TEMA 3 LITERATURA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA. EL

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TEMA 3
LITERATURA UNIVERSAL
TEMA 3
LITERATURA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA.
EL NACIMIENTO DE LOS GÉNEROS (Y DEL AUTOR)
1. ¿POR QUÉ CLÁSICA?
Ya para los renacentistas las obras griegas y latinas eran tenidas por clásicas, ya que
constituían el mejor modelo de creación literaria para los europeos humanistas. ¿A qué se
debe este prestigio?
Si se comparan las literaturas griega y latina con las que estudiamos en el tema anterior
(la india, la hebrea o la china, por ejemplo) se encuentran varias razones. La primera es tal vez
que los textos tienen mucha menos relación con la religión; incluso sus propósitos morales
parecen ser independientes de la existencia de ningún dios. La segunda es que supone la
primera manifestación de los textos más personales y subjetivos: la aparición de la lírica,
que en muchas épocas será considerado el género más apreciado. La tercera es que da cabida
a materias y temas inéditos hasta el momento, pues con los textos de los filósofos se da pie a la
aparición de diferentes tipos de ensayos y obras científicas (históricas, políticas, naturales,
matemáticas...), lo que supone el desarrollo de la prosa, por primera vez contra el dominio
del verso.
El resultado es una literatura más moderna, cercana a los intereses humanos, más
emotiva y variada. De ella proceden la mayoría de los géneros, motivos y tópicos que siguen
usándose en la actualidad. No hay más que echar un vistazo a la Poética de Aristóteles o la de
Horacio, vigentes en muchos aspectos. Lo mismo ocurre con la retórica, cuyo estudio
proviene de Cicerón y Quintiliano.
2. MITOLOGÍA Y EVOLUCIÓN
Aun así, los primeros textos griegos también tuvieron relación con la religión. La
mitología griega es una de las más ricas y complejas de la antigüedad y ello permitió que
desde la tradición oral aparecieran multitud de historias interesantes que, generación tras
generación, iban aumentándose.
Efectivamente, los mitos están en el origen de las obras griegas más antiguas
conservadas, como la Ilíada, la Odisea o la Teogonía. Además, sirvieron como cantera para
una gran cantidad de historias que el teatro, en siglos posteriores, adaptó a las necesidades de
su tiempo. La mitología, eso sí, va perdiendo trascendencia y convirtiéndose en un mero
acervo cultural, mil veces versionado, como acabará siendo en tiempos de Ovidio.
Roma acogerá la mitología griega y la incorporará, por lo que la literatura latina
también usará de referencia los mismos dioses y sus características, si bien de una forma más
impostada.
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El siguiente cuadro puede ayudar a entender la evolución de la literatura clásica,
desde la épica basada en la tradición hasta la decadencia del imperio romano:
ÉPOCA
GÉNEROS, AUTORES Y OBRAS
ARTE E HISTORIA
Arcaica
Épica: Homero y Hesíodo.
VIII-VI a.C. Lírica: Safo.
Narrativa: Fábulas de Esopo.
Desarrollo de las polis y de las
leyes de la democracia ateniense.
Dórico y jónico.
Clásica
V-IV a.C.
Esplendor ateniense y conquista de
Filipo de Macedonia. Imperio de
Alejandro Magno. Grandes obras
arquitectónicas. Escultura clásica.
Orden corintio.
Teatro: tragedias de Esquilo, Sófocles y
Eurípides; comedias de Aristófanes.
Filosofía: Platón y Aristóteles.
Historia: Herodoto, Tucídides y
Jenofonte.
Helenística Teatro: Menandro.
Esplendor de Alejandría (y su
III-I a.C.
Narrativa: Apolonio de Rodas, Heliodoro. biblioteca). Roma conquista Grecia
Historia: Plutarco.
y Egipto.
República
de Roma
II-I a.C.
Teatro: comedias de Plauto y Terencio.
Lírica: Catulo.
Ensayo y oratoria: Cicerón.
Historia: Julio César y Salustio.
Imperio
Épica: Virgilio y Ovidio.
romano
Lírica: Horacio y Marcial.
I a.C- V d.C. Teatro: tragedias de Séneca.
Historia: Tito Livio y Tácito.
Narrativa: Petronio y Apuleyo.
Guerras contra Cartago y civiles.
Conquista de Hispania, Galia y
Grecia.
Máxima extensión del territorio de
Roma. Introducción del
cristianismo. Grandes creaciones
arquitectónicas e infraestructuras.
Cisma.
3. ÉPICA GRIEGA
La épica griega relata las hazañas de héroes y dioses en un pasado mítico. Es obra de un
aedo, un cantor que recopila de la tradición los relatos que llevan compartiéndose durante
generaciones y les da forma al actuar en público, tal y como harán los juglares quince siglos
más tarde. Puedes hacerte una idea de cómo se recitaban aquí.
El texto del aedo solo se pone por escrito en contadas ocasiones, como ocurrió en los
casos de Homero y Hesíodo. Una vez fijado el texto son los rapsodas los que lo recitan en
público. Los poemas épicos tienen las siguientes características:
a) Relatan grandes hazañas pasadas relacionadas con la historia de los pueblos griegos.
b) El protagonista es un héroe que encarna los ideales de la sociedad.
c) Incorpora temas mitológicos: los dioses intervienen en la acción.
d) El lenguaje que utiliza es artificial, lleno de arcaísmos y fórmulas épicas: epítetos,
repeticiones e intervenciones del narrador.
e) Un único tipo de verso, generalmente el hexámetro.
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3.1 HOMERO
Los textos de la Ilíada y la Odisea que han llegado hasta la actualidad se atribuyen a un
poeta que proviene de Esmirna en el s. VIII a.C., pero no se puede asegurar que fueran
compuestos por él en su totalidad, ya que parece que se les añadieron episodios y se les dio
forma en épocas posteriores.
Su relación con la mitología es clara, ya que los dioses toman partido por un bando u
otro en la guerra, favorecen o no a los personajes y sus intervenciones marcan el desarrollo de
la acción, tanto la victoria de Aquiles como el naufragio de Odiseo o su vuelta definitiva a
Ítaca. Ambas epopeyas contienen 24 cantos compuestos en hexámetros, si bien su contenido
es muy diferente:
La Ilíada narra un episodio de la guerra de Troya cuyo protagonista es el más fuerte de
los héroes griegos, Aquiles. Este deja de combatir enemistado con su rey, Agamenón, y solo
después de la muerte de su amigo y amante, Patroclo, retorna a la batalla para enfrentarse a
Héctor, el héroe troyano.
Las leyendas sobre la guerra de Troya son mucho más amplias, pero la obra se centra
en la importancia de ciertos momentos que procuran dar una imagen bastante humana del
héroe: la ira o cólera al retirarle el rey a su esclava, su lamento por la muerte de Patroclo, su
sed de venganza contra Héctor y su compasión ante Príamo, su padre.
Además, la obra está repleta de referencias al mundo de los dioses y sus
intervenciones, y también invocaciones y discursos. No se trata solo de un relato de acción.
La Odisea, sin embargo, relata una acción mucho más desarrollada, pues el peregrinaje
de Odiseo por el Mediterráneo oriental de vuelta a casa, a la isla de Ítaca, después de la
guerra de Troya dura 10 años. Los cuatro primeros cantos, no obstante, cuentan cómo
Telémaco va en busca de su padre, aunque sin resultado.
