antología literaria iv

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ANTOLOGÍA
LITERARIA IV
UN VITRAL
DE HISTORIAS Y EMOCIONES
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ANTOLOGÍA
LITERARIA IV
UN VITRAL
DE HISTORIAS Y EMOCIONES
2008
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EDICIÓN: Claudia Toledo y Alejandro De Oto Gilotaux
DIBUJO DE TAPA: Bautista Frávega (3º grado A). Ilustración del cuento “Estoy
Frito” de Joaquín Mútolo Terzano (3º grado A)
COLABORADORES: María Corradetti, Patricia Barreira, Susana Mantegazza,
María Carolina Podversich y Cristina Cozzi
DISEÑO: Mariela Taccone
El título UN VITRAL DE HISTORIAS Y EMOCINES
fue pensado por los alumnos y alumnas de 7º grado con su maestra.
Auspicio EDUCA
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723
LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler,
la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por
cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias,
digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su
infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
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PRÓLOGO
Cuenta una leyenda que los hombres necesitaban el fuego para
iluminar la noche al calor de las palabras y por eso, los dioses les
permitieron descubrir ese tesoro en el corazón de la madera.
Cuenta la Historia que cuando los griegos lograron crear un
alfabeto completo y con el tiempo, interiorizaron la escritura,
aventajaron a otras destacadas civilizaciones de la antigüedad porque,
a diferencia de ellas, contaron con el instrumento adecuado para fijar
en huellas indelebles, sus hechos heroicos, sus mitos y creencias, su
filosofía de vida y sus descubrimientos en el campo de la ciencia.
Un sinfín de años nos separan del origen de esta leyenda y de la
invención que hizo posible la escritura alfabética. Sin embargo, a pesar
del tiempo transcurrido, el dominio de la escritura continúa siendo una
difícil conquista y las historias que hacen inteligible el mundo, no han
perdido su poder de fascinación.
En cada niño que ingresa a la escuela, la humanidad entera
redescubre las posibilidades inimaginables que abren la lectura y la
escritura al lenguaje, el pensamiento y la existencia humana. Y cuando
esta institución no logra acompañarlo en ese descubrimiento y
ayudarlo a que se apropie de esos tesoros de la cultura, es también la
humanidad entera la que está en riesgo.
Podrán pensar que lo que afirmo es una exageración, pero solo me
resulta posible imaginar una sociedad justa de la mano de la educación
y esta encuentra en la lectura y la escritura umbrales que expanden los
límites del pensamiento y la conciencia.
En quien se ha sembrado el amor por la lectura, de por vida
abrevará en las aguas del conocimiento más allá de que curse o no un
estudio superior; aquel que no se ha intimidado por un libro extenso y
complejo, descubrirá que la dificultad es un acicate y no un obstáculo
para su intelecto; quien luego de sucesivos borradores ha logrado
cristalizar sus ideas y sentimientos, eludirá la tentación de las
respuestas fáciles; aquel que logre retraerse del mundo mientras lee,
regresará enriquecido por esa experiencia solitaria, y quien logre cifrar
el universo en un texto, encontrará en la imaginación una aliada
valiosa para enfrentar los conflictos que toquen su puerta.
La meta de toda educación no es otra que hacer de cada niño un ser
humano pleno, deseoso de un mundo mejor, capaz de ver en el otro un
semejante independientemente de sus vestiduras, posesiones y títulos,
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su color de piel o su religión. La literatura muestra cuán diferentes y a
la vez idénticos somos los hombres, y cuán profundos son los
conflictos y vivencias que nos hermanan comparados con las
nimiedades que nos distancian. Por eso, entre otras tantas cosas, año a
año, revisamos en el colegio el plan lector para que nuestros alumnos
lean libros potentes, que los ayuden a encontrarse a sí mismos y otros,
que amplíen su horizonte de vida y favorezcan el entendimiento con
quienes no se le parecen.
La escritura ficcional no solo permite dar forma a la experiencia
porque los mundos posibles que en ella se despliegan, no son
totalmente autónomos del mundo real y se superponen en gran medida
a aquel en el que el lector y el escritor desarrollan su vida. Posibilita
también explorar las posibilidades simbólicas y expresivas del
lenguaje en la medida en que mediante las palabras que elegimos y el
modo en que las entrelazamos, damos sentido a la experiencia, a lo que
vemos y sentimos, a lo que nos pasa. Por eso, año a año, la escuela en
su conjunto participa en la elaboración de un libro que reúne la mejor
producción literaria de cada alumno.
Curiosidad, pensamiento, voluntad, juicio crítico, sensibilidad,
flexibilidad, imaginación y capacidad de diálogo, son las capacidades
que promovemos en nuestro colegio cada vez que transformamos el
aula en un foro de lectura o en un taller de escritura. Si con tanta
energía intentamos profundizar la formación de nuestros alumnos
como lectores y escritores, es porque pensamos que el dominio del
lenguaje les permitirá ser más conscientes de que la palabra es caricia
o cincel, velo o cristal, según con qué intención se la use. Si con tanto
esfuerzo y dedicación sostenemos dichos espacios es porque
consideramos que contribuirán a que el día de mañana, nuestros
alumnos cuenten con herramientas sólidas para pensar por sí mismos
y reflexionar sobre su propia condición y la de los demás, para
construir puentes donde otros solo se afanan en alzar barreras o muros.
Claudia Toledo
Asesora de Lengua
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PRIMER
GRADO
NUESTROS PRIMEROS PASOS
A lo largo del año nos asomamos al reino de la literatura y a un
mundo más rico que el cotidiano, el mundo de la ficción, donde todo
resulta maravilloso y sorprendente.
Durante este año nos subimos a un lápiz súper poderoso y nos
transportamos a un castillo donde vive la realeza; descubrimos las
peripecias de un espantapájaros alocado y las ocurrencias de un mono
carayá cuando trata de ayudar a sus amigos guaraníes; visitamos un
sorprendente vivero en donde hallamos pinos con poderes
impensables; conocimos la sensibilidad de una ballena distinta a todas
y lo molestas que suelen tornarse las pulgas cuando se sienten
invadidas así como los desastres que puede hacer una bruja cuando
pierde su libro de conjuros.
Hemos elegido las mejores flores de papel para armar un ramo
perfumado de historias atrapantes y ofrecérselas a ustedes. Así el lápiz
súper poderoso en el que nos subimos este año, toca las puertas de sus
casas y los invita a escribir con sus hijos y disfrutar nuevamente de las
travesuras vividas junto a los chicos de primero.
Damos un paso al costado y les dejamos libre la entrada para
disfrutar de este vuelo hacia la imaginación.
Patricia Lamas y Carolina Bach
Maestras de 1º grado A y B
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LA BALLENA QUE PARECÍA UN KIWI
MANUEL BARCHI BULLÓ
LA BALLENA ESTABA EMBARAZADA Y ESTABA POR
NACER SU HIJO. CUANDO ESCUCHÓ UN RUIDO, VIO AL
HIJITO QUE NACIÓ. NO ERA IGUAL A LOS DEMÁS, TENÍA
PELOS Y ERA VERDE.
LAS OTRAS BALLENAS LO EMPUJABAN Y LO
MOLESTABAN, BURLÁNDOSE DE ÉL Y LE DECÍAN QUE
PARECÍA UN KIWI PORQUE TENÍA PELOS Y ERA VERDE.
EL BALLENATO SE SENTÍA MAL Y SE QUEDABA
SOLO; ÉL NO LOS TRATABA MAL PORQUE QUERÍA HACERSE
AMIGO DE ELLOS.
ENTONCES ORGANIZÓ UNA FIESTA PARA QUE LO
CONOCIERAN Y SE HICIERAN AMIGOS.
LAS BALLENAS QUE LO TRATABAN MAL SE
SORPRENDIERON CON LA INVITACIÓN Y SE DIERON
CUENTA DE QUE EL BALLENATO NO ERA MALO, QUE ERA
BUENO Y SE HICIERON TODOS AMIGOS.
LA BRUJITA Y SUS MASCOTAS
PEDRO CASTRO NEVARES
UN DÍA UNA BRUJA SE COMPRÓ UN GATO, UN GUEPARDO Y
UN CANGURO. LA BRUJA LOS HECHIZÓ SIN QUERER Y SE
PREOCUPÓ MUCHO PORQUE ESTABAN DORMIDOS.
BUSCÓ UN HECHIZO Y LOGRÓ QUE SE DESPIERTEN. LAS
MASCOTAS COMENZARON A DESORDENAR TODA LA CASA
Y LA BRUJA TUVO QUE ORDENAR TODO, POR CULPA DE LAS
MASCOTAS.
LA BRUJA SE ENOJÓ Y VENDIÓ A SUS MASCOTAS.
ENTONCES LOS ANIMALES SE SINTIERON MUY MAL.
LA BRUJA SE PUSO TRISTE Y FUE A BUSCARLOS Y SE LOS
LLEVÓ DE NUEVO A VIVIR CON ELLA Y DECIDIÓ NO
HECHIZARLOS MÁS.
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LA BRUJA DESPERTO AL GATO
FRANCO DELUCCHI
HABÍA UNA VEZ UNA BRUJA QUE SE LLAMABA
MARAVILLAS Y TENÍA RATONES EN EL CASTILLO PARA QUE
SU GATO LOS ATRAPE.
LA BRUJA ESTABA OCUPADA BARRIENDO LA BASURA,
CUANDO SE CANSÓ DE BARRER, HIZO UNO DE SUS
HECHIZOS Y DURMIÓ A SU MASCOTA.
DESPUÉS LA BRUJA TRATÓ DE DESPERTARLO PERO EL
GATO NO SE DESPERTABA. CUANDO EL GATO POR FIN SE
DESPERTÓ, NO RECORDABA QUÉ LE HABÍA PASADO.
EL GATO TAMPOCO SE ACORDABA DE PERSEGUIR A LOS
RATONES Y LOS RATONES HACÍAN LÍO EN LA HABITACIÓN
DE LA BRUJA.
LA BRUJA HIZO UNA PÓCIMA PARA QUE SU GATO ATRAPE A
LOS RATONES. FUNCIONÓ Y EL GATO LOS ATRAPÓ A TODOS.
EL MONO CARAYÁ Y LOS INDIOS
MARCOS DIARBEKIRIAN
HACE MUCHOS AÑOS HABÍA UNOS DOS INDIOS
GUARANÍES QUE VIAJABAN, PESCABAN Y CAZABAN.
UNA MAÑANA NADARON Y SE BAÑARON EN EL RÍO,
BUSCARON FRUTAS PARA EL MONO CARAYÁ QUE ERA SU
AMIGO.
EL PRÍNCIPE SE DESMAYÓ
JOAQUÍN FLORIA
LA PRINCESA ESTABA LLORANDO PORQUE ESTABA
PREOCUPADA POR EL PRÍNCIPE.
EL PRÍNCIPE SE CHOCÓ CONTRA UN ÁRBOL Y SE
DESMAYÓ.
CUANDO SE PARÓ, CAMINÓ Y LLEGÓ AL CASTILLO
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DE LA PRINCESA.
EL PRINCIPE LE LLEVÓ UN REGALO. A LA PRINCESA
LE ENCANTÓ EL ANILLO QUE LE REGALÓ.
EL SUEÑO DEL MOSQUITO
JUAN CRUZ GAONA
HABÍA UNA VEZ UN MOSQUITO. ÉL TODO EL DÍA
PICABA MUCHO A LAS PERSONAS.
UNA NOCHE SE FUE A DORMIR Y SOÑÓ QUE ERA UN
GRAN REY. LO TRATABAN MUY BIEN Y LO INVITABAN A
TOMAR EL TÉ. EL MOSQUITO ESTABA MUY CONTENTO.
A LA MAÑANA SE DESPERTÓ Y SE DIO CUENTA DE
QUE TODO HABÍA SIDO UN SUEÑO. SALIÓ DE SU CASA Y
FUE A PICAR A LA GENTE, PORQUE TENÍA MUCHA HAMBRE.
AL COCODRILO LE GUSTAN LOS MIMITOS
JULIÁN GONZÁLEZ CALDERÓN
VIAJÉ UN DÍA AL PAÍS DE LOS SUEÑOS Y VI UN
COCODRILO QUE ERA MUY LINDO Y VIVÍA EN UN
PANTANO. LE HACÍAMOS MIMITOS Y JUGÁBAMOS.
EL COCODRILO SE DIVERTÍA Y LE DÁBAMOS DE
COMER CARNE.
A LA NOCHE FUI AL PANTANO A NADAR Y LE
BUSCAMOS COMIDA PARA EL DESAYUNO. JUNTOS
PASEAMOS POR LA CIUDAD DURANTE VEINTE DÍAS.
DESPUÉS NOS OLVIDAMOS DEL COCODRILO Y
FUIMOS A OTRO LUGAR PARA BUSCAR A ALGUIEN QUE LO
CUIDARA Y LE HAGA MIMITOS.
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EL NIÑO APURADO
SANTIAGO GUIRAO
CUANDO ME DESPERTÉ FUI A HACER PIS Y
ENSEGUIDA TOMÉ EL DESAYUNO. ¡ERAN LAS 7. 40!
COMO ERA TARDE, ME FUI EN AVIÓN A LA ESCUELA,
PERO TUVE QUE IR AL AEROPUERTO MUY RÁPIDO.
ME OLVIDÉ EL CUADERNO DE COMUNICACIONES.
ENTONCES LE PEDÍ AL PILOTO DEL AVIÓN QUE REGRESARA
PARA QUE YO BUSQUE MI CUADERNO.
CUANDO AGARRÉ MI CUADERNO FUI AL COLEGIO.
LLEGUÉ JUSTO A LA HORA DE LA ENTRADA.
EL AVIÓN ATERRIZÓ CERCA DEL COLEGIO Y TODOS
MIS COMPAÑEROS VIERON QUE BAJÉ DEL AVIÓN. LOS
CHICOS SE SORPRENDIERON Y ME PIDIERON QUE A LA
SALIDA LOS LLEVE A DAR UNA VUELTA EN MI AVIÓN.
LOS PROBLEMAS DEL BALLENATO
ÁLVARO MARÍA ISTUETA
HABÍA UNA VEZ UNA BALLENA QUE ESTABA
ESPERANDO UN HIJO Y TARDÓ EN NACER.
CUANDO NACIÓ, LA MAMÁ VIO QUE NO COMÍA
KRILL NI PECES Y TAMBIÉN VIO QUE NUNCA CRECÍA.
LA MAMÁ DIJO: -¿QUÉ TIPO DE BALLENA ES? AH, YA
SÉ ¡NACIÓ ASÍ!
APARECIERON
OTRAS
BALLENAS
QUE
MOLESTABAN AL BALLENATO, LO EMPUJABAN Y LE
PEGABAN.
LA MAMÁ LO DEFENDIÓ A SU HIJO ECHANDO A LAS
BALLENAS QUE LO TRATABAN MAL.
AL BALLENATO LE GUSTABA COMER ALGAS Y SU
MAMÁ LO DESCUBRIÓ COMIÉNDOLAS EN EL FONDO DEL
MAR. ENTONCES LE DIO DE COMER ALGAS PARA QUE
CREZCA.
EL DÍA DEL CUMPLEAÑOS DEL BALLENATO, LA
MAMÁ PREPARÓ KRILL Y PECES PARA LOS INVITADOS Y
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UNA TORTA MUY GRANDE DE ALGAS PARA SU HIJO.
EL BALLENATO SE SINTIÓ EXCELENTE Y EMPEZÓ A
CRECER.
LOS ZANCOS QUE NO SE PRENDEN FUEGO
JOSÉ CAYETANO LICCIARDO HARY
UNA MAÑANA YO VI POR LA VENTANA QUE SALÍA
HUMO DEL PISO PORQUE LA TIERRA SE HABÍA CALENTADO
MUCHO. TODA LA GENTE SE ASUSTÓ PERO YO TENÍA QUE
IR A LA ESCUELA Y ENTONCES FUI A BUSCAR MIS ZANCOS
Y FUI A LA ESCUELA.
TODOS SE SORPRENDÍAN AL VERME EN ZANCOS. YO
VEÍA MUCHO VAPOR PERO TENÍA MI MÁSCARA DE GAS
QUE ME PROTEGÍA DEL HUMO. EN MIS ZANCOS NO SE
QUEMABAN LOS PIES.
CUANDO LLEGUÉ A LA ESCUELA AHÍ TAMBIÉN
SALÍA HUMO DEL PISO.
TODOS MIS COMPAÑEROS LLEGARON A LA ESCUELA
EN ZANCOS.
LOS GUARDAMOS EN LOS LOCKERS Y FUIMOS A ESTUDIAR
AL AULA.
LOS INDIOS Y EL MONO CARAYÁ
JOAQUÍN LLAMBÍAS
UN DÍA A TRAVÉS DEL TÚNEL DEL TIEMPO ME FUI A
MISIONES. LOS INDIOS ESTABAN CAZANDO EN UNA CANOA
Y SE CHOCARON CON UN MONO.
UN INDIO AGARRÓ UNA LIANA Y OTRO INDIO SE
CAYÓ AL RÍO Y LO RESCATÓ.
DESPUÉS BUSCARON UNA FRUTA Y LE DIERON UNA
MANZANA AL MONO CARAYÁ DE PREMIO POR
AYUDARLOS.
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EL CAMELLO QUE VIVE EN MI BAÑO
MATÍAS LLORENTE
CON UN CAMELLO FUI AL DESIERTO PERO CUANDO
ME BAJÉ DEL CAMELLO A DESCANSAR SE ME ESCAPÓ
PORQUE VIO A OTROS SEÑORES Y EL CAMELLO PREGUNTÓ
SI ERAN BUENOS PERO NO. ERAN CAZADORES DE
CAMELLOS Y LO CAZARON. QUERÍAN COMERLO.
EL CAMELLO ME LLAMABA, PERO CADA VEZ MÁS
BAJO SE ESCUCHABA. SE ALEJABA EL CAMELLO.
ENTONCES LO FUI A BUSCAR. NO LO ENCONTRÉ EN
LA PLAYA. LO ENCONTRÉ EN LAS CATARATAS, NADAMOS Y
NOS FUIMOS A OTRO LUGAR PARA DESPEDIRNOS.
LLEGUÉ A CASA Y AL IR AL BAÑO, ALLÍ ESTABA MI
CAMELLO AL LADO DEL INODORO. Y LO ÚNICO QUE TENGO
QUE DECIR ES QUE SE QUEDÓ VIVIENDO EN EL BAÑO DE MI
CASA Y CUANDO LLEGAN VISITAS, MI CAMELLO SE
ESCONDE EN LA BAÑERA.
EL MOSQUITO QUE FUE REY
JUAN CRUZ MAYER
HABÍA UNA VEZ UN MOSQUITO QUE LA GENTE LO
ODIABA PERO UN DÍA SOÑÓ QUE LO QUERÍAN MUCHO.
LO TRATABAN COMO UN REY, LO INVITABAN A
DORMIR A SUS CASAS Y LE GUSTABA IR DE VISITAS. EL
MOSQUITO JUGABA CON LAS PERSONAS AL AJEDREZ Y
SIEMPRE GANABA.
CUANDO SE DESPERTÓ, DESCUBRIÓ QUE SU DESEO
SE CUMPLIÓ Y CELEBRÓ CON SUS AMIGOS.
EL PINO GUARDIÁN
SANTIAGO MICHELETTI
ANA COMPRÓ UN PINO.
EN UNOS DÍAS, EL HIJO, SE DESPERTÓ, ABRIÓ LA
VENTANA Y VIO AL PINO EN LA CALLE CAMINANDO. DIJO
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“¡MAMÁ Y PAPÁ EL PINO CAMINA!”. LOS PADRES DIJERON
“HIJO, VISTE MUCHA TELE”.
EL HIJO LES HIZO MIRAR A SUS PAPÁS POR LA VENTANA
CUANDO EL PINO CAMINABA POR EL JARDÍN.
ENTONCES PENSARON Y DEJARON AL PINO DE
GUARDIÁN DE SU CASA.
LOS DISPARATES EN LOS SUEÑOS
NICOLÁS ENRIQUE PEREYRA PIGERL
EL RATÓN SUEÑA CON QUESO,
LA BRUJA CON QUE LA VARITA
HACE UN HECHIZO
Y EL ZOMBIE SUEÑA
QUE POR FIN TIENE VIDA.
EL COCODRILO HACE SURF
CRISTÓBAL PUSSO HELGUERA
UN DÍA UN COCODRILO FUE A SURFEAR.
VINO UNA OLA Y SE CAYÓ. CUANDO ESTABA
DENTRO DE LA OLA VIO UN PEZ GLOBO QUE SE INFLABA Y
SE EMPEZÓ A REÍR Y POR ESO SE CAYÓ DE LA TABLA.
CUANDO SALIÓ DE LA OLA, AGARRÓ SU TABLA Y SE
FUE A LA ARENA.
EN LA PLAYA SE ASUSTARON CUANDO VIERON AL
COCODRILO. TODOS CORRIERON Y LO DEJARON SOLO EN
LA PLAYA.
COMO SE QUEDÓ SOLO, EL COCODRILO SE PUSO A
JUGAR CON LA ARENA Y CON EL PEZ GLOBO. JUNTOS
HICIERON CASTILLOS.
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EL PINO LOCO
CAMILO ROMERO
HACE MUCHO TIEMPO MI MAMÁ, MI HERMANA Y YO
FUIMOS A UN VIVERO Y COMPRAMOS UN PINO. DESPUÉS
DE LLEGAR A CASA FUIMOS A COMER Y EL PINO HIZO UNA
TRAVESURA MUY RARA.
CUANDO MAMÁ, MI HERMANA Y YO ESTÁBAMOS
POR IR A UNA FIESTA, NOS DIMOS CUENTA DE QUE EL PINO
TAMBIÉN QUERÍA ACOMPAÑARNOS PARA BAILAR CON
NOSOTROS. COMO NO LO DEJAMOS IR CON NOSOTROS, SE
FUE A PASEAR Y A BAILAR A UN VIVERO.
COMO EL PINO NOS TRAÍA MUCHOS PROBLEMAS, LO
DEVOLVIMOS AL VIVERO.
LA PRINCESA QUIERE MUCHO AL PRINCIPE
MANUEL SANZ
EL PRÍNCIPE SE ATASCÓ EN EL PANTANO Y LA
PRINCESA ESTABA LLORANDO PORQUE LO ESPERABA.
DESPUÉS SE SALIR DEL PANTANO, EL PRÍNCIPE
LLEGÓ A PALACIO Y LA PRINCESA SE PUSO CONTENTA. EL
PRÍNCIPE LE DIO UN CHOCOLATE A LA PRINCESA.
VALERIA Y LAS PULGAS
FELICITAS BOSCH
UNA TARDE MARITO, TORITO Y POROTO, UNAS
PULGAS, DEBÍAN EVITAR QUE VALERIA BALDEARA EL
PATIO PARA QUE NO SE AHOGARAN.
INVENTARON UN VELERO PARA NO MOJARSE.
VALERIA FUE A BUSCAR EL BALDE DE AGUA PARA
BALDEAR EL PATIO. TIRÓ EL AGUA Y LAS PULGAS
EMPEZARON A REMAR. LAS PULGAS MOVÍAN A TODA
VELOCIDAD LOS REMOS, LOGRARON ESCAPAR Y SE
FUERON PARA SIEMPRE DEL PATIO.
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EL ESPANTAPÁJAROS Y EL CANGREJO
JUANA BRAVE BOSCH
HABÍA UN ESPANTAPÁJAROS QUE LE HABÍAN
PUESTO UN POLVO MÁGICO Y EMPEZÓ A TENER VIDA.
AGARRÓ EL POLVO MÁGICO Y SE FUE A PASEAR Y SE
ENCONTRÓ CON UNA ESPANTAPÁJAROS Y SE ENAMORÓ.
TODAS LAS NOCHES, PODÍA ESCAPARSE PARA SALIR
CON ELLA. UNA NOCHE SE FUERON A LA PLAYA A ACAMPAR
JUNTOS Y SOLOS.
DE PRONTO, UN CANGREJO LOS PICÓ. ENTONCES SE
METIERON EN EL MAR PERO EMPEZARON A DESARMARSE.
RÁPIDO COMENZARON A AGARRAR LA PAJA QUE FLOTABA
Y SALIERON DEL AGUA ANTES DE QUE SE DESARMARAN.
EMPEZARON A ARMARSE. POR SUERTE EL
CANGREJO SE DESPRENDIÓ. DECIDIERON IR A SU CAMPOS
Y SE PROMETIERON QUE SE IBAN A VER DE VUELTA PERO
NO EN LA PLAYA.
MARINA Y SU PINO NUEVO
VICTORIA CAPELLI
UN DÍA DE SOL POR LA MAÑANA, UNA CHICA RUBIA
LLAMADA MARINA, COMPRÓ UN PINO.
COMO LLEGÓ LA NAVIDAD, LO PUSO EN UNA
MACETA EN EL PATIO Y LO DECORÓ CON PELOTITAS, UNA
ESTRELLA EN LA PUNTA Y LUCECITAS MUSICALES.
DESPUÉS LA CHICA SE PUSO A JUGAR A LA PELOTA Y NO
INVITÓ AL PINO MÁGICO A JUGAR.
ÉL ESTABA TRISTE Y ABURRIDO ENTONCES SE FUE A
UN CIRCO. CUANDO MARINA SE DIO CUENTA DE QUE EL
PINO FALTABA, LO BUSCÓ POR TODOS LADOS.
AL FINAL LO ENCONTRÓ TOMANDO UN HELADO EN
LA CALLE. ELLA LO ALZÓ A UPA Y LE DIJO QUE VOLVIERA
A SU CASA. EL PINO VOLVIÓ CON HELADO Y LE CONVIDÓ.
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LA BALLENA MIOPE
ELENA MARÍA CARANTI
HABÍA UNA VEZ UNA BALLENA QUE ERA MIOPE,
ENTONCES NADIE QUERÍA JUGAR CON ELLA PORQUE SE
TROPEZABA CON TODO.
FUE AL MÉDICO Y LE DIJO QUE TENÍA QUE USAR UN
PAR DE ANTEOJOS. SE COMPRÓ UN PAR DE ANTEOJOS Y
CON ELLOS VEÍA PERFECTO.
UN DÍA SE ENCONTRÓ CON SUS AMIGOS Y LA
RECONOCIERON. LA BALLENA ESTABA CONTENTA PORQUE
VEÍA MUY BIEN Y AHORA PODÍA JUGAR MEJOR.
LOS AMIGOS DESCUBRIERON QUE ERA MUY BUENA
JUGADORA. A PARTIR DE ESE DÍA LA INVITARON A JUGAR
SIEMPRE.
EL PINO QUIERE ESTAR EN EL PATIO
ROSARIO COZZI
HABÍA UNA VEZ TRES CHICOS QUE COMPRARON UN
ÁRBOL QUE DABA PIÑAS Y LO PUSIERON COMO ÁRBOL DE
NAVIDAD.
EL PINO NO QUERÍA QUE LO DECOREN, ENTONCES
SE ENOJÓ Y COMENZÓ A SACUDIRSE PARA SACARSE LA
DECORACIÓN. LOS CHICOS SE ASUSTARON Y EL ÁRBOL SE
QUEDÓ QUIETO.
LOS CHICOS SE ACERCARON Y LE PREGUNTARON
POR QUÉ SE MOVÍA. EL PINO LES CONTESTÓ QUE QUERÍA
ESTAR EN EL PATIO CON LOS DEMÁS ÁRBOLES Y DAR
FRUTOS.
LOS CHICOS LO LLEVARON AL JARDÍN. CUANDO
LLEGÓ NAVIDAD FESTEJARON JUNTO AL PINO EN EL PATIO
DE LA CASA.
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EL MONO SALVA A SU HERMANO BEBÉ
MARÍA VICTORIA FURIÓ
UN DÍA LA MAMÁ MONA FUE A TOMAR AGUA Y UN
PUMA SECUESTRÓ AL BEBÉ MONO Y LO LLEVÓ A SU CASA
PARA COMERLO.
EL HERMANO LO FUE A RESCATAR Y LOS
ENCONTRÓ. AGARRÓ UNA RAMA Y LE PEGÓ AL PUMA QUE
SOLTÓ AL BEBÉ Y SE FUE.
EL MONITO RESCATÓ A SU HERMANO Y LO LLEVÓ A
SU CASA Y LA MAMÁ LE AGRADECIÓ.
EL PRÍNCIPE AZUL Y LA PRINCESA ROSA
FÁTIMA HOORN DE LA SERNA
HABÍA UNA VEZ EN UN CASTILLO UNA PRINCESA
QUE ESTABA LLORANDO EN EL HOMBRO DEL REY PORQUE
NO ENCONTRABA NOVIO.
UN PRÍNCIPE ESTABA YENDO AL CASTILLO PARA
PREGUNTARLE AL REY SI SE PODÍA CASAR CON ELLA.
AL ENTRAR, EL PRÍNCIPE LE PREGUNTÓ TAMBIÉN A
LA PRINCESA SI SE QUERÍA CASAR CON ÉL.
- POR SUPUESTO QUE QUIERO. SÍ, SÍ Y SÍ. HOY NOS
CASAMOS EN LA IGLESIA. - DIJO EL PRÍNCIPE.
Y ASÍ FUE.
LOS HECHIZOS DE LA BRUJA
TRINIDAD LÓPEZ MALBRAN
HABÍA UNA BRUJITA LLAMADA MARAVILLAS QUE
TENÍA TRES AMIGOS: UN LEOPARDO, UN GATO Y UN
CANGURO Y NO SABÍA HACER HECHIZOS.
UNA TARDE HIZO EL PRIMERO Y LOS DURMIÓ.
CUANDO QUISO DESPERTARLOS BUSCÓ, BUSCÓ Y BUSCÓ
EL LIBRO DE HECHIZOS Y POR FIN LO ENCONTRÓ. Y DIJO:
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ABRACADABRA, PATA DE CABRA, PIEL DE CULEBRA Y
RAYAS DE CEBRA.
Y SE DESPERTARON MUY FELICES PORQUE HABÍAN
ESTADO EN UN LUGAR MUY LINDO. LOS TRES LE PIDIERON
A LA BRUJA QUE LOS HECHICE OTRA VEZ CON EL MISMO
CONJURO PARA VOLVER AL MISMO LUGAR Y SENTIRSE
FELICES.
EL REY MONO
FELICITAS LLAMBÍ PADILLA
HACE MUCHO TIEMPO EN LA SELVA MISIONERA
UNOS INDIOS GUARANÍES ESTABAN CAMINADO Y
APARECIÓ UN LEÓN.
¡AHHHHHHHH! - GRITARON LOS INDIOS GUARANÍES.
EL MONO ESCUCHÓ Y FUE A AYUDARLOS. CON LA
COLA LE PEGÓ AL LEÓN QUIEN SALIÓ CORRIENDO Y LOS
INDIOS FESTEJARON.
EL MONO DISTRAÍDO
MARÍA VICTORIA MÚTOLO TERZANO
UNA MAÑANA LA MAMÁ MONA ESTABA TOMANDO
AGUA EN EL RÍO Y DEJÓ AL BEBÉ CON EL HERMANO
MAYOR.
EL HERMANO SE RASCÓ EL OJO Y SE DISTRAJO
ENTONCES UNOS CAZADORES CAPTURARON AL BEBÉ
MONO CON UNA RED PUES LO QUERÍAN LLEVAR AL CIRCO.
EL HERMANO MIRÓ HACIA ARRIBA Y CUANDO VIO A
LOS SIETE CAZADORES, LOS RASGUÑÓ EN LA CARA, QUE
LES QUEDÓ ROJA Y CON SANGRE. LOS CAZADORES SE
ASUSTARON MUCHO PORQUE LES SANGRABA DEMASIADO
ENTONCES SE FUERON PARA CURARSE.
LA MAMÁ MONA LO FELICITÓ Y EL MAYOR LE
PROMETIÓ QUE NUNCA MÁS SE IBA A DISTRAER.
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RECIÉN CASADOS
MARÍA MERCEDES MYMICOPULO LLAMBÍAS
UNA VEZ, EN UN LEJANO PUEBLO HABÍA UNA
TRISTE PRINCESA QUE ESTABA LLORANDO PORQUE
NINGÚN PRÍNCIPE QUERÍA SU MANO.
A LOS TRES DÍAS UN PRÍNCIPE, COMO LA PRINCESA
SEGUÍA LLORANDO, ENTRÓ AL CASTILLO Y LE REGALÓ
UNA SORTIJA. EL REY ORGANIZÓ UNA FIESTA Y SE
CASARON EN ELLA.
UN PINO RONCADOR
MALENA ROCCATAGLIATA
HABÍA UNA VEZ UNA MAMÁ QUE QUERÍA UNA FLOR.
ENTONCES SE FUE AL VIVERO PERO SE LLEVÓ UN PINO
QUE TENÍA VIDA MÁGICA.
EL ÁRBOL DIJO: - ABRACADABRA- Y SE FUE AL
VIVERO A PASEAR. DESPUÉS EL PINO SE FUE A DORMIR.
RONCABA TAN FUERTE QUE LOS VECINOS DIJERON:
- HAY ALGUIEN QUE ESTÁ RONCANDO.
Y EL ÁRBOL DIJO:
- YO.
Y LOS VECINOS FUERON A VER AL EXTRAÑO ÁRBOL
Y LO ENCONTRARON. EL ÁRBOL EMPEZÓ A HABLAR Y LOS
VECINOS SE SORPRENDIERON PORQUE ERA UN PINO
MÁGICO.
DESDE ESE DÍA SIEMPRE LO VISITABAN Y SE PONÍAN
A CONVERSAR.
DE ARGENTINA A BRASIL
OLIVIA SERRA
HABÍA UNA VEZ EN UN CASTILLO UNA PRINCESA Y
UN REY QUE ESTABAN TRISTES PORQUE NO VENÍA NADIE A
SALUDARLOS.
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AL ATARDECER VINO UN PRÍNCIPE A SALUDARLA.
- RING...
- ¡AY, QUÉ ALEGRÍA! ¡VINISTE!
- VAMOS PRINCESA, SALGAMOS DE ESTE CASTILLO.
- VEN REY, VOS TAMBIÉN.
- SEAN FELICES.
- TENEMOS QUE SALIR.
FUERON CORRIENDO LOS TRES A TOMARSE UN
AVIÓN PARA IR A BRASIL. LLEGARON AL MAR Y
EMPEZARON A NADAR. ESTUVIERON
MUY CONTENTOS DURANTE VARIOS DÍAS.
UN VIERNES, DECIDIERON QUEDARSE EN BRASIL Y
EL PRÍNCIPE LE PREGUNTÓ SI SE PODÍA CASAR CON ELLA.
- OBVIO - LE DIJO LA PRINCESA.
Y VIVIERON FELICES PARA SIEMPRE.
EL ESPANTAPÁJAROS FELIZ
MARTINA YÁNEZ ARÁUZ
UN DÍA UN ESPANTAPÁJAROS QUISO IR A TOMAR UNA
CERVEZA Y DESPUÉS DE UN RATO SE EMBORRACHÓ. COMO
NO ESTABA ACOSTUMBRADO A TOMAR CERVEZA, SE
ACOSTÓ UN RATITO A DORMIR EN SU CAMPO.
DE REPENTE SE DESPERTÓ CON SU CABEZA
DÁNDOLE VUELTA. NO SABÍA EN DÓNDE ESTABA. MIRÓ
POR TODOS LADOS Y DESCUBRIÓ QUE ESTABA EN SU
CAMPO.
EL DUEÑO ENOJADO LE DIJO QUE LE DABA OTRA
OPORTUNIDAD PARA CUIDAR LO SEMBRADO. EL
ESPANTAPÁJAROS ACEPTÓ Y PROMETIÓ QUE NO SE
EMBORRACHARÍA NUNCA MÁS.
PASÓ EL TIEMPO Y EL CAMPO LLEGÓ A TENER
MUCHAS FLORES Y PLANTAS.
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EL REY DEL BOSQUE
PALOMA YBARRA
HACE MUCHO TIEMPO EN LA SELVA MISIONERA
HABÍA INDIOS TOMANDO MATE. DE REPENTE APARECIÓ UN
JAGUAR. EL MATE SE FUE PARA ATRÁS Y LA YERBA SE
CAYÓ AL PISO.
LOS INDIOS SE ASUSTARON Y LLAMARON AL MONO
CARAYÁ.
CON SU GRITO ESPANTÓ AL JAGUAR. LOS INDIOS LO
LLAMARON REY DEL BOSQUE E INVITARON AL MONO A
TOMAR MATE.
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SEGUNDO
GRADO
LA AVENTURA DE ESCRIBIR
“Somos lo que
hacemos
repetidamente. La
excelencia, entonces
no es un acto. Es un
habito.”
Aristóteles
Generalmente la gente asocia la escritura con la inspiración.
Nada más lejano que esto. Si bien la persona al escribir tiene que hacer
volar la imaginación, la producción de un texto no es el producto
exclusivo de un acto imaginativo sino de un proceso donde se piensa,
se modifica, se corrige…
A través del taller de lectura y escritura empezamos este
entrenamiento desde los primeros grados, para que los alumnos puedan
finalizar la escuela primaria dominando prácticas del lenguaje que
muchos adultos no dominan.
Si bien las consignas los involucran a modo de juego, taller
tras taller hemos propiciado situaciones que los hicieran reflexionar y
tomar decisiones cada vez más concientes al momento de escribir. Es
decir, el taller los hizo sostener una tarea y es muy importante sostener
algo en forma habitual.
Los invitamos a recorrer las paginas siguientes donde lo
imposible se torna verosímil porque los pequeños escritores de 2º
grado hallaron el modo de que una ciudad oscura deje de serlo o de que
un dinosaurio y un cangrejo se hagan amigos aunque no tengan nada
en común entre ellos…
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Estimulémoslos en la escuela y en la casa para que continúen
escribiendo y guardemos celosamente esto escritos. Nunca se sabe.
María Teresa D´Onofrio y Paula Gorostiza
Maestras de 2º grado A y B
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LAS ARVEJAS CON PROBLEMAS
Agustín Benito Alexander
En una casa donde toda la gente dormía, había una cocina en
la que una noche ocurrieron cosas raras. Arriba de la heladera había un
frasco lleno de arvejas. Unas cuantas estaban muy apretadas. Ellas
odiaban vivir así porque eran arvejas muy divertidas y salidoras.
Se enteraron de una fiesta de disfraces y decidieron ir. Ellas
querían salir del frasco y pasear. Se disfrazaron con cosas que había
allí: algunas de atún, otras de cordón y una última de lechuga.
Fueron a la fiesta en una botella que estaba vacía. Ellas
corrieron encima de la botella y rodó hasta debajo de la heladera,
donde era la fiesta.
En el medio del festejo, apareció un ratón y asustó a todos los
invitados.
Empezó a comer la comida y cuando vio el queso se puso loco de
alegría.
Mientras el ratón comía, las arvejas aprovecharon y se
escaparon en la botella. Así fue como llegaron a salvo a su vaina, pero
como eran tan salidoras, enseguida organizaron otra fiesta para otro día.
LA GOLONDRINA DORMILONA
Agustín Alfano Cavallero
En Mallorca, las golondrinas estaban en la arena. Paseaban
alegres, disfrutando el sol. El clima era caluroso y todo estaba
colorido. Pero ellas tuvieron que irse porque llegó el frío.
Entonces se fueron volando a Inglaterra. Pero una golondrina,
que se llamaba María, se quedó dormida mientras volaba. Hasta que
sintió frío y se cayó.
Mientras caía, se despertó. Se dio un susto pero al final
terminó en Buenos Aires. Apareció en una plaza con palomas, comida
y agua.
María encontró a otro grupo de golondrinas. Se estaban por ir
a Inglaterra. Se fue con ellas y cuando llegó se encontró con su grupo
de amigas. María nunca más se quedó dormida.
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LA ARAÑA Y LAS ARVEJAS
Ramón Amadeo
En una cocina había unas arvejas. Eran verdes, divertidas y
paseanderas. Un día se cansaron de estar apretadas dentro de la vaina
y se quisieron ir a una fiesta de disfraces. Pensaron de qué se podían
disfrazar y luego comenzaron a preguntarse cómo conseguirían los
disfraces.
Una de ellas dijo: “Busquemos por acá, en la cocina”. Así fue
como todas comenzaron a buscar elementos para disfrazarse.
Una se quiso disfrazar de zanahoria, otra se puso una botella
en la cabeza y una de las arvejas se disfrazó de servilleta, haciendo un
agujero en ella. ¡Ya estaban todas disfrazadas!
La fiesta era detrás de la heladera. Tuvieron que viajar porque
era una cocina muy grande. A una de las arvejas se le ocurrió viajar
volando en una bolsa. Tomaron una pequeña canasta, la ataron a la
bolsa y así armaron un globo aerostático.
Cuando llegaron a la fiesta, empezaron a divertirse y de
repente apareció una araña muy mala, hasta tenía risa de mala.
Empezó a romper todo y las arvejas se ocultaron de miedo.
Empezó a romper todo y las arvejas pensaron cómo
esconderse. Algunas se ocultaron debajo de la mesa, otras en sus
disfraces y también en el ropero. La araña empezó a buscar a las
arvejas y al caminar tiraba todas las cosas con sus largas piernas. Ella
era realmente muy fea, su cara, sus patas flacas y sus grandes y peludas
manos asustaron a todos los invitados.
Caminando, pisó sin querer el grabador y la música empezó a
sonar a todo volumen. La araña empezó a bailar y las arvejas
sorprendidas se animaron y bailaron alrededor de ella. Así fue como
se hicieron amigas y bailaron toda la noche.
EL CASTILLO GIGANTE
Santiago Juan Bardi
Había una vez un chico llamado Rex que vivía en un castillo
donde había un rey, una reina y una princesa hermosa.
El chico se peleó con el rey. Lo retó a duelo porque era muy
celoso. Rex quería estar con la princesa. Era linda y tenía un pelo largo
y rubio. Él estaba enamorado de ella.
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El chico había encontrado una rama de un árbol del jardín del
castillo y decidió llevarla para protegerse.
El chico tuvo una guerra con el rey y con su rama mágica, le
ganó porque se transformó mágicamente en una espada con poderes.
Al final con la espada cambió los sentimientos del rey y se
quedó con la princesa. Rex se fue a vivir al castillo grande, festejaron
en el jardín del reino y cansado de tanto luchar, se fue dormir.
LA GOLONDRINA FIACUCHA
Fernando Cabral
Había una vez una golondrina que se llamaba Dada. Una
primavera muy calurosa estaba en Buenos Aires. Los árboles estaban
perfectamente verdes. A las golondrinas les encanta la primavera
porque en la lluvia fría de invierno se congelan.
Comenzó el frío y todas se fueron, menos Dada. Ella se quedó
porque tenía fiaca de volar. Un día hizo tanto frío que se quiso ir
porque había mucho viento y la arrastraba al volar. El viento la empezó
a llevar y Dada no se rindió pero el viento le ganó.
La llevó hasta una montaña helada. Un señor la vio y la
descongeló frente a la chimenea y después la liberó.
La golondrina voló y voló hasta que vio flores hermosas y
pasto. Decidió quedarse allí a disfrutar de la primavera.
LA GRAN SELVA
Ezequiel Campos Soria
Existía una gran selva peligrosa, con muchos animales, donde
nadie se animaba a entrar, solo los indefensos no hacían nada y es por
eso que nadie iba allí. Los papás de los animales cachorros no dejaban
acercarse a ellos así como tampoco a los otros animales.
Pero un cuidador de un pueblo muy lejano se enteró de la
noticia, de que la gente no podía pasar por la selva. Entonces hizo una
apuesta con el gobernador. Si el cuidador educaba a los animales, él le
daría plata. El cuidador buscó sus cosas y se fue a la selva.
Al llegar, los animales intentaron atacarlo. Él utilizó los trucos
que le había enseñado su papá y los calmó. Esos trucos le sirvieron
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para educar a los animales. El león fue el más difícil de tranquilizar,
pero luego de un tiempo lo logró.
El cuidador ganó la apuesta y a partir de ese día, la gente pudo
ingresar a la selva.
LA CIUDAD CON MAL TIEMPO
Agustín Capelli
Había una vez una ciudad donde los habitantes estaban
preocupados y de malhumor porque no salía el sol. La ciudad estaba
gris porque las nubes se habían enojado y no se querían mover ni
acercar entre ellas.
La gente rezaba para que saliera el sol, pero el sol no salía.
Todos los habitantes recordaban cuando estaban en la playa jugando
al calor de los rayos. Pero un día, las plantas murieron porque
necesitaban sol y agua para crecer.
De repente, un científico inventó una pócima saca nubes. La
pócima logró que las nubes chocaran entre ellas y así fue como empezó
a llover. Las flores crecieron, sus hojas se pusieron verdes y lindas y
los ríos se llenaron de agua.
Los habitantes se pusieron contentos. Las familias fueron al río
a festejar y se zambulleron al agua. Los chicos comenzaron a jugar un
partido de fútbol a las orillas del río.
A –A – CHUUU
Pablo Enrique Hearne
Un día un chico llamado Santi que tenía siete años y vivía en
el sur, hizo un muñeco de nieve. Era grande. De repente el muñeco de
nieve movió una mano para taparse la boca porque estornudó. Después
caminó hacia Santi y lo amenazó: - ¡Te vas a resfriar!
Trató de alcanzarlo pero a Santi se le ocurrió una idea.
Llevarlo a su casa, prender el ventilador y darle frío para curarlo y
después, salir al bosque a jugar con él.
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EL NOBLE CABALLERO
Santiago Lago
Había una vez un castillo con caballos, un rey, una reina y
muchos cuadros.
Un día Joaquín, un caballero, vio al rey y la reina encerrados
en la torre más alta del castillo que estaba custodiada por un dragón.
Entonces, el caballero enfrentó al dragón sólo con una rama
que había encontrado por ahí. De repente salieron luces de la rama y
Joaquín se asustó. La rama se convirtió en una bomba de agua y
Joaquín se la arrojo al dragón, que se desmayó.
Por su coraje, el rey lo nombró a Joaquín: “NOBLE
CABALLERO”.
LA CIUDAD GRIS
Santiago Morelli
En una ciudad en la que nunca salía el sol ni al amanecer ni al
atardecer, los habitantes estaban molestos.
La ciudad se puso tan oscura y ruidosa porque llovía muy
fuerte que las plantas se enfermaron y se murieron, y los animales
empapados, se enfriaron.
Es que la ciudad había sido hechizada por dos brujas que
odiaban los colores coloridos y alegres y les gustaba vivir escondidas
detrás de las paredes y volar por el cielo gris.
Una señora harta de este problema llamó al científico de la
ciudad. Él hizo un experimento que dio color a todas las cosas que se
encontraran grises y entonces, pudieron descubrir a las brujas ocultas
detrás de las paredes. La policía las arrestó y las mandó a la cárcel.
Así fue como los animales se calentaron y se mejoraron. Las
plantas crecieron y les crecieron flores.
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EL GORILA TREPADOR
Marcos Otero
Un domingo hermoso
del fin de semana,
un gorila se columpiaba
en una enorme liana.
El gorila era tan pesado
que la liana rompió.
Entonces sobre un pequeño ciempiés
el gorila cayó.
El gorila juguetón
al ciempiés pidió perdón
y por aplastarlo ese día,
le regaló un bombón.
