Democracia interna en los estatutos de los partidos políticos

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Democracia interna en los estatutos de
los partidos políticos españoles:
PSOE y PP ¿Utopía o realidad?
Esmeralda López Vilchis*
Resumen
La democracia interna en el seno de
los partidos políticos permite conocer la verdadera idiosincrasia en que
vive un país, por ello es menester
abordar el análisis de los estatutos
de los dos principales partidos políticos en España, como lo es el PSOE
y el PP, a fin de desentrañar si en
sus estatutos se establece realmente
la existencia de elementos fundamentales como son: el adecuado
reconocimiento de los derechos fundamentales (Libertad de expresión,
Derecho a la información, Derecho
de asociación, Derecho de participación) que debe de poseer todo
afiliado a un partido, lo que a su vez
implica el respeto por otro elemento característico de la democracia
interna, el principio de igualdad,
que permite garantizar el status de
afiliado sin importar el género, el
tercer elemento a considerar en los
estatutos de cualquier partido político viene a ser la existencia de
una organización y procedimientos
democráticos, y finalmente, el último
elemento a considerar es el Control
de órganos electos. De aquí, que se
pueda concluir si la democracia interna intrapartidista es una realidad
o una utopía.
Palabras clave: democracia interna, partidos políticos, derechos fundamentales, estatutos, principio de
igualdad.
Abstract
The internal democracy in the political parties allows to know the thrutfull
idiosincracy in wich the country lives,
this is why it is necessary to analize
the statutes of the two most importan
Doctorante en Derechos Humanos y Libertades Fundamentales por la Universidad de Zaragoza, España.
El contenido de este documento, los juicios y afirmaciones en él expresados son total y completa responsabilidad de la autora, y el
Instituto Electoral del Estado de México no los comparte necesariamente.
*
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political parties in Spain, the PSOE
and the PP. Wich the only object to
discover if they really stablish in their
statutes the existency of fundamental elements (free expression, right
to information, right of association,
right of participation), that each of
the members in the political parties
has to have. It implies the respect to
the other element of the internal democracy “the principle of equality”,
because it allows each member to
be a part of the organization without
taking into consideration the genre;
the third element to consider, is the
statutes in whatever political party,
is the existency of the organization
and the democratic procedures. And
finally, the last element to consider is
the control of the elected organisms.
Taking the previous information into
consideration we can conclude if the
internal democracy intrapartidist is
a reality, or an utopí.
Keywords: internal democracy, political parties, fundamental rights,
statutes, principle of equality.
Introducción
La democracia interna en los partidos
políticos es primordial en cualquier
sistema de partidos, ya que refleja
la verdadera idiosincrasia en que vive
un país; pero, sobre todo, porque a
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través de ésta, la democracia tiene
su raíz, la cual se ve transformada
en el reconocimiento de los derechos
fundamentales que todo afiliado a un
partido debe tener y que prima en
sus estatutos. No obstante, hablar
de una democracia auténtica es poco
menos que una utopía, las dificultades de alcanzarla es mayor en el seno
de los partidos, al ser los mismos
sujetos quienes aprueban el régimen
jurídico sobre partidos y sus estatutos y los destinatarios de esa norma
(Martínez, 2006: 128).
Antes de entrar al análisis de los estatutos de los partidos políticos Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) y
Partido Popular (PP), es crucial comprender adecuadamente qué engloba
el “contenido democrático en los
estatutos”, y para ello es propicio
remitirnos a las fuentes doctrinarias,
en virtud de que ni la Constitución
Española, ni Ley Orgánica de Partidos
Políticos 6/2002 hacen alusión a los
elementos mínimos para considerar
que los estatutos de cada partido
cuentan con los principios democráticos, sólo exige procedimientos de
control democrático en los estatutos
de los partidos, más no esclarece
cuáles son los elementos indispensables. Ante tal situación, la doctrina ha
englobado cuatro elementos característicos de la democracia interna de
los partidos políticos:
1. Que tenga garantizados los derechos fundamentales, de primordial importancia como son la libertad de expresión, información
y asociación;
2. Inviolabilidad del principio de
igualdad, a fin de que cada afiliado participe con igual peso que
otro;
3. Participación y deliberación de
los afiliados en el mayor grado
posible, en los procesos de decisiones;
4. Control de órganos electos, lo
cual conlleva que los ciudadanos tengan garantizados sus derechos a voto activo y pasivo en
las elecciones internas de sus posibles representantes.
Una vez aclarados los elementos
mínimos para considerar una democracia interna en los partidos,
es menester entrar al estudio de
los estatutos de los dos principales
partidos políticos que predominan
en España, como lo es el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE)
y el Partido Popular (PP), para conocer el contenido de los derechos
fundamentales de los miembros de
cada uno de los partidos, el nivel de
respeto; la organización y los procedimientos internos, las corrientes
en el seno de la organización y los
órganos de control en la vida interna,
a fin de ponderar el nivel de democracia interna que reconocen.
Entrando al primer punto de análisis
“los derechos de los afiliados”, éstos no se dan de igual forma en los
partidos que en el Estado, la defensa
y garantía de los derechos fundamentales aparece de manera muy
restringida, la cual viene limitada por
algunos principios democráticos del
texto constitucional o del programa
de cada partido, o en su caso delimitando la democracia interna por
reglas mínimas en sus estatutos. Teóricamente los derechos fundamentales de los afiliados exigen que se
garanticen sus libertades de opinión,
expresión de ideas e información sobre cualquier asunto, la participación
directa y mediante representantes en
las asambleas generales; la calidad
de elector tanto activo como pasivo
para todos los cargos del partido, la
periodicidad en los cargos y en los
órganos directivos; la responsabilidad
en los mismos, la revocabilidad de los
cargos, la posibilidad de abandonar
el partido en cualquier momento;
el acceso a la afiliación; el ser oído
por los órganos arbitrales internos
antes de la imposición de cualquier
sanción, el libre debate de las ideas
y de las decisiones principales: la
seguridad jurídica, la formación de
corrientes de opinión.
47
Los derechos fundamentales en el
seno de los partidos políticos
a) Libertad de expresión
La exigencia de democracia intrapartidaria y de relaciones intrapardistas instaura una serie de prácticas
democráticas, cuya necesidad es la
equidad en la participación de todos
los partidos, respetando los diversos
ordenamientos legales, pero, para
hacer efectivo dicho ejercicio, se requiere del resguardo de los derechos
fundamentales de los que participan
en los partidos y de la sociedad.
Consecuentemente, uno de esos derechos fundamentales es la libertad
de expresión, pieza elemental para
transmitir la manifestación de las
ideas, de pensamiento y opiniones.
De aquí que, no es concebible una
sociedad libre, ni aún menos un
sistema de convivencia democrática,
sin un amplio reconocimiento de las
libertades de expresión e información (Alzaga, 2002: 110).
1
2
3
Dicha libertad se reconoce en el
artículo 20 de la Constitución Española, construida bajo la visión de una
concepción dualista:1 a) libertad de
expresión, la cual protege el derecho
a expresar y difundir libremente los
pensamientos, ideas y opiniones, y
a su vez, como b) derecho de información, el cual incluye el derecho a
comunicar como a recibir libremente información. Consecuentemente
estas libertades de expresión (de
ideas) y de información (de hechos)
no sólo son derechos fundamentales
de individuos y de grupos sino también garantía del mantenimiento de
un sistema político de libre opinión,
porque sin ellas se vaciarían las instituciones representativas.
