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EL MARTÍN FIERRO
Un sendero para
el desarrollo interior
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Néstor Almagro
EL MARTÍN FIERRO
Un sendero para
el desarrollo interior
«Mas bienaventurados vuestros ojos porque ven;
y vuestros oídos porque oyen»
Mt 13 - 16
«Yo hago nuevas todas las cosas»
Ap 21 - 5
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CUARTA EDICIÓN
© by Néstor Hugo Almagro
Diseño, diagramación y producción gráfica:
Zeta Editores
Foto contratapa:
Andy Elías
Corrección:
Verónica Oyanart
Impresión:
Zeta Editores
Mendoza, 2008.
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
ISBN N° 987-43-8136-1
Propiedad intelectual N° 381423 / 16 de agosto de 1994
Impreso en Argentina / Printed in Argentina
Se hallan reservados todos los derechos. Sin autorización escrita del editor, queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio (mecánico, electrónico y/u otro) y su distribución
mediante alquiler o préstamo público.
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Agradecimientos
A Dios agradezco infinitamente el haberme permitido participar de un trabajo tan apasionante como éste.
A mis hijos.
A mi familia, por su amor y presencia permanente.
José Hernández, por haber descubierto el pensamiento transdisciplinario
en el siglo XIX, trascendiendo así su siglo, su Era y su milenio.
A Randolfo López Barboza por su maestría y amistad sincera, hasta el final
de sus días.
A Vicente María Giner, Eilán Itarte, Don Salvador Porta March, a los Doctores Jaime y Rosa Scolnik y al Doctor Eduardo Alfonso, por haberme guiado en mis primeros pasos internos.
A Don Alberto Zuccardi, por su enorme humildad y amistad sincera.
Dedico muy especialmente este trabajo a todos los jóvenes, que hoy son víctimas del condicionamiento, para que puedan un día no lejano, percibir la
Luz que arde en la esencia de su Ser.
Al Profesor Dionisio Tolaba, Médico Tradicional, cacique del Pueblo Kolla-Calchaquí, por enseñarme a pedirle permiso a la Pachamama y al Tata
Inti antes de actuar.
A Luisa Calcumil, artista mapuche y maestra de Vida, por su humildad y
porque sabe tejer con hebras de Luz en el telar de la Nueva Humanidad.
A todas las personas de buena voluntad que participan en silencio de la
construcción del Hombre Nuevo.
A los amigos del Alma, gracias por estar incondicionalmente en cada instante.
A Verónica Oyanart por el amor puesto en la corrección del libro.
Al Señor Homero Pineda de Zeta Editores, como asi también a Carolina Pérez,
Sergio Sevilla, Marcos Galobart y a todo el personal de la empresa por su calidad profesional y humana.
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Carta abierta
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Sólo Dios sabe el misterio de los misterios y nosotros apenas balbuceamos la palabra; nuestros rumbos son inciertos y los desandamos como
cuentas de una plegaria. Siempre estuvimos juntos, pero aún no nos hemos
dado cuenta de que toda el Agua Viva brota del mismo Manantial. El Uno
contiene a todos los números. El Dos divide, disocia y divierte, simpatiza y
antipatiza, quiere u odia, compite, pero no Ama. Sólo el Tres nos armoniza e
integra. Subordina nuestro caos al orden, de la mano del Maestro Interior, tan
sólo por un instante, hasta nuestra próxima contradicción.
Es la realidad consciente, la que actúa como energía simiente y estalla en nuevos soles, en armonía con el Juego Cósmico, en una sincronía infinita, donde los opuestos se integran y corresponden, se potencian y sirven a
la Evolución, donde nada está fuera y todo está dentro, como lo estuvo y estará siempre en el lenguaje sagrado del Divino Aliento, que se bate al unísono con el latir del Universo; hasta que un día no lejano podamos ser Uno con
toda la Creación.
Casi sin querer, cada vez son más las bocas que hablan, los oídos que
oyen y los ojos que ven, así también, lo son las lámparas encendidas de amor,
que se hermanan, aún desconocidas, por caminos confluyentes. Es que la
Blancanieves de toda la Humanidad, ha despertado de su sueño y es cierto
que, «más vale una oveja descarriada, que noventa y nueve justos». Queda
claro que de tanto no saber, nos está brotando el conocimiento.
Siento que crezco
y que subo
y que me veo por dentro
y me toco y me reconozco
y a mi lado estoy yo
que me hablo y entiendo
y que ahora soy dueño
y me acerco y no muero.
Vox Dei
El Autor
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Néstor Almagro
Comentario de Carlos González Vallés
acerca del Martín Fierro
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«Para mí fue una experiencia inolvidable leer en tierras argentinas
y de una vez la épica de Martín Fierro por José Hernández. El gaucho, personaje cercano a la tierra y lejano al mismo tiempo por la figura imposible
de su desprendimiento estoico. Dios gaucho. Escribió su compatriota Jorge
Luis Borges: «Aprendieron los caminos de las estrellas, los hábitos del aire y
del pájaro, las profecías de las nubes del Sur y de la luna con un cerco. Fueron pastores de la hacienda brava, firmes en el caballo del desierto que habían domado esa mañana, enlazadores, marcadores, troperos. Eran sufridos,
castos y pobres. La hospitalidad fue su fiesta. Alguna noche los perdió el pendenciero alcohol de los sábados. Morían y mataban con inocencia». El gaucho no se encuentra a gusto en la ciudad de los blancos, donde podría llevar
una vida tranquila, y no se fía de las pampas y los indios, donde, sin embargo, escoge vivir en libertad su precaria y generosa existencia, sin más posesión que su caballo y su cuchillo, su sombrero y su poncho. «Mestizo de la
sangre del hombre blanco, lo tuvieron en poco; mestizos de la sangre del
hombre rojo, fueron sus enemigos» (Borges). Martín Fierro, en el poema,
desgrana sus desventuras con versificación tan espontánea que el alma le sale en verso, y rima las desgracias de su vida en el quejido abierto de su «poesía de metáforas rústicas». Y cuando llega el final, el poema (primera parte)
se cierra con una estrofa desgarradora, testigo en verso del dolor del hombre sobre la tierra.
«Pero ponga su esperanza
en el Dios que lo formó;
y aquí me despido yo,
que he relatado a mi modo
males que conocen todos
pero que naides contó».
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Con su fe en Dios y su fatalismo resignado, la vida del gaucho se revela en
una sola palabra: «males». Eso es lo que él ha relatado a su modo, porque
eso ha sido su vida. Y esos males los saben todos, pero todos se callan y se
engañan a sí mismos y a la vida, a la que pretenden hacer aparecer mejor de
lo que es, en baja conspiración de silencio cómplice. «Pero que naides contó». El último verso es de despecho y enfado contra todos los que callan
acerca de las miserias de la vida. Hace falta la hombría y la fe del gaucho
para cantarle a la vida las verdades y aparecer tal como uno es. Y de ahí precisamente nace la poesía, que es realismo vivido con «diálogo pausado» y
«culto al coraje». No ocultemos los males de la vida si queremos cantar su
realidad. No nos forcemos a ser felices si queremos ser (otra vez Borges)
«quieta pieza que mueve la literatura».
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Néstor Almagro
Prólogo
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La dicotomía de la Vida es Ser y Existir, no meramente existir. Quizás nuestras tribulaciones y desaciertos se deben a que meramente enfocamos
la Consciencia en los atractivos del «existir», dejándonos llevar por la insaciable avidez de vivencias sensoriales.
Cuando el doctor Néstor Almagro, autor de este profundo buceo en
la hondura del Martín Fierro, de José Hernández, me solicitó este prólogo, no
imaginé la responsabilidad que asumía. Después de leer el libro caí en la
cuenta de la magnitud del mensaje que nos legó José Hernández y de las enseñanzas que encierra.
Se nutre de las fuentes milenarias de la Filosofía Perenne que hunde
sus raíces en la Sabiduría Antigua, ese legado que desde nuestros ancestros
nos indica caminos de redención, de renovación de Sí Mismos.
En el curso de la evolución, Nuestra Humanidad cubrió de velos esas
Fuentes, en la medida que transitó culturizaciones que la alejaron progresivamente de la Realidad Interior, El Alma (La Cautiva).
Plasmó vivencias posesivas que incentivaron el egoísmo, el personalismo que, generalmente, obnubila nuestras percepciones en la constante relación que corresponde compartir y vivenciar.
El doctor Almagro devela la incógnita de la Vida Plena que expresa
el pensamiento dinámicamente lúcido de José Hernández, sacándonos de la
tendencia generalizada de quedarnos atrapados en la narrativa con que el intelecto condicionado tiende generalmente a interpretar.
La Intuición es la facultad superior dormida, anestesiada, que requiere que la actualicemos y despertemos en nosotros, por medio de la cual, se revela el acto perceptivo de la Verdad.
El autor reivindica, de la narrativa misma, esa substancia que constituye la expresión esencial del milenario aforismo: «Conviértete en lo que eres».
Rescata el poema que, en el transcurso del tiempo, ha sido interpretado como una descripción poética, gauchesca y folclórica, en lugar del mensaje que conlleva, para retornar a la Fuente de Vida.
Agradezco al doctor Almagro que en este libro rescate el mensaje
que expresa La Ida y La Vuelta de Martín Fierro –cada uno de nosotros es
Martín Fierro–. Él nutre con su inspirada investigación este poema, sacándolo de la vulgaridad con que generalmente se lo interpreta.
En las enseñanzas milenarias se habla de dos caminos o senderos;
Pravriti Marga, el descenso y Nivriti Marga, el de ascenso: La Ida y La Vuelta, las tinieblas y la Luz, el egoísmo y el altruismo, etcétera. (El Tao, el Yin
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y el Yang). Estos opuestos pendulantemente oscilan en nuestra consciencia,
hasta encontrar el equilibrio, el punto medio, la realización del Sí Mismo. Todo esto guarda relación con la parábola del Hijo Pródigo, el descenso y el ascenso, ir y volver; existir y Ser…, todo tiende hacia el Eterno Retorno.
El señor Jedhu Krishnamurti lo sintetiza poéticamente así:
«Quien la palabra del Maestro anhele
de sus mandatos póngase en escucha
entre el fragor de la terrena lucha
y la escondida Luz atento cele…
Sobre el inquieto y mundanal gentío
del Maestro atisbe la señal más leve
y oiga el susurro que su voz eleve
del mundo entre el rugiente griterío».
–Alea Jacta Est–
Randolfo López Barboza
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Néstor Almagro
Adán y Eva
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Adán y Eva han sido incorporados en este trabajo por su inmensa importancia como símbolos del hombre total. Cada uno de nosotros es, en sí
mismo, un símbolo viviente y un mensaje cósmico a la vez. A propósito, José Hernández, conocedor del lenguaje sagrado, integró en octosílabos el Decanato Pitagórico. En el caso de Adán y Eva, ambos llegan a nuestra mente
en forma simbólica, teniendo en cuenta que al nacer, cada ser humano es uno
en sí mismo, por poseer cuerpo, alma y espíritu, motivo fundamental por el
cual se denomina al ser humano como individuo. Todos sabemos que cada
persona tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos y así sucesivamente, lo que permite observar una progresión geométrica, donde se comprueba
que a la decimosegunda generación a partir de la nuestra, nos preceden 4.096
personas. Ya sabemos que allí no empieza la existencia del hombre en el Planeta, por lo tanto, quedamos en condiciones de comprobar en forma sencilla,
que es imposible que toda la Humanidad provenga de una pareja original. En
ésta la «mala» de la mujer, llamada Eva, aparece como culpable de un pecado que lleva sobre sus espaldas cada individuo al nacer («La mujer que me
diste por compañera me dio del árbol, y yo comí». Gn 3-12) y por el cual, el
«bueno» de Adán tuvo que ser expulsado con su pareja del Paraíso. Es importante destacar esta observación, tanto si es analizada desde el punto de vista biológico, como si lo hacemos desde el punto psicológico y espiritual respectivamente. En todos los casos, podemos afirmar con tranquilidad que cada
persona se comporta como el vértice de una pirámide de cuerpos y almas simultáneamente. Al comprender esta enseñanza revalorizamos el significado
que tiene Ex 20-12: «Honra a tu padre y a tu madre», que luego Pablo refuerza en Efesios 6-2,3: «Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre
la Tierra». Es obvio que todos hemos sostenido un supuesto falso y debemos
aceptarlo reconociendo en él la presencia de un verdadero Símbolo de la Evolución de la Consciencia Humana, lo cual, le da un sentido trascendente y por
demás alentador.
Además, al observar dicha pirámide, podemos comprender esta pregunta: ¿Qué sentido tiene cualquier actitud discriminativa respecto de la raza, el sexo, el estatus, la nacionalidad, el nivel intelectual, etcétera? Queda
como algo burdo, dado que si hacemos una observación profunda, somos en
sí mismos, desde el punto de vista biológico, un verdadero crisol de razas que
camina, y en lo que respecta al plano espiritual, ya sabemos que toda discriminación carece de sentido, porque el alma individual pertenece al Eterno.
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Todos somos Uno. Al principio, por el condicionamiento que llevamos a
cuestas, pueden parecer algo extraños estos conceptos, pero con el tiempo,
será una de las causas fundamentales para el desarrollo progresivo de un sentimiento de hermandad universal.
Si renunciamos a la enseñanza profunda que encierran estos dos
opuestos en su simbología, nos va a ser imposible abordar nuevos estados de
consciencia y no comprenderemos que dicho símbolo guarda, en sí mismo,
un mensaje trascendente para toda la Humanidad. Aún para todos aquellos
que no profesan religión alguna. Eva representa nuestro femenino interno,
expresado mediante la fuerza femenina del óvulo. En el caso de Adán, si analizamos el período previo a la aparición de Eva, representa simbólicamente al
andrógino, del cual, una vez separado, surge Eva. A partir de la diferenciación, expresa el masculino interno y la fuerza contenida en el espermatozoide que se integra a su opuesto, en el instante de la concepción. Una vez producida esta unión, se inicia el proceso de embriogénesis, el cual concluye en
el parto. A partir del nacimiento, debemos adicionarle el período que transcurre hasta que aparece la tentación de la «serpiente», es decir, la aparición del
ego o yo inferior. Así comprenderemos el verdadero significado del Paraíso,
como aquella instancia donde todas las necesidades primarias son satisfechas, sin la injerencia de nuestra personalidad o ego. Dice al respecto Carlos
González Vallés: «Hay ecos del Paraíso Terrenal en la inocencia existencial
de los aborígenes. Sin duda, ellos viven más cerca de allí». Eva también representa en nuestro interior la intuición y Adán, el intelecto. Como todos sabemos, ambos son echados del Paraíso, del estado primordial donde los
opuestos se encontraban integrados en representación de las fuerzas de la
Creación. Todo posee una significación didáctica en el ser humano, desde la
concepción hasta la muerte, incluyendo todas las etapas de la vida intrauterina. De lo que deducimos que cada ser humano es, en sí mismo, un libro viviente, con un mensaje cósmico a descifrar por él mismo y con una misión
que cumplir, al servicio de la Humanidad.
El instante en el que aparece la serpiente tentando a Eva, con las consecuencias ya conocidas, simboliza la aparición del ego o yo inferior, hecho
que en la vida del niño acontece aproximadamente alrededor de los trece meses de vida. Variando según las características de cada individuo. Con la aparición del ego, el niño comienza a sentir los esbozos de la personalidad, por
lo que se produce una fractura. Ésta corresponde a la diferenciación entre «el
otro o yo», lo cual es un mal necesario para la evolución del Alma Humana.
Todos debemos recorrer dicha etapa, como quien recorre un laberinto, aplicando la ley del ensayo y el error, hasta el momento propicio, donde llegamos a ser «grandes y viejos», como Nicodemo (Jn 3-4), y acobardados de
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tanto no saber y no poder, apelamos entonces a la Intuición. Poniendo el Alma de cada uno en contacto con el Constructor de Laberintos podremos salir
airosos de la prueba existencial. Si lo entendemos de este modo, estaremos en
condiciones de trascender nuestros propios impulsos diabólicos, que nos mantienen sumergidos en la ignorancia y alejados del conocimiento verdadero.
La muerte de Abel en manos de Caín representa la preponderancia de
la mente racional sobre la mente intuitiva, hecho que en este caso es representado mediante el hijo «malo» de Eva y Adán, que «mata» al hijo «bueno»
de ambos. Tema que José Hernández trata a lo largo de su obra, especialmente en la primera parte titulada: El gaucho Martín Fierro, más conocida como
La Ida, en relación con el desarrollo del primero, segundo y tercero centro de
Energía o Morada. Este planteo significa la valorización polar que tiene nuestro ego de la vida, desde la perspectiva del Bien y del Mal disociados. Tal
condición hace que la preponderancia del pensamiento racional anule la manifestación del pensamiento intuitivo.
En realidad, se considera a la separación del Bien y el Mal, como el
mayor espejismo que mantiene detenida la Evolución del Alma Humana. Esta consideración no afecta en particular a ninguna raza, nacionalidad o religión, pero sí a toda la Humanidad. Tal es la crisis que transita el hombre en
dichas circunstancias, y que hoy mantiene confrontadas a las religiones monoteístas del Planeta. El hombre vive como un extranjero en su propia tierra,
víctima de sí mismo, destruyendo su hábitat. Pariendo con dolor cada acto de
su existencia, hasta que Adán y Eva, nuestros opuestos internos, puedan un
día volver a unirse, en lo que corresponde a la Primera muerte y al Segundo
nacimiento, donde morimos al constante impulso autodestructivo de nuestro
ego y renacemos transformados en la Consciencia del Yo. Allí nace el Niño
Jesús, en nuestro «pesebre interno», llamado Centro del Corazón o Cuarta
Morada, como lo denominara Santa Teresa de Ávila. También es conocido
como el Cuarto Chakra por los Hindúes y en la Sabiduría Sufí se lo llama
Mohabbat.
Una vez que se llega al final del camino, que va desde la aparición
del ego hasta el instante en que se alcanza la Tercera Morada, surge la necesidad de trascenderla y abordar la Cuarta Morada o Centro de Energía. Allí
se produce la recuperación del Paraíso perdido, por el desarrollo progresivo
de la Humildad y del Conocimiento Espiritual, reencontrándonos así con el
Maestro Interior, el Yo Superior. Ciclo de los ciclos, la Vida en el Universo.
Temas que José Hernández consideró ampliamente en el desarrollo de su
obra y que son comentados en El Martín Fierro. Un sendero para el desarrollo interior.
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Acerca del símbolo de la manzana
Si cortamos con cuidado una manzana en forma transversal, aproximadamente por la mitad, observaremos las cinco semillas del carpelo partidas en dos, formando una estrella de cinco puntas. Si lo hemos hecho con
exactitud y respeto, estaremos a punto de desentrañar un enigma mediante este fruto maravilloso. Ahora observemos con claridad. Analicemos si es cierto que Eva comió la manzana y fue echada del Paraíso, junto a Adán; o si en
verdad todo, el Paraíso, la manzana, la serpiente, Eva, Adán, el Árbol del Conocimiento, en conjunto, están en nuestro interior. Y, por lo tanto, constituyen en sí mismos una realidad trascendente, representada en el lenguaje de
los símbolos. El Génesis Bíblico ha permitido guardarlos maravillosamente
para que alcancemos a comprender el drama de la Evolución del Alma Humana. Observándolo de este modo, encontramos una perfecta analogía entre
los siete días de la Creación y el despertar de los Centros Internos o Moradas. Tal simbolismo es explicado en este trabajo, porque se integra en igual
grado de profundidad con las enseñanzas de José Hernández.
No debemos ponernos tristes al desentrañar un enigma, muy por el
contrario, debemos estar alegres, porque la mente y el corazón se abren a la
comprensión del Lenguaje Sagrado de los Símbolos. Las cinco semillas que
contiene el carpelo de la manzana, representan la Pentalfa o estrella de cinco
puntas. Dicha estrella, puede observarse de dos maneras, con dos significados opuestos: a) si ponemos dos puntas o semillas hacia arriba y una hacia
abajo, estaremos representando al hombre egocéntrico, que depende de los
designios de su ego y que vibra entre el Primero, Segundo y Tercer Centro de
Energía o Morada, o Chakra respectivamente. Por lo tanto, prevalece la dualidad sobre la Unidad; tema que Jerónimo Von Aken –El Bosco–, representó
mediante un hombre sumergido con cabeza y brazos bajo el agua y las dos
piernas abiertas afuera. Tal condición, convierte al individuo en un hijo de la
dualidad, del conflicto y la dependencia. Padece inestabilidad emocional continuamente y se hace disociativo, disolvente, discute frecuentemente por banalidades y posee una gran tendencia a la depresión. Pero básicamente, duda
a cada instante. En tal estado, uno es una víctima de sí mismo. Lo importante es que este individuo, no necesariamente debe ser otro, puedo ser yo, tú, él
o nosotros, los que, víctimas de nuestro egocentrismo quedamos atrapados en
la dualidad, regidos continuamente por las fuerzas del Inconsciente. De tal
forma que la ansiedad y la angustia nos quitan toda la alegría y energía, quedando sujetos al tiempo ilusorio e inmodificable del pasado y el futuro oscilantes. Tal posicionamiento ha dado como resultado la Ciencia Materialista.
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Sólo nos queda asumir que hemos sido echados por nosotros mismos del Paraíso y que es mentira que hay un dios malo y un dios bueno.
Finalmente, sólo nos queda girar la manzana hasta que el carpelo
muestre el vértice de la Pentalfa colocado hacia arriba. Este símbolo representa al Hombre de pie, erguido, con la Consciencia arriba y el Inconsciente
abajo. Con la Unidad en la parte superior, a la que Jesús se refiriera así: «Yo
y mi Padre somos Uno». Quedando en este caso, la dualidad en la base. Ahora comprendemos que la misma duda que anteriormente nos quitaba la estabilidad, ahora actúa a modo de una base firme, contribuyendo así a la estabilidad interior y a que logremos mantenernos con los pies en la Tierra y la
cabeza en el Cielo. Es decir, con la consciencia despierta mediante la unión
del Alma con el Yo Divino. En la medida en que realicemos la Revolución
Interior que sugiere José Hernández, participaremos cada vez más activamente en la construcción de la Ciencia Espiritual, que nada tiene que ver con
el espiritualismo, ni con la superstición. Está relacionada con el hombre y la
mujer ungidos por el Amor Divino, al servicio de la Humanidad y de la Naturaleza.
Todo esto debe acontecer hasta que llegue el momento en el que el
niño interior pueda crecer en cuanto a la magnitud de la Consciencia. Y, por
lo tanto, pueda Hablar, Ver y Escuchar el mensaje Nuevo, la Palabra, el Verbo, siempre renovado por el Amor Divino. Convirtiéndose el hombre en
Hombre y la mujer en Mujer, en Hijos de Dios. Para que así este microcosmos que camina en nuestro interior, se haga Uno, como Jesús con Su Padre,
con el Macrocosmos. Sólo así comprenderemos a Eva y Adán como los
opuestos integrados de la Mitología Semítica, representados a su vez en las
Fuerzas de la Creación.
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Vinculación de la obra cumbre de El Bosco con
el Martín Fierro de José Hernández
Jerónimo van Aken (1460-1516) fue un pintor holandés conocido como El Bosco. Su obra cumbre está compuesta por un tríptico. Cada una de las
tablas que lo integran tiene una denominación y un significado diferente. El
postigo izquierdo corresponde a El Paraíso (El Jardín del Edén), la tabla central es El Jardín de las Delicias y al postigo derecho lo denominó El Infierno. Esta obra se encuentra actualmente en el Museo del Prado, en Madrid.
El Paraíso
Rápidamente podemos comprender que esta triple estructuración no
es casual. La tabla izquierda representa el período que va desde nuestro génesis, entiéndase bien, referido al instante en que se produce la unión del espermatozoide con el óvulo, incluye todo el período de gestación intrauterino,
pasa luego por el instante del nacimiento, hasta el momento mismo en el que
aparece la primera manifestación del ego personal, aproximadamente a los 13
meses de edad; siendo este tiempo variable para cada individuo. Según Rudolf Steiner, esta etapa corresponde al instante de nuestra existencia en el que
mayor Luz Espiritual recibe el individuo en estado no consciente; donde la
misma ausencia del ego (serpiente en el simbolismo), permite la entrada de
dicho conocimiento sin interferencia.
El Infierno
Continuando con esta enseñanza bíblica basada en el Arte Trascendente, consideramos que El Bosco representó en el postigo derecho a la figura del Infierno, como verdadera representación simbólica de lo que acontece
en nuestra existencia, como así en el mundo, cuando dependemos de los designios del ego y caemos en el egocentrismo, como lo está haciendo hoy la
Humanidad. En verdad, si no logramos salir del encierro en el que nos encontramos hoy, pronto vamos a ver quebrados definitivamente los ritmos de la
Naturaleza. Podríamos considerar que estamos en «alerta amarilla». Si no
surge una manifestación coherente de humildad en el hombre será intolerable
la vida en el planeta. Y, por lo tanto, comprobaremos que el infierno no era
para los malos y el cielo para los buenos. Sino que, como ya está ocurriendo,
la existencia es un infierno; aún para aquellos que tienen una vida más acomodada.
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El ser humano se ha convertido en una víctima de sí mismo y eso es
deplorable. Vivir así, aún con todas las comodidades que ofrece la sociedad
moderna, no deja de ser un infierno. Y lo es mucho peor aún para quienes no
gozaron del derecho a ser gestados con una nutrición digna, generándoseles
desnutrición desde la vida intrauterina, afectando el desarrollo de la niñez por
carecer de los adecuados elementos para la subsistencia. Tal realidad invita a
proponernos como una tarea común el lograr salud para todos, educación para todos y justicia para todos. De no ser así, será en vano todo beneficio sectario o personal, porque nos hará cómplices del proceso de involución de la
raza humana. Mientras el ser humano no despierte su consciencia, seguirá
siendo un «ciego» que guía a los «ciegos».
Los enfrentamientos por causas económicas, religiosas, étnicas, etcétera, son eso, enfrentamientos de opuestos y perpetuación del egocentrismo y
la ignorancia. Esta generación de odios transgeneracionales nos pone en un
nivel de inferioridad frente a los otros seres de la Naturaleza.
En la obra de José Hernández, este período queda enmarcado en lo
que denominamos La Ida. Es decir, la etapa donde manifestamos la mayor
preponderancia del ego, sin medir las consecuencias de nuestras acciones,
tanto en relación con los demás, como a la Naturaleza misma. Todos sabemos
que la humanidad no se ha apartado de tal situación, muy por el contrario, está inmersa en ella. Hoy la ciencia ha permitido desarrollar el manejo de la antimateria, con un potencial destructivo inmensamente superior a la energía
atómica; pero no sabemos vivir en paz.
Respetando el mensaje de Jerónimo van Aken, podemos considerar
un eje horizontal vinculado en nuestra vida a todo lo que transcurre en relación con el Tiempo y el Espacio, como el nacer, crecer, desarrollarse y morir.
En este caso, tomando el tríptico en su primera y última tabla, correspondientes a El Paraíso y El Infierno respectivamente, encontramos su vinculación
con el camino trazado por el materialismo egocéntrico. Esta visión apocalíptica tiene una salida heroica al rescatarse lo que José Hernández llamó La
Cautiva, es decir, El Alma. Este tema es desarrollado en la tabla central de la
obra de El Bosco y alcanza su máxima relevancia en la interpretación que hace José Hernández de la obra Las Moradas de Santa Teresa de Jesús, al integrarla en el desarrollo de Martín Fierro.
El Jardín de Las Delicias
Aquí coinciden totalmente, más allá del Tiempo y del Espacio, las almas de Jerónimo van Aken y José Hernández, porque ambos, uno desde la
pintura y el otro mediante las letras, logran abrazar a toda la Humanidad, sin
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excluir a nadie. Aún el individuo que haya cometido la mayor cantidad de
atrocidades a los demás, y por ende a sí mismo, puede rescatarse a través del
amor divino. Esto, siempre y cuando sea humilde y se arrepienta de su error.
Aquí se inicia lo que denominaremos el eje vertical, donde el Alma y el Espíritu, como manifestaciones del Eterno, se comportan ajenas al Tiempo y al
Espacio, y por lo tanto, nos hablan desde su trascendencia espiritual mediante la palabra revelada. Esto nos permite romper la cárcel del egocentrismo y
realizar la revolución interior («adentro mesmo del hombre se hace una revolución…»). Esta revolución se inicia cuando uno aprende a saber en qué plano está vibrando y comienza a redimirse, al integrar su Alma con el Maestro
Interior; tema que El Bosco representó en forma magistral. Para aquellos que
aman el arte, sabiendo que la obra más grande que existe es la Obra de la
Creación, se les sugiere observar con detenimiento El Jardín de Las Delicias.
Allí rápidamente podemos apreciar el sendero que va desde lo profano hacia
lo sagrado, desde el análisis a la síntesis, así como también aquel que nos lleva desde la ignorancia al conocimiento y desde el personalismo a la impersonalidad. Desde el punto de vista literario esto tiene absoluta correspondencia
con el desarrollo del Martín Fierro, de José Hernández.
En la pintura de El Bosco, las imágenes que se encuentran desde la
base hasta el óvalo central representan respectivamente al primero, segundo
y tercer Centro de Energía o Morada; tema que será desarrollado a lo largo
de la obra de José Hernández. En el caso del óvalo central, su significación
cobra una magnitud especial en el Martín Fierro, porque su autor, en correspondencia con las enseñanzas de la cuarta Morada, le otorga veintinueve capítulos a este Centro. Es una clara representación del esfuerzo que debe realizar la Humanidad para despertar la Consciencia del Yo. Algo que si fuera
posible lograr, nos hermanaría en un destino superior desde el punto de vista
de la evolución del Alma Humana.
Es interesante destacar que la figura humana sumergida cabeza abajo en las aguas turbias del inconsciente, representa al hombre «no consciente» o «inconsciente». En este caso, situado por debajo del óvalo central, es
decir, vibrando en resonancia con los centros inferiores, representa a la pentalfa invertida y a la preponderancia del caos sobre el orden. Ahora podemos
comprender que aquella figura que Leonardo Da Vinci representó inserta en
un círculo, con el hombre de brazos abiertos elevados y piernas abiertas, corresponde a la pentalfa o estrella de cinco puntas, con la cabeza hacia arriba.
Es una clara manifestación del orden sobre el caos y de la consciencia sobre
el inconsciente. Este hecho aparece a partir del óvalo central en El Jardín de
las Delicias. En el Martín Fierro se manifiesta a partir de La Vuelta y corresponde a la cuarta Morada.
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El óvalo representa el equilibrio entre el masculino y el femenino en
el interior de cada uno, actuando como base de lanzamiento de un destino superior. A este centro se lo denomina del equilibrio, porque a partir de él quedan tres centros hacia abajo y tres hacia arriba. Todo está incluido en la Unidad resultante de la integración del Alma y del Espíritu. En el caso del gaucho
Martín Fierro, él cae en lo más bajo de sí mismo y desde allí debe elevarse a
los niveles más altos de consciencia.
De este modo, simplemente se ha querido hermanar a las artes de la
pintura y la literatura con el loable sentido de facilitar el despertar de la consciencia. Sabemos que José Hernández inicia la vuelta en la cuarta Morada y
la completa con el desarrollo de la quinta, sexta y séptima respectivamente.
Jerónimo van Aken lo encuadró en el segmento superior de la tabla central.
Así, El Bosco recreó artísticamente Las Aguas del Manantial como expresión
del río de Agua Viva de la revelación. Ahora podemos entender que el ego tiene su árbol del conocimiento partido en dos mediante una concepción egocéntrica de lo que es el Bien y el Mal. Del mismo modo y con un sentido trascendente, el Yo Divino tiene un Árbol del Conocimiento que integra el Bien
y el Mal. Cabe destacar que la letra «y», aunque pequeña, tiene la finalidad
de integrar en nuestro interior a los opuestos que estaban disociados. Uniendo, no disociando. Así aprendemos a ver la vida desde una nueva perspectiva que nos hermana evolutivamente con toda la Humanidad, revalorizando
nuestro amor hacia la Naturaleza. Esta visión es contundente a la hora de
mostrarnos que desde el neutrino más pequeño hasta el Universo todo, funcionan como una Unidad Integrada, expresada por la fuerza del Amor de Dios
a la Obra de la Creación.
Si yo sufro un daño,
eso se debe a que tengo un yo,
si no tuviera un yo,
¿qué daño podría sufrir?
Lao-Tsé
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El Paraíso
El Infierno
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El Jardin de las Delicias
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El Martín Fierro Interior
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Como se aprecia en la portada del presente libro, el título original de
este trabajo es El Martín Fierro. Un sendero para el desarrollo interior.
Nombre que explica por sí mismo el significado de la obra. Sin embargo, por
una cuestión de intimidad entre el lector y quien escribe, lo denominaremos
El Martín Fierro Interior.
Cuando el Arte se hace trascendente adquiere la capacidad de sanar,
rompe los límites de la tempoespacialidad y se hace libre, por estar basado en
el Amor. De tal modo, adquiere la magia necesaria para cruzar detrás del condicionamiento y abordar finalmente la libertad consciente. Precisamente, José Hernández pudo sintetizarlo así, al fusionar en su sangre y en su vida este
mensaje para toda la Humanidad. Él guardó celosamente estas enseñanzas en
el lenguaje sagrado de las cosas simples. Plantó su simiente con la paciencia
de un sembrador de Luz y, a la vez, de un pescador de Mujeres y Hombres
de buena voluntad. Para que estos se dispongan a salir del desierto de la ignorancia, liberando así su Alma Cautiva en el instante propicio y de la mano
del Eterno Padre.
A todo escritor le apasiona lo que hace y, por lo tanto, el cansancio,
el hambre o la sed, resultan secundarios cuando realiza su tarea. No obstante, debo confesar que nunca antes había sentido el gozo pleno con el que realicé este trabajo. Fue como navegar en un río de revelaciones, donde todas las
personas que se acercaron, de diferentes religiones o filosofías, y aún aquellos que son agnósticos, todos, de algún modo fueron factores de inspiración.
Esto sería aún poco, si tenemos en cuenta la posibilidad de comprobar el tremendo poder terapéutico que poseen estos versos, fenómeno que han de comprobar los lectores en el desarrollo de la obra. Una vez más se puede comprender con claridad el significado de la intencionalidad sincera, con la
verdad en la palma de la mano, sin especulación, ni condicionamiento. Podrá
entender la obra en un grado mayor de profundidad, quien tenga referencia
del efecto despertador de la consciencia que poseen los Koans del budismo
Zen. Por ejemplo: «¿Cuál es el sonido de una mano, al batirse contra el aire?», o «¿Qué ocurre, cuando nada ocurre?». El poder de síntesis de José
Hernández es equivalente a estos conceptos. En la Santa Biblia es posible encontrar elementos de igual valor a cada paso. Por ejemplo: «Yo hablo en parábolas, para que no me comprendan» o «Todo hombre es tu maestro».
Queda claro que el presente trabajo es, en sí mismo, una invitación a
la observación profunda, al discernimiento. Toda la epopeya que el autor nos
relata ocurre en nuestro interior. El gaucho Martín Fierro, el Moreno Mayor,
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el gaucho Cruz, la Cautiva, Inocencia, Picardía, el Hijo Mayor de Martín Fierro, el hijo Segundo, el Viejo Vizcacha, el Moreno y las permanentes contiendas, todo, está en nuestro interior. El revivirlo permite a cada uno ser protagonista en el despertar del Alma Consciente humanitaria.
Desde el principio y hasta el final, la obra de José Hernández tiene
un ritmo y una cadencia increíble. Actúa sobre nuestra consciencia y espera,
sin agotarnos, dándonos un respiro o resuello, como le da el gaucho a su caballo, al subir un cerro o al cruzar una laguna, simplemente afloja las riendas
y deja que el instinto del animal lo proteja. Así se percibe el juego de causas
y efectos, de idas y vueltas, de emisión y retorno, en total correspondencia.
Pareciera el autor conocer a la perfección aquello que en fisiología se denomina agotamiento de los receptores, fenómeno que ocurre toda vez que se reiteran los estímulos. Claro está que cuando se trata de la consciencia los tiempos son diferentes. Por eso es inapropiado trabajar desde el
condicionamiento. El despertar de la consciencia ocurre el día y la hora que
le toca a cada uno y en forma impredecible. Diría Harish Johari: «con la página en blanco».
El gaucho Martín Fierro nos habla del tiempo, porque llega a conocer sus dos aspectos, aquel que está unido al tiempo y al espacio, y el trascendente, ligado a la Eternidad. Él recorrió cada segundo de su vida enfrentando el dolor para depurarse de los efectos de su ignorancia y lograr, de tal
modo, la trascendencia en contacto con el Eterno. Asimismo, en la Biblia se
cierra el círculo entre el Génesis y el Apocalipsis, porque se integra el Alfa y
la Omega, el Principio y el Fin. De igual modo, el Martín Fierro tiene una
Ida y una Vuelta, hecho que pone en evidencia el conocimiento de las leyes
de la Naturaleza por parte del autor, en este caso, de la Ley de los Ciclos.
Así como en nuestra mano se integran la limitación con la posibilidad y la rigidez con la flexibilidad, José Hernández nos muestra vinculadas,
de forma magistral, a la ignorancia con el conocimiento. Haciéndonos comprender que sin autocrítica no hay crecimiento genuino. Generalmente somos
hipercríticos con los demás, porque tememos realizar coherentemente nuestra autocrítica personal.
Que el Martín Fierro sea una obra universal, traducida a casi todos
los idiomas, no quiere decir que sea comprendida en su totalidad. Aún en este caso, que me toca sin buscarlo realizar este pequeño aporte, no puedo considerar de ninguna manera que he agotado los efectos que la creación literaria de Hernández sugiere y provoca. La premura con la que vivimos sólo deja
lugar a la información masiva, a la que permanentemente estamos sometidos
de una u otra forma. A veces esto nos impide tomar un verso o un versículo
o un koan y agotarlo, dejando que germine y eche sus raíces hasta que pueda
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brotar en la Voz del Silencio y fructificar en Comprensión, Amor, en la Palabra Nueva y sin apuro. Y, con la Eternidad en la palma de la mano, podamos
tomar otro verso más y empezar de nuevo, recordando siempre que la Omnipresencia Divina no tiene apuro, es eterna.
Horacio Jorge Becco expresa acerca del Martín Fierro: «El héroe, al
compás de la guitarra, describe en octosílabos una visión auténtica y descubre como lo mágico e inesperado del tiempo estampa su relato en la universalidad». Y analiza así el final de la obra: «Al tomar cuatro rumbos, se predice un retorno. Aquel intento o predicción, lo suple Martín Fierro como
personaje inmortal».
En el caso de Alfredo Veiravé, autor de Literatura Hispanoamericana y Argentina, sitúa la obra como equivalente al Quijote, a Hamlet, a Ulises,
o el Cid Campeador. Considera que inserta el destino individual en un destino colectivo y en una sociedad determinada. Estas son sus palabras: «José
Hernández, con lenguaje gauchesco, funde lo lírico en lo épico, lo popular
con lo folclórico, lo individual con lo colectivo, lo regional americano con lo
universal, en parejas esenciales y permanentes».
Pedro de Paoli, autor de Los motivos del Martín Fierro en la vida de
José Hernández (el genio civil de la argentinidad), dijo respecto a la omisión
de ciertas verdades históricas: «La verdad se abre camino sola».
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Comentarios sobre el capítulo 1
Respetando el ordenamiento que el autor ha asignado a su obra, iremos recorriéndola por dentro y por fuera, sobre la base del Saber del No-Saber, dejando obrar al mecanismo de la revelación. Así surgirá el texto de El Martín Fierro Interior; el cual, va a actuar como punto de partida del desarrollo de la
consciencia. Paralelamente observaremos los efectos que produce en nuestro
entorno la expansión de la misma, adoptando características particulares, en
representación de la Consciencia Familiar, Social, Nacional, Continental,
Humanitaria y a la vez, Planetaria. Como vemos, la consciencia se va expandiendo en círculos concéntricos, tal como cuando lanzamos una piedra en un
estanque de aguas tranquilas.
Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como el ave solitaria
con el cantar se consuela.
La «pena estrordinaria» a la que se refiere, es el dolor existencial que padece toda Alma sensible, al ver el peso de tanta ignorancia que recae sobre la
Humanidad. En cuanto al «ave solitaria», ya el autor comienza a expresar su
conocimiento profundo sobre la sabiduría pitagórica, a la que el Maestro de
Samos denominara el «Gran Ave», y que los Incas en América llamaran
«Huayno», que José María Arguedas recrea así: «Aún estoy vivo, el Gran Pájaro te hablará de mí».
Pocas veces un autor tiene el coraje y la humildad de invocar al empezar un trabajo, con lo que de inmediato deja de ser suyo y convierte a su
Alma en un instrumento para manifestar la enseñanza revelada.
Pido a los santos del cielo
que ayuden mi pensamiento:
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.
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El libre albedrío permite hacer que un mismo hecho tome dos connotaciones
diferentes, en función de la intencionalidad con la que se lo vive. Si existe especulación y egocentrismo, vamos a intentar apropiarnos hasta del aire que
respiramos. Dicho carácter apropiativo, característico del materialismo que
maneja el mundo, hace que inmediatamente perdamos lo esencial, que para
Saint-Exupéry era «invisible a los ojos». Si somos tan sólo un canal del Amor
Divino, se abre entonces un manantial de revelaciones, en forma totalmente
impredecible. Es ahí cuando comprendemos que hay dos libertades. La primera es libertad aparente y esclavitud real. La segunda, por estar basada en
la disciplina, es aparente esclavitud y libertad real.
Vamos a comprobar en el transcurso de la obra, que su memoria y la
historia están planteados en un lenguaje trascendente y atractivo. Incluye
además todo lo vivido en el pasado, más aquello que uno vive hoy, y lo que
aún queda por desandar en el futuro de nuestro destino individual, colectivo
y humanitario.
Al pedir en carácter de invocación que le aclaren el entendimiento, el
autor está expresando su apertura y humildad. Actitud que ha sido vista por
algunos críticos de su obra como blandura, y, en realidad, representa mansedumbre, que nada tiene que ver con flaqueza o debilidad. Al pedir claridad
está simultáneamente reconociendo su oscuridad e ignorancia, actitud imprescindible para poner en marcha nuestro trabajo interior, mediante el entendimiento, como un tender-hacia el Conocimiento profundo.
Vengan santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.
Indudablemente, el autor nos está invitando a conocer el significado de la
«piedra negra», forma mediante la cual los antiguos egipcios denominaban al
inconsciente. Todos poseemos aspectos no deseados, cosas que no queremos
ver o aceptar y, que en el fondo, determinan nuestras conductas, haciendo que
nos disfracemos de buenos o de malos, en vez de realizar la suma de los
opuestos correspondientes. Aparentemente esta es una estrofa más, pero en
realidad representa la llave para recorrer el laberinto interior. Si nos creemos
«buenos», este gaucho es bruto y asesino, y si nos creemos «malos», estare-
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mos convencidos de que la única forma de resolver la discusión permanente
que tenemos en nuestro interior es mediante la violencia, dejando el diálogo
para los débiles y dependientes. Pero cuando tenemos el coraje de buscar, o
mejor dicho, de bucear en las profundidades de nuestro inconsciente, se abre
la puerta para descubrir nuestro Ser interno. Entonces invocamos a Dios para que nos asista y, así, podemos cruzar el umbral.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien otenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.
Ya sabemos que este es un tiempo de falsos profetas, pero mucho
más provechoso que enumerarlos a todos, es ir descubriendo los disfraces que
adopta el yo inferior o ego, al mimetizarse, cambiando constantemente de roles y obnubilando hasta a su propio dueño.
Libre de todo eufemismo político, vamos a honrar en esta estrofa al
cantante chileno muerto en el Estadio Nacional de Chile, por las balas de la
dictadura, llamado Víctor Jara.
Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre;
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.
Queda claro para todos que ese modo de cantar, no se refiere a la voz
lanzada al aire, es un modo de vivir con autenticidad, muy a pesar de nuestras limitaciones internas y externas. Hoy los países más pobres de esta dolorida humanidad, siguen adoptando modelos extranjerizantes, renunciando a
la sabiduría de sus ancestros. Hemos llegado a confiar más en la tierra abonada por el fertilizante químico, regada por el egoísmo y la especulación, que
en el natural desarrollo que otorga el cultivo orgánico, que preserva y forta-
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lece los suelos. «Mamá, a lo que nosotros llamamos verdad, es mentira, y a
lo que nosotros llamamos mentira, es verdad», así, un sabio de seis años le
enseñaba a su madre profesional, depresiva y saturada de psicofármacos. Es
igual que en la canción de María Elena Walsh, El mundo del revés. Hasta que
no salgamos de este estado de ilusión, codicia y vanidad en el que vivimos,
por vibrar en el plano correspondiente al primer Chakra o Morada, continuaremos derrochando nuestras mejores energías y los recursos renovables y no
renovables del Planeta; sin poder cantar nuestro mensaje, es decir, cumplir
con el servicio para el cual hemos nacido. Pero no debemos desesperar, porque llegará el día en que podamos entregar la «piedra blanca». «El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita
un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe».
(Apocalipsis. 2–17).
En muchos países del Mundo se decomisan alimentos cuando éstos no
tienen valor de reventa en el mercado, mientras el hambre y la desnutrición
avanzan a pasos agigantados hacia los cuatro puntos cardinales del Planeta. Ya
sabemos que la sobrealimentación y la glotonería, como así, el desarrollo de
la vanidad sustentada en lo superfluo, por parte de una pequeña porción de la
Humanidad, es responsable de la miseria de los dos tercios restantes.
Lo que hoy parece un hallazgo, referido a esta obra, es parte del pensamiento natural del nativo de América, del gaucho, como mestizo con el europeo y de todos los humildes de la Humanidad. No es casual que se los considere Bienaventurados.
Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento;
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
juega allí mi pensamiento.
Al decir: «Me siento en el plan de un bajo», no se está refiriendo a un
sentimiento de inferioridad. Nos está indicando que siempre es necesario basarnos en la humildad, haciéndose más imperiosa tal condición, a la hora de
iniciar nuestra transformación profunda. San Juan Bautista nos dice: «No soy
yo, sino El que viene detrás de mí». San Juan, el evangelista, en tanto, completa la idea de este modo: «Es necesario que yo mengüe y que Él crezca».
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Sólo la maestría de un poeta con semejante poder de síntesis como
Hernández, puede expresar de forma tan clara y profunda la permanente vigencia de los cuatro temperamentos mediante los elementos de la Naturaleza. Cuando afirma: «con oros», se refiere a la voluntad, relacionada con el
elemento Fuego y el temperamento Colérico. Las «copas» corresponden al
elemento Agua, relativo a la Observación y al temperamento Flemático. En
el caso de los «bastos», lo hace en referencia al elemento Aire, correspondiente al temperamento Sanguíneo y, por último, al dejar jugar su «pensamiento», nos está expresando lo que sería la «espada de dos filos» (ver Ap 116), en función del Recto Camino y del elemento Tierra, correspondiente al
temperamento Melancólico. Este tema se desarrollará brevemente cuando hagamos referencia al temperamento del Gaucho Martín Fierro.
El pensamiento racional y materialista que hoy domina a toda la especie humana, aún en los países donde originalmente preponderaba el desarrollo de la intuición, bloquea toda nuestra creatividad y es el responsable de
tanta esclavitud y dependencia. José Hernández, en esta estrofa fundamental,
nos invita a observarnos interiormente, de manera que podamos analizar cada uno de nuestros actos, en función de dos modos opuestos de pensamiento:
a) cuando prepondera el intelecto sobre la intuición, y b) cuando prevalece la
intuición sobre el intelecto. Recordando que la mente integra a ambos. Tal
observación, permite darnos cuenta que un mismo hecho puede tomar dos
connotaciones diferentes, ya sea, sujetándonos a lo inmanente, o liberándonos de nuestras ataduras mediante la trascendencia espiritual. Al observarla
en profundidad, esta estrofa nos pone de frente al carácter premonitorio de la
obra y realza su sentido Universal. En un futuro quizás no lejano, la Ciencia
no estará reñida con lo sutil, sino por el contrario, se hallará unida al pensamiento espiritual, dando como resultado final la denominada Ciencia Espiritual, con una nueva cosmovisión del Hombre. En este mensaje, el autor da las
bases del Nuevo Paradigma, basado en el Amor.
Yo no soy cantor letrao,
más si me pongo a cantar
no tengo cuando acabar
y me envejezco cantando;
las coplas me van brotando
como agua del manantial.
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El sistema pedagógico actual nos hace «cantores letrados», porque
invita a apoyarnos en nuestro intelecto, negando a la intuición, la que en este caso el autor expresa poéticamente mediante el «agua del manantial» (de
Agua Viva). Ver parábola de la mujer samaritana, (Jn 4-1 al 42) y completar
con (Ap 21-6), «Al que tuviere sed…». Recordemos que la Nueva Humanidad no se construye con mujeres que compiten con los hombres, ni con hombres que compiten con las mujeres y luego ambos se enferman por su ignorancia. La Nueva Humanidad estará conformada por hombres y mujeres que
descubran su femenino y masculino interno y logren recuperar la creatividad.
Estos volverán a estar vivos, subordinando el intelecto al pensamiento intuitivo, sintiéndose hermanados en una causa común, que les permitirá encontrar el río de revelaciones que fluye en el interior cada ser. Siempre y cuando, tengamos el coraje de ponernos «A los pies del Maestro», como lo enseñó
Jedhu Krishnamurti.
El tórax representa simbólicamente la caja de la guitarra, algo que
podemos comprobar al inspirar e impactar sobre el esternón con la punta de
los dedos. Entonces apreciaremos claramente un sonido semejante al de la caja de dicho instrumento. Ahora observemos esta enseñanza: «cuando el pecho se entona, hago gemir a la prima», vibrando en un agudo intenso que representa la posibilidad de alcanzar los planos más sutiles de la consciencia.
Luego hace «llorar a la bordona», la cuerda más gruesa, invitándonos a asumir la gravedad de lo denso que todos llevamos en nuestro interior. Así comprendemos que todo sirve para la evolución del Alma humana, aún el equivocarse. El perderse es imprescindible para encontrarse con uno mismo.
Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman;
naides se me pone encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
El Padre Juan Carlos González Vallés, en un ciclo de conferencias dictado en
la Ciudad de Mendoza, citó la importancia de recordar el concepto que integra la práctica con el dogma. Con respecto al primer término, rescatamos el
valor de llevar una vida práctica, alcanzada mediante una práctica de vida. En
el caso del dogma, la situación se hace más compleja, porque como el Padre
Vallés mencionó, con el tiempo éste se convirtió en algo pesado e impuesto,
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cuando en realidad su verdadero significado es «opinión». Aspecto que José
Hernández logra rescatar en su gaucho Martín Fierro, quien opina cantando,
al igual que los demás personajes. Cada uno tiene algo que opinar y verdades
que cantar. En este caso en particular, se relaciona con la misión que cada ser
humano trae al Mundo, por el sólo derecho de nacer, dignificando así su condición, como el ser más evolucionado que pisa el Planeta, aunque hoy parezca lo contrario.
Yo soy toro en mi rodeo
y torazo en rodeo ajeno;
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.
No me hago al lao de la güella
aunque vengan degollando;
con los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros,
y ninguno en un apuro
me ha visto andar tutubiando.
Aquí, especialmente en las dos últimas estrofas, el gaucho Martín Fierro hace alarde de su ego y es porque se encuentra vibrando en la primera Morada o primer Chakra. No debemos olvidar que estamos analizando La Ida,
etapa donde podemos hacer una analogía con el Antiguo Testamento, en el
cual prevalece la Ley del Talión, el ojo por ojo, (ver Ex 21-24). Recordemos
también que en igual período bíblico, toda mujer adúltera debía ser apedreada
por quienes se consideraban libres de pecado. Y a propósito, dijo el obispo anglicano de Jerusalén Riah Abu El-Assal, respecto de la situación en Medio
Oriente: «Si continúa esta política de ojo por ojo, todos terminarán ciegos».
En La Vuelta, nace en el gaucho Martín Fierro la consciencia del Yo.
Ésta crece y se desarrolla hasta alcanzar su máxima plenitud en el instante en
que el Moreno sostiene la payada con Martín Fierro. Momento en el cual aparece «la otra mejilla», en correspondencia analógica con el Nuevo Testamento. Aquí la mujer adúltera ya no es apedreada y el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, cierran el proceso de evolución del Alma Humana.
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Nací como nace el peje
en el fondo de la mar;
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio:
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar.
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Sabemos que el pez nace en el agua y que nosotros, hasta el momento en que
se rompe la bolsa o amnios y se derrama el líquido amniótico, estamos en un
medio acuoso con la salinidad del mar. Precisamente, en el instante en que se
produce la primera inspiración, al salir del canal de parto, entra en nosotros el
complejo Alma / Espíritu. Al decirnos: «naides me puede quitar aquello que
Dios me dio», deja en claro que nos pueden quitar los bienes, los afectos, los
libros, la salud, la libertad, el trabajo, la tranquilidad, las reservas naturales, las
posibilidades de acceder a una vida digna, y hasta la vida misma, pero nadie
puede quitarnos el Alma ni el Espíritu Divino que habita en nosotros, cosa que
los nativos de todos los pueblos sometidos supieron. Consideremos este grito
de libertad que hace el autor, como la más bella expresión de esperanza, en el
sentido de la evolución del Alma humana. Así Hernández también otorga la
fuerza necesaria para resistir a la opresión que ejerce la ignorancia sobre el
mundo. Eilán Itarte, sabio natural de esta tierra, lo enseña así: «Cuando Dios
lo quiere, hasta tu enemigo se convierte en aliado».
Es conocido por todos que los traficantes de armas están avalados por
los gobiernos de las naciones más poderosas del Planeta. Aquellas que hoy firman la «paz» y mañana venden sus armas al mejor postor, con las que harán
la próxima guerra, para luego ofrecernos imágenes de niños mutilados por las
esquirlas de granada o por un campo minado. Es hora de que vayan sabiendo
que para el Alma y el Espíritu no existen balas que puedan perforarlos, que ni
las armas químicas ni la radioactividad los podrán destruir. Dijo Jesús en la
Cruz: «Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen». (Lc 23-14).
Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del cielo;
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir,
y naides me ha de seguir
cuando yo remuento el vuelo.
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En los dos últimos versos de la estrofa anterior a ésta, el autor nos deja en claro el proceso de encarnación del Alma y el Espíritu al nacer, como
así, la partida de los mismos al morir. Dice Martín Fierro: «y naides me ha de
seguir cuando yo remuento el vuelo». De este modo, José Hernández nuevamente hace alusión al plano espiritual. Viene a colación una frase de Sócrates, a quien, antes de beber la cicuta, sus discípulos preguntaron qué debían
hacer después de su muerte. Él les contestó: «Síganme, si pueden».
En el verso «no hago nido en este suelo», encontramos correspondencia con la enseñanza de Jesús, quien dijo: «Mi Reino no es de este mundo». En realidad, es un mensaje de un inmenso valor en la actualidad, porque
constituye la más clara invitación al desapego. A propósito, las palabras de
Tomás de Kempis completan la idea así: «Que no me sienta atraído por los
vanos deseos de cualquier cosa de este mundo, sea despreciable o preciosa,
antes las considere a todas como transitorias, y a mí mismo como quien ha
de pasar también juntamente con ellas».
Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato
sino por necesidá
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.
Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.
Santa Teresa de Ávila dejó un mensaje en español antiguo para manifestar lo que se siente al vibrar en la Primera Morada: «Habéis de notar que
en estas moradas primeras aún no llega casi nada la luz que sale del palacio donde está el Rey; porque aunque no están oscurecidas y negras como
cuando el alma está en pecado, está oscurecida en alguna manera para que
no la pueda ver».
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Junta esperiencia en la vida
hasta pa’ dar y prestar
quien la tiene que pasar
entre sufrimiento y llanto;
porque nada enseña tanto
como el sufrir y el llorar.
La expresión «dar y prestar» experiencia es alegórica, porque, en
realidad, todos venimos a adquirirla, mediante la propia superación del dolor.
No debemos olvidar que el proceso experiencial es netamente yoico y forma
parte de la búsqueda de nuestra identidad. Esta es una tapa inevitable en la
evolución del ser humano y tiene relación con La Ida, donde se desarrollan
los tres Centros inferiores. La prueba más evidente de que aún permanecemos atrapados en el egocentrismo, es que la mayor parte de las conversaciones son simplemente relatos experienciales. Nos cuesta mucho recordar la vivencia de una revelación y con frecuencia desconocemos su verdadero
significado. Es importante diferenciar la experiencia, de la vivencia. La última es la percepción que tiene nuestra Alma de su contacto con el Maestro Interior, es siempre transformadora y potencia nuestra Fe en Él. Podríamos inferir que a mayor sufrimiento, mayor ego, pero todos sabemos que «el sufrir
y el llorar» nos hace «bienaventurados y mansos». Si en verdad comprendiéramos estos conceptos, no habría tantas guerras, ni miseria en la Tierra.
Viene el hombre ciego al mundo,
cuartiándolo la esperanza,
y a poco andar ya lo alcanzan
las desgracias a empujones;
¡la pucha, que trae liciones
el tiempo con sus mudanzas!
La ceguera con la que venimos al mundo es la ignorancia que todos,
de algún modo, llevamos a cuestas. Luego de reconocerla como tal, nos lleva buena parte de la vida darnos cuenta de quiénes somos, a qué vinimos, cómo son aquellos que comparten nuestro destino de vivir y de morir. Como
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también, el hecho de aceptar que todo cuanto ocurre nos involucra integralmente en cuerpo, Alma y Espíritu. Por lo tanto, cada circunstancia tiene la finalidad (Ley de la Naturaleza), de servir a modo de lección y contiene dos
materiales primordiales que debemos descubrir: el didáctico y el lúdico. Ambos participan en el despertar de la consciencia. Este es el aporte que hace la
oveja descarriada (la Humanidad), a la obra de la Creación, el cual es superior al que hacen noventa y nueve justos, según la sabia interpretación de Don
Salvador Porta March. Como apreciamos, es de tal riqueza literaria esta obra,
que no se agota, por el contrario, se dinamiza en nuevos mensajes trascendentes. Al referirse así: «el tiempo con sus mudanzas», está confirmando el valor del ritmo, al que nos remitimos al principio, mediante una visión salomónica, donde el pulsar cósmico nos pone frente a tiempos de bonanza y
tiempos de carencia. Tiempos para llorar y tiempos para reír. Lo que corrobora la vigencia de la obra de Hernández. No debemos olvidar que mientras
nos distraemos en el aparente positivo de la bonanza y en el aparente negativo de la carencia, se nos pasa la oportunidad de vivir tres estados de consciencia evolutivos. En el gráfico, la sinusoide representa el camino más largo entre dos puntos, es decir, el que recorre nuestro ego buscando lo que
Lao-Tsé llamara «el camino del atajo». Contrariamente, la recta representa el
Recto Camino, es decir, el más corto entre dos puntos, al que el mismo autor
denominara: «Camino Real». Es decir, aquel que recorremos guiados por la
Luz de la consciencia. Precisamente, la evolución de la misma se expresa mediante la sucesión de círculos de tamaño creciente.
Yo he conocido esta tierra
en que el paisano vivía
y su ranchito tenía
y sus hijos y mujer…
Era una delicia el ver
cómo pasaba sus días.
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Entonces… cuando el lucero,
brillaba en el cielo santo,
y los gallos con su canto
nos decían que el día llegaba,
a la cocina rumbiaba
el gaucho… que era un encanto.
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Y sentao junto al jogón
a esperar que venga el día,
al cimarrón * se prendía
hasta ponerse rechoncho,
mientras su china dormía
tapadita con su poncho.
Y apenas empezaba a coloriar,
los pájaros a cantar
y las gallinas a apiarse,
era cosa de largarse
cada cual a trabajar.
(*) Mate
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El temperamento de Martín Fierro
El español Miguel de Cervantes Saavedra, se manifestó como un
gran fisiognomista en El Quijote de la Mancha, su obra cumbre. Fue capaz
de representar con maestría los temperamentos de sus personajes y pudo
mostrar con claridad los dos aspectos que conviven en cada ser humano: el
sabio y el ignorante. El Quijote es melancólico-colérico y Sancho es sanguíneo-flemático. A merced de una gran diversidad de situaciones, ambos personajes ponen en evidencia sus diferentes capacidades para sortearlas. Esto
constituye, además, el escenario propicio para comprender un lenguaje milenario proveniente del antiguo Egipto, que ni el polvo de los siglos pudo ocultar, y que dio las bases fundamentales a la Escuela Pitagórica y a la Medicina Hipocrática.
El General Don José de San Martín también conoció este tema y nos
dejó, con la síntesis de los sabios, esta expresión: «Serás lo que debas ser, o
no serás nada». A pesar de lo comprimida que parece la enseñanza, contiene
un profundo significado en cuanto al conocimiento psicológico y espiritual
del hombre. Tal como San Martín lo demostró en su existencia, manifestando su grandeza, desapego y viviendo hasta el final de sus días con máxima
austeridad y recogimiento. Revalorizando así el sentido de la misión que cada ser humano trae a esta Tierra. El hombre sabio sirve a la enseñanza, porque ésta es más grande que él, lo precede y lo sucede a la vez.
