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EL SENTIDO NACIONAL
EN ROA BASTOS
by
HUBERT G. CARSON, B.S., M.M.E.
A THESIS
IN
SPANISH
Submitted to the Gradúate Faculty
of Texas Technological College
In Partlal Pulfillment of
the Requlrements for
the Degree of
MASTER OF ARTS
Approved
!tT. WA>AL(L,,^ J
Director
Accepted
Dean of the GradúafcéSa hool
August, 196
'
MíGlo'^^
1'
No.¡03
C^3
NOTA PRELIMINAR
I wish to express my sincere appreclatlon to Dr.
Harley D. Oberhelman for his excellent directlon of thls
study.
Also a note of gratitude to Víctor Rojas for his
counsel and a special word of appreclatlon to my wlfe
Ann for her patience and moral support that has made thls
study more rewardlng.
il
ÍNDICE
Capítulo
I.
Página
NOTA PRELIMINAR
11
INTRODUCCIÓN
iv
BOSQUEJO GENERAL DE LA HISTORIA DE PARAGUAY Y
SU LITERATURA
II.
III.
1
LA VIDA Y LAS OBRAS DE AUGUSTO ROA BASTOS . . .
25
EL SENTIDO NACIONAL EN LA NARRATIVA DE ROA
BASTOS *
CONCLUSIÓN
¿4-3
70
NOTAS
73
BIBLIOGRAFÍA
79
111
INTRODUCCIÓN
El paraguayo Augusto Roa Bastos se ha ganado un
lugar prominente en el grupo de escritores hispanoamericanos contemporáneos, que han aportado una verdadera renovación a la prosa continental. La renovación consiste
en expresar en sus cuentos y novelas el sentido nacional
de sus países. Esta nueva inclinación literaria se inició con los prosistas mexicanos Augustín Yáñez en su novela
Al filo del agua, Carlos Fuentes en la muerte de Artemio
Cruz y Juan Rulfo en Pedro Páramo. Siguiendo la tendenica
de los mencionados escritores. Roa Bastos la lleva a la madurez en sus propias obras. El propósito de este estudio
es examinar, analizar y presentar el sentido nacional que
se encuentra en la prosa de este autor que le ha merecido
renombre internacional.
La primera parte de este estudio
establece el fondo conveniente a través de un bosquejo general de la historia de Paraguay y un examen de la cultura
y la literatura que facilitará el entendimiento de la narrativa de Roa Bastos. La segimda parte tiene que ver predominantemente con el autor, su vida, las influencias que
han determinado su formación literaria y la producción total de su literatura.
Cabe en esta sección examinar y ana-
lizar críticamente su producción literaria para determinar
Iv
su estilo, la estructura y forma de su prosa y la técnica
con la que elabora la temática de sus obras.
La tercera
parte comprende un análisis detallado de su prosa para determinar el sentido nacional.
Las tres obras que constitu-
yen el material del estudio son su premiada novela Hijo de
hombre (1959)5 y dos tomos de cuentos, El trueno entre las
hojas (1953) y El Baldío (I966).
Estas tres obras resulta-
ron de una dedicación intensa de parte del autor para crear
una producción literaria que revela la realidad de su tiempo y a la vez que retiene gran valor literario.
El senti-
do nacional se va a estudiar desde el punto de vista de los
elementos históricos, de los elementos raciales y de los
elementos geográficos.
Con base en estos criterios vere-
mos cómo Roa Bastos escribe para revelar lo que es lo paraguayo .
CAPÍTULO I
BOSQUEJO GENERAL DE LA HISTORIA
^
DE PARAGUAY Y SU LITERATURA
La historia de Paraguay ha sido fascinante, un factor determinante en la configuración de las personalidades,
los caracteres y las actitudes nacionales de sus escritores
como Augusto Roa Bastos, autor de dos tomos de poesía, dos
tomos de cuentos, y una novela de mucha importancia en la
literatura paraguaya.
Este autor ha usado los aspectos his-
tóricos y el sentido nacional de su país como fuente básica
para la temática de su literatura narrativa.
En vista de
tal énfasis histórico y nacional nos ha aparecido conveniente presentar un bosquejo de la historia paraguaya que sii^a
de fondo para el estudio de las obras narrativas de Roa Bastos.
Es un país aislado, situado en el centro del continen-
te y cuya única salida al mar es por el territorio de la Argentina.
Su capital, Asunción, es la ciudad más antigua de
la reglón rioplatense, habiendo sido establecida en 1537 por
Domingo Martínez de Irala, el primer gobernador de la colonia paraguaya.
Durante todo el período colonial, Asunción
era la ciudad más importante de dicha región, siendo el centro del gobierno así como el principal centro económico y
social.
Bajo la dirección del dictador Francia, Paraguay
pudo evitar una guerra civil como las que acaecieron en el
resto de Latinoamérica, después de su independencia.
Con
tal dictadura, Paraguay se constituyó el país de un solo
partido político hasta el desastre de la Guerra de la Triple Alianza, que casi aniquiló al pueblo paraguayo.
Duran-
te la época de las tres dictaduras, se desarrolló una economía independiente, aunque aislada, basada en la agricultura.
Paraguay es el único país bilingüe de Sudamérica,
utilizándose el guaraní y el español.
Roa Bastos dice que su patria es,
... un país devorado por el mito. Tal parece ser la
primera impresión que asalta a los que, por interés
o por mera curiosidad, han llegado hasta allí, atraídos por este enigma incrustado en el corazón del Continente. •"•
Durante la época colonial había gran rivalidad entre los jesuítas y los encomenderos aliados al gobierno colonial.
Los jesuítas llegaron en 1609> con el propósito
de educar a los indios guaraníes y cristianizarlos.
Ellos
establecieron pueblos indígenas en el suroeste, que poco
a poco se convirtieron en reinos jesuítas.
Los encomende-
ros querían utilizar a los indios como obreros, casi esclavos, pero los jesuítas protestaban la explotación de este
recurso, lo cual resultó en un conflicto continuo entre
las dos facciones.
Los jesuítas se instalaron en las regiones fértiles
del río Paraná cerca de la frontera con el Brasil, en aquel
entonces, una colonia de Portugal.
Estas misiones servían,
en rigor, como una línea de defensa contra una invasión por
los portugueses.
Allí recogían a las familias guaraníes y
las enseñaban a construir sus reducciones o pueblos.
Siem-
pre metódicos, los jesuítas construyeron todos los pueblos
o reducciones con el mismo plan:
una plaza central y calles
rectas que salían de la plaza en ángulos rectos.
Los edifi-
cios comprendían una iglesia, un almacén, una armería y las
casas para los indios.
Cada reducción tenía su propio ejér-
cito que era empleado para proteger al pueblo contra los ataques de los mamelucos y otros indios hostiles.
La tierra
pertenecía a la comunidad y los indios cultivaban mandioca,
maíz, caña de azúcar, varias clases de frutas, tabaco y algodón.
También producían carne de res, de las vacas que habían
traído de España.
Los jesuítas les enseñaban a los guaraníes
su artesanía, la cual incluía carpintería, escultura, albañilería, construcción y el arte de tejer.
Las misiones prosperaban y los jesuítas con sus ejércitos guaraníes y su exportación de yerba llegaron a ser
tan poderosos que los encomenderos; el gobierno colonial y
la Corona de España decidieron que las misiones constituían
"un estado dentro del estado".
fueron expulsados de
americanos.
Por eso en I767 los jesuítas
Paraguay y de muchos otros países latino-
Los pueblos quedaron abandonados y cayeron en
un estado bárbaro.
Los indios volvieron a sus viejos modos
de vida y hábitos.
Se pueden encontrar las ruinas jesuítas
hoy en día.
Al fin del siglo diez y ocho, Paraguay fue la más
descuidada de las posesiones españolas.
Los paraguayos,
mestizos en su mayoría, sentían mucho resentimiento contra
los peninsulares, a causa de los impuestos que tenían que
pagar a la España tan lejana y de las restricciones del comercio.
Por fin, en 1811, declararon que ya no se sometían
más a la autoridad española, y Paraguay llegó a ser
una
república independiente, encargada de su propio destino.
El doctor José Gaspar Rodríguez Francia logró solidificar el gobierno paraguayo sin una guerra civil.
La re-
volución de mayo de 1810, en Buenos Aires, proveyó el medio
de liberarse de España, así como de la Argentina.
Paraguay
rechazó la hegemonía argentina y se declaró independiente,
después de derrotar dos expediciones argentinas que intentaron conquistar el nuevo país.
Un político astuto, el doc-
tor Francia, fue nombrado primer cónsul de su país y un poco más tarde llegó a ser dictador perpetuo, de 1814 a 1840.
El dictador había recibido el título de doctor en derecho de
la Universidad de Córdoba y de joven ejerció la abogacía en
Asunción.
Como dictador regía el país sin congreso, minis-
tros, ni tribunales; sin embargo, se negó a aceptar sueldo
alguno y vigiló cuidadosamente el tesoro nacional, sin tratar de enriquecerse.
Su política exterior era de aislamien-
to, pues no permitió la entrada de visitantes ni la salida
de paraguayos durante su reinado.
casi dejó de existir.
El comercio por el río
Su gente lo llamaba "el Supremo" y
todo el mundo se quitaba el sombrero al pasar ante él.
Era
hombre flaco, altanero, que regla con mano de hierro. Castigaba con el exilio, la tortura o la muerte a los que se
atrevían a oponérsele.
Se aisló a sí mismo de la misma ma-
nera que aisló al país, pues vivió solo con sus cuatro criados, durmiendo en un cuarto diferente cada noche para confundir a sus enemigos que quisieran matarlo.
espías que espiaban a sus espías.2
Incluso tenía
Nadie ha trazado un per-
fil tan sugestivo del dictador Francia como Roa Bastos en su
novela. Hijo de hombre:
—Dormía con un ojo abierto. Nadie lo podía engañar ...
Veíamos los sótanos oscuros llenos de enterrados vivos
que se agitaban en sueños bajo el ojo insomne y tenaz.
Y nosotros también nos agitábamos en una pesadilla que
no podía hacernos odiar, sin embargo, la sombra del
Karaí Guasú.
Lo veíamos cabalgar en su paseo vespertino por las
calles desiertas, entre dos piquetes armados de sables
y carabinas. Montado en el cebruno sobre la silla de
terciopelo carmesí con pistoleras y fustes de plata, alta la cabeza, los puños engarflados sobre las riendas,
pasaba el tranco venteando el silencio del crepúsculo
bajo la sombra del enorme tricornio, todo él envuelto
en la capa negra de forro colorado, de la que sólo emergían las medias blancas y los zapatos de charol con
hebillas de oro, trabados en los estribos de plata. El
filudo perfil de pájaro giraba de pronto hacia las
puertas y ventanas atrancadas como tumbas, y entonces,
aún nosotros, después de un siglo, bajo las palabras
del viejo, todavía nos echábamos hacia atrás para escapar de esos carbones encendidos que nos espiaban
desde lo alto del caballo, entre el rumor de las armas
y los herrajes.3
Durante los años de su reinado, "el Supremo" puso en rigor
una economía independiente, pero el país mostró poco cambio
en el nivel de vida. No habla avances significativos ni en
la economía ni en la cultura.
La mayoría de los paraguayos
eran mestizos y todos hablaban el guaraní que había sido
conservado por los jesuítas. Durante el reinado del doctor Rodríguez Francia algunos de los ciudadanos aprendieron
a leer y a escribir en guaraní antes de hacerlo en español.
Rodríguez Francia era muy pro guaraní y hasta impidió que
los españoles se casaran con mujeres que no fueran guaraníes.
En tal nación y bajo dichas circunstancias no se llegó a desarrollar, en esta época ni la literatura ni ninguna otra
forma de expresión cultural. La autoridad de la iglesia
fue limitada estrictamente por el anticlérico, "el Supremo",
pero ninguna otra fuerza social surgió para suplantarla.
En 1840 murió "el Supremo", a la edad de 74 años.
Las riendas del poder pasaron a manos de su cónsul principal, Carlos Antonio López.
No podía haber dos "Supremos",
por lo tanto, a Carlos López lo llamaba "Excelentísimo".
Era un hombre gigante, corpulento, formado como una pera,
con un temperamento manso y una apariencia respetable.^ Su
régimen fue de estabilidad, semejante a la que existió durante la dictadura de Rodríguez Francia, pero con más progreso en la modernización del país.
Se llevó a cabo una
reorganización jurídica y se pudo apreciar cierta prosperidad material. López abolló la esclavitud y trató de incrementar el proceso educativo del país.
Se construyó un fe-
rrocarril de Asunción a la frontera uruguaya y unos puentes sobre los ríos principales. Revocó la política exterior de aislamiento que había establecido Rodríguez Francia
y permitió el paso del comercio por el río. Se enredó en
disputas internacionales con Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, las cuales dañaron el prestigio de Paraguay en
el extranjero cuando esperaba una posición más importante
en los asuntos internacionales.
Tales disputas lo hicie-
ron percatarse de la necesidad de prepararse militarmente.
Por lo menos Carlos López no enredó el país en deudas extranjeras; por el contrario, lo abrió al comercio internacional y al morir le dejó a su sucesor, su hijo, una nación
relativamente próspera económicamente.
La equivocación más seria que cometió Carlos López
fue escoger a su propio hijo como sucesor.^
Éste era un
hijo mimado que entró en una carrera militar cuando tenía
unos diez y siete años y recibió su nombramiento de general a los diez y nueve años.
Estudió francés y aprendió
las modalidades de la alta sociedad capitalina.
A poco
tiempo fue nombrado jefe supremo de todas las fuerzas militares.
Poco después de la muerte de su padre, el joven
Francisco Solano López tomó la presidencia del país.
Al parecer, Paraguay estaba para entrar en una
época de prosperidad y representaba un país
creciente.
de un poder
Francisco López, que habla vivido en París du-
rante la época de Napoleón Bonaparte creó el ejército más
poderoso y formidable del continente .
Mientras estaba en
París, conoció a una irlandesa, Elisa Lynch, que lo acompañó en su regreso a Paraguay.
El presidente de la repúb-
lica era joven y ambicioso, su consorte era astuta y ta-
8
lentosa. A causa de las Invasiones constantes de parte
del Brasil, en el territorio paraguayo, del entremetimiento de la Argentina en los asuntos interiores de Paraguay y
de la ambición de Francisco López de darle a su país un papel decisivo en lo político en la región rioplatense, estalló la guerra de la Triple Alianza, en 1865.
El Brasil, el Uruguay y la Argentina formaron la allanza contra Paraguay en esta guerra costosa y sangrienta
que duró más de cinco años.
Los paraguayos lucharon con
tenacidad y con bravura fanática, aunque contra desventajas
insuperables. Una vez que Paraguay perdió la ofensiva, las
fuerzas aliadas avanzaron por las orillas lodosas del río
Paraguay, hacia Asunción. Tres mil paraguayos se atrincheraron por el río y con muy pocas tropas mantuvieron el fuerte de Humaitá por varios meses contra la armada brasileña.
Durante toda la guerra, López dirigió la defensa despiadadamente y con determinación.
Los paraguayos sufrieron apu-
ros terribles. Los defensores del fuerte Humaitá murieron
de hambre, pues había gran escasez de comestibles en todo
el país.
Elisa Lynch acompañó a su esposo mientras los alia-
dos perseguían a los dos hacia el norte. La caballería brasileña alcanzó a López en Cerro Cora en marzo de I870 y lo
mató a tiros. Dejaron su cadáver abandonado para que se
pudriera bajo el sol, pero Elisa Lynch cavó una sepultura
de poca profundidad y lo cubrió con tierra roja de Paraguay.