Sin embargo, como es sabido este
derecho no es ilimitado, ni mucho
menos absoluto,2 contiene cláusulas
tácitas que limitan toda libertad de
expresión3 por el necesario respeto
a los derechos y libertades de los
demás y como el propio artículo 20
constitucional lo señala, en el respe-
La sentencia del Tribunal Constitucional 107/1988, del 8 de junio, ha subrayado que “la Constitución española consagra por separado la libertad de expresión—artículo 20.1.a— y la libertad de información —artículo 20.1.d— acogiendo una concepción dual,
que se aparta de la tesis unificadora, defendida por ciertos sectores doctrinales”.
Los derechos, aun los fundamentales, no revisten un carácter absoluto, tampoco sus límites. Es una exigencia del ordenamiento
jurídico y han de ser interpretados con criterios restrictivos y en el sentido más favorable a la eficacia y a la esencia de tales derechos, así lo asentó el máximo intérprete Constitucional en su sentencia 159/1986, del 12 de diciembre.
A pesar del carácter no absoluto de los derechos y, por consiguiente, de la libertad de expresión, el sistema de libertades reflejado en la Constitución española parte de la base de que el ciudadano puede hacer no ya lo que las leyes autoricen, sino todo aquello que no resulte expresamente prohibido (principio de legalidad).
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to a los derechos reconocidos en este
Título, en los preceptos de las leyes
que lo desarrolla y especialmente en
el derecho al honor, a la intimidad,
a la imagen y a la protección de la
juventud y de la infancia.
Consecuentemente, los partidos políticos están obligados a reconocer en
el seno de sus estructuras y funcionamiento, la libertad de expresión; esto
derivado de los ordenamientos jurídicos y constitucionales que dieron
origen a sus estatutos,4 lo cual vendrá
a ser el sustento de un conjunto de
primicias democráticas al interior de
los partidos, con la salvedad, de que
los conceptos y las autorizaciones de
la ley limitante tienen que interpretarse (y eventualmente limitarse) a
la luz de la garantía de los derechos
fundamentales (Wolfgang, 1993:
102). Por ende, partidos políticos de
semejante envergadura, como lo son
el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) y el Partido Popular (PP),
deben de reconocer esta libertad en
sus estatutos, a fin de garantizar el
mayor grado de participación posible de sus afiliados.
Desde esta concepción, el Reglamento
de los Afiliados y Afiliadas del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE),
4
dispone en su artículo 30, la libertad
de expresión de ideas, opiniones de
forma libre, leal y responsable, con
la salvedad de respeto a los límites
que consagran la dignidad de las
personas, así como a las resoluciones
y acuerdos democráticamente adoptados por los órganos del partido, no
obstante, en caso de incumplimiento,
el afiliado o afiliada será sancionada
con la suspensión de la militancia
por un periodo de tiempo de más de
un mes y hasta un año, o en su caso
la inhabilitación para desempeñar
cargos orgánicos, al considerarse como falta grave la difusión de ideas,
opiniones opuestas a la línea política
del partido, esto es cuando exprese
públicamente sus opiniones en términos irresponsables o con deslealtad
al partido o a sus militantes.
Por otra parte, el artículo 6 del estatuto del Partido Popular (PP) hace
alusión imprecisa a la libre expresión
y defensa de sus opiniones en el
ejercicio del debate interno, siempre
y cuando se trate de la participación
activa en la elaboración y adopción
de las resoluciones y programas del
Partido, por lo que deja claro el lacónico reconocimiento de la libertad de
opinión, sustenta de manera tajante
la pérdida de la condición de afiliado,
La libertad de expresión como los demás derechos fundamentales no se entiende realizada sólo a través de derechos de libertad o
derechos de status negativo, que implican una abstención por parte del Estado y que correspondían al modelo liberal. Los derechos
fundamentales requieren una estructura jurídica que permita, por un lado, que la vigencia de estos derechos sea efectiva, lo que implica un hacer estatal y no sólo su abstención, por otro, que esta estructura jurídica concrete una forma de participación del individuo que haga efectivo también, ese principio igualador y liberador de la acción del Estado (Villaverde Menéndez, 1995: 169).
49
cuando éste manifieste públicamente cualquier discrepancia grave con
la ideología, principios o fines del
partido, realizada en actos de propaganda, reuniones públicas o a través
de cualquier medio de comunicación
escrito, audiovisual o cualquier medio
de difusión que garantice la publicidad del hecho, y será sancionado
con una infracción grave que puede ir
desde la suspensión de la militancia
del partido por un periodo de tiempo
entre uno y cuatro años y/o la inhabilitación para desempeñar cargos en
el seno del partido por algún periodo
de tiempo. No obstante, viene a ser
el artículo 18 una serie de principios
relativos a la organización interna del
partido, basado en la promoción de
cauces para el debate en el seno del
Partido, como expresión de la democracia interna.
De lo analizado en las líneas antes
descritas, se puede desprender que,
pese a que ambos partidos contemplan la libertad de expresión, imponen candados a la misma, al delimitarla tratándose de opiniones o ideas
que trasgredan o menoscaben las
ideologías partidistas, hasta el punto
de causar pérdida de la condición de
afiliado. Sin embargo, los lineamientos que reconoce el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) precisan
5
6
con bastante claridad la libertad de
expresión de ideas y opiniones de
forma libre, leal y responsable, con
la salvedad del respeto a la dignidad
de las personas, a las resoluciones y
acuerdos adoptados por los Órganos
del partido.
b) Derecho a la información
Otro de los derechos democráticos
indispensables para la participación
de los ciudadanos en el debate público, que constituye a la formación de
la conciencia cívica sobre los derechos individuales, e índole sobre los
deberes a cargo del poder público,
es el derecho a la información, por lo
que es permisible atribuirle un doble
carácter: como condicionante de la
participación ciudadana en asuntos
públicos y, a su vez, como elemento
indispensable en la que el individuo
debidamente informado se crea una
opinión pública, libre, contribuyendo al pluralismo democrático. Éste
forma parte de los medios de formación de la opinión pública en
asuntos de interés general,5 es un
derecho fundamental diverso de la
libertad de expresión,6 que a pesar
de encontrarse en el mismo rango
constitucional no guarda ninguna
relación de subordinación, ni de
Sentencia del Tribunal Constitucional 165/1987, del 27 de octubre, Fj. 10.
Sentencia del Tribunal Constitucional 107/1988, del 8 de junio, Fj. 2.
50
identidad, pero no por ello deja de
ser un elemento indispensable en la
defensa y garantía de los derechos
fundamentales que tienen sustento
en los valores mínimos que toda
democracia debe tener.7
En este tenor, se ha caracterizado el
derecho de información como un derecho fundamental que constituye el
sustento funcional de la democracia y
que garantiza la participación efectiva
de los ciudadanos en el debate público, ya que los ciudadanos bien informados están mejor capacitados para
la participación política y mediante
el sufragio en elecciones periódicas
legitiman el poder del Estado.
Ahora bien, el alcance jurídico en el
derecho a la información en materia
política es que todo ciudadano español, como parte de su derecho de
asociación política, tiene el derecho
de conocer sobre todas aquellas decisiones que han sido tomadas por
los Órganos Directivos o de control
del partido al que se encuentra afiliado. No obstante, el derecho a la
información en materia política se
encuentra restringido por limitaciones sustentadas en los intereses de
la sociedad, así como a los derechos
de terceros. Por lo que la información en el seno de los partidos polí7
ticos debe ser pública y extensiva a
todos los miembros del partido, salvo aquella confidencial o restringida
o en su defecto que pueda afectar los
derechos de terceros.
