Anexo a la actividad 1 Memorias del Conversatorio El conversatorio, que tenía por objetivo "Contextualizar la Política de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Propiciar el diálogo entre asociaciones campesinas, comité técnico, Etnollano y Ministerio de Cultura, para obtener una primera conceptualización de cultura campesina colona, manifestaciones de su PCI e importancia de su salvaguardia", cumplió con su propósito, lográndose hablar en un lenguaje común y encontrar propósitos comunes, así como elementos clave que pretermitirían construir a conceptualización de lo que es la cultura campesina y colona en general, y la de la Macarena en particular. El conversatorio se inició con la presencia de (en el orden en que se encontraban ubicados) Victor Hugo Moreno, de Agroguejar, Angel Torres, Carlos Castaño, de Ascal-g, Gerardo González reconocido trabajador de la causa campesina y miembro del Comité Técnico, Dagoberto Ramírez, y Martín Vargas de Ascal g, Simona Reyes de Etnollano, Raúl Plazas, asesor técnico, José Uirio Pachón y Henry Ortiz, agroguejar, Claudia Leal del Comité Técnico, Diana Marcela Moreno Guerra del CINEP, en representación Teófilo Vásquez también del comité técnico; William Betancourt de agroguejar; Adriana Molano, y Norma Constanza Zamora por parte del Ministerio de Cultura. En el transcurso del conversatorio llegaron Darío Fajardo, Enrique Sánchez y Alfredo Molano del Comité Técnico. Norma Constanza Zamora, da inicio a la reunión, presenta los participantes y la agenda; pregunta, si hay inconveniente de grabar y sacar fotografías a lo que nadie se opone, y entrega unas primeras palabras, que apuntan a explicar la necesidad de contextualizarse, cada uno desde su situación, en lo referente a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, específicamente de los campesinos colonos de la Macarena. Adriana Molano, da la bienvenida a los participantes en nombre del Ministerio de Cultura. Presenta la política de patrimonio cultural inmaterial, comenzando con un recuento histórico. Su intervención se puede resumir de la siguiente manera: La necesidad de proteger el patrimonio cultural inmaterial surge al darse cuenta los expertos en folclore, que mucho de las culturas locales están siendo avasalladas por la globalización, y se hace una convención en el 2003, por parte de la UNESCO a la que se adhieren rápidamente varios países. Allí surgen dos conceptos fundamentales: el Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), y la Salvaguardia. Son conceptos “nuevos” que, con esas palabras, hay entendimiento internacional. El PCI es el conocimiento que hace que nos identifiquemos como grupo o comunidad, y queremos que se herede a nuestros hijos. Los que se encuentran en el conversatorio, vienen de diferentes contextos, y la idea de este conversatorio buscar un concepto que nos una a todos. ¿qué nos identifica y qué queremos que hereden nuestros hijos? ¿Qué es lo que los hace cultura campesina colona que los identifica, y quieren que herede sus hijos? Otro concepto importante es el de “riesgo”, que identifica los peligros para la existencia del PCI, y hay que pensar qué está en riesgo y qué hay que salvaguardiar, para desarrollar una hoja de ruta para la protección de ese PCI. A nivel nacional hay una ley de cultura del 97, la que plantea la necesidad de conservar el patrimonio cultural en general, y el tema del PCI es nueva como concepto, pero vivencialmente es desde siempre; lo novedoso es que hay un nombre y una política al respecto. Colombia se adhiere al 2006 a la Convención de la UNESCO, pero se legitima en el 2008 que lo avala el Congreso. El Ministerio se encarga del asunto, mediante una política pública, hacer inventarios, y una institucionalidad responsable de ello. La normatividad del PCI se encuentra en La Ley 1185 del 2008, con un artículo específico, el octavo, para el PCI: la “Política indicativa de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial” en Colombia. Fue liderado por Enrique Sánchez. Como resultado de un diagnóstico de la situación, surgen un objetivo y unas estrategias. El objetivo es la gestión social del PCI. El estado facilita herramientas para