La cruz nuestra de cada día - Parroquia de NS de Guadalupe

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La
cruz
nuestra
de
cada
día
TEMAS DE ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ
Aportación al Congreso Internacional de la Espiritualidad de la Cruz
la
cruz
nuestra
de
cada
día
Pablo Héctor González Alarcón M.Sp.S.
Carlos Francisco Vera Soto M.Sp.S.
Section 1
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Nihil Obstat
Enrique Sánchez Hernández MSpS.
7 de Octubre de 1996
Imprimatur
Jorge Ortiz González MSpS.
7 de Octubre de 1996
Ilustraciones
P. Guillermo Ameche S.J.
Portada y Diagramación
P. Carlos Balandra M.Sp.S.
Tipografía
Gertrudis Rodríguez Glez.
2
PRESENTACION
La cruz es para la mayoría de nuestro pueblo el pan de cada día. Basta
con acercarse un poco a los pobres para descubrir que existe una enorme cruz
que lleva en sus espaldas y parece que cada vez se hace más pesada.
Los cristianos tenemos, hoy más que nunca, la tarea de enfrentar la
cruz: algunas veces luchando por quitarla, otras, ayudando a iluminarla y
a darle un sentido, y otras, cargándola con decisión para así convertirla en
mística liberadora. Esto es lo que conocemos como espiritualidad de la Cruz.
Este pequeño libro quiere ser una lectura popular de la espiritualidad
de la Cruz que ilumine la vida concreta de sufrimiento de muchos hermanos y hermanas y los impulse en esta tarea de enfrentar cristianamente la
cruz. Ha nacido de la inquietud y la reflexión que ha suscitado en nuestra
comunidad cristiana el contacto con dramáticas situaciones llenas de dolor.
En este sentido, estas líneas nacen de la vida de los pobres. Su sufrimiento
-muchas veces oculto al mundo-, es un sordo clamor que no es fácilmente
escuchado por quienes participan del progreso de la civilización moderna.
PRESENTACIÓN
Por ello, estas sencillas páginas estan dedicadas y destinadas a todos
aquellos hombres y mujeres que tienen fe en Jesús y viven envueltos en un
sufrimiento anónimo y cotidiano. Intentamos con ellas presentar la espiritualidad de la Cruz como una respuesta de fe a la pregunta por su sufrimiento.
El proceso de realización ha sido largo y en él han participado muchas
personas; los autores sólo hemos puesto por escrito la reflexión y la vida que
muchos cristianos de la Parroquia de San Isidro Labrador, en Comalcalco,
Tabasco, han realizado. Algunos capítulos incluso ya han servido de reflexión
para comunidades y han sido corregidos y retocados por ellas mismas.
Es un texto que ha sido elaborado para reflexionarse en grupo y
que sugiere un camino pedagógico de comprensión de la espiritualidad de
la Cruz. No intenta proponer una comprensión ordenada y completa de la
espiritualidad, sino más bien, busca impulsar su vivencia, sobretodo en las
ocasiones en que la cruz de cada día se nos vuelve más difícil de llevar.
El libro consta de 13 capítulos. Cada capítulo tiene un objetivo
general y esta subdividido en pequeños apartados: uno narrativo que describe una historia de alguna situación de sufrimiento, y otro que propone
una reflexión para iluminar la historia. Cada apartado tiene al final unas
preguntas para ayudar a la reflexión grupal y que pueden servir para aplicar la lectura a la vida concreta del grupo. Si se utiliza para comunidades
o grupos se puede reflexionar un apartado en cada reunión o ir avanzando
por capítulos, aunque algunos de ellos pueden ser demasiado extensos.
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Hay que decir que la mayoría de estas historias, son reales, aunque
los nombres hayan sido cambiados. Pero a pesar de ser historias particulares, expresan -como se darán cuenta, situaciones de cruz que suelen ser
comunes a muchos. La historieta de cada capítulo esta narrada respetando
las expresiones propias del pueblo tabasqueño. Nos parece que estas expresiones locales, no dificultan la comprensión del texto.
Por lo dicho anteriormente hay muchas personas a quienes agradecer
su colaboración para la publicación de este texto. Especialmente quisiera
agradecer a los Padres Jorge Ortíz, Enrique Sánchez, y Abel Uribe, que nos
ayudaron con sus comentarios y algunas correcciones a la redacción. A las
comunidades de adultos de la Parroquia de San Isidro Labrador que colaboraron reflexionando y aportando sus preguntas y reflexiones en algunos
capítulos. Por último este texto no hubiera sido posible sin la participación
de cientos de personas que semana con semana se acercaron a la Parroquia
para compartir sus sufrimientos y buscar algún sentido a sus cruces. Su fe
en medio de las penas ha inspirado cada una de estas páginas.
P. Pablo Héctor González M.Sp.S
Comalcalco, Tab. a 15 de Septiembre de 1996
Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores
PRESENTACIÓN
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CAPITULO 1
¿QUE HACEMOS CON LA CRUZ?
¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ?
OBJETIVO:
Reflexionar sobre las distintas
maneras de enfrentar el sufrimiento en la vida y descubrir
que hay modos de enfrentar el
dolor que no son cristianos.
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1 HOY VAMOS A HABLAR DEL SUFRIMIENTO
- El tema que hoy vamos a estudiar en la comunidad es sobre el
sufrimiento -anunció don Neto.
- Ujule, pos de eso sí que sabemos harto, dijo riéndose, doña Lucita.
- ¡Cómo no! terció Paco, de otra cosa no sabremos, pero en eso
somos expertos.
- Claro -agregó Carmen- si estudiamos en la universidad de la vida.
- La mejor para darnos títulos de sufridos, dijo Carlos haciendo mueca de dolor.
- Bueno, bueno, tómenla en serio, se quejó don Neto, esto no es relajo. Se trata
de un tema serio, ¿qué no ven que viene del equipo parroquial?
- Sí, don Neto, nomás que la comunidad se estaba desahogando, dijo Irma,
¿qué no ve que es algo que llevamos tan adentro que hasta broma hacemos?.
- Bueno, bueno, que no se diga más y vamos a empezar: A ver, Livia, lee la
primera pregunta.
- Aquí dice: ¿cómo podemos liberarnos ante el sufrimiento?, ¿qué hacer ante
la cruz?
- Pos yo les voy a relatar un ejemplo -adelantó Carmen-. Mis compadres Lucha
y Rafael tenían su parejita, mi ahijado Lupe y la niña Doris. Pos eran una
familia integrada, re a todo dar. Mi compadre siempre tan atento y tan alegre
con su esposa. Pero un día, se fue mi comadre a un rezo de su tía y le encargó
sus niños a su hermana Leonor. Pá qué les cuento la desgracia. La Doris que
apenas sabía caminar, que se va cayendo en una poza que tiene Leonor en su
patio. Fue en un momentito en que todos se descuidaron. La chamaca se ahogó
de volada. Cuando fueron a ver, ya estaba morada y hasta echaba espuma por
su boquita. Nomás imagínense la tragedia. Leonor no sabía cómo decirle a su
hermana Lucha, pero mucho menos a Rafael. Fue algo horrible. Al enterarse
Carmen y Lupe como que no sabían ni qué hacer; si llorar o jalarse los pelos.
¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ?
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Lo único que les digo es que desde entonces, Rafael agarró la borrachera, se
tiró de plano al vicio y ya ni caso hizo de su mujer y de su hijo. Ahí lo pueden
ver limosneando por las calles, todo sucio y apestoso. Mi comadre Lucha,
pobrecita, lo que ha hecho es refugiarse en la religión. Se metió a un grupo
de esos que cantan y bailan y aplauden cuando rezan y ella dice que eso es lo
único que le da consuelo.
- Pues es algo duro aceptar así como así la muerte de un hijo. Yo creo que es
una cruz demasiado pesada, ¿no creen? - preguntó Carlos.
- Yo sé de otro caso, dijo Paco, y se los voy a contar. En la ranchería de "La
Lomita" vivía un amigo mío que se llama Florián. El tenía un buen terreno de
unas dos hectáreas que se lo había heredado su papá. El vivía modestamente,
pero su terreno le daba buen dinerito para mantener a su familia que era de
5 personas. Pues un buen día llegaron unos hombres de Gobierno quesque
para hacer unas mediciones. A los pocos días le llegó a Florián un citatorio
que se presentara en la delegación de SEDUE de la capital del Estado. Ahí le
dijeron, sin más ni más, que en su terreno habían decidido poner una trampa,
de ésas que son llaves grandotas y válvulas de abrir y cerrar el paso del gas
o del petróleo, o qué sé yo de qué, pero total que le notificaban que tenía que
desalojar el terreno y la casita. Le dieron bien poquito dinero, algo que no le
alcanzaba para comprar ni tierra pá las macetas. Pero Florián como que se
amoscó. No dijo nada y como que se puso deprimido. Cuando le explicó a su
esposa lo que pasaba, nomás le decía: ‘ni modo Lupe, qué le vamos a hacer,
nos tocó la de malas y pos tenemos que resignarnos. No hay otro camino, ¿qué
puedo yo hacer?’ Y lo que pasó es que Florián se volvió como re apático, como
resignado pero de un modo raro. Yo le decía: ‘Florián, tienes que luchar, no
es posible que te quedes con los brazos cruzados, estás en tu derecho’. Pero
no, él decía que ya se había resignado.
-Ha de ser difícil perder el patrimonio de uno -expresó doña Lucita-, a mí no
más que me quieran quitar lo que me dejó el finado mi marido y ya verán
cómo les va a ir. Hasta con la uñas me defendería yo.
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-Yo también quiero contarles un caso que yo conocí -dijo Carlos-. Pues verán,
un compañero de trabajo, que se llama Nemesio, empezó con unos temblores
en las manos y como que le daba calentura. Entonces, se preocupó mucho y
de la fábrica, donde trabajamos, lo mandaron a hacerse unos análisis. No sacó
nada, pero siguió enfermo. Entonces, para colmo de males, le quitaron el trabajo
porque lo cacharon haciendo una transa con unas notas de gasolina. Como a los
ocho días que perdió su chamba, no me lo van a creer, pero estaba su esposa
guisando la comida cuando de repente que le explotó el tanque de gas y se
quemó una pierna. La casa casi se ardió toda. La verdad que no le faltaba más
que lo orinara un perro. Pues el otro día lo fui a ver y estaba bien desesperado.
Nomás me decía: ‘No, Carlos, ora sí que estoy fregado. Fíjate, todo eso que
me pasó no tiene otra explicación más que me mandaron hacer el mal. Ya fui a
consultar a uno de ésos que hablan con los espíritus y me dijo que una persona
desde hace mucho buscaba mi ruina. ¡Y cómo no!, si nomás fíjate lo que me
pasó. Me pidió que le consiguiera agua bendita de 9 templos y tres veladoras
prendidas en viernes. Me dio a tomar una agüita verde y unos polvos blancos
para que riegue alrededor de la casa. Con eso me aseguró que va a neutralizar
el mal y que se va a alejar de mí este pesar que siento en el pecho’.
-¡Ay, qué tarugo tu amigo, Carlitos!, intervino doña Lucita. Seguro le sacaron
unos buenos billetes por esas cochinadas.
- Sí, aseguró Carlos, eso es lo peor. Fregado Nemesio, y el brujo le quitó lo
único que tenía.
- Pero, ¿saben qué es lo grave, preguntó Carmen? Como que no hay manera de
vivir el sufrimiento. Hemos platicado mucho y a las claras se ve que es difícil
agarrarle a eso de la cruz.
-Así es, intervino don Neto, la cruz del cristiano tiene su sabiduría. Hay que
alumbrarse de la Palabra de Dios, meditar y saber cómo se ha de vivir eso que
los cristianos llamamos ‘cargar la cruz’.
¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ?
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2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de este relato?
2. ¿De qué manera respondieron los diferentes personajes ante las cruces que vivieron?
3. ¿De qué manera has reaccionado tú ante algún sufrimiento?
4. ¿Crees tú que haya alguna manera buena de vivir el sufrimiento?
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3 LOS CAMINOS ANTE LA CRUZ
La historia de Lucha, Rafael, Florián, Nemesio, está marcada
por el sufrimiento. Cada una de estas personas carga una cruz tan
pesada que parece que un buen día los va a aplastar. Así como
todos ellos, podemos encontrar en el mundo a miles de personas,
hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, que cargan con
pesadas cruces. También nosotros mismos traemos sobre nuestros hombros
una cruz que a veces nos hace rebelarnos o nos va amargando el corazón, y nos
preguntamos desconcertados: ¿por qué a mí? ¿por qué esta cruz? ¿qué hice yo
para que me cayera esto? ¿será que Dios me está castigando?».
Cuando la cruz nos sale al encuentro en la vida, nos surgen muchas
dudas. «¿Y ahora, qué voy a hacer? ¿cómo puedo liberarme de este peso que
me está matando? ¿qué hacer con tanto sufrimiento?»
Existen distintas salidas ante el sufrimiento. Algunas de éstas no liberan
de él, sino que sólo lo adormecen. Parece que nos escapamos por un momento
del sufrimiento, pero a la larga el dolor vuelve con mayor fuerza.
Hay tres caminos erróneos por los que mucha gente trata de resolver
sus sufrimientos:
a) La huída
Una actitud muy común frente al sufrimiento que se padece es la huída.
Mucha gente que sufre busca escaparse de esa realidad, huir del momento
porque es doloroso. Las gentes que toman este camino intentan salvarse del
sufrimiento huyendo de él.
Hay muchas maneras de huir del sufrimiento: para algunos, la huída es a
través del alcohol; para otros, a través de la droga, del placer; o quizá para otros
¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ?
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es huir de los problemas reales y enajenarse con la televisión, o con cualquier
cosa que les haga olvidar y escaparse de su realidad, que es muy dura. Incluso
algunos para huir del sufrimiento han llegado al suicidio, es decir, a quitarse la
vida para dejar de sufrir.
La religión, cuando no se entiende bien, también puede ser una huída.
Por ejemplo, cuando alguna persona se acerca a la religión sólo para olvidar sus
penas y no se compromete en nada. La religión aleja entonces a esta persona
de su realidad, no le ayuda a encontrar un sentido al sufrimiento sino que sólo
lo distrae de él. No hay compromiso, ni respuesta de amor. En definitiva, no
hay una fe verdadera.
b) La "falsa resignación"
Otra actitud muy común es la «falsa resignación». La gente que toma
este camino piensa que no hay salida. Que ese sufrimiento que está viviendo es
el destino que tiene fatalmente marcado en esta vida, y que no hay otra solución
más que resignarse. Entonces la persona se hace dura para poder resistir lo que
le pasa y para poder sobrevivir; o también se hace apática, no se interesa por
nada, lo único importante es resistir, sobrevivir.
También la religión mal vivida puede llevarnos por este camino equivocado, cuando pensamos que Dios nos ha destinado ese sufrimiento desde que
nacimos, y entonces no nos queda más que resignarnos. Si Dios así lo decidió,
¿qué podemos hacer? Frecuentemente escuchamos a gentes que han tomado
este camino y que dicen: «es que Dios así lo quiere», «Dios así nos dejó». Y
entonces no hacen ningún esfuerzo para superar ese sufrimiento.
c) La superstición, hechicería, brujería y el espiritismo
Mucha gente piensa que el sufrimiento o los males que padece son
producidos por «espíritus» o «fuerzas» ocultas que alguien manda en su contra. Estas gentes siempre que viven alguna enfermedad, pena o sufrimiento
sospechan que alguien se los «mandó» a través de un brujo. Para esta gente la
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salida a ese sufrimiento será acudir a las personas que manejan esos «espíritus»
(brujos) para quitarse ese mal y librarse de ese sufrimiento.
Este es otro camino que mucha gente, que no tiene firme su fe, escoge
para salir del sufrimiento. Este camino también es equivocado porque sólo
engaña. Recurrir a la brujería y la superstición es un engaño, no nos quita el
sufrimiento.
También la religión puede vivirse por este camino, cuando la gente se
acerca a Dios por puro temor. No se acercan a Dios por amor sino por temor.
Van a misa, prenden veladoras, hacen oraciones, o tratan de ser buenos sólo
para que Dios no los vaya a castigar. Su fe es supersticiosa.
Estos tres caminos no llevan a la vida. La huida sólo entretiene el
sufrimiento pero por otra parte lo hacer crecer y produce más dolor. La falsa
resignación endurece y amarga el corazón, y no nos hace más humanos. La
superstición no nos ayuda a enfrentar las verdaderas raíces del dolor, sino que
sólo nos engaña. Ninguno de estos caminos nos salva; ninguno de estos caminos nos humaniza. Ni la huída, ni la falsa resignación, ni la superstición son
caminos verdaderamente cristianos frente al sufrimiento. No nos llevan a Dios,
ni nos dan vida.
Entonces, ¿no hay salvación para el sufrimiento? ¿habrá una salida
verdadera al camino del sufrimiento que sí libere?
Por otro lado, sabemos que mucha gente ha sufrido y ha logrado encontrar un sentido digno a su sufrimiento. El dolor y el sufrimiento han sido
una experiencia a través de la cual muchos cristianos han llegado a conocer a
Dios, y han conseguido la salvación para sí mismos y para otras personas. La
vivencia y el testimonio de estos cristianos y cristianas nos demuestra que existe
un modo de vivir la cruz que sí libera, que santifica, que lleva a Dios y ayuda a
los hermanos. Estas personas han encontrado un nuevo camino espiritual para
vivir el sufrimiento o, dicho en otras palabras, han vivido una espiritualidad
salvadora del sufrimiento. Han vivido una espiritualidad de la cruz liberadora,
aunque no le hayan llamado así.
¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ?
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4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Cuál de todos estos caminos tomaron Rafael, Lucha, Florián
y Nemesio?
2.- ¿Qué piensas de estas maneras de responder ante el sufrimiento?
3.- ¿Cómo has reaccionado ante algún sufrimiento?
4.- ¿Cuál crees que es la respuesta cristiana ante el sufrimiento?
5.- Que alguien nos platique el testimonio de alguna persona que
sabe sufrir.
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CAPITULO 2
QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
OBJETIVO:
Comprender que todas las personas viven alguna espiritua-lidad
y descubrir que una espiritualidad cristiana es dejarnos mover
por las mismas motivaciones
por las que se movió Jesús.
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1 ¿TENEMOS QUE METERNOS EN LAS COSAS
DEL MUNDO?
La reunión de la comunidad empezó puntualmente. Alfonso coordinó
el tema. Desde el principio todos se interesaron, pues se hablaba sobre
el compromiso de los cristianos. Ahí se dieron muchas ideas.
Juan comenzó diciendo:
- No, pues la verdad a mí no me gusta que empiecen a hablar de política.
- Sí, apoyó Anita su mujer, nosotros nos hemos entregado a las cosas de Dios y ya
no nos gustan las cosas mundanas.
- Pero, intervino Alfonso, todas las cosas deben interesarnos a los cristianos.
- ¡Ah no!, dijo Antonio, las cosas materiales no se deben mezclar con las espirituales.
Si venimos a las reuniones y estamos en la Iglesia, queremos que nos hablen de Dios.
- Miren, respondió Alfonso, la espiritualidad que nosotros vivimos, brota del
Evangelio y nos pide que transformemos la realidad.
- ¿Qué quiere decir eso, compadre? -preguntó Adán-, ¿que nos tenemos que meter
con las cosas del mundo?
- Pues sí, compadre, dijo Alfonso, pero nosotros nos debemos mover con una intención,
por así decirlo, superior, santa, pues es la intención con la que Jesús se movió.
- A ver, Alfonso, ¿cómo está eso?, preguntó Anita.
- Pues mira, a Jesús toda su vida lo movió, lo motivó a actuar el Espíritu Santo. Eso
llevó a Jesús a cambiar con su palabra y sus obras todo lo que él sabía que estaba
mal. Por eso Jesús, estando entre el mundo, se comportó como venido de Dios.
