Por la tauromaquia, yo sí entro al trapo

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Por la tauromaquia, yo sí entro al trapo
Luis Miguel Alcón Bueno
Resulta muy interesante la reflexión que Víctor Gómez Pin y Francis Wolf, catedráticos
ambos, hacen alertando de lo peligroso que puede resultar el culto a la conciencia
animalista, precisamente negando los valores humanistas, incluso llegan a sentenciar: "cada
vez que se ha erigido la defensa de la naturaleza en imperativo absoluto, se ha
desvalorizado al ser humano".
El propio Francisco I sacudía nuestras conciencias reprochándonos, en su última audiencia
general desde la plaza de San Pedro, la actitud hipócrita de la sociedad occidental, que se
compadece de las mascotas, pero después muestre su indiferencia ante las dificultades de su
vecino.
No es casualidad que las campañas del fundamentalismo animalista, a favor del bienestar
animal (promueven incluso una Declaración Universal de Derechos de los Animales),
introduciendo en las conciencias la falaz y peligrosa creencia de que somos más civilizados
por conseguir precisamente mayor bienestar animal, sin priorizar el humano.
Lo que alguien describió como: "Han logrado introducir en la ética que el bienestarismo
animal es un logro de la ética, mayor (o al mismo nivel) que el noble logro de la dignidad
humana". Es el tan manido argumento de: ¿Cómo se puede permitir esto en pleno siglo XXI?
¿Se refieren al siglo XXI de la esclavitud (la mayor ahora, en términos absolutos, de toda la
historia de la humanidad), de la explotación infantil, del vergonzoso espectáculo de los
refugiados, el de las guerras asépticas con drones, guerras que no nos salpican, a las que
asistimos desde nuestro sofá a la vuelta de la fábrica, en la que acabamos de empaquetar el
último pedido de munición para enviarlo a uno de los contendientes de tantos y tantos
infiernos, frutos, no más de la codicia y vanidad del propio ser humano?
No es casualidad decía, que la mejora de las leyes de bienestar animal en la cultura occidental
coincida con el crecimiento de la facturación en el negocio de la mascota. La influencia y el
poder de multinacionales como Nestlé (con un volumen de ventas de 15.000 millones de
dólares) o Petsmart (8.000 millones de ventas), en la aprobación de leyes de bienestar animal
es evidente.
Solo en España se calcula que hay 18 millones de mascotas, no se puede obviar que ya
suponen un suculento mercado al que conviene "cuidar“
Por tanto, y en lo que a la iniciativa de la alcaldesa de Villaralbo se refiere, mi apoyo y ánimo
para tan nobles y gloriosas pretensiones, como son avanzar en la abolición de las torturas y en
el ejercicio de una democracia participativa.
Avancemos en la abolición de las torturas, pero en las humanas primero, en la eliminación de
los abusos/maltratos laborales, en la disminución de la pobreza energética, de los desahucios,
de la desigualdad social, en la consecución de una sociedad más justa y solidaria, lo tiene en el
programa marco de su coalición para su municipio, sin ir más lejos.
No solo se erija usted, señora alcaldesa, en defensora de los pobres toros, hágalo también en
nombre de los ciudadanos más necesitados de Villaralbo, gestionando eficazmente los recursos
de su Ayuntamiento, por ejemplo.
La animo también a que contribuya a avanzar en el ejercicio de una verdadera democracia
participativa, ponga en práctica el propio mandato constitucional de propiciar como
representante de los ciudadanos la eficaz participación de su pueblo en los asuntos que le
atañen, pero no solo dirija la lupa sobre los "derechos" de los toros (que también, si para usted
es prioritario tal asunto), sino también para todas las partidas del presupuesto de Fiestas, y
puestos a promover la participación ciudadana, consulte sobre si todos están de acuerdo en que
se gaste más en la fiesta que en cultura, o sobre otras partidas, o por qué no, sea más
demócrata aun implantando una consulta periódica para revocarla por un eventual
incumplimiento de sus promesas electorales.
Compañero Nafría, disposición para debatir en este asunto, con respeto al otro, queda
revalidada por mi parte, y me reitero, mano tendida para discutir sobre el tema, pero sin
insultos, sin fanatismos, sin violencia verbal, sin llamarnos asesinos, podremos ser crueles,
insensibles con la sangre de la lidia, pero no se nos equipare con ellos, eso es una línea
infranqueable en cualquier debate.
Tus soflamas contra las "bandas protortura" (supongo que no solo taurinos, sino también
pescadores, cazadores, degustadores de mariscos, consumidores de huevo, seres
carnívoros en general, humanos o no), culpables de todos los vicios, discriminaciones y
males que se ciernen sobre la raza humana, mantenedores de este tenebroso mundo, a los
que auguras una próxima derrota, resultan surrealistas, si no patéticas.
Pero es muy grave que nos asocies a los taurinos con agresores de género, seres
insolidarios, poco menos que asesinos que, para colmo, cercenamos la participación
ciudadana.
Permítaseme, por último, aun respetando que para algunas personas la práctica del toreo
puede resultarle cruenta y sanguinaria (nunca inhumana), proclamar sin complejos mi
afición, compartiendo la reflexión de nuestro poeta universal Claudio Rodríguez:
"podemos atribuir al toreo un misterio inexplicable, semejante a aquello que Lorca llamaba
duende. Como la poesía, la lidia es inefable, y supera toda lógica. Por ello cabe hablar de
una mitología taurina y también de una práctica ritual y mágica".
La magia del universo taurino va más allá de las corridas de toros, y está muy por encima
de las consideraciones filosóficas de los que se han erigido en portavoces (defensores) de
un animal para cambiarle su forma de vida.
El horizonte de la abolición de la Tauromaquia no se atisba, por mucho que algunos se
empeñen en otearlo.
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