Taller I, La Expresión de los sentimientos, memorias, octubre 27 de

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Proyecto Semilleros de paz
Centro Internacional Club Colombia
Ref. Expresión de los sentimientos, memorias
18/02/2016
LA EXPRESIÓN DE LOS SENTIMIENTOS
Por
Amalia Piedrahíta Vélez
Asomaba a sus ojos una lágrima, y a mis labios una frase de perdón, habló el orgullo y enjugó su llanto y la frase en
mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro, pero al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún:
"¿Por qué callé aquel día?" Y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?".
Gustavo Adolfo Bécquer.
Lo que nos diferencia de los animales y de la inteligencia artificial es la capacidad para emocionarnos.
Los sentimientos nos hacen humanos, sentir es estar vivos y lo sano es permitirnos expresar la alegría, la tristeza, el
miedo, la ansiedad, la rabia, el amor, sin temer el qué dirán o a hacer el ridículo.
Reprimir lo que sentimos nos bloquea, nos frustra, impide cerrar las heridas, entre otros malestares.
Los hombres no lloran, Hazte la indiferente y serás amada, Ríase pasito, Bien guapita; la cultura que relega la ternura a
lo privado, a las mujeres y los niños; el machismo que produce madres y padres duros y rudos con sus hijos hombres
para que sean machos, para que no se dañen; las mujeres que queremos un hombre sensible y cariñoso y con nuestro
trato creamos uno rudo y violento; los medios de comunicación que nos hacen creer que el amor es algo fácil de
conseguir, dejar y ‘reponer’; y finalmente, una mal entendida libertad que pretende eliminar los lazos afectivos con la
pretensión de no limitar las posibilidades de crecimiento y realización personal; todos atentan contra lo que hemos
dicho.
Expresar lo que sentimos sirve para conocernos mejor, para que nos entiendan. Hablar claramente, decir qué quiero,
qué opino, qué me gusta o me choca, como soy, facilita vivir con uno.
Es sorprendente como nos capacitamos para desempeñar cualquier oficio, tres, cinco o más años, aunque para
establecer y mantener relaciones afectivas no. De allí la paradoja que sea precisamente con las personas más
significativas de nuestra vida con quienes tenemos los mayores conflictos.
El amor es un alimento para el espíritu, como la comida para el cuerpo. Una criatura sin amor, se atrofia, enferma o
muere. Es preciso expresarlo, con palabras, hechos y caricias. Se aprende a decir “Te quiero”, “Me gusta estar contigo”,
“Me haces falta”. Todo el cuerpo, el tono de la voz, la mirada, los ademanes, contribuyen a transmitir energía, paz,
fortaleza, solidaridad, seguridad y ternura.
Facilitan la convivencia: saludar al levantarse y al regresar a casa o al trabajo; despedirse antes de acostarse por las
noches y al partir; conversar diariamente un poco; pedir perdón y perdonar; discutir y arreglar los problemas cuando
aun están frescos.
Con el amor no se manipula. El amor no es un juego, un arma ni un escudo. No se dosifica, no es un premio ni un
castigo. No otorga derechos, no acapara, ni oprime.
Nadie puede crecer a la sombra.
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