El proceso de re-construcción de la identidad personal y el

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Procesando etiquetas: El proceso de re -construcción de la identidad personal y el
cuestionamiento de la identidad nacional en Casi una mujer de Esmeralda Santiago
Ivelisse Santiago-Stommes
Creighton University
Omaha, NE
Algunos estudiosos de la obra de Esmeralda Santiago han comentado que su primera obra
Cuando era puertorriqueña (1993) subraya la asimilación del personaje en la sociedad
norteamericana. La frase “cuando era” sugiere un proceso ya concluso de asimilación, o por lo
menos señala que parte de la identidad de la cultura de formación se ha comprometido a favor de
la nueva cultura.1 Esto contrasta con el título de su novela, Casi una mujer (1998) en el cual el
adjetivo “casi” señala el proceso no realizado de crecimiento personal hasta llegar a ser “toda”
una mujer. Sin embargo, el “casi” se extiende a otros aspectos de la vida del personaje principal.
Negi es casi una mujer, pero también es casi bilingüe, casi americanizada y finalmente casi no
puertorriqueña por el inevitable proceso de asimilación a la nueva cultura. Por otra parte es “casi
no puertorriqueña”, porque nunca deja de serlo completamente. A pesar del proceso de
asimilación, Negi alberga un profundo amor por su patria natal y una añoranza de algún día
regresar y recapturar sus raíces. Como afirma Torres-Robles, el personaje no deja de ser ni lo
uno ni lo otro y aprende a dividirse y a vivir entre los dos mundos (211). Por otra parte, este
“casi”, sugerente del proceso inconcluso, reafirma como Szadziuk y otros estudiosos en el tema
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de la identidad han señalado, la noción de cultura e identidad (ya sea nacional o personal) como
un concepto fluido, dinámico e interactivo (109).
La integración y adaptación del personaje a la nueva cultura, envuelve una constante reevaluación de su nacionalidad, su clase social, su raza y su género (en su desarrollo como mujer).
La redifinición en estas distintas áreas ocurre mientras busca un balance entre perpetuar su
herencia cultural y adaptarse a la nueva cultura.
Este ensayo se propone explorar cómo en su narrativa Esmeralda Santiago comparte las
ambivalencias y contradicciones existentes en el proceso de redefinición dentro del marco de su
herencia étnica cultural, mientras intenta cumplir con las expectativas sociales y culturales de la
nueva cultura anfitriona. El trabajo explora cómo la obra cuestiona la identidad nacional como
concepto monolítico mientras nos presenta distintos procesos de asimilación a la nueva cultura, y
evalúa hasta qué punto la percepción que tiene Negi de la nueva cultura afecta la manera en que
ella se reconstruye a sí misma.
Las experiencias que se describen en esta obra concuerdan con las de muchos
puertorriqueños que emigraron hacia Nueva York durante una época histórica de transición
económica en la isla. Según Justin Daniel en “Migratrion and the Reconstruction of Identity: the
Puerto Rican Example”, hubo dos grandes periodos de emigración de los puertorriqueños a los
Estados Unidos. El primero es la emigración de los pioneros y ocurre del 1900 al 1946.
Trabajadores en su mayoría contratistas de la industria y la agricultura comienzan a situarse en
Nueva York y en las afueras de la ciudad (7). El segundo ocurre del 1946 al 1965 y se conoce
como “la gran emigración” (7). Este período coincide con el trastorno histórico de la
infraestructura social y económica de la isla y se destaca por un éxodo masivo de la población
rural con bajos recursos y poca educación hacia Nueva York. Justin Daniel subraya que a pesar
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de adaptarse a la cultura americana, los puertorriqueños han defendido fervorosamente su
diferencia e identidad recreando dentro de la nueva cultura los aspectos dominantes de la cultura
isleña (11).
Las descripciones de la protagonista, concuerdan con las viscisitudes por las que pasaron
los puertorriqueños durante esta “gran emigración” y el tiempo de la narración coincide con este
momento histórico ya que su familia sale del pueblito de Macún en el 1961 para establecerse en
Nueva York. Mientras, Negi reconsidera su identidad en Estados Unidos, tiene que ajustarse a
las nuevas etiquetas impuestas a ella por la nueva cultura. Estas nuevas etiquetas aunque crean
en su mayoría efectos negativos provocan sin embargo, un deseo de re- invención que resulta en
un profundo crecimiento personal.