El gorila agarró una hoja
y con su uña escribió
una linda poesía
y al ciempiés se la regaló.
LA LANZA PODEROSA
Joaquín Ignacio Palacín
Había una vez un chico que estaba en un castillo. Como vivía
cerca de un bosque, quiso explorarlo. En el suelo agarró una rama que
le llamó la atención,
De pronto apareció un tigre y se asustó. Para defenderse usó la
rama que comenzó a convertirse en una lanza.
El chico venció al tigre con la lanza y se la clavó en el lomo.
Ese mismo día se fue a su casa feliz.
RAMÓN Y AGUSTÍN AVENTUREROS
Juan Martín Pérez Manghi
Una vez dos chicos llamados Ramón y Agustín fueron al sur
con sus papás a ver a sus abuelos. Hacía mucho que no los veían y no
visitaban los cerros nevados.
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Cuando llegaron, fueron a jugar con la nieve. Hicieron un
muñeco que se empezó a mover. Los chicos se asustaron y fueron a
buscar dos ramas y las rasparon, se prendió fuego y se la tiraron.
El muñeco de nieve se derritió y ellos volvieron a su casa.
PEPE Y SU RAMITA
Thiago Quesada
Había una vez un castillo oscuro y tenebroso. Era un lugar
muy aterrador porque había arañas gigantes por todos lados.
Por ahí vivía Pepe, un chico fuerte y valiente que era amable
con los buenos y a los malos atrapaba. Él tenía una ramita especial que
se transformaba en diferentes cosas. La había encontrado en un árbol
grande y de tronco duro. Fue difícil sacarla de allí, ya que sus ramas
eran muy gruesas.
Un día Pepe decidió entrar al castillo para investigar y
conocerlo porque él era un chico muy aventurero. Al entrar, estaba
muerto de miedo y preguntó “Hola. ¿Hay alguien aquí?”, pero nadie
respondió. Parecía un feo sueño, del cual no se podía despertar.
De repente se le acercó una araña gigante. Pepe estaba muy
asustado, pero de su ramita comenzaron a salir luces y “salamín,
chinchulín”, la rama se transformó en una gran espada. Pepe la tomó
y la clavó en el pecho de la araña y ella se alejó.
Pepe siguió caminando hasta que en una de las escaleras
apareció un Frankenstein. Pero la ramita se transformó en un látigo y
así logró defenderse.
De repente Pepe se despertó y vio que su mamá estaba
preparando las cosas para Halloween. Todo había sido un sueño.
LA GOLONDRINA DISTRAÍDA
Máximo Raggio
Había una vez una golondrina muy distraída que vivía con sus
amigas en la cara de la estatua de la libertad. Vivían ahí porque ese
verano cálido la ciudad estaba llena de golondrinas y no encontraron
otro lugar para vivir.
Una noche, un pichón de golondrina que todavía no sabía
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volar, se cayó de la cara de la estatua mientras dormía. Se despertó y
vio que estaba cayendo.
Las golondrinas le decían que moviera sus alas y las movió. ¡Y
pudo volar!
EL MONO RECIÉN NACIDO
Juan Cruz Romero
En una selva había muchas palmeras y en ellas había una gran
cantidad de frutas para que coman los monos. Ellos eran muy
hambrientos y les gustaba trepar a las palmeras para comerse las frutas.
Pero, un tigre comenzó a comerse la fruta que era para los animales
más pequeños.
Una noche el tigre se acercó a la palmera y como no encontró
fruta para comer, se llevó al mono recién nacido, sin que los papás se
dieran cuenta porque estaban durmiendo.
Al amanecer, los padres vieron que el hijo no estaba y fueron
a buscarlo.
Buscaron y buscaron hasta que encontraron una cueva donde el tigre,
que estaba muy cansado, dormía. Entonces los monos hicieron un
ruido.
El tigre despertó, los vio y pelearon. La mamá del mono se
lastimó mucho y el papá se enojó tanto que casi lo mata de una piña.
El papá dio un grito muy fuerte y llamó a los cinco monos. Como ellos
estaban muy cerca, enseguida llegaron.
Los cinco monos buscaron por la cueva, vieron al tigre y le
dieron un gran empujón. El tigre se cayó, la mamá buscó a su hijo, lo
agarró y se fue de la cueva. Los monos y el padre también huyeron.
Los papás monos le agradecieron su ayuda a los cinco monos y juntos
volvieron a sus hogares.
LAS ARVEJAS VAN A LA FIESTA
Iván Martín Sartirana
En una cocina grande, con una mesada, muchos
electrodomésticos y con enormes alacenas, vivían unas arvejas bromistas
y paseanderas. Ellas se sentían apretadas y aburridas en la vaina.
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Entonces, un día en que la dueña de casa decidió hacer un
guiso de arvejas, se pusieron de acuerdo que era hora de escaparse.
Justo la arveja mayor escuchó a las moscas hablar de una fiesta en una
alacena de la cocina. Pero se dieron cuenta de que no podían ir allá. No
tenían como trasladarse.
De repente vieron una tapita, la hicieron rodar y salieron
rodando hasta la fiesta. Después de un rato largo, llegaron al salón.
Más tarde, entró una cucaracha para arruinarles la fiesta. Tiró
los vasos, pinchó los globos y rompió el micrófono. Las arvejas se
cansaron y empezaron a contarle chistes para distraerla. La cucaracha
se empezó a reír y cayó al piso de la risa.
Entonces las arvejas se pusieron felices y continuaron
festejando contentas.
AMIGOS PARA SIEMPRE
Matías Young Christiansen
Un dinosaurio se escapó
y a la playa él llegó.
Se sentó arriba de un cangrejo
y el bicho se enojó.
El cangrejo le dijo: “Levantate”,
y el dino reaccionó.
Le pregunto: “¿Estás bien?”,
y el cangrejo se alegró.
Al fútbol en la playa
Fueron con un coco a jugar
y también muy contentos
la palmera se pusieron a trepar.
El dino y el cangrejo
construyeron una casa
y juntos vivieron felices
en la bella playa.
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UN OSO PANDA Y UNA JIRAFA
Ana Álves Peña
Había una vez un panda
que se trepó a una rama
y al frío lago cayó
plaf, plaf, la jirafa escuchó.
Como a él le gustó su altura,
y a ella su dulzura,
desde ese día
sus vidas fueron una sola.
La jirafa se molesta
si él visita a otros pandas
y al él le desagrada que ella
la comida no comparta.
De noche, cerca del lago,
siempre juegan carreras.
Como él es gordo, nunca gana
y ella por alta, se cansa.
Se miran con amor
y nunca se pelean
porque no hay altura
que no derrita la dulzura.
LOS PASILLOS MÁGICOS
Victoria Amadeo
Había un castillo muy lejano que tenía ventanas muy grandes,
puertas de madera y pasillos tan chiquitos que ni siquiera podía pasar
el príncipe azul a su pequeño cuarto para cambiarse.
Este castillo tenía algo muy especial, las paredes eran mágicas.
Cuando no pasaba nadie se hacían angostas y cuando alguien
caminaba por allí se ampliaban.
En príncipe estaba enamorado del hada. Ella tenía pelo largo y
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lacio. Él era alto, con pelo marrón y su ilusión era casarse con el
hada.
Una noche, ella se puso un vestido celeste para sorprender
a su príncipe, pero el vestido era tan ancho que no pasaba por el
pasillo mágico ¡Esta vez el pasillo no se agrandó!
El hada se quedó atascada allí. Ella se sentía preocupada
por su príncipe azul y él fue a salvar a su amada porque también
estaba preocupado por ella. Pero el pasillo no se quería abrir.
Entonces el príncipe dijo “Abracadabra, pata de cabra.
Que se abran las paredes”. Así fue, mágicamente que el pasillo se
agrandó, las paredes se abrieron y el hada río feliz.
El príncipe le propuso matrimonio y ella se puso muy
contenta. Se dieron un beso y vivieron felices por siempre con sus
bebés, a los que llamaron Marcos y Lucía.
LA NIÑA AVENTURERA
Sofía Barchi Bulló
Había una vez una niña llamada Juana que estaba jugando
a las escondidas. Sin darse cuenta se alejó mucho y empezó a tener
cada vez más frío. Hasta que al ver nieve y un cartel que decía
“Bienvenidos al Polo Sur”, comprendió lo que sucedía.
Decidió explorar el lugar y de tanto caminar por el hielo,
sus pies congelados comenzaron a resbalar. De repente tocó algo
duro, era una rama y la agarró.
Utilizando la rama como bastón, la niña siguió caminando
hasta que aparecieron unos perros salvajes que andaban por allí.
Los animales quisieron atacarla. Juana para defenderse sacudió la
rama. Enseguida los perros se congelaron. La niña aprovechó y
salió corriendo.
Ya era de noche y no sabía cómo volver. Juana cada vez
estaba más asustada. Tomó la rama y ésta se convirtió en un trineo
con seis perros.
Así fue como la niña regresó a su casa y… cuando tenía
ganas, visitaba el Polo Sur con la ayuda de su ramita mágica.
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EL MONITO QUE SE PERDIÓ
Guadalupe Casá
Había una vez una selva que tenía muchas cuevas profundas,
oscuras y miedosas. También había palmeras donde vivían muchos
monos. A estos animalitos les encantaban las bananas y cada día se
comían una porque sino, al día siguiente no tendrían más comida.
Un día muy pero muy caluroso en la selva, casi todos los
animales se tiraron al río para refrescarse. Como todos estaban jugando
en el agua, un monito, aprovechando que no lo veían, se comió todas
las bananas.
Más tarde, los demás monos fueron a la palmera y vieron que
no quedaba ninguna banana. Después se dieron cuenta quién había
sido: el único que no había ido al río.
La mamá y el papá, enojados, decidieron echarlo. El monito se
puso muy triste y se fue a vivir en una de las cuevas oscuras de la selva.
Al meterse, se encontró con una serpiente. Asustado, salió corriendo
muy rápido y grito “¡Mamá, papá, ayúdenme!”. Pero el monito estaba
lejos de su hogar y sus padres no lo oyeron. Por suerte, se escondió
detrás de un árbol y la serpiente no lo encontró.
Cuando se hizo de noche, él tenía mucho miedo porque estaba
solo en un bosque donde se escuchaban ruidos raros y tenebrosos. El
animalito que temblaba mucho, se trepó a un árbol y descubrió que el
ruido tenebroso, salía de una ardillita chiquita. El monito le contó lo
que le había pasado y la ardilla lo invitó a su casa a pasar la noche.
A la mañana siguiente, la ardilla lo acompañó a su casa. Al
llegar, el monito fue recibido por sus papás. Él se disculpó y ellos
decidieron dejarlo pasar junto con la ardilla. El monito y la ardilla
empezaron a jugar en la casa del árbol y se divirtieron un montón.
Cuando la ardilla se fue, el pequeño mono, en una hoja de árbol
escribió todo lo que había pasado y las aventuras que había tenido.
LUNA Y SU CAPULLO
Milagros Epelde Calcagno
Hace muchos años había un hada llamada Luna que vivía entre
muchos árboles sin luz. Ella buscaba un hogar luminoso donde vivir,
pero no lo encontraba.
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Después de tanto buscar, le pidió ayuda a la luciérnaga. Ella le
propuso vivir en el capullo de una flor. La luciérnaga la iluminó hasta
el capullo de una rosa. Era muy grande y tenía un rico aroma. Era un
lindo lugar para vivir. El hada estaba tan contenta que le cayeron
lágrimas por su cuerpo.
Mientras dormía, vino una abeja a comer polen. Entonces el
hada despertó. Su casa estaba temblando. Enojada, le gritó muy fuerte
a las abejas. A partir de ese día, todas las mañanas, su capullo estaba
lleno de abejas. Eso a ella no le gustaba, porque la despertaban con el
ruido de sus alas.
Al hada se le ocurrió ir a buscar su varita, la encontró y
convirtió al capullo en una trampa para que los insectos cayeran. ¡Y
cayeron! Las abejas, asustadas, comenzaron a gritar “¡Socorro,
socorro!” El hada sintió lástima e hizo un pacto. Las abejas no irían
más al capullo por las mañanas y así ella dormiría en paz. Ellas
aceptaron y contentas cumplieron.
LAS AVENTURAS DE JUAN
Luz Gaischuk
En un lugar tenebroso había un chico llamado Juan. Él tenía
siete años y era muy travieso y como era muy, pero muy travieso, sus
papás lo mandaron a un castillo viejo y miedoso donde vivían sus tíos.
A Juan no le gustaba vivir allí. El castillo era muy feo, había
cocodrilos en el río del jardín y en las paredes había arañas.
Una tarde Juan arrancó una ramita de un árbol grande para
sacar las arañas que caminaban por las paredes de su cuarto. Desde ese
día, él se quedó con la ramita y la usaba para jugar.
Una noche, mientras Juan dormía, comenzó a escuchar ruidos
y se despertó ¡Había un dragón en su habitación! Era enorme, de color
violeta y por su boca tiraba fuego. Juan estaba muy asustado, agarró su
ramita y se escondió debajo de la cama.
De repente escuchó los gritos de su tía. ¡El dragón la había
atrapado! Juan agarró la ramita y salió de la cama para rescatarla.
Cuando agitó la rama delante del dragón, comenzaron a salir
brillos. Él se quedó mirando mudo cómo la ramita se convertía en una
larguísima manguera que apagó en un instante el fuego del dragón. El
animal soltó a la tía y se largó de allí.
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La tía le agradeció a Juan y lo mandó de vuelta con sus papás.
Juan, contento, se reencontró con su familia.
EL CASTILLO TENEBROSO
María La Rosa
Una mañana, Juana paseaba por el bosque. De repente se
encontró con un camino en forma de círculo y no supo qué camino
tomar. Comenzó a dar vueltas hasta que se perdió. Buscó una salida,
pero no encontró ninguna.
Ya se estaba haciendo de noche y los lobos comenzaron a
aullar. Juana del susto se desmayó.
Cuando despertó, vio que se encontraba en un castillo junto a
un señor que parecía ser el dueño del lugar. El castillo era muy antiguo,
había muchos halcones que volaban alrededor y en el piso había
horribles gusanos. Juana estaba muy asustada y le preguntó al hombre
cómo había llegado ella ahí. El señor le contó que la había encontrado
desmayada y muy pálida en el bosque. La niña se despidió del señor y
salió del castillo.
Mientras caminaba escuchó un ruido entre los arbustos. Se fijó
si había algo y encontró una ramita. Juana la agarró y siguió
caminando tranquilamente.
De repente aparecieron en el suelo arañas y culebras que se
subían por sus piernas. Juana se asustó mucho y pensó que le gustaría
que apareciera un caballo para salir de allí galopando. En ese mismo
momento, la rama se convirtió en un caballo blanco. Se subió y
cabalgó hasta llegar a un lago con muchos cisnes.
Como el caballo no podía cruzar el lago, la ramita se
transformó en un bote. Así fue como Juana llegó hasta la otra orilla y
pudo volver a su casa.
EL HADA DE LA GOMA DE BORRAR
Joaquina Maurette
Había una vez un hada que tenía pelo rubio y largo. Ella era
muy linda y especial porque tenía una goma mágica para borrar todo
lo feo.
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Como todos los días, el hada salió de su castillo a ver si ocurría
algo grave. De lejos, vio que se estaba incendiando una casa y con su
goma, borró el fuego. Todos se pusieron muy felices. Después vio
pobres pidiendo monedas y ella no les dio dinero sino que pensó mejor
y borró la pobreza.
Más tarde, escuchó gritos de ayuda, corrió a ver qué pasaba y
vio a una señora que se estaba por caer de un edificio. Tomó su goma
y borró el edificio, haciéndolo mas chiquito. Así fue como la señora no
se lastimó.
Cansada, se fue a dormir y mientras estaba durmiendo,
escuchó un ruido. Eran unos hombres que le estaban robando. El hada
con su goma los convirtió en buenos.
EL HADA CON LA GOMA DE BORRAR
Verónica Mazzinghi
Había una vez un hada que vivía en una nube blanca, gorda y
esponjosa. Ella era capaz de borrar cualquier cosa con su goma
mágica. Si veía algo feo, lo borraba.
Esa misma hadita siempre usaba su mismo vestido blanco y
celeste y como era un hada sin nombre, se sentía muy triste. Los padres
de la hadita no le habían puesto ningún nombre porque no les gustaba
repetir nombres que ya conocían.
Un día, estaba persiguiendo a un ladrón para borrarlo y se
chocó con otra hada. Las hadas se dijeron “¿Cómo te llamás?”. El
hadita le dijo que no tenía nombre y la otra hada le dijo “Hola, hadita
sin nombre. Yo me llamo Princesa Alegre”.
Su nueva amiga la ayudó, tiró su poder y juntas atraparon al
ladrón. Pasaron los días y se hicieron amigas y como siempre hacía
cosas buenas, su nueva amiga la bautizó como “Hadita Feliz”.
EN EL PAÍS DEL REVÉS
Carolina María Menéndez
En el reino del revés todo es al revés. El mar es de hielo
calentito, las montañas son agujeros muy grandes en la tierra, los
árboles son chiquitos y el pasto es seco aunque lo riegan.
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Hace mucho tiempo atrás, el mundo no era así. Era normal.
Pero a una bruja que vivía allí, no le interesaba que fuera normal
porque no pasaba nada gracioso. Entonces hechizó todo ese lugar y lo
puso al revés. La única forma de que ese mundo volviera a enderezarse
era que una chica aprendiera a caminar hacia delante, en lugar de
hacerlo para atrás.
Un día nació Flor, una nena con tanta inteligencia que aprendió
en mucho tiempo a caminar hacia delante porque pudo viajar a otro
lugar y vio que todos caminaban así. Entonces, ella aprendió y logró
convertir todo a la normalidad.
LA GOLONDRINA QUE SE PERDIÓ
Delfina Obejero
Una tarde lluviosa, una golondrina llamada Clara estaba
aprendiendo a volar. Como era muy traviesa, se fue atrás de una
mariposa juguetona y no se dio cuenta de que una fuerte tormenta se
acercaba… ¡Era un tornado!
El viento con mucha fuerza la arrastró hasta el bosque y se
asustó mucho, se dio cuenta de que estaba sola y perdida. Había
elegido el camino equivocado. ¡Nunca se tendría que haber alejado de
su grupo y menos de su mamá!
Un trueno que le dio miedo hizo caer un árbol muy cerca.
Estaba sin salida. Lloró tanto que se quedó dormida
Pero su mamá la estaba buscando y entre las ramas del árbol la
encontró. Así que con la ayuda de otras golondrinas, la llevó hasta el
nido.
Cuando despertó, estaba al lado de su mamá y le prometió que
nunca más se alejaría.
El tornado se alejó y el buen tiempo regresó. Todas juntas
volaron hacia un campo lleno de flores, eso quería decir que estaban
cerca del lugar caluroso que buscaban.
Así, esta golondrina traviesa aprendió que no debía separarse
de su grupo nunca más.
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SOY ÚNICA COMO UNA ESTRELLA
Juana Peroni
Había una vez una estrella que vivía en el cielo. Siempre
quería salir de allí porque tenía que quedarse quieta y aburrida. Quería
bajar a la Tierra porque veía que era muy divertida. Los chicos saltaban
a la soga, jugaban a las escondidas y al fútbol.
Ella deseaba mucho conocer la Tierra y se dormía pensando en
su sueño. Entonces, un día, cuando la estrella despertó, sintió una luz
muy rara y se dio cuenta de que estaba en el lugar soñado y que la
iluminaba el sol.
Se emocionó mucho de no estar en el cielo y también porque
vio que se había transformado en una persona, en una nena. Se puso
muy contenta y se puso a jugar con los demás porque había despertado
en el medio de un parque.
LOS INDIOS EN PROBLEMAS
Candelaria Reinoso Taccone
Había una vez una selva en Brasil con palmeras altas y fuertes,
con cuevas oscuras y profundas. Allí había un árbol gigantesco, donde
vivía una familia de monos, una mamá, un papá, dos hijas y tres hijos.
En la selva había lagos para bañarse, lianas para hamacarse y
palmeras para treparse.
Un día vinieron unos indios que habían perdido sus hogares
por un incendio. Un árbol se cayó sobre el fuego y destrozó sus chozas.
Se hicieron casas en los árboles, con maderas. Las ajustaron con sogas
y con barro pegaron la piel de los animales, pero como una de ellas
estaba mal armada, el piso se rompió y se cayó un indio.
Un mono al ver esto lo atrapó y lo hospedó en su casa.
Volvieron a arreglar el piso, pero esta vez más fuerte. El indio se hizo
muy amigo del mono.
LA PEQUEÑA LULI
Catalina Ruiz Magadán
En una noche brillante, un grupo de estrellas jugaba a la ronda.
Se agarraban de las manos y daban muchas vueltas, también saltaban.
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Entonces, una, sin querer, empujó a Luli, la estrella más chiquita. Luli
se cayó arriba de un zorro y se lastimó un pie.
El zorro la ató en una red para que no se escape y después se
fue a buscar palos para cocinarla porque creyó que era un animal raro,
una suricata.
Cuando regresó, la estrella no estaba. Se había subido a un
árbol para llegar al cielo, pero no podía volar.
Entonces, apareció un pájaro y Luli le pidió ayuda, que la lleve
al cielo. El pájaro se la puso en la espalda y cuando llegaron al cielo,
no estaban las otras estrellas porque habían ido a buscarla.
Luli gritó los nombres sus amigas. Ellas la oyeron y fueron a
buscar a la estrella más chiquita. Se reencontraron las amigas y
festejaron con una fiesta y jugaron a la ronda
JUANA Y LA RAMITA
Milagros Sosa Reboyras
Juana vivía en el Polo Sur con sus papás. Un día muy frío,
estaba patinando sobre el hielo cuando el viento le tapó los ojos con la
bufanda, sin dejarla ver.
De repente, entre giro y giro, Juana escuchó un sonido grave.
Era un oso polar, grande y con colmillos filosos y puntiagudos. El oso
intentó atacarla y la niña del susto, se cayó hacía atrás.
Cuando miró a su costado, encontró una ramita y la agarró. La
ramita empezó a dar vueltas por todas partes y Juana no la podía controlar.
Sin saber cómo, la ramita se convirtió en una espada y así
pudo luchar con el oso. Cuando el enorme animal estaba por
rasguñarla, la niña se defendió, clavándole la espada en la pierna. Así
fue como el oso polar se alejó.
Juana regresó con su familia y reservó la ramita porque le
serviría para muchas cosas. Desde ese día ella siempre salía con su
ramita mágica para defenderse de los animales del Polo Sur.
LAS VACACIONES DE JUAN
Magdalena Tarasido
Juan venía en el auto con su mamá, su papá y también la perra.
Iban a la playa. Vio por la ventanilla vacas y también caballos y ovejas.
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Y entonces, apareció un castillo tenebroso. Juan dijo: - ¡Vayamos a ver
el castillo!
Subió por una escalera grande y de muchos escalones. Llegó a
la torre y encontró un sobre con una carta de la reina y el rey que decía
que se quedaran a una fiesta en el castillo. Juan y su familia se
quedaron y se divirtieron mucho.
Cuando se despidieron, la reina y el rey les regalaron un cofre
con monedas de plata y brillantes.
Entonces se fueron al mar y después, a la montaña a jugar con
bolas de nieve y después se fueron al campo.
Cuando tuvo que volver a la escuela, Juan estaba contento
porque sus vacaciones habían sido re largas.
LA ESTRELLA QUE QUERÍA SER FLOR
Regina María Trezza
Había una vez una estrella que se llamaba Flor. Era muy
colorida, linda y perfumada. Le gustaban mucho las flores y las veía
desde el cielo. Sus flores favoritas eran las margaritas.
Entonces, un día vio en la Tierra que un señor iba a cortar un
montón de margaritas. Se enojó un montón y en un meteorito bajó.
Como tenía magia, hizo que la tijera se convirtiera en una
regadera y el señor vio que había una roca donde estaba parada una
estrella que lo miraba enojada.
Le preguntó qué le pasaba y la estrella le contestó que nuca
más cortara margaritas ni flores. Y el señor le prometió que nunca
más cortaría ninguna flor.
JUAN Y EL DRAGÓN
Josefina Velarde
Había una vez un chico que se llamaba Juan. Un día estaba
jugando a las escondidas con sus amigos. Como era difícil encontrar
un lugar donde esconderse, empezó a caminar y a correr hasta que se
encontró con un castillo. El lugar era grande, con rejas, estatuas en los
jardines y puentes angostos que atravesaban el castillo. Parecía ser un
castillo tenebroso.
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El niño entró y se escondió detrás de una estatua, pero allí
había un dragón como vigilante. Cuando el niño se dio cuenta y se
quiso ir, el dragón comenzó a seguirlo. Juan corrió muy asustado y se
encontró con un árbol que parecía ser mágico porque brillaba. De la
desesperación, arrancó una rama y en ese momento, ésta se convirtió
en una espada. El niño empezó a flotar por el aire y mató al dragón.
Cuando quiso salir del tenebroso lugar, Juan no se acordaba
donde estaba la salida y ya se estaba haciendo de noche. Tomó la
ramita y ésta se transformó en una brújula que lo guió hasta su casa.
Al llegar, Juan se puso a llorar de la alegría.
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TERCER
GRADO
¡TODOS A BORDO!
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Bienvenidos a esta travesía que nos llevará hasta una isla
donde todo lo confunden. Allí nos divertiremos con príncipes
miedosos, ogros hermosos, brujas amables y princesas ordinarias. De
ahí, regresaremos a la Argentina donde nos encontraremos con un
pingüino galán, gauchesco, golfista y galopante. Luego ascenderemos
al espacio y observaremos los planetas. Si, tenemos suerte,
conoceremos también a los tipitos verdes y azules de Urano y
pasearemos por Júpiter. Para el final del recorrido, asistiremos a una
lucha entre caballeros de la Edad Media.
Ahora, debemos advertirles, que será un viaje peligroso.
Cruzaremos un océano repleto de ballenas asesinas, y están
pronosticados tsunamis, catrinas y tormentas tan furiosas que jamás las
olvidarán.
Pónganse el chaleco salvavidas que estamos a punto de
zarpar…
Inés Vilanoba y Sandra Chana
Maestras de 3º grado A y B
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MI FUTURO
Mateo Caranti
Me puse la maya
para ir a la playa,
clavé la sombrilla
bien cerca de la orilla.
Vino una ola
que trajo una bola.
Era de cristal
con letras coral,
que solas se movían
mientras algo me decían.
Entonces descubrí
y, de verdad, me sorprendí
que decían mi futuro
y es bueno, lo aseguro.
MI HORRIBLE MAYA AMARILLA
Guido Nicolás Carullo
Miraba el mar
desde la orilla,
cuando el viento
hizo volar mi sombrilla.
Justo a mí me golpeó
y después, no sé que pasó.
Desperté en el hospital.
Ahí sí me sentí mal.
Ridículo yo en maya
en medio de la guardia,
en lugar de la playa.
Los médicos me contaron
que me habían encontrado
tendido en la orilla
y me llevaron en camilla.
Nunca olvidaré esa sombrilla
ni mi horrible maya amarilla.
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AVENTURAS DE UN PINGÜINO
Joaquín Casá
Un pingüino golfista de la patagonia viajó a la China para
jugar un torneo de golf. Allí las cosas no fueron fáciles porque el dueño
de un zoológico chino había ido a ver el torneo, no porque le gustara
el golf sino porque en su zoo hacía falta un pingüino.
Entonces, justo en el momento en el que al pájaro le
entregaban la copa por haber ganado el torneo, el chino le tiró un dardo
tranquilizante y el pingüino cayó dormido. La multitud se acercó para
ver lo que había pasado, pero el chino dijo que era veterinario y se lo
llevó.
Una vez en el zoo, el pingüino extrañaba mucho su país. Por
eso, se escapaba para charlar con una vaca y un caballo que también
eran argentinos. Así se hicieron muy amigos y además, aprendió a
galopar, a ordeñar la vaca y en pocos días se convirtió en un perfecto
gaucho ¡Eso no le gustó nada al chino! Entonces prefirió conseguir
otro pingüino y a él lo envió de regreso al sur.
MI BOMBILLA
Juan Bautista De Oto Gilotaux
Tomando mate en la orilla,
se me cayó la bombilla.
Vino una ola y se la quiso llevar,
pero mi bombilla no sabía nadar.
Yo la sujeté fuerte,
pero mi bombilla no tuvo suerte.
Una aguaviva me quiso picar
y mi bombilla tuve que soltar.
Me quedé sin bombilla y sin mate
¿La rescatará un yate?
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CHARLY, EL ASTRONAUTA
Lucas Dormal
Un día del año 2020, un investigador espacial llamado Charly
se subió a su nave para pasear por el espacio. Siempre lo hacía cuando
estaba aburrido. Pero en este paseo algo salió mal. Nunca supo si falló
el motor o se acabó el combustible, pero la nave empezó a temblar.
Observó por la escotilla y vio un planeta. El terreno era liso,
sin ninguna vegetación. El viento soplaba fuertísimo. Sin duda estaba
en Júpiter. Charly conocía muy bien los planetas, por observarlos y
estudiarlos, pero nunca había aterrizado en ninguno. El encuentro con
seres extraterrestres le daba pánico. Intentó mover el volante pero la
nave estaba atascada. No tenía otra opción que bajar.
El viento era insoportable y aparecieron formas verdes en el
aire. A medida que se acercaban, el viento se calmaba. Charly tenía
miedo. Las formas lo rodearon y le hablaron con voces suaves que el
astronauta no entendía. Las formas lo empujaron hasta dejarlo en
medio de una gran masa de aire dorado.
Charly observó a su alrededor. Estaba en un palacio. Las
formas verdes le traían aires de colores y se los acercaban a su boca.
Charly se sentía satisfecho apenas le rozaban los labios, por eso
comprendió que era comida. Luego lo arrastraron a un trono de aire
marrón, que era comodísimo. Descansó un rato pero enseguida empezó
a extrañar. Tenía ganas de sentir el olor y el gusto de las comidas de su
planeta. Deseaba estar con su familia y amigos.
En Júpiter todo era bello, pero prefería la Tierra, quería
regresar. Y sin decir nada, las formas adivinaron su sentimiento. Todas
se unieron en una gigantesca forma verde que lo envolvió y adormeció.
Al despertar, estaba en su habitación. Su hijo abrió la puerta y le dijo:
-¿Papá no te ibas de viaje espacial?
- Sí hijo, pero volví porque te extrañaba.- respondió Charly.
EL CIRCO DE LOS CONFUNDIDOS
Juan Manuel Etchemendy de la Serna
Rumbo a una isla tropical embarcaron en un crucero de placer
una bruja muy, muy malvada, un príncipe timidísimo, un caballero
súper valiente, una princesa hermosísima, un ogro muy ordinario y un
hada fina y educada.
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Una noche, mientras los pasajeros dormían, el crucero
empezó a temblar y a dar vueltas. Las olas crecían y crecían, hasta que
una inmensa partió el barco en dos. Milagrosamente el tsunami paró y
el viento cesó.
A la mañana siguiente, los pasajeros despertaron en una isla
muertos de sed. Desesperados por un trago de agua caminaron hasta
encontrar un arroyo. Apenas tomaron un sorbo, su vida cambió sin
saber porqué. Es que ninguno había visto el cartel que decía: “No
beber el agua del arroyo que todo lo confunde”.
La isla estaba llena de peligros: serpientes, cocodrilos, iguanas
y tigres. Todos estaban desesperados porque el caballero que antes era
valiente y los defendía, ahora era el que más miedo tenía. El hada que
antes habría logrado con su varita que ningún animal los atacara, ahora
era mala y no quería ayudar. Otro problema era el ordinario ogro, que
ahora era fino y no se quería ensuciar.
De pronto, apareció un tigre. Todos estaban asustadísimos y
miraron al caballero que siempre los defendía porque era súper
valiente, pero fue el primero en salir corriendo. Entonces, los demás
huyeron tras el caballero, incluso el tigre que los perseguía.
Cuando los alcanzó, quedaron todos paralizados del miedo. ¡Y
que sorpresa! ¡El tigre no los atacó! Él también estaba confundido y
además, era bueno. Así fue como descubrieron que todos esos peligros
de la selva no eran graves.
Ahora podían jugar con los animales y enseñarles cosas. Con
el tiempo, personas de todo el mundo visitaron “El Circo de los
confundidos”. Los mejores números eran el del caballero miedoso y el
ogro fino. Lo que la gente desconocía era que los personajes de ese
maravilloso circo no estaban actuando.
EL RIO QUETODOLOCONFUNDE
Bautista Frávega
Hubo una vez un crucero que viajaba rumbo a una isla
tropical. Llevaba seis pasajeros, entre ellos había un príncipe muy
tímido, una bruja muy mala, un caballero valiente, una princesa
hermosísima, un ogro muy ordinario y un hada muy dulce y refinada.
De repente, mientras los pasajeros observaban el mar azul,
sintieron un temblor. El barco había chocado contra un iceberg e
inmediatamente se hizo pedazos.
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El caballero se dio cuenta de que no iban a resistir mucho
tiempo más flotando porque las maderas no aguantarían tanto peso.
Entonces, el hada tuvo una idea: entre los seis tenían que hacer una
balsa con pedazos del barco. Encontraron uno bastante grande, pero no
tan grande como para los seis, especialmente para el ogro.
Después, encontraron dos pedazos más grandes y lograron
encajarlos. Mientras iban flotando en las maderas, la bruja que era muy
quejona, se dio cuenta de que el hada con su varita hubiera podido
hacer una balsa, pero ella le respondió que estaba tan nerviosa por lo
del barco que había olvidado usar sus poderes. La bruja no solo se dio
cuenta de eso, se dio cuenta también de que los seguía un tiburón.
Remaron todos hasta que llegaron a una isla. Muertos de sed,
buscaron un lago y después de tanto buscar, al fin encontraron uno y
bebieron a montones. Era tanta la sed que tenían, que no vieron un
cartel que decía “Prohibido tomar agua del río Quetodoloconfunde”.
Minutos después, el ogro dijo: “Me dicen por favor qué es lo
que dice ese cartel”. Entonces el príncipe sorprendido le leyó el cartel.
El ogro se dio cuenta de que había utilizado palabras
desconocidas para él: “Por favor”. A su vez, el tímido príncipe sintió
que sus cachetes ya no se ponían colorados al hablar y el hada notó
asombrada, que no paraba de maldecir. La princesa se sentía muy fea
y no paraba de llorar; y si alguien le hablaba, se tapaba la cara. El
caballero veía un tronco y salía corriendo del miedo porque ya no era
valiente. La bruja, que ahora era muy buena, cuando el caballero se
asustaba le decía que se calmara y le daba un fuerte abrazo para
tranquilizarlo.
A la mañana siguiente, el príncipe se levantó y como estaba
dormido se tropezó con un tronco y cayó. Tendido en el piso, vio una
cueva a lo lejos. Llamó a los demás. Al principio querían seguir
durmiendo, pero finalmente se levantaron y fueron con él hasta allí.
Cuando estuvieron en la entrada de la cueva, vieron a un
hombre con una barba tan larga que le llegaba a los tobillos y el cuerpo
cubierto con pieles de animales. Asustados salieron corriendo. Pero el
hombre tenía poderes mágicos y sabía qué era lo que ellos querían.
Los llamó para que se acercaran, pero los seis se fueron corriendo.
Al otro día, tomaron coraje y regresaron. El hombre ya sabía
que iban a ir y los estaba esperando. Cuando se acercaron, él les dijo
“Yo sé lo que quieren”.
El caballero estaba pálido y mudo. El príncipe, sin dudarlo,
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habló con el extraño hombre, quien les pidió a cambio de eso que
pedían, pieles de elefante y colmillos de marfil. Conseguir el elefante
fue fácil, pero no sabían cómo quitarle los colmillos. Por fin, el ogro,
el príncipe y el caballero cortaron el colmillo y lo llevaron junto con la
piel a la cueva.
Así fue como el hombre de la cueva hizo un extraño hechizo
alrededor del fuego y la confusión acabó.
EL MONO LOCOMONO
Joaquín Ignacio Juárez
Yo tengo un mono
que se llama Locomono.
Ay, si lo vieran con su kimono,
que le queda tan monono.
Cuando va a la villa,
se pone sus zapatillas.
Ay, si los vieran hacerse cosquillas
a Locomono y su novia
compartiendo la silla.
Cuando va a la playa,
lleva su toalla.
Ay, si lo vieran con su maya
y su gorro a rayas.
No hay como Locomono.
Es de todos, el más lindo mono.
Ay, si lo vieran con su kimono
que le queda tan monono.
PEZ COQUETO
Juan Ignacio Lutowicz
En un acuario,
me dijo “hola” un pez.
Entonces, lo compré
y en una bolsa lo llevé.
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Como no tenía pecera,
lo puse en una quesera.
Y me dijo: “¿Esto es un chiste?”
“¿Cara de qué me viste?”
Entonces, tuve una idea piola:
lo puse en una cacerola.
Y él me dijo: “¡No es transparente!
¡Quiero una pecera, urgente!”
Lo dejé quejándose solo
y me fui a la veterinaria.
Allí le compré una pecera,
realmente extraordinaria.
Era de cristal,
con algas y un coral,
casi grande como el mar
para que pudiera nadar.
Pero el pez resultó ser un coqueto.
No nadaba, se quedaba quieto.
Dijo que era para no ponerse viejo
y hasta me pidió un espejo.
De comer le di alpiste
y me dijo: “¿Es otro chiste?”
Para no envejecer pidió leche de coco.
¡Ay, este pez me volvió loco!
EL PIRATA ALEJO
Bautista Llambí Padilla
Un pobre pirata
se quedó sin pata
cuando en la playa
lo atacó un pez raya.
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Al otro día encontró un tesoro,
un cofre repleto de oro.
Y aun siendo rico el viejo,
nunca se compró un espejo
Usó siempre la misma corbata:
una a lunares bien barata.
También, la misma remera a rayas
y debajo, la maya.
Este pirata nada coqueto
tuvo una hija y un nieto.
Los vi un día en la orilla.
jugando bajo la sombrilla.
Así termina la historia
del pirata Alejo,
que empezó triste y sin gloria,
pero al final fue feliz de viejo.
EL VIEJO MONO BABÚ
Felipe Maurette
Al viejo mono Babú
no le gustaba hacer Kung Fu.
La vida en la jaula le aburría,
la libertad de la selva prefería.
Un día un camión rojo llegó
y del otro lado del muro estacionó.
Babú tenía que aprovechar
y usar el camión para escapar.
Entonces, se le ocurrió un gran plan
y como tenía rapidez mental,
juntó cáscaras de bananas
durante toda la mañana.
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En la entrada de la jaula las colocó
y haciendo bochinche llamó la atención.
Logró así que fuera el cuidador
y abriera de la jaula, el portón.
¡Ni se imaginan lo que ocurrió!
El señor entró y resbaló.
Entonces Babú aprovechó
y seguido por otros monos, huyó.
LA GRAN CONFUSIÓN
Pedro José Molinario
Un día viajaban en un crucero un hada, una bruja, un príncipe,
un caballero y una princesa. De pronto apareció una orca asesina.
Todos tenían mucho miedo y el caballero muy valiente enfrentó a la
orca para que se alejara. Pero el gran animal, atrapó a todos de un gran
lengüetazo.
Entonces, la bruja le puso pimienta en la campana de la
garganta para darle tos. Así fue como de un gran estornudo, todos los
pasajeros salieron volando y cayeron en una isla desierta.
Tenían mucha sed y se pusieron a beber agua del río
“Quetodoloconfunde”. A partir de ese momento, la bruja confundió
los ingredientes de todas sus recetas, el príncipe que era tímido le daba
besos a la princesa, el ogro que antes comía mal, ahora usaba cuchillo
y tenedor. La hermosa princesa se creía fea y lloraba sin parar y el
caballero que antes era valiente, ahora se asustaba hasta de los
mosquitos.
Finalmente, la bruja, gracias a que confundió los ingredientes
de sus recetas, descubrió el hechizo e hizo volver a todos a la
normalidad.
ESTOY FRITO
Joaquín Mútolo Terzano
Un pudú estaba en el ojo de un yaguareté. Estaba en peligro
porque el yaguareté tenía ganas de comérselo. El pudú que era muy
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inteligente, se preguntó por qué el yaguareté lo habría elegido a él
habiendo tantos animales en la pampa y pensó que tal vez era por ser
el más inteligente.
Mientras pensaba todo esto, los animales asustados huyeron y
al quedar solo en el terreno, el pudú se dio cuenta de que no quedaba
otra opción. ¡Se lo comería a él! Por un momento pensó que hubiera
sido mejor ser menos superdotado y más rápido. Tal vez así habría
podido huir como los demás.
Pero cuando llegó el yaguareté y se lo estaba por comer, el
pudú usó su inteligencia y le advirtió: “Si te vas a comer al pudú más
inteligente de todos, aunque sea, escuchá su último consejo”.
El yaguareté sabía que ese pudú era muy estudioso y capaz y
aceptó su consejo. Entonces, el pudú empezó a contarle sobre la vida
vegetariana de muchos animales. Le explicó cómo las hojitas de
bambú también alimentaban a semejantes osos como los pandas,
quienes se mantienen robustos y bellos, sin necesidad de perseguir
presas hasta el cansancio.
El yaguareté lo escuchó atentamente y se convenció. No solo
dejó libre al pudú, sino que le agradeció su gran consejo y le pidió que
fuera su amigo.
EL PINGÜINO GOLFISTA
Felipe Augusto Palacín
Había una vez un pingüino golfista que se fue de viaje para
participar en un torneo. Ganó todos los partidos y le entregaron una
copa. ¡Un genio! Pero antes de volver al sur, se quedó un tiempo en la
pampa porque se había hecho de muchos amigos caballos, que también
eran golfistas.
El pingüino estaba fascinado con el arte de galopar y por eso,
sus amigos se lo enseñaron. En las tardes salían a pasear por la llanura
y todos los animales se preguntaban dónde había conseguido ese traje
tan elegante.
El pingüino les contó que lo había heredado de sus padres y
que ese traje había sido usado por el primer pingüino y que se fueron
pasando la costumbre de generación en generación.
Finalmente, el pingüino volvió al sur galopando y tomando
mate. Ni les cuento cómo galopaba este pingüino golfista y gauchesco.
¡Un genio!
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PINGÜINO SOÑADOR
Facundo Adolfo Serra
Había una vez un pingüino que soñaba con ser gaucho, pero
como todos los pingüinos había nacido muy elegante y no encontraba
ropa gauchesca que le quedara bien. Además era muy importante para
su papá que se convirtiera en un pingüino galán. Por eso, todos los días
lo llevaba a la escuela de galanes donde le hacían caminar despacito y
todo derechito.
Cuando estaba solo, el pingüino jugaba con un caballo de
madera que él mismo había construido. Se imaginaba galopando
velozmente y se sentía libre.
Un día, su papá lo vio jugando y se dio cuenta de que nunca lo
había visto tan feliz. Entonces, le dio permiso para dejar la escuela de
galanes. Como tenía que estudiar algo, fue a la escuela de golf y al
recibirse de golfista, su papá le regaló un viaje a la pampa. Allí se hizo
amigos, galopó en caballos verdaderos, tomó mate y cambió su traje de
gala por la boina, la bombacha de campo y las alpargatas.
Al volver, su padre lo vio muy gauchesco y poco elegante,
pero no le importó porque su hijo se sentía muy feliz.
LA HORMIGA PRESA
Julián Smaldone
Una hormiga envuelta en saliva pegajosa. La saliva pegajosa
en una lengua larguísima. La lengua en la boca de un oso hormiguero
hambriento. La hormiga se sentía sucia. Al poco tiempo, ya no podía
ni respirar. El oso la enrollaba a una velocidad impresionante.
Entonces la hormiga empezó a picarle la lengua, pero al oso no
le hizo efecto porque la saliva le bloqueaba la picazón. En ese
momento, el oso empezó a sentir que le picaba la cola. Eran las
compañeras hormigas.
El oso empezó a sacudir su lengua por todas partes y se le
pegaba por todos lados. La prisionera se escapó porque el carcelero…
¡se volvía loco! Entonces, las hormigas se empezaron a matar de risa.
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EL CABALLERO DEBAJO DE LA MÁSCARA
Patricio Visconti
Esto sucedió en la época medieval. Martín se había quedado
huérfano de niño. Por esos tiempos, tenía 25 años y era un joven muy
valiente pero no tenía título de nobleza. Su sueño era casarse con
Lucía, pero ella pertenecía a una familia poderosa, por lo tanto jamás
la conquistaría. Él ni siquiera era caballero.
Cada cuatro años se realizaban las competencias de caballeros
para decidir quién era el más fuerte. El torneo consistía en derribar al
enemigo de su caballo en una lucha con lanzas. Competían todos los
caballeros y el que ganaba la semifinal se enfrentaba al mejor caballero
de todos los tiempos: Sir Van Dic.
En la tribuna estaban Lucía y todas las personas más ricas de
la ciudad. Los más pobres también querían ver, así que se asomaban
por los espacios de la tribuna y entre la gente.
Martín, que tanto deseaba ser caballero, estaba contento
porque había conseguido un puesto de ayudante, lo que le permitía
estar cerca de los competidores y mirar mejor las peleas.
Fueron diez batallas y llegó el momento de la gran línea final.
Todos esperaban ver a Sin Van Dic luchar contra el gran finalista,
Carlos Mont Black. Ocurrió que Carlos, luego de tantas batallas, tenía
un brazo herido.
Martín lo ayudó con la armadura y lo alentó para darle fuerzas,
pero Carlos sabía que en esas condiciones no podría ganar. Entonces,
le pidió a su ayudante que compitiera en su lugar, ya que vestido con
su armadura, nadie lo notaría.
Comenzó la gran batalla. Van Dic, muy seguro, fuerte y
preparado, sabía que ganaría al contrincante ya cansado. Pero Martín
tenía el espíritu nuevo, lleno de ganas y además, era valiente y fuerte.
No fue una lucha simple. Los dos eran buenos y querían ganar. Pero
Martín, impulsado por la mirada de Lucía, dio el gran golpe final.
Todos admiraron al ganador, aunque creían que era Carlos.
Pero Lucía lo quiso conocer y descubrió a la persona tras la armadura.
Con el tiempo, Carlos le explicó al rey lo sucedido en la gran
lucha y ayudó a Martín a conseguir el título de caballero y como
demostró valentía al confesar la verdad, no fue castigado.
Finalmente, aunque Martín no era noble, el rey permitió a
Lucía que se casara con él.
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LOS ÚLTIMOS DINOSAURIOS
Sol Cirio
En el cráter de un volcán muy viejo que estaba en una isla,
vivía un grupo de dinosaurios voladores llamados riocoloradenses.
Medían diez metros de largo y tenían la cabeza grande como un elefante.
Durante miles y miles de años, habían vivido allí hasta el
presente. Como estaban aburridos de no asustar a nadie, un día
planearon salir del cráter y aterrorizar a la gente hasta dominar la
Tierra. Entonces, rompieron el cráter y se prepararon para atemorizar
al mundo.
Al salir de su escondite de miles de millones de años, todo
estaba muy distinto a cómo lo habían visto antes de quedar atrapados,
pero igual siguieron con su idea.
