Cómo nacen los jaicobinoe

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QÜB ES E L JACOBINISMO ( # )
POR
FRANCISCO ELIAS DE TEJADA ( F )
SUMARIO: Cómo nacen los jacobinos.—Quiénes fueron jacobinos.—Cuántos eran.—Cómo gobernaron.—Por qué fueron jacobinos.—Ja«>binismo
y marxismo.—Qué fueron los jacobinos.
Hermanos y coomüites de la "Filíppo II" italiana, queridos amigos, señoras y señores.
Por generoso encargo de los organizadores de estas jornadas
tócame hablaros hoy del jacobinismo. Planteadas las jornadas en
torno ¡al estudio del jacobinismo en Italia, mí tarea preliminar, en el
umbral de escuchar vuestras sin duda magníficas aportaciones, limítase a definir que el jacobinismo sea portada para vuestros estudios monográficos.
Procuraré que mi aportación no peque de demasiado enojosa,
para lo cual intentaré poner en ella las virtudes de la claridad y del
orden. Esto es, responderé a la pregunta general de la definición del
jacobinismo, dividiéndola en las siguientes cuestiones menores: cómo
nacen los jacobinos; quiénes fueron jacobinos; cuántos eran; cómo
gobernaron; por qué fueron jacobinos, y la imprescindible alusión
a las conexiones del jacobinismo con el marxismo. De las cuales se
deducirá la definición del jacobinismo en los tres aspeaos de la ideología, de la sociología y de la historia.
Cómo nacen los jaicobinoe
Cuando la Asamblea convocada por Luis XVI el 8 de agosto de
1788 no se reunía aún en París y estaba asentada en Versalles, un
( * ) Ponencia expuesta en Palermo en 1976, en las Terceras jornadas
culturales de la Asociación italiana «Filfppo IH, sobre «El jacobinismo».
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TEJADA
manojo de procuradores, oriundos de Ja Bretaña, solían congregarse
por las tardes en el café de Amaury, en las esquinas donde coinciden
las actuales avenidas de Saint-Cloud, la más a la derecha de las tres
que desembocan en la plaza de Armas a la entrada del palacio, y el
boulevard Carnot; en el mismo sitio en que hoy, o al menos mientras yo visité por última vez Versajles no hace muchos años, ocupa
la Brasserie Millert. En su admirable obra Las orígenes de la France
contemporaine, el puntualísimo Hippolyte Taine fija el comienzo
de tales tertulias el 30 de abril de 1789 (1). Paulatinamente fuérortse agregando; a está tertulia bretona, diputados de otras regiones
cuyas ideas coincidían con las que en las tertulias dominaban. Ya
antes del traslado de la Asamblea a París, a mediados de junio, eran
admitidos a "las discusiones políticas de este ya dicho "Club Bretón"
representantes de otros grupos. Tras las jornadas de octubre, instalada la Asamblea en París, transformóse en la "Société des Amis
de la Constitution" y comenzaron a reunirse en una sala alquilada,
que era el refectorio del convento dominico de la rue de Saint-Honoré, conocido por convento de los jacobinos en razón del apellido
popular de la orden. Sábese hasta el precio del alquiler, que era de
doscientos francos mensuales. Entre quienes se agregaron al grupo
fundador contábanse gentes de las más diversas procedencias; soldados de ganada faina como Lafayette, nobles como el vástago de
los De Noailles, tenida por la casa más rica de. Francia,; poetas como
André Chenier, artistas como François-Joseph Taima, científicos como
el marqués de Condorcet, Marie-Jean-Antoine-Nicolas Garitat.
A tenor del artículo primero de sus estatutos, la "Société des
Amis de la Constitution", tenía pot objeto "discuter les .questions
qui doivent être décidées par J'Asamblée nationale, et de correspondre avec les sociétés du même genre qui pourraient se former
dans le royaume". De donde se comprenden sus posibilidades de desarrollo; de un lado, doblaban o preparaban'las sesiones parlamentarias; del otro, eran el centro de amplísima, red, extendida por
Francia entera.
.
Primeros organizadores de la sociedad fueron los diputados Du
(1)
120 6
París, Hachette, 11 tomos, sín fecha.- Cita al V, pág.66.
QUE ES EL
JACOBINISMO
port, el futuro ministro Antoine-Pierre de Barnave y el marqués de
Lameíh, noble artesano que había peleado por la independencia
americana al lado de Laifayette y soñaba aplicar a Francia el sistema de gobierno inglés, embebido en las lecturas del barón de Montesquieu. Mas poco tiempo bastó para que el refectorio de los dominiáis resultara pequeño ante el numero de los afiliados, por lo
cual hubo de añadírsele la biblioteca del convento, situada encima
del refectorio, hasta que, al ser abolidas, en 1792, las órdenes religiosas, pasaron a ocupar la capilla del convento.
Por el lugar en que se congregaban, los miembros del club
merecieron el nombre de jacobinos, apellido con el cual la historia
les conoce. Variando mucho a lo largo de los años, a medida sobre
todo que iban radicalizándose las posturas políticas, los jacobinos
llegaron a ser un verdadero partido político, enfrentado primero
con los monárquicos constitucionalistas del club de los Feuillants,
denominados así por reunirse en el convento de los frailes de la
regla de San Bernardo, de tal suerte conocidos; luego con los girondinos y después entre sí mismos, hasta la ejecución de Robespierre
el 10 de thermidor del año II, o sea, el 23 de julio de 1794. Existiendo como tai club hasta que la Convención decretó el 21 del
brumario del año III la disolución de la totalidad de las asambleas
populares, de las "¿ociétés pupulaires"; Pues si bien pudo volver a
abrirse, apoyándose en la legislación dictada tras del golpe de estado
del 18 de fructidor del año V, o sea, del 4 de septiembre de 1797.
bajo el nombre de "cercie constitutionnel", Joseph Fouché, que había
pertenecido al club, lo liquidó para siempre en su condición de ministro dé Policía bajo el gobierno de Napoleón Bonaparte
Alrededor del club-cabeza de la rae dé Saint-Honoré floreció el
movimiento jacobino por toda Francia. La minoría de quienes le
integraban llegaron a gobernar la República. Allí cimentó Maximilian Robespierre su poderío absoluto. En el curso de sus reuniones se decidió muchas veces la suerte de Francia, pues aquello
que se decidía en el club de los jacobinas suplantaba la vbluntad
de la Asamblea nacional. En sus salas se fraguó la imposición del
suplicib a Luis XVI, la liquidación de los girondinos y el hundimiento de Danton. La minoría jacobina dictó leyes a Francia en uña
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tiranía cuya arbitrariedad y cuya violencia solamente admite comparación con los soviets de los países regidos por el totalitarismo marxista. Los jacobinos son, en suma, la clave histórica de la Revolución francesa.
