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Julia Yébenes
LanzaDigital, Viernes 15 de Agosto de 2014
Leyendas y escalofríos (II)
- 15/08/2014
El recorrido siguió hacia el Callejón del Infierno, lugar que fue escenario de una de las escenas más
sobrecogedoras del pasado mágico toledano.
A Sebastián de Pantoja se le volvió en contra su perversa actuación hacia el amor verdadero, al encargar a
una bruja un bebedizo para matar a Samuel, el amante de Rebeca, de quien el caballero estaba enamorado.
De Pantoja consiguió su objetivo pero antes de consumar la noche de bodas con la dama cuando se
disponía a saldar económicamente su mala acción, el diablo intervino para prender enérgicamente el
cuerpo de la hechicera.
“Los adoradores del diablo zangolotearon aquella noche por este callejón hacia la orgía que se preparaba en
el aquelarre, y tras una misa negra la casa del duende fue pasto de las llamas”, narró el contador de
leyendas.
Nadie podía salir y los gritos bajaban desde la Plaza del Seco por ese callejón. Fuera, los lamentos de los
seres oscuros impactaban en el solado y producían chispas diabólicas.
El Cristo de la Calavera
La siguiente leyenda me recuerda a la para mí tan cercana que se cuenta sobre el Cristo de Zalamea en
Villafranca de los Caballeros. En ambas, la intersección de Jesús modifica la voluntad de los hombres y los
encamina hacia la buena acción.
Y es que la fábula del Cristo de la Calavera narrada por Gustavo Adolfo Bécquer se centra en la amistad
truncada de Alonso de Carrillo y Lope de Sandoval, dos caballeros en la época en que el rey de Castilla
estaba dirigía la campaña de la guerra contra los árabes, y había llamado a filas a sus nobles.
Ambos sucumbieron a la seducción de una misma dama, Inés de Tordesillas, lo que les llevó a retarse antes
de ir a la toma de Granada en un soportal de la calle del Cristo, en la puerta de acceso a la judería, donde
había una imagen iluminada de Cristo en la cruz con una calavera al pie.
Allí no lograron culminar el enfrentamiento mortal ya que misteriosamente la luz del retablo se apagó hasta
por tres veces, justo cuando cruzaban los aceros, lo que les llevó a confraternizar de nuevo porque
entendieron que “un combate entre nosotros ofende al cielo”.
Al final, la ironía de la vida les llevó a comprobar que, a pesar del juego de seducción al que ambos
sucumbieron, la dama ya mantenía una relación con otro galán. Su duelo hubiera sido gratuito e
inmerecido.
Los templarios
Elementos fantásticos o insólitos rodean al universo de los templarios, todavía, según dicen, presentes en
ciertos círculos socioeconómicos de la actualidad.
“Se asentaron en lugares influidos por las fuerzas telúricas, donde la tierra comunicaba energía, donde
sustancialmente las aguas eran milagrosas, en ubicaciones subterráneas como cuevas”, nos contaba
nuestro particular guía con voz sigilosa delante de la Cuevas de San Miguel, donde dicen que los templarios
se reunían para rezar.
“Mantenían encuentros en criptas con judíos y musulmanes para buscar la verdad de sus religiones, que
tenían puntos coincidentes”, escuchamos de boca de Luis en el paseo entre las callejuelas donde tuvo
presencia la Orden del Temple entre la Catedral y la iglesia de San Miguel.
Intuimos la presencia de estos caballeros de hábito blanco y cruz patada roja, incluso sentimos el aliento de
su representación a nuestro lado, en su zona de influencia en Toledo desde donde dominaban las zonas
más influyentes de la ciudad.
Además de un gran patrimonio económico y material (ejercieron de banco de las realezas en la Edad
Media), los templarios mantuvieron unos principios de vida y lucha santa en base a simbologías cifradas.
La imagen de un caballo y dos caballeros expresar el sentido de la dualidad, del bien y el mal que gobierna
el caballo de la vida.
Desde la torre de San Miguel veían cómo avanzan los trabajos de las obras de la catedral y del
impresionante Alcázar, hasta que en 1307 fueron acusados de paganismo, sodomía, de adorar al diablo y
postrarse ante un ídolo que llamaban Bafumet. El golpe mortal se lo dieron en el concilio de Vienne, ante las
presiones del rey francés Felipe IV ‘el Hermoso’ sobre el pusilánime papa Clemente V.
El monarca estuvo movido por la envidia pues había contraído tantas deudas con la orden que, según
recoge Julia Navarro en su libro “La sábana santa”, de tanto oro que le habían prestado, el rey tendría que
vivir diez vidas para devolvérselo.
Entre la calle del Locum, la Plaza de la Cabeza o el Callejón del Toro conocimos que la Caballería Pobre de
Cristo del Templo de Salomón recaló en Toledo en busca de la mesa de salomón (la de cinco metros de
diámetro y la rúbrica de las doce constelaciones como espejo de la quinta esencia), a donde llegó a través de
los visigodos.
Precisamente, el Castillo de San Servando, propiedad del Temple y albergue de peregrinos también fue
sede de acontecimientos de otros mundos con episodios como el protagonizado por una viejecita a las
puertas de la fortaleza. Entonaba la tétrica copla “oh cansado peregrino que contemplas con enojos los
erizados abrojos que tapizan tu camino, resígnate a tu destino, resignación es piedad y pues no hubo
caridad en tus pasos por la vida detén la ruta emprendida que soy la eterna verdad”.
Esta leyenda, en la que tras el paso nocturno de la anciana aparece el guardián del castillo con los ojos
salidos de las órbitas y abundante sangre en la nariz, ahonda en el impacto sobre la conciencia de quien ha
obrado en la vida como un depredador.
Por último, acabamos el recorrido ante el impresionante fortaleza del Alcázar toledano. Como defensa de la
ciudad que utilizaron las tres grandes culturas, el palacio ha sido escenario de asedios, luchas y defensas
que han dejado reminiscencias y alegorías sobre el bien y el mal.
Luis eligió una historia de los tiempos del rey moro de Toledo en los que a través de su bondadosa hija
Casilda nos llevó a la conclusión de que la caridad y la generosidad conforman la base de las religiones más
allá de liturgias, reglas y templos.
La conversión de Casilda al Cristianismo tras ser curada de una extraña enfermedad por unas aguas
milagrosas de un pozo en la comarca burgalesa de Bureba, hizo que se diera a la vida contemplativa en una
cueva y que hoy sea la patrona de Briviesca.
Todas estas leyendas conocimos, revivimos y disfrutamos la noche previa a la súperluna. Una buena cita
para compartir entre nosotros los vivos y los espíritus y fantasías del pasado.
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