SEGUNDO RELATO EL INVIERNO. Al levantar la persiana observas en el cristal que el invierno sigue. La mañana está clara, como clara fue la noche durante la cual “la pelona” heló bebederos y campos. SEGUNDA PARTE J. Carlos Tejedor 1 Capítulo VIII LA CUESTA DE ENERO En la escuela se desarrollaba las actividades según el programa previsto. En la intuitiva, sintética y práctica, ajustada al Cuestionario Oficial (como rezaba en su interior,) enciclopedia ÁLVAREZ. Contenía en sus distintos niveles todos los conocimientos de la Humanidad...: ciencias, geografía, geometría, aritmética, historia, lengua, antiguo y nuevo testamento, higiene, urbanismo, moralidad y formación del espíritu nacional. Todo ello, en versión e ilustración muy especial del autor castellano Que recuerdos. Aquellos dibujos de D. Antonio apoyados por edificantes frases que hacían que los niños entendiéramos lo “sustancial” de la vida, y de la muerte. O aquellas viñetas que apoyaban las poesías de Campoamor, Samaniego, Iriarte o Hartzembusch, las cuales, no quiero comentar. Dejo al lector una muestra fotocopiada directamente del fondo de mi cerebro (con ayuda de un moderno scanner y un original de los años 60), para que el mismo, saque conclusiones del espíritu y contenidos de lo que a finales de enero trabajábamos en la escuela. Estoy seguro que, al igual que yo, en muchos de los escolares colegas de aquellos tiempos, perduran en su memoria y recitarán de “carrerilla” estas y muchas de las poesías de este libro. Y, al recordar, esbozarán sin duda, una J. Carlos Tejedor 2 sonrisa cómplice con la del autor, por compartir los secretos que nos permitieron llegar hasta nuestros días, con lucidez… . Samaniego: J. Carlos Tejedor 3 Lo que sigue, puede parecer una sorpresa, pues, al igual que los españolitos de a pie en otros lugares patrios, en Argujillo teníamos escasa afición a la lectura. Justo un año después de ilustrarnos con la 2ª de Álvarez, Damián y yo, a la sazón estudiantes de primero de bachillerato, pasábamos divertidas tardes, leyendo, si, si, habéis leído bien…¡leyendo!. Nos salían a diario unos lagrimones como puños, cuando después de clase, juntos leíamos las aventuras de Los Hermanos Wild (The Wild Wonders). Trataba el cómic, de las aventuras en un internado Inglés de dos hermanos mellizos, criados en la selva por una loba y rescatados para la civilización por un rico benefactor Británico. Tenían unas manos y pies desproporcionadamente grandes. J. Carlos Tejedor 4 Dotados ambos, de una fuerza, velocidad y resistencia descomunal que, sumadas a su limpieza mental, valentía e inteligencia natural, compensaba su desconocimiento sobre las costumbres sociales en la Inglaterra de primeros del siglo XX. No conocían la envidia, ni los “tejemanejes” al uso, para la convivencia en las relaciones humanas. La suma de estas cualidades, no solo les ayudaban a sobrevivir a en aquel hostil colegio de la Gran Bretaña, si no que, ridiculizaban las costumbres finolis, llenas de vanidades huecas y poco prácticas, de aquellos hijos de la residual burguesía, y/o de los ricos colonizadores de ultramar. Los cuales, al contrario que los mellizos protagonistas, se encontraron una vida fácil y por tanto no adquirieron hábitos para la resolución de los más sencillos problemas diarios. No tengo ninguna duda, que si algún día lee y ve estas imágenes mi compañero de lectura, será para él una estupenda y muy agradable sorpresa, que le hará sonreír con una “miaja” de nostalgia. El cine. Aquella tarde de domingo era especial. Como siempre, Rambal - acompañado de su señora- había aparcado su “sidecar” delante de la farmacia. Ambos iban y venían sin cesar hasta el salón descargando y transportando hasta el J. Carlos Tejedor 5 interior de la sala la gran máquina de cine, las latas redondas con la pintura desconchada por el uso, que contenían los rollos de película y aquella gran sábana que serviría de pantalla. Ante la imposibilidad de leer sobre las latas el título de la película, siempre algún muchacho preguntaba. - Rambal, ¿Qué película nos vas a echar hoy?. Entre sus labios carnosos, dejaba ver sus dientes esbozando una sonrisa y siempre con amabilidad contestaba. - El pescador de coplas, de Antonio Molina - Biieeen, ¡de Antonio Moliiiinaaa! Enseguida y como por arte de magia aparecía Nicanor para echar el pregón. Al - Peeee, peeee, Esta nooocheeee, a las sieeteeee gran función de cineeeee, en el saalooón. - Con la pelíiiiculaaaa que lleva por títulooooo momento, llegaba Abelardo con su escalera, para hacer no se que empalmes desde el exterior de la sala, que tenía que ver con la “potencia” de las lámparas de la máquina y en el salón normalmente no había tanta fuerza… Casi al instante, empezaban a bajar las primeras mujeres con sus sillas, para coger los primeros sitios, no sin antes, pagar religiosamente la entrada a la mujer del empresario, que ahora, hacía de cajera. Subíamos rápido hasta nuestras casas para avisar a la madre y de paso, pedir el dinero para el espectáculo - madre, madreeee - Queeeee, que pasa con tantos gritos - Dame dos “riales”. Que ha venido Rambal y va a echar una película , - J. Carlos Tejedor ¿Qué película? No se , creo que es de Molina 6 - ¿Y donde tienes la paga? Siii, a estas horas donde andará, lo gasté todo en casa de “Madalena” - Anda toma, que no piensas más que en gastar. Corriendo como alma que lleva el diablo bajaba hacia el salón a encontrarme con “La cuadrilla”. Pagábamos, para entrar rápido en la sala y observar el montaje del gran proyector. Como sacaban de las “latas” los grandes rollos de film, que tras desenrollar un par de metros iba introduciendo Rambal por un laberinto de curvas y ruedecillas, para terminar enganchándolo en otro carrete en el que se bobinaría a medida que la película discurría. Antes, en el fondo del salón, justo sobre el “temblete” de los músicos, había colgado la gran sábana “remendada”” que serviría de pantalla. Las mujeres iban tomando asiento y posición con sus sillas. También las muchachas -muy seriecitas y dignas ellas-, imitando a las mayores, aparecían con aquellas pequeñas sillas de madera y esparto o la banqueta que en su día emplearon en párvulos, con Dª Brígida. Delante, los “muchachos” tomábamos todos poco a poco posición sentándonos directamente en el suelo terroso del salón. Los hombres, como en todos los eventos, se incorporaban los últimos, colocándose detrás y en los costados de la sala, justo, cuando empezaba a escucharse el sonido inconfundible de la máquina, -similar al de una bicicleta bajando una cuesta sin dar pedales- Se apagaba la luz y se proyectaban sobre la sábana aquellos imágenes de aspas, remiendos, tiritas, esparadrapos y los números en sucesión descendente que enlazaban con el NO-DO. Aunque no siempre el noticiario estaba añadido a la cinta. - Chacho, hoy echan el nodo Que mas da, si siempre ponen lo mismo - Yaaa, bueno, no siempre, pero es obligatorio en “tolos” los cines ¡Que va a ser obligatorio!, ¡eso es en la capital! En la capital, y en “tolos laos” - ¡Que no! Abundio, que solo es en los cines oficiales y esto es un salón Oficiales, oficiales, tu si que estás bobo con el oficial Bueno pues “pa ti la perra chica” y calla que ya empieza - Cuando terminaba la información de: inauguraciones de pantanos, tomas de J. Carlos Tejedor 7 posesión de embajadores, actos sociales de la Jefatura del Estado y su familia. Salían los primeros “rótulos”, para dar paso a un jovencísimo Antonio Molina de prodigiosa voz, acompañado a bordo de una barca, por su hermana, la coprotagonista, una desconocida llamada “Marujita Díaz”. Entre canción y canción, penas, glorias, sonrisas lágrimas y bondades de los personajes, los muchachos aprovechando la oscuridad, hablábamos, gastábamos bromas y corríamos entre “siseos” por la sala, cruzando y haciendo sombras por delante de la pantalla; pasábamos también por detrás y tocábamos moviendo la sábana sobre la figura de los actores. Se oía alguna voz de protesta y alguna bofetada correctora, seguida de maliciosas y cómplices carcajadas al adivinar los espectadores lo ocurrido. Yo, aquel día, me lo pasé a lo grande “toreando a un amigo” venido de Salamanca, que, como en otras ocasiones, pasaba unos días en el pueblo en casa de su abuela. El finolis tenía un sombrero “tiroles” con su plumita y todo. Me faltó tiempo para, justo cuando apagaron la luz, arrebatárselo de su graciosa cabecilla. Protestó el pollo y salió corriendo tras de mi, exactamente lo que yo quería. La persecución duró justo lo que la cinta, Agotado y llorando se lo “chivó” a su abuela y esta a su vez a mi madre, que, cuando la palabra fin apareció en pantalla, le oí llamar. - ¡Juan Carloooss!, Reconocería la voz y ese tono que Amelia empleaba cuando no quería repetir las cosas en medio de los “oles”· de una plaza de toros, ¡como para no oírlos en el silencio del cine! - Ven acá, cacho bobo y desvuélvele el sombrero al muchachico Presto me presenté e hice entrega de la prenda al niño, que lloroso y