Quiénes fueron jacobinos
Lo que les unió era una ideología, no la pertenencia a una determinada dase social. Muéstralo el análisis sociológico de los campos desde donde los jacobine« provenían.
En primer lugar, del clèro. No ha habido que esperar al concilio
Vaticano II para asistir al doloroso espectáculo —espectáculo doloroso para mí, a fuer de católica tridentino— de la apostasia en masa
de grandísima parte del clero de la Santa Iglesia católica, apostólica
y romana. La carencia de sólidos fundamentos teológicos en la formación espiritual, el deslumbramiento por la ambición de gobernar,
la atracción de la carne o de otros señuelos de los que Satanás se
vale pata la pérdida de las almas, provocan la apostasia jacobina de numerosos clérigos en Francia; tanto más envenenada por el
odio cuanto que contrastaba con la sencillez sublime, muchísimas
veces probada en las afrentas o en el sutpflido de la guillotina, con
que la mayoría del clero francés supo seguir siendo heroica y santamente fiel a los principios de la verdadera Iglesia católica, fijados
en el Conciliò de Trento.
Entre los jacobinos hubo frailes provenientes del Oratòrio, como
Joseph Fauché, el asesino en Nevers, adulador y luego perdedor de
Robespierre, que acabará duque y ministro con Napoleón Bonaparte;
hubo capuchinos como François Chabot; hubo sacerdotes cuales el
párroco de Saint-Nicholas-des-Ghamps Jacques Roux, que pasó el
terror compitiendo con Jean-Paul Marat en la demanda de cortar
cabezas.
Hubo, sobre todo, obispos en quienes el sello satánico de la
apostasia culmina en términos abiertos y abyectos, términos a los
que todavía, por fortuna, no hemos visto bajarse a los prelados del
Condlio Vaticano II. El 11 de agosto de 1792 escribía Tomás Lin120 6
QUE ES EL
JACOBINISMO
det, obispo del Eure, que "bien pronto, al igual que los ingleses,,
gritarán los ciudadanos de Francia: «¡No más obispos!». El teísmo y
el protestantismo tienen más puntos de contacto con el republicanismo que el catolicismo, el cual ha estado siempre ligado a la monarquía y ello, en estos momentos, resulta demasiado caro". Mientras que otro obispo, el Charles Lafont de Savine, prelado dd Ardeche, escribía pea: las mismas fechas al ministro del Interior Jean-Marie Roland de la Platiére pidiéndole la secularización del Estado (2).
Claude Fouchet, antiguo capellán real y obispo de Caen, demandaba en la Asamblea d 28 de octubre de 1792 que los sacerdotes
que se habían negado a jurar la Constitución fuesen ahogados en
sangre, "nager dans k sang des patriares". El obispo de París y
antes de Lydda, sufragáneo de Basilea, Jean-Baptiste Gobd, comparece delante de la Asamblea d 11 de brumario dd año II para
encasquetarse d gorro frigio; y d 20, tres días más tarde celebra,
entre prostitutas y patibularias, la fiesta de la diosa Razón en d
Ayuntamiento de París. Sin mentar d caso dd célebre Henri Grégoire, 'primer apoyante a la condena a muerte de Luis XVI, presidente varias veces de k Asamblea, defensor de la guerra eterna
contra todos los reyes de la tierra, desde la barra de la convención
d 3 de diciembre de 1792. Es que nada iguala en mal a la corrupción de lo mejor; aquellos sacerdotes y aquellos obispos que habían
apostatado al jurar la Constitudón republicana anduvieron los caminos jacobinos más aprisa y con mayores demásfesque los propios seglares. Su paso no tenía posible retroceso. Por eso ningún
grupo sodal superó al clero en fervores jacobinos, satánico contrapié de tantos otros sacerdotes, frailes y obispos mártires que en
las prisiones o en la guillotina supieran dar testimonio de la verdadera fe católica. Ahora, en España, también sabemos mucho de esto.
Otro grupo numeroso fueron los nobles. Condorcet, Charles y
Alexandre Lameth eran marqueses; Le Péletier de Saint-Fargeaü
portaba en sus venas la sangre más ilustre de Francia; Carlos de
Hesse, o Assia, según sude decirse en Italia, pertenecía a una casa
(2) En Albert Matthiez: La revolución
tomos. Cita al II (1935), págs. 47-48.
francesa.
Barcelona, Labor, 3
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reinante en Alemania; y sobre todos ellos, quizás sea el más representativo el cuarto en la línea de la sucesión dinástica al trono, el
duque Philippe de Orléans, qiiien asisce a las reuniones del club
jacobino, quien vota el asesinato de Luis XVI, su primo; quien
costea ios gastos de la propaganda revolucionaria, al punto de estar
arruinado cuando pagó en la guillotina los extravíos de su existencia repugnante.
Aunque el sector más importante y más numeroso lo constituyen los burgueses. En su monografía The Jacóbms, Grane Brinton
ha probado ton datos irreprochables cómo los más violentos terroristas procedían de la clase media o burguesa. Catalogando los terroristas activos en veinte ciudades y pueblos en una técnica estadística, pareja a la que suelen emplear los actuales institutos investigadores de la opinión pública, Crane Brinton apura que, de una
lista de 637 terroristas efectivamente actuantes, el 61% pertenecía a
la clase media y pagaban un impuesto de más de seis libras, siendo
así que la media de los contribuyentes tributaba solamente tres libras (3). Sobre todo fueron jacobinos los enriquecidos con la comjpra barata de los bienes públicos o de los bienes de la Iglesia, los
cuales veían en peligro las riquezas tan fácilmente adquiridas si
se derrumbaba la revolución, a cuya cosca eran ahora ricos. También
aquí Crane Brinton ha espigado datos suficientes para probar que
los clubs provincianos jacobinos estaban dominados por estos nuevos ricos revolucionarios (4). Con no menor rigor en los datos,
Alfred Cobban, en The social interpretation of the Ftench
Revolution,
ha concluido que entre los diputados jacobinos sentados en el sector
extremista de los "montagnards" predominaban miembros de la
alta burguesía (5). Baste recordar que entre quienes votaron la muerte de Luis XVI contóse aquel Michel Lepeletier de inmensas riquezas, muerto por un soldado de la guardia real el mismo día del asesinato del monarca. Es fenómeno ya visto por Cesare Can tú, antes
que los modernos historiadores con prurito de sociólogos, al apun(3)
(4)
(5)
120 6
Versión castellana. Buenos Aires, Huemul, 1962, pág. 75.
