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e n C i u d a d R e a l p o r l a c o m p a ñ í a Vigo-A.c3amtiz.
b-i'l . K. M ] l i n ) A ,
¥ Novedades del Rei
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MlXOS" EQUIPOS
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GÉNEROS DE SEDA,
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* * • GODÓN * • +
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ESPECIALIDAD EN CAMISAS A LA MEDIDA
É LÓPEZ
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CALER
R E A L - M e r o é n N%i@w, 4.
fleiIDEMIJl ROGERIO-eHMHZON
ESPECIAL DE DERECHO Y FlbOSOFÍA Y bETKAS
J A C O M E T R E Z O , 66.--PLAZA DEL
«
jay^K^
CALLAO.-MADRID
»
Este Centro de enseñanza, el primero de los de su clase en Madrid, admite alumnos internos y externas
para la carrera de abogado y para las preparaciones especiales de carácter jurídico. Se halla instalado en el
sitio más céntrico de Madrid á toda comodidad y cuenta con escogido profesorado que al llevar sus alumnos
á los exámenes, ha logrado brillantes éxitos, basados en el trabajo y en lo acertado de ios planes pedagógicos. Resultado en 1913 y Junio de 1914.
Matrículas defionor,14; SoBresalientes, 35;
^
NoíaDIes, 60; HproBados, 95; Suspensos, 9
En la organización actual de las Universidades es imposible que, dada la numerosa matrícula, y con la
actual indisciplina entre los alumnos, pueda lograrse el fin de la mstrucción y un título académico, sin que
los padres expongan, con grave riesgo, el tiemp \ el dinero y la moralidad de <u% íiijos abandonados á su
propia libertad. La A c a d e m i a Í^Ofierlo-Camazón suple estas deficencia.^ con un internado paternal,
con un estudio asiduo, sin huelgas estudiantiles y reglamentando siempre su vida lobre los fundamentos de
la moral cristiana.
Cuantos se iníeresem por sus hijos y pretendan que estos cursen la carrera con aprovectiamiento, deben
escribir pidiendo detalles y reglanieníüS al Director, j'acometrt/.o, h6. Madrid.
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AÑO IV
ClUt>A»-I\RAlj
Lunes 10
de Mayo de I9t5.
NtJM. 137
VIDA MHNeHEGfl
REVISTA REGIONAL ILUSTRADA
TEbÉF.NÚM. 2 0
(5 ^
DÍ:
Glosario quincenal
Nicoiasín sabe de cuentas, escribe al
dictado, señala con un puntero, en el
mapa de España, el recorrido de los
ríos y las cordilleras de ¡as montañas;
de Historia no está mal. Nicoiasín es un
chico precoz; discurre como un hombre, se le ocurren unas cosas que dejan
asombrado al profesor. La memoria de
Nicoiasín es portentosa; su imasíinación
va más allá de lo que dicen los libros.
¡Que gran partido se podía sacar de Nicoiasín 1 Pero he aquí que Nicoiasín es
díscolo, desobediente, desaplicado, travieso. ¡Un verdadero rebelde!
Cuando sale de casa, Nicoiasín se
burla de los g-uardías y de los mendigos, tira piedras á los pájaros, y persigue á los perros. Nicoiasín es ei terror
de los chicos del barrio; las nifiJtas de
la escuela próxima á la de Nicoiasín le
huyen como si íuera el diablo... Además
Nicoiasín habla mal de los amigos, ambiciona todo lo que poseen los amigos,
idea mil travesuras para hacer daño á
los amigos. En ia escuela cuenta al maestro lo que ve ó escucha en su derredor,
para gozarse luego en el castigo de sus
condiscípulos; y si estos no hacen nada
malo él miente y lo inventa.
Nicoiasín es un soberbio y im egoistón; en su domicilio vive del capricho y
cuando no logra imponer su voluntad
llora y grita, maldice é insulta, da pataletas y la pega con las personas, los
animales y las cosas que están á su alcance. Si le niegan un antojo, como este cerca la domestica la dá un mordisco
ó una coz, ó la desgarra el mandil; como se le aproxime el gato, le tira de las
orejas ó le pisa el rabo; y cuando no,
derriba las sillas ó estremece ¡a casa á
golpes con las puertas.
Los padres de Nicoiasín no saben
qué hacerse. «Ya ve usted, tan listo como es»—nos decían días atrás, hablando del muchacho — y añadían luego:
«¿Que desdicha nos reservará este condenado, para el mañana?» Nicoiasín
que estaba presente echóse á reir con
un descaro inconcebible.
Ayer nos paró en la calle un vecino
de los padres de Nicoiasín. «¿No sabe
usted? El chico ha hecho una de las suyas; descerrajó la cómoda de su casa y
se ha jugado unas pesetas, con unos
rORKKSl-OSDBNCU
Caballero.'', 4
2 0 CÉNTIMOS
j
granujas del barrio. Luego cuando le
castigaron sus padres, se volvió contra
ellos y por fin quiso arrojarse al pozo...
Tendrán que sentir con el chiquillo.»
Nosotros que nos cüm]3adecenios de todas las desgracias, exclamamos: * Los
padres de Nicoiasín son dignos de lás-
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.
-
- . 1 ^
ÍNolablo poeta stivillano que lia imblicailo «Flores rfo lili lUirra.
tima.' Pero el amigo, lejos de compadecerse, fué y nos dijo: -Ellos se tienen
la culpa; mire usted que con tant-o saber el chico y no haber aprendido á
amar al prójimo, ni á honrar á los padres, ni á no codiciar los bienes ajenos..." Le interrumpimos: «¿Quiere usted decir que no le enseñaron lo que
Dios manda en e! decálogo? El vecino
de Nicoiasín puso término á la conversación con este sustancioso párrafo: *NÍ
nada que huela á ley divina. Los padres
de Nicoiasín se lo prohiben al maestro,
y como la escuela es privada el maes-
^
j
D
^
tro mira á su bolsillo y olvidándose de
la conciencia les da gusto. Ya verá usted, ya verá, con tanto saber leer y escribir y de cuentas, pero nada más, qué
buena persona va á ser Nicoiasín.
El primer juez, en esta vida, para juzgar todos y cada uno de nuestros actos,
debe ser la propia conciencia. La tranquilidad de! espíritu no deberá depender de lo que digan ios demás, sino de
lo que diga nuestra propia conciencia;
mejor dicho; de aquello que nos haya
permitido hacer la propia conciencia.
No es honrado aquel cjue pasa como tal
ante el prójimo, porque s a b e darse
buena traza para engañarle; lo es el que
ni atenta contra ^.u honra ni contra la
del prójimo, aunque el prójimo lo ponga á lo mejor en entredicho, (jerío que
no basta ser honrado, sino que es preciso parecerlo; pero también es mucha
verdad que más vale saber uno que !o
es, aunque á veces iit. lo parezca á las
gentes. L,a calumnia debe importar tanto como el elogio falso; uno no debe
preocuparse hasta tal exiremo que pierda las ganas de comer, s; por acaso dice el prójimo que uno es un imbécil. Se
desprecia el juicio de! prójimo y en paz.
En cambio, si uno sabe que el prójimo
dice que uno es un genio, como tampoco es verdad, uno debe reirr.e. lr!l honor de uno estará limpio si uno no lo
mancha, y estará sucio si uno lo ensucia, aunque crean lo contrario los demás. Apliquemos el caso al mérito; no
se empañecerá éste, aunque el vaho del
prójimo lo pretenda; ni resplandecerá
en nosotros, si carecemos de él, por más
que el prójimo ponga en ello todo su
empeño, embustero y adulador.