- Ah, ora sí como que ya se va T la cosa, dijo Antonio. Quiere decir que tenemos
que entrarle a todo, pero como quien dice con la intención de hacerlo mejor.
- Claro, Toño, aclaró Alfonso, eso es exactamente vivir una espiritualidad, es dejarse
mover por el mismo Espíritu Santo que impulsó a Jesús a sanar a los enfermos,
a tener compasión de los pobres, a enseñar a sus amigos, a enfrentarse a las
autoridades de su tiempo y por último a entregarse en la cruz.
QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
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- ¿O sea que Jesús no separó
las cosas espirituales de las
materiales? -preguntó Juan.
- Pues no, dijo Alfonso. Lo
material y lo espiritual van
unidos, y Jesús nos pide a todos
los cristianos que estamos en el
mundo que lo cambiemos cada
día para hacerlo mejor. ¿Se
imaginan que Jesús sólo nos
hubiera hablado de Dios y que
luego no hubiera curado a los
enfermos o dado de comer a los
hambrientos porque ésas eran
cosas materiales?
- No, pos hubiera estado re feo
-dijo Juan.
- Pues la verdad es que así sí se
entienden las cosas. Por eso te
pusimos de coordinador -afirmó
Anita riendo.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿Qué ideas tiene esta comunidad sobre lo que es espiritualidad?
2. ¿Por qué en un principio no aceptaban que se hablara de política?
3. ¿Qué es lo que Alfonso les explicó?
4. ¿Conoces comunidades que piensen como ésta? Contar algún caso.
5. ¿Qué dudas te quedan acerca de lo que es una espiritualidad?
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3 ESPIRITUALIDAD ES LO QUE NOS MUEVE
En el capítulo pasado veíamos que hay personas que han vivido
una espiritualidad que los ha impulsado a vivir el sufrimiento de un
modo liberador, es decir, han sabido crecer como humanos, y han
hecho de su sufrimiento un modo de llegar a Dios y de servir a los
demás. Esta manera de vivir cristianamente el sufrimiento es lo que
llamamos vivir la «espiritualidad de la cruz». Pero, ¿qué es vivir una espiritualidad?
La palabra espiritualidad no siempre es bien comprendida, por eso nos
detenemos a aclarar posibles confusiones que existen con este término.
La espiritualidad puede significar para muchos algo alejado de la vida
real, como una realidad que sólo viven algunos que cultivan su «espíritu» y se
alejan de las cosas materiales. Se piensa que espiritualidad no tiene relación
con los problemas económicos, ni con la realidad histórica, política y social
que vivimos. La raíz de esta confusión está en la comprensión de lo que es el
espíritu. Para mucha gente «espíritu» es lo contrario a materia. «Los espíritus»
son seres inmateriales, sin cuerpo, muy distintos de nosotros. Entonces, para
estas gentes, será espiritual lo que no es material, lo que no tiene cuerpo. Y se
dirá de una persona que es «espiritual» o «muy espiritual» si vive como sin
preocuparse de lo material, ni siquiera de su propio cuerpo, tratando de vivir
únicamente de «realidades espirituales».
Estos conceptos de espíritu y espiritualidad como realidades contrarias
a lo material y a lo corporal vienen de la mentalidad de los griegos. Pero en
el pueblo de la Biblia no se entendía así lo espiritual. Para la Biblia, espíritu
no es lo contrario a materia, ni a cuerpo, sino a maldad; se opone a la ley (las
ataduras, el miedo, el castigo). Así, espíritu significa vida, construcción, fuerza,
acción, libertad. El espíritu no es algo que está fuera del cuerpo o fuera de la
realidad, sino algo que está dentro, que habita en la materia, en el cuerpo, en la
QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
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realidad, y les da vida, los hace ser lo que son; los llena de fuerza, los mueve,
los impulsa; los lanza al crecimiento y a la creatividad en un ímpetu de libertad.1
En hebreo, la palabra espíritu se dice «ruáj» y significa viento, aliento,
hálito. Una imagen que nos ayuda a entender lo que es espíritu en la Biblia la
tenemos cuando Dios crea al hombre. Dice la Escritura que lo formó del barro
de la tierra, y luego, sopla en sus narices, le comunica el espíritu de vida; y ese
soplo, ese viento, entra dentro de su cuerpo, se une estrechamente a ese cuerpo
y llega hasta el último rincón de su persona. Y así, le da vida.
Espiritualidad, entonces, es lo que nos hace movernos, lo que nos
impulsa, lo que produce nuestras más profundas motivaciones, lo que nos da
vida. En este sentido podemos decir que existen muchas espiritualidades. En
sentido amplio cada quien tiene una espiritualidad. Incluso quienes no conocen
a Dios tienen algo que los mueve, que los impulsa, que los motiva. Pueden
estar motivados por mejorar en sus negocios, por ganar una competencia; su
espiritualidad será aquel motor que los mueve a hacer lo que hacen.
La espiritualidad cristiana es dejarse mover por lo mismo que impulsó a
Jesús. Tener sus mismos sentimientos, dejarse conducir por su mismo Espíritu.
Vivir una espiritualidad cristiana es seguir a Jesús. Hacer que los intereses,
palabras, acciones y compromisos de Jesús sean nuestros mismos intereses,
palabras, acciones y compromisos.
Vivir la espiritualidad cristiana no sólo es repetir las acciones externas
de Jesús. Es dejarnos mover por lo mismo que impulsó a Jesús a realizar esas
acciones. Apasionarnos por lo que Jesús se apasionó, vivir toda nuestra vida
movidos por el mismo Espíritu que impulsó a Jesús.
Dentro de la espiritualidad cristiana hay diversas maneras, distintos acentos
y perspectivas como se sigue a Jesús. La Espiritualidad cristiana es una sola, pero
esta gran Espiritualidad se puede vivir de diversos modos, es decir, con distintas
insistencias. Por eso decimos que existen diversas espiritualidades en la Iglesia.
Cada una de ellas será una manera de vivir la gran Espiritualidad cristiana.
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Entonces, una espiritualidad particular será un modo concreto de seguir a Jesús, de acuerdo a una época histórica o a una realidad concreta. Dios
despierta entre los cristianos distintos carismas, es decir, distintos modos de
cómo seguir a Jesús. Un carisma resalta algún elemento de la espiritualidad
cristiana que ha sido olvidado o que es oportuno para el momento o situación
que viven la Iglesia y el mundo. Cada espiritualidad nos viene a recordar
alguna dimensión de la fe cristiana, quizá un poco olvidada, o necesaria para
un tiempo y un lugar concreto.
Y así existen en la Iglesia muchas espiritualidades, es decir, muchos
carismas o modos como se sigue al Señor Jesús.
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Cómo ilumina este capítulo el diálogo de la comunidad de Don Alfonso?
2.- ¿Puedes decir con tus palabras lo que es una espiritualidad?
3.- ¿En qué se nota que alguien vive la espiritualidad critiana?
4.- ¿Cómo se vive la espiritualidad cristiana en nuestra comunidad?
NOTAS DEL CAPITULO
1 Pedro Casaldáliga; José Ma. Vigil; Espiritualidad de la liberación; Centro de Reflexión Teológica;
México; 1993; Págs. 22-23
QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
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CAPITULO 3
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO
SUFRIMOS?
OBJETIVO:
Descubrir cómo nuestra primera experiencia de sufrimiento nos oculta el misterio del
Dios amor.
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
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1 ¡DIOS YA NO ME ESCUCHA!
Los grandes ojos negros de Nacho se abrieron más de lo usual.
Estaba ahí, sentado, serio, escuchando la plática de su mamá y de
su madrina. Apenas ayer habían enterrado a su papá, un señor al
que vio muy pocas veces y al que no sintió ganas de llorar.
- Pues sí, comadre, yo creo que es lo mejor para ti y para mi ahijado.
- ¡Ay Adela!, no sabes lo que me duele llegar a este momento. ¿Por qué la vida
tiene que ser tan dura?
- Pues mira, Lucy, no lo sé, pero la vida hay que enfrentarla. ¿Qué podemos
hacer?
- No, comadre, eso sí, pero nomás dime ¿podrían pasarme peores cosas que
las que me han pasado? Primero, que no conocí nunca a mi papá porque nos
abandonó antes de que yo naciera; luego haber sufrido la parálisis infantil, y
ahora esto. ¡Qué cruz tan pesada, comadre!
- Mira, Lucy, cálmate. Nacho estará bien con Néstor y conmigo. Ya sabes que,
aunque pobres, no nos falta lo necesario.
- ¡Pero, mi pobre muchachito! Yo no puedo trabajar en nada con estas patas de
hilacho y sólo nos quedaba la pensión que Pepe nos pasaba y ahora ni eso.
¡Válgame Dios! ¿Por qué la vida tiene que tener estas cruces?
- No llores, Lucy, tú sabes que yo quiero a Nacho, y tú podras viajar cuando
quieras para verlo.
- Ya lo sé, Adela, pero es mi muchachito... Es lo único que me quedaba y ahora
hasta eso tengo que entregar. ¡Vaya cruz! A veces he pensado que Dios ya no
me escucha. No sé si Dios se fije en lo que sufro pero, ay comadre, a veces
me parece que a Dios no le importa nada de lo que vivo.
Nacho abría los ojos y los oídos, y se preguntaba qué quería decir su mamá
con eso de la cruz. Muy pronto lo sabría...
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
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2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué situacion de dolor está viviendo Lucy?
2.- ¿Qué piensa Lucy en esta situación de sufrimiento?
3.- ¿Qué pensamos cuando tenemos algún sufrimiento grande?
4.- ¿Alguna vez hemos dicho como Lucy que Dios ya no nos escucha?
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3 DIOS SE OCULTA DETRAS DEL SUFRIMIENTO
El sufrimiento es una experiencia pegada al ser humano. Desde
que existe la humanidad ha existido el dolor. Todos en algún momento de nuestra vida experimentamos esa realidad que llamamos
el sufrimiento. También podemos constatar que en cualquier gente
religiosa se da una relación natural del sufrimiento con Dios. Casi
espontáneamente cuando vivimos una pena, nuestra mente busca
una respuesta en Dios. «¿Por qué Dios permite que me pase esto? ¿Es que Dios
no me ve?» Quisiéramos, como Job, hablar con Dios para comprender el porqué
de nuestro sufrimiento.
«Hoy todavía vuelvo a mi queja, ¿Cómo callar mis gemidos?
¡Quién me diera saber dónde hablar a Dios y llegar hasta su casa!
Expondría ante El mi caso y rebosarían mis quejas.
Por lo menos conocería su respuesta
y trataría de comprender lo que El dijera» (Job 23, 1-5).
Pero precisamente en esos momentos parece que Dios se nos esconde;
que Dios no nos escucha y entonces el sufrimiento se vuelve más agudo. No
sólo es nuestro dolor y ya. Nos sentimos también abandonados del mismo Dios.
Los que nos rodean o nosotros mismos nos preguntamos como se pregunta el
salmista «¿dónde está Dios?»
«Lágrimas son mi pan durante noche y día cuando oigo que me
dicen: ¿Dónde quedó tu Dios?’» (Salmo 42).
El sufrimiento nos hace tocar el misterio de Dios. En la experiencia
del sufrimiento Dios se nos hace más misterio. Sobre todo cuando sufrimos,
el misterio de Dios se vuelve más obscuro y profundo. No entendemos cómo
puede existir nuestro dolor al lado de un Dios que conocemos como amor. Si
Dios nos ama, entonces ¿por qué permite tantos sufrimientos? Y ante nuestras
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
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preguntas, dudas y rebeldías, muchas veces parece que Dios no responde. El
silencio de Dios nos sumerge en un gran vacío. ¿Qué pensará Dios de nuestro
dolor?
Ante la pregunta de por qué nuestro sufrimiento, existen tres respuestas
incompletas o equivocadas:
a) Mi sufrimiento es un castigo de Dios por mi pecado.
Muchas personas piensan cuando viven un sufrimiento que les viene
como un castigo de Dios. Para estas personas no hay otra respuesta. Estoy
sufriendo porque cometí pecado. Dios me está castigando.
Ciertamente a veces sufrimos a causa de una irresponsabilidad nuestra,
este es el caso de cuando caemos en algún vicio y luego padecemos las consecuencias. Pero muchas veces nuestro sufrimiento no tiene que ver en nada con
nuestro comportamiento. Nos viene sin ninguna razón aparente. Para muchos
incluso en estas situaciones el sufrimiento es castigo por algún pecado pasado
o porque Dios nos lleva cuenta de nuestras fallas.
En la Biblia, sobretodo en el Antiguo Testamento se interpreta muchas
veces el sufrimiento como castigo de Dios por el pecado, incluso en el Nuevo
Testamento recordamos aquel pasaje cuando Jesús se encuentra con el ciego
de nacimiento, que sus discípulos le preguntan que quién había pecado, él o
sus padres. Jesús aprovecha para aclarar que la situación de ese ciego no es
producto ni de su pecado, ni del pecado de sus padres. (Jn 9,2-3).
Cuando pensamos que todo sufrimiento es un castigo de Dios distorcionamos la imagen de Dios. Ya no es un Dios amor, sino ahora es para nosotros
un Dios que castiga; que es vengativo, y esa no es la verdadera imagen de Dios
que nos ha comunicado Jesús. La consecuencia de esta respuesta es vivir en
el miedo. Como Dios me puede castigar si hago algo malo, entonces me porto
bien. Mi vida comienza a estar guiada no por el amor sino por temor.
Cuando sufrimos a causa de una irresponsabilidad nuestra no es Dios
quien nos castiga, sino que mi sufrimiento es consecuencia de mi propia ir30
responsabilidad. Por otra parte hay que decir que el sufrimiento es muchas
veces producto del pecado, pero no mandado por Dios, sino por el hombre.
Hoy en día millones de seres humanos sufren situaciones de miseria a causa del
pecado social; de la codicia que se ha hecho sistema en nuestro mundo. No es
Dios quien manda la pobreza y todo el sufrimiento que viene con ella; son los
hombres quienes la fabrican, y frente a todo este dolor podemos decir que Dios
sufre con los que sufren. Dios se identifica con las víctimas del sufrimiento que
viene por el pecado, incluso Dios quiere quitar esos sufrimienos innecesarios
y que generan muerte.
En resumen, el sufrimiento personal, los desastres naturales o sociales
no son castigo de Dios. En esta historia Dios no nos castiga, más bien nos tiene
paciencia y deja que convivan en el mundo buenos y malos (Mt 13,30). Pero
muchas veces el sufrimiento sí es producto del pecado y la irresponsabilidad
personal y social de los hombres. No mandado por Dios, sino como consecuencia
de la libertad humana.
b) Sufro porque Dios está tan lejos que no se ocupa de mí.
Otras personas reconocen que Dios no castiga. Si Dios es amor no está
castigando con sufrimientos a la humanidad, pero por otro lado no encuentran
una respuesta fácil a la pregunta. ¿Cómo puede Dios amarme y permitir que
sufra tanto? Al no encontrar una respuesta experimentan una lejanía de Dios.
El es tan grande, omnipotente y poderoso que no le ha de importar mucho mi
pequeñez y mi sufrimiento. Cuando el sufrimiento es muy crudo sentimos que
Dios se nos aleja y ante nuestro sufrimiento experimentamos un “abandono”
por parte de Dios. Pasamos de la constatacion de que Dios es un misterio que no
podemos comprender a la experiencia de que Dios esta muy lejos de nosotros.
Nos sentimos insignificantes y abandonados.
También en la historia del pueblo de Dios pudieramos encontrar de
algún modo esta respuesta. Por ejemplo cuando el pueblo estuvo explotado en
Egipto por más de 300 años, antes de que Dios llamara a Moisés para liberarlo.
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
31
Por los textos podemos pensar que el pueblo se había olvidado de su Dios.
Parece no haber ninguna práctica religiosa en ese pueblo hasta que Moisés
se les presenta. Es claro que el pueblo sabe quien es el Dios de sus padres;
pero eso no ha significado nada en su experiencia de sufrimiento. “Como a
Dios no le importamos, tampoco a nosotros nos importa Dios”. No se niega
su existencia, pero sí se experimenta su lejanía. La tendencia más radical de
este camino es negar a Dios. Puesto que hay tanto dolor y esto no concuerda
con un Dios que además de ser amor es omnipotente y por lo tanto puede
evitar el sufrimiento de los que ama, entonces Dios no existe. Así, muchas
personas, al no encontrar una respuesta y un sentido a su sufrimiento, terminan
negando a Dios.
En muchas expresiones de la Biblia aparece este sentimiento de la
lejanía de Dios ante el sufrimiento. Algunos salmos lo expresan también de
un modo profundo. Jesús mismo en los momentos más agudos de su pasión
experimentó ese siencio de Dios su Padre como abandono de Dios. Y así en la
cruz exclama: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” (Mt 27,46).
Claro que en Jesús esta experiencia va acompañada también de una entrega
radical a la voluntad de Dios: “Padre, en tus manos encomiento mi espíritu”
(Lc 23,46).
Esta experiencia ante el sufrimiento nos ayuda a comprender que el
sufrimiento es un misterio ante el cual es difícil dar una explicación. Los
cristianos sólo podemos acercarnos a él y vivirlo con una profunda fe. A
través de Jesús podemos reconocer que nuestro Dios no es un Dios lejano y
ajeno a lo que sucede sino que nos escucha y se compadece. En la vida de
Jesús podemos contemplar a un Dios que se acerca y se estremece ante las
multitudes desamparadas y frente a los que sufren penas o enfermedades.
Jesús no eliminó todos los sufrimientos, pero sí se acercó y acompañó a los
que sufren.
32
Por otra parte hay que reconocer que el sufrimiento purifica la imagen
que tenemos de Dios. Su omnipotencia es también misericordia pero, por otra
parte, Dios permite que el mundo y la sociedad se rijan por sus propias leyes y
desde que creo al hombre ha decidido respetar la libertad de las personas, aun
cuando se opongan a la suya y provoquen sufrimientos para otros.
c) Es una prueba de Dios.
Otra respuesta es entender el sufrimiento como una prueba. Es muy
común escuchar a personas que cuando tienen algún sufrimiento piensan que
Dios los está probando. Así, mucha gente piensa que su sufrimiento es algo que
Dios les manda para examinar su fe o para purificarla.
También en la Biblia, sobretodo en el Antiguo Testamento, encontramos
algunos pasajes dónde parece que los sufrimientos del pueblo son enviados por
Dios para purificarlo o para probar su fidelidad. Por ejemplo, en el libro de Job
aparece claramente que su sufrimiento es una prueba.
Podemos decir que aunque el sufrimiento siempre nos abre una ocasión
para crecer y madurar, no corresponde a la imagen de Dios que nos comunica
Jesús, pensar que nuestro Padre nos hace sufrir para examinarnos. Como si Dios
estuviera probando y mandando cruces a los hombres. De ser así, la realidad
de sufrimiento generalizado y hondo que vivimos nos podría traer una imagen
de un Dios sádico, que manda pruebas casi hasta aplastar al hombre. Si nos
fijamos detenidamente en el libro de Job, aparece muy claro que sus penas y
sufrimientos son ciertamente una prueba a su fe y su fidelidad, pero esta prueba
no es provocada por Dios sino por el diablo.
Jesús mismo no interpretó su pasión y su cruz como una prueba mandada por Dios. Jesús sabe muy bien que lo que su Padre quería era su fidelidad,
y que en su historia concreta ser fiel a su Padre significaba morir en la cruz, a
causa del pecado de los judíos.
¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
33
Hemos visto tres distintas respuestas que muchos cristianos se dan a la
pregunta por el sufrimiento. Las tres respuestas aunque tienen una parte de verdad
son equivocadas porque no nos dan la verdadera imagen de Dios. No sufrimos
porque Dios nos castigue, o porque no le interese nuestra vida o porque nos esté
mandando pruebas. Aunque por otra parte podemos decir que a veces sufrimos
por nuestra irresponsabilidad o la de los otros; o que el sufrimiento nos ayuda a
entender que Dios es un misterio y muchas veces hace crecer nuestra fe.
