La oración modelo 2 Mateo 6.9–15; Lucas 11.1 –4 David Roper ¿Qué le gustaría a usted saber? Los niños tienen un millón de preguntas, muchas de las cuales comienzan con un «¿Por qué?». A los adolescentes les preocupa qué van a hacer para ganarse la vida, y cómo saber si están enamorados. Los adultos desean saber cómo prosperar en la vida.1 Los discípulos de Jesús, no obstante, deseaban saber cómo orar: «Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos» (Lucas 11.1). A la respuesta que dio Jesús se le ha llamado «la oración del Padrenuestro». Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación mas líbranos del mal (Lucas 11.2–4). La versión más conocida de esta oración se encuentra en Mateo 6, en el Sermón del Monte: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén (Mateo 6.9–13). Este pasaje es uno de los más conocidos de toda la Biblia. Tal vez solo el Salmo 23 sea más conocido. Lamentablemente, muchos se han aprendido esta oración de memoria pero no la han asimilado de corazón. Durante los próximos minutos, analicemos qué es lo que esta oración realmente enseña, y qué clase de desafío nos presenta a cada uno de nosotros. 1 En relación con las tres categorías: niños, adolescentes y adultos, traté de ser bastante genérico. Cuando usted predique este sermón, use preguntas que estén planteando los diferentes grupos de edad de su país o región. Necesitamos comenzar aclarando algunos aspectos que se han prestado para confusión. En primer lugar, la oración de Mateo 6.9–13 y Lucas 11.1–4 no tuvo como propósito servir de oración ritualista. En los versículos que preceden inmediatamente a Mateo 6.9–13, Jesús advirtió contra las «vanas repeticiones» (Mateo 6.7). Además, el Señor dijo: «Vosotros, pues, oraréis así» (Mateo 6.9a), no dijo: «use exactamente estas palabras». Cuando Jesús más adelante volvió a decir la oración (Lucas 11.1–4), ni siquiera Él usó exactamente las mismas palabras: Usó 68 palabras en Mateo2 y solo 37 en Lucas.3 En segundo lugar, el conocido título que se le ha dado, de «La oración del Señor»,4 es inexacto. Esta designación le fue dada por un erudito anónimo de la Era del Oscurantismo, y es el nombre que se le ha quedado. No obstante, no hay registro alguno en el sentido de que Jesús mismo haya usado esta oración. 5 Prefiero referirme a Sus palabras como «La oración modelo». Es un modelo en muchos sentidos. 1) Es un modelo de cobertura: Contiene un reconocimiento de la grandeza de Dios. Expresa interés por el reino y por todos los que están en el mundo. Abarca incluso necesidades personales. 2) También es un modelo de brevedad y sencillez. Está contenida en cinco versículos en Mateo y en tres versículos en Lucas. Solo se necesitan cerca de veinte segundos para leer la versión más extendida en voz alta.6 Como veremos, es un modelo en otros sentidos. En este estudio 2 N. del T.: El autor se refiere a la versión que presenta la NASB del evangelio de Mateo, y aclara que en el texto griego, que no incluye la última parte de Mateo 6.13, se usan 57 palabras. En la Reina-Valera se usan 75 palabras. 3 N. del T.: Este cálculo del autor se basa en la NASB, y aclara que en el texto griego se usan 38 palabras. En la Reina-Valera se usan 61 palabras. 4 El autor se refiere al título que se le da en inglés a la oración que en el mundo de habla hispana se conoce como el Padrenuestro. 5 Se ha dicho que la verdadera «Oración del Señor» se encuentra en Juan 17. 6 No hay nada malo con las oraciones largas en privado. Jesús a menudo oró toda una noche. No obstante, tenga presente que no es necesario que las oraciones en público (ni los sermones en público) se prolonguen indefinidamente para ser eficaces. 1 usaremos Mateo 6 como el texto primordial porque es más largo (y, por lo tanto, más completo) y porque es más conocido; sin embargo, me referiré ocasionalmente a Lucas 11. UN MODELO DE DIRECCIÓN Esta oración es un modelo en cuanto a la dirección que se le da. En primer lugar, se dirige a Dios: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mateo 6.9b; énfasis nuestro). Es a Dios a quien hemos de orar, no a María ni a ningún santo, sino a Dios. Pablo dijo que nosotros hemos de «[dar] siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Efesios 5.20; énfasis nuestro). Como ya se dijo, es a Dios, nuestro Padre a quien debemos orar. Jehová no es un Dios impersonal, sino un Padre que protege y provee. Además, es a Dios, que es nuestro Padre, a quien