José Hernández no podía estar ajeno a este conocimiento de la Sabiduría Universal. Si observamos con detenimiento, entendemos que el autor
logra mostrarnos en el gaucho Martín Fierro, la alianza existente entre el Observar y el Actuar, como así, entre el Sentir y el Pensar. El personaje comienza expresándose en marcadas actitudes egocéntricas como la ira, el delirio, la
vanidad y la fantasía. En el plano emocional, realza sus simpatías y antipatías, las que definen el derrotero de La Ida, basada en buena parte en el desarrollo de la personalidad, correspondiente a las tres primeras Moradas. Aquí
prevalece el Actuar sobre el Observar y el Pensar sobre el Sentir. Luego, al
despertar la consciencia y el discernimiento, el gaucho comienza a filosofar
con su poesía e inicia el camino de la impersonalidad. Invita a sus hijos a vivir con precaución debido a que aprende a subordinar la Acción a la Observación, y sitúa el Sentir sobre el Pensar. Esto sólo ocurre cuando el «guerrero» se ha vencido a sí mismo, al descubrir el hacer, del no hacer, y entonces,
puede cantar a contrapunto con el Moreno. Comprueba que detrás de su color, brilla rutilante la blancura de su alma, quien con la sabiduría de un maestro, le muestra a Martín Fierro su derecho y su revés. Finalmente, el Moreno
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se da por vencido, aún sabiendo que el gaucho mató a su hermano. Tal actitud, le permite a Martín Fierro entrar en el tiempo de cosecha, donde puede
rescatar el valor del arrepentimiento y desarrollar la sabiduría que el temperamento melancólico le puede entregar. Totalizando su perfil psicológico, encontramos que cierra en una amalgama integral, a su condición de sanguíneocolérico-flemático-melancólico.
Expresándolo de otro modo, Martín Fierro primero es presa de sus
emociones, ellas impulsan a su voluntad a luchar, llegando a «matar» al Moreno Mayor. Luego viene el destierro, que le sirve para desarrollar la observación interior, y por último, surge la reflexión, la meditación y el pensamiento filosófico. Principio y proceso.
Como la obra está planteada, constituye en sí misma un camino interior. En este camino vamos desandando nuestra propia existencia. Paso a paso, comprobamos que la Creación conforma en sí misma un «aula inmensa»,
donde todo lo creado se vuelve material de aprendizaje para el Alma, que se
comporta como discípula dilecta del Maestro.
Hay instantes en los que el triunfo y la alegría emborrachan al ser humano y no le dejan ver su realidad. Éste queda atrapado en la fantasía y la diversión, que sólo sirven para mantenerlo en el mundo ilusorio, como ocurre
en este nivel vibratorio, correspondiente a la Segunda Morada o Centro de
Energía. Hace falta entonces purificar nuestro cuerpo para observar los efectos que ha producido el continuo drenaje de energía vital, a consecuencia de
quedar expuestos permanentemente al plano emocional, apareciendo el dolor
como elemento despertador de la consciencia.
Para esta instancia, desde el punto de vista vibratorio, Santa Teresa
de Ávila nos dejó el siguiente mensaje: «Su Majestad sabe mejor lo que nos
ha de dar, que nos puede con razón decir, ‘que no sabemos lo que pedimos’».
(Mt 20-22).
A pesar de que nada en el Universo está quieto, todos tendemos a
aceptar los momentos agradables y rechazar los que nos disgustan. Rápidamente entramos en estado de nulidad, en el que la fuerza de la crisis se ahoga y el adormecimiento es la consecuencia.
Debemos comprender que no se puede cruzar la «frontera interior»
(el diafragma), si no se ha salido del campo de las simpatías y antipatías. «Usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera».
En ciertas ocasiones, la crisis tiene tal magnitud que poco importa si
nos gusta o nos disgusta lo que sucede en ese instante, porque de igual modo, nos involucra como una totalidad integrada. El proceso se manifiesta como un sismo externo e interno, donde el ego o yo inferior, tiene poco que
contestar. El gaucho Martín Fierro, lo vive así:
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Ahí comienzan sus desgracias
ahí principia el pericón;
porque ya no hay salvación,
y que usté quiera o no quiera,
lo mandan a la frontera
o lo echan a un batallón.
Hoy podemos comprobar cómo la cuota de dolor sufrido por gran parte de la Humanidad en la Segunda Guerra Mundial, y el resultante de los enfrentamientos sucesivos en distintas partes del Orbe, ha sido insuficiente para
generar un despertar profundo de la Consciencia Humanitaria. Los seres humanos somos muy necios, siempre se nos ocurre una nueva actitud egocéntrica, para perpetuarnos en el mundo ilusorio. Se nos ha hecho creer que la solución pasa por obtener el confort de los países del primermundistas. Nada más
alejado de la realidad. Sólo el Amor y la Humildad salvarán al mundo.
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Tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y mujer,
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera
¡y qué iba a hallar al volver!
tan solo hallé la tapera.
Sosegao vivía en mi rancho
como el pájaro en su nido;
allí mis hijos queridos
iban creciendo a mi lao…
Sólo queda al desgraciao
Lamentar el bien perdido.
Mi gala en las pulperías
era, cuando había más gente,
ponerme medio caliente,*
pues cuando puntiao ** me encuentro
me salen coplas de adentro
como agua de la virtiente.
(*) Alterado por el alcohol
(**) Achispado
La crisis que vive la Humanidad es de tal magnitud, que requiere de
una verdad trascendente para facilitar el despertar de la Consciencia Humanitaria. Todos hemos sido cómplices, al sostener de algún modo, la mentira
del egocentrismo. La incomodidad característica que genera la crisis, hace
que todos los apoyos que considerábamos sólidos o valederos, se vayan derrumbando uno a uno. Compromete a todas las edades, es transgeneracional.
Si revalorizamos el sentido de esta crisis global, comprenderemos rápidamente que estamos más cerca que nunca de realizar una transformación profunda. En ésta, la participación de cada uno será protagónica y permitirá integrarnos en la construcción de una paz real, duradera e incondicionada.
«Porque él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, derribando la pared intermedia de la separación». (Ef 2-14).
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Cantando estaba una vez
en una gran diversión,
y aprovechó la ocasión
como quiso el juez de paz.
Se presentó, y ahí no más
hizo una arriada en montón.
Juyeron los más matreros
y lograron escapar.
Yo no quise disparar,
soy manso y no había por qué;
muy tranquilo me quedé
y ansí me dejé agarrar.
Así como vamos desde la Ignorancia hacia el Conocimiento, también
desandamos el camino que va desde la «di-versión» hacia la «re-creación».
El Autor anónimo del Manual del Hombre Nuevo lo define así: «Diversión es
un intento más de escape transitorio de una realidad que de alguna manera
no nos gusta del todo. Recreación, es enfrentar la realidad a cada momento,
de una manera total y coherente, es crear continuamente, y por ende, el gusto y el disgusto no tienen cabida. Las cosas que hacemos o somos pueden
gustarnos o no gustarnos, ya que se están quemando a cada momento en el
fuego sagrado de una vida única y completa. Una vida recreativa».
Cuando nuestro ego actúa como «juez de paz», es tan sólo una paz
aparente, básicamente condicionada y polar, por estar estructurada en un actuar, sentir y pensar egocéntricos. Se nos va la vida en darnos cuenta que lo
interesante no es haber llegado a ningún lugar. Tan sólo debemos saber que
estamos en camino y que el autoconocimiento, es un hecho posible.
Gastón Soublette se refiere al nuevo paradigma, al pensamiento natural del Tercer Milenio: «El nuevo paradigma no necesita nuevos profetas,
nuevas sectas, ni nuevas verdades reveladas, sino hombres y mujeres abiertos pero lúcidos, buscadores de lo nuevo pero rescatadores de lo ya acumulado por la Humanidad: en términos de la nueva psicología: transracionales, no antirracionales». Hay quienes aún les llama la atención como en el
siglo XIX, pudo José Hernández darnos las bases del Nuevo Paradigma.
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Allí un gringo con un órgano
y una mona que bailaba,
haciéndonos rair * estaba
cuando le tocó el arreo.
¡Tan grande el gringo y tan feo,
lo viera cómo lloraba!.
Hasta un inglés zanjiador,
que decía en la última guerra
que él era de Inca-la-perra
y que no quería servir,
tuvo también que jüir
a guarecerse en la sierra.
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(*) Reír
Debemos aceptar que a veces somos extranjeros para nosotros mismos o en nuestra propia tierra. Especialmente, cuando quedamos atados a una
sucesión de estados emocionales, donde nuestro yo inferior cambia continuamente de máscaras y roles. En tales circunstancias, somos atrapados por la
fantasía y gastamos una enorme cantidad de energía huyendo de la realidad.
Cuando el menor esfuerzo consiste en aceptarla tal cual es. Huir bloquea toda nuestra capacidad de Amar y Servir y nos deja exhaustos, sin darnos cuenta hacia dónde ir.
Formaron un contingente
con los que en el baile arriaron;
con otros nos mesturaron
que habían agarrao también;
las cosas que aquí se ven
ni los diablos las pensaron.
Debemos tener en cuenta que en el Universo conviven el Caos con el
Orden, y que toda separación es ilusoria. Simplemente actúan desde siempre
en forma alternada, como factores de preponderancia. Hay instantes como el
actual, en el que prepondera el Caos sobre el Orden. En consecuencia, debemos aceptar que todos somos partícipes necesarios para que ocurra la trans-
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mutación que permita el restablecimiento del Orden sobre el Caos. Cuando
uno analiza en profundidad su propia vida, aprende a revalorizar el sentido de
la crisis, porque actúa como elemento despertador de la consciencia, liberando, a su vez, las potencialidades del Alma.
Si hacemos una lectura convencional, rápidamente vamos a apreciar
rasgos discriminativos en la obra de Hernández. Cuando en realidad, pocas
veces uno puede encontrar tantos opuestos conjugados, que representen a la
Unidad en todas las cosas y a la vez, actúen como facilitadores del desarrollo armónico. José Hernández recibió de su madre la intuición y el refinamiento estético, y de su padre, la fuerza y el coraje para vencerse a sí mismo,
recorriendo sus propios estados psicológicos, hasta realizar su transformación interior. No hay duda de que esto no le fue fácil debido a la fuerte personalidad que tenía. En tal faena, logra integrar lo experiencial con lo vivencial, en una dimensión trascendente. Constantemente revaloriza la condición
humana, actitud que sin duda, lo convierte en un humanista. El autor no se
muestra como alguien terminado, sino más bien, como alguien inmerso en
una dinámica de transformación permanente. A la que nos integra a través de
su obra, en un proceso espiritual común a toda la Humanidad. Hernández tuvo el coraje de vivir consciente. No fue un mesías ni un gurú. Simplemente
nos enseñó que debemos abordar al «Hombre Total», como lo definiera Ricardo Tudela, compuesto de Cuerpo, Alma y Espíritu. Logrando, de tal modo, integrar en la Unidad a la complejidad de la existencia con la frescura natural de las cosas simples.
Más de un año nos tuvieron
en esos trabajos duros,
y los indios, le asiguro,
dentraban cuando querían:
como no los perseguían
siempre andaban sin apuro.
A veces decía al volver
del campo la descubierta
que estuviéramos alerta
que andaba adentro la indiada;
porque había una rastrillada
o estaba una yegua muerta.
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Cuando aún no se ha despertado la Consciencia del Yo, es imposible lograr
el discernimiento. La confusión se hace polimorfa, por el carácter multifacético que adopta el ego o yo inferior, representado en este caso, en la indiada.
Actuando de tal modo, quedamos presos del deseo, de los quereres y de los
pensamientos racionales disociados y tendemos a perpetuar el conflicto. A
propósito, Jedhu Krishnamurti decía: «Atento para estar despierto».
Allí sí se ven desgracias
y lágrimas y aflicciones
Naides le pida perdones
al indio, pues donde dentra
roba y mata cuanto encuentra
y quema las poblaciones.
En realidad, cuando actuamos absorbidos por nuestro egocentrismo, no vemos el daño que causamos. Reflexionemos por favor, si este tema fuera ajeno a nuestra cotidianeidad y a la de toda la Humanidad, estaríamos perdiendo el tiempo al plantearlo, pero tiene una vigencia permanente. Tratemos de
no ver el mal separado del bien, ni observemos los hechos mediante la identificación y la proyección, típicas del ego. Veamos cómo a menudo somos
constructores protagónicos de las desgracias y aflicciones que nos aquejan, lo
que los orientales denominan Karma. El rumbo de los acontecimientos variaría sensiblemente, si tuviéramos verdadera consciencia de la ley de Causa y
Efecto, como se le denomina en Occidente. Esto nos llevaría a actuar con más
prudencia y responsabilidad en todas las ocasiones o pruebas que la vida pone a nuestro paso.
No salvan de su juror
ni los pobres angelitos
viejos, mozos y chiquitos
los mata del mesmo modo;
que el indio lo arregla todo
con la lanza y con los gritos.
Veamos la correspondencia de esta estrofa con el furor con que la sociedad
egocéntrica en la que vivimos trata al ser humano, no respetando a pobres, ni-
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ños, mujeres, jóvenes, ni tampoco a los adultos y a los ancianos. Observemos
la relación de esta estrofa con la mutilación física y psicológica que produce
la guerra en los niños, quienes, pertenezcan al bando que pertenezcan, son
siempre inocentes. Tal situación, con el estrés y la violencia que genera, «los
mata del mesmo modo». Hoy asistimos aterrados ante tanta ignorancia, que
permite a personas “educadas” practicar una nueva forma de esclavitud, la sexual, a la que son sometidos niños y adolescentes inocentes, por un miserable plato de comida. No podemos negar que éste constituye uno de los «lujos» que vende la ignorancia del Tercer Milenio.
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Y andábamos de mugrientos
que el mirarnos daba horror;
le juro que era un dolor
ver esos hombres, ¡por Cristo!
En mi perra vida he visto
una miseria mayor.
Yo no tenía ni camisa
ni cosa que se parezca;
mis trapos sólo pa’ yesca
me podían servir al fin…
No hay plaga como un fortín
para que el hombre padezca.
Poncho, jergas, el apero,
las prenditas, los botones,
todo, amigo, en los cantones
jue quedando poco a poco;
ya nos tenían medio locos
la pobreza y los ratones.
Sólo una manta peluda
era cuanto me quedaba;
la había agenciao a la taba
y ella me tapaba el bulto;
yaguané * que allí ganaba
no salía…ni con indulto.
(*) Piojo
Aparentemente, estos versos se refieren sólo a la vida de la milicia en
el fortín, en lo que hace a la exterioridad, sujeta al Tiempo y al Espacio. Sin
embargo, la enseñanza está referida a nuestra interioridad y pertenece al estado de consciencia correspondiente al Tercer Centro de Energía o Morada.
A propósito, Santa Teresa de Jesús, dejó para este instante de la evolución del
alma humana esta enseñanza: «El Señor os lo dará a entender, para que sa-
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quéis de las sequedades humildad y no inquietud, que es lo que pretende el
demonio». Es decir, lo que persigue el ego, la serpiente del Paraíso.
Una de las dificultades que debemos sortear es lo que se denomina el
«Plano de la Penitencia o del Sacrificio». Harish Johari expresa al respecto:
«Cuando el jugador se eleva sobre la presión de los deseos materiales y sensuales, adquiere la consciencia de que en el proceso de gratificar sus bajos
deseos, ha causado daño a los otros. Ha actuado ciegamente en su búsqueda de llenarse, sin darse cuenta de las consecuencias de sus acciones. Cuando el jugador llega al Plano de la Penitencia, se da cuenta de que el uso de
malas acciones, de los malos medios, han creado vibraciones equivocadas en
sí mismo, que detienen el logro de la paz interna”.
Cuando utilizamos la violencia para reprimir a la violencia, nos convertimos en víctimas y victimarios en simultaneidad. Somos multiplicadores
del odio y del dolor, porque no creemos en la convivencia en Paz. Esta es una
etapa que todos desearíamos evitar, pero por nuestra condición humana, que
en este caso prevalece sobre nuestra condición divina, debemos transitar esta instancia hasta agotarla. Ya no hay atajos para aprender la lección de la humildad, antes de despertar el Alma Consciente, basada en el «Conócete a ti
mismo, en ti mismo» (Portal de Delfos). Y que, según el Profesor Fernando
Vilapriñó, Jesús completa al decir: «Niégate a ti mismo».
Afigúrese cualquiera
la suerte de este su amigo,
a pie y mostrando el umbligo,
estropiao, pobre y desnudo.
Ni por castigo se pudo
hacerse más mal conmigo.
Debemos aprender a distinguir aquello que simplemente pertenece al
plano emocional, de lo que corresponde al Amor propiamente dicho. Cuando
vibramos en el Tercer Centro o Morada o Chakra, ubicado en la zona del epigastrio, somos por lo general víctimas de nuestras emociones y creencias,
ello nos hace mordaces y supersticiosos. El autor lo expresa de esta forma:
«a pie y mostrando el umbligo».
A su vez, es válido recordar que la lástima y la conmiseración, tanto
de sí mismo, como por los demás, es una fuerza totalmente negativa, que nos
deja exhaustos, sin energía. A propósito, Carlos González Vallés nos enseña
que debemos aprender a «tomar y dejar», a «entrar y salir» de las cosas co-
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tidianas, mediante la práctica del desapego. Cuando lo logramos, no nos falta nada y estamos completos.
Pero qué iba a hacerles yo,
charabón * en el desierto;
más bien me daba por muerto
pa’ no verme más fundido
y me les hacía el dormido,
aunque soy medio dispierto.
(*) Pichón de ñandú
Al definirse como «charabón en el desierto», deja en claro que se encuentra aún en la zona del cuerpo que representa el «desierto», es decir, en la
región subdiafragmática, correspondiente al Plexo Solar. También anuncia la
magnitud de su crisis. En esta etapa, no tiene Consciencia del Yo, pero está
preparándose para encontrarla. La prueba más evidente de que el autor conocía a la perfección la obra Las Moradas, de Santa Teresa de Ávila, es que a
través de su personaje nos dice: «y me les hacía el dormido, aunque soy medio dispierto». Así nos confirma que cuando uno vibra en el Tercer Chakra o
Morada está «dormido», no consciente, pero también, próximo a despertar,
por eso se considera medio despierto. En esta instancia, y refiriéndonos ahora al interior de cada uno, hemos aprendido a manipular a los demás. Lo hacemos a través de los estados disociativos, basados en fuertes contrastes emocionales, y mediante los efectos que produce la incertidumbre a nivel
orgánico. No obstante, dicha crisis preanuncia la necesidad de elevarse a planos superiores e invita a sentir los atisbos de lo que será el despertar de la
Consciencia del Yo, en la Cuarta Morada.
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Comentarios sobre el capítulo 5
Yo andaba desesperao
aguardando una ocasión
que los indios de un malón
nos dieran, y entre el estrago
hacérmeles cimarrón *
y volverme pa’ mi pago.
Aquello no era servicio
ni defender la frontera:
aquello era ratonera
en que sólo gana el juerte:
era jugar a la suerte
con una taba culera.
(*) Escapármeles
Con frecuencia queremos escapar de nuestra realidad no aceptada.
Tal huida es un viaje a ningún lugar. Son lecciones que debemos aprender con
aceptación, humildad y, como Jesús nos diría, con mansedumbre. Recordemos que la frontera, en la obra de José Hernández, no representa un lugar físico o un territorio determinado, como han creído los detractores de la obra.
Es interna y corresponde al diafragma, músculo que separa al abdomen del
tórax y a su vez, delimita la zona donde se encuentran los centros inferiores,
es decir, el Primer, Segundo y Tercer Centro de Energía. Estas tres Moradas
dependen de los designios de nuestro ego.
Luego al manifestar: «aquello no era servicio», Hernández va mucho
más allá del Servicio Militar, que el gaucho Martín Fierro cumplió en la Frontera. Se está refiriendo al Espíritu de Servicio, correspondiente a la última actividad interna y externa, que realizamos antes de alcanzar el Cuarto Centro
o Morada o Chakra. Al expresarse así: «aquello era ratonera en que sólo gana el juerte», está mostrando que en este plano la guerra es sin cuartel, la
competencia entre los opuestos por ejercer su preponderancia es tremenda, y
nuevamente, la víctima y el victimario es uno mismo. Observemos los acontecimientos mundiales y veremos el plano en el cual vibra la mayoría de la
Humanidad.
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Es importante destacar que en el Universo nada está quieto, todo está sujeto a la Ley de Vibración o Movimiento, que pertenece a la Naturaleza
y produce manifestaciones en todos los planos de la misma. Por lo tanto, no
debemos asustarnos cuando nos encontramos presos de la incertidumbre, como estado oscilatorio, porque la misma incomodidad que nos otorga este plano actúa como elemento generador de las transformaciones más profundas.
Éstas han de surgir como resultado de la elevación de nuestro estado vibratorio interno (Ley de Evolución), hacia un plano superior. Siempre es válido en
estas circunstancias meditar sobre las siguientes palabras de San Pablo: «Nadie se engañe a si mismo: si alguno entre vosotros parece ser sabio en este
siglo, hágase simple para ser sabio». Todo lo que nos acontece, contiene en
sí mismo un mensaje trascendente, aún aquellas cosas que todavía no alcanzamos a comprender. Todo participa activamente en el despertar de Alma
Consciente.
Yo he visto en esa milonga
muchos jefes con estancia,
y piones en abundancia,
y majadas y rodeos;
he visto negocios feos
a pesar de mi inorancia.
Ansina, pues, conociendo
que aquel mal no tiene cura,
que tal vez mi sepultura
si me quedo iba a encontrar,
pensé en mandarme a mudar
como cosa más sigura.
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Comentarios sobre el capítulo 6
Vamos dentrando recién
a la parte más sentida,
aunque es todita mi vida
de males una cadena:
a cada alma dolorida
le gusta cantar sus penas.
Quienes vibran en los planos inferiores, manipulados por los caprichos del ego, logran convencerse a sí mismos de que su pena es la más grande y tortuosa que jamás haya existido en toda la Humanidad. Esto es tener
conmiseración por uno mismo. Todos, de algún modo, pasamos por esa etapa. Para quienes se encuentran en ella, sólo bastan cuatro palabras para desarrollar la historia más penosa: «dolor, lucha, sufrimiento y sacrificio». Éstas
son las preferidas por el ego. Cuando en realidad, tal actitud lastimosa, constituye en sí misma un verdadero problema para el crecimiento interior, porque es capaz de agotar nuestra Energía Vital de inmediato. Incluso puede producirnos enfermedades de todo tipo, especialmente las denominadas
psicosomáticas. No obstante, como expresa el gaucho Martín Fierro, «a cada alma dolorida le gusta cantar sus penas». Aquí el autor nos recuerda la
importancia que tiene el abrirnos a los demás, lo cual es momentáneamente
terapéutico y económico. No obstante, la clave la da el Doctor Rubén Feldman González cuando dice: «Enfrenta el dolor, no lo respetes».
Nunca jui gaucho dormido,
siempre pronto, siempre listo,
yo soy un hombre ¡Qué Cristo!
que nada me ha acobardao,
y siempre salí parao
en los trances que me he visto.
La aceptación del conflicto representa un verdadero juego de apertura y está basada en la humildad. Lo que de ninguna manera significa tomar
una actitud pasiva. Al decirnos: «y siempre salí parao en los trances que me
he visto», está demostrando su confianza. Es un canto de esperanza frente al
dolor existencial.
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Dende chiquito gané
la vida con mi trabajo,
y aunque siempre estuve abajo
y no sé lo que es subir,
también el mucho sufrir
suele cansarnos ¡barajo!.
En medio de mi inorancia
conozco que nada valgo:
soy la liebre o soy el galgo
asigún los tiempos andan;
pero también los que mandan
debieran cuidarnos algo.
Una noche que riunidos
estaban en la carpeta
empinando una limeta
el jefe y el juez de paz,
yo no quise aguardar más
y me hice humo en un sotreta.
Para mí el campo son flores
dende que libre me veo;
donde me lleva el deseo
allí mis pasos dirijo
y hasta en las sombras, de fijo
que a dondequiera rumbeo.
Entro y salgo del peligro
sin que me espante el estrago;
no aflojo al primer amago
ni jamás fi gaucho lerdo:
soy pa’ rumbiar como el cerdo
y pronto cai a mi pago.
Volví al cabo de tres años
de tanto sufrir al ñudo,
resertor, pobre y desnudo,
a procurar suerte nueva,
y lo mesmo que el peludo
enderecé pa’ mi cueva.
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No hallé ni rastro del rancho;
¡sólo estaba la tapera!
¡Por Cristo, si aquello era
pa’ enlutar el corazón:
yo juré en esa ocasión
ser más malo que una fiera!
Después me contó un vecino
que el campo se lo pidieron,
la hacienda se la vendieron
pa’ pagar arrendamientos
y qué sé yo cuántos cuentos;
pero todo lo fundieron.
Los pobrecitos muchachos
entre tantas afliciones
se conchabaron de piones;
¡mas qué iban a trabajar,
si eran como los pichones
sin acabar de emplumar!
Por ahi andarán sufriendo
de nuestra suerte el rigor:
me han contado que el mayor
nunca dejaba a su hermano;
puede ser que algún cristiano
los recoja por favor.
¡Y la pobre de mi mujer
Dios sabe cuánto sufrió!
Me dicen que se voló
con no sé qué gavilán,
sin duda a buscar el pan
que no podía darle yo.
Como hijitos de la cuna
andarán por ahi sin madre.
Ya se quedaron sin padre
y ansí la suerte los deja,
sin naides que los proteja
y sin perro que los ladre.
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Los pobrecitos tal vez
no tengan ánde abrigarse,
ni ramada ande ganarse,
ni un rincón ande meterse,
ni camisa que ponerse,
ni poncho con que taparse.
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Tal vez los verán sufrir
sin tenerles compasión;
puede que alguna ocasión
aunque los vean tiritando
los echen de algún jogón
pa’ que no estén estorbando.
Yo he sido manso, primero,
y seré gaucho matrero
en mi triste circustancia,
aunque es mi mal tan projundo;
nací y me he criado en estancia
pero ya conozco el mundo.
Aunque muchos cren que el gaucho
tiene un alma de reyuno *,
no se encontrará ninguno
que no lo dueblen las penas;
mas no debe aflojar uno
mientras hay sangre en las venas.
(*) Insensible
Es tan clara la enseñanza que no merece comentario alguno. Simplemente, aprendamos juntos a sentir en la piel del otro, para hermanarnos en
una causa común: la Evolución de toda la Humanidad.
Si no alcanzamos a comprender profundamente el significado de estos versos, nos será imposible captar el mensaje de síntesis que aparece en la
payada entre Martín Fierro y el Moreno. En el Primer Centro de Energía o
Morada, se inicia la apertura del proceso que concluirá un día con el despertar de la Consciencia Cósmica. Aquí la ira es fundamentalmente egocéntrica,
actúa como reacción ante las acciones que la preceden, y a su vez, como cau-
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sa de efectos que en el futuro contribuirán al despertar interno. En esta etapa,
aún estamos atrapados por la codicia y ponemos nuestras fuerzas en las cosas superfluas, hasta que impulsados por el deseo, hacemos crisis. La vanidad nos hace sentir distintos, superiores a los demás, y junto con la avaricia,
es forzado nuestro instinto apropiativo hacia todas las cosas materiales. En la
Segunda Morada o Centro de Energía, se manifiesta cierta tendencia al desorden y a la corrupción, exponiéndonos a quedar en el plano de la seducción
y la nulidad, con la sensación de realizar grandes esfuerzos sin avanzar lo suficiente. Observemos su vigencia en la actualidad. Aquí prevalece el personalismo y éste compromete seriamente el sentido humanitario. Si permanecemos indefinidamente en este plano perdemos un enorme caudal de Energía.
Al llegar al Tercer Chakra o Morada, es cuando vemos los resultados
de nuestras buenas y malas compañías. Apreciamos el valor de la tristeza y,
por caridad, surge el espíritu de servicio. El ego va refinando sus mecanismos
internos y se hace cada vez más sutil, pero sigue siendo preponderante sobre
la consciencia del Yo, representada por José Hernández en el Moreno Mayor,
mediante una alegoría magistral. En este caso, el Moreno está casado con la
Morena, a la que Martín Fierro ofende y su esposo sale a defender. Ahora
Martín Fierro, alcoholizado por «el vino de la vanidad y el orgullo» y regido
por el Inconsciente, realiza su faena.
Cuando vibramos en este tercer nivel, nuestra voluntad humana se
antepone a la Voluntad Divina; la observación egocéntrica, a la Omnipresencia Divina; nuestro amor humano, preñado de quereres, al Amor Divino y por
último, nuestra sabiduría humana, a la Sabiduría Divina. El trabajo interior
consiste en revertir este proceso, facilitando su plano opuesto, donde la Luz
prevalece sobre las tinieblas de nuestra ignorancia. «Y vio Dios que la luz era
buena, y apartó Dios la luz de las tinieblas». (Gn 1-4). «La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella». (Jn 1-5).
De la misma manera, en (Ex 3-13,14), aparece el Yo Superior, donde Moisés interroga a Dios: «si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?
¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy». Como
sabemos, el Libro del Éxodo corresponde al Antiguo Testamento, y en perfecta analogía, José Hernández hace aparecer al Moreno Mayor dentro de La Ida
de Martín Fierro, en total resonancia con el mensaje Bíblico.
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De carta de más me vía
sin saber adónde dirme;
mas dijieron que era vago
y entraron a perseguirme.
Nunca se achican los males
van poco a poco creciendo,
y ansina me vide pronto
obligao a andar juyendo.
No tenía mujer ni rancho,
y, a más, era resertor;
no tenía una prenda güena
ni un peso en el tirador.
A mis hijos infelices
pensé volverlos a hallar
y andaba de un lao al otro
sin tener ni qué pitar.
Supe una vez por desgracia
que había un baile por allí,
y medio desesperao
a ver la milonga fui.
Riunidos al pericón
tantos amigos hallé,
que alegre de verme entre ellos
esa noche me apedé.*
(*) Emborraché
A veces no soportamos nuestra propia soledad y buscamos entretenernos en cosas superfluas, sin tener piedad, ni siquiera, de nosotros mismos.
Decía San Juan de la Cruz: «La vida es un camino de ir dejando quereres, no
sustentándolos, y hasta que no se acaban todos de dejar, no se acaba de llegar». Dichos quereres son atributos de nuestro ego y por lo tanto, son duales
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y pertenecen al amor condicional, el mismo que, por ejemplo, expresa: «yo
quiero esto y no quiero aquello». Pero el Amor es un don divino, por ende es
incondicional e indiscriminativo, integra y no disocia.
Debemos comprender que la obra cumbre de José Hernández no finaliza como una novela rosa, sino como una revalorización profunda del sentido
que tiene el enfrentar nuestra propia ignorancia y transmutarla en Amor, mediante el despertar de la Consciencia. Es decir, que al final del recorrido, dejamos de «buscar la paja en el ojo ajeno» y descubrimos, «la viga» en el nuestro.
Como nunca en la ocasión
por peliar me dio la tranca,
y la emprendí con un negro
que trujo una negra en ancas.
Al ver la morena,
que no hacia caso de naides,
le dije con la mamúa:
«Va…ca…yendo gente al baile».
La negra entendió la cosa
y no tardó en contestarme
mirándome como a perro:
«Más vaca será tu madre».
Y dentró al baile muy tiesa
con más cola que una zorra,
haciendo blanquiar los dientes
lo mesmo que mazamorra.
«Negra linda…» dije yo,
«me gusta…pa’ la carona» *
y me puse a talariar
esta coplita fregona:
«A los blancos hizo Dios,
a los mulatos San Pedro,
a los negros hizo el diablo
para tizón del infierno».
(*) Para la cama
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Recordemos que en toda instancia donde prepondera nuestro ego, la
humildad divina se abstiene de actuar para permitir que se exprese nuestro libre albedrío. Aún a costa de nuestra autodestrucción. Por la inconsciencia que
nos colma en tales circunstancias, podemos observar que en ese estado nada
nos cuesta discriminar y menos, ser competitivos y violentos con los demás.
Habia estao juntando rabia
el moreno dende ajuera;
en lo escuro le brillaban
los ojos como linterna.
Lo conocí retobao,*
me acerqué y le dije presto:
«Por…rudo…que un hombre sea
nunca se enoja por esto».
Corcovió el de los tamangos **
y creyéndose muy fijo:
«Más porrudo serás vos,
gaucho rotoso», me dijo.
Y ya se me vino al humo
como a buscarme la hebra,
y un golpe le acomodé
con el porrón de giñebra.
Yo tenia un facón con «S»
que era de lima de acero;
le hice un tiro, lo quitó
y vino ciego el moreno.
Y en el medio de la aspas
un planazo le asenté,
que le largué culebriando
lo mesmo que buscapié.
Le coloriaron las motas
con la sangre de la herida,
y volvió a venir furioso
como una tigra parida.
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Y ya me hizo relumbrar
por los ojos el cuchillo,
alcanzando con la punta
a cortarme en un carrillo.
Me hirvió la sangre en las venas
y me le afirmé al moreno,
dándole de punta y hacha
pa’ dejar un diablo menos.
Por fin en una topada
en el cuchillo lo alcé
y como un saco de güesos
contra el cerco lo largué.
(*) Enojado
(**) Ojotas rústicas
Es importante señalar que José Hernández no tenía nada en contra de
la gente de color ni de los nativos de esta tierra. Era federal como su padre,
quien fue amigo del cacique Cafulcurá. Perteneció a ese partido al igual que
las fracciones más humildes de la sociedad de la época. En relación con esto, hay un hecho significativo en la familia de Hernández. Un esclavo de color salvó la vida de su amo, Mariano Pueyrredón, quien era tío del autor y
pertenecía a los unitarios, quienes eran contrarios al pensamiento federal. Debemos recordar que los gauchos, mulatos, inmigrantes pobres y la gente de
color, por lo general eran federales. La aclaración es válida en tanto y en
cuanto comprendamos que José Hernández, guarda ante los ojos del neófito,
la figura del Yo superior representada en el Moreno Mayor. Este significado
tan noble y profundo sólo se puede comprender al entender la obra como una
totalidad y no como una suma de partes.
El Tercer Centro de Energía o Morada corresponde al último estadio
del yo inferior. Aquí el ego busca identificarse con su propio deseo y con
quienes vibran en su mismo plano. Uno trata de lograr sus propios objetivos,
sin tener en cuenta el producto de sus acciones. El único fin es satisfacer el
impulso interior, sin importar los medios que se utilicen: la mentira, la corrupción, el engaño, todo parece correcto y viable. Esta actitud, si no es corregida, desplaza nuevamente a la persona hacia el Primer Centro de Energía.
Vuelve así al plano de la vanidad, donde debe comprender los efectos que le
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producen la autointoxicación y el falso orgullo. Entonces sólo el dolor y la
superación del dolor, pueden liberar a la persona de su propia ignorancia. Eilán Itarte dice: «El dolor, es el gran humanizador y el tiempo, el gran ecualizador».
Tiró unas cuantas patadas
y ya cantó pa’ el carnero.
Nunca me puedo olvidar
de la agonía de aquel negro.
Hay tres elementos fundamentales que son comunes en la vida de Jesús y en la del Moreno Mayor. Ambos son pobres, mueren injustamente y padecen una gran agonía, la que en el caso del Moreno, el gaucho Martín Fierro nunca pudo olvidar. De igual modo toda la Humanidad, más allá de la
religión que cada uno profese, tampoco ha podido olvidar la imagen agonizante de Jesucristo en la Cruz.
Si nos ciñéramos nada más que a este planteo, sería equivalente a detenernos en el Viernes Santo, es decir, quedaríamos atrapados en el dolor y la
muerte. No podríamos sentir la alegría del Misterio del Gólgota, representado en la Pascua de Resurrección. Ni tampoco entenderíamos el verdadero valor del Cristo Vivo de Pablo. Estas enseñanzas en la obra de José Hernández,
se van comprendiendo mejor en la medida en que desandamos sus versos.
Cuando el autor hace la analogía entre el Antiguo Testamento y La
Ida, nos está mostrando en el lenguaje de las cosas simples, nuestra verdadera condición humana, sin maquillaje alguno, con todas nuestras bajezas y limitaciones. Es fundamental destacar este concepto, porque nos permite partir del ser humano real y no de supuestos falsos, que ya pertenecen a la
ficción. Nuestro ego inicia la contienda aplicando la Ley del Talión y la debe concluir con «la otra mejilla», para convertirse en yo maduro, subordinado al Yo Divino.
Yo tengo intención a veces,
para que no pene tanto,
de sacar de allí los güesos
y echarlos al campo santo.
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Nuestro ego nos invita constantemente a caer en el error y luego nos
tortura con la culpa. En cambio, si recordamos aquel mensaje transformador
que dice: «Arrepiéntete y anda», entonces revalorizaremos la importancia del
error, como elemento despertador de la consciencia. Para así capitalizar el
significado de la crisis a la hora de permitir la liberación de las fuerzas sanadoras del Alma.
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Otra vez en un boliche
estaba haciendo la tarde;
cayó un gaucho que hacia alarde
de guapo y de peliador;
a la llegada metió
el pingo hasta la ramada,
y yo sin decirle nada
me quedé en el mostrador.
Y ya salimos trenzaos,
porque el hombre no era lerdo;
mas como el tino no pierdo
y soy medio ligerón,
lo dejé mostrando el sebo
de un revés con el facón.
A modo de síntesis planteamos la primera y la última escena de este
encuentro de gauchos matreros. Lo que nos permite observar con qué facilidad salimos de una situación compleja y caemos en la siguiente, sin alcanzar
a captar la lección que la primera contiene. José Larralde dice al respecto:
«Qué pronto se pone oscuro, aunque se esté prevenido». Precisamente, el
condicionamiento al que nos somete la sociedad de consumo facilita nuestro
egocentrismo. Se nutre de él para perpetuar su existencia, impidiendo el maravilloso hecho de que nos demos cuenta quiénes somos, de dónde venimos,
a dónde vamos y para qué hemos nacido en este tiempo. Hasta que un día llegamos a comprender que sólo el trabajo interior, puede enseñarnos a percibir
cómo suceden las cosas.
Le llaman «gaucho mamao»
si lo pillan divertido,
y que es mal entretenido
si en un baile lo sorprienden;
hace mal si se defiende,
y si no, se ve…fundido.
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No tiene hijos, ni mujer,
ni amigos, ni protetores,
pues todos son sus señores
sin que ninguno lo ampare;
tiene la suerte del güey
¿y dónde irá el güey que no are?.
Su casa es el pajonal,
su guarida es el desierto;
y si de hambre medio muerto
le hecha el lazo a algún mamón
lo persiguen como a plaito,
porque es un «gaucho ladrón».
Y si de un golpe por ahi
lo dan güelta panza arriba,
no hay un alma compasiva,
que le rece una oración:
tal vez como cimarrón
en una cueva lo tiran.
Él nada gana en la paz
y es el primero en la guerra;
no le perdonan si yerra,
que no saben perdonar,
porque el gaucho en esta tierra
sólo sirve pa’ votar.
Para él son los calabozos,
para él las duras prisiones;
en su boca no hay razones
aunque la razón le sobre,
que son campanas de palo
las razones de los pobres.
Si uno aguanta, es gaucho bruto;
si no aguanta, es gaucho malo.
¡Déle azote, déle palo,
porque es lo que él necesita!.
De todo el que nació gaucho
ésta es la suerte maldita.
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Vamos suerte, vamos juntos
dende que juntos nacimos,
y ya que juntos vivimos
sin podernos dividir,
yo abriré con mi cuchillo
el camino pa’ seguir.
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Si observamos detenidamente estas ocho estrofas, podemos rescatar
la tristeza que nos genera vivir la propia existencia de la mano del ego. Todo
es resultante de un enorme esfuerzo, para lograr apenas la supervivencia. Uno
siente la pérdida de lo que considera sus valores fundamentales, generándonos un enorme robo de energía. Mientras permanecemos en el Tercer Chakra,
llegamos a creer que no existe posibilidad alguna de trascender nuestras limitaciones y quedamos sumidos en el desasosiego por sentirnos indignos ante
Dios. Hecho que superamos mediante el espíritu de servicio.
Cuando sentimos que podemos cambiar de actitud, es decir, que en
vez de depender del: «Pedid y se os dará», que nos hace dependientes y pasivos, trabajamos sobre el «Dad y recibiréis», entonces sí, logramos descubrir que la posibilidad siempre está detrás de la limitación. Y también que a
mayor limitación podemos cosechar mayores posibilidades. Como ejemplo
simple, se puede afirmar que la pobreza tiene riquezas que la riqueza desconoce y que el ignorante sabe cosas que el erudito no comprende. Este es el
momento en el que comenzamos a aceptarnos tal cual somos, y a nuestra vida tal cual es, sin retoques. Esta convivencia con nuestra existencia, basada
en la aceptación, nos otorga la energía necesaria para iniciar el camino hacia
la Cuarta Morada.
En la última estrofa el personaje invita a su suerte: «vamos suerte,
vamos juntos». Representa a la «suerte» como el destino o la cruz que cada
uno trae con su existencia. Hecho que queda plasmado en la alegoría que utiliza el autor, mediante la figura simbólica del gaucho Cruz, que pronto hará
su aparición. Al decirnos: «yo abriré con mi cuchillo el camino pa’ seguir»,
está indicando que en un futuro logrará emprender el Recto Camino, también
conocido como el «filo de la navaja», el camino más corto entre dos puntos.
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Comentarios sobre el capítulo 9
Matreriando lo pasaba
y a las casas no venía;
solia arrimarse el día,
mas, lo mesmo que el carancho,
siempre estaba sobre el rancho
espiando a la polecía.
Viva el gaucho que ande mal
como zorro perseguido,
hasta que al menor descuido
se lo atarasquen los perros,
pues nunca le falta un yerro
al hombre más alvertido.
Don Atahualpa Yupanqui fue un estudioso de la obra de José Hernández. Probablemente escribió El payador perseguido inspirado en sus propias
vivencias y en estos versos: «Viva el gaucho que ande mal como zorro perseguido». Es interesante destacar que nos estamos aproximando a la Cuarta
Morada, es decir, al despertar de la Consciencia del Yo. Por lo tanto, uno debe ir asumiendo el riesgo frecuente de caer en el error, como parte de su condición humana. Reconociendo a su vez que la indañabilidad, en sí misma,
pertenece a la condición Divina. Dios nos Ama, Libera y Protege a la vez, pero también como humanos, podemos sentir la necesidad de no dañar a los demás, ni siquiera a nosotros mismos. Los hindúes consideran a este aspecto «el
Yoga de la acción sin ego». Esta actitud es el mejor indicativo de que comenzamos a sentir la «otredad», es decir, la importancia que tiene el otro con su
simple presencia, en la evolución de la consciencia. Comprender esta enseñanza significa entender que el Nuevo Orden Social no se logrará construyendo cárceles «perfectas», ni aumentando la represión con sistemas de control sofisticados, sino por el contrario, generando en toda la Humanidad
condiciones para el desarrollo de una vida más digna, basada en la Solidaridad y el Amor. Sintiéndonos de verdad y no en apariencia, hermanados por
una causa común a todos los seres humanos, para lo cual se hace imprescindible que aprendamos a percibir la existencia del Alma. Nadie se salva solo.
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Y en esa hora de la tarde
en que tuito se adormece,
que el mundo dentrar parece
a vivir en pura calma,
con las tristezas de su alma
al pajonal enderiece.
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Cuentan los paisanos que el gaucho se hizo fuerte a puras puestas de
sol. No podemos negar que el atardecer es el instante más propicio para la
meditación, en el que uno se relaja y empieza a mirar hacia adentro hasta percibir la Voz del Silencio.
Ansí me hallaba una noche
contemplando las estrellas,
que le parecen más bellas
cuanto uno es más desgraciao
y que Dios las haiga criao
para consolarse en ellas.
Les tiene el hombre cariño
y siempre con alegría
ve salir las Tres Marías,
que, si llueve, cuando escampa
las estrellas son la guía
que el gaucho tiene en la pampa.
Aquí no valen dotores;
sólo vale la esperencia;
aquí verian su inocencia
esos que todo lo saben,
porque esto tiene otra llave
y el gaucho tiene su cencia.
La vigencia de las enseñanzas contenidas en estas estrofas es sorprendente. Decía a propósito Rudolf Steiner, que el hombre del tercer milenio deberá basar su vida en una pedagogía práctica, en una psicología práctica, sustentándose de igual modo, en una filosofía práctica. Religando a cada
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instante los opuestos irreligados o disociados, que perduran en su interior,
con la fuerza de la plegaria y el Amor Divino. Al plantearnos: «Aquí no valen dotores», José Hernández, perfecto conocedor de su obra, sabía que ésta
no quedaría atada a su siglo, ni a su milenio, porque guardaba enseñanzas que
le permitirían, incluso, cruzar la Era a la que pertenecía el autor. Tema este
sobre el cual se explaya en el Capítulo 33. Ahora nos vuelve a insistir acerca
del hecho de no depender del intelecto negativo, como lo denominan los hindúes, es decir, de la mente racional. Sino que hay que darle preponderancia a
la intuición, como la voz de la consciencia. La erudición que nos brinda el
desarrollo del intelecto, con frecuencia nos hace vanidosos y arrogantes, alejándonos por completo de toda sabiduría.
Es importante recordar que los nativos de todos los pueblos de la Tierra basaron sus conocimientos profundos en el desarrollo de la intuición.
Hoy, a través del condicionamiento, nos han hecho creer que cuando alcancemos a satisfacer todos nuestros deseos de seguridad y confort, habremos
superado la limitación de lo impredecible. ¡Qué vana mentira! Es más, todos
tenemos la obligación de rescatar la ciencia tradicional de estos pueblos, en
especial, aquellos signados por el honor de llevar sangre nativa en sus venas.
Esto ocurre con el gaucho, que fusiona la sangre de esta tierra con la extranjera, sirviendo así de puente humanitario, para rescatar el valor de nuestros
ancestros. Al contrario del accionar de Domingo Faustino Sarmiento, quien
dejó el lema macabro «Civilización o barbarie» que, avalado por nuestra ignorancia, provocó que termináramos avergonzándonos de nosotros mismos.
Una cosa es ser humilde y otra es sentir vergüenza ante quienes se creen superiores, eso es estupidez. Decía Don Atahualpa Yupanqui: «Hay gente que
tiene mis rasgos nativos, que les duele la cara…». Hecho del que es responsable el hombre blanco, que con su impiedad e irrespeto por la sabiduría ancestral, humilló a los pueblos originarios de esta tierra. Por eso, cuando tenemos el coraje de meternos en el territorio del Alma, la piel no tiene color, no
existen razas superiores, las personas no tienen sexo ni tampoco edad y status. Simplemente nos regocijamos al percibir el Ser Divino en lo humano y
nos hermanamos así con toda la Humanidad. Deben saber que esto no es un
invento del autor de estos comentarios, es simplemente una humilde interpretación del pensamiento de José Hernández.
Es triste en medio del campo
pasarse noches enteras
contemplando en sus carreras
las estrellas que Dios cría
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sin tener más compañía
que su soledá y las fieras.
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Plotino expresó: «La realización del Ser es el vuelo de un solitario
hacia el Gran Solitario». Shakespeare dijo: «To be or not to be», cuya traducción es «Ser o no ser». Nuevamente se realza la figura del Ser y no la del
tener. Cuando uno encuentra al Maestro Interior se acaba la soledad. Se empieza entonces a percibir la Divina Presencia u Omnipresencia Divina en todo momento y en todo lugar.
Me encontraba, como digo,
en aquella soledá,
entre tanta escuridá,
echando al viento mis quejas
cuando el grito del chajá
me hizo parar las orejas.
Como lumbriz me pegué
al suelo para escuchar;
pronto sentí retumbar
las pisadas de los fletes,
y que eran muchos jinetes
conocí sin vacilar.
Cuando cerca los sentí,
y que ahi no más se pararon,
los pelos se me erizaron,
y aunque nada vian mis ojos,
«No se han de morir de antojo»,
les dije, cuando llegaron.
Yo quise hacerles saber
que allí se hallaba un varón;
les conocí la intención
y solamente por eso
es que les gané el tirón,
sin aguardar voz de preso.
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«Vos sos un gaucho matrero»,
dijo uno, haciéndose el güeno.
«Vos matastes un moreno
y otro en una pulpería,
y aquí está la polecía
que viene a ajustar tus cuentas;
te va a alzar por las cuarenta *
si te resistís hoy día».
«No me vengan», contesté,
«con relación de dijuntos:
ésos son otros asuntos,
vean si me pueden llevar,
que yo no me he de entregar
aunque vengan todos juntos».
Era tanta la aflición
y la angurria que tenían,
que tuitos se me venían
donde yo los esperaba:
uno al otro se estorbaba
y con las ganas no vían.
(*) Te va a castigar
Martín viene de Marte, planeta que rige la acción, la guerra y toda
confrontación de opuestos, y Fierro, es la forma popular utilizada para denominar al hierro (Fe+), metal que luego de ser transformado en acero, sirve para construir armas de combate. Entendemos que el autor nos muestra en esta
etapa, al guerrero egocéntrico, que todavía combate contra el enemigo externo. Este período aún no concluye, aquí el yo inferior tiene una fuerte injerencia a través de la acción sin reflexión, es decir, la acción por la acción misma. Dicho comportamiento constituye una manera torpe de sentir que
«existimos», aún dañándonos y a la vez, dañando a los demás. En este caso
plenamente simbólico, la cercanía de la partida viene a señalar la proximidad
del despertar de la consciencia y con ella, de un nuevo sentido de la ética. Esto se manifiesta como un atisbo de lo que será, en la Cuarta Morada, el despertar del Alma Consciente, abordando así el Plano del Equilibrio. En lo que
se refiere a la Justicia, todos sabemos lo injusta que es la justicia humana. Tan
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injusta que hasta nos hemos inventado un dios malo que castiga y un dios
bueno que nos protege, perfectamente dicotomizado, como lo es nuestro ego
personal.
Por suerte en aquel momento
venia coloriando el alba
y yo dije: «Si me salva
la Virgen en este apuro,
en adelante juro
ser más güeno que una malva».
Al expresar Martín Fierro: «Por suerte en aquel momento venia coloriando el alba», hace referencia al amanecer de un nuevo umbral de percepción basado en la consciencia expandida. El texto entre comillas dirigido
a la Virgen, presagia las transformaciones profundas que han de darse en su
Alma, cuando pueda abordar los Centros Superiores. Mientras el ser humano
no despierte la consciencia del Yo, los cambios políticos y económicos que
se ensayen en todo el Planeta estarán basados en el egocentrismo. Por lo tanto, serán excluyentes como lo han sido hasta ahora. Habrá beneficios incluyentes para ciertos sectores del Planeta pero inalcanzables para la mayor parte de la Humanidad. El minero que trabaja en la profundidad de una mina
buscando diamantes, tiene un alma tanto o más importante ante los ojos de
Dios, que la dama que los luce. Debemos saber que la transformación profunda requiere de una acción incluyente, unitiva. En la medida que se vaya gestando en cada uno el desarrollo armónico, iremos desestimando las acciones
discriminativas. En consecuencia, surgirá un sentimiento humanitario indiscriminativo y genuino, que abrazará a todo ser viviente por el sólo hecho de
compartir la existencia en el mismo Planeta. Hoy es sólo una utopía. No hay
comprimidos sintéticos ni hierbas medicinales que despierten la consciencia.
Como tampoco los políticos de ninguna fracción o ideología están en condiciones de otorgarla. La misma debe surgir desde el interior de cada uno, a
partir del momento en que nos convertimos en protagonistas de nuestro propio destino individual y humanitario, asumiendo así nuestra cruz o destino.
En este caso, José Hernández hace que la cruz sea masculina y tenga forma
humana en la figura del gaucho Cruz, quien viene a defender a Martín Fierro
de la partida. Ambos luchan por liberarse del obstáculo que va a alterar el
rumbo de sus existencias. A continuación, y en el fragor de la contienda, Martín Fierro escucha sorprendido la voz del gaucho Cruz:
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Tal vez en el corazón
lo tocó un santo bendito
a un gaucho, que pegó el grito
y dijo: «¡Cruz no consiente
que se cometa el delito
de matar ansí un valiente!».
Y ahi no más se me aparió,
dentrándole a la partida;
yo les hice otra embestida
pues entre dos era robo;
y el Cruz era como lobo
que defiende su guarida.
Del «arrepiéntete y anda», aún nos queda mucho por aprender. Ahora rescatamos esta enseñanza: si tenemos la valentía de levantarnos, pidiendo
fuerzas al cielo para reconstruirnos, no importa cuán abajo hayamos caído con
la droga, el alcohol, el sexo o por nuestra ignorancia, corrompiéndonos y corrompiendo a los demás, negándonos o autodestruyéndonos. Sólo así entenderemos esta verdad inamovible: «Se regocijarán más por una oveja descarriada, que por noventa y nueve justos».
«Yo me voy», le dije, «amigo
donde la suerte me lleve,
y si es que alguno se atreve
a ponerse en mi camino,
yo seguiré mi destino
que el hombre hace lo que debe.
Soy un gaucho desgraciado
No tengo donde ampararme,
ni un palo donde rascarme,
ni un árbol que me cubije;
pero ni aun esto me aflige,
porque yo sé manejarme.
Antes de cair al servicio,
tenía familia y hacienda;
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cuando volví, ni la prenda
me habían dejao ya:
Dios sabe en lo que vendrá
a parar esta contienda».
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En estas tres últimas estrofas, el gaucho Martín Fierro entabla un diálogo profundo con su Cruz, su Karma o Destino. Se sincera y comprende plenamente que sólo Dios conoce nuestro devenir. El cual podemos modificar o
no, según elijamos ser guiados por la consciencia o por la inconsciencia. Analicemos también la vigencia que poseen estos versos, en función de la crisis
que viven los países marginados del Planeta.
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Cruz
Comentarios sobre el capítulo 10
Amigazo, pa’ sufrir
han nacido los varones;
éstas son las ocasiones
de mostrarse un hombre juerte,
hasta que venga la muerte
y lo agarre a coscorrones.
El andar tan despilchao
ningún mérito me quita.
Sin ser un alma bendita
me duelo del mal ajeno:
soy un pastel con relleno
que parece torta frita.
Tampoco me faltan males
y desgracias, le prevengo;
también mis desdichas tengo,
aunque esto poco me aflige:
yo sé hacerme el chancho rengo
cuando la cosa lo esige.
Es importante darnos cuenta de que el modo de enfrentar los hechos
impredecibles, determina el camino a seguir en la superación de los mismos.
La tendencia habitual ante estas situaciones es bloquear el plexo solar en actitud defensiva. Éste se ubica en la zona del epigastrio, vulgarmente conocida como boca del estómago. Tal comportamiento no hace otra cosa que aumentar nuestra vulnerabilidad, debido a que al resistirnos a lo que sucede nos
convertimos en víctimas de nosotros mismos. Desde el punto de vista orgánico, dicha contracción produce congestión gástrica, aumento de la secreción
clorhídrica, bloqueo enzimático, incremento de la frecuencia cardíaca y en algunos casos hipertensión arterial. Es mucho más significativo, mediante la
atención y la aceptación, aprender a «inspirar el impacto», al que en psicología se denomina noxa. Si podemos inspirar e invocar una plegaria al retener
el aire, habremos debilitado de inmediato la agresividad del impacto. Esto
permitirá que renunciemos a lo que el ego determina. Tal actitud permite re-
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valorizar el sentido que tienen las pruebas en la vida. Ver (1 Cor 10-13) y la
Carta de Santiago (versículo 2 al 8). Al decirnos el gaucho Cruz: «aunque
esto poco me aflige», deja claro que cuando uno ha decidido vencerse a sí
mismo, la adversidad potencia la Fe y la Consciencia se expande mediante el
encuentro con lo impredecible.
A mí no me matan las penas
mientras tenga el cuero sano,
venga el sol en el verano
y la escarcha en el invierno.
Si este mundo es un infierno
¿por qué afligirse el cristiano?
Analicemos cada palabra de la estrofa anterior, luego busquemos su
relación con la realidad que nos circunda. Corroboraremos así la vigencia de
las palabras de Hernández, ya que la necesidad de estar sanos en lo peor de
la contienda a la que nos somete este mundo egocéntrico, pasa a ser nuestro
mejor capital.
Hagámosle cara fiera
a los males, compañero,
porque el zorro más matrero
suele cair como un chorlito:
viene por un corderito
y en la estaca deja el cuero.
Hoy tenemos que sufrir
males que no tienen nombre,
por esto a naides lo asombre
porque ansina es el pastel,
y tiene que dar el hombre
más vueltas que un carretel.
Yo nunca me he de entregar
a los brazos de la muerte;
arrastro mi triste suerte
paso a paso y como pueda,
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que donde el débil se queda
se suele escapar el juerte.
Y ricuerde cada cual
lo que cada cual sufrió
que lo que es, amigo, yo,
hago ansí la cuenta mía:
ya lo pasado pasó,
mañana será otro día.
Nos cuesta creer cómo José Hernández, sin hablar expresamente
acerca de lo que el pensamiento transdisciplinario es, puede vivirlo y manifestarlo en cada estrofa. El autor intuye la forma de aplicarlo e integra a su filosofía una pedagogía y psicología profunda, siempre al ritmo trémolo de su
guitarra. Cuando uno se ata al tiempo y al espacio, de inmediato reniega de
lo trascendente y carece de presente, se autodestruye en la ansiedad del futuro incierto y en la angustia de un pasado no aceptado. Muchas personas olvidan rápidamente las enseñanzas que el dolor les dejó y se convierten en reincidentes. Quedan atadas a la repetición de los mismos sucesos hasta que,
finalmente, logran aprender la lección que el dolor les ha traído. Hernández
enseñó que «Sólo de Dios hay amparo». En tanto que el autor vietnamita
Thich Nhat Hanh recomienda: «Lavar el plato, lavando el plato», es decir,
trabajar con la voluntad, la observación, el sentir y el pensar en cada presente. Esto es reafirmado por el creador de Martín Fierro al expresar: «Ya lo pasado pasó, mañana será otro día». Jorge Luis Borges aseguraba: «Más importante que leer, es releer».
La última estrofa transcripta constituye una invitación a ver nuestro
verdadero rostro, a aceptar nuestra existencia tal cual ha sido y es actualmente. También Paulo Freire enseñó en su pedagogía a presentificar, rescatando
la importancia del «aquí y ahora», aún sabiendo que pertenecemos a una sociedad de futuristas, que de tanto miedo a morir, nos matamos a cada instante con tabaco, alcohol, drogas, rayos láser, bombas o simplemente con la gula. Una sociedad que destruye a sus congéneres y a su hábitat en el nombre
de la paz y de la justicia egocéntrica, no puede, psicológicamente hablando,
alcanzar una convivencia adulta. Tenemos una enorme dificultad para amar y
ser felices con las cosas simples, que son una verdadera medicina para nuestra Alma acongojada.
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Cruz
Comentarios sobre el capítulo 11
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A otros les brotan las coplas
como agua de manantial;
pues a mí me pasa igual,
aunque las mías nada valen;
de la boca se me salen
como ovejas del corral.
Que en puertiando la primera,
ya la siguen las demás
y en montones las de atrás
contra los palos se estrellan,
y saltan y se atropellan,
sin que se corten jamás.
Y aunque yo por mi inorancia
con gran trabajo me esplico
cuando llego a abrir el pico
téngalo por cosa cierta:
sale un verso y en la puerta
ya asoma el otro el hocico.
A pesar de que aparentemente recién se conocen, Martín Fierro y el
gaucho Cruz, es decir la cruz y el destino de Fierro, nacieron juntos y viven
juntos. Cruz sabe bien quién es Martín Fierro y lo demuestra expresándose
así: «A otros le brotan coplas como agua del manantial», recordándonos palabras que el personaje principal había dicho anteriormente: «las coplas me
van brotando como agua del manantial». Vale destacar, que la totalidad de la
segunda y tercera estrofa del gaucho Cruz, muestran cómo se manifiestan las
revelaciones. Éstas lo hacen en una secuencia impredecible, siendo percibidas por la intuición y determinando, a su vez, la sucesión de los estados de
consciencia. En conjunto, estos versos vienen a reforzar también la idea de la
creatividad y su relación con el «no saber». Podríamos extender el significado del Wu-Wei chino, desde el «hacer, del no hacer», al «saber, del no saber».
Siendo precisamente esta última la condición básica para liberar todo el potencial intuitivo existente en el ser humano que permitirá desarrollar el «sentir, del no sentir».
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Con gran certeza el personaje afirma: «téngalo por cosa cierta», poniendo así en marcha el mecanismo «invocación-revelación». Sabe bien que
la respuesta de su Maestro no ha de hacerse esperar, porque es un hecho cierto y no un supuesto a demostrar. En la última estrofa define el río de revelaciones que puede percibir todo aquel que haya vislumbrado al Maestro Interior: «sale un verso y en la puerta, ya asoma el otro el hocico».
No hay fuerza contra el destino
que le ha señalao el cielo
y aunque no tenga consuelo
aguante el que está en trabajo:
¡naides se rasca pa’ abajo
ni lónjea contra el pelo!
Indudablemente hay estrofas que, como faros, nos guían en la noche
oscura de nuestra ignorancia. Ahora el gaucho Cruz nos enseña que «no hay
fuerza contra el destino que le ha señalao el cielo». Cada ser que nace en este mundo, viene a cumplir una función particular en el damero conformado
por toda la Humanidad. A veces tiene el hombre tanto que sufrir que no encuentra consuelo, pero aún así, guarda sentido la superación del dolor, como
aporte humano a la Obra de la Creación.
«Aguante el que está en trabajo». Este pensamiento tan profundo, está dirigido a todo ser humano que tenga plena consciencia de que nada de lo
que le ocurra a lo largo de su vida, es un hecho aislado o casual. Más bien,
todo responde a una causalidad manifiesta. Si el individuo es capaz de aceptar esto con humildad y mansedumbre, superará las pruebas de la mano del
Maestro Interior. No se rascará para abajo, es decir, no retornará a los Centros inferiores. Así podrá disfrutar de las enseñanzas correspondientes a las
Moradas superiores, en virtud de la Ley de Evolución de la Naturaleza. Cabe aclarar que no estamos refiriéndonos al trabajo que realizamos en forma
cotidiana para procurarnos el sustento y que algunas veces perdemos pasando a estar desocupados. Sino que hacemos alusión a la importancia que guarda el saber soportar con estoicismo las pruebas de la vida, mientras realizamos nuestro verdadero trabajo: el Trabajo Interior. (Ver Salmo 37). Anthony
de Mello decía: «El Amor va siempre unido a la verdad y a la libertad, y por
eso nunca es débil».
