La apuesta de ser hombre En nuestro lenguaje cotidiano hay cosas realmente muy llamativas, una de ellas es esa frase tan común con la que ante cualquier fallo de alguien, comentamos: “Eso es muy humano”. Alguien hace trampas en un examen o en un concurso y decimos: “Es muy humano”. Otro defrauda al fisco y explicamos “Es humano”. Un hombre celoso hace la vida imposible a su mujer y comentario al canto: “Es muy humano”. Tras un fracaso, alguien se viene abajo y se sumerge en la amargura, y le compadecemos con un “Es humano”. Curiosamente llamamos “humanos” sólo a nuestros vicios y carencias, incluso, a veces, ese “Humano” se convierte en sinónimo de animal. Parecería que lo propio del hombre es lo bajo, lo caduco, lo que le aleja de las cumbres y de las virtudes. Pero..... ¡si realmente lo humano es lo que nos diferencia del animal! ¡Si lo humano es la razón, la voluntad, la conciencia, el esfuerzo, la perfectibilidad! Eso es lo verdaderamente humano. Humana es la inteligencia que hace del hombre un permanente buscador de la verdad, un ser ansioso de claridad, un alma hambrienta de profundidad. Humana es la voluntad, el coraje, el afán de luchar, el saber sobre ponerse a la desgracia, la capacidad para esperar contra toda esperanza. Humana es la conciencia que nos impide engañarnos a nosotros mismos, la voz que desde dentro nos despierta para seguir escalando, la exigencia que nos impide dormirnos. Humano es el afán de ser mejores, el saber que aún estamos a medio camino, el señalarnos como meta la perfección aunque sepamos que nunca llegaremos a la meta total. Todo eso es lo humano, difícilmente llegaremos a ser verdaderos hombres si empezamos por auto disculpar nuestros errores bajo la capa de que “son humanos”. Ser hombre, es una aventura muy ambivalente. Pascal definía al hombre como: “juez de todas las cosas, estúpida lombriz de tierra, depositario de la verdad, montón de dudas, gloria y desperdicio del universo”. Sí, es todo eso y mucho más y por eso la verdadera aventura y gloria de los humanos es, precisamente, elegir entre esas cosas, sabiendo que podemos quedarnos en aquello que decía Baroja del hombre (“un ser un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo”) o ser precisamente esa “gloria del universo”. Y ¿cuáles son las claves de la apuesta? Literalmente: apostar por lo que el hombre tiene de animal o por lo que tiene de racional, apostar por el egoísmo o la generosidad. Elegir entre una vida vivida o una vida arrastrada, 1 optar entre vivir despierto o vegetar. Empeñarse en realizar nuestros mejores sueños o masticar nuestros peores deseos. Pasar los años envejeciendo, pero sin madurar, o esforzarnos por madurar sin envejecer; elegir entre practicar las virtudes y proyectarnos como hombres de verdad o quedarnos en la dejadez y el conformismo para dejarnos arrastrar por los vicios. Saber que como decía A. Dumas “el hombre nace, sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones, y los más mueren sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones”, o levantar tercamente la bandera de las ilusiones y saber que podremos perder todo menos el entusiasmo y las ganas de mejorar de crecer y crecer un poquito cada día. Lo grave del asunto es que todo hombre tiene que hacer esas opciones y que cada uno tiene que hacer la propia, sin buscarse disculpas en que el mundo o las circunstancias no lo dejaron. Vivir, efectivamente, es apostar y mantener la apuesta. No apostar y dejar la apuesta en la primera esquina, es, simplemente morir antes de tiempo. San Agustín, para ofrecer a los humanos el mejor de los piropos, decía que el hombre es “capax Dei”, “capaz de Dios”. Y efectivamente lo que define el tamaño del alma es el “ser capaz de...”. Capaz nada menos que de Dios, pero también capaz de un vacío que, precisamente por esa grandeza, sería casi infinito. ¿Hay en el universo tragedia mayor que un alma que se muere sin llegar a existir? ¿Qué aullidos no dará la naturaleza cada vez que se le obliga a prostituirse de necedad y vació? ¡ Es tanto lo que podemos ganar! ¡Tanto lo que podemos perder! Me asusta ser hombre. Me entusiasma y me asusta. A lo que no estoy dispuesto es a engañarme, a pensar que esto es un jueguecillo sin importancia, que los años son unas fichas de cartón que nos dieron para ir entreteniéndonos mientras cae la tarde y se va la vida. 2 Importancia de los valores En los años 30’s del siglo pasado el economista alemán Hjalmar Schacht escandalizó a sus colegas europeos al afirmar que: “ni el poder, ni el dinero, son los que dan forma al carácter y sentido a la vida, sólo el poder espiritual, la vivencia de valores y la actitud moral que asumamos ante él pueden cambiarlo y embellecerlo”. Sin duda alguna, el hombre de este siglo de transición se encuentra en crisis, se trata de un problema de identidad y de finalidades, que en el fondo expresa una falta de experiencias profundas de valoración y de valores. La crisis así entendida, no es de valores, la crisis es de nosotros, en cuanto a que es nuestra la incapacidad o dificultad de vivenciar o expresar los valores. Cuando una persona vive momentos difíciles, muchas veces se pregunta qué significado tiene su existencia, hacia dónde se dirige y si los valores por los que ha luchado, hasta ese momento son auténticos. Por eso, es necesario que la persona establezca una jerarquía en la que defina los valores más importantes y los que habrán de darle sentido a su proyecto de vida, para hacerlos propios y actuar siempre de acuerdo con ellos. La formación en valores es una necesidad del mundo de hoy, porque estos, vividos y comunicados se convierten en hábitos operativos