Por muchos años después de la guerra solía referirse a Ló-
pez como a un monstruo anormal que torturaba al pueblo paraguayo, pero en la actualidad se le considera héroe nacional que inspiró a su gente, organizó la defensa contra
desventajas insuperables y luchó contra un enemigo poderoso.
Se dice que con sus últimas palabras gritó "Muero con mi
patria".°
Se estima que la población del Paraguay al comenzar la guerra era 525.000 y se redujo en cinco años de
guerra a 221.000.
Entre los sobrevivientes había 106.000
mujeres, 86.000 niños y sólo 29.000 hombres.
La guerra tam-
bién fue un desastre económico y social, pues la gente quedó en un estado de pobreza, sufriendo una herida espiritual
de la que no ha podido recuperarse.
El peor resultado de
la guerra fue la carestía de hombres, que condujo a la promiscuidad con la consiguiente procreación de hijos naturales
abandonados, así como a la formación de hombres perezosos
acostumbrados a que las mujeres lo hicieran todo.
La guerra
había dejado devastada la tierra con los huertos descuidados
y muertos los caballos y las reses.
Las escuelas quedaron
cerradas y los periódicos inéditos por más de una generación.
No había escritores porque a la gente se le había olvidado
escribir y leer.7
El período que va de I87O a 1928 fue una época de
reorganización nacional.
Roa Bastos describe de la siguien-
te manera las condiciones que prevalecían Inmediatamente
después de la guerra y durante los años posteriores:
10
El desarrollo del Paraguay como nación independiente se interrumpió trágicamente con la guerra de
la^Triple Alianza (I865-I87O), que aniquiló su población, arrasó el país y produjo su desmembración territorial. A partir de aquel acontecimiento luctuoso en
los anales de la historia americana, y a lo largo de
casi otra centuria, el Paraguay no ha podido restablecerse de la tremenda sangría. Tal vez lo habría logrado si el país, debilitado y exhausto, no se hubiera
convertido en presa fácil para la acción conjunta de
las oligarquías nativas, los caudillos y el imperialismo extranjero. Con celo digno de mejor causa, desmantelaron lo que había quedado en pie de su estructura
económica y social y retrotrajeron la nación a la semicolonia.o
Después de la guerra de la Triple Alianza, con el
propósito de repoblar el país, el gobierno paraguayo organizó colonias de extranjeros de varios países europeos.
Casi todos estos experimentos fracasaron, a excepción del
realizado con los menonitas, quienes todavía viven en la
región chaqueña.
En este período hubo unos veinte presi-
dentes, suscitándose un conflicto continuo entre los partidos políticos (los colorados y los liberales) y sucesiones
de cuartelazos, levantamientos agrarios y revoluciones. A
este estado político tan caótico se le da el nombre de "confusionismo".
En 1928, parecía patente que Bolivia iba a empujar
su frontera hacia el sur. Invadiendo el territorio chaqueño
paraguayo.
Esta parte del país es una tierra inhospitable
y salvaje, pero en la mente de los paraguayos constituye
una parte integral de la nación.
También se creía que ha-
bía grandes depósitos de petróleo bajo la superficie del
terreno chaqueño.
En 1928 la tensión crecía como resulta-
11
do de unas escaramuzas entre los bolivianos y los paraguayos en la frontera.
En 1932 estalló la guerra del Cha-
co, guerra de sufrimientos increíbles de parte de todos los
combatientes.
Había desigualdad entre las fuerzas milita-
res, ya que para cada soldado paraguayo había seis bolivianos.
El jefe supremo de las fuerzas bolivianas era un
alemán, el general Krundt, que pensaba utilizar la estrategia europea, es decir un blitzkriep: con máquinas modernas de
guerra.
Sin embargo, la mayor parte de sus soldados eran
indios del altiplano andino que no podían acostumbrarse a
las condiciones inhospitables del Chaco, "el infierno verde".
El jefe no contaba con el espíritu belicoso y la tena-
cidad de los paraguayos.
Lanzaba ofensivas en masa, a la
manera europea, mientras que el jefe supremo de las fuerzas
paraguayas, el general Estigarribia, adaptaba técnicas diferentes.
Aprovechándose del conocimiento del terreno y de la
destreza de sus soldados en construir barcos de madera, enviaba pequeños grupos detrás de las columnas bolivianas para cortar las líneas de comunicación y apoderarse de sus provisiones.
Poco a poco los paraguayos avanzaron.
sufrieron gran cantidad de bajas.
Ambos países
Por otra parte, el paludis-
mo, la fiebre tifoidea y la disentería causaron muchas muertes.
Durante la época lluviosa el Chaco se convertía en un
pantano con lagos y ciénegas, pero al cesar las lluvias, el
sol secaba el agua, dejando la tierra requebrada y árida.
Todos sufrían la sed mortífera que se convirtió en su ene-
12
migo feroz.
En 1935» los bolivianos quedaron vencidos y desalentados, pero Paraguay no tenía las fuerzas para completar su victoria total y los dos países firmaron una tregua que se convirtió en pacto de paz en I938.
Este pacto
concedió al Paraguay toda la región del Chaco y a Bolivia
el derecho de usar el río Paraguay, como medio de transporte para el comercio exterior.
Durante esta guerra in-
sensata, por lo menos 70.OOO bolivianos y 25.000 paraguayos
perdieron la vida, a la vez que millares quedaron heridos.
Inválidos o enfermos.
Otra vez Paraguay había demostrado
su tenacidad, pero a costa de penoso empobrecimiento.
A partir de la guerra, la nación cayó en otra crisis económica y política, que resultó en otra serle de dictaduras militares y de revoluciones.
Respecto a este perío-
do, Roa Bastos dice:
Hechos monstiniosos que se repiten cíclicamente. La
lucha política reducida a un flujo y reflujo de "vendettas" entre facciones rivales. Motines militares que
se hacen para convertir el país en un inmenso lupanar,
no ya en el falansterlo poligámico civilizador. Providentes señores que someten a toda una colectividad a
trabajos forzados y, como única nutrición, a la dieta
de sus penas, de sus agravios, de sus infortunios. La
condición humana profanada en todas las formas de la
degradación, reducida a materia coprológica. El país
convertido en presidio para la fabricación de la ciudadanía ideal.9
Los liberales habían controlado el país desde 1912.
El ge-
neral José Félix Estigarribia, héroe de la larga campaña
del Chaco, tomó las riendas del gobierno, como presidente,
13
en 1939» con la esperanza de traer estabilidad política
al gobierno y de mejorar las condiciones económicas y sociales del país.
Tal vez la historia actual de Paraguay
sería diferente si esta persona hubiera vivido para realizar sus proyectos, pues parecía tener las cualidades de dirección que se necesitaban para tal época de reconstrucción,
Desafortunadamente, murió con su esposa al estallar el avión en que solía viajar los fines de semana al lago de San
Bernardino.
Fue seguido en la presidencia por el general
Higinio Morínlgo, caudillo militar, casi analfabeto que gozó de la prosperidad repentina resultante del comercio de
la segunda guerra mundial.
Los Estados Unidos enviaron mu-
chos representantes a este país estratégico y establecieron
una base militar, invirtiendo mucho dinero.
Esta base ser-
vía para protegerse de la Argentina que era pro nazi, durante la guerra.
Morínlgo se aprovechaba, muy astutamente,
tanto de los Estados Unidos como de la Argentina, pues extrajo todo lo posible de los Estados Unidos y del Brasil,
a la vez que seguía su comercio con la Argentina.
Durante
su régimen tomó cargo de la prensa, a la vez que llenó las
cárceles y "los campos de concentración" con sus enemigos.
Cuartelazo tras cuartelazo trataron de derrocarlo, pero todos fueron aplastados despiadadamente.
En 1947 Asunción
sufrió un sitio de cinco meses durante el cual muchos escritores e intelectuales paraguayos tuvieron que expatriarse Incluyendo Roa Bastos.
En 1948, el tirano dejó que eli-
14
gleran presidente a Natalicio González, su ministro de finanzas.
Con el retiro de Morínlgo, que tuvo que huir del
país seis meses después, "el confusionismo" volvió a Paraguay, con cinco presidentes en diez y seis meses.
En 1954
un amigo de Perón, el general Alfredo Stroessner, tomó control del gobierno por medio de un cuartelazo y se ha mantenido en el poder hasta la actualidad, constituyéndose en
dictador severo, verdadero representante de los caudillos
de Sudamérica.
El general Stroessner ha establecido un ré-
gimen facista con muy poco progreso económico y social.
En 1960, el dictador se dio cuenta del descontento creciente entre sus oficiales militares y de la disensión de
los miembros de su propio partido político, el colorado,
y anunció unas "nuevas medidas democráticas" a su congreso
de monigotes, pero los millares de exiliados en la Argentina y el Uruguay se mofaron de su sinceridad.
Así, pues,
Paraguay es todavía una nación aislada y atrasada, bajo una
dictadura severa.
Tiene la potencialidad de llegar a ser
"el paraíso" de la leyenda guaraní, pero la soledad Idílica
de tal leyenda se hace incompatible con la trágica realidad de que un país no puede vivir aislado en el siglo veinte.
Por otra parte, su tragedia de país acorralado le im-
pide competir con las grandes naciones que lo rodean.10
Puesto que la literatura refleja la cultura de un
pueblo dentro del marco de su historia, nos proponemos
examinar, seguidamente, la historia de la literatura para-
15
guaya.
El desenvolvimiento histórico de esta literatura
ha ejercido gran influencia en la vida de escritores paraguayos contemporáneos como Roa Bastos.
Augusto Roa Bastos es, sin duda, la figura más importante de la literatura paraguaya de hoy.^^
Por mucho
tiempo Paraguay no tenía novelistas de importancia, de tal
manera que le tocó a Roa Bastos llegar a establecer la
realización madura del género novelístico.
Además, él ini-
cia la participación de su país en la corriente principal
de la literatura latinoamericana.
Hasta 1950, ninguna his-
toria de la literatura hispanoamericana incluía a novelistas
paraguayos, como tampoco a ninguno de sus poetas y ensayistas.
Paraguay o mejor, su literatura, era una "incógnita",
para usar la expresión de Luis Alberto Sánchez, que se hizo entre los paraguayos famosa.
Para dar una indicación
gráfica de la falta de producción literaria en Paraguay,
David William Foster ha analizado el índice de autores de
la obra monumental de Anderson Imbert^^ en cuanto a escritores paraguayos:
En su índice monumental de la literatura de Latinoamérica, Anderson Imbert encuentra la ocasión de incluir solamente a cincuenta y dos paraguayos entre un
total de 2.505 autores representados en los índices de
los dos tomos; en otras palabras, sólo 2,08^ de los
hombres y las mujeres de letras latinoamericanas discutidos son paraguayos. De estos cincuenta y dos,
treinta y cinco (67>b) viven aún [I96I] y veintinueve
{56^) nacieron en este siglo. Sólo diecisiete incluyendo a Roa Bastos están enrolados como escritores
de prosa narrativa (33^)- -^
En vista de lo anterior, podemos entender la de-
16
olaración de Anderson Imbert cuando dice que en un lugar,
el Paraguay, "No tuvo modernistas, porque en verdad no tu14
vo literatura".
Este país tan improductivo literaria-
mente, sólo en el terreno de la historia sí tuvo una cosecha nacional que incluye nombres de relieve.
No es hasta
bien entrado el siglo veinte que Paraguay empieza a dar una
producción de nivel continental.
La historia de esta li-
teratura está llena de frustraciones, de tramos unidos a
destiempo, de apetencias fragmentadas; que nos inducen a
afirmar que es una literatura sin pasado.15
Durante la co-
lonia no hubo más obras dignas de mención que las imitaciones de romances, las sátiras en coplas de corte popular y
las crónicas, las cuales, por lo menos, ofrecen la novedad
del escenario.
Bajo la dictadura de Rodríguez Francia, mu-
chos elementos de los diferentes órdenes sociales dieron
expresión oral o escrita, incluyéndose la expresión de los
oradores, los políticos, los frailes, los militares y los
abogados.
Sin embargo, no vale la pena mencionarlos, pues
no contribuyeron nada original.
La escasez de producción
literaria se ha atribuido a la condición mediterránea del
país.
El acorralamiente, como lo expresa Roa Bastos, y su
consecuente aislamiento, hicieron que las corrientes culturales exteriores llegaran en forma precaria y desarticulada, atrasadas cronológicamente.^^
El crítico Zum Felde,
muy acertadamente dice que, "El Paraguay ha vivido siempre la tragedla agónica de su propia geografía política".l^
17
Vinculadas a esta condición aislada estaban las restricciones
económicas impuestas por la Corona que limitaron la vida
paraguaya a un ruralismo patriarcal, sin esperanza de rápida prosperidad.
Se restringió así el crecimiento demográfi-
co, con éste el desarrollo de la vida social y, correlativamente, el de las letras y las artes, de indigencia paralela
a lo largo de tres siglos coloniales.
No obstante, se debe
mencionar el barroco religioso hispanoguaraní y la prosa
histórica y descriptiva, cuyo cultivo fue, como se ha dicho,
profuso.
Debemos mencionar otras dos causas de la escasez
de la literatura paraguaya:
el aislamento puesto en rigor
por el dictador Rodríguez Francia durante más de treinta
años y la guerra de Cinco Años que aniquiló la población y
las nacientes instituciones, prolongando casi inacabablemente el desarrollo de una literatura nacional.
Roa Bastos analiza la carencia de signos competentes de la literatura paraguaya, en los términos siguientes:
En el ámbito local, la tarea resulta, desde luego
más difícil. No porque un ojo implacable vigile y reprima sin descanso los desperezamientos de la inteligencia y de la imaginación. Después de todo esto
hubiera dado a la lucha su verdadero sentido. Sucede
algo peor. La brutalidad de la fuerza, el desprecio
por el espíritu y la dignidad moral han invadido el
aire que se respira, envenenan los pensamientos aun
antes de ser formulados, crean una psicosis de enterrados vivos. En esta atmósfera sorda y asfixiante toda
posibilidad de comunicación pareciera reducida a cero.
Ello hace superfluo el rigor de la censura oficial,
pero también torna absurdo el hecho mismo de pensar
y escribir. ¿Para qué?, ¿Para quiénes? El esfuerzo
por sobreponerse a esta siniestra fascinación es lo
que consume el mayor gasto de energía espiritual.1°
El primer poeta que adquirió cierta fama fuei
su patria fue Juan O'Leary (1879- ). Sus primeras obl
se caracterizan por el romanticismo y sus últimas por!
modernismo.
Como se ha dicho, los movimientos literarios
siempre llegan a este país, aislados, atrasados y gestados
fuera de las fronteras.
Este fenómeno ha sido designado
con el nombre de "el hecho de perspectiva".19
A comienzos del siglo veinte se dieron a conocer
las obras de los poetas Eloy Fariña Núñez (I885-I929), parnasiano de poca importancia, y Alejandro Guanes (I872-I925),
verdadero modernista aunque bastante tardío.
El primer grupo lírico de valor literario surge con
la revista Crónica (1913-1915)» aunque sus producciones representan más una actitud emotiva que un esquema intelectual,
Debemos mencionar a Pablo Max Insfran (1894- ), parnasiano
de mesurado acento humanista y filosófico y a Guillermo Mollnas Rolón (1889-1946), simbolista.
Esta promoción no con-
siguió identificar su propia realidad espiritual con la voz
de su tiempo y su fracaso, en general, se refleja con la
temprana desaparición de la escena literaria.
El grupo de
la revista Juventud (1923-1926) escoge la tendencia modernista de los del grupo de la revista Crónica, pero, aunque
numerosos al principio, la mayor parte de sus miembros mueren o se decepcionan.