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Cruz
Comentarios sobre el capítulo 12
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Yo no sé qué tantos meses
esta vida me duró;
a veces nos obligó
la miseria a comer potro:
me había acompañao con otros
tan desgraciaos como yo.
Le alvertiré que en el pago
ya no va quedando un criollo:
se los ha tragao el hoyo
o juido o muerto en la guerra,
porque, amigo, en esta tierra
nunca se acaba el embrollo.
Observemos sinceramente en nuestro interior, luego a nuestra familia, al país en que vivimos, al continente donde pertenecemos y, por último,
a toda la Humanidad. Así nos daremos cuenta de una gran verdad: «estamos
en trabajo de parto». Tanto dolor e ignorancia finalmente van a permitir dar
a Luz a aquello que se denomina Alma Consciente. Cuando la Biblia asegura «parirás con dolor», no se trata de los dolores de parto tradicionales, que
pueden paliarse con el método de parto sin dolor, conocido en Oriente desde
la antigüedad, sino que se está refiriendo al despertar de la Consciencia. No
hay duda de que las enseñanzas sagradas nos fueron dadas en el principio de
la Historia. No obstante, ahora nos ha llegado el momento justo de recorrer
el «canal de parto» e inhalar el Soplo o Hálito y dar a Luz el Alma Consciente. Tarea ésta que nos hermana con la Humanidad entera, más allá de toda discriminación posible. Su objetivo fundamental es desestabilizar al ego, para
que surja en nosotros la mansedumbre. Así podremos acabar con el «embrollo» al que alude Hernández, es decir, con aquello que nos genera la dualidad
y el conflicto egocéntrico, el cual parece nunca acabar.
Ya conoce, pues, quién soy;
tenga confianza conmigo,
Cruz le dio mano de amigo
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y no lo ha de abandonar.
Juntos podemos buscar
pa’ los dos un mesmo abrigo.
Para mí la cola es pecho
y el espinazo es cadera;
hago mi nido ande quiera
y de lo que encuentre como,
me echo tierra sobre el lomo
y me ápeo en cualquier tranquera.
Y dejo rodar la bola
que algún día se ha de parar;
tiene el gaucho que aguantar
hasta que lo trague el hoyo
o hasta que venga algún criollo
en esta tierra a mandar.
Estas estrofas contienen las condiciones básicas para la supervivencia: mantener la alegría y ser agradecido por todo. Cuando uno asume su propio destino, sabe que no hay otro y entonces comprende que el sólo hecho de
aceptarlo, facilita el contacto cada vez más profundo con el Maestro Interior.
Por lo tanto, todo deseo de no ser, o de ser de otro modo, es parte de la fantasía. Cuando uno empieza a tener confianza en su propio destino y lo acepta tal cual es, puede entonces transformarlo. Hay que comprender que las carencias correctamente elaboradas, contribuyen a liberar las potencias del
Alma. Así se empieza a plasmar la convivencia de lo que en un futuro será la
integración de Cuerpo, Alma y Espíritu. A propósito, el gaucho Cruz le recuerda a Martín Fierro que no lo va a abandonar. Precisamente, es en esta etapa del desarrollo interno cuando tendemos a padecer lo que se denomina
«síndrome abandónico». Nos sentimos desprotegidos cuando en realidad,
quien verdaderamente nos desprotege y expone inútilmente, es el ego, que
nos somete al estado de esclavitud condicionada.
La única humildad natural o real es la Humildad Divina. Debemos
entender que la humildad humana es una consecuencia o un efecto resultante del trabajo interior. Son las mismas circunstancias cotidianas las que nos
invitan a trabajar con aceptación y mansedumbre.
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Hablaban de hacerce ricos
con campos en la frontera;
de sacarla más ajuera
donde habia campos baldidos
y llevar de los partidos
gente que la defendiera.
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Todo se güelven proyetos
de colonias y carriles
y tirar la plata a miles
en los gringos enganchaos,
mientras el pobre soldao
le pelan la chaucha, ¡ah viles!
Es verdad que es mucho más fácil hacer proyectos grandilocuentes
que despertar la consciencia. Esto se debe a que tenemos una enorme tendencia a dispersarnos de nuestro objetivo real, en el campo de lo ilusorio. Tal dispersión es una forma de «di-versión», es caer en la fantasía de transitar simultáneamente por dos vectores que convergen en su origen y que se abren sin
posibilidad de encontrarse en ningún lugar.
Hace mucho que sufrimos
la suerte reculativa:
trabaja el gaucho y no arriba,
pues a lo mejor del caso
lo levantan de un sogazo
sin dejarle ni saliva.
De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como los teros
para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
y en el otro tienen los güevos.
Y se hacen los que no aciertan
a dar con la coyontura,
mientras el gaucho lo apura
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con rigor la autoridá
ellos a la enfermedá
le están errando la cura.
El sentido social del autor es sorprendente. Plantea desde una perspectiva la realidad social, que le otorga a su obra una vigencia permanente,
más allá del tiempo y del espacio. Sólo el despertar de la consciencia individual, permitirá construir la consciencia social. Es evidente que José Hernández observó el drama existencial del hombre sin quedar atrapado en un problema particular o en un momento histórico determinado, como pretendieron
adjudicarle sus detractores. Su punto de vista sólo es propio de los grandes
maestros de la Humanidad, quienes, como consecuencia de su trabajo interior, alcanzan a percibir la Omnipresencia Divina. El autor tuvo en cuenta en
cada uno de sus relatos la mirada del Observador de nuestra existencia; el
Testigo siempre presente; el Agnih de los Hindúes. Además, Hernández bien
sabía que para ver la realidad no hay que modificarla. Tal actitud principia en
verdad a las transformaciones más profundas del Alma.
Cuando el Arte se hace trascendente adquiere la capacidad de sanar.
Rompe con el condicionamiento y alcanza una vigencia permanente. Si trazamos nuestra existencia con egoísmo, todo se hace estrecho y mezquino. El
autor dice: «ellos a la enfermedá le están errando la cura», porque la verdadera medicina de la ignorancia es el Amor, el Perdón y el Conocimiento profundo. Adviertan la actualidad de estos versos y su relación con todos los humildes de este querido Planeta. Debemos saber que el desarrollo interior
aumentará progresivamente nuestra capacidad de servir a la Humanidad.
Fedora Aberastury dejó esta enseñanza magistral antes de partir: «El
ser humano es la Naturaleza toda en pequeño; posee en su Adentro el exuberante rugido del viento, las fuerzas incontenibles del mar, la pasión abrumadora del fuego… y empiezo a comprender, que todas las Artes juntas crearon
al Hombre».
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Comentarios sobre el capítulo 13
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Ya veo que somos los dos
astillas del mesmo palo:
yo paso por gaucho malo
y usté anda del mesmo modo,
y yo, pa’ acabarlo todo,
a los indios me refalo.
Pido perdón a mi Dios,
que tantos bienes me hizo;
pero dende que es preciso
que viva entre los infieles,
yo seré cruel con los crueles:
ansí mi suerte lo quiso.
Estamos transcurriendo el final de La Ida, etapa que Martín Fierro
concluye junto con el gaucho Cruz. Ellos se encuentran hermanados en una
causa común. Tienen la responsabilidad de andar hasta agotar su propio Destino, su Cruz, en directa relación con lo que se conoce en Oriente como Ley
de Karma y que en Occidente llamamos Ley de Causa y Efecto. El hecho que
se plantee ser «cruel con los crueles», nos confirma que está actuando apoyado en su ego y aplica la Ley del Talión. «Más si hubiere muerte, entonces
pagarás vida por vida. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie
por pie. Quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe»
(Ex 21-23 al 25). Ley esta que es una invitación a la venganza y al rencor.
Observemos que las personas, familias y naciones que la practican no tienen
Paz. Es debido a que vibran en el Tercer Chakra o Morada y dependen de los
designios de sus simpatías y antipatías. La consecuencia es la violencia recíproca, justificada en la actitud errónea del otro. Básicamente, es la negación
de la convivencia pacífica.
Si le damos a esta unión un concepto ampliado de consciencia y lo
extendemos a la comunidad, la Nación y, finalmente, a la Humanidad, comprenderemos que más allá de todo lo que nos diferencia como el color, la raza, la nacionalidad, el sexo, la ideología, la religión, etc., estamos hermanados en necesidades vitales, psicológicas y espirituales comunes a la especie
humana. Así aceptaremos que el Planeta es Uno, que Dios es Uno y que mi
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egocentrismo, tu egocentrismo, nuestro egocentrismo, es el multiplicador de
dolor más poderoso que existe. De este modo llegaremos a comprender que
con el accionar entrópico, basado en la sabiduría del Inconsciente, somos simultáneamente partícipes necesarios en la destrucción de lo Viejo, que aún
nos habita y rodea. Y, a la vez, somos constructores del Nuevo Paradigma del
Amor, donde el Servicio, la Solidaridad, la Armonía, la Comprensión y la Paz
incondicionada, serán el germen de una nueva Civilización rehumanizada en
la convivencia pacífica. Recién cuando entendamos esto de verdad, carecerá
de sentido el armamentismo.
Dios formó lindas las flores,
delicadas como son,
les dio toda perfeción
y cuanto él era capaz,
pero al hombre le dio más
cuando le dio el corazón.
Le dio claridá a la luz,
juerza en su carrera al viento,
le dio vida y movimiento
dende el águila al gusano,
pero más le dio al cristiano
al darle el entendimiento.
Y aunque a las aves les dio,
con otras cosas que inoro,
esos piquitos como oro
y un plumaje como tabla,
le dio al hombre más tesoro
al darle una lengua que habla.
Y dende que dio a las fieras
esa juria tan inmensa,
que no hay poder que las venza
ni nada que las asombre,
¿qué menos le daría al hombre
que el valor pa’ su defensa?
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Pero tantos bienes juntos
al darle, malicio yo
que en sus adentros pensó
que el hombre los precisaba,
pues los bienes igualaba
con las penas que le dio.
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La naturaleza externa, percibida desde la soledad y el destierro, es
siempre un solaz para el corazón sediento de amor, como el Espíritu mismo
es capaz de calmar la sed de luz del alma humana. San Juan en (C.3 V.8), nos
recuerda que: «El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu». Es imposible atrapar toda el agua del océano en un pequeño dedal. Debemos dejar que los sucesos acontezcan tal cual son y comprender que los
cambios a los que está sujeta nuestra vida y la de la Humanidad, se hallan
vinculados entre sí y son siempre productivos, aún cuando nos parezca lo
contrario.
Por momentos cuesta creer que la rudeza de los versos de José Hernández pueda encerrar tanto conocimiento. No obstante, le hubiera sido imposible escribir «le dio vida y movimiento» si desconociera las leyes de la Naturaleza, en este caso, la Ley de Vibración o Movimiento. De la estrofa
siguiente se rescatan los dos últimos versos, donde el autor expresa: «le dio
al hombre más tesoro al darle una lengua que habla». Qué importante es reflexionar sobre la Palabra, el Verbo (ver Jn 1-1). La palabra es plata (regida
por el inconsciente) y el silencio es oro (regido por la consciencia). Pero la
palabra se torna burda, como lo planteara Pitágoras, cuando está colmada de
egocentrismo y carece de una intencionalidad sincera. Cuando ocurre lo contrario, surge la Voz del Silencio, a lo que el sabio griego llamara Hieros Logos, que es lo mismo que el Verbo o la Palabra Revelada.
Y yo, empujao por la mías,
quiero salir de este infierno,
ya no soy pichón muy tierno
y sé manejar la lanza
y hasta los indios no alcanza
la facultá del gobierno.
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Yo sé que allá los caciques
amparan a los cristianos,
y que los tratan de «hermanos»
cuando se van por su gusto.
¿A qué andar pasando sustos?
Alcemos el poncho y vamos.
Al decir «empujao por las mías», está sabiendo que aún debe respetar el mandato de su inconsciente. En verdad, presiente que debe realizar la
tarea sagrada de rescatar su Alma, la Cautiva, pero todavía no lo ha logrado.
En la cruzada hay peligros
pero ni aun esto me aterra;
yo ruedo sobre la tierra
arrastrao por mi destino
y si erramos el camino…
no es el primero que lo erra.
Martín Fierro sabe que tiene que atravesar «peligros», es decir, superar pruebas, y que posee el coraje necesario. Comprende también que va con
su «destino», simbolizado literariamente en el gaucho Cruz. Se está preparando ahora para observar de cerca la interacción entre la violencia externa y la
violencia interna, las que debe trascender para estabilizarse en el Centro del
Corazón o Cuarta Morada.
Si hemos de salvar o no
de esto naides nos responde.
Derecho ande el sol se esconde
tierra adentro hay que tirar;
algún día hemos de llegar…
después sabremos adónde.
El gaucho Cruz lleva en su nombre un neto vínculo con Cristo. En
este momento Martín Fierro debe asumir su Cruz, su destino, y aprender de
ella tolerancia, perdón, arrepentimiento y comprensión. Sólo así podrá libe-
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rar a la Cautiva (su Alma) de la ignorancia propia del egocentrismo. Del mismo modo, Blancanieves debió dejar atrás su inocencia, para despertar al estado de Alma Consciente de la mano del Príncipe (Yo superior). La necesidad de «cruzar la frontera» (el diafragma) es la de romper los límites que en
nuestro interior genera el condicionamiento, mediante su cómplice, el yo inferior. Por tal motivo, el personaje expresa: «Derecho ande el sol se esconde
tierra adentro hay que tirar». No olvidemos que la Tercera Morada es el sitio donde aún nos encontramos y tiene debajo del diafragma (frontera) al Plexo Solar. Si seguimos «tierra adentro», llegamos a la región del cuerpo regida por Virgo, que es un signo de Tierra.
No hemos de perder el rumbo,
los dos somos güena yunta;
el que es gaucho va ande apunta,
aunque inore ánde se encuentra;
pa’ el lao en que el sol se dentra
dueblan los pastos la punta.
El no «perder el rumbo» significa que debe saber hacia dónde va, es
decir, avanzar conscientemente como única herramienta de protección para
superar los riesgos a los que se expone. Ello requiere de un desarrollo profundo de la observación, el cual va a tener su coronación cuando pueda percibir al Testigo siempre presente o Divina Presencia, en cada acto de su vida.
«Ruempo», dijo, «la guitarra,
por no volverme a tentar;
ninguno la ha de tocar,
por siguro tenganló;
pues naides ha de cantar
cuando este gaucho cantó».
Y daré fin a mis coplas
con aire de relación;
nunca falta un preguntón
más curioso que mujer,
y tal vez quiera saber
cómo fue la conclusión.
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Cruz y Fierro de una estancia
una tropilla se arriaron;
por delante se la echaron
como criollos entendidos
y pronto, sin ser sentidos,
por la frontera cruzaron.
Nuevamente el autor hace alusión a la frontera (el diafragma). Ésta es cruzada por los dos gauchos porque constituye el umbral necesario para entrar a la
Cuarta Morada. El último verso de esta parte de la obra, que ha sido citado
anteriormente por el Padre Juan Carlos González Vallés, posee toda la fuerza
que genera la crisis. Es un lanzarse al vacío de lo impredecible, es como «recibirnos de pájaros», convencidos de que todo lo que suceda, aún lo peor, estará en las manos de la Providencia y, por lo tanto, siempre nos hallaremos
protegidos.
Pero ponga su esperanza
en el Dios que lo formó;
y aquí me despido yo,
que he relatado a mi modo
males que conocen todos
pero que naides contó.
Parece que nos resulta más fácil hablar de la Luz, que buscar el camino hacia la Luz. Al final del tercer Chakra o Morada, se abre lo que Harish
Johari define como «Parmarth». En sánscrito parm quiere decir supremo y
arth significado, es decir, el supremo propósito por el cual se realiza una acción a lo que se denomina: «Espíritu de Servicio». Para los egipcios sería el
equivalente a entregar la «Piedra Negra», forma mediante la cual representaban la culminación del proceso de bucear en las profundidades del inconsciente, para finalmente abrir lo que se denomina el Centro del Corazón. En la
simbología cristiana está representado por el Sagrado Corazón de Jesús, y en
la Hebrea, por la Estrella de David. En la tradición Sufí, corresponde al Mohabbat y en el Taoísmo, al Tao, pero siempre representa el Amor.
La misma incomodidad de permanecer en este plano aún dominado
por el ego y con una fuerte preponderancia del pensamiento racional, es la
que ha de facilitar el trabajo de parto. Esto dará como resultado el nacimien-
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to de la Consciencia del Yo, que se manifiesta en el Misterio de la Navidad.
El Niño representa a la Consciencia recién nacida, ya que ha entrado en el
Cuarto Chakra o Morada. El Niño deberá crecer hasta alcanzar los treinta y
tres años, motivo por el cual, el autor escribió La Vuelta en treinta y tres capítulos. Debemos acotar también que Jesús es bautizado en el Río Jordán por
Juan el Bautista, a los treinta años. Momento en el que recibe el Espíritu Santo y a partir del cual prácticamente realiza la obra de su vida. En lo sucesivo
podremos justamente comprobar, que el Capítulo 30 de La Vuelta es el más
sustancioso del texto de Hernández gracias a la magnitud de las enseñanzas
que contiene. Es aquí donde el gaucho Martín Fierro entabla la payada con el
Moreno. En igual analogía, el autor concluye La Ida en el Capítulo 13, cifra
resultante de la suma de los doce apóstoles y Jesús.
Podemos ahora con libertad honrar a todos los autodidactas de la Humanidad, quienes sin haber obtenido un título universitario, como es el caso
de José Hernández, alcanzaron la universalidad. Lograron esto al realizar con
amor la misión para la cual habían nacido, dándole un sentido sagrado a su
existencia.
A propósito de la realidad mundial actual, traemos a colación un pensamiento del Doctor Thorwald Dethlefsen: “La lucha siempre produce más
lucha, el odio más odio, la presión produce una contra presión. En el amor,
se muestra que el débil es el verdaderamente fuerte y el humilde, el verdaderamente poderoso”.
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Comentarios sobre el capítulo 1
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Atención pido al silencio…
Con la mano inquieta de quien busca lo impredecible, «des-cubrí»
las enseñanzas de José Hernández, es decir, se quitó el velo que ocultaba para mí el mensaje trascendente contenido en las estrofas de su Martín Fierro.
Verdadero guía para toda la Humanidad, el autor, con el lenguaje profundo de
las cosas simples, a través del gaucho Martín Fierro y sus compañeros de andanzas, alcanzó las dimensiones más elevadas de la Literatura Universal. Debo confesar que la idea de realizar este trabajo surgió de improviso, al abrir
de golpe el Martín Fierro en un bar de mi ciudad. En ese momento aparecieron ante mis ojos las tres primeras estrofas de La Vuelta. Al leerlas con minuciosidad sentí intuitivamente que estaba frente a una enseñanza revelada,
de una magnitud que no alcanzaba a comprender en su totalidad. Esto me indujo, por distintos motivos, a realizar el trabajo que hoy puedo compartir con
los demás. Al igual que la sorpresa que siente un pintor al ver su cuadro terminado, en mi caso, aún hoy siento admiración por la grandeza de la enseñanza que la obra de José Hernández posee. Además, creo firmemente que
constituye un verdadero impulso para reflotar al poeta que yace en el interior
del alma humana. Los comentarios han sido expresados en tercera persona,
porque el «nosotros» será la clave de la convivencia pacífica para la Nueva
Humanidad.
Atención pido al silencio
y silencio a la atención,
que voy en esta ocasión,
si me ayuda la memoria,
a mostrarles que a mi historia
le faltaba lo mejor.
En este primer verso podemos apreciar que cuando la síntesis se hace poesía, la sabiduría desborda el límite del tiempo y el espacio, haciéndose
trascendente. Es imposible lograr un estado profundo de atención cuando somos incapaces de silenciar nuestro interior y de asumir nuestro caos interno.
No obstante, podemos alcanzar este estado mediante la Respiración Consciente y la meditación. Al releer este verso comprendemos con más claridad
que cuando el autor dice «en esta ocasión» se está refiriendo a este presente,
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al aquí y ahora, eso que tan fácil suena y que tanto nos cuesta entender en
realidad. En lo que hace a la «memoria», está contemplada desde un punto de
vista abarcativo, integrando el pasado, el presente y el futuro en una misma
cosa. Esta visión totalizadora es un canto a la esperanza, porque tiene la certeza de que a su historia, nuestra historia, y la de toda la Humanidad, «le faltaba lo mejor». Especialmente, si hacemos una observación analógica considerando a La Ida, como la etapa en la que nos perdemos en el mundo ilusorio
a causa del egocentrismo, y a La Vuelta, como el momento en el que se produce el renacer que expresan estos versos. Ésta última es una etapa relacionada con el retorno a la Luz, mediante el despertar del Alma Consciente. Para desandar correctamente dicho laberinto, es imprescindible ser guiados por
la mano del Maestro. A propósito, Alfred Schütze, autor de El enigma del
mal, nos recuerda que «si el alma humana pudo un día caer, entonces puede
abrigar la esperanza de levantarse».
Viene uno como dormido
cuando vuelve del desierto;
veré si a esplicarme acierto
entre gente tan bizarra,
y si al sentir la guitarra
de mi sueño me dispierto.
Cuesta al principio creer en la grandiosidad de este mensaje, más aún
si observamos la pequeñez de los versos, lo que demuestra la inmensa capacidad de síntesis del autor. No podemos negar que la expresión «Viene uno
como dormido», hace referencia al estado no-consciente o inconsciente, en el
cual aún perdura la mayor parte de la Humanidad. A pesar del enorme desarrollo que ha tenido el intelecto, lamentablemente, ha dado a luz a lo que podemos denominar el hombre hipertrófico, habiéndose convertido en el único
habitante de este Planeta capaz de destruir su propio Ecosistema, ejerciendo
la explotación del hombre por el hombre, sin reparo alguno. Lo que nos demuestra con claridad que la evolución del intelecto nada tiene que ver con el
desarrollo de la consciencia. Muy por el contrario, es su enemigo. A propósito, San Pablo, en (Ef 5-14), dejó esta enseñanza que quizás sirvió de inspiración a José Hernández: «Despiértate, tú que duermes, y levántate de los
muertos, y te alumbrará Cristo». Por favor, meditemos acerca del significado interno de este mandato.
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El volver del desierto encierra una connotación interna y se refiere a
dejar atrás nuestra ignorancia, incorporándonos al camino o sendero del Conocimiento. Mi padre escribió hace muchos años una poesía titulada Estudia
y uno de sus versos expresa lo siguiente: «El ignorante vive en el desierto, un
grano de arena, detiene su pie inseguro, camina tropezando, vive muerto». El
desierto al que alude tampoco es real, sino que es una metáfora acerca de los
tres planos inferiores en los que se manifiesta nuestro yo o ego. Es decir, la
Primera, Segunda y Tercera Morada, correspondientes a la región subdiafragmática, a la que Santa Teresa de Jesús llamara «destierro».
Más adelante, Martín Fierro duda sobre si podrá explicarse «ante
gente tan bizarra», término que según la Real Academia Española significa
valiente, denodado, esforzado, pero en su totalidad literaria, más parece significar un impacto o choque sobre la consciencia, para abrirla al conocimiento profundo. Finalmente expresa: «y si al sentir la guitarra de mi sueño me
despierto». Rescatamos aquí el valor terapéutico del ritmo de su instrumento, que en el organismo humano se asocia con el Sistema Rítmico, compuesto por los pulmones y el corazón, ambos imprescindibles para la vida. Además, es el centro fundamental para lograr el manejo de la energía Pránica, o
Ki, o Chi, o del Hálito Divino, o del Huayno, como le llamaban los Incas,
desde donde podemos salir del sueño de la inconsciencia y despertar al plano consciente. A propósito, Fedora Aberastury se expresó así: «Los niños y
las obras de arte son gestados por la energía creadora de un Deseo Vital, en
la más grande función que tiene el hombre para perpetuarse. Así, el hombre,
debe sacar también su propia vida desde sus entrañas, como mensaje de su
naturaleza y como medio para unirse a ese Todo que conoce el Aliento de la
Sabiduría trascendente».
Siento que mi pecho tiembla,
que se turba mi razón,
y de la vigüela al son
imploro a la alma de un sabio,
que venga a mover mi labio
y a alentar mi corazón.
Al decirnos: «Siento que mi pecho tiembla», está percibiendo el caos
que se genera interiormente cuando quedamos atrapados en el plano emocional. Esto altera de inmediato el ritmo del Sistema Neurovegetativo o Autónomo y afecta, en consecuencia, la frecuencia cardíaca y respiratoria. Además
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se estrecha el calibre capilar, correspondiente a los pequeños vasos sanguíneos que el organismo tiene por millones. La vasoconstricción resultante
compromete la calidad de irrigación cardíaca y cerebral, a consecuencia se
turba la razón, quedando uno a expensas del intelecto ciego, incapaz de explicar el lenguaje trascendente o real. De este modo, confirmamos que cada
situación de temor mal elaborada, afecta, debido el estrés que produce, la circulación capilar y con ello, la oxigenación cerebral. Luego Martín Fierro recurre nuevamente al ritmo de su instrumento y en este caso, el autor lo asocia a la virtud concedida por Dios al ser humano, correspondiente a la
capacidad de invocar, expresándose así: «imploro al alma de un sabio, que
venga a mover mi labio». El «sabio» al que se refiere es aparentemente externo, pero en realidad, representa al Maestro Interior. Este mensaje da indicios de lo que será el despertar de la Quinta Morada, correspondiente a la palabra clara y a la intención recta, donde el Verbo, el Cristo Interior, se revela
haciendo desaparecer las dudas y expandiendo la Intuición. Harish Johari lo
expresa de este modo: «Se considera a la razón como un inconveniente, como una enfermedad de la consciencia».
A propósito, deseo compartir una revelación que detallo a continuación. Antes de ir a descansar, tomo del escritorio el Martín Fierro y luego me
reprendo: «¡déjalo un poco…!», de inmediato, lo reemplazo por el libro Luz
en el sendero, trascripto al inglés por Mabel Collins. Lo abro de golpe en
cualquier página y leo este párrafo: «Tu cerebro se turbará, tu corazón se tornará irresoluto, y en medio del polvo del campo de batalla, tu vista y sentidos se oscurecerán; y no distinguirás tus amigos de tus enemigos. Él es tú
mismo. Sin embargo, tú eres finito y sujeto a error. Él es eterno y seguro, Él
es la verdad eterna. Una vez que haya penetrado en ti y se haya convertido
en tu guerrero, jamás te abandonará por completo, y en el día de la gran Paz,
Él y tú os convertiréis en Uno». Para completar, Santa Teresa de Jesús en las
Cuartas Moradas se expresó así: «Pues si en lo superior de la cabeza está lo
superior del alma, ¿cómo no la turba? Eso no lo sé yo, mas sé que es verdad
lo que digo».
En el primer y último verso de esta estrofa del Martín Fierro, podemos reconocer la diferencia existente entre el querer y el Amar. El querer es
polar y egocéntrico («yo quiero esto y no quiero aquello»). Nos impulsa
siempre a elegir una entre dos posibilidades, permaneciendo de igual modo
en la dualidad, polarizados en lo que consideramos (+) ó (-). Por lo tanto, seguimos negando la Unidad (- / +), que contiene en sí misma a las fuerzas de
la Creación. En cambio al Amar, comprendemos que quien viene a alentar su
corazón, y también el nuestro, es la revelación del Maestro del Amor.
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El autor nos recuerda que el ser humano, tan reacio a aprender por
las buenas, necesita inexorablemente del Maestro del Dolor, representado en
este caso en la figura del Moreno, para que surja en nuestro interior la mansedumbre. Hernández lo expresa así: «Porque nada enseña tanto, como el sufrir y el llorar». Observemos la vigencia de este mensaje en los tiempos que
vive la Humanidad.
Por último, aprendamos a leer entre líneas, muy especialmente, cuando de un maestro se trate, debido a que ellos no hablan desde su personalismo sino desde el Alma. A Jorge Luis Borges, un día le preguntaron: «¿Usted
es Jorge Luis Borges? Y él contestó: «A veces…».
José Hernández, en un canto de alabanza, nos sugiere ser profundos
en la observación, como lo es la gente sencilla, que primero intuye y luego
actúa. Si observamos que la limitación tiene su contraparte pedagógica y
complementaria en la posibilidad, comprenderemos que la preponderancia
del pensamiento racional, que hoy representa el camino de la dependencia y
el condicionamiento, tiene su complementario en el desarrollo progresivo de
la Intuición, como sendero de la Liberación por el Amor.
Si no llego a treinta y una,
de fijo en treinta me planto,
y esta confianza adelanto
porque recibí en mí mismo,
con el agua del bautismo
la facultá para el canto.
Al expresar de «fijo en treinta me planto», nos está recordando algo
que José Hernández tuvo muy en cuenta: el hecho de que Jesús fue bautizado
a orillas del Jordán a los treinta años, lugar donde recibió la «facultá para el
canto», mediante el Espíritu Santo. Por tal motivo, el capítulo 30 de La Vuelta adquiere tanta relevancia dentro de la totalidad de la obra. Nada es casual.
Tanto el pobre como el rico
la razón me la han de dar;
y si llegan a escuchar
lo que esplicaré a mi modo,
digo que no han de reír todos:
algunos han de llorar.
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Mucho tiene que contar
el que tuvo que sufrir,
y empezaré por pedir
no duden de cuanto digo,
pues debe creerse al testigo
si no pagan por mentir.
Cuantas veces, mareados por nuestro ego, fluctuamos entre la sub-estima y la sobre-estima, sin encontrar el verdadero valor que tiene el poseer
una correcta autoestima. «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a
otros, como yo os he amado».(Jn 15-12). A veces, se nos va la vida creyendo
que cuando seamos ricos y poderosos vamos a plasmar todos los deseos egocéntricos, los que «seguramente» nos otorgarían la necesaria sobre-estima,
para contrarrestar la sub-estima que nos agobia. ¡Qué vana mentira!, es tan
sólo falta de aceptación y de humildad. Dice Eilán Itarte: «Cuanto más ego
hay en la mente, menos Dios hay en el Alma».
Gracias le doy a la Virgen,
gracias le doy al Señor,
porque entre tanto rigor
y habiendo perdido tanto,
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.
Decía sin cansarse el Padre Arsenio Kenning: «Nunca es suficiente
la Acción de Gracias». Nuevamente, y en una exacta concepción de la Unidad, la suma de los opuestos da cero, porque habiendo perdido tanto, no perdió su amor por el canto. Recordemos que no es un cantor letrao. Solamente quien conoce tal aritmética, puede prescindir de los números sin perder la
realidad. Sabe perfectamente que el cero contiene a todos los números.
Que cante todo viviente
otorgó el Eterno Padre;
cante todo el que le cuadre
como lo hacemos los dos,
pues sólo no tiene voz
el ser que no tiene sangre.
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Existen dos modos de cantar. El primero, es de la mano del yo individual o ego, repleto de quereres y «palenques ande rascarse», como aconsejó el Viejo Vizcacha, donde generalmente, unos tienen la palabra y otros soportan en silencio. El segundo modo de cantar, surge del Silencio y es una
invitación a todos, sin dejar a nadie afuera, a encontrar las enseñanzas que
contiene esta Morada. Porque en verdad, todos estamos dentro de una realidad común y debemos aprender a practicar la Libertad Consciente. «Que cante todo viviente otorgó el Eterno Padre». El libre albedrío siempre nos da la
posibilidad de optar a cada instante. Podemos elegir entre quedarnos definitivamente dormidos o despertar ante lo impredecible y embriagarnos de
Amor, al abordar un nuevo estado de Consciencia. Las Leyes de la Naturaleza siempre actúan, aunque uno las desconozca.
Al expresar: «como lo hacemos los dos», está haciendo referencia a
la integración de su individualidad espiritual diferenciada, es decir, su Alma,
con el Maestro Interior, como manifestación del Espíritu Indiferenciado, el
Yo Divino. Y al afirmar: «pues sólo no tiene voz el ser que no tiene sangre»,
nos recuerda las palabras de Göethe: «La sangre es un fluido muy especial».
La misma, tiene la particularidad de estar en todas partes. En su dinámica
dentro del Microcosmos que es el Hombre, se convierte en conductora del
Hálito Divino. También podemos afirmar que el pensamiento disociativo va
siempre unido a una respiración no-consciente y por lo tanto, arrítmica, generando inconscientemente lesiones en el Campo Áurico de quien la practica. En el caso de la plegaria, unida a la Respiración Consciente o Hálito Divino, tiene el poder de reparar de inmediato el Campo Áurico. Hoy sabemos
que el neutrino, como una de las partículas sub-atómicas contenidas en el átomo, se desplaza a velocidad infinita y a tiempo cero. Lo que demuestra que
todo lo que sucede en cualquier parte del organismo es sabido simultáneamente por el resto de sus células. Del mismo modo, todo lo que padece un
miembro de esta dolida humanidad, más allá de toda discriminación, está simultáneamente afectando a la estructura del organismo social, lesionando a
su vez, el Campo Áurico Planetario. Por último, lo que le sucede a nuestro
Planeta, ya se trate de guerras, enfermedades, hambre, contaminación, etc.,
afecta a todo el Sistema Solar y al Universo mismo.
Canta el pueblero… y es pueta;
Canta el gaucho… y ¡ay Jesús!
lo miran como avestruz,
su inorancia los asombra;
más siempre sirven las sombras
para distinguir la luz.
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El campo es del inorante,
el pueblo del hombre estruido;
yo, que en el campo he nacido,
digo que mis cantos son
para los unos… sonidos,
y para los otros… intención.
Yo he conocido cantores
que era un gusto el escuchar,
más no quieren opinar
y se divierten cantando;
pero yo canto opinando,
que es mi modo de cantar.
El autor vuelve a insistir sobre la diferencia fundamental que existe
entre el di-vertirse, como característica del ego de quien busca apartarse de
la realidad no aceptada mediante la droga, el alcohol, los espectáculos violentos, el bullicio, etc., y el re-crearse, al decirnos: «yo canto opinando que es
mi modo de cantar». Hoy muchos jóvenes escuchan música con equipos de
tal potencia, que la cantidad de decibeles que reciben produce en sus oídos
una sordera bilateral progresiva e irreversible. En opuesta significación, recrearse significa conectarnos con las Fuerzas de la Creación y todo lo que hagamos en tal sentido, expande nuestra energía y fortalece la Salud. De lo que
deducimos que se puede estar en el mismo sitio divirtiéndose o recreándose.
Del mismo modo que se puede realizar una tarea dormido o despierto, con
resultados diferentes.
El día en que comprendamos esta enseñanza, vamos a dejar de convertir en un basurero el lugar donde vivimos. Debemos reconocer que a veces apestamos nuestro ambiente con el peor de los contaminantes, el pensamiento tóxico, sin asumir la responsabilidad de sus efectos y sin percatarnos
de que alteramos el estado vibracional interno y en consecuencia, dañamos
el entorno vibracional.
El que va por esta senda
cuanto sabe desembucha,
y aunque mi cencia no es mucha,
esto en mi favor previene;
yo sé el corazón que tiene
el que con gusto me escucha.
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Al expresar «el que va por esta senda», hace alusión a la Senda o Sendero Espiritual. Precisamente, quien se encuentra en esta etapa del autoconocimiento, no actúa con egoísmo y por lo tanto enseña todo lo que sabe, comprendiendo que sólo al vaciarse, podrá incorporar nuevas enseñanzas. La frase
«yo sé el corazón que tiene el que con gusto me escucha», confirma una vez
más la claridad del autor en el diseño de la obra. El personaje reconoce que se
encuentra en el Centro del Corazón, y por lo tanto, el autor resalta el valor de
la humildad de quien lo escucha, porque está transmitiendo enseñanzas correspondientes a la Cuarta Morada. Éstas se extienden desde este Capítulo 1 de La
Vuelta hasta el Capítulo 29 inclusive. Esta estrofa confirma una vez más que
no estamos frente a un autor improvisado, sino que sus mensajes son los de un
maestro de la Sabiduría Universal. Por tocar temas tan profundos, José Hernández sabe que debe respetar a rajatabla las enseñanzas que recibe su Alma
del Divino Maestro, como así honrar a quienes lo formaron. Respiremos el silencio que colma nuestro interior. La sensación que nos embriaga en este momento permite comprobar que la poesía puede ser un buen medicamento para
curar el Alma ultrajada por la ignorancia que aún nos pesa.
Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corrregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sinó quien sabe pintar.
Como ya hemos expresado, el arte trascendente adquiere la capacidad de sanar. En este caso, la estrofa está referida a la pintura, que por la gracia de Dios, se hizo presente en este trabajo mediante la obra de Jerónimo van
Aeken, El Bosco. El autor dice que «no pinta quien tiene gana sinó quien sabe pintar». Ahora vamos a recurrir a un elemento didáctico, imaginemos un
pincel con pelos en ambos extremos, que de un lado pinta sagrado y del otro
pinta profano. Es el libre albedrío quien nos permite elegir el modo de pintar. Con estas palabras, Hernández reconoce el carácter sagrado de su mensaje: «Lo que pinta este pincel ni el tiempo lo ha de borrar».
Y no piensen los oyentes
que del saber hago alarde;
he conocido, aunque tarde,
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sin haberme arrepentido,
que es pecado cometido
el decir ciertas verdades.
Al encontrarnos en el Cuarto Chakra o Morada, tan sólo podemos actuar como oyentes de las enseñanzas sagradas, porque aún nos queda abrir
nuestras puertas superiores. Recordemos además que en la época en la que el
autor escribió la obra, aún América sentía el peso de la Inquisición, la cual
cayó definitivamente en España en 1820. Por este motivo él sabía «que es pecado cometido el decir ciertas verdades». Tema que ha sido perfectamente
asumido por la gestión del Papa Juan Pablo II.
Pero voy en mi camino
y nada me ladiará,
he de decir la verdá,
de naides soy adulón,
aquí no hay imitación,
ésta es pura realidá.
El «camino» que lo lleva a «decir la verdá», es el camino espiritual.
Éste no consiste en seguir a nadie, simplemente reside en encontrar al Maestro Interior y dejar que el Alma reciba sus enseñanzas reveladas. Luego al decir: «y nada me ladiará», está dejando claro su convicción de respetar el
mandato superior. Es sabido que el temor, muchas veces puede hacerlo a uno
«adulón», por miedo a ser considerado hereje. No obstante, el gaucho Martín Fierro tiene bien definido lo que es la Realidad, lo Real y Eterno, respecto de la fantasía y la irrealidad egocéntrica.
Y el que me quiera enmendar
tiene mucho que saber;
tiene mucho que aprender
el que me sepa escuchar;
tiene mucho que rumiar
el que me quiera entender.
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Más que yo y cuantos me oigan,
más que las cosas que tratan,
más que lo que ellos relatan,
mis cantos han de durar:
mucho ha habido que mascar
para echar esta bravata.
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Doy fe de estas palabras del Autor: «tiene mucho que aprender el que
me sepa escuchar; tiene mucho que rumiar el que me quiera entender». Llevo años investigando (rumiando) su obra y todos los días me sorprende con
una enseñanza nueva. Motivo por el cual afirmo con toda tranquilidad, no haberla agotado de ninguna manera. Es más, si dejo zonas vírgenes en el análisis de la misma, pido disculpas al lector y lo invito a completarlas. Quizás por
eso José Hernández, con su enorme intuición, presintió que «sus cantos han
de durar».
Al expresar: «mucho ha habido que mascar para echar esta bravata», se está refiriendo a que aprendió a ser «rumiante» mediante la observación interior y la meditación. Logró así hallar la importancia de lo pequeño y
del discernimiento, lo que le permitió distinguir claramente lo falso de lo verdadero. Uno de los aspectos de la Esfinge egipcia corresponde al becerro (Ver
Ap 4-7), animal rumiante por naturaleza, que representa la Observación profunda. La cual nos permite percibir en grado superlativo la Omnipresencia
Divina, bajo dos formas simultáneas: la primera, como protección permanente y la segunda, mediante la Revelación.
El Padre Juan Carlos Vallés aseguró en un ciclo de conferencias sobre «El Enquiridion o Manual de Epicteto»: «Las palabras son lo que queremos que sean», y Mahatma Gandhi decía: “Somos el producto de nuestros
pensamientos”. Si estamos ahora recorriendo La Vuelta interior, es importante estar despiertos en cada palabra, en cada sonido, en cada silencio, como señal interna o externa, ya que son parte del camino interior. Lo maravilloso de
esta enseñanza, es que tiene el poder de hermanarnos en un destino común
con toda la Humanidad. Todos los seres humanos podrían salvarse, si desarrollaran la humildad y abrieran la Cuarta Morada.
Brotan quejas de mi pecho,
brota un lamento sentido,
y es tanto lo que he sufrido
y males de tal tamaño,
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que reto a todos los años
a que traigan el olvido.
Hay condicionales egocéntricos. Por ejemplo: «Si no se cumple lo
que deseo, no soy feliz»; «Si no aceptan nuestras exigencias, no habrá paz»,
etcétera). En el plano espiritual, existen condiciones básicas a cumplirse, pero a diferencia de las anteriores, no son egocéntricas y determinan el despertar del Alma Consciente. En principio, es fundamental comprender que el camino del conocimiento no se realiza a saltos y nada es casual, por el
contrario, todo depende de la Ley de Causa y Efecto. En segundo orden, debemos entender que el condicionamiento es opuesto a la Consciencia. En este caso, el perdón a todos los agravios recibidos es la condición básica para
que podamos continuar avanzando en el conocimiento interno. También forma parte del proceso de purificación al que todo individuo debe someterse en
su trabajo profundo.
«Perdónalos, que no saben lo que hacen», decía Jesús en la Cruz.
Más aún, debemos considerar al perdón y al olvido como medicamentos para el cuerpo y el alma. Es suficiente con poner nuestros brazos en señal de entrega, sin tensión en nuestras manos, luego inspiramos profundamente y al retener el aire, pensamos: «Madre Santísima o Maestro Jesús o Pachamama o
Maestro, te entrego Todo mi Dolor y mi Alma», después espiramos suavemente por la nariz. Tal entrega puede abarcar el período que va desde el instante de nuestra concepción, hasta el momento actual. La misma, puede ser
renovada en lo sucesivo con incontables beneficios, abarcando el punto de
vista orgánico, psicológico y espiritual. Actitudes de este tipo nos permiten
percibir la liviandad del Ser y liberarnos del condicionamiento.
Ya verán si me dispierto
cómo se compone el baile,
y no se sorprenda naides
si mayor fuego me anima;
porque quiero alzar la prima
como pa’ tocar al aire.
Si se puede hablar de Alegría Divina, cuán grande sería la alegría del
Eterno Padre, si cada mujer y cada hombre de buena voluntad despertaran de
su «sueño». En este caso, al asegurar: «Ya verán si me dispierto», se está refi-
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riendo, precisamente, a todo aquello que va a poder realizar si logra expandir
su consciencia de la mano del Maestro. En el ser humano, los centros internos
o Moradas parten desde lo más denso hacia lo más sutil. Es como si tuviéramos las cuerdas más gruesas en los centros inferiores y las cuerdas más finas
y agudas, en los centros superiores. Ya en la Escuela Pitagórica, los griegos
hacían tal analogía musical mediante el heptacordio (lira de siete cuerdas). Al
decir luego: «si mayor fuego me anima», está expresando la necesidad de encontrar en uno mismo la energía necesaria para despertar los centros superiores. En el Cuarto Chakra o Morada esta energía se manifiesta como una llama
más intensa, que podemos observar representada simbólicamente en la figura
del Sagrado Corazón de Jesús. La frase «porque quiero alzar la prima como
pa’ tocar al aire», denota que el autor sabía bien que «para tocar el aire», es
necesario conocer el significado del Hálito Divino. Santa Teresa de Jesús completa la idea: «En estas moradas pocas veces entran las cosas ponzoñosas, y
si entran no hacen daño, antes dejan con ganancia. Y tengo por muy mejor
cuando entran y dan guerra en este estado de oración…».
Y con la cuerda tirante,
dende que ese tono elija,
yo no he de aflojar manija
mientras que la voz no pierda,
si no se corta la cuerda
o no cede la clavija.
Aunque rompí el estrumento
por no volverme a tentar,
tengo tanto que contar
y cosas de tal calibre,
que Dios quiere que se libre
el que me enseñó a templar.
Aparentemente hay una contradicción: ¿cómo va a tener la cuerda tirante si rompió el instrumento? En estas dos estrofas Hernández nos pone en
sobre aviso de que hay dos instrumentos: el que rompió, su egocentrismo, y
el que va a templar, su Alma. Aquí comprendemos que el cuerpo es tan sólo
el vehículo para la evolución del Alma. Lo cual siempre sucede de la mano
del Espíritu, el verdadero Maestro de Música. «Las cosas de tal calibre», son
las enseñanzas profundas que aún nos tiene que transmitir. Consciencia es
Amor y Sabiduría.
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De naides sigo el ejemplo,
naide a dirigirme viene,
yo digo cuanto conviene
y el que en tal güella se planta
debe cantar, cuando canta,
con toda la voz que tiene.
En esta estrofa el autor revaloriza el significado de la consciencia, como también la necesidad de que cada uno sea responsable de sus propios actos.
Al no seguir el ejemplo ni la dirección de nadie, está confirmando que sólo responde a la enseñanza del Maestro Interior. La «güella» representa el Sendero o
Camino espiritual, que recorre el Alma hacia el Espíritu o Yo Superior.
He visto rodar la bola
y no se quiere parar;
al fin de tanto rodar
me he decidido a venir
y ver si puedo vivir
y me dejan trabajar.
Al desarrollar esta imagen tan sintética de la Rueda del Destino, que
«no se quiere parar; al fin de tanto rodar», el autor nos permite comprender
que en el Universo todo es vibración y movimiento. Nada está quieto. En lo
referente al Alma humana, dice que ha decidido por fin venir a servir, es decir, a cumplir con la tarea que ha elegido con anterioridad al nacimiento. Observemos el sentido trascendente de este mensaje: «me he decidido a venir y
ver si puedo vivir y me dejan trabajar», en representación del vivir y trabajar conscientes. Nunca en la Historia de la Humanidad se ha visto tan claro
como en este momento, el sentido real del trabajo interior. La globalización
ha dividido el Mundo entre ocupados y desocupados, en lo que al trabajo convencional se refiere. Pero cuando hablamos del verdadero valor que tiene el
trabajo interno, el planteo es diferente. Caemos en la cuenta de que no hay
exclusión, debido a que tanto los ocupados, como los desocupados, podemos
trabajar desde el interior en la construcción de una Nueva Humanidad más
justa y solidaria.
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Y empriéstenme su atención
si ansí me quieren honrar,
de no, tendré que callar,
pues el pájaro cantor
jamás se para a cantar
en el árbol que no da flor.
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Recordemos el primer verso de La Vuelta: «Atención pido al silencio». Ahora el personaje creado por Hernández vuelve a reclamar atención,
dejándonos en claro que si no se honra con profundidad su mensaje, éste se
puede agotar. Cuando no honramos al Maestro Interior por hacer gala de nuestro personalismo, el Maestro se calla, desaparece su Voz. El autor nos recuerda que el «pájaro cantor jamás se para a cantar en árbol que no da flor». Es
decir, que la palabra revelada solamente es dada a quien la pide con insistencia, porque es alimento para su Alma. En realidad, todos podemos acceder a
ella si la pedimos invocando con amor. Encontramos también imágenes semejantes en (Mt 7-6) «No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; para que no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os
despedacen». Además sabemos que «todo buen árbol, lleva buenos frutos;
más el árbol maleado, lleva malos frutos» (Mt 7-17). También hay otra parábola que alude al tema y dice: «por sus frutos los conoceréis» (Mt 7-16). Ya
no cabe duda de que a la riqueza literaria de esta obra debemos sumarle un
profundo autoconocimiento de parte del autor, como así, la habilidad de entrelazar en sus coplas los mensajes más trascendentes de la Sabiduría Universal.
Hay trapitos que golpiar,
y de aquí no me levanto.
Escúchenme cuando canto
si quieren que desembuche:
tengo que decirles tanto
que les mando que me escuchen.
Los «trapitos que golpiar» son verdades trascendentes que fueron
negadas a la Humanidad y que el autor sabe perfectamente que deben ser manifestadas. Asegura «de aquí no me levanto» porque tiene la certeza de estar
cumpliendo la misión para la cual ha nacido.
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La trama sutil
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La Señora Beatriz Báez, especialista en arte textil, define así su obra,
la cual se entrelaza con El Martín Fierro Interior: «Con la función de abrigar, cobijar, amarrar, sujetar, el hombre comienza su tejido con la vida, inmediatamente eleva su vista y ofrenda el trabajo a Dios y así el tejido también es símbolo y ruego».
«Elementos y materiales revelan una identificación con el sitio, en
un lenguaje rico en memorias táctiles y visuales. Urdimbres y tramas que
sostienen, que cortan, que se articulan ofreciendo espacios nuevos y a la vez
ancestrales».
«Así es este lenguaje del tejido, penetra en el arte desde el origen del
hombre, asienta allí modos propios de expresión y de nuestra América andina recoge hilos y fibras y con ellos entrelaza su murmullo Universal».
Urdimbre es la vida del gaucho Martín Fierro, entrelazada con la
nuestra, en la trama sutil tejida por el Moreno Mayor, el Maestro. En realidad,
la vida toda es una trama sutil. Todos los seres que desde el nacimiento hasta
la muerte compartimos esta existencia, nos entrelazamos hermanados en un
destino común. Todo lo que acontece nos transforma, por lo tanto, somos modelados y a la vez modeladores de la arcilla fresca del aprendizaje cotidiano.
Beatriz Báez, conocedora de lo elemental y primario de la Naturaleza nos habla con su urdimbre del Agua, de la Tierra, del Fuego y del Aire. Es
que todo está relacionado con el Todo. Los cuatro elementos son tan sólo la
forma primaria y correspondiente del desarrollo de la voluntad, la observación, el sentir y el pensar, que nos sugiere a cada paso esta maravillosa obra
de José Hernández.
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Comentarios sobre el capítulo 2
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Triste suena mi guitarra
Y el asunto lo requiere;
ninguno alegrías espere
sinó sentidos lamentos,
de aquel que en duros momentos
nace, crece, vive y muere.
Recordemos que el tórax representa la caja de nuestra guitarra interna, la que en este caso suena triste, porque el corazón se acongoja ante tanto
dolor existencial. La oscilación entre la ansiedad y la angustia nos deja agotados. «Ninguno alegrías espere sinó sentidos lamentos», ante las pruebas
que sufre cada uno en su interior, sumadas a las de la familia y las que soporta nuestra Patria. Todo esto tiene como finalidad que aprendamos a sentir bajo nuestra propia piel, la de toda la Humanidad. No olvidemos que el hombre
está atado al Tiempo y al Espacio durante su existencia. Por lo tanto, «nace,
crece, vive y muere». El autor anónimo del Manual del Hombre Nuevo nos
dejó esta enseñanza basada en la humildad: «Acepta el ineludible dolor de la
existencia».
Es triste dejar sus pagos
y largarse a tierra ajena
llevándose la alma llena
de tormentos y dolores,
más nos llevan los rigores
como el pampero a la arena.
Es importante detenerse y analizar la vigencia de este mensaje en relación con los refugiados y prisioneros de guerra, como así, con las decenas
de miles de personas que migran de su tierra, por carecer de alimentos y trabajo, o por ser intolerable la permanencia en zonas de conflicto, «llevándose
la alma llena de tormentos y dolores». Si ahora hacemos un análisis desde el
punto de vista interior, comprenderemos también que es fácil ir a parar al
«destierro». Es decir, volver a depender de los designios del ego, si por falta
de atención retornamos a los centros inferiores.
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¡Cuántas veces al cruzar
en esa inmensa llanura,
al verse en tal desventura
y tan lejos de los suyos,
se tira uno entre los yuyos
a llorar con amargura!
En realidad, lo que plantea José Hernández es el temor a lo inevitable que se siente al atravesar el propio laberinto interno. El autor sabe que sólo se lo puede cruzar sin vacilar, si es que vamos de la mano del Maestro. No
debemos olvidar que cuando prepondera la condición humana, uno tiende a
sentir cierta zozobra en el intento. Una sensación semejante ocurre en el instante próximo a la muerte, aún en aquellos que están correctamente preparados para enfrentarla.
En la orilla de un arroyo
solitario lo pasaba,
en mil cosas cavilaba
y, a una güelta repentina,
se me hacia ver a mi china
o escuchar que me llamaba.
Aquí el autor nos invita nuevamente a la Meditación, lo que no significa adoptar posturas extrañas ni rodearnos de imágenes. Para meditar tan
sólo basta con poner nuestra naturaleza interna en unidad con la Naturaleza
externa. Y así, entregarnos al Creador, situando a nuestro Microcosmos en
unidad con el Macrocosmos mediante la Respiración Consciente. Una de las
cosas más maravillosas que existen, es el aprender a meditar en movimiento,
realizando las actividades más disímiles y manteniendo la consciencia despierta gracias a la oración del corazón.
Y las aguas serenitas
bebe el pingo, trago a trago,
mientras sin ningún halago
pasa uno hasta sin comer
por pensar en su mujer,
en sus hijos y en su pago.
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Recordarán que con Cruz
para el desierto tiramos;
en la pampa nos entramos,
cayendo por fin del viaje
a unos toldos salvajes,
los primeros que encontramos.
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Al decirnos Martín Fierro: «Recordarán que con Cruz para el desierto tiramos», nos está indicando que prestemos atención, porque el hecho de
haber estado vibrando en la Cuarta Morada, no implica que ese estado sea definitivo ni mucho menos. En este caso deben retornar al desierto, es decir,
volver al Tercer Chakra o Morada. Allí morirá Cruz de viruela y Martín Fierro deberá rescatar a la Cautiva, su Alma.
Se armó un tremendo alboroto
cuando nos vieron llegar;
no podíamos aplacar
tan peligroso hervidero,
nos tomaron por bomberos *
y nos quisieron lanciar.
Nos quitaron los caballos
a los muy pocos minutos,
estaban irresolutos,
quién sabe qué pretendían;
por los ojos nos metían
las lanzas aquellos brutos.
(*) Espías
Aquí el gaucho Cruz y Martín Fierro se hallan del otro lado de la
frontera, (diafragma). Esta escena alude a que nos encontramos de nuevo en
el Tercer Chakra o Morada. Las distintas manifestaciones del ego aparecen
representadas por los indios, quienes están «irresolutos». Es decir, que dudan, característica que define el comportamiento egocéntrico. Actúan con impunidad, quitándonos los caballos, que representan las ansias de libertad. En
verdad, nadie que vibre en cualquiera de los tres Centros inferiores es real-
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mente libre. Por el contrario, es fácilmente condicionable, porque no actúa
desde la Consciencia del Yo.
Cruz se dispuso a morir
peliando y me convidó.
«Aguantemos», dije yo,
«el fuego hasta que nos queme:
menos los peligros teme
quien más veces los venció».
Se debe ser más prudente
cuando el peligro es mayor;
siempre se salva mejor
andando con alvertencia
porque no está la prudencia
reñida con el valor.
Cuando afirma «menos los peligros teme quien más veces los venció», nos recuerda la importancia de encontrarnos frente a frente con la realidad cotidiana. El auge que hoy tienen los deportes de aventura se debe a que
el joven deportista aprende a vencerse a sí mismo en medio de lo impredecible, superando las barreras externas y participando activamente en su crecimiento interior. Esta postura va generando en quien la practica un respeto cada vez mayor por las Fuerzas de la Naturaleza y un creciente sentido
ecológico. Al indicarnos: «Se debe ser más prudente cuando el peligro es mayor», está revalorizando el significado que tiene el evaluar adecuadamente
cada acto de la vida. Porque esto determinará la forma en que se desarrolle el
crecimiento interior, tarea que debe realizarse con alegría y coraje, sin dejar
de tener en cuenta que «la prudencia no está reñida con el valor».
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Reflexión
Comentarios sobre el capítulo 3
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De ese modo nos hallamos
empeñaos en la partida:
no hay que darla por perdida
por dura que sea la suerte,
ni que pensar en la muerte
sinó en soportar la vida.
Se endurece el corazón
no teme peligro alguno;
por encontrarlo oportuno
allí juramos los dos
respetar tan sólo a Dios;
de Dios abajo, a ninguno.
Posiblemente por mi ignorancia, que es mucha, no alcance hoy a captar la totalidad de la obra, pero hay ciertas estrofas, como éstas, que se manifiestan como estrellas refulgentes en una noche muy oscura. Creo que con el
tiempo y el aporte de otros lectores, se irá completando este maravilloso damero del conocimiento, que es el Martín Fierro. No obstante, así como a nivel
sub-atómico encontramos que hay un enorme espacio interpartículas, también
ocurre otro tanto en el espacio interatómico, intermolecular, interplanetario e
intergaláctico. Esta situación nos lleva a comprender que la Creación no es una
masa de materia condensada. De igual modo, los libros y las obras de arte revelados no son una sinfonía en una sola nota. Suenan más bien como un pulsar
del Cosmos, a través de la mente y el corazón humano. Por lo tanto, no necesariamente cada estrofa de esta obra debe tener igual peso que otra.
Pido disculpas por no seguir el paso, verso a verso, estrofa por estrofa, e invito al lector a que siga hallando nuevas estrellas en esta Vía Láctea
del Conocimiento, que nos ha trazado el maestro José Hernández.
Ahora veamos, si tuviésemos que guardar una bolsa de diamantes en
algún lugar seguro, rápidamente comprenderíamos que el mejor sitio sería
enterrarlos en el piso de barro de un rancho humilde y no en la mansión de
un hombre rico. Recordemos que «más fácil es que pase un camello por el
ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de Dios». (Mr 10, 23-25). Pues
de igual modo, José Hernández comprendió que estos «diamantes», que son
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las enseñanzas que le fueron reveladas, pertenecen a la Sabiduría Universal,
por lo tanto, debían estar bien guardadas en pequeños octosílabos, mediante
la simple expresión gauchesca. Hay un proverbio Sufí que reza así: «Dios es
simple, todo lo demás es complejo».
El mal es árbol que crece
y que, cortado, retoña;
la gente esperta o bisoña
sufre de infinitos modos:
la tierra es madre de todos,
pero también da ponzoña.
Aquí aparece la Tierra bajo la figura que los nativos de América reconocían como la Pachamama. Por tal motivo, el Moreno dirá en el Capítulo
30: «Mi madre tuvo diez hijos…».
Y al que le toca la herencia,
donde quiera halla su ruina;
lo que la suerte destina
no puede el hombre evitar;
porque el cardo ha de pinchar
es que nace con espina.
Creo firmemente que por la incapacidad que padecemos los seres humanos para cerrar ciclos, bloqueamos nuestro instinto natural y perdemos la
capacidad de supervivencia. Con frecuencia, convertimos nuestra existencia
en un encadenamiento de «sinfonías inconclusas». Nada cerramos, todo lo
empezamos con euforia y a la hora de concluirlo nos invade el aburrimiento.
En verdad, son muy pocas las personas que logran honrar a su padre y a su
madre (Ex 20-12). Muchos son los que pasan por la vida como quien recorre
una avenida en un día de fiesta, aturdidos entre ruidos y fantasías. Tal condición impide cortar la cadena trágica del dolor y el sufrimiento. Más aún, esas
personas no pueden tomar la fuerza ancestral imprescindible para iniciar la
transformación profunda. Bajo esta condición, podríamos suponer que esa
herencia marca su ruina. De ahí que sea tan importante, este período correspondiente al despertar del Alma Consciente para darle un sentido trascendente a la evolución humana.
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Es el destino del pobre
un continuo zafarrancho,
y pasa como el carancho,
porque el mal nunca se sacia
si el viento de la desgracia
vuela las pajas del rancho.
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Mas quien manda los pesares
manda también el consuelo;
la luz que baja del cielo
alumbra al más encumbrao,
y hasta el pelo más delgao
hace su sombra en el suelo.
Pero por más que uno sufra
un rigor que lo atormente,
no debe bajar la frente
nunca, por ningún motivo:
el álamo es más altivo
y gime costantemente.
En la medida en que vamos dando pasos en el sendero interno, alcanzamos a comprender el significado que tiene el discernimiento, como aquello
que nos permite distinguir lo falso de lo verdadero. Con la práctica aprendemos a utilizarlo como una herramienta cotidiana de incalculable valor, aún para resolver las cosas más simples. Sin que por ello constituya un molde fijo de
pensamiento. Muy por el contrario, representa la más clara expresión de libertad consciente. Nuestro egocentrismo nos impulsa incesantemente hacia la
obstinación y desconoce el valor de la perseverancia. Siempre tenemos la necesidad de buscar un culpable para canalizar sobre los demás, o sobre nosotros mismos, la ira que genera la falta de autoestima. Cuando modificamos el
punto de vista, ya no es el otro o yo, sino que el otro en su otredad y yo en mi
yoidad, ambos, nos fusionamos en el «Nosotros» por el Amor del Maestro.
No pude tener con Cruz
ninguna conversación;
no nos daban ocasión,
nos trataban como ajenos:
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como dos años por lo menos
duró esta separación.
Relatar nuestras penurias
fuera alargar el asunto;
les diré sobre este punto
que a los dos años recién
nos hizo el cacique el bien
de dejarnos vivir juntos.
El alimento no abunda
por más empeño que se haga;
lo pasa uno como plaga,
ejercitando la industria
y siempre, como la nutria,
viviendo a orillas del agua.
En semejante ejercicio
se hace diestro el cazador;
cai el piche * engordador,
cai el pájaro que trina;
todo bicho que camina
va a parar al asador.