y en el fundamento de un buen carácter, ya que, la niñez y la juventud son esperanza, la infancia es la esperanza de un pueblo que se moldea en nuestras manos, y en la infancia todo es esperanza. Por lo mismo que la infancia es la esperanza de un pueblo, esto es, su vida, poder y cultura para el día de mañana, todo cuanto se haga a favor de la infancia se hace a favor de un pueblo bien formado, y lo que se deje de hacer o haga mal en la escuela por negligencia, abandono o perversión doctrinal o moral, es laborar en contra de la patria por constituir caracteres débiles. Por lo mismo que en la infancia todo es esperanza, hay que alentarla, cultivarla, orientarla, educarla y ayudarla con toda clase de palabras, estímulos y premios, valorarla por lo que es y por lo que puede llegar a ser, y jamás desalentar ni desanimar con hechos, dichos ni castigos deprimentes. No olvidemos que en el niño todo es esperanza; que el retrasado con el tiempo avanza, que el corto con el trabajo alarga, que el torpe con el cultivo se alista, y que el malo ordinariamente no lo es por su culpa sino por la nuestra, y 3 para algo somos educadores; para alentar y fomentar todo lo bueno y corregir todo lo malo en esa edad en que las ideas ni las costumbres tienen consistencia y todo se haya en formación, todo esperando a darle forma y sentido a ese carácter insipiente, o esperando a que llegue a madurar. Nosotros los maestros que a todas horas estamos dando lecciones, debemos aprender ésta frase de: Soren Kierkegaard al señalar en una ocasión que: “el maestro enseña más con lo que es que con lo que dice”. Por tal motivo, para hablar de valores, no sólo basta conocerlos, enumerarlos y describirlos, es necesario que nos apropiemos de ellos, es necesario encarnarlos, y sobre todo es necesario vivirlos, comunicarlos y expresarlos. Porque los valores no valdrían la pena si su portador, la persona de carácter no valiese; es decir, valen los valores porque la persona es sujeto de la formación de su carácter, valen los valores, porque la persona es portadora de los mismos valores, valen los valores porque son cualidades que se justifican por sí mismos, por su contenido en sí y por lo que implica y significa un bien por sí mismo y que favorece la plena realización del hombre. Pero también los valores implican la voluntad del sujeto, el deseo, la admiración y el apreciarlos como un bien que se quiere sea propio de nuestro proyecto de vida. Los valores deben ser por tanto, “los modelos ideales de la realización de toda persona”, son el medio, el ente ideal y los elementos en nuestra vida que nos llevan y ayudan a conseguir fines, éstos cubren una serie de necesidades, pero aún más, los valores nos ayudan a construirnos como personas de carácter al convertirse en acciones y conductas propositivas. Sólo los valores son los que dan sentido y coherencia a nuestro proyecto de vida y a nuestra labor educativa, porque esta opción humanista requiere un compromiso y una clara conciencia de la escala de los valores por ser el fundamento de cualquier sociedad; sin ellos, no se tiene la posibilidad de construir una sociedad verdaderamente humana, pues, éstos determinan no sólo el sentido de la vida personal y su proyecto de vida, sino todo el ámbito social. Puesto que: “una cultura que no mantenga los valores fundamentales se vuelve contra el hombre”. De aquí, que: “todo maestro que se diga ser maestro, debe tener como tarea y propósito alcanzar una gama de potencialidades propias de su ser con la finalidad de asumir con responsabilidad el compromiso de impulsar esas mismas potencialidades en sus alumnos, para que se conviertan en su tendencia natural y en la realización de su carácter personal. Ya que, es aquí donde está encarnado el mundo de los valores que tienen que traducirse en un acto y en una actitud”. Así pues, nuestro vivir, exige aprender una valoración equilibrada de las personas y de las cosas. Pero: · ¿Cómo las valoro si no las he entendido? · ¿Cómo las valoro si no las he comprendido? Y 4 · ¿Cómo las valoro si no conozco que existe una jerarquización de ellos? Por ello, el reino del valor está ubicado en la categoría del ser ideal. Ya que, la persona no sólo es sujeto cognoscente y sujeto comportante, sino que también es sujeto valorante. Y, ¿por qué el hombre es sujeto valorante? Por la sencilla razón, de que la persona como ser inteligente que es, descubre que el valor es una propiedad de las cosas o de las personas que les descubren y le identifican como algo valioso. Así, todo lo que es, por el simple hecho de existir vale; y todo lo que vale, es. Se puede afirmar entonces, que sobre un mismo valor caben valoraciones distintas. Ejemplo: un bello cuadro, también puede ser valorado con un criterio económico. El cuadro en sí es el mismo, pero en él se apoyan las valoraciones distintas que descubren diversas cualidades valiosas. Pero, nosotros, no trabajamos con cosas ni objetos. Nuestra tarea tiene un sentido más profundo y trascendente cuando descubres en cada uno de tus alumnos a una persona distinta, única e irrepetible y, aprendes a valorarle cuando vas descubriendo que es un ser individual de naturaleza racional. Capaz de responder a los valores que dan sentido a su vida y, es capaz de demostrarlo con un comportamiento congruente, convirtiéndose así, en un modelo de vida a seguir. La naturaleza en la persona también debe entenderse como un principio de operaciones. Esto es, lo que se compone de sustancia y accidentes, y la que da lugar al concepto y valor de la persona. Ejemplo: la sustancia o valor en un maestro, padre de familia o en un alumno es la misma persona; es