LA IDEA CENTRAL DE LAS EPÍSTOLAS DE PABLO

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LA IDEA CENTRAL DE LAS EPÍSTOLAS
DE PABLO
El encargo central de Pablo
Semana 1
El encargo central de Pablo (1)
(Gá 4:1-7)
Alimento Diario
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Lunes
Leer con oración: 2 Co 12:1-4; Gá 1:15-17
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. [...] Que prediques la
palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta
con toda paciencia y doctrina” (2 Ti 3:16-17; 4:2)
LA REVELACIÓN DE LA ECONOMÍA DE DIOS
EN LAS EPÍSTOLAS DE PABLO
Alabamos al Señor por una serie más del Alimento Diario. En
esta oportunidad, el tema general de nuestro estudio de la Biblia
será La idea central de las epístolas de Pablo, y esta semana
veremos El encargo central de Pablo.
Dios le reveló al apóstol Pablo la visión de la economía de
Dios, es decir, Su plan eterno con relación a Sus escogidos (2 Co
12:1-4). Damos gracias al Señor por el hecho de que Pablo registró
esta revelación en sus 14 epístolas. Seis de ellas fueron escritas
antes de que él fuera puesto en prisión: Gálatas, Primera y Segunda
de Tesalonicenses, Primera y Segunda de Corintios y Romanos.
La Epístola a los Gálatas fue escrita durante su segundo viaje
ministerial, alrededor del año 54 d. C. En esa epístola, Pablo nos
muestra la importancia de la plena filiación, del plan de Dios que
nos viene a ayudar a crecer y madurar en la vida divina, hasta que
todos lleguemos a ser Sus herederos.
Seguidamente vienen Primera y Segunda de Tesalonicenses,
que probablemente fueron escritas simultáneamente con Gálatas,
cuando él estaba en Corinto. Pablo escribió esas dos epístolas a los
tesalonicenses porque en aquella ocasión muchos estaban
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desanimados debido a la persecución que había en contra de los
santos y la muerte de algunos. En Primera y Segunda de
Tesalonicenses el apóstol los alentó, manifestándoles que, cuando
el Señor vuelva, los que durmieron en Cristo, resucitarán primero.
Sus palabras tenían como propósito consolar a los tesalonicenses,
así como también fortalecer su fe y esperanza a la luz de la venida
del Señor. De hecho, Pablo se comportó con ellos como un padre y
una madre (1 Ts 2:11, 7).
Asimismo, Pablo también escribió dos cartas a los corintios,
que hablan especialmente acerca de la vida de la iglesia, el
ministerio y los ministros del nuevo pacto. Los mayores problemas
de la iglesia en Corinto eran las divisiones causadas por la
infantilidad espiritual y por las preferencias naturales, así como los
diferentes problemas morales, consecuencia y evidencia de que
ellos vivían en la carne. Además, por influencia de otros, también
había cuestionamientos al ministerio de Pablo. Por eso, como un
verdadero padre espiritual, el apóstol les escribió dos epístolas para
tratar con esos asuntos (1 Co 4:15; 2 Co 12:14).
La epístola a los Romanos fue escrita por Pablo alrededor del
año 60 d.C., cuando probablemente él se encontraba en Corinto
(15:25-32; Hch 19:21; 20:1-3). Podemos decir que este libro es el
evangelio de Pablo (Ro 1:1; 16:25), puesto que los cuatro primeros
libros del Nuevo Testamento, que conocemos como los cuatro
evangelios, en realidad, son biografías del Señor Jesús. Por eso
podemos considerar el libro de Romanos como el verdadero
evangelio, pues presenta la condición pecadora del hombre y la
obra de la gracia que, por medio de la redención de Cristo, nos
trajo la salvación completa, la cual transforma a pecadores en hijos
de Dios, y en Sus herederos y miembros del Cuerpo de Cristo.
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Por la soberanía de Dios, después de ser puesto en prisión en
Roma, Pablo escribió ocho epístolas más (creemos que Hebreos
también fue escrita por él), de entre las cuales consideramos como
las principales: Colosenses, Efesios, Filipenses y Filemón, así
como la Epístola a los Gálatas. La carta escrita a los Colosenses
nos habla del misterio de Dios, que es Cristo (2:2). En ella vemos
la preeminencia de Cristo, pues Él es antes de todas las cosas y en
Él subsiste todo (1:17). Él es la Cabeza del Cuerpo, de la iglesia, y
debe tener la preeminencia sobre todas las cosas. En pocas
palabras: Cristo es todo, y sin Él no tenemos nada (3:11).
