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Lucha de clases
Armas y revolución en Argentina
Un comentario al texto de Bonavena y Nievas
Stella Grenat
Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
(CEICS)
Resumen
En este artículo se sostiene que para el diseño de una estrategia revolucionaria correcta es necesario un estudio científico de la realidad. Desde esta
perspectiva, se define al foquismo como un proceso de acumulación de poder
político y militar popular, al margen del de las clases dominantes, a partir de
un pequeño núcleo armado, capaz de sobrevivir en regiones alejadas de las
fuerzas represivas oficiales, en sociedades con débiles burguesías, y una sólida
base campesina. A partir de esta definición se concluye que dicha estrategia
no resulta adecuada para la Argentina donde, dadas sus características, se
impone una estrategia insurreccional.
Palabras clave
Estrategia revolucionaria- Foquismo- Guerra
Abstract
The article maintains that for the design of a correct revolutionary strategy
it’s necessary a scientific study of reality. From this perspective, the “foquismo” is defined as a process of accumulation of political and military power,
besides the one of the dominant class, capable to survive in regions far away
from the official repressive forces, in societies with a weak bourgeoisie and a
solid rural base. From this definition, the article concludes that this strategy
is not appropriate in Argentina, where its characteristics impose an insurrectional strategy.
Keywords
Revolutionary strategy - “Foquismo” - War
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en consecuencia, la convicción de que la estrategia adecuada para la
Argentina es la insurreccional.3 A partir de aquí criticamos que ellos
identifiquen, de manera lineal, la guerra con la revolución y que se
nieguen a presentar un análisis concreto de una situación concreta. Por
eso, y dado que el único sentido relevante de la reflexión teórica es promover una práctica política concreta, los increpamos para que sienten
una posición clara y planteen, de manera, directa que hay que hacer
Desde hace un tiempo venimos desarrollando un interesante debate con Pablo Bonavena y Flabián Nievas en torno al problema de la
estrategia revolucionaria. Partiendo de una caracterización pesimista
(las masas, el ideario socialista y las izquierdas revolucionarias latinoamericanas están en retroceso) y de la convicción de que revolución
equivale a guerra, los compañeros hacen un llamamiento a introducir
en la agenda de debate de la izquierda ese tema. Puntualmente, proponen revisar la guerrilla urbana en los ’70 (Montoneros, PRT-ERP y
Tupamaros) y tomar nota de que el único lugar en el cual la izquierda
revolucionaria tiene una presencia efectiva es Colombia “donde el ejército revolucionario lleva medio siglo de desarrollo y persistencia” y de
que la “parte del planeta más convulsionada por el conflicto social [es]
el continente africano”.1
La negativa a asumir esta posición conduciría a un pacifismo extraño al marxismo y al leninismo e impondría la necesidad de que las
direcciones “fracasadas” de los actuales partidos dieran un paso al costado. Si bien una tarea inmediata sería la de “fusionar destacamentos
revolucionarios”, no profundizan sobre este punto, sino que, se han
concentrado en dos ejes: el del foquismo y el del militarismo. Nos
señalan, que nuestro pacifismo nos habría conducido a una posición
etapista (las tareas militares hay que desarrollarlas con posterioridad
a la construcción de hegemonía entre las masas) y reduccionista (toda
lucha armada sería foquismo).2
Para nosotros, el punto central del debate “es la inviabilidad de
la guerra de guerrillas (urbana o rural)/foquismo en la Argentina” y,
Bonavena, Pablo y Nievas, Flabián: “Aportes para pensar una estrategia revolucionaria para América Latina”, en Razón y Revolución n° 18, Ediciones ryr, 2do Semestre
de 2008, p. 122.
2
Nievas, Flabián y Bonavena, Pablo: “¿La lucha armada es siempre foquista?, El
Aromo n° 46, enero/febrero, 2009.
“Es obvio que […] la culminación del poder de clase depende de su política
‘militar’, Lo que no es obvio […] es el momento y la forma de la realización
del poder militar de la clase ¿antes de la hegemonía política del partido revolucionario o después? ¿Brazo armado del partido o pueblo en armas?4
En sus dos últimas intervenciones, Pablo y Flabián, amplían esta
cuestión: para ellos la mejor manera de prepararse para la revolución
es comenzar, desde ya, la construcción de una herramienta militar.
Transforman el problema de la estrategia en una cuestión metafísica,
cayendo, reiteradas veces, en el fetichismo de la guerra. En esta intervención, en la medida en que el concepto de foquismo ha estado siempre flotando pero no se ha examinado con detalle, dedicaremos una
parte sustantiva a discutir el problema, mostrando que los compañeros
eluden el asunto para no entrar en discusiones concretas.
¿Qué es el foquismo?
Como señalamos, uno de los temas que atravesó el debate fue el del
foquismo. Sorprendidos frente a nuestra acusación, que los vinculaba a
dicha estrategia, formularon una primera definición: “un ‘fetichismo’
del método que [...] sobreestima un espacio y una personificación: el
campo y el campesino.”5 Que, además, al partir de la consideración de
que el foco era capaz de crear las condiciones revolucionarias, expresaba
un subjetivismo contrario a su posición objetivista. A pesar de que
esta definición pone fuerte énfasis en el espacio rural y en el rol del
campesinado señalaban que las FARC, una guerrilla históricamente
rural y campesina, no era foquista, porque no habrían nacido de ningún
1
Sartelli, Eduardo: “Teoría y praxis”, El Aromo n° 49, julio/agosto de 2009.