En consecuencia, el reconocimiento del derecho de información en
los ordenamientos jurídicos tiene
su envergadura en la necesidad de
que nadie o nada impida al afiliado
tener conocimiento de los asuntos
públicos, tan es así que los estatutos que constituyen el ordenamiento
interno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han reconocido
el derecho de información (artículo
30b del Reglamento de Afiliados
y Afiliadas), garantizando aquellas
decisiones que afectan de manera
directa la vida interna del partido,
su proyección externa y su actividad
institucional, adoptadas por los órganos del partido, en sus distintos
rangos; en tanto, el estatuto del
Partido Popular (PP) dedica dos
incisos de su artículo 6, referente a
la información, el primero de ellos
reconoce el derecho de información
de manera genérica sobre todas las
actividades del partido (inciso f) y, en
su vertiente específica, los afiliados
tienen garantizado el derecho a recibir información sobre las decisiones
adoptadas por el partido, sobre sus
Ferrajoli considera que “la democracia constitucional se configura como un sistema de reglas que, al consistir en la atribución en
forma universal de los derechos fundamentales, tiende a la igualdad” (Ferrajoli, 2000).
51
políticas desarrolladas en las instituciones públicas, con la periodicidad
que previo acuerdo se considere.
c) Derecho de asociación
Sin lugar a duda, otro de los derechos que cualquier estatuto debe
de contemplar es el concerniente al
derecho de asociación, éste cumple
una función primordial, dado que
tiene una íntima relación con la dignidad de la persona, además funge
como elemento clave en el servicio
de la libertad personal y viene a dar
cauce al pluralismo político de la sociedad contemporánea, porque en la
medida en que esté plenamente garantizado se realiza el Estado social
y democrático del Derecho (Murillo,
1996: 22).
Es evidente que el derecho de asociación es una libertad de los españoles establecida en la norma
constitucional con una vertiente en
materia política, es decir, el derecho
de asociación en materia política
que alcanza su desarrollo al momento de inscribirse a un partido político
o agrupación política. Libertad que
se caracteriza por su dimensión dualista (positiva y negativa): positivamente, cuando el ciudadano goza de
la libertad de afiliarse a un partido
8
político o agrupación política por la
elección que realiza, que presupone
una concordancia con los principios
y valores de la identidad de la asociación, libertad que encuentra diversas
limitantes una vez que ha pasado
a formar parte del partido político,
entre ellas, la adhesión a una sola organización partidista, prohibiendo la
afiliación a otras organizaciones con
fines políticos. Lo que implica que el
ciudadano no puede afiliarse a dos o
más organizaciones,8 resguardando
en ello los extralímites del derecho
de asociación.
Ahora bien, veamos qué ocurre realmente con los estatutos de los dos
principales partidos en España. En
seguimiento de esta argumentación,
el estatuto del Partido Popular (PP)
ha reconocido como condicionante
para la pérdida de afiliación al partido, la participación en candidaturas
diferentes a las del partido, o bien
por afiliación a otro partido o asociación política (artículo 9 de los
estatutos). Por su parte, el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE)
(artículo 44, inciso f, del Reglamento
de Afiliados y Afiliados), prohíbe la
doble afiliación.
De igual forma, el ejercicio del derecho de asociación de partidos políti-
En caso de incumplimiento, constituye causa para la pérdida de la condición de afiliado.
52
cos trae consigo ciertas restricciones,
en razón del status de determinados
sujetos, tal es el caso de los menores
de edad, así se desprende del ordenamiento constitucional, restringiendo la capacidad para ejercer un importante elenco de derechos,9 hasta
en tanto no cumpla la mayoría de
edad, por lo que viene a formar parte
de uno de los requisitos indispensables para pretender formar parte de
un partido político, y así lo establece
el artículo 4 del estatuto del Partido
Popular (PP): “1. Podrá afiliarse al
Partido Popular cualquier español
mayor de edad que no pertenezca
a otro partido político”. No obstante, del anterior precepto estatutario,
además de la exigencia de mayoría
de edad, también se desprende otra
restricción para los extranjeros, ya
que sólo podrán afiliarse españoles y
ciudadanos de la Unión Europea residentes en España, lo que se interpreta como una clara vulneración a la
expresión de la libertad positiva, del
derecho de afiliación a los extranjeros que no conforman la comunidad
europea; sin embargo, aunque los
extranjeros tienen limitado el derecho de asociación, en la creación de
un partido político cuentan con mayor libertad para afiliarse a uno ya
existente. Esto es, el derecho a crear
9
asociaciones se reconoce a cualquier
persona incluidos los extranjeros (según el artículo 2 de la Ley Orgánica
8/2000, de 22 de marzo, reguladora
del derecho de asociación), en consecuencia, los estatutos del Partido
Popular contravienen lo dispuesto en
la Constitución española, en la Ley
Orgánica del Derecho de Asociación
(LODA) y en la LOPP.
En ese orden de ideas, los alcances que el Partido Socialista Obrero
Español ha dado al derecho de afiliación en sus estatutos giran bajo
ciertas premisas: la primera de ellas,
la mayoría de edad (artículo 1 del
Reglamento de Afiliados y Afiliadas),
requisito indispensable para poder
tener la condición de afiliado; en segundo término, cualquier ciudadana
o ciudadano podrán solicitar su inscripción al partido, por medio de la
solicitud formal de ingreso en el Partido Socialista Obrero Español, siempre y cuando presente Documento
Nacional de Identidad (DNI), Tarjeta
de Residente o Pasaporte y con
residencia habitual en España (artículo 3 del Reglamento de Afiliados y
Afiliadas). De lo señalado, se puede
dilucidar el pleno reconocimiento
que hace el Partido Socialista en sus
estatutos, tratándose del derecho de
La ley Orgánica 1/1996, del 15 de enero, del menor en su preocupación por dotar a los menores de un marco de protección basado en un mayor reconocimiento frente a la sociedad ha establecido en su artículo 7, apartado 2, que “los menores tienen derecho a formar parte de asociaciones y organizaciones juveniles de los partidos políticos y sindicatos y el derecho a promover asociaciones infantiles y juveniles” (Murillo de la Cueva, 1996: 118).