En la crónica de sucesos de los periódicos vemos de vez en cuando la relación de ciertos hechos que dan motivo
á estas consideraciones. Y en la vida de
relación, entre los amigos que se dicen
íntimos y los que no lo son, también se
nos ofrecen. Citemos, para que nos de
idea de los otros casos, un ejemplo. Supongamos que un cajero se engancha
las uñas en unos billetes que no son suyos; el cajero es descubierto y trata de
colgarse del cuello á una viga ó se salta
los sesos. Las gentes no se limitan á
compadecerle, sino que tratan de sublimizar el hecho de descerrajarse un tiro
>
ó de estirar el pescuezo; para ello sacan
al sol e! honor, olvidando lo de los billetes y exclaman: «Es que el hombre
tenía un gran concepto del honor.'
Uno se queda perplejo, dudando si
las gentes habrán perdido el juicio ó si
será uno el loco. Y se pregunta: ¿Pero
es posible tener un gran concepto del
honor y apoderarse de unos billetes que
no son de uno? El cajero no debió asordarse del honor cuando se enganchó las
uñas en ios billetes; y sí no se acordó
en aquellos instantes, es porque no lo
tenia en gran estima, más claro: porque
consideró que eso del honor es una cosa que puede servir de puertas afuera,
para mostrarse ante los demás limpio de
ropa, aunque la conciencia se pudra de
puro puerca. Como si dijéramos la levita en cuyo fondo han de ocultarse las
joyas ajenas. Sabido es que con la blusa
del obrero, aun siendo honrosa, se haría sospechoso el estafador ó el gran
ladrón. Sin embargo, el obrero que viste de blusa podría no tener ese concepto del honor, que las otras gentes tienen,
pero honor sí que tiene; él no se enganchó las uñas en los billetes. No tuvo
que temer á los jueces ni que avergonzarse de las gentes; mañana tampoco
tendrá que temblar ante el Supremo
juez. El cajero solo temía á los demás
y por eso se colgó á una viga. Ahora dicen de él que tuvo un gran concepto del
honor; pero los billetes no parecen. Ni
tampoco el honor. Las gentes han de
conformarse con el concepto...
nedores de trigo dicen que no les corre
prisa vender. Van pasando los días y las
semanas, y las existencias van mermando en ios graneros de las fábricas harineras y paniñcadoras. Así las cosas, y no
se tardará mucho sin que se nos anuncie la falta de harina para la fabricación
del pan.
El conflicto que se avecina es de gran
transcendencia. ¿A quién no se le alcanza su gravedad?'¿Quién tan ciego que
no vea las cosas claras? Sin trigo no hay
harina y sin harina no puede haber pan.
Cuando el pan falte hará su aparición
el hambre. Siempre se dijo que el hambre es mala consejera. Añadimos nosotros que suele avivar las pasiones; y entonces la mirada es torva y la contracción del rostro trágica, y se crispan los
puños y se vive en un ambiente amenazador.
Mediten los que están llamados á remediar tales males y con tienq^o procuren ahuyentar las nubes brumosas que
empañan el horizonte maiichego. Y que
vuelva el optimismo y lu/.ca en la altura
el sol. El pan es manjar de los pobres,
gustan de él también los ricos. Viene de
Dios. Gustando del pan parece que se
acei-ca uno á la gloria.
Que no falte el pan. Haya energía en
la Junta de subsistencias, discreción y
sinceridad en los fabricantes de harinas,
patriotismo en los tenedores t|e trigo, en
los panaderos conciencia y honradez y
en el pueblo mesura. Dicho más pronto:
haya hombres de buena voluntad. Y
desvanecido todo conflicto, la paz será
Los fabricantes de harinas no hallan con ellos.
AVI CEO.
trigo al precio regulador, porque los te-
liA CANCIÓN
DEL DESAMPARO
(Traducción d e V e r l a i n e )
Del mar de tu desventura
Entre sus amargos rizos
Y en su infinita llanura,
Ven mis ojos tus hechizos
En noche infernal y oscura.
No estás sola, en tu regazo
L'n tierno niño, buscando
Único amparo, á tu brazo
Fía su suerte; tu llorando
Lo estrechas en dulce lazo.
El barco en que navegáis
No tiene timón ni vela,
¿Quién sabe, acaso do vais?
¡El huracán ruge y vuela
Y con él también voláis!
¡Calma! tened conñanza
Que la tempestad acabe
Como estrellas de esperanza
Os darán nds ojos suave
Resplandor en lontananza.
Ya hay solemne paz, el mar
Es una colcha de plata
¡En que vais á descansar!
Ya la tempestad ingrata
Ha cesado de bramar.
Ya contemplo desde el cielo
La
Ya
La
En
tristeza de la suerte,
es solo vuestro consuelo
paz del callado velo
que os envuelve la muerte,
JUAN J. GONZÁLEZ CUADRADO
A TODOS hOS MANCHEGOS
Próxima la fecha del tercer centenario de Cervantes, glorioso é inmortal
autor del Quijote, Rinconete y Cortadillo, El Licenciado Vidriera, El curioso
impertinente y tantas otras Joyas de
nuestra literatura, héroe en Lepanto y
mártir en el cautive/io, y en la injusta
prisión de ^un lugar de la Mancha-,
nosotros hacemos un llamamiento á todos nuestros lectores, á todos los hombres de buena voluntad, para que ayudándonos en nuestros propósitos
con
motivo de ese centenario, al honrarnos
contribuyan á honrar la memoria del
principe de los ingenios.
VIDA MANCIIF-OA proyecta
un
número
extraordinario que sea digno de la región á la que dio gloria y fama el insigne manco, y para mayor suma de
elementos preciso es que nos presten
su valioso concurso todas los amantes
de las glorias patrias ya sea con noticias referentes á la estancia de D. Mi-
guel de Cervantes en los pueblos de la
llanura ó bien con escritos que tengan
relación con su vida y aún con su nacimiento, cuya cuna todavía sigue siendo
discutida por los cordobeses, los alcalareños y nuestros paisanos de Alcázar
de San Juan.
Toda noticia que se ríos facilite la
estimaremos en alto grado, por insignificante que parezca. No solo si procede de archivos y bibliotecas
oficiales,
si no que también si se refieren á dichos tradicionales del vulgo, de hecho,
ó de lugar, anecdóticas, históricas ó de
critica; cualquier acotación, en fin, que
haya sido hallada al margen de las
obras de Cervantes ó de los documentos
antiguos ó modernos que de él nos hablen, bastando en este último caso que
por la firma ó origen nos merezca alguna autoridad la persona que acotó.
Vn")A MANCHIIOA no quiere
á llenar sus columnas con la rica literatura de los cervantistas, á quienes en
primer lugar r-equerirá para que le auxilien en su propósito, aspira también á
juntar, ú ordenar, todo lo disperso que
todavía pueda encontrarse en el pais
del caballero de la locuixi sublime, y
para tal fin no basta toda nuestra buena voluntad si los que conozcan ó posean esos tesoros históricos se niegan
á prestárnoslos
ó al menos á darnos
noticia de ellos.
Si la admiración engendra la curiosidad, como ha dicho el ilustre Pérez
Galdós, seguros estamos de que todos
los manchegos se apresurarán
á curiosear en bibliotecas y archivos para
ayudarnos á salir airosos de este noble
empeño. ¿Porque, qué buen manchegp
no sentirá profunda admiración por el
principe de los ingenios, D. Miguel de
limitarse Cervantes?
-^ ^^smA Mjíupccfa^iu*.
UN TRIUNFO blTEKAKiO
buis Barreda.
