La cruz nuestra de cada día TEMAS DE ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ Aportación al Congreso Internacional de la Espiritualidad de la Cruz la cruz nuestra de cada día Pablo Héctor González Alarcón M.Sp.S. Carlos Francisco Vera Soto M.Sp.S. Section 1 1 Nihil Obstat Enrique Sánchez Hernández MSpS. 7 de Octubre de 1996 Imprimatur Jorge Ortiz González MSpS. 7 de Octubre de 1996 Ilustraciones P. Guillermo Ameche S.J. Portada y Diagramación P. Carlos Balandra M.Sp.S. Tipografía Gertrudis Rodríguez Glez. 2 PRESENTACION La cruz es para la mayoría de nuestro pueblo el pan de cada día. Basta con acercarse un poco a los pobres para descubrir que existe una enorme cruz que lleva en sus espaldas y parece que cada vez se hace más pesada. Los cristianos tenemos, hoy más que nunca, la tarea de enfrentar la cruz: algunas veces luchando por quitarla, otras, ayudando a iluminarla y a darle un sentido, y otras, cargándola con decisión para así convertirla en mística liberadora. Esto es lo que conocemos como espiritualidad de la Cruz. Este pequeño libro quiere ser una lectura popular de la espiritualidad de la Cruz que ilumine la vida concreta de sufrimiento de muchos hermanos y hermanas y los impulse en esta tarea de enfrentar cristianamente la cruz. Ha nacido de la inquietud y la reflexión que ha suscitado en nuestra comunidad cristiana el contacto con dramáticas situaciones llenas de dolor. En este sentido, estas líneas nacen de la vida de los pobres. Su sufrimiento -muchas veces oculto al mundo-, es un sordo clamor que no es fácilmente escuchado por quienes participan del progreso de la civilización moderna. PRESENTACIÓN Por ello, estas sencillas páginas estan dedicadas y destinadas a todos aquellos hombres y mujeres que tienen fe en Jesús y viven envueltos en un sufrimiento anónimo y cotidiano. Intentamos con ellas presentar la espiritualidad de la Cruz como una respuesta de fe a la pregunta por su sufrimiento. El proceso de realización ha sido largo y en él han participado muchas personas; los autores sólo hemos puesto por escrito la reflexión y la vida que muchos cristianos de la Parroquia de San Isidro Labrador, en Comalcalco, Tabasco, han realizado. Algunos capítulos incluso ya han servido de reflexión para comunidades y han sido corregidos y retocados por ellas mismas. Es un texto que ha sido elaborado para reflexionarse en grupo y que sugiere un camino pedagógico de comprensión de la espiritualidad de la Cruz. No intenta proponer una comprensión ordenada y completa de la espiritualidad, sino más bien, busca impulsar su vivencia, sobretodo en las ocasiones en que la cruz de cada día se nos vuelve más difícil de llevar. El libro consta de 13 capítulos. Cada capítulo tiene un objetivo general y esta subdividido en pequeños apartados: uno narrativo que describe una historia de alguna situación de sufrimiento, y otro que propone una reflexión para iluminar la historia. Cada apartado tiene al final unas preguntas para ayudar a la reflexión grupal y que pueden servir para aplicar la lectura a la vida concreta del grupo. Si se utiliza para comunidades o grupos se puede reflexionar un apartado en cada reunión o ir avanzando por capítulos, aunque algunos de ellos pueden ser demasiado extensos. 4 Hay que decir que la mayoría de estas historias, son reales, aunque los nombres hayan sido cambiados. Pero a pesar de ser historias particulares, expresan -como se darán cuenta, situaciones de cruz que suelen ser comunes a muchos. La historieta de cada capítulo esta narrada respetando las expresiones propias del pueblo tabasqueño. Nos parece que estas expresiones locales, no dificultan la comprensión del texto. Por lo dicho anteriormente hay muchas personas a quienes agradecer su colaboración para la publicación de este texto. Especialmente quisiera agradecer a los Padres Jorge Ortíz, Enrique Sánchez, y Abel Uribe, que nos ayudaron con sus comentarios y algunas correcciones a la redacción. A las comunidades de adultos de la Parroquia de San Isidro Labrador que colaboraron reflexionando y aportando sus preguntas y reflexiones en algunos capítulos. Por último este texto no hubiera sido posible sin la participación de cientos de personas que semana con semana se acercaron a la Parroquia para compartir sus sufrimientos y buscar algún sentido a sus cruces. Su fe en medio de las penas ha inspirado cada una de estas páginas. P. Pablo Héctor González M.Sp.S Comalcalco, Tab. a 15 de Septiembre de 1996 Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores PRESENTACIÓN 5 6 CAPITULO 1 ¿QUE HACEMOS CON LA CRUZ? ¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ? OBJETIVO: Reflexionar sobre las distintas maneras de enfrentar el sufrimiento en la vida y descubrir que hay modos de enfrentar el dolor que no son cristianos. 8 1 HOY VAMOS A HABLAR DEL SUFRIMIENTO - El tema que hoy vamos a estudiar en la comunidad es sobre el sufrimiento -anunció don Neto. - Ujule, pos de eso sí que sabemos harto, dijo riéndose, doña Lucita. - ¡Cómo no! terció Paco, de otra cosa no sabremos, pero en eso somos expertos. - Claro -agregó Carmen- si estudiamos en la universidad de la vida. - La mejor para darnos títulos de sufridos, dijo Carlos haciendo mueca de dolor. - Bueno, bueno, tómenla en serio, se quejó don Neto, esto no es relajo. Se trata de un tema serio, ¿qué no ven que viene del equipo parroquial? - Sí, don Neto, nomás que la comunidad se estaba desahogando, dijo Irma, ¿qué no ve que es algo que llevamos tan adentro que hasta broma hacemos?. - Bueno, bueno, que no se diga más y vamos a empezar: A ver, Livia, lee la primera pregunta. - Aquí dice: ¿cómo podemos liberarnos ante el sufrimiento?, ¿qué hacer ante la cruz? - Pos yo les voy a relatar un ejemplo -adelantó Carmen-. Mis compadres Lucha y Rafael tenían su parejita, mi ahijado Lupe y la niña Doris. Pos eran una familia integrada, re a todo dar. Mi compadre siempre tan atento y tan alegre con su esposa. Pero un día, se fue mi comadre a un rezo de su tía y le encargó sus niños a su hermana Leonor. Pá qué les cuento la desgracia. La Doris que apenas sabía caminar, que se va cayendo en una poza que tiene Leonor en su patio. Fue en un momentito en que todos se descuidaron. La chamaca se ahogó de volada. Cuando fueron a ver, ya estaba morada y hasta echaba espuma por su boquita. Nomás imagínense la tragedia. Leonor no sabía cómo decirle a su hermana Lucha, pero mucho menos a Rafael. Fue algo horrible. Al enterarse Carmen y Lupe como que no sabían ni qué hacer; si llorar o jalarse los pelos. ¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ? 9 Lo único que les digo es que desde entonces, Rafael agarró la borrachera, se tiró de plano al vicio y ya ni caso hizo de su mujer y de su hijo. Ahí lo pueden ver limosneando por las calles, todo sucio y apestoso. Mi comadre Lucha, pobrecita, lo que ha hecho es refugiarse en la religión. Se metió a un grupo de esos que cantan y bailan y aplauden cuando rezan y ella dice que eso es lo único que le da consuelo. - Pues es algo duro aceptar así como así la muerte de un hijo. Yo creo que es una cruz demasiado pesada, ¿no creen? - preguntó Carlos. - Yo sé de otro caso, dijo Paco, y se los voy a contar. En la ranchería de "La Lomita" vivía un amigo mío que se llama Florián. El tenía un buen terreno de unas dos hectáreas que se lo había heredado su papá. El vivía modestamente, pero su terreno le daba buen dinerito para mantener a su familia que era de 5 personas. Pues un buen día llegaron unos hombres de Gobierno quesque para hacer unas mediciones. A los pocos días le llegó a Florián un citatorio que se presentara en la delegación de SEDUE de la capital del Estado. Ahí le dijeron, sin más ni más, que en su terreno habían decidido poner una trampa, de ésas que son llaves grandotas y válvulas de abrir y cerrar el paso del gas o del petróleo, o qué sé yo de qué, pero total que le notificaban que tenía que desalojar el terreno y la casita. Le dieron bien poquito dinero, algo que no le alcanzaba para comprar ni tierra pá las macetas. Pero Florián como que se amoscó. No dijo nada y como que se puso deprimido. Cuando le explicó a su esposa lo que pasaba, nomás le decía: ‘ni modo Lupe, qué le vamos a hacer, nos tocó la de malas y pos tenemos que resignarnos. No hay otro camino, ¿qué puedo yo hacer?’ Y lo que pasó es que Florián se volvió como re apático, como resignado pero de un modo raro. Yo le decía: ‘Florián, tienes que luchar, no es posible que te quedes con los brazos cruzados, estás en tu derecho’. Pero no, él decía que ya se había resignado. -Ha de ser difícil perder el patrimonio de uno -expresó doña Lucita-, a mí no más que me quieran quitar lo que me dejó el finado mi marido y ya verán cómo les va a ir. Hasta con la uñas me defendería yo. 10 -Yo también quiero contarles un caso que yo conocí -dijo Carlos-. Pues verán, un compañero de trabajo, que se llama Nemesio, empezó con unos temblores en las manos y como que le daba calentura. Entonces, se preocupó mucho y de la fábrica, donde trabajamos, lo mandaron a hacerse unos análisis. No sacó nada, pero siguió enfermo. Entonces, para colmo de males, le quitaron el trabajo porque lo cacharon haciendo una transa con unas notas de gasolina. Como a los ocho días que perdió su chamba, no me lo van a creer, pero estaba su esposa guisando la comida cuando de repente que le explotó el tanque de gas y se quemó una pierna. La casa casi se ardió toda. La verdad que no le faltaba más que lo orinara un perro. Pues el otro día lo fui a ver y estaba bien desesperado. Nomás me decía: ‘No, Carlos, ora sí que estoy fregado. Fíjate, todo eso que me pasó no tiene otra explicación más que me mandaron hacer el mal. Ya fui a consultar a uno de ésos que hablan con los espíritus y me dijo que una persona desde hace mucho buscaba mi ruina. ¡Y cómo no!, si nomás fíjate lo que me pasó. Me pidió que le consiguiera agua bendita de 9 templos y tres veladoras prendidas en viernes. Me dio a tomar una agüita verde y unos polvos blancos para que riegue alrededor de la casa. Con eso me aseguró que va a neutralizar el mal y que se va a alejar de mí este pesar que siento en el pecho’. -¡Ay, qué tarugo tu amigo, Carlitos!, intervino doña Lucita. Seguro le sacaron unos buenos billetes por esas cochinadas. - Sí, aseguró Carlos, eso es lo peor. Fregado Nemesio, y el brujo le quitó lo único que tenía. - Pero, ¿saben qué es lo grave, preguntó Carmen? Como que no hay manera de vivir el sufrimiento. Hemos platicado mucho y a las claras se ve que es difícil agarrarle a eso de la cruz. -Así es, intervino don Neto, la cruz del cristiano tiene su sabiduría. Hay que alumbrarse de la Palabra de Dios, meditar y saber cómo se ha de vivir eso que los cristianos llamamos ‘cargar la cruz’. ¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ? 11 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de este relato? 2. ¿De qué manera respondieron los diferentes personajes ante las cruces que vivieron? 3. ¿De qué manera has reaccionado tú ante algún sufrimiento? 4. ¿Crees tú que haya alguna manera buena de vivir el sufrimiento? 12 3 LOS CAMINOS ANTE LA CRUZ La historia de Lucha, Rafael, Florián, Nemesio, está marcada por el sufrimiento. Cada una de estas personas carga una cruz tan pesada que parece que un buen día los va a aplastar. Así como todos ellos, podemos encontrar en el mundo a miles de personas, hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, que cargan con pesadas cruces. También nosotros mismos traemos sobre nuestros hombros una cruz que a veces nos hace rebelarnos o nos va amargando el corazón, y nos preguntamos desconcertados: ¿por qué a mí? ¿por qué esta cruz? ¿qué hice yo para que me cayera esto? ¿será que Dios me está castigando?». Cuando la cruz nos sale al encuentro en la vida, nos surgen muchas dudas. «¿Y ahora, qué voy a hacer? ¿cómo puedo liberarme de este peso que me está matando? ¿qué hacer con tanto sufrimiento?» Existen distintas salidas ante el sufrimiento. Algunas de éstas no liberan de él, sino que sólo lo adormecen. Parece que nos escapamos por un momento del sufrimiento, pero a la larga el dolor vuelve con mayor fuerza. Hay tres caminos erróneos por los que mucha gente trata de resolver sus sufrimientos: a) La huída Una actitud muy común frente al sufrimiento que se padece es la huída. Mucha gente que sufre busca escaparse de esa realidad, huir del momento porque es doloroso. Las gentes que toman este camino intentan salvarse del sufrimiento huyendo de él. Hay muchas maneras de huir del sufrimiento: para algunos, la huída es a través del alcohol; para otros, a través de la droga, del placer; o quizá para otros ¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ? 13 es huir de los problemas reales y enajenarse con la televisión, o con cualquier cosa que les haga olvidar y escaparse de su realidad, que es muy dura. Incluso algunos para huir del sufrimiento han llegado al suicidio, es decir, a quitarse la vida para dejar de sufrir. La religión, cuando no se entiende bien, también puede ser una huída. Por ejemplo, cuando alguna persona se acerca a la religión sólo para olvidar sus penas y no se compromete en nada. La religión aleja entonces a esta persona de su realidad, no le ayuda a encontrar un sentido al sufrimiento sino que sólo lo distrae de él. No hay compromiso, ni respuesta de amor. En definitiva, no hay una fe verdadera. b) La "falsa resignación" Otra actitud muy común es la «falsa resignación». La gente que toma este camino piensa que no hay salida. Que ese sufrimiento que está viviendo es el destino que tiene fatalmente marcado en esta vida, y que no hay otra solución más que resignarse. Entonces la persona se hace dura para poder resistir lo que le pasa y para poder sobrevivir; o también se hace apática, no se interesa por nada, lo único importante es resistir, sobrevivir. También la religión mal vivida puede llevarnos por este camino equivocado, cuando pensamos que Dios nos ha destinado ese sufrimiento desde que nacimos, y entonces no nos queda más que resignarnos. Si Dios así lo decidió, ¿qué podemos hacer? Frecuentemente escuchamos a gentes que han tomado este camino y que dicen: «es que Dios así lo quiere», «Dios así nos dejó». Y entonces no hacen ningún esfuerzo para superar ese sufrimiento. c) La superstición, hechicería, brujería y el espiritismo Mucha gente piensa que el sufrimiento o los males que padece son producidos por «espíritus» o «fuerzas» ocultas que alguien manda en su contra. Estas gentes siempre que viven alguna enfermedad, pena o sufrimiento sospechan que alguien se los «mandó» a través de un brujo. Para esta gente la 14 salida a ese sufrimiento será acudir a las personas que manejan esos «espíritus» (brujos) para quitarse ese mal y librarse de ese sufrimiento. Este es otro camino que mucha gente, que no tiene firme su fe, escoge para salir del sufrimiento. Este camino también es equivocado porque sólo engaña. Recurrir a la brujería y la superstición es un engaño, no nos quita el sufrimiento. También la religión puede vivirse por este camino, cuando la gente se acerca a Dios por puro temor. No se acercan a Dios por amor sino por temor. Van a misa, prenden veladoras, hacen oraciones, o tratan de ser buenos sólo para que Dios no los vaya a castigar. Su fe es supersticiosa. Estos tres caminos no llevan a la vida. La huida sólo entretiene el sufrimiento pero por otra parte lo hacer crecer y produce más dolor. La falsa resignación endurece y amarga el corazón, y no nos hace más humanos. La superstición no nos ayuda a enfrentar las verdaderas raíces del dolor, sino que sólo nos engaña. Ninguno de estos caminos nos salva; ninguno de estos caminos nos humaniza. Ni la huída, ni la falsa resignación, ni la superstición son caminos verdaderamente cristianos frente al sufrimiento. No nos llevan a Dios, ni nos dan vida. Entonces, ¿no hay salvación para el sufrimiento? ¿habrá una salida verdadera al camino del sufrimiento que sí libere? Por otro lado, sabemos que mucha gente ha sufrido y ha logrado encontrar un sentido digno a su sufrimiento. El dolor y el sufrimiento han sido una experiencia a través de la cual muchos cristianos han llegado a conocer a Dios, y han conseguido la salvación para sí mismos y para otras personas. La vivencia y el testimonio de estos cristianos y cristianas nos demuestra que existe un modo de vivir la cruz que sí libera, que santifica, que lleva a Dios y ayuda a los hermanos. Estas personas han encontrado un nuevo camino espiritual para vivir el sufrimiento o, dicho en otras palabras, han vivido una espiritualidad salvadora del sufrimiento. Han vivido una espiritualidad de la cruz liberadora, aunque no le hayan llamado así. ¿QUÉ HACEMOS CON LA CRUZ? 15 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Cuál de todos estos caminos tomaron Rafael, Lucha, Florián y Nemesio? 2.- ¿Qué piensas de estas maneras de responder ante el sufrimiento? 3.- ¿Cómo has reaccionado ante algún sufrimiento? 4.- ¿Cuál crees que es la respuesta cristiana ante el sufrimiento? 5.- Que alguien nos platique el testimonio de alguna persona que sabe sufrir. 16 CAPITULO 2 QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD OBJETIVO: Comprender que todas las personas viven alguna espiritua-lidad y descubrir que una espiritualidad cristiana es dejarnos mover por las mismas motivaciones por las que se movió Jesús. 17 18 1 ¿TENEMOS QUE METERNOS EN LAS COSAS DEL MUNDO? La reunión de la comunidad empezó puntualmente. Alfonso coordinó el tema. Desde el principio todos se interesaron, pues se hablaba sobre el compromiso de los cristianos. Ahí se dieron muchas ideas. Juan comenzó diciendo: - No, pues la verdad a mí no me gusta que empiecen a hablar de política. - Sí, apoyó Anita su mujer, nosotros nos hemos entregado a las cosas de Dios y ya no nos gustan las cosas mundanas. - Pero, intervino Alfonso, todas las cosas deben interesarnos a los cristianos. - ¡Ah no!, dijo Antonio, las cosas materiales no se deben mezclar con las espirituales. Si venimos a las reuniones y estamos en la Iglesia, queremos que nos hablen de Dios. - Miren, respondió Alfonso, la espiritualidad que nosotros vivimos, brota del Evangelio y nos pide que transformemos la realidad. - ¿Qué quiere decir eso, compadre? -preguntó Adán-, ¿que nos tenemos que meter con las cosas del mundo? - Pues sí, compadre, dijo Alfonso, pero nosotros nos debemos mover con una intención, por así decirlo, superior, santa, pues es la intención con la que Jesús se movió. - A ver, Alfonso, ¿cómo está eso?, preguntó Anita. - Pues mira, a Jesús toda su vida lo movió, lo motivó a actuar el Espíritu Santo. Eso llevó a Jesús a cambiar con su palabra y sus obras todo lo que él sabía que estaba mal. Por eso Jesús, estando entre el mundo, se comportó como venido de Dios. - Ah, ora sí como que ya se va T la cosa, dijo Antonio. Quiere decir que tenemos que entrarle a todo, pero como quien dice con la intención de hacerlo mejor. - Claro, Toño, aclaró Alfonso, eso es exactamente vivir una espiritualidad, es dejarse mover por el mismo Espíritu Santo que impulsó a Jesús a sanar a los enfermos, a tener compasión de los pobres, a enseñar a sus amigos, a enfrentarse a las autoridades de su tiempo y por último a entregarse en la cruz. QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD 19 - ¿O sea que Jesús no separó las cosas espirituales de las materiales? -preguntó Juan. - Pues no, dijo Alfonso. Lo material y lo espiritual van unidos, y Jesús nos pide a todos los cristianos que estamos en el mundo que lo cambiemos cada día para hacerlo mejor. ¿Se imaginan que Jesús sólo nos hubiera hablado de Dios y que luego no hubiera curado a los enfermos o dado de comer a los hambrientos porque ésas eran cosas materiales? - No, pos hubiera estado re feo -dijo Juan. - Pues la verdad es que así sí se entienden las cosas. Por eso te pusimos de coordinador -afirmó Anita riendo. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿Qué ideas tiene esta comunidad sobre lo que es espiritualidad? 2. ¿Por qué en un principio no aceptaban que se hablara de política? 3. ¿Qué es lo que Alfonso les explicó? 4. ¿Conoces comunidades que piensen como ésta? Contar algún caso. 5. ¿Qué dudas te quedan acerca de lo que es una espiritualidad? 20 3 ESPIRITUALIDAD ES LO QUE NOS MUEVE En el capítulo pasado veíamos que hay personas que han vivido una espiritualidad que los ha impulsado a vivir el sufrimiento de un modo liberador, es decir, han sabido crecer como humanos, y han hecho de su sufrimiento un modo de llegar a Dios y de servir a los demás. Esta manera de vivir cristianamente el sufrimiento es lo que llamamos vivir la «espiritualidad de la cruz». Pero, ¿qué es vivir una espiritualidad? La palabra espiritualidad no siempre es bien comprendida, por eso nos detenemos a aclarar posibles confusiones que existen con este término. La espiritualidad puede significar para muchos algo alejado de la vida real, como una realidad que sólo viven algunos que cultivan su «espíritu» y se alejan de las cosas materiales. Se piensa que espiritualidad no tiene relación con los problemas económicos, ni con la realidad histórica, política y social que vivimos. La raíz de esta confusión está en la comprensión de lo que es el espíritu. Para mucha gente «espíritu» es lo contrario a materia. «Los espíritus» son seres inmateriales, sin cuerpo, muy distintos de nosotros. Entonces, para estas gentes, será espiritual lo que no es material, lo que no tiene cuerpo. Y se dirá de una persona que es «espiritual» o «muy espiritual» si vive como sin preocuparse de lo material, ni siquiera de su propio cuerpo, tratando de vivir únicamente de «realidades espirituales». Estos conceptos de espíritu y espiritualidad como realidades contrarias a lo material y a lo corporal vienen de la mentalidad de los griegos. Pero en el pueblo de la Biblia no se entendía así lo espiritual. Para la Biblia, espíritu no es lo contrario a materia, ni a cuerpo, sino a maldad; se opone a la ley (las ataduras, el miedo, el castigo). Así, espíritu significa vida, construcción, fuerza, acción, libertad. El espíritu no es algo que está fuera del cuerpo o fuera de la realidad, sino algo que está dentro, que habita en la materia, en el cuerpo, en la QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD 21 realidad, y les da vida, los hace ser lo que son; los llena de fuerza, los mueve, los impulsa; los lanza al crecimiento y a la creatividad en un ímpetu de libertad.1 En hebreo, la palabra espíritu se dice «ruáj» y significa viento, aliento, hálito. Una imagen que nos ayuda a entender lo que es espíritu en la Biblia la tenemos cuando Dios crea al hombre. Dice la Escritura que lo formó del barro de la tierra, y luego, sopla en sus narices, le comunica el espíritu de vida; y ese soplo, ese viento, entra dentro de su cuerpo, se une estrechamente a ese cuerpo y llega hasta el último rincón de su persona. Y así, le da vida. Espiritualidad, entonces, es lo que nos hace movernos, lo que nos impulsa, lo que produce nuestras más profundas motivaciones, lo que nos da vida. En este sentido podemos decir que existen muchas espiritualidades. En sentido amplio cada quien tiene una espiritualidad. Incluso quienes no conocen a Dios tienen algo que los mueve, que los impulsa, que los motiva. Pueden estar motivados por mejorar en sus negocios, por ganar una competencia; su espiritualidad será aquel motor que los mueve a hacer lo que hacen. La espiritualidad cristiana es dejarse mover por lo mismo que impulsó a Jesús. Tener sus mismos sentimientos, dejarse conducir por su mismo Espíritu. Vivir una espiritualidad cristiana es seguir a Jesús. Hacer que los intereses, palabras, acciones y compromisos de Jesús sean nuestros mismos intereses, palabras, acciones y compromisos. Vivir la espiritualidad cristiana no sólo es repetir las acciones externas de Jesús. Es dejarnos mover por lo mismo que impulsó a Jesús a realizar esas acciones. Apasionarnos por lo que Jesús se apasionó, vivir toda nuestra vida movidos por el mismo Espíritu que impulsó a Jesús. Dentro de la espiritualidad cristiana hay diversas maneras, distintos acentos y perspectivas como se sigue a Jesús. La Espiritualidad cristiana es una sola, pero esta gran Espiritualidad se puede vivir de diversos modos, es decir, con distintas insistencias. Por eso decimos que existen diversas espiritualidades en la Iglesia. Cada una de ellas será una manera de vivir la gran Espiritualidad cristiana. 22 Entonces, una espiritualidad particular será un modo concreto de seguir a Jesús, de acuerdo a una época histórica o a una realidad concreta. Dios despierta entre los cristianos distintos carismas, es decir, distintos modos de cómo seguir a Jesús. Un carisma resalta algún elemento de la espiritualidad cristiana que ha sido olvidado o que es oportuno para el momento o situación que viven la Iglesia y el mundo. Cada espiritualidad nos viene a recordar alguna dimensión de la fe cristiana, quizá un poco olvidada, o necesaria para un tiempo y un lugar concreto. Y así existen en la Iglesia muchas espiritualidades, es decir, muchos carismas o modos como se sigue al Señor Jesús. 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Cómo ilumina este capítulo el diálogo de la comunidad de Don Alfonso? 2.- ¿Puedes decir con tus palabras lo que es una espiritualidad? 3.- ¿En qué se nota que alguien vive la espiritualidad critiana? 4.- ¿Cómo se vive la espiritualidad cristiana en nuestra comunidad? NOTAS DEL CAPITULO 1 Pedro Casaldáliga; José Ma. Vigil; Espiritualidad de la liberación; Centro de Reflexión Teológica; México; 1993; Págs. 22-23 QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD 23 24 CAPITULO 3 ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? OBJETIVO: Descubrir cómo nuestra primera experiencia de sufrimiento nos oculta el misterio del Dios amor. ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? 25 26 1 ¡DIOS YA NO ME ESCUCHA! Los grandes ojos negros de Nacho se abrieron más de lo usual. Estaba ahí, sentado, serio, escuchando la plática de su mamá y de su madrina. Apenas ayer habían enterrado a su papá, un señor al que vio muy pocas veces y al que no sintió ganas de llorar. - Pues sí, comadre, yo creo que es lo mejor para ti y para mi ahijado. - ¡Ay Adela!, no sabes lo que me duele llegar a este momento. ¿Por qué la vida tiene que ser tan dura? - Pues mira, Lucy, no lo sé, pero la vida hay que enfrentarla. ¿Qué podemos hacer? - No, comadre, eso sí, pero nomás dime ¿podrían pasarme peores cosas que las que me han pasado? Primero, que no conocí nunca a mi papá porque nos abandonó antes de que yo naciera; luego haber sufrido la parálisis infantil, y ahora esto. ¡Qué cruz tan pesada, comadre! - Mira, Lucy, cálmate. Nacho estará bien con Néstor y conmigo. Ya sabes que, aunque pobres, no nos falta lo necesario. - ¡Pero, mi pobre muchachito! Yo no puedo trabajar en nada con estas patas de hilacho y sólo nos quedaba la pensión que Pepe nos pasaba y ahora ni eso. ¡Válgame Dios! ¿Por qué la vida tiene que tener estas cruces? - No llores, Lucy, tú sabes que yo quiero a Nacho, y tú podras viajar cuando quieras para verlo. - Ya lo sé, Adela, pero es mi muchachito... Es lo único que me quedaba y ahora hasta eso tengo que entregar. ¡Vaya cruz! A veces he pensado que Dios ya no me escucha. No sé si Dios se fije en lo que sufro pero, ay comadre, a veces me parece que a Dios no le importa nada de lo que vivo. Nacho abría los ojos y los oídos, y se preguntaba qué quería decir su mamá con eso de la cruz. Muy pronto lo sabría... ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? 27 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué situacion de dolor está viviendo Lucy? 2.- ¿Qué piensa Lucy en esta situación de sufrimiento? 3.- ¿Qué pensamos cuando tenemos algún sufrimiento grande? 4.- ¿Alguna vez hemos dicho como Lucy que Dios ya no nos escucha? 28 3 DIOS SE OCULTA DETRAS DEL SUFRIMIENTO El sufrimiento es una experiencia pegada al ser humano. Desde que existe la humanidad ha existido el dolor. Todos en algún momento de nuestra vida experimentamos esa realidad que llamamos el sufrimiento. También podemos constatar que en cualquier gente religiosa se da una relación natural del sufrimiento con Dios. Casi espontáneamente cuando vivimos una pena, nuestra mente busca una respuesta en Dios. «¿Por qué Dios permite que me pase esto? ¿Es que Dios no me ve?» Quisiéramos, como Job, hablar con Dios para comprender el porqué de nuestro sufrimiento. «Hoy todavía vuelvo a mi queja, ¿Cómo callar mis gemidos? ¡Quién me diera saber dónde hablar a Dios y llegar hasta su casa! Expondría ante El mi caso y rebosarían mis quejas. Por lo menos conocería su respuesta y trataría de comprender lo que El dijera» (Job 23, 1-5). Pero precisamente en esos momentos parece que Dios se nos esconde; que Dios no nos escucha y entonces el sufrimiento se vuelve más agudo. No sólo es nuestro dolor y ya. Nos sentimos también abandonados del mismo Dios. Los que nos rodean o nosotros mismos nos preguntamos como se pregunta el salmista «¿dónde está Dios?» «Lágrimas son mi pan durante noche y día cuando oigo que me dicen: ¿Dónde quedó tu Dios?’» (Salmo 42). El sufrimiento nos hace tocar el misterio de Dios. En la experiencia del sufrimiento Dios se nos hace más misterio. Sobre todo cuando sufrimos, el misterio de Dios se vuelve más obscuro y profundo. No entendemos cómo puede existir nuestro dolor al lado de un Dios que conocemos como amor. Si Dios nos ama, entonces ¿por qué permite tantos sufrimientos? Y ante nuestras ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? 29 preguntas, dudas y rebeldías, muchas veces parece que Dios no responde. El silencio de Dios nos sumerge en un gran vacío. ¿Qué pensará Dios de nuestro dolor? Ante la pregunta de por qué nuestro sufrimiento, existen tres respuestas incompletas o equivocadas: a) Mi sufrimiento es un castigo de Dios por mi pecado. Muchas personas piensan cuando viven un sufrimiento que les viene como un castigo de Dios. Para estas personas no hay otra respuesta. Estoy sufriendo porque cometí pecado. Dios me está castigando. Ciertamente a veces sufrimos a causa de una irresponsabilidad nuestra, este es el caso de cuando caemos en algún vicio y luego padecemos las consecuencias. Pero muchas veces nuestro sufrimiento no tiene que ver en nada con nuestro comportamiento. Nos viene sin ninguna razón aparente. Para muchos incluso en estas situaciones el sufrimiento es castigo por algún pecado pasado o porque Dios nos lleva cuenta de nuestras fallas. En la Biblia, sobretodo en el Antiguo Testamento se interpreta muchas veces el sufrimiento como castigo de Dios por el pecado, incluso en el Nuevo Testamento recordamos aquel pasaje cuando Jesús se encuentra con el ciego de nacimiento, que sus discípulos le preguntan que quién había pecado, él o sus padres. Jesús aprovecha para aclarar que la situación de ese ciego no es producto ni de su pecado, ni del pecado de sus padres. (Jn 9,2-3). Cuando pensamos que todo sufrimiento es un castigo de Dios distorcionamos la imagen de Dios. Ya no es un Dios amor, sino ahora es para nosotros un Dios que castiga; que es vengativo, y esa no es la verdadera imagen de Dios que nos ha comunicado Jesús. La consecuencia de esta respuesta es vivir en el miedo. Como Dios me puede castigar si hago algo malo, entonces me porto bien. Mi vida comienza a estar guiada no por el amor sino por temor. Cuando sufrimos a causa de una irresponsabilidad nuestra no es Dios quien nos castiga, sino que mi sufrimiento es consecuencia de mi propia ir30 responsabilidad. Por otra parte hay que decir que el sufrimiento es muchas veces producto del pecado, pero no mandado por Dios, sino por el hombre. Hoy en día millones de seres humanos sufren situaciones de miseria a causa del pecado social; de la codicia que se ha hecho sistema en nuestro mundo. No es Dios quien manda la pobreza y todo el sufrimiento que viene con ella; son los hombres quienes la fabrican, y frente a todo este dolor podemos decir que Dios sufre con los que sufren. Dios se identifica con las víctimas del sufrimiento que viene por el pecado, incluso Dios quiere quitar esos sufrimienos innecesarios y que generan muerte. En resumen, el sufrimiento personal, los desastres naturales o sociales no son castigo de Dios. En esta historia Dios no nos castiga, más bien nos tiene paciencia y deja que convivan en el mundo buenos y malos (Mt 13,30). Pero muchas veces el sufrimiento sí es producto del pecado y la irresponsabilidad personal y social de los hombres. No mandado por Dios, sino como consecuencia de la libertad humana. b) Sufro porque Dios está tan lejos que no se ocupa de mí. Otras personas reconocen que Dios no castiga. Si Dios es amor no está castigando con sufrimientos a la humanidad, pero por otro lado no encuentran una respuesta fácil a la pregunta. ¿Cómo puede Dios amarme y permitir que sufra tanto? Al no encontrar una respuesta experimentan una lejanía de Dios. El es tan grande, omnipotente y poderoso que no le ha de importar mucho mi pequeñez y mi sufrimiento. Cuando el sufrimiento es muy crudo sentimos que Dios se nos aleja y ante nuestro sufrimiento experimentamos un “abandono” por parte de Dios. Pasamos de la constatacion de que Dios es un misterio que no podemos comprender a la experiencia de que Dios esta muy lejos de nosotros. Nos sentimos insignificantes y abandonados. También en la historia del pueblo de Dios pudieramos encontrar de algún modo esta respuesta. Por ejemplo cuando el pueblo estuvo explotado en Egipto por más de 300 años, antes de que Dios llamara a Moisés para liberarlo. ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? 31 Por los textos podemos pensar que el pueblo se había olvidado de su Dios. Parece no haber ninguna práctica religiosa en ese pueblo hasta que Moisés se les presenta. Es claro que el pueblo sabe quien es el Dios de sus padres; pero eso no ha significado nada en su experiencia de sufrimiento. “Como a Dios no le importamos, tampoco a nosotros nos importa Dios”. No se niega su existencia, pero sí se experimenta su lejanía. La tendencia más radical de este camino es negar a Dios. Puesto que hay tanto dolor y esto no concuerda con un Dios que además de ser amor es omnipotente y por lo tanto puede evitar el sufrimiento de los que ama, entonces Dios no existe. Así, muchas personas, al no encontrar una respuesta y un sentido a su sufrimiento, terminan negando a Dios. En muchas expresiones de la Biblia aparece este sentimiento de la lejanía de Dios ante el sufrimiento. Algunos salmos lo expresan también de un modo profundo. Jesús mismo en los momentos más agudos de su pasión experimentó ese siencio de Dios su Padre como abandono de Dios. Y así en la cruz exclama: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” (Mt 27,46). Claro que en Jesús esta experiencia va acompañada también de una entrega radical a la voluntad de Dios: “Padre, en tus manos encomiento mi espíritu” (Lc 23,46). Esta experiencia ante el sufrimiento nos ayuda a comprender que el sufrimiento es un misterio ante el cual es difícil dar una explicación. Los cristianos sólo podemos acercarnos a él y vivirlo con una profunda fe. A través de Jesús podemos reconocer que nuestro Dios no es un Dios lejano y ajeno a lo que sucede sino que nos escucha y se compadece. En la vida de Jesús podemos contemplar a un Dios que se acerca y se estremece ante las multitudes desamparadas y frente a los que sufren penas o enfermedades. Jesús no eliminó todos los sufrimientos, pero sí se acercó y acompañó a los que sufren. 32 Por otra parte hay que reconocer que el sufrimiento purifica la imagen que tenemos de Dios. Su omnipotencia es también misericordia pero, por otra parte, Dios permite que el mundo y la sociedad se rijan por sus propias leyes y desde que creo al hombre ha decidido respetar la libertad de las personas, aun cuando se opongan a la suya y provoquen sufrimientos para otros. c) Es una prueba de Dios. Otra respuesta es entender el sufrimiento como una prueba. Es muy común escuchar a personas que cuando tienen algún sufrimiento piensan que Dios los está probando. Así, mucha gente piensa que su sufrimiento es algo que Dios les manda para examinar su fe o para purificarla. También en la Biblia, sobretodo en el Antiguo Testamento, encontramos algunos pasajes dónde parece que los sufrimientos del pueblo son enviados por Dios para purificarlo o para probar su fidelidad. Por ejemplo, en el libro de Job aparece claramente que su sufrimiento es una prueba. Podemos decir que aunque el sufrimiento siempre nos abre una ocasión para crecer y madurar, no corresponde a la imagen de Dios que nos comunica Jesús, pensar que nuestro Padre nos hace sufrir para examinarnos. Como si Dios estuviera probando y mandando cruces a los hombres. De ser así, la realidad de sufrimiento generalizado y hondo que vivimos nos podría traer una imagen de un Dios sádico, que manda pruebas casi hasta aplastar al hombre. Si nos fijamos detenidamente en el libro de Job, aparece muy claro que sus penas y sufrimientos son ciertamente una prueba a su fe y su fidelidad, pero esta prueba no es provocada por Dios sino por el diablo. Jesús mismo no interpretó su pasión y su cruz como una prueba mandada por Dios. Jesús sabe muy bien que lo que su Padre quería era su fidelidad, y que en su historia concreta ser fiel a su Padre significaba morir en la cruz, a causa del pecado de los judíos. ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? 33 Hemos visto tres distintas respuestas que muchos cristianos se dan a la pregunta por el sufrimiento. Las tres respuestas aunque tienen una parte de verdad son equivocadas porque no nos dan la verdadera imagen de Dios. No sufrimos porque Dios nos castigue, o porque no le interese nuestra vida o porque nos esté mandando pruebas. Aunque por otra parte podemos decir que a veces sufrimos por nuestra irresponsabilidad o la de los otros; o que el sufrimiento nos ayuda a entender que Dios es un misterio y muchas veces hace crecer nuestra fe. En nuestros siguientes capítulos seguiremos profundizando en esta realidad y encontraremos alguna respuesta que Dios nos da al misterio del dolor. 