Democracia interna en los estatutos de los partidos políticos españoles: PSOE y PP ¿Utopía o realidad? Esmeralda López Vilchis* Resumen La democracia interna en el seno de los partidos políticos permite conocer la verdadera idiosincrasia en que vive un país, por ello es menester abordar el análisis de los estatutos de los dos principales partidos políticos en España, como lo es el PSOE y el PP, a fin de desentrañar si en sus estatutos se establece realmente la existencia de elementos fundamentales como son: el adecuado reconocimiento de los derechos fundamentales (Libertad de expresión, Derecho a la información, Derecho de asociación, Derecho de participación) que debe de poseer todo afiliado a un partido, lo que a su vez implica el respeto por otro elemento característico de la democracia interna, el principio de igualdad, que permite garantizar el status de afiliado sin importar el género, el tercer elemento a considerar en los estatutos de cualquier partido político viene a ser la existencia de una organización y procedimientos democráticos, y finalmente, el último elemento a considerar es el Control de órganos electos. De aquí, que se pueda concluir si la democracia interna intrapartidista es una realidad o una utopía. Palabras clave: democracia interna, partidos políticos, derechos fundamentales, estatutos, principio de igualdad. Abstract The internal democracy in the political parties allows to know the thrutfull idiosincracy in wich the country lives, this is why it is necessary to analize the statutes of the two most importan Doctorante en Derechos Humanos y Libertades Fundamentales por la Universidad de Zaragoza, España. El contenido de este documento, los juicios y afirmaciones en él expresados son total y completa responsabilidad de la autora, y el Instituto Electoral del Estado de México no los comparte necesariamente. * 45 political parties in Spain, the PSOE and the PP. Wich the only object to discover if they really stablish in their statutes the existency of fundamental elements (free expression, right to information, right of association, right of participation), that each of the members in the political parties has to have. It implies the respect to the other element of the internal democracy “the principle of equality”, because it allows each member to be a part of the organization without taking into consideration the genre; the third element to consider, is the statutes in whatever political party, is the existency of the organization and the democratic procedures. And finally, the last element to consider is the control of the elected organisms. Taking the previous information into consideration we can conclude if the internal democracy intrapartidist is a reality, or an utopí. Keywords: internal democracy, political parties, fundamental rights, statutes, principle of equality. Introducción La democracia interna en los partidos políticos es primordial en cualquier sistema de partidos, ya que refleja la verdadera idiosincrasia en que vive un país; pero, sobre todo, porque a 46 través de ésta, la democracia tiene su raíz, la cual se ve transformada en el reconocimiento de los derechos fundamentales que todo afiliado a un partido debe tener y que prima en sus estatutos. No obstante, hablar de una democracia auténtica es poco menos que una utopía, las dificultades de alcanzarla es mayor en el seno de los partidos, al ser los mismos sujetos quienes aprueban el régimen jurídico sobre partidos y sus estatutos y los destinatarios de esa norma (Martínez, 2006: 128). Antes de entrar al análisis de los estatutos de los partidos políticos Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Partido Popular (PP), es crucial comprender adecuadamente qué engloba el “contenido democrático en los estatutos”, y para ello es propicio remitirnos a las fuentes doctrinarias, en virtud de que ni la Constitución Española, ni Ley Orgánica de Partidos Políticos 6/2002 hacen alusión a los elementos mínimos para considerar que los estatutos de cada partido cuentan con los principios democráticos, sólo exige procedimientos de control democrático en los estatutos de los partidos, más no esclarece cuáles son los elementos indispensables. Ante tal situación, la doctrina ha englobado cuatro elementos característicos de la democracia interna de los partidos políticos: 1. Que tenga garantizados los derechos fundamentales, de primordial importancia como son la libertad de expresión, información y asociación; 2. Inviolabilidad del principio de igualdad, a fin de que cada afiliado participe con igual peso que otro; 3. Participación y deliberación de los afiliados en el mayor grado posible, en los procesos de decisiones; 4. Control de órganos electos, lo cual conlleva que los ciudadanos tengan garantizados sus derechos a voto activo y pasivo en las elecciones internas de sus posibles representantes. Una vez aclarados los elementos mínimos para considerar una democracia interna en los partidos, es menester entrar al estudio de los estatutos de los dos principales partidos políticos que predominan en España, como lo es el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), para conocer el contenido de los derechos fundamentales de los miembros de cada uno de los partidos, el nivel de respeto; la organización y los procedimientos internos, las corrientes en el seno de la organización y los órganos de control en la vida interna, a fin de ponderar el nivel de democracia interna que reconocen. Entrando al primer punto de análisis “los derechos de los afiliados”, éstos no se dan de igual forma en los partidos que en el Estado, la defensa y garantía de los derechos fundamentales aparece de manera muy restringida, la cual viene limitada por algunos principios democráticos del texto constitucional o del programa de cada partido, o en su caso delimitando la democracia interna por reglas mínimas en sus estatutos. Teóricamente los derechos fundamentales de los afiliados exigen que se garanticen sus libertades de opinión, expresión de ideas e información sobre cualquier asunto, la participación directa y mediante representantes en las asambleas generales; la calidad de elector tanto activo como pasivo para todos los cargos del partido, la periodicidad en los cargos y en los órganos directivos; la responsabilidad en los mismos, la revocabilidad de los cargos, la posibilidad de abandonar el partido en cualquier momento; el acceso a la afiliación; el ser oído por los órganos arbitrales internos antes de la imposición de cualquier sanción, el libre debate de las ideas y de las decisiones principales: la seguridad jurídica, la formación de corrientes de opinión. 47 Los derechos fundamentales en el seno de los partidos políticos a) Libertad de expresión La exigencia de democracia intrapartidaria y de relaciones intrapardistas instaura una serie de prácticas democráticas, cuya necesidad es la equidad en la participación de todos los partidos, respetando los diversos ordenamientos legales, pero, para hacer efectivo dicho ejercicio, se requiere del resguardo de los derechos fundamentales de los que participan en los partidos y de la sociedad. Consecuentemente, uno de esos derechos fundamentales es la libertad de expresión, pieza elemental para transmitir la manifestación de las ideas, de pensamiento y opiniones. De aquí que, no es concebible una sociedad libre, ni aún menos un sistema de convivencia democrática, sin un amplio reconocimiento de las libertades de expresión e información (Alzaga, 2002: 110). 