpliendo así funciones de colecta y concentración de la oferta. En este sector lácteo siguen en activo 16 centrales lecheras privadas y 24 cooperativas de dimensión regional, que
transforman cerca de la mitad de la producción (DEPAPMIADRPM,
2000). Las coóperativas de transfonmación se dedican sobre todo a la leche pasteurizada y se enfrentan a la competencia del sector privado y, en
particular, de la Central Lechera, que ejerce una posición dominante 24.
El mismo tipo de comentario se puede reproducir para el sector de las
frutas y hortalizas, que suelen limitarse a una única operación técnica, el
acondicionamiento para la exportación. En cuanto a las cooperativas que
operan en amont, como las de abastecimiento de insumos o las de utilización en común de maquinaria (CUMAs), se crean para aprovechar las
ventajas financieras acordadas por el Estado en materia de crédito y subvenciones o para aprovechar las economías de escala en la adquisición
de piensos, material agrícola o gasoil.
A1 lado de las cooperativas de la refonma agraria y de las llamadas
"libres", existe un tercer tipo de cooperativas, cual es el de las cooperativas de cereales, que tiene su propia identidad. Desde sus orígenes bajo el
Protectorado (1935), estas cooperativas han estado vinculadas al Estado
para preparar las campañas agrícolas (concesión de créditos, venta de
semillas,...), organizar la recolección, llevar a cabo el almacenamiento y
regular la comercialización de los cereales y leguminosas. En la actualidad, existen nueve de estas cooperativas: cinco SCAM (Sociedades
Cooperativas Agrícolas Marroquíes) y cuatro CAM (Cooperativas Agra-
24 La Central Lechera pertenece al holding Omnium Norte Africano (ONA) y transforma
enue el 65 y el 70 % de la producción lechera.
182
rias Marroquíes), que no tienen autonomía y no persiguen unos objetivos determinados por sus socios, sino los fijados por la Oficina Nacional
Interprofesional de Cereales y Leguminosas (ONICL), en conformidad
con la política que guía la acción del Estado en la materia. Estas nueve
cooperativas se caracterizan además por un alto grado de endeudamiento, por una escasa y obsoleta capacidad de almacenamiento y por un
marco territorial a menudo demasiado amplio y alejado de los agricultores. Asimismo, el destino de la mayor parte de los cereales producidos
por los campesinos corresponden al autoconsumo dentro de la explotación agraria, bien para alimentar a la familia campesina o al ganado, por
lo que los pequeños agricultores y campesinos siguen utilizanflo las fórmulas tradicionales de almacenamiento. Si a este conjunto de factores añadimos casos de gestión deficiente, marcada por el fraude, no es sorprendente que exista en este sector de los çereales la sensación de que el cooperativismo es algo ajeno a los productores y controlado por el Majzen
-primero, el de los franceses, y luego, el marroquí- para asegurar el
abastecimiento del mercado nacional y no para servir los intereses del
agricultor. En realidad, el éxito o el fracaso de un determinado tipo de
cooperativas, como son, respectivamente las cooperativas lecheras y las
CAM, es un asunto complejo que no obedece sólo a su dinámica de
creación, o sea al hecho de si surgen o no desde fuera del sector agrario,
sino también a otros factores de carácter social, tales como el tipo de liderazgo 25. También pueden influir las características del producto, del
mercado y del sector empresarial privado, ya que no se puede olvidar
que el cooperativismo es complementario del sector privado para suplir
los fallos del mercado 26. En defmitiva, el cooperativismo en sus distintas dimensiones y el tipo de cooperativas que se promociona reflejan las
lógicas de las intervenciones públicas, las prioridades de las políticas
agrarias y el tipo de agricultura que se quiere promocionar en Marruecos. Esta subordinación del cooperativismo hace que su éxito dependa
de su capacidad para cumplir objetivos definidos fuera de él.
zs Una cuestión ésta que habría que profundizar y que en esta investigación no hemos podido tratar como creemos se merece debido a la ausencia de información y estudios disponibles.
^
zb Así, la realidad muestra que, con o sin la cooperativa, cuando existen unos intermediarios privados más rentables para el agricultor y, ello, por distintos motivos, no sólo en términos de precios, sino también de calidad y de control sanitario, las producciones no pasan
por la cooperativa.
183
2.2.2.
EI cooperativismo y su entorno institucional
Una cooperativa puede formar parte de una organización profesional, formándose así una entidad de carácter reivindicativo. Éste es el
caso de la asociación de ganaderos ATEK (Asociación Tassaout de Ganaderos de El-Kelaa Es-Sragna), que reúne a doce cooperativas de leche
y 8.000 ganaderos en la provincia de El-Kelaa Es-Sragna y que pertenece a nivel nacional a la Asociación Nacional de Ganaderos Bovinos
(ANEB). Las cooperativas pueden también asociarse con otras para
crear con fines económicos cooperativas de segundo o tercer grado, o
bien para constituir asociaciones para la defensa y representación de los
intereses del cooperativismo ^ste sería el caso de las uniones, federaciones o confederaciones de cooperativas (Moyano, 1993b: 27-34^.
En el caso de la agricultura europea, por ejemplo, la existencia de este
tipo de instituciones se corresponde con un cierto grado de vertebración
de un determinado sector productivo o un territorio. Sin embargo, en el
caso de Marruecos la articulación del sector agrario es escasa y, además,
está inducida y mediatizada por el Estado. Este tipo de articulación (la
económica en cooperativas de segundo o tercer grado, y la político-representativa en uniones, federaciones o confederaciones) es recogida en
el marco jurídico que rige las cooperativas (capítulo XI), donde se establece que, para formar una Unión de cooperativas, es necesario la afiliación de un mínimo de cuatro (art. 94). A nivel nacional, existen dos
grandes asociaciones: la Unión Nacional de Cooperativas de Cereales
(UNCAM) y la Unión Nacional de Cooperativas Lecheras (UNCAL),
que ejercen prácticamente el monopolio de la representación en estos
dos sectores. En el ámbito regional y provincial, existen 9 asociaciones
cuyo impacto difiere según sectores y regiones 27. Estas uniones podrian
adherirse a la Federación Nacional de Cooperativas (regulada por el
art. 101), regida por el estatuto de asociaciones (Dahir de 1958), un estatuto que fue incorporado con el objetivo de permitir la penetración del
espíritu federalista dentro del cooperativismo, pero que no ha tenido
z' Las uniones son las siguientes: la Unión Cooperativa de Productos Tempranos (Hortalizas) Lyir de Safi; la Unión Cooperativa de Hortalizas Temara-Sjirat; la Unión de Cooperativas de Cítricos y Hortalizas del Sus; las Uniones de Cooperativas Lecheras de Dukkala
(EI Yadida), Lulus (Agadir), Targuist (Al-Huceima); la Asociación Tassaut de Ganaderos
de Kelaa Es-sragna; la Unión de las Cooperativas de Regadíos de Berrechid, y la Unión de
las Cooperativas Ganaderas de Beni Mathar (Uxda).
184
efectos, ya que dicha Federación no ha visto aún la luz 28. De ahí que se
deba relativizar el hecho de que la "estructuración es considerada como
una etapa primordial que el movimiento cooperativista tiene que franquear para emanciparse de la situación de tutela en la que se encuentra
este movimiento ante los poderes públicos" (Ghazali y Diebold 1993:
79). En Marruecos, esta cuestión queda abierta, ya que, si bien la emancipación y el impacto de las acciones de estas uniones sobre el movimiento cooperativista difiere de un sector a otro, lo cierto es que ese modelo forma parte del diseño administrativo y contribuye a ejercer un
control indirecto sobre ellas.
En las relaciones del cooperativismo con otras instituciones del sector agrario podemos mencionar a las Cámaras Agrarias, que tienen ciertas competencias, aunque con carácter muy limitado, de asesoramiento y
asistencia a las cooperativas, así como de presencia en los actos públicos
organizados por las de su circunscripción y de participación en las comisiones de atribución de crédito a las cooperativas agrarias.
Otra institución con la que las cooperativas se relacionan es la Caja
Nacional de Crédito Agrario (CNCA), que concede subvenciones y
préstamos acompañados de la posibilidad de obtener ciertas ventajas a
favor del cooperativismo agrario. Se encarga también del estudio y seguimiento de las demandas de ayudas, cuyo objetivo es incitar a los agt7cultores a incrementar su producción 29. Otros órganismos de crédito intervienen en el sector cooperativista, y, en particular, el Banco Marroquí
de Comercio Exterior (BMCE), que actúa a favor de las cooperativas de
comercialización de productos destinados a la exportación (principalmente cítricos y hortalizas). No obstante, las relaciones de las cooperativas con los organismos de crédito están poco desarrolladas (MADRPM,
2000b: 22). La CNCA se interesa más por los socios, que por las cooperativas, ya que éstas no aportan las garantías suficientes para obtener
créditos, por lo que la Caja actúa sobre todo como instrumento de distribución de subvenciones estatales. Así, no cumple un papel relevante en
el fomento de la creación de cooperativas ni en el apoyo a las que poseen un potencial de crecimiento importante.
28 EI Informe Colombain y la comisión del Plan ya habían mencionado la ausencia de este
^ tipo de estructuración de segundo grado (Bensalah, 1990).
^ Véase las condiciones defmidas por los convenios entre el Ministerio de Agricultura y
la CNCA del 24 de julio de 1986 (Ghazali y Diebold, 1993: 81).
185
2.2.3.
El marco jurídico e institucional de la tutela estatal
sobre el cooperativismo
La tutela del Estado sobre las cooperativas se efectúa a través de una
variedad de administraciones y organismos públicos tanto de ámbito central como regional o local, cuya implicación en sus actividades se comprueba en todas las fases, desde su génesis hasta su posterior desarrollo.
En el ámbito de la Administración central, varios son los ministerios
que intervienen dentro del sector del cooperativismo agrario. Así, el Ministerio de Asuntos Generales otorga las habilitaciones a las cooperativas (art. 9)'°; el Ministerio de Interior lo hace en el ámbito de las cooperativas de la reforma agraria; el Ministerio de Finanzas ejerce un control
en materia de financiación, de subvenciones y crédito,...; y el Ministerio
de Agricultura las encuadra técnica y jurídicamente. Dicha intervención
se fundamenta en una serie de competencias, como pueden ser la promoción y creación (arts. 9, 10 y 11) y el control financiero, administrativo y
técnico (art. 79) tanto de las actividades económicas como del funcionamiento interno (reuniones y asambleas generales, según los arts. 34, 40 y
46; y consejos de administración, según el art. 58).
El Ministerio de Agricultura realiza campañas de divulgación a favor
de las cooperativas, organiza coloquios y sesiones de formación de los
socios cooperativistas y póne funcionarios a disposición de aquéllas para
ocupar los cargos de dirección y, a menudo, hasta para asumir el cargo
de gerente. Además, participa en los trabajos de la comisión técnica consultiva que opina sobre las solicitudes de habilitación de las cooperativas; asiste a las asambleas ordinarias, constitutivas y extraordinarias de
las cooperativas; controlan la gestión; y proporciona asistencia técnica,
en particular, para la realización de un estudio técnico antes de la constitución de la cooperativa. Dentro del Ministerio de Agricultura varias direcciones o divisiones ejercen ciertas atribuciones en el sector del cooperativismo: la Dirección General de la Reforma Agraria; la Dirección
General de Ganadería (para las cooperativas lecheras), y la División de
Cooperativas en el seno de la Dirección General de Empresas Públicas y
Asociaciones Profesionales (DEPAP) (que participa en actividades de
sensibilización y promoción y realiza auditorías financieras).
'o Las habilitaciones son concedidas por distintas administraciones: el Ministerio del Plan -.
(en los años setenta y ochenta), y el Ministerio Encargado del Fomento Económico (a principios de los noventa).
186
En el ámbito regional o local, las administraciones y organismos desconcentrados del Ministerio de Agricultura ejercen una verdadera tutela:
dentro de los perímetros de regadío, las cooperativas dependen de los
ORMVA y de sus redes locales (los CMVA), mientras que en las zonas
de secano están sometidas a las DPA y a sus CTA, que inician, ayudan y
encuadran a las cooperativas asegurando su relación con la Administración central en materia de apoyo técnico o financiero. Este protagonismo de las administraciones desconcentradas del Ministerio de Agricultura hace que su personal tienda a asegurar directamente la dirección y
gestión de algunas cooperativas. En el ámbito local, es preciso señalar
también el papel protagonista que cumplen las autoridades territoriales
que dependen del gobernador (shiuj y moqaddem), que, si bien no poseen competencias específicas en la materia, ejercen, de la misma forma
que en los demás asuntos locales, una influencia, cuando no un control,
sobre las actividades de las cooperativas que se encuentran dentro de su
jurisdicción ".
Además de los distintos ministerios, se creó en 1975 (dahir ley
n.° 1-75-654 del 23 de agosto de 1975) una administración específica
para promover el cooperativismo en Marruecos: la Oficina para el Desatrollo del Cooperativismo (ODCO)'2. La ODCO es un organismo público dotado de personalidad jurídica y autonomía financiera y situado bajo
la tutela administrativa del Primer Ministro o de la autoridad gubernamental delegada por éste. Sus objetivos son los siguientes (art. 2 del
Dahir): centralizar y examinar las solicitudes de constitución de las cooperativas y de sus uniones y transmitirlas, acompañadas de su informe, a
la autoridad gubernamental de la que depende; prestar su ayuda a las
cooperativas y sus uniones en los ámbitos de la formación, información
y asistencia jurídica; centralizar y difundir la documentación y la información relativas al cooperativismo; establecer y proponer cualquier reforma legislativa o reglamentaria y cualquier otro tipo de medidas que
sean de utilidad para la creación y desarrollo de las cooperativas. La
principal realización de la ODCO ha sido su contribución a la elabora-
""En este ámbito sensible, el agente de autoridad debe inspirarse del dahir de 15/02/77
para estar en condiciones de enfocaz con perspicacia todos los problemas agrarios que encuentra en sus múltiples intervenciones" (en Guide de 1'Agent d'Autorité, T. II, Ministerio
de Interior, p. 21).
32 Sustituye al Buró para el Desarrollo de las Cooperativas (BDCO) creado en septiembre
de 1962 para promover el movimiento cooperativo.
187
ción de un estatuto del cooperativismo, que se ha plasmado en la Ley
24-83 (dahir n.° 1-83-826, de 5 de octubre de 1984). Con esta ley se atribuye a la ODCO las funciones siguientes: realización de obras sociales
en beneficio de los socios cooperativistas; financiación de campañas de
vulgarización y formación; asistencia en el ámbito de la gestión; arbitraje de los conflictos entre las instituciones cooperativas; y control de los
organismos cooperativos.
Estas funciones, así como la naturaleza geñeral de la Ley, que no establece ninguna distinción sectorial entre las cooperativas, tienden a
convertir a la ODCO en el único interlocutor con el sector cooperativista, lo que ha provocado resistencias por parte de las administraciones
con competencia en materia de cooperativismo, como es el caso del Ministerio de Agricultura 33.
El Consejo de Administración (CA) de la ODCO refleja la complejidad de la intervención administrativa en el sector cooperativo debido a
la multitud de organismos con competencias en la materia. Así, el CA,
presidido por la autoridad gubernamental, se compone de catorce representantes procedentes de los distintos ministerios (Agricultura, Artesanía, Comercio, Industria, Minas, Interior, Finanzas,...), de siete directores de organismos públicos (Caja Nacional de Crédito Agrario, Oficina
Nacional Interprofesional Cereales y Leguminosas, Oficina de Comercio Exterior,...) y de veinte representantes de los distintos sectores cooperativistas (cereales, lecheras, cítricos, fiutos tempranos, ganadería, forestales, consumo, vivienda,...).
Por último, entre los objetivos de la ODCO, es digno de señalar el siguiente: "sanear y apoyar a las Cooperativas y Uniones de cooperativas
existentes para que se conviertan en cooperativas auténticas (la cursiva
es nuestra), autónomas, independientes y competitivas". Ello nos indica
de nuevo la concepción por parte de la Administración pública del carácter transitorio y subsidiario del intervencionismo estatal en materia de
cooperativismo, supliendo la ausencia de dinámica espontánea procedente de los agricultores o su falta de capacidad. Por último, se puede
avanzar también que la tutela del Estado es un vestigio del pasado colonial que la nueva administración marroquí se resistió a liquidar tras la
Independencia, reproduciendo el control y la idea de que los campesinos
'} Así, tras la lectura del borrador del proyecto de estatuto, el Ministro de Agricultura recordará dichas competencias en una carta enviada a la ODCO en 1981 (citado en Bensalah, 1990).
188
no estaban capacitados paza llevaz a cabo una acción colectiva coherente
con los objetivos estatales de modernización del sector.
Con la Ley 24-83 se trataba de acabar con la incoherencia de la producción jurídica desarrollada desde las primeras medidas del Protectorado y se intentaba buscar un equilibrio entre la autonomía (art. 78) y el
control (art. 79) de las cooperativas. Dicha ley regula los siguientes aspectos: la definición del cooperativismo (art. 1); su estructura estatutaria
(art. 5); las gazantías, ventajas (fiscales) y sanciones; los grandes principios democráticos (el de puertas abiertas y el de un hombre un voto)
(art. 8) y sociales (el de remunerar el trabajo y no el capital) (arts. 2 y 3);
el principio altruista (no remuneraz los cazgos del Consejo Rector)
(art. 49) y el del exclusivismo (limitar las operaciones con terceros)
(art. 6). También mantiene,una serie de controles administrativos, como
la habilitación, la presencia de funcionazios en las Asambleas Generales
y Consejos Rectores o la realización de auditorías.
En el ámbito de la promoción del sector cooperativista, la ODCO
contribuyó a la elaboración del Plan quinquenal 1981-1985, que preveía
un ambicioso desarrollo del cooperativismo en el sector agrario con el
proyecto de promover la creación de 8.550 cooperativas y agrupaciones
"precooperativas" (Bensalah, 1990: 415 y sg.). Sin embargo, la crisis
económica y las medidas de estabilización y de ajuste estructural hicieron que dicho Plan fuese abandonado en 1983, quedando sus proyectos
en papel mojado, aunque al menos se pudo aprobar la Ley 24/83 (Dahir
n.°1-83-226, de 5 de octubre de 1984). A pesaz de las políticas de austeridad implantadas a partir de los años ochenta, en los discursos de las autoridades públicas se continuó considerando la promoción del cooperativismo como un instrumento idóneo para complementar las acciones del
Estado en materia de fomento y desarrollo económico. En efecto, en un
contexto, como el de final de los años ochenta y primera mitad de los
noventa, en el que el Estado ya no tiene los medios necesarios paza mantener su grado de intervención en el sector agrario, se redescubre la dimensión social de una institución, como el cooperativismo, que favorece
el espíritu de pazticipación, creatividad, solidazidad y responsabilidad de
los ciudadanos, y que además es funcional en términos económicos. Asimismo, su contribución a la producción nacional, en pazticular en el
sector lechero y en materia de empleo, es subrayada. Por lo tanto, de
acuerdo con la ley de 1984, era coherente que el plan de orientación económica y social de 1988-1992, reservara, por primera vez, un lugaz específico a la economía social entre sus rúbricas (Ghazali y Diebold,
189
1993: 93 y sg.), haciendo hincapié en la prioridad acordada al mundo rural y a las cooperativas "auténticas".
No obstante, lo cierto es que el impacto de dicha ley fue limitado,
como lo evidencia el aplazamiento de su aplicación hasta el año 1993
(Dahir n.° 2-91-457, de 29 de septiembre de 1993). Con el Dahir de
1993 se instaba a las cooperativas a adecuar en un plazo de dieciocho
meses sus estatutos a la Ley 24-83 y a dirigir sus solicitudes de habilitación a la ODCO, que, a su vez, disponía de un plazo de doce meses para
tomar su decisión. Asimismo, los plazos establecidos para la regularización de los estatutos de las cooperativas dejaban entrever que habría que
esperar al año 1996 para llegar a la normalidad. En 1996, un nuevo aplazamiento fue promulgado (Ley n.° 37-96, de 6 de junio de 1996) al tiempo que los Informes sobre las organizaciones agrarias del Proyecto de
Desarrollo del Sector Privado Agroindustrial (DESPAI, 1996), fmanciado por el Banco Mundial, esbozaban una reforma del sector que postulaba un cambio del marco jurídico para ratificar la plena autonomía de las
cooperativas de acuerdo con su naturaleza privada y su función económica. En 1998, se decidió la reestructuración y refuerzo del sector cooperativista como medio para modernizar la agricultura marroquí y el
Plan 2000-2004 refrenda el papel primordial que dicho sector puede
cumplir en la consolidación de la economía social.
Dentro del proyecto de reforma, el cooperativismo sigue considerándose como una fórmula idónea para la economía de grupo. EI objetivo es
que las cooperativas mantengan su naturaleza específica y contribuyan
al desarrollo local. Ahora bien, parece ser que dicho objetivo está mediatizado por la búsqueda de fórmulas que reconfiguren la tutela estatal de
acuerdo con su política de retirada. En efecto, el Estado no renuncia a la
corporatización desde fuera del sector. Ello explicaría el hecho de que
las declaraciones de buenas intenciones se repitan y se enriquezcan de
nuevas nociones que se plasman incluso en los marcos jurídicos, pero
que en los hechos las reformas no siguen el mismo ritmo.
2.3.
Límites y oportunidades del coóperativismo agrario
A1 cooperativismo se le da cierta relevancia en los enunciados de la
reforma del sector agrario, utilizando el argumento tradicional de la funcionalidad de las cooperativas para aprovechar las economías de escala
(en amont), concentrar la oferta e introducir disciplina en lo que se refie190
re a las normas de calidad de los productos (en aval). Asimismo, al cooperativismo se le considera una vía privilegiada para la modernización
de las pequeñas explotaciones y para reducir los riesgos inherentes a la
actividad agraria mediante, por ejemplo, el establecimiento de contratos
de seguros colectivos y la realización ante la Caja Nacional de Seguridad Social de convenios de cobertura social en beneficio de los agricultores asociados a las cooperativas.
Durante la fase de transición y para lograr que el cooperativismo llegue a cumplir el papel que le otorgan los poderes públicos, se ha identificado una serie de obstáculos a superar: jurídicos, financieros y de participación (MADRPM, 2000b).
2.3.1.
E! obstáculo jurídico
El primer obstáculo que identifica el Ministerio de Agricultura para el
desarrollo del cooperativismo es de naturaleza jurídica. Así, se considera
que la legislación cooperativista es demasiado rígida y, por ello, inadaptada al papel de actor del desarrollo agrario que la Estrategia asigna a las
cooperativas. Tal inadaptación se plasma en la tan denostada tutela del
Estado, que ya no se justifica ni por motivos ideológicos ni tampoco por
motivos funcionales, ya que, en el marco de la Estrategia, el Estado debe
ir retirándose del sector y preparar al cooperativismo para su adecuación a
una economía abierta. Dentro de una economía de mercado, todo proyecto cooperativo debe reunir una serie de condiciones, tales como ser viable,
tener un conocimiento profundo del entorno socioeconómico y promover
la adhesión voluntaria de los agricultores. No obstante, el Estado sigue sin
confiar en la capacidad actual del sector agrario man oquí para cumplir estas condiciones, por lo que propone continuar tutelando las fases iniciales
de la vida de las cooperativas para luego limitarse a garantizar el "buen
gobierno" de las mismas. Así, sus intervenciones se limitarían a realizar el
estudio de viabilidad y verificar que la constitución y gestión de la cooperativa se hace en confonnidad con la reglamentación vigente. Por lo tanto,
sin renunciar a mantener su potestad de intervención y control a priori y a
posteriori, busca otras fónnulas menos continuas y directas y, por lo tanto,
menos costosas. En este sentido propone la constitución de estructuras de
apoyo de proximidad, es decir, descentralizadas, que podrían ser los ya
mencionados CMVA y CTA. La cuestión que queda abierta radica en saber hasta donde estos organismos públicos pueden intervenir en la gestión
de unas instituciones de naturaleza privada.
191
2.3.2.
La. financiación
Otro factor importante concierne al acceso de las cooperativas a la financiación, que hasta ahora se ha venido realizando principalmente a
través de la Caja Nacional de Crédito Agrario. No obstante, como ya lo
hemos señalado, la CNCA está más interesada en los préstamos a los socios, que a las cooperativas, puesto que el crédito individualizado presenta mayores garantías reales. El desinterés por las cooperativas hace
que la caja intervenga sobre todo como instrumento de distribución de
:las subvenciones estatales en las operaciones de inversión y adquisición
de material y equipamiento. Asimismo, Marruecos se caracteriza por la
ausencia de un sistema de crédito mutualista que en otros contextos,
como el francés, ha demostrado ser un mecanismo eficiente. En este sen=
tido, el proyecto de reforma considera la creación de un Fondo de Garantía de las Cooperativas. Por último, se reconoce que la capacidad de
autofmanciación de las cooperativas es limitada, dándose dos tipos de
dependencia, a saber: una, que se produce cuando el número de socios
es reducido, y en ese caso la financiación depende de la voluntad de los
socios; y, otra, cuando dicho número es elevado, ocurriendo entonces
que la dependencia se refiere a las ayudas y garantías proporcionadas
por el Estado. De ahí que otro elemento limitante radique en la reticencia de los agricultores a participar activamente y financiar la institución
cooperativa de la que son socios.
2.3.3.
La falta de espíritu cooperativista
El escaso espíritu cooperativista que subraya la Estrategia de Desarrollo Agrario parece corresponderse con la doble dependencia que hemos señalado antes, planteándose la cuestión de la libre adhesión de los
agricultores. Cuando el número de socios es amplio, la dependencia respecto de la contribución del Estado en personal, ayuda técnica y financiera contribuye a transfer^ el poder de decisión del Consejo Rector de
la cooperativa al agente estatal en ella delegado, que puede compaginar
las funciones de gerente y d ^ector, mientras que cuando el número de
socios es reducido, éstos suelen pertenecer al mismo c ^culo familiar, y
entonces la institución cooperativa es percibida como un instrumento de
nepotismo para captar las ventajas fmancieras y fiscales ofrecidas por el
Estado. Las soluciones que propone la Estrategia se centran en recuperar
la credibilidad de las cooperativas considerando dos tipos de medidas:
sanear su gestión y acabar con la impunidad de la que se han beneficiado
192
con demasiada frecuencia algunos dirigentes y miembros de las cooperativas. En opinión del Ministerio de Agricultura, la creación de un clima de confianza entre los cooperativistas es un elemento fundamental
que requiere la aplicación de principios de transparencia, responsabilidad y representatividad, esto es, un pacto de buen gobierno.
Ahora bien, todos estos principios están ya recogidos en el marco jurídico de las cooperativas, por lo que, en nuestra opinión, parece ser que
se obvian varias cuestiones que han subrayado la sociología de la acción
colectiva, en general (Olson, 1965), y, los estudios campesinos, en particular (Haubert, 1999).
En primer lugar, la divergencia que caracteriza la lógica de la acción
colectiva en función del tamaño del grupo; es un fenómeno que ha sido
analizado por Olson (1965), quien mostró cómo los pequeños grupos
son más eficientes a la hora de conseguir los fines que incentivan la acción colectiva, mientras que los grandes grupos necesitan desarrollar incentivos selectivos para mantener la movilización de los afiliados.
En segundo lugar, la diferente naturaleza del "capital social" ^ntendido en el sentido sociológico del término, es decir, como redes de
confianza entre las personas que participan en un proyecto de cooperación- de los miembros del grupo que emprende la acción colectiva, divergiendo según el tamaño del grupo. En el caso de los pequeños grupos, como ocurre en las CLJMA, que exigen un níunero reducido de
socios para su constitución (un mínimo de cuatro personas)34, suele ocurrir que el capital social de sus miembros se basa en los lazos familiares,
por lo que la acción colectiva no proporciona beneficios a la colectividad, sino a un grupo muy reducido de individuos, que aprovechan los incentivos financieros de la fórmula cooperativista para su promoción sin
^que ello contribuya a extender el espíritu cooperativista. En el caso de
los grandes grupos, el marco territorial de las cooperativas, como ocurre
en las cooperativas lecheras, suele coincidir con el municipio rural, fomentando la reproducción de un capital social basado en la comunidad 35
y fuertemente mediatizado por las estrategias de los notables.
En tercer lugar, no se debe perder de vista la estratificación social y
ecónomica existente en el campo marroquí y los límites externos a los
34 EI artículo 12 específica que el número mínimo de socios es de 7.
3s EI artículo I1 específica: "Dos o varias cooperativas del mismo tipo que pueden entrar
en competencia no pueden constituirse en la misma circunscripción territorial salvo derogación administrativa..."
193
que se enfrentan los campesinos para su reproducción. En las condiciones actuales del campo marroquí, solidaridad y reproducción de la dominación siguen siendo a menudo las dos caras de un mismo fenómeno.
Un reflejo de dicha realidad radica en el hecho de que, en ciertos casos,
son los grandes agricultores los que pagan las cuotas de los pequeños
agricultores. Todo ello hace que no sea extraño que se reproduzcan los
liderazgos locales en las cúpulas de las cooperativas, al tiempo que éstas
se conviertan en un lugar privilegiado para la promoción de individuos y
el acceso a la notabilidad 36. El sociólogo marroquí Pascon (1980: 44)
afirmó hace años que el campesinado marroquí estaba estructurado y poseía sus propias organizaciones, que sólo se trataba de reconocerlas y no
estorbar su expresión, esto es, dejar que se reuniesen sin la presencia o el
control de un tercero. Por ello, y de acuerdo con Boutaout (1979), la participación de los campesinos en el movimiento cooperativo acaba formando parte de una ficción, es décir, una puesta en escena en la que el
observador externo no ve el trabajo que se realiza entre bastidores. Así,
dos tipos de lógicas operan de forma simultánea en el cooperativismo:
una primera, que se adecua más o menos a las normas que establece el
Estado; y, una segunda, que es la que la gente práctica realmente. La primera se deja ver ante el Estado para que esté satisfecho -la constitución de las cooperativas, la convocatoria de las asambleas, la participación en las elecciones, etc. ; pero en realidad estas instituciones son un
lugar en el que se produce la segunda, es decir, la de las notabilidades y
las clientelas que sesgan la participación libre y autónoma en el seno del
grnPo s7
Por último, debido al analfabetismo de los pequeños agricultores marroquíes, es obvio que se considere necesario el fomento de las capacidades humanas para formar a los socios y cuadros técnicos de las cooperativas, pero ello tiene que ir acompañado de una alfabetización
funcional y una mayor formación profesional de los socios. Si esto no se
hace, se corre el riesgo de que los agricultores y sus cooperativas sigan
36 Ello ha sido señalado de forma recurrente (véanse Mahdi, 1999, y Boutaout, 1979).
" El primer escollo al que se enfrenta el sector cooperativista en general radica en el déficit representativo que les caracteriza. Así, el censo realizado por la ODCO ( 1998) señala
para el sector cooperativista, en general, que las asambleas generales no se celebran de forma regular (eI 40% para el conjunto del sector cooperativista) y que el 63% celebra menos
de cuatro reuniones por año. Estos datos no se refieren sólo al sector agrario, pero estas
tendencias son ratificadas por el [nforme sobre las Asociaciones Profesionales de la
DEPAP/MADRPM (2000).
194
dependiendo de los técnicos y de las élites -muchos de ellos hijos de
los notables-, que podrán hablar de balance, inversiones, previsiones,
etcétera, reproduciendo la ruptura epistemológica entre los campesinos
y estas élites. Desde esta perspectiva se debe entender la expresión "especificidad del mundo rural" como un eufemismo que refleja la descon^ fianza en la capacidad de los campesinos por parte de tos poderes públicos. Si añadimos a todo esto el desconocimiento aparente o real que se
tiene de las bases reales de la acción colectiva en la agricultura, llegamos a una serie de contradicciones que no se plasman tanto en la ruptura
con el pasado, como en la reproducción bajo otras fórmulas del intervencionismo administrativo. Así, se menciona que "ante la dificultad de (las
cooperativas para) reclutar estos cuadros (los cuadros técnicos), se propone la posibilidad de repartir el gerente entre varias cooperativas o en
las estructuras de encuadramiento estatal (ORMVA, CMVA y CTA)".
Estamos, por tanto, ante la transición de un viejo corporativismo a otro
de nuevo cuño marcado por nuevas fórmulas de intervención de la
Administración, esto es, una corporativización desde fuera basada en la
descargá y la representación. La "descarga" se produce mediante el establecimiento de contratos-programas con los respectivos departamentos
de agricultura de acuerdo con la actividad principal de la cooperativa,
mientras que la "representación" se realiza, de un lado, mediante la integración de las cooperativas en estructuras de segundo grado ^omo las
federaciones de ámbito territorial local y regional- y, de otro lado, mediante la articulación dentro de un marco interprofesional que establezca
relaciones orgánicas entre cooperativas, asociaciones sectoriales de productores y cámaras agrarias.
3.
LAS ORGANIZACIONES PROFESIONALES AGRARIAS
Las organizaciones profesionales agrarias son denominadas en Marruecos "Asociaciones de Productores Agrarios", término que hace refe=
rencia a las formas asociativas utilizadas por los agricultores para articular, defender y representar sus intereses como productores. Se incluyen
en esta categoría tanto a las organizaciones de carácter multisectorial,
que articulan los intereses generales del conjunto de los agricultores,
como a las asociaciones especializadas por productos, que articulan los
intereses de los productores de un determinado subsector agrícola o ganadero.
195
Estas asociaciones de productores agrarios son instituciones de carácter privado que pueden regirse por dos tipos de estatutos: uno, sindical (Dahir del 16 de julio de 1957), y, otro, asociativo (Dahir del 15 de
noviembre de 1958). El número de organizaciones (sean sindicatos o
asociaciones) censadas por el Ministerio de Agricultura alcanza la cifra
de 180, entre las cuales 56 son de ámbito nacional y 124 regional o local ^
(MADRPM, 2000b). No obstante, según la Dirección de Empresas Públicas Agrarias y Asociaciones Profesionales (DEPAP) del Ministerio de
Agricultura, solamente 14 asociaciones de carácter sectorial, tienen un
papel relevante a nivel nacional'$.
3.1.
Génesis e historia del asociacionismo agrario en Marruecos
Al igual que con las cámaras agrarias o las cooperativas, el origen de
estas asociaciones de agricultores hay que situarlo en la época del Protectorado, por lo que nos encontramos con otro fenómeno de importación de instituciones desde Francia hacia Marruecos. Las asociaciones
agrarias bajo el Protectorado se asemejaban al modelo de sindicalismo
boutique que caracterizaba al sindicalismo agrario francés de principios
del siglo xac, es decir, unas asociaciones que desarrollaban una gran diversidad de funciones y servicios (por eso, el calificativo de boutique) y
que orientaban sus acciones al ámbito local. Eran asociaciones que reflejaban la especialización regional de la producción colonial, dejando el
campo de la representación horizontal de los intereses agrarios a las cámaras agrarias. En dicho movimiento esencialmente de origen colonial
se integraron posteriormente algunos grandes productores marroquíes,
como en el caso del sector de los cítricos cuyos intereses fueron articulados dentro del SYGMA ( Sindicato General Marroquí de Cítricos) o del
sector de la horticultura y los fiutos de primor concentrado en las regiones de producción del centro y el litoral atlántico del llamado Marruecos
útil: Fez y Mequínez y Garb y Dukkala-Abda (El Bakkouchi y Ezzaouini, 1991: 82 y sg.). Lo que importa resaltar es que estos sectores correspondían a las producciones orientadas a las exportaciones hacia la
metrópolis.
Desde la Indepéndencia, la historia del desarrollo del asociacionismo
está estrechamente vinculada a la evolución de la política agraria marro38 Entrevistas con la DEPAP del MADRPM, en abril de 1999.
196
quí, mostrando rasgos diferenciales en función de que las producciones
estuvieran destinadas a la exportación o al mercado intemo. Dicha historia la podemos dividir en cinco fases sucesivas que reflejan las distintas
modalidades de la "corporatización desde fuera" del sector.
a)
La marroquización del asociacionismo agrario
En una primera fase, tras la Independencia, surge un primer movimiento asociativo a raíz de la aprobación de los dahires que regulaban a
los sindicatos en 1957 y las libertades públicas en 1958. Este movimiento era resultado de la marroquización de las antiguas organizaciones de
origen colonial formadas por colonos y grandes agricultores marroquíes,
como lo pone de manifiesto la creación de la Asociación de Próductores de Cítricos de Marruecos (ASPAM) en 1958 -que sustituía al
SYGMA- y en 1959 del Sindicato de Productores de Arroz y Caña de
Azúcar del Garb (SPRCAG) y de la Asociación de Productores de Uvas
dé Marruecos (ASPRAM). Estas organizaciones agrupaban a una minoría de grandes productores marroquíes y extranjeros involucrados en
sectores dirigidos hacia la exportación o a la industria de transformación. Estas organizaciones sectoriales mantendrán un vínculo estrecho
con la Unión 1Vlarroquí de Agricultores (LJMA), de estatuto sindical,
creada en 1958 a iniciativa de una élite de grandes agricultores marroquíes, que reproducía el modelo colonial de explotación agraria, pero
con pretensión de ostentar el monopolio de la representación horizontal
de la agricultura marroquí.
b)
El monopolio de la Oficina de Comercio Ezterior (OCE)
La segunda fase se inicia en 1965 coincidiendo con la nacionalización del comercio exterior y la ulterior creación de la OCE (Oficina de
Comercio Exterior), decisiones que afectaron a los sectores de productos
de primor y de cítricos, principales producciones manroquíes destinadas
a la exportación. Dentro del contexto de esta decisión, el rey Hassan II
instará a que los agricultores se organicen para representar sus intereses
y ser los interlocutores ante el monopolio de la OCE. A1 lado de la ya
mencionada ASPAM, se crearon en el sector de las hortalizas y productos tempranos dos asociaciones: la APPAS (Asociación de Productores
de Productos Tempranos y de Cítricos del Sus) en la región del Sus y la
ASPRIM (Asociación de Productores de Productos Tempranos de Marruecos), que reunía a los productores del litoral atlántico del centro del
197
país. Estas asociaciones se desarrollaron al amparo de la protección pública y mientras duró el monopolio de la OCE de 1966 hasta 1986.
c)
La "corporatización desde fuera " como modalidad
de la descarga del Estado
La tercera fase que se inició en 1980 introduce la corporatización
desde fuera como una modalidad experimental de la futura retirada del
Estado en los sectores dedicados al mercado interno. En esta fecha, el
ORMVA del Garb, en colaboración con los grandes productores de la región, promovió la creación de una asociación en la filiére del azúcar, la
APPSG (Asociación de Productores de Plantas Azucareras del Garb),
para representar a los productores en sus relaciones con las plantas de
transformación. El origen de la APPSG se relaciona con los problemas
que encuentra la integración agroindustrial de carácter público para
cumplir sus objetivos. Se trata de buscar una solución, en particular, a la
desconfianza y la conflictividad que marcan a principio y final de cada
campaña la relación entre los productores y las plantas de transformación. Por tanto, entre sus objetivos, radicará el establecimiento de una
relación contractual entre la asociación y la industria que permita el
abastecimiento regular de las distintas unidades de transformación, el
control compartido de la calidad, la negociación de la remuneración de
los agricultores y la distribución de la pulpa de remolacha; así como el
cobro del agua. El éxito de esta iniciativa y la perspectiva de una futura
retirada del Estado en la gestión de este sector hicieron que este tipo de
estructuración se extendiese a otras zonas y sectores.
La Dirección General de Ganadería fomentará la reforma y contractualización de las relaciones con asociaciones de ganaderos dedicadas a
la mejora genética y el seguimiento veterinario de la cabaña. Así, promoverá la creación en 1980 de la ANOC (Asociación Nacional de Productores de Ovino y Caprino) -sobre la herencia-de la AEROPESAM
creada en 1967-, que será reconocida como asociación de utilidad pública en 1988. En 1991, se creará en el sector bovino, la ANEB (Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos), sucediendo a la antigua
ANEBRP (Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos de Razas
Puras).
A lo largo de los años noventa, estas experiencias de corporatización
desde fuera se convierten en la pauta de la descarga en las filiéres éstablecidas como prioritarias por el Ministerio de Agricultura. Así, la Di198
rección General de Producciones Vegetales promovió la creación en
1994 de la ASPOT (Asociación de Productores de Plantas Oleaginosas y
Textiles) dentro de su estrategia para desarrollar los cultivos del g ^asol
y del algodón. Luego en 1997, se creó, a iniciativa de la Dirección General de Ganadería y de las ORMVAs, la ANPVR ( Asociación Nacional de
Productores de Carne Roja) para reunir en una misma organiza •ión a los
productores de carne roja y los demás actores de dichafiliére (carniceros
al por mayor).
En estos casos, se les otorga el monopolio de la representación, se les
concede personal funcionario y fmanciación dentro del marco de contratos-programas. También se les anima a establecer vínculos de cooperación con organizaciones extranjeras tanto públicas como privadas, con
el objetivo de inspirarse en aquellas experiencias y recib ^ asistencia técnica y financiación.
d)
La movilización asociativa como reacción a la liberalización
del comercio exterior
'
Los cambios de dirección en la política agraria hacia la liberalización
del sector van a modificar el marco proteccionista del que se beneficiaba
en su doble dimensión nacional e internacional e inducirán la reactivación de antiguas organizaciones y la creación de otras.
En un primer momento, las medidas de liberalización del comercio
exterior, que se producen tras el final del monopolio de la OCE en 1986,
^án acompañadas de d^ectrices que apelaban a una mayor vertebración
del sector agrario y a una renovación de las cúpulas dirigentes de las organizaciones profesionales. Entre éstas, la ASPAM, no se sentirá concernida por ese mensaje, considerando que representa al conjunto del
sector de productores de cítricos de forma eficiente tal y como lo evidencia, en opinión de sus dirigentes, su trayectoria histórica. Consent ^á,
no obstante, en la ampliación de su cúpula dirigente. En cuanto a la
ASPRIM y la APPAS decid^án fusionarse en una sola organización, la
ASPEM (Asociacióñ de Productores y Exportadores de Hortalizas Tempranas de Marruecos), sin que ello afecte, no obstante, la composición
de sus cúpulas dirigentes.