que las colectividades aprendan, reaprendan y fortalezcan su capacidad de gestionar su propio patrimonio. El estado no interviene en cómo se hacen las cosas, genera una base y herramientas para que las personas hagan lo que saben hacer, lo fortalezca y visibilice, para la salvaguardia, el fomento, y como condición del desarrollo del bienestar colectivo. Lo fundamental es el bienestar general de esa comunidad. Seis estrategias: gestión social del patrimonio; el fomento del conocimiento en términos tanto académicos como comunitarios; la salvaguardia del PCI; comunicación y divulgación del PCI; educación y enfoque diferencial, y desarrollo sostenible. Aquí se ampliará acerca de la salvaguardia del PCI. La salvaguardia es una de las herramientas de la política, porque también hay herramientas de investigación, inventarios, memoria, varias políticas específicas, como por ejemplo cocinas tradicionales y arte popular. Una herramienta es una lista representativa, que surge de la Ley. Para que se incluya una manifestación, surge de un proceso participativo para un plan de salvaguardia, dentro de un acuerdo entre los diferentes actores. Inicialmente se visibilizó el tema indígena y afrodescendiente. Esto continuará, pero desde este año se prioriza el asunto campesino. El proceso participativo, ha sido muy productivo como reflexión de las comunidades para saber en qué están y hacia dónde van, y para visibilizar manifestaciones olvidadas o marginadas, y han sido actividades que han propiciado una mayor interacción con el estado y de negociación al interior de esas comunidades; ha habido una mayor divulgación, posibilidad de emprendimiento cultural, y ha sido importante para fortalecer la organización de base. Por último, esta reunión surge porque se trabaja desde lo que las comunidades soliciten, y lo que se considere que está en riesgo. Desde el equipo de trabajo se observa qué manifestaciones son representativas, cuáles están en riesgo, y a cuáles les puede servir la herramienta del patrimonio, y desde allí, se priorizó el tema de la Macarena. Conociendo el contexto y las dinámicas, se piensa que esta herramienta aporta para mantenerse en ese territorio. No da la posibilidad de asegurar ese territorio, pero la visibilización les posibilita que sigan trabajando en lo que han venido haciendo. Lo primero es un diálogo para ver si las comunidades consideran pertinente esta herramienta, y este es un primer paso para el diálogo. No se adelanta ningún tema hasta que la comunidad considere su pertinencia. Enrique Sánchez, complementa diciendo que, la idea de trabajar el mundo rural, es importante para hacerle contrapeso a que se vea el mundo desde Bogotá, y es importante porque no se puede explicar este país sin tener en cuenta el mundo rural. Casi siempre se ha visto el campesinado en la conformación del país desde el asunto económico, y es necesario pensarlo desde lo cultural. No solamente desde la soberanía alimentaria, sino desde lo que significa esta población en sí misma. Es fundamental para saber quiénes somos los colombianos. Victor Moreno de Agroguejar, interviene afirmando: que el ministerio de cultura hace algo importante al preocuparse por la cultura, y los campesinos colonos, que además vienen adelantando la legalización de una zona de reserva campesina. Existen dificultades en estas regiones porque han sido estigmatizadas, y existe el temor que el trabajo dependa de otros asuntos como lo son las conversaciones en la Habana, o lo que ocurra en el Catatumbo, porque debido a la estigmatización no se vaya a decir que no tenga sentido recuperar a cultura de “terroristas”. Un directivo de Ascal-G, plantea que se ha evolucionado con respecto a no mirar solamente desde su territorio, sino a relacionarse hacia el resto de país, hecho que ha llevado a reflexionar sobre la propuesta de salvaguardia. Es sabido que una parte de los campesinos son desplazados y se encuentran al interior de los parques naturales, en donde el gobierno ha dicho que no deben estar; por eso es positivo que el ministerio plantee as limitaciones que tiene. Interviene Enrique Sánchez, para afirmar que el tema de los parques es interesante. Dice