conclusiones generales

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Implicaciones territoriales de la producción industrial en la microrregión Tula-Tepeji
CONCLUSIONES GENERALES
La existencia y desarrollo de la microrregión Tula-Tepeji del Río se inscribe en un
contexto más amplio de reestructuración de la región centro de México. Dicho
proceso, que se ha dado a lo largo de las tres últimas décadas del siglo pasado,
consolidó una estructura regional que articula a las ciudades más importantes que
forman la periferia de la ZMVM. Entre el núcleo principal y las ciudades que
forman la periferia, abundan muchas otras de menor tamaño pero que cumplen
funciones de nodos articuladores de esta vasta región. Dos de esas pequeñas
ciudades son Tula y Tepeji del Río. En los territorios de ambas regiones existen
parques industriales y grandes establecimientos manufactureros que en conjunto
dan sustento a un corredor industrial. Este corredor es el eje que articula y
sustenta a dicha microrregión
El hecho es que en la actualidad existen grandes plantas manufactureras
pertenecientes a firmas, gran parte de ellas internacionales, cuyas niveles
productivos sobrepasan en mucho la capacidad de la población local y de la
microrregión para absorberla por medio del consumo.
El arribo de nuevas plantas no sólo impactó a la microrregión por su tamaño, sino
por la introducción de nuevas tecnologías. Este fenómeno modificó tanto a la
actividad económica como a la vida social, convirtiéndose en un fenómeno
demográfico concentrador de población.
La introducción de nuevas tecnologías implicó la demanda de fuerza laboral con
otras capacidades
laborales técnicas de mayor nivel. Ello condujo a una
reestructuración de la organización social del territorio.
La combinación de los tradicionales centros de población, las vías de
comunicación vehicular y las plantas industriales de gran magnitud, algunas de
ellas concentradas en parques industriales, propiciaron un nuevo modelado de
crecimiento y desarrollo urbano de la microrregión. En el nuevo modelo la
población tiende a una mayor concentración urbana, la formación de pequeñas
(minúsculas localidades) en las periferias de los centros como forma de
incorporación de la población a la vida urbana, así como patrones de consumo
masivo y receptivo a las campañas de marketing. Todo ello relacionado con una
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población que busca su sustento económico en el mercado laboral basado en los
sectores terciario y secundario.
El análisis permitió comprobar que existe una estructura económica articulada por
el corredor industrial que determina tanto a la economía local como a la vida social
y urbana de la microrregión. Una característica que contraviene tanto a la política
de promoción industrial como a la teoría económica en boga es que la estructura
económica está segmentada. Por un lado, una estructura económica de gran
productividad, lo cual implica el uso de tecnologías modernas y personal técnico,
en algunos casos, de mayor especialización. Paralelamente a la anterior, existe
otra estructura económica de pequeñas dimensiones, baja productividad, incluso
con niveles de operación deficitarios, que deja a un segmento del personal
ocupado en la informalidad, y que no requiere de importantes conocimientos para
su operación. El vínculo entre ambas estructuras es básicamente el gasto en
bienes de consumo de la fuerza laboral de las grandes plantas productivas. La
derrama salarial y los gastos realizados por el transporte de insumos y mercancías
(tanto de la flota camionera de las grandes plantas como del uso de vehículos por
los empleados y trabajadores) son el principal vínculo de los dos estratos de la
estructura económica de la microrregión. Las grandes plantas no han formado
vínculos productivos con su entorno inmediato local. Aún así, lo que se ha podido
demostrar es que las dos estructuras económicas no compiten ni son excluyentes,
pero
sí complementarias.
Ambas estructuras
económicas determinan
la
configuración del desarrollo urbano y las características de estratificación social.
La existencia de grandes plantas productivas y su relación con su entorno
inmediato contraviene un supuesto básico de la teoría y un principio de la política
económica ortodoxa basada en ese supuesto. Se postula que la instalación de
grandes y modernas plantas productivas tienen un efecto arrastre y forman
externalidades positivas (cadenas productivas y de valor hacia adelante y hacia
atrás), las cuales tienden a equiparar las capacidades productivas y las
remuneraciones salariales regionales. Salvo que el horizonte de tiempo para que
esto suceda sea de muy largo plazo, superior a 50 años, no hay nada que indique
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que la actual estructura económica, social y urbana en la microrregión sea
transitoria.
Las características de la urbanización se dan por medio de la formación,
proliferación y existencia de pequeñas localidades en la periferia, propiciada por el
mercado laboral de los principales centros urbanos y alrededor de las grandes
plantas productivas. Los datos son contundentes al respecto. El perfil laboral de
las localidades, aún las de ínfimo tamaño, es el de un gran índice de población
ocupada en el sector manufacturero, y aún más con una estrecha relación con la
ocupación en el sector secundario, en principio el comercio, y posteriormente con
los servicios.
Las grandes empresas contribuyen a la formación de sectores de menores
ingresos de dos maneras. Por un lado, porque la derrama salarial contribuye a la
formación de la economía local de bajo alcance; y, por otro lado, porque recurre a
la contratación que evade y elude las obligaciones laborales y fiscales por medio
de la subcontratación de los servicios a las grandes empresas.