Este intento fallido de renovación tendrá sus repercusiones en 1993
cuando el Rey volverá a apelar a la democratización de las organizacio=
nes agrarias para que aumenten su representatividad y eficiencia ante los
cambios que se iban a produc ^ tras los dos planes de ajuste estructural
199
(PAESA) y la creciente liberalización del comercio exterior. Ante el bloqueo de la renovación de su cúpula, la ASPEM sufrirá una escisión por
parte de una nueva generación de productores procedentes de la región
del Sus, que, basándose en el discurso del Monazca, crearán en febrero
de 19941a APEFEL (Asociación de Productores Exportadores de Frutas
y Hortalizas) 39.
A partir de 1995, las consecuencias de la aplicación de las primeras
medidas de liberalización del comercio internacional afectarán de forma diferenciada a los distintos sectores agrarios, y, por consiguiente, a
las distintas asociaciones. Por ejemplo, las primeras importaciones de
plátanos procedentes de América Latina amenazaron directamente a un
sector joven, como éste del plátano, que se había desarrollado al ampa-^
ro de la protección del Estado (incentivos financieros y aranceles), incitando a los productores a reactivar una asociación, la APROBA
(Asociación de Productores de Plátano), prácticamente inactiva desde
su creación en 1988.
e)
La "Declaración Común ": un ensayo para resolver
los desórdenes de la liberalización
A lo largo de 1996, unas importaciones de cereales que siguieron a la
liberalización de la filiére provocaron la caída de los precios y movilizaron a las asociaciones de productores. Tras el discurso del Trono del 3 de
marzo de 1997, en el que el Rey hace mención a su interés por los campesinos que no dejazá que se conviertan "en víctimas de una mundialización y unas convenciones ejecutadas de forma quizás precipitadas" se
producirá una primera tentativa para.,institucionalizaz una concertación
entre el Estado y los representantes del sector que consensue a nivel nacional los principios, objetivos y mecanismos de la política agraria. Los
principios de dicho consenso fueron recogidos en la "Declazación Común" firmada por los Ministerios de Interior, Finanzas, Comercio Exterior y Agricultura y las Organizaciones Profesionales Agrarias en la ciudad de Kenitra el 17 de mayo de 1997.
La "Declaración Común" ha sido ante todo una declazación de intención que permitió visualizar la construcción de un consenso sobre la definición, las reglas y la aplicación de la política agraria. Este ensayo para
establecer un marco nacional de ^ oncertación neocorporativista no será
79 Entrevistas con la APEFEL en julio de 2001.
200
institucionalizado, siendo aplazado por las contiendas electorales que se
succedieron a lo largo de 1997. No obstante, dicho acontecimiento forma parte del itinerario de la reforma que conduce a la elaboración de la
Estrategia de Desarrollo Agrario, puesto que, de una parte, refleja las dificultades a las que se enfrentan los cambios en las políticas agraria y
comercial; y, de otra, la Estrategia recoge el contenido de la Declaración.
El breve recorrido histórico, que acabamos de presentar en este apartado, confirma para Marruecos la tesis planteada sobre la "corporatización desde fuera" del sector agrario y evidenciada por Moyano (1984)
en otros casos empíricos, como el español o el de varios países latinoamericanos. La mayor parte de las asociaciones agrarias han sido inducidas desde arriba y dentro del marco de la política agraria: bien directamente desde el propio Ministerio de Agricultura en la etapa de fuerte
intervencionismo (como fueron los casos de la APPAS y la ASPRIM),
bien en la etapa liberal para prevenir o responder a la reacción del sector
ante las medidas de retirada del Estado de ciertas funciones ligadas al
proceso productivo o a la comercialización (como fueron los casos de la
APPSG, la ASPOT y la ANPVR).
Dentro del panorama asociativo pueden distinguirse dos tipos de
procesos: el primero consiste en la reactivación y reorientación de antiguas organizaciones (como el caso de la ANEB), y, el segundo, en la
creación desde arriba de organizaciones sectoriales para fines muy concretos (como la ANPVR, para articular la filiére de carne roja). En ambos casos se pueden comprobar los efectos de la retirada del Estado, que
confia al propio sector agrario algunas de sus antiguas funciones. La
búsqueda de soluciones privadas a problemas públicos lleva a establecer
un diseño de inspiración neocorporativista para regular las relaciones
entre los distintos departamentos del Ministerio de Agricultura y las asociaciones de productores, al tiempo que el escaso impulso del sector
para desarrollar acciones de tipo colectivo conduce a la propia Administración a tener que implicarse en la vertebración de los intereses agrarios
e inducir la creación de interlocutores idóneos. Esta mediatización se
plasma en la firma de contratos-programa entre el Estado y las organizaciones profesionales, defmiéndoles los objetivos, funciones y actividades, así como parte de la dotación en recursos financieros y humanos. El
dilema que se plantea para las organizaciones profesionales agrarias marroquíes radica en el hecho de que sus reivindicaciones de autonomía se
contradicen con sus constantes solicitudes de ayuda pública. En función
201
de la intensidad de la ayuda se planteará tarde o temprano la cuestión de
la viabilidad de unas asociaciones a las que se les reprocha con creces su
escasa representatividad y fun ^ionalidad para legitimar sus demandas.
Asimismo, no se debe subestimar el hecho de que se les exige desde la
Administración agraria un cierto grado de responsabilidad, que puede
llegar a cuestionar la reconducción de los contratos-programas y, por lo
tanto, hacer peligrar su principal fuente de financiación.
Los límites de la vertebración del sector
3.2.
El papel que la Estrategia confiere a las Asociaciones de Productores
Agrarios se enfrenta a tres tipos de dificultades, a saber: la escasa vertebración asociativa del sector en sus dimensiones representativa, sectorial
y territorial; la inadaptación del marco jurídico que rige estas asociaciones y que restringe tanto su creación como su desarrollo o capacidad de
acción; y los límites en recursos humanos y financieros.
3.2.1.
La cuestión de la representatividad
Uno de los principales problemas señalado por el Ministerio de Agricultura es la percépción de un déficit de representatividad de las asociaciones de productores agrarios, que se comprueba en el bajo nivel de afiliación, la concentración de los socios en el seno del grupo de las élites
agrarias con un perfil de empresario y a su presencia en pocas zonas y
producciones.
a)
El monopolio de la representación
Incluso en los sectores donde estas organizaciones son activas y se
benefician de una cierta autonomía (como la ASPAM en el de los cítricos, la APEFEL en el de las frutas y hortalizas o la ANOC en la ganadería), se reproducen ciertos rasgos neocorporativistas con distinto grado
de intensidad. Así, se observa en ellas una tendencia al monopolio representativo, es decir, a la hegemonía exclusiva de una sola organización en
cada sector o subsector a la que se le aconseja desconcentrarse mediante
la creación de secciones locales. Dicha tendencia responde al proyecto
de la Administración agraria marroquí de favorecer la creación de estructuras interprofesionales en cada filiére. Esto explica, por ejemplo,
que en el sector de la ganadería existan tres organizaciones, cada una de
202
ellas integrada en su correspondiente filiére y con distintás misiones: la
ANOC y la ANEB, para la mejora genética y la producción de leche de
los sectores ovino-caprino y bovino, respectivamente, y la ANPVR, para
la producción de came roja. El único caso que se sale de esta regla general es la existencia de dos asociaciones en el sector de los productos de
primor: la ASPEM y la APEFEL. Ya hemos mencionado que esta última
es el resultado de una disidencia interna de la primera; disidencia vinculada a problemas de tipo regional, generacional y vocación profesional.
El hecho de que la APEFEL concentre a una élite de productores de una
misma región (el Sus-masa), que ha demostrado un alto grado de autonomía, capacidad y funcionalidad, hace que esta organización aparezca
como un modelo para la administración que contrasta con el declive de
la ASPEM caracterizado por la gerontocracia, el analfabetismo y la inercia 40.
.
b)
La democratización interna
Un rasgo común a la mayor parte de las asociaciones es la monopolización de los puestos de responsabilidad por las mismas personas durante años. En muchos casos se han convertido en el coto privado de sus
dirigentes, generalmente grandes agricultores que con frecuencia se
mantienen incluso al margen del funcionamiento democrático y del control legal de sus actividades.
La escasa renovación de las cúpulas dirigentes, el desconocimiento
del número de socios activos por los poderes públicos y la participación
de los grandes productores -no siempre los más modemos, pero sí los
que están mejor integrados en los círculos políticos y administrativos-,
son percibidos como problemas por la Administración, olvidándose de
que la cuestión de la representatividad no es el problema más importante
en este tipo de organizaciones (Olson, 1965).
c)
La escasa capacidad técnica y el poder de los funcionarios
En general, las organizaciones se caracterizan por el bajo nivel de
formación de su personal técnico y administrativo y de sus dirigentes
(muchos de ellos incluso analfabetos), que suelen encontrar serias difi40 Véanse la Revista de la ASPEM, Le Primeuriste, que nos informa de la composición de
su cúpula así como de sus actividades. Entrevistas con la APEFEL (julio de 2001) y la
ASPEM (abril 1999 y julio de 2001).
203
cultades paza elaboraz planes estratégicos de desarrollo sectorial ". Ello
explica la ausencia de incentivos selectivos para la adhesión de la gran
masa de agricultores que, a menudo, ignoran la existencia de este tipo de
instituciones, y contribuye a justificaz una mayor injerencia de la Administración. La retirada del Estado se traduce en pérdida de capacidad experta, de ahí la necesidad de fomeritar la capacidad técnica de las organizaciones profesionales. La solución preconizada radica en la puesta a su
disposición, de forma transitoria y con un pliego de óondiciones, de funcionarios del Ministerio de Agricultura y, en el caso de los sectores de la
exportación, de cuadros del Ministerio de Comercio Exterior. Estas fórmulas de partenariado dentro del mazco de contratos-programas refuerza
la tendenciá a que las actividades asociativa^ dependan del personal técnico puesto a disposición por los distintos ministerios.
^ La relevancia de este último aspecto contribuye a que la legitimidad
y objetivos de las asociaciones de productores agrarios se determinen en
función de criterios que proceden de la Administración, poniendo de
manifie^to que el protagonismo del staff técnico se incrementa con la
dependencia administrativa, lo que ratifica la lógica de la descarga mediante la fórmula neocorporativista.
3.2.2.
La inadaptación^de los textos jurídicos
La mayor parte de estas organizaciones tienen estatuto asociativo y
se rigen por el Dahir n° 1-58-376, de 15 de noviembre de 1958, sobre
las libertades públicas, modificado por el Dahir n.° 1-73-283, que, desde
1973, impuso el requisito de realizar una "declaración previa" para recibir su habilitación 42. Se le reprocha a dicho marco jurídico el hecho de
no estar adaptado a los actuales objetivos de estas asociaciones y a la
concepción del papel que le asigna la Administración en el nuevo escenario. Este reproche no se refiere a las funciones de representación y defensa de intereses que desarrollan, sino a las tareas de promoción del correspondiente subsector y, en particular, a la posibilidad de que puedan
desazrollaz actividades de carácter económico y comercial (MADREF,
1999: 107 y sg.).
°' Entrevista en el Ministerio de Agricultura, abril de 1999.
4z Este marco jurídico ha sido modificado el 17 de octubre de 2002 por la Ley 75-00 que
incorpora como novedad destacable la posibilidad de recibir fondos de carácter privado
como contraparte de un servicio prestado.
204
Una alternativa al estatuto asociativo es el estatuto sindical, regido,
como se ha señalado, por el Dahir n.° 1-57-119, de 16 de julio de 1957,
al que las asociaciones podrían acogerse como vía altennativa a aquél.
En el estatuto sindical, las asociaciones agrarias tienen por objetivo la
defensa de los intereses materiales y morales de sus afiliados. Este marco jurídico es poco utilizado por los agricultores a la hora de crear asociaciones y, cuando se ha utilizado (como es el caso de la UMA o de la
APEFEL), la identidad sindical suele ser difuminada por sus dirigentes
en un intento por marcar diferencias respecto tanto de los sindicatos
obreros, a los que vinculan con la lucha de clases, una ideología ésta ajena a la corporativista y/o empresarial que predomina entre aquéllos,
como de la realidad social, política y económica marroquí en relación
con la del sindicalismo agrario europeo.
Para poner orden en ese marasmo jurídico, se propone refonnar el
ordenamiento legal alrededor de tres tipos de estatutos:
a) uno, para las asociaciones cuyo objetivo exclusivo es la representación y defensa de intereses;
b) otro, para las organizaciones cuyo objetivo es la prestación de
servicios económicos, comerciales y técnicos a sus asociados; y
un
tercero, para regular a las asociaciones interprofesionales enc)
cargadas de promover la concertación entre los representantes
de las distintas profesiones que forman una filiére.
Este enfoque, fundamentado en la diferenciación funcional de las actividades asociativas, presenta ciertas dudas en cuanto a su viabilidad.
Así, basándonos en la experiencia europea y en las enseñanzas de la sociología de la acción colectiva, cabe decir que estos tres tipos se corresponden con tres funciones que suelen realizar al mismo tiempo el asociacionismo agrario en Marruecos, por lo que las funciones atribuidas al
segundo tipo (prestación de servicios) son a menudo incentivos selectivos que utilizan las de los otros dos. Además, el segundo tipo puede
asimilarse a la institución cooperativa, por lo que no resuelve la cuestión
de la disociación entre organizaciones profesionales y cooperativas. En
cuanto a la interprofesión, sólo puede emerger de la vertebración previa
del sector productor y del conjunto de la filiére, por lo que, a la vista de
la situación actual, parece prematuro plantear su necesidad.
205
3.2.3.
Los medios financieros y humanos
El dinamismo del asociacionismo agrario marroquí está estrechamente vinculado a la disponibilidad de medios tanto financieros como
humanos por parte de las distintas organizaciones. Fuera de algunas asociaciones que representan a los sectores más dinámicos de la agricultura,
la mayor parte de ellas conocen dificultades a la hora de financiar sus
actividades.
En ciertos casos, la financiación proviene de la cuota anual de los
afiliados y del cobro de algún canon por servicios prestados, un canon
que, en algunos casos, es obligatorio y se efectúa en el momento de abonársele al productor el precio por la entrega del producto al almacén, a la
planta de acondicionamiento o de transformación o por el servicio realizado (sanitario, veterinario, fitosanitario, etc.). El problema se plantea
cuando este canon se cobra a todos los productores, sean o no miembros
de la asociación. Por ello, muchas asociaciones, que no siempre llevan
un registro actualizado de los afiliados ni consiguen cobrarles las cuotas,
pretenden representar al conjunto del sector. Ahora bien, a menudo el
agricultor, sobre todo cuando es titular de una pequeña explotación, aun
pagando el canon o cuota obligatoria no tiene conciencia de estar afiliado, ya que no participa en las actividades de la asociación, bien por desconocimiento de que existe, bien por no ser incitado a la participación o
bien por recelo y desconfianza. A eso se añade el hecho de que muchos
agricultores ni siquiera saben que abonan ciertas cantidades a las asociaciones cuando entregan sus productos a la industria 43.
Dentro del sector de la exportación, la ASPAM y la ASPEM se beneficiaron durante años de este tipo de ingresos, que tenían asegurado gracias
al monopolio de la OCE, que les remitía el canon cobrado y les reconocía
como únicos interlocutores. Con la liberalización del comercio exterior en
1986, se m^ltiplicaron los grupos exportadores y no todos aceptaron recaudar el canon, por lo que una de las reivindicaciones de estas organizaciones ha sido el que se les reconozca el derecho a cobrarlo.
Para hacer frente al problema de la financiación, se elaboró en 1999
un proyecto de decreto que instituye una tasa parafiscal sobre los productos agrarios en beneficio de las asociaciones y las cámaras agrarias..
Este proyecto prevé que el producto de la tasa parafiscal sea transferido
43 Véase el estudio de Amar (1998) sobre la Asociación de Productores de Plantas Azucareras de la Muluya.
206
directa y mensualmente a estas dos instituciones con una distribución
del 70% y el 30%, respectivamente. Para beneficiarse de esa financiación, las asociaciones deben reunir una serie de requisitos relativos a su
representatividad y a su funcionamiento, a saber: representar al menos al
5% de los productores de su sector y a120% de la producción correspondiente; presentar una gestión conforme a sus estatutos, y que sus presupuestos los apruebe el Ministerio de Agricultura. El reparto de los ingresos obtenidos por el conjunto de las asociaciones agrarias se haría según
sus niveles de representatividad, medidos por la audiencia electoral en
elecciones a las cámaras agrarias, cuya refonma prevé la creación de un
colegio para que las organizaciones profesionales puedan elegir a sus
vocales. Este proyecto de decreto se enfrentó a la oposición de ciertos
departamentos ministeriales que argumentan que este tipo de financiación pública entra en contradicción con la vigente política de desfiscalización del sector agrario, por lo que, sin cambiar esa política, no se podrían crear nuevas tasas parafiscales ^".
La debilidad de los medios humanos y materiales de las organizaciones profesionales agrarias son, según el Ministerio de Agricultura, consecuencia de los problemas de financiación, lo que explicaría en última
instancia las dificultades que encuentran para realizar las funciones que
se espera de ellas, y la necesidad de que continúen recibiendo ayudas
públicas.
3.2.4.
EI mimetismo con las experiencias europeas
El último aspecto de la reforma que queremos mencionar es el apoyo
a la cooperación internacional promoviendo la celebración de encuentros en Francia (en 1996) o Andalucía (en 1998). Así, dentro del marco
de la cooperación entre Francia y Marruecos, se celebró en la ciudad
francesa de Blois los 6 y 7 de mayo de 1996, un seminario sobre asociacionismo agrario 45, en el que participaron cuadros del Ministerio de
Agricultura, de las cámaras agrarias y de algunas asociaciones, como la
ASPAM o la ASPOT. El primer objetivo era conocer la experiencia francesa de modernización agraria, caracterizada por el protagonismo de las
organizaciones profesionales en la gestión del sector en concertación
aa Entrevista en el Ministerio de Agricultura, julio de 2001.
as Entrevista con el responsable de la cooperación y las cuestiones agrarias en la Embajada de Francia en Rabat, abril de 2001.
207
con los poderes públicos; el segundo objetivo era promocionar la cooperación con Marruecos en materia de articulación entre las instituciones
profesionales; y el tercero obtener financiación para desarrollar acciones
de partenariado, aspecto éste que se plasmó en la constitución del Fondo
de Apoyo a las Organizaciones Profesionales financiado por la Agencia
Francesa de Desarrollo y del que se benefició por ejemplo la ASPOT 46.
El Ministerio de Agricultura reitera que las organizaciones profesionales están llamadas a jugar un papel importante en materia de reestructuración de las filiéres de producción. Hemos visto que las medidas contempladas en la Estrategia de Desarrollo Agrario para potenciar el
movimiento asociativo son propias de un diseño neocorporativista inducido desde fuera: fomento de asociaciones sectoriales; apoyo a las asociaciones a través de contratos-programas; y monopolio de la i•epresentación en una determinada fzliére o producción. Todo ello se enmarca
dentro de una política agraria más preocupada por la reestructuración de
las filiéres y los mercados, lo que refuerza la tendencia a la sectorialización de la representación de los intereses. También, se prevé establecer
unos cauces de interlocución y una división funcional del trabajo entre
organizaciones profesionales agrarias y cámaras. No obstante, aun cuando responden a una dinámica de acción colectiva surgida desde abajo, es
decir, desde los agricultores, las organizaciones profesionales conciernen a una minoría de ellos que pertenece a los círculos reducidos de las
élites de productores, por lo que se plantean serias dudas sobre su factibilidad como motor del desarrollo del conjunto del sector.
4.
CONCLUSIONES
Hemos visto que en el marco de la Estrategia de Desarrollo Agrario
se le asigna un papel importante a los tres tipos de instituciones que hemos analizado (cámaras agrarias, cooperativas y organizaciones profesionales). Para que sean funcionales la reforma establece las pautas para
46 La cuestión de la captación de fondos internacionales para financiar las actividades de
las organizaciones profesionales es un tema de suma importancia. Así, la dirección de la
ANPVR se ha visto cuestionada por la Dirección General de Ganadería por haber sido incapaz de aprovechar la oportunidad de una financiación de su Plan de acción por parte de
la cooperación norteamericana. Entrevista con la Dirección General de Ganadería en julio
de 2001.
208
la formación de un sistema de representación e intermediación neocorporativista. Este sistema descansa en tres pilares: el fomento de las
organizaciones profesionales; la puesta en marcha de sistemas de financiación de éstas mediante la firma de contratos-programas, el establecimiento de incentivos fiscales y la trasferencia de tasas parafiscales;
y el diálogo continuo entre las partes -el Estado y el sector organizado.
Ciertos límite^ deben ser tomados en cuenta:
- En primer lugar, la inhibición del Estado no es la consecuencia
del desarrollo y madurez del sector agrario marroquí. Se puede
pensar que el relevo del Estado por el sector privado no será tan
simple como lo plantean los informes ministeriales. De hecho, el
problema no es únicamente la retirada del Estado, sino las modalidades del apoyo al sector agrario para desarrollarlo y convertirlo
en un sector competitivo a nivel internacional. De ahí que la corporatización desde fuera se convierta en la fórmula de la descarga
para asegurar que las organizaciones profesionales ocupen el lugar dejado vacante por el Estado, tanto en las actividades productivas como en las comerciales.
- En segundo lugar, se plantea el problema de la redefinición de las
asociaciones profesionales para que sean funcionales para la política agraria dentro del diseño neocorporativista que se intenta establecer. Para ello, es preciso una definición diferenciada y complementaria de las funciones, objetivos y actividades de los tres
tipos de instituciones, a saber: cámaras agrarias, cooperativas y
organizaciones profesionales. Dicha diferenciación se enfrenta al
hecho de que estas últimas comparten con las cámaras agrarias la
función de representación y promoción, pero pueden dedicarse
también, al igual que las cooperativas, a actividades de carácter
comércial y de abastecimiento en insumos mediante la creación
de sociedades privadas vinculadas a ellas orgánicamente.
- En tercer lugar, todo el mundo preconiza el asociacionismo y, en
particular, los organismos financieros internacionales. El Estado
ha comprendido que la fmanciación de su política y el cumplimiento de sus objetivos pasan por apoyar la creación y consolidación de organizaciones profesionales en las que el Estado pueda
apoyarse, convirtiéndose así la corporatización desde fuera en
una de las modalidades del "buen gobierno". No obstante, el Estado se retira del sector agrario, al tiempo que se reintroduce en él
209
mediante, por ejemplo, la creación de organizaciones, la puesta a
su disposición de funcionarios, la financiación y el establecimiento de los programas de actividades.
Estas instituciones, diseñadas para un cierto tipo de agricultura y una
cierta concepción del agricultor, son también cauces para la promoción
de determinados modelos de agricultor. Así, la vertebración del sector
agrario propone una estrategia de acción colectiva dirigida hacia el mercado y la integración en la competición internacional para que un determinado tipo de agricultores (esto es, los que tienen o pueden adquirir un
perfil empresarial) negocie su modernización dentro de los límites marcados en el diseño neocorporativista. El vacío creado por el Estado puede beneficiar sobre todo a los agricultores previamente organizados (es
decir, a los grandes agricultores) y conducir a unas situaciones de monopolio dentro de cada filiére controladas por grupos económicos con medios suficientes y relaciones privilegiadas con la Administración. Es
más, los rasgos monopolistas del modelo de vertebración pueden tener
como efecto perverso la obstaculización a la emergencia de nuevas dinámicas asociativas. Para ese gran número de explotaciones agrarias que
actúan en los límites de la supervivencia, la vertebración del sector agrario en organizaciones profesionales es algo que no les concierne. En definitiva, dicho proyecto ignora una segunda tendencia, que Haubert
(1997) observa en otros contextos, y que se caracteriza por la movilización de los campesinos que a través de sus acciones colectivas compaginan la reivindicación de sus derechos tanto de productor como de ciudadano. Este tipo de acción colectiva se orienta hacia el Estado y el
sistema político, centrándose en la participación en los procesos de democratización para influir en las orientaciones de la política económica
y social y así evitar que el Estado deje que sean los campesinos los que
sóporten los costes y riesgos de su retirada de la agricultura.
Tras el análisis de la política agraria desde la Independencia y los sucesivos procesos de reformas que ha conocido, se Ilega a la conclusión
de que este último intento plasmado en la Estrategia de Desarrollo Agrario representa un documento políticamente correcto que introduce una
serie de innovaciones, pero que no supone una ruptura con el período
anterior. De hecho, hemos evidenciado que las referencias neocorporativistas que lo impregnan fueron introducidas desde principios de los años
ochenta. Una cuestión queda abierta: ^en qué medida este diseño considera el hecho de que el sector agrario marroquí tiene una historia propia
210
tanto en sus relaciones internas como extemas (con el Estado y los demás actores que intervienen en el sector)? A esta pregunta trataremos de
aportar una respuesta en la siguiente y última parte de este libro,
mediante el análisis de dos organizaciones: una, de vocación multisectorial (la UMA), y otra, sectorial (la ANOC, en el de ganaderos de
ovino-caprino).
211
Capítulo 5
LA UNIÓN MARROQUÍ
DE LA AGRICULTURA (UMA)
La Unión Marroquí de la Agricultura (UMA) es el más antiguo sindicato agrario marroquí y, hasta la fecha, lá única organización de ámbito nacional que tiene un estatuto jurídico de tipo sindical y se plantea
como objetivo defender los intereses generales del conjunto de los agricultores en Marruecos.
El objetivo de este capítulo es analizar su trayectoria histórica, discurso ideológico y estrategias, así como su estructura organizativa. Para
ello, se analizará, en primer lugar, el contexto de génesis de la UMA y
los aspectos más relevantes de su evolución hasta final de los años
ochenta. En segundo lugar, se analizará su discurso ideológico, así como
las acciones y funciones que ha venido desarrollando la UMA como mediador del mundo agrario marroquí ante el Estado. En este análisis hemos considerado necesario centrar la atención en la trayectoria de sus
fundadores y, en particular, en la de Ahmed Mansour Nejjai, presidente
de la UMA desde su creación en 1958, dado que es a través de la presentación de algunos elementos biográficos de sus dirigentes como se puede
conocer mejor la composición de la cúpula de la UMA y los intereses
que representa y defiende. Además, dicho análisis también puede contribuir a comprender mejor los tipos de mediación utilizados por la UMA.
En tercer lugar, se analizará la respuesta de la UMA al contexto de cambios de los años 1985-2000, un contexto marcado por reformas que afectan a la agricultura marroquí. Con este análisis queremos vislumbrar en
qué medida dicho contexto está significando o no un cambio en la UMA
tanto desde la perspectiva de su dirección y estructura organizativa,
como de su discurso ideológico. Finalmente, y a modo de conclusión,
trataremos de elaborar una tipología de la lógica de la acción colectiva
de la UMA a partir de los elementos explicitados a lo largo del capítulo.
215
1.
EL CONTEXTO DE GÉNESIS Y DE CREACIÓN DE LA UMA
En el momento de la Independencia, no existía en Marruecos una organización de tipo sindical que defendiese los intereses específicos del
sector agrario y/o que fuese la expresión nacionalista de los agricultores
marroquíes, funciones ambas que, por el contrario, sí cumplía la central
sindical Unión Marroquí del Trabajo (LJMT) en lo relativo a los asalariados agrícolas '. Habrá que esperar al año 1958 para que aparezca el primer sindicato agrario de ámbito nacional con el objetivo declarado de
representar y defender los intereses de los agricultores. .
En los ^apítulos anteriores hemos caracterizado los primeros años
del Marruecos independiente como unos años de transición durante los
cuales la acción colectiva estaba subordinada aún al unanimismo ideológico postulado por el nacionalismo alrededor de la Monarquía y del
Istiqlal. Tras el unanimismo de referencia nacionalista irían emergiendo
algunos conflictos en torno a cuestiones como la reforma agraria, tema
éste de suma importancia en un país esencialmente rural y que contaba
aún con la importante presencia de un sector de colonos franceses asentados en las mejores tierras. Prueba de ello, es la referencia que el Rey
Mohamed V hiciera a esta cuestión de la reforma agraria en un discurso
pronunciado en Uxda en 1957. Lo que estaba en juego y generaba divergencia en las filas nacionalistas era la naturaleza y el contenido de dicha
reforma, razón por la cual el control sobre la construcción de un aparato
administrativo para la agricultura será de suma importancia a la hora de
determinar la dirección que tendría la futura relación entre el nuevo
Estado y los intereses agrícolas.
1.1.
La representación de los intereses agrarios en el poder
En los primeros meses de la Independencia, el partido nacionalista
Istiqlal, entonces hegemónico, no contempló la formación de una organización que representase los intereses de los agricultores. La ausencia
'"En víspera de la Independencia, el asalariado y el sindicalismo en las granjas coloniales
no eran lo que se han convertido hoy: un fenómeno secundario. Más de 100.000 obreros
agrícolas eran entonces trabajadores permanentes y estaban afiliados a un sindicato" (Pascon, 1977: 191). Ver también la mención al sindicalismo agrario que hace Menouni (1979:
178) en su estudio de la iJMT.
216
de vertebración de los intereses agrarios en una organización autóctona
y nacionalista puede explicarse a partir de varios factores z, y, en particular, a partir de los datos biográficos de aquellos hombres que tuvieron un
papel relevante en la dirección de la política agraria o en la creación de
la UMA, como Omar Abdeljalil o Ahmed Mansour Nejjai'.
Un primer elemento tiene que ver con el hecho de que, al ser estos dos
dirigentes miembros de la cúpula del Istiqlal o próximos a ella °, pudo
contribuir a que no se planteara la necesidad de crear una organización específica para los agricultores al considerarse que la posición privilegiada
de aquéllos dentro del partido nacionalista era ya un factor suficiente para
entender que los intereses agrarios estaban directamente representados en
las instancias políticas. Un segundo elemento era el hecho de que el Ministro de Agricultura del primer gobierno de la independencia (marzo-octubre de 1956) fuera el propio Nejjai, terrateniente de la región del Garb,
que había modernizado su explotación y que era afin al Istiqlal, lo que
aseguraba a los grandes propietarios una representación directa en el seno
del gobierno. Un tercer elemento tenía que ver con el hecho de que la liquidación del sector colonial agrario todavía no se había zanjado, y que
algunos grandes propietarios marroquíes se consideraban los primeros
candidatos a la recuperación de las tierras de los colonos franceses, compartiendo con éstos una misma comunidad de intereses al estar sus producciones orientadas hacia la metrópoli. Por último, puede considerarse
como factor explicativo el hecho de que, en la euforia nacionalista de los
primeros años de la Independencia, los grandes tematenientes eran un gruz Tres tipos de motivos pueden encontrarse: en primer lugar, la existencia de un amplio
sector colonial que debía ser preservado temporalmente para garantizar el cumplimiento
de los acuerdos firmados con Francia y, en particulaz, paza asegurar el acceso al mercado
francés de productos marroquíes. En segundo lugar, puede citazse también la influencia de
la burguesía urbana en las filas nacionalistas del [stiqlal, tradicionalmente poseedora de
una base fundiaria importante. En tercer lugar, y siguiendo a Leveau (1976: 195), puede
avan7arse como factor explicativo las dificultades encontradas durante el Protectorado
para la movilización de los agricultores mazroquíes: "EI [stiqlal era el partido de la resistencia difusa. Fuera de las grandes ciudades era dificil comprometerse con la lucha nacionalista si se poseía bienes o se ejercían responsabilidades que la administración del Protectorado hubiera podido amenazar".
' Ambos eran grandes propietarios fundiarios e ingenieros agrónomos y participazon en la
Conferencia nacional para la solución del problema franco-marroquí celebrada en París en
mayo de 1955 (Julien, 1978).
° Waterbury (1975: 106) señala que Nejjai estaba vinculado al Istiqlal, pero que no perteneció al Comité Ejecutivo de este partido.
217
po muy minoritario dentro de la estructura fundiaria marroquí, dominada
por una masa de pequeños fellahs y campesinos sin tien•as. Además,
como ya lo hemos señalado en anteriores capítulos, los grandes propietarios no formaban un grupo homogéneo. Dentro de éste, no todos podían
alardear de tener un pasado nacionalista, y, en particular, entre los notables tradicionales muchos habían colaborado estrechamente con el Protectorado en el control del mundo nual, llegando a aprobar incluso la destitución de Mohamed V por las autoridades francesas. De ahí, que el contexto
de euforia nacionalista tras la Independencia no fuera el más propicio para
la movilización de los agricultores.
En defmitiva, se trataba de un contexto de transición con una fuerte
carga de incertidumbre sobre el futuro del Estado en construcción y sobre cómo configurar la articulación de los intereses agrarios. Prueba de
ello es que el órgano de representación de los intereses agrarios ^ue
encarnaban las Cámaras Agrarias bajo el Protectorado- dejó de funcionar, pasando sus prerrogativas al recién creado Ministerio de Agricultura
en noviembre de 1957, sin que ninguna otra institución las sustituyese.
1.2.
Un agricultor en la cartera de agricultura
Al acceder al cargo de Ministro de Agricultura, el joven Nejjai (36
años en 1956) se convertía eñ el portavoz de los agricultores en el Gobierno, al tiempo que se encargaba de gestionar la transición con la administración del Protectorado y de establecer las bases de la nueva administración agraria marroquí. La designación de Nejjai legitimaba su
condición de portavoz del sector agrario, a lo que añadía la dimensión
simbólica que le otorgaba este tipo de mandato delegado por el Rey, hecho éste que no debe perderse de vista 5.
Se puede decir que, antes de ser nombrado ministro, Nejjai poseía un
elevado capital de competencia y reputación, basado en dos elementos.
En primer lugar, en su perfil profesional y status socio-económico den-
5 A principios del año 1956, durante las negociaciones para formar el gobierno, su nombre
no estaba entre las preferencias del Istiqlal, que, en un primer momento, presentó a Omar
Abdeljalil, que no fue retenido por motivos de salud. Omar Abdeljalil, ingeniero agrónomo formado en Montpellier y Grignon (Francia), pertenecía a una familia de not^h(es fasíes, que compaginaba, de acuerdo con ese estatuto,la gran propiedad con el ejercicio de
funciones públicas. Fue un militante nacionalista de primera fila, junto con Allal el Fassi,
Uazzani, Balafrey y Mekuar (Julien, 1978: 157-160 y 171).
218
tro del sector agrario. Nejjai era uno de los pocos marroquíes que había
recibido formación de ingeniero agrónomo en el Instituto de Argel, además de ser un gran propietario del Garb que había modernizado su explotación y que se había asociado a los círculos modernizadores, participando además en distintas instituciones al final del Protectorado 6. Se
puede avanzar, por tanto, que la colaboración de Nejjai con el Protectorado, que podía haber sido sospechosa ante los ojos de los nacionalistas,
conectaba, no obstante, con el esfuerzo "reformista e incluyente" del colonialismo. En segundo lugar, la legitimidad de Nejjai se basaba también
en su condición de notable, identificado con una vieja familia majzen de
caídes, es decir asociada al servicio de los alauíes. A pesar de haber ocupado durante el Protectorado el cargo de caíd en el seno de la tribu de los
Sefria en su lugar de origen de Suq Al-Arba (Garb), este pasado no perjudicó a Nejjai en el contexto de movilización nacionalista, ya que podía
presentar como mérito el haber sido depuesto del cargo en 1947 '.
No obstante, aunque su perfil y pasado le penmitían postularse al
puesto de Ministro de Agricultura, sus ideas sobre la agricultura, y, por
lo tanto, sobre el futuro del sector, no suscitaban el consenso dentro del
Istiqlal. En los últimos meses de 1956 había un creciente sentimiento en
contra de Nejjai desde el ala izquierdista del partido. Cuando se formó el
segundo gobierno Bekkai en octubre de 1956, Omar Abdeljalil, uno de
los líderes históricos del Movimiento Nacional, fue presentado como
candidato de consenso para el cargo de Ministro de Agricultura, siendo
propuesto al Monarca por el Istiqlal.
Respecto a las ideas de Nejjai sobre la agricultura, puede decirse que
coincidían con sus intereses como gran agricultor y que sus relaciones
con los colonos franceses y su formación técnica pudieron reafirmarle
6 Por ejemplo, fue miembro del Consejo Superior del Campesinado Marroquí ^ue había
adoptado en 1945 el Dahir sobre los bienes familiazes para impedir la parcelación de la pequeña propiedad y mantener así su viabilidad socioeconómica-. Dicho consejo fue creado en 1944 por el Residente y el Delegado de la Residencia para esquivar el conservadurismo de la Dirección de Agricultura. Los miembros de dicho órgano de reflexión -seis
marroquíes y seis franceses- fueron designados por la Residencia, que trató de buscar un
equilibrio entre los conservadores y los modemistas. Entre estos últimos encontramos ingenieros agrónomos, como Thami Moqri, Baja de Settat, y Ahmed ben Mansour NejjaS
(Rivet, 1999: 215-216).
' Dicho cese fue debido, según las versiones, o bien a haber favorecido de forma demasiado activa las reformas a favor de los agricultores (Zartman, 1964: 128) o bien a haber apoyado el discurso del Rey Mohamed V pronunciado en Tánger en 1947 (Leveau, 1976).
219
en una doble idea, a saber: que los grandes propietarios modernos eran
la punta de lanza de un sector agrario marroquí abandonado a las técnicas tradicionales, y que la gran propiedad no era incompatible con las
medianas o pequeñas explotaciones agrarias, ya que mediante la modernización de estas últimas se podía incrementar su viabilidad 8.
La diferenciación funcional de la representación de los intereses de
los agricultores en relación con el partido Istiqlal o con el gobierno correrá paralela a la polarización creciente dentro del Istiqlal entre el sector
"salafi" y el sector "izquierdista" y se realizará en las regiones del llamado Marruecos.útil, es decir en las zonas caracterizadas por unos enclaves de agricultura capitalista y donde se planteaba la cuestión del futuro
de las tierras de colonización. En el transcurso de este proceso, Nejjai
tendrá un papel protagonista legitimado por la Monarquía.
1.3.
La creación de la UMA
Tras su paso e$mero por el Ministerio de Agricultura (diciembre
1955-octubre 1956), Nejjai, acompañado por grandes productores de las
regiones del Garb y de la Chauía, empezó a organizar a los agricultores
en sindicatos locales para tener un medio con el que defender los intereses de su grupo de pertenencia, al tiempo que seguirá interviniendo y
hablando públicamente en nombre de los agricultores (Ashford, 1961;
Zarhnan, 1964). Las uniones locales que se fotmaron estaban reagrupadas en federaciones provinciales y recibieron para sus sedes los edificios
de las cámaras agrarias del Protectorado disueltas después de la Independencia. En julio de 1958, estos sindicatos provinciales 9 se reunieron
8 Como señala W. Zartman (1964: 128), "era natural que sus ideas fueran conformadas por
su posición de gran propietario moderno. No estaba interesado en poner ningún límite a la
propiedad, ni en adoptar programas de confiscación y reparto; en su lugar creía que el desan•ollo de la agricultura dependía de la creación de explotaciones lo suficientemente amplias como para rentabilizar el equipamiento moderno e inculcar un espíritu de modernización en los agricultores. En su opinión, ambos objetivos eran posibles y compatibles
mediante la integración de los pequeños agricultores en cooperativas. Los artículos escritos por su ministerio paza el periódico del partido Istiqlal (Al-Alam) incluían bajo el apartado `Objetivos relativos a la propiedad' la consolidación de la propiedad parcelada y la recuperación de las tierras marginales". Su filosofia podría resumirse en la declaración
siguiente: "la crisis de la agricultura no proviene de la falta de tierras, sino de la ignorancia
del fellah sobre el valor de la tierra".ti
' Se trataba de los sindicatos de Rabat, Casablanca, Fez, Taza, Marraquech, Mequínez,
220
en Rabat y formaron la Unión Marroquí de la Agricultura (en conformidad con el Dahir de 16 de julio de 1957), siendo Nejjai elegido presidente. Dos meses más tarde, el Rey inauguraba oficialmente la UMA.
La Monarquía estuvo asociada desde los inicios al proceso de movilización de los agricultores, reflejándose en un hecho que Nejjai recordará a menudo en sus intervenciones públicas, a saber: que el primer
carnet de miembro de la UMA fue el del Rey Mohamed V'°. Dicha legitimidad otorgada desde arriba será ^un patrimonio simbólico fundamental
en la historia de la UMA, siendo reactivado periódicamente, especialmente en los momentos en que se ha cuestionado su pretensión al monopolio representativo o su monologismo ".
La cuestión que nos interesa aquí es tanto el cómo se crea la UMA,
como el porqué. En cuanto al cómo, ya hemos aportado algunos elementos de respuesta: desde arriba, es decir, en concertación con la Corona y
en torno a un grupo de referencia reducido (grandes agricultores), pero
poderoso y muy identificado con un cierto tipo de agricultura y una cierta concepción de lo que debería ser la agricultura en Marruecos. Inspirándonos en Bourdieu12, puede avanzarse la hipótesis de que la creación
de la UMA fue, ante todo, un proceso de integración discriminatoria a
favor de los grandes agricultores y en detrimento de una gran mayoría
de campesinos con poca o sin dotación en tierras y alejados de las técni-
Uxda, Tadla, Safi, Agadir y Tetuán. Antes de 1958, existían el Sindicato Agrario de Sidi
Kacem y Suq AI-Arba en el Garb, la Asociación para la Defensa de los Derechos de los
agricultores en Fez. Entre los fundadores encontramos a My Abdeslam Uazzani, Hach
Ahmed Belkora, Shahid Uazzani, Mohamed Bennis y Mohamed Ben El Houari (Ihazrir,
1992).
