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Año segundo.
Nüm. 14.
= > o Cs^^íjo-<
SE SUSCRIBE:
Bn Madrid : en la Administración, calle d«
Isabel la Católica, 18, tercero.
En los almacenes de música de los señores
Romero, Eslava, Martin Salazar, Bernareg-gi, Carrafa y Casimiro Martin. En las librerías de San Martin, Puerta del Sol, 6; Victoria, 9, y L. López, Carmen, 13.
En provincias, en los almacenes de música
y principales librerías.
_
Milán : ag-encia Lamperti, Lupa, i.—Albergo di Francia, P. Clerici,corso Vittorio
Emmanuele, 20.
París: M. Boura, hotel Dalayrac, 2, rué
Monsigny, frente al teatro de los Italianos.
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:
I S A B E L L A C A T Ó L I C A , 18.
15 de Setiembre de 1867.
PRECIOS DE SUSCRICION.
Madrid
6 rs. por un mes.
Provincias
24 rs. por tres mese».
Ultramar
. 1 0 pesos un año.
Extranjero
8 pesos id. id.
El pago de la suscricion es siempre adelantado.
Este periódico se publica los dias 1,15, í t
y 30 de cada mes.
Número suelto, DOS reales.
EL ARTISTA
MÚSICA, TEATROS, SALONES.
Con el presente número repartimos á nuestros suscritores á la segunda sección de música, un precioso capricho dramático para piano, titulado; La prisionera y el páaro, por A. P . Ruytler.
Esta bellisima composición, que en el almacén del editor D. Antonio Romero se vende á OCHO REALES, solo
cuesta á nuestros suscritores DOCE REALES.
número correspondiente al 1." del actual, y lo que es de
todo punto imposible, que en lo manifestado lleva la- razón;
que nosotros hemos tomado violentamente á partido, por no
decir otra cosa,—esta observación vale aquí un Perú,—lo por
él espuesto, y finalmente, que nos hemos enfadado sin motivo, pues él no se habia impuesto otro trabajo que el de decirnos unos cuantos piropos para solaz y contentamiento de
propios y estraños.
Cuando tales cosas se afirman por una persona de la que
S U M A R I O . — D o s PALABRAS MAS A LA R E V U E E T G A Z E T T E MUSICALE DE
no podemos menos de pensar que iroza de la completa poseP A E I S , por Vicente C u e n c a . — C A R T A S QUE J U A N PEDRO P E K E Z E S sión de todas sus facultades, nadie se atreverla á poner en
C R I B E L s u AMIGO ÍNTIMO T E Ó T I M O DE LAS COSAS DE M A D R I D . —
duda su palabra; pero qué decepción, amigo cofrade, y cuan
BEETHOVEN.—EL BUSCADOR DE PERLAS, por Armando de Pontpoco
se debe fiar en las apariencias.
martin.—Miscelánea.—Anuncios.
Nuestros lectores van á juzgarlo por sí mismos.
Empieza nuestro contrincante diciendo, que tres meses de
DOS PALABRAS MAS
reflexión no han podido aconsejarnos la moderación, la prudencia
Á LA
en nuestra crítica, llena de un humor nocivo, de un partí pris de
REVUE ET GAZETTE MUSICALE DE PARÍS.
denigración y de una parcialidad, de la que no se debe buscar la
causa muy lejos.
Cuando en nuestro número del 15 del anterior publicamos
Los que hayan nada mas que ojeado nuestro artículo, esalgunas observaciones conrespectoálosjuiciosque la prensa tamos seguros habrán leido en él que contestábamos al que
francesa estampa, al hacerse cargo de la parte española en habia publicado la Gazette musicale con motivo del Concurso
la Esposicion universal del vecino imperio, y especialmente de músicas militares efectuado en París el 21 de julio de 1867,
la Revue et Gazette musicale, creíamos de buena fé que estay que si nos referíamos al que habia dado á la estampa con
se mostrarla arrepentida de sus muchísimas culpas en un anterioridad, lo hacíamos nada mas que por incidencia y
artículo tan importante, con particularidad el citado perió- como para dar á nuestros lectores una muestra de los pundico, que es el que en esta materia se ha hecho eco inocente tos que el articulista calzaba en materia de crítica musical.
de los errores de mas bulto que registra la historia de la Vuelva á leerlo nuestro buen compañero, y se convencerá
crítica. Pero bien dice el refrán: que el hombre propone y de su error.
Dios en su infinita sabiduría obra como mejor le parece.
Prosigue diciendo, que E L ARTISTA le reprocha exagerar
Impenitente el articulista en su carrera emprendida, tra- uno de los defectos del carácter francés, que consiste en hata de sacar, como suele decirse, fuerzas de flaqueza, y no blar ligeramente de todo, para venir á aconsejarnos, á noscontento con lo dicho en sus dos escritos anteriores, so em- otros, que en los tiempos actuales deberíamos ser mas inpeña en probar en uno novísimo, que acaba de publicar en el dulgentes los unos con los otros.
106
EL ARTISTA.
En este punto estaraos de acuerdo, y liasta creemos fir- los rateros esplotantes de la credulidad de los necios, gentes todas
memente que si el escritor francés hubiera seguido esta má- sin profesión, sin costumbres, sin cuidados, pero no sm guixima, no hubiera de seguro ensartado las ridiculeces que se tarras? Mucho menos: pues desde hace bastantes años los
desprenden de su pluma cuando habla de nuestro país. Y rateros, los conti-abandistas, los ladrones, et sic de costeris,
esta ha sido siempre nuestra conducta. En ella, y no en otra duermen en las cárceles públicas á la sombra, ignoramos
cosa estriba la dignidad de nuestras publicaciones cuando con ó sin guitarra, y si algunas gentes quedan sin domicilio
hablan de las naciones estrañas, y por cuya razón si no se y sin nombre, están muy ocultas sin meter ruido, para no percreen infalibles, y mucho menos EL, ARTISTA, abrigan la con- turbar con sus serenatas el sueño de los hombres honrados. .
vicción de no vulnerar lo que siempre ha sido digno de res¿Y qué diremos á nuestros lectores de la peregrina cita y
peto en todos los tiempos. En efecto, cuando se tiene la pre- de la sublime consecuencia, de que en la clase sétima hayan
tensión de saberlo todo, cuando se cree que al coger la plu- espuesto 13 fabricantes (ni uno menos) papel de fumar, crima en la mano, esta da lugar á herir á mansalva la digni- men inaudito, que obliga á esclamar á nuestro articulista con
dad de todo un país, sucede con frecuencia el disparatar de la famosísima frase de: qu'il y a encoré des Pyrénées?