Al principio del canto V es Odiseo el que, después de un naufragio, llega a la corte de
Alcínoo, en Feacia. Allí cuenta sus diez años de aventuras por mar y sus famosos encuentros
con el cíclope, las sirenas o la maga Circe. Este enorme flashback provoca la compasión del
rey, que lo ayuda a regresar a Ítaca.
En una tercera parte, a partir del canto XIII, se cuenta la llegada de Odiseo a Ítaca y su
calculada venganza contra los pretendientes de su esposa, Penélope, para recuperar el trono.
Ambos protagonistas son muy diferentes, pues de Aquiles destaca la habilidad y la
fuerza en el combate y sus reacciones son agresivas e impulsivas, guiadas por el ansia de
honor y gloria. Por el contrario, Odiseo resulta un héroe racional, prudente, astuto y tenaz que
siempre busca la forma más inteligente de resolver las difíciles situaciones en que se
encuentra.
La existencia de textos tan elaborados y complejos como estos evidencia que en época
arcaica ya debían existir bastantes más epopeyas perdidas y que el prestigio de estas dos las
salvó para la posteridad.
La importancia de las dos epopeyas es inmensa en la historia del arte y la literatura.
Han influido enormemente en el nacimiento de la novela o los viajes de aventuras, han
servido como base al teatro clásico y han proporcionado multitud de motivos a todas las
formas artísticas clásicas, modernas y contemporáneas, desde la poesía al cine o la televisión.
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3.2 HESÍODO
Contemporáneo de Homero, Hesíodo era un campesino y ganadero que conoció bien
las reglas de la poesía de su tiempo y los mitos. Así, en la Teogonía o Genealogía de los dioses
intenta sistematizar los principales mitos, desde las sombras del caos primero hasta la lucha
de los titanes y la victoria de Zeus. También los dioses protagonizan Los trabajos y los días,
un poema de finalidad moral, repleto de máximas y preceptos que elogian el trabajo y la
justicia. El suyo no es un mundo de héroes.
➔ Añade una entrada a tu diario de lecturas en la que insertes una imagen artística
(pintura, escultura, fotograma...) que aluda a algún fragmento de la Ilíada o la Odisea y
sitúala en el momento del relato con el que se relaciona.
➔ Lee los siguientes textos y coméntalos, señalando en ellos las características de la épica
y las personalidades de los héroes:
ILÍADA, CANTO XXIV
Disolvióse la junta: y a las naos
todos volviendo, la sabrosa cena
y a la orilla del mar erraba triste
tomaron las escuadras y al reposo
iluminase el mar y sus riberas.
alegres se entregaron. Solo Aquiles,
Salido el Sol, al pabellón volvía;
del amigo acordándose, lloraba;
y poniendo a su carro los bridones,
ni el dulce sueño, que a los hombres rinde,
detrás ataba de Héctor el cadáver
sus párpados cerró. Sobre su lecho
para llevarle a rastra. Y cuando había
vueltas daba agitado, a la memoria
dado con él tres vueltas a la tumba
recordando el valor y fortaleza
de Patroclo, en su tienda reposaba,
del infeliz Patroclo, y las hazañas
el exánime cuerpo allí dejando
que hiciera unido a él, y los trabajos
extendido de cara sobre el polvo.
que en las guerras pasara y en los mares
Mas de Héctor apiadado hasta en su muerte
borrascas arrostrando peligrosas:
Apolo, del cadáver alejaba
y al acordarse, en abundante lloro
cuanto afear pudiera su hermosura;
bañaba sus mejillas. En desvelo
y con égida de oro le cubría
así pasaba las enteras noches,
todo, para que Aquiles por el suelo
ya echándose de lado, ya de cara
al arrastrarle duro no pedazos
ya de espalda también; y al fin cansado
sus miembros todos y su carne hiciera.
de dar vueltas saltaba de su lecho,
mucho antes que la aurora con sus rayos
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ODISEA, CANTO XII
Entretanto la sólida nave en su curso ligero
se enfrentó a las Sirenas: un soplo feliz la impelía
mas de pronto cesó aquella brisa, una calma profunda
se sintió alrededor: algún dios alisaba las olas.
Levantáronse entonces mis hombres, plegaron la vela,
la dejaron caer al fondo del barco y, sentándose al remo,
blanqueaban de espumas el mar con las palas pulidas.
Yo entretanto cogí el bronce agudo, corté un pan de cera
y, partiéndolo en trozos pequeños, los fui pellizcando
con mi mano robusta: ablandáronse pronto, que eran
poderosos mis dedos y el fuego del sol de lo alto.
Uno a uno a mis hombres con ellos tapé los oídos
y, a su vez, me ataron de piernas y manos
en el mástil, derecho, con fuertes maromas y, luego,
a azotar con los remos volvieron al mar espumante.
Ya distaba la costa no más que el alcance de un grito
y la nave crucera volaba, mas bien percibieron
las Sirenas su paso y alzaron su canto sonoro:
"Llega acá, de los dánaos honor, gloriosísimo Ulises,
de tu marcha refrena el ardor para oír nuestro canto,
porque nadie en su negro bajel pasa aquí sin que atienda
a esta voz que en dulzores de miel de los labios nos fluye.
Quien la escucha contento se va conociendo mil cosas:
los trabajos sabemos que allá por la Tróade y sus campos
de los dioses impuso el poder a troyanos y argivos
y aún aquello que ocurre doquier en la tierra fecunda".
Tal decían exhalando dulcísima voz y en mi pecho
yo anhelaba escucharlas. Frunciendo mis cejas mandaba
a mis hombres soltar mi atadura; bogaban doblados
contra el remo y en pie Perimedes y Euríloco, echando
sobre mí nuevas cuerdas, forzaban cruelmente sus nudos.
Cuando al fin las dejamos atrás y no más se escuchaba
voz alguna o canción de Sirenas, mis fieles amigos
se sacaron la cera que yo en sus oídos había
colocado al venir y libráronme a mí de mis lazos.
4. LÍRICA
Los poetas líricos, al contrario que los aedos y rapsodas, ofrecen al público sus
sentimientos. Su poesía resulta íntima y personal, muy alejada del tono de la épica. Los poetas
recitaban en público ellos mismos, acompañando sus textos de música por medio de la lira o
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la flauta. Los autores más prestigiosos se sitúan entre los siglos VII y V a.C.
La lírica no se distingue de la épica solo en el tono o en su brevedad, sino también en
la métrica, pues se introducen estrofas y versos variados, además del hexámetro.
De esta época provienen algunos subgéneros de la lírica aún utilizados, como la elegía,
el himno o la oda. El poeta más afamado de la antigüedad fue sin duda Píndaro, cuyas odas
se dirigían, entre otros, a los atletas vencedores en los juegos olímpicos.
Sin embargo, los pocos fragmentos encontrados de la obra de Safo de Lesbos (lo que
quedó de sus nueve libros en la biblioteca de Alejandría) resultan mucho más estimulantes
para un lector contemporáneo por su lenguaje más claro. Casi todas son composiciones
amorosas en las que el sentimiento se relaciona con lo cotidiano y lo físico, aludiendo al sexo.