decir, él mismo. Son accidentes de cualquiera de ellos su color, peso, volumen, estatura y edad. También, son accidentes los actos como ver, oír, entender, querer, etc. La formación de buenos hábitos llamados virtudes como la prudencia, la fortaleza, la justicia, el respeto, la tolerancia, etc., también lo son. Y, la educación de las facultades superiores como la inteligencia, la voluntad, la libertad y la capacidad de amar. Es por tanto, que se dice que todas las cosas obran conforme a su naturaleza; es decir, obramos humanamente debido a nuestra naturaleza y no debido a nuestra persona, es decir, eres tú, es nuestro alumno y soy yo el que obra. Y, si así es: · ¿Cómo debe obrar todo padre de familia con respecto a sus hijos y su esposa, si su naturaleza es humana? · ¿Cómo debe obrar todo maestro respecto a sus alumnos y compañeros de trabajo si su naturaleza es humana? 5 Nuestros alumnos aprenden a valorarse en la medida en que les ayudas a descubrirse como un ser racional, que posee inteligencia, voluntad y capacidad de amar, por lo que es y lo hace valoradora de valores, es decir, que los lleva consigo y es capaz de reconocerlos y apreciarlos. Pero, sólo está esperando a que tú se los potencies y se los impulses con tu ejemplo y perseverancia, a fin de que, formes en ellos una gran personalidad o un gran carácter. Por ello, cuando hablamos de los entes reales y de los entes ideales, debemos mencionar e impulsar sobre todo “los entes posibles”, que no existen, pero que pueden llegar a existir; si así tú lo quieres, es decir, algunos valores entran en el mundo por la acción que tú realizas constantemente y pacientemente, convirtiéndote no sólo en un verdadero maestro, sino además en el protagonista que la sociedad necesita hoy día al construir a la persona de carácter firme y con ello un México mejor. ¿Por qué? · Porque serían los imperativos o exigencias de índole personal de actuar moralmente por parte de nosotros, con el propósito de darnos a la tarea para que nuestros alumnos actúen haciendo el bien en la vida. · Los de hacer una obra artística · Los de forjar una obra manual · Todos los ideales realizables · Los principios de acción · Las normas de conducta que nos ayudan a tener una mejor convivencia Este es el fundamento para afirmar que el valor es un bien, ya que todo lo bueno se identifica con lo perfecto y con lo valioso; debido a que el mal se define como la carencia o ausencia de bien. Es decir, se llama mal al vacío, a lo que no existe. Así, por ejemplo, el agujero de un pantalón, es la falta de tela, una pared húmeda es consecuencia de la falta de impermeabilizante. El vicio es la falta de virtud o carencia de un carácter bien formado, etc. Hay dos tipos de bienes: los útiles y los no útiles. Cuando se habla de un bien útil, se hace referencia a aquél que no se apetece por sí mismo, sino porque proporciona otro bien; es decir, es el medio para llegar a un fin. Por ejemplo: si voy a comprar mobiliario para la escuela, busco que sea de buena marca, accesible en costo, que funcione y que me sirva. Por el contrario, un bien no útil, es el que se apetece por sí mismo. Por ejemplo: las personas son bienes no útiles porque valen por sí mismas, por el hecho de existir como seres humanos, por tener dignidad y no pueden ser usadas por los demás. 6 Los valores, valen por sí mismos, se les conozca o no. Es decir, van más allá de las personas porque trascienden por lo que son y no por lo que se opine de ellos. Sólo que, para alcanzarlos, hay que conquistarlos con esfuerzo y perseverancia con la finalidad de lograr grandes satisfacciones. Sin embargo, no falta la ocasión en que una persona se desilusione de la vida, porque no es como ella esperaba, ya que, en la vida diaria, constantemente se falta a valores como la prudencia, el amor, la fidelidad, la honradez, la tolerancia, el respeto, etc. Generalmente la decepción crea en la persona un resentimiento que provoca que niegue los valores y actúe como si no existieran. A esta actitud se le conoce como rebeldía. Las características de los valores son: · Independientes e inmutables, significa todo ente que permanece intacto a través del tiempo: se refiere a que su esencia no cambia. Por ejemplo: la justicia, el amor, la belleza, la nobleza, la humildad, etc., siempre serán lo que son · Absolutos: se refiere a que no están limitados o condicionados por ningún hecho social, histórico, biológico o individual. Un ejemplo puede ser como la verdad o la bondad · Inagotables: no hay ni ha habido persona alguna que haya agotado la nobleza, la autenticidad, la bondad, el amor, la sinceridad, etc., es decir, los valores siempre son y serán una fuente inagotable. Por ejemplo: un atleta nunca se conforma con su marca, siempre lucha por buscar una mejor. Un buen maestro nunca se conforma con lo que ya sabe, continuamente está preparándose y actualizándose para dar lo mejor de sí · Objetivos o verdaderos: se llaman así, porque se dan en las personas o cosas independientemente de que se les conozca o no. Por ejemplo: nadie podrá negar su propósito de que se le respete la vida, por tal motivo nadie puede atribuirse el derecho de quitarle la vida a otro ser humano. Es decir, un valor objetivo siempre será obligatorio por ser único, universal y necesario para el ser humano · Subjetivos: son aquellos que tienen una importancia común por ser apreciados por la persona. Es decir, tienen un peso específico sólo para ella, no para los demás. Se dice que son valores particulares porque cada persona los busca de acuerdo a sus propios intereses. Así, mientras los valores son objetivos, es decir, se dan independientemente del conocimiento que se tiene de ellos, la valoración es subjetiva, o sea, depende de las personas que juzguen. Por esta razón, muchas veces se cree que los valores cambian, cuando en realidad lo que sucede es que las personas son quienes les dan menor o mayor importancia a un determinado valor dependiendo de su particular punto de vista. 