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§6.
REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN
DEL ESTADO EN VENEZUELA: EL DESPRECIO A LA SUPREMACÍA
Y RIGIDEZ CONSTITUCIONAL, LA CREACIÓN DEL ESTADO
COMUNAL Y LA DESCONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO
CONSTITUCIONAL*
ALLAN R. BREWER-CARÍAS
Profesor Emérito de la Universidad Central de Venezuela
SUMARIO
I. LA SUPREMACÍA Y RIGIDEZ CONSTITUCIONAL EN LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO Y EL DERECHO
CIUDADANO A DICHA SUPREMACÍA.—II. EL DESPRECIO A LA RIGIDEZ CONSTITUCIONAL EN LA
PRÁCTICA CONSTITUCIONAL VENEZOLANA: LA «REFORMA CONSTITUCIONAL» DE 2007 QUE FUE
RECHAZADA POR EL PUEBLO. La reforma constitucional de 2007 sancionada por la Asamblea
Nacional pero rechazada por el pueblo. 2. La renuncia por parte del juez constitucional a
controlar el fraude a la Constitución perpetrado con la reforma constitucional de 2007.
—III. LAS RECHAZADAS REFORMAS CONSTITUCIONALES PROPUESTAS SOBRE LA ORGANIZACIÓN
DEL ESTADO (FEDERAL) Y SU INCONSTITUCIONAL IMPLEMENTACIÓN POSTERIOR EN FRAUDE A LA
VOLUNTAD POPULAR. 1. El rechazo popular al establecimiento de una «doctrina bolivariana»
como doctrina del Estado socialista que se proponía establecer, abandonando la representatividad democrática. 2. El rechazo popular a la eliminación de la Federación y a la descentralización política como forma de Estado, y a la creación de un Estado Comunal o del Poder
Popular.—IV. LA DESCONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO CONSTITUCIONAL EN MATERIA DE
ORGANIZACIÓN TERRITORIAL.
I. LA SUPREMACÍA Y RIGIDEZ CONSTITUCIONAL EN LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO
Y EL DERECHO CIUDADANO A DICHA SUPREMACÍA
Las Constituciones se sancionan por el pueblo como normas supremas y rígidas
que solo el pueblo puede modificar, para determinar la organización del Estado y declarar los derechos fundamentales. Por ello, el principio ya elemental de que la supremacía constitucional y de la rigidez de la Constitución que ubica sus normas fuera del
alcance del legislador ordinario.
Ello incluso se expresa en el propio texto de las Constituciones como es el caso de
la de Venezuela de 1999, que declara que la misma «es la norma suprema y el funda* Trabajo preparado para el Libro Homenaje a Santiago Muñoz Machado, Reforma Constitucional
y Organización del Estado, Madrid, 2015.
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mento del ordenamiento jurídico» (art. 7) asignando a todos los jueces «la obligación
de asegurar la integridad de esta Constitución», y de aplicar sus previsiones con preferencia a cualquier otra norma (art. 334) 1, y en particular al Tribunal Supremo de Justicia la de garantizar «la supremacía y efectividad de las normas y principios constitucionales» (art. 335). La misma Constitución, además, la garantía de su rigidez para asegurar
que siendo producto de la voluntad popular, su reforma o modificación esté fuera del
alcance del legislador ordinario, estableciendo, en cambio, mecanismos y procedimientos específicos para las reformas y enmiendas constitucionales, y para la reforma total
mediante una Asamblea Constituyente, que solo pueden realizarse con participación
popular (arts. 340-349).
Estas declaraciones dan origen, ante todo, al que quizás es el principal derecho
ciudadano que es el derecho a la Constitución misma y a su supremacía 2, lo que implica
el derecho a que el texto fundamental no pierda vigencia, ni sea violado; el derecho a
que no pueda ser reformado o modificado mediante los procedimientos previstos en la
Constitución; y el derecho a poder controlar la constitucionalidad de todos los actos
estatales que atenten contra dichos derechos.
El principio de la supremacía constitucional fue el gran y principal aporte de la
revolución norteamericana al constitucionalismo moderno 3, y su desarrollo progresivo
ha sido el fundamento de los sistemas de justicia constitucional en el mundo contemporáneo, incluyendo los destinados a la protección, amparo o tutela de los derechos y libertades consagrados en las Constituciones. Recordemos que sobre el mismo, Alexander Hamilton en El Federalista, al referirse al papel de los jueces como intérpretes de la
ley, señaló en 1788:
«Una Constitución es, de hecho, y así debe ser vista por los jueces, como ley fundamental, por tanto, corresponde a ellos establecer su significado así como el de cualquier acto proveniente del cuerpo legislativo. Si se produce una situación irreconocible
entre los dos, por supuesto, aquel que tiene una superior validez es el que debe prevalecer; en otras palabras, la Constitución debe prevalecer sobre las leyes, así como la intención del pueblo debe prevalecer sobre la intención de sus agentes» 4.
De esta afirmación, además del poder de los jueces para poder controlar la constitucionalidad de las leyes, se destaca la afirmación esencial de que si la Constitución es
1
Me correspondió proponer en la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 la consagración en
forma expresa de dichos principios constitucionales en los artículos 7 y 334. Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS,
Debate Constituyente (Aportes a la Asamblea Nacional Constituyente), tomo II (9 septiembre-17 octubre
1999), Fundación de Derecho Público-Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1999, pág. 24.
2
Al tema me he referido en diversos trabajos, y entre ellos, en el libro de ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Mecanismos nacionales de protección de los derechos humanos (Garantías judiciales de los derechos
humanos en el derecho constitucional comparado latinoamericano), Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José, 2005, págs. 74 y ss.
3
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Reflexiones sobre la Revolución Americana (1776), la Revolución
Francesa (1789) y la Revolución Hispanoamericana (1810-1830) y sus aportes al constitucionalismo moderno, Colección Derecho Administrativo n.º 2, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2008.
4
The Federalist (ed. por B.F. Wrigth), Cambridge, Mass. 1961, págs. 491-493.
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producto de la voluntad popular, los gobernantes no pueden reformar la Constitución
sino en la forma como el pueblo lo dispone en el propio texto, pues lo contrario significaría como lo destacó Hamilton en el mismo trabajo que: «los representantes del pueblo son superiores al pueblo mismo». De allí este derecho a la Constitución y a su supremacía, como derecho al respecto de la propia, el cual, por lo demás, en Venezuela
tiene sus antecedentes en el propio texto de la Constitución Federal de los Estados de
Venezuela de 21 de diciembre de 1811 5, que fue la primera Constitución moderna en el
mundo hispano y americano, al expresar en su artículo 227, no solo su carácter de «Ley
Suprema del Estado en toda la extensión de la Confederación», sino la obligación de
todas de todos, autoridades y ciudadanos de obedecerlas sus previsiones «religiosamente sin excusa ni pretexto alguno»; declarando a la vez que «las leyes que se expiden
contra el tenor de ella no tendrán ningún valor sino cuando hubieren llenado las condiciones requeridas para una justa y legítima revisión y sanción».
Estos mecanismos de revisión constitucional, como formas específicas de manifestación del poder constituyente derivado, se han regulado en Venezuela siempre con
participación popular, mediante la adopción de enmiendas y reformas que siempre requieren de su aprobación popular por la vía de referendo, o a través de la convocatoria
de una Asamblea Nacional Constituyente por iniciativa popular (arts. 340 a 341).
Cualquier reforma o modificación de la Constitución mediante otros mecanismos,
sería completamente ilegítimo, dando en su caso derecho al pueblo a rebelarse, como lo
expresa el propio texto de la Constitución de 1999, al declarar que «el pueblo venezolano, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad,
desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos» (art. 350). Esta
norma es el fundamento constitucional contemporáneo del derecho a la desobediencia
civil 6, cuyo antecedente remoto, sin embargo, se puede ubicar en el artículo 35 de la
Constitución francesa de 1793, que era el último de los artículos de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano que la precedía, en el cual se estableció que
«cuando el gobierno viole los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y
5
La que fue la primera Constitución nacional sancionada en Hispano América. Véase ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, Las Constituciones de Venezuela, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas,
2008, tomo I.
6
Sobre la desobediencia civil y el artículo 350 de la Constitución de Venezuela, véase: MARÍA L.
ÁLVAREZ CHAMOSA y PAOLA A. A. YRADY, «La desobediencia civil como mecanismo de participación
ciudadana», en Revista de Derecho Constitucional, n.º 7 (enero-junio). Editorial Sherwood, Caracas,
2003, págs. 7-21; ANDRÉS A. MEZGRAVIS, «¿Qué es la desobediencia civil?», en Revista de Derecho
Constitucional, n.º 7 (enero-junio), Editorial Sherwood, Caracas, 2003, págs. 189-191; &ARIE PICARD DE
ORSINI, '()*+-./023-)*/+ 23/032 ./ 42 ./+)5/.-/*3-2 3-6-4 3)7) -*+8097/*8) ./ 42 ./7)3023-2:, /* El
Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías, tomo I,
Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, págs. 535-551; y ELOÍSA AVELLANEDA y LUIS SALAMANCA, «El artículo 350 de la Constitución: derecho de rebelión, derecho resistencia
o derecho a la desobediencia civil», en El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje
al Profesor Allan R. Brewer-Carías, tomo I, Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones,
Madrid, 2003, págs. 553-583.
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para cada porción del pueblo, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de
los deberes».
Pero por supuesto, ese derecho a la rebelión en el Estado constitucional, tiene un
sustituto y es el derecho a la justicia constitucional. Es decir, como lo recordó Sylvia
Snowiss en su análisis histórico sobre los orígenes de la justicia constitucional de Norteamérica, los sistemas de control de constitucionalidad efectivamente surgieron como
un sustituto a la revolución 7, en el sentido de que si los ciudadanos tienen derecho a la
supremacía constitucional como pueblo soberano, cualquier violación de la Constitución podría dar lugar a la revocatoria del mandato a los representantes o a su sustitución por otros, en aplicación del derecho a la resistencia o revuelta que defendía John
Locke 8. Antes del surgimiento del Estado de Derecho, en caso de opresión de los derechos o de abuso o usurpación del poder, la revolución era la vía de solución a los conflictos entre el pueblo y los gobernantes. Como sustituto de la misma, sin embargo,
precisamente surgió el poder atribuido a los jueces para dirimir los conflictos constitucionales entre los poderes constituidos o entre estos y el pueblo. Esa es, precisamente,
la tarea del juez constitucional, quedando configurada la justicia constitucional como la
principal garantía al derecho ciudadano a la supremacía constitucional, de manera que
si esta no funciona o es inoperante para proteger la voluntad popular, surge entonces
de nuevo el derecho a la rebelión del pueblo.
En todo caso, todas estas no son más que manifestaciones del derecho que los ciudadanos tienen a la Constitución y a su supremacía, que es necesario continuar reafirmando y consolidando, sobre todo ante regímenes que en fraude a la Constitución y a
la propia democracia, han venido usando sus propias normas para violarlas y demoler
las bases de la democracia, tal como ha venido ocurriendo en Venezuela en estos comienzos del siglo XXI.
En efecto, en la Constitución de 1999, el principio de la rigidez de la Constitución
se reflejó en la previsión de procedimientos específicos para la revisión de la Constitución, proscribiendo que puedan realizarse modificaciones a la Constitución por la
Asamblea Nacional mediante el solo procedimiento de formación de las leyes, y exigiéndose siempre para cualquier revisión constitucional, la participación del pueblo
como poder constituyente originario 9.
Esos procedimientos son: las Enmiendas Constitucionales, las Reformas Constitucionales y la Asamblea Nacional Constituyente, según la importancia de las modifica7
Véase SILVIA SNOWISS, Judicial Review and the Law of the Constitution, Yale University Press,
1990, pág. 113.
8
Véase JOHN LOCKE, Two Treatises of Government (ed. Peter Laslett), Cambridge UK, 1967,
págs. 211 y 221 y ss.
9
Véase sobre este tema ALLAN R. BREWER-CARÍAS, «Reforma Constitucional y Control de Constitucionalidad», en Reforma de la Constitución y control de constitucionalidad. Congreso Internacional,
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá Colombia, Bogotá, 2005, págs. 108-159; y en Libro Homenaje
al Padre José Del Rey Fajardo S.J., Fundación de Derecho Público, Universidad Valle del Momboy,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas Valera, 2005, tomo II, págs. 977-1011. Igualmente, ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, «Modelos de revisión constitucional en América Latina», en Boletín de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales, enero-diciembre 2003, n.º 141, año LXVV, Caracas, 2004, págs. 115-154.
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ciones a la Constitución, de manera que para la aprobación de las «enmiendas» se estableció la sola participación del pueblo como poder constituyente originario manifestado
mediante referendo aprobatorio; para la aprobación de la «reforma constitucional» se
estableció la participación de uno de los poderes constituidos —la Asamblea Nacional— y, además, del pueblo como poder constituyente originario manifestado mediante referendo; y para la revisión constitucional mediante una «Asamblea Nacional Constituyente», se estableció la participación del pueblo como poder constituyente
originario, para primero, decidir mediante referendo su convocatoria, y segundo, para
la elección de los miembros de la Asamblea Constituyente 10.
De lo anterior resulta que no puede utilizarse uno de los procedimientos de revisión constitucional para fines distintos a los regulados en la propia Constitución, pues
de lo contrario, se incurriría en un fraude constitucional 11, tal como ocurrió precisamente con la reforma constitucional sancionada en fraude a la Constitución 12 por la
Asamblea Nacional el 2 de noviembre de 2007, y que a pesar de que fue rechazada por
voto popular en el referendo del 2 de diciembre de 2007; posteriormente y en fraude a
la voluntad popular, fue implementada mediante leyes sin que el juez constitucional se
hubiese pronunciado
II.
EL DESPRECIO A LA RIGIDEZ CONSTITUCIONAL EN LA PRÁCTICA CONSTITUCIONAL
VENEZOLANA: LA «REFORMA CONSTITUCIONAL» DE 2007 QUE FUE RECHAZADA
POR EL PUEBLO
Sin embargo, a pesar de estas previsiones constitucionales tan precisas, la práctica
política y constitucional venezolana en los últimos tres lustros lo que mostró fue un
desprecio abierto al principio de la rigidez constitucional y por tanto, a la supremacía
constitucional, habiéndose modificado o intentado modificar la Constitución por me10
Sobre el significado de estos procedimientos, véase sentencia n.º 1140 de la Sala Constitucional
de 5-19-2000, en Revista de Derecho Público, n.º 84, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000.