En nuestros siguientes capítulos seguiremos profundizando en esta realidad y encontraremos alguna respuesta que Dios nos da al misterio del dolor.
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Cómo ilumina esto que hemos leído la experiencia de Lucy?
2.- ¿Qué explicaciones de estas hemos dado nosotros cuando sufrimos?
3.- ¿Por qué estas explicaciones no son completas?
4.- ¿Cuál puede ser la razón de nuestros sufrimientos?
34
CAPITULO 4
DIOS ESCUCHA
EL CLAMOR DE SU PUEBLO
OBJETIVO:
Descubrir con ayuda de la
Biblia que Dios no está lejos de
quien sufre, sino que escucha
nuestros sufrimientos.
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
35
36
1 SEGURO QUE DIOS SI ME ESCUCHA
- No sé que hacer, Elisa, estoy muy preocupada.
- ¿Por qué, doña Chuy ?
- Fíjate que mi Fermín ya termina la primaria y van a hacer un festival
de fin de año.
- ¿Y qué con eso, doña Chuy?
- No, si el problema es que yo le había prometido a Fermín que le iba a dar para el
traje, pues le toca salir de licenciado en una obra de teatro.
- Ah, ¿y usté le quiere comprar su traje?
- Sí, ése es el problema. Yo le dije desde no sé cuántos meses hace, que le iba a
conseguir el dinero pa’l mentado traje, pero ahora resulta que estamos de veras
en dificultad.
- ¿Pos qué le pasa, doña Chuy ?
- Ay Elisa, ¿qué no nos pasa? Pancho, el pobre, ya ves, de pión de albañil no saca ni
para la comida. Yo me esfuerzo y hago lo que puedo, hago mi ventecita de tamal,
pero con eso apenas me nivelo en los víveres de todos los días. Ya ves, ¡con tánto
muchacho!, criar 6 hijos no es tan fácil. Hay tántas cosas que atender. Todavía
no salgo de la deuda del accidente de Jesusita. Ya ves cómo nos trataron en esa
clínica: “o pagan o se llevan a su enferma". ¡Mira nada más qué cosa!, y la pobre
Jesusita inconsciente, sangrando por los oídos y la nariz. ¡Dios mío!, si yo no sé
ya ni dónde acomodarme. Qué cruz tan grande la de nosotros los pobres. A veces
se me antoja, en la noche, cuando me voy a dormir, ya no despertar.
- Ni lo mande Dios, doña Chuy, no diga eso. Sus hijos y don Pancho la necesitan.
- Sí, Elisa, pero es que es tan duro estar así de reducidos; es una cruz muy pesada.
- No pos eso sí, ya ve cómo también nosotros somos pobres y de que se sufre, se
sufre. Pero como dice el padre de la Iglesia: “Dios aprieta pero no ahorca”.
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
37
- ¿Será que Dios se apiade de nosotros?
Si hay veces que yo ya no puedo y
me gustaría salir huyendo a un lugar
diferente, donde nadie me conozca,
y empezar una nueva vida.
- Tiene usté razón, doña Chuy, pero
pa’ mí que nada gana uno con
desanimarse. Más bien todos los
pobres de la ranchería nos deberíamos
unir y así como dice usté que todos
cargamos la cruz, pos entre todos ha
de ser más liviana. ¿No cree?
- Pos no es mala idea, Elisa. Seguro
que Dios sí me escucha y me dará
fuerza para salir adelante. Viéndolo
bien como quiera que sea, con la
ayuda de Dios siempre hemos podido
salir adelante; lo que pasa es que de repente como que uno duda.
- Eso es, Doña Chuy; sabe, qué tal si platicamos su problema en la próxima reunión
de nuestra comunidad. Tenemos que buscar la forma de estar unidos.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- Que alguien repita la historia con sus propias palabras
2.- ¿Conoces a otras personas que viven la misma situación de doña Chuy?
3.- ¿Qué crees que le ayudó a Doña Chuy a confiar en Dios?
4.- ¿Cómo hemos experimentado la presencia de Dios cuando sufrimos?
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3 DIOS ESCUCHA EL DOLOR DE SU PUEBLO
En la Historia de la Salvación, Dios no se ha quedado callado
frente al sufrimiento. En la Biblia, que nos platica la historia de
un pueblo lleno de sufrimientos, se expresa muy claramente cómo
Dios reacciona frente a ese dolor de su pueblo. El no quiere tánto
sufrir inútil, no quiere la muerte, sino la vida, la alegría, la libertad, la paz.
En los inicios de la historia del pueblo de Israel, encontramos que Dios
ve y escucha el sufrimiento del pueblo, y que se decide a bajar para liberarlo y
darle una vida más plena. El pueblo de Israel pasó muchos años esclavizado en
Egipto. Ahí sufrieron todo tipo de injusticias y humillaciones. Su sufrimiento y
opresión iba creciendo con el tiempo (Ex 1,13-16). En esa situación el pueblo
va olvidando sus raíces, a sus padres. Se olvida de su Dios. Se acomoda a esa
situación de muerte y de dolor; busca el camino falso de la resignación.
Pero Dios, en cambio, no se olvida de su pueblo, ni permanece indiferente ante tanto sufrimiento. Dios lo ve, lo conoce, «lo siente» en sus entrañas de
misericordia y va preparando poco a poco la liberación de su pueblo. Y un buen
día se lo dice a Moisés, y lo llama para llevar a cabo la tarea de la liberación:
«He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltratan sus mayordomos. Yo
conozco sus sufrimientos. He bajado para librar a mi pueblo
de la opresión de los egipcios y para llevarlo a un país grande
y fértil» (Exodo 3, 7-8).
Así, Dios se nos da a conocer desde un inicio como quien escucha el
clamor del que sufre, y muestra que El no quiere tanto sufrimiento inútil, sino
que quiere que el pueblo viva plenamente en una tierra amplia y espaciosa, en
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
39
una tierra que mana leche y miel, donde su pueblo pueda vivir en paz y armonía.
Y así, Dios se da a conocer como el Dios de la vida y de la libertad.
El camino de la liberación que Dios ofrece no es fácil. Exige creer que
Dios escucha el clamor del que sufre, a pesar de lo obscuro y difícil de la opresión.
Exige creer que el Señor es el Dios de la Vida, a pesar de la muerte que parece
reinar. Exige esperar contra toda esperanza. Pide compromiso, lucha, esfuerzo,
y entregar la vida para ir realizando ese sueño que Dios tiene para su pueblo.
Los israelitas no siempre le creyeron a Dios. Muchas veces, ante lo
difícil del esfuerzo, prefirieron regresar a la servidumbre de Egipto, a sus ollas
de carne y al pan de la esclavitud, a la situación de muerte y opresión de antes
(Ex 16, 2-3; Núm 14, 3-4; 20, 2-5). Les parece más fácil vivir en la opresión
que enfrentar la dura tarea de seguir el camino que lleva a la vida.
Pero Dios está decidido a «sacarlos de toda opresión y trasladarlos a
una tierra que mana leche y miel» (Ex 3, 17). No puede permitir que su pueblo
viva en la esclavitud. De por medio está su santo Nombre, la fidelidad a la
Alianza que pactó con Abraham, con Isaac y con Jacob. ¿Cómo el Dios de la
Vida permitirá que el pueblo que le pertenece vaya muriendo?
Por eso, Dios se compromete con la vida de su pueblo, más que el
pueblo mismo. El pueblo, animado por Moisés, va respondiendo al llamado
de Dios. Y así, a través de un largo y penoso caminar por el desierto, y después
de cuarenta años, el pueblo de Dios llega a la tierra prometida. Y el Nombre de
Yavé Dios es santificado. Todos los pueblos han de conocer al Dios de Israel
como el Dios que lo sacó de la esclavitud de Egipto, como el Dios de la Vida.
Por eso no se debe tomar su nombre para justificar la opresión, eso sería tomar
el nombre de Dios en vano.
El pueblo de Israel no siempre comprendió el plan de su Señor. Una y
otra vez volvió a su idolatría. Y entró el culto a otros dioses, y desapareció la
justicia, y vino la desigualdad y, con ella, otra vez, más sufrimiento inútil y
muerte (Jueces 2, 11-15). En esos momentos de dolor, el pueblo piensa: «Yavé
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Dios nos ha castigado; se ha olvidado de nosotros, ya no nos escucha» (Jueces
6, 13; Is 49, 13-15).
Entonces Dios vuelve a llamar jueces, profetas y sabios, hombres y mujeres que anuncien su voluntad salvadora. Los profetas son enviados al pueblo
para recordarle el plan de vida que Dios tiene para todos. Y así los profetas
anuncian que «Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y
viva» (Ez 33,11).
Podemos descubrir momentos especiales de revelación de Dios, momentos en que el profundo misterio de Dios es descubierto al pueblo: cuando
el pueblo vivió con más intensidad la realidad de sufrimiento y muerte; cuando
fue sacado de su tierra y volvió a la esclavitud en Babilonia, es entonces, cuando
Dios se manifiesta con mayor fuerza como el Dios de la Vida.
Por eso, en un mundo de dolor y de sufrimiento, Dios promete «un cielo
nuevo y una tierra nueva, donde se olvide el pasado de dolor y de angustias y la
alegría sea para siempre». «Dios quitará los sollozos de tristeza y los gritos de
angustia». En ese mundo que Dios quiere construir para su pueblo «no habrá
niños que mueran a corta edad, sino que la vida del pueblo será tan larga como
la de los árboles». «No habrá que trabajar para otros sino que cada quien podrá
comer del fruto del trabajo de sus manos» (Is 65, 17-24).
Dios le muestra al pueblo, a través de sus profetas, sus deseos de
consolarlo, de terminar los días de su servidumbre, de enjugar sus lágrimas y
aniquilar la situación de muerte que vive (Is 25, 6-10).
Los profetas también son enviados por Dios a denunciar lo que genera
sufrimiento y muerte, como el culto a los dioses extranjeros, la idolatría, la
opresión, el latifundio, la corrupción. Todos estos pecados sólo producen muerte
y sufrimiento inútil. Los profetas invitan al arrepentimiento y a la conversión,
denuncian a los que fabrican sufrimientos para los demás, invitan al pueblo a
no perder la esperanza.
En algunas partes del Antiguo Testamento no sólo se denuncia el pecado
y la injusticia y se anuncia un mundo mejor, sino que también se descubre que
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
41
el dolor y el sufrimiento pueden ser un camino para llegar a esa vida mejor.
Por ejemplo, Isaías descubre que el pueblo de Dios tiene una misión para la
salvación de muchos pueblos, y que esa misión se realiza a través del mismo
sufrimiento del pueblo (Is 53, 1-12). El mismo profeta anuncia que el dolor
puede tener una fuerza liberadora, es decir, que hay un modo de vivir el dolor
que trae salvación a los demás. Entonces el sufrimiento no es siempre un velo
que oculta a Dios, puede ser también un camino para salvar y liberar al pueblo.
El libro de la Sabiduría, por otra parte, nos enseña que todos los sufrimientos del justo no son inútiles sino que al final tienen una recompensa (Sab
3, 4-9).
Las promesas de Dios a través de los profetas se fueron realizando en
lo poco que el pueblo iba respondiendo a Dios. Los profetas, en fin, anunciaron
que vendría un día en que Dios actuaría a través del Mesías para realizar su
Reino de Vida.
Jesús viene al mundo como Mesías para anunciar al pueblo que Dios ha
decidido realizar su Reino. El mensaje que Jesús anuncia no es de condena, ni
principalmente de juicio. Jesús viene a anunciar la Buena Noticia, es decir, el
Evangelio. Dios ha querido comenzar a reinar. Pero para ello, el hombre tiene
que responder, debe convertirse, cambiar de vida y de mentalidad, creer en la
voluntad salvadora de Dios y comprometerse con ella (Mc 1, 14-15).
El Evangelio que Jesús anuncia es buena noticia para todos, pero especialmente para aquéllos que sufren. Su suerte va a cambiar porque Dios quiere
reinar en el mundo. Es mensaje de felicidad para los pobres, para los que tienen
hambre y los que lloran, para los que son perseguidos (Lc 6, 17-23).
El evangelio de Jesucristo es noticia de vida, de felicidad, de liberación
de todo aquello que oprime al hombre. Jesús también se encuentra con el sufrimiento, lo toca, lo padece, no lo puede quitar todo porque existe el pecado.
Entonces Jesús, como Isaías, manifiesta que hay una manera de sufrir este dolor
que lleva a la vida, que no amarga, que no destruye, sino que se convierte en
salvación para los demás.
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En Jesús se cumple plenamente lo que había anunciado Isaías en el
poema del siervo sufriente. Jesús es el «hombre de dolores, familiarizado con
el sufrimiento» pero su dolor y su carga traen la salvación a los demás: «El
soportó el castigo que nos trae la paz»; «ofreció su vida como sacrificio por el
pecado». «Se ha negado a sí mismo hasta la muerte, y ha sido contado entre
los pecadores, cuando en realidad llevaba sobre sí los pecados de muchos e
intercedía por los pecadores» (Cfr. Is 53).
Jesús viene a anunciar la buena noticia al mundo. Dios Padre quiere la
vida para todos sus hijos, y una vida plena, sin mezquindades ni miserias; con
la alegría de la fiesta y la plenitud del banquete de bodas. Pero en este mundo
tan lleno de pecado, el camino para llegar a esa plenitud pasa por la cruz. Jesús
recorrió ese camino con fidelidad para llegar a la hermosa aurora de la Resurrección.
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.-¿De qué manera esto que acabamos de leer ilumina la historia de Doña
Chuy?
2.- ¿Cómo hemos experimentado que Dios nos escucha cuando
sufrimos?
3.- Según lo que hemos leído ¿qué quiere Dios de nuestro pueblo hoy?
4.- ¿Cuál es el camino cristiano para llegar a una vida más humana?
DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
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CAPITULO 5
LOS PROFETAS NOS DESCUBREN
EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
OBJETIVO:
Descubrir cómo en los momentos
de más grande sufrimiento Dios
descubre su misterio a través de
profetas que nos ayudan a comprender el sentido del dolor
LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
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1 SUS PALABRAS LE DIERON UN CONSUELO
Hacía un calor insoportable. En julio siempre hace un calor
pegajoso. Todos los vecinos se encontraban, solidarios, en casa de
los Domínguez. El ataúd de Paco, abierto, a mitad de la sala, con
sus tinas de hielo debajo para bajar un poco la temperatura, llenaba
medio cuarto. Mucha gente lloraba y otros rezaban enmedio de
ese sofocante ambiente. En una pieza aparte los papás del difunto,
desesperados, eran consolados por amigos y familiares.
Un ir y venir de refrescos, tamales y café; de llantos, gritos ahogados, y un
penetrante olor a alcohol, usado para los desmayos.
- Yo no sé, comenta una vecina, cómo es que le fue a tocar a Paco. A ver, iban 6
chamacos, todos contentos y el camionetazo le vino a dar a él. ¡Qué barbaridad!
- Pos sí, eso es lo que se llama mala suerte.
- Y luego este chamaco, el único de mi comadre Chonita, en medio de las 6
hembras.
- De que toca, toca.
- Y luego, que ellos no se conforman. A mí hasta miedo me da. Mi compadre
no quiere ni que llevemos al finado a la Iglesia.
- Pos ya se verá... Pero mira, aquí llega don Lupe, el Presidente de la Ermita.
- A ver don Lupe, venga usté pa´cá. Yo quisiera que le diera unas palabras de
consuelo a mis compadres. Mi compa Licho está rebelde y no quiere nada con
la religión. Quien quita y usté lo haga entrar en razón.
- Pues la lucha hemos de hacer. A ver, vamos para allá.
Don Lupe pidió a los familiares que lo dejaran solo con los padres del
difunto y les habló diciendo:
Licho y Chonita: ante el dolor tan grande de perder un hijo casi no hay palabra
que decir. El dolor casi nos impide escuchar o entender ninguna palabra.
LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
47
Sin embargo, no quiero dejar pasar esta ocasión, tan penosa, para sentirme
cercano a ustedes. Como ya lo saben, yo también perdí a mi hijo mayor, Jesús,
que, viniendo de la escuela, fue atropellado por un minibús. Casi igual que
Paco. Cuando me avisaron, mi reacción fue espantosa: me rebelé, me entraron
ganas de machetear al chofer que se había detenido a auxiliar a mi hijo. Lloré
de dolor, de rencor y de impotencia, me rebelé contra Dios y contra todo. No
quise que se le hiciera su funeral a mi muchacho. No acepté que viniera el
sacerdote a rezarle y menos los de la Iglesia. ¿Para qué? -pensaba yo- si Dios
ni existe, pues si existiera, ¿cómo me iba a mandar un castigo tan horrible?.
Así me pasé yo como 3 semanas que se me hicieron como una condena. Fue
hasta que leí en un folletito de la iglesia un letrero que decía: “Dios salva a
través de la Cruz». Me llamó la atención y lo seguí leyendo. Ahí decía muchas
cosas que ya ni me acuerdo, pero que me impresionaron mucho; fue como
si de golpe hubiese comprendido que mi dolor podía servir para algo, que la
cruz que cargaba, no era condena sino que Dios me invitaba a vivirla cerca
de El. Yo no sé ni cómo le hice, pero me armé de valor y comencé a llegar a
la iglesia. Ustedes me conocen. Yo era borracho, pleitista, malhablado y otras
cosas que mejor por vergüenza me callo. No es que ahora sea un santo, pero
mi vida cambió. ¿Saben qué fue lo que pasó? Que la muerte de mi muchacho
no fue en balde. Yo cambié y toda mi familia cambió. La cruz tan grande y el
dolor de haber perdido a un hijo no se me ha borrado y ya va para doce años,
pero no ha sido inútil ¡Qué bien sabe Dios enviarnos estas cruces!
Chonita y Licho: no hay palabras ante este dolor por el que pasan. ¡Que
Dios les dé la fuerza y la conciencia para aceptar la cruz que hoy pone en sus
vidas!
Después, entre los comentarios en casa de Don Licho, se escuchó a
alguno que dijo: “Qué bueno que Don Lupe les habló a mis compadres. De
veras que sus palabras le dieron un consuelo”.
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2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.¿Qué te llamó más la atención de esta historia?
2.¿Conoces algun hecho parecido?
3.¿Qué crees que le ayudó a Don Licho y Doña Chonita a
consolarse?
4.¿Conoces a alguna persona que sepa comunicar consuelo en las penas?
LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
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3 DIOS NOS HABLA A TRAVES DE UNA MUJER
Los momentos de la historia del pueblo de Dios de mayor
sufrimiento y muerte son pues, momentos de especial revelación
divina. Y esto porque la realidad de dolor y de muerte tiende a
ocultar al Señor de la Vida. Parece que Dios se esconde. Es por eso,
que en esos momentos Dios se manifiesta con mayor fuerza. Nos
revela su voluntad salvadora. Frente a una realidad que lo niega o lo oculta, él
vuelve a des-velarse como el dueño de la vida y de la historia y le da al hombre, a través de nuevos profetas, un nuevo sentido de la vida, de la historia, del
dolor, de la muerte.
Continuamente, pero sobre todo en tiempos de duro sufrimiento, Dios
llama a hombres y mujeres que quieran ayudarle a construir la vida que manifieste más claramente su misterio.
El dolor y el sufrimiento siempre han existido en el mundo y en la historia. La injusticia como principal productora de sufrimientos para la humanidad
es tan vieja como la humanidad misma. Pero hay períodos de la historia donde
parece que la injusticia y la muerte crecen, dominan, maltratan, asesinan con
mayor intensidad.