M á s ella replica:— Ya es t a r d e , m a ñ a n a ;
y a d e m á s , hijuco, s^oy buena cristiana;
y pues nos d i s p e n s a "
Dios á cada iiistanlre
m a g n o s beneficios.
sera necesario
m o s t r a r n o s iiropicinis
á Tiiostrarlo sieiripr.- g r a t i t u d i n m e n s a .
Recemos a!i ira
j u n t o s el Rosario
en h o n o r d e Aquella
p u r í s i m a y bella
esposa y doncella.
niiesTra ¡ntcreesora
en la salvadora
¡mirada eterual.
Pecho que la i m p l o r a .
llenase de lu/,.
!)i " l ' o r la señal
de la S a n t a Cru^,..»
Después se santif^-uír,
repasa los dieces
y einpie;ía l a aiUigua
poética y l a r g a sucu^ioo d..- preces
con la letanía
de S a n t a María,
la Ai adre de Dios;
IÍCÍTUI de las iTiiias. \"ii'Lreii ••acro>anrii.
que desde su trono
de ¡risailas imhes.
al íreiM-e de invicta L/gi-.n de qiieriil.ies.
conjura i'l encono
de los euiunigos V ;i I,u/.bel ("sjianta.
y ruega p o r nos.
Y el re/o prosigue: !'..>[• aquel anciano
viii'i'm apostólico
que en el \ ' a t i c a n o
mora, ¡u'isionero.
y al <irbe católico
>;o!iieri!a certero.
i'or lo> c a m i n a n t e s
y los navegantes.
porque el inocente
í|ue sufre condena
mire iironlamenle
rota >u cadena.
l'orqne- n u e s t r a freiue
cobije t a n sólo pens«mleti:i>s .-anos
y en elltts florezca la miseri.-ordia.
l'orque etitre los noblos ¡iríiieipcs ci-¡í.tianos
reine c o n t i n u a d a , lí-n.'rnal concordia.
P a r a r|ue t a n p u r a ^.-¡i n u e s t r a vúia
que n u n c a ¡iroviique
bis iras celestes.
l'ara. i|ue el b e n d i t o llaii'ad.. S^an ló.iiue
- El Rosario de la abuela* Afortunadísimo estuvo el poeta. Tierna y senciEl exquisito poeta montañés, tan que- lla poesía, hay en ella verdadera onorido en la Mancha, y de la Mancha él - matopeya; hay en ella un realismo entan enamorado,—que en ella vio nacer cantador, una evocación del pasado imY morir á algunos d e s ú s hijos-cuyas borrable; hay en ella ese sentimiento
poesías llenas de delicadeza y melanco- delicioso de lo que se guarda como relilía, así como sus ci-¡ticas literarias, siem- quia sagrada en el fondo del alma. Despre veraces, nobles y desapasionadas,
« La rubia burlada*. Sentida y linda
tantas veces honraron las columnas de
VIDA MANciri^oA, en el Ateneo de San- composición.
• En la solana*. Vuelve el vate amatander con ocasión de la lectura de su
futuro libro ha sido objelo de un home- dor de su iierra, el honüire amante de
los suyos.
naje merecido.
«Canción finaU. Entonada y correcta.
Celebramos ese su nuevo triunfo co
Y como el público, distinguido y senio nuestro — amigos leales somos de
Luis Barreda—y hasta que él nos regale lecto, pedía más y no se movía de sus
con el envío de sus versos séanos per- asientos, Barreda tuvo que recitar <Rio
mitido reproducir lo que acerca de ellos abajo», canto exquisito á los raudales de
dice el popular Diario Montañés con nuestra tierra.
Don Luis Barreda fué cahirosamente
fecha 1." de Mayo:
'Anoche dio la anunciada lectura de aplaudido y felicitado, uniendo nosotros
sus poesías el pulcro, inspirado, delica- nuestra enhorabuena á las recibidas por
do, tierno y correctísimo poeta monta- este g r a n poeta montañés, quedando
aquél y nosotros esperando impacientes
ñés don Luis Barreda.
el prometido volumen, la recopilación
Antes de proceder á la recitación de que lleva tan sugestivo título -Roto casi
sus versos, ú guisa de proemio, pronun- el navio •.
ció una corta oración en la que expHcí)
A continuación—y gracias á la amamodestamente el por qué de la lectura,
bilidad
de nuestro buen amigo—publiteniendo frases de agradecimiento sincamos una de las hermosas composiciocero para la prensa santanderina, que nes leídas anoche en el Ateneo:
siempre le alentó en sus trabajos, y de
cariñosa afectuosidad para el entusiasta
Eh ROSARIO DE ItA ABUELA
y competentísimo presidente del Ateneo,
don Gabriel María de Pombo.
A Kiiiní'iii lie SijlíHio.
Comenzó con la composición titulada
;i'iiiiiil!i '-n la liriTila-ia
*Roto casi el navio», que será también iiiiuisiiin (•¡iinití>>inii.
e!_ nombre del libro en que se recopila- la rcvi'ri'iirjada
rán los versos leídos anoche y otros más. '^"iiilira (le mis ¡iiüorloy jínstn tU inncar,
Es u n a composición esmaltada de ÑÍ tnislüri^a iuiscm'ia. ])a-!(i ¡i In encina.
pensamientos delicadísimos, en la que ,v IHIIIIO (|Ui; dosp¡L]eri ríiiiiiis y u'ísrnjo.-í.
se refleja el alma noble del poeta y la licsrujireii mis ujn-^
i'íi r\ laiitMs iiii'Si'ií Hpiii;-;n|(i llai'l
efusión de sus sentimientos.
ílejiuiiln (lui' lihi-i; vaLí'iic el |>ensiiiii¡c>;iro.
'La Balada del amor^... Del amor co- en i;\ vii^jn csrañij
mo él le siente, el santo, el bendito, el {['• imii'a.l irie KÍI'TU');
de los padres reverenciados, el de la es- y ¡1 lineo v¡fi]iiiii},]-M ijiii-' Ui aliiirla iiun'vtií
posa fiel, el de los hijos adorados, el de omjniia l a p u c n a
Uos l i b r e d i ' p e s t e s
la tierra, de esta tierra montañesa tan y á bcsaniK' v i n l v e lo iiijfiínn quo anlaiVi.
y de tollo m a l .
idolatrada.
líeilolitM mi ijocim sus ]<a]¡titaPÍüin'M,
l'ara que logremos .o! imesTros quebranr.is
*iLos Hermanos-, llena de cierta tris- y t!ii c\ (li'svan'ii Av mis soilaciono.-,.
eficaz auxilio de iodí>s |.is S a n i o s
teza, impregnada del vigor de la raza vioriii mmlu II,in,
de la p r o m e t i d a
que prefiere la lucha, la muerte misma si la yi<y. ir?m¡u\U- di' la ajii-in.iia esi.'Ui'iui.
Corte t.'eJest ial.
que ilnloo iiiti-rruti'a:---^ Xn .^s \ í-r.lad. tesoro.
gloriosa del soldado de la patria o del que me quieres imii-¡it.V
Y al [íatriarctt esjioso de N'uesira .Señora,
trabajo al vegetar moribundo de la mi- Trai^-iiiar la miro Cierra ác- l a h i m l j r c :
casto San .José.
seria.
p a r a que en llegando la invencible Imra
Con saii'aire.'f ojus la eí^i-ancia iiis¡iecf.M<.iiia;
de n u e s t r a agonía, buen morir ims d^'.
^Parentalla». Aquí el poeta hace so- ri.'i)rf.'iKl(: torpt'/as de la s r r v i d i n u b r e
nar las bellas y armoniosas cuerdas de y al nieto reü';ila ron lucln- y borona.
la-LS H A l í l l E D A .
su rabel montañés y Hrico y subjetivo Con hablar I|IIIÍ üem-' tilanduras de niPfío.
