RESOLUCION Nº 182/00 En Buenos Aires, a los 9 días del mes de

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RESOLUCION Nº 182/00
En Buenos Aires, a los 9 días del mes de agosto
del año dos mil, sesionando en la Sala de Plenario del
Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación,
con la Presidencia del Dr. Bindo B. Caviglione Fraga, los
señores consejeros presentes,
VISTO:
El expediente 385/99, caratulado “Cámara Nacional
de Apel. en lo Penal Económico - Remite denuncia ‘Munilla,
Enrique s/ denuncia contra Juzgado Nº 7’”, del que
RESULTA:
I. El Tribunal de Superintendencia de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la Capital
Federal, remite a este Consejo de la Magistratura -en los
términos del artículo 12, inciso a, del Reglamento de
Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el
Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados
del
Poder
Judicial
de
la
Nación-
las
actuaciones
relacionadas con la denuncia efectuada el 5 de agosto de
1999,
por
defensor-
el
Dr.
en
la
Enrique
causa
Nº
Munilla
4374,
-en
su
carácter
caratulada
“N.N
de
s/
infracción al art. 302 del C. Penal”, que tramita ante el
Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Penal Económico
Nº 7, Secretaría Nº 14 -fs. 7-.
II. En su exposición, el denunciante relata que
el día 2 de agosto de 1999 “concurrió [a una audiencia
convocada por el tribunal mencionado] juntamente con el
testigo(...)
contador
Bouzigues”
y
que
el
oficial
audiencista de la secretaría, Sr. Adrián Juan Velarde “le
manifestó(...) que debía retirarse por cuanto como defensor
no podía estar presente”. Refiere que ante tal situación
requirió
la
presencia
del
magistrado,
informándole
el
oficial que si bien el juez no podía atenderlo, lo haría el
secretario Dr. Sebastián Sal. Sostiene que al concurrir al
despacho de este último, habría mantenido un altercado,
producido
por
la
funcionario -fs. 1-.
“inconducta
y
mala
educación”
del
III. Agrega que el secretario “se disculpó pero
con un tono de arrogancia muy particular que llevó al
compareciente a no aceptarlas, diciéndole que se las debía
dar el juez por ser su igual”. Seguidamente añade que “se
retiró a la mesa de entradas y dejó constancia de lo
ocurrido en el libro de notas(...) que no se le permitió
controlar la audiencia testimonial aludida pero a su pedido
en mesa de entradas le aceptaron el cargo de defensor”;
afirma además que “en la nota(...) en el libro respectivo
[escribió] su número de teléfono para que el magistrado le
ofreciera las disculpas del (t)ribunal [y] (c)omo hasta la
fecha [de la denuncia] no las recibió [concurría] a poner
e[s]e hecho en conocimiento de [l]a (a)lzada”.
A fs. 2/3 vta. obra agregada la ampliación de
denuncia realizada por el Dr. Munilla, el 18 de agosto de
1999.
IV. En acuerdo del 24 de agosto de 1999, el
Tribunal de Superintendencia de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Penal Económico, resolvió: “(s)urgiendo
de los términos de la denuncia y de la ampliación(...) que
aquélla compromete la actuación del titular del Juzgado Nº
7: a) comunicar al Consejo de la Magistratura la radicación
de la denuncia(...) b) practicar información sumaria por
intermedio del Sr. Presidente de es[a] (c)ámara(...)” (fs.
6).
V. En atención a lo encomendado, el presidente
del Tribunal de Superintendencia dispuso una serie de
diligencias, entre las que se incluyeron las declaraciones
del testigo Sr. Bouzigues y del oficial mayor Sr. Adrián
Juan Velarde.
VI.
Como
consecuencia
de
la
investigación
producida, el Tribunal de Superintendencia resolvió, en
acuerdo
del
21
de
septiembre
del
año
1999,
dar
por
concluida la información sumaria y elevar las actuaciones
al Consejo de la Magistratura. En los considerandos se
destacó que “de lo actuado, se evidenciaría una violación
al ejercicio del derecho de defensa en juicio [y que] las
actuaciones también acreditan que resultaría una práctica
habitual en el mencionado (t)ribunal no permitir a los
defensores estar presentes en audiencias en las que se
prestan declaraciones testimoniales, con lo que se(...)
configuraría una violación sistemática al ejercicio del
derecho de defensa” (fs. 114/115 vta.).