La Epístola a los Efesios revela el misterio de Cristo, que es la
iglesia (3:4-6; 1:22-23). En la primera parte de esa epístola Pablo
describe la revelación de la economía divina y nuestra posición
celestial en Cristo. Luego, en la segunda parte revela el vivir
práctico que debemos tener en el Espíritu. Al hablar de la iglesia,
Pablo presenta sus varios aspectos, que van desde el Cuerpo de
Cristo hasta el ejército de Dios listo para batallar en favor del reino
de Dios. Asimismo, tenemos los cinco tipos de andar que todos
debemos anhelar: en la gracia, en la verdad, en amor, en la luz y en
el espíritu.
La Epístola a los Filipenses nos muestra la meta de nuestra
vida cristiana, el premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús (3:12-14), la transfiguración de nuestro cuerpo de
humillación en un cuerpo de gloria y la manifestación de nuestra
patria celestial (vs. 20-21). La iglesia en Filipos es un ejemplo de
participación en la obra del evangelio realizada por Pablo. Por eso
él tenía la certeza de que esa participación redundaría en mucho
fruto para los que ofrendaban (4:15-19). La cuarta epístola escrita
en la prisión fue dirigida a Filemón, en la cual vemos el amor de
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Pablo por Onésimo, a quien le predicó el evangelio y perfeccionó
para ser una persona útil a Dios y a los hermanos (vs. 10-14).
Mientras esperaba su juicio, Pablo realizó algunos viajes, y en
ese periodo, escribió las otras cuatro epístolas: Primera y Segunda
de Timoteo, Tito y Hebreos.
Por medio de esas epístolas tenemos la revelación de la
economía neotestamentaria de Dios. Éstas también nos muestran el
evangelio anunciado por Pablo, un evangelio completo, que
incluye la fe, el amor y la esperanza. Nuestra predicación del
evangelio debe tener esos tres elementos; no debemos perder
ninguna oportunidad de presentarlo a las personas, ya sea por
medio de los tratados de evangelización, del Periódico Árbol de la
Vida, de los libros o de la palabra hablada. Todos debemos tener
ese encargo por la predicación del evangelio.
Punto clave:
Aprovechar todas las oportunidades para predicar el
evangelio.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Qué es lo que Pablo presenta en sus epístolas?
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Martes
2 Co 12:1-4; Gá 4:1-2; Ef 3:3-10; Fil 3:13-14, 20-21;
Col 2:1-2
“El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora
ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1:26-27)
Leer con oración:
LOS LIBROS QUE PRESENTAN LA IDEA
CENTRAL DE LOS ESCRITOS DE PABLO
Dios escogió a Pablo y lo usó para registrar en sus
epístolas la visión de la economía de Dios. Sus escritos, que
componen más de la mitad de los libros del Nuevo
Testamento, son el desarrollo de la visión que él recibió de
Dios, pues hasta aquel momento las Sagradas Escrituras
todavía no habían sido completadas (2 Co 12:1-4; Ef 3:3-6;
Col 1:26-27). De entre sus 14 epístolas, consideramos la
escrita a los Gálatas y también las cuatro que escribió al ser
llevado a Roma (Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón)
como las más importantes.
Para comprender mejor el encargo central de Pablo en
esas cinco epístolas principales, el Señor nos concedió una
ilustración: la del avión (ver ilustración en la pág. 17). El
cuerpo del avión, o su fuselaje, representa al libro de
Gálatas, que nos presenta un panorama general de la
economía divina. En esa epístola, Pablo dio testimonio de
cómo él, un fariseo que asolaba a las iglesias, celoso de las
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tradiciones de sus padres, se volvió útil para Dios: “Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí,
para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en
seguida con carne y sangre” (Gá 1:15-16). Y añadió: “Y ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (2:20a). Por eso el
evangelio que él predicaba tenía a Cristo como centro, y no
más la ley, pues por medio de Cristo la bendición de
Abraham, el Espíritu prometido, llegó a nosotros (3:14).
¡Aleluya! En el Espíritu tenemos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo, como fue revelado en el Evangelio de Juan
(14:16-17, 20).
