HISTORIA DE ESPAÑA CURSO 2013-2014 2º

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CURSO 2013-2014
HISTORIA DE ESPAÑA
2º BACHILLERATO
Materia Común
2.1. Evolución política de Al-Ándalus:
Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
La conquista
Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la "guerra santa", iniciaron en el siglo VII una rápida
expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas de la Hispania visigoda.
Aprovechando la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus constantes luchas internas por el poder
monárquico, tropas musulmanas (llamadas por los hijos del fallecido rey Witiza para expulsar del trono al nuevo rey
Don Rodrigo), compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la
conquista de la Península Ibérica. Dirigidos por el beréber Tarik, los musulmanes derrotaron en la batalla de
Guadalete (711) al último rey visigodo, Rodrigo, que perdió la vida en el combate. Es el comienzo de la conquista
musulmana y el fin del reino visigodo.
Animados por aquel éxito, los invasores decidieron proseguir el avance por las tierras hispanas, primero en
dirección a Toledo, posteriormente hacia Zaragoza. En apenas cuatro años (711-714), los musulmanes lograron
conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas, excepto las zonas montañosas del norte (de poca riqueza
y escasamente poblada) sin encontrar apenas resistencia, controlando los puntos clave en los que establecieron
guarniciones militares. La parte ocupada de la Península Ibérica fue llamad con el nombre de al-Ándalus, e
integrada en el califato de Damasco.
Las escasas fuentes disponibles nos hacen pensar que la rapidez de la conquista se realizó
principalmente mediante capitulaciones (pacto por el que se permitía la presencia musulmana bajo dominio
cristiano (mudéjares) a cambio de respetar sus propiedades, religión y leyes) y rendiciones acordadas entre los
señores godos y los conquistadores musulmanes. La violencia fue más la excepción que la regla.
Al-Ándalus pasó por distintas fases en su organización política desde el siglo VIII al XI (del 711 al 1031):
1. El Emirato dependiente (711-756)
Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la Península Ibérica se convirtió en una nueva provincia del
califato islámico, al-Ándalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como
delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la Península, pero fueron derrotados por los
astures en Covadonga (722) apoyados por algunos nobles (Pelayo). También penetraron en suelo franco, donde
ocuparon ciudades como Narbona, pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos en las proximidades
de Poitiers (732). Esta batalla supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa.
Pronto surgieron tensiones en el grupo de la aristocracia árabe, y entre éstos y los bereberes, sublevados en el
740 por la discriminación en el reparto del botín. El hambre que asoló la submeseta norte en el 750 provocó la huida
de muchos bereberes hacia el norte de África, y corrigió la frontera con los cristianos con una amplia zona
despoblada en el valle del Duero, una tierra de nadie.
2. El Emirato independiente (756-929)
A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí,
familia que se adueñó del Califato. Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en al-Ándalus,
donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien
comenzaba en al-Andalus el período conocido como emirato independiente, (756-929) debido a que acabó con la
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dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Pero siguió
reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.
Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado
independiente en al-Ándalus. No obstante, fue una época de gran inestabilidad por las continuas luchas internas
entre árabes y beréberes; por las revueltas entre muladíes y mozárabes contra el poder cordobés; y por el avance
de los reinos cristianos del norte.
3. El Califato de Córdoba (929-1031)
Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Ándalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman
III (912-961) rompió definitivamente con Bagdad y decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder
político y el religioso. Restauró la unidad islámica y estableció la hegemonía de al-Ándalus sobre la Península
Ibérica, pues los reinos cristianos del norte se convirtieron en tributarios y vasallos suyos. Fue la época de mayor
esplendor de Al-Ándalus, en todos los aspectos:
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Económico: auge del comercio, tributos impuestos a los reinos cristianos.
Político: estabilidad interna.
Cultural: con Al- Hakam II se inició un período de esplendor cultural y paz con los cristianos.