11
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en la sentencia n.º 74 de 25-1-2006
señaló que un fraude a la Constitución ocurre cuando se destruyen las teorías democráticas «mediante el procedimiento de cambio en las instituciones existentes aparentando respetar las formas y
procedimientos constitucionales», o cuando se utiliza «del procedimiento de reforma constitucional
para proceder a la creación de un nuevo régimen político, de un nuevo ordenamiento constitucional,
sin alterar el sistema de legalidad establecido, como ocurrió con el uso fraudulento de los poderes
conferidos por la ley marcial en la Alemania de la Constitución de Weimar, forzando al Parlamento
a conceder a los líderes fascistas, en términos de dudosa legitimidad, la plenitud del poder constituyente, otorgando un poder legislativo ilimitado»; y que un falseamiento de la Constitución ocurre
cuando se otorga «a las normas constitucionales una interpretación y un sentido distinto del que
realmente tienen, que es en realidad una modificación no formal de la Constitución misma», concluyendo con la afirmación de que «Una reforma constitucional sin ningún tipo de límites, constituiría un
fraude constitucional». Véase en Revista de Derecho Público, n.º 105, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 2006, págs. 76 y ss.
12
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Reforma constitucional y fraude a la Constitución (1999-2009),
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 2009.
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dios y procedimientos distintos, es decir, en fraude a la Constitución 13. Esto ocurrió,
destacadamente en 2007 cuanto se intentó aprobar una «reforma constitucional» que
requería la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, procedimiento inconstitucional que el juez constitucional se negó a controlar; y más descaradamente
aún, a partir de 2008, luego del rechazo popular de la reforma mencionada, mediante
su implementación a través de leyes y decretos leyes.
En efecto, la reforma constitucional propuesta tocaba los aspectos esenciales de la
organización del Estado Constitucional, que conforme a la Constitución de 1999, se
encuentra estructurado como un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia
con la forma de un Estado federal descentralizado 14, sobre la base de tres bases político-constitucionales:
En primer lugar, un sistema de control de poder, al establecer el principio fundamental de la separación de poderes entre cinco y no sólo tres poderes del Estado,
pues además de los clásicos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, se han incluido el Poder
Electoral y el Poder Ciudadano, regularizándose la autonomía de viejos órganos
constitucionales; y un sistema de distribución vertical del Poder Público en tres niveles territoriales, entre el Poder Nacional, el Poder de los Estados y el Poder Municipal
(art. 136), cada uno con autonomía política y debiendo tener siempre un gobierno de
carácter «electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos
revocables».
En segundo lugar, un sistema político democrático, de democracia representativa
mediante la elección de los representantes por sufragio directo, universal y secreto, es
decir, de democracia indirecta, que siempre posibilita la participación política, enriquecida con elementos de democracia directa, al preverse todos los tipos imaginables de
referendos (aprobatorios, abrogatorios y revocatorios), las consultas populares y las
asambleas de ciudadanos.
En tercer lugar, un sistema económico conforme a un modelo económico de economía mixta, basado en el principio de la libertad como opuesto al de economía dirigida, similar al que existe en todos los países contemporáneos desarrollados de Occidente 15, con la participación del Estado como promotor del desarrollo económico,
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Reforma constitucional y fraude a la Constitución (1999-2009),
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 2009; y «Reforma Constitucional y fraude a la
Constitución: el caso de Venezuela 1999-2009», en PEDRO RUBÉN TORRES ESTRADA y MICHAEL NÚÑEZ
TORRES (coordinadores), La reforma constitucional. Sus implicaciones jurídicas y políticas en el contexto
comparado, Cátedra Estado de Derecho, Editorial Porrúa, México, 2010, págs. 421-533. Véanse además todos los estudios sobre los decretos-leyes de 2008 y la implementación fraudulenta de la reforma
constitucional rechazada en 2007, publicados en la Revista de Derecho Público, n.º 115 (Estudios sobre
los decretos-leyes), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2008.
14
Véase el estudio de la Constitución en cuanto a la regulación de este modelo de Estado Constitucional en ALLAN R. BREWER-CARÍAS, La Constitución de 1999. Derecho Constitucional venezolano,
2 tomos, Caracas, 2004.
15
Véase sobre la Constitución Económica, lo que hemos expuesto en ALLAN R. BREWER-CARÍAS,
La Constitución de 1999. Derecho Constitucional Venezolano, tomo II, Editorial Jurídica venezolana,
Caracas, 2004, págs. 53 y ss.; y en «Reflexiones sobre la Constitución Económica» en Estudios sobre la
13
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regulador de la actividad económica, y planificador con la participación de la sociedad
civil. En definitiva, es un sistema de economía social de mercado que se basa en la libertad económica, pero que debe desenvolverse conforme a principios de justicia social.
Ese sistema estatal de Estado Federal Descentralizado Democrático Social de Derecho y de Justicia, y su sistema de economía mixta, como se dijo, fue precisamente el
que se trató de cambiar radicalmente, mediante una propuesta formulada por el presidente de la República en 2007, para sustituirlo por un sistema de Estado Socialista,
centralizado, Militarista y Policial 16 montado sobre los siguientes tres sistemas políticos
constitucionales antagónicos a los del Estado Constitucional:
Primero, un sistema de concentración del Poder del Estrado en el Poder Ejecutivo,
con el apoyo militar; y además, por la completa centralización del poder por el desmantelamiento de la federación y la minimización del régimen municipal.
En segundo lugar, un sistema democrático exclusivamente de democracia directa,
excluyente de la representatividad y el sufragio.
Y en tercer lugar, un sistema de economía socialista de planificación centralizada
donde desaparecía de la Constitución la garantía de la libertad económica y se reformaba el artículo relativo al derecho de propiedad, de manera de eliminar su garantía. Estos
cambios, al decir de voto salvado emitido por uno de los magistrados que más contribuyeron en los años recientes desde el Tribunal Supremo, al afianzamiento del régimen
autoritario, constituía, ni más ni menos, que una «transformación de la estructura del
Estado, particularmente «al limitar la propiedad privada solo sobre bienes de uso, es
decir aquellos que una persona utiliza (sin especificarse en cuál forma); o de consumo,
Constitución Española. Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría, Madrid, 1991, págs. 3.839 a
3.853. Véase, además, HENRIQUE MEIER, «La Constitución económica», en Revista de Derecho Corporativo, vol. 1, n.º 1. Caracas, 2001, págs. 9-74; DAGMAR ALBORNOZ, «Constitución económica, régimen
tributario y tutela judicial efectiva», en Revista de Derecho Constitucional, n.º 5 (julio-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas, 2001, págs. 7-20; ANA C. NÚÑEZ MACHADO, «Los principios económicos de
la Constitución de 1999», en Revista de Derecho Constitucional, n.º 6 (enero-diciembre), Editorial
Sherwood, Caracas, 2002, págs. 129-140; CLAUDIA BRICEÑO ARANGUREN y ANA C. NÚÑEZ MACHADO,
«Aspectos económicos de la nueva Constitución», en Comentarios a la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, Vadell Hermanos, Editores, Caracas, 2000, págs. 177 y ss.
16
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Hacia la Consolidación de un Estado Socialista, Centralizado,
Policial y Militarista. Comentarios sobre el sentido y alcance de las propuestas de reforma constitucional
2007, Colección Textos Legislativos, n.º 42, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2007; ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, La reforma constitucional de 2007 (Comentarios al Proyecto inconstitucionalmente sancionado por la Asamblea Nacional el 2 de noviembre de 2007), Colección Textos Legislativos, n.º 43,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007; «Estudio sobre la propuesta presidencial de reforma
constitucional para la creación de un Estado Socialista, Centralizado y Militarista en Venezuela (análisis del anteproyecto presidencial, agosto 2007», en Anuario da Facultade de Dereito da Universidade da
Coruña, Revista jurídica interdisciplinaria internacional, Con. 12, La Coruña, 2008, págs. 87-125; «Hacia la creación de un Estado Socialista, Centralizado y Militarista en Venezuela. Análisis de la propuesta presidencial de reforma constitucional», en Estudios Jurídicos, volumen XIII, enero 2004-diciembre
2007, Asociación Hipólito Herrera Billini, Santo Domingo, República Dominica, 2008, págs. 17-66;
«Estudio sobre la propuesta presidencial de reforma constitucional para la creación de un Estado Socialista, Centralizado y Militarista en Venezuela (agosto 2007)», Revista de Derecho Público», n.º 111,
(julio-septiembre 2007), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007, págs. 7-42.
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que no es otra cosa que los fungibles» 17, la cual, sin duda, requería de una revisión
constitucional mediante una Asamblea Constituyente.
1. La reforma constitucional de 2007 sancionada por la Asamblea Nacional pero
rechazada por el pueblo
Como se ha dicho, a pesar de la previsión expresa de los procedimientos para la
reforma constitucional antes indicados, el presidente Hugo Chávez, en enero de 2007,
al tomar posesión de su segundo mandato presidencial (2007-2013), anunció al país que
propondría una serie de reformas a la Constitución de 1999. Para ello, asignó a un
Consejo Presidencial para la Reforma de la Constitución 18, presidido por la presidenta
de la Asamblea Nacional e integrado por todos los altos funcionarios del Estado (presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Defensor del Pueblo, procuradora general de
la República, y fiscal general de la República, entre otros), comprometiendo así de antemano a todos los Poderes Públicos, la elaboración del proyecto, indicándole en forma
expresa que se debía realizar «de conformidad con los lineamientos del jefe de Estado
en estricta confidencialidad» (art. 2) 19. Es decir, el Consejo no tenía libertad alguna de
pensamiento, y su trabajo debía desarrollarse en estricta confidencialidad, lo que de por
sí es contrario a los principios que deben guiar cualquier reforma constitucional en un
país democrático.
Las reformas se refirieron a muchos aspectos esenciales del régimen de organización del Estado y de los derechos fundamentales (por ello se requería de la convocatoria
una Asamblea Constituyente), y entre ellas, las que apuntaban a desmontar definitivamente las bases constitucionales del Estado democrático, entre ellas, la forma federal
del Estado, que en Venezuela tiene más de doscientos años de tradición, que ha estado
basada en un esquema de descentralización política que distribuye el poder público,
que aun cuando en forma precaria 20, distribuye el Poder Público entre tres niveles políticos territoriales: el nacional (la República), el de los Estados y el municipal. Va a ser
17
Véase voto salvado a la sentencia n.º 2042 de la Sala Constitucional de 2 de noviembre de 2007
en la cual se declaró inadmisible un amparo constitucional ejercido contra el presidente de la República y la Asamblea Nacional, con motivo de la inconstitucional «reforma constitucional» de 2007, en
Revista de Derecho Público, n.º 112 (Estudios sobre la reforma constitucional), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007, págs. 642 y ss.
18
Véase Decreto n.º 5138 de 17-1-2007, Gaceta Oficial, n.º 38.607, de 18-1-2007.
19
Ello también lo declaró públicamente, además, la presidenta de la Asamblea Nacional al instalarse el Consejo. Véase en El Universal, 20-2-2007.
20
Ello lo advertimos apenas se sancionó la Constitución en ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Federalismo
y municipalismo en la Constitución de 1999 (Alcance de una reforma insuficiente y regresiva), Cuadernos
de la Cátedra Allan R. Brewer Carías de Derecho Público, n.º 7, Universidad Católica del Táchira, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas-San Cristóbal, 2001; y «El Estado federal descentralizado y la centralización de la federación en Venezuela. Situación y perspectiva de una contradicción constitucional»
en Federalismo y regionalismo, coordinadores Diego Valadés y José María Serna de la Garza, Universidad Nacional Autónoma de México, Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, Serie Doctrina Jurídica n.º 229, México, 2005, págs. 717-750.
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básicamente en relación con este aspecto de la reforma constitucional rechazada e inconstitucionalmente implementada, al cual limitaremos los comentarios de este trabajo,
siguiendo la pauta de los organizadores para el Libro Homenaje a nuestro amigo Santiago Muñoz Machado, en el cual con gusto participamos, tratando un tema respecto de
Venezuela, que sería paralelo lo que en España sería el régimen del Estado autonómico
y sus reformas.
En efecto, las pautas para la reforma constitucional en Venezuela de 2007 fue dada
en diversos discursos y alocuciones del presidente de la República, comenzando por su
«Discurso de Presentación del Anteproyecto de reforma a la Constitución ante la
Asamblea Nacional» en agosto de 2007 21, en el cual señaló con toda claridad que el
objetivo central de la reforma que estaba proponiendo era «la construcción de la Venezuela bolivariana y socialista» 22; para sembrar «el socialismo en lo político y económico» 23, lo que —dijo— no se había hecho en la Constitución de 1999. Cuando esta se
sancionó —agregó el jefe de Estado— «no proyectábamos el socialismo como camino»,
añadiendo que «así como el candidato Hugo Chávez repitió un millón de veces en
1998, «Vamos a Constituyente», el candidato presidente Hugo Chávez dijo: «Vamos al
Socialismo», y presumió entonces que «todo el que votó por el candidato Chávez, votó
por ir al socialismo» 24.
Por ello, el Anteproyecto de Constitución que presentó ante la Asamblea Nacional,
era para «la construcción del Socialismo bolivariano, el Socialismo venezolano, nuestro
Socialismo, nuestro modelo socialista» 25, cuyo «núcleo básico e indivisible» era «la comunidad», «donde los ciudadanos y las ciudadanas comunes, tendrán el poder de construir su propia geografía y su propia historia» 26. Y todo ello bajo la premisa de que
«solo en el socialismo será posible la verdadera democracia» 27, pero por supuesto, una
21
Véase Discurso de Orden pronunciado por el ciudadano Comandante Hugo Chávez Frías, Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela en la conmemoración del Ducentécimo
Segundo Aniversario del Juramento del Libertador Simón Bolívar en el Monte Sacro y el Tercer Aniversario del Referendo Aprobatorio de su mandato constitucional, Sesión especial del día miércoles 15 de
agosto de 2007, Asamblea Nacional, División de Servicio y Atención legislativa, Sección de Edición,
Caracas, 2007.
22
Ídem, pág. 4.
23
Ídem, pág. 33.
24
Ídem, pág. 4. Es decir, se pretende imponer al 56% de los votantes que no votaron por la reelección presidencial, la voluntad expresada por solo el 46% de los votantes inscritos en el Registro
Electoral que votaron por la reelección del presidente. Según las cifras oficiales del CNE, en las elecciones de 2006, de un universo de 15.784.777 votantes inscritos en el Registro Electoral, solo 7.309.080
votaron por el presidente.
25
Véase Discurso…, pág. 34.
26
Ídem, pág. 32.