El primer concepto el cual se ve forzada a re-evaluar es el de su nacionalidad, que ocurre
tan solo dos días después de haberse mudado a Brooklyn. Una niña de la vecindad le pregunta
tímidamente si ella es “hispana”. Negi sorprendida le contesta que no, que es puertorriqueña. La
niña le responde, “Es lo mismo. Puertorriqueña, hispana. Eso es lo que somos aquí” (Santiago 6).
La niña le explica que todos los que hablan español son considerados hispanos. Negi le pregunta
curiosa, cómo le llaman a los hijos de los hispanos cuya lengua materna es el inglés y que han
nacido en los Estados Unidos y no hablan español. Ella le responde que supone que también son
hispanos ya que sus padres provienen de un país hispánico aunque ellos sean americanos y no
hablen español. Al final de esta conversación Negi toma conciencia de cómo ha sido clasificada
en Estados Unidos y resiente el aspecto arbitrario de esta etiqueta: “Yo siempre había sido
puertorriqueña y no se me había ocurrido nunca que en Brooklyn me convertiría en otra cosa”
(Santiago 7). Esta escena dramatiza la arbitrariedad de las etiquetas que además de inadecuadas,
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intentan agrupar en un solo nombre a un grupo heterogéneo como son los hispanohablantes y sus
descendientes.
Suzanne Oboler en “The Politics of Labeling” explica cómo el término “hispano” por su
efecto implícitamente homogenizador niega la diversidad nacional, lingüística, social, histórica,
cultural y religiosa de millones de personas, borrando la herencia cultural y las peculiaridades
individuales de los grupos a quienes esta etiqueta se les adjudica (22). Por otra parte, la etiqueta
“hispana” cumple una doble función de desplazar por un lado su nacionalidad mientras se le
identifica como “otro”, como parte de un subgrupo minoritario dentro de la sociedad
norteamericana. Esa otredad es a veces motivo de rechazo como explica Beatriz Mariscal Hay:
“Aquellos que se consideran los dueños del territorio – independiente de su propia calidad de
inmigrantes—buscan expulsar a ese “otro”que en su opinión, está donde no debiera estar” (176).
Negi no sólo confronta la negación de su identidad nacional como puertorriqueña sino
que también tiene que sobrellevar la nueva visión distorsionada de esta nacionalidad. Ella
descubre rápidamente que el ser puertorriqueño en la isla no es igual a ser puertorriqueño en
Nueva York donde la etiqueta viene acompañada de una serie de connotaciones y asociaciones
negativas que justifican la discriminación. Al competir para un papel principal como actriz en
“Up the Down Staircase” Negi no recibe el papel principal al “no dar la talla” (Santiago 152) por
no verse puertorriqueña suficiente, ya que era demasiado bonita (Santiago 152-53).
Además de tener que ajustarse a las nuevas etiquetas impuestas a ella en cuanto a su
nacionalidad, Negi descubre una postura ambivalente en cuanto a las expectativas reservadas a
ella como mujer puertorriqueña en Nueva York. Negi comienza a explorar su vena artística al
ser aceptada a Performing Arts School, una escuela muy prestigiosa en Manhattan que le provee
numerosas oportunidades de crecimiento personal y profesional. Su aceptación a esta institución
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académica representa el rompimiento de patrones y de barreras impuestas a ella por ser mujer
perteneciente a un grupo minoritario y de bajos recursos. Al ser aceptada a Performing Arts
School, recibe las felicitaciones de sus maestros y de su mejor amiga Natalia. Pero por el
contrario es perseguida y atacada físicamente por estudiantes resentidos que la acusan de:
“creerse blanca” (Santiago 40). Negi es castigada por rechazar, cuestionar y finalmente vencer
los límites de su posición como mujer hispana y pobre.
La reacción de su familia es igualmente contradictoria exhortándola por un lado a que
continúe su educación y progrese, pero criticando su paulatina asimilación, el aprendizaje del
inglés, sus nuevas conexiones sociales y sus nuevas ambiciones. La postura de su madre y otros
miembros de su familia en contra de la americanización le ofrece un mensaje doble y
contradictorio. La americanización se percibe como un mal que debe evitarse a toda costa
(Santiago 26-27). El aprender inglés, el ajustarse a ciertos aspectos de la cultura americana, el
tener ambiciones, y superarse a nivel intelectual, social y económico, o sea, el lograr el codiciado
“sueño americano” (razón por la cual viven en Nueva York) se encuentran en oposición a la
preservación de la cultura nativa y la nacionalidad puertorriqueña.