VII. Mediante la resolución 18 del 3 de noviembre
de 1999, la Comisión de Disciplina de este Consejo evaluó
los
antecedentes
remitidos
por
el
Tribunal
de
Superintendencia, y resolvió ordenar la instrucción del
sumario administrativo respectivo, designar instructor al
Consejero Dr. Ricardo Branda, y correr vista de lo actuado
al Dr. Tiscornia, de conformidad con lo prescripto en el
artículo 14 del Reglamento de Informaciones Sumarias y
Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas
Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la
Nación -fs. 118/119-.
VIII.
El
magistrado
denunciado
presentó
el
correspondiente descargo en tiempo y forma, constituyó
domicilio y ofreció medidas de prueba -fs. 140/146-.
En su defensa, el juez señaló, en primer lugar,
las contradicciones en que habrían incurrido los vocales de
la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal
Económico de la Capital Federal, en ocasión de resolver la
investigación de los hechos que se debaten, para luego
entrar a considerar la cuestión central planteada: la
presunta violación al derecho de defensa. En tal sentido,
manifestó que “lo actuado y decidido por el (j)uzgado(...)
a [su] cargo(...) se ajustó en un todo a la regla pautada
en el art[ículo] 200 del Código Procesal Penal”. Consideró
además que dicho precepto legal “establece con prístina
claridad que los defensores de las partes tendrán derecho
a asistir a los registros domiciliarios, reconocimientos,
reconstrucciones,
pericias
dispuesto
art[ículo]
en
el
e
inspecciones,
218,
siempre
naturaleza
y
características
se
definitivos
e
irreproducibles,
lo
deban
mismo
salvo
que
por
lo
su
considerar
que
a
las
declaraciones de los testigos, que por su enfermedad u otro
impedimento sea presumible que no podrán concurrir al
debate”.
IX. Con relación al episodio aludido por el Dr.
Enrique Munilla, expresó que el letrado “pretendió ingresar
al (t)ribunal a efectos de presenciar el desarrollo de una
declaración testimonial [y que el juzgado] desechó -con
base en la aludida regla del art[ículo] 200 del ritual- el
pedido
que
hubo
efectuado
el
citado
letrado,
por
no
tratarse en ese caso de una prueba definitiva o de carácter
irreproducible”. Insistiendo en su posición destacó que,
conforme al artículo mencionado “(e)l (j)uez podrá (tiempo
verbal que denota el carácter facultativo y no imperativo
de la alocución) permitir la asistencia del imputado o del
ofendido, cuando sea útil para esclarecer los hechos o
necesaria por la naturaleza del acto”.
X. Para ilustrar con mayor precisión lo relatado,
transcribió la resolución por la cual se rechazó el planteo
de
nulidad
impetrado
por
el
Dr.
Munilla
contra
la
providencia en la que se dispuso no hacer lugar a la
pretensión
de
presenciar
la
declaración
testimonial
ordenada por el juzgado. En el comentario a dicho acto,
hizo notar la intervención de la Sra. fiscal, Dra. Alicia
Sustaita, quien “en ocasión de dictaminar propiciando la
improcedencia de la nulidad articulada(...) no advirt[ió]
ningún
tipo
de
violación
al
ejercicio
del
derecho
de
defensa en juicio de la persona asistida por el mencionado
letrado”.
Resulta oportuno mencionar en este punto, que el
planteo de nulidad aludido en el párrafo anterior fue
apelado por el denunciante y que la cámara del fuero
declaró la nulidad de la providencia, el 7 de diciembre de
1999,
cuando
ya
se
había
iniciado
el
trámite
de
las
presentes actuaciones -copia de fs. 178/178 vta.-.