debemos orar. Esta oración no es la oración de un ermitaño. Tampoco es la oración de un hijo único. La frase «Padre nuestro» reconoce la hermandad que tenemos en común. Cuando oramos diciendo «Padre nuestro», indicamos que nos hemos reunido para tratar asuntos de la familia. Esta oración también es un modelo de dirección, porque se dirige al cielo: «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mateo 6.9b; énfasis nuestro). Este mundo es creación y posesión de Dios, pero no es Su hogar. La nuestra es una religión que gira en torno al cielo. Jesús vino del cielo, y volvió al cielo. Él está ahora a la diestra de Dios en el cielo, intercediendo por nosotros. Él volverá algún día del cielo a reunir a los suyos, que pasarán una eternidad en el cielo con Él. Pablo escribió que «nuestra ciudadanía está en los cielos» (Filipenses 3.20). Jesús les dijo a Sus discípulos que se regocijaran de que los «nombres [de ellos estaban] escritos en los cielos» (Lucas 10.20). Nos desafía a todos nosotros a «[hacernos] tesoros en el cielo» (Mateo 6.20). UN MODELO DE REVERENCIA La oración es también un modelo de reverencia. Dios no es un amigo casual;7 Él es nuestro Padre, y Su nombre es santo. La oración continúa diciendo: «santificado sea tu nombre» (Mateo 6.9c; vea Lucas 11.2b). La palabra que se traduce por «santificado» proviene de la palabra griega que equivale a «santo» y significa «con- 7 Cuando yo era joven, podríamos haber dicho: «Él no es simplemente tu compadre [o compinche]». Sin duda habrá expresiones semejantes en la región donde usted vive. 2 siderar o reverenciar como santo».8 En el Antiguo Testamento, el salmista dijo: «Santo y temible es su nombre» (Salmo 111.9c). Moisés mandó, diciendo: «No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano» (Éxodo 20.7a). La oración modelo de Jesús nos hace saber que, aun bajo el nuevo pacto, hemos de acercarnos a Dios con un profundo sentimiento de temor reverencial. UN MODELO DE ÉNFASIS La reverencia que se acaba de mencionar determina el tono que hemos de mantener al llegar a las peticiones que hace la oración. El interés que se expresa inicialmente, no es por uno mismo, sino por los planes y propósitos de Dios, pues dice: «Venga tu reino» (Mateo 6.10a; vea Lucas 11.2c). ¿Qué «reino» era el que anhelaban? Era la iglesia: Me permitiré repasar algunos pasajes clave sobre el reino mesiánico: • • • • • • Daniel 2.44. Daniel anunció que el reino mesiánico se establecería en los días del Imperio Romano.9 Mateo 3.2; 4.17. Cuando los romanos gobernaban el mundo, Juan el Bautista, y luego Jesús, vinieron predicando: «El reino de los cielos se ha acercado». Mateo 16.18–19. En Cesarea de Filipo, Jesús habló acerca de establecer Su reino; lo llamó Su «iglesia». Marcos 9.1. Cristo les dijo a Sus discípulos que el reino vendría en un tiempo cuando ellos todavía estarían vivos, y que vendría «con poder». Más adelante, él dijo que el poder vendría cuando viniera el Espíritu Santo (Hechos 1.6–8). Hechos 2.1–4. El Espíritu Santo vino en el primer Pentecostés posterior a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. En ese momento, el poder vino y el reino, esto es, la iglesia, fue establecido. Hechos 2.47. A partir de ese momento, se habla del reino, o la iglesia, como una entidad existente. Cuando las personas eran salvas, Dios las añadía a Su iglesia, librándolas de la «potestad de las tinieblas» y trasladándolas «al reino de su amado 8 The Analytical Greek Lexicon (El léxico griego analítico) (London: Samuel Bagster & Sons Ltd., 1971), 3. 9 Daniel profetizó que el reino se establecería durante el cuarto reino, el cual sabemos por la historia, que era el Imperio Romano. Hijo» (Colosenses 1.13). Los cristianos se encuentran en un reino inconmovible (Hebreos 12.28), la iglesia, ¡cuyas puertas el Hades no puede destruir (Mateo 16.18)! Cuando Jesús hacía que los discípulos oraran, diciendo: «Venga tu reino», ellos en efecto estaban diciendo: «Se establezca tu iglesia». El Señor estaba pidiéndoles a Sus discípulos que fueran participantes del gran plan eterno que incluía a la iglesia (vea Efesios 3.10–11). ¿Deberíamos incluir en nuestras oraciones esta parte de la oración modelo? En vista de que el reino, esto es, la iglesia, ya fue establecido, es mejor no usar exactamente las mismas palabras. Podríamos adaptar la petición, diciendo: «Venga tu reino a todo el mundo» o «Venga tu reino al corazón de todos los hombres». Si no adaptamos las