27
Ídem, pág. 35. Estos conceptos se recogen igualmente en la Exposición de Motivos para la Reforma Constitucional, agosto 2007, donde se expresa la necesidad de «ruptura del modelo capitalista
burgués» (pág. 1), de desmontar la superestructura que le da soporte a la producción capitalista»
(pág. 2); de «dejar atrás la democracia representativa para consolidar la democracia participativa y
protagónica» (pág. 2); de «crear un enfoque socialista nuevo» (pág. 2) y «construir la vía venezolana al
socialismo» (pág. 3); de producir «el reordenamiento socialista de la geopolítica de la Nación» (pág. 8);
de la «construcción de un modelo de sociedad colectivista» y «el Estado sometido al poder popular»
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«democracia» sin representación que, como lo propuso el presidente y fue sancionado
por la Asamblea Nacional en la rechazada reforma del artículo 136 de la Constitución,
decía que «no nace del sufragio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de
los grupos humanos organizados como base de la población». Es decir, se buscaba establecer una «democracia» que no era democracia, pues en el mundo moderno no hay
ni ha habido democracia sin elección de representantes.
La reforma, por tanto, apuntaba a la conformación de un Estado del Poder Popular o del Poder Comunal, o Estado Comunal, estructurado sobre la base de unos Consejos Comunales que ya se habían creado por ley y al margen de la Constitución en
2006 28, como unidades u organizaciones sociales no electas mediante sufragio universal,
directo y secreto y sin autonomía territorial, supuestamente dispuestos para canalizar la
participación ciudadana, pero conforme a un sistema de conducción centralizado desde
la cúspide del Poder Ejecutivo Nacional.
Dicho Estado Comunal se proponía además que funcionase como un Estado bajo
una doctrina «bolivariana» que se identificaba como el «Socialismo del siglo XXI», como
doctrina oficial, sustituyendo al sistema plural de libertad de pensamiento y acción que
siempre había existido en el país y, en particular, sustituyendo la libertad económica y el
Estado de economía mixta, por un sistema de economía estatista y colectivista, de capitalismo de Estado, sometido a una planificación centralizada, minimizando el rol del
individuo y eliminando todo vestigio de libertad económica y de propiedad privada 29.
Para ello, en la reforma propuesta solo se reconocía y garantizaban las siguientes «diferentes formas de propiedad»: «La propiedad pública» que era «aquella que pertenece a
los entes del Estado»; la propiedad social que era aquella «que pertenece al pueblo en su
conjunto y las futuras generaciones»; «la propiedad colectiva» que era «la perteneciente
a grupos sociales o personas, para su aprovechamiento, uso o goce en común»; «la propiedad mixta» que era «la conformada entre el sector público, el sector social, el sector
colectivo y el sector privado, en distintas combinaciones»; y «la propiedad privada» que
era «aquella que pertenece a personas naturales o jurídicas y que se reconoce sobre bienes de uso, consumo y medios de producción legítimamente adquiridos».
(pág. 11); de «extender la revolución para que Venezuela sea una República socialista, bolivariana», y
para «construir la vía venezolana al socialismo; construir el socialismo venezolano como único camino
a la redención de nuestro pueblo» (pág. 19).
28
Ley de Consejos Comunales, Gaceta Oficial n.º 5806 Extra.,10-4-2006. Véase ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, «El inicio de la desmunicipalización en Venezuela: La organización del Poder Popular
para eliminar la descentralización, la democracia representativa y la participación a nivel local», en
AIDA, Ópera Prima de Derecho Administrativo. Revista de la Asociación Internacional de Derecho Administrativo, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores de Acatlán, Coordinación de Postgrado, Instituto Internacional de Derecho Administrativo «Agustín Gordillo», Asociación Internacional de Derecho Administrativo, México, 2007, págs. 49 a 67.
29
Véase el Proyecto de Exposición de Motivos para la Reforma Constitucional, Presidencia de la
República, Proyecto Reforma Constitucional. Propuesta del Presidente Hugo Chávez Agosto 2007. El
texto completo fue publicado como Proyecto de Reforma Constitucional. Versión atribuida al Consejo
Presidencial para la reforma de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Caracas, Atenea, 1 de julio de 2007.
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
…
Se trataba de una transformación de aspectos esenciales y fundamentales del Estado, como nunca antes había acaecido en la historia constitucional de Venezuela, para
establecer un Estado socialista, centralizado, policial y militarista, lo que solo podía
hacerse mediante el procedimiento de convocatoria de una Asamblea Constituyente, y
nunca por el de la «reforma constitucional» que sin embargo fue el utilizado en fraude
a la Constitución, engañando al pueblo 30. La reforma, en efecto, buscaba:
Primero, transformar el Estado en un Estado Socialista, con una doctrina política
oficial de carácter socialista, que se denomina además como «doctrina bolivariana», con
lo cual se eliminaba toda posibilidad de pensamiento distinto al oficial y, por tanto, toda
disidencia, pues la doctrina política oficial se incorporaba en la Constitución, como
política y doctrina del Estado y la Sociedad, constituyendo un deber constitucional de
todos los ciudadanos cumplir y hacerla cumplir. Con ello, se sentaban las bases para la
criminalización de la disidencia.
Segundo, transformar el Estado en un Estado Centralizado, de poder concentrado
bajo la ilusión del Poder Popular, lo que implicaba la eliminación definitiva de la forma
federal del Estado, imposibilitando la participación política y degradando la democracia
representativa; todo ello, mediante la supuesta organización de la población para la participación en los Consejos del Poder Popular, como los Comunales, que son instituciones sin autonomía política alguna, cuyos miembros se declaraba que no eran electos, y
que son controlados desde la Jefatura del gobierno y para cuyo funcionamiento, el instrumento preciso era el partido único que el Estado ha tratado de crear durante 2007.
Tercero, transformar el Estado en un Estado de economía estatista, socialista y centralizada, propia de un capitalismo de Estado, con lo que se eliminaba la libertad económica y la iniciativa privada, y desaparecía la propiedad privada, que con la reforma
hubieran dejado de ser derechos constitucionales, dándosele al Estado la propiedad de
los medios de producción, la planificación centralizada y la posibilidad de confiscar
bienes de las personas materialmente sin límites, configurándolo como un Estado del
cual todo dependía, y a cuya burocracia quedaba sujeta la totalidad de la población.
Ello chocaba, sin embargo, con las ideas de libertad y solidaridad social que se proclamaban en la propia Constitución, sentando las bases para que el Estado sustituyera a la
propia sociedad y a las iniciativas particulares, minimizándoselas.
Cuarto, transformar el Estado en un Estado Policial (represivo), con la tarea fundamental de someter a toda la población a la doctrina oficial socialista y «bolivariana», y
velar que la misma se cumpliera en todos los órdenes, lo que se aseguraba mediante la
regulación, con acentuado carácter regresivo y represivo del ejercicio de los derechos
civiles en situaciones de excepción, previéndose amplios márgenes de restricción y suspensión.
Quinto, transformar el Estado en un Estado Militarista, dado el rol que se le daba
a la «Fuerza Armada Bolivariana» en su configuración y funcionamiento, toda sometida
30
Sobre el concepto de fraude a la Constitución véase la sentencia de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, n.º 74 de 25-1-2006, en Revista de Derecho Público n.º 105, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 2006, págs. 76 y ss.
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al jefe de Estado, y con la creación del nuevo componente de la Milicia Popular Bolivariana 31.
Dada lo fundamental de esas reformas, la propuesta en 2007 fue de carácter fraudulento, como lo advirtieron reiteradamente diversas instituciones representativas del
país 32, e incluso algún magistrado del Tribunal Supremo de Justicia lo observó 33, la cual
Véase sobre estas reformas, ALLAN R. BREWER-CARÍAS, La reforma constitucional de 2007 (Comentarios al proyecto inconstitucionalmente sancionado por la Asamblea Nacional el 2 de noviembre de
2007), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007.
32
En tal sentido se pronunciaron, por ejemplo, las Academias de Medicina, Ciencias Políticas y
Sociales, y de Ingeniería y el Hábitat (23-10-2007, El Universal); la Conferencia Episcopal Venezolana
(19-10-2007, El Nacional), el Instituto de Previsión Social del Abogado, los Colegios de Abogados de
Distrito Capital, de los Estados Miranda, Aragua, Cojedes, Falcón, Lara, Guárico, Carabobo y la Confederación de Profesionales Universitarios de Venezuela (2-11-2007). Incluso, es significativo que el día 5
de noviembre de 2007, el general Raúl Baduel, quien fuera ministro de la Defensa del presidente Chávez
hasta julio de 2007, se hubiera pronunciado públicamente sobre el tema advirtiendo sobre el proceder de
los Poderes Ejecutivo y Legislativo «que innecesariamente y de forma atropellada, mediante procedimientos fraudulentos, quieren imponer una propuesta que requiere una consulta más amplia a través de
una Asamblea Nacional Constituyente»; que con ello, ambos Poderes «le están quitando poder al pueblo
alterando los valores, los principios y la estructura del Estado sin estar facultados para ello, ya que el Poder Constituyente reside en el pueblo y es el único capaz de llevar a cabo un cambio de esa magnitud»,
que «esta propuesta de reforma sólo le está quitando poder al pueblo por dos vías, primero, porque
usurpa de manera fraudulenta el Poder Constituyente del pueblo y segundo, porque las autoridades de la
nueva geometría del poder que se crearía no serían elegidas por el pueblo»; y que «de culminar este proceso con la aprobación del mismo por las vías propuestas y la Asamblea Nacional, se estaría consumando
en la práctica un golpe de Estado, violando de manera descarada el texto constitucional y sus mecanismos
e introduciendo cambios de manera fraudulenta», El Universal, Caracas, 6-11-07.
33
El magistrado Jesús Eduardo Cabrera se refirió al tema en términos precisos en su voto salvado a
la sentencia n.º 2042 de la Sala Constitucional de 2 de noviembre de 2007, antes citada, así: 1. En sentencia de 24 de enero de 2002, con ponencia de quien suscribe esta Sala expreso: «Las directrices del Estado
Social de Derecho, inciden sobre las libertades económicas y sobre el derecho de propiedad…». Igualmente el fallo citado acotó: «No es que el Estado Social de Derecho propende a un Estado Socialista, o
no respete la libertad de empresa o el derecho de propiedad…»; sin embargo, puede «restringir la propiedad con fines de utilidad pública o interés general, o limitar legalmente la libertad económica por razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otros de interés social
(art. 112 constitucional)». Apuntó igualmente el fallo citado que el Estado Social persigue mantener un
equilibrio entre clases, o entre el Estado y los ciudadanos. Ahora bien, los artículos 70, 113, 158, 168, 184,
300, 318 y 321 del Anteproyecto para la primera reforma constitucional propuesta por el presidente de la
República, plantea la construcción del socialismo, de la democracia socialista. En criterio de quien disiente, un sistema de organización social o económico basado en la propiedad y administración colectiva o
estatal de los medios de producción, como lo es básicamente el socialista, en sus distintas concepciones,
cual es el propuesto en el Proyecto de Reforma, chocaría con lo que quien suscribe, y la propia Sala, era
considerado Estado Social, y ello —en criterio del disidente— puede afectar toda la estructura y los
principios fundamentales del Texto Constitucional, hasta el punto que un nuevo ordenamiento jurídico
tendría que ser creado para desarrollar la construcción del socialismo. No es que Venezuela no puede
convertirse en un Estado Socialista. Si ello lo decide el pueblo, es posible; pero a juicio del voto salvante,
tal logro sería distinto al que la Sala ha sostenido en el fallo de 24 de enero de 2002 (Caso: Créditos Indexados) y ello conduciría no a una reforma de la Constitución sino a una nueva Constitución, la cual
debería ser votada por el Poder Constituyente Originario. Al menos, en nuestro criterio esto es la consecuencia del fallo n.º 85 de 24 de enero de 2002». Véase sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala
Constitucional n.º 2042 del 2 de noviembre de 2007, Caso Néstor Luis Romero Méndez en http://www.tsj.
gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2042-021107-07-1374.htm.
31
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…
encajaba precisamente en los términos usados por el propio Tribunal Supremo al referirse al «uso fraudulento de los poderes conferidos por la ley marcial en la Alemania de
la Constitución de Weimar, forzando al Parlamento a conceder a los líderes fascistas, en
términos de dudosa legitimidad, la plenitud del poder constituyente, otorgando un poder legislativo ilimitado» 34.
De nada valió, sin embargo, que el procedimiento constitucional utilizado se hubiese impugnado mediante toda suerte de acciones judiciales (amparo e inconstitucionalidad) ante el Tribunal Supremo, pues la Sala Constitucional del mismo, muy consciente y deliberadamente se negó y se abstuvo de controlar la constitucionalidad del
procedimiento utilizado, razón por la cual la reforma sancionada por la Asamblea Nacional fue sometida a referendo el 2 de diciembre de 2007, habiendo sin embargo sido
rechazada por el pueblo 35.
2.
La renuncia por parte del juez constitucional a controlar el fraude a la Constitución
perpetrado con la reforma constitucional de 2007
Como se ha dicho, lo más insólito de todo el fraudulento procedimiento seguido
para sancionar la rechazada «reforma constitucional» para desmantelar al Estado
constitucional y federal, fue sin duda la renuncia de la Jurisdicción constitucional a
ejercer el control de la constitucionalidad del mismo, y en particular, del acto ejecutivo
del presidente de la República de presentación del anteproyecto de reforma ante la
Asamblea Nacional el 15 de agosto de 2007; del acto legislativo de esta sancionando el
proyecto el día 2 de noviembre de 2007, y del acto político de convocatoria a referendo
del Consejo Nacional Electoral el mismo día, cuando por las trasformaciones fundamentales que contenía, lo que exigía era la convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente.
Dichos actos estatales, como se dijo, se impugnaron de inconstitucionalidad, y en
todos los casos, las sentencias dictadas por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo entre octubre y noviembre de 2007, desconocieron el derecho ciudadano a la su34
Véase la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia n.º 74 de 25-12006, en Revista de Derecho Público, n.º 105, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2006, págs. 76 y ss.
35
Tomando en cuenta los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral en día 2 de
diciembre en la noche, de un universo de más de 16.109.664 electores inscritos, solo acudieron a votar
9.002.439 votantes, lo que significó un 44,11% de abstención; y de los electores que votaron, votaron
por rechazar la reforma (voto NO) por el Bloque de artículos marcado A, 4.504.354 votantes, con
50,70% y por el Bloque de artículos marcado B, 4.522.332 votantes, con 51,05%. Es decir, solo votaron por aprobar la reforma (voto SÍ), por el bloque A 4.379.392 votantes, con 49,29%; y por el bloque
B 4.335.136 votantes con 48,94%. Ello equivale a que solo el 28% del universo de los electores inscritos en el Registro Electoral votaron por aprobar la reforma constitucional. En dicho referendo, por
tanto, en realidad, no fue que «triunfó» el voto NO por poco margen, como aludió el presidente de la
República, Hugo Chávez, sino que lo que ocurrió fue que su propuesta de reforma fue rechazada por
el 72% de los electores inscritos, quienes, o votaron por el NO (50,7%), o simplemente no acudieron
a votar para pronunciarse por la reforma.