Este camino lo seguirá siglos después el latino Catulo.
➔ Lee los siguientes poemas y coméntalos fijándote en su tema y recursos literarios:
5
Dicen que una tropa de carros unos,
otros que de infantes, de naves otros,
es lo más hermoso en la negra tierra;
que uno ama.
11
Un igual a los dioses me parece
el hombre aquel que frente a ti se sienta
de cerca y cuando dulcemente hablas
te escucha, y cuando ríes
Y es sencillo hacer que cualquiera entienda
esto, pues Helena, que aventajaba
en belleza a todos, a su marido,
alto en honores,
seductora. Esto -no hay duda- hace
mi corazón volcar dentro del pecho.
Miro hacia ti un instante y de mi voz
ni un hilo ya me acude,
lo dejó y se fue por el mar a Troya,
y ni de su hija o sus propios padres
quiso ya acordarse, pues fue llevada
y esto me recuerda que mi Anactoria
no está presente,
la lengua quede inerte y un sutil
fuego bajo la piel fluye ligero
y con mis ojos nada alcanzo a ver
y zumban mis oídos;
de ella ver quisiera su andar amable
y la clara luz de su rostro antes
que a los carros lidios o a mil guerreros
llenos de armas.
me desborda el sudor, toda me invade
un temblor, y más pálida me vuelvo
que la hierba. No falta -me parecemucho para estar muerta.
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5. EL TEATRO. TRAGEDIA Y COMEDIA
El teatro nace en Grecia para toda la humanidad y lo hace relacionado con las fiestas
dionisíacas (para el dios Dionisos) y los himnos creados para él, los ditirambos. Se trata en un
principio de una lírica coral, ya no personal, en la que va ganando importancia la
interacción entre los miembros del coro. De ahí que se realicen en público y se conviertan en
representación.
Se conoce que en el s. VI a.C. ya se hacían en Atenas tres representaciones trágicas y
una satírica durante las fiestas y en las gradas (teatro) frente al templo de Dionisos. Debemos
entender, entonces, que los géneros trágico y cómico ya estaban bien diferenciados en aquella
época.
Sin embargo, es en la época clásica, y particularmente durante el s. V a.C. cuando el
teatro, sobre todo la tragedia, adquiere mayor notoriedad. Los ciudadanos acudían al teatro
durante esos días a “purificarse” mediante la catarsis, es decir, a sentir “compasión” por la
suerte de los personajes que se enfrentaban a la desgracia en lugar de ellos, tal y como teorizó
Aristóteles.
El teatro suponía una profunda reflexión sobre las cuestiones morales de la sociedad, si
bien en la tragedia esta se hacía sobre la interpretación de las leyendas y los mitos, cuyos
personajes nobles eran conocidos por todos, mientras en la comedia se hacía sobre la
conducta de los ciudadanos corrientes.
Las diferencias entre ambos subgéneros puede comprobarse en el siguiente cuadro,
esquema que se mantuvo intacto casi hasta el s. XVIII:
TRAGEDIA
COMEDIA
TEMAS
Provienen de la mitología o la épica y Se centra en la crítica social a partir
se centran en un conflicto moral de la parodia o la burla.
provocado por el choque entre el
destino o la desgracia individual y los
intereses colectivos.
ACCIÓN
Representa el conflicto del personaje
como una desgracia inevitable,
muchas veces condicionada por los
dioses y predicha por augurios.
Las situaciones conflictivas de los
personajes no son conocidas por el
público y van resolviéndose
felizmente.
PERSONAJES Héroes o personajes legendarios.
Ciudadanos
contemporáneos
inventados
por
el
autor.
Intervienen estereotipos.
ESTILO
Incluye el lenguaje coloquial, a
veces obsceno.
Culto y elevado.
En Atenas las obras, compuestas por diversos autores, se presentaban cada año a
concurso, de tal forma que solo se representaban las ganadoras. De ahí que se conserven las
atribuidas a los más reconocidos autores de la época de mayor esplendor del teatro: Esquilo,
Sofocles, Eurípides y Aristófanes. Tuvo que haber representaciones en otras ciudades, pero
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apenas existen testimonios de ello más allá de la evidente presencia de numerosos teatros,
todos edificados según los mismos parámetros y cuyas características pueden verse en la
siguiente imagen. Eran recintos perfectamente diseñados para la representación pública
al aire libre, tanto por sus dimensiones como por su acústica y diseño.
Esquilo, Sófocles y Eurípides son los tres grandes autores trágicos y sus obras
demuestran la evolución del género durante el citado s. V a.C. Todos toman los asuntos y los
personajes de las leyendas y mitos del ciclo de Micenas y el de Tebas principalmente, con
personajes como Agamenón, Electra, Orestes, Medea, Edipo...
Sin embargo, difieren en la interpretación del mito, la forma y el estilo. Mientras que
las intervenciones del coro tienen una importancia capital en Esquilo y Sófocles, esta se va
perdiendo en Eurípides, así como este último desarrolla una moral menos tradicional, más
rebelde contra la justicia divina o las normas de la ciudad. Los personajes de Sófocles, como
los protagonistas de Edipo rey o Antígona, representan el equilibrio perfecto entre la
desgracia y el sufrimiento y la consciencia de su responsabilidad moral. Los de Eurípides,
como Medea, no miden las consecuencias que sus actos ocasionarán, resultando impetuosos
y, con ello, más modernos.
Aristófanes fue contemporáneo de Sófocles y Eurípides y han llegado hasta la
actualidad once de sus comedias. Representa en ellas acciones de la vida cotidiana que
exagera, satiriza o parodia, buscando la complicidad y la risa del público más que la
corrección o la denuncia de sus vicios. Aun así, la mayoría de sus obras critican la política de
su tiempo, que le parecía decadente. El diálogo de los personajes siempre es vivo, coloquial y
ágil, muy diferente al de la tragedia. La asamblea de mujeres es una de sus obras más
conocidas. Otras son Las nubes, La paz o Pluto.
El otro autor importante de comedias es Menandro, situado ya en la época
helenística. El amor sirve de conductor en casi todas sus tramas y crea estereotipos de
personajes más creíbles y menos exagerados que los de Aristófanes. De ahí su influencia en los
latinos Plauto y Terencio.
En este vídeo pueden repasarse los aspectos más importantes de este apartado.
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➔ Observa el comportamiento de los personajes y su lenguaje en los siguientes
fragmentos. Relaciónalos con las características de la tragedia:
ANTÍGONA, DE SÓFOCLES
CREONTE.
Pero tú (a Antígona) dime brevemente, sin extenderte; ¿sabías que estaba decretado no hacer
esto?
ANTÍGONA.
Sí, lo sabía: ¿cómo no iba a saberlo? Todo el mundo lo sabe.
CREONTE.
Y, así y todo, ¿te atreviste a pasar por encima de la ley?
ANTÍGONA.