palabras, le estaremos dando credibilidad a los premilenaristas que creen que el reino de Cristo no ha sido establecido todavía. Aunque es necesario adaptar las palabras, la oración enseña claramente que usted y yo debemos estar interesados en el reino, esto es, la iglesia, y que en nuestras oraciones debemos incluir el deseo por la buena marcha de él. Debemos orar por la iglesia que se reúne localmente. Debemos orar por la iglesia que está alrededor del mundo. Al hacer esto, ¡todavía podemos ser participantes en el gran plan de Dios que busca dar a conocer Su sabiduría «por medio de la iglesia» conforme a Su «propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor» (Efesios 3.10–11)! UN MODELO DE PREOCUPACIÓN La siguiente petición continúa recalcando lo espiritual, pero el énfasis se traslada de la iglesia, o del reino, a toda la tierra, pues dice: «Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6.10b, c). Se expresa el deseo en el sentido de que todos los que viven en la tierra obedezcan la voluntad de Dios. Solo pensar en tal posibilidad es para aturdir la mente. Considere cómo Su voluntad se hace en el cielo. Imagínese los ángeles y los arcángeles de pie ante el trono de Dios. Vea qué dispuestos están a oír Sus mandamientos, y qué prontos están a obedecerlos. ¡Qué maravilloso sería que la voluntad de Dios se obedeciera de tal manera en toda la tierra! Para que esta parte de la oración se responda, en vista de que la voluntad de Dios se revela en Su Palabra, nosotros debemos llevar esta Palabra a toda la tierra (Mateo 28.18–20; Marcos 16.15–16). Debemos animar a la gente en todo lugar a obedecer los mandamientos del Señor. El valor más importante de esta parte de la oración, no obstante, reside en que nos obliga a examinar nuestras propias actitudes para con Su voluntad. Francamente, muchos de nosotros no estamos contentos con la voluntad de Dios para nuestra vida. Alguien dijo que «a los hombres no les gustan las partes que les son dadas a ellos por el Rey del cielo». Esto es lo que algunos, en efecto, han estado diciendo en oración: «Hágase mi voluntad en la tierra». El propósito de la oración no es lograr que Dios se someta a nuestra voluntad, sino aprender a sujetar nuestra voluntad a la Suya. UN MODELO DE MODERACIÓN Estamos a mitad de la oración, y no se ha hecho una sola petición personal, sin embargo, nuestro corazón debe prepararse para hacer una. La siguiente frase que leemos es «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Mateo 6.11). En la versión de Lucas leemos: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy»10 (Lucas 11.3; énfasis nuestro). Note la moderación de esta oración: No se pide pastel (ni otros lujos11), sino pan. No se pide provisión de pan para un mes, sino la cantidad necesaria para el día. Una de las lecciones de esta parte de la oración es que debemos contentarnos con las necesidades de la vida. El alimento es una de las pocas cosas que debemos tener. No es malo pedir otras bendiciones, pero nuestra felicidad no debe depender de la acumulación de cosas. Pablo escribió: «… teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto» (1era Timoteo 6.8). Hay otras lecciones que se encuentran en esta parte de la oración. Por ejemplo, se nos recuerda que Dios es la fuente de todas las bendiciones. Hemos de orar a Él por algo tan sencillo y tan básico como nuestro pan de cada día. No debemos decir: «Miren lo que yo hice», sino: «Miren lo que Dios hizo». Todo lo que tenemos, lo hemos «recogido» en el camino; pero Aquel que puso esas bendiciones allí para ser «recogidas» es Dios. Hemos de trabajar por nuestro pan de cada día (vea 2 a Tesalonicenses 3.11–12), pero todavía debemos reconocer que Dios es la fuente absoluta de toda bendición. Un antiguo verso sirve de recordatorio de esta verdad: Antes que el pan estuvo la harina, Y antes que la harina estuvo el molino; Y antes que el molino estuvo el trigo 10 N. del T.: Esta es la forma como se lee en la NASB. Adapte esta aseveración de modo que refleje las peticiones que podrían hacer donde usted vive. 11 3 Que ondeaba en la colina de más allá Y antes que la colina estuvieron el sol Y la lluvia y la voluntad del Padre. La oración de Jesús insinúa además el deber de no ser egoísta. No debemos orar pidiendo «el pan mío de cada día», sino «el pan nuestro de cada día». Por toda la oración, hay un énfasis en la comunidad de los cristianos. Lea la oración otra vez. En ella no