con una sofoquina tremenda, con gran ansiedad recogió el fieltro. Percibí al dejarlo sobre sus manos, una cierta relajación en su enrojecida cara y un halo de satisfacción en sus ojos, cuando al mismo tiempo, yo recibía un pescozón a manos de mi madre. J. Carlos Tejedor 8 Capítulo IX LAS FIESTAS DE INVIERNO Llegaba San Antón, era la primera gran fiesta del año de una serie que rezaba así: San Antón en Cuelgamures San Sebastián en L´Aldea, Bendito San Blas en Fuentes, y en Argujillo La Pega. Los pegotes sois vosotros, que la Virgen no se pega que… Esto ocurría en un radio de 3 Km. y desde el día 17 de enero hasta el 10 de febrero, sin olvidar que el 2 de febrero eran las Candelas y el 5 las Águedas. Eran las verdaderas fiestas locales, las más entrañables de cada municipio que, definían la idiosincrasia y espíritu local, diferenciando, creencias y devociones de los vecinos naturales de cada Villa, de la de los pueblos vecinos. Lucían las gentes sus más elegantes galas. Los trajes de estreno o con olor a alcanfor, junto a los abrigos de fiesta, salían de los armarios para honrar a los patrones/as con la mejor presencia y respeto requerida para la ocasión. Para tan señaladas fechas, en las mesas no faltaban: Los mejores bollos, los elaborados profesionalmente, mas finos de “Nano” y también, los no menos exquisitos y tradicionales, fabricados en colaboración por todas las madres de un barrio, zona, familia o vecindario. Cocidos en horno de Pereruela, en casa de una de ellas. En nuestro caso, en casa la Señora Pepa, excelente persona, mejor vecina, aparentemente dura a primera vista y en el tono de sus expresiones, pero en el fondo, cariñosa, sensible y fácilmente emocionable. - Un gran beso para ti Pepa Las pastas, las roscas de barniz, las mantecadas (incluidas las sublimes de almendra) y algún “Pío”, que si este se rellenaba de crema y/o emborrachaba, facilitaba su paso por boca y se convertía en un manjar elevado a la categoría de tarta…. J. Carlos Tejedor 9 El grueso culinario de estas fiestas eran los orgullosos gallos. Mimados desde que rompieron la cáscara a principios del lejano verano, primero por su madre, después por sus amos. Al final, en su etapa de reinado, cobrando tributo al harén por su vigilancia y protección del sanguinario Milano. Majestuoso siempre, a veces duro, cruel y egoísta, separaba para él los mejores granos. Los mismos que le daban luz a sus plumas y volumen al cuerpo, que cebado ya, este febrerillo les conducía a su particular San Martín , no sin antes, depositar con profusión sus genes por el reino. Completaban el menú los licores y el vino, que trasvasado recientemente “a limpio”, en estas fechas, abandonaba definitivamente la dulzura de su niñez, presentando y ofreciendo ya, lo mejor de si, un joven color violeta espectacular, un paso por boca tan fácil y fresco, que permitía largos y agradables tragos de las teñidas jarras, un cuerpo poderoso y la chispa, que hacía que sus catadores bajaran al bar sin preocupaciones… Los muchachos colaboraban activamente en los diferentes procesos para la elaboración de las viandas. Desde, agarrar las patas del “capón”, mientras tras la cresta le daban el corte fatal. (Era desagradable y también sorprendente, comprobar la enorme fuerza del ave en su agonía). Hasta, (esto mucho mas apetecible…), hacer de “recadero” durante la fabricación de los dulces, ir por azúcar, preparar con papel los envases de las mantecadas o, cuando te entregaba la madre un minúsculo frasquito para rellenar y te decía. - Vete a casa de Leontina, que te de una peseta de esencia de limón. - Anda “agudo” y no te entretengas. Salías como alma que lleva el diablo, corriendo hasta la plaza. - ¿Qué quieres majo? - Una peseta de esencia de limón… Repetía el niño, pensando, mientras “Leo” extraía de un envase mas grande, como de litro-, para medir con su probeta el líquido amarillo que depositaba con sumo cuidado en el frasco. Aquello debía ser algo buenísimo, casi sagrado, seguramente el espíritu y la sabiduría del inventor de los bollos se encontraba en el cristal, esa sería la razón por la cual era tan caro. Además, ahora tenía sentido la frase tantas veces escuchada: la buena esencia en J. Carlos Tejedor 10 frascos pequeños. Ya que, cuando la había oído refiriéndose al tamaño de las personas, la verdad no me convencía mucho. De regreso y sin respiro, oías la orden. - Vete a casa, te subes al “cabañal” y coges un par de manojos, pero de los de dentro, que estén bien secos. Antes de salir corriendo recibías la siguiente - Cuando vuelvas, coge la llave de la bodega y traes vino de moscatel. - Anda “agudo” y no te entretengas - Valeee Contestaba el niño condescendiente, pues sabía que aquel día la recompensa era estupenda. ¡Ah!!, Ten cuidao al sacar del cubeto, no salga la espita y “caigas” el vino, que la tienes gorda. - Que siiii, Las mezclas de las masas, también las esponjosas y ricas cremas estaban - hechas. Reposaban atractivas y provocadoras ante la vista del muchacho, esperando su turno. Su olor y textura se convertía en irresistible objeto de deseo para el pequeño que, impulsado por un a fuerza interior incontrolable lanzaba el ataque. El rápido dedo del chaval - cual golondrina en el bebedero-, hace una pasada sobre el barreño de las dulces tentaciones, mojando y, describiendo un acrobático arco se eleva veloz, para, tras frenada precisa, introducirse entre los labios y depositar con maestría el fruto de la incursión en la aguada boca. - Humm, que rico Si nadie advertía el vuelo de la rapaz, felicidad completa, en el peor de los casos por un “soplamocos” de nada, merecía la pena el intento. Pero lo mejor estaba por llegar, por delante quedaban: “rebañar” los restos en los envases de las cremas o barnices. Comer los pequeños trozos “en crudo”, de la masa de las pastas, que en forma de recortes o virutas, después de aplicar los moldes, quedaban dispersos por encima de la mesa, siendo ya tan escasos, que juntos todos, no eran suficientes para troquelar una nueva flor o estrella. Y,…llegaba el gran momento. Cuando los olores de la cocción habían puesto J. Carlos Tejedor 11 en alerta ya todos los jugos gástricos de los infantes y por fin, alguien retiraba la tapa del horno, surgían de la oscuridad tras el largo mango de la pala aquellos milagros dorados, enseguida escudriñabas las esquinas de las latas para descubrir el tono negro de alguna pieza, señal inequívoca que estaba un poquito quemada. El corazón se aceleraba esperando con ansiedad que los voltearan en la mesa para “separarlos”: en una parte, los buenos, en otra, nuestro objetivo inmediato, los deformes y damnificados - ¡Halaaaa!, majos, vengaaa, podéis comer los cachos y quemados. - ¡Bieeen! Pero dejarlos enfríiiien, que que se es malo comerlos calieeeentes La orden estaba dada, el consejo de la temperatura… era eso, un consejo, ¡ni caso! -. Sabían igual que olían…Para quién no haya experimentado esto, el asunto sería comparable, a comer el pan reciente, o comerlo duro, pero a un nivel muy superior. - Que te abrasas. - Pero hombre ráspalo un poooco y quítale las morceeeñas Eeeeh, ese no, que es bueno. Joooo, maaadreeee, míralaaaa, me lo ha quitaaaaoooo, bobaaa, Ooyee, desvuélveselo, lambrución Siii, ya se lo tragoooó la galgucia Toma este, anda y deja de abrir la boca. Las fiestas de invierno aprovechando que eran meses de poco trabajo en el campo, servían para visitar y estrechar relaciones (siempre agridulces) con los habitantes de los pueblos de alrededor. Siendo en muchos casos, inicio de relaciones, las cuales, si el varón aportaba el “medio cántaro” a los mozos conciudadanos de la muchacha, acababa en noviazgo y boda. Positivo el hecho, sobre todo para mezclar la sangre refrescando la local y, tender lazos familiares, que ayudaban a suavizar las tensiones ínter- pueblos. J. Carlos Tejedor 12 San Antón Aún recuerdo aquellas frías mañanas cuando los “muchachos” corríamos el San Antón con los burros. Recorríamos L´Aldea, El Piñero, Fuentes, Cuelgamures, regresando a Argujillo por el Cándano. Foto recogida en el diario la opinión En Fuentes un año, cuando después de cruzar el pueblo, salíamos por la carretera empedrada dirección a Cuelgamures con nuestras acémilas a “pleno galope”, un grupo de muchachos locales aparecieron de repente saliendo desde las alcantarillas. Ante la sorpresa, los burros se espantaron, provocando frenazos, cambios de direcciones, encabritamientos, etc. Como resultado, un caos, unos jinetes salieron por las orejas, otros de costado, los menos colgando de la cabeza de sus monturas. Que costaladas, que juramentos, la cosa no fue a más por dos razones: La principal, estábamos en pueblo forastero y nunca fue una buena decisión estratégica liarla en casa del enemigo… La segunda, los muchachos del “espante”, casi todos eran estudiantes en Argujillo compañeros y conocidos nuestros. En general, todo el mundo admitió la broma, entre risas unos, entre dientes otros. Al final, tras recomponer las posiciones, la caballería reemprendió la marcha y quedó zanjado el asunto, al menos por aquel día. J. Carlos Tejedor 13 Nota: Permítanme los lectores/as la abstracción surrealista que sigue. Es para descifrar y a quién la descifrare, buen descifrador será... Quiero recordar a los mas jóvenes, que este municipio,(Argujillo) siempre se distinguió por su gran desarrollo intelectual y cultural, siendo en la década de los 60 y principios de los 70, el centro de estudios mas importante de la zona, al que acudían alumnos de todos los pueblos y “aldeas” de los alrededores….