¡tiitícame luego;
canta las efusiones de su pecho.
— Acerca 1u silla y á Titi lado piante,
*En los campos centrales», hermosa, que iiu cinínto iniiy largo to voy á contar,
pictórica, colorista descripción de las y í'ii^í> nue-vamente con pneril "arrobo.
AROMAS DE hñ TIERRUCfl
fuertes y secas tierras manchegas, y pre- Iiechos de aquel lobo
cioso parangón con los paisajes monta- rpic asustó á i t n « niña, eijniiiiü del m o n t e ,
iin día de nieve, c r n / a n d o el p i n a r .
= J A B Ó N DE MODA =
ñeses.
Y a c a b a d o el cuento, cien veces oúlü,
«Noche d e invierno». Se siente el nuevas
narraciones
ambiente invernal de Cantabria; se ve el de b r u j a s , l a d r o n e s
CASA VIUDA DE GENARO
viejo hogar de la morada antigua.
y naufragios pido.
VIDA.
¿DEBEN VOTAR
LAS MUJERES?
b a s sufrayisfas i n g l e s a s .
VM
El arrojo de las sufragistas inglesas,
en la defensa de sus derechos políticos,
bien merece le dediquemos unos párrafos, desvaneciendo errores, debidos en
gran parte, á los comentarios de nuestra prensa.
Algunos lectores, en la idea de que
las sufragistas británicas son unas imprudentes, faltas de juicio, que pretenden un imposible al solicitar el voto,
quedarán sorprendidos al saber que la
sesuda Albión, hace m u c h o tiempo,
otorgó derechos electorales á las mujeres.
En la sesión verificada por la Cámara de los Comunes, el 20 de Marzo de
1867, propuso Stuart-Mill que se concediera derecho electoral á las mujeres,
siendo rechazada su proposición por
196 votos contra 73. Dos ahos más tarde, el 1869, se concedió á las inglesas
e¡ derecho de votar en las elecciones
municipales, negándoles el derecho de
ser elegidas.
A esta primera conquista, que desde
entonces viene disfrutando la mujer inglesa, han seguido otras. En 1888 logró
el derecho á votar para los consejos de
los Goudados, ó consejos generales, y en
1894 oBtuvo el mismo derecho para los
coiís,ej<)%':de parroquias, y ios consejos
•de}c^str'itOs rurales y urbanos, llamados
consejos de circunscripciones. Después,
en 1901, llegaron las inglesas á ser elegibles para estas diversas asambleas.
Por último, en 1902, se nombró en
Inglaterra la primera alcaldesa ó mayorpss, mis S- E. Dowe, elegida por el
consejo municipal de High Wycombe,
del que formaba parte desde 1901, distinguiéndose por sus dotes oratorias y
su amor á la beneficencia. Posteriormente, son muchas las alcaldesas nombradas en Inglaterra, mereciendo varias,
por su acertada gestió», el honor de ser
reelegidas.
Estas concesiones no han colmado
los deseos de las sufragistüs. Las elecciones municipales y provinciales tienen
carácter admimistrativo, y las inglesas,
no conformándose con ser electoras y
elegibles en esas elecciones, pretenden
la plenitud de los derechos electorales:
quieren votar en las elecciones meramente políticas y mandar diputados á la
Cámara de los Comunes.
Y aunque todos los años se presenta
en dicha Cámara una proposición, para
reivindicar en favor de la mujer el mismo derecho electoral q u e tienen los
hombses, el tiempo transcurre, la reivindicación no llega y los ánimos se
exacerban, no obstante haber ofrecido
á las sufragistas, tener en cuenta sus as-
MJLKCStsmtSrJk
piraciones en la reforma de !a ley electoral. Es más, á principios de 1914, e!
Gobierno inglés leyó ante la Chámara de
los Comunes un proyecto de ley, concediendo la autonomía al país de Gales
(Wales), con Parlamento propio, gozando las mujeres el derecho de sufragio
como los hombres.
El indiscutible derecho de las inglesas, á estar representadas en la Cámara
de los Comunes, tiene muchas adictas,
afiliadas á varios partidos. Las Asociaciones conservadora y liberal de mujeres sufragistas, en la creencia de que su
ideal triunfará por el derecho y la razón,
publicaron un manifiesto, censurando á
las sufragistas militantes y rompiendo
toda solidaridad con ellas. Las sufragistas militantes ó de acción, partidarias de
continuar la campaña de violencias, tan
pronto como termine la guerra europea,
hasta obtener la integridad del sufragio,
tienen un capital de tres millones de
francos, que ellas llaman fondo de guerra, colocado en Bancos extranjeros.
Mucho ha contribuido á los desmanes de las sufragistas de acción, el poco
tacto de los antifeministas, incluyendo
en este número á las autoridades. Las
sufragistas celebran una reunión á puerta cerrada; numerosas personas, rompiendo los cristales de las ventanas, invaden el local, dan de cachetes á las
congregadas, que se defienden á sombrillazos, resultando varías heridas. En
Hyde-Park celebran otra junta; el público interrumpe á las oradoras, no las deja hablar é intenta echarlas en un lago
próximo. Una sufragista sube al automóvil de Lloyd Oeorge, actual ministro
de Hacienda del Gabinete inglés, y trata de convencerle de que es injusta la
Cámara de los Comunes, el .canciller
escucha galantemente, pero al llegar á
Queen's Hall la policía arresta á la sufragista. En la fiesta onomástica del rey,
varias sufragistas se sujetan con cadenas á la verja de palacio, pidiendo el
voto; llega un cerrajero, lima las cadenas y son conducidas á la cárcel. Las sufragistas quieren hablar al primer ministro; la policía se apodera de mistress
Pankhurst, que va al frenta, y disuelve
la manifestación; doce manifestantes llegan á la Cámara de los Comunes, piden
audiencia y Mr. Asquith se niega á recibirlas.
En !a cárcel las sufragistas se resisten
á tomar alimentos, y como no puede
permitirse que las reclusas mueran de
hambre, porque esto produciría mayor
excitación en las protestantes, se recurre á la nutrición forzosa, dirigida por
un médico, que es agredido por las sufragistas, las que apelan á los vomitivos.
Todo esto agrava la cuestión, pero la
causa eficiente del conflicto creado, hay
que buscarla en el terreno de las ideas.
La elección es el ejercicio del derecho
que tenemos de pardcipar en la gestión
de los negocios públicos. Limitar ese
derecho, fomentando la supremacía del
hombre hasta el punto de no dar representación á la mujer, condenando á perpetuo olvido sus intereses, es exponerse
á hondas perturbaciones, pues excluido
de la gestión pública y de la vida politica lega! el sexo más numeroso, no tiene otro medio de intervenir el gobierno,
que las impotentes manifestaciones tranquilas de las sufragistas tranquilas, ó las
violencias de las sufragistas militantes.
Reprobamos los excesos de las sufragistas de acción. No vamos á disculparlas, ni creemos, tampoco, que su conducta comprometa la causa noble y justa de las reivindicaciones femeninas; antes al contrario, juzgamos que la injusticia que se comete con la mujer inglesa,
negándole el sufragio activo y pasivo
que tiene el hombre, arma el brazo que
ataca á pedradas los ministerios, apedrea la casa del jefe del gobierno, destroza la vitrina de una momia, rompe
cuadros en la Galería Nacional y Academia Real, incendia la tribuna del hipódromo de Birrningham, quema una
tienda en Dublín, incendia casas de campo en Belfast y abofetea á los directores
de dos periódicos; á mayor abundamiento, dos bombas, en la abadía de Westminster, destrozan el trono antiguo que
sirve para la coronación de los reyes, y
las sufragistas hacen frente á la policía,
con diversas armas, resultanto, en alguna ocasión, 155 sufragistas detenidas y
más de 500 heridas.