Sartelli, Eduardo: “Apuntes sobre el marxismo eleático”, en Razón y Revolución n°
18, Ediciones ryr, 2do Semestre de 2008, p. 126.
5
Nievas, Flabián y Bonavena, Pablo: “¿La lucha armada …”, op. cit.
3
4
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foco rural sino de una larga “tradición de lucha armada campesina y
destacamentos de autodefensa”.
Luego, “desde los fundamentos profundos del foquismo” ampliarán su definición poniendo énfasis en la idea de que el punto de referencia es la sobreestimación de una forma de lucha, cualquiera sea, no
sólo la armada.6 De este modo, hasta nosotros mismos, volcados a las
tareas intelectuales, caeríamos bajo esta categoría. Dado que un concepto que define todo no define nada, no nos detendremos en este punto, sino en su primera definición y en su caracterización de las FARC
como la fuerza de izquierda revolucionaria con más incidencia en la
etapa.
En primer lugar hay que aclarar que las FARC no son revolucionarias. La perspectiva militar de Flabián y de Pablo los ha hecho perder
de vista que el carácter revolucionario de un organismo no se define
por el despliegue estratégico de determinadas formas de lucha, en este
caso militares, sino por el programa que guía sus acciones. Las FARC
nunca han renegado de su Programa Agrario, firmado el 20 de julio de
1964 que, corregido y ampliado en la Octava Conferencia Nacional del
FARC el 2 de abril de 1993, brega por
“llevar a Colombia al ejercicio pleno de su soberanía nacional […] por el establecimiento de un régimen político democrático que garantice la paz con justicia social, el respeto de los Derechos Humanos y un desarrollo económico
con bienestar para todos”. 7
Proyecto para el cual, no sólo no prevén la expropiación de los
medios de producción, sino que promueven sumar a la “burguesía nacional que este dispuesta a combatir contra el imperialismo”.8
Siguiendo esta línea, el Secretariado del Estado Mayor Central de las
FARC-EP, el 24 de mayo de 2006, sostenía la necesidad de luchar por
un gobierno de “reconstrucción y reconciliación nacional.”9
En segundo lugar, las FARC, sí son foquistas. Es cierto que en 1949,
luego del Bogotazo, cuando Manuel Marulanda junto a sus parientes se
suma a los grupos armados liberales, su lógica militar es la de autodefensa de masas. Lógica que se mantiene a mediados de los ’50 cuando
Bonavena, Pablo y Nievas, Flabián: “Pensar: una actividad propiamente humana”,
El Aromo N° 49, julio/agosto de 2009.
7
Programa Agrario de los guerrillero de las FARC-EP, en http://bolivarsomostodos.org
8
Ídem.
9
“Comunicado de las FARC-EP”, en http://www.cedema.org.
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funda las denominadas “repúblicas independientes”, en las zonas de
Marquetalia y Riochiquito. Bases inexpugnables construidas con un
fuerte arraigo en la población campesina. Sin embargo, también es
cierto que luego de más de 10 años de lucha y luego de la ofensiva
victoriosa del ejército sobre las “repúblicas independientes”, esta lógica
cambia. Para 1966, cuando en la Segunda Conferencia del Bloque Sur,
se crean oficialmente las FARC, lo que se plantea es el desarrollo de la
táctica de guerrillas móviles y el paso a una estrategia ofensiva para la
toma del poder. Según Jacobo Arenas, uno de sus fundadores
“cuando nosotros partimos de Riochiquito […] habíamos incorporado a 400
compañeros de la autodefensa de Riochiquito, pero en realidad seguimos
siendo el mismo núcleo que no pasaba de 80 a 100 hombres propiamente guerrilleros. Sucede que agregamos esa fuerza de autodefensa, cuyos integrantes
no tenían conciencia de la significación de un paso tan trascendental de la
gente, que es el paso de cualquier tipo de organización de masas a convertirse
uno en guerrillero […] los compañeros de autodefensa se fueron quedando en
el camino porque no estaban adaptados a para la guerra guerrillera móvil.”10
La idea que va tomando cuerpo, ya no tiene un alcance regional
sino nacional. Los nuevos criterios sobre el territorio de guerra y las
áreas operacionales, suponían la adopción de la definición de movilidad absoluta como principio esencial de la guerrilla que, para ello,
“debía abolir de su cabeza las concepciones de autodefensa [y pasar
a] una concepción ofensiva.”11 Desde sus bases inexpugnables en las
montañas, en los años ’70, las FARC llegarán a las ciudades donde
nunca lograrán alcanzar una fuerza similar a la consolidada en el área
rural. Finalmente, en su Séptima Conferencia, ocurrida en 1982, las
FARC, sólidamente asentadas en un territorio liberado, se constituirán en Ejército del Pueblo. Un Ejército que crecerá sostenidamente en
el tiempo y que será capaz de resistir la ofensiva feroz desatada en el
2000, con la implantación de Plan Colombia regenteado por EE.UU.