(Una especie de pequeña Alejandría, vaya…). Dejando atrás los ojos de medio punto del antiguo puente de piedra, a ambos lados de la carretera de Zamora, justo a la salida de la curva donde se bifurcan el camino El Maderal con el de Fuentes, se podían ver y aún se conservan, los edificios donde estaban las aulas. El de la izquierda, con pequeños jardines y trasteros, incluía la residencia de los maestros. El de la derecha, junto, donde los vestigios presumen se encuentran los restos de los antiguos muelles y embarcadero…. Incluía clínica, consultorio médico, aulas y biblioteca llena de luz, con vistas a la hermosa Ribera del Talanda. Cuando lo veo hoy, me trae a la mente los recuerdos de aquellos aromas inconfundibles del repollo cociendo. Procedían las verduras del “hermoso huerto”, situado tras el edificio en la propia finca, cultivadas por el “galeno” titular de la clínica y Villa Lamentablemente tras una recalificación, ambos edificios, fueron transformados en viviendas y apartamentos…. Esta nota se lo dedico a dos amigas, antiguas alumnas nacidas en la villa, y sin embargo ilustres surrealistas. (De momento no revelaré sus nombres para proteger sus investigaciones. Pero, si diré que una es especialista en todo tipo de fechas relacionadas con Argujillo y la otra es experta en la relación de los animales domésticos con los humanos. Concretamente mantiene, que la cabra es superior a todos los demás). Por su entusiasmo, buen humor, por investigar y descubrir, donde se pensó, gestó y por lo tanto mostrar al mundo, la verdadera procedencia, -por supuesto Argujillana-, de algo tan importante para el desarrollo y control de la ganadería moderna como es el “crotal”. En estos momentos, las investigadoras están reuniendo evidencias, información histórica, científica y arqueológica, sobré la hipótesis que demostrará, que el Talanda fue navegable hasta Argujillo… Por el tiempo dedicado a defender y rescatar estos y otros J. Carlos Tejedor 14 valores…olvidados de La Villa, por su gran tenacidad ante la incomprensión e incredulidad institucional. Tienen mi mayor respeto. ¡Mucha constancia y suerte amigas! A la izquierda, profesora investigadora llegada desde la Universidad de Oxford tras los primeros indicios. Su llegada coincide, (como puede observarse), justo después de la construcción “barandillas” puente. accidente del Obra consecuencia de las antiguo realizad del de la como lamentable Yegua de Fuentespreadas… Tras ella, puede verse el aspecto de clínica, aulario y huerto. Como fondo a la derecha el matadero municipal y a la izquierda, edificios del grupo de la fábrica de harinas. Justo el lugar donde se situaba la meta en las carreras de los quintos J. Carlos Tejedor 15 Por la tarde el día de San Antón se tornaba en fiesta importante: La muchachada veinte-añera estrenaba mocedad y mayoría de edad. Se uniformaban al estilo militar e invitaban a sus paisanos al refresco, donde se tomaban “bollos” y licores, haciendo una ronda por las calles de la Villa que les vio nacer, trasladándose en grupo por las casas de los “reclutas” donde las madres tenían la mesa de “la sala” repleta de matrimonios, magdalenas, roscas de barniz, pitisús y todo tipo de licores, incluidos coñac y anís. La ocasión lo merecía, pues no en vano solo se es quinto una vez, siendo el hecho muy importante, pues anunciaba a todo el mundo, que estos muchachos iniciaban su vida como adultos. Para la mayoría era el momento a partir del cual podían fumar su primer cigarro delante de su padre… y abordar otros asuntos reservados a las personas mayores. Pronto en la tarde, pues son cortas en enero, organizaban y celebraban la carrera de los gallos. Engalanaban el pueblo y la pista, (yo la recuerdo en la carretera de Zamora delante de la fábrica, justo en el cruce con el camino de Valdegomín). Colocando al orgulloso animal que da nombre a la carrera, con la cresta hacia abajo, colgado de una cuerda que unía dos postes puestos a tal fin, a una altura suficiente estaba la soga, para que los jinetes pudieran alcanzar al desdichado protagonista desde el caballo, siendo a la vez: meta, adorno tradicional, J. Carlos Tejedor 16 testigo del ganador y parte fundamental del menú de la gran merienda donde normalmente estaba invitada toda la juventud. Los muchachos observábamos el espectáculo subidos en la valla del jardín de la casa donde vivían los Rebollo, a veces, haciendo un equilibrio peligroso para no clavarte los barrotes de hierro y punta de lanza de la misma. Terminada la carrera y después de ser vitoreado el ganador, la gente se arremolinaba en la meta alrededor de los caballos, donde, desde la atalaya de sus monturas, los caballeros, a la orden del capitán, daban paso al acto mas interesante desde el punto de vista antropológico. Las relaciones Consistían las mismas en recitar por parte de los corredores unas poesías o “trovas”, en las que se relataban en clave de humor e ironía, los hechos mas destacados en la Villa durante el año anterior: Borracheras, caza, peleas, labores del campo deficientes, problemas con las yuntas, obras desastrosas, engaños en la feria, críticas a las autoridades, noviazgos, rechazos, amores y desamores…”Perantonadas” en general Lo verdaderamente interesante es, que quizás, fuera el único día del año donde se podía hacer todo tipo de comentarios sin que nadie pudiera o debiera ofenderse y tomar represalias, (era como el carnaval de la trova) Había verdaderos especialistas en hacer estas relaciones, a los cuales, aquellos quintos poco iniciados en el arte de Cervantes, les pedían consejo o encargaban estos versos sobre ideas, acontecimientos, de casos aportados por ellos y ocurridos en la Villa. Existía un cierto temor entre los vecinos, dadas las características del evento, que algún hecho del que hubieran sido partícipes durante el año, fuera merecedor, sin ellos querer, de convertirlos en protagonistas de las “relaciones “ y centro de las burlas de sus convecinos durante el año. Se escuchaba conversaciones como la que sigue, en muchas situaciones cotidianas, por ejemplo: Cuando a veces, en pleno acarreo, de vuelta hacia la era, por una mala colocación de las “gavillas o haces” cuando se cargó el carro, en los primeros baches, reventaba por el camino, cayendo parte de la carga al suelo. - Cagüen Tal…, pisa fuerte y calza bien el bálago engarañaaaoo. Ya lo piso Pero, ¡agarra la gavilla enteeera..! - Siii, ya, y me pico con los cardos. J. Carlos Tejedor 17 - Como tengamos otro parto por el camino… Este año, al final, volvemos a salir en los quintos… Con permiso de trovadores y dedicado a ellos, solicitando su perdón por el atrevimiento, los hechos anteriores podían quedar así. Por el camino de Fuentes, cuando por allí yo pasaba Oí, como fulanito a su hijo, sabiamente aconsejaba. Aprieta la gavilla niño, písala con la alpargata, no vaya a ser que con los baches, tengamos parto en La mata. Como había muchos cardos, el muchacho no obedeció y antes de llegar al camino, atravesando unos cerros, la carga le reventó. Mal rayo te parta, bobo, Ya te lo decía yo, además del trabajazo, de las pérdidas, de to. Cuando bajemos al pueblo, vamos a hacer la risión. Esta es la cuarta del año, Rabilero, bobolón Y lo sabrá todo el mundo y darán cuenta de too, cuando lo canten en verso, el día de San Antón. Finalizada la exposición, con la sonrisa en la boca, comentando lo escuchado, en alegres grupos, la gente marchaba hacia el pueblo, unos seguían la fiesta en los bares, los mas, atendían al ganado, ¡nunca los quintos!, que por supuesto ese día estaban “rebajados de servicio”. Cuando se hacía de noche, empezaba la gran merienda de aquellos -ya citados- infelices (por su destino final) Reyes del corral. Qué, hasta el día anterior, aún paseaban su majestad, presumiendo orgullosos, erguidos y J. Carlos Tejedor 18 desafiantes, ante visitantes y lugareños, mostrando y luciendo su elegante y pulcro uniforme de gala, sus enormes dagas; espectaculares espuelas curvadas, prueba inequívoca de su edad que, garantizaba aquellas carnes “negras” y jugosas, las cuáles, aromatizadas convenientemente y cocinadas a fuego lento, daban como resultado: Unas tersas tajadas sumergidas en gelatina, con olores y sabores exquisitos, desconocidos sin duda hoy en día, para la mayoría de los mortales. Con la “barriga” llena y no solo de comida, daba comienzo el baile. Aquel día era gratuito y a cuenta de los celebrantes, a su vez, era el fin