Elemental mi querido Holmes - Benemérita Universidad Autónoma

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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Programa de Estudios Universitarios
Seminario: La Cultura del Bien Pensar
ELEMENTAL MI QUERIDO HOLMES
Francisco Jiménez/Daniel Alcántara
Sherlock Holmes es un detective, alto, delgado y frío, irónico y sarcástico,
intelectualmente inquieto, aficionado a la experimentación en ciencias como medicina,
química y biología, con una profunda capacidad de observación, de inducción y de
deducción. Incansable lector de literatura policiaca y fantástica, autor de escritos diversos
sobre temas de su interés, que lo convierten en un escritor-ensayista. Su capacidad de
observación para fijarse en el más mínimo detalle y de ahí sacar líneas de reflexión y
conclusiones creativas nos hablan de un personaje que más allá de ser un detective policía
es un investigador científico, impulsor y destacado ejecutor del posteriormente llamado
método indicial.
Durante 36 años, las aventuras de Sherlock Holmes fueron publicadas de forma serial en la
revista The Strand. Los seguidores de la saga detectivesca creada por el escritor -y médicoescocés Arthur Conan Doyle se agolpaban en la entrada de la publicación literaria para
hacerse con los nuevos números. Durante todo ese tiempo la revista, creada en 1891,
mantuvo una tirada de medio millón de ejemplares. Londres era entonces la capital
victoriana del imperio, un hervidero de carruajes, crímenes y prensa folletinesca. Entre sus
vecinos ilustres, Sherlock trabajaba en el número 221-B de Baker Street (de
ficción).Adicto a esas mismas calles y coches de caballos, a la perfección, al detalle, a la
lectura y a la cocaína. «Es uno de mis hobbies tener un conocimiento exacto de Londres»,
afirma el detective en uno de sus casos. Sherlock Holmes aparece por primera vez en 1887
en la novela «Estudio en Escarlata». Le seguirían otras tres novelas y 54 cuentos cortos,
muchos de ellos publicados en The Strand Magazine entre 1881 y 1927. La revista cerró en
1950. En orden de aparición los textos son: Estudio en escarlata (1887), El signo de los
cuatro (1890), El sabueso de los Baskerville (1901–1902), El valle del terror (1914–1915) y
las llamadas colecciones de relatos Las aventuras de Sherlock Holmes (1892), Memorias
de Sherlock Holmes (1893), El regreso de Sherlock Holmes (1903) Su última reverencia
(1917), El archivo de Sherlock Holmes (1927).
Cabe mencionar que Sir Arthur Conan Doyle cuando creo el personaje considero el
nombre de Sherrinford, sin embargo, por consejo de su esposa, le cambio el nombre a
Sherlock. En el “Estudio en escarlata” Holmes comenta a Watson que ahora que sabía que
la tierra giraba alrededor del sol, intentaría olvidarlo, porque, según él, ocupaba una
parte importante de su cerebro, la cual prefería mantener libre de prejuicios y de
información superficial, para destinarla al análisis de un caso interesante. Así es Holmes,
un detective de tiempo completo consciente de la importancia de mantener su mente
enfocada en su objeto de estudio y reflexión.
El Reino Unido conoció una época de gran esplendor durante la segunda mitad del siglo
XIX, período que coincide con el extenso reinado de Victoria I (1837-1901), la llamada
"época victoriana". En ese contexto socioeconómico nace y se desarrolla como detective
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consultor el genial Sherlock. En el periodo Gran Bretaña se convierte en la primera
potencia mundial por la prosperidad de su economía y la extensión e importancia de su
imperio colonial, que alcanza un punto significativo con la proclamación de la reina
Victoria como emperatriz de la India (1877). En todo este proceso se empezó a vislumbrar
la acumulación de capital como un elemento imprescindible para el impulso de la
industrialización. Ello empezó a favorecer el crecimiento de algunos negocios que
abandonaron su dimensión local o nacional para convertirse en empresas multinacionales,
el anticipo de lo que más tarde Lenin llamaría el imperialismo, la fase superior del
capitalismo. Todavía, a principios del siglo XX, Gran Bretaña permanece como la primera
potencia mundial, por encima de cualquier otra. Aún conservaba gran parte de su imperio
colonial, zonas de África, Medio Oriente, Asia, Canadá, Australia, y cientos de islas
alrededor del mundo seguían bajo el control del reino británico. De hecho la primera
guerra mundial ha sido descrita como la pugna por los países imperialistas en ascenso
para desplazar a Inglaterra de su papel predominante.