7 Jerarquía de los valores. Se estructura y se ordenan los valores de acuerdo a su capacidad y posibilidad de construir el carácter del hombre y, de darle un sentido a su vida a fin de que su comportamiento sea más humano, es decir, de acuerdo a lo que más nos ayuda a realizar nuestro proyecto de vida para realizarnos como personas. De acuerdo a lo anterior tenemos: · Los valores biológicos, sensibles o físicos que se refieren a la salud, al bienestar general, valoración del propio cuerpo, hábito permanente de su cuidado, prevención de enfermedades y aseo, hábitos de orden, alimentación e higiene personales, vigor físico y resistencia. · Los valores materiales y económicos son: adquisición de bienes que cubren sobre todo el ámbito del bienestar material y son un apoyo para desarrollar los muchos talentos y oportunidades que la vida ofrece. · Los valores sociales como: la aceptación, la fama, el prestigio, el poder, la capacidad de interacción, adaptabilidad, bien común, etc. · Los valores afectivos como: el amor, la ternura, el cariño, la protección, los lazos de amistad que permiten y ayudan a fortalecer la seguridad y autoestima de la propia persona. · Los valores intelectuales: estos valores tienden a la búsqueda de la verdad, al gusto por la sabiduría, al reconocimiento por haber logrado contribuir en algo valioso para el bien de la sociedad. Gracias a estos valores se logra una percepción más adecuada del mundo para comprenderlo, modificarlo, desarrollarlo y embellecerlo. · Los valores estéticos como: la belleza, el gozo de la armonía, la contemplación de la creación, el sentido del arte y del equilibrio, de los valores culturales y de la expresión de la belleza con técnica. · Los valores morales, son todos aquellos que ayudan a formar plenamente el carácter de la persona, tales como: la prudencia, la fortaleza, justicia, templanza, tolerancia, respeto, humildad, defensa de la vida, moderación en palabras y acciones, responsabilidad en el trabajo, congruencia y promoción de los derechos humanos. · Los valores espirituales o superiores, tales como: el sentido de trascendencia, la vida espiritual, la gracia divina, que dan un sentido a su proyecto de vida. 8 Para trabajar una escala de valores, que forme el carácter y de sentido a la vida de la persona, es necesario que ésta piense, qué es lo más importante en su vida y cuál es su fin como ser humano. Desdichadamente, muchas personas ordenan jerárquicamente los valores de acuerdo a sus preferencias y no de acuerdo a los valores con los que el hombre da significado a la propia formación de su carácter y de su existencia. Educar en base a una jerarquía de valores, dará firmeza a un proyecto continuo de encuentro y crecimiento, primero con el valor, luego con uno mismo y luego con los demás al contribuir a una sociedad más humana y justa. Una interiorización de valores más elevados, es el proceso a través del cual un valor se va integrando progresiva y definitivamente en la vida de todo persona de carácter. A continuación les presento diferentes formas de ordenar los valores para elaborar una jerarquía: · Durabilidad del valor: Son aquellos en los que algunas personas prefieren los bienes duraderos o valores superiores a los pasajeros y cambiantes o valores inferiores, ya que los primeros persisten a lo largo del tiempo. Por ejemplo: el matrimonio, la familia, la verdadera amistad, la constante relación de respeto y de ayuda mutua entre maestro-alumno, etc. En el arte la durabilidad la encontramos en la música que ha perdurado a través de los años. · Divisibilidad: los valores superiores no se pueden dividir, porque se comparten sin necesidad de fraccionarlos. Por ejemplo: no se puede dividir un acto de bondad para agradecerlo en partes, simplemente se comparte como un todo. Mientras los bienes materiales pueden separar a las personas al establecer conflictos por el interés de poseerlos, los valores espirituales unen a los hombres en un goce común. · Fundamentación: los valores se originan en los valores espirituales o superiores porque son perfectos. Por ejemplo: la bondad, la verdad, la felicidad y la belleza. · Profundidad: se refiere a la satisfacción que ofrece el valor. Generalmente proviene de la vivencia de cumplir con un deber y no debe confundirse con el placer, es decir, mientras más noble es el valor que se persigue, más satisfactorio será alcanzarlo y contribuirá a un crecimiento de la persona. Porque lo que realmente vale la pena, nunca es fácil de obtener. · Relatividad: aunque los valores son absolutos, el conocimiento que se logra de ellos, es relativo, porque varía de persona a persona y no siempre se descubre de la misma manera. De aquí parte la ceguera axiológica al considerar que la relatividad del valor no se encuentra en el valor mismo, sino en el sujeto que lo está asimilando conforme a sus intereses muy particulares. 