se encuentra el pronombre personal «yo». La oración está saturada de preocupación por los demás. UN MODELO DE HUMILDAD En la oración se presenta después otra petición personal: «Y perdónanos nuestras deudas» (Mateo 6.12a). La palabra griega que se traduce por «deudas» se refiere a lo que se debe, pero la referencia es a las deudas de carácter espiritual, no a las financieras. En el Nuevo Testamento, la palabra griega en singular se usa para referirse a una ofensa, falta o pecado.12 En la versión de Lucas se lee: «… perdónanos nuestros pecados» (Lucas 11.4a).13 Al estar delante de un Dios santo, reconocemos que somos pecadores y pedimos a Dios que nos perdone. Este es un golpe a la esencia de nuestro orgullo. La parte que sigue de esta petición golpea aún más dolorosamente nuestro orgullo: «… como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mateo 6.12b). ¡Es tan difícil perdonar! Cuando alguien nos ofende, nuestro ego y nuestro orgullo son heridos. Puede que tengamos la tendencia a pensar: «¡Jamás lo podré perdonar!». ¡Qué difícil es perdonar a esa persona de corazón! Debemos aprender a decir, en efecto: «Esto no es tan importante; lo dejaré pasar». Se han hecho intentos por evadir la dura enseñanza de Mateo 6.12 (vea vers. os 14–15). Algunos preguntan: «¿Podré realmente perdonar a alguien que no se arrepiente ni pide perdón?». Hay quienes señalan Lucas 17.3 y el hecho de que Dios no perdona, sino hasta que nos arrepentimos. No obstante, no estamos hablando de restauración de la comunión, sino acerca de la actitud de nuestros corazones. Cuando estaba en la cruz, Jesús oró, diciendo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo 12 Greek Lexicon (Léxico griego) 296. Una versión de esta oración, que usa mucha gente, tiene la palabra «infracciones» (una palabra que puede significar «pecados»): «Perdona nuestras infracciones como perdonamos a los que infringen contra nosotros». 13 Lucas usa las palabras «pecados» y «deudas» de modo intercambiable. 4 que hacen» (Lucas 23.34a). Aunque Él dijo tal oración, la culpa de los pecados de ellos siguió en sus almas hasta que se arrepintieron (vea Hechos 2.36–38). No obstante, (y esto es lo que debemos aprender a hacer), Jesús ya los había perdonado en Su corazón. Si alguien me hace daño, es probable que mi relación con esa persona se mantenga tirante hasta que ella reconozca que hizo mal; pero mi más grande preocupación debe ser asegurarme de que en mi corazón yo no abrigue animosidad. Debo mirar que no brote ninguna «raíz de amargura» (Hebreos 12.15), que llene mi corazón y ahogue el amor que debo tener por los demás. La versión que da Lucas de esta parte de la oración tiene esta nota positiva: «… porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben» (Lucas 11.4b). ¿Y si nosotros no estamos dispuestos a perdonar? Se ha dicho que el hombre que no está dispuesto a perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo debe pasar. Considere las palabras que dijo Jesús inmediatamente después de la oración modelo, y que son palabras que hacen reflexionar: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mateo 6.14–15). UN MODELO DE DISCERNIMIENTO La oración continúa diciendo: «Y no nos metas en tentación,14 mas líbranos del mal» (Mateo 6.13; vea Lucas 11.4c). La oración modelo es un modelo de discernimiento porque no solo se preocupa por el perdón de los pecados, sino también porque uno se mantenga alejado de lo que lleva a pecar. En relación con la palabra «mal», el texto griego tiene un artículo definido, de modo que se lee: «el mal». El significado puede ser «lo malo» (esto es, cualquier maldad) o «el malo» (esto es, el diablo). En vista de que el segundo es responsable de lo primero (todo lo que es malo), cual sea el significado que se le dé, transmite la misma idea básica. Esta parte de la oración nos enseña a pedir la ayuda de Dios para mantenernos alejados de la tentación,15 para poder enfrentar las tentaciones que encontremos en el camino y para derrotar a Satanás. También nos asigna responsabilidad. 14 La palabra griega que se traduce por «tentación» puede tener diferentes significados, pero en este versículo se usa de modo intercambiable con la palabra «mal». En este contexto, se refiere a «la tentación de hacer lo malo». 