XI. En su exposición, el magistrado también negó
haber instruido a sus subalternos a mantener una postura
rígida y general frente al derecho de asistencia fijado en
el artículo 200 del Código Procesal Penal. Al respecto,
observó que la declaración testimonial del oficial Sr.
Velarde, brindada en la información sumaria, era confusa
respecto
al
criterio
del
Tribunal
con
relación
a
la
presencia de abogados en las audiencias de testigos.
Al respecto afirmó que “es absolutamente falso
aceptar que el (j)uzgado tenga formado, en abstracto y con
carácter
general,
una
línea
de
criterio
apriorística,
respecto del derecho de la parte imputada de asistir a las
declaraciones testimoniales(...) y que, además, conforme
surge de la simple lectura del considerando sexto de [la]
resolución interlocutoria, e[s]e magistrado puso especial
énfasis en cuanto a ‘(q)ue no corresponde efectuar una
evaluación
apriorística
respecto
a
la
eventual
configuración o concurrencia de los impedimentos aludidos
por los art[ículos] 202 y 204 del código de rito en orden
a posibles y futuras audiencias de declaración testimonial
a designarse en autos, sino que -por el contrario- esa
concreta ponderación deberá ser abordada -en su caso-, por
el (t)ribunal frente a la concurrencia de un supuesto
concreto”.
XII. Refirió que “al momento de celebrarse la
audiencia del testigo [Sr. Bouzigues] el Dr. Munilla no
había aceptado aún formalmente el cargo de letrado defensor
de
la
parte
imputada,
cosa
que
recién
hizo
con
posterioridad a la declaración testimonial”, razón por la
cual,
a
su
legitimación
entender,
formal
el
para
letrado
“carecía
formular
ningún
de
toda
tipo
de
solicitud”.
En cuanto a las aseveraciones vertidas por el
órgano de superintendencia, en el sentido de que no se le
había permitido al letrado entrevistarse con el magistrado,
asegura que “se encontraba ocupado por haber concedido una
entrevista previamente requerida por los Dres. Santiago
Feder y
Héctor Vidal Albarracín”.
XIII. También aseguró que en todo el tiempo que
lleva como juez, desde el 2 de marzo de 1994 “ningún
letrado de la matrícula, a excepción del Dr. Munilla, hubo
formulado
ni
en
forma
verbal
ni
escrita,
en
ningún
expediente judicial(...) queja o denuncia por violación
sistemática al ejercicio de[l] derecho de defensa de los
imputados, con exclusiva base en el derecho de asistencia”.
XIV. Para corroborar sus dichos, el juez aportó
varias resoluciones dictadas por él en otras causas, en
las que hace saber a la defensa que podrá asistir a la
audiencia testimonial ordenada en virtud de lo prescripto
en el artículo 202 del Código Procesal Penal; además,
acompañó copia de una declaración testimonial realizada en
su juzgado, en la que consta la presencia de los abogados
defensores de los imputados -fs. 136-.
Como prueba testimonial, solicitó que se citara
a declarar a los secretarios titulares de las Secretarías
Nº 13 y 14 del juzgado a su cargo, Dres. Héctor Daniel
Ochoa y Sebastián Sal; a la Secretaria contratada de ese
juzgado, Dra. Mariana Zabala Duffau; a los prosecretarios
administrativos, Sra. María Angélica Turano y Dr. Pablo
Brugo, y a los Dres. Santiago Feder y Héctor G. Vidal
Albarracín. En todos los casos, hizo uso del derecho que le
asiste de presentar pliego de preguntas conforme a lo
estipulado en el artículo 19 in fine del Reglamento de
Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el
Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados
del Poder Judicial de la Nación.
Como prueba documental e informativa, requirió
que se librara oficios al Colegio Público de Abogados de la
Capital Federal, a la secretaría de superintendencia de la
cámara del fuero, y a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación.
CONSIDERANDO:
1º)
Que
en
cuanto
a
la
prueba
testimonial
ofrecida, se tomó declaración a todos los funcionarios del
Juzgado Nº 7 propuestos por el magistrado, a los que se les
formuló, entre otras, las siguiente preguntas: 1º) “si con
respecto al derecho de asistencia del letrado defensor a
las audiencias testimoniales, el titular del Juzgado Nro.
