Número 123 de abril de 2014 Notas del mes

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Número 123 de abril de 2014
Notas del mes
Reflexiones de urgencia sobre el 22-M
Por Agustín Moreno
Sobre la violencia en la marcha de la Dignidad
Por Juan Torres López
El 11-M, el PP y una multitud de perdices mareadas
Por José Luis Gordillo
Juegos de fulleros: de reformas fiscales y concertación social
Por Albert Recio Andreu
Más allá del europeísmo crítico
Por Giaime Pala
Del “modelo Barcelona” a la “marca Barcelona”: la
devaluación competitiva de lo urbano
Por Albert Recio Andreu
Capas y clases sociales en Cataluña
Por Antonio Antón
Sobre la campaña publicitaria de los obispos en relación con el
IRPF de 2012, declarado en 2013
Por M. Enrique Ruiz del Rosal
Una información sobre Venezuela
Por Joaquín O.
Ensayo
La economía informal (1ª parte)
Joaquín Juan Albalate y Jesús Matamala Bacardit
El extremista discreto
Aspersiones de la primavera
El Lobo Feroz
La sana doctrina
Luz Bel
La Biblioteca de Babel
Seguridad, Inc.
Caterina García Segura y Pablo Pareja Alcaraz (eds.)
La bestia sin bozal
Gerardo Pisarello y Jaume Asens
1
Las tres bodas de Manolita
Almudena Grandes
La pasta nostra
Xavier Horcajo
En la pantalla
Intervención de Julio Anguita en el campamento del 22-M
Vídeo-debate: «Qué hacemos con el trabajo»
Alma. Hija de la violencia
Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère
Le fond de l'air est rouge
Chris Marker
...Y la lírica
Con las piedras, con el viento...
José Hierro
De otras fuentes
El Kaganato de Kíev y otras historias
Rafael Poch
Otras democracias son posibles: la Comuna de París
Antoni Aguiló
Contra el europeísmo elitista
Ignacio Sánchez-Cuenca
El colapso de la producción
Antonio Turiel
Foro de webs
Latin American Perspectives
System Change Not Climate Change
2
Reflexiones de urgencia sobre el 22-M
Cinco reflexiones sobre las Marchas de la Dignidad del 22 de Marzo
Agustín Moreno
Han sido un gran éxito . La clave del mismo ha sido la unidad de
muchísimas organizaciones, mareas y movimientos sociales. La entrada en los
barrios de Madrid de las columnas de todos los rincones del Estado fue muy
emocionante y la manifestación de la tarde del 22 de Marzo fue inmensa.
Trabajadores de todos los sectores y mareas, jóvenes estudiantes, familias
enteras con peligrosos radicales de corta edad que corrían y jugaban con
globos en una gran fiesta ciudadana ¿Cuántos? No lo sé exactamente, no dos
millones como han dicho los organizadores. Pero con la vara de medir usada
en otras manifestaciones históricas, se podría hablar de un millón. En una
burda manipulación la policía y medios como El País daban 50.000 personas
cuando deberían de conocer que llegaron a Madrid más de 900 autocares,
trenes y muchos coches particulares de toda España; según sus datos los
madrileños nos habríamos quedado todos en casa. Los ocho carriles del Paseo
del Prado y Recoletos, más los bulevares, por una longitud de 2 kilómetros y
medio totalmente abarrotado; una hora detenidos en la Glorieta de Atocha…
¿36.000 personas, como dice la policía? Cuando se miente tan
descaradamente, se pierde todo el crédito.