15 En vista de que Dios no tienta a nadie (Santiago 1.13), la frase «no nos metas en tentación» debe de significar algo como «ayúdanos a no ser tentados». UN MODELO DE ALABANZA Las últimas palabras de la conocida oración del «Padrenuestro» se encuentran entre corchetes en la NASB: «[Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén]» (Mateo 6.13b). Este final no se encuentra en los manuscritos más antiguos. No obstante, hay pruebas de que estas palabras se usaron en los primeros siglos de la iglesia, y se encuentran en algún lugar en la mayoría de las traducciones, ya sea en notas al pie de página o en notas marginales, si no es que no están en ningún otro lugar. Ellas constituyen una manera apropiada de ponerle punto final a la oración. Son palabras que vuelven a la fuente de todo lo que es bueno, esto es, Dios mismo: • • • • A Él pertenece «el reino». Él es el dueño, y está por encima de todo. Debemos reconocer esta verdad. A Él pertenece «el poder». Cual sea el poder que los hombres posean, es un poder endeble en comparación con el poder de Dios. Debemos reconocer esta verdad también. A Él pertenece «la gloria», y debemos proclamarla. Todo lo anterior será «para siempre». «Amén» y amén. CONCLUSIÓN Hemos estudiado la oración modelo. ¿Enseña ella todo lo que usted y yo necesitamos saber acerca de la oración? No lo enseña. Por ejemplo, no se hace en el nombre de Jesús. La oración modelo fue dicha cuando todavía estaba en vigor la ley de Moisés, y hoy podría ser dicha por cualquier judío consciente. Pablo enseñó que, bajo el Nuevo Pacto, nosotros debemos «[dar] siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo»16 (Efesios 5.20; vea también Colosenses 3.17). Reiterando lo dicho, las peticiones de la oración modelo son de naturaleza general. Cuando usted y 16 La conocida frase «en el nombre de Jesús» no es simplemente algo que decimos; por medio de ella reconocemos que Jesús es ahora nuestro mediador (1era Timoteo 2.5). yo oramos, debemos ser específicos: Debemos dar gracias por bendiciones específicas; debemos confesar pecados específicos; debemos orar por personas específicas. No obstante, hay mucho que podemos aprender de la oración modelo. Como se hizo notar, es un modelo de dirección, de reverencia, de énfasis, de preocupación, de moderación, de humildad, de discernimiento y de alabanza. Al poner punto final, debo recordarle que la oración comienza diciendo: «Padre nuestro que estás los cielos» (Mateo 6.9b; énfasis nuestro). Uno no puede decir con verdad esta oración mientras Dios no sea su Padre. ¿Es él su Padre? ¿Es usted hijo de Él? ¿Ha nacido usted en el seno de la familia de Dios por la fe y la obediencia? Pablo escribió: «… pues todos sois hijos de Dios, por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3.26– 27; énfasis nuestro). Si usted ya fue bautizado como creyente arrepentido, ¿se ha comportado como hijo de Dios? ¿O acaso ha sido motivo de vergüenza para la familia de Dios, esto es, la iglesia? (1era Timoteo 3.15.) Si necesita ser bautizado o restaurado (vea Gálatas 6.1; Hechos 8.22; Santiago 5.16), es mi oración que usted se decida hoy. NOTAS Cuando yo predico este sermón, hago que alguien lea Lucas 11.1–4 antes de predicar. De este modo, estas palabras están recién grabadas en la mente los oyentes cuando yo comienzo a predicar. Luego, cuando menciono que la respuesta de Jesús fue la llamada oración del «Padrenuestro», esto es lo que digo: «Usted acaba de oír la versión de Lucas. He aquí la de Mateo». Luego leo o cito de Mateo 6. Este sermón se anunció en de «La vida de Cristo, núm. 8», La Verdad para Hoy. Mis notas originales para este sermón fueron elaboradas hace mucho tiempo; pido que me disculpen por no haber hecho el reconocimiento a quienes lo merecían por sus ideas. ! Muy a menudo deseamos que Dios nos saque de problemas después que hemos entrado en situaciones de tentación con los ojos completamente abiertos. No podemos ser consecuentes cuando decimos en oración: «No nos metas en tentación», y luego entramos deliberada y conscientemente en situaciones en las cuales sabemos que seremos tentados. !O RE ! Muchos se preocupan por las «oraciones no contestadas»; el verdadero problema lo constituyen «las oraciones no expresadas». ¡Dios desea que le pidamos! Él está ansioso por proveer. La oración sin obras está muerta, pero las obras sin oración también están muertas. Cuando las oraciones cristianas ascienden, el poder de Dios desciende. Extracto de My God and Prayer (Mi Dios y la oración) Charles B. Hodge, Jr. ©Copyright 2006 por La Verdad para Hoy TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS 5