que hay una relación entre la conservación y la cultura. Los parques no se pueden pensar como espacios vacíos de población. El ministerio tiene unas memorias sobre ese tema, con análisis que permiten evitar que la ocupación se vea como enemiga de la conservación de las áreas naturales. Carlos Castaño interviene y plantea que: los campesinos colonos de la Macarena han construido todo, desde abrir la selva y construir el hábitat actual, y la presencia del estado más notoria ha sido militar; existen entonces posibilidades que la cultura se de a conocer, pero el temor es por la continuidad del trabajo, bien sea por elementos externos a este proceso, o por ejemplo por la aparición de las petroleras, de lo que se sabe que solo trae prostitución, hambre, desempleo, desplazamiento o paramilitarismo. Incluso existe el temor de poder vivir en la región. Norma Constanza explica, que lo que hace el Ministerio es una herramienta de ayuda, pero no una garantía. En el caso de los indígenas amazónicos, se requería garantizar su territorio, pero mincultura no tiene competencia para ello, sin embargo, esta herramienta es un elemento para que fueran visibles, han logrado, desde su gestión llamar la atención para decir “aquí estamos”. En Colombia no son lo suficientemente visibles los campesinos y su cultura. Adriana Molano interviene y aclara que: el contexto y el conflicto va más allá de las posibilidades de proteger el territorio por parte del ministerio, pero promociona un proceso interno de organización y reflexión. Una de las cosas que ha permitido la salvaguardia, es el fortalecerse como colectivo, dadas las discusiones que se desarrollan al interior de las colectividades. Darío Fajardo argumenta que: estamos en plena guerra. No solamente se trata de patrimonio, sino de las regiones, se vive en un asedio permanente. Lo que se ha puesto en evidencia con los últimos sucesos es la valoración del campesinado por parte de quienes controlan el estado. Según el plan de desarrollo, los campesinos solo son viables si se “empresarizan”, no siendo claro el beneficio para los campesinos. El patrimonio se pueden volver como de “unos objetos bonitos”, pero también es un elemento de identidad, que es un elemento fundamental para ubicarse en el conjunto de la sociedad. Por el camino de la identidad se encuentra gente distinta, que evidencia que el país está construido sobre esas diferencias. La identidad son los recursos que permiten vivir. En la independencia la expedición botánica fue una labor en donde se identificó cuál era nuestro patrimonio, y de allí salieron muchas cosas. Sigue la presentación de Simona Reyes quien afirma que: Etnollano, es una ONG, de casi 30 años, que ha trabajado principalmente con comunidades indígenas, y algunas comunidades campesinas. Se ha centrado en la orinoquía y amazonía, sobretodo en el Vichada, y algo en el Meta. La Fundación tiene unos temas y comparte algunos énfasis que coinciden con la política del Patrimonio, porque apoya en salud, educación propia, territorialidad gobernabilidad y actividades productivas. El énfasis está en que las comunidades autónomamente refuercen algunas cosas, para fortalecer los procesos. Se considera que la cultura no es como se ha considerado el folclore, sino se entiende desde procesos para pensarse a sí mismos y su articulación con instituciones. El proceso comunitario de base es el en donde más se enfatiza, pero es necesario fomentar las alianzas para que desde unos criterios culturales propios, se pueda obtener herramientas que el estado propone. Ser propios en su territorio pero encontrar alianzas. La fundación comparte experiencias en herramientas metodológicas y en lo operativo. Hay disposición para aprender, y se comprende que hay cosas semejantes por problemas y riesgos comunes en las zonas en las que la Fundación hace presencia. La presentación de los mapas es iniciada por Agroguejar quien expone que: la asociación nace en el 2004, en Puerto Rico, Meta. Tiene influencia en 15 veredas, de las cuales tres se encuentran dentro del parque natural Sierra de la Macarena. Se encuentran en la conformación de la zona de reserva campesina, y el proceso está completo, pero