En las sagradas alturas
está el maestro principal,
que enseña a cada animal
a procurarse el sustento
y le brinda el alimento
a todo ser racional.
Y aves, y bichos y pejes,
se mantienen de mil modos;
pero el hombre en su acomodo
es curioso de oservar:
es el que sabe llorar
y es el que los come a todos.
(*) Peludo pequeño
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Decía Pitágoras que hasta que el hombre no deje de matar para vivir,
no cesarán las guerras en la Humanidad.
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Comentarios sobre el capítulo 4
Antes de aclarar el día
empieza el indio a aturdir
la pampa con su rugir,
y en alguna madrugada,
sin que sintiéramos nada
se largaban a invadir.
Primero entierran las prendas
en cuevas, como peludos;
y aquellos indios cerdudos,
siempre llenos de recelos,
en los caballos en pelos
se vienen medio desnudos.
Para pegar el malón
el mejor flete procuran;
y como es su arma segura,
vienen con la lanza sola,
y varios pares de bolas
atados a la cintura.
Es importante comprender que en este capítulo, el autor nos deja enseñanzas muy profundas respecto del conocimiento de nuestro propio ego.
Quizás en muchos casos sean imposibles de soportar en una primera lectura.
Representan, en conjunto, una visión impresionante y vívida de nuestro inconsciente. «Antes de aclarar el día empieza el indio a aturdir», asegura sabiendo perfectamente que el ego adopta diferentes roles para confundirnos.
Puede mostrarse poderoso o débil, huidizo o combativo, o seductor, o víctima, pero siempre obra identificándose y hace que proyectemos el conflicto
sobre los demás.
Su señal es un humito
que se eleva muy arriba,
y no hay quien no lo aperciba
con esa vista que tienen;
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de todas partes se vienen
a engrosar la comitiva.
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Es interesante destacar que a pesar de utilizar en el relato la figura del
indio, por su carácter indómito, para representar a la personalidad, José Hernández rescata los valores trascendentes de los pueblos nativos. Al expresar
que no hay quien no perciba la «señal del humito», nos está indicando que todos reconocen su unión con el Creador. Esta es una característica propia de
los pueblos autóctonos, que siempre han tenido un vínculo sagrado con la Naturaleza. Así también, por más alejados que estemos de nuestro Centro y por
más ignorantes y egocéntricos que seamos, en lo profundo de nuestro interior
nos vamos dando cuenta cada vez más rápido de que lo aparente y lo Real
son dos cosas diferentes. Comprendemos de tal modo que lo trascendente es
la substancia fundamental de la Creación.
Es guerra cruel la del indio
porque viene como fiera;
atropella donde quiera
y de asolar no se cansa,
de su pingo y de su lanza
toda salvación espera.
Cuando el «indio» de nuestro ego establece su lucha cruel contra la
realidad circundante, la primera víctima es uno mismo. Al estar el cuerpo humano constituido por los cuatro Elementos de la Naturaleza, se genera una
reacción en cadena, que compromete a toda la estructura celular del organismo. Al decirnos: «atropella donde quiera y de asolar no se cansa», el autor se
refiere a la permanente proyección que hacemos de nuestros conflictos sobre
los demás, cuyo resultado en el organismo es la somatización. Nos falta aún
darnos cuenta de que la verdadera Liberación no es con armas, sino por Amor.
Pero no se trata del amor humano, repleto de quereres, sino de la posibilidad
de convertirnos en canales genuinos del Amor Divino. Tal condición, hace que
en nuestro interior prepondere la Consciencia sobre el inconsciente, con un rédito diferente para nosotros mismos y por lo tanto, para los demás.
Debemos analizar en profundidad el significado que tiene para la
consciencia, la crisis global que afecta a todo el Planeta. Sea ésta generada
por cataclismos, migraciones, desertificación, desocupación, recalentamien-
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to polar, guerras periódicas o por la contaminación masiva. No debemos olvidar que cada nativo de esta Tierra puede constituirse de inmediato en un
maestro de supervivencia, tanto por el respeto y el amor que tienen por la Naturaleza, como por la rápida detección que hacen de lo superfluo. De tal modo, los nativos nos enseñan el valor inmenso que poseen las cosas simples,
que son la verdadera sal de la Vida.
Naides puede imaginar
una miseria mayor;
su pobreza causa horror;
no sabe aquel indio bruto
que la tierra no da fruto
si no la riega el sudor.
Si pudiéramos mirar el Planeta desde afuera, desprendidos de nuestra corporeidad, con el Alma y el Espíritu, lo observaríamos sin límites ni razas, sin banderas. Entonces sólo veríamos a una Humanidad doliente que padece la «miseria mayor», la del egoísmo, representada por el infierno en el
que vivimos. ¿Quién de los lectores puede negar que la pobreza a la que son
sometidas ciertas regiones del mundo no causa horror? Según el Banco Mundial, hay 630 millones de personas que no pueden proporcionarse a sí mismas
una dieta suficiente. Esta cifra aumenta día a día por la desocupación que genera la globalización. Notemos ahora la vigencia del mensaje de Hernández,
su sinceridad y autocrítica profundas para mostrarnos al desnudo la ignorancia y el egoísmo del Hombre. Es esto lo que está impidiendo que la tierra no
de fruto, es decir, frenando la evolución del Alma humana. La transmutación
de la ignorancia en conocimiento debería basarse en una forma distinta de
convivencia, basada en la creación de un Nuevo Orden Social, que permita
integrar a los pueblos mediante la Solidaridad y el Amor.
Robert Bellah, historiador de la religión se expresa así: «Todas las religiones y filosofías que ha conocido la Humanidad niegan que la felicidad
deba conseguirse a través de una adquisición material ilimitada, aunque esto es lo que predican incesantemente los aparatos de televisión». Acerca de
nuestras verdaderas necesidades, Henry David Thoreau, un maestro del «descondicionamiento», nos dejó este mensaje: «Un hombre es rico en proporción a las cosas a las que puede renunciar». Nuestro ego detesta lo ordinario, relacionado con lo ordinal, en función de la Unidad. En cambio, se
regocija con lo extraordinario, que es polar y por lo tanto tangencial a la rea-
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lidad, y a la vez, totalmente opuesto al pensamiento ecuménico de José Martí, quien enseñó: «Patria es Humanidad».
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Comentarios sobre el capítulo 5
Las tribus están deshechas;
los caciques más altivos
están muertos o cautivos,
privados de toda esperanza,
y de la chusma y de la lanza
ya muy pocos quedan vivos.
Si analizamos esta estrofa con criterio humanista y nos remitimos a
la masacre que se ha cometido con todos los pueblos nativos del Planeta en
pos de la «civilización», este libro carecería absolutamente sentido. Como
también la obra misma de José Hernández, si ésta fuera un simple alegato
contra el indio. Pero no lo es de ningún modo. De no haber percibido su lenguaje trascendente, los lectores de todas partes del mundo que han disfrutado del Martín Fierro y que aún disfrutan de su versión original como libro de
cabecera, ya habrían abandonado su lectura.
Ahora continuemos observando el Martín Fierro y captaremos rápidamente que el autor nos va mostrando a cada paso nuestro «libro interior»,
como sendero hacia el Conocimiento profundo, con páginas de vida colmadas de revelaciones.
A veces tenemos que aceptar cosas que no nos agradan, como la maledicencia, la crueldad y la superstición de los demás. Pero cuando nosotros
mismos somos quienes las practicamos, también pertenecemos a la chusma.
Entonces el daño que se produce es recíproco, afecta de inmediato la energía
del Cuerpo Vital de nuestro Campo Áurico y por lo tanto, compromete todo el
organismo. También podemos preguntarnos: ¿Cuánto de chusma tienen los
sistemas de información, que nos desinforman y mantienen drogados con el
condicionamiento? Con relación a «los de la lanza», no va a faltar quién diga
que ya no utilizamos lanzas. Esto es verdad, pero en su reemplazo utilizamos
explosivos plásticos, láser, bombas de neutrones y atómicas, manipulamos la
antimateria, utilizamos gases neurotóxicos, desfoliantes y bombas de racimo,
como así, minas terrestres, que dejan mutilados a niños y labriegos inocentes
todos los días. Son armas letales que, aún muchos años después de haber acabado el conflicto bélico, siguen matando inocentes y privando de trabajar los
campos de cultivo. Se parece a aquella poesía que dice: «Todo está como era
entonces, nada ha cambiado…». Muchas veces son cambios aparentes los que
realizamos con gran esfuerzo y cuando las circunstancias nos obligan, pero só-
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lo con la fuerza de la crisis, se produce la transformación real y profunda. A
propósito, la Doctora Rosa Scolnik me dijo un día, hace ya muchos años: «La
mayor parte de las personas no quiere cortar la cadena trágica». A lo que
pregunté: «¿Qué es la cadena trágica?». Y ella respondió: «Es la cadena resultante de proyectarse unos a otros el dolor y el sufrimiento, generación tras
generación».
Por su parte, Rabindranath Tagore nos legó esta enseñanza: «El deber del hombre es mantener elevada con su conducta la dignidad humana, y
esto no sólo por sí mismo, sino también porque es responsable de los demás.
El hombre que se denigre, no sólo rebaja su propio valor y dignidad, sino
también los de la Humanidad entera…».
En la medida en que vamos transitando el sendero interior, llegamos
a la conclusión de que las pruebas que debemos vivir no son para matarnos,
sino que la forma en que las enfrentemos determinará el próximo paso a seguir. Ante estas pruebas podemos sentirnos víctimas, negar lo que sucede,
huir de la realidad, o podemos enfrentarlas e interrogarlas, diciendo, como lo
enseñaba Don Salvador Porta March: «¿Maestro, qué enseñanza me traes?».
Recordemos el anónimo que asevera: «Enfrenta el dolor, no lo respetes». La
elección está reñida con toda ayuda exterior y tiene como única finalidad poner en evidencia nuestro estado de consciencia, ver si estamos «despiertos»
o «dormidos». Anthony de Mello sugirió que para despertarse, el único camino es la observación.
Cuanto el hombre es más salvaje
trata pior a la mujer;
yo no sé que pueda haber
sin ella dicha ni goce:
¡feliz el que la conoce
y logra hacerse querer!.
No se hallará una mujer
a la que esto no le cuadre;
yo alabo al Eterno Padre,
no porque las hizo bellas,
sino porque a todas ellas
les dio corazón de madre.
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Relacionadas con estas estrofas están las palabras de Salvador Porta
March, quien decía que el rol de la mujer en la pareja estaba explicado por el
valor simbólico de la costilla de Adán. Es decir, que la mujer no debe estar arriba del hombre, ni debajo. Tampoco adelante, ni detrás, debe ubicarse a su «costado». Y ser así su compañera en el proceso de evolución del Alma Humana.
El Hombre Nuevo debe surgir como resultado de la integración de lo
masculino y lo femenino interno, religando los opuestos a través de honrar al
padre y a la madre, y no por el efecto de la confrontación de los mismos, en
una guerra de sexos u opuestos. Cuando aprendemos a observar nuestras conductas en relación con la Ley de Causa y Efecto, a la que en la India se denomina Karma, nos resulta más simple, y a la vez, más profundo el diagnóstico de cualquier situación. Hay actitudes egocéntricas que todos tenemos y
que son de poca implicancia para nuestro entorno. Pero cuando dañamos a la
mujer, estamos destruyendo a todo lo que en nuestro interior representa lo femenino. Conste, que en sí misma, representa a una de las dos fuerzas de la
Creación, e igualmente las contiene en su interior desde el instante de la concepción.
Recién ahora podemos ver que el actuar «dormidos», es decir, sin
consciencia, genera un daño que no podemos reparar fácilmente. Con el agravante que tal actitud nos impulsa a negar y hasta a destruir el potencial de la
intuición, como manifestación femenina de la mente, la cual, existe en ambos
sexos y determina nuestra creatividad. Esto compromete el desarrollo interior
y afecta la calidad del vínculo que establecemos con la Naturaleza. Por ejemplo, si fuera verdaderamente preponderante la intuición sobre el intelecto, no
habría guerras. La competencia sería transformada en integración y la degradación psicológica que vivimos, en Desarrollo Armónico.
Para quienes buscan salvarse desde su raza o casta o clase social, desde su sexo u otro tipo de factor de discriminación, sólo se les puede decir que
no conocen su propia Alma y tampoco, al Maestro. Porque de ser así, no buscarían distinguirse, sino integrarse por Amor. Esto va a comprenderse mejor
cuando el hombre pueda apreciar los efectos que producen sus conductas disociadas sobre su campo áurico. No hay duda de que con el tiempo, la Ciencia abordará niveles que hoy sólo son reconocidos desde el punto de vista espiritual. Nacerá entonces la Ciencia Espiritual y una Nueva Ecología, basada
en el Amor, que nos permitirá entender de verdad que Todos somos Uno. A
propósito, luego de una meditación, María Zulema Svirz dijo: «Si el femenino interno danza, el Mundo danzará».
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Comentarios sobre el capítulo 6
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El tiempo sigue en su giro
y nosotros solitarios;
de los indios sanguinarios
no teníamos qué esperar;
el que nos salvó al llegar
era el más hospitalario.
Mostró noble corazón,
cristiano anhelaba ser;
la justicia es un deber
y sus méritos no callo;
nos regaló unos caballos
y a veces nos vino a ver.
A la voluntá de Dios
ni con la intención resisto,
él nos salvó… pero, ¡ah, Cristo!
muchas veces he deseado
no nos hubiera salvado
ni jamás haberlo visto.
No podemos dejar pasar esta enseñanza. Si en verdad fuéramos capaces de entenderla y más aún, de practicarla, cuántas cosas se nos solucionarían. «A la voluntá de Dios ni con la intención resisto». Eso significa temor a Dios, pero no en un sentido patológico, sino basado en la veneración y
el respeto a la Voluntad Divina.
Quien recibe beneficios
jamás los debe olvidar;
y al que tiene que rodar
en su vida trabajosa
le pasan a veces cosas
que son duras de pelar.
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José Hernández no podría haber utilizado otra forma más clara y profunda para expresar la veneración que sentía por su maestro, quien siempre le
repetía lo mismo: «No es con la espada, sino con la pluma». Debemos recordar que el autor fue un guerrero muy combativo. Le costó mucho, por su vehemencia, vencerse a sí mismo y abandonar la espada. La expresión del autor:
«Quien recibe beneficios jamás los puede olvidar», es un justo reconocimiento a Nicolás Calvo, quien lo guió y fue su maestro. Cada uno de nosotros es el
resultado de un trabajo de modelación, en el que participan seres que el Señor
pone en nuestro camino y que por amor a su Maestro, el nuestro, nos guían
amorosamente. En especial en determinados períodos de la vida, para que podamos cumplir con el designio que tiene nuestra existencia. El agradecimiento y la veneración es la mejor paga que podemos dar a esos seres.
Voy dentrando poco a poco
en lo triste del pasaje;
cuando es amargo el brebaje
el corazón no se alegra;
dentró una virgüela negra
que los diezmó a los salvajes.
Nosotros nos alejamos
para no ver tanto estrago;
Cruz sentía los amagos
de la peste que reinaba,
y la idea nos acosaba
de volver a nuestros pagos
Pero contra el plan mejor
el destino se rebela:
¡la sangre se me congela!
el que nos había salvado
cayó también atacado
de la fiebre y la virgüela.
No podíamos dudar
al verlo en tal padecer
el fin que había de tener
y Cruz, que era tan humano,
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«Vamos me dijo, paisano,
a cumplir con un deber».
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Fuimos a estar a su lado
para ayudarlo a curar;
lo vinieron a buscar
y hacerle como a los otros;
lo defendimos nosotros
no lo dejamos lanciar.
Al decir «y Cruz, que era tan humano», no hace otra cosa que reforzar su valor simbólico. Recordemos que Cristo fue punzado en la Cruz por la
lanza de Longinius. Y aquí, el gaucho Martín Fierro dice en su poesía: «lo defendimos nosotros, no lo dejamos lanciar».
Iba creciendo la plaga
y la mortandá seguía;
a su lado nos tenía
cuidándolo con pacencia,
pero acabó su esistencia
al fin de unos pocos días.
El recuerdo me atormenta,
se renueva mi pesar;
me dan ganas de llorar,
nada a mis penas igualo,
Cruz también cayó muy malo
ya para no levantar.
El gaucho Cruz está a punto de morir de viruela, pero en realidad, según la significación trascendente que le dio el autor a este hito de su obra, podemos comprender que la Cruz de Martín Fierro, su Destino, resultante de la
Ley de Causa y Efecto, está a punto de cerrarse, porque ha agotado su Karma. Sólo le queda entonces rescatar a la Cautiva, es decir, a su Alma. Nombre que, posiblemente, José Hernández encontró en Efesios (Cap. 4 Ver. 8):
«Subiendo lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres».
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Todos pueden figurarse
cuánto tuve que sufrir;
ya no hacia sinó gemir,
y aumentaba mi aflición
no saber una oración
pa’ ayudarlo a bien morir.
Se le pasmó la virgüela
y el pobre estaba en un grito;
me recomendó un hijito
que en su pago habia dejado.
«Ha quedado abandonado»,
me dijo aquel pobrecito.
Si vuelve, «busquemeló»,
me repetía a media voz,
«en el mundo éramos dos,
pues él ya no tiene madre:
que sepa el fin de su padre
y encomiende mi alma a Dios».
Lo apretaba contra el pecho
dominao por el dolor,
era su pena mayor
el morir allá entre infieles;
sufriendo dolores crueles
entregó su alma al Criador.
De rodillas a su lado
yo lo encomendé a Jesús;
faltó a mis ojos la luz,
tuve un terrible desmayo;
cai como herido del rayo
cuando lo vi muerto a Cruz
Ninguno de nosotros pasa por las pruebas de la vida completamente
indemne. No es que éstas tengan la finalidad de dañarnos, muy por el contrario, su único objetivo es el crecimiento interior. Pero por nuestra condición
humana, tendemos a crearles resistencia, y en vez de aceptarlas tal como se
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presentan, con mansedumbre y de la mano del Maestro, nos rebelamos con
desesperación. El autor nos dice: «Todos pueden figurarse cuánto tuve que
sufrir». Esta es una manera de sincerarse y de compartir su dolor existencial.
Ya sabemos que el único que pasa sobre las hojas secas sin romperlas, o camina sobre las aguas, es el Maestro. Él practica la Indañabilidad y nosotros
debemos intentar practicarla, pero reconociendo nuestra la limitación humana. En China, esta enseñanza consiste en caminar sobre el papel de arroz sin
romperlo, y sólo quien conoce el Pranayama o la Respiración Consciente
puede hacerlo. El «gemir» del personaje es el estremecimiento de nuestra Alma al encontrarse frente a la inmensidad de la nada, en la soledad más absoluta. Ahora sabemos que se puede cruzar el laberinto de nuestra existencia si
tenemos el coraje de invocar al Maestro Interior, sintiendo su protección y
Omnipresencia. La mecánica con la que abordamos los umbrales de la consciencia parece ser la misma, pero debemos estar siempre advertidos, porque
cada uno tiene connotaciones diferentes. No hay secuencias rítmicas. De ser
así, nada sería impredecible. Cuando el gaucho Martín Fierro expresa: «y aumentaba mi aflición no saber una oración pa’ ayudarlo a bien morir», está
dejando claro la impotencia que sentimos cuando no sabemos encontrar el carácter sagrado que tiene la cotidianeidad.
Por el desarrollo que José Hernández ha dado a su obra, es fundamental que comprendamos la importancia que le ha otorgado al Cuarto Chakra o Morada, también denominado Plano del Equilibrio. El autor asignó nada más ni nada menos que veintinueve capítulos de La Vuelta al análisis de
las enseñanzas correspondientes a dicho Centro. Ello se debe a que todos los
seres humanos, aún aquellos que han cometido las atrocidades más tremendas, pueden un día llegar a honrar a su padre y a su madre, y abrir así el Centro del Corazón. De lo que podemos deducir que nadie queda afuera si tiene
la voluntad de orar sin cesar. El haber otorgado a este tema un espacio tan importante en el desarrollo de la obra, demuestra el amor inmenso del autor y
su enorme sentido humanitario. Dicho de otro modo, su enseñanza es una invitación a que seamos responsables de nuestro Campo Áurico, y a que participemos activamente en la construcción de la Nueva Humanidad.
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Comentarios sobre el capítulo 7
Aquel bravo compañero
en mis brazos espiró;
hombre que tanto sirvió,
varón que fue tan prudente,
por humano y por valiente
en el desierto murió.
Es notable el refinamiento literario que utiliza José Hernández al darle vida a su propia Cruz, a su Destino y por extensión al nuestro, un sentido
trascendente. Ahora veamos, si «por humano y por valiente en el desierto
murió» (región subdiafragmática), es porque allí tenemos el Primer, Segundo y Tercer Centro de Energía, correspondientes a la zona dominada por
nuestro ego. Para que uno pueda consolidarse en la Cuarta Morada, donde
aparece la Consciencia del Yo, es inevitable rescatar a la Cautiva (nuestra Alma). Si aprendemos a orar sin cesar, tal cual lo enseñó San Pablo en (1 Tesalonicenses 5-17), seremos finalmente capaces de establecer una conexión
profunda con el Maestro. Entonces formaremos parte de la Escuela de Conocimiento más grande que existe, ya que su tamaño abarca toda la Creación.
Allí el Alma de cada uno de nosotros se comporta como discípula del Maestro. Sólo así estaremos en condiciones de recibir las enseñanzas, en directa
proporción a la calidad de nuestro «enlace». A propósito, este es el momento
en el que debe morir el símbolo que representa el gaucho Cruz. Recordemos
que en la Resurrección de Cristo, la cruz es trascendida mediante la Liberación por Amor del Espíritu Crístico, con la anuencia de Su Padre, hacia Su
Hijo amado. En perfecta analogía, debemos trascender la Cruz de nuestro
destino individual, de dos formas, primero aceptándolo con humildad y en segundo orden, dejándonos transformar por la Gracia Divina.
Y yo, con mis propias manos,
yo mesmo lo sepulté,
a Dios por su alma rogué,
de dolor el pecho lleno,
y humedeció aquel terreno
el llanto que redamé.
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Cumplí con mi obligación;
no hay falta de que me acuse,
ni deber de que me escuse,
aunque de dolor sucumba:
allá señala su tumba
una cruz que yo le puse.
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Andaba de toldo en toldo
y todo me fastidiaba;
el pesar me dominaba,
y entregao al sentimiento,
se me hacia a cada momento
oír a Cruz que me llamaba.
Al decirnos: «Andaba de toldo en toldo y todo me fastidiaba», está
confesando que ha vuelto a caer presa de la dualidad, por la inestabilidad que
generan las simpatías y antipatías marcadas. Expresa: «el pesar me dominaba», como ocurre con frecuencia en nuestra relación con la muerte. A veces
tendemos incluso a soñar con el muerto, pero vivo, gozando de buena salud.
El autor lo relata así: «Se me hacia a cada momento oír a Cruz que me llamaba». Todo esto no es más que un conjunto de patrañas que inventa el ego,
invitándonos a perpetuar el conflicto mediante la «no-aceptación». Nos tienta para que «irreliguemos» lo que ya habíamos «religado». A propósito, Jedhu Krishnamurti dijo: «Atento para estar despierto».
Cual más, cual menos, los criollos
saben lo que es la amargura;
en mi triste desventura
no encontraba otro consuelo
que ir a tirarme al suelo
al lao de su sepoltura.
Allí pasaba las horas
sin haber naides conmigo
teniendo a Dios por testigo
y mis pensamientos fijos,
en mi mujer y mis hijos,
en mi pago y en mi amigo.
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Es tan importante poder observar el otro aspecto de la soledad, ya
que en realidad, todas las cosas guardan en sí mismas dos aspectos contrarios
y correspondientes. Tal es el caso de la limitación, que se integra con la posibilidad. Cuando entendamos esto de verdad, comprenderemos la fuerza inmensa que posee la humildad, la pobreza, el silencio, y sólo así, aceptaremos
que la ignorancia necesita de su complementario, el conocimiento. Así sabremos que jamás estuvimos solos, como decía San Agustín: «Cuando nada nos
responde, Dios nos escucha. Cuando nos creemos solos, está con nosotros».
A partir de este momento el diálogo con el Maestro Interior se hace
cada vez más intenso. Lo que habíamos dado por verdad hasta ahora, puede
cambiar y adquirir el tamaño de una verdad más profunda. Éste es el misterio de la Revelación. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida», dijo Jesús. Al
vivirlo, adquirimos la certeza de que la invocación es la fuerza que permite
que nos comuniquemos con el Uno, comprendiendo de tal forma, la íntima
conexión de todo con el Todo.
Privado de tantos bienes
y perdido en tierra ajena
parece que se encadena
el tiempo y que no pasara,
como si el sol se parara
a contemplar tanta pena.
Sin saber que hacer de mí
y entregado a mi aflición,
estando allí una ocación
del lado que venía el viento
oí unos tristes lamentos
que llamaron mi atención.
Quise curiosiar los llantos
que llegaban hasta mí;
al punto me dirigí
al lugar de ande venían.
¡Me horroriza todavía
el cuadro que descubrí!
Era una infeliz mujer
que estaba de sangre llena,
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y como una Magdalena
lloraba con toda gana;
conocí que era cristiana
y esto me dio mayor pena.
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Cauteloso me acerqué
a un indio que estaba al lao,
porque el pampa es desconfiao
siempre de todo cristiano,
y vi que tenía en la mano
el rebenque ensangrentao.
Harish Johari nos da esta enseñanza: «El plano de la austeridad significa penitencia, mortificación, celo y práctica de la meditación sobre la renuncia». Interiormente, quien está transitando estos pasos de modo consciente, sabe que el Espíritu Inmortal habita en un cuerpo temporal, y reconoce en
su interior la presencia de la Divinidad. Una vez trascendida la prueba, quedamos en condiciones de percibir la totalidad integrada que somos, expresada mediante la conjunción eterno-temporal; entrelazándose una vez más, lo
sagrado y lo profano de la mano del Creador.
Este es el instante en el que Martín Fierro se encuentra con la Cautiva y tiene que luchar para rescatarla. La Cautiva es su Alma, que estaba del
otro lado de la frontera (el diafragma), atrapada por el Mundo ilusorio. Es este precisamente el tiempo en que la Humanidad debe ir comenzando a despertar el Alma Consciente. Recordando que todo cuanto acontezca, desde lo
más pequeño hasta lo más grande, tiene un sentido ulterior y sirve para nuestra evolución. Vale citar algo que ya sabemos: «No es, ni será un tiempo cómodo». En el mismo plano donde unos perpetúan su egoísmo, otros alcanzan
la sabiduría. Aquí se hace muy importante que releamos la segunda estrofa de
La Vuelta («Viene uno como dormido…»).
La lucha a muerte para rescatar a la Cautiva representa el enfrentamiento entre los opuestos. En la simbología hindú se trata de la «Batalla de
Kuruksetra», que sucede ante la presencia del guerrero Arjuna, discípulo de
Krishna, y está registrada en el Bhagavad-Gita. En la simbología cristiana es
el Juicio al que es sometido Jesús, momento en el que se hace imprescindible que Judas lo entregue, que Pedro lo niegue y que Pilatos se lave las manos, a pesar de reconocer su inocencia, porque el hecho debe consumarse, para luego cobrar su verdadero sentido en la Pascua de Resurrección. De igual
modo, en las artes marciales los opuestos o contrincantes, saludan a la Divi-
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nidad existente en el otro. El guerrero triunfa cuando se ha vencido a sí mismo y se hace Guerrero. Alegoría que el autor recrea permanentemente en el
desarrollo de la obra.
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Comentarios sobre el capítulo 8
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Más tarde supe por ella
de manera positiva,
que dentró una comitiva
de pampas a su partido,
mataron a su marido
y la llevaron cautiva.
En tan dura servidumbre
hacían dos años que estaba;
un hijito que llevaba
a su lao lo tenía;
la china la aborrecía
tratándola como esclava.
Deseaba para escaparse
hacer una tentativa,
pues a la infeliz cautiva
naides la va a redimir,
allí tiene que sufrir
el tormento mientras viva.
Martín Fierro se entera de los padecimientos de su Alma, la Cautiva,
sabe que en el exilio, cuando estuvo alejado del Maestro, a causa de su egocentrismo, pasó tormentos inenarrables, de los que ahora comienza a estar
consciente. Si el Alma humana no fuera rescatada en los tiempos de crisis que
vive la Humanidad, quedaría dominada por el ego y «naides la va a redimir,
allí tiene que sufrir el tormento mientras viva». Uno se queda sin palabras ante tal exactitud literaria, integrada al conocimiento profundo del autor.
Jesús no elige discípulos perfectos, muy por el contrario, es por Su
Amor que ellos pueden ser redimidos y transmutar su ignorancia en Conocimiento, para luego, cumplir con el servicio para el cual han nacido. Es necesario en la vida de Saulo de Tarso arremeter contra todo con su espada (Hch
8-3), para luego poder dar su testimonio como el apóstol Pablo. Recordemos
que es él, precisamente, quien nos invita a «orar sin cesar». También nos enseña que «el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu» (1 Cor
2-14), y después brinda la salida a tal planteo, al enseñarnos: «¿No sabéis que
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sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?» (1 Cor 316). Por otra parte, es indispensable que Pedro niegue a Jesús tres veces, para luego dar fe de su existencia. Es también necesario que Juan sea un hombre sencillo e ignorante, para poder recibir después, en la Isla de Patmos, la
Revelación del Apocalipsis, sin contar el maravilloso mensaje que contiene
su Evangelio. Debe primero ser Magdalena una mujer de vida licenciosa, para más tarde ser redimida por el Amor Divino. Es importante reconocer que
esta enseñanza bíblica revaloriza la condición humana y tiene una mutua correspondencia con la parábola de la mujer adúltera, del Nuevo Testamento,
quien no debe ser apedreada como la del Antiguo. «El que de vosotros esté
sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella».
Si analizamos la obra de José Hernández en profundidad, comprenderemos que trasciende a la justicia humana, siempre de algún modo egocéntrica, y aborda con sutileza especial, la tarea maravillosa de rescatar el Alma,
entregándola al Maestro Interior. Pero vale estar advertidos acerca de la peor
de las vanidades: la vanidad espiritual. Ante esto se hace necesario desarrollar la humildad, para que actúe como base de la trasformación profunda. De
todo lo expuesto se infiere claramente que la Nueva Humanidad no estará
formada por hombres y mujeres perfectos, sino por seres sencillos y profundos, dispuestos a servir a los demás.
En la India se piensa o se dice «Namasté» (Namaskâra en Sánscrito),
al saludar a un conocido o a un desconocido. Su significado es: «Saludo en ti
a la Divinidad que está en ti y en mí». En América los Mayas pronunciaban
«Inlakesh», que significa: «Yo soy tú, tú eres yo, Él es nosotros». Los hebreos
expresan «Shalom», que quiere decir «Paz y Armonía». Y en el Cristianismo
se dice: «Saludo en ti a la Divina Presencia». ¿Cuál es la diferencia?
Aquella china malvada
que tanto la aborrecía,
empezó a decir un día,
porque falleció una hermana,
que sin duda la cristiana
le había echado brujería.
El indio la sacó al campo
y la empezó a amenazar:
que le había de confesar
si la brujería era cierta;
o que la iba a castigar
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hasta que quedara muerta.
Llora la pobre afligida,
pero el indio, en su rigor,
le arrebató con furor
al hijo de entre sus brazos,
y del primer rebencazo
la hizo crujir de dolor.
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Que aquel salvaje tan cruel
azotándola seguía;
más y más se enfurecía
cuanto más la castigaba,
y la infeliz se atajaba,
los golpes como podía.
Que le gritó muy furioso:
«Confechando no querés»
la dio vuelta de un revés,
y por colmar su amargura,
a su tierna criatura
se la degolló a los pies.
«Es increíble, me decía,
que tanta fiereza esista;
no habrá madre que resista;
aquel salvaje inclemente
cometió tranquilamente
aquel crimen a mi vista».
Esos horrores tremendos
no los inventa el cristiano:
«Ese bárbaro inumano»,
sollozando me lo dijo,
«me amarró luego las manos
con la tripitas de mi hijo».
Estas escenas de tremendo dolor nos muestran el impulso de nuestro
ego, por momentos irrefrenable e inconsciente, capaz de destruir al niño que
llevamos dentro. Debemos comprender que el personalismo lo mata y la im-
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personalidad le da vida y trascendencia. Analizando estos aspectos, es difícil
figurarse el dolor de tanta alma adormecida, condicionada y ahogada por el
egoísmo, sin posibilidad concreta de transformarse en Alma Consciente, de
la mano del Yo Espíritu.
En este relato, Martín Fierro expone ante sus hijos lo que aconteció
después de la muerte del gaucho Cruz. Lo cual significa que luego de agotar
su Cruz, su destino, debe luchar a muerte con su ego, para rescatar a su Alma, la Cautiva. Podemos ahora analizar nuestra vida desde el punto de vista
existencial y vivencial, observando los efectos que genera la participación de
nuestro personalismo. «Conozcamos nuestra miseria y deseemos ir a donde
nadie nos menosprecia. Por eso, ¡llévanos Señor, a donde no nos menosprecien estas miserias, que parecen algunas veces que están haciendo burla del
alma!», expresa Santa Teresa de Ávila en las Moradas Cuartas.
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De ella fueron los lamentos
que en mi soledad escuché;
en cuanto al punto llegué
quedé enterado de todo;
al mirarla de aquel modo
ni un instante tutubié.
Ahora nos encontramos frente al instante crucial, en el que cada uno
de nosotros puede tomar la decisión de jugarse la vida para defender la existencia de su Alma. No es un momento cualquiera, es fundamental, porque ocurre una sola vez en la vida. Se realiza en silencio y teniendo sólo a Dios como
testigo y amparo. Al decir Fierro «en cuanto al punto llegué», es que ha abordado el punto crítico y ya no desea el retorno. Podrá equivocarse, pero retomará una y otra vez el camino espiritual. Luego expresa: «quedé enterado de
todo», y es porque alcanza la comprensión global, mediante la intuición, que
es unitiva y no dual. Debido a ello, después asegura no haber titubeado ni un
instante. Martín Fierro por fin ha alcanzado el estado de certeza.
Toda cubierta de sangre
aquella infeliz cautiva
tenía dende abajo arriba
la marca de los lanzazos;
sus trapos hechos pedazos
mostraban la carne viva.
Alzó sus ojos al cielo
en sus lágrimas bañada;
tenía las manos atadas;
su tormento estaba claro;
y me clavó una mirada
como pidiéndome amparo.
Yo no sé lo que pasó
en mi pecho en ese instante;
estaba el indio arrogante
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con una cara feroz:
para entendernos los dos
la mirada fue bastante.
El peligro en que me hallaba
al momento conocí;
nos mantuvimos ansí,
me miraba y lo miraba;
yo al indio le desconfiaba
y él me desconfiaba a mí.
A juerza de precaución
muchas veces he salvado,
pues en un trance apurado
es mortal cualquier descuido;
si Cruz hubiera vivido
no habría tenido cuidado.
En tamaña incertidumbre,
en trance tan apurado,
no podía, por el contado,
escaparme de otra suerte
sino dando al indio muerte
o quedando allí estirado.
¡Bendito Dios poderoso!
Quién te puede comprender
cuando a una débil mujer
le diste en esa ocasión
la juerza que en un varón
tal vez no pudiera haber.
Esa infeliz tan llorosa
viendo el peligro se anima;
como una flecha se arrima
y, olvidando su aflición,
le pegó al indio un tirón
que me lo sacó de encima.
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Ausilio tan generoso
me libertó del apuro,
si no es ella, de siguro
que el indio me sacrifica,
y mi valor se duplica
con un ejemplo tan puro.
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Aquel duelo en el desierto
nunca jamás se me olvida;
iba jugando la vida
con tan terrible enemigo,
teniendo allí de testigo
a una mujer afligida.
Muchas veces el Alma de cada uno no puede liberarse del cautiverio
al que la somete el yo inferior o ego. Esta situación, Santa Teresa de Ávila la
expresó así: «¡Oh pobre mariposilla, atada con tantas cadenas que no te dejan volar lo que querrías!».
Cuanto él más se enfurecía,
yo más me empiezo a calmar;
mientras no logra matar
el indio no se desfoga;
al fin le corté una soga
y lo empecé aventajar.
Al seguir la secuencia de estas estrofas, comprendemos que son verdaderos diamantes revelados, que nos enseñan a dar muerte a todo lo que hayamos sido, y a renacer transformados en el encuentro con la Divina Presencia. Al decir el autor: «tenía las manos atadas; su tormento estaba claro»,
nos está indicando que el Alma Humana, la Cautiva, aún se encuentra prisionera del Indio, el ego, quien todavía no ha muerto al deseo. Es violento y nos
invita a la autodestrucción con una fuerza enorme, siendo capaz de hacernos
retornar a las moradas inferiores. Esta enseñanza es una llamada a que sintamos bajo la piel, el sufrimiento de nuestra Alma y el de todas las almas encarnadas o desencarnadas. Sabemos todos que el condicionamiento estimula
el egoísmo personal y colectivo. También corrompe e impide la unión con el
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Maestro, deteniendo el proceso de evolución espiritual del Hombre. Tiene en
realidad un doble significado, quien no está apto, no puede cruzar el umbral.
Y dicho umbral, tiene importancia en tanto y en cuanto uno desee con toda
su Alma trascenderlo. Nadie nos obliga a crecer. Es un acto de pura libertad
consciente.
En la anteúltima estrofa, el autor nos da una clase magistral sobre la
Unidad existente en todos los seres y en todas las cosas, integrando la debilidad y la fortaleza que coexisten en nuestra Alma. Para explicarnos la forma
en que resuelve el conflicto con el Indio, es decir el ego o yo inferior, el autor establece un enfrentamiento entre ambos. El encuentro alcanza ribetes de
una magnitud tal, que Martín Fierro sólo podrá vencer con la ayuda de la Providencia Divina
Para esplicar el misterio
es muy escasa mi cencia:
lo castigó, en mi concencia,
su Divina Majestá:
donde no hay casualidá
suele estar la Providencia.
Es importante resaltar el conocimiento de las Leyes de la Naturaleza
por parte del autor, como así, el hecho de poseer una didáctica especial. Al
decirnos «no hay casualidá» está corroborando saber que existe la Causalidad, la cual está basada en la Ley de Causa y Efecto, que los Hindúes denominan Karma. Y en la que cada uno se hace responsable de sus propias acciones. Tan sólo al observar el desequilibrio ecológico que hemos provocado
en nuestro Planeta, quedamos en condiciones de comprender el grado de ignorancia que en general tenemos acerca de las Leyes de la Naturaleza. Como
también, el uso indebido que hacemos de la palabra y del pensamiento, al que
hemos degradado su valor original.
Si actuamos con humildad, siempre la Providencia Divina estará lista para asistirnos. Por lo general, esto es mejor conocido por las personas de
menores recursos, que son «como los lirios del campo y las aves del cielo».
No obstante, puede haber falta de humildad en la pobreza y a su vez, existir
humildad en quienes tienen un buen pasar. Del mismo modo que reconocemos que la pobreza tiene riquezas, que la riqueza desconoce. Con el tiempo,
comprenderemos que el exceso y el defecto, son dos carencias con el mismo
grado de inconsistencia. Pitágoras decía: «Es más fácil manejarse en la adversidad que en la prosperidad». Quizás, porque el poder obnubila.
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En una nueva dentrada
le pegué un golpe sentido,
y al verse ya mal herido,
aquel indio furibundo
lanzó un terrible alarido
que retumbó como un ruido
si se sacudiera el mundo.
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Al fin de tanto lidiar,
en el cuchillo lo alcé,
en peso lo levanté
aquel hijo del desierto,
ensartado lo llevé,
y allá recién lo largué
cuando ya lo sentí muerto.
Me persiné dando gracias
de haber salvado la vida;
aquella pobre afligida
de rodillas en el suelo,
alzó sus ojos al cielo
sollozando dolorida.
Me hinqué también a su lado
a dar gracias a mi santo:
en su dolor y quebranto
ella, a la madre de Dios,
le pide, en su triste llanto,
que nos ampare a los dos.
Se alzó con pausa de leona
cuando acabó de imporar,
y sin dejar de llorar
envolvió en unos trapitos
los pedazos de su hijito
que yo le ayudé a juntar.
Cuando cada uno puede vencer su personalismo egocéntrico, rescata
a la Cautiva que es su Alma. Sabiendo, en su interior, que no es uno el ven-
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cedor, sino que es a través de uno y por el Uno, que sucede dicha transformación. Los Sufíes dicen: «Sólo Dios es vencedor». Paradójicamente, y a pesar
de la alegoría que utiliza el autor respecto del indio, dudamos que el hombre
blanco tenga una relación tan profunda con su Alma, como la tienen los pueblos nativos de esta Tierra.
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Dende ese punto era juerza
abandonar el desierto,
pues me hubieran descubierto,
y, aunque lo maté en pelea,
de fijo que me lancean
por vengar al indio muerto.
El gaucho Martín Fierro ha agotado su Karma, Cruz ha muerto y además, ha podido rescatar a la Cautiva de las garras del ego, que en este caso,
muere a los deseos y quereres, como así, a sus impulsos racionales. Ahora el
personaje siente en su interior la fuerza necesaria para «abandonar el desierto» e instalarse con más estabilidad en la Cuarta Morada. Al decir: «Dende
ese punto era juerza abandonar el desierto», nos está indicando que la apertura del centro superior correspondiente aquí al Cuarto Chakra, surge como
una necesidad interna y no externa de trascender los límites del plano en el
que estamos vibrando. La paz que siente, si bien no es definitiva, denota que
alcanzó su cometido. Todo el relato no es más que una invitación a que cada
uno de nosotros pueda cruzar dicho umbral de la mano del Maestro. Es una
hoja de ruta que nos guía hacia estados superiores de consciencia.
A la afligida cautiva
mi caballo le ofrecí:
era un pingo que alquirí,
y donde quiera que estaba
en cuanto yo lo silbaba
venía a refregarse a mí.
Yo me le senté al del pampa;
era un escuro tapao;
cuando me hallo bien montao
de mis casillas me salgo;
y era un pingo como galgo,
que sabía correr boliao.
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La lucha desgarradora que pudimos apreciar en el Capítulo 9, tiene
escenas de una violencia sin igual. Expresa el proceso que permite liberar las
fuerzas contenidas en el inconsciente de cada uno. Ahora hace falta recordar
que tal confrontación, si bien es inevitable, tiene un sentido ulterior. Éste consiste en participar activamente en el rescate de las Almas Cautivas de quienes
nos rodean, simplemente dando testimonio de nuestra transformación interior. A pesar de lo compleja que es la situación, tanto en el plano individual,
familiar, social y humanitario, debemos evitar el camino fácil. A cambio, José Hernández nos invita, con un canto de esperanza, a comprender que el
Bien siempre triunfa, como manifestación del triunfo de la Luz sobre las tinieblas (Gn 1-4) y (Jn 1-5): «La luz sobre las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella».
El pampa educa al caballo
como para un entrevero;
como rayo es de ligero
en cuanto el indio lo toca;
y, como trompo, en la boca
da güeltas sobre de un cuero.
Lo varea en la madrugada;
jamás falta a este deber;
luego lo enseña a correr
entre fangos y guadales;
ansina esos animales
es cuanto se puede ver.
En el caballo de un pampa
no hay peligro de rodar,
¡jue pucha! Y pa’ disparar
es pingo que no se cansa;
con prolijidá lo amansa
sin dejarlo corcoviar.
Pa’ quitarle las cosquillas
con cuidao lo manosea;
horas enteras emplea,
y, por fin, sólo lo deja,
cuando agacha las orejas
y ya el potro ni cocea.
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Jamás le sacude un golpe
porque lo trata al bagual
con pacencia sin igual;
al domarlo no le pega,
hasta que al fin se le entrega
ya dócil el animal.
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Así como el indio pampa (ego), educa con tanto esmero a su caballo,
que representa independencia y supervivencia, nosotros debemos comprender que el mismo ego que nos complica tanto la vida, es el que a su vez, ha
de participar en la construcción de nuestra libertad consciente. Lao-Tsé decía: «Lo alto tiene a lo bajo por fundamento». Es decir que para que el Yo
Superior esté en su sitio, el yo inferior o ego, debe actuar con mansedumbre
y ponerse «a los pies del Maestro», como lo enseñó Jedhu Krishnamurti. De
ahí que en la Biblia se considere bienaventurados a los mansos y a los humildes. Sabiendo plenamente que ese manso de hoy, fue ayer un rebelde. En este caso, el indio no le pega al caballo al domarlo, porque representa sus ansias de libertad y es quien puede salvarle la vida. Si nos preguntamos cuál es
la tarea que tiene el Yo superior, al ponerse en contacto con nuestra Alma, la
respuesta es, precisamente, salvarnos la vida. Es por eso que al Cristo resucitado se le denomina Salvador y también Sanador, por el efecto que se produce en nuestra aura cuando el Alma se une al Yo Espíritu. Cada vez son más
los niños y adolescentes que perciben dicho fenómeno. Esto, con el tiempo,
va a invitar a revisar las conductas de los adultos.
Es comprensible que nos cueste creer que en estos apretados octosílabos more tanta enseñanza profunda, pero todavía nos queda mucho por andar y aprender de Don José Hernández.
A continuación voy a compartir una revelación de la que participa
una amiga. Una mañana, ella llega a mi casa y me cuenta que ha tenido un
sueño en el que una piedra rústica cae del cielo sobre sus manos y en el interior de la misma se puede ver el Arco Iris. El sueño la sorprende notablemente. La interpretación es la siguiente: la piedra que cae del cielo es el Martín
Fierro Interior. Dicha figura representa que las enseñanzas que este libro
contiene, vienen por medio de la revelación, y no como resultante de un razonamiento lógico o especulativo. La «piedra» es rústica, porque el texto original de Hernández está redactado en poesía gauchesca, y a su vez, en su interior guarda el Arco Iris, lo que significa que la totalidad de la obra de José
Hernández constituye un camino de siete etapas de Conocimiento, tres en La
Ida y cuatro en La Vuelta. Este sendero está escrito en el «interior» de cada
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uno, palabra que se le agregó al nombre del texto original, para conformar el
título de este trabajo. Como ya es sabido, el Arco Iris tiene siete colores y la
obra referida nos enseña cómo transitar los Siete Centros Internos o Moradas.
Las que a su vez, tienen correspondencia con cada uno de los siete colores
del Arco Iris. «Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; más el
hombre no entiende. Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho. Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo» (Job 33-14,15 y 16).
Muchos quieren dominarlo
con el rigor y el azote,
y si ven al chafalote
que tiene trazas de malo,
lo embraman en algún palo
hasta que se descogote.
Sabemos que el proceso de maduración de la consciencia es una consecuencia de la Evolución del Alma, pero si es forzado mediante la represión,
surge un daño recíproco que afecta a quien lo hace y a quien lo padece. Cuando aquello que nos une al tiempo y al espacio, como lo es la corporeidad, que
nace, crece, se desarrolla y muere, se pone en contacto con lo trascendente,
referido a la conjunción Alma / Espíritu, se produce en tal encuentro la sincronicidad de lo Eterno y lo Temporal, y el instante alcanza su máxima plenitud al abordar un nuevo estado de consciencia. Tal estado se puede alcanzar mediante la práctica de la Respiración Consciente. Así, la Humanidad se
purifica a través de la superación del dolor.
Aventaja a los demás
el que estas cosas entienda;
es bueno que el hombre aprienda,
pues hay pocos domadores
y muchos frangolladores
que andan de bozal y rienda.
Me vine, como les digo,
trayendo esa compañera;
marchamos la noche entera,
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haciendo nuestro camino
sin más rumbo que el destino,
que nos llevara ande quiera.
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La farsa y la especulación son hijas del cambio aparente y esta es una
época de falsos profetas. Por lo tanto, la transformación profunda requiere de
la aceptación de nuestra existencia en forma global, como así, de todas las
pruebas que la misma contiene, mediante la renuncia a lo que nuestro ego imponga. Sólo así alcanzaremos la plenitud de la consciencia. En realidad, la
«clave» la da San Juan al decirnos: «Es necesario que yo mengüe y que Él
crezca». Si podemos guiar a los demás con amor y respeto, sin dañarlos y sin
dañarnos, el proceso de transformación se dará en el instante que le corresponda a cada uno. Ya es conocido que debemos morir al condicionamiento
que habita en nosotros, para despertar las fuerzas del Alma. Muchos lo evitan porque es un trabajo de jornada completa y que, finalmente, nos ocupa la
vida entera. Lo cierto es que vale la pena intentarlo.
Es un peligro muy serio
cruzar juyendo el desierto:
muchísimos de hambre han muerto,
pues en tal desasosiego
no se puede ni hacer fuego
para no ser descubierto.
Sólo el albitrio del hombre
puede ayudarlo a salvar;
no hay auxilio que esperar,
sólo de Dios hay amparo:
en el desierto es muy raro
que uno se pueda escapar.
Ya es conocido que «muchos son los llamados y pocos los elegidos».
No todas las personas desean conectar su Alma con el Maestro y aún así, debemos respetarlas. Es importante también, destacar el concepto profundo que
encierra el término «albitrio» (arbitrio), del cual deriva la palabra árbitro. Se
supone que si uno no está consciente, su arbitraje será polar y por lo tanto,
prevalecerá el caos sobre el orden. Más si ocurre lo contrario, es decir, si es-
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tamos «despiertos» (conscientes), prevalecerá el orden sobre el caos y el arbitraje será correcto e imparcial. Por ende habrá justicia, equilibrio y armonía. Al expresar: «No hay auxilio que esperar», sabe que es muy difícil pasar
esta prueba, si no tiene confianza en si mismo.
Al aseverar el gaucho Martín Fierro que es un peligro muy serio cruzar huyendo el desierto, está dejando claro que avanzar sin consciencia es negación, y por lo tanto, anticipación de la caída y retroceso a la vez. Es importante que sepamos que este fenómeno que está sucediendo en el interior de
cada uno, no es una carrera de obstáculos. Sino que es algo tan simple y complejo a la vez, que le otorga un sentido trascendente a nuestra existencia y nos
hermana con toda la Humanidad. Muchas personas buscan mediante la droga u otros métodos, abrir sus puertas internas, pero hoy sabemos que «es un
peligro muy serio cruzar juyendo en desierto». Recordemos que el «desierto» al que se refiere José Hernández, es la región subdiafragmática correspondiente a la Primera, Segunda y Tercera Morada. Por eso muchos adictos
mueren de sobredosis. Cosa que jamás podría ocurrir si oramos sin cesar, porque la «dosis» de Amor Divino que recibimos, es proporcional a la capacidad
de asimilación del Alma de cada uno. Por lo tanto, no hay sobredosis. Dice el
Doctor Rubén Feldman González: «La transformación puede ocurrir inmediatamente y no se necesita tiempo».
En la Alhambra hay un fraseo ornamental que se repite incesantemente en la decoración edilicia, está escrito en árabe y su traducción es: «Sólo Dios es vencedor», palabras que conocí a través del Doctor Eduardo Alfonso. Lo insólito de la forma en cómo se manifiesta la revelación, es que
nunca sabemos cuando ha de manifestarse. Analicemos este hecho: luego de
escribir este comentario, llega una amiga y me trae una cerámica de regalo,
específicamente de Granada, España, la cual tiene en relieve, escrito en arabescos, el fraseo ornamental de la Alhambra; ¿casualidad o Causalidad? Ahora bien, si prestamos atención al mensaje que nos da José Hernández cuando
dice: «Sólo de Dios hay amparo», veremos que su significado es tan profundo, que bien podría constituir el texto de nuestra oración permanente. Especialmente, en los momentos de angustia que se viven en este tiempo, donde
todos comprobamos que ningún gobierno del mundo está en condiciones de
brindar un amparo verdadero a sus habitantes, y que la impunidad, la corrupción, el latrocinio, van en aumento, como parte de la crisis global que padece toda la Humanidad. No obstante, debemos considerar a este fenómeno como un mal necesario para la evolución del Alma Humana. Si el Amor fuera
el motor de todas las relaciones interpersonales, la convivencia humana sería
diferente.
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En la medida en que la crisis vaya en aumento, también irán rescatándose las «almas cautivas» de toda la Humanidad. Además, con el tiempo
dejaremos de destruir nuestra «casa» o Ecosistema Planetario. Y para todos
aquellos que trabajan con niños, adolescentes y jóvenes, vale esta advertencia: deben estar abiertos ante la posibilidad de detectar aquellas Almas sensitivas, que vienen a realizar un servicio a este planeta. Y saber que es una distinción poder trabajar con estos seres y también una responsabilidad con el
Maestro.
¡Todo es cielo y horizonte
en inmenso campo verde!
¡Pobre de aquel que se pierde
o que su rumbo estravea!
Si alguien cruzarlo desea
este consejo recuerde.
Marque su rumbo de día
con toda fidelidá;
marche con puntualidá
siguiéndolo con fijeza,
y, si duerme, la cabeza
ponga para el lao que va.
Hernández pide marcar el rumbo de día, momento en el que prevalece la Luz sobre las tinieblas, y hacerlo con fidelidad, puntualidad y fijeza.
Tres condiciones básicas, que podríamos resumir en una clara intencionalidad basada en la necesidad de no perder nuestro propio Centro Interior. Recordemos que cada vez que por diferentes motivos lo perdemos, debemos retornar a él a la brevedad, mediante la práctica de la Respiración Consciente.
Lao-Tsé dijo: «La calma en el movimiento, es la verdadera calma».
Oserve con todo esmero
adonde el sol aparece;
si hay ñeblina y le entorpece
y no lo puede oservar,
guárdese de caminar,
pues quien se pierde perece.
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Dios les dio istintos sutiles
a toditos los mortales;
el hombre es uno de tales,
y en las llanuras aquellas
lo guían el sol, las estrellas,
el viento y los animales.
Después de mucho sufrir
tan peligrosa inquietú,
alcanzamos con salú
a divisar una sierra,
y al fin pisamos la tierra
en donde crece el ombú.
Nueva pena sintió el pecho
por Cruz, en aquel paraje,
y en humilde vasallaje
a la majestá infinita,
besé esta tierra bendita
que ya no pisa el salvaje.
En este instante Martín Fierro siente la seguridad de estar protegido
por el Maestro y resguardado en la consciencia. La Cuarta Morada es la Tierra Bendita. Ahora agradece a la misericordia Divina la protección recibida
para rescatar a la Cautiva.
Al fin la misericordia
de Dios nos quiso amparar;
es preciso soportar
los trabajos con costancia:
alcanzamos a una estancia
después de tanto penar.
Decía Jesús: «Misericordia quiero, no sacrificio». Nosotros hemos
hecho un culto al sacrificio y no entendemos que quiere decir «Sacro-oficio»,
cuyo significado real, es el Oficio Sagrado de vivir consciente, algo que puede vivir y comprobar, toda persona de buena voluntad. La constancia y la per-
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severancia, son las herramientas fundamentales para cerrar los ciclos que determinarán los nuevos estados de consciencia. La «estancia» a la que se refiere, no es un predio en particular. Se trata del umbral que posibilita entrar
en el Período de las Transformaciones Estables, es decir, instalarnos con plenitud dentro de las enseñanzas más profundas del Cuarto Centro de Energía
o Morada. Las cuales están representadas en aquello que se denomina, «Buenas Tendencias», que según Harish Johari incluye la práctica de la Respiración Consciente, de una alimentación racional y la práctica de una disciplina
con regularidad, para estabilizar la existencia.
Concluyo esta relación,
ya no puedo continuar,
permítanme descansar:
están mis hijos presentes,
y yo ansioso porque cuenten
lo que tengan que contar.
Así como en el Cuarto Chakra o Morada se honra al padre y a la madre (Ex 20-12), aquí el autor, mediante el gaucho Martín Fierro, ha querido
también honrar a sus hijos en este encuentro, integrando a su ascendencia y
descendencia respectivamente. En lo que respecta al trabajo interior, ya hemos abandonado los quereres polares, al encontrar la Ley de la Unidad o del
Amor en nuestro corazón, abriéndose el centro correspondiente. Por lo tanto,
observaremos un aumento progresivo de nuestra capacidad de amar, servir y
comprender.
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Comentarios sobre el capítulo 11
José Hernández sabía perfectamente que para el maestro de Samos,
los números 11, 22 y 33 tenían un significado particular. A éstos, Pitágoras
los llamaba «números maestros», porque repetían la Mónada o Unidad. Por
tal motivo, termina el autor su obra en el Capítulo 33, aclarando a su vez,
«que es la mesma edá de Cristo».
Y mientras que tomo un trago
pa’ refrescar el garguero,
y mientras tiempla el muchacho
y prepara su estrumento,
les contaré de qué modo
tuvo lugar el encuentro.
Me acerqué a algunas estancias
por saber algo de cierto,
creyendo que en tantos años
esto se hubiera compuesto;
pero cuanto saqué en limpio
fue que estábamos en lo mesmo.
La mayor parte de los cambios que realizamos y a su vez, que experimenta la Humanidad, son aparentes. El ejemplo más burdo es creer que las
guerras van a traer Paz y solución a los problemas económicos.
Ansí me dejaba andar
haciéndome el chancho rengo,
porque no me convenía
revolver el avispero;
pues no inorarán ustedes
que en cuentas con el gobierno
tarde o temprano lo llaman
al pobre a hacer el arreglo.
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Pero al fin tuve la suerte
de hallar un amigo viejo
que de todo me informó,
y por él supe al momento
que el juez que me perseguía
hacía tiempo que era muerto:
por culpa suya he pasado
diez años de sufrimiento
y no son pocos diez años
para quien ya llega a viejo.
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Al decirnos el gaucho Martín Fierro: «el juez que me perseguía hacía tiempo que era muerto», está manifestando que el crecimiento interior es
un hecho posible, porque se ha liberado de la intromisión permanente del
ego, el cual ya no puede actuar como juez y llenarlo de culpas. Analicemos
en profundidad este mensaje: si el juez era injusto y ha muerto, es porque surge un nuevo sentido de justicia, basado en la Justicia Divina. En la enseñanza Bíblica encontramos dos mensajes bien definidos del pensamiento de Jesucristo: «Arrepiéntete y anda» y «Perdónalos, que no saben lo que hacen».
Y los he pasado ansí,
si en mi cuenta no me yerro:
tres años en la frontera,
dos como gaucho matrero,
y cinco allá entre los indios
hacen los diez que yo cuento.
Me dijo, a más, ese amigo
que anduviera sin recelo,
que todo estaba tranquilo,
que no perseguía el Gobierno,
que ya naides se acordaba
de la muerte del moreno,
aunque si yo lo maté
mucha culpa tuvo el negro.
Estuve un poco imprudente,
puede ser, yo lo confieso,
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pero él me precipitó
porque me cortó primero;
y a más me cortó en la cara
que es un asunto muy serio.
Nuevamente, José Hernández hace gala de su conocimiento de la numerología pitagórica. El gaucho Martín Fierro, mientras relata a sus hijos las
peripecias vividas hasta que se produce el reencuentro, les dice: «Y no son
pocos diez años para quien ya llega a viejo». Más adelante, y precisamente
en el capítulo 30, el autor da las bases desde el punto de vista poético de lo
que se denomina el Decanato Pitagórico, que contiene diez puntos. Y como
si fuera poco, la suma de los 13 capítulos de La Ida y los 33 de La Vuelta, da
como resultado 46. Al sumar entre sí las dos cifras que componen este número, obtenemos nuevamente 10. El Doctor Eduardo Alfonso, en su obra La Sabiduría Pitagórica, explica que el diez era considerado perfecto. Los griegos
lo denominaban panteleia, que quiere decir «todo completo». Diez es también la suma de 3 + 7, teniendo en cuenta que el número tres representa la
constitución, y el siete, la manifestación. En el rostro se expresa en estos tres
niveles, desde el mentón a la base de la nariz, desde la misma, hasta el arco
superciliar y desde dicho arco, hasta la raíz del cabello. Además, diez es el
número de los dedos de las dos manos y, por esta razón, es la base del sistema de numeración decimal, que Pitágoras trajo del Oriente. También son diez
los Yods, de la Tetrectys pitagórica, y diez los Sephiroths, que son los alientos o espíritus de la Kábala.
Al expresar «ya naides se acordaba de la muerte del moreno», nos recuerda que la muerte del Moreno Mayor representa la negación que a diario
hacemos, hasta en las cosas más pequeñas, del Maestro Interior o Yo superior.
Hecho que se puso más de manifiesto en La Ida, cuando transitábamos la Primera, Segunda y Tercera Morada. No debemos olvidar que el ego tiene poder
de negación y por lo tanto, olvida todo lo que no le conviene recordar.
De mis hijos he encontrado
sólo dos hasta el momento;
y de ese encuentro feliz
le doy gracias al cielo.
A todos cuantos hablaba
les preguntaba por ellos,
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más no me daba ninguno
razón de su paradero.
Casualmente el otro día
llegó a mi conocimiento
de una carrera muy grande
entre varios estancieros;
y fui como uno de tantos,
aunque no llevaba un medio.
No faltaba, ya se entiende,
en aquel gauchaje inmenso
muchos que ya conocían
la historia de Martín Fierro;
y allí estaban los muchachos
cuidando unos parejeros.
Cuando me oyeron nombrar
se vinieron al momento,
diciéndome quiénes eran,
aunque no me conocieron,
porque venía muy aindiado
y me encontraban muy viejo.
La junción de los abrazos,
de los llantos y los besos
se deja pa’ las mujeres,
como que entienden el juego:
pero el hombre que compriende
que todos hacen lo mesmo,
en público canta y baila,
abraza y llora en secreto.
Lo único que me han contado
es que mi mujer ha muerto;
que en procuras de un muchacho
se fue la infeliz al pueblo,
donde infinitas miserias
habrá sufrido por cierto;
que, por fin, a un hospital
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fue a parar medio muriendo,
y en ese abismo de males
falleció al muy poco tiempo.