9 Valores del ser, hacer y tener. La inteligencia, la voluntad, la libertad y la capacidad de amar son las facultades propias de la persona humana, por tanto, los valores que valen más la pena considerar, desarrollar y perfeccionar en nosotros y en nuestros alumnos, son los valores del ser, porque te permiten amar más, conocerte mejor y crecer en los valores y las virtudes propias de la voluntad como, por ejemplo: la fidelidad, la responsabilidad, la fortaleza de espíritu, la capacidad de entrega hacia los demás. Así como descubrir la trascendencia y el sentido de tu vida con el propósito de compartirla con los demás. Los valores del hacer se refieren a cómo hacer mejor las cosas, es decir, cómo mejorar tu participación en tu vida familiar y escolar, etc. Estos valores le dan un sentido a tu hacer cotidiano, no se trata nada más de cumplir por obligación, sino porque has descubierto la trascendencia de lo que haces y cómo lo haces. Un cuento medieval nos relata los valores del hacer: Una vez se paseaba un hombre por un pueblo y vio a 3 albañiles trabajando. Le preguntó al primero: -¿Qué haces? -Levanto una pared para comer. Le preguntó al siguiente: -Y tú, ¿Qué haces? -Construyo un edificio para el pueblo. Finalmente el hombre le preguntó al tercero. -Y tú, ¿Qué haces? -Construyo una catedral que será orgullo del pueblo, que estará siglos en pie, y en la que los hombres podrán orar y acercarse más a Dios. Aparentemente los 3 albañiles hacían lo mismo, pero cada uno había descubierto el valor de su trabajo y, aunque trabajaban con la misma eficiencia, no lo hacían de la misma manera, ni se desarrollaban igual en el hacer. Los valores del tener se refieren a la posesión de las cosas materiales y tienen una menor capacidad de acercarte a la felicidad, al desarrollo personal y al bien. Las cosas siempre son medios que se deben utilizar para alcanzar metas mayores, la acumulación de bienes materiales, por el simple hecho de tenerlos, no 10 producen ninguna satisfacción. Es decir, “aprende a servirte de las cosas y no a servirlas a ellas”. Se refieren a la posesión de las cosas. Estas pueden valer por muchos motivos, porque son agradables, útiles, cómodas, etc. Sin embargo, las cosas siempre son medios que debemos usar para alcanzar metas mayores y para hacer el bien. La acumulación de cosas por el hecho de tenerlas no produce ninguna satisfacción y traen más problemas que satisfacciones. San Agustín, al pasearse por un mercado dijo: “Soy rico en cosas que ni necesito ni deseo”. No cabe duda que era un hombre más libre que aquellas que ponían todo su esfuerzo en tener. No es malo, en sí mismo, poseer bienes pero estos no debe “atraparnos” y detener nuestro crecimiento como personas. Es muy importante trabajar todos los valores de manera armónica, de tal manera que en la vida de la persona exista un equilibrio que le permita dirigir su pensamiento y sus acciones a un crecimiento personal y pleno que se vea reflejado en la adquisición de un carácter bien formado y, no a servir a las cosas solamente. La felicidad tiene que ser el motivo que impulse al hombre a luchar por darle un sentido a su vida, sin embargo, no hay que olvidar que ésta no se encuentra en los bienes materiales, las riquezas o los placeres, sino en los valores superiores y, en el proyecto de vida que la persona decida vivir. La educación y vivencia en valores nos ayuda a orientar, a conocer y afianzar la propia personalidad. El niño y el joven pueden a partir de ésta educación y vivencia desarrollar sus opciones y compromisos personales en un proyecto de vida que vaya forjándoles un gran carácter. Todos los valores son importantes, pero además de tratar de integrarlos en nuestra vida, tenemos que intentar irlos realizando armónicamente, porque así como todos tenemos un aspecto físico de acuerdo a nuestra edad, ¿qué pasaría si un ser humano no desarrollara interna y externamente su carácter en forma proporcionada? Analicemos la personalidad de Ramón, un hombre de 25 años y veamos cuál es su aspecto interior. Imaginemos que... Su tórax lo constituyen los valores intelectuales. Como Ramón estudió una carrera técnica y le gusta leer, ese tórax le corresponde a su edad. Su abdomen son los valores físicos. Como es muy deportista, se preocupa por su alimentación y su salud, el abdomen está proporcionado por su cuerpo. Sus piernas son los valores estéticos y aquí ¡sí que están pequeñas! Porque a Ramón nunca le gustó ir a los museos, a los conciertos. Pero no sólo eso, cuando va a jugar basketball los fines de semana, deja la cancha llena de papeles y en su casa toda su ropa está revuelta. Sus brazos son los valores morales y por lo mismo su tamaño corresponde a los de un niño de 5 años, porque la vida de Ramón ha estado llena de faltas de 11 sinceridad. Ha sido un hombre egoísta, incomprensivo y muchas veces irresponsable. Su corazón simboliza los valores afectivos. ¡Qué corazón de pollo tiene el pobre! Sus faltas de cariño sincero a sus compañeros y amigos lo han vuelto un hombre solo. Su falta de orientación lo llevó a embarazar a su primera novia y a olvidarse del problema después de ello. Sus infidelidades en el amor conyugal, lo hacen cada día más pequeño. El hígado son los valores económicos. ¡Este sí que es un miembro grande! Porque para Ramón los bienes materiales son muy importantes, le gusta despilfarrar todo su dinero con sus amigos y en cosas superficiales. Su cuello son los valores sociales. ¡Con trabajo se le nota la separación entre su cabeza y el tronco! Porque nunca ha logrado una comunicación profunda con sus amigos, su esposa. No sabe trabajar en equipo cuando se lo piden y abusa de su autoridad. Y por último, su cabeza son los valores espirituales. ¡Ramón está decapitado! Porque adoptó el mensaje del materialismo y el consumismo actual y sólo le importa su egoísmo, olvidándose de todo lo que sea trascendente. Así como hemos analizado a Ramón, piensa en un auto análisis. Observa tu carácter en todos los ámbitos en los que te desenvuelves: hogar, trabajo, escuela, sociedad. Al final, te darás cuenta