Además, el libro de Gálatas nos muestra que no sólo
debemos comenzar en el espíritu, sino también vivir y andar
en Él, a fin de cumplir la voluntad de Dios (3:3; 5:16, 25). Si
permanecemos en el espíritu, creceremos en vida y
alcanzaremos la madurez espiritual. Con el fin de ayudarnos
en este crecimiento, el Señor nos dio hermanos y hermanas
en la vida de la iglesia para enseñarnos y guiarnos,
alimentarnos y cuidarnos, según los principios de la Palabra
de Dios. Ellos son los tutores y curadores, los maestros y
pastores responsables para ayudarnos a alcanzar la madurez
en realidad, la plena filiación (4:1-7).
Siguiendo la ilustración del avión de la economía de
Dios, tenemos dos alas: una es el libro de Colosenses, donde
Cristo es revelado como el misterio de Dios (2:1-2), y la otra
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es el libro de Efesios, que nos presenta a la iglesia como el
misterio de Cristo (3:3-10). Estos dos libros dan equilibrio y
sostienen nuestra vida cristiana. Asimismo, para alcanzar su
destino, toda aeronave debe tener un plan de vuelo antes de
despegar. El plan de vuelo, la meta que Dios estableció para
nosotros, se puede ver en el libro de Filipenses (3:13-14,
20-21).
Además de la cabina, de las alas y del plan de vuelo
para alcanzar nuestro destino, hay una pista de despegue que,
según la ilustración del avión, representa al libro de Filemón,
donde tenemos la expresión del amor como el camino más
excelente para conducir a los hermanos a ser útiles en las
manos de Dios. Así que, de esta manera podemos concluir
que los libros de Gálatas, Colosenses, Efesios, Filipenses y
Filemón presentan y revelan la idea central de los escritos de
Pablo.
Punto clave:
Madurar y alcanzar la madurez espiritual.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Cuáles son los libros escritos por Pablo que componen la
idea central de sus escritos?
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Miércoles
Leer con oración: Pr 28:13; Mt 14:24-32; Ap 2:5
“Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a
lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús” (Fil 3:13-14)
PROSEGUIR HACIA LA META: CRISTO
Para entender mejor la revelación central de la economía
de Dios en los escritos de Pablo, hemos usado la figura de un
avión, cuya cabina de pasajeros representa al libro de
Gálatas; las alas se refieren a las epístolas a los Colosenses y
a los Efesios; el plan de vuelo que nos lleva al destino, para
entrar en el reino, es el libro de Filipenses.
En el libro de Filipenses también vemos cuál era la
actitud de Pablo para alcanzar el premio de reinar con Cristo:
olvidar lo que queda atrás y extenderse a lo que estaba
delante de él (3:13-14). De igual manera, nosotros debemos
dejar de lado todo lo que nos impide avanzar y proseguir
hacia la meta propuesta por el Señor. Si usted desea avanzar
y proseguir hacia lo que Dios ha preparado para usted, haga
como Pablo, no pierda el tiempo mirando hacia atrás o hacia
los lados, tenga su meta bien definida: ¡Cristo y Su reino!
Incluso frente a las adversidades en el vivir familiar o en
lo día a día, no se desanime, sino prosiga, confíe en que el
Señor está delante de usted, llamándolo hacia la meta. No
sea como el apóstol Pedro que, al ser llamado por el Señor
para ir a Su encuentro, andando sobre las aguas, miró las
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circunstancias alrededor y tuvo miedo. Mientras permaneció
con los ojos puestos en el Señor y obedeció a Su palabra,
Pedro comenzó a andar sobre el mar. Pero “al ver el fuerte
viento, tuvo miedo; y comenzó a hundirse, dio voces,
diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo
la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?” (Mt 14:30-31). Nuestros ojos tienen que estar en
el Señor y nuestras acciones deben ser acordes con Su
Palabra.
Si mira hacia los lados, verá muchos problemas que le
impedirán proseguir. No mire hacia sus errores pasados. Para
éstos sólo hay una salida: arrepiéntase, confiese sus pecados
y déjelos atrás (Ap 2:5; Pr 28:13).
Mire firmemente sólo al Señor, a Su economía, a la
meta. De esta manera, usted tendrá las fuerzas para proseguir
y alcanzar el premio de su llamamiento: reinar con Cristo en
Su reino. ¡Aleluya!
Punto clave:
Mirar hacia la meta.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Qué actitud tuvo Pablo para alcanzar la meta, el objetivo de
su llamamiento?