Pero en realidad, la sociedad victoriana siguió siendo una sociedad con profundos
contrastes y desigualdades. En lo alto de la pirámide social seguía teniendo un papel
protagonista la nobleza, propietaria de las grandes fincas y heredera de los viejos valores
sociales. Los nobles se emparentaron, ahora mucho más, con la alta burguesía capitalista
dueña de negocios e industrias. En lo más bajo de la escala social se encontraba el
proletariado. En las afueras de las ciudades, cerca de las fábricas, se construyeron barrios
obreros que como consecuencia del acelerado crecimiento de la población,
desembocaban en familias que se hacinaban en húmedas y pequeñas viviendas, en donde
las deterioradas condiciones higiénicas originaron graves enfermedades, epidemias,
desnutrición y frustración social. La clase obrera era la más numerosa de todas. La
formaban todas aquellas personas que trabajaban en las fábricas, merced al desarrollo de
la Revolución Industrial. También dentro de la clase obrera existían diferencias, pues
existían trabajadores calificados que obtenían ingresos un poco superiores al resto de la
mano de obra de las fábricas; también era frecuente el trabajo infantil con jornadas
superiores a doce horas al día. Las altas tasas de mortalidad infantil fueron una de las
causas de que en la Era Victoriana la esperanza de vida apenas alcanzase los 40 años.
En medio de la escala social se encuentra el potencial lector de los relatos de Watson,
trabajadores abrumados por larguísimas jornadas de trabajo, abrumado por carencias de
todo tipo, insatisfecho por el prestigio y brillo de su país pero que no percibe los
beneficios para él y su familia, inseguro de la eficiencia burocrática, aterrorizado por la
violencia citadina. Sin duda un personaje como Holmes, seguro, decidido, sin vínculos con
el gobierno ni con la corte, atento a las diferencias de clase y capaz de acudir
desinteresadamente en ayuda de quien lo solicitase es alguien que ganará sus simpatías.
Pocos personajes en la historia de la literatura han recibido tanta atención como el más
famoso detective ingles de la historia: William Sherlock Scott Holmes mejor conocido
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como Sherlock Holmes, (6 de enero de 1854-enero de 1957), hombre culto, inteligente,
cuyo oficio, a decir de sus propias palabras, es el de detective consultor.
Héroe social de Inglaterra victoriana, Watson realiza una descripción de sus
conocimientos, dándonos increíbles sorpresas en el “Estudio en escarlata”, (1887),
empezando por lo que podríamos llamar la formación intelectual de Holmes. En palabras
de su biógrafo, el Dr. Watson
“Sherlock Holmes, área de conocimientos, sus límites:
1.- Literatura……..cero
2.-Filosofía………..cero
3.- Astronomía…..cero
4.- Política………….Ligeros
5.- Botánica…….Desiguales. Al corriente sobre la belladona, opio y venenos en general.
Ignora todo lo referente al cultivo práctico.
6.- Geología……….Conocimientos prácticos pero limitados. Distingue de un golpe de vista
la clase de tierras. Después de sus paseos me ha mostrado las salpicaduras que había en
sus pantalones, indicándome, por su color y consistencia, en que parte de Londres le
habían saltado.
7.-Química………..Exactos pero no sistemáticos.
8.- Literatura sensacionalista….Inmensos. Parece conocer con todo detalle todos los
crímenes perpetrados en un siglo.
9.- Toca el violín.
11.- Experto boxeador y esgrimista de palo y espada.
12.- Posee conocimientos prácticos de las leyes de Inglaterra.”