Después de caminar un tiempo, llegaron a una montaña muy
alta y vieron una ciudad. Todo les parecía muy chiquito. Empezaron a
bajar y cuando se acercaron todo se fue haciendo más grande, más y más...
Y cuando llegaron, todo era muchísimo más grande que ellos mismos.
Sin darse cuenta habían llegado a la ciudad de Nueva Cork,
que está llena de rascacielos, y al lado de esos inmensos edificios
parecían puntitos. En lugar de asustar, se asustaron tanto que
regresaron a su escondite y decidieron no salir más.
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
Gina Cristiani
Todas las tardes a la salida de la escuela, Micaela iba con sus
amigos a jugar a una calesita abandonada. A todos les encantaba jugar
allí porque cuando se subían a la calesita, empezaba a dar vueltas y
siempre los llevaba a visitar lugares divertidísimos.
Para regresar, sólo tenían que sacar la mano como para agarrar
la sortija y entonces inmediatamente se detenía. Entonces, los chicos
retornaban a sus casas muy alegres pensando en lo que conocerían al
otro día.
Una tarde, la calesita empezó a dar vueltas muy rápido, más
que de costumbre. Los chicos se asustaron y quisieron sacar la mano
para detenerla, pero iba tan fuerte que no tenían fuerza para sostener
los brazos en alto.
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Después de un rato, la calesita paró y cuando reaccionaron se
dieron cuenta de que estaban en la copa de un árbol altísimo y además,
sentados en algo que parecía un nido de pajaritos. Lo raro era que el
nido era enorme.
De pronto escucharon unos sonidos terribles como truenos.
Las ramas del árbol iban de un lado para el otro como si hubiera una
gran tormenta, pero no había ni una gota de viento.
En ese momento apareció una pareja de dinosaurios. Uno era
un temible Tiranosaurus Rex carnívoro con enormes dientes y garras
bien afiladas y detrás venía una dinosauria cuello largo que por suerte
era herbívora. Ahí se dieron cuenta de que la calesita era una máquina
del tiempo, que esta vez los había llevado a la época de los dinosaurios
y que los había dejado abandonados ahí.
Los dinos todavía no habían visto a los chicos. La mamá
cuello largo buscó el nido y lo bajó del árbol porque ya estaban por
nacer sus bebés.
Los chicos estaban calladitos, pero a uno de ellos se le dio por
estornudar porque era alérgico a los árboles. Entonces, el papá
dinosaurio los vio y cuando estaba a punto de comérselos, los huevos
se empezaron a romper. Los papás dinos se emocionaron tanto que se
olvidaron de los chicos y ellos aprovecharon para escapar.
Todos juntos sacaron las manos por las ramas como si
estuvieran en la calesita y el árbol empezó a dar vueltas. Rápidamente
estuvieron otra vez en la calesita que se detuvo enseguida. Se bajaron
temblando de miedo y prometieron que de allí en adelante, únicamente
irían a conocer lugares con su imaginación…
MIS VACACIONES
María Iglesias Molli
Cuando voy de vacaciones
con toda mi familia,
me encuentro con el mar
y me hace soñar.
Por eso lo quiero guardar
en una cajita de cristal
para que, cuando vuelva a casa,
lo pueda recordar.
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PARA MIS AMIGAS
Milagros María Messi
Me gusta el sonido del mar
porque me hace amar
y todo ese amor,
lo guardo en mi corazón
para mis amigas,
que son especiales
y siempre serán incondicionales.
LA NAVE ESPACIAL
María Guadalupe Pereyra Pigerl
Guada, una niña de ocho años, miraba todas las noches el
cielo con su poderoso telescopio. Su sueño era viajar al espacio y ver
de cerca los planetas, las estrellas y los cometas.
Una noche, mientras observaba el cielo, escuchó un gran
estruendo. Se asomó a la ventana para ver qué pasaba y asombrada, se
frotó los ojos porque no creía lo que estaba viendo… ¡Una nave
espacial había caído en el jardín de su casa!
De la nave salieron unos tipitos que eran de color verde y azul.
Usaban paraguas o algo parecido. La nena estaba muy asustada pero
los tipitos le dijeron: “Venimos en paz”. Le explicaron que la nave
había caído en el jardín porque se había quedado sin combustible.
Guada se dio cuenta enseguida de que los tipitos eran de
Urano por los colores que tenían y porque la nave se cargaba con gas
y Urano era un planeta formado por gases. Lo que le parecía raro era
que la nave justo se hubiera quedado sin ese combustible.
Los extraterrestres se dieron cuenta de que a Guada le
gustaban mucho las cosas del espacio y entonces la invitaron a dar una
vuelta cuando la nave estuviera lista. Únicamente tenían que
contactarse con un auxilio espacial que cargaba gas para las naves del
planeta Urano que se encontraban en problemas.
Al rato la nave estaba lista y Guada, también. Ya se había
puesto un aerotraje que tenía preparado por si algún día tenía que viajar
al espacio. Guada subió a la nave con mucho miedo, pero también
estaba muy contenta. ¡Iba a cumplir su sueño!
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En el viaje no dejaba de mirar por la escotilla. De repente, vio
un cartel que decía: “BIENVENIDOS A URANO, EL PLANETA
CON MEJOR CLIMA. DE DÍA NOS DERRETIMOS Y DE NOCHE
NOS CONGELAMOS.” Pero lo que más le llamó la atención fue que
todos tenían parasoles iguales a los paraguas de los terrícolas.
Guada estaba tan emocionada que se quedó dormida en el
viaje de regreso. Al otro día se levantó muy contenta, se reía todo el
tiempo y cuando llegó la hora de “Conocimiento del mundo” en la
escuela, les contó a su maestra y a sus compañeros lo que le había
pasado. Aunque nadie le creyó, a ella no le importó. Desde aquel día,
siempre lleva un paraguas abierto para protegerse del sol.
LA CANCIÓN DE CUNA
María Enriqueta Rodríguez
Cuando estoy en casa calentita,
se escucha una lluviecita
y con mi familia
miramos caer las gotitas.
Y cuando tengo sueño,
la suave lluvia me ayuda
a que me duerma tranquila
mientras mi mamá me acuna.
EL SONIDO DEL MAR
María de los Ángeles Romanelli
Cuando salgo a pasear
y escucho el sonido del mar,
lo empiezo a mirar
y me hace recordar
que un día nublado
fui a la playa
con mi hermano.
Encontramos un caracol
y enseguida salió el sol.
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EL AGUA QUE CONFUNDE TODO
Clara Romero
Había una vez un tímido príncipe, una bella princesa y un
caballero. Todos vivían en perfecta armonía. El príncipe se quería casar
con la princesa, pero por su timidez no se animaba a pedírselo.
Un día se le ocurrió invitarlos a navegar en su nuevo buque. En
el camino hubo una tormenta terrible que hundió el barco en el que
viajaban. Todos se ayudaron hasta que pudieron llegar a una isla que
estaba desierta.
Apenas pisaron la orilla se sintieron muy extraños. Lo único
que tenían aparte del gran susto que se habían llevado, porque casi se
ahogaban, era una terrible sed. Empezaron a caminar sin rumbo hasta
que encontraron un pequeño río con aguas transparentes y bebieron y
bebieron, hasta que la panza se les había hinchado. Cuando se
recuperaron y ya estaban fresquitos y listos para volver a la orilla,
vieron un cartel que decía:”No tomar el agua de este río, lo confunde
todo”.
Se miraron y en ese mismo momento, como el caballero vio a
la princesa y pensó que era una mariposa, arrancó una rama de un árbol
para atraparla como si fuera una red.
La princesa empezó a gritar tan fuerte y agudo, que el
caballero tiró la rama para taparse los oídos y la princesa pudo escapar.
Cuando dejó de perseguir a la princesa, se encontró con el
príncipe. Éste creía que el caballero era un tigre y por primera vez en
su vida no sintió miedo y comenzó a perseguirlo.
Corriendo fueron a parar todos al río “Que todo lo confunde”.
El tigre sediento de tanto correr, tomó agua y creyó que era un hada. El
hada que en realidad era el tigre, que en realidad era el caballero con
su varita, que en realidad no era una varita sino un remo que había
quedado del barco hundido, le sacó el hechizo al río y en ese momento,
se durmieron los tres.
Cuando despertaron, todo había vuelto a la normalidad: el
príncipe que ya no era tan tímido gracias a la valentía que sintió al
creer que se enfrentaba a un tigre, se animó y le propuso casamiento a
la princesa. El caballero fue el padrino de la boda.
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EL JACARANDÁ DE LA PLAZA
María Sol Yrimia Obarrio
La plaza era el lugar más querido por los ciudadanos. Justo en
el centro se encontraba el personaje más famoso del barrio: un viejo
jacarandá que durante años y años había crecido con ellos.
Un día, empezaron a notar que Toto, como llamaban
cariñosamente al árbol, estaba perdiendo sus hojas, sus ramas se
quebraban y el tronco se llenaba de agujeritos.
Los vecinos llamaron a una reunión urgente y, por supuesto,
nadie estuvo ausente, hasta los pajaritos y las palomas de la plaza
fueron a la reunión. Ellos también estaban preocupados porque Toto ya
no los dejaba que hicieran sus nidos en las ramas, las hormigas hacían
agujeritos en su trono y él no se enojaba.
Una ciudadana propuso hacer algo para que el árbol se sintiera feliz:
- ¿Qué les parece si le festejamos un cumpleaños? Tiene
muchos años y nunca le festejamos uno.
Entonces, organizaron un cumpleaños. Todos llevaron algo
para compartir y estar cerca de Toto, ¡pero él seguía igual!
- Vamos a tener que llamar al botánico de la plaza que es muy
sabio. Seguro que nos va a poder ayudar. – dijo otro vecino.
Al otro día, el botánico llegó con su hija que era jardinera. Los
dos formaban un equipo de médicos de plantas y fueron a ver qué le
pasaba al viejo jacarandá
Al llegar al lado del árbol se dieron cuenta de que le faltaba
compañía, una familia de plantas y de árboles que estuviera cerca de
él. Así fue como el botánico le dijo a su hija que trajera a Rosela, un
hermoso rosal que tenían en el vivero.
Lo plantaron al lado de Toto. Pasaron unos días y Toto seguía
igual. Los ciudadanos estaban cada día más preocupados porque la
primavera estaba por llegar y Toto no tenía ninguna flor.
Un hongo que vivía en el árbol también estaba preocupado
porque no sabía qué sería de él si al árbol le pasaba algo. El hongo que
estaba tan aburrido y muy solo, trató de averiguar qué le ocurría y en
poco tiempo pudo averiguar cuál era el problema que entristecía a su
viejo amigo: nunca le habían cantado una canción.
Todos se volvieron a reunir porque ya no sabían qué hacer. El
hongo les contó lo que había averiguado: Toto estaba triste porque los
chicos del barrio nunca jugaban con él.
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Una nena que siempre iba a la plaza a jugar dijo que en la
escuela había aprendido una canción y que seguro, a Toto lo pondría
muy feliz. Entonces, fueron a la plaza todos lo ciudadanos, hicieron
una ronda alrededor de Toto y empezaron a cantar “Al este y al oeste,
llueve y lloverá una flor y otra flor celeste del jacarandá…”.
En poco tiempo, Toto se recuperó y cuando llegó la primavera
estuvo lleno de flores que salían volando cuando el viento lo
acariciaba.
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CUARTO
GRADO
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PINTORES QUE PINTAN
CON PALABRAS
¿Cuántas veces nos hemos detenido a observar pinturas o
esculturas que han capturado excesivamente nuestra atención o hemos
estado horas tratando de descifrar el significado de trazos
aparentemente sueltos que nos dan curiosidad y nos transmiten
sentimientos?
Ese mismo esmero ponemos cuando escribimos nuestros cuentos
y poesías, en los que tratamos de dibujar con palabras historias que atraigan
el interés de nuestros lectores y logren generarles emociones.
Existen muchas maneras de expresar o describir el mundo en
el que vivimos y su imaginario. Pero cada chico busca a través de su
estilo, el ritmo de las frases, la intriga de la historia y la musicalidad de
las palabras, acercarse al corazón de sus potenciales lectores. Si se
preocupa por escribir es porque desea generar en otros la pasión que su
escritor favorito les transmite.
Nuestros alumnos han logrado modelar un mundo que en un
inicio no fue más que una mera visión y un sentimiento.
Perfeccionando sus líneas, pudieron llegar a la versión final que está
plasmada en este libro.
Nuestro compromiso fue ayudarlos a ordenar esas ideas o
imágenes, a seleccionar los elementos más significativos y a elegir
aquellas palabras que impresionan emocionalmente al lector.
Realmente esperamos que puedan disfrutar igual que de una
obra de arte, de estos textos literarios que nos ofrecen una primera
impresión del potencial de estos escritores que recién comienzan su
camino.
Verónica Acuña y Cecilia Stagnaro
Maestras de 4º grado A y B
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EL DRAGÓN SOLITARIO
Juan Ignacio Alfano Cavallero
En un reino lejano, con habitantes pacíficos, vivía un rey que
reinaba en armonía. Debajo de su castillo había un río. Debajo de ese
río había tierra. Debajo de la tierra, lava y ahí, vivía un dragón negro,
de piel rugosa y escamosa, y alas gigantescas que volaban grandes
longitudes.
El dragón quería compañía porque no había salido nunca de
su mundo de lava. Entonces empezó a excavar. De pronto, el agua que
había encima de su casa, empezó a caer. El agua y la lava se juntaron
e hicieron vapor. Tanto vapor se formó, que en el pueblo hubo un gran
terremoto que destruyó todo.
En medio del desastre, el dragón salió y se fue a buscar
compañía. Mientras tanto, los habitantes del pueblo estaban
reconstruyendo todo y como no querían otro ataque de esos, fueron a
buscar al dragón. Querían matarlo por haber ocasionado un terremoto.
Llegó el dragón y se encontró con el pueblo entero
gritando:“¡Ahí esta el monstruo!”. El dragón con muecas les informó
que había querido provocar un terremoto, que sólo quería salir de su
casa, de la cual no había salido nunca, para conocer a un amigo.
Tres años después, el dragón vivía en un volcán cercano.
Seguía buscando un amigo dragón porque las personas ya eran sus
amigos. Buscando, vio una dragona pero a su lado había otro dragón,
y se puso triste. Seguro eran novios.
Siguió buscando y vio otra dragona, pero no quiso ponerse más
triste. Si veía otra dragona con novio se iba a poner mal. Pero ella lo
siguió porque era linda y soltera. Lo fue a visitar y habló con él.
Fueron novios, se casaron y tuvieron hijos.
LUIS Y SU GRAN IDEA
Francisco Alves Peña
En la gran ciudad de Buenos Aires vivía Luis, un joven que
trabajaba en el correo. Él era tímido, pero extremadamente amable.
Una mañana, él se levantó temprano para entregar el correo al
banco. Era un día triste para Luis, ya que era su cumpleaños y su
familia no se había acordado. Su padre estaba muy ocupado con su
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trabajo como para acordarse de su cumpleaños y su madre estaba de
viaje en Asia.
Luis entró distraído al Banco. De repente, en la caja vio a la
mujer que había sido su novia en el colegio.
Estaba sorprendido. No podía creer lo que veía. Luis seguía
enamorado de ella. Estaba tan linda que no pudo resistir acercarse a
saludarla. Mientras caminaba hacia la caja, su corazón se aceleraba en
cada paso que daba.
Al llegar a la ventanilla, tartamudeando la saludó. Ella lo
reconoció pero se hizo la distraída, fingió no reconocerlo. Él se sintió
mal porque creyó que lo iba a reconocer. Entonces, se fue del banco
más triste que cuando había entrado.
Cuando ya estaba en la calle, se acordó de lo que tenía que
hacer para su padre. Ingresó al Banco nuevamente y lo más rápido
posible, le entregó el dinero. Ella se dio cuenta de que él estaba triste,
pero no se animó a decirle que lo había reconocido.
Entonces, Luis se fue al Banco y decidió conquistarla porque
no se iba a rendir nunca. Fue a la casa de sus amigos para planear algo
que le llamara la atención y decidieron arriesgarse a hacer un robo.
Entraron y en el momento en que iban a realizar el simulacro
de robo, entró un ladrón y agarró a la cajera que era el amor de Luis.
Él se puso furioso y se tiró sobre el ladrón. El policía ayudó a Luis y
se lo llevó preso.
Finalmente, la chica le confesó que ella sabía quién era, pero
se había sentido intimidada. Luis le dijo que la amaba y así se pusieron
de novios.
LA TRISTEZA
Tomás Barchi Bulló
Una vez vi un pajarito
que por sus diferentes tonos
era muy bonito.
Cantaba como una orquesta
y volaba como un avión de papel.
Fue fácil atraparlo por su torpeza,
él se enredó en las malezas.
Desde ese día vive en un cuarto enrejado,
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que tiene los muros pintados.
Días después leí en el diario
que quien encontrara
un pájaro colorido,
lo regresara a su patria.
Aunque me había encariñado,
lo devolví.
Unos pesos me dieron,
pero cuando me despedí,
muy triste me sentí.
LA GRAN FINAL
Tobías Bardi
Estábamos por jugar al rugby con mis amigos en la cancha de
Francia, donde habíamos ganado cinco copas. Había otro equipo que
también había ganado cinco copas como nosotros. Ellos eran nuestros
enemigos en la gran final.
Comenzó el partido y pasados diez minutos del primer tiempo,
el capitán de nuestro equipo se quebró la pierna. El problema era que
no teníamos suplentes porque todos habían salido de fiesta la noche
anterior y se habían enfermado de tanto tomar.
Decidimos jugar igual porque teníamos fe en nuestro equipo y
le queríamos demostrar a la gente que podíamos ganar igual. Cuando
tomamos esta decisión, el equipo contrario quedó muy impresionado.
Reiniciamos el partido y se lesionó otro jugador de nuestro
equipo. Igual seguimos jugando. El público pensaba que éramos muy
valientes y nos aplaudían porque seguíamos jugando igual.
En el segundo tiempo nos metieron un try, pero no nos
desalentamos. Decidimos darles guerra y jugamos como los pumas.
Íbamos empatando, pero al final nos ganaron. El público no
los aplaudió, nos aplaudió a nosotros, los perdedores, porque habíamos
jugado excelente con dos jugadores menos.
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EL CHEF SOÑADOR
Tomás Cloppet
Era un día de San Valentín. El simpático cocinero, padre de
Agustina, estaba preparando unas ricas galletitas para ella y su novio.
Mientras lo hacía, soñaba que estaba cocinando
tranquilamente en el espacio. Se imaginaba parado en la Luna rodeada
de estrellas fugaces con forma de corazones. También veía cómo el
brillo del sol, pegaba en la tierra y escuchaba una bella canción que
venía desde el sur.
Como no era una voz humana, le resultaba desconocida. La
letra de la canción decía que había un ingrediente que, al colocarlo en
las galletitas, provocaba en los novios que las comían un amor
intergaláctico.
Ese ingrediente estaba en una estrella fugaz, no cualquier
estrella fugaz, sino una especial para el amor. Era una estrella rosa de
cola violeta que estaba detrás de la Luna. En un cohete con forma de
gorro de cocinero, fue directo hacia allá y se encontró con la estrella
fugaz. Sacó polvito de la estrella y antes de irse, le agradeció dándole
un gorro especial de cocinero que traía buena suerte.
Justo en ese instante, despertó en la cocina. Tenía las galletitas
cocinándose y en la mano el polvo mágico. Se quedó un minuto
pensando si era malo o bueno. En ese momento se acordó de la canción
que le decía que era bueno e intergaláctico. Sacó las galletitas del
horno, desparramó el ingrediente sobre estas.
Llegó la pareja de novios y el cocinero trajo las galletitas
encantadas en una bandeja con flores de colores. Los novios las
comieron, las saborearon y se imaginaron una lindísima aventura en el
espacio. Estaban sentados en la Luna viendo que pasaban las estrellas
fugaces cuando la pareja se encontró con la estrella mágica. Llevaba
puesto un gorro de cocinero y eso les llamó la atención.
La estrella les dijo que era la estrella mágica del amor y podía
concederles un deseo. Los novios pensaron qué deseo iban a elegir. Al
novio se le ocurrió pedir que pudieran casarse y viajar cada noche por
el espacio. La estrella brilló y ellos aparecieron en la iglesia, Agustina
con su vestido y el novio con su traje. Estaba toda su familia y en la
punta de un banco estaba sentada la estrella fugaz a la que veían sólo
los novios y el cocinero. Esa noche luego de terminar la boda, se
fueron de luna de miel al espacio.
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LA LUZ, EL AGUA Y LA AMISTAD
Juan Cusi
Hace mucho tiempo en una tierra extensa, sin nombre, con
muchos árboles y una laguna gigante, vivían miles de duendecitos. Era
su mundo, separado del mundo de los humanos.
Los duendes iban al mundo de los humanos muy seguido para
cumplir los deseos de aquellos que creían en ellos. Pero una vez, un
duende se perdió.
Dios, que había creado ese mundo para los duendes, les había
dejado a las avecitas mágicas para que los cuidaran y ayudaran a
regresar cada vez que salían a cumplirle un deseo a alguien. Pero el
avecilla que tenía que ayudar al duende de la amistad, lo abandonó.
El duende cumplió el deseo y de regreso a su mundo, se
perdió dentro del laberinto de fuego en el bosque encantado. Ese
laberinto estaba allí para que ni los duendes ni las personas pudiesen
atravesar de un lado al otro fácilmente.
Como faltaba el duende de la amistad, en la tierra humana
cada vez había menos amigos. Las personas se peleaban y no se
reconciliaban. Los duendes se dieron cuenta de que faltaba uno de
ellos. Entonces, el duende del rocío y el de la luz decidieron rescatarlo.
El duende del rocío convenció a las gotas de rocío que
formaran un ejército y que cayeran sobre el laberinto de fuego y se
apagara. El duende de la luz convocó a las estrellas que iluminaban el
bosque para que todas juntas encontraran al duende de la amistad.
Lo hallaron y juntos regresaron a la tierra de los duendes, pero
antes pasaron por la tierra de los humanos. Como tenía mucho que
hacer, los dos duendes decidieron ayudar al de la amistad. El duende
de la luz iluminó los corazones de las personas y el del rocío les dio
frescura. Así la amistad volvió a nacer entre las personas.
EL REY GORDO QUE TIENE UN PAÍS CHIQUITO Y
QUIERE UN PAÍS GRANDE.
Facundo de Anchorena
Había una vez un rey gordo que vivía en un castillo grande. El
rey era muy alto y muy gordo como las piedras grandes que están en
Miramar. Era malo porque trataba muy mal a la gente de su país.
El país era chiquito como Cuba. El rey ordenaba a las mujeres
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y a los hombres que se portaran bien, que limpiaran el castillo, que
hicieran caso a la reina, que cuidaran el país y que hicieran muchas
cosas. Por ejemplo, que hicieran muchos castillos, muchas casas, y que
cazaran animales para comer.
Un día el rey no supo qué ordenar y preocupado se encerró y
pensó. Pensó y decidió hacer que la gente luchara. Entonces el rey
estuvo muy contento y feliz porque quería luchar para que el país fuera
más grande.
Los hombres, mujeres y niños le hicieron caso al rey. La gente
luchó y consiguió más países y mucha gente. El rey estuvo muy contento.
En cambio, la gente se sentía triste porque estaban luchando y
se morían hombres y mujeres. Los hombres fueron a hablar con el rey. Él
preguntó por qué estaban ahí y los hombres respondieron que estaban
tristes porque los luchadores estaban muertos y no querían luchar más.
El rey dijo que lucharan igual y fue a buscar más soldados. Los
hombres trabajaron, hicieron casas, castillos, cazaron animales y
entonces el rey los encontró. El rey se enojó y mató un soldado con el
cuchillo. Entonces lo atraparon en la cárcel muchos años.
La gente estuvo muy feliz porque el rey ya no era su jefe y
porque los hombres podían hacer lo que querían.
EL PAJARITO Y SU LIBERTAD
Guillermo de Elizalde
Era un pájaro chiquitito,
de color marroncito.
Sus plumitas muy blanditas
y su cuerpo suavecito.
Su canto era bonito
y un cazador lo escuchó.
Astutamente lo cazó
y en una jaula lo encerró.
El pobre pajarito
se sentía muy triste y solo.
Extrañaba a su familia
y a sus queridos hijitos.
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Un señor muy contento lo compró
y en una jaula de oro lo instaló,
porque veía infeliz al pajarito
y sentía pena por el animalito.
Pero el ave seguía infeliz
y para sentirse mejor
decidió cantar una melodía.
Un duende apareció enseguida.
Un pacto le ofreció.
El pájaro eligió dar
la jaula de oro a cambio
de eterna libertad.
LA VIDA DE UN PÁJARO SOLITARIO
Francisco Ferro
Había una vez un pájaro
muy rápido y de color dorado,
al que un cazador con suerte
en una jaula dejó atrapado.
Al pajarito no le gustaba
vivir encarcelado.
Quería ser libre, el mundo recorrer.
y con su familia volver.
Como el pajarito parecía triste
el cazador una jaula de oro fabricó,
pero ese lujoso regalo
tampoco lo alegró.
Muy triste estaba cuando apareció
un duende que lo liberó.
Le dio una libertad eterna
y el pájaro libre, su soledad olvidó.
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LA DRAGONA ASUSTADIZA
Santiago Filgueira
Había una vez un reino que quedaba en medio de un círculo de
montañas nevadas. El reino era antiguo y allí había mucha humedad,
tanta humedad que las paredes de los edificios y los techos goteaban,
y los habitantes siempre sentían frío.
Pero había otro problema, cerca del reino habitaba una
dragona llamada Zafira que era gruñona y fea, de alas enormes y
azules, y que escupía fuego. Esta terrible dragona no dejaba salir del
pueblo a los habitantes que querían irse de allí para siempre. En cuanto
cruzaban el anillo de montañas se los comía.
Algunos habitantes intentaron huir por la noche cuando la
dragona dormía. Pensaron que podrían lograrlo porque dormía mucho
y no se despertaba por nada. Y como la dragona le temía a los ratones,
se disfrazaron de roedores.
Cuando llegó la noche, hombres, mujeres y niños salieron del
pueblo disfrazados de ratones. Cruzaron la montaña en puntitas de pie,
respiraban despacito y si tenían que decirse algo, se acercaban al oído
del otro y le susurraban. Justo cuando estaban cerca de la dragona, un
hombre estornudó y el monstruo se despertó y abrió los ojos.
Hombres, mujeres y niños se quedaron quietos como ladrillos
para que el dragón no se diera cuenta de que estaban huyendo.
La dragona se puso de pie y ya despierta, vio a su alrededor
quince ratones grandes como personas. Sintió tanto miedo que se cayó
de la montaña.
Los habitantes de ese reino húmedo siguieron caminando
tranquilos hasta que encontraron un pueblo lindo, sin humedad y
goteras, y también sin dragonas.
LA VIDA EN UNA JAULA
Felipe Giudice
Un pajarito
muy chiquito,
su colorcito
es muy blanquito
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Él es tranquilo
y también un poco loquito.
Él es muy bonito
y muy changuito
Su canto es finito.
Eso es raro,
para un pájaro tan chiquito
y por eso lo enjaularon.
Su vida en la jaula
era muy mala.
Muy triste estaba
porque solo se encontraba
Trataron de llamarle la atención
con una jaula de mucho esplendor.
Eso no cambió las cosas
lo que él quería era tener esposa.
Estaba llorando,
cuando un hada hermosa
y con olor a rosa
con su varita lo liberó.
No sabía por qué lo hizo,
pero igual se lo agradeció.
Se fue y yo también me fui,
y tuvo una esposa al fin.
LA ASTUCIA DEL CABRITO
Mateo Guzmán García Bouza
Había una vez un cabrito,
que del rebaño se escapó.
Y luego de caminar un rato,
un lobo feroz lo alcanzó.
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Para no morir sin honor,
al lobo feroz le rogó
que tocara la flauta
para que ella bailara.
Los perros no estaban muy lejos.
Oyeron la música y al zorro persiguieron
y quizás un poco lo mordieron,
mientras el cabrito y su rebaño rieron.
LAS GALLETITAS DE SAN VALENTÍN
Tomás Hoerth Alconada
En el día de San Valentín un cocinero preparaba unas galletitas
en forma de corazón. El cocinero se llamaba Ramiro y era un cocinero
brujo, que tenía en su cocina muchas pócimas mágicas.
Mientras cocinaba se imaginaba cómo sería su amada cuando
se le cayó accidentalmente en la preparación la pócima de amor
frustrado. Él no se dio cuenta.
Apenas terminó de cocinar, repartió las galletitas a las parejas
que habían ido al restaurante. Entre una de esas parejas estaba Josefina,
una chica muy buena y linda. El cocinero la vio y se enamoró a primera
vista, el problema era que Josefina ya tenía novio.
El cocinero regresó desilusionado a la cocina. Entonces vio
que le faltaba un litro de pócima de amor frustrado y como él era muy
inteligente se le ocurrió hacer otras galletitas del amor sincero. Ya era
tarde, porque todas las parejas habían comido del amor frustrado.
Josefina ya se había peleado con su novio y hacía rato que él se había
ido porque no era muy paciente.
El cocinero corrió a los invitados para explicarles cuál había
sido el problema. Josefina estaba en la mesa llorando. Ramiro después
de haberles explicado, les dio las galletitas para que se reconciliaran,
se sentó con Josefina y la consoló.
La muchacha se enamoró del cocinero porque fue el único que
se preocupó de consolarla. Ramiro le confesó su amor y decidieron ser
novios. Pasaron tres meses, organizaron el casamiento e hicieron la
boda. Tuvieron hijos y vivieron felices.
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EL HÉROE PASTOR
Marcos María Irigaray
Hace mucho tiempo en un reino antiguo, había un castillo
donde habitaban personas pacíficas. Ahí cerca, dentro de un volcán
inactivo, vivía un dragón llamado Derf. Era tan malvado que le
molestaba la paz de los humanos y su comida preferida eran los reyes.
Un día Derf, el maligno dragón, decidió destruir la paz del
reino. Cuando se iba acercando al castillo, un pastor llamado Marcos
le tendió una trampa. Le dijo que el laberinto estaba lleno de reyes. El
dragón intrigado lo siguió.
Cuando llegaron al laberinto, el rey le tiró una capa mágica al
maligno Derf y lo convirtió en una piedra.
Al día siguiente, todos alababan a Marcos, el héroe pastor.
UN PÁJARO BUSCANDO LA LIBERTAD
Agustín Lupano
Había una vez un pájaro libre.
Su cuerpo brillaba como la luz,
era tan chiquito como un mosquito.
y sus plumas eran livianas como el agua.
Un día el pajarito volaba
y paró a tomar agua en una casa.
El dueño lo atrapó
y en una jaula encerró.
El pajarito ahí se quedó.
Solo y enjaulado estaba,
se sentía muy triste
porque extrañaba ser libre.
El cazador vio al pájaro triste
y lo puso en una jaula de oro.
Pero él seguía triste
porque sólo quería ser libre.
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Un día, mientras el pajarito dormía,
un duende hambriento apareció.
Cara a cara, miró al pájaro y le ofreció
total libertad a cambio de su comida.
El pájaro le rogó
que le cumpliera ese deseo.
El duende sintió lástima y se lo concedió.
Y el pájaro libre voló.
UN PÁJARO EN UNA JAULA
Matías Mariani
Había una vez un pequeño pájaro
de color negro y rojo,
con un bellísimo canto
y su vuelo esplendoroso.
Un día un señor
le pidió a un cazador,
un pájaro cantor
para escuchar su melodía cada mediodía.
El pájaro iba cantando
y al ver comida en el suelo,
allí mismo se posó.
El cazador aprovechó y lo encerró.
El pájaro en la jaula mal se sentía.
No sabía si vivía
porque se sentía desanimado
y también aprisionado.
El dueño de la jaula
al pájaro quería animar
con brillos y colores,
una nueva cárcel comprar.
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El señor veía al pájaro
que no estaba animado
y decidió dejarlo libre
porque estaba muy triste.
Al salir de la jaula
fue a buscar a sus amigos.
Intentó conseguir su amor
y además tener muchos hijos.
EL LEÓN BARRIGÓN Y EL RATÓN
Hernán Pérez Demaría
Dormía un león muy dormilón.
Pasaba un ratón muy juguetón
que empezó a jugar en su enorme barriga
y entonces se despertó de su sueño el león.
Rogaba el ratón para no ser comido
por el león muy barrigón.
El león lo dejó, pero a cambio de un favor:
prometió pagarle cumplidamente, el ratón.
Riéndose, el león lo dejó marchar.
Pocos días después, unos cazadores
que parecían malhechores
apresaron al feroz animal.
El ratón escuchó las quejas del fortachón
y rápidamente lo rescató.
El león le agradeció
al ratón porque lo salvó.
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EL PÁJARO Y EL DUENDE
Estéfano Puiu
Un pajarito muy lindo,
color verde y amarillo,
era muy chico pero hermoso,
y tenía un canto maravilloso.
Un cazador quería tenerlo
porque el pajarito era muy bello.
Sus alas de arco iris deseaba
y con mucho alpiste le tendió una trampa.
En una jaula simple lo dejó,
al pajarito su vida allí no le gustó.
Extrañaba la libertad
y piruetas en el aire poder crear.
El cazador para alegrarlo
le puso una jaula de oro,
pero el pobre pajarito
todavía se sentía triste.
Un duende petiso como un ratón
a la noche llegó.
Como era muy pobre,
la jaula de oro deseó.
El trato fue que el pájaro,
le daría la jaula a cambio de libertad
el duende contento aceptó
y el pájaro su libertad recuperó.
EL PÁJARO QUE ILUMINÓ LA NOCHE
Lucio Francisco Raggio
Hace muchos años atrás, los tobas habitaban en los montes de la
zona chaqueña. En la tribu había mujeres, hombres y niños que se
encontraban desesperados por la falta de fuego. En las noches siempre
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tenían frío, algunos temían a la oscuridad y a las mujeres les caía mal
la comida, ya que no podían cocinarla.
Los tobas no sabían qué hacer, puesto que el zorro y el jaguar
se consideraban los dueños del fuego y era difícil sacárselos.
Unos caranchos que se encontraban en lo alto de un árbol
viendo la triste situación, armaron un plan para llevarles a los tobas el
fuego.
Uno de los caranchos distrajo con su aleteo al zorro y al jaguar,
y el otro tomó con sus garras un tronco encendido. A pesar de
quemarse un poco las patas, pudo tirar el tronco encendido sobre una
montaña de ramas.
Fue así como los tobas obtuvieron el fuego, el cual avivaron
todos los días y nunca más se apagó.
A partir de entonces, los caranchos pasaron a ser sagrados
para los tobas que les iban a rezar al altar que le armaron en
agradecimiento.
UNA GRAN IDEA
Justo Serra
Hace mucho tiempo, en un castillo de un reino muy lejano, vivía
un rey. El castillo del rey, por dentro estaba decorado con cuadros,
muebles, bibliotecas con millones de libros, mesas y muchas sillas.
Cerca de allí había un valle, rodeado de montañas nevadas.
Sus habitantes eran pacíficos y se dedicaban a la pastoría. Ellos
siempre festejaban el día en que se fundó el pueblo.
En una cueva, a pocos kilómetros, vivía un dragón. Él era
malo, tenía dientes filosos y con puntas, alas grandes y ojos rojos.
Odiaba que la gente estuviese feliz. A sus oídos le irritaba que la gente
se hablase tan bien. Era malo y quería que las personas sufran.
Cuando atacaba el pueblo para comer, la gente gritaba de
terror o se desmayaba. Los habitantes y en especial el rey, cansados del
dragón, decidieron encerrarlo en un laberinto, un enorme laberinto.
Uno tan difícil, que el dragón no pudiera escaparse de allí por años.
Pero había un problema: no sabían quién iba a ser el encargado de
encerrarlo allí.
Un joven y fuerte muchacho se animó a enfrentar al dragón.
Todo el mundo asombrado por su valor, le agradeció.
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Camino al laberinto fue juntando carne. Todo el pueblo miraba
y se preguntaba qué haría.
Estando en el laberinto, arrojó un trozo de carne en la entrada
y otro en el medio. El dragón olió la carne y lanzó un vuelo hasta la
entrada del laberinto. Comió la carne y fue volando hacía el otro trozo.
En el medio del vuelo, el muchacho le tiró dos cuchillos en las alas y
cayendo al laberinto, no pudo escapar volando.
Los habitantes y el rey nombraron al joven protector de su
reino. Estaban seguros de que cuando el dragón volviese a aparecer, él
los iba a salvar.
EL DÍA DE SAN VALENTÍN
Lucas José Serra
Faltaba un día para San Valentín y un cocinero estaba
cocinando las galletitas para los enamorados. Dos días atrás se había
producido en la ciudad una lluvia de meteoritos microscópicos. De allí
salió una sustancia viscosa y colorada que cayó en el molde que estaba
cerca de la ventana.
Cuando el cocinero fue a colocar la preparación, la sustancia
surtió su efecto. El chef puso el molde con la masa de las galletitas en
el horno, desconociendo lo sucedido. La sustancia se empezó a
derretir. Después de varios minutos sacó las galletas para los
enamorados y vio que había algo derretido, pero pensó que era la
manteca.
Al día siguiente, el cocinero fue a su negocio y les dio las
galletitas a todos los enamorados. La sustancia causó un extraño
efecto, hizo que ellos hallaran amores insólitos, inesperados y también
disparatados.
Un ciego se casó con una modelo, un sordo se enamoró de una
mujer muy charlatana y un pelado de una peluquera. Todos estaban
muy enamorados y felices. El negocio cada vez estaba más lleno de
clientes. El chef se hizo muy famoso y hasta en China querían conocer
su receta mágica.
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EL CHEF TÍMIDO
Nicolás Sosa Reboyras
Un chef cocinaba en un cumpleaños. Mientras preparaba las
galletitas, pensaba en su amada que estaba en la fiesta, pero no le
prestaba atención. Él estaba enamorado de ella por su belleza y por su
sonrisa.
En la cocina había una extraña pócima. Pensando que era
azúcar, la volcó en las galletitas.
Cuando las galletitas estuvieron cocinadas, fue al salón a
repartirlas. Los chicos se veían aburridos. Ninguno quería bailar ni
conversar con las chicas.
El chef repartió las galletitas y cuando regresó a la cocina comenzó
a escuchar la música cada vez más alta. Regresó al salón para ver qué había
pasado y se encontró con todos los invitados bailando y riendo.
Se acercó a su amada y le habló tartamudeando. Ella siguió
bailando, pero respondió. El chef se sentía feliz porque antes nunca le
había hablado.
Pero la pócima enseguida dejó de surtir efecto y los invitados
apagaron la música y dejaron de divertirse. Su amada también se fue,
pero él la persiguió y se animó a invitarla a salir
EL DESEO DE LIBERTAD
Marcos Tarasido
Un pajarito de color amarillo
y de tamaño muy chiquitito,
parecía muy, muy gordito,
por su plumaje tan infladito.
Su cuerpo era débil
y su vuelo era bajo,
pero su canto parecía
el de un cantante de ópera.
Un cazador lo deseaba
por su canto que admiraba.
Pobre, el pequeño pajarillo,
le cortaron las alas así no escapaba.
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Su vida en la jaula era triste.
Al estar solo y encerrado,
no tenía oportunidad de amar
y eso, le daba ganas de llorar.
De tanto llorar, no podía cantar.
El cazador también entristeció
y como no era tan malo,
con tristeza, lo liberó.
EL LEÓN Y EL RATÓN
Nicolás Rafael Trozzo
Estaba durmiendo el feroz león,
mientras que jugueteaba un pequeño ratón.
El rey de la jungla despertó
y rápidamente lo atrapó.
El ratón que lo liberase le rogó,
le prometió que algún día lo salvaría.
El león a reír se echó
porque pensó que eso nunca pasaría.
Pero unos cazadores lo apresaron
y lo ataron con una cuerda a un árbol.
El ratón la cuerda royó
y al rey de la selva liberó.
El ratón mano a mano quedó
con el feroz león,
y este por fin entendió,
que el ratoncito en algo lo ayudó.
LA EXTRAÑA LLAMA
Elina Blaquier
Se dice que en una selva tropical había muchos animales
feroces. Allí habitaban unos indios llamados: Tux, Tax, Tix, Pepa,
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Pepo y Pupi. Ellos vivían en tiendas, cabañas y cuevas. Cazaban con
lanzas y se alimentaban de animales o aves. Tix era cálido y Tax era
valiente, pero ninguno era paquetón. Cada uno de los indios tenía sus
dificultades y sus miedos como Pepa que le tenía miedo a la oscuridad
o Pupi que le tenía miedo a las cotorras.
Una noche de frío un puma merodeaba por el territorio de los
indios. Ellos estaban muertos del susto. Tix estaba tan asustado que
agarró dos piedras y comenzó a rasparlas mientras tropezaba con un
montón de heno. Cada vez lo hacía más fuerte, hasta que comenzaron
a salir chispas y humo.
De repente, se prendió una llama. Entonces, el indiecito se
levantó rápidamente. En ese momento se encendió todo el heno y se
escuchó un ¡GRAAAAA!
Era el puma saliendo de los árboles. Tux y Tax recogieron dos
ramas del suelo y las prendieron balanceándolas de izquierda a
derecha. Entonces, el puma se atemorizó y huyó.
Pepa, sorprendida, se acercó, intentó tocarlo y se quemó las manos.
Pensó que si esa cosa extraña quemaba, también podría calentar comida.
Desde ese día la tribu utilizó el fuego para cocinar y probar diferentes
sabores. Así fue como se descubrió el fuego y sus sorpresas.
EL SASTRECILLO VALIENTE
Alexia Bledel
En un viejo taller trabajaba
un sastrecillo que Miguel se llamaba.
Todo el día la tela cortaba
y trajes cosía y armaba.
El pueblo donde vivía
custodiado por un gigante estaba.
Él los aterrorizaba
y ciudades enteras destrozaba.
Mientras el sastrecillo cosía,
siete moscas lo molestaban.
Si matarlas quería,
de un golpe las aplastaba.
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Por el ruido que hizo
los vecinos pensaron
que a siete gigantes había matado
y al rey le avisaron.
Que matara al gigante
el rey le ordenó.
Con su única arma
lo enfrentó y a coserlo comenzó.
Cuando el gigante murió,
Miguel una gran sorpresa recibió:
un montón de escudos
y la hija del rey, con quien se casó.
LA PASTORA Y EL DESHOLLINADOR
Mercedes Cabral
Dentro de una sala
un armario tallado había
y debajo de un espejo, sobre una mesa,
muñecos de porcelana vivían.
A una muñeca la casarían
con un chino que no amaba ni amaría,
por eso decidió escapar al exterior
con su amor, el fiel y buen deshollinador.
Se escaparon por la chimenea
persiguiendo una estrella,
pero cuando vieron el exterior
les pareció enorme y volvieron al interior.
Intentando perseguirlos,
el chino se hizo añicos,
pero sus dueños lo pegaron
y mucho lo cuidaron.
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La pastorcita y su enamorado
nunca más por el chino fueron molestados
y vivieron fascinados
en el mundo encantado.
LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS
Candelaria Cazenave
Hacía frío y nevaba.
Una niña caminaba,
“Fósforos”, gritaba,
pero nadie le compraba.
La niña un problema tenía:
su padre le pegaría
y nada podría comer
si dinero no llegaba a obtener.
Pero la imagen de su abuela
tanto la consolaba
que, a pesar de lo infeliz que estaba,
del frío ya no se quejaba.
En la helada madrugada
su cuerpito encontraron.
La gente comentaba
que el frío la había matado.
LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS
Delfina Díaz Alberdi
Hacía frío y nevaba.
Una niña caminaba,
“Fósforos”, gritaba,
pero nadie le compraba.
En vano había tratado de vender
todo el anochecer.
Pero algo bueno se le ocurrió:
para entibiarse un fosforito encendió.
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Encendió un segundo fosforito
y una mesita con un pato asado imaginó.
Estaba a punto de comerlo
cuando la luz se le apagó.
Con el tercer fosforito
a su abuela observó.
Brillaba como una estrellita
y era como una lucecita.
La niña le pidió
que la llevara con ella
y nadie le impidió
que se fuera a las estrellas.
EL SOLDADITO DE PLOMO
Merceditas Juri
Los generosos Reyes magos
unos preciosos regalos
a unos inquietos hermanos
les llevaron.
Ellos los abrieron
y una sorpresa vieron:
a una hermosa bailarina
y a un soldadito con una sola pierna.
Los dos se enamoraron,
pero entre todos los regalos
había un muñeco enojón
que separarlos logró.
La chacha Luisa compró un pescado
y al abrirlo encontró al soldado.
El niño se alegró
porque se habían reencontrado.
Luego el soldadito cayó al fuego
y la bailarina pidió ayuda al genio.
Entonces decidió acompañar al soldado
para vivir y morir siempre a su lado.
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LAS HABICHUELAS MÁGICAS
Sol López del Carril
En un bosque perdido
vivían Periquín y su mamá.
Ella lo envió con un pedido
a su hijo querido
para que la vaca vendiera
y él lo hizo por unas habichuelas.
La mamá con disgusto las tiró
pero al día siguiente tuvo una sorpresa:
¡lo mucho que habían crecido las habichuelas!
Periquín por las ramas trepó
y a través de una puerta observó
si había algo en el castillo para su mamá.
A través de la ventana vio a un ogro maldito
y una gallina que de oro ponía huevitos.
Periquín la agarró y huyó,
pero en muy poco tiempo la gallina falleció.
Periquín volvió a trepar por la planta
y vio que al ogro le pertenecía una bolsa de monedas.
Periquín la robó y muy feliz a su casa regresó,
pero pasaron los días y la bolsa vacía quedó.
Él volvió a trepar por la planta hacia el castillo
y vio que el ogro llevaba una cajita con monedas.
Periquín la agarró y muy feliz llegó,
pero cuando la planta trepó, él se cayó.
Mientras Periquín bajaba y gritaba,
el gigante atrapado estaba.
Su mamá no lo escuchaba
porque cocinando estaba,
pero cuando lo oyó y la planta cortó…
El gigante murió y esta poesía se acabó.
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PINOCHO
Clara Martin Valerga
En aquella ciudad tirolesa
un viejo titiritero vivía.
Sus marionetas eran famosas,
parecía que vida tenían.
Geppeto hijos deseaba
porque ninguno tenía.
Un hada que lo escuchaba,
al muñeco Pinocho, le dio vida.
Gepetto muy cariñoso era
y a su hijo Pinocho cuidaba.
Consejos y amor le entregaba
porque a su hijo adoraba.
Cuando Pinocho al colegio iba,
unos ladrones lo perseguían.
Una vez a un teatro lo llevaron
y en una jaula lo encerraron.
Un hada se le apareció
y a Pinocho preguntó
por qué estaba ahí
y no en la escuela.
Pinocho una mentira contestó.
Entonces la nariz
creció y creció
y como una rama se le agrandó.
Luego de decir la verdad,
su nariz se achicó.
La jaula se abrió
y hacia su padre él corrió.
A navegar se fueron
y aguas serenas recorrieron
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pero una fuerte ola se levantó
y una enorme ballena se asomó.
El animal la balsa volcó,
y a sus tripulantes al agua tiró.
Ellos a salvo se pusieron,
cuando al barquito nuevamente subieron.
El hada a Pinocho recompensó.