A finales del siglo pasado el papa León XIII reconocía que el sistema
de industria que se estaba imponiendo en el mundo generaba mayor enriquecimiento de unos pocos y un gran empobrecimiento de la multitud..1 Desde entonces casi todos los Papas han escrito acerca de esta realidad
que provoca tantos sufrimientos en el mundo: la injusticia social. Podemos
decir que a pesar de los grandísimos avances de la ciencia y de la técnica, la
humanidad sufre más en esta etapa de la historia. En este siglo hay un abismo
cada vez mayor entre el sufrimiento de grandes multitudes y las posibilidades
de vida, y la comodidad de unos pocos.
50
Los obispos de America Latina han dicho que en nuestros países son
muchos los clamores que suben hasta el cielo de hombres y mujeres que sufren
y que buscan una respuesta ante su dolor.2 Frente a esta situación de muerte y de dolor, Dios no se ha quedado callado, sino que sigue llamando a nuevos profetas que den sentido y fuerza a los
hombres y las mujeres, para que luchen por quitar las cruces que son inútiles,
que matan, que no tienen sentido. Y por otra parte, para que iluminen aquellas
cruces que son camino de vida.
A finales del siglo pasado Dios llama a una mujer para que sea de nuevo
su profeta: Concepción Cabrera de Armida. Le comunica un camino espiritual
que impulsa a buscar la salvación del mundo en una realidad que parece rodar
hacia la muerte.
Conchita va recibiendo este mensaje de Dios, y lo va entendiendo con
la mentalidad y el lenguaje de su tiempo. Lo va comprendiendo, asimilando,
viviendo, para transmitirlo a la Iglesia y al mundo. Al conjunto de estas enseñanzas que Dios nos transmite a través de su profeta Conchita le llamamos
«Espiritualidad de la Cruz».
La espiritualidad de la Cruz es una respuesta cristiana a la realidad del
dolor, del sufrimiento y de la falta de la salvación que vive hoy el pueblo. Dios
regala al mundo, a través de ella, un camino espiritual. Una espiritualidad que
libera de muchos sufrimientos inútiles y le da sentido salvador al dolor experimentado por la causa de Dios.
Esta espiritualidad no es principalmente una reflexión sobre la cruz o
sobre el amor, o sobre el sacerdocio de Cristo; no es un conjunto de conceptos
que Dios dictó a Conchita y que luego ella nos comunica a nosotros. No, la
espiritualidad de la Cruz fue primeramente el camino espiritual o la vida de fe
que vivió Conchita, y que luego fue tratando de poner por escrito con la inspiración de Dios, según las palabras y la mentalidad de su tiempo.
Por eso, para conocer realmente nuestra espiritualidad hay que intentar
vivirla, y en ese camino iremos comprendiéndola.
LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
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4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Por qué crees tú que hay tanto sufrimiento en el mundo de hoy?
2.- ¿Conoces a algun personaje de nuestro mundo actual que sea profeta?
3.- ¿Qué relación encuentras entre Conchita y Don Lupe en la historia anterior?
4.- ¿Qué otras personas conoces que nos dan testimonio de que han vivido la espiritualidad de la cruz?
NOTAS DEL CAPITULO
1 León XIII; Rerum Novarúm; N°2
2 Doc. Puebla N° 87-89
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CAPITULO 6
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
OBJETIVO:
Conocer algunos rasgos
de la vida de Conchita y
descubrir cómo Dios la
llama para transmitirnos
la Espiritualidad de la
Cruz.
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54
1 LLAMADOS A VIVIR LA SANTIDAD
- ¿Ya se fijó Don Fermín lo que dice la Biblia? preguntó Sofía al
sacerdote que ese día visitaba al grupo de niños que se preparaba a
su primera comunión.
- ¿Pues qué es lo que dice?, preguntó intrigado el padre Fermín a la
pequeña Sofía.
- Mire, le voy a leer lo que encontré el otro día. Sofía abrió su Nuevo Testamento justo
donde había puesto una ramita para no perder la página, buscó el texto y lo leyó
lentamente: “Ustedes por el contrario sean santos como su Padre del cielo es santo".
- Bueno ¿y por qué te llamó tanto la atención? -le preguntó el padre Fermín-.
- Pus es que si aquí dice esto en la Biblia, pus Dios les está mandando a todos los
padrecitos que se hagan santos ¿verdad?
- Pues sí, eso dice la Biblia, pero la verdad es que Jesús no sólo se lo dice a los
padrecitos sino que El quiere que todos los cristianos seamos santos.
- Eso sí que esta muy difícil -dijo Esteban-, mientras le jalaba suavemente la trensa
a Sofía que estaba a su lado.
- ¡Esteban, no molestes a tu compañera! -replicó el padre Fermín-, Eso que ella ha
leído es algo importante para todos, también para tí aunque seas travieso.
- Vamos -dijo Esteban-, si apenas nos dan ganas de hacer nuestra tarea, a qué hora
vamos a ser santos. Yo creo que eso es para gente que no tiene mucho que hacer.
- No seas tonto Esteban -replicó Lupita-, yo creo que lo que nos dice el padre no
es como tú dices.
- ¡Claro que no! - continuó Don Fermín-, la santidad no es cosa de estar todo el
tiempo metido en el templo. Ser santo es ser muy amigo de Jesús y hacer las cosas
que a El le gustan y la verdad que El no pasó mucho tiempo en el templo, más
bien estaba en los caminos, en las casas, hablando con la gente, ayudándola a ser
mejor, amándola mucho.
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
55
- Pus sigue estando difícil eso que uste dice, porque eso de ser amigo de Jesús pus
si me gusta, pero también me gusta mucho jugar en la calle; o sea, ser amigos está
bien, pero también jugar ¿no?
- Padrecito mi vecino que es de otra religión dice que los santos no existen -dijo Lupita.
- Bueno, vamos por partes -dijo Don Fermín-, las imágenes de los santos que están
en la Iglesia sólo nos recuerdan a algunas personas que vivieron como Jesús quiere.
Fueron personas como ustedes y como yo con sus defectos y cualidades, pero que
entregaron su vida a Dios y a los demás, de modo que la Iglesia nos los pone como
señales de que sí se puede vivir lo que Dios nos mandó.
- Pero ellos pueden hacer milagros ¿verdad padre? -pregunto Sofía.
- Bueno, algunos sí -respondio el padre-, aunque muchos durante su vida no hicieron
ningún milagro, porque lo importante no son los milagros sino que vivieron con
amor. Lo más grande de los santos no son las grandes cosas sino, como dice Jesús,
que cargaron con su cruz y lo siguieron a él, en donde sea.
- O sea que puedo jugar a la pelota y vivir como Dios quiere ¿verdad? preguntó
Esteban.
- Ahora sí ya le entendí, padre -dijo contenta Sofía-, para ser santo como dice la biblia,
no hay que hacer muchas cosas diferentes que los demás. Podemos jugar, ir a la
escuela, estar en la casa, y lo que sea, lo importante es que lo hagamos con amor.
- Muy bien, Esteban y Sofía -respondió el padre-, se me hace que ya le entendieron,
ahora hay que vivirlo. La próxima vez que venga con ustedes les voy a platicar la
historia de una señora, mamá de nueve hijos y que vivió la santidad así como hemos
platicado. Por lo pronto vamos a terminar nuestra reunión rezando el Padre Nuestro.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué te pareció este diálogo?
2.- ¿Qué ideas tenían los niños de lo que es la santidad?
3.- ¿Qué piensas tú de esas ideas?
4.- ¿Cuál crees que es la verdadera santidad?
56
3 QUIEN FUE CONCHITA
Esta mujer, mexicana, laica, madre de familia, con pocos estudios,
de clase acomodada, bonita y cariñosa, fue llamada por Dios a ser
profeta de la Espiritualidad de la Cruz.
Nació en San Luis Potosí el 8 de Diciembre de 1862, en medio de
una grande familia. Tuvo 11 hermanos entre los cuales fue la séptima.
Sus padres la educaron como solían educar muchas familias de
aquella época, enseñando todos los quehaceres domésticos y algunas cosas más
como canto, piano, bordado, etc. Su madre puso especial cuidado en formar el
carácter de Conchita; la enseñó a orar y a asistir las necesidades de los más pobres
y enfermos. Conchita cuenta cómo su mamá la llevaba a los hospitales para asistir
a los agonizantes. Desde muy niña estuvo en contacto con el dolor y el sufrimiento.
Contrariamente a lo que les pasa a muchos, en lugar de «acostumbrarse», la sensibilidad de Conchita la hizo profundizar en ese misterio del sufrimiento humano.
Conchita llevó la vida de una mujer normal, de su época: asistió a bailes y
fiestas, se enamoró de un muchacho, Francisco Armida, al que correspondió desde
los 13 años y con el cual se casó a los casi 23 años. Con él tuvo 9 hijos y después
de 17 años de una convivencia armoniosa y feliz, quedó viuda a los 39 años, llena
de responsabilidades.
Pero es necesario hacer notar que Conchita llevó siempre una relación muy
estrecha con Jesús; desde niña lo amó apasionadamente y toda su vida es un intento
por responderle a quien tanto amó.
Jesús se hizo presente en la vida de Conchita de muchos modos y ella
misma nos cuenta: «Jesús me habla con mucha frecuencia». Una vez, haciendo
unos ejercicios espirituales, oyó la voz de Jesús en su interior que le decía: «Tu
misión es salvar almas». Conchita escribió después: «Yo no entendí cómo podía ser
esto, ¡me parecía tan raro e imposible!»1 Jesús la estaba invitando a tomar parte
activa en la salvación que Él mismo trajo. Aunque en un principio no entendió cómo
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
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podría ser lo que Jesús le había dicho, poco a poco ella lo va descubriendo en los
acontecimientos de su vida.
Pronto comprende Conchita que ella nació para los demás, para entregarse;
a su esposo, a sus hijos, a los pobres y necesitados, a los sacerdotes, a todos los que
se acerquen a ella: Jesús le va indicando cómo salvar a otros: Salvarlos, es entregarse
por ellos como Él mismo lo hizo.
Jesús le descubre a Conchita dos cosas muy importantes: que la CRUZ es
el medio por el cual Él quiso salvar al mundo y que el SUFRIMIENTO asumido
con amor es fuente de salvación.
Pronto Jesús le enseña cómo hay muchos tipos de cruces y pacientemente se
los va explicando. Ella misma va sintiendo una gran necesidad de quitar cruces injustas
y por eso busca a niños pobres y huérfanos para amamantarlos con su propia leche;
menesterosos para socorrelos, mendigos para darles de comer y consolarlos. No deja
pasar una necesidad sin remediarla. Se siente impulsada como Jesús a salvar a otros.
Nos cuenta Conchita que en San Luis Potosí, en aquel tiempo (alrededor de
1894), había mucha miseria y «los pobres me partían el corazón». Deseaba mucho ir
a los hospitales y curarlos y besarlos, pero su marido no la dejaba ir por la «historia
de los contagios». En cambio, gozaba dándoles el pecho a los niños más miserables
que se encontraban por la calle».2 Jesús también le enseña a sufrir porque su plan de salvación no es aceptado
y muchos hombres y mujeres lo rechazan. Jesús le hace participar de sus propios
sufrimientos y le descubre el valor salvífico de este dolor. Ella adquiere un gran
valor para asumirlos. Una vez escribió: «Me tiene el Señor abrasada el alma y como
muy templada, como para desafiar el mundo y plantar la cruz en donde quiera, aún
cuando me costara el derramamiento de mi sangre».3 Su amor, tan intenso a Jesús, la llevó a buscar una forma de pertenecerle
aún en lo exterior. Como ella estuvo siempre en contacto con la vida del campo, se
le ocurrió marcarse en el pecho con hierro y fuego las iniciales de su dueño: JHS,
como las reses tienen la marca de su dueño. Con el permiso de su director espiritual,
se encerró en el baño y con una navaja se marcó en el pecho JHS y encima una cruz;
luego las quemó con unas tenazas calientes. Terminada esta operación, Conchita
58
nos cuenta que una fuerza sobrenatural la arrojó en el suelo y con lágrimas en los
ojos y fuego en el corazón pidió al Señor, con mucha vehemencia, la salvación de
los hombres, repitiendo muchas veces: «¡Jesús salvador de los hombres, sálvalos,
sálvalos!». Después Conchita escribió: «Cerca de hora y media duró la operación y
más eran los ardores del alma que los del cuerpo y la dicha que yo experimentaba
siendo, como los animales, de su dueño, yo de Jesús, de Jesús, de mi Jesús, que
salvaría a tantas almas que le darían gloria».4
Conchita en su entrega, no se detiene en ella misma. El Señor le da la capacidad de irse transformando por medio de la cruz, en salvación para otros; muchas
veces Jesús le va a decir a Conchita palabras como éstas: «Tú eres mi cruz y yo
quiero que así te llames y así te firmes: Cruz de Jesús».
Aprende a ser profeta asumiendo la cruz de Jesús; siendo ella misma cruz. Ser
cruz viva, «eso quiere decir hostia, que lleva en sus brazos al redentor y al salvador».
Conchita es escogida por Dios para ayudar a todos los que sufren, a quitar
cruces injustas y a cargar con las cruces que Dios nos manda y ayudando a otros a
cargarlas: Por que Él quiso salvar el mundo a través de la cruz. A ella Jesús le dice:
«Por eso, tú tienes la misión de comunicar la gracia porque eres Cruz, para eso te
escogí desde toda la eternidad».5
Dios quiso que Conchita no sólo nos ayudara a comprender eso de la cruz
y el dolor con su ejemplo sino que, expresamente, le manda que escriba todo lo
que Él mismo le va diciendo. Conchita escribió mucho, sin exagerar podemos decir
que muchísimo, sobre casi todos los temas espirituales: la Santísima Trinidad, la
salvación, la oración, los sacramentos, el sacerdocio, la cruz, la Virgen María, el
compromiso cristiano, la Iglesia, etc. Tantos escritos que ha sido difícil estudiarlos
y ordenarlos. Pero aún en esto, Dios ayudó a Conchita a tener las cosas claras.
Jesús le va a dar un «resumen» de todos esos escritos que conocemos como
la «Espiritualidad de la Cruz» y se lo va a dar a través de un signo. Este resumen
es: La Cruz del Apostolado. Ahí están contenidos todos los elementos principales
de esta espiritualidad y también de la misma vida de Conchita.
Veamos cómo el Señor le regaló ese signo. Una mañana, después de comulgar, Conchita se encuentra haciendo su oración. De repente vio un cuadro de
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
59
luz vivísima, encendida, con rayos de oro y fuego y, en el centro, una paloma con
las alas extendidas. Conchita no entendió esta visión ni su significado; sólo escribió
que le quedó una impresión muy honda, de suavidad y de paz. Cuando le contó a
su director espiritual, él sólo le dijo «esperemos».
Dos o tres días después, una tarde, en la misma Iglesia, Conchita volvió a ver la
misma paloma blanca enmedio de un gran fuego como rayos de luz. Abajo de la paloma
de alas extendidas, una cruz grande, muy grande, con un corazón en el centro, parecía
que flotaba entre un crepúsculo de nubes como con fuego adentro. El corazón era un
corazón vivo, palpitante, humano y rodeado de fuego, como dentro de una hoguera.
Encima del corazón, una cruz pequeña. El corazón estaba rodeado de espinas agudísimas.
Tenía una lanza clavada que hacía brotar sangre. Conchita escribió: «Puedo descifrar
todo esto porque incontables veces se me presentó esta hermosa Cruz».
Después de estos hechos, ocurridos a lo largo del mes de enero de 1894,
cuando Conchita contaba con 32 años, su vida comenzó a centrarse cada vez más
alrededor de esta Cruz pascual llena de la luz del Espíritu Santo.
Durante toda la vida de Conchita, el Señor, a través de muchas comunicaciones
y a través de muchos sucesos, le va a enseñar el valor de esa Cruz del Apostolado.
Jesús quiso a Conchita como «canal por donde pasan muchas gracias» y por
eso le va a ir señalando una ruta singular; Conchita jamás soñó siquiera ponerse en
todo lo que el Señor la puso. Le pidió que fundaran, ella y su director espiritual de
entonces, el padre jesuita Alberto Mir, el Apostolado de la Cruz, una obra para todos
los bautizados que quisieran vivir bajo el impulso de esa espiritualidad de la Cruz.
Luego le va a pedir que sea ella la que funde, también con el padre Mir, las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, para mujeres que quieran entregar
su vida en la donación constante a través de la adoración perpetua del Santísimo
Sacramento para pedir gracias para la Iglesia y en especial para los sacerdotes.
Después, con apoyo y consejos del santo arzobispo de Puebla, Mons. Ramón
Ibarra y González, funda la «Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús»
para laicos que quieren vivir radicalmente su consagración bautismal; después, la
«Liga Apostólica» o «Fraternidad Sacerdotal», para sacerdotes y obispos que quieren
profundizar en su vocación a través de la Espiritualidad de la Cruz y, por último, con
60
la ayuda también de Mons. Ibarra y del padre Félix Rougier, funda los Misioneros
del Espíritu Santo, para impulsar en la Iglesia la vivencia de esa Espiritualidad que
Jesús regaló a su Iglesia a través de Conchita.
A este conjunto de agrupaciones se les conoce con el nombre de OBRAS
DE LA CRUZ y proponen a todos los que se acercan a ellas, un medio para vivir
la vida de todos los días, entregándose en el servicio, como Jesús, y ayudando a
otros a encontrarle sentido al sufrimiento, a las dificultades, a todo lo que nosotros
llamamos «cruz» y también enseñándonos a quitar las cruces que no salvan con la
transformación de la sociedad en que vivimos por el amor.
Por eso, la vida y los escritos de Conchita son un regalo para todos nosotros
pues nos iluminan y nos enseñan cómo debemos vivir.
Jesús le dijo a Conchita el motivo por el que quería que viniera esta Espiritualidad a la tierra: «Para esto viene la Cruz del Apostolado al mundo, para quitar el
egoísmo y la comodidad que lo cubre, y para hacer brillar en las almas, por medio
del sacrificio, la imagen del crucificado».
La Cruz del Apostolado, que es el signo y resumen de la Espiritualidad de la
Cruz, nos enseña que el egoísmo que genera la injusticia, la pobreza, la explotación,
los odios, etc. sólo pueden quitarse del mundo con la cruz, o sea, con la entrega, como
la de Conchita, como la de Jesús. Por eso Conchita aprendió a cargar su propia cruz y
con esto continuar la salvación de Jesús. Así, la Espiritualidad de la Cruz quiere ayudar
a todos a cargar su cruz; sólo así puede brillar entre nosotros la imagen del crucificado.
Conchita murió como vivió: haciendo la voluntad de Jesús. Lo último que
escribió en sus cuadernos personales, tres meses antes de morir, resume toda su vida.
Estas palabras fueron: «¡Oh mi Jesús, bendito seas y todo para tu gloria!». Expiró
el 3 de marzo de 1937, a la edad de 74 años y 3 meses.
Cuando se conocieron su vida y sus escritos, causó una grande admiración
y todavía hoy sigue maravillando la manera como Dios escoge sus caminos y sus
instrumentos porque «Dios escoge lo que el mundo tiene por necio, con el fin de
avergonzar a los sabios; y ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para avergonzar a los fuertes. Dios ha elegido a la gente común y despreciada, ha elegido lo
que no es nada, para rebajar a lo que es» (1 Cor 1, 27-29).
CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
61
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.¿Por qué crees que el Señor escogió a Conchita como «canal» de
la Espiritualidad de la Cruz?
2.¿Qué partes de la vida de Conchita te impresionaron más?¿Por qué?
3.¿Para qué quiso Jesús dar a conocer la Espiritualidad de la Cruz?
4.¿Qué cosa nos enseña a nosotros la vida de Conchita?
1
2
3
4
5
NOTAS DEL CAPITULO
Aut 1, 51-52)
CC 2, 68)
Apostolado, p.42 a
CC 7, 30-3)
CC 21, 347)
62
CAPITULO 7
LA CRUZ DEL APOSTOLADO
OBJETIVO:
Descubrir que la cruz del
apostolado es un símbolo que
nos propone un camino de
vida espiritual para nosotros
y entender las condiciones que
hay para poder comprender
este símbolo.