En el mismo escrito Watson nos lo presenta como el escritor que también fue, cuando
describe que lee un artículo con el ambicioso título de “El libro de la vida”, artículo que
resulta de la autoría de Holmes, aunque en ese momento el Dr. no lo sabía. Lee Watson,
citando a Holmes: “Quien se guiase por la lógica podría inferir de una gota de agua la
posibilidad de la existencia de un Océano Atlántico o de un Niágara sin necesidad de
haberlos visto u oído hablar de ellos. Toda la vida es, asimismo, una cadena cuya
naturaleza conoceremos siempre que nos muestre uno solo de sus eslabones. La ciencia de
la educación y del análisis, al igual que todas las artes, puede adquirirse únicamente por
medio del estudio prolongado y paciente, y la vida no dura lo bastante para que ningún
mortal llegue a la suma perfección posible en esa ciencia. Antes de lanzarse a ciertos
aspectos morales y mentales de esta materia que representan las mayores dificultades,
debe el investigador empezar por dominar problemas más elementales.
Empiece, siempre que es presentado a otro ser mortal, por aprender a leer de una sola
hojeada cual es el oficio o profesión a que pertenece. Aunque este ejercicio pueda parecer
pueril, lo cierto es que aguza las facultades de observación y que enseña en qué cosas hay
que fijarse y qué es lo que hay que buscar. La profesión de una persona puede revelársenos
con claridad, ya por las uñas de los dedos de sus manos, ya por la manga de su chaqueta,
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ya por su calzado, ya por las rodilleras de sus pantalones, ya por las callosidades de sus
dedos índice y pulgar, ya por su expresión o por los puños de su camisa. Resulta
inconcebible que todas esas cosas reunidas no lleguen a mostrarle claro el problema a un
observador competente”.
Con justa razón algunos lo describen como un señor de letras y de armas.
El Doctor John Hamish Watson (7 de Agosto de 1852- el 24 de Julio de 1929), es el
compañero de aventuras de Holmes; hombre de ética intachable, es quien nos narra el
canon Holmesiano, con excepción de dos aventuras relatadas por Holmes “La Aventura
del Soldado Descolorido y La Aventura de la Melena del León” y dos con narrador
omnisciente (Su último saludo en el escenario y La aventura de la piedra preciosa de
Mazarino); hombre enamoradizo y de familia, pues a diferencia de Holmes llega a casarse,
y lo hace hasta en tres ocasiones: su primera esposa es Constance Adams, con la cual se
casa 1886, y enviuda en 1887. En 1888 se casa con Mary Morstan, una joven institutriz, a
quien conoce en el trascurso de las aventuras descritas en “El signo de los cuatro”, la
segunda novela de Holmes, quedando viudo por segunda vez en 1892. Finalmente, en
1902 se casa por tercera vez.
A pesar de tratarse de un personaje ficticio creado por Sir Arthur Conan Doyle (18591930), la fama de Holmes ha superado a su autor. Cabe destacar que este autor prolífico
es entre otras cosas autor del famoso libro “El mundo perdido” (1912), el libro
responsable de que creamos que los dinosaurios coexistieron con el hombre, toda vez que
relata las aventuras de un grupo expedicionario ingles a una región de Sudamérica; ahí,
recorriendo el Amazonas, descubren la existencia de dinosaurios.
Regresando a la obra de presentación, “Estudio en escarlata” es importante apuntar que
comienza con la “Reimpresión de las memorias del doctor John H. Watson, antiguo
miembro del cuerpo médico del ejército”. La historia se ubica en julio de 1881, cuando
Watson regresa de la guerra de Afganistán, por una herida en la pierna; se encuentra con
su amigo el Sr. Stamford; Watson menciona que busca con quien compartir casahabitación y Stamford menciona que conoce a un tal Holmes que está haciendo lo mismo.
Los presenta en un laboratorio del hospital de San Bartholome, en donde Holmes, al ver a
Watson y Stamford grita de emoción “Lo encontré, lo encontré”, refiriéndose a una
fórmula para precipitar sangre, que ayudará a resolver varios casos en lo futuro. . El lugar
de encuentro es interesante para entender qué la ciencia se construye mediante el
lenguaje, a partir de la experimentación y en ambientes propicios para el conocimiento,
en este caso, un laboratorio.
La personalidad y las características físicas de Holmes en palabras de Watson son: “su
estatura sobrepasaba los seis pies, (1,83 m) y era tan extraordinariamente enjuto, que
producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, su nariz,
fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza”. Antisocial, ya que se
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quedaba grandes temporadas encerrado en Baker Street. Experto en el arte de tocar el
violín, un Stradivarius es el objeto de sus atenciones. Según menciona su inseparable
compañero, “Mi amigo era un músico entusiasta y no sólo era un instrumentista capaz,
sino también un compositor de bastante mérito” (La liga de los pelirrojos).
