UNIDAD 12 · DOCUMENTOS ¿Sobrecostes de la obra pública? Hay remedio

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¿Sobrecostes de la obra pública? Hay remedio
Joan Ridao Martín. El País, 22 de mayo de 2014
Las investigaciones sobre las obras del AVE Madrid-Barcelona han
destapado el volumen de los sobrecostes que la Administración paga por
la obra pública en España. Al parecer, el Ministerio de Fomento ha
abonado hasta 10.000 millones de euros en los últimos seis años. Y ello
es así porque, en los concursos públicos, el peso de la propuesta
económica continúa siendo un factor demasiado importante a la hora de
evaluar las distintas opciones. Lo cual hace que las empresas lleguen a
formular ofertas que, caso de verificarse su ejecución, las constriñe a
trabajar a precio de coste. Claro está que esto no acontecería si no
fuera porque se acepta la práctica habitual de que aquellas, a través
de modificados y otros añadidos, consiguen ampliaciones que les
permiten obtener los beneficios esperados.
Sabido es que en cada concurso público se suelen fijar las condiciones
a partir de las que una oferta se considera desproporcionadamente baja.
Esta cantidad se fija en función de un porcentaje sobre el presupuesto
de licitación, por debajo de la media del resto de ofertas, si bien
pueden fijarse ambos parámetros, o alguno más, a criterio del
licitador. Con ello, se pretende evitar que resulte adjudicataria una
empresa potencialmente problemática durante la ejecución, pretextando
todo tipo de razones para ampliar el presupuesto y cubrir unos gastos
que desde el principio sabía mucho mayores que la oferta. La realidad
demuestra que, tras estudiar el presupuesto, algunas empresas optan por
no concurrir al no poder realizar una oferta en los términos de la
licitación.
Pero también que hay otras que acaban concurriendo en base a que se
trata de una obra emblemática o que goza de gran proyección pública.
Saben que si se rescinde el contrato y la obra no está finalizada,
deberá licitarse lo pendiente, provocando dilaciones perturbadoras.
Así, el dilema es: si la empresa adjudicataria supera el presupuesto en
un 10%, por ejemplo, ¿es porque no puede afrontar el presupuesto? Y, en
ese caso, ¿debería licitarse nuevamente la parte no ejecutada o ampliar
el presupuesto original?
Sea cual sea la opción elegida, la obra sufrirá retrasos. Y lo más
probable es que termine habiendo sobrecostes. ¿Significa eso que
debería permitirse que las empresas que superen ese margen obtengan las
ampliaciones que exigen? Lo más lógico sería que, en lugar de rescindir
el contrato, se obligara a las empresas a cumplir lo pactado. Y que, en
caso de incumplimiento, abonaran algún tipo de penalización (que, en
ocasiones, se establece por contrato). No obstante, esta medida, ya
incorporada en la legislación de contratos vía Ley de Economía
Sostenible (LES), solo será eficiente si lleva aparejada una panoplia
de sanciones por incumplimiento (...).
Precisamente, la valoración de más de un criterio resulta especialmente
procedente en el caso de presupuestos no establecidos previamente y que
deben ser presentados por los licitadores; o bien cuando el órgano de
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contratación considere que la definición de la prestación es
susceptible de ser mejorada con otras soluciones técnicas o reduciendo
el plazo de ejecución; o cuando la ejecución exige el uso de tecnología
avanzada, especialmente, en los contratos de gestión de servicios
públicos, suministro o servicios, salvo que los productos estén
perfectamente definidos por estar normalizados y no puedan variarse los
plazos de entrega; incluso cuando la ejecución pueda tener un impacto
significativo en el medio ambiente.
Y no solo eso. La ley establece que cuando se tome en consideración más
de un criterio debe precisarse la ponderación relativa atribuida a cada
uno de ellos, que podrá expresarse dentro de una amplia banda de
valores. Y en caso de que el procedimiento de adjudicación se articule
en varias fases, indicar en cuáles de ellas se aplican los distintos
criterios, así como el umbral mínimo de puntuación exigido al licitador
para pasar a la siguiente fase. Y solo cuando por razones justificadas
no sea posible esa ponderación, se enumerarán por orden decreciente de
importancia los distintos. Los pliegos o el contrato podrán establecer
además penalidades para los casos de incumplimiento o cumplimiento
defectuoso.
A partir de ahí, se clasifican por orden decreciente las ofertas no
declaradas desproporcionadas o anormales, en base a criterios señalados
en el pliego o en el anuncio, solicitando cuantos informes técnicos se
consideren pertinentes. Y cuando el único criterio valorable de forma
objetiva sea el del precio, podrá apreciarse el carácter
desproporcionado o anormal de las ofertas de acuerdo con los parámetros
objetivos establecidos reglamentariamente.
Una oferta desproporcionada puede estar justificada por las soluciones
técnicas adoptadas, las condiciones excepcionalmente favorables de
ejecución, la originalidad de las prestaciones propuestas o por la
obtención de una subvención pública, por ejemplo. Si el órgano de
contratación, considerando esa justificación y los informes
mencionados, estima que la oferta no puede ser cumplida, puede acordar
la adjudicación provisional a favor de la siguiente proposición
económicamente más ventajosa, de acuerdo con el orden de clasificación.
