LIDERAZGO EN AGRICULTURA 6OLUMEN

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LIDERAZGO EN AGRICULTURA
6OLUMENs
Foto: Jane Kögel
El Director General
del IICA sostiene que se
requieren líderes capaces de
entender que la agricultura
es mucho más que el
sector primario.
El gurú mundial del
liderazgo, Stephen R. Covey,
afirma que el líder debe tener
credibilidad: integridad,
buenas intenciones,
capacidades y logro
de resultados.
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
LIDERAZGO EN AGRICULTURA
Foto: Jane Kögel
La crisis mundial empieza a obligar a muchas
de nuestras naciones a volver sus ojos a la
agricultura y a definir estrategias, más que
para enfrentar el fenómeno, para devolver a la
agricultura el papel clave que nunca debió perder.
LIDERAZGO EN AGRICULTURA
6OLUMENs
Más que una nueva revolución verde,
necesitamos un nuevo
modelo de desarrollo
Chelston W.D. Brathwaite
Director General del IICA
V
ivimos una época de amenazantes retos económicos y sociales: las principales
potencias económicas están en
recesión, declina el crecimiento
de las economías en desarrollo
conforme decrece el comercio
mundial, se desploma el flujo
de capitales y la crisis financiera
se intensifica.
Para nuestra región, la crisis tiene
enormes implicaciones. Se están
reduciendo las inversiones extranjeras, las remesas y el flujo
de turistas, lo que ya empieza a
manifestarse en una contracción
económica y en el aumento de
los niveles de desempleo.
La reciente reducción de los precios de la energía y los alimentos
podría hacernos concluir que ya
no existen los desafíos que encaRAMOSENELORIGINADOSENEL
rápido incremento de los precios
de los alimentos, por lo que se
puede seguir haciendo las cosas
como siempre se han hecho.
Considero, sin embargo, igual
que muchos profesionales del
sector alimentario y agrícola de
todo el mundo, que nuestros
problemas de seguridad alimentaria no se han terminado. Por
el contrario, las reducciones que
recientemente se dieron en los
precios no son más que el reflejo de la turbulencia que se está
dando en los mercados internaciones y de la baja en la demanda, asociada al pobre crecimiento
económico global que caracteriza
nuestros días.
la tendencia al alza de los precios de los biocombustibles, el
petróleo y los granos, ni la especulación. Tales factores pueden
volver a causar turbulencias en
el futuro. No estamos frente a un
fenómeno coyuntural.
Los factores que el año pasado
impulsaron la crisis de los alimentos siguen presentes: no
han desaparecido las sequías, ni
Es más. Las recientes sequías en
diversas partes del planeta –Australia, Argentina y Uruguay, para
citar solo unos casos– sugieren
Frente a la crisis mundial, requerimos un nuevo modelo de desarrollo y líderes
capaces de impulsar el cambio necesario para que la agricultura sea una prioridad
en las agendas nacionales.
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
LIDERAZGO EN AGRICULTURA
Requerimos un liderazgo capaz de inspirar y asumir con
mística y compromiso la construcción de un mundo más
digno para todos, sin distingo de cultura, etnia, género o
de si se habita en el campo o en la ciudad.
que, en el futuro, la provisión de
alimentos estará limitada por el
cambio climático. Muchas de las
consecuencias del cambio climático son aún desconocidas,
pero, si la comunidad científi
LIDERAZGO EN AGRICULTURA
ca está preocupada, es evidente que merece un monitoreo
más cercano.
Debemos comprender que está
en peligro el progreso que nuestras naciones han alcanzado en
los últimos cinco años en su lucha contra el hambre, la pobreza
y la desnutrición. Lo dramático
ESQUECERCADEMILLONESDE
seres humanos viven en la poBREZA Y OTROS MILLONES POdrían volver a ella.
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La agricultura es
un sector estratégico
F
rente a este escenario y para evitar que
la crisis se profundice,
es necesario otorgar a
la agricultura y la producción de alimentos la máxima
prioridad en las agendas nacionales e internacionales, así como
reconocer el verdadero aporte de
la agricultura al desarrollo.
También estamos convencidos de
que los cambios requeridos para
contar con un modelo de desarrollo más justo y equitativo, en
que se reconozca el valor estratégico de la agricultura y la vida
rural, exigen un nuevo liderazgo.
Un liderazgo con visión global.
Un liderazgo capaz de inspirar y
asumir con mística y compromiso la construcción de un mundo
más digno para todos, sin distingo de cultura, etnia, género o
de si se habita en el campo o en
la ciudad.