Con su mágica varita
En niño lo transformó
y Geppeto eternamente le agradeció.
LAS HABICHUELAS MÁGICAS
Malena Moss
En un bosque perdido
vivían Periquín y su mamá.
A su hijo querido
lo envió con un pedido
para que la vaca vendiera,
a cambió de habichuelas.
Periquín las plantó
y se sorprendió
al ver cuánto crecieron.
Por ellas se trepó
para ver si en la puntita
encontraba platita.
Trepó y llegó a un lugar
donde vio una gallina
que ponía huevos de oro.
La agarró e imaginó
que si la vendía
en millonario se transformaría.
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Todo iba espectacular
hasta que la gallina murió.
Periquín volvió a trepar
y a un gigantón vio
contando monedas de un bolso marrón
apenas se durmió, se lo llevó.
De buena forma el tiempo pasó
pero un día, el bolso vacío quedó
y Periquín otra vez trepó.
Una cajita con monedas y un arpa agarró,
pero el gigantón despertó y hacia él corrió.
Entonces, la planta Periquín cortó.
PINOCHO
María de las Mercedes Ordoñez
Gepetto fabricaba muñecos,
pero su deseo era tener hijos.
Una noche un hada se le apareció
y vida a uno de los muñecos le dio.
Mientras iba camino al colegio,
Pinocho con ladrones se encontró.
A la escuela faltó y al hada le mintió.
Por eso, en lugar de nariz, una rama le creció.
Al decir la verdad,
la jaula donde estaba se abrió.
Su nariz se achicó
y Pinocho al hada le agradeció.
Él y sus amigos fueron al billar.
En lugar de estudiar, lo invitaron a jugar.
Por su decisión, un rabo de burro le creció
y él en su padre, perdón buscó.
En balsa navegó
y con una ballena se encontró.
El hada apareció y para alegría de Gepetto
en un niño de verdad a Pinocho transformó.
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KUBITO, UN CUENTO HELADO
Juana María Oyenard
Rodeada de hielos y montañas había una región requete fría
llamada Kubito. Los árboles eran de hielo al igual que las casas que
parecían iglúes ya que eran redondas como esferas.
Los animales y la gente también eran de hielo, por eso tenían
la piel y cabellos muy blancos. Allí todos vivían helados y felices,
hasta que un día ocurrió lo impensable: sorpresivamente la
temperatura subió a 30 grados porque el sol se acercó a la Tierra. Los
árboles comenzaron a derretirse. Las casas se derrumbaban por el calor
y los animales cambiaron poco a poco el color de sus pelajes. Las
personas también se broncearon debido a las altas temperaturas.
Entonces Kon Gelado, el anciano más anciano del pueblo y también el
más inteligente, tuvo una gran idea: armar una carpa de lana del
tamaño de Kubito y tapar la región.
Todos los que vivían en Kubito tejieron la carpa con toda la
lana que tenían. Una vez que la terminaron, la tomaron entre todos, la
estiraron y la colgaron sobre el techo de las casas.
Entonces la lana dio mucho calor a los rayos del sol y éste, se alejó.
LA CREACIÓN DEL FUEGO
Amparo Romero
Cuentan que hace muchos años, los indios tenían dioses. Sallar
era el dios del bien y Reller era el dios del mal. Los dos eran muy
diferentes: Sallar era alegre, y divertido, en cambio Reller era
malhumorado e infeliz. Especialmente eran diferentes porque, uno
quería la paz en el mundo y otro la crueldad. Los indios que creían en
ellos vivían en la cima de la montaña. Y como los alimentos eran
difíciles de encontrar, siempre le agradecían a Sallar por dárselos y a
Reller le daba mucha envidia.
Un día el dios del mal decidió enfrentar al dios del bien y
empezaron a pelear. Después de un buen rato, Sallar le había ganado la
batalla a Reller y él de lo enojado y envidioso que estaba, empezó a
arrojar chispas. Lo hizo porque pensó que los hombres se quemarían y
morirían, pero no sucedió así y una de ellos cayó en unas maderas
secas apiladas.
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Un indio vio una especie de triángulo de colores brillantes:
azul, naranja, amarillo y rojo. Al tocarlo se quemó, entonces llamó a
toda la tribu. Todos se asombraron igual que él.
Se quedaron allí todo el día cerca de ese desconocido objeto
que los calentaba e iluminaba hasta el caer la noche y después
aprendieron otros de sus beneficios: como cocinar o protegerse de los
animales. Reller al ver lo que había pasado decidió irse porque Sallar
siempre le arruinaba sus planes.
EL DESEO DEL DRAGÓN
Juana Zubeldía
En un pasado lejano, había un antiguo reino llamado Krup que tenía
ríos de agua transparente y cristalina, ya que a su alrededor había montañas
nevadas con valles grandes y llenos de flores que despedían un rico aroma.
Allí, en Krup, habitaba un dragón llamado Orff. Era un dragón
muy diferente a los demás: tenía tres cabezas. Una de ellas era de
hipopótamo, otra de ave y la mayor de elefante.
Era muy comilón y su comida favorita eran las personas
pequeñas. Él era tan cruel con ellas que todas las personas se asustaban
al verlo avanzar con sus patas de rana y con su nariz de pico. Sin
embargo, él se sentía triste por la mezcla de animales que tenía en su
cuerpo. Es por eso que se había convertido en un dragón malvado.
Un día, los habitantes se cansaron de que Orff los molestara y
llamaron al mago Calapacho para que le diera una pócima y lo
transformara en un pato inofensivo.
A la mañana siguiente, el mago y algunas personas fueron
hasta la cueva del dragón y como el monstruo estaba profundamente
dormido, decidieron encerrarlo en una jaula. Pero Orff era pesado, así
que intentaron varias veces hasta que al fin lo levantaron. Cuando el
dragón despertó, no entendía en dónde estaba.
El mago le explicó que si tomaba esa pócima que había
preparado, le saldrían alas y sería definitivamente un pato. Como Orff
siempre había deseado tener la forma de un solo animal, se tomó el
contenido del frasquito rápidamente.
En ese momento empezaron a desaparecer dos de sus cabezas,
sus patas de rana se transformaron y le salieron alas y plumas que
cubrieron todo su cuerpo.
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La gente al ver su cambio no se atemorizó más de su aspecto
y Orff al sentirse aceptado no volvió a molestarlos.
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QUINTO
GRADO
EL TALLER DE LOS ESCRITORES
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Alumnos de quinto grado escriben cuentos y poesías en un colegio de
Monserrat.
UN TALLER EN LA ESCUELA
Por Andrea Noemí Tassi
Maestra de 5º grado A y B
Buenos Aires.- Alumnos de quinto grado del Colegio “Los Robles”
hacen del aula, una vez a la semana, un verdadero taller literario.
Bajo el proyecto “Antologías”, en el área de Prácticas del Lenguaje,
realizan desde hace tres años un entrenamiento digno de un aprendiz
de escritor. Cuarenta y un alumnos, entre varones y mujeres, con la
guía de la docente y la ayuda de una tallerista, siguen pautas de
trabajo y recorren distintos géneros literarios tales como leyendas,
cuentos fantásticos, cuentos de misterio, policiales, poesías, entre
otros, a la hora de escribir.
La cita es todos los jueves. Los alumnos participan con mucho
entusiasmo de las consignas presentadas, aportando conocimientos y
anécdotas. Organizados en grupos, se ponen en situación, arman la
estructura de su cuento, imaginan a sus personajes y condimentan sus
historias con interesantes adjetivos y sugestivas comparaciones.
Se trabaja al mejor estilo de los grandes escritores: borrador tras
borrador hasta llegar a la versión final. Sólo se admite papel y lápiz.
Cuando la idea está en marcha, se dirige la escritura con preguntas
orientadoras que permiten encausarla.
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Comentarios tales como “con un cuento se puede viajar” o “me
encanta el taller de escritura”, sintetizan esta algarabía y buena
predisposición de los niños a esta tarea de escribir.
Como si fuese el tesoro más preciado que poseen, sus escritos
encierran magia, intriga, ingenuidad. Igual que laboriosos marineros
dispuestos a un gran viaje, surcan con entusiasmo los grandes ríos de
tintas, llevan consigo sus remos de papel, ayudantes necesarios para
emprender esta magnífica travesía.
Los invito, entonces, a navegar con ellos en las aguas de la ficción…
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¿SOY UN PONY O UN PERRO?
Nicolás Abram Luján
Nací de color marrón. Mi familia era de color dorado y no me
aceptaron al nacer.
Mi mamá me abandonó porque no era como ellos. No quiso
ser tan cruel y me dejó en una Iglesia.
Un hombre que adoptaba mascotas sin hogar me recogió.
Conocía a Edgar y a Elen, dos marrones labradores que se ablandaron
al verme y me trataron como a un hijo.
Recién cuando tuve 6 años me dijeron que me habían
abandonado porque a esa edad me creía perro y actuaba como tal. Fue
difícil para mí pero lo entendí y al tratar de hacerme pony, me
pregunté: “¿Cómo es un pony?”.
Fui al establo y vi a mi madre. Al verme, volteó la cabeza y me
ignoró. Todos hicieron lo mismo. Era un rechazado.
Muy triste huí al campo y allí vi a alguien parecido a mí: un
pony de mi edad que también era marrón. Él fue quien me enseñó a
ser pony y se hizo mi mejor amigo.
Cuando volví al establo descubrí que él era mi hermano.
Ahora sé que soy un pony y vivo con mi hermano. Soy feliz y
ya tengo 9 años.
¡SIRVAN UNA ARAÑA!
Matías Blaquier
En la cocina de un gran restaurante vivía muy tranquila una
araña. Cada noche, cuando no había nadie, salía a comer porque no
quería que ningún mozo la descubriera.
Pero un día, al mediodía sintió un rico olor y se dio cuenta de
que ese olor era de un bife de chorizo con papas fritas. Siguió el olor.
Ese aroma era tan rico que mareada, se cayó adentro del plato. Sin
darse cuenta, la sirvieron junto con la comida a un abogado que había
ido a comer.
Cuando volvió en sí, la araña vio que se le acercaban un
cuchillo y un tenedor. ¡Pensó que la iban a matar! Entonces se puso en
posición de ataque y para defenderse tiró tela de araña.
El abogado al darse cuenta de qué estaba ahí, se quejó al mozo
y él retiró el plato enseguida.
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Después de un rato, sintió un ruido cada vez más fuerte. El
mozo tiró la comida en el tacho de basura. La araña estaba feliz porque
comería ella sola el bife de chorizo y las papas fritas que tanto le
gustaban.
EL SOL Y SU DAMA
Javier Caeiro
Hace cien mil años atrás, en Chaitén, había una montaña
enamorada del sol y un sol enamorado de esa misma montaña.
El sol brillaba todos los días que se encontraba con su amada.
Todas las mañanas cuando el sol salía, se encontraba con ella. Su amor
por ella era irrompible.
Un día el sol no salió porque estaba la lluvia. Al ver esto, la
montaña lloró desconsoladamente porque lo quería todo para ella. Se
sentía celosa de las nubes.
Después de varios días de tormenta, la montaña comenzó a
sentirse triste y débil. Cuando despertó y no se encontró con su querido
sol, empezó a sentir mucho calor en su corazón y sin darse cuenta
comenzó a llorar lava. Era un líquido anaranjado y espeso que derretía
todo lo que tocaba. La lava se desparramó por todos los alrededores de
las otras montañas, quemándolo todo.
Al ver esto, las nubes liberaron al sol y el cielo se despejó. La
montaña al verlo se tranquilizó y dejó de desparramar lava.
Desde ese entonces, la montaña llamada Chaitén, llora lava
cada vez que se separa de su amado.
¡QUE NO LLUEVA MÁS SIDRA!
José Ignacio Cardoso
Una mañana en Buenos Aires, el científico Macallister iba al
banco a pagar los impuestos. Era un día realmente bello, no había ni
siquiera una nube opacando el cielo. El sol, brillaba con intensidad en
pleno mes de julio.
El científico estaba contento y caminaba cantando “En la
vereda del sol”, pero, de repente, se olvidó de cantar y hasta de
caminar. Con la boca abierta se quedó allí, mirando al aire porque del
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cielo azul caía una lluvia de sidra. Esta lluvia era asquerosa,
desagradable y de color amarillo.
Los automovilistas, taxistas, colectiveros y peatones se
emborracharon mucho. ¡Y el científico Macallister, odiaba a los
borrachos!
Con semejante lluvia, la calle se inundó toda de sidra. La gente
se protegía yéndose a su casa. La lluvia duro casi dos días.
El científico decidió investigar el origen de esa lluvia. Fue a su
laboratorio, tomó un tubo de ensayo, lo sacó por la ventana y así tomo
una muestra. En ella encontró restos de avión y de gasolina.
Descubrió que había explotado por los aires un avión que
llevaba muchas botellas de sidra. Las nubes se habían cargado de este
líquido y al llover, cayó sidra del cielo.
Al segundo día de estar trabajando en su laboratorio, el científico
hizo una bomba y mezcló: pelo de vaca, cola de caballo, pelos de perro,
orejas de gato y muchas cosas más. Con una catapulta tiró la bomba al
cielo, las nubes quedaron limpias de sidra y no llovió más.
Después, con una aspiradora especial, el científico y la gente
de la ciudad juntaron toda la sidra que había quedado en ella.
LAS HAMACAS EMBRUJADAS
José Ignacio de Ledebur
Un día, unos chicos se estaban hamacando cuando de repente
las hamacas empezaron a moverse solas. Los chicos, del miedo, se
fueron corriendo a sus casas.
Al día siguiente, se juntaron en el bar de enfrente de la plaza y
pensaron un plan para deshacerse de las embrujadas hamacas. Primero
intentaron desarmarlas, pero no funcionó. Después intentaron
oxidarlas, tampoco funcionó. Hasta que se les ocurrió exorcizarlas,
pero necesitaban un sacerdote que supiera hacerlo. Buscaron y no
encontraron a ninguno. Entonces decidieron intentar otra cosa.
Pensaron que si le tiraban agua bendita y decían unas palabras
raras, como en las películas, las hamacas se desembrujarían. Lo
intentaron y funcionó. Las hamacas volvieron a ser normales y ellos
pudieron hamacarse.
En realidad sucedió que alguien las estaba manejando con un
control remoto a larga distancia….
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LA PELEA ENTRE ZUTO Y CHUI
Marcos Fernández Berisso
Hace mucho tiempo, los mapuches contaban que el volcán se
había formado por dos muchachos y una chica. Uno de ellos se
llamaba Chui, que era fuerte y bueno, y el otro llamado Zuto, era
también fuerte pero malo. Los dos jóvenes eran enemigos desde
chicos. Siempre competían y peleaban.
La niña se llamaba Chan, ella era una princesa sin príncipe.
Era especial, tenía una figura alta y esbelta. Su rostro era lindo y tenía
un pelo largo y luminoso. Los dos muchachos la pretendían. Al
enterarse de que los dos estaban enamorados de la misma persona,
Zuto le declaró la guerra a Chui y lo retó a duelo. Debían pelear en la
montaña para así ver quién se quedaría con Chan.
El día de la pelea, los muchachos subieron a la montaña y al
llegar a la cima, comenzaron a pelear. Cuando Zuto estaba por matar a
Chui, Chan se enteró de la disputa. Preocupada subió a la montaña y
les pidió a los dos que no se enfrentaran. En ese mismo momento, la
princesa tropezó con una piedra y cayó arriba de Chui.
Zuto, al verlos juntos, fue invadido por la ira y les clavó una
lanza a lo dos. Así fue como su princesa y su rival murieron.
La sangre comenzó a desparramarse por la montaña y fue
absorbida hacía el interior de ella, donde se convirtió en fuego.
A partir de ese día, año a año la montaña escupe fuego y todos
los habitantes recuerdan la historia de Chui y Chan. El pueblo
mapuche se entristece cuando se enoja el volcán porque les hace
recordar esta triste historia de amor.
LA COMPETENCIA EN EL LAGO NESS
Mateo Fernández Bonilla
Una mañana, Omar, el hijo del tricampeón de natación, vio en
el diario una nota que llamó su atención: aquel deportista que se
atreviera a superar el miedo indiscutible al “monstruo del Lago Ness”
y cruzara sus aguas a nado recibiría 146 millones de euros. Omar
decidió anotarse porque sabía que el monstruo no existía.
El muchacho estuvo practicando tanto que hasta le pudo ganar
a su propio padre en mar abierto.
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Llegó el gran día y todos lo apoyaron. Además de Omar había
otros competidores entrando en calor. El organizador dijo:
“Arranquen” y todos se zambulleron en el agua helada.
Faltaban 200 km. para llegar a la orilla contraria y todos
estaban muy parejos, pero a la mitad del camino apareció el monstruo
y quedaron tan impactados que algunos competidores huyeron de
miedo.
Omar trató de eludirlo y lo consiguió. Le faltaba poco para la
recta final, una brazada más y ganaba, pero el monstruo le agarró el pie
y se lo llevó al fondo del lago. Decidido a comerlo, primero lo chupó,
pero tenía mal gusto y lo lanzó hacia la superficie.
Así Omar pudo ganar la carrera, quedarse con el premio y
comprar una mansión. Ahora es un ídolo.
LOS RESUELVE CASOS
Martín González Chuburu
En Alemania, vivía Serafín, un niño de 8 años, bajito e
inteligente. Él era un detective muy famoso. Un día decidió inventar
un androide al que llamó Watson.
Serafín le pedía a Watson que le leyera todos los días el
periódico. Un día, le informó que hubo un robo en el Museo de las
Monedas. Habían robado “la moneda de oro”. Dispuestos a investigar,
fueron al museo.
Allí preguntaron a los que trabajaban si habían visto algo raro
y les dijeron que no. Mirando el lugar, en el piso, encontraron plata y
un papel con una dirección.
Fueron al lugar indicado. Al llegar a la casa miraron por la
ventana y no vieron nada, ni a nadie. Al no encontrar nada en concreto,
buscaron en la computadora y descubrieron que allí vivía un
millonario. Descubrieron además, que de 5 a 6 de la tarde ese señor no
estaba en su casa. Fueron en ese horario y entraron a la casa y
esperaron al señor.
Cuando el millonario regresó, se asustó mucho al verlos.
Watson y Serafín lo interrogaron sobre el caso. Le preguntaron dónde
estaba la moneda robada. El millonario les dijo que él no sabía nada de
ese asunto. Al irse, se quedaron escondidos para ver si encontraban
alguna pista.
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Luego de una hora, vieron que Emmanuel, un empleado del
museo, entró en la casa por una ventana que estaba abierta. Cuando el
chico salió del cuarto, vio al millonario y se puso muy nervioso.
Serafín y Watson aparecieron y el joven confesó que había
escondido la moneda robada debajo de la cama del millonario.
El niño y su androide se disculparon con el millonario por
haber sospechado de él. Y la moneda, finalmente, volvió al Museo.
EL PRIMER TEMBLOR
Santiago Juárez
En el año 1500 A.C., en China, había una aldea esclavizada
por los gigantes del dios Temblor. Ellos tenían que darle toda su
comida y si no lo hacían, los gigantes del dios, saltaban hasta hacer
temblar el lugar.
Un día, la aldea se paso toda la mañana buscando su cosecha,
pero vino un gran vendaval y se llevó todo. Luego, llegó el dios
Temblor y sus gigantes y preguntaron a los hombres por el alimento,
amenazándolos. En ese mismo momento, Tufi-Kamo Toto, el jefe de la
aldea les explicó lo sucedido. Los gigantes no le creyeron y pensando
que tenían la comida escondida, empezaron a buscarla por todos lados.
El jefe de la aldea, cansado de las amenazas, tuvo la idea de
que cuando los gigantes se agachasen, les clavarían lanzas en la cola.
Así los asustarían y se librarían de ellos.
Al hacerlo, la puntería les falló, erraron y solo lograron romper
unas tiendas. El dios Temblor, enojado, ordenó a los gigantes que
hiciesen temblar la tierra.
Ellos lo obedecieron y todo comenzó a sacudirse. Algunas
casas se derrumbaron. Los hombres asustados, se abrazaban entre ellos
y corrían para refugiarse en las casas que todavía estaban estables.
Todos trataban de sobrevivir a ese temblor que duró unos quince
minutos. Cuando terminó de temblar la tierra, los habitantes salieron y
se encontraron con una aldea completamente destruida. El paisaje era
muy triste.
Desde ese entonces, cada vez que la tierra tiembla, los habitantes
de la aldea se acuerdan del dios Temblor y, asustados, se refugian en
sus hogares.
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¡FIJATE DEBAJO DE LA CAMA!
Martín Lanusse
Juan, un niño de 5 años, era muy inquieto aunque tenía asma.
Él siempre hacía travesuras, pero en el medio de algunas, le agarraba
un ataque de asma.
Un día, quiso jugar al fútbol en el living de su casa. ¡No hay
nada más divertido!
Jugaba muy bien, lástima que de una patada le pegó a un vidrio
y se rompió. Encima, la pelota fue a dar también contra un jarrón.
Estaba tan desesperado, que se escondió debajo de su cama.
Los padres, que no sabían lo que había sucedido, lo llamaron para ir a
comer. Juan, asustado, no apareció.
Los padres lo buscaron por toda la casa, hasta revisaron la
despensa de la cocina, pero nunca debajo de la cama del niño.
Comenzaron a desesperarse. La mamá lloraba a los gritos.
Entonces, su papá fue a la casa de los vecinos a ver si estaba, pero no.
Llamó a todos los amiguitos de Juan y nada.
Tan grande fue la desesperación que llamaron a la policía. Lo
buscaron con perros y hasta con un helicóptero.
Ya en la casa, escucharon un ruido raro que parecía venir de abajo
de la cama del niño. Cuando se fijaron, ahí estaba Juan. Del susto que tenía
por lo que había hecho, otra vez le había dado un ataque de asma.
Juan se recuperó muy bien, y prometió no hacer más
travesuras como esas.
LA PERRA QUE PERDIÓ SU HUESO
Felipe León
Una tarde de pocas nubes y mucho calor, una chica llamada
María y su perrita Tota, fueron como todos los días a tomar sol y
meterse en el mar.
La perrita, que andaba por ahí, encontró un hueso tirado en la
arena y lo enterró.
Al día siguiente, las dos volvieron a la misma playa. Tota
siguió con su olfato el lugar donde había enterrado el hueso el día
anterior y lo encontró. De regreso a su casa. Contenta, se lo llevó a su
cucha. No lo dejaba solo ni un minuto. Siempre andaba con el hueso.
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A María le pareció que ese era un hueso muy raro. Entonces,
sin que Tota se diera cuenta, fue hasta su cucha y se lo sacó.
Para investigar de qué era ese hueso, lo llevó al Museo de
Antropología de la ciudad. Los científicos lo analizaron y descubrieron
que no era un hueso común: era de un mamut que había vivido en la
tierra hacía dos millones de años.
Cuando los periodistas le preguntaron a María quién lo había
descubierto, ella les respondió muy orgullosa “mi perrita”. Desde ese
día, Tata se hizo famosa y le dieron un premio por ser la primer perra
paleontóloga.
LAS PIEDRAS ENGAÑOSAS
Juan Cruz Llambías
Tres hermanos chinos, una mujer y dos hombres, que eran muy
torpes trabajaban todo el día muy duro. Un día los dos hombres fueron
ascendidos, uno a secretario y el otro a vicepresidente. Esa misma
noche le pidieron a su hermana que dejara de trabajar porque a ellos le
pagarían más dinero.
Al día siguiente, el presidente de la empresa renunció porque
quería cambiar de empleo. Entonces cambiaron todas las autoridades y
ellos se quedaron sin trabajo durante meses. Enfurecidos, decidieron
vengarse del ex presidente, que en esos momentos ya era dueño de un
banco muy famoso.
Decidieron robar su banco pero como no eran ladrones de
verdad, solo robaron 2000 euros y luego escaparon del país porque
estaban muertos de miedo.
Cuando llegaron a Kirguistan, compraron una piedra muy rara
solo por 1400 euros, con la esperanza de revenderla en su país. Creían
haber hecho un gran negocio, pero cunado llegaron a China, la
examinaron en la aduana y resultó ser tóxica. La policía los mandó a
la cárcel y con el dinero que tenían pagaron su libertad.
Justo cuando salieron de la cárcel, un hombre les ofreció una
piedra muy rara solo por 1400 euros. Ellos la rechazaron. Otra vez no
los iban a engañar.
Lástima por que esa sí era una piedra muy valiosa.
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LA NIÑA DEL LIBRO
Matías Mazzinghi
Los indios contaban historias
alrededor del fuego.
Los niños se reían
de los disparates que oían.
Una niña las memorizaba,
luego las dibujaba.
A los niños se las contaba
y a ellos mucho le gustaban.
En abril murió aquella niña
y un zapatero guardó,
entre pieles de venado,
los cuentos que dibujó.
Así la primera biblioteca
y el primer libro nacieron,
de una niña que en abril
dejó de contarnos cuentos.
EL BOSQUE EN PELIGRO
Juan Martín Otero
Hace mucho tiempo, un joven caminaba como todos los días
por un bosque encantado. Él se llamaba Felipe.
Este bosque no era cualquier bosque. ¡Era un lugar mágico!
Tan mágico era que las plantas, cuando estaban aburridas, cambiaban
de lugar. Y cada vez que querían, también cambiaban de color. Pero no
sólo las plantas hacían de este lugar un sitio encantado. Los animales
hablaban como las personas.
Mientras Felipe caminaba, vio a un leñador que quería cortar
uno de los árboles de allí. Cortó dos, tres y unos cuantos más.
Felipe fue corriendo a llamar a todos los animales para
contarles lo que estaba haciendo el leñador. Les dijo que huyeran del
bosque porque iba a ser talado.
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Pensaron qué podían hacer. Y el loro tuvo una idea: iban a
asustar al leñador todos los animales con solo hablarle.
Mientras el leñador seguía cortando árboles, los animales que
volaban se escondieron entre sus ramas y cuando el leñador empezó a
cortarlas, ellos gritaban: “No lo hagas, no lo hagas”.
Pero el leñador, insistente, quería cortar el árbol y volvió a
intentarlo. Cada vez que lo intentaba, otra vez escuchaba las
misteriosas voces.
Tal fue el susto del leñador cuando aparecieron los animales
caminando, que salió disparado de ahí.
Así, solo algunos árboles perdieron la vida, pero el bosque
siguió siendo un lugar encantado.
LOS MAPUCHES Y EL ONAGA
Juan Rinaldi
Hace miles de años, vivían los mapuches de Chaitén. Ellos
eran aborígenes con fe, confianza y creencias en sus dioses. Solían
hacer el ritual de Managanta, el cual consistía en que dos veces al día,
cada siete días, debían alabar a sus dioses sacrificando a uno de sus
animales. El pueblo también tenía otro ritual, llamado Sacrificani, que
consistía en dejar parte de su alimento en un santuario.
Cuando el rey de la tribu murió, un nuevo rey llegó. Él era
malo y odiaba seguir las tradiciones, por eso la tribu dejó de alabar a
su dios.
El dios, enojado, les envió una maldición. Transformó una
montaña en el Onaga: montaña de destrucción. Era enorme, el piso
temblaba y el pueblo no comprendía lo que podía suceder. De pronto
el Onaga lanzó Arial, un líquido caliente, colorado y naranja. Gran
parte de las tiendas que estaban cerca de allí se quemaron. El líquido
que salía del Onaga todo lo que tocaba, lo quemaba. También arrojaba
rocas enormes y destructivas que salían desde el centro de la enorme
montaña.
Los aborígenes rezaron sin descanso. El dios se sintió alabado
y conmovido al ver que su pueblo estaba arrepentido, pero no sabía
qué hacer. Al ver a un niño pequeño pidiendo que esto cesara, el dios
ya no tuvo más que pensar. Ese niño lo había convencido. Desde ese
día el pueblo nunca más desobedeció.
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PÁJAROS EN LIBERTAD
Tomás Rocha
Una mujer joven, de 25 años, iba caminando por las calles y
plazas de su ciudad cuando se dio cuenta de que había pocos pájaros.
No sabía si los habían encerrado o si estaban extinguiéndose.
Supo que los habían encerrado. Entonces, decidió encerrarse
ella en la jaula gigante junto a 300 pájaros por siete días. Tenía una
cama y una computadora. Hizo eso porque quería saber lo que sentían
estos pobres animales.
Los primeros tres días se sintió bien. Al cuarto empezó a sentir
aburrimiento y tristeza. Sufría mucho.
Vio que los pájaros estaban enfermos y les dio agua y comida.
Ella también se estaba enfermando.
Como tenía su computadora, mandó un correo para que
vinieran a llevarla al hospital para atenderla.
Cuando se curó, supo que otras 70 personas habían hecho lo
mismo que ella. Esas personas con su sacrificio lograron que quienes
habían enjaulado a los pájaros, los soltaran.
Fue un espectáculo ver como volaban y trinaban en libertad.
EL MISTERIO DE LA JIRAFA
Cristóbal Rodriguez
Al zoológico de la ciudad fue un niño llamado Serafín, que era
muy inteligente. Lo acompañaba un androide llamado Watson, que él
había inventado y también su abuelo.
Mientras visitaban el corral de las jirafas, Serafín escuchó que
su abuelo le dijo a Jessy, la veterinaria del zoológico, que faltaba una
jirafita. Entonces Serafín, que era un buen detective, le preguntó a
Watson por dónde empezar a investigar. El androide le dijo que le
preguntara a Jessy.
Así supo que a ella le gustaban muchísimo los animales y que
siempre había querido tener una jirafa de mascota. Entonces, el
inteligente Serafín, sospechó de ella.
Cuando llegó la noche, Serafín y su compañero fueron hasta la
casa de Jessy para buscar pruebas y para ver si tenía escondida la jirafa.
No encontraron nada. Solo había un perro.
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Decepcionados, decidieron volver al zoológico. Watson
observó el suelo del corral donde estaban las jirafas y vio unas huellas
que dijo eran de un elefante. Siguiendo las huellas llegaron hasta
donde estaban los elefantes adultos y también los cachorros. Entre el
montón y muy escondida, vieron a una mamá elefante que tenía al
cachorrito de jirafa. Serafín observó que ella era ciega y que en el
corral había un cartel que decía “Aquí hay alguien especial”.
Jessy le contó que como esa mamá elefante era ciega, al salir
de su corral y sin rumbo, de seguro que había llegado hasta el corral de
las jirafas y por error se confundió y agarró al cachorrito de jirafa.
Finalmente, le devolvieron el cachorro de jirafa a su mamá.
Todos felicitaron a Serafín y a Watson por su investigación.
EL TESORO Y LA BALLENA
Lucas Rodriguez Galcerán
Una noche estrellada el barco pirata zarpó a Las Palmas para
enterrar su tesoro, pero se desató una tormenta muy pero muy fuerte.
Los piratas estaban asustados y temían que se diera vuelta el barco.
Trataron de mantener el control del timón. Igual chocaron.
Todos rodaron por la borda y comenzó a entrar gran cantidad
de agua por todas partes. Se dieron cuenta de que habían chocado
contra una piedra y trataron de separarse de ella, pero no podían.
La piedra empezó a moverse y los piratas pensaron que estaba
embrujada. Entonces, trataron de sacar el embrujo hasta el amanecer
cuando se dieron cuenta de que era una ballena. Y comenzaron a gritar.
La ballena despertó y entendió que lo que le hacía doler tanto
la cabeza era un barco pirata. Empezó a agitar con fuerza la cabeza y
los hizo volar por el aire hasta Las Palmas, Algeciras, donde cayeron.
Como se habían salvado y encima estaban en la isla donde
querían estar, empezaron a festejar. La alegría duró poco: el tesoro se
lo había tragado la ballena.
EL BOSQUE ENCANTADO
Martín Alejandro Romanelli
Una vez existió en África un gigantesco bosque. Ahí crecía
cualquier tipo de árboles y plantas: sauces, pinos, abetos, robles, arces,
crasseas y hasta la rafflesia arnoldo, la planta más grande del mundo.
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Allí vivía un guardabosque que cuidaba los árboles, pero como
el bosque era oscuro, no veía bien. Una tarde, mientras dormía bajo el
pino, escuchó un disparo. De un respingo se levantó y vio a varios
animales corriendo. Se dio cuenta de que era un cazador y fue a su
encuentro.
La oscuridad del bosque dificultaba la vista, así que tardó una
hora en encontrarlo. Ya se estaba haciendo de noche cuando vio una
sombra que casi choca con el: era el cazador. El guardabosque le dijo
que no se podía cazar; al cazador eso no le importaba. También le dijo
que si no paraza de cazar, iba a hacerle una gran multa y llevarlo a
prisión. Entonces, el cazador salió corriendo. Cada tres pasos se
tropezaba con las raíces de los árboles.
A la mañana siguiente, el guardabosque volvió a su trabajo.
Pasaron meses. El número de seres vivos aumentó. Eso hizo
feliz al guardabosque, que amaba la naturaleza. Pero un día algo
extraño sucedió y hubo un gran incendio. Como el cazador andaba
nuevamente por allí, se escondió tras un pino. El fuego empezó a
rodearlo y no sabía como salir de allí. De repente, un árbol encantador
estiró su rama, lo levantó y lo depositó en otro lugar. El cazador
agradeció y pidió disculpas por todo lo que había hecho.
Y así, el bosque volvió a vivir en paz.
EL BOSQUE MÁGICO
Tomás Young Christiansen
Había una vez un bosque mágico en el que había extraños
animales capaces de hablar, arcoiris hermosos porque las hadas los
llenaban de colores y montañas que tenían vida y cuando se cansaban
se movían de su lugar. Pero en todo lugar tan mágico siempre hay
alguien malo. Y a este bosque hermoso un día llegó un cazador muy
bien armado y muy malvado.
El objetivo de este cazador era llevarse, sí o sí, a las hadas que
coloreaban el bosque. Las llevaría a su circo.
Una noche, las encontró durmiendo y, con mucho cuidado,
las atrapó. Cuando ellas despertaron, se encontraron dentro de la red
del cazador. Mientras eran llevadas al circo, astutas, fueron dejando
colores por el camino.
Al llegar al circo, vieron que había personas disfrazadas, otras
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que se balanceaban por los aires y también extraños animales. Era un
circo enorme.
Desde entonces, cada día que pasaba, el bosque se ponía más
oscuro y más triste. Los animales se quedaban sin magia y el arcoiris
ya no tenía colores.
Todos los animales decidieron buscar a las hadas. Dos ratones
encontraron los colores en el suelo, que ya estaban casi
desapareciendo. Los siguieron y fueron llevados hasta el circo.
Para llegar al frasco donde estaban prisioneras las hadas, los
pequeños ratones se escabulleron entre los pies de las personas. Con
sus dientes pudieron abrir el frasco y las hadas, ya libres, escaparon.
Cuando regresaron al bosque, le devolvieron sus colores. Las
montañas volvieron a moverse, el lago fue mágico y los árboles
pudieron pasear nuevamente.
LA NIÑA DEL LIBRO I
Iñaki Zubeldía
Alrededor del fuego los hombres
muchas historias contaban,
de héroes, guerras y hazañas
que a la gente gustaba.
Una niña con gran memoria,
las historias recordaba.
Y cuando el viento bramaba,
las narraba para recordarlas.
Para ayudar a su memoria,
las historias dibujó,
sobre una piel de venado
los cuentos ilustró.
Con esfuerzo y dedicación
un zapatero armó una caja
para guardar las historias
que la niña coleccionaba.
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UNA PRINCESA ENCERRADA
Magdalena Barbieri Pampillo
Hace muchos, muchos años, un soldado que trabajaba en un
viejo palacio de la ciudad de Londres, por amor a la princesa Elizabeth
que allí vivía, colocó en sus paredes enredaderas que cobraban vida y
la encerraban. Ella se quería escapar del palacio, pero las enredaderas
no le permitían salir.
El soldado había hecho semejante cosa porque estaba
perdidamente enamorado de Elizabeth y no quería que la princesa se
casara con nadie. Así, un día, él sería su prometido y se convertiría en
rey.
William, un príncipe de otro reino vecino, supo de semejante
maldad. Después de atravesar oscuros bosques, llegó a Londres
dispuesto a rescatar a Elizabeth, pero no fue nada fácil.
Subió con su caballo hasta la colina y con su espada intentó
cortar una y mil plantas, pero la enredadera cobraba vida y volvían a
crecer.
Tuvo una idea mejor, el fuego. Sabía que al prender fuego, las
enredaderas no resistirían. Mientras las quemaba, el soldado le dio
lucha. Se enfrentaron con poderosas espadas y la pelea entre ellos fue
muy feroz.
William ganó la batalla e hirió al soldado, quien se alejo de allí
arrastrándose. Logró rescatar a Elizabet y enamorados, felizmente se
casaron.
LA EXPLOSIÓN DE PLUMAS
Felicitas Carvajal
Una mañana en Buenos Aires, el Señor Jorge Candeli iba al
Banco a pagar los impuestos. Era un día realmente bello, no había ni
siquiera una nube opacando el cielo y el sol brillaba con intensidad en
pleno mes de julio.
El señor estaba contento y caminaba cantando “En la vereda
del sol”. De repente, se olvidó de cantar y hasta de caminar. Con la
boca abierta se quedó allí, mirando al aire porque del cielo azul caía
una lluvia de plumas. Caían muchísimas y la ciudad se veía toda
blanca y muy suave.
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El señor Candeli fue corriendo a su casa, se recostó en el sillón
y encendió el televisor para ver las noticias. Vio que anunciaban que a
las 11 horas se había producido una lluvia de plumas.
Al mirar por la ventana, observó que sin quedarse en sus casas,
los niños jugaban en las veredas muy felices. Los automovilistas
paraban sus autos, se bajaban para disfrutar de lo que estaba pasando
y alérgicos no paraban de estornudar.
Al fin y al cabo, descubrieron que las plumas venían de una
fábrica de almohadas que había explotado.
Cuando todo pasó, juntaron las plumas que había en la ciudad,
y rellenaron almohadas y colchones con ellas. Así pudieron regalar
almohadas y colchones para todas las personas de la ciudad. ¡Y
durmieron muy cómodos!
EL PONY QUE CREE SER PERRO
Catalina Casá
Un día de lluvia, una mamá pony fue con su hijito a un
criadero de caballos a dejarlo, pues ella no podía criarlo porque estaba
muy enferma y tenía miedo de enfermarlo a él.
El pony se llamaba Rory. Cuando llegó allí, muy entristecida,
lo dejó y se fue rápido porque le daba mucha pena.
Como Rory se llevaba muy mal con algunos de los animales
que estaban allí y tenía miedo de sentirse solo otra vez, se fue con dos
perros labradores que también vivían en ese criadero. Con ellos se
llevó muy bien.
Los perros le enseñaron a Rory a hacer un montón de cosas.
Una de esas cosas que le enseñaron fue a ladrar, cosa que a Rory le
salía bastante bien.
El mejor amigo de Rory era Roco, uno de los dos perros. Los
dos crecieron juntos y se hicieron casi hermanos. Compartían todo y
cuando terminaban de jugar, incluso bebían agua del mismo bebedero.
Y así fue que este pony, de tanto estar con su amigo Roco, el
perro, se volvió uno más de ellos.
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LA SANGRE VERDE
María Amalia Cassagne
Hace casi 6 años, mi hermano Diego de 42 años, fue de
vacaciones a Canadá.
Al día siguiente de llegar, fue a esquiar entre las montañas,
pero algo salió mal. Se le cruzó en su camino alguien que practicaba
snowboard, chocaron y cayó encima de su pierna. Tan grande fue el
dolor, que lo tuvieron que llevar al médico.
Rápidamente le revisaron la pierna y como estaba quebrada, lo
tuvieron que operar. Al abrirlo… todos los médicos se sorprendieron:
vieron que la sangre de Diego no era roja como la de todos, ¡¡sino
verde!!. Era algo fuera de lo normal. Tanto, que un médico se
desmayó.
La noticia se supo enseguida. Llegó la BBC y también el diario
Lancet publicó la noticia. Los médicos no se explicaban cómo pudo
haber pasado. Investigaron mucho por meses. También vinieron
médicos especialistas de otros países.
Mientras tanto, a Diego le hacían estudios de todo tipo. Y
nada. Hasta que a alguien se le ocurrió preguntarle a Diego, si había
tomado algún medicamento. Y él dijo que si.
Cuando vieron las pastillas que tomaba, todos supieron de que
se trataba. Las pastillas que Diego tomaba para aliviar el dolor de
cabeza, tenían un extraño elemento que hacia cambiar el color de la
sangre. Y sí… mi hermano es un ser muy especial.
UN PLANETA INESPERADO
María Florencia De Oto Gilotaux
En Europa vivían tres astronautas llamados Carlos, Marcos y
Pedro. Ellos estaban por volar a Júpiter para explorarlo. El viaje sería
el viernes por la tarde.
Llegó la hora de despegar. Todos estaban emocionados. Había en
la nave una cámara, así desde la base de control podrían ver qué hacían
los valientes astronautas.
Despegaron. Ellos miraban asombrados por la ventana, ansiosos
por llegar a destino. Estrellas fugaces y de todos los colores se veían
desde allí. Sentían que todo estaba saliendo perfecto, pero pasaban los
días y no llegaban.
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Hacía meses que habían partido de la Tierra cuando los hombres
comenzaron a preocuparse. Se dieron cuenta de que algo no estaba
bien. Investigaron la nave y descubrieron que desde hacía un par de
días los instrumentos no funcionaban bien y habían perdido contacto
con la base. ¡Estaban perdidos!
La nave se iba moviendo muy lento, hasta que de repente aterrizó
en un planeta extraño. Era azul, amarillo y verde. Se podía ver un
humo que salía de algunos cráteres.
Los astronautas, intrigados, salieron a explorar. Se sentían como
en una película. Pedro se fue a la parte azul para explorar unas extrañas
plantas. Marcos se quedó en la amarilla observando el suelo. Era todo
muy extraño. Carlos, en la parte verde, miraba maravillado una luz que
se acercaba y se acercaba cada vez más.
En ese mismo instante llegó Marcos y empujó a su amigo,
antes de que una nave lo atropellara. Los hombres vieron la escena y
bajaron de la nave. Tenían un aspecto raro. Sus vestimentas eran trajes
desgastados y sus cascos presentaban parches. Les contaron que habían
venido de un planeta muy humilde y que no tenían muchas comodidades,
pero que allí la gente era muy cordial y solidaria entre ella.
Ellos se quedaron reflexionando y pensaron que era cierto.
Los extraños hombres estaban por visitar algún planeta,
entonces los astronautas les pidieron que por favor los llevaran de
vuelta a Europa. Ellos aceptaron plácidamente.
Apenas llegaron, los misteriosos hombres habían
desaparecido. Desde ese momento Carlos, Marcos y Pedro
comenzaron a tratarse mucho mejor entre ellos y a los demás.
UNA LLUVIA RARA
Rosario Dinardo Estrada
En un pueblo de China, antes de llegar la primavera, todo
estaba seco: las plantas, el suelo, los árboles. Los animales no tenían
para comer.
Esto preocupaba a las personas, porque ellas tampoco tenían
para comer. La gente se reunió para ver qué podían hacer.
Una de ellas viajo a New York a pedir ayuda y regresó con
científicos que trajeron una idea novedosa: crear una lluvia artificial.
Después de varios estudios, de aparatos raros y mediciones
insólitas, los científicos lograron la lluvia.
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Cuando hicieron llover, toda la gente del pueblo estaba en las
calles, en los caminos, en los campos… disfrutando.
Luego de la lluvia, que duró muchos días, el pueblo volvió a
ser el mismo de antes. Todo floreció y creció. Y los animales tuvieron
su comida.
LA EXPLOSIÓN EN EL ESPACIO
Maica Fernández Beyro
Los jóvenes españoles Agustín, Leonardo y Andrés tenían que
viajar al espacio para investigar sobre los extraterrestres porque eran
astronautas. Este viaje duraría un mes.
Ellos partieron del centro espacial. Al llegar al espacio, la nave
explotó, debido a una fuga de gas. Los jóvenes preocupados, se
quisieron comunicar con la Tierra, descubrieron que con la explosión
se habían roto los instrumentos de la nave y ninguno de éstos
funcionaba.
Andrés vio una luz a lo lejos. Avisó a sus compañeros. Cuando
vieron que la luz se acercaba más y más, sintieron un flash en sus ojos
que los encegueció.
Apenas pudieron abrir sus ojos, se dieron cuenta de que era un
satélite que les había sacado una foto.
Comenzaron a asustarse porque dibujadas en el satélite había
marcas muy extrañas que parecían de un lenguaje desconocido.
Parecían ser de otro planeta.
Luego de varias horas de no aparecer nada, una nave se
estacionó al lado de ellos. De allí se bajó un extraterrestre.
En un idioma que apenas comprendieron, les dijo que ellos les
habían sacado una foto y la enviaron a la Tierra. En días más, los
vendrían a rescatar.
Y así fue que gracias a los extraterrestres, los jóvenes
españoles pudieron regresar de su aventura, sanos y salvos.
AVENTURA INESPERADA
Evelina Agostina Imbelloni
Hace muchos años, siete astronautas japoneses y un gato,
viajaron hacia el espacio para investigar si había vida en Júpiter.
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El gato estaba allí, para ver como reaccionaba en un
experimento.
Cuando subieron a la nave, cada uno se ubicó en el lugar,
menos el gato, que andaba por ahí.
Mientras estaban en el espacio, el gato saltó sobre los botones
del comando de la nave.
La nave se detuvo. Quedaron por dos días suspendidos en el
espacio, mientras trataban de arreglar la máquina para seguir viaje.
Pero los instrumentos no funcionaban y habían perdido contacto con la
base.
De pronto, vieron a lo lejos, una luz brillante en medio de la
densa oscuridad del espacio. Era un satélite que estaba programado
para dar energía a cualquier objeto del espacio estando cerca de este
satélite.
A medida que estaba cada vez más cerca de la nave, su luz era
tan fuerte que los encadiló. Pero les dio la energía necesaria para llegar
a Júpiter, hacer sus experimentos y regresar sanos y salvos a la Tierra.
EL VIAJE INESPERADO
Victoria Lago
Tres astronautas europeos despegaron hacía Marte.
Hacía meses que habían partido de “Aerolíneas Espaciales
Europeas” cuando los instrumentos comenzaron a funcionar mal y
perdieron contacto con la base.
Un líquido muy tóxico había caído sobre el tablero de
controles y, poco a poco, comenzaron a perder el dominio de la nave
que empezó a girar cada vez más. Los astronautas se desmayaron del
mareo y al caer se golpearon la cabeza y perdieron el conocimiento.
Cuando despertaron, estaban rodeados por un grupo de
extraterrestres. Los hombres estaban muy asustados. Eran criaturas
muy extrañas, con dos cabezas azules, caminaban para atrás y en vez
de tener dos manos, tenían 9 con seis dedos en cada una. ¡Realmente
eran muy feos!
Mientras los astronautas gritaban del pánico, los extraños seres
hacían gestos con las manos señalando la nave.
Los extraterrestres vieron que los hombres eran indefensos y
estaban asustados, y trataron de hacerles entender con sus gestos no los
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iban a lastimar. Se acercaron a la nave, tocaron algunos cables y la
arreglaron.
Así los astronautas comprendieron que las criaturas no eran
malas y que solo querían ayudarlos.