Hubo Provocación gubernamental. Desde el comienzo de esa movilización
se sabía cuál era la estrategia gubernamental: ignorar las marchas con un
apagón informativo, pero organizar un despliegue policial desmesurado y
convertir el triunfo de una de las manifestaciones más grandes de la historia
en un problema de orden público. No habían acabado aún los discursos en la
tribuna, actuaba la Solfónica cuando se empiezan a producir las cargas
policiales en Colón, en las proximidades del acto del cierre de la
manifestación. Justo a la hora del telediario, para no mostrar las imágenes de
la fiesta ciudadanas, sino de los incidentes. Ya estaba la fiesta empañada: 24
detenidos y 88 heridos de carácter leve o muy leve (según Emergencias de
Madrid), de los que 55 son policías y 33 ciudadanos. ¿De verdad alguien se
puede creer estos datos? Los antidisturbios van blindados con sus cascos,
chalecos, botas, porras y debidamente entrenados y organizados. Se manipula
la información para criminalizar la protesta, justificar la ley de “inseguridad
ciudadana” y para empurar a los detenidos.
Hay peligro para para las libertades . Atentando contra la Constitución
Española, han detenido y retenido durante horas a un centenar de autocares
que venían a Madrid. Este gobierno que ha aplaudido a los manifestantes de
la plaza Maidán de Kiev y a la oposición venezolana en la calle, arrasa con
3
inusitada violencia contra el intento de montar una acampada contra el pago
de la deuda en las proximidades de Recoletos. Las cargas policiales, con
carreras y porrazos, pelotas de goma y botes de humo, antes de acabar el
acto pudieron poner en riesgo la seguridad de cientos de miles de personas
que transitaban pacíficamente por la plaza de Colón y alrededores. Se
instauró un auténtico “toque de queda” al dar un ultimátum a los
manifestantes para que se disolvieran bajo la amenaza de cargar por ser la
manifestación “ilegal” a partir de las 21:30 horas. Como dice la Coordinación
Estatal de las Marchas de la Dignidad: “Hubo un ejército policial que usó
porras, escopetas y gases lacrimógenos para vulnerar el legítimo ejercicio del
derecho de reunión. Fue un montaje policial urdido desde el Gobierno que
vulneró
derechos
fundamentales
como
el
de
reunión
y
manifestación”. Abundan los testimonios de personas que sufrieron
agresiones y que han inundado las redes sociales. Parece que el gobierno
quisiera hacer caja con detenciones masivas, no solo para intimidar a la
ciudadanía, sino para reforzar un duro perfil de partido de extrema derecha
que le reporte réditos electorales. En esta línea, recientemente hemos leído
que el gobierno ha prohibido el derecho de manifestación en Vigo ante la
visita de Felipe de Borbón, para evitar que ese día los afectados por la estafa
de las preferentes salieran a la calle [1]. ¿Se pueden suspender los derechos
constitucionales sin estar en un Estado de excepción? ¿A dónde podemos
llegar todavía con Rajoy y Fernández Díaz?
Grave error de Toxo y Méndez . El de los secretarios generales de CCOO y
UGT que se reúnen con Rajoy y el presidente de la patronal para acordar
recuperar el diálogo social. Ni al que asó la manteca se le ocurre sacarse una
foto con Rajoy en vísperas de una movilización apoyada por sus
organizaciones. Aprueban, además, una nota conjunta de tres hojas (lo que
indica mucha alevosía en la preparación de la reunión), en la que junto a una
sarta de generalidades, se recoge parte del discurso del gobierno sobre el
inicio de la recuperación (“los signos de cambio”) y se habla de negociar
temas como la formación continua y de los salarios (hasta ahora devaluados)
o de “dialogar” sobre la reforma fiscal. Ni una palabra de aquello que
estrangula a los trabajadores: la reforma laboral, la de pensiones o el
desmantelamiento de los servicios públicos. La foto en sí misma supone un
balón de oxígeno para Rajoy, al que las encuestas le dan perdedor de las
elecciones europeas [2]. Con ella, con Cataluña, vendiendo la expectativa de
una reforma fiscal y una dura política de orden público, intentará recuperar
votos el 25 de mayo. Por eso la pregunta a hacer es ¿A qué juegan los
dirigentes sindicales de CCOO y UGT? ¿Tan mal y tan condicionados están? Es
vital la regeneración de los sindicatos, porque son más necesarios que nunca
para los trabajadores, pero es dudoso que estas cúpulas sindicales lo puedan
hacer.