%N CUANDO ASUMÓ LA $Irección General del Instituto
Interamericano de Cooperación
para la Agricultura (IICA), incorporamos la seguridad alimentaria como uno de los tres
pilares de nuestra visión, conscientes de que la alimentación
es un derecho de todos los seres humanos y de que nuestras
democracias no son sostenibles,
si un considerable porcentaje de
la población no tiene satisfechas
sus necesidades básicas, como el
alimento, la vivienda, la salud y
la educación.
En aquel momento, ni la seguridad alimentaria ni el desarrollo
agropecuario eran prioridades
en la agenda de muchos países
y bancos multilaterales de desarrollo. Hoy la situación empieza
a cambiar.
El Informe sobre el Desarrollo
-UNDIAL ELABORADO POR EL
Banco Mundial, sostiene de manera muy clara que el desarrollo
de la agricultura es clave para reducir la pobreza y lograr las Metas de Desarrollo del Milenio.
De forma coincidente, estudios
realizados por el IICA en los últimos cinco años han demostrado
que, cuando se toman en cuenta
los encadenamientos hacia delante y hacia atrás, la contribución del sector agropecuario y de
los alimentos es de tres a siete veces mayor que la que señalan las
estadísticas habituales.
Otras investigaciones llegan a
conclusiones similares. El mismo Banco Mundial, en “Más allá
de la ciudad: la contribución del
campo al desarrollo” y “Reducción de la pobreza: círculos virtuosos y viciosos”, concluye que
la contribución de la zona rural
al desarrollo es mayor que lo que
normalmente se ha pensando y
que lo que las estadísticas oficiales sugieren. El Banco estima que
en América Latina y el Caribe la
contribución de la agricultura y
de otras actividades rurales casi
que duplica su aporte al Producto Interno Bruto. Añade que las
economías rurales y las comunidades rurales son esenciales para
el bienestar nacional y que los tomadores de decisiones deberían
brindar mayor atención a las políticas de desarrollo rural.
También la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su Informe sobre Empleo en el Mundo
AlRMAQUEENLAMAyoría de los países en desarrollo la
agricultura sigue siendo un sector
de gran importancia para la economía y que da empleo a gran
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cantidad de personas pobres,
por lo que no puede ser dejado
de lado, si la prioridad es reducir
la pobreza.
La crisis mundial empieza a obligar a muchas de nuestras naciones
a volver sus ojos a la agricultura
y a definir estrategias, más que
para enfrentar el fenómeno, para
devolver a la agricultura el papel
clave que nunca debió perder.
Agricultura y
retos globales
E
l concepto de sector
agropecuario ampliado nos permite
redefinir un nuevo
rol
multisectorial
para la agricultura en la agenda
nacional de desarrollo y su contribución ante los retos globales
del siglo XXI.
En efecto, si la agricultura es considerada desde esa perspectiva, se
constituye en un sector estratégico que puede contribuir a enfrentar diversos desafíos, tales como:
a) reducir la pobreza, b) disminuir
los impactos del calentamiento global y el cambio climático,
c) concluir la agenda de negociaciones de Doha, d) mejorar los niveles de nutrición, e) controlar las
enfermedades transfronterizas,
f) asegurar la inocuidad de los alimentos y la seguridad alimentaria,
g) producir energía sostenible, y
h) buscar soluciones a los problemas asociados al aumento de
la urbanización.
Sin embargo, para que el sector
agropecuario pueda desempeñar ese rol multidimensional se
requiere una nueva visión.
LIDERAZGO EN AGRICULTURA
Para que la agricultura vuelva a
ser una de las prioridades en las
agendas nacionales de desarrollo, se necesita un nuevo liderazgo. Se requieren líderes capaces
de entender que la agricultura
es mucho más que el sector primario, y dispuestos a enfrentar
retos mucho más grandes y complejos que los que se han tenido
hasta ahora. Porque así lo comprendemos es que en el IICA
creamos el Centro de Liderazgo
en Agricultura.
Un nuevo modelo
de desarrollo
A
nte la crisis que enfrentamos,
algunos
creen que la solución
es una nueva revolución verde.
A finales de la década de los sesentas, mediante la denominada
“Revolución Verde” se intentó
aumentar los rendimientos agrícolas a través de nuevos cultivos,
irrigación, mecanización y aplicación de fertilizantes y pesticidas.
Se afirma que la iniciativa logró
reducir el hambre y la inseguridad
alimentaria en muchos países y se
le atribuye haber salvado cerca de
mil millones de vidas. Pero ¿fue
en realidad una historia exitosa?