que hay algunos miembros internos que no han logrado crecer como tu aspecto exterior. Busca como desarrollarlos. Existen muchos valores. Deben compararlos entre sí, buscando la mayor o menor calidad entre ellos, para ordenarlos y elaborar, así, tu propia jerarquía de valores. Por ejemplo, no es igualmente valioso lo espiritual de lo material; lo intelectual de lo animal; lo divino de lo humano. Para que una persona logre un desarrollo equilibrado en su carácter, es necesario que tenga valores importantes en el área física, biológica, material, espiritual, intelectual, etcétera y no que se preocupe únicamente de un gran físico sin desarrollo intelectual o moral, o a la inversa. Cuando elabores tu jerarquía de valores utiliza el criterio que consideres que se adapta mejor a tu vida personal confiriéndole sentido. Lo que es muy importante es que los valores del ser ocupen el primer lugar en tu jerarquía, porque son los que te ayudarán a conquistar, mediante la adquisición de buenos hábitos, el carácter que te dará verdadera felicidad. Después vienen los valores del hacer y, por último, los del tener. De esta forma dirigirás tu pensamiento, tus acciones a tu crecimiento personal y no a servir a las cosas. Cuando el ser humano ya no desea nada más y se encuentra en un estado de completa satisfacción, es que se siente feliz. Según Boecio la felicidad “es la 12 suma de todos los bienes... es un bien que una vez poseído no permite desear ningún otro”. La felicidad es el motivo que impulsa al hombre a luchar por darle un sentido en su vida, sin embargo, no hay que olvidar que ésta no se encuentra en los bienes materiales, las riquezas o los placeres, sino en los valores espirituales o superiores. De aquí que, “quien proporciona vida y felicidad a una persona debe ser considerada como alguien que ofrece vida y felicidad a toda la humanidad; quien toma la vida de alguien o limita su pleno desarrollo, ha de considerársele como alguien que ha cometido un crimen contra la humanidad entera”. 13 La práctica de virtudes humanas fortalece el carácter La conformación de un carácter maduro en la persona es el resultado del desarrollo armónico de las virtudes humanas. Es evidente que la sociedad en la actualidad necesita vivir dichas virtudes, sin embargo, es imposible pensar que se pueden alcanzar si los miembros de dicha sociedad no conocen sus características, cualidades y limitaciones. La familia es la sede del desarrollo de las virtudes humanas y de la forja del carácter, ya que es la primera organización natural de relación entre distintas personas, que tienen como finalidad la ayuda mutua para el crecimiento. Indudablemente, no basta la familia para lograr esta satisfacción, hacen falta también las buenas relaciones de trabajo entre maestro y alumno, los amigos y compañeros con los cuales se puede alcanzar una mayor plenitud humana. La virtud es un hábito operativo bueno, es decir, un aprendizaje que orienta las acciones de manera habitual hacia el bien. En contraste está el vacío, que se define como un hábito operativo malo. La palabra virtud viene del latín VIR, que significa disposición constante del alma que incita a la persona a obrar bien y evitar el mal. Así las virtudes son hábitos que perfeccionan las facultades de cualquier persona para obtener la verdad y el bien. Así como de VIRTUS que quiere decir fuerza, esfuerzo y constancia, así que el que practica a diario y se esfuerza por vivir cualquier virtud se está esforzando por darle sentido a su vida y a su carácter. Virtud significa “viril”. El término latino virtus se traduce literalmente como “virilidad”, en realidad, la virtud hace referencia a la fortaleza moral de las personas, independientemente del género; tiene que ver con el carácter íntimo, con la capacidad para vivir de acuerdo a las propias creencias. Las virtudes se consideran hábitos porque llevan a la persona a vivir un modo de ser permanente; no se refieren a actos aislados o esporádicos, sino a una disposición continua que forma parte del ser de una persona. Para Aristóteles la virtud es lo que hace bueno al que la posee y torna buenas las obras del mismo. Por lo tanto se puede ser bueno en doble aspecto, en primer término se es bueno en un determinado sentido, por ejemplo, alguien es buen padre de familia, y buen maestro; y en segundo término, de forma absoluta, se es buena persona. Es decir, la virtud para él, es un hábito de excelencia o perfección electivo que consiste en un término medio relativo a nosotros. 14 Es decir, el término medio al modo en que se situaría una persona prudente. Por tanto, no se trata de un término medio entre lo malo y lo peor, sino entre lo bueno y lo óptimo. También, el término medio lo es entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Determinado por la razón y del modo que lo determinaría el hombre prudente. Según San Agustín, la virtud es una cualidad buena de la mente por la cual se vive rectamente y de la cual nadie usa mal. Cuenta Max Scheler que la moral burguesa del siglo XXI presentó a la virtud como una vieja solterona, regañona y desdentada. En cambio, para la tradición griega estoica, la virtud es fortaleza y elevación de ánimo frente a los impulsos irracionales y frente a los azares de la fortuna. Por su parte, para los griegos clásicos de la tradición homérica y también para nosotros, cultura occidental, la virtud es la excelencia del carácter, la armonía, la plenitud del hombre de bien, que se alcanza en la medida en que se realiza el fin al cual está llamado a plenificarse. Kant, señala a la virtud como “la fortaleza moral de la voluntad de un hombre en el cumplimiento de su deber”. Así como, “la capacidad y el propósito deliberado de oponer resistencia al adversario” Siguiendo a Santo Tomás, la virtud se puede considerar como un hábito operativo infundido por Dios en las potencias del alma para disponerlas a obrar según el dictamen de la razón iluminada por la fe. El desarrollo de las virtudes reafirma la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar y el carácter del individuo de tres modos principales: 1. La firmeza.