Los astronautas y los extraterrestres se despidieron,
estrechándose las manos. Luego de una semana de viaje, llegaron a
Europa con la nave en perfectas condiciones y sin dificultades.
EL PEQUEÑO MÉDICO
María Lopez Malbran
En un tranquilo pueblo de México vivía un niño que era muy
estudioso. Se llamaba Daniel. Aunque apenas tenía seis años, le
encantaba leer los libros de Medicina que la mamá tenía en su casa
porque era estudiante de Medicina.
Tanto, tanto interesaba a Daniel lo que aprendía, que su mamá
tuvo una idea: llevarlo a la universidad para que demostrara lo que sabía.
Recorrió muchas universidades, pero nadie le creía. No era
normal que un niño de seis años hablara de esos temas.
Hasta que un día fue a la Universidad de México y alguien por
fin se decidió a escucharlo para ver si realmente sabía tanto como su
madre decía.
Tal fue el asombro de todos los que estaban allí, que el mismo
Director le ofreció que diera clases.
Así, la noticia se conoció en todas partes. Daniel recorrió
muchas ciudades llevando sus conocimientos. Hasta ganó un concurso
sobre conocimientos que ofrecía un fabuloso premio.
De grande, después de estudiar Medicina, se convirtió en un
médico muy bueno, conocido y con muchos pacientes.
EL NIÑO Y EL CERVATILLO SALVARON EL BOSQUE
Macarena María Llorente
En un bosque encantado por una malvada y amargada bruja
que hizo que los pájaros no pudieran volar porque odiaba que el
bosque estuviera alegre, vivía un guardabosque que tenía a su cuidado
a un niño. Él tenía un ciervo amigo que era muy bueno.
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El niño le daba de comer la hierba más tierna del bosque y se
adentraba entre los árboles para buscarla, aunque a veces les daba
miedo los extraños sonidos de los animales que allí habitaban.
El pequeño y el ciervo estaban tan tristes por los pájaros que
no podían volar que intentaron descubrir la causa del problema.
La bruja, que los miraba a través de su bola mágica de cristal,
veía con enojo cómo ellos levantaban y llevaban a los pájaros a la
choza para cuidarlos y alimentarlos.
Un día, mientras el niño y el cervatillo paseaban, el animalito
descubrió una gran montaña empedrada y el niño quiso subirla. Al
ciervo le daba un poco de miedo, pero lo acompañó igual porque ellos
eran inseparables.
Al llegar a la cima, vieron un gran castillo negro con las
puertas cerradas, pero sin guardias. El niño sospechó que ahí estaba la
causa del problema: era la casa de la bruja.
Abrió la puerta en silencio y entró al cuarto de la bruja. Luego,
vio que ella estaba dormida y escuchó algo parecido a un trueno. Al
darse cuenta de que eran los ronquidos de la bruja, se tranquilizó.
Una vez en el cuarto, se puso a mirar los frascos que tenía
desparramados por todas partes, pero solo uno le llamó la atención: era
azul y tenía una mancha negra. Lo agarró y sin dudarlo, se lo tiró a la
bruja que en ese momento, se convirtió en ratón.
La bruja comenzó a correr por toda la cama. Divertido, el niño
le tiró otro líquido que la convirtió en dragón. Pero tal fue el susto que
se pegó, que al arrojarle la última pócima que había, la convirtió en una
linda y bondadosa señora.
Así, se derrumbó el castillo (del que ya habían salido) y ellos
salieron corriendo.
Al volver la vista atrás, vieron una hermosa montaña y
también vieron un hermoso e iluminado bosque con pájaros volando.
LLUVIA DE FLORES
Valentina Márquez Miranda
Una mañana en Buenos Aires, el florista Giorgio iba al banco
a pagar los impuestos. Era un día tan bello. El sol brillaba radiante en
pleno mes de julio.
El florista estaba contento y caminaba cantando “En la vereda
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del sol”. Pero, de repente, se olvidó de cantar y hasta de caminar. Con
la boca abierta se quedó allí, mirando al aire porque del cielo azul caía
una lluvia de flores.
El cielo se puso multicolor porque caían flores de todo tipo:
claveles, rosas, orquídeas, margaritas, rosas blancas y hasta flores
desconocidas.
Los peatones se fueron a refugiar bajo el toldo de un kiosco.
Muy asombrados, los automovilistas detuvieron sus autos para
observar y luego seguir su camino. Al querer ponerlos en marcha, se
dieron cuenta de que no andaban, porque las flores se habían metido
en los motores y también entre las ruedas.
Los científicos investigaron el caso y averiguaron que la planta
(enorme y altísima) que estaba en el centro de la ciudad había dado
muchas flores. Como había crecido muy alto, llegó hasta una nube
negra y repleta de agua que las evaporó y cuando llovió, llovieron
flores.
También pronosticaron que podía llegar a llover flores durante
dos semanas. Y así fue.
Luego de la lluvia, la ciudad quedó repleta de flores. Muchas
de ellas se enterraron en el campo y otras en las macetas de los
balcones.
A Georgio se le ocurrió venderlas para ganar plata. Y así lo
hizo. Las juntó, las frisó y se volvió rico por vender esas perfumadas
flores durante el tiempo que no cayeron del cielo.
Todos los años llovían flores por dos o tres semanas. Giorgio
las juntaba y las guardaba. Y cuando dejaba de llover, las vendía a la
gente que extrañaba su perfume.
UN TEMBLOR EN CARNAVAL
Inés Mayer
En el famoso carnaval chino, participaba un niño con mucho
entusiasmo y alegría. Su nombre era Tanumú. Estaba muy contento
porque era la primera vez que lo hacía.
Todos estaban tan alegres que bailaban zapateando sobre la
tierra y cantaban con voz muy fuerte.
Tanto ruido hicieron, que Nashu, dios de la Tierra, despertó
furioso a causa de los molestos ruidos que hacían. Era tanto el enojo
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que tenía, que para asustar a los participantes, decidió mover la tierra
bruscamente (sólo para asustarlos), pero al darse cuenta de que
semejante temblor para los hombres era mortal, ya era tarde. Muchos
miembros de la tribu se murieron.
Tanumú y los otros que se salvaron, fueron a ver a un
hechicero para que les dijera cómo había sucedido el temblor.
El hechicero, haciendo conjuros, les dijo que el dios se había
enojado por haberlo despertado. Con su ayuda, Tamunú y los otros le
pidieron perdón por hacerle eso y agregaron que solo querían
divertirse.
El hechicero les hizo saber que el dios los había perdonado.
Pero los carnavales siguieron por muchísimo tiempo más, y cada vez
que despiertan al dios, la tierra vuelve a temblar.
SERAFIN Y EL MISTERIOSO SECUESTRO DEL CHEF
Sofía Paredes
En la ciudad de Las Vegas, se realizó la vigésima quinta
competencia de “Chefs Internacionales”. De la misma participaron:
Sato de Japón, Pierre de Francia, Antonino de Italia, Pepe de España,
Hans de Alemania y Dimitri de Rusia.
Para todos, el gran favorito era Sato, quien había ganado la
competencia los últimos 5 años.
Antes de iniciar la competencia, se realizó un coctail de
bienvenida, al que asistieron los medios de prensa y de la televisión.
Sucedió que el chef Pierre se emborracho. ¡No paraba de tomar! Sato
trató de ayudarlo y Pierre, que era muy envidioso, le dijo que estaba
equivocado porque pensaba que iba a ganar la competencia y le
advirtió que tuviera cuidado porque probablemente las cosas no le iban
a salir bien.
Al día siguiente, comenzó la competencia. Ching, la ayudante
de Sato, estaba preocupada porque no lo encontraba por ningún lado.
Decidió pedir ayuda a la policía y además contrató a Serafín: un niño
detective. Era muy inteligente para resolver casos.
Serafín fue a la habitación de Sato y encontró su ropa y su
pasaporte. Pensó que era imposible que se fuera por su cuenta porque
no se había llevado esas cosas. Entonces pensó: “lo secuestraron”.
El niño interrogó a todos los chefs. Descubrió que el
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restaurante de Pierre estaba por quebrar y que si él ganaba el concurso,
ese dinero lo podría usar para renovar y salvar el restaurante. Además,
Ching le contó el problema que tuvieron Sato y Pierre en el coctail de
bienvenida.
Serafin llegó a la conclusión de que Pierre era el sospechoso.
Entonces, junto a Ching y los policías, siguieron a Pierre hasta una
bodega y descubrieron que allí estaba Sato.
Pierre le confesó que sabía que Sato iba a ganar el concurso y
para evitarlo, lo encerró en esa bodega.
La historia terminó que Pierre fue a prisión y todos estaban
contentos con la aparición de Sato.
UN HECHIZO A LA PRINCESA
María Josefina Pereyra Pigerl
Hace muchos años había un castillo lejano donde vivía una
princesa. Ella era extremadamente fea, tenía la cara llena de granos
gigantes y su cabello era corto aunque era muy peluda. Sus ojos eran
gigantes como dos tomates, ocultos tras anteojos más grandes que su cara.
La princesa estaba buscando un novio desesperadamente, pero
no conseguía ningún candidato
En aquellos tiempos, si una princesa no se casaba, después de
dos años de búsqueda, un hechizo malvado se apoderaba del castillo en
el que vivían.
Para conquistar a los hombres, la princesa los saludaba
cubriéndose el rostro con un pañuelo, pero finalmente cuando la veían,
de tan fea que era, salían corriendo.
Pasados los dos años, a las doce en punto, el hechizo comenzó
a realizarse y miles de enredaderas rodearon el castillo.
El rey, muy preocupado, llamó al hechicero Merlín. Él no
podía quitar el hechizo, pero sabía de un príncipe en China que tenía
una espada tan filosa que cortaba todos los hechizos.
Cuando el rey escuchó lo que le había dicho Merlín, al instante
pidió a dos sirvientes que fueran a China a buscarlo.
Pasaron meses y meses hasta que llegó el príncipe. Él se sentía
asustado porque nunca había pasado esas pruebas y también se
asombró al ver un castillo lleno de plantas; pero a la vez se sentía con
mucho coraje.
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Cortó las miles de enredaderas y para hacerlo, debió saltar por
entre cocodrilos y pirañas. Así, logró entrar en el castillo y por unas
enormes escaleras subió hasta la torre más alta.
El príncipe creyó ver a una princesa atractiva… Pero al
acercarse, ¡se asustó mucho!
Un rayo, misterioso, lo devolvió a China. Desde ese día, el
príncipe prometió no volver más a ese castillo.
EL AMOR DE CATALINA
Milagros María Porres
En un tiempo muy lejano, en una alta colina, había un bello
castillo. En él vivían una princesa llamada Catalina y su padre, el rey
Arturo. El castillo era grande y elegante; el rey había contratado a
veinte sirvientes y veinte cortesanos para servir a la princesa y que su
vida allí fuera más confortable.
Ella estaba intensamente enamorada del príncipe del reino
vecino, llamado Ricardo, al que todas las chicas adoraban, aunque él
siempre miraba hacia la colina y le decía a su padre que de allí saldría
la princesa con la que se casaría.
Pero el amor estaba impedido porque la princesa tenía un
padre muy celoso que protegía el castillo con enredaderas para que ella
no pudiera salir, y evitar así que conociera a un príncipe.
Ricardo tanto miraba y miraba la colina que se le ocurrió una
idea: le pidió a uno de sus soldados que le prestaran su catalejo y así
fue que ese día supo que detrás de las montañas había un enorme
castillo rodeado de enredaderas.
Todas las tardes se divertía mirando lo que allí ocurría, hasta
que un día vio que desde una ventana se asomaba el rostro de una
hermosa princesa. Al verla, se asombró por su belleza.
Todas las noches, mientras pensaba en su amada, iba juntando
coraje para ir a rescatarla. Hasta que un día se animó. Buscó en el
establo a su compañero de aventuras, su caballo, luego agarró su arma
más filosa y se fue en busca de la princesa.
El viaje le resultó largo y agotador. Al llegar al castillo se encontró
con las puertas llenas de enredaderas. Eso fue el desafío más complicado.
Al acercarse a las extrañas plantas, cobraron vida y comenzaron a
enredarlo. Con una mano, Ricardo logró sacar su espada y desatarse.
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Al abrir la puerta del castillo, entró sigilosamente y recorrió
todos los cuartos, hasta que tras una puerta se encontró con su suegro,
quien lo aceptó por haber superado todos los obstáculos del amor.
Arturo desató a Catalina y al verla, Ricardo se enamoró
intensamente de ella. Le propuso casamiento. Catalina aceptó. Se
casaron al mes siguiente y vivieron muy felices en un hermoso castillo.
LA HAMACA EMBRUJADA
Solange Yasmín Rivera Morillo
Una mañana de primavera, los vecinos de la plaza de San
López y los que pasaban por allí vieron con asombro una hamaca que
se mecía sola. Las personas no lo pedían creer.
Esa misma tarde, como la hamaca se seguía moviendo, llegó al
lugar la televisión. Los reporteros preguntaban a todas las personas si
creían que la hamaca estaba embrujada y todos respondieron que sí.
Al gobierno le preocupó. Entonces, llamó a los mejores
investigadores del mundo. Todos ellos llegaron con instrumentos y
máquinas de alta tecnología, pero nadie podía comprobar lo que
sucedía en esa misteriosa plaza.
Los científicos no lograban ponerse de acuerdo. Los japoneses
creían que eran espíritus. Los americanos decían que eran fantasmas y
los franceses que era el viento.
La gente del pueblo comenzó a tener cada vez más miedo a
esas misteriosas hamacas. Ya nadie visitaba el parque y lo peor, nadie
quería vivir cerca de allí. Los vecinos se mudaron.
Al ver todo esto, el gobierno decidió tomar una medida: la
hamaca iba a ser quitada. Y así fue. Entonces regresó la gente y la plaza
volvió a tener vida. Los vecinos ya no temieron más.
UN NACIMIENTO ASOMBROSO
Milagros Saravia
Hace mucho tiempo, en un pueblo de Inglaterra, una pareja
estaba muy feliz y entusiasmada porque iba a tener a su primer hijo.
A la hora de dar a luz, todos se sorprendieron al ver que no era
un solo bebé, sino que eran dos niñas. Pero lo más raro era que una de
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ellas era morena y la otra era blanca. En el hospital todos se extrañaron
de lo sucedido.
Durante tres días estuvieron en el hospital y luego regresaron
a su casa.
Como semejante suceso se supo en todos los pueblos vecinos,
periodistas y gente de la radio llegaron hasta la casa de la joven pareja
para saber cómo había pasado ese suceso.
También los visitaron médicos de todo el mundo para estudiar
el caso porque aseguraron que las posibilidades de que ocurra este
extraño caso era de una en un millón.
Entonces, esta joven pareja se sintió muy pero muy especial y
todos juntos vivieron muy felices.
ALGUIEN PARA SEGUIR HABLANDO
Josefina María Urso
Lucía Guirao tenía un solo defecto: era muy, pero muy
charlatana y desconcentraba a su marido porque no hacía más que
hablar mientras él manejaba.
Su marido, intentó muchas cosas para que hablara menos.
Entre ellas, enviarla a un curso para hablar con otras personas, así
contaba todas sus historias a sus compañeros. Fue el mayor error de su
vida. Ahora, en vez de contar sólo su historia, contaba las historias de
todos sus compañeros.
Cansado de escucharla, puso a prueba su ingenio, a través de
su oficio. Él era mecánico y como trabajaba en la empresa Nissan,
puso a trabajar a todo su equipo para hacer algo increíble,
emocionante, glamoroso: un auto con un robot parlante. Así, daría
conversación a quien lo manejase.
Una vez hecho, se lo regaló a su esposa en el día de su
cumpleaños. Lucía lo aceptó con gusto porque era un auto muy
paquete.
Entonces, la señora se sintió muy contenta, porque por fin
tendría alguien más con quien hablar.
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MASHY, LA DIOSA DEL VIENTO
María Sol Vivanco
Hace miles de años, muchísimos, en un pueblo mapuche vivía
Mashy, la diosa del viento. Tenía un prometido llamado Soncrón, el
dios de la fuerza. Ellos tenían cuerpos de hombres. Juntos, tenían a
todo el pueblo bajo su poder.
Llegó a esa tribu un día, un joven y apuesto hombre llamado
Samuel. Cuando conoció a Mashy, se enamoró perdidamente de ella.
Le parecía muy hermosa.
Samuel sabía de su prometido Soncrón, pero su amor por la
diosa era muy fuerte.
Una noche, se citaron arriba de la montaña. Tomados de la
mano, se declararon amor mirando las estrellas. Soncrón, que había
seguido a Mashi, se enojó tanto al verlos que con toda su furia,
convertido el dios de la fuerza, golpeó con su enorme puño la cima de
la montaña y la destruyó. De la herida abierta en la montaña brotó un
líquido hirviente.
Samuel decidió enfrentar al dios, pero resultó herido. Soncrón
arrojó a Samuel dentro de la montaña y como no pudo salir, murió.
Mashy, que no sabía de la muerte de Samuel en el interior de
la montaña, decidió rescatarlo y entró en su interior. Como era una
diosa, era inmortal, pero Soncrón tapó la cima de la montaña y Mashy
quedó atrapada dentro de ésta.
Ahora, cada vez que el viento sopla con sus ráfagas, la gente
del lugar logra escuchar los gritos de Mashy pidiendo auxilio.
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SEXTO
GRADO
ANTÍDOTO CONTRA
EL ABURRIMIENTO
6
A lo largo de estos años los chicos vivenciaron el
verdadero quehacer del lector y del escritor a través del plan de
lectura y el taller de escritura, respectivamente.
La lectura los llevó a surcar, a bordo de galeones piratas,
los mares caribeños y el océano Atlántico; a recorrer tierras
extrañas atravesando regiones peligrosas; a conocer curiosidades
de la vida en la Francia de hace tres siglos atrás, a emocionarse con
las historias protagonizadas por los dioses de la mitología griega y
a “ponerse los zapatos del otro” para resolver situaciones a veces
impensadas en su diario transcurrir.
La escritura de textos es la que les brindó la posibilidad de
expresar a través de las palabras, las ideas y sensaciones que se
entremezclan en su interior día a día. Cada consigna se transformó
en una puerta abierta que las dejó salir para ser leídas, para ser
escuchadas.
Al presentarles las propuestas en los talleres, el primer
paso que dieron los chicos fue planificar el texto que iban a
elaborar, es decir: pensaron y organizaron el contenido de manera
que lo que transmitieran fuera coherente. Una estrategia válida
para ello fue el planteo de los núcleos narrativos del texto. Un
segundo paso fue la redacción del borrador y las correcciones.
Mientras escribían, releían y realizaban ajustes, la aparición de
comentarios al margen o de asteriscos con arreglos, fueron una
herramienta habitual en esta tarea. Como tercera instancia, una vez
que completaron su texto, lo leyeron para evaluar si su objetivo se
había cumplido o debían mejorarlo. Finalmente lo pasaron en
limpio y compartieron con sus compañeros la alegría del producto
terminado.
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De la mano de estos intrépidos escritores podrán dejar
volar la imaginación hacia lugares y tiempos a los que
probablemente jamás hayan viajado. Nuestros alumnos han
descubierto un verdadero antídoto contra ese mal que nos aqueja
en oportunidades y nos encuentra diciendo: “¡Qué aburrimiento!
¿Qué puedo hacer?”
Espero que disfruten de esta selección de cuentos “atrapa
lectores”.
Laura Varela
Maestra de 6º grado A y B
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EL SEÑOR CARAMEL
Bautista Allende
El señor Caramel era una persona hecha de golosinas: cara de
chupetín, cuerpo de un caramelo de banana, manos de caramelos de
manzana verde y roja, y pies de palitos de chupetín.
Todos los meses tenía que ir de compras para abastecerse de
golosinas. Él necesitaba alimentarse de lo mismo que estaba formado
para tener más energía y mantenerse saludable.
A Caramel le disgustaba salir a la calle porque una vez, unos
niños lo vieron y comenzaron a chuparlo pensando que era un
chupetín muy grande. A partir de ese momento, se puso una máscara
para ocultar su rostro.
Ese día se vistió, se puso su máscara, tomó mucho dinero y se
fue a un kiosco, que siempre estaba vacío. En el barrio nadie compraba
allí porque a un par de cuadras había dos maxikioscos con mejor
mercadería.
Justo cuando estaba por cruzar la plaza López Vicente, una
ráfaga de viento le sacó la máscara. Enseguida, lo invadió el miedo y
sus piernas de palitos empezaron a temblar. Un chico medio gordo que
estaba jugando al fútbol, abandonó la pelota apenas lo vio y corrió
hacia él. El niño goloso se le tiró encima y le chupó la cara hasta casi
matarlo.
En ese momento pasaba por ahí el kiosquero conocido por él,
Julio Iñaki Gómez, que había terminado su turno. Tomó por la remera
al chico, apartándolo de Caramel. Llevó a su cliente al kiosco y allí
derritió muchos chupetines en la máquina de hacer panchos, luego se
los puso en la cabeza y sanó sus heridas.
Desde ese día, se hicieron tan amigos que Julio Iñaki Gómez
lo acompaña a todas partes para cuidarlo.
LAS TRAMPAS DEL CARANCHO
Nicolás Amadeo
El rey de la laguna de oro, Juan Pereza,
hizo una fiesta e invitó a su pareja.
Mientras jugaban, el gigante apareció
y de un bocado, los invitados se comió.
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Enojado porque no lo habían invitado,
el gigante destruyó los palitos dorados
que a Juan su novia le había regalado
y tanto le habían gustado.
Como Juan era muy vago,
los palitos de la suerte había tirado
para buscar el caramelo
y así salvar el rancho.
El carancho, con sus trampas,
era el único capaz de cuidar el rancho,
pero cuando llegó, ya era tarde…
El gigante se había ido. ¡Qué cobarde!
EL FRACASO
Martín Cabral
Conocí a un productor de cine, a Peter Jackson. Él iba a mi
casa una vez a la semana porque era amiguísimo de mi papá. Siempre
me contaba historias curiosas del cine. Una vez contó una que llamó
mucho mi atención:
Un productor había invertido millones de dólares y más de un
año en filmar una película. Cuando la vio ya editada, un día antes del
estreno, le pareció que las voces no coincidían con los personajes. Lo
que pasaba era que la voz de la actriz era parecida al sonido del
trombón y en cambio, la del actor era aguda como el canto de una
calandria.
Todo el mundo había comprado entradas para verla ya que en
la promoción se había invertido mucho dinero y había publicidad en la
tele y afiches en las calles de muchos países. Por eso, cuando se
enteraron de que se había cancelado el estreno, se enojaron
muchísimo.
El productor no quería rehacer toda la película porque la
filmación había sido muy costosa y consideraba que los actores eran
los mejores. Luego de la cancelación del estreno, se quedó en su casa
una semana entera pensando cómo haría para solucionar ese problema,
hasta que se le ocurrió una idea buenísima: cambiar la voz del actor
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principal por la de la actriz. Todo coincidía, él tenía voz de mujer y
ella, de varón. Pero este cambio iba a ser difícil. Primero, el productor
debería convencer a las estrellas del film que aceptaran este
intercambio. Fue realmente difícil decirle al actor que sonaba como
mujer. Al comienzo se ofendieron, pero luego aceptaron. Ellos
comprendieron que sería lo mejor para todos.
Entonces, Peter Jackson puso manos a la obra. Llamó a los
expertos en sonido y les explicó qué quería hacer. El procedimiento le
salió carísimo porque tuvieron que comprar un equipo especial para
ese tipo de trabajo. Estuvieron un mes entero, día y noche, realizando
el doblaje de la película. Cuando terminaron, volvieron a poner la
película en el cine para estrenarla, pero el público enojado por la
cancelación de la primera versión del film, no asistió a la presentación.
Decepcionados y frustrados, el productor y los actores regresaron
a sus casas. Habían gastado tanta plata y tanto tiempo, para nada.
EL CORSARIO
Francisco Carvajal
Los hermanos de Ventimiglia,
nobles caballeros italianos,
ante la muerte de un hermano
su destino cambiaron.
Se convirtieron en corsarios
en busca de venganza
y en los mares del Caribe
a los españoles acechaban.
Wan Guld se molestó
y a dos corsarios mató.
El pirata, sus cuerpos encontró
y, al fondo del mar, los arrojó.
El Conde les juró
que al gobernador mataría
y en un duelo de espadas,
su sangre correría.
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Recorrió muchos lugares,
pero Wan Guld siempre escapó
y el valiente Corsario,
su promesa no cumplió.
LA CABEZA DE LIBRONI
Juan Bautista Castaño
Libroni, el gerente de una importante editorial, era tan
inteligente que le pidieron en un congreso que explicara cómo se
presentaba adecuadamente un libro. El discurso debía darlo al día
siguiente. Como no tenía casi tiempo para prepararlo, se quedó en la
oficina para escribirlo pero cuando se hizo de noche, tomó el colectivo
14 para ir a su casa.
Estaba tan cansado que se durmió apenas se sentó. Empezó a
llover, pero estaba tan dormido que no se dio cuenta. Aunque las gotas
de lluvia le mojaron la cabeza, no se despertó. Al colectivo le cayó un
rayo que entró justo por la ventana del asiento donde estaba sentado
Libroni y le dio en la cabeza. Recién entonces, despertó. Vio que
estaba todo quemado. No sabía qué había pasado. La gente, en la calle,
lo miraba con cara rara. Luego entendió el porqué, no se había
quemado.
Se fue a su casa. Entró y cuando fue a saludar al gato, no lo
reconoció. Lo miraba con una cara rara como diciéndole “¿Quién sos
vos?” Entonces, se acercó para acariciarlo, pero el gato se escondió.
Lo empezó a buscar por toda la casa y cuando pasó por delante
del espejo, vio algo raro en su cabeza. Retrocedió y notó que tenía un
libro en lugar de cabeza y, en las páginas centrales, las más
importantes, se encontraba sus ojos, nariz y boca, y a los costados de
las tapas estaban las orejas.
Se puso muy nervioso y pensó en la conferencia. No podía
presentarse así. Se dio cuenta de que no había muerto por el rayo
porque su apellido lo había salvado. En parte era humano y en parte un
libro. Entonces, se dio cuenta de que debía cambiar su apellido en ese
mismo momento, antes de que tuviera que dar el discurso.
A primera hora de la mañana estuvo en la corte y cambió su
apellido por Humanoni. Enseguida, su cabeza volvió a ser normal.
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EL CINE OLOROSO
Marcos Castilla
Cuando en 1960 se inauguró el cine oloroso, un hombre
llamado Esteban quiso ir con su familia a ver el estreno de “Primavera
en París”. Su mujer estaba contenta porque era la primera vez que iría
al cine. Sus dos hijos, Juan y Pedro, también estaban muy ansiosos por
ver la película.
Mientras iban en automóvil camino al cine, se les pincharon
las dos ruedas delanteras en medio de una zanja. Entonces, llamaron a
la grúa para que les llevara el auto hasta la estación de cine.
Luego de esperar y esperar, llegó la grúa y el hombre del
auxilio enganchó el auto y lo subió al remolque. Era un hombre medio
tímido, vestía una remera azul y pantalones blancos. Cuando subieron
a la grúa se dieron cuenta de que todo estaba muy sucio. Había basura
tirada en las alfombras, manchas de grasa en los asientos y restos de
comida por todas partes.
Llegaron al cine y entraron en mitad de la película. En la
pantalla se veía la torre Eiffel rodeada de jardines con flores hermosas
y muy coloridas. Ellos se sentaron y observaron la pantalla. Enseguida
empezaron a sentir un olor raro, que no era precisamente perfume de
flores. Extrañados, se preguntaban por qué había tanto mal olor. Los
espectadores que estaban a su lado empezaron a quejarse y a pedirles
que se fueran, así se acababa el mal olor.
Como el público se quejaba demasiado, los dueños del cine les
pidieron que salieran de la sala. Entonces, se dieron cuenta de cuál era
el problema: tenían los zapatos y las medias mojadas con el agua
podrida de la zanja.
Después de ese día, por las quejas del público, no funcionó
más el cine oloroso.
UN EXTRAÑO ESPEJO
Pedro Cloppet
El día que festejé mi cumpleaños número diez en la casa de mi
abuela, lo pasé muy bien. Eran las 11.45 p.m., mi fiesta ya terminaba y
nadie me daba mis regalos. En ese momento mi papá entró por la puerta
con un paquete muy grande. Parecía un libro gigante, pero no lo era.
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Podía haber sido un cuadro, pero no. Era un espejo antiguo
con el marco un poco roto, lo que no me importó. Yo no estaba
contento con el regalo porque esperaba una computadora. Al verlo,
me sentí decepcionado.
Cuando la fiesta terminó, mi padre lo colocó en el auto
para irnos a casa. Al día siguiente, volví del colegio y el espejo ya
estaba arreglado y ubicado en el cuarto. Era un espejo de pie que
se podía girar. Mi papá lo había apoyado en el piso, al lado de la
cortina.
Fui a buscar el té y después hice la tarea. Me quedé
observando el espejo, pero al mirarme en él observé a mis espaldas
que la cama aparecía toda mojada. Al darme vuelta vi la taza
apoyada sobre la mesa. No se había volcado.
Abrí la ventana por el calor que hacía. Entró un golpe de
viento y empujó el espejo sobre la mesa. La taza se volcó y empapó
el acolchado. Entonces me di cuenta de que el espejo me había
adelantado lo que iba a suceder. Impresionado le conté a mi familia
lo sucedido, pero ninguno me creyó.
Cuando todos me llamaron para cenar, no quise ir por el
enojo que tenía. Volví a mirarme en el espejo, pero nada extraño
aparecía. Estaba yo solo. Enojado, lo pateé con fuerza, pero ni se
rayó. Cada vez que lo hacía girar, quedaba mirándome.
Mi familia seguía llamándome, así que bajé al comedor. Al
terminar de cenar volví a mi cuarto menos enojado que antes. Pasé
junto al espejo. Mostraba un microondas cayéndose de la pared.
Fui corriendo a la cocina y los tornillos que sostenían el estante del
horno estaban a punto de soltarse. Enseguida lo agarré y evité que
el microondas se cayera. Cada vez me sentía más impaciente con
éste extraño objeto. Luego de mirarlo un rato y ver que nada
sucedía, me fui a dormir.
A la mañana siguiente, al despertarme, miré el espejo y vi
que estaba todo oscuro. Ya no se veía nada, parecía que había
dejado de funcionar. Me dio miedo.
De repente sonó el timbre, bajé a abrir la puerta, era el
cartero. Entre las cartas había una para mí. La abrí, era del creador
del espejo, que me daba indicaciones para arreglarlo. Para eso tenía
que decir “Lumus con Dignitates”. Me dirigí al espejo y le dije
estas palabras. Cuando lo miré, vi algo horrible. Unos terroristas
aparecían poniendo una bomba en el comedor de mi colegio.
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Rápidamente llamé a la policía y les informé. Ellos fueron allí y
sacaron a los chicos de la escuela. Luego quitaron la bomba y la
desactivaron.
Esa misma tarde vino la policía a agradecerme y mi familia se
dio cuenta de que era cierto lo del espejo. Desde ese día, todas las
mañanas me fijo en el espejo y alerto a las personas de las cosas malas
que pueden suceder.
LA EXPLOSIÓN FRUSTRADA
Eugenio Cozzi
No sabía bien qué me había pasado ese día. Estaba con mi
abuelo en el museo de inventos antiguos, caminando por sus pasillos.
Nos dirigimos a la sala de los trenes y vimos una locomotora que nos
llamó mucho la atención. Estaba abollada en muchas partes y tenía rastros
de haber sufrido un grave accidente. Leímos una ficha en la que se
contaba su historia, un loco había hecho estallar una bomba en su interior.
Quise explorarla y mi abuelo que estaba interesado por otras
cosas, siguió su camino. Entré en la cabina del conductor. Un botón azul
se destacaba entre otros y tuve tantas ganas de presionarlo, que lo hice.
Comencé a sentirme mareado, desorientado, angustiado y caí al piso…
Desperté en otro lugar. Vi a un señor y le pregunté dónde
estaba. Me respondió que estaba en Buenos Aires en el año 1849. Me
di cuenta de que había viajado a través del tiempo.
Después escuché un silbido fuerte, me di vuelta y era la
locomotora del museo. Ahora brillaba, parecía nueva. Muchos
pasajeros subieron al tren, la estación ya casi estaba vacía. Conociendo
la historia, miraba a cada persona como si fuera un sospechoso, el loco
de la bomba.
A lo lejos vi que un hombre vestido de negro y de mirada
siniestra, se acercaba a la locomotora. Llevaba un paquete no muy
grande entre sus manos y lo dejó en la escalerita por la cual subiría el
maquinista. Un segundo después, pareció esfumarse. En ese momento
supe de qué se trataba.
Corrí, tomé el paquete con mis manos temblorosas y lo arrojé
por el aire hacia el campo. Luego de unos minutos, explotó. Su onda
expansiva me tiró contra un muro y me desmayé.
Cuando desperté estaba en el museo con mi abuelo, mirando la
locomotora, que no mostraba rastros de la explosión.
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EL BAÑO NATURAL
Juan Segundo Fernández Cortés
Ahora las mujeres se bañan con espumas, con sales
perfumadas y con agua potable. Pero hubo una época en que las
mujeres ricas y poderosas se bañaban con jugo de frutas. Isabel
Baviera era una de ellas.
Para la ocasión más especial de su vida, la fiesta de
cumpleaños de su amado príncipe, también se bañó así. Entonces, sus
sirvientes prepararon la bañera. Colocaron agua tibia y exprimieron las
mejores frutas traídas de América del Sur.
Isabel se bañó a las cinco de la tarde, pero olvidó secarse bien
el cabello cuando terminó. Después de cambiarse y perfumarse salió
con el pelo todavía húmedo para el palacio del príncipe.
En el camino, un montón de moscas empezaron a seguirla,
molestándola y revoloteando por su cabeza. Los zumbidos de las
moscas la enloquecían. Estaba asustada, empezó a gritar y a agitar sus
brazos. El chofer del carruaje se dio vuelta y con su sombrero intentó
espantar a los insectos. Como no lo logró, regresó a la casa.
El tiempo pasaba, la fiesta se estaba terminando e Isabel no
llegaba. El príncipe empezó a preocuparse y mandó a uno de sus
sirvientes para averiguar qué era lo que había sucedido.
La joven no sabía cómo hacer para sacarse el olor de jugo de
frutas, no se le ocurría nada. Una de sus amigas, le aconsejó que se
pusiera perfume, pero ella pensó que esto iba a ser peor. Estaba
realmente desesperada porque amaba al príncipe y quería estar con él.
A Isabel se le ocurrió una idea muy buena: bañarse con agua
potable. Así lo hizo y al terminar, el olor del jugo de frutas se había ido.
Cuando llegó el sirviente a la casa de la joven, estaba lista para
ir a la fiesta. Al llegar, se encontró con el príncipe y estuvieron el resto
de la noche juntos.
Desde ese día Isabel decidió no bañarse nunca más con jugo de
frutas sino con agua.
UN VIAJE EN EL TIEMPO
Alex Gaischuk
Caminaba junto a mi padre y en la vidriera de un anticuario vimos un
relicario que me llamó mucho la atención. Tenía el bronce desgastado
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y parecía muy antiguo. Al día siguiente, regresamos a ese lugar para
comprarlo.
Al llegar a casa, lo abrí y me asusté. Dentro de él había una foto mía.
Mi papá me explicó que se lo había pedido a la vendedora.
En esa foto yo estaba con mi mascota, que había muerto cuando yo era
pequeño, justo el día de mi séptimo cumpleaños. Antes de irme a
dormir miré la foto de nuevo y me quedé pensando en mi perro. Lo
extrañaba, era mi compañero y amigo.
De repente, mi cama comenzó a temblar, los libros del
estante se cayeron y las luces titilaron. Yo estaba tan atemorizado que
sentía que me iba a desmayar. Luego de unos minutos, el temblor cesó
y cansado, me dormí.
Cuando desperté, me sentí mareado, con dolor de cabeza y
con ganas de vomitar. Me asomé por la ventana para tomar aire. Fui al
baño y me miré al espejo. Me vi extraño. Llevaba puesto un pijama que
usaba cuando era pequeño. Al volver a mi cuarto, observé que tenía
mis antiguos juguetes, todo estaba como en mi infancia.
Recorrí mi casa y salí al patio. Encontré a mi perro comiendo
un hueso tranquilamente. Estaba tan alegre que corrí a abrazarlo y al
verme, él movió su cola y lamió mi cara. Mis ojos no podían creer lo
que veían.
Fui a la cocina, mi mamá estaba cocinando una torta de
cumpleaños. Al verla comprendí todo. Yo había vuelto al pasado y era
el día en que cumplía siete años.
Enseguida recordé qué había sucedido ese día. Mi perro
había escapado y el perro del vecino lo había matado. Rápidamente
corrí y cerré las rejas de la casa. Estuve todo el día a su lado, ni siquiera
soplé las velitas. Mi familia no entendía nada, pero yo estaba seguro de
lo que hacía.
Por la noche me acosté en mi cama junto a mi mascota.
A la mañana siguiente desperté, y enseguida miré si estaba
conmigo. Por suerte, estaba a mi lado.
Al ver mi relicario en la mesa de luz, recordé. Miré a mi
alrededor y me di cuenta de que todo había vuelto a la normalidad.
Gracias al relicario, mi perro seguía vivo. Desde ese día
nunca más me separe de él.
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EL TOBOGÁN TRASLADADOR
Gonzalo García Berro
Un día soleado, mis amigos y yo fuimos a jugar a un parque
de diversiones. Subimos a la montaña rusa, paseamos en el tren
fantasma, conducimos autitos chocadores y también, patinamos.
Después de subirnos a casi todas las atracciones, vimos un
tobogán muy alto de color violeta con rayas amarillas. Era muy
extraño, parecía como si yo ya lo hubiera visto.
Con mis amigos fuimos corriendo a pedirle a mi mamá que
nos diera dinero para subir a ese juego. Ella nos lo dio y fuimos al
tobogán. Yo fui el último en tirarme. Tenía un poco de miedo porque
era muy alto. Recordé que hacía unos días, un primo se había caído de
un árbol y se había quebrado una pierna. Desde entonces, las alturas
me asustaban un poco, pero vi que mis amigos se habían tirado y no
les había ocurrido nada. Así que me animé.
Cuando fue mi turno, me lancé y vi una luz blanca, a la que
me iba acercando más. Me asusté. Estaba tan nervioso que los latidos
de mi corazón eran cada vez más fuertes.
Al finalizar el recorrido por el tobogán, caí en una plaza. No
estaban mis amigos ni mi mamá, sino mi primo trepándose al árbol.
Enseguida recordé todo, había vuelto atrás en el tiempo. ¡Ese tobogán
me había trasladado a mi pasado! Todo era muy extraño.
Fui corriendo hacía el árbol y le grité a mi primo que se bajara,
pero él no me escuchó. Cuando llegué hasta ahí, lo vi colgando de una
ramita. Yo no sabía como bajarlo y tampoco tenía las fuerzas para
hacerlo. Como a unos cuantos metros había un policía, fui rápidamente
a buscarlo. Él hombre pudo llegar hasta él, lo tomó por el brazo y lo
bajó del árbol.
Una vez que vi que mi primo estaba a salvo, me subí al
tobogán mágico y me tiré por allí. Aparecieron nuevamente las luces
blancas y al final del recorrido aparecí en el parque. Allí estaban mis
amigos y mi mamá, pero no me dijeron nada. Para ellos el tiempo no
había pasado.
Esa semana llamé a mi primo y le pregunté cuándo le sacarían
el yeso. Él me dijo que nunca se había quebrado. Por lo visto, mi viaje
al pasado fue efectivo.
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EL JURAMENTO DEL CORSARIO
Facundo García Fernández
Aquel bravo corsario
de tan fina estampa,
noble en su origen,
buscaba venganza.
El conde de Ventimiglia,
de negro vestía
en memoria de su hermano,
a quien Wan Guld había matado.
Con odio, vengarse buscaba
y un juramento pronunció:
matar al gobernador malvado
porque los traicionó.
Por Granda lo buscó
y una selva atravesó,
pero el gobernador asesino
a Puerto Cabello huyó.
El Conde matarlo intentaba,
pero su deseo no se le daba.
El malvado gobernador huía,
mientras el Corsario lo perseguía.
REGRESANDO
Juan Francisco Harfuch
Hace seis años que vivo en Inglaterra con mi madre. Mis
padres se habían separado cuando yo era chico.
Una tarde de lluvia estaba en mi casa revisando y leyendo
libros de la biblioteca. Allí encontré un álbum de fotos familiares. Me
impresionó una foto donde estábamos todos juntos: mi papá, mi mamá,
mis hermanas y mi hermano. Quedé impactado porque yo creía que
cuando mis papás se habían divorciado, todavía no había nacido. Cerré
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los ojos un instante. Cuando los abrí, vi una luz blanca y descubrí que
esa luz… me había introducido en la foto.
Allí, el día era soleado. Mi tío, que nos había invitado el fin de
semana a su campo, nos estaba sacando fotos.
En un momento en que me quedé solo, comencé a analizar lo
que estaba ocurriendo. Me llamaba mucho la atención la situación de
mis padres. No lograba entender por qué nos habíamos mudado a
Inglaterra y dónde había quedado mi papá.
Al otro día me despertaron los gritos que provenían del cuarto
de mis padres. Discutían sobre un viaje que teníamos que hacer a
Inglaterra.
Un instante después, era el 26 de marzo, el día de mi cumpleaños
y mi figura de grande vio que mi padre no había ido, estaba en Inglaterra
aún. Aclaradas mis dudas, extrañamente salí de la foto.
Rápidamente corrí y le conté todo lo que me había pasado a
mi madre. Me llevó a visitar a mi padre que vivía a pocos kilómetros
de mi casa. Cuando regresamos, me dijo que muchas veces había
intentado contarme esa historia hasta el final, pero siempre me dormía
antes de que llegara a la parte más importante: lo que pasó entre ellos
y dónde estaba mi papá.
EL RELOJ DE ARENA
Pedro Ibarzábal
No saben lo que me pasó hace una semana. Estaba frente al
placard ordenando los juegos de mesa que tenemos. Abrí la caja del
Pictionary y vi dos relojes de arena: uno era el del juego, todo de
plástico y el otro no. Era de metal reluciente, más pequeño.
Como no lo había visto nunca, lo di vuelta. La arena pasó
lentamente de un lado hacia el otro. Primero sentí como si estuviera
volando. Luego vi una imagen blanca y tuve la rara sensación de que
me transportaba en el tiempo. Frente a mis ojos los días pasaban más
rápidos que una chita. Estaba viendo el futuro.
De repente el tiempo se detuvo. Vi a mi papá manejando en el
auto hacia el trabajo. Del otro lado de la ruta, un señor que se había
quedado dormido, manejaba directo hacia él. ¡Lo iba a chocar y mi
papá se iba a morir!
Grité tan fuerte que el señor se despertó y así mi papá no se
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murió. Sentí un brisa fresca. Volví a tener la sensación de volar pero
esta vez rumbo a casa.
Desperté satisfecho porque había salvado a mi papá. Tenía el
reloj en la mano, lo guardé.
Esa misma tarde, cuando vi a mi papá, lo abracé muy fuerte.
LA DEBILIDAD DE EMILIA
Francisco Irigaray
En la corte del rey Luis XIII estaba la princesa de Pompadour.
Esta princesa era como cualquier otra de esa época, no se bañaba, se
perfumaba, se creía muy coqueta y por sobre todo, utilizaba pelucas de
cabello húmedo y que secaba en un horno de panadería.
En una ocasión, la princesa tuvo el casamiento de su hermana
Emilia. Este acontecimiento produjo una sensación de envidia, más
bien de celos, así que compró la mejor peluca posible solo para verse
hermosa. Mandó la peluca a la panadería de la corte que era atendida por
su tío. Si se preguntan por qué, vuelvan a leer el comienzo de mi relato.
Al llegar el momento de conocer al novio, la princesa de
Pompadour decidió usar una peluca barata, así sorprendía en el
casamiento. Durante la cena no se produjo ningún altercado, solo
alguna mirada de desprecio del padre del novio a la hermana de su
futura nuera.
Por fin llegó el día de la boda. La princesa fue a desearle
suerte a su hermana pero únicamente para quedar bien, pues no lo
deseaba. El casamiento era a las cinco, por eso la princesa fue a la
panadería a las dos.
Al llegar, la peluca todavía no estaba lista. Eso hizo que el
rostro se le tornara rojizo y empezara a maldecir a todos los que
trabajaban en la panadería. El tío les dijo que iban a hacer el máximo
esfuerzo posible y que, con suerte, estaría a las cuatro. La princesa lo
aceptó a duras penas y salió enojadísima.
A la hora acordada, ella fue a la panadería. La peluca había
quedado con olor a pan porque había estado en el mismo horno que el
que habían cocinado para la fiesta.
Durante la misa, el olor de la peluca era insoportable. Eso
preocupaba mucho a la novia ya que el pan era su debilidad y sentía el
impulso de salir corriendo a la panadería. Tenía que aguantar, pero no pudo.
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Apenas dijo “acepto”, salió corriendo a oler el pan recién
horneado. Eso hizo que el novio la tomara por loca y la dejara.
Emilia paso días llorando y meses sin hablarle a su hermana.
La princesa de Pompadour se sentía terrible, tan terrible, que se fue a
un lugar donde nadie pudiera encontrarla. Estaba triste por la situación,
se sentía culpable, y lo era.
LA IMPRENTA DE GUTEMBERG
Hipólito Irigoyen
Dicen que Gutemberg necesitaba dinero para un nuevo
invento, entonces pidió imprimir el libro más pesado y extenso del
mundo, que había sido creado por un autor cuyo nombre era tan largo
que nadie lo podía recordar.
Cuando ya había impreso sesenta de estos ejemplares (a los
que tuvo que entregar en carreta porque cada uno de ellos pesaba
treinta kilos), se quedó sin tinta y se retrasó la entrega de los restantes.
Pasados unos días, se preocupó porque fuera del taller, los
clientes reclamaban los libros que habían reservado. Estaban tan
enojados que tiraban piedras, empujaban con una madera la puerta
cerrada y gritaban que les devolvieran el dinero. Pero Gutemberg no
les podía devolver el dinero porque con eso había pagado a sus
empleados y comprado tinta.
Los empleados de la imprenta sentían miedo. No sabían hasta
dónde podían llegar las personas que estaban reclamando, así que al no
tener tinta y no poder salir a comprar por la gente que había fuera,
empezaron a imprimir con lo primero que encontraron y que, además
se parecía a la tinta: vino.
Una vez que todos tuvieron sus libros, algunos se quejaron
porque no podían leer las letras borrachas que se movían de derecha a
izquierda y de izquierda a derecha, se caían o se cambiaban de renglón.
Otros, en cambio, aunque no podían leer las letras borrachas,
disfrutaban del olor que salía de las hojas porque los ponía tranquilos.
Como estos últimos fueron mayoría, la imprenta decidió seguir
imprimiendo con vino. Eso sí, Gutemberg y sus empleados tuvieron
que crear unos anteojos especiales que les permitieran leer las letras
movedizas y usar barbijos para no marearse ni dormirse mientras
imprimían.