4
Estoy con los bomberos de Madrid de CCOO [3], con el sector federal de
Administración de Justicia de CCOO y otros: esa foto no representa a los miles
de militantes sindicales de CCOO y UGT que se están partiendo el pecho
defendiendo a los trabajadores en sus centros de trabajo. Ni tampoco les hace
un ningún favor a los retratados. El 22-M hubo muchísimos trabajadores en la
calle ¿estuvieron Toxo y Méndez? ¿Por qué no pueden aparecer los secretarios
generales (y ex secretarios en el caso de CCOO) a una gigantesca
manifestación, que apoyan a través de la Cumbre Social, a fundirse con el
pueblo? Que justamente es lo que necesitan, tal y como les recomendaban
preocupadamente los sindicatos alemanes, para no estar derrotados y volver
a ser una oposición y una amenaza creíble a las fuerzas antilaborales [4]. Su
ausencia no fue la única. Hubo otra clamorosa, la de dirigentes del PSOE.
Existe una urgencia política. Que los objetivos de la Primavera de la
Dignidad tengan éxito dependerá de la continuidad de la lucha y de su
carácter pacífico y masivo, de la unidad y del salto de escala al plano político
[5]. Porque la recuperación de derechos y libertades, si queremos que sea lo
más rápida posible, habrá que conseguirla con la lucha y con las leyes de un
gobierno progresista que desarmen las leyes reaccionarias anteriores. El 22-M
los ciudadanos respondieron masivamente al llamamiento a salir a la calle por
reivindicaciones justas. No tengo ninguna duda de que también responderían
con entusiasmo a la llamada electoral para votar una lista unitaria. Y este es
el salto de escala que se necesita. Esta debería ser la principal lección del 22
de Marzo. Hay tiempo para ello, el PP ni siquiera tiene designado su
candidato. Y lo que nos jugamos es mucho más que vaya un puñado de
diputados al parlamento de un proyecto europeo que no tiene ningún futuro
mientras no se preocupe de las personas. Una derrota en las urnas del PP
deslegitimaría su política antisocial y de recortes, haría más difícil nuevas
agresiones y se podría exigir el adelanto de elecciones generales. Ni más ni
menos. La izquierda no puede seguir jugando a los equilibrios de sus aparatos,
a priorizar la construcción orgánica de pequeñas organizaciones y todo ello
trufado de un duelo de narcisismos. Es una pequeña política que no está a la
altura de las circunstancias históricas y que conduce al suicidio.
Lo único cierto es que la situación social es de catástrofe y que así no
podemos seguir. Quizá tenga que llegar el día en el que los ciudadanos, uno a
uno, en silencio, a cara descubierta, arrostrando todas las consecuencias, se
planten en silencio en las plazas del país hasta que un gobierno cada vez más
ilegítimo dimita y convoque elecciones. Pero para ello tendría que haber una
izquierda preparada para asumir su responsabilidad.
Notas
5
[1]
http://www.publico.es/actualidad/509492/el-gobierno-prohibe-las-protestas-en-vigo-ante-la-vis
ita-del-principe.
[2] Metroscopia:
http://politica.elpais.com/politica/2014/03/22/actualidad/1395514840_833257.html.
[3] Comunicado de los bomberos de CCOO de Madrid.
[4] Informe de los sindicatos alemanes sobre los sindicatos españoles.
27/3/2014
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Sobre la violencia en la marcha de la Dignidad
Juan Torres López
Cualquiera que se haya informado bien de lo ocurrido en los momentos finales
de la Marcha de la Dignidad del pasado 22M ha podido comprobar que hubo
lamentables momentos de violencia que desgraciadamente provocaron que
varias personas (manifestantes y policías) resultasen heridas, algunas de
consideración.