Entre los escritores del grupo de la
revista Juventud debemos mencionar a Heriberto Fernández
{1903-1927) a Hérib Campos Cervera (1908-1953) y a Julio
Correa (1890-1953).
Heriberto Fernández fue el fundador de
Juventud y publicó dos tomos de poesías, después de haber
Ido a París en 1925•
Campos Cervera comenzó su carrera co-
mo poeta del surrealismo, pero terminó dando expresión a temas nacionalistas.
En su obra se aprecia una honda simpatía
humana, un interés genuino por los temas nativos y un don
musical constante.
Hugo Rodríguez Alcalá lo describe como
20
"el poeta de la muerte".
Se preocupa por los problemas
de su prójimo y escribe sobre las ciudades liberadas, sobre
el hachero y el mensú y sobre los camaradas sacrificados.
La mayoría de sus escritos se encuentran en Ceniza redimida,
colección publicada en 1950.
Campos Cervera es el único
pbeta paraguayo cuyos poemas se encuentran en la antología
de Anderson Imbert y Florit, Literatura hispanoamericana.^^
Julio Correa halló su voz auténtica al estallar la guerra
del Chaco (1923-1935).
Al principio escribió para el teatro,
pero en la posguerra escribió versos en un lenguaje directo,
agresivo, crudo.
Reacciona contra el ambiente de violencia
política y social que prevalecía en la nación después de la
guerra.
1945»
Su colección de poesías Cuerpo ¡¿_ alma apareció en
La guerra del Chaco también inspiró al poeta Hugo
Rodríguez Alcalá (I917- ) cuyo tomo de poesías trata de las
experiencias vividas por él mismo como combatiente en el
Chaco.
Desde 1945, Rodríguez Alcalá se ha dedicado a la
docencia en universidades norteamericanas.
En I962 publi-
có su última colección de poesías, intitulada Abril que
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cruza el mundo.
El autor Natalicio González pertenece cronológicamente al grupo de la revista Crónica, pero por su estilo
pertenece a grupos posteriores.
Su colección de poesías
intitulada Baladas guaraníes. señaló un fitievo retorno a la
sencillez poética y al naturalismo temático.
Además de
poeta es cuentista (Cuentos ^ parábolas. 1922) e historiador de la cultura paraguaya.
Después de la guerra del Chaco ha habido gran actividad literaria en el Paraguay y han surgido otros valores,
pues el triunfo de la vanguardia poética coincide con el
fin de la guerra.
Así, pues, los jóvenes escritores para-
guayos experimentan un doble extremecimiento, emocional e
intelectual.2^
De esta generación del cuarenta sobresalen
tres escritores:
Hérib Campos Cervera, de quien ya nos he-
mos ocupado, Augusto Roa Bastos (I9I8- ) y Josefina Pía
(1909- ). -La primera obra que Roa Bastos publicó fue El
ruiseñor de la aurora ^ otros poemas.
Una segunda colección
fue publicada en I96O, El naranjal ardiente.
En el próxi-
mo capítulo de este estudio nos ocuparemos de la obra, estilo e importancia literaria de Roa Bastos.
La poetiza Jo-
sefina Pía, de gran temperamento artístico, publicó su primer tomo de poesías en 1934, bajo el título de El precio de
los sueños.
En su poesía se pasa del amor con exaltación
y naturalidad al dolor de comprobar lo transitorio de todos
los fenómenos.
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Su estilo se caracteriza por la repetición
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21
de temas y la insistencia en transmitir su mensaje sensorial
y cultural.
Un poeta miembro de la nueva promoción es Elvio Romero (1927- ). Este "poeta del campo", según Hugo Rodríguez Alcalá,23 escribe de asuntos sociales, de campesinos
y de luchas sociales y políticas.
Escribe con el estilo pro-
pió de las nuevas tendencias de vanguardia y pertenece al
grupo de jóvenes que escriben para la revista Alcor.
Entre
ellos podemos mencionar al joven Roque Vallejos (1943- ),
quien ganó un concurso poético patrocinado por la mencionada revista, en 1965; a Ramiro Domínguez (1929- ), a José
Luis Appleyard (1927- ) y a Rubén Saquier (1930- ), el director actual de la revista Alcor.
En cuanto a la producción narrativa, debemos decir
que no hay manifestación mencionable antes de I900. A principios del siglo veinte se diseñan dos corrientes novelísticas:
una que elige su temática, su ambiente y sus persona-
«
Jes en literaturas extranjeras y la otra que busca sus motivos en el contorno nacional y que es cronológicamente paralela a la anterior, pero que prolonga su ciclo.24
En esta
última corriente, entran en juego temas que tratan de los
rasgos vernáculos, la naturaleza Idílica, el folklore, la
anécdota heroica e inclusive rasgos morales o físicos elevados a la categoría de tópico.
La primera novela nacional,
Ignacia (I906) fue escrita por José Rodríguez Alcalá.
La
trama de esta novela se basa en el antagonismo campo-rural.
22
En 1929 apareció la novela Hombres. mujeres ^ fantoches,
escrita por Gabriel Casaccia Ribolina (I907- ), la cual se
puede vincular con el comienzo efectivo de la novela moderna paraguaya.
A pesar de haber pasado la mayor parte de su
vida en el exterior, Gabriel Casaccia Ribolina ha contribuido varias otras novelas a la literatura paraguaya.
tre ellas:
En-
El guajhú (1938), Mario Pereda (1940), El pozo
(1947) y su novela más famosa. La babosa (I952).
Esta úl-
tima tiene de protagonista el espíritu de un medio y de un
Instante político social y cultural en vez de una persona.
Trata de la sicología de frustración.
Esta obra provocó
diatribas locales y todavía es centro de controversia en
los círculos literarios de
Paraguay.
La última novela de
este autor apareció en 1964 y se titula la llaga.
Otro es-
critor expatriado, Natalicio González publicó en México la
novela titulada la raíz errante (1951) que trata del hombre
contra un fondo exhaustivo de ambiente tradicional y folklórico, dándonos finalmente, los yerbales con su atmósfera
de trabajo forzado, abuso y crimen.
Tres contribuciones importantes en el campo de la
narrativa son las obras de Roa Bastos:
El trueno entre las
hojas (1953), colección de cuentos; Hijo de hombre (1959),
novela; y El baldío (I966), otra colección de cuentos. Estas tres obras formarán la base del estudio del último capítulo de este trabajo.
En cuanto a la dramaturgia, debemos decir que Para-
23
guay casi no ha producido obras teatrales.
Los dramaturgos
nacionales siempre han carecido de posibilidades de estreno,
pues ha habido pocos teatros y ha faltado el ambiente creador
que se necesita para el desarrollo de un teatro nacional.
Josefina Pía describe el teatro nacional como una producción
"escarpada".25
A los factores restrictivos de orden puramen-
te cultural y económico se fueron añadiendo otros de naturaleza exhibicionista, intrínsecos del teatro.
Para florecer,
el género dramático precisa de un sentido pleno de solidaridad de formas culturales y un clima de libertad y responsabilidad.
Obviamente, en Paraguay han faltado y faltan hoy
en día estos elementos esenciales para el crecimiento de su
teatro nacional.
Julio Correa ha contribuido significativamente al
teatro paraguayo con sus dramas en lengua guaraní.
Estas
piezas son inexpertas, como todas las nacionales y acaso
más que la mayoría de ellas, pero parecen henchidas de un
evidente deseo de dar voz a las rebeldías y dolores que se
fermentan incesantemente en el seno de las comunidades humanas, como índice de crecimiento y que resquebrajan la rutinaria estabilidad social.
Inspirado por la guerra del
Chaco, este autor trata de temas chaqueños así como de problemas sociales arraigados en otros acontecimientos y condiciones.
Conviene mencionar aquí algunas de las condiciones
desfavorables que han contribuido a la situación desventa-
I
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••
24
josa en que se han desarrollado las letras paraguayas: no
hay secciones literarias en los periódicos nacionales, las
dos únicas revistas literarias. Alcor y Diálogo, tienen vida discontinua; no hay casas editoriales que ofrezcan al
autor facilidades adecuadas, pues la preocupación de las
casas editoriales existentes no traspasa la ambición comercial; no hay concursos que ofrezcan al escritor la posibilidad de escapar el anonimato y las posibilidades de obtener
intercambios culturales son precarias y nulas.
Esta esca-
sez de cauces comunicativos se agudiza periódicamente con
la intervención de otros factores extraliterarios.
Estos
factores incluyen la fijación en el pasado, con el consiguiente conservadurismo narciclsta; los prejuicios sociales
y religiosos, y los constantes recelos de orden político.
Respecto a tales circunstancias dice lo siguiente la autora
Josefina Pía:
... han ido elaborando en los escritores de estas generaciones una autocensura tanto más temible cuanto
que cristaliza a menudo en mentalidad, y que agrava la
acción de otros factores más antiguos; la ausencia de
instituciones culturales de orientación orgánica y caracterizadas en continuidad; el enclaustramiento, cier^ tamente atenuado en los últimos años, pero operante
sicológicamente. La falta de tradición, así, no hace sino alargar su huella estéril en esta trayectoria
sin nombres.'^"
CAPITULO II
LA VIDA Y LAS OBRAS DE AUGUSTO ROA BASTOS
La narrativa de Paraguay llega al primer plano de
la literatura continental, en este género, con la novela
Hijo de Hombre de Augusto Roa Bastos, ya conocido por un
libro de cuentos anterior. El trueno entre las hojas.
El
hecho es que por primera vez, una novela paraguaya traspasa las fronteras del propio medio literario, en aislamiento provinciano, alcanzando resonancia internacional e incorporándose a la colección de la narrativa hispanoamericana, como una de sus piezas representativas.! Este hecho
tiene más significación cuando se toma en cuenta el estado
casi permanente de penuria política y social en que este
país ha sobrellevado su vida histórica, tan marcada por la
adversidad, resultando en un subdesarrollo doloroso, tanto
en lo económico como en lo cultural.
Estas condiciones
precarias se reflejan en el desenvolvimiento de la vida intelectual del país.
H\igo Rodríguez Alcalá, crítico, ensayista, y catedrático, escribiendo sobre este escritor opina lo siguiente:
No hay entre los escritores jóvenes del Paraguay nadie
que iguale o supere a Augusto Roa Bastos. Como artí-
25
26
fice del verso y de la prosa, como maestro consumado
de los recursos de su oficio, no tiene rival entre
los miembros de su generación. Su laboriosa, interrumpida e intensa formación literaria; sus largos años de
lento aprendizaje en un afán de ensayar su creciente
destreza en todos los estilos y géneros literarios; en
suma, su infatigable voluntad de perfección y la discipllna^que se ha impuesto para lograrla, le han hecho dueño de un idioma poderoso en imágenes, ágil,
flexible, rico en colores y en matices, cabalmente adecuado para la pintura del mundo exterior y para el análisis de complejísimas reacciones sicológicas.2
Roa Bastos nació en 1917 en el pueblo de Iturbe,
unos ciento cuarenta kilómetros al sureste de Asunción, la
capital de Paraguay.
Este pueblo de tres mil habitantes
fue el escenario de su infancia, donde creció entre mensúes,
y cazadores de carpinchos.
Cosa interesante es que este
pueblo está muy cerca de Itapé en donde se verifica la acción del primer capítulo de su novela Hijo de hombre. También, el primer cuento del libro. El trueno entre la hojas,
se titula "Los carpincheros" y trata de la vida de estos
cazadores.
Su padre trabajaba en un ingenio de azúcar y a
su madre le gustaba la poesía y las canciones nostálgicas.
Roa Bastos describe su vida en los términos siguientes:
Yo tenía una madre a la que le gustaba hacer versos
y cantar canciones nostálgicas. Tal vez debido a ella
escribí siempre, desde mi infancia. Pero había que
sobrevivir y me empleé en un banco. Después, me salí y me dediqué al periodismo: viajaba por los yerbales haciendo notas para un periódico. También hacía audiciones de literatura inglesa en una radio, lo
que me valió una beca del British Council, con la que
estudié nueve meses en Inglaterra, luego viajé por toda Europa. En uno de los violentos cambios de gobierno de los que hay tantos en mi patria, tuve que salir
y me radiqué en Buenos Aires y fue allí donde empecé
a escribir seriamente, haciéndome cargo de mi vocación
27
y de mi obligación. Si no hubiese salido del Paraguay
es posible que hubiera sido camionero toda mi vida.3
Roa Bastos, como su compatriota de una generación
anterior, Natalicio González, es un autodidacto.
Comenzó
su educación académica a la edad de ocho años, llevando su
primer par de zapatos apretados, que recibió como regalo de
sus amigos campesinos.
Esta educación consistió en cinco
años de escuela primaria.
Durante este período asistió por
un tiempo al Colegio San José, uno de los mejores de Asunción.
No recibió ni su bachillerato ni su doctorado, sin
embargo ha logrado ser uno de los intelectuales más honorados de su país.
Obtuvo este puesto prominente en el campo
de la literatura por un esfuerzo personalísimo, cuyos resultados compensaran abundantemente las ventajas de la disciplina escolástica.
Se alistó en el ejército a la edad de diez y siete
años y participó en la campaña sangrienta del Chaco.
Esta
experiencia ha influenciado profundamente y está reflejada
en su producción literaria hasta hoy en día.
Ha creído que
esta guerra no tuvo nada que ver con sentimientos patrióticos, sino con operaciones de intereses imperialistas apoyadas
por la oligarquía criolla.
Esta idea formó la base de sus
campañas periodísticas que resultó en su destierro en 1947»
Después de un viaje a Europa durante el cual estudió nueve
meses en Inglaterra regresó a Buenos Aires donde vive y escribe en la actualidad.
28
El aprendizaje que sirvió para desarrollar su formación literaria pasó por dos fases distintas.
Su primera
fase se caracteriza por la imitación de los grandes poetas
españoles del Renacimiento.
Allá por 1935 escribió unos
sonetos que parecían sacados de una antología del siglo XVI.
Su primer ídolo literario fue el gran poeta, Garcllaso de
la Vega.
Por ser sobrino del monseñor Hermenegildo Roa,
sacerdote culto y virtuoso, de cultura y gustos clásicos,
Roa Bastos hizo sus primeras lecturas en la biblioteca de
su tío.
De este período en el desarrollo de la carrera de
Roa Bastos, Rodríguez Alcalá dice:
El extraordinario poder que tiene Roa para el dominio
de las más diversas maneras de la lengua literaria, le
permite manejar sin esfuerzo el español del Siglo de
Oro, como si este adolescente, nacido en el corazón
subtropical de la América del Sur, en el segundo decenio del siglo veinte, no tuviera otra patria espiritual que la España de Carlos V ni otro reino poético
que el neoplatonismo renacentista en una arcadia ideal
de eterna primavera.^
En otro artículo sobre Roa Bastos, Hugo Rodríguez Alcalá
nos da una comparación interesante entre dicho poeta y el
Joven poeta español, Carlos Bousoño:
Carlos Bousoño es el único caso que he conocido de un
poeta que, habiendo nacido hacia 1923» ha sido un muchacho contemporáneo de la madurez de Campoamor y Zorrilla. En su pueblo, sin noticia alguna de la poesía,
a los trece años abrió la pequeña biblioteca de su difunto tío abuelo, y allí estaban los libros de esos
dos poetas, y de ningún otro poeta más. ¿Qué cantidad de candor, de sueño de la realidad, hacen falta
para que ocurra lo que sucedió? Leyó esos libros, y
como un muchachillo de I87O, despertó a la poesía ...
de 1870. Empezó a escribir versos. Leyendas, Dolerás,
Humoradas.5
29
El caso de Roa es muy semejante pero aún más curioso que
el de Bousoño porque la ciudad de Asunción de hace treinta
y cinco años faltaba la cultura literaria del pueblo natal
de Bousoño.