No era Zeus quien me la había decretado, ni la Justicia, compañera de los dioses
subterráneos, perfiló nunca entre los hombres leyes de este tipo. Y no creía yo que tus
decretos tuvieran tanta fuerza como para permitir que solo un hombre pueda saltar por
encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no es de hoy ni de ayer,
sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron. No iba yo a atraerme el castigo de
los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien: ya veía, ya, mi muerte –y ¿cómo no?—,
aunque tú no hubieses decretado nada; y, si muero antes de tiempo, yo digo que es ganancia:
quien, como yo, entre tantos males vive, ¿no sale acaso ganando con su muerte? Y así, no es
desgracia para mí tener este destino; y en cambio, si el cadáver de un hijo de mi madre
estuviera insepulto y yo lo aguantara, entonces eso sí me sería doloroso; lo otro, en cambio,
no me es doloroso: puede que a ti te parezca que obré como una loca, pero es a un loco a
quien doy cuenta de mi locura.
CORIFEO.
Muestra la joven fiera audacia, hija de un padre fiero: no sabe ceder al infortunio.
MEDEA, DE EURÍPIDES
MEDEA.
Salgo de mi palacio, ¡oh mujeres corintias!, para que no me reconvengáis […] El que recibe
hospitalidad debe adoptar las costumbres de la ciudad que se la da, pues no alabo al
ciudadano, sea el que fuere, de arrogante índole, que con su necedad molesta a sus
conciudadanos. Este mal, que me ha sobrevenido cuando no lo esperaba, ha desgarrado mi
corazón acabando conmigo, y como la vida no tiene ya atractivo para mí, deseo morir, ¡Oh
amigas! Mi esposo, el peor de los hombres, me ha abandonado, cuando en él tenía cifrada mi
mayor dicha. De todos los seres que sienten y conocen, nosotras las mujeres somos las más
desventuradas, porque necesitamos comprar primero un esposo a costa de grandes riquezas y
darle el señorío de nuestro cuerpo; y este mal es más grave que el otro, porque corremos el
mayor riesgo, exponiéndonos a que sea bueno o malo. No es honesto el divorcio en las
mujeres, no es posible repudiar al marido. Habiendo de observar nuevas costumbres y nuevas
leyes, como son las del matrimonio, es preciso ser adivino (no habiéndolas aprendido antes,
como sucede, en efecto) para saber cómo nos hemos de conducir con nuestro esposo. Si
congenia con nosotras (y es la mayor dicha) y sufre sin repugnancia el yugo, es envidiable la
vida; si no, vale más morir. El hombre, cuando se halla mal en su casa, se sale de ella y se
liberta del fastidio o en la del amigo, o en la de sus compañeros; mas la necesidad nos obliga a
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no poner nuestra esperanza más que en nosotras mismas. Verdad es que dicen que pasamos
la vida en nuestro hogar libres de peligros, y que ellos pelean con la lanza; pero piensan mal,
que más quisiera yo embrazar tres veces el escudo que parir una sola. Pero tu suerte es
distinta de la mía, y contigo no rezan mis palabras; esta es tu patria, este tu hogar paterno, y
aquí disfrutas de las comodidades de la vida y del trato de los amigos; yo sin ellos, desterrada,
sufriendo afrentas de mi marido, que me robó de un país bárbaro, no tengo madre, ni
hermano, ni parientes que me consuelen en esta calamidad. Sólo, pues, desearía que me
indicases algún medio de vengarme de estos males que mi esposo me causa, y del que le dio a
su hija en matrimonio, y de ella, y que lo calles.
6. NARRATIVA, FILOSOFÍA E HISTORIA
La prosa griega se desarrolló también desde la época arcaica, si bien de entonces solo
han sobrevivido versiones posteriores de las Fábulas de Esopo, las obras en prosa más
antiguas de Europa. Su carácter moralizante y su parecido con aquellos apólogos y cuentos de
la literatura india parecen sugerir un origen común que se ha perdido.
Más novedosos son aún los libros de historia, pues la griega es una de las primeras
culturas que muestra la inquietud de recoger los hechos del pasado reciente (y no el
legendario o mítico) para guardarlos del olvido de las futuras generaciones.
Heródoto recogió en sus Historias el desarrollo de la guerra entre griegos y persas,
incluyendo numerosas digresiones y anécdotas. Tucídides, también en el s. V a.C. compuso
la Historia de la Guerra del Peloponeso, entre Atenas y Esparta. Su visión es mucho más
estricta y cercana al concepto actual de Historia. Posterior es Jenofonte, que acudió como
aventurero a la expedición de los mercenarios griegos que combatieron para una facción de
los persas y narró su experiencia personal en la Anábasis. Ya en el siglo I d.C. es conocida la
obra de Plutarco, que con sus Vidas paralelas quiso comparar a grandes personajes griegos y
romanos.
La prosa también intervino en el desarrollo de otras ciencias, como la filosofía o la
medicina. Se conocen numerosos fragmentos de filósofos anteriores a Sócrates, como
Parménides o Heráclito, pero es absolutamente fundamental para la historia del
pensamiento y el arte la contribución de los dos mayores filósofos de la antigüedad: Platón y
Aristóteles.
La obra de Platón está compuesta a partir de diálogos que resultan una exégesis de
las teorías de su maestro, Sócrates, que supuestamente no dejó ningún documento escrito. En
estos diálogos el personaje de Sócrates expone y argumenta su doctrina sobre diversos temas,
como la organización política de la sociedad (La república), el amor (El banquete) o la muerte
(Fedón).
Aristóteles es el artífice de un verdadero sistema filosófico que abarca todas las
manifestaciones científicas de su época: Física, Metafísica, Ética, Política, Poética... El valor
de sus tratados es incalculable, si bien no destacan como obras literarias. Su figura supone el
fin de la Atenas clásica, de cuya Academia tuvo que escapar después de la derrota de
Alejandro Magno, del que fue instructor.
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➔ Observa cómo razona Sócrates sobre la inmortalidad del alma. ¿Qué argumentos
defiende?
FEDÓN, DE PLATÓN
— ¡Y qué!, repuso Sócrates: ¿la vida no tiene también su contraria, como la vigilia tiene el
sueño?
— Sin duda, dijo Cebes.
— ¿Cuál es esta contraria?
— La muerte.
— Estas dos cosas, si son contrarias, ¿no nacen la una de la otra, y no hay entre ellas dos generaciones
o una operación intermedia que hace posible el paso de una a otra?
— ¿Cómo no?
— Yo, dijo Sócrates, te explicaré la combinación de las dos contrarias de que acabo de hablar, y el
paso recíproco de la una a la otra; tú me explicarás la otra combinación. Digo, pues, con motivo del
sueño y de la vigilia, que del sueño nace la vigilia y de la vigilia el sueño; que el paso de la vigilia al
sueño es el adormecimiento, y el paso del sueño a la vigilia es el acto de despertar. ¿No es esto muy
claro?
— Sí, muy claro.
— Dinos a tu vez la combinación de la vida y de la muerte. ¿No dices que la muerte es lo contrario de
la vida?
— Sí.
— ¿Y que la una nace de la otra?
— Sí.
— ¿Qué nace entonces de la vida?
— La muerte.
— ¿Qué nace de la muerte?
— Es preciso confesar que es la vida.
— De lo que muere, replicó Sócrates, nace por consiguiente todo lo que vive y tiene vida.
— Así me parece.
— Y por lo tanto, repuso Sócrates, nuestras almas están en los infiernos después de la muerte.
— Así parece.