1 2 3 Dicha libertad se reconoce en el artículo 20 de la Constitución Española, construida bajo la visión de una concepción dualista:1 a) libertad de expresión, la cual protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones, y a su vez, como b) derecho de información, el cual incluye el derecho a comunicar como a recibir libremente información. Consecuentemente estas libertades de expresión (de ideas) y de información (de hechos) no sólo son derechos fundamentales de individuos y de grupos sino también garantía del mantenimiento de un sistema político de libre opinión, porque sin ellas se vaciarían las instituciones representativas. Sin embargo, como es sabido este derecho no es ilimitado, ni mucho menos absoluto,2 contiene cláusulas tácitas que limitan toda libertad de expresión3 por el necesario respeto a los derechos y libertades de los demás y como el propio artículo 20 constitucional lo señala, en el respe- La sentencia del Tribunal Constitucional 107/1988, del 8 de junio, ha subrayado que “la Constitución española consagra por separado la libertad de expresión—artículo 20.1.a— y la libertad de información —artículo 20.1.d— acogiendo una concepción dual, que se aparta de la tesis unificadora, defendida por ciertos sectores doctrinales”. Los derechos, aun los fundamentales, no revisten un carácter absoluto, tampoco sus límites. Es una exigencia del ordenamiento jurídico y han de ser interpretados con criterios restrictivos y en el sentido más favorable a la eficacia y a la esencia de tales derechos, así lo asentó el máximo intérprete Constitucional en su sentencia 159/1986, del 12 de diciembre. A pesar del carácter no absoluto de los derechos y, por consiguiente, de la libertad de expresión, el sistema de libertades reflejado en la Constitución española parte de la base de que el ciudadano puede hacer no ya lo que las leyes autoricen, sino todo aquello que no resulte expresamente prohibido (principio de legalidad). 48 to a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrolla y especialmente en el derecho al honor, a la intimidad, a la imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. Consecuentemente, los partidos políticos están obligados a reconocer en el seno de sus estructuras y funcionamiento, la libertad de expresión; esto derivado de los ordenamientos jurídicos y constitucionales que dieron origen a sus estatutos,4 lo cual vendrá a ser el sustento de un conjunto de primicias democráticas al interior de los partidos, con la salvedad, de que los conceptos y las autorizaciones de la ley limitante tienen que interpretarse (y eventualmente limitarse) a la luz de la garantía de los derechos fundamentales (Wolfgang, 1993: 102). Por ende, partidos políticos de semejante envergadura, como lo son el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), deben de reconocer esta libertad en sus estatutos, a fin de garantizar el mayor grado de participación posible de sus afiliados. Desde esta concepción, el Reglamento de los Afiliados y Afiliadas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), 4 dispone en su artículo 30, la libertad de expresión de ideas, opiniones de forma libre, leal y responsable, con la salvedad de respeto a los límites que consagran la dignidad de las personas, así como a las resoluciones y acuerdos democráticamente adoptados por los órganos del partido, no obstante, en caso de incumplimiento, el afiliado o afiliada será sancionada con la suspensión de la militancia por un periodo de tiempo de más de un mes y hasta un año, o en su caso la inhabilitación para desempeñar cargos orgánicos, al considerarse como falta grave la difusión de ideas, opiniones opuestas a la línea política del partido, esto es cuando exprese públicamente sus opiniones en términos irresponsables o con deslealtad al partido o a sus militantes. Por otra parte, el artículo 6 del estatuto del Partido Popular (PP) hace alusión imprecisa a la libre expresión y defensa de sus opiniones en el ejercicio del debate interno, siempre y cuando se trate de la participación activa en la elaboración y adopción de las resoluciones y programas del Partido, por lo que deja claro el lacónico reconocimiento de la libertad de opinión, sustenta de manera tajante la pérdida de la condición de afiliado, La libertad de expresión como los demás derechos fundamentales no se entiende realizada sólo a través de derechos de libertad o derechos de status negativo, que implican una abstención por parte del Estado y que correspondían al modelo liberal. Los derechos fundamentales requieren una estructura jurídica que permita, por un lado, que la vigencia de estos derechos sea efectiva, lo que implica un hacer estatal y no sólo su abstención, por otro, que esta estructura jurídica concrete una forma de participación del individuo que haga efectivo también, ese principio igualador y liberador de la acción del Estado (Villaverde Menéndez, 1995: 169). 49 cuando éste manifieste públicamente cualquier discrepancia grave con la ideología, principios o fines del partido, realizada en actos de propaganda, reuniones públicas o a través de cualquier medio de comunicación escrito, audiovisual o cualquier medio de difusión que garantice la publicidad del hecho, y será sancionado con una infracción grave que puede ir desde la suspensión de la militancia del partido por un periodo de tiempo entre uno y cuatro años y/o la inhabilitación para desempeñar cargos en el seno del partido por algún periodo de tiempo. No obstante, viene a ser el artículo 18 una serie de principios relativos a la organización interna del partido, basado en la promoción de cauces para el debate en el seno del Partido, como expresión de la democracia interna. De lo analizado en las líneas antes descritas, se puede desprender que, pese a que ambos partidos contemplan la libertad de expresión, imponen candados a la misma, al delimitarla tratándose de opiniones o ideas que trasgredan o menoscaben las ideologías partidistas, hasta el punto de causar pérdida de la condición de afiliado. Sin embargo, los lineamientos que reconoce el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) precisan 5 6 con bastante claridad la libertad de expresión de ideas y opiniones de forma libre, leal y responsable, con la salvedad del respeto a la dignidad de las personas, a las resoluciones y acuerdos adoptados por los Órganos del partido. b) Derecho a la información Otro de los derechos democráticos indispensables para la participación de los ciudadanos en el debate público, que constituye a la formación de la conciencia cívica sobre los derechos individuales, e índole sobre los deberes a cargo del poder público, es el derecho a la información, por lo que es permisible atribuirle un doble carácter: como condicionante de la participación ciudadana en asuntos públicos y, a su vez, como elemento indispensable en la que el individuo debidamente informado se crea una opinión pública, libre, contribuyendo al pluralismo democrático. Éste forma parte de los medios de formación de la opinión pública en asuntos de interés general,5 es un derecho fundamental diverso de la libertad de expresión,6 que a pesar de encontrarse en el mismo rango constitucional no guarda ninguna relación de subordinación, ni de Sentencia del Tribunal Constitucional 165/1987, del 27 de octubre, Fj. 10. Sentencia del Tribunal Constitucional 107/1988, del 8 de junio, Fj. 2. 