Crane Brinton: Los jacobinos, págs. 81-82.
Cambridge, at the University Press, 1968, pág. 65.
QUE ES EL
JACOBINISMO
tar en su Historia universal que con la venta de los bienes públicos se creó una nueva clase de propietarios, que habían comprado
tierras productivas a bajo precio o pagando con los asignados puestos en circulación por Joseph Camben y carentes de valor, interesados en mantener por encima de todo el nuevo orden de cosas,
ya que la liquidación de la revolución hubiera significado para
ellos la miseria (6). El jacobinismo se asentó sobre una descomunal,
ilegítima e irregular transformación de la propiedad del campo;
fue su apoyo la burguesía nueva de propietarios agrícolas, sin escrúpulos morales ni reservas éticas, capaces de apoyar e incluso de
ejecutar el terror más sanguinario con tal de asegurarse una riqueza
de tan turbias maneras adquirida.
No menos importante fue la presencia de los profesionales.
Abogados hubo muchos, de todo tipo y condición, empezando por
Maximilian Robespierre, de quien ha dicho su apologista Ralph
Korngold, en Robespierre
and the Fourth estáte, que, de no haber
tenido lugar la revolución, no hubiera (pasado de oscuro abogadillo
provinciano (7). El jorobado charlatán Cuviette-Vetriéres o el desertor Huguenin, abogadete fracasado que subió a presidente de la
Commune parisina, por citar dos ejemplos entre mil de jacobinos
que buscaron en los extremismos políticos remedio para los fracasos de sus existencias de desmedrados juristas, son figuras cuya
enumeración pudiera alargarse hasta llenar un libro entero. Otro
estamento del cual salieron preeminentes jacobinos fue el periodismo; baste citar a Jacques-Pierre Brissot, aventurero de la pluma,
ganapán de las gacetas, iquien llegó nada menos que a regir las relaciones exteriores de Francia en los momentos más difíciles, con
el cortejo humano de su pedantería de osado redactor de ínfimos
panfletos. En la excelente monografía de Alfred Cobban anees mencionada dícese constituiría el grupo más numeroso entre los jacobinos (8).
(6) Traducción castellana, Barcelona, Francisco Nacente, 11 tomos. Cita
al X (1892), págs. 54 a.
(7) Versión italiana. Torino, Einaudi, 1947, pág. 40.
(8) A. Cobban: The social interpretation of the Freneh revolution, página 80.
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La participación de los obreros fue mucho menor, bien que formaran la carne de cañón de las milicias de Hanriot, que alborotaban
trágica y amenazadoramente por las calles de París. A ellos me referiré más tarde, al tocar la interpretación marxista del jacobinismo.
Como ingrediente final, abundan los extranjeros. Puesto que el
jacobinismo heredó el abstraccionismo de la llamada filosofía del
siglo xvili y aunque luego, por un contrasentido histórico, solamente
explicable por la pervivencia de los sentimientos heredados de la
monarquía borbónica, cuaje en un patriotismo francés que culminará en el bonapartismo, fue movimiento con pretensiones de universalidad, en cuyo seno cupieron los extranjeros sin más requisito
que participar en la ideología por los jacobinos defendida. Revolucionarios de todas partes, profesionales dé la revuelta de todos los
países, encuentran «a los clubs jacobinos asiento y podrán perorar
en ellos tomando partido por la Revolución, que pora los jacobinos
es hecho universal y no exclusivamente francés.
Los jacobinos sentíanse cosmopolitas, porque las barreras entre
los pueblos son hijas de la historia, es la tradición lo que a los pueblos hace, y ellos repiten la ilusión del hombre ahistórico tallada
por Juan Jacobo Rousseau. Por inspiración jacobina, el 26 de agosto
de 1792 siéntanse en la Asamblea, como diputados con voz y con
voto, el inglés Thomas Payne y el prusiano Anacharsis Cloots. El
venezolano Francisco Miranda ejerce de general de división en el
ejército que marcha sobre Bélgica a las órdenes de Dumouriez,
ascendiendo a mariscal de ounpo en agosto de 1792. El judío-portugués Pereira es enviado al frente holandés como comisario político.
Todos los revolucionarios del mundo pueden ser jacobinos en la
República francesa; porque los jacobinos aspiran a dominar al mundo, extendiendo los principios y las leyes de la Francia revolucionaria. las circulares que el club de París dirige él 9 de julio de 1791
y el 11 de enero de 1792 "a todos los pueblos del universo" es la
declaración de un claro cosmopolitismo revolucionario, el mismo
cosmopolitismo que daba por equiparables a todos los jacobinos del
mundo y soltaba en los bancos del club o en los escaños de la Asamblea a ingleses y a prusianos.
1212
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JACOBINISMO
Cuántos eran
Puesto que abundaban más acá y más allá de las fronteras, parece que los jacobinos «an asaz numerosos. Sin embargo, la realidad
fue que no pasaron de una minoría sobremanera endeble y que el
gobierno jacobino no merece otro calificativo que el dé una dictadura sangrienta y totalitaria.
Los cálculos de M. Chobaut en los Annales historiques de la Révolution française (9) permiten concluir que el número de dubs jacobinas en los instantes del máximo apogeo debieron de ser alrededor de 6.800, de suerte que hubieron de existir en la sexta parte de
los munidpios franceses, constando la presencia en lastiudadesimportantes y cabezas de distrito. Apurando cuidadosamente el número de socios en 25 dudades entre 1793 y 1795, el conjunto
de las cuales daba 334.783 habitantes, resulta que había 7.439
socios, esto es, poco más del 2 % de los habitantes, en una proporción que en algunas alcanza al 8% y en otras no llega siquiera al
1%, de donde resulta que en la etapa de máximo apogeo hubo todo
lo más medio millón de jacobinos en una Franda que superaba los
25 millones de almas (10).