Estas contradicciones causan en Negi un conflicto personal. Son oportunos aquí los
comentarios de Maria Szadziuk al describir la psique como campo de conflicto cultural donde el
espacio mental individual es invadido por modelos culturales incompatibles y una serie de
valores contradictorios (109-10). Estas contradicciones impulsan la renegociación de los
valores, las expectativas, y el papel de la mujer en las dos culturas y la obliga a decidir qué
valores de su herencia cultural debe rechazar para alcanzar sus sueños y realizar sus proyectos.
La visión de sí misma que incluye un marcado contraste entre ella y los miembros de su propia
familia que se resignan a un nivel de vida precario, se resume en el rechazo a la conformidad. Su
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visión de sí misma como mujer con aspiraciones y oportunidades, afecta su proceso de
adaptación –el cual requiere un constante compromiso entre su éxito personal y el mantener un
sistema de valores que se contraponen a estos objetivos.
Además de este dilema, Negi se ve obligada a confrontar su posición de desventaja a
nivel social. Al acompañar a su madre a la oficina de asistencia pública y traducir para ella al
español, se entera por la trabajadora social que es “ilegítima” (su madre nunca se casó con los
padres de sus hijos). Cuando Negi busca en el diccionario el significado de esta palabra se
percata de que su sinónimo es “bastardo” una etiqueta que desvirtúa su posición social y que a
nivel psicológico y emocional socava su autoestima y dignidad humana.
La vivencia en Performing Arts School le brinda mucha esperanza, orgullo personal y un
medio de expresión artística. Negi observa que la jerarquía no se establecía por raza, sino por
talento y esto la consuela. Sin embargo, se percata de otra jerarquía establecida por niveles
económicos y recibe otra etiqueta que confirma una vez más su diferencia. Ella es considerada
“desventajada” (Santiago 72). Como “desventajada” Negi saca sus leotardos y medias de baile de
un cajón en la Oficina de Consejería, tiene que lavarlos y ponerlos a secar en los radiadores o
ponérselos húmedos cuando no hay dinero para pagar la calefacción. Significa un boleto para
recibir almuerzo gratis y no ir a fiestas por no tener dinero para comprarle regalos a la gente rica.
Por el contrario “los aventajados” pueden quejarse de todas las cosas que tienen que hacer, todas
divertidas y no poder decidir entre ellas. Negi se da cuenta de la ventaja que crea el dinero y
como lo afirma el personaje “los desventajados teníamos poco o ninguno” (Santiago 72).
El contraste observado por ella, entre el modo de vida de sus compañeros y el de ella y su
familia, por un lado enciende sus deseos de superación pero por el otro le causa otro conflicto
interno que restringe sus habilidades artísticas. Como buena actriz en Performing Arts, Negi
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debe adoptar el “Método” donde el actor explora lo más profundo de su ser para buscar la verdad
emocional que le daría base al momento que más tarde viviría en escena (Santiago 76). Negi se
rehusa a examinar sus emociones y a revelar sus sentimientos porque esto la lleva a revelar lo
que ella percibe como limitaciones: ser ilegítima, ser probre, y depender de la asistencia pública.
Para tener éxito Negi tiene que actuar dentro de una actuación ya existente puesto que al salir de
su casa ya se encuentra en escena al fingir ser alquien que no es:
Rechazaba la importancia que daba el “Método” a la verdad, puesto que yo la
usaba para crear una verdad simulada. Una en la que hablaba un inglés fluido, en
la que me sentía como en casa en las duras calles de Nueva York, en la que
absorbía la cultura norteamericana sin reparos, mientras lamentaba
silenciosamente la disolución de mi otro yo, el de la muchacha puertorriqueña que
hablaba español, que se sentía tan a gusto en una polvorienta carretera de tierra
tropical. (Santiago 77)
Además de las etiquetas que hasta ahora ha recibido en su redifinición a nivel nacional,
social y económico. Negi por primera vez se siente obligada a re-evaluarse a nivel racial.