'° Véanse como ejemplos en la memoria de las actividades de la UMA el discurso del Rey
Hassan II cuando recibió una delegación de la UMA en 1984 y la reunión de abril de 1998
con Habib El Malki (primer ministro de Agricultura del gobiemo de alternancia), en el
transcurso de la cual Nejja7 dijo para descartar el cuestionamiento de su legitimidad: "De
nuevo tomo la palabra para exponer al Señor Ministro que la UMA fue creada en 1958 en
presencia del Rey Mohamed V y del Príncipe heredero Hassan y los miembros de su gobiemo,..." y dijo también que "el Rey (Hassan II) es un miembro activo de la UMA, de la
misma forma que lo fue su padre Mohamed V, que luchó también dentro del mareo de la
UMA".
" En el sentido utilizado por A. Hammoudi (2001): discurso único que se convierte en
monólogo por falta de altemativa y contraparte y cuyo contenido es siempre reproducido y
nunca renovado.
1z Véanse las nociones de campo, distinción, representación y delegación, en la sociología
del poder desarrollada por Pierre Bourdieu^(1998 y 2001).
221
cas modernas de explotación agraria. Respecto al porqué de la creación
de la UMA, puede decirse que fue resultado de la reacción de aquel grupo selecto y distinguido de agricultores ante lo que consideraban una
amenaza para sus intereses. Esa amenaza se concretaba en el cuestionamiento de la propiedad de la tierra que la Operación Labranza (Twiza) y
el tema de la recuperación de las tierras de los colonos franceses -y del
proceso de consolidación de la propiedad ligado a ellas- inducían, situando a los grandes agricultores ante la perspectiva de una reforma
agraria que inciuso el rey Mohamed V había prometido.
La Operación Labranza (véanse capítulo 2), rescatada de los cajones
de la administración colonial por Nejjai, fue lanzada en 1957 por Omar
Abdejallil (octubre 1956-abril 1958). Pero durante la segunda campaña
que se inició en septiembre de 1958, el nuevo gobierno pretendía ejecutarla de forma planificada, tutelada y monopolizada por el personal de la
Administración agraria. Se descartaba así la colaboración de los grandes
agricultores mecanizados. Dicha evolución, marcada por el sello del
nuevo Ministro de Agricultura, Abderrahim Bouabid (mayo-diciembre
1958), líder del ala izquierda del Istiqlal, sólo podía confirmar los temores de los propietarios de grandes explotaciones agrarias. La deriva socializante, que conllevaba esta política, provocó la constitución de la
LJMA. Durante el acto público de presentación de la UMA en un musem
(romería) en Suq at-Tetla, Nejjai aprovechó la ocasión para inaugurar
una de las primeras realizaciones del sindicato, esto es, el lanzamiento
de una "contra-Operación Labranza" organizada por operadores privados, entre ellos el propio Nejjai, independientemente de los servicios del
Estado. Dicha coincidencia adquería un alto valor simbólico, puesto que
a dicho acto asistieron el Rey Mohamed V y el Príncipe Heredero, así
como el Ministro Bouabid. Este último se negó a que el Rey diera su visto bueno a lo que consideraba una "operación de sabotage" de la acción
del gobierno. Por tanto, el nacimiento de la UMA estuvo marcado, de un
lado, por el respaldo real, y de otro, por el enfrentamiento con la izquierda política que encarnaba el riesgo de marginalización de los intereses
de los grandes agricultores.
Algunas medidas, como la confiscación de las tierras de los traidores, la recuperación de las tierras colectivas compradas de forma ilícita a
las tribus y la expropiación de algunas propiedades extranjeras, permitieron la distribución de 16.000 hectáreas entre 1956 y 1960. Dicha distribución constituía un precedente y dejaba patente que las reivindicaciones de la izquierda -^I partido UNFP y la central sindical UMT- a
222
favor de una reforma agraria que cuestionaba el estatuto de la propiedad,
tenían fundamentos.
Como señala Pascon ( 1983), en un país, como Marruecos, donde la
propiedad fundiaria y la posesión del poder político son dos componentes dificilmente disociables, la producción agraria y la propiedad de tierras tienen una importancia estratégica. Antes que la posesión de capital
o el conocimiento técnico, el poder político es el mejor medio para acceder a la propiedad, al fiempo que la propiedad es el mejor medio para
conservar el poder. Por lo tanto, en un contexto incierto e inestable como
el de la construcción del Estado marroquí tras la Independencia, era de
suma importancia para los grandes agricultores mantener su influencia y
control políticos tanto sobre el entomo local como sobre la dirección de
la política agraria. Además, la especialización productivá de este grupo
de referencia ( grandes agricultores dedicados al cultivo de cítricos)
requería el mantenimiento de sus lazos privilegiados con el mercado
francés ". Es dentro de ese contexto que se movilizan los grandes
agricultores para defender sus intereses creando la Unión Marroquí de
Agricultura (UMA) el 22 de septiembre de 1958.
1.4.
El corporativismo agrario de la UMA
Como ya hemos señalado, Mohammed V acogió de buen grado el
proyecto de los grandes propietarios, asegurándoles que la UMA podría
ser un interlocutor válido de todo el sector ante el Gobierno. El proyecto, así legitimado, fue reforzado por el anuncio del Rey de que el Gobierno estaba estudiando la revisión completa del sistema de fiscalidad
agraria y abriendo nuevas formas de crédito a los agricultores (Ashford,
1961: 384). No obstante, el Rey planteaba los límites entre los que se
podían mover las reivindicaciones de la nueva organización: "Los sindicatos y las organizaciones profesionales representan indiscutiblemente
a unos grupos que, aunque difieran por su actividad social y económica,
permanecen unidos por los lazos sagrados de la ciudadanía. (...). No deberian hacer del país una arena en la cual se oponen clases e ideologías, sino un campo de emulación para la gloria de la nación ".
" En relación con este asunto, véanse las declaraciones de O. Abdeljalil en Zartman
(1964).
223
En este discurso, el Rey sugería que la LTMA respetase la autonomía
de los asalariados agrícolas articulados dentro de la central sindical
UMT, y que los grandes agricultores ayudasen a los pequeños agricultores a perfeccionar sus métodos y técnicas agrícolas e incrementar sus
rentas. En estas declaraciones estaban ya presentes algunos elementos
propios del corporativismo, a saber: reconocimiento de los intereses sectoriales dentro del marco de la subordinación al interés nacional, y unidad del mundo agrario mediante la solidaridad entre las clases. Estos
elementos vertebrarían el discurso ideológico de la UMA.
Dentro de ese marco, la UMA se presentaba como apolítica, es decir,
no vinculada a los partidos, y como organización dedicada exclusivamente a los asuntos que afectaban a la agricultura. El agrarismo y el corporativismo serán los ejes de su discurso, pero la UMA utilizará argumentos procedentes de otros repertorios, como el de la modemización
técnica y el cooperativismo, si bien este último aparecerá amputado de
su dimensión de transformación social y de alternativa al capitalismo.
Asimismo, la UMA utilizará la movilización de referencias islámicas
para justificar su posición contraria a la confiscación de la propiedad privada. Ambos tipos de argumentos seducían al Rey, que era un gran propietario fundiario y persona sensible a las referencias islámicas (Zartman, 1964:151).
Finalmente, y recordando el discurso de Mohamed V, podemos avanzar la hipótesis de que, con la creación de la UMA, se produce un doble
mecanismo de transferencia de legitimidad. En efecto, por un lado, la diferenciación funcional de los intereses agrarios, pasando de una representación personalizada en el Gobierno ^n la época de Nejjai y Abdeljalil como Ministros de Agricultura- a otra surgida de la sociedad civil,
significaba, con la creación de la UMA, transferir la legitimidad al ámbito de una categoría profesional específica, es decir, una legitimidad que
procedía desde abajo. Pero, por otro lado, al aparecer la figura del Rey
asociada a la constitución de la UMA, le confería a ésta un reconocimiento como interlocutor oficial, es decir, le concedía un estatus público
a un grupo de intereses privados, lo que ocultaba el hecho de que su legitimidad como portavoz del sector agrario en su conjunto descansaba en
la defensa y representación de los intereses de un grupo determinado de
productores: la minoría de grandes agricultores que habían asimilado el
modelo de agricultura colonial.
Para contrastar esta hipótesis presentaremos brevemente a continuación la naturaleza jurídica, objetivos, ideología, reivindicaciones y es224
tructura organizativa de la UMA, en el período comprendido entre el acceso de Marruecos a la Independencia en 1956 y el comienzo del
proceso de reforma, un proceso que se extiende a lo largo de los años
ochenta y que culmina con la formación del llamado "gobierno de alternan^ ia" en los años noventa.
1.5.
Naturaleza jurídica, objetivos y estructura
organizativa de la UMA
Aunque la UMA está regida por el estatuto sindical, y es, por tanto,
un sindicato a efectos jurídicos, sus dirigentes siempre han preferido
presentarla como una asociación de agricultores, ya que, para ellos, el
término sindical tiene unas connotacionés demasiado vinculadas al movimiento obrero y a los conflictos de clases, no correspondiendo, en su
opinión, a la realidad del mundo agrario marroquí.
El modelo organizativo de la LJMA aparece impregnado de los rasgos típicos del corporativismo, tal como han sido definidos de un modo
general por Ph. Schmitter (1974) y desarrollados para la agricultura por
E. Moyano (1984), a saber: ideología integradora, apoliticismo, tendencia al monopolio representativo, estructura jerarquizada a nivel territorial, especialización funcional, coordinación imperativa, concentración
del poder en una cúpula e interacción estrecha con el Estado, que es
quien concede el status de interlocutor y sanciona en términos políticos
(concediéndole la representatividad), jurídicos (regulando su presencia
en los organismos consultivos) y económicos (financiando directa o indirectamente sus estructuras organizativas) la función de las organizaciones agrarias en el sistema oficial de interlocución. No obstante, las
características del Estado marroquí, que como aparato burocrático está
subordinado a la configuración del poder concentrada alrededor de Palacio, hacen que dicho corporativismo adquiera unos rasgos específicos.
La LTMA es un sindicato de ámbito nacional que, como organización
de segundo grado, reúne a los representantes de colectivos ya constituidos (sindicatos regionales y^asociaciones sectoriales). Su estructura organizativa se compone del Congreso Nacional, el Consejo Superior y el
Buró Ejecutivo. Dicha estructura organizativa es ante todo formal, ya
que, en la práctica, se produce una fuerte personalización del poder alrededor de su líder y la cúpula que le rodea. Todo ello, es funcional ante un
grupo de referencia numéricamente muy reducido dentro del colectivo
225
global de los agricultores y es ratificado por el escaso desarrollo institucional de la Unión y por su inmovilismo en los cargos de responsabilidad.
En los estatutos de la UMA se comprueba su vocación monopolizadora en el más puro sentido corporativista. Así, el artículo 1 estipula que
la UMA agrupa a todas las uniones regionales agrarias y las que se formen en el futuro, así como a todas las cooperativas agrarias, las uniones
de asociaciones agrarias y a todo tipo de organización creada en la agricultura marroquí. En este sentido se concibe como una asociación de segundo grado que afirma su vocación de representar a todas las estructuras de acción colectiva que vayan surgiendo en el sector agrario, pero sin
aspirar a convertirse en una organización de masas.
Otro rasgo del corporativismo agrarista de la UMA es su declaración
de apoliticismo, ratificado en los artículos 2 y 7 de sus estatutos. En
ellos la UMA se define como una organización exclusivamente profesional, en cuyo seno está prohibido tratar de asuntos políticos y religiosos. Su misión consiste en defender los intereses financieros, sociales,
culturales y jurídicos de sus miembros (art. 2), utilizando para ello estrategias de negociación y nunca formas directas de confrontación. Así, a
lo largo de su historia la UMA nunca ha convocado una huelga ni organizado protestas callejeras, prefiriendo siempre recurrir a mediaciones
individuales o de pequeños grupos, de acuerdo con la especificidad del
juego político marroquí, un juego limitado a las élites respetuosas de la
qa `ida * y legitimadas por la Monarquía.
1.6.
Ideología y programa reivindicativo
El ideal corporativista, proclamado por la UMA, de agrupar a todos
los agri^ultores (sean grandes o pequeños, modernos o tradicionales) en
una misma organización, imponía la búsqueda de un programa reivindicativo que tuviera un denominador común y sirviera para legitimar los
intereses de los grandes agricultores, pero sin que apareciera de forma
explícita el protagonismo de éstos.
De un modo general, el principio integrador era la defensa de la propiedad privada, tal como se comprueba en el artículo 5 de sus estatutos.
El principio de la defensa de la propiedad era, sin embargo, insuficiente,
por cuanto que excluía, de hecho, a la mayor parte de los agricultores
^n su mayoría, campesinos sin tierras o asentados en tierras de régi226
men colectivo-; asimismo, la idea de la modernización agraria que tenía la UMA tampoco era integradora por cuanto que establecía condiciones selectivas de viábilidad a las pequeñas explotaciones infradotadas ".
Por ello, además de su preocupación por la propiedad agraria y la modernización, la UMA se veía en la necesidad de incluir públicamente en
su discurso dos elementos convenientemente enarbolados tras la bandera
de la unión del mundo agrario (iJMA, 1992: 7), a saber: unir y organizar
a todos los agricultores para constituir un frente lo suficientemente sólido como para hacer oír la voz del mundo rural ante los responsables de
la política agraria; e, impulsar a los agricultores a abandonar los métodos de producción tradicionales e introducir métodos productivos modernos ' S.
Más que un programa reivindicativose trataba de una declaración de
principios clásica, suficientemente vaga y cuya viriualidad se puede
comprobar al hacer balance de la trayectoria de la UMA y ver que tales
reivindicaciones no han tenido concreción efectiva más allá del círculo
reducido de los grandes agricultores. Ello explica también que no haya
habido ningún problema para que dichos objetivos permanecieran inalterables a lo largo de los años en el programa de la UMA, representando
de hecho a ese grupo reducido y específico de agricultores cuyos intereses son los que han definido realmente el contenido de las reivindicaciones de la Unión.
Dentro de la agenda reivindicativa de la UMA aparece en primer lugar, la seguridad jurídica para la propiedad privada y se explica por el
contexto de los dos primeros decenios tras la Independencia, cuando tal
derecho no estaba recogido plenaménte en el ordenamiento jurídico marroquí. En segundo lugar, la UMA reivindicaba, y continúa haciéndolo,
una modernización de la agricultura basada en el modelo de desarrollo
capitalista: "la protección de las explotaciones con altos niveles de producción cualesquiera fuese su superficie y en contra de cualquier redistribución de tierras", "la bajada de los precios de los carburantes en la
agricultura" y"la constitución de cooperativas de transformación y comercialización para las zonas modernizadas, pero el rechazo de las formas colectivas de explotación de la tierra". En tercer lugar, la UMA
14 Sobre los campesinos sin tierras o infradotados véanse Pascon y Ennaji (1986) y Pascon
(1980).
15 En una entrevista con D. Ashford realizada en octubre de 1958, Nejjai afirmaba que la
UMA reunía a unos 200.000 agricultores (1961: 385).
227
apostaba por un claro principio corporativista en lo que se refiere a dos
aspectos. De un lado, apostaba por que la distribución de las tierras de
los colonos sólo debía beneficiar a los agricultores (preferentemente a
los pequeños, pero sin excluir a los grandes), pero en ningún caso aceptaba que pudiera beneficiar a grupos ajenos a la actividad agraria, como
los burócratas y militares, que, según la UMA, invertían en la compra de
tierras aprovechándose de su conexiones dentro del campo político1ó.
En cuarto lugar, reivindicaba una política financiera que concediera medios a los agricultores para llevar a cabo la modernización y ampliación
de sus explotaciones, ya que, de acuerdo con los principios del interés
general, una política de esa naturaleza podría contribuir a alcanzar l,os
objetivos de autosuficiencia. Por ello, según la tIMA, el Estado debía financiar la agricultura mediante una política fiscal que suprimiera el tertib (impuesto sobre el capital, deslegitimado por su origen colonial) y lo
sustituyera por un impuesto sobre la renta, así como mediante una política de crédito que facilitase además la representación de los agricultores
en la Caja Nacional de Crédito Agrario.
No obstante, durante los primeros años de desarrollo de la UMA, se
comprobaría que el nuevo Estado no estaba lo suficientemente seguro de
sí mismo como para aceptaz una cesión de sus prerrogativas a los representantes de la profesión agrícola. Así, si bien el Estado favorecerá en
ese período los intereses del modelo encarnado por la LJMA, mantendrá
su capacidad de iniciativa y, por tanto, la posibilidad de privilegiar otros
intereses, tanto a través del desarrollo de su capacidad infraestructural,
como del mantenimiento del juego clientelar ". Este tipo de competencia llevará a la UMA a explicitar públicamente sus acuerdos o críticas,
aportando respuestas ad hoc a algunas medidas gubernamentales o a la
falta de ellas, y reivindicando su participación en las instituciones relacionadas con la política agraria.
16 "La gran organización campesina, la Unión Marroquí de la Agricultura, ha pedido que
las distribuciones (de tierras) continúen y sean amplificadas. En el transcurso de una audiencia en el Ministerio de Agricultura, el Buró de la Unión ha mostrado su preocupación
ante la concentración de grandes superficies de tierras que pertenecieron a colonos, e incluso a pequeños jellahs, en manos de comerciantes, funcionarios y personas sin ninguna
relación con la agricultura", Al-Fellah, 7 de octubre de 1969 citado en el Annuaire de
1'Afrique du Nord, 1969, París, CNRS, p. 484.
" Ejemplos claros de las contradicciones que conllevaban el desarrollo de la capacidad infraestructural del Estado y el juego clientelaz, se plasmaron en la corta experiencia de la
ONI (ver capítulo 2).
228
1.7:
El control de la profesión agraria
La UMA no es un movimiento de masas, sino una organización de
élites muy especializadas y restringidas, con un poder económico y político amplio y dedicada á la defensa de estos intereses. Por ello, la UMA
carece de consistencia organizativa y no ofrece incentivos selectivos
para impulsar la afiliación del conjunto de los agricultores. Su objetivo
ha sido monopolizar la defensa de los intereses de sus miembros en
nombre del conjunto de los agricultores, e identificar esos intereses específicos con el interés general atribuyéndose el derecho de exigir su
participación en todos los asuntos que afectan a la agricultura o al mundo rural. Ello le ha permitido conformar la agenda y los límites de lo expresamente reivindicable, impidiendo así que surjan otras reivindicaciones con un potencial movilizador, que podrian amenazar sus intereses y
plantearse como'alternativas organizadas. Para reforzar esa estrategia, la
UMA ha tomado la iniciativa de promover la creación de organizaciones
especializadas por productos, que luego integra en su propia estructura
sindical. Además, el hecho de que la UMA tenga reconocido un estatuto
semipúblico le penmite estar representada en muchos organismos relacionados con la agricultura. Todas esas relaciones le generan una gran
capacidad de influencia reforzada por el entramado personal de los dirigentes de la UMA, que, por su condición de pertenencia tanto a la notabilidad como a la elite agraria (en términos de modemización y especialización productiva), les ha permitido acceder a las diversas instancias
de poder.
Veamos algunos ejemplos de instituciones y organismos donde estuvo o está representada la UMA:
• Los tres representantes del sector agrario del Consejo Superior de
la Planificación, que instituyó el gobiemo Ibrahim en 1958, eran
miembros de la UMA (Ashford, 1961: 142).
,
• La Unión Marroquí de Mutuas Agrícolas, creada tras la nacionalización de este sector a principio de los años sesenta fue presidida por My Abdeslam Uazzani, a su vez vicepresidente de la
UMA.
• La OCE (Oficina de Comercio Exterior), creada en 1966 como resultado de la nacionalización del comercio exterior, tuvo que aceptar en 1967 la representación de Nejja^ en su Consejo de Administración, y en 1976 la integración de las asociaciones sectoriales de
229
productores en su consejo de administración, es decir, la ASPAM,
la APPAS y la ASPRIM18.
• Las uniones de cooperativas, creadas dentro de los planes sectoriales de desarrollo agrario, se han integrado en la UMA y sus presidentes forman parte del Buró de ésta. Por ejemplo, la Unión
Nacional de Cooperativas Agrarias Lecheras (UNCAL) está integrada en la UMA desde su creación el 21 de noviembre de 1973,
así como la Unión de Sociedades Cooperativas Agrarias Marroquíes, creada en 1974 (cereales y leguminosas) 19.
• Más recientemente, la UMA obtuvo la presencia de dos representantes en el seno del Consejo Consultivo de Seguimiento del Diálogo Social creado en noviembre de 1994. También forman parte
de dicho Consejo representantes de las Cámaras de Comercio,
Industria, Agricultura y Artesanía, de la patronal CGEM y de los
sindicatos de trabajadores, así como miembros dél gobierno y algtmas personalidades.
Respecto al control de las organizaciones sectoriales de productores,
hay que recordar que la UMA es una asociación de segundo grado donde, gracias a la flexibilidad de sus estatutos, pueden tener cabida tanto
asociaciones de vocación general como especializadas en la defensa de
los productores de sectores específicos. De hecho, la pretensión de la
UMA de monopolizar la representación de la agricultura marroquí le lleva a impulsar la integración dentro de su estructura de toda expresión
asociativa existente en el sector agrario, ofreciendo incentivos selectivos
basados en su capital histórico y relacional para ejercer una labor de
lobby en la más clara línea olsoniana. No obstante, como lo veremos es
preciso distinguir entre las organizaciones vinculadas a la UMA desde
que se crearon (ASPAM, APPSG, UNCAL) y las que se incorporáron
recientemente (APEFEL, ANOC) (véase Cuadro).
'a El Director de la OCE afirmará en 1978, con ocasión de la reorganización de la OCE:
"Es la primera vez que existe en Marruecos un organismo estatal al 100% que apuesta por
el sector privado mediante la búsqueda de la rentabilidad e integrando a las asociaciones
de productores" (Guerraoui, 1985: 28). Con esta reforma de !a OCE, asociáciones, como la
ASPAM, vinculada de forma orgánica a la UMA, participarán en el Consejo de Administración y en sus distintas comisiones.
" Muchas de las cooperativas agrarias marroquíes dedicadas a la transformación, sobre
todo las lecheras, son o han sido presididas por miembros de, o personas afines a, la UMA.
Un claro ejemplo es Hay Ahmed Guedddari, miembro del Buró de la UMA, que ha sido
presidente de la UNCAL y de la cooperativa lechera del Garb Extra-Lait.
230
Relación de las organizaciones afiliadas a la UMA en 1999
- Asociación de Productores de Plantas Azucareras del Garb (APPSG).
- Asociación de Desarrollo de la Arboricultura de Mequínez (ADAM).
- Asociación de Productores de Cítricos de Marruecos (ASPAM).
- Asociación Marroquí de Productores de Cereales y Leguminosas
(AMPROCEL).
- Asociación Manoquí de Productores de Plátanos (APROBA).
- Asociación Manoquí de Multiplicadores de Semillas (AMMS).
- Unión Nacional de Cooperativas Agrarias Marroquíes (iJNCAM).
- Unión Nacional de Cooperativas Lecheras (iJNCAL).
- Asociación de Productores Exportadores de Hortalizas Tempranas
(ASPEM).
- Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos (ANEB).
- Asociación de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (APEFEL).
- Asociación Marroquí de Productores de Plantas Oleaginosas y Textiles
(ASPOT).
- Cooperativa Agrícola Lechera de Kenitra.
- Unión Profesional de la Avicultura.
- Asociación Nacional de Ovino y Caprino (ANOC).
Fuente: Documento proporcionado por la Unión Man•oquí de la Agricultura.
2.
MODALIDADES DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA
DE LA UMA
La UMA pretende monopolizar la representación y la voz del mundo
agrario marroquí. A pesar de su declaración de apoliticismo, su cúpula
dirigente ha ido acumulando cargos políticos y está presente, en mayor o
menor medida, en una red amplia de instituciones relacionadas con la
agricultura. En aras de mantener formalmente su proclamación de apoliticismo, la UMA distingue entre, de un lado, la participación política
que hacen sus dirigentes a título individual, y de otro, la participación
política que, en nombre de la Unión, éstos hacen en defensa de los intereses agrarios. Las acciones a través del sistema de partidos son las únicas que se consideran como políticas, ya que la defensa de los intereses
de la agricultura a través del sindicato se considera como apolítica y exclusivamente profesional.
231
2.1.
Las relaciones de la UMA con los partidos politicos
Entre los grandes agricultores que conforman la cúpula de la UMA,
el color político refleja una tendencia clara hacia su conformidad con las
directivas emanadas de Palacio, lo que explica la hegemonía, a partir de
los años sesenta, del compromiso de los dirigentes con las fuerzas políticas consideradas neutrales o independientes. Otras fuerzas han cuestionado en algún momento la legitimidad de la UMA cuando reivindicaba
su papel de representante exclusivo de los agricultores. Así, por ejemplo, en los años sesenta, los partidarios de una reforma agraria radical,
dentro de la socialista UNFP y de la central sindical UMT, consideraban
a la UMA una "falsa organización nacional que representa a la burguesía
terrateniente moderna aliada con el imperialismo", utilizando como argumento de sus críticas el hecho de que los colonos franceses podían
también afiliarse a la Unión (UMT, 1961; Moore, 1970: 163).
En el ámbito nacional, la cúpula de la UMA se ha venido defmiendo,
ante todo, por su base económica, concibiéndose la política como un
medio para conservar y ampliar sus posiciones de privilegio. En ningún
momento, la UMA ha perdido su autonomía ante las fuerzas políticas.
A1 contrario, la participación de sus dirigentes en política a título individual ha sido un medio que le ha garantizado su independencia y le ha
permitido representar sus intereses en las distintas instituciones políticas. Esto se refleja en su actitud ante los procesos electorales, donde los
miembros de la UMA han venido anteponiendo sus intereses corporativos a los del partido por los que se presentaban. Prueba de su gran versatilidad es el hecho de que, con la celebración de los primeros comicios
electorales en los años sesenta, los miembros de la cúpula de la UMA se
presentaron bajo los colores del Istiqlal, pero también de la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP) y del Frente de Defensa de las
Instituciones Constitucionales (FDIC) 20.
A partir de mediados de los años setenta, la reactivación de los procesos electorales no modificó estas prácticas políticas de la UMA, en^
20 Leveau (1976: 209), analizando las elecciones legislativas de 1963, subrayaba la participación de miembros de la UMA en las circunscripciones del llamado "Mamiecos útiP'.
Así, 34 de los 105 candidatos que pertenecían a algún sindicato eran miembros de la
UMA. En la Cámara de Representantes, 10 diputados estaban afiliados a la UMA (la mitad
se había presentado bajo los colores del Istiqlal, mientras que el resto lo hizo en la UNFP,
el FDIC o como independientes).
232
contrándose sus miembros entre los independientes o en las filas de los
partidos que se irán creando de forma ad hoc, como el Reagrupamiento
Nacional de Independientes (RNI), el Partido Nacional Democrático
(PND) o la Unión Constitucional (UC) (ver supra capítulo 1).
2.2.
Relaciones de la UMA con el Gobierno
Las relaciones con el Gobierno han estado mediatizadas por dos hechos ya mencionados. En primer lugar, por el hecho de que la presidencia de la UMA haya venido siendo ocupada por un antiguo ministro de
Agricultura, como Nejjat. En segundo lugar, porque la UMA tiene acceso al entomo de Palacio, es decir, al Gabinete Real y al mismo Rey
-Mohamed V y luego Hassan II-, quien, como les gusta recordar a los
dirigentes de la UMA, es miembro de la Unión y siempre ha dado a la
agricultura un lugar privilegiado. Ello le ha permitido a la UMA tener
las puertas abiertas de los distintos ministerios que afectan a la agricultura, acudiendo en audiencia con amplias delegaciones cada vez que se
nombraba un nuevo Ministro de Agricultura. Tampoco, sus dirigentes se
han resistido a defender sus intereses ante los responsables de las distintas Direcciones Generales.
Lógicamente, las relaciones con el Gobierno han sido fluidas mientras éste no se ha opuesto a los objetivos e intereses de la UMA. Durante
una primera etapa (1963-1984), las cuestiones fiscales y presupuestarias
fueron las que mayor conflictividad provocaron, así como ciertas iniciativas estatales de reforma que escapaban al control de la UMA, como la
que pretendió llevar a cabo la ONI (1960-65) o la que planteaba la nacionalización del comercio exterior (1965) (véanse infra el capítulo 2).
Uno de los primeros logros reivindicado por la UMA fue haber conseguido en 1962, mediante la intervención del nuevo monazca Hassan II, la
supresión del impuesto tertib en nombre de una mayor justicia fiscal. Dicha reforma de la fiscalidad agraria tuvo varias consecuencias: en primer
lugaz, "la exoneración de 2.400.000 agricultores, mientras que 260.000
seguían sometidos al impuesto" (Fila-i, 1988:73), y, en segundo lugar, una
infravaloración de la renta de este último colectivo, puesto que la renta de
referencia que no fue actualizada se establecía sobre la base de los rendimientos del período 1951-60 y los precios de los cereales de 1960 (Berrada y Said Saadi, 1992). Dicha reforma se tradujo en una pérdida de ingresos paza las arcas del Estado, y, hasta 1979, la recaudación fiscal agraria
no superó los 60 millones de dirhams anuales (Film, 1988: 73).
233
Desde sus escaños en el Parlamento, los agricultores, encabezados
por Nejjai, consiguieron otro éxito al modificar el presupuesto del gobierno durante la corta experiencia democrática de 1963 a 1965 21. Ese
logro fue el resultado de la intervención del Monarca, que arbitró a favor
de la solicitud presentada por la UMA a través de la constitución de un
frente agrario en el seno del Parlamento.
2.3.
Relaciones de la UMA con el Parlamento
A pesar del papel marginal del Parlamento en el sistema político marroquí, es la arena en la que se visualizan las presiones para defender intereses que a menudo utilizan otros cauces menos institucionalizados
para hacerse valer. Con la reactivación del Parlamento a partir de 1977,
el papel de la UMA se centrará en el bloqueo de cualquier reforma fiscal
y de las partidas presupuestarias que iban en contra de sus intereses. En
estos casos, la formación de un frente agrario será la solución adoptada
por la UMA, sin ningún reparo respecto a las disciplinas de partido, lo
que ha puesto de manifiesto que los diputados agricultores han defendido ante todo sus propios intereses de acuerdo con su condición profesional. Pongamos algunos ejemplos:
• En 1976, el Gobierno preparó un proyecto de Ley que limitaba la
propiedad. Los agricultores diputados votaron en contra del proyecto zz.
21 Aunque el Ministro de Finanzas afirmara que los diputados no tenían el derecho de modificar el presupuesto, Nejjai movilizó a un grupo de 10 diputados del FDIC y a 10 del
Istiqlal para formaz un frente agrario con la finalidad de ejercer influencia sobre el Gobierno. Para saber si los diputados tenían el derecho de efectuar cambios presupuestarios, el
Presidente de la Asamblea tuvo que solicitar del Rey que azbitrase entre el Gobierno y la
Asamblea. La respuesta afirmativa del Rey hizo que el Ministro de Agricultura tuviera que
aceptar la enmienda de Nejjai, incrementando así el présupuesto en 150.000 $ procedentes
de los controvertidos oj^ces agricoles que la UMA había previamente criticado. Todos los
diputados del FDIC y del Istiqlal votaron a favor de la enmienda, mientras que la UNFP,
que no había sido consultada se abstuvo. Sobre este asunto relativo a la modifica^ión del
presupuesto del Ministerio de Agricultura, véase Moore (1970: 160).
ZZ El diputado del Movimiento Popular, Zemrag M'Barek, recuerda en estos términos su
posición: "Pertenecía a un partido progubernamental, pero estaba en contra de este proyecto porque consideraba que iba en contra de los intereses del país. A pesar de las consignas
del partido, hemos votado en contra de este proyecto porque somos profesionales y sólo
nos preocupamos por el interés del país independientemente de nuestro color y orientación
política. Entrevista con Zemrag M'Barek, en Le Terroir, n.° 2, julio de 1999, p. 23. En
234
• En 1970, el Gobierno quiso reformar la fiscalidad agraria introduciendo la noción de impuesto sobre la renta neta real en lugar del
impuesto sobre la renta virtual. El lobby agrario movilizó el Parlamento en contra del proyecto y obligó al Gobierno a retirar su proyecto de la Comisión de Finanzas.
• Durante la Legislatura 1977-1983, el proyecto de reforma fiscal se
elaboró fuera del Parlamento, siendo el arbitraje fiscal siempre favorable a los grupos de presión más potentes, entre ellos la UMA.
Las iniciativas de la UMA para obstaculizar dicha reforma se dirigieron a todos los organismos involucrados: ministerios, administración, parlamento. Las sesiones de trabajo con la Dirección General de Impuestos pennitieron modular la aplicación de la Ley de
Finanzas después de su adopción por el Pazlamento.
• En 1979, la oposición proponía añadir una enmienda a la Ley de
Finanzas para duplicar las previsiones del impuesto agrario, enfrentándose al lobby encabezado por Nejjai 23. Según El Mesmoudi (1993: 570), el lobby agrario consiguió que la Comisión de Finanzas se comprometiese a no aprobar el decreto de aplicación
necesario para la ejecución efectiva de la argtunentación inscrita
en el proyecto de Ley de Finanzas. Los diputados votaron el proyecto de ley relativo al impuesto agrario, pero el Ministro de Finanzas nunca aprobó el decreto necesario para la ejecución de la
Ley aprobada por el Parlamento.
• En 1980, la oposición USFP propuso la exoneración de los pequeños jellahs con una renta inferior a 6.000 dh por año y el incremento de120 a130% en el impuesto sobre las rentas agrarias supe1999 era diputado por el Movimiento Popular, Presidente de la Federación Nacional de
Cámaras Agrarias y vocal de la Cámaza Agraria de Beni Melal, miembro del Consejo de la
UMA en su condición de Presidente de la AMPCL y miembro de los Consejos de Administración de la ASPAM y la ASPEM.
23 "Los diputados, que representan a los intereses de la burguesía agraria, no cesazon de
vituperar en contra de esta enmienda, aunque el Ministro de Finanzas aceptara su inserción
en el proyecto de ley de finanzas para el año 1980". Mansour Nejjai entonces diputado y
presidente de la Unión Marroquí de la Agricultura, declaró: "EI Ministro de Finanzas ha
propuesto que el producto del impuesto agrario figure por un montante de 130 millones de
dh (en lugar de 60) en el proyecto de ley de finanzas para el año 1979, o sea un incremento
del 116%. Creo que dicha propuesta, si es adoptada, comprometerá los objetivos del Plan
trienal..." y aconsejó al Ministro de Finanzas: "... Estos 7 millazdos de más, podéis cogerlos del presupuesto de inversión del Ministerio de Agricultura, que se ha incrementado
este año en un 20%" (Fikri, 1988).
235
riores a 120.000 dh. Libération, el periódico en lengua francesa de
la USFP, comentó el paso atrás del gobierno: "Es un ejemplo concreto del juego de los grupos de presión. En diciembre de 1978, no
pudieron, por motivos políticos, modificar el texto del gobierno
propuesto. En 1979, empujaron al Gobierno a transgredir las estipulaciones del texto legislativo. En 1979, el Gobiemo cede y reconduce el impuesto a su nivel inicial" 24.
• El último episodio del período se refiere a la reforma fiscal adoptada por el Parlamento a fmal del año 1982 y promulgada en 1984.
Según esta ley-marco, las rentas de la agricultura se veían sometidas al recién creado Impuesto General sobre la Renta (IGR) sobre
la base de los resultados contables de explotación y con tasas más
altas que los impuestos de 1961. A pesar de la movilización del
lobby agrario, la ley-marco fue aprobada. Entonces tras una reunión extraordinaria; la UMA decidió solicitar el arbitraje real
(UMA, 1992: 94) 25. La aplicación del IGR en el sector agrario fue
suspendida por Decreto real de 21 de marzo de 1984, que exoneraba hasta el 31 de diciembre del año 2000 de cualquier impuesto directo o futuro las rentas agrarias relativas al impuesto agrario. En
1989, un nuevo proyecto de IGR preveía que los productores agrarios tuviesen que pagar un impuesto sobre la renta, fomentando de
nuevo la movilización de la UMA en nombre de las contradicciones del proyecto con el Decreto real de 1984. El 31 de diciembre
1992, Hassan II anunciará la prórroga de la exoneración fiscal hasta el año 2020.
Esta última decisión será ratificada por Mohamed VI. Para la UMA y
el lobby agrario, el Rey es el último recurso (UMA, 1992: 94).
24 Libération, n.° 251, 7 de febrero de 1980, pp. 14-15 (Fikri, 1988, 75).
zs La UMA envío una carta al Consejero Real para que informase al Rey de la preocupación de los agricultores ante el proyecto de reforma fiscal. Dicha carta presenta una serie
de argumentos que evidencian las consecuencias nefastas y peligrosas para la economía
nacional, el mundo rural y la agricultura. Además, se señalaba la imposibilidad para los
pequeños agricultores de llevar una contabilidad, por lo que la imposición debía seguir
descansando sobre la renta virtual (UMA, 1992: 94).
236
2.4.
La alianza con el Rey: intercesión ante el último recurso
A lo largo de los años sesenta, la Monarquía se consolidó como el
elemento unificador de la alianza con la burguesía comercial y las élites
del mundo rural. Dicha alianza prosperó de acuerdo con la nueva configuración del poder y las modalidades de gobernabilidad del Majzen que
estableció Hassan II, ya que, siguiendo a Waterbury (1975) y Hammoudi
(2001), la sumisión a la Corona descansaba en la capacidad del Rey para
zanjar los debates con decisiones favorables a los intereses de los grandes agricultores -entre los cuales tenemos que incluir al propio Rey, así
como la familia real-. Además, el desarrollo del poder infraestructural
del Estado, que acabará siendo el mayor protagonista tanto en la producción agraria como en el desarrollo rural, convertía a la agricultura en un
sector altamente administrado por el Ministerio de Agricultura y sus servicios descentralizados, por el de Obras Públicas, y sometido a la vigilancia de la red capilar de agentes del Ministerio de Interior, coordinados
en la Dirección de Asuntos Rurales. Por tanto, los grandes agricultores
se encontraban dentro de un campo altamente dependiente de la Administración; oponerse a él o buscar alianzas fuera del mismo, significaba
ir en contra de sus propios intereses como categoría profesional.
Dentro de esa estructura de despotismo administrativo, los intereses
agrarios reunidos en la UMA recurrían al arbitraje real en casos de conflicto. Varias intervenciones reales confirman esta tesis. Además de lo
relativo a los arbitrajes en tomo a la cuestión fiscal, hay otras grandes directrices de la política agraria donde se ve la mano del Rey, como las de
final de los años sesenta, donde puede comprobarse que beneficiaban a
la categoría de agricultores representados en la LTMA. El Rey coinpartía
con la UMA una misma visión del desarrollo agrario, al sentirse seducido por la modernización técnica y la introducción de innovaciones, a lo
que habría que añadir su condición de mayor agricultor del Reino zb.
Cuando las decisiones reales no estaban en concordancia con las reivindicaciones de la iJMA o suscitaban sus temores, sus dirigentes acudían a Palacio paza hacer oír sus reclamaciones (UMA:1992). Dos ejemplos nos muestran su influencia en el entorno real. El primero data de
abril de 1965, cuando, tras los acontecimientos de Casablanca, el Rey,
en su objetivo de formar un gobierno de unión nacional, anunció la aprozb Véanse sus retratos de gentleman farmer, conduciendo un tractor o visitando un invernadero, que cuelgan de las pazedes de las organizaciones agrarias.
237
bación de una ley de reforma agraria. Esta propuesta, realizada por el
Rey para atraer a los socialistas de la ITNFP, estaba expresada de forma
ambigua, por lo que la LJMA solicitó que el Rey fuera más explícito.
Ocho días después de que el Presidente de la UMA hubiese sido recibido en audiencia por Hassan II, los precios del trigo y la cebada aumentaron tal y como la UMA había solicitado, al tiempo que, sobre la reforma
agraria, el Rey expresaba su acuerdo con las reservas emitidas por ella
(Moore, 1970).
•
El segundo ejemplo data de julio de 1965, cuando la iJMA se horrorizó ante el anuncio del Rey de nacionalizar el comercio exterior de acuerdo
con una reivindicación de la iJNFP. Nejjai, en la revista de la ASPAM,
Maroc Fruit, habló de lo que calificaba un desastre que podía arruinar las
exportaciones de cítricos, y describía las conversaciones sin éxito que había tenido con el Gobierno para intentar bloquear la medida 27.
De vez en cuando las contradicciones entre los cargos políticos y el
papel de representantes de los agricultores de los dirigentes de la UMA
irritaban a la Corona. Por ejemplo, Nejjai fue encarcelado durante tres
meses después de las elecciones legislativas de mayo de 1963, por haber
protestado ante la embajada americana, junto a otros candidatos del
Istiqlal, contra la utilización de trigo americano por parte del Gobierno
en la campaña electoral. Esta medida de represión sobre un dirigente tan
significativo como Nejjai probaba, de una parte, que la ÚMA no se podía salir de lo legítimamente reivindicable en un contexto dado 28 y sobre un tema que afectaba un dominio reservado de la Monarquía ^sto
es, las relaciones exteriores-, y, de otra, que las manifestaciones públicas, del tipo de las huelgas o protestas callejeras, no se contemplaban
entre las pautas de movilización legitimadas por Palacio.
El texto del discurso que el Rey Hassan II pronunció en la reunión de
la UMA celebrada en Casablanca e131 de julio de 1984 es revelador de
su concepción orgánica del mundo agrario y rural; una concepción cercana a la de la IJMA y que legitimaba su estatus de representante de los
intereses de los agricultores. Varias dimensiones del discurso merecen
27 Según Moore (1970: 161), ante tal descontento el Rey aplazó un día su discurso de ratificación de la decisión real, tiempo suficiente para que Nejja^ negociara y lograra estar representado en la OCE en vez de lo que Ilamaba "agentes de la administración" elegidos
por las Cámaras Agrarias.
28 En aquellas fechas, Marruecos necesitaba mantener unas buenas relaciones con los
Estados Unidos y el apoyo de la BIRD en un contexto de dificultades financieras.