lo lindo, como acontece precisamente á nuestro cofrade que,
¡Sí, compañeros, aun hay Pirineos! ¡Sí, aun los habrá por
tratando 'de echar en cara á nuestros diarios el que desati- muchísimo tiempo, si se ha de juzgar por los bríos de algunan también, acusación que no disminuye ni un ápice la gra- nos articulistas que nos han lanzado el anatema, sin esplicar
vedad de sus asertos, afirma gravemente que la Perscyera/ící'a todavía en su supino orgullo de qué lado se halla la equidad
es un periódico de Madrid. ¿Comprende usted ahora, apreciabley la justicial Lo que el concienzudo crítico se ha olvidado
amigo, aquello que nos cita con tanta oportunidad de la jsoMíre decir, sin duda alguna, por lo poco procedente del recuerdo,
et de la paille? ¿Comprende usted ahora, repetimos, con cuánta es el sentido con que lo dice; pues si es por denigrarnos con
verdad nos condolíamos de la ligereza francesa, cuando hoy él, queda por ende demostrada su mucha galantería en esta
mismo al censurar en otro una falta que ha cometido, sin época de relaciones internacionales, en que deberíamos ser mas in
contar la torpeza de hacer una acusación para eludir una dulgentes los unos con los otros; y si por escesiva modestia, raculpa, comete el mismo defecto de que se queja? Con respec- zón tiene también, pues la nación, que solo en la clase 10
to á La Época y á su censura dejamos la réplica al colega tan censurada, ha merecido del jurado francés dos memadrileño.
dallas de plata, y en la de pintura el primer premio, único
Amigos celosos de nuestras costumbres, y por consiguien- que se ha dado por unanimidad, y este adjudicado por juete, de todos los símbolos que caracterizan nuestra nacionali- ces casi esclusivamente pertenecientes al imperio vecino,
dad, ignoramos de dónde habrá sacado el articulista de la mientras España estaba representada por uno, bien puede
Gazette Mimcale el que nosotros desdeñemos la guitarra, darse ciertos humos de importancia, y de hombrearse en beeste instrumento inmoral, como lo califica por nuestra cuenta, llas artes con las demás naciones, aun las mas,adelantadas.
epíteto que no sabemos de dónde lo habrá sacado tampoco
Con respecto á la especie que.suelta nuestro contrincansu agudeza en nuestro artículo; y la mejor prueba que pu- te en su penúltimo párrafo, á manera de ultima ratio rerum,
diéramos aducir está en que de catorce fabricantes de instru- le diremos que nos tiene, como nos sucedia antes, sin cuidamentos, y no de í/ocecomo dice, hayan expuesto íre« guitarras, do el que hayamos obtenido el último lugar en el concurso do
y no la mitad á lo menos como asegura. Ahora bien: ¿qué conse- músicas militares. A nuestro genio músico, sautil'ante y capricuencia quiere sacar de este hecho nuestro contrincante? esto choso ya se le alcanzaba lo que habia de suceder. Sin emdejando á un lado aquello del amor á la arqueología y lo del bargo, no será malo que sepa la Revue et Gazette musicale de
cultivo de la venerable <;m'w¿iarííe. ¿Probaria, según su preten- Parts, ya que parece ignorar lo que tampoco habíamos olvisión, que en España no se fabrican mas que guitarras? No: dado, que el cetro para conceder glorias y posteridades há
porque entre los otros once expositores se hallan ocho de mucho tiempo se le cayó de las manos á los escritores
pianos, uno de instrumentos de música, otro de clarinete y franceses, porque de lo contrario, de seguro las concederla
un tercero de electróphons. ¿Probaria esto, por acaso, que á los suyos, que buena falta les hace; como igualmente que
el pastor de Vizcaya como espone en su primer artículo, tocara la tan decantada infalibilidad de su jurado ha promovido mas
la guitarra, como afirma con la mayor sangre fria nuestro co- de setecientas protestas hasta ahora, y por último, que su emfrade? Tampoco: pues hasta el menos avisado sabe que en perador mismo, al clasificar la música austríaca, colocó con
nuestras provincias del Norte la guitarra es un instrumento su reconocido tacto y su escelente juicio artístico en el vertan popular como en Francia ¿Probaria esto, quizás, que con dadero lugar que deben ocupar en el escalafón, las músicas
la guitarra hacen la ronda á las manólas sus prometidos, porque
francesas. A sus colegas políticos apelamos, pues los artísprefieren el corazón á los contratos auténticos'? Menos: pues hasta
ticos prudentes han estado en no copiar las frases del jefe
los niños de la escuela del mas pequeño rincón del mundo del imperio. ¿Se dará por satisfecho nuestro cofrade?
no desconocen que el tipo de las manólas se perdió hace muVamos á terminar dándole las gracias á la Revue et Gacho tiempo, lo mismo que las serenatas con guitarras al aire zette musicale de Paris, por los epítetos distinguidos con que
libre en la corte de las Españas. ¿Probaria, por último, que ha calificado á algunas de nuestras provincias, porque quelos concertistas de Triana en Sevilla se recluían entre los con-remos dar al César lo que es del César; pero no sucede lo
trabandistas del litoral, los ladrones de las sierras de Andalucía,
mismo con las frases finales con que termina su réplica.
los aventureros de Cádiz ó Granada, los frailes en disponibilidad. Si las cimas orgullosos y los senderos pedregosos que asegura.
EL ARTISTA.
nos separan de nuestros vecinos de allende e^ Pirineo, se refieren á su rota de Roncesvalles, quizás pudiera tener razón; pero si estase refiere á los modernos tiempos, no; compatriotas mucho mas avisados que parece serlo el articulista,
le asegurarán de lo contrario. Lo que sí debe hacer, y se lo
aconsejamos de buena fé, como amigos, es estudiar un poco
mas la historia para describir un país que confiesa desconoce; no seguir la corriente vulgar de su nación en decir sandeces de España, vengan ó no á cuento, para darse aires de
erudito, siquiera sea á la violeta, y limitarse á juzgar únicamente de música, si es que sabe. Si censurado hubiera
nuestra música con arreglo al arte, y respecto á su leal
saber y entender, de seguro que habríamos acatado siempre su opinión, por mas que esta nos hubiese parecido estraviada. Salirse de estos límites e • esponerse á tropezar á cada
paso, y atraerse las risas y la chacota de las personas sensatas, que creen debe respetarse lo que será siempre digno
de respeto: la dignidad de una nación entera.
VICENTE CUENCA.
CARTAS
QUE JUAN PEDRO PEKEZ ESCRIBE L SU AMIGO ÍNTIMO TEÓTIMO, DE LAS
COSAS DE MADRID.
MADRID 15 de setiembre.—No puedes imaginarte, Tedtimo amado,
con cuanta impaciencia espero la inauguración de la campaña teatral.
Yo no sé si á tu delicado oído parecerá demasiado fuerte la palabra campaña; pero á tu amigo Juan Pedro Pérez se le figura que el
primero que la aplicó á las cosas del teatro supo lo que se decia, porque en verdad, la temporada teatral es una campaña hecha y derecha, con sus batallas, sus victorias y sus derrotas.
Y si en estas campañas no corre la sangre, ni hay heridos ni muertos, no por eso algunas veces dejan de ser bien terribles.
No padece el cuerpo; padece el corazón. No se matan hombres; se
matan ilusiones. Y bien mirado, yo no sd lo que es peor.
A todo esto me dirás que por qué causa tengo tantos deseos de
que se inaugure la campaña, puesto que no te la he declarado todavía.
La tengo, y mucha, oh amigo idolatrado, por saber el tema sobre
que han de versar todas las obras de la temporada.