Irónicamente en este caso se siente diferente por no tener una etiqueta. Al viajar como actriz por
distintas partes del noreste de los Estados Unidos la atención que recibe por su apariencia física
la lleva a tomar conciencia de su diferencia. Su intermedio racial provoca miradas insistentes
como dardos y se siente juzgada y evaluada.
Yo no era negra, yo no era blanca. Ese intermedio racial…hacía que la gente me
evaluara en el acto. Sus ojos parpadeaban mientras sus cerebros calibraban el
nivel de pigmentación que estaban dispuestos a tolerar… En Nueva York yo era
puertorriqueña, una identidad que cargaba en sí misma una serie de estereotipos
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que batallaba por superar…de dónde venía era lo de menos. Simplemente, era
demasiado negra para ser blanca y demasiado blanca para ser negra. (Santiago
241)
En esta descripción el personaje ofrece un ejemplo que coincide con un punto discutido por
Justin Daniel sobre la raza y los puertorriqueños. El sistema de clasificación de la sociedad
puertorriqueña y de otros pasíses latinoamericanos es una clasificación basada en principios
sociales y fenotípicos (o sea en características físicas comunes) y no genotípica (clasificaciones
puramente biológicas) (14). Esto crea una tensión para la mayoría de los puertorriqueños
quienes por primera vez se sienten diferentes precisamente por no tener una etiqueta. La
mayoría de los puertorriqueños pertenecen a este grupo de los que no se sienten negros y saben
que no son completamente blancos sólo diferentes. El identificarse únicamente como
puertorriqueños les provee un profundo sentido de comunidad y unidad; razón por la cual
generalmente resienten el dividirse o identificarse entre ellos mismos en términos raciales.
Como resultado, los puertorriqueños resisten esta clasificación y el sistema que lo impone (14).
En este sentido la novela dramatiza el aspecto práctico de las disquisiciones filosóficas
que discute Juan Flores en su libro Divided Borders: The Puerto Rican Identity. En uno de sus
ensayos analiza la postura de José Vasconcelos en su concepto de “la raza cósmica” en el cual se
celebra la fusión de las razas, incluyendo la india. Flores explica cómo esta postura se opone a la
de Antonio S. Pedreira quien afirmaba que “la fusión crea confusión” (Flores 40). Esta
confusión que causa el intermedio racial en Negi crea un efecto positivo ya que la motiva a
instruir a todas las personas con quienes interactúa sobre Puerto Rico con la esperanza de
eliminar la discriminación con la educación y la concientización.
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Además de las etiquetas discutidas hasta ahora a nivel nacional, social, económico y
racial, Negi también se siente clasificada en sus relaciones con los hombres. Cada aventura
amorosa del personaje principal es una lección en su proceso de concientización dentro del punto
de vista de ser una mujer latina. Negi tiene numerosas experiencias amorosas pero ya en su
primera cita con Sidney recibe otra etiqueta: ella es una “Shiksa” o sea una chica no judía por lo
tanto no es adecuada en los ojos de la madre de Sidney. Cuando conoce a Avery Lee, se da
cuenta de que es adecuada para ser amante pero no esposa. Avery Lee le propone irse con él a
Texas donde le instalaría una apartamento lujoso pero le confiesa que no puede casarse con ella
porque tiene ambiciones políticas y necesita una mujer apropiada (o sea, blanca) para lanzar su
carrera. Con Otto descubre el poder de la pasión y con Allan y Shanti tiene experiencias
positivas en las que descubre la posibilidad de una amistad con un hombre sin relaciones
sexuales. Finalmente con Ulvi, adquiere otra etiqueta. Ella es su “chiquita”. Con él, pierde su
virginidad y se entrega completamente. Coincidentemente, Ulvi tiene la misma edad que su
padre y la instruye en muchos aspectos de la vida ejerciendo también un poder controlador sobre
ella. A través de la novela Negi extraña a Puerto Rico como su lugar añorado y el lugar que
habita una de las personas que más ama, su padre. Ulvi satisface simbólicamente la añoranza que
siente hacía su padre y por asociación hacia Puerto Rico. Además, su padre posee una vena
artística al igual que Ulvi y Negi. La novela termina cuando Negi decide marcharse hacia Florida
con Ulvi.
Al terminar la novela con el comienzo de un nuevo capítulo en su vida y en su proceso de
crecimiento personal, el lector permanece sin saber cómo Negi finalmente se desarrolla. O sea,
que se trata de un “casi” final de la obra. De esta manera la estructura de la novela con una “casi
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conclusión final” concuerda con el “casi terminado” proceso de reconstrucción y de crecimiento
personal y los otros “casis” que identifican al personaje.