Al respecto creo que lo primero que hay que manifestar es que resulta
lamentable que haya ocurrido eso y que es deseable que todas esas personas
se recuperen bien y cuanto antes. Quienes defendemos la dignidad y la vida
no podemos hacerlo segmentada o parcialmente, cuando se quiebra solo la de
"los nuestros". La grandeza de principios éticos como los que se supone que
defendemos radica precisamente en su transversalidad y universalidad, en su
capacidad para impulsar una realidad social y personal diferente para todos
los seres humanos sin distinción, no solo, como tantas veces se ha creído, solo
para quienes están en la misma trinchera.
La Paz, precisamente por eso, debe ser una aspiración, un lenguaje y una
práctica continua de los seres humanos, no algo excepcional. La violencia,
venga de donde venga, la genere quien la genere y sea cuál sea su causa, es
un fracaso de la humanidad. La paz, por el contrario es el camino y no un
instrumento que utilicemos de vez en cuando, solo cuando no tenemos
problemas con los demás o cuando son irrelevantes o de pequeña factura.
Por tanto, creo que debemos condenar sin ningún reparo y sin paliativos la
violencia que se ejerció al final de la Marcha. Digámoslo claro. Es indigno y
completamente contrario a lo que perseguía la marcha que un joven trate de
romper la cabeza de un policía con un ladrillo cuando éste último está en el
suelo o cualquiera de las otras agresiones que se produjeron en la Marcha.
Pero dicho eso, creo que también hay que ser coherentes y afrontar los
hechos con objetividad pues las cosas no siempre ocurren como nos dicen que
han ocurrido. Y, por tanto, pedir responsabilidades en todos los sentidos, y no
en uno solo.
Las organizaciones y personas que convocaron la Marcha hicieron siempre
una llamada permanente a la acción pacífica. Nunca llamaron a la violencia
sino que advirtieron para que nadie cayese en provocaciones. Por tanto, hay
que rechazar con toda firmeza las acusaciones y la manipulación política que
supone calificar a todas ellas como violentas.
7
Pero tampoco se puede negar, porque es cierto, que en la órbita ideológica de
las izquierdas más radicales hay personas o grupos que no tienen otro modo
de expresar sus reivindicaciones que no sea por medio de la violencia. Negar
eso es una hipocresía. Basta por pasarse por los foros de debate que hay en la
red para comprobarlo o incluso visitar las web de algunas organizaciones. Me
ha granjeado ya críticas de todo tipo el haberlo denunciado varias veces, pero
no me cansaré de repetir que me parece una aberración política y una
vergüenza que las Juventudes Comunistas de Andalucía, por ejemplo, sigan
vendiendo camisetas con la efigie de Ramón Mercader con un lema
verdaderamente atroz y que muestra que el germen de la violencia está
mucho más cerca de nosotros de lo que a veces nos creemos: "Clavando
fuerte
desde
1940"
(puede
verse
en:
http://tiendajca.tumblr.com/post/16007521884/sudadera-de-nuestro-club-de-a
lpinismo. No son solamente cosas "de los jóvenes", sin mucha importancia.
También es bien sabido desde hace mucho tiempo que en las manifestaciones
progresistas se pueden infiltrar grupos provocadores de extrema derecha
justamente para generar el efecto contrario al que buscan los promotores
pacíficos de las movilizaciones. De ahí que en muchas ocasiones se produzca
una desgraciada combinación de extremismo de derechas e izquierdas que a
mi juicio tiene más que ver con la barbarie y la marginación que con otra cosa
y, desde luego, muy poco o nada con la actividad política transformadora.
Finalmente, no podemos olvidar que en los últimos años, precisamente
cuando las manifestaciones han sido más numerosas y concurridas porque las
agresiones sociales y los recortes de derechos son más profundos, es la propia
policía quien infiltra a sus agentes como si fueran manifestantes normales y
corrientes para provocar los incidentes que justifican la intervención policial y
para que se puede tildar de violentos o incluso de terroristas a los
convocantes y asistentes.