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Cómo ilumina esto que hemos leído la experiencia de Lucy? 2.- ¿Qué explicaciones de estas hemos dado nosotros cuando sufrimos? 3.- ¿Por qué estas explicaciones no son completas? 4.- ¿Cuál puede ser la razón de nuestros sufrimientos? 34 CAPITULO 4 DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO OBJETIVO: Descubrir con ayuda de la Biblia que Dios no está lejos de quien sufre, sino que escucha nuestros sufrimientos. DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 35 36 1 SEGURO QUE DIOS SI ME ESCUCHA - No sé que hacer, Elisa, estoy muy preocupada. - ¿Por qué, doña Chuy ? - Fíjate que mi Fermín ya termina la primaria y van a hacer un festival de fin de año. - ¿Y qué con eso, doña Chuy? - No, si el problema es que yo le había prometido a Fermín que le iba a dar para el traje, pues le toca salir de licenciado en una obra de teatro. - Ah, ¿y usté le quiere comprar su traje? - Sí, ése es el problema. Yo le dije desde no sé cuántos meses hace, que le iba a conseguir el dinero pa’l mentado traje, pero ahora resulta que estamos de veras en dificultad. - ¿Pos qué le pasa, doña Chuy ? - Ay Elisa, ¿qué no nos pasa? Pancho, el pobre, ya ves, de pión de albañil no saca ni para la comida. Yo me esfuerzo y hago lo que puedo, hago mi ventecita de tamal, pero con eso apenas me nivelo en los víveres de todos los días. Ya ves, ¡con tánto muchacho!, criar 6 hijos no es tan fácil. Hay tántas cosas que atender. Todavía no salgo de la deuda del accidente de Jesusita. Ya ves cómo nos trataron en esa clínica: “o pagan o se llevan a su enferma". ¡Mira nada más qué cosa!, y la pobre Jesusita inconsciente, sangrando por los oídos y la nariz. ¡Dios mío!, si yo no sé ya ni dónde acomodarme. Qué cruz tan grande la de nosotros los pobres. A veces se me antoja, en la noche, cuando me voy a dormir, ya no despertar. - Ni lo mande Dios, doña Chuy, no diga eso. Sus hijos y don Pancho la necesitan. - Sí, Elisa, pero es que es tan duro estar así de reducidos; es una cruz muy pesada. - No pos eso sí, ya ve cómo también nosotros somos pobres y de que se sufre, se sufre. Pero como dice el padre de la Iglesia: “Dios aprieta pero no ahorca”. DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 37 - ¿Será que Dios se apiade de nosotros? Si hay veces que yo ya no puedo y me gustaría salir huyendo a un lugar diferente, donde nadie me conozca, y empezar una nueva vida. - Tiene usté razón, doña Chuy, pero pa’ mí que nada gana uno con desanimarse. Más bien todos los pobres de la ranchería nos deberíamos unir y así como dice usté que todos cargamos la cruz, pos entre todos ha de ser más liviana. ¿No cree? - Pos no es mala idea, Elisa. Seguro que Dios sí me escucha y me dará fuerza para salir adelante. Viéndolo bien como quiera que sea, con la ayuda de Dios siempre hemos podido salir adelante; lo que pasa es que de repente como que uno duda. - Eso es, Doña Chuy; sabe, qué tal si platicamos su problema en la próxima reunión de nuestra comunidad. Tenemos que buscar la forma de estar unidos. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- Que alguien repita la historia con sus propias palabras 2.- ¿Conoces a otras personas que viven la misma situación de doña Chuy? 3.- ¿Qué crees que le ayudó a Doña Chuy a confiar en Dios? 4.- ¿Cómo hemos experimentado la presencia de Dios cuando sufrimos? 38 3 DIOS ESCUCHA EL DOLOR DE SU PUEBLO En la Historia de la Salvación, Dios no se ha quedado callado frente al sufrimiento. En la Biblia, que nos platica la historia de un pueblo lleno de sufrimientos, se expresa muy claramente cómo Dios reacciona frente a ese dolor de su pueblo. El no quiere tánto sufrir inútil, no quiere la muerte, sino la vida, la alegría, la libertad, la paz. En los inicios de la historia del pueblo de Israel, encontramos que Dios ve y escucha el sufrimiento del pueblo, y que se decide a bajar para liberarlo y darle una vida más plena. El pueblo de Israel pasó muchos años esclavizado en Egipto. Ahí sufrieron todo tipo de injusticias y humillaciones. Su sufrimiento y opresión iba creciendo con el tiempo (Ex 1,13-16). En esa situación el pueblo va olvidando sus raíces, a sus padres. Se olvida de su Dios. Se acomoda a esa situación de muerte y de dolor; busca el camino falso de la resignación. Pero Dios, en cambio, no se olvida de su pueblo, ni permanece indiferente ante tanto sufrimiento. Dios lo ve, lo conoce, «lo siente» en sus entrañas de misericordia y va preparando poco a poco la liberación de su pueblo. Y un buen día se lo dice a Moisés, y lo llama para llevar a cabo la tarea de la liberación: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltratan sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos. He bajado para librar a mi pueblo de la opresión de los egipcios y para llevarlo a un país grande y fértil» (Exodo 3, 7-8). Así, Dios se nos da a conocer desde un inicio como quien escucha el clamor del que sufre, y muestra que El no quiere tanto sufrimiento inútil, sino que quiere que el pueblo viva plenamente en una tierra amplia y espaciosa, en DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 39 una tierra que mana leche y miel, donde su pueblo pueda vivir en paz y armonía. Y así, Dios se da a conocer como el Dios de la vida y de la libertad. El camino de la liberación que Dios ofrece no es fácil. Exige creer que Dios escucha el clamor del que sufre, a pesar de lo obscuro y difícil de la opresión. Exige creer que el Señor es el Dios de la Vida, a pesar de la muerte que parece reinar. Exige esperar contra toda esperanza. Pide compromiso, lucha, esfuerzo, y entregar la vida para ir realizando ese sueño que Dios tiene para su pueblo. Los israelitas no siempre le creyeron a Dios. Muchas veces, ante lo difícil del esfuerzo, prefirieron regresar a la servidumbre de Egipto, a sus ollas de carne y al pan de la esclavitud, a la situación de muerte y opresión de antes (Ex 16, 2-3; Núm 14, 3-4; 20, 2-5). Les parece más fácil vivir en la opresión que enfrentar la dura tarea de seguir el camino que lleva a la vida. Pero Dios está decidido a «sacarlos de toda opresión y trasladarlos a una tierra que mana leche y miel» (Ex 3, 17). No puede permitir que su pueblo viva en la esclavitud. De por medio está su santo Nombre, la fidelidad a la Alianza que pactó con Abraham, con Isaac y con Jacob. ¿Cómo el Dios de la Vida permitirá que el pueblo que le pertenece vaya muriendo? Por eso, Dios se compromete con la vida de su pueblo, más que el pueblo mismo. El pueblo, animado por Moisés, va respondiendo al llamado de Dios. Y así, a través de un largo y penoso caminar por el desierto, y después de cuarenta años, el pueblo de Dios llega a la tierra prometida. Y el Nombre de Yavé Dios es santificado. Todos los pueblos han de conocer al Dios de Israel como el Dios que lo sacó de la esclavitud de Egipto, como el Dios de la Vida. Por eso no se debe tomar su nombre para justificar la opresión, eso sería tomar el nombre de Dios en vano. El pueblo de Israel no siempre comprendió el plan de su Señor. Una y otra vez volvió a su idolatría. Y entró el culto a otros dioses, y desapareció la justicia, y vino la desigualdad y, con ella, otra vez, más sufrimiento inútil y muerte (Jueces 2, 11-15). En esos momentos de dolor, el pueblo piensa: «Yavé 40 Dios nos ha castigado; se ha olvidado de nosotros, ya no nos escucha» (Jueces 6, 13; Is 49, 13-15). Entonces Dios vuelve a llamar jueces, profetas y sabios, hombres y mujeres que anuncien su voluntad salvadora. Los profetas son enviados al pueblo para recordarle el plan de vida que Dios tiene para todos. Y así los profetas anuncian que «Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva» (Ez 33,11). Podemos descubrir momentos especiales de revelación de Dios, momentos en que el profundo misterio de Dios es descubierto al pueblo: cuando el pueblo vivió con más intensidad la realidad de sufrimiento y muerte; cuando fue sacado de su tierra y volvió a la esclavitud en Babilonia, es entonces, cuando Dios se manifiesta con mayor fuerza como el Dios de la Vida. Por eso, en un mundo de dolor y de sufrimiento, Dios promete «un cielo nuevo y una tierra nueva, donde se olvide el pasado de dolor y de angustias y la alegría sea para siempre». «Dios quitará los sollozos de tristeza y los gritos de angustia». En ese mundo que Dios quiere construir para su pueblo «no habrá niños que mueran a corta edad, sino que la vida del pueblo será tan larga como la de los árboles». «No habrá que trabajar para otros sino que cada quien podrá comer del fruto del trabajo de sus manos» (Is 65, 17-24). Dios le muestra al pueblo, a través de sus profetas, sus deseos de consolarlo, de terminar los días de su servidumbre, de enjugar sus lágrimas y aniquilar la situación de muerte que vive (Is 25, 6-10). Los profetas también son enviados por Dios a denunciar lo que genera sufrimiento y muerte, como el culto a los dioses extranjeros, la idolatría, la opresión, el latifundio, la corrupción. Todos estos pecados sólo producen muerte y sufrimiento inútil. Los profetas invitan al arrepentimiento y a la conversión, denuncian a los que fabrican sufrimientos para los demás, invitan al pueblo a no perder la esperanza. En algunas partes del Antiguo Testamento no sólo se denuncia el pecado y la injusticia y se anuncia un mundo mejor, sino que también se descubre que DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 41 el dolor y el sufrimiento pueden ser un camino para llegar a esa vida mejor. Por ejemplo, Isaías descubre que el pueblo de Dios tiene una misión para la salvación de muchos pueblos, y que esa misión se realiza a través del mismo sufrimiento del pueblo (Is 53, 1-12). El mismo profeta anuncia que el dolor puede tener una fuerza liberadora, es decir, que hay un modo de vivir el dolor que trae salvación a los demás. Entonces el sufrimiento no es siempre un velo que oculta a Dios, puede ser también un camino para salvar y liberar al pueblo. El libro de la Sabiduría, por otra parte, nos enseña que todos los sufrimientos del justo no son inútiles sino que al final tienen una recompensa (Sab 3, 4-9). Las promesas de Dios a través de los profetas se fueron realizando en lo poco que el pueblo iba respondiendo a Dios. Los profetas, en fin, anunciaron que vendría un día en que Dios actuaría a través del Mesías para realizar su Reino de Vida. Jesús viene al mundo como Mesías para anunciar al pueblo que Dios ha decidido realizar su Reino. El mensaje que Jesús anuncia no es de condena, ni principalmente de juicio. Jesús viene a anunciar la Buena Noticia, es decir, el Evangelio. Dios ha querido comenzar a reinar. Pero para ello, el hombre tiene que responder, debe convertirse, cambiar de vida y de mentalidad, creer en la voluntad salvadora de Dios y comprometerse con ella (Mc 1, 14-15). El Evangelio que Jesús anuncia es buena noticia para todos, pero especialmente para aquéllos que sufren. Su suerte va a cambiar porque Dios quiere reinar en el mundo. Es mensaje de felicidad para los pobres, para los que tienen hambre y los que lloran, para los que son perseguidos (Lc 6, 17-23). El evangelio de Jesucristo es noticia de vida, de felicidad, de liberación de todo aquello que oprime al hombre. Jesús también se encuentra con el sufrimiento, lo toca, lo padece, no lo puede quitar todo porque existe el pecado. Entonces Jesús, como Isaías, manifiesta que hay una manera de sufrir este dolor que lleva a la vida, que no amarga, que no destruye, sino que se convierte en salvación para los demás. 42 En Jesús se cumple plenamente lo que había anunciado Isaías en el poema del siervo sufriente. Jesús es el «hombre de dolores, familiarizado con el sufrimiento» pero su dolor y su carga traen la salvación a los demás: «El soportó el castigo que nos trae la paz»; «ofreció su vida como sacrificio por el pecado». «Se ha negado a sí mismo hasta la muerte, y ha sido contado entre los pecadores, cuando en realidad llevaba sobre sí los pecados de muchos e intercedía por los pecadores» (Cfr. Is 53). Jesús viene a anunciar la buena noticia al mundo. Dios Padre quiere la vida para todos sus hijos, y una vida plena, sin mezquindades ni miserias; con la alegría de la fiesta y la plenitud del banquete de bodas. Pero en este mundo tan lleno de pecado, el camino para llegar a esa plenitud pasa por la cruz. Jesús recorrió ese camino con fidelidad para llegar a la hermosa aurora de la Resurrección. 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.-¿De qué manera esto que acabamos de leer ilumina la historia de Doña Chuy? 2.- ¿Cómo hemos experimentado que Dios nos escucha cuando sufrimos? 3.- Según lo que hemos leído ¿qué quiere Dios de nuestro pueblo hoy? 4.- ¿Cuál es el camino cristiano para llegar a una vida más humana? DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO 43 44 CAPITULO 5 LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO OBJETIVO: Descubrir cómo en los momentos de más grande sufrimiento Dios descubre su misterio a través de profetas que nos ayudan a comprender el sentido del dolor LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO 45 46 1 SUS PALABRAS LE DIERON UN CONSUELO Hacía un calor insoportable. En julio siempre hace un calor pegajoso. Todos los vecinos se encontraban, solidarios, en casa de los Domínguez. El ataúd de Paco, abierto, a mitad de la sala, con sus tinas de hielo debajo para bajar un poco la temperatura, llenaba medio cuarto. Mucha gente lloraba y otros rezaban enmedio de ese sofocante ambiente. En una pieza aparte los papás del difunto, desesperados, eran consolados por amigos y familiares. Un ir y venir de refrescos, tamales y café; de llantos, gritos ahogados, y un penetrante olor a alcohol, usado para los desmayos. - Yo no sé, comenta una vecina, cómo es que le fue a tocar a Paco. A ver, iban 6 chamacos, todos contentos y el camionetazo le vino a dar a él. ¡Qué barbaridad! - Pos sí, eso es lo que se llama mala suerte. - Y luego este chamaco, el único de mi comadre Chonita, en medio de las 6 hembras. - De que toca, toca. - Y luego, que ellos no se conforman. A mí hasta miedo me da. Mi compadre no quiere ni que llevemos al finado a la Iglesia. - Pos ya se verá... Pero mira, aquí llega don Lupe, el Presidente de la Ermita. - A ver don Lupe, venga usté pa´cá. Yo quisiera que le diera unas palabras de consuelo a mis compadres. Mi compa Licho está rebelde y no quiere nada con la religión. Quien quita y usté lo haga entrar en razón. - Pues la lucha hemos de hacer. A ver, vamos para allá. Don Lupe pidió a los familiares que lo dejaran solo con los padres del difunto y les habló diciendo: Licho y Chonita: ante el dolor tan grande de perder un hijo casi no hay palabra que decir. El dolor casi nos impide escuchar o entender ninguna palabra. LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO 47 Sin embargo, no quiero dejar pasar esta ocasión, tan penosa, para sentirme cercano a ustedes. Como ya lo saben, yo también perdí a mi hijo mayor, Jesús, que, viniendo de la escuela, fue atropellado por un minibús. Casi igual que Paco. Cuando me avisaron, mi reacción fue espantosa: me rebelé, me entraron ganas de machetear al chofer que se había detenido a auxiliar a mi hijo. Lloré de dolor, de rencor y de impotencia, me rebelé contra Dios y contra todo. No quise que se le hiciera su funeral a mi muchacho. No acepté que viniera el sacerdote a rezarle y menos los de la Iglesia. ¿Para qué? -pensaba yo- si Dios ni existe, pues si existiera, ¿cómo me iba a mandar un castigo tan horrible?. Así me pasé yo como 3 semanas que se me hicieron como una condena. Fue hasta que leí en un folletito de la iglesia un letrero que decía: “Dios salva a través de la Cruz». Me llamó la atención y lo seguí leyendo. Ahí decía muchas cosas que ya ni me acuerdo, pero que me impresionaron mucho; fue como si de golpe hubiese comprendido que mi dolor podía servir para algo, que la cruz que cargaba, no era condena sino que Dios me invitaba a vivirla cerca de El. Yo no sé ni cómo le hice, pero me armé de valor y comencé a llegar a la iglesia. Ustedes me conocen. Yo era borracho, pleitista, malhablado y otras cosas que mejor por vergüenza me callo. No es que ahora sea un santo, pero mi vida cambió. ¿Saben qué fue lo que pasó? Que la muerte de mi muchacho no fue en balde. Yo cambié y toda mi familia cambió. La cruz tan grande y el dolor de haber perdido a un hijo no se me ha borrado y ya va para doce años, pero no ha sido inútil ¡Qué bien sabe Dios enviarnos estas cruces! Chonita y Licho: no hay palabras ante este dolor por el que pasan. ¡Que Dios les dé la fuerza y la conciencia para aceptar la cruz que hoy pone en sus vidas! Después, entre los comentarios en casa de Don Licho, se escuchó a alguno que dijo: “Qué bueno que Don Lupe les habló a mis compadres. De veras que sus palabras le dieron un consuelo”. 48 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.¿Qué te llamó más la atención de esta historia? 2.¿Conoces algun hecho parecido? 3.¿Qué crees que le ayudó a Don Licho y Doña Chonita a consolarse? 4.¿Conoces a alguna persona que sepa comunicar consuelo en las penas? LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO 49 3 DIOS NOS HABLA A TRAVES DE UNA MUJER Los momentos de la historia del pueblo de Dios de mayor sufrimiento y muerte son pues, momentos de especial revelación divina. Y esto porque la realidad de dolor y de muerte tiende a ocultar al Señor de la Vida. Parece que Dios se esconde. Es por eso, que en esos momentos Dios se manifiesta con mayor fuerza. Nos revela su voluntad salvadora. Frente a una realidad que lo niega o lo oculta, él vuelve a des-velarse como el dueño de la vida y de la historia y le da al hombre, a través de nuevos profetas, un nuevo sentido de la vida, de la historia, del dolor, de la muerte. Continuamente, pero sobre todo en tiempos de duro sufrimiento, Dios llama a hombres y mujeres que quieran ayudarle a construir la vida que manifieste más claramente su misterio. El dolor y el sufrimiento siempre han existido en el mundo y en la historia. La injusticia como principal productora de sufrimientos para la humanidad es tan vieja como la humanidad misma. Pero hay períodos de la historia donde parece que la injusticia y la muerte crecen, dominan, maltratan, asesinan con mayor intensidad. A finales del siglo pasado el papa León XIII reconocía que el sistema de industria que se estaba imponiendo en el mundo generaba mayor enriquecimiento de unos pocos y un gran empobrecimiento de la multitud..1 Desde entonces casi todos los Papas han escrito acerca de esta realidad que provoca tantos sufrimientos en el mundo: la injusticia social. Podemos decir que a pesar de los grandísimos avances de la ciencia y de la técnica, la humanidad sufre más en esta etapa de la historia. En este siglo hay un abismo cada vez mayor entre el sufrimiento de grandes multitudes y las posibilidades de vida, y la comodidad de unos pocos. 