Habiendo analizado hasta aquí las distintas etiquetas y clasificaciones impuestas a ella y
que ella supera en su constante proceso de redifinición e invención al reconstruir su identidad, es
importante explorar cómo la visión que Negi adquiere de la cultura norteamericana influye el
modo de reinventarse a sí misma. Su experiencia en Performing Arts le brinda la oportunidd de
observar otro mundo más allá del mundo de las limitaciones que le ofrece su familia y su
vecindad. Por otra parte, ciertos elementos de la cultura popular americana (que ella aprende de
las comiquitas de Archie y de libros de psicología pop) le dejan ver la otra cara de los Estados
Unidos, un país anegado de oportunidades y posibilidades. Con sus nuevas amistades y la
diversidad nacional y cultural de sus novios (puertorriqueños, judios, alemanes, americanos,
Shanti de la India y finalmente Ulvi de Turquía) ella expande su visión sobre la vida y sus
ambiciones. Ella recibe además mucho respaldo y ayuda personal del sector blanco de los
Estados Unidos, como maestros, estudiantes y otros mentores. Las clasificaciones o etiquetas que
recibe, en su mayoría negativas, junto con la nueva perspectiva del mundo y la vida adquirida en
Performing Arts School, lejos de aturdirla encienden en ella un profundo deseo de superación y
la motivan a probarle al mundo y a sí misma las barreras que una mujer puertorriqueña con poca
educación y bajos recursos puede romper y todo lo que puede lograr.
Por otra parte mientras supera estas etiquetas, la obra también presenta las distintas
maneras de adaptación que emplean los emigrantes al integrarse a la nueva cultura. Negi
observa las distintas maneras en que cada individuo escoge desempeñar su identidad nacional.
Con estas experiencias y por medio del personaje principal, la obra cuestiona implícitamente el
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concepto de nación, nacionalidad e identidad nacional como concepto monolítico que puede
definirse y analizarse en términos absolutos.
Benedict Anderson en su introducción a su libro Imaginged Communities (1983)
reconoce la gran influencia que ha ejercido y las grandes polémicas que han surgido a causa del
concepto de nación. Sin embargo el término mismo ha sido difícil sino imposible de definir y
mucho menos de analizar (12). Para Anderson la nación es una comunidad imaginaria porque a
pesar de la explotación y las desigualdades existentes y a veces prevalencientes en cada una,
dentro de la nación se mantiene la percepción en el plano mental de una profunda camaradería,
como una gigantesca fraternidad que ha hecho posible que en los últimos siglos millones de
personas estén dispuestos a morir por este concepto imaginario (16).
Por otra parte Otto Bauer en su ensayo “The Nation” hace comentarios sobre lo que es
una nación que resultan oportunos aquí a pesar de referirse exclusivamente a la situación del
continente europeo. Al igual que Anderson, Bauer reconoce la imposibilidad de definir el
concepto de nación y se cuestiona si una nación se compone de una comunidad con una
descendencia común. Esto eliminaría a Italia, Francia y Alemania que se componen de diversas
descendencias. Se cuestiona si una nación se compone de una comunidad con un lenguaje
común. Los ingleses e irlandeses hablan el mismo idioma y no se consideran una misma
comunidad nacional. Los judíos, por otra parte, no tienen un idioma común y son una nación.
También se pregunta si acaso la conciencia de ser miembro de un grupo es lo que compone una
nación. En este caso muchos campesinos como los Tiroleses dejarían de ser considerados
alemanes ya que nunca se sintieron como pertenecientes a los otros grupos de alemanes y
siempre declararon su condición de minoría autónoma (39-40). Estos son sólo varios ejemplos
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que muestran la dificultad de delimitar cuáles son los criterios que definen lo que constituye una
nación.