- La virtud reafirma a los miembros de la sociedad en lo que están haciendo, se encuentran más seguros de sí mismos. Por tener confianza de que en su vida habitual se está provocando una mejora para sí mismos y los demás, pueden actuar sin dudar. 2. La prontitud.- La virtud crea una capacidad de actuar bien con más facilidad, ya que los actos aislados se han incorporado a la misma persona, a su modo de pensar y actuar sin esforzarse tanto. Por eso, se decide, reacciona y actúa positivamente. 3. El agrado.- La virtud permite a la persona conocer en parte lo que es la felicidad. En términos generales, la práctica de las virtudes tienen por objeto formar el carácter de una persona, a fin de que pueda mostrar un comportamiento como debe ser conforme a su naturaleza. Es decir, que un hombre actúe como persona humana: de manera racional y libre, alcanzando así su plenitud, porque le da sentido a su vida. “Llegando a ser el que estás llamado a ser” (Pindaro) 15 Las virtudes humanas son aquellas que se conquistan con el propio esfuerzo. En ocasiones hay predisposiciones naturales; hay quien es naturalmente ordenado, optimista o generoso, etc. y, hay quien logra serlo mediante la constante repetición de actos virtuosos. La práctica constante de las virtudes humanas ayudará a la persona a ejercer de manera más responsable el don de la libertad y a tener un mejor dominio de sí mismo, ya que a través de la inteligencia, la voluntad y la capacidad de amar se ordenan los impulsos humanos. Ejemplo: tengo que enseñarme a ordenar mis cosas; se nota tu esfuerzo, pero todavía te falta orden… Las virtudes humanas pueden ser: · De orden intelectual, cuando perfeccionan la razón para conocer o captar la verdad. Como ejemplo de este tipo de virtud tenemos: la Sabiduría, la Ciencia, el Arte, la lectura y el Análisis. · De Orden ético, cuando perfeccionan la voluntad para escoger fácilmente el bien y ordenan la sensibilidad y las pasiones. Entre las de orden ético están: La fortaleza, la templanza, la justicia, la prudencia. El grado de desarrollo de una virtud depende de dos factores: la intensidad con que se vive y la rectitud de los motivos para esforzarse. Ejemplo: por fin tengo trabajo y, aunque me cueste, voy a ser responsable en él. Es conveniente comentar que es un peligro que estos hábitos lleguen a ser rutinarios. Se habla de rutina porque los actos se acaban en sí mismos, sin tener una finalidad. Ejemplo: el orden por el orden se convierte en manía, capricho o antojo; el trabajo por el trabajo, en activismo; y estos malos hábitos no se traducen en mejora personal del buen carácter que se desea alcanzar, ni en beneficio para los demás. Es necesario referirse continuamente al fin que se persigue y rectificar la intensidad de los motivos que mueven la voluntad. La virtud se encuentra siempre en el justo medio. Ejemplo: yo sé que quieres ser más paciente, pero regaña a los niños cuando sea necesario. Es importante decir que las virtudes son como los vasos comunicantes, entre los cuales existe una íntima correlación. No se puede crecer en una virtud sin que necesariamente mejoren todas las demás. De esta manera si se realizan esfuerzos por crecer en laboriosidad, automáticamente se va a ser más responsable, perseverante y ordenado. Las virtudes son las herramientas con que cuentan los miembros de la sociedad para conseguir la armonía y alcanzar la madurez. 16 Virtudes rectoras en la constitución de un buen carácter. Las virtudes rectoras de las cuales se derivan las demás son: la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza. · La prudencia educa el buen uso de la inteligencia para una correcta actuación en las relaciones con los demás. La palabra prudencia viene del latín previdere, es decir, ver o prever antes, tener una visión anticipada de los acontecimientos: Medir las acciones y las consecuencias. Una persona prudente es oportuna, con tino al actuar. Alguien prudente considera el punto de vista de los demás. Por medio de la prudencia se logra: Informarse para no enjuiciar y decidir para emitir un juicio de valor. David Isaacs la define así. “En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia de acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las consecuencias favorables y desfavorables para él y los demás antes de tomar una decisión, y luego actúa o deja de actuar, de acuerdo a lo decidido”. Esta virtud es la que facilita una reflexión adecuada antes de enjuiciar cada situación y en consecuencia, permite tomar una decisión acertada. La prudencia se aplica correctamente en la frase ¿qué debo hacer en esta situación, en este momento? Es importante decidir, no reaccionar. · La fortaleza viene de la palabra latina fortitud y ésta a su vez de fortis, que significa en primer lugar, la fuerza o el vigor físico, pero que se extiende también a la firmeza de ánimo y al vigor moral. Esta virtud educa el ejercicio de la voluntad, es la que vigoriza a la persona para realizar el bien con constancia y paciencia. Para David Isaacs: “En situaciones ambientales adversas educa el ejercicio de la voluntad vigorizando a la persona y resistiendo las influencias nocivas, soportando las molestias y entregándose con valentía y con actitud positiva a fin de vencer las dificultades, con el propósito de acometer empresas grandes”. A la fortaleza también se le describe como: “La gran virtud; la virtud de los enamorados; la virtud de los convencidos; la virtud de aquellos que por un ideal que vale la pena, son capaces de arrastrar los mayores riesgos”. Ejemplo: poco a poco te voy a enseñar a que tú mismo hagas las cosas. Gracias a la fortaleza la persona aprende a superar las contrariedades y obstáculos que aparecen en la vida; a no desanimarse ante los propios defectos; a superar el temor al esfuerzo; a perseverar con tenacidad para conseguir las metas propuestas de su proyecto de vida. La Fortaleza abarca a: la Prudencia, la Justicia, la Paciencia, la Audacia, la Perseverancia, la Serenidad y la Lealtad. 