Les juro que de esa pérdida
jamás he de hallar consuelo;
muchas lágrimas me cuesta
dende que supe el suceso;
mas dejemos cosas tristes,
aunque alegrías no tengo;
me parece que el muchacho
ha templao y está dispuesto;
vamos a ver qué tal lo hace,
y juzgar su desempeño.
La importancia de este momento trascendental, reside en la posibilidad de que cada uno de nosotros pueda ver en su interior el significado del
re-encuentro, tanto consigo, como con los demás. Y muy especialmente con
aquellos seres que tanto por sus aciertos, como por sus desaciertos, han tenido un valor significativo en nuestra evolución. Aquí el perdón, la aceptación,
la comprensión y el arrepentimiento, como así, la Acción de Gracias, dan las
bases para el lanzamiento del desarrollo de los Centros Superiores.
Como un anticipo de lo que ocurrirá al despertar la Quinta Morada,
llegamos al instante mismo que Jarish Johari define así: «viejas relaciones
adquieren nuevas perspectivas al ser examinadas a la luz de una consciencia purificada». El trabajo interior está basado en la posibilidad de retornar
continuamente al propio Centro, el cual actúa como punto de confluencia entre lo Eterno y lo Temporal, también como manifestación del punto laya, correspondiente a la matriz del mundo, donde los opuestos se neutralizan. No
olvidemos que la suma de todos los opuestos da Cero. Sólo así, podemos
comprender la maravillosa enseñanza que encierra este versículo: «Yo hago
nuevas todas las cosas», (Ap 21-5). Todos sabemos que son múltiples las circunstancias que nos alejan a diario del punto Cero, del propio Centro, e inclusive, en ciertas ocasiones, lo perdemos varias veces en una misma hora, ya
sea por factores internos o externos. Por tal motivo, no debemos perder de
vista la posibilidad de retornar, porque dicho Centro es el sitio donde la Calma y el Silencio son un hecho posible, y donde nuestro Guía Interior, el
Maestro, nos habla y protege con su Divina Presencia. Como si esto fuera poco, es también el sitio donde nuestro ego toma clases de mansedumbre.
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Ustedes no los conocen,
Yo tengo confianza en ellos,
No porque lleven mi sangre
(eso fuera lo de menos),
sino porque dende chicos
han vivido padeciendo;
los dos son aficionados,
les gusta jugar con fuego,
vamos a verlos correr:
son cojos… hijos de rengo.
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El hijo mayor de Martín Fierro
Comentarios sobre el capítulo 12
La penitenciaría
Si hacemos una observación superficial de la siguiente enseñanza,
parece que sólo tuviera valor preponderante para aquellos individuos que se
encuentran presos, ya sea justa o injustamente, en la penitenciaría. Más cuando entendemos este mensaje que dejó Vicente María Giner: «La vida es un
vector que se desprende de la eternidad», entonces comprendemos que todo
encierro, toda pérdida de libertad, implica la perpetuación de la filosofía binaria y dual en sí misma. Aquí el supuesto «malo», es encerrado por el supuesto «bueno», para hacer de la justicia «buena» una apariencia de equilibrio y armonía, cuando en realidad es la negación de la Libertad y el Amor.
Hoy las cárceles están repletas de aberraciones de la conducta humana, las
que a su vez, produce la Humanidad a la que pertenecemos. Pero como padecemos un problema grave con los límites, nos cabe esta pregunta: ¿El límite de la cárcel es hacia adentro o hacia fuera? Si invertimos el punto de observación y lo externo se hace interno, comprobaremos que en nuestro yo
inferior se encuentran integrados el preso y el carcelero. Por lo tanto, la cárcel o penitenciaría, termina siendo nuestro propio cuerpo, al que en un intento de fuga, buscamos «sacarnos» mediante la diversión, el alcohol, la marihuana o la novela, o drogándonos con información desinformada para no ver
nuestra propia realidad trascendente. Nos falta Amor.
Aunque el gajo se parece
al árbol de donde sale,
solía decirlo mi madre
y en su razón estoy fijo:
«Jamás puede hablar el hijo
con la autoridá del padre».
Al hijo que se refiere, es aquel que es Hijo de Dios, en tanto que el
padre, es el Creador. De tal forma que se cumple una vez más este versículo:
«Por sus obras los conoceréis».
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Recordarán que quedamos
sin tener dónde abrigarnos,
ni ramada ande ganarnos,
ni rincón ande meternos,
ni camisa que ponernos,
ni poncho con que taparnos.
Dichoso aquel que no sabe
lo que es vivir sin amparo;
yo con verdá les declaro,
aunque es por demás sabido:
dende chiquito he vivido
en el mayor desamparo.
No le merman el rigor
los mesmos que lo socorren;
tal vez porque no se borren
los decretos del destino,
de todas partes lo corren
como ternero dañino.
Y vive como los bichos
buscando alguna rendija;
el güérfano es sabandija
que no encuentra compasión,
y el que anda sin direción
es guitarra sin clavija.
Sentiré que cuanto digo
a algún oyente le cuadre;
ni casa tenía, ni madre,
ni parentela, ni hermanos;
y todos limpian sus manos
en el que vive sin padre.
Si lo recogen lo tratan
con la mayor rigidez;
piensan que es mucho tal vez,
cuando ya muestra el pellejo,
si le dan un trapo viejo
pa’ cubrir su desnudez.
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Observemos la vigencia de este mensaje y su vinculación con la realidad social que viven hoy miles de millones de habitantes de este Planeta.
Simplemente se pide que estas estrofas sirvan para abrir nuestro corazón a la
comprensión del dolor de los demás. Mientras la Humanidad destruya a sus
niños y no respete a sus ancianos, no tiene futuro, ni raíces.
Me crié, pues, como les digo,
desnudo a veces y hambriento;
me ganaba mi sustento
y ansí los años pasaban;
al ser hombre me esperaban
otra clase de tormentos.
Pido a todos que no olviden
lo que les voy a decir;
en la escuela del sufrir
he tomado mis leciones;
y hecho muchas reflesiones
dende que empecé a vivir.
A través del hijo mayor de Martín Fierro, el autor nos recuerda los
sufrimientos a los que nos vemos sometidos en la etapa de Purificación. A
propósito, Harish Johari nos deja esta enseñanza: «Avanzando a través de las
severidades de la vida, uno purifica la personalidad». Recordemos que el ignorante puede aprender del sabio, pero el sabio, amén de saber que no sabe,
tiene la capacidad de aprender, aún del ignorante. El hijo primogénito del
gaucho Martín Fierro, pide con clemencia que no olvidemos lo que nos viene a decir, como producto de sus meditaciones profundas. Es importante
comprobar cómo nuestra memoria suele ser tan frágil respecto del dolor, que
con frecuencia nos lleva a ser reincidentes, hasta que finalmente logramos
aprender la lección y no perpetuamos el conflicto.
Si alguna falta cometo
la motiva mi inorancia;
no vengo con arrogancia
y les diré en conclusión
que trabajando de pion
me encontraba en una estancia.
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Aquí estamos frente a uno de los diamantes que nos dejó José Hernández. Cuando expresa: «Si alguna falta cometo la motiva mi inorancia»,
nos invita a no ser indulgentes, sino a comprender que podemos caer una y
otra vez por nuestra ignorancia. No obstante, debemos entender a su vez que
solamente mediante la superación de la ignorancia, iniciamos el camino del
Conocimiento.
Si aplicamos algo que he denominado «Terapia de los Oficios Simples», comprenderemos la importancia que tiene el trabajar de peón, con humildad, desde abajo, aún en el tema más elevado que la vida pueda poner en
nuestras manos. Esta terapia consiste en aplicar en lo cotidiano las enseñanzas resultantes del manejo práctico e intuitivo, que nos transfieren aquellas
personas que llevan a cabo oficios simples, como por ejemplo el albañil, la
modista, el carpintero, el horticultor, el mecánico, etc. Ellos nos enseñan que
toda tarea realizada con amor, muy especialmente si está hecha con las manos, permite alcanzar con prontitud dos logros fundamentales: en principio,
la maestría que da la práctica, y en segundo lugar, la humildad resultante de
saber que es imposible abarcarlo todo. Por mejor que se haya aprendido un
oficio o profesión, uno desconoce la totalidad del mismo y mucho menos, sabe todos los oficios. Por lo tanto, es imprescindible para continuar por el sendero interior, que permanezcamos «en el plan de un bajo», es decir, actuando con humildad. Por eso nos dice el hijo mayor de Martín Fierro: «no vengo
con arrogancia», la cual es siempre un estorbo. Por ejemplo, en el caso del
albañil, éste construye con una lógica singular: parte desde los cimientos, que
representan la Voluntad (aquello que sostiene), luego continúa hacia arriba
(Evolución), edificando los muros, con sus aberturas, es decir, aquello que
tiene que ver con el Sentir y el Observar, que también permite comunicamos
hacia adentro y hacia fuera. Y por último, construye el techo, el cual, tiene
que ver con el Pensar. De lo que deducimos que el primer trabajo en el crecimiento interior, debe estar basado en el desarrollo de la Voluntad.
El que manda siempre puede
hacerle al pobre un calvario;
a un vecino propietario
un boyero le mataron,
y aunque a mí me lo achacaron
salió cierto en el sumario.
Criollo que cai en desgracia
tiene que sufrir no poco;
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naides lo ampara tampoco
si no cuenta con recursos;
el gringo es de más discurso,
cuando mata se hace el loco.
No sé el tiempo que corrió
en aquella sepoltura;
si de ajuera no lo apuran,
el asunto va con pausa;
tienen la presa sigura
y dejan dormir la causa.
Inora el preso a qué lado
se inclinará la balanza;
pero es tanta la tardanza
que yo les digo por mí:
el hombre que dentre allí
deje afuera la esperanza.
Sin perfecionar las leyes
perfecionan el rigor;
sospecho que el inventor
habrá sido algún maldito:
por grande que sea un delito
aquella pena es mayor.
Eso es para quebrantar
el corazón más altivo.
Los llaveros son pasivos,
pero más secos y duros
tal vez que los mesmos muros
en que uno gime cautivo.
No es en grillos ni en cadenas
en lo que usté penará
sinó en una soledá
y un silencio tan projundo
que parece que en el mundo
es el único que está.
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Ya nos relataba el personaje al empezar La Vuelta: «siento que mi pecho tiembla, que se turba mi razón…». Hoy recorren las ciudades, a cada instante, ambulancias con sus sirenas a toda prisa, que siempre son pocas, porque cada vez hacen falta más servicios de emergencia. Es que el sistema de
vida que hemos escogido, del cual no nos podemos apartar tan fácilmente,
aumenta los niveles de riesgo, especialmente del corazón, que entre tantos
quereres y odios, nos impide amarnos y servir a los demás con desapego. Actuando así, uno se enferma, le sube la presión y la cárcel amenaza con estallar, el «preso» (nuestro ego), quema sus mantas pero no se quiere asfixiar.
¡Cuánta esquizofrenia compartida!
Allá el día no tiene sol,
la noche no tiene estrellas;
sin que le valgan querellas
encerrao lo purifican;
y sus lágrimas salpican
en las paredes aquellas.
En soledá tan terrible
de su pecho oye el latido:
lo sé, porque lo he sufrido
y créamelo el aulitorio:
tal vez en el purgatorio
las almas hagan más ruido.
Cuando el ser humano desconoce el valor de la Respiración Consciente, «el día no tiene sol», el individuo carece de claridad de consciencia,
porque en el instante en que la Naturaleza, nuestra naturaleza interna, debería expandirse, no puede lograrlo y queda encerrada en la cárcel del ego. Actuando así, no solamente no tenemos Sol, es decir claridad interior, sino que
tampoco disponemos de la energía resultante del proceso de expansión de
nuestro Cuerpo Vital. A su vez, «la noche no tiene estrellas», lo que implica
que no podemos encontrarle el sentido trascendente a nuestra existencia, que
permita de una vez por todas, integrar a nuestro microcosmos humano con el
Macrocosmos.
Ya sabemos que cada uno de nosotros es un mensaje cósmico que camina y por lo tanto, debe realizar la misión para la cual ha nacido. Todos estamos perfectamente diferenciados por el ADN, también mediante las impre-
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siones palmares y plantares, en el lenguaje fisiognómico de nuestro rostro, en
la modalidad de nuestros senos paranasales y frontales, como en la estructura anatómica en general. Vale agregar que aún en los gemelos univitelinos,
que poseen una enorme similitud, se mantiene la individualidad del Alma.
«Sin que le valgan querellas encerrao lo purifican», dice Hernández.
Ante lo que cabe preguntarse qué sentido tiene la perpetuación del conflicto,
más allá de continuar encarcelados en el propio egocentrismo. Verdaderamente debemos comprender que es falsa la idea que nos hace creer que con
una nueva querella estaremos del otro lado del conflicto. O que con la próxima guerra salvaremos a la industria armamentística y a la economía global,
o, en lo que respecta a la salud, creer que con una dosis mortífera de una droga muy costosa, vamos a recuperar la vitalidad (de Vida) y entonces seremos
fuertes, sanos y felices.
Cuando lloramos, ¿por quién lloramos? Lo hacemos por nosotros
mismos. Nuestro ego fabrica muros para separarse de los malos, de la tristeza o de lo desconocido. Este compañero de andanzas que es el ego, además
de ofrecernos lo ilusorio por Real, ha establecido estructuras, moldes de pensamiento, dogmas y mecanismos de defensa. A su vez, se ha nucleado con
otros semejantes que lo apoyan, para dar lugar a las «grandes ideas», sobre
las cuales se sustenta la sociedad en la que vivimos. Entonces llegamos a esta conclusión: cuánta inseguridad hay detrás del muro del poder y qué fortaleza inmensa encontramos en la sonrisa de un niño, en aquella pareja que se
ama sobre las arenas de una playa desierta o en una rama que se deja mecer
por el viento y nos embriaga con el aroma de sus flores.
Adentro mesmo del hombre
se hace una revolución:
metido en esa prisión,
de tanto no mirar nada,
le nace y queda grabada
la idea de perfeción.
Si observamos con detenimiento, nos encontramos frente a uno de
los diamantes más grandes de esta obra maravillosa. Siempre y por distintos
motivos se están gestando revoluciones externas en esta Humanidad doliente. En cambio, la revolución que nos propone José Hernández se resume en
estas pocas palabras: «Adentro mesmo del hombre se hace una revolución».
Se está refiriendo a la transformación que se produce en nuestro interior, sin
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violencia y por Amor. Aquella en la que capitalizamos la fuerza de la crisis y
el alimento de la Revelación, dando como resultado final, la Revolución Interior. Es el Cristo Vivo de Pablo, que produce una revolución en el corazón
del hombre humilde que se encontraba encarcelado por su pequeño ego. Podemos también denominarla acertadamente «Revolución del Amor», porque
culmina en la Liberación por Amor y equivale a la Unión del Alma con el Espíritu. La energía resultante de dicha unión, es la que permite sacarnos de la
condición de observadores pasivos, para involucrarnos activamente en la
construcción de la Nueva Humanidad.
Aquel que ha vivido libre
de cruzar por donde quiera
se aflije y se desespera
de encontrarse allí cautivo;
es un tormento muy vivo
que abate la alma más fiera.
Aunque decirlo parezca obvio, el Alma y el Espíritu pertenecen al
mundo espiritual y están antes, durante y después de esta existencia. Son tres
claves a la hora de saber cuándo debemos conectarnos con el Maestro interior, es decir, en el antes, durante y después de todas las cosas. Si apelamos
al inconsciente, aparece el recuerdo de otros tiempos en los que hemos sido
verdaderamente libres «de cruzar por donde quiera». Aquí el autor se refiere a la libertad que posee el alma antes de ingresar a nuestra corporeidad y
padecer el encierro, la cautividad, hasta no ser liberada por el Espíritu, comprendiendo de una vez por todas, que el condicionamiento egocéntrico «abate la alma más fiera».
En esa estrecha prisión
sin poderme conformar,
no cesaba de esclamar.
«¡Qué diera yo por tener
un caballo en que montar
y una pampa en que correr!»
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Ya sabemos que la «cárcel» en la que nos encontramos encerrados (el
egoísmo), es la que nos priva de vivir la Libertad Consciente. Así, nos quedamos reclamando al cielo que nos preste «un caballo en que montar y una
pampa en que correr».
En un lamento costante
se encuentra siempre embretao,
el castigo han inventao
de encerrarlo en las tinieblas
y allí está como amarrao
a un fierro que no se duebla.
Qué felicidad más grande sentimos cuando podemos darnos cuenta
de lo que ocurre a cada instante y reconocemos que lo importante es realizar
el giro interno y retomar el equilibrio. Sabiendo que por nuestra condición
humana, podríamos perderlo a cada momento, pero que una vez más intentaríamos recobrarlo. Entendiendo así que el «lamento costante» en el que está
sumida la mayor parte de la Humanidad nos tiene a todos «embretaos», es decir, sujetos, encerrados en las tinieblas, sin dejarnos ver la Luz. A propósito,
Harish Johari nos aporta lo siguiente: «El verdadero conocimiento es no atarse a los objetos percibidos mediante los sentidos, ya que cambian constantemente y al ser temporales no son, por lo tanto, la Realidad». El lamento, la
queja constante, responden al criterio binario, agotan la energía y uno se convierte en víctima de sí mismo.
No hay un pensamiento triste
que al preso no lo atormente;
bajo un dolor permanente
agacha al fin la cabeza,
porque siempre es la tristeza
hermana de un mal presente.
Debido a la crisis que existe en el mundo, todos y a cada momento,
podemos ser víctimas de la tristeza. Tal condición, nos hace prisioneros del
poder de turno y de la violencia e ignorancia, propia o ajena. A su vez, nos
vuelve dependientes de la vanidad y el orgullo. También uno puede ser prisio-
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nero de la astucia y la especulación. Todos conocemos el efecto que la tristeza provoca a nivel interno y en nuestro entorno familiar, social, nacional e internacional. Cuando nos rendimos a su influjo, quedamos atrapados en nuestra propia melancolía, cuya traducción es bilis-nigrans. En este caso, podemos
comprobar los efectos que el pensamiento produce sobre la liberación de bilis
hacia el torrente sanguíneo cuando estamos disgustados. A su vez, se le suman
los efectos que producen sobre las glándulas suprarrenales y el funcionamiento hepático. Prácticamente, no existe una sola persona con vocación espiritual,
que no tenga temperamento melancólico en diferente grado de combinación
que no tenga riesgo de padecerlo. Especialmente, si queda atrapada bajo el influjo de la acción disociativa de su propio ego y el de los demás, dado que interactúan recíprocamente. Tal situación, genera un triunfo momentáneo de las
Tinieblas sobre la Luz, contrario a la enseñanza del Centro del Amor en el que
nos encontramos en este instante. «Aquel, era la Luz verdadera, que alumbra
a todo hombre que viene a este mundo». (Jn 1-9).
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Mas allá de la crisis
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Del furor el corazón
se le quiere reventar,
pero no hay sinó aguantar
aunque sosiego no alcance;
¡dichoso en tan duro trance
aquel que sabe rezar!
Dirige a Dios su plegaria
el que sabe una oración;
en esa tribulación
gime olvidado del mundo,
y el dolor es más projundo
cuando no halla compasión.
Es importante destacar la sutileza que utilizó José Hernández para
dar énfasis a este tema, aplicando el mismo verbo a dos situaciones diferentes y a su vez, relacionadas entre sí. Distinguiendo a quien «sabe rezar», de
quien «sabe una oración». Aparentemente es una coincidencia, pero no debemos olvidar que los sabios como él no creían en la casualidad. A propósito, San Juan, en el Capítulo 3 Versículo 3, registra el diálogo entre Jesús y Nicodemo, donde señala lo siguiente: «De cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios». Luego en (Jn 3-7), refuerza la imagen anterior: «No te maravilles de lo que te digo: os es necesario nacer de nuevo». Todos los seres vivos hemos pasado una vez por el primer nacimiento, que consiste en una primera inspiración no-consciente,
correspondiente al instante en el que el bebé es dado a luz y hace su entrada
el complejo Alma / Espíritu en el cuerpo del niño. En lo que respecta al segundo nacimiento, corresponde al despertar la Consciencia del Yo mediante
el Hálito Divino. Ocurre cuando uno deja de interesarse por la realización de
su plan personal y egocéntrico y aprende a sincronizar su pequeña caja de resonancia con la Gran Caja de Resonancia Cósmica. Poniendo su individualidad en manos del Eterno, para lo cual, se hace imprescindible dirigir «a Dios
su plegaria».
No existe medicina más poderosa ni analgésico más eficaz que la
práctica de la oración permanente, conjugada con la respiración consciente,
correspondiente al segundo nacimiento. Esta produce, además, un aumento
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inmediato de endorfinas en sangre, eleva la presión parcial de oxígeno (Pp.
de O2) y disminuye la de dióxido de carbono (Pp. de CO2), a su vez, eleva
el Ph. sanguíneo a su justo valor (Ver 1 Ts 5-17). Facilita de este modo la recuperación de la Energía Vital y el control emocional, evitando el cada vez
más conocido Síndrome de Fatiga Crónica, que padecen millones de personas sensibles, por la simple causa de no haber podido unir su Alma con el
Maestro Interior.
En tan crueles pesadumbres,
en tan duro padecer,
empezaba a encanecer
después de muy pocos meses,
allí lamenté mil veces
no haber aprendido a leer.
Si analizamos el tema del analfabetismo en profundidad, éste debería constituirse en una invitación a que asumamos la vergüenza colectiva de
compartir nuestro pequeño y gran Planeta con hermanos que aún hoy, en el
inicio del Tercer Milenio, no pueden practicar la lectoescritura. Dar solución
a esta situación es una responsabilidad de todos y una tarea de alta complejidad que bien podríamos compartir con los gobiernos del Mundo, las organizaciones internacionales, los Organismos no gubernamentales (ONG) y las
distintas confesiones de fe existentes en la Humanidad. Contando además
con la colaboración de los medios de difusión, para así poner en práctica una
nueva utilización de los mismos. Hasta ahora, la mayor parte de los programas televisivos han servido para estupidizar a la gente. Hoy sabemos por un
informe de la revista Science, que los niños que ven televisión más de una hora por día, pueden convertirse en adultos violentos. El estudio ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Columbia y del Instituto de Psiquiatría de Nueva York, mediante la observación de 700 niños, desde su
infancia hasta su adultez. Como vemos, para salir de la cárcel de la Ignorancia, deberíamos continuar recorriendo el camino del Conocimiento, como la
mejor forma de liberación interior.
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El hijo segundo de Martín Fierro
Comentarios sobre el capítulo 13
Lo que les voy a decir
ninguno lo ponga en duda,
y aunque la cosa es peluda,
haré la resolución;
es ladino el corazón
pero la lengua no ayuda.
El rigor de las desdichas
hemos soportado diez años,
pelegrinando entre estraños
sin tener dónde vivir,
y obligados a sufrir
una máquina de daños.
Yo anduve ansí como todos,
hasta que al fin de sus días
supo mi suerte una tía
y me recogió a su lado;
allí viví sosegado
y de nada carecía.
En mí todo su cuidado
y su cariño ponía;
como a un hijo me quería
con cariño verdadero
y me nombró de heredero
de los bienes que tenía.
El juez vino sin tardanza
cuanto falleció la vieja
«De los bienes que te deja»,
me dijo, «yo he de cuidar:
es un rodeo regular
y dos majadas de ovejas».
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Era hombre de mucha labia,
con más leyes que un dotor.
Me dijo: «Vos sos menor
y, por los años que tienes,
no podés manejar bienes:
voy a nombrarte un tutor».
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Es sabido que el proteccionismo nos adormece. Quien protege posee
el poder, mientras que el protegido, entrega todo a cambio de su dependencia. Así nos dan lo que nos falta y muchas veces, lo que ya tenemos, pero a
cambio siempre de nuestra libertad. Tal actitud es condicionante, y por lo tanto, contraria a la posibilidad de practicar el arte de observarse a uno mismo.
Es también una forma de asistencialismo, tan común entre las naciones ricas,
respecto de las más necesitadas. Es un comportamiento que no permite el crecimiento genuino de ninguna de las partes, porque está basado en el menosprecio y el egoísmo. Representa la continuidad del pensamiento feudal. Es
discriminativo y contrario al Amor. Una cosa es solidaridad y otra es perpetuar la dependencia. A propósito, antes de morir, Randolfo López Barboza
nos dejó esta enseñanza profunda: «Sin Libertad, no hay Amor, sin Amor, no
hay Humildad, sin Humildad no hay Observación, sin Observación, no hay
Comprensión y sin Comprensión, no hay Comunión».
Hace 2.300 años, Lao-Tsé nos dio este mensaje: «Cuando te sientas
impulsado a dar, detente, porque eres tú quien da y el otro menospreciado
quien recibe». Nos ha llegado a todos la hora de enseñar a pescar y dejar atrás
el pensamiento colonial de darle a los demás pescado en la boca, a cambio de
sus riquezas y dependencia. Actitud que por estar basada en la especulación,
perpetúa en el poder a la Ignorancia y facilita el adormecimiento del Ser-humano. Decía en relación con esto Don Salvador Porta March: «Debemos recorrer el camino que va desde el personalismo, hacia la impersonalidad».
La fantasía de la solución fácil nos lleva a intentar resolver mágicamente nuestros conflictos mediante el racionalismo. Esto nos hace supersticiosos y obcecados. En cambio, la realidad nos invita a ser protagonistas de
nuestra transformación profunda, permitiendo hermanarnos en necesidades
comunes con todos aquellos que aún, en las antípodas del Planeta, comparten
nuestro destino de vivir y de morir.
En los versos del autor aparecen tres tipos de «ayudas». La primera,
es la brindada por la tía del hijo segundo de Martín Fierro, al dejarle al chico
la herencia. La segunda, es la que le hace el juez, al quitarle lo que le pertenece y ponerlo a cargo de un tutor. Y la tercera, corresponde a la ayuda que
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le da el Viejo Vizcacha, con sus consejos y antienseñanzas. Como podemos
observar, es fácil perderse en el laberinto de la existencia. Si luego analizamos en profundidad al Viejo Vizcacha, estaremos en condiciones de comprender que por la magia de la Vida, quien más nos daña es quien más nos
ayuda. Porque con su acción, nos invita a despertar la consciencia, revalorizándose de este modo la figura de Judas en la vida de Jesús, ya que su error,
fue un acierto. Sin él, no hubiera existido Jesucristo, quien con Amor nos dio
la otra mejilla. Eilán Itarte nos enseña así: «Cuando Dios lo quiere, hasta tu
enemigo se convierte en aliado».
No sé decir con fijeza
el tiempo que pasé allí;
y después de andar ansí,
como moro sin señor,
pasé a manos del tutor
que debía cuidar de mí.
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El condicionamiento tiene una particularidad singular: está basado
en la reiteración de los estímulos y actúa sobre el inconsciente. En su primera fase, uno llega a tomar por verdad al objeto condicionado, pero en la segunda fase, se genera por la Ley de Causa y Efecto, la necesidad de romper
con el mismo y se produce el «descondicionamiento». Esto nos demuestra
que la reiteración de estímulos a la que hoy está sometida la Humanidad,
concluirá con el despertar colectivo de la consciencia. Nadie puede actuar en
contra de sí mismo indefinidamente. Todo está bien en tiempo y forma, en
el lugar donde debe estar, a pesar de nuestras reticencias. El condicionamiento era una práctica ya conocida en la antigüedad, especialmente cuando se trataba de preparar el terreno para las futuras conquistas. Dicha tarea
se realizaba mediante individuos que se mimetizaban con los pueblos a conquistar, donde introducían proclamas para que la conquista resultara bienvenida y no algo despreciable. No obstante, debemos reconocer que nunca como en la actualidad, el ser humano había soportado una presión equivalente.
Aunque si lo observamos con buenos ojos, ésta será beneficiosa al fin, y facilitará el abordaje de nuevos estados de consciencia, sin que este resultado
sea su propósito primario.
En lo que respecta a la educación por el absurdo, camino ya conocido por las Matemáticas, José Hernández logra su representación literaria a
través del viejo Vizcacha. De este modo, muestra que todo está contenido en
la Unidad, sabe que los extremos se tocan en un círculo y por lo tanto, uno
puede recorrerlo en un sentido o en otro y llega al mismo lugar. Si posamos
nuestra atención sobre el viejo Vizcacha, entenderemos que es un maestro del
latrocinio, de la mentira, la especulación, la corrupción, la violencia, el desamor y la represión en todas sus formas. Él sugiere «tener siempre un palenque ande rascarse». Es decir, que nos invita a establecer relaciones simbióticas, basadas en el camino fácil, el del atajo, con apoyos externos y en la
inconsistencia. Donde el «culpable» de todo lo que nos sucede es siempre el
otro. Pero lo llamativo de este «sistema educativo», es que el hijo segundo de
Martín Fierro no sale igual al viejo Vizcacha, muy por el contrario, va realizando en su propia existencia aquello que enseñara San Pablo: «Conocedlo
todo y retened lo bueno». Recordemos que él mismo también tuvo una vida
caótica, hasta el momento de la revelación en el camino de Damasco. Este tema es muy significativo si lo analizamos en función del caos que vive buena
parte de la Humanidad, aún en los países del primer mundo. Esta situación
nos invita a pensar que en un futuro próximo, dicho caos facilitará la concre-
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ción de una transformación social profunda. Por lo tanto, representa un canto de esperanza para todos aquellos que, de una u otra manera, deseamos la
evolución del Alma humana. Como así también, para todas aquellas personas
que por diferentes motivos han tenido que vivir en medio de la pobreza más
extrema. Ante lo cual siempre es bueno preguntarse lo siguiente: «¿Maestro,
para qué me has mandado a este sitio?». Seguramente la respuesta será: para servir a los demás.
Si entendemos la correspondencia entre el condicionamiento y el
descondicionamiento, podríamos comprender fácilmente que la multiplicación del egoísmo a la que está sometida hoy la Humanidad, va a generar en
su contra-fase, la multiplicación de la Solidaridad y el Amor. Hecho que Ludwig van Beethoven expresó en el Himno a la Alegría. No cabe duda, sólo
Dios es Vencedor.
Me llevó consigo un viejo
que pronto mostró la hilacha:
dejaba ver por la facha
que era medio cimarrón;
muy renegao, muy ladrón,
y le llamaban Vizcacha.
Lo que el juez iba buscando
sospecho y no me equivoco;
pero este punto no toco
ni su secreto averiguo:
mi tutor era un antiguo
de los que ya quedan pocos.
Viejo lleno de camándulas,*
con un empaque a lo toro;
andaba siempre en un moro,
metido en no sé qué enriedos,
con las patas como el loro,
de estribar entre los dedos.
Ése fue el hombre que estuvo
encargao de mi destino;
siempre anduvo en mal camino,
y todo aquel vecindario
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decía que era un perdulario,
insufrible de dañino.
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(*) Mañas
Cuando el Juez me lo nombró
al dármelo de tutor,
me dijo que era un señor
el que me debía cuidar,
enseñarme a trabajar
y darme la educación.
Es interesante observar cómo al trabajar desde la Unidad, nada queda
sin hacer o librado al azar. Como ya hemos visto, la limitación va integrada a
la posibilidad y la Ignorancia al Conocimiento. Para este momento especial,
Lao-Tsé nos regaló esta página de su obra, el Tao Te King (capítulo XXIX).
«Para aquel que detenta el Imperio
querer manipularlo es ir al fracaso.
El Imperio es un vaso sagrado
que nadie tiene el derecho de manipular.
Quien lo manipula lo arruina
quien se lo apropia lo pierde.
Porque con respecto a las cosas
unas van delante otras van detrás,
unas son cálidas otras son frías,
unas son vigorosas otras son débiles,
unas son estables y otras son efímeras.
Por eso el Sabio rechaza el exceso
rechaza la extravagancia
rechaza la grandeza».
En realidad, la tarea del viejo Vizcacha en la vida del hijo segundo
de Martín Fierro es la de representar a Lucifer (dador de Luz).
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Comentarios sobre el capítulo 15
Siempre andaba retobao,
con ninguno solía hablar;
se divertía en escarbar
y hacer marcas con el dedo,
y cuando se ponía en pedo
me empezaba a aconsejar.
El primer cuidao del hombre
es defender el pellejo;
lleváte de mi consejo,
fijáte bien lo que hablo:
el diablo sabe por diablo
pero más sabe por viejo.
Aunque nos disguste aceptarlo, todo el sistema económico mundial
está montado sobre alfileres. La prueba más clara de que es disociativo y egocéntrico, es que perpetúa el conflicto y la dependencia, y cuando hay excedentes, pierden su valor los productos en el mercado. Esto se debe a la ley del
juego de la oferta y la demanda. Cuando así ocurre, se decomisan alimentos,
que para millones de seres humanos, resultarían imprescindibles para la supervivencia. Como vemos, estas actitudes son contrarias a la Solidaridad, el
Amor y la Vida misma.
Hacéte amigo del juez;
no le des de qué quejarse;
y cuando quiera enojarse
vos te debés encoger,
pues siempre es güeno tener
palenque ande ir a rascarse.
Hoy la política, la economía, la ciencia y en muchos casos, las religiones, practican la filosofía del viejo Vizcacha, llevando al hombre a enfrentarse en luchas fraticidas, basadas en el fanatismo y la ignorancia. Cuando en
realidad, Dios es Uno y es Amor. Los seres humanos no debemos perder de
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vista la marcada tendencia que poseemos a buscar apoyos externos, laterales,
dándoles el carácter de palenques. Podemos apoyarnos indistintamente en el
padre o en la madre, pero el día que se equivocan, se enferman o tienen que
partir de este mundo, entramos en una depresión profunda. Lo mismo ocurre
con respecto a los hijos o el trabajo; cuando algo falla, no toleramos seguir
viviendo. En otros casos, podemos apoyarnos en la política, en ideologías o
filosofías determinadas, sabiendo de antemano que estos apoyos son inconsistentes y por lo tanto, nos perpetúan en la dualidad. Hasta que finalmente
entendemos que el inestable busca apoyo en el supuesto estable, y cuando éste oscila y pierde su equilibrio, se desarticula todo el sistema. Es lo que se llama «efecto dominó», porque produce un derrumbe en cadena. Esto ocurre debido a que frecuentemente nos sostenemos en supuestos falsos.
Por el contrario, Jesús vino a enseñarnos que debemos ponernos de
pie y liberarnos por su Amor. Si así lo comprendemos, se produce en nuestro
interior un eje, donde el Yo Superior prevalece sobre el yo inferior o ego, el
cual se denomina «Eje Cielo-Tierra».
Rudolf Steiner se anticipó cuando dijo, en 1919, que este período en
el que iba a entrar la Humanidad se caracterizaría por no ser muy cómodo.
Precisamente, porque la filosofía del palenque dejaría de ser operante y los
referentes externos que supuestamente nos daban seguridad (padres, estado,
empresa, amigos, apellido, status, organismos, etcétera) la dejan de otorgar
por algún motivo y todo se cae. Esto nos hace comprender fácilmente que dichos apoyos no representan estabilidad para nadie. Puede entonces surgirnos
el deseo de apoyarnos en el palenque interno, es decir, en nuestro ego, cuando en realidad es el peor apoyo de todos, el más inestable. Hasta que finalmente, y ya en medio de la crisis, descubrimos al Mesías como el Maestro
que se manifiesta con su Omnipresencia, mediante la revelación. Decía Epicteto: «esclavo pagano y no tan pagano». Según enseñanzas de Carlos González Vallés: «No son las cosas mismas las que al hombre alborotan y le espantan, sino las opiniones engañosas que tiene el hombre, acerca de las
mismas cosas».
El hombre, hasta el más soberbio
con más espinas que un tala,
aflueja andando en la mala
y es blando como manteca:
hasta la hacienda baguala
cai al jagüel con la seca.
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La crisis en la que está sumida la Humanidad, va a servir para depurarnos del orgullo y la soberbia que tanto abunda en el hombre. Por favor, releer esta estrofa de José Hernández, porque una vez despojados de dichos
complejos de superioridad, vamos a poder beber del «jagüel», hermanados en
la misma sed de Agua Viva.
No andés cambiando de cueva,
hacé las que hace el ratón:
conserváte en el rincón
en que empezó tu esistencia:
vaca que cambia querencia
se atrasa en la parición.
No te dejés afligir
aunque el mundo se desplome:
lo que más precisa el hombre
tener, según yo discurro,
es la memoria del burro,
que nunca olvida ande come.
Sabemos que «todo Hombre es tu maestro», nuestro maestro, entonces,
si no despreciamos a nadie, vamos a comprender que este maestro simpático y
travieso, representado en el viejo Vizcacha, tiene enseñanzas que debemos
aprender. La primera es: «No te dejés afligir aunque el mundo se desplome»,
priorizando la importancia de mantener la calma, muy a pesar de las circunstancias. Esta lección es hoy cada vez más comprendida por quienes practican deportes de aventura. Por otra parte, observemos la realidad mundial y su vinculación con la vigencia de esta obra. El viejo Vizcacha nos pide que mantengamos
la calma «a pesar de…», es decir, que practiquemos la Paz Incondicionada.
El zorro que ya es corrido *
dende lejos la olfatea;
no se apure quien desea
hacer lo que le aproveche:
la vaca que más rumea
es la que da mejor leche.
(*) Experimentado
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La segunda enseñanza es: «La vaca que más rumea es la que da mejor leche». En relación con el tema notamos la importancia que tiene un pensamiento de Jorge Luis Borges: «Más importante que leer, es releer». Tenemos que trabajar con amor y dedicación sobre una misma cosa, para lograr el
aprendizaje progresivo y profundo que exige el camino del Conocimiento. Su
significado es equivalente al avance que realiza un tornillo cada vez que completa un giro de 360°, actuando del mismo modo, avanzaremos un paso más
en el camino interior.
A naides tengás envidia
es muy triste el envidiar;
cuando veás a otro ganar
a estorbarlo no te metas:
cada lechón a su teta
es el modo de mamar.
«Vale más una pequeña tarea realizada en nombre del Maestro, que
una gran tarea basada en el yo personal». Así lo consideró Jedhu Krishnamurti. Respecto a la envidia, ya sabemos que es una fuerza negativa que carcome el Alma. Al estar el cuerpo humano formado por sólidos, líquidos y gases, conduce la vibración generada por la envidia en todas las direcciones y
no queda ni un solo átomo, ni una partícula sub-atómica, sin ser dañada. Sin
embargo, según la enseñanza de Don Salvador Porta March, en algunas personas muy inseguras, la envidia actúa a modo de anzuelo. El individuo la utiliza hasta que puede tomar confianza en sí mismo, y luego la desestima, comprendiendo finalmente su inutilidad.
Al escribir «cada lechón a su teta es el modo de mamar», el autor da
una lección respecto a la aceptación de nosotros mismos y de nuestra realidad circundante. Es una invitación a realizar con amor lo que hacemos, aceptando nuestra propia vida integralmente, sin los habituales retoques del ego,
para que tal actitud pueda actuar como punto de partida de las transformaciones más profundas de la consciencia. Esto nos permite observar la vinculación de la realidad cotidiana, con la Realidad Trascendente. Por lo tanto, cada vez que aceptamos con alegría las pruebas de la Vida, estamos siendo
solidarios con cada habitante del Planeta, y muy especialmente, con los más
necesitados. Comprobando de tal forma, que es cierta la interpretación que
hizo el poeta argentino Jorge Sosa, acerca del significado de la palabra «nosotros»: «Son los otros, que son nuestros también».
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Los que no saben guardar
son pobres, aunque trabajen:
nunca, por más que se atajen,
se librarán del cimbrón:
Al que nace barrigón
es al ñudo que lo fajen.
Esta es la primera estrofa del Martín Fierro que aprendí en mi vida.
Estaba en un pequeño cuadro, en la galería de la casa de campo de mi abuelo, donde fui concebido. Nada es casual.
Con estos consejos y otros,
que yo en mi menoria encierro
y que aquí no desentierro,
educándome seguía,
hasta que al fin se dormía,
mesturao entre los perros.
Analicemos la vigencia que tiene esta enseñanza, teniendo en cuenta
que la mayor parte de la gente en los países en vías de desarrollo, vive empeñada detrás de una cadena de créditos. Lo cual nos permite tener ya, lo que
aún no podemos merecer por nuestro propio esfuerzo. No solamente cada
persona es una víctima de un sistema que nos deglute la alegría, la espiritualidad, el tiempo libre, la comunicación, la salud y la vida misma, sino que cada familia es una extensión de lo mismo, y por lo tanto, cada Nación también.
Especialmente los países pobres, en relación al contexto de la economía mundial. Dicho planteo está basado en la no-aceptación de nosotros mismos, como así, de nuestra realidad. Entonces, mediante el condicionamiento, firmamos la pérdida de nuestra libertad y alegría a cambio de vidrios de colores.
Cuando no se tiene la voluntad de avanzar por uno mismo, de la mano del Maestro, viene el «cimbrón», es decir, el retorno a los primeros Chakras o Moradas. La prueba más evidente está en observar la cantidad de familias que pierden aquello que es fundamental para la subsistencia, como
también la vivienda, el vehículo de trabajo, el mobiliario, etcétera, agobiadas
por los intereses de la usura legalizada. Este fenómeno ocurre porque tenemos tergiversado el orden de valores. Lo superfluo se convierte en primordial, y lo primordial, parece superfluo. Por eso, muchas personas creen per-
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der el tiempo al hablar de Dios, pero no sienten perderlo al hablar de vanalidades durante horas enteras. No alcanzan a darse cuenta de que en ese juego
queda implicado su desarrollo armónico, como así, seriamente comprometida la calidad de convivencia. La enseñanza es simple. Consiste en aprender
que de ahora en adelante, será muy mal negocio invertir en actividades egocéntricas.
A continuación, vamos a integrar a este trabajo una poesía de LaoTsé, presente en el Tao Te King (Capítulo LIII), que es una invitación al discernimiento.
«Si yo tuviera alguna sabiduría,
quisiera marchar por el camino real,
esquivando los senderos laterales.
El camino real es seguro y fácil,
pero los hombres aman los senderos y los atajos.
Mientras las costumbres de la corte son suntuosas,
en los campos proliferan las malas hierbas
y los graneros del pueblo están vacíos.
Pero ellos continúan vistiéndose con magníficas ropas,
ciñiendo afiladas espadas,
hartándose de manjares y licores
y amasando grandes tesoros.
Tales son los caminos del bandidaje
y no el camino real».
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Cuando el viejo cayó enfermo,
viendo yo que se empioraba,
y que esperanza no daba
de mejorarse siquiera,
le truje una culandrera *
a ver si lo mejoraba.
Seguía enfermo como digo,
cada vez más emperrao;
yo estaba ya acobardao
y lo espiaba dende lejos:
era la boca del viejo
la boca de un condenao.
Allá pasamos los dos
noches terribles de invierno;
él maldecía al Padre Eterno
como a los santos benditos,
pidiéndole al diablo a gritos
que lo llevara al infierno.
«Será mejor», decía yo,
«que abandonado lo deje,
que blasfeme y que se queje
y que siga de esta suerte,
hasta que venga la muerte
y cargue con este hereje».
Cuando ya no pudo hablar
le até en la mano un cencerro,
y al ver cercano su entierro,
arañando las paredes,
espiró allí, entre los perros
y este servidor de ustedes.
(*) Curandera
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Es interesante destacar cómo el egocentrismo nos impide vivir y morir en paz, convirtiéndonos en víctimas de nosotros mismos. Utilizando diferentes mecanismos de defensa, negamos lo trascendente y hacemos más penosa la existencia.
En la Naturaleza se cumple la Ley de Vibración o Movimiento, nada
de lo que existe, aún en los confines del Universo, es ajeno a ella. La quietud,
la parálisis, es tan sólo aparente e ilusoria. Como así, la idea que tenemos respecto de la muerte, debido a que todo cambia y todo vibra. A propósito, es recomendable analizar dos aspectos que interactúan. El primero corresponde al
Estado Vibracional Interno, el cual es modificable por nosotros mismos y puede ir desde la más profunda inconsciencia, hasta abordar los estados más elevados del Alma. El segundo aspecto corresponde al Entorno Vibracional, el
cual está conformado por todo lo que nos rodea y actúa como marco de referencia en nuestro despertar interno. Ya sea agradable o desagradable, siempre
contiene elementos importantes y aporta un material de altísimo valor, desde
el punto de vista pedagógico, para el autoconocimiento. Si tomamos la realidad tal cual es, sin modificarla, como una verdad aceptable, entonces quedamos en condiciones de transformarla evolutivamente. De tal forma, el Estado
Vibracional Interno actúa en correspondencia con el Entorno Vibracional, y
por lo tanto, la consciencia de sí permite mantener el equilibrio interior y la
calidad de convivencia entre ambos. Rápidamente notaremos beneficios internos si a la vez tratamos de elevar dicho estado mediante la oración permanente, es decir, aprendiendo a peregrinar por nuestra existencia conscientemente.
Ordenando también nuestra alimentación y hábitos de vida, como así, aprendiendo a no contaminar la mente con pensamientos tóxicos o disociativos. Y
realizando además alguna disciplina, como Yoga o Tai Chi, practicando gimnasia o alguna actividad deportiva, especialmente las no competitivas y en
contacto con la Naturaleza.
Ya sabemos que el gaucho Martín Fierro mata al Moreno mayor en
La Ida, y luego de haber iniciado su transformación profunda, rescata a la
Cautiva, su Alma. Pero verdaderamente alcanza un nivel de excelencia en el
momento en que ocurre la payada con el Moreno. Observemos que José Hernández muestra al hombre como un ser en evolución y no como un producto
terminado. Su enseñanza es integral, por estar basada en la Unidad y no discriminativa o dual.
Muy a pesar de la condición social que uno posea, siempre puede
mejorar su Entorno Vibracional, simplemente siendo ordenado e higiénico,
tanto en el hogar como en el trabajo, recordando que la preponderancia del
caos, es el nido ideal para la depresión y para toda forma de adicciones. El
antídoto más poderoso para transformar este entorno, consiste en hacer cada
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cosa, aún aquellas que nos disgustan, con todo el amor que nos sea posible y
en estado de oración permanente. Dicha práctica tiene el poder de aliviar
nuestras cargas y hacerlas más tolerables. Enseñanza que fue conocida desde
los albores de la Humanidad por todos los peregrinos de este Planeta. Nada
de lo que ha perdurado a lo largo de los siglos fue ajeno a la plegaria. Si es
que tenemos en cuenta que «peregrinar», es estar en camino hacia Dios.
Peregrino
«Peregrino, es aquel que recorre el Laberinto de su existencia con su sendero iluminado por la Luz del Maestro. Tiene la certeza de No-saber cual
será su próxima posada. Aprendió a Inspirar cada acto de su vida, sujetándose a los Vientos del Cielo, al enfrentar lo incierto con mansedumbre.
Es Liberado a cada instante por el Amor Divino y por lo tanto, no tiene camino para nadie, ni siquiera, para sí mismo. Deja que cada uno, reconozca su propia senda, y pueda realizar el servicio para el cual ha nacido, con
humildad y alegría.
Conoce el significado de la Asistencia Perfecta. Sabe que su Maestro no lo
abandonará jamás, aún en el medio de las máximas dificultades. Comprende que no estará nunca solo, mientras ore sin cesar; eso le permite activarse y a la vez, ser un colaborador más, en el proceso de sanación individual,
familiar, social, continental y Planetaria. Ha peregrinado con su alma a lo
largo de los siglos, por la trama sutil que teje la Divina Presencia. No tiene apuro, ni pausas en su andar. Sigue recorriendo pacientemente su sendero, hasta el día en que pueda fundirse completamente en Él, alcanzando
así la Paz Verdadera».
Anónimo
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Le cobré un miedo terrible
después que lo vi dijunto;
llamé al alcalde, y al punto
acompañado se vino
de tres o cuatro vecinos
a arreglar aquel asunto.
Aún en aquellas personas con estudio y creyentes, podemos observar
con frecuencia, una pésima relación respecto al tema de la muerte. En casos
como éste, quedan afectados por un «miedo terrible», resultante de la noaceptación de la misma, produciéndose en consecuencia trastornos psicosomáticos de tal magnitud, que pueden alcanzar una gran complejidad, y en algunos casos, tornarse irreparables. Lo más común es la depresión nerviosa,
integrada con frecuencia a lo que se denomina Síndrome de Fatiga Crónica.
No es que la muerte de nuestros seres queridos genere tal disociación en
nuestro interior, muy por el contrario, es el daño que nos hacemos a nosotros
mismos, al resistir éste u otro hecho impredecible, con la colaboración del
ego. La clave para enfrentarnos a cualquier imprevisto, consiste en recordar
las palabras: «Aceptación y Renuncia». Es interesante también, descubrir en
nuestro entorno a todos los maestros de la aceptación y la renuncia que nos
sea posible, como lo son generalmente los discapacitados, las personas carenciadas o marginadas, por la maduración sorprendente que realizan, al trascender su propia carencia, transformándola en potencia. En realidad, la mayoría
de las veces, nuestras enfermedades psicológicas y orgánicas son resultantes
de discapacidades de diferente tipo, que nos cuesta asumir. Especialmente, la
incapacidad para perdonar, amar, ser felices, fenómeno que se manifiesta más
intensamente cuando no podemos renunciar a lo que el ego opina.
«Ánima bendita», dijo
un viejo medio ladiao;
«que Dios lo haiga perdonao
es todo cuanto deseo:
le conocí un pastoreo
de terneritos robaos».
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«Ansina es», dijo el alcalde,
«con eso empezó a poblar;
yo nunca podré olvidar
las travesuras que hizo;
hasta que al fin fue preciso
que le privasen carniar».
Luego comenzó el alcalde
a registrar cuanto había,
sacando mil chucherías
y guascas y trapos viejos,
temeridá de trebejos
que para nada servían.
Salieron lazos, cabrestos,
coyundas y maniadores,
una punta de arriadores,
cinchones, manéas, torzales,
una porción de bozales
y un montón de tiradores.
Había riendas de domar,
frenos y estribos quebraos;
bolas, espuelas, recaos,
unas pavas, unas ollas,
y un gran manojo de argollas
de cinchas que había cortao.
Salieron varios cencerros,
aleznas, lonjas, cuchillos,
unos cuantos cojinillos,
un alto de jergas viejas,
muchas botas desparejas
y una infinidad de anillos.
Aquí el autor hace gala de sus conocimientos camperos. No es un improvisado al expresarse poéticamente sobre estos temas. José Hernández vivió en el campo y aprendió el manejo de las herramientas del gaucho. De este modo, logra entrelazarlas en octosílabos con una alegría singular.
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Y cuando ya no tuvieron
rincón donde registrar,
cansaos de tanto huroniar
y de trabajar de balde,
«Vámonos» dijo el alcalde,
«luego lo haré sepultar».
Y, aunque mi padre no era
el dueño de ese hormiguero,
él allí, muy cariñero,
me dijo con muy buen modo:
«Vos serás el heredero
y te harás cargo de todo».
«Se ha de arreglar este asunto
como es preciso que sea;
voy a nombrar albacea
uno de los circustantes,
las cosas no son, como antes,
tan enredadas y feas».
«¡Bendito Dios!», pensé yo:
«Ando como un pordiosero,
y me nuembran heredero
de toditas estas guascas:
¡quisiera saber primero
lo que se han hecho mis vacas!»
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Comentarios sobre el capítulo 18
Se largaron, como he dicho,
a disponer el entierro;
cuando me acuerdo, me aterro:
me puse a llorar a gritos
al verme allí tan solito
con el finao y los perros.
Me saqué el escapulario,
se lo colgué al pecador;
y, como hay en el Señor
misericordia infinita,
rogué por la alma bendita
del que antes jue mi tutor.
No se calmaba mi duelo
de verme tan solitario;
ahi le champurrié un rosario
como si juera mi padre,
besando el escapulario
que me había puesto mi madre.
Al decirnos el hijo segundo de Martín Fierro, que se puso a llorar a
gritos al verse tan solo, deja claro que en tales circunstancias lloramos por nosotros mismos. Actitud que en cierta medida, sirve para realizar el duelo interno, pero que también refleja nuestra intolerancia hacia la soledad existencial, hasta que finalmente, apelamos al Señor y con su «misericordia infinita»
logramos superarlo. Al poner el muchacho sobre el Viejo Vizcacha el escapulario que le había dado su madre, manifiesta un gesto de ternura, que lo engrandece por su capacidad de perdonar los agravios recibidos.
Por mucho tiempo no pude
saber lo que me pasaba;
los trapitos con que andaba
eran puras hojarascas;
todas las noches soñaba
con viejos, perros y guascas.
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Es importante ver cómo José Hernández, con la maestría de un sabio,
va adentrándose en nuestro interior mediante sus personajes, llegando incluso a mostrar en detalle la calidad de nuestros sueños. Si interrogamos a las
personas próximas a nosotros acerca de los mensajes oníricos recibidos posteriormente a la muerte de un ser querido, vamos a comprobar de inmediato,
que en su mayoría han soñado que el difunto hablaba o caminaba y gozaba
de buena salud. En algunos casos, estos sueños suelen repetirse y en otros no,
pero es suficiente con haberlo «soñado vivo» una sola vez, para confirmar
nuestra falta de aceptación de la muerte. A este tipo de sueños, los denominaremos Sueño yoico. Puede tomar connotaciones diferentes, pero tiene un
factor común: no se condice con la realidad. El mismo, representa la no-aceptación de la muerte u otra circunstancia traumática por parte del ego, y su firme propósito de ocultarla (negación). Al iniciar la estrofa el muchacho nos
dice: «por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba». Esta expresión
es muy clara, porque cuando uno no está consciente, no sabe lo que le pasa,
ni entiende por qué le ocurren las cosas. No obstante, el sólo hecho de no saber, principia el conocimiento.
Es muy importante analizar la característica de los sueños del muchacho: «todas las noches soñaba con viejos, perros y guascas». Es decir, que se
asustaba de la configuración que adoptaban los mismos, por ser elaborados
inconscientemente sobre la base de sus propios registros mnémicos.
La manifestación opuesta al Sueño yoico, corresponde al Sueño Revelado (Job 33-15,16), el cual, como lo refiere la segunda palabra, es de neta manifestación espiritual. Siempre actúa como respuesta al interrogante interno, ya sea con respecto a la muerte misma o a otro suceso, alcanzando un
valor trascendente en la Psicología Transpersonal. De este modo, podemos
encontrar bases más claras para comprender el mecanismo de la revelación,
que actúa como respuesta al trabajo interno realizado sobre la base de la Invocación Permanente u Oración del Corazón. Es un modo trascendente de
feedback. Pero no es autohipnosis ni control mental. Muy por el contrario, se
trata de la posibilidad de percibir la relación Alma / Espíritu en el interior de
cada uno. En el caso de las personas ateas, esta situación no presenta inconveniente alguno, porque pueden coordinar con la respiración de tres tiempos
(consciente), las palabras Paz o Luz o Amor o Armonía u otra equivalente, integrándolas a modo de Invocación al tiempo de Retención del aire. La repetición activa de esta vibración en los instantes en que no realizamos tareas de
importancia, permite calmar el estrés, la ansiedad y la angustia, tan comunes
este tiempo. Además, es importante entender, que si no es enfrentado el problema oportunamente, podría generar alteraciones orgánicas y psicológicas
de mayor magnitud a las existentes. Como se puede apreciar, es una activi-
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dad que nos une a todos, y actúa sin ningún tipo de discriminación, integrando lo tangible o inmanente, con lo trascendente.
Veamos ahora los efectos de la soledad. A veces no es necesario que
se trate de la muerte física, puede «morirse» una amistad, la pareja, la esperanza, la fe, la alegría, la confianza, el trabajo, una idea política, etcétera y
dejarnos solos. Tan solos y por tanto tiempo como sea necesario, hasta que
podamos un día darnos cuenta de que nunca estuvimos verdaderamente solos, y que la misma Misericordia Divina con que Dios se apiada del alma del
Viejo Vizcacha, es la que rescata nuestra alma dolorida y arrepentida. John
O’Donohue nos sugiere: «Transfigurar el amor propio y liberar el Alma».
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Anduve a mi voluntá
como moro sin señor;
ése fue el tiempo mejor
que yo he pasado tal vez:
de miedo de otro tutor
ni aporté por lo del juez.
«Yo cuidaré», me había dicho,
«de lo de tu propiedá;
todo se conservará,
el vacuno y los rebaños
hasta que cumplás treinta años
en que seás mayor de edá»
Y aguardando que llegase
el tiempo de la ley fija,
pobre como lagartija,
y sin respetar a naides,
anduve cruzando el aire
como bola sin manija.
Una vez que el muchacho ha realizado el duelo por la muerte de su
tutor, comprende que el otro aspecto de la soledad tiene sus beneficios, descubre que puede moverse con más libertad y tener paz interior. También se
da cuenta de que las «seguridades» que a veces la vida nos otorga, no son tales, y que dichos «palenques» en los que con frecuencia nos apoyamos, distan mucho de serlo. Por el contrario, son verdaderas trampas que nos roban
la alegría a cambio de «vidrios de colores», como los que trajeron los colonizadores a los nativos de América. Mientras que en reemplazo, les llevaron
el oro y la plata que poseían. Afortunadamente, no les pudieron robar el
«oro» que aún conservan en su Espíritu.
Hoy se habla de «realidad virtual», y nada puede ser más falso que
aquello que perteneciendo al mundo de la ficción, se muestre como realidad
concreta. Este concepto puede resultarnos confuso, hasta que comprendamos
que la ilusión corresponde a la Primera Morada y la fantasía al segundo Chakra o Morada. Como también, que para comprender lo Real, es decir, la Rea-
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lidad Trascendente, es imprescindible despertar la consciencia del Yo mediante el trabajo interior. Esto sucede a partir del Centro del Corazón.
Se refiere a que cuando cumpla treinta años será mayor de edad, porque a partir de los veintiocho años entramos en el quinto septenio de vida, período que concluye a los treinta y cinco años. Es una etapa en la que uno supera la inseguridad y ciertos complejos, y comienza a consolidarse hacia la
adultez propiamente dicha. Recordemos además, que Jesús es bautizado en el
Jordán a la edad de treinta años, motivo por el cual José Hernández, con intencionalidad, hace que el capítulo 30 sea el más profundo de su obra. No obstante, hay que reconocer que con frecuencia nos encontramos con jóvenes que
a temprana edad, muestran un grado de madurez y sensibilidad espiritual que
sorprende. A éstos se les puede denominar ancianos-jóvenes, también se los
reconoce con el color índigo, por la sabiduría que manifiestan. En la estrofa
siguiente, contesta el muchacho a este planteo, observando la importancia que
tiene la superación del dolor en el proceso de maduración del ser humano.
Me hice hombre de esa manera
bajo el más duro rigor;
sufriendo tanto dolor
muchas cosas aprendí;
y, por fin, víctima fui
del más desdichado amor.
Llora el hombre ingratitudes
sin tener un jundamento,
acusa sin miramiento
a la que el mal le ocasiona,
y tal vez en su persona
no hay ningún merecimiento.
No hay duda de que es más fácil proyectar sobre los demás lo que no
tenemos resuelto, que enfrentar nuestra propia realidad. El resultado final es
siempre un cambio aparente. Por lo tanto, perpetuamos la dependencia y el
condicionamiento, hasta que entendemos que no hay libertad posible sin la
realización de una transformación profunda.
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Después me contó un amigo
que al juez le había dicho al cura
«que yo era un cabeza dura
y que era un mozo perdido,
que me echaran del partido,
que no tenía compostura».
Tal vez por ese consejo,
y sin que más causa hubiera,
ni que otro motivo diera,
me agarraron redepente
y en el primer contingente
me echaron a la frontera.
De andar persiguiendo viudas
me he curado del deseo;
en mil penurias me veo,
mas pienso volver, tal vez,
a ver si sabe aquel juez
lo que se ha hecho mi rodeo.
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Capítulo 20
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Martín Fierro y sus dos hijos,
entre tanta concurrencia,
siguieron con alegría
celebrando aquella fiesta.
Diez años, los más terribles,
había durado la ausencia,
y al hallarse nuevamente
era su alegría completa.
En ese mesmo momento,
uno que vino de afuera
a tomar parte con ellos
suplicó que lo almitieran.
Era un mozo forastero
de muy regular presencia,
y hacía poco que en el pago
andaba dando sus güeltas;
aseguraban algunos
que venía de la frontera,
que había pelao a un pulpero
en las últimas carreras,
pero andaba despilchao,
no traía una prenda buena;
un recadito cantor
daba fe de sus pobrezas.
Le pidió la bendición
al que causaba la fiesta,
y sin decirles su nombre,
les declaró con franqueza
que el nombre de Picardía
es el único que lleva,
y para contar su historia,
a todos pide licencia,
diciéndoles que en seguida
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iban a saber quién era:
tomó al punto la guitarra,
la gente se puso atenta,
y ansí cantó Picardía
en cuanto templó las cuerdas.
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 21
Ya hemos sido invitados por el autor a asumir nuestro Destino y a
rescatar a la Cautiva de las garras del ego, ahora observemos el proceso de
evolución del Alma humana. Esto nos sugiere dos picardías, una es la del ego,
que quiere decir y hacer lo que se le ocurre, creyendo que los demás no lo
perciben. La otra es la Picardía del Maestro, que a pesar de nuestros tropiezos, cada vez que nos ponemos a sus pies con mansedumbre, nos enseña que
«Él es el Camino, la Verdad y la Vida». Revelándose a cada instante y permitiéndonos comprender el encuentro con lo impredecible. En la India se denomina «Lilah» al juego Divino, donde el Creador participa con su Omnipresencia en la transformación del Alma humana.
Voy a contarles mi historia,
perdónenme tanta charla,
y les diré al principiarla,
aunque es triste hacerlo así,
a mi madre la perdí
antes de saber llorarla.