50 identidad, pero no por ello deja de ser un elemento indispensable en la defensa y garantía de los derechos fundamentales que tienen sustento en los valores mínimos que toda democracia debe tener.7 En este tenor, se ha caracterizado el derecho de información como un derecho fundamental que constituye el sustento funcional de la democracia y que garantiza la participación efectiva de los ciudadanos en el debate público, ya que los ciudadanos bien informados están mejor capacitados para la participación política y mediante el sufragio en elecciones periódicas legitiman el poder del Estado. Ahora bien, el alcance jurídico en el derecho a la información en materia política es que todo ciudadano español, como parte de su derecho de asociación política, tiene el derecho de conocer sobre todas aquellas decisiones que han sido tomadas por los Órganos Directivos o de control del partido al que se encuentra afiliado. No obstante, el derecho a la información en materia política se encuentra restringido por limitaciones sustentadas en los intereses de la sociedad, así como a los derechos de terceros. Por lo que la información en el seno de los partidos polí7 ticos debe ser pública y extensiva a todos los miembros del partido, salvo aquella confidencial o restringida o en su defecto que pueda afectar los derechos de terceros. En consecuencia, el reconocimiento del derecho de información en los ordenamientos jurídicos tiene su envergadura en la necesidad de que nadie o nada impida al afiliado tener conocimiento de los asuntos públicos, tan es así que los estatutos que constituyen el ordenamiento interno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), han reconocido el derecho de información (artículo 30b del Reglamento de Afiliados y Afiliadas), garantizando aquellas decisiones que afectan de manera directa la vida interna del partido, su proyección externa y su actividad institucional, adoptadas por los órganos del partido, en sus distintos rangos; en tanto, el estatuto del Partido Popular (PP) dedica dos incisos de su artículo 6, referente a la información, el primero de ellos reconoce el derecho de información de manera genérica sobre todas las actividades del partido (inciso f) y, en su vertiente específica, los afiliados tienen garantizado el derecho a recibir información sobre las decisiones adoptadas por el partido, sobre sus Ferrajoli considera que “la democracia constitucional se configura como un sistema de reglas que, al consistir en la atribución en forma universal de los derechos fundamentales, tiende a la igualdad” (Ferrajoli, 2000). 51 políticas desarrolladas en las instituciones públicas, con la periodicidad que previo acuerdo se considere. c) Derecho de asociación Sin lugar a duda, otro de los derechos que cualquier estatuto debe de contemplar es el concerniente al derecho de asociación, éste cumple una función primordial, dado que tiene una íntima relación con la dignidad de la persona, además funge como elemento clave en el servicio de la libertad personal y viene a dar cauce al pluralismo político de la sociedad contemporánea, porque en la medida en que esté plenamente garantizado se realiza el Estado social y democrático del Derecho (Murillo, 1996: 22). Es evidente que el derecho de asociación es una libertad de los españoles establecida en la norma constitucional con una vertiente en materia política, es decir, el derecho de asociación en materia política que alcanza su desarrollo al momento de inscribirse a un partido político o agrupación política. Libertad que se caracteriza por su dimensión dualista (positiva y negativa): positivamente, cuando el ciudadano goza de la libertad de afiliarse a un partido 8 político o agrupación política por la elección que realiza, que presupone una concordancia con los principios y valores de la identidad de la asociación, libertad que encuentra diversas limitantes una vez que ha pasado a formar parte del partido político, entre ellas, la adhesión a una sola organización partidista, prohibiendo la afiliación a otras organizaciones con fines políticos. Lo que implica que el ciudadano no puede afiliarse a dos o más organizaciones,8 resguardando en ello los extralímites del derecho de asociación. Ahora bien, veamos qué ocurre realmente con los estatutos de los dos principales partidos en España. En seguimiento de esta argumentación, el estatuto del Partido Popular (PP) ha reconocido como condicionante para la pérdida de afiliación al partido, la participación en candidaturas diferentes a las del partido, o bien por afiliación a otro partido o asociación política (artículo 9 de los estatutos). Por su parte, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) (artículo 44, inciso f, del Reglamento de Afiliados y Afiliados), prohíbe la doble afiliación. De igual forma, el ejercicio del derecho de asociación de partidos políti- En caso de incumplimiento, constituye causa para la pérdida de la condición de afiliado. 52 cos trae consigo ciertas restricciones, en razón del status de determinados sujetos, tal es el caso de los menores de edad, así se desprende del ordenamiento constitucional, restringiendo la capacidad para ejercer un importante elenco de derechos,9 hasta en tanto no cumpla la mayoría de edad, por lo que viene a formar parte de uno de los requisitos indispensables para pretender formar parte de un partido político, y así lo establece el artículo 4 del estatuto del Partido Popular (PP): “1. Podrá afiliarse al Partido Popular cualquier español mayor de edad que no pertenezca a otro partido político”. No obstante, del anterior precepto estatutario, además de la exigencia de mayoría de edad, también se desprende otra restricción para los extranjeros, ya que sólo podrán afiliarse españoles y ciudadanos de la Unión Europea residentes en España, lo que se interpreta como una clara vulneración a la expresión de la libertad positiva, del derecho de afiliación a los extranjeros que no conforman la comunidad europea; sin embargo, aunque los extranjeros tienen limitado el derecho de asociación, en la creación de un partido político cuentan con mayor libertad para afiliarse a uno ya existente. Esto es, el derecho a crear 9 asociaciones se reconoce a cualquier persona incluidos los extranjeros (según el artículo 2 de la Ley Orgánica 8/2000, de 22 de marzo, reguladora del derecho de asociación), en consecuencia, los estatutos del Partido Popular contravienen lo dispuesto en la Constitución española, en la Ley Orgánica del Derecho de Asociación (LODA) y en la LOPP. En ese orden de ideas, los alcances que el Partido Socialista Obrero Español ha dado al derecho de afiliación en sus estatutos giran bajo ciertas premisas: la primera de ellas, la mayoría de edad (artículo 1 del Reglamento de Afiliados y Afiliadas), requisito indispensable para poder tener la condición de afiliado; en segundo término, cualquier ciudadana o ciudadano podrán solicitar su inscripción al partido, por medio de la solicitud formal de ingreso en el Partido Socialista Obrero Español, siempre y cuando presente Documento Nacional de Identidad (DNI), Tarjeta de Residente o Pasaporte y con residencia habitual en España (artículo 3 del Reglamento de Afiliados y Afiliadas). De lo señalado, se puede dilucidar el pleno reconocimiento que hace el Partido Socialista en sus estatutos, tratándose del derecho de La ley Orgánica 1/1996, del 15 de enero, del menor en su preocupación por dotar a los menores de un marco de protección basado en un mayor reconocimiento frente a la sociedad ha establecido en su artículo 7, apartado 2, que “los menores tienen derecho a formar parte de asociaciones y organizaciones juveniles de los partidos políticos y sindicatos y el derecho a promover asociaciones infantiles y juveniles” (Murillo de la Cueva, 1996: 118). 53 afiliación, a toda persona, pues no hay restricción, sino apertura a favor de personas que no tengan la condición de ciudadanos de la Comunidad Europea, dando cauce de expresión del pluralismo, garantizando la libertad positiva de afiliación a cualquier partido y, por ende, a la libertad de asociación.10 Por otra parte, la dimensión negativa del derecho de asociación se concreta con la libertad a no asociarse o a no permanecer por más tiempo que el que uno quiera en el seno de una asociación (Murillo, 1966: 153); consecuentemente, el derecho de asociación de partidos políticos implica en su concepción negativa la libertad de dejar de pertenecer al partido político en el momento que el individuo así lo quiera. Se han desarrollado estatutos como el del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), al dejar al afiliado el libre albedrío de manifestar su deseo de causar baja del partido en el momento que así lo haga del conocimiento por escrito ante la Comisión Ejecutiva municipal o local (artículo 18 del Reglamento de Afiliados y Afiliadas), a excepción de petición escrita, la Secretaría de 10 11 Organización y Coordinación dirigirá un escrito a través de correo certificado con