La Edad de oro del toreo - Plaza de Toros de Las Ventas

Anuncio
Taurino
paseos por el madrid
Joselito impulsó
la creación de las
plazas de toros
monumentales,
entre ellas la de Las
Ventas
Ayudado por alto de Juan Belmonte.
que se toreaban en la época, a los que
Joselito recomendaba “darles leña desde
que salen por los chiqueros”.
Con poco más de dieciocho años asumió la dirección del mundo de los toros
e impulsó la creación de las plazas de
toros monumentales, entre ellas la actual
de Las Ventas en Madrid, que no llegó a
ver terminada; y la de Sevilla, ya desaparecida, donde toreó. Conocía a fondo las
ganaderías, de las que su preferida era la
de Martínez de Colmenar Viejo, que eligió
para torear siete toros en Madrid la tarde
histórica del 3 de julio de 1914, de la que
salió consagrado como la gran figura del
toreo con sólo 19 años.
Todo el mundo quería ver a Joselito y
en las temporadas que toreó, a pesar de
los precarios medios de transporte de la
época, pasó de las 100 corridas anuales.
La cogida de Talavera, que llenó de luto
y estupor al mundo de los toros y tuvo
gran repercusión popular, marcó con la
impronta de la tragedia una carrera
destinada a ser larga e influyente y que
quedó truncada a los 25 años.
BELMONTE
El otro pilar del clasicismo de la edad de
oro fue Juan Belmonte, quién cambió el
arte de torear. Se le atribuye con mayor
o menor criterio el haber cambiado el
toreo de defensa basado en la movilidad
de las piernas por el de dominio basado
en los brazos, inventar el concepto del
temple, reducir la distancia con el toro,
sugerir la idea de belleza estética aplicada al toreo y ligar los pases. En definitiva, crear el toreo moderno.
Desde luego, no todo esto son aportaciones suyas. De hecho, alguna de ellas,
como organizar la faena en pases ligados
en tandas o series, es posterior a su paso
por los ruedos. Pero fue Juan Belmonte
el crisol donde todas esas formas se juntaron creando un todo homogéneo y,
a decir de sus contemporáneos, novedoso y sorprendente. Cossío, siempre
tan acertado, sugiere que “Belmonte se
propuso lograr el mayor efecto de belleza plástica con el exponente patético
más exaltado”.
La prensa, que no había abandonado del todo el ditirambo de la época de
Frascuelo y Lagartijo, le llamó ‘fenómeno’, ‘pasmo’ y ‘terremoto’; pero no sólo
gozó de los favores de la prensa, tam-
El toreo clásico
El modelo digno de imitación en el
arte de torear, el canon clásico
en definitiva, se fija durante la
competencia entre Joselito y
Belmonte. Ésta es la llamada Edad
de Oro del toreo. La inevitable
decadencia posterior a todo
clasicismo dará lugar a la Edad de
Plata. En esta época se alumbrará el
toreo moderno, que no encontrará
su barroco hasta la postguerra.
Texto: Andrés de Miguel
Fotos: Archivo Espasa Calpe
26
26
24
L
a aparición de Joselito en los ruedos fue
un luminoso relámpago que sacudió la
fiesta de los toros. Desde su presentación
como novillero fue recibido como el poseedor del cetro del toreo.
El crítico Don Modesto exclamó en la
prensa: “¡Éste es! , ¡Éste es!”. El hiperbólico aficionado Alejandro Pérez Lugín, que
utilizaba el nombre de Don Pío en sus
artículos taurinos, escribió: “¡Ha resucitado Lagartijo!”. El ‘lagartijista’ Joaquín
Menchero, ‘El Alfombrista’, se convertiría
en su hombre de confianza en Madrid.
Ricardo Torres, ‘Bombita’, que había vencido a Rafael, ‘El Gallo’, en el pulso que
éste le planteó, apresuró su retirada ante
la alternativa de Joselito. Rafael Guerra,
‘Guerrita’, siempre tan distante desde su
retiro de Córdoba, le saluda como a un
grande y se fotografía con los dos hermanos. Todos coinciden en el reconocimiento de la llegada de un torero excepcional.
Joselito, consciente de la importancia
de los nuevos medios de comunicación,
dejó abundante testimonio gráfico y cinematográfico en el que se ve la inspiración
de su arte, siempre haciendo girar el toro
a su alrededor para romperle. Claro, que
para entender cabalmente el toreo que
vemos en las viejas filmaciones hay que
comprender, y no es fácil desde la perspectiva del siglo XXI, como eran los toros
27
27
Taurino
paseos por el madrid
RECUERDOS DE LA ÉPOCA DEL
TOREO CLÁSICO EN MADRID
l Embajadores 7. En la plaza de Cascorro
Adorno de Joselito.