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premacía constitucional y a la tutela judicial efectiva, declarando las acciones como
inadmisibles e «improponibles». Se consideró, en algunos casos, que los recurrentes
carecían de legitimación, a pesar de tratarse en unos casos de acciones de amparo en
protección de derechos colectivos o difusos, contrariando doctrina de la propia Sala,
como la sentada en sentencia que había suspendido las elecciones generales en mayo
de 2000, en beneficio «tanto para las personas naturales y organizaciones que han
solicitado la protección de amparo constitucional como para todos los electores en su
conjunto» 36; y en otros casos, se consideró que los actos impugnados eran actos de
«trámite» de un proceso complejo desarrollado en etapas sucesivas, es decir, que no
producían efectos jurídicos externos, ni gravamen a los derechos de los ciudadanos,
concluyendo que solamente podían ser impugnados concluido el procedimiento una
vez efectuado el referendo aprobatorio, y por supuesto, si la reforma resultaba aprobada 37.
Estas sentencias, en todo caso, desde el inicio ya habían sido anunciadas por la
propia presidenta del Tribunal Supremo, quien, además, era miembro del Consejo Presidencial para la Reforma Constitucional, y quien dos días después de que el presidente
de la República presentara su Anteproyecto de reforma ante la Asamblea, ya se había
adelantado a cualquier posible y previsible impugnación por inconstitucionalidad de la
iniciativa presidencial y del trámite parlamentario, emitiendo opinión anticipada impunemente, prejuzgando cualquier asunto. Dijo, en efecto, que dejaba «en claro que la
Sala Constitucional no tramitará ninguna acción relacionada con las modificaciones al
texto fundamental, hasta tanto estas no hayan sido aprobadas por los ciudadanos en el
referendo», agregando que «cualquier acción debe ser presentada después del referendo cuando la reforma ya sea norma, porque no podemos interpretar una tentativa de
36
Véase sentencia de la Sala Constitucional n.º 483 de 29-5-2000, Caso: «Queremos Elegir»
y otros, en Revista de Derecho Público, n.º 82, Caracas, 2000, Editorial Jurídica Venezolana,
págs. 489-491.
37
La primera sentencia en la materia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional fue
la n.º 1974, de 23-10-2007, Caso José Ignacio Guedez Yépez en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/
Octubre/1974-231007-07-1055.htm. Véase además, entre otras: sentencia del Tribunal Supremo de
Justicia en Sala Constitucional n.º 2042 del 2 de noviembre de 2007, Caso Néstor Luis Romero Méndez
en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2042-021107-07-1374.htm; sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional n.º 2108 del 7 de noviembre de 2007, Caso Jorge Paz
Nava y otros en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2108-071107-07-1484.htm; sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional n.º 2147 del 13 de Noviembre de 2007,
Caso Rafael Ángel Briceño, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2147-131107-071476.htm; sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional n.º 2191 del 22 de noviembre de 2007, Caso Yvett Lugo Urbaéz en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2191-221107-07-1605.htm (Criterio reiterado también en las sentencias 2108/2007; 2147/2007 y
2189/2007 de esta misma Sala); sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional
n.º 2193 del 22 de Noviembre de 2007, Caso Luis Hueck Henríquez en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2193-221107-07-1641.htm; sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala
Constitucional, n.º 2198 del 23 de noviembre de 2007, Caso Moisés Troconis Villareal en http://www.
tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2198-231107-07-1645.htm; Sentencia del Tribunal Supremo
de Justicia en Sala Constitucional n.º 2211 de 29-11-2007, Caso Claudia Nikken y Flavia Pesci Feltri, en
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2211-291107-07-1617.htm.
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
…
norma. Después de que el proyecto sea una norma podríamos entrar a interpretarla y a
conocer las acciones de nulidad» 38.
Y eso fue, precisamente, lo que decidió la Sala Constitucional en su sentencia
n.º 2189 de noviembre de 2007 (Caso Confederación de Profesionales Universitarios de
Venezuela (CONFEPUV) y otros), (Ponente: Arcadio Delgado Rosales), en la cual participó la magistrado presidenta, pues no se inhibió como hubiera correspondido en un
Estado de Derecho al haber adelantado públicamente opinión sobre lo decidido comprometiendo su imparcialidad 39, declarando como «improponible» la acción de inconstitucionalidad contra el acto de la Asamblea Nacional que había sancionado la reforma
constitucional 40; «inventando» así incluso una nueva categoría de decisiones de la Jurisdicción Constitucional, distinta a la inadmisibilidad, o a declarar sin lugar la acción, con
lo que en definitiva se negó el derecho mismo de acceso a la justicia y a obtener tutela
judicial.
Sin embargo, y a pesar de todas estas inconstitucionalidades y abstención del juez
constitucional, como se dijo, fue el pueblo el que rechazó la inconstitucional reforma
constitucional planteada en 2007.
III.
LAS RECHAZADAS REFORMAS CONSTITUCIONALES PROPUESTAS SOBRE LA ORGANIZACIÓN
ESTADO (FEDERAL) Y SU INCONSTITUCIONAL IMPLEMENTACIÓN POSTERIOR EN
DEL
FRAUDE A LA VOLUNTAD POPULAR
S>? embargo, el rechazo popular a la reforma expresado en el referendo de diciembre de 2007 de nada valió, pues las mismas, todas, fueron implementadas violándose la
Constitución y en fraude a la voluntad popular.
En efecto, como se ha dicho, dicha reforma constitucional de 2007, tocaba las bases fundamentales de la organización del Estado en Venezuela, en particular, en relación con la ampliación constitucional de la llamada «doctrina bolivariana»; con la
sustitución del Estado democrático y social de derecho por el Estado Socialista, desmantelando el sistema económico de economía mixta; y con la eliminación de la descentralización como política de Estado supuestamente en aras de la participación política,
la cual por otra parte se limitaba. Y todas ellas, a pesar del rechazo popular, fueron inconstitucionalmente implementadas.
38
Reseña del periodista Juan Francisco Alonso, en El Universal, Caracas, 18-8-07.
Conforme al artículo 8 del Código de Ética del Juez, «La imparcialidad constituye supuesto
indispensable para la correcta administración de justicia, y por ello el magistrado… juez… que se hallare incurso en alguna causal de inhibición o recusación o viere comprometida su imparcialidad por
alguna circunstancia previa o sobreviniente al proceso del cual deba conocer, debe separarse inmediatamente del mismo sin esperar a que se le recuse».
40
Véase la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional n.º 2189 de 22 de
noviembre de 2007, Caso Confederación de Profesionales Universitarios de Venezuela (CONFEPUV) y
otros, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/2189-221107-07-1596.htm.
39
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1. El rechazo popular al establecimiento de una «doctrina bolivariana» como doctrina
del Estado socialista que se proponía establecer, abandonando la representatividad
democrática
En efecto, entre las innovaciones que había introducido la Constitución de 1999,
había estado el cambio de la denominación de la República de Venezuela por el de
«República Bolivariana de Venezuela» (art. 1), lo cual por supuesto nada tenía que ver
con Simón Bolívar y su pensamiento, habiendo obedecido en su momento a una motivación estrictamente político-partidaria, partisana o partidista 41, vinculada al partido
«bolivariano» que Chávez estaba construyendo, y que como denominación no se podía
utilizar para identificar un partido político 42.
En 2007, en todo caso, el presidente de la República pasó a otro estadio, y lo que
quiso fue entonces identificar la doctrina bolivariana, no con el pensamiento del Libertador, sino con el modelo socialista de sociedad y Estado, buscando que el «bolivarianismo» pasara a ser su ideología política. Por ello propuso denominar, por ejemplo, a todos
los componentes de la Fuerza Armada como «bolivariana» (arts. 156,8; 236,6; 328 y
329), a la cual se le asignaba el cumplimiento de su misión de defensa que debía realizar
«mediante el estudio, planificación y ejecución de la doctrina militar bolivariana».
La reforma fue rechazada, pero sin embargo, a partir de 2008, mediante decreto-ley
contentivo de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Bolivariana43, el gobierno comenzó a
implementarla sistemáticamente, adoptándose oficialmente la denominación de las Fuerzas Armadas como «Bolivarianas», incluso con la creación de un componente adicional,
la «Milicia Bolivariana», y la creación adicional de la Policía Nacional Bolivariana.
También, posteriormente, en 2010, mediante la sanción de la Ley Orgánica del
Poder Popular 44, se estableció que «la organización y participación del pueblo en el
ejercicio de su soberanía se inspira en la doctrina del Libertador Simón Bolívar, y se rige
41
Véase lo que expusimos en ALLAN R. BREWER-CARÍAS, La Constitución de 1999, Editorial Arte,
Caracas, 1999, págs. 44 y ss.
42
De acuerdo con la Ley de Partidos Políticos, Gaceta Oficial n.º 27.725, de 30-4-1965, los partidos políticos no pueden usar los nombres de los próceres ni los símbolos de la patria. La organización
política que el presidente había formado antes de la campaña presidencial de 1998, se llamó el Movimiento Bolivariano 2000, nombre que no podía ser usado. Por ello, el partido político que fundó se
denominó Movimiento V República.
43
Véase Decreto-Ley n.º 6.239, de Ley Orgánica de la Fuerza Armada Bolivariana, en Gaceta
Oficial n.º 5.933, Extra., de 21 de octubre de 2009. Véase, en general, Alfredo Arismendi A., «Fuerza
Armada Nacional: Antecedentes, evolución y régimen actual», en Revista de Derecho Público, n.º 115
(Estudios sobre los decretos leyes), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2008, págs. 187-206; Jesús
María Alvarado Andrade, «La nueva Fuerza Armada Bolivariana (Comentarios a raíz del Decreto
n.º 6.239, con rango, valor y fuerza de Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana)», id.,
págs. 207-214.
44
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.011 Extra. de 21-12-2010. Véase en general sobre estas leyes,
ALLAN R. BREWER-CARÍAS,CLAUDIA NIKKEN, LUIS A. HERRERA ORELLANA, JESÚS MARÍA ALVARADO ANDRA@
DE, JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ y ADRIANA VIGILANZA, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y el Estado
Comunal (Los consejos comunales, las comunas, la sociedad socialista y el sistema económico comunal)
Colección Textos Legislativos n.º 50, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2011.
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por los principios y valores socialistas» (art. 5) 45. Ello, por supuesto, era históricamente
insostenible pues no hay forma alguna de poder vincular «la doctrina del Libertador
Simón Bolívar» con los principios y valores socialistas. En la obra de Bolívar y en relación con su concepción del Estado nada puede encontrarse al respecto 46, no siendo la
norma sino una pretensión más de continuar manipulando el «culto» a Bolívar para
justificar los autoritarismos, como tantas veces ha ocurrido antes en nuestra historia 47.
Por lo demás, no hay que olvidar que si algo hubiese habido de socialismo en las ideas
de Bolívar, Karl Marx, quien una década después de haber publicado su obra fundamental sobre el comunismo, en conjunto con Engels, que fue La ideología alemana 48,
escribió la entrada sobre Simón Bolívar en la Nueva Enciclopedia Americana editada en
Nueva York 49, lo habría advertido. Lejos de ello, dicho trabajo de Marx más bien, ha
sido uno de los escritos más críticos sobre Bolívar que se conocen en la bibliografía
bolivariana.
Por otra parte, vinculado a la doctrina bolivariana, con la propuesta de reforma
constitucional se buscó sustituir al Estado democrático y social de derecho y de justicia
previsto en el texto de 1999, por un Estado Socialista o del Poder Popular, a cuyo efecto en el artículo 16 de la Constitución de buscó crear las comunas y comunidades como
«el núcleo territorial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano»; en el artículo 70, al definirse los medios de participación se pretendió indicar que era solo «para
la construcción del socialismo», haciéndose mención a las diversas asociaciones «constituidas para desarrollar los valores de la mutua cooperación y la solidaridad socialista»;
45
La misma expresión se utilizó en la Ley Orgánica de las Comunas respecto de la constitución,
conformación, organización y funcionamiento de las mismas (art. 2); en la Ley Orgánica de los Consejos Comunales respecto de los mismos (art. 1), y en la Ley Orgánica de Contraloría Social (art. 6).
46
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, «Ideas centrales sobre la organización el Estado en la Obra del
Libertador y sus Proyecciones Contemporáneas» en Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, n.º 9596, enero-junio 1984, págs. 137-151.
47
Así fue el caso de Antonio Guzmán Blanco en el siglo XIX, y de Cipriano Castro, Juan Vicente
Gómez, Eleazar López Contreras y Marcos Pérez Jiménez en el siglo XX. John Lynch ha señalado sobre
esto que «el tradicional culto a Bolívar ha sido usado como ideología de conveniencia por dictadores
militares, culminando con los regímenes de Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras; quienes al
menos respetaron, más o menos, los pensamientos básicos del Libertador, aun cuando tergiversaron su
significado». Concluye Lynch señalando que en el caso de Venezuela, en la actualidad, el proclamar al
Libertador como fundamento de las políticas del régimen autoritario, constituye una distorsión de sus
ideas. Véase John Lynch, Simón Bolívar: A Life, Yale University Press, New Haven 2007, pág. 304.
Véase también, Germán Carrera Damas, El culto a Bolívar, esbozo para un estudio de la historia de las
ideas en Venezuela, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1969; Luis Castro Leiva, De la patria
boba a la teología bolivariana, Monteávila, Caracas, 1987; Elías Pino Iturrieta, El divino Bolívar. Ensayo
sobre una religión republicana, Alfail, Caracas, 2008; Ana Teresa Torres, La herencia de la tribu. Del mito
de la independencia a la Revolución bolivariana, Editorial Alfa, Caracas, 2009. Sobre la historiografía en
relación con estos libros véase Tomás Straka, La épica del desencanto, Editorial Alfa, Caracas, 2009.