Este crecimiento militar nunca alcanzó para que tomaran el poder y
tampoco implicó un avance político revolucionario. Su único resultado
objetivo ha sido imposibilitar la consolidación del Estado Colombiano,
6
Testimonio de Jacobo Arenas en: Alape, Arturo: Tirofijo, Los sueños y las
montañas. Colombia: 40 años de luchas guerrilleras, Editorial 21, Argentina,
1998, p. 80.
10
Ídem, p. 82.
11
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es decir, la consolidación de una fracción burguesa capaz de ejercer su
dominación en la totalidad del territorio.12
Entonces ¿por qué son foquistas? Por que este sucinto recorrido
da cuenta de que, reducidos grupos armados, capaces de sobrevivir en
regiones alejadas de las fuerzas represivas oficiales, en sociedades con
débiles burguesías, y sobre la base de la existencia de una sólida base
campesina es posible desarrollar un poder alternativo al del Estado.
Sobre una experiencia similar, sólo que exitosa, sustentará sus definiciones foquistas el Che Guevara. Un análisis detallado del las posiciones guevaristas no dejan lugar a dudas respecto a que el eje central
de su perspectiva es la constitución de un polo de poder popular, al
margen del poder de las clases dominantes, a partir de un pequeño
núcleo armado. Un pequeño foco que sólo logrará aniquilar a su enemigo si logra una equiparación de fuerzas con su oponente y trasformarse en un ejército:
“la guerra de guerrillas es una fase de la guerra que no tiene de por sí oportunidades de lograr el triunfo, es además una de las fases primarias de la guerra
y se irá desenvolviendo y desarrollando hasta que el Ejército Guerrillero, en
su crecimiento constante adquiera las características de un Ejército Regular.
En ese momento estará listo para aplicar golpes definitivos y acreditarse la
victoria.”13
De este modo, en su primera etapa la guerra de guerrillas será una
guerra de maniobras o de movimiento que asesta ataques frontales y
ofensivas fulminantes mediante acciones rápidas, violentas y audaces
con el objetivo de generar confusión y desorden en el enemigo. En este
caso, la rapidez de las acciones es fundamental ya que, lo que se pretende es ganar la iniciativa y retenerla sin dejar al enemigo espacio ni
tiempo para desarrollar acciones. Supone, además, el uso de infantería
ligera y de armamentos livianos. Así, dada la disparidad inicial de fuerza con el adversario:
“el planteamiento es, frente a la superioridad general del enemigo, encontrar
la forma táctica de lograr una superioridad relativa en un punto elegido,
Para un acercamiento a este balance ver: Schlez, Mariano: “Colombia: fusiles en
busca de una estrategia”, en El Aromo N° 42, mayo/junio del 2008.
12
13
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Guevara, Ernesto: La guerra de guerrillas, Editorial 21, Bs. As., 2003, p. 18.
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ya sea poder concentrar más efectivos que éste, ya asegurar ventajas en el
aprovechamiento del terreno que vuelque la correlación de fuerzas.”14
A partir de estas consideraciones, Guevara define a la guerra de
guerrillas como un “embrión” de la guerra de posiciones.15 A la que
entiende como el enfrentamiento entre dos fuerzas sociales antagónicas. En las guerras modernas, la guerra de posiciones o de trincheras supone que los ejércitos combatientes mantienen líneas estáticas de
fortificaciones y llevan adelante una lucha prolongada casi sin poder
avanzar. Asimismo, supone el enfrentamiento de fuerzas materialmente similares capaces de poner en marcha enormes masas de soldados. El ejemplo clásico de este tipo de guerra lo constituye la Gran
Guerra de 1914 a 1918. Sin embargo, las definiciones del Che, atadas
estrictamente a los sucesos cubanos en los cuales no se verificó la construcción de líneas de trincheras, refieren al proceso de acumulación
de fuerzas político militares de la guerrilla que promueve su constante crecimiento. Desde esta perspectiva, lo que se prevé es un proceso
relativamente largo de acumulación de fuerzas político militares capaz
de promover el crecimiento sostenido de la guerrilla a partir del primer
grupo que logra implantarse y del cual se desprenden, sucesivamente,
nuevos grupos de combate que se trasladan a otras zonas.16 Este crecimiento supone, a su vez, el pasaje a etapas superiores de enfrentamiento. Primero, una etapa
Guevara, Ernesto: “Guerra de guerrillas un método”, en La guerra…, op. cit., p.
143-144.
15
Guevara, Ernesto: La guerra .., op. cit., p. 17.
16
En Cuba, fruto del primer desprendimiento de la Columna n° 1 “José Martí”, el 17
de julio de 1957, Fidel Castro creó la II Columna del Ejército Rebelde, denominada
n° 4, al mando del Che, que actuó en la zona occidental de la Sierra Maestra. A fines
de febrero de 1958, Fidel creó tres Columnas más: la n° 6, al mando de Raúl Castro,
que abrió el Segundo Frente “Frank País” en la Sierra Cristal, al norte de Santiago;
la n° 3, al mando de Juan Almeida, que abrió el III Frente “Mario Muñoz” en la zona
oriental de Sierra Maestra y la Columna n° 2, “Antonio Maceo”, a cargo de Camilo
Cienfuegos que, en abril, fue designado jefe militar de la zona comprendida entre la
ciudades de Bayamo, Manzanillo y Las Tunas. Cienfuegos fue el primer Comandante
que operó en el llano. En febrero de 1958, en la zona de Escambray operaban las
guerrillas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y en la zona de Yaguajay, un
destacamento guerrillero del Partido Socialista Popular. A fines de octubre de 1958,
este último tomó contacto con la Columna de Cienfuegos y un sector de las primeras
quedó bajo la dirección del Che.