17 La virtud de la Fortaleza se divide en dos partes: resistir o soportar; y acometer o iniciar la lucha y perseguirla. Santo Tomás explica que el “atacar pertenece a la Fortaleza en tanto que ésta modera la audacia, pero el soportar le pertenece en tanto que reprime el temor. Por tanto el acto principal de la virtud de la fortaleza es aguantar, es decir, mantenerse firme ante el peligro, y el secundario es atacar”. A la fortaleza se oponen tres vicios: el Temor, la Osadía y la Indiferencia. La Fortaleza se ordena principalmente a soportar los temores. · La justicia viene del latín justus y ésta a su vez de jus, que significa lo justo, lo debido y por consiguiente, el derecho. Santo Tomás lo define: “Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es debido de acuerdo con el cumplimiento de sus deberes y de sus derechos como persona”. Ésta reside en la voluntad más que en la inteligencia, ya que busca el correcto comportamiento en las acciones de la persona. La Justicia solamente se realiza con respecto a otras personas. Es definitivo que si hubiera un desarrollo de la Justicia en cada persona, se daría un bienestar casi completo, también habría paz y justicia social. Ejemplo: no es justo que me pisen mis flores, voy a alambrar mi jardín. · La templanza viene del latín temperies que significa moderación y de temperare que es moderar; es sinónimo de Temperancia, palabra castellana que según su etimología equivale a la moderación. La Temperancia es la moderación de lo más difícil y costoso de mesurar, es decir, las deleitaciones por la satisfacción de los dos apetitos naturales más fuertes que el hombre posee: el comer y beber, y el apetito genésico que se ordena a la permanencia de la especie. El hecho de que la templanza suponga un refrenamiento o moderación de los ímpetus de ciertas pasiones, no debe provocar el mal entendimiento de su naturaleza, que se presenta en forma de inclinación o tendencia. Un ejemplo claro se tiene en el agua embalsada y encauzada de un río, que no es menos que el agua desparramada y desbordada de un torrente; en el primer caso, sirve de riego fecundo, mientras que en el segundo, arrasa y desola los campos. Hay que añadir que el positivo encauzamiento de la energía propia de la Templanza, es obra de la razón y de la voluntad; de la Prudencia y de la Justicia. Así pues, existen dos virtudes normativas o rectoras que deben acompañar a cualquier otra para que realmente lo sea: el Amor y la Prudencia. De éstas, la única que no tiene limite ni medida es el Amor. Nunca puede decirse que se ama demasiado, porque la medida del amor es ilimitada. 18 Los vicios En oposición a la virtud, está el vicio, que es una autodestrucción. Los vicios disminuyen el adecuado ejercicio de la libertad porque son consecuencia de la inclinación desordenada a bienes aparentes y del oscurecimiento de la inteligencia. El proceso para adquirir un vicio, se asemeja al de una virtud. El error está en que se elige un bien aparente que va a traducirse en un daño, destrucción o perjuicio. Por ejemplo, cuando una persona toma con moderación está eligiendo un bien. Sin embargo, el tomar sin ningún control, refleja la elección de un bien aparente que puede conducir al alcoholismo y a adquirir un hábito difícil de dejar. Esto provoca una necesidad inconsciente del organismo, la destrucción gradual y la pérdida del propio control. De las virtudes y vicios Para educar en las virtudes es necesario conocerlas y saber cuáles son los vicios que corresponden a cada una de ellas. Siempre que se mejora en una virtud, se crece en otras, por eso gráficamente se van a representar las virtudes en un cuadro virtuoso. Así mismo un vicio conlleva a otro y estos se representarán en un cuadro vicioso. En cada cuadro se ubica, en el mismo lugar, la virtud y el vicio que son correspondientes. Por ejemplo, en el de las virtudes está la obediencia, en el de los vicios está su contrario, o sea la desobediencia. Virtudes Vicios Cuadro virtuoso Obediencia Sinceridad Orden Sencillez Patriotismo Perseverancia Laboriosidad Paciencia Cuadro vicioso Desobediencia, Indisciplinado Engaño, Mentiroso, Hipócrita Desorden, Indisciplina, Agitación Exageración, Lujo, Altanería Deslealtad, Traidor Inconstancia, Abandono Pereza, Holgazanería, Pasividad Fastidio, Desesperación, Angustia, Ansia Irresponsabilidad, Incumplimiento Infidelidad, Deslealtad Egoísmo, Avaricia, Tacañería Timidez, Orgullo, Antipatía Complicidad, Desunión, Hostilidad Falta de amor a sí mismo, Insolente Sin razón, Inmoralidad, Abuso, Injust. Soberbia, Arrogancia, Vanidad Desaliento, Debilidad, Desánimo Pesimismo, Desánimo, Desinterés Precipitación, Irreflexión, Alocamiento Desorden, Abuso, Exceso, Responsabilidad Fidelidad Generosidad Sociabilidad Amistad Respeto Justicia Humildad Fortaleza Optimismo Prudencia Templanza 19 20