Me quedé en el desamparo,
y al hombre que me dio el ser
no lo pude conocer;
ansí, pues, dende chiquito
volé como un pajarito
en busca de qué comer.
Con la genialidad de quien conoce su idioma perfectamente, José
Hernández juega con las palabras y las eleva al rango que las necesita. En este caso, le da a la madre de Picardía, el nombre de Inocencia, quien fue esposa del gaucho Cruz.
Ansí, por ella empujado,
no sé las cosas que haría,
y, aunque con vergüenza mía,
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debo hacer esta alvertencia:
siendo mi madre Inocencia,
me llamaban Picardía.
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Blancanieves también era inocente y aún siendo princesa, hacía con
esmero las duras tareas que su madrastra le asignaba. Dicha etapa, representa la importancia que tienen en el desarrollo interior la humildad y la pureza.
Pero algo tenía que ocurrir en su vida, para que despertara al plano del Alma
Consciente. En este caso, como podemos comprobar, nuestra Picardía interna es hija de la Inocencia y por lo tanto, cada uno debe recorrer el Mundo Ilusorio, purgando el producto de las acciones pasadas. Este trabajo que ya ha
sido realizado en la medida en que cruzábamos los umbrales internos, nos ha
permitido abordar la Cuarta Morada. No obstante, debemos actuar a sabiendas de que si vibramos en forma negativa, podemos perder el equilibrio y la
libertad de acción, cayendo en el desequilibrio, la desarmonía y la injusticia.
También es necesario conocer, que si se actúa a consciencia en el trabajo interno, el Maestro permitirá que se abran los centros superiores y nos convertirá en un Arco Iris que camina.
Es interesante observar cómo el camino fácil, el de la picardía, si
bien es excitante porque aumenta la adrenalina, resulta ser el más tortuoso.
Cuando tenemos un conflicto grave en nuestro interior, aparece el
«amigo» que nos invita a emborracharnos o drogarnos, para huir de la realidad no aceptada. El sólo hecho de creer, que dicha persona es nuestro amigo,
demuestra que somos hijos de la Inocencia y quedamos así, atrapados por la
picardía de buscar el camino fácil. Quien haya colaborado con la Asociación
de Alcohólicos Anónimos y Al-anon, o Viaje de Vuelta, u otra organización
equivalente dedicada a la recuperación de adictos, sabe el esfuerzo enorme
que deben hacer para recuperarse y quedar en condiciones de recuperar a
otros adictos; mientras que al mismo tiempo, se inician miles y miles de adolescentes, jóvenes y adultos. Es la misma historia que sufren los animales empetrolados, se limpia a uno y caen cientos. Por el momento, la inconsciencia
es la historia de nunca acabar.
Me llevó a su lado un hombre
para cuidar las ovejas,
pero todo el día eran quejas
y guascazos a lo loco,
y no me daba tampoco
siquiera unas jergas viejas.
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Dende el alba hasta la noche
en el campo me tenía;
cordero que se moría,
mil veces me sucedió.
los caranchos lo comían
pero lo pagaba yo.
De trato tan riguroso
muy pronto me acobardé;
el bonete me apreté
buscando mejores fines,
y con unos volantines *
me fui para Santa Fe.
(*) Artistas de circo
Muchas veces tenemos la picardía de cumplir años sin crecer. Esto
trae un grave problema al ser humano, porque produce una disociación entre
el crecimiento cronológico, el psicológico y el espiritual. Y da como resultado un individuo fracturado interiormente, que proyecta dicha disociación en
el plano social y frena su desarrollo interior. En el caso de la juventud, a la
que deberíamos cuidar y no dañar, se la manipula a través del condicionamiento, porque representa un negocio que mueve cifras inimaginables. Lo
cual deja a los jóvenes atrapados en el plano ilusorio y el desasosiego que
produce el hacer esfuerzos inmensos, para no llegar a ningún lugar, generando depresión e impotencia, como así, autoagresión y violencia. De tal forma,
que en vez de ser facilitadores de la liberación de su energía, la ahogamos por
egoísmo y los ponemos en contra de sí mismos y de los demás.
Ya es sabido que la automatización genera desempleo, por lo tanto,
aquello que nos iba a dar libertad, nos la quita, por ser hijos de la Inocencia y
no ser conscientes para valorar nuestra salud en forma integral, desde el punto de vista físico, psíquico y espiritual. Al no considerarlo así, nos enfermamos por nuestra propia picardía y la de los demás. Si ésta es una sociedad que
destruye a sus jóvenes, ergo no tiene Futuro y si para colmo, transforma en
viejos decrépitos a sus ancianos, carece de Sabiduría. Recordemos que hay
países que tienen su pirámide de crecimiento invertida y por lo tanto, sus mujeres no desean procrear; comprobamos así que de tanta inocencia que tenemos (desconocimiento de las Leyes de la Naturaleza), hemos cometido la picardía de convertir a nuestro Ecosistema en un sitio cada vez menos habitable.
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Deducimos entonces que en muchos casos, el progreso resultó ser un retroceso, desde el punto de vista de la consciencia, convirtiéndonos en burdos profanadores del sentido Sagrado de la Vida.
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 22
Anduve como pelota
y más pobre que una rata;
cuando empecé a ganar plata
se armó no sé qué barullo,
y yo dije: «A tu tierra, grullo,
aunque sea con una pata».
Eran duros y bastantes
los años que allá pasaron;
con lo que ellos me enseñaron
formaba mi capital;
cuando vine me enrolaron
en la Guardia Nacional.
Me había ejercitao al naipe,
el juego era mi carrera;
hice alianza verdadera
y arreglé una trapisonda
con el dueño de una fonda
que entraba en la peladera.*
Con un socio que lo entiende
se arman partidas muy buenas;
queda allí la plata ajena,
quedan prendas y botones;
siempre cain a esas riuniones
sonsos con las manos llenas.
Hay muchas trampas legales,
recursos del jugador;
no cualquiera es sabedor
a lo que un naipe se presta:
con una cincha bien puesta: **
se la pega uno al mejor.
(*) Engaño
(**) Marca
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Estas dos estrofas ponen en evidencia el modo de operar de quienes
actúan bajo las sombras de la especulación y el latrocinio, muchas veces amparados por los vicios de la legalidad.
Es un vicio de mal fin,
el de jugar, no lo niego,
todo el que vive del juego
anda a la pesca de un bobo,
y es sabido que es un robo
ponerse a jugarle a un ciego.
Y esto digo claramente
porque he dejao de jugar;
y les puedo asigurar,
como que fui del oficio:
más cuesta aprender un vicio
que aprender a trabajar.
«Sois como ciegos, que guiáis a los ciegos». Si alguien tiene mala intención hacia nosotros y no estamos «despiertos», nos comportamos como
ciegos. Se «juega» con nosotros y se nos roba la Paz y la Alegría. Por lo que
se hace imprescindible reforzar la conexión con el Maestro, para mantenernos en el Centro. Es sabido que por la condición humana, primero nos perdemos, para luego encontrarnos. La toma de consciencia de nuestras propias picardías, coincide con el plano correspondiente a la Cuarta Morada, plano al
que solamente se puede acceder, si se ha honrado al padre y a la madre. Éste
es el tiempo en el que entendemos que los juicios de valores no tienen cabida, porque sólo sirven para sobrevalorar y descalificar, perpetuando el conflicto. En cambio, cuando realizamos la valoración correcta, basada en el
Amor, facilitamos el desarrollo armónico y encontramos la Unidad.
Más allá de las travesuras de nuestro personaje interno, Picardía siente veneración y respeto por su madre Inocencia y por su padre, el gaucho
Cruz. Precisamente, a la altura del tórax es donde se encuentra la Cuarta Morada. Si abrimos los brazos, conformamos una Cruz, el punto de confluencia
de ambos vectores, es el sitio desde donde emitimos nuestra plegaria. El vástago horizontal, tiene relación con el Tiempo y el Espacio, y nos recuerda que
uno nace, crece, se desarrolla y muere. En el caso del vástago vertical, aparece nuestra vinculación con lo Eterno, mediante el eje Cielo / Tierra y la
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unión Alma / Espíritu. De lo que deducimos que cada hecho de nuestra existencia, representa un punto de confluencia Eterno / Temporal, aunque no lo
veamos así habitualmente. Precisamente, si ahora observamos nuestras manos en el anverso y en el reverso, vamos a ver que tienen funciones opuestas
y complementarias, conviviendo en cada una de ellas la limitación, con la posibilidad; la rigidez, con la flexibilidad. Así son nuestros padres respectivamente, y así también somos nosotros y cada una de las personas que conocemos. Lo que nos lleva a entender, que pocas veces hemos visto
verdaderamente a los demás tal cual son, porque nos cuesta una enormidad
observarnos a nosotros mismos.
Representación gráfica del camino interior (balanzas):
Las dos balanzas en desequilibrio, que se encuentran por debajo de
la línea, representan la forma en que operamos cuando hacemos una valoración cuantitativa y no cualitativa, y vibramos en el Primer, Segundo o Tercer
Chakra o Morada respectivamente. En esta etapa, siempre estamos haciendo
juicios de valores y carecemos de equidad. En dicho gráfico, podemos observar los efectos que produce el pensamiento egocéntrico, que lo mantiene a
uno oscilando, por persistir aún en la práctica de la respiración no-consciente, basada en una inspiración (I), seguida de una espiración (E). Lo que nos
lleva a perpetuar la dualidad, la violencia y el pendular incesante entre el pasado y el futuro, entre la angustia y la ansiedad, sin tener contacto con el pre-
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sente y sin percibir el verdadero sentido de la Omnipresencia Divina. A propósito, San Pablo (en 1 Corintios 2-14), dejó esta enseñanza: «Más el hombre animal, no percibe las cosas que son del Espíritu». Evidentemente, si observamos la respiración de los animales, es regulada por el instinto y no
difiere mucho de la forma conque habitualmente respiramos, pudiendo el ser
humano modificarla, mediante la participación de la consciencia. Luego, y en
completa relación con el gráfico superior, que presenta una balanza en equilibrio, encontramos las bases para la apertura de las Moradas restantes. También San Pablo expresó (en Ef 6-1,2,3): «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el
primer mandamiento con promesa. Para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra». «Honra a tu padre y a tu madre y amarás a tu prójimo
como a ti mismo». (Mt 19, 19)
Por favor, observar ahora la representación que se encuentra por encima de la balanza en equilibrio. Allí apreciamos el esquema correspondiente al Soplo o Hálito Divino, resaltado con un óvalo de mayor tamaño que el
resto. Dicho esquema representa la Oración permanente u Oración del Corazón. La letra (I) significa Inspiración, la cual debe ser suave, completa y profunda, siempre por nariz. La (R) representa la Retención, asociada a la Plegaria o al pensamiento fuerza. Por ejemplo, «Paz y Armonía» u otro.
Finalmente viene la (E), que corresponde a la Espiración propiamente dicha.
Éste es el momento en que se vacían por completo los pulmones, espirando
por la nariz, con suavidad. Si esta Respiración Consciente es practicada con
regularidad, se transforma en una herramienta simple, pero de altísima efectividad. La cual, a pesar de su origen milenario, sigue vigente y nos permite
honrar al padre y a la madre, abordando así el Plano del Equilibrio, correspondiente a la Cuarta Morada. Como premio a tal esfuerzo, va desarrollándose paulatinamente la autoestima, tan necesaria para realizar nuestro servicio
a los demás. Así, dejamos atrás las formas polares de estima, que son la sobrestima y la subestima, tan perniciosas para la comunicación humana, como
para nuestra Salud Total o Integral. De este modo, erradicamos todo vestigio
de rencor o resentimiento resultante de conflictos pre-existentes en nuestra
etapa de valoración polar o egocéntrica. Dicha condición, da las bases para el
desarrollo de los Centros Superiores, correspondientes al Quinto, Sexto y
Séptimo Chakra o Morada respectivamente.
Cuando dejamos que la revelación fluya, desaparece por completo el
esfuerzo y surge entonces el gozo pleno del pez en el agua y del pájaro en el
cielo. Eilán Itarte cierra este capítulo con el siguiente pensamiento: «El silencio es el oxígeno del Alma y la consciencia, la brújula de la mente».
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 23
Un nápoles mercachifle
que andaba con un arpista
cayó también en la lista
sin dificultá ninguna:
lo agarré a la treinta y una
y le daba bola vista.
Lo hubieran visto afligido
llorar por las chucherías:
«Ma gañao con picardía»,
decía el gringo y lagrimiaba,
mientras yo en un poncho alzaba
todita su merchería.
Pero poco aproveché
de fatura tan lucida:
el diablo no se descuida,
y a mí me seguía la pista
un ñato muy enredista
que era oficial de partida.
Se me presentó a esigir
la multa en que había incurrido,
«que el juego estaba prohibido,
que iba a llevarme al cuartel»;
tuve que partir con él
todo lo que había alquirido.
Empecé a tomarlo entre ojos
por esa albitrariedá;
yo había ganao, es verdá,
con recursos *, eso sí;
pero él me ganaba a mí
fundao en su autoridá.
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Por causa de una mujer
se enredó más la cuestión:
le tenía el ñato afición,
ella era mujer de ley,
moza con cuerpo de güey,
muy blanda de corazón.
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Ahí se enredó la madeja
y su enemistá conmigo;
se declaró mi enemigo
y por aquel cumplimiento
ya sólo buscó el momento
de hacerme dar un castigo.
Yo veía que aquel maldito
me miraba con rencor,
buscando el caso mejor
de poderme echar el pial **;
y no vive más el lial
que lo que quiere el traidor.
(*) Trampas
(**) Atraparlo
Una vez más, podemos comprobar que todo cierra. Ahora la Ley de
Causa y Efecto está actuando en cada acto de nuestra existencia, en justa correspondencia con la Ley de los Ciclos, e integrada a la Ley de Unidad o del
Amor. Comprendemos entonces que el sólo hecho de negarlas o desconocerlas, por picardía o por inocencia, nos expone a males mayores, permitiendo
liberar fuerzas que difícilmente podríamos controlar. Debemos saber que antes de que una conducta se manifieste, existe un pensamiento y que la calidad del mismo, determina el derrotero de nuestra acción. Serenar al pensador
es un arte. Tiene el poder de transformar la acción sin reflexión o egocéntrica, en una acción consciente y reflexiva. Podemos afirmar con tranquilidad,
que éste es el tema central de la obra de José Hernández. Quizás, porque es
aquello que más le costó dominar a lo largo de su vida, a raíz de su tendencia al desborde emocional ante las injusticias. Esto debido a su enorme sentido social, que le otorgaba una capacidad especial para percibir la necesidad
del otro. Recordemos que el autor de Martín Fierro recibió su bautismo de
fuego en combate, a la temprana edad de 17 años, el resto fue trabajo interior.
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No hay matrero que no caiga,
ni arisco que no se amanse;
ansí yo, desde aquel lance,
no salía de algún rincón,
tirao como el San Ramón *
después que se pasa el trance.
(*) Patrono de las parturientas
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 24
Me le escapé con trabajo
en diversas ocasiones
era de los adulones,
me puso mal con el juez;
hasta que, al fin, una vez
me agarró en las eleciones.
Ricuerdo que esa ocasión
andaban listas diversas;
las opiniones dispersas
no se podían arreglar:
decían que el juez, por triunfar,
hacía cosas muy perversas.
Cuando se riunió la gente
vino a proclamarla el ñato;
diciendo, con aparato,
«que todo andaría muy mal,
si pretendía cada cual
votar por un candilato».
Y quiso al punto quitarme
la lista que yo llevé;
más yo se la mezquiné
y ya me gritó «Anarquista,
has de votar por la lista
que ha mandao el comiqué».
Me dio vergüenza de verme
tratado de esa manera;
y, como si uno se altera,
ya no es fácil de que ablande,
le dije: «Mande el que mande,
yo he de votar por quien quiera».
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El autor define a la perfección el temperamento sanguíneo-flemáticomelancólico de Picardía, que le otorga una gran facilidad de palabra y simpatía, pero lo hace poco sumiso a la autoridad, muy especialmente, si es injusta.
Es sumamente observador de los detalles del juego y posee una inteligencia
sagaz y creativa, que le valió el apodo que lo caracteriza. Se suma el hecho de
que perdió a su padre, el gaucho Cruz. Individuos así, aún a riesgo de perder
su vida, no entregan fácilmente su libertad, a la que consideran parte de sus
derechos fundamentales. Picardía sabe que el voto es libre y universal y por lo
tanto, se expresa así: «Mande el que mande, yo he de votar por quien quiera».
Ahí no más ya me cayó
a sable la polecía;
aunque era una picardía
me decidí a soportar,
y no los quise peliar
por no perderme, ese día.
Atravesao me agarró
y se aprovechó aquel ñato,
dende que sufrí ese trato
no dentro donde no quepo:
fi a jinetear en el cepo *
por cuestión de candilatos.
Injusticia tan notoria
no la soporté de flojo;
una venda de mis ojos
vino el suceso a voltiar: **
vi que teníamos que andar
como perro con tramojo.***
Dende aquellas eleciones
se siguió el batiburrillo;
aquél se volvió un ovillo
del que no había ni noticia:
¡Es señora la justicia…
y anda en ancas del más pillo!
(*) Elemento de tortura
(**) El suceso le hizo ver claro
(***) Palo que impedía al perro levantar la cabeza
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Prestemos atención a las últimas estrofas y salvando las diferencias
impuestas por el lenguaje, parecen textos de un escritor contemporáneo. Es
interesante meditar acerca de lo que significa para cada uno de nosotros la libertad. Muy pronto comprenderemos, que es algo que está más allá del régimen o sistema político imperante. En verdad, pasa por la consciencia, la cual
es opuesta al condicionamiento. No es que esta visión nos resuelva todo, pero permite superar el conflicto existencial. El Maestro Interior, el Cristo Vivo de San Pablo, es quien viene a Liberarnos por Amor. Hoy sabemos cuánto de injusticia tiene la justicia humana. «Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados» (Mt 5-6).
Krishnamurti decía: «Cuando existe una división entre el pensamiento y el pensador, surge el miedo». Podemos inferir que en tal situación, se genera un instantáneo miedo a la libertad, base fundamental para perpetuar el
condicionamiento y la dependencia. El mundo egocéntrico está lleno de cambios aparentes, pero el Cambio Real, debe estar basado en el Amor.
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 25
Después de muy pocos días,
tal vez por no dar espera
y que alguno no se fuera,
hicieron citar la gente
pa’ riunir un contingente
y mandar a la frontera.
Se puso arisco el gauchaje;
la gente está acobardada;
salió la partida armada
y trujo como perdices
unos cuantos infelices
que entraron en la voltiada.
Decía el ñato con soberbia:
«Ésta es una gente indina;
yo los rodié a la sordina,
no pudieron escapar;
y llevaba orden de arriar
todito lo que camina».
Cuando vino el comendante,
dijeron: «¡Dios nos asista!»,
llegó y les clavó la vista,
yo estaba haciéndome el sonso,
le echó a cada uno un responso
y ya lo plantó en la lista.
«Vos porque sos ecetuao *
ya te querés sulevar;
no vinistes a votar
cuando hubieron eleciones:
no te valdrán ececiones **,
yo te voy a enderezar».
Y allí las pobres hermanas,
las madres y las esposas
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redamaban cariñosas
sus lágrimas de dolor;
pero gemidos de amor
no remedian estas cosas.
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(*) Exceptuado.
(**)Excepciones.
Hoy, a través del sistema satelital, estamos informados de lo que ocurre en cualquier parte del Globo, pero dicha información no remedia el dolor
que produce tanta ignorancia. Es más, generalmente no muestra la realidad,
es decir, aquello que verdaderamente ocurre. Ahora por favor, releamos la última estrofa y prestemos atención a la situación de las hermanas, madres y esposas de los combatientes de cualquier frente de guerra. Todos sabemos que
los «gemidos de amor no remedian estas cosas». Cuánta ignorancia pesa aún
sobre la Humanidad y cuántas generaciones tendremos que aportar, para alcanzar una convivencia en Paz, basada en el Amor y en el Perdón.
Nada importa que una madre
se desespere o se queje;
que un hombre a su mujer deje
en el mayor desamparo;
hay que callarse, o es claro
que lo quiebran por el eje.
De ver tanto desamparo
el corazón se partía;
había madre que salía
con dos, tres hijos o más,
por delante y por detrás,
y las maletas vacías.
«¿Dónde irán», pensaba yo,
«a perecer de miseria?»
Las pobres, si de esta feria,
hablan mal, tienen razón;
pues hay bastante materia
para tan justa aflición.
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 26
Cuando me llegó mi turno
Dije entre mí: «¡Ya me toca!»,
y, aunque mi falta era poca,
no sé por qué me asustaba;
les asiguro que estaba
con el Jesús en la boca.
Me dijo que yo era un vago,
un jugador, un perdido;
que dende que fi al partido
andaba de picaflor;
que había de ser un bandido
como mi antesucesor.
Puede que uno tenga un vicio,
y que de él no se reforme;
mas naides está conforme
con recibir ese trato:
yo conocí que era el ñato
quien le había dao los informes.
Me dentró curiosidá,
al ver que de esa manera
tan siguro me dijera
que fue mi padre un bandido;
luego lo había conocido,
y yo inoraba quién era.
Me empeñé en aviriguarlo;
promesas hice a Jesús;
tuve, por fin, una luz,
y supe con alegría
que era el autor de mis días
el guapo sargento Cruz.
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Yo conocía bien su historia
y la tenía muy presente;
sabía que Cruz bravamente,
yendo con una partida,
había jugado la vida
por defender a un valiente.
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Y hoy ruego a mi Dios piadoso
que lo mantenga en su gloria;
se ha de conservar su historia
en el corazón del hijo:
él al morir me bendijo,
yo bendigo su memoria.
Yo juré tener enmienda
y lo conseguí de veras;
puedo decir ande quiera
que, si faltas he tenido,
de todas me he corregido
dende que supe quién era.
El que sabe ser buen hijo
a los suyos se parece;
y aquel que a su lado crece
y a su padre no hace honor
como castigo merece
de la desdicha el rigor.
Con un empeño costante
mis faltas supe enmendar;
todo conseguí olvidar,
pero, por desgracia mía,
el nombre de Picardía
no me lo pude quitar.
Ya empezamos a tener cada vez mayor certeza, acerca del significado de la picardía, comprendiendo que es un juego de egos. Desde el punto de
vista energético, la picardía se convierte en algo excitante, haciéndonos creer, que se puede lograr mucho de muy poco, o de casi nada. Luego, cuando
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comprendemos que el Universo se maneja en el marco de Leyes, donde todo
está interconectado, entendemos que lo aparente se nos puede manifestar en
formas múltiples, pero en esencia, lo Real, contiene las Fuerzas de la Creación. Todos estamos implicados en un proceso común y por lo tanto, toda separación es ilusoria.
Es parte de nuestra picardía cotidiana, creer que podemos odiar o
guardar rencor, envidiar o corromper, competir o contaminar, destruir, etcétera, sin que el otro o los otros puedan darse cuenta. Y es una picardía mayor,
el creer que podemos dañar a los demás, sin que a nosotros nada nos ocurra.
Dicha picardía nos lleva súbitamente al Segundo Centro de Energía o Morada, al plano de la Fantasía, donde volverán a tener significado estas palabras
de la obra de Hernández: «…a ver si de este sueño me despierto».
Aquel que tiene buen nombre
muchos dijustos ahorra;
y entre tanta mazamorra *
no olviden esta alvertencia:
aprendí por esperencia
que el mal nombre no se borra.
(*) Entre tanta confusión.
En función de los siete Chakras o Moradas en que el autor ha dividido a su obra, vamos a enumerar Siete Picardías: 1) El egoísmo y su consecuencia: el materialismo; 2) La fantasía y la nulidad; 3) Las simpatías y antipatías; 4) La generación del desequilibrio como forma de poder; 5) La
prostitución de la palabra y del silencio; 6) La especulación racional; 7) El
encubrimiento y la corrupción.
Estando en una oportunidad sentado en el «Patio del Generalife», en
la Alhambra, España, observaba una pequeña fuente hecha por los musulmanes, la misma representa el Mohabbat, es decir, la Cuarta Morada, también
llamada Centro del Corazón o del Amor. Allí escribí este pensamiento: «La
fuente de la Sabiduría está en el manantial de las cosas simples». Me dí
cuenta con tristeza de que me encontraba solo en ese lugar de tanta energía.
El resto de las personas allí presentes disfrutaban de los sitios habituales, sin
prestarle atención a la fuente, que arquitectónicamente contiene el lenguaje
sagrado de los símbolos. Mientras observaba tal maravilla, escuchaba el tema Recuerdos de la Alhambra, de Tárrega, y pude comprender que sus arpe-
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gios representaban el fluir del agua por las fuentes. Si el agua simboliza la
Energía Divina que fluye por nuestro interior, podemos afirmar que la Alhambra es Agua Viva que fluye, es decir, que es una maravillosa representación externa de nuestros centros internos. Coincidentemente este símbolo, el
Mohabbat, tiene correspondencia con la Estrella de David, como representación del Amor y el equilibrio entre la energía masculina y femenina, en claro simbolismo de las Fuerzas de la Creación. Si también observáramos en
profundidad cada hoja, cada animal, cada ser humano, encontraríamos que
contienen en sí mismos, un mensaje equivalente del Amor Divino, el cual en
China se expresó como el Tao. Todo es Uno y no lo vemos. No hay duda de
que la Ignorancia confronta al Hombre y el Conocimiento lo integra.
En la Alhambra se puede observar que las fuentes reciben el agua de
una vertiente natural, la cual fluye sin cesar por obra del Creador. Lo hace por
gradiente diferencial de altura, alimentando a todas las demás. Del mismo
modo, José Hernández con su Martín Fierro, cobra vigencia en este tiempo
de crisis. Él nos invita, desde el más allá, a que cada uno de nosotros intente
percibir el fluir de la Energía en su interior, y así pueda sacralizar todo lo que
de algún modo ha profanado en su vida. Ahora nos es posible comprender por
qué el autor dejó algunos temas sin explicar en profundidad. No fue porque
desconociera en aquel tiempo su significado, muy por el contrario, fue simplemente porque no era el momento propicio para enseñarlos. A propósito,
compartimos a continuación lo hallado en Eclesiastés (El Predicador), Capítulo 3, versículo 1 al 8.
Para todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del Cielo,
tiene su tiempo:
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de
abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar;
tiempo de agenciar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de
arrojar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz.
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Picardía
Comentarios sobre el capítulo 27
He servido en la frontera,
en un cuerpo de milicias;
no por razón de justicia,
como sirve cualesquiera.
La bolilla me tocó
de ir a pasar malos ratos
por la facultá de un ñato,
que tanto me persiguió.
Y sufrí en aquel infierno
esa dura penitencia,
por una malaquerencia
de un oficial subalterno.
No repetiré las quejas
de lo que se sufre allá;
son cosas muy dichas ya
y hasta olvidadas de viejas.
Siempre el mesmo trabajar,
siempre el mesmo sacrificio,
es siempre el mesmo servicio
y el mesmo nunca pagar.
Siempre cubiertos de harapos,
siempre desnudos y pobres;
nunca le pagan un cobre
ni le dan jamás un trapo.
Sin sueldo y sin uniforme
lo pasa uno aunque sucumba;
confórmese con la tumba
y si no… no se conforme.
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Pues si usté se ensoberbece
o no anda muy voluntario,
le aplican un novenario
de estacas… que lo enloquecen.
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Mueren en alguna loma
en defensa de la ley,
o andan lo mesmo que el güey,
arando pa’ que otros coman.
Y he de decir ansí mismo,
porque de adentro me brota,
que no tiene patriotismo
quien no cuida al compatriota.
No olvidemos que en esta partida, el gaucho Picardía está cantando
en coplas su historia, al compás de la guitarra, y en compañía de Martín Fierro, su hijo Mayor y el hijo Segundo. El gran ausente es el gaucho Cruz, y finalmente, ha de incorporarse el Moreno, hermano del Moreno Mayor. La sensación que nos dejan, es que poseen toda la eternidad en la palma de sus
manos, cosa que nosotros por la vida agitada que llevamos, pocas veces sabemos aprovechar. Aquí es válido entender que la frontera a la que se refiere
no es geográfica. Se trata de la frontera interna (el diafragma), que separa a
los tres centros inferiores, de los cuatro superiores. La profundidad de este
encuentro, está señalada por el respeto que tienen todos por su derecho a opinar. Saben que este modo de recitar las alegrías y las penas, es terapéutico en
todo sentido, tanto para el grupo allí reunido al compás de la guitarra, como
para nosotros.
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Se me va por donde quiera
esta lengua del demonio:
voy a darles testimonio
de lo que vi en la frontera.
Yo sé que el único modo
a fin de pasarlo bien
es decir a todo amén
y jugarle risa a todo.
Y sufren tanto bocao
y hacen tantas estaciones,
que ya casi no hay raciones
cuando llegan al soldao.
Todos los humildes del mundo, a lo largo de la historia de la Humanidad, han sido carne de cañón de batallas interminables, las que se originaron por motivos muchas veces inconfesables, especialmente de orden económico. Hoy, continuamente la Humanidad vive el horror de la guerra, pero nos
cuesta entender que la verdadera liberación no se va a producir con un arma
más poderosa, ni con ejércitos súper entrenados. Por el contrario, se va a realizar por Amor y con Amor. El «decir a todo amén y jugarle risa a todo» nos
lleva a cometer un pecado de omisión. Actuando así, uno se hace cómplice
de perpetuar la ignorancia, sólo por temor a no ser comprendido.
Imaginemos a la Tierra como si la estuviéramos viendo desde el espacio, y preguntémonos: ¿qué enfermedad psíquica padece el Hombre, que
ha construido cargas atómicas capaces de destruir sesenta veces el Planeta
donde habita?
Y esplican aquel infierno,
en que uno está medio loco,
diciendo que dan tan poco
por que no paga el gobierno.
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Pero eso yo no lo entiendo,
ni aviriguarlo me meto;
soy inorante completo;
nada olvido y nada apriendo.
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Tiene uno que soportar
el tratamiento mas vil:
a palos en lo civil,
a sable en lo militar.
El vistuario es otro infierno;
si lo dan, llega a sus manos
en invierno el de verano
y en el verano el de invierno.
Siete son los años que José Hernández deja transcurrir entre La Ida
y La Vuelta de Martín Fierro, desde 1872 hasta 1879. Pasan desde entonces
otros siete años, hasta el 21 de Octubre de 1886, cuando al autor le toca partir con su alma de este Mundo. Siete son los días de la Creación. Siete son los
Centros de Energía internos, los cuales están contenidos en la totalidad de la
Obra. Siete son los colores del Arco Iris. Siete también, son los Espíritus de
Dios. Siete son los ángeles que tenían las siete plagas postreras (Ap 15-1).
Siete son las velas de la Menorah (candelabro Hebreo). Por último, siete son
las picardías y siete son los días de la semana.
Siete días
Somos una porción de Tierra que camina,
nuestra Luna solitaria regula el Inconsciente.
Luchamos con la voluntad marcial que compite y se subleva, (Ref. a
Marte)
hasta que nuestro Guerrero interno se vence a sí mismo
y se convierte Bienaventurado y manso.
También somos un intelecto petulante que acumula información y
nos somete,
hasta que aprendemos a desaprender, (Ref. a Mercurio)
y surge la Intuición abrazada al Silencio,
emanando del manantial de la Luz, la Palabra nueva, el Verbo,
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por la gracia del Maestro.
Somos el injusto y el corrupto,
desarmónicos por naturaleza, (Ref. a Júpiter)
hasta que la arritmia nos invade y la enfermedad nos golpea,
y sólo así, aprendemos a quitarle el velo a lo ilusorio,
y el Ritmo se hace Salud,
y la Paz, un hecho posible.
Entonces, el Ave Fénix renace de las cenizas,
y el hombre se hace Hombre y la mujer, Mujer.
Y si tú y yo cambiamos, cambia toda la Humanidad.
También somos los quereres del deseo
y el deseo de más quereres, (Ref. a Venus),
hasta que el frío de la soledad compartida,
hace brotar el calor de nuestras manos,
la mirada se hace intensa,
y el corazón, es colmado por el Amor Divino.
Somos los ciegos, que guiamos a los ciegos, (Ref. a Saturno)
verdaderos sepulcros blanqueados,
recorremos nuestro laberinto cotidiano,
por el camino del atajo,
hasta que un día, extraviados en la bruma de la ignorancia,
invocamos al Constructor de Laberintos,
y entendemos que el Alfa y la Omega,
el Principio y el Fin pueden unirse.
Sólo así, a la Luz del Cordero Inmolado,
amanece transmutada la Consciencia del Yo,
y comprendemos que la claridad es posible, (Ref. al Sol),
si no abandonamos su búsqueda.
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Esto contó Picardía
y después guardó silencio,
mientras todos celebraban
con placer aquel encuentro.
Más una casualidá,
como que nunca anda lejos,
entre tanta gente blanca
llevó también a un moreno,
presumido de cantor
y que se tenía por bueno.
Y como quien no hace nada
o se descuida de intento
(pues siempre es muy conocido
todo aquel que busca pleito),
se sentó con toda calma,
echó mano al estrumento
y ya le pegó un rajido *;
era fantástico el negro,
y para no dejar dudas
medio se compuso el pecho.
Todo el mundo conoció
la intención de aquel moreno:
era claro el desafío
dirigido a Martín Fierro,
hecho con toda arrogancia,
de un modo muy altanero.
Tomó Fierro la guitarra,
pues siempre se halla dispuesto,
y ansí cantaron los dos
en medio de un gran silencio:
(*) Rasguido
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Una vez que hemos comprendido que no es nada más ni nada menos
que nuestro ego, quien tiene la capacidad de convertir el hecho más simple,
en una situación de alta complejidad, queda entonces libre el panorama, como para observar que estamos a punto de incorporarnos, de la mano del
Maestro, a la captación de lo que es el Sacro-Oficio, es decir, el Oficio Sagrado de Vivir Conscientes. Tarea que es imposible de realizar, si dependemos de nuestra personalidad. Si así lo entendemos, nada de lo que ocurra en
lo sucesivo podrá resultarnos incomprensible o fraccionario, pues pertenece
a la Sabiduría Universal y por lo tanto, se manifiesta a través de la Unidad y
el Amor.
Uno debe prepararse para realizar todas las cosas de la vida, de tal
forma que este Capítulo 29, representa la culminación de la preparación necesaria, dentro del marco de las enseñanzas del Cuarto Chakra o Morada. Y
ahora, nos toca entrar en la parte más sentida de la Obra. Intentemos si es posible, observar en nuestro interior el significado de este encuentro, el cual,
constituye un umbral en sí mismo. De aquí en adelante, con el inicio de la payada entre el gaucho Martín Fierro y el Moreno, va a manifestarse el preludio de nuestra transformación profunda. La misma, expresará los diferentes
estados por los que transcurre el Alma, en contacto con el Maestro Interior,
su Esposo (Ap 22-17). Comprendiendo así el verdadero sentido de la Evolución del Alma e integrándonos en un destino común con toda la Humanidad.
Para cerrar estos veintinueve capítulos que José Hernández asignó al Cuarto
Centro de Energía, traemos las palabras de Santa Teresa de Jesús, coincidentes con el cierre de sus Moradas Cuartas: «Me he alargado mucho en esta morada, porque es en la que más almas creo entran».
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Gracias al maestro de vida llamado José Hernández, estamos plasmando el viaje interior, como el más maravilloso que jamás hayamos realizado. Ahora recorremos el camino de retorno y completamos La Vuelta. El paisaje es cada vez más claro a la Luz del Conocimiento, brotando a borbotones
el Agua Viva, desde el manantial de la Sabiduría Universal.
Este capítulo representa la Síntesis propiamente dicha. Integra La Ida
con La Vuelta. Une lo ilusorio con lo Real, la Ignorancia con el Conocimiento y la fuerza con la debilidad. Fusiona a la juventud con la vejez, como así,
la alegría con el dolor. Y en última instancia, muestra al ser humano real,
aquel que vive bajo la piel de cada uno, envuelto por el Alma y el Espíritu,
que el autor representó magistralmente en el Moreno Mayor.
Es la suma total de la limitación más la posibilidad y a su vez, el resultado final no es externo en su versión telúrica, sino que es interno y se expresa en la verdadera alquimia. Aquí la Putrefactio, es decir, la disociación
de los opuestos que produce el egocentrismo, hace su giro o vuelta, y el ego
queda a los pies del Maestro, convertido en «yo-maduro». Fusionándose con
el Uno y surgiendo aquello que los antiguos denominaban la Coagulatio, o el
Oro de los alquimistas. En América del Sur, fue el Inti de los Incas. Quetzacoatl, para los Mayas en Centro América. En China, el Tao. En la India, ha
sido manifestado en la batalla de Kuruksetra, que Krishna contempló con calma infinita. Por fin, ha triunfado la Luz sobre las tinieblas (Jn 1-5). Ha resucitado el Cristo en la consciencia del Yo. El Mesías que buscábamos, estaba
en cada uno y ahora empieza a despertar como resultado del verdadero trabajo, el trabajo interior (Jn 4-25,26). La utopía deja de ser tal y se hace realidad. El Sol espiritual ha estallado en millones de soles, que comienzan a
construir la Nueva Humanidad. Rehumanizada en la superación del dolor, de
la mano del Budha sonriente, como lo expresara en su visión ecuménica Carlos González Vallés. Ahora nos encontramos frente al acto de Liberación más
grande que se haya conocido jamás, porque cada ser humano puede convertirse en Ser Humano, y transformarse simultáneamente en un Árbol del Conocimiento viviente, (Ap 2-7), mediante la fuerza inconmensurable del fundente Universal, el Amor Divino.
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Martín Fierro
Mientras suene el encordao
mientras encuentre el compás,
yo no he de quedarme atrás
sin defender la parada;
y he jurado que jamás
me la han de llevar robada.
Esta estrofa es de una profundidad increíble. En el verso: «mientras
suene el encordao», se está refiriendo a la posibilidad de seguir respirando el
Hálito Divino. Recordemos el significado de la Respiración Consciente, que
en este caso el autor incluye con sabia síntesis en dos elementos de nuestra
guitarra interna, la caja torácica, que debe estar sana y funcionar, para que el
instrumento (el ser humano) suene con las cuerdas internas, representadas
por los centros de energía. Los que si están bien afinados, podrán vibrar en la
nota y color correspondiente y entrar en contacto con la Gran Caja de Resonancia Cósmica.
No solamente es necesario tener un buen instrumento (de Dios) en
nuestro interior, si no más bien, debemos serlo en todo el sentido de la palabra. En el caso del «compás», se refiere al ajuste del ritmo cardíaco, en función de la respiración consciente con la plegaria. La humildad obliga a que
no nos sintamos más allá de ningún plano especial, cuando estamos tratando
de desovillar una madeja de conocimientos, que la Humanidad ya sabía hace
más de cinco mil años. Al decirnos: «no he de quedarme atrás sin defender
la parada», afirma que va a cuidar su estado vibracional interno con responsabilidad y esmero. Luego expresa: «He jurado que jamás me la han de llevar robada», de este modo, nuevamente se refiere a su Alma, recordándonos
que la tarea que vino a cumplir corresponde al plano espiritual. Tiene claro
que nadie se lo puede impedir, él confía en el Maestro y sabe perfectamente
cómo cuidarla. Ya en La Ida, nos decía el gaucho Martín Fierro: «Lo que al
mundo truje yo, del mundo me lo he de llevar».
En este instante preciso, entramos en lo que Santa Teresa de Jesús denominara en español antiguo: «Las Moradas Quintas». Es el momento donde el trabajo permanente sobre la oración, ha permitido rescatar lo que ella
llamara «las fuerzas del alma», expresándose así: «Plegue a Su Majestad merezcamos hacerle algún servicio sin tantas faltas como siempre tenemos aun
en las obras buenas. Amén». Ahora nuestro personaje principal, el gaucho
Martín Fierro, ha encontrado la Palabra, el Verbo, porque ya ha trascendido
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al Centro del Corazón o Plano del Equilibrio, es decir que está apto para dar
su mensaje en la payada con el Moreno. A propósito, Santa Teresa sugiere:
«hacerlo con simpleza de corazón y humildad de servir a Su Majestad y alabarle por sus obras y maravillas».
Atiendan, pues los oyentes
y cállense los mirones;
a todos pido perdones,
pues a la vista resalta
que no está libre de falta
quien no está de tentaciones
En los dos primeros versos se pone de manifiesto el profundo conocimiento del autor sobre la sabiduría pitagórica. Los acusmáticos o akusticoi,
eran los discípulos de la escuela pitagórica que se encontraban en la primera
fase de su aprendizaje, en la que les estaba vedado hablar. Se les llamaba también «oyentes», porque sólo podían escuchar, con mucha atención, observando todo lo que sucedía, pero sin opinar, de ahí la calificación de «mirones».
La práctica del silencio-amable, también conocida como la regla del silencio,
les permitía desprenderse de la palabra-burda, como lo definiera Pitágoras y
descubrir el Hieros-Logos, más conocido por nosotros como el Verbo. Tal actitud, aplicada por nosotros en la cotidianeidad, nos abrirá la mente y el corazón a los conocimientos superiores. En los dos últimos versos, Hernández
nos recuerda la parábola de la mujer adúltera, en la que Jesús sugiere que tire la primera piedra aquel que no haya pecado nunca. Revaloriza en tal gesto a nuestra condición humana, tema ya observado por Jesús en la elección
de sus discípulos, quien no buscaba personas perfectas, sino perfectibles a
través del Amor Divino.
¿Qué es el Silencio?
Silencio es recordar que toda palabra tiene un hoy y un mañana,
es decir, un valor del momento y un alcance en el futuro incalculable.
Silencio es recordar que los conflictos se resuelven mejor callando,
que no hablando y que el tiempo influye más en ello que las palabras.
Silencio es recordar que sería libre hoy, si no hubiera dicho la palabra de ayer,
y que la palabra de hoy, será mi cadena de mañana.
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Silencio es recordar que si hubiera diferido una sola hora mi juicio,
sobre tal o cual persona o suceso, en esta hora pudo llegar un dato nuevo,
que haría variar aquel juicio temerario o cruel.
Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que otros dicen,
es formar una avalancha, que luego arrastra la reputación y la felicidad de
los demás.
Silencio es no quejarse, para no aumentar el dolor de los demás.
Silencio es no contaminar mis proyectos de miedo a que no se realicen,
o de miedo a que me los estorben.
Silencio es recordar que la palabra al articularse, lleva en sí misma,
una parte de la energía necesaria para realizar la idea que encarna.
Silencio es no exponer la idea o el plan a medio concebir,
ni leer la obra en borrador, para no dar como criatura, lo que sólo es un
anhelo.
Silencio es la semilla y por eso germina.
Silencio es la raíz y por eso sostiene.
Silencio es el capullo donde la oruga se transforma en mariposa
y donde la nube se convierte en rayo.
Silencio es concentrarse, es seguir la propia órbita,
hacer la propia obra, cumplir el propio designio.
Silencio es Meditar, Medir, Pesar, Aquilatar y Acrisolar.
Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara,
el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a donde va.
Silencio es ser uno mismo y no el tambor que suena
bajo los dedos de la muchedumbre.
Anónimo
Nota: Este anónimo sobre el Silencio me acompaña desde mi juventud y deseo compartirlo con el lector.
A un cantor le llaman bueno,
cuando es mejor que los piores;
y sin ser de los mejores,
encontrándose dos juntos,
es deber de los cantores
el cantar de contrapunto.
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Si uno relee los tres últimos versos, comprende la importancia que da
el autor a la comunicación sincera, basada en la verdad, la bondad y la belleza.
La Sabiduría Universal y el Amor Divino, no entienden de razas, credos, nacionalidades ni sexos. Todo eso es parte de la mente racional, que nos
lleva a confrontarnos permanentemente y a perpetuar el conflicto, como ocurre en la actualidad. Simplemente debemos tomarlos como puntos de vista diferentes, que confluyen en el Creador.
Tiemple y cantaremos juntos,
trasnochadas no acobardan;
los concurrentes aguardan,
y porque el tiempo no pierdan,
haremos gemir las cuerdas
hasta que las velas no ardan.
Si uno tiene el instrumento (Alma) templado en el Uno, y el otro,
también lo ha templado del mismo modo, indudablemente ambos cantarán al
unísono, por lo tanto, comunicarán sus Almas con el Maestro, a lo que vamos
a denominar Triálogo. Dicha palabra no acuñada aún, es resultante de la extensión de otras dos que la preceden: monólogo y diálogo. El Triálogo se produce cuando nos comunicamos desde el Alma, mediante la intercesión del
Maestro. «Cuando dos o más estén reunidos en mi nombre, Yo estaré entre
ellos». En el caso de tratarse de personas ateas, esto no implica inconveniente alguno, porque el Triálogo igual se cumple. La unión se realiza entre la
energía diferenciada, que caracteriza a cada uno de los componentes y la
Energía Indiferenciada, que los integra.
Cuando uno se comunica de tal modo con el Eterno, no pierde tiempo, no existe pasado, ni futuro y el presente transcurre de la mano de la Omnipresencia Divina. En el caso del último verso: «hasta que las velas no ardan», según el Profesor Fernando Sorrentino, quiere decir «hasta el alba». Y
ahora nos queda una duda, si es el alba de ese día, o el Amanecer de la Nueva Humanidad.
A continuación de las dos primeras estrofas del Moreno, se integra la
última estrofa del Capítulo XXXIX del Tao Te King, de Lao-Tsé. Veamos luego, cómo la poesía nos hermana en un lenguaje común, con todos los pueblos
de la Humanidad.
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El Moreno
Yo no soy señores míos,
sino un pobre guitarrero;
pero doy gracias al cielo
porque puedo, en la ocasión,
toparme con un cantor
que esperimente a este negro.
Yo también tengo algo blanco,
pues tengo blancos los dientes,
sé vivir entre las gentes
sin que me tengan en menos:
quien anda en pagos ajenos
deber ser manso y prudente.
Capítulo XXXIX del Tao Te King
Por eso lo noble tiene su raíz en lo humilde,
lo alto tiene a lo bajo por fundamento.
Por eso también soberanos y príncipes
se llaman a sí mismos «solitarios», «huérfanos» e «indignos»
indicando con eso, que su base está en la humildad.
¿No es así acaso?
sin las diferentes partes del carro,
no habría carro.
No desees para ti el brillo de la joya,
sino la simple rudeza de la piedra.
Lao -Tsé
Observemos ahora la magnitud de la enseñanza que encierra este diamante literario, que nos legó el autor en la figura del Moreno.
Mi madre tuvo diez hijos,
los nueve muy regulares;
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tal vez por eso me ampare
la Providencia Divina:
en los güevos de gallina
el décimo es el más grande.
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José Hernández, amén de haber tenido un gran conocimiento acerca
de los libros sagrados de la Humanidad, ha sido a su vez un profundo pitagórico. En esta estrofa enseña metafóricamente el símbolo de dicha escuela, es
decir, el Decanato Pitagórico, del cual deriva el término Decano. Desde la
primera Universidad de Europa, la de Salamanca, hasta la actualidad, en todo el mundo se utiliza dicho término para designar el sitio donde se desempeña el Decano de cada una de las Facultades de una Universidad. Sitio donde hipotéticamente deberíamos aprender la relación entre lo Uno (la Luz del
Conocimiento) y lo diverso, y entre lo diverso y la Unidad. Tal representación surge de la observación del efecto físico resultante de la descomposición
de la Luz, en los siete colores correspondientes al Arco Iris. Para lograr tal
fin, se utiliza un prisma de cuarzo, de base triangular equilátera. Es importante comprender a su vez, que cada color tiene vinculación simbólica con el desarrollo de las diferentes Facultades que posee cada Universidad. El término
Rector, hace referencia a aquel que conoce «el camino más corto entre dos
puntos», es decir, el Recto Camino. Por lo tanto, el Rector mismo estaría en
condiciones de guiar a los Decanos en el camino del Conocimiento. Éstos, al
reconocer en el Decanato su significado profundo, se encontrarían capacitados para guiar a los respectivos titulares de cátedra y profesores adjuntos, y
así sucesivamente, hasta llegar a los alumnos. Conduciéndolos a buen puerto
en el camino del Saber. En realidad, estos conceptos no se cumplen en todos
los casos, pero tienen la función de actuar como arquetipos del Conocimiento, de la Sabiduría Universal. Como vemos, estas enseñanzas han sido diseñadas para toda la Humanidad, y no para un pueblo en particular. Lo prueba
el simple hecho de haber sido aceptadas en todas las universidades del mundo. Es obvio que si cada Rector conociera al Maestro Interior y cada Decano, practicara en la dirección de su Facultad las enseñanzas del Decanato Pitagórico, nos encontraríamos con titulares de cátedra y profesores adjuntos,
que estarían en condiciones de continuar los Conocimientos Superiores.
Guiando de este modo a los estudiantes en el conocimiento de sí mismos y
capacitándolos para que un día puedan ser Decanos o Rectores. Como vemos,
es un sistema que se retroalimenta a sí mismo, mediante el Amor a la Sabiduría, que en realidad, es el verdadero significado de la palabra Filosofía. La
cual es reconocida como la madre de todas las Ciencias. Ya sea que analice-
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mos el camino que va desde el alumno hacia el Rector, como el que va desde el Rector hacia el alumno, comprendemos rápidamente que ambos caminos no deberían estar basados en la competencia y sí, en el servicio recíproco. Es de tal profundidad esta enseñanza, que José Hernández la insertó en
octosílabos. Y, para protegerla, la dejó en forma metafórica, presintiendo que
en determinado momento estaríamos en condiciones de comprenderla en la
magnitud que verdaderamente posee. Sabía con toda certeza, que serviría como basamento de lo que se denominará en un futuro próximo Ciencia Espiritual, opuesta en su significado a la Ciencia Materialista. La construcción del
Decanato Pitagórico está basada en la Ley de Jerarquía de la Naturaleza, donde lo superior, sirve a lo inferior.
Al utilizar el autor el huevo como símbolo: «en los güevos de gallina el décimo es el más grande», está expresando que conoce a la perfección
el significado profundo y trascendente del Huevo Cósmico. Desde la antigüedad, se lo utilizó como representación viviente de las fuerzas de la Creación.
Debemos recordar además, que así como todas las aves del cielo son ovíparas, también lo son aquellos animales terrestres, anfibios y peces que se reproducen de igual modo. El huevo posee una cámara de aire en su parte superior, sin la cual sería imposible la vida en el período de incubación. Ésta
tiene, además, una correcta analogía con el Hálito Divino. En el interior del
huevo se encuentran dos células. Una es femenina y está conformada por la
yema o núcleo, más aquello que denominamos vulgarmente clara, que es en
realidad el citoplasma del óvulo o célula femenina. Además encontramos la
célula masculina, conocida como galladura a nivel popular, en representación del espermatozoide. En el instante mismo en que se da el proceso de fecundación, ya sea por incubación o en forma natural, se produce la unión de
ambas células, y así se inicia el proceso denominado embriogénesis. Observamos esta verdadera maravilla de la Creación, entendiendo que los sabios
antiguos tomaron siempre de los elementos simples, la punta de la madeja del
Conocimiento. Comprendiendo así, que el Uno se revela también en el simbolismo del huevo. El cual, antes de ser fecundado se encuentra en estado de
neutralidad, al que los antiguos hindúes consideraban como el equilibrio entre el Ser y el no-Ser, asociado al cielo, también denominado Punto Laya.
Constantín Amariu, al referirse a este tema, nos sugiere lo siguiente:
«En el simbolismo del huevo, se descubre la idea del Uno como el principio
de todas las cosas». Si el huevo revela la vida como misterio, es inevitable
que su simbolismo corresponda también al de la vida que resucita después de
la muerte, del que nace el simbolismo del Huevo de Pascua, en función de la
Pascua de Resurrección. Pero como ocurre con frecuencia, hemos desfigurado su sentido original, representándolo mediante un huevo de chocolate, lleno de confituras.
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El Decanato Pitagórico es un símbolo construido sobre un triángulo
equilátero, con diez puntos insertos en progresión aritmética hasta llegar al
cuaternario. De cualquier forma que se lo coloque con el vértice hacia arriba,
siempre vuelve a conformar la misma figura. Es resultante de la suma del primer punto al que se denomina Mónada o la Unidad, más los dos puntos que
le siguen, correspondientes a la Dúada o dualidad, y así sucesivamente, integra la Tríada y la Tétrada respectivamente, totalizando de este modo el número Diez, compuesto por un uno y un cero, que sumados, vuelven a dar
Uno. Observemos la similitud que tiene el número uno (1) con el espermatozoide y el cero (0) con el óvulo. Al expresar el Moreno: el décimo es el más
grande, nos invita a sumar los puntos del Decanato, desde abajo hacia arriba.
Y entonces, el décimo es el Uno y corresponde a la Mónada, que desde el
punto de vista de nuestro Sistema Solar, representa al Logos Solar, como centro de los nueve planetas que orbitan muy regulares alrededor del mismo. A
propósito, Lao-Tsé dijo: Lo alto, (la cumbre, el vértice), tiene a lo bajo, (la
base, el valle, nuestra naturaleza inferior) como fundamento. Ahora entendemos por qué el Diez da el nombre al Decanato.
Si nos preguntamos quién es la madre del Moreno, hallamos como
respuesta que Ella es la Madre Naturaleza, la Virgen, la Pachamama, nuestra
naturaleza interna, que se hace una con la externa, a la cual permanentemente violamos, por ignorar las Leyes que rigen lo Creado. Cabe destacar que los
primeros sacerdotes franciscanos que llegaron a América, temían que los nativos no aceptaran la figura de la Virgen. No obstante, rápidamente comprobaron que tal dificultad no existía, pues la figura contenía en sí misma los
atributos de la Pachamama.
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En la Tétrada están integrados los cuatro elementos de la Naturaleza, las cuatro estaciones, los cuatro temperamentos, las cuatro fases de la Luna, los cuatro grupos zodiacales, los cuatro aspectos del hombre en cuanto a
corporeidad, vitalidad, emocionalidad y mentalidad, como punto de referencia del sitial del Yo, y a su vez, en neta vinculación con los cuatro evangelistas y su relación con el Cristo, como el quinto elemento.
Los nueve muy regulares
Si lo analizamos en profundidad, podemos comprender que este tratado de Cosmología que José Hernández ha legado, alcanza el nivel de la excelencia al expresar estas palabras: «Mi madre tuvo diez hijos…»
Si nos preguntamos por qué el autor ha dejado ciertos mensajes encriptados, representados en forma de símbolos, comprenderemos que en realidad, al momento de ser escritos, nosotros aún no estábamos preparados para entenderlos. No era el momento adecuado, debían ocurrir ciertas señales
en la Humanidad, que indicaran el mal negocio del egoísmo. Para comprobar
esto, basta con tener en cuenta las transformaciones que el mundo ha sufrido
desde 1879, año en el que José Hernández publica La vuelta de Martín Fierro, hasta la fecha.
A propósito de la vigencia del lenguaje trascendente, el escritor Randolfo López Barboza, poeta, conferencista, amante de la Naturaleza, maestro
y amigo, quien ha partido de este mundo recientemente, decía siempre estas
frases de su autoría: «Si viene, conviene»; «Sabiduría, es saber más de lo
mismo»; «La Vida es bella, no te la pierdas»; «¿Quién te vive?» (el ego o el
Maestro).
La señora Josefina Maynadé, en su maravillosa obra Los Versos Áureos de Pitágoras, Los Símbolos y el Hieros Logos (La palabra Sagrada),
aporta enseñanzas determinantes para la comprensión del Decanato Pitagórico. La autora acota lo siguiente: «Su sabiduría es reveladora y posee alcances que nuestra mente concreta no podrá nunca desentrañar, por cuanto contiene los fundamentos de la vasta evolución humana, así como los de la
creación divina, la Antropogénesis y la Cosmogénesis: el Universo como definición abstracta y el individuo como máxima posibilidad y perfección. El
triángulo pitagórico en su sintética y geométrica expresión, puede considerarse hoy, como antaño, como el «Libro Eterno», contenedor de las ideas
madres permanentes y renacientes en todos los orígenes cíclicos. En tal sentido constituye la vanguardia del arte abstracto, puesto que se basa en ideas
abstractas y en símbolos cósmicos. Los puntos en él inscriptos constituyen el
códice de la más elevada sabiduría, ya que estructuran la alta jerarquía es-
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piritual que rige, desde las fuentes super-universales, al mundo y al hombre.
Considerando pues el triángulo pitagórico en su integridad como tratado, a
la vez, de arte, ciencia y religión».
Continúa Josefina Maynadé: «Cada una de sus caras representa la
Bondad, la Verdad y la Belleza. La verdad preside a la ciencia y la filosofía,
la belleza, al arte, y la bondad, a la religión. Porque nos hallamos desconectados de la armonía pitagórica en nuestra vida, imperan el desequilibrio, el
desorden, la angustia, la descortesía y la grosería. La falta de elegancia, en
todos los órdenes de matices de sensibilidad. Porque nos hallamos desconectados de la Divina Providencia, porque la ignoramos, nos hemos tornado incrédulos, duros, escépticos, materialistas, egoístas, inclementes, desconsiderados hacia los demás. Y porque nos hemos desconectado de la gran Ley que
rige al Universo, transgredimos las leyes naturales y las humanas, el derecho y la moral decaen, las costumbres se envilecen y se tergiversan los fundamentos del orden, las reglas de la conducta y la obediencia a los procesos
biológicos de la sabia Naturaleza».
En lo más profundo de su corazón, José Hernández sabía que cruzaba el tiempo de su siglo, de su milenio y de su Era. Supo también beber a sorbos el Agua Viva de la Sabiduría Universal y compartirla. Hizo que su personaje principal rescatara a la Cautiva, su Alma, que estaba malviviendo entre
los indios (diferentes manifestaciones yoicas), e invocó para que Su Maestro,
le permitiera cruzar la frontera (el diafragma) y pudiera despertar el cuarto
Chakra o Morada, también llamado plano del Equilibrio o Centro del Corazón. Es sabido que poco le importa la existencia del Alma, y menos la relación Alma / Espíritu, al individuo que no ha recorrido en su interior, el camino que va desde el personalismo, hacia la impersonalidad.
A continuación vamos a descifrar el Decanato Pitagórico con más
profundidad aún, primero en función del Sistema Planetario y luego en relación con el mapa cosmogónico, para lo cual nos basaremos en conocimientos existentes en el Apocalipsis de San Juan. Si el Yo Divino representa el Espíritu Solar, el Cordero Inmolado, constituye en en sí mismo, el centro y eje
de nuestro sistema planetario. Respecto al Decanato, el Yo está representado
por la Mónada, el Uno, y los nueve muy regulares, corresponden a cada uno
de los nueve planetas circundantes de nuestro Sistema Solar, que describen
respectivamente órbitas heliocéntricas, en este orden en el tiempo y el espacio. Concretamente, a partir del Sol, encontramos que la primera órbita corresponde al planeta Mercurio, el cual tarda 88 días en recorrerla. A continuación se encuentra Venus, que tarda 225 días en cerrar su ciclo, y luego le toca
a nuestro planeta Tierra orbitar al Sol en 365 días, correspondiente a lo que
denominamos año. En el caso de Marte, tarda 687 días en realizar su ciclo y
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a continuación, lo hace Júpiter en 4.332 días. Luego viene Saturno, con
10.759 días, y finalmente, completan las tres últimas órbitas Urano, con
30.688 días de duración, Neptuno con 60.181 días y Plutón con 90.677 días,
respectivamente. Como podemos apreciar, los nueve son muy regulares, tal
como lo expresó José Hernández.
En lo referente a Mercurio, este planeta tiene relación con la forma
con que elaboramos el pensamiento. Al definirse el gaucho Martín Fierro como que no es un cantor letrao, está expresando en forma clara, que ha aprendido a subordinar el impulso racional del intelecto, a la voz de la Intuición.
En el caso de Venus, en toda la obra el autor va diferenciando el amor humano, al que San Juan de la Cruz designara como «quereres», del Amor Divino.
La Tierra es, precisamente, el sitio donde se desarrolla la epopeya evolutiva
del Alma humana. No olvidemos que el Hombre es una porción de Tierra que
camina y a la vez, este maltratado Planeta es el escenario imprescindible para comprender aquello que Rudolf Steiner expresara así: «Sabiduría, es dolor trasmutado». Ya se ha visto que el personaje principal, Martín Fierro, es
un símbolo y representa al Planeta Marte, el cual, al estar mal aspectado por
el Sol en La Ida, impulsa al gaucho a la acción sin reflexión, manifestándose en ocasiones como un guerrero egocéntrico, llegando a matar al Moreno
mayor. Luego, al invertir dicha imagen en el desarrollo de La Vuelta, despierta la Consciencia del Yo y aprende a subordinar la Acción a la Observación,
de la mano del testigo siempre presente, es decir, la Divina Presencia.
A continuación, observaremos la forma que utilizó José Hernández
para referirse a Júpiter, diferenciando claramente el comportamiento de la justicia humana, respecto de la Justicia Divina. En el caso de Saturno, ya nos hemos explayado en la figura del Moreno, quien tiene esta magistral payada con
Martín Fierro. A partir de Saturno, los planetas restantes entran en la zona correspondiente al Plano Transpersonal. Encontramos a Urano (Gr.) Ouranos, el
más antiguo de todos los dioses y padre de los titanes divinos, dios de la mitología griega, hijo del Caos y del Día, unido a Gea o Titea, que presagia las
transformaciones profundas, como resultado de la unión Alma / Espíritu.
Ya aproximándonos al final del Sistema, encontramos a Neptuno,
que tiene el poder de disolver las fronteras de nuestra identidad, para hacer
lugar a lo Nuevo. Este círculo de energía alrededor del Sol, se cierra con el
planeta Plutón, que describe aquello que se comparte y la forma que utilizamos para fusionarnos con los demás. Representa una especie de muerte del
ego y de la intrincada identidad humana, renaciendo en el «Nosotros», mediante el servicio a los demás. Alcanza su mayor cometido a través de la integración de la Solidaridad con el Amor.