53
afiliación, a toda persona, pues no
hay restricción, sino apertura a favor
de personas que no tengan la condición de ciudadanos de la Comunidad
Europea, dando cauce de expresión
del pluralismo, garantizando la libertad positiva de afiliación a cualquier
partido y, por ende, a la libertad de
asociación.10
Por otra parte, la dimensión negativa
del derecho de asociación se concreta con la libertad a no asociarse o a
no permanecer por más tiempo que
el que uno quiera en el seno de una
asociación (Murillo, 1966: 153); consecuentemente, el derecho de asociación de partidos políticos implica
en su concepción negativa la libertad
de dejar de pertenecer al partido político en el momento que el individuo
así lo quiera. Se han desarrollado
estatutos como el del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al
dejar al afiliado el libre albedrío de
manifestar su deseo de causar baja
del partido en el momento que así
lo haga del conocimiento por escrito
ante la Comisión Ejecutiva municipal
o local (artículo 18 del Reglamento
de Afiliados y Afiliadas), a excepción
de petición escrita, la Secretaría de
10
11
Organización y Coordinación dirigirá
un escrito a través de correo certificado con un recordatorio de que, si
en un plazo de un mes no manifiesta
su intención de seguir afiliando al
PSOE, será dado de baja de manera
automática. No obstante, el Partido
Popular (PP) ha incluido la libertad
negativa del derecho de asociación:
dejar de pertenecer a su partido,
mediante renuncia expresa (artículo
9 estatutos) ante el Comité Ejecutivo
provincial, insular o regional, dando
al afiliado inmediato traslado por escrito del tenor de la resolución.
d) Derecho de participación
Otro elemento indispensable para los
afiliados de cualquier partido político son los derechos políticos, fuente
necesaria en el funcionamiento del
sistema político. Ante esta premisa,
el derecho fundamental, que hace
posible el ejercicio de la soberanía
y el pluralismo jurídico,11 es el de
participación en asuntos públicos
(artículo 23.1 de la Constitución
Española), su trascendencia radica
en ser la proyección material más
relevante del principio democrático
Evidentemente existe una capacidad absoluta que poseen los partidos políticos a la hora de decidir sobre qué persona es ideal para ingresar en la organización y sin que pueda considerarse que los ciudadanos poseen un derecho ilimitado a pertenecer al partido que desee, ni que ese rechazo pueda ser cuestionado en sede judicial, puesto que ello será incompatible con el reconocimiento del derecho a la autoorganización que posee toda asociación (Jiménez Campos, 1994: 44).
Así lo ha venido a remarcar el Tribunal Constitucional en su sentencia 51/1982, al considerar que los derechos fundamentales
del artículo 23 de la constitución española encarnan la participación política de los ciudadanos en el sistema democrático, en conexión con los principios de soberanía del pueblo y del pluralismo consagrados en el artículo 1 de la Constitución.
54
(Aruego, 2005: 125) y, por ende, el
cauce mediante el cual el ciudadano
participa directa12 o a través de representantes en asuntos públicos.13
El ciudadano contribuye a la formación democrática de la voluntad estatal, y ésta se produce directamente a
través de la elección de representantes que forman los órganos en donde
ésa se expresa. Para el tema que nos
ocupa, es importante hacer mención
del derecho fundamental de acceso a
cargos públicos representativos (artículo 23.2), caracterizado por ser
un derecho ligado a la elección por
sufragio universal, directa o indirecta,
mediante la cual se forma democráticamente la voluntad popular.
Al respecto el Tribunal Constitucional
ha distinguido tres momentos cruciales en el desarrollo de este derecho:
acceso, permanencia y ejercicio del
cargo. Hablar del acceso a un cargo
de representación popular implica
facultades concretas: ejerce sufragio
pasivo, artículo 23.2, artículo 68.5 de
la Constitución española14 indiscutiblemente ligado al sufragio activo, a
su vez la Constitución exige igualdad
en el acceso, en consecuencia en el
sufragio pasivo (Eguarras, 2005: 29).
12
13
14
15
En tanto, el segundo momento se
compone por la permanencia en el
cargo, el elector que ha sido elegido
tiene un derecho irrenunciable a permanecer en su cargo (ha sido elegido
por los electores) por el tiempo previsto en la Constitución15 (artículos
68.4 y 69.6 CE). En razón de ello, el
derecho de acceso a cargo público
representativo ha de contener un conjunto de facultades que identifican la
labor del representante, conformando
el estatuto del parlamentario.
De aquí que este derecho democrático del ciudadano y de autonomía del
representante encuentre su punto
medular a través de su reconocimiento constitucional, en leyes ordinarias y en los estatutos del partido.
En este sentido, es conveniente señalar que el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) reconoce a todos
sus militantes el derecho a participar
activamente en procesos electorales
internos y externos, como candidato
o candidatas y, a su vez, reconoce el
derecho a ser elector (artículo 30, inciso f), lo que implica que los valores
protegidos por la Constitución han
quedado a salvo en los estatutos, (al
menos en teoría), el partido da la
Elemento característico de una democracia directa es el referéndum, establecido en el Art. 92 o el referéndum de reforma constitución (artículos 167.3 y 168.3, Ley Orgánica 2/1980, del 18 de enero, de las distintas modalidades de referéndum).
La representación indirecta es el ejercicio de la estructura democrática del estado, mecanismo a través del cual se legitima el funcionamiento de las principales instituciones, en sus diversos ámbitos territoriales: Cortes Generales (artículos 66.1, 68.1 y 69.2)
parlamentos autónomos (artículos 143, 151 y 152), municipios (artículo 40) y diputaciones provinciales (artículo 141.2).
En sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional español 60/1987, del 20 de mayo y 84/2003, del 8 de mayo.
El máximo intérprete constitucional ha pronunciado la prohibición de mandato imperativo alguno a todo cargo público representativo en sentencia del Tribunal Constitucional 28/1984, del 28 de febrero.
55
calidad de elector tanto activo como
positivo para todos los cargos del
partido. De manera similar, el Partido Popular (PP) reconoce el derecho
fundamental de participación activa
en las candidaturas que el partido
presente en los diferentes procesos
electorales.
Inviolabilidad del principio
de igualdad
En definitiva, la trascendencia constitucional del derecho fundamental
de participación implica un serio
reconocimiento en los ordenamientos y, por ende, en los estatutos de
los partidos políticos al ser imprescindible para la realización de la
democracia. No obstante, es pertinente que el derecho a participar en
cargos públicos se haga respetando
el derecho a acceder en condiciones
de igualdad, principio reconocido en
diversos apartados de la Carta Magna española (artículos 1º, 14 y 9.2),
en virtud del cual nadie puede ser
discriminado por razón de nacimiento, raza o sexo, y en consecuencia
los poderes públicos adoptarán las
16
17
18
medidas necesarias para lograr alcanzar una igualdad auténtica y efectiva.16 Esta argumentación implica
una participación real de las mujeres
en la esfera política, pero en la praxis
podemos afirmar una ausencia en
los órganos representativos del poder. Lo que pone en tela de juicio la
legitimidad de las estructuras políticas y la operatividad de los mecanismos legales o institucionales que
buscan asegurar la representatividad
del conjunto de ciudadanos.
En tal sentido, la promulgación de
acciones positivas que abren brecha
a la participación de la mujer en la
vida política ha sido próspera. En los
últimos años existe un gran interés
por la concienciación por el problema de la escasa intervención de las
mujeres en la toma de decisiones
políticas y en la asunción de responsabilidades al más alto nivel dentro
de los órganos políticos representativos. Acciones que han nacido en
el interior de los partidos políticos
como respuesta a las exigencias de
sus militantes;17 sin embargo, estas
medidas son recientes, a partir de
los años sesenta algunos partidos18
No obstante, los partidos políticos españoles al no gozar de una naturaleza de poder público, no se obligan al artículo 9.2, sino,
más bien los vincula el artículo 6 que impone, a los partidos la democraticidad de su funcionamiento y estructura interna.
Los partidos políticos han implementado ciertas acciones para contrarrestar el desequilibrio del poder: ha creado ramas femeninas para promover la militancia, para tratar las cuestiones específicas de las mujeres, completar la formación con vistas a la actividad política, organizar las reuniones y establecer un servicio de guarderías, distribuir los puestos de responsabilidad en el partido entre hombres y mujeres, así como el sistema de cuotas.