238
ser destacadas 29. En primer lugar, el Rey se presentaba como patriarca
de lo que él llamaba la "familia de los agricultores", un paternalismo que
se plasmaba en las constantes referencias a las dificultades del sector y a
su sueño personal, no cumplido, de dedicarse exclusivamente a la agricultura. También el tono y la forma de su discurso eran explícitos, utilizando expresiones de reconocimiento ("veo a los productores de cítricos, de manzanas y de hortalizas") y de queja por la ausencia de los
pequeños agricultores que la UMA tenía que representar. En segundo lugar, el Rey se identificaba con la UMA cuando recordaba que es uno de
sus miembros y que con su padre participó en la constitución de esa organización profesional. En tercer lugar, volvía a ratificar una concepción
de la modernización agraria similar a la de la UMA, incluyendo la política de regadíos entre las grandes opciones políticas de su reinado y destacando el lugar privilegiado de la agricultura en Marruecos.
Los miembros de la cúpula de la UMA han sido políticamente influyentes debido a su estatuto de grandes productores, a sus relaciones familiares, a sus posiciones políticas y relaciones administrativas o al favor real, y la Unión ha cobrado un mayor protagonismo en momentos de
parálisis gubernamental en materia de política agraria, proponiendo medidas sectoriales, como el Código de Inversiones Agrarias, y planes diversos para la regulación de las sucesivas campañas agrícolas.
La importancia para los miembros de la UMA de participar en todas
las instituciones tanto locales como nacionales bien como ediles o directamente en calidad de representantes de los agricultores, ha permitido,
de un lado, integrarlos y mantenerlos en su papel de patronos locales, y,
de otro, los ha convertido en clientes del Estado al tiempo que legitimaban las instituciones que éste iba creando. En cierto modo, los grandes
agricultores han estado prisioneros de un dilema parecido al de la Monarquía, a saber: un deseo de modernización económica y un imperativo
de conservación. La alianza del Rey con estos mediadores del mundo
agrario les oGecía la oportunidad de consolidar su poder y acceder a las
riquezas, pero dicho acceso estaba mediatizado por el aparato burocrático, por lo que, a menudo, tenían que recurrir al arbitraje real, considerado como su último recurso (UMA, 1992: 94 y sg.).
La comunicación entre la UMA y la Corona nunca fue interrumpida,
y la publicidad akededor de las grandes manifestaciones nacionales
^ Véanse el texto del discurso de Hassan II, en UMA (1992: 17 y sg.).
239
-como los coloquios nacionales sobre la agricultura que se han celebrado en 1964 y 1981- proporcionaron solemnidad a un consenso ya negociado, o bien ayudaron a precisarlo (UMA, 1992)'0
3.
LA UMA EN UN CONTEXTO DE REFORMAS ( 1985-2000)
A partir de los años ochenta, se abre una nueva etapa en Marruecos
para el sector agrario. Sólo recordaremos que, a partir de 1985, las reformas de ajuste estructural suponen una retirada del Estado y un mayor
protagonismo conferido al mercado en la atribución de bienes hasta ahora considerados como públicos. No obstante, a mediados de los años noventa, si bien la liberalización del sector agrario había progresado fuertemente, las medidas para plasmar esa nueva filosofia se encontraron a
menudo con dificultades y resistencias, por lo que el calendario de aplicación no siempre fue respetado (Akesbi, 1996). En 1994 y 1996 se produce, respectivamente, la firma de los acuerdos del GATT en Marrakech
y de asociación con la Unión Europea. Por lo tanto, puede decirse que, si
bien la opción liberal se consolida en la agenda de la política económica
marroquí, no ha culminado aún su materialización en políticas concretas; de ahí que la traducción de dicha opción y de los mencionados
acuerdos estén durante estos años en el centro de las preocupaciones y,
por consiguiente, del discurso de la UMA.
A mediados de los años noventa, se estaba preparando la integración
en el gobierno de la oposición histórica. Así, la coyuntura de esa época
se enmarca dentro de lo que podríamos llamar la "doble transición",
económica y política. No obstante, el alcance de las reformas debe considerarse en relación con la competitividad de Marruecos y con su capacidad para gestionar las oportunidades y límites que imponían esos compromisos (Hibou, 1996). En definitiva, más allá de la adecuación de los
discursos a dicho marco de referencia, planteamos aquí la cuestión de
saber en qué medida en un campo político desactivado como el marro-
'o Las modalidades de dicha comunicación se asemejan a las del repertorio majzenr, y los
discursos reproducen referencias islámicas: la consulta se convierte en la shura, ya que expresan su opinión cuando se les consulta ("No será decepcionado el que consulta"); las reivindicaciones se traducen en reclamaciones que recuerdan las antiguas shikayat efectuándose todo ello dentro del respeto de la qa'ida (etiqueta).
240
quí, la coyuntura de la alternancia hizo que se reformulasen las alianzas
políticas en el sector agrario y especialmente las de la UMA.
3.1.
Esclerosis del discurso y de la base ideológica de la UMA
Desde mediados de los años noventa, el discurso de la UMA se articula alrededor de cinco temas que se reproducen de forma casi automática en todas sus intervenciones y que nos penmiten identificar tanto la
concepción y percepción de los temas por parte de sus dirigentes, como
la imagen que se ha querido transmitir en esta etapa. Los temas más relevantes y recunentes que hemos identificado son los siguientes: la concepción indiferenciada que tiene la UMA del mundo agrario y rural; el
papel que le asigna al Estado y la política agraria; su concepción de la
agricultura; su valoración del gobierno de alternancia; y, por último, el
papel que le atribuye a las asociaciones profesionales.
3.1.1.
I/na concepción indiferenciada del mundo rural y agrario
Para la UMA, el mundo rural y el agrario no son ámbitos diferenciados, sino que forman una "misma familia". Las referencias de la UMA
al mundo rural no suelen ser muy elaboradas, sirviéndole sólo para insistir en la vocación integradora de la Unión y para señalar las dificultades
que padece la población rural respecto al resto de la sociedad. El discurso fundamentalmente agrarista que transmite Nejjai (considerándose un
"veterano del mundo agrario") ofrece una visión simple, paternalista y
moralista del mundo agrario, una visión que se plasma en el uso de expresiones normativas relacionadas con el bien y el mal, lo erróneo y lo
verdadero, o lo injusto y lo justo. No obstante, sería incon ecto deducir
de ello que la UMA tiene una concepción idílica del campo y los agricultores, ya que, de hecho, sus dirigentes insisten siempre en las dificultades con las que se enfrenta el sector agrario, si bien no pierden ocasión
para señalar que los agricultores encarnan una serie de valores esenciales, a saber: el trabajo, el ahorro y su resistencia ante las adversidades ".
Para la UMA, el mundo rural está unido ante todo por una comunidad de
destino: la actividad agraria. Si bien el mundo rural es percibido por la
UMA como una sociedad jerarquizada, dicha realidad no la conciben los
^^ Maroc Fruit, n.° 722, diciembre 1995; Afrique Agriculture, septiembre de 1997.
241
dirigentes de la UMA en términos de antagonismos, sino a través de un
discurso integrador para todos los tipos de agricultores. La UMA existe
precisamente para compatibilizar los intereses de ambos grupos, es decir, "para hacer oír la voz de los agricultores y guiarlos".
La UMA reivindica la mejora de la renta de los agricultores en su
conjunto y agita la amenaza de las consecuencias socioeconómicas provocadas por el endeudamiento y el abandono del Estado, unas amenazas
que, en su opinión, son especialmente graves para los pequeños agricultores, que se verían abocados a dejar el campo.
El Censo de población de 1994 mostró por primera vez que el mundo
rural ya no es mayoritario en Marruecos. Ante esa realidad, la UMA se
encargó de manifestar que los antagonismos no están dentro del campo,
entre los agricultores, sino entre el campo y la ciudad, y entre el agricultor y los demás agentes que intervienen en la agricultura. La tJMA
apuesta por que el agricultor y su familia permanezcan en el campo,
donde gozan de una vida sana alejada de unas ciudades percibidas como
lugares insanos y perversos: "Más vale para nuestros agricultores respirar el aire fresco y limpio de nuestro campo que el aire malsano y contaminado de las grandes ciudades" (Maroc Fruit, n.° 722, diciembre de
1995). Además, señala la UMA, si los agricultores quieren abandonar su
actividad es porque las ciudades han sido las grandes beneficiadas de la
política del Estado en detrimento del mundo rural3z
En definitiva, para la LJMA la solución de los problemas urbanos
pasa por la solución previa de los problemas rurales. El apoyo a la actividad agraria y al equipamiento en infraestructuras sociales permitiríá,
según la UMA, frenar el éxodo rural, fenómeno que está en el origen de
los problemas urbanos, aunque también es verdad que el mantenimiento
de población en el medio rural supone una abundante mano de obra estacional al servicio de los grandes productores, como son los que encarna
la UMA.
3z "Durante años nos hemos movilizado con el conjunto de los representantes del mundo
agrario para que los responsables del Gobiemo admitieran que ya era hora de rendir justicia a la gente del campo para considerarlos por fin como ciudadanos de pleno derecho beneficiándolos de los mismos privilegios que sus conciudadanos de las ciudades" (Maroc
Fruit, 735, junio de 1997).
242
3.1.2.
Un Estado al servicio de la profesión agrícola
El Estado siempre ha sido concebido por la UMA como un instrumento al servicio de la agricultura. Dentro del nuevo contexto liberal,
los dirigentes de la UMA son conscientes de las dificultades financieras
del Estado, pero consideran que éste debe seguir concediendo un ttato
privilegiado a la agricultura y que la definición y ejecución de la política
agraria debe continuar realizándose en concertación con los agricultores
representados por la UMA. Tal posición se fundamenta, en primer lugar,
en el hecho de que, desde la Independencia, la agricultura ha sido un
sector económico prioritario al que se le ha confiado una misión estratégica para la soberanía del país -cual era la de alcanzar la autosuficiencia en el abastecimiento alimentario-, y, en segundo lugar, en la necesidad de evitar que se produzcan desequilibrios sociales entre el campo y
la ciudad.
La UMA considera que el Estado debe segu ^ apoyando al sector
agrario para que éste pueda segu^ modernizándose y hacer frente a las
dificultades climáticas que merman los esfuerzos de los agricultores. Dicho apoyo debe materializarse en la continuación de la política de regadío, así como en garantizar precios remuneradores para los productores
y en establecer algún tipo de control sobre la competencia extranjera,
considerada como desleal por su alto nivel de protección. En este sentido, la LTMA reclama protección ante las ^nportaciones de productos
agrícolas y la eliminación de los aranceles a las importaciones de los
factores de producción. Para apoyar sus reivindicaciones, la UMA ha recordado siempre el respaldo del Rey Hassan II, materializado en sus discursos. La figura del "rey agricultor" goza de una gran admiración en el
seno de la UMA. En el contexto de liberalización intema y externa, la
UMA se ha encargado de acentuar el contraste entre una imagen positiva
del Rey y otra negativa de los vituperados tecnócratas del gobiemo y de
la administración pública.
La ideología corporativista vuelve a emerger aquí, pero no en el sentido de un corporativismo estatal, sino en un sentido agrario gremialista,
ya que la UMA sigue negándose a que el Estado gobieme la profesión.
Por el contrario, según sus dirigentes, es la profesión, unida bajo la bandera de la UMA, la que debe controlar todas las actividades ligadas a la
agricultura. Por ello, señala la UMA, es necesario que la Unión y sus organizaciones afines se beneficien de poderes amplios y autónomos, colaborando con un Estado que les reconozca como interlocutor y les ga243
rantice ese estatus. En este sentido, la ideología de la UMA acepta el
capitalismo agrario, en consonancia con su vocación empresarial, y
apuesta por fórmulas neocorporativistas para participar en la elaboración
y ejecución de las políticas públicas.
3.1.3.
La agricultura como actividad ^undamental
para e[ sistema económico
De acuerdo con su ideología corporativista, la iJMA concibe la agricultura como un sector económico fundamental e incluso como la base
de la economía nacional. Como prueba de ello señala que cualquier crisis de la agricultura repercute en la economía en general, por lo que la
salida de la crisis económica en Marruecos sólo se solucionará mediante
el desarrollo de la agricultura. La UMA se sitúa en una posición contraria a la subordinación de la agricultura a los demás sectores económicos,
criticando las estrategias de modernización sectorial (industria textil, turismo, pesca) elaboradas por los gobiernos Filali en los años noventa
con el supuesto objetivo de mejorar la competitividad de la economía
marroquí, ya que tales estrategias no contemplan a la agricultura entre
los sectores privilegiados (Maroc Fruit, n.°135, junio de 1997). Para
Nejjai, esta marginación del sector agrario expresa un profundo desconocimiento de la realidad económica del país. En esa misma línea de argumentación, la UMA rechaza la idea, comúnmente aceptada, de la debilidad productiva del sector agrario marroquí, recordando que, desde la
independencia, la agricultura ha conocido una evolución favorable de
los rendimientos y que, por ejemplo, en el sector de los cítricos dicho incremento se ha debido a los esfuerzos y sacrificios de los productores.
Esa reflexión lleva a los dirigentes de la UMA a señalar que los progresos habrían sido mejores si el Estado hubiera concedido a los productores las subvenciones y ayudas que éstos le habían reclamado para reducir las cargas soportadas a nivel de la producción. A1 no hacerlo así, "se
ha producido en los últimos años una evolución negativa debido a la supresión de las pocas ayudas y subvenciones que recibían".
La UMA reconoce que la agricultura debe ser más productiva y exportar más. Pero para ello señala que es fundamental el apoyo del Estado, ya que si no los agricultores marroquíes deben enfrentarse a la
competencia de productores extranjeros altamente subvencionados, corriendo el riesgo de conducir al declive de la agricultura y de entregarla
a los agentes externos que intervienen en el sector: comerciantes, finan244
cieros y especuladores (Libération, 22 de abril de 1996). La UMA considera, en definitiva, que abandonar el sector agrario con la puesta en
marcha de políticas liberales se traduciría en el desencadenamiento de
problemas sociales y económicos para el conjunto del país, así como la
reducción de las rentas en el medio rural, el aumento del paro, el éxodo
rural y la pérdida de divisas por la caída de las exportaciones y el incremento de las importaciones (Ibid).
^
3.1.4.
Contra la liberalización económica
La UMA es antiliberal, en la medida en que el liberalismo significa
paza el sector agrario tanto el fin de la protección estatal, como el control
de la filiéres por agentes ajenos a la agricultura. En general, para la UMA,
la liberalización no debe significar la competencia entre actores privados
que compiten en un mercado abierto, sino la entrega al sector agrario de
las antiguas prerrogativas monopolísticas del Estado. Por ello, reclama
medidas de acompañamiento para poder cumplir esta nueva misión y garantizar el mantenimiento de una situación de monopolio. De acuerdo con
este planteamiento, la UMA y sus organizaciones sectoriales no rechazan
globalmente las políticas liberales, sino_ sólo aquéllas cuyos efectos son
percibidos como negativos para los distintos subsectores agrarios que encaman. No obstante, la firma de los acuerdos del GATT y de asociación
con la Unión Europea en 1994 y 1996 respectivamente, será considerada
por la UMA como el abandono del sector por el Estado. El sentimiento de
traición se plasmará en el hecho de que la UMA se sienta perjudicada al
no haber pazticipado directamente en las negociaciones, y que, al no coincidir las decisiones adoptadas con lo acordado previamente, no se sienta
vinculada con,dicha política. La coyuntura climática adversa de los años
1995 y 1996 añadirá azgumentos a la LJMA en su posición contraria a una
liberalización sin condiciones del sector agrario.
El gobierno Filali (enero de 1995-agosto de 1997) y, en particular, el
ministro de Agricultura, H. Abouyoub, serán muy criticados por ello,
como lo ilustra una interpelación del presidente de la UMA, Nejjai, relativa a la liberalización del mercado de los cereales. Esta medida, señalaba Nejjái, "no beneficiazá a los que han trabajado y sudado durante todo
un año, beneficiará a los comerciantes y los especuladores, Señor Ministro de la Agricultura, ^Acaso es éste el objetivo de Usted, cuya misión
debe ser ayudar y animar a los agricultores?" (Afrique Agriculture,
n.° 1594, p. 4). Calificados de tecnócratas y adalides de la mundializa245
ción, las medidas de liberalización serán consideradas por la UMA
como "unilaterales", "precipitadas, mal pensadas y mal negociadas" ".
La UMA reclamará una fase de transición para que los agricultores hagan su modemización como los demás sectores económicos y para que
reciban la ayuda del Estado durante esa fase.
3.1.5.
A favor de una política de precios garantizados
La producción de productos estratégicos para la seguridad alimentaria
del país ha sido una prioridad desde la Independencia. Para la UMA, el
hecho de que estos sectores se hayan beneficiado de precios garantizados
ha permitido el fomento de estas producciones. Por ello, señala que acabar
con las subvenciones a la producción va en contra del interés general, ya
que los productores abandonarán los cultivos por otros más remuneradores o tendrán que abandonar el campo, lo que hará que el país sea deficitario y tenga que recurrir a las importaciones de alimentos. De ahí que, en
opinión de la UMA, la liberalización beneficie a los intermediarios y no a
los que trabajan en la agricultura. Para la Unión, esta posición se fundamenta no solamente en el principio de la soberanía y el interés general,
sino también en un principio moral, cual es la justa remuneración de los
productores, que, en última instancia, beneficiará al conjunto de los consumidores. La defensa de la política de precios por parte de la UMA está
en sintonía con el hecho de que han sido los grandes agricultores los beneficiarios de dicha política, siendo también los que han controlado las instituciones creadas para llevarla a cabo, como las cooperativas, en el sector
de cereales y leche, o las asociaciones sectoriales de productores, en los
del azúcar, algodón, girasol y semillas seleccionadas 34.
33 Comparen con el discurso del Rey de13 de marzo de 1997: "Marruecos siempre ha sido,
y sigue siendo, un país agrario. Todos hemos heredado de nuestros antepasados el amor a
la tierra y al campesino. Y Nosotros no dejaremos nunca, por Nuestra parte, de rodear a
este campesino con Nuestra solicitud y no dejaremos que se convierta en víctima de la globalización o de convenciones que han sido ejecutadas de forma quizás precipitada". Respaldados por el discurso real, Nejja^ y la UMA consideran que la crisis del sector agrario
se debe al hecho de que el gobiemo no asociara al sector con el proceso de negociación:
"Tanto las asociaciones profesionales como las Cámaras Agrarias no han sido consultadas... No obstante, nuestras organizaciones representativas nunca han rechazado participar
en cualquier obra útil para nuestros agricultores, a condición de que se les Ilame, consulte
y otorgue valor a sus sugerencias" (Afrique Agriculture, n.° 1594).
^^ En el caso de los cereales, los precios fijados por el Estado y que pagan las instituciones
encargadas de su recolección, almacenamiento y venta, han beneficiado a los grandes agri-
246
3.1.6.
El dilema de !a [iberalización del comercio exterior
y las privatizaciones
La liberalización del comercio exterior plantea un dilema a la LJMA en
la medida en que esta organización reclama medidas de protección para la
producción nacional y protesta contra la importación de productos como
los cereales y el plátano, al tiempo que solicita la importación de factores
de producción sin aranceles y propone que los sectores orientados al mercado exterior tengan acceso libre de baneras arancelarias para sus productos. Dicho dilema suele resolverlo la UMA poniendo énfasis en la competencia desleal de la que es víctima el sector agrario manoquí.
Así, en lo que se refiere a su protesta contra la importación de cereales, la UMA señala que esa política rompe con la precedente, significando un peligro para la soberanía alimentaria de Marruecos y provocando
la ruina de los peq^eños agricultores. En el sector del plátano, la política
de importaciones del plátano suramericano hace, en opinión de la UMA,
peligrar la producción nacional -una producción que ha sido resultado
de los esfuerzos de productores innovadores y arriesgados, vertebrados
en torno a la Asociación de Productores de Plátanos (APROBA), miembro también de la UMA-, poniendo también en peligro los millares de
puestos de trabajo que genera dicha actividad.
En los sectores de frutas y hortalizas, cuya producción se destina a la
exportación, la UMA hace hincapié en las dificultades relativas a los recursos hídricos, el envejecimiento de las plantaciones y la competencia
desleal de los países concurrentes en los mercados exteriores, para justificar su propuesta de mantenimiento e incluso incremento de las ayudas
a los productores. Así, en el sector de los cítricos, cuyos mercados principales son los de Francia y la UE, la UMA subraya la competencia desleal que padecen los productores marroquíes por parte de productores
españoles (sus principales competidores), que, en su opinión, son altamente subvencionados por su gobierno y protegidos por las barreras de
entrada a los productos marroquíes.
cultores, que son los que controlan a las SCAM y CAM, integradas en la UMA. Los grdndes productores de cereales han sido los grandes beneficiarios, debido al alejamiento de
los lugares de entrega (capitales de provincia) y la insuficiencia de almacenamiento de las
SCAM y CMA, por lo que la mayor parte de los agricultores venden en el mercado libre
cuando éste le es desfavorable (Akesbi y Gueraoui, 1991).
247
Las privatizaciones de empresas públicas o de servicios proporcionados hasta ahora por los servicios del Estado es otro elemento prioritario
de las políticas de liberalización económica emprendidas por los gobiernos que se han sucedido en los años noventa en Marruecos y objeto de
crítica por parte de la LTMA. La privatización de empresas públicas, no
es rechazada por la UMA, pero siempre que su gestión se transfiera a la
profesión agrícola representada por sus organizaciones. Para la iJMA, el
riesgo del proceso de privatización es que las emprésas caigan en manos
de gente ajena a la profesión agrícola, esto es: intermediarios, "especuladores y financieros ávidos de realizar beneficios abusivos" (Maroc
Fruit, octubre de 1996). Si no se actúa con cautela, será el sector agrario
el sacrificado, por lo que la UMA reclama una renegociación de las medidas adoptadas y éxige la presencia de las asociaciones séctoriales en el
proceso de privatización.
-
3.2.
El cambio estratégico de la UMA
A lo largo de su historia, la UMA ha reivindicado un estatus de interlocutor privilegiado con los poderes públicos y asumido así su misión de
representante exclusivo de los agricultores: "participar en cualquier obra
útil para nuestros agricultores, a condición de que se les llame, se les
consulte y se les otorgue un cierto valor a sus sugerencias" y"aconsejar
y guiar a los agricultores". Este tipo de declaración, reciente, es otra de
las constantes del discurso de la UMA, que recuerda la práctica de la
shura (consulta). Es decir, que lejos de adecuarse a la representación
participativa y reivindicativa, se opina cuando se consulta a las elites
(jassa), manifestándose en expresiones como las siguientes: "no será decepcionado el que consulta" o"con la consulta y sólo con la consulta, las
distintas opiniones son confortadas por una decisión consensuada", que
se enmarcan dentro de un repertorio discursivo islámico (shura, ^ma )
lejos de la tradición de un sindicalismo reivindicativo (iJMA, 1992: 41).
La UMA ha sido consultada periódicamente para los presupuestos agrarios y ha estado presente en las instancias de interlocución a través de la
red de instituciones en las que participa.
La comunicación con los distintos ministerios de Agricultura y de
Comercio Exterior, con el Primer Ministro e incluso con el Rey, se realiza mediante el envío de cartas, la solicitud de audiencia y la organización de recepciones. Así, insistimos de nuevo en el hecho de que sus rei248
vindicaciones ante Palacio se asemejan a menudo a quejas propias de las
shikaya (reclamaciones). La LJMA nunca ha recurrido a movimientos de
masas para hacer presión y se enorgullece de no haber nunca convocado
una huelga o protesta callejera. La movilización de sus miembros se realiza a través de coloquios, jornadas temáticas y reuniones que dan lugar
a una comunicación con la prensa o encuentros con el gobierno. Estos
acontecimientos son una ocasión para reafirmar el consenso y la solidaridad del grupo, al tiempo que prueba su existencia ante las instancias de
decisión o los medios de comunicación y designa al adversario. Esta lógica de acción colectiva y sus modalidades confidenciales parecen estar,
sin embargo, en desfase con los cambios en curso en los años noventa,
por lo que existe un riesgo fundado de marginalización.
3.2.1.
Una nueva estructura de oportunidades:
entre la desconfianza y el pragmatismo
.
Las medidas de reforma de la política agraria que va elaborando el
Ministerio de Agricultura desde 1994 otorgan un mayor protagonismo a
las organizaciones profesionales de acuerdo con el papel de las instituciones para resolver los fallos de una regulación monopolizada por el
mercado y los precios. La opción por un cambio progresivo, concertado
y consensuado de la profesión agrícola marroquí, revela el grado de desconfianza entre los distintos actores y la resistencia de los mismos. Por
ello, la firma de la Declaración Común en Kenitra el 15 de mayo de
1997 es presentada como el acto fundador de un pacto neocorporativista
entre, de un lado, los ministerios del Interior, Agricultura, Obras Públicas, Finanzas y Comercio Exterior y, de otro, las organizaciones profesionales agrarias35. Dicha declaración pretendía establecer los grandes
principios de una política de concertación entre los productores organizados y los poderes públicos. En ese sentido, la Declaración respondía
en el sector agrario a las iniciativas que tuvieron lugar en el sector industrial un año antes, primero, en julio de 1996, con la firma del "Gentleman Agreement" entre la CGEM y el Ministerio de Interior y luego, en
agosto con el pacto tripartito entre éstos y los sindicatos de trabajadores.
No obstante, la Declaración de Kenitra no se plasmó en realizaciones
concretas, por lo que parece ser que se quedó para el gobierno en una
operación publicitaria de conformismo discursivo, que ponía fin a una
35 Véase el texto de la Declaración Común en Mnroc Fruit, julio de 1997.
249
polémica campaña desatada por el escándalo que sacudió al sector de los
cereales y a la ONICL.
Ello no impidió que actuara como revulsivo para el sector agrario organizado, como muestra el hecho de que el 30 de junio de 1997, la UMA
anunció la adhesión de numerosas organizaciones agrarias. En realidad,
las asociaciones sectoriales y las cooperativas agrarias más antiguas ya
estaban vinculadas estrechamente a la Unión, aunque no se hubiese dado
una ratificación orgánica, por lo que puede decirse que sólo se produjo
la incorporación de las de creación más reciente, como la ANEB ( 1990),
o la APEFEL (1994) 36. Incluso algunas con relevancia sectorial no fueron convocadas, como fue el caso de la ANOC, representativa de un sector, como el ovino y caprino, que no había estado tradicionalmente entre
las preocupaciones de la UMA. En definitiva, la publicidad dada a este
acontecimiento fundador de una nueva legitimidad de la UMA contrastará con el verdadero alcance de una reorganización que poseía ante todo
una dimensión discursiva, aunque no desprovista de relevancia táctica.
Así, cabe decir que el objetivo principal de la incorporación de estas
asociaciones sectoriales y cooperativas era la renovación de la legitimidad de la UMA como interlocutor único ante los podéres públicos para
acallar las críticas de su falta de representatividad y funcionalidad para
los nuevos tiempos.
Este proceso fue el resultado de largas negociaciones promovidas
por la UMA, que temía que el nuevo Ministerio de Agricultura se decantara por las asociaciones sectoriales o las Cámaras Agrarias, ignorándola
como interlocutor en un futuro sobre el cual planeaba la llegada de un
gobierno encabezado por la antigua oposición. A pesar de que se presentaba como un proyecto de futuro, las declaraciones de Nejja^ reproducían un invariable discurso corporativista, agrarista y defensivo referido
a la crisis endémica que afecta al sector a ^rario en general, y en menor
36 Las asociaciones sectoriales y de cooperativas que participaron en esta reunión y anunciaron su afiliación fueron: la ASPAM (Asociación de Productores de Cítricos de Marruecos), la AMPROCEL (Asociación Marroquí de Productores de Cereales y Leguminosas),
la UNCAM (Unión de Cooperativas Agrarias Marroquíes), la APPSG (Asociación de
Plantas Azucareras del Garb), la APEFEL (Asociación de Productores Exportadores de
Frutas y Hortalizas), la ASPEM (Asociación de Productores Exportadores de Hortalizas y
Productos de Primor de Marruecos); la ANEB (Asociación Nacional de Ganaderos de Bovino), la APROBA (Asociación de Productores de Plátanos), la AMMS (Asociación Marroquí de Multiplicadores de Semillas) y la ADAME (Asociación del Desarrollo Arborícola de Mequínez).
250
medida a las categorías que la UMA representa. También se presentaba
como respuesta a la redefinición del papel del Estado tras la aplicación
de dos programas de ajuste estructural y la firma de los acuerdos del
GATT ( 1994) y de asociación con la UE ( 1996), y a la emergencia y
consolidación de asociaciones que cuestionaban el pretendido monopolio de la UMA y de las organizaciones afines a ella ". Puede decirse, por
tanto, que el discurso de la UMA seguía siendo un discurso de crisis y
victimista, claramente desfasado con las mutaciones nacionales e inter^
nacionales en curso entonces.
3.2.2.
Una ambigua valoración del Gobierno de la a[ternancia'g
El Gobiemo que nombra Hassan II en marzo de 1998, presidido por
A. Yusufi, supone un cambio de interlocutores para la UMA, adquiriendo un protagonismo político la socialista USFP, que, en algunos casos,
había sido su adversario político e ideológico. La posición de la UMA
ante el cambio fue de ambivalencia. De un lado, se les notaba a sus dirigentes cierto temor al afirmar que "una nueva página se abre y que se
deben olvidar los antiguos malentendidos y litigios", pero, por otro lado,
se les observaba un sentimiento de esperanza respecto a que la USFP,
tradicionalmente crítica con el liberalismo económico, prestase mayor
atención que los últimos gobiernos a sus reivindicaciones.
De ahí que la UMA haya estado a la expectativa en los inicios del
Gobierno de la alternancia, apuntando las debilidades del mismo, tales
como la heterogeneidad de su composición, la juventud e inexperiencia
de algunos de sus miembros -puesto que partidos como el Istiqlal y la
USFP habían permanecido alejados del poder durante un largo período-, pero, al mismo tiempo, reconociéndoles buena formación intelectual y una lealtad patriótica que, en opinión de la UMA, los capacita
para gestionar los asuntos del país.
" La legitimidad de la UMA fue reafirmada por los dirigentes de las distintas organizaciones presentes en el Acuerdo, reproduciendo de nuevo los argumentos tradicionales basados en su capital simbólico e histórico: "Queremos refoaar las filas, crear una organización sólida, reestructurar y poner en marcha una nueva política para esta Unión que trabaja
desde hace cerca de cuazenta años para defender el mundo agrario", declaró su presidente,
Ahmed Mansur Nejjai, a la prensa (L'Economiste, 7 de julio de 1997; Ajrique Agriculture,
septiembre de 19971.
38 Para este apartado se ha consultado la infonnación publicada en Maroc Fruit n°^ 741, 742
y 743, de mazzo, abril y junio de 1998, respectivamente, y en El Fe(lah, 29 de abril de 1998.
251
Con esta posición ambivalente y debido a la incertidumbre relativa a
su futura relación con la nueva Administración agraria, la UMA considera necesario recordar que "son los defensores tradicionales de la agricultura y del mundo rural y que (ella) es una organización nacional estrictamente profesional y apolítica que trabaja desde hace cuarenta años.
Así, la UMA, que siempre ha mantenido buenas relaciones con los ministros de cualquier tendencia, se declara dispuesta a colaborar" (Maroc
Fruit, abril 1998).
EI ministro de Agricultura, Habib El Mallti, sabrá, en un primer momento, ganazse a los miembros de la LJMA con varios gestos muy simbólicos. En primer lugar, la UMA fue la primera organización recibida en su
ministerio en una reunión celebrada el 2 de abril de 1998 en la que estuvieron presentes distintas uniones de cooperativas y asociaciones integradas en ella. En segundo lugaz, el ministro aseguró que iba a aplicaz las recomendaciones de la Declaración Común de Kenitra firmada en mayo del
1997 y desarrollar una política de concertación con los agricultores, manifestación que significaba, para la UMA, una actitud de confianza hacia
ella por parte del ministerio de Agricultura alejando los temores iniciales.
La IJMA intentó legitimarse ante la nueva Administración agraria
haciendo referencia a su trayectoria histórica, pero también recordando
que había sido ella la que había logrado atraer a su seno a las organizaciones agrarias manroquíes más importantes, lo que la convertía de facto
en el interlocutor privilegiado de la profesión. Las reivindicaciones, que
hizo llegar al Ministro de Agricultura en su primera reunión, se caracterizaban por el principio de permanencia, según el cual la UMA preservaba su dimensión simbólica y la tradición que representaba. Su presidente
Nejjai indicó, entonces, que estaba satisfecho con ese encuentro, insistiendo en que la LTMA debía ser reconocida por la nueva Administración
como el único interlocutor del sector agrario al estar respaldada por las
demás organizaciones sectoriales, unas organizaciones que confluían en
la misma dirección que ella, confirmando así el consenso en torno al liderazgo de la UMA.
• 3.2.3.
La reforma de la UMA como nueva fórmula
de legitimación y la emergencia de voces discordantes
Ese consenso general se vió quebrado por la voz discordante de la
Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas
(APEFEL), una organización creada en 1994 y cuyas características se
252
alejan del modelo asociativo dominante en la UMA. Recordemos que
dicha organización surgió de la disidencia de unos jóvenes productores
de frutas y hortalizas del Sus, que se salieron de la ASPEM ante el inmovilismo de la dirección de esta última. La APEFEL se singulariza, además, por la presencia en su cúpula de miembros identificados con la
izquierda, y más concretamente con el partido socialista USFP. Esa asociación recordó que su adhesión reciente a la UMA se había efectuado
contando con la perspectiva de unas reformas tanto de la estructura organizativa de ésta hacia un nuevo reparto del poder interno, como de las
modalidades de concertación con el Ministerio. Los motivos para romper el consenso formulado por la UMA se basan en considerar, por una
parte, que con el Gobierno de la alternancia se abría una nueva estructura de oportunidades que requería la creación de una nueva organización
profesional con capacidad para participar en la interlocución con el nuevo Ministerio. Por otra parte, no ha dudado en apuntar públicamente las
deficiencias de la UMA y en extenderlas a otras organizaciones que, en
su opinión, deben celebrar sus asambleas generales y trabajar con mayor
trasparencia. Por último, insiste en el hecho de que las organizaciones
afiliádas recientemente a la UMA forman parte de una estrategia para reforzar las estructuras horizontales y verticales de esta última. En definitiva, la APEFEL dejaba patente el déficit organizativo, representativo y
democrático de la Unión y la existencia en su seno de resistencias al
cambio. Prueba de ello, es que la reacción de Nejjai no se hizo esperar.
Así, el presidente de la UMA intervinó para recordar los fundamentos
históricos de la legitimidad de la Unión, a saber: el beneplácito de
Mohamed V y del entonces príncipe heredero Mulay Hassan (futuro
Hassan II), y su ratificación actual con la incorporación de nuevas asociaciones de productores.
Desde el propio Ministerio de Agricultura han surgido también algunas actitudes discordantes respecto a la UMA. En efecto, para el Ministerio de Agricultura, la UMA no es una organización prioritaria dentro
del marco de la nueva política agraria que éste desea llevar a cabo y que
se articula alrededor de dos ejes: las filiéres de producción y la territorialización de la especialización productiva. Estos ejes hacen que se privilegie desde la Administración una concertación y colaboración con las
organizaciones sectoriales. No obstante, el Ministerio es consciente del
poder de los intereses sectoriales que amparan a la UMA, por lo que
considera que ésta es "un patrimonio nacional" que dificilmente puede
obviar si no quiere entrar en conflicto con los intereses que representa.
253
En lugar de buscar el enfrentamiento con la UMA opta por inducir en
ella una reforma interna que le permita adaptarse al nuevo contexto. Es
desde esta perspectiva que deben entenderse las declaraciones de los responsables del Ministerio de Agricultura sobre la preservación y apoyo a
la UMA.
Todas esas discordancias ponen en duda el papel de la UMA como
interlocutor válido y sobre su futura capacidad de influencia en los centros de decisión, planteándole la necesidad de ocuparse de sus tareas de
lobby en el Parlamento, de implicarse más eficazmente en las negociaciones entre la Administración y el sector agrario, de contribuir a la formación de los agricultores y de elaborar estudios sobre la agricultura. En
una palabra, estas voces discordantes señalan que la UMA debe llenar
de contenido su estructura para convertirse en una organización auténticamente profesionalizada y reivindicativa, homologable a las que componen el sindicalismo agrario europeo en la actualidad. Sólo así, se señala, podría la iJMA erigirse en un interlocutor válido ante el Ministerio
de Agricultura, que, recordémoslo, ha apostado por las Cámaras Agrarias como representante exclusivo de los agricultores ante la Administración. Señalan también que los contextos intemacional e interno han
cambiado y que las reformas de la política agraria se centran ahora en
los principios de la nueva Estrategia de Desarrollo Agrario, basada en el
territorio y las filiéres, y en el papel complementario de los actores profesionales organizados. Principios éstos que favorecen la interlocución a
nivel local y por sectores, y, por lo tanto, dan protagonismo a las organizaciones especializadas y descentralizadas capaces de integrarse dentro
de estructuras interprofesionales y de sustituir a la Administración agraria en el encuadramiento de los productores. A nivel nacional, el Ministerio desea la existencia de una instancia general de coordinación para
poder tener un solo interlocutor. Dentro de este nuevo contexto, se señala, la UMA no puede limitarse a preservar sus situaciones previas de privilegio, sino que debe reformarse si no quiere desaparecer.
A partir de mediados de los años noventa, el discurso general de la
UMA se ve presionado por dos discursos que proceden desde el propio
sector, a saber:
• Uno, empresarial, que hace hincapié en la gestión privada y que se
articula alrededor de la competitividad de las explotaciones y su
plena integración en el mercado intemacional. El hecho de que
este discurso proceda de un sector de productores que se ha desa254
rrollado de forma autónoma y que está fuertemente integrado en
los c^cuitos de exportación, explica el contenido liberal de su
discurso tanto en su dimensión económica como política. La
APEFEL es el máximo representante de este discurso.
Otro,
profesional, cuyo mejor exponente es la ANOC, asociación
•
incorporada a la UMA en 1999. Este discurso profesional traduce
las nuevas orientaciones de la Estrategia de Desarrollo Agrario del
Ministerio de Agricultt^ra, y está en consonancia con las nuevas
ideas acerca del papel de la agricultura familiar sobre la base de un
desarrollo de las asociaciones de proximidad, entendidas como
instancias de servicios y de participación de los agricultores a nivel local.
Ambos discursos traducen una misma preocupación por la democratización y la transparencia de las instancias de representación, así como .
por un desarrollo sostenible y autónomo de cada sector. Estos discursos
rompen el monopolio discursivo de la UMA, introduciendo elementos
de diferenciación dentro del sector agrario marroquí y dando voz a colectivos de agricultores que viven otra realidad y/o que tienen una concepción de la profesión y de sus representantes diferente de la encarnada
por los dirigentes de la UMA, al tiempo que son discursos en sintonía
con los nuevos principios esgrimidos por el Ministerio de Agricultura, el
^
propio Monarca, el Banco Mundial o la Unión Europea.
4.
CONCLUSIONES
El objetivo general del análisis realizado era conocer a la UMA y sus
realizaciones para comprender su funcionalidad, y así poder responder a
la pregtmta ^para qué sirve esta organización de los agricultores marroquíes? 39. Lo primero que hay que conclu^ de nuestro estudio, es que la
UMA es, ante todo, el proyecto de un grupo de grandes agricultores,
que, primero, modernizaron sus explotaciones y ampliaron sus propiedades después de la Independencia, y que, más tarde, se han ido beneficiando de la política agraria, estando implicados en los procesos políticos de toma de decisiones, bien de forma d ^ecta, bien de forma
39 Dicha pregunta hace eco a la que plantearon Hermet, Linz y Rouquié ( 1982) en su famosa obra colectiva, ^ara qué sirven las elecciones?, Edit. Paídos, Bazcelona.
255
ind^ecta, y ello de manera más o menos continuada. Estos elementos
nos permiten entender la naturaleza de las reivindicaciones de la UMA y
sus objetivos, así como la existencia de una estructura que represente los
intereses de este grupo. No obstante, esta primera conclusión no nos
aporta muchos elementos de respuesta al monopolio representativo de la
UMA y su estatus de interlocutor privilegiado del conjunto de la profesión agrícola marroquí en un contexto, como el de la agricultura marroquí, caracterizado por la heterogeneidad. Para buscar alguna explicación
a estos dos temas ha sido necesario recurrir al análisis de los repertorios
de legitimación utilizados por la UMA y de sus estrategias de mediación.
Lo primero que se comprueba tras este análisis es que la creación de
la UMA y su posterior trayectoria como representante de los agricultores
ha sido funcional con las características de la economía política marroquí, la configuración del poder y las fórmulas de gobernabilidad, instauradas bajo el reinado de Hassan II. Estas contribuyen a conformar un
tipo de articulación de intereses sancionado por la Monarquía, que monopoliza la representación suprema y regula las modalidades de mediación de acuerdo con este principio monopolístico. Asimismo, en un
campo político desactivado, las pósiciones de poder se juegan sobre
todo en el campo económico. Vistas las variables socioeconómicas de
estratificación del sector agrario marroquí, caracterizado por la concentración de la propiedad y el dualismo de la especialización productiva y
de los medios de producción, es fácil entender que el colectivo que controla estos bienes tenga un acceso privilegiado a las fuentes de acumulación económica.
La trayectoria histórica de estos grandes agricultores y sus familias,
su peso económico, su conexión con las técnicas modemas adquiridas al
lado de los colonos y el apoyo recíproco con la Monarquía, han erigido a
esta élite, y a la UMA, en portavoz del mundo agrario marroquí. La
LJMA ha jugado con distintas estrategias en función de los interlocutores, los objetivos y la propia trayectoria individual de sus miembros.