Las pruebas de ello son abundantes e indiscutibles, pues hay multitud de fotos
y videos que muestran que efectivamente los provocadores más violentos son
muchas veces policías que hacen todo lo posible para que una manifestación
pacífica se convierta en violenta y así puedan quedar justificadas las cargas
policiales. Negarlo también es una hipocresía lamentable.
Por la red hay docenas de fotos de encapuchados que ayudan a la policía
uniformada a poner esposas a detenidos o de otros mostrando sus pulseras
distintivas cuando van a ser golpeados por la policía, precisamente porque los
habían detectado siendo especialmente violentos.
La violencia que eso produce también es grave y su importancia no se debe
soslayar. Es violencia provocadora y criminal y quizá aún mucho menos
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justificada. Debería hacerse un esfuerzo para mostrarla a la sociedad y
reivindicar también con fuerza que deje de darse.
Tampoco es una simple casualidad que las cargas policiales y los hechos más
violentos se produzcan siempre unos minutos antes de las noticias televisivas
de la noche, lo que permite que los telediarios abran con escenas siempre
impactantes y que crean un inevitable rechazo hacia las manifestaciones y
hacia quienes las convocan.
Comprendo que la policía debe hacer su trabajo y que su misión es procurar
que no se den disturbios innecesarios pero lo que está ocurriendo ya en
demasiadas ocasiones es que los mandos al servicio de un gobierno, a su vez
cómplice y servidor de los grandes grupos financieros y de poder, utilizan a
los policías para hacer un servicio de represión vergonzosa. No para prevenir,
sino para crear altercados, a veces, como ha ocurrido en esta última ocasión,
incluso poniendo en peligro la integridad física de los propios policías.
Hay vídeos que demuestran que la policía irrumpió en el acto final del 22M
antes de que hubiera concluido y cuando se trataba de un acción
perfectamente legal y pacífica, lo que es natural que provocase indignación y
rechazo.
No voy a justificar ningún acto de violencia. No me voy a rendir. Quiero que la
paz sea siempre mi única expresión, mi único modo de entenderme con los
demás seres humanos. Pero no voy a caer en el error de dejarme llevar por la
sinvergonzonería de unos dirigentes políticos que usan a otros seres humanos
para evitar que la gran mayoría de la sociedad disfrute de derechos
elementales que les están quitando en beneficio de unos pocos.
Lamento sin ningún tipo de reserva la violencia y condeno los altercados y la
lesiones y el daño que se han producido, tanto a manifestantes como a
policías, y a ambos en la misma medida. Pero condeno sobre todo a quienes
han provocado todo ello y ahora quieren hacer pasar por violentos a cientos
de miles de personas pacíficas que reclaman con dignidad justicia y las
libertades que nos están quitando.
Hasta portavoces de sindicatos policiales han afirmado que el gobierno "busca
un muerto", lo que le permitiría descalificar ya mucho más radicalmente a
quienes se movilizan contra sus políticas reaccionarias e injustas. Hay que
evitarlo por todos los medios, como hay que procurar que nunca más resulte
una persona herida cuando se sale a la calle por libertad y la dignidad. Por eso
quizá ha llegado la hora de que las distintas fuerzas políticas, sindicales,
movimientos sociales y todo tipo de organizaciones se planteen formas
efectivas de prevención de la violencia. Es una terrible paradoja que quienes
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la practican contra los pueblos pretendan ahora utilizarla como arma política
precisamente contra quienes más convencida y firmemente estamos contra la
violencia porque amamos la vida y queremos vivirla con la dignidad y justicia
que los gobiernos nos quitan.