oficial de la fiesta, no el efectivo, que terminaba casi siempre en la bodega y para algunos en un pajar durmiendo la “mona”. Duraban los comentarios de las relaciones varios días, meses, incluso algunas veces, por lo acertado del texto, lustros; pasando a convertirse estas, en leyendas y viejas historias de la localidad. Llega San Sebastián y gusta ir a L´Aldea. Obligada visita a nuestros vecinos mas cercanos. - Chachooo, ¿haaas comiiidooo? Preguntaba el amigo “aldeano” - ¡noo! Contestaba el mozo argujillano - Pues ya es hooraaa. Y el grupo sonriendo enfilaba el camino, para en un periquete llegar a Argujillo y comer el cocido que en su casa esperaba. Luego en la tarde se volvía a San Miguel, con un poco de suerte, llegabas antes de la merienda… He de comentar en honor a la verdad y con todo mi respeto a los ciudadanos de San Miguel, que ellos hacen justo el mismo comentario sobre la hospitalidad de la gente de Argujillo y quizás ambos tengamos razón, o tal vez ninguno. J. Carlos Tejedor 19 Las Candelas, ¡que gran fiesta en Argujillo!, olía ya a fiesta grande. En la misa del día 2, se subastaban en presencia de la Virgen acompañada de sus Damas, las dos tartas que en honor de la “Salud”, habían sido encargadas a Marciano (“Nano”), quién como gran maestro pastelero, con esmero y arte, las diseñaba formando varios pisos troncocónicos y en progresión decreciente. Recubiertas ambas, con un manto de barniz blanco, -como si fueran la novia y la niña que le sujeta la cola-, esperando pacientemente que tras la puja, alguien las lleve a su casa, para presidir la mesa, hoy preparada en la sala, por ser día tan señalado. Dama o Mayordoma de la Virgen el día de las Candela …. El Mayordomo de la Virgen. Que además de servirla, había sido generoso con la iglesia. Cuando terminaba el acto, invitaba a un refrigerio a amigos, paisanos y feligreses en general, para mostrar sus logros generosidad. y extender su Semos las mozas de Zaramontanos, estamos aquí ponidas, pero ya estamos tomadas. Frase pronunciada por una de las mozas de esa Villa, dirigidas al mayordomo (hijo del pueblo, pero resiente fuera desde hace años), cuando este las invitaba a pasar al interior de su casa para el refrigerio. En la tarde la novena nos recordaba que el gran día se acercaba. San Blas (Una hora mas) visita obligada Fuentes. Nuestros vecinos, “Los del Tesoro”, organizaban al igual que todos los del refrán en honor de su patrono, Ceremonias religiosas, fiestas, refrescos, bailes y verbenas. Desde aquí quiero felicitar a sus gentes por haber sabido organizar recientemente en torno a los hallazgos arqueológicos de la villa, actividades culturales –Tan en desuso en la comarca- como El Mercado Romano. ¡Enhorabuena a sus promotores! . J. Carlos Tejedor 20 Nota: En Argujillo aparecieron tumbas, sarcófagos, monedas y restos de cerámica durante los años en los que transcurren estos relatos, de los cuales apenas se tienen noticias o constancia escrita sobre su importancia, procedencia y destino. Lamento profundamente esta circunstancia, ya que con ello, quizás se perdió la oportunidad de que la Villa de Argujillo pudiera figurar en alguna publicación especializada, o tener alguna referencia en Internet similar al “Tesoro de Fuentespreadas”. En todo caso, hubiéramos tenido los Argujillanos argumentos, materiales y razones para estudiar y conocer algo de nuestra velada historia. Las Águedas, fiesta organizada por y para las mujeres. Era esta una fiesta muy especial, aquel día podías ver en el baile a señoras que por allí no pisaban nunca y además ¡vestidas de carnaval!. Resultaba extraño observar a algunas de esas madres, normalmente tan serias y severas, ahora divertidas y dicharacheras, que por un día parodiaban a sus propios maridos, siempre de una forma certera y muy inteligente. Sobre todo era una fiesta alegre, mucho más participativa y elaborada que otras. Habían tenido meriendas las féminas con sus cuadrillas. Solían celebrarse en casa de alguna de ellas o en las bodegas. No faltaban los dulces, flanes, roscas de aceite, torrijas, churros y chocolatada. Habían comido aquellas exquisiteces que, cada una, mejor sabía y podía preparar. Estaba presente el moscatel, que les daba aquel necesario empujoncito al atrevimiento. Si se habían añadido aquellos licores dulzones, incluido el anís, el atrevimiento daba paso a la rienda suelta en forma de expresiones fuertes, alguna salida de tono, siempre con un puntito de humor. Todo se reflejaba y dibujaba en unos pómulos coloraos bajo los ojos brillantes y redonditos a juego. En cualquier caso, era un día necesario, merecido, esperado, reivindicativo, distinto y sobre todo alegre, del que al final disfrutábamos todos después de la novena J. Carlos Tejedor 21 Capítulo X Y, EN ARGUJILLO… LA PEGA Desde que empieza febrero, las gentes de Argujillo se reúnen al oscurecer en la engalanada Iglesia en torno a la patrona que, con su traje de gala recibe a sus hijos e hijas, que con gran emoción y respeto le rezan, le ruegan, le dan gracias, le piden perdón, sobre todo salud, y le cantan. - Oooohh Virgeeén de laa Saaluuudd. - Se nuestra madre amorosaaá…. Seee nuestraaa madre amorossaaa.. Que recuerdos, cuanta gente me viene a la mente, hombres mayores ya desaparecidos, con sus “boinas” en la mano y sus calvas blancas, muy blancas, cantándole a la Virgen con la devoción debida, con aquella verdad del que quiere y confía en lo suyo (el señor Aurelio de Transito, el señor Augusto, el señor Antonio Martín”, el señor Santiago el alcalde, el señor Teodoro García, su hermano Aurelio, el señor Restituto, el señor Gorgonio, el señor Dalmacio, mi abuelo Longinos, mi padre, mis tíos: Serafín, Jesús y Juan, mi paciente y apreciado Tomás (nunca estuvo cansado para jugar con un niño, generación tras generación.), el Chato y Atilano. Por delante las mujeres, mi abuela Juana, mi tía María, Rocío, la señora Aquilina, Rosa e Isabel y Mi tía Bernardina (su madre), siempre colaborando todas en los oficios, dando los últimos retoques a la Virgen y las velas de los distintos altares. Tere la del Señor Gonzalo, siempre cantando, con Julianita y Nela y otras “mozas” que formaban el coro, colocado justo delante de la zona de las muchachas. Primero las mayores, Juani, Mirita, Salud, detrás las del 54, 55 y 56 seguidas de mis quintas y amigas, Carmen, Toli, Firina , Pepita, Estrella, Marta y Tinita, mas atrás las pequeñas, Merce, Sabina, Tori, por delante de las muchachas, de izquierda a derecha, el resto de la población femenina de la Villa. También estábamos todos nosotros: Jose “Palomo”, Pedro “de Avelina” y mis primos Pedro el de Serafín y Jose el de Hortensia, Valentín, Enrique, Amado, Arturo y el difunto Rafael, Mané, Fredy , José Luis, el eternamente niño Eduardo, incluso mi amigo Damián, que desde luego era mas devoto de los Rollings que de la Virgen, los mas pequeños: Carlos, Roberto, Juan, J. Carlos Tejedor 22 Agustín, Primo, Nano, Álvaro y Fernando y por supuesto D. Vitoriano, poniendo orden. Justo detrás, los mayores, Maxi, Joseito, Nino, Luismi, Santos, Rolando, Indalencio. Los mozos, mi primo Pío, mi hermano Abelardo, Jorge, Cesarín, Chemary, Arcadio, Casto, Lisardito…Julio, Santi, mas atrás, Manolo, Polín y Luisito .y muchos mas…. Desde luego en el recuerdo, en la retina del niño, figuran muchos más rostros y nombres, mezclados con las caras de santos y animales polvorientos residentes en el viejo retablo de la ermita del Santo Cristo del Humilladero, que formaba parte del fondo del inmenso y poblado bodegón. El crucificado, clavado en la gran cruz de madera, con su llaga sangrante en el pecho y el gesto de dolor sereno en el rostro, la pila bautismal con su luz especial, el pequeño y blanco altar del Carmen, los altares de “oro”. El del Sagrado Corazón. El de la Virgen del Rosario y de la Salud tiene en el centro una gran hornacina cerrada con puerta y vidriera, donde reside la Virgen, cuando no está en las andas. La gran lámpara colgada de la cúpula en forma de concha, sobre su azul, proyectaba los rayos luminosos que señalaban al muchacho el lugar donde debía vivir “El Padre”sobre el gran Altar Mayor. Apoyado en la columna de la gran arcada, el precioso púlpito de madera labrada, desde donde el gran día de la Virgen predicaban aquellos hombres de Dios. Sabios venidos de lejos, con sus hábitos pardos, las sandalias, (que fríos tendrían los pies, dada la época del año) rostros barbudos como las imágenes de los santos, tan severos, tan distantes... Intimidaban al niño, cuando el eco repetía sus palabras enérgicas, que rebotaban sobre el otro lado, desde los altares de la Purísima y del Santo Cristo del Humilladero, de aspecto antiguo este-. Destacando entre todos ellos, llenando un gran espacio con su luz, estaba la Virgen. Nos contemplaba desde su atalaya con la cara satisfecha de madre “amorosa”, disfrutando de aquellos cánticos que en su honor, en la iglesia retumbaban. Las voces graves de los hombres, desde atrás en sus bancos, (las malas