14
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“defensiva estratégica, donde la pequeña fuerza que huye muerde al enemigo
[…] su defensa consiste en los ataques limitados que pueda realizar. Pasado
esto se llega a un punto de equilibrio en que se estabilizan las posibilidades
de acción del enemigo y de la guerrilla y luego, el momento final de desbordamiento del ejército represivo que llevará a la toma de las ciudades, a los grandes encuentros decisivos, al aniquilamiento total del adversario.”17
Así, una fuerza extremadamente débil en sus inicios y obligada a
una movilidad constante, luego de los primeros encuentros victoriosos,
introduce la maniobra. Pasando, entonces, a una guerra de movimiento
en la que los guerrilleros despliegan una fuerza material y moral
superior. Esta situación manifestaría el pasaje a una etapa en la cual la
fuerza guerrillera aparece de manera ofensiva y demuestra al enemigo
su capacidad de lucha.18 Finalmente, el crecimiento político militar
de la guerrilla, cristalizado en la consolidación de una sólida base o
zona liberada, la apertura de varios frentes de lucha y el apoyo total
de las fuerzas políticas y militares de las ciudades, le permite dar el
golpe final y aniquilar a su enemigo. El logro de este objetivo supone
la subordinación total de las fuerzas revolucionarias a un mando
centralizado,
“todas las zonas nuevas que se crean, más las zonas de perforación del enemigo detrás de sus líneas, más las fuerzas que operan en las ciudades principales deben tener una relación de dependencia en el mando […] deben cumplir
todas las órdenes estratégicas del mando central instalado en alguna de las
zonas, la más segura, la más fuerte, preparando las condiciones para la unión
de las fuerzas en un momento dado.”19
Como en toda su intervención, el Che desprende sus conclusiones
de los hechos ocurridos en Cuba donde por largo tiempo subsistieron
importantes diferencias estratégicas. En efecto, si bien las dos fuerzas
opositoras más importantes, la Federación Estudiantil Universitaria
(FEU), su brazo armado el Directorio Revolucionario y el Movimiento
26 de Julio, habían acordado, a mediados de 1956, unir sus fuerzas
bajo una estrategia armada, mantuvieron una discrepancia respecto al
lugar que en la lucha ocupaban las ciudades y la Sierra Maestra.20 Así
Guevara, Ernesto: “Guerra de guerrillas un método”, op. cit. p. 145. “Durante el
mes de octubre, e inicios de noviembre de 1958, los preparativos para la arremetida
conclusiva rebelde avanzaron aceleradamente. La ejecución del plan estratégico del
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz garantizó la extensión de la guerra a todo el
oriente, centro y occidente de la Isla; la creación de condiciones para los combates y
batallas decisivas; y la preparación de todas las fuerzas revolucionarias y el pueblo
en general para enfrentar, en caso necesario, todo lo que pretendiera evitar el triunfo insurreccional […] En menos de dos meses, y desde Oriente hasta Las Villas, el
Ejército Rebelde desarrolló dos campañas, dos operaciones, dos batallas, decenas de
combates y otras acciones de diferentes tipos, en los nueve frentes guerrilleros existentes al término de la guerra; en diferentes teatros de operaciones, pero en espacios
temporales similares. […] La idea sobre el desarrollo de las acciones en esta dirección
principal está resumida en la carta que Fidel envió al comandante Juan Almeida el
8 de octubre: ‘El plan de tomar primero Santiago de Cuba lo estoy sustituyendo por
el plan de tomar la provincia. La toma de Santiago y otras ciudades resultaría así
mucho más fácil y sobre todo podrán ser sostenidas. Primero nos apoderamos del
campo; dentro de 12 días aproximadamente todos los Municipios estarán invadidos,
después nos apoderaremos y si es posible destruiremos todas las vías de comunicación
por tierra, carretera y ferrocarril. Si paralelamente progresan las operaciones en Las
Villas y Camagüey, la tiranía puede sufrir en la provincia un desastre completo como
el que sufrió en la Sierra Maestra’”. Pérez Rivero, Roberto: “La ofensiva final”, en
http://www.bohemia.cu/2008/11/18/historia/campana-oriente.html.
20
Esta unificación quedo plasmada en la carta de México, firmada el 29 de agosto de
1956 por Fidel Castro y José Antonio Echeverría. Este acuerdo fue significativo en
19
Guevara, Ernesto: “Guerra…”, op. cit., p. 145.