Tal vez te habrás quedado tan enterado ahora como cuando no te
habia dicho nada; pero te lo esplicaré lo mejor que pueda.
Es que en todas las temporadas hay un asunto favorito, una idea
de moda, un argumento á la orden del dia, que se varía de mil maneras diferentes por todos los autores dramáticos, con raras escepciones, y lo presentan bajo formas distintas en nuestros teatros.
El año pasado la idea de moda fué los males que acarrea el lujo
desenfrenado.
Según las señas, la cruzada que se levanté contra este pecado y
sos consecuencias, no ha producido ningún resultado satisfactorio,
pues el lujo aumenta cada dia mas.
Yo no sé de que asunto trataremos este año. Y digo trataremos,
porque yo también tendré que ocuparme de lo mismo para contártelo
luego.
Esto se parece á un cuento que yo sé.
Eran dos ciegos amigos, y como ciegos, aficionados á la música;
pero uno era mas inteligente y entendido que el otro.
El que era mas inteligente tocaba el órgano de la iglesia de un
lugar de Castilla, y el otro, por complacer á su amigo, por rendir
también su poco de culto á la diosa Euterpe, y porque no sabia hacer
otra cosa, tiraba de los fuelles.
Y cuando al que tiraba de los fuelles preguntaban en el lugar.
107
después de haberle oido hablar de su gran afición á la música, qué
instrumento tañía, contestaba con mucha seriedad:
—Entre mi compañero y yo tocamos el órgano.
Ya comprenderás que aquí el ciego de los fuelles es tu amigo.
Esto no impide que yo me dé también un poco de tono con los naturales de este lugar, y les diga que mi misión es de grande importancia, y que yo, como Virgilio, estoy encargado de cogerlos por la
mano para que ellos á su vez digan con el Dante:
E 'poiche la swa mano alia mia pose,
Con lieto Vulto, ond' i'mi confortai,
Mi mise dentro alie secrete cose.
Pero está seguro que á pesar del Dante y de su verso, si los autores no tocan en el teclado del órgano, será inútil que yo tire de la
cuerda de los fuelles, porque no tendremos música.
La suerte que hay es, que el que quiera música buena, podrá saciar su deseo grandemente este invierno, si en el Teatro Real, como
yo creo, y es de esperar, realizan lo que proyectan.
Según los preparativos se trata de comenzar la temporada lírica
el 4 de octubre con Olí ügonotti, de Meyerbeer, interpretados por la
Sra. Majo (Vale*ntina); señorita Sonieri (La Reina); Sra. Nantier (Page); Sr. Tamberlick (Raúl); Sr. Varvoui (Nevers), y Sr. A.try (Marcello).
El dia 6 se piensa dar II Roverto il Diavolo, con la Sra. Penco
(Alice); señorita Sonieri (Princesa Isabel); Nicolini (Roverto); Palermi (Ramboldo), y Selva (Bertramo).
Y para el cumpleaños de S. M. la Reina se prepara la primera
representación de la Ebrea, de Halevy, que tendrá por intérpretes á
la Sra. Majo (Rachel); señorita Sonieri (Princesa Eudixia); Tamberlick (Eleazaro); Palermi (Príncipe Leopoldo), y Atry (Cardenal
Brogni).
La Sra. Peruzzi, esposa del Sr. Selva, ha tenido al fin que rescindir su contrata con la empresa del teatro Real, porque se halla padeciendo unas fuertes y pertinaces calenturas que la impiden poder
cantar por ahora.
Pero no solo en este coliseo veremos cosas buenas.
En el teatro de la Zarzuela, dicen, que tendremos obras escogidas del buen repertorio francés, traducidas al español, pero conservando la música original.
También se hace mención de las óperas de Offembach, que tanta
aceptación tienen en la capital del vecino imperio.
Obregon aseguran que ha tomado el teatro del Circo de Paul, que
piensa arreglar el local de una manera elegante á la par que cómoda, que tiene contratados artistas de mucho mérito, entre ellos una
tiple muy apreciable del público madrileño, y que cuenta con obras
españolas debidas, letra y música, al ingenio de nuestros mas acreditados poetas y compositores.
Euterpe está de enhorabuena, y yo me alegro mucho.
Algunos se asustan, porque creen que habiendo varios espectáculos de la misma clase todos deberán pasarlo mal. A mí me parece que
no; tal vez sea yo el que se equivoque, nada tendría de particular.
Pero yo creo que solo lo pasará mal el que no lo haga bien.
En Madrid hay bastantes personas á quienes les gusta divertirse,
que están deseando tener un protesto para gastar el dinero, y que
siempre andan ansiosas de novedades.
Por esto mo parece que la empresa que dé buenos espectáculos,
bien representados y perfectamente decorados, procurando complacer
al público, puede estar segura de que será muy difícil que pierda.
Hablo en los tiempos normales. Puede haber circunstanciasescepcionales, que alejen al público de las diversiones, y entonces todas
las empresas se arruinen; pero esto no es lo general.
En lo general cuando no nos aflige ninguna de esas calamidades
que á todos alcanza, mi opinión es que la culpa de que los teatros no
estén concurridos lo tienen las empresas y los autores; las unas, por
su poco acierto en la elecion de los espectáculos, y los otros, por el
poco mérito de lo que escriben.
EL ARTISTA.
108
La verdad de lo que te digo, querido Tedtimo, puedes verla en la
empresa de los Bufos Madrileños.
El año pasado supo descubrir el secreto de llamar al público á su
coliseo, y mientras las demás empresas tenían sus teatros con muy
poca gente y sus arcas casi vacías, ella tenia el suyo siempre lleno y
su arca bien repleta.
Y cuenta que no siempre la ayudaban los autores, pues algunas
veces se representaban obras bien malas.
Y sin mas por hoy, no olvides que te quiere tu buen amigo
JUAN PEDKO PEKEZ.
BEETHOVEN.
(Continuación) (1).
Al dejarle, Schelesinger volvió inmediatamente á Viena, se pro •
curó un trozo de vaca asada é hizo partir á un mozo en el mismo coche que acababa de traerle, con orden de entregarlo al punto á
Beethoven de su parte. La mañana siguiente, estando aun Schelesinger en la cama, entró este, le abrazó con efusión llamándole el mejor de los hombres, y le aseguró que nada le había causado mayor
placer que aquel pedazo de vaca en el momento en que tenia de ella
tanta gana.
La atención delicada del amable y avisado editor valió á su padre
la cesión de las obras 108,109, 110 y 111.
Un año mas tarde, otra visita fue' también á buscar al maestro al
campo: era Hauser, después director del Conservatorio de Munich.
Al pronto no le encontró en su casa; poco después vid paseándose á
un hombre al travos de los campos, ya deteniéndose, ya levantando
los ojos al cielo, ya andando, ya deteniéndose de nuevo para escribir
en su libro de Memorias.
Este hombre era fuerte y grueso, una selva de cabellos negros se
esparcían en rededor de su cabeza; sus vestidos en desorden llevaban
las trazas de una larga carrera por montes y valles. Era Beethoven.