Bauer entonces considera como posibilidad el percibir a una nación como una comunidad
cultural con una serie de valores transtimidos por generaciones anteriores (43). También señala
que una nación posee un destino común no en el sentido del vocablo en inglés “fate” pero sí en el
sentido de “futuro”, un futuro común deseado por todos, donde la comunidad nacional elige su
propio destino por medio de la constante interacción de los miembros y la comunicación lograda
por el lenguaje (52). Añade que la cultura se transmite por la lengua materna de la niñez, los
años de mayor receptividad, luego las impresiones posteriores por ser adoptadas y adaptadas a
una individualidad ya existente, sufren un cambio en el proceso mismo de adopción (53). Se
puede concluir entonces que el estudioso reconoce que esa cultura transmitida por el lenguaje
puede sufrir cambios a causa de la individualidad y crear las multiples manifestaciones de la
nacionalidad. Bauer también explica las consecuencias de las personas que aparecen
culturalmente influenciadas por dos naciones. Estos comentarios coinciden con la experiencia de
muchos puertorriqueños en Nueva York. La mezcla de elementos culturales, según el estudioso,
crea a un nuevo individuo que es casi un extranjero y que puede causar antipatía al resto de los
miembros de la nación al pertenecer y no pertenecer completamente a dos mundos: “…they are
almost equally influenced by the destinies of two nations, and so in character they grow into
members of both nations, or if you like, into individuals who belong fully and completely to
neither nation” (54).
A pesar de que Bauer se basa en la historia y la situación política de Europa, sus
cuestionamientos pueden emplearse aquí al considerar en qué consiste específicamente la
identidad nacional puertorriqueña; una discusión (o polémica) que continúa hoy en día
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inconclusa. ¿Qué significa ser puertorriqueño? ¿En qué consiste la identidad puertorriqueña?
¿Consiste en la unidad del lenguaje, en una conciencia de pertenecer a este grupo o en la
aceptación de ciertas prácticas culturales transmitidas por generaciones anteriores? Cada una de
estas alternativas pueden considerarse pero también pueden ser inadecuadas si se trata de perfilar
con exactitud y en su totalidad lo que significa ser puertorriqueño.
La madre de Negi es puertorriqueña, nacida en Puerto Rico, no habla inglés, no tiene
educación, no practica ni acepta en su mayoría los valores de la cultura norteamericana, y
transfiere a Nueva York todas las tradiciones, la cosmovisión y muchas de las prácticas
culturales de la isla. Las primas de Negi también son puertorriqueñas pero están
“americanizadas” (como diría la madre de Negi con desprecio) hablan un español rústico y un
inglés perfecto, han asimilados aspectos de la cultura americana incluyendo el modo de vestir, y
comportarse. Su mejor amiga Natalia, es considerada puertorriqueña, pero nació en Nueva York,
habla un inglés perfecto y su español es menos proficiente pero lo habla suficientemente como
para comunicarse con Negi. Natalia no siente la añoranza que siente Negi de regresar a la isla y
por el contrario desea permanecer en los Estados Unidos aunque tiene que regresar. Sin embargo,
igual que Negi, por la influencia de su madre, vive de acuerdo a los valores y patrones de la
cultura puertorriqueña. Su amigo Jaime es puertorriqueño también nacido en Nueva York con
un compromiso personal casi militante por conservar su cultura puertorriqueña y piensa que por
nacer en Estados Unidos es más puertorriqueño porque en Nueva York “cuesta más trabajo
serlo” (Santiago 285). Esta actitud contrasta con la de Negi, puertorriqueña, que añora su
terroncito tropical, pero por disfrutar de la música de Celia Cruz, Ray Barreto, Tito Puente y
otros en Nueva York, y por sentirse día a día conectada con esta cultura por la influencia de su
madre, no siente miedo de perder el contacto con la cultura puertorriqueña por estar tan accesible
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a ella, aún viviendo en Nueva York. El caso de Jaime hace constancia aquí sobre la posibilidad
de una nacionalidad como resultado de una conciencia de pertenecer a una comunidad (de
acuerdo a Bauer) trascendiendo las barreras geográficas. Sin embargo otros puertorriqueños,
como las primas de Negi y Natalia, no tienen este mismo nivel de conciencia. La consideración
del lenguaje tampoco es adecuada ya que cada uno muestra distintos niveles en el dominio del
inglés. Unos como la madre de Negi se han negado a aprender el lenguaje, otros están olvidando
el español y otros como Negi y Jaime intentan mantener ambos. Sin embargo, todos son
puertorriqueños.