Al final de su vida realiza estudios sobre apicultura; la dirección ficticia de Sherlock Holmes
y Watson el 221-B de Baker Street, actualmente es un lugar donde se reciben cartas,
pidiéndole ayuda y felicitaciones por su trabajo, más aún, mucha gente cree que es un
personaje real y no ficticio. Desde el 27 de marzo de 1990, la casa ubicada en esta
dirección de estilo victoriano, funciona como museo. La Sra. Hudson era la dueña del 221
b de Baker Street y por tanto, la casera del par de personajes, pero de ninguna manera la
sirvienta, como en muchas obras y películas se insinúa. Se llama Martha y no se ofrece
ninguna descripción física de ella en las novelas; se intuye que es escocesa y aprecia a
Holmes a pesar de las mañas y costumbres antisociales de este.
Cabe mencionar que es experto de un arte marcial poco conocido, llamado Baritsu,
además es un experto en disfraces; el teatro perdió un gran actor cuando Holmes decidió
dedicarse a la investigación afirma Watson, al narrar el “Escándalo en Bohemia”. “Holmes
no se limitaba a cambiar de ropa; su expresión, su forma de actuar, su misma alma,
parecían cambiar con cada nuevo papel que asumía”, así percibe Watson a su amigo
cuando recurre al disfraz o asume una personalidad distinta a la suya.
También es admirador de Alphonse Bertillon (1853-1914), policía francés, Investigador e
impulsor de métodos de individualización antropológica. Bertillon, detective en la vida
real, creó, en 1880, un sistema de identificación y clasificación de criminales, basado en
mediciones antropométricas de la cabeza y manos. Colaboró también en el desarrollo de
la técnica de obtención de huellas digitales en superficies lisas ("dactiloscopia"). Aquí
existe una clara similitud con las preocupaciones de Mr. Holmes por desarrollar técnicas
orientadas a identificar y clasificar a los delincuentes. Igual importancia concede al difícil
arte de interpretar y contextualizar la información, pues en “El tratado naval” explica: “La
principal dificultad que presentaba el caso… es que existían demasiados datos…Lo vital se
hallaba obscurecido y oculto por lo subalterno. De todos los hechos que se nos
presentaban teníamos que quedarnos con los que estimábamos esenciales, para luego
unirlos en su orden, reconstruyendo así esa notabilísima cadena de acontecimientos.”
Al inmortal detective se le considera asexual pues nunca se le conoció una relación,
también misógino. No obstante, parece más bien ser un observador puntual de la
naturaleza femenina, estableciendo pautas de conducta distintas a las masculinas, lo que
no necesariamente implica menosprecio. Afirma, por ejemplo, que “Las mujeres son por
naturaleza muy dadas a los secretos y les gusta encargarse de sus propias intrigas”,
(escándalo en Bohemia) y más adelante, en el mismo relato: “Cuando una mujer cree que
se incendia su casa, su instinto la hace correr inmediatamente hacia lo que tiene en más
estima. Se trata de un impulso completamente insuperable… Una madre corre en busca
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de su bebe, una mujer soltera echa mano de su joyero.” Y en otra historia: “Cuando una
mujer ha sido tratada con gran injusticia por un hombre, deja su indecisión a un lado y el
síntoma más común es acabar la relación de manera abrupta” (Un caso de identidad),
El único caso de admiración expresa hacia una mujer lo expresa igualmente en el caso de
la Bohemia: “por lo que he visto de la dama, parece pertenecer, verdaderamente, a una
clase muy diferente a la de Vuestra Majestad” señala Holmes al Rey, refiriéndose a Irene
Adler; y más adelante reclama como único pago por sus servicios la fotografía de tan digna
contendiente, lo que ha hecho suponer a muchos un posible amor platónico.