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Jueves
Leer con oración: Hch 27:1, 3-11, 33-41; Ro 5:17
“Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti,
para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en
que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes
ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas
a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es
en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Por lo cual, oh rey
Agripa, no fui rebelde a la vision ” (Hch 26:16-19)
EJERCER LA AUTORIDAD DE DIOS INCLUSO
ANTE LAS PEORES CIRCUNSTANCIAS
Hoy veremos un poco sobre los antecedentes de la epístola
que Pablo le escribió a Filemón con respecto a Onésimo.
Después de su tercer viaje ministerial, Pablo subió a Jerusalén
para encontrarse con los hermanos, pero fue apresado y luego
llevado a Cesarea. Él permaneció preso en Cesarea, durante dos
años, acusado por los judíos de enseñarles a apostatar de la ley.
Allí permaneció hasta que, ante el rey Agripa, presentó su defensa
y apeló a César (Hch 26).
En su viaje a Roma, Pablo pasó por diferentes dificultades y
peligros: “Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia,
entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado
Julio, de la compañía Augusta. Al otro día llegamos a Sidón; y
Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los
amigos, para ser atendido por ellos. Y haciéndonos a la vela desde
allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran
contrarios. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia,
arribamos a Mira, ciudad de Licia. Y hallando allí el centurión una
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nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella.
Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente
a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de
Creta, frente a Salmón. Y costeándola con dificultad, llegamos a
un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la
ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya
peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les
amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser
con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la
nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba
más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo
decía” (Hch 27:1, 3-11). Pablo estaba en una posición de
prisionero y, probablemente, fue ubicado en las peores
instalaciones de la nave.
Creemos que en esos viajes por el Mar Mediterráneo era
frecuente que ocurrieran tormentas: “Cuando comenzó a amanecer,
Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el
decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer
nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun
un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. Y
habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia
de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos,
teniendo ya mejor ánimo, comieron también. Y éramos todas las
personas en la nave doscientas setenta y seis. Y ya satisfechos,
aligeraron la nave, echando el trigo al mar. Cuando se hizo de día,
no reconocían la tierra, pero veían una ensenada que tenía playa,
en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. Cortando, pues, las
anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del
timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa.
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Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la
proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia
del mar. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para
que ninguno se fugase nadando. Pero el centurión, queriendo
salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que
pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; y los
demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció
que todos se salvaron saliendo a tierra” (Hch 27:33-44).
A pesar de que Pablo ocupaba una posición de prisionero en
el trayecto de este viaje a Roma, él encontró la oportunidad para
expresar su autoridad espiritual y conducir a aquellas personas que
viajaban junto con él a confiar en Dios, de manera que sus vidas
fueran preservadas. Era como si Pablo fuera un rey en aquella
nave, el que gobernaba ante aquella situación de aprensión. Eso
nos muestra que, cuando estamos en el espíritu, aunque estemos
pasando por las peores circunstancias, la vida de Dios reina en
nosotros y por medio de nosotros (Ro 5:17).
Punto clave:
Ejercer la autoridad de Dios en toda y cualquier circunstancia.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Por qué Pablo ejercía la función de un rey dentro de la nave,
a pesar de ser sólo un prisionero?
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Viernes
Leer con oración: Hch 28; Flm 8-13
“Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos
los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Hch 28:30-31)
PREDICAR EL EVANGELIO EN TODO LUGAR
Como vimos ayer, Pablo, incluso estando en la condición de
prisionero, ejercía la autoridad de Dios en toda y cualquier situación. En su
viaje a Roma, pasó por varios peligros y hasta naufragó, pero Pablo ejerció
la función de ministro de Dios. Cuando el barco encalló y el casco se
rompió, las personas que estaban en la nave se lanzaron al mar y algunas
nadaron, pero otras se agarraron de las tablas y de otras partes y objetos de
la nave. Y así aconteció que todos se salvaron, saliendo a tierra (Hch
27:43-44). Esto ocurrió conforme a lo que Pablo había profetizado: “No
temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha
concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened
buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho”
(vs. 24-25).
En tierra, confirmaron que habían llegado a la isla de Malta. En esa
isla Pablo fue confundido con un dios, pues, después de salvarse del
naufragio, una víbora se le prendió del brazo, pero él no sufrió ningún
daño. En aquella isla, Pablo también realize varias sanidades, de modo que
él y sus compañeros recibieron muchas honras y fueron encaminados para
continuar el viaje a Roma (Hch 28:1-15).