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CORAZÓN VALIENTE Y ENAMORADO
Ignacio Lago
Un mortal vivía en un pueblo al que se podía llegar solamente
atravesando el desierto. Su nombre era Ironías y su sueño era ser un
dios como Zeus. Era una buena y humilde persona y quería vivir
eternamente para ayudar a los habitantes de su pueblo a quienes veía
padecer hambre, sed y heridas en la piel causadas por el sol.
Una mañana en la que el sol radiante hacía arder el desierto,
unos pasos retumbaron en el suelo. Eran tan fuertes que hasta los
habitantes del pueblo se asustaron.
Minutos después, escucharon la voz aguda y desesperada de
una mujer que pedía auxilio. Enseguida, los habitantes vieron a un
cíclope espantoso que en su mano izquierda sostenía a una muchacha
más hermosa que la primavera. Su llanto se escuchaba por todos los
rincones.
El cíclope descendía del alto médano de arena y con su mano
arrancaba las palmeras de los oasis.
Ironías corrió a buscar su cuchillo para salvar a esa mujer que
lo había hecho feliz con solo verla. Decidido a matar al cíclope, le
apuntó al ojo y le arrojó el arma con furia.
El cuchillo dio en el blanco. El ojo comenzó a sangrar y
sangrar mientras el gigante gritaba con mucha desesperación. Tan
debilitado estaba que empezó a trastablillar y soltó a la ninfa, que cayó
al suelo.
El joven corrió a buscarla y cuando la encontró, se dio cuenta
de que estaba bien pero tenía algunas heridas. La gente del pueblo
oculta en las casas, abrió las puertas y lo empezó a aplaudir.
El nombre de la ninfa era Dafne. Le dio un beso para
agradecerle que la hubiera salvado de esa enorme bestia. Poco
después, un hombre que provenía del cielo le dijo que si todavía quería
ser un dios, que lo acompañara. Sería premiado por haber sido muy
valiente.
El hombre lo pensó y contestó que prefería ser la persona que
era y compartir su vida con la ninfa. Prefería el amor, a la inmortalidad.
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UN ENCUENTRO BIEN EXTRAÑO
Joaquín Lanusse
El gigante de piedra
y la mujer estrella
al pasado querían volar
para ver a San Martín
y con él charlar.
“¡Pispeemos el pasado!”insistía la mujer,
mientras el gigante de piedra
a las yeguas preparaba
para que el pasado no se le escapara.
Volando contentos
se encontraban,
cuando una fiesta en el cielo
a los dos atrapó y demoró.
El gigante… ¡cómo se enojó!
Por fin escaparon
y con San Martín se encontraron.
Con él charlaron
y después de un rato,
con su espada jugaron.
EL DÍA QUE SE DERRUMBÓ LA MURALLA CHINA
Pedro Augusto Lugones
Hace mucho tiempo, en un lejano país de Oriente, cerca de
Beijing, en una de las altas torres de vigía de la muralla china, se
escondían estratégicamente dos hombres. Ellos debían cumplir el
deseo del emperador Mis Nando: fabricar tinta china para escribir un
pergamino anunciando al general que retirara las tropas. Los unos los
atacarían en una emboscada para que no llegasen hasta el bosque de
pinos de la colina.
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Esos hombres tan bien escondidos habían descubierto que
mezclando hollín de pino con un gel fabricado con la piel de burro, se
lograba la tinta tan esperada por el emperador.
Los guerreros escondidos decidieron poner muñecos con sus
armaduras para engañar a los unos, así ellos apuntarían a los supuestos
“soldados “ que estaban en el pinar y les ahorrarían ese trabajo. Así
consiguieron los suficientes pinos para lograr el hollín y fabricar la
esperada tinta para el emperador.
Al día siguiente, cuando todavía no había amanecido,
comenzaron a quemar los pinos. Nunca pensaron lo que ocurriría:
comenzó a salir tanto pero tanto humo que casi no se podía respirar.
Tampoco se podía ver nada porque se empezó a formar una nube negra
que cubrió todo Beijing.
El burro, que ya había sido atrapado y estaba a la espera de ser
despellejado, comenzó a patear y a toser de tal manera que el escondite
de los hombres fue descubierto por los unos, que comenzaron a
avanzar sobre la muralla que apenas se veía.
El burro desesperado por su asfixia, se puso sin querer delante
de la cañonera y con sus propias patas activó el botón que lo despidió
volando hasta caer sobre un montón de unos, a los que aplastó. Los que
lograron salvarse de ser aplastados huyeron rápidamente en medio del
humo y el hollín, ya que pensaron que aquellos hombres eran muchos
y estaban muy bien preparados para la defensa.
El burro quedó medio desmayado y los hombres salieron de la
torre en medio del humo para atraparlo nuevamente y conceder de una
vez por todas, el deseo del emperador.
Cuando llegaron hasta el burro, el hollín y el humo tan fuerte
y espeso hicieron que el animal se volviera tan loco tan loco que
empezó a patear y a toser con tanta fuerza que la muralla comenzó a
temblar. Sus paredes comenzaron a agrietarse y a caerse.
El derrumbe fue inevitable, parte de la muralla se rompió y el
burro y los hombres murieron en el derrumbe, así que nunca pudieron
conceder el deseo del emperador.
EL REPOSO
Iván Martin Valerga
La suciedad era muy común, sobre todo en Francia, en el siglo
XVIII. En ese entonces, había varias costumbres extrañas, como que
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las mujeres cubrieran sus cabellos sucios y descuidados con pelucas.
Pero la más particular era la del rey Luis XIII, que consistía en
bañarse, y luego estar en reposo 24 horas por sugerencia de los
médicos, para protegerlo de los “peligros” del baño.
Cierta vez, el rey tomo uno de sus baños, y en la primera hora
de reposo le informaron que esa misma tarde tendría una reunión de
estado que no se podía suspender. Los médicos estaban muy
preocupados ya que pensaban que si interrumpía el reposo, tendría
una gran enfermedad.
Había que solucionarlo. El rey tenía dos opciones: faltar al
encuentro y que se ocasionara una guerra o, que todos los emisarios de
otros reinos fueran a su castillo para conversar con él. Ya estaba
decidido, la reunión se iba a realizar en el baño del palacio.
El problema era que cada embajador tenía que entrar de a
uno por vez. Esto agotó a Luis XIII que había tomado un caliente y
relajante baño.
Sin embargo, los escuchó a todos. De lo que no se había
percatado era que ante semejante cansancio había tomado decisiones
muy equivocadas. Al darse cuenta de que había provocado una
revolución, se sintió muy angustiado, abatido y desolado. Decidió
entonces, levantarse de la cama para resolver lo que había hecho.
Habiendo reposado sólo ocho de las veinticuatro horas
sugeridas por los médicos, el rey discutió con cada diplomático. Las
conversaciones fueron serias y en voz muy alta, pero no se podía
volver atrás. En consecuencia se produjeron muchas guerras que
duraron varios años, hasta que un gran ejército echó a Luis XIII del
trono.
El ex rey Luis se dio cuenta que al final, después de bañarse no
había que estar en reposo, ya que eso ocasionó la revolución más
grande de la historia de Francia.
UN BRAVO CORSARIO
Tomás Micheletti
Aquel bravo corsario
de tan fina estampa,
noble en su origen,
buscaba venganza.
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Lo llamaban Corsario Negro,
el pirata vengador,
que de negro vestía
porque estaba de luto.
Wan Guld, hombre malo,
odiaba a los corsarios,
ahorcó a dos de ellos,
y el de negro, juró vengarlos.
Buscó al gobernador
por paisajes soñados,
sin pensar en detenerse
para cumplir lo pactado.
A pesar de sus esfuerzos,
la venganza no logró
porque el malvado Wan Guld,
de la muerte escapó.
LA PUERTA MISTERIOSA
Santiago Miller Tirabassi
El día del aniversario de mis abuelos, mi familia realizó una
fiesta. El salón donde se realizó, fue el mismo donde se festejó el
casamiento de mi tío. Allí había una puerta que estuvo cerrada durante
todo el tiempo y los que nos encontramos en el lugar, nos
preguntábamos qué habría detrás de ella. Era una puerta enorme de
madera de roble y tenía aldabas de bronce muy grandes.
En un momento, cuando me alejé de mis familiares, un
misterioso señor, muy bien vestido, salió por ella. Este hombre era
igual al retrato de mi bisabuelo, que estaba pintado en el cuadro
colgado en el living de mi casa. Ese retrato siempre me produjo una
sensación extraña porque cuando pasaba delante de él, despedía un
extraño perfume. Mis papás me contaron que mi bisabuelo había sido
una excelente persona, por lo que sentía deseos de conocerlo.
Al acercarse el final del festejo volví a ver a este señor y lo
seguí hasta la puerta. Decidí entrar sin que me viera. Esa puerta se
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abría a un camino que se dirigía a una casa muy rara. Yo podía oler ese
perfume que me resultaba familiar.
El lugar me provocaba variadas sensaciones. Entré a la casa
que estaba iluminada por grandes velas. De repente, la puerta empezó
a vibrar y empecé a escuchar la voz de un anciano. Asustado, miré por
todos lados hasta que vi a un gato que se acercaba a una persona. No
podía ver claramente de quién se trataba, pero sí había visto su pelo
color rubí y su smoking blanco con una corbata negra.
Me acerqué lentamente a él y lo reconocí. Era la misma
persona que estaba en una foto con mi mamá, el que también estaba en
el cuadro. Enseguida comprendí que ese señor era mi bisabuelo. Tomé
coraje y me presenté.
Fue una tarde emocionante, nos sentamos a contarnos
anécdotas de nuestras vidas. El tiempo parecía no pasar nunca. Gracias
a esa maravillosa puerta que me llevó al otro mundo, pude conocerlo.
Cuando salí, comenzamos a despedirnos del resto de la familia.
Nadie se había dado cuenta de mi ausencia.
Este es un secreto que hasta ahora nunca había contado.
ALIMENTO EDUCATIVO
Joaquín Ocampo
Esta era una época en la que los raticidas no funcionaban bien
porque no mataban las ratas. Es más, funcionaban tan mal que las ratas
y ratones se alojaban en cada rincón de la Biblioteca Nacional, la más
grande de la Argentina. Para los bibliotecarios, estos roedores eran una
pesadilla.
El primer día de trabajo de Juan, el nuevo secretario de la
biblioteca, lo mandaron a guardar los libros de la “A” a la “E” que se
habían utilizado ese día.
Mientras tanto, Remy, el ratón más pequeño de todos los que vivían en
la biblioteca, recorría el lugar en busca de comida porque tenía
hambre.
Buscaba los libros de muchas hojas, con tapas de cuero y con
polvillo, porque para los ratones este era como un ingrediente que le
daba un sabor más rico al alimento. Buscaba por los estantes de abajo
y los de arriba, por todos lados, hasta que se detuvo en uno de la
estantería “E”. Era lo que él quería y decidió llevárselo. Como era muy
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pesado, tardó mucho tiempo en bajarlo, dándole tiempo a Juan de
acercarse.
Ya en el suelo, cuando Remy empujaba el enorme libro, vio
una sombra gigante la del secretario. Empezó a empujar con más y más
fuerza. Justo cuando el hombre terminó de ordenar la estantería “D”,
el ratón intentó entrar en su refugio, pero como el libro no cabía por la
puerta principal, decidió ir por la de emergencia, que quedaba lejos. El
pequeño roedor comenzó a correr, escondiéndose en todos los rincones
que pudo, así logró llegar hasta su cueva.
Ya a salvo, le contó toda su aventura a su grupo de amigos.
Todos se alarmaron por la existencia de este enorme gigante.
Como no había comido nada y tenía hambre, no pensó en
compartir la enciclopedia y en pocos instantes se la devoró solito.
A la semana siguiente, el libro le hizo efecto y como se había
comido el primer tomo que era de la “A” a la “C”, aprendió sobre Asia,
anatomía, biología, y cardiología. Aprendió tanto que, desde ese día, el
ratón quiso ser maestro.
LA FUENTE DE LA ESCRITURA
Pedro Esteban Petracchi
Desde que era muy chico, René de Reamur, estaba interesado
en los asuntos de la naturaleza y especialmente en las avispas. Se
pasaba horas mirándolas. Era un joven solitario y muy observador.
Como el rey sabía que era muy inteligente, le pidió a un
guardia que lo llevara ante su presencia. Cuando lo tuvo enfrente, le
solicitó que se embarcara en un viaje a Asia para traer un material
sobre el que se pudiera escribir.
Su majestad pensó primero que René podría navegar por el
Mar Mediterráneo, pero sería muy arriesgado porque en esa época del
año se producían maremotos. Luego, pensó que podría seguir los pasos
de Marco Polo, y el joven aceptó.
Reamur viajó por selvas, valles, playas, bosques, montañas,
ríos y lagunas, hasta llegar a Tailandia. Allí se enteró de que en un
pueblo había avispas gigantes y quiso averiguar más.
Cuando llegó al lugar, fue hacia los bosques y las observó
construir sus nidos. Con sus mandíbulas cortaban trocitos de corteza de
árboles a los que humedecían con saliva para formar una sustancia que
cuando se secaba parecía papel.
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René trató de escribir en esta sustancia y lo logró, consiguió
lo que le había solicitado el rey. El problema era que las avispas tenían
un poderoso veneno y una picadura era suficiente para matar a un ser
vivo. Llevarlas a su país era una tarea de vida o muerte, por eso
necesitaba la ayuda de un experto cazador. Así fue que consiguió
llevarse cincuenta y cuatro avispas en frascos especiales.
Al volver a Francia, el rey lo felicitó. Luego, Reamur hizo
trabajar tanto a las avispas en su laboratorio que una de ellas se escapó,
lo picó y con él murió el secreto del papel.
UN RATONCITO ESPECIAL
Joaquín Ponce
Si un ratón glotón, luego de digerir una Enciclopedia
Británica absorbiera su contenido, sería tan inteligente que podría
ayudar a los humanos.
En la biblioteca del Congreso un ratoncito logró entrar
escondido detrás de una persona para que el guardia no lo viera y lo
echara del lugar. Vio tantos libros que decidió buscar el más ancho para
llenar bien su pancita.
Después de buscar y buscar, eligió uno de los tomos de la
Enciclopedia Británica. La volteó con su cuerpo, la recostó sobre el
estante y con sus dedos arrancó las hojas que con sus dientes fue
royendo. Después de un largo tiempo, la digirió y sin saberlo, absorbió
su contenido.
Como todavía tenía hambre, fue a buscar otro libro. En el
camino, vio a un chico haciendo la tarea. Estaba muy nervioso porque
le costaba y sintió que podía ayudarlo. Cuando el ratoncito le dijo que
él lo podía ayudar, el chico se asustó porque es raro que un ratón hable
y gritó hasta que los guardias lo vieron. Empezaron a correrlo por
todos lados y como no lograban atraparlo, le tendieron una trampa.
Colocaron un pedacito de queso en medio de un pasillo y cuando él
quiso comerlo, lo agarraron de la cola, lo sacaron inmediatamente y
lo tiraron al tacho de la basura.
El ratoncito logró escaparse del tacho y empezó a buscar
quien lo comprendiera y cuidara sin asustarse cuando él hablaba. Por
desgracia todos los que lo escuchaban hablar se aterrorizaban e
intentaban matarlo o ahuyentarlo. Entonces, decidió buscar un lugar
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donde al menos pudiera vivir tranquilo. Encontró un departamento
abandonado y se instaló ahí.
Varios días después, una señora llamada Juana, que salía a
caminar, se lo cruzó y escuchó que el ratoncito le hablaba. En lugar de
asustarse decidió llevárselo, vacunarlo y regalárselo a su hijo para su
cumpleaños número diez, que era en dos días. Enseguida, hizo todo lo
que había pensado.
El día de la fiesta, Juana le dio el ratoncito. Juan y el
ratoncito se sintieron muy felices, el ratoncito porque ya tenía
compañía y Juan porque la madre le había regalado una mascota para
su cumpleaños.
Al día siguiente, a Juan le mandaron mucha tarea. Era muy
difícil y estaba afligido. En cuanto el ratoncito lo vio, salió de la jaula
y le empezó a hablar.
Juan se asustó y gritó, pero el ratoncito le dijo que no se
asustara porque era su amigo y lo ayudaría siempre.
EL DESFILE DEL REY
Benjamín Serra
Cuando el rey Godofredo gobernaba Francia, hubo un hecho
extraordinario que conmocionó su vida. Resulta que en Inglaterra
había una princesa muy hermosa, llamada Escarlata Brush, de quien se
había enamorado. Pero era un amor imposible, ya que el rey de
Inglaterra, su padre, estaba peleado con él.
Cada vez que se bañaba y quedaba en reposo durante 24 horas
para protegerse de los “terribles peligros del baño”, soñaba con la
joven durante todo ese largo tiempo. Incluso cuando se bañaba
pensaba en ella. Es más, un día, besó al trapeador pensando que era
Escarlata.
El rey estaba cansado de escuchar a través de un mensajero lo que
hacía su amada todos los días. Godofredo quería compartir sus actividades:
bailar, cantar, recoger flores en los amplios jardines del palacio, cabalgar
por los bosques. Quería ser su esposo, así que decidió raptarla.
Viajó a Inglaterra disfrazado de mensajero y mientras
Escarlata dormía, trepó por la ventana hasta su habitación. Al ver su
bello rostro quedó inmóvil, pero al oír que el soberano de Inglaterra se
aproximaba, se apresuró y la raptó.
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Durante el duro trayecto de regreso, el rey francés no pudo
dormir. Tuvieron que caminar 1500 kilómetros, atravesar en bote todo
el Canal de la Mancha, y nuevamente, caminar. Al ver cómo
Godofredo se esforzaba por cuidarla, la princesa se fue enamorando y
cuando llegó al palacio, la joven aceptó casarse con el soberano
francés. Decidieron que lo harían dos días después. El rey de Francia
estaba muy emocionado, al igual que su prometida.
El día anterior a la boda, Godofredo quiso bañarse, ya que era
un momento muy importante en su vida y, por supuesto, algo terrible
pasó mientras hacía el reposo posterior al baño. Resulta que un ejército
inglés vino a reclamar su princesa, futura heredera del trono. Al mando
estaba el rey inglés.
El ejército arribó al palacio y mientras el rey francés besaba el
trapeador pensando que era Escarlata, los soldados entraron en su
recámara y lo tomaron prisionero. Cuando el rey inglés estaba a punto
de ejecutarlo, apareció la bella princesa y defendió a su prometido,
vestido con una toalla.
El rey inglés sintió náuseas pero, como su hija lo quería,
decidió no matar a su enemigo aunque le impuso un castigo: caminar
por todo el reino en toalla y besando el trapeador.
UNA PELEA POR AMOR
Clara María Biaus
En el Monte Olimpo, vivían todos los dioses. También se
encontraba allí, Cupido, el dios del amor. Él se sentía atraído por una
hermosa dama llamada Helera. Le parecía simpática y creía que sería
una buena esposa para él. Pero a Helera no le interesaba y eso lo hacía
sentir muy triste porque siempre unía a las personas y no podía lograr
que lo quisiera quien le gustaba.
Cuando él caminaba por el bosque siempre se encontraba con
ella y trataba de acercársele. La joven lo ignoraba. Entonces, Cupido la
espiaba escondido detrás de los árboles.
Una tarde en que Cupido caminaba por la orilla de la laguna,
se encontró con Etesea, una diosa muy linda. Al verla, Cupido sintió
amor en el corazón y se atrevió a acercársele.
Etesea y Cupido comenzaron a hablar y la dama le contó que
estaba a punto de casarse. El dios se desilusionó y sintió tanta
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vergüenza que se puso colorado. Para disimular, se quedó conversando
un rato más.
Poco antes de despedirse, apareció Helera. En su corazón
había angustia y enojo porque pensaba que Cupido, quien siempre la
había admirado, la estaba engañando. Tanto enojo sentía que
transformó a Etesea en una monstruosa cíclope.
Finalmente, Helera y Cupido estuvieron juntos y tuvieron un
hijo llamado Preteneo. Cupido los amó tanto que cuando murieron los
transformó en dos estrellas, la Osa mayor y la Osa menor, para poder
verlos cada noche y recordarlos para siempre.
EL NACIMIENTO DEL PERFUME
María Mercedes Causse Barone
En tiempos pasados, el rey de Francia Luis XIII debía
permanecer veinticuatro horas en reposo luego de bañarse, por temor a
que sucediera algo. De este modo, los médicos protegían al soberano
de los peligros del baño. Al salir de la lujosa bañadera, los médicos le
recomendaron, como siempre, que descansara el tiempo necesario.
Los españoles habían amenazado con invadir el palacio y
tomar prisionero al rey, y justo ese mismo día decidieron hacerlo.
Mientras todos en la corte cuidaban de él, el ejército invasor entró al
palacio con armas y escudos. Los médicos huían por temor a que los
mataran y los sirvientes también. Solo una persona, su ayudante más
fiel, se quedó para ayudarlo porque no se podía mover.
A Luis XIII se le ocurrió una idea: le pidió a Pierre que le
llevara un recipiente con barro. Cuando se lo llevó, su majestad le
pidió que se lo tirara encima. Él se rehusó a hacerlo, hasta que el rey
le gritó. Tan asustado estaba su leal sirviente, que se lo tiró.
Los españoles se acercaban a las habitaciones. Entonces,
Pierre cerró las puertas con llave para que tardaran más en atacarlos.
El rey ya estaba sucio y sintió que no tenía que seguir con el reposo.
Se levantó, llamó a su ejército y todos lucharon hasta acabar con los
españoles.
Los que quedaron vivos huyeron por el mal olor que tenía el rey, que
nunca más volvió a bañarse. De todas formas les encargó a los genios
del reino que inventaran el perfume.
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EL ÁRBOL DE APOLO
Clara Inés Cercedo
Un día Apolo
encontró a Cupido,
jugando con sus flechas,
muy divertido.
El dios de la luz
reaccionó enojado,
insultó a Cupido
y él se fue volando.
Cupido pensó
una buena venganza:
lanzaría dos flechas,
una para Apolo
y otra para Dafne.
Ella recibió el flechazo
y fue en busca de su padre.
La ninfa pidió que nunca,
la obligara a casasrse.
El dios de la verdad
recibió el flechazo.
y se enamoró
perdidamente de Dafne.
La ninfa escapó
hacia el bosque
y también, el dios desesperado.
Sólo quería estar a su lado.
Dafne estaba cansada
y correr ya no podía.
Le pidió ayuda a su padre,
quien seguro la ayudaría.
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De repente, la ninfa,
en árbol se convirtió.
Apolo muy apesadumbrado,
se sentó a su lado y lloró.
EL ESCLAVO DESASTROSO
Mashenka Clapp
Hace algunos cientos de años, había un esclavo llamado
Timoteo que tenía problemas de vista. Por eso, lo habían destinado a
los quehaceres del palacio.
Una mañana, como todas las demás, Tim, (así lo llamaban),
fue hasta la cocina para preparar dos bandejas con desayuno. Una
llevaría una pata de cerdo semicocida, un poco de ensalada de frutas y
leche de las vacas del valle soleado; la otra, solo la ensalada en
cantidad y una copa de leche de las vacas del valle florecido.
Una vez preparadas, las llevó a la fina habitación del Rey
Antonio II y su esposa Marbella I. Las dejó en una mesita cercana al
cuarto y tocó la puerta. Los reyes le permitieron la entrada y él tomó
sus desayunos para entregárselos. Ellos estaban acostados en una cama
de esas que tenían cortinas. Tim les dejó las bandejas y ellos lo
despidieron del cuarto.
En el camino hacia sus habitaciones se encontró con un
soldado que le dijo que como había una gran demanda de libros de
magia para principiantes, él debería trabajar en la escritura de los
libros para terminar a tiempo con los pedidos.
Este lo llevó hasta una habitación que nunca había visitado
antes: el Gran Escritorio, y le asignó un lugar de trabajo. Frente a él
tenía dos libros: uno lleno de signos, símbolos y palitos repletos de
puntitos y firuletes innecesarios (según el esclavo); el otro,
completamente en blanco. En el segundo libro tuvo que escribir los
signos con una pluma de cisne y tinta de vino. Comenzó de inmediato.
En algunas semanas, Tim terminó el primer libro, continuó
otro y después, otros más… Cuatro soldados fueron a recoger el pilón
de libros que había hecho. Pero todos olvidaron un pequeño detalle: el
problemita de vista del pobre Tim, que no sólo había copiado con faltas
de ortografía sino que también había cambiado el orden de las letras y
se había olvidado de unas cuantas.
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Cuando los magos y alquimistas romanos recibieron al fin sus
libros, no entendieron casi nada de lo que había escrito en ellos. Nada
de lo que hacían, les salía bien. Comenzaron a producir desastres
naturales y destruyeron parte de su ciudad… ¡hasta el Coliseo
Romano!
El rey se enteró de esto y de quién había sido el culpable. Así
fue que al pobre Tim se lo comió un león en las arenas del circo
romano y el rey decidió hacer la copia de los libros con su puño y letra.
Mientras lo hacía, comenzó a gustarle la magia.
Luego de cinco meses, terminó de escribir exactamente 31
copias. Una para él, ya que quería reconstruir su reino mágicamente.
Eso sí, nunca logró reconstruir el Coliseo Romano.
EL PEDIDO DE CÁSTOR Y PÓLUX
Sofía Colombres
Cástor y Pólux eran dos inseparables estrellas que desde hacía
tiempo querían bajar a la Tierra para conocerla y hacerse de amigos.
Un día escucharon cantar a dos sirenas llamadas Azulina y Agualina y
su canto era tan alegre y dulce que sintieron todavía más ganas de
descender.
Cástor le contó su deseo y el de su hermano a Zeus, su padre.
Pero él les dijo que no, porque el dios pensaba que si bajaban a la
Tierra se iban a meter en problemas.
Zeus había tenido un sueño en el que las dos hermanas se
casaban con sus hijos y los transformaban en seres malvados para
apoderarse del Olimpo porque a ellas no les gustaba el agua y su
mamá, que no quería tener hijas mujeres, se había vengado
convirtiéndolas en sirenas al nacer.
Cástor y Pólux decidieron ir igual a la Tierra para encontrarse
con las dos hermanas y cuando Zeus se enteró, fue en busca de sus
hijos. Ellos le pidieron a su padre subir al Olimpo con Azulina y
Agualina.
El dios les concedió el deseo y al llegar allí, se quebró el
hechizo. Las hermanas dejaron de ser sirenas y nuevamente fueron
buenas.
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LA TRAICIÓN
Martina Freier
Todo esto comenzó cuando Júpiter se enamoró de Alción, la
hija de Eolo que estaba a punto de casarse con su propio hijo, Apolo,
dios de la Luz y la Verdad. Supuestamente ella estaba enamorada de su
prometido pero Júpiter la perseguía y la volvía loca intentando que se
enamorara de él, sin que su esposa Juno se diera cuenta.
Un día, Apolo escuchó a su padre intentando convencerla de
que dejara a su hijo por él. Cuando el joven se acercó y les preguntó de
qué estaban hablando, su padre le mintió y Apolo aparentó que le creía.
Al atardecer, Apolo llevó a Alción a Beocia, una hermosísima
playa y le comentó que había escuchado cuando Júpiter intentaba
alejarla de él. Ella le dijo que lo amaba y que nada ni nadie los iba a
separar. Pero Alción había mentido. Como solo quería casarse con
Apolo para tener poder, estaba pensando que si se casaba con Júpiter
tendría aún más poder.
Poco después, la joven fue y le dijo a Apolo que se había
enamorado de su padre y ese amor era muy fuerte.
Cuando Apolo la escuchó, se decepcionó mucho y se enfureció
tanto con su padre que fue y le dijo a Juno, esposa de Júpiter, que le
era infiel.
La diosa, que era muy celosa, le reprochó todo a su esposo y
se enfureció tanto que le robó un rayo al dios. Decidida a matar a
Alción, se lo arrojó.
Después de varios días, Apolo, entristecido, fue a ver el cuerpo
de su amada pero lo único que encontró en la arena fue el nido de una
bellísima ave a orillas del mar. La llamó gaviota y desde entonces, las
gaviotas temen a los rayos.
AMIGOS POR CONVENIENCIA
Luisa González Calderón
Una vez, un ratón llamado Rigoberto, paseaba por una
biblioteca muy grande, con el objetivo de encontrar algo rico para
comer, como unos libros informativos para rellenar su pancita y su
mente de esas riquezas. En su búsqueda se encontró con Álvaro, el
bibliotecario.
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Él sabía lo que el roedor buscaba y empezó a perseguirlo. A
Rigoberto le era fácil esquivar las mesas, las estanterías, las sillas y
todas las otras cosas del lugar. En cambio, al bibliotecario le costaba
más, por su tamaño, claro. Era mucho más grande que el ratón.
Después de perseguirlo por todos los pasillos, el pequeño
desapareció. El bibliotecario no lo veía porque se había subido a un
estante que estaba justo sobre su cabeza. Intrigado, sin saber dónde
estaría el ratón, Álvaro fue a cumplir con su trabajo. En muchas
ocasiones las personas se llevaban los libros a sus casas y en otras
requerían de su ayuda para que les recomendara una maravillosa
lectura.
Momentos después, escuchó una voz. Alguien hablaba en
inglés. Decidió ir en su busca para colaborar, tal vez había entrado
mientras estaba persiguiendo a Rigoberto, por eso no lo había visto.
Buscó y buscó. En el sector de lectores, cerca de los ficheros y por los
pasillos, pero ya no escuchaba a nadie. Volvió a su escritorio, se sentó
en su silla para seguir con otras tareas. Comenzó a sentir un cosquilleo
en los pies y miró hacia abajo. Era Rigoberto que pedía ayuda, ¡en
inglés! Estaba en medio de los restos de un diccionario en ese idioma,
con la panza muy redonda y a punto de estallar. Álvaro estaba
enojadísimo, pero sintió compasión por el ratoncito y le dio unas
gotitas para el dolor de panza.
Pasados varios días, fue a la biblioteca un grupo de personas
que sólo hablaba en inglés y como él no sabía hablarlo, le pidió ayuda
al roedor. Como no le gustaba trabajar, el pedido le pareció injusto si
no le daban nada a cambio.
Entonces, pidió como sueldo un queso por mes, uno bien
grande. El bibliotecario aceptó y con el tiempo se hicieron amigos,
pero solo por conveniencia.
FIESTA EN EL CIELO
Victoria López del Carril
Amigos iban volando,
a una fiesta en el cielo.
Juan, Pedro y sus yeguas voladoras
miraban llover buñuelos.
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Bajo esa lluvia estaba
la hermosa mujer estrella,
que en peligro se encontraba
bajo la luna llena.
Juan, el perezoso, dijo:
-No cuenten conmigo.
Pero pronto se dio cuenta
de que debía ayudar a sus amigos.
De la mujer estrella
Pedro estaba enamorado,
y a ella quería salvarla
para poder enamorarla.
Con sus yeguas salió volando
y la rescató rápidamente.
Asombrado por su encanto,
se enamoró perdidamente.
UN HOMBRE MUY EXTRAÑO
Florencia Soulez
El señor Monolini se despertó como siempre y salió de su casa
para ir a la oficina. Mientras iba caminando por la vereda, una chica
que tenía en sus manos el libro Cuentos de la selva, le pidió
indicaciones para llegar a la calle Montevideo. Cuando estaba a punto
de responderle, empezó a actuar como un mono, moviendo los brazos,
rascándose la cabeza y saltando sin parar. La chica asustada por la
extraña actitud se fue corriendo, horrorizada. Monolini que, ya había
vuelto a la normalidad, se quedó mirándola con tristeza.
Cuando llegó a la oficina, se puso a trabajar como los otros
empleados. Después de un rato entró la secretaria de su jefe, con cara
de enojada, para avisarle que lo llamaba su superior y que fuera rápido
porque lo necesitaba con urgencia. Monolini empezó a temblar y a
transpirar. Se levantó de la silla y fue caminando lentamente hasta el
despacho.
Desde la puerta vio que su jefe estaba conversando con su
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esposa. Ella tenía puesta una remera con la foto de un chimpancé.
Monolini la vio y fue inevitable. Se convirtió de nuevo en mono. El
jefe enojadísimo lo despidió por ser maleducado.
Monolini, en su casa, desempleado, buscó y buscó trabajo.
Después de tres horas encontró una vacante en un zoológico de monos.
Desde entonces, es su cuidador. Los baña, les da de comer y les limpia
la jaula.
Monolini vivió con su problema, sin problema.
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SÉPTIMO
GRADO
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ESCRITORES CIENTO POR CIENTO
“Decir lo que sentimos,
sentir lo que decimos”
Séneca
Cuatro son los puntos cardinales, cuatro las estaciones del año,
cuatro los elementos de la naturaleza y cuatro son las antologías que
llevamos elaboradas y compartidas con todos ustedes. Cuatro años
desarrollando y profundizando el taller de escritura, que en varias
oportunidades ya les contamos cómo funciona.
Esta vez quiero situarme en el lugar de los chicos, que son los que
dan vida a este espacio: son los que imaginan una historia en un mundo
diferente, piensan sus personajes y se ponen en su piel para contarnos
lo que sienten y a través de ellos, ver y conocer sus sueños, miedos y
deseos.
De primero a séptimo grado, con su libertad, creatividad, ilusión,
espontaneidad, inocencia y sin temor al ridículo, nos permiten a los
adultos que leemos sus historias, transformarnos por un momento en
chicos que leemos y vemos con ojos de niño, que entendemos con
mente de niño, sin ataduras ni límites; que nos emocionamos con
corazón de niño y construimos sueños con la ilusión de un niño.
Cuántas veces cuando les presento una consigna a mis alumnos
me pregunto hasta dónde dejaría volar su imaginación un adulto, hasta
dónde mostraría su alma… Quizás ese pueda ser un desafío para el
próximo año.
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Como sea, a la edad que sea, siempre es bueno decir lo que
sentimos, sentir lo que decimos, darnos a conocer, compartir con los
demás, permitirnos soñar…
A través del taller, lo que nos proponemos va más allá de que cada
uno encuentre su estilo al escribir. Aspiramos que, a través de la
escritura, cada chico se pueda conocer y pueda conectarse con lo más
íntimo y se sienta libre y seguro de mostrarse como es.
María Victoria Pittaluga
Maestra de 7º grado A y B
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UNA GRAN ENSEÑANZA
Juan Bautista Barilatti
En un pueblito muy lejano de las afueras de España, murió
Juan Valdez. Su asesinato nunca se resolvió. Era una persona muy
sociable y todos lo admiraban por sus obras de bien hacia aquellos que
tenían menos posibilidades económicas. Sin embargo, había gente que
le tenía odio y deseaba quitarle el puesto al hombre más querido del
pueblo.
Un día común y corriente, cuando Juan estaba en su casa
concentrado en la lectura, un hombre entró por la ventana y lo
acuchilló. Desde ese momento, todo el pueblo quedó decaído y hasta
el día de hoy, se siguen contando diferentes versiones de su asesinato
y también historias de su reaparición. Muchas de ellas cuentan que
Juan Valdez, algún día, bajo otra forma, regresaría al pueblo.
Ya habían transcurrido diez años de su asesinato y no había
regresado. Hasta que un 25 de junio de 1912 empezaron a ocurrir cosas
extrañas: ruidos irreconocibles durante la noche, huellas de raras
pisadas en las calles, etc.
Ya habían pasado cinco días de la aparición de estos ruidos y
la gente se sentía tan cansada que organizó una búsqueda en grupos
para ver quién podría ser el que deambulaba por el pueblo durante las
noches.
Al anochecer, cuando todos estaban recorriendo el lugar, un
vecino se encontró con un ángel vestido de negro. El hombre se
sorprendió cuando notó que era parecido a Juan. Para comprobar si
realmente era él, le hizo varias preguntas y al cabo de unos minutos,
descubrió que sí lo era. Entonces, convocó a todo el pueblo para que
lo vieran y pudieran comunicarle unas cuantas cosas importantes.
Algunos de los vecinos le dijeron de quiénes sospechaban
para que Juan se vengara, pero él les aclaró a todos y especialmente al
asesino que sabía muy bien quién era el responsable de su muerte. Así
les hizo entender que el odio y la venganza no eran el camino correcto
para solucionar los problemas y que él no delataría a nadie.
Perdonó al asesino y a todos aquellos que lo habían acusado.
Así fue como los pobladores reaccionaron y se arrepintieron de su sed
de venganza.
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EN “EL MARTINI” HACIA LA ISLA “PUNTA PIEDRA”
Sebastián Belaustegui
Esto ocurrió un 9 de julio de 1623 cuando estaba en la taberna
Fracki, en Inglaterra. Dos piratas medio borrachos empezaron a pelear.
En medio de la pelea vi que del bolsillo de uno de ellos, cayó un papel.
Me acerqué y lo levanté disimuladamente.
Mientras todos seguían atentos a la pelea, salí y en un callejón,
abrí el papel. Era un mapa de pergamino, muy viejo. Tenía líneas
punteadas que marcaban un camino. A su término, había una roca y
arriba de ella, una cruz que indicaba la ubicación de un tesoro.
Alrededor había selvas y también una aldea, que por los símbolos
dibujados, supuse que estaba habitada.
Después de pensarlo durante unas semanas, me propuse ir en
busca del tesoro. Necesitaba un galeón y una buena tripulación.
Confiaba en que la reina me daría una buena embarcación porque a ella
le interesaría el tesoro, si le daba parte de él.
Comencé la búsqueda de mi tripulación por diferentes
tabernas. Después de algunos días logré formarla.
Dejé a los marineros en el barco para que prepararan todo,
mientras yo observaba y analizaba el mapa con Peter Carson, un
conocido cartógrafo y hermanastro de Jim, uno de mis mejores y más
valientes marineros. Juntos intentaron descifrar las coordenadas y
localizar en qué isla se encontraba el botín.
Cuando todo estuvo listo, zarpamos en “El Martín”. Viajamos,
atravesando fuertes tormentas y gigantescas olas. No nos
alimentábamos muy bien, ya que no teníamos un buen cocinero.
Después de muchas protestas de los marineros, Jim lo reemplazó y a
pesar de ser muy joven, su comida no era nada mala. Jim era mi mejor
amigo y nos conocíamos desde muy pequeños.
Una tarde, estaba por recostarme un rato cuando escuché que
el vigía gritaba: “¡Tierra! ¡Tierra!”
Todos nos abalanzamos hacía la proa y pudimos observar a lo
lejos la preciosa isla “Punta de Piedra”. Anclamos a unos doscientos
metros de la costa y de ahí remamos en barcos más pequeños hasta
llegar a la orilla.
La isla era un poco extraña. Daba miedo por el volcán gigante
que había en el centro y los extraños ruidos que emitían los diferentes
animales.
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Mandamos a uno de los marineros a investigar antes de comer.
Después de un par de horas nos preocupamos porque nuestro hombre
no volvía. Decidimos salir a buscarlo.
Encontramos un camino y lo seguimos hasta llegar a una aldea
en la selva. Tuvimos que luchar porque vimos que los caníbales
estaban cocinando a uno de nuestros hombres. Ellos eran unos
cincuenta hombres y tardamos mucho en derrotarlos.
Después de unas horas, cuando terminó la larga pelea,
habíamos sobrevivido la mitad de nosotros: cincuenta piratas.
Cansados de pelear, nos quedamos en la aldea a dormir.
Al día siguiente, Cristóbal nos guió siguiendo el mapa. Según
las indicaciones, debíamos ir al sur a través de la selva y allí nos
encontraríamos con la gran piedra. De tanto buscar la encontramos.
Era una piedra gigante y muy pesada, pero entre todos, la movimos.
Debajo de ella había una cueva y en ella estaba el tesoro.
Inspeccionamos bien la piedra y encontramos un código. Se nos
ocurrió que los de la aldea sabrían decodificarlo. Buscamos un
prisionero y lo llevamos junto a la piedra. El prisionero estaba muy
asustado y cuando leyó el código gritó muy fuerte. Parecía preferir su
muerte antes de entrar a la cueva, pero no le creímos.
Levantamos la piedra y miles de murciélagos salieron volando.
Metimos al prisionero y lo encerramos dentro. No escuchamos ni
gritos, ni ruidos. Levantamos muy decididos la piedra y vimos al
prisionero nadando en montañas de oro y joyas. Con los piratas nos
enojamos tanto por el engaño, que en el camino de regreso, lo
arrojamos al mar. Luego, dividimos el tesoro y vivimos como
millonarios.
EL GRAN ESCAPE
Gastón Procoro Blaquier
Un mendigo que años atrás había sido un famoso pintor, se
encontraba encerrado en una caverna húmeda y fría, con grietas por las
que se filtraba algo de luz, agua y viento. La cueva estaba en medio de
un bosque extenso y tupido, sobre una montaña aislada y rodeada por
ríos de corrientes fuertes y saltos peligrosos de atravesar.
Los guardias robustos y desaliñados que custodiaban la caverna
se sentían cansados de cumplir su tarea porque hacía muchos años que
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permanecían en la entrada de la cueva soportando el frío, la lluvia y el
aburrimiento.
El mendigo se encontraba allí por no obedecer la regla del rey que
solo permitía hacer cuadros que representaran la vida de la corte real.
Para no ganarse el enojo del rey, aquellos que lo admiraban y
compraban sus cuadros, dejaron de frecuentarlo, y pronto el famoso
pintor cayó en la ruina. Encima, fue encarcelado porque no tenía
dinero para pagar el tributo real.
El rey envió a un pintor a la caverna para que hiciera un retrato
del mendigo. Quería exponerlo al pueblo para que todos conocieran el
rostro del que había sido castigado terriblemente porque se había
atrevido a desobedecerlo. Pero como el pintor reconoció en el mendigo
a su antiguo profesor, quiso ayudarlo a escapar.
El antiguo alumno le pidió a los guardias que lo llevaran fuera de
la caverna porque necesitaba un poco más de luz para pintar y le pidió
también un caballo para ponerlo de fondo. Como los guardias
confiaron en el pintor, se fueron tranquilos a vigilar la caverna.
Mientras, el mendigo y su antiguo alumno escaparon con el caballo
hacia una aldea conocida por el discípulo del ahora mendigo.
Cuando los guardias fueron a ver cómo estaba quedando la pintura
y notaron que se habían escapado, le avisaron al rey. Éste mandó a los
soldados que los buscaran por todo el reino. Como los dos pintores se
enteraron de que los estaban buscando, le pidieron a un amigo
conocido por el viejo alumno que los escondiera en su casa para que
los guardias no los encontraran.
Unas semanas más tarde, cuando el rey ya había perdido su
interés en la búsqueda, los pintores fueron una noche hacía el castillo
y en el muro pintaron lo que el rey hacía a escondidas.
A la mañana siguiente, los aldeanos vieron las pinturas y
derrocaron al rey. Además, eligieron como gobernantes a los dos
pintores, que habían denunciado al rey en su pintura.
EL TESORO INDIO DE GUALTACO
Juan Ignacio Cassagne
Alrededor del año 1580 mi tripulación y yo estábamos en el
puerto de Londres reclutando hombres para un ataque a la Isla
española de Gualtaco. A pedido de la Corona Inglesa, iríamos allí en
busca de riquezas.
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Recluté muchos marineros con experiencia, pero el mejor era
Tom Clot, sobrino del rey y mi hombre de confianza. Durante una
semana estuvimos preparando los tres galeones de la reina: Golden
Hind, La Judith y Beck How.
Estando en el puerto, llegó un chico de unos 14 años. Era alto,
flaco y de buen físico. Yo lo había conocido años atrás en la taberna
Almirante Bonbow. Su nombre era Jim Hawkins. Me contó que su padre
había muerto y que se había quedado a cargo de la taberna, pero él en
realidad deseaba conocer la vida en el mar. Me conmovió y durante la
noche decidí que Jim sería parte de la tripulación, como ayudante de cocina.
Al mes zarpamos al nuevo mundo en busca de riquezas.
Pasamos tres meses en alta mar. Jim y yo, a pesar de la diferencia de
edad, nos hicimos muy amigos. Le enseñé todo lo que sabía sobre el
mar y Tom lo ayudó a manejar y dominar las armas.
El viaje fue largo y hubo un arduo trabajo, ya que nos
enfrentamos en dos ocasiones contra los buques españoles. En una de
las batallas perdimos una de nuestras naves “El Beck How”.
Obtuvimos muchas riquezas españolas pero prefería no repartirlas por
el momento y esto generó enojo entre los marineros.
Al cabo de unos días en “La Judith”, unos veinte hombres
organizaron un motín y luego de algunas muertes, se apoderaron del
barco y abandonaron la expedición, llevándose las riquezas españolas.
De los noventa hombres que habían zarpado en Londres, solo treinta y
cinco continuaban con vida y bajo mis órdenes.
Luego de tanto viaje, llegamos al puerto español. Nada más
que cincuenta hombres cuidaban el pueblo. Los vencimos y saqueamos
los hogares de Gualtaco. Conseguimos cuatro mil piezas de oro,
mucha comida, pero lo más importante fue que, en la casa más grande
y vieja, hallamos un antiguo mapa de la isla. Era inquietante saber qué
ocultaban los cuatro puntos geográficos señalados con cruces.
Por mi ambición de riquezas, dejé mi trabajo para buscar el
tesoro. Luego de la caminata, llegamos a una imponente selva tropical.
Allí se veían muchas plantas con espinas gigantes. Algunas eran
venenosas o carnívoras.
A medida que avanzábamos, el camino se llenaba de
dificultades: algunas ratas, arañas y otros animales. Mientras
caminábamos, muchos hombres murieron, a causa de heridas de
algunas plantas o animales. Al final, la mayoría de nosotros
sobrevivimos a la horrible selva.
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El siguiente lugar por el que debimos pasar, fue una aldea
indígena. Supuse que sería fácil porque éramos buenos negociadores,
pero al llegar allí, todo cambió. Los hombres salvajes avanzaron sobre
nosotros con sus lanzas y flechas. Por suerte, nuestras armas de fuego
eran más poderosas y logramos vencerlos con pocas bajas.
Los pocos sobrevivientes, rendidos, nos contaron que eran
guardianes del tesoro. Uno de los indígenas nos indicó su ubicación y
nos dijo que a partir de ese momento, nosotros seríamos los guardianes
porque él había fallado. Después de esa confesión, el hombre se puso
a llorar y se atravesó con una lanza el corazón.
Camino a la roca, se nos cruzaron unos sobrevivientes
indígenas. Lograron darle a Jim un proyectil de cerbatana en el pecho
y lo envenenaron. Al rato, murió. Tom, enfurecido, mató a los
indígenas. Enterramos a Jim y seguimos camino a la piedra.
La piedra era inmensa y hueca. Pasamos horas buscando una
forma de pasar. Había un problema, la puerta solo podía quedar abierta
cinco minutos, luego se cerraba y las paredes se juntaban aplastando lo
que hubiera dentro. La puerta se abría a fuerza de palanca. Era
pequeña, pero pesada. Podían pasar dos personas juntas. La caverna
era grande y contenía un laberinto.
Fue difícil cruzarlo pero al encuentro del tesoro, el cansancio
se esfumó. La cámara donde se encontraba era grande e iluminada, con
una gran fuente seca repleta de joyas y objetos de plata.
Nos apresuramos a tomar el tesoro entre los cinco. Corrimos
hacia la puerta, que ya se estaba cerrando. Mi grumete y yo pasamos,
pero los otros tres quedaron encerrados y murieron.