Hauser se presentó y fué bien acogido; comieron juntos, después de
lo cual se aproximaron al piano, presente recibido de Inglaterra;
pero cuyas teclas altas estaban ya rotas.
Beethoven hería con los cinco dedos de la mano izquierda las teclas graves sin distinguir el sonido, y esclamaba: «Escuchad, ¡qué
hermoso es esto!» Hauser podía apenas retener sus lágrimas. Tal era
el estado de sordera en que se hallaba reducido el infortunado compositor en el año de 1820.
La segunda Misa estaba destinada para la instalación del archiduque Rodolfo en el arzobispado de Olmutz, y había empezado á trabajar en el otoño de 1818. Pero el cuidado que puso en limarla, corregir y retocar su trabajo, y las vicisitudes que todos tuvieron en
esta época, hizo que estuviera en el A^mus Dei en 1820, año. de la
instalación del príncipe prelado, y no se acabara hasta 1822,
En el intervalo, y para descansar sin duda, hizo una cosa encantadora.
Mientras estaba ocupado en el Credo, unos pobres músicos nómades hacían bailar en una posada vecina á los campesinos del lugar.
Divertido y enternecido, el maestro suspendió por un momento su
grave trabajo y escribió para estas buenas gentes una serie de walses de los que compuso además las partes. ¡Qué fortuna para ellos si
hubieran sabido su precio. También escribió en 1821, á su vuelta de
Modling, tres sonatas (2), que fueron simultáneamente publicadas en
Viena, Berlín y París, y que, gracias á esta combinación, le produjeron unos 40 luises, precio elevado á que no hubieran llegado de
otro modo. Porque, ¡quién lo creerá hoy! la música de piano no tenía
muchos compradores en Francia, y ninguno en Inglaterra.
¡Los tiempos han cambiado mucho!
Beethoven empleó una parte del año de 1822 en revisar su músiíl) Véase el número anterior.
(2) Obra 109, dedicada á Mlle. Brentano; 110 j 111, dedicadas al archiduque Rodolfo.
ca de las Ruinas de Atenas, que Henzel (1) deseaba apropiarse, con
un nuevo testo del poeta Meiszel, para la inauguración del teatro de
la Josephastadt, del que acababa de ser nombrado director.
El tiempo que fué preciso consagrar á satisfacer las exigencias
del poeta, y contentar las del maestro de baile, reunido al calor escesivo de este estío, hasta en Badén, no permitieron á Beethoven concluir su trabajo hasta la tarde del día fijado para la representación,
de modo que la orquesta, recientemente formada, recibió la partitura
cubierta de raspaduras de los copistas.
Con tales condiciones, sobre todo si se piensa en su sordera entonces casi completa, nadie se admirará que la ejecución dejase mucho
que desear.
El maestro se había reservado la dirección y se colocó de modo
que tuviese la orquesta enfrente de él, mientras que volvía el oído
izquierdo hacía la escena; este era el solo oído que percibía aun algunos sonidos.
Sin embargo, no notaba la paralización del movimiento, ni la
contradicción que se establecía entre los dos subdirectores, y aunque la representación terminó sin confusión, demostraba bien á las
claras que no podía percibir los efectos de conjunto, ni por consecuencia dirigir las masas. Una última y mas dolorosa prueba debía
al fin advertir que era ya llegado el tiempo de renunciar á la hattiUa
de director de orquesta.
Se trataba de representar de nuevo el Fidelio, después de ocho
años de interrupción con la Wilhelmine Schríeder en el papel de Eleonora.
El director del teatro de la Opera ofreció á Beethoven dirigir los
ensayos, lo que aceptó, á pesar de los consejos de sus amigos. Pero
dejemos aquí hablar á Schindler, testigo y actor en este triste episodio.
«Por su mandato, le acompañé al último ensayo. La overtura en
íw¿mayor (la última), marchó perfectamente, porque la falange ejercitada de los músicos caminaba como un solo hombre, según su costumbre, á pesar de las vacilaciones visibles del maestro.
»Pero desde el dúo entre Marcelina y Jaquino, se notó que Beethoven no oía lo que pasaba en la escena. Retrasaba considerablemente el compás, y mientras que la orquesta permanecía con él, los
cantantes iban adelante. En el sitio en que se oye llamar á la puerta
déla prisión, todos se desbandaron.
»E1 director ordinario de la orquesta, Umlauf propuso algunos
momentos do descanso, sin dar razón alguna, y después de algunas
confidencias con los cantantes, se volvió d% cxpo .
«Principiado el dúo, de nuevo se hizo sentir la falta de conjunto,
álos golpes de la puerta, tuvo efecto el mismo contratiempo. Fué preciso hacer una segunda pausa. La imposibilidad de continuar bajo la
la dirección del compositor era evidente; paro ¿de qué manera revelárselo?
»Ni el administrador Duport, ni el maestro de capilla Umlauf,
querían decirle: cRetfrate, pobre desgraciado; tú no puedes ya dirigir.» En cuanto á él, inquieto, agitado, volvíase á derecha é izquierda para interrogar los rostros y saber de donde venia el obstáculo.
—»Por todas partes un profundo silencio.
«Entonces me llamó. Cuando estuve á su lado, me dio la cartera
y me hizo señal para que escribiera.
»Yo tracé vivamente estas palabras:
—»0s ruego que no continuéis mas, yo os esplicaré el por qué
en casa.
»üe un salto so encontró en el parterre, corriendo á su casa sin
detenerse. Al entrar se arrojó sobre un sofá, se cubrió la cara con sus
dos manos, y permaneció en esta postura hasta el momento de ponerse á la mesa.
»En esta aun, no pronunció ni una palabra, conservando la actitud del abatimiento mas completo, del mas profundo dolor. Cuando,
después de la comida quise alejarme, me retuvo, menifestándome el
/
(1) Henzel había hecho conocimiento con Beethoven en Badén, donde
dirisria el teatro con el de Presbourgo.
Era un autor de obras cómicas muy aplaudidas en toda Alemania.
EL ARTISTA.
deseo de que no le dejase hasta la hora del teatro. En el momento de
separarnos, me rogd le acompañara en casa de su médico al día siguiente, que tenia fama de entender mucho en enfermedades de oido.
»En todo el tiempo do mis largas relaciones con Beethoven, no
hallo nada que pueda compararse con este dia de noviembre; cualesquiera que hubieran sido las contrariedades, los sufrimientos morales
ó físicos que hubiese esperimentado, estos no le abatían sino temporalmente, se reponía pronto, y encontrando entonces la firmeza de su
carácter, alzando el ánimo, entraba en plena posesión de su genio.
Este último golpe no se asemejaba á los demás; así es que nunca se
rehizo (1).»
El doctor Smetana, consultado, prescribid algunos remedios.
Desgraciadamente Beethoven no era un enfermo ordinario: no t e nia ni respeto á la medicina, ni confianza en los médicos, ni paciencia
para seguir el tratamiento. Se le ordenó tomar una poción á cada
hora en una cucharada de café, encontró la ddsis insuficiente y, sin
decir nada, tomaba una cucharada sin mezcla; otras veces al contrario, diluia la poción en una gran cantidad de agua, lo que no podia
menos de paralizar el efecto del medicamento.