Al leer los sonetos garcilasianos, Roa desper-
tó a la poesía de 1540 y comenzó a escribir églogas y sonetos en un lenguaje fluido de sorprendente anacronismo.
Sus
personajes tañen rabeles rústicos, ruedan arroyos cristalinos por verdes prados y el infalible ruiseñor gorjea en
las ramas de árboles añosos.^
Estas lamentaciones de pas-
tores enamorados, tristes octavas y armoniosas liras nunca
han sido publicadas con la excepción de unas pocas que aparecieron en 1938.
Esta capacidad sorprendente del joven
poeta Roa para repoetizar en un estilo fuera de su época
no era más que la primera manifestación de su talento innato, que en las diversas etapas de su evolución literaria le
permitiría
revivir en su propia experiencia todas las es-
cuelas y estilos de la historia literaria.
Su avidez de
lector le ha hecho un literato de una cultura artística que
muy pocos novelistas de América hoy poseen.
La segunda etapa de su formación literaria comenzó
cuando descubrió a Federico García Lorca.
Una persona do-
tada de una sensitividad literaria y artística como Roa
Bastos no iba a pasar toda la vida encerrado en sólo un periodo de desarrollo cultural.
Un día, sin más transición
que unas lecturas entusiastas de Valle Inclán y Juan Ramón
Jiménez, descubrió a García Lorca lo cual produjo un cambio
30
radical en su estilo y en su sensibilidad.
Los pastores
tañedores de rabeles de sus poemas garcilasianos se agitanan al influjo del romancero lorquiano, y aclimatados al
ambiente hispaño-guaraní, comenzaron a danzar bajo los
cielos tibios de Paraguay.7
con una capacidad asombrosa,
se adueñó de todo el arsenal poético de Lorca que en aquel
tiempo le fueron accesibles en los volúmenes de las obras
lorquianas publicadas por la Editorial Losada de Buenos
Aires.
Dejó por siempre su predi11colones clásicas y se
dedicó a leer y a imitar con entusiasmo a todos los poetas
nuevos.
Al renunciar a la época clásica, se consagró a
estudiar con un fervor fanático a infinitos escritores en
traducción, tales como el alemán Rilke, el checo Kafka, el
irlandés Joyce.
Otros autores que le interesaban eran An-
dró Bretón, Apollinaire, Cocteau y Marinettie.
Cosa curiosa
es que se desentendió de toda la literatura española que
no pertenecían a lo nuevo.
Hay que mencionar que dio un
salto de los siglos diez y seis y diez y siete al siglo veinte dejando el conocimiento de la literatura del siglo diez
y nueve hasta otra etapa de su formación literaria.
Apenas
tenía noticias de los grandes escritores españoles decimonónicos así como los otros como Stendhal, Flaubert, y los
rusos.
Por el momento le es necesario ponerse al día, ser
un poeta nuevo, revolucionario; lo demás vendrá más tarde.°
Durante este tiempo del desarrollo de su carrera
literaria, conocía a dos colegas de la "escuela nueva":
31
Hérib Campos Cervera y la escritora hispanoparaguaya Josefina Pía.
Ya hablamos de estos escritores en el primer ca-
pitulo de este estudio, pero conviene decir aquí que estos
dos escritores creaban una literatura sombría y pesimista.
Vivir, para Campos, no era otra cosa que "ir muriendo".
Josefina Pía entrelaza el tema de la muerte con el del
amor, un amor caracterizado por tina pasión trágica, amarga
y desesperada.
La asociación íntima de estos dos poetas
de la muerte y de la desolación espiritual, ejerció en Roa
una impresión profunda.
Esta impresión había de manifestar-
se en una actitud pesimista, acaso mera pose literaria en
un principio, que constituiría más tarde una genuina postura espiritual ante el mundo y la existencia cuya influencia se aprecia en la mesa de Roa Bastos.
Roa Bastos y su
dos colegas en este tiempo se adherían al movimiento surrealista que constituyó casi una verdadera religión literaria cuyos dioses incluyian al inglés Charles Morgan, al
francés Alain Fournier, y a los norteamericanos O'Neill y
Faulkner.
Una contribución importante de este trío de escritores fue la renovación de la vida intelectual, desempeñada
con entusiasmo y abnegación, en Asunción, a pesar de la existente dictadura aplastadora que parecía a la de la época
del doctor Francia en cuanto a la cultura.
Podían mantener
un interés creciente por las nuevas tendencias literarias
en un ambiente cargado de intrigas y temores dentro de es-
32
ta ciudad vigilada en todas horas por espías policíacos.^
En los años anteriores a su destierro. Roa era redactor del periódico El país de Asunción.
En esta época
escribía infinitos versos que los distribuía entre sus
amigos durante las tertulias que se verificaban en la Casa
América, en las librerías Salazar y Universal o en las esquinas de la calle Palma.
Lo siguiente es una descripción
de lo que pasaba durante tales reuniones literarias:
Roa tiene poemas en todos los bolsillos—poemas superreallstas, oscuros, ininteligibles, y a veces alguna
estrofa de sorprendente belleza. Roa, entre sus amigos, es el que más habla porque es también el que más
lee, el que más aprende, el que más se entusiasma. Y
allí, con Campos Cervera, con Josefina Pía, con Facundo Recalde, con Elvio Romero, Roa menciona un tema que
acaba de desarrollar en algunos versos recientes; comunica las emociones que se lo inspiraron, habla de
nuevos desarrollos, trama proyectos de otros poemas,
o de cuentos, o de piezas de teatro—porque Roa, además, es cuentista y dramaturgo. Y entonces Roa sigue
hurgando en los otros bolsillos, y nuevos poemas surgen de aquí y de allá, hasta que sus amigos se quedan
finalmente como sumergidos en el fluido espirituoso de
una incontenible inundación poética.1^
En 1947 estalló otra guerra civil y Roa Bastos, con
muchos otros escritores e intelectuales, tuvo que expatriarse.
Roa Bastos y Campos Cervera buscaron asilo en Buenos
Aires.
Allí "el poeta de la muerte" publicó su primero y
su último libro. Ceniza redimida, en el que reunió lo mejor
de su poesía.
Un año más tarde, murió triste y nostálgico,
precisamente cuando el poeta descubría en sí aspectos antes
insospechados de su vocación literaria.
Por otra parte,
Roa Bastos parecía haber perdido en el destierro la inspira-
33
clon y la fecundidad.
Tal cosa podía suponerse porque no
publicó ningún libro hasta 1953.
Pero en verdad, seguía es-
cribiendo y estudiando tanto como se lo permitía su difícil
condición de expatriado.
Se dedicaba a la perfección de su
estilo, tanto en la técnica como en la maestría del idioma
que le daría el instrumento para modular todos los matices
del sentimiento y dar voz a todos los tonos de la pasión.
Continuaba la lectura de todos los autores importantes.
Tenia la capacidad de captar y atesorar en su mente las ideas
centrales de lo que leía, incorporándolas más tarde en una
fantasía de Imágenes que se reflejan en sus propios efectos
retóricos.
Aunque su producción no es extensa, todas sus obras
representan un avance significativo en la literatura paraguaya así como en la de Hispanoamérica.
Publicó su primer
libro de versos. El ruiseñor de la aurora ^ otros poemas,
en 1940.
En 1942 apareció la novela titulada Fulgencio Mi-
randa . Presentó esta novela al concurso organizado por El
Ateneo, recibiendo mención honorífica.
Como se ha dicho,
es autor de varios dramas, ninguno de los cuales ha tenido
mucho éxito.
Entre sus dramas podemos mencionar I^ reslden-
ta y El niño del rocío.
La trama de El niño del rocío se
desarrolla en la Alemania nazi.
En el campo del arte clne-
matorgráfico Roa Bastos ha tenido mucho éxito.
Es autor de
varios libretos de cine tales como El trueno entre las hojas,
Sabaleros, La rebelde de Santiago y Shunko.
La película
3^
argentina de su cuento El trueno entre las hojas contribuyó
mucho al éxito del tomo de cuentos que lleva el mismo título.
La película se basa en el último cuento del libro.
Esta
colección de cuentos apareció en 1953, después del largo
silencio que siguió a su destierro.
De este período Rubén
Bareiro Saguier, el editor actual de la revista Alcor, dice:
El camino entre la publicación de El ruiseñor y la de
su tomo de cuentos, El trueno entre las hojas, es largo y trabajoso. Extrañado—luego de sufrir cárceles—
por su amor a la libertad, continúa en tierras ajenas
la labor cultural, en medio de apremios y desazones que
aumentan su decisión y esperanza. La fe, la vocación,
la voluntad levantan su corazón, caído a veces en tan
ardua lucha, y vacían su sangre en el papel en que va
creciendo su amor hacia los hombres desposeídos, hacia
su tierra encadenada. Ni la distancia ni la extranjería
pudieron mellar un ápice de su honda raíz nutrida en
• este suelo fecundo, empobrecido por la saña y el odio;
poblado por la persecución y la muerte. Este es el
hombre en consonancia con su obra.H
Otro tomo de poesía apareció en 1949» El naranjal ardiente.
Su obra monumental. Hijo de hombre, se publicó en 1959 y
su último tomo de cuentos. El baldío, en 1966.
Con la pu-
blicación de Hijo de hombre, Roa Bastos surgió como un escritor de plena madurez, mereciendo la fama internacional
que la novela le ha traído.
También ha escrito artículos
y ensayos que han aparecido en revistas y periódicos de su
país y de muchos países extranjeros.
Su estilo, tan bien logrado, es el resultado de una
disciplina rigurosa que se ha impuesto hace muchos años.
Todos los críticos están de acuerdo que es un escritor que
ha transcendido de las fronteras nacionales para llegar a
la dimensión universal.
Trata de problemas que afectan a
sus compatriotas, pero que a la vez afectan a los habitantes del mundo entero.
Ha dejado atrás la gran tradición
regionallsta, tan importante en la novela de los comienzos
del siglo veinte, para llegar a una universalidad muy poco
común en la literatura paraguaya.
Puesto que este estudio
tiene que ver con la producción en prosa nos limitamos a la
crítica de El trueno entre las hojas. Hijo de hombre y El
baldío.
El trueno entre las hojas es un conjunto de cuentos breves y trágicos, cuyos personajes son paraguayos en
el escenario nacional.
Como en todas sus narraciones, la
obra empieza con un epígrafe que indica el tema principal
del libro.
En el caso de este volumen el epígrafe se basa
en una leyenda aborigen:
El trueno cae y se queda entre las hojas. Los animales comen las hojas y se ponen violentos. Los hombres
comen los animales y se ponen violentos. La tierra se ^^
come a los hombres y empieza a rugir como el trueno ...
Simbólicamente, este epígrafe se refiere a Paraguay, una
nación que es devorada, verdaderamente, por el poder cósmico del trueno que representa la violencia, la injusticia,
y la explotación que ha sufrido su pueblo a lo largo de su
historia.
Roa nos pinta un país de cuartelazos continuos,
de caciques y militarotes mandones, de políticos ambiciosos
y crueles.
En este ambiente violento, se ven los campesi-
nos desvalidos y explotados por la avaricia y por la Injus-
36
tiola organizadas como sistema.
Al explicar el propósito de este libro Roa Bastos
escribe lo siguiente para claraflcarlo en términos que no
dejan lugar a dudas.
Rehuso adscribir mi literatura a una especia de neutralidad benévola en favor del arte y la cultura. Prefiero comprometerla hasta los huesos en ese "afán redencionista" que se me reprocha. La belleza no puede
ser un pretexto para la abstención irresponsable del
artista en medio de las luchas de su tiempo. Esta
aparente abstención está también "enganchada y comprometida'* no en el desinteresado disfrute de los valores estéticos cuya "pureza" pretende custodiar, sino
en la justificación del orden establecido, en la aspiración no confesada de conglar la historia en favor de
los opresores y, más directamente, en la lucha contra
el pueblo. la filosofía y la estética de la abstención
pertenecen al pasado.13
El mensaje del autor parece ser el despertamiento del espíritu paraguayo sacudido por ese poder elemental del trueno
para convertirse en una aspiración trascendente de justicia,
de verdad y de belleza en el gobierno y en la actividad y
conducta de las sociedades humanas.
El trueno entre las
hojas tiene honda significación simbólica.
Se pudiera in-
terpretar como una amarga visión de la humanidad paraguaya
concebida como pura naturaleza; "una suerte de epopeya de
los instintos y pasiones bestiales del hombre aún no transfigurados por el soplo digniflcador del espíritu".^^
Su
técnica, según Zum Felde, es más impresionista que realista.
Dice:
No falta en ella, como es necesario sino que abunda,
la pintura de la naturaleza tropical en cuyo ambiente
se desarrolló; su paisajística, rica de colorido, no
rehuye sin embargo la paleta agria u oscura, cuando
-bl
así lo exige la veracidad del cuadro. Su técnica es
impresionista en cambio y no realista. Tal vez lo sea
también, en cierto modo, su estilo literario, sobrio,
fuerte, ajustado, pero apoyado principalmente en la
imagen.15
Unos años después de la publicación de esta colección de cuentos, en su nueva carrera de narrador, trató de
escribir otro cuento semejante a los de El trueno entre las
hoJ[as, pero su intento fracasó.
El resultado de este fra-
caso fue, sin embargo, una novela hoy famosa, titulada Hijo de hombre.
Dejemos al mismo Roa contar la historia de
este fracaso-éxito:
La escribí de un tirón en dos meses después de haber
estado luchando otros tantos en la redacción de un
cuento basado en una historia real sucedida hace tiempo en mi país y que recordé de pronto en la refluencia
inesperada de hechos y memorias con que a veces nos
asalta el pasado. La historia se me resistió obstinadamente a quedar encerrada en el tratamiento y en los
limites del cuento. Lo consideraba ya un fracaso cuando descubrí, también de improviso, que en el desarrollo
novelesco la historia se me ofrecía con toda su frescura, espontaneidad y fuerza primigenia. Entonces el
cuento frustrado se transformó en una novela relativamente triunfante, al menos para mis dificultades y fatigas de escritor.lo
Lo "relativamente triiinfante" a que se refiere Roa
incluye tres premios literarios de calibre prestigioso y la
inclusión frecuente en la sección best-sellers de los periódicos en las diferentes provincias.
Ganó en 1959 el pri-
mer premio en el Concurso Internacional de Cuento y Novela,
organizado por la Editorial Losada de Buenos Aires.
Tam-
bién en el mismo año recibió el primer premio municipal de
Buenos Aires.
En I96I obtuvo uno de los premios de la re-
IVJii I « • I I I
38
vista Life.
El triunfo del autor es el resultado de una
vocación auténtica, forjando trabajosamente la personalidad
de un escritor verdadero.
Este triunfo le viene a través
de sus propios esfuerzos, sin subordinar su habilidad artística ni someter su independencia de espíritu, ni rebajarse
a pedir la limosna del elogio farsante bajo sentimientos
patrióticos.-^7
La novela contiene un epígrafe tomado del libro de
Ezequiel, de la Biblia, y del himno de los muertos de los
indios guaraníes.
El epígrafe dice:
Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde. ...
(XII, 2 ) .
... Come tu pan con temblor y bebe tu agua con estremecimiento y con anhelo. ... (XII, 18).
Y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré
por señal y por fábula, y yo lo cortaré de entre mi
pueblo. (XIV, 8).
... He de hacer que la voz vuelva a fluir por los huesos y haré que vuelva a encararse el habla. ...
Después que se pierda este tiempo y un nuevo tiempo
amanezca. ...1"
Del primer verso citado viene el título de la novela.