Así, frente a la sociedad global, la iJMA puede ser definida como una
élite corporativa preocupada por las cuestiones agrarias, que defiende
los intereses del grupo de referencia. No obstante, no por ello renuncia a
los atributos de la notabilidad que moviliza en función de las c ^cunstancias. Su pretensión de monopolio, justificada por su carácter elitista, será
legitimada una vez erigida dicha élite en modelo de desarrollo agrario
por el Estado.
256
No obstante, dicho monopolio y su posición económica fueron cuestionados por las demandas de reformas procedentes de la izquierda, e incluso, por la constitución de una apazato de Estado hegemónico. La hegemonía creciente del poder estatal en su doble dimensión despótica e
infraestructural sólo podía culminaz en colusión con, o en contra de, dicha élite agraria. Así, la necesidad de reproduc ^ su situación privilegiada le abocaba al conservadurismo, mientras que su modelo de acumulación pasaba por la modernización económica de sus explotaciones. Por
ello, la modernización agraria en Marruecos sólo ha podido ser técnica,
y las veleidades de cambio social en beneficio de los campesinos sólo
han podido ser experiencias de alcance limitado y, a menudo, sin futuro.
No obstante, no se debe subestimar la relevancia táctica de las políticas
dirigidas al pequeño campesinado, ya que ratifican la autonomía relativa
del poder supremo de la Corona al ser dichas políticas parte de un conjunto de medidas creadoras de expectativas y de intimidación entre intereses divergentes, medidas que se han enmarcado dentro de la negociación de lealtades que zanja el azbitraje real paza asentar su base social.
Asimismo, los grandes agricultores han recordado cada vez que han podido el cumplimiento de la contrapartida del pacto de lealtad, es dec ^, el
acceso privilegiado a los beneficios de la política agraria.
Dentro de este mazco, e inspirándonos de Bourdieu (1998 y 2001),
consideramos que la constitución de la LTMA es el resultado de un proceso de integración discriminatoria en una población agraria muy heterogénea; integración a favor de una élite detenninada de productores que
se erige en modelo de la profesión y del desarrollo agrario. Dicho proceso cumple el objetivo de gazantizar la preeminencia de una determinada
categoría de agricultores, al tiempo que oculta la desigualdad de acceso
al poder dentro del sector agrario.
La integración discriminatoria permite eleg^ a los intermediarios,
que serán los portavoces ante el poder establecido, y amputar la legitimidad de la oposición. La UMA es el resultado de una autorización de voz,
es dec^, de un mandato real que delega la representación del conjunto de
los agricultores en un detenninado grupo de referencia. Por lo tanto, este
grupo se convierte en una palabra autorizada por el poder, operando una
especie de rapto de voz, ya que el grupo elegido a pesar de no representar la heterogeneidad de los intereses agrarios, monopoliza la palabra,
haciendo que no hable en nombre de los agricultores, sino en su lugar.
Por ello, se habla de monólogo, un monólogo que se nutre de referencias
a las d^ectrices del Monazca, quien es, no debemos olvidarlo, el primer
257
agricultor y propietario fundiario del país. La potencia de estos intereses,
caracterizados por una concentración de los distintos capitales económico, cultural, simbólico y político, cierra el campo de la representación
agraria y permite producir una opinión conforme a sus intereses, que, al
ser monopolística y exclusiva, acaba siendo la única; por lo tanto, este
mecanismo de transferencia la convierte en la oficial del conjunto de la
profesión.
Ello se plasma también en la puesta en escena de los actos fundacionales de la UMA, que cumplen una función comunicativa de oficialización de un status legítimo. Así, se debe entender la presencia del Rey
como legitimador supremo con ocasión de la creación de la Unión. En
este sentido, el objetivo perseguido no es la movilización de los agricultores en su conjunto, sino de ciertos intereses específicos. Ello explica
también el escaso desarrollo organizativo de la UMA.
No obstante, dicho estatus público de la UMA no parece estar asegurado definitivamente. Por ello, la UMA se ve obligada a reproducir periódi^amente el acto fundacional del grupo mediante movilizaciones
simbólicas que ratifican el conformismo de éste y la comprensión del
Legitimador Supremo. Así, los discursos y las conductas simbólicas expresan un consenso universalizado en aras del interés general, que consigue ocultar la dominación y la colusión de intereses que, lejos de ser integrales y universales, son específicos y discriminantes.
Dentro de este tipo de articulación, la elección del portavoz es estratégica para que aparezca como algo natural, es decir, para que disimule
la dominación. Así, debe cumplir una serie de requisitos que pertenecen
a distintos repertorios para que el proceso de legitimación no sea cuestionado. En el caso de Nejja^, se ratifica una competencia profesional, un
capital reputacional conocido y reconocido como antiguo Ministro, y
una lealtad al Trono, al tiempo que su elección contribuye a construirlo.
La movilización del grupo se enmarca dentro de las normas legítimas de conducta basadas en la distinción con respecto al conjunto de los
agricultores, y, en particular, los campesinos y contribuye a desmovilizar
y deslegitimar a los no conformistas. Dicha movilización se efectúa de
dos formas. En primer lugar, mediante la toma de palabra por el portavoz, ya que éste, con sus intervenciones públicas, manifiesta la existencia del grupo; y, en segundo lugar, movilizando fisicamente al grupo cuyos miembros arropan a su portavoz para mostrar su unanimismo y su
fuerza y, ratificar, en definitiva, la legitimidad de la palabra del grupo.
Las consecuencias de este tipo de articulación son: la concentración del
258
capital simbólico en el portavoz y su entorno inmediato y la negación de
la competencia de los demás para opinaz y expresarse, por lo que es también un proceso de exclusión: de ahí, la necesidad de que se vista con los
atributos de la Unión.
No obstante, el plebiscito del silencio o el conformismo se pueden
romper bajo la presión de las coyunturas de cambio. Una descompresión
autoritaria como la que vivió Marruecos en los años noventa, paralelamente a un proyecto de reforma de la política agraria, pueden lanzaz señales de apertura y de oportunidad de renegociación de lo legítimamente
reivindicable, así como de sus modalidades de expresión. Así, a pesar de
haberse convertida en una organización de segundo grado, la autonomía
de ciertas asociaciones de productores de creación reciente o que se han
desarrollado al margen de la UMA así como la tendencia a la sectorialización de la política agraria restan funcionalidad y, por tanto, legitimidad a la Unión. En estas situaciones, el grupo intentará legitimarse llamando a la tradición, a su capital histórico, a su predisposición para
adaptarse a la nueva coyuntura. Pero la protesta tampoco tiene cabida en
su seno, ya que sus repertorios y modalidades de funcionamiento no la
contemplan. Así, no existen cauces institucionalizados para resolver los
conflictos internos que puedan surgir, por lo que sólo existe una doble
alternativa: la cooptación o la salida. La salida de la UMA o la creación
de una asociación alternativa se consideraría como una disidencia, un
acontecimiento traumático e ilegítimo, que amenazaría su antigua posición, que tenía valor de monopolio.
En definitiva, la crisis de la UMA coincide también con el fin de varios ciclos: generacional, con unos liderazgos envejecidos; y de la política agraria, con la reforma de su contenido y de las modalidades de llevaz
a cabo dicha política. Si la UMA no desapazece con sus fundadores, está
claro que las referencias simbólicas que acaparaba ya no tendrán la misma fuerza. ^En qué medida la UMA será capaz de mostrar en un futuro
una mayor capacidad de renovación y adaptación a las necesidades del
sector y de los poderes públicos que durante los años noventa? El análisis de su trayectoria histórica hace que sea una cuestión cuya respuesta
Ilena de incertidumbre la relevancia futura de la UMA.
259
Capítulo 6
LA ASOCIACIÓN NACIONAL
DE OVINO Y CAPRINO (ANOC)
En este capítulo se analiza el caso de la Asociación Nacional de Ovino y. Caprino (ANOC), una asociación de tipo sectorial, surgida al margen de la UMA (Unión Marroquí de la Agricultura) para articular los intereses de un sector específico de productores. La ANOC representa un
caso paradigmático, donde se confirma la tendencia a la creciente sectorialización de los intereses agrarios conforme aumenta la diferenciación
interna dentro de la agricultura. En ese contexto, las grandes organizaciones multisectoriales, como la UMA, se muestran incapaces de responder a las demandas de sectores concretos, como el ovino y caprino,
cada vez más afectados por problemas específicos, diferentes de los que
afectan al conjunto de los agricultores. Asimismo, la ANOC ilustra la
diferenciación evidenciada por Olson (1965) entre las organizaciones
que representan a un pequeño grupo y las que deben representar a una
amplia base social.
La ANOC articuló durante años los intereses de un colectivo específico de ganaderos formado por una élite restringida y homogénea que
proporcionaba a la asociación un alto grado de coherencia, tanto en sus
dimensiones representativas y organizativas como en sus funciones y actividades. La ampliación de su base social genera consecuencias importantes en la vida asociativa de la ANOC, siendo un buen ejemplo para
comprobar empíricamente algunas de las proposiciones teóricas planteadas por la sociología de la acción colectiva.
Para abordar el análisis de la ANOC, presentaremos en primer lugar
el contexto de los sectores ovino y caprino en Marruecos, para pasar en
segundo lugar a analizar el proceso de génesis y desarrollo de esta asociación sectorial, y en una tercera sección su estructura organizativa. Finalmente, se analizará su discurso ideológico y las estrategias llevadas a
cabo para la defensa de los intereses de los productores a los que aspira a
representar.
263
1.
EL CONTEXTO DEL SECTOR OVINO Y CAPRINO
La ANOC es una asociación orientada a la defensa de los intereses
de los productores de ovino y caprino, un sector que destaca principalmente por su importancia socioeconómica y su contribución al equilibrio territorial, tal como,lo confirman los datos del último censo agrario
de 1998 (MADRPM, 1998).
En efecto, a nivel económico, el sector representa el 3% del PIB
agrario, con 22,4 millones de cabezas, repartidas entre 16,7 millones de
ovinos y 5,7 millones de caprinos, cuyo proceso de cría y producción
ocupa a 781.563 y 301.897 ganaderos, respectivamente. Su impacto social es amplio, ya que concierne al 70% de las explotaciones agrarias
marroquíes y, en particular, a los pequeños agricultores. Así, el examen
de los datos del subsector ovino refleja, de un lado, que el 60% de los
ganaderos de ovino (que representan el 56% de la cabaña) posee un rebaño inferior a 20 cabezas y, de otro, que las explotaciones con menos
de 20 hectáreas de SAU concentran el 88% de la cabaña. El tamaño medio del rebaño varia ampliamente al relacionarlo con el tamaño de la explotación. Así, a los 43.169 ganaderos sin tierras corresponde un rebaño
medio de 30,68 cabezas, mientras que en el otro extremo -esto es, el
grupo formado por las cerca de 2.000 explotaciones con una SAU superior a las 100 hectáreas- este parámetro se sitúa en las 225,79 cabezas
por explotación.
El sector de ovino-caprino es un claro exponente del mundo agrario
marroquí, ya que reproduce fielmente los rasgos que lo caracterizan en
general, a saber, gran heterogeneidad económica y fuerte desigualdad
social. Estas características se aprecian con nitidez en la Tabla n.° 2, en
la que se relacionan los distintos colectivos de ganaderos, definidos según el tamaño de sus explotaciones y de sus rebaños y según su importancia dentro del conjunto del sector ovino-caprino.
Tras la lectura de estos datos se comprueba una estrecha relación entre la superficie de la explotación y el número de cabezas por rebaño: se
observa una relación favorable a las explotaciones de mayor superficie,
mientras que el 94% de las explotaciones que practican la ganaclería de
ovino son pequeñas, poco dotadas o sin SAU (entre 0 y 20 hectáreas) y
abarcan al 81% de la cabaña. Frente a la alta concentración de las tierras
y del ganado entre los grandes propietarios, existe una fuerte atomización marcada por el alto grado de parcelación de las tierras y el tamaño
reducido tanto de las explotaciones como de los rebaños, estando ambos
264
TABLA 2. Estructura del sector ovino-caprino marroquí, según tamaño
de explotaciones y rebaños y segtín su importancia en el conjunto del sector
Tipos de agricultores según
tamaño de explotaciones
y de rebaños
Porcentaje que representan en el conjunto de los
gaoaderos del sector de
ovino-caprino (/o total
de ganaderos)
porcentaje que representan en el conjunto de la
cabaña de ovino-caprino
^o^ del total de la cabaña)
Grandes
(SAU > ]00 has, T = 225) . . . . . .
Medianos
(20 <_ SAU _< ]00 ha, I' = 87). . . .
0,25
2,70
5,00
16,00
(5 <
_ SAU <_ 20 ha, I' = 29) . . . . .
29,00
37,00
Insuficientemente dotados
(0 <_ SAU <
_ 5 ha; T = 17,5) . . . . .
65,75
44,30
Pequeños
I' = tamaño medio del rebaño
Fuente: Elaboración propia a partir del censo agrario de 1998.
elementos estrechamente relacionados tal y como lo muestran los datos
expuestos arriba.
Debido a la presión demográfica en el mundo rural marroquí -y
consecuentemente a la presión que se genera sobre el mercado de tierras-, y debido también al hecho de que no se contemple desde los poderes públicos la realización de reformas fundiarias que mejoren la situación de los colectivos menos dotados, la única vía para conseguir la
viabilización del sector pasa por el incremento de la productividad de las
explotaciones, una productividad que alcanza niveles muy bajos todavía.
Así, la tasa de productividad en el sector ovino se sitúa en una media de
11 kgs de carne por oveja. Se trata de una tasa aún débil aunque se hayan
registrados progresos en los últimos años (era de 6 kgs. por oveja en
1982, segím señala El Khyari, 1987: 389), a lo que hay que añadir el hecho de una tasa de mortalidad alta, que puede alcanzar hasta el 30%.
No obstante, el sector ovirio-caprino ha experimentado un fuerte crecimiento en las tres últimas décadas. De hecho, su aportación a la producción de carne roja en Marruecos se ha incrementado, pasando de
56.000 toneladas de carne de ovino en 1968 a 70.000 toneladas en 1980;
en lo que se refiere al subsector de caprino, el incremento es similar, pasando de las 17.000 toneladas de carne en 1968 a las 22.000 en 1980 (El
Khyari, 1987: 372). En los años noventa, el sector ovino-caprino aporta
265
una media de 120.000 toneladas al año de carne roja (L'Eleveur, n.° 10,
2001). A pesar de su positiva evolución, el sector presenta aún un fuerte
potencial de crecimiento, debido a que la demanda interna no dejará de
crecer como consecuencia del crecimiento demográfico y de los cambios alimentarios que inducen los modos de vida urbanos. Así, el consumo medio de carne roja no supera hoy los 9 kgs (6 kgs. de ovino-caprino) por habitante y año en Marruecos, mientras que en los países del
norte del Mediterráneo dicho consumo supera los 60 kgs.
No obstante, alcanzar el objetivo de aumentar la productividad plantea distintas problemáticas según los cuatro colectivos de ganaderos
identificados. Para los grandes y medianos ganaderos, se trata de incrementar la productividad mediante una mayor profesionalización y una
mayor dedicación a la selección genética, transformando sus explotaciones en unidades de tipo empresarial. Para los pequeños ganaderos, el objetivo radica en hacer viables sus explotaciones manteniendo el carácter
familiar de las mismas; en este caso, la profesionalización del ganadero,
acompañada de medidas que permitan reducir el riesgo de coyuntura, es
la única vía para asegurar su reproducción social. En efecto, la mejora
genética no es posible en este tipo de explotaciones, debido a la reducida
superficie de pastos y a los límites que, en términos de mano de obra y
coste financiero, su estructura familiar impone a cualquier proyecto de
modernización que implique un aumento del número de cabezas. En
cuanto al colectivo formado por los ganaderos con explotaciones infradotadas -bien por disponer de muy escasa superficie de tierra, o bien ^
por poseer rebaños sin tierra propia-, la supervivencia se convierte en
un objetivo casi imposible de alcanzar ni por la introducción de una lógica empresarial en su gestión ni por la potenciación de su estructura familiar: es un colectivo cuyos componentes, a juicio de la Administración
agraria, está condenado a su desaparición como ganaderos. La liquidación de este colectivo es, de hecho, un proceso en marcha desde hace ya
varias décadas en el sector ovino-caprino marroquí, aunque también es
verdad que su desenlace final ha sido anunciado de forma recurrente
desde los años de la Independencia (a mediados de los cincuenta), pero
que no ha culminado aún dada su resistencia a desaparecer'. En este
^ Los ganaderos sin tierra han pasado de 438.770 en el censo de 1973/74 a 62.470 en el de
1998, lo que supone un 86% de abandono de la actividad. Este fenómeno ha alcanzado al
37% de los que poseen de 0 a 1 ha y al 6% de los de 1 a 3 ha. Paza los demás colectivos la
tasa de abandono varía entre el 1 y el 3%.
266
sentido, puede decirse que es éste un colectivo que, a pesar de su precariedad económica, sigue resistiéndose a su desaparición, adoptando
como estrategia de supervivencia la diversificación de las fuentes de ingresos de la unidad familiar (pluriactividad), obteniendo así unas rentas
externas a la explotación que le permite conservar el escaso patrimonio
fundiario y/o reproducir su actividad ganadera.
Además del tamaño de las explotaciones, que seguirá siendo un
factor determinante en el proceso de desarrollo del sectór, se han identificado otros factores limitantes. En primer lugar, el clima, caracterizado por la recurrencia de ciclos de sequía, que plantea la cuestión de
la disponibilidad de agua para el cultivo de forajes. La sequía afecta a
la cabaña ovina, ya que, en situaciones de dificultades monetarias, el
ganadero se ve obligada a malvender los animales del rebaño para obtener liquidez de tesorería, unos animales que pierden peso por la escasez de pastos y que son vendidos a bajo precio ante la amplitud de la
oferta. La celebración del `Aid AI-Qabir (o popularmente conocida
como fiesta del cordero) es sin duda el momento álgido de esas transacciones, concentrándose en una fecha concreta del año y diezmando
la cabaña reproductora z.
Un segundo factor limitante es la escasa profesionalización de los
ganaderos, que tienen explotaciones con un bajo nivel de tecnificación y
mantienen métodos extensivos de producción. Este problema, explicado
en parte por el elevado analfabetismo de este colectivo, dificulta la
transferencia de saber-hacer y de tecnología. Asimismo se enfrenta a
una actitud de desconfianza del sector ante agentes externos a la profesión o a la comunidad local, es decir, ante el personal funcionario del
Estado que no siempre ha sabido adoptar el enfoque adecuado en las acciones de acompañamiento técnico, de formación y de divulgación.
Un tercer factor es la carestía de los insumos, y, en particular, el problema de abastecimiento de piensos para el ganado, que se vuelve apremiante en condiciones de sequía, y que se convierte en factor limitante,
2 Prueba del impacto de dicha fiesta sobre la cabaña ovina es que en los años de sequía
(1981, 1982, 1983 y 1995 y 1996) el Rey, como Amir Al-Muminin, ha pedido no cumplir
con el rito para no aniquilar la cabaña. "Durante esta ceremonia religiosa, 4,5 millones de
cabezas son sacrificadas, y entre ellas, 3,5 millones son machos. Ello representa más de la
mitad de la producción anual de corderos. El producto de esta venta constituye una de las
principales fuentes de ingresos £mancieros de los ganaderos", L'Eleveur, n.° 8, enero de
2000, p. 6.
267
unido a los problemas provocados por unas estructuras muy poco eficientes de comercialización.
Para la ANOC, estos límites sólo se podrán superar con la fonmulación de una política agraria que ofrezca medidas de fomento del sector y
que renueve los tradicionales enfoques de vertebración de los agricultores, abriendo nuevos cauces de participación. Esos cauces deben ir
orientados a tres dominios: el del desanrollo tecnológico; el del incremento del poder de negociación de los ganaderos, y el del fomento de su
capacidad para expresar las necesidades y demandas del sector. Desde
esta perspectiva, la ANOC, basándose en su trayectoria y el balance positivo de su experiencia, se presenta como un interlocutor imprescindible para establecer fórmulas de partenariado con los poderes públicos.
2.
GÉNESIS Y DESARROLLO DE LA ANOC
Los antecedentes de la ANOC se encuentran en una asociación de
productores de ovino, creada en 1967 en el marco del Dahir de 1958 sobre libertades públicas, y denominada Asociación de Ganaderos de Razas Ovinas Puras y Seleccionadas de Marruecos (AEROPESAM). Esa
asociación fue iniciativa de un grupo reducido de ganaderos marroquíes
de razas ovinas .de origen importado, que poseía un alto grado de formación y competencia profesional, así como de especialización en comparación con el resto del sector. A1 interés de este grupo por la mejora genética de su cabaña, correspondía un interés económico que se plasmaba
en su preocupación por la organización del mercado y el margen de beneficios que proporcionaba la venta de su ganado 3.
Lo más relevante en la creación de la AEROPESAM es que fue una
iniciativa surgida desde abajo y bajo el impulso de un sector profesional
de ganaderos con buen nivel de fonnación, características todas ellas
que serán reafirmadas más tarde en la filosofia que acompañó a la creación de la ANOC, tal y como podremos comprobar a lo largo de esta
sección. La creación de la AEROPESAM se produce en una época en la
que la selección de razas locales se limitaba a unos pocos rebaños de las
granjas estatales de ovino. Luego, entre 1972 y 1975, algunos ganaderos
3 Los incentivos contenidos en el Código de Inversión Agrarias de 1969 así como la renta
que proporciona la importación de genitores no pueden ser descartados como elementos.
268
de razas locales fueron sensibilizados acerca de la necesidad e interés de
abordar un proceso de selección de esas razas autóctonas, recibiendo
asesoramiento y apoyo técnico para dicha tarea. A fmal de los años setenta, los ganaderos interesados en la selección de razas locales se integraron en la AEROPESAM, que, como se ha señalado, estaba liderada
entonces por una élite de ganaderos de razas importadas. La integración
de este segundo grupo de ganaderos de razas ovinas locales ampliaba
efectivamente la base social de la asociación al incorporar al sector tradicional, aumentando su heterogeneidad interna y la diferenciación de
sus discursos y estrategias: de un lado, los ganaderos modernos, con una
lógica profesional y empresarial, y de otro, los tradicionales, con una lógica extensiva y rentista. Dicha ampliación significó también una modificación de las necesidades y demandas de estos nuevos miembros respecto a las de los fundadores del proyecto inicial, ya que aquéllos
(ganaderos extensivos tradicionales) se caracterizaban por un déficit de
formación y de información que había que solventar. Eso explica el apoyo que la asociación solicitó de la Dirección General de Ganadería del
Ministerio de Agricultura, aceptando a cambio su reestructuración interna y su transformación en 1980 en la actual Asociación Nacional de Productores de Ovino y Caprino (ANOC).
A raíz de su transformación en^una asociación menos elitista en términos de innovación, y de base más heterogénea, la ANOC fue diversificando sus actividades centrándose inicialmente en la prestación de servicios de asistencia técnica general (no especializada) al ganadero, que
contemplaba todos los ámbitos de la ganadería (salud, alimentación y reproducción del ganado). Paralelamente, la ANOC comenzó a desarrollar
también actividades de formación de su staff técnico dentro de un programa formativo aprobado en 1987 y que tenía por finalidad permitir su
reconversión para adaptarse mejor a las demandas de los nuevos'asociados, convirtiéndose en transmisor de su saber-hacer a los ganaderos. En
1988, la ANOC será reconocida como asociación de utilidad pública por
el Gobiemo y en 1989 se finmaría el primer contrato-programa entre dicha asociación y la Dirección General de Ganadería por un período de
cinco años, contrato que será renovado para el período 1994-99 con una
aportación del Estado que pasará de 1,4 a 1,8 millones de dirhams.
Si bien se puede apreciar una evolución positiva de la afiliación entre
1984 y 1990, será a lo largo de los años noventa cuando la ANOC conozca un verdadero despegue, plasmándose en la ampliación de su base
social y en la diversificación de sus actividades (ver Tabla n.° 3). En
269
TABLA 3. Evolución de la base social de la ANOC (1984-2000)
Año
N" de Agrupaciones
N" de Socios
1984
5
250
1990
1995
1996
1997
1998
1999
11
24
26
29
36
420
1.411
1.547
1.653
1.800
2.500
2000
41
3.000
Fuente: Elaboración propia a partir de documentos de la ANOC.
efecto, la comparación de los datos correspondientes a ambos períodos
es ilustrativo al respecto. Así, mientras que, durante el período 1984-90,
el número de socios pasó de 250 a 420, el de agrupaciones locales de 5 a
11 y el volumen de ganado representado por ellas de 67.000 a 217.000
cabezas, en el año 2000 la ANOC agrupaba ya a alrededor de 3.000 socios ^e ellos, 1.000 ganaderos se dedicaban a la selección-, distribuidos en 41 agrupaciones locales que representaban a más de un millón
de cabezas. Asimismo su implantación territorial está hoy marcada por
una diversificación geográfica creciente, abarcandó a 27 provincias, y
una fuerte diversificación sectorial (en las agrupaciones del Norte montañoso de Marruecos hay una mayor dedicación al sector caprino, que en
el resto de las agrupaciones) y heterogeneidad social (en las zonas áridas
o en zonas dificiles de montaña, predominan los pequeños rebaños).
Este crecimiento de la ANOC coincide con el desarrollo de los contratos-programas firmados con la Administración agraria, que, además de
su contribución financiera y técnica, le otorgarán una legitimación como
representante del sector.
Estas fórmulas de colaboración se enmarcan dentro del proceso de
redefinición del papel de la Administración marroquí en la regulación de
la agricultura y la promoción del desarrollo rural, una redefmición que
insistirá en las funciones complementarias de las fórmulas asociativas
para proporcionar bienes públicos a los agricultores y ganaderos. No
obstante, aunque la ANOC ha compartido en este período con la Administración un cierto monopolio de representación e intervención en el
sector ovino-caprino, lo cierto es que no ha conseguido consolidarse aún
270
como un interlocutor con legitimidad indiscutible ante los ganaderos
marroquíes. Ello le ha llevado a reflexionaz sobre esta etapa de crecimiento y a plantear una estrategia para el futuro que tenga en cuenta las
transformaciones experimentadas por los ganaderos en el contexto de finales de siglo. Asimismo, la ANOC se traza el objetivo de impulsaz un
desarrollo dinámico y progresivo de la asociación para duplicaz el número de asociados en los próximos años, hasta alcanzar los 6.000 ganaderos (L'Eleveur, n.° 8, enero 2000), objetivo que en su opinión tropieza
con la resistencia de la Administración a cederle más prerrogativas e incrementar su contribución financiera. Prueba de esa resistencia sería, en
opinión de la dirección técnica de la ANOC, la demora que se está produciendo en la firma del tercer contrato-programa, lo que nos lleva a
analizar los límites del desarrollo de la ANOC.
2.1.
Límites del desarrollo de la ANOC
El desarrollo e implantación de la ANOC entre los ganaderos de ovino-caprino marroquíes encuentra sus límites en los siguientes elementos: su representatividad, su actividad de formación y su autonomía
financiera. En estos tres ámbitos, la asociación reconoce ciertas deficiencias que intenta corregir paza conservar su monopolio representativo
en el sector.
2.1.1.
EI problema de la representatividad
A pesar de los progresos realizados en el terreno de la afiliación a lo
largo de los años noventa, la realidad es que la ANOC es una asociación
aún minoritaria en el conjunto del sector ovino-caprino, aunque de indiscutible representatividad entre grupos modernizados de los ganaderos
con medianos y grandes rebaños; concretamente, su grupo privilegiado
de referencia ha sido hasta ahora el de los ganaderos que practican la selección genética.
En efecto, si analizamos los datos de sus asociados en 1998 se observa que su base social sigue estando compuesta sobre todo por los grandes y medianos ganaderos (con rebaños de entre 87 y 550 cabezas, con
una media de 163). No obstante, como consecuencia de las últimas incorporaciones se viene produciendo una diferenciación regional de la
base social de la ANOC, debido a las características específicas de cada
región. Por ejemplo, en la región de Errachidia, donde se practica una
271
ganadería de oasis y en majada (con rebaños de 17 cabezas de media), o
en la región del Norte, donde predomina el ganadero de caprino (con rebaños de 21 cabezas de media), la base social de la ANOC está predominantemente formada por los pequeños ganaderos.
En los últimos años, la ANOC ha repetido en sus discursos la necesidad de aumentar su presencia en el conjunto del sector no sólo mediante
la creación de nuevas agrupaciones, sino también mediante la incorporación en las ya existentes de los pequeños y medianos ganaderos. Esta
reiteración refleja de algún modo el reconocimiento por parte de sus dirigentes de que la ANOC se encuentra ante un déficit de representatividad y de que, salvo en las regiones del norte y sur, su base social está
formada sobre todo por los grandes y medianos ganaderos. Ello hace
que existan resistencias para que sea reconocida como el representante
legítimo del conjunto del sector ovino-caprino, un sector marcado por su
heterogeneidad y el predominio de los pequeños ganaderos. De a^í que
la ampliación a este colectivo se convierta en una estrategia fundamental
de la ANOC dentro de su aspiración a ejercer una representación monopolista del sector ante los poderes públicos.
Otro problema que afecta a la representatividad de la ANOC, y que
no se hace fácilmente visible, es el de la desafección de algunos de sus
asociados. Para ilustrar la magnitud de este problema, puede señalarse el
dato de que, en 1998, se afiliaron 169 ganaderos, pero abandonaron la
asociación 91. Esto explica que la fidelización de sus asociados es un
reto al que se enfrenta la ANOC si quiere consolidar su representatividad y legitimar sus reivindicaciones. La diferenciación de los colectivos
de ganaderos que componen la base social de la ANOC hace que ésta se
vea impelida a diversificar sus actividades para responder a las demandas diversas de estos colectivos. Así, mientras que la selección genética
requiere una serie de condiciones que sólo pueden cumplir los grandes y
medianos ganaderos incitados por la rentabilidad económica y por la
fuerza simbólica que ofrece el sistema de premios otorgados durante las
ferias ganaderas, los demás colectivos de ganaderos demandan otro tipo
de servicios, como la formación profesional, el abastecimiento de insumos y, en particular, el aprovisionamiento de piensos con la creación de
almacenes locales o la valoración de la producción lechera mediante la
elaboración de quesos.
272
2.1.2.
El problema de la formación
Según las evaluaciones intemas de la ANOC, el incremento de las
competencias de su staff técnico ha mejorado la eficiencia de sus actuaciones sobre el sector. No obstante, reconocen que el impacto de estas
acciones sobre los ganaderos no han dado siempre los resultados esperados en lo relativo a la transferencia de formación técnica y profesional.
Las actividades técnicas y de formación requieren medios que han propiciado la colaboración de entidades externas a la ANOC y, en particular, de los servicios de la Administración agraria y de los centros de investigación y organismos de cooperación internacional. No obstante, al
haber estado dichas actividades demasiado centradas en mejorar la capacidad de intervención del personal técnico de la ANOC, y no en aumentar su capacidad pedagógica y de trasmisión de su saber-hacer, el balance debe ser matizado en cuanto a sus efectos sobre la mejora técnica del
conjunto de los ganaderos, tal como reconoce la propia asociación
(L'Eleveur, 2000, n.° 8: 10): "La experiencia acumulada debería hacer
que los ganaderos con mayor antig^edad no necesiten la asistencia del
técnico de la ANOC. Sin embargo, en muchos casos aunque el ganadero
conozca la técnica prefiere acudir al técnico pagado por la ANOC".
El incremento del número de asociados y el hecho de que los ganaderos sigan recurriendo a sus servicios llevan a la ANOC a considerar
como exitosas estas actividades, y ello a pesar de que muchos ganaderos
no consiguen hacerse autónomos de dichos servicios y continúan enganchados a ellos. Ahora bien, el incremento de la afiliación conlleva un
coste creciente que la ANOC no puede asumir si se confirma la perspectiva de un aumento de las solicitudes, dada la insignificante magnitud de
las cuotas, lo que le obligará a reflexionar sobre la mejor estrategia futura. Esta autocrítica, poco común en el mundo asociativo, justifica la elaboración a partir de 1998 de una nueva estrategia por la ANOC, centrada
en la formación del ganadero para que se convierta en un profesional
que goce de mayor autonomía, y de un nuevo discurso más acorde con
los objetivos de desarrollo agrario y rural del Ministerio de Agricultura,
a saber: la profesionalización y la organización del sector. Para en&entarse a estos problemas de fidelización y autonomía de los ganaderos, la
ANOC centra sus actividades en la formación del capital humano y el
desarrollo de agrupaciones locales de productores, con el objetivo de
que estas agrupaciones sean autónomas y puedan ser fmanciadas por los
propios ganaderos. La auto-fmanciación interna o externa mediante la
273
búsqueda de fuentes alternativas a los recursos estatales, se ha convertido, por tanto, en un objetivo prioritario de la ANOC.
2.1.3.
La dependencia financiera
Entre 1990 y 1998, el presupuesto de la ANOC se duplicó, pasando
de 2,5 millones a 5 millones de dh. EI desarrollo de los recursos propios
de la asociación es un objetivo imprescindible, que pasa por el incremento de las cuotas y contribuciones de los asociados y por la calidad y
adecuación de los servicios prestados por la ANOC. La autofinanciación
cubre el gasto ocasionado por la prestación de servicios, pero el problema radica en el hecho de que muchos ganaderos tienen una actitud negativa ante la idea de que la asociación se autofinancie, esto es que tengan
que contribuir a la financiación de la animación asociativa. Así, este último tipo de actividades no es percibido como un incentivo por los ganaderos. La cuota anual de 140 Dh que pagan los asociados es muy baja y
no puede incrementarse debido al marco jurídico que la fija; de ahí, que
las fuentes de ingresos proporcionadas por los miembros proceden del
cobro de un canon sobre la venta de productos y del pago por los servicios que le ofrece la ANOC. Además, los gastos de funcionamiento y de
personal hacen que la contribución fmanciera del Estado, que alcanza el
20% de su presupuesto, siga siendo imprescindible para el mantenimiento y el desarrollo de sus actividades. El desglose de las fuentes de ingresos para el año 2000 proporciona los datos siguientés (L'Eleveur, n° 10,
enero de 2001):
• la autofinanciación alcanza el 56%, estando sus recursos formados
por las cuotas de adhesión (5%), los cánones de funcionamiento
(20%) y los derechos de selección (45%);
• las aportaciones externas alcanzan e144%, representando las ayudas públicas el 20%, mediante el contrato-programa, la cooperación internacional el 10% y el partenariado con instituciones públicas dentro del marco de micro-acciones el 5%.
Debido al hecho de que el Estado no incrementa su contribución financiera y anuncia de forma repetida su retirada del sector, la ANOC
busca vías alternativas de financiación mediante un canon sobre los productos que vende a sus afiliados (aunque este canon no tenga aún cobertura legal). También quiere ampliar el abastecimiento de inputs a los no
asociados, mediante el pago de una cuota de 120 dh. anuales para poder
274
acceder a estos servicios. Este tipo de opción para subsanar la cuestión
financiera corre, no obstante, el riesgo de contradecir el objetivo de desarrollo organizativo de las agrupaciones locales.
La estructura organizativa
2.2.
La ANOC es una organización profesional de ganaderos de ovino y
caprino de ámbito nacional. A diferencia de la UMA, que tiene estatuto
sindical, la ANOC es una asociación regida por el Dahir de 1958 sobre
las libertades públicas.
El objetivo principal de la ANOC es la mejora del bienestar de sus
asociados mediante la valoracibn de la profesión de ganadero dentro de
un contexto dificil como es el del medio rural marroquí. Los objetivos
generales establecidos por sus estatutos son los siguientes: defensa de
los intereses de los ganaderos y del sector ovino-caprino en su conjunto;
mejora de la renta de los ganaderos mediante el incremento de la productividad de su rebaño; desarrollo de la ganadería ovina y caprina; desarrollo de la utilización de reproductores seleccionados; contribución a
la organización de la comercialización de los productos ovinos y caprinos, y difusión de técnicas apropiadas para este sector.
Su estructura organizativa puede desglosarse en dos ámbitos: el político-representativo (encargado de canalizar la participación de los asociados en la vida política interna de la ANOC) y técnico-administrativo
(encargado de ejecutar las decisiones que emanan de los órganos políticos y de desarrollar los servicios a los socios), ambos en el nivel nacional y en los niveles locales y regionales. Se dedicará un apartado específico a las agrupaciones territoriales descentralizadas, donde convergen
los dos ámbitos de la estructura organizativa de la ANOC.
2.2.1.
Estructura político-representativa
Está formada por los siguientes órganos de gobierno: Asamblea General, Consejo de Administración y Comité de Gestión.
• Asamblea General. Es la máxima expresión de la participación democrática en el funcionamiento de la ANOC, reuniéndose una vez
al año en sesión ordinaria. Esta dimensión democrática se plasma
en la participación en la Asamblea de todas las agrupaciones locales a través de sus presidentes y de cuatro ganaderos por agrupa275
ción. La Asamblea General se convoca con un orden del día que
contiene siempre la presentación de los informes técnico y financiero, el debate de cuestiones relativas a los proyectos futuros de
la asociación y la adopción de la lista de nuevos miembros y de las
exclusiones. La Asamblea elige el Consejo de Administración
para un mandato de seis años, si bien cada dos años se procede a la
renovación del tercio de los miembros de dicho Consejo de Administración.
• Consejo de Administración. La ANOC es gestionada por un Consejo de Administración, compuestó de 21 ganaderos, elegidos por
la Asamblea General, y de 2 representantes del Ministerio de
Agricultura designados por éste y que participan como observadores sin derecho a voto. Por regla general, estos dos últimos suelen
ser el Director General de Ganadería y el Jefe de la División de
Producción Animal. La representación en el Consejo de Administración se estructura en tres secciones sobre la base de la especialización productiva: por razas (sección I), cruce industrial y multiplicadores (sección II) y caprinos (sección III). El reglamento
interior específica la organización del reparto de los representantes
de cada colectivo dentro de cada sección sobre una base proporcional al número de afiliados y de agrupaciones (según el número
de efectivos encuadrados). El proceso de elección es democrático
confonne con las normas establecidas por el reglamento. No obstante, el análisis de los documentos intemos de la ANOC evidencia la reproducción de un fenómeno corriente en el sector agrario
marroquí, cual es la búsqueda del consenso y de la unanimidad
previamente a la proclamación de la candidatura, lo que suele convertir al acto de votar en un proceso de ratificación de una candidatura única ya consensuada. Dentro de esta misma lógica, se
comprueba que el proceso de renovación de los miembros de las
instancias dirigentes, tal y como lo exigen los estatutos, tiende a
reelegir a los miembros salientes, que sólo suelen ser susrituidos
por motivo de fallecimiento o de renuncia. El Consejo de Administración se reúne dos veces al año, sin que esté representado el
equipo técnico. El Consejo de Administración elige de su seno un
Comité de Gestión, que es la verdadera instancia ejecutiva de la
ANOC.
• Comité de Gestión. La composición de este Comité de Gestión ha
evolucionado a lo largo de los años y está formado actualmente
276
por cinco miembros: el Presidente, dos Vicepresidentes, un Tesorero y un Secretario. Se reúne una vez al mes y se encarga del seguimiento de las actividades_ desan olladas por la estructura técnico-administrativa.
2.2.2.
Estructura técnico-administrativa
El personal de la ANOC ha pasado de 4 empleados en 1980 a 67 en
el año 2000, con un crecimiento exponencial a partir de los años noventa. La composición del personal en el año 2000 era la siguiente: 9 empleados en la sede nacional en Rabat y 58 repartidos en las distintas zonas de intervención. De los 67 empleados, 46 son de fonnación superior
entre cuadros y técnicos diplomados. Entre estos últimos la mitad ha
sido contratada por la ANOC, mientras que la otra mitad está formada
por cuadros (23) y diplomados en prácticas (CIOPE) (9) puestos a disposición de la ANOC por la Administración pública. Entre los órganos
administrativos más relevantes destaca la Dirección General, que asume
una función de coordinación, ejecución y reflexión, contando para ello
con la colaboración de varias unidades (salud, formación, genética, administración y abastecimiento) y de cinco comisiones consultivas (recursos humanos, finanzas, jurídica, técnica y estratégica) que elaboran
propuestas para su examen por el Consejo de Administración.
2.2.3.
Los órganos territoriales descentralizados
Las agrupaciones locales son órganos descentralizados de carácter
informal, en el sentido de que no tienen un estatuto jurídico y, por lo tanto, no están regidas por la ley de asociaciones. No obstante, son consideradas como secciones locales de la ANOC, ya que tienen que respetar
sus estatutos y el reglamento intemo, so pena de recibir sanciones que
pueden llegar hasta la expulsión. Su organización se estructura de la forma siguientes: los ganaderos fonnan la agrupación y participan en la
asamblea administrativa encargada de elegir un buró, compuesto por un
presidente, un secretario y un tesorero. Cada agrupación se beneficia de
la asistencia de un técnico de la ANOC, pero debe autofmanciar su gastos de funcionamiento. Las agrupaciones locales son reunidas en seis zonas de intervención (Norte, Centro Sur, Costa Atlántica, Sur, Medio
Atlas y Oriental), que cuentan entre 2 y 9 agrupaciones. Éstas constituyen desde 1998 un Comité Regional de Seguimiento, que también es informal y que se compone de un coordinador elegido por los ganaderos,
277
de los presidentes de las agrupaciones, de un animador sociocultural y
de dos técnicos. Para la ANOC, la constitución de agrupaciones locales
y su representación en la Asamblea General es el reflejo de su enfoque
de democracia participativa y de proximidad. Este proceso de desarrollo
institucional descentralizado pretende culminar en un futuro en la formalización jurídica de las agrupaciones locales y en una mayor división
del trabajo entre la estructura central de la ANOC, que debe convertirse
en órgano de coordinación imperativa para mantener la cohesión y el
respeto de los estatutos, y de apoyo técnico para las distintas actividades
a desarrollar.