7, Dr. Tiscornia, impartió alguna directiva u orden general
respecto a pedidos formulados por letrados para asistir a
las audiencias de testigos, o si por el contrario, la
directiva impartida consistió en promover consulta, ya sea
a los Sres. (s)ecretarios o al propio (j)uez frente a cada
caso concreto en que se formulara un pedido de asistencia
a una audiencia de testigo”; 2º) “si conoce acerca de casos
en que el Juzgado Nº 7, a cargo del Dr. Tiscornia, hubo
acogido, en forma favorable, pedidos, ya sea de defensores
oficiales
o
asistencia
particulares,
(art[ículo]
200
de
ejercer
del
el
C[ódigo]
derecho
de
P[rocesal]
P[enal])” -fs. 198, 199, 206, 207, 208 y 217-.
Al
primer
interrogante
todos
los
testigos,
incluido el oficial audiencista Sr. Adrián Juan Velarde,
contestaron invariablemente que no había ninguna orden
general dictada por el magistrado al respecto; que en cada
caso en particular se consultaba al juez, o en su defecto
al secretario, sobre el criterio a seguir.
Respecto a la segunda pregunta, los secretarios
Ochoa, Sal y Zabala Duffau respondieron que sí recordaban
casos en que se había evaluado la conveniencia de que el
letrado
defensor
estuviera
presente
en
la
audiencia
testimonial. Los funcionarios de menor rango, Turano, Brugo
y Velarde, contestaron que no les constaba tal antecedente.
Resulta conveniente destacar los testimonios del
secretario Dr. Sal -que el denunciante involucra en el
altercado
que
se
habría
producido
en
ocasión
de
la
audiencia- y del oficial Sr. Velarde -quien le habría
comunicado el criterio general del tribunal, contrario a la
asistencia letrada en audiencias testimoniales-.
El Dr. Sal sostuvo que “estima que lo manifestado
por el Sr. Velarde, en la declaración de fecha 9 de
septiembre de 1999 [ante el Tribunal de Superintendencia],
en relación a las actuaciones por separado que se labraran
contra [él] por los dichos que realizara el Dr. Enrique
Munilla(...) se puede haber debido a un error conceptual
por parte del [Sr. Velarde], sumado a lo poco claro de las
preguntas que le fueran formuladas en dicha oportunidad”.
Deviene conveniente adelantar que el Sr. Velarde
manifestó en su declaración ante el mencionado tribunal de
superintendencia
que
en
ocasión
de
la
audiencia
en
cuestión, le informó al Dr. Munilla “que el criterio del
(t)ribunal es que los abogados de las partes no están
autorizados a estar presentes, con excepción de los casos
que
el
(c)ódigo
establece
[y
que]
el
(t)ribunal se basaba en lo prescripto por el
criterio
del
artículo
200
del (c)ódigo de rito” -fs. 107/108 vta.-. Sin embargo, al
declarar en la presente instrucción, dio un matiz diferente
a
aquella
afirmación
expresando
“que
en
cada
caso
particular, se hacía una consulta con el (s)ecretario o con
el (j)uez”.
Asimismo, interesa remarcar los testimonios de
los Dres. Feder y Vidal Albarracín -fs 209 y 211- en cuanto
confirman que en el momento en que sucedían los hechos que
motivaron el presente sumario, se encontraban con el Dr.
Tiscornia en el despacho de este último conversando sobre
cuestiones atinentes a otra causa judicial en la que ellos
actúan como codefensores. El Dr. Vidal Albarracín afirmó
que al retirarse del despacho del juez “recuerda(...)
haberse acercado al Dr. Munilla, a quien conoce tanto
personal como profesionalmente [y que] éste
haber
tenido,
momentos
antes,
un
le manifestó
incidente
con
el
(s)ecretario del (t)ribunal, sin entrar en detalles”.
