Beethoven: una historia de amor y un cóctel. a historia cuenta que la 9na sinfonía de Beethoven, fue compuesta en un momento de la vida de este genio musical, más que difícil, momento gobernado por la tristeza, el dolor, la enfermedad y, sin duda, el amor. Entonces, ¿qué buena historia podríamos narrar sabiendo esto? Pues esa es la parte interesante: sucede que a partir de ello, Ludwig van Beethoven le rindió un homenaje eterno al amor, a través de la música, lo mejor que podía y sabía hacer. Y alguien más, un cantinero amante de la música, utilizó esto como musa, para hacer lo mejor que desde su simpleza podía y sabía hacer: una composición de sabores y aromas. Pensó en los amores de verano, en los eventos sociales y la manera de hacer sentir. Sentir como lo había logrado el genio. Fue en un verano lejano ya en el tiempo, cuando Beethoven empezó a padecer sus síntomas de dolor físico, mientras que caía sin miedo ante el amor de su vida, un verano en dónde ya denotaba signos de sordera. Profundamente enamorado de una distinguida y bella dama, el artista decide dar un paso al costado, debido a su enfermedad en desarrollo y previendo una dolorosa situación futura para su enamorada. Entonces decidió apartarse, pero jamás olvidaría de qué estaba hecho, por lo que instantáneamente decidió expresar a través de la música su sentir, reflejando sus más puros sentimientos en una sinfonía, una obra única, que con el pasar de los años en su vida, iría adquiriendo más variantes emocionales dentro de sus notas. Debido a su creciente y casi total sordera, el músico jamás lograría escuchar su obra, por lo que quedaría grabado en la esencia de la obra, lo más crudo de su sentimentalismo, debido a la obvia imposibilidad de realizar arreglos al trabajo maestro de su vida: La novena sinfonía. Ante este relato, este simple cantinero creativo, reflejaría un cóctel. Compuesto en su interior de sus más puros sentimientos, pensados desde las sensaciones, los sabores, las texturas y aromas. Porque este cóctel cuenta esa historia, una historia de amor, de un tipo que sin más, hizo una bellísima y eterna canción para su enamorada, y de eso es que se trata, el cómo nosotros podemos llevar a situaciones lo que pensamos y sentimos. Desde mi lugar elijo nombrar a esta composición, cómo al genio del que hablo: Beethoven. Porque es un homenaje al amor, un homenaje a aquel verano. Porque es una sinfonía en una copa, un punto medio entre aquello que sentimos y pensamos. Un maridaje de experiencias, porque tiene un carmesí intenso en nombre del amor, del corazón, rosas que transmiten naturaleza y verano que se deja sentir en sus burbujas y hierbas. Y ante todo es en verano que nos reunimos para compartir con otros, conocernos, comenzar a sentir. Entonces qué mejor, que seguir haciendo eterno a Beethoven. Qué mejor que expresar a la música y al amor en un fresco y vibrante aperitivo de verano. Enjoy. L Receta del cantinero creativo. Copón de espumoso refrescado. En vaso de composición sin hielo, pero con mezclador: 1 oz. Gin Príncipe de los Apóstoles. Bien infusionado con té verde menta. 2 oz. Campari Agregamos cuándo el gin se torna verdoso, y lo hacemos girar para que se conozcan ambos. Vertimos el contenido en la copa con hielo pero sin agua. Ya en la copa: 4 oz. Espumoso Rosé de Malbec. Completamos. Pétalos de rosa. Un buen twist de lima fresca y aromatizamos con piel de la más cítrica naranja. Enjoy, pero esta vez de verdad.