El dolor duró poco porque afortunadamente el tesoro estaba en
mi poder. Debido al cansancio y a lo mucho que bebimos esa noche, nos
quedamos dormidos. Pero a la mañana, ya sin los efectos del alcohol, algo
tocó mi corazón y decidí dar parte del tesoro a las familias afectadas.
DOS ESTATUAS, UN MISTERIO
Juan Cirio
Nos encontrábamos en Méjico con nuestro compañero Tim
Barchet realizando una investigación sobre la cultura azteca. Durante
la visita a un museo de la capital, nos habían llamado la atención dos
pequeñas estatuas.
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El guía nos contó que, según la leyenda, las esculturas
representaban a un emperador azteca y a la hija de un cacique maya.
El soberano azteca había pedido muchas veces su mano, pero el padre
de la joven no permitía esa unión. Un día, un mensajero fue al palacio
y le dijo a la muchacha que fuese al valle de la Luna. Allí, podría
encontrarse con su gran amor.
La muchacha fue al valle pero los enamorados solo pudieron
estar juntos una hora, porque enseguida llegó el rey maya que, enojado
con su hija, se la llevó a su ciudad donde ella murió de tristeza.
Cuando salimos del museo, fuimos a un pequeño local
turístico y compramos un mapa de la ciudad. Alquilamos un auto y nos
dirigimos a la costa. Viajamos unas cuantas horas hasta llegar a una
playa donde divisamos un templo con una estatua en la cima. Bajamos
del auto y subimos por las escaleras. Al llegar al final de la escalinata
vimos que, en realidad, había dos. Nos quedamos mudos. Eran
inmensas y bellísimas. Por entre una de ellas salían ramas de árboles.
Lo que veíamos nos parecía increíble, ya que las estatuas eran
idénticas a las que habíamos visto en el museo.
Empezamos a sacar fotos y a medirlas. Descendimos cuando
cayó la noche. Yo encendí una fogata, mientras Tim levantaba las
carpas. Nos fuimos a dormir. Al amanecer despertamos por unos
ruidos extraños. Salimos y vimos a unos hombres cerca de la
pirámide. Nos acercamos, parecían descendientes de los aztecas. Uno
de ellos nos gritó que no nos alejáramos, pero nosotros no le prestamos
atención.
Subimos las escaleras y al llegar al final, vimos una puerta que
parecía estar abierta al pie de las estatuas. Cuando entramos, nos vimos
obligados a encender las linternas. Las paredes que bordeaban las
escaleras, estaban pintadas con dibujos borrosos por el paso del
tiempo. Llegamos a una sala, en medio había un gran árbol. Recién al
llegar el mediodía, entendimos por qué el árbol sobrevivía en ese lugar.
Por una abertura del techo, le llegaba justo a las doce, la luz que
necesitaba para vivir.
Al iluminarse la sala con los rayos del sol, pudimos ver
también a unos cinco metros del árbol dos sarcófagos de piedra. Nos
acercamos con cuidado. En las lápidas, unas inscripciones decían que
allí se hallaban los restos del emperador azteca y de la muchacha.
Sacamos unas cuantas fotos.
Cuando miré para atrás, Tim ya no estaba más. Miré hacia
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arriba y lo vi. Llevaba en sus manos un gigantesco rubí que había
sacado de la tumba de la joven. Le grité unas cuantas veces, pero no
respondió. Al rato, lo vi caer. Fui corriendo a buscarlo, pero era
demasiado tarde, ya estaba muerto.
Al pie de la pirámide se encontraban los hombres que había
visto al amanecer. Se acercaron y me dijeron que nos habían
advertido. Yo les pregunté qué era lo que había ocurrido y, en silencio,
me señalaron hacia arriba. En la punta de la pirámide, vi una silueta.
Era el fantasma del emperador azteca, que una vez más, evitaba que
alguien le hiciera daño a su amada.
EL VERANO QUE CAMBIÓ MI VIDA
Juan Bautista Harfuch
Después de doce horas de viaje, por fin llegamos a Mar del
Plata. Era nuestro primer verano en la playa. Dejamos el auto
estacionado cerca de la playa, en uno de los balnearios más famosos y
que estaba lleno de gente. ¡Estábamos muy ansiosos!
Era un día muy caluroso. Hacía casi 40° y nosotros llegamos
justo al mediodía, cuando toda la gente estaba debajo de alguna
sombra que encontraba por allí: sombrillas, carpas, o algún árbol
perdido.
Lo primero que hizo mamá fue ponerle bronceador a mi
hermanita Justina. ¡La dejó toda blanca! De ahí, directo al mar.
Saltábamos entre la gente, tratábamos de correr porque la arena hervía
pero… por fin llegamos al mar. ¡Qué sensación tan linda! Aunque nos
dio un poco de susto el movimiento y el ruido de las olas, no estábamos
acostumbrados.
Mientras, papá se quedó con Justina jugando en la arena junto
al bolso que había llevado lleno de juguetes: palas, rastrillos,
coladores, moldecitos y baldes.
Mi mamá se empezó a entusiasmar con las olas del mar y se
fue metiendo cada vez más hondo. Mi papá salió corriendo a ayudarla
porque la vio muy lejos y no sabía nadar bien.
Después de zambullirse, llegó hasta ella para salvarla, pero a
mi papá le costaba mucho llegar a la orilla. Entonces, salí corriendo
hasta la caseta del guardavidas, quién ya se había preparado para
salvarla. También llegaron los bañeros de balnearios cercanos porque
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el mar estaba cada vez más movido y el viento soplaba más y más
fuerte. Mis padres, cada vez estaban más lejos y el mar se los llevaba
más y más. Era muy difícil salvarlos.
La gente en la playa comenzó a impacientarse entonces
decidieron hacer una cadena humana unidos con sogas y salvavidas.
Finalmente llegaron hasta ellos, pero mi mamá estaba
desmayada. Los médicos del balneario le hicieron respiración boca a
boca y cuando se despertó, todo el mundo empezó a aplaudir. Justi no
paraba de llorar.
Cuando mi mamá reaccionó, no podía dejar de agradecer a
cada uno de los bañeros que había participado en su rescate.
Mi mamá festeja todo comiendo, entonces decidió hacer un
asado para todos los bañeros y les informó que quería hacer el curso
para ser guardavidas.
Después de hacer lo primero, que era una buena dieta… logró
con mucho sacrificio ser la primer guardavidas mujer de la playa. Allí
comenzó su trabajo, como ayudante. Así continuaron mis vacaciones.
Un día me encontré con mi amigo Guido en la playa y como
estaba muy nublado, fuimos a caminar por la playa. Se nos ocurrió
juntar caracoles en unas rocas. Subimos sin darnos cuenta de que
estaban llenas de verdín hasta que mi amigo se patinó y cayó al agua.
Corriendo fui a buscar a mi mamá. Sin perder un minuto, se
tiró al agua y lo rescató. ¡Yo no podía creerlo! ¡Era su primer rescate y
era mi amigo! Por suerte solo se fisuró un dedo al caerse contra una de
las rocas.
Muchas cosas raras y diferentes pasaron ese verano en el mar.
Entonces una noche mi papá nos reunió y nos consultó si queríamos
que nos quedáramos a vivir allí. Todos dijimos que sí, sin pensarlo
demasiado, y a partir de ese día nuestras vacaciones significaron un
gran cambio en nuestra vida: vivir junto al mar.
EL ÁNGEL DESOLADO
Felipe Guillermo Hoerth Alconada
Un ángel llamado Juan fue enviado por Dios a la Tierra para
cumplir una misión muy importante. Tenía que combatir la maldad y
la codicia que abundaban en ese lugar en el que la gente se lastimaba
y maltrataba.
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Juan quería ayudar a todas esas personas que vivían con tanta
maldad dentro de sus almas. Él se enfrentaba con la gente codiciosa,
violenta y egoísta, pero una pena lo aquejaba. Se sentía solo, desolado
y aislado. No podía compartir con un compañero sus tristezas y sus
preocupaciones. Tan mal se sentía que no quería continuar su misión.
Entonces, le suplicó a Dios que le permitiera regresar al cielo
pero él le pidió que no se diera por vencido, le dijo que debía terminar
su tarea. El ángel le dijo que ya no sabía cómo combatir tanto mal y
lloró y lloró.
Las lágrimas cayeron al suelo y ante los ojos asombrados del
ángel, fueron cobrando forma de un ser humano, pero en la espalda le
fueron creciendo alas.
El ángel comprendió que Dios le había enviado un amigo para
poder compartir sus tristezas y sus preocupaciones.
LA COSTA MAGALLANES
Juan Juri
John me había escrito una breve carta sobre un mapa y un
tesoro. Nos teníamos que encontrar en una taberna de poca fama para
hablar tranquilos. Allí me contó sobre una costa americana, donde se
encontraba un tesoro. No me sentí del todo convencido. Necesitaba
saber más sobre ese mapa. Entonces, me señaló una costa de un mapa
de Magallanes y otra de otro mapa en el que había una cruz roja y un
camino punteado. Me dijo que ese era el lugar.
Me conformé, ya que él me había enseñado todo lo que sabía
sobre la vida pirata. Para realizar nuestra excursión, necesitábamos una
tripulación y no cualquiera.
Cuando pedí ron, vino un muchacho a servirlo a la mesa.
Entonces John comenzó a charlar y a contarle sobre el mapa. El joven
estaba muy interesado en la historia. Como necesitábamos gente, me
pareció que John lo invitaría. Y así fue. Después de una larga charla,
se dirigió a mí y me dijo que el desconocido era Jim Hawkins y que a
partir de ese momento era parte de nuestra expedición.
Luego le mencioné a Luke Morris, que podía ser un gran
contramaestre. Le escribimos y aceptó con rapidez. Ya éramos cuatro.
El resto de la tripulación se fue formando de hombres que me habían
acompañado en viajes que había hecho junto a Luke.
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El 20 de septiembre partimos. John o Mr. Martin como le
decían los tripulantes, era el timonel y exigía todo el tiempo orden. Jim
charlaba mucho conmigo y me contaba historias sobre la isla del
tesoro. Luke daba órdenes.
Todo marchaba viento en popa, como se suele decir, pero a una
semana de llegar a tierra, se desató una gran tormenta. Por poco
perdemos a varios de nuestros hombres, pero gracias a John, todos
resultamos ilesos, ya que nuestro capitán dio las órdenes justas para
salvarnos.
Una semana después llegamos a la isla. Era un lugar lleno de
plantas y pantanos. Uno de ellos, el más grande, estaba apestado de
cocodrilos y había que cruzarlo. En él, había pocas rocas para pisar y
pasar.
Primero mataron a los que estaban fuera del agua, los otros
estaban sumergidos. La muerte, el temor de muchos, nos acechaba. Mi
miedo no era morir, ya que sentía que había vivido mucho. Mi miedo
era la muerte de Jim. Me imaginaba a su madre, muy triste por la
reciente muerte de su marido, enterándose de que su hijo también
había partido a una mejor vida. Me aferré a la mano de Hawkins.
Cerré los ojos por unos segundos preocupado por el joven. El
muchacho no estaba. Empecé a llorar, hasta que John me señaló a un
niño. Jim se encontraba muy tranquilo del otro lado. Recién ahí, me
calmé.
Cuando pasé, un cocodrilo saltó y me golpeó fuertemente el
muslo. Según me contaron, Ronald, uno de los tripulantes más
confiables, me atrapó y me cruzó al otro lado del pantano. Llegué a ver
que me hacían una camilla con distintas ropas. Estuve varias horas
inconsciente. Cuando desperté, estaban todos alterados.
Jim me contó que faltaba comida porque mucha había caído al
mar durante la tormenta. Buscamos alimento en la vegetación de la
isla, pero sólo encontramos algunas bananas verdes.
Ya de noche, comprendí mi preocupación a lo largo de éste
viaje. Supe que se debía a mi responsabilidad sobre el niño. Yo me
sentía como su padre del mar.
Teníamos que cruzar por un oscuro bosque. Íbamos tranquilos
hasta que de pronto, John cayó. No sabíamos qué le pasaba. Lo
agarraron entre dos hombres y al mirar al suelo comprendimos que
estaba lleno de extrañas serpientes. John había sido herido por una de
ellas. Charles, el único de la tripulación con conocimientos de
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picaduras de serpientes, lo revisó. Inclinó la cabeza y nos dijo que
estaba muerto.
El mundo se vino abajo para mí, perdí la razón. Por un
instante, todos los momentos vividos junto a mi amigo, pasaron por mi
cabeza. Tardé un tiempo en volver en mí.
Pasadas unas horas, encontramos un enorme árbol. Miramos el
mapa y vimos que al lado de éste estaba el tesoro. Cavamos con
decisión por una hora hasta que Jim tocó algo duro con su pala. Entre
todos logramos sacarlo. Lo abrimos y vimos que rebalsaban las
monedas de oro. Jim nunca había visto tanto dinero junto.
Tendríamos que llevar el tesoro a la Judith por el mismo
camino. Era mucho dinero, dejarlo sería un pecado. Sin embargo, era
muy pesado y podríamos morir. Yo decidí llevarlo igual y mis
compañeros aceptaron acompañarme. El paso por el bosque fue lento,
temíamos morir. Tres tripulantes murieron, pero el cofre llegó al lago
lleno de cocodrilos. Al cruzarlo, el tesoro cayó. Me tiré al agua y mis
compañeros me siguieron. Algunos de ellos resultaron heridos con
mordeduras de los animales. Jim Morris se sumergió, me venía a
ayudar. Salir de allí sería difícil, porque matar a los cocodrilos debajo
del agua, parecía imposible. Me arrepentí de haber fumado tantos años.
Maté a dos cocodrilos, pero mis fuerzas se estaban acabando. Salí a la
superficie y subimos el tesoro.
De repente, Luke bajó brusca e involuntariamente hacía el
fondo. Me sumergí. Un cocodrilo le había mordido el pie. Tiré un
sablazo, dos, tres, hacía el fondo. Pero el cocodrilo seguía aferrado a
mi amigo, desgarrándole la pierna. Ya estaba muerto.
Salí rápidamente del agua y regresamos unos pocos a la Judith pero
con el tesoro. Hicimos unos minutos de silencio por los muertos y
emprendimos el viaje. Al llegar a un puerto, nos reunimos para decidir
qué íbamos a hacer con las ganancias. Jim las usaría para la taberna, la
refaccionaría y repararía los daños. La mayoría ahorraría. Mientras que
yo, como pirata fiel a mi país, entregaría la mitad a la corona y el resto
lo ahorraría
UN SUSTO QUE NOS ENSEÑÓ UNA LECCIÓN
Felipe Lalanne
Después de una terrible odisea con Andrea, mi mujer, y los
mellizos, Francisca y Pablo, llegamos a Mar del Plata. Acomodamos
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muy rápido nuestras cosas en el hotel y partimos para “Playa Grande”,
la playa más cercana. Era la primera vez que veraneábamos allí y que
veíamos el mar.
Al llegar al balneario, miré hacía el horizonte y quedé
cautivado por el hermoso color del mar y su inmenso tamaño. Para mi
mujer fue una sensación única, todas sus preocupaciones se fueron en
un segundo. Para mis hijos fue una excitación enorme. Les divertía
mucho ver que había espacio para correr, jugar a la pelota y divertirse
como nunca antes.
Fuimos al mar y nos quedamos varias horas. Francisca quería
nadar sola, sin supervisión pero yo la cuidaba y no la desprendía de mi
mano. Al fin y al cabo, tenía solo ocho años y no quería que le pase
nada por un capricho de ella, así que la sacamos del agua y le dijimos
que volveríamos más tarde, cuando termináramos de almorzar.
Dejamos a los mellizos en la sombrilla y fuimos a buscar la comida.
Francisca aprovechó que estaba sola y aburrida para escaparse
al mar. Pablo le advirtió que podía ser peligroso, pero como ella es
muy terca, no prestó atención. Cada vez el mar la arrastró más lejos y
Pablo la perdió de vista. La corriente la fue llevando contra la
escollera y ella, asustada, estaba arrepentida de su mala idea.
Cuando regresamos a la sombrilla, Pablo nos contó lo que
había sucedido. Fuimos rápido a buscar ayuda, pero no encontramos a
nadie.
Mientras, Francisca pedía desesperada que alguien la ayudara.
Milagrosamente vio a lo lejos una silueta de un bote que iba en esa
dirección. No alcanzó reconocer quién era porque se estaba ahogando.
Era un pescador. La llevó a la orilla y pidió atención médica.
Al fin, con Andrea encontramos a Francisca. En ese momento
la estaban atendiendo, haciéndole respiración boca a boca. Nos
asustamos mucho, pero luego de un instante nuestra hija reaccionó y
ya estaba bien.
Le agradecimos mucho al pescador que era el gran
responsable de que Francisca estuviera bien y luego pasamos unas
muy divertidas vacaciones porque nuestra hija entendió su lección y
tomamos todo esto como una enseñanza.
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LA CAPTURA DEL MAGO
Nicolás Martin Valerga
El mago Jet- Li- Chan fue capturado después de dos años de
persecución, ya que pertenecía a un grupo de magos que se oponían al
emperador porque los consideraba asesinos, ladrones y criminales.
Años atrás, Oschimaru, el padre del emperador actual, había
iniciado una guerra con los magos porque ellos no querían ayudar en
la invasión y la conquista de un pueblo vecino, ya que su poder se
podía usar para defenderse o para buscar el bien.
Los lugareños y ciudadanos temían a los magos y
desconfiaban de ellos, al igual que el emperador. Por eso, los magos
evitaban estar al descubierto o en las aldeas.
La realidad es que ellos, en su mayoría, eran buenas personas
y nunca agredían a nadie, salvo a quienes los agrediesen a ellos. Por
eso decidieron hacer una rebelión contra el emperador. Estaban
cansados de su actitud y su maltrato, querían derrocarlo. Pero en el
intento de secuestrarlo, los guardianes del emperador lograron capturar
a Jet-Li-Chan y lo enviaron a la torre más alta de la ciudad. Era oscura
e impenetrable. Los guardias que la custodiaban, no usaban armas, ya
que su fuerza era digna de titanes.
Él quedó preso con un mendigo a quien le habían sacado los
ojos. Se sentía solo y no sabía qué hacer. Estaba esperando su muerte.
Unos días después, un guardia le anunció que el emperador le
iba a enviar un pintor para que lo retratase y para que en las calles
apareciese su rostro, en un cartel que lo acusase de traidor a la patria.
El domingo entrante lo iban a ahorcar en la plaza.
Jet-Lin-Chan no estaba angustiado por la noticia, sabía que
tarde o temprano eso iba a pasar. Al amanecer llegó el pintor llamado
Izuke. Sacó sus pinceles, sus óleos y su paño para pintar. Luego de
acomodarse, el pintor le preguntó a Jet-Lin quién era y qué había
hecho para que lo capturaran.
Le contó que su cargo era de alta traición porque era mago y
se oponía al emperador. El pintor observaba atento la mirada de
desolación y desesperación de Jet-Li. Lo miraba en silencio con
tristeza y emoción. Conmovido, se ofreció a ayudarlo.
Pintó un pasadizo secreto en el muro y por él, escaparon los dos.
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LA SOLEDAD POR AMBICIÓN
Raúl Esteban Méndez
Un hombre de negocios se había ido a dormir pensando que
cuando despertara, sería el mejor día de su vida. El presidente de la
empresa se había jubilado y él había sido elegido para reemplazarlo.
A la mañana siguiente despertó tan emocionado que no notó la
ausencia de su familia. Recién al salir, notó que no había nadie en la
calle. Esto le preocupó pero siguió caminando, sin darle demasiada
importancia.
Al llegar a la empresa, observó que no había nadie. Fue en ese
momento en el que la emoción y el entusiasmo decayeron. Estaba tan
deprimido que decidió regresar a su hogar y contarle a su mujer lo
sucedido. Pero allí tampoco había nadie, entonces supuso que habían
salido a hacer compras.
Se asomó a la ventana y descubrió que ningún auto circulaba por
las calles y nadie, absolutamente nadie, caminaba por las veredas. Huyó
de su casa y corrió cuadras y cuadras en busca de un ser humano pero la
ciudad estaba vacía. No se escuchaba nada más que una leve brisa.
Se sentó en el banco de una plaza y empezó a llorar. Cada
minuto parecía una hora. De pronto, sintió una presencia. Dejó de
llorar y volteó la cabeza, pero no vio a nadie. Sin embargo, continuaba
sintiendo aquella extraña presencia.
Con este último sobresalto se dio cuenta de que sus lágrimas
no servían de nada. No dejaba de sentir que alguien lo estaba
observando.
Recorrió varios lugares hasta que llegó a un puente antiguo.
Allí se apoyó en la baranda y empezó a observar en silencio.
De pronto, escuchó ruidos de personas, de tránsito… Miró
hacia un costado y notó que la ciudad había vuelto a la normalidad:
gente caminaba por las veredas y miles de autos circulaban por las
calles.
Estuvo contento apenas cinco minutos. Después se dio cuenta
de que nadie notaba su presencia. Trató de tocar a alguien, pero lo
traspasó. Fue a su casa y vio a dos oficiales, a su mujer y a su hija.
Estas dos últimas estaban llorando mientras el oficial les decía que su
esposo había desaparecido. Entonces vio a un león que traspasaba la
puerta y lo miraba. Notó que nadie veía al animal. Este le hizo una seña
para que lo siguiera hasta el lugar donde solía trabajar.
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Allí vio que la empresa a la que le había dedicado toda su vida,
lo traicionaba. Le habían dado la presidencia al hijo del jefe.
Eso bastó para darse cuenta de que su familia, a la que él no le
había dado importancia, lo extrañaba y su empresa, en donde había
invertido tanto tiempo durante los últimos diez años, lo reemplazaba
en un instante. Recién entonces entendió por qué le había sucedido
todo esto.
En un abrir y cerrar de ojos todo volvió a ser como antes.
Apenas despertó, le avisó a su mujer y a su hija que irían de
vacaciones. Mientras las abrazaba, vio al león que con su cara hacía un
signo de aprobación.
LA GRAN HISTORIA
Tomás Noel
He vivido una historia maravillosa. Tengo que agradecer que
estoy vivo y puedo compartir mi anécdota con ustedes:
Un hombre llamado Felisberto Hernández, nacido en 1952,
escribió un libro maravilloso llamado “La maestranza del futuro”
trataba sobre lo que iba a suceder en el futuro, como por ejemplo la
muerte de su madre por un infarto en medio de un funeral. Tres años
después, desgraciadamente, su premonición sucedió.
Ese mismo día comenzaron a caer cuatro hombres del cielo
totalmente iguales a Felisberto. Él no entendía por qué se asemejaban
a él. Se sentía aburrido y no sabía qué hacer para terminar con esa
situación. Cuando le contaba su historia a alguien, la incomprensión de
los demás aumentaba su soledad.
Pasaron cuatro años y sus visiones de ver caer gemelos del cielo
continuaron. Él se preguntó “¿Soy el único al que le sucede esto?”
Un día apareció en su casa su mejor amigo llamado Gustavo,
quien escuchó su historia con atención y asombro. Le dijo que a él le
sucedía lo mismo. Decidieron buscar juntos una solución a esto y en
una predicción del libro de Felisberto encontraron la solución: debían
destruir la máquina de clones en el laboratorio de la Ciudad de Buenos
Aires.
En una noche de lluvia, entraron camuflados con ropa
transparente por una puerta que accidentalmente había quedado
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abierta. Después de un tiempo encontraron la máquina y la destruyeron
con una molotov pero cuando la máquina explotó, también murieron
los dos. De pronto dejaron de caer gotas del cielo y la lluvia de
hombres iguales a Felisberto y a Gustavo se reanudó.
Una luz brillante me hizo despertar del sueño. Ese hombre
increíble era yo. Llamé a mi amigo y anonadado me enteré de que
había muerto en una explosión.
CAMINO A LA INDIFERENCIA
Guido Repetto
En Newcastle, un pequeño pueblo de Inglaterra, vivía Martin
Moll, dueño de una pequeña fábrica. Su sueño era convertir su empresa
en la número uno y así llegar a ser el hombre más poderoso de su país.
Como la fábrica estaba rindiendo perfectamente bien, había
muchos empresarios interesados en asociarse; entre ellos, el más
poderoso era Romozzi, un millonario italiano. Martin aceptó su
propuesta y, a cambio, recibió una gran suma de dinero. Con esa
enorme fortuna, junto a Frank, su mejor obrero, decidió instalar
sucursales en todo el país y trasladar a Londres, la sede.
Un mes después, ya estaban todas las sucursales instaladas y
los trabajadores de Newcastle se mudaron a la ciudad. El trabajo allí
exigía mucho, pero las ganancias eran ampliamente mayores por lo
que Martin trabajaba más horas y por lo tanto, explotaba a sus
empleados que estaban agobiados. Los obligaba a trabajar varias horas
más que de costumbre con la misma paga y sin descanso.
Como previamente Martin había sido un buen hombre, todos
los trabajadores esperaban un aumento, así que empezaron a rendir el
doble de lo exigido por su jefe. Pero él no notaba el cansancio, las
necesidades ni los pedidos de sus empleados. Solo tenía en mente, la
idea de ser el hombre más poderoso, con la fábrica número uno.
Pasados unos meses, todo seguía igual y los trabajadores, ya
acostumbrados al trabajo parecían robots hechos solo para trabajar.
Estaban vestidos iguales, con un casco blanco y un jardinero de gabardina
gris. Al salir, usaban un sombrero, sobretodo y pantalones de color negro.
Como todos los días eran iguales, dejaron de notar su entorno, solo
pensaban en trabajar mientras que Martin pensaba en el dinero.
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Frank era el obrero más agobiado porque recibía más órdenes
que los demás. Por eso, empezó lentamente a darse cuenta de lo que
estaba sucediendo. Así ayudó a todos a tomar conciencia de la realidad
y programó una huelga de unos días.
Luego de dos días de paro, Martin empezó a arrepentirse de
sus actos y se dio cuenta de que la pérdida de los días de trabajo era el
doloroso castigo de su cerrada mente. Gracias a Frank se arregló la
paga mensual y disminuyeron las horas de trabajo. Así fue como los
trabajadores regresaron felices a la fábrica.
UN PROBLEMA DE CÉLULAS
Pedro Rivera
Tiempo atrás, en Canadá, había un pueblo rodeado de
montañas que fue castigado durante varios años por una sequía. Al ver
esto los habitantes del lugar fueron emigrando para diferentes zonas.
Uno de sus habitantes, Mark Brown era un muchacho de
alrededor de treinta años, y era investigador y tenía su propio
laboratorio.
Un día salió a caminar por el pueblo desierto cuando de pronto
vio un charco de agua y pensó que era un espejismo. Se acercó y
verdaderamente era agua. La inspeccionó, y vio que entre el agua había
unas semillas. Pensó que sería mejor revisarlas en su laboratorio.
Las observó en el microscopio y vio algo tan inesperado y
totalmente extraño que no tenía palabras para describir lo que estaba
viendo: las semillas estaban formadas por células vegetales y animales.
Llamó a Peter, su compañero de trabajo, para que fuera a ver eso. A los
pocos minutos estaba ahí. Quedó perplejo al ver el microscopio.
Ambos decidieron guardar el secreto y seguir al día siguiente porque
estaban cansados y tenían sueño.
A la mañana siguiente, Peter, ya estaba ahí observándolas y le
contó a su compañero que no había podido dormir en toda la noche.
Los dos siguieron trabajando para descubrir algo más de esas
maravillosas semillas. John decidió plantar una de las seis semillas ahí
y esperar su resultado para ver si después podrían plantarlas en la
montaña, donde, el padre de John estaba enterrado.
Después de tanta investigación se dieron cuenta de que no
tenían otro secreto por revelar, y esperaron a que creciera la semilla
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plantada. Pero durante una semana no pasó nada, y los jóvenes
científicos se sentían desilusionados.
Días después empezó a crecer algo muy raro. Era una planta
pero no salían de su asombro, ya que de sus hojas salía un búho. Los
dos casi se desmayan al ver esto, sus emociones eran mezcladas.
Tenían ganas de llorar de la emoción pero también estaban muy
asombrados. John cuando era chico había escuchado a su padre que la
única misión que tenía antes de morir era encontrar esas plantas. Él le
contó su historia a Peter y entonces, los dos jóvenes salieron corriendo
para la montaña a plantarlas donde él estaba enterrado.
UN DÍA MUY ESPECIAL
Tobías Rodríguez Guerrieri
Érase una vez, una princesa llamada Chong, que desde su
nacimiento tenía un don. Su voz era tan pero tan bella que cada vez que
le hablaba a alguien lo hipnotizaba inmediatamente, lo que hacía que
la gente la obedeciera.
Al emperador, el padre de la princesa, se le ocurrió utilizarla
para que sus súbditos acataran y cumplieran todas sus órdenes, pero su
hija no pensaba igual. Ella quería usar su don para causas buenas y
justas. No le gustaba nada la idea de su padre, ya que era un hombre
obsesivo con el dinero y era malvado con la gente del pueblo. Él quería
hipnotizar a todos los aldeanos para que le den todo su dinero.
Como su hija se oponía a sus planes, ordenó que la encerraran
en una torre muy antigua en la que antes encerraban a los prisioneros
más malvados. Ella permanecería allí hasta que cambiase de opinión.
La torre estaba ubicada en el medio de un inmenso campo en
una zona deshabitada. Allí no le iba a hablar nadie, ya que los veinte
guardias que la custodiaban eran sordos y por lo tanto no la
escuchaban. Así ellos no podían se hipnotizados con su bella voz.
Ella pasaba sus horas mirando un hermoso paisaje a través de
una pequeña ventana que había en la torre e intentaba buscar formas de
escapar. También leía libros muy largos de una biblioteca que había en
una pared del calabozo. En ese lugar había, frente a su cama, un
agujero muy pequeño y muy extraño al que la princesa siempre miraba
con curiosidad.
Un día un albañil, que conocía muy bien la estructura de la
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torre fue a hacer unos arreglos. La princesa le gritó para que la
escuchase y la obedeciera. El hombre enseguida dejó su trabajo y
quedó como si estuviera congelado. Ella le ordenó que le mostrara una
salida y que luego continuara con su trabajo sin decirle a nadie lo
sucedido. El hombre fue directo al hueco misterioso que había enfrente
de la cama, metió los dedos dentro de él y abrió una puerta que llevaba
a un túnel secreto.
La princesa se metió dentro, apenas entraba. Pero antes puso
unos libros y la almohada y algunas cosas más debajo de las sábanas
para que los guardias pensaran que estaba durmiendo. Le dijo al
albañil que luego cerrara la puerta, así no la descubrían. Con esfuerzo
fue por el túnel y logró escapar.
Caminó y caminó hasta un camino por el que pasó una carreta
y le ordenó al hombre que manejaba que la lleve al palacio del
emperador. El hombre sin decir ni una palabra la llevó y con su don,
también logró entrar al palacio.
Los guardias la empezaron a perseguir y ella empezó a correr.
Abrió una enorme puerta y gritó: - ¡Quietos todos!- Su padre y los
guardias quedaron paralizados donde estaban.
La princesa dijo enfrente de todos los presentes lo que su
padre quería hacer con sus súbditos. Entonces ordenó que lo
encerraran en la misma celda donde ella había estado, hasta que su
padre se transformara en una persona amable. La princesa se
transformó en reina y usó su don para causas buenas.
LA CIUDAD GRIS
Nicolás Rubbo Porcel
En la ciudad de Mandra habitaban más de cien personas con la
misma apariencia física, utilizaban la misma vestimenta y vivían en
casas idénticas. Era una ciudad monótona y hasta sus habitantes se
encontraban invadidos por esa monotonía porque no tenían sueños ni
aspiraciones.
Estos hombres compartían además otra característica peculiar:
el egoísmo y la indiferencia. La mayor parte del tiempo se trataban
mal, se gritaban e insultaban. Cada uno pensaba en sí mismo y en
satisfacer sus propias necesidades.
Cierto día, llegó a Mandra un hombre desconocido y se instaló
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allí. Este hombre era diferente a los demás. Parecía estar siempre feliz,
sonreía y era amable con los otros. Julián, el nuevo habitante, se sentía
un poco incómodo al ver tanta monotonía. Tampoco le gustaba que
todos fueran tan egoístas e indiferentes pero con el tiempo se fue
acostumbrando.
Lástima que a la mayoría de los habitantes de Mandra no les
gustó ese hombre nuevo. Solo unos pocos lo aceptaban. A ese pequeño
grupo le agradó el cambio y no se oponía a que él siguiera viviendo allí.
Una noche, los hombres que se oponían a que Julián habitara
en Mandra, se pararon en silencio delante de su casa. Durante dos
horas le gritaron que se fuera. Al ver tanto odio y resistencia, Julián
decidió abandonar la ciudad al día siguiente.
Preparó su equipaje y se marchó. Antes de que abandonara la
ciudad, los pocos habitantes que lo apreciaban, se acercaron para
despedirse. Entonces, él abrió sus valijas y sopló hacia ellos.
Los habitantes de Mandra sintieron que algo nuevo había
llegado hacia ellos en ese soplo y así era, Julián, les había dado un
regalo de despedida: los sueños y aspiraciones que ellos no tenían.
UN VIEJO RECUERDO
Bautista Saravia
A principios del siglo XXI, un joven científico llamado Félix
trabajaba en su laboratorio cuando lo llamaron del hospital para comunicarle
que su mujer había muerto. En ese momento su corazón se partió.
Como estaba en Jujuy en un pueblo chiquito y solitario,
decidió quedarse ahí un tiempo más para estar tranquilo. Una noche
despertó agitado por un sueño en el que su esposa corría junto a él, por
un desierto. De repente, ella se alejaba y se perdía en el horizonte.
Para calmarse, decidió tomar un vaso de leche e intentó volver
a dormir pero esa noche, no pudo pegar un ojo. Félix estaba tan
inquieto que, al amanecer, salió a recorrer las cercanías del pueblo. El
lugar era muy solitario y parecía un desierto. Hacía calor.
De pronto, le pareció ver a una persona corriendo por ahí.
Cuando se acercó, vio que era su mujer como en el sueño. Empezó a
correr, pero tropezó y cuando se levantó, ya no había nadie allí. Al
entrar en razón, se dio cuenta de que lo que había visto podía haber
sido una alucinación causada por el sol y por el mareo que tenía.
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Poco después, tuvo que regresar por unos meses a Buenos
Aires. Una vez ahí, estuvo muy ocupado pero cada noche continuó
soñando lo mismo.
Cuando su trabajo le dio un poco de paz, aprovechó para estar
con su familia. Estaba agotado y por eso tomó la decisión de renunciar
a su trabajo y regresar a Jujuy.
Aunque estaba muy asustado por ese sueño, al llegar allí, fue
al desierto. Luego de caminar varios kilómetros, vio otra vez a esa
mujer sentada en una mesa. Corrió con toda su fuerza pero de repente
todo se silenció y hubo paz. Reconoció a su mujer y se sentó a su lado.
Estuvieron juntos la tarde entera hablando de todo. Cuando se hicieron
las nueve de la noche, Andrea, su esposa, le dijo que se tenía que ir.
Él no entendía por qué ella le decía eso, pero respetando su
deseo, se fue jurando que iba a volver.
Félix estaba feliz. Esa noche no tuvo ningún sueño. Se levantó
muy temprano, desayunó, se cambió y partió hacia el desierto.
Luego de caminar por unas largas horas, vio la misma mesa y
volvió a correr, pero cuando llegó, ella no estaba allí. Lo único que
había era la mesa vacía y una nota que decía que nunca más podría
volver, que no lo esperase porque ella sólo podía manifestarse una vez
en toda la eternidad y ya lo había hecho.
El hombre estaba destruido. Sabía que la podía ver en sus
sueños pero eso no lo conformaba. Entonces, tomó la decisión de
esperarla. No le importaba lo que le pudiera pasar. Se quedaría allí
esperando, en medio del desierto, costara lo que costara, hasta que
Dios entendiera su situación y le permitiera ver a su mujer una vez
más.
De tanto esperar, perdió conocimiento del tiempo. Cuando se
sentía rendido y no le quedaban fuerzas para esperar un minuto más,
ella apareció y le dio algo de beber y comer. Le tendió la mano y lo
ayudó a ponerse de pie hasta llegar a la mesa. Le dio un beso y le dijo
que si la quería de verdad, siguiera su vida.
Cuando despertó, se encontró sentado a la mesa y lo primero
que vio fue, a su lado, una muchacha que le hablaba con cariño y le
daba de beber…
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CAMBIO DE CORAZÓN
Brandon Sturgeon
A principios del siglo XX, existía en el interior del país, un
pueblo al que recién habían llegado las vías del tren. Todos podían
transportarse a cualquier lugar, exportar sus productos y así ganar
mucho dinero.
Martín, el dueño de la compañía de trenes se había hecho rico
con el negocio de alquilar vagones a precios muy altos. Todos
empezaron a odiarlo por la subida de precios, así que gran parte del
pueblo decidió tramar una venganza contra él.
El plan consistía en romper el tren durante la noche y robar
todo el dinero de la boletería. Al otro día del robo, Martín enloqueció
por completo y pensó en suicidarse pero su hijo de quince años lo
salvó. Lo vio con un arma apuntando su cabeza y le suplicó que no lo
hiciera porque si no, él se moriría después de tristeza. Le dijo también
que podía seguir viviendo aunque no tuviera más el negocio del tren
porque había otras posibilidades.
Martín reflexionó y se dio cuenta de que había construido su
vida estafando a la gente y se arrepintió. Pensó que la única manera de
cambiar la imagen que tenía su hijo, era empezar a ayudar a la gente.
Desde ese entonces, cambió. Ya no tuvo tanta plata pero tuvo más
corazón.
LA TRAMPA DEL VIRREY
Francisco Cayetano Urso
Siglos atrás gobernaba Inglaterra el rey Charles III. Él era un
hombre muy sabio, generoso y muy querido por su pueblo. Junto a él
estaba siempre Jack, un chico de trece años, muy pobre pero con un
grandioso poder para adivinar el futuro. Hacía unos años ya que el rey
se había enterado de este poder y lo había mandado a buscar para
llevarlo a vivir con él, para que así lo ayudase a gobernar.
En el palacio, también vivía el virrey James que era un hombre
malvado y ambicioso, y lo único que deseaba era el poder. Había
tramado un plan, para derrocar a su majestad y quedarse con el trono.
Su único obstáculo era Jack, debía evitar que el niño descubriese su
plan y se lo contara al rey.
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Por esa razón, una noche mandó a sus guardias a atraparlo y
encerrarlo en la torre más lejana del palacio, donde se le haría imposible
escapar. Allí había trescientos guardias vigilando la torre y como tenían
unos cascos de metal en cabeza, Jack no podría adivinar su futuro.
Jack dormía tranquilamente en el palacio, con su fiel
compañero Broca, un búho que había crecido junto con él y del cual
era inseparable. De pronto fue despertado por las pisadas de los
guardias. Ellos lo agarraron, le taparon los ojos y la boca y se lo
llevaron a la torre. Broca los siguió sin que nadie le prestara atención.
La celda donde lo dejaron era oscura, tenebrosa y llena de
insectos y ratas. Dentro había otros tres prisioneros. Con el paso de los
días, se hicieron amigos y le pidieron a Jack que les adivinara su futuro
y el de sus conocidos.
Después de pasar unas semanas allí, se le ocurrió que había
una persona que podía ayudarlo: el mago Tadeo, su gran amigo.
Entonces mandó a Brock con una nota en la pata pidiéndole ayuda. Al
recibirla y leerla, el mago le pidió al búho que lo llevara hasta allí. El
viaje hasta la torre duró unos días. Fue arduo y peligroso.
Cuando llegó, miró a los guardias. Eran fuertes y grandes. Le
llamaron la atención sus cascos. Como parecía imposible entrar, le
pidió a Broca que cantara hasta dormirlos. Él lo hizo y ellos se
durmieron. Gracias a eso, entraron y subieron las escaleras. Al llegar a
la celda de Jack, Tadeo rompió la puerta y lo liberó. Empezaron a bajar
las escaleras, pero no lo lograron. Cuando estaban a punto de llegar, los
guardias despertaron. Tadeo usó sus poderes para encerrarlos y llegar
a salvo a la puerta. Lograron salir y descansaron un momento para
juntar fuerzas y comenzar el regreso al palacio para contarle todo al
rey.
Al enterarse de lo sucedido, decepcionado y muy enojado,
mandó a capturar a James y lo hizo encerrar en una celda del sótano.
Luego de unos días, aún muy apenado y furioso por la traición de
James hizo un trato con su enemigo. Si él lograba convencerlo de que
abandonara Inglaterra, le perdonaría la vida.
James indignado por el descubrimiento de su traición no tuvo
más remedio que irse, pero juró volver.
Su majestad, en agradecimiento, ofreció a Tadeo vivir en el
palacio. El mago emocionado y conmovido por tanta bondad en un
principio dudó, pero luego el rey logró convencerlo y fue corriendo a
avisarle a toda su familia.
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Días más tarde, todos juntos fueron a instalarse al palacio y
por un largo tiempo no volvieron a ver a James por ahí.
TRAICIÓN PIRATA
Federico Jorge Vidal Raffo
Mi madre y yo habíamos heredado la taberna “Almirante
Barrow” cuando murió mi padre. El lugar se llenaba de gente a la hora
del almuerzo, porque mi madre era una excelente cocinera.
Un día llegó un hombre, alto, joven, con algo de barba y un
sombrero negro. Al entrar al establecimiento, se acercó a la barra y
pidió una jarra de cerveza. El extraño se sentó a beber y luego de
observarme un tiempo, me pidió que me sentara con él. Cuando me
aproximé, me pareció familiar, pero no tuve tiempo de reconocerlo
porque en ese momento mi madre entró al salón gritando su nombre.
Enseguida se acercó al desconocido y le dio un fuerte abrazo.
Entonces, lo reconocí. Era Francis Drake, un viejo amigo de
mi padre, que nos visitaba cuando yo era pequeño. No nos veíamos
desde hacía tiempo porque Francis trabajaba en un barco de carga para
la corona inglesa. Recuerdo que cuando nos visitaba era muy gracioso
al contarnos las anécdotas de sus viajes.
Durante tres semanas, Francis se hospedó en nuestra posada y
me contó de sus apasionantes aventuras en alta mar. La noche anterior
a su partida, le supliqué que me dejara ir con él a su próximo viaje. Me
había comentado que debía llevar una importante carga de animales,
vegetales y armas. Yo sentía grandes deseos de ir tras aventuras,
acompañándolo a Francis, a quien consideraba un héroe.
Mi madre no quería que fuera, pero al ver mi angustia me dijo
que lo pensaría. Por la noche, se me acercó y me dijo que preparara mis
cosas porque me dejaría viajar. No dormí y al día siguiente, a pesar de
no haber descansado, me levanté enérgico y listo para ir al muelle.
Al llegar allí, me encontré con un hermoso barco llamado “La
Melba” y una tripulación de hombres ágiles, fuertes e intimidantes.
Francis me mostró hasta el último clavo del barco, me presentó al
contramaestre, Ben Fajado, que tenía una enorme cicatriz en el rostro
y al timonel Tomás, alias “el Tuerto”.
Luego de presentarme al resto de la tripulación, bajé a
despedirme de mi madre que me esperaba en el muelle. Zarpamos. La
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marea agitaba al “Melba” con suavidad, pero yo no me sentía muy
bien, ya que estaba muy mareado.
Viajamos unas cuantas semanas. Había mucho trabajo a bordo
del barco, pero en tiempos libres, jugábamos con la tripulación a los
dados. Pasado un tiempo, tocamos tierra en Sudamérica. Pero había
algo que me intrigaba en todo este viaje, ya que en dos ocasiones
habían ocurrido cosas extrañas. En alta mar nos encontramos con un
barco. Al vernos, toda su tripulación gritó “¡Piratas!” y huyeron. Sólo
estábamos nosotros. También me sorprendió que al descender en la
isla, los marineros desenfundaron las espadas, cosa extraña en
marineros de carga.
Caminamos un largo trecho, a través de la playa y la espesa
jungla, hasta que caímos en una emboscada que nos tendieron los
aborígenes del lugar. Los hombres nos quitaron las armas y nos ataron
a unos troncos. A juzgar por el ambiente y por su vestimenta, parecían
que se encontraban celebrando un ritual, y querían que nosotros
fuéramos parte del sacrificio a los dioses. Cuando encendieron fuego,
nos lanzamos sobre los indígenas y les arrebatamos nuestras armas.
Luego de vencerlos regresamos al barco donde se izó la bandera pirata.
Entonces comprendí todo el misterio que envolvía a Francis: no era un
carguero de la corona inglesa, sino un pirata. Le pregunté si mis dudas
eran ciertas y me respondió que si, disculpándose por haberme
engañado.
Seguí el viaje con mis compañeros, aunque ya no me sentía tan
seguro. Parecía que desde que había descubierto su secreto, la
tripulación se mantenía apartada de mí, como si fuera un intruso o algo
así. Distinto era con Francis, que ahora me mostraba los mapas y me
trataba aún mejor que antes, como si tratara de disculparse.
El siguiente problema que tendríamos que resolver era
atravesar un pantano infestado de cocodrilos. Al llegar nos
encontramos con una enorme extensión de tierra húmeda, árboles y
agua. Caminamos por allí un tiempo, espantando bichos y esquivando
ramas. Luego de media hora de caminata, uno de los marineros cayó al
suelo, muy pálido y temblando de fiebre. Uno de mis compañeros,
cuyo padre en vida había sido doctor, le tomó la fiebre y el pulso. Se
encontraba en muy mal estado. Le preguntamos al enfermo desde
cuando se sentía mal y respondió que al acercarnos al pantano un
insecto muy extraño lo había picado. Desde entonces se había sentido
muy mal. Luego de eso, vomitó.
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Francis sugirió que lo abandonáramos ahí para que muriera o
se recuperara en paz, pero yo le dije que debíamos quedarnos con él
porque era el mejor haciendo nudos a las velas y para mí la idea de
abandonarlo era monstruosa.
Decidimos quedarnos dos días con él. Mandamos a dos
personas que fueran a recorrer el pantano. Siempre teníamos noticias
de dónde se encontraban los cocodrilos o la población de insectos.
Improvisamos una camilla con palos y hojas y transportamos
en ella al enfermo. Caminamos unos días por el pantano, trepándonos
a las copas de los árboles para ver por dónde debíamos seguir.
Peleamos con enormes cocodrilos e insectos del tamaño de un puño.
Finalmente, tres días después, salimos del pantano y partimos en busca
de la roca tallada, donde se suponía que se encontraba el tesoro.
Caminamos por horas con mucho ánimo de encontrar nuestro
tesoro, pero algo extraño sucedió. Uno de nuestros marineros,
repentinamente, tomó la espada y la hundió en la garganta del
enfermo. Junto con otros, nos quitaron el mapa y nos ataron las manos.
Era un motín.
Francis peleó con su espada y yo con poca puntería, utilicé la
pistola. Rápidamente recuperamos el mapa y huimos. Corrimos varios
kilómetros hasta encontrar una cueva, donde pasamos la noche.
Muchos hombres murieron esa misma noche a causa de las heridas.
Los enterramos y salimos a buscar el tesoro.