Así pues, hay remedio para el problema. Basta con aplicar celosamente
la normativa vigente para que las ofertas reflejen las condiciones de
mercado y evitar sobrecostes o paralizaciones innecesarias. Las
recientes directivas europeas sobre contratación pública, que deberán
ser transpuestas en el plazo de 2 años, endurecen todavía más las
ofertas anormalmente bajas. Además, legislación al margen, a nivel
operativo, no hace tanto tiempo que el Ministerio de Fomento anunció
que suspendería las obras cuyo coste superara el 10% del precio de
adjudicación. Sin duda esta sería una medida que supondría un gran
ahorro, ya que no pocas obras, y no solo las financiadas por ese
ministerio, acaban costando mucho más que lo que refleja su
presupuesto.
Cuestiones:
1. ¿Cuáles son los problemas, según el autor, en las licitaciones de
contratos de obras para las Administraciones públicas?
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2. ¿Cuáles son las soluciones que propone el autor para evitar los
efectos indeseados en la contratación de obras?
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Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil. BOE
22-7-11
El Notario del siglo XXI, revista del ilustre Colegio Notarial de
Madrid.
La vigente Ley del Registro Civil, de 8 de junio de 1957, ha dado
muestras de su calidad técnica y de su capacidad de adaptación a lo
largo de estos años, pero es innegable que la relevancia de las
transformaciones habidas en nuestro país exige un cambio normativo en
profundidad que, recogiendo los aspectos más valiosos de la institución
registral, la acomode plenamente a la España de hoy; resultando
necesario un nuevo modelo que se ajuste tanto a los valores consagrados
en la Constitución de 1978 como a la realidad actual de la sociedad
española.
Teniendo en cuenta lo anterior, las principales novedades que incorpora
la nueva Ley del Registro Civil son las siguientes:
1º Registro Civil individual.
La nueva Ley abandona la vieja preocupación por la constatación
territorial de los hechos concernientes a las personas, sustituyéndola
por un modelo radicalmente distinto que prioriza el historial de cada
individuo. En este sentido, la Ley suprime el tradicional sistema de
división del Registro Civil en Secciones (nacimientos, matrimonios,
defunciones, tutelas y representaciones legales) y crea un registro
individual para cada persona, a la que, desde la primera inscripción
que se practique, se le asigna un código personal.
Asimismo, en la presente Ley se incorpora tanto la Convención de los
derechos del niño de 20 de noviembre de 1989, como la Convención sobre
los derechos de las personas con discapacidad, de 13 de diciembre de
2006, ambas ratificadas ya por España.
2º Registro Civil desjudicializado.
La modernización del Registro Civil también hace pertinente que su
llevanza sea asumida por funcionarios públicos distintos de aquellos
que integran el poder judicial del Estado.
En efecto, la aplicación al Registro Civil de técnicas organizativas y
de gestión de naturaleza administrativa permitirá una mayor uniformidad
de criterios y una tramitación más ágil y eficiente de los distintos
expedientes, sin merma alguna del derecho de los ciudadanos a una
tutela judicial efectiva, pues todos los actos del Registro Civil
quedan sujetos a control judicial.
Esta Ley deslinda con claridad las tradicionales funciones gubernativas
y judiciales que, por inercia histórica, todavía aparecen
entremezcladas en el sistema de la Ley de 1957, y aproxima nuestro
modelo de Registro Civil al existente en otros países de nuestro
entorno, en los que también se ha optado por un órgano o entidad de
naturaleza administrativa con el fin de prestar un servicio público de
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mayor calidad, sin perjuicio de la garantía judicial de los derechos de
los ciudadanos.
3º Registro Civil único.
Esa misma vocación modernizadora hace que en la Ley se diseñe un
Registro Civil único para toda España, informatizado y accesible
electrónicamente.
El Registro Civil se configura como una base de datos única que permite
compaginar la unidad de la información con la gestión territorializada
y la universalidad en el acceso. Este salto conceptual, que implica la
superación del registro físicamente articulado en libros custodiados en
oficinas distribuidas por toda España, obliga a un replanteamiento de
toda su estructura organizativa, que ahora ha de tener por objetivo
principal eximir al ciudadano de la carga de tener que acudir
presencialmente a las oficinas del registro.
4º Registro Civil electrónico.
La Ley concibe el Registro Civil como un registro electrónico, en el
que se practican asientos informáticos, que organiza la publicidad y da
fe de los hechos y actos del estado civil. Desde esta concepción se
incorpora el uso de las nuevas tecnologías y de la firma electrónica.
El régimen de la publicidad del Registro Civil se articula a partir de
dos instrumentos: la certificación electrónica y el acceso de la
Administración, en el ejercicio de sus funciones públicas, a la
información registral. Este último se concibe como el instrumento
preferente de publicidad, de tal forma que solo en casos excepcionales
el ciudadano deberá presentar certificaciones de datos del Registro
Civil.
El carácter electrónico del Registro Civil no significa alterar la
garantía de privacidad de los datos contenidos en el mismo. Aunque el
Registro Civil está excluido del ámbito de aplicación de la Ley
Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de
Carácter Personal, se presta una especial protección a los datos, en
tanto contengan información que afecta a la esfera de la intimidad de
la persona. Lo relevante es que los datos protegidos solo pertenecen a
su titular y a él corresponde autorizar que sean facilitados a
terceros.
Cuestiones:
1. ¿Qué funciones tiene el Registro Civil?
2. ¿Qué estructura tenía hasta el momento el Registro Civil en España?
3. ¿Qué cambios introduce el nuevo Registro Civil español?
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