LA CRUZ DEL APOSTOLADO
63
64
1 COMO UN SIGNO DE VIDA Y ESPERANZA
Ayer que doña Ramona estaba calentando agua para pelar un pollo,
sucedió un accidente. Resulta que, al bajar el agua de la estufa,
le pegó el vapor en un brazo y eso la hizo soltar de una mano el
cazo, de tal manera que desparramó algo del líquido caliente.
Con tan mala suerte que Armandito, su nieto, en ese momento corría a abrazar
a su abuelita. El agua hirviendo le quemó una parte de la cara y toda su barriguita; alcanzó también a llevarle casi toda la pierna izquierda. Armandito
gritaba de dolor y doña Ramona en un momento se quedó como paralizada. Ya
después reaccionó dando de gritos también, por lo que acudieron las vecinas.
Rápidamente se aplicaron más de 4 o 5 remedios caseros sobre las horribles
quemaduras del muchacho: que echarle agua fría para que no se le esponje el
cuero; que rodajas de papa cruda para refrescar, que aceite de coche, pero del
usado. ¡Vaya usted a ver qué tanta cosa!. Sólo la llegada de Luis, el papá del
niño, hizo entrar en razón al mujeral. Calmado como es, en un momento se dió
cuenta de la magnitud del accidente. Tomó al niño, lo desnudó, lo envolvió con
una sábana limpia y se lo llevó en un taxi al hospital.
El enjambre de vecinos no dejaban de hacer sus reflexiones.
- Ay doña Ramona, ora sí, qué cruz le acaba de mandar Diosito.
- Ay Luchita, ya ni me diga. ¿Por qué a los pobres nos pasan todas estas cosas?
Encima de lo que ya sufrimos... estos accidentes.
- Pos ya sabe que llueve sobre mojado.
- ¿Será que Dios nos está castigando?
- Pos a lo mejor, ya ve usté cómo la mamá de Armandito es tan volada de genio.
- Cállese, doña Tere; no sé ni qué cara voy a poner cuando ella se entere. Me
va a agarrar odio.
- Miren, yo creo que ya está bueno de comentarios -dijo Adela- mejor vamos a
LA CRUZ DEL APOSTOLADO
65
encomendar a ese muchacho a la protección de Dios. Las invito a que recemos
el Rosario.
Después de como una hora, llegó corriendo el tío Pedro que venía del
hospital. Tenía apretando con la mano un crucifijo. Al llegar le dijo a la abuela
que no dejaba de llorar: “Cálmese
señora, el niño está un poco mal
pero dicen los doctores que se
compondrá. Tome esta cruz. Es
la que llevaba el muchachito
colgada en el pecho. ¿se acuerda
que su papá se la puso la primera
vez que se enfermó que ya pensábamos que se moría?
- ¡Ay Dios bendito! -exclamó
Doña Ramona-, esta cruz
es como un signo de vida y
esperanza. ¡Venga Don Pedrito,
vamos a seguir rezando!
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Conoces alguna historia semejante a ésta?
2.- ¿Qué significó para Doña Ramona el crucifijo que le dió el tío Pedro?
3.- ¿Hay algunos signos que nos den esperanza y ánimo? ¿cuáles?
4.- ¿Qué necesitamos cuando sufrimos para encontrar consuelo?
66
3 LA CRUZ DEL APOSTOLADO SINTESIS DE LA
ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ.
La espiritualidad de la cruz, que Dios comunicó a la Iglesia a
través de Conchita, viene a iluminar la realidad del sufrimiento
en el mundo y a dar un sentido liberador a la Cruz.
Conchita tiene la visión de la Cruz del Apostolado pocos días
después de que grabó en su pecho las iniciales de Jesús y que imploró con
todas sus fuerzas: “Jesús Salvador de los Hombres, ¡Sálvalos!. Desde el
principio Conchita entiende que esa cruz grande con una paloma arriba, un
corazón traspasado por una lanza y herido con una corona de espinas y una
cruz pequeña arriba, y rodeada toda ella de nubes y luces muy intensas, es un
símbolo, un signo de algo que Dios le quería comunicar. Cuando platica ella
de esta experiencia dice que vió una como alegoría.
De un modo simple podemos entender que un símbolo es una realidad
que podemos palpar con nuestros sentidos, pero que nos hace entender algo
más allá que no vemos. Así pues, a través de este símbolo que conocemos
como Cruz del Apostolado, Dios nos comunica una espiritualidad, es decir, un
camino, una manera de seguir a Jesús para nosotros hoy; en fin, un sentido a
nuestros sufrimientos.
Es importante saber que no vamos a encontrar el significado que tiene
la Cruz del Apostolado en un diccionario, como si pudiéramos comprender esta
cruz sólo con la mente, y como si hubiera sólo una manera de comprenderla.
El sentido y significado de la Cruz del Apostolado sólo puede comprenderse
como un camino espiritual. Esto quiere decir, que no se puede entender sólo
con la mente sino se comprende con la vida y con el corazón.
También quiere decir que en el seguimiento de Jesús podemos ir encontrando nuevas riquezas a este símbolo. No hay una sóla explicación del sigLA CRUZ DEL APOSTOLADO
67
nificado de la Cruz del Apostolado, sino que podemos continuamente encontrar
en ella nuevas riquezas. Como dijera Conchita: “Nunca se acabará de estudiar
y meditar la Cruz del Apostolado”1 Hoy como ayer, Dios nos dice que ha escuchado nuestro sufrimiento
y nos da un signo, un símbolo para ayudarnos a encontrarle una salida, una
respuesta a nuestro dolor.
El sentido o el significado de cualquier símbolo no está en sí mismo,
sino que está en un grupo determinado de personas que tienen ciertas cosas en
común y que logran comprender lo que hay detrás de ese símbolo. Hay símbolos
que sólo entienden los mexicanos y que naturalmente no son comprendidos por
un chino. Y seguramente que, si viajamos a otros lugares, encontraremos que
hay símbolos que no entendemos porque no participamos de esa cultura. La
Cruz del Apostolado es también un símbolo que sólo puede ser comprendido
por un grupo determinado de personas que tienen algunas cosas en común.
A continuación resaltamos dos de estas características que se requieren para
comprender este símbolo.
a) La fe en el Dios de la Vida
Aunque pueda parecer evidente, hay que decir que lo primero que se
requiere para comprender el sentido de la Cruz del Apostolado es tener fe.
Para quien no tiene fe, esta cruz no le dice nada. Quizá, si tiene conocimientos
religiosos, puede tener una cierta definición de lo que significa el corazón o la
cruz o la paloma, pero en definitiva no le dice mayor cosa a su existencia. Este
símbolo no tiene un sentido real y concreto.para su vida. Sólo quien tiene fe
puede descubrir en este símbolo todo su sentido y significado
Además hay que aclarar que no basta tener fe a secas, es necesario
tener fe en el verdadero Dios, en el Padre de nuestro Señor Jesucristo. No en
un dios que castiga, ni en un dios lejano ni que se complace en el sufrimiento
del hombre, sino en el verdadero Dios que Jesús nos vino a comunicar.
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Por último, también entendemos que la fe no es sólo “creer”, sino seguir a Jesús, vivir como Jesús. Para que la Cruz del Apostolado pueda tener un
significado para nosotros, se requiere que nos encuentre en el camino de Jesús,
siguiéndole a él.. La Cruz del Apostolado es un camino de vida y sólo en este
camino vamos desentrañando su significado.
b) La experiencia de la cruz
Otra condición importante para entender el símbolo de la Cruz del
Apostolado es tener de alguna manera una experiencia de la cruz. Quien no
sufre o quien no es sensible al sufrimiento de los demás, nunca se preguntará
por el sentido del dolor. La respuesta que le trae la Cruz del Apostolado puede
ser quizá interesante pero no la respuesta a una pregunta personal y existencial.
Sólo quien ha sufrido o sufre o quien es capaz de acercarse al sufrimiento de
otros encontrará en este signo la respuesta a una pregunta profunda de su existir.
En nuestro mundo, tan lleno de dolor y sufrimientos, la Cruz del Apostolado viene a ser un signo de vida y esperanza. La espiritualidad de la cruz es un
camino de amor en el dolor; una vivencia espiritual de servicio y compromiso.
A continuación trataremos de ir conociendo cada uno de los elementos
de la Cruz del Apostolado y trataremos de descubrir su significado y el sentido
que tiene para nuestra vida hoy.
LA CRUZ DEL APOSTOLADO
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4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué sabes tú de la Cruz del Apostolado?
2.- ¿De qué manera esta cruz nos da esperanza en nuestra vida?
3.- ¿Qué significa -según lo que acabamos de leer- tener fe en el Dios de la Vida?
4.- Que dos o tres miembros del grupo compartan alguna experiencia
de cruz que hayan tenido?
NOTAS DEL CAPITULO
9 Ap. C42 a
70
CAPITULO 8
EL ESPIRITU SANTO
ILUMINA LA CRUZ
OBJETIVO:
Comprender que el Espíritu
Santo está sobre la cruz para
iluminarnos y ayudarnos a entender que hay distintos tipos
de cruces: unas que llevan a la
muerte y otras que dan vida;
y para poder actuar frente a
ellas como Jesús.
EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ
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72
1 NO TODAS LAS CRUCES SON IGUALES
- Pos ya te digo, comadre, otra vez se me puso bravo Julián.
- Ay, comadre, mi compa diatiro que no le ahorra sufrimiento...
Y ¿ora por qué?
- Por lo mismo de siempre. Sí esa es mi cruz, está aferrado a que
los chamacos no estudien y dale que no afloja ni quinto pa’ l’
inscricción.
- Yo de plano ya me viera aburrido, comadre, si cada año es la misma danza.
- Pos sí, pero ¿qué quiere que yo haga? El, dale con que de nada sirve estudiar,
que es dinero botado por la ventana, que puro echarse andar. Ya ve usté, todo
eso. Pero yo me digo: ni oro ni plata les hemos de dar a nuestros hijos, a lo
menos el estudio que les quede. Y, si yo he de cargar con la cruz de inorancia
de Julián que no comprende, ¿pos qué he de hacer?
- Tiene razón, comadre, usté ha sostenido esos muchachos, ¿qué viera sido
d’ellos sin su apoyo de usté? Mi compa, con perdón de usté, como que no
tiene iluminada su inteligencia y cree que en estos tiempos un chamaco puede
pasársela con el machete barriendo monte. ¿Onde va usté a creer eso nomás?
- El otro día me mandó hablar el maestro Froylán que es el de mi Chuy, del
sesto año que ya va a acabar; me alvirtió que no vaya yo a dejar de apuntar al
Chuy en la secundaria que porque va muy bien. No crea, comadre, pero eso
me dió una levantada y me está ayudando a soportar la cruz tan pesada de
tener que sostener a esos chamacos en sus estudios. ¿Qué será de veras que
Dios se acuerda de nosotros los pobres?
- No diga eso, comadre, porque Dios claro que se acuerda de uno.
- Tiene razón, comadre, lo que pasa es que de repente no sabe uno qué es lo que
quiere Diosito, porque cuando ya deatiro no encuentro salida a mis problemas,
pus pienso que quizá Dios no quiere que estudie y pienso que quizá yo me
EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ
73
estoy entercando. A lo mejor esa ha de ser su cruz de mi Chuy y ya ni que
yo me vuelva loca dando vueltas, si Diosito así lo dispones, pus que va uno
a hacer.
- Pos mire, comadre,
pienso que está uste en
un error. El otro día en la
misa de la Parroquia el
Padre dijo que el Espíritu
Santo nos ilumina para
decubrir que no todas
las cruces son iguales;
hay unas buenas que hay
que cargar y otras malas
que hay que quitar. Y
dijo luego una retahila
de cruces d’esas que Dios
no quiere; pero clarito
me quedó que dijo que l’inorancia Dios no la quiere; así que ¿cómo no se va
acordar Dios de usté? Si le está dando las fuerza pa’ luchar por sus chamacos
y cuente con mi ayuda, que pa’eso soy la madrina de mi ahijado Chuy.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿Qué pensaba la mamá de Chuy ante las dificultades que se le presentaban?
2. ¿Alguna vez te ha pasado a tí algo parecido ante algún problema?
3. ¿Qué respuesta le dió su comadre?
4. ¿De que modo nos ilumina el Espíritu Santo en nuestras cruces?
74
3 LA PALOMA ARRIBA DE LA CRUZ
Lo primero que ve Conchita cuando tiene la visión de la Cruz del
Apostolado es una paloma que representa al Espíritu Santo, y de esta
paloma sale una luz que ilumina toda la Cruz.
Cuando vivimos una situación de sufrimiento, experimentamos confusión. Nos sentimos como en la obscuridad. Parece que Dios se nos
esconde, no entendemos qué significa lo que vivimos: nos preguntamos ¿por qué
me pasa esto? ¿es un castigo de Dios? ¿es casualidad? ¿será una prueba? ¿acaso
Dios se ha olvidado de mí? Estas y muchas otras preguntas nos hacemos cuando
tenemos una pena o vivimos en una situación de dolor. Así pues, el sufrimiento
produce contrariedad, confusión, obscuridad. Por eso el sufrimiento necesita ser
iluminado, clarificado, desentrañado.
Por otro lado, el sufrimiento también nos paraliza. Frecuentemente cuando
sufrimos no sabemos cómo actuar. Nos preguntamos: ¿y ahora qué voy hacer? ¿cómo
debo actuar?
Conchita ve primero al Espiritu Santo porque sin él no puede entenderse
lo demás. El Espíritu Santo, arriba de la cruz, nos representa por un lado la luz, la
claridad para comprender el dolor y, por otro lado, la fuerza del amor, el impulso
que nos saca de la parálisis y nos lleva a actuar como Jesús actuó ante el dolor,
para cargar su cruz de amor y rechazar las cruces de muerte. La actitud natural ante
el sufrimiento es la de huir de él. El sufrimiento, la cruz, no se puede asumir, ni
entender, ni cargar si no es por el Espíritu Santo.
«Jesús me explico -escribe Conchita- cómo y por qué el Espíritu
Santo cobijaba esa cruz, porque el alma que ha sido creada para
gozar, naturalmente rechazaba el dolor, castigo del pecado y que
sólo con la ayuda y la gracia del Espíritu Santo, se podía santificar
y hasta amar la cruz y cargarla hasta con gozo a imitación de El»
(Hist. R.R. de la Cruz Pág 25) EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ
75
El Espíritu Santo viene a iluminarnos para que logremos clarificar cuál
es la cruz que estamos viviendo y para impulsarnos a actuar como Jesús. Es el
Espíritu Santo quien nos ayuda a descubrir que no todas las cruces son iguales,
que no todos los sufrimientos son voluntad de Dios. Gracias a su ayuda, podemos
distinguir distintas clases de cruces y podemos actuar frente a cada cruz como
Jesús respondió. Veamos, pues, tres tipos distintos de cruces:
a) La cruz por ser de carne y hueso
Unas cruces las cargamos porque somos hombres y mujeres de carne y
hueso. Desde que nacemos probamos el dolor y somos susceptibles de sufrir.
Es el dolor natural que a veces cae sin avisarnos y muchas veces es inevitable.
Es el dolor de una enfermedad, muchas veces incurable, la cruz de un anciano
que tiene achaques, la cruz de la separación de un ser querido, el sufrimiento
por un accidente imprevisto. Es la cruz del cansancio, de la soledad, en fin, son
todas aquellas cruces que cargamos por el simple hecho de que somos humanos.
El Espíritu Santo nos ilumina para ver cuándo nuestra cruz es una cruz
natural, humana, de la que hay que liberarse cuando se puede, y, cuándo no es
posible, hay que cargarla con entrega, alegría, sin amargura.
El Espíritu Santo nos impulsa a vivir esta cruz como la vivió Jesús que
asumió la condición humana con todas sus consecuencias. Vivió el cansancio del
trabajo cotidiano, lloró por la muerte de un amigo, se angustió frente al peligro.
Jesús aceptó en solidaridad con la humanidad esta cruz al encarnarse en el vientre
de María. Y por otra parte, le dio un sentido a esa cruz natural: unió todos sus
sufrimientos humanos a una vida dedicada a traer la salvación al mundo.
Por eso, esta cruz que muchos cargan con amargura y sin esperanza,
podemos por la fuerza del Espíritu Santo asumirla como Jesús, con entrega y
alegría; ofreciéndola a Dios para la salvación del mundo. No existe dolor -de este
nivel natural-, por extraño o profundo que sea, que no pueda ser transformado
por la acción del Espíritu Santo. Por lo tanto, esta cruz puede ser convertida
en dolor que salva.
76
b) La cruz que es fruto del pecado
Otras cruces en cambio, son fruto del pecado personal o social. Son,
por ejemplo, las cruces que cargamos y hacemos cargar a nuestra familia o a
los que nos rodean cuando pecamos o cuando nos esclavizamos en algún vicio;
son sufrimientos que nos vienen por nuestra irresponsabilidad personal, o por
la irresponsabilidad de otros, por el pecado personal o social. Son las cruces
que sufre la familia cuando está desintegrada porque nadie quiere renunciar a
su egoísmo. Son, también las cruces del pecado del mundo, o dicho en otras
palabras, son las cruces que el sistema capitalista en que vivimos fabrica en serie,
para ponerlas sobre las hombros de una gran multitud de hombres y mujeres,
de niños, de ancianos, campesinos, indígenas, obreros, desempleados.
El Espíritu Santo, con su luz, nos hace ver cuándo una cruz es fruto del
pecado. Nos da la capacidad de ver y analizar con profundidad esta realidad de
pecado en que vivimos. Ilumina y desentraña las raíces de la injusticia y de la
muerte a pesar de ser obscuras, y nos hace descubrir en ella el anti-reino: una
realidad que se opone al plan salvador de Dios.
También el Espíritu Santo nos impulsa como a Jesús a quitar estas
cruces. Es él quien nos da fuerzas para revelarnos contra estas cruces, porque
niegan a Dios. Este Espíritu llevó a Jesús a tomar una doble actitud frente al
pecado que produce cruz. Por un lado invitó a los pecadores a la conversión.
Hay que cambiar de mentalidad y de vida para que desaparezca el pecado porque
trae dolor. Pero por otro lado, Jesús también luchó contra aquellos grupos que
por su modo de vivir o de pensar sólo producían cruces para los demás. Estas
cruces hay que denunciarlas, hay que quitar sus consecuencias. Dios, su Padre
y el nuestro, no quiere esas cruces, porque llevan a la muerte, porque niegan al
Dios de la Vida.
c) La cruz de luchar por el Reino
Finalmente hay otras cruces que son fruto del amor. Le caen a uno cuando movido por el amor se compromete en la lucha por mejorar su persona, su
familia, su comunidad, su sociedad. Son los sufrimientos de aquella mujer que
EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ
77
trabaja para mejorar su hogar; o la cruz de aquel hombre que lucha para vencer
sus propios defectos. También son las cruces de quienes se comprometen en
su comunidad cristiana, y que frecuentemente son criticados o rechazados por
los demás. O los desvelos, las luchas, los rechazos y persecuciones de quienes
por amor trabajan por mejorar su sociedad en alguna organizacion popular o
incluso en algún partido político.
Este tipo de cruz sólo se puede cargar por la fuerza del Espíritu Santo.
El está en medio del mundo y de la historia. El es quien inspira en los hombres
y mujeres el deseo de cambiar y ser mejores. El es quien impulsa al pueblo
para organizarse y exigir un nivel de vida más humano. El es el «Señor y dador
de vida». Que está presente en todas las luchas auténticas y esfuerzos de las
personas que buscan un mundo con más amor y justicia.
El Espíritu Santo, el mismo que habló por los profetas, sigue hablando
por boca de los nuevos profetas de nuestro tiempo que nos invitan a transformar
el mundo, a construir la paz y la justicia, a defender los derechos humanos.