Países como Noruega implementan por primera vez el sistema de cuotas, seguido de Argentina (1991), el cual no sólo reconoce
el sistema de cuotas de forma interna, sino también en su legislación electoral, más tarde, le siguen países como Bélgica (1994)
e Italia (1995).
56
deciden implementar en sus estatutos el sistema de cuotas, medida
que permite asignar determinado
porcentaje de puestos a las mujeres
a través de las listas electorales.
Más tarde, la Plataforma de Pekín de
1995 consideró necesario la adopción de medidas para hacer efectiva
la participación de mujeres en puestos de representación y los de no
elección, en igualdad de condición
que los hombres. Para España fue difícil mirarse en los espejos de países
europeos como Noruega, ya que los
tiempos que envolvieron el entorno
social y político de la época dictatorial no permitían pensar a ciencia
cierta sobre la democracia paritaria,
que alcanzase una mejor condición
social, laboral, menos política.
En ese escenario, se van desarrollando lentamente políticas basadas en
el sistema de cuotas en los cargos de
representación a través de partidos
como el IU y el PSOE (1989), pero no
fue hasta 1997 cuando se introdujo
el sistema de representación paritaria en los órganos de partido y en
las listas electorales (PSOE), dando
mayor auge al principio de igualdad;
a pesar de ello, no se logró alcanzar
un porcentaje real y equitativo, por lo
que el gobierno decidió implementar
nuevas medidas activas, reflejo de
ello, son las recientes reformas a la
Ley Electoral General de 5/1985, en
su artículo 44 bis, al exigir la participación equitativa entre hombres
y mujeres en las candidaturas electorales y en la toma de decisiones.
Principio de representación proporcional por género que exige una
composición equilibrada de mujeres
y hombres, de forma que en el conjunto de la lista los candidatos de cada uno de los sexos supongan como
mínimo el cuarenta por ciento.
Medidas de paridad, que deben de
ser adoptas en el seno de los partidos políticos, a fin de buscar que
las listas electorales den cabida de
manera equitativa a hombres y mujeres, al margen de ello, los partidos
han de dar a sus militantes un trato
igual, no discriminatorio, por lo que
ante actos o pretensiones iguales de los
afiliados deben aplicarse consecuencias
iguales. Por las anteriores argumentaciones, es propicio establecer un
sistema de cuota para las elecciones
parlamentarias, basada en el principio igualitario, verbigracia los estatutos del Partido Socialista Obrero
Español han adoptado la democracia
paritaria entre hombres y mujeres y
en consecuencia el sistema representativo en virtud del cual ningún
sexo tenga menos del 40% ni más
del 60% de representación en cualquier Órgano de Dirección, Control o
57
Ejecutivo del partido.19 Medida aplicada en la composición de las candidaturas electorales, que conforman
la integración de las listas, así como
en el conjunto de puestos sobre los
que exista previsto resultar electos.
Con estos señalamientos se abre la
puerta a un proceso en el terreno de
la paridad democrática, cuya evolución tardará algunas décadas, pero
se logrará, si se concientiza a los
partidos para que en el seno de sus
estructuras se adopten medidas de
paridad democrática, caso concreto:
el Partido Popular, aun cuando ha
rechazado sistemáticamente el uso
de las cuotas en sus estatutos, por
considerarla discriminatoria, en su
estructura como en sus cargos públicos ha sido considerable el incremento de mujeres, cifras reales del
proceso electoral de 1999 demuestran que ha incrementado la presencia de mujeres en sus listas, aunque
no lo hayan hecho de adoptar un
compromiso determinado.20
19
20
La organización y procedimiento del
partido debe ser democrático
Otro elemento no menos importante, a considerar en la democracia
interna, es el referente a la organización y procedimiento del partido,
elementos que varían dependiendo
del contexto histórico, el nivel de
constitucionalización de partidos políticos, el tipo de régimen político y
la legislación que en materia política emerge. En este sentido, resulta
fundamental delimitar los elementos
que son indispensables para considerar que la organización y procedimientos internos del partido político son democráticos, en opinión
de Cárdenas Gracia, los elementos
indispensables para garantizar la
democracia interna son: acceso a la
información sobre los asuntos del
partido, incluyendo los económicos;
regulación de la posición jurídica de
los miembros con base en la igualdad de derechos; para hacer posible
La evolución que ha tenido el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el seno de su democracia paritaria ha sido de menos
a más, así lo demuestra el porcentaje de mujeres dentro del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de Diputados que corresponde a un 46%.
A partir de las elecciones de 1995, el porcentaje de mujeres alcanzan niveles significativos, en las elecciones europeas, autonómicas y locales de 1999 se alcanza la consolidación: Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Partido Popular (PP) son dos mujeres quienes encabezan sus listas.
58
la participación de cada uno en los
asuntos del partido; fundamentación
de los rechazos de solicitudes de
afiliación (la existencia de un órgano
neutral que decida sobre los rechazos; con procedimientos equitativos
e imparciales, accesibles a cualquier
interesado); una clara tipificación de
las causas y naturaleza de las medidas de sanción o expulsión; posibilidad de impugnación, ante órganos
jurisdiccionales del Estado (tratándose de expulsiones de afiliados,
castigos, ilegibilidad de candidatos);
existencia de procedimientos y órganos especiales, ajenos a la directiva,
encargados de dirimir las disputas,
entre encargados locales del partido; procedimiento de elección de
candidato previamente establecido y
de manera democrática; no intervención de los órganos directivos para
modificar la selección de candidatos
a puestos de elección popular; elaboración de actas de las asambleas
respetando formalidades previamente establecidas; transparencia en las
reglas de financiamiento del partido
(Cárdenas, 1996: 41).
De lo considerado por Cárdenas Gracia, destaca la incorporación de métodos que garanticen la selección
de candidatos y de dirigentes, toda
vez que la protección jurisdiccional
de los ciudadanos en su carácter de
militantes (es vulnerada en los pro-
cesos internos) al verse afectados
sus derechos al interior del partido
por alguna decisión de los órganos
de dirección ya sea en el procedimiento de postulación de candidatos o inclusive en procedimientos de
aplicación de sanciones o expulsión.
No obstante, se presenta un escenario en el que los actos de los partidos políticos, aun en contra de sus
militantes, no podrán considerarse
como objeto de protección jurisdiccional, bajo el argumento de que los
partidos políticos no podrían asimilarse a una autoridad.
En esta perspectiva, se requiere de
la democratización en la selección
de candidatos como garantía de la
democracia interna de los partidos.
Porque, a pesar de que el artículo
68.5 de la Constitución española reconoce la calidad de electores y elegibles (artículo 23 de la Constitución
española, sufragio pasivo) a todos los
españoles, vigencia difícil de materializar, al verse trastocada por el poder
que emergen los partidos políticos
al elegir sus candidatos a puesto de
elección “influyen actos volitivos”.
Al respecto, el Tribunal Constitucional
ha vertido su criterio al considerar
que si bien es cierto, la titularidad de
sufragio pasivo corresponde a todas
las personas, también se encuentra
condicionado por ciertos elementos
59
que conforman el tipo: como lo es
el sufragio universal directo, a través
del cual la persona titular del derecho
será presentada como candidato por
una de las organizaciones habilitadas.