un recordatorio de que, si en un plazo de un mes no manifiesta su intención de seguir afiliando al PSOE, será dado de baja de manera automática. No obstante, el Partido Popular (PP) ha incluido la libertad negativa del derecho de asociación: dejar de pertenecer a su partido, mediante renuncia expresa (artículo 9 estatutos) ante el Comité Ejecutivo provincial, insular o regional, dando al afiliado inmediato traslado por escrito del tenor de la resolución. d) Derecho de participación Otro elemento indispensable para los afiliados de cualquier partido político son los derechos políticos, fuente necesaria en el funcionamiento del sistema político. Ante esta premisa, el derecho fundamental, que hace posible el ejercicio de la soberanía y el pluralismo jurídico,11 es el de participación en asuntos públicos (artículo 23.1 de la Constitución Española), su trascendencia radica en ser la proyección material más relevante del principio democrático Evidentemente existe una capacidad absoluta que poseen los partidos políticos a la hora de decidir sobre qué persona es ideal para ingresar en la organización y sin que pueda considerarse que los ciudadanos poseen un derecho ilimitado a pertenecer al partido que desee, ni que ese rechazo pueda ser cuestionado en sede judicial, puesto que ello será incompatible con el reconocimiento del derecho a la autoorganización que posee toda asociación (Jiménez Campos, 1994: 44). Así lo ha venido a remarcar el Tribunal Constitucional en su sentencia 51/1982, al considerar que los derechos fundamentales del artículo 23 de la constitución española encarnan la participación política de los ciudadanos en el sistema democrático, en conexión con los principios de soberanía del pueblo y del pluralismo consagrados en el artículo 1 de la Constitución. 54 (Aruego, 2005: 125) y, por ende, el cauce mediante el cual el ciudadano participa directa12 o a través de representantes en asuntos públicos.13 El ciudadano contribuye a la formación democrática de la voluntad estatal, y ésta se produce directamente a través de la elección de representantes que forman los órganos en donde ésa se expresa. Para el tema que nos ocupa, es importante hacer mención del derecho fundamental de acceso a cargos públicos representativos (artículo 23.2), caracterizado por ser un derecho ligado a la elección por sufragio universal, directa o indirecta, mediante la cual se forma democráticamente la voluntad popular. Al respecto el Tribunal Constitucional ha distinguido tres momentos cruciales en el desarrollo de este derecho: acceso, permanencia y ejercicio del cargo. Hablar del acceso a un cargo de representación popular implica facultades concretas: ejerce sufragio pasivo, artículo 23.2, artículo 68.5 de la Constitución española14 indiscutiblemente ligado al sufragio activo, a su vez la Constitución exige igualdad en el acceso, en consecuencia en el sufragio pasivo (Eguarras, 2005: 29). 12 13 14 15 En tanto, el segundo momento se compone por la permanencia en el cargo, el elector que ha sido elegido tiene un derecho irrenunciable a permanecer en su cargo (ha sido elegido por los electores) por el tiempo previsto en la Constitución15 (artículos 68.4 y 69.6 CE). En razón de ello, el derecho de acceso a cargo público representativo ha de contener un conjunto de facultades que identifican la labor del representante, conformando el estatuto del parlamentario. De aquí que este derecho democrático del ciudadano y de autonomía del representante encuentre su punto medular a través de su reconocimiento constitucional, en leyes ordinarias y en los estatutos del partido. En este sentido, es conveniente señalar que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) reconoce a todos sus militantes el derecho a participar activamente en procesos electorales internos y externos, como candidato o candidatas y, a su vez, reconoce el derecho a ser elector (artículo 30, inciso f), lo que implica que los valores protegidos por la Constitución han quedado a salvo en los estatutos, (al menos en teoría), el partido da la Elemento característico de una democracia directa es el referéndum, establecido en el Art. 92 o el referéndum de reforma constitución (artículos 167.3 y 168.3, Ley Orgánica 2/1980, del 18 de enero, de las distintas modalidades de referéndum). La representación indirecta es el ejercicio de la estructura democrática del estado, mecanismo a través del cual se legitima el funcionamiento de las principales instituciones, en sus diversos ámbitos territoriales: Cortes Generales (artículos 66.1, 68.1 y 69.2) parlamentos autónomos (artículos 143, 151 y 152), municipios (artículo 40) y diputaciones provinciales (artículo 141.2). En sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional español 60/1987, del 20 de mayo y 84/2003, del 8 de mayo. El máximo intérprete constitucional ha pronunciado la prohibición de mandato imperativo alguno a todo cargo público representativo en sentencia del Tribunal Constitucional 28/1984, del 28 de febrero. 55 calidad de elector tanto activo como positivo para todos los cargos del partido. De manera similar, el Partido Popular (PP) reconoce el derecho fundamental de participación activa en las candidaturas que el partido presente en los diferentes procesos electorales. Inviolabilidad del principio de igualdad En definitiva, la trascendencia constitucional del derecho fundamental de participación implica un serio reconocimiento en los ordenamientos y, por ende, en los estatutos de los partidos políticos al ser imprescindible para la realización de la democracia. No obstante, es pertinente que el derecho a participar en cargos públicos se haga respetando el derecho a acceder en condiciones de igualdad, principio reconocido en diversos apartados de la Carta Magna española (artículos 1º, 14 y 9.2), en virtud del cual nadie puede ser discriminado por razón de nacimiento, raza o sexo, y en consecuencia los poderes públicos adoptarán las 16 17 18 medidas necesarias para lograr alcanzar una igualdad auténtica y efectiva.16 Esta argumentación implica una participación real de las mujeres en la esfera política, pero en la praxis podemos afirmar una ausencia en los órganos representativos del poder. Lo que pone en tela de juicio la legitimidad de las estructuras políticas y la operatividad de los mecanismos legales o institucionales que buscan asegurar la representatividad del conjunto de ciudadanos. En tal sentido, la promulgación de acciones positivas que abren brecha a la participación de la mujer en la vida política ha sido próspera. En los últimos años existe un gran interés por la concienciación por el problema de la escasa intervención de las mujeres en la toma de decisiones políticas y en la asunción de responsabilidades al más alto nivel dentro de los órganos políticos representativos. Acciones que han nacido en el interior de los partidos políticos como respuesta a las exigencias de sus militantes;17 sin embargo, estas medidas son recientes, a partir de los años sesenta algunos partidos18 No obstante, los partidos políticos españoles al no gozar de una naturaleza de poder público, no se obligan al artículo 9.2, sino, más bien los vincula el artículo 6 que impone, a los partidos la democraticidad de su funcionamiento y estructura interna. Los partidos políticos han implementado ciertas acciones para contrarrestar el desequilibrio del poder: ha creado ramas femeninas para promover la militancia, para tratar las cuestiones específicas de las mujeres, completar la formación con vistas a la actividad política, organizar las reuniones y establecer un servicio de guarderías, distribuir los puestos de responsabilidad en el partido entre hombres y mujeres, así como el sistema de cuotas. Países como Noruega implementan por primera vez el sistema de cuotas, seguido de Argentina (1991), el cual no sólo reconoce el sistema de cuotas de forma interna, sino también en su legislación electoral, más tarde, le siguen países como Bélgica (1994) e Italia (1995). 