Si el mal en lugar de disminuir, aumentaba bajo este tratamiento
tan poco razonable, la pegaba con el médico y le achacaba todas las
faltas. En el caso actual, apenas se hubo puesto bajo la dirección del
doctor Smetana cuando, recordando á un tal P. Weisz, célebre por
las curaciones de las enfermedades de los oidos, fué á consultarlo. Pero
como los reglamentos no permitían al sacerdote tratar las enfermedades en su casa, invitó á Beethoven á ir á verle todos los días.
Esto, como comprenderán naturalmente nuestros lectores, era pedir demasiado á su perseverancia.
A pesar de las recomendaciones escritas para que no interrumpiese la cura; á pesar de la esperanza dada de un buen resultado, no
volvió á ver al P. Weisz ni al doctor Smetana. Está fué, además, su
última tentativa de curación: desde esta épeca se resignó con su
suerte, y cesó de quejarse.
¡Ay! esta resignación debió costarle muy cara. ¿Quién sabe si esta
enfermedad que acrecía por momentos, no era la fuente de sus
mas íntimos goces, como de sus angustias mas crueles?
Cuando solo, verdaderamente solo, separado del mundo, de la palabra, por un obstáculo invencible, escuchaba los cantos interiores
que se levantaban en él, ¿no era posible que hallase en el monólogo
interrumpido de su genio la compensicion suprema de las angustias
que le causaba su roce con los hombres? y estas melodías poderosas,
cuyos sonidos no llegaban á sus oidos, ¿no encantaban sus largos paseos por el campo, cuando cantuseando con frecuencia, con mas frecuencia aun cantando con toda la voz, prolongaba su paseo á fin de
prolongar su goca y permanencia en la soledad, para escapar al sentimiento de su achaque? ¡Sordo, pobre sordo, las combinaciones de tu
genio eran muy bellas para recompensarte centuplicadamente la conversación de tus semejantes!
Hacia este tiempo, el editor Hoertel hizo proponer á Beethoven,
por Rochlitz, hacer para Fausto lo que había hecho para Egmont. El
artista aceptó.
—¡Ahí csclamó levantando las manos al cielo, este sería un trabajo, del que podría salir en verdad alguna cosa; pero tengo tres
grandes obras que me andan por la cabeza, de las que una buena
parte ha hecho ya mi espíritu, y es preciso que las acabe. Esto será
largo, porque ya veis que desde hace algún tiempo soy muy tardo para
escribir. Me siento y pienso, pero nada se me ocurre... Tengo miedo
de empezar... Una vez ya en camino, todo sigue su marcha» (2).
Es cierto que en esta época los grandes proyectos no faltaban: la
novena y la décima sinfonía, que jamás se acabó; la ópera de J / Í J M Í Í »«, una tercera misa, un oratorio, sin hablar de otros menores proyectos.
Pero el dinero hacia falta siempre, y era preciso recurrir ámedios
para procurarlo. Beethoven tuvo idea de formar una suscricion y
Schindler, II, pág. 11.
Rochlitz, F\j,r Freunde des Toukunst.
109
ofrecer á las diversas cortes de Europa un ejemplar manuscrito de su
Missa solemnis, al precio de cincuenta ducados.
Dirigió una carta á los príncipes alemanes, en la que decia que
era todo lo que había hecho de mejor, y una al rey de Francia, donde
la presentaba como su obra le pliisaccompU, añadiendo, sin duda para
animar la suscricion, que se podia servirse de ella como un oratorio,
es decir, ejecutarla en un salón de concierto.
Esta tentativa, en la que el pobre maestro se véia reducido á alabarse á sí mismo, no tuvo desgraciadamente mas que un escaso éxito.
Ochosoloscontestaron al llamamiento, y aun, en este número, no hubo
mas que cinco cortes, la de Rusia, Prusia, Francia, Sajonia y Hesse
Darmstadt, y tres particulares: el príncipe Antonio Radziwill, g o bernador de Posen; el director de la Sociedad Santa Cecilia, en Francfort sobre el Mein, y el príncipe Nicolás Borisovitch Galitzin: y a
hablaremos de este último.
Como producto total, estas suscriciones no dieron mas que 1,000
ducados, de los cuales hubo aun que quitar 60 florines para gastos
de copia. Si se tiene en cuenta los pliegos do papel que necesitaron,
el tiempo empleado en la corrección de los ejemplares, la ganancia
fué muy pequeña en comparación del trabajo.
La corte de Viena no había sido solicitada, así es que no contestó.
El príncipe Pablo Esterhazy, á quien Beethoven se habla dirigido,
rehusó suscribirse. Este era un nuevo disgusto añadido á el de 1808,
pero, decia el maestro, «para lograr una cosa del príncipe es preciso
estar apoyado por mujeres.»
La corte de Sajonia Weimar y Goethe, de quien reclamó su apoyo
con el duque, no dieron señales de vida. La primera que se mostró
favorable fue la de Prusia; pero ofreció una decoración en vez de
dinero, cosa que no comprendía del mismo modo Beethoven:
«El mas pequeño grano de mijo me baria m^jor negocio, >
contestó.
Insistió para tener sus cincuenta ducados, y escribió mil tonterías
de la locura de las gentes que corren tras las decoraciones.
El rey de Francia, Luis XVIII se mostró á la vez generoso y delicado. Le envió una medalla de oro del peso de 21 luises, representando sobre una cara su retrato grabado, y en la otra esta inscripción:
Dada, por el rey d Beethoven, con una carta además muy galante. El
maestro quedó complacido en estremo por esta diferencia; era la primera distinción que obtenía de esta género, de modo que le cansó
tanto mayor placer cuanto contrastaba mas con el insultante olvido
del rey de Inglatrera y con la frialdad de la corte de Viena que habla
siempre parecido ignorar su existencia.
Ignoramos si contribuyó á calmar eu algún tanto su humor salvaje contra las decoraciones; pero en la carta en que daba parte d»
este hecho á su amigo Wegeler, añade, hablando de una nueva oferta de la corte de Prusia: «Me ha llamado la atención la palabra del
águila roja de segunda clase, ¿qué resultará? Nunca he buscado las
distinciones honoríficas de esta clase, sin embargo, en este momento,
por muchas razones, no me seria desagradable(1).»
('Se continuará,.)
EL BUSCADOR DE PERLAS.
(Continuación) (2).
La barca pasó como una visión; un segundo después, flotaba á lo
lejos en el sombrío espejo, como un canastillo de luz, y la divina m e lodía se perdía poco á poco en el espacio, no llegando á sus oidos sino
como un gemido de hadas, como un estremecimiento del coro indefinible de la sílfidis de Oberon, huyendo y escondiéndose en jla noche.
—¡Pero, mamá, replicó Alina, entusiasmada y repentinamente herida de un recuerdo; esa mujer que es tan bella y canta tan bien
¿no la hemos visto ya.,.? Sí, no me engaño, es la señora que vino de
una manera tan amable á nuestro socorro, en la horrible bajada del
(1) Nohl, 5W«/e',ffe«AoPí«, p. 32G.