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Continuando con la Cosmogénesis, vamos a remitirnos al cuarto capítulo del Apocalipsis de San Juan, donde el Alma y el espíritu de San Juan
son llevados a presenciar, desde una visión espiritual, el Sistema Solar, mediante este llamado: «Sube acá y yo te mostraré las cosas que han de ser después de estas» (Ap 4-1). En (Ap 4-2) empezamos a ver la relación del tema
anterior con esta maravillosa enseñanza Bíblica: «Y yo fui en Espíritu, y he
aquí, un trono que estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado». ¿Quién estaba sentado en el trono?, nos preguntamos. Se trata sin duda del Espíritu Crístico, el Yo Divino o Espíritu Solar, aquello que los Incas
llamaban Tata Inti y los Egipcios Ra. En (Ap 4-4), leemos: «Y alrededor del
trono había veinticuatro sillas: y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro».
De los veinticuatro ancianos, debemos saber que corresponden dos a cada
uno de los doce signos del zodíaco, en función del significado que poseen las
cosas tangibles e intangibles respectivamente. Lo denso y lo sutil. Lo profano y lo Sagrado. En el caso del versículo siguiente, (Ap 4-6), aparece una
imagen ya conocida por Pitágoras, quien estudió los conocimientos profundos de Egipto y se refirió a la Esfinge más antigua conocida, la de Gizet. Ésta representa en sí misma a los cuatro puntos cardinales de la Psicología humana, es decir, los cuatro Temperamentos (colérico, flemático, sanguíneo y
melancólico), en perfecta correspondencia con los elementos de la Naturaleza: Fuego, Agua, Aire y Tierra respectivamente. Es por ello que son cuatro
los Evangelistas y son doce los apóstoles, teniendo en cuenta que por cada
elemento corresponden tres signos, lo que da como resultado la cifra anterior.
El orden en que San Juan lo expresa en la Biblia es así: «Y el primer animal
era semejante a un león; y el segundo animal, semejante a un becerro, y el
tercer animal tenía la cara como hombre; y el cuarto animal, semejante a un
águila volando» (Ap 4-7). En (Ap 5-6) tenemos una maravillosa expresión
del Cristo como Cordero Pascual y como Siervo, que José Hernández representó humildemente en la figura del Moreno Mayor.
En la cruz cardinal del zodíaco encontramos los cuatro hitos místicos
del año, sobre los cuales Pitágoras basaba la Catarsis Tetráctica. Asociando el
ayuno y la oración, en coincidencia con los dos solsticios y los dos equinoccios anuales. Dicha depuración tenía como objetivo hacer que los discípulos
tomaran consciencia de que estaban transitando desde la aspectación de un
elemento a otro. Por ejemplo, el Fuego corresponde al Verano, el Agua rige
al Otoño, el elemento Tierra al Invierno y el Aire a la Primavera. En el caso
del Martín Fierro, Hernández asevera en su obra que el gaucho, sus dos hijos y Picardía, «a los cuatro vientos partieron». Como corolario, traemos a
colación este versículo: «Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinti-
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cuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron al que vive para siempre jamás» (Ap 5-14).
De la Cosmogénesis a la Antropogénesis
Cuando se habla de un Hombre «hecho a imagen y semejanza de
Dios», pareciera que estamos frente a algo muy complejo de comprender. No
obstante, ahora vamos a ir observando el cuerpo humano, desde la cabeza hacia los pies, lo cual hará que este concepto nos resulte más fácil de entender.
Si arqueamos el cuerpo hacia atrás, haciendo que ambos extremos se toquen
entre sí, es decir, que los pies queden apoyados sobre la nuca, estaremos frente a la figura ovoide, que conforma el pabellón de la oreja humana, donde el
astrágalo (pies) se aproxima al lóbulo de la misma (cabeza), en mutua correspondencia. Basándose en esta enseñanza y aplicándola específicamente a la
acupuntura, la Medicina China practica la Auriculoterapia.
A la cabeza humana le corresponde el signo Aries, continúa el cuello, de la mano de Tauro, le sucede Géminis, en relación con los brazos y los
pulmones. A Cáncer le toca el estómago, a Leo el corazón. En lo que respecta a Virgo, le corresponde el intestino y a Libra, los riñones. Al signo de Escorpio se le asigna la zona genital y a Sagitario los muslos. Capricornio rige
las rodillas. En el caso de Acuario, se asocia con las pantorrillas y finalmente a Piscis le toca completar el circuito, con los pies. Observemos nuevamente el contacto de pies (Piscis), con la cabeza (Aries). Cabe destacar que el mapa estelar no fue hecho por los hombres, ni tampoco, ninguna persona ha
diseñado el cuerpo humano, simplemente es patrimonio del Creador. Lo que
no podemos negar es la mala utilización que se hace de estas enseñanzas, que
provoca que algunas personas se irriten, con justa razón, al hablar sobre estos temas. «El pueblo asentado en las tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región y sombra de muerte, Luz les esclareció» (Mt 4, 16). No hay duda de que la Humanidad de hoy es un pueblo asentado en las tinieblas, que
necesita encontrar la Gran Luz en su corazón y en el Amor Divino.
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides;
siempre he cruzado a los aires
como el pájaro sin nido;
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un flaire *.
(*) Fraile
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El Moreno comenta que aquello que sabe, lo ha aprendido porque se
lo enseñó un «flaire» (fraile). Esta actitud nos refresca la mente, para comprender que el Conocimiento profundo ha ido viajando por los siglos, como
el canto de los juglares, en un boca a oído perfecto. Lo que no había que saber, se olvidaba, y lo que había que saber, se recordaba. Porque «Nada de lo
que es oculto dejará de ser manifestado». Conformando así una perfecta sincronía, entre el Silencio y la Palabra.
Hernández nos dice: «siempre he cruzado a los aires como el pájaro
sin nido», figura que también ha sido denominada Sol Alado o Gran Ave. Recordemos que Pitágoras decía: «Móntate sobre las alas del Gran Ave y alcanzarás la sabiduría». Esta estrofa revela que el autor conoció a la perfección
el significado del jeroglífico egipcio que representa el Hálito Divino, es decir, el manejo de la Respiración Consciente. Por lo tanto, también aprendió a
desprender el Alma y el Espíritu, como nos lo recuerda San Juan en (Ap 19,10), donde relata que estando en la Isla de Patmos fue llevado en Espíritu
en el día del Señor.
Ya sabemos que el trabajo interior y la purificación, mediante la superación del dolor, le ha permitido a Martín Fierro abrir la quinta puerta o
Morada, al que Harish Johari define así: «Este es el plano del aliento positivo, negativo y neutro. Aquí el individuo nace como Hombre, como opuesto a
la naturaleza animal, siendo por tal motivo, capaz de reconocer la Omnipresencia Divina en todas las cosas. Ha Nacido. Este nacimiento jamás se registra en las partidas de los tribunales». Como podemos apreciar, es la plasmación de la enseñanza presente en (Jn 3-6): «Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es». En este plano es donde se abre el don de la Palabra y comprendemos el significado real del Verbo (Jn 1-1).
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Los cuatro elementos de la naturaleza
Y sé como cualquier otro
el por qué retumba el trueno,
por qué son las estaciones
del verano y del invierno;
sé también de dónde salen
las aguas que cain del cielo.
«El conocimiento acertado es el alimento de la consciencia. Recordemos que vid, significa conocer. Es la causa por la cual Jesús se entrega a
su propia muerte y se transforma en Jesucristo. Significa que hemos aprendido a seguir nuestro sonido interior, el sonido del propio Ser y no seremos
víctimas de nuestra mente racional, que es la ignorancia» (Harish Johari).
Yo sé lo que hay en la tierra
en llegando al mesmo centro;
en dónde se encuentra el oro,
en dónde se encuentra el fierro,
y en dónde viven bramando
los volcanes que echan juego.
Yo sé del fondo del mar
donde los pejes nacieron:
yo sé por qué crece el árbol,
y por qué silvan los vientos;
cosas que inoran los blancos
las sabe este pobre negro.
Aquí aparecen integrados los cuatro elementos de la Naturaleza, que
en las dos estrofas anteriores pueden leerse en las palabras: «tierra, juego,
mar y vientos», los que a su vez, están contenidos en la base del Decanato Pitagórico, representados en la Tétrada. El Moreno conoce el elemento Tierra
porque aprendió a entrar en su propio centro interior. Encontró el verdadero
significado del Oro Espiritual y se vale de los volcanes para traernos el elemento Fuego, es decir, que ha podido colocar a su voluntad humana, al ser-
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vicio de la Voluntad Divina. Conoce el fondo del mar, porque descubrió en
su interior todo aquello que el elemento Agua le podía dar. Ha logrado con su
observación profunda, percibir la Omnipresencia Divina en todas las cosas
(ver Ap 22-17). Y finalmente, consiguió conocer todo lo referente al Aire,
porque encontró «el Gran Ave», «el Pájaro sin nido», el Hálito Divino, que
lo ha llevado a transitar el camino que va desde los quereres hacia el Amor.
Aumentando considerablemente su capacidad de dar, comunicar, enseñar,
aprender, por aquello que une a la creación humana con la Obra de la Creación. Ahora cada uno de nosotros, aplicando el libre albedrío, estará en condiciones de tomar o dejar estas enseñanzas.
Hay un pensamiento filosófico anónimo que reza así: «No me pidas
conocimientos, háblame de tus experiencias». El mismo, está basado en la
posibilidad de convertir el pensamiento en acción. Al parecer, José Hernández lo conoció a la perfección.
Yo tiro cuando me tiran,
cuando me aflojan, aflojo;
no se ha de morir de antojo
quien me convide a cantar:
para conocer a un cojo
lo mejor es verlo andar.
Queda claro que el Moreno nos va a dar su conocimiento, pero en la
medida de nuestra necesidad de recibirlo. A este fenómeno, se le denomina
sed de Agua Viva. Y en lo que hace al «cojo», no es una burla grotesca hacia
quienes tienen una pierna más corta que la otra, sino una alusión a aquellos
que aún no han podido honrar a su padre y a su madre. Se trata de quienes todavía permanecen en el desequilibrio, atrapados por sus juicios de valores y
por lo tanto, no han llegado al Plano del Equilibrio, es decir, al Cuarto Centro de Energía o Morada. Si perseveran, pueden lograrlo. Gastón Soublette se
refiere a este tema en forma magistral, diciéndonos: «Esta concepción conduce a reconocer que el mal, que comienza con la alienación de la consciencia y se materializa en un daño efectivo a la vida, procede del desequilibrio
de ambas vertientes, especialmente de la hegemonía del principio paterno,
que concibe como escuela ideal de formación humana, aquella que promueve las virtudes masculinas de la acción: la inventiva, el esfuerzo, el crecimiento, la ambición, el espíritu de empresa, la conquista, el dominio y la
competitividad. Con ello, se escamotea toda la vertiente de virtudes mater-
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nales tales como el afecto, la dulzura, la mansedumbre, la receptividad, la
misericordia, la alegría, la estética, la poética del vivir, la paz, la gratuidad
y el sentido del misterio, con la consecuente espiral de violencia. El equilibrio de las dos vertientes de la psique, es lo que hace al hombre cumplir exigencias espirituales y éticas reconocidas como ideales y deseables por todas
las formas tradicionales de sociedad, aún por la actual, aunque de hecho,
hoy se siga por lo general, un camino opuesto a este ideal en los sistemas pedagógicos».
A propósito, Rudolf Steiner nos legó este mensaje: «Así como las
plantas se orientan al sol, del mismo modo penetra en el hombre el Yo Superior, hacia el cual, como Sol Espiritual se orientará la Humanidad».
La obra original de José Hernández se va manifestando bajo dos formas simultáneas, una referida a la exterioridad y la otra, respecto a la interioridad, está microcósmicamente vinculada al Hombre y macrocósmicamente,
a la relación de éste con el Cosmos. Esto nos permite ir comprendiendo el
proceso de expansión de la consciencia, que va desde lo individual, hasta
abordar lo más elevado, correspondiente a la Consciencia Cósmica. Ahora
comprendemos que el tema central de la obra de Hernández es el Hombre
mismo, en un proceso compartido con toda la Humanidad, respecto a la posibilidad de despertar y luego evolucionar la consciencia a planos superiores.
Aún sería reducido este planteo, si no comprendiéramos que estamos viajando sobre este Planeta alrededor del Sol, por lo tanto, aunque no nos demos
cuenta, formamos parte de un incesante orbitar cósmico. Es aquí donde comprobamos que la gravitación planetaria es resultante de la interacción de dos
fuerzas antagónicas, como lo son, la fuerza centrífuga y la centrípeta respectivamente, que mantienen en equilibrio el movimiento de los cuerpos celestes, tal cual lo expresara el Doctor Eduardo Alfonso. Para lo que se hace imprescindible entender el movimiento heliocéntrico de nuestro Sistema Solar.
Tema que los egipcios conocían desde la Antigüedad y que ha sido demostrado al analizar los conocimientos astronómicos utilizados en la construcción
de las pirámides.
Eleen Caddy, en su capítulo Revelación del libro Dios me habló, se
expresa así: «Este es un tiempo histórico y trascendental en el progreso del
hombre. En este tiempo el velo se está dividiendo en dos y eso que ha estado
escondido a través de los años, ahora se va a revelar. Los secretos de los sabios, no serán más secretos, porque todos sabrán acerca de ellos. El libro de
la vida ahora ha sido abierto y las verdades que contiene están saliendo a la
luz, para que todos los hombres las vean y las usen».
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Y si una falta cometo
en venir a esta riunión
echándola de cantor,
pido perdón en voz alta,
pues nunca se halla una falta
que no esista otra mayor.
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De lo que un cantor esplica
no falta qué aprovechar
y se le debe escuchar
aunque sea negro el que cante:
apriende el que es inorante,
y el que es sabio, apriende más.
Desde el punto de vista pedagógico, el autor hace una apreciación
exacta acerca del modo de aprender. En este caso, el Moreno sabe que no sabe, por eso es sabio, puede ampliar sus conocimientos y a su vez, enseñar a
los demás.
A partir de este instante, vamos a entrar en un plano de mayor profundidad, donde el intelecto deberá subordinarse indefectiblemente a la Intuición. Tal actitud, va a determinar un ajuste o sincronía que sólo el Maestro
Interior nos puede regalar.
Como podemos apreciar, José Hernández fue un conocedor profundo de la Sabiduría Pitagórica y además, un estudioso de la Santa Biblia y de
otras obras de la Literatura Universal. Por tal motivo, ha dejado guardada para la parte final de su libro una visión trascendente del hombre. No debemos
olvidar, que tanto las fuentes que un autor utiliza para desarrollar su obra, como la forma en que se manifiestan, tiene que ver con la revelación y por lo
tanto, el encuentro toma carácter de sagrado, por no existir ninguna finalidad
egocéntrica. En tres palabras podríamos resumir el mensaje del autor, él nos
sugiere ser dignos, puros y desinteresados.
Bajo la frente más negra
hay pensamiento y hay vida;
la gente escuche tranquila,
no me traiga ningún reproche:
también es negra la noche
y tiene estrellas que brillan.
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Todo este planteo aledaño a nuestro tema fundamental, tiene como
objetivo ampliar la comprensión en lo que respecta a la representación de la
figura del Moreno y su relación simbólica con el Planeta Saturno. Él representa al Maestro del Dolor y la Sabiduría. Es oscuro y su órbita es lenta, dura aproximadamente veintinueve años y medio. Ante los ojos del neófito, pareciera que sólo plantea obstrucción y sin embargo, constituye el camino del
conocimiento por la humildad y la mansedumbre. La rebeldía nos deja exhaustos y envueltos en el sufrimiento y la nulidad. Saturno preludia las transformaciones profundas y representa el descenso a los infiernos en búsqueda
de la piedra filosofal (lapis philosorum), es decir, a las capas más profundas
de la psique. Ahora ha cesado la lucha y la preponderancia del caos sobre el
orden en nuestro microcosmos humano. Es el momento en que debemos saber, que cada vez que uno acepta con humildad las pruebas que la vida le pone, se produce una expansión de la consciencia; aún en aquellos casos extremos, donde el hambre y la tortura, ponen de manifiesto la miseria humana.
Al trascender tales conflictos, quedamos en condiciones de comprobar finalmente que hay un triunfo Cósmico de la Luz sobre las tinieblas.
Mientras uno camina por el campo o la montaña, o navega en el mar,
hay un instante en el que se puede percibir un cambio climático. Aún donde todo parece en orden, se ha instalado el caos. También podemos darnos cuenta del
aspecto contrario. A propósito, el cantautor argentino José Larralde nos aporta
estos versos: «Es cuestión de sentido, adivinar el viento cuando está calmo».
Martín Fierro
¡Ah Negro! Si sos tan sabio
no tengás ningún recelo:
pero has tragao el anzuelo
y, al compás del estrumento,
has de decirme al momento
cuál es el canto del cielo.
El Moreno
Cuentan que de mi color
Dios hizo al hombre primero;
mas los blancos altaneros,
los mesmos que lo convidan,
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hasta de nombrarlo olvidan
y sólo le llaman negro.
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Pinta el blanco negro al diablo,
y el negro, blanco lo pinta;
blanca la cara o retinta,
no habla en contra ni en favor:
de los hombres el Criador
no hizo dos clases distintas.
En esta estrofa, José Hernández se manifiesta como un profundo conocedor de los opuestos que conforman la Unidad. En un juego de palabras,
muestra lo ilusorio del pensamiento polar, que todo lo divide, con el cual nos
perdemos en la ficción y negamos lo Real. En este caso, «no habla en contra
ni en favor», y afirma que «el Criador no hizo dos clases distintas», enseñanza que aún la Humanidad no ha aprendido, porque todavía sigue creyendo
que con un nuevo conflicto recuperaremos la Paz. Este planteo tiene una vigencia tremenda en nuestro tiempo, donde todavía hay quienes pretenden entrar en la Era de Acuario con el estandarte del machismo, o del feminismo,
o del liberalismo, o de cualquier otra postura combativa y polar, que margina y automargina a la vez. Ha llegado la hora de que las mujeres y los hombres de buena voluntad nos integremos. Cuando se pide no-discriminación y
uno discrimina, no puede servir a los demás. Es más, la discriminación en sí
misma es un atentado a la libertad y a la sana convivencia. Básicamente, indiscriminar constituye un acto de amor. Pero esto no se entiende con palabras, se vive y se respira, especialmente, cuando permitimos que el Gran Indiscriminador nos enseñe a indiscriminar. Así como ya ocurrió en África con
el Apartheid, irá ocurriendo paulatinamente en todo el Planeta.
Krishnamurti aporta esta enseñanza: «Tenemos que aprender a ver las
cosas como son realmente, no como ustedes están programados para mirarlas. Vean la diferencia. ¿Podemos estar libres de la programación y mirar? Si
miramos como cristianos, demócratas, comunistas, socialistas, católicos o
protestantes –que son todos prejuicios– no podremos comprender entonces la
enormidad del peligro de la crisis que estamos afrontando. ¿Podemos estar libres de todo eso para mirar lo que está sucediendo en el mundo?».
En total correspondencia con el significado interior del Moreno, el
autor anónimo del Manual del Hombre Nuevo expresa bajo el título «Tinieblas y distracción»: «Las tinieblas que laten en tu interior son profundas y
viejas. Desde tu nacimiento crecen contigo y quizá desde mucho antes».
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«Las tinieblas que te rodean, aunque muchas veces tengan el aspecto
de la Luz, junto con las que persisten dentro de ti, están en continua expansión ciega, para invadir y ocultar la Luz que arde en la esencia de tu Ser».
«Es por eso que un solo minuto de distracción, equivale a mucho
tiempo de oscuridad. No te distraigas. Vigila continuamente, a cada instante. Observa tranquilamente cada voz, cada sonido, cada silencio. Todo aquello que te rodea a cada momento. Y verás tú mismo y únicamente tú mismo,
cómo todo pasa a formar parte de tu Luz interna, esencial y permanente».
Y después de esta alvertencia,
que al presente viene a pelo,
veré, señores, si puedo,
sigún mi escaso saber,
con claridá responder
cuál es el canto del cielo.
Los cielos lloran y cantan
hasta en el mayor silencio;
lloran cuando cain las aguas
cantan al silbar los vientos,
lloran cuando cain las aguas
cantan cuando brama el trueno.
Todos los pueblos de la Tierra han tenido a lo largo de su Historia
muertes injustas, guerras fraticidas, campañas del oeste o del desierto, han soportado el peso de las conquistas, con invasiones territoriales, bloqueos, etcétera. Es obvio que cuando el ser humano muestra sus garras, es peor que los
animales, debido a que posee inteligencia y una perversidad mayor. Si ahora
observamos desde el Cielo, es decir, desde el punto de vista espiritual, vamos
a encontrar tres enseñanzas que el autor expresa con una síntesis excepcional:
la primera está referida a cuando «los cielos lloran» por nuestra ignorancia y
por todas las almas que no dejamos descansar en Paz. Entendiendo bien, que
una cosa es llevarle una flor a nuestros muertos y otra muy distinta, es aceptar su muerte, lo cual requiere trabajo interior. Si no existe perdón, aceptación
y conciliación, simplemente perpetuamos el dolor y el conflicto. La segunda
enseñanza alude a «cuando los cielos cantan». Sabemos que es muy grande el
regocijo que se siente desde el punto de vista espiritual, cuando hemos tenido
la humildad de aceptar la muerte de nuestros seres queridos y se les ha ayudado a sus almas a descansar en Paz. Por último, al expresar su canto «hasta en
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el mayor silencio», nos invita a invocar en silencio y a escuchar la Voz del
Maestro, desde donde proviene la revelación. Para lo cual es fundamental
practicar la meditación en movimiento, cuya versión popular es «A Dios orando y con el mazo dando», integrando la plegaria a todas las tareas que uno realiza a diario.
Las coplas del manantial
Es sorprendente cómo las «coplas» de la intuición nos van brotando
como agua del manantial y surgen sincronías que nos dejan perplejos. Abro
súbitamente la obra El Tao Te King, de Lao-Tsé, de quien hemos tomado algunas enseñanzas, y encuentro este mensaje: «El Tao (Dios) en su eternidad
es de una simplicidad absoluta. Pero aunque ínfimo el mundo no puede someterlo. Si reyes y príncipes supieran atenerse a él, Cielo y Tierra se unirían
para destilar un dulce rocío. Por sí mismo sin gobierno, el pueblo se ordenaría en paz y armonía».
La Humanidad hoy padece un aumento progresivo de la represión.
Hasta un organismo creado para la paz, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sirve para autorizar los bloqueos y la guerra, mostrando
el contrasentido de la convivencia entre las naciones y culturas de este vapuleado Planeta.
Si analizamos el tema de la autoridad, ésta es permanentemente cuestionada en la obra de José Hernández. Pero no es su función hacer un alegato a favor de la rebeldía por la rebeldía misma. Simplemente se debe al enorme sentido humanista que ha caracterizado al autor, que le permitió ver al
hombre como un ser en evolución, y no como alguien concluido. No hay duda de que su visión es transgeneracional y está basada en el desapego. Cuando su gaucho Martín Fierro vibra en los centros inferiores, correspondientes
a La Ida, tiene una visión diametralmente opuesta de la autoridad en comparación con la que alcanza al realizar La Vuelta. Porque allí encuentra al Maestro Interior y reconoce en Él a la única autoridad verdadera. Siendo el autor
un profundo conocedor de las Leyes de la Naturaleza, aplica en este caso con
maestría la Ley de Jerarquía. Le otorga el sentido que le corresponde, enseñando que lo Superior gobierna a lo inferior. Lo Superior está representado
por la Jerarquía Real o Divina y lo inferior, manifestado en las falsas jerarquías temporales, impuestas por los mecanismos del poder, siempre lejanos
de la Omnipotencia y Omnipresencia Divina. Todos sabemos que la sabiduría sobrevivió al poder de los imperios, pero aún los más esplendorosos sucumbieron a su propia codicia de poder.
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Simbolismo profundo
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Este instante de la obra presagia una nueva transformación en la
consciencia. Ahora estamos en el umbral de la Sexta Puerta o Morada, donde el único objetivo existente, es elevar cada vez más la consciencia hacia la
Luz. En los próximos párrafos, podremos comprender la importancia que tiene el hecho de alcanzar el Plano de la Neutralidad, mediante este triálogo maravilloso entre Martín Fierro, el Moreno y el Maestro. Observemos ahora la
devoción y reverencia con la que cada uno de estos personajes expresa su
opinión sobre temas tan trascendentes, invitándonos a rescatar la Sabiduría
de las cosas simples. Ellos cantan estas coplas gauchescas y recitan en octosílabos todo lo que el ojo espiritual pudo «ver». Entendamos que las palabras
en sí mismas carecen de sentido si no las revela el Manantial de Agua Viva,
y se hacen burdas, como lo expresara el maestro Pitágoras, cuando emanan
del ego. El Moreno sabía plenamente que Martín Fierro sería capaz de superar el dolor y la ignorancia, y que un día llegaría a vencerse a sí mismo, por
lo tanto, podría convertirse en Guerrero. El tiempo ha llegado. El premio no
se hace esperar. Su Maestro Interior, el Yo Divino, le va a revelar a su Alma
el significado de esta enseñanza: «El que tenga ojos para ver, que vea». Ahora puede ver con el ojo espiritual y sentirse hermanado en un proceso común
a toda la Humanidad.
Cuando llegamos a esta Morada, la Tierra ya no es vista como el sitio donde caminamos o como un territorio con recursos para saquear. Por el
contrario, sabemos que a partir de ahora se trata nada más ni nada menos que
de la Madre Tierra, aquella representada por los nativos de América como la
Pachamama, también llamada Gaia. Es el Gran Principio Materno. Su materea, nos da la raíz para formar las palabras madre y matriz. Ahora comenzamos a verla como un organismo vivo, que ha dado a luz todo cuanto existe.
Recién al llegar a este plano, es cuando se puede comprender la relación
existente entre la Luna y el Sol. Recordemos las palabras de San Francisco
de Asís: «Hermano Sol y hermana Luna». También en este plano es más
simple sentir a la Humanidad Una y al Planeta Uno, lo que nos permite llegar al nivel correspondiente a la Consciencia Planetaria. Una vez trascendidas las pruebas necesarias, se podrá un día alcanzar finalmente el estado de
Consciencia Cósmica. La actualidad de este tema es increíble. Hoy a duras
penas podemos comprender que nuestro Planeta está amenazado por un peligro inminente. Ya no es extraño para la mayoría de los gobernantes del
mundo el fenómeno de recalentamiento planetario, que trae entre sus efectos el deshielo de los polos. Hecho del cual, en mayor o en menor medida,
todos somos cómplices, por el uso indebido que hacemos de los recursos
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planetarios. También podría generarse un cambio en el Eje Eléctrico Planetario, hecho que ya ha ocurrido en otros momentos, y que fue comprobado
por la presencia de vegetales fosilizados en el suelo antártico. Ya no hay duda de que el desconocimiento de las Leyes de la Naturaleza nos ha impedido proteger el Ecosistema. Tema que en un futuro deberá, mundialmente, ser
materia obligatoria para los estudiantes de todos los niveles de enseñanza. A
fin de convertirlos en protagonistas activos del proceso de sanación planetario. Hay un proverbio antiguo que reza así: «Si no se sabe lo que se busca,
no se reconoce lo que se encuentra». Convengamos que nunca la ignorancia
fue un buen medicamento.
En la actualidad, los cuatro Elementos de la Naturaleza se ven comprometidos seriamente. Aún hoy desconocemos de modo sistemático el valor
de los elementales de la misma y su vinculación con la consciencia humana.
En el caso del Fuego, refiriéndonos al aspecto térmico externo e interno del
Planeta, encontramos como factores importantes el efecto invernadero y su
consecuencia, el calentamiento global. En lo que atañe al Agua, es un líquido
cada vez más preciado en su estado puro, debido a que en su mayor parte se
encuentra contaminado. Este elemento forma parte del 70% de nuestro peso
corporal y es permanentemente degradado por nosotros debido a la ignorancia
que poseemos en materia alimentaria, lo que hace que afectemos además
nuestros ríos internos (venas, arterias, linfáticos, jugos digestivos y el líquido
cefalorraquídeo). Si nos referimos al aspecto externo, encontramos que contaminamos los ríos, lagunas, lagos, mares y aguas subterráneas. Dicho fenómeno también afecta al producto de su evaporación, al combinarse con gases industriales y el smog, transformándose luego en lluvias ácidas. Éstas corroen
todo lo que encuentran a su paso, destruyendo la vida y facilitando la continua
desaparición de las especies, tanto vegetales como animales.
En el caso del Aire, de su tradicional pureza hoy sólo queda el recuerdo, teniendo en cuenta la cantidad de substancias alergénicas y cancerígenas
que permanecen en suspensión, las que afectan seriamente la penetración de
la luz, especialmente en las grandes urbes. Finalmente, y en correspondencia
con el elemento Tierra, debemos reconocer que a diario contaminamos más
aún este planeta enfermo con el vertido de miles de millones de toneladas de
basura. Recordemos que, por ejemplo, una pila de 1,5 Volt puede contaminar
más de 50.000 litros de agua. De lo que deducimos que no tenemos ni un ápice de Consciencia Planetaria. Simplemente, debemos aceptar que la misma
se nos muestra como un arquetipo a lograr. Se hace entonces irrenunciable,
por parte de cada ser de buena voluntad, la tarea de limpiar el Ecosistema,
nuestra Gaia o casa planetaria, hasta convertirla en un Sitio de Paz, o su equivalente pitagórico, denominado Quietarium.
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La devoción espiritual
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Precisamente, este nivel de consciencia corresponde a la Devoción
Espiritual. Cuesta creer que a diario en este Planeta, oren miles de millones
de personas, cada una en su idioma, según sus creencias o religiones, sin que
sus oraciones alcancen la dimensión necesaria. Esto de ninguna manera sucede por mala intención. Si estas personas conocieran el significado del Hálito Divino, quedarían en condiciones de comprobar el efecto multiplicador
de la plegaria. En muchos casos se fanatizan y llegan a cometer atrocidades
a sus miembros, mutilándolos o enfrentándolos en guerras fraticidas, como
sucede en la actualidad. Cuando en verdad, Dios es Uno y el mensaje Universal de todas las religiones es el Amor. Esta enseñanza alcanzaría una mayor magnitud si lográramos entender que la mayor parte de los seres humanos practica religiones monoteístas. Además, si las oraciones de todos los
fieles, de cada una de las religiones del Planeta, fueran receptadas espiritualmente en su verdadera dimensión, en una semana no habría más hambre ni
guerras en el mundo. Pero lamentablemente, hasta que no nos duela a todos
la violencia y el horror que hay en el mundo, no surgirá la Paz. La vida de José Hernández es un ejemplo de ambas cosas, primero quiso resolver todo con
la espada, hasta que finalmente encontró calma en su interior y nos dejó esta
obra maravillosa. En verdad, todos somos responsables de haber prostituido
la palabra, de haber perdido el sentido del Verbo. Si nuestra devoción fuera
verdadera y profunda, sin fanatismos ni supersticiones resultantes de la injerencia del ego, y si la entrega fuera real, conoceríamos el valor del Hálito Divino. Sólo entonces, nos sentiríamos hermanados en el proyecto común de
rescatar el Alma Humana de tanta miseria y egoísmo. El Amor es Dios y Dios
es Amor, como lenguaje universal, para todos los pueblos de la Tierra.
La profundidad de los temas que José Hernández hace abordar a sus
personajes, es resultante de haber alcanzado, él mismo, este plano de consciencia, donde conocedor y conocido, sujeto y objeto, deidad y devoto, todo,
se hace Uno. Ya es sabido que no puede dar Oro quien no tiene Oro.
Santa Teresa de Jesús, en las Moradas Sextas, nos muestra la importancia que tienen en este plano nuestras miserias y lo pequeños que seríamos
si nos desamparase el Señor. Dice así: «Parece que hemos dejado mucho a la
palomica (alma), y no la hemos; porque estos trabajos son los que aún la hacen tener más alto vuelo. Pues comencemos ahora a tratar de la manera que
se ha con ella, el Esposo (Yo divino) y como antes que del todo lo sea, se lo
hace bien desear, por unos medios tan delicados, que el alma misma no los
entiende, ni yo creo acertaré decir para que lo entienda, si no fueren las que
han pasado por ello; porque son unos impulsos tan delicados y sutiles que
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proceden de lo muy interior del alma, que no sé comparación que poner que
cuadre». (Hay que leer estas palabras con detenimiento, porque están escritas en Español antiguo). En Apocalipsis 22-17, encontramos la enseñanza que
corresponde a este nivel, donde el Espíritu (Yo) y la Esposa (nuestra alma) se
manifiestan integrados.
Sería injusto no relacionar estos temas, que pertenecen a la Sabiduría Universal, con mensajes equivalentes de otras religiones de la Humanidad. En la Religión Judía, existe un símbolo universalmente conocido llamado Menorah, correspondiente al candelabro Hebreo de siete velas (Ap 1-20).
En este caso, Martín Fierro acaba de encender la sexta vela, que se corresponde con la Sexta Morada. Sólo nos queda saber si encenderá la séptima
«vela». Asimismo, la estrella de David tiene siete puntos (seis externos y uno
central), donde se insertan los triángulos opuestos, en manifestación de las
fuerzas de la Creación que interactúan en viva representación del Amor Universal. Si además sumamos los vértices de una de las caras de la pirámide de
Keops, más los cuatro puntos de la base, tendremos el equivalente en la Sabiduría Egipcia. Estas enseñanzas poseen una perfecta correspondencia con
los conocimientos que tenían los pueblos precolombinos, tema tratado por
Antón Ponce de León Paiva en su obra Y… el anciano habló.
La Unidad en todas las cosas
Sólo cuando entendemos que el Amor no es un experimento ni un
juego de seducción, sino que es la manifestación más elevada de la Obra de
la Creación, quedamos en condiciones de comprender que la Unión de los
opuestos en nuestro interior requiere de «Amar a Dios sobre todas las cosas».
Y, a la vez, «Amar a los demás, como a nosotros mismos». Precisamente, éste es el instante de la obra, donde aparece «la otra mejilla». Sugerimos leer
(Mt 5-38-46).
José Antonio Bertrand nos regala bellas palabras al respecto: «El
hombre se encuentra dividido interiormente y no recobrará su integridad
hasta que no se reconcilien entre sí las dos fuerzas, cuya discordia le han debilitado».
Martín Fierro
Dios Hizo al blanco y al negro
sin declarar los mejores;
les mandó iguales dolores
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bajo de una mesma cruz;
más también hizo la luz
pa’ distinguir los colores.
Ansí ninguno se agravie;
no se trata de ofender;
a todo se ha de poner
el nombre con que se llama
y a naides le quita fama
lo que recibió al nacer.
Y ansí me gusta un cantor
que no se turba ni yerra;
y si en tu saber se encierra
el de los sabios projundos,
decíme cuál en el mundo
es el canto de la tierra.
Si observamos la luz solar, contiene sumadas en sí dos formas de manifestación. Una es el haz de luz propiamente dicho, que es recto y que analógicamente tiene correspondencia con lo masculino. La otra es la onda calórica, que se manifiesta en forma ondulante, en justa correspondencia con lo
femenino. Ahora analicemos con detenimiento estas palabras: «Dios hizo al
blanco y al negro sin declarar los mejores», aquí el gaucho Martín Fierro nos
está invitando a percibir el Alma de cada ser que la vida nos pone delante, sin
discriminación alguna.
Ya sabemos que al abrir los brazos conformamos una cruz y que desde el punto de intersección de ambos vectores, emitimos la plegaria como una
flecha de Luz. Esta es lanzada al éter desde el arco costal. Así entendemos definitivamente que «bajo esa mesma cruz» el blanco y el negro, la mujer y el
hombre, el pobre y el rico, tienen la Luz del Divino Maestro en su interior.
En la medida que comienza a manifestarse el despertar del ojo espiritual, vamos aprendiendo a «distinguir los colores». Ya no precisamente, referidos a los de nuestras vestimentas habituales, sino los que corresponden a
las vestiduras sutiles, es decir del Aura humana. La misma que en la alegoría
de los santos, aparece representada como un círculo sobre la cabeza.
En el caso de la tercera estrofa, al referirse a «un cantor que no se turba ni yerra», está indicando que el camino de la sabiduría no es una avenida
luminosa, con estandartes a su costado, sino que constituye en sí mismo, la re-
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presentación de la sucesión de los estados de consciencia. Éstos son resultantes del verdadero trabajo, el interior, el de cada día y de cada momento, con el
único objetivo de escuchar cada vez más clara la Voz de la Consciencia.
Al considerar que «a naides le quita fama lo que recibió al nacer»,
vuelve a insistir sobre la absoluta inutilidad de toda discriminación que podamos hacer entre los seres humanos. Especialmente, si tenemos en cuenta
que al recibir el primer aliento, la primera inspiración, encarnó en el cuerpo
el Alma y el Espíritu, que no tienen raza ni abolengo.
El Moreno
Es pobre mi pensamiento,
es escasa mi razón;
más pa’ dar contestación
mi inorancia no me arredra:
también da chispas la piedra
si la golpea el eslabón.
Qué importante es la imagen de la piedra, Lao-Tsé dice en relación
con esto: «No desees para ti el brillo de la joya, sino la simple rudeza de la
piedra». El autor resalta la importancia que tiene el otro, especialmente cuando nos encontramos frente a un interlocutor válido, porque en el encuentro se
liberan las potencias del alma. Recordemos que Jesús eligió a sus apóstoles
con este principio. Ante todo, debían ser hombres humildes, en segundo orden, debían estar dispuestos al desapego, y tercero, no debían ser eruditos en
nada, por el contrario, debían ser dignos, a pesar de su ignorancia. Ésta es la
condición fundamental para que dé «chispas la piedra». Estas chispas de
Luz, son los instantes en los cuales nuestra Alma se pone en contacto con el
Yo Divino y obtiene mediante la revelación, enseñanzas que luego se traducen en nuevos estados de consciencia.
Y le daré una respuesta
sigún mis pocos alcances:
forman un canto en la tierra
el dolor de tanta madre,
el gemir de los que mueren
y el llorar de los que nacen.
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Todos sabemos que hay un método de parto sin dolor, pero en este caso, no se refiere el autor a los dolores de parto convencionales, sino al «dolor
de tanta madre» golpeada, abandonada, o carenciada de los elementos mínimos para la supervivencia, durante el transcurso de su embarazo, o imposibilitada de lactar por el mismo motivo. O el dolor inmenso, de ver a sus hijos
combatir contra sus hermanos, o el saberlos desaparecidos o torturados, o el
resultante de ver cómo el «desarrollo» se comió las fuentes de trabajo, con la
automatización-automatizada, para que unos pocos se queden con mucho, y
muchos se queden sin nada. También «forman un canto en la tierra, el gemir
de los que mueren», sin estar en paz consigo mismos, sin haber perdonado u
honrado a sus padres y sin haber logrado la autoestima necesaria y a su vez,
sin saber amar y sin haber sido amados. Y «el llorar de los que nacen», por la
cárcel que representa el cuerpo pequeño del bebé para el complejo Alma-Espíritu, que debe esperar pacientemente, hasta el día en que pueda liberar a la
Cautiva y recuperar las fuerzas del Alma. También podemos incluir el llorar
de los que nacen abandonados, carenciados de afecto o desnutridos por haber
padecido hambre intrauterina, o el llanto de aquellos que van a formar parte
del contrabando de bebés o del tráfico de órganos. Cosas que ningún animal
de la Tierra sería capaz de hacer, las hace el hombre, el mismo que se autodenomina culto. Pero sólo podemos comprender esto verdaderamente cuando
despertamos la Consciencia Humanitaria. Tal situación permite sentir a la Humanidad bajo nuestra propia piel y por lo tanto, ser verdaderamente libres para servir. Siempre fortalecidos mediante la práctica del Orar sin Cesar.
Martín Fierro
Y ya que al mundo vinistes
con el sino de cantar
no te vayas a turbar,
no te agrandes ni te achiques:
es preciso que me espliques
cuál es el canto del mar.
Al decirle Martín Fierro al Moreno «no te vayas a turbar», le está recordando que toda vez que nos turbamos, perdemos la consciencia y el equilibrio. En verdad, este fenómeno ocurre por la injerencia del ego. Ya sabemos
que se puede perder el centro y la consciencia una y otra vez, pero debemos
intentar recuperarlo de inmediato, muy a pesar de las circunstancias. Al ex-
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presar: «no te agrandes ni te achiques», observamos que está indicando la necesidad de no actuar egocéntricamente, dado que el único personaje interno
que se sobrestima y subestima simultáneamente es el ego. Cuando prescindimos de la dualidad, encontramos la Justa Medida Pitagórica, logrando de tal
modo la autoestima necesaria mediante la valoración adecuada de uno mismo y de los demás.
El Moreno
Y ayúdame ingenio mío
para ganar esta apuesta;
mucho el contestar me cuesta
pero debo contestar:
voy a decirle en respuesta
cuál es el canto del mar.
Cuando la tormenta brama,
el mar que todo lo encierra
canta de un modo que aterra,
como si el mundo temblara;
parece que se quejara
de que lo estreche la tierra.
Ya sabemos que las aguas de los mares del Planeta tienen gravemente afectadas su fauna y su flora por el efecto de los ensayos nucleares, los derrames de petróleo crudo y el vertido de efluentes tóxicos. También a causa
de la explotación en forma indebida de sus recursos, se ha comprometido por
el efecto de la cadena alimentaria, a las llamadas «zonas protegidas», como
ocurre con la Antártida y el Ártico. Incluso podría llegar el momento en que
se quiebre definitivamente el equilibrio ecológico marino. Nos encontramos
bastante cerca de esto, ya que hoy el mar está muy enfermo y «parece que se
quejara de que lo estreche la tierra».
Martín Fierro
Toda tu sabiduría
has de mostrar esta vez;
ganarás sólo que estés
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en vaca * con algún santo:
la noche tiene su canto,
y me has de decir cuál es.
(*) Arreglado
En este momento, el gaucho Martín Fierro reconoce en el Moreno su
verdadero rol, como maestro de la Sabiduría, en directa vinculación con Saturno.
El Moreno
Son los secretos misterios
que las tinieblas esconden;
son los ecos que responden
a la voz del que da un grito,
como un lamento infinito
que viene no sé de dónde
A las sombras sólo el sol
las penetra y las impone;
en distintas direciones
se oyen rumores inciertos:
son almas de los que han muerto,
que nos piden oraciones.
Los «secretos misterios que las tinieblas esconden», serán conocidos
por todas las almas sensibles en el momento oportuno y alcanzarán su verdadero sentido en la consciencia de toda la Humanidad. Ya sabemos que «nada
de lo que es oculto, dejará de ser manifestado». Este es un fenómeno cada vez
más frecuente de observar, porque se están dando a Luz cosas que el hombre
había guardado mediante la especulación y el egoísmo. Ahora éstas comienzan a aflorar casi espontáneamente, por la influencia plutoniana del momento
en que vivimos. Por lo tanto, se hace imprescindible que cada uno de nosotros
pueda ver su propio rostro y observar verdaderamente a quién sirve.
El Moreno es interrogado, en este caso, acerca de cuál es el canto de
la noche. Y el autor, con toda sutileza, expresa la convivencia entre lo tangible y lo intangible, como así entre las tinieblas y la Luz. A propósito, Vicen-
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te María Giner dejó esta enseñanza: «Hemos construido estructuras sociales
no civilizadoras, retrogradistas, y debemos saber, que sólo el retorno al centro, puede realizarse mediante la Fotosíntesis Interior».
En la expresión «A las sombras sólo el Sol las penetra y las impone»,
José Hernández pone en evidencia la necesidad de subordinar nuestras tinieblas a la Luz del Conocimiento. En lo referente a los dos últimos versos, con
la síntesis de un sabio, el Moreno expone un tema que a gran parte de la Humanidad le cuesta resolver: la muerte. Sabemos que todo organismo nace,
crece, se desarrolla y muere, a diferencia del Alma y el Espíritu, que trascienden la propia existencia.
Al vivir inmersos en una sociedad materialista, lo tangible pasa a ser
lo real y lo intangible, un supuesto a demostrar. Muchas veces el hombre se
convierte en un artilugio del mundo ilusorio. Pero la crisis que hoy vive la
Humanidad, tiene la finalidad de actuar como catalizador de nuevos estados
de consciencia, es un acelerante de la evolución humana. No obstante, el ego
actúa como un gran prestidigitador, movilizándose rápido para que el hecho,
es decir, aquello que está ocurriendo en el aquí y ahora, no pase a la consciencia. Salvador Porta March decía: «El hombre no hace mal porque quiere, sino por ignorancia, porque si comprendiera que al hacerle mal a los demás,
se lo hace a sí mismo, entonces simplemente, no lo haría…».
Al referirnos a un tema tan controvertido como éste, que consiste en
plantearnos la aceptación de la muerte como hecho impredecible, debemos reconocer que al no elaborarlo en profundidad, participamos en la generación de
una de las parálisis más importantes en la maduración psicológica de la Humanidad. Sin embargo, José Hernández nos da la clave en la voz del Moreno:
«son las almas de los que han muerto, que nos piden oraciones». Sabe a ciencia cierta, que no existe método más efectivo para facilitar la aceptación de la
pérdida de un ser querido, que la oración conjugada con el Hálito Divino.
Martín Fierro
Moreno, por tus respuestas
ya te aplico el cartabón,
pues tenés desposición
y sos estruido de yapa;
ni las sombras se te escapan
para dar esplicación.
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Pero cumple su deber
el leal diciendo lo cierto,
y por lo tanto lo alvierto
que hemos de cantar los dos,
dejando en la paz de Dios
las almas de los que han muerto.
Y el consejo del prudente
no hace falta en la partida;
siempre ha de ser comedida
la palabra de un cantor:
y aura quiero que me digas
de dónde nace el amor.
El gaucho Martín Fierro reconoce que el Moreno está bien instruido
expresando: «ni las sombras se te escapan para dar esplicación», es decir,
que conoce en profundidad el mundo espiritual y sabe asumir su propia ignorancia. Por eso puede hablar con claridad sobre el Conocimiento. Observemos que a pesar del contrapunto de la payada, coinciden al considerar el tema de la muerte. Aquí Martín Fierro manifiesta: «y por lo tanto lo alvierto
que hemos de cantar los dos, dejando en la paz de Dios las almas de los que
han muerto».
Ante tanta superficialidad que hay en el mundo, una sensación muy
profunda se produce en nuestra Alma al saber que alguien se pregunta: «de
dónde nace el amor». En realidad, se refiere a la primera Ley de la Naturaleza, denominada de la Unidad o del Amor, la cual contiene en sí misma a las
Fuerzas de la Creación.
El Moreno
A pregunta tan escura
trataré de responder,
aunque es mucho pretender
de un pobre negro de estancia;
mas conocer su inorancia
es principio del saber.
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Con qué belleza literaria el autor expone el principio socrático: «Solo sé que no sé nada», el cual, en boca del Moreno se articula así: «mas conocer su inorancia es principio del saber», dando de este modo el punto de
partida del camino del Conocimiento profundo.
Ama el pájaro en los aires
que cruza por donde quiera,
y si al fin de su carrera
se asienta en alguna rama,
con su alegre canto llama
a su amante compañera.
La fiera ama en su guarida,
de la que es rey y señor;
allí lanza con furor
esos bramidos que espantan,
porque las fieras no cantan:
las fieras braman de amor.
El Moreno dice a los oyentes en la payada: «Ama el pájaro en los aires». También encontramos su equivalente en la sabiduría China, en el dictamen correspondiente al capítulo LXII del I Ching, que reza así: «El pájaro
volador trae el mensaje: no es bueno aspirar hacia lo alto, es bueno permanecer abajo. ¡Gran Ventura!». También el gaucho Martín Fierro, en La Ida, manifestó: «Estoy en el plan de un bajo». A su vez, recordemos que Jesús transmitió una enseñanza equivalente a Nicodemo, en referencia al Hálito Divino,
invitándolo a Nacer de Nuevo. Este símbolo fue representado por los Incas
en la figura del Huayno. Finalmente, encontramos una correspondencia con
la expresión del Moreno: «las fieras no cantan: las fieras braman de amor»,
en la antigua poesía La Brama del Ciervo. Ésta ha sido recopilada por el poeta y sacerdote irlandés John O’ Donohue, autor de una obra titulada Anam
Cara, basada en la Sabiduría Celta. Precisamente, actitudes de este tipo le hacen bien a toda la Humanidad. A continuación, transcribimos dicha poesía:
Me levanto hoy
por la fuerza de Dios que me dirige,
el poder de Dios que me sostiene,
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la sabiduría de Dios que me guía,
el ojo de Dios que me mira,
el oído de Dios que me oye,
las palabras de Dios que me hablan,
la mano de Dios que me cuida,
el camino de Dios que aparece ante mí,
los escudos de Dios que me protegen,
las huestes de Dios que me salvan
de las trampas de los demonios,
de las tentaciones de los vicios,
de todo el que me desee mal,
lejos y cerca,
solo y en la multitud.
Nota: Cabe acotar que el libro de donde se extractó este poema fue abierto
súbitamente, sin pensar en nada, para que la página que debíamos incorporar
fuera revelada. De ser posible, inspirar y al retener, leer la poesía completa y
luego espirar.
Ama en el fondo del mar
el pez de lindo color;
ama al hombre con ardor,
ama todo cuanto vive;
de Dios vida se recibe
y donde hay vida, hay amor.
Martín Fierro
Me gusta, negro ladino,
lo que acabás de esplicar;
ya te empiezo a respetar,
aunque al principio me reí,
y te quiero preguntar
lo que entendés por la ley.
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Hay muchas dotorerías
que yo no puedo alcanzar;
dende que aprendí a inorar
de ningún saber me asombro;
más no ha de llevarme al hombro
quién me convide a cantar.
Yo no soy cantor ladino
y mi habilidá es muy poca;
mas cuando cantar me toca
me defiendo en el combate,
porque soy como los mates:
sirvo si me abren la boca.
Dende que elige a su gusto,
lo más espinoso elige;
pero esto poco me aflige,
y le contesto a mi modo:
la ley se hace para todos,
más sólo al pobre le rige.
Al manifestar: «hay muchas dotorerías que yo no puedo alcanzar»,
se refiere a la inutilidad de hipertrofiar nuestro intelecto en detrimento de la
intuición. Al decir: «que yo no puedo alcanzar», en este nivel de conocimiento significa «no debo», por respeto al Maestro. Después completa la enseñanza al aseverar: «dende que aprendí a inorar, de ningún saber me asombro».
Aquí nuevamente revaloriza la importancia que tiene para el crecimiento de
nuestra Alma, el desarrollo de la intuición. Además, el hecho de que no sepa
todo es primordial para que se mantenga en estado de humildad. Se crea así
el desnivel necesario para que el Conocimiento fluya desde el Manantial de
Agua Viva hacia la consciencia.
La ley es tela de araña,
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
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pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Ya sabemos que las cárceles de este planeta están abarrotadas de personas humildes, de escasos recursos, las que con frecuencia después de hartarse de la desocupación, salen a delinquir. No es que hagamos con esto una
apología del delito, muy por el contrario, sólo estamos tratando de comprender el mecanismo por el cual se produce un hecho determinado. Por ejemplo,
el vivir carenciados de amor, sin satisfacer las necesidades primarias para la
subsistencia, actúa como generador de odio y resentimiento, y su consecuencia es la violencia social. Es un círculo vicioso que retroalimenta la marginalidad. Todos sabemos que las cifras que maneja la corrupción en el mundo
son inimaginables, pero estos delincuentes, si son apresados, van a parar a
celdas VIP y pronto salen en libertad condicional, por buena conducta. Ahora releamos estas estrofas y hagamos un poco de historia. José Hernández expresó respecto de la inmigración de los europeos y su incidencia sobre el gaucho: «Ningún pueblo es rico, si no se preocupa de la suerte de sus pobres».
Y continuó: «Pero el gaucho debe ser ciudadano y no paria; debe tener deberes, pero también derechos, y su cultura debe mejorar su condición».
Es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja;
el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo:
no ofiende a quien lo maneja.
Ya no caben dudas acerca de la injusticia de la justicia humana, por
ello la obra de José Hernández nos invita a realizar la revolución interior. No
es un tratado subversivo, de ninguna manera, nos sugiere dejar nuestras cosas en manos de la Justicia Divina, la que aparentemente es lerda, pero en realidad, es la más rápida y no necesita de expedientes ni tribunales.
Hay muchos que son dotores,
y de su cencia no dudo;
más yo soy un negro rudo,
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y, aunque de esto poco entiendo,
estoy diariamente viendo
que aplican la ley del embudo.*
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(*) Lo ancho para los poderosos y lo
angosto para los humildes
La «ley del embudo» a la que se refiere, es la que establece desde
siempre el poder egocéntrico sobre quienes ejerce su dominación. Está basada en la perpetuación de la esclavitud y la dependencia.
Martín Fierro
Moreno, vuelvo a decirte:
ya conozco tu medida;
has aprovechao la vida
y me alegro de este encuentro;
ya veo que tenés adentro
capital pa’ esta partida.
Al decir Martín Fierro: «has aprovechao la vida», nos invita a referimos a la Parábola del Sembrador. Precisamente, el terreno propicio somos
nosotros mismos, cuando actuamos con humildad y tenemos la tierra floja
por el efecto transformador que posee la crisis. La simiente es la oración del
Corazón, lanzada como una flecha de Luz desde el centro de nuestro arco
costal, mediante el Orar sin Cesar, la cual germina en nuestro interior y más
tarde, florece en la multiplicación de nuevos estados de consciencia. Se expande así el alma de aquellos a quienes amamos, otorgándole un sentido trascendente a la existencia, como lo hizo en su momento José Hernández.
Y aura te voy a decir
porque en mi deber está,
y hace el honor a la verdá
quien a la verdá se duebla,
que sos por juera tinieblas
y por dentro claridá.
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El doblarse a la Verdad es reclinarse ante lo trascendente, ante la Luz,
como corresponde en este caso, en el que Martín Fierro reconoce en el Moreno la integración de la limitación con la posibilidad, al decirle: «sos por
juera tinieblas y por dentro claridá». Precisamente, ésa es la característica de
Saturno. También define la observación correcta del Hombre Total, no fraccionario. Esta actitud guarda un especial significado en todos los aspectos de
la vida cotidiana. Surge de aplicar la Pedagogía del Amor, que induce a la Liberación de nuestra ignorancia por mediación de la Gracia Divina.
El Moreno
No te trabés, lengua mía,
no te vayás a turbar;
nadie acierta antes de errar
y, aunque la fama se juega,
el que por gusto navega
no debe temerle al mar.
Voy a hacerle mis preguntas
Ya que a tanto me convida;
Y vencerá en la partida
Si una esplicación me da
sobre el tiempo y la medida,
el peso y la cantidá.
Suya será la vitoria
si es que sabe contestar;
se lo debo declarar
con claridá, no se asombre,
pues hasta aura ningún hombre
me lo ha sabido esplicar.
Aquellas personas que sienten la necesidad de conocerse a sí mismas, deben saber al iniciar su navegación interior, que no todo será mar de
aceite, como denominan los marinos a las aguas calmas. Por lo tanto, debemos aprender a dejar que las cosas sucedan, que la vida fluya, como medida
de protección fundamental. Al decirnos: «el que por gusto navega, no debe
temerle al mar», nos está invitando a gozar la libertad con desapego. Sin afe-
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rrarnos a supuestos falsos. Tal actitud permite que logremos libertad de acción e independencia real.
Quiero saber y lo inoro,
pues en mis libros no está,
y su respuesta vendrá
a servirme de gobierno:
para qué fin el Eterno
ha criado la cantidá.
«Quiero saber y lo inoro», asegura el Moreno, y sus palabras son una
clave del Conocimiento, porque abren las puertas de la Revelación. Ahora
observemos la sabiduría que encierra esta pregunta: «para qué fin el Eterno
ha criado la cantidá». Recordemos que el ser humano es una conjunción
eterno-temporal y por lo tanto, si prevalece en nosotros la mente cuantitativa
sobre la cualitativa, prevalecerá también la dualidad sobre la Unidad, quedando así en continua oscilación. Esto puede representarse bajo la forma de una
pirámide invertida, apoyada sobre su vértice, la cual siempre termina por
caerse sobre una de sus caras. Y si le buscamos un «palenque» como decía el
Viejo Vizcacha, al desplazarse el apoyo, volvería a caerse. Si intentamos hacerla girar con todas nuestras fuerzas, apoyada sobre su vértice, tendrá un
equilibrio aparente y una vez que se agote el impulso, caerá sobre una de sus
caras indefectiblemente. Esta situación es equivalente a lo que ocurre cuando nos colmamos de actividades para no ver nuestra propia realidad. Hasta
que finalmente, cansados de tanto buscar, comprendemos que es necesario
realizar la verdadera rotación interna, que permita otorgarle la base al ego y
el vértice al Yo Superior, recuperando así el verdadero equilibrio. En tales circunstancias, queda la mente cualitativa en total preponderancia sobre la cuantitativa y por lo tanto, prevalece la Mónada sobre la Dúada o Dualidad.
Cuando uno se da cuenta de que las seguridades ficticias están basadas en la superstición egocéntrica, entonces, puede comprender que la seguridad real debe estar basada en la Providencia Divina. Esta característica irá
definiendo la conducta del Hombre Nuevo, como partícipe necesario en la
construcción de la Nueva Humanidad.
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Martín Fierro
Moreno, te dejás cair
como carancho en su nido;*
ya veo que sos prevenido,
más también estoy dispuesto;
veremos si te contesto
y si te das por vencido.
Uno es el sol, uno el mundo,
sola y única es la luna;
ansí, han de saber que Dios
no crió cantidá ninguna.
El ser de todos los seres
sólo formó la unidá;
lo demás lo ha criado el hombre
después que aprendió a contar.
(*) Con aplomo
Decía Jesús: «Yo y mi Padre somos Uno». Los griegos le llamaban
Mónada. En el Kybalión se define al Todo así: «Mas allá del Kosmos, del
Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Substancial, la Verdad Fundamental. Substancial, significa actualmente existente, el elemento esencial, el Ser real. Realidad, significa el estado del
ser verdadero, real, eterno, permanente y fijo».
José Hernández, dejó mediante su gaucho Martín Fierro este mensaje para toda la Humanidad: «El ser de todos los seres sólo formó la unidá».
En la actualidad y con miles de años de historia sobre nuestras espaldas, no
logramos salir de la fracción y la medida, de la especulación y el encierro
egocéntrico. Sabemos que la ciencia materialista está unida al poder y por lo
tanto, carece de sabiduría. Ha dividido al ser humano y a toda la humanidad
en compartimentos estancos. Hoy, por momentos, apenas somos una estadística, unas simples barras de colores que grafican tanta soledad, hambre y miseria. Así andamos ricos y pobres, débiles y poderosos, hambreados de Luz,
Amor y Unidad. Somos mendigos dentro de la abundancia del Todo. LaoTsé, refiriéndose en el Tao a Dios, dejó estos versos que impecablemente se
relacionan con nuestro trabajo interior. «El Tao engendró al Uno. El Uno engendró al dos. El dos engendró al tres. El tres engendró todas las cosas. To-
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das las cosas tienen una parte de oscuridad y tienen una parte de luz y por
el influjo de ambas obtienen la armonía».
Martín Fierro
Escuchá con atención
lo que en mi inorancia arguyo:
la medida la inventó
el hombre para bien suyo.
Y la razón no te asombre,
pues es fácil presumir:
Dios no tenía que medir
sino la vida del hombre.
A través de estas palabras deja en claro que hay dos modos opuestos
de ver lo mismo. Si el punto de vista es egocéntrico, la dualidad especulativa deforma el sentido de la realidad y por lo tanto, representa a la ficción. La
cantidad se hace necesaria en este caso porque está en vinculación con la acumulación del poder, sustentado por la mente racional. Cuando comprendemos verdaderamente que Dios es Amor, ya no es Él quien nos castiga, sino
que somos nosotros mismos los que nos dañamos, por nuestra ignorancia. Estas pequeñas estrofas tienen el objetivo de ayudarnos a entender el adormecimiento que padecemos, con siglos recorridos en el mirar sin ver, en el respirar sin saber qué significado tiene el Hálito Divino en la evolución del
Hombre.
Al señalar: «Y la razón no te asombre», nos está recordando precisamente que todo asombro es ego, debido a que ha ocurrido algo que no habíamos registrado como posible. Parecemos una hormiga hablando del Cosmos,
aunque quizás ésta sepa mucho más que nosotros, porque con su instinto entra en unidad con toda la Creación. Harish Johari se expresó así: «Se considera a la Razón como un inconveniente, como una enfermedad de la consciencia».
Sólo el intelecto puede presumir, por poseer un carácter apropiativo.
En el caso de la Intuición, se comporta como el vector que une el Alma con
el Yo Superior y mediante la revelación, nos instruye. Al decir Martín Fierro:
«Dios no tenía que medir sino la vida del hombre», se está refiriendo cualitativamente a la determinación del grado de evolución del Alma, en su rela-
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ción con el Espíritu Divino. Tema que ya era conocido en la Sabiduría Egipcia y que se representaba alegóricamente mediante una balanza de platillos,
donde se pesaba el Alma de los muertos. Cuando un ser humano despierta a
la consciencia del Yo, se considera que ha abordado al Alma Consciente, que
abarca desde la Cuarta Morada hasta el plano de la Consciencia Cósmica.
Cuando ocurre este hecho, en cualquiera de sus planos correspondientes, toda la Humanidad se regocija, expandiéndose en simultaneidad la consciencia
Humanitaria. Ya sabemos que toda separación es ilusoria.