Ese
verso también indica el curso que el autor va a tomar.
Con
los versos del epígrafe se adelanta la orientación religiosa
encontrada en el primer capítulo de la novela, el cual se
titula "Hijo de hombre".
Este capítulo, además contiene
mucho simbolismo religioso que lo relaciona buy bien con el
epígrafe.
Hijo de hombre es una serie de nueve relatos autónomos que en total ofrecen una visión de la sociedad para-
39
guaya y de la situación humana dentro de la tradición nacional.
Estos nueve episodios se enlazan mediante un leve
hilo que a veces es el recuerdo, otras veces reaparición
del personaje en forma de narrador u observador.
Los per-
sonajes de la novela representan todas las clases sociales
y culturales.
Hay en ella aspectos o facetas de la histo-
ria de Paraguay, desde los días del doctor Francia, recordados casi como estampas de mito y desde los principios de
la independencia de Paraguay, hasta los días inmediatamente posteriores a la guerra del Chaco.
Miguel Vera, el na-
rrador, es un intelectual vacilante, incapaz de actuar, incapaz de realizar ninguna obra en pro de sus camaradas e incapaz de solidarizarse por entero con los oprimidos. La
persona central de la obra y que representa al "hijo del
hombre" es Cristóbal Jara.
Él es el mejor representante
del pueblo paraguayo que sufre y duele de la opresión continua.
Cristóbal Jara nace y crece a lo largo de la novela
como arquetipo del individuo que dedica, no sólo los recursos de su cuerpo, sino los de su alma, a la redención
de sus semejantes.
Roa mismo nos dice lo
siguiente res-
pecto al tema central de la novela:
Su tema trascendente al margen de la anécdota, es la
crucifixión del hombre común en la búsqueda de solidaridad con sus semejantes; es decir, el antiguo drama
de la pasión del hombre en lucha por su libertad, librado a sus solas fuerzas en el mundo y en una sociedad inhumanos que son su negación.19
Se debe mencionar que la técnica novelística usada
40
por Roa Bastos es muy semejante a la de la mejor cinematografía, arte en que es un experto.
Esta novela es como un
conjunto de escenas cinematográficas, no cronológicamente
arregladas, cuya interrelación es muy diferente a la que
existe entre los capítulos de las novelas decimonónicas.
Sus relatos parecen estar filmados con el propósito de
crear una perspectiva sutil en la mente del lector.
Pre-
senta una escena desde dos o tres puntos de vista distintos.
Los retratos comprenden las visiones de los persona-
Jes en masa, de comunidades enteras, como los pueblos de
Itapé y Sapukai y de los individuos.
El flashback, técnica
cinematográfica, detiene el curso de los acontecimientos
mxiy a menudo y el lector se ve repentinamente llevado a los
orígenes de un conflicto actual, orígenes filmados una y
otra vez, desde diferentes perspectivas y con suspensión de
este o aquel relato en sus peripecias disímiles, aunque vinculadas todas con la misma causa eficiente.
Un ejemplo de
esta técnica es la catástrofe de Sapukai, de 1912: una locomotora gobernista se estrella contra un tren de revolucionarios, produciendo una explosión que deja centenares de muertos y que arrxiina todo el pueblo.
Pues bien. Roa Bastos
"filma" el trágico suceso una y otra vez para mantener la
correlación entre las tres escenas en las cuales los personajes individuales cambian, sin cambiar, por eso, la
raíz del drama línico, presentado en sus diferentes aspectos.20
Fernando Alegría describe tal técnica en los si-
41
guientes términos:
Concebida como una pintura mural que, de panel en panel, despliega el drama de la nación paraguaya, primero^en un plan, luego en otro y en otro, como si la
visión objetiva del pueblo rectificara obstinadamente la visión subjetiva--distorsionada a través del
recuerdo—del narrador.21
Consideran los críticos que con esta gran novela
americana. Roa Bastos se hace el fundador de una tradición
novelística paraguaya en que la vida de un pequeño gran
pueblo ha de reflejarse con toda su grandeza, miseria,
ideales y fracasos para constituir, así, un arte auténtico
que incite a la realización del noble destino a que está
llamado Paraguay.
Su última colección de cuentos. El baldío, apareció en 1966.
Como en el caso de las otras obras narrati-
vas, en ésta encontramos un epígrafe que da a conocer la
orientación general del contenido de los cuentos.
grafe dice:
El epí-
" . . . el que abandona su viña la verá morir
dentro de si en baldío, y su vino será amargo. ..."
(Jeol I-IO).
Estos cuentos representan otro intento de re-
velar, de pintar visionariamente la realidad paraguaya que
a él le interesa.
El presente volumen recoge una lección
de cuentos escritos entre 1955 7 1961 que parecen relatar,
simbólicamente, la historia de su reorientación en el destierro, de su tentativa de adaptarse a un nuevo país, a
una nueva sociedad.
Desde Buenos Aires puede observar y
comprender mejor su país natal, expresando sus observaciones
*fii
con un nuevo punto de vista.
Roa Bastos cree seriamente
que la literatura es en esencia, una manera de vivir, una
manera de actuar; es decir, una manera de realizarse, de
ser.
Cree que una función de la literatura es revelar, ob-
servar, clamar y luchar por la libertad del hombre que se
encuentra dentro de una sociedad hostil y opresora.
Sin
embargo, esta función debe realizarse en una dimensión de
rigurosa integridad estética.
Los personajes y los hechos
de estas historias pertenecen a la realidad; es decir, los
personajes son de carne y hueso, representantes de todos
los niveles sociales de Paraguay.
Roa Bastos cree que,
... la literatura es también una herramienta para trabajar el destino del hombre, por el mejoramiento de la
sociedad, por la abolición de los males falsamente necesarios que destruyen el camino de la libertad en una
sociedad defectuosamente organizada y corrompida por
la idea del privilegio. "No hay más que un único tema de novela: la existencia del hombre en la sociedad
y su conciencia de las servidumbres impuestas por el
carácter social de esta existencia", --se queja más que
razona, Caillois. Impuestas—agrego yo--por el carácter social es esta existencia sometida al terrorismo
de violentos prejuicios sociales e inhumanos que los
"directores" de la sociedad se empeñan en hacernos
creer que son inamovibles e inmutables, echándole la
culpa a Dios o a la maldad esencial e irremediable de
la especie humana.23
CAPÍTULO III
E L S E N T I D O NACIONAL EN LA
NARRATIVA DE ROA BASTOS Roa B a s t o s pertenece al grupo de jóvenes escritores
de la América d e l Sur que buscan la entidad nacional de sus
países.
B u s c a n lo que constituye la esencia de sus naciones;
b u s c a n la unidad n a c i o n a l .
Según Mentón, esta búsqueda de
la unidad n a c i o n a l ha sido uno de los movimientos más importantes d u r a n t e la primera mitad d e l siglo veinte en H i s panoamérica.^
Puesto que la literatura refleja la civiliza-
ción de un p a í s , es lógico que esta búsqueda ansiosa c o n s tituye la t e m á t i c a básica de la novela y de los cuentos del
siglo v e i n t e .
Por medio de la vitalidad de este sentido n a -
c i o n a l , el e s c r i t o r h i s p a n o a m e r i c a n o ha creado una expresión
literaria sin imitación de movimientos e u r o p e o s .
En efec-
to esta p r e o c u p a c i ó n n a c i o n a l es lo que distingue a los e s critores latinoamericanos de sus contemporáneos de Europa
y de los Estados U n i d o s .
Los países de Europa occidental
N
a l c a n z a r o n su unidad n a c i o n a l hace mucho tiempo; por lo
c u a l , tal b ú s q u e d a en la actualidad no figura como problema.
Incluso en los Estados U n i d o s , con su surgimiento de
n a c i ó n poderosa después de la Primera Guerra Mundial, los
escritores ya n o se p r e o c u p a n por la conciencia n a c i o n a l .
if3
44
Por otra parte, en Latinoamérica, la lucha por la unidad
nacional sigue con fervor y constituye la fuerza motivadora de la prosa del siglo veinte.
La unidad histórica, la iinidad racial y la unidad
geográfica forman el criterio identificador de la novela
nacional.
Es decir, el autor presenta en su obra la na-
ción entera:
la gente, la tierra, y la historia; aparecen
combinadas, enlazadas para dar un perfil completo del país.
No se puede analizar ni entender los problemas del presente sin saber los acontecimientos históricos.
Los persona-
jes tienen que ser de carne y hueso; tienen que representar todas las razas y los niveles sociales existentes en
el país.
Para evitar el regionalismo hay que incluir to-
dos los elementos geográficos que puedan dar un cuadro
auténtico y completo del país.
Los autores nacionales bus-
can la realidad de sus países, utilizando todas las fuerzas de que disponen para realizarlo.
El mejor ejemplo de una novela nacional es Hijo de
hombre de Roa Bastos.
También, sus dos tomos de cuentos
tienen una unidad que radica profundamente en su temática
nacional.
Son manifestaciones de un patriotismo excepcional,
amargo y violento, exacerbado por la injusticia, indignado
por la explotación de los débiles, enfurecido por el re'traso de su pueblo.^
Este patriotismo se contrasta mucho
con el de los escritores paraguayos anteriores, cuya producción literaria constituyó un canto glorificador de los hé-
roes de la epopeya nacional:
de los que lucharon en Curu-
palty, en Humaitá y en Cerro Cora.
Roa Bastos se expresa
asi de esta tendencia:
En el Paraguay es raro el escritor que se atreva a decir que el país no representa, en rigor, el mejor de
los mundos posibles. Todavía se cree que glorificar
al mariscal López o reivindicar la memoria del doctor
Francia es tarea más patriótica que elaborar un programa constructivo de regeneración nacional a la luz
de una crítica severa de los males que retardan indefinidamente la evolución política, social, económica
y cultural del país. Nuestros escritores prefieren
exaltar las dictaduras del pasado, sin caer en la
cuenta de que así justifican las del presente y preparan las del futuro.3
Hijo de hombre es una novela nacional porque el
contenido sigue las unidades bien desarrolladas por la
destreza literaria y artística del autor.
En la narrati-
va de Roa el indio se hace presente en forma indirecta como ingrediente básico de la personalidad nacional.
La in-
fluencia indígena en la sicología de los personajes principales se presenta para trazar el perfil de su nación
crucificada.
Es una novela nacional por abarcar la his-
toria angustiada de Paraguay.
Es una novela nacional en
su dimensión geográfica puesto que la acción se verifica
en varios lugares que dan una vista panorámica de toda la
nación.
En el párrafo final del libro, se aclara su pro-
propósito en boca del personaje al cual se le encarga el
acopio y la redacción del relato:
Creo que el principal valor de estas historias radica
en el testimonio que encierran. Acaso su publicación
ayude aunque sea en mínima parte a comprender más que
;>í,>ri««,»|at!g.-¿.^^¿i¿^5|P^y<-TWWW^y|l^^
I •»• I I U m ^ l W ^ ^ W i f l ^ p P r T T ^ i l W I W W j p W
1
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46
a un hombre, a este pueblo tan calumniado de América,
que durante siglos ha oscilado sin descanso entre la
rebeldía y la opresión, entre el aprobio de sus encamecedores y la profecía de sus mártires.^
Roa emplea como técnica principal el símbolo para
ampliar la proyección de su prosa.
Las historias dramáti-
cas de la vida de los personajes, al proyectarse en la amplia pantalla de la historia paraguaya, encaman los conflictos espirituales y sicológicos sufridos por la nación
entera.
En efecto, se ha propuesto presentar toda la his-
toria de Paraguay, desde su independencia hasta nuestros
días.
Lo ha logrado con mucho éxito aunque con métodos
muy diferentes de los del cronista y del historiador.
En
otras palabras. Roa, en su novela, ha querido escribir la
intrahistoria de su patria, a partir del tiempo del dictador José Gaspar de Francia hasta la misma actualidad angustiada de un pueblo lacerado por luchas civiles.
Él ve tal
intrahistoria desde la doble perspectiva de artista creador y de ciudadano comprometido en la lucha por la reforma
social de su tierra natal, aunque desde la posición desfavorable de expatriado.5
Por medio de los relatos ima-
ginarios de esta novela y de sus cuentos, el lector se hace sentir testigo a la acción dramática cuyo protagonista
es todo un pueblo.
Emplea muchas ficciones simbólicas pa-
ra retratar su país y para sintetizar todo lo que ha contribuido a la formación de Paraguay.
Una de estas fic-
ciones se encuentra en el segundo capítulo de Hijo de hom-
^7
bre titulado "Madera y carne".
Casi todo el villorio de
Sapukai queda destruido después de la explosión que ocurre
en la estación del ferrocarril.
El gobierno logra aplas-
tar un levantamiento agrario cuando envía un tren cargado
de mil quinientas toneladas de bombas a interceptar el tren
de los revolucionarios.
Sapukai está tratando de dar un
salto hacia el progreso y recobrarse de esta explosión trágica.
También la comisión pro templo, presidida por el cura pudo iniciar la refección de la torre destroncada.
Remontaron la campana con un complicado sistema de poleas y hasta un reloj mandaron traer de Asunción, un
extraño reloj que marcaba las horas hacia atrás, porque el albañil lo empotró en la torre al revés."
Simbólicamente, Sapukai representa el país de Paraguay y
el reloj representa el desenvolvimiento de la nación que
procede hacia atrás en vez de hacia adelante.
A pesar de
los débiles movimientos progresivos, el país queda en su
estado atrasado, víctima de su propia historia.
Macario Francia, uno de los personajes centrales
del primer episodio, es hijo de un liberto del dictador
Francia, o posiblemente del dictador mismo, y había nacido poco después de haberse establecido la dictadura perpetua.
Por medio de los recuerdos de este personaje casi
centenario y de perfil mítico, el lector es mágicamente
trasladado a la segunda década del siglo diez y nueve.
La
última página de la novela, aunque sin fecha, podría llevar la de 1959, que es la de su publicación.
Macario es
48
un gran contador de cuentos, la memoria viviente del pueblo.
Representa la fusión de la raza española con la raza
indígena.
Filosóficamente nos da otra ficción simbólica
de lo que es Paraguay.
Lo escuchábamos con escalofríos. Y sus silencios hablaban tanto como sus palabras. El aire de aquella
época inescrutable nos salpicaba la cara a través de
la boca del anciano. Siempre hablaba en guaraní. El
dejo suave de la lengua india tornaba apacible el horror, lo metía en la sangre. Ecos de otros ecos.
Sombras. Reflejos de reflejos. No la verdad tal vez
de los hechos, pero si su encantamiento.
— E l hombre, mis hijos—nos decía—, es como un río.
Tiene barranca y orilla. Nace y desemboca en otros
ríos. Algima utilidad debe prestar. Mal río es el
que muere en un estero.7
Y en la expresión de la sabiduría popular de este mito viviente del pueblo Itapé se puede ver la influencia de la
cultura guaraní, una raza que vive muy cerca de la naturaleza y que se relaciona con ella en todos los aspectos de
la vida. La influencia indígena, sutil pero decisiva, impregna la narrativa de Roa. Está presente en el lenguaje
guaraní hablado por los principales personajes. El autor
lo introduce hábilmente mediante breves interjecciones y
expresiones ocasionales, como en la siguiente introducción
a una escena, la cual ayuda a ver la fusión del guaraní
con el español:
Fue cuando el cometa estuvo a punto de barrer la tierra con su cola de fuego ... Cundió el pánico. Después empezó la sequía, como si el ardiente resuello
del monstruo hubiera secado toda el agua de la tierra
del cielo ... María Rosa trató de llegar al abra con
su pequeña carga de agua y provisiones. Pero no pudo. Se extravió en el monte, cegada, extraviada por
^9
maléfico "yvaga-ratá", que también le acabó de quemar
el alma. Después desvarios días reapareció gesticultante. —jYa no está, se fue! murmuraba con traquila
desesperación—. ¡Lo llevó el cometato
En la primera publicación de la colección de cuentos. El trueno entre las hojas, se utilizó una leyenda aborigen como epígrafe.