Como se ve el campo de batalla del
feminismo está en Inglaterra y la solución del conflicto no se hará esperar. No
puede ser otra que la concesión á las inglesas del mismo sufragio que tiene el
varón, como acontece en varias naciones de Europa, América y Oceanía: la
verdad no transige con el error, y cuando luchan frente á frente se impone la
verdad.
EusF.Bio VASCO.
F.mic 111S iidiiiiriililos i-ri'aL-iüiioá
m.i ric Siiljtí cual es la más coiiiplcla,
[Uies Ku íodaa te umeatríis tan discreta
que al ¡iiiblico tíiituMiiiüinaii tus canciones.
Ll arte ¡u'odigtj su.^ bt^Ilus dones
en lii \'0'i deliciosa, que iiitcrpreta
la iiuisa poimiar. graciosa, y neta,
de España, con diviiías perfecciones.
í^i mismo cu la sencilla castellana
qnc en la gentil y hermosa Talenciaiía
y en la ideal mujer de Andalucía.
raya tu genio á tan suiílime altura
que en tus cantos, con rara donosura,
palpita el ahna de k patria mía.
l''i!iiíNANDO FKANUO.
A & o XV
Bf&<iB. 1 3 7
C i v a n d R . » » l l O d « M.s%.yo dwi 19X5
n^>
•
K f e c t o d e l u z e n \jii\ p a i s a j e d e
Malagón.
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l,i;iiiiiA.
JSf j0 N O T A S D E C I U D A D RE^AL usf JS>^
Pt ilusrrado v ¡lonorablfí <:Hiiónl(io doosln ("altídral I). Ambrosio
Núñcz Amador, (lue Iwi sido olopadoá la dignidad de Apclproslo.
Lujoso lllulnde Hi|o pipodiloclo do Ciudad Koal. concedido jíor ol kxcmo. Avunt|aniien(o ú lavor dol Illtnn. Sr. I). Goforlno Saúrn lííoz. I'lnlura horáldlca de alonoría original do
Itpuilírídn Harrndíin.
D. Ezaqulol Naranlo ^ Sobrino, Ihislrc manchngo, Inflonlero do
Caminos, qufl ha sido nombrüdo ilníu do la División Hidráulica
dt; Ciudad líeal.
CIUDAD KRAI>.—Un aspoclo d«i Pason del Prado, cuvas roíormas do
iardlnería v ornato, fueron comenzadas slondo Alcüldo el señor Saúco
Diezv(y\. r \ijii ri'
-^
E. LA VIDA Y DE LA MUEIRTR
^
DA!M]Blt."PrlncÍpHlo& ln(6rpretes de la olira Ganción de Ciinu, represenladx on Dalmiel, en los alegantes salónos do los í^rcs. dv. liozano.
RON MAURICIO ISSANJOU
A la interminable lista de hijos abnegados que sacrifican la vida por
su patria, añadimos hoy el nombre
de este amigo, leal y cariñoso, que en
Daimiel, donde nació, deja imborrable recuerdo.
Subdito francés, había servido á su
patria y cuando, con la satisfacción
del deber cumplido, reintegrábase á
la familia, la guerra suicida que devasta á Europa, llevando el luto á
tantos hogares, reclama al soldado,
la Patria al hijo.
Este no duda un momento; corre
á la línea de fuego, en donde cae dos
veces herido, figurando otras tantas
en la orden del día, hechos que le
valen el grado de sub-teniente, y la
vida del que al plomo prusiano se
resiste sucumbe, segada en flor, víctima de traidoras fiebres, adquiridas
en un campamento de concentración,
prisionero de los alemanes.
Descanse en paz el nobie compañero de la infancia y sirva de lenitivo
á su atribulada familia, pensar que
Dios y la Patria han acogido en su
seno el alma de un héroe, que no será olvidado por aquellos que en vida
se honraron con su amistad.
Una do las esconas de la nltra, quo obtuvo un admirable resultado.
i ' i r i s , COTÍ
MA.IÁN.
ANTONIO . M A | . 4 N ,
-^-^VARIAS
N O T A S GR AF 1 C AS JS^ JS"
"Compañía Komana,, fundada roclonleninnie un Víildepi^ñas para a d u a r on fodos los acloü <IQ Semana Santa, ciiv^ fundación reulza
!yan*Íem«nlo la» itrocesiones.
ti'T fuii n. I H I M O .
(írupo f[<' |ávon<ts. <in Sania Cruz d(! Mudel.i. nlBDnrandn quitsn manrhtíflo que tunta fama OOK».
^'^'T- Í'^'R .iKitóMMo
mmBmsmwMtmmsím'Bm'smwHmt^m
HIST
'asmsrJ^ V I D A M A N C H K G A ^ - « • « ¡ • • ' = w M H = » m » = « » « • = : • « « = • • • « • • = • « • = « « ' « ,
RÍAS Y CUENTOS
mwmsii
INGRATITUD
—^í^Eisf
i » t r « = a wdw»=MW4<rB=m wAwmsmwíwmsrm W4gmsB wámm=m réwm=^ wdwm=a w*wm=m W4 ma-=ía ta mm¡=m c»'
Elena sola en la habitación, como si
ELENA.—Sí., te contaré. Vamos á sen-"
delirase, comienza á hablar.
taraos en aquel banco que hay ailí. (EmElena y María se hallan solas, después
Los hombres, ¡qué ilusión tenemos f e ^ f l d/icWar;. ¿Recuerdas tú de aquel
de la comida, en una salita de lectura
que precede al comedor. La tarde es ca- las mujeres! ¿ P o r qué me habré creído ' ° ' " ^''^ ^ " ^ toná^b^ día y noche nuesde los hombres, y más de él...? Sus pa- tras facnaaas
lurosa como las de Agosto.
MARiA.-Quiero hacer memoria... Su
Elena se sienta en un antiguo sillón labras, sus pensamientos... ¡Qué vanas
que hay cerca del balcón; mécese de ilusiones se forjan rudas en nuestros
^ S T ' ^ K ^ ^ f ' ' ° " ' ' ' comprenderías,
continuo acariciando un tomo de nove- sentimientos! Todas los creemos así... y ^q*^^' hombre llego a quererme. Recibí
las. María h a c e sonar distraídamente nos engañamos miseramente. Se burlaí. " " ^ y "^^^ ^ 3 ^ ' ^ ^ ; ^^ las cuales se declaunas notas al piano. Esta observa que de nosotras, y de mí también se ha bur- ''^'^^ intensamente. ¡Que cartas! ¡Que
su hermana está tediosa y no la dá con- lado ese. ¡Ingrato! ¿Cómo pudo mi co- Pensamientos, al pnncip.o mas puraversación como de costnmbre.
razón verdadero acercarse al suyo fal- mente mspirados en la ardiente pasión
MARÍA.—¿Qué te sucede Eletia? Pare- so? ¿Qué obra espiritual io llevó á la ^"'r'^^ comenzó a exponerme, como s.
maldad, engendrada en su falso cariño? r^^ .'"f"^^ me hubiese amado; con ese
ce que estás aburrida.
ELENA.—Sí. Tú no sabes lo que ahora Y ahora... ama á otra, á otra que es po- ^ ^ ' " ' « ^^" f^'™ ^ " ^ ^"« "«^^ doto la
mismo preocupa mi ser. Los hombres, sible le suceda lo que á mí. ¡Vanidosas! Natuiale/.a a los seres para poderse rc¿Para qué habremos nacido en este ^^'""^•' "iO". marinos y arrullos de un
los hombres...