Su gobierno fue, en consecuencia, la dictadura de una floja
minoría. Georges Couthon pedía desde la segunda dudad de Franda, que era Lyon, le fuesen enviados dësde París al menos "quarante
bons républicains, sages et probes", a fin de establecer "mie colonie
de patriotes sur cette terre étrangère", donde los jacobinos están
"dans une minorité si effrayante". El comisario Lacoste, desde Estrasburgo, comunica que existen allí apenas cuatro jacobinos, el club
de Troyes no estaba compuesto por más de 20; Bernard de Saintes
no encontraba en Besançon ni siquiera d número suficiente para
cubrir los cargos municipales (11). El apasionado apologista de los
(9) III (1926), págs. 450-453.
(10) Crane Brinton: Los jacobinos, pág. 56.
(11) Estos datos y otros más los trae Augustin Cochin en La crise
de l'histoire révolutionnaire. Taine et M. Aulard, de 1908, recogido en el
volumen Les sociétés de pensée et la démocratie moderne. Etudes d'histoire
révolutionnaire, Paris, Pion, 1921, páginas 43-140. Cita a las pág. 86-871213
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jacobinos que fue Albert Matthiez confiesa en La revolución fransa eran exigua minoría (12), confirmando el juicio de Hipólito Taine de tratarse de "minorité bien petite" (13). Los datos escrupulosamente recogidos por el propio Taine en documentos oficiales son
no menos confirmatorios de este hecho. En noviembre de 1791 había medio millar de miembros en el club jacobino local, en un cuerpo electoral de 7.000 votantes. En la misma época contábanse 6.700
en París, con ser París, para un censo de 81.000 electores, al paso
que ni en Trojyes ni en Estrasburgo superaban los 400, siendo
los inscritos votantes, respectivamente, 7.000 y 8.000 personas (14).
Lo que, si se toma por referencia al total de la población, da cifras
significativas. Los 30.000 habitantes de Besançon no albergan más
allá de 300 jacobinos; los 700.000 habitantes de París no llegan
ni al 1 %, puesto que no eran ni siquiera 7.000. Cuando las elecciones del 19 de noviembre de 1792 el candidato jacobino Lhullier
logra apenas 4.896 votos, o sea, uno entre cada 33 electores; y
ello imponiendo la votación nominal en alta voz (15). En pleno
terror, el comisario Thiberge escribe el 14 de brumario del año II
que en Martçygues, cerca de Marsella» no ha encontrado más que
17 jacobinos sobre 5.000 habitantes. El "rapporteur" del departamento de Vaut hace constar que en Graguignan son 40 entre
7.000 y que en Vidauban no son más,que la decena de empleados en
el municipio (16). En muchos sitios ni siquiera habían ni un solo
jacobino. El comisario del Directorio en el cancón de Pierrefitte, en el
propio departamento del Sena, Guyel, informaba en su "rapport"
del germinal del año VI que "un fait malheureusement trop certain,
c'est que le peuple en masse ne parait vouloir aucune de nos institutions", al extremo de sertomadopor injuria recibir el tratamiento
de "citoyen" (17).
(12)
(13)
(14)
(15)
(16)
(17)
1214
A. Matthiei: La revolución francés<¿ III (1935), pág. 22.
H. Taine: Origines, V, pág. 74.
H. Tainer Origtnes, VI, pág. 137-138.
H. Taine: Origines, VI, pág. 168.
H. Taine: Origines, VII, pág. 188.
H. Taine: Origines^ VIII, pág. 415.
QUE ES EL
JACOBINISMO
No ha de extrañar, por ende, que Jos mismos jacobinos se sepan minoría y que su único modo de gobernar sea la dictadura. Cuya justificación estará en que ellos son los solos puros, los únicos
perfectos o, en el lenguaje de la época, tos virtuosos por antonomasia. En él Moniteur del 14 de septiembre de 1792 ^e insertan las
palabras de Robespierre en la Convención de que es preciso proceder cüctatoriaimente, dado que "la vertu est en minorité sur la
terre"; lo que explica Lanot en el Moniteur del 6 de noviembre siguiente en el sentido de que "ceux qui ne sont pas jacobins ne sont
pas tout à fait vertueux".
Porque para mandar no cabía otra situación que la dictadura
violenta de estos hombres que se consideran los virtuosos por excelencia. El 26 de marzo de 1794 sacó Georges-Jacques Danton las
conclusiones al postular la dictadura de los minoritarios comités
revolucionarios, compuestos íntegramente por jacobinos: "en créant
les comités révolutionnaires, on a voulu établir une espèce de dictature des citoyens les plus dévoués à la liberté sur ceux que se sont
rendus suspects".
Comités jacobinos gobernantes, porque se les escapa el dominio
de las asambleas democráticas. El 4 de diciembre lo dirá Bertrand
Barère de Vieuzaut desde là barra de la Convención: "Les assamblées électorales sont des instituions monarchiques; elles tiennent' au
royalisme; il faut surtout les éviter dans un moment de révolution".
Programa de violencias, programa de dictadura. De estas posturas al terror no media más que un paso. El que dio Antoine-Louis
de Saint-Just desde la tribuna convencional el 26 de febrero de 1794
al sentar la teoría más característica del pensamiento político jacobino, la de que era preciso exterminar a todos quienes no lo sean:
"Ce qui constitue une république, c'est la destruction totale de ce
qui lui est opposé".
Cómo gobernaron
Es el programa único del gobierno jacobino, el del terror, el
de Marat, el de Robespierre. No se gobierna para Francia, ni para
el pueblo francés; se impera lisa y llanamente a favor de los jacobi1215
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nos. Los jacobinos tienen derecho a todo; Los no jacobinos no ostentan otro derecho que el de morir en la guillotina.
Los jacobinos saquean haciendas, roban en los templos, imponen
tasas a los enemigos, se apoderan de las riquezas públicas y privadas. H 17 de brumario de 1792 el convencional Philippeaux, secundado por Romme, propone que se abra investigación sobre las improvisadas fortunas de los revolucionarios. Inmediatamente combatió
sus proyectos el convencional borgoñón Claude Basire, calificándole
de medida muy pertinente para favorecer a los aristócratas y para
dividir a los patriotas. Era la impunidad para los latrocinios jacobinos; "impunidad de los bribones", en palabras del poco sospechoso Albert Matthiez (18).