Creo que los que abogan hoy por
una nueva revolución verde deberían tener en cuenta algunos
de sus aspectos negativos, como
la exclusión social de los pequeños productores, la dependencia
del complejo fertilizantes/pesticidas y los problemas ambientales debidos a la contaminación
de suelos y fuentes de agua. La
verdad es que la Revolución Verde no eliminó el hambre, sino
más bien aumentó los costos de
producción, impactó negativa
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mente el ambiente y no funcionó
para todos.
No dudamos que la tecnología,
la biotecnología y la innovación
tecnológica son elementos de importancia crítica en la búsqueda
de soluciones para la actual crisis de alimentos. Sin embargo,
más que una revolución verde,
necesitamos un nuevo modelo
de desarrollo.
Los modelos de desarrollo del
pasado, e incluso el actual, tienen un sesgo anti-rural y su enfoque favorece la modernización
de la economía a partir de la in-
puesto nacional a la solución de
esos y otros problemas sociales
de las ciudades. Todo ello lleva a
la persistencia de una desventaja competitiva del sector rural, a
pesar de las inversiones en áreas
de mucho potencial. Se genera,
de esta manera, un círculo vicioso de la inversión pública, el cual
debería ser examinado.
Se añade a lo anterior otro círculo vicioso: el de la inseguridad alimentaria. La creciente migración
hacia las ciudades y la limitada inversión en la economía rural resultan en una menor producción
agropecuaria, debido a la cual el
Los modelos de desarrollo del pasado, e incluso
el actual, tienen un sesgo anti-rural y su enfoque
favorece la modernización de la economía a partir de la
industrialización y el crecimiento de las ciudades.
dustrialización y el crecimiento
de las ciudades. Esto tiene varias
consecuencias: la población tiende a concentrarse en las ciudades, lo que lleva a un aumento
de la inversión pública dirigida
a dotar de servicios a las áreas
urbanas; continúa la inequidad
entre áreas urbanas y rurales,
a pesar de las reformas económicas implementadas a mediados de los años ochentas y en
la década de los noventas; y se
da un flujo limitado de recursos
dirigidos a mejorar la infraestructura rural, a raíz de políticas
públicas de inversión, fiscales y de
comercio inapropiadas.
Además, el aumento de la violencia y el crecimiento de la inseguridad social y política en las
áreas urbanas obligan a orientar
una mayor porción del presu-
gobierno importa más alimentos
–normalmente baratos– para satisfacer las demandas de la ciudad. Esto lleva a la subestimación
de la capacidad del sector rural
para producir.
P
roponemos un nuevo
modelo de desarrollo.
Un modelo que facilite el logro de un equilibrio urbano-rural mediante el
desarrollo integral del campo y
la ciudad. Un modelo que dirija
mayores niveles de inversión al
área rural, esenciales para asegurar la estabilidad social y política;
que promueva la competitividad
de la agricultura y de las actividades económicas rurales. Un
modelo que genere empleos en
los sectores agrícolas y no agrícolas, los cuales permitirán contar
con un mejor nivel de vida en el
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El aumento de la
violencia y el crecimiento
de la inseguridad
social y política en las
áreas urbanas obligan
a orientar una mayor
porción del presupuesto
nacional a la solución
de esos y otros problemas
sociales de las ciudades.
campo. Un modelo que impulse
el aumento de la productividad y
de la provisión de alimentos para
satisfacer las necesidades de los
consumidores y los mercados.
Los niveles de pobreza que tienen
nuestras naciones no pueden ni
deben continuar. Debemos modernizar nuestro sector rural, fortalecer las comunidades rurales
y dar a los pobres educación, salud, infraestructura, tecnología y
crédito para que puedan alcanzar
sus sueños. Si no promovemos la
prosperidad rural, no habrá paz
en la ciudad. Si no promovemos
la prosperidad rural, llegará el
momento en que los pobres del
campo se levantarán y desafiarán
la paz social y la estabilidad democrática de nuestros países.
En su Lección sobre Liderazgo,
Mahatma Gandhi decía que, a
menos de que tengamos cuidado,
siete cosas nos destruirán: bienestar sin trabajo, placer sin conciencia, conocimiento sin carácter,
comercio sin moralidad, culto sin
sacrificio, ciencia sin humanidad
y política sin principios.
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura
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Foto: Rafa Cartín
El autor del best seller mundial “Los siete hábitos de la gente
altamente efectiva”, aquí con el Director General del IICA, visitó
la Sede Central del Instituto en octubre de 2007.
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