En cuanto a las actuaciones labradas contra el
secretario Sal por denuncia del Dr. Munilla, es menester
aclarar
que
el
Tribunal
de
Superintendencia
resolvió
archivar las actuaciones por considerar que “no median
elementos
suficientes
que
permitan
acreditar
lo
efectivamente ocurrido” -copia de fs. 204/205 vta.-.
2º) Que al acompañar la prueba documental, el
magistrado puso de resalto que en el tribunal a su cargo,
las solicitudes de asistencia a audiencia de testigos eran
materia de “cuidadosa ponderación”, caso por caso, y que
cada
situación
era
decidida
de
acuerdo
a
derecho.
La
constancia agregada -resolución en la que el juez hace
saber
a
la
defensa
que
podrá
asistir
a
la
audiencia
testimonial o la constancia de la presencia de defensores
en esa audiencia- demuestra que no existía, al menos, una
prohibición generalizada a la asistencia de los defensores
a las audiencias de testigos -copias de fs. 134/136-.
3º) Que la respuesta a los oficios dirigidos al
Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, librados
el 18 de febrero y el 20 de marzo del corriente año,
mediante
los
cuales
se
solicitó
información
sobre
la
posible existencia de quejas o denuncias de letrados contra
el Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº 7, no aportó
información sobre el particular -fs. 187, 214 y 233-.
Por otra parte, la Superintendencia de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico -en respuesta
al oficio del mismo tenor que el anterior- informó mediante
nota recibida el 1º de marzo del año 2000, que “la única
denuncia que se ha recibido(...) fue la formulada por el
Dr. Enrique Munilla” -fs 184, 190-.
Por último, cabe señalar que a requerimiento del
magistrado se solicitó a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación
la
remisión
de
expedientes
relacionados
con
sanciones impuestas por la cámara del fuero, en los que
tramitaron reiterados pedidos de avocación formulados por
el Dr. Tiscornia. Sobre el particular, es dable observar
que examinados esos actuados, no se advierte que guarden
relación directa con los hechos investigados, por lo que no
corresponde hacer ninguna valoración.
4º) Que conforme la naturaleza de la denuncia
incoada, resulta pertinente hacer referencia a antecedentes
doctrinarios
y
jurisprudenciales
relacionados
con
la
cuestión planteada.
Al respecto, los Dres. Guillermo R. Navarro y
Roberto R. Daray, al comentar el artículo 200 del Código
Procesal
Penal
de
la
Nación,
realizan
las
siguiente
consideraciones:
En primer lugar se pronuncian sobre “El acto
irrepetible”,
en
tal
sentido,
expresan
“(l)a
norma
salvaguarda el derecho que las partes tienen de controlar,
mediante su presencia, la producción de aquellos actos de
prueba insusceptibles materialmente, por su naturaleza y
características, o por las especiales circunstancias de su
cumplimiento,
de
volverse
a
producir
en
iguales
condiciones, de forma tal de no conculcar, de otro modo, su
defensa”.
Continúan “(l)a ejemplificación del precepto no
es taxativa(...) pero aquellas pruebas sólo habrán de
considerarse de imposible reproducción ‘siempre que ello
resulte de su naturaleza y características’, conforme lo
señala
expresamente
el
dispositivo(...)
o
por
las
especiales circunstancias relativas a su realización, según
lo ya señalado. Así lo será la prueba pericial si para
practicarla
hubiere
examinado(...)
también
de
la
consumirse
prueba
el
material
testimonial
si,
como
indica la norma, hubiere presunción de que el testigo no
podrá concurrir al debate”.
Más
asistencia.
establece,
adelante,
La
en
regla
su
al
analizar
general”
primer
párrafo,
“El
señalan
el
derecho
“(l)a
derecho
de
de
norma
‘los
defensores de las partes’ de asistir a estos actos(...)
reivindicando una vez más (arts. 146, 202, 203, 258) la
participación exclusiva de aquéllos en las tareas técnicas
de la instrucción. En el segundo, en cambio, y a modo de
excepción, otorga al juez la facultad discrecional de
permitir al imputado o al ofendido presenciar, también,
dichas diligencias, aunque limitando esa posibilidad a
aquellas hipótesis en las cuales esa presencia resulte útil
para esclarecer los hechos o necesaria por su naturaleza.