Me atrevería a decir que las izquierdas de todo tipo han tenido siempre un
discurso algo instrumentalista de la paz. Siempre la han defendido como un
blasón indiscutido entre sus reivindicaciones, pero enseguida afirmando que,
sin embargo, no se puede renunciar a la violencia revolucionaria, a la
respuesta ante las agresiones... Creo que hay que ir más allá. La Paz, como he
dicho más arriba, es un valor absoluto que no me parece que debamos
relativizar porque en cuanto que deja de estar dejamos de ser humanos.
Otra cosa es que entendamos bien que la Paz es de suyo imperfecta, porque
convive con la violencia y se construye precisamente en medio de conflictos y
como respuesta a nuestra naturaleza más indeseable, porque es perfectible y
quizá siempre inacabada, porque hemos de forjarla a cada instante y está
siempre a punto de venirse abajo, porque es el resultado de una intervención
constante en escenarios y relaciones de conflicto que nos obligan a continuos
equilibrios y pactos, a dar pasos adelante y hacia atrás constantemente. Es
lógico, además, que tenga que ser así. Eirené, la Paz, nace en la Antigua
Grecia como una diosa no individualizada que pertenecía al grupo de las
Horas o de las Estaciones junto a Díke, la Justicia, y Eunomía, la equidad o el
buen gobierno. Las tres son hermanas y no pueden estar nunca separadas. No
hay paz sin justicia y buen gobierno, ni buen gobierno sin paz y sin justicia, ni
justicia sin paz y buen gobierno y por eso cada una de ellas es tan compleja y
difícil de alcanzar. Con las tres al mismo tiempo hay orden y hay abundancia y
riqueza. Sin cualquier de ellas, cuando Eirené o Díke o Eunomía están
ausentes, no se regulan bien los conflictos y además se sufren carencias de
donde nace la violencia (Candida Martínez López, Las mujeres y la paz en la
historia. Aportaciones desde el mundo antiguo. Universidad de Granada 2000:
http://bit.ly/1gSFEU7).
Por eso, la dignidad que esperamos alcanzar con la satisfacción de las
necesidades humanas que proporciona la libertad y el reparto más justo y
eficiente de la riqueza que reclamamos es también radicalmente incompatible
con la violencia, en cualquier de sus expresiones.
31/3/2014
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El 11-M, el PP y una multitud de perdices mareadas
José Luis Gordillo
La conmemoración de los diez años de los atentados del 11 de marzo de 2004
ha dejado un sabor de boca agridulce. Por un lado, el gobierno del PP ha
cumplido con correción los actos protocolarios sin que ninguno de sus
miembros se haya descolgado con alguna especulación sin fundamento
acerca de un hipotético complot “ETA-Al Qaeda-PSOE-servicios secretos
marroquíes” como causante de la masacre. Pero, por el otro, no ha habido
ningún homenaje popular a las víctimas y a sus familiares, así como a los
miles de ciudadanos que en los días posteriores, sin romper ni una sola farola,
se manifestaron o se plantaron ante las sedes del PP para gritar “¡Nuestros
muertos, vuestras guerras!”, “¡Antes de votar, queremos la verdad!” y, sobre
todo, “¿Quién ha sido?”.
Curiosamente, durante los diez años transcurridos, han sido el PP y su entorno
mediático quienes más esfuerzos han hecho para intentar aparentemente
responder a esa pregunta y, al mismo tiempo, sembrar dudas sobre la que ha
acabado siendo la versión oficial del 11-M. Lo bueno del asunto es que esa
versión es también, en buena medida, responsabilidad suya.