— Pero de los medios en que se realizan estas dos contrarias, ¿uno de ellos no es la muerte sensible?
¿No sabemos lo que es morir?
— Seguramente.
— ¿Cómo nos arreglaremos entonces? ¿Reconoceremos igualmente a la muerte la virtud de producir
su contraria, o diremos que por este lado la naturaleza es coja? ¿No es toda necesidad que el morir
tenga su contrario?
— Es necesario.
— ¿Y cuál es este contrario?
— Revivir.
— Revivir, si hay un regreso de la muerte a la vida, repuso Sócrates, consiste en verificar este regreso.
Por lo tanto, estamos de acuerdo en que los vivos no nacen menos de los muertos, que los muertos de
los vivos; prueba incontestable de que las almas de los muertos existen en alguna parte de donde
vuelven a la vida.
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7. LA LITERATURA LATINA Y SU RELACIÓN CON LA GRIEGA
Es evidente que la sociedad romana, que en sus inicios no disponía de una tradición
letrada tan rica y arraigada como la griega, tomó ejemplo de esta en muchos aspectos. La
expansión de Roma más allá de la península Itálica le hizo trabar contacto (y conquistar
después) con los reinos helenísticos, que disponían de todo el legado cultural de la época
clásica griega.
Así es como, ya en los tiempos finales de la república romana, en los ss. II y I a.C.,
comienzan a aparecer obras literarias latinas que, a pesar de imitar las formas griegas,
contienen ya rasgos característicos.
En general, tanto en la mitología como en la tradición épica y legendaria, así como en
los géneros y formas del teatro, la literatura latina es muy dependiente de la griega,
imitándola frecuentemente y asimilándola culturalmente a sus peculiaridades. Es el caso,
sobre todo, de la épica y el teatro.
8. VIRGILIO Y LA ENEIDA
En tiempos de Octavio Augusto, primer emperador de Roma, vivió su madurez Publio
Virgilio Marón (70-19 a.C.) Es el poeta nacional de Roma por antonomasia y esta categoría se
debe a la dedicación, durante sus últimos once años de vida, a la composición de la Eneida,
que debía ser la epopeya que colocase los orígenes de Roma en consonancia con la mitología y
las leyendas asimiladas de Grecia.
Para su composición tomó de los modelos griegos tanto la estructura como el estilo:
división en doce cantos (que él llama “libros”), lenguaje solemne, uso del hexámetro, epítetos
épicos... Además, el protagonista, Eneas, proviene de las leyendas en torno a la guerra de
Troya.
La intención de Virgilio era relacionar la estirpe de los troyanos con la de los primeros
reyes de Roma (había pasado por la monarquía y la república antes de llegar a ser un
imperio). Para ello era necesario ponerlo en situación de escapar de su Troya originaria y
concebir un viaje que lo llevara hasta el Lacio, en el centro de Italia.
Los seis primeros libros relatan este viaje tomando como ejemplo la Odisea, de tal
manera que el propio Eneas recurre a un flashback muy similar al de Odiseo, pues cuenta a la
reina de Cartago, Dido, sus aventuras hasta llegar allí. Dido, compadecida de él, se enamora e
intentará evitar su marcha. Al final del libro VI Eneas visita el Hades, donde se le revela la
grandeza del futuro de sus descendientes, los romanos. Dante Alighieri, en su Divina
Comedia, utilizará precisamente de guía a Virgilio en su visita a los infiernos 13 siglos
después.
La segunda parte de la epopeya, los otros seis libros, se parecen más a la Iíada, pues
relatan las batallas contra Turno, enemigo del rey del Lacio (el padre de su prometida). Estas
batallas son el último obstáculo para que los descendientes de Eneas se conviertan en
gobernantes de la futura Roma. En ellas, como en las epopeyas griegas, los dioses
intervienen y toman partido por un bando.
La obra contiene pasajes memorables que han influido notablemente en toda la
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literatura posterior. Todo en la Eneida está perfectamente medido y cuidado, pues su
composición dista mucho del modelo de acumulación de elementos populares, sino que es una
creación personal del autor.
Además de la Eneida, Virgilio era ya conocido anteriormente por dos libros de poesía:
• Las Bucólicas son diez églogas, composiciones en las que unos personajes,
pastores, cuentan sus desdichas de amor. Este tipo de composición tendrá una
gran fortuna en el Renacimiento.
• Las Geórgicas es un poema didáctico sobre el cultivo de los campos y la vida en
sincronía con la naturaleza.
➔ ¿Cómo lograron los aqueos acabar con Troya? ¿Qué ocurrió en la noche que relata
Eneas?
ENEIDA, LIBRO II (Eneas cuenta su huida de Troya a Dido)
Mas si tanta es tu ansia de conocer nuestra ruina
y en breve de Troya escuchar la fatiga postrera,
aunque el ánimo se eriza al recordar y huye del llanto,
comenzaré. Quebrados por la guerra, por el hado rechazados
los jefes de los dánaos al pasar ya tantos los años,
como una montaña un caballo con arte divina de Palas
levantan, tejiendo sus flancos con tablas de abeto;
lo fingen un voto por el regreso; así la noticia se extiende.
Escogidos a suerte, a escondidas aquí los guerreros
encierran en el ciego costado y hasta el fondo llenan
las cavernas enormes de la panza con hombres en armas […]
¿Quién puede narrar el desastre de la noche aquella,
quién tanta muerte, o puede igualar las fatigas con lágrimas?
Se derrumba una antigua ciudad que reinó muchos años;
hay muchísimos cuerpos inertes por todas las calles
y por las mansiones y los sagrados umbrales de los dioses.
Mas no sólo los teucros pagaban su pena con sangre,
que a veces también el valor retorna al corazón de los vencidos
y caen los dánaos vencedores. Por todas partes un duelo
cruel, por todas partes el miedo y la imagen repetida de la muerte [...]
Me quedé parado, se erizó mi cabello y la voz se clavó en mi garganta.
Entonces habló así y con estas palabras me liberó de cuidado:
“Por qué te empeñas en entregarte a un dolor insano,
oh dulce esposo mío? No ocurren estas cosas sin que medie
la voluntad divina; ni te ha sido dado el llevar a Creúsa contigo,
ni así lo consiente el que reina en el Olimpo soberano.
Te espera un largo exilio y arar la vasta llanura del mar,
y llegarás a la tierra de Hesperia donde el lidio Tiber
fluye con suave corriente entre los fértiles campos de los hombres.
Allí te irán bien las cosas y tendrás un reino y una esposa
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real; guarda las lágrimas por tu querida Creúsa.
No veré yo la patria orgullosa de los mirmídones
o de los dólopes, ni marcharé a servir a las matronas griegas,
nuera que soy de la divina Venus y Dardánida;
me deja en estos lugares la gran madre de los dioses.
Adiós ahora, y guarda el amor de nuestro común hijo.”
Luego me dijo esto, me abandonó llorando y queriendo
hablar aún mucho, y desapareció hacia las auras sutiles.
Tres veces intenté poner mis brazos en torno a su cuello,
tres veces huyó de mis manos su imagen en vano abrazada,
como el viento ligera y en todo semejante al sueño fugitivo.
Así por fin, consumida la noche, vuelvo con mis compañeros.