48
Véase en KARL MARX y FREDERICH ENGELS, «The German Ideology», en Collective Works,
vol. 5, International Publishers, New York, 1976, pág. 47. Véanse además los textos pertinentes en
http://www.educa.madrid.org/cms_tools/files/0a24636f-764c-4e03-9c1d-6722e2ee60d7/Texto%20
Marx%20y%20Engels.pdf
49
Véase el trabajo de Karl Marx en The New American Cyclopaedia, vol. III, 1858, sobre «Bolivar
y Ponte, Simón», en http://www.marxists.org/archive/marx/works/1858/01/bolivar.htm
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en el artículo 112 se propuso establecer sobre el modelo económico del Estado, que era
para crear «las mejores condiciones para la construcción colectiva y cooperativa de una
economía socialista»; en el artículo 113 se buscó regular la constitución de «empresas
mixtas o unidades de producción socialistas»; en el artículo 158, se buscó eliminar toda
mención a la descentralización como política nacional, y al contrario definir como política nacional, «la participación protagónica del pueblo, restituyéndole el poder y creando las mejores condiciones para la construcción de una democracia socialista»; en el
artículo 168 relativo al municipio, se buscó precisar la necesidad de incorporar «la
participación ciudadana a través de los Consejos del Poder Popular y de los medios de
producción socialista»; en el artículo 184 se buscó orientar el vaciamiento de competencias de los Estados y municipios para permitir «la construcción de la economía socialista»; en el artículo 299, relativo al régimen socioeconómico de la República, se pretendió
establecer que el mismo se debía fundamentar «en los principios socialistas»; en el artículo 300 relativo a la creación de empresas públicas, se pretendió precisar que ello era
solo «para la promoción y realización de los fines de la economía socialista»; en el artículo 318, sobre el sistema monetario nacional en el cual se pretendió indicar que el
mismo era solopara el «logro de los fines esenciales del Estado Socialista», todo de
acuerdo con el Plan de Desarrollo Integral de la Nación cuyo objetivo, se pretendía
regular que era «para alcanzar los objetivos superiores del Estado Socialista»; y en el
artículo 321 sobre el régimen de las reservas internacionales, respecto de las cuales los
fondos de las mismas se pretendió que fueran solo para «el desarrollo integral, endógeno, humanista y socialista de la Nación».
Todas estas reformas, que fueron todas rechazadas por el pueblo, fueron sin
embargo sistemáticamente implementadas, evidentemente, en forma inconstitucional
y en fraude a la voluntad popular, una vez que el gobierno adoptó un definitivo signo
marxista, tal como resultó de la declaración del propio presidente de la República a
comienzos de 2010, de asumir el marxismo 50, todo lo cual fue incorporado también
ese mismo año 2010, en la Declaración de Principios del partido oficial 51. Y esa implementación se hizo mediante la sanción de una multitud de leyes y, sobre todo, de
decretos-leyes dictados por el gobierno, en todas las áreas a las que se referían las
propuestas, decretándose una transformación radical del Estado, estableciendo un
Estado Socialista por el cual nadie había votado, y más bien había sido rechazado.
Todo se hizo estableciendo un Estado paralelo al Estado Constitucional, denominado
Estado Comunal o del Poder Popular, que ha afectado sensiblemente la organización
territorial del Estado. Ello afectó por ejemplo a los municipios (Ley Orgánica del
Poder Público Municipal 2010), a los mecanismos llamados de participación popular
(Ley Orgánica del Poder Popular, Ley Orgánica de los Consejos Comunales, Ley
50
En su mensaje anual ante la Asamblea Nacional, el 15 de enero de 2010, el presidente Chávez
declaró que «asumía el marxismo» aunque confesó que nunca había leído los trabajos de Marx. Véase
María Lilibeth Da Corte, «Por primera vez asumo el marxismo», en El Universal, Caracas Jan. 16,
2010, http://www.eluniversal.com/2010/01/16/pol_art_por-primera-vez-asu_1726209.shtml.
51
Véase la «Declaración de Principios, I Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de
Venezuela», Apr. 23, 2010, at http://psuv.org.ve/files/tcdocumentos/Declaracion-de-principios-PSUV.pdf
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
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Orgánica de las Comunas 2010), y al régimen de la economía (Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal 2010) 52. En este último aspecto, incluso el proceso se había iniciado con el Decreto-ley n.º 6.130 de 2008, contentivo de la Ley para el Fomento y Desarrollo de la Economía Popular 53, dando pie a la ejecución de una política
masiva de estatización de empresas, de ocupación de otras, de expropiación y confiscación de toda clase de bienes 54.
En particular, y por lo que respecta a la implementación fraudulenta de la rechazada reforma constitucional en materia económica, mediante la Ley Orgánica del Sistema
Económico Comunal de 2010 55, se lo concibió como la «herramienta fundamental para
construcción de la nueva sociedad» pero solo con base en «los principios y valores socialistas», también supuestamente inspirado en la doctrina de Simón Bolívar (art. 5), en
la cual como se buscaba en la reforma rechazada, la propiedad privada quedó reducida
a la mínima expresión, sustituyéndosela en la Ley por la «propiedad social» como dominio del Estado, lo que significa que en la práctica, no se trata de ningún derecho que
sea «de la sociedad», sino del aparato estatal, cuyo desarrollo, regido por un sistema de
planificación centralizada, elimina toda posibilidad de libertad económica e iniciativa
privada, y convierte a las «organizaciones socio-productivas» en meros apéndices del
aparato estatal.
Véase sobre el conjunto de leyes: ALLAN R. BREWER-CARÍAS, CLAUDIA NIKKEN, LUIS A. HERREORELLANA, JESÚS MARÍA ALVARADO ANDRADE, JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ y ADRIANA VIGILANZA, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular (Los Consejos Comunales, las Comunas, la Sociedad Socialista y
el Sistema Económico Comunal), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2011. Véase LOLYMAR HERNÁNDEZ CAMARGO, «Límites del poder ejecutivo en el ejercicio de la habilitación legislativa: Imposibilidad de establecer el contenido de la reforma constitucional rechazada vía habilitación legislativa», en Revista de Derecho Público 115 (Estudios sobre los Decretos Leyes), Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2008, pág. 51ff.; JORGE KIRIAKIDIS, «Breves reflexiones en torno a los 26 Decretos-ley de julio-agosto de 2008, y la consulta popular refrendaría de diciembre de 2007», id.,
pág. 57ff.; JOSÉ VICENTE HARO GARCÍA, «Los recientes intentos de reforma constitucional o de cómo
se está tratando de establecer una dictadura socialista con apariencia de legalidad (a propósito del
proyecto de reforma constitucional de 2007 y los 26 decretos-leyes del 31 de julio de 2008 que tratan
de imponerla)», id., págs. 63 y ss.; ANA CRISTINA NÚÑEZ MACHADO, «Los 26 nuevos decretos-leyes y
los principios que regulan la intervención del Estado en la actividad económica de los particulares»,
id., págs. 215-220; AURILIVI LINARES MARTÍNEZ, «Notas sobre el uso del poder de legislar por decreto
por parte del Presidente venezolano», id., págs. 79-89; CARLOS LUIS CARRILLO ARTILES, «La paradójica situación de los Decretos-Leyes Orgánicos frente a la Ingeniería Constitucional de 1999», id.,
págs. 93-100; FREDDY J. ORLANDO S., «El “paquetazo”, un conjunto de leyes que conculcan derechos
y amparan injusticias», id., págs. 101-104.
53
Véase en Gaceta Oficial n.º 5.890 Extra. de 31 de julio de 2008.
54
Véase, en general, Antonio Canova González, Luis Alfonso Herrera Orellana y Karina Anzola
Spadaro, «¿Expropiaciones o vías de hecho? (La degradación continuada del derecho fundamental de
propiedad en la Venezuela actual», Funeda, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2009.
55
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, 'B2 0/C)072 ./ 42 ()*+8-893-D* /3)*D7-32 F202 -7F42*820 9*
sistema económico comunista (o de cómo se reforma la Constitución pisoteando el principio de la rigidez constitucional)», en JESÚS MARÍA CASAL y MARÍA GABRIELA CUEVAS (coordinadores), Homenaje al
Dr. José Guillermo Andueza. Desafíos de la República en la Venezuela de hoy. Memoria del XI Congreso
Venezolano de Derecho Constitucional, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2013, tomo I,
págs. 247-296.
52
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!"# PARA LA REFORMA DEL ESTADO
Ese sistema de «propiedad social comunal», además, debe ser desarrollado exclusivamente a través de «organizaciones socio-productivas bajo formas de propiedad comunal», conforme a un «modelo productivo socialista, que se define en ley como el:
«modelo de producción basado en la propiedad social, orientado hacia la eliminación
de la división social del trabajo propio del modelo capitalista. El modelo de producción
socialista está dirigido a la satisfacción de necesidades crecientes de la población, a
través de nuevas formas de generación y apropiación así como de la reinversión social
del excedente» (art. 6.12).
Basta destacar de esta definición legal, sus tres componentes fundamentales para
entender de qué se trata, y que son: la propiedad social, la eliminación de la división
social del trabajo y la reinversión social del excedente; que los redactores de la norma,
sin duda, se copiaron de algún manual vetusto de revoluciones comunistas fracasadas,
parafraseando en el texto de una Ley lo que Carlos Marx y Federico Engels escribieron
hace más de 150 años, en 1845 y 1846, al definir la sociedad comunista 56.
En todas las leyes reguladoras de esas materias, y en tantas otras más relacionadas,
se ha venido calificando a absolutamente todas las políticas del Estado solo para la
construcción del socialismo, y para el establecimiento de un Estado socialista, denominación que además se fue incorporando sistemáticamente en todo tipo de servicios,
dependencias, institutos autónomos o empresas del Estado, de manera que en la actualidad es difícil encontrar alguna institución o entidad que no tenga la denominación de
«socialista».
Pero además, en el contexto de la construcción del Estado socialista bajo la «doctrina bolivariana», la reforma constitucional buscaba formalmente sustituir la representatividad democrática, que es la base democrática del Estado, conforme al artículo 5.º
de la Constitución de 1999, mediante elección popular, de primer grado y de segundo
grado; lo que se complementó con la posibilidad de en ciertos casos (referendos por
ejemplo), de ejercicio directo. Ello implica que conforme a la Constitución no existe ni
puede existir democracia que no sea representativa, siendo de la esencia del régimen
político democrático la idea de que el pueblo, titular de la soberanía, no la ejerce directamente, sino a través de representantes, con especial arraigo a nivel local, conforme a
un modelo de descentralización política que permita el autogobierno local.
Todo este sistema democrático era el que se buscaba desmantelar con el rechazado
proyecto de reforma constitucional, destinado a la construcción de un esquema de concentración del poder, de centralismo y de socialismo, montado sobre una sociedad colectivista y con base a una supuesta «participación protagónica» 57, eliminando de la
56
Véase en KARL MARX y FREDERICH ENGELS, «The German Ideology», en Collective Works,
vol. 5, International Publishers, New York, 1976, pág. 47. Véanse además los textos pertinentes en
http://www.educa.madrid.org/cms_tools/files/0a24636f-764c-4e03-9c1d-6722e2ee60d7/Texto%20
Marx%20y%20Engels.pdf
57
En la Exposición de Motivos del Proyecto de Reforma Constitucional presentado por el presidente de la República en agosto de 2007, se lee que el Poder Popular «es la más alta expresión del pueblo
para la toma de decisiones en todos sus ámbitos (político, económico, social, ambiental, organizativo,
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
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Constitución toda referencia a la descentralización política, y por tanto, a la efectiva
posibilidad de participación. Además, eliminando la democracia representativa para
sustituirla por una supuesta «democracia participativa», a través de unos consejos comunales controlados desde la cúspide del poder ejecutivo nacional. que incluso ya se
habían creado mediante Ley en 2006 58, anticipándose a la reforma que luego resultó
fallida, pero en los cuales ya se había regulado como lo proponía la reforma rechazada,
que sus miembros no son electos mediante sufragio sino designados por Asambleas de
ciudadanos controladas por el propio Poder Ejecutivo Nacional.
Todo ello, sin embargo, fue lo que con la rechazada reforma constitucional, se pretendía consolidar en la propia Constitución, al proponerse una «nueva geometría del
poder» en la cual se sustituía a los municipios por las comunidades, como el «núcleo
territorial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano», que debían agrupar a
las comunas (socialistas) 59 como «células sociales del territorio», las cuales se debían
agrupar en ciudades que eran las que se pretendía concebir como «la unidad política
primaria de la organización territorial nacional». En la rechazada reforma constitucional,
como se dijo, se buscó establecer en forma expresa que los integrantes de los diversos
Consejos del Poder Popular no nacían «del sufragio ni de elección alguna, sino que nace
de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población».
Con ello, en definitiva, en nombre de una «democracia participativa y protagónica», lo que se buscaba era poner fin en Venezuela a la democracia representativa a nivel
local, y con ello, de todo vestigio de autonomía política territorial que es la esencia de
la descentralización, además de reducirse la posibilidad misma de participación —la
cual se proponía que dejara de ser libre como lo indica el artículo 62 de la Constitución— solo con el único y exclusivo propósito de «la construcción del socialismo», de
manera que quien no quisiera construir socialismo alguno, quedaba excluido del derecho a la participación política, que solo estaba destinado a desarrollar los valores de «la
solidaridad socialista. Además, en sustitución del concepto amplio de participación
ciudadana que establece el artículo 168 de la Constitución y que deben desarrollar los
municipios, con la rechazada reforma constitucional se pretendía establecer la obligainternacional y otros) para el ejercicio pleno de su soberanía. Es el poder constituyente en movimiento
y acción permanente en la construcción de un modelo de sociedad colectivista de equidad y de justicia.
Es el poder del pueblo organizado, en las más diversas y disímiles formas de participación, al cual está
sometido el poder constituido. No se trata del poder del Estado, es el Estado sometido al poder popular. Es el pueblo organizado y organizando las instancias de poder que decide las pautas del orden y
metabolismo social y no el pueblo sometido a los partidos políticos, a los grupos de intereses económicos o a una particularidad determinada», cit, pág. 11.
58
Véase los comentarios sobre ello en ALLAN R. BREWER-CARÍAS et al., Ley Orgánica del Poder
Público Municipal, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007, págs. 75 y ss.
59
En la Exposición de Motivos del Proyecto de Reforma Constitucional presentado por el presidente de la República en agosto de 2007, a las comunas se las califica como «comunas socialistas», y se
la define como «es un conglomerado social de varias comunidades que poseen una memoria histórica
compartida, usos, costumbres y rasgos culturales que los identifican, con intereses comunes, agrupadas
entre sí con fines político-administrativos, que persiguen un modelo de sociedad colectiva de equidad
y de justicia», cit., pág. 12.
159
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ción de los municipios de «incorporar, dentro del ámbito de sus competencias, la participación ciudadana a través de los Consejos del Poder Popular y de los medios de
producción socialista», eliminándose toda posibilidad de otras formas de participación,
la cual dejaba de ser libre.