voces también, que abundaban…) y las agudas de las mujeres situadas delante, cada una con su “reclinatorio”. Casi toda la población al completo, sacando las notas desde muy dentro, fundiéndose estas, en un murmullo largo muy especial, al empezar la canción, que hacían de este un instante verdaderamente mágico. - Ooooooooooooooohhh Viirgeeeen de laaa saluuuuudddd… - Seeé nuestraaa madreee aaamoroosaaa… J. Carlos Tejedor 23 Con que fervor se le cantaba a la Virgen al terminar el “rosario”. Y, llegaba el gran día, LA PEGA. Sin duda la Virgen con más devotos de la comarca. Repicaban las campanas y también “las esquilas” como si los mismísimos ángeles fueran los campaneros. -¡Que bien sonaban las campanas de Argujillo los días de fiesta grande…! Salía el muchacho de casa, con el pelo ensortijado, de punta en blanco. El corazón le latía con la fuerza de las grandes ocasiones, no podía contener mas aquella emoción, las piernas se movían rápidas por delante del cerebro, al compás de los sonidos que llegaban de la torre y, corría, mas que correr, volaba sobre los zapatos de charol nuevos, Deseaba llegar a la plaza para encontrarse con sus amigos endomingados. Descubrir las novedades. Ver si habían montado sus puestos los carameleros. Almendras “garrapiñadas”, bolsas de avellanas, cacahuetes. y,.. • - -El pirulí de la Habana quel que no lo come hoy se morirá mañaaana. Se oía decir a “Filibercia”que con “Foro” y el hijo de ambos, con “el escopetín” y la diana, ya estaban situados contra la pared de la casa de Leontina este, delante de la casa del señor Clodoaldo los padres. También en el soportal de Catalina estaba Simeón y aparecía por la curva con su saco al hombro ¡el Piñonero…! - -Eeel piiñooneerooo, - Voceaba aquel hombre con su boca desdentada.. Llegaba -el de la ruleta llena de relojes-, la montaba en la plaza, siempre rodeado de gente que nunca conseguían sus premios...Algunos años se ponía algún “caramelero” mas, que La Pega en 1943.El autor siempre vio en ella algo mas….. que una fotocomposición…Esta foto fue publicada por error en el otoño. J. Carlos Tejedor 24 sorteaban en su tómbola, a elegir por los afortunados: grandes cachas de caramelo multicolor, o bien, un gran paquete de almendras “garrapiñadas”. - Cachavón de almendra para el caballero Osús que “malacas” son las almendras, si too es azúcar Parecerse quieren a las que hacemos nosotras chacha La moto Ossa del fotógrafo Carlos Seisdedos o la Gucci de Zamorano estaban aparcadas en la plaza. Ellos mientras cobraban, tomaban nota de la dirección para mandar por correo las fotos recordatorias que inmortalizaban el momento. Hacían tiempo, hasta el momento cumbre para su negocio, que no era otro que, la ofrenda de los niños a la Virgen. Sabían que aunque corrían malos tiempos y las economías eran escasas, los jóvenes padres o abuelos/as no se resistirían a hacer una foto a su descendiente, en una fecha tan importante como la presentación de la nueva criatura a la Virgen de la Salud, madre amorosa que los protegería de por vida. Y eso era todo, sin embargo a mí parecía algo fantástico… ¡lo máximo!. Cuando sonaban las “segundas” – después de la rápida inspección a la plaza y alguna pequeña inversión-. Acompañado ya, de algunos de los amigos también repeinado- girábamos a la derecha, para encontrarnos con un “gentío” impresionante, paisanos, hijos del pueblo, residentes o no y muchos mas venidos de fuera, en peregrinación, para rendir culto a la Madre. Lucía La Pega sus mejores galas. El manto blanco bordado en oro a juego con la gran corona, los cirios floridos y un brillo especial. La procesión era larga, para dar tiempo y oportunidad a todos los fieles de portar a hombros a la Patrona. Tras atravesar la Plaza Mayor, subía por la calle la Manteca, cruzaba por el cumbre para bajar por la carretera, doblar por la Calle de La empedrada -donde en varias procesiones se realizaban diferentes actos- se giraba a la izquierda bajando por Moclín para terminar rodeando la iglesia y parar ante las grandes puertas de entrada al templo. J. Carlos Tejedor 25 Después de la larga y emotiva marcha, en la que los mozos, no tan mozos y allegados del pueblo, se turnaban, para pasear con orgullo, devoción y el máximo respeto, a la madre más madre de todas las Argujillanas. Ya de regreso, entrando en la Plaza de la Iglesia aprovechaban la última oportunidad de aquel año de servir como costalero a la Virgen en su día. A su llegada al porche, se hacía una parada para subastar y de este modo seleccionar y definir, quienes tendrían el honor de portar a La Reina en la entrada definitiva hacia su morada. J. Carlos Tejedor 26 Hacía frío, mucho frío, por la Pega, las gentes de Argujillo al igual que la Patrona, vestían sus mejores trajes y abrigos, para recibir a la Virgen y presentarle sus hijos mas pequeños a la misma, - Pásame el niño que lo voy a subir a las “andas”. ¿Quien siendo de la Villa, no estuvo sentado a los pies de la Virgen? En 1958 como todos los años los niños/as eran presentados a la Virgen. Aquellos niños y niñas con sus gorros blancos y azules celestes, sus caras coloradas, por el frío y adornadas por “las velas” que de la nariz colgaban. Los padres, con la emoción contenida, alargaban sus brazos para subir y J. Carlos Tejedor 27 sujetar a los pequeños, mientras volvían la cabeza buscando con la mirada al fotógrafo que, plasmaría para siempre el momento tan importante para él y sus retoños. - Chachas, ¿de quién ese “muchachico” que está en las andas? ¿Que muchachico? Ese del gorro de colorines, que parece que está bailando el Bolero de Algodre. - Coño, pareces boba, el niño de Pascasia, no ves que quien lo sujeta es su padre Es verdad - ¿Cómo lo han puesto? Enrique, como su abuelo Tiene cara de negociante - Desde luego, tienes cada cosa. A mi me parece, que la tiene de ciclista Otra que tal baila, aquí la pitonisa Quizás en un futuro no lejano monte un negocio de “bicis” - Anda cacho booba, calla. Mira que, sois unas pendoonaaas… Pero, abandonará pronto este negocio. Hay chachas, está como un cencerro. P´a llevarla a Palencia… Lo que es seguro, es que será el número uno jugando al dominó - Lo dicho, estás de atar Y los otros ¿quienes son? Pues … bueno, mejor podíamos hacer un juego ¿Un juego?, mira que eres perantona Si, vamos a decírselo a ese bobo pequeño de Abelardo. Ese que ahora se ha metido a “escribano”, que ya hay que ser atrevido y - descerebrado.. - Mira, como que lo llamaban Juan-Burro Pues mas a mi favor, p´a que veas el nivel…del Pemán éste - No, si es queee… Bueno, lo que te dije. Vamos a proponerle el juego a Juan Carlos Vale, el que conozca a alguno/a, que lo ponga en la “we-lo” esa del pequeño de Chelo. ¡Otro que tal baila!, - También tiene su gotera, todo sea dicho. Si, cantaba y tocaba la guitarra J. Carlos Tejedor 28 Claro, era de los niños de San Ildefonso del Escorial. - Bueno de lo que sean, de los que cantan coñe. - Desde lueeegooo , la cosa es hablar.. Venga dejar eso ya, a lo que estábamos. Y los que acierten, ¿que ganan? Pues que le hagan una mención especial en los escritos - Eso de la mención ¿Qué leches es? Pues que lo anuncian con su nombre, que va a ser. O en la “we –lo” de Paquito Mejoor, así lo vemos todos enseguida. - Bueno, ya veremos, ahora calla que parece que empieza la subasta de los brazos. Se va a procedeeeer…. - ¿De San Ildefooonsooo? Miraaa el del gorro oscuro con las “canillas” al aire, ¡con el día que hace!. Válgame Dios, y el padre tan contento Pobrecico, anda queeeee, luego dicen que cogen catarro. - Chiiiisss, ¡silencio!, reclamaba alguien presente. ¿De quien es? ¡Calla coño! que empieza la subasta y deja eso pal juego de la Welo - Se vaaa a procedeeer a la subaaasta J. Carlos Tejedor 29 -Se oía la voz del alcalde que anunciaba el evento- En el siglo XXI sigue la tradición, eso si, utilizando nuevas tecnologías…, Aunque el trigo está muy bajo de precio, la bonanza económica se deja notar Las cantidades alcanzadas en las subastas modernas llegan a ser importantes, como se recoge en las notas de prensa de la época. Desde aquí quiero manifestar mi más enérgica protesta contra el diario La Opinión de Zamora, por dejar de Pista para el concurso descubrir quienes son los pequeños. En el año 1957 fueron abuelos (entre otros): El señor Longinosjuana, 3 veces, Sr Faustino- Isabel, Teodoro Hidalgo, Sr Paco y Manuel ( de la fábrica), Sr Enrique Tejedor 2 veces, Teodoro García, Sr Bernardo, Sr. Luciano, Sr Primitivo, Sr. Gildo,. Sr Saturnino, Sr Agapito, publicar los últimos años inexplicablemente en sus páginas, las noticias relacionadas con el desarrollo y celebración de un evento tan importante para todos los Argujillanos y la comarca en general como es LA PEGA.. Discriminando a sus lectores, a Argujillo, sus hijos, los fieles de la Virgen, La Guareña, Tierra del Vino y su comarca, precisamente en la sección que el propio periódico denomina: Comarcas. - Atención argujillanos y demás feligreses, vamos a proceder a la subasta de los brazos, empezando por el delantero derecho. J. Carlos Tejedor 30 - ¿Quién ofrece algo por el brazo delantero derecho de la Virgen? 