(2) Véase el número anterior.
lio
EL ARTISTA.
Simplón... ¡Qué dicha! Si vuelveá Milán, podremos darle las gracias.
Se detuvo, y espiraron sus palabras en sus labios, al mirar la palidez y abatimiento de su madre, el embarazo de Esteban y la turbación indecible de Tristan, cuyo ojo inquieto seguía á lo lejos la visión
que había desaparecido. Evidentemente habiaen su fisonomía y en su
actitud un estraño secreto, y tan triste, que la pobre Alina sintió
oprimírsele el corazón y no se atrevió á preguntar nada.
Este paseo tan alegremente emprendido concluyó muy silencioso.
Cuando se separaron, Esteban se aproximó á Tristan, y le dijo con
una voz que se esforzó en hacer tranquila:
¿Tenias, creo, que encargarme de decir una cosa á mi tia?
—¡Esperemos á mañana! murmuró M. de Mersen.
Al entrar en Milán, Tristan y Esteban se encontraron á casi toda
la ciudad en conmoción: habia corrido la noticia de que la Floriana
acababa de llegar, que al principio estaba decidida á no detenerse
mucho en ella; pero que cediendo á los ruegos de sus numerosos amigos, habia consentido en dar en la Scala una representación, que se
anunciaba para el dia siguiente. La Floriana no habia vuelto á cantar en aquel teatro desde el año en que hizo su primera salida. Se
sabia que después de los brillantes triunfos alcanzados en Roma,
Viena y San Petersburgo, habia sido, acogida en París cop cierta
frialdad durante la temporada que acacababa de terminar; y esta
circunstancia, en lugar de atenuar la curiosidad, la daba mayor im.pulso, porque el público dileUante de las grandes ciudades de Italia
no acepta esa pretendida supremacía musical, que da á los juicios de
los parisienses el valor de una sentencia de tribunal sin apelación.
Con razón ó sin ella, se subleva contra la paradoja singular de
nuestro orgullo, que impone á los grandes artistas italianos, coaio
consagración definitiva de su celebridad, los aplausos de un país que
no es el suyo, y en el que encuentran, en cambio do su sol y del hermoso azul de su cielo, nuestras nieblas y nuestro lodo.
La semi-desgracia que la Floi'iaua habia sufrido en la capital del
mundo civilizado, lejos de perjudicarla para con los milaneses, acababa de hacerla popular. Así es que todas las cabezas estaban eu movimiento; tanto en los salones, como en las calles, no se hablaba mas
que de la Floriana y de la hermosa noche que se preparaba, y natural era que el entusiasmo general se dispusiera á cambiar esta solemnidad musical en una fiesta pública.
Tristan de Mersen habia reconocido al príncipe Almeraniy lord El
morongh al lado do la cantatriz, durante el intervalo, rápido como el
relámpago, en que la barca de la Floriana habia pasado cerca de él.
Allí estaban los dos en la primera fila del triunfal cortejo, encadenados á los caprichos de aquella mujer estraña, como los cautivos á su
cadena, y aceptando su suerte con la sangre fria estoica que el uno
sacaba de la robusta organización de su carácter, y el otro de los
pueriles ardores de melómano italiano.
Tristan principió por pensar en ellos con esa clase de admiración
mofadora que inspira el valor desgraciado; después dijo para sí que
la Floriana iba sin duda á hacer una elección entre aquellos dos riTales, igualmente dignos de recompensa, y este pensamiento le hizo
mucho daño. Por otra parte, la visión del lago de Como habia tenido
cierto aire tan inesperado y tan mágico; la Floriana en aquel momento tan rápido, se le habia aparecido con tal prestigio de grandeza,
do poesíay de belleza, que Tristan, sin confesárselo, estaba trastornado.
El mas brillante, el mas apasionado de nuestros jóvenes novelistas, Mr. de Molenes, ha dicho todo lo que hay de fatal en esos amores
profanos que marcan con un sello indeleble el corazón de un hombre
honrado; aun cuando él mismo crea estinguida y agotada hasta la
última]gota ese licor embriagador, deja, sin embargo, cierta amargura
que vuelve insípida la copa de los amores permitidos. En vano es que
seindigne, que se irrite, que se defienda contra esas ardientes imágenes; contra esos soplos abrasadores que se sienten deslizar sobre nuestra frente cuando tratamos de volverla hacia las brisas frescas y ivu-ti;
jvanos esfuerzosl Su cólera misma se lo recuerda: el fantasma maldito
pasa y vuelve á pasar por delante desusojos; el demonio que le mordió
en el corazón, sabe siempre encontrar la llaga secreta, la fibra doliente y que destila sangre, y á la que basta solo tocar con sus alas
para que todo vibre. ¡Eterno castigo de esas pasiones culpables, en
que el dolor sobrevive al disgusto, y enque la alegría de estar ó creerse
curado, se mezcla con la humillación y dulzura de sentirse impotente
para gustar plenamente lo que existe ya en ellos!
Tristan era presa de estas vacilaciones miserables que caracterizan á los hombres como él, en situaciones análogas á la suya. A la
mañana siguiente, cuando se disponía á salir, recibió una carta de la
Floriana, impregnada de una familiaridad tierna y caballeresca, en
que se ocultaba hábilmente un poco de melancolía bajo mucha alegría aparente, y en la que M. de Mersen creyó encontrar el dolor de
haberlo perdido y el secreto deseo de hacer las amistades; además invitaba á Tristan á ir á la fonda en que estaba hospedada.
Al pronto resistió, pero no quisiéramos afirmar que esto fué por
un esfuerzo de virtud, sino mas bien por la certidumbre de que este
acto de rebelión salvaría su orgullo y picaría un poco á la cantatriz,
y rogó á Esteban que le acompañase á casa de Mad. de Senac. ¡Ay I
¡cuan diferente fué este dia del anterior!
Alina estaba triste, sus mejillas pálidas, sus ojos fatigados probaban demasiado que habia llorado, y sus esfuerzos por parecer gozosa
y serena, no hacían mas que asomar las lágrimas á sus párpados.
Mad. de Senac parecía mucho mas preocupada que su hija. Tristan
intentó en vano dominar su turbación y embarazo.
Solo Esteban, en medio de este conflicto general, se esforzaba por
reanimar la conversación, distraer á su prima y disipar la impresión
de tristeza y vaga inquietud que sentía pesar á su alrededor, como
esa atmósfera cargada que anuncia la tempestad.
Algunas veces lo consiguió, gracias al espíritu amable que hasta
parecía olvidarse de sí mismo, y que escogía con un tacto infinito
sus asuntos de diversión.
Alina lo notó, y dio gracias á su primo, dulcemente conmovida al
pensar eu aquella abnegación que pedia tan poco, y que se encontraba siempre pronta cuando era necesario, retirándose cuando no se
necesitaba.
Sin detenerse demasiado, y sobre todo sin interrogar su corazón
entregado por el momento á una estraña incertidumbre, que sentía de
rechazo sin conocer su causa, Mlie. de Senac se dijo que, durante este
día sombrío y penoso, no habia tenido mas que unasensacion agradable, y esta la debía á Esteban.