56 deciden implementar en sus estatutos el sistema de cuotas, medida que permite asignar determinado porcentaje de puestos a las mujeres a través de las listas electorales. Más tarde, la Plataforma de Pekín de 1995 consideró necesario la adopción de medidas para hacer efectiva la participación de mujeres en puestos de representación y los de no elección, en igualdad de condición que los hombres. Para España fue difícil mirarse en los espejos de países europeos como Noruega, ya que los tiempos que envolvieron el entorno social y político de la época dictatorial no permitían pensar a ciencia cierta sobre la democracia paritaria, que alcanzase una mejor condición social, laboral, menos política. En ese escenario, se van desarrollando lentamente políticas basadas en el sistema de cuotas en los cargos de representación a través de partidos como el IU y el PSOE (1989), pero no fue hasta 1997 cuando se introdujo el sistema de representación paritaria en los órganos de partido y en las listas electorales (PSOE), dando mayor auge al principio de igualdad; a pesar de ello, no se logró alcanzar un porcentaje real y equitativo, por lo que el gobierno decidió implementar nuevas medidas activas, reflejo de ello, son las recientes reformas a la Ley Electoral General de 5/1985, en su artículo 44 bis, al exigir la participación equitativa entre hombres y mujeres en las candidaturas electorales y en la toma de decisiones. Principio de representación proporcional por género que exige una composición equilibrada de mujeres y hombres, de forma que en el conjunto de la lista los candidatos de cada uno de los sexos supongan como mínimo el cuarenta por ciento. Medidas de paridad, que deben de ser adoptas en el seno de los partidos políticos, a fin de buscar que las listas electorales den cabida de manera equitativa a hombres y mujeres, al margen de ello, los partidos han de dar a sus militantes un trato igual, no discriminatorio, por lo que ante actos o pretensiones iguales de los afiliados deben aplicarse consecuencias iguales. Por las anteriores argumentaciones, es propicio establecer un sistema de cuota para las elecciones parlamentarias, basada en el principio igualitario, verbigracia los estatutos del Partido Socialista Obrero Español han adoptado la democracia paritaria entre hombres y mujeres y en consecuencia el sistema representativo en virtud del cual ningún sexo tenga menos del 40% ni más del 60% de representación en cualquier Órgano de Dirección, Control o 57 Ejecutivo del partido.19 Medida aplicada en la composición de las candidaturas electorales, que conforman la integración de las listas, así como en el conjunto de puestos sobre los que exista previsto resultar electos. Con estos señalamientos se abre la puerta a un proceso en el terreno de la paridad democrática, cuya evolución tardará algunas décadas, pero se logrará, si se concientiza a los partidos para que en el seno de sus estructuras se adopten medidas de paridad democrática, caso concreto: el Partido Popular, aun cuando ha rechazado sistemáticamente el uso de las cuotas en sus estatutos, por considerarla discriminatoria, en su estructura como en sus cargos públicos ha sido considerable el incremento de mujeres, cifras reales del proceso electoral de 1999 demuestran que ha incrementado la presencia de mujeres en sus listas, aunque no lo hayan hecho de adoptar un compromiso determinado.20 19 20 La organización y procedimiento del partido debe ser democrático Otro elemento no menos importante, a considerar en la democracia interna, es el referente a la organización y procedimiento del partido, elementos que varían dependiendo del contexto histórico, el nivel de constitucionalización de partidos políticos, el tipo de régimen político y la legislación que en materia política emerge. En este sentido, resulta fundamental delimitar los elementos que son indispensables para considerar que la organización y procedimientos internos del partido político son democráticos, en opinión de Cárdenas Gracia, los elementos indispensables para garantizar la democracia interna son: acceso a la información sobre los asuntos del partido, incluyendo los económicos; regulación de la posición jurídica de los miembros con base en la igualdad de derechos; para hacer posible La evolución que ha tenido el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el seno de su democracia paritaria ha sido de menos a más, así lo demuestra el porcentaje de mujeres dentro del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de Diputados que corresponde a un 46%. A partir de las elecciones de 1995, el porcentaje de mujeres alcanzan niveles significativos, en las elecciones europeas, autonómicas y locales de 1999 se alcanza la consolidación: Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Partido Popular (PP) son dos mujeres quienes encabezan sus listas. 58 la participación de cada uno en los asuntos del partido; fundamentación de los rechazos de solicitudes de afiliación (la existencia de un órgano neutral que decida sobre los rechazos; con procedimientos equitativos e imparciales, accesibles a cualquier interesado); una clara tipificación de las causas y naturaleza de las medidas de sanción o expulsión; posibilidad de impugnación, ante órganos jurisdiccionales del Estado (tratándose de expulsiones de afiliados, castigos, ilegibilidad de candidatos); existencia de procedimientos y órganos especiales, ajenos a la directiva, encargados de dirimir las disputas, entre encargados locales del partido; procedimiento de elección de candidato previamente establecido y de manera democrática; no intervención de los órganos directivos para modificar la selección de candidatos a puestos de elección popular; elaboración de actas de las asambleas respetando formalidades previamente establecidas; transparencia en las reglas de financiamiento del partido (Cárdenas, 1996: 41). De lo considerado por Cárdenas Gracia, destaca la incorporación de métodos que garanticen la selección de candidatos y de dirigentes, toda vez que la protección jurisdiccional de los ciudadanos en su carácter de militantes (es vulnerada en los pro- cesos internos) al verse afectados sus derechos al interior del partido por alguna decisión de los órganos de dirección ya sea en el procedimiento de postulación de candidatos o inclusive en procedimientos de aplicación de sanciones o expulsión. No obstante, se presenta un escenario en el que los actos de los partidos políticos, aun en contra de sus militantes, no podrán considerarse como objeto de protección jurisdiccional, bajo el argumento de que los partidos políticos no podrían asimilarse a una autoridad. En esta perspectiva, se requiere de la democratización en la selección de candidatos como garantía de la democracia interna de los partidos. Porque, a pesar de que el artículo 68.5 de la Constitución española reconoce la calidad de electores y elegibles (artículo 23 de la Constitución española, sufragio pasivo) a todos los españoles, vigencia difícil de materializar, al verse trastocada por el poder que emergen los partidos políticos al elegir sus candidatos a puesto de elección “influyen actos volitivos”. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha vertido su criterio al considerar que si bien es cierto, la titularidad de sufragio pasivo corresponde a todas las personas, también se encuentra condicionado por ciertos elementos 59 que conforman el tipo: como lo es el sufragio universal directo, a través del cual la persona titular del derecho será presentada como candidato por una de las organizaciones habilitadas. En consecuencia, el partido político es realmente quien decide la elegibilidad a un puesto de elección representativa, de ahí, que la lista de candidatos se encuentre confeccionada no por los afiliados sino por la cúpula del poder. Esto es reflejo de una escasa normatividad en la Ley Orgánica de Partidos Políticos 6/2002 (el artículo 7.5 dispone: los estatutos deberán prever, asimismo, procedimientos de control democrático de los dirigentes elegidos) y consecuentemente una parca regulación en los estatutos, dejando un amplio margen de libertad a los partidos políticos. Por ello, la ausencia de la disciplina legislativa más rígida y la articulación interna realizada por los estatutos favorecen la centralización del proceso de selección de candidatos en los núcleos dirigentes de los partidos y, por tanto, el mantenimiento de su carácter oligárquico (Barrat, 1995: 45). De aquí, la necesidad de implementar la participación de sus afiliados, mediante procedimientos que permitan la inclusión de los afiliados en la toma de decisiones del partido y, por ende, en la selección de candidatos a puestos de elección popular, a través de los estatutos, leyes orgánicas y la propia Constitución. Los procedimientos a los que se hace referencia deben considerar como directriz el grado de inclusión del electorado o afiliado que suponen en el proceso de toma de decisiones de los partidos políticos, que a mayor inclusión del electorado, mayor democratización en el interior del partido. Mecanismos 60 Alto nivel de inclusión Bajo nivel de inclusión del electorado del electorado Así, se puede hablar de aquellos mecanismos que implican un alto nivel de inclusión del electorado, en elecciones internas sobre quién tiene que ser el candidato, o bien, el polo opuesto, aquellos mecanismos que han adoptado los partidos políticos en sus estatutos partiendo de la base de que sólo el líder del partido elige. Teniendo como referente la teoría antes mencionada, se pueden sustraer los métodos específicos para el funcionamiento de las organizaciones en la elección de candidatos, según el grado de inclusión pueden ser: a) elecciones abiertas (electorado); b) internas cerradas (miembros del partido); c) selección por órgano ejecutivo del partido (nacional, local); d) selección por órgano ejecutivo del partido (nacional, local); e) liderazgo partidista (nacional, local). El método de internas abiertas implica que los ciudadanos participen de manera directa en la nominación de su candidato a las elecciones generales, genera mayor racionalidad y ordenación de los procedimientos de la clase política, facilita la legitimación ante la opinión pública y pueden participar afiliados y/o simpatizantes, o en su defecto todo el electorado; que los partidos instituyan un procedimiento tomando en cuenta todo el electorado, para que sea el decidor final de las nominaciones partidistas, puede ser un riesgo; ya que los asuntos internos deben ser tratados por los que lo conforman. Por otra parte, el método de internas cerradas consiste en incluir la participación de los miembros del partido de manera directa en unos comicios celebrados para ese fin, tiene como característica común el que los afiliados sean los encargados de elegir a los candidatos; el método de selección por órganos colegiados internos es el mecanismo que mayor antigüedad ha tenido, ya que sólo busca la participación de los miembros delegados a través de órganos colegiados (la Asamblea Nacional de cada partido la que realiza la selección de candidatos, o bien, se selecciona una postulación con la aprobación de los dos tercios del Consejo General, para después ser aprobada por los militantes del partido, o bien, el Consejo General es el que tiene a su cargo la elección y proclamación de su candidato); y, finalmente, el método de liderazgo del partido se da cuando la elección del candidato a puesto de elección popular, se realiza por el líder del partido. En este contexto, se debe mencionar la necesidad de instituir la democratización de la selección de candidatos, que vaya encaminada a abrir procesos de elecciones internas, en 61 las que los afiliados a los partidos puedan intervenir en la elección de sus líderes. No obstante, no debe reservarse en exclusiva a los Estatutos la fijación de las normas sobre la designación de candidatos si quiere evitarse que prevalezcan procedimientos oligárquicos contrarios a la participación de los afiliados en esta faceta de la actividad partidista (Satrustegui, 1996: 78). En el caso español, pocos partidos han iniciado cambios democratizadores, entre los que se destaca el procedimiento denominado “selección de primarias”,21 establecido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)22 (artículo 37, De la normativa de selección de candidatos y candidatas en los diferentes procesos electorales, en Normativa Reguladora de los Cargos Públicos). El proceso de selección de primarias consiste en que los candidatos son elegidos directamente entre los afiliados; ahí fundamenta su democratización aplicando el método de internas cerradas, que a su vez se compone de dos directrices: prime 21 22 ro, aquella en que participan sólo militantes de base (para selección de candidaturas a la Presidencia del Gobierno de la Nación, las Presidencias de las Comunidades Autonómicas, Presidencias de las Ciudades Autonómicas, Presidencias de los Cabildos, Presidencias de los Consejos Insulares, Presidencias de Juntas Generales y Alcaldías de ciertos municipios); segundo, aquella directriz en que participarán en la selección de candidaturas simpatizantes y militantes para integrar las listas de procesos electorales legislativos (las Cortes Generales: Diputados y Senadores), y Parlamentarios Autonómicos, Elecciones municipales. Cabe mencionar que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con la implementación de este método de selección de candidatos y el reconocimiento de algunos principios fundamentales para la formulación de sus candidaturas a cargos públicos, ha dado un giro en su funcionamiento y organización, ya que ahora basa la formulación de sus listas de candidatos tomando como cri- En el movimiento constitucional europeo posterior a la Primera Guerra Mundial fue ganando terreno la idea de regular legalmente los procesos electorales internos de los partidos políticos, como antecedentes se encuentra la Constitución de la República de Checoslovaquia (1920), por su parte, la legislación y jurisprudencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1921), preveía la posibilidad de regular las elecciones primarias de los partidos políticos para la selección de sus candidatos. No obstante, actualmente en diversos países se realiza en forma alguna la elección de primarias para elegir a sus candidatos, por ejemplo, Partido Demócrata australiano, los Partidos Demócrata y Republicano en Estados Unidos, el Partido Laboralista y el Partido Likud en Israel, los Partidos Laboralista y Conservador en Gran Bretaña, el Partido Conservador Progresista en Canadá, Partidos belgas, el Partido Conservador y la UDF en Francia. Introdujo selecciones primarias en 1998, a raíz de la crisis vivida al interior del PSOE desde los años 90, la cual generó polémica en el entorno político, ya que se vislumbra la necesidad de cambiar el modelo tradicional de partido que ha resultado imperante en las democracias occidentales de finales de siglo XX. Así, en el 35 Congreso del PSOE, se aprobó la disposición adicional segunda “el partido adoptará el sistema de primarias, las listas abiertas y la limitación de mandos”. 