Pero respecto a esa excepción caben dos aclaraciones. La
primera es que la misma, en cuanto
concierne
al imputado
-parte en el proceso-, esta referida a todos los actos de
imposible
reproducción
con
exclusión
del
registro
domiciliario, pues en ese especial caso rige en beneficio
de aquel el derecho irrestricto de presencia que le acuerda
el párrafo tercero de la norma. La segunda es que, en orden
al ofendido por el delito, es obvio que si éste actúa por
sí
en
el
proceso,
esto
es
como
querellante,
su
participación, siempre con patrocinio letrado, resultará
equiparada a la de los defensores de las partes" (Código
Procesal Penal de la Nación, Tomo I, páginas 432/434, 1996,
Ed. Pensamiento Jurídico Editora).
Francisco
J.
D'Albora
al
explicar
el
mismo
artículo señala: "(t)anto los registros domiciliarios como
los
reconocimientos,
inspecciones,
son
reconstrucciones,
actividades
que
pueden
pericias
e
resultar
de
imposible realización ulterior durante el proceso, al igual
que las declaraciones testimoniales que se precisan en la
oración final de este párrafo [del artículo]" (Código
Procesal Penal de la Nación, Segunda Edición, pág. 267,
1996, Ed. Abeledo Perrot).
En relación al concepto de actos definitivos e
irreproducibles, Raúl W. Abalos sostiene "(s)on definitivos
aquellos
actos
que,
en
el
momento
de
ser
ordenados,
aparezcan como pruebas que tomará en cuenta el (t)ribunal
de juicio, tal como se han practicado por el (j)uez de
(i)nstrucción.
Es
decir,
que
en
la
instrucción
son
cumplidos y quedan agotados, pues allí mismo concluyen, sin
posibilidad de revisión por el (t)ribunal de sentencia. Y
se denominan actos irreproducibles aquellos que, cumplidos,
no
pueden
renovarse
sin
variar
las
circunstancias
originales” (Código Procesal Penal de la Nación, Tomo I,
pág. 481, Ed. Ediciones Jurídicas Cuyo).
Sobre
Navarro
y
este
Roberto
tema
R.
en
particular,
Daray
entienden
Guillermo
que:
A.
"(l)a
calificación de ‘definitivos e irreproducibles’ es, sin
embargo,
gramaticalmente
efecto,
es
aquello
algo(...)
la
que
voz
incorrecta.
decide,
‘Definitivo’,
resuelve
o
‘irreproducible’
en
concluye
o,
aun,
‘irreproductible’, que usan varios autores(...) no integra
el repertorio de la lengua española(...) por tales razones
y atendiendo al concepto que ha querido traslucir con esa
terminología el legislador, es correcto llamar a los actos
probatorios a que refiere, como aquellos de imposible
reproducción o, sencillamente, irrepetibles” (ob, cit. pág.
433).
Por su parte, la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, ha
resuelto que la falta de notificación al defensor de una
audiencia de testigos no invalidaba el acto porque "al no
hallarse
expresamente
previstas
las
declaraciones
testimoniales en el artículo 200 del Código Procesal Penal,
ni darse la circunstancia de excepción allí prevista, la
falta de notificación a la defensa no acarrea la nulidad
que
prevé
el
artículo
201
del
Código
Procesal
Penal"
(C.N.Crim. Sala VII "URQUIA, Pablo A. y otro s/robo", del
22 de febrero de 1993).
La Sala III de la Cámara de Casación Penal ha
ratificado
“el
carácter
esencialmente
reproducible
del
testimonio, razón por la cual se encuentra fuera de la
exigencia formal del artículo 138 del ritual" (“González,
Norberto A. s/ recurso de casación”, causa 696, voto del
Dr. Casanovas, sentencia 107/96 del 10 de abril de 1996).
En
tal
sentido
ha
opinado
“(l)a
prueba
testifical
es
entonces, por naturaleza, reproducible en el debate y
deberá ser practicada en la fase del juicio oral para ser
sometida a los principios de inmediación, contradicción
publicidad. De modo que(...)
