Marchante con corazón del Valle

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Zamoranos en el mundo
Marchante con corazón del Valle
lunes, 26 de agosto de 2013
La benaventana Olivia Tejedor Tejedor emigró en los años noventa a San Diego (California), donde se dedica al mundo
del arte
B. Blanco García
El carácter extrovertido de la benaventana Olivia Tejedor Tejedor le ha servido para abrirse camino en el mundo del
arte, donde ha desarrollado su carrera como marchante en el mundo de la pintura con la compra y venta de cuadros y la
organización de exposiciones. Un mundo con el que se topó cuando decidió hacer un descanso de sus estudios
universitarios en Salamanca y conoció a su marido en Andorra. «Juntos expandimos un negocio donde contactábamos
directamente con pintores y galerías y organizábamos diversas muestras. Todo eso implicaba el estar viajando más de
ocho meses al año», recuerda.
No se lo pensó dos veces cuando tuvo que hacer las maletas para buscar nuevas oportunidades al otro lado del
Atlántico, en Estados Unidos. San Diego fue el lugar elegido después de una temporada como marchante de arte,
profesión con la que recorrió buena parte de Europa, así que lo de vivir lejos de Benavente era algo ya habitual para ella
desde hacía tiempo. «Teníamos una especie de galería ambulante y se puede decir que durante años vivimos en la
carretera. Cuando nos propusieron dar el salto a Estados Unidos decidí vivir primero varios años en España para que
mis dos hijos tuvieran también mis raíces y hablaran y escribieran perfectamente español».
Y es que la familia siempre ha sido un pilar muy importante para esta benaventana, que presume de tener ya tres
nietos. «Hablo con mi madre todos los días por Skype, así compartimos un ratito diario a través del ordenador. A ella le
encanta, porque así nos podemos ver y charlar todo lo que queramos», comenta.
Tras el fallecimiento de su primer marido, Olivia ha vuelto a rehacer su vida hace tres años con un americano, natural
de Brooklin, y continúa en el negocio del arte. Apasionada por su trabajo, reconoce que «lidiar con artistas es muy
entretenido, uno se encuentran con todo tipo de personajes de novela. Te ves metido en dos mundos completamente
diferentes: el del arte y la creación y el del comercio. Cuando uno encuentra un talento que la gente aprecia y compra es
una emoción muy especial», explica.
Lejos de los continuos viajes que antaño hiciera, ahora lleva el negocio por Internet o por teléfono, lo que le otorga
más tiempo libre, que aprovecha, entre otras cosas, para retomar sus estudios universitarios. «Estoy tratando de
graduarme aquí, es una espinita que me tengo que sacar, pues nunca llegué a terminar mi carrera», confiesa. Dentro de
dos años habrá terminado y ya está pensando en doctorarse en Lengua Española. «Mis raíces las tengo metidas
bien dentro», afirma. El resto del día lo ocupan el hacer ejercicio, la jardinería, la cocina «y por supuesto mi marido»,
subraya. Su vida social en San Diego también es muy activa. «Tengo bastantes amigas, la mayoría de ellas mejicanas».
Reconoce además que California es uno de los estados más abiertos acerca de las costumbres de otros países y que,
como el resto de norteamericanos, «son muy acogedores en lo que se refiere a los europeos. Aprecian nuestra cultura e
historia. Al principio, me sorprendía mucho que estuvieran todo el día sonriendo y que fueran tan dicharacheros. Tienen
una filosofía muy competitiva, pero al mismo tiempo te abren las puertas y te dan oportunidades», agradece.
Desde su experiencia, asegura que los españoles deberían aprender de los estadounidenses «su seriedad y ambición en
el trabajo, su organización y que siempre piensan a lo grande», enumera, al tiempo que añade que ellos tendrían que
saber «que se trabaja para vivir, y no al revés y aprender a comer como dios manda, como lo hacemos los españoles».
Echa en falta la música, la gastronomía, impregnarse de la cultura de la gente, de su lengua materna o la ausencia de
noticias que llegan de España. «Aquí no suelen estar al día de lo que pasa en otros países, pero yo me informo a través
de mi familia y mis relaciones profesionales», comenta.
A pesar de todos los años que lleva fuera de Zamora, no falla ningún año para visitar a su familia. «Lo hago porque mi
madre es mayor y es importante para mí el compartir el mayor tiempo posible con ella, al igual que con el resto de mis
parientes y amigos en Benavente. Mi vida está hecha en Estados Unidos, pero mi corazón vive en España», asegura.
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