Por la noche recibió Mad. de Senac un pliego cerrado: abriólo sin
darle ninguna importancia, pero apenas fijó la vista en su contenido,
cuando un vivo rubor tiñó sus mejillas. Un instante después, apoderándose del brazo de Esteban, bajo cualquier protesto, lo condujo al
jardín y le dijo con voz medio ahogoda por la cólera:
—¿Creeríais que esta mujer ha tenido la audacia de enviarme un
palco para la representación de mañana?
M. Overlay reflexionó un momento, después respondió dulcemente
á su tia:
—Es preciso ir y llevar á Alina.
Mad. de Senac se rebeló á esta idea; pero Esteban prosiguió:
—Sí; es el único medio de destruir la fatal influencia de esa mujer
y responder á su audaz desafío, probándole que no se la tiene miedo.
De todas maneras, conozco muy bien á Tristan para estar seguro que
mañana irá á la/Sc«¿«: si él va solo; sí la Floriana obtiene un gran
triunfo, y lo obteudrá; sí nada contrabalancea paraél la influencia de
este triunfo, preveo una recaída, y aun cuando no durase mas que un
día, seria bastante para comprometer una Tez mas el reposo, la dicha
y la salud de Alina.
[Se continuará)
MISCELÁNEA.
/
La compañía de ópera italiana contratada por la empresa del teatro Real para la temporada de 1867 á 1868, que comenzará en los primeros días del próximo octubre la forman los artistas siguientes:
EL ARTISTA.
Prime donne soprani (por orden alfabético), seúoras Galletti, Majo,
Penco y Sonieri. Prime donne contralti e mezzo soprani (por drden
alfabético), señoras Llanes, Nantier y Tatti. Primi tenori, señores
Tamberlick, Naudin y Nicolini. Tenore comprimario, Sr. Santes.
Primi baritoni, Sres. Bonnehée, Bartblini y Varvoni. Primi bassi,
Sres. Selva y Atry. AUri primi bassi, Sres. Padovani y Becerra.
Secoiido bcisso, Sr. Ugalde. Primo basso buffo, Sr. Salas. Segundas partes, señoras Croargh, y Marco y Sres. Darán, Velazquez,
Pagan, Ferri y Fernandez.
Maestro director de orquesta, Sr Vicente Bonetti. Maestro concertatore, Sr. Vázquez. Maestro de canto, Sr. Moderati. Maestro
director de coros, Sr. Oudrid. ñuggertore, Sr. Aquilea Albanese.
Regisseur, Sr. Ugalde (don Juan).
Maestro director de baile, Sr. Bonesi, Primera bailarina, señora Margarita Roseri. Primeras y segundas bailarinas, señoras. Millieri, Borelli, Givotti y otras. Además habrá un cuerpo de baile compuesto de 30 señoras.
La orquesta la forman 94 profesores, y el coro 90 individuos de
ambos sexos.
Pintores escenógrafos son, los Sres. Ferri y Bussato.
Maquinista, D. Gregorio Martínez.
Sastre director, D. Lorenzo Páris.
Attrezzista, D. Lorenzo Nieto.
111
El maestro Orcry, músico de la escuela deWagner, ó sea del porvenir, ha terminado para e 1 teatro Nacional de Pest, una ópera titulada El Renegado.
Las Sras. Carozzi y María Papini (en Madrid Martelli), han sido
contratadas para cantar en el teatro Pagliano de Florencia en la t e m porada de otoño.
La Sra. Carozzi hará su primera salida con la ópera do Bellini,
Norma.
En las temporadas de Otoño y Carnaval cantará el tenor español,
Sr. Vidal, en el teatro Cárcano de Milán.
La primera piedra del teatro de la Puerta do San Martin, que fué
construido para dar funciones líricas, la puso la infortunada María
Antonieta, reina de Francia, y en el interior de esta piedra se colocó
una estatua pequeña de la reina, vestida exactamente como iba en
el momento de la ceremonia.
El rey de Suecia se ha inscrito como miembro honorario de la
sociedad musical de Vichy.
La apertura del teatro del Liceo de Barcelona está anunciada para
el 12 de octubre, y la ópera designada para esta primera función es
Gli Ugonotti, interpretada por las Sras. Rey Baila y Ferloti, y los
Sres. Stagne, Storti y Vialetti.
El Fígaro de París dice que en el teatro Italiano de aquella ciudad se cantará este invierno una ópera de Mme. Grandval.
El viernes último se ha dado en el teatro de la Opera-Cómica de
París la 300."- representación de la Estrella del Norte.
EL ARTISTA
Se lee en algunos periódicos ingleses que la Grisi y Mario van á
hacer un giro artístico recorriendo las principales ciudades de
Inglaterra.
En la capilla real de Munich se ha adoptado el diapasón normal.
El editor de música de la corte de Viena, Mr. Cari Haslinger, ha
recibido del emperador de Austria la medalla de oro de las ciencias y
las artes, por la delicadeza con que ha compuesto la marcha de la
coronación sobre motivos húngaros.
La Academia francesa ha concedido en su última sesión, á
M. Eduardo d' Angleraont el premio Lambert, fundado para premiar
todos los a os al escritor que por su talento y la moralidad de sus
obras haya llamado mas la atención pública.
El martes último abrió sus puertas al público elteatro Italiano de
París con el idilio de Felice Romani y Douizetti, La Sonámbula, interpretada por la Patti, Gardoui, y Bagagiolo.
El éxito de la función, según nos escriben de París, fué muy lisonjero. La Patti obtuvo grandes aplausos, y flores y coronas en
abundancia. Gardoni agradó mucho como siempre, por la habilidad y
buen gusto con que cauta la música del catanes.
Bagagiolo, que debutaba en la parte de Conde, fué muy bien
recibido, y á pesar del orgasmo que le embargaba, dio á conocer que
es un artista de mérito.
El jueves se ha cantado con muy buen éxito en el teatro Italiano
de París, il Don Pascuale.
Los intérpretes eran la Patti, Cardoni, Gresci y Scalese.
El maestro Mazzucato está concluyendo de poner en música una
ópera titulada Pides.
Ha muerto en Roma el maestro compositor, Sr. Gentili.
La Sra. Nantier y el Sr. Tamberlick han sido contratados por el
empresario Sr. Luciano Marzi, para cantar en Florencia en la primavera del año próximo.
REVISTA DE MÜSICA, TEATROS, SALONES.
AÑO SEGUNDO.
La creación de este periódico tiene por objeto la espoaicion y adelantamiento del arte en todas sus manifestaciones y proteger á todas
aquellas personas que se dedican á su cultivo.
Los compositores y publicistas de mayor nombradía, tanto nacionales como cstranjeros, contribuyen á su colaboración.
Además publica una BIBLIOTECA, MUSICAL que comprende cuatro
secciones á saber: primera, música religiosa; segunda, de piano; tercera, de canto y piano; y cuarta, de banda militar; compuesta de las
mejores obras editadas por D. Antonio Romero, cuyo repertorio encierra piezas de las mas sobresalientes de los principales niaestros
conocidos, y las que únicamente cuestan á sus suscritores una SESTA
PARTE lo menos.