Impunidad oficial para los jacobinos dictadores, que es el terror para sus enemigos. Las garantías sacras inscritas en los textos
constitucionales son papel mojado. No habrá libertad de opinión,
ni podrá escribirse en los periódicos, ni quedará ninguna propiedad
segura, ni siquiera existirá el simple derecho de vivir.
Los decretos del 21 y del 26 de marzo de 1793, reafirmados
por la ley dell 5 de septiembre, crean en cada club jacobino un comité de vigilancia, ai cual se autoriza expresamente para registros
domiciliarios, requisa de bienes y detención de sospechosos. El decreto del 29 de marzo ordena que sea fijado a la puerta de cada
casa cartel con la lista de todos quienes habiten en ella, en lugar
bien visible y especificando nombres, apellidados, apodos, edades y
profesiones. Cada individua, sean cualesquiera su edad y condiciones, deberá portar siempre consigo un certificado de civismo,
una "carce de civisme", careciendo de la cual se le detendrá sin
más, enviándosele a la cárcel, una cárcel que era generalmente la
antesala de la guillotina; cumpliéndose esas normas cada día desde
el 28 del mismo mes de marzo, cuando a plena luz del día córranse
las calles con barreras, en las que los milicianos requieren a los
transeúntes las cartas de civismo: dos meses seguidos de terrores
democráticos, predecesores de lo que luego ocurrirá en la España
de 1936 y en la Italia de 1945.
(18)
1216
A. MatthLez: La Revolución francesa, III, pág. 127.
QUE ES EL
JACOBINISMO
La ley de sospechosos del 17 de septiembre de 1793 es el testimonio legal de la más bestial de las tiranías, espejo exacto de la
barbarie del fanatismo jacobino. Es el encarcelamiento en masa sin
motivos, sin motivos ni siquiera pretextos. Su primer artículo dispone que "inmédiatement tous les gens suspects, qui se trouvent
sur le territoire de la République, et qui sont encore en liberté, seront mis en état d'arrestation". Siendo sospechosos los presuntos
reos, no de actos, ni de palabras; bascan las meras supuestas intenciones. Ved cómo entendían los jacobinos las cacareadas libertades
sonoramente consignadas en las leyes de esta que se llama la Revolución liberadora por todos los historiadores bastardos que en el mundo han sido: son sospechosos, en términos de la ley del 17 de septiembre de 1793, todos "ceux qui, soit par leur conduite, soit par
leurs relations ou leurs écrits se sont montrés partisans de la tyrannie ou du fédéralisme, et ennemis de la liberté". O sea, todos los
monárquicos y todos los girondinos, codos cuantos no fueran jacobinos.
La lista de los indicios es todavía más llamativamente arbitraria:
los que no justifiquen sus medios de vida o el modo en que han
ejercido sus deberes cívicos; aquellos a quienes les fue rehusado el
certificado de civismo por los comités jacobinos; los funcionarios
públicos destituidos o simplemente suspendidos en sus oficios por
la Convención o por los comisarios convencionales; quienes hubieran pertenecido al estamento nobiliario, junto con sus padres, madres, hijos, hijas, hermanos y. hermanas; los emigrados. Es decir
criterios vagos, imprecisos, arbitrarios, dados a fin de que nadie
quede fuera de la condición de sospechoso, comenta Maurice Deslandres en la Historie
1870 (19).
constitutionde
de la France
de 1789
à
Imprecisión que llega al colmo cuando se considera quiénes aplicarán semejante decreto: los comités de vigilancia formados por
diez miembros de cada club jacobino; esto es, en palabras del mismo Maurice Deslandres, "des hommes animés de passions révolu-;
tionnaires, qui n'ont d'un juge ni l'expérience, ni l'impartialité. A
(19)
Paris, Sirey, 3 tomos. Cita al I (1933), pág. 233.
1217
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eux de dresser la liste communale de suspects, de lancer contre eux
des mandats d'arrêt" (20). Policías, jueces y verdugos al mismo
tiempo: así fueron los jacobinos. Con tanta libertad que, incluso
declarados inocentes, seguirán detenidos a fuer de sospechóse».
Pero hay más. La ley del 29 de octubre de 1793 recusa el menor
procedimiento y declara innecesarias todas las pruebas, incluidos
los testimonios de los testigos. El discurso de defensa de esta ley en
la Convención pronunciado por Jacques-Nidbolas Billaud-Varenne
contiene las siguientes frases, que se comentan por sí solas: "Pénetrez-vous bien de cette idée que les conspirateurs ne laissent pas
de trace matérielle de leurs crimes. Les témoins déposent sur des
faits particuliers; mais dans une conspiration que la nation entière
atteste, qu"est-il besoin des témoins? Imitez les conspirateurs euxmêmes".
Por si cupiera más tiranía todavía; la ley del 22 de prairial, o
sea del 25 dé junio de 1794, simplifica el procedimiento. Basta la
denuncia de un "citoyen", esto es, de un jacobino. El denunciado es
juzgado sin presencia de abogado defensor, ni sin que le sea siquiera
permitido hablar más que para responder a las preguntas de sus
juzgadores. No serán escuchados los testigos, ni se tendrán en cuenta
las pruebas de la defensa. Se les condena porque sí, porque así lo
mandan los jacobinos, y se les condena a una sola pena posible:
la guillotina.
Sería larga tarea, imposible en una ocasión cual Ja presente, la
de enumerar 'las infinitas monstruosidades de esta tiranía sin ejemplo. La cuchilla cayó sobre, la garganta de los inocentes, pero la
justicia divina la hizo también caer segando los cuellos de sus diabólicos verdugos. El crimen político tiene fronteras muy dilatadas,
por lo que hubieron de traspasarlas el ambicioso Felipe de Orléans,
los girondinos que presuman de astucias, el Danton que proponía
semejantes leyes bestiales y hasta el Robespierre que las ejecutó.
Los revolucionarios del 89 se ahogaron en el mar de sangre que
habían procurado derramar.
(20)
1218
Ibidem.