Todas estas reformas constitucionales rechazadas de 2007, sin embargo, también
fueron igualmente implementadas mediante la reforma de la Ley Orgánica del Poder
Municipal de 2010 y de la sanción de las Leyes Orgánicas del Poder Popular de ese
mismo año, que han establecido un Estado paralelo al Estado constitucional, denominado Estado Comunal o del Poder Popular como se explica más adelante, desconstitucionalizando el Estado.
2. El rechazo popular a la eliminación de la Federación y a la descentralización política
como forma de Estado, y a la creación de un Estado Comunal o del Poder Popular
Como antes se dijo, la federación ha sido una constante en la historia constitucional
venezolana, al punto de que la Constitución de 1999 no solo precisó que «la República
Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados
por esta Constitución» (art. 4); sino que definió a la descentralización como política de Estado (arts. 16, 84, 166, 184, 185, 269, 272, 285, 300) para «profundizar la democracia, acercando el poder a la población y creando las mejores condiciones, tanto para el ejercicio de
la democracia como para la prestación eficaz y eficiente de los cometidos estatales» (art. 158).
Todo ello, sin embargo, se buscó eliminar con la rechazada reforma constitucional
de 2007, en la cual siguiendo la orientación de la práctica política centralista de los últimos años, definitivamente pretendía centralizar completamente el Estado, eliminándose todo vestigio de descentralización como organización y política pública, de autonomía territorial y de democracia representativa a nivel local, es decir, de la unidad
política primaria en el territorio, lo que tocaba otro aspecto fundamental y medular del
Estado venezolano, que es la forma federal. Con la rechazada reforma constitucional,
en efecto, se buscaba eliminar todo posibilidad de autonomías, creando instancias territoriales solo sometidas al poder central, mediante las cuales un Poder Popular supuestamente iba a desarrollar «formas de agregación comunitaria política territorial» que
constituían formas de «autogobierno», pero sin democracia representativa alguna, sino
solo como supuesta «expresión de democracia directa» (art. 16). Con ello se buscaba,
como lo dijo el presidente de la República en 2007, «el desarrollo de lo que nosotros
entendemos por descentralización, porque el concepto cuartorrepublicano de descentralización es muy distinto al concepto que nosotros debemos manejar. Por eso, incluimos aquí la participación protagónica, la transferencia del poder y crear las mejores
condiciones para la construcción de la democracia socialista» 60, pero a entidades sin
autonomía política controladas por el poder central.
60
Véase Discurso…, citado supra, nota 16.
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
…
Otro objetivo de la reforma constitucional rechazada fue la inversión de la distribución de competencias públicas prevista en la Constitución entre los tres niveles territoriales de gobierno (nacional, estadal y municipal), de manera de centralizar materialmente todas las competencias del Poder Público en el nivel nacional (arts. 156, 164),
vaciándose de competencias a los Estados y obligándose a los municipios a transferir
sus competencias a unos Consejos Comunales integrados por «voceros» no electos y sin
representatividad democrática, con lo que en definitiva se buscaba que aquellos quedasen como entelequias vacías.
Entre las reformas propuestas estaba además la que buscaba que se asignara al
Poder Nacional competencia para «la ordenación y gestión del territorio y el régimen
territorial del Distrito Federal, los Estados, los Municipios, las Dependencias Federales
y demás entidades regionales» (art. 156,10.); y para «la creación, supresión, ordenación
y gestión de provincias federales, regiones estratégicas de defensa, territorios federales,
municipios federales, ciudades federales y comunales, distritos funcionales, regiones
marítimas y distritos insulares» (art. 156,11.), con lo cual los Estados y municipios hubieran dejado de ser «entidades políticas» perdiendo efectiva autonomía, y pasaran a
depender totalmente del Poder Nacional, como órganos sin autonomía alguna, es decir,
como administraciones periféricas del Poder Central sometidas a la ordenación y gestión que establezca el Poder Nacional. Por ello también se buscaba reformar el artículo
164,2 de la Constitución, para establecer que los Estados tuvieran competencia para
ejercer «la coordinación de sus municipios y demás entidades locales», lo que también
hubiera implicado la eliminación de la autonomía municipal.
La centralización de todas las competencias del Poder Público en el nivel nacional
llegaba a tal extremo en la rechazada reforma constitucional que con la misma se pretendía eliminar formalmente la tradicional competencia residual de los Estados
(art. 164,11) —que existe en todas las federaciones del mundo—, respecto de toda otra
competencia no asignada expresamente a los otros niveles de gobierno (nacional y municipal), y en cambio, establecer dicha competencia residual a favor del Poder nacional
(art. 156,36), dejando a los Estados, solo y exclusivamente, competencia en «todo lo
que le atribuya esta Constitución o ley nacional» (art. 164,10).
Para desmantelar la Federación, en particular en cuanto a los Estados y municipios, la reforma constitucional buscó eliminar la garantía constitucional de la autonomía municipal y el principio de la descentralización político como condición esencial de
la división territorial (art 16), para lo cual en el artículo 168, en relación con los municipios, se buscó eliminarles el carácter de unidad política primaria que tienen en la
Constitución, y en su lugar establecer a la ciudad, a las comunas, y a las comunidades,
como «el núcleo territorial básico e indivisible del Estado Socialista Venezolano». A
partir de este esquema inicial, en el artículo 16 del proyecto de la rechazada reforma
constitucional, se buscó cambiar radicalmente la división política del territorio nacional
en «entidades políticas» (Estados, Distrito Capital, dependencias federales, territorios
federales y municipios y otras entidades locales), eliminándose la exigencia de que todo
el territorio nacional se debe organizar en municipios; autorizándose al presidente de la
República, para decretar «regiones» y toda suerte de ámbitos territoriales, en un esque-
161
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ma totalmente centralizado, así como para designar y remover «las autoridades respectivas» de dichas entidades que de haberse aprobado la reforma constitucional hubieran
quedado sujetas completamente al Poder Central.
Todas estas reformas rechazadas, sin embargo, también fueron implementadas a
partir de 2008 mediante las reformas sucesivas a la Ley Orgánica de la Administración
Publica, como se indica más adelante.
En cuanto al régimen político de la ciudad capital, Caracas, la Constitución de
1999 aseguró definitivamente un régimen de gobierno local descentralizado y democrático, en dos niveles de gobierno, en los cuales se debe garantizar la autonomía municipal y la participación política de las diversas entidades que componen la ciudad, para lo
cual se eliminó la antigua figura territorial del «Distrito Federal» que se había creado en
1864, y que hasta 1999 careció de autogobierno. Con la rechazada reforma constitucional de 2007, sin embargo, se pretendió volver al mismo esquema del siglo XIX, estableciendo para Caracas un esquema de gobierno con autoridades totalmente sujetas y controladas por el Poder Nacional, y en particular, por el presidente de la República.
Esas reformas, también rechazadas por el pueblo, sin embargo, igualmente fueron
implementadas en forma inconstitucional, mediante la Ley de Creación del Distrito
Capital, eliminándosele el carácter de entidad local autónoma que regula la Constitución 61, reviviéndose precisamente al viejo Distrito Federal, aun cuando con otro nombre, con autoridades de «gobierno» totalmente dependientes del Poder Ejecutivo.
Adicionalmente, de acuerdo con la reforma constitucional, en el mismo sentido de
las propuestas antes comentadas, se buscó eliminar del artículo 168 constitucional la
previsión de que el municipio es la «unidad política primaria de la organización nacional», lo que se pretendía atribuir a otros entes controlados por el poder central sin autonomía política, como las comunas; y como además, se buscó eliminar del artículo 173
la consagración de las «parroquias» como entidades locales.
Estas reformas, también en fraude a la voluntad popular, fueron todas implementadas con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal de 2010, en la
cual precisamente se identificó a las comunas como dicha unidad política primaria en
la organización nacional, y se eliminó el carácter representativo de las parroquias, eliminándose su elección popular, como se comenta también más adelante.
Todo el esquema anterior de desmantelamiento del Estado federal y de la organización territorial del Estado Constitucional basada en la descentralización política, culminaba en la propuesta de reforma constitucional, con el establecimiento en la fórmula
constitucional de distribución vertical del Poder Público entre el Poder Municipal, el
Poder Estadal y el Poder Nacional (art. 136), de un nuevo poder denominado «Poder
Popular». A este se lo pretendía regular como el medio para que supuestamente «el
pueblo», como el depositario de la soberanía, la ejerciera «directamente», pero con la
advertencia expresa como se ha dicho, de que dicho Poder Popular «no nace del sufra61
Véase en Gaceta Oficial n.º 39.156, de 13 de abril de 2009. Véase, en general, ALLAN R.
BREWER-CARÍAS et al., Leyes sobre el Distrito Capital y el Área Metropolitana de Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2009.
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REFORMA CONSTITUCIONAL Y ORGANIZACIÓN DEL ESTADO EN VENEZUELA
…
gio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población», sino mediante la constitución de comunidades, comunas y el autogobierno de las ciudades, a través de toda suerte de consejos comunales
y de otra índole.
Se pretendía, con ello, agregar al Poder Popular como un Poder Público más en la
organización territorial, buscando establecer un Estado paralelo al Estado Constitucional, y ello, también, a pesar del rechazo popular a la reforma, fue implementado inconstitucionalmente y en fraude a la voluntad popular, al crearse formalmente el «Estado
del Poder Popular» o «Estado Comunal», mediante la reforma de la Ley de los Consejos Comunales en 2009 62, y la sanción en 2010 del conjunto de Leyes Orgánicas del
Poder Popular, de las Comunas, del Sistema Económico Comunal, de Planificación
Pública y Comunal y de Contraloría Social 63, y de Ley de la Comisión de Planificación
Centralizada 64. Además, en el mismo marco de estructuración del Estado Comunal
montado sobre el Poder Popular se reforzó su implementación adicional con la mencionada reforma de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal de 2010, y de las Leyes
de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, y de
los Consejos Locales de Planificación Pública 65; con todo lo cual se produjo la desconstitucionalización del Estado
IV.
LA DESCONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO CONSTITUCIONAL EN MATERIA
DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL
En efecto, el resultado de todo el anterior inconstitucional proceso de implementación de una reforma constitucional que había sido rechazada por el pueblo, en fraude
a su voluntad, ha sido en definitiva que en Venezuela se ha producido una desconstitucionalización del Estado Constitucional, específicamente al haberse estructurado en
62
Véase en Gaceta Oficial n.º 39.335 de 28-12-2009. Véase la sentencia n.º 1.676 de 3-12-2009 de
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sobre la constitucionalidad del carácter orgánico de esta Ley Orgánica de los Consejos Comunales, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/diciembre/1676-31209-2009-09-1369.html. Véase sobre esta Ley: ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Ley Orgánica de los Consejos Comunales, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2010.
63
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.011 Extra. de 21-12-2010. Véase en general sobre estas leyes,
ALLAN R. BREWER-CARÍAS, CLAUDIA NIKKEN, LUIS A. HERRERA ORELLANA, JESÚS MARÍA ALVARADO ANDRA@
DE, JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ y ADRIANA VIGILANZA, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y el Estado
Comunal (Los consejos comunales, las comunas, la sociedad socialista y el sistema económico comunal)
Colección Textos Legislativos n.º 50, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2011; ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, «La Ley Orgánica del Poder Popular y la desconstitucionalización del Estado de derecho en Venezuela», en Revista de Derecho Público, n.º 124, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
2010, págs. 81-101.
64
Véase en Gaceta Oficial n.º 5.841, Extra. de 22 de junio de 2007. Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, «Comentarios sobre la inconstitucional creación de la Comisión Central de Planificación, centralizada y obligatoria», Revista de Derecho Público», n.º 110 (abril-junio 2007), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007, págs. 79-89.
65
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.015 Extra. de 30-12-2010.
163
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paralelo al mismo, un «Estado del Poder Popular» o «Estado Comunal», mediante leyes ordinarias como son las Leyes Orgánicas: del Poder Popular, de los Consejos Comunales, de las Comunas, del Sistema Económico Comunal, de Planificación Pública y
Comunal y de Contraloría Social 66, mediante las cuales incluso se ha originado una
«nueva» Administración Pública paralela a la Administración Pública que regula en la
Ley Orgánica de la Administración Pública 67. Además de dichas Leyes Orgánicas, en el
mismo marco de estructuración del «Estado Comunal» montado sobre el «Poder Popular» en contra de lo previsto en la Constitución, se reformó de la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal, y las Leyes de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, y de los Consejos Locales de Planificación Pública 68; y
además, en 2012 se dictó la Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y Otras Atribuciones (Decreto Ley n.º 9.043) 69, transformada en 2014, en
la Ley Orgánica para la Transferencia al Poder Popular de la Gestión y Administración
Comunitaria de Servicios 70.
Con todas estas leyes, mediante la progresiva desconstitucionalización del Estado
Constitucional, se ha venido configurando el Estado Comunal, estableciéndose «nuevos» órganos y entes como si fueran las «unidades primarias en la organización nacional» para supuestamente garantizar la participación de los ciudadanos en la acción pública, pero suplantando a los Estados y municipios como entes descentralizados del
Estado federal.
Esta estructuración del Estado Comunal, además, se ha hecho negándole recursos
financieros a los propios del Estado Constitucional (Estados y municipios), montando
un sistema de entidades denominadas del Poder Popular, que son básicamente las Comunas y los Consejos Comunales, creados como instrumentos para la recepción de
subsidios directos y reparto de recursos presupuestarios públicos, pero con un grado
extremo de exclusión, lo que deriva de su propia existencia que solo se puede materializar con el registro de las mismas ante el «Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Movimientos Sociales» que además depende del «vicepresidente del Consejo de
Ministros para Desarrollo del Socialismo Territorial», por supuesto, siempre que estén
controlados y manejados por el partido de gobierno, sean socialistas y comprometidas
con la política socialista del Estado; condición indispensable para poder ser aceptados
como instrumentos de supuesta «participación protagónica», y de recepción de subsidios dinerarios directos, que por lo demás se están sometidos a control fiscal alguno 71.
66
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.011 Extra. de 21-12-2010.
Véase sobre estas leyes ALLAN R. BREWER-CARÍAS, CLAUDIA NIKKEN, LUIS A. HERRERA ORELLANA,
JESÚS MARÍA ALVARADO ANDRADE, JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ y ADRIANA VIGILANZA, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y el Estado Comunal (Los Consejos Comunales, las Comunas, la Sociedad Socialista
y el Sistema Económico Comunal), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2011.
68
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.015 Extra. de 30-12-2010.
69
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.097 Extra. de 15 de junio de 2012.
70
Véase en Gaceta Oficial n.º 40.540 de13 de noviembre de 2014.
71
Véase en general sobre este proceso de desconstitucionalización del Estado, ALLAN R.