50 Los obispos de America Latina han dicho que en nuestros países son muchos los clamores que suben hasta el cielo de hombres y mujeres que sufren y que buscan una respuesta ante su dolor.2 Frente a esta situación de muerte y de dolor, Dios no se ha quedado callado, sino que sigue llamando a nuevos profetas que den sentido y fuerza a los hombres y las mujeres, para que luchen por quitar las cruces que son inútiles, que matan, que no tienen sentido. Y por otra parte, para que iluminen aquellas cruces que son camino de vida. A finales del siglo pasado Dios llama a una mujer para que sea de nuevo su profeta: Concepción Cabrera de Armida. Le comunica un camino espiritual que impulsa a buscar la salvación del mundo en una realidad que parece rodar hacia la muerte. Conchita va recibiendo este mensaje de Dios, y lo va entendiendo con la mentalidad y el lenguaje de su tiempo. Lo va comprendiendo, asimilando, viviendo, para transmitirlo a la Iglesia y al mundo. Al conjunto de estas enseñanzas que Dios nos transmite a través de su profeta Conchita le llamamos «Espiritualidad de la Cruz». La espiritualidad de la Cruz es una respuesta cristiana a la realidad del dolor, del sufrimiento y de la falta de la salvación que vive hoy el pueblo. Dios regala al mundo, a través de ella, un camino espiritual. Una espiritualidad que libera de muchos sufrimientos inútiles y le da sentido salvador al dolor experimentado por la causa de Dios. Esta espiritualidad no es principalmente una reflexión sobre la cruz o sobre el amor, o sobre el sacerdocio de Cristo; no es un conjunto de conceptos que Dios dictó a Conchita y que luego ella nos comunica a nosotros. No, la espiritualidad de la Cruz fue primeramente el camino espiritual o la vida de fe que vivió Conchita, y que luego fue tratando de poner por escrito con la inspiración de Dios, según las palabras y la mentalidad de su tiempo. Por eso, para conocer realmente nuestra espiritualidad hay que intentar vivirla, y en ese camino iremos comprendiéndola. LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO 51 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Por qué crees tú que hay tanto sufrimiento en el mundo de hoy? 2.- ¿Conoces a algun personaje de nuestro mundo actual que sea profeta? 3.- ¿Qué relación encuentras entre Conchita y Don Lupe en la historia anterior? 4.- ¿Qué otras personas conoces que nos dan testimonio de que han vivido la espiritualidad de la cruz? NOTAS DEL CAPITULO 1 León XIII; Rerum Novarúm; N°2 2 Doc. Puebla N° 87-89 52 CAPITULO 6 CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA OBJETIVO: Conocer algunos rasgos de la vida de Conchita y descubrir cómo Dios la llama para transmitirnos la Espiritualidad de la Cruz. 53 54 1 LLAMADOS A VIVIR LA SANTIDAD - ¿Ya se fijó Don Fermín lo que dice la Biblia? preguntó Sofía al sacerdote que ese día visitaba al grupo de niños que se preparaba a su primera comunión. - ¿Pues qué es lo que dice?, preguntó intrigado el padre Fermín a la pequeña Sofía. - Mire, le voy a leer lo que encontré el otro día. Sofía abrió su Nuevo Testamento justo donde había puesto una ramita para no perder la página, buscó el texto y lo leyó lentamente: “Ustedes por el contrario sean santos como su Padre del cielo es santo". - Bueno ¿y por qué te llamó tanto la atención? -le preguntó el padre Fermín-. - Pus es que si aquí dice esto en la Biblia, pus Dios les está mandando a todos los padrecitos que se hagan santos ¿verdad? - Pues sí, eso dice la Biblia, pero la verdad es que Jesús no sólo se lo dice a los padrecitos sino que El quiere que todos los cristianos seamos santos. - Eso sí que esta muy difícil -dijo Esteban-, mientras le jalaba suavemente la trensa a Sofía que estaba a su lado. - ¡Esteban, no molestes a tu compañera! -replicó el padre Fermín-, Eso que ella ha leído es algo importante para todos, también para tí aunque seas travieso. - Vamos -dijo Esteban-, si apenas nos dan ganas de hacer nuestra tarea, a qué hora vamos a ser santos. Yo creo que eso es para gente que no tiene mucho que hacer. - No seas tonto Esteban -replicó Lupita-, yo creo que lo que nos dice el padre no es como tú dices. - ¡Claro que no! - continuó Don Fermín-, la santidad no es cosa de estar todo el tiempo metido en el templo. Ser santo es ser muy amigo de Jesús y hacer las cosas que a El le gustan y la verdad que El no pasó mucho tiempo en el templo, más bien estaba en los caminos, en las casas, hablando con la gente, ayudándola a ser mejor, amándola mucho. CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA 55 - Pus sigue estando difícil eso que uste dice, porque eso de ser amigo de Jesús pus si me gusta, pero también me gusta mucho jugar en la calle; o sea, ser amigos está bien, pero también jugar ¿no? - Padrecito mi vecino que es de otra religión dice que los santos no existen -dijo Lupita. - Bueno, vamos por partes -dijo Don Fermín-, las imágenes de los santos que están en la Iglesia sólo nos recuerdan a algunas personas que vivieron como Jesús quiere. Fueron personas como ustedes y como yo con sus defectos y cualidades, pero que entregaron su vida a Dios y a los demás, de modo que la Iglesia nos los pone como señales de que sí se puede vivir lo que Dios nos mandó. - Pero ellos pueden hacer milagros ¿verdad padre? -pregunto Sofía. - Bueno, algunos sí -respondio el padre-, aunque muchos durante su vida no hicieron ningún milagro, porque lo importante no son los milagros sino que vivieron con amor. Lo más grande de los santos no son las grandes cosas sino, como dice Jesús, que cargaron con su cruz y lo siguieron a él, en donde sea. - O sea que puedo jugar a la pelota y vivir como Dios quiere ¿verdad? preguntó Esteban. - Ahora sí ya le entendí, padre -dijo contenta Sofía-, para ser santo como dice la biblia, no hay que hacer muchas cosas diferentes que los demás. Podemos jugar, ir a la escuela, estar en la casa, y lo que sea, lo importante es que lo hagamos con amor. - Muy bien, Esteban y Sofía -respondió el padre-, se me hace que ya le entendieron, ahora hay que vivirlo. La próxima vez que venga con ustedes les voy a platicar la historia de una señora, mamá de nueve hijos y que vivió la santidad así como hemos platicado. Por lo pronto vamos a terminar nuestra reunión rezando el Padre Nuestro. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué te pareció este diálogo? 2.- ¿Qué ideas tenían los niños de lo que es la santidad? 3.- ¿Qué piensas tú de esas ideas? 4.- ¿Cuál crees que es la verdadera santidad? 56 3 QUIEN FUE CONCHITA Esta mujer, mexicana, laica, madre de familia, con pocos estudios, de clase acomodada, bonita y cariñosa, fue llamada por Dios a ser profeta de la Espiritualidad de la Cruz. Nació en San Luis Potosí el 8 de Diciembre de 1862, en medio de una grande familia. Tuvo 11 hermanos entre los cuales fue la séptima. Sus padres la educaron como solían educar muchas familias de aquella época, enseñando todos los quehaceres domésticos y algunas cosas más como canto, piano, bordado, etc. Su madre puso especial cuidado en formar el carácter de Conchita; la enseñó a orar y a asistir las necesidades de los más pobres y enfermos. Conchita cuenta cómo su mamá la llevaba a los hospitales para asistir a los agonizantes. Desde muy niña estuvo en contacto con el dolor y el sufrimiento. Contrariamente a lo que les pasa a muchos, en lugar de «acostumbrarse», la sensibilidad de Conchita la hizo profundizar en ese misterio del sufrimiento humano. Conchita llevó la vida de una mujer normal, de su época: asistió a bailes y fiestas, se enamoró de un muchacho, Francisco Armida, al que correspondió desde los 13 años y con el cual se casó a los casi 23 años. Con él tuvo 9 hijos y después de 17 años de una convivencia armoniosa y feliz, quedó viuda a los 39 años, llena de responsabilidades. Pero es necesario hacer notar que Conchita llevó siempre una relación muy estrecha con Jesús; desde niña lo amó apasionadamente y toda su vida es un intento por responderle a quien tanto amó. Jesús se hizo presente en la vida de Conchita de muchos modos y ella misma nos cuenta: «Jesús me habla con mucha frecuencia». Una vez, haciendo unos ejercicios espirituales, oyó la voz de Jesús en su interior que le decía: «Tu misión es salvar almas». Conchita escribió después: «Yo no entendí cómo podía ser esto, ¡me parecía tan raro e imposible!»1 Jesús la estaba invitando a tomar parte activa en la salvación que Él mismo trajo. Aunque en un principio no entendió cómo CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA 57 podría ser lo que Jesús le había dicho, poco a poco ella lo va descubriendo en los acontecimientos de su vida. Pronto comprende Conchita que ella nació para los demás, para entregarse; a su esposo, a sus hijos, a los pobres y necesitados, a los sacerdotes, a todos los que se acerquen a ella: Jesús le va indicando cómo salvar a otros: Salvarlos, es entregarse por ellos como Él mismo lo hizo. Jesús le descubre a Conchita dos cosas muy importantes: que la CRUZ es el medio por el cual Él quiso salvar al mundo y que el SUFRIMIENTO asumido con amor es fuente de salvación. Pronto Jesús le enseña cómo hay muchos tipos de cruces y pacientemente se los va explicando. Ella misma va sintiendo una gran necesidad de quitar cruces injustas y por eso busca a niños pobres y huérfanos para amamantarlos con su propia leche; menesterosos para socorrelos, mendigos para darles de comer y consolarlos. No deja pasar una necesidad sin remediarla. Se siente impulsada como Jesús a salvar a otros. Nos cuenta Conchita que en San Luis Potosí, en aquel tiempo (alrededor de 1894), había mucha miseria y «los pobres me partían el corazón». Deseaba mucho ir a los hospitales y curarlos y besarlos, pero su marido no la dejaba ir por la «historia de los contagios». En cambio, gozaba dándoles el pecho a los niños más miserables que se encontraban por la calle».2 Jesús también le enseña a sufrir porque su plan de salvación no es aceptado y muchos hombres y mujeres lo rechazan. Jesús le hace participar de sus propios sufrimientos y le descubre el valor salvífico de este dolor. Ella adquiere un gran valor para asumirlos. Una vez escribió: «Me tiene el Señor abrasada el alma y como muy templada, como para desafiar el mundo y plantar la cruz en donde quiera, aún cuando me costara el derramamiento de mi sangre».3 Su amor, tan intenso a Jesús, la llevó a buscar una forma de pertenecerle aún en lo exterior. Como ella estuvo siempre en contacto con la vida del campo, se le ocurrió marcarse en el pecho con hierro y fuego las iniciales de su dueño: JHS, como las reses tienen la marca de su dueño. Con el permiso de su director espiritual, se encerró en el baño y con una navaja se marcó en el pecho JHS y encima una cruz; luego las quemó con unas tenazas calientes. Terminada esta operación, Conchita 58 nos cuenta que una fuerza sobrenatural la arrojó en el suelo y con lágrimas en los ojos y fuego en el corazón pidió al Señor, con mucha vehemencia, la salvación de los hombres, repitiendo muchas veces: «¡Jesús salvador de los hombres, sálvalos, sálvalos!». Después Conchita escribió: «Cerca de hora y media duró la operación y más eran los ardores del alma que los del cuerpo y la dicha que yo experimentaba siendo, como los animales, de su dueño, yo de Jesús, de Jesús, de mi Jesús, que salvaría a tantas almas que le darían gloria».4 Conchita en su entrega, no se detiene en ella misma. El Señor le da la capacidad de irse transformando por medio de la cruz, en salvación para otros; muchas veces Jesús le va a decir a Conchita palabras como éstas: «Tú eres mi cruz y yo quiero que así te llames y así te firmes: Cruz de Jesús». Aprende a ser profeta asumiendo la cruz de Jesús; siendo ella misma cruz. Ser cruz viva, «eso quiere decir hostia, que lleva en sus brazos al redentor y al salvador». Conchita es escogida por Dios para ayudar a todos los que sufren, a quitar cruces injustas y a cargar con las cruces que Dios nos manda y ayudando a otros a cargarlas: Por que Él quiso salvar el mundo a través de la cruz. A ella Jesús le dice: «Por eso, tú tienes la misión de comunicar la gracia porque eres Cruz, para eso te escogí desde toda la eternidad».5 Dios quiso que Conchita no sólo nos ayudara a comprender eso de la cruz y el dolor con su ejemplo sino que, expresamente, le manda que escriba todo lo que Él mismo le va diciendo. Conchita escribió mucho, sin exagerar podemos decir que muchísimo, sobre casi todos los temas espirituales: la Santísima Trinidad, la salvación, la oración, los sacramentos, el sacerdocio, la cruz, la Virgen María, el compromiso cristiano, la Iglesia, etc. Tantos escritos que ha sido difícil estudiarlos y ordenarlos. Pero aún en esto, Dios ayudó a Conchita a tener las cosas claras. Jesús le va a dar un «resumen» de todos esos escritos que conocemos como la «Espiritualidad de la Cruz» y se lo va a dar a través de un signo. Este resumen es: La Cruz del Apostolado. Ahí están contenidos todos los elementos principales de esta espiritualidad y también de la misma vida de Conchita. Veamos cómo el Señor le regaló ese signo. Una mañana, después de comulgar, Conchita se encuentra haciendo su oración. De repente vio un cuadro de CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA 59 luz vivísima, encendida, con rayos de oro y fuego y, en el centro, una paloma con las alas extendidas. Conchita no entendió esta visión ni su significado; sólo escribió que le quedó una impresión muy honda, de suavidad y de paz. Cuando le contó a su director espiritual, él sólo le dijo «esperemos». Dos o tres días después, una tarde, en la misma Iglesia, Conchita volvió a ver la misma paloma blanca enmedio de un gran fuego como rayos de luz. Abajo de la paloma de alas extendidas, una cruz grande, muy grande, con un corazón en el centro, parecía que flotaba entre un crepúsculo de nubes como con fuego adentro. El corazón era un corazón vivo, palpitante, humano y rodeado de fuego, como dentro de una hoguera. Encima del corazón, una cruz pequeña. El corazón estaba rodeado de espinas agudísimas. Tenía una lanza clavada que hacía brotar sangre. Conchita escribió: «Puedo descifrar todo esto porque incontables veces se me presentó esta hermosa Cruz». Después de estos hechos, ocurridos a lo largo del mes de enero de 1894, cuando Conchita contaba con 32 años, su vida comenzó a centrarse cada vez más alrededor de esta Cruz pascual llena de la luz del Espíritu Santo. Durante toda la vida de Conchita, el Señor, a través de muchas comunicaciones y a través de muchos sucesos, le va a enseñar el valor de esa Cruz del Apostolado. Jesús quiso a Conchita como «canal por donde pasan muchas gracias» y por eso le va a ir señalando una ruta singular; Conchita jamás soñó siquiera ponerse en todo lo que el Señor la puso. Le pidió que fundaran, ella y su director espiritual de entonces, el padre jesuita Alberto Mir, el Apostolado de la Cruz, una obra para todos los bautizados que quisieran vivir bajo el impulso de esa espiritualidad de la Cruz. Luego le va a pedir que sea ella la que funde, también con el padre Mir, las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, para mujeres que quieran entregar su vida en la donación constante a través de la adoración perpetua del Santísimo Sacramento para pedir gracias para la Iglesia y en especial para los sacerdotes. Después, con apoyo y consejos del santo arzobispo de Puebla, Mons. Ramón Ibarra y González, funda la «Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús» para laicos que quieren vivir radicalmente su consagración bautismal; después, la «Liga Apostólica» o «Fraternidad Sacerdotal», para sacerdotes y obispos que quieren profundizar en su vocación a través de la Espiritualidad de la Cruz y, por último, con 60 la ayuda también de Mons. Ibarra y del padre Félix Rougier, funda los Misioneros del Espíritu Santo, para impulsar en la Iglesia la vivencia de esa Espiritualidad que Jesús regaló a su Iglesia a través de Conchita. A este conjunto de agrupaciones se les conoce con el nombre de OBRAS DE LA CRUZ y proponen a todos los que se acercan a ellas, un medio para vivir la vida de todos los días, entregándose en el servicio, como Jesús, y ayudando a otros a encontrarle sentido al sufrimiento, a las dificultades, a todo lo que nosotros llamamos «cruz» y también enseñándonos a quitar las cruces que no salvan con la transformación de la sociedad en que vivimos por el amor. Por eso, la vida y los escritos de Conchita son un regalo para todos nosotros pues nos iluminan y nos enseñan cómo debemos vivir. Jesús le dijo a Conchita el motivo por el que quería que viniera esta Espiritualidad a la tierra: «Para esto viene la Cruz del Apostolado al mundo, para quitar el egoísmo y la comodidad que lo cubre, y para hacer brillar en las almas, por medio del sacrificio, la imagen del crucificado». La Cruz del Apostolado, que es el signo y resumen de la Espiritualidad de la Cruz, nos enseña que el egoísmo que genera la injusticia, la pobreza, la explotación, los odios, etc. sólo pueden quitarse del mundo con la cruz, o sea, con la entrega, como la de Conchita, como la de Jesús. Por eso Conchita aprendió a cargar su propia cruz y con esto continuar la salvación de Jesús. Así, la Espiritualidad de la Cruz quiere ayudar a todos a cargar su cruz; sólo así puede brillar entre nosotros la imagen del crucificado. Conchita murió como vivió: haciendo la voluntad de Jesús. Lo último que escribió en sus cuadernos personales, tres meses antes de morir, resume toda su vida. Estas palabras fueron: «¡Oh mi Jesús, bendito seas y todo para tu gloria!». Expiró el 3 de marzo de 1937, a la edad de 74 años y 3 meses. Cuando se conocieron su vida y sus escritos, causó una grande admiración y todavía hoy sigue maravillando la manera como Dios escoge sus caminos y sus instrumentos porque «Dios escoge lo que el mundo tiene por necio, con el fin de avergonzar a los sabios; y ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para avergonzar a los fuertes. Dios ha elegido a la gente común y despreciada, ha elegido lo que no es nada, para rebajar a lo que es» (1 Cor 1, 27-29). CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA 61 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.¿Por qué crees que el Señor escogió a Conchita como «canal» de la Espiritualidad de la Cruz? 2.¿Qué partes de la vida de Conchita te impresionaron más?¿Por qué? 3.¿Para qué quiso Jesús dar a conocer la Espiritualidad de la Cruz? 4.¿Qué cosa nos enseña a nosotros la vida de Conchita? 