25 celemines. Empezaba rápidamente la puja - cincueeeentaaa, mandaba otro - setenta y cinco - Este año va ha ser buena chacha Si estos están calientes ya van por seis sacos de trigo ¡Que bárbaro la “tarja” de todo el año. - Alguien da mas , a la una Se oía, tras el murmullo de la gente, la voz del alcalde - Alguien da mas a las dos Noveeeenta celemines Cieeen, contestaban rápidamente Ciento cincueeenta. Se oía con voz contundente. Esta reacción, producía una explosión de comentarios en la concurrencia - Ciento cincuenta a la una Pa ti, la perra gorda, oías por lo bajo a uno de los que mas habían pujado. - Ciento cincuenta a las dooos. Se hacía un silencio sepulcral en este momento, solo roto por el llanto de algún niño, que al margen de todo, seguía solamente las órdenes de su estómago, ya que a esas horas, cualquier otro día, ya habría llenado - al calor del pecho materno. - Ciento cincuenta a la tres. Adjudicado el brazo derecho de la - Virgen por ciento cincuenta celemines a….. Pasamos al brazo delantero izquierdo Se repetían las historias, manteniendo la emoción e incertidumbre durante un buen rato. El que se quedó en puertas de coger el brazo derecho, tal como había prometido, volvía a la carga con nuevos contrincantes, hasta conseguir hacerse con uno de ellos y, tener el honor y la gracia de ser “costalero” de J. Carlos Tejedor 31 la Virgen en su entrada a la iglesia. De esta forma, aunque le valiera un pellizco, agradecía los favores que La Señora le hizo, cumpliendo la íntima promesa hecha en su día a la “Reina y Madre de la Salud”. Normalmente, el precio de los brazos, bajaban inversamente proporcional a la distancia que había desde estos hasta el principal y primero. Aunque algunos años, sorpresas hubo. Estas subastas y su resultado, estarían en boca de todos los Argujillanos durante todo el año y en algunos casos, si la puja fue reñida e importante su cuantía, sería recordada en el tiempo. Terminada la misa, la gente, sobre todo las mujeres, subían hacia sus casas, no sin antes, pasar por los bares a tomar el aperitivo, saludar a aquellos visitantes forasteros o hijos del pueblo que en fecha tan señalada se acercaban a la villa. La gente joven, muchachos, muchachas, mozas, mozos y los hombres en general, alargaban la mañana, corriendo el bollo por sus propias casas, las de los amigos y familiares. Se bebía mucho, era un contraste curioso ver como se pasaba de la La Pega mediodía del año 1961 devoción, fe y religiosidad mas sincera, al irreverente desmadre más absoluto, sobre todo de los hombres. Eran de aquellos días en que se juntaban y mezclaban las cuadrillas para beber, comer y compartir cantares. No pocos argujillanos, de normal comportamiento austero y abstemio durante el año, aprovechaban estos días y quizás el Jueves Santo, para emborracharse.¿?. Se veían grandes cuadrillas portando botellas de anís, coñá y alguna jarra de vino, a la puerta de los bares, o trasladándose de uno a otro, o por las calles de casa en casa, “de refresco”… J. Carlos Tejedor 32 A estas alturas del día de la patrona, en una de las múltiples pasadas por la Plaza Mayor, ya totalmente desinhibidos, aprovechaba el personal para inmortalizar el momento, haciéndose la foto en cualquier situación. No importaba la edad. En pocos metros pasabas de ser soldado victorioso entrando en las calles de villa con su pesado “tanque” a, orgulloso caballero español, paseando su fina figura en elegante pose sobre su hermosa jaca… La gramola que “El americano” había puesto colgada en la fachada de piedra, entre la escalera de entrada y la gran reja de forja, lanzaba al viento aquellos boleros…Que recordaban a todos que Argujillo estaba en fiestas - Están clavadas dos cruceees En el moonte del olviidoo Por dos amores que han muueeerto Sin haberse comprendidooo Están clavadas dos cruuuceees - En el moonte del olviidoo Por dos amooorees que han muertoooo - Queee sooon el tuuuuyo, yeel miiiiooo. También de la misma, sonaba a veces, el cante por Molina de mi amigo Valentín. Con aquella voz infantil prodigiosa que “Tini” tenía, que hacía soltar “oles” espontáneos a los emocionados oyentes - Soooyy minero. - ¡Ole! J. Carlos Tejedor 33 - dalee al marro pa cantaa - con pico y barreeeenaa Soy barreeeneeero Porque a mi nada me espantaaa Y solo quiiiieeero - El soniiiiiiioooooo Deeeeeeee-eeee—ee-eee-eee- mmii gargantaaaaaaaaa - ¡Oooleeeé! Mu grande, Tiiinnii. Se convertía en una explosión de júbilo de los entregados oyentes provocada por el falsete interminable del cantante. Simultáneamente: por las calles, desde las bodegas, en los bares… - Salamaaanca tierra miiaa, de arte y sabiduríiiia, - tu eres joya sin iguaaaaal, ….. - de la brava ganaderíiiia….. Este era un palo y estilo en el que se arrancaba, el bueno de Isidoro,. Cantando por “Farina”, ponía todo su empeño, pulmones, arte y humanidad. Luismi, le acompañaba en la copla, bajo el brazo amigo del primero Se oían cantar a las cuadrillas desplazándose en ronda interminable. Había buenos cantantes en todas ellas, que como decía, casi siempre terminaban mezclados y cantando juntos. Voces importantes, como la de Manolín, Angelito “Colorao” que cantaban temas de Luis Mariano, -Granaaaadaaa, tierraaa-eensangrentada de saaangreee deee mooorooos -Granaaadaaa tuuuuuu ……tieerraeeestáaalleeenaa … Se convertía en un verdadero espectáculo cuando a estos se unían la cuadrilla de Eugenio, Floren y compañía -Yyy todo aqueeellooo pasooooó -Todo quedóeneloooolviiiidooo -Nuestras promeeeesaas de amooooreees. J. Carlos Tejedor 34 -Eeeenel aaiireee seeean-perdiidoooooo En casa habían “bollos”, -que ricos los “matrimonios” y los Pitisú de Nano, mantecadas de almendra, roscas de barniz, pastas, el anís la asturiana, el licor dulce de hierbas amarillo y el de café… sin faltar, las botellas de “Terry” o “Soberano”. Se cantaba, se seguía cantando, ¡cuánto se cantaba! Que buenos recuerdos en el baile, cuando nuestros padres nos invitaban a una gaseosa en el “anvigú”, -aquel espacio separado de la sala donde no cabía un alma-, allí, Pascual y compañía trataban de servir a todo el mundo las bebidas demandadas. ¡Que grandes bailes se organizaban en la “Pega”: Los Iris de León, los Lorens de Medina. La Pega además de la fiesta religiosa por excelencia, era fiesta de grandes orquestas. Los músicos se convertían durante las mismas en unos argujillanos mas, se repartían para cenar y dormir en distintas casas del pueblo. Todo era muy familiar….. A la izquierda: día de La Peguita de 1968, Los planes de desarrollo llegan a Argujillo, con ellos, los primeros “Aigas”, que por supuesto “molan” mucho como fondo de foto Y el baile de mediodía, después de “correr el bollo” el día de la Peguita, ¡que especial era!. ¡Cuanto alcohol acumulado ya!. Para los muchachos era aún mas especial, pues dado la hora del mismo, podíamos disfrutar de él, desde muy niños. Jugar, correr, incluso bailar con las muchachas. Observar admirados, como al compás de la variación de la forma y volumen de los redondos mofletes de los músicos, unido al movimiento vertiginoso de sus dedos sobre las teclas, sonaban los J. Carlos Tejedor 35 relucientes instrumentos metálicos de la banda. Transformando esta energía en estupendas notas que, unidas todas, daban cuerpo a aquellos pasodobles, tan auténticos, tan sentidos, que arrancaban los “oles” espontáneos a la concurrencia. La gente seguía bailando sin parar: tangos, boleros, cumbias, la yenca y el bayón, siendo este la especialidad por excelencia de “Patito” que, bailaba sin cesar, con un extraño cruce de piernas que amortiguaba continuamente el rebote de su cuerpo, mientras sus desorbitados ojos adquirían el máximo de expresividad. (Todo un espectáculo que yo recuerdo con el debido respeto a Francisco Tomás) En los intermedios, la gente inagotable, seguía desplazándose hasta sus casas, bares o bodegas. – Ya habría tiempo de atender debidamente los doloridos pies-. Zamorano y Seisdedos seguían haciendo fotos con sus viejas “Werlisas” en su particular e invernal agosto. Agotando como los Argujillanos y visitantes, las últimas horas de la fiesta. A la izquierda: Salida del baile diurno el día de La peguita de 1968 Tras una breve visita a casa para “refrescar”, comer alguna tajada del gallo, recalentado por enésima vez. Tertulia familiar, puesta al día sobre noticias y acontecimientos mas destacados de las jornadas: premios de la tómbola, visitantes pintorescos, carnavaladas, borracheras mas sonadas, quizás una cabezada corta, en fin, buenos momentos. Tras un intento, casi siempre fallido, por conseguir una paga extraordinaria para afrontar el último tramo. Enfilábamos el fin de fiesta, que culminaba con el último baile de la noche de jotas interminables… • -Otra, oootraaaa, otra J. Carlos Tejedor 36 Los gritos producidos por las gargantas destrozadas, mezclados con el vaho, salían por la puerta y ventanas