Militar: victorias de Almanzor, quien en las últimas décadas del siglo X se hizo con el poder efectivo en
Al-Andalus, suplantando al califa Hixam II (976-1009); ejercía el cargo de hachib, una especie de primer
ministro. Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes,
impuso una dictadura militar y organizó terroríficas campañas de castigo contra los cristianos del norte
peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del
Califato en el 1031, dividiéndose en un mosaico de pequeños reinos de taifas.
2.2. Al-Ándalus: La crisis del siglo XI: Reinos de Taifas e imperios norteafricanos
La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor (Soria), abrió en al-Ándalus una larga
etapa de fragmentación política (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, hasta que
finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños
reinos independientes, llamados taifas, que de forma paulatina fueron independizándose del poder central de
Córdoba, aglutinándose los más débiles en torno a las más fuertes.
Los taifas más importantes fueron las fronterizas (Badajoz, Toledo, Zaragoza), las levantinas (Valencia, Denia,
Murcia) y la de Sevilla. Su desarrollo cultural, artístico y científico fue muy elevado; pero su debilidad militar e
inestabilidad política también fueron importantes, lo que les impedía resistir los ataques cristianos. Así se explica
que, desde mediados del siglo XI, comenzara la reconquista propiamente dicha, es decir, la ocupación paulatina de
territorios que, con anterioridad, habían estado bajo el poder musulmán. Para evitar estos ataques, los taifas
pagaban unos tributos anuales llamados parias (tributo que pagaban los taifas a algunos reyes cristianos con la
finalidad de obtener protección militar y no ser atacados, y que perduró desde el siglo XI hasta finales del XV), a los
reinos cristianos que las amenazaban. La historia de esta etapa se resume en el esfuerzo de cada uno de estos
minúsculos reinos por conservar su independencia.
No obstante, con independencia del pago de parias, los cristianos continuaban su proceso de reconquista
(1085, toma de Toledo por Alfonso VI). Por esta razón, al verse incapaces de frenar el avance cristiano, y por las
rivalidades entre ellas, buscaron el apoyo de pueblos norteafricanos, que reconstruyeron temporalmente la unidad
de al-Ándalus.
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Los primeros en venir fueron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la
ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África. Caracterizados por el rigor
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religioso, acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus , y lograron contener el
avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas
(1086) y de Uclés (1108). Pero el poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de AlÁndalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.
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Más tarde (s.XII) llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes
en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes. Los almohades no solo unificaron
nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como
el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron
algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla. Sin embargo, el
intento almohade de reunificación de Al-Ándalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante
derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212). El hundimiento del imperio almohade
llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no puedieron resistir el avance cristiano que resultó
prácticamente incontenibl, y la España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada (12381492).
La última invasión norteafricana, de menor importancia, fue la de los benemerines. Llegaron a ocupar
Ceuta y a entrar en la Península, pero fueron derrotados por los cristianos en la batalla del río Salado
(1340) cerca de Tarifa.
2.3. Al-Ándalus: La organización económica y social
La Economía
Desde el punto de vista económico, al-Ándalus está asociado a importantes cambios:
 En la agricultura los musulmanes impulsaron la práctica del regadío, con novedades tan significativas
como la noria y ampliando el uso de acequias, al tiempo que difundieron nuevos cultivos como los
cítricos, hortalizas, el arroz, caña de azúcar, el algodón o el azafrán, y la abundancia de huertas y
vergeles. No obstante, los cultivos principales de las tierras hispanas siguieron siendo los mismos que en
la época romano-visigoda: la tríada mediterránea (cereales, vid y olivo).
 En la ganadería, el descenso de la cabaña porcina por la prohibición coránica, se compensó con el
desarrollo del ganado ovino o equino. La apicultura vivió un desarrollo espectacular.
 En la minería sobresalió la extracción de plomo, cobre, mercurio y oro, que se obtenía del lavado de
diversos cursos fluviales.