Esta leyenda sirve de orientación o
lema de los cuentos.
El trueno
les comen
comen los
se come a
no. 9
cae y se queda entre las hojas. Los animalas hojas y se ponen violentos. Los hombres
animales y se ponen violentos. La tierra
los hombres y empieza a rugir como el true-
Este epígrafe se refiere a Paraguay, nación que ha sido
devorada, verdaderamente, por el poder cósmico del trueno
representado en la violencia, la injusticia y la explotación que ha sufrido su pueblo a lo largo de la historia.
En el último cuento de la colección, que como ella
se titula El tureno entre las hojas, se puede ver otra manifestación de la huella indígena.
Solano Rojas, obrero mes-
tizo que trabaja en un ingenio sufre increíbles apuros a
causa de su participación en una huelga de obreros para
mejorar las condiciones del trabajo.
Sufre una flagelación
despiadada, un encarcelamiento de cinco años, y hasta le
sacan los ojos para desanimar sus actividades huelguistas.
Al regresar a su pueblo parece una sombra de la muerte.
Aunque ciego, se gana la vida transportando pasajeros por
el río en su cachiveo.
Un día se resbala en la arena de
la barranca, cae en el río y se ahoga.
Solano Rojas se
50
convierte en un mito.
Cuando vivía, solía dar serenatas a
su amante, acompañándose con el acordeón.
Al morir, su me-
moria queda muy viva:
"Yasy-Morotl
Luna blanca amada que de mí te alejas
Con ojos distantes ...
Todavía de tanto en tanto suele escucharse en el Paso,
a la caída de la noches, la música fantasmal del acordeón. No siempre. Sólo cuando amenaza mal tiempo, no
hay zafra en el ingenio nuevo y todo está quieto y
parado sobre el río. —¡Chakef—dicen entonces los
ribereños aguzando el oído—. Va a haber tormenta.
— I p ú yevyma jhlna Solano cordión ...
Piensan que el Paso Yasy-Moroti' está embrujado y que
Solano ronda en esas noches convertido en Pora. No
lo temen y lo veneran porque se sienten protegidos por
el ánima del pasero muerto. Allí está él en el cruce
del río como un guardián ciego e invisible a quien no
es posible engañar porque "lo ve todo". Monta guardia
y espera. Y nada hay tan poderoso e invencible como
cuando alguien, desde la muerte, monta guardia y espera.!^
En muchos aspectos Solano Rojas prefigura el personaje de
Gaspar Mora, la figura clave, en el primer episodio de la
novela. Hijo de hombre.
Gaspar Mora es carpintero, músi-
co, y hombre benévolo del pueblo Itapé.
En su carpintería
hace instrumentos musicales y muchas otras cosas.
ferma de lepra y tiene que salir del pueblo.
Se en-
Se refugia
en las montañas para no contagiar a los demás.
Por fin
muere pero su recuerdo, como en el caso de Solano Rojas,
queda muy fuerte en la memoria de sus prójimos.
Se puede
ver claramente la semejanza de la cita anterior, tocante
a Solano y la siguiente:
Al oscurecer se ponía a tocar la guitarra que estaba
51
fabricando para probar el sonido, la salud del instrumento. ... De eso me acuerdo. La gente se tumbaba en
el pasto a escucharlo. O salía de los ranchos. Hasta el cerrito se escuchaba el sonido. Se escuchaba
hasta el río. Me acuerdo de mamá que al oír la distante guitarra se quedaba con los ojos húmedos. Papá
llegaba del cañal y trataba de no hacer ruido con las
herramientas. Aun después de muerto Gaspar en el monte, más de una tarde oímos la guitarra. La voz de
Macario se recogía temblona. En el silencio del anochecer en que ondeaban las chispitas azules de los muás,
empezábamos a oír bajito la guitarra que sonaba como
enterrada, o como si la memoria del sonido aflorase
en nosotros bajo el influjo del viejo.H
Con la creación de estos mitos, el autor logra con mucho
éxito describir una faceta del carácter nacional que radica en la cultura de los guaraníes, cuya historia comprende
muchos mitos y leyendas.
Este afán para crear mitos no es
más que una manifestación arraigada en una cultura primitiva aliada estrechamente con la naturaleza.
Para conseguir una visión más amplia del retrato
nacional que Roa nos ha pintado, cabe aquí incluir unas
ilustraciones de su tratamiento de la naturaleza de su patria.
Es un retrato en el que se ve la influencia de la
naturaleza que rodea al hombre y lo aprisiona, condicionándolo algunas veces y determinándolo las más, hacia un destino determinado.
Es patente que a Roa Bastos le atraen
la selva, los pantanos y los bosques gigantescos.
Bajo la
pluma de Roa la naturaleza hace un papel dramático y palpitante como se ve en el "Caruguá":
La vegetación iba cambiando gradualmente de color.
Se podía saber dónde comenzaban las ciénagas por el
tono más vivo y oscuro del verde que se veía a lo le-
-^•mm^mmu
ii i i
• i
52
jos.%: ¿inpece a oler la emanación característica del
pan-a,r^; un sabor áspero y agrio, como las miríadas
de %i£/^?^vf:,^ machacados, que arañaban la nariz y la
garg^i.t:* ^^|que al comienzo me produjo un ligero mareo
ccn s...^^ ^}<--^ bascas. Allí reinaba implacable la humedaa dasrructora y creadora, transformando continuamente la muerte en vida y la vida en muerte. Monstruosos torbellinos vegetales de heléchos y macizos espinosos que se adensaban en la gelatina negra del barro,
como en otra edad geológica; un reino caótico y vibrante de alinañas voraces, de víboras y pájaros de presa,
donde no se sabía cómo podrían durar unos cuantos seres humanos.12
En el cuento "El regreso" se contrasta la belleza de la
naturaleza con los sufrimientos increíbles de los indios
que trabajan casi como esclavos en el bosque de tanino:
SI pudo escapar fue sólo porque tenía quince años;
porque era una partícula volandera de polvo en el polvo eterno del Chaco. Los demás, no. Los demás eran
ya gotas humanas mineralizadas, adheridas para siempre al fondo de ese inmenso caldero de la tierra en
que el tanino hervía lentamente con los hombres, fundidos en un caldo rojo y espeso que los contratistas,
los capataces y los capangas revolvían sin cesar con
sus "teyú-ruguai", sus parabellums y sus winchesters.
Tenía incrustada en los ojos esa visión terrible,
mezclada a la otra visión: la del paisaje maravilloso
y desolado cuya belleza no podía entender.13
La fuerza de la naturaleza sigue en la novela nacional como
factor determinante.
En el episodio titulado "Éxodo" de la
novela que nos ocupa, los protagonistas Casiano y Nati esclavizados en los yerbales de Tukurú-Pucú emprenden un éxodo en el que la naturaleza juega un papel violento y decisivo.
El primer intento de escaparse se finistra por el na-
daniento del hijo.
Con el recién nacido en brazos, la pa-
reja empieza una segunda huida a través de la selva y de
los pantanos, que los desesperan, los enloquecen y hasta
53
los deshumanizan.
Toda una noche avanzan sin tregua para
descubrir al amanecer que han girado sobre el mismo lugar:
Avanzan despacio en la maciega del monte. M s rápido
no pueden. Empujados por el apuro, por el miedo ya
puramente animal, se cuelan a empujones. Por momentos,
cuando mas ciegas son las embestidas, la maraña los
rebota^hacia atrás. Entonces el impulso de la desesperación se adelanta, se va más lejos, los abandona
casi. El hombre machetea rabiosamente para recuperarlo, para sentir que no están muertos, para tajear una
brecha en el entramado de cortaderas y ramas espinosas
que trafilan y retienen sus cuerpos como los grumos de
almidón en un cedazo, pese a estar tan flacos, tan aporreados, tan espectrales.1^
Otro matiz del carácter nacional se puede encontrar
en la vida religiosa del pueblo.
Desde el tiempo de los
jesuítas hasta el presente la religión paraguaya constituye
una mezcla de lo cristiano y lo pagano.
ve claramente en la narrativa de Roa.
Este dualismo se
En el primer capí-
tulo de Hijo de hombre ocurre el incidente que da nombre
a la novela y sigue como tema trascendental a lo largo de
la misma.
En este caso, Gaspar Mora, el leproso que sale
de su pueblo para no contagiar a sus semejantes, labra xm
gran Cristo de madera para que alguien le acompañe en su
soledad.
Rechaza todo contacto directo con los aldeanos.
Cuando ya muerto Gaspar, varios días después, Macario, su
tío y otros itapenses llegan al rancho del leproso, descubren la imagen de madera.
Entonces se llevan el Cristo
hasta la iglesia del pueblo.
Puesto que el templo está
cerrado, dejan el Cristo, manchado por la sangre de su
creador leproso, en el corredor mientras una lluvia to-
5^
rrencial cae y lava las manchas de sangre.
bautismo purificador.
Tal vez es un
El cura del pueblo se niega a per-
mitir que el Cristo entre en la iglesia diciendo que es obra de un lazariento y hay peligro de contagio.
Después
de unos días de disputa agria con la autoridad de la iglesia,
Macario y sus amigos deciden llevar el Cristo al cerrito
de Itapé y colocarlo allí.
al del Calvario.
Según ellos el cerro se parece
Labran una cruz de madera y clavan en
ella el Cristo de Gaspar Mora.
Desde este tiempo siempre
se celebra el Viernes Santo en el cerrito del pueblo.
El
Padre Fidel Maíz, personaje histórico célebre por su actuación durante los días trágicos de la Guerra de la Triple
Alianza y por sus cartas sobre el Mariscal Solano López
al finalizar la guerra, y no menos famoso orador sagrado,
predica el primer sermón de las Siete Palabras.
El Padre
Maíz dice al pueblo congregado:
Este privilegiado cerrito de Itapé—agregó el predicador—se va a llamar desde ahora "Tupá-Rapé," porque
el camino de Dios pasa por los lugares más humildes
y los llena de benedición. Así se llama hasta hoy.
"Tupa-Rapé," que en lengua guaraní significa "Camino
de Dios".
— Y o no estuve de acueixio—dijo ya entonces Macario—.
No había por qué cambiar el nombre. En todo caso, el
cerrito del Cristo leproso se hubiera debido llamar
"Kuimbaé-Rapé". Así lo llamaba él: "Camino del hombre". —Porque el hombre mis hijos—decía repitiendo
casi las mismas palabras de Gaspar—, tiene dos nacimientos. Uno al nacer, otro al morir. liuere pero queda vivo en los otros, si ha sido cabal con el prójimo. Y si sabe olvidarse en vida de sí mismo, la tierra come su cuerpo pero no su recuerdo.15
En esta sabiduría del viejo, se ve la mezcla de la doctrina
55
cristiana con la de los guaraníes que acepta una parte de
las enseñanzas cristianas, pero que rechaza la vida de ultratumba.
Otra manifestación de esta mezcla se ve en las
slguientas celebraciones del Viernes Santo que asemejan
una combinación de un rito salvaje de resentimientos y una
celebración religiosa.
El autor las describe así:
Luego del sermón de las Siete Palabras, venía el descendimiento. Las manos se tendían crispadas y trémulas hacia el Crucificado. Lo desclavaban casi a tirones, ^con una especie de rencorosa impaciencia. El
gentío bajaba el cerro con la talla a cuestas ululando roncamente sus cánticos y plegarias. Recorría la
media legua de camino hasta la iglesia, pero el Cristo no entraba en ella jamás. Llegaba hasta el atrio
solamente. Permanecía un momento, mientras los cánticos arreciaban y se convertían en gritos hostiles
y desafiantes. Un rato después las parihuelas giraban
sobre el tumulto y el Cristo regresaba al cerro en
hombros de la procesión brillando con palidez cadavérica al humeante resplandor de las antorchas y de los
faroles encendidos con velas en sebo.i"
Este rito primitivo es tal vez una manifestación del resentimiento de parte de los indios contra la iglesia organizada cuyas reglas y doctrinas no se entienden ni se relacionan
directamente a sus vidas.
En efecto este primer capitulo
de la novela constituye una protesta contra la iglesia ortodoxa, la iglesia organizada.
Lo que busca la gente es
una religión vital, una religión que tenga significado y
que sirva de fortalecimiento espiritual.
Otro ejemplo de la vida religiosa de los paraguayos
se encuentra en el cuento "El viejo señor obispo" que trata de un obispo que pasa la vida sirviendo a los humildes
y a los menesterosos.
can con la intervención
Pero sus obras de caridad se complide la política y de la oligarquía
-|jpppppM|qqpBqKim«B«.«(mH|«|fr—'- I m (pn^P'^^rr'• «^p.^»' ~^-^WF^HKr^
* < '"'Pili
5^
que en colaboración con lo militar controla todos los aspectos de la vida paraguaya.
Cuando el obispo ayuda a al-
gunos montoneros o revolucionarios cae en desfavor con la
jerarquía eclesiástica así como con la política.
La ig-
lesia rehuye pagar su sueldo y le quita su título de obispo, y la política lo persigue.
Cuando muere, su hermana,
la ama de su casa, tiene que vender el armonio para pagar
los gastos funerarios.
La única posesión del viejo que
queda en su casa porque ya ha vendido todo para vivir.
Las únicas personas que asisten a su entierro son los mendigos a quienes el obispo y su hermana solían dar de comer.
Ahora forman un desfile de fantasmas.
El entierro del
obispo revela el cariño y el amor que estos humildes tienen para con él:
Unas mujeres ayudaron a la señorita Teresa a poner el
cuerpo del obispo en el tosco ataúd. Al transportarlo del catre, el solideo rojo se deslizó de la cabeza
y cayó al suelo. Pitogüé fue quien lo levantó con
sus grandes manos corochas. Lo besó cerrando los ojos y después lo alcanzó a Petrona Cambuchí. Esta lo
besó de la misma manera y lo pasó a Juan Rapai, y éste, después de besarlo igualmente, a otro, y éste a
otro y a otro. Así el solideo del obispo viajó por
todas las manos y fue rozado por todos los labios como un luminoso casquete de sangre endurecida, de pensamiento rojo, de espíritu con forma de burbuja de
púrpura, pulido por la devoción y el cariño de la gente sencilla, la buena gente del buen Dios, hecho también de tierra y sufrimiento. Después volvió a coronar la cabellera blanca, la cabeza forrada de tenue
neblina del obispo difunto.
Entre todos lo llevaron a enterrar. La tarde dorada pesaba sobre el pobre cajón. La sombra de los árboles. La altísima cúpula del cielo.
Y los pies descalzos del pueblo batían el polvo
caminando lentamente junto al viejo amigo muerto que
51
parecía dormido.^7
En este cuento se puede ver también el retrato de la iglesia organizada como instituto inefectivo en la vida de los
paraguayos pobres y oprimidos.
El autor ve la iglesia co-
mo una herramienta de la oligarquía y la política en vez
de ser una entidad dedicada al servicio del hombre del pueblo.
El cuento "El baldío" tiene un simbolismo profundo
que es una figuración del concepto de la inmortalidad presentado en boca de Macario cuando dice que "el hombre tiene dos nacimientos, el de nacer, y el de morir" ya citado
anteriormente.
Este cuento corto, de dos páginas, trata
de un hombre llevando a cuestas a otro hombre por un baldio cerca de un pueblo.