del salón, queriendo alargar, lo que ya sin remedio había llegado a su fin. Los músicos generosos, prolongaban la sesión imprimiendo más velocidad a sus canciones, convirtiendo el baile en una frenética y extenuante danza • -Otra, oootraaaa, otra. Aún se oía alguna voz rota y débil. Las cabezas chorreaban, no alcanzaban los resuellos, las piernas doloridas y, Patito aguantando con su particular y cada vez más descontrolado Bayón Cuando la última nota se extinguía y la orquesta callaba. Al muchacho, a la gente, les embargaba la melancolía y entre sudor, vapores, alguna copla -cada vez mas lejana-, que se diluía distante, como las figuras en la noche fría y oscura, con una triste sonrisa, empezabas a recorrer el camino que conducía hacia la casa y hasta La Pega siguiente. J. Carlos Tejedor 37 Capítulo XI LOS CARNAVALES Pasados los días de fiestas, de rosarios, creencias y fe, llegaban otros puramente lúdicos y ancestrales, dedicados a Don Carnal. Aunque, en aquellos tiempos, de la única carne que se podía hablar, era, de lo dura que estaba la de aquellas moruchas o del país que, después de trabajar durante veinte años, los cortadores mataban y, el pueblo a duras penas y con buenos dientes lograba tragar. (Pero, tenían mucha sustancia…) El martes, a los muchachos nos pintaban con un corcho quemado, aquellos “bigotillos” con patillas de bandolero a juego. Como complemento, alguna gorra o sombrero y, a correr como alma que lleva el diablo, primero hacia la plaza, los bares, después hacia el baile. Allí, encontrabas a los de siempre. Tasio vestido de enfermera, el señor Pedro con su característico pasamontañas blanco de bebé, cuyo contraste, hacía que destacara mas su cara roja y nariz contundente, el señor Cipriano, vestido de mujer (a veces, traían algún burro u otro animal al baile), Mi tío Jesús y Enrique el Selo también hacían de las suyas bailando como el “oso Nicolás”. En general, había hombres vestidos de mujeres, con extrañas pelucas y mujeres vestidas de hombres, aunque a ellas, las podías encontrar con un traje mas elaborado, la señora Pepa,…la señora de Palao, mi tía Hortensia..….. J. Carlos Tejedor 38 La verdad, que en aquellos años de carencias, -no solo económicas- con el ingenio de la gente, las ganas de reír, de expresarse, de mostrar su otro yo como terapia infalible para sentirse persona libre al menos durante unas horas. Eran pocos elementos, pero más que suficientes para mantener con nota la tradición pagana. Eso si, al día siguiente, a media mañana, los escolares pasábamos por la iglesia bajo la infalible vigilancia de nuestros maestros, para tomar la ceniza. . Nos recordaba el cura, mientras dibujaba la cruz en nuestras frentes, quienes éramos y de donde veníamos. - Polvo eres y en polvo te convertirás. - ¡Coño, que fuerte! Pensaba el muchacho - O sea, que no soy nada y nunca lo seré. - ¡Pues vaya…! Decía para sus adentros. - Y, lo del entierro de la sardina. ¿? - ¿para que habrá que enterrar a la sardina? - De todas formas, en Argujillo no la entierran. Como mucho, alguna vez he visto a alguien comerla cruda, Que por cierto, ¡me da un asco…! Justo, cuando saliendo ya, cruzaba el umbral de la Iglesia y la luz del sol de mediodía cegaba sus ojos, se borraban todas las reflexiones, los malos augurios y pensamientos. El trauma había durado escasos minutos, Lo único que quedaba, era la mancha en la frente en forma de cruz, que justificaba la asistencia al acto. En la mente del muchacho pronto se restablecía la alegría de tener, no solo aquel buen día para vivir, si no, toda la vida por delante, para disfrutar y comerse el mundo. Volvían los gritos, las risas y las carreras... Cábala sin sentido. La sabia naturaleza en su evolución a través de los tiempos, en su infinita diversidad, poso a poso, -a semejanza de la gran barrera de coral-, fue depositando y construyendo la muralla, la fortaleza mental capaz de resistir los innumerables ataques e intentos por apoderarse de nuestro sentido común. Recientemente, la evolución social, incluyó en lo cotidiano la variante de psicólogos y psiquiatras, sin duda útiles, pero ojo, ¡Cuidemos el planeta!. J. Carlos Tejedor 39 Capítulo XII AL FINAL DEL LARGO TÚNEL SE VE UNA LUZ.. Pero, hacía ya varios días que las cigüeñas habían regresado (Por San Blas la cigüeña verás). Las veías, tomando posesión del gran nido de la torre, o por los prados, cerca del “Talanda” y sus regatas afluentes. Estaba parada, apoyada en una de sus patas. Observábamos, como con paciencia infinita, cazando a la “espera”, se cobraba sus primeros topos, atrapándolos con su gran y fuerte pico, utilizando este, con extraordinaria destreza, como arpón infalible, justo en el instante que, la tierra de la “topera “se movía. Frecuentaba “la era el medio “, la “zancuda” protegida. Era para el muchacho, un animal misterioso, sagrado.. - Chacho, chachos… Mirar la cigüeña No hagas ruido bobo, que la espantas y es sagrada. - ¿sagrada? Si, Abundio, sagrada Y auque sea sagrada, ¿por qué no se la puede espantar? Porque es pecado, ¡boberas! ¿Y que pasa si alguien mata - una cigüeña? Que tiene un pecado mortal y, si muere va al infierno. - ¿Y si no se muere? Pues, tiene que confesarse ¿Y si uno se confiesa, ya no va al infierno? No, pues ahora el pecado ya es venial y va al purgatorio, creo.. Yaaa, pero yo que todavía no he comulgado…¿Qué me pasa? Pues irás al limbo de los justos. ¡No te joe! - - Al limbo…, tu si que estás en Babia, que estás mas bobo majo. De pronto, uno de los muchachos, vio e informó a los demás con un hilo de J. Carlos Tejedor 40 voz, de una nueva y excitante sorpresa. - ¡Miraaaar!, miraaaar, Una quincetaaa - “Agucharos”, que os ve.. Que bonita, que cresta tiene. Calla bobo, ¡que la espantas! ¡Ya se voló!… por voceras, ¡Rabilero! - Bueno, - ¿Hacemos una fogatera en el Soto? ¡Valeee! Venga, todo el mundo a recoger leña venga dejar de discutir y vámonos, que hace frío, ya está helando y se están poniendo blancas las junqueras Estos acontecimientos sumados a los atardeceres mas largos, eran señal inequívoca de que aún con noches frías, el invierno estaba dando los últimos coletazos y llegaba a su fin, los días crecían deprisa y empezaban a intensificarse los trabajos. El blanco de hielo que había mantenido duras las calles, daba paso al negro de los barros, que en algunos puntos, sobre todo en los cruces de muchas de las calles de la villa: La Manteca, Moclín, El Sol…, se convertían en intransitables. ¡Cuánto barro había en Argujillo! Yo que tenía que “andarlas” para repartir el correo, puedo dar fe de ello…. Los sembrados aparecen amarillentos por la dureza del tiempo pasado, pero todo cambia rápido ya. Los campos humean esponjándose sus tierras. Los almendros hace días que adornan sus copas con el manto blanco y violáceo de sus flores… Los chavales poco a poco dejábamos los juegos de cuadras, corrales y de la plaza para volver al trinquete, al Soto, a jugar a la “jincarroma”, claro está, después de ir a buscar la paja (como podéis observar esto era una constante todo el año, menos, tal vez en verano). En la Era el medio, empezaba ya la temporada de fútbol, hacia frío y la luna reflejaba el vaho que desprendía nuestro aliento jadeante. Ya de noche, brillaban las sábanas heladas tendidas sobre los juncos, que la luz de la luna J. Carlos Tejedor 41 llena había de ayudar a blanquear. Aunque, muchas veces, casi siempre sin querer, eran víctimas de las pisadas de los jugadores. En mi cabeza aún persiste el recuerdo del “chasquido” inconfundible que emitían las telas al romperse, dejando sobre la blanca sábana el contorno de la bota...a la salida de un regate incontrolado. En la escuela se empezaba a repasar la tabla de multiplicar de Dª Brígida, se sumaba, se restaba. Nos iniciábamos en geografía con los ríos y montañas de España, y la económica, con ilustraciones de los principales productos de cada zona. J. Carlos Tejedor 42 Se leían poesías de Gabriel y Galán seguíamos leyendo a Samaniego, la formación política y social, aritmética geometría, ciencias J. Carlos Tejedor 43 Incluso aparecía El gran Lope de Vega Seguían las lecturas con “Moralina” J. Carlos Tejedor 44 Las ciencias Cómo sin duda saben muchos de los lectores, en cierta ocasión, cuando se preguntaba esta lección del corazón, a la vista del fracaso y consiguiente regañina del maestro a todos los alumnos preguntados con anterioridad, que no pasaron de contestar que el corazón era un aparato…Un ilustre convecino y escolar de la época, contestó al ser preguntado, que el corazón era un “chitme” Las ilustraciones del señor Álvarez eran siempre muy didácticas Y la Historia, que, vaya una historia, cargada de héroes, eso si, desde Viriato, Pelayo, el Cid a Agustina de Aragón pasando por Guzmán el Bueno. Hubo grandes y sentidas derrotas. Fijaros en que lugar quedó D. Rodrigo (el último visigodo, tan católicos ellos) en la batalla del Río Guadalete o, los J. Carlos Tejedor 45 monarcas que sucedieron al gran Felipe II que pasaron a la historia como