»Y encuentro allí asombrado que una gran muchedumbre
de nuevos amigos había acudido, mujeres y hombres,
la juventud reunida para la marcha, una gente digna de lástima.
De todas partes acudieron preparados de ánimo y recursos
para partir hacia la tierra que yo eligiera allende el mar.
Surgía ya Lucifer en lo alto de las cumbres del Ida
y nos traía el día, y los dánaos tenían ocupados
los umbrales de las puertas y no quedaba ya esperanza de ayuda.
Me puse en marcha y los montes busqué con mi padre a la espalda.
9. AUTORES LÍRICOS LATINOS
El género en el que la literatura latina alcanzó mayor originalidad fue la poesía lírica.
Esta era muy apreciada dentro de las reuniones de la nobleza (patricios) y la élite gobernante.
Al mismo tiempo, sirve como crítica a la situación moral o política, para resolver disputas
personales o para exaltar las relaciones amorosas.
El poeta más original y rompedor en cuanto al estilo es Cayo Valerio Catulo (87-54
a.C.) La mayoría de sus composiciones son amorosas y siguen el modelo de Safo, tanto en la
métrica como en los temas. Son poemas que revelan la trayectoria de su relación con una
dama de nombre fingido, Lesbia. Sorprende, frente a otros poetas, su lenguaje directo y
sensual.
Horacio (65-8 a.C.), por el contrario, tiene una obra algo más amplia y variada:
◦ Épodos: son poemas satíricos contra defectos o vicios de personajes que
representan a los estamentos de la sociedad.
◦ Epístolas: son poemas en forma de carta que trata normalmente temas filosóficos.
◦ Odas: son los poemas más influyentes y reconocidos. De temas variados, amorosos,
filosóficos y políticos, son más de cien y suponen la cima de su estilo sencillo,
depurado y equilibrado.
Ovidio (43 a.C.-17 d.C.) es, sin embargo, el poeta que más influirá en la literatura
posterior, sobre todo durante la Edad Media. Ello se debe a dos vertientes de su obra: la
mitológica y la amorosa.
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Esta se recoge en los poemas de Los amores y El arte de amar. La última es un tratado
sobre la seducción que escandalizó bastante en su época pero que se difundió durante siglos.
La vertiente mitológica se recoge en Las Heroidas, un compendio de 17 cartas de amor
de mujeres a sus maridos o amantes, héroes legendarios; pero también en las Metamorfosis,
sin duda una de las obras de mitología más conocidas de la historia. El libro relata en
hexámetros abundantes mitos que concluyen con una transformación propiciada por los
dioses. Son famosísimas las de Dafne, Ícaro, Narciso o la historia de Píramo y Tisbe.
Por útlimo, hay que destacar a Marcial, poeta satírico de origen hispano. El subgénero
que cultiva es el epigrama, ya utilizado por Catulo en alguna ocasión. Se cuela en sus versos la
vida disoluta y sumamente interesante de la Roma de finales del s. I d.C.
➔ Analiza el tema y el estilo de los siguientes poemas. ¿Reconoces algún tópico?:
POEMAS DE CATULO
Vivir, Lesbia, y amar. Vamos a ello.
Los chismes de los viejos amargados
Odio y amo. Quizá me preguntes por qué.
nos tienen que importar menos que nada.
No lo sé, pero así lo siento. Y sufro.
Puede ponerse el sol, salir de nuevo,
pero la breve luz de nuestros días
***
una vez que se apague será noche
que habremos de dormir, interminable.
Deja, pobre Catulo, las locuras.
Dame mil besos ya, dame cien luego,
Da por perdido lo que ves que ha muerto.
y más tarde otros mil y otra centena,
En otro tiempo te alumbraron soles
y mil más y cien más todos seguidos,
resplandecientes, cada vez que ibas
y, al fin, cuando sumemos muchos miles,
a la cita con ella,
los desordenaremos. Ni siquiera
la que tuvo tu amor como ninguna
nosotros lo sepamos. Que no pueda
lo tendrá. Muchos eran los placeres
un envidioso echarnos mal de ojo
que tú querías y ella no negaba...
si conoce el total de nuestros besos.
Resplandecientes soles te alumbraron.
Ahora ella no quiere. Tú tampoco
***
la persigas, pues huye y nada puedes.
Pero tampoco vivas amargado.
Preguntas, Lesbia, cuántos besos tuyos
...Mejor resiste firme y hazte duro.
me serían bastantes y de sobra.
Adiós, mujer. Catulo se ha hecho duro.
Tantos como la arena que de Libia
No te va a requerir ni a suplicarte
yace con laserpicios en Cirene,
contra tu voluntad.
entre el ardiente oráculo de Júpiter
Ya sufriras al ver que no te buscan.
y el sepulcro del viejo y sacro Bato;
Ay de ti, mujer pérfida, qué vida
o tantos como estrellas que contemplan,
te espera. ¿Quién se va a acercar a ti?
cuando calla la noche, los amores
¿A quién le vas a parecer hermosa?
furtivos de los hombres. Tantos besos
¿A quién querrás ahora?
a este loco le bastan y le sobran:
¿De quién dirás que eres?
que no puedan contarlos los mirones
¿A quién vas a besar, morder los labios?
ni echarles maldiciones envidiosas.
Tú, Catulo, con fuerza, aguanta duro.
***
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ODA III, LIBRO II, DE HORACIO
Acuérdate de mantener en los momentos difíciles
un espíritu sereno,
e igualmente en los felices,
preservado de la insolente alegría, oh mortal Delio,
sea que hayas vivido triste en todo momento,
sea que hayas vivido feliz,
recostado en una lejana pradera los días de fiesta
con la clase más selecta de tu Falerno.
¿Con qué fin el enorme pino y el blanco chopo
gustan de unir la hospitalaria sombra de sus ramas?
¿Por qué la fugaz agua se afana en brincar
por el tortuoso río?
Manda traer aquí vinos y perfumes y rosas,
flores demasiado efímeras,
mientras que tu situación y tu edad
y el hilo funesto de las tres Parcas lo permiten.
Dejarás los bosques comprados, y la casa,
y la granja que el amarillento Tíber baña
dejarás, y las poseerá tu heredero,
las riquezas acumuladas.
Si rico, descendiente del antiguo Inaco,
o pobre y nacido de ínfima condición, a la intemperie,
nada importa;
morirás, víctima del Orco que de nada se apiada.
Todos estamos constreñidos a lo mismo:
se agita la suerte de cada uno
que, tarde o temprano, saldrá de la urna
y nos colocará en la barca hacia el eterno exilio.
EPIGRAMA DE MARCIAL
Si eres honrado, no podrás vivir en Roma.
—¿Qué motivo o qué confianza te trae a Roma, Sexto? ¿Qué esperas o qué vienes a buscar aquí?
Dímelo.
—Yo trataré causas, me respondes, con más elocuencia que el propio Cicerón, y no habrá quien me
iguale en los tres foros.
—Han intervenido en causas Atestino y Civis. A los dos los conocías. Pues bien, ninguno de los dos
sacaba para pagar a la patrona.
—Si por esta parte no hay salida, compondré poemas. Apenas los oigas, pensarás que son de Virgilio.
—Estás loco. Todos esos que ves ahí con sus mantos heladores, son Ovidios y Virgilios.