Luego de unos días, encontramos la roca que indicaba el mapa
y así hallamos el escondite del tesoro tan deseado. Al abrir el cofre,
sentimos olor a polvo y encierro, pero en vez de encontrar monedas
brillantes y doradas encontramos un mapa que llevaba hasta el
verdadero tesoro.
Francis dio un grito de furia y nos mandó a construir una barca
para buscarlo. Yo lo tomé del brazo y le dije que ya no tenía sentido
seguir con esta búsqueda. Él puso cara de disgusto, pero luego aceptó
y regresamos a casa.
MARCOS Y EL ANILLO DE LA MULTIPLICACIÓN
Ricardo Zuberbühler Lavarello
En Estados Unidos, vivía Marcos, un hombre como cualquiera
si no fuese por su capacidad de multiplicarse cien veces, gracias a un
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anillo especial que había encontrado en una expedición a Saturno. Él
utilizaba éste don para ayudar a la gente en peligro.
Sin embargo, todo cambió para él, un viernes a la noche
cuando se enamoró de Carolina, una chica que estudiaba para ser
maestra. Desde que la conoció, Marcos fue dejando de lado su trabajo
de superhéroe para concentrarse en su novia.
Mientras disfrutaba de su vida con Carolina, sucedieron
hechos cada vez peores en su ciudad porque ya no tenían quién los
salvara. De modo que un grupo de terroristas llamados “Los
crepúsculos”, decidió asaltar el Banco Central.
El grupo de “Los Crepúsculos” puso unas bombas en el banco
y la policía ordenó evacuar el parque aéreo porque tenían que
desactivar el explosivo.
Carolina se dio cuenta del peligro y como era una chica
inteligente, pidió a Marcos que no abandonara su misión. Él obedeció.
Sólo faltaban veinticinco minutos para que explotase la bomba
cuando Marcos se multiplicó a sí mismo y atrapó a los terroristas. Pero
recién siete minutos antes de que explotase, uno de los terroristas
confesó dónde estaba: en el departamento de Carolina, que quedaba en
la misma manzana del Banco Central. Su explosión haría volar todo
lo que había a cinco cuadras a la redonda.
Marcos sintió miedo por primera vez. Pensó qué sería de él si
le pasaba algo terrible a su novia. Intentó multiplicarse y falló de los
nervios, pero al tercer intento se encontraba ya en el departamento.
Dos minutos antes, encontró la bomba y la desactivó.
Cuando se reencontró con Carolina se emocionó tanto que le
propuso matrimonio. Uno de sus hijos, heredó su poder.
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SUEÑO DE LIBERTAD
Felicitas Caeiro
La tierra estaba cubierta por verdes árboles iluminados por el
sol de la tarde. Los pájaros, rumbo al mar que se desplazaba sobre la
arena como tratando de escapar. Los animales recién creados
caminaban, se arrastraban o volaban conociendo su alrededor. Y las
montañas trataban de alcanzar el cielo con sus puntas.
Así era el mundo en su comienzo y allí en la cima de una
montaña, vivían cinco lechuzas, muy particulares. Atadas al suelo, sus
patas eran los tallos de las hojas. Estas lechuzas veían todo lo que
pasaba desde ahí. Observaban cómo se iban creando los demás
animales y envidiaban que pudieran correr y volar ¿Por qué ellas
estaban ahí sin poder hacer nada más que observar?
Soñaban con poder ser libres como los demás animales. Tenían
alas pero no podían volar, tenían plumas pero no podían planear, tenían
pico pero no podían cazar… Sentían que su vida era un fracaso y estar
en libertad era su única ilusión. Pero pasaban los días y ellas seguían
en lo alto de la montaña. Cuando ya estuvo todo, el mundo comenzó a
girar alrededor del sol. El clima era muy variado. Algunos días hacía
un frío extraordinario, otros el sol calentaba tanto que las criaturas sólo
podían estar echadas bajo la sombra de un árbol, y las lechuzas no
podían hacer nada más que resistir.
Pero en el otoño, sus cuerpos comenzaron a ponerse de un
color rojizo y empezaron a sentirse débiles. Veían a las hojas de los
árboles que caían y pensaban que por ahí ellas también podrían ser
libres y así fue, con un simple viento sus tallos se quebraron.
Primero el de una, después el de la otra, hasta que todas
quedaron libres. Se había cumplido su sueño, estaban en libertad.
Luego el viento sopló más y más violentamente y todas las lechuzas
intentaron planear contra él, como siempre lo habían soñado. Pero al
ser su primera vez no sabían cómo hacerlo y el viento las arrastró hasta
que simplemente dejaron que se las llevara.
Volaron en distintas direcciones. Algunas cayeron sobre el
pasto, otras sobre el mar y otras sobre la arena, pero estaban solas y
perdidas, y su sueño hecho realidad terminó siendo una pesadilla. Las
dos que cayeron sobre el mar murieron porque el mar estaba muy
agitado, las otras dos que cayeron sobre la arena fueron tapadas por
ella y la única que sobrevivió, decidió hacer todo lo posible para ser un
pájaro como los demás.
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Miraba a los otros pájaros e intentaba hacerlo como ellos. Se
paraba con firmeza y cuando el viento soplaba, empezaba a mover sus
alas pero no lo lograba. Entonces pensó que si las otras lechuzas
estuvieran ahí todo sería más fácil y por ellas siguió intentándolo, hasta
qua por fin pudo volar.
LA NINFA EN EL LAGO
Juana Capelle
Como todos los días, llegué del trabajo a las tres y media de la
tarde. Estaba muy cansado y decidí echarme un rato a dormir. Cuando
me desperté, a eso de las cuatro y media, decidí ir al parque como todas
las tardes a leer un rato. Era una tarde lindísima.
Sentado en un banco, observaba las flores, los árboles y el lago.
Cuando me acerqué a la orilla, vi reflejada en el agua la imagen de una
mujer. Me restregué los ojos del asombro, pero cuando volví a mirar, ella
seguía ahí, sonriente. Lucía un vestido blanco con flores y largo hasta los
pies, que le quedaba muy lindo. Parecía una ninfa, aunque no sé si en
realidad lo era.
Hasta ese momento, a mí no me había interesado ninguna
mujer. Quería estar solo y dedicarme a mi trabajo. Sin embargo, ella
me gustó. Estaba como loco y desconocía esa situación. Al verla
recordé que todo el mundo que me conocía, me decía que era aburrido,
serio, solitario, obsesivo del trabajo y que necesitaba una mujer. En
pocos minutos sin entender cómo, había cambiado mi forma de ser y
mi humor. Únicamente me interesaba estar con esa mujer.
Intenté tocarla y el reflejo desapareció. Cuando saqué la mano,
reapareció. Traté de hablarle y ella no respondió. Me zambullí en el
agua, pero no la encontré.
Regresé caminando a mi casa todo mojado. Me sentía distinto,
como si fuera otra persona, como si hubiera alguien más en mi cuerpo.
No sabía qué me pasaba, era muy llamativo lo que me ocurría.
Mis días estaban cambiando, mi vida, mis amigos, mi trabajo,
y todo esto por esa hermosa dama que nunca sería mía. Veía imágenes
de ella en todas partes, y también en el lago, donde iba a visitarla.
Una tarde fui al parque a la misma hora de siempre. Cuando
llegué, estaba casi vacío, había unas pocas personas. Me dirigí directo
al lago y la vi. Permanecía allí igual de linda. Yo sentía que cada vez
me gustaba más.
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Me acerqué al agua de a poco, e intenté rozar con un beso sus
hermosos labios. De repente, una luz intensa la iluminó y se
transformó en humana. No lo podía creer. Estaba frente a mis ojos en
persona, la podía besar, tocar y hablar con ella de todo lo que quisiera.
Como en los cuentos, ella me contó que necesitaba que un
príncipe besara sus labios para ser, de nuevo, una persona.
LA INJUSTA CONDENA
Delfina Hoerth Alconada
Esta historia transcurre alrededor del año 1280. Cierto día, un
niño llamado Vladimir que se ganaba la vida predicando el futuro de
la gente, recibió un mensaje de parte del rey. Solicitaba sus poderes de
adivinación. De aceptar este trabajo, obtendría como recompensa
cinco monedas de oro.
Debido a la necesidad de mantener a su familia, Vladimir
asumió el compromiso y se presentó en el palacio. Una vez allí, el rey
le explicó el motivo de la gran preocupación que no le permitía se
feliz: a sus cuarenta años, estaba perdiendo las esperanzas de
enamorarse y tener un heredero. Si su deseo no se cumplía, el próximo
rey sería su odiado primo, Igor, quien había intentado matar a su padre
cuando él era niño para quedarse con el tesoro.
Vladimir, lo miró profundamente y le dijo que él se enamoraría
de la sobrina de su peor enemigo y ella le daría el ansiado heredero. Al
oír estas palabras, el rey enfureció. Nunca aceptaría un hecho
semejante. Sería contrariar a su padre. Su enojo fue tal que culpó al
pequeño de lo sucedido y lo envió esposado a una cárcel en medio de
la estepa siberiana, de la que nunca podría salir.
Cuando Vladimir llegó a su calabozo, después de un largo
viaje, el horror se dibujó en su cara, al observar el lugar en donde
habría de vivir hasta el día de su muerte. Era una construcción gris y
lúgubre, con pequeñas ventanas que apenas dejaban pasar la luz. El
frío y la humedad penetraban en los huesos y se dio cuenta de que
ningún ser humano podría soportar un lugar como ese durante mucho
tiempo. La muerte se percibía allí como algo muy cercano y penoso.
Los días transcurrían uno igual al otro. Los únicos momentos
distintos eran los de las comidas, que consistían en pan duro y carne
seca. Tenía prohibida la salida de su celda y para que sus huesos no se
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endurecieran, se obligaba a dar vueltas por su calabozo una y otra vez.
Su única compañía eran las hormigas que surgían de uno de los muros.
La soledad era tan grande que comenzó a hablar con ellas y llegó un
momento en que sintió que podía establecer un diálogo con los
pequeños insectos. Sin embargo, no quería rendirse. Su don de
adivinación le decía que ese no sería su fin.
Mientras tanto en el palacio, en medio de una tormenta
nocturna, un cortejo de nobles damas, cuyos carruajes habían sido
atrapados en la nieve, pidió alojamiento en la casa real. El rey salió a
ofrecerles su ayuda y quedó enamorado de una de las jóvenes, llamada
María. Las damas pasaron allí cerca de un mes. En tan corto tiempo
ella estableció una relación cada vez más fuerte con Mireslor III, el rey.
Llegado el momento en que María pudo partir, ya que los
caminos se habían despejado, Mireslor le declaró su amor y le pidió que
fuera su mujer. Ella aceptó porque tampoco quería separarse nunca más
de él. Ante las preguntas de su amado, le dijo que ella no tenía familia a
quien avisarle de la boda. A los pocos meses ambos se casaron y tiempo
después, como fruto de su amor sincero, nació el pequeño Iván.
Sin embargo, la reina tenía algo que le producía una gran
tristeza, un secreto que solo se animó a confesar al padre Fedor, el
confesor del pueblo, a quien ella conocía desde pequeña: ella era la
sobrina de la persona que más odiaba su marido y por temor a perder
a su amor, siempre escondió ese vínculo. Cuando Fedor escuchó su
confesión se acordó inmediatamente del joven Vladimir y entre los dos
intentaron encontrar una manera de liberarlo de su injusta condena.
El sacerdote organizó una misión hasta Liberia. Llevaría una
orden con el sello de la reina ordenando la inmediata liberación de
Vladimir por motivos secretos y el mandato para el joven sería
permanecer alejado de la Ciudad Real.
Si bien la reina ya no tenía el remordimiento de saber que un inocente
había sufrido por su culpa, tampoco conocía la felicidad total porque
sentía en cierta manera que no era del todo leal con su marido. Este
sentimiento se hizo cada vez más intenso hasta que María decidió contar
toda la verdad a Mireslor, aún cuando ello le costara su desprecio.
El día que su pequeño hijo cumplía tres años, la joven reina se
acercó a su marido con lágrimas en los ojos y con voz entrecortada le
confesó la verdad. Entre sollozos le confió que solo el profundo amor
que sentía por él y la certeza de que sería rechazada si su origen era
conocido, la llevó a mantener su mentira. En su defensa, además alegó
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que no creía que fuera ni sabio ni justo condenarla por una acción en la
que ella no había tenido nada que ver y por lo que había tenido serias
disputas con su tío. La sorpresa y la ira inicial del rey, cedieron ante la
sinceridad, el dolor y el amor que transmitía la voz y mirada de su mujer.
También le confesó que había ordenado la liberación de Vladimir.
Un profundo silencio invadió la habitación. De pronto el rey,
con voz quebrada por la emoción, preguntó dónde estaba el joven. Al
escuchar la respuesta de su amada esposa, él recapacitó y resolvió que
una forma de compensar algo de todo lo que le había hecho a
Vladimir, sería llevarlo a palacio y nombrarlo caballero de la corte.
ANTE DOS CAMINOS DIFERENTES
Micaela Ithuralde
Joaquín era un hombre
que sólo se ocupaba
de su vida personal.
Nunca reía, tampoco conversaba.
Sin pensar en nadie,
serio siempre estaba.
Caminando por un puente angosto
un león furioso creyó ver.
En el espejo del agua
le reveló el odio
que durante toda su vida
había expresado a quienes lo querían.
De lágrimas se llenaron sus ojos
y totalmente desolado quedó,
ya que en un instante comprendió
cuánto mal había causado.
Ante cada imagen que veía,
la conciencia le remordía.
Frente a todo el mal,
que había provocado
su actitud decidió cambiar,
así su vida mejoraría.
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Y así fue, como de a poco,
su malhumor se fue yendo.
Se encontraba iluminado
y a todos trataba mejor
porque en un ser humano
por fin se transformó.
LAS CUATRO LLAVES
Lucía María Laborda Luzuriaga
Todo comenzó en Méjico, en un pueblo llamado Matamoros,
en la frontera con Estados Unidos. Matamoros era poco conocido pero
tenía familias extremadamente ricas como la mía.
Sin embargo, yo era todavía más afortunado que los demás por
estar con María, la mujer más hermosa del pueblo. Era realmente feliz
a su lado.
Una tarde, al regresar a casa después de una práctica de
equitación, abrí las puertas de mi cuarto y vi al amor de mi vida
recostada en la cama. Me acerqué para darle un beso y noté que no
respiraba, su corazón ya no latía.
Llamé al médico y como pudo, frente a mi desesperación, me
explicó que había tenido un paro respiratorio. Esa misma noche
empecé a acomodar su ropa y sus joyas y encontré, en uno de sus
cajones, cuatro llaves muy extrañas. Las guardé porque quería
investigar sobre ellas.
A la tarde siguiente, después del velorio, me sentía muy solo.
Para despejar mi mente, decidí caminar por el sendero que atravesaba
el bosque. De pronto, me di cuenta de que entre los árboles había una
construcción extraña. Fui hasta allí y vi una puerta que tenía cuatro
cerraduras. Recordé las llaves de María y regresé a casa a buscarlas.
Un rato después regresé a la casita del bosque, coloqué las
cuatro llaves en las cerraduras y luego de varios intentos, la puerta
abrió. Entré y vi unas escaleras en forma de caracol. Al llegar al último
escalón, encontré un jardín. Extrañado empecé a caminar.
Escuché una voz muy dulce que pronunciaba mi nombre. Me
di vuelta y vi una figura. Era María. Su imagen rápidamente
desapareció. Asustado, me senté en un escalón y volví a escuchar su
voz. Segundos después apareció María. Se me acercó y me dijo que no
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tratara de salir de allí porque algo malo me sucedería. Dicho esto,
desapareció.
En ese momento sentí desesperación. Estaba realmente
asustado. Necesitaba hablar con ella. No entendía lo que ocurría.
Decidí buscarla pero ella no reapareció.
Obedeciendo al amor de mi vida, me quedé allí, encerrado con
esas cuatro llaves extrañas. Morí de tristeza y soledad esperando que
ella regresara algún día a ese jardín.
UNA EXTRAÑA LLUVIA
Magdalena María Larguía
En un pueblo grande con muchas casas iguales y construidas
una al lado de la otra, vivía un hombre muy serio y triste. Todos
desconocían el motivo de su tristeza.
Una mañana, mientras se preparaba para ir al trabajo, vio
entrar por la ventana que estaba abierta un murciélago grande. Lo
intentó agarrar una y otra vez, hasta que por fin lo capturó. El
murciélago lo mordió. El hombre lo soltó y el roedor se escapó.
Mientras se lavaba la herida, vio por la ventana una lluvia de
hombrecitos alados iguales a él. Se lavó la cara para ver si estaba
alucinando, pero lo que veía, estaba sucediendo de verdad.
Salió corriendo a la calle. Todos reaccionaban de forma
normal. El señor era el único que veía a los hombrecitos. No sabía qué
hacer.
Se le ocurrió ir a un doctor. El médico le revisó la mordedura
de murciélago y le dio un antibiótico. Después de unos días, se sentía
bien y todo había vuelto a la normalidad.
Sin embargo, el mismo día de la mordedura pero al mes
siguiente, se asomó a la ventana para fijarse cómo estaba el clima y
notó la misma lluvia de hombres que había visto cuatro semanas atrás.
La lluvia tenía muchos hombrecitos iguales a él, pero grises además de
alados.
Pasó un mes y se repitió la alucinación a pesar de los
antibióticos. Esta vez los hombrecitos tenían orejas en punta y cara de
rata. El hombre comenzó a ver que su cuerpo cambiaba. La piel se le
ennegrecía y arrugaba, su rostro se asemejaba también al de una rata,
de sus pies brotaron garras y los brazos se transformaron en alas.
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El hombre se dio cuenta de que ya no era un hombre y sin
dudar, se unió a la lluvia.
EL REENCUENTRO
Lucía María Leiva
Hace un tiempo atrás, en un bosque arbolado y con flores muy
bonitas, se murió Elizabeth. Falleció el día de su boda, camino a la
ceremonia. El auto en el que iba chocó repentinamente al pasar por un
bosque, justo cuando caía la noche. A partir de ese momento, el
espíritu de la novia quedó allí.
Su prometido sufrió mucho por la pérdida. No podía olvidarla.
Así que un día, fue al bosque donde había fallecido su amada
Elizabeth.
El espíritu de ella lo vio y por miedo se ocultó. Tenía miedo de
que se asustara al verla porque ya no era la misma de siempre.
Estuvo toda la tarde observándolo hasta que su prometido la
vio. No la reconoció y se asustó mucho al ver una criatura tan extraña.
Con miedo se fue y Elizabeth se puso muy triste.
Al día siguiente, el hombre regresó al bosque para ver qué era
lo que había visto la noche anterior. La mujer le dijo: “Soy yo,
Elizabeth”. Él no le creyó, pero ella no se resignó y le describió cómo
había muerto el día de su boda. Aunque era un espíritu pequeño y
ahora volaba, su prometido la abrazó. Eso no le importaba. Se
quisieron tanto como antes y estuvieron juntos para siempre.
LA SALVACIÓN DE ISAAC
Fátima María Llorente
Hace muchos años que Isaac, un brujo loco según las personas
del pueblo, estaba encerrado en una tenebrosa y deprimente catacumba
en la que los únicos seres vivos, además de él, eran ratas y su fiel e
inseparable gato negro. En las cuevas había sólo una salida, pero ésta
tenía una reja irrompible, por eso Isaac no lograba escaparse.
La causa que provocó que el rey lo encerrara en ese horrible
lugar, al cuidado de tres gigantes, fue que cuando vivía en una casona
en el pueblo, transformaba a los niños en animales de diferentes tipos
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y tamaños. Hacía esto porque ellos lo molestaban diciéndole “loco”,
golpeándole la puerta y luego escapándose. Le hicieron todo tipo de
cosas que sabían que a él le molestaban.
En el tiempo que había pasado en esa cueva, lo único que
tomaba como pasatiempo era inventar y practicar hechizos y
embrujos, usando una olla que le habían dejado llevar desde su casa y
varios materiales sacados de la catacumba.
Un día como cualquier otro, el rey tomó la decisión de enviar
a un albañil a la olvidada catacumba. Tenía la tarea de ordenar los
desastres que había hecho el brujo y arreglar los agujeros provocados
por las explosiones causadas por los nuevos inventos.
Ya en el lugar, acompañado y alentado por las escasas
personas del pueblo junto con su rey, el albañil, Marcel, entró a la
oscura cueva, ayudado por uno de los gigantes y por algunos hombres
de la multitud.
Mientras se producía su descenso, el brujo se mantenía
escondido, esperando e intentando adivinar lo que pasaba afuera.
Finalmente Marcel entró a la catacumba con su valija de
herramientas. Sentía miedo, pero a la vez se sentía orgulloso de sí
mismo al animarse a entrar allí, ya que nadie lo había hecho antes. De
repente un nudo en el estómago lo aterrorizó y caminó sigilosamente a
lo largo de los pasillos que lo llevarían hasta la catacumba. Escuchaba
el sonido de las ratas al caminar y temía que Isaac lo matara de un
susto. Justo eso pasó, pero no lo mató. Simplemente quedó petrificado
por unos instantes. Luego, al reaccionar, los dos quedaron mirándose,
como inspeccionándose entre sí. Al pasar se presentó diciendo su
nombre y explicando para qué había ido allí. Mientras lo hacía, Isaac
lo examinaba con desconfianza.
Enseguida Marcel se puso a trabajar, obviamente con un poco
de miedo e Isaac siguió con lo suyo, mirando al albañil de reojo y de
vez en cuando.
Habían pasado cinco horas en absoluto silencio, cuando Isaac
pidió, tímidamente a Marcel, una de sus herramientas para utilizarla en una
de sus mezclas. El albañil se las dio amablemente, temiendo, que de lo
contrario, el anciano lo hechizara. Pero se dio cuenta de que sólo atacaba a
las personas que lo molestaban, y comprendió que lo habían metido ahí
injustamente. Por eso, decidió ayudarlo a escapar e ideó un plan.
Después de habérselo explicado detalladamente, juntos lo
pusieron en práctica. Marcel ordenó a los tres inútiles guardias, que
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obedecieran todo lo que se les pedía sin pensar en lo que hacían, que
dejaran salir al prisionero, diciéndoles que había sido orden del rey.
Ellos, como siempre, obedecieron. Quitaron la reja con sus fuertes y
enormes manos y dejaron a Isaac libre del encerrado lugar en el que
había estado los últimos cincuenta años de su vida.
Así fue como el albañil de gran corazón salvó al inocente
hechicero de la terrorífica catacumba.
MI PRIMER DÍA EN LA PLAYA
Camila Mariani
Era el primer viaje a la playa. Mamá y papá estaban muy
entusiasmados con esta nueva experiencia, ya que nosotros siempre
habíamos elegido las montañas para pasar nuestras vacaciones.
Mi tía nos había recomendado ir y desde principio de año que
lo veníamos planeando. El lugar escogido fue Mar del Plata, un lugar
turístico muy agradable, con muy linda vista y el más visitado por la
gente.
El viaje se nos pasó muy rápido, comparado con los que
hacíamos todos los años al sur, que duraban diez horas.
Llegamos cuando ya anochecía y papá nos llevó a la
inmobiliaria donde nos dieron las llaves de la casa que habíamos
alquilado por un mes.
En el camino me dediqué a observar la ciudad. Había mucha
gente, que parecía estar disfrutando de las vacaciones y de una noche
con poco viento. La ciudad era muy grande y estaba llena de luces de
todos los colores.
Cuando llegamos, nos comprometimos a ordenar toda la ropa
y a organizar los planes para el día siguiente. La casa resultó ser muy
cómoda para los cuatro, a pesar de que era un poco pequeña.
El día había amanecido muy caluroso. El sol pegaba en mi
ventana, dejando pasar algunos rayos sobre mi cama. Por fin iba a
conocer la playa, con la arena y el mar que desde chiquita esperaba ver.
Me cambié, armé mi bolso de playa y fui a ayudar a mamá con
las compras. Cuando ya estaba todo listo, partimos al lugar tan deseado
por todos. A medida que nos acercábamos, podía ver cada vez más
claro el mar. Tenía ganas de gritar por la emoción. Toda mi vida había
esperado este momento.
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Al llegar, bajé del auto y corrí hacía la arena. Me tiré sobre ella
y pude sentir su suavidad mientras se escurría entre mis dedos. Luego
alcé la cabeza y allí estaba el mar. Tan cristalino como imaginaba, con
las olas que rompían y dejaban toda su espuma sobre la orilla.
No resistí más, me saqué la ropa, se la di a mamá y corrí hacía
el mar con mi traje de baño favorito, ideal para ese momento.
Estaba un poco frío, pero no me importó. Me dejé llevar por la
corriente y nadé sin parar. Me divertí mucho barrenando las olas. Fue
el momento más feliz de mi vida, el que más disfruté de todos. Quería
quedarme ahí para siempre, pero ya había pasado casi una hora y tenía
miedo de que mamá se asustara, así que decidí salir.
Al llegara la orilla noté que la playa no estaba como recordaba,
tampoco las personas que creía haber visto cuando corría hacía el mar.
Ya más preocupada, comencé a buscar a mi familia, creía que ellos
estaban ahí. Me empecé a desesperar, fui fijándome carpa por carpa,
pero ni mi mamá, ni mi papá, ni mi hermano se encontraban en esa
playa, totalmente desconocida. Traté de tranquilizarme, miré a mí
alrededor, pero había demasiadas personas. Caminé media hora
buscando a mi familia, parecía que habían desaparecido. Luego de
treinta minutos de búsqueda, me di por vencida y desesperada
comencé a llorar con todas mis fuerzas. Había pasado tan solo un día
y ya estaba perdida.
Pensé en mi madre, en lo preocupada que debía estar, sabía
que era capaz de pedirle ayuda a todas las personas posibles, con tal de
encontrarme y estar conmigo. Traté de recordar bien el lugar donde
había estado antes de nadar, pero todo era tan distinto que me hacía
confundir más.
De repente me quedé con la boca abierta, ahí estaban los
mismos chicos enamorados, en el mismo sitio y recostados en la arena
tal cual los recordaba. Me sequé un poco las lágrimas y corrí hacía
donde se encontraban y ahí estaba mi mamá, corriendo por todos
lados, preguntando a cada persona si alguien me había visto.
Me reí un poco. La llamé desde el lugar donde estaba. Giró la
cabeza, me miró e inmediatamente corrió hacía mí y me abrazó
durante un minuto entero. Me limpió la cara con sus pulgares, ya que
seguía llorando, pero de emoción, y me volvió a abrazar. Luego
llegaron mi hermano y mi papá y también se alegraron al verme sana.
Les expliqué cómo había pasado todo, que al meterme al mar,
la corriente me había llevado y fue así que aparecí en otra playa
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totalmente desconocida. Le prometí a mamá tener más cuidado la
próxima vez y estar más atenta.
Finalmente tomamos todos juntos la merienda en la playa y
descansé un largo rato, ya que había estado más de una hora
caminando sin parar por playas que yo nunca había visto y eran
totalmente nuevas para mí.
EL RELOJ DEL COMIENZO
Josefina Peon Amar
Ya eran casi las ocho de la mañana y Marc no salía aún de la
casa. Estaba retrasado, agarró rápido el abrigo, el paraguas y las llaves
del auto. Corrió hacia el garage pero el auto no tenía nafta.
Furioso sacó unas monedas de la cartera de Jane, su esposa, y
se dirigió a la parada del colectivo. Cruzó la calle y en ese instante un
colectivo lo atropelló.
Se levantó con dolor de cabeza. No sabía dónde estaba ni
tampoco por qué vestía una túnica negra. Su cuerpo pesaba más de lo
normal, vio asomándose por su espalda algo negro, parecían alas, eran
suaves pero muy pesadas. Sobresaltado intentó correr y se dirigió a un
puente que vio a lo lejos. Allí encontró un reloj que no funcionaba. Sus
manecillas no giraban como todos pero eso sí, marcaba las nueve.
Miró por el puente y vio el agua de un color celeste cristalino que
traslucía el fondo. De repente una serie de imágenes aparecieron sobre el
agua y ésta repentinamente se volvió negra y turbia. Su corazón se
retorció tanto que le faltaba el aire. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Todas esas imágenes mostraban el egoísmo y su envidia hacia
las otras personas. Como su angustia no cesaba, decidió calmarse y
enfrentar la situación. Se asomó nuevamente, esta vez con temor, y vio
todos sus aspectos por mejorar en especial la envidia y el egoísmo.
En ese mismo instante se detuvo a mirar el reloj pero seguía
marcando las nueve. Cruzó por fin el puente y caminó por un largo
rato. Se detuvo al ver un farol encendido, lo tocó y su túnica se volvió
blanca junto con sus alas. Sintió la presencia de alguien. Se dio vuelta
y vio la imagen de un león. Éste le hablaba normalmente. Asombrado,
Marc intentó acercarse y mantener una conversación pero el león fue
breve y claro. Le dijo que le daría otra oportunidad pero que al
aprovechara al máximo. Marc aceptó.
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De repente, se escucharon bocinas y mucho ruido. Su vista estaba
borrosa y le dolía todo el cuerpo. Se levantó de la camilla de la ambulancia
y se fue caminando sin ser visto. En la esquina encontró su reloj tirado en
el suelo. Esta vez sí funcionaba y marcaba las nueve y cuarto. Se dio cuenta
de que ese momento era un nuevo comienzo para mejorar.
EL AMOR DE LA PRINCESA
María Rivas O´Connor
Hace mucho tiempo atrás, en un reino lejano, vivía una joven
y hermosa princesa oriental, llamada Filomena. Su padre, el rey,
ansiaba su matrimonio. Pero lo que nadie sabía era que ella amaba a un
joven llamado Edward, él era el sobrino del modisto más prodigioso
del reino, John Rivadail. Sólo había un problema, él era un aldeano.
Cada príncipe que llegaba era rechazado por ella, ya que veía
que ninguno era tan apuesto como Edward. Pero, pronto, algo terrible
sucedió. El rey murió, por una extraña enfermedad. Ella debía tomar el
trono o dejar que un primo lo hiciera. Ella sabía que si accedía, la
obligarían a renunciar a su amor, Edward.
Finalmente, decidió que iría a verlo, le diría lo que sentía, y
luego, vería su reacción ante todo esto; ya que si él también la amaba
tomaría la decisión de renunciar a la corona, y se casaría con él. De lo
contrario, debería casarse con un extraño y se resignaría a vivir
miserablemente durante el resto de su vida.
Al llegar a la casa en la que él vivía, temía que él no
respondiera a su amor, por lo que por un momento se acobardó. Pero
una fuerza en su interior la impulsó a tocar a la puerta. La atendió John,
el tío de Edward, y la invitó a pasar ya que el joven se encontraba en
casa.
Lo llamó y, en un segundo, ya estaba a su lado. De pronto, el
ritmo de su corazón se aceleró al ver a su amado en la sala. Estaba muy
elegante, llevaba un traje color azul. Éste tenía un peculiar bordado en
color cobre, el cual llamaba mucho la atención. Sus ojos resplandecían
como estrellas, y parecía sorprendido y alegre de verla.
John se marchó de la sala dejándolos completamente solos.
Ella le dijo todo lo que sentía por él. Al escuchar sus palabras, el
muchacho quedó petrificado. Hubo un silencio sepulcral, hasta que
respondió que la amaba con la misma intensidad, más no quería que
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renunciara al trono ya que su deber y obligación era cuidar bien del
reino. A pesar del sufrimiento de ambos, él dejaría de amarla.
Filomena se retiró de su hogar sin despedirse e intentando no
mirarlo directamente a los ojos, ya que temía demostrar su tristeza. Sus
ojos se llenaron de lágrimas y sin decir nada se dirigió al castillo.
Fue difícil para ambos marcharse sin mirar hacia atrás.
Al llegar al palacio, se presentó ante los consejeros del rey y
aceptó ser reina aunque demostrando su disconformidad ante el asunto.
Su primo Philippe estaba furioso. En la noche la tomó prisionera y la
encerró en el último piso de la torre más alta de su casillo.
Al estar allí sola sintió una angustia que no le permitía respirar,
pues pensó que no iba a estar con Edward, y tampoco asumiría el
trono, como él lo deseaba.
Pasó seis días allí en los que ocupaba sus horas recordando la
charla que había tenido con su amado, la forma en que la había mirado
y la tristeza con la que había renunciado a su propio amor. Se terminó
convenciendo a sí misma de que lo hacía por amor, pero no pudo evitar
sentir dudas al respecto.
La noche anterior a la coronación la princesa se asomó por su
ventana y vio a lo lejos un jinete que se acercaba a lo lejos. Reconoció
que era John, pues solía llevar una especie de pañuelo rojo.
Él iba camino al hogar de Philippe para hacerle el traje. Al
reconocerlo tomó el plato de la comida que le dejaban todos los días y
lo lanzo con todas sus fuerzas por la ventana. El plato le cayó en la
cabeza. John miró para arriba y la reconoció.
Se dirigió al pueblo en busca de ayuda y se presentó ante la
corte. Al comienzo nadie le creía, lo cual era muy frustrante, pero logró
convencerlos, ya que una de las mucamas afirmó que había visto a
Philippe secuestrar a la princesa. Convinieron que él no se enteraría de
lo que harían. Y, con mucho esfuerzo lograron encontrar a la princesa.
Por su valentía y astucia John fue premiado con la recompensa
acordada. Él la entregó a Edward para que pudiera casarse con la
princesa sin que ella tuviera que renunciar al trono.
En cuanto a Philippe, fue puesto en la celda durante el resto de
su vida, la cual fue más corta de lo esperado.
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UNA AJEDREZ MISTERIOSO
Claudia Jimena Rivera Morillo
En la ciudad de Nueva York vivía una familia llamada Maked
constituida por James, el papá; Alice, la mamá y Jake, el hijo. Los
padres todos los años decidían llevar a Jake a la casa de su abuelo en
el campo para que conviviera con la naturaleza. Por eso cada año al
llegar el verano, Jake se ponía contento.
Esa tarde, preparó su valija en la que colocó ropa, sus películas
favoritas, un diábolo y un juego muy especial: un antiguo ajedrez que
su padre le había regalado. Pasaría horas jugando con su abuelo.
A la noche, el pequeño abordó su avión y empezó a disfrutar
sus vacaciones. Su abuelo Tom iría a recibirlo con un rico chocolate al
aeropuerto.
El primer día fue fantástico y pudo disfrutar de la naturaleza,
pero después el clima se volvió rebelde. Comenzó a llover día y noche.
A pesar de eso, Jake se divertía jugando con su abuelo al ajedrez. Tom
siempre le ganaba. Su casa estaba llena de medallas ganadas en torneos
de ajedrez. Hasta que un día, Jake se cansó de perder y por eso se
quedó hasta tarde tratando de pensar jugadas para ganarle.
Practicando con los peones algo le llamó la atención. Uno de
ellos era diferente a los demás. Tenía cabeza en forma de cañón y en
su mano un cetro. Inmediatamente lo agarró para observarlo de cerca
y en ese momento apareció una luz que lo encandiló y lo transportó a
otro lugar. Se sintió confundido. No sabía dónde estaba. El lugar le
resultaba desconocido. Empezó a caminar y se dio cuenta de que se
encontraba en un gran palacio y cuando pasaban cerca suyo, lo
saludaban y le hacían reverencias. Sin embargo, él no los reconocía.
Al salir del palacio, notó que la ciudad parecía un tablero de
ajedrez por su forma y sus habitantes se asemejaban a las piezas. Uno
de los guardias se acercó y le informó que tenía malas noticias, ya que
un ejército enemigo los venía a atacar.
En ese momento James se percató de que él era el rey y debía
defender a su pueblo. Entonces ordenó al guardia que organizara todas
las tropas para poder contraatacar. Una vez que estuvo todo listo, habló
a su ejército y pudo ver en los ojos de sus soldados un gran deseo de
libertad. Convencido, los alentó a ganar la guerra que se aproximaba y
dio la orden de alistarse para ir al campo de batalla.
Allí, frente al enemigo, se dio cuenta de que el campo de
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guerra era como un tablero de ajedrez viviente y que los soldados
serían las piezas del juego. Rápidamente pidió un tablero y con la
ayuda de sus soldados empezó a inventar tácticas para vencer a sus
contrincantes.
Al comenzar la guerra se movían unos pocos peones, algunos
blancos y otros negros, pero poco a poco se fueron agregando piezas
en el escenario: alfiles, caballos, torres. Todos iban tomando sus
posiciones y así transcurrió la batalla, en muchas jugadas. Fueron
muriendo algunos participantes de un bando y del otro, pero gracias a
una jugada ideada por Jake, el rey, pudo al fin hacer jaque mate a su
contrincante y lograr ganar la guerra.
Después de ganar, el pueblo honró al rey con un gran festejo.
Todos bailaban, cantaban y se divertían. Durante la fiesta el rey
contempló más de cerca su cetro que reflejaba el trono por el cual
había luchado junto a sus soldados.
De pronto, una luz brillante lo encandiló. Cuando abrió sus
ojos vio con gran alegría que había logrado hacerle jaque mate a su
abuelo.
UN SUEÑO EN SOLEDAD
Mariana Tarasido
Hace mucho tiempo, en un pueblo en el que las personas no se
conocían entre sí, vivía una chica llamada Micaela. Ella era cálida y
tenía mucho amor para dar, pero no podía encontrar a nadie a quién
brindárselo.
Una noche, soñó con un chico hermoso, de piel morena, ojos
azules y pelo marrón como el café. Lo vio caminando por la calle. Él
la miró, la saludó con su pequeña mano y la joven se puso colorada. Se
había enamorado a primera vista. Su corazón empezó agitarse, a latir
más y más rápido. No sabía cómo reaccionar.
De repente… despertó. Fue corriendo a la cocina a tomar un
vaso de agua. Estaba agitada, se dio cuenta de que su cara se había
sonrojado. Inquieta y sorprendida se preguntó si lo que había ocurrido
era verdad.
A la mañana siguiente salió a la calle. Vio que frente a su casa
estaba el mismo chico con el que había soñado. Se sentía atemorizada.
Su corazón empezó a latir fuertemente otra vez, sus mejillas se
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pusieron nuevamente coloradas. ¡Estaba muy nerviosa! En su corazón
sintió un amor verdadero…pero también que era un amor imposible
porque no sabía si realmente lo que ocurría era verdad o una ilusión.
En ese instante, los dos se miraron a los ojos. Él le sonrió y
Micaela le devolvió la sonrisa. Él la saludó tiernamente con su mano y
ese gesto le recordó el sueño. Nuevamente se volvió a agitar. Estaba
confundida y asustada. Tenía muchas dudas.
Se restregó los ojos para ver si la imagen del chico había
desaparecido, pero cuando sacó sus manos de los ojos, él seguía allí.
El joven cruzó y le dio un beso en la mejilla, pero ella no reaccionó.
Intentó hablarle… Le preguntó cómo se llamaba pero él no respondió.
Simplemente la invitó a cenar esa misma noche. Ella, dudosa porque
no lo conocía, igual le contestó que sí.
A la noche, Micaela fue al lugar que habían acordado. Esperó
por un largo rato pero él no apareció. Esperó un poco más hasta que se
dio cuenta de que él nunca iría y con tristeza, regresó a su casa.
Al llegar, se desplomó en la cama y se quedó dormida. Esa
misma noche soñó que él la despedía con su pequeña mano y que
lentamente se alejaba de ella.
Nunca más volvió a soñar con él y hasta el día de hoy sigue
viviendo en soledad por miedo a que le suceda lo mismo con otro hombre.
AMORES IMPOSIBLES
Camila Viale
Un ángel enamorado bajó a la tierra para buscar a su amada,
Rosalie.
Durante la búsqueda encontró una fuente en la que había una gran
estatua con forma de leones. Cuando la vio sintió algo especial, algo le
resultó familiar. Se acercó y la miró a los ojos. Se emocionó y empezó
a llorar a los pies de una leona, sin saber bien el porqué.
Cada vez que volvía a mirarla sentía necesidad de llorar de
emoción y no de tristeza. Cuando se alejaba, sentía un gran vacío, una
profunda soledad.
De tanto mirarla, notó que a la estatua le caía una lágrima.
Miró fijamente sus ojos y reconoció en ellos los ojos cristalizados y
celestes de su amada. Descubrió que el pelaje abundante de la leona le
recordaba los dorados cabellos de su amor.
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Aquella estatua le hacía recordar tanto a Rosalie que al sentirla
tan cercana y presente, le pareció ver que cobraba vida y se
aproximaba hacia él con lágrimas en el hocico y la melena al viento.
Se movía lento, con pasos largos. Sus colmillos le daban miedo, pero
sabía que no iba a hacerle daño, porque su rostro mostraba paz y sus
lágrimas felicidad. Él se dio cuenta de que también estaba llorando,
pero este llanto era distinto a los demás era de felicidad, emoción y
orgullo.
Finalmente, al convencerse de que era Rosalie, decidió estar
con ella siempre. Dios le concedió su deseo y lo convirtió en un león
de mármol.
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ANEXO
SALA DE CINCO
LA ANTESALA DEL TALLER DE ESCRITURA
La narración de cuentos refina la sensibilidad literaria del niño
y expande su vocabulario, además de transmitir valores.
El hecho de sostener la escucha, comprender un cuento y
participar activamente en la reconstrucción del relato, desarrolla en el
niño habilidades para expresarse en forma oral y escrita.
Sin embargo, más allá de estos aspectos educativos, quizás lo
más importante sea la intimidad que se crea en el momento de contar
una historia. Hay una magia especial en el hecho de compartir un
cuento con un niño y dejarse llevar por la imaginación cuando la
historia comienza con “Había una vez…”
Desde las salas de 3, 4 y 5 años vamos preparando a nuestros
alumnos y alumnas para la adquisición de la lecto – escritura, y para
los talleres de escritura de los que participarán cuando ingresen a la
Primaria.
Con mucha alegría queremos compartir estas producciones
que los chicos de sala de 5 prepararon con sus maestras para todos
ustedes.
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LOS ANIMALES DE LA GRANJA
HOY LA GRANJA ESTÁ DE FIESTA.
HAY UN CUMPLEAÑOS Y UNA GRAN ORQUESTA.
EL PATO JUEGA AL ÑATO Y LA GALLINA SE TIRA
A LA PILETA.
LA CONEJITA LITA JUEGA A QUE ES COCINERITA.
COCINA CEBOLLITA PARA SU MAMITA Y COME
TODAS LAS PAPAS FRITAS.
EL CABALLO COME TODO EL ZAPALLO Y NO
CONVIDA NADA AL GALLO.
Y EL CHANCHO CACHO, CUIDA EL RANCHO,
MIENTRAS COME UN RICO PANCHO.
UNA NAVE MUY ESPECIAL
HABÍA UNA VEZ UN CHICO QUE SE LLAMABA
TOMÁS. TENÍA 6 AÑOS. VIVÍA EN SU CASA DE ARGENTINA
CON SU MAMÁ, MÓNICA Y SU PAPÁ.
MIENTRAS TOMY ESTABA PINTANDO, PENSABA EN
CÓMO PODÍA CONSTRUIR UN COHETE PARA VIAJAR A LA
LUNA.
SIN PENSAR MÁS, SE DIRIGIÓ A LA COCINA PARA
BUSCAR DISTINTOS ELEMENTOS PARA CONSTRUIR SU
GRAN COHETE. ALLÍ ENCONTRÓ UNA ESPÁTULA, UNA
TAPA DE CACEROLA, UN COLADOR, UN EMBUDO Y
MUCHAS COSAS MÁS.
DESPUÉS FUE AL BAÑO Y SIGUIÓ BUSCANDO MÁS
ELEMENTOS. AGARRÓ PEDAZOS DE PAPEL HIGIÉNICO, UN
PEINE Y MUCHOS RULEROS.
PARA HACER SU VIAJE TOMY NECESITABA UN TRAJE
ESPACIAL. PRIMERO CONSIGUIÓ BOTAS DE LLUVIA QUE
SERÍAN SUS BOTAS DE ASTRONAUTA. ENCONTRÓ TAMBIÉN
UNA CAJA DE MADERA Y UNA SILLA.
CON TODO LO QUE TOMY HABÍA IDO JUNTANDO
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POR SU CASA, EMPEZÓ A CONSTRUIR SU NAVE ESPACIAL
PARA EMPRENDER EL GRAN VIAJE.
EMPEZARÍA POR VISITAR LA LUNA Y ALGUNOS
PLANETAS COMO JÚPITER, MARTE VENUS Y SATURNO.
TODO ESTABA LISTO PARA DESPEGAR. ENTONCES,
COMENZÓ LA CUENTA REGRESIVA; DIEZ, NUEVE, OCHO,
SIETE, SEIS, CINCO, CUATRO, TRES, DOS, UNO…
¡¡¡DESPEGUÉ!!!
EN ESE MOMENTO, ALGO EXTRAÑO EMPEZÓ A
PASAR EN LA NAVE. TOMY EMPEZÓ A ESCUCHAS RUIDOS
RAROS, A VER CHISPAS Y A SENTIR OLOR A QUEMADO. LA
NAVE SE QUEDÓ A OSCURAS PORQUE SE CORTÓ LA
ELECTRICIDAD.
A TODA VELOCIDAD, EL COHETE EMPEZÓ A CAER.
UN RAYO LO ATRAVESÓ Y EXPLOTÓ. TOMY CAYÓ EN LA
CHIMENEA DE SU CASA Y SALIÓ TODO NEGRO Y CON
ALGUNOS GOLPES.
EN ESE MOMENTO, APARECIÓ SU MAMÁ QUE LE
PREPARÓ EL AGUA PARA QUE TOMY SE BAÑARA, LE CURÓ
LAS HERIDAS Y LE COCINÓ SU SOPA PREFERIDA PARA QUE
LE BAJARA LA FIEBRE.
JUNTOS COMIERON Y TOMY LE CONTÓ A SU MAMÁ
SUS AVENTURAS POR EL ESPACIO. A LAS 8 DE LA NOCHE SE
ACOSTÓ Y DESPUÉS DE UNOS MIMITOS DE SU MAMÁ, SE
DURMIÓ.
QUE LA PARTE DEL JARDÍN OCUPE UNA HOJA, SI PODÉS
AGREGAR ALGUNA ADIVINANZA AGREGALA, DE LO
CONTRARIO NO.
ADIVINANZAS EN BUSCA DE ADIVINADORES
TIENE ALAS, PERO NO ES UN PÁJARO.
TIENE MOTOR, PERO NO ES UN AUTO.
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LLEVA PASAJEROS, PERO NO ES COLECTIVO.
SI LEJOS VAS A VIAJAR, ÉL TE LLEVARÁ.
(El avión.)
SI LE PONES A TUS COMIDAS,
UN GUSTITO NUEVO LES DARÁS.
¡TEN CUIDADO AL CORTARLA!
TE HARÁ LLORAR.
(La cebolla.)
LOS INSECTOS CON ELLA NO TIENEN PAZ.
CON SU LENGUA LARGA
SE LOS COME SIN PARAR.
SALTA Y SALTA AL COSTADO DE MI CASA.
¿QUIÉN ES?
(La rana.)
POR EL PASTO VAN SIGUIENDO
UN CAMINITO PARA AVANZAR.
VAN TODAS DETRÁS DE LA REINA,
JUNTAS A TRABAJAR.
NO TE ACERQUES DEMASIADO,
PORQUE TE VAN A PICAR.
(Las hormigas.)
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Este libro se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2007
Buenos Aires - Argentina
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