1 2 3 4 5 NOTAS DEL CAPITULO Aut 1, 51-52) CC 2, 68) Apostolado, p.42 a CC 7, 30-3) CC 21, 347) 62 CAPITULO 7 LA CRUZ DEL APOSTOLADO OBJETIVO: Descubrir que la cruz del apostolado es un símbolo que nos propone un camino de vida espiritual para nosotros y entender las condiciones que hay para poder comprender este símbolo. LA CRUZ DEL APOSTOLADO 63 64 1 COMO UN SIGNO DE VIDA Y ESPERANZA Ayer que doña Ramona estaba calentando agua para pelar un pollo, sucedió un accidente. Resulta que, al bajar el agua de la estufa, le pegó el vapor en un brazo y eso la hizo soltar de una mano el cazo, de tal manera que desparramó algo del líquido caliente. Con tan mala suerte que Armandito, su nieto, en ese momento corría a abrazar a su abuelita. El agua hirviendo le quemó una parte de la cara y toda su barriguita; alcanzó también a llevarle casi toda la pierna izquierda. Armandito gritaba de dolor y doña Ramona en un momento se quedó como paralizada. Ya después reaccionó dando de gritos también, por lo que acudieron las vecinas. Rápidamente se aplicaron más de 4 o 5 remedios caseros sobre las horribles quemaduras del muchacho: que echarle agua fría para que no se le esponje el cuero; que rodajas de papa cruda para refrescar, que aceite de coche, pero del usado. ¡Vaya usted a ver qué tanta cosa!. Sólo la llegada de Luis, el papá del niño, hizo entrar en razón al mujeral. Calmado como es, en un momento se dió cuenta de la magnitud del accidente. Tomó al niño, lo desnudó, lo envolvió con una sábana limpia y se lo llevó en un taxi al hospital. El enjambre de vecinos no dejaban de hacer sus reflexiones. - Ay doña Ramona, ora sí, qué cruz le acaba de mandar Diosito. - Ay Luchita, ya ni me diga. ¿Por qué a los pobres nos pasan todas estas cosas? Encima de lo que ya sufrimos... estos accidentes. - Pos ya sabe que llueve sobre mojado. - ¿Será que Dios nos está castigando? - Pos a lo mejor, ya ve usté cómo la mamá de Armandito es tan volada de genio. - Cállese, doña Tere; no sé ni qué cara voy a poner cuando ella se entere. Me va a agarrar odio. - Miren, yo creo que ya está bueno de comentarios -dijo Adela- mejor vamos a LA CRUZ DEL APOSTOLADO 65 encomendar a ese muchacho a la protección de Dios. Las invito a que recemos el Rosario. Después de como una hora, llegó corriendo el tío Pedro que venía del hospital. Tenía apretando con la mano un crucifijo. Al llegar le dijo a la abuela que no dejaba de llorar: “Cálmese señora, el niño está un poco mal pero dicen los doctores que se compondrá. Tome esta cruz. Es la que llevaba el muchachito colgada en el pecho. ¿se acuerda que su papá se la puso la primera vez que se enfermó que ya pensábamos que se moría? - ¡Ay Dios bendito! -exclamó Doña Ramona-, esta cruz es como un signo de vida y esperanza. ¡Venga Don Pedrito, vamos a seguir rezando! 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Conoces alguna historia semejante a ésta? 2.- ¿Qué significó para Doña Ramona el crucifijo que le dió el tío Pedro? 3.- ¿Hay algunos signos que nos den esperanza y ánimo? ¿cuáles? 4.- ¿Qué necesitamos cuando sufrimos para encontrar consuelo? 66 3 LA CRUZ DEL APOSTOLADO SINTESIS DE LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ. La espiritualidad de la cruz, que Dios comunicó a la Iglesia a través de Conchita, viene a iluminar la realidad del sufrimiento en el mundo y a dar un sentido liberador a la Cruz. Conchita tiene la visión de la Cruz del Apostolado pocos días después de que grabó en su pecho las iniciales de Jesús y que imploró con todas sus fuerzas: “Jesús Salvador de los Hombres, ¡Sálvalos!. Desde el principio Conchita entiende que esa cruz grande con una paloma arriba, un corazón traspasado por una lanza y herido con una corona de espinas y una cruz pequeña arriba, y rodeada toda ella de nubes y luces muy intensas, es un símbolo, un signo de algo que Dios le quería comunicar. Cuando platica ella de esta experiencia dice que vió una como alegoría. De un modo simple podemos entender que un símbolo es una realidad que podemos palpar con nuestros sentidos, pero que nos hace entender algo más allá que no vemos. Así pues, a través de este símbolo que conocemos como Cruz del Apostolado, Dios nos comunica una espiritualidad, es decir, un camino, una manera de seguir a Jesús para nosotros hoy; en fin, un sentido a nuestros sufrimientos. Es importante saber que no vamos a encontrar el significado que tiene la Cruz del Apostolado en un diccionario, como si pudiéramos comprender esta cruz sólo con la mente, y como si hubiera sólo una manera de comprenderla. El sentido y significado de la Cruz del Apostolado sólo puede comprenderse como un camino espiritual. Esto quiere decir, que no se puede entender sólo con la mente sino se comprende con la vida y con el corazón. También quiere decir que en el seguimiento de Jesús podemos ir encontrando nuevas riquezas a este símbolo. No hay una sóla explicación del sigLA CRUZ DEL APOSTOLADO 67 nificado de la Cruz del Apostolado, sino que podemos continuamente encontrar en ella nuevas riquezas. Como dijera Conchita: “Nunca se acabará de estudiar y meditar la Cruz del Apostolado”1 Hoy como ayer, Dios nos dice que ha escuchado nuestro sufrimiento y nos da un signo, un símbolo para ayudarnos a encontrarle una salida, una respuesta a nuestro dolor. El sentido o el significado de cualquier símbolo no está en sí mismo, sino que está en un grupo determinado de personas que tienen ciertas cosas en común y que logran comprender lo que hay detrás de ese símbolo. Hay símbolos que sólo entienden los mexicanos y que naturalmente no son comprendidos por un chino. Y seguramente que, si viajamos a otros lugares, encontraremos que hay símbolos que no entendemos porque no participamos de esa cultura. La Cruz del Apostolado es también un símbolo que sólo puede ser comprendido por un grupo determinado de personas que tienen algunas cosas en común. A continuación resaltamos dos de estas características que se requieren para comprender este símbolo. a) La fe en el Dios de la Vida Aunque pueda parecer evidente, hay que decir que lo primero que se requiere para comprender el sentido de la Cruz del Apostolado es tener fe. Para quien no tiene fe, esta cruz no le dice nada. Quizá, si tiene conocimientos religiosos, puede tener una cierta definición de lo que significa el corazón o la cruz o la paloma, pero en definitiva no le dice mayor cosa a su existencia. Este símbolo no tiene un sentido real y concreto.para su vida. Sólo quien tiene fe puede descubrir en este símbolo todo su sentido y significado Además hay que aclarar que no basta tener fe a secas, es necesario tener fe en el verdadero Dios, en el Padre de nuestro Señor Jesucristo. No en un dios que castiga, ni en un dios lejano ni que se complace en el sufrimiento del hombre, sino en el verdadero Dios que Jesús nos vino a comunicar. 68 Por último, también entendemos que la fe no es sólo “creer”, sino seguir a Jesús, vivir como Jesús. Para que la Cruz del Apostolado pueda tener un significado para nosotros, se requiere que nos encuentre en el camino de Jesús, siguiéndole a él.. La Cruz del Apostolado es un camino de vida y sólo en este camino vamos desentrañando su significado. b) La experiencia de la cruz Otra condición importante para entender el símbolo de la Cruz del Apostolado es tener de alguna manera una experiencia de la cruz. Quien no sufre o quien no es sensible al sufrimiento de los demás, nunca se preguntará por el sentido del dolor. La respuesta que le trae la Cruz del Apostolado puede ser quizá interesante pero no la respuesta a una pregunta personal y existencial. Sólo quien ha sufrido o sufre o quien es capaz de acercarse al sufrimiento de otros encontrará en este signo la respuesta a una pregunta profunda de su existir. En nuestro mundo, tan lleno de dolor y sufrimientos, la Cruz del Apostolado viene a ser un signo de vida y esperanza. La espiritualidad de la cruz es un camino de amor en el dolor; una vivencia espiritual de servicio y compromiso. A continuación trataremos de ir conociendo cada uno de los elementos de la Cruz del Apostolado y trataremos de descubrir su significado y el sentido que tiene para nuestra vida hoy. LA CRUZ DEL APOSTOLADO 69 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué sabes tú de la Cruz del Apostolado? 2.- ¿De qué manera esta cruz nos da esperanza en nuestra vida? 3.- ¿Qué significa -según lo que acabamos de leer- tener fe en el Dios de la Vida? 4.- Que dos o tres miembros del grupo compartan alguna experiencia de cruz que hayan tenido? NOTAS DEL CAPITULO 9 Ap. C42 a 70 CAPITULO 8 EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ OBJETIVO: Comprender que el Espíritu Santo está sobre la cruz para iluminarnos y ayudarnos a entender que hay distintos tipos de cruces: unas que llevan a la muerte y otras que dan vida; y para poder actuar frente a ellas como Jesús. EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ 71 72 1 NO TODAS LAS CRUCES SON IGUALES - Pos ya te digo, comadre, otra vez se me puso bravo Julián. - Ay, comadre, mi compa diatiro que no le ahorra sufrimiento... Y ¿ora por qué? - Por lo mismo de siempre. Sí esa es mi cruz, está aferrado a que los chamacos no estudien y dale que no afloja ni quinto pa’ l’ inscricción. - Yo de plano ya me viera aburrido, comadre, si cada año es la misma danza. - Pos sí, pero ¿qué quiere que yo haga? El, dale con que de nada sirve estudiar, que es dinero botado por la ventana, que puro echarse andar. Ya ve usté, todo eso. Pero yo me digo: ni oro ni plata les hemos de dar a nuestros hijos, a lo menos el estudio que les quede. Y, si yo he de cargar con la cruz de inorancia de Julián que no comprende, ¿pos qué he de hacer? - Tiene razón, comadre, usté ha sostenido esos muchachos, ¿qué viera sido d’ellos sin su apoyo de usté? Mi compa, con perdón de usté, como que no tiene iluminada su inteligencia y cree que en estos tiempos un chamaco puede pasársela con el machete barriendo monte. ¿Onde va usté a creer eso nomás? - El otro día me mandó hablar el maestro Froylán que es el de mi Chuy, del sesto año que ya va a acabar; me alvirtió que no vaya yo a dejar de apuntar al Chuy en la secundaria que porque va muy bien. No crea, comadre, pero eso me dió una levantada y me está ayudando a soportar la cruz tan pesada de tener que sostener a esos chamacos en sus estudios. ¿Qué será de veras que Dios se acuerda de nosotros los pobres? - No diga eso, comadre, porque Dios claro que se acuerda de uno. - Tiene razón, comadre, lo que pasa es que de repente no sabe uno qué es lo que quiere Diosito, porque cuando ya deatiro no encuentro salida a mis problemas, pus pienso que quizá Dios no quiere que estudie y pienso que quizá yo me EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ 73 estoy entercando. A lo mejor esa ha de ser su cruz de mi Chuy y ya ni que yo me vuelva loca dando vueltas, si Diosito así lo dispones, pus que va uno a hacer. - Pos mire, comadre, pienso que está uste en un error. El otro día en la misa de la Parroquia el Padre dijo que el Espíritu Santo nos ilumina para decubrir que no todas las cruces son iguales; hay unas buenas que hay que cargar y otras malas que hay que quitar. Y dijo luego una retahila de cruces d’esas que Dios no quiere; pero clarito me quedó que dijo que l’inorancia Dios no la quiere; así que ¿cómo no se va acordar Dios de usté? Si le está dando las fuerza pa’ luchar por sus chamacos y cuente con mi ayuda, que pa’eso soy la madrina de mi ahijado Chuy. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿Qué pensaba la mamá de Chuy ante las dificultades que se le presentaban? 2. ¿Alguna vez te ha pasado a tí algo parecido ante algún problema? 3. ¿Qué respuesta le dió su comadre? 4. ¿De que modo nos ilumina el Espíritu Santo en nuestras cruces? 74 3 LA PALOMA ARRIBA DE LA CRUZ Lo primero que ve Conchita cuando tiene la visión de la Cruz del Apostolado es una paloma que representa al Espíritu Santo, y de esta paloma sale una luz que ilumina toda la Cruz. Cuando vivimos una situación de sufrimiento, experimentamos confusión. Nos sentimos como en la obscuridad. Parece que Dios se nos esconde, no entendemos qué significa lo que vivimos: nos preguntamos ¿por qué me pasa esto? ¿es un castigo de Dios? ¿es casualidad? ¿será una prueba? ¿acaso Dios se ha olvidado de mí? Estas y muchas otras preguntas nos hacemos cuando tenemos una pena o vivimos en una situación de dolor. Así pues, el sufrimiento produce contrariedad, confusión, obscuridad. Por eso el sufrimiento necesita ser iluminado, clarificado, desentrañado. Por otro lado, el sufrimiento también nos paraliza. Frecuentemente cuando sufrimos no sabemos cómo actuar. Nos preguntamos: ¿y ahora qué voy hacer? ¿cómo debo actuar? Conchita ve primero al Espiritu Santo porque sin él no puede entenderse lo demás. El Espíritu Santo, arriba de la cruz, nos representa por un lado la luz, la claridad para comprender el dolor y, por otro lado, la fuerza del amor, el impulso que nos saca de la parálisis y nos lleva a actuar como Jesús actuó ante el dolor, para cargar su cruz de amor y rechazar las cruces de muerte. La actitud natural ante el sufrimiento es la de huir de él. El sufrimiento, la cruz, no se puede asumir, ni entender, ni cargar si no es por el Espíritu Santo. «Jesús me explico -escribe Conchita- cómo y por qué el Espíritu Santo cobijaba esa cruz, porque el alma que ha sido creada para gozar, naturalmente rechazaba el dolor, castigo del pecado y que sólo con la ayuda y la gracia del Espíritu Santo, se podía santificar y hasta amar la cruz y cargarla hasta con gozo a imitación de El» (Hist. R.R. de la Cruz Pág 25) EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ 75 El Espíritu Santo viene a iluminarnos para que logremos clarificar cuál es la cruz que estamos viviendo y para impulsarnos a actuar como Jesús. Es el Espíritu Santo quien nos ayuda a descubrir que no todas las cruces son iguales, que no todos los sufrimientos son voluntad de Dios. Gracias a su ayuda, podemos distinguir distintas clases de cruces y podemos actuar frente a cada cruz como Jesús respondió. Veamos, pues, tres tipos distintos de cruces: a) La cruz por ser de carne y hueso Unas cruces las cargamos porque somos hombres y mujeres de carne y hueso. Desde que nacemos probamos el dolor y somos susceptibles de sufrir. Es el dolor natural que a veces cae sin avisarnos y muchas veces es inevitable. Es el dolor de una enfermedad, muchas veces incurable, la cruz de un anciano que tiene achaques, la cruz de la separación de un ser querido, el sufrimiento por un accidente imprevisto. Es la cruz del cansancio, de la soledad, en fin, son todas aquellas cruces que cargamos por el simple hecho de que somos humanos. El Espíritu Santo nos ilumina para ver cuándo nuestra cruz es una cruz natural, humana, de la que hay que liberarse cuando se puede, y, cuándo no es posible, hay que cargarla con entrega, alegría, sin amargura. El Espíritu Santo nos impulsa a vivir esta cruz como la vivió Jesús que asumió la condición humana con todas sus consecuencias. Vivió el cansancio del trabajo cotidiano, lloró por la muerte de un amigo, se angustió frente al peligro. Jesús aceptó en solidaridad con la humanidad esta cruz al encarnarse en el vientre de María. Y por otra parte, le dio un sentido a esa cruz natural: unió todos sus sufrimientos humanos a una vida dedicada a traer la salvación al mundo. Por eso, esta cruz que muchos cargan con amargura y sin esperanza, podemos por la fuerza del Espíritu Santo asumirla como Jesús, con entrega y alegría; ofreciéndola a Dios para la salvación del mundo. No existe dolor -de este nivel natural-, por extraño o profundo que sea, que no pueda ser transformado por la acción del Espíritu Santo. Por lo tanto, esta cruz puede ser convertida en dolor que salva. 76 b) La cruz que es fruto del pecado Otras cruces en cambio, son fruto del pecado personal o social. Son, por ejemplo, las cruces que cargamos y hacemos cargar a nuestra familia o a los que nos rodean cuando pecamos o cuando nos esclavizamos en algún vicio; son sufrimientos que nos vienen por nuestra irresponsabilidad personal, o por la irresponsabilidad de otros, por el pecado personal o social. Son las cruces que sufre la familia cuando está desintegrada porque nadie quiere renunciar a su egoísmo. Son, también las cruces del pecado del mundo, o dicho en otras palabras, son las cruces que el sistema capitalista en que vivimos fabrica en serie, para ponerlas sobre las hombros de una gran multitud de hombres y mujeres, de niños, de ancianos, campesinos, indígenas, obreros, desempleados. El Espíritu Santo, con su luz, nos hace ver cuándo una cruz es fruto del pecado. Nos da la capacidad de ver y analizar con profundidad esta realidad de pecado en que vivimos. Ilumina y desentraña las raíces de la injusticia y de la muerte a pesar de ser obscuras, y nos hace descubrir en ella el anti-reino: una realidad que se opone al plan salvador de Dios. También el Espíritu Santo nos impulsa como a Jesús a quitar estas cruces. Es él quien nos da fuerzas para revelarnos contra estas cruces, porque niegan a Dios. Este Espíritu llevó a Jesús a tomar una doble actitud frente al pecado que produce cruz. Por un lado invitó a los pecadores a la conversión. Hay que cambiar de mentalidad y de vida para que desaparezca el pecado porque trae dolor. Pero por otro lado, Jesús también luchó contra aquellos grupos que por su modo de vivir o de pensar sólo producían cruces para los demás. Estas cruces hay que denunciarlas, hay que quitar sus consecuencias. Dios, su Padre y el nuestro, no quiere esas cruces, porque llevan a la muerte, porque niegan al Dios de la Vida. c) La cruz de luchar por el Reino Finalmente hay otras cruces que son fruto del amor. Le caen a uno cuando movido por el amor se compromete en la lucha por mejorar su persona, su familia, su comunidad, su sociedad. Son los sufrimientos de aquella mujer que EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ 77 trabaja para mejorar su hogar; o la cruz de aquel hombre que lucha para vencer sus propios defectos. También son las cruces de quienes se comprometen en su comunidad cristiana, y que frecuentemente son criticados o rechazados por los demás. O los desvelos, las luchas, los rechazos y persecuciones de quienes por amor trabajan por mejorar su sociedad en alguna organizacion popular o incluso en algún partido político. Este tipo de cruz sólo se puede cargar por la fuerza del Espíritu Santo. El está en medio del mundo y de la historia. El es quien inspira en los hombres y mujeres el deseo de cambiar y ser mejores. El es quien impulsa al pueblo para organizarse y exigir un nivel de vida más humano. El es el «Señor y dador de vida». Que está presente en todas las luchas auténticas y esfuerzos de las personas que buscan un mundo con más amor y justicia. El Espíritu Santo, el mismo que habló por los profetas, sigue hablando por boca de los nuevos profetas de nuestro tiempo que nos invitan a transformar el mundo, a construir la paz y la justicia, a defender los derechos humanos. El Espíritu Santo es quien nos ilumina para desentrañar estas cruces, para descubrir qué tipo de cruz es la que tenemos delante y para actuar frente a ella de la misma manera que actuó Jesús. La cruz obscurece. Hay sufrimientos que no nos dejan ver claro. El Espíritu Santo ilumina el sentido del dolor humano. Por eso, sin la luz del Espíritu Santo, no podríamos entender la cruz, ni comprender el plan de Dios y tampoco podríamos responder como Jesús respondió. 