Gracia y dominio de Joselito.
La aparición de Joselito
en los ruedos fue un
luminoso relámpago
que sacudió la fiesta de
los toros
bién el genial Valle-Inclán, siempre tan
amante de lo trágico, le homenajeó en
su tertulia del Café de Fornos a la que
acudían entre otros Pérez de Ayala,
Romero de Torres y Sebastián Miranda,
quienes dieron pie al acercamiento más
serio entre el mundo de los toros y el de
la cultura, que acabará entronizando
al toreo como una manifestación artística.
Belmonte realizó las más bellas faenas que hasta el momento se habían
visto en los ruedos ante el asombro del
público. Mientras, Joselito llevaba a su
28
26
28
Personalísima media verónica de Belmonte.
expresión más acabada el toreo clásico.
El punto culminante del clasicismo que
Joselito representa fue también su dramática conclusión. Nada será igual en la fiesta
de los toros después de su muerte.
Posteriormente, los años 20 y 30, la llamada Edad de Plata, verá desarrollarse un
nuevo estilo de torear con predominio de la
quietud del torero y la ligazón de las suertes, en un momento en que los toros lidiados aumentarán su tamaño y fortaleza.
El toreo clásico, las edades de oro y plata
del toreo tendrán dos narradores de excepción, Gregorio Corrochano y César Jalón,
‘Clarito’. Además de ser grandes periodistas, son también buenos escritores y comparten una gran afición, con una profunda
inmersión en el mundo taurino y una capacidad cierta para la intriga.
Corrochano vivió momentos de enfrentamiento junto a otros de amistad con
Joselito, vaivenes que no dejaron de notarse en sus críticas. Su reconciliación se
se encuentra la casa de Vicente Pastor, de
la que el diestro indicaba en su tarjeta de
visita ‘Hay ascensor’.
l Mesón de Paredes 13. Taberna de
Antonio Sánchez, torero de la edad de
plata, con muchos recuerdos y carteles
de la época.
l Iglesia de San Sebastián, en la calle
Atocha, donde está la tumba de Lope
de Vega. Por su pila bautismal pasaron
Cúchares, su hijo Currito, Rafael, ‘El Gallo’;
Dominguito y Pepe Dominguín.
l Teatro Español, en la plaza de Santa
Ana. En 1933 se estrenó aquí el musical
Las calles de Cádiz del que era productor y autor de libreto Ignacio Sánchez
Mejías. La música era de Manuel de
Falla, los decorados de Santiago Ontañon
y la coreografía de La Argentinita. En
este mismo escenario, un año después,
Enrique Borrás leerá la elegía de Federico
García Lorca Llanto a la muerte de Ignacio
Sánchez Mejías.
l Chamberí. En Alonso Cano 5 está la
placa donde indica la casa donde vivió
NIcanor Villalta. Cerca, en Martínez
Campos 5 vivió Marcial Lalanda y en
Fernández de la Hoz 26, Domingo Ortega.
l Los Madrazo 3. Aquí nació Rafael
Gómez Ortega, ‘El Gallo’.
l Red de San Luis. Diego Mazquiarán
Fortuna mató a un toro desmandado en
enero de 1928.
l Arrieta 7. Última residencia de José
Gómez Ortega, ‘Joselito’, en Madrid. Aquí
se veló su cadáver y se formó el cortejo
fúnebre que le acompañaría hasta la
estación de Atocha, de donde salió para
su entierro en Sevilla.
refrendó con la participación de Joselito en
la corrida de Talavera, donde se dejaría la
vida. Un duro trance para todo el toreo que
Corrochano vivió con especial cercanía.
Clarito llegó a integrar la amistad con
Joselito con la admiración por el toreo de
Juan Belmonte, con el que no acabó de llevarse bien nunca.
Los ensayos y las crónicas de Corrochano
y las ‘Memorias’ de Clarito son relatos
apasionantes de la época donde el arte de
torear alcanzó su mayoría de edad y reconocimiento, donde se forjó una correcta
mezcla entre la fortaleza del toro, la belleza
y expresividad del toreo, la brillantez del
espectáculo, la pasión de los públicos y el
reconocimiento de los aficionados.
Descargar