Es obvio que el hombre se está es-
capando de algo y lleva a su amigo ya muerto.
Al llegar
al medio del baldío coloca el cadáver del amigo en el suelo cubriéndolo con basura, ramas secas y cascotes. Va a
huir, pero se contiene encandilado por un relámpago.
Oye
un vagido tenue y al investigar halla un bulto blanquecino.
Se levanta para irse, pero no puede y regresa al bulto.
Se arrodilla y al tender la mano observa que,
.
el envoltorio crujió. Entre las hojas del diario se
debatía una formita humana. El hombre la tomó en sus
brazos. Su gesto fue torpe y desmemoriado, el gesto
de alguien que no sabe lo que hace pero que de todos
modos no puede dejar de hacerlo. Se incorporó lentamente como asqueado de una repentina ternura sezieJante al más estremo desamparo, y quitándose el saco arropó con él a la criatura húmeda y lloriquiente.
Cada vez más rápido, corriendo casi, se alejó del
_
I N ^ I P W ^ '••1^
58
yuyal y desapareció en la oscuridad.18
Simbólicamente, a nuestro entender, este baldío representa
Paraguay que todavía es una nación a ia que falta la cultivación y que está llena de basura, de ramas secas y cascotes.
Es decir, es un país que ha malgastado y malgasta
su materia prima, su gente y sus recursos.
El hombre re-
presenta a los que quieren actuar, los que quieren mejorar
su país, pero que son obstaculizados por los intereses de
los privilegiados.
Son los que llevan a cuestas a los que
no pueden actuar, a los vacilantes, a los que sufren de
la abulia.
El hombre de acción tiene que dejar a los que
pesan, a los que retardan el progreso.
El hombre de acción
tiene que mirar hacia el futuro, futuro que en esta historia
está representado por el recién nacido.
El hombre dinámico
tiene que entregarse a la nueva generación con la esperanza de que ésta pueda llevar a cabo el desarrollo económico,
político y social de su nación atrasada.
La oscuridad re-
presenta un futuro desconocido, tal vez una esperanza.
Se
ve también el concepto filosófico religioso de la inmortalidad de Macario cuando dice:
"el hombre tiene dos nacimien-
tos, uno al nacer, el otro al morir".
La vida del muerto
dejado en el baldío va a continuar en la del recién nacido, con la transición efectuada por el hombre activo.
El
autor afirma este concepto en su ensayo titulado "Crónica
paraguaya", en la que analiza con profunda penetración la
historia de su país:
59
Una sola vez muere el individuo. Un pueblo renace muchas veces. Tarde o temprano el Paraguay va a tener
que reconquistar su vida libre e independiente. No
le restan opciones intermedias. Pero al menos le queda esta esperanza.-"-^
El tema del hombre activo también se desarrolla en
el penúltimo capítulo titulado "Misión" de la novela Hijo
de hombre.
En este episodio, Cristóbal.Jara, hijo de Casiano
y Nati, los que se habían escapado de los yerbales de Tukurú-Pucú, tiene la misión de llevar agua a los soldados
durante una batalla de la Guerra del Chaco. Una enfermera
llamada Salui, lo acompaña aiinque contra la voluntad de él.
Ella ha sido una ramera, pero se siente redimida al amar
a "Klritó", nombre guaraní de Cristóbal.
En la siguiente
conversación entre ellos, vemos el tema del hombre activo:
—¿Crees en el milagro, Cristóbal?
—¿Milagro?
—Q^e ocurra algo imposible. Eso que sólo Dios puede
hacer.
— L o que no puede hacer el hombre, nadie más puede hacer—dijo él ásperamente.
— S i , tal vez eso es la fuerza que hace los milagros.
— N o sé. No entiendo lo que se dice con palabras.
Sólo entiendo lo que soy capaz de hacer. Tengo una
misión. Voy a cumplirla. Eso es lo que entiendo.
— Y o también estoy empezando a comprender muchas cosas, Cristóbal. Antes de morir, Aquino me di jorque
yo estaba naciendo de nuevo. Tal vez tenía razón.
Estar aquí, a tu lado ... y no sentir vergüenza ... me
parece imposible—hablaba en un susurro, como si estuviera conversando en voz baja consigo misma.20
La frase clave en esta conversación es la de Klritó, "Lo
que no puede hacer el hombre, nadie más puede hacer".
El
hombre tiene que determinar su propia existencia, y el futuro de Paraguay depende de las fuerzas de sus hombres para corregir los defectos y desarollar sus potencias.
Lo
60
que necesita Paraguay es el desenvolvimiento de un ambiente de justicia en el que se puede crear un respeto por la
dignidad humana.
Cristóbal Jara representa claramente la
búsqueda de la libertad en el absurdo de su vida:
es la
expresión más acabada de la confianza callada y tenaz en
el hombre y en su enorme capacidad de esperanza.
En él
encarna la esperanza puesta en el hombre y en su acción,
la confianza en seguir adelante olvidándose de sí mismo.
Por otra parte, el hombre abúlico aparece con frecuencia en la narrativa de Roa.
Es el hombre a quien le
falta la capacidad de actuar, no puede hacer nada.
Sufre
de una sicosis que lo hace incapaz de encargarse de la reconstrucción nacional para realizar los avances de que precisa el país para salir de su estado atrasado.
bre es Miguel Vera, el narrador de la novela.
Tal homRosa Mon-
zón, una doctora que lo ha atendido durante la Guerra del
Chaco, da esta descripción de él:
Hablaba poco y su exterior taciturno lo hacía aparecer
huraño. Un introvertido, "intoxicado por un exceso
de sentimentalismo", como me decía él mismo en una de
sus cartas desde Itapé. Yo creo que era más bien un
ser exaltado, lleno de lucidez, pero incapaz en absoluto para la acción. Pese a haber nacido en el ca.Tipo,
no tenia la sólida cabeza de los campesinos, ni su
sangre, ni su sensibilidad, ni su capacidad de resistencia al dolor físico y moral. No sabía orientarse
en nada, ni siquiera en medio de "las aspiraciones
permitidas". Era capaz de perderse en un camino ...
Era un torturado sin remedio, un espíritu asqueado por
la ferocidad del mundo, pero rechazaba la idea del suicidio. "Un paraguayo no se suicida jamás", me escribía en una de sus últimas cartas.21
Este Intelectual angustiado busca la salida de su vida amar-
61
ga, pero ni siquiera tiene la fuerza para encontrarla.
La
Guerra del Chaco lo ha dejado completamente desilusionado,
derrotado con una vista amarga y pesimista de la vida.
Quiere escaparse de su angustia y lo expresa asi:
Alguna salida debe haber en este monstruoso contrasentido del hombre crucificado por el hombre. Porque de lo contrario sería el caso de pensar que la
raza maldita para siempre, que esto es el infierno
y que no podemos esperar salvación^^ Debe haber una
salida, porque de lo contrario ...^^
Este tipo de hombre abúlico se encuentra también
en algunos de los cuentos.
En el cuento, "La gran solución",
del tomo El trueno entre las hojas, el protagonista es un
cobarde que no quiere ir al Chaco para combatir contra los
bolivianos.
Halla la solución en dejarse herir por un ac-
cidente simulado efectuado por un amigo.
Representa la
clase de hombres que "no sabia empeñarse en otro ejercicio
más violento que el de firmar recibos y cheques".23
Hay
dos cuentos en el tomo El baldío cuyos protagonistas son
Intelectuales que gastan sus vidas en conversación ociosa
sin realizar nada positivo ni ayudar a sus prójimos o al
país.
El cuento "El y el otro" es un monólogo interior
compuesto en una sola frase que se extiende por más de doce paginas.
El "yo" del cuento es un gordo que medita so-
bre las dualidades de la vida, sin ofrecer ninguna solución
ni proponer ninguna acción para remediarla.
tación pasiva de la vida.
Es una acep-
El otro cuento, "Contar un cuen-
to", es muy parecido al anterior y parece indicar que la
62
vida inútil iguala a la muerte.
Estos hombres representan
a los que conocen lucidamente la situación en que se debaten los hombres de su país, pero no tiene capacidad para
emprender una acción redentora.
Dentro de su narrativa Roa presenta una realidad
histórica que revela un mundo riquísimo y fascinante de
criaturas auténticas y vitales.
Se encuentran muchos da-
tos históricos pero los presenta con tal fuerza creadora
que se adueña del lector y le hace vivir las experiencias
de sus personajes.
Sus hombres y sus mujeres tienen tal
verosimilitud que parecen vivir y actuar dentro de los acontecimientos históricos auténticos.
Se presenta un epi-
sodio que trata del carácter del dictador Francia, que demuestra la habilidad del autor para enlazar sus personajes
con los de la historia paraguaya, lo que da una fusión de
los elementos ficticios con los históricos, mejorándose
asi la narrativa.
Macario, el hijo mostrenco del dicta-
dor Francia, creció en su casa.
Macario relata un inci-
dente ocurrido que ilustra adecuadamente la astucia del
famoso dictador y a la vez la habilidad del autor de mezclar lo novelístico con lo histórico.
Macario dice:
Nadie lo podía engañar ... Esa tarde encontré una onza de oro sobre la mesa. El Karaí Guasú El Supremo
acababa de salir para su primer paseo después de la
enfermedad. No pude resistir la tentación. ToEé la
onza. De mi mano salió al tiro humo y olor a carne
quemada. Largué la onza y corrí a esconderme, t^l
propio Karaí Guasú la había puesto en un brasero. A
su regreso me mandó llamar. Me hizo extender la ma-
.—•-.
.. n
,•>—.-r»T-
oj
no. Vio la llaga de la verdad. Ya era suficiente
castigo. Pero el mandó a mi padre que me diera cincuenta palos en su presencia.2^
También Macario participó en la Guerra de la Triple Alianza y Roa lo relaciona con Elisa lynch y con López Segundo.
Lo siguiente lo ilustra:
Contaba que hasta Humaitá y el Cuadrilátero había militado en las huestes del famoso y pintoresco alférez
Nanduá. Herido, cayó prisionero de los aliados en
Lomas Valentinas, pero pudo huir y volvió a presentarse al Cuartel General del mariscal López.
— jLa propia Madama [Elisa Lynch] me curó el hombro—
decía con orgullo. Ese era el hombro que tenía más
bajo, caído hacia la tierra, como bajo el peso de toda aquella gloria, de aquella pesadilla. Macirio atravesó^de punta a punta el horror de la hecatombe
que duró cinco años, hasta la derrota de la ú:^tima
espectral guerrilla de López en Cerro Korá. El mismo era un Lázaro resucitado del gran esterminio.25
En el cuento "La rebelión" del tomo El baldío se
presenta una batalla de la revolución de 1947 pero ha añadido un ingrediente ficticio que resulta en un cuento intenso y dramático.
central.
Se verifica en Asunción en la plaza
El protagonista es un radiotelgrafista que pre-
sencia la rebelión del edificio de su oficina que da a la
plaza.
La cosa extraña es que mientras las fuerzas del
gobierno se enfrentan con los revolucionarios se juntan
millares de mujeres en la plaza.
Se niegan a salir aun-
que los militares las amenazan con ametrallarlas.
Una mu-
jer logra llegar a la camioneta del altoparlante y dice a
los militares:
"¡Dejen las armas ... abandonen los cuar-
teles, los cantones, los retenes, los puestos!
¡Dejen las
t>iumi.mHmm i i m\¡ mmmm^mmmi,r^mm,^im''nm!m^iimHnm.K" »m,l '•"^^"'i^r^m^mimm
64
armas!"
Entonces acontece el milagro.
Los soldados em-
piezan a salir de sus puestos a pesar de los gritos enloquecidos de los líderes militares.
Lo siguiente revela la
escena fantástica de la deserción:
las puertas se abrieron y vomitaron elásticas siluetas, era una deserción en masa. Los jóvenes cadetes
se habían hecho pasibles de ser fusilados por la espalda. Avanzaron hacia la plaza, formando una muralla
de pechos humanos. El estrépito se agigantaba allí.
Los carros de asalto llegaron raudamente para ametrallar
a los desertores, pero los hombres de la tropa, muchachos, adolescentes, niños casi, se desacataron.
No escuchaban, no podían oír las órdenes, los gritos
espasmódicos, sordos a todo lo que no fuese ese retumbo que los llenaba y les mandaba desde adentro.^7
Las mujeres representan la razón, el bienestar de las masas contra las fuerzas revolucionarias con sus matanzas insensatas.
Los desertores representan la conciencia de la
nación contra los abusos de los políticos y los militares
que ponen hermano contra hermano en un tipo de frastricidio
inútil salvo a los intereses avaros de los pocos que ganen
de tal matanza.
Los apuros increíbles que sufrieron los que lucharon en el Chaco se presentan con una fuerte realidad descrita con un realismo chocante.
Describe las condiciones
bajo las cuales lucharon los combatientes durante esta hecatombe.
Miguel Vera, narrador de la novela, se encuentra
aislado con su patrulla.
todo de sed.
Todos sufren de hambre y sobre
El mismo Roa participó en esta guerra y sin
duda experimentó algunos de los apuros que describe en este episodio de su novela.
65
Hemos perdido toda esperanza de que llegue el camión
aguador, pero también la de poder escapar de este cañadón que defendemos con tanto ahinco. El más entero
de nosotros no podría andar cien pasos sin caer fulminado. Las emanaciones de sílice se han chupado las
últimas gotas de nuestro sudor, han saqueado hasta
nuestros lagrimales. El que todavía consigue retener
algo de orina en la vejiga, puede considerarse afortunado. Hay un activo tráfico de este licor. Pesebre anduvo arrastrándose con el jarro de uno a otro,
sin conseguir una sola gota a cambio de una inconcebible reserva que sacó de su bolsa de víveres: dos
galletas como pedruscos, semirroídas. Las arrojó entonces entre los cactos, se arrodilló y se puso a arañar la arena, enloquecidamente. Metió la cabeza en
el hoyo y se quedó así, como un decapitado, sacudido
por convulsivos sollozos. En pocos días hemos retrocedido millares de años. Sólo un milagro podría
salvarnos. Pero en este rincón del Edén maldito,
ningún milagro es posible.^"
Otra realidad que comprende el cuadro paraguayo es
la opresión y la violencia del hombre contra el hombre, o
sea "hombre crucificado por el hombre".
Enceguecidos por
la ambición y las ansias desmedidas de poder y de dinero,
algunos hombres apresan a los demás y les someten a la miseria, a las torturas y a la muerte horrible y sin sentido.
Forkel y Harry Way, en "El trueno entre las hojas",
encarnan la voluntad todopoderosa del patrón del ingenio
que aplasta a los hombres y viola insaciablemente a las
mujeres.
El yerbal de Tukurú-Pucú y el ingenio, la Oga-
guasú, son cárceles enormes de las que nadie puede escapar
y en las cuales mueren irredentos y olvidados los hombres que trabajan para que otros se enriquezcan.
Muy po-
cos pueden escapar de los perros, de los capangas, de los
muertos y de los esteros.
El tratamiento que se dispensa
66
a los peones es infrahumano y los mensúes paraguayos suelen
mirar con nostalgia la costa argentina como si divisaran
una verdadera tierra de promisión.
En el episodio "Éxodo"
se expresa asi:
Algunos quedaron por el camino interminable. Los repuntadores probaban a levantarlos a punta de látigo
pero el vomito negro o la ponzoña de la ñandurié evL
más fuerte que ellos. Los dejaban entonces pero con
un poco de plomo en la cabeza para que se quedaran
bien quietos y no se hicieran los vivos, así de entrada. ^^
En este mundo de violencia y opresión, los capataces ejercen el derecho de vida o muerte y disponen de los hombres
por arbitrio, capricho o ira.