62 terios la igualdad entre afiliados, la paridad democrática, la renovación generacional, la representatividad y proyección social de sus candidatos, principio y mérito, acatamiento al Código Ético. De aquí, que el “sistema de primarias” puede convertir en eficaces aquellos principios que suponen una profundización en la democracia y que conducen a la superación de una estructura organizativa obsoleta y cerrada, ya que propicia la participación política de los individuos y por tanto el ejercicio del derecho de sufragio pasivo frente a la naturaleza de asociación privada de ciudadanos con una determinada ideología. Concretamente, los resultados en un principio fueron sorprendentes cuando a finales de los noventa, en los momentos de crisis interna en el PSOE, Joaquín Almunia abrió la puerta a la elección directa de candidatos, entre todos los afiliados. José Borrell ganó por sorpresa a Almunia en 1998. Ese mismo año, Nicolás Redondo venció a Rosa Díez en las primarias en el País Vasco y José Luis Rodríguez Zapatero se impuso a Bono en el Congreso del 2000. Lo cierto es que seis años después de la introducción de las primarias en el PSOE, sólo tres municipios —Soria, Coslada (Madrid) y Torrevieja (Alicante)— han optado por este procedimiento para elegir a sus candidatos municipales. Y eso que se podrían haber celebrado primarias en 136 ciudades ya que los estatutos del PSOE contemplan ese sistema para las capitales de provincia y los municipios con más de 50.000 habitantes. Es claro que la perspectiva sobre este procedimiento, que ha sido abordado en los estatutos del Partido Socialista Obrero Español, supuso un primer paso hacia la transformación que los partidos han de experimentar en su organización interna, pero que viene a ser el referente para las disciplinas legislativas que necesitan los países democráticos y como ha puesto de relieve Diego Valadés: “la regulación de los partidos propende a incorporar normas que garanticen su democracia interna y su probidad pública” (1998: 85). Justamente por eso, para ser funcionales en un sistema democrático, los partidos políticos tienen que practicar un mínimo de democracia interna, tienen que disponer de unos mecanismos institucionalizados de selección de dirigentes en el que esté presente la participación de la militancia. La existencia de estos mecanismos es la condición sine qua non de la legitimidad y de la eficacia del partido. 63 Por otra parte, el proceso de selección de candidatos a cargos públicos que establece el Partido Popular (PP) en sus estatutos encuentra sustento en el método de órganos colegiados internos, lo que implica que la selección de candidatos estará a cargo de los órganos de gobierno del partido, como lo es la Junta Directiva23 (artículo 32.2, Estatuto del Partido Popular), quien designa al candidato del Partido Popular a la Presidencia del Gobierno de la Nación y, a su vez, los Comités Electorales (artículos 48 y 49, Estatuto del Partido Popular), en sus respectivos ámbitos (nacional, regional, provincial, insular y local) tienen la competencia para elaborar y aprobar las candidaturas; la nacional (elabora y aprueba la candidatura del Partido al Parlamento Europeo, aprueba candidaturas en las elecciones legislativas y autonómicas y en las municipales de capitales de provincia designa a candidatos a las Presidencias de Gobiernos de las Comunidades Autónomas, Presidencias de las Diputaciones, Alcaldías de las capitales de provincias y ratifica los candidatos de senadores que designen los Comités Electorales Regionales); el Comité Electoral Regional 23 elabora y propone las candidaturas al órgano Legislativo de la Comunidad Autónoma, designa a los candidatos a Senador y aprueba todas las candidaturas municipales. En definitiva, la democratización para la selección de candidatos a cargos públicos que emplea el Partido Popular (PP), a través de órganos colegiados, supone como consecuencia beneficios y desventajas, en primer instancia, tiene como beneficio el hecho de que sean los órganos colegiados los que tomen las decisiones de elegir al candidato, al ser el órgano que integra territorialmente a los diversos ámbitos de la organización partidista y teóricamente garantiza la representación de los miembros del partido, pero a su vez tiene argumentos que desfavorecen su democratización, como una mayor centralización en el proceso de toma de decisiones, dejando a sus afiliados fuera de una participación directa y real; en consecuencia, este tipo de mecanismo se puede considerar inverosímil para la democracia y de escasa transparencia en la vida interna de la organización partidista. La Junta Directiva Nacional se integra por: Los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, Treinta vocales elegidos por el Congreso Nacional, los Diputados, senadores y Parlamentarios Europeos, Presidentes provinciales, insulares y regionales, Presidentes y portavoces de las Asambleas Legislativas de las Comunidades y Ciudades Autónomas, los Presidentes de Diputaciones, consejos y Cabildos Insulares, el Secretario General de Nuevas Generaciones y sus Presidentes regionales y nueve miembros elegidos por el Comité Ejecutivo Nacional, los Ministros de Gobierno, los Comisarios Europeos, los Secretarios Regionales, los Presidentes de los Comités Ejecutivos de las Organizaciones del Partido en el exterior. 64 De acuerdo con los estatutos del PP, es la Junta Directiva Nacional del partido la que designa el candidato a la presidencia del Gobierno. A nivel europeo, autonómico y municipal es el Comité Electoral Nacional, presidido por Javier Arenas, el que elabora, designa o ratifica a la cabeza de lista. En conclusión, existe un carácter más democrático de las elecciones de candidatos por el procedimiento de primarias que la designación por la dirección de los partidos, a pesar de las objeciones relativas que destacan especialmente el riesgo de que la competencia interna haga cristalizar divisiones internas. Control de órganos electos En términos generales, para considerar que existe una correcta democratización interna de los partidos políticos en todo ordenamiento (constitucional, legal o estatutario), se requiere no sólo del reconocimiento de diversos derechos fundamentales a los afiliados y de métodos que permitan la participación directa de los afiliados para la selección de candidatos a cargos públicos, sino también se requiere de garantías que hagan posible su efectividad frente a los poderes públicos y no públicos (como son los partidos políticos o en su caso los particulares). Lo que se traduce, siguiendo la teoría expuesta por Ferrajoli, como la relación entre derechos y sus garantías, derechos que consisten en expectativas negativas o positivas a las que corresponden obligaciones (de prestación) o prohibiciones (de lesión), y garantías conformadas por dos matices, “garantías primarias” que revisten obligaciones y prohibiciones y “garantías secundarias” que refiere a la obligación de reparar o sancionar judicialmente las lesiones de los derechos (Ferrajoli, 2001: 26), es decir, las violaciones de sus garantías primarias, en virtud de la cual la ausencia de las correspondientes garantías equivale, en cambio, a una inobservancia de los derechos positivamente estipulados. Lo que implica la exigencia de controles para hacer efectivo el respeto y la garantía de los derechos fundamentales en el interior del partido, así como la viabilidad de sanciones para el caso de la violación a su estructura funcional y de organización (Cárdenas, 1996: 43), controles que no deben vulnerar el principio de autodeterminación que le asiste al partido político. Hipótesis que presenta un aparente dilema: lograr el equilibrio entre dos valores fundamentales que resultan antagónicos en su naturaleza: el derecho de los afiliados a la participación democrática en la formación 65 de la voluntad partidaria y el derecho de autoorganización que recae en los partidos políticos, porque el rango y el peso de cada concreto valor jurídico, en especial de los derechos fundamentales son determinados teniendo presente que el derecho fundamental existe junto a otros bienes jurídicos (Häberle, 2003: 36). Por ello, hay que solucionar las colisiones recíprocas entre los mencionados derechos por medio de la ponderación, en cuyo respeto se debe preservar la existencia de un ámbito libre de interferencias, libre de los órganos del poder público en la organización y en el funcionamiento interno de los partidos, pero, como es sabido, no es concebible un derecho fundamental que no sea limitado por bienes jurídicos de igual y superior valor y que no esté provisto, por tanto, en un “límite general” (Häberle, 2003: 38); en el caso de los partidos políticos ese