—Frecuentaré los atrios de las grandes casas.
—Esto es solución para tres o cuatro. Todos los demás, una turba inmensa, se mueren de hambre.
—¿Qué debo hacer? Dímelo, porque tengo decidido vivir en Roma.
—Si eres bueno, será una casualidad que puedas vivir.
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➔ Lee este mito perteneciente a las Metamorfosis y coméntalo en tu diario de lecturas.
APOLO Y DAFNE
El primer amor de Febo fue Dafne, la hija del Peneo y no fue producto del ciego azar,
sino de la violenta cólera de Cupido. A éste lo había visto el Delio, orgulloso de su victoria
sobre la serpiente, en el momento en que el otro doblaba los extremos de su arco tirando de la
cuerda, y le dijo: "¿Qué tienes tú que ver, niño retozón, con las armas de los valientes? Llevar
esa carga me cuadra a mí, que sé dirigir golpes infalibles a una fiera o a un enemigo, que hace
poco he tendido por tierra, hinchada por mis innúmeras flechas, a Pitón, la alimaña que con
su vientre venenoso oprimía tantas yugadas de tierra. Tú conténtate con estimular con tu
antorcha no sé qué pasiones amorosas, y no trates de aspirar a la gloria, que me es propia." A
lo que respondió el hijo de Venus: "Aunque tu arco atraviese todo lo demás, el mío te va a
atravesar a ti, y en la misma medida en que todos los anímales son inferiores a la divinidad,
otro tanto es menor tu gloria que la mía". Dijo, y batiendo las alas se abrió camino por los
aires y fue raudo a detenerse en la sombreada cima del Parnaso, donde sacó de su aljaba
portadora de flechas dos dardos de diferente efecto; el uno hace huir al amor, el otro lo
produce. El que lo produce es de oro, y resplandece su afilada punta; el que lo hace huir es
romo y tiene la caña guarnecida de plomo. Este fue el que clavó el dios en la ninfa del Peneo,
mientras que con el otro hirió hasta la médula de Apolo después de atravesarle los huesos. En
el acto queda el uno enamorado; huye la otra hasta del nombre del amor, y se complace en las
espesuras de las selvas y en los despojos de las fieras que cautiva, émula de la virginal Febe;
una cinta sujetaba sus cabellos abandonados en desorden. Muchos la pretendieron, pero ella
rechaza a sus pretendientes y, libre de marido al que no soportaría, recorre los parajes más
solitarios de los bosques y desdeña enterarse de lo que es el Himeneo el Amor o el lazo
conyugal. Muchas veces le dijo su padre: "Un yerno me debes, hija". Muchas veces le dijo su
padre: "Me debes nietos, hija mía". Ella, que odiaba como un crimen las antorchas nupciales,
mostraba su bello rostro teñido de avergonzado rubor y, en los brazos acariciantes de su
padre y colgada de su cuello, le decía: "Concédeme, padre mío querido, poder disfrutar de
una virginidad perpetua, también a Diana se lo concedió su padre." [...]
Aún iba a seguir hablando cuando la Penea huyó a la carrera, despavorida, y al
abandonarlo dejándolo con la palabra en la boca, aun entonces le pareció agraciada; el viento
le descubría las formas, las brisas que se le enfrentaban agitaban sus ropas al choque, y un
aura suave le empujaba hacia atrás los cabellos; con la huida aumentaba su belleza. Pero el
joven dios no puede soportar por más tiempo dirigirle en vano palabras acariciantes, y,
obedeciendo a los consejos de su mismo amor, sigue sus huellas en carrera desenfrenada.
Cuando un perro de las Galias ha visto a una liebre en campo abierto, mientras él busca el
botín con la ligereza de sus patas, la liebre busca la vida; el uno parece que va a hacer presa,
espera conseguirlo de un momento a otro y con el hocico tendido va rozando las huellas; la
otra está en la incertidumbre sobre si estará ya apresada, se arranca de las fauces mismas de
su perseguidor y deja atrás el hocico que ya la tocaba; así corren veloces el dios y la
muchacha, él por la esperanza, ella por el temor. Sin embargo el perseguidor, ayudado por las
alas del amor, es más rápido, se niega el descanso, acosa la espalda de la fugitiva y echa su
aliento sobre los cabellos de ella que le ondean sobre el cuello. Agotadas sus fuerzas,
palideció; vencida por la fatiga de tan acelerada huida, mira a las aguas del Peneo y dice:
"Socórreme, padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por
la que he gustado en demasía". Apenas acabó su plegaria cuando un pesado entorpecimiento
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se apodera de sus miembros; sus suaves formas van siendo envueltas por una delgada
corteza, sus cabellos crecen transformándose en hojas, en ramas sus brazos; sus pies un
momento antes tan veloces quedan inmovilizados en raíces fijas; una arbórea copa posee el
lugar de su cabeza; su esplendente belleza es lo único que de ella queda. Aun así sigue Febo
amándola, y apoyando su mano en el tronco percibe cómo tiembla aún su pecho por debajo
de la corteza reciente; y estrechando en sus brazos las ramas, como si aun fueran miembros,
besa la madera; pero la madera huye de sus besos. y el dios le habla así: "Está bien, puesto
que ya no puedes ser mi esposa, al menos serás mi árbol; siempre te tendrán mi cabellera, mi
cítara, mi aljaba; tú acompañarás a los caudillos alegres cuando alegre voz entone el Triunfo y
visiten el Capitolio los largos desfiles. También tú te erguirás ante la puerta de la mansión de
Augusto, como guardián fidelísimo, protegiendo la corona de encina situada entre ambos
quicios; y del mismo modo que mi cabeza permanece siempre juvenil con su cabellera intacta,
lleva tú también perpetuamente el ornamento de las hojas." Terminó de hablar Peán; el laurel
asintió con sus ramas recién hechas, y parecía que, como cabeza, agitaba su copa.
10. TEATRO. LA COMEDIA
Como se ha indicado más arriba, el teatro latino toma como modelo las obras griegas,
sobre todo de la época helenística, como son las comedias de Menandro. Las comedias
latinas deben a las de Menandro y a su propia tradición popular sus características:
• Personajes estereotipados: el viejo, los enamorados, el esclavo, el soldado fanfarrón...
• Composición en verso.
• Utilización de tramas y motivos incorporados de obras más antiguas.
• Importancia de los enredos amorosos en las tramas.
• Intención de divertir al público, provocando la risa.
• Crítica de comportamientos reprochables o de usos y costumbres.
En cuanto a la representación, cambian algunos usos del teatro griego, como el uso
de coturnos (zapatos con alzas) y máscaras, que van desapareciendo con el paso del tiempo.
Sin embargo, los romanos copian el modelo de edificio para las representaciones,
construyendo teatros en todas las ciudades del imperio desde el s. I a.C. Algunos de los mejor
conservados son los de Mérida, o Bosra. En España existen varios importantes en Cartagena,
Tarragona, Sevilla (Itálica), Valencia (Sagunto) o Cádiz (Bolonia).
Los dos comediógrafos más conocidos son ambos de época republicana (ss. III-II a.C.)
y desarrollan obras conocidas como “fabula palliata”, por utilizar personajes, lugares y
contenidos griegos (los personajes, de ahí el nombre, vestían al modo griego), si bien se
sobreentienden en la acción costumbres, dichos, tradiciones y actitudes típicamente romanos.