La exposición de los distintos elementos que componen la estructura
organizativa de la ANOC nos lleva a realizar algunas observaciones. La
estructura político-representativa está compuesta de ganaderos, por lo
que sus miembros son personas elegidas por los mecanismos establecidos en los estatutos y el reglamento interno. Son ganaderos afiliados a la
ANOC que dedican la mayor parte de su tiempo a sus actividades profesionales fuera de la organización. En este sentido no tienen una dedicación exclusiva o permanente a la ANOC, desempeñando en nombre de
la asociación una representación extema ante los poderes públicos, instituciones similares o los propios socios. De ahí que la estructura técnico-administrativa, y, en particular, la Dirección General, ostenten un papel relevante en la vida de la ANOC. Dicho protagonismo se debe, en
primer lugar, al hecho de que sus componentes son personas contratadas
por la asociación y con una dedicación exclusiva y permanente; y, en segundo lugar, a que son los encargados de la animación y de proporcionar
los servicios a los socios. Todo ello hace que acumulen una gran cantidad de información a lo largo de su experiencia como miembros de dicha estructura técnico-administrativa y que ejerzan gran influencia sobre
los dirigentes políticos-representativos y sobre el contenido y orientación de la asociación. Además, hay que tener en cuenta que paralelamente a la actividad en la sede central, la estructura técnico-administrativa dedica parte de sus actividades a las relaciones con las agrupaciones
locales proporcionándoles asistencia técnica y formación al tiempo que
intenta enriquecerlas con el fomento de la animación asociativa.
278
2.3.
Actividades
La principal actividad de la ANOC es la asistencia técnica, centrada
en la mejora genética y la salud animal. No obstante, estos últimos años
están marcados por una cierta evolución en sus actividades, que afecta
en particular a la formación y divulgación, dirigidas hacia los miembros,
y al abastecimientos de inputs.
2.3.1.
Formación y divulgación
En efecto, antes de 1998, los programas de formación de la ANOC
daban más importancia al contenido de las sesiones, que a los intereses
generales del sector, operando una selección rigurosa de los temas y la
calidad científica de los intervinientes. La ANOC reconoce que el centro
de interés no era entonces el ganadero, lo que hacía que los programas
presentasen lagunas tanto en el plano de los métodos como de las herramientas pedagógicas (L'Eleveur, n.° 8, enero de 2000: 10-14). Los objetivos no estaban elaborados sobre la base de un enfoque participativo y
según las necesidades de los participantes, en su mayor parte adultos
analfabetos, sino de una élite. Además, los técnicos carecían de preparación para transmitir de modo didáctico su saber-hacer. Para incrementar
el impacto de sus actividades de formación y conseguir que éstas alcancen al máximo de ganaderos, al tiempo que mantener el mismo número
de cuadros técnicos, la ANOC reafirma su voluntad de convertir a estos
últimos en consejeros y formadores mediante la adquisición de una mayor capacidad de animación y comunicación ante los ganaderos. Ello
pasa por un enfoque que haga hincapié en una pedagogía adaptada por
objetivos y que considere al ganadero como el centro de interés de la
formación, lo que supone, por lo tanto, un cambio radical en el enfoque
de la ANOC, cambio que se plasma en la creación de la figura del "animador" a nivel regional, encargado de acompañar y coordinar la interacción de los ganaderos y los técnicos. De ahora en adelante, el ganadero,
a pesar de sus carencias, es considerado como una persona que posee
una experiencia que es necesario valorar, y la formación debe dirigirse
en función de sus demandas. En palabras de la ANOC (ibidem), "la
transparencia mutua y el desarrollo de la capacidad de autocrítica, son
necesarios para alcanzar los objetivos y rectificar en caso de evaluación
negativa". Si la formación persigue el objetivo del aprendizaje y va dirigida en exclusiva a los miembros de la ANOC, la divulgación, que con279
cierne a acciones de sensibilización y difusión de información, abarca al
conjunto de los ganaderos de una zona dada. Mediante la asistencia a ferias, la difusión de fichas técnicas y la organización de jornadas en las
explotaciones, la ANOC pretende sensibilizar a los ganaderos acerca del
interés de sus actividades y, por lo tanto, del interés en afiliarse.
2.3.2.
Abastecimiento de insumos
El abastecimiento de insumos, en particular de piensos, en los tres
centros de abastecimiento que posee la ANOC, es una demanda de los
ganaderos para responder a la necesidad que surge de la recurrencia de
las sequías y de las deficiencias de los sistemas estatal y privado de seguros agrarios. Para llevar a cabo esta tarea, la ANOC se beneficia de un
convenio con transportistas e importadores de pienso que permite abaratar el coste del abastecimiento. Esta actividad le proporciona unos ingresos mediante el cobro de un canon sobre las ventas, canon que, no obstante, carece aún de cobertura legal. Por ello, y para regularizar dicha
situación, la ANOC ha creado recientemente (enero de 2001) la sociedad AGRISERVICE con sede en Casablanca para la comercialización
de insumos y de productos ovinos y caprinos.
2.3.3.
La cooperación internacional
Desde principio de los años noventa, la ANOC se ha involucrado
en proyectos de desarrollo ovino y caprino y en actividades de vulgarización y sensibilización con organizaciones no gubernamentales internacionales. Últimamente, estas actividades se han centrado en el desarrollo de la capacidad institucional de la ANOC para la transformación
y valoración de los productos de leche caprina de las regiones del Norte del país. El balance de estas actividades de cooperación son evaluadas de forma positiva y la ANOC no duda en considerarse como un
modelo a seguir por las demás asociaciones (L'Eleveur, n.° 10, enero
de 2001: 10).
^
En este sentido, la ANOC mantiene una relación estrecha con la asociación belga ADRAI (Asociación para el Desarrollo Rural y Agrario
Integrado), con la que llevó a cabo el proyecto de desarrollo de la ganadería caprina en la región de Chefchauén (1992-99). Este proyecto ha
permitido la constitución y formación de un equipo especializado en ganadería caprina, así como la creación de dos agrupaciones que reúnen a
un centenar de ganaderos de caprino en las provincias de Tetuán y Chef280
chauén. Este proyecto ha permitido ampliar la experiencia profesional
de la asociación al sector caprino e incrementar la credibilidad de la
ANOC ante este colectivo de ganaderos y ante los demás actores que intervienen en este sector -poderes públicos y comerciantes. A raíz de
ello, la Dirección General de Ganadería le ha transferido a la ANOC la
ge^tión de la Unidad de Caprino de Bellota en 1998 y la unidad de producción de queso de cabra de Ajbane Chefchauén en 1999. Desde septiembre de 1999, la ANOC y la ADRAI han lanzado un nuevo proyecto
de desarrollo de la ganadería caprina en el norte de Marruecos, con financiación de la Unión Europea (Servicio ONG). Asimismo, la ANOC
se relaciona con la Agrupación de Interés Económico (GIE) de la región
francesa de Provenza-Alpes Costa Azul para la formación del staff'técnico mediante estancias en Francia, contando con la asistencia de un cooperante en su sede. En esa misma línea, la ANOC mantiene relaciones
con la organización profesional agraria alemana DLG, dentro del marco
de la agencia alemana de cooperación internacional (GTZ), que le apoya
para desarrollar su capacidad institucional con la presencia en su sede de
un asesortécnico.
La ANOC es percibida por sus socios europeos como una asociación
cuyo nivel de desarrollo alcanzado la sitúa en una posición a medio camino entre la realidad asociativa europea y la de los países en vía de
desarrollo. Por ello, estos últimos años se está convirtiendo en un intermediario entre las organizaciones agrarias del Norte y las del Sur del
Mediterráneo. Para las primeras, su experiencia es valorada sobre todo
en los aspectos organizacionales y pedagógicos. Así, el balance positivo
de estas acciones de cooperación internacional ha convertido a la ANOC
en una referencia para organizaciones de distintos países en vía de desarrollo del mundo árabe (Túnez, Palestina), de África (Benin, Madagascar) y de América Latina (Chile). En el transcurso del año 2000, la
ANOC acogió a varias delegaciones de asociaciones agrarias procedentes de países del Sur, organizándoles visitas sobre el terreno y talleres de
formación y sensibilización. En definitiva, cabe decir que la cooperación
internacional se está convirtiendo en un medio que fomenta el reconocimiento interno y externo de sus actividades y su profesionalidad. También permite conseguir financiación adicional (representa un 10% de su
presupuesto) y asesoramiento a través del personal que ciertas organizaciones europeas ponen a su disposición. Ello contribuye también al hecho de que el discurso de la ANOC sea nutrido de referencias a la participación, la transparencia, la eficiencia y el desarrollo institucional,
281
referencias que no suelen encontrarse o por lo menos no con tanta relevancia en otras organizaciones agrarias marroquíes.
3.
DISCURSO IDEOLÓGICO DE LA ANOC
La ANOC posee su propia revista biling^e francés-árabe, titulada
L'Eleveur (El Kasdb) (El Ganadero), donde desarrolla un discurso dirigido tanto hacia dentro como hacia fuera de la asociación. Dicha revista
permite informar a los miembros alfabetizados ^s decir, a una minoría
dentro de un sector caracterizado por el analfabetismo-, y a sus interlocutores externos, siendo un medio que refleja la imagen de la ANOC, a
saber: la de una asociación cualificada en la elaboración de dossiers técnicos; la de una asociación trasparente y democrática, con la difusión de
informaciones relativas a las actividades, cuentas y decisiones tomadas
por sus instancias ejecutivas, y la de un interlocutor con los agentes externos que intervienen en la agricultura, mediante la definición de sus
posiciones ante los distintos temas de política agraria expuestos en sus
editoriales que firma el Presidente de su Consejo de Administración.
A continuación analizaremos el discurso de la ANOC: en primer lugar, a nivel interno, y, en segundo lugar, a nivel externo, utilizando la información proporcionada por su medio oficial de comunicación y por las
entrevistas realizadas a lo largo de nuestra investigación. A nivel interno, el discurso es pedagógico e informativo, y tiende a conferir una
"identidad ANOC", es decir con un sello propio basado en la "profesionalidad" mediante la explicitación de las lógicas de la acción colectiva
en su seno. A nivel externo, el discurso se dirige hacia los principales
actores del sector: el Estado y el resto de las organizaciones agrarias.
3.1.
El nivel interno del discurso de la ANOC
La ANOC se presenta como una asociación al servicio de sus afiliados. Por ello, reitera que su centro de interés es el 'ganadero y que sus
objetivos radican en el desarrollo de su capacidad técnica, su espíritu
profesional y la formulación de respuestas a las necesidades de su colectivo de referencia (los ganaderos de ovino y caprino). Estos principios,
que caracterizan la filosofia de la ANOC, se plasman en las tres dimensiones de la lógica de acción colectiva siguientes:
282
- en la democracia interna, apostando por la transparencia de los
procesos de toma de decisiones y de la contabilidad económica,
en conformidad con los estatutos y el reglamento interno de la
asociación;
- en la oferta de servicios, tendiendo a diversificarlos para responder a las demandas y necesidades reales de sus asociados;
- en la valoración del factor humano, mediante la participación y la
formación de los ganaderos, un colectivo que desconfia a menudo
de los agentes externos.
De acuerdo con estos principios, la estrategia de la ANOC se articula
alrededor de diversos ámbitos de actividad:
- Ámbito institucional.• fomentando la organización local de los ganaderos para, en la medida de lo posible, convértirse en agrupación profesional; esta dinámica desde abajo es considerada como
un elemento capital para que los ganaderos se identifiquen con la
organización, se impliquen en ella y se responsabilicen en la gestión de sus actividades colectivas.
-Ámbito técnico-económico: favoreciendo el asesoramiento técnico de los ganaderos mediante la cobertura sanitaria, la selección
genética, la ordenación de las majadas y la gestión técnico-económica de las explotaciones.
-Ámbito pedagógico: desarrollando programas de formación de
los ganaderos que deben convertirse en uno de los fundamentos
de su actividad;
-Ámbito comercial: facilitando el abastecimiento de insumos y la
comercialización de los productos ovino-caprinos y derivados.
Estos cuatro ámbitos detenminan los incentivos específicos que ofrece la ANOC para promover la acción colectiva y la afiliación de los
ganaderos. Los incentivos que, para el ganadero, conllevan una visibilidad inmediata en términos de coste/beneficio, tales como los servicios
de compra-venta o de asesoramiento técnico, son considerados por la
ANOC como exitosos, mientras que los que tienen escasa visibilidad
puesto que sus objetivos se perciben a largo plazo, tales como las acciones de formación y de capacitación institucional, encuentran más dificultades para que los ganaderos los consideren atractivos. Este dilema,
propio de una relación excesivamente instrumental por parte de los ganaderos, encuentra parte de su explicación en factores estructurales que
283
detenninan la vulnerabilidad del sector: la alta tasa de analfabetismo, el
peso de una tradición productiva reacia a las innovaciones, la aversión al
riesgo en un contexto subordinado, a elementos extemos que el ganadero
no controla,... ^. Otro tipo de explicación se encuentra en las modalidades tradicionales de intervencibn de la Administración pública en la
agricultura, que han neutralizado con demasiada frecuencia cualquier
capacidad de iniciativa del ganadero, acabando por convertirlo en un sujeto asistido que espera del Estado la prestación de unos servicios para
los que no se les exige ningún tipo de contrapartida.
Para superar estos límites, la ANOC Ileva a cabo una estrategia participativa y por objetivos jerarquizados en el tiempo, es decir, a corto,
medio y largo plazo. En opinión de la ANOC, esta estrategia debería
permitir, de un lado, ir cambiando la acción té ^nica en actividad de asesoramiento, convirtiéndose el personal técnico en animador, comunicador y formador, y, de otro, hacer que el ganadero pase de ser un "asistido" a ser un "profesional" autónomo. En definitiva, es una estrategia de
responsabilización individual y colectiva, guiada por un impulso modernizador y por la profesionalización de los ganaderos.
3.2.
EI nivel egterno del discurso de la ANOC
El discurso de la ANOC ante los demás actores que intervienen en la
agricultura se centra en el papel del Estado y en el de las demás organizaciones agrarias. Con el proceso de reforma de la política agraria en
curso en los últimos años, a la profesión agrícola se le ha conferido un
papel de protagonista, por lo que la ANOC se considera legitimada para
aportar respuestas económicas e institucionales. No obstante, se enfrenta
a obstáculos de tipo estructural, propios de la naturaleza del sector ganadero, y de tipo coyuntural, relacionados con la fase actual de transición
caracterizada, más allá de los discursos oficiales, por la resistencia del
Estado a abandonar y delegar sus funciones y por la escasa capacidad de
respuesta de la profesión debido a su débil grado de vertebración.
^ Véase "L'analphabétisme: frein majeur á I'essor du secteur agricole", L'Eleveur, n` 9,
2000, p. 12.
284
3.2.1.
Su concepción del papel del Estado
La concepción que tiene la ANOC de las funciones del Estado coincide con la evolución de los discursos dominantes estos últimos años y,
en particular, con las pautas marcadas por el Banco Mundial en su Informe de 1997, así como con las que insp^an las Estrategias de Desarrollo
Agrario y Rural elaboradas por el Ministerio de Agricultura y ya comentadas en capítulos anteriores.
Así, en la ANOC se multiplican las referencias a la participación activa de los ganaderos y de los colectivos a los que van dirigidas sus acciones; a la sustentabilidad de los proyectos que inicia; a su contribución
al desarrollo de los colectivos más desfavorecidos en aras de la equidad;
a la valoración de la producción mediante los procesos de transformación,... Esta nueva orientación es más propia de la lógica de una Organización No-Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) o de una cooperativa involucrada en el tejido local y la economía social, que la de un
grupo de presión que ejerce su influencia en los pasillos de los Ministerios o del Parlamento. Ello confirma la subordinación de la ANOC a la
lógica actual de la política agraria marroquí, una política que se enmarca
dentro de una estrategia más amplia de desarrollo rural. '
Por ello, el discurso de la ANOC tiende a sobrepasar el mero ámbito
agrario y aborda cuestiones relacionadas con las carencias del mundo rural en materia de infraestructuras de comunicación y de energía, alfabetización, formación o empleo de los jóvenes. Son todos éstos, bienes públicos que el Estado debería proporcionar y que hipotecan el futuro del
sector y el desarrollo de las organizaciones agrarias. El discurso de la
ANOC refleja un balance negativo de la trayectoria estatal como promotor del desarrollo rural, una valoración que se reproduce en la agricultura. Los resultados de treinta años de agricultura administrada por los poderes públicos no son alentadores: envejecimiento de los titulares de las
explotaciones, tasa de productividad insuficiente, cobertura sanitaria deficiente, ausencia de prospectiva sistemática para luchar contra las sequías recurrentes, endeudamiento de los agricultores, mantenimiento de
técnicas extensivas y tradicionales,... Por ello, para la ANOC, el Estado
está deslegitimado en su función de actor y promotor del desarrollo rural
Y a^o 5•
5 Véase el editorial de la revista L' Eleveur: "Représentativité des OPA et rdle de
1'ETAT", n.° ]0, 2001.
285
Por el contrario, la asociación insiste en el balance positivo de sus
actividades y concluye que está legitimada para asumir funciones que
antes monopolizaba el Estado. Fundamentándose, en los ejemplos de retirada del Estado que han ido acompañado de la delegación de sus funciones a la ANOC ^omo son los casos de la Estación de Bellota o de
la Cooperativa Ajdane Chefchauén-, resalta que éstos han dado unos
resultados que prueban, de una parte, que la ANOC está capacitada, y,
de otra, que es más eficiente que el Estado.
Para la Dirección de la ANOC, el fracaso de la política del Estado
tiene una explicación sencilla y tajante: su función no es el desarrollo.
Dicha explicación la basa en dos factores inherentes a las lógicas que
atraviesan hoy la Administración marroquí. En primer lugar, en el desconocimiento de la realidad de los agricultores, que se plasma en la
permanencia dentro de la Administración agraria de una visión tecnocrática de los problemas y las soluciones; en segundo lugar, en unas estrategias de promoción del personal de la Administración ajenas a los
resultados en términos agrarios y que convierten a la canera funcionarial en la primera de las preocupaciones de los funcionarios. Ambas lógicas contribuyen, en opinión de la Dirección de la ANOC, a que a menudo los hombres y mujeres de la Administración agraria marroquí no
tengan una visión de conjunto del sector y opongan una resistencia al
cambio.
A pesar de este diagnóstico negativo, la ANOC, consciente del protagonismo y de su dependencia de la Administración, considera positivo
el desarrollo de las consultas y concertaciones entre las partes públicas y
privadas. La misma valoración positiva se encuentra ante el Plan Quinquenal y las Estrategias de Desarrollo Rural y Agrario elaborados por el
gobierno de la alternancia. Ahora bien, afirma que estos elementos positivos no son ajenos a la contribución realizada por la ANOC, que ha sabido enmarcar sus objetivos y sus actividades dentro de la política definida por la Administración agraria marroquí. De ahí que la ANOC
considere que, desde la especificidad de su sector de intervención, contribuye al interés general definido por el Estado. No obstante, compartir
la filosofia de los principios generales de la política agraria no la exime
de conflictos cuando se planteá la cuestión de pasar de la programación
a la realización. En efecto, reprocha a la Administración su escasa atención a los problemas que surgen con la implementación de las políticas
públicas dirigidas a la agricultura y la desconfianza ante la contribución
que pueden aportar las asociaciones.
286
Dicha incapacidad de la Administración pública en cumplir los objetivos enunciados, confirma, según la ANOC, que el papel del Estado debería limitarse a promover unas políticas agrarias globales y coherentes,
delegando a la profesión agraria la ejecución de éstas o por lo menos implicarlas aún más mediante fórmulas de partenariado. Esta filosofia de
complementariedad concertada, que reivindica la ANOC, coincide con
la promoción del modelo neocorporativista en marcha desde hace algunos años en distintos subsectores agrarios y con los discursos enunciados en las estrategias de desarrollo elaboradas por el Ministerio. Parece
ser que el cambio, que se produce con las citadas Estrategias y el gobierno de la altemancia, se plasma en la reivindicación por la ANOC de
unas reformas que deben significar un salto cualitativo en la consolidación de las asociaciones de productores agrarios (L'Eleveur, n.° 10,
2001). Para ello, las reivindicaciones de la ANOC conciernen a los siguientes aspectos 6:
- establecimiento de un marco jurídico adecuado y específico que
contemple la vertebración de los actores de una misma filiére interprofesional;
- la legalización de un sistema de tasas sobre las producciones
agrarias para fmanciar acciones de desarrollo;
- la delegación de las funciones asumidas hasta ahora por el Estado
a la ANOC mediante fórmulas de partenariado y la colaboración
en materia de investigación para el desarrollo;
- la formación de ingenieros agrónomos y veterinarios adaptada a
las necesidades de los ganaderos.
En cuanto al criterio decisivo para la colaboración, la ANOC señala
que debe asentarse en el nivel de desarrollo institucional y de las competencias de las asociaciones y no en una supuesta representatividad del
sector cuya medición no es del todo satisfactoria. La tentación de una
autorregulación del sector en la que el Estado tendría un papel subsidiario es patente en el discurso de la ANOC y se asienta en la auto-valoración de su propia trayectoria que la lleva a reivindicar un mayor protagonismo y nivel organizacional de la profesión agraria en el sector ovino
y caprino. Por ello, considera que el proceso actual de reformas sigue
mediatizado por la tradición intervencionista de la Administración pública y la escasa vertebración del seçtor agrario.
6 Véase "Vingt ans au service des filiéres ovines et caprines", L'Eleveur, n.° 10, 2001.
287
3.2.2.
Su concepción del papel de las organizaciones
projesionales agrarias
E1 papel de las organizaciones profesionales es subrayado por la
ANOC como necesario para el desan ollo agrario, ya que son el actor al
que el Estado tiene que delegar sus funciones. No obstante, pocas organizaciones cumplen los requisitos necesarios para ser reconocidas como
interlocutores válidos. Por ello, ^e encuentran sometidas a las críticas, en
particular, de la Administración y de los consultores encargados de los
distintos informes que se han elaborado estos últimos años. Ahora bien,
dentro del panorama asociativo marroquí, la ANOC insiste en su especificidad para cuestionar dichas críticas, haciendo particular hincapié en el
hecho de que ella^ se diferencia de las estructuras impulsadas por la
Administración dentro de los planes de desan ollo agrario; estructuras
éstas que, en opinión de la ANOC, no pueden cumplir sus objetivos debido a su origen y lógica administrativos (Editorial de L'Eleveur, n.° 10,
2001). La intervención del Estado es el principal freno al desarrollo de
las organizaciones profesionales agrarias, ya que, señala la ANOC, contribuye a alimentar la desconfianza de los agricultores ante las intervenciones externas y a que no confien en el movimiento asociativo
(ibidem).
El principal argumento que utiliza la Administración contra la
ANOC concieme a la representatividad. La ANOC admite que no representa al conjuntd del sector y reitera que tiene que hacer un esfuerzo en
dirección de los pequeños ganaderos, pero responde subrayando su simbiosis con los intereses y demandas de sus afiliados, así como el balance
positivo de sus actividades. Así, señala que sus resultados son efectivamente modestos en término cuantitativos, pero que resultan ser positivos
en términos de desarrollo. Este éxito se debe, según la ANOC, a que su
enfoque es distinto del utilizado por el Ministerio. Por otra parte, la amplitud de la representatividad no es, señala la ANOC, una garantía de
eficiencia para el desarrollo como lo muestra el caso de las Cámaras
Agrarias (ibidem). Sobre todo, la ANOC no admite la procedencia de
unas críticas efectuadas por investigadores y funcionarios que, a ojos de
la ANOC, están deslegitimados debido a su desconocimiento de la realidad empírica y a que no son profesionales de la ganadería.
La ANOC se presenta como la asociación líder dentro del sector ovino y caprino y, por lo tanto, como el interlocutor legítimo ante la Administración pública para todas las cuestiones que afectan al sector. El mo288
J
nopolio asociativo que ostenta en este subsector ganadero lo comparte a
nivel nacional con la ANEB (Asociación Nacional de Ganadería Bovina). Las divergencias entre las trayectorias de ambas explican las pocas
sinergias que ha habido hasta hace poco. La ANEB fue creada en 1990
pára sustituir a la ANEBRP, que surgió dentro del Plan Lechero en tomo
a la importación de novillas de razas europeas. No obstante, los cambios
que marcan la evolución reciente de esta última y la política de la Administración agraria de organizar a la profesión porfiliéres, ha Ilevado a un
acercamiento entre ambas asociaciones. Especialmente, la creación de la
ANPVR (Asociación Nacional de Productores de Carne Roja) en 1997,
impulsada por la Dirección de Ganadería, ha sido percibida por la
ANOC y la ANEB como un intento de restringir el desarrollo de otras
actividades, manteniéndolas en su función de promover la selección genética y la asistencia sanitaria. La creación de la ANPVR sobre una base
regional y provincial organizada desde la Dirección de Ganadería, es
considerada como ajena a la trayectoria de la ANOC y la ANEB. EI hecho de haber preferido fomentar la creación de una organización ad hoc
como la ANPVR, en lugar de apostar por la consolidación y desarrollo
de asociaciones que ya existen como la ANOC, es lo que se le reprocha.
Este tipo de actuación por parte del Ministerio de Agricultura refuerza la
convicción en el seno de la ANOC de que no se confia aún del todo en el
papel que puede desarrollar ésta.
Los problemas internos que padece la ANPVR y su incapacidad en
aprovechar las oportunidades de captar proyectos y financiación externos reflejan los límites de la corporativización desde fuera y hacen que
esa asociación haya sido cuestionada incluso por la Dirección de Ganadería'. Ello consolida a la ANOC, que intenta probar que su enfoque es
el adecuado y el que deberían seguir las demás, al tiempo que explicita
las resistencias de la Administración agraria.
Por otra parte, los cambios que se produjeron en septiembre de 2000
con el nombramiento de Ismail Alauí como Ministro de Agricultura,
abrieron nuevas expectativas para la ANOC. En efecto, Ismail Alauí, el
líder del Partido del Progreso y del Socialismo (PPS), es un propietario
fundiario y un ganadero miembro de la ANOC, habiendo sido miembro
de la ejecutiva de dicha asociación. Dicho vínculo, celebrado por la
ANOC en su revista, L'Eleveur 8, explica también el hecho de que el Mi' Entrevistas con la Dirección de Ganaderia en julio de 2001.
$ L'Eleveur, n.° 9, 2000.
289
nistro nombrara Jefe de la Dirección de Ganadería al antiguo Director de
la ANOC. Por último, señalar que en el año 2001 se firmó un nuevo contrato-programa entre el Ministerio de Agricultura y la ANOC.
A la hora de relacionarse con el sector agrario, la ANOC distingue
entre tres tipos de instituciones según sus estatutos, objetivos y funciones: las cámaras agrarias, las cooperativas y las organizaciones profesionales con estatuto sindical (como la UMA).
a)
Las Cámaras Agrarias
Desde un punto de vista jurídico, las Cámaras Agrarias y su Federación Nacional encarnan la representación general de los agricultores marroquíes. No obstante, este estatuto no se corresponde con la realidad,
debido, de una parte, a los límites internos ya señalados, y, de otra, a que
el mundo rural marroquí y los agricultores no están impregnados de una
cultura política democrática madura. Para la mayor parte de ellos, que
luchan por su supervivencia, la política no es un tema prioritario y no
perciben el interés que representan para ellos las Cámaras Agrarias.
Ante la reforma de las Cámaras Agrarias que contempla la Estrategia de Desarrollo Agrario, la ANOC considera que la institucionalización de la participación de las asociaciones de productores agrarios
(APAs) mediante la creación de un colegio electoral dentro de aquéllas, no es la solución. El principal impedimento radicaría en la función
esencialmente política que desarrollan las cámaras. Una reforma de las
Cámaras Agrarias deberia pasar por una redefinición de su composición y de sus funciones y medios financieros y técnicos. Asimismo, la
lógica profesional debería prevalecer sobre la función política hoy dominante y para que los dirigentes de las organizaciones profesionales
elegidos tengan influencia en el seno de las Cámaras, es preciso que
sus organizaciones se fortalezcan previamente. Así, según el Director
de la ANOC, una organización agraria con implantación local consolidada puede adquirir un peso específico tan fuerte que ningún candidato
a las Cámaras Agrarias pueda ignorar sus reivindicaciones a la hora de
presentar su candidatura.
Por tanto, señala la ANOC, es preciso empezar por abajo. Por ello,
señala, el primer requisito debe ser fomentar la implantación local de las
organizaciones agrarias dando respuestas a los problemas concretos de
los agricultores, y no creadas desde arriba a través de instituciones alejadas de las preocupaciones reales de la población agraria. En opinión de
290
la Dirección de la ANOC, la reforma no pasa por el modelo francés,
fuertemente corporatizado, sino por el alemán, más descentralizado.
b)
Las cooperativas
Las cooperativas se diferencian de las demás organizaciones profesionales en el hecho de que aquéllas se dedican exclusivamente a actividades económicas. Para la ANOC, ambos tipos de organizaciones no
son incompatibles, sino todo lo contrario, como lo refleja el caso de la
cooperativa Ajbane Che^chauén, promovida y gestionada por la ANOC.
El problema de las cooperativas es la tutela que padecen de la Administración, la confusión entre las funciones técnicas y políticas que suele
fomentar problemas de gestión o de falta de confianza de sus bases sociales. Para asumir su función de desarrollo y ganarse la confianza de los
agricultores, señala la ANOC que las cooperativas deben convertirse en
escuelas de capacitación y de democracia y profesionalizar sus actividades económicas, por lo que necesitan de un personal cualificadó y de
que en su gestión participen los agricultores. Esta filosofia es la que intenta aplicar la ANOC en las cooperativas que promueve, involucrando
a los agricultores y, en particular, a los jóvenes. Para la ANOC, las cooperativas no son solamente un instrumento económico, sino también un
espacio social de encuentro, intercambio y debates entre agricultores.
c)
Las organizaciones pro^esionales
La cuestión de la representatividad no es un tema que esté presente
entre las prioridades de la ANOC, ya que considera que no se dan en
Marruecos las condiciones para que el asociacionismo agrario funcione
adecuadamente y con plena autonomía. No obstante, la ANOC ha respondido a los contactos solicitados por la UMA para que adhiriera a la
estructura sindical de ésta, integrándose en 1999. Aunque la adhesión a
la UMA fue señalada en la revista L'Eleveur sin que fuera acompañada
de comentario alguno 9, la realidad es que dicha decisión suscitó cierto
debate entre los dirigentes de la ANOC.
Entre los elementos que impulsaban su adhesión a la iJMA podemos
señalar los siguientes. En primer lugar, la favorable evolución económi9 En la níbrica "breves" se publicó la siguiente referencia: "Por último, dentro de la preocupación por promover sus relaciones de partenariado con otras organizaciones nacionales, la ANOC se afilió en 1999 a la UMA", en L'Eleveur, n.° 8, enero de 2000, p. l9.
291
ca y política de los últimos años, que, ratificada por la constitución del
gobiemo de alternancia, dejaba entrever la posibilidad de un cambio que
podría alentar la emergencia de una cultura democrática y de un verdadero sindicalismo. En segundo lugar, la ANOC podía esperar algún beneficio de la adhesión a la UMA, en particular de la experiencia negociadora de ésta y de su influencia en las instancias políticas, así como
podía esperar también que se crearan sinergias para resolver problemas
comunes a la agricultura y en concreto al sector ovino-caprino. Y en tercer lugar, existía la expectátiva de una reforma de la UMA que la transformara en un sindicato realmente democrático, reivindicativo y representativo de la heterogeneidad del sector agrario.
Entre los elementos que se oponían a la adhesión pueden señalarse,
en primer lugar, el hecho de que la existencia y la trayectoria de la iTMA
no eran percibidas por la ANOC como las de un sindicato con relevancia
en el sector ovino y caprino '°; y en segtmdo lugar, las grandes diferencias entre la ANOC y la UMA en cuanto a objetivos y funcionamiento
intemo. En este sentido, parece ser que la UMA era percibida por algunos miembros de la ANOC como una institución politizada, no en cuanto a su vinculación formal con algún partido, sino en el hecho de que sus
dirigentes (los que forman su cúpula, el Maylis) utilizan o habían utilizado a la UMA para su propia promoción política. El principal temor radicaba en el hecho de que su adhesión a la UMA se prestase a una instrumentalización política por parte de una organización cuyo balance y
funcionamiento sigue siendo para la ANOC una incógnita.
En lo que se refiere a los objetivos de ambas organizaciones, ésos
son bastante divergentes. Como ya hemos visto, en el contexto actual, la
UMA se ha convertido en gran medida en una institución simbólica, una
memoria de la agricultura marroquí, que contrasta con la evolución de la
ANOC. Esta última persigue la descentralización de sus estructuras, el
incremento de su capacitación, la proporción de servicios a los agricultores y, aunque se enmarca dentro de la sectorialización de la política
10 Esta afirtnación es ratificada por un ganadero miembro de la ANOC, antiguo presidente
de una agrupación local, antiguo diputado nacional, presidente de una comuna rural y
miembro de la Cámara Agraria de EI Kelaa Es-Sragna, que no distinguía entre la FNCA y
la UMA. A1 preguntarle por la UMA presidida por Nejjai, contestaba que el Presidente ya
no era Nejjai y nombraba al Presidente de la FNCA, dejando patente el desconocimiento y
la confusión institucional, pero como no, ratificaba el alto grado de personalización que
muestra la defensa de los intereses agrarios.
292
agraria, muestra una preocupación creciente por asuntos no específicamente agrarios que afectan al ganadero como profesional. También
muestra un interés creciente por los pequeños ganaderos. Por el contrario, la tradición que encarna la UMA ha sido muy elitista y no ha conseguido ampliar su audiencia más allá de este círculo de grandes productores. Asimismo, la estructura organizativa actual de la UMA concentra el
poder de decisión en el Consejo Nacional (Maylis) cuyo funcionamiento
y relaciones con las regiones son una incógnita. Por ello, la ANOC considera que la reforma de la UMA debe centrarse en facilitar la integración de las demás organizaciones agrarias en sus órganos de decisión
mediante la descentralización de sus estructuras internas. La descentralización de la UMA es enfocada por la ANOC a partir de un doble criterio: regional y asociativo. Así, el Consejo Nacional de la UMA estaría
fonmado por los representantes de las distintas UMAs regionales. Este
planteamiento favorecería a la ANOC en las regiones donde tiene una
buena presencia, como el Medio Atlas, además de justificarse por basarse en una visión democrática, prospectiva y profesional. No obstante, la
ANOC es consciente de que este nuevo modelo de articulación organizativa rompe con la lógica que ha prevalecido entre los miembros actuales del Consejo Nacional de la UMA, lo que explicaría que, tras largas
negociaciones, sólo llegaron a aceptar que las organizaciones agrarias
que se adhiriesen pudieran copar como máximo un tercio de la representa^ión en su Asamblea General.
Ante el probable fracaso de una reforma de la iJMA, que satisfaga a
la ANOC y otras organizaciones, varios proyectos altemativos se están
debatiendo, como el de crear una Federacibn Interprofesional de la Agricultura. Este proyecto tampoco satisface a la ANOC, que considera que
la agricultura marroquí no está preparada todavía para una estructura de
ese tipo. Para la ANOC, es preciso organizar previamente a cada sector
akededor de la conespondiente filiére, que, en el caso de la came, podria
reunir a la ANOC, la ANEB y la FISA. Por último, la ANOC considera
que la vertebración de la agricultura marroquí debe hacerse sobre la base
de modelos plurales y no monopolistas, pues entiende que hay espacio
para distintos tipos de organizaciones profesionales siempre que sean
capaces de responder a las demandas del sector y tiendan a especializarse funcionalmente.
293
4.
CONCLUSIONES
Las respuestas que la ANOC intenta aportar para solucionar los problemas del sector agrario marroquí se reflejan en la evolución de su discurso y la diversificación de sus actividades. Se presenta cada vez más
como una alternativa al modelo tutelado por la Administración, legitimándose sobre la base de que sus actividades están en sintonía con los
objetivos proclamados en la Estrategia de Desarrollo Agrario y en las directivas reales. Así, la ANOC recuerda a menudo este aspecto en los artículos que publica su revista, destacando su contribución al interés general y acompañándose de referencias a los discursos del Rey y de los
informes del Banco Mundial.
En este sentido se puede decir que, en el contexto actual de retirada
del Estado y de regulación del sector por el mercado, la ANOC acepta el
reto de la profesionalización como eje para la modernización de la ganadería. En espera de que los nuevos principios de la política agraria tengan una traducción institucional, la ANOC reivindica la especificidad de
su modelo organizativo y su eficacia para ofrecer soluciones a problemas que han sido considerados hasta hace poco como parcela de los poderes públicos. No obstante, aunque el Estado desea retirarse del sector
agrario, lo cierto es que no ha renunciado aún a su control, reproduciendo en su colaboración con la ANOC algunos de los rasgos propios de
una relación neocorporativista. El hecho de que el desarrollo de la asociación se vea subordinado aún a las pautas de la "corporatización desde
fuera", en el sentido definido por Moyano (1988), lo atribuye la ANOC
a los límites que caracterizan la inadaptación del marco jurídico-institucional. Este marco es considerado como un lastre que hace que la
ANOC siga dependiendo de las subvencioñes del Estado, al tiempo que
frena su transformación en grupo de presión movilizador. Mientras tanto
busca soluciones alternativas, como una apertura creciente a la cooperación internacional, lo que al fin y al cabo se enmarca dentro de la tradicional lógica del Estado de externalizar la financiación de su política.
Aparte de su especialización en sanidad y mejora genética animal, la
doble estrategia de resolver los fallos del Estado y del mercado ha llevado a la ANOC a desarrollar actividades de abastecimiento de insumos y
de transformación de la producción. Ambos tipos de actividades son incentivos selectivos para que se afilien los ganaderos, pero la asemejan
más a una empresa o una cooperativa que proporciona servicios a sus
socios, que a una asociación profesional de naturaleza reivindicativa, lo
294
que explicaría el predominio de la doble naturaleza, profesional y económica, de su discurso. En este sentido, la tendencia a extender el beneficio de sus servicios al conjunto del sector (afiliados o no) mediante una
lógica de mercado, puede ser una respuesta a sus necesidades financieras, pero conlleva el riesgo de convertirla en una mera sociedad de servicios, puesto que perdería su cazácter de incentivo selectivo para la afiliación.
Paralelamente a dicha evolución, su colaboración con ONGD internacionales en proyectos de desarrollo rural y agrario refuerza su discurso social y rural, al tiempo que le permite alcanzaz al colectivo de los
pequeños ganaderos, pero requiere una ampliación de su campo de actividades y unas acciones integradas cuyos resultados y beneficios se manifestarán a largo plazo.
Este tipo de crecimiento comporta elementos de contradicción, ya
que la base social de la ANOC será cada vez más heterogénea y las demandas más diversificadas. Cabe decir que hasta ahora la ANOC ha podido cumplir sus objetivos con el reducido y homogéneo grupo de ganaderos modernizados, un grupo perteneciente al círculo de los grandes
productores. Los beneficios económicos y simbólicos que le proporciona su pertenencia a la ANOC también han contribuido a forjar una identidad colectiva entre estos ganaderos. El reto es cómo convertir dicho
grupo en modelo de referencia y ampliazlo al resto de los ganaderos. De
ahí que la ANOC tenga que desarrollar una importante estrategia hacia
sus bases sociales fomentando las actividades descentralizadoras a nivel
local.
295
CONCLUSIONES GENERALES
i
A lo largo de este trabajo sé ha analizado tres ámbitos de la realidad
marroquí: el sistema político, la política agraria y el sistema de representación y articulación de intereses en el sector agrario. La apuesta por
compaginar un enfoque diacrónico con uno sincrónico ha permitido
identificar las distintas respuestas aportadas por los poderes públicos y
los actores privados para solventar los problemas que han ido surgiendo
a lo largo de los últimos cuarenta años. Asimismo, se ha evidenciado la
imbricación entre esos tres ámbitos y la subordinación del sector agrario
(aunque con distintos grados de intensidad según las coyunturas y los
distintos colectivos que lo componen), a los imperativos políticos y económicos del Estado. Una de las principales conclusiones a la que se ha
Ilegado radica en el hecho de que desde los años ochenta se observa una
propensión a dinámicas neocorporativistas inducidas fundamentalmente
por la necesidad de refonnar el Estado y, especialmente, de redefinir su
relación con la sociedad civil. Desde esta perspectiva, la reforma de la
política agraria marroquí ha promovido nuevas modalidades de gobernabilidad a lo largo de los años noventa, destacándose la búsqueda de fórmulas de regulación del sector agrario inspiradas en modelos cercanos al
neocorporativismo. En ese contexto, el Estado transfiere algunas de sus
prerrogativas a ciertos actores colectivos a los que induce a organizarse
de una detenninada forma (corporatización desde fuera), asegurándose
así el control sobre los objetivos ligados a la política transferida.
Estas primeras conclusiones se enmarcan dentro de una problemática
más general sobre el desan ollo de la sociedad civil en países que padecen una doble crisis económica y política y que experimentan procesos
de transición política desde regímenes autoritarios a regímenes democráticos marcados por procesos de reformas económicas que afectan directamente el protagonismo del Estado. En el análisis de estos procesos,
la sociología y la ciencia política han puesto un énfasis especial en el
problema de la "gobemabilidad" derivada de los dilemas de la "doble
transición": una transición económica hacia la economía de mercado, y
una transición política hacia la democracia liberal. En ese marco, cono299
cer los modos de vertebración de los actores socioeconómicos adquiere
una especial relevancia por cuanto que es un buen indicador del grado
de autonomía de la sociedad civil respecto a las instituciones estatales.
Marruecos se nos ha mostrado como un laboratorio privilegiado para
estudiar estos temas. Su experiencia como caso de estudio ha sido especialmerite significativa por varias razones. En primer lugar, porque hemos podido comprobar los problemas surgidos como consecuencia de la
dimensión económica de la doble transición, impulsada, de un lado, por
la aplicación de los programas de ajuste estructural recomendados por el
FMI, y de otro, por la liberalización del comercio internacional promovida a raíz de la firma de los acuerdos del GATT (y continuados en el
marco de la OMC) precisamente en la ciudad de Marraquech en 1994, y
los acuerdos de Asociación con la UE en 1996.