18
En el caso de la Revolución Cubana, este primer pasaje puede datarse en la batalla
de Uvero ocurrida el 28 de mayo de 1957. Allí, de los 80 guerrilleros que atacaron
bajo el mando de Fidel, 6 murieron y 15 resultaron heridos, mientras que, de los 53
soldados acuartelados, 14 murieron, 19 quedaron heridos, 14 prisioneros y 6 lograron
huir. Según el balance del Che: “más de la cuarta parte, quedaron fuera de combate
en poco más de dos horas y media de combate. Fue un ataque por asalto de hombres
que avanzaban a pecho descubierto contra otros que se defendían con pocas posibilidades de protección […] Para nosotros fue además, la victoria que marcó la mayoría
de edad de nuestra guerrilla. A partir de este combate, nuestra moral se acrecentó
enormemente, nuestra decisión y nuestras esperanzas de triunfo aumentaron también, simultáneamente con la victoria y, aunque los meses siguientes fueron de dura
prueba, ya estábamos en posesión del secreto de la victoria sobre el enemigo. Esta
acción selló la suerte de los pequeños cuarteles situados lejos de las agrupaciones
mayores del enemigo y fueron desmantelados al poco tiempo.” Guevara, Ernesto:
Pasajes de la guerra revolucionaria, versión digital en http://es.geocities.com/pcpecaudal/libros/pgr.pdf. Los textos que componen esta última obra, aparecieron por separado entre 1959 y 1961 en los medios de prensa O'Cruceiro de Brasil, y Verde Olivo y
Revolución de Cuba. Se publicaron en forma de libro por primera vez en 1963. Para
una evaluación de las principales batallas en Cuba ver: Cardoso Aladro, Mayra: “La
Guerra de Liberación Nacional y su primer periodo: supervivencia y asentamiento”,
en Santiago, Revista de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, N° 84-85, mayo
1998-diciembre 1998, p. 171-188.
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como también, en torno a la aceptación de la dirección absoluta de
Fidel Castro. Según el Che, entre la Sierra y el Llano, existían
“diferencias de conceptos estratégicos [que los] separaban. La Sierra estaba
ya segura de poder ir desarrollando la lucha guerrillera; trasladarla a otros
lugares y cercar así, desde el campo, a las ciudades de la tiranía, para llegar
a hacer explotar todo el aparato del régimen mediante una lucha de estrangulamiento y desgaste. El Llano planteaba una posición aparentemente más
revolucionaria, como era la de la lucha armada en todas las ciudades, convergiendo en una huelga general que derribara a Batista y permitiera la toma del
poder en poco tiempo.”21
Esta oposición se mantendrá abierta hasta abril de 1958, momento
en el que fracasa la huelga general convocada para el día 9 de ese mes.
Recién después del balance de esta derrota, Fidel Castro es nombrado Comandante en Jefe de todas las fuerzas armadas (incluidas las de
la milicia, que hasta entonces estaban supeditadas a la Dirección del
tanto promovía la acción unitaria de todas las organizaciones y el pueblo en contra
de la dictadura. En ella se sostenía que “asistir a unas elecciones parciales después de
estar reclamando durante cuatro años unas elecciones generales y libres, constituye
una actitud entreguista y traidora”, razón por la cual se establecía que la estrategia a
seguir era la lucha armada. En tal sentido, la FEU y el Movimiento 26 de Julio hacían
“suya la consigna de unir a todas las fuerzas revolucionarias, morales y cívicas del
país, a los estudiantes, los obreros, las organizaciones juveniles y a todos los hombres
dignos de Cuba, para que secunden en esta lucha, que está firmada con la decisión de
morir o triunfar.” El texto completo de la carta en Pérez Cabrera, Ramón: Del Palacio
a las Villas, Nuestra América, Bs. As., 2007.
21
Guevara, Ernesto: Pasajes de la guerra revolucionaria, op. cit. En este mismo sentido,
Fidel Castro sostiene que “en un principio todos los criterios no eran iguales […] no
se veía todavía con mucha claridad cuál era el papel del movimiento guerrillero y cuál
era el papel de la lucha clandestina […] para muchos compañeros revolucionarios, el
movimiento guerrillero constituía un símbolo que mantendría encendida la llama
de la Revolución, mantendría abiertas las esperanzas del pueblo e iría debilitando a
la tiranía, pero que a la larga la batalla se decidiría en una gran insurrección de tipo
general que daría al traste con la tiranía […] a la larga resultó que el Ejército Rebelde
se desarrolló, se libraron las batallas decisivas, se desarrolló extraordinariamente el
movimiento revolucionario y el Ejército Rebelde, con apoyo del pueblo, dio al traste
con aquella situación y condujo al triunfo de la rebelión.” Discurso pronunciado en la
concentración regional, celebrada en Sagua la Grande, Las Villas, como resumen de
los actos conmemorativos del X Aniversario de la Huelga del 9 de abril, el 9 de abril
de 1968. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/.
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Llano) y Secretario General del Movimiento. En ese momento, por
primera vez desde el comienzo de las operaciones guerrilleras, la dirección militar y política de la lucha revolucionaria se traslada a la Sierra.
Tal como lo adelantamos, la estimación de que la vía correcta para
Latinoamérica era armada y de que el método de combate era la guerra de guerrillas ubicadas en zonas rurales está determinada por una
serie de hechos que Guevara verificó en la experiencia cubana. En primer lugar, la construcción de un ejército popular sería necesaria para
enfrentar al ejército opresor que los enemigos pondrían en marcha para
mantenerse en el poder. En segundo lugar, por cuestiones de seguridad.