los culpables de la decadencia del Imperio J. Carlos Tejedor 46 Eso si, los Reyes Católicos y lo de Colón fue una pasada… Y lo del 2 de mayo. Le dimos fuerte a los “gabachos y desde ahí casi todo malo, ¡Qué rabia!. J. Carlos Tejedor 47 Bueno hasta el 36, que como el que más y el que menos –los muchachos de estos relatos todos- de alguna forma lo vivieron, para que voy a explicar nada… Nota: Curioso las explicaciones históricas de este libro, de nuestros encuentros con los ingleses: con la Armada Invencible y en Trafalgar. Os invito a todos si tenéis oportunidad, a que le echéis un vistazo Así transcurrían los días y los años, se aprendía y se cantaba: Canciones como: -Montañas nevadas -Banderas al viento Y aquella que decía. -Tres pollitos tiene mi tiiiia, -Tiene mi tía, tiene mi tía -Uno me canta -Otro me pía -Y otro me toca la sinfoníiiiia Jugábamos al arroz, al bote, al pañuelo. Las chicas seguían con la comba, la goma y el pincho que aunque a este juego también jugábamos los muchachos, ellas siempre fueron mucho mas habilidosas para colocar el pie, buscando unas posiciones inverosímiles para que cupiera en el espacio que le quedaba, fruto de los voraces recortes de las contrincantes.. También se jugaba a quemar en el frontón. Los balonazos recibidos servían para calentar los cuerpos arrecíos,. En los corrales cuadras y tenadas por las tardes, ahora que ya se estiraban un poco, aprovechábamos las “obrigadas” para jugar con los escasos juguetes. Hacíamos adobes enanos con los que construiríamos lo que sería el garaje o almacén donde guardar nuestros carros y tractores. Hacíamos fuertes amurallados donde colocar a nuestros vaqueros de plástico, para que se defendieran de los indios. Una vez montados y posicionados los ejércitos, el lanzamiento de chinas sobre los contrarios iba decidiendo el resultado de las batallas. A Maxi, le habían regalado unos juegos reunidos “Geyper” y algunas tardes, las pasábamos jugando bajo las tenadas de su corral a J. Carlos Tejedor 48 juegos tan novedosos como la “Oca” o el “Palé”. Los domingos. Apurábamos las últimas tardes dominicales del invierno antes de que el sol y los nidos nos impulsaran a buscar los sitios abiertos. La cita obligada era en el bar, donde entre las voces de las partidas, discusiones de jugadas , trucos, retrucos, los sonidos producidos al golpear las fichas del dominó sobre el mármol blanco de las mesas con patas torneadas de madera, y el humo intenso de los cigarros, nos disponíamos a ver el capítulo semanal de “Bonanza”. Salían los cuatro jinetes de la “Ponderosa” galopando sobre sus caballos del hueco producido por las llamas sobre el mapa del rancho, que ardía, desde el centro hacia las orillas. Dando paso, de esta forma que al muchacho tanto le fascinaba, a situar la acción para contar lo que en aquel lugar del “lejano Oeste” ocurría. Después de, por enésima vez, demostrar la moralidad intachable del viudo padre, la responsabilidad y habilidades en la cocina del chino y que el menor de los hijos, el joven zurdo “Joe” era el mas rápido del estado desenfundando el Colt 45. (Luego, cosas de la tele, se convertiría en J. Carlos Tejedor 49 el padre bondadoso y colono protagonista de la Casa de la pradera). Cuando terminaba el capítulo semanal, salíamos a la calle con la intención de encontrar a las cuadrillas de los más pequeños para proponerles algo. Los amigos, los domingos se reunían vistiendo sus mejores galas, no sin antes, pasar por casa de los abuelos por si caían algunas perrillas En el pajar de Ubaldo, en el que, por aquel entonces encerraba el Palomo. Con el único y poco respetable fin de timar a los incautos, y sacarles algunas perrillas, que les restaran de su minúsculo sueldo. Anunciábamos: gran función de teatro en el citado local. La sala a estas alturas del año ofrecía un amplio espacio abierto, no en vano, seis meses de sacar paja, a saco diario, suponía un volumen importante. Como fondo y decorado, el resto de paja blanca, que duraría hasta el verano. En realidad no representábamos nada. Imitábamos a aquellos animales que mejor sabíamos, la chiva, el burro, la vaca y algún personaje local. Alternándose el presentador y los actores en formato de monólogos. Tratábamos de entretener a los pequeñajos, a veces, hasta reían, pero, siempre resultaba corto, con algunas protestas y voces a cuento del posible timo, los despedíamos calle abajo, (donde hay patrón no manda marinero). Nos repartíamos la “recaudación, que inmediatamente era invertida al pasar por el bar, en alguna bolsa de pipas “la Pilarica” .que vaciábamos rápidamente con la ilusión de encontrar en su cuadradito negro, por la parte de dentro, la palabra premio. Aunque casi siempre se leía -Que rica la Pilarica J. Carlos Tejedor 50 - Repita De una carrera, pasábamos por casa para coger la merienda y, como alma que lleva el diablo, marchar hacia el frontón para tomar decisiones rápidas -. - -Vamos a”correr” a las muchachas - -Vamos. - -yo no voy, eso es una bobada -Tu si que eres bobo -¿Quién quiere venir al pajar del señor Ramón a jugar a las cartas, -Yo - -Pues vamos -Bueno, nosotros vamos pa la cuesta, donde las muchachas Nos vemos en el baile Cada grupo salía deprisa a su destino. El grupo de Don Juanes, después de hacer un recorrido rápido por los distintos lugares frecuentados por las féminas – ellas al cruzarse con nosotros a primera hora de la tarde, nos habían dejado pistas falsas, ya que con disimulo, habían alzado la voz diciendo que iban a tal o cual sitio, para después ir a otro distinto- , cuando por fin las localizábamos en la distancia, vigilabamos escondidos sobre algún lindón los movimientos de las chicas, cuando estas se sentaban (a hablar de sus cosas se supone). Si lográbamos sorprenderlas, en realidad no ocurría nada. - Chachos, callaros, míralas, están sentadas junto a la zarza. Mira a menganita, se les ven las bragas Cagüen diez, si tuviéramos unos “catalejos” Nos poníamos apelotonados a su altura sin a penas poder articular palabra. - ¿Dónde vas?, ¡agachaté bobo que te van a ver!. Cuando por fin nos descubrían solían levantarse deprisa y andar hacia el pueblo. En un santiamén nos poníamos a su altura. El encuentro se resumía en decirle a alguna una animalada. Enseguida una pequeña reyerta J. Carlos Tejedor 51 - Fulanita, mira que estas buena Bobo, asqueroso. Contestaba la aludida de inmediato. Algún rapaz mas atrevido o, con necesidad imperiosa de demostrar a la manada su…(bueno lo que sea, yo solo soy un muchacho que lo cuenta); emprendía una carrera al estilo recortador en dirección a las féminas y en movimiento rápido justo al “corte” con su mano le levantaba la falda. - ¡Asqueroso! Protestaba la muchacha con razón, enrabietada, los demás perillanes reían la “gracia” Las tiene azules. Apuntaba el “avispao” queriéndole explicar a los demás lo que todos habían visto - Déjala en paz Bobo, ¡vete a levantar la falda a tu madre! A mi madre ni la mientes. Contestaba encolerizado el “maletilla”, dirigiéndose a ella amenazante, - Quita bobo, Rabilero - ¿Qué valieeentees!, ¡Uuhmmm, sois unos animales Salía la amiga de la ofendida en su defensa. En seguida, unos insultos personalizados y a correr detrás de ellas hasta la entrada del pueblo. No dejaba de ser por extraño que parezca, una forma de iniciar los primeros acercamientos a las “muchachas” Afortunadamente este periodo no duró mucho. Y como nadie solía ser muy rencoroso/a, incluso en la misma noche en el baile entre carrera y carrera, igual nos atrevíamos a echar un baile, fiao por supuesto, con las ofendidas. Los días cambiaban como el tiempo, como nuestras necesidades, gustos, sentimientos y ocupaciones. Algo estaba ocurriendo en nuestro cuerpo y en nuestra mente. ¿Serían las muchachas?, ¿Sería la cercana primavera?. No lo J. Carlos Tejedor 52 se a ciencia cierta, pero empezaban las pequeñas divisiones sobre gustos, por un lado, los clásicos machotes que no se juntaban con las muchachas y por otro, los débiles amanerados que se sentían bien junto a ellas. También aquellos que empezaban a tener algún pelillo en el pubis o en el sobaco, señal inequívoca de su hombría, y caldo de cultivo para las dudas y complejos de aquellos más “pelaos”, temerosos de no alcanzar nunca la madurez. Agradecimientos: A mi prima Salud Álvarez y a mis amigos Enrique Tejedor y Carmen Rebollo, por su generosidad al poner en mis manos algunas de las fotos publicadas en esta parte. Las cuáles me sirvieron de gran ayuda, para la composición del formato unas, y todas, como generadoras de ideas para escribir sobre la época de su realización. Los recortes de prensa y algunas fotos son del diario La Opinión de Zamora. Las aportaciones de texto han salido de la enciclopedia Álvarez, que fue para muchos su único libro de texto. Pido perdón por el atrevimiento, por los errores, por algún nombre mal puesto y por las bromas. Dedico estas líneas a Cristina y a mi hija Laura, por regalarme el tiempo necesario para escribir estos relatos. J. Carlos Tejedor 53