En consecuencia, el partido político
es realmente quien decide la elegibilidad a un puesto de elección
representativa, de ahí, que la lista
de candidatos se encuentre confeccionada no por los afiliados sino por
la cúpula del poder. Esto es reflejo
de una escasa normatividad en la
Ley Orgánica de Partidos Políticos
6/2002 (el artículo 7.5 dispone: los
estatutos deberán prever, asimismo,
procedimientos de control democrático de los dirigentes elegidos) y consecuentemente una parca regulación
en los estatutos, dejando un amplio
margen de libertad a los partidos
políticos. Por ello, la ausencia de la
disciplina legislativa más rígida y la
articulación interna realizada por los
estatutos favorecen la centralización
del proceso de selección de candidatos en los núcleos dirigentes de
los partidos y, por tanto, el mantenimiento de su carácter oligárquico
(Barrat, 1995: 45).
De aquí, la necesidad de implementar la participación de sus afiliados,
mediante procedimientos que permitan la inclusión de los afiliados en la
toma de decisiones del partido y, por
ende, en la selección de candidatos a
puestos de elección popular, a través
de los estatutos, leyes orgánicas y la
propia Constitución.
Los procedimientos a los que se hace referencia deben considerar como
directriz el grado de inclusión del
electorado o afiliado que suponen en
el proceso de toma de decisiones de
los partidos políticos, que a mayor
inclusión del electorado, mayor democratización en el interior del partido.
Mecanismos
60
Alto nivel de inclusión
Bajo nivel de inclusión
del electorado
del electorado
Así, se puede hablar de aquellos
mecanismos que implican un alto
nivel de inclusión del electorado, en
elecciones internas sobre quién tiene
que ser el candidato, o bien, el polo
opuesto, aquellos mecanismos que
han adoptado los partidos políticos
en sus estatutos partiendo de la base
de que sólo el líder del partido elige.
Teniendo como referente la teoría antes mencionada, se pueden sustraer
los métodos específicos para el funcionamiento de las organizaciones
en la elección de candidatos, según
el grado de inclusión pueden ser:
a) elecciones abiertas (electorado);
b) internas cerradas (miembros del
partido); c) selección por órgano ejecutivo del partido (nacional, local);
d) selección por órgano ejecutivo del
partido (nacional, local); e) liderazgo
partidista (nacional, local).
El método de internas abiertas implica que los ciudadanos participen
de manera directa en la nominación
de su candidato a las elecciones generales, genera mayor racionalidad
y ordenación de los procedimientos
de la clase política, facilita la legitimación ante la opinión pública
y pueden participar afiliados y/o
simpatizantes, o en su defecto todo
el electorado; que los partidos instituyan un procedimiento tomando
en cuenta todo el electorado, para que sea el decidor final de las
nominaciones partidistas, puede
ser un riesgo; ya que los asuntos
internos deben ser tratados por los
que lo conforman. Por otra parte, el
método de internas cerradas consiste
en incluir la participación de los
miembros del partido de manera
directa en unos comicios celebrados para ese fin, tiene como característica común el que los afiliados
sean los encargados de elegir a los
candidatos; el método de selección
por órganos colegiados internos es el
mecanismo que mayor antigüedad
ha tenido, ya que sólo busca la participación de los miembros delegados a través de órganos colegiados
(la Asamblea Nacional de cada partido la que realiza la selección de
candidatos, o bien, se selecciona
una postulación con la aprobación
de los dos tercios del Consejo General, para después ser aprobada por
los militantes del partido, o bien,
el Consejo General es el que tiene a
su cargo la elección y proclamación
de su candidato); y, finalmente, el
método de liderazgo del partido se
da cuando la elección del candidato a puesto de elección popular, se
realiza por el líder del partido.
En este contexto, se debe mencionar
la necesidad de instituir la democratización de la selección de candidatos, que vaya encaminada a abrir
procesos de elecciones internas, en
61
las que los afiliados a los partidos
puedan intervenir en la elección de
sus líderes. No obstante, no debe
reservarse en exclusiva a los Estatutos la fijación de las normas sobre la
designación de candidatos si quiere
evitarse que prevalezcan procedimientos oligárquicos contrarios a la
participación de los afiliados en esta
faceta de la actividad partidista (Satrustegui, 1996: 78).
En el caso español, pocos partidos
han iniciado cambios democratizadores, entre los que se destaca el
procedimiento denominado “selección de primarias”,21 establecido por
el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE)22 (artículo 37, De la normativa de selección de candidatos y
candidatas en los diferentes procesos electorales, en Normativa Reguladora de los Cargos Públicos). El
proceso de selección de primarias
consiste en que los candidatos son
elegidos directamente entre los afiliados; ahí fundamenta su democratización aplicando el método de
internas cerradas, que a su vez se
compone de dos directrices: prime
21
22
ro, aquella en que participan sólo
militantes de base (para selección
de candidaturas a la Presidencia del
Gobierno de la Nación, las Presidencias de las Comunidades Autonómicas, Presidencias de las Ciudades
Autonómicas, Presidencias de los
Cabildos, Presidencias de los Consejos Insulares, Presidencias de Juntas
Generales y Alcaldías de ciertos municipios); segundo, aquella directriz
en que participarán en la selección
de candidaturas simpatizantes y militantes para integrar las listas de
procesos electorales legislativos (las
Cortes Generales: Diputados y Senadores), y Parlamentarios Autonómicos, Elecciones municipales.
Cabe mencionar que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con
la implementación de este método
de selección de candidatos y el reconocimiento de algunos principios
fundamentales para la formulación
de sus candidaturas a cargos públicos, ha dado un giro en su funcionamiento y organización, ya que ahora
basa la formulación de sus listas
de candidatos tomando como cri-
En el movimiento constitucional europeo posterior a la Primera Guerra Mundial fue ganando terreno la idea de regular legalmente los procesos electorales internos de los partidos políticos, como antecedentes se encuentra la Constitución de la República de
Checoslovaquia (1920), por su parte, la legislación y jurisprudencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1921), preveía la posibilidad de regular las elecciones primarias de los partidos políticos para la selección de sus candidatos. No obstante, actualmente en diversos países se realiza en forma alguna la elección de primarias para elegir a sus candidatos, por ejemplo, Partido
Demócrata australiano, los Partidos Demócrata y Republicano en Estados Unidos, el Partido Laboralista y el Partido Likud en Israel, los Partidos Laboralista y Conservador en Gran Bretaña, el Partido Conservador Progresista en Canadá, Partidos belgas, el
Partido Conservador y la UDF en Francia.
Introdujo selecciones primarias en 1998, a raíz de la crisis vivida al interior del PSOE desde los años 90, la cual generó polémica
en el entorno político, ya que se vislumbra la necesidad de cambiar el modelo tradicional de partido que ha resultado imperante
en las democracias occidentales de finales de siglo XX. Así, en el 35 Congreso del PSOE, se aprobó la disposición adicional segunda “el partido adoptará el sistema de primarias, las listas abiertas y la limitación de mandos”.
62
terios la igualdad entre afiliados, la
paridad democrática, la renovación
generacional, la representatividad y
proyección social de sus candidatos, principio y mérito, acatamiento
al Código Ético. De aquí, que el “sistema de primarias” puede convertir
en eficaces aquellos principios que
suponen una profundización en la
democracia y que conducen a la
superación de una estructura organizativa obsoleta y cerrada, ya que
propicia la participación política de
los individuos y por tanto el ejercicio del derecho de sufragio pasivo
frente a la naturaleza de asociación
privada de ciudadanos con una determinada ideología.
