decís que queréis una revolución

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S 8 DE SEPTIEMBRE DE 2016
PAÍS: España
FRECUENCIA: Diario
PÁGINAS: 35
O.J.D.: 134016
TARIFA: 37655 €
E.G.M.: 815000
ÁREA: 880 CM² - 85%
SECCIÓN: CULTURA
35
C U L T U R A
8 Septiembre, 2016
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ARTE EXPOSICIÓN EN LONDRES
DECÍS QUE
QUERÉIS UNA
REVOLUCIÓN
El Victoria & Albert Museum dedica su gran
muestra del otoño a la contracultura de los 60
CARLOS FRESNEDA LONDRES
CORRESPONSAL
Si recuerda los años sesenta, seguramente es porque no estuvo allí.
Y si no los recuerda es tal vez porque tuvo un mal viaje, de paso por
Londres o por San Francisco, allá
por 1966, cuando el LSD era todavía «legal». Así se explica tal vez
todo lo que vino después, en esos
cinco año convulsos en los que pareció girar el eje de la Tierra…
El hombre llegó a la Luna. Mohamed Alí se negó a ir a la guerra
del Vietnam. Los Beatles lanzaron
el Sgt. Pepper’s y Jimi Hendrix
nos preguntaba si teníamos «experiencia». Mataron a Martin
Luther King y, después, a Robert
Kennedy. Los jóvenes incendiaron
París. La segunda ola feminista
rompió en las calles y se dio la
mano con la liberación gay. En
Haight-Ashbury proclamaron el
Verano del Amor y en Woodstock
se reunieron todas las tribus. Antonioni rodó Blow Up y Kubrick
nos embarcó en 2001, una odisea
en el espacio.
Todo esto es sucedía de una
manera atropellada y no necesariamente cronológica en esos cinco años (1966-70) examinados como nunca antes en la exposición
del momento en Londres, que
también puso su grano de arena
con la swinging city y el micromundo de Carnaby Street. You
say you want a Revolution da título a ese viaje lisérgico que abre
sus puertas esta semana en el Museo Victoria & Albert, presto a
emular el éxito de la ya legendaria
muestra David Bowie is.
La inmersión sonora y visual forma parte de la experiencia, desde
la sala chill out donde uno puede
ver y vibrar en pantallas gigantes
con el rockumental Woodstock (dirigido por Michael Wadleigh y editado por Martin Scorsese) a las
proyecciones alucinógenas en la
pared con fondo musical de Jimi
Hendrix, Janis Joplin, The Who o
The Grateful Dead.
Las entradas lo advierten: «Sexo,
drogas y rock and roll por delante».
Y la pregunta no puede ser más directa: «¿Has pasado el test del ácido?». El comisario de la exposición,
Geoffrey Marsh, nos invita a dejar
en la entrada los prejuicios y hacer
un esfuerzo por viajar a esa época
en la que el LSD «era perfectamete
legal» y hasta casi un «sacramento»
con una dimensión espiritual, usado para «abrir las puertas de la percepción», y para componer música,
escribir letras, diseñar posters de
colores cegadores.
‘The souper dress’,
de 1966, uno de los
hitos de la exposición.
V&A MUSEUM
Luego vendrían las prohibiciones, y la conversión masiva a la
nueva religión de la marihuana, y
las manifestaciones por la legalización (con Sir Paul McCartney a
la cabeza), y ese afán por las «experiencias inmersivas», como las
que prometían cada noche en el
club UFO de Londres, donde los
Pink Floyd hacían ya alucinar al
personal y se distribuían ejemplares semicladestinos de The Long
Hair Times.
Hasta el Victoria & Albert nos
llegan por cierto los ecos de Lucy
in the Sky with Diamonds, escrita
de puño y letra por John Lennon,
buscando a la chica de ojos caleidoscópicos bajo un cielo de mermelada naranja… Flores de celofán
amarillo y verde/ destacando sobre
tu cabeza/ buscas a la chica con el
sol en tus ojos, y se ha ido.
No hay manera de sustraerse al
influjo de los chicos de Liverpool,
incluido George Harrison, que nos
cede desde ultratumba el traje rojo
con el que entró en el club de los corazones solitarios. Los relojes se pararon con Sgt. Pepper’s, y hasta
Ginsberg, que aullaba desde hacía
tiempo, se rindió a la evidencia:
«Los Beatles han llegado a la convicción de que la conciencia humana tienen que cambiar».
La «revolución interior» rompe
definitivamente las puertas y el 68
es el año en el que la acción se
trasladas a las calles, de París a
San Francisco, donde los diggers
celebran simbólicamente el entierro del hippie y comienza el éxodo
a la naturaleza, la eclosión de las
comunas, la busca de estilos alternativos de vida y la creación de
una conciencia ecológica.
La cúpula geodésica de
Buckminster Fuller y el Whole
Earth Catalogue de Steve Brand
contribuyeron al giro copernicano, culminado por la foto de la
Tierra del Apolo 8: el momento
en que el hombre despertó por
primera vez a la fragilidad del
planeta. El propio Steve Jobs reconoció tiempo después el poderoso influjo de toda esta contracultura en su visión del mundo,
al igual que otros techies de Silicon Valley que se dejaron contagiar por el lejano influjo del espíritu de los 60: «Seguid hambrientos seguid alocados».
EL MANUSCRITO DE
‘LUCY IN THE SKY WITH
DIAMONDS’ ES LA
EXPRESIÓN DEL AIRE
‘BEATLELIANO’ QUE
EMPAPA LA MUESTRA
LOS CARTELES A LA
ENTRADA DEL V&A
MUSEUM LO DEJAN
CLARO: «SEXO,
DROGAS Y ROCK AND
ROLL POR DELANTE»
«VIAJAR A FINALES
DE LOS AÑOS 60 NO
ES UN EJERCICIO DE
NOSTALGIA SINO
DE RABIOSA
ACTUALIDAD»
«Viajar a finales de los 60 no
es un ejercicio de nostalgia, sino
más bien de rabiosa actualidad»,
sostiene el comisario Geoffrey
Marsh. «Aquellos años fueron
una auténtica explosión de creatividad cultural y social, como
respuesta a una realidad opresiva. Los efectos de aquella revolución han llegado a nuestros días, cuando estamos ante una encrucijada más o menos similar y
necesitamos tal vez una nueva
sacudida».
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