Al llegar a Roma, “A Pablo se le permitió vivir aparte, con un
soldado que le custodiase. [...] Y Pablo permaneció dos años enteros en
una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el
reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin
impedimento” (Hch 28:16, 30-31). Muchos todavía tienen un concepto
equivocado de que Pablo, al llegar a Roma, fue llevado a una prisión. Eso
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no fue lo que sucedió. Él había apelado a César, para defenderse de las
acusaciones de los judíos. Él no había sido condenado, por lo tanto sólo
era un reo. Como tal, alquiló una casa y allí predicaba el evangelio.
En plena capital del imperio, muchos creyeron y se convirtieron por
medio de su predicación del evangelio, de entre los cuales la Biblia
destaca a Onésimo. Él era esclavo de Filemón, uno de los colaboradores
de Pablo y un importante hermano de la iglesia en Colosas. Filemón era
una persona de posesiones y de buena posición económica, mientras que
Onésimo, por el hecho de ser un esclavo, no tenía nada. Además,
Onésimo, debió haberle robado algo a Filemón y huyó a Roma. Por la
soberanía de Dios, allí se encontró con Pablo, y él le predicó el evangelio.
Después de un tiempo, Pablo lo envió de regreso con Filemón, no más
como un esclavo, sino como un hermano amado, útil al Señor (Flm 8-13).
Esa relación entre Pablo y Onésimo representa la actitud de amor
que debemos tener con relación a los hermanos en la iglesia y a las
personas en el mundo. Pablo le predicó el evangelio, lo alimentó
espiritualmente y lo perfeccionó hasta ser un hermano amado, un fiel
ministro, una persona útil en las manos de Dios (Col 4:9).
Punto clave:
Al predicar el evangelio, manifestemos nuestro amor por las
personas.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Por qué la Epístola de Pablo a Filemón representa la pista de
despegue del avión de la economía de Dios?
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Sábado
Leer con oración: Ef 2:1-10; Flm 5-16; 1 P 5:10
“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra,
santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Ti 2:21)
VOLVERSE ÚTIL AL SEÑOR
Cuando Pablo le predicó el evangelio a Onésimo en Roma, éste
recibió el suministro de vida y fue perfeccionado. El cuidado de Pablo
para con Onésimo estaba lleno de amor, que es la base de la vida de la
iglesia. Según la ilustración que hemos utilizado, este amor puede ser
representado por la pista de despegue del avión. Sin una pista adecuada,
plana, sólida y compacta, no se puede estacionar ni despegar un avión.
Para construir la pista de un aeropuerto, por ejemplo, se requiere de
mucho trabajo porque la pista tiene que resistir los fuertes impactos y
soportar el peso de las grandes aeronaves. Para obtener una pista
adecuada, la ingeniería moderna le hace un tratamiento a la base, escava el
suelo y saca varias capas de tierra. A veces es necesario escavar uno, dos o
hasta tres metros de profundidad para retirar la tierra y poner piedras y
rocas para formar un suelo compacto. Después viene la armadura de
hierro y el concreto. Podemos aplicar esto a nuestra experiencia espiritual.
En nosotros tenemos muchas cosas naturales. Si queremos ser usados por
Dios como una pista, necesitamos escavar lo que es natural en nuestro
interior y permitir que el Señor remueva todo lo viejo, para que ponga más
de Su vida, naturaleza y amor, a fin de formar un suelo compacto (1 P
5:10).
Si usted deja que el Señor trabaje en su interior, se convertirá en esa
pista llena de amor. Pero, si usted no quita lo que es natural en su interior,
sus conceptos y tradiciones, cuando el “avión” lleno de personas vaya a
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“aterrizar”, usted “se hundirá en la pista”, y no podrá “alzar vuelo”,
desarrollar sus talentos y ser útil en las manos de Dios.
Aparentemente, el libro de Filemón no tiene importancia doctrinal,
más parece una carta personal. No obstante, la manera como Pablo trató
con Onésimo y lo encaminó a su señor, Filemón, nos muestra cómo él
también fue perfeccionado y no trataba más a las personas como lo hizo
inicialmente con Juan Marcos. Onésimo volvió donde Filemón no como
un esclavo inútil, sino como un hermano amado y útil (v. 11).