El Espíritu Santo es quien nos ilumina para desentrañar estas cruces,
para descubrir qué tipo de cruz es la que tenemos delante y para actuar frente
a ella de la misma manera que actuó Jesús.
La cruz obscurece. Hay sufrimientos que no nos dejan ver claro. El
Espíritu Santo ilumina el sentido del dolor humano. Por eso, sin la luz del
Espíritu Santo, no podríamos entender la cruz, ni comprender el plan de Dios
y tampoco podríamos responder como Jesús respondió.
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Que ayuda nos da el Espíritu Santo cuando tenemos una cruz?
2.- Que algúnos del grupo nos expliquen los tres tipos de cruces
3.- ¿Cómo el Espíritu Santo nos impulsa a actuar ante estas cruces?
4.- Que alguien platique un testimonio de alguna de estas cruces.
78
CAPITULO 9
EL MUNDO NECESITA SALVACION
OBJETIVO:
Ayudar a comprender que la
cruz grande significa todo el
dolor que viene por el pecado y que manifiesta la gran
necesidad de salvación que
tenemos de Dios.
EL MUNDO NECESITA SALVACION
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80
1 CON SU CRUZ CARGANDO
Andrés y Carmita estaban sentados en la sala de espera del doctor
Ramírez. El calor sofocante y el llorar de los niños hacían la espera
más angustiosa. Carmita apretaba suavemente al niño contra su
pecho. Andrés, sudoroso y cansado, repasaba mentalmente lo que
tenía que decir al doctor; hora y media después, los recibió. Acostumbrado a
tratar estos casos, el doctor se instaló en su silla esperando la historia de Andrés.
-Pos ya va asté a ve... resulta que Carmito, porque así se llama mi niño, como
su mamá, estaba bueno y sano pero de un de repente que empezó a ponerse
triste y a babiar.
- Este chamaco es mero juguetón -terció Carmita-, pero dende el lunes que ya
no quiere ni comer.
- Los vecinos dijeron que se le calentó la cabeza al niño porque unos sobrinos
mucho lo jugaron- dijo Andrés.
- Pos yo más bien creo que Diosito nos trae de encargo, doctor -afirmó Carmita- ora si ya no vemos la nuestra. Fíjese que primero, él tenía su parcelita
de cacao, no era mucho pero vivíamos bien; nunca nos faltó ni qué comé ni
qué bebé, pero luego, que va llegando Pemex y pos pa’ que más que la verdá,
pagaba buenos sueldos y a él se le antojó trabajar ahí pero para conseguir la
planta vendió su parcelita para pagarle a unos compas que lo colocaron: eso sí,
el terrenito donde posamos, ese sí no lo vendió, pero nos quedó un patio chico.
Luego, Andrés trabajó 11 años en Pemex y mal que bien nos defendíamos, pero
ora, usté ya lo sabe, en este tiempo han hecho muchas liquidaciones y ahí le
tocó a mi viejo. Imagínese, doctor: sin trabajo, sin tierrita y con este chamaco
enfermo y otros cinco que alimentar.
EL MUNDO NECESITA SALVACION
81
Andrés en su interior daba gracias a Dios que su mujer contara toda la historia.
El desenlace lo sacó el mismo doctor:
- A ver, a ver, lo importante es que este chamaco se alivie y para esto les voy a
dar una receta. La consulta, no se apuren, no se las voy a cobrar.
Andrés y Carmita salieron tristes y con una receta en la mano. Cada uno con
sus pensamientos, con dolor en la mirada y con su cruz cargando.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿Conoces alguna historia parecida a la de Andrés y Carmita?
2. ¿Cuáles crees que sean las causas de la enfermedad de Carmito?
3. ¿Por qué crees que los sufrimientos de Andrés y Carmita se complicaron cada vez más?
4. ¿Qué crees que Dios piense de estas situaciones?
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3 LA CRUZ DE LOS QUE NO TENEMOS VOZ
- ¡Mamá, mamá, venga!
- ¿Qué pasa, chamaco, a qué esa bulla?
- ¡Que se acaban de llevar a Ligio!
- ¿Que se lo llevaron? ¿A dónde se llevaron a mi muchacho?
- Pos, vino a dejar el recado don Lolo, me dijo que te avisara.
- Pero, ¿a dónde se lo llevaron?
- Al pueblo, quesque a la cárcel porque lo acusaron de robo.
- ¡Dios mío! y, ¿quién lo acusa?
- Pues me dijo nada más eso.
- Alístate y nos vamos lueguito. No tarda en pasar el camión de las cuatro.
Doña Concha y su hijo Elpidio hicieron el viaje que regularmente dura
45 minutos, pero a ellos se les hizo una eternidad.
Llegaron a la Casa de Justicia y ahí sólo les informaron que su hijo,
Ligio Canto, había sido consignado por robo a la cárcel donde esperaría la
sentencia.
Como un balde de agua fría recibió doña Concha la sentencia; otro camión
a la cárcel y ahí esperar largo rato hasta que le permitieron hablar con su hijo.
De la plática que sostuvieron, doña Concha salió con la certeza en su
corazón de que su hijo Ligio era inocente. Don Manuel Arreguín, el dueño de
varios ranchos del lugar, quiso quitar de enmedio a Ligio que se atrevió a enamorar a su hija; lo más grave es que Lucy le correspondió. ¿Qué mejor forma
de eliminarlo que acusarlo de robo, desprestigiarlo y hacerlo quedar mal? Testigos no faltaron, mediante buenas propinas; y luego, hasta con el juez se podía
quedar bien; don Manuel es un hombre de recursos y no está acostumbrado a
que algo se le interponga en sus planes; mucho menos un muerto de hambre.
EL MUNDO NECESITA SALVACION
83
- Sí mamá, es el precio que tenemos que pagar por ser pobres.
- Sí, hijo, es la cruz de los que no tenemos voz, de los que no somos escuchados,
de los que nuestra palabra no vale. ¿Quién te va a creer a tí en contra de don
Manuel?
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.¿Conoces casos como éstos en tú comunidad?
2.¿Qué significa “no tener voz”?
3.¿Por qué crees que se dan estas situaciones?
4.¿Qué crees que piensa Dios de estas situaciones?
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5 LA CRUZ GRANDE.
Después de la visión del Espíritu Santo, Conchita ve una gran
cruz...
La cruz, en el Imperio Romano en tiempos de Jesús, era un mecanismo de tortura. A los mayores delincuentes de aquel tiempo,
se les torturaba y se les mataba clavándolos en una cruz. Por eso es que hablar
de cruz es hablar de sufrimiento, de dolor, de mecanismo de muerte. En nuestro
lenguaje común, tener una cruz es tener algún sufrimiento que nos afecta.
Hoy para nosotros la cruz puede tener un significado muy distinto porque
es el medio por el cual Jesús nos salvó, pero es muy importante no olvidar que
al principio la cruz tenía un significado muy distinto. Como instrumento de
tortura, la cruz era una maldición. También hoy sigue habiendo cruces que son
una maldición, porque son fruto del pecado y no de la fidelidad ni del amor.
La cruz grande representa todo el sufrimiento que existe como fruto del
pecado. Representa la falta de salvación que hay en el mundo y que produce
muerte, sufrimiento, amargura. La cruz grande es la necesidad de la salvación
de Dios que tenemos cada uno de nosotros y que tiene la humanidad.
Conchita, desde niña, siente y descubre que el mundo sufre por causa
del pecado. Anhela profundamente que llegue la salvación a todos para que
se terminen esos dolores inútiles. Ella siente un inmenso dolor al descubrir el
pecado que hay en la humanidad, incluso en los sacerdotes, y que provocan
angustia, muerte, cruces inútiles. Desde pequeña ella busca hacer algo para que
la salvación de Dios llegue a todos.
Un día Dios le dice: «Tu misión es salvar almas». Y ella busca colaborar
ardientemente para que esa salvación llegue. La Espiritualidad de la Cruz nace
del ardiente clamor de Conchita cuando el 14 de Enero de 1894 graba en su
EL MUNDO NECESITA SALVACION
85
pecho el nombre de Jesús y clama al Señor: «¡Jesús Salvador de los hombres,
Sálvalos!»
Ella siente en lo más profundo de su ser un dolor, unas ansias porque
descubre al mundo tan lleno de pecado que hace sufrir inutilmente. Conchita
lucha para que terminen, por fin, tantos sufrimientos que le vienen a la humanidad por causa del pecado.
El clamor de Conchita es como el clamor del pueblo de Israel esclavizado
en Egipto. Es el sordo clamor de nuestro pueblo que sube al cielo y que busca
por todas partes una liberación que no le llega por ningún lado. Es la necesidad
de Dios y de su Reino.
La cruz grande representa todo el sufrimiento que viene por causa del
pecado que hay en el mundo. Es la falta de salvación.
Pero esta necesidad, esta cruz, no se vive por todos de la misma manera.
No todos sienten de la misma manera esta necesidad de salvación, porque no
todos viven del mismo modo las consecuencias del pecado.
Hay dos modos de experimentar la realidad de esta cruz:
a) Cargar una cruz
Todos cargamos el sufrimiento que viene por el pecado, porque en
todos existe la realidad del pecado. Vivimos las consecuencias del egoísmo,
de la codicia, de la falta de responsabilidad o de amor que hay en la sociedad,
en los demás o en nosotros mismos. Vivimos esta realidad y en algunos momentos de nuestra vida la sentimos más pesada y dolorosa. Pero también hay
otros momentos en que nos olvidamos de esa cruz, ya no la sentimos tan pesada
ni difícil, incluso por momentos parece que desaparece. Sentimos el peso de
la cruz del pecado, un momemto sí, y otro momento no. Esta forma de vivir
la cruz no es continua sino que sólo se vive por algunos momentos. Tiene un
principio y un fin. Esta cruz, generalmente, es una cruz individual y temporal.
Cuando cargamos esta cruz sentimos la necesidad de que Dios intervenga y nos salve. A veces decimos : ¡Cómo Dios no cambia a mi hermano, o a
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mi vecino, para que ya no nos hagan sufrir tanto! Pero frecuentemente cuando
pasa esa situación de dolor nos olvidamos de la salvación de Dios.
b) Vivir crucificado
Por otro lado hay quienes viven permanentemente en la cruz. No solamente cargan una cruz, sino que están crucificados. La cruz está tan unida a
sus personas como cualquier parte de su propio cuerpo. Esta cruz es la de los
pobres, quienes sufren las consecuencias de un mundo que se ha estructurado con
injusticia y con muerte. La cruz de los campesinos oprimidos, los desempleados
y subempleados, las mujeres marginadas, los niños de la calle, los indígenas
explotados. Son ellos quienes cargan una inmensa cruz colectiva que los va
matando. Esta segunda manera de vivir la cruz es permanente y colectiva. No
solamente cargan una cruz, sino que están crucificados.
Esta cruz así sola es maldita, es fruto del pecado del mundo, no salva,
lleva a la muerte, niega al Dios de la Vida, no tiene ningún sentido.
La reacción natural frente a esta cruz grande es alejarse lo más posible
de ella puesto que lleva a la muerte. Dios no la quiere. Hay que luchar contra
ella y quitarla del mundo y de la historia para que el Dios de la vida pueda
transparentarse.
EL MUNDO NECESITA SALVACION
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6 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Cómo se manifiesta esta cruz del pecado en las historias de Andrés y Carmita y Ligio que escuchamos?
2.- ¿En qué situaciones de nuestra vida vemos que no ha llegado la
salvación de Dios?
3.- ¿Qué cruces hemos cargado por culpa de nuestro pecado?
4.- ¿En qué situaciones se refleja el pecado del mundo?
5.- ¿Qué debemos de hacer frente a los que sufren estas cruces?
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CAPITULO 10
JESUS ESTA EN LA CRUZ
OBJETIVO:
Descubrir que el corazón que
está en medio de la cruz nos
muestra que Dios a través
de Jesús, quizo salvarnos
acercándose a nuestro sufrimiento para liberarnos de él.
JESUS ESTA EN LA CRUZ
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1 MI CORAZON ESTA PEGADO A ESTA CRUZ
Rubén nació normal, es el cuarto de siete hermanos y ha crecido
mucho. Ya tiene 19 años, pero él tiene un problema muy fuerte;
como a los 8 meses de nacido le vino una enfermedad muy grave
que pensaron que se moría; le venían por las tardes unas calenturas
tan fuertes que hasta se convulsionaba. Su mamá sufrió mucho y
hasta llegó a desear que se muriera viendo cómo estaba reducido su hijo; pero
por un milagro o porque a la mera hora le atinaron a la medicina, el muchacho
se salvó. Al principio no se le notaba nada, pero con el tiempo su mamá empezó
a darse cuenta que no se podía parar sólo, que no podía hablar como todos
los chamacos de su edad; su cuerpo sí se desarrolló normal y cuando se ve de
lejecitos Rubén aparenta ser un muchacho igual que todos; sólo que al platicar
con él se ve como que no hila conversación y repite mucho las cosas. Pero eso
nada tendría de malo, el problema es que desde que la mamá de Rubén se dió
cuenta que el niño no había quedado bien de su enfermedad, se preocupó de
llevarlo al médico que le recetaba medicinas caras y una rehabilitación cada
3 días en una clínica especial. Pero, como a los 4 años y medio de esto, murió
el papá de Rubén y la cosa se vino abajo. Ella tuvo que trabajar y ya no tenía
tiempo ni dinero para atender a su hijo enfermo. Como que Rubén se sintió
abandonado, pues se volvió hosco y encerrado en sí mismo. Se le quitó lo alegre
y vivaracho y se puso agresivo. A su mamá le entraron sentimientos de culpa
y llora mucho porque a sus 19 años Rubén es alcohólico y agresivo. Ha estado
tres veces en la correccional y ya pisó la cárcel grande. El muchacho es un azote
que ninguno de sus hermanos quiere. Es muy díficil controlarlo y sin embargo
su mamá, ante las protestas de familiares y vecinos, no se anima a llevarlo a
una clínica. Ella siempre les está diciendo: «Esta es mi cruz; yo la he de cargar
¿por qué no me dejan que la lleve si mi corazón esta muy pegado a esta cruz.
JESUS ESTA EN LA CRUZ
91
Sus hijos no están de acuerdo y hasta la regañan pero ella está desorientada y no sabe cómo tomar este problema. De todas maneras, la vida sigue
adelante. Los chamacos necesitan del dinero que ella lleva con su trabajo y
Rubén sigue ahí, entre la vagancia y la violencia, entre el alcohol y las maldiciones, en este mundo tan lleno de amargura y como una espina gruesa clavada
en el corazón de su mamá.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿Qué es lo que más te llamó la atención de esta historia?
2. ¿Cuál es la actitud de la mamá de Ruben frente a su problema?
3. ¿Por qué crees que no puede apartarse de su hijo?
4. ¿Conoces algún caso como éste? Comentar.
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3 EL CORAZÓN EN MEDIO DE LA CRUZ
Esta cruz de muerte que vió Conchita no está sola, tiene en el centro
un corazón. Es el Corazón de Jesús. En nuestra cultura, el corazón
representa al amor. Así, este corazón que aparece en medio de la
cruz expresa el amor de Jesús por la humanidad.
El Corazón está en medio de la cruz grande significando el amor
de Jesús que se acerca a la cruz de la humanidad. El se acerca a todo el dolor
humano, lo carga, lo asume al encarnarse. Aunque no comete pecado, Jesús
también carga la cruz que es consecuencia del pecado del mundo.
Jesús le comunica a Conchita, en muchas ocasiones, que el inmenso
amor que tiene a su Padre y a la humanidad lo llevó a hacerse hombre, a sufrir
durante su vida hasta morir en la cruz. El corazón en la cruz representa la unión
del amor y del dolor. Amor y dolor son dos realidades que, como nos enseña
Conchita, van unidas.
Vamos a ver de qué modo se unen estas dos realidades en Jesús. El
amor de Jesús le lleva a tomar dos actitudes ante la cruz.
a) Acercándose al dolor de la humanidad: la Encarnación
El sufrimiento es algo que naturalmente nos repugna, no nos gusta, tratamos de alejarnos de él. La actitud más natural frente a la cruz y al sufrimiento
es la de alejarse lo más posible de ella.
La actitud del Hijo de Dios es la contraria, se acerca a la cruz de la
humanidad. En una actitud de amor y de solidaridad asume El mismo los sufrimientos de la humanidad, se hace hombre y por lo tanto comienza a cargar
los sufrimientos de todos los hombres.
JESUS ESTA EN LA CRUZ
93
Cristo Jesús siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a
las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se
humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.
(Filipenses 2,5-8)
Jesús es imagen de Dios, del mismo Dios que se compadeció y escuchó
el sufrimiento del pueblo en Egipto y bajó a liberarlo. Por eso Jesús, igual que
su Padre, escucha, se compadece y se acerca a nuestra humanidad, se hace
humano para salvarnos.
De esta manera, sin tener necesidad y por puro amor, Jesús entra en el
mundo humano que, como veíamos, es un mundo marcado por el dolor. A este
acercamiento total de Dios al hombre le llamamos Encarnación, es decir, Jesús
toma carne humana en el vientre de María, se hace uno de nosotros y comienza
a vivir el dolor que viene junto a la condición humana.
Pero Jesús, no solamente, asume el dolor natural humano, sino que,
sin cometer pecado, Jesús asume sobre sí la cruz del pecado, es decir, carga las
consecuencias del pecado del mundo Jesús es el varon de dolores que carga las
rebeldías de su pueblo:
“Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y
sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran
nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que
soportaba!” (Isaías 53, 2-4)
Jesús no sólo carga la cruz que vive cualquier ser humano; no se queda
sólo ahí, sino que vive y asume la cruz de los crucificados. Jesús, al encarnarse,
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no sólo se mete en el mundo de todos los hombres, entra más allá, hasta lo más
profundo, se mete al mundo de los crucificados, al mundo de los pobres. Jesús
lleva su encarnación hasta sus últimas consecuencias. Sin asumir el pecado,
asume, carga sobre sí las consecuencias del pecado del mundo.
Toda la vida de Jesús es acercarse, encarnarse en su mundo concreto y en
su historia. Nace en un pesebre, desde pequeño tiene que vivir fuera de su tierra
como exiliado, trabaja de carpintero, no tiene ni dónde reposar su cabeza. Sus enseñanzas nos muestran cómo conoce y comparte el sufrimiento de
los pobres. Usa imágenes de lo que vive la gente sencilla, sabe las dificultades
que pasan los pobres. Ha visto a muchos ansiando en las plazas que alguien les
dé trabajo, sabe de las luchas y sufrimientos de los campesinos. La vida de la
gente sencilla es un modo para dar a conocer el misterio del Reino de Dios. Es
acosado y perseguido por las autoridades de su tiempo y, por fin, es procesado
en un juicio injusto y muere abandonado como malhechor en una cruz.
Así pues, la primera actitud de Jesús el Hijo de Dios frente a la cruz
del mundo es la de la encarnación, es decir, la de acercarse a la cruz de la
humanidad y especialmente a la cruz de los sufridos. El carga su misma cruz.
Por eso, quien quiere seguir a Jesús ha de acercarse a quienes están en la
cruz. La encarnación, la inserción, la solidaridad con quien sufre son actitudes
propias de la espiritualidad de la Cruz.
En consecuencia, vivir la espiritualidad de la Cruz es acercarse al sufrimiento de los demás. Es acercarse al enfermo que está desahuciado, o visitar
al preso o al anciano. Es compartir de cerca los sufrimientos y las luchas de los
campesinos, de los indígenas, de los obreros.
Por eso, un lugar de encuentro con Dios es el cuerpo de los desposeidos. Jesús está presente en ellos. Son como una encarnación de El, de tal modo
que el criterio final para la salvación o la condenación de cada quien estará en
nuestro compromiso efectivo con Jesús que está presente en los hambrientos,
JESUS ESTA EN LA CRUZ
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los sedientos, los desnudos, los sin techo, los encarcelados (Mateo 25,31-46).