En la obra Holmes describe la ciencia de la deducción, el arte de la observación. Menciona
que es un detective asesor y que ayuda a Scotland Yard a resolver ciertos casos, aunque el
reconocimiento siempre se lo lleva Lestrade, el inspector de esa corporación policiaca,
quien le busca para consulta o ayuda directa. A pesar de su autoconfianza y disciplina no
se considera infalible. Por ejemplo, en “El caso de la banda de los lunares” apunta haberse
equivocado al suponer el esclarecimiento del enigma, “lo cual demuestra, querido
Watson, que siempre es peligroso sacar deducciones a partir de datos insuficientes. Y en
otro ejemplo, en “El tratado naval”, cuando le preguntan sobre la probabilidad de aclarar
el misterio, afirma “usted me ha proporcionado siete (pistas o posible solución) pero,
como es natural, necesito ponerlas a prueba antes que pueda discutir sobre su valor.”
Ante la pregunta ¿Sospecha Ud. de alguien? Con seguridad contesta: “sospecho de mí
mismo… por haber llegado con demasiada rapidez a establecer conclusiones.”
Aunque se le atribuye a Conan Doyle haber inventado el género policiaco, este merito le
corresponde al investigador Auguste Dupin, personaje norteamericano ideado por Edgar
Allan Poe (1809-1849). La novela policial, nace verdaderamente en el año 1841, cuando
aparecen “Los crímenes de la calle Morgue”, “La carta robada” y “EL misterio de María
Roget”. A pesar de la primicia el personaje nunca alcanzo la popularidad del
investigador inglés.
El doctor Joseph Bell, creador de la medicina forense en el siglo XIX, profesor de Conan
Doyle cuando éste estudiaba medicina, inspiró fuertemente la creación del personaje;
dicho en palabras del autor, “Holmes es en realidad Joseph Bell”. De acuerdo con los
biógrafos de Bell, se afirma que cuando fue catedrático recibía en el hospital a los
enfermos, los observaba con una expresión impenetrable y, antes de que tuvieran tiempo
para contarle cuales eran sus síntomas, los describía a la perfección y agregaba
comentarios sobre el pasado y presente de su vida. Sus biógrafos señalan que en alguna
ocasión, el eminente médico escocés dijo ante una sorprendida audiencia: “El problema
de la mayoría de las personas es que ven, pero no observan. Cualquier detective
realmente bueno debería ser capaz de decir, apenas se ha sentado un extraño ante él,
cuál es su ocupación, cuál es su pasado, sus costumbres, y esto sólo por medio de la
observación y la deducción rápidas. Mirad a un hombre y en su rostro encontraréis escrita
su nacionalidad, sus medios de vida en sus manos, y el resto de su historia en su forma de
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caminar, en sus maneras, en sus tatuajes, en los adornos de la cadena de su reloj, en los
lazos de sus zapatos y en los hilos adheridos a su ropa”. Y abundaba: “Todo buen profesor
que desea convertir a sus alumnos en buenos médicos, debe acostumbrarles a cultivar el
hábito de notar las pequeñas trivialidades, que lo son en apariencia. ¿No es sorprendente
el parecido con la descripción que hace Holmes en “El libro de la vida” cuando habla de la
importancia de la lógica y de la observación?
Más allá de llevar una vida idílica, existe un adversario digno de Holmes, el profesor
universitario, catedrático en matemáticas, James Moriarty, llamado el napoleón del
crimen, con quien muere en el capítulo de “El problema final” (1893, recopilado en las
Memorias de Sherlock Holmes). Es el profesor Moriarty, quien aparentemente logra
acabar con la vida del eminente detective en la cascada de Reichenbach, Suiza. Según
Watson era un hombre de edad avanzada, canoso, alto y delgado. Sherlock Holmes
reaparece en “La aventura de la casa deshabitada”, o "La casa vacía", (esto debido a que
los lectores pedían la presencia del cerebral detective) explicando a Watson que tan solo
Moriarty había caído por las cataratas, como resultado de la lucha que sostuvieron, pero
que él logró sobrevivir y que había decidido permanecer oculto durante 3 años para poder
acabar con el resto de la organización internacional que dirigía Moriarty. El principal
colaborador de Moriarty es Sebastián Moran (tirador excepcional) quien posteriormente
es entregado a Scotland Yard.