derecho de autoorganización tiene un límite: el derecho de los propios afiliados a participar democráticamente en su organización y funcionamiento que, a su vez, reclama la tutela judicial efectiva de los derechos fundamentales de asociación y afiliación. De tal manera, que para garantizar la salvaguarda de los derechos fundamentales de los afiliados, así 66 como la viabilidad de sanciones, se hará efectiva a través de un control jurisdiccional proyectado en dos directrices: un control jurisdiccional indirecto de los actos internos de los partidos políticos para asegurar su apego al principio democrático, a través de la impugnación de algún acto de autoridad administrativa basado en el respectivo acto partidario o le otorgue eficacia jurídica al mismo, y a su vez, un control jurisdiccional directo mediante la impugnación de determinado acto partidario que se estime violatorio de derechos políticos de alguno de los afiliados (Orozco Henríquez, 2003). Lo que implica que los partidos políticos podrán tener órganos internos y neutrales de carácter jurisdiccional con competencia para conocer de impugnaciones sobre la violación a los derechos fundamentales de sus afiliados, con respecto a las decisiones que adopten los órganos ejecutivos y que contravengan intereses jurídicos, aunque también se plantea en relación con el control de la exigencia de un funcionamiento interno democrático relativo a la posibilidad de que ese control sea llevado a cabo por los órganos jurisdiccionales del Estado (González, 1992: 61). En este escenario, los estatutos del PSOE han establecido tres órganos con carácter jurisdiccional: la Comisión Federal de Ética y Garantías, encargada de garantizar los derechos de las personas afiliadas, a través de informes, dictámenes y recursos establecidos estatutariamente; la Comisión Ejecutiva Federal, con la facultad de dar apertura al expediente disciplinario e iniciar el procedimiento que haya producido hechos constitutivos de infracción; y, finalmente, la Comisión de Garantías Electorales, facultada para resolver recursos sobre procesos electorales internos. Por su parte, el PP crea, a través de sus estatutos, el Comité de Derechos y Garantías, el órgano encargado de garantizar el ejercicio de los derechos de los afiliados, instruir y resolver los procedimientos disciplinarios que en el orden interno se siga contra los afiliados del partido. No obstante, frente a las resoluciones emitidas por los órganos jurisdiccionales dependientes de los partidos políticos, cabe impugnación respecto de actos de partidos políticos relacionados con su democracia interna, por la presunta violación de los derechos fundamentales de los afiliados, ya sea en forma directa donde se combata determinado acto interno partidario, y/o indirecta, a través del acto de autoridad adminis- trativa electoral, que se base, convalide u otorgue eficacia al respectivo acto partidario. Así, pues, ante falta de tribunales electorales especializados, corresponde a la jurisdicción civil ordinaria conocer de impugnaciones directas de los afiliados en contra de actos de su partido político, en tanto la jurisdicción contenciosa administrativa, perteneciente al Tribunal Supremo, actuará contra actos de la autoridad administrativa que se fundamenten en los estatutos partidarios. A su vez, el Tribunal Constitucional conocerá del recurso de amparo frente a presuntas violaciones de los derechos fundamentales que procedan de particulares (partidos políticos), utilizando la vía jurisdiccional ordinaria. Asimismo, el Tribunal Supremo en Sala Especial (artículo 61 de la Ley Orgánica del Poder Judicial) conocerá de los procesos de declaración de ilegalidad y consecuente disolución de los partidos políticos. Con lo aquí señalado, es posible afirmar que las garantías jurisdiccionales a las que todo afiliado tiene derecho y que prevén los estatutos del Partido Socialista Obrero Español y Partido Popular, así como las leyes ordinarias, no han sido lo suficientemente claras para garantizar la seguridad jurídica y la legalidad en el funcionamiento de los partidos, por 67 lo que es necesario prevenir el riego de un excesivo activismo judicial, mediante la exigencia del agotamiento previo de los recursos disponibles ante los órganos internos del partido24 y ,por consiguiente, el recurso ante el tribunal correspondiente (ordinario o constitucional), para garantizar de esta manera que los actos y decisiones internas del propio partido que fuesen consideradas ilegales o por el desconocimiento de algún derecho encuentren su alcance en el control jurisdiccional. Conclusión Después de haber analizado los estatutos de los dos principales partidos políticos españoles (Partido Socialista Obrero Español y Partido Popular), se puede dilucidar si la democratización en el interior de los partidos resulta ser una utopía o está latente en las normas estatutarias. Al respecto, resulta atrevido calificar como eficaces a los estatutos de estos dos importantes partidos en España. Lo que se puede apreciar, al menos en forma teórica, es que los afiliados tienen reconocidos sus derechos fundamentales en mayor o menor medida; basta echar un 24 vistazo a la praxis política partidaria, donde los partidos se encuentran costeando el precio de sus errores: creciente alejamiento, desafección e incredulidad por parte de la ciudadanía, escasa militancia, corrupción interna, ausencia de debate real dentro y fuera de los partidos. Y es que, como acertadamente enuncia Andrés de Francisco (2002), el problema de la democracia interna de los partidos es que la idea misma de la democracia; su historia, su sentido, su necesidad se ha olvidado y los intereses fuertemente organizados en su interior no tienen gana alguna de rescatarlo del olvido. No obstante, el menoscabo de la democracia interna implica reformas a fondo a fin de fortalecer sus estatutos o programas del partido, ya que las bases y la sociedad las exige para la construcción de una vida democrática. Ante ello, es insoslayable tener presente que la existencia de una Democracia interna real se fundamenta en una dicotomía de elementos entre la eficacia que debe imperar en la Constitución, Ley Orgánica y en la norma interna estutaria y a su vez, en la concerniente a su eficacia en el plano del funcionamiento de la vida interna de los partidos y es que El control jurisdiccional de los actos disciplinarios de los partidos políticos deben de acatar lo establecido en el Art. 24 CE, procedimiento que debe observar las garantías de defensa y debido proceso “ámbito procedimental o formal”. 68 los remedios no se encuentran por eso en una ley que subordine a los partidos a su control estatal […] sino en el esfuerzo de restituir a los partidos a una vida vinculada con las masas populares, a una reactivación de la vida democrática de base que intente combatir el anulamiento del hombre-masa y restablezca mecanismos de formación de la voluntad popular y de transformación de la voluntad política a través de los partidos (Basso, 1996: 54). Resulta ser casi una utopía ya que los partidos son por su propia naturaleza y por la de sus funciones que tienen que cumplir organizaciones bastante resistentes a la democratización (Blanco, 1998: 20). 69 Bibliografía • Alzaga Villaamil, Oscar, Ignacio Gutiérrez Gutiérrez. 2002. Derecho político español, según la Constitución de 1978. II. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces. • Aruego Rodríguez, Gonzalo. 2005. Representación política, y derecho fundamental. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. • Barrat, Jordi i Esteve. 1995. Los procesos de selección de candidatos en los partidos. Cuadernos de cátedra Fabrique Furió Ceriol, núm. 13. • • • Basso, Lelio. 1966. “Il partito nell¨ordinamento democratic”. La regolaziones legistativi, Tomo I. Giuffrè, Miláno: Instituto per la documentazione e gli studi legistativi, Indageni sul partito político. 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