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Que ayuda nos da el Espíritu Santo cuando tenemos una cruz? 2.- Que algúnos del grupo nos expliquen los tres tipos de cruces 3.- ¿Cómo el Espíritu Santo nos impulsa a actuar ante estas cruces? 4.- Que alguien platique un testimonio de alguna de estas cruces. 78 CAPITULO 9 EL MUNDO NECESITA SALVACION OBJETIVO: Ayudar a comprender que la cruz grande significa todo el dolor que viene por el pecado y que manifiesta la gran necesidad de salvación que tenemos de Dios. EL MUNDO NECESITA SALVACION 79 80 1 CON SU CRUZ CARGANDO Andrés y Carmita estaban sentados en la sala de espera del doctor Ramírez. El calor sofocante y el llorar de los niños hacían la espera más angustiosa. Carmita apretaba suavemente al niño contra su pecho. Andrés, sudoroso y cansado, repasaba mentalmente lo que tenía que decir al doctor; hora y media después, los recibió. Acostumbrado a tratar estos casos, el doctor se instaló en su silla esperando la historia de Andrés. -Pos ya va asté a ve... resulta que Carmito, porque así se llama mi niño, como su mamá, estaba bueno y sano pero de un de repente que empezó a ponerse triste y a babiar. - Este chamaco es mero juguetón -terció Carmita-, pero dende el lunes que ya no quiere ni comer. - Los vecinos dijeron que se le calentó la cabeza al niño porque unos sobrinos mucho lo jugaron- dijo Andrés. - Pos yo más bien creo que Diosito nos trae de encargo, doctor -afirmó Carmita- ora si ya no vemos la nuestra. Fíjese que primero, él tenía su parcelita de cacao, no era mucho pero vivíamos bien; nunca nos faltó ni qué comé ni qué bebé, pero luego, que va llegando Pemex y pos pa’ que más que la verdá, pagaba buenos sueldos y a él se le antojó trabajar ahí pero para conseguir la planta vendió su parcelita para pagarle a unos compas que lo colocaron: eso sí, el terrenito donde posamos, ese sí no lo vendió, pero nos quedó un patio chico. Luego, Andrés trabajó 11 años en Pemex y mal que bien nos defendíamos, pero ora, usté ya lo sabe, en este tiempo han hecho muchas liquidaciones y ahí le tocó a mi viejo. Imagínese, doctor: sin trabajo, sin tierrita y con este chamaco enfermo y otros cinco que alimentar. EL MUNDO NECESITA SALVACION 81 Andrés en su interior daba gracias a Dios que su mujer contara toda la historia. El desenlace lo sacó el mismo doctor: - A ver, a ver, lo importante es que este chamaco se alivie y para esto les voy a dar una receta. La consulta, no se apuren, no se las voy a cobrar. Andrés y Carmita salieron tristes y con una receta en la mano. Cada uno con sus pensamientos, con dolor en la mirada y con su cruz cargando. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿Conoces alguna historia parecida a la de Andrés y Carmita? 2. ¿Cuáles crees que sean las causas de la enfermedad de Carmito? 3. ¿Por qué crees que los sufrimientos de Andrés y Carmita se complicaron cada vez más? 4. ¿Qué crees que Dios piense de estas situaciones? 82 3 LA CRUZ DE LOS QUE NO TENEMOS VOZ - ¡Mamá, mamá, venga! - ¿Qué pasa, chamaco, a qué esa bulla? - ¡Que se acaban de llevar a Ligio! - ¿Que se lo llevaron? ¿A dónde se llevaron a mi muchacho? - Pos, vino a dejar el recado don Lolo, me dijo que te avisara. - Pero, ¿a dónde se lo llevaron? - Al pueblo, quesque a la cárcel porque lo acusaron de robo. - ¡Dios mío! y, ¿quién lo acusa? - Pues me dijo nada más eso. - Alístate y nos vamos lueguito. No tarda en pasar el camión de las cuatro. Doña Concha y su hijo Elpidio hicieron el viaje que regularmente dura 45 minutos, pero a ellos se les hizo una eternidad. Llegaron a la Casa de Justicia y ahí sólo les informaron que su hijo, Ligio Canto, había sido consignado por robo a la cárcel donde esperaría la sentencia. Como un balde de agua fría recibió doña Concha la sentencia; otro camión a la cárcel y ahí esperar largo rato hasta que le permitieron hablar con su hijo. De la plática que sostuvieron, doña Concha salió con la certeza en su corazón de que su hijo Ligio era inocente. Don Manuel Arreguín, el dueño de varios ranchos del lugar, quiso quitar de enmedio a Ligio que se atrevió a enamorar a su hija; lo más grave es que Lucy le correspondió. ¿Qué mejor forma de eliminarlo que acusarlo de robo, desprestigiarlo y hacerlo quedar mal? Testigos no faltaron, mediante buenas propinas; y luego, hasta con el juez se podía quedar bien; don Manuel es un hombre de recursos y no está acostumbrado a que algo se le interponga en sus planes; mucho menos un muerto de hambre. EL MUNDO NECESITA SALVACION 83 - Sí mamá, es el precio que tenemos que pagar por ser pobres. - Sí, hijo, es la cruz de los que no tenemos voz, de los que no somos escuchados, de los que nuestra palabra no vale. ¿Quién te va a creer a tí en contra de don Manuel? 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.¿Conoces casos como éstos en tú comunidad? 2.¿Qué significa “no tener voz”? 3.¿Por qué crees que se dan estas situaciones? 4.¿Qué crees que piensa Dios de estas situaciones? 84 5 LA CRUZ GRANDE. Después de la visión del Espíritu Santo, Conchita ve una gran cruz... La cruz, en el Imperio Romano en tiempos de Jesús, era un mecanismo de tortura. A los mayores delincuentes de aquel tiempo, se les torturaba y se les mataba clavándolos en una cruz. Por eso es que hablar de cruz es hablar de sufrimiento, de dolor, de mecanismo de muerte. En nuestro lenguaje común, tener una cruz es tener algún sufrimiento que nos afecta. Hoy para nosotros la cruz puede tener un significado muy distinto porque es el medio por el cual Jesús nos salvó, pero es muy importante no olvidar que al principio la cruz tenía un significado muy distinto. Como instrumento de tortura, la cruz era una maldición. También hoy sigue habiendo cruces que son una maldición, porque son fruto del pecado y no de la fidelidad ni del amor. La cruz grande representa todo el sufrimiento que existe como fruto del pecado. Representa la falta de salvación que hay en el mundo y que produce muerte, sufrimiento, amargura. La cruz grande es la necesidad de la salvación de Dios que tenemos cada uno de nosotros y que tiene la humanidad. Conchita, desde niña, siente y descubre que el mundo sufre por causa del pecado. Anhela profundamente que llegue la salvación a todos para que se terminen esos dolores inútiles. Ella siente un inmenso dolor al descubrir el pecado que hay en la humanidad, incluso en los sacerdotes, y que provocan angustia, muerte, cruces inútiles. Desde pequeña ella busca hacer algo para que la salvación de Dios llegue a todos. Un día Dios le dice: «Tu misión es salvar almas». Y ella busca colaborar ardientemente para que esa salvación llegue. La Espiritualidad de la Cruz nace del ardiente clamor de Conchita cuando el 14 de Enero de 1894 graba en su EL MUNDO NECESITA SALVACION 85 pecho el nombre de Jesús y clama al Señor: «¡Jesús Salvador de los hombres, Sálvalos!» Ella siente en lo más profundo de su ser un dolor, unas ansias porque descubre al mundo tan lleno de pecado que hace sufrir inutilmente. Conchita lucha para que terminen, por fin, tantos sufrimientos que le vienen a la humanidad por causa del pecado. El clamor de Conchita es como el clamor del pueblo de Israel esclavizado en Egipto. Es el sordo clamor de nuestro pueblo que sube al cielo y que busca por todas partes una liberación que no le llega por ningún lado. Es la necesidad de Dios y de su Reino. La cruz grande representa todo el sufrimiento que viene por causa del pecado que hay en el mundo. Es la falta de salvación. Pero esta necesidad, esta cruz, no se vive por todos de la misma manera. No todos sienten de la misma manera esta necesidad de salvación, porque no todos viven del mismo modo las consecuencias del pecado. Hay dos modos de experimentar la realidad de esta cruz: a) Cargar una cruz Todos cargamos el sufrimiento que viene por el pecado, porque en todos existe la realidad del pecado. Vivimos las consecuencias del egoísmo, de la codicia, de la falta de responsabilidad o de amor que hay en la sociedad, en los demás o en nosotros mismos. Vivimos esta realidad y en algunos momentos de nuestra vida la sentimos más pesada y dolorosa. Pero también hay otros momentos en que nos olvidamos de esa cruz, ya no la sentimos tan pesada ni difícil, incluso por momentos parece que desaparece. Sentimos el peso de la cruz del pecado, un momemto sí, y otro momento no. Esta forma de vivir la cruz no es continua sino que sólo se vive por algunos momentos. Tiene un principio y un fin. Esta cruz, generalmente, es una cruz individual y temporal. Cuando cargamos esta cruz sentimos la necesidad de que Dios intervenga y nos salve. A veces decimos : ¡Cómo Dios no cambia a mi hermano, o a 86 mi vecino, para que ya no nos hagan sufrir tanto! Pero frecuentemente cuando pasa esa situación de dolor nos olvidamos de la salvación de Dios. b) Vivir crucificado Por otro lado hay quienes viven permanentemente en la cruz. No solamente cargan una cruz, sino que están crucificados. La cruz está tan unida a sus personas como cualquier parte de su propio cuerpo. Esta cruz es la de los pobres, quienes sufren las consecuencias de un mundo que se ha estructurado con injusticia y con muerte. La cruz de los campesinos oprimidos, los desempleados y subempleados, las mujeres marginadas, los niños de la calle, los indígenas explotados. Son ellos quienes cargan una inmensa cruz colectiva que los va matando. Esta segunda manera de vivir la cruz es permanente y colectiva. No solamente cargan una cruz, sino que están crucificados. Esta cruz así sola es maldita, es fruto del pecado del mundo, no salva, lleva a la muerte, niega al Dios de la Vida, no tiene ningún sentido. La reacción natural frente a esta cruz grande es alejarse lo más posible de ella puesto que lleva a la muerte. Dios no la quiere. Hay que luchar contra ella y quitarla del mundo y de la historia para que el Dios de la vida pueda transparentarse. EL MUNDO NECESITA SALVACION 87 6 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Cómo se manifiesta esta cruz del pecado en las historias de Andrés y Carmita y Ligio que escuchamos? 2.- ¿En qué situaciones de nuestra vida vemos que no ha llegado la salvación de Dios? 3.- ¿Qué cruces hemos cargado por culpa de nuestro pecado? 4.- ¿En qué situaciones se refleja el pecado del mundo? 5.- ¿Qué debemos de hacer frente a los que sufren estas cruces? 88 CAPITULO 10 JESUS ESTA EN LA CRUZ OBJETIVO: Descubrir que el corazón que está en medio de la cruz nos muestra que Dios a través de Jesús, quizo salvarnos acercándose a nuestro sufrimiento para liberarnos de él. JESUS ESTA EN LA CRUZ 89 90 1 MI CORAZON ESTA PEGADO A ESTA CRUZ Rubén nació normal, es el cuarto de siete hermanos y ha crecido mucho. Ya tiene 19 años, pero él tiene un problema muy fuerte; como a los 8 meses de nacido le vino una enfermedad muy grave que pensaron que se moría; le venían por las tardes unas calenturas tan fuertes que hasta se convulsionaba. Su mamá sufrió mucho y hasta llegó a desear que se muriera viendo cómo estaba reducido su hijo; pero por un milagro o porque a la mera hora le atinaron a la medicina, el muchacho se salvó. Al principio no se le notaba nada, pero con el tiempo su mamá empezó a darse cuenta que no se podía parar sólo, que no podía hablar como todos los chamacos de su edad; su cuerpo sí se desarrolló normal y cuando se ve de lejecitos Rubén aparenta ser un muchacho igual que todos; sólo que al platicar con él se ve como que no hila conversación y repite mucho las cosas. Pero eso nada tendría de malo, el problema es que desde que la mamá de Rubén se dió cuenta que el niño no había quedado bien de su enfermedad, se preocupó de llevarlo al médico que le recetaba medicinas caras y una rehabilitación cada 3 días en una clínica especial. Pero, como a los 4 años y medio de esto, murió el papá de Rubén y la cosa se vino abajo. Ella tuvo que trabajar y ya no tenía tiempo ni dinero para atender a su hijo enfermo. Como que Rubén se sintió abandonado, pues se volvió hosco y encerrado en sí mismo. Se le quitó lo alegre y vivaracho y se puso agresivo. A su mamá le entraron sentimientos de culpa y llora mucho porque a sus 19 años Rubén es alcohólico y agresivo. Ha estado tres veces en la correccional y ya pisó la cárcel grande. El muchacho es un azote que ninguno de sus hermanos quiere. Es muy díficil controlarlo y sin embargo su mamá, ante las protestas de familiares y vecinos, no se anima a llevarlo a una clínica. Ella siempre les está diciendo: «Esta es mi cruz; yo la he de cargar ¿por qué no me dejan que la lleve si mi corazón esta muy pegado a esta cruz. JESUS ESTA EN LA CRUZ 91 Sus hijos no están de acuerdo y hasta la regañan pero ella está desorientada y no sabe cómo tomar este problema. De todas maneras, la vida sigue adelante. Los chamacos necesitan del dinero que ella lleva con su trabajo y Rubén sigue ahí, entre la vagancia y la violencia, entre el alcohol y las maldiciones, en este mundo tan lleno de amargura y como una espina gruesa clavada en el corazón de su mamá. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿Qué es lo que más te llamó la atención de esta historia? 2. ¿Cuál es la actitud de la mamá de Ruben frente a su problema? 3. ¿Por qué crees que no puede apartarse de su hijo? 4. ¿Conoces algún caso como éste? Comentar. 92 3 EL CORAZÓN EN MEDIO DE LA CRUZ Esta cruz de muerte que vió Conchita no está sola, tiene en el centro un corazón. Es el Corazón de Jesús. En nuestra cultura, el corazón representa al amor. Así, este corazón que aparece en medio de la cruz expresa el amor de Jesús por la humanidad. El Corazón está en medio de la cruz grande significando el amor de Jesús que se acerca a la cruz de la humanidad. El se acerca a todo el dolor humano, lo carga, lo asume al encarnarse. Aunque no comete pecado, Jesús también carga la cruz que es consecuencia del pecado del mundo. Jesús le comunica a Conchita, en muchas ocasiones, que el inmenso amor que tiene a su Padre y a la humanidad lo llevó a hacerse hombre, a sufrir durante su vida hasta morir en la cruz. El corazón en la cruz representa la unión del amor y del dolor. Amor y dolor son dos realidades que, como nos enseña Conchita, van unidas. Vamos a ver de qué modo se unen estas dos realidades en Jesús. El amor de Jesús le lleva a tomar dos actitudes ante la cruz. a) Acercándose al dolor de la humanidad: la Encarnación El sufrimiento es algo que naturalmente nos repugna, no nos gusta, tratamos de alejarnos de él. La actitud más natural frente a la cruz y al sufrimiento es la de alejarse lo más posible de ella. La actitud del Hijo de Dios es la contraria, se acerca a la cruz de la humanidad. En una actitud de amor y de solidaridad asume El mismo los sufrimientos de la humanidad, se hace hombre y por lo tanto comienza a cargar los sufrimientos de todos los hombres. JESUS ESTA EN LA CRUZ 93 Cristo Jesús siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. (Filipenses 2,5-8) Jesús es imagen de Dios, del mismo Dios que se compadeció y escuchó el sufrimiento del pueblo en Egipto y bajó a liberarlo. Por eso Jesús, igual que su Padre, escucha, se compadece y se acerca a nuestra humanidad, se hace humano para salvarnos. De esta manera, sin tener necesidad y por puro amor, Jesús entra en el mundo humano que, como veíamos, es un mundo marcado por el dolor. A este acercamiento total de Dios al hombre le llamamos Encarnación, es decir, Jesús toma carne humana en el vientre de María, se hace uno de nosotros y comienza a vivir el dolor que viene junto a la condición humana. Pero Jesús, no solamente, asume el dolor natural humano, sino que, sin cometer pecado, Jesús asume sobre sí la cruz del pecado, es decir, carga las consecuencias del pecado del mundo Jesús es el varon de dolores que carga las rebeldías de su pueblo: “Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!” (Isaías 53, 2-4) Jesús no sólo carga la cruz que vive cualquier ser humano; no se queda sólo ahí, sino que vive y asume la cruz de los crucificados. Jesús, al encarnarse, 94 no sólo se mete en el mundo de todos los hombres, entra más allá, hasta lo más profundo, se mete al mundo de los crucificados, al mundo de los pobres. Jesús lleva su encarnación hasta sus últimas consecuencias. Sin asumir el pecado, asume, carga sobre sí las consecuencias del pecado del mundo. Toda la vida de Jesús es acercarse, encarnarse en su mundo concreto y en su historia. Nace en un pesebre, desde pequeño tiene que vivir fuera de su tierra como exiliado, trabaja de carpintero, no tiene ni dónde reposar su cabeza. Sus enseñanzas nos muestran cómo conoce y comparte el sufrimiento de los pobres. Usa imágenes de lo que vive la gente sencilla, sabe las dificultades que pasan los pobres. Ha visto a muchos ansiando en las plazas que alguien les dé trabajo, sabe de las luchas y sufrimientos de los campesinos. La vida de la gente sencilla es un modo para dar a conocer el misterio del Reino de Dios. Es acosado y perseguido por las autoridades de su tiempo y, por fin, es procesado en un juicio injusto y muere abandonado como malhechor en una cruz. Así pues, la primera actitud de Jesús el Hijo de Dios frente a la cruz del mundo es la de la encarnación, es decir, la de acercarse a la cruz de la humanidad y especialmente a la cruz de los sufridos. El carga su misma cruz. Por eso, quien quiere seguir a Jesús ha de acercarse a quienes están en la cruz. La encarnación, la inserción, la solidaridad con quien sufre son actitudes propias de la espiritualidad de la Cruz. En consecuencia, vivir la espiritualidad de la Cruz es acercarse al sufrimiento de los demás. Es acercarse al enfermo que está desahuciado, o visitar al preso o al anciano. Es compartir de cerca los sufrimientos y las luchas de los campesinos, de los indígenas, de los obreros. Por eso, un lugar de encuentro con Dios es el cuerpo de los desposeidos. Jesús está presente en ellos. Son como una encarnación de El, de tal modo que el criterio final para la salvación o la condenación de cada quien estará en nuestro compromiso efectivo con Jesús que está presente en los hambrientos, JESUS ESTA EN LA CRUZ 95 los sedientos, los desnudos, los sin techo, los encarcelados (Mateo 25,31-46). Los obispos latinoamericanos en los documentos de Puebla y de Santo Domingo así lo reconocen.1 La cruz no es principalmente un concepto, ni una ideología, ni una moda. La cruz es sobre todo una realidad cruda, profunda, que envuelve a la persona. Es la realidad que día a día «absorbe» y mata a miles de seres humanos. Por eso sólo es posible comprenderla cuando se vive o cuando nos acercamos a ella. Jesús le dice a Conchita en muchas