QUE ES EL
JACOBINISMO
Por qué fueron jacobinos
El jacobinismo es la consecuencia inevitable de Juan Jacobo
Rousseau. Detrás de esta montaña de crímenes horribles, en el trasfondo de esta tiranía sin fronteras, en la anarquía trágica del terror
organizado, el historiador del pensamiento contempla siempre la
pálida siniestra figura del resentido ginébrino. Rousseau es el profeta democrático que anuncia el advenimiento del mesías Robespierre. Lew jacobinos son el resultado de llevar hasta sus últimas
secuelas la teoría robespierriana de la voluntad general
Poco diré aquí al respecto, pues, cuanto pudiera decir, lo ha dicho ya, con mucho más saber y talento de los que yo poseo, uno de
los conmüites de nuestra "Filippo II", el profesor de la Universidad
de Roma Pier Francesco Zarcóne en ese magnífico libro que se titula Rousseau totalitario.
Es que para Rousseau existen dos especies de voluntad colectiva: la voluntad de todos, la "volonté de tous", que puede atenerse
a miras particulares; y la voluntad general, la "volonté générale",
que no puede errar jamás; dado es la voluntad del cuerpo social
entero. En el lihro II, capítulo III, del Du contrai social ou principes du droit politique, consta paladinamente dato que en la voluntad general la voluntad de individuo se funde mística e inexplicablemente con la de la comunidad,:. de suerte que la minoría hace
suya también la decisión de la mayoría que en la vocadón había
rechazado.
Con lo cual, la voluntad individual se pierde en el seno de esta
voluntad general, a guisa que la democrada conduce inexorablemente a la desàparidón del yo en el. todo, acaba en el anulamiento
de individuo que está en el germen de todos los totalitarismos.
Gomo ha escrito Zarcúne, "la característica peculiare del totalitarismo
russoniano (che sarà poi ripresa dal marxismo-leninismo) sta proprio nell'ideale di una sodetà in cui l'uomo --come portatore di
un io separato dell'ente generale— scompaia; di una società, doé.
1219
FRANCISCO ELIAS DE
TEJADA
che realizzi il più completo (ed inavvertito) assorbimento delle individualità particolari" (21).
Lo que agrega el jacobinismo a este planteamiento totalitario
de Rousseau es la identificación del pueblo, no con la mayoría, sino
con una minoría que encarna la voluntad que la mayoría es incapaz de ejercitar. El argumento es que ellos son los únicos capaces
de entender los intereses del pueblo, que son los únicos capaces de
curarlo de sus vicios y de proporcionar a la mayoría la virtud de
qué carece. En cuyo sentido son el nuevo despotismo ilustrado, los
precursores de la distinción marxista èntre "Klassenlage" y "Klassengefühl", así como de la sustitución de la clase económica por
el partido político que, aun sin ser clase, asume la conciencia de la clase, llevada a cabo por Lenin. Es el derecho de la minoría a representar
a la mayoría aun en contra de la voluntad de los más, en virtud de
considerarse a sí mismos los mejores y los más capacitados para
gobernar a una sociedad donde la mayoría popular no sabe lo que
de veras conviene a¡l pueblo. Con su habitual agudeza lo vio Hipólito Taine cuando contempló en el jacobinismo un credo filosófico
impuesto a la fuerza por una minoría de iluminados (22).
Aunque la nación les aborrezca, los jacobinos creerán ser la nación francesa. Aunque minoría, se considerarán justificados para
règir a la mayoría, pues ellos son los buenos y los virtuosos, frente
a una mayoría que, amén de no ser ni virtuosa ni buena, ignora lo
que le conviene. Los jacobinos encarnan el bien común, la res publica, la República. Nada contarán los votos, porque los jacobinos
impondrán su dictadura en nombre de los mitos filosóficos roussonianos de la Verdad, del Bien y de la Virtud en abstracto. La mayoría del pueblo 'ha de obedecerles, porque está compuesta, por imbéciles o por degenerados, a quienes hay que corregir los vicios heredados de dos mil años de depravación cristiana. Los buenos han de
mandar y ellos son los buenos. Así se autojustifica la dictadura jacobina; según el juego complementario de unas cuantas ideas roussonianas: la bondad natural del hombre, corrompido por las enseñanzas
(21)
(22)
1220
Roma, Edizioni generali europee, 1973, págs. 43-44.
H. Taine: Origines, VII, 133.
QUE ES EL
JACOBINISMO
de Cristo; la necesidad perentoria de implantar la virtud natural,
aunque el pueblo no ila quiera; la desaparición del yo particular en
la voluntad general, bien entendido que la voluntad general no son
los más, sino los mejores; los mejores, que, .por supuesto, son ellos,
los jacobinos.
Así se justifican los tremendos crímenes. Así se mata a la libertad en nombre de 'la libertad. Así el terror está justificado por
el terror. Así la tiranía de unos pocos aplasta la voluntad de los
más. Así Maximilian Robespierre, con sus gafas verdes, sus mangas de fino encaje, su casaca azul de seda y llevando de la cadena
a su perro gtandanés Brount, paseaba por los Campos Elíseos con
las niñas de la familia Duplay, meditando decretar asesinato tras
asesinato, en la certeza de que matando regeneraba por la fuerzia
al corrompido pueblo, que era la mayoría de los franceses.
J acobiniamo y marxismo
He señalado más arriba que la revolución jacobina fue obra de
burgueses, en la amplia gama que va desde los nobles ilusos a los
abogadillos ambiciosos a los clérigos apóstatas, a los funcionarios
medradores y a los nuevos ricos enriquecidos con la compra de los
bienes públicos o eclesiásticos. Sin embargo^ existe tendencia notoria entre ios escritores marxistas por ver en los jacobinos antecedentes directos de la teoría de la lucha de clases como clave de la
historia. H. Calvet, en S«f thistoire de la révolution françaiseve
eñ
ellos la aparición de la mitología de los dioses nuevos, del nuevo
mito de la lucha de clases (23); el ruso W. Markov, en Las jacquesroutins, saluda la exaltación jacobina como la primera de las contiendas proletarias (24); y Roger Garaudy les incluye entre los
antecesores del marxismo en Les sources françaises du
scientifique (25).
socialisme
(23) En la Revue d'histoire moderne et contemporaine, de 1954, página 305.
(24) En los Annales historiques de la Révolution française,
XXXIÎ
(i960), pág. 165.
(25)
París, Les éditeurs réunis, 1949.
