SORGO ROJO

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SORGO
ROJO
SORGO ROJO
Zhang Yimou (1951)
Sorgo rojo fue la primera película de Zhang Yimou (Xi’an, 1951), rodada en 1987. El film ganó el Oso de Oro en el
Festival de Berlín al año siguiente y lanzó la carrera de su director, que se convirtió con los años en uno de los más
importantes cineastas a nivel mundial, agasajado por la crítica y los festivales internacionales, que se lo rifaban.
También Sorgo rojo significó el reencuentro con su musa Gong Li hasta su separación personal y artística tras La joya
de Shangai en 1995. Pero ante todo esta ópera prima de Yimou significó a partir de los años 80 la apertura del cine
chino a Occidente, en vísperas de la evolución económica que iba a tener lugar en el antiguo Celeste Imperio.
LA QUINTA GENERACIÓN DEL CINE CHINO
Zhang Yimou forma parte de la llamada “Quinta Generación” del cine chino de pleno derecho. No es este el
momento de hacer una historia exhaustiva de las películas del país asiático. Diremos sucintamente que la producción
autóctona china no comienza hasta los años 10 del siglo XX. Hasta entonces, la producción está monopolizada por
compañías extranjeras, como pasaba con el resto del país en otros órdenes empresariales. De esto se ha hablado en
las ponencias anteriores. Sin embargo las productoras meramente chinas empiezan a prosperar en la década de los
20 hasta tal punto que en los 30 se llega a lo que se llama “primera edad de oro del cine chino”. Es curioso que las
tres grandes casas del período (Linhaua, Mingxing y Tianyi) expresan las tensiones del período histórico. Las dos
primeras tenían vinculación con el cada vez más descollante Partido Comunista y hacía un cine más social, mientras
que Tianyi se dedicaba más al cine de evasión. En cualquier caso entre todas consiguen un nivel de producción
aceptable y su propio star system.
Sin embargo esta era de esplendor se acaba como tantas otras cosas en China a partir de la invasión japonesa de
1937. Sobrevive una producción en torno a Shangai aprovechando su estatuto internacional pero que tras la invasión
de la ciudad en 1941 tras la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial es utilizada por los nipones para su
propaganda. Sin embargo, en los cuatro años que van desde el fin de la guerra en 1945 a la victoria comunista en
1949 de produce la “Segunda edad de oro” del cine chino. Una nueva generación de estudios sustituye a la de los
años 30, con bastante éxito. Pero se recrea el esquema anterior de películas escapistas frente a otras más
comprometidas socialmente, incluso criticas con el gobierno del Kuomitang. Pero todo cambia a partir de los años 50
con el triunfo de Mao.
El nuevo gobierno impulsó una producción basada en los temas clásicos de los cines comunistas, como filmes
ambientados en la vida campesina y en los trabajadores como un arma de propaganda. Hay una dura censura y es
sintomático que todo el cine chino anterior a 1949 es prohibido por las nuevas autoridades. Esto ha hecho que los
chinos no tengan mucha memoria histórica sobre su propia historia cinematográfica, hasta años recientes que se han
recuperado películas y se han abierto archivos. De hecho, últimamente se han producido remakes de exitosas películas
del período precomunista. Por ejemplo, uno de los directores de esta Quinta generación a la que pertenece Zhang
Yimou, Tian Zhuangzhuang rodó en 2003 una nueva versión de Primavera en un pueblo pequeño, un clásico del cine
chino de 1948. No obstante, estos años, con poca libertad ideológica son excelentes para la producción. Entre 1949
y el inicio de la Revolución Cultural de 1966 se filman 603 películas y más de 8.000 documentales y noticieros, que
es lo que interesa al régimen para la propaganda. Es la tercera generación.
La cuarta es en realidad una generación frustrada, pues al estallar la Revolución Cultural el cine sufre mucho. Entre la
doctrina de la “purificación de las artes” impulsada por la propia esposa de Mao que era actriz, y la potenciación del
trabajo frente a intelecto se abandona el cine que baja mucho la producción. Es un paso atrás hasta estilísticamente,
pues mientras el resto del mundo vivía el fenómeno regenerador de los “nuevos cines” (Nouvelle Vague francesa,
Nuevo Cine del Este de Europa, Cinema Novo brasileño, Nuevo Cine Español, el cine revolucionario cubano) China
restringía su producción, quedándose rezagado.Tras la muerte de Mao en 1976 es el momento de la generación que
nos interesa, la Quinta, porque en ella milita nuestro director Zhang Yimou.