ocasiones que el verdadero amor lleva a la cruz. No podemos amar desde lejos. El amor a los crucificados nos pide que nos acerquemos a ellos. b) La liberación de las cruces de muerte Jesús se acerca a la cruz de la humanidad y a los crucificados del mundo por amor, pero ese mismo amor le lleva a buscar la salvación, la liberación de sus hermanos. No se encarna sólo para hacerse un sufriente más en el mundo, sino para salvar al mundo de sus penas causadas por el pecado. La segunda actitud de Jesús frente a las cruces de su pueblo no fue ni de conformismo, ni de huída, sino de rechazo ante tanto dolor. Jesús se manifiesta ante su pueblo como un gran destructor de cruces. Jesús no realiza su misión diciéndole a toda la gente que se resigne con sus sufrimientos, sino que El comienza a quitar todas las cruces inútiles que encuentra en su camino. Cura a los enfermos, libera a los poseidos por espíritus inmundos, da pan a los hambrientos, anuncia una esperanza al pueblo y de esta manera les muestra al Dios de la Vida. Esa es su misión: «dar la buena noticia a los pobres, anunciar a los cautivos su liberación, dar la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos, anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-21). Por eso su mensaje no es de tristeza o de muerte, sino de vida. El vino para que el mundo tenga vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Por eso los pobres, los que tienen hambre, los que 96 lloran, los que son perseguidos deben llenarse de alegría, porque su situación va a cambiar (Lc 6,17-22) , porque el Dios de la vida ha decidido comenzar a reinar. Jesús frecuentemente compara el Reino de Dios, que es su mensaje central, con un banquete de bodas, con una fiesta. Dios es un Dios de vivos y no de muertos. El quiere la paz, la justicia, la armonía y felicidad entre todos sus hijos. Jesús también descubre que muchas cruces eran fabricadas por quienes tenían el poder y escribían las leyes sociales y religiosas de su tiempo. Por eso Jesús también lucha por quitar estas cruces desde su raíz, denunciando a aquellos «que hacen cargas muy pesadas para echarlas en las espaldas de la gente sin que quieran tocarlas ni con la punta del dedo» (Lc 11,46). Jesús le da poca importancia a tradiciones y costumbres sociales y religiosas que sólo servían para explotar a los más débiles: el sábado, las purificaciones, el ayuno son preceptos que no deben utilizarse para hacer sufrir a las personas, porque «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado». (Mc.2,27) El Corazón de Jesús en medio de la cruz representa, entonces, el amor de Jesús que se acerca al que sufre y comparte solidariamente sus penas, pero para luchar y aliviar el dolor que mata. El amor a los crucificados no puede manifestarse sino bajándolos de la cruz, luchando para mejorar su situación. La salvación para estas miles de personas tiene que pasar necesariamente por un cambio de su situación inhumana a condiciones de vida más humanas. El amor a estos hermanos es auténtico solamente si se lucha para bajarlos de esa cruz, para cambiar las actitudes, las instituciones, las políticas o estructuras que los mantienen crucificados. No se puede amar a estas personas sin buscar un cambio de su situación. En palabras del Papa Juan Pablo II: «No podemos vivir y dormir tranquilos mientras miles de hermanos nuestros, muy cerca de nosotros, carecen de lo más indispensable para llevar una vida humana digna». 2 JESUS ESTA EN LA CRUZ 97 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué significa el corazón en medio de la cruz? 2.- ¿Cómo ilumina este capítulo la historia de Rubén y su mamá? 3.- ¿A qué nos invita el corazón de Jesús en medio de la cruz? 4.- ¿Qué actitudes hemos de desarrollar para vivir la espiritualidad de la cruz? NOTAS DEL CAPITULO 1 Doc. Puebla N° 31-39 2 Juan Pablo II, homilía en el Valle de Chalco, Edo. de México, pronunciada el Lunes 7 de Mayo de 1990. "Servicio a los pobres desde el evangelio" 98 CAPITULO 11 LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR OBJETIVO: Descubrir que la cruz más propia de Jesús y del cristiano es la que nos viene cuando por amor trabajamos por la salvación de los demás. LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR 99 100 1 UNA CRUZ CLAVADA EN EL CORAZON Estaba el catequista Cayetano explicando un tema a los adolescentes. Les leyó el texto del Evangelio de san Mateo sobre las Bienaventuranzas: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados». «Dichosos ustedes cuando los insulten, los persigan y los calumnien de cualquier modo por causa mía» (Mt 5, 6. 11-12). - A ver, don Cayetano - preguntó Alex-, pónganos un ejemplo de eso. - Mira, Alex, es muy fácil; en la Iglesia hay muchos hombres y mujeres que han sentido esa hambre y esa sed de buscar un mundo más justo y más cristiano. Nada menos, hace pocos años, en un país hermano de Centroamérica, El Salvador, el Señor Obispo de ahí, que se llamaba Oscar Arnulfo Romero fue acribillado mientras celebraba la Santa Misa. - ¿Un obispo asesinado? ¿Por qué, don Cayetano? - Pues por buscar la justicia, Alex. Fíjense que don Oscar predicaba desde la catedral o en el radio contra el gobierno y las autoridades que tenían al pueblo entre la guerra y la miseria. - ¿Y por eso lo mataron? - Pues sí, Alex, él supo cargar la cruz del pueblo y hacerla suya. Como pastor que era, supo cuidar su rebaño y entregó la vida por defenderlo. - Híjole, don Cayetano, eso sí está interesante. Pero usté cree que en nuestro país haya gente como ese obispo que dice? - Pues la mera verdad sí, Alex. Muchos hermanos y hermanas luchan para que en nuestro país haya democracia y los meten a la cárcel. Otros hacen plantones para exigir votaciones limpias y los sacan a palos. Otros entregan su vida para que los más necesitados no sean pisoteados en sus derechos. - ¿Eso, según usté es tener hambre y sed de justicia, como dice el Evangelio? - Claro, Alex, sentir esa hambre y esa sed es como llevar una cruz clavada en LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR 101 el mero corazón; como llevar un dolor muy íntimo por ver que la mayoría de la gente sufre de hambre, de falta de escuela, de ignorancia, de ver que no tienen a nadie que les ayude. - Pues creo que ya entendí esa Bienaventuranza que dijo Jesús y que ha de ser re difícil que lo persigan y maltraten a uno por estar haciendo puras cosas buenas. ¿No cree usté? - Claro, Alex, eso es un dolor muy de adentro, muy íntimo; como el que sufrió el mismo Jesús. A veces lo más doloroso es que hasta la misma gente buena y decente se vuelva incomprensiva y canija con los que buscan la justicia. -¡Ijo, sí, don Cayetano, eso ha de ser gacho! - Pero sabes una cosa, Alex, esa gente que tiene que sufrir esa cruz tan interior, a la larga son los únicos que van transformando la realidad que nos tocó vivir. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué es lo que más te llamó la atención de este diálogo? 2.- ¿Conoces a gente que por comprometerse en mejorar el mundo haya tenido que sufrir? ¿Quién? 3.- ¿Qué cruces nos han venido por hacer el bien? 4.- ¿Qué piensas de estas cruces? 102 3 LA CRUZ PEQUEÑA, LA CORONA DE ESPINAS, LA LANZA. El Corazón que está en medio de la cruz grande tiene clavada una cruz pequeña, una corona de espinas y una lanza. Aunque esta cruz es pequeña, está clavada en el corazón, lo está hiriendo, al igual que la corona de espinas y la lanza. Revelan, pues, sufrimientos que hieren más directamente el amor de Jesús. Estos tres signos representan todo el dolor que vivió Jesús como consecuencia de su compromiso salvador. Son los dolores más profundos del Señor. Jesús le dice a Conchita que él no cargó con la cruz sólo en los días de su pasión. La cruz de Jesús no fue sólo el sufrimiento que padeció cuando lo azotaron y lo crucificaron. Esos no fueron sus principales sufrimientos. Conchita recibió por parte de Nuestro Señor la revelación de otros sufrimientos más fuertes y profundos. En sus escritos se nos narran los «dolores internos del Corazón de Jesús». Podemos descubrir dos cruces profundas de Jesús: a) La Pasión por el Reino Jesús no vino a anunciarse a sí mismo sino que anunció el Reino de Dios. Toda su vida está centrada en ir acercando a los hombres este Reino de su Padre. En este trabajo de anunciar el Reino, Jesús se enfrenta al pecado, a la incomprensión y cerrazón de su pueblo. El Reino -a pesar de ser regalo de Dios- no llega porque el hombre no quiere recibirlo, se ha cerrado a él; prefiere sus negocios mezquinos, sus campos, sus falsos tesoros. (Mt 22,2-14). Este rechazo y dificultad para que el pueblo acepte el Reino que Jesús anuncia, es uno de los sufrimientos más profundos del Señor. LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR 103 Jesús está apasionado por el Reino: «He venido a traer fuego a la tierra y cuanto desearía que ya estuviese ardiendo» (Mt 12,49-50). Por eso todo lo que obstaculiza, niega, impide que el Reino de su Padre sea acogido, es motivo de angustia y de sufrimiento. Jesús entrega a la causa del Reino toda su vida. Predica, cura, ora, reprende, camina de ciudad en ciudad, se cansa, denuncia... Todo lo que hace va encaminado a acercar la salvación de su Padre al mundo. Pero por otro lado se encuentra con la indiferencia de muchos, la dureza de corazón de las autoridades, la falta de fe de sus discípulos, la gente que sólo lo sigue por conveniencia. Todas estas actitudes provocan los dolores internos del Señor, porque obstaculizan el Reino. Un motivo de especial sufrimiento para el Señor es la frialdad, la mediocridad o la traicion de sus amigos, porque defraudan la confianza que el Señor ha puesto en ellos. Sus amigos ahora son los obispos, los sacerdotes, las religiosas y religiosos, los cristianos comprometidos. Así, en los escritos de Conchita se expresa que esa cruz pequeña es el dolor más profundo de Jesús. Su principal sufrimiento no fueron los azotes que recibió, ni los clavos, ni los insultos. El principal sufrimiento es el no ver realizado el plan de salvación de su Padre. Es ver tánto sufrimiento vano en sus hermanos, tanto pecado y tanta lejanía de Dios y su Reino. b) La persecución La corona de espinas y la lanza expresan de alguna manera la existencia de un verdugo que hace sufrir, que clava estos instrumentos de tortura. Son por eso los dolores causados por aquellos que rechazan y atacan directamente a Jesús y a su Reino. En la misión de anunciar la Buena Nueva a los pobres, de quitar las cruces inútiles que los oprimían, Jesús se encuentra con una nueva cruz, o mejor dicho, con su más auténtica cruz: la cruz que viene por amar y buscar la liber104 ación de la humanidad. El conflicto, el rechazo, la indiferencia, la calumnia, la oposición y la persecución, son realidades que le llegaron a Jesús en el camino de la construcción del Reino. Podemos descubrir en la vida de Jesús que este rechazo va creciendo conforme realiza su misión, hasta llegar a su muerte. Los cuatro evangelios nos hablan continuamente de los conflictos que vive Jesús por hacer presente el Reino de Dios. Sus paisanos lo desprecian: «¿No es éste el hijo de José y de María?». Los más religiosos de su tiempo lo espían, le ponen trampas, lo calumnian. Las autoridades lo buscan para matarlo. Lo acusan de estar endemoniado o de ser un borracho y un comilón. Incluso muchas veces intentan matarlo, despeñándolo o apedreándolo. Finalmente, es apresado, torturado, juzgado injustamente y asesinado en una cruz como un malhechor. Todos estos sufrimientos no hacen retroceder a Jesús en su misión, al contrario, Él carga esta cruz con decisión e invita a sus discípulos a hacer lo mismo. (Mt 16,21-26). Para seguirlo hay que decidirse a pasar por el conflicto. Siempre que Jesús invita a cargar la cruz en los evangelios, invita también a seguirlo. Así pues, la cruz que Jesús nos invita a cargar no es cualquier cruz, es sólo aquella cruz que nos viene por seguirlo. Por eso, la carga de Jesús es suave y llevadera. (Mt 11,28-30) No es una cruz que entristece sino que llena de alegría. Jesús abraza decididamente esta cruz, porque es consecuencia de amor y fidelidad a su Padre y a la humanidad. El Reino de Vida tiene que pasar por la cruz. La cruz que Jesús nos invita a cargar no es cargar con cualquier sufrimiento. Ya vimos que hay sufrimientos o cruces que Dios no quiere, que hay que quitar. La cruz de Jesús es aquella que nos viene cuando acercamos la salvación de Dios a los demás; la cruz que nos viene por el compromiso con su Reino. LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR 105 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué significa la cruz pequeña, la corona de espinas y la lanza? 2.- ¿Por qué decimos que esta es la cruz más propia de Jesús? 3.- Que alguno platique alguna experiencia que haya vivido de esta cruz 4.- ¿Cuál es la actitud cristiana cuando vivimos estas cruces? 106 CAPITULO 12 UNA CRUZ DE VICTORIA UNA CRUZ DE VICTORIA OBJETIVO: Descubrir que cuando cargamos una cruz como la de Jesús, siempre hay una semilla de victoria y de Resurrección. 107 108 1 VALIO LA PENA TANTO SUFRIMIENTO 27 de Diciembre de 1991 «Muy querida Manuela: En esta carta que te escribo y que te llevará Miguel, te mando todo mi cariño y mis mejores deseos: ya han pasado 12 días desde que salimos de Villahermosa y hemos caminado sin parar. Por las noches, cuando llegamos a cualquier poblado y la gente sale a recibirnos, traigo los pies hinchados y el cansancio que ya me quiere vencer, y cuando me voy a dormir, tirado en un petate y sintiendo el roce de otros compañeros, me pongo a pensar en muchas cosas. La verdad que me pongo triste recordando cómo fui liquidado por Pemex, así tan de repente, y cómo batallé para mantenerte a ti y a los 4 chamacos. No sabes cómo se me hace un nudo grande en la garganta de pensar que tú y mis niños tengan que sufrir por no tener lo necesario, yo sé que no nos ha faltado qué comer ni qué beber, pero sí siento feo que no pueda darles un poquito más. Yo sé que se merecen mucho, pero el desempleo de verdad nos tiene reducidos. Y luego, ¿cómo no me voy a poner triste? si, después de todo esto, me encuentro tan lejos de ti y de mis niños por venir luchando, exigiendo, gritando que nos respeten el voto. Yo le pregunto a Diosito, muy adentro de mi corazón, por qué permite todo esto de la injusticia, el desempleo, el abuso de autoridad. ¿Será porque quiere probarnos si podemos cargar con esas cruces tan pesadas? Él no me responde nada pero me queda mucha paz en mi corazón. Como que en lugar de desanimarme, me enciendo y me digo a mi mismo: «¡tú estás luchando, tú vas a darle a tu familia algo mejor de lo que tuviste tú!», y con este pensamiento en el corazón me duermo y muchas veces sueño con ustedes. Manuelita de mi vida; ya sabes que te amo a ti y a los niños, más que a mí mismo; por eso vale la pena agarrar la cruz y no rajarse». Te llevo en mi corazón. Liborio. 15 de Enero de 1992 “Manuelita de mi vida. Recibí tu carta en la que me platicas de las dificultades que has pasado junto con los chamacos. Te agradezco mucho tu apoyo para que yo pudiera UNA CRUZ DE VICTORIA 109 continuar en esta lucha hacia la ciudad de México. Quiero platicarte que por fín, después de tantos días de sufrimiento, nuestra voz fue escuchada y las autoridades tuvieron que aceptar nuestras demandas. Como te habrás dado cuenta estos días por los periódicos, el presidente municipal que el gobierno había impuesto ha renunciado y que va a quedar nuestro candidato que la mayoría elegimos. Aquí todos los compañeros estamos muy cansados pero llenos de alegría. Por un lado no te imaginas lo difícil que la hemos pasado. Aquí en la Capital hace un frío de los mil demonios, a veces casi no comemos y luego le entra a uno la nostalgia de la familia. Hemos sufrido mucho, pero quiero decirte que valio la pena tanto sufrimiento. Aquí hemos platicado entre los compañeros cuando alcanzamos la victoria que este tipo de sufrimientos sí que valen la pena. Espero verte pronto”. Con todo mi Cariño Liborio. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1. ¿ Qué situación es la que vive Liborio? 2. ¿Qué sentido tuvo todo el sufrimiento que vivió Liborio y sus compañero? 3. ¿Hemos vivido en alguna ocasión un sufrimiento que luego nos lleve a un gozo? comentar.. 4. ¿Cómo vivimos estos sufrimientos? 110 3 LA LUZ Y LAS NUBES QUE RODEAN LA CRUZ Todo el símbolo de la Cruz del Apostolado está rodeado de una intensa luz que envuelve e ilumina toda la cruz. Además la cruz se encuentra como flotando sobre nubes. Hay alrededor de toda la cruz el resplandor de una luz muy intensa que envuelve la paloma, la cruz, el corazón y lo que lleva el corazón. ¿Qué significado tienen las nubes y esa luz intensísima que cubre este signo? En la Biblia las nubes, el fuego y la luz aparecen frecuentemente en un contexto de victoria, de pascua, de resurrección. Significan así la presencia salvadora de Dios. Cuando el pueblo de Israel sale de la esclavitud, la presencia de Dios se manifestaba a través de una columna de nube durante el día y de fuego durante la noche. Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche. No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche.” ( Ex. 13,21-22) Las nubes y el fuego que alumbra son aquí signos muy claros de la presencia de Dios que actualiza la liberación de su pueblo. El profeta Daniel tiene también una visión de un “como Hijo de hombre que venía de las nubes del cielo” (Dn 7,13). Y luego Jesús recogerá esta visión del profeta Daniel para anunciar su triunfo definitivo después de la gran catástrofe (Mt 24,30). También aparece el signo de las nubes cuando Jesus se tranfigura en el monte; y el texto dice que desde las nubes se escucha la voz del Padre, que dice: "Este es mi Hijo amado, escúchenlo". (Mc 9,7). Así, el signo de las nubes nos expresa la presencia de Dios Padre y no UNA CRUZ DE VICTORIA 111 sólo su presencia sin más, sino una presencia que salva, que libera, en fin una presencia victoriosa. En los escritos de Conchita es muy claro que las nubes que rodean la Cruz del Apostolado significan la presencia del Padre. El signo de la luz también aparece muy frecuentemente en la escritura. Es notable resaltar que es un signo que anuncia esperanza, vida, resurrección. Los profetas especialmente Isaías tiene hermosísimos textos donde anuncia al pueblo que vive en tinieblas la llegada de la luz, es decír, anuncia una transformación que Dios trae y que llena de alegría y de vida. (Cfr. Is 9,1-7). Entonces, esta luz y las nubes sobre las que flota la cruz, representan la victoria de Jesús sobre la muerte, sobre las fuerzas del mal y del pecado. La vida de Jesús, su trabajo por hacer presente el Reino, aparentemente fue inútil. En la cruz del calvario parecía que había triunfado la muerte sobre Jesús; el pecado sobre la gracia; la injusticia sobre la justicia. Parecía que la misión del Señor había fracasado; Jesús en la cruz grita: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Pero, Dios que escucha el clamor del que sufre, escuchó su grito y lo resucitó de entre los muertos al salir el sol del primer día de la semana. Entonces la vida de Jesús, su compromiso por construir el Reino de Dios, sus luchas, desvelos y sufrimientos se convirtieron en camino de vida y de Resurrección. El triunfo de Jesús sobre la muerte, es también el triunfo de su causa, de aquello por lo que él se esforzó y predicó. La resurrección es el inicio del triunfo del Reino que Jesús anunció. De esta manera la resurrección de Jesús hace que el sufrimiento se vuelva más llevadero, porque no hay sufrimiento que tenga mayor fuerza y poder que la vida. La resurrección es la victoria del bien sobre el mal. Así, la injusticia, la desigualdad, la opresión tienen sus días contados, porque nuestra fe en la resurrección nos hace creer que al final de cuentas la vida va a triunfar sobre la muerte. En la actualidad parece que los poderosos han triunfado, que con sus 112 armas, su poder económico, su dominio político, no hay lugar para un mundo mejor. Pero el problema es sólo cuestión de tiempo. La historia está del lado de la vida, del amor porque Jesús ha vencido a las fuerzas de la muerte. Porque su amor y su entrega fueron más poderosas que el odio y la cerrazón de sus adversarios. La Cruz del Apostolado no es una cruz de muerte. No es ensalsar el sufrimiento por sí mismo, ni siquiera el que nos viene por vivir en el amor. Sin la resurrección tampoco ese sufrimiento tendría sentido. La Cruz del Apostolado esta toda ella envuelta, rodeada por una inmensa nube y llena de luces de mil intensidades. Quiere decir que el sufrimiento a la manera de Jesús, tiene un sentido, no cae en el vacío, sino que lleva a una vida plena y nueva. Cuando cargamos la cruz de Jesús no llevamos un sufrimiento que amarga el corazón, ni que deshumaniza, sino que es camino de salvación. Por eso podemos sufrir con entrega y alegría. La fe en la resurrección da resistencia en la lucha, esperanza en medio de la incertidumbre, alegría en las pruebas. Por eso, vivir la espiritualidad de la Cruz es acercarse a los sufrimientos más agudos de la humanidad; es tener los pies bien puestos en la tierra; es encarnarse en un mundo lleno de pecado; es compartir la suerte de los desposeídos; pero no con tristeza y amargura, sino con la alegría de la Pascua, con una «esperanza contra toda esperanza», con aquella terquedad y alegría de los santos. La certeza de que Dios salvador acompaña y cubre nuestros sufrimientos nos da fortaleza en medio de las luchas. Su presencia resucitadora no sólo se hace patente al final de la historia, en el momento del juicio, sino que también nos da la capacidad de alegrarnos en medio de las pruebas y de las persecusiones. Ese es el testimonio que nos ha dejado en su vida Conchita, el Padre Félix, Monseñor Ibarra y muchos otros que vivieron el espíritu de la Cruz. UNA CRUZ DE VICTORIA 113 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Qué entendiste de lo que significan las nubes y las luces que rodean la cruz del apostolado? 2.- ¿Cuáles son los sufrimientos que generan vida? 3.- ¿Haz experimentado alguna vez sufrimientos de este tipo? 4.- Cuando sufrimos alguna cruz de vida ¿En que nos ayuda la fe en la resurrección? 114 CAPITULO 13 CONCLUSION SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA OBJETIVO Ayudar a que cada comunidad haga una síntesis del recorrido que hemos llevado entendiendo que vivir la espiritualidad de la Cruz es seguir a Jesús, Sacerdote y Víctima SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 115 116 1 MI HISTORIA DE SUFRIMIENTO A lo largo de nuestro libro hemos conocido diferentes historias. Aunque quizá no conozcamos a Ligio, ni a Néstor, ni a Doña Ramona, cada una de las historias que hemos reflexionado es la vida de alguna persona de carne y hueso que ha vivido una cruz. Además, seguramente cada uno de nosotros podría contar muchas otras historias marcadas por el sufrimiento. Nuestro camino de reflexión pronto se terminará pero es importante que ahora cada uno recoja su propia historia de cruz y revise de qué manera la ha vivido. Por eso en este apartado, en lugar de platicar una historia, invitamos, con algunas preguntas, a que cada uno revise en su propia historia las experiencias de cruz y reflexione el modo como las ha podido vivir. 2 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Cuáles han sido las experiencias de sufrimiento más fuertes que has vivido? 2.- ¿Cuáles identificas como las raíces o causas de este sufrimiento? 3.- ¿Qué pensamientos recuerdas que te han venido cuando vives estas situaciones? 4.- ¿Con qué actitudes haz respondido ante estas situaciones? 5.- ¿Cuáles han sido los temas o las reflexiones que más han iluminado tus vivencias? SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 117 3 JESUS SACERDOTE Y VICTIMA La cruz y el sufrimiento son realidades que están ahí, que nos salen al encuentro a lo largo de nuestra vida; que nos vienen casi necesariamente, sobre todo, cuando nos comprometemos. Y frente a ellas ¿qué hacemos? El cristiano tiene que hacer de la cruz una espiritualidad. Y la cruz sólo se hace espiritualidad si se asume en el camino del seguimiento de Jesús. Hemos aprendido que vivir una espiritualidad cristiana es seguir a Jesús y que, si bien podemos decir que sólo hay una gran Espiritualidad cristiana, también decíamos que dentro de esta gran Espiritualidad hay diversos acentos o estilos de vivir el seguimiento de Jesús. Aprendimos que Dios ha suscitado distintas espiritualidades dentro de la gran Espiritualidad cristiana, para hacer presente una dimensión de la vida crisitiana que en un momento histórico se ha diluido o que es muy oportuna para ese tiempo. El acento o el color con el cual la espiritualidad de la cruz quiere animar el seguimiento de Jesús es el modo como Jesús asumió la cruz, como entregó su vida para la salvación de la humanidad. Y aunque esta entrega culminó en el momento de la cruz, sabemos que la oblación de Jesús duró toda su vida. Por eso, si quisiéramos resumir en una frase qué significa vivir la espiritualidad de la cruz, diríamos que vivir esta espiritualidad es seguir a Jesus sacerdote y víctima. Es curioso que en ninguna parte de nuestra reflexión hayamos mencionado el sacerdocio de Jesús y ahora lo propongamos como síntesis de esta espiritualidad. Ciertamente a muchos de los primeros cristianos poco se les ocurría llamar a Jesús “sacerdote”, puesto que El no fue sacerdote como los de su tiempo; Jesús tampoco ejerció actividades que en aquel tiempo eran consideradas como las prácticas sacerdotales. (Heb. 7,13-14). Pocas veces lo 118 encontramos en el templo, y en ocasiones cuando está en el templo, su modo de hablar provoca conflictos entre los sacerdotes judíos. En muchos textos del evangelio parece que Jesús no se entendió bien con los sacerdotes de su tiempo. Sin embargo, con el tiempo los primeros cristianos fueron descubriendo que Jesús había conseguido por un camino muy distinto lo que intentaban los sacerdotes antiguos. Fue entonces cuando la comunidad cristiana comprendió que Jesús había inaugurado un nuevo sacerdocio que consiguió en definitiva lo que pretendían los antiguos. Los sacerdotes del Antiguo Testamento pretendían ser mediadores entre Dios y el pueblo. Como intermediarios los sacerdotes se encargaban a través de sacrificios externos de conseguir el perdón o la salvación para el pueblo. Pero para poder ser mediadores, el sacerdote tenía que separarse de su pueblo. Así un sacerdote se consagraba con toda una serie de separaciones que lo alejaban de su comunidad y lo capacitaban para poder ser mediador. La verdad es que este sacerdocio sólo era una imágen muy imperfecta del que había de venir, puesto que sus sacrificios externos no conseguían en realidad la salvación por parte de Dios. Los primeros cristianos, al reflexionar sobre la vida de Jesús y sobre todo en su entrega total en la cruz, descubrieron que esa manera de vivir y de entregar la vida nos había conseguido la salvación. Fue entonces cuando descubrieron que Jesús es el auténtico sacerdote, más aún, el único sacerdote. Pero por otro lado, constataron que Jesús nos alcanzó la salvación por un camino radicalmente distinto al de los antiguos. Mientras los sacedotes antiguos se consagraban separándose del pueblo y de la comunidad para poder entrar en el mundo de lo sagrado, Jesús inicia su sacerdocio acercándose a la humanidad por su encarnación y vive un ministerio en continua cercanía a su pueblo. Mientras los sacerdotes antiguos ofrecían a Dios continuamente muchos sacrificios externos, Jesús ofrece un sólo sacrificio: su vida entregada hasta la SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 119 cruz. En el sacerdocio que realiza Jesús la ofrenda es él mismo, por eso decimos que Jesús es el sacerdote y la víctima, es decir, se ofrece a sí mismo. Vivir la espiritualidad de la Cruz es seguir a Jesús sacerdote y víctima, porque es unirnos a él en la entrega de la propia vida para la salvación del mundo. Esto supone una doble actitud; por un lado, Jesús que contempla a Dios su Padre para reproducir en él su misericordia y, por otro, una actitud de encarnación y solidaridad para realizar esa misericordia como salvación al mundo. a) Jesus Contemplativo Jesús vive su sacerdocio a lo largo de toda su vida. Todo su actuar fue sacerdotal, porque toda su vida acercó la salvación a la humanidad. Sin embargo, destacamos la contemplación como una actitud primordial en su vivencia sacerdotal. Jesús contempla a su Padre y nos lo revela a nosotros. Toda su práctica, su acción salvadora emana de esta contemplación de Dios: “yo hago lo que veo de mi Padre”. No viene por cuenta propia, ni hace las cosas por sí mismo, sino viene en el nombre de su Padre. Esta actitud contemplativa se refleja en la búsqueda de momentos explícitos en que Jesús intenta apartarse de las multitudes para ponerse en contacto con su Padre. Es relevante descubrir cómo en los momentos que parecen más importantes en el ministerio de Jesús es cuando él busca con mayor fuerza estar a solas con su Padre. Pero la contemplación de Jesús no se reduce a los momentos de oración, sino es una actitud, una manera como Jesús ve toda la vida y realiza su misión. Jesús contempla a Dios, su Padre, y reproduce para nosotros su rostro como un Dios de misericordia. El viene a enseñarnos no un Dios lejano o ajeno, sino a un Dios que se acerca y escucha el clamor de la humanidad. El es la imágen de Dios invisible, por eso, si Dios es quien “escucha el clamor de su pueblo y baja a liberarlo”, Jesús, su Hijo también se muestra como quien se acerca, se encarna para salvar a la humanidad. Jesus no hace otra cosa sino lo que ha visto de su Padre. 120 La contemplación de Jesús también le hace descubrir todo lo que se opone al plan de Dios en la historia. Al contemplar esta oposición a la voluntad salvadora de Dios en la historia, Jesús sufre en lo más profundo de su ser. La cruz pequeña que aparece en el Corazón de la Cruz del Apostolado refleja este dolor profundo, interno, más grande que el de la pasión. Por eso de esta contemplación brota una fuerza que lo lleva a luchar por transformar todo aquello que se opone a la salvación de Dios. Pero también Jesús es capaz de contemplar la obra de Dios que se va realizando en la historia en lo pequeño y sencillo, por eso anuncia a sus discípulos que hay que saber ver la realidad y descubrir cómo el Reino se va desarrollando en el mundo como el pequeño grano de mostaza que parece insignificante pero que tiene la capacidad de convertirse en un gran arbusto. Así seguir a Jesús sacerdote y víctima significa vivir en una actitud contemplativa, es decir, descubrir, al igual que Jesús, cómo es Dios para reproducir su cercanía y su misericordia para los demás. Significa también tener la capacidad de ver la historia y descubrir todo lo que se opone al plan de Dios y así compartir con Jesús el dolor ante tanta oposición al plan salvador de Dios. Pero por otra parte, vivir la contemplación de Cristo sacerdote también es saber descubrir los signos del Reino ya presente en medio de la historia. b) Solidaridad que salva Una segunda actitud sacerdotal de Jesús es la solidaridad salvífica. Ya hemos dicho que el corazón en medio de la cruz significa el amor de Jesús que se acerca al sufrimiento de la humanidad. Jesús no realiza su sacerdocio alejándose de su pueblo, como los sacerdotes de aquel tiempo. Jesús se hace mediador, acercándose, haciendose solidario a la humanidad. Solidaridad significa: “acercarse al que carga una cruz y compartir con él esta carga”. Vemos pues, que Jesús no ve el sufrimiento humano desde lejos, SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 121 sino que se acerca al sufrimiento del mundo y lo comparte él mismo. Jesús es compasivo y lleno de misericordia porque ha contemplado a su Padre, el Dios de la misericordia y no hace otra cosa que lo que ve del Padre. Pero es misericordioso también, porque ha compartido en todo la condición humana. Este acercarse al sufrimiento del mundo es también una fuente de donde brota la misericordia y la compasión de Jesús. “Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo. Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados”. (Heb. 2,17-18) Dios se hace solidario con el hombre porque en Jesús toma la condición humana. Participa así de la realidad del sufrimiento humano. Pero Jesús lleva su solidaridad hasta el extremo. No se conforma con acercarse a la humanidad, tomando carne humana, sino que desde su nacimiento en el pesebre de Belén, asume la cruz de los sufridos del mundo. Su vida es un continuo acercarse, encarnarse, solidarizarse a quienes más sufren, hasta morir en una cruz como un malechor. Este es el camino que siguió Jesús para convertirse en Sumo Sacerdote capaz de compadecerse de la humanidad. “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. (Heb. 4,15) Vivir la espiritualidad de la cruz es vivir como Jesús en una actitud permanente de solidaridad y acercamiento a la cruz de la humanidad. Al igual que de la contemplación, también de la solidaridad ha de brotar la compasión y la misericordia. Vivir la espiritualidad de la cruz es compartir desde dentro el sufrimiento 122 de los pobres, de los marginados, de los sufridos, de los enfermos. No se trata solamente de mirar desde lejos el sufrimiento sino de acercarse y compartirlo para poder experimentar la misericordia sacerdotal de Jesús. Es significativo que la carta a los Hebreos después de haber reflexionado sobre el sacerdocio de Jesús ponga entre las primeras recomendaciones el acercarse a los sufrimientos de los presos y de los maltratados, invitándo a ponernos en su lugar: “Acordaos de los presos, como si estuvieraís con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también vosotros teneís un cuerpo” (Heb. 13,3) Por otra parte la solidaridad de Jesús no es sólo un acercarse sin más al dolor humano. Decíamos antes que Jesús no se acerca al sufrimiento humano para hacerse un sufrido más en el mundo, sino que se acerca para salvar. La solidaridad de Jesús es una solidaridad salvadora. Aquí también existe una diferencia radical del sacerdocio de Jesús con el de los sacerdotes antiguos. Los sacerdotes del Antiguo Testamento pretendían conseguir con sus sacrificios la salvación del pueblo, pero en realidad no alcanzaban nada. En cambio, Jesús sí trae salvación a la humanidad. Se acerca, se solidariza para salvar. Ya hemos visto cómo durante su vida mostró signos de esta salvación al liberar a muchos de las cruces inútiles que vivían: dando vista a los ciegos, curando a los enfermos, liberando a los oprimidos, expulsando a los demonios. Finalmente cuando Jesús lleva al extremo su amor salvador y muere en la cruz, es Resucitado por el Padre y así nos alcanza plenamente la salvación. Así pues, esta solidaridad de Jesús con los sufridos es una solidaridad alegre y esperanzada, porque a través de ella se consigue la liberación y la vida. Jesus nuestro Sacerdote nos llena de confianza; a través de Él, tenemos la confianza cierta, aún en medio del sufrimiento, de alcanzar la vida plena. SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 123 4 PREGUNTAS PARA COMPARTIR 1.- ¿Por qué decimos que Jesús es sacerdote? 2.- ¿Cuáles son las características del sacerdocio de Jesús? 3.- ¿Qué significa que Jesús es víctima? 4.- ¿La manera cómo Jesús vivio la cruz, cómo ilumina nuestras propias situaciones de sufrimiento? 5.- ¿Qué pistas nos ha dado esta reflexión para vivir nuestra fe cristiana en nuestra situación? 124 ORACION Padre Santo, por las manos de María te ofrecemos a tu Hijo Jesucristo que se hizo carne por nosotros. En él, tu y nosotros nos alegramos. Impulsados por el amor que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones, nos unimos a la ofrenda de tu Hijo entregándote toda nuestra vida que te ofrecemos a cada momento, especialmente cuando sufrimos por tu causa, para la edificación de la Iglesia, la santificación de los sacerdotes y la construcción de tu Reino. Jesús Salvador de los Hombres, ¡Sálvalos! SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 125 126 INDICE PRESENTACION Página CAPITULO 1: QUE HACEMOS CON LA CRUZ Hoy vamos a hablar del sufrimiento Los caminos ante la cruz 7 9 13 CAPITULO 2: QUE ES UNA ESPIRITUALIDAD ¿Tenemos que meternos en las cosas del mundo? Espiritualidad es lo que nos mueve 17 19 21 CAPITULO 3: ¿DIOS SE ESCONDE CUANDO SUFRIMOS? Dios ya no me escucha Dios se oculta detras del sufrimiento 25 27 29 CAPITULO 4: DIOS ESCUCHA EL CLAMOR DE SU PUEBLO Seguro que Dios sí me escucha Dios escucha el dolor de su pueblo 35 37 39 CAPITULO 5: LOS PROFETAS NOS DESCUBREN EL VALOR DEL SUFRIMIENTO Sus palabras le dieron un consuelo Dios nos habla a traves de una mujer 45 47 49 CAPITULO 6: CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA Llamados a vivir la santidad Quién fue Conchita 53 55 57 SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA 127 CAPITULO 7: LA CRUZ DEL APOSTOLADO 63 Como un signo de vida y esperanza 65 La Cruz del Apostolado, síntesis de la espiritualidad de la Cruz 67 CAPITULO 8: EL ESPIRITU SANTO ILUMINA LA CRUZ No todas las cruces son iguales La paloma arriba de la cruz 71 73 75 CAPITULO 9: EL MUNDO NECESITA SALVACION Con su cruz cargando La cruz de los que no tenemos voz La cruz grande 79 81 83 85 CAPITULO 10: JESUS ESTA EN LA CRUZ Mi corazón esta pegado a esta cruz El corazón en medio de la cruz 89 91 93 CAPITULO 11: LA CRUZ QUE VIENE POR AMAR Una cruz clavada en el corazón La cruz pequeña, la corona de espinas y la lanza 99 101 103 CAPITULO 12: UNA CRUZ DE VICTORIA Valió la pena tanto sufrimiento La luz y las nubes que rodean la cruz 107 109 111 CAPITULO 13: CONCLUSION: SEGUIR A JESUS SACERDOTE Y VICTIMA Mi historia de sufrimiento Jesús, Sacerdote y Víctima 115 117 118 128