1221
FRANCISCO ELIAS DE
TEJADA
El pretexto puede venir de que en el seno de la corriente jacobina asoman puntas de ataque a la propiedad privada y a la
burguesía enriquecida. Roger Garandy contempla como primera manifestación de la conciencia de clase, de la que Carlos Marx dirá
"KHassengefühl", el ataque a los económicamente poderosos lanzado
en junio de 1791 por 340 albañiles de París (26). El presidente de la Commune, Jérôme Péfcion de Villeneuve, en carta a su cofrade FrançoisrNidholas Buzot, fechada en di 6 de febrero de 1792,
contrapone la "bourgeoisie" al "peuple", declarando la ingratitud
de aquélla para, con éste. El grupo de los "enragés" o rabiosos,
sector importante dentro del club jacobino de París, envía a la
Asamblea, en 25 de junio de 1793, una petición, redactada por
aquel párroco Jacques Roux de quien antes hice memoria, donde
está escrito que "la liberté est une illusion si une classe d'hommes
peut impunémenten affamer les autres"; que "l'égalité est un leurre
aussi longtemps que les riches, per le moyen du monopole, exercent
le droit de vie et de mort sus leurs concitoyens". El 2 de diciembre
de 1792, Robespierre declara en la Convención que el goce de la
propiedad debe subordinarse a los intereses de quienes carecen de
ella y que antes que el derecho de propiedad está el derecho de la
totalidad de los ciudadanos a poseer medios de vida; llegando el 24
de abril de 1793 a calificar a los propietarios de "marchands de
chair humaine". Louis-Marie Prudhome declaraba el 1 de septiembre
de 1792 que en las circunstancias por las que atravesaba Francia
"la promiscuité des biens est le droit; tout appartient à tous". Georges Couthon hace aprobar el 25 de octubre de 1792 la declaración
de que cuanto restesuperfluo a los particulares pertenece a los "sansculottes". Actuando de comisario convencional en el departamento
dél Nièvre, jeteeph Foudhé ordena el 19 de septiembre de 1793 la
creación de un "comité philanthropique" encargado de repartir entre los ¡pobres lo que les sobre a ios ricos.
Mas en el lenguaje de los jacobinos, ricos no quiere decir los
que posean riquezas, sino solamente los enemigos, pues los jacobinos mismos tendrán derecho absoluto a los bienes que posean sin
(26)
1222
R. Garaudy: Les sources, págs. 43-44.
QUE ES EL
JACOBINISMO
que nadie se atreva a molestarles eu su goce, ni siquiera a preguntarles él modo en que los adquirieron. Al proponer el decreto de
confiscaciones del 3 de mayo de 1794, Antoine-Louis de Saint-Just
específica con claridad meridiana que "les propriétés des patriotes
sont inviolables et sacrées; les biens des personnes ennemies de la
Révolution seront sequestrés au profit de la République". En la
concepción jacobina nadie atacó a la propiedad en cuanto tal propiedad; si se confisca y se roba es a las posesionéis de los no jacobinos; no porque sean propietarios, mas porque hay que aplastar a
los enemigos políticos.
Por lo cual el sector que osó combatir a la burguesía pereció en
la guillotina por mandato del propio Robespierre. El proceso de
Jacques-René Hébert y de sus amigos, celebrado en los cuatro primeros días del mes de germinal del año III, acabó mandando al patíbulo a los posibles caudillos de una indeseada revolución social
Y, por más que se lo quiso ahorrar atravesándose el pecho con un
puñal, en él cadalso acabó el 27 de mayo de 1797 François-Noël
Baboeuf, el aventúralo delincuente, condenado por falsificación dolosa de documentos, que había capitaneado la llamada conspiración
de los iguales.
Por más que para algunos historiadores marque la aparición del
socialismo moderno en contraste con el anterior socialismo utópico,
como para Norman Mackenzie, en Soádism. A short history (27),
o para G.D. H. Colé, en su Historia del pensamiento
socialista (28),
la verdad es que Baboeuf constituye el postrer representante de las
utopías comunitarias, según la para mí certera interpretación de
Emile Bottigelli en Genèse du s&cidisme scientifique
(29) y de En-
rique Tierno Galván en Baboeuf y los iguales. Un episodio del socialismo premarxista (30).
Lo que efectivamente anuda a los jacobinos con los marxisfcas
no es la lucha contra la burguesía, porque la revolución fue hechura
(27) Versión, castellana. Barcelona, Labor, 1969, pág?. 23-24.
(28) México, Fondo de Cultura Económica, 6 tomos. CÍta al I (1962),
págs. 20-29.
(29) París, Editions sociales, 1967, pág. 16.
(30) Madrid, Tecnos, 1967, pág. 75.
1223
FRANCISCO
ELIAS DE
TEJADA
de burgueses y ios opuestas a la propiedad privada acabaron lógicamente en la guillotina. Lo que aproxima a los jacobinos con los
marxistas son tres cosas: primera, la común herencia roussoniana
que termina en un sistema político totalitario; segunda, la identificación casi religiosa de una minoría de iluminados con la clase o
con d pueblo, dispuestos a implantar sus ideas con menospredo
(fe la mayoría, y tercera, la forja de un orden tiránico, mantenido
por la violencia de la opresión forzada.
Qué fueron loe jacobino»
Después de las consideradones que anteceden, por imperativos
de brevedad harto sucintas, creo estamos en condiciones de contestar a la. pregunta general de qué fue el ; jacobinismo. Contestadón
en tres vertientes: la ideológica, la sodológica y la histórica.
Ideológicamente, los jacobinos son una minoría fanáticá dispuesta a instaurar como sea un orden nuevo. Aparte del hedió de que
se cimentó sobre los nuevos ricos naddos de- la revoludón, lo que
ayunta a los jacobinos en haz activo es una fe, la fe de los llamados
filósofos del siglo XVIII ; d culto a la razón de Voltaire, la creencia
en el progreso de Condorcet, el optimismo antropológico de Rousseau, la nodón del Gran Arquitecto del Universo de las logias
masónicas, la esperanza en un paraíso aquí en la tierra. El dub de
Beauvais plantó un árbol de la libertad y la gente alrededor cantaba:
"L'arbre planté sur le Calvaire
est pour Ies chrétiens la signe salutaire
qui promet dans les ci eux un bonheur éternel!
L'arbre que vous plantez dans ce jour solennel
est pour les citoyens que la Raison éclaire
le signe heureux du bonheur sur la terre!"