 La producción de manufacturas se desarrolló fuertemente en las grandes ciudades, en especial la
producción textil, en la que destacaron los brocados cordobeses o los tejidos de lino de Zaragoza. La
cerámica, las armas, la fabricación de papel y de vidrio, y el trabajo de las pieles y los metales
preciosos tuvieron también presencia en las ciudades de Al-Ándalus
 En cuanto al comercio, actividad muy elogiada en los propios textos coránicos, se vio favorecido por la
acuñación de dos tipos de monedas, el dinar de oro y el dirhem de plata, y por la densa red viaria
heredada de tiempos romanos.
 El comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, donde ocupaban un puesto
privilegiado los bazares, centros en los que se vendían productos de gran calidad. En los zocos
también había alhóndigas, centros que servían para almacenar mercancías, así como para
alojar a los comerciantes que venían de fuera.
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 Al-Ándalus mantuvo también un intenso comercio exterior, tanto con el mundo islámico, como
con la Europa cristiana. Exportaba, ante todo, productos agrícolas (aceite, azúcar, higos, uvas),
minerales y tejidos; e importaba especias y productos de lujo del Próximo Oriente; así como oro
y esclavos negros procedentes del territorio africano de Sudán.
La Sociedad
Aunque la mayor parte de la población de Al-Ándalus vivía en el medio rural, las ciudades tuvieron una gran
importancia, algo que contrastaba fuertemente con el panorama de la España cristiana durante los siglos VIII al XI.
Y se desarrollaron en su gran mayoría a partir de las existentes en los tiempos romano-visigodos. Pero los
musulmanes también crearon ciudades nuevas, como Almería, Madrid o Calatayud. Córdoba llegó a contar con
más de 100.000 habitantes, en la época califal, cantidad muy considerable en aquella época.
La religión era el principal elemento diferenciador. La sociedad andalusí, muy compleja se estructuraba en:
 En la cúspide de la sociedad andalusí estaba la aristocracia (jassa), en su mayor parte
integrados por familias de origen árabe, aunque también figuraban en ella algunos linajes de
ascendencia visigoda. Este grupo social poseía grandes dominios territoriales y la ocupaba los
altos puestos en la administración y el ejército.
 En el otro extremo de la sociedad se hallaban las clases populares (amma), formadas por
artesanos modestos y campesinos.
 También existió lo que podríamos denominar una clase media, formada esencialmente por los
mercaderes, funcionarios y comerciantes.
 En Al-Ándalus había esclavos procedentes de Europa oriental y del centro de África, que
ocupaban el último eslabón social
Aparte de los grupos sociales diferenciados por su nivel económico, existía una gran diversidad étnica
y religiosa: árabes, bereberes, muladíes (cristianos convertidos al Islam debido a la reducción de impuestos),
mozárabes (cristianos bajo dominación musulmana; desde el siglo IX fueron emigrando a los reinos cristianos), y
judíos (con predominio científico y económico). Muladíes y judíos formaban la burguesía urbana mientras
mozárabes y bereberes engrosaban el grupo de pequeños propietarios rurales.
2.4. Al-Ándalus: El legado cultural
Al-Ándalus mantuvo un estrecho contacto con el resto del mundo musulmán, sobre todo a partir del siglo
IX, lo que le permitió participar en la amplia recopilación de textos literarios, filosóficos y científicos que los
estudiosos islámicos fueron recogiendo, tanto del mundo grecorromano como del persa y del indio. Actuó como
puente cultural y se convirtió en un centro intelectual y artístico, donde la religión marcó toda la cultura andalusí,
que fue especialmente floreciente durante el Califato de Córdoba, bajo el reinado de Al-Hakam II, siendo esta
ciudad un gran centro cultural.
Los reyes de taifas mantuvieron el apoyo a las letras y las ciencias para cimentar su prestigio personal
ante sus súbditos y rivales.