En países gobernados por dictaduras que cercenaran todas las garantías constitucionales, las ciudades se convertirían en sitios peligrosos
para mantener una organización obrera tradicional, siempre amenazada por las fuerzas represivas. Para el Che, la eficacia de la represión era
mayor en el ámbito urbano ya que mientras que en la Sierra
22
“nuestras bajas se contaban con los dedos, después del asentamiento de la
guerrilla -si bien eran compañeros sobresalientes por su valor y por su decisión en el combate-, en las ciudades también morían los decididos, pero los
seguía un gran número de individuos de menor significación revolucionaria
y, hasta inocentes de lo imputado, debido a la gran vulnerabilidad frente a la
acción represiva”23
Esta decisión se tomó el 3 de mayo de 1958 en la denominada Reunión de los Altos
de Mompié, en la que participó toda la dirección nacional del Movimiento 26 de
Julio. Para una descripción de la misma ver Infante, Enzo: “Reunión de los Altos de
Mompié”, en Oltuski Ozacki, Enrique; Rodríguez Llompart, Héctor; Torres-Cueva,
Eduardo; Coord: Memoria de la Revolución, Ediciones Imagen Contemporánea, La
Habana, 2007, p. 323-340.
23
Guevara, Ernesto: Pasajes de la guerra revolucionaria, op. cit. Además del fallido
asalto al cuartel de Moncada, el intento de asesinar a Batista el 13 de marzo de 1957
fue otra de las grandes operaciones urbanas que tampoco logró concluir exitosamente. El plan era que un comando de 50 hombres con armas automáticas penetrara en
el Palacio Presidencial, contarían con el apoyo externo de alrededor de 100 hombres;
paralelamente un grupo de 14 hombres a cargo de José Antonio Echeverria, tomaría
“Radio Reloj” para difundir la noticia de la muerte de Fulgencio Batista. Este último
destacamento ocuparía a continuación la Universidad de la Habana donde se establecería el cuartel general. A costa de varias bajas, el Palacio fue tomado, pero Batista
logró huir del edificio. En la retirada se produjeron también varias bajas ya que lo
policía logro rodear las salidas. El grupo de apoyo no entró en combate. Aunque la
radio fue tomada, ante el fracaso de la acción, el grupo abandonó el lugar. En total,
en ambos operativos, murieron 24 militantes, entre ellos Echeverria y siete civiles que
atrapados en el tiroteo. Horas después fue capturado y asesinado otro militante. El
22
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Esta sería, además, la manera de resguardar al mando revolucionario ya que, la eventual destrucción de los grupos urbanos
“no haría morir el alma de la revolución, su jefatura, que, desde la fortaleza
rural, seguiría catalizando el espíritu revolucionario de las masas y organizando nuevas fuerzas para otras batallas.”24
Junto a la supervivencia de las direcciones otra razón fundamental
que convierte al área rural en una zona privilegiada, es que brinda posibilidades para el despliegue de las funciones del futuro aparato estatal.
En el plano ejecutivo, legislativo y judicial, la comandancia estaría en
condiciones de implementar las medidas estructurales más urgentes
vinculadas a la salud, la educación y la reforma agraria. Asimismo,
la exigencia de una considerable proporción de población campesina
supone algo fundamental: su incorporación constante a la fuerza guerrillera para suplir las bajas producidas en núcleo inicial de combatientes y para garantizar el crecimiento constante de dicha fuerza. Además,
sin contar con la confianza y la ayuda de los campesinos es imposible
que un destacamento guerrillero pueda sobrevivir. En términos logísticos, los pobladores son indispensables en el cumplimiento de funciones
vitales: en el abastecimiento de alimentos y armas, en el cuidado y/o
traslado de los enfermos y de los heridos, en las comunicaciones internas y externas del grupo, como guías e informantes, etc.
A partir de estas definiciones, queda claro que el carácter rural de
la lucha guerrillera es el eje fundamental del planteo guevarista y que
las áreas montañosas y selváticas permitirían que la guerrilla, antes de
entrar en combate, se asiente y se consolide. Primero, porque resultan
regiones seguras para una fuerza armada cuya debilidad inicial la obligada a recluirse en las zonas alejadas del poder represivo del gobierno. Segundo, porque son áreas propicias para el desarrollo de una forma de lucha cuya subsistencia depende de maniobras sorpresivas y de
repliegues rápidos hacia escondites seguros. En este sentido, la fuerza
más débil encuentra en un terreno geográfico favorable la manera de
revertir en su favor una correlación de fuerzas, en principio, negativa.
20 de abril, en la denominada masacre de Humboldt 7, fueron cercados y asesinados
en un departamento ubicado en dicha dirección, Fructuoso Rodríguez Pérez, Juan
Pedro Carbó Servia, José Machado Rodríguez y Joe Westbrook Rosales, dirigentes
estudiantiles y participantes en los sucesos del 13 de Marzo. Para una minuciosa descripción de esta operación ver: Pérez Cabrera, Ramón: Del Palacio a las Villas, op.cit.
24
Guevara, Ernesto: “Guerra…”, op. cit. p. 140.
193
Finalmente, porque permiten la constitución de una sólida base social
de apoyo al movimiento.