existe el temor del resultado de la audiencia pública, que quizá se congele en espera de los resultados de los diálogos de la Habana. Victor Moreno de Agrogüejar El territorio que cubre la asociación, tiene por vecinos Agrocafre, entre el Ariari y el río Cafre, que organiza a 17 veredas; por el lado de Vistahermosa, está AscoMacarena, con 67 juntas comunales: En el Guayabero está Ascatragua, con 76 juntas comunitarias; por Puerto Lleras se encuentran dos asociaciones, Agrocun, y Asocaltraema, en una nueva parte turística; se encuentra también Por Lomalinda en Puerto Lleras Asocaltraema. Todas esas asociaciones están impulsando las zonas de reserva campesina. La principal vía de acceso es por el río Guejar. Anteriormente había más de 5000 familias que vivían de los cultivos de uso ilícito. Esos cultivos apenas daban para subisitir, y dado que era un riesgo para los campesinos, se propuso al gobierno la erradicación manual, a cambio de inversión en bienestar social. El gobierno no escuchó la propuesta y utiizó métodos represivos, lo que generó una movilización de 10000 campesinos que obligó a la conformación de una comisión negociadora con el gobierno. Se erradicaron 2000 hectáreas de manera voluntaria con observadores internacionales. En la actualidad se requiere de inversión, y los campesinos “le apuestan” a la conformación de la zona de reserva, porque ella es el reflejo de lo que se necesita. Toda la normatividad está cumplida, la organización campesina también posibilitó que se reubicaran varias familias de campesinos que se encontraban en el parque, liberando 800 hectáreas. La ayuda de cooperación internacional ha sido fundamental, porque de allí han salido los recursos para que 42.000 hectáreas fueran estudiadas, se les Detalle del mapa del territorio de Agrogüejar hiciera el levantamiento topográfico y el estudio jurídico correspondientes. Se han entregado 705 títulos; vale decir que existe mucha desconfianza entre el campesino con el gobierno, y por temor a que todo ese proceso conduzca a perder las tierras, mucha gente no ha querido que se les titule el predio, pero hay un total de 1346 predios levantados. En San Martín, mediante un acto protocolario con miembros de la cooperación internacional, se le entregaron a Incoder los documentos necesarios para la aprobación de la zona de reserva, enfatizando que eso correspondía a un proceso diferente al de restitución de tierras. Todo ello ha sido posible gracias a la organización. En el 2005, el territorio se vio ocupado por el paramilitarismo, resultando por ello la población víctima de múltiples atropellos en complicidad con miembros de las fuerzas armadas. Hubo entonces que organizarse en comités de defensa de los derechos humanos, lo que posibilitó una denuncia permanente tanto de la presencia de paramilitares como de las alianzas con algunos miembros del ejército. Las denuncias se hicieron incluso a los mandos militares del Departamento, teniendo por resultado el que tuvieran que abandonar la región los paramilitares, y el negociar con el ejército diez puntos concretos en los que hubo el compromiso de respetar los derechos humanos por parte del ejército. Todos estos logros se pudieron realizar gracias a amor a la tierra y a la labor organizativa. Carlos Castaño, de Ascal-G, presentó el mapa que esta organización había elaborado, e intervino para afirmar que: el 7 de agosto de 1996, en una vereda en caño perdido, con 22 veredas, comenzó la organización. Hoy se cuenta con 68 comunidades organizadas en 312.000 hectáreas, con influencia en el parque Tinigua y los Picachos. Fueron varias las explotaciones de recursos que fueron fundamentales en la región, primero fue la explotación del caucho, luego las pieles, le siguió la madera que sustentó muchas familias llegadas de Arauca. Los frentes de colonización entraron por San vicente, la Macarena y la Julia en el Meta. Carlos Castaño de Ascal-G En el 98, cuando se iniciaron los diálogos entre la guerrilla y el gobierno, lo que permitió en la zona la presencia de atos funcionarios del gobierno, así como de una segura movilización por la región y como Ascal-G es una organización ambiental, se pensó