En la próxima estrofa, el Moreno, maestro del Dolor y de la Sabiduría, le dice a Martín Fierro: «si no falla su saber, por vencedor lo confieso».
En representación de Saturno, el Moreno actúa como el gran precursor de
precursores, en su modalidad espiritual, y en este caso, le da sentido a su propia órbita, porque ha guiado a su discípulo durante veintinueve años y ciento sesenta y ocho días, en cada giro, haciendo gala de las diez lunas que lo
circundan. Ahora completa su segunda órbita en la vida de Martín Fierro, por
lo que nuestro gaucho entra al octavo septenio de vida y por lo tanto, el Moreno está a punto de darse por vencido al cerrar su ciclo. Recordemos esta enseñanza que se transmite de boca a oído desde la antigüedad: «Si el discípulo da un paso hacia su maestro, él debe dar dos pasos hacia su discípulo».
En este caso, el discípulo se ha vencido a sí mismo y su maestro, por lo tanto, se da por vencido en la payada. El guerrero, se ha hecho Guerrero. El
hombre, se ha hecho Hombre y la mujer, Mujer. En nuestro caso, tal enseñanza nos ha permitido trasmutar la Ignorancia en Conocimiento, consagrados
por la inconmensurable fuerza del Amor Divino.
El Moreno
Si no falla su saber
por vencedor lo confieso;
debe aprender todo eso
quien a cantar se dedique;
y aura quiero que me esplique
lo que sinifica el peso.
Observemos la riqueza que tienen estas palabras: «Debe aprender todo eso quien a cantar se dedique», ya que no se puede sacar agua del pozo
seco. De ahí, que el camino fácil y acumulativo, el del atajo, sea siempre el
más complicado y peligroso. Cuando en realidad, no hay ningún apuro, porque Dios es Eterno.
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El instante mismo en que el gaucho Martín Fierro es considerado
vencedor por el Moreno, representa la señal necesaria para confirmar que ha
abierto la Séptima Morada. Ahora ha encontrado el punto correspondiente al
Centro de la Estrella de David, y por lo tanto, ha encendido la última vela de
la Menorah interna. Se ha fusionado el Alpha con la Omega, el principio con
el fin. Y también ha podido percibir el eje que pasa por el centro del círculo,
sobre el cual se trazó la base de la pirámide de Keops, donde convergen las
diagonales del cuadrado y el punto el correspondiente al vértice de la misma.
Formando así aquello que Lao-Tsé denominara Eje Cielo-Tierra. Ahora retornamos a América y encontramos igual representación en las pirámides
Mayas. Porque a pesar de ser truncas, si proyectamos sus aristas hacia arriba,
vamos a «ver» que convergen en un vértice imaginario, que es equivalente a
Quetzacoatl. Dicho punto representa el Yo Divino, y para los Incas corresponde al Tata Inti.
A pesar de lo elevado del plano espiritual que ha alcanzado nuestro
querido Martín Fierro, debemos aceptar que si no nos hacemos Uno con la
Consciencia Cósmica, corremos el riesgo de empezar de nuevo, a través del
egocentrismo. Este es el plano más elevado de esta representación microcósmica que es el Hombre. Aquí es donde descubre el sonido de su propio Ser,
el Verbo manifestado mediante la enseñanza revelada. Es por eso que San
Juan comienza su evangelio hablando del Verbo y lo concluye con el Verbo.
También la Biblia finaliza con el mismo. Éste es el nivel donde uno comprende el accionar de las Fuerzas de la Naturaleza, mediante sus tres componentes: La fuerza Constructiva (+), la Destructiva (-) y la Estabilizadora (- / +).
El personaje creado por Hernández alcanza además el Plano de la
Realidad, que en sánscrito se denomina Satya-loka (sat: verdad, Chit: Ser,
ananda: dicha). Es decir, donde uno comprende que la Dicha es la Verdad del
Ser, y Dios, la Única Realidad. «Verdad es consciencia en el Amor».
Nunca como ahora, llegamos a comprender la relación entre el intelecto y la intuición, elementos que ya el gaucho Martín Fierro conoce cuando nos dice «Yo no soy cantor letrao…». A propósito de las sincronías del Alma, llega a mis manos una conferencia que Rudolf Steiner dio en Dörnach,
Suiza, en 1917, de donde extraigo este mensaje: «En nuestra hora, lo más importante es la transmisión de verdades, o si me permiten expresarme trivialmente, cantar las verdades; dejando después, que la gente libremente decida». Observemos que todo está conectado con el Todo. Si practicamos la
aceptación, respecto a lo que la vida nos depara, aprenderemos a ver que tal
actitud no es pasividad, sino, muy por el contrario, es resultante de la enorme fortaleza interior, que proviene del desarrollo de la humildad y la mansedumbre. Nuestro gaucho querido ha agotado el producto de sus acciones pa-
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sadas, regidas por su Inconsciente y ahora sabe que cada acción que realice
debe estar reglada por la Consciencia, es decir, guiada por el Maestro. Cuando Jesús dijo «Perdónalos, que no saben lo que hacen», nos estaba demostrando que toda acción sin reflexión es ajena a la consciencia. Por lo tanto, es
perdonable, porque en verdad, el individuo no es consciente de sus actos
cuando actúa regido por las fuerzas del Inconsciente.
Finalmente agradecemos el mensaje que Santa Teresa dejó en sus
Moradas Séptimas: «Harto lo he suplicado a su Majestad, pues sabe que mi
intento es que no están ocultas sus misericordias, para que más sea alabado
y glorificado su nombre». Continúa luego: «Cuando nuestro Señor es servido haber piedad de lo que padece y ha padecido por su deseo esta alma, que
ya espiritualmente ha tomado por esposa, primero que se consuma el matrimonio espiritual métela en su morada que es ésta séptima». (Ver Ap 22-17).
Martín Fierro
Dios guarda entre sus secretos
el secreto que esto encierra,
y mandó que todo peso
cayera siempre a la tierra;
y sigún compriendo yo,
dende que hay bienes y males,
fue el peso para pesar
las culpas de los mortales.
Así como Amén significa la subordinación de nuestro yo inferior al
Yo Superior, del mismo modo, la gravedad de nuestro planeta está en relación
con la Ley de Gravitación Universal, que mantiene a cada planeta en su órbita, y a éstos, en relación con el Sol. Asimismo, nuestro Sol se integra con
los millones de soles que forman esta galaxia y ésta a su vez, en vinculación
con las millones de galaxias que «flotan» en los confines del Universo. Y así,
hasta llegar a lo increado, para abordar la suma Total que integra a lo Creado
con lo Increado. Ante esto, cabe que cada uno pueda ahora preguntarse:
«¿Qué es mi deseo?» o «¿Qué es el ego personal?…».
Desde que el hombre tomó el Árbol del Bien y del Mal y se identificó con uno de sus opuestos, viene siendo cómplice y a la vez víctima del dolor y el sufrimiento que padece la Humanidad («Parirás con dolor»). San
Juan guardó esta enseñanza en su Evangelio: «Al que venciere daré a comer
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del Árbol de la Vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios». Estas palabras se completan en el Apocalipsis (22-14) de la siguiente forma: «Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en
el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la gran ciudad».
Si responde a esta pregunta
téngase por vencedor;
doy la derecha al mejor;
y respóndame al momento:
cuándo formó Dios al tiempo
y por qué lo dividió.
Martín Fierro
Moreno, voy a decir
sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir;
no tuvo nunca principio
ni jamás acabará,
porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá;
y si el hombre lo divide
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta por vivir.
No podemos hacer otra cosa que reconocer la genialidad del autor al
describir en tan pocas palabras a la Eternidad: «El tiempo sólo es tardanza de
lo que está por venir». La Omnipresencia Divina cobra su verdadera dimensión cuando no se la puede explicar, simplemente se la siente y comprueba
en el misterio de la Revelación.
Ya te he dado mis respuestas,
mas no gana quien despunta:
si tenés otra pregunta
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o de algo te has olvidao,
siempre estoy a tu mandao
para sacarte de dudas.
No procedo por soberbia
ni tampoco por jatancia,
mas no ha de faltar costancia
cuando es preciso luchar;
y te convido a cantar
sobre cosas de la estancia.
Ansí prepará, moreno
cuanto tu saber encierre;
y sin que tu lengua yerre,
me has de decir lo que empriende
el que del tiempo depende,
en los meses que train erre *.
(*) Enero, febrero, marzo, abril, septiembre,
octubre, noviembre y diciembre.
Correspondiente a los meses de mayor actividad.
El Moreno
De la inorancia de naides
ningundo debe abusar;
y aunque me puede doblar
todo el que tenga más arte,
no voy a ninguna parte
a dejarme machetiar.*
He reclarao que en leturas
soy redondo como jota;
no avergüence mi redota,
pues con claridá le digo:
no me gusta que conmigo
naides juegue a la pelota.**
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Es buena ley que el más lerdo
debe perder la carrera;
ansí le pasa a cualquiera,
cuando en competencia se halla
un cantor de media talla
con otro de talla entera.
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(*) A dejarme vapulear
(**) Que nadie me humille
Es común la tendencia de proyectar sobre los demás todo aquello que
no hemos resuelto, de manera tal, que siempre el culpable resulta ser el
«otro». Pareciera también que la ignorancia siempre es de los pobres y la
«cultura» pertenece a quienes tienen estudios y buen pasar. Como también,
que la seguridad siempre la otorgan los que tienen el poder de turno. Qué tremendo error. El Moreno está hablando de Nuestra Ignorancia, la de todos.
Aquella que nos vuelve proclives a sostener nuestra vida sobre la base de cosas superfluas, haciéndonos supersticiosos. Tal actitud genera explotación y
dependencia y por lo tanto, dolor recíproco. Hay una vieja definición de Ignorancia: «Es estar detrás de cosas indebidas e innecesarias, y muchas veces
inconfesables».
¿No han visto en medio del campo
al hombre que anda perdido,
dando güeltas afligido
sin saber dónde rumbiar?
Ansí le suele pasar
a un pobre cantor vencido.
También los árboles crujen
si el ventarrón los azota;
y si aquí mi queja brota
con amargura, consiste
en que es muy larga y muy triste
la noche de la redota*.
Y dende hoy en adelante,
pongo de testigo al cielo
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para decir sin recelo
que, si mi pecho se inflama,
no cantaré por la fama
sinó por buscar consuelo.
(*) Derrota
Analicemos la pregunta de la primera estrofa: «¿No han visto en medio del campo, al hombre que anda perdido, dando güeltas afligido sin saber
dónde rumbiar?». El personaje pregunta si no lo hemos «visto», eso significa que muchas veces miramos sin ver y sin sentir al otro. El que «anda perdido» es el Hombre, porque no sabe hacia dónde ir, ha perdido el rumbo de
su existencia y se autodestruye constantemente. Al decir «también los árboles crujen», José Hernández está hablando de sí mismo, porque a pesar de haber tenido un físico privilegiado, su salud comenzó a crujir después de tantas
luchas contra la injusticia. Por este motivo murió joven, de una endocarditis.
Lo que nadie puede poner en duda, es que vino a entregar su corazón, y logró, en cincuenta y tres años de vida intensa, darle un verdadero sentido a su
existencia.
Qué interesante es este concepto: «Dende hoy en adelante pongo de
testigo al cielo». Es en sí mismo una «vuelta de página», un punto final, y, a
la vez, el punto de partida que permite darnos cuenta de que cada acto de
nuestra vida puede ser vivido con la intensidad que se merece, si ponemos como testigo al cielo.
Vive ya desesperado
quien no tiene qué esperar;
a lo que no ha de durar
ningún cariño se cobre:
alegrías en un pobre
son anuncios de un pesar.
Todos de alguna forma creímos que con el confort y el liberalismo
íbamos a ser libres y a tener todo resuelto definitivamente. También pensamos que de ese modo la paz estaría asegurada. Hoy comprobamos apesadumbrados que no es así. Tanto dolor en el mundo avergüenza a nuestra condición humana. Mucha gente vive en estado desesperante y en verdad, «no
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tiene qué esperar». Conviene releer varias veces esta estrofa, hasta que podamos encontrar en ella las enseñanzas profundas que contiene. En este Planeta hay seres humanos que viven en condiciones infrahumanas. Por ejemplo, el 60 por ciento de los habitantes de la Tierra carece de agua potable.
Situación de la que todos somos responsables, por la ignorancia que poseemos en lo que respecta al manejo de los recursos naturales y muy especialmente, por el desconocimiento que en general tenemos acerca de las Leyes
de la Naturaleza. Sin duda, nos falta Amor.
Y suplico a cuantos me oigan
que me permitan decir
que al decidirme a venir
no sólo jue por cantar,
sinó porque tengo a más
otro deber que cumplir.
Cuando el Moreno expresa: «al decidirme a venir», se está refiriendo a la decisión que ha tomado su alma antes de nacer, que es la de venir a
servir. Al comprender tal enseñanza, caemos en la cuenta de que nadie es culpable de nuestra existencia, ni siquiera nuestros padres. Debemos tener bien
claro que el alma de cada uno ha sido artífice de tal decisión, la cual es imprescindible para darle un sentido trascendente a la existencia. Luego el personaje nos recuerda su misión: «no sólo jue por cantar, sinó porque tengo a
más otro deber que cumplir». Tal actitud pone en evidencia nuevamente que
venimos con una tarea a realizar a esta Madre Tierra, el Gran Principio Materno, donde debemos transmutar nuestra ignorancia en Amor y Conocimiento. Haciéndonos a su vez responsables de la fractura producida en los ritmos
de la Naturaleza, que se encuentra en un peligro inminente a causa del egoísmo humano.
La misión que cada uno viene a realizar está «escrita» reiteradamente en el rostro de cada individuo, desde el punto de vista fisiognómico, y en
las manos y pies, mediante la diagramación de sus líneas correspondientes.
También en la forma de las orejas y en la contextura corporal. Además, la
propia misión se expresa a través del gesto, la escritura, al dibujar o al pintar.
También al ejecutar un instrumento musical y al hablar. Es algo que podemos
no ver, por ignorarlo, pero que no se puede ocultar, ni siquiera con la cirugía
estética. El día que comprendamos verdaderamente el significado de estos
mensajes vivientes y su vinculación con la evolución del Alma humana, nos
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trataremos con más respeto y caerán definitivamente las barreras generacionales. Ya que una maestra de casi cincuenta años, podría pasar a ser, por momentos, alumna de un niño de jardín infantes, si es que en el niño se encuentra el Alma de un maestro de Vida, el cual en un futuro, será un guía para la
Humanidad.
Es impropio negar nuestra condición humana. Debemos saber que
somos un mensaje viviente, escrito en lenguaje cósmico y trascendente. Y recordar que compartimos la Naturaleza con otros seres. Con el tiempo, aprenderemos que cada hoja, cada animal, contiene en sí mismo un mensaje equivalente, que aún no hemos sido capaces de desentrañar completamente por
nuestra ignorancia acerca de los elementales de la Naturaleza, hecho que nos
hace copartícipes de su accionar caótico. Ya sabemos que la mejor carta de
presentación de un ignorante es que ataca todo lo que desconoce.
Ya saben que de mi madre
fueron diez los que nacieron;
más ya no esiste el primero
y más querido de todos:
murió por injustos modos,
a manos de un pendenciero.
El término «madre» ha sido representado maravillosamente por los
nativos de América mediante la Pachamama, la Naturaleza. De ella «fueron
diez los que nacieron, más ya no esiste el primero y más querido de todos», es
decir el Uno, el Espíritu Divino, encarnado en el Cristo, el Divino Maestro.
Que ya no existe, porque a pesar de ser el «más querido de todos, murió por
injustos modos, a manos de un pendenciero». Éste es el hombre egocéntrico,
representado magistralmente en La Ida por el gaucho Martín Fierro, en su etapa no consciente. El hecho de recordar el daño que uno se ha causado a sí mismo, y que a su vez, ha causado a los demás por su ignorancia, no debe ser considerado como una actitud masoquista. Muy por el contrario, recién cuando se
llega a este nivel de comprensión, podemos entender que hay dos tipos de temores, los infundados que siempre los genera el ego, y el temor a Dios. El primer temor es disociativo y nos mantiene llenos de culpas y culpando a los demás. El segundo, sirve para que uno recuerde esta enseñanza que nos legó José
Hernández: «Sólo de Dios hay amparo». A propósito, Eilán Itarte suele decir:
«Lo que para el hombre es mágico, para Dios es rutina».
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Los nueve hermanos restantes
como güérfanos quedamos;
dende entonces lo lloramos
sin consuelo, creanmenló,
y al hombre que lo mató
nunca jamás lo encontramos.
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Si al Decanato Pitagórico le «matamos» la Mónada, los nueve puntos
restantes quedan como huérfanos. Al faltar el más grande, el Uno, quedamos
expuestos a la dualidad o Dúada. En el caso del Moreno, que representa a Saturno, nos dice: «como güérfanos quedamos» vagando por el Universo, sin el
Sol espiritual, el Cristo, que nos contenga (Ver Ap 5-6). Tal es la forma en la
que se comporta la Ciencia materialista, porque, salvo raras excepciones, niega lo trascendente y trabaja sobre la base de la especulación, la competencia,
la lucha por el poder y la degradación humana. Cuando en realidad, el término Ciencia abarca todas las formas del Conocimiento y por lo tanto, debería
basarse en el camino del discernimiento y el Recto Pensar. Hoy las mismas
empresas que contaminan y corrompen, aparecen luego fomentando la cultura ecológica y más tarde, facilitan el consumo masivo de productos desnaturalizados y desenergizados. Estos productos generan enfermedades crónicas y
degenerativas que diezman a la población, como el alcohol, el cigarrillo, u
otros, que son promocionados asociados a los deportes y la vida al aire libre.
Afortunadamente ha llegado el momento de la verdad. Esas empresas están
formadas por hombres que hoy ignoran en su mayoría quién es el Uno, pero
estos hombres podrían encontrar al Maestro en su interior, mediante la transformación profunda que genera la crisis global que vive el Planeta. Y quizás,
un día no lejano, puedan dar testimonio de Él con todo regocijo. Dicho cambio de actitud no es cobardía, sino que representa un arrepentimiento genuino
y debe estar basado en la humildad. Sabemos a ciencia cierta que tal transformación podría contribuir maravillosamente al proceso de construcción de la
Nueva Humanidad.
Hoy los mismos gobiernos que luchan contra el desarme son los que
venden las armas más poderosas. Esta dualidad humana, que todos llevamos
en nuestro ahogado Ser, nos hace vivir como huérfanos, migrando de una
frontera a otra, de una profesión a otra, haciendo un viaje a ningún lugar, hasta que un día, quizás no distante, podamos realizar la transformación estable
y despertar del «sueño» que nos tiene atrapados en lo ilusorio. Nadie se salva solo.
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Y queden en paz los güesos
de aquel hermano querido;
a moverlos no he venido,
mas, si el caso se presienta,
espero en Dios que esta cuenta
se arregle como es debido.
«Aquel hermano querido» es Jesucristo en el Santo Sepulcro. Aquí el
autor le otorga un significado equivalente. No obstante, podemos encontrar
al Cristo Vivo en la Consciencia del Yo, como lo enseñó Pablo.
Y si otra ocasión payamos
para que esto se complete,
por mucho que lo respete
cantaremos, si le gusta,
sobre las muertes injustas
que algunos hombres cometen.
La vigencia de la obra de José Hernández sorprende una vez más.
Releamos por favor esta última estrofa a la luz de los acontecimientos mundiales. Debemos comprender que la única forma de que la cuenta dé Cero, es
que Aquel que ha muerto por la acción de nuestro ego, resucite en nuestro interior en la Consciencia del Yo.
Y aquí, pues, señores míos,
diré, como en despedida,
que todavía andan con vida
los hermanos del dijunto,
que recuerdan este asunto
y aquella muerte no olvidan.
Comprendamos que cuando el ser humano no encuentra a su Maestro Interior como Sol espiritual, queda bajo el influjo negativo de determinadas fuerzas planetarias, que el Moreno reconoce en «los hermanos del dijunto, que recuerdan este asunto y aquella muerte no olvidan». Esta situación se
produce porque con frecuencia podemos quedar atrapados bajo el influjo del
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campo astral o emocional, totalmente vinculado al Inconsciente. La forma de
salir de inmediato es orar sin cesar, durante el tiempo que sea necesario, hasta recuperar la calma. Siempre mediante la Respiración Consciente y la Visión Ampliada, debido a que esta facilita la unión Alma / Espíritu y potencia
la percepción espiritual de los cuerpos sutiles. Leer con detenimiento (Mt
6,22-24; Mt 18,9 y Mt 25,1-13).
Y es misterio tan projundo
lo que está por suceder,
que no me debo meter
a echarla aquí de adivino:
lo que decida el destino
después lo habrán de saber.
Esta enseñanza está en perfecta relación con el mensaje que recibió
San Juan mediante la Revelación, más conocido como Apocalipsis.
A propósito, la autora mexicana Laura Esquivel ha escrito una obra
mundialmente conocida, titulada Como agua para chocolate, que posee una
neta vinculación con la enseñanza de José Hernández. A pesar de la sencillez
de sus relatos, su interior contiene el lenguaje profundo al que nos referimos
anteriormente. Posee la sabiduría natural de las cosas simples. Laura Esquivel presentó a su obra con toda humildad como «una novela de entrega mensual, con recetas, amores y remedios caseros…». Cuando en realidad, en la
primera parte de la obra, Tita (el Alma) y Pedro (el Espíritu), no pueden consumar su amor por la injerencia de la madre de ella, quien representa a la personalidad, el ego. Hasta que en la instancia final de la novela, el Fuego (del
Scr. Agnih), la Divina Presencia, permite la fusión de ambos opuestos, en una
maravillosa representación de la unión Alma-Espíritu. Lo mismo ocurre en
La Flauta Mágica, de Mozart y en la ópera Aida, de Verdi. José Hernández
también contempló esta alegoría en su obra. Todos estos mensajes revelados
adquieren a partir de ahora una significancia superior, porque fueron premonitorios, respecto al proceso que tendrá que darse en el futuro próximo, para
la Evolución de la Humanidad.
Martín Fierro
Al fin cerrastes el pico
después de tanto charlar;
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ya empezaba a maliciar
al verte tan entonao,
que traías un embuchao *
y no lo querías largar.
(*) Propósito oculto
Hace 2.500 años Pitágoras planteó los fundamentos del Desarrollo
Armónico para su escuela científico-espiritual. Lo hizo mediante las enseñanzas aprendidas en su discipulado en el antiguo Egipto. Pagó su precio,
muriendo ya anciano, perseguido por Cylón y sus secuaces, quien ordenó
quemar la escuela de Pitágoras, a modo de venganza, por haber sido rechazado por inepto. No obstante, recordemos que a Jesús lo matan en la Cruz, rodeado de ladrones. Su Existencia cobra así verdadero sentido, en el Misterio
del Gólgota y en la Pascua de Resurrección. También muere José Hernández
sin alcanzar a ver los efectos profundos de su mensaje transdisciplinario. En
su caso, trasciende el límite de su propia generación, el de su siglo y el correspondiente al Segundo Milenio, y como si esto fuera poco, el de la Era de
Piscis, que lo vio nacer. Ahora nadie puede dudar de su grandeza espiritual.
Hernández también logró inducirnos a encontrar al Mesías en el Interior del
corazón humano, sin afectar en absoluto la profesión de Fe que cada uno pueda tener. Por el contrario, su mensaje es verdaderamente ecuménico.
Y ya que nos conocemos,
basta de conversación;
para encontrar la ocasión
no tienen que darse priesa: *
ya conozco yo que empieza
otra clase de junción.
Yo no sé lo que vendrá,
tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
hasta el fin he de seguir:
todos tienen que cumplir
con la ley de su destino.
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Primero fue la frontera
por persecución de un juez,
los indios fueron después,
y, para nuevos estrenos,
aura son estos morenos
pa’ alivio de mi vejez.
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(*) Prisa
Ya hemos cruzado la frontera y a su vez, se ha rescatado a la Cautiva, el Alma. Ahora debemos observar la repercusión que tiene en la Consciencia del Yo la creación de un nuevo sentido de Justicia en nuestro interior
y en la Humanidad. El autor representa a Júpiter a través de la figura del Juez,
a la vez que nos recuerda que cuando somos injustos con los demás, también
lo somos con nosotros mismos. Al decirnos: «los indios fueron después», se
refiere al esfuerzo realizado al enfrentar las diferentes manifestaciones yoicas de nuestro ego. Hoy sabemos que por la adaptabilidad que poseían los nativos a las más diversas situaciones, sirvieron alegóricamente para representar este fenómeno desde el punto de vista literario. Pero como ya ha sido
planteado, tal representación no es para menospreciar a los verdaderos amos
de esta Tierra. Tal actitud, significaría contradecir toda la enseñanza que contiene esta obra maravillosa. Analicemos ahora el saludo incaico: Ama Sua
(«no robes»), Ama Llulla («no mientas»), Ama Q’Ella («no seas ocioso»).
Por el contrario, el hombre blanco robó y mintió, para luego ser ocioso. Es
suficiente analizar estas verdades para comprender la sabiduría de los nativos
de América, de las que José Hernández nunca renegó. Esta aclaración se debe a que algunos detractores de su obra la confinan al tema central de la Conquista del Desierto, donde murieron millares de nativos en pos de la llamada
«civilización» y en la que se aplicó la filosofía que indica que «el fin justifica a los medios».
La madre echó diez al mundo,
lo que cualquiera no hace;
y tal vez de los diez pase
con iguales condiciones:
la mulita pare nones,
todos de la mesma clase.
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Mas cada uno ha de tirar
en el yugo en que se vea;
yo ya no busco peleas,
las contiendas no me gustan;
pero ni sombras me asustan
ni bultos que se menean.
Como corolario de este cantar a contrapunto entre el maestro del Dolor y su discípulo, en representación del guerrero interno, entendemos que el
personaje, al haberse vencido a sí mismo, se ha convertido en maestro de la
Acción Consciente. Tiene ganada la partida, ha aprendido acerca de la inutilidad de las contiendas periódicas. Este instante especial representa la superación del dolor por la acción consciente, de la mano del Divino Maestro. El
hombre aún no ha comprendido esta enseñanza. Sigue inventando todos los
días una nueva zona de combate, un nuevo conflicto o armamento, el que supuestamente salvará del colapso a la industria armamentística. A diferencia
de esto, Martín Fierro, nuestro guerrero interno, nos dice: «yo ya no busco peleas, las contiendas no me gustan». Ya no combate, porque ha desarrollado
la mansedumbre y la sabiduría. Ha encontrado el Verbo mediante el Hálito
Divino. Su yo inferior ya no tiene máscaras, le es propio y aceptado. Ha logrado ponerlo a los pies del Maestro, para recibir sus enseñanzas. Desde el
punto de vista social, este momento corresponde al tiempo en el que se logre
fusionar, por amor y solidaridad, las etnias autóctonas con las de todos aquellos que somos inmigrantes o descendemos de los mismos. Se dará así a luz
a una nueva comunidad formada por todos los Hombres y Mujeres de Buena
Voluntad.
La creía ya desollada,*
mas todavía falta el rabo,
y por lo visto no acabo
de salir de esta jarana; **
pues esto es lo que se llama
remachársele a uno el clavo.
(*) Terminada
(**) Situación
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El gaucho Martín Fierro actúa aquí como la viva voz del autor, que
creía terminada la faena, pero aún le faltaba el «rabo». Éste es corto, pero hay
que considerarlo también para aplicar correctamente la Ley de los Ciclos y
unir así el principio con el fin. Hernández aún debe completar su obra con las
enseñanzas correspondientes a los capítulos 31, 32 y 33. El autor conoció a
la perfección las Leyes de la Naturaleza. Aquí la enseñanza está basada en el
hecho simple de cerrar nuestros propósitos, a sabiendas que al no hacerlo ponemos en marcha la Ley de Causa y Efecto en su aspecto negativo. De este
modo, nuestros errores son causantes de efectos que muy raramente podremos controlar. Hecho que el gaucho Martín Fierro definió así: «pues esto es
lo que se llama remachársele a uno el clavo». El personaje deja claro que si
uno actúa en contra de los demás, se daña a sí mismo. Este tema tiene una vigencia total y puede explicar por sí mismo la destrucción del materialismo
imperante en el mundo. De lo que deducimos que ni siquiera hay que combatirlo, sino que se destruye a sí mismo, por ser contrario a la Vida y al Amor.
Michael Drury viene a cerrar con sus palabras este contrapunto: «Reconocer nuestros errores es cordura; pretender que nunca hemos de errar,
equivale a colocarnos a nosotros mismos en un pedestal. Hay, sin embargo,
una gran diferencia entre la humildad y la humillación. Es propio de la humildad, reconocer que hemos incurrido en el error, procurando enmendarlo
y seguir adelante; mas no !se pide que vivamos en continua actitud de humillación…».
Aprendamos a payar
Si rescatamos la capacidad sanadora del arte trascendente, podemos
aprovechar terapéuticamente la posibilidad de intercambiar en grupo de amigos, familiares, pacientes, estudiantes, etcétera, los roles correspondientes a
los personajes fundamentales de la obra, teniendo en cuenta que todos están
en nuestro interior. Si nos animamos, seremos capaces de improvisar en versos o en prosa, nuestros estados internos. A veces resultamos ser tan programados por el condicionamiento, que podemos llegar sentir algo de inhibición
al principio, pero rápidamente uno aprende a distenderse, y luego, alrededor
de un fogón en la playa, o en el sitio que nos plazca, comenzamos a payar,
permitiéndonos la posibilidad de aprender y enseñar con simultaneidad. Tal
cual se hacía en la pedagogía pitagórica, enseñanza que aplicó Platón en sus
Diálogos. Todo ser tiene una enseñanza filosófica que entregar, ésa es la clave, y cuando perdemos el miedo, brotan las coplas del manantial. Esta hermosa actividad puede demostrarnos en un instante que de la boca pueden salir palabras que el oído nunca había escuchado. Son palabras reveladas, que
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generan de inmediato un gran regocijo interior. En este juego, al que podríamos denominar El juego del no-saber, hay diferentes roles principales. A continuación los enumeraremos, sin que por ello queden excluidas otras personas que participen de la partida.
a) El gaucho Martín Fierro, b) la esposa de Martín Fierro, c) El Moreno Mayor, d) La Morena, e) El gaucho Cruz, f) La Cautiva, g) El Indio, h)
El hijo Mayor de Martín Fierro, i) El hijo Segundo de Martín Fierro, j) Picardía, k) Inocencia, l) El Viejo Vizcacha, m) El Juez, n) otros presentes.
Concluida la representación, se pueden intercambiar los roles, hasta que todos los participantes, independientemente de su sexo, puedan sentir en su interior la vibración correspondiente a cada uno de los personajes.
Cuaderno de Revelaciones
Cuando la Respiración Consciente se haya transformado en una herramienta cotidiana, se irá realizando una conexión cada vez más sólida entre el Alma de cada uno y el Maestro. A partir de ese momento, quedaremos
en condiciones de guardarlas en un cuaderno, al que llamaremos afectivamente Cuaderno de Revelaciones. El mismo, se convertirá en el sitio donde
cada uno anote aquellas vivencias que escapen al control del ego y que, a su
vez, sean significativas para sí mismo. Las revelaciones siempre son impredecibles, pueden provenir de los sueños (Job 33-14 al 16), manifestarse a través de un libro o mediante el encuentro con personas u objetos, o animales,
etcétera. Debido a esto, debemos estar siempre alerta. A pesar de lo simple
del propósito, comprobaremos rápidamente que el Cuaderno de Revelaciones
posee una enorme función terapéutica, especialmente a la hora de tener que
soportar una gran adversidad. En esos momentos, el sólo hecho de leer alguna de las revelaciones nos permitirá recuperar el equilibrio, la alegría y las
fuerzas necesarias para soportar las pruebas que uno debe transitar para su
evolución. Es fundamental recordar que no existe persona alguna que por sí
misma pueda generar una revelación. No es magia. Es Realidad Trascendente. Además, debemos saber que cada revelación tiene el poder de desarticular el ego propio y el ajeno con simultaneidad, de tal forma, que uno queda
sin respuestas. Decía Jedhu Krishnamurti: «Uno debe llenarse de preguntas
incontestables». Es imposible adueñarse de lo que está sucediendo. Sorprende también un hecho muy elocuente, casi siempre, hay testigos cuando vivimos una revelación. Estas personas pueden comprobar junto a nosotros el
enorme efecto sanador que posee la revelación, abarcando un espectro que va
desde lo psicofísico a lo espiritual. Debemos saber además, que el instante
mismo en el que se manifiesta la revelación, es una verdadera conjunción
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Eterno / Temporal, tan importante como el nacimiento y la muerte, porque en
realidad, integra cuerpo, alma y Espíritu. De tal forma que morimos a lo que
éramos hasta ese instante y renacemos transformados por la Gracia de Dios.
Relataré a continuación una revelación que ocurrió hace años. En un
viaje a la ciudad turística de Merlo, provincia de San Luis, Argentina, fuimos
a un sitio que se encuentra hacia el oeste, conocido como El bajo Veliz. En
ese lugar hallé varios fósiles marinos, de los cuales elegí unos helechos muy
bonitos para regalárselos a la esposa de un amigo. No obstante, para mi sorpresa, al verlos esta mujer comenzó a llorar. Por mi parte, no entendía lo que
estaba sucediendo. Luego esta señora explicó que su padre, ya fallecido, había sido propietario del lugar y dueño de la primera explotación minera de esa
región. Y, por lo tanto, conocía a la perfección las características de la zona,
la cual se encuentra sobre una depresión del terreno, que hace millones de
años fue un brazo de mar, previo a que se elevara la Cordillera de los Andes.
Como podemos apreciar, es verdad esta enseñanza de San Pablo: «Son las cosas que Dios ha preparado para aquellos que le aman. Empero Dios nos lo
reveló a nosotros por el Espíritu: porque el Espíritu todo lo escudriña, aún
lo profundo de Dios». (1 Cor 2-9, 10).
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Y después de estas palabras,
que ya la intención revelan,
procurando los presentes
que no se armara pendencia,
se pusieron de por medio
y la cosa quedó quieta.
Martín Fierro y los muchachos,
evitando la contienda,
montaron y paso a paso
como el que miedo no lleva,
a la costa de un arroyo
llegaron a echar pie a tierra.
Desensillaron los pingos
y se sentaron en rueda,
refiriéndose entre sí
infinitas menudencias,
porque tiene muchos cuentos
y muchos hijos la ausencia.
Allí pasaron la noche
a la luz de las estrellas,
porque ése es un cortinao
que lo halla uno donde quiera,
el gaucho sabe arreglarse
como ninguno se arregla.
El colchón son las caronas,
el lomillo es cabecera,
el cojinillo es blandura,
y con el poncho o la jerga,
para salvar del rocío
se cubre hasta la cabeza.
Tiene su cuchillo al lado,
pues la precaución es buena;
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freno y rebenque a la mano,
y, teniendo el pingo cerca,
que pa’ asigurarlo bien
la argolla del lazo entierra
(aunque el atar con el lazo
da del hombre mala idea),
se duerme ansí muy tranquilo
todita la noche entera;
y si es lejos del camino,
como manda la prudencia,
más siguro que en su rancho
uno ronca a pierna suelta,
pues en el suelo no hay chinches,
y es una cuja camera
que no ocasiona disputas
y que naides se la niega.
Además de eso, una noche
la pasa uno como quiera,
y las va pasando todas
haciendo la mesma cuenta.
Y luego los pajaritos,
al aclarar, lo dispiertan,
porque el sueño no lo agarra
a quien sin cenar se acuesta.
Ansí, pues, aquella noche
jue para ellos una fiesta,
pues todo parece alegre
cuando el corazón se alegra.
No pudiendo vivir juntos
por su estado de pobreza,
resolvieron separarse,
y que cada cual se juera
a procurarse un refugio
que aliviara su miseria.
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Y antes de desparramarse
para empezar vida nueva,
en aquella soledá
Martín Fierro con prudencia,
a sus hijos y al de Cruz
les habló de esta maner
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Un padre que da consejos
más que padre es un amigo;
ansí, como tal les digo
que vivan con precaución:
naides sabe en qué rincón
se oculta el que es su enemigo.
La prudencia y la «precaución» son patrimonio de una consciencia
alerta y requieren del «darse cuenta». Es una invitación a ser responsables,
sin culparnos y sin culpar a nadie, como lo enseñó Deepak Chopra.
Yo nunca tuve otra escuela
que una vida desgraciada;
no estrañen si en la jugada
alguna vez me equivoco,
pues debe saber muy poco
aquel que no aprendió nada.
Hay hombres que de su cencia
tienen la cabeza llena;
hay sabios de todas menas,*
más digo, sin ser muy ducho:
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas.
(*) De todas clases
Aquí el autor nos da la clave de cómo administrar la incorporación
de información al cerebro. Observemos cómo los niños y los adolescentes
tienen su mente atosigada de imágenes, sonidos y palabras, que les impiden
pensar con claridad. Con frecuencia se crían solos. No tienen capacidad de
concentración y se aburren con facilidad, pero fundamentalmente, no sienten
la necesidad de los demás, por el bloqueo afectivo que genera la hipertrofia
intelectual a la que son sometidos. Pero también encontramos comportamien-
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tos equivalentes en adultos y aún en personas de la tercera edad. Especialmente en aquellos que están expuestos largas horas al día, ante la televisión masificada, elemento que debería haber sido utilizado como recurso didáctico para erradicar el analfabetismo de la Humanidad y mejorar la calidad de vida.
No aprovechan los trabajos
si no han de enseñarnos nada;
el hombre, de una mirada
todo ha de verlo al momento:
el primer conocimiento
es conocer cuándo enfada.
Al expresar Martín Fierro: «el hombre de una mirada todo ha de verlo al momento», nos está dando las bases de la Visión Ampliada, que se
sustenta en la intuición. Es decir que se está refiriendo concretamente al «primer conocimiento» que obtenemos de todas las cosas.
Su esperanza no la cifren
nunca en corazón alguno;
en el mayor infortunio
pongan su confianza en Dios;
de los hombres, sólo en uno,
con gran precaución, en dos.
Cuando ponemos a Dios como el testigo siempre presente de nuestra
existencia, todo cambia y alcanza la trascendencia necesaria como para convertir en sagrado hasta el acto más pequeño e insignificante. Aprendemos de
tal modo, a revalorizar el lazo que poseemos con la Vida y la Naturaleza misma, amándola y respetándola a la vez.
Las faltas no tienen límites
como tienen los terrenos,
se encuentran en los más buenos,
y es justo que les prevenga:
aquel que defetos tenga
disimule los ajenos.
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Al que es amigo, jamás
lo dejen en la estacada,*
pero no le pidan nada
ni lo aguarden todo de él:
siempre el amigo más fiel
es una conduta honrada.
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(*) Jamás le fallen
Nuevamente aparecen en José Hernández enseñanzas pitagóricas, esta vez referidas a la amistad. Pitágoras decía: «Escribid sobre las arenas de
una playa las faltas de vuestros amigos».
Ni el miedo ni la codicia
es bueno que a uno lo asalten,
ansí, no se sobresalten
por los bienes que perezcan;
al rico nunca le ofrezcan
y al pobre jamás le falten.
Hoy la codicia sobre las reservas de los recursos naturales renovables
y no renovables, ha sumido a la humanidad en guerras fraticidas. «Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y
aflicción de espíritu». (Eclesiastés 1-14).
Bien lo pasa hasta entre pampas
el que respeta a la gente;
el hombre ha de ser prudente
para librarse de enojos;
cauteloso entre los flojos,
moderado entre valientes.
El trabajar es la ley,
porque es preciso alquirir;
no se espongan a sufrir
una triste situación:
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sangra mucho el corazón
del que tiene que pedir.
Si «el trabajar es la ley», ¿qué ha pasado con las fuentes de trabajo?
Se las ha «comido» la automatización globalizada o la globalización automatizada. Lo que nos ha expuesto a «sufrir», la «triste situación» de tener «que
pedir». Hoy 800 millones de personas en el mundo padecen hambre crónico.
¿Quién es el responsable? El hombre.
Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria, en su afán
de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán.
«Dulce es el sueño del trabajador, ora coma mucho o poco; más al
rico no le deja dormir la hartura». (Ec 5-12).
A ningún hombre amenacen
porque naides se acobarda;
poco en conocerlo tarda
quien amenaza imprudente,
que hay un peligro presente
y otro peligro se aguarda.
Para vencer un peligro,
salvar de cualquier abismo,
por esperencia lo afirmo:
más que el sable y que la lanza
suele servir la confianza
que el hombre tiene en sí mismo.
Luego de haber abordado la Séptima Morada, Martín Fierro puede
reconocer que «más que el sable y que la lanza suele servir la confianza que
el hombre tiene en sí mismo».
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Nace el hombre con la astucia
que ha de servirle de guía;
sin ella sucumbiría,
pero, sigún mi esperencia,
se vuelve en unos prudencia
y en los otros picardía.
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Aprovecha la ocasión
el hombre que es diligente;
y ténganlo bien presente
si al compararla no yerro:
la ocasión es como el fierro:
se ha de machacar caliente.
Muchas cosas pierde el hombre
que a veces las vuelve a hallar;
pero les debo enseñar,
y es bueno que lo recuerden:
si la vergüenza se pierde
jamás se vuelve a encontrar.
Los hermanos sean unidos,
porque ésa es la ley primera;
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.
Aquí cabe una pregunta fundamental: ¿quiénes son los hermanos? La
respuesta es variada. Primero, podría decirse que los hermanos somos los hijos de un mismo padre. Luego, podríamos ser los ciudadanos de un mismo
pueblo o nación o continente. Y por último, toda la Humanidad. Al llegar a
este punto comprendemos el mensaje que dejó José Martí: «Patria es Humanidad».
Respeten a los ancianos,
el burlarlos no es hazaña;
si andan entre gente estraña
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deben ser muy precavidos,
pues por igual es tenido
quien con malos se acompaña.
El grado de enfermedad que padecemos es de tal gravedad, que por
ahora no tiene cura. Pertenecemos a un mundo que no respeta a sus ancianos,
por lo tanto, carece de sabiduría.
La cigüeña, cuando es vieja,
pierde la vista, y procuran
cuidarla en su edá madura
todas sus hijas pequeñas:
apriendan de las cigüeñas
este ejemplo de ternura.
Si les hacen una ofensa,
aunque la echen en olvido,
vivan siempre prevenidos;
pues ciertamente sucede
que hablará muy mal de ustedes
aquel que los haya ofendido.
El que obedeciendo vive
nunca tiene suerte blanda;
mas con su soberbia agranda
el rigor en que padece:
obedezca el que obedece
y será bueno el que manda.
Procuren de no perder
ni el tiempo ni la vergüenza;
como todo hombre que piensa
procedan siempre con juicio,
y sepan que ningún vicio
acaba donde comienza.
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El quedar abandonados a los designios del ego nos deja atrapados en
la nulidad, correspondiente a lo que aprendimos en la Segunda Morada, donde realizamos esfuerzos enormes para no llegar a ningún lugar. Esta es la condición básica para perder «el tiempo» y «la vergüenza». En cambio, cuando
estamos conscientes descubrimos el valor del aquí y ahora, y por lo tanto, actuamos con justicia y armonía.
Ave de pico encorvado
le tiene al robo afición;
pero el hombre de razón
no roba jamás un cobre,
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladrón.
El hombre no mate al hombre
ni pelee por fantasía;
tiene en la desgracia mía
un espejo en que mirarse:
saber el hombre guardarse
es la gran sabiduría.
En los tiempos que vive la Humanidad casi parece ridículo decir que
«el hombre no mate al hombre ni pelee por fantasía». Sin embargo, cuando
cada persona encuentra el «espejo en que mirarse», es decir, la consciencia,
puede entender qué es lo que sabe y lo que ignora, entonces tiene la posibilidad de comprender que saber «guardarse es la gran sabiduría».
La sangre que se redama
no se olvida hasta la muerte;
la impresión es de tal suerte;
que a mi pesar, no lo niego,
caí como gotas de fuego
en la alma del que la vierte.
Si tuviéramos en verdad consciencia de la existencia del Alma, no
habría sangre derramada y las guerras carecerían de sentido, lo mismo que la
fabricación de armamentos.
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Es siempre, en toda ocasión,
el trago el pior enemigo;
con cariño se los digo,
recuérdenlo con cuidado:
aquel que ofiende embriagado
merece doble castigo.
La inducción ejercida sobre los jóvenes para que consuman alcohol
y drogas es un mal que quizás no podamos remediar en las generaciones futuras. Por el contrario, se multiplicará en malformaciones, delincuencia, trastornos de conducta y deficiencia mental progresiva. Así, el mejor presupuesto en el área de Salud puede llegar a ser insuficiente para sanear el problema.
Este fenómeno se da por la complicidad de quien consume estos productos
junto con quienes los producen y quienes gobiernan.
Si se arma algún revolutis *
siempre han de ser los primeros;
no se muestren altaneros
aunque la razón les sobre:
en la barba de los pobres
aprienden pa’ ser barberos.
Si entriegan su corazón
a alguna mujer querida,
no le hagan una partida
que la ofienda a la mujer:
siempre los ha de perder
una mujer ofendida.
Procuren, si son cantores,
el cantar con sentimiento,
no tiemplen el estrumento
por sólo el gusto de hablar,
y acostúmbrense a cantar
en cosas de jundamento.
Y les doy estos consejos,
que me ha costado alquirirlos,
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porque deseo dirigirlos;
pero no alcanza mi cencia.
hasta darles la prudencia
que precisan pa’ seguirlos.
Estas cosas y otras muchas,
medité en mis soledades;
sepan que no hay falsedades
ni error en estos consejos:
es de la boca de un viejo
de anden salen las verdades.
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Comentarios sobre el capítulo 33
Después, a los cuatro vientos
los cuatro se dirigieron;
una promesa se hicieron
que todos debían cumplir;
mas no la puedo decir;
pues secreto prometieron.
Al referirse a los «cuatro vientos», el autor está expresando su profundo conocimiento acerca del Libro de las Revelaciones, el Apocalipsis de
San Juan. Veamos su vigencia en relación con la crisis que hoy padece toda
la Humanidad. Sugerimos leer completo el Capítulo 6 del Apocalipsis y luego observar esta correlación: «Y después de estas cosas, vi cuatro ángeles
que estaban deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase
viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol». (Ap 7-1).
Recordemos ahora que para los Incas, los cuatro vientos del Tawantisuyo, estaban y siguen estando representados en estas cuatro regiones: Antisuyo (Región del Este), Quintisuyo (Región del Oeste), Chincay Suyu (Región del Norte) y Kolla Suyo (Región del Sur, que comprendía el Sur de Perú,
Bolivia, el Norte de Chile y Argentina). Cuando los cuatro vientos recorran a
la vez nuestro cuerpo, nuestra Alma y nuestro Espíritu, habremos encontrado
el centro y el vértice de esa pirámide humana que somos. Entonces, sólo entonces, podremos recorrer los 360 caminos que se abren en el círculo que rodea a nuestra pirámide. Ya habremos aprendido a actuar, observar, sentir y
pensar, practicando la indañabilidad, sin perder el Centro Interior.
Les alvierto solamente,
y esto a ninguno le asombre,
pues muchas veces el hombre
tiene que hacer de ese modo:
convinieron entre todos
en mudar allí de nombre.
Sin ninguna intención mala
lo hicieron, no tengo duda;
pero es la verdá desnuda,
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siempre suele sueceder:
aquel que su nombre muda
tiene culpas que esconder.
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Es primordial que abramos el Alma a un grado de percepción más
profundo. Sabemos que José Hernández ha dejado encriptadas, por decirlo
técnicamente, ciertas enseñanzas que poseen una magnitud que muchas veces parece escaparse al lenguaje cotidiano. Veamos. Primero dice: «y esto a
ninguno le asombre», como para advertirnos de lo que viene. En este instante, los cuatro, es decir, el Hijo Mayor de Martín Fierro, su Hijo Segundo, Picardía y el gaucho Martín Fierro, «convinieron entre todos en mudar allí de
nombre». Aparentemente, porque tienen «culpas que esconder». Esto es falso, ya que Hernández también escribe: «sin ninguna intención mala». Si lo
analizáramos así, dicho pensamiento surgiría de una observación aparente, a
la que el autor nos induce para ver si estamos despiertos y verdaderamente
podemos cruzar el umbral. Por tal motivo, habla de «la verdá desnuda». La
observación real nos indica lo siguiente: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré de comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe». (Ap 2-17).
Exactamente, como podemos apreciar, la presente cita se refiere a este mismo tema y a ningún otro en particular. Sintamos ahora en el corazón el regocijo del Alma en el Silencio que nos invade. Es la Divina Presencia. Inspiremos profundamente y al retener, demos gracias, por haber podido recorrer
nuestros espacios internos.
Y ya dejo el estrumento
con que he divertido a ustedes;
todos conocerlo pueden
que tuve costancia suma:
éste es un botón de pluma
que no hay quien lo desenriede.
La imposibilidad de desenredar el «botón de pluma» reside en que la
trenza gaucha utilizada en la construcción del mismo es trabajada con un
tiento muy fino. Del mismo modo, José Hernández nos ha ido enseñando a
tejer la trama sutil, entrelazando el Alma con el Espíritu, para lo cual ha sido
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imprescindible mantener la constancia en cada uno de nuestros propósitos.
Para llegar a este punto fue necesario poner todo nuestro amor y perseverancia. No obstante, debemos saber que todavía nos queda mucho por andar para desentrañar el misterio del Hombre. Siempre recordando que, simplemente, estamos en camino.
Con mi deber he cumplido
y ya he salido del paso:
pero diré, por si acaso,
pa’ que me entiendan los criollos:
todavía me quedan rollos
por si se ofrece dar lazo.
Al decirnos: «Con mi deber he cumplido», el autor deja nuevamente
en claro que conoce a la perfección la Ley de los Ciclos, representada en
Apocalipsis 22-13 de esta forma: «Yo soy Alfa y Omega, principio y fin, el
primero y el postrero». A propósito, al empezar la obra, el gaucho Martín Fierro pidió fuerzas al Cielo y finalmente ha podido devolverlas al concretarla.
Del mismo modo, nosotros hemos pedido la fuerza necesaria para ver nuestro interior sin dañarnos y sin dañar a los demás, guiados por el Divino Maestro y al fin, lo hemos logrado. A su vez, aprendimos a escuchar la Voz insonora y a percibir lo intangible. Ahora nos toca Servir, como Cristo vino a ser
nuestro Siervo y Sanador.
Y con esto me despido
sin expresar hasta cuándo;
siempre corta por lo blando
el que busca lo siguro;
mas yo corto por lo duro,
y ansí he de seguir cortando.
El gaucho Martín Fierro se ha vencido a sí mismo y se ha transformado en Guerrero, corta «por lo duro», es decir que no anda con tonterías ni
planteos superficiales. Su profundidad es extrema. Por eso puede «seguir cortando», su Alma puede continuar actuando más allá de la muerte, «sin expresar hasta cuándo». Ella estuvo antes de nacer unida al Espíritu. Luego dio
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testimonio, durante la existencia del autor, y ahora, por ser eterna, sigue sirviendo, después de su muerte. Por lo tanto, si oráramos con la Respiración
Consciente, antes, durante y después de cada acontecimiento cotidiano, sin
importar su magnitud, comprenderíamos que las mismas cosas que realizamos, por pequeñas que sean, pueden alcanzar un sentido sagrado y trascendente para el Alma.
Vive el águila en su nido,
el tigre vive en la selva,
el zorro en la cueva ajena,
y, en su destino incostante,
sólo el gaucho vive errante
donde la suerte lo lleva.
El «vivir errante» es lo que Alan Wats llamó «Sabiduría de la Incertidumbre», a la que podríamos denominar también «el saber del no-saber».
Tal actitud constituye la condición básica para recorrer el Camino Interior.
Veamos su correspondencia con este mensaje que dejó Jesús: «Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí».
Es el pobre en su orfandá
de la fortuna el desecho,
porque naides toma a pechos
el defender a su raza;
debe el gaucho tener casa,
escuela, iglesia y derechos.
Y han de concluir algún día
estos enriedos malditos;
la obra no la facilito
porque aumentan el fandango
los que están, como el chimango,
sobre el cuerpo y dando gritos.
Mas Dios ha de permitir
que esto llegue a mejorar,
pero se ha de recordar
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para hacer bien el trabajo
que el fuego, pa’ calentar,
debe ir siempre por abajo.
La Creación no está terminada, se re-crea a sí misma a cada instante,
mediante la permanente fusión de los opuestos, como renovación del Amor
Universal. Puede concluir la tarea de un hombre, de una idea o sistema, pero
no puede agotarse esta fuerza omnipotente e inconmensurable, que es la materia espiritual del Universo. Sabemos que todo ser humano es capaz de trascender sus propias fronteras internas, como así, de realizar un aporte a la
Obra de la Creación. Luego el autor dice: «Mas Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar». De este modo, José Hernández nos está involucrando,
a través de su gaucho Martín Fierro, en una plegaria común y en un canto de
esperanza, basado en la acción incondicional de la Providencia Divina. Quizás un día no lejano, cuando caiga la preponderancia del egoísmo, y las tinieblas sean reemplazadas por la Luz, surgirán naturalmente en el corazón del
hombre humilde, la Solidaridad y el Amor, como basamentos de la construcción de la Nueva Humanidad.
Al pobre al menor descuido
lo levantan de un sogazo;
pero yo compriendo el caso
y esta consecuencia saco:
el gaucho es el cuero flaco,
da los tientos para el lazo.
Y en lo que esplica mi lengua
todos deben tener fe;
ansí, pues, entiendanmé,
con codicias no me mancho;
no se ha de llover el rancho
en donde este libro esté.
Al decirnos: «con codicias no me mancho», nos está dando una clase magistral sobre desapego y anticorrupción. Actuar con generosidad es la
clave fundamental para salir de la pobreza interior, que en el fondo, es la que
padece la mayor parte de la Humanidad. Indudablemente, por ignorancia del
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ser humano ha habido una incorrecta distribución de la riqueza, problema que
aún no hemos podido corregir entre todos. El testimonio, pertenece a quienes
tienen en exceso y está basado en el desarrollo de la humildad, que nada tiene que ver con el asistencialismo. Con el tiempo, la solidaridad será una buena medicina para curar tanto rencor y resentimiento social existente en el
mundo. En consecuencia, irá desarrollándose la práctica cada vez más frecuente de la Justicia, la Armonía y el Equilibrio, como la base del Desarrollo
Armónico.
Si cada hombre de buena voluntad utilizara su fortaleza interior y la
pusiera al servicio de la Voluntad Divina; y si a su vez, orara sin cesar y confiara todas las cosas al Maestro Interior, bien podría mediante su trabajo honesto, vivir con dignidad. Entonces, sería verdad esta enseñanza de José Hernández: «no se ha de llover el rancho donde este libro esté». En realidad, al
actuar de tal modo, cada uno de nosotros se ha convertido en un Libro repleto de páginas de Vida. Éste tiene una «Ida», basada en la Ignorancia asumida
y transmutada, y una «Vuelta», donde la Cautiva es liberada por el Amor del
Yo Divino.
Permítanme descansar,
¡pues he trabajado tanto!
En este punto me planto
y a continuar me resisto;
estos son treinta y tres cantos,
que es la mesma edá de Cristo.
Y guarden estas palabras
que les digo al terminar:
en mi obra he de continuar
hasta dárselas concluida,
si el ingenio o si la vida
no me llegan a faltar.
Y si la vida me falta,
ténganlo todos por cierto,
que el gaucho, hasta en el desierto,
sentirá en tal ocasión
tristeza en el corazón
al saber que yo estoy muerto.
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El Martín Fierro Un sendero para el desarrollo interior
Pues son mis dichas desdichas
las de todos mis hermanos;
ellos guardarán ufanos
en su corazón mi historia;
me tendrán en su memoria
para siempre mis paisanos.
En la presente estrofa, José Hernández deja un legado a todos los
gauchos de esta tierra, para que cuiden esta enseñanza sagrada, sabiendo que
«ellos guardarán ufanos en su corazón» esta «historia».
Es la memoria un gran don,
calidá muy meritoria;
y aquellos que en esta historia
sospechen que les doy palo,
sepan que olvidar lo malo
también es tener memoria.
Ya nada será igual. Han resucitado todos los hombres nuevos de la
Historia entera. Nos hemos convertido en una página viviente, útil para toda
la Humanidad. Y más allá de nuestras carencias, cada uno ha podido dar testimonio de las potencias del Alma. Entonces, podemos decir con tranquilidad, que José Hernández no ha muerto. Sigue vivo en el corazón de todos los
que honramos su presencia. Desde que su madre dio a luz, América, ya no es
américa y Humanidad, se escribe con mayúscula.
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Néstor Almagro
Así se despide el gaucho Martín Fierro
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MAS NAIDES SE CREA OFENDIDO,
PUES A NINGUNO INCOMODO;
Y SI CANTO DE ESTE MODO
POR ENCONTRARLO OPORTUNO
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINO PARA EL BIEN DE TODOS.
Tú y yo hemos cambiado, cada uno ha hecho la revolución interior.
Aquella que se hace sin armas, sin culpas ni complicidades. Hemos descubierto el significado de la ecología interior, limpiando las arterias y las venas,
los canales linfáticos y el líquido cefalorraquídeo, que estaban contaminados
de odio, rencor, orgullo y vanidad. Han sido saneados, los hemos empezado
a oxigenar y a pranificar, llenándolos de Luz, y se han convertido en Ríos de
Agua Viva. El corazón ya no es un órgano que late rítmicamente, como nos
enseñaron en Biología. Es el Centro del Amor. Se ha llenado del Espíritu de
la Devoción y de un profundo sentimiento de Unidad Cósmica. Se ha agrandado y ahora sobrepasa los límites del cuerpo, convirtiéndose, casi sin querer, en el corazón de la familia, del barrio, de la ciudad, también se ha transformado en el corazón de la Patria, de América, y de toda la Humanidad.
Cada uno ha podido honrar a su padre y su madre, tomando el impulso que da la energía ancestral. La Cautiva ha sido liberada, mediante la Consciencia del Yo. El Moreno, mientras tanto, tuvo la tarea de ponernos pruebas
en el camino, para que las superáramos hermanados en un trabajo común, el
de conocernos a nosotros mismos, para luego servir en la misión que traemos
al mundo, por el sólo derecho de nacer. Misión que nadie nos tenía que indicar, porque estaba «escrita» en el Alma antes de nacer. Ahora sabemos que
Aquél que murió por injustos modos y del que no quedaron ni los restos, ha
resucitado en nuestro interior, como el Mesías o el Maestro Interior, como el
Cristo Vivo que vive en ti y en mí. También podemos percibirlo bajo la forma de Alhah, como la Voz de la Mónada o como el Tao. También habrá quienes lo sientan como el Tata Inti o como Quetzacoatl. Lo importante es que en
el momento oportuno para cada uno se nos otorgue la Palabra, el Ver y el Oír
espiritual. Entonces seremos más selectivos, para no llenar de mercaderes
nuestro templo, y habremos comprobado lo que Atahualpa Yupanqui dejara
escrito como Testamento de la Sabiduría Popular en su poesía Tiempo del
Hombre.
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Tiempo del Hombre
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El Martín Fierro Un sendero para el desarrollo interior
La partícula cósmica que navega en mi sangre
es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios,
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego fui la madera, raíz desesperada,
hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol, quién sabe dónde,
y los mares me dieron su primera palabra.
Después la forma humana desplegó sobre el mundo,
la universal bandera del músculo y la lágrima.
Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra,
y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.
Entonces vine a América, para nacer un Hombre,
y en mi junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.
Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas,
las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes,
y me dan sus mensajes las raíces secretas.
Y así voy por el mundo, sin edad ni destino,
al amparo de un Cosmos que camina conmigo.
Amo la Luz, y el río, y el silencio, y la estrella,
y florezco en guitarras porque fui la madera.
Atahualpa Yupanqui
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Índice
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Carta abierta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentario de Carlos González Vallés acerca del Martín Fierro . . . . . . . . . . .
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Adán y Eva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Acerca del símbolo de la manzana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vinculación de la obra cumbre de El Bosco con el Martín Fierro . . . . . . . . . . .
El Paraíso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Infierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Jardín de Las Delicias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7
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El Gaucho Martín Fierro (La Ida) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Martín Fierro Interior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El temperamento de Martín Fierro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cruz: Comentarios sobre el capítulo 10 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cruz: Comentarios sobre el capítulo 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cruz: Comentarios sobre el capítulo 12 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Martín Fierro: Comentarios sobre el capítulo 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Parte I
Parte II
El Gaucho Martín Fierro (La Vuelta) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Comentarios sobre el capítulo 1
Atención pido al silencio… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
La trama sutil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Comentarios sobre el capítulo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
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Reflexión: Comentarios sobre el capítulo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 10 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El hijo mayor de Martín Fierro:
Comentarios sobre el capítulo 12
La penitenciaría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mas allá de la crisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El hijo segundo de Martín Fierro:
Comentarios sobre el capítulo 13 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 14 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 15 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 16 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Peregrino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 17 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 18 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 19 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capítulo 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 21 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 22 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Representación gráfica del camino interior (balanzas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 23 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 24 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 25 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 26 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 27 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Picardía: Comentarios sobre el capítulo 28 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Siete Días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 29 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 30 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El Decanato Pitagórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los nueve muy regulares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De la cosmogénesis a la antropogénesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Los cuatro elementos de la naturaleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Las coplas del manantial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Simbolismo profundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La devoción espiritual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Aprendamos a payar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cuaderno de Revelaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 31 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 32 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Comentarios sobre el capítulo 33 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Así se despide el Gaucho Martín Fierro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tiempo del Hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Este libro se terminó de imprimir
en los talleres gráficos de Zeta Editores, Mendoza, Argentina,
en mayo de 2008.
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