Concretamente, los resultados en
un principio fueron sorprendentes
cuando a finales de los noventa, en
los momentos de crisis interna en
el PSOE, Joaquín Almunia abrió la
puerta a la elección directa de candidatos, entre todos los afiliados. José
Borrell ganó por sorpresa a Almunia
en 1998. Ese mismo año, Nicolás
Redondo venció a Rosa Díez en las
primarias en el País Vasco y José
Luis Rodríguez Zapatero se impuso a
Bono en el Congreso del 2000.
Lo cierto es que seis años después de
la introducción de las primarias en el
PSOE, sólo tres municipios —Soria,
Coslada (Madrid) y Torrevieja (Alicante)— han optado por este procedimiento para elegir a sus candidatos
municipales. Y eso que se podrían haber celebrado primarias en 136 ciudades ya que los estatutos del PSOE
contemplan ese sistema para las capitales de provincia y los municipios
con más de 50.000 habitantes.
Es claro que la perspectiva sobre este procedimiento, que ha sido abordado en los estatutos del Partido Socialista Obrero Español, supuso un
primer paso hacia la transformación
que los partidos han de experimentar en su organización interna, pero
que viene a ser el referente para las
disciplinas legislativas que necesitan
los países democráticos y como ha
puesto de relieve Diego Valadés: “la
regulación de los partidos propende
a incorporar normas que garanticen
su democracia interna y su probidad pública” (1998: 85). Justamente
por eso, para ser funcionales en un
sistema democrático, los partidos
políticos tienen que practicar un mínimo de democracia interna, tienen
que disponer de unos mecanismos
institucionalizados de selección de
dirigentes en el que esté presente
la participación de la militancia. La
existencia de estos mecanismos es
la condición sine qua non de la legitimidad y de la eficacia del partido.
63
Por otra parte, el proceso de selección
de candidatos a cargos públicos que
establece el Partido Popular (PP) en
sus estatutos encuentra sustento en el
método de órganos colegiados internos, lo que implica que la selección de
candidatos estará a cargo de los órganos de gobierno del partido, como lo
es la Junta Directiva23 (artículo 32.2,
Estatuto del Partido Popular), quien
designa al candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno de
la Nación y, a su vez, los Comités Electorales (artículos 48 y 49, Estatuto del
Partido Popular), en sus respectivos
ámbitos (nacional, regional, provincial,
insular y local) tienen la competencia
para elaborar y aprobar las candidaturas; la nacional (elabora y aprueba la
candidatura del Partido al Parlamento
Europeo, aprueba candidaturas en las
elecciones legislativas y autonómicas
y en las municipales de capitales de
provincia designa a candidatos a las
Presidencias de Gobiernos de las Comunidades Autónomas, Presidencias
de las Diputaciones, Alcaldías de las
capitales de provincias y ratifica los
candidatos de senadores que designen los Comités Electorales Regionales); el Comité Electoral Regional
23
elabora y propone las candidaturas al
órgano Legislativo de la Comunidad
Autónoma, designa a los candidatos a
Senador y aprueba todas las candidaturas municipales.
En definitiva, la democratización para la selección de candidatos a cargos públicos que emplea el Partido
Popular (PP), a través de órganos colegiados, supone como consecuencia
beneficios y desventajas, en primer
instancia, tiene como beneficio el
hecho de que sean los órganos colegiados los que tomen las decisiones
de elegir al candidato, al ser el órgano que integra territorialmente a los
diversos ámbitos de la organización
partidista y teóricamente garantiza
la representación de los miembros
del partido, pero a su vez tiene argumentos que desfavorecen su democratización, como una mayor centralización en el proceso de toma de
decisiones, dejando a sus afiliados
fuera de una participación directa
y real; en consecuencia, este tipo
de mecanismo se puede considerar
inverosímil para la democracia y de
escasa transparencia en la vida interna de la organización partidista.
La Junta Directiva Nacional se integra por: Los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, Treinta vocales elegidos por el Congreso Nacional, los Diputados, senadores y Parlamentarios Europeos, Presidentes provinciales, insulares y regionales, Presidentes y
portavoces de las Asambleas Legislativas de las Comunidades y Ciudades Autónomas, los Presidentes de Diputaciones, consejos
y Cabildos Insulares, el Secretario General de Nuevas Generaciones y sus Presidentes regionales y nueve miembros elegidos por
el Comité Ejecutivo Nacional, los Ministros de Gobierno, los Comisarios Europeos, los Secretarios Regionales, los Presidentes de
los Comités Ejecutivos de las Organizaciones del Partido en el exterior.
64
De acuerdo con los estatutos del PP,
es la Junta Directiva Nacional del partido la que designa el candidato a la
presidencia del Gobierno. A nivel europeo, autonómico y municipal es el
Comité Electoral Nacional, presidido
por Javier Arenas, el que elabora, designa o ratifica a la cabeza de lista.
En conclusión, existe un carácter
más democrático de las elecciones
de candidatos por el procedimiento
de primarias que la designación por
la dirección de los partidos, a pesar
de las objeciones relativas que destacan especialmente el riesgo de que
la competencia interna haga cristalizar divisiones internas.
Control de órganos electos
En términos generales, para considerar que existe una correcta democratización interna de los partidos
políticos en todo ordenamiento (constitucional, legal o estatutario), se requiere no sólo del reconocimiento de
diversos derechos fundamentales a
los afiliados y de métodos que permitan la participación directa de los afiliados para la selección de candidatos
a cargos públicos, sino también se
requiere de garantías que hagan posible su efectividad frente a los poderes
públicos y no públicos (como son los
partidos políticos o en su caso los
particulares). Lo que se traduce, siguiendo la teoría expuesta por Ferrajoli, como la relación entre derechos y
sus garantías, derechos que consisten
en expectativas negativas o positivas
a las que corresponden obligaciones
(de prestación) o prohibiciones (de
lesión), y garantías conformadas por
dos matices, “garantías primarias”
que revisten obligaciones y prohibiciones y “garantías secundarias” que
refiere a la obligación de reparar o
sancionar judicialmente las lesiones
de los derechos (Ferrajoli, 2001: 26),
es decir, las violaciones de sus garantías primarias, en virtud de la cual
la ausencia de las correspondientes
garantías equivale, en cambio, a una
inobservancia de los derechos positivamente estipulados. Lo que implica
la exigencia de controles para hacer
efectivo el respeto y la garantía de los
derechos fundamentales en el interior
del partido, así como la viabilidad de
sanciones para el caso de la violación
a su estructura funcional y de organización (Cárdenas, 1996: 43), controles que no deben vulnerar el principio
de autodeterminación que le asiste al
partido político.
Hipótesis que presenta un aparente
dilema: lograr el equilibrio entre dos
valores fundamentales que resultan
antagónicos en su naturaleza: el
derecho de los afiliados a la participación democrática en la formación
65
de la voluntad partidaria y el derecho
de autoorganización que recae en los
partidos políticos, porque el rango
y el peso de cada concreto valor
jurídico, en especial de los derechos
fundamentales son determinados teniendo presente que el derecho fundamental existe junto a otros bienes
jurídicos (Häberle, 2003: 36).