Los obispos latinoamericanos en los documentos de Puebla y de Santo
Domingo así lo reconocen.1 La cruz no es principalmente un concepto, ni una ideología, ni una moda.
La cruz es sobre todo una realidad cruda, profunda, que envuelve a la persona.
Es la realidad que día a día «absorbe» y mata a miles de seres humanos. Por
eso sólo es posible comprenderla cuando se vive o cuando nos acercamos a
ella.
Jesús le dice a Conchita en muchas ocasiones que el verdadero amor
lleva a la cruz. No podemos amar desde lejos. El amor a los crucificados nos
pide que nos acerquemos a ellos.
b) La liberación de las cruces de muerte
Jesús se acerca a la cruz de la humanidad y a los crucificados del mundo
por amor, pero ese mismo amor le lleva a buscar la salvación, la liberación de
sus hermanos. No se encarna sólo para hacerse un sufriente más en el mundo,
sino para salvar al mundo de sus penas causadas por el pecado.
La segunda actitud de Jesús frente a las cruces de su pueblo no fue
ni de conformismo, ni de huída, sino de rechazo ante tanto dolor. Jesús se
manifiesta ante su pueblo como un gran destructor de cruces. Jesús no realiza
su misión diciéndole a toda la gente que se resigne con sus sufrimientos, sino
que El comienza a quitar todas las cruces inútiles que encuentra en su camino.
Cura a los enfermos, libera a los poseidos por espíritus inmundos, da pan a los
hambrientos, anuncia una esperanza al pueblo y de esta manera les muestra al
Dios de la Vida. Esa es su misión: «dar la buena noticia a los pobres, anunciar
a los cautivos su liberación, dar la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos,
anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-21). Por eso su mensaje no es de
tristeza o de muerte, sino de vida. El vino para que el mundo tenga vida y vida
en abundancia (Jn 10,10). Por eso los pobres, los que tienen hambre, los que
96
lloran, los que son perseguidos deben llenarse de alegría, porque su situación
va a cambiar (Lc 6,17-22) , porque el Dios de la vida ha decidido comenzar a
reinar.
Jesús frecuentemente compara el Reino de Dios, que es su mensaje
central, con un banquete de bodas, con una fiesta. Dios es un Dios de vivos y
no de muertos. El quiere la paz, la justicia, la armonía y felicidad entre todos
sus hijos.
Jesús también descubre que muchas cruces eran fabricadas por quienes
tenían el poder y escribían las leyes sociales y religiosas de su tiempo. Por
eso Jesús también lucha por quitar estas cruces desde su raíz, denunciando a
aquellos «que hacen cargas muy pesadas para echarlas en las espaldas de la
gente sin que quieran tocarlas ni con la punta del dedo» (Lc 11,46). Jesús le
da poca importancia a tradiciones y costumbres sociales y religiosas que sólo
servían para explotar a los más débiles: el sábado, las purificaciones, el ayuno
son preceptos que no deben utilizarse para hacer sufrir a las personas, porque
«el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado». (Mc.2,27)
El Corazón de Jesús en medio de la cruz representa, entonces, el amor
de Jesús que se acerca al que sufre y comparte solidariamente sus penas, pero
para luchar y aliviar el dolor que mata.
El amor a los crucificados no puede manifestarse sino bajándolos de la
cruz, luchando para mejorar su situación. La salvación para estas miles de personas tiene que pasar necesariamente por un cambio de su situación inhumana
a condiciones de vida más humanas. El amor a estos hermanos es auténtico
solamente si se lucha para bajarlos de esa cruz, para cambiar las actitudes, las
instituciones, las políticas o estructuras que los mantienen crucificados. No se
puede amar a estas personas sin buscar un cambio de su situación. En palabras
del Papa Juan Pablo II: «No podemos vivir y dormir tranquilos mientras miles
de hermanos nuestros, muy cerca de nosotros, carecen de lo más indispensable
para llevar una vida humana digna». 2
JESUS ESTA EN LA CRUZ
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4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué significa el corazón en medio de la cruz?
2.- ¿Cómo ilumina este capítulo la historia de Rubén y su mamá?
3.- ¿A qué nos invita el corazón de Jesús en medio de la cruz?
4.- ¿Qué actitudes hemos de desarrollar para vivir la espiritualidad
de la cruz?
NOTAS DEL CAPITULO
1 Doc. Puebla N° 31-39
2 Juan Pablo II, homilía en el Valle de Chalco, Edo. de México, pronunciada el Lunes 7 de Mayo de
1990. "Servicio a los pobres desde el evangelio"
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CAPITULO 11
LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
OBJETIVO:
Descubrir que la cruz más
propia de Jesús y del cristiano es la que nos viene cuando
por amor trabajamos por la
salvación de los demás.
LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
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1 UNA CRUZ CLAVADA EN EL CORAZON
Estaba el catequista Cayetano explicando un tema a los adolescentes. Les leyó el texto del Evangelio de san Mateo sobre las
Bienaventuranzas: «Dichosos los que tienen hambre y sed de
justicia, porque serán saciados». «Dichosos ustedes cuando los
insulten, los persigan y los calumnien de cualquier modo por causa
mía» (Mt 5, 6. 11-12).
- A ver, don Cayetano - preguntó Alex-, pónganos un ejemplo de eso.
- Mira, Alex, es muy fácil; en la Iglesia hay muchos hombres y mujeres que han
sentido esa hambre y esa sed de buscar un mundo más justo y más cristiano.
Nada menos, hace pocos años, en un país hermano de Centroamérica, El
Salvador, el Señor Obispo de ahí, que se llamaba Oscar Arnulfo Romero fue
acribillado mientras celebraba la Santa Misa.
- ¿Un obispo asesinado? ¿Por qué, don Cayetano?
- Pues por buscar la justicia, Alex. Fíjense que don Oscar predicaba desde la
catedral o en el radio contra el gobierno y las autoridades que tenían al pueblo
entre la guerra y la miseria.
- ¿Y por eso lo mataron?
- Pues sí, Alex, él supo cargar la cruz del pueblo y hacerla suya. Como pastor
que era, supo cuidar su rebaño y entregó la vida por defenderlo.
- Híjole, don Cayetano, eso sí está interesante. Pero usté cree que en nuestro
país haya gente como ese obispo que dice?
- Pues la mera verdad sí, Alex. Muchos hermanos y hermanas luchan para que
en nuestro país haya democracia y los meten a la cárcel. Otros hacen plantones
para exigir votaciones limpias y los sacan a palos. Otros entregan su vida para
que los más necesitados no sean pisoteados en sus derechos.
- ¿Eso, según usté es tener hambre y sed de justicia, como dice el Evangelio?
- Claro, Alex, sentir esa hambre y esa sed es como llevar una cruz clavada en
LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
101
el mero corazón; como llevar un dolor muy íntimo por ver que la mayoría
de la gente sufre de hambre, de falta de escuela, de ignorancia, de ver que no
tienen a nadie que les ayude.
- Pues creo que ya entendí esa Bienaventuranza que dijo Jesús y que ha de ser
re difícil que lo persigan y maltraten a uno por estar haciendo puras cosas
buenas. ¿No cree usté?
- Claro, Alex, eso es un dolor muy de adentro, muy íntimo; como el que sufrió
el mismo Jesús. A veces lo más doloroso es que hasta la misma gente buena
y decente se vuelva incomprensiva y canija con los que buscan la justicia.
-¡Ijo, sí, don Cayetano, eso ha de ser gacho!
- Pero sabes una cosa, Alex, esa gente que tiene que sufrir esa cruz tan interior,
a la larga son los únicos que van transformando la realidad que nos tocó vivir.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué es lo que más te llamó la atención de este diálogo?
2.- ¿Conoces a gente que por comprometerse en mejorar el mundo
haya tenido que sufrir? ¿Quién?
3.- ¿Qué cruces nos han venido por hacer el bien?
4.- ¿Qué piensas de estas cruces?
102
3 LA CRUZ PEQUEÑA, LA CORONA DE ESPINAS, LA LANZA.
El Corazón que está en medio de la cruz grande tiene clavada una
cruz pequeña, una corona de espinas y una lanza. Aunque esta cruz
es pequeña, está clavada en el corazón, lo está hiriendo, al igual
que la corona de espinas y la lanza. Revelan, pues, sufrimientos
que hieren más directamente el amor de Jesús.
Estos tres signos representan todo el dolor que vivió Jesús como
consecuencia de su compromiso salvador. Son los dolores más profundos del
Señor.
Jesús le dice a Conchita que él no cargó con la cruz sólo en los días de
su pasión. La cruz de Jesús no fue sólo el sufrimiento que padeció cuando lo
azotaron y lo crucificaron. Esos no fueron sus principales sufrimientos. Conchita recibió por parte de Nuestro Señor la revelación de otros sufrimientos
más fuertes y profundos. En sus escritos se nos narran los «dolores internos
del Corazón de Jesús».
Podemos descubrir dos cruces profundas de Jesús:
a) La Pasión por el Reino
Jesús no vino a anunciarse a sí mismo sino que anunció el Reino de
Dios. Toda su vida está centrada en ir acercando a los hombres este Reino de
su Padre. En este trabajo de anunciar el Reino, Jesús se enfrenta al pecado, a
la incomprensión y cerrazón de su pueblo. El Reino -a pesar de ser regalo de
Dios- no llega porque el hombre no quiere recibirlo, se ha cerrado a él; prefiere
sus negocios mezquinos, sus campos, sus falsos tesoros. (Mt 22,2-14). Este
rechazo y dificultad para que el pueblo acepte el Reino que Jesús anuncia, es
uno de los sufrimientos más profundos del Señor.
LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
103
Jesús está apasionado por el Reino: «He venido a traer fuego a la tierra
y cuanto desearía que ya estuviese ardiendo» (Mt 12,49-50). Por eso todo lo
que obstaculiza, niega, impide que el Reino de su Padre sea acogido, es motivo
de angustia y de sufrimiento.
Jesús entrega a la causa del Reino toda su vida. Predica, cura, ora, reprende, camina de ciudad en ciudad, se cansa, denuncia... Todo lo que hace va
encaminado a acercar la salvación de su Padre al mundo. Pero por otro lado se
encuentra con la indiferencia de muchos, la dureza de corazón de las autoridades,
la falta de fe de sus discípulos, la gente que sólo lo sigue por conveniencia. Todas
estas actitudes provocan los dolores internos del Señor, porque obstaculizan el
Reino.
Un motivo de especial sufrimiento para el Señor es la frialdad, la
mediocridad o la traicion de sus amigos, porque defraudan la confianza que el
Señor ha puesto en ellos. Sus amigos ahora son los obispos, los sacerdotes, las
religiosas y religiosos, los cristianos comprometidos.
Así, en los escritos de Conchita se expresa que esa cruz pequeña es el
dolor más profundo de Jesús. Su principal sufrimiento no fueron los azotes
que recibió, ni los clavos, ni los insultos. El principal sufrimiento es el no ver
realizado el plan de salvación de su Padre. Es ver tánto sufrimiento vano en
sus hermanos, tanto pecado y tanta lejanía de Dios y su Reino.
b) La persecución
La corona de espinas y la lanza expresan de alguna manera la existencia
de un verdugo que hace sufrir, que clava estos instrumentos de tortura. Son por
eso los dolores causados por aquellos que rechazan y atacan directamente a
Jesús y a su Reino. En la misión de anunciar la Buena Nueva a los pobres, de quitar las
cruces inútiles que los oprimían, Jesús se encuentra con una nueva cruz, o mejor
dicho, con su más auténtica cruz: la cruz que viene por amar y buscar la liber104
ación de la humanidad. El conflicto, el rechazo, la indiferencia, la calumnia, la
oposición y la persecución, son realidades que le llegaron a Jesús en el camino
de la construcción del Reino.
Podemos descubrir en la vida de Jesús que este rechazo va creciendo
conforme realiza su misión, hasta llegar a su muerte. Los cuatro evangelios
nos hablan continuamente de los conflictos que vive Jesús por hacer presente
el Reino de Dios.
Sus paisanos lo desprecian: «¿No es éste el hijo de José y de María?».
Los más religiosos de su tiempo lo espían, le ponen trampas, lo calumnian. Las
autoridades lo buscan para matarlo. Lo acusan de estar endemoniado o de ser un
borracho y un comilón. Incluso muchas veces intentan matarlo, despeñándolo
o apedreándolo. Finalmente, es apresado, torturado, juzgado injustamente y
asesinado en una cruz como un malhechor.
Todos estos sufrimientos no hacen retroceder a Jesús en su misión, al
contrario, Él carga esta cruz con decisión e invita a sus discípulos a hacer lo
mismo. (Mt 16,21-26). Para seguirlo hay que decidirse a pasar por el conflicto.
Siempre que Jesús invita a cargar la cruz en los evangelios, invita también a
seguirlo. Así pues, la cruz que Jesús nos invita a cargar no es cualquier cruz,
es sólo aquella cruz que nos viene por seguirlo.
Por eso, la carga de Jesús es suave y llevadera. (Mt 11,28-30) No es una
cruz que entristece sino que llena de alegría. Jesús abraza decididamente esta
cruz, porque es consecuencia de amor y fidelidad a su Padre y a la humanidad.
El Reino de Vida tiene que pasar por la cruz.
La cruz que Jesús nos invita a cargar no es cargar con cualquier sufrimiento. Ya vimos que hay sufrimientos o cruces que Dios no quiere, que
hay que quitar. La cruz de Jesús es aquella que nos viene cuando acercamos la
salvación de Dios a los demás; la cruz que nos viene por el compromiso con
su Reino.
LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
105
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué significa la cruz pequeña, la corona de espinas y la lanza?
2.- ¿Por qué decimos que esta es la cruz más propia de Jesús?
3.- Que alguno platique alguna experiencia que haya vivido de esta cruz
4.- ¿Cuál es la actitud cristiana cuando vivimos estas cruces?
106
CAPITULO 12
UNA CRUZ DE VICTORIA
UNA CRUZ DE VICTORIA
OBJETIVO:
Descubrir que cuando cargamos una cruz como la
de Jesús, siempre hay una
semilla de victoria y de Resurrección.
107
108
1 VALIO LA PENA TANTO SUFRIMIENTO
27 de Diciembre de 1991
«Muy querida Manuela: En esta carta que te escribo y que te llevará
Miguel, te mando todo mi cariño y mis mejores deseos: ya han pasado
12 días desde que salimos de Villahermosa y hemos caminado sin parar.
Por las noches, cuando llegamos a cualquier poblado y la gente sale a recibirnos, traigo los pies hinchados y el cansancio que ya me quiere vencer,
y cuando me voy a dormir, tirado en un petate y sintiendo el roce de otros compañeros,
me pongo a pensar en muchas cosas. La verdad que me pongo triste recordando cómo
fui liquidado por Pemex, así tan de repente, y cómo batallé para mantenerte a ti y a los
4 chamacos. No sabes cómo se me hace un nudo grande en la garganta de pensar que tú
y mis niños tengan que sufrir por no tener lo necesario, yo sé que no nos ha faltado qué
comer ni qué beber, pero sí siento feo que no pueda darles un poquito más. Yo sé que
se merecen mucho, pero el desempleo de verdad nos tiene reducidos. Y luego, ¿cómo
no me voy a poner triste? si, después de todo esto, me encuentro tan lejos de ti y de mis
niños por venir luchando, exigiendo, gritando que nos respeten el voto. Yo le pregunto
a Diosito, muy adentro de mi corazón, por qué permite todo esto de la injusticia, el
desempleo, el abuso de autoridad. ¿Será porque quiere probarnos si podemos cargar
con esas cruces tan pesadas? Él no me responde nada pero me queda mucha paz en mi
corazón. Como que en lugar de desanimarme, me enciendo y me digo a mi mismo: «¡tú
estás luchando, tú vas a darle a tu familia algo mejor de lo que tuviste tú!», y con este
pensamiento en el corazón me duermo y muchas veces sueño con ustedes.
Manuelita de mi vida; ya sabes que te amo a ti y a los niños, más que a mí mismo;
por eso vale la pena agarrar la cruz y no rajarse».
Te llevo en mi corazón. Liborio.
15 de Enero de 1992
“Manuelita de mi vida. Recibí tu carta en la que me platicas de las dificultades que
has pasado junto con los chamacos. Te agradezco mucho tu apoyo para que yo pudiera
UNA CRUZ DE VICTORIA
109
continuar en esta lucha hacia la ciudad de México. Quiero platicarte que por fín,
después de tantos días de sufrimiento, nuestra voz fue escuchada y las autoridades
tuvieron que aceptar nuestras demandas. Como te habrás dado cuenta estos días por
los periódicos, el presidente municipal que el gobierno había impuesto ha renunciado
y que va a quedar nuestro candidato que la mayoría elegimos. Aquí todos los compañeros estamos muy cansados pero llenos de alegría. Por un lado no te imaginas
lo difícil que la hemos pasado.
Aquí en la Capital hace un frío
de los mil demonios, a veces
casi no comemos y luego le
entra a uno la nostalgia de
la familia. Hemos sufrido
mucho, pero quiero decirte que
valio la pena tanto sufrimiento.
Aquí hemos platicado entre los
compañeros cuando alcanzamos la victoria que este tipo
de sufrimientos sí que valen
la pena. Espero verte pronto”.
Con todo mi Cariño
Liborio.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1. ¿ Qué situación es la que vive Liborio?
2. ¿Qué sentido tuvo todo el sufrimiento que vivió Liborio y sus compañero?
3. ¿Hemos vivido en alguna ocasión un sufrimiento que luego nos lleve
a un gozo? comentar..
4. ¿Cómo vivimos estos sufrimientos?
110
3 LA LUZ Y LAS NUBES QUE RODEAN LA CRUZ
Todo el símbolo de la Cruz del Apostolado está rodeado de una
intensa luz que envuelve e ilumina toda la cruz. Además la cruz
se encuentra como flotando sobre nubes. Hay alrededor de toda la
cruz el resplandor de una luz muy intensa que envuelve la paloma,
la cruz, el corazón y lo que lleva el corazón.
¿Qué significado tienen las nubes y esa luz intensísima que cubre
este signo? En la Biblia las nubes, el fuego y la luz aparecen frecuentemente
en un contexto de victoria, de pascua, de resurrección. Significan así la presencia salvadora de Dios. Cuando el pueblo de Israel sale de la esclavitud, la
presencia de Dios se manifestaba a través de una columna de nube durante el
día y de fuego durante la noche.
Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para
alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.
No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la
columna de fuego por la noche.” ( Ex. 13,21-22)
Las nubes y el fuego que alumbra son aquí signos muy claros de la
presencia de Dios que actualiza la liberación de su pueblo.
El profeta Daniel tiene también una visión de un “como Hijo de hombre que venía de las nubes del cielo” (Dn 7,13). Y luego Jesús recogerá esta
visión del profeta Daniel para anunciar su triunfo definitivo después de la gran
catástrofe (Mt 24,30). También aparece el signo de las nubes cuando Jesus se
tranfigura en el monte; y el texto dice que desde las nubes se escucha la voz
del Padre, que dice: "Este es mi Hijo amado, escúchenlo". (Mc 9,7).
Así, el signo de las nubes nos expresa la presencia de Dios Padre y no
UNA CRUZ DE VICTORIA
111
sólo su presencia sin más, sino una presencia que salva, que libera, en fin una
presencia victoriosa. En los escritos de Conchita es muy claro que las nubes
que rodean la Cruz del Apostolado significan la presencia del Padre.
El signo de la luz también aparece muy frecuentemente en la escritura.
Es notable resaltar que es un signo que anuncia esperanza, vida, resurrección.
Los profetas especialmente Isaías tiene hermosísimos textos donde anuncia al
pueblo que vive en tinieblas la llegada de la luz, es decír, anuncia una transformación que Dios trae y que llena de alegría y de vida. (Cfr. Is 9,1-7).