MARÍA.—Debes estar delirando. Míra- mundo tan perverso y tan ruin? La ra- ^'^',í° sentmi.en o!...
me, ¿qué te pasa?
zón se explica claramente en brevedad, . M / « ' A . - , N a d a mas que eso? Pues
ELENA.—Es cosa que tengo que ha- pero la maldad no, ni menos en esos ^'^'••'
^ ,,
• • ,,
blarte muy despacio. Déjame.
sentimientos tan poco h u m a n i t a r i o s . . . ^ ^ ' ^ ^ ^ • 7 S ^ ^ ^ ^ '^^^J'^-^J í ^ ^ " " " ° ^
MARÍA.—Me tienes en cuidado, Elena. ¡ Las compadezco! ¡ Cuan poco saben de ^ias note la falta de asiduidad en sus reQue sea pronto, porque sabes que no memoria las ideas representadas en es- P^^''^"^ P^^^Í^S' Cada día le observaba
estoy tranquila cuando tengo en la me- tos corazones tan viles; solóles fáltala " o ' ^ n ensimismado como al principio,
moria la idea de algo nuevo, que voy á realidad, la realidad que es auxiliar de ^"'^'^''^J desanunado, como aburrido,
la razón... ¡En fin, dejemos obrar á la ^ ° ' " 'nterrogaba el motivo de su cansaber una cosa más, como ahora tu...
ELENA.—Ya te hablaré de cosas muy imaginación á su gusto y no le haré ca- ^^'l','^'^' / ^^' engañándome, decía que
S'^'^^'^l
interesantes, que aunque tarde en decír- so. Se cansará... pero es muy picara. No ^"''?. ^'^^.'' ^"^^''"^'^ fl^ ^^ ^
se me podrá olvidar, no. ¡Que ingrati- f" ^'": siempre poniendo obstáculos a
telo, no se me olvidarán ¡Ingratos!
" ° '^Z " " ' P ^ ' " ' ? " ''^'}^
MARÍA.—Quiero saber cual es la con- lud más negra ha demostrado en su es- Y hf H
hablando en una ventana, mas la noche
goja que hoy -il'lige tu corazón. Parece caso nuerer !
^
••••
era obscura y no pude siquiera observar
como que algo grave te ha sucedido.
,''',',
si era él ó no el tan amorosamente inCuéntame, cuéntame pronto, me impa- • • • • • • , • • • • ' , ' • .
ciento.
(Anochece. Mana vuelve del paseo y en- trincado, pues apenas se veía separado
E L E N A . ^ E s un asunto del que te ha- cuentra á Elena en la misma actitud, de la reja.
blaré detenidamente. Una noche cual- mirando distraídamente al balcón y con
Y esta mañana, cómo recordarlo!...
quiera, bajaremos al jardín solas, donde
el libro en la mano.
'^ ^' cara á cara, a' salir de la iglesia,
nadie pueda espiarnos, una noche en
. . .
/-. , w
+
j 4 acompañando a otra. Ale lanzo una mique la luna desate su cendal riquísimo
MARiA.-,Qiie tal te encuent as de tu ,ada de esas que traspasan el corazón,
de ópalo sobre el estanque, y refleje su pesadumbre? Parece que n o t e has le- y bajó la cabeza avergonzado. La emo'
silueta grácil sobre el agua serena, en- vantado desde que me fui.
^ ¡ - , , ^^^
^^^^- experimentar,
tonces podré explicarte la causa de mí
E L C N A . - E S verdad y parece mentira. 3,,.^^ suficiente para que ella notase tam'
tedio.
Aquí me be estado durante tu corta au- ,,¡¿^ ,¡ ^^^^^ cariño que la estaba deMARÍA.--Me asombra tu romanticis- s e n a a . Y t u ¿ t e h a s divertido en el pa- mostrando. ¡Qué ingratitud! No se como, Elena; y, ¿me dirás luego eso que sco? Creo que no, porque a mi parecer ,^^^ he podido amar á e s e hombre,
quieres explicarme?
te ha preocupado bastante el deseo de ^^^^^ picaro es el Amor! Como tiene
ELENA.—Sí, y mucho más.
saber lo que me ocurre. ¿No es verdad^ .^^ ^j^,^ j ^ ^^^ ,^ ^.,.^^^ ^| ,^,_^^
MARÍA.—Bueno. Voy á irme arreglanM A R I A - S L Ni aun he tenido el gusto go, pero asimismo tampoco vé las indo que son las cinco y tenemos que dar de entretenerme en las calles, ni en los gratitudes y los desengaños que produel paseo, como sabes.
jardines, como tu sabes que es el placer . ^ esta pasión tan loca y tan desenfreELENA.—No pienso en vestirme, ni en que mas te he demostrado cuando he- nada que ocultamos: los hombres bajo
pasearme. Es tan grande el pensamien- mos salido.
_
,
su conciencia, y las mujeres bajo el honto que me aflige, y el dolor de cabeza
ELENA.-Pues mu-a: esta misma noche ,oso manto del pudor. Este era el moque tengo, q u e terminaré p o r acos- bajaremos. No quiero prolongar mas tivo que embargaba mi ser esta tarde,
tarme.
tu impaciencia^
M A R Í A . - N O quise nunca darte á coMARÍA.—SÍ quieres puedo ayudarte á
MARiA.-Debo advertirte Elena, que „o^^,. ¡^
H ,^^¡ „^^. ^^^^^^ ^^^^^^^
vestir. Olvida esas cosas que te abruman en nuestra conversación hemos tardado Q^^^ |^g^,,Q^ coincidido,
y vamos.
en presentarnos a mama. Desde que coELENA.—No, no te molestes. Yo no mimos...
MIRTO.
ELENA.—Si, es verdad. Vamos antes
salgo, ni quizás por algunos días más.
Vete si quieres arreglando y sales tú con al comedor á pasar un ratito con ella,
¿^5 trabajos qn¿ -ecibamos. sin hala doncella.
mientras esperamos la cena; de todos Merlos solicitado, no serón
devueltos
M A R Í A . — C o m o quieras. Iré. Hasta modos...
aunque no se pidiüqnen. Tampoco conluego.
testaremos á ¡as cartas de sus autores
ELENA.—Adiós.
En el Jardín.
inspiradas en tal sentido. Conste asi, á
MARÍA.—Ya estamos solas. ¿Podrás los que á diario envían artículos y redihora contarme eso?
clamacíones.
Dice el refrán que no hay quinto níalo. Y en el quinto día de Mayo, que es e
quintodel año,se ha constitiiído la Diputación, por aquello que decimos antes.
En verdad que ha respondido á la moraleja vulgar. No había de resultar otra
cosa después de tantos días, tantas reuniones y tantas sesiones preparatorias. Lo
que bien se piensa...
Del seno de la corporación ha surgido la
figura menudita, atildada, engallada de Don
Francisco García Catalán que es elegido Presidente. Catalán con su
voz dulce, suave, armoniesa, lee unas cuartillas de acción de gracias. Las cuartillas dicen cosas muy bonitas,
limadas, pulimentadas.
Es un fiorilegio en donde se huele á rosas de
Mayo y se aspira á fragancia fresca y confortante. El Sr. Catalán se
sienta en la mesa pi'csidencial, d e s d e c o n
sus ojos traviesos que
miran á través de los
quevedos, a t i s b a con
cautela los gestos de
sus compañeros. Satisfecho,todos conformes,
una voz unánime exclama: "Estás muy bien
Paco. Todos creíamos
íA.
que te perderías en el
sillón y parece que te
resulta chico >. -Ya veremos qué tal lo haces v.
dencia de !a Comisión provincial. Pero
el pacto y la convención hacen triunfar
á D. Sacramento Hidalgo, que con la
barba recortada é estilo francés y los !ácios bigotes algo á lo Kaiser, da las gracias en breves palabras. Nosotros le" vemos mirar, á un lado y á otro inquieto
••• ' • • • * '
brando médico det Hospital ai Sr. Bonilla. Este es el primer acto de°la corporación.