En segundo lugar, porque se ha podido comprobar también cómo el
problema de la gobernabilidad para gestionar las consecuencias de la
transición económica, plasmada en una grave crisis distributiva, tropezaba con la parálisis de la transición política, de tal manera que esta última
situación ponía en peligro la continuación de las reformas. Para superar
este dilema, en los últimos años del reinado de Hassan II se abrió un período de descompresión autoritaria, que permitió el desarrollo de una interesante dinámica de cambio en los distintos ámbitos de la sociedad civil. También se establecieron mecanismos institucionales consultivos
^on el objetivo de resolver de forma consensuadas los conflictos sociales- y representativos --con el objetivo de incorporar a la histórica
oposición en el gobierno.
En tercer lugar, porque nos ha permitido observar el comienzo de
una primera etapa de la transición política a raíz de la formación del llamado "gobierno de la alternancia" en 1998, presidido por el socialista
Yusufi, líder histórico del partido USFP, una vez que dicho partido encabezara los resultados de las elecciones legislativas de 1997. Este gobierno, designado por el difunto Hassan II, presentó un proyecto de refórma
que atribuía un mayor protagonismo al tejido asociativo marroquí, especialmente en el sector agrario, que es el que ha ocupado el centro de esta
investigación. La vertebración de la sociedad civil era promovida con el
objeto de disponer de interlocutores para la formulación y aplicación de
las políticas públicas, intentando hacer frente así al problema de la gobernabilidad antes mencionado. No obstante, a lo largo de la realización
de nuestra investigación se ha podido comprobar que el "gobierno de la
altemancia" encontraba algunos obstáculos para avanzar en la democra300
tización iniciada y en las reformas que deseaba impulsar, dado que persistían importantes elementos de continuidad con la etapa inmovilista
anterior encarnados por el excesivo protagonismo del Ministerio del
Interior y su red capilar extendida por todo el territorio. Asimismo, el
carácter otorgado de la alternancia y la escasa coherencia del gobierno,
compuesto por siete partidos con trayectorias históricas e ideológicas divergentes, han contribuido a que dicho gobierno no gozara de autonomía. Por último, la falta de liderazgo del proyecto reformista fue creciendo ante la precaria salud del Monarca y el cuestionamiento de
Yusufi por parte de sectores de la propia USFP.
El interés de la investigación se acrecentó al haber sido testigo del
acceso al trono del nuevo monarca Mohamed VI a la muerte de su padre
en julio de 1999, un acontecimiento que levantó numerosas expectativas
de intensificación del proceso de transición política. No obstante, muchas de las esperanzas que acompañaron el primer año del reinado de
Mohamed VI se desvanecieron tras la celebración de las elecciones legislativas de septiembre de 2002, marcando el fm de la experiencia del
gobierno de la altemancia.
Desde un punto de vista de la investigación científica, este estudio ha
pen^nitido contrastar empíricamente algunas de las hipótesis planteadas
en la introducción.
En primer lugar, la hipótesis general de la corporatización, clave en
el enfoque amplio del corporativismo, desarrollado por Giner y Pérez
Yruela (1979), y que señala cómo la transición política hacia sistemas
democráticos marcados por la hegemonía del principio de gobernabilidad induce efectos vertebradores en la sociedad civil hásta el punto de
que favorece tendencias corporatizadoras en los gr^upos de intereses, se
ha confirmado en Marruecos. A lo largo de nuestra investigación se ha
podido comprobar la vertebración de distintos grupos de intereses marroquíes en organizaciones cada vez más formalizadas (corporatizadas),
apreciándose en ellas los rasgos típicos del corporatismo. Estos rasgos
se plasman en la estructura jerárquica y la especialización funcional de
las organizaciones, en la concentración del poder organizacional en cúpulas dirigentes y en el protagonismo creciente del staff técnico en los
procesos de toma de decisión y la interlocución con los poderes públicos. La vertebración del sector empresarial en la CGEM (Confederación
General de Empresarios Marroquíes) y del agrario en las cooperativas,
cámaras y asociaciones de carácter general o sectorial, o del movimiento
sindical en la UGT'M (LJnión General de los Trabajadores Marroquíes) y
301
la Confederación Democrática de los Trabajadores (CDT), son buenos
indicadores de este proceso. Esa tesis de la corporatización se ha reflejado también en el desarrollo de dinámicas de concertación social entre los
distintos grupos organizados, de manera que los viejos conflictos de
"suma cero" se han ido transformando en otros de "suma positiva", en
los que las demandas se han canalizado a través de instituciones de diálogo y negociación. En este sentido los pactos sociales fumados entre
las mencionadas organizaciones (CGEM y UGTM y CDT) o los acuerdos de Kenitra entre las organizaciones agrarias y el Gobierno, son reflejo de ese proceso.
No obstante, cabe matizar el alcance y la autonomía de estos procesos. El Ministerio de Interior y los distintos departamentos gubemamentales afectados han estado en el centro de estos procesos de interlocución
social, tomando la iniciativa ante las reacciones de los distintos sectores
socio-económicos. También es importante destacar que la institucionalización de estos procesos de articulación de intereses e interlocución social no ha culminado aún del todo, observándose, además, cierto grado
de diferenciación en el ritmo de consolidación entre el sector industrial y
el agrario. Ello nos lleva a concluir que estos procesos evidencian una
cierta modenvzación de la función tradicional de arbitraje del Majzen,
encarnado en el Ministerio de Interior, que busca fomentar regulaciones
sociales que recuerden las fórmulas neocorporativistas.
En segundo lugar, en lo que se refiere a la agricultura se ha podido
comprobar la hipótesis de la "corporatización desde fuera" planteada
inicialmente por E. Moyano en su investigación sobre España (Moyano,
1984) y confirmada en di^ersos estudios sobre Latinoamérica. Los factores relacionados con la debilidad del sector agrario para vertebrar de
forma autónoma sus intereses debido a la heterogeneidad de su estructura social (que dificulta la defmición de un interés general), su interacción con otros sectores económicos (que reduce sus posibilidades de autonomía como grupo de interés) o su dependencia del Estado (que le
impone el escenario de interlocución), explican la interferencia que en la
vertebración del sector agrario se produce de elementos externos al mismo. Entre tales factores destacan, sobre todo, los que proceden de los
poderes públicos, que necesitan de interlocutores en representación de
los agricultores para hacer factible la aplicación de las políticas agrarias.
Actualmente, el sector agrario marroquí se vertebra a través de 1.750
cooperativas, 180 asociaciones profesionales y 37 cámaras agrarias.
Desde el punto de vista de la representación de intereses, la Unión Ma302
noquí de la Agricultura (UMA) es la asociación que ha sido históricamente la más influyente y la que ha ostentado, de facto, un cierto monopolio de la representación, habiendo sido promovida por el que fuera
primer Ministro de Agricultura tras la independencia, Ahmed Mansur
Nejjai, una vez que abandonó el cargo en 1958, lo que es una prueba
más de la tesis de la corporatización "desde fuera" antes mencionada.
Asimismo, la vocación hegemónica y monopolística de la UMA fue
consolidada por varios factores: su cúpula representaba a las élites agrarias; se convirtío en una organización de segundo grado con la incorporación de asociaciones de ámbito sectorial como la ASPAM (Asociación
de Productores de Cítricos de Marruecos) que también fue promovida
por Nejjai, su presidente desde su creación; y estuvo vinculada a las
grandes orientaciones de la política agraria. En cuanto al contexto de reformas, ha inducido los dos procesos siguientes: en primer lugar, una
mayor corporatización del sector agrario con la creación de nuevas asociaciones y la reactivación de antiguas en las distintas filiéres de producción; y en segundo lugar, el cuestionamiento de la funcionalidad de la
UMA como interlocutor privilegiado de los poderes públicos para afrontar los necesarios procesos de modemización del sector. Así se ha podido comprobar a lo largo de nuestro estudio, el ritmo diferente y la diversidad de situaciones que sigue el proceso de vertebración en el sector
agrario de unas ramas productivas a otras. También, se ha podido constatar lo siguiente: que la gran masa de pequeños agricultores (campesinos), que se dedican a la policultura asociada a la ganadería, no ha estado involucrada en los procesos de articulación y representación; que en
detenninados sectores, como el cerealista, persisten restos institucionales del viejo régimen ^ncamados en las Cámaras Agrarias, en las
viejas organizaciones cooperativas (CAM y SCAM), y en ciertas instituciones y asociaciones mediatizadas por el Majzen o antiguas notabilidades-; y que en sectores innovadores, como el ovino caprino, o
más modernizados e integrados en los mercados internacionales, como
el hortofrutícola, se produce la emergencia de renovadas o nuevas organizaciones de tipo sectorial ^omo la ANOC y la APEFEL respectivamente- guiadas por una lógica diferente de la vieja lógica corporativista.
Este último hecho confirma, aunque sólo parciahnente, una tercera
hipótesis, ya planteada en otros estudios, cual es la tendencia hacia la representación sectorial y la pérdida de importancia de las formas generales de representación de intereses en la agricultura conforme el propio
303
sector agrario se diversifica y diferencia internamente por ramas productivas, cada una de ellas integrada de modo diferente en los mercados.
Marruecos ha sido un interesante caldo de cultivo para observar la intensidad y complejidad de esta tendencia hacia la sectorialización, ya que,
la ausencia de una política agraria horizontal y la pervivencia del dualismo agrario, han mostrado la fuerza de dicha tendencia aunque sólo en
determinados sectores, considerados como prioritarios por el Ministerio
de Agricultura, no pudiéndose afirmar la validez general de esta hipótesis. Bien es cierto que la interacción con otros actores económicos hace
que los intereses de los productores de una determinada rama se alejen
de lo que son intereses generales de la agricultura y se identifiquen más
con la dinámica que acontece en el seno de lafiliére en la que se integran
(caso de la ANOC y de la APEFEL, que cuestionan la hegemonía de la
UMA). Pero los resultados del trabajo han permitido matizar la fuerza
explicativa del factor económico a la hora de entender la vertebración de
los distintos subsectores agrícolas y ganaderos en Marruecos, y nos han
inducido a introducir otros factores explicativos. Entre estos otros factores no económicos destaca la dependencia política de las élites agrarias,
dependencia que, en unos casos, favorece determinados modelos sectoriales de vertebración -funcionales desde el punto de vista de la racionalidad económica y las economías de escala- y, en otros, modelos unitarios de carácter corporativo sólo explicados desde una lógica política.
La coexistencia de viejos y nuevos modelos de vertebración e interlocución social en Marruecos se explica por la estrecha imbricación entre los
ámbitos políticos y económicos, lo que nos lleva a una reflexión más
profunda sobre la débil autonomía de la sociedad civil.
En relación con lo anterior, se ha observado cómo la necesidad de los
poderes públicos marroquíes de contar con un panorama de interlocución reducido en número para hacer factible la aplicación de las nuevas
políticas de reforma, tiende a la aplicación del principio monopolístico
de una asociación por filiére. Dicha tendencia centrífuga hacia la sectorialización se ve contrarrestada por factores extemos e históricos que,
arguyendo el interés general, inducen a las asociaciones sectoriales a integrarse en grandes superestructuras de intermediación bien preexistentes o bien creadas bajo la presión de la nueva coyuntura. Sólo así se explica la firma de los Acuerdos de Kenitra o la estrategia de la UMA de
integrar en su seno a las distintas organizaciones sectoriales, en un esfuerzo por concentrar el panorama del asociacionismo agrario y así legitimar su funcionalidad cuestionada por la nueva dirección de la política
304
agraria. Puede verse aquí la concreción práctica de otra de las hipótesis
planteada en la introducción, cual es la de la dialéctica concentración/dispersión, característica de los procesos de articulación de intereses en la agricultura.
Finalmente, cabe señalar cómo el caso de Marruecos ha arrojado luz
a la hipótesis más general sobre el corporativismo en la agricultura, según la cual el sector agrario es el único sector de la economía donde se
pasa sin discontinuidad del viejo al nuevo corporativismo y sin que medie un período más o menos largo de pluralismo en la representación de
los intereses de los agricultores. En efecto, el lugar estratégico de la
agricultura en la economía de Marruecos, su importancia para la vertebración del territorio rural y la escasa autonomía de sus grupos de interés, hacen que, a pesar de la retirada del Estado marroquí de algunas de
sus tradicionales áreas de intervención, la vertebración del sector agrario
se esté produciendo dentro de nuevas formas de dependencia, bien a través de la continuidad de las viejas élites (como es el caso de las cámaras
agrarias o de la UMA) o bien mediante el protagonismo de nuevas élites
imbricadas en el reformado aparato estatal a través de fórmulas de contractualización (como ocurre con la ANOC).
En definitiva, el estudio ha permitido contrastar empíricamente algunos supuestos planteados en la introducción y profundizar en el conocimiento de los procesos de reforma de la agricultura y de la representación y articulación de los intereses agrarios en Marruecos. No obstante,
esos procesos no están consolidados aún, viéndose sometidos a dinámicas externas (sectoriales, nacionales e internacionales) que rodean de incertidumbre el futuro de la agricultura marroquí.
Así, dos meses después de haber presentado públicamente la Estrategia de Desarrollo Agrario, el Ministro de Agricultura, Habib El-Malki,
no continuará en el segundo gobierno Yusufi. En septiembre de 2000, e ^
Ismail Alauí, líder del Partido del Progreso y del Socialismo, quien recoge el proyecto de modemización agraria.
A principio de los años noventa, la apuesta por la integración del país
en una economía cada vez más internacionalizada y por la liberalización
política fueron elementos revulsivos que tuvieron como efectos saludables el cuestionamiento de la política agraria, la elaboración de una reforma y la movilización del sector. Cabe decir que, en su primera etapa,
el gobierno de la alternancia supo convertir este proyecto de modemización en parte integral de una verdadera reforma del Estado y del sector,
dándole coherencia sectorial y horizontal mediante su asociación a las
305
políticas de desarrollo rural y sistematizando nuevas fórmulas de gobernabilidad que privilegian la vertebra ^ión del sector y la interlocución
con éste. No obstante, a pesar de que la Estrategia haya sido presentada
como imperativa, apenas ha dado lugar a la aplicación de medidas concretas.
A los pocos meses del nombramiento de Ismael Alauí, el inmovilismo del Ministerio de Agricultura se ha convertido en la pauta dominante, dedicando sus esfuerzos principalmente a gestionar los efectos de la
sequía (Akesbi, 2002). Es más, por primera vez se ha cuestionado y, ello
de forma reiterada, la vocación agrícola del país por parte de un Ministro
de Agricultura. No es extraño, por tanto, que la implementación del contenido innovador y reformista de la Estrategia se haya quedado en letra-muerta desde entonces, manteniéndose la continuación de una gestión inspirada de los principios neocorporativistas y restringido a las
élites productivas previamente organizadas. Estos resultados son también la consecuencia de un hecho que ha evidenciado este trabajo, a saber: la reproducción de la escasa capacidad de la Administración agraria
marroquí en promover acciones colectivas que movilicen al sector en su
conjunto, y, en particular, a los pequeños agricultores.
Ahora bien, en la primavera de 2004, las negociaciones de un acuerdo de libre-comercio con los Estados Unidos vuelven a introducir en los
discursos del Ministro de Agricultura, Laenser, y de los representantes
del sector agrario la necesidad de una reforma que se enmarque dentro
de una perspectiva de modernización estratégica para el futuro de un
sector que no se siente preparado para enfrentarse a la competencia de
las agriculturas capitalistas. De ahí, que no parezca desventurado plantear que la reforma de la política agraria, no tanto como el ave fenix que
renace de sus cenizas, sino más bien como el mito de Sísifo, prodría
reemprender pronto su itinerario. Por tanto, este estudio no es una investigación cerrada, sino abierta, y esperamos que su lectura fomente el interés por Marruecos, en general, y por su agricultura, en particular.
306
BIBLIOGRAFÍA
1.
ACCIÓN COLECTNA, CORPORATMSMO Y GOBERNABILIDAD
AGUTAR, F. (1991): "La lógica de la cooperación", en Aguiar, F. (Comp.)
(1991), Intereses individuales y acción colectiva, Fundación Pablo Iglesias,
Madrid.
ALCÁNTARA SÁEZ, M. (1994): Gobernabilidad, crisis y cambio, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid.
ARBOS, A. y S. GINER ( 1992): La gobernabilidad, Siglo XXI, Madrid.
BOURDIEU, P. (1998): Propos sur le champ politique, Presses Universitaires de
Lyon, Lyon.
BOURDIEU, P. (2001): Langage et pouvoir symbolique, Essais, Seuil, París.
CENTENO, M. A. (1994): "Between rocky democracies and hard mazkets: dilemmas of the double transition", Annual Review of Sociology, pp. 125-147.
DENOEUX, G. y L. GATEAU ( 1995): "L'essor des associations au Mazoc: á
la recherche de la citoyenneté", Monde Arabe, Maghreb-Machrek, oct.-diciembre.
DESRUES, Th. (2004): "La emergencia de la sociedad civil en Marruecos a finales del siglo XX", en Nuevo Atlas de la inmigración magrebí en España,
OPI, Ministerio de Asuntos Sociales/Universidad Autónoma de Madrid,
Madrid.
FOUCAULT, M. (2001): Dits et écrits II, 1976-1988, Quarto Gallimazd, París.
GINER, S. y M. PÉREZ YRUELA (1979): La sociedad corporativa, CIS, Madrid.
HIRSCHMAN, A. (1977): Salida, voz y lealtad, FCE, Méacico.
OFFE, C. (1992): Partidos políticos y nuevos movimientos sociales, Ed. Sistema, Madrid.
OLSON, M. (1965): The Logic of colective action. Public goods and the theory
of groups, Hazvard University Press, Cambridge [La lógica de la acción colectiva, Limusa, México, 1991].
PÉREZ YRUELA, M. y S. GINER ( 1985): "Corporatismo: el estado de la cues' tión", Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n.°31, pp.9-45.
309
REVILLA, M. (Comp.) (1994): "Movimientos sociales, acción e identidad",
Zona Abierta, n.° 69.
ROQUE, M. A. (Coord.) (2002): La sociedad civil en Marruecos. La emergencia de nuevos actores, Icaria, Antrazyt, IEMed, Bazcelona.
SANZ MENÉNDEZ, L. (Comp.) (1995): "Representación de intereses y políticas públicas: ^corporatismo o pluralismo?", Zona Abierta, n.° 67/68.
SCHMITTER, Ph. (1979): "Still the Century of Corporatism?", en Sclunitter,
Ph. y G. Lehmbruch, Trends toward corporatism intermediation, Sage, Londres, pp. 7-52 [publicado en 1974 en The Review of Politics, vol. 36, n.°1].
2.
ACCIÓN COLECTIVA Y REPRESENTACIÓN DE INTERESES
EN LA AGRICULTURA
COX, G., LOWE, Ph. y M. WÍNTER (1991): "The Origins and early Development of the National Farmers Union", The Agricultural History Review,
n.° 39, enero.
DESRUES, Th. y E. MOYANO (1999): "Cuatro años de la Conferencia de Bazcelona. Balances, perspectivas y limitaciones del Partenariado Euromediterráneo", Revista Española de Desarrollo y Cooperación, n.° 5, otoño/invierno, pp.35-55.
DUARTE FIALHO, J.-R. (1994): Acción colectiva y asociacionismo en la agricultura de Rio Grande Do Sul, Brasil, Tesis Doctoral, ETSIAM, Universidad
de Córdoba, Córdoba.
GRANT, W. (1983): "The National Farmers Union: the classic case of incorporation?", en D. Marsh (ed.), Pressure Politics, Junction Books, Londres.
HERVIEU, B. y R.-M. LAGRAVE (1991): Les syndicats agricoles en Europe,
L'Harmattan, París.
HIDALGO DA SII.VA, O. (1992): Representación de intereses y organizaciones
patronales en la agricultura brasileña, Tesis doctoral, ETSIAM, Universidad
de Córdoba, Córdoba.
KEELER, J. (1987): The Politics of Neocorporatism in France. Farmers, the
State, and Agricultural Policy-making in the Fifth Republic, Oxford University Press, Nueva York.
MARESCA, S. (1985): Les dirigeants paysans, Ed. de Minuit, París.
MOTTURA, G. (1987): "Cuazenta años de estrategia corporativista en la agricultura italiana (1944-1987)", I parte, en Agricultura y sociedad, n.° 44, julio-septiembre, pp. 9-62.
^
310
MOTTURA, G. (1988): "Cuarenta años de estrategia corporativista en la agricultura italiana (1944-1987)", II parte, en Agricultura y sociedad, n.° 46, ene'
ro-marzo, pp. 79-119.
MOYANO ESTRADA, E. (1984): Corporatismo y Agricultura. Asociaciones
profesionales y articulación de intereses en la agricultura española, Instituto
de Estudios Agrarios, Pesqueros y Alimentarios, Serie Estudios, Madrid.
MOYANO ESTRADA, E. (1988a): "La agricultura entre el nuevo y el viejo corporatismo", en Pérez Yruela, M. y S. Giner (1988): EI corporatismo en España, Ariel Sociología, Bazcelona, pp.179-225.
MOYANO ESTRADA, E. (1988b): Sindicalismo y política agraria en Europa,
MAPA, Serie Estudios, Madrid. ^
MOYANO ESTRADA, E. (1993a): Acción colectiva y cooperativismo en la
agricultura europea, MAPA, Serie Estudios, Madrid.
MOYANO ESTRADA, E. (1993b): Las Organizaciones Profesionales Agrarias
en la Comunidad Europea, MAPA, Serie Estudios, Madrid.
MOYANO ESTRADA, E. (2002a): "Acción colectiva y organizaciones profesionales en la agricultura", en Gómez Benito, C. y J. González (2002): Agricultura y sociedad en el cambio de siglo, MacGraw-HiIUITNED, Londres/Madrid, pp. 567-593.
MOYANO ESTRADA, E. y F. ENTRENA DURÁN (2002b): "Cooperativismo
y representación de intereses en la agricultura española", en Gómez Benito,
C. y J. González (2002): Agricultura y sociedad en el cambio de siglo,
MacGraw-HiIU[JNED, Londres/Madrid, pp. 595-619.
ORTEGA, C. (1995): Acción colectiva y articulación de intereses en los complejos agroindustriales brasileños.• organizaciones especializadas por productos e
interprofesiones, Tesis Doctoral, ETSIAM, Universidad de Córdoba, Córdoba.
PÉREZ YRUELA, M. (1979): "El conflicto en el campesinado", en Agricultura
y Sociedad, n.° 5.
ROJAS HERRERA, J. (1996): EI corporativismo agrario en México: desarrollo
histórico y situación actual de las organizaciones campesinas, Tesis Doctoral, ETSIAM, Universidad de Córdoba, Córdoba.
SELF, P. y STORING, H. (1971): The State and the Farmer, Allen and Unwin
(1 a ed. 1962), Londres.
SERVOLIN, C. (1989): Las políticas agrarias, MAPA, Serie Estudios, Madrid.
SEVILLA, E. (1979): La evolución del campesinado en España, Península, Bazcelona.
SHANIN, T. (1971): Peasants and Peasants societies, Penguin, Hazdmondsworth.
311
TAVERNIER, Y. (1965): La FNSEA, Presses de la FNSP, París.
TAVERNIER, Y. (1966): Le CNJA, Presses de la FNSP, París.
TAVERNIER, Y. (1970): "Le MODEF", en M. Gervais y al. (eds.): L'univers
politique des paysans, Colin, París.
WOLF, E. (1973): Las luchas campesinas del siglo XX, Siglo XX, Madrid.
3.
EL ESTADO MARROQUÍ
AGUENOUCHE, A. (1987): Histoire politique du Maroc, Afrique Orient, Casablanca.
EL-AOUFI, N. (1999): "La réforme économique: stratégies, institutions, acteurs", Maghreb-Machrek, n° 164, avril juin, pp. 36-52. .
BA MOHAMED, N. (1996): "Un constitucionalismo ambivalente: pluralismo e
ideología unanimista en Mamtecos", Revista Internacional de Sociologia
(RIS), n° 14, Tercera Época, mayo-agosto, pp. 195-212.
BANCO MUNDIAL (1997): EI Estado en un mundo en transformación, Informe sobre el desarrollo mundial, Banco Mundial, Washington Dc.
BEN ALI, D. (1991): "Changement de pacte social et continuité de 1'ordre politique au Maroc", en Camau, M. (Coord.) (1991): Changements politiques au
Maghreb, Éditions du CNRS, Paris, pp. 51-72.
BENDOUROU, O. (1986): Le pouvoir exécutif au Maroc depuis 1'indépendance, Publisud, Paris.
BENDOUROU, O. (1998): Le régime politique marocain, Dar al-Qalam, Rabat.
BENSBIA, N. (1996): Pouvoir et politique au Maroc, Media Stratégie, Casablanca.
BERRADA, A. y SAiD SAADI, M. (1992): "Le grand capital privé marocain",
en Santucci, J.-C. (1992): Le Maroc actuel. Une modernisation au miroir de
la tradition?, Éditions du CNRS, Paris, pp. 325-391.
BRAS, J.-Ph. (2000): "Elections et representations au Maghreb", MaghrebMachrek, n° 168, pp. 3-13. .
CAMAU, M. (1979): Pouvoirs et institutions au Maghreb, CERES Productions,
Túnez.
CAMAU, M. (1990): "Le Maghreb", en Flory, M., Mantran, R.y Korany, B.
(1990): Les régimes politiques arabes, PUF, París, pp. 369-450.
CATUSSE, M. (1998a): L'Entrée en politique des Entrepreneurs au Maroc. Libéralisation économique et réforme de 1'ordre politique, Thése doctorale,
312
Université de Droit, d'Economie et des Sciences d'Aix-Marseille, Institut
d'Études Politiques, Aix-en-Provence.
CATUSSE, M. (1998b): "De la lutte des classes au dialogue social. La recomposition des relations professionnelles au Mazoc", Maghreb-Machrek, n.° 162,
PP• 18-38.
CHERIFI, R. (1988): Le Makhzen politique au Maroc. Hier et aujourd'hui, Afrique Orient, Casablanca.
CLAISSE, A. (1992): "Le makhzen aujourd'hui", en Santucci, J.-C. (ed.)
(1992): Le Maroc actuel. Une modernisation au miroir de la tradition?, Éditions du CNRS, París, pp. 285-310.
DAOUD, Z. (1997): "Maroc: les élections de.1997", Maghreb-Machrek, n.° 158,
pp. ]OS-128.
DEL PINO, D. (1990): Marruecos, entre tradición y modernismo, Biblioteca de
Ciencias Políticas, Universidad de Granada, Granada.
DENOEUX, G. y M. LAURENT (1996): "Campagne d'assainissement au Maroc: irmnunisation du politique et contamination de la justice", Maghreb-Machrek, n.° 154, pp. 124-135.
DESRUES, Th. y E. MOYANO (coord.) (1997): Cambio, gobernabilidad y crisis en el Magreb, CSIC/IESA, Col. Politeya, Córdoba.
DESRUES, Th. y MOYANO, E. (2000): "Cambio social y transición política en
Mazruecos", Revista de Estudios Políticos, n.° 109, julio-septiembre,
pp. 265-284.
FIKRI, A. (1988): Le Parlement marocain et les finances de 1 État, Afrique
'
Orient, Casablanca.
GELLNER, E. (1981): Muslim society, Cambridge University Press, Cambridge.
HAMMOUDI, A. (2001): Maitres et disciples, Genése et ^ondements des pouvoirs autoritaires dans les sociétés arabes. Essai d'anthropologie, Maison-Neuve Lazose/Toubkal, París/Casablanca.
HERNANDO DE LARRAMENDI, M. (1997): La política exterior de Marruecos, MAPFRE, Madrid.
HIBOU, B. (1996): "Les enjeux de 1'ouverture au Mazoc. Dissidence économique et contróle politique", Les Etudes du CERI, n.° 15, FNSP, París.
HIBOU, B. (1999): "De la privatisation des économies á la privatisation des
États, une analyse de la formation continue de 1'Etat", en Hibou, B. (Dir.)
(1999): La privatisation des États, Karthala, París, pp. 11-67.
313
HIBOU, B. y M. TOZY (2000): "Une lecture d'anthropologie politique de la corruption au Mazoc: fondement histbrique d'une prise de liberté avec le droit",
Revue Tiers Monde, n° 161, pp. 23-48.
HUGON, Ph. (1999): "Le consensus de Washington en questions", Revue Tiers
Monde, n.° 157, pp. 11-36.
JULIEN, CH.-A. (1978): Le Maroc face aux imperialismes (1415-1956), Éditions Jeune Afrique, París.
KHATIBI, A. (1998): L'Alternance et les partis politiques, Eddif, Casablanca.
LEVEAU, R. (1976): Le fellah marocain défenseur du Tróne, FNSP, Pazís.
LEVEAU, R. (1984): "Aperçu de l'évolution du systéme politique mazocain depuis vingt ans", Maghreb-Machrek, n.° 106, pp. 7-36.
LEVEAU, R. (1987): "Stabilité du pouvo ^ monarchique et financement de la
dette", Maghreb-Máchrek, n.°118, pp.5-19.
LEVEAU, R. (1993): Le sabre et le turban. L'avenir du Maghreb, François Bourin, París.
LÓPEZ GARCÍA, B. (1979): Procesos electorales en Marruecos (1960-1977),
CIS, Madrid.
.
LÓPEZ GARCÍA, B. y C. FERNÁNDEZ SUZOR (1985): Introducción a los regímenes y constitucione• árabes, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid.
LÓPEZ GARCÍA, B. (1985): "Las elecciones legislativas del 14 de septiembre de
1984 y la atomización política en Marruecos", en REIS, n.° 30, pp. 245-290.
LÓPEZ GARCÍA, B. (1989): Política y movimientos sociales en el Magreb,
CIS, Madrid.
LÓPEZ GARCÍA, B., MARTÍN MUÑOZ, G. y M. H. de LARRAMENDI (eds.)
(1991): Elecciones, participación y transiciones políticas en el Norte de África, MAE/ICMA, Madrid.
LÓPEZ GARCÍA, B. (1996): "EI Magreb de hoy: solución política para una crisis social", Revista Internacional de Sociología (RIS), n.° 14, Tercera Época,
pp. 245-259.
LÓPEZ GARCÍA, B. (1998): "Del Mazruecos virhxal: historia electoral de una
alternancia calculada", Meridiano CERI, n.° 20, abril, pp. 4-10.
LÓPEZ GARCÍA, B. (2000): Marruecos político. Cuarenta años de procesos
electorales (1960-2000), CIS, Madrid.
MARTÍN MUÑOZ, G. (1999): El Estado Árabe. Crisis de legitimidad y contestación islamista, Ediciones Bellaterra, Bazcelona.
314
MEJJATI ALAMI, R. (1996): "Modelos de desarrollo, crisis y mutaciones socioeconómicas en Marruecos: el caso del sector informal", Revista Internacional de Sociologia (RIS), n.° 14, Tercera Época, pp. 61-81.
MONTABES PEREIRA, J. (1999): Las otras elecciones. Los procesos y sistemas electorales en el Magreb, Ediciones Mundo Árabe, Política árabe contemporánea, AECI, Madrid.
NACIItI, M. (1999): "Territoire: contrdler ou développer, le dilemme du pouvoir
depuis un siécle", Maghreb-Machrek, n.° 164, avril-juin, pp. 9-35.
PAREJO FERNÁNDEZ, M e A. (1997): "Límites del Estado patrimonial en Marruecos. Nuevas dinámicas y recomposición de las relaciones clientelazes",
en Desrues, Th. y E. Moyano (1997): Cambio, gobernabilidad y crisis en el
Magreb, CSIC/IESA, Col. Politeya, Córdoba, pp. 35-52.
PAREJO FERNÁNDEZ, M a A. (1999): Las elites políticas marroquies: los
parlamentarios (1977-1993), Ediciones Mundo Árabe e Islam, Política árabe
contemporánea, AECI, Madrid.
RIVET, D. (1999): Le Maroc de Lyautey á Mohammed V. Le double visage du
Protectorat, Denoél, París.
ROUSSILLON, A. (1999): "Un Maroc en transition: alternance ou continuités",
en Maghreb/Machrek, n°164, avril-juin, pp. 3-8.
SAAF, A. (1993): "L'hypothése de la société civile au Mazoc", en El Aoufi, N.
(dir.): La société civile au Maroc, approches, Signes du Présent, SMER, Rabat, pp. 11-24.
SAAF, A. (1991): "Vers la décrépitude de 1'Etat néo-patrimonial: limites du néopatrimonialisme comme concept et phénoméne observable", en Camau, M.
(dir.): Changements politiques au Maghreb, Ed. du CNRS, París, pp. 73-106.
SALAHDINE, M. (1992): "Place et rdle du secteur informel dans 1'économie
mazocaine", en J.-C. Santucci (1992): Le Maroc actuel. Une modernisation
au miroir de la tradition?, Ed. du CNRS, París, pp.191-206.
SANTUCCI, J-C. (1991): "Processus électoraux et légitimation du pouvoir: réflexions sur 1'expérience mazocaine", en López García, B., Martín Muñoz, G.
y H. de Larramendi, M. (eds.) (1991): Elecciones, participación y transiciones políticas en el Norte de África, MAE/ICMA, Madrid, pp. 287-294.
SEHIMI, M. (1991): "Maroc: partis politiques et stratégies électorales", en
López Gazcía, B., Martín Muñoz, G. y H. de Larramendi, M. (eds.) (1991):
Elecciones, participación y transiciones políticas en el Norte de África,
MAE/ICMA, Madrid, pp. 217-230.
TANGEAOUI, S. (1993): Les entrepreneurs marocains. Pouvoirs, société et modernité, Karthala, París.
315
TOZY, M. (1991): "Representation/Intercession, les enjeux de pouvo ^ dans les
champs politiques désamorcés au Maroc", en Camau, M. (d ^.): Changements
politiques au Maghreb, Ed. du CNRS, París, pp. 153-168.
TOZY, M. (1999): Monarchie et Islam politique au Maroc, Presses de Sciences-Po, FNSP, París [ed. española (2000): Monarquía e Islam politico en Marruecos, Bellaterra, Barcelona].
WATERBURY, J. (1975): Le Commandeur des Croyants. La Monarchie et son
élite, PUF, Patís.
4.
POLÍTICA AGRARIA, ARTICULACIÓN Y REPRESENTACIÓN
DE INTERESES AGRARIOS EN MARRUECOS
AME (1994): Bilan décennal du Programme d'Ajustement Structurel et perspectives de 1'économie marocaine, Annales Mazocaines d'Economie, n.° monográfico Hors Série, Actes du Colloque Intemational.
ABDOU, M. y H. EL FAROUKI (1994): "PAS et marché de l'emploi urbain au
Mazoc", en AME (1994): Bilan décennal du Programme d'Ajustement Structurel et perspectives de 1'économie marocaine, Annales Marocaines d'Economie,
n.° monográfico Hors Série, Actes du Colloque Intemational.
AKALAY, O. (1987): Un regard sur 1'économie marocaine, Wallada, Casablanca.
AKESBI, N. y D. GUERRAOUI (1991): Enjeux agricoles, Éditions Le Fennec,
Casablanca.
AKESBI (1996): "Les laissés pour compte de 1'ajustement", Vivre autrement, diciembre, p. 7.
AKESBI, N. (1997): "La question des prix et des subventions au Mazoc face aux
mutations de la politique agricole", Options Méditerranéennes, Série B/n.° 11,
pp. 81-117.
AKESBI, N. (2002): "Agriculture et développement rural ou quand la politique
agricole se réduit á une politique de lutte contre les effets de la sécheresse",
Critique Economique, n.° 8, Ete-automne..
AMAR, M. (1998): "Les betteraviers de la Moulouya face á la libéralisation du
sous-secteur sucrier", en AA.W. (1998): L'agriculture marocaine face á la
mondialisation, Actes du Séminaire, AMAeco/DPAE, Rabat, pp. 306-341.
ASHFORD, D. (1961): Political change in Morocco, Princeton University
Press, Princeton.
El-BAKKOUCHI, B. y E. EZZAOUINI (1991): Contribution á l'étude des organisations professionnelles au Maroc. Cas des associations par produit et
316
des Chambres d'Agriculture, Tomos 1 y 2, Mémo^e de 3éme Cycle en Agronomie, Institut Agronomique et Vétérina ^e Hassan II, Rabat.
BASRI, D. (1988): L'administration temtoriale. L'expérience marocaine, Bordas, París.
BENHADI, A. (1976): "La politique mazocaine des barrages", Annuaire de
1'Afrique du Nord 1975, Ed. du CNRS, París, pp. 275-294.
BENLHAL, M. (1976): "Politique des barrages et problémes de la modernisation rurale dans le Gharb", Annuaire de l'Afrique du Nord 1975, Ed. du
CNRS, París, pp. 261-273.
BENSALAH, H. (1990): Le mouvement coopératif au Maroc: handicaps et espérances, Diplóme d'Études Supérieures en Droit Public, Faculté des Siences
Juridiques, Economiques et Sociales, Universidad Mohamed V, Rabat.
BLANC, F.-P. y C. HEN (d ^.) (1992): Perspectives pour une réforme des Chambres d'Agriculture au Maroc, Presses de 1'Université de Perpignan / Presses
de 1'Institut d'Études Politiques de Toulouse, Perpignan/Toulouse.
BONO, D. (1987): Les Chambres d'Agriculture. La représentation professionnelle au Maroc. Essai d'approche critique, Tomos 1 y 2, Mémo^e pour
1'obtention du Cycle Supérieur, ENAP, Rabat.
BOUDERBALA, N. (1974): "Aspects du probléme agraire au Maroc", en La
question agraire au Maroc, BESM, n.° 123-124-125, pp.199-211.
BOUDERBALA, N. (1977): "La formation du systéme foncier au Mazoc", en
La question agraire au Maroc 2, BESM, n.° 133-134, pp. 151-166.
BOUDERBALA, N. (1996a): "Les systémes de propriété fonciére au Maghreb.
Le cas du Mazoc", Cahiers Options Méditerranéennes, vol. 36, Montpellier,
pp. 47-66.
BOUDERBALA, N. (1996b): "L'aménagement des grands périmétres irrigués.
L'expérience marocaine", Cahiers Options Méditerranéennes, vol. 36, Montpellier, pp. 171-184.
BOUTAOUT, A. (1979): L'action coopérative, ses agents et ses acteurs dans le
périmétre irrigué du Haouz, Thése Doctorale, EHESS, París.
BRAHIMI, M. (1989): "La représentation politique des intéréts professionnels",
Revue Juridique, Politique et Economique du Maroc, n° 22, pp. 235-251.
BRETON (1974): "Elections professionnelles et locales mamcaines", Annuaire de
1'Afrique du Nord 1963, (2 a edición), CNRS, París, pp. 107-118.
BRUNET, J. (1972): "L'Office National des Irrigations au Mazoc. Deux ans
d'expérience", Annuaire de l'Afrique du Nord 1962 (2' edición), CNRS, París, pp. 249-267.
317
CHICHE, J. (sin fecha): L'Opération Labour et autres, bilan et efj-ets de la modernisation de la céréaliculture au Maroc (Documento entregado por el autor
sin publicaz).
CHRAIBI, M. (1977): "Réflexions sur la limitation de la propriété fonciére", en
La question agraire au Maroc, BESM, n.° 123-124-125, pp. 213-228.
COULEAU, J. (1967): La paysannerie marocaine, CNRS, París.
COULOMB, P. (1996): "De la tene á 1'État. Droit de propriété, théories économiques, politiques fonciéres", Cahiers Options Méditerranéennes, vol. 36,
Montpellier, pp. 13-40.
^
FERDAWCY, L. y M. TOZY (1992): "Le Développement paz la concertation et
la médiation", Annales Marocaines d'Economie, n.° 2, pp. 43-50.
FERDAWCY, L. (1994): "Le développement nual au-delá du P.A.S.", en AME
(1994): Bilan décenncil du Programme d'Ajustement Structurel et perspectives
de 1'économie marocaine, Annales Marocaines d'Economie, n.° spécial Hors
série, pp. 449^57.
FERDAWCY, L. y A. LOMRI (2000): "Maroc", en Agricultures familiales et développement rural en Méditerranée, Karthala/CII-IEAM, París, pp. 397-448.
FIKRI, A. (1988): Le Parlement marocain et les finances de 1'État, Afrique
Orient, Casablanca.
GERVAIS, M., JOLLIVET, M. e Y. TAVERNIER (1977): La fin de la France
paysanne, en Duby, G. y A. Wallon (1977): Histoire de la France rurale, T.
4, Points, Seuil, París.
GHAZALI, A. y A. DIEBOLD ( 1993): Les coopératives au Maroc, Friedrich
Ebert, Rabat.
GUERRAOUI, D. (1985): Agriculture et Développement au Maroc, Éditions
Maghrébines/Publisud, Casablanca/París.
GUERRAOUI, D. (1999): "L'agriculture marocaine face au défi de la mondialisation et de 1'ouverture" (Documento entregado por el autor sin publicaz).
HALAOUI, A. (1981): La coopération en milieu rural: cas du Tadla, Mémoire
du DiplBme d'Études Supérieures de 1'ENAP, ENAP, Rabat.
HAUBERT, M. (dir.) (1997): Les paysans, 1'Etat et le marché, Publications de la
Sorbonne Université de Paris I, París.
HAUBERT, M. (1999): "L'application des politiques libérales dans le secteur
agraire et le rSle des paysans comme entrepreneurs", Revue Tiers Monde,
n ° 157, pp. 87-106.
318
IHAZRIR, A. (1992): La question agraire dans le discours politique marocain
(1956-1983), Diplóme d'Études Supérieures en Droit Public, Faculté des
Sciences Juridiques, Economiques et Sociales, Universidad de Fez, Fez.
JOUVE, A.-M. y S. BELGHAZI (1993): Le secteur agricole et ses perspectives
á 1'horizon 2000. Maroc, Rapport Final, septiembre, Comisión de las Comunidades Europeas, Documento, Luxemburgo.
EL-KHYARI, T. (1987): Agriculture au Maroc, OKAD, Rabat.