llevar al ministro de ambiente, el plante, y unas corporaciones, con lo que se inició un proceso de relaciones institucionales que sembró muchas expectativas, para hacer proyectos ambientales y productivos. La delimitación del territorio tiene por fronteras el río Guayabero, caño Chiguiro, caño Guayabo Negro, el nacimiento del río Losada hasta su desembocadura cerca a la Macarena. Una particularidad del territorio, es que quedó en el centro de la zona de despeje, lo que ocasionó que una vez terminado el despeje, los pobladores fueran víctimas de conflicto al quedar en medio del fuego. Desde esos tiempos, los campesinos son víctimas de la estigmatización y señalamiento. Detalle del mapa de Ascal-G Hubo organización campesina en comités de derechos humanos por las veredas, y aun así sigue habiendo violaciones. La organización es vecina de: el resguardo yaguara, corpoyarí, asopecri, acatamu, y hacia San Vicente asab, acob, corpomin, asoregional, que tiene influencia en Macarena, Uribe y San Vicente. La organización ha desarrollado algunos acuerdos que posibilitan el cuidado de medio ambiente, como lo es la veda de cacería de varias especies, y el que se destine un 40% de territorio a bosque, un 10% a sembrado de caña, y un 50% a ganadería. Se han establecido franjas que son patrimonio de la asociación para no permitir el aumento de la colonización. El acuerdo, 40% de las fincas reserva, 10% cañas, y 50% pasturas. No hay un reconocimiento para poderlo incentivar. Hay franjas patrimonio de la asociación, aparte de los parques, y ya no se permite colonización. La asociación cuenta con 68 juntas comunales, organizadas por siete núcleos. El primer núcleo cubre siete veredas, el segundo diez, el tercero nueve, el cuerto quince, el quinto doce, el sexto catorce y el séptimo se encuentra en San Juan, con catorce familias; los núcleos tienen directivas que organizan su plan de desarrollo. Hay una directiva central conformada por 16 personas. La dirección general son cinco personas. La dirección se divide en representación para la salud, educación, jóvenes, etc. Hay un plan de desarrollo que se le pasó al gobierno que al parecer está en el olvido. Sin embargo, se vive en una reserva de hecho; se piensa en la construcción de una hidroeléctica, que a futuro dará electricidad, y agua para regadío, animales y el consumo humano; se cuenta con una malla vial de 1000 km, y tres puentes, todo construido con el esfuerzo y los recursos de las comunidades. El temor es el conocimiento de la próxima explotación de petróleo. Las esperanzas de la población es no tener que migrar a otra parte, de morir de viejos y que las nuevas generaciones digan que se controló la colonización y protegió el medio ambiente, así sea con el 40% destinado para ello; se tiene la esperanza de poder vivir dignamente protegiendo el patrimonio que representa la biodiversidad. Se tiene conocimiento que los suelos son frágiles y que no tienen vocación ganadera, y entonces eso no permitiría a las nuevas generaciones sobrevivir, por lo tanto en el plan de desarrollo se piensa en un sistema agroalimentario como prioridad, que permita producir la alimentación para el consumo local, y que deje excedentes que permitan ingresos económicos. Esta es una zona rica en esmeraldas, petróleo y agua. Se considera que el patrimonio es el territorio, que representa la vida y el futuro. La organización ha permitido la defensa de los derechos humanos, y por medio de la denuncia se pudo organizar un poco ese asunto y frenar el avance de los paramilitares y el desplazamiento. El tema petrolero es un temor nada despreciable. En la actualidad, la organización ha permitido una eficiente red de carreteras que permiten la comercialización de productos lecheros y cárnicos, con lo que se posibilita el estudio de los jóvenes al menos hasta la secundaria. Todos los pasos para la constitución de la reserva ya están hechos, aunque ya se vive de hecho como en una reserva, con normas ambientales, toda la ingeniería requerida ha sido obra de la misma población y los campesinos no quieren desplazarse más, han encontrado un refugio que lo consideran un paraíso. Como ya se hicieron las presentaciones, tanto