Existe un paralelismo entre lo que se observó en la microrregión Tula-Tepeji del
Río y el fenómeno de la región centro del país. Desde la década de los años
cincuenta del siglo XX, la ZMVM mostró un crecimiento demográfico acelerado,
una tendencia a la concentración de la población y un acelerado proceso de
urbanización. Con el tiempo se vio que el dinamismo demográfico era compartido
por las zonas metropolitanas más cercanas de los estados vecinos: Toluca,
Puebla, Tlaxcala, Cuernavaca, Pachuca e, incluso, Querétaro. Las reflexiones
actuales señalan que formó una región multipolar, en la que las zonas
metropolitanas de los estados que la integran han establecidos relaciones
funcionales con el centro. Es una estructura compleja con múltiple vínculos entre
la ZMVM y las metrópolis que gravitan a su alrededor. La integración regional,
además de establecer vínculos con las zonas metropolitanas, también integró a
una gran cantidad de microrregiones (como es el caso de la microrregión TulaTepeji del Río) que contribuyen a la formación de dichas relaciones funcionales.
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La articulación entre las metrópolis que conforman esta vasta región es funcional,
en tanto representan centros de producción (oferta) o de consumo (demanda) de
bienes y servicios, teniendo como centro a la ZMVM.
La relación que existe entre el conjunto de zonas metropolitanas no es tanto de
continuidad urbana como lo es de tipo funcional, sobre todo de tipo económica.
Existen dos aspectos notorios de esa relación funcional: uno es el movimiento
carretero cotidiano de entrada y salida de gran cantidad de mercancías de la
ZMVM; es decir del vínculo entre los lugares de producción y los de distribución
entre los consumidores. El otro es el movimiento de personas que abarrotan los
medios de transporte colectivo y los vehículos particulares, las cuales encuentran
sus medios de subsistencia en el mercado laboral de las zonas metropolitanas, en
particular de la ZMVM, en tanto que sus zonas de residencia tienden a ubicarse en
la periferia. En este caso, el vínculo es el del mercado laboral. En ese sentido,
existe una semejanza con la situación de la microrregión Tula-Tepeji del Río.
La urbanización de la región centro del país se dio por oleadas, en las que la
introducción de nuevas tecnologías cambió las relaciones económicas y sociales
del país. En los cincuenta, la política económica que se basó en la promoción de
la industria (sustitución de importaciones), la cual sentó las bases del crecimiento
demográfico vertiginoso, al grado de que para la década de los años setenta se
consideró de emergencia nacional.
Para la década de los años ochenta se combinan dos aspectos. Por un lado, la
senda de la industrialización mostró claros signos de agotamiento; y, por otro lado,
la acelerada innovación tecnológica que inicia en esos años modificó las
comunicaciones y la percepción de las distancias. Los cambios tecnológicos han
tenido repercusiones en las comunicaciones, en el transporte y, en la economía,
modificando las posibilidades de sincronización de los procesos productivos con el
consumo. Tanto para las empresas como para las personas, los gastos en
comunicaciones como en transporte se abatieron y reconfiguraron tanto la
relocalización de las plantas productivas como la zonas de residencia de las
personas. Por ello, el cambio de modelo fue un paso tecnológico con
consecuencias sociales y urbanas.
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La relación funcional de las actividades económicas que permiten la articulación
entre las diversas metrópolis y las localidades, también se expresa como una
reorganización del espacio. En tanto las grandes plantas productivas son
relocalizadas en zonas estratégicas para atender a los consumidores desde
diferentes vías de acceso a la ZMVM, los corporativos, es decir los departamentos
administrativos y de planeación productiva, también han sido reubicados, para
formar zonas o corredores especializados en servicios, como es el caso de Santa
FE, en el Distrito Federal.
En otra escala, el corredor Tula-Tepeji del Río es una muestra de este proceso,
pues existen grandes plantas productivas, pero muchas de las firmas existentes
tienen sus oficinas administrativas precisamente en Santa Fe; incluso, tanto los
accionistas (propietarios) como el personal administrativo y aún los empleados del
más alto nivel viven en zonas residenciales dentro de la ZMVM.
El cambio tecnológico modificó los costos del transporte y la percepción de las
distancias. Esa es la explicación tanto de la reubicación como de la creciente
articulación de la ZMVM con las metrópolis que la circundan. Por lo tanto, la
diferenciación social no es un hecho circunstancial ni transitorio, sino una
expresión de la estructura económica. Existen empresas capaces de generar
grandes beneficios económico-financieros y, con ellas, otras, las que atienden a la
población local, que en el caso extremo operan con niveles de costos deficitarios.
Es decir, la riqueza y pobreza social tiene en la base empresas ricas y pobres que
dan sustento a la estratificación social, ambas son expresiones de la misma
realidad, las dos caras de la misma moneda, productos de una misma estructura
económica segmentada.
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