Pero vamos al'futuro. E! Presidente
_.. lontananza
.„
ve. en
el centenario de la
muerte de Cervantes, y habla algo de
ello. También otros Diputados dicen sus
cositas. ¿Que se hará?
¿Como honraremos los
¿••:.í,;>;-í5*'¿-""
manchegos la memoria de Cervantes?
El Alcalde de esta capital anda en gestiones
p a r a que el Ayuntamiento de Madrid nos
regale la e s t a t u a del
Príncipe de las Letras
españolas que hay en
la Plaza de las Cortes,
la cual se colocaría en
nuestra Plaza del Pilar.
El Ayuntamiento y la
Diputación deben ponerse de acuerdo para
ver la manera de organizar unas fiestas lo
más decentes posibles
como dicen las viejas.
N o estaría d e más
que se costease una edición popular del Quijote á Fin de que cada
manchego pudiera tener en su casa el monumento más hermoso de nuestro idioma.
Unos J u e g o s florales
dedicados e x c l u s i v a mente al glorioso escritor y cuyo mantenedor fuera e! ¡lustre Rodríguez Marín, Cejador
ü otro cervantista prestigioso. Algo que no
consista sólo en música y cohetes sino que
tenga una elevada finalidad, noble é idealista.
-^;^-y
«^Sí¿.
— -Procuraré ayudarte cuanto pueda»--habrá pensado Francisco
Martínez, que ocupa la
vicepresidencia.
Paco Martínez, con
Leo el otro día en
toda su elegancia, dis_• .-vvtír
l o s periódicos locales
^.jm^-y
creto, moderado como
que el Inspector munibuen conservador, de
cipal ha recogido del
Dibtijo d e P e d r o Simai-ro Trujillo.
estar en el salón, daría
mercado cincuenta palas gracias á sus companeros por el vo- y^ avispado, como si la alegría y la sa- ney faltos de peso. Y esto ocurre al día
í r\
11 t^ KÍ i i í m A
i t ^ í ^ ,-*^.'yí^,
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I
1 I
•
i r
1
ío unánime.
tisfacción no le dejaran momento de siguiente de siibir el precio. Y el precio
Solo faltaba que el tercer «l^aco-. Ro- reposo.
lo suben después de fijar el regulador
dríguez f^inilla, fuera á ocupar el tercer
Ya está constituida la Diputación. Hay la junta de subsistencias. Y la Junta de
puesto presidencia!. De ese modo la que hacer algo nuevo. ¿Cual será su subsistencias ha quedado desobedecida.
merced hubiera sido completa y la me- primer acto? Dice el refran que el que
Ahora, andan en que si esto y en que
sa de los 'Pacos* habría infundido pa- bien empieza bien acaba,
SI lo otro, los periódicos El Pueblo Manvor éntrelos gobernados.
Un señor Diputado hacer sona la chego y La Tribuna, sobre el preeio del
Dos aspirantes hubo á la Vicepresi- voz-justicia'. V se hace justicia nom- pan. ¿Qué va á resultar de todo esto?
.r
v i a i L lAjMtfcmraM^A
Pues lo de siempre, que cada cual va á
salirse con !a suya y lo esencial que es
que bajen el precio del pan nu lo conseguirán, y á mí me parece que lo que
conseguirán será el que lo suban más.
Con la lunta de subsistencia y el pan
ocurre lo mismo que con las patatas.
*No hay patatas-. Y la Junta de subsistencias dice que sí, y bastantes. Los
vendedores se empeñan en dar el precio
da las patatas á 25 y 30 céntimos el kilo
y la Junta de subsistencias fija el de ID.
¿Quién se sale con la suya? Aquellos.
Mientras no haya quien los obligue á
darlas á 15 seguirán con su precio y,vamos viviendo. F'sto ha venido á demostrar, que para ese viaje no se necesitan
alforjas, y que si la misión de la Junta no
es más que fijar los precios, cualquiera puede relevarlos en esa función. La
cuestión no es fijar, si no obligar. Pues
hasta entonces bien dicen los patateros:
Ahí nos las den todas.
PACO.
Luego dicen...
ees seria pasajero el agradable jugo.
Y aqui una fuente más en donde ticDespués hacen una mueca de'agrado nen su origen; el entorpecimiento y la
y desagrado al mismo tiempo; por la be- decadencia de: los pueblos,
nignidad de la sustancia y por e! sentiCIDE HAMET.
miento de como ven agotarse el manjar.
A través de los cristales sudosos por
el ambiente enrarecido con el humo de ¡MAbDITA SEA
los cigarros, miran á los transeúntes que
bA GUEKKA!
cruzan por la caite. No forman juicio alLlego mi primo. Este pai'iente mío es
guiio. Su criterio podrán sacar á la luz
cuando á cuento venga el discutir sobre un joven culto, listo, conocedor de Europa, que ha recorrido en ocho años de
Pedro Domecq ó Agustín Blázquez.
No se dan cuenta de cuando muere el vida aventurera. Echado de Berlín al dedía, de cuando el sol se esconde por de- clararse la guerra y conducido á la frontrás de la costa.
tera rusa como sospechoso de espionaje
Llega la noche y siguen adorando al siguió un verdadero éxodo para llegar á
gran Raco.
Londres, de Londres á París y de París
Y cuando ven como se agita por las á Madrid. Caiubiamos un efusivo salucalles la gente que trabaja mientras el do y como era natural, le pregunté sus
sol aluiubra, entonces ellos salen á con- impresiones de la guerra que comenzó
fundirse entre la muchedumbre, andan- en Europa meridional y no sabemos en
do encorvados, así cual si estuviesen donde ni cuando va á concluir.
molidos por la ruda faena del trabajo.
—Dime,. chico, porque yo no creo lo
Después se internan por alguna boca- que propalan los periódicos, ¿qué es lo
calle envueltos en las capas inciertas del que ocurre?
TUS OílOS
crepúsculo.
—¡Un horror!;L'ii horror!
Son doa truzuíj del ciclo despr'inliilus.
Viven en el barrio más inmundo de la
— ¿ Q n é se dice en Alemania, en hique tomaron del cielo sus colores,
ciudad.Su vecindario lo componenaquc- glaterra y en Francia? Te advierto que
dos luceros de vivos resplandortís
líos que perdieron el juicio por adorar yo no soy sistemático más que en la deen nn dulce crepúsculo lutcidori.
á Raco y las que sacrificaron su lozanía fensa de la humanidad. Nadie se atreve
Cuando miran, dospiertan lus scntidow
y sus encantos por rendir culto á Venus, rá á incluirme íutre los germanófüos,
á la voz que <;! ainur de los amores.
I^or enmedio de esa cuerda de dege- anglofilos, francófilos ni rusófilos. Si
y quedan, al pcrder.'íi' sus luli^'m-cs,
nerados tienen que romper marcha. No por algunos tengo grandísimas símpacielo y lierra. en la^ aonitiraH sinneriíidi.it.
les espanta porque pronto pasarán á for- tías, un afecto puro que me rebosa del
Ha:', que me miren s¡oni]ire. que rendida
mar parte de tal cortejo.
corazón es por eses valientes y desvcnmi voluntad ante tus ojos íieilus
goce au claridad apetecida-,
Al llegar á su casa empujan con fuer- turados belgas, ^'o me pongo siempre
za el postigo. Si lo encuentran cerrado del lado de los débíhs físicamente cuauque aunque |>resa mi vida eti sus dl'.•<tellll^
profieren en blasfemias. No está la due- do la norma de su \"ida es el trabajo y
prefiero el cautiverio de mi vida
á vivir lüjre sin mirarme eu clkos.