LAZAREV, G. (1976): "Aspects du capitalisme agraire au Maroc avant le Protectorat", en Annuaire de 1:4frique du Nord 1975, Ed. du CNRS, Paris,
pp. 57-90.
MAHDI, M. (coord.) (1999): Étude de diagnostique participatif des Coopératives de la Réforme Agraire, Version provisoire, MADREF, Rabat.
MAHDI, M. (2001): "Les coopératives de la réfonne agraire trente ans aprés",
en Bulletin Economique et Socia12001, OKAD, Rabat, pp. 109-125.
EL-MALKI, H. (1989): Trente ans d'économie marocaine 1960-1990, Ed. Du
CNRS, París.
MARTHELOT, P. (1972): "Les implications humaines de 1'irrigation modeme
en Afrique du Nord", en Annuaire de l'Afrique du Nord 1962 (2 a ed.), Ed. du
CNRS, París, pp. 127-154.
MENDRAS, H. (1995): Les sociétés paysannes, Gallimard, folio/histoire, París.
MENOUNI, A. (1979): Le syndicalisme ouvrier au Maroc, Éditions Maghrébines, Casablanca.
EL MESMOUDI, T. (1993): "L'exercice du pouvoir fmancier du Parlement", en
AA.W. (1993): Trente années de vie constitutionnelle au Maroc, LGDJ, Paris, pp. 559-576.
MOORE, C. H. (1970): Politics in North Africa: Algeria, Morocco and Tunisia,
Little Brown and Co, Boston.
ODCO (1998): Recensement général des coopératives et unions. Résultats statistiques et indicateurs, Ministére des Affaires Générales du gouvemement,
Rabat.
PASCON, P. y M. BENTAHAR (1969): "Ce que disent 296 jeunes ruraux",
BESM, n.° 112-113.
PASCON, P. (1977): "Inten ogations autour de la Réforme Agraire", en La question agraire 2, BESM, n.° 133-134, pp. 183-200.
PASCON, P. (1980): Études Rurales. Idées et enquétes sur la campagne marocaine, SMER, Rabat.
319
PASCON, P. (1983): Le Haouz de Marrakech, Tl y T2, Éditions Mazocaines et
Intemationales, Tánger.
PASCON, P. (1986): 30 ans de sociologie du Maroc (monográfico en homenaje
a), BESM, n ° 155-156.
PASCON, P. y M. ENNAJI (1986): Les paysans sans terre au Maroc, Toubkal,
Casablanca.
,
EL QUORTOBI, A. (1987): État et paysannerie au Maroc, contribution á
I'Étude du changement social et du développement rural, Thése d'État, Universidad de París V, París.
RAKI, M. (1982): Le développement du capitalisme agraire et la politigue agricole du Maroc indépendant, Thése d'État, Universidad Hassan II, Casablanca.
RAKI, M. (1991): Agriculture et revenus, Actes Éditions, IAV, Rabat.
SEDDIKI, A. (1990): "L'agriculture dans la stratégie mazocaine de développement", Revue Marocaine de Droit et d'Economie du Développement, n° 23,
pp. 37-55.
SERGHII^TI, H. (1998): "Développement agricole et développement nual au
Mazoc", Forum Méditerranéen du Développement, Marraquech, 3-6 de septiembre (Texto de la Comunicación).
SWEARINGEN, W. (1988): Moroccan mirages, Agrarian dreams and deceptions, Taurus, Londres.
UMA (1992): Realizaciones y objetivos. Tercera Parte. Unas páginas que reflejan las actividades de la Unión, 1983-1990 (publicado en árabe con ocasión
del treinta y tres aniversario de la creación de la UMA). Ed. Tumi, Rabat
[Al-Itihad al-magribí lil-filaha: muniyazat wa-ahdaf, al-yuzaa attaalit, safaat
tulqii addaua `ala nashati al-itihad min 1983-1990, matbahat Tumi].
UMT (1961): "Qui posséde la terre au Maroc? La question paysanne", Cahiers
d'Information Syndicale, UMT.
"Rapport Zaamoun" (1977) en La question. agraire 2, BESM, n.° 133-134,
pp.66.
ZARTMAN, W. (1964): Destiny of a dinasty.• the search for Institutions in Morroco ^ developping society, University of South Cazoline Press, Columbia.
5.
INFORMES Y PUBLICACIONES DEL MII^iISTERIO
DE AGRICULTURA
DEPAP y MADRPM (2000): Etude. Organisation des Agriculteurs, Rapport Final, diciembre, MADRPM, Rabat.
320
DESPAUMAMVA (1995a): Projet de Développement du Secteur Privé
Agro-Industriel, "Etude de la composante Organisations Profesionnelles et
Interprofessionnelles", Gérard Deshayes Consultant, Rapport de Synthése,
Rabat.
DESPAUMAMVA (1995b): Projet de Développement du Secteur Privé
Agro-Industriel, "Etude de la composante Organisations Profesionnelles et
Interprofessionnelles", Gérard Deshayes Consultant, Rapport défmitif n.° 2
"Désengagement de l'État du secteur des Coopératives", Rabat.
MADRPM (2000a): Pour une Stratégie de développement á long terme de
I'agriculture marocaine, Colloque National de 1'Agriculture et du Développement Rural, 19-20 de julio 2000, MADRPM, Rabat.
MADRPM (2000b): Développément des Organisations Professionnelles Agricoles, Colloque National de 1'Agriculture et du Développement Rural, 19-20 de
julio 2000, MADRPM, Rabat.
MADRPM (2000c): Politique d'Appui á la mise en ceuvre de la Stratégie de Développement Agricole, MADRPM, Rabat.
MADRPM (1999): Stratégie 2020 de Développement Rural, Document de Référence, Conseil Général du Développement Agricole, Rabat.
MADRPM (1998): Recensementgénéral de 1'agriculture. Résultats Préliminaires, septiembre, DEPAP/MADRPM, Rabat.
MAEE (1998): Plate forme du prvjet de Loi-cadre d'Orientation Agricole,
Rapport défmitif, Ministére de 1'Agriculture, de 1'Equipement et de
1'Env^onnement, Département de I'Agriculture, Rabat.
MAMVA (1994): Plateforme pour une stratégie agricole, Ministére de.
1'Agriculture et de la Mise en Valeur Agricole, Rabat.
MAMVA/FAO (1998): Impact du Programme d'Ajustement Structurel sur le
Développement du Secteur Agricole, Tomos 1, 2, 3 y 4, MAMVA/FAO, Rabat.
MAREP y FAO (1998): Rapport de synthPSe des missions de consultation sur
les chambres d'agriculture, Projet TCP/MOR/6611, "Appui ^ la réorganisation et au renforcement des Chambres d'Agriculture du Maroc",
MAREP/FAO, Rabat.
321
6.
OTROS DOCUMENTOS
Annuaire des associations d'utilité économique (1996), COMESM, Casablanca.
Répertoire des Coopératives et Union des Coopératives du Maroc (1998),
ODCO, Rabat.
Cadre juridique des coopératives au Maroc, ODCO, Rabat (sin fecha).
7.
PRENSA ESPECIALIZADA
Maroc-Fruit (1993-2001), revista mensual de la ASPAM.
Le Primeuriste (1993-2001), revista mensual de la ASPEM.
EI Fellah (1995-2000), revista de la iJMA.
L'Eleveur (1997-2001), revista de la ANOC.
Le Terroir (1999-2001), revista mensual del Ministerio de Agricultura de Desarrollo Rural y de la Pesca Marítima.
Le Maroc Agricole (1973-1980), revista mensual.
Afrique Agriculture (1995-1998), revista trimestral.
8.
PRENSA ECONÓMICA Y DE INFORMACIÓN GENERAL
-L'Economiste (1991-2002).
-La ^e Economigue (1995-2001).
-Maroc-Hebdo (1996-2001).
322
MINISTROS DE AGRICULTURA
^
DE MARRUECOS
Gabioete
Mioistro
Peáodo
1. Bekkai
2. Bekkai
3. Balafrey
Ahmed Ben Mansur Nejjai
Hach Omaz Ben Abdeljalil
Abdenahim Buabid
7.12.55-25.10.56
25.10.56-16.4.58
12.5.58-3.12.58
4. Ibrahim
5. Mohamed V
6. Hassan II
Thami Amar
Hassan Zemmuri
Hassan II
24.I2.58-20.5.60
26.5.60.26.2.61
26.2.61-2.6.61
7. Hassan II
8. Hassan II
9. Bahnini
Ahmed Reda Guedira
Ahmed Reda Guedira
Dris Slaoui
2.6.61-5.1.63
5.1.63-13.11.63
13.I1.63-20.8.64
10. Bahnini
1 L Hassan [I
12. Hassan ❑
13. Hassan II
14. Hassan II
I5. Lazaki
16. Laraki
Mahyubi Ahardan
Mahyubi Ahardan
Haddou Echiguer
M'Hammed Zeghari
M'Hammed Bargach
Mohamed Benhima
Ahmed Laraki
20.8.64-8.6.65
8.6.65-23.2.66
32.2.66-1 L3.67
11.3.67-6.7.67
6.7.67-19.1.70
19.1.70.7.8.70
7.8.70.10.8.70
17. Laraki
l8. Laraki
19. Lamreni
20. Lamrani
21. Osman
22. Osman
23. Osman
24. Bouabid
25. Bouabid
26. Lamrani
27. Lamrani
28. Laraki
29. Lamrani
30. Lammni
Ahmed Lasky
Mustafa Sbihi
Maati Jorio
Maati Jorio
Abdeslam Bertada
Salah M'Zili
Mustafa Faris
Abdellatif Ghissasi
Othman Demnati
O[hman Demnati
Othman Demnati
Othman Demnati
Othman Demnati
Abdelaziz Mezian Belfquih
10.8.70-22.4.71
22.4.71-6.8.71
8.71-0.72
12.4.72-20.11.72
20.11.72-25.4.74
25.4.74-10.10.77
10.10.77-27.3.79
27.3.79-5.11.81
5.11.81-30.11.83
30.11.83-11.4.85
11.4.85-30.9.86
30.9.86-11.8.92
11.8.92-17.11.93
17.11.93-30.5.94
31. Filali
Abdelaziz Mezian Belfquih
30.5.94-27.2.95
32. Filali
Hassan Abuyub
27.2.95-13.8.97
33. Filali
Abdelaziz Mezian Belfquih
13.8.97-14.3.98
34. Yusufi
Habib EI-Malki
14.3.98-16.9.00
35. Yusufi
Ismal Alauí
16.9.00-10.10.02
36. Yetú
Mohamed Laenser
10.02-
Cartera
Agricultiua
Agricultura
Agricultuta, Economía Nacional y Vice-Presidencia
Agricultuta
Agricultura
Agricultura, Defensa Nacional y
Presidencia del Consejo
Agricultura e Interior
Agricultura e Interior
Agricultum, Asuntos Económicos y Finamas
Agricultum
Agricultura y Reforma Agraria
Agricultura y Reforma Agraria
Agricultura y Refortna Agraria
Agriculture y Reforma Agraria
Agricultura y Reforma Agraria
Agricultura, Reforma Agraria y
Primer Ministro
Agricultum y Refom^a Agraria
Agricultura y Refomta Agraria
Agricultura y Reforma Agraria
Agricultura y Reforma Agruia
Agricultum y Refottna Agraria
Agricultura y Refom^a Agraria
Agricultura y Refom^a Agraria
Agricultura y Refortna Agraria
Agricultura
Agricultura y Refomia Agraria
Agricultura y Reforma Agr^ria
Agricultura y Refortna Agraria
Agricultum y Reforma Agraria
Agri^ultwa y"Mise en Valeur*
Agrícola
Agricultuta y"Mise en Valeur
Agrícola"
Agricultura y"Mise en Valeur"
Agrícola
Agricultiua, Equipamiento y
Medio Ambiente
Agricultura, Desarrollo Rural,
Pesca Marítima
Agricultura, Desarrollo Rura1 y
Pesca Maritima
Agricultuia, Desartollo Ruml y
Pesca
Fuentes: Fatima Abou EI Karam (1988): Répenoire des gouvernemenu du Royaume du
Maroc (/955-/988), Casablanca. Desde 1988, elaboración propia a partir de los Annuarre
de 1'Afiique du Nord, Ed. du CNRS, Paris.
325
RELACIÓN DE INSTITUCIONES
ENTREVISTADAS 1
' Una serie de personalidades entrevistadas exigieron que no se les mencionara, por lo que
las instituciones a las que pertenecen no han sido incluidas en esta lista.
1.
ORGANISMOS DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL
- Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO), Delegación en Rabat.
- Embajada de Francia en Rabat, Cooperación Agraria.
- Agencia Francesa paza el Desarrollo (AFD), Rabat.
2.
MIMSTERIO DE AGRICULTURA
- Secretaría General.
- Inspección General.
- Dúección de Ganadería.
- Dirección de Producción Vegetal.
- Dúección de Empresas Públicas y Asociaciones Profesionales.
- Dúección de Estudios, Investigación y Desan-ollo (DERD).
- Oficina Central de Comunicación.
3.
OTROS MII^TISTERIOS Y ADMINISTRACIONES PiJBLICAS
- Oficina de Desarrollo del Cooperativismo (ODCO).
- Centro Nacional de la Juventud y del Porvenir (CNJA).
- Ministerio de Interior, Dúección de Asuntos Rurales.
4.
ORGANIZACIONES PROFESIONALES AGRARIAS
- ANEB (Asociación Nacional de Ganaderos de Bovinos).
- ANOC (Asociación Nacional de Ovinos y Caprinos).
- ANPVR (Asociación Nacional de Productores de Came Roja).
- APEFEL (Asociación de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas).
- APROBA (Asociación de Productores de Platanos).
- ASPAM (Asociación de Productores de Cítricos de Marruecos).
- ASPOT (Asociación de Productores de Plantas Oleaginosas y Textiles).
329
- ASPEM (Asociación de Productores Exportadores de Hortalizas).
- ATEK (Asociación Tasaut de Ganaderos de Bovinos de El-Kelaa Es-Sragna).
- FICOPAM (Federación de las Industrias de las Conservas de Productos Agrícolas Marroquíes).
- Cámara Agraria de Rabat.
- Cámara Agraria de El Kelaa Es-sragna.
- Cooperativa Lechera de Uled Zerrab.
- FNCA (Federación Nacional de Cámaras Agrarias).
- UMA (LJnión Marroquí de la Agricultura).
330
GLOSARIO DE TÉRMINOS ÁRABES
n
agadir: fortaleza, granero colectivo.
`amma: plebe, el pueblo.
`ayan: élites, notables.
bai`a: pleitesía reconocida al soberano. Forma de gobierno contractual. Acta de
investidura.
baraca: bendición, misericordia divina, fortuna atribuida, en particular, a los jerifes.
bled: región, tem^ño, zona n^ral.
bur: secano, tierras de secano.
caíd: jefe de tribu o de circunscripción territorial.
califa (jalifa): sucesor, delegado, sucesor del Profeta.
dahir: decreto del sultán o del rey.
fellah: campesino, agricultor.
fitna: desorden.
guich o yaich: ejército, tribus sometidas a la leva militar. ^erra guich: tierras
atribuidas a las tribus como contraparte de servicios militares).
habus (habiz, habices): bienes de manos muertas o de fundaciones pías o religiosas, así como las rentas que producen. ^erras Habices).
haíba: temor reverencial.
ijma`: consenso o unanimidad de la comunidad de los creyentes; es una de las
fuentes del derecho sunní.
imam: guía de la comunidad de los creyentes, de la oración.
iqta`a (sing. iqt`a): concesión fundiaria.
jamís (jammas): campesino con un contrato basado en la 1/5 parte de la cosecha.
jassa: élite.
jerife: descendiente del Profeta.
jobza: contrato que incluye el mantenimiento del obrero del campo.
kutla: frente.
majzen: corte y administración del sultán.
melk: tierras con un estatuto privado regido por el derecho musulmán.
musem: feria, romería relacionada con la devoción a un santón o morabito
(wali).
qa`ida: etiqueta, regla de comportamiento.
333
ras el-mal: tipo de asociación en la ganadería en la que el encazgado del ganado
no es dueño de la cabaña.
rebaa`: tipo de asociación en el que el campesino se beneficia de la cuarta pazte
de la cosecha.
salafí: reformismo musulmán.
shafá`a: intercesión.
shaij (plur. shiuj) (jeque): jefe al frente de una tribu, también en el sentido de
maestro, jefe místico-religioso de una tariqa o una cofradía religiosa. Agente
local de la administración territorial subordinado al caíd.
sharí`a: ley islámica.
shikayat: reclamaciones.
shura: consulta a los doctores de la ley religiosa. Se usa también para designaz
el gobierno consultivo.
siba: rebeldía; disidencia cuando las tribus se negaban a pagaz el impuesto al poder central en Marruecos. Asimilado a la herejia y al desorden (fitna).
sunní: de la tradición profética (sunna), islam mayoritario.
tertib: impuesto agrario introducido a fmales del siglo xnc.
twiza: trabajos en común, ayuda colectiva en el campo.
umma: la comunidad de creyentes en el Islam; en algunos contextos pasa a significaz "nación-matriz".
`urf: derecho consuetudinario.
yamá`a: asamblea, asamblea local o de tribu.
wazir: ministro.
334
PUBLICACIONES DEL MINISTERIO
DE AGRICULTURA, PESCA
Y ALIMENTACIÓN
SERIE ESTUDIOS
1.
García Fernando, Manuel. La innovación tecnológica y su'difusión
en la agricultura. 1976. 300 p. (agotado).
2. Situación y perspectivas de la agricultura familiar en España.
Arturo Camilleri Lapeyre et al. 1977. 219 p. (agotado).
3. Propiedad, herencia y división de la explotación agraria. La sucesión en el Derecho Agrario. Director: José Luis de los Mozos.
1977. 293 p. (agotado).
4. Artola, Miguel, Contreras, Jaime y Bernal, Antonio Miguel. El latifundio. Propiedad y explotación, siglós XVIII-XX. 1978. 197 p.
(agotado).
5. Juan i Fenollar, Rafael. La formación cie la agroindustria en España (1960-1970). 1978. 283 p.
6. López Linage, Javier. Antropología de la ferocidad cotidiana: supervivencia y trabajo en una comunidad cántabra. 1978. 283 p.
7. Pérez Yruela, Manuel. La conflictividad campesina en la provincia
de Córdoba (1931-1936). 1978. 437 p.
8. López Ontiveros, Agustín. EI sector oleícola y el olivar: oligopo°
lio y coste de recolección. 1978. 218 p.
9. Castillo, Juan José. Propietarios muy pobres. Sobre la subordina' ción política del pequeño campesino en España (la Confederación
Nacional Católica Agraria, 1917-1924). 1979. 552 p.
10. La evolución del campesinado: la agricultura en el desarrollo capitalista. Selección de Miren Etxezarreta Zubizarreta. 1979. 363 p.
11. Moral Ruiz, Joaquín del. La agricultura española a mediados del
siglo XIX (I850-1870). Resultados de una encuesta agraria de la
época. 1979. 228 p.
12. Titos Moreno, Antonio y Rodríguez Alcaide, José Javier. Crisis
económica y empleo en Andalucía. 1979. 198 p.
13. Cuadrado Iglesias, Manuel. Aprovechamiento en común de pastos
y leñas. 1980. 539 p.
14. Díez Rodríguez, Fernando. Prensa agraria en la España de la
Ilustración. El semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos (1997-1808). 1980. 215 p.
337
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
338
Arnalte Alegre, Eladio. Agricultura a tiempo parcial en el País Yalenciano. Naturaleza y efectos del fenómeno en el regadío litoral.
1980. 378 p.
Grupo ERA (Estudios Rurales Andaluces). Las agriculturas andaluzas. 1980. 505 p.
Bacells, Albert. El problema agrario en Cataluña. La cuestión Rabassaire (1980-1936). 1980. 438 p.
Carnero i Arbat, Teresa. Expansión vinícola y atraso agrario
(1870-1900). 1980. 289 p.
Cruz Villalón, Josefina. Propiedad y uso de la tierra en la Baja
Andalucía. Carmona, siglos XVIII-XX. 1980. 360 p.
Héran Haen, François. Tierra y parentesco en el campo sevillano:
la revolución agrícola del siglo XIX. 1980. 268 p.
García Ferrando, Manuel y González Blasco, Pedro. Investigación
agraria y organización social. 1981. 226 p.
Leach, Gerald. Energía y producción de alimentos. 1981. 210 p.
Mangas Navas, José Manuel. EI régimen comunal agrario de los
Concejos de Castilla. 1981. 316 p.
Tió, Carlos. La política de aceites comestibles en la España del siglo XX. 1982. 532 p.
Mignon, Christian. Campos y campesinos de la Andalucía mediterránea. 1982. 606 p.
Pérez Touriño, Emilio. Agricultura y capitalismo. Análisis de la
pequeña producción campesina. 1983. 332 p.
.
Vassberg, David E. La venta de tierras baldias. El comunitarismo
agrario y la Corona de Castilla durante el siglo XVI. 1983. 265 p.
Romero González, Juan. Propiedad agraria y sociedad rural en la
España mediterránea. Los casos valenciano y castellano en los siglos XIX y XX. 1983. 465 p.
^
Gros Imbiola, Javier. Estructura de la producción porcina en Aragón. 1984. 235 p.
López López, Alejandro. EI boicot de la derecha y las reformas de
la Segunda República. La minoría agraria, el rechazo constitucional y la cuestión de la tierra. 1984. 452 p.
Moyano Estrada, Eduardo. Corporatismo y agricultura. Asociaciones profesionales y articulación de intereses en la agricultura
española. 1984. 357 p.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
Donézar Díez de Ulzurrun, Javier María. Riqueza y propiedad en
la Castilla del Antiguo Régimen. La provincia de Toledo en él siglo XVIII. 2 a edición 1996. 580 p.
Mangas Navas, José Manuel. La propiedad de la tierra en España.
Los patrimonios públicos. Herencia contemporánea de.un reformismo inconcluso. 1984. 350 p. (agotado).
Sobre agricultores y campesinos. Estudios de Sociología Rural de
España. Compilador. Eduardo Sevilla-Guzmán. 1984. 425 p.
Colino Sueiras, José. La Integración de la agricultura gallega en
el capitalismo. EI horizonte de la CEE. 1984. 438 p.
Campos Palacín, Pablo. Economia y Energía en la dehesa extremeña. 1984. 335 p. (agotado).
Piqueras Haba, Juan. La agricultura valenciana de exportación y
su formación histórica. 1985. 249 p.
Viladomiu Canela, Lourdes. La inserción de España en el complejo soja-mundial. 1985. 448 p.
Peinado García, María Luisa. EI consumo y la industria alimentaria en España. Evolución, problemática y penetración del capital
extranjero a partir de 1960. 1985. 453 p.
Lecturas sobre agricultura familiar. Compiladores: Manuel Rodríguez Zúñiga y Rosa Soria Gutiérrez. 1985. 401 p.
La agricultura insuficiente. La agricultura a tiempo parcial. Directora: Miren Etxezarreta Zubizarreta. 1983. 442 p.
Ortega López, Margarita. La lucha por la tierra en la corona de
Castilla al final del Antiguo Régimen. EI expediente de Ley Agraria. 1986. 330 p.
Palazuelos Manso, Enrique y Granda Alva, Germán. El mercado
del café. Situación mundial e importancia en el comercio con
América Latina. 1986. 336 p.
Contribución a la historia de la trashumancia en España. Compiladores: Pedro García Martín y José María Sánchez Benito. 2 a edición 1996. 512 p.
Zambrana Pineda, Juan Francisco. Crisis y modernización del olivar español, 1870-1930. 1987. 472 p.
Mata Olmo, Rafael. Pequeña y gran propiedad agraria en la depresión del Guadalquivir. 1987. 2 tomos. (agotado).
Estructuras y regímenes de tenencia de la tierra en España: Ponencias y comunicaciones del II Coloquio de Geografa Agraria.
1987. 514 p.
339
48.
San Juan Mesonada, Carlos. Eficacia y rentabilidad de la agricultura española. 1987. 469 p.
49. Martínez Sánchez, José María. Desarrollo agricola y teoría de sistemas. 1987. 375 p. (agotado).
50. Desarrollo rural integrado. Compiladora: Miren Etxezarreta Zubizarreta. 1988. 436 p. (agotado).
51. García Martín, Pedro. La ganadería mesteña en la España borbónica (1700-1836). 1988. 483 p.
52. Moyano Estrada, Eduardo. Sindicalismo y política agraria en
Europa. Las organizaciones profesionales agrarias en Francia,
Italia y Portugal. 1988. 648 p.
53. Servolin, Claude. Las políticas agrarias. 1988. 230 p. (agotado).
54. La modernización de la agricultura española. 1956-1986. Compilador: Carlos San Juan Mesonada. 1989. 559 p.
55. Pérez Picazo, María Teresa. El Mayorazgo en la historia económica de la región murciana, expansión, crisis y abolición (Ss.
XYII-XI^. 1990. 256 p.
56. Camino rural en Europa. Programa de investigación sobre las estructuras agrarias y la pluriactividad. Montpellier, 1987. Fundación Arkleton. 1990. 381 p.
57. La agrociudad mediterránea. Estructuras sociales y procesos de
desarrollo. Compilador: Francisco López-Casero Olmedo. 1990.
420 p.
58. El mercado y los precios de la tierra: funcionamiento y mecanismos de intervención. Compiladora: Consuelo Varela Ortega. 1988.
434 p.
59. García Álvarez-Coque, José María. Análisis institucional de las
políticas agrarias. Conflictos de intereses y política agraria. 1991.
^
387 p.
60. Alario Trigueros, Milagros. Significado espacial y socioeconómico
de la concentración parcelaria en Castilla y León. 1991. 457 p.
61. ^ Giménez Romero, Carlos. Valdelaguna y Coatepec. Permanencia
y funcionalidad del régimen comunal agrario en España y México.
1991. 547 p.
62. Menegus Bornemann, Margarita. Del Señorío a la República de
indios. El caso de Toluca, 1500-1600. 1991. 260 p.
63. Dávila Zurita, Manuel María y Buendía Moya, José. EI mercado
de productos fitosanitarios. 1991. 190 p.
340
64.
65.
66.
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
78.
79.
Torre, Joseba de la. Los campesinos navarros ante la guerra napoleónica. Financiación bélica y desamortización civil. 1991. 289 p.
Barceló Vila, Luis Vicente. Liberación, ajuste y reestructuración
de la agricultura española. 1991. 561 p.
Majuelo Gil, Emilio y Pascual Bonis, Ángel. Del catolicismo
agrario al cooperativismo empresarial. Setenta y cinco años de la
Federación de Cooperativas návarras, 1910-1985. 1991. 532 p.
Castillo Quero, Manuela. Las políticas limitantes de la oferta lechera. Implicaciones para el sector lechero español. 1992. 406 p.
Hitos históricos de los regadíos españoles. Compiladores: Antonio
Gil Olcina y Alfredo Morales Gil. 1992. 404 p.
Economía del agua. Compilador: Federico Aguilera Klink. 2.a edición 1996. 425 p.
^
Propiedad y explotación campesina en la España contemporánea.
Compilador: Ramón Garrabou. 1992. 379 p.
Cardesín, José María. ^erra, trabajo y reproducción social en una
aldea gallega. (Ss. XYII-X^. Muerte de unos, vida de otros. 1992.
374 p.
Aldanondo Ochoa, Ana María. Capacidad tecnológica y división
internacional del trabajo en la agricultura. (Una aplicación al comercio internacional hortofrutícola y a la introducción de innovaciones postcosecha en la horticultura canaria). 1992. 473 p.
Paniagua Mazorra, Ángel. Repercusiones sociodemográficas de la
política de colonización durante el siglo XIX y primer tercio
del X,Y. 1992. 413 p.
Marrón Gaite, María Jesús. La adopción y expansión de la remolacha azucarera en España (de los origenes al momento actual).
1992. 175 p.
Las organizaciones profesionales agrarias en la Comunidad Europea. Compilador: Eduardo Moyano Estrada. 1993. 428 p.
Cambio tecnológico y medio ambiente rural. (Procesos y reestructuraciones rurales). Compiladores: Philip Lowe, Terry Marsden y
Sarah Whatmore. 1993. 339 p.
Gavira Álvarez, Lina. Segmentación del mercado de trabajo rural
y desarrollo: el caso de Andalucía. 1993. 580 p.
Sanz Cañada, Javier. Industria agroalimentaria y desarrollo regional. Análisis y toma de decisiones locacionales. 1993. 405 p.
Gómez López, José Daniel. Cultivos de invernadero en la fachada
Sureste peninsular ante el ingreso en la C.E. 1993. 378 p.
341
80.
81.
82.
83.
84,
85.
86.
87.
88.
89.
90:
91.
92.
93.
94.
95.
96.
342
Moyano Estrada, Eduardo. Acción colectiva y cooperativismo en
la agricultura europea (Federaciones de cooperativas y representación de intereses en la Unión Europea). 1993. 496 p.
Camarero Rioja, Luis Alfonso. Del éxodo rural y del éxodo urbano. Ocaso y renacimiento de los asentamientos rurales en España.
1993. 501 p.
Baraja Rodríguez, Eugenio. La expansión de la industria azucarera y el cultivo remolachero del Duero en el contezto nacional.
1994. 681 p.
Robledo Hernández, Ricardo. Economistas y reformadores españoles: La cuestión agraria (1760-1935). 1994. 135 p.
Bonete Perales, Rafael. Condicionamientos internos y externos de
la PAC. 1994. 470 p.
Ramón Morte, Alfredo. Tecnificación del re^adío valenciano.
1994. 642 p.
Pérez Rubio, José Antonio. Yunteros, braceros y colonos. La politica agraria en Extremadura, 1940-1975. 1994. 612 p.
La globalización del sector agroalimentario. Director: Alessandro
Bonnano. 1994. 310 p.
Modernización y cambio estructural en la agricultura española.
Coordinador: José María Sumpsi Viñas. 1994. 366 p.
Mulero Mendigorri, A. Espacios rurales de ocio. Significado general y análisis en la Sierra Morena cordobesa. 1994. 572 p.
Langreo Navarro, Alicia y García Azcárate, Teresa. Las interprofesionales agroalimentarias en Europa. 1994. 670 p.
Montiel Molina, Cristina. Los montes de utilidad pública en la Comunidad Yalenciana. 1994. 372 p.
La agricultura familiar ante las nuevas políticas agrarias comunitarias. Miren Etxezarreta Zubizarreta et al. 1994. 660 p.
Estimación y análisis de la balanza comercial de productos agrarios y agroindustriales de Navarra. Director: Manuel Rapún Gárate. 1995. 438 p.
Billón Currás, Margarita. La exportación hortofrutícola. El caso
del albaricoque en fresco y la lechuga iceberg. 1995. 650 p.
California y el Mediterráneo. Historia de dos agriculturas competidoras. Coordinador: José Morilla Critz. 1995. 499 p.
Pinilla Navarro, Vicente. Entre la inercia y el cambio: el sector
agrario aragonés, 1850-1935. 1995. 500 p.
97.
98.
99.
100.
101.
102.
103.
104.
105.
106.
107.
108.
109.
110.
111.
112.
Agricultura y desarrollo sostenible. Coordinador: Alfredo Cadenas Marín. 1994. 468 p.
Oliva Serrano, Jesús. Mercados de trabajo y reestructuración rural: una aproximación al caso castellano-manchego. 1995. 300 p.
Hacia un nuevo sistema rural. Coordinadores: Eduardo Ramos
Real y Josefina Cruz Villalón. 1995. 792 p.
Catálogo monográfico de los 99 libros correspondientes a esta
Serie.
López Martínez, María. Análisis de la industria agroalimentaria
española (1978-1989). 1995. 594 p.
Carmona Ruiz, María Antonia. Usurpaciones de tierras y derechos comunales en Sevilla y su "^erra" durante el siglo XV.
1995. 254 p.
Muñoz Torres, María Jesús. Las importaciones de cítricos en la
República Federal de Alemania. Un enfogue cuantitativo. 1995.
174 p.
García Muñoz, Adelina. Los que no pueden vivir de lo suyo: trabajo y cultura en el campo de Calatrava. 1995. 332 p.
Martínez López, Alberte. Cooperativismo y transformaciones
agrarias en Galicia, 1886-1943. 1995. 286 p.
Cavas Martínez, Faustino. Las relaciones laborales en el sector
agrario. 1995. 651 p.
EI campo y la ciudad (sociedad rural y cambio social). Edición a
cargo de M a Antonia García León. 1996. 282 p.
EI sistema agroalimentario español. Tabla input-output y análisis
de las relaciones intersectoriales. Director: Antonio Titos Moreno. 1995. 431 p.
Langreo Navarro, Alicia. Historia de la industria láctea española: una aplicación a Asturias. 1995. 551 p.
Martín Gil, Fernando. Mercado de trabajo en áreas rurales. Un
enfoque integrador aplicado a la comarca de Sepúlveda. 1995.
619 p.
Sumpsi V'iñas, José María y Barceló Vila, Luis V. La Ronda Uruguay y el sector agroalimentario español (Estudio del impacto en
el sector agroalimentario español de los resultados de la Ronda
Uruguay). 1996. 816 p.
Forgas i Berdet, Esther. Los ciclos del pan y del vino en las paremias hispanas. 1996. 562 p.
343
113.
114.
115.
116.
117.
118.
119.
120.
121.
122.
123.
124.
125.
126.
127.
128.
344
Reformas y politicas agrarias en la historia de España (De la
Ilustración al primer franquismo). Coordinadores: Ángel García
Sanz y Jesús Sanz Fernández. 1996. 406 p.
Mili, Samir. Organización de mercados y estrategias empresariales en el subsector del aceite de oliva. 1996. 383 p.
Burgaz Moreno, Fernando J. y Pérez-Morales Albarrán, M a del
Mar. 1902-1992. 90 años de seguros agrarios en España. 1996.
548 p.
Rodríguez Ocaña, Antonio y Ruiz Avilés, Pedro. El sistema
agroindustrial del algodón en España: 1996.
Manuel Valdés, Carlos M. 7ierras y montes públicos en la Sierra
de Madrid (sectores central y meridional). 1996. 551 p.
Hervieu, Bertrand. Los campos del futuro. 1996. 168 p.
Parras Rosa, Manuel. La demanda de aceite de oliva virgen en el
mercado español. 1996. 369 p.
López Iglesias, Edelmiro. Movilidad de la tierra y dinámica de
las estructuras en Galicia. 1996.
Baz Vicente, María Jesús. Señorío y propiedad foral de la alta
nobleza en Galicia. Siglos XVI y XX. La Casa de Alba. 1996.
Giráldez Rivero, Jesús. Crecimiento y transformación del sector
pesquero gallego (1880-1936). 1996. 123 p.
Sánchez de la Puerta, Fernando. Extensión y desarrollo rural.
Análisis y práxis extensionistas. 1996.
Calatrava Andrés, Ascensión y Melero Guilló, Ana María. España, Marruecos y los productos agroalimentarios. Dificultades y
potencialidades para las exportaciones de frutas y hortalizas.
1996. 286 p.
García Sanz, Benjamín. La sociedad rural ante el siglo XXI.
1996.
Román Cervantes, Cándido. Propiedad, uso y explotación de la
tierra en la comarca del campo de Cartagena. (Siglos XIX y X.^.
1996.
Estructuras agrarias y movimientos campesinos en América Latina (1950-1990). Coordinadores: León Zamosc, Estela Martínez y
Manuel Chiriboga. 1996.
Casado, Santos. Los primeros pasos de la ecología en España.
Los naturalistas del cambio de siglo y la introducción a la ciencia ecológica (Coedición con el CSIC). 1996.
129.
130.
131.
132.
133.
134.
135.
136.
137.
138.
139.
Transformaciones agrarias y cultura material en Andalucía
Oriental y Norte de Marruecos. González Alcantud, J. A. et al.
1996.
Iriarte Goñi, J. I. Bienes comunales y capitalismo agrario en Navarra. 1855-1935. 1996.
Azcárate Luxán, Isabel. Plagas agrícolas y forestales en España
(Siglos XVIII y XI^. 1996.
Baumeister, Martín. Campesinos sin tierra. Supervivencia y re^
sistencia en Extremadura (1800-1923). 1996.
La
vocación
ganadera
del
norte
de
Domínguez Martín, Rafael.
del
mercado
mundesafios
España. Del modelo tradicional a los
dial. 1996. 448 p.
Díaz Méndez, Cecilia. Estrategias familiares y juventud rural.
1997. 328 p.
Gonzalo, Manuel y Lamo de Espinosa, Jaime (d ^ectores). Oportunidades para la inversión y el comercio agroalimentario español en América. 1997. 492 p.
Cadenas Marín, Alfredo y Cantero Talavera, Catalina. Implicaciones agroalimentarias de la adhesión a la Unión Europea de
los PECO. 1997. 206 p.
Morilla Critz, José; Gómez-Pantoja, Joaquín y Cressier, Patrice
.(eds). Impactos exteriores sobre el mundo rural mediterráneo.
1997. 660 p.
Recopilación Ponencias Seminario. La comercialización y la distribución de productos perecederos agroalimentarios y pesqueros. 1998. 274 p.
Gonzalo, Manuel y Sainz Vélez, José (d^ectores). EI derecho público de la Agricultura: Estado actual y perspectivas. 1998.
494 p.
Quintana, J.; Cazorla, A. y Merino, J. Desarrollo rural en la
Unión Europea: Modelos de participación social. 1999. 258 p.
141. Andrés Pedreño Cánovas. Del jornalero agrícola al obrero de las
jactorias vegetales: Estrategias familiares y nomadismo laboral
en la ruralidad murciana. 1999. 376 p.
142. Eduardo Ramos Real. EI desarrollo rural en la Agenda 2000.
1999. 624 p.
Gonzalo,
M. y Velarde Fuertes, J. Reforma de la PAC y Agenda
143.
2000: Nuevos tiempos, nueva agricultura. 2000. 336 p.
140.
345
144.
145.
146.
147.
148:
149.
150.
151.
152.
153.
154.
155.
156.
346
García González, F. Las estrategias de la diferencia. Familia y
reproducción social en la Sierra (Alcaraz, s. XVIII). 400 p.
Recopilación Ponencias-Seminario. Comercialización y distribución de productos pesqueros. 2000. 344 p.
García Pascual, F. (Coordinador). EI mundo rural en la era de la
globalización. Incertidumbres y potencialidades. 2001. 544 p.
Ainz Ibarrondo, M a J. El caserio vasco en el país de las industrias. 2001. 368 p.
Sayady, S. y Calatrava, J. Análisis funcional de los sistemas agrarios para un desarrollo rural sostenible: las funciones productivas, recreativas y estéticas de la agricultura en la Alpujarra alta.
2001. 332 p.
Compés López, R.; García Álvarez-Coque, J. M.a y Reig Martínez, E. Agricultura, comercio y alimentación. (La Organización
Mundial del Comercio y las negociaciones comerciales multilaterales). 2001. 408 p.
González Femández, M. Sociologia y Ruralidades (La construcción social del desarrollo rural en el Yalle de Liébana). 2002.
512 p.
Segrelles Serrano, J. A. (Coordinador). Agricultura y Espacio
Rural en Latinoamérica y España. (Posibilidades y riesgos ante
la mundialización de la economía). 2002. 408 p.
Piqueras Arenas, J. A. (Coordinador). Bienes comunales: (Propiedad, poderes y apropiación). 2002. 260 p.
Lamo de Espinosa, Jaime (director). Visión del futuro de la agricultura europea. 2002. 256 p.
García Sanz, Benjamín. Sociedad Rural y Desarrollo. 2002. 452 p.
Delgado Serrano, M a del Mar. La politica rural europea en la encrucijada. 2004. 342 p.
M a Jesús Marrón Gaite y Gerardo García Femández (Coordinadores). Agricultura, medio ambiente y sociedad. 2004. 276 p.
s
D
Por su cercanía y por los intereses comunes en numerosos ámbitos, Marruecos
es un país de importancia estratégica para España. Paradójicamente, el
conocimiento en nuestro país de la sociedad marroquí, en general, y de su
agricultura, es limitado. Aunque la agricultura es un área de intereses comunes
en las relaciones hispano-marroquíes, el desconocimiento mutuo ha
propiciado en ciertas ocasiones conflictos por asuntos coyunturales,
desaprovechándose otras posibilidades de cooperación.
Dentro de esta Serie ya se han publicado otros libros centrados en aspectos
coyunturales sobre relaciones históricas y comerciales entre Marruecos y
España. Este libro analiza, con claridad, desde una perspectiva sociológica e
histórica, la evolución de la política agraria, el papel del Estado y las distintas
instituciones que articulan los intereses de los agricultores (Cámaras agrarias,
cooperativas, Organizaciones Profesionales Agrarias,...) en Marruecos. Por
ello, aporta información valiosa sobre la realidad de un país que transita por
un complejo proceso de reformas políticas y económicas, convirtiéndose así
en una obra de gran utilidad para responsables de las distintas
Administraciónes, dirigentes y técnicos de las organizaciones profesionales
agrarias y para todo el que desee acercarse a la realidad marroquí con un
espíritu abierto y con afán de aprender sobre el país magrebí.
Thierry Desrues es licenciado en Historia por la Universidad de Rennes
(Francia) y doctor por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido
investigador visitante del Institut de Recherches et d'Etudes sur le Monde
Arabe et Musulman (IREMAM) del Centre National de la Recherche
Scientifique (CNRS) en Aix-en-Provence (Francia). Desde hace diez años,
desarrolla su labor investigadora en el Instituto de Estudios Sociales de
Andalucía ([ESA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
en Córdoba, dirigiendo la línea de investigación sobre las reformas y la
sociedad civil en el Magreb. También es miembro del equipo de investigación
del Taller de Estudíos Internacionales Mediterráneos (TEIM) de la
Universidad Autónoma de Madrid.
9
WraSTHlp
DE IlR^Q1lTURA PKCA
Y ALNB^(iK7ON
CBJTRO DE Pl1BLIC^.CJON6
Pa+eo de h 4íana haód. I- 28D I I Fhóid
Descargar