BREWER-CARÍAS, «La desconstitucionalización del Estado de derecho en Venezuela: del Estado Democrático y Social de derecho al Estado Comunal Socialista, sin reformar la Constitución», en Libro Ho67
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En ese esquema, este proceso de desconstitucionalización, de centralismo y de desmunicipalización se ha llevado a cabo, en primer lugar, mediante el establecimiento
como obligación legal para los órganos, entes e instancias del Poder Público, es decir
del Estado Constitucional, de promover, apoyar y acompañar las iniciativas populares
para la constitución, desarrollo y consolidación de las diversas formas organizativas y de
autogobierno del pueblo, es decir, del llamado Estado Comunal (art. 23) 72.
En segundo lugar, la desconstitucionalización del Estado se ha impuesto mediante
la sujeción de todos los órganos del Estado Constitucional que ejercen el Poder Público, a los mandatos de las organizaciones del Poder Popular, al instituirse un nuevo
principio de gobierno, consistente en «gobernar obedeciendo» (art. 24) 73. Como las
organizaciones del Poder Popular no tienen autonomía política pues sus «voceros» no
son electos democráticamente mediante sufragio universal, directo y secreto, sino designados por asambleas de ciudadanos controladas e intervenidas por el partido oficial
y el Ejecutivo Nacional que controla y guía todo el proceso organizativo del Estado
Comunal, en el ámbito exclusivo de la ideología socialista, sin que tenga cabida vocero
alguno que no sea socialista; en definitiva, esto de «gobernar obedeciendo» es una limitación a la autonomía política de los órganos del Estado Constitucional electos, como la
Asamblea Nacional, los Gobernadores y Consejos Legislativos de los Estados y los Alcaldes y Concejos Municipales, a quienes se le impone en definitiva la obligación de
obedecer lo que disponga el Ejecutivo Nacional y el partido oficial enmarcado en el
ámbito exclusivo del socialismo como doctrina política, con la máscara del Poder Popular. La voluntad popular expresada en la elección de representantes del Estado
Constitucional, por tanto, en este esquema del Estado Comunal no tiene valor alguno,
y al pueblo se le confisca su soberanía trasladándola de hecho a unas asambleas que no
lo representan.
En tercer lugar, la desconstitucionalización del Estado Constitucional se ha reforzado con el establecimiento de la obligación para los órganos y entes del Poder Público
en sus relaciones con el Poder Popular, de dar «preferencia a las comunidades organizadas, a las comunas y a los sistemas de agregación y articulación que surjan entre ellas,
menaje al profesor Alfredo Morles Hernández, Diversas Disciplinas Jurídicas (Coordinación y Compilación Astrid Uzcátegui Angulo y Julio Rodríguez Berrizbeitia), Universidad Católica Andrés Bello,
Universidad de Los Andes, Universidad Monteávila, Universidad Central de Venezuela, Academia de
Ciencias Políticas y Sociales, vol. V, Caracas, 2012, págs. 51-82; en CARLOS TABLANTE y MARIELA MORALES ANTONORZZI (coord.), Descentralización, autonomía e inclusión social. El desafío actual de la democracia, Anuario 2010-2012, Observatorio Internacional para la democracia y descentralización, en
Cambio, Caracas, 2011, págs. 37-84; y en Estado Constitucional, año 1, n.º 2, Editorial Adrus, Lima,
junio 2011, págs. 217-236.
72
Una norma similar está en el artículo 62 de la Ley Orgánica de las Comunas, a los efectos de
«la constitución, desarrollo y consolidación de las comunas como forma de autogobierno».
73
El artículo 24 de la Ley Orgánica del Poder Popular, en efecto, dispone sobre las «Actuaciones
de los órganos y entes del Poder Público» que «Todos los órganos, entes e instancias del Poder Público guiarán sus actuaciones por el principio de gobernar obedeciendo, en relación con los mandatos de
los ciudadanos, ciudadanas y de las organizaciones del Poder Popular, de acuerdo a lo establecido en
la Constitución de la República y las leyes».
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en atención a los requerimientos que las mismas formulen para la satisfacción de sus
necesidades y el ejercicio de sus derechos, en los términos y lapsos que establece la ley»
(art. 29). Igualmente se ha previsto que los órganos, entes e instancias del Poder Público, es decir, del Estado Constitucional, en sus diferentes niveles político-territoriales,
deben adoptar «medidas para que las organizaciones socio-productivas de propiedad
social comunal, gocen de prioridad y preferencia en los procesos de contrataciones
públicas para la adquisición de bienes, prestación de servicios y ejecución de obras»
(art. 30) 74.
En cuarto lugar, la desconstitucionalización del Estado también ha derivado de la
previsión de la obligación para la República, los Estados y municipios, de acuerdo con
la ley que rige el proceso de transferencia y descentralización de competencias y atribuciones, de trasferir «a las comunidades organizadas, a las comunas y a los sistemas de
agregación que de estas surjan; funciones de gestión, administración, control de servicios y ejecución de obras atribuidos a aquellos por la Constitución de la República, para
mejorar la eficiencia y los resultados en beneficio del colectivo» (art. 27) 75. Con ello, se
dispuso legalmente el vaciamiento de competencias de los Estados y municipios, de
manera que queden como estructuras vacías, con gobiernos representativos electos por
el pueblo pero que no tienen materias sobre las cuales gobernar.
La estructuración paralela de ese Estado Comunal o del Poder Popular, en particular ha tenido un impacto fundamental en la Administración municipal, con la creación de las Comunas al margen de la Constitución, que han sido concebidas en la Ley
Orgánica del Poder Popular, precisamente para suplantar al municipio constitucional,
como la «célula fundamental» de dicho Estado Comunal 76, como se había propuesto
en la reforma constitucional fallida de 2007. Para ese efecto, a la Comuna se la definió
en la Ley Orgánica del Poder Popular, como una «entidad local», olvidándose el Legislador que conforme a la Constitución (arts. 169, 173), esta expresión de «entidad
local» solo se puede aplicar a las «entidades políticas» del Estado en las cuales necesariamente tiene que haber gobiernos integrados por representantes electos mediante
sufragio universal, directo y secreto (arts. 63, 169), ceñidos a los principios estableci74
En particular, conforme al artículo 61 de la Ley Orgánica de las Comunas, se dispone que
«todos los órganos y entes del Poder Público comprometidos con el financiamiento de proyectos de las
comunas y sus sistemas de agregación, priorizarán aquellos que impulsen la atención a las comunidades
de menor desarrollo relativo, a fin de garantizar el desarrollo territorial equilibrado.
75
Esta misma norma se repite en la Ley Orgánica de las Comunas (art. 64). El 31 de diciembre
de 2010, aún estaba pendiente en la Asamblea Nacional la segunda discusión del proyecto de Ley Orgánica del Sistema de Transferencia de Competencias y atribuciones de los Estados y municipios a las
organizaciones del Poder Popular.
76
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.011 Extra. de 21-12-2010. Véase sobre esta Ley el libro de ALLAN
R. BREWER-CARÍAS, CLAUDIA NIKKEN, LUIS A. HERRERA ORELLANA, JESÚS MARÍA ALVARADO ANDRADE,
JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ y ADRIANA VIGILANZA, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y el Estado
Comunal (Los Consejos Comunales, las Comunas, la Sociedad Socialista y el Sistema Económico Comunal), Colección Textos Legislativos n.º 50, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2011. Véase, además, ALLAN R. BREWER-CARÍAS, «La Ley Orgánica del Poder Popular y la desconstitucionalización del
Estado de derecho en Venezuela», en Revista de Derecho Público, n.º 124 (octubre-diciembre 2010),
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2010, págs. 81-101.
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dos en el artículo 6 de la Constitución, es decir, que ser «siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos
revocables».
Conforme a la Constitución, por tanto, no puede haber «entidades locales» con
gobiernos que no sean democráticos representativos en los términos mencionados, y
menos «gobernadas» por «voceros» designados a mano alzada sin elección universal y
directa, siendo en consecuencia inconstitucional su concepción.
Pero por supuesto, ello no ha importado en el establecimiento del Estado del Poder Popular y el Estado Comunal, y con el propósito de ahogar y estrangular progresivamente el Estado Constitucional, la primera de las instituciones territoriales afectadas
ha sido el municipio, el cual, siendo la unidad política primaria dentro la organización
de la República, ha quedado desvinculado totalmente del proceso de desarrollo comunal y de la llamada participación popular. Para tal fin, además, siempre buscando implementar la reforma constitucional rechazada, en diciembre de 2010 se introdujeron
diversas reformas en la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (LOPP) 77, en la
cual, entre otros aspectos, se reguló lo siguiente:
En primer lugar, se estableció como objetivo de la Ley, además de la regulación de
los municipios y su gobierno, del denominado proceso de «descentralización y la transferencia de competencias a las comunidades organizadas, y a las comunas en su condición especial de entidad local, como a otras organizaciones del Poder Popular» (art. 1).
Se entiende que se trata de un proceso de transferencia de «competencias», pero la
misma por supuesto no podría calificarse como «descentralización», pues esta, conceptualmente, y en el marco territorial y político, exige que las entidades receptoras de las
competencias a ser transferidas, sean entidades locales concebidas como entidades políticas con gobiernos electos democráticamente. Es decir, no puede haber conceptualmente descentralización política cuando la transferencia de competencias se conduce a
órganos dependientes del Poder Central; y las Comunas, a pesar de que se las denomine
como «entidades locales especiales», no son gobernadas por órganos cuyos integrantes
sean electos por votación universal directa y secreta. Las mismas, por tanto, no tienen
autonomía política ni pueden formar parte del esquema de descentralización territorial
del Estado, sino que son conducidas por «voceros» designados a mano alzada por
asambleas controladas por el partido oficial, sujetas al gobierno nacional.
En segundo lugar, el artículo 2 de la Ley Orgánica del Poder Municipal, a pesar de
que repite el principio constitucional de que el municipio «constituye la unidad política
primaria de la organización nacional de la República», ya no habla de que «gozan de
autonomía» como lo garantiza el artículo 168 de la Constitución, sino de que «ejerce sus
competencias de manera autónoma». Ello, sin embargo, es contradicho con lo que la
propia Ley establece al disponer de que «el municipio se regirá por el Sistema Nacional
de Planificación establecido en la ley que regula la materia» (art. 110), que en Venezuela, muy anacrónicamente, es una planificación centralizada y obligatoria regulada en la
77
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.015 Extraordinario del 28 de diciembre de 2010.
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Ley que creó la Comisión Central de Planificación 78, y desarrollada en la Ley Orgánica
de Planificación Pública y Popular 79.
En tercer lugar, en la reforma de la Ley Orgánica del Poder Púbico Municipal se
encasilló y limitó el rol del municipio como promotor de la participación del pueblo
sólo a poder realizarlo «a través de las comunidades organizadas», que son las que se
regulan en las Leyes Orgánicas del Poder Popular como dependientes del Poder Ejecutivo nacional y orientadas exclusivamente a desarrollar el socialismo, en contra de la
previsión del artículo 62 de la Constitución que garantiza el carácter libre de la participación, y en contra del pluralismo que también establece la Constitución. La desvinculación de las comunidades organizadas respecto del municipio, se aseguró, además, en
la propia Ley, al excluirse su registro ante los órganos competentes «del municipio»
como decía la Ley Orgánica anterior que se reformó, previéndose ahora su registro sólo
ante «los órganos competentes» (art. 33.3) que en las Leyes Orgánicas del Poder Popular es uno de los Ministerios del Ejecutivo Nacional, el Ministerio del Poder Popular
para las Comunas y Movimientos Sociales.
Es decir, con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Municipal se produjo la total
desmunicipalización de las entidades locales, y su total control por el Poder Central. Se
recuerda, además, que de acuerdo con la Ley Orgánica del Poder Popular (art. 32), los
Consejos Comunales y las Comunas adquieren personalidad jurídica mediante el registro ante el Ministerio del Poder Popular de las Comunas y Movimientos Sociales, con
lo que, en definitiva, se deja en manos del Ejecutivo Nacional la decisión de registrar o
no un Consejo Comunal, una Comuna o una Ciudad Comunal, y ello debe hacerse, por
supuesto, aplicando la letra de la Ley, lo que significa que si está dominada por «voceros» que no sean socialistas, no cabe su registro ni, por tanto, su reconocimiento como
persona jurídica, así sea producto genuino de una iniciativa popular.
En cuarto lugar, como parte de ese proceso de desmunicipalización de la vida local, a las Comunas se las buscó incorporar en el régimen del Poder Público Municipal
como «entidad local territorial» (art. 19) aun cuando de «carácter especial», pues conforme al artículo 19, «se rige por su ley de creación», y pueden constituirse «dentro del
territorio del municipio o entre los límites político-administrativos de dos o más municipios, sin que ello afecte la integridad territorial de los municipios donde se constituya». Pero a pesar de ser tales «entidades locales» de carácter especial, sin embargo, se
las excluyó completamente del régimen de la Ley Orgánica del Poder Municipal quedando «reguladas por la legislación que norma su constitución, conformación, organización y funcionamiento» (art. 5). Ello se reafirmó en el artículo 33 de la Ley, al disponer que «los requisitos para la creación de la comuna, en el marco de su régimen especial
como entidad local», son los establecidos en la propia Ley Orgánica de las Comunas.
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, «Comentarios sobre la inconstitucional creación de la Comisión Central de Planificación, centralizada y obligatoria», en Revista de Derecho Público, n.º 110,
(abril-junio 2007), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2007, págs. 79-89.
79
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.011 Extraordinario del 21 de diciembre de 2010. Dicha Ley ha
sido reformada de nuevo en noviembre de 2014. Véase en Gaceta Oficial n.º 6.148 Extra de 18 de noviembre de 2014. Al concluir la redacción de este texto, dicha Gaceta no había circulado.
78
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Es precisamente hacia las Comunas, además de hacia las Comunidades, Consejos
Comunales, empresas de propiedad social y otras entidades de base del Poder Popular,
hacia las cuales se prevé que se deben vaciar a los municipios de sus competencias, todo
lo cual se concretó en 2012 al dictarse la Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de
Competencias, Servicios y Otras Atribuciones 80, reformada en 2014, pasando a denominarse Ley Orgánica para la Transferencia al Poder Popular de la Gestión y Administración Comunitaria de Servicios, bienes y otras atribuciones 81, precisamente con el
objeto de implementar la «transferencia de la gestión y administración de servicios,
actividades, bienes y recursos del Poder Público a las Comunidades, Comunas, Consejos Comunales, Empresas de propiedad Social Directas o Indirectas y otras organizaciones de base del Poder Popular legítimamente registradas.