Plauto tiene la peculiaridad de utilizar un estilo adaptado al carácter de cada
personaje, sirviéndose incluso del latín vulgar (el hablado por la gente corriente) y de
expresiones soeces o procaces. El desarrollo de sus obras está repleto de equívocos y apartes y
los personajes acentúan sus rasgos de forma exagerada. El resultado son comedias poco
reflexivas y verosímiles, pero muy divertidas. Las más conocidas son Aulularia o La olla,
Anfitrión y El soldado fanfarrón. La primera sirvió de base a una de las comedias más
afamadas y divertidas de todos los tiempos: El avaro, de Moliére (s. XVII).
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Las comedias de Terencio, sin embargo, utilizan un lenguaje más elevado, propio de
la clase alta, y alcanzan mayor profundidad moral. A pesar de que los temas son muy similares
a los de Plauto, en sus obras el orden social es incuestionable y su mensaje intenta ser
educativo para el espectador. Ejemplos de ello son Andria y El eunuco.
Las tragedias latinas apenas han llegado a nuestros días. Se sabe que hubo multitud de
adaptaciones de tragedias griegas, pero solo se conservan las originales del cordobés Lucio
Anneo Séneca, ya en la época del imperio (s. I d.C.) Utilizan leyendas de la Grecia clásica y
tienen un contenido muy filosófico, además de buscar la catarsis a través de finales muy
sangrientos, verdaderamente terribles, que influyeron notablemente en el teatro inglés de los
ss. XVI y XVII, sobre todo las obras históricas de Shakespeare.
➔ Analiza los rasgos de la comedia latina en un fragmento de la representación filmada de
Aulularia, de Plauto, en este enlace (a partir del minuto 4:30). ¿Por qué Euclión no
quiere que nadie entre en su casa?
11. HISTORIA, ENSAYO Y NARRATIVA
La prosa latina aborda géneros y temas similares a los de la griega. Sobresale la labor
de los historiadores, si bien hay que distinguir dos modelos: el del narrador interesado a
quien le afectan los hechos relatados y cuya visión resulta parcial y aquel historiador que
pretende recoger los hechos de la manera más objetiva posible sin participaren ellos.
Al primer modelo pertenecen los dos autores más reconocidos del s. I a.C.: Julio César
y Salustio. Julio César narra sus propias campañas guerreras como general, frente a los
bárbaros (en este caso los galos) como frente a sus rivales por el poder de Roma (Marco
Antonio, fundamentalmente) en la que se conoce como Guerra Civil. Su obra es muy útil para
conocer las técnicas y tácticas militares, pero procura justificar su propia actuación, sin crítica
alguna.
En la imagen: Julio César y sus enemigos ficticios más tenaces.
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Salustio trata conflictos de carácter más político e intenta proporcionar un análisis del
carácter de los protagonistas para tomar conciencia de la razón de sus acciones. Su obra más
conocida (y traducida por muchos alumnos de Bachillerato durante décadas) es la
Conjuración de Catilina.
Ya en la época imperial, Tito Livio dedicó 142 libros al monumental esfuerzo de
recopilar toda la Historia de Roma, también conocida como Ab urbe condita.
El más riguroso de los historiadores romanos fue Tácito, que recogió en sus Anales y
su Historia los hechos más relevantes de su época, el s. I d.C. A él se deben, por ejemplo,
algunas de las escasas menciones a un tal Jesús de Nazaret.
En cuanto a la prosa filosófica, destaca el senador Marco Tulio Cicerón, quien, además
de ser considerado el político con mayor capacidad oratoria (sus discursos no solo fueron
aclamados en su momento, sino estudiados durante siglos como modelo), compuso varios
ensayos dialogados. Los más conocidos son De la amistad y De la vejez.
Lucio Anneo Séneca, además de las tragedias ya mencionadas, es uno de los filósofos
estoicos más importantes de la historia. Sus reflexiones se recopilan en sus Epístolas morales,
de gran influencia y difusión siglos después, sobre todo durante el Barroco y en los países
católicos.
Por último, merece la pena destacar dos curiosas narraciones que los críticos
emparentan con el origen de la novela moderna, en particular de la picaresca. Se trata del
Satiricón, de Petronio, y de El asno de oro, de Apuleyo. Se trata de relatos de diversas
aventuras y peripecias, de tono satírico y fono de crítica social.
➔ Argumenta si estás de acuerdo o no con la visión de la juventud y la vejez que expone
Cicerón en esta famosa Sobre la vejez (De senectute).
La muerte, lógicamente, no puede estar muy lejos de la vejez. ¡Desgraciado el anciano
que no considere que la muerte debe de ser despreciada después de una vida tan larga! Si la
mente está ausente, la muerte se ignora totalmente, si la muerte le conduce a una situación
terminal debe ser incluso deseada. No puede hablarse de una tercera disyuntiva.
Así pues, ¿qué he de temer si no puedo ser desgraciado después de la muerte, ni
tampoco puedo ser feliz? ¿Quién es tan necio, aunque sea un adolescente, que asegure que va
a vivir hasta la ancianidad? Entre la juventud hay más muertes que entre la vejez: los jóvenes
caen más fácilmente en enfermedades de mayor gravedad y se recuperan en menor número.
Pocos son los que llegan a la senectud, si esto no sucediera se viviría con más prudencia, pues
el buen juicio, la razón y el consejo están en los ancianos. Si no existiesen los ancianos no
existirían las ciudades. Pero vuelvo de nuevo al hecho de la muerte que siempre está
amenazante. ¿Por qué la muerte es la desazón perenne de la vejez, cuando bien se sabe que
está siempre presente y que también es común a la juventud?
Yo mismo experimenté que la muerte es común a toda edad. Yo, en mi queridísimo hijo
y tú, Escipión, en tus hermanos destinados a la más alta dignidad según opinión de todos.
Lógicamente el joven espera vivir mucho tiempo, cosa que el anciano ya ha conseguido. El
joven espera insensatamente, porque ¿hay algo más necio que tener por seguro lo que es en sí
incierto y por falso, lo verdadero? El anciano, al fin y al cabo tiene lo que esperaba, por esto
mismo la vejez es mejor que la adolescencia, el joven espera, el anciano ya lo ha conseguido.
Aquél quiere vivir durante mucho tiempo, éste ya lo ha vivido.
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Aunque, ¡Oh, dioses benévolos!, ¿qué hay en nuestra naturaleza que dure mucho
tiempo? Decidme exactamente el tiempo máximo. Consideremos la edad del rey de los
Tartesios, Argantonio, que gobernó a los gaditanos durante ochenta años, y que vivió ciento
veinte. Sin embargo, ese tiempo tampoco me parece a mí algo muy duradero, pues siempre
hay un final. Y cuando llega el final, lo pasado se ha borrado, sólo queda lo que has
conseguido actuando recta y honestamente. Pasan ciertamente las horas, los días, los meses,
los años, el tiempo pasado nunca se recupera, y lo que vaya a suceder no puede saberse. Por
lo tanto el tiempo que se da a cada uno es para vivirlo, por esto mismo se debe estar contento.
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