del Ministerio, Etnollano, y las organizaciones campesinas, comenzó el conversatorio a partir de las preguntas guía que fueron entregadas y que se expusieron por medio de un video beam. La pregunta que se abordó de primeras, y que generó los comentarios que se hicieron a continuación fue la siguiente: ¿Qué es lo particular, valioso y relevante de los campesinos colonos de la Macarena, para el resto del país? Claudia Leal intervino y afirmó que: la preguntas son de dos niveles, a nivel interno, acerca del por qué es importante la salvaguardia, y hacia el exterior, acerca del cómo convencer a la nación de la importancia de los campesinos colonos de la Macarena. Para ello, es importante pensar más allá del territorio, vinculando el asunto desde el lado cultural. Con respecto a ello, es importante diferenciar entre el trabajo de las asociaciones y aquello que se presente como cultura total, es decir, los referentes que vinculen a todos los campesinos de la Macarena. Alfredo Molano por su parte opinó que: hay muchos tratados sobre la economía campesina, sobre la cultura indígena o negra, pero sobre la cultura campesina no hay, el ministerio tiene la intuición que sobre la economía se constituye una cultura campesina. ¿Cómo es eso que han construido todo?¿Sobre qué bases contra qué poderes? Hay una relación vital, que es la relación con la tierra, con el medio ambiente, y cómo hacerla productiva, y eso lo pone como cultura en el nivel de conservación. Otro elemento es la relación que los campesinos tienen con la tierra frente al producir y proteger, y eso es con la organización. Las zonas de reserva son defensa de esos elementos, eso es lo que se defiende. Originalmente se defendió esa relación con la llegada a la selva para construir sociedad, a partir de los saberes que tenían como campesinos, pero por las deudas que usualmente los embargaba, se quedaban sin tierra y tenían que colonizar más territorio. Para que ello no sucediera, se metieron en los parques, porque allí estaban fuera del alcance de los latifundistas al no poderse tener en esos lugares grandes predios. Otra defensa fue la coca, que no fue programada, pero que permitió defender su tierra y consolidarse. Otra de las defensas lo constituyen las zonas de reserva campesina. Es una buena defensa que protege de la concentración de la propiedad, y es algo aceptado por la ley. Desde antes del conflicto del Catatumbo, ya existía un enfrentamiento por las zonas de reserva campesina, que fueron estigmatizadas por algunos sectores, por el hecho de haber empezado en Guayabero, Calamar y Cabrera, pero han sido un avance en la resistencia al desarrollo capitalista. Ahora bien, lo que se busca ahora es una defensa más amplia, con el concepto de cultura campesina, porque existe la posibilidad que con su conocimiento del medio ambiente, es una posibilidad para la protección ambiental de los parques. Las zonas de reserva se plantean como un cordón de defensa para los parques. La cultura campesina es una defensa, pero su centro está en la economía campesina. Lo que aquí se ha escuchado, da para deducir el concepto de cultura campesina, que justifica el patrimonio cultural y su conservación. Teófilo Velásquez intervino y dijo que era importante insistir en que la labor los miembros de las organizaciones, y de los de Bogotá invitados a este proceso, es la de mirar la importancia desde la dimensión política de la cultura; siempre se ha visto la cultura como un asunto del folclore. Se trata de señalar que no solamente el campesinado colono, ha sido excluido social y políticamente, sino también de manera simbólica, y esta exclusión ha sido apabullante. Existe entonces la necesidad de vincular simbólicamente al campesinado colono en la construcción de la nación. Han hecho una sociedad solos, y poseen una experiencia técnica por ejemplo en la ingeniería de las vías, es un conocimiento que debe ser reconocido por la nación. Gerardo González opina que en “su larga vida” es la primera vez que está para hablar de la cultura campesina. Lo que se dice es muy importante. En algunas regiones se han hecho cosas parecidas. Se considera producto de la colonización y la lucha