Con la misma, ni más ni menos que se busca es la destrucción de los municipios,
siendo lo más grave de la normativa la «motivación» legal que se dio en la Ley Orgánica
de 2012 para justificar dicha transferencia, que era la peregrina idea de que los municipios, que son los que están gobernados por representantes electos mediante sufragio
universal, directo y secreto, supuestamente —así lo decía la letra de la Ley—, supuestamente «usurparon lo que es del pueblo soberano»; es decir, los órganos representativos
locales «usurparon lo que es del pueblo», y por tanto, supuestamente con el establecimiento del Estado Comunal, se «restituyen al Pueblo Soberano, a través de las comunidades organizadas y las organizaciones de base del poder popular, aquellos servicios,
actividades, bienes y recursos que pueden ser asumidas, gestionadas y administradas
por el pueblo organizado» (art. 5.3, Ley Orgánica de 2012). Esta redacción absurda fue
sin embargo modificada en la reforma de 2014, eliminándose la noción de «usurpación» como motivación de la transferencia y limitándose la idea de «restitución al pueblo soberano» solo al supuesto de que una entidad territorial por cuenta propia, decida
hacer la transferencia pero conforme al Plan Regional de Desarrollo y autorización del
Consejo Federal de Gobierno (art. 5.3).
En todo caso, se destaca que la transferencia de la gestión y administración de
servicios, actividades, bienes y recursos del Poder Público a las Comunidades, Comunas, Consejos Comunales, Empresas de propiedad Social Directas o Indirectas y otras
organizaciones de base del Poder Popular, debe hacerse conforme a los lineamientos
que a tal efecto dicte el Consejo Federal de Gobierno (art. 20), que es un órgano controlado por el Poder Central, siendo los mecanismos de transferencia «de obligatorio
cumplimiento a todas las instituciones del poder público para reivindicar al pueblo, su
poder para decidir y gestionar su futuro y formas de organización» (art. 3). La transferencia a dichas organizaciones, además debe hacerse a las mismas siempre que sean
«legítimamente registradas» (art. 2), por supuesto, por el Gobierno central, a través del
Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los movimientos sociales, lo que solo
es posible si son socialistas. Y lo más insólito es que las áreas prioritarias para dicha
transferencia son las de «atención primaria de salud, mantenimiento de centros educa80
81
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.097 Extra. de 15 de junio de 2012.
Véase en Gaceta Oficial n.º 40.540 de 13 de noviembre de 2014.
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tivos, producción de materiales y construcción de vivienda, políticas comunitarias de
deporte y mantenimiento de instalaciones deportivas, actividades culturales y mantenimiento de instalaciones culturales, administración de programas sociales, protección
del ambiente y recolección de desechos sólidos, administración y mantenimiento de
áreas industriales, mantenimiento y conservación de áreas urbanas, prevención y protección comunal, construcción de obras comunitarias y administración y prestación de
servicios públicos, financieros, producción, distribución de alimentos y de bienes
de primera necesidad, entre otras» (art. 27) 82, es decir, materialmente de todo lo imaginable como acción de gobierno local. Con ello, como se dijo, es claro que lo que se
busca es vaciar totalmente de competencias a los entes políticos territoriales, específicamente a los municipios 83 y ahogarlos financieramente, para lo cual, como lo afirmó la
Sala Constitucional en la sentencia que analizó el carácter orgánico de la Ley, la misma
«incide de forma evidente en la estructura orgánica o institucional de un Poder Público
como es el Poder Ejecutivo, y a su vez los distintos entes político-territoriales quienes
están sujetos a los planes de transferencia planteados en sus normas» 84.
Por supuesto, este proceso de transferencia no es, en absoluto, un proceso de «descentralización», pues todas las llamadas «organizaciones de base del Poder Popular» en
definitiva son entidades dependientes y controladas por el Poder Ejecutivo nacional,
por lo que la transferencia de competencias a las mismas en realidad es un procedo una
«centralización administrativa».
En quinto lugar, también debe observarse, como antes se indicó, que se eliminó el
carácter de entidad local que en la Constitución tienen las parroquias, y por tanto, se
82
Véase sobre la Ley Orgánica de 2012, los comentarios de: JOSÉ LUIS VILLEGAS MORENO, 'G23-2
la instauración del Estado Comunal en Venezuela: Comentario al Decreto-ley Orgánico de la Gestión
Comunitaria de Competencia, Servicios y otras Atribuciones, en el contexto del Primer Plan Socialista-Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013»; de JUAN CRISTÓBAL CARMONA BORJAS, «Decreto con
rango, valor y fuerza de Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y otras
atribuciones»; de CECILIA SOSA G., «El carácter orgánico de un Decreto con fuerza de Ley (no habilitado) para la gestión comunitaria que arrasa lentamente con los Poderes estadales y municipales de la
Constitución»; de JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ, «Reflexiones sobre el nuevo régimen para la Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y otras Atribuciones»; de ALFREDO ROMERO MENDOZA, «Comentarios sobre el Decreto con rango, valor y fuerza de Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de
Competencias, Servicios y otras Atribuciones»; y de ENRIQUE J. SÁNCHEZ FALCÓN, «El Decreto con
rango, valor y fuerza de Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de Competencias, Servicios y otras
Atribuciones o la negación del federalismo cooperativo y descentralizado», en Revista de Derecho Público, n.º 130, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2012, págs. 127 y ss.
83
Como observó Cecilia Sosa Gómez, para entender esta normativa hay que «aceptar la desaparición de las instancias representativas, estadales y municipales, y su existencia se justicia en la medida que
año a año transfiera sus competencias hasta que desaparezcan de hecho, aunque sigan sus nombres
(Poderes Públicos Estadal y Municipal) apareciendo en la Constitución. El control de estas empresas,
las tiene el Poder Público Nacional, específicamente el Poder Ejecutivo, en la cabeza de un Ministerio».
Véase CECILIA SOSA G., «El carácter orgánico de un Decreto con fuerza de Ley (no habilitado) para la
gestión comunitaria que arrasa lentamente con los Poderes estadales y municipales de la Constitución»,
en Revista de Derecho Público, n.º 130, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2012, pág. 152.
84
Véase sentencia n.º 821 de la Sala Constitucional (Exp. n.º AA50-T-2012-0702) de 18 de junio
de 2012, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/junio/821-18612-2012-12-0704.HTML
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eliminó su carácter democrático representativo. Es más, en la disposición transitoria
segunda de la Ley Orgánica se dispuso que unos días después de la promulgación de la
Ley, los miembros principales y suplentes, así como los secretarios de las actuales juntas
parroquiales, cesaron en sus funciones. En esta forma, eliminadas las juntas parroquiales, las cuales en el artículo 35 de la Ley Orgánica pasaron a denominarse «juntas parroquiales comunales», las mismas se regularon solo como entidades con «facultades consultivas, de evaluación y articulación entre el poder popular y los órganos del Poder
Público Municipal», con las funciones enumeradas en el artículo 37 de la Ley Orgánica,
de la cual se eliminó todo vestigio de gobierno local representativo.
A todo lo anterior, en el proceso de desmantelamiento del Estado Constitucional
como Estado federal, se debe agregar que además de haberse implementado progresivamente, a la par del vaciamiento de competencias de los municipios hacia entidades no
democrático-representativas, la centralización de competencias de los Estados por el
Poder Nacional, se ha regulado un marco de acción de los órganos nacionales para
ahogar directamente a las entidades territoriales.
Ello ha ocurrido, por ejemplo, implementándose también aspectos de la reforma
constitucional rechazada de 2007, mediante el establecimiento de una estructura organizativa de la Administración Pública nacional, dependiente del vicepresidente ejecutivo de la República, en forma paralela y superpuesta a la Administración de los Estados,
denominada como «Órganos Desconcentrados de las Regiones Estratégicas de Desarrollo Integral (REDI)» 85, a cargo de funcionarios denominados «Autoridades Regionales», o «Jefes de Gobierno» según la denominación de la Ley Orgánica de la Administración Pública Nacional de 2014 (art. 34.41), como integrantes de «los órganos
superiores de dirección del Nivel Central de la Administración Pública nacional»
(art. 44, 71); los cuales, además, tienen «Dependencias» en cada Estado de la República, que están a cargo de Delegaciones Estadales, todos del libre nombramiento del vicepresidente de la República.
Estos delegados, que ejercen sus funciones «dentro del territorio del Estado que
le ha sido asignado» (art. 19), se los ha concebido como los canales de comunicación
de los gobernadores de Estado con el Poder Nacional y viceversa, del Poder Nacional
con los Estados, teniendo además como misión «realizar las acciones tendentes a impulsar la integración y operación de las comunidades organizadas, instancias del Poder
Popular, organizaciones del Poder Popular, los consejos de economía y contraloría
comunal bajo su demarcación, en términos de la normatividad aplicable, cumpliendo
con los criterios establecidos por la Autoridad Regional de las Regiones Estratégicas
de Desarrollo Integral (REDI)» (art. 20). En definitiva, estas autoridades nacionales
Regionales y los Delegados Estadales, son los órganos administrativos del Poder Nacional montados en paralelo a las autoridades estadales, con el objeto de asegurar el
vaciamiento de sus competencias y la neutralización del poder de los gobernadores de
85
Véase Resolución n.º 031 de la Vicepresidencia de la República, mediante la cual se establece
la Estructura y Normas de Funcionamiento de los Órganos Desconcentrados de las Regiones Estratégicas de Desarrollo Integral (REDI), en Gaceta Oficial n.º 40.193 de 20-6-2013.
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Estado, particularmente si no son miembros del partido oficial; todo ello dentro de un
proceso de planificación centralizada que se ha regulado en la Ley de la Regionalización Integral para el Desarrollo Socio-productivo de la Patria de 2014 86, que establece
zonas económicas especiales de desarrollo, buscándose «regularizar» las estructuras
administrativas nacionales de intervención y sometimiento de las entidades político-territoriales.
En todo caso, un ejemplo del proceso de ahogamiento y neutralización de las entidades territoriales de la República, particularmente de las existentes en la Región Capital, como se ha indicado, ocurrió en 2008, con la creación de autoridades en el Distrito
Capital totalmente dependientes del Poder Ejecutivo, violándose la Constitución. En la
Constitución de 1999 se había buscado cambiar radicalmente la concepción del viejo
Distrito Federal creado desde 1863 como entidad dependiente del Poder Nacional,
estableciéndose el Distrito Capital como una entidad política más de la República
(art. 16), con sus propios órganos legislativo y ejecutivo de gobierno democrático, es
decir, integrado por funcionarios electos popularmente, que debía ser regulado por el
Poder Nacional (art. 156,10). Como se dijo, ese esquema de autonomía territorial también se pretendió reformar en la rechazada Reforma Constitucional de 2007, en la cual
se buscaba eliminar el Distrito Capital y recrear la desaparecida figura del Distrito Federal como entidad totalmente dependiente del Poder Nacional, en particular del presidente de la República, sin gobierno propio.
Pero después del rechazo popular a dicha reforma constitucional, sin embargo,
esta reforma también se ha implementado en fraude a la Constitución, y por supuesto a
la voluntad popular, mediante la sanción de la Ley Especial Sobre la Organización y
Régimen del Distrito Capital 87, en la cual se lo ha regulado como una dependencia del
Poder Nacional, con el mismo ámbito territorial del extinto Distrito Federal; y con un
supuesto «régimen especial de gobierno», conforme al cual, la función legislativa en el
Distrito está a cargo de la Asamblea Nacional, y el órgano ejecutivo es ejercido por un
jefe de Gobierno (art. 3), que de acuerdo con el artículo 7 de la Ley Especial, es «de
libre nombramiento y remoción» por parte del presidente de la República; es decir, un
«régimen especial de gobierno» dependiente del Poder Central.
Con ello, en el mismo territorio del Municipio Libertador y de parte del territorio
del Distrito Metropolitano de Caracas a cargo de un Alcalde y un Consejo Metropolitanos, se le ha superpuesto una estructura nacional, como entidad dependiente funcionalmente del Ejecutivo nacional, sin gobierno democrático ni autonomía político-territorial, ignorando además la existencia del régimen municipal metropolitano a dos
niveles previsto en la Constitución, duplicando las funciones del mismo, dispuesto para
ahogarlo y controlarlo.
Como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto, puede decirse entonces
que la Federación que se plasmó en la Constitución de 1999 no solo siguió siendo, más
acentuadamente, la misma Federación centralizada desarrollada en las décadas anterio86
87
Véase en Gaceta Oficial n.º 6.151 de 18 de noviembre de 2014.
Véase en Gaceta Oficial n.º 39.156 de 13 de abril de 2009.
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res, sino que los pocos elementos que podían contribuir a su descentralización política,
fueron desmontados progresivamente en los últimos tres lustros.
En esta perspectiva, el Estado venezolano que nunca ha sido ni ha tenido realmente las características de uno «Federal descentralizado», expresión que solo fue una etiqueta contradictoria e ilusa inserta en una Constitución centralista, progresivamente se
ha centralizado aún más, ubicándose todo el Poder Público en el Estado nacional, que
ahora está configurado como un Estado Totalitario y centralizado 88. Esa centralización
ha sido el resultado de un progresivo desbalance hacia el nivel nacional en la distribución territorial del Poder, en el cual se ha vaciado a los Estados de toda competencia
sustantiva, y a los municipios se les ha quitado su carácter de unidad primaria en la organización nacional, montándose en paralelo y en contra de la Constitución, la organización del llamado Poder Popular o del Estado Comunal, integrada por Comunas y
Consejos Comunales, que han venido neutralizando y ahogando a los municipios, como
instrumentos realmente del Poder Nacional.
En esta forma, al fraude a la Constitución, que ha sido la técnica constantemente
aplicada por el gobierno autoritario en Venezuela desde 1999 para imponer sus decisiones a los venezolanos al margen de la Constitución 89, se sumó posteriormente el fraude a
la voluntad popular, al imponerle a los venezolanos mediante leyes orgánicas, un modelo de Estado por el cual nadie ha votado y que cambia radical e inconstitucionalmente el
texto de la Constitución de 1999, que no ha sido reformado conforme a sus previsiones,
en abierta contradicción al rechazo popular mayoritario que se expresó en diciembre de
2007 respecto de la reforma constitucional que se intentó realizar incluso violando la
propia Constitución, e incluso, al rechazo popular mayoritario del pueblo que se expresó respecto de la política del presidente de la República y de su Asamblea Nacional con
ocasión de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010, que perdió.
New York, mayo de 2015
Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Estado Totalitario y desprecia a la Ley (La desconstitucionalizacicón, desjudicialización, desjuridificación, desdemocratización del Estado en Venezuela), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2014.
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Véase ALLAN R. BREWER-CARÍAS, Reforma constitucional y fraude a la Constitución (1999-2009),
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 2009; Dismantling Democracy. The Chávez Authoritarian Experiment, Cambridge University Press, New York, 2010.
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