Esta serie de definiciones se sustentan, en las caracterizaciones económicas y sociopolíticas de Latinoamérica emitidas por Fidel Castro
en la Segunda Declaración de La Habana, en la cual se describe a la
economía americana como agraria y feudal, en la que subsistiría una
industria subdesarrollaba. Esta situación determinaría el rol predominante que jugaría el campesinado en la estrategia revolucionaria:
“es por eso que con todo lo duras que son las condiciones de vida de los obreros urbanos, la población rural vive aún en más horribles condiciones de opresión y explotación; pero es también, salvo excepciones, el sector absolutamente mayoritario en proporciones que a veces sobrepasa el 70 por 100 de las
poblaciones latinoamericanas. Descontando los terratenientes que muchas
veces residen en las ciudades, el resto de esa gran masa libra su sustento trabajando como peones en las haciendas por salarios misérrimos, o labran la
tierra en condiciones de explotación que nada tienen que envidiar a la Edad
Media. Estas circunstancias son las que determinan que en América Latina
la población pobre del campo constituya una tremenda fuerza revolucionaria
potencial.”25
El último argumento esgrimido para sostener la favorabilidad del
ámbito rural refiere a que la actuación militar en dichas zonas permitiría neutralizar la fuerza convencional desplegada con éxito por los
ejércitos regulares en los ámbitos urbanos.
“Los ejércitos, estructurados y equipados para la guerra convencional, que
son la fuerza en que se sustenta el poder de las clases explotadoras, cuando
tienen que enfrentarse a la lucha irregular de los campesinos en el escenario natural de éstas, resultan absolutamente impotentes; pierden diez hombres por cada combatiente revolucionario que cae, y la desmoralización cunde
rápidamente en ellos al tener que enfrentarse a un enemigo invisible e invencible que no le ofrece ocasión de lucir sus tácticas de academia y sus fanfarrias
de guerra, de las que tanto alarde hacen para reprimir a los obreros y a los
estudiantes en las ciudades.”26
Castro, Fidel: Segunda Declaración de La Habana, 4 de febrero de 1962, citada por
Guevara, Ernesto: “Guerra de guerrillas un método”, op. cit., p. 132-133.
26
Castro, Fidel: Segunda Declaración de La Habana, 4 de febrero de 1962, citada por
Guevara, Ernesto: “Guerra de guerrillas un método”, op. cit., p. 133.
25
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Teoría-Historia-Política
Lo verdaderamente novedoso de Guevara es la conversión del resultado de un largo proceso histórico social, que culminó con la consolidación de la estrategia de Fidel Castro y su victoria posterior, en una ley
general para el resto de los países.
Desde su punto de vista, después de la Revolución cubana quedaba
demostrado no sólo que las fuerzas populares podían vencer a un ejército regular poderoso sino también, que no siempre había que esperar
que se dieran todas las condiciones para la revolución ya que “el foco
insurreccional” podía crearlas. En tercer lugar, y en lo que constituye el núcleo de su enfoque internacional, que en “la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente
el campo.”27 Estos tres, son los ejes programáticos fundamentales del
guevarismo.
Con su perspectiva internacionalista, el Che, se aleja de los planteos clásicos de Lenin y de Mao, quienes, partiendo de las leyes generales del marxismo, enfatizan la observación de cada realidad nacional
como base determinante para definir tanto la estrategia como las formas de luchas más adecuadas para cada situación particular. Al contrario, para el Che, ninguna especificidad nacional constituiría un obstáculo para el despliegue guerrillero, sólo la subsistencia de espacios de
legalidad constitucional, en los cuales las masas pudieran expresarse,
impediría el establecimiento de un foco armado.
Asimismo, diseñar una estrategia de carácter continental se instituiría en una necesidad en tanto ninguna fuerza popular nacional contaría con la fuerza suficiente para enfrentar a una “dictadura oligárquica” que contaría desde el comienzo con el apoyo norteamericano.
De allí que, para Guevara,
“la cordillera de los Andes está llamada a ser la Sierra Maestra de América
[…] y todos los inmensos territorios que abarca este Continente están llamados a ser escenarios de la lucha a muerte contra el poder imperialista.”28
De vuelta a la Argentina
Lo que importa es que, ni en los años ’60 y 70 ni en la actualidad,
existieron en la Argentina condiciones económicas y socio políticas
Guevara, La guerra…, op. cit., p. 13.
Guevara, “Guerra…”, op. cit., p. 142. Esta perspectiva continental no excluye el
impulso de estallidos independientes en tanto cada uno de ellos puede impulsar el
desarrollo de condiciones para la lucha en los países vecinos.
27
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Razón y Revolución nº 19
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similares a las de China, Cuba o Colombia. Pretender que el foquismo
urbano podía cumplir la misma función haciendo abstracción de las
condiciones mencionadas, sólo aumenta el absurdo. Sin ellas es imposible la viabilidad de una estrategia de acumulación de poder cuyo punto de partida sea puramente militar. Por cuarta vez repetimos: en un
marco nacional como el nuestro la estrategia más adecuada es la insurreccional, que supone la conquista de la hegemonía del partido en el
interior del proletariado (ocupado y desocupado), mediante un arduo
trabajo en los frentes de masas. Que esa no fuera la estrategia que las
masas argentinas adoptaron es asunto de otra discusión.
Este es el punto en el cual, desde su perspectiva militar, Pablo y
Flabián son incapaces de reconocer. Una perspectiva que, al equiparar guerra con lucha de clases, los aleja de la realidad y los conduce a
preguntas y balances equivocados. Por este camino terminan haciendo desaparecer la política de la historia y reduciendo el problema de la
revolución a un problema técnico: el PRT-ERP fue derrotado porque
no entendía “el arte del repliegue y la defensa activa”. No se les ocurre que esa incapacidad brote precisamente de la estrategia equivocada
asumida, que un partido con otra estrategia tal vez hubiera sido más
sensible a esas cuestiones.