campesina porque viene de la provincia del Sumapaz. La experiencia que vivió tiene que ver con el fortalecimiento de la organización, independiente del partido político. Consolidar las organizaciones, desde el amor, el cariño y el respeto entre todos, eso es una cultura, por ejemplo, en el sumapaz se tratan de compañeros, y cuando hay problemas la que los soluciona y garantiza que vuelva la convivencia pacífica. Por ejemplo los mercados campesinos que se muestran en Bogotá, no son las trasnacionales sino el trabajo del campesino. Eso es una cultura, que estamos ayudando a impulsarla. Dice que esa cultura, la que le enseñaron sus padres, cómo conservar las fuentes de agua, cómo cultivar ciertos arbustos protectores; el daño que hacen las quemas, son conocimientos que vienen de tradición. Comprende que hay dificultades que inducen a las quemas, pero es costoso contra la naturaleza; plantea que hay mucho que discutir y aprender que lo que se tiene que hacer para dilucidar esa cultura campesina. Carlos Castaño interviene para afirmar que: Colombia está entrando, a partir del TLC, en una dinámica de consumo de alimentos con muchas sustancias tóxicas; a parte de ello, empresas como Monsanto buscan una dependencia con las semillas trasgénicas que aún están en duda sobre los beneficios que pueden traer, y ellos, los campesinos colonos de la Macarena, están en capacidad de conservar y preservar las semillas originarias y todas sus variedades, además de garantizar una producción alimenticia completamente libre de químicos. Para Carlos castaño, la cultura de ellos tiene que ver con la soberanía alimenticia del país, por cuanto, por una parte aporta en productos sanos, y por otra, la gran producción agraria no está pensando en la alimentación de los colombianos, sino que la tierra es para la producción de combustibles, o también por otros intereses, por la explotación minera y petrolera. Sería benéfico para todos que ellos pudieran tener maneras de llegar directamente al consumidor sin intermediarios, y producir en buenas condiciones tecnológicas. Existen entonces dos derechos, al menos, el derecho a que se les respete a vida y el derecho a producir de manera autónoma. De no ser así, difícilmente se puede evitar la tala y la quema, y la conservación de la biodiversidad, porque se obliga al campesino a buscar de cualquier manera su sobrevivencia. Enrique Sánchez plantea que: en el Ministerio la semilla es lo más genuino de una cultura, porque son producto del trabajo de generaciones de campesinos. Ese es un capital que es de los colombianos; la reducción de variedades es una pérdida que tiene que ver con la cultura, que tiene que ver con la importancia de las economías campesinas. Verlo no solo con una relación económica, sino desde la cultura. Es impresionante la tradición comunalista, que se expresa en poder construir cosas, carreteras y servicios salud tradicional, el ordenamiento territorial, esa tradición se traduce en formas de sobrevivir, frente al avasallamiento del capital y el latifundio. Un modelo de ejercicio de democracia local. Una de las normas de Unesco es que la salvaguardia contribuya al fortalecimiento de la democracia, y en este caso, en un país que la democracia vive en crisis permanente. Darío Fajardo complementa diciendo que, primero, un punto para destacar, es que el corazón de la cultura campesina es la organización, que es lo que le ha permitido sobrevivir. Sin a organización no existiría nada. Segundo, los campesinos aportan una forma de diálogo, si los campesinos no están organizadas, por ejemplo los desplazados, no son un interlocutor viable porque tienen sus nexos organizativos destruidos. La organización es patrimonio, porque sin ello no hay forma de interlocutar con los campesinos. La esencia de la cultura campesino es haber construido y preservado la organización. Ángel Torres, plantea que son parte de la nación porque ser colombianos. Son ciudadanos, hacen parte de Colombia, y tienen “los mismos derechos que tiene el que vive en el barrio más bonito de Bogotá”. La organización surge por pura defensa, se ha querido acabar señalándolos como violentos y no competitivos, pero al observar