En el caso del “Escándalo en bohemia” (Las aventuras de Sherlock Holmes, 1891), a pesar
de su intuición como investigador, es engañado por Irene Adler, la única mujer que vence
a Sherlock Holmes, a quien él, con mucha admiración le llama “La Mujer”. Se dice que
Holmes estaba enamorado de Irene Adler, quien nació en Nueva Jersey en 1858. Sin
embargo debe analizase que más que amor es una profunda admiración para esa mujer
de finales de la etapa victoriana. Holmes piensa que las emociones, en especial el amor,
resultaban abominables para su inteligencia fría y precisa. Tal vez por ello Sir Arthur Conan
hace exclamar a uno de sus personajes “Entre todos los fantasmas, los de nuestros viejos
amores son los peores” (La corbeta Gloria Scott, por cierto el primer caso en que
interviene Sherlock conforme a su vida cronológica).
Más allá de sus aportaciones literarias Sherlock Holmes es un personaje inspirador, fresco,
que se actualiza constantemente en la mente de los lectores, que marca la deducción y la
observación como método de estudio y análisis, que enuncia la abducción como forma de
pensamiento complejo y que desarrolla técnicas criminalísticas forenses para encontrar
pruebas de delitos cometidos.
Independientemente del placer literario es un personaje inspirador, no solo para los
criminalistas sino para los investigadores en general de cualquier disciplina; su método
deductivo a través de la observación de indicios y detalles está vinculado con lo que ahora
llamamos método científico, que no es más que el camino del conocimiento, la
observación, la técnicas, la formulación de la hipótesis, la comprobación, la aceptación y
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refutación de la hipótesis. Mucho tiene que ver este Holmes en el desarrollo de la
intuición, púes, como lo expreso bien Albert Szent-Györgi (Bioquímico Húngaro, Budapest
1893-Massachussets 1986), "El descubrimiento consiste en ver lo que todos ven y pensar
lo que nadie piensa"; en este sentido Holmes tiene un toque, un don para vislumbrar más
allá de lo evidente.
Desde luego las habilidades intelectuales atribuidas a Mr. Holmes no son gratuitas ni
inventos sin fundamento. Ya apuntamos que Conan Doyle fue médico de profesión, igual
que médico fue el personaje que lo inspiro. Esta formación cultural le permite aplicar
conocimiento científico al inmortal detective. El método criminalístico de Holmes se
asemeja notablemente al método milenario de los cazadores, sin embargo, en una versión
mucho más sofisticada. Cada vez que Sherlock Holmes llega a la escena de un crimen,
actúa en forma similar a como lo haría un rastreador que persigue a su presa en medio del
bosque. Se trata de observar todos los detalles, los más pequeños indicios, aquellos que
permanecen invisibles para la mayoría de las personas, para los ojos no educados en la
observación, para, a partir de ellos, reconstruir con la mayor precisión posible la
realidad de los hechos, una realidad en la que el investigador no había estado presente;
sólo así puede suponer la naturaleza del delito, su autor y el motivo.
A manera de ejemplo recordemos la narración que hace Watson en “Estudio en
Escarlata”, cuando llegan a la escena del crimen: “Mientras hablaba sus ágiles dedos de
aquí para allá, por todas partes, palpando, presionando, desabrochando, examinando, en
tanto que sus ojos conservaban la misma expresión de lejanía de la que he hablado ya.
Tan veloz fue el examen que difícilmente podría uno adivinar la minuciosidad con que
había sido llevado a cabo. Para terminar, oliscó los labios del muerto y después echó una
ojeada a las suelas de sus botas de charol…. Tan embebecido estaba en su tarea, que
pareció haberse olvidado de nuestra presencia, porque no dejó en todo ese tiempo de
chapurrar entre dientes, consigo mismo, manteniendo un fuego graneado de
exclamaciones, gemidos, silbidos y pequeños gritos, que daban la sensación de que él
mismo se daba ánimos y esperanza. Mirándolo, me vino con fuerza irresistible al recuerdo
la imagen de un perro zorrero de pura sangre y bien entrenado, que tan pronto se
precipita hacia adelante como hacia atrás por el bosque abajo, lanzando ansiosos
gruñidos, hasta que descubre otra vez el husmillo perdido. Continuó en su búsqueda, por
espacio de veinte minutos o más, midiendo con el mayor cuidado la distancia entre ciertas
señales que eran completamente invisibles para mí, y aplicando algunas veces la cinta de
medir a las paredes de un modo igualmente incomprensible. En uno de los sitios reunió
con gran cuidado un montoncito de polvo gris del suelo y se lo guardó dentro de un sobre.