El árabe se impuso como lengua oficial (aunque sólo lo dominaba la minoría culta), que dejó una profunda
huella tanto en la literatura romance (jarchas) como en el vocabulario español.
La producción intelectual tuvo autores destacados en diversas disciplinas:
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La creación literaria alcanzó un gran desarrollo, sobre todo en el transcurso del siglo X, tanto en verso
(moaxaja y el zéjel) como en prosa. Ibn Hazem (994-1063) es uno de los poetas más conocidos de AlAndalus, especialmente por su obra El collar de la paloma.
Historia: Ibn Jaldun (1332-1406) fue un importante historiador. Su obra es muy importante, siendo
especialmente conocida su Introducción a la Historia Universal (Al-Muqaddimah).
La filosofía alcanzó gran desarrollo, destacando Averroes (1126-1198), conocido ante todo por sus
comentarios a la obra de Aristóteles, y que fue clave para que la obra aristotélica llegara a la cultura de
Europa Occidental; y el judío Maimónides.
Pero, sin duda, la cultura andalusí destacó sobre todo en el terreno científico. El contraste con el
panorama que ofrecía en esas fechas la ciencia en el mundo cristiano era abrumador. Un ejemplo, AlÁndalus fue la vía a través de la cual se difundió hacia el resto de la cristiandad europea el sistema de
numeración de origen indio que terminó sustituyendo a la numeración romana:
o En el ámbito de las disciplinas científicas sobresalieron las matemáticas (trigonometría y
álgebra, y el uso del cero)
o La medicina (conocimientos de cirugía, oftalmología y farmacología), donde alcanzó gran fama
Abulcasis (936-1013), autor de una excepcional enciclopedia médica y quirúrgica que
posteriormente sería traducida al latín.
o Logros también en astronomía (destacó Azarquiel, autor de la obra Tablas toledanas) y
difusión de otros artículos como el papel y la pólvora.
2.5. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán
El arte islámico no permitía la representación de imágenes humanas, lo que limitó la expresión artística,
caracterizada por el empleo de la caligrafía, los dibujos geométricos, las filigranas y la estilización de figuras
animales, desarrollándose en cambio, las artes decorativas (artesanía, azulejo, cerámica, orfebrería, marfil), y
sobre todo la arquitectura, que integraba elementos de las tradiciones romana, visigótica y bizantina. Los
arquitectos no hacían edificios sólo para satisfacer necesidades, sino que buscaban proporcionar placer. Por ello, el
agua, la luz, el color o el sonido formaron parte integrante del espacio arquitectónico. Construyeron edificios de poca
altura y de materiales sencillos (ladrillo, yeso, madera); utilizaron como soportes pilares y columnas delgadas que
sostenían bóvedas de crucería, de mocárabes, de arcos cruzados o arcos de herradura, etc.
 En la arquitectura religiosa, el edificio más significativo fue la mezquita, especialmente la
de Córdoba, de época omeya y ampliada varias veces; o la de Sevilla, de la que sólo se
conservan restos como el patio (llamado de los Naranjos), y el minarete, más conocido por el
nombre de la Giralda. Constaba de un patio rodeado de arquerías con una fuente para las
abluciones, una torre o alminar y una gran sala de oración dividida en numerosas naves
perpendiculares al muro de quibla, que estaba orientado hacia la Meca.
 En la arquitectura civil, destacan las ruinas de la ciudad-palacio de Madinat al-Zahra,
construido por orden de Abderramán III. En la taifa de Zaragoza se construyó el Palacio de la
Aljafería, del periodo de los taifas; el patio de las Doncellas del Real Alcázar de Sevilla de
época almohade; y de época nazarí sobresale el palacio-alcazaba de Granada conocido como
la Alhambra, y que integra lo artificial (la construcción) con lo natural (vegetación, agua)
mediante patios porticados, albercas, fuentes y jardines.
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