Hay varias cosas que unen a estos directores (Zhang Yimou, Chen Kaige, Tian Zhuangzhuang, Li Shaohong, etc.) Una
es que son compañeros de promoción. Entran en el Instituto Cinematográfico de Pekín en 1978 y se gradúan en
1982. Pero además han sufrido en sus carnes la Revolución Cultural. Kaige delató a su padre que fue condenado a
trabajos forzados, de lo que se arrepiente mucho. El propio Zhang Yimou es obligado a dejar los estudios y trabajar
en una granja como operario textil. Todos ellos retoman tarde su formación (Yimou tiene 27 años cuando entra en el
Instituto) y no sienten ninguna simpatía por el régimen chino, lo que les dará problemas. A nuestro cineasta se le
prohíben en China dos películas (Semilla de Crisantemo y La linterna roja) además de tener trabas burocráticas como
denegación de permisos de rodaje o censura directa de guiones. Aunque por otra parte el régimen lo mima porque
exteriormente gana premios y da determinada imagen liberalizadora de China. Algo así como lo que pasaba en la
España franquista con Saura.
Pero además de cuestiones políticas, a esta quinta generación les unen cuestiones estilísticas. Por ejemplo, en defender
el valor artístico y humanístico de sus películas. Centrarse en la luz y en el color y en la fuerza pictóricas de las
imágenes, más que en el guión y en los diálogos. Y un rechazo a rodar en decorados y centrarse en los paisajes
naturales, buscando un realismo que a veces chocaba con la abstracción de la puesta en escena, huyendo del
“realismo socialista”. Pero es importante que el esteticismo nunca es vacío. No se busca la belleza por la belleza.
Tiene que haber unos valores que sustenten el cuidado formal para que no sea formalismo
Los que hayáis seguido la carrera de Zhang Yimou sabréis que cumple estos requisitos a rajatabla, aunque sus últimas
películas caen más en el esteticismo, como La casa de las dagas voladoras o La maldición de la flor dorada. Es
curioso que tras sus películas femeninas de su primera etapa y su acercamiento urbano de la segunda (Keep Cool,
Happy Time, Ni uno menos) Yimou se esté refugiando en el cine de aventuras tradicional chino, al igual que su más
destacado compañero de generación, Chen Kaige, con La promesa. Es como si con la edad estuviesen volviendo a
las raíces.
Para terminar, decir que tras esta Quinta Generación de cineastas chinos desde los 90 funciona la sexta, con gente
como Wang Xiaoshuai, Zhang Yuan, Jia Zhangke y Lou Ye. Sus temáticas son menos románticas y más urbanas,
incorporando los nuevos modos del lenguaje audiovisual (cámaras digitales, rodaje en mano, etc.) y que muestran las
tensiones de vivir en la China actual que se abre al capitalismo.
SOBRE SORGO ROJO
Sorgo rojo expresa muy bien las citadas características de la Quinta Generación: Es un film de gran belleza formal,
pero nunca cae en el esteticismo. Parte de un ambiente campesino realista, y en algunos casos, como el sangriento
final, es hiperrealista. Pero se halla tamizado por la poesía y por el simbolismo, que salva al film del naturalismo. Y los
diálogos no son tan importantes como la puesta en escena y lo que dicen y sugieren los diversos planos.
Esta ópera prima de Zhang Yimou es como un gran borrador de su obra posterior. Hay un personaje central femenino
fuerte que centra la acción y que evoluciona en la trama, desde un personaje pasivo y que literalmente es llevado y
sacudido que acaba controlando su vida y tomando decisiones trascendentales. Esta su famoso color rojo, que ha
llegado a ser una marca de fábrica, pero es como un pintor que juega en su primer film con los matices. Hay planos
nocturnos azulados, textura terrosa en los paisajes desolados que aparecen a veces, los matices de los campos de
sorgo.
El realismo de una trama melodramática con personajes ortodoxos (jóvenes obligadas a casarse contra su voluntad
con leprosos, amores varios, guerra, bandidos, etc.) se tamiza como dijimos por la poesía que sublima. Esto queda
representado sobre todo en el gran simbolismo del vino que produce la bodega de la protagonista. Puede ser en el
film fuerza vital que recorre –y acaba regando- como la sangre la tierra. En la escena en que la protagonista Ju’er
(Gong Li) obliga a beberlo a sus hombres como signo de unión es imposible no pensar en la comunión católica. Pero
el simbolismo es más patente en el tratamiento del sorgo, del que al principio se nos dice que no se sabe muy bien
donde sale. En sus campos la gente anda, se pierde, ama por primera vez. Cuando al final el sorgo es pisoteado y
roturado es como si la comunidad protagonista perdiese literalmente sus raíces. Y es que irónicamente, Sorgo rojo no
deja de ser un film nacionalista de un director que luego lo pasaría mal con el gobierno de su país. La idea de una
comunidad no idílica, pero si enraizada, que al final se ve destruida como los campos de sorgo, es la que predomina.
La bodega de Ju’er actúa así como un microcosmos de la China de los años 30, donde transcurre la acción del film.
Javier MIRANDA
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