Por último, examinó con su lente de aumento la palabra escrita en la pared, revisando
cada una de las letras de la misma con la exactitud más minuciosa. Después de todo
aquello y dando muestras de estar satisfecho, volvió a guardarse la cinta de medir y la
lente en el bolsillo.” Una descripción precisa del método indicial, con referencia expresa al
antiquísimo ejercicio de la caza, en donde la obsesión por los detalles, la rigurosidad en la
búsqueda, la disciplina en la observación y la capacidad para integrar la información
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disponible en el contexto de lo estudiado, son los componentes del método que conduce
al esclarecimiento de lo sujeto a investigación. Sin duda todas las ciencias humanas
podrían aplicar los textos narrativos de las aventuras de Sherlock Holmes para el estudio
de metodología en sus cursos universitarios, pues, tal como sentencia el mismísimo
famoso detective, “el genio es la capacidad infinita de tomarse molestias”.
Una reflexión sobre la importancia del narrador y la memoria. Recordar nos permite
recorrer viejos caminos; recordar es sano, es estimulante, es recolectar experiencia. Por
eso hay quien escribe diarios, quien guarda notas, recuerdos, fotos, videos, pinturas,
grabaciones y objetos personales que asocia cada quien con algún recuerdo en particular.
Por eso también al conversar relatamos anécdotas, vivencias personales e historias,
cuentos y comentarios oídos al pasar. El recuerdo es parte del mapa de la vida sobre el
cual se escribe la historia, se conservan tradiciones y se fundamentan mitos y leyendas.
Conocemos y admiramos a Mr. Holmes a partir de las memorias del Dr. Watson; Sherlock
es a su vez producto de las memorias de Sir Arthur Conan Doyle con respecto a su
maestro, el Dr. Joseph Bell; él mismo construye sus casos a partir de los recuerdos que
tiene sobre asuntos similares e información que guarda sobre temas específicos y que le
sirven para contextualizar. La voz de Watson es al mismo tiempo la de Conan Doyle así
como la formación cultural del Dr. Bell se manifiesta de diversas maneras en Holmes. Así,
entremezclando vivencias reales e incidentes producto de la imaginación, surge el mito de
Sherlock Holmes, al tiempo que sus apuntes científicos, en esencia metodológicos, son
hoy parte significativa para una educación que, en atención a los niveles de conocimiento
generados, debe poner más atención a los métodos que a los contenidos. De ese nivel es
la importancia del mundo Holmesiano.
Finalmente, es de hacer notar que la frase “Elemental, mi querido Watson” fue
pronunciada en la película “Las aventuras de Sherlock Holmes”, de 1939, el protagonista
fue Basil Rathbone como Sherlock Holmes. Esta frase nunca apareció en el canon
holmesiano, sin embargo, tuvo tanto éxito que se le suele atribuir al personaje inglés. El
personaje ostenta el records Guinness, ha sido llevado 120 veces al cine, siendo el
personaje ficticio más veces interpretado en la gran pantalla. En la obra se menciona que
Holmes fumaba en pipa, sin embargo nunca se mencionó el tipo de ésta; la famosa pipa
curvada fue utilizada por William Gillette, quien 1899 interpretó a Holmes en teatro por
vez primera. Este mismo actor incorporó la gorra de cazador (deerstalker), aunque por
primera vez fue dibujada por el ilustrador Sidney Paget, en el caso ‘El misterio del valle de
Boscombe’, publicado en 1891.
Referencias bibliográficas
Conan Doyle, Arthur. Sherlock Holmes, Ediciones Aguilar, México 1980
Conan Doyle, Arthur. Las aventuras de Sherlock Holmes, Ed. A.M. de León, Barcelona 2001
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Conan Doyle, Arthur. El mundo perdido, Astiberri Ediciones, Bilbao 2010
Conan Doyle Arthur. Los mejores cuentos de misterio, Ed. Mexicanos Unidos, México 2004
Freud, Sigmund. El “Moisés” de Miguel Ángel, psicologiadelarte.webnode.es
Puebla de Zaragoza
Julio 7 de 2015.
85° aniversario luctuoso de Sir Arthur Conan Doyle
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