Esto es la economía de Dios: antes estábamos muertos en delitos y
pecados, camino al lago de fuego y azufre. Pero Dios nos salvó, perdonó
nuestros pecados por medio de la redención de Cristo, y nos dio vida;
luego, nos puso en la iglesia para que crezcamos en la vida divina y, poco
a poco, seamos perfeccionados para Su obra (Ef 2:1-10). El mismo
Onésimo es un ejemplo para nosotros: al principio él era muy natural, pero
algo fue trabajado en su interior, “capa tras capa”, y como resultado él se
volvió útil en la obra de predicación del evangelio.
Por eso, no importa cuánto tiempo tengamos que invertir, el amor
debe ser añadido y aplicado en nosotros. Tenemos muchas cosas naturales
que necesitan ser quitadas para que lleguemos a ser útiles al Señor.
Punto clave:
Abrirse al trabajar del Señor para volverse útil para Dios.
Su punto clave es:
Pregunta:
En su experiencia, ¿qué debe ser quitado y qué debe ser
añadido para volverlo útil al Señor?
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Domingo
Leer con oración: 2 Co 12:1-4; Gá 4:1-7; Ef 3:14-21
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús” . “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (Fil 3:13-14; 1 Co
16:14)
EL CAMINO MÁS EXCELENTE PARA “ALZAR
VUELO”
Dios le reveló Su economía neotestamentaria al apóstol Pablo. Él fue
usado por el Señor para completar y registrar en libros la revelación
divina. Las epístolas de Pablo comprenden más de la mitad del Nuevo
Testamento, pero, de entre sus epístolas, destacamos las de Gálatas,
Efesios, Colosenses y Filipenses, que pueden ser consideradas el corazón
del Nuevo Testamento, pues presentan la economía de Dios.
Para comprender mejor la idea central de Pablo en sus epístolas, esta
semana utilizaremos nuevamente la ilustración de un avión. Gálatas es la
más importante, es la cabina del avión. Este libro nos muestra que por la
gracia de Dios, y no por las obras de la ley, fuimos introducidos en la vida
de la iglesia, representada por la cabina del avión, y estamos bajo el
cuidado de tutores y curadores, a fin de que maduremos y lleguemos a ser
parte de la “tripulación” para servir a los demás hermanos (Gá 4:1-7).
Además, vimos que, para alzar vuelo, una aeronave necesita de las
alas. Las alas son las que le dan equilibrio y sustentación al avión, lo
mantienen en el aire. La primera ala, representada por el libro de
Colosenses, presenta el misterio de Dios, Cristo. El énfasis de este libro es
el evangelio; en él vemos que necesitamos fe, amor y esperanza para
cumplir la voluntad de Dios. La segunda ala es el libro de Efesios, que
presenta el misterio de Cristo, la iglesia. En el capítulo 1 de Efesios
tenemos la economía de Dios y el dispensar del Dios Triuno. En el
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capítulo 2 vemos nuestra condición como material inútil y cuál era nuestro
destino. El capítulo 3 muestra las dimensiones del amor de Cristo, y los
siguientes capítulos presentan la maravillosa vida de la iglesia y su vivir
práctico.
Además de la cabina y las dos alas, vimos que el avión necesita tener
un plan de vuelo, un destino. Esto está representado en el libro de
Filipenses donde vemos al Señor que nos llama, motiva e impulsa a
proseguir en dirección al reino (3:12-14, 20-21). En nuestro vivir
necesitamos tener una meta. El Señor está delante de nosotros
llamándonos a avanzar. Para ello no podemos mirar hacia los lados ni
hacia atrás, sino avanzar, olvidando las cosas que quedan atrás. No se
quede pensando en los problemas y percances por los cuales ha pasado;
no tenga miedo, avance hacia lo que está adelante. ¡Mire hacia la meta!
Además, tenemos la pista que vemos en el libro de Filemón, donde
encontramos la base de la vida de la iglesia, el camino más excelente, el
camino del amor (1 Co 13:1-13; 16:14). Si vivimos y practicamos la vida
de la iglesia según la idea central de las epístolas de Pablo, ciertamente
creceremos, maduraremos, seremos equilibrados y siempre estaremos
motivados para avanzar hacia la meta, hacia Cristo y Su reino. ¡Alabado
sea el Señor!
Punto clave:
Avanzar hacia lo que está delante de nosotros.
Su punto clave es:
Pregunta:
¿Qué le ha impedido avanzar hacia el premio del supremo
llamamiento de Dios?
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Lectura de apoyo
La lectura de su Alimento Diario será enriquecida con el acompañamiento simultáneo de los libros que a continuación sugerimos:
Aprendamos con los apóstoles – caps. 1-2 – Dong Yu Lan.
20
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