Entonces, esta luz y las nubes sobre las que flota la cruz, representan
la victoria de Jesús sobre la muerte, sobre las fuerzas del mal y del pecado.
La vida de Jesús, su trabajo por hacer presente el Reino, aparentemente
fue inútil. En la cruz del calvario parecía que había triunfado la muerte sobre
Jesús; el pecado sobre la gracia; la injusticia sobre la justicia. Parecía que la
misión del Señor había fracasado; Jesús en la cruz grita: «Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?». Pero, Dios que escucha el clamor del que sufre,
escuchó su grito y lo resucitó de entre los muertos al salir el sol del primer día
de la semana. Entonces la vida de Jesús, su compromiso por construir el Reino
de Dios, sus luchas, desvelos y sufrimientos se convirtieron en camino de vida
y de Resurrección.
El triunfo de Jesús sobre la muerte, es también el triunfo de su causa,
de aquello por lo que él se esforzó y predicó. La resurrección es el inicio del
triunfo del Reino que Jesús anunció. De esta manera la resurrección de Jesús
hace que el sufrimiento se vuelva más llevadero, porque no hay sufrimiento
que tenga mayor fuerza y poder que la vida.
La resurrección es la victoria del bien sobre el mal. Así, la injusticia,
la desigualdad, la opresión tienen sus días contados, porque nuestra fe en la
resurrección nos hace creer que al final de cuentas la vida va a triunfar sobre la
muerte. En la actualidad parece que los poderosos han triunfado, que con sus
112
armas, su poder económico, su dominio político, no hay lugar para un mundo
mejor. Pero el problema es sólo cuestión de tiempo. La historia está del lado
de la vida, del amor porque Jesús ha vencido a las fuerzas de la muerte. Porque
su amor y su entrega fueron más poderosas que el odio y la cerrazón de sus
adversarios.
La Cruz del Apostolado no es una cruz de muerte. No es ensalsar el
sufrimiento por sí mismo, ni siquiera el que nos viene por vivir en el amor. Sin
la resurrección tampoco ese sufrimiento tendría sentido. La Cruz del Apostolado
esta toda ella envuelta, rodeada por una inmensa nube y llena de luces de mil
intensidades. Quiere decir que el sufrimiento a la manera de Jesús, tiene un
sentido, no cae en el vacío, sino que lleva a una vida plena y nueva.
Cuando cargamos la cruz de Jesús no llevamos un sufrimiento que
amarga el corazón, ni que deshumaniza, sino que es camino de salvación. Por
eso podemos sufrir con entrega y alegría.
La fe en la resurrección da resistencia en la lucha, esperanza en medio
de la incertidumbre, alegría en las pruebas. Por eso, vivir la espiritualidad de
la Cruz es acercarse a los sufrimientos más agudos de la humanidad; es tener
los pies bien puestos en la tierra; es encarnarse en un mundo lleno de pecado;
es compartir la suerte de los desposeídos; pero no con tristeza y amargura, sino
con la alegría de la Pascua, con una «esperanza contra toda esperanza», con
aquella terquedad y alegría de los santos.
La certeza de que Dios salvador acompaña y cubre nuestros sufrimientos
nos da fortaleza en medio de las luchas. Su presencia resucitadora no sólo se
hace patente al final de la historia, en el momento del juicio, sino que también
nos da la capacidad de alegrarnos en medio de las pruebas y de las persecusiones.
Ese es el testimonio que nos ha dejado en su vida Conchita, el Padre
Félix, Monseñor Ibarra y muchos otros que vivieron el espíritu de la Cruz.
UNA CRUZ DE VICTORIA
113
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Qué entendiste de lo que significan las nubes y las luces que
rodean la cruz del apostolado?
2.- ¿Cuáles son los sufrimientos que generan vida?
3.- ¿Haz experimentado alguna vez sufrimientos de este tipo?
4.- Cuando sufrimos alguna cruz de vida ¿En que nos ayuda la fe
en la resurrección?
114
CAPITULO 13
CONCLUSION
SEGUIR A JESUS
SACERDOTE Y VICTIMA
OBJETIVO
Ayudar a que cada comunidad haga una síntesis del
recorrido que hemos llevado
entendiendo que vivir la
espiritualidad de la Cruz es
seguir a Jesús, Sacerdote y
Víctima
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
115
116
1 MI HISTORIA DE SUFRIMIENTO
A lo largo de nuestro libro hemos conocido diferentes historias.
Aunque quizá no conozcamos a Ligio, ni a Néstor, ni a Doña
Ramona, cada una de las historias que hemos reflexionado es
la vida de alguna persona de carne y hueso que ha vivido una
cruz. Además, seguramente cada uno de nosotros podría contar muchas otras
historias marcadas por el sufrimiento. Nuestro camino de reflexión pronto
se terminará pero es importante que ahora cada uno recoja su propia historia de cruz y revise de qué manera la ha vivido. Por eso en este apartado,
en lugar de platicar una historia, invitamos, con algunas preguntas, a que
cada uno revise en su propia historia las experiencias de cruz y reflexione
el modo como las ha podido vivir.
2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Cuáles han sido las experiencias de sufrimiento más fuertes que has vivido?
2.- ¿Cuáles identificas como las raíces o causas de este sufrimiento?
3.- ¿Qué pensamientos recuerdas que te han venido cuando vives
estas situaciones?
4.- ¿Con qué actitudes haz respondido ante estas situaciones?
5.- ¿Cuáles han sido los temas o las reflexiones que más han iluminado tus vivencias?
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
117
3 JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
La cruz y el sufrimiento son realidades que están ahí, que nos
salen al encuentro a lo largo de nuestra vida; que nos vienen casi
necesariamente, sobre todo, cuando nos comprometemos. Y frente
a ellas ¿qué hacemos? El cristiano tiene que hacer de la cruz una
espiritualidad. Y la cruz sólo se hace espiritualidad si se asume en el camino
del seguimiento de Jesús.
Hemos aprendido que vivir una espiritualidad cristiana es seguir a Jesús
y que, si bien podemos decir que sólo hay una gran Espiritualidad cristiana,
también decíamos que dentro de esta gran Espiritualidad hay diversos acentos
o estilos de vivir el seguimiento de Jesús. Aprendimos que Dios ha suscitado
distintas espiritualidades dentro de la gran Espiritualidad cristiana, para hacer
presente una dimensión de la vida crisitiana que en un momento histórico se
ha diluido o que es muy oportuna para ese tiempo.
El acento o el color con el cual la espiritualidad de la cruz quiere animar
el seguimiento de Jesús es el modo como Jesús asumió la cruz, como entregó
su vida para la salvación de la humanidad. Y aunque esta entrega culminó en el
momento de la cruz, sabemos que la oblación de Jesús duró toda su vida. Por
eso, si quisiéramos resumir en una frase qué significa vivir la espiritualidad de la
cruz, diríamos que vivir esta espiritualidad es seguir a Jesus sacerdote y víctima.
Es curioso que en ninguna parte de nuestra reflexión hayamos mencionado el sacerdocio de Jesús y ahora lo propongamos como síntesis de esta
espiritualidad. Ciertamente a muchos de los primeros cristianos poco se les
ocurría llamar a Jesús “sacerdote”, puesto que El no fue sacerdote como los
de su tiempo; Jesús tampoco ejerció actividades que en aquel tiempo eran
consideradas como las prácticas sacerdotales. (Heb. 7,13-14). Pocas veces lo
118
encontramos en el templo, y en ocasiones cuando está en el templo, su modo
de hablar provoca conflictos entre los sacerdotes judíos. En muchos textos del
evangelio parece que Jesús no se entendió bien con los sacerdotes de su tiempo.
Sin embargo, con el tiempo los primeros cristianos fueron descubriendo
que Jesús había conseguido por un camino muy distinto lo que intentaban los
sacerdotes antiguos. Fue entonces cuando la comunidad cristiana comprendió
que Jesús había inaugurado un nuevo sacerdocio que consiguió en definitiva
lo que pretendían los antiguos.
Los sacerdotes del Antiguo Testamento pretendían ser mediadores entre
Dios y el pueblo. Como intermediarios los sacerdotes se encargaban a través de
sacrificios externos de conseguir el perdón o la salvación para el pueblo. Pero
para poder ser mediadores, el sacerdote tenía que separarse de su pueblo. Así
un sacerdote se consagraba con toda una serie de separaciones que lo alejaban
de su comunidad y lo capacitaban para poder ser mediador.
La verdad es que este sacerdocio sólo era una imágen muy imperfecta
del que había de venir, puesto que sus sacrificios externos no conseguían en
realidad la salvación por parte de Dios.
Los primeros cristianos, al reflexionar sobre la vida de Jesús y sobre
todo en su entrega total en la cruz, descubrieron que esa manera de vivir y de
entregar la vida nos había conseguido la salvación. Fue entonces cuando descubrieron que Jesús es el auténtico sacerdote, más aún, el único sacerdote. Pero
por otro lado, constataron que Jesús nos alcanzó la salvación por un camino
radicalmente distinto al de los antiguos.
Mientras los sacedotes antiguos se consagraban separándose del pueblo
y de la comunidad para poder entrar en el mundo de lo sagrado, Jesús inicia su
sacerdocio acercándose a la humanidad por su encarnación y vive un ministerio
en continua cercanía a su pueblo.
Mientras los sacerdotes antiguos ofrecían a Dios continuamente muchos
sacrificios externos, Jesús ofrece un sólo sacrificio: su vida entregada hasta la
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
119
cruz. En el sacerdocio que realiza Jesús la ofrenda es él mismo, por eso decimos
que Jesús es el sacerdote y la víctima, es decir, se ofrece a sí mismo.
Vivir la espiritualidad de la Cruz es seguir a Jesús sacerdote y víctima,
porque es unirnos a él en la entrega de la propia vida para la salvación del mundo.
Esto supone una doble actitud; por un lado, Jesús que contempla a Dios su Padre
para reproducir en él su misericordia y, por otro, una actitud de encarnación y
solidaridad para realizar esa misericordia como salvación al mundo.
a) Jesus Contemplativo
Jesús vive su sacerdocio a lo largo de toda su vida. Todo su actuar fue
sacerdotal, porque toda su vida acercó la salvación a la humanidad. Sin embargo, destacamos la contemplación como una actitud primordial en su vivencia
sacerdotal.
Jesús contempla a su Padre y nos lo revela a nosotros. Toda su práctica,
su acción salvadora emana de esta contemplación de Dios: “yo hago lo que
veo de mi Padre”. No viene por cuenta propia, ni hace las cosas por sí mismo,
sino viene en el nombre de su Padre. Esta actitud contemplativa se refleja en
la búsqueda de momentos explícitos en que Jesús intenta apartarse de las multitudes para ponerse en contacto con su Padre. Es relevante descubrir cómo en
los momentos que parecen más importantes en el ministerio de Jesús es cuando
él busca con mayor fuerza estar a solas con su Padre. Pero la contemplación de
Jesús no se reduce a los momentos de oración, sino es una actitud, una manera
como Jesús ve toda la vida y realiza su misión.
Jesús contempla a Dios, su Padre, y reproduce para nosotros su rostro
como un Dios de misericordia. El viene a enseñarnos no un Dios lejano o
ajeno, sino a un Dios que se acerca y escucha el clamor de la humanidad. El
es la imágen de Dios invisible, por eso, si Dios es quien “escucha el clamor de
su pueblo y baja a liberarlo”, Jesús, su Hijo también se muestra como quien se
acerca, se encarna para salvar a la humanidad. Jesus no hace otra cosa sino lo
que ha visto de su Padre.
120
La contemplación de Jesús también le hace descubrir todo lo que se
opone al plan de Dios en la historia. Al contemplar esta oposición a la voluntad
salvadora de Dios en la historia, Jesús sufre en lo más profundo de su ser. La
cruz pequeña que aparece en el Corazón de la Cruz del Apostolado refleja este
dolor profundo, interno, más grande que el de la pasión. Por eso de esta contemplación brota una fuerza que lo lleva a luchar por transformar todo aquello
que se opone a la salvación de Dios.
Pero también Jesús es capaz de contemplar la obra de Dios que se va realizando en la historia en lo pequeño y sencillo, por eso anuncia a sus discípulos
que hay que saber ver la realidad y descubrir cómo el Reino se va desarrollando
en el mundo como el pequeño grano de mostaza que parece insignificante pero
que tiene la capacidad de convertirse en un gran arbusto.
Así seguir a Jesús sacerdote y víctima significa vivir en una actitud contemplativa, es decir, descubrir, al igual que Jesús, cómo es Dios para reproducir
su cercanía y su misericordia para los demás.
Significa también tener la capacidad de ver la historia y descubrir todo
lo que se opone al plan de Dios y así compartir con Jesús el dolor ante tanta
oposición al plan salvador de Dios. Pero por otra parte, vivir la contemplación
de Cristo sacerdote también es saber descubrir los signos del Reino ya presente
en medio de la historia.
b) Solidaridad que salva
Una segunda actitud sacerdotal de Jesús es la solidaridad salvífica.
Ya hemos dicho que el corazón en medio de la cruz significa el amor de Jesús
que se acerca al sufrimiento de la humanidad. Jesús no realiza su sacerdocio
alejándose de su pueblo, como los sacerdotes de aquel tiempo. Jesús se hace
mediador, acercándose, haciendose solidario a la humanidad.
Solidaridad significa: “acercarse al que carga una cruz y compartir con
él esta carga”. Vemos pues, que Jesús no ve el sufrimiento humano desde lejos,
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
121
sino que se acerca al sufrimiento del mundo y lo comparte él mismo. Jesús
es compasivo y lleno de misericordia porque ha contemplado a su Padre, el
Dios de la misericordia y no hace otra cosa que lo que ve del Padre. Pero es
misericordioso también, porque ha compartido en todo la condición humana.
Este acercarse al sufrimiento del mundo es también una fuente de donde brota
la misericordia y la compasión de Jesús.
“Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para
ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios,
en orden a expiar los pecados del pueblo. Pues, habiendo sido
probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados”. (Heb. 2,17-18)
Dios se hace solidario con el hombre porque en Jesús toma la condición
humana. Participa así de la realidad del sufrimiento humano. Pero Jesús lleva
su solidaridad hasta el extremo. No se conforma con acercarse a la humanidad,
tomando carne humana, sino que desde su nacimiento en el pesebre de Belén,
asume la cruz de los sufridos del mundo. Su vida es un continuo acercarse,
encarnarse, solidarizarse a quienes más sufren, hasta morir en una cruz como
un malechor. Este es el camino que siguió Jesús para convertirse en Sumo
Sacerdote capaz de compadecerse de la humanidad.
“Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que
nosotros, excepto en el pecado. (Heb. 4,15)
Vivir la espiritualidad de la cruz es vivir como Jesús en una actitud
permanente de solidaridad y acercamiento a la cruz de la humanidad.
Al igual que de la contemplación, también de la solidaridad ha de brotar
la compasión y la misericordia.
Vivir la espiritualidad de la cruz es compartir desde dentro el sufrimiento
122
de los pobres, de los marginados, de los sufridos, de los enfermos. No se trata
solamente de mirar desde lejos el sufrimiento sino de acercarse y compartirlo
para poder experimentar la misericordia sacerdotal de Jesús. Es significativo
que la carta a los Hebreos después de haber reflexionado sobre el sacerdocio de
Jesús ponga entre las primeras recomendaciones el acercarse a los sufrimientos
de los presos y de los maltratados, invitándo a ponernos en su lugar:
“Acordaos de los presos, como si estuvieraís con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también vosotros
teneís un cuerpo” (Heb. 13,3)
Por otra parte la solidaridad de Jesús no es sólo un acercarse sin más al
dolor humano. Decíamos antes que Jesús no se acerca al sufrimiento humano
para hacerse un sufrido más en el mundo, sino que se acerca para salvar. La
solidaridad de Jesús es una solidaridad salvadora. Aquí también existe una
diferencia radical del sacerdocio de Jesús con el de los sacerdotes antiguos.
Los sacerdotes del Antiguo Testamento pretendían conseguir con sus
sacrificios la salvación del pueblo, pero en realidad no alcanzaban nada. En
cambio, Jesús sí trae salvación a la humanidad. Se acerca, se solidariza para
salvar. Ya hemos visto cómo durante su vida mostró signos de esta salvación
al liberar a muchos de las cruces inútiles que vivían: dando vista a los ciegos,
curando a los enfermos, liberando a los oprimidos, expulsando a los demonios.
Finalmente cuando Jesús lleva al extremo su amor salvador y muere en
la cruz, es Resucitado por el Padre y así nos alcanza plenamente la salvación.
Así pues, esta solidaridad de Jesús con los sufridos es una solidaridad
alegre y esperanzada, porque a través de ella se consigue la liberación y la
vida. Jesus nuestro Sacerdote nos llena de confianza; a través de Él, tenemos
la confianza cierta, aún en medio del sufrimiento, de alcanzar la vida plena.
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
123
4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR
1.- ¿Por qué decimos que Jesús es sacerdote?
2.- ¿Cuáles son las características del sacerdocio de Jesús?
3.- ¿Qué significa que Jesús es víctima?
4.- ¿La manera cómo Jesús vivio la cruz, cómo ilumina nuestras propias situaciones de sufrimiento?
5.- ¿Qué pistas nos ha dado esta reflexión para vivir nuestra fe cristiana en nuestra situación?
124
ORACION
Padre Santo, por las manos de María te
ofrecemos a tu Hijo Jesucristo que se hizo carne por
nosotros. En él, tu y nosotros nos alegramos.
Impulsados por el amor que el Espíritu Santo
ha derramado en nuestros corazones, nos unimos a
la ofrenda de tu Hijo entregándote toda nuestra vida
que te ofrecemos a cada momento, especialmente
cuando sufrimos por tu causa, para la edificación
de la Iglesia, la santificación de los sacerdotes y la
construcción de tu Reino.
Jesús Salvador de los Hombres, ¡Sálvalos!
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
125
126
INDICE
PRESENTACION
Página
CAPITULO 1: QUE HACEMOS CON LA CRUZ
Hoy vamos a hablar del sufrimiento
Los caminos ante la cruz
7
9
13
CAPITULO 2: QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD
¿Tenemos que meternos en las cosas del mundo?
Espiritualidad es lo que nos mueve
17
19
21
CAPITULO 3: ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS?
Dios ya no me escucha
Dios se oculta detras del sufrimiento
25
27
29
CAPITULO 4: DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO
Seguro que Dios sí me escucha
Dios escucha el dolor de su pueblo
35
37
39
CAPITULO 5: LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL
VALOR DEL SUFRIMIENTO
Sus palabras le dieron un consuelo
Dios nos habla a traves de una mujer
45
47
49
CAPITULO 6: CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA
Llamados a vivir la santidad
Quién fue Conchita
53
55
57
SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA
127
CAPITULO 7: LA CRUZ DEL APOSTOLADO
63
Como un signo de vida y esperanza
65
La Cruz del Apostolado, síntesis de la espiritualidad de la Cruz 67
CAPITULO 8: EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ
No todas las cruces son iguales
La paloma arriba de la cruz
71
73
75
CAPITULO 9: EL MUNDO NECESITA SALVACION
Con su cruz cargando
La cruz de los que no tenemos voz
La cruz grande
79
81
83
85
CAPITULO 10: JESUS ESTA EN LA CRUZ
Mi corazón esta pegado a esta cruz
El corazón en medio de la cruz
89
91
93
CAPITULO 11: LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR
Una cruz clavada en el corazón
La cruz pequeña, la corona de espinas y la lanza
99
101
103
CAPITULO 12: UNA CRUZ DE VICTORIA
Valió la pena tanto sufrimiento
La luz y las nubes que rodean la cruz
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CAPITULO 13: CONCLUSION: SEGUIR A JESUS
SACERDOTE Y VICTIMA
Mi historia de sufrimiento
Jesús, Sacerdote y Víctima
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