Por ello, hay que solucionar las colisiones recíprocas entre los mencionados derechos por medio de
la ponderación, en cuyo respeto se
debe preservar la existencia de un
ámbito libre de interferencias, libre
de los órganos del poder público
en la organización y en el funcionamiento interno de los partidos, pero,
como es sabido, no es concebible
un derecho fundamental que no sea
limitado por bienes jurídicos de igual
y superior valor y que no esté provisto, por tanto, en un “límite general”
(Häberle, 2003: 38); en el caso de
los partidos políticos ese derecho
de autoorganización tiene un límite:
el derecho de los propios afiliados a
participar democráticamente en su
organización y funcionamiento que,
a su vez, reclama la tutela judicial
efectiva de los derechos fundamentales de asociación y afiliación.
De tal manera, que para garantizar la salvaguarda de los derechos
fundamentales de los afiliados, así
66
como la viabilidad de sanciones, se
hará efectiva a través de un control
jurisdiccional proyectado en dos directrices: un control jurisdiccional
indirecto de los actos internos de
los partidos políticos para asegurar
su apego al principio democrático,
a través de la impugnación de algún
acto de autoridad administrativa basado en el respectivo acto partidario
o le otorgue eficacia jurídica al mismo, y a su vez, un control jurisdiccional directo mediante la impugnación
de determinado acto partidario que
se estime violatorio de derechos
políticos de alguno de los afiliados
(Orozco Henríquez, 2003).
Lo que implica que los partidos políticos podrán tener órganos internos
y neutrales de carácter jurisdiccional
con competencia para conocer de
impugnaciones sobre la violación a
los derechos fundamentales de sus
afiliados, con respecto a las decisiones que adopten los órganos ejecutivos y que contravengan intereses
jurídicos, aunque también se plantea
en relación con el control de la exigencia de un funcionamiento interno
democrático relativo a la posibilidad
de que ese control sea llevado a cabo
por los órganos jurisdiccionales del
Estado (González, 1992: 61).
En este escenario, los estatutos del
PSOE han establecido tres órganos
con carácter jurisdiccional: la Comisión Federal de Ética y Garantías,
encargada de garantizar los derechos de las personas afiliadas, a
través de informes, dictámenes y recursos establecidos estatutariamente; la Comisión Ejecutiva Federal,
con la facultad de dar apertura al
expediente disciplinario e iniciar el
procedimiento que haya producido
hechos constitutivos de infracción;
y, finalmente, la Comisión de Garantías Electorales, facultada para
resolver recursos sobre procesos
electorales internos.
Por su parte, el PP crea, a través de
sus estatutos, el Comité de Derechos
y Garantías, el órgano encargado de
garantizar el ejercicio de los derechos
de los afiliados, instruir y resolver los
procedimientos disciplinarios que en
el orden interno se siga contra los
afiliados del partido.
No obstante, frente a las resoluciones emitidas por los órganos jurisdiccionales dependientes de los
partidos políticos, cabe impugnación
respecto de actos de partidos políticos relacionados con su democracia
interna, por la presunta violación de
los derechos fundamentales de los
afiliados, ya sea en forma directa
donde se combata determinado acto
interno partidario, y/o indirecta, a
través del acto de autoridad adminis-
trativa electoral, que se base, convalide u otorgue eficacia al respectivo
acto partidario. Así, pues, ante falta
de tribunales electorales especializados, corresponde a la jurisdicción
civil ordinaria conocer de impugnaciones directas de los afiliados en
contra de actos de su partido político, en tanto la jurisdicción contenciosa administrativa, perteneciente
al Tribunal Supremo, actuará contra
actos de la autoridad administrativa
que se fundamenten en los estatutos
partidarios. A su vez, el Tribunal
Constitucional conocerá del recurso
de amparo frente a presuntas violaciones de los derechos fundamentales que procedan de particulares
(partidos políticos), utilizando la vía
jurisdiccional ordinaria. Asimismo, el
Tribunal Supremo en Sala Especial
(artículo 61 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial) conocerá de los procesos de declaración de ilegalidad y
consecuente disolución de los partidos políticos.
Con lo aquí señalado, es posible
afirmar que las garantías jurisdiccionales a las que todo afiliado tiene derecho y que prevén los estatutos del
Partido Socialista Obrero Español y
Partido Popular, así como las leyes
ordinarias, no han sido lo suficientemente claras para garantizar la
seguridad jurídica y la legalidad en el
funcionamiento de los partidos, por
67
lo que es necesario prevenir el riego
de un excesivo activismo judicial,
mediante la exigencia del agotamiento previo de los recursos disponibles
ante los órganos internos del partido24 y ,por consiguiente, el recurso
ante el tribunal correspondiente (ordinario o constitucional), para garantizar de esta manera que los actos y
decisiones internas del propio partido que fuesen consideradas ilegales
o por el desconocimiento de algún
derecho encuentren su alcance en el
control jurisdiccional.
Conclusión
Después de haber analizado los estatutos de los dos principales partidos políticos españoles (Partido
Socialista Obrero Español y Partido
Popular), se puede dilucidar si la
democratización en el interior de
los partidos resulta ser una utopía o
está latente en las normas estatutarias. Al respecto, resulta atrevido calificar como eficaces a los estatutos
de estos dos importantes partidos
en España. Lo que se puede apreciar,
al menos en forma teórica, es que
los afiliados tienen reconocidos sus
derechos fundamentales en mayor
o menor medida; basta echar un
24
vistazo a la praxis política partidaria,
donde los partidos se encuentran
costeando el precio de sus errores:
creciente alejamiento, desafección e
incredulidad por parte de la ciudadanía, escasa militancia, corrupción
interna, ausencia de debate real dentro y fuera de los partidos. Y es que,
como acertadamente enuncia Andrés de Francisco (2002), el problema de la democracia interna de los
partidos es que la idea misma de la
democracia; su historia, su sentido,
su necesidad se ha olvidado y los
intereses fuertemente organizados
en su interior no tienen gana alguna
de rescatarlo del olvido. No obstante, el menoscabo de la democracia
interna implica reformas a fondo
a fin de fortalecer sus estatutos o
programas del partido, ya que las
bases y la sociedad las exige para
la construcción de una vida democrática. Ante ello, es insoslayable
tener presente que la existencia
de una Democracia interna real se
fundamenta en una dicotomía de
elementos entre la eficacia que debe imperar en la Constitución, Ley
Orgánica y en la norma interna
estutaria y a su vez, en la concerniente a su eficacia en el plano del
funcionamiento de la vida interna de
los partidos y es que
El control jurisdiccional de los actos disciplinarios de los partidos políticos deben de acatar lo establecido en el Art. 24 CE, procedimiento que debe observar las garantías de defensa y debido proceso “ámbito procedimental o formal”.
68
los remedios no se encuentran
por eso en una ley que subordine a los partidos a su control estatal […] sino en el esfuerzo de
restituir a los partidos a una vida vinculada con las masas populares, a una reactivación de la
vida democrática de base que
intente combatir el anulamiento del hombre-masa y restablezca mecanismos de formación de
la voluntad popular y de transformación de la voluntad política
a través de los partidos (Basso,
1996: 54).
Resulta ser casi una utopía ya que
los partidos son por su propia naturaleza y por la de sus funciones que
tienen que cumplir organizaciones
bastante resistentes a la democratización (Blanco, 1998: 20).
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1993. Escritos sobre derechos fundamentales [traducción de Juan
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Nomos Verlagsgesellschaft Baden-Baden.
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Satrustegui Gil-Delgado, Miguel.
1996. “La reforma legal de los par-
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