Fe que da en el remedo de la religión cristiana, con sus diosas
cómo las mujeres que encarnan la razón; con sus mártires como d
Jean-Paul Marat, cuyo busto presidía las asambleas; con su sumo
sacerdote en el incorruptible Maximilian Robespierre; con sus fíes1224
QUE ES EL
JACOBINISMO
tas decadale«; con el calendario atenido a los eidos de las estadones; con los ritmos solemnes imaginados por d pintor JacquesLouis David Son los fanáticos de la nueva religión de la human,idad, y, en esce sentido, tanto como herederos de Rousseau, legatarios
de la masonería. Con acopio de datos irrefutables, el gran historiador que fue Auguste Cochin ha demostrado en su estudio Des
sources et la métbode pour étudier les actes du gouvemement
révolu-
tiommre, que cada uno de los ritos políticos del ceremonial usado
en los dubs jacobinos reproduce ios rite» de lo que los masones
llaman d arte real, así como que la entera labor de sús miembros,
incluso las rígidas depuraciones, son la repetidón de los sistemas
que ya practicaba el Gran Oriente de Frandas con las 800 logias a él afiliadas en tiempos de la vieja monarquía. Los dubs
obran en 1794 exactamente igual como d. Gran Oriente había procedido en 1785 (31). Porque la mayoría de los integrados en los
dub jacobinos debieron provenir de los talleres masónicos. De ahí
que por encima de todo lo que los jacobinos son es los devotos creyentes en una religión nueva; la religión de la Humanidad,
De donde resulta su definición sodológíca Es d jacobino tipo
humano que excede a los linderos de la Revolución francesa para
encarnar en todos los resentidos, en todos los ambiciosos, en todos
los sabihondos superficiales, en todos los reformador« en quienes
el fanatismo suple a los saberes y donde la pasión obnubila los razonamientos. Bien lo vió el príndpe de Canosa Antonio Capece-Minutolo en l pifferi di montagna, ossia conno estamporaneo di un
cittadine imparziale stilla congiura del Principe di Canosa, e sopra
i carbonari, cuando anota que "riformatori in Inghilterra^ giacobini
in Francia, liberali in Spagna, Unioni di virtù in Germania, carbonari in Italia non sono pressamente se non la stessa cosa ed idéntica" (32). Es que d jacobino es el revoludonark) universal, que
aparece en tos tiempos de anarquía espiritual corno los que en Occi(31) En Les sociétés de pensée et la démocratie moderne, pâgs. 141-200.
Gtas a las pâgs. 154 y 159-160.
(32) Apud, Silvio Vitale: Il Principe di Canosa e PEpistola contra
Pietro Colletta. Napoli, Arturo Berisio, 1969, pig. 48.
1225
FRANCISCO ELIAS DE
TEJADA
dente sufrimos en los últimos doscientos años para saciar sus sueños
de cambio, sus apetitos de venganza, sus anhelos de destrucción,
sus ambiciones de medro, movidos por las recónditas razones con
que Satanás arrastraba los humanos al descarrío en el primer pecado
contra el primermandamiento del Decálogo.
De ahí que el jacobinismo no haya muerto. Son jacobinos los
caras progresistas, los obispos descreídos, los marqueses comunistas, los banqueros liberales, los empresarios que costean periódicos
socialistas, los demócratas del disimulo, los infinitos enemigos del
reinado social de Jesucristo, estén dentro o se coloquíeri fuera de la
Iglesia. En suma, los enemigos de la civilización cristiana, cuya
cumbre dogmática estuvo en los picachos teológicos de Trento.
Hoy topamos cada día con jacobinos por la calle, en la Universidad,
en los parlamentos y (hasta en las sacristías. Parque cada día tropezamos con los herederos del antropocentrismo pseudofilo&ófico, con
los tontas o los astutos movidos o movedores de los hilos de las
logias. El jacobinismo es la manera moderna del satanismo, es un
tipo humano de profesional de la política del terreno social, es la
constante y gravísima enfermedad contemporánea, diluida bajo innúmeras epidemias, signos menores, sello del gran mal de los tiempos apocalípticos en que vivimos. Es la religión del hombre hecho
dios, tal como el cristianismo es la religion del Dios encarnado en
hombre. Es la gusanera humana que acompaña a los cadáveres de
las sociedades en descomposición, indicio de la grangrena que corrompe al mundo contemporáneo.
Históricamente, es la herencia de la Revolución francesa, salvada por menester de Napoleón Bonaparte. Según ha argumentado
Albert Sorel en L'Europe et la Révolution française, Napoleón admiraba a Robespierre y era jacobino en 1793, par lo cual gobernó
rodeado de jacobinos, desde Jean-Jaojues Cambacères, a quien hizo duque de Parma, en la legislación, hasta Joseph Fauché, a quien
hizo duque de Otranto, en la policía (33); Napoleón propuso a los
comisarios militares atacar a la Convención cuando supo la ejecución de Robespierre y después concedió a la hermana de éste,
(33)
1226
París, Pion, seis tomos. Cita al III (1906), pág. M.
QUE ES EL
JACOBINISMO
llamada. Carlota, pensión anual de 3.600 francos; Napoleón hizo conde al regicida obispo Henri Grégpire y ensalzó a mariscales a los antiguos jacobinos; es que Napoleón encarnó las ideas
de la revolución burguesa en su Code famoso, mientras dilataba
por Europa entera las tropas francesas, tornando realidad el sueño
jacobino de derribar tronos y enlodar altares.
Lo que históricamente supuso para Italia el jacobinismo no es
asunto mío, porque es el tema que vais a desarrollar en brillantes
comunicaciones, de las que tanto aprender espero. Sí confío, mejor
estoy seguro de ello, de que al final podremos redactar unas conclusiones en las que queden retratados la historia y los efectos del
jacobinismo en Italia; así como que en el empeño de la reconstrucción de la Tradición italiana, que es la meta de nuestra asociación
"Filippo II", igual que ya aconteciera a principios del ochocientos,
nuestro enemigo implacable serán los jacobinos. Por más que en
la hora presente vistan otros trajes, hasta trajes talares; aunque en
este momento se disfracen para mejor disimular astucias en el carnaval ideológico vivido por Occidente en nuestros tristes y dolorosos días.
Y nada más.
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