Hemos visto que el modo de manifestar una identidad nacional uniforme es tan difícil
como el intento de definir con uniformidad el concepto mismo de nación. En la obra se
encuentran varios ejemplos de los comentarios que hace Bauer sobre cómo la individualidad
afecta la manera en que la persona acepta nuevas impresiones culturales y absorbe la cultura
nativa. De esta manera la obra señala una ambivalencia. Por un lado propone una unidad
nacional y un sentido de comunidad poniendo de relieve el concepto imaginario de comunidad
(de acuerdo a Anderson). Este sentido de comunidad es creado por la preservación de la cultura
puertorriqueña en Nueva York, y por el compartir situaciones y visicitudes similares. Pero por
otro lado, también propone que el modo y proceso de adaptación de cada cual a la nueva
sociedad depende de la situación peculiar que provoca la emigración, la cosmovisión, la fuerza
de carácter e incluso la educación, las habilidades y ambiciones de cada individuo. Entonces se
trata también de una nacionalidad e identidad nacional que no es una sino multiple, heterogénea,
dinámica y siempre en reconstrucción e interacción y con la posibilidad de un nuevo comienzo,
como termina la obra.
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Al final de la novela Negi continúa como empezó, casi americanizada (casi
puertorriqueña por no dejar de serlo), casi independiente, casi mujer. La identidad de Negi está
“casi” construida, y cómo afirma acertadamente Ellen C. Mavock se trata de una identidad
personal multiple afectada profundamente por un pasado y un presente geográficos, por las
implicaciones culturales de esas geografías, y por la constante evolución de ese mosaico cultural
compuesto de las dos culturas (223). Esa identidad personal multiple es similar a la identidad
nacional puertorriqueña en los Estados Unidos, por ser igualmente múltiple, por estar
continuamente en reconstrucción y en interacción con otras culturas extranjeras, e influenciada
por nuevos acontecimientos históricos y políticos, o sea, por estar continuamente en proceso.
Notas
1
Lola Aponte Ramos en su ensayo “Recetario para el novelar híbrido: Esmeralda Santiago y
Rosario Ferré”, comenta que el libro de Santiago es como una profesión de fe de su etnia
fronteriza, una formulación del exilio como el espacio en el cual un estamento social en
desventaja accede a experiencias ventajosas perdiendo en la negociación el sentido primario de
identidad y familia (34). Esta afirmación sugiere que la identidad como puertorriqueña queda
comprometida a favor de la adaptación y asimilación a la nueva cultura. Por el contrario,
Carmen Torres Robles en su ensayo: “Esmeralda Santiago: Hacia una (re) definición de la
puertorriqueñidad” afirma que Esmeralda Santiago no deja de favorecer un mundo de otro sino
que al igual que otros autores de segunda y tercera generación definen su identidad étnica y
racial desde una postura bilingüe y bicultural (207).
Obras citadas:
Anderson, Benedict. Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of
Nationalism. London: Verso, 1996.
Aponte Ramos, Lola. “Recetario para el novelar híbrido: Esmeralda Santiago y Rosario
Ferré”. Nómada 3 (1997): 33-37.
Bauer, Otto. “The Nation.” Mapping the Nation. Ed. Gopal Balakrishnan. London: Verso, 1996.
39-77.
Daniel Justin. “Migration and the Reconstruction of Identity: The Puerto Rican
Example.” Politics of Identity: Migrants and Minorities in Multicultural States.
Ed. Robert Hudson and Fred Réno. London: McMillan Press Ltd, 2000. 3-23.
Flores, Juan. Divided Borders: Essays on Puerto Rican Identity. Houston: Arte
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Santiago-Stommes
Público, 1993.
Mariscal Hay, Beatriz. INTI: Revista de Literatura Hispánica. 45 (1997) : 175-80.
Mavock, Ellen C. “The Bicultural Construction of Self in Cisneros, Álvarez, and Santiago.”
The Bilingual Review/La revista Bilingüe 23.3 (1998): 223-29.
Oboler, Suzanne. “The Politics of Labeling: Latino/a Cultural Identities of Self and
Others.” Latin American Perspectives 19.4 (1992): 18-35.
Santiago, Esmeralda. Casi un mujer. New York: Vintage Books, 1999.
Szadziuk, Maria. “Culture as Transition: Becoming a Woman in Bi-ethnic Space”
Mosaic 32.3 (1999): 109-29.
Torres-Robles, Carmen L. “Esmeralda Santiago: Hacia una (re)definición de la
puertorriqueñidad”. The Bilingual Review/La revista bilingüe 23.3 (1998): 206-13.
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