Los suscritores do E L ARTISTA que quieran tener opción á las secciones A<Í\ABiblioteca, pagarán:
Por un mes y una sección, en Madrid, 8 rs.
Por un trimestre id., en provincias, 30 id.
Por año y una sección, en el estranjero, 10 pesos.
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Los suscritores manifestarán á esta administración cuál de las
secciones do música desean. Los que quieran mas de una, abonarán
sobre la anterior proporción y para gasto de correo:
2 reales los de Madrid por sección.
2 1/2 id. los de provincias, y
3 id. los del estranjero y Ultramar.
Como comprenderán nuestros suscritores, por DOS REALES al mes
podrán adquirir piezas de música, cuyo valor en los almacenes es por
lo menos el de DOCE REALES, Ó lo que es lo mismo, cada página de
música costará por suscricion DOS CUARTOS.
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En el estranjero. . . .
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El pago de la suscricion es siempre adelantado. Los pedidos do
suscriciones, reclamaciones, etc., se dirigirán á la dirección-administración de E L ARTISTA, calle de Isabel la Católica, núm. 18, 3.°
Director y editor, D. VICENTE CUENCA.
MADRID: 1867.
Imprenta á cargo de J. E. Morete, calle de las Beatas, núm. 12.
112
EL ARTISTA.
MÚSICA MODERNA DE SALÓN PARA PIANO.
F. Frasanotti.—Op. 24.—Nocturno (m. d.)
: . . 10
»
» 25.—Tarantela Strega (m. d.)
14
»
» 40.—Qran mar cha de la Coronación del Profeta, libremente variada (m. d).. . 16
»
» 45.—La Noche. Melodía, (m. d)
8
»
» 84.—El teatro moderno. Largo en el final
segundo de PoUuto, variado en forma pianística
11
^
» 84.—Dúo acto tercero Traviata, id, id. . . 16
»
» 91.—jS'¿y(5i'e»í«¿o2'*?ío. Capricho sentimental (f)
8
»
» 92.—Nocturno de espresiou, en re bemol
(m. d)
9
»
» 93.—Mazurka^ñ salón (m. d)
14
»
» 97.—Fuga para piano (m. d)
7
»
»
TJn momento solemne. Canto nupcial (m. d)
10
»
»
Canción al 8uon del tamburo en la
Forza del Destino. Variada. . . .
8
»
»
Lectura musical. Melodías escogidas de la Forza del Destino (variadas (m. d)
12
»
»
Célebre melodía de tiple, acto quinto
de la Forza, variedad
8
»
»
Célebre romanza de las Flores en la
ópera Fausto, variada
8
»
»
. Canción y wals, de Michel Perrin
(fácil)
12
Fr. Frerraris.—Op. 15.—Los Patinadores. Mazurka de salón
(fácil)
6
»
» 16.—El baile de los ángeles. Divertimiento
(m. d)
10
»,
» 28.—Brindis. Capricho, id
8
»
» 29.—El Juramento. Nocturno
10
»
» 32.—Layiegaria de lanoche.C&'^vich.oiidL). 9
»
» 50.—La Aurur:i. Estudio de salón (id). . . 12
»
» 51.—El delirio. Estudio brillante (id). . . 12
»
» 52.—Armonía religiosa. (Id., id)
12
M. F r o n t i . — O p . 7.—Reverie, en sol {m. á.)
24
»
» 8.—Nocturno, en re bemol (d.)
24
»
» 9.—¿"/IVmo/o, estudio de concierto(m.d.) 24
»
» 10.—Gran fantasía de salón, sobre motivos
áe Romeo 1/Giuletta (d.)
36
»
»
UnanocheenGranada,vfa.\sy^oV^a,{L)
18
G. P e r r e l l i . — O p . 7.—Nocturno, en sol
10
»
» 10.—Gran fantasía de concierto, sobre motivos de la Favorita (d.)
36
»
» 11.—Bolero de concierto
20
»
» 13.—Gran scherzo •pastoral {á.)
25
»
» 15.—Fantasía sobre la Norma (d.)
23
»
» 17.—Id. sobre Roberto el Diablo (d.). . . . 28
»
» 22.—La oración, melodía religiosa
12
»
» 23.—Salve Regina, id. id
14
»
» 24.—Canto de Navidad, id. id
14
»
» 25.—Marcha de procesión, id. id
18
Strakosch.
»
El Trémolo, estudio en octavas(m.d.)
8
»
»
Recuerdo del Niágara, estudio característico (m. d.)
10
»
Op. 36.—Adiós á la Italia, plegaria de Otello.. 6
»
» » —El Arrogo, estudio característico (d.) 10
»
» 33.—Zaí Willis, id. id
14
»
» 36.—Za Partida. Nocturno. .
8
»
»
Fantasía sobre el Desierto de David.
Marcha de la caravana y baile de
las almas
12
Sanfiorenzo.
»
Rigoletta, cscenacaracterística(m.d.) 16
>
»
Cecilia, id. id. (m. d.)
14
»
»
El movimiento perpetuo, locura ^lanistica (d.)
22
»
»
El siempre vivo, segünda.loc\JTa. pianística (d.)
,
20
J. Egghard. —Op. 66.—Perlas de Champaña, capricho brillante de salón (va. d.)
12
;>
» 67.—Los Angeles del Paraíso, caprichoestudio de salón (m. d.)
10
NOTA. LOS grados de dificultad, van marcados: (d.) difícil; (m. d.)
mediana dificultad, y (f.) fácil.
Se remiten á provincias y Ultramar, franco el porte.
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editor A. Romero, calle de Preciados, núm. 1, Madrid.
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mismo; idem sobre tela cortado en forma de mapa, 38 rs.
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de los que resultan; precio 6 rs.
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Brindis de la Traviata, maestro G. Verdi, colocado el canto en
tiempo perfecto, con las figuras perfectas, imperfectas, los puntillos
de aumentación y de perfección; las plicas y el efecto que produce á
las figuras la variación de color, para mostrar la práctica seguida
en el siglo xiv y siguientes: este canto fué aprobado por el citado
maestro Verdi en el año 1864; su precio 4 rs.
Los pedidos se sirven en todos los almacenes de música de Madrid; Copistería del Teatro Real, J. Fazziui; casa del autor, y en la
redacción de E L ARTISTA.
NOTA. Haciendo pedido de diez ejemplares en adelante, se descuenta el 15 por 100.
OTRA. El coste de remisión por correos no es cuenta del almacén
donde se hace el pedido.
NOVEDADES MUSICALES.
Gounod.—Romeo y Giuletta, ópera, canto y piano, palabras
italianas (fijo)
80
Verdi.—Don Carlos, ópera completa, palabras italianas (fijo). 80
Verdi.—La misma, para piano solo (fijo)
60
Mozart^—Don Juan, ópera completa para piano solo (ñjo). . 14
Mozart.—La flauta encantada, idera, idem (fijo)
14
Weber.—Freischutz, idem, idem (fijo)
14
Almacén de música é instrumentos del editor A. Romero, calle de
Preciados, núm. 1, Madrid.
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