la producción, de por ejemplo 100000 litros de leche diarios, dista mucho de no ser competitivos; con una buena comercialización, también serían buenos consumidores de lo que se produce en las ciudades, y ahí se favorecerían tanto campesinos como citadinos. Claudia Leal interviene para opinar que se está hablando de la cultura colona, que es un grupo particular, de personas que por diferentes circunstancias se metieron a la selva en condiciones muy difíciles de vida, y construyeron sociedad. Eso es de valorar de la cultura colona, su manera de armar mundo. El patrimonio de estos campesinos se plantea como el territorio, y dicen querer morir de viejos allí. El territorio, a pesar de ser un elemento físico, tiene un asunto inmaterial, que es el que se construye con actividades concretas inmateriales, procesos de organización y una relación con su territorio. Hay que buscar una palabra que identifique ese fenómeno: organización, tradición comunal, etc., ese fenómeno que tiene que ver con construir sociedad en donde antes no la había. Otro asunto es el que cultura colona está conformada por personas de muchas regiones de país, y ello es un elementos de unificación en el que cada cual aporta desde lo que trae de su región. También es posible hablar de preservación de medio ambiente, que es un concepto más amplio que el de la tierra que se ha venido conversando. Por último, es importante pensar que si no se tiene una perspectiva de género el proyecto podría fracasar, porque en las comunidades hay hombres y mujeres, y es sintomático que solo haya hombres en una reunión de directivos. Victor Moreno, afirma que en lo que han construido están prácticamente todos los saberes que hay en las universidades: ingenieros para hacer puentes y carreteras, médicos por el conocimiento de medicina natural que hay en muchas personas de la región, algunos especializados pero en general el campesino conoce de propiedades medicinales de las plantas de su entorno, juristas porque han hecho normas de convivencia, por eso lo cultural para Agroguejar es muy importante, y entre su plan de desarrollo es uno de los puntos principales, porque se tiene conciencia que esos conocimientos se pueden acabar y hay que protegerlos. Un directivo de Ascal complementa diciendo que en la cultura campesina están todos esos conocimientos, incluso con respecto a clima y al comportamiento de elementos de la naturaleza como de los rios y sus crecientes. Hay un acumulado de conocimientos que si no fuera por ellos no hubiera sido posible sobrevivir. Existe un gran potencial que es importante que no se pierda sino que avance. Otro directivo replica afirmando que les ha tocado crear as organizaciones con su normatividad para poder sobrevivir en la región, y eso es uno de los elementos culturales importantes, porque es hecho por ellos para ellos y sus circunstancias. Ya se ha controlado la caza y la pesca indiscriminada, la cultura de la región se ha venido construyendo y desarrollando poco a poco y es propio de ellos. Victor Moreno insiste en que la cultura campesina es real, y le apuesta a la conservación. Toma como ejemplo a corpoamen, cuya tarea primordial es la conservación, y dice que es necesario dejar de manera clara y explícita que las organizaciones campesinas son garantía de la existencia de la despensa agrícola de Colombia, y por ello fundamentales en la defensa de la soberanía alimentaria. Por último, Adriana Molano cierra el conversatorio, anotando que lo más importante fue haber hablado en el mismo lenguaje, y que han salido los elementos claves para ver el camino. Así como a los campesinos colonos les ha tocado construir todo, estamos en el camino de construir aquello que quiere decir lo que es la cultura campesina colona. Adriana Molano interviniendo en el Conversatorio Ahora el camino a seguir tiene que ver con qué se quiere llevar a Patrimonio qué se quiere proteger y llevar a nivel nacional e internacional. Se ha llegado con éxito a punto de partida, y sigue el camino de hablar en las comunidades lo que aquí se ha tratado para realizar un buen diagnóstico y plantear la hoja de ruta y plan de trabajo hacia la consecución de la salvaguardia.