Es este reemplazo de la política por la guerra, el que explica su
incapacidad para reconocer que hace mucho que la izquierda incorporó a su agenda “el problema militar” de la Argentina: ¿o qué es, si
no, la producción de los diferentes partidos contra el guevarismo? Los
partidos “insurreccionalistas” han reflexionado sobre la guerra pero,
afortunadamente, han concluido lo contrario a Pablo y Flabián.
Y este es un punto en el que hay que detenerse ya que es falso lo que
los compañeros sostienen respecto a “que las tres grandes orientaciones estratégicas promovidas por el campo revolucionario o la izquierda
fracasaron”. En aquellos años sólo una parte de las masas se volcaron a
la izquierda y entre ellas la estrategia que se impuso no fue el insurreccionalismo del PST o de Política Obrera, ni la línea de la vía pacífica
de la toma del poder del PCA. No, la estrategia mayoritaria de la vanguardia revolucionaria fue la foquista. Aquella que consideraba que la
tarea del momento era la acumulación de poder mediante el accionar
armado urbano y rural. Esa estrategia fue la que creció y se desarrolló,
el resto no pudo imponer ni su programa ni su estrategia a las masas.
Es por eso que la estrategia que nos llevó a la derrota fue la militar,
porque el resto no tuvo un impacto sustancial en la realidad. Las razones por la que la estrategia insurreccional no prendió en las masas (si
es que efectivamente fue así) es otro problema.
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Razón y Revolución nº 19
Teoría-Historia-Política
Sin embargo, sólo la miopía surgida de una perspectiva “militarista” puede concluir que la línea insurreccional fracasó porque sus consignas de control obrero fueron puestas a prueba, sin éxito, por lo más
recalcitrante y podrido de la burocracia sindical. Otra vez el árbol les
impide ver el bosque (además de constituir otro insulto gratuito): no es
lo mismo si una huelga era dirigida por Santucho que por Rucci.
Con este tema del militarismo, los compañeros van más lejos que
en sus primeras intervenciones en las cuales sostenían que, dado que
lo militar era la continuación de la política por otros medios, había que
desarrollar paralelamente ambas tareas. Ahora resulta que, en determinadas circunstancias, lo militar adquiere una dinámica propia, autónoma e independiente de toda cuestión política. De este modo, sería posible que no se cumpla el principio que señalaba Clausewitz (y no Aron)
respecto a que “la guerra tiene una gramática, no una lógica propia.”29
¿Cómo sustentan esta afirmación? Señalando que todo el asunto es
una cuestión de “semántica”: todo depende de cómo “interpretemos” la
palabra política. Con este “acervo teórico” al que le suman una cita de
Clausewitz y otras de Lenin y Trotsky interpretadas arbitrariamente,
concluyen que dado “que la revolución es una guerra, prepararse para
la revolución es disponerse para la guerra.”
Sus erróneos puntos de partido los han conducido al pantanoso
territorio de la “significación”. Es cierto que la lucha de clases, en
tanto enfrentamiento entre fuerzas sociales antagónicas puede
entenderse como una guerra de clases. Pero la lucha de clases, cuyas
batallas libramos día a día en todo el espacio social, no es sinónimo de
guerra en general. Así no avanzamos nada en el debate, más allá de
cuestiones generales. No sólo las herramientas dependen del combate
que se libre sino que están determinados por las condiciones históricas
“Sostenemos, por el contrario, que la guerra no es otra cosa que la continuación
del intercambio político con una combinación de otros medios […] este intercambio
político no cesa en el curso de la guerra misma, no se transforma en algo diferente,
sino que en esencia, continúa existiendo, cualquiera sea el medio que utilice, y que
las líneas principales a lo largo de las cuales se desarrollan los acontecimientos de la
guerra y a las cuales están ligados, son sólo características generales de la política que
se prolongan durante toda la guerra hasta que llega la paz. ¿Y cómo podríamos concebir que esto fuera de otra manera ¿Acaso la interrupción de las notas diplomáticas
paraliza las relaciones políticas entre las diferentes naciones y gobiernos? ¿No es la
guerra simplemente, otra clase de escritura y de lenguaje para sus pensamientos? Es
seguro que posee su propia gramática, pero no su lógica propia.” Clausewitz, Carl:
De la guerra, Colofón, México, 2006, p. 555- 556.
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particulares de cada caso. Una vez más repetimos: el único camino
para determinar cual es la estrategia adecuada para un país en un
momento histórico determinado, es partir de la realidad de ese país.
No es un problema que se resuelva en el plano de interpretación, sino
en el de la explicación científica de los hechos.
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29
Importa destacar que la distinción existente entre las formas de lucha supone también una relación jerárquica de determinación: “en los diferentes momentos de la
evolución económica, con sujeción a diversas condiciones políticas, culturales-nacionales, y de vida, etc., se destacan en primer plano diferentes formas de lucha, como
las formas de lucha fundamentales y, en relación con esto, varían a su vez las formas
secundarias, accesorias.” Lenin: “La guerra de guerrillas”, septiembre de 1906, en
Obras Completas, Editorial Cartago, Bs. As., 1960, Tomo XI, p. 208.
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