ña del hogar. ¡Ah callejera! Bien mere- su arma poderosa el Derecho. Hoy que
ees una severa reprimenda —exclaman, la piqueta de la cultura ha roto las fronXAIÍCLSU DÍAZ PR KSCOVAí;.
Más tarde, llega la mujer. Viene de tenis naturales para establecer un libre
LOS HldOS DE BAGO trabajar
para que ellos coman. Los pe- cambio inielectual, un vasto mercado en
Salimos en estas lardes serenas y tem- queños, ya bastante crecidos vagan por que los productos se imponen por su
piadas á recojer los alientos suaves y el arroyo, sin bandera.
'"
calidad y nó por las fuerzas de las armas
aroniados de las plantas en flor y a q u e
Ven como la frente de la esposa,—más d é l o s países productores; hoy, que el
nos bese el sol. Cruzamos unas-callejas buena que ellos, —mana sudor á borbo- hombre no es ni puede ser enemigo del
estrechas y limpias. En los balcones ve- tones y no tienen otras palabras de li- hombre como el león y el tigre lo son
mos tiestos cuajados de flores y |)or en- souja, que las de: abre la puerta.
de la inofensiva cabra; hoy, que el protre ellas asomar alguna moza gallarda
Con la cabeza inclinada pasan á la ca- grcso se enorgullece con la cirujía aleque sonríe acompañando al cantar de un sa. Se dejan de caer en luia silla de enea mana, con el arte italiano y francés, con
jilguerlUo cautivo.
y se ponen como á pensar.
la maquinaria belga y suiza, con las maSeguimos andando. Pronto tropezaSuele preguntarles la compañera con nufacturas inglesas, con la belleza momos con los santuarios de Raco, con las alecto y ellos no responden sino de una numental de las naciones civilizadas, con
viejas tabernas. Allí encontramos á *los manera huraña.
los tesoros de sus museos, con los paihijos de Baco», estos hombres que se
Solo guardan las caricias para regar- sajes de im floreciuuento encantador,
pasan el día entero rindiendo culto a! las en la taberna.
con todo eso que no es patrimonio de
profeta beodo, con un misticismo comPreguntan exigentes por la comida. Y este ni de aquel, sino del mundo entero
parable al del árabe que adora a! so¡. la esposa, ya harta de pasar fatigas les yo no concibo la guerra de conquista,
Con tanta fé como la beata acérrima que presenta lo alcanzado á cambio de pe- Es el absurdo de los absurdos, la insencada día confiesa sus pecados y á la sa- nosos trabajos.
satez de las insensateces.
üda del templo vuelve la cabeza desdeLuego que sacian su apetito, sin preo¿Acaso no significan nada ni pesan
ñando al mendigo enfermo que deman- cuparse en si los demás consiguieron lo en la balanza de la Justicia, los esfuerda limosna para curar su mal.
mismo, vuelven á encaminarse hacia el zos lueníales, econónucos, hegiénicos,
Con los ojos fijos en la media copa, grato rincón, no sin antes rebuscar en de generaciones v generaciones acumupasan las horas. Aspirando los vapores la faltriquera de la mujer los céndmos lados durante siglos para engrandecer
olorosos de la Manzanilla ó del Oporío. que ésta tuviese guardados para com- una nación? ¿Puede haber algún pueDe vez en vez humedecen sus labios prar el pan de mañana,
blo cullo que se considere capacitado
con el sabroso líquido, no apurando de
Así pasan los días y las horas «^los hi- para atentar á ese bienestar del vecmo,
un golpe el contenido de la vasija y no jos de Baco*. Sonrientes en la taberna— que es el bienestar suyo, que es el de topor falta de gana sino porque enton- su santuario—y desdeñosos en el hogar, dos? No. Pues ese es el gravísimo error
.A
i r i s A «CAJP^lffS^^A
de Alemania; con él, obscurece un periodo ele su historia.
—Tienes razón. En mis estancias en
Berlín he podido observar que el elemento civil, el que vive la vida intelectual, el que se agita en la industria y el
comercio, fuentes de prosperidad, no
era partidario de la guerra, !a creía funesta para el mundo, fuese quien fuese
el vencedor. Y hasta ahora acierta. Nó
tase una parálisis del negocio, una atonía comercial é industrial que es sínto
ma horrible.
~-Y ¿ q u é causa originó la guerra?
¿Quién la provocó? Porque tan espantosa es su crueldad, tan evidente su injusticia y tan en pugna está la matanza
con la decantada civilización del siglo xx,
que ninguno de los beligerantes quiere
aparecer como responsable. Unos á
otros se echan la culpa, como en un juego de pelota el balón. ¿Fué el problema
de Marruecos y su primer chispazo el incidente de Agadir? ¿Fué el sueño de revancha de los franceses? ¿Fué la aspiración panslavista de Rusia? ¿Fué la lucha por la hegemonía balkánica, como
predijo Bismark? ¿Fué la rivalidad entre
Inglaterra y Alemania, que hacía temer á
.a primera la pérdida de su dominio en
los mares y que im.pulsaba á la segunda
á anexionarse Bélgica y Holanda para
extender su territorio hasta el mar del
Norte? El Kromprins dice que é! ignora
el objeto de la guerra, que se ha provocado á su pais y que este lucha por su
existencia.
—La lucha por la existencia es el motivo que aducen iodos para explicar su
actitud. Lo que yo te puedo asegurar es
que nadie en Europa pensaba en la guerra más que Alemania. Que Alemania
viene desde el 70 estudiando sus planes
bélicos, organizando sus contingentes
armados, inventando sus máquinas destructoras, disponiéndolo todo para el
momento oportuno que ha creído encontrarlo en la ruptura entre Austria y
Servia por el asesinato de Sarajevo. La
revancha por el desastre del 70 no estaba más que en la imaginación de los
franceses. Francia no hacía aprestos militares. El panslavismo era una simpática coincidencia espiritual de polacos y
rusos. La hegemonía balkánica hacía
dormir tranquilo al gobierno de Berlín.
No obstante su rivalidad mercantil con
Alemania, Inglaterra no estableció el servicio obligatorio ni aumentó el contingente de sus fuerzas. Ya se ha visto que
la declaración de guerra cogió á todos
los países obligados á tomar parte en
ella con las manos en los bolsillos, como suele decirse.
-Entonces ¿cómo explica Alemania
ese presentimiento que le impulsó á anticipar el golpe por aquello de que el
que clá primero dá dos veces?
—Su diplomacia lo sabrá porque á
excepción de los temores fundadísimos
de Bélgica, en las cancillerías europeas
nada hay que lo justifique. Y para que
íe convenzas de ello, toma estos artículos de la prensa berlinesa y este curioso
libro, que te pondrán en antecedentes,
i Ah! Debo advertirte que á las simpatías de España por Alemania corresponde esta potencia con el más soberano
desdén para la raza latina. --¿Es usted
español?—mepreguníó un señor á quien
fui á visitar en la capital del imperio—.
Sí. ¡Oh, España! ¡El país de los bandidos y ios toreros!» No supe que contestarle. Estaba en su casa.
Procuro que mi relato sea fiel. Cuanto mi primo me dijo, lo sostendría él, sí
fuera preciso. En artículos sucesivos leeréis lo que en el libro que me dio hubo
de escribir Mr. Hermán Angelí.
A. ESCAA'llLLA RODRÍGUEZ.
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