Juan Cruz Chaparro, uno de
los personajes más sombríos creados por Roa Bastos, fulmina con un tiro al vigía que, en un descuido, resbaló de su
puesto y cayó al fuego de la hoguera.
Nadie intentó rescatarlo porque al caer, el cuarenta
y cinco de Chaparro lo había fulminado de un tiro en
la sien. Mientras el cuerpo de urú se retorcía y crepitaba en las llamas, Kurusú [Juan Chaparro] aullaba
que el miserable, el muy desgraciado, el hijo de mil
putas había querido saltar sobre el patrón machete en
mano. Todos sabían que el urú, arriba, no tenía machete. 30
Los mensúes le dieron este apodo de Krursú que significa
en español la sombra de la cruz, y verdaderamente lo era:
la sombra de la cruz en que penaban los peones.
Y también
porque la punta del látigo de Chaparro sabía vibrar rápida
y mortalmente como la víbora de la cruz.
La obsesión de
la muerte persigue al hombre; en cualquier momento puede
llegar el estaqueo en un hormiguero, la sepultura viva o
67
el flagelamiento despiadado.
Hay que recordar aquí que
mientras Roa Bastos trabajaba como periodista hacía varios
viajes a los yerbales y a los ingenios y que sus exposiciones de las condiciones espantosas fue la causa de su
destierro.
El flagelamiento casi mortal que recibe Solano Rojas a manos de Harry Way, el dueño del ingenio, basta para mostrar la capacidad de Roa para describir este acto
sadistico y perverso.
—¡Más ... , más ... ! gritaba Harry Way—. ¡Dugo
con el! ¡Mí va a enseñarte, misegable, a ser juelguista! ¡í'Iás ... , más ...!
Estaban fatigados. El karapé estertoraba y estertoraba el zambo. Al levantar la guacha se secaban el sudor de la frente con el antebrazo y se borroneaban de
rojo toda la cara con las salpicaduras de la sangre.
El Buey-Rojo Harry Way también estertoraba, pero él
no de fatiga sino de sádica emoción.31
En los cuentos así como en la novela se puede hallar
el tema del fratricidio o el hombre crucificado por el hombre.
En el cuento "Hermanos" del tomo El baldío este te-
ma se patentiza en la delatación de un soldado del ejército del gobierno contra su propio hermano que ha participado
en un levantamiento agrario.
Lo siguiente expresa su pri-
mer acto contra su hermano:
—Arguello, ¿no es tu hermano ése?
El interpelado se fijó en el caído, titubeó un poco
primero y, después, con la cara congestionada por la
vergüenza y el odio, se abalanzó y lo pateó varias veces insultándolo furiosamente. Pero no se contentó
con eso; escupió sobre él y lo desmayó de un culatazo.32
El hermano logra escaparse arrastrándose como un gusano
'^^'^Tmrmmmmmimtm^m
"•:wmwt'- •>' •• »'• >f < < •
"-—•-•- — -
68
sobre tierra tosca y pedregosa.
su madre lo atiende.
lo a la prisión.
Llega a su rancho donde
Otra vez el soldado viene a devolver-
Pero la madre interviene y le dice:
—¿Vas a entregar a tu hermano por segunda vez?
— E s mi deber.
—¿Sabes qué hacen con los prisioneros?
No sé ... —titubea la voz pedregosa—. Seguro van
a ser fusilados.
— N o . Sabes muy bien que ya no fusilan a los milicianos prisioneros. Los torturan hasta la muerte, los
matan de a poco, en medio de los más bestiales suplicios. Mañana nos reunirán en la plaza del pueblo para una nueva función de baño de sangre ... Todos tenemos que aprender que con las fuerzas del gobierno
no se juega.-^-í
El soldado muere accidentalmente al dejar caer el rifle.
Con este cuento Roa hace patente su creencia en lo absurdo
de tal conflicto y en el malogro del recurso humano de Paraguay.
Este tema se desarrolla en el cuento, "El prisione'
ro", del tomo El trueno entre las hojas.
Hugo Saldívar, un
Joven conscripto en el servicio del gobierno, tiene que participar en la liquidación de unos montoneros escondidos en
un estero.
El teniente de la patrulla entrega un prisione-
ro a su cargo.
Es de noche y Hugo está tan cansado que po-
ne al prisionero bien atado en un hoyo y se acuesta.
Al
día siguiente descubre que el prisionero ya muerto es su
hermano.
Huye del lugar refugiándose en el estero.
Al día siguiente, los hombres de Peralta encontraron
el cadáver de Hugo Saldívar flotando en las aguas
fangosas del estero. Tenía el cabello completamente
encanecido y de su rostro había huido toda expresión
humana.34
Se ve en este breve resumen del cuento la deshumanización
•. • " ^ y i
69
del hombre que ha ocurrido en Paraguay.
El propósito de
Roa es tratar de aliviar la condición desfavorable de su
país, por medio de su producción literaria, e inspirar a
sus compatriotas a la conciencia de que hay una vida mejor para ellos y de que deben tratar de crear una nación
en que haya solidaridad de justicia y libertad para todos.
Trascendiendo la inmediatez de los problemas económicos y sociales, la narrativa, a través de los personajes y de las experiencias individuales paraguayas, enfoca
asuntos filosóficos más considerables, con los cuales el
hombre se ha enfrentado todo el tiempo en todas las civilizaciones.
Los problemas divulgados en las obras estudia-
das, en síntesis, son problemas universales.
CONCLUSIÓN
En conclusión, podemos decir sin duda que Roa Bastos es un escritor de marcado sentido nacional.
Lo para-
guayo en todos los aspectos de la vida constituye la temática predominante de la prosa de Roa Bastos.
El aspecto
histórico juega un papel importante en esta prosa, al
constituirse en elemento enmarcador de la realidad nacional
Presenta a toda la gente paraguaya y a los elementos raciales que conviven en este "paraíso" de la leyenda guaraní, abarcando además todas las clases sociales y económicas.
Describe la gente de los pueblos, de la ciudad, de
los yerbales, de los ríos y de la región chaqueña.
Tam-
bién trata de las instituciones nacionales que influencian,
determinan y controlan el destino de la nación.
No se li-
mita al regionalismo, sino describe toda la geografía, incluyendo la flora y la fauna de su hermoso país.
La na-
turaleza constituye todavía un elemento importante en la
nación y se ve frecuentemente en la prosa de nuestro autor
como ingrediente vital.
El dualismo que caracteriza a la nación paraguaya
se hace presente en los retratos que presenta Roa Bastos
en las personificaciones y descripciones de su prosa. Entre los diversos ejemplos del dualismo nacional, podemos
70
71
mencionar el uso del español y el guaraní, lo que refleja
la condición bilingüe de la nación.
Podemos observar que
la mayor parte de los paraguayos llevan dos nombres: el
español y el guaraní.
En el campo de la religión se ven
lo cristiano y lo pagano, tan característicos de la vida
espiritual del país.
Se puede apreciar también la coexis-
tencia de los pocos ricos y los muchos pobres, mostrándose asi la distribución desigual de la economía nacional.
El prosista utiliza el pasado para explicar el presente.
Aparea el futuro y la esperanza.
con la muerte absurda.
Contrasta la vida útil
Presenta a los que quieren mejorar
y adelantar la nación, contrastados con los que quieren
Impedir el progreso por intereses personales.
Cabe resal-
tar que Paraguay en su propia configuración geográfica presenta una dualidad al estar el país dividido en dos por el
río Paraguay.
Roa explica el propósito y el por qué de su prosa
en los términos siguientes:
Es cierto también que escribo indignado, enfurecido
por el atraso de mi pueblo. ¿Cómo pues iba a resultar un remanso de belleza apacible en el paisaje tranquilo, acquiescente, de nuestras letras? Pero el Paraguay que yo pinto, ¿responde o no a la realidad?
¿He inventado acaso su drama, puedo sin negarme a mí
mismo desentenderme de mi pueblo andrajoso y sufriente? Sí, lo grito, me enfurece el retraso de mi patria
tan hermosa, tan querida, tan triste y tan vejada.
Soy carne de su carne doliente, astilla de su tronco
hachado por el infortunio, y cargo con la herencia
de las ignominias que algunos de sus hijos han cometido contra ella y siguen cometiendo. Si me callara,
la boca se me caería a pedazos, porque jamás mi cobardía va a ser mayor que mi esperanza en su porvenir.
72
en su regeneración, en su dignificación social y nacional, -'Entonces Roa Bastos ve que su misión es presentar
la realidad, confrontar y tratar con madurez los problemas
del contexto tanto social como temporal en el cual vive.^
El novelista no puede estar contento con el papel de cronista, pero se ve obligado a buscar una posición moral y ética, relacionada a la materia con la cual trabaja.
La adop-
ción de tal posición impele al autor a refinar la perspectiva de su realidad inmediata.
Siendo paraguayo. Roa Bas-
tos se interesa particularmente en la realidad de su mismo
pueblo.
Es verdad que Roa no pretende llevar al lector
más allá del nivel nacional, sin embargo, en su exposición
se encuentran implícitos los problemas sociales de toda la
humanidad.
Los problemas de Paraguay guardan relación con
la totalidad de la expresión humana por la forma en que reflejan una condición predominante, cual es la lucha eterna
por la identificación y la realización total de su personali
dad.
NOTAS
CAPITULO I
^Augusto Roa Bastos, "Crónica paraguaya", Sur, Núm.
293 (marzo y abril, I965), pág. 102.
2
Helen Miller Bailey y Abraham P. Nasatlr, Latín
America: The Development of Its Civilization (Englewood
Cliffs: Prentice-Hall, Inc., I96O), pág. 421.
^Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (Buenos Aires:
Losada, 1959), pág. I5.
^Bailey y Nasatlr, pág. 423.
^Ibid., pág. 424.
"George Pendle, The Lands and Peoples of Paraguay
and Uruguay (New York: Macmillan, 1959)» pág. 35'Bailey y Nasatlr, pág. 426.
Augusto Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pag. I07.
^Ibld., pág. 104.
•^^Harris Gaylord Warren, Paraguay: An Informal
History (Norman: University of Oklahoma Press, 1949), pág.
353.
^^David William Foster, "La importancia de Hijo de
Hombre de Roa Bastos en la literatura paraguaya", Duquesne
Híspanle ñeview, III (1964), pág. 95^2Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura
hispanoamericana, I-II (México: Fondo de Cultura Económica,
19¿4)/
73
7¿^
-^Foster, pág. 95.
14
Anderson Imbert, pág. 397.
Josefina Pía, "Aspectos de la cultura paraguaya:
o^^n^PYr^^-^'^^v?^^
"3 el68.
siglo veinte". Cuadernos Americanos CXX (uno XXI), ^
pág.
Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pág. I06.
^"^Ibid., pág. 106.
^ ^ I b i d . , p á g s . 109-110.
19
J o s e f i n a P í a , " S i t u a c i ó n de l a c u l t u r a paraguaya
en 1965*', Cuadernos d e l Congreso por l a Libertad de l a Cult u r a , CCLC, Num. 1 0 0 ^ 1 9 3 3 7 7 1 3 1 .
20
Hugo Rodríguez Alcalá, "Hérib Campos Cervera, poeta de la muerte". Revista Iberoamericana. XVII, Núm. 39 (iulio, 1951), pág. 32:
^-^Enrique Anderson Imbert y Eugenio Florit, Literatura hispanoamericana, Antología £ introducción histórica
(New York: Holt, Reinhart and Winston, 1960), págs. 688-
691.
Arturo Torres-Ríoseco, Nueva historia de la gran
literatura iberoamericana (Buenos Aires"! fimecé Editores,
1961), pág."31^
-^Hugo Rodríguez Alcalá, K o m , Romero, Güiraldes,
Unamuno, Ortega, literatura paraguaya ^ otros ensayos ihlé
xico: Ediciones de Andrea, 195^), pág. 213.
^^Pla, "Aspectos de la cultura paraguaya:
tura paraguaya en el siglo veinte", pág. 77,
Litera-
^^Pla, "Situación de la cultura paraguaya en I965",
pág. 152.
Ibid., pág. 151»
15
CAPITULO II
^Alberto Zum Felde, "Augusto Roa Bastos: Hilo de
hombre". Alcor, Núm. 25 (I963), pág. 3.
—
Hugo Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El
trueno entre las hojas". Revista Iberoamericana (marzo,
1955), pigT^19.
-'Femando Alegría, Novelistas contemporáneos hispanoamericanos, (Boston: D. C. Heath and Comüany, 1964),
pag. 130.
^Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno
entre las hojas", pág. 20.
^Hugo Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos, novelista paraguayo". Alcor (septiembre, I962), pág. 6.
Prefacio por Vicente Aleixandre, Las poesías completas de
Carlos Bousoño, (Madrid, Ediciones Giner, I96O).
"Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno
entre las hojas", pág, 20.
^Ibíd.. págs. 21-22.
®Ibid., pág. 23.
9lbld., pág 25.
^^Ibid., pág 26.
^^Rubén Bareiro Saguier, "Roa Bastos y su Hijo de
hombre, Alcor, XI (mayo y abril, I96I), pág. 8.
^^Augusto Roa Bastos, El^trueno entre las hojas,
(Buenos Aires: Losada, 1953), pág. 8.
^3Augusto Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística". Alcor (enero, I96O), pág. 4.
l^Rodriguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno
entre las hojas", pág. 29-
1(^
•^^Zum Felde, pág. 3.
Augusto Roa Bastos, "Roa Bastos nos habla de su
novela", Negro sobre Blanco. Núm. 10 (diciembre de 1959),
^j^ty
pág. 10.
17
'Bariero Saguier, pág. 8.
18
Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 9.
19
^Roa Bastos, "Roa Bastos nos habla de su novela",
pag. 10.
20
Rodríguez Alcalá, "Roa Bastos, novelista paraguayo",
pág. 9.
^^Alegría, pág. I3I.
'^^Augusto Roa Bastos, ^
Losada, I966), pág. 7«
Baldío. (Buenos Aires:
23
^Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística".
pág. 5.
CAPITULO III
Seymour Mentón, "In Search of a Nation: The Twentieth Century Spanish American Novel", Híspanla, XXXVIII,
Núm. 4 (diciembre, 1955), pág. 432.
^Rodríguez Alcalá "Augusto Roa Bastos y El trueno
entre las hojas", pág. 110.
-^Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística",
pág. 4.
^Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 229.
•^Hugo Rodríguez Alcalá, "Hijo de hombre de Roa Bastos y la Intrahistoria del Paraguay", Cuadernos Americanos,
CXXVII (Año XXII), pág. 225-
11
Roa Bastos, Hijo d£ hombre, pág, 40.
^Ibid., pág. 14.
^Ibld., pág. 24.
o
Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 9.
^^Ibld., págs. 217-218.
Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 19.
12
Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 112.
^^Ibld., págs. 91-92.
14
Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 78.
^^Ibid., págs. 32-33
^^Ibld., pág. 13.
17
Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 40.
^%oa Bastos, El baldío, pág. 12.
19
Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pág. 112.
20
Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 199.
Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 228.
^^Ibid.. pág. 227.
Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pé.^, 151»
^^Roa Bastos, Hijo de hombre, págs. I5-I6.
^^Ibld., pág. 17.
78
26
Roa Bastos, El baldío, pág. 40.
^"^Ibid., pág. 42.
^^Hoa Bastos, Hijo de hombre, pág. 162.
^^Ibid., pág. 83.
30ibid., pág. 73.
^^Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 210.
^^Roa Bastos, El baldío, págs. 100-101.
^^Ibld., pág. 107.
^^Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 173CONCLUSIÓN
^Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística",
pág. 5«
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Hijo de hombre".
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