-dirigida
hacia
actos
irreproducibles-
no
y
la sanción del artículo 140
calificados
comprende
como
con
definitivos
su
alcance
e
el
testimonio”. En referencia al tema, se invoca la causa
“‘Larocca, Marcelo D. S/ casación’ reg. 179/94 del 17 [de
noviembre de] 1994" en la que se sostuvo “(l)as previsiones
del
articulo
138
están
dirigidas
hacia
los
actos
irreproducibles y definitivos que por vía ejemplificativa
explícita
la
misma
norma
(esto
es,
el
secuestro,
las
inspecciones oculares y la requisa personal) y que son
necesariamente invocados en modo complementario en las
prescripciones del primer párrafo del artículo 200 del
C[ódigo] P[rocesal] P[enal de la Nación]" -voto del Dr.
Tragant-.
5º) Que merituados los hechos que motivaron estas
actuaciones, evaluada la prueba producida y en atención al
derecho aplicable, debe colegirse que la materia bajo
examen es de naturaleza extraña a la competencia de este
Consejo de la Magistratura, por resultar un asunto procesal
de índole netamente jurisdiccional.
Se trata de una cuestión opinable, respecto de la
cual, cabe incluso la posibilidad de que el juez haya
errado en la interpretación de la norma, o la fiscal en
oportunidad
de
dictaminar
en
el
incidente
de
nulidad
planteado por el denunciante. A pesar de ello, lo cierto es
que
el
asunto
quedó
zanjado
con
el
remedio
procesal
pertinente, es decir, con la resolución del tribunal de
alzada que revocó el acto recurrido y declaró la nulidad de
la providencia que no autorizaba la presencia del letrado
en el acto de declaración del testigo.
Por otra parte, las constancias de autos no
prueban que la conducta del magistrado fuera subjetivamente
maliciosa
o
representara
que
una
la
práctica
verdadera
habitual
violación
del
juzgado
sistemática
del
derecho de defensa.
Este
Consejo
debe
cumplir
con
el
mandato
constitucional de asegurar la independencia de los jueces,
garantizando el derecho del magistrado a aplicar la ley de
acuerdo a sus convicciones en absoluta libertad.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
sostenido
en
reiteradas
oportunidades
que
“(t)odo
lo
relativo a la interpretación y aplicación de las normas
jurídicas en un caso concreto es resorte exclusivo del
(j)uez de la causa sin perjuicio de los recursos que la ley
procesal concede a las partes para subsanar errores o
vicios en el procedimiento o para obtener una reparación a
los
agravios
que
los
pronunciamientos
del
magistrado
pudiera ocasionarles” (Fallos: 303:741 y 305:113).
En
consecuencia
-y
de
conformidad
con
lo
propuesto por la Comisión de Disciplina (dictamen 55/00)corresponde eximir de responsabilidad al magistrado, por
los hechos denunciados en estas actuaciones (artículo 27,
inciso
a,
del
Reglamento
de
Informaciones
Sumarias
y
Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas
Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la
Nación).
Por ello,
SE RESUELVE:
1º) Eximir de responsabilidad al Dr. Guillermo J.
Tiscornia por los hechos denunciados en estas actuaciones
(artículo 27, inciso a, del Reglamento de Informaciones
Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de
las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder
Judicial de la Nación).
2º) Notificar al denunciante y al magistrado
denunciado, y archivar las actuaciones.
Regístrese.
Firmado por ante mí, que doy fe.
Fdo.: Bindo B. Caviglione Fraga - Melchor R. Cruchaga María Lelia Chaya - Pablo D. Fernández - Angel F. Garrote
- Juan C. Gemignani - Juan M. Gersenobitz - Margarita A.
Gudiño de Argüelles - Diego J. May Zubiría - Eduardo D.E.
Orio - Humberto Quiroga Lavié - Horacio D. Usandizaga Alfredo I.A. Vítolo - Santiago H. Corcuera (Secretario
General)
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