Recordemos brevemente los hechos básicos. En la misma mañana del 11 de
marzo, cuando todavía se estaban retirando los cadáveres y trasladando los
heridos a los hospitales, el entonces ministro de interior, Ángel Acebes,
compareció en rueda de prensa para intentar instalar en la mente de los
televidentes la atribución a ETA de la masacre. Mientras tanto, José María
Aznar llamaba a los directores de los periódicos para convencerles de lo
mismo y encargaba a Ana Palacios que promoviera la aprobación de una
resolución de condena a ETA en el Consejo de Seguridad de la ONU. La
aparición de una furgoneta con detonadores de explosivos y la detención de
Jamal Zougam, la única persona que después sería condenada como autor
material de los atentados (el resto lo fue por complicidad, cooperación o por
delitos que nada tenían que ver directamente con el 11-M), a raíz del hallazgo
de un móvil en una mochila que contenía una bomba que no llegó a explotar
por la desconexión de unos cables, llevaron a Acebes a enredarse en unos
juegos retóricos penosos sobre las “dos líneas de investigación”. El sábado 13
de marzo, el juez Juan del Olmo ordenó a Renfe que se hiciera cargo de los
vagones de los trenes en los que se habían producido las explosiones, por
considerar que ya se habían recogido todas las muestras necesarias para
poder instruir la causa. Renfe decidió que todos los trenes menos uno fueran
enviados rápidamente al desguace. La dirección de Renfe tenía una
dependencia jerárquica del gobierno presidido por José María Aznar, lo que
11
permite deducir que, en un asunto tan delicado, esa destrucción se hizo con
su aquiescencia.
Fue una decisión que causaría perplejidad a los magistrados del Tribunal
Supremo, como lo hicieron notar en su sentencia sobre el 11-M. El desguace
de los vagones hizo imposible, por ejemplo, que los abogados defensores de
los acusados pudieran solicitar nuevos informes periciales sobre los explosivos
y otros aspectos relevantes de la investigación judicial. Dicho con las palabras
de los magistrados del Tribunal Supremo: “[…] puede resultar sorprendente
una tan apresurada destrucción [de los trenes], que impidió un estudio
posterior más reposado y en profundidad, e incluso su reiteración de haber
sido necesaria, de aspectos que pudieran haber resultado de interés para la
investigación.” (STS n.º 503/2008, p. 652)
Las investigaciones policiales dirigidas por el gobierno del PP continuaron
después de las elecciones hasta desembocar en la operación policial de
Leganés del 3 de abril de 2004, dos semanas antes de que José Luis Rodríguez
Zapatero tomara posesión como nuevo presidente de gobierno. El mismo
Acebes que había atribuído la matanza a ETA, explicó luego que se había
localizado a sus presuntos autores en un piso de Leganés. Horas más tarde
esas personas morirían como resultado de una explosión que la policía y los
servicios de inteligencia caracterizaron como un suicidio colectivo.
Esa es la razón obvia de que casi todas las personas consideradas como los
autores materiales de la masacre del 11-M no pudieran ser juzgadas y, a su
vez, no pudieran defenderse de las graves acusaciones que se vertieron sobre
ellas después de su muerte. También es la razón de que no se sepa en
concreto quién hizo qué en la ejecución de los atentados (si éste o aquél fue el
que puso una bomba en este o en aquel tren, etc.). Por desgracia o por lo que
fuera, las muchas cámaras de seguridad existentes en las diferentes
estaciones no captaron imágenes sobre los autores de los atentados en el
momento en que subían o bajaban de los trenes. No obstante, los mandos
policiales, dirigidos por José Mª Aznar, Ángel Acebes y Agustín Díaz de Mera,
afirmaron haber encontrado pruebas fehacientes de su culpabilidad entre los
escombros del piso de Leganés. Dichas pruebas fueron estimadas como
válidas por los jueces de la Audiencia Nacional y de la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo. Dicho con otras palabras, los jueces de ambos tribunales
no hicieron más que dar por buena la versión de la policía dirigida por el
gobierno del PP.
Y, por cierto, lo que los jueces dictaminaron finalmente fue que el 11-M no fue
obra de ETA pero tampoco de Al Qaeda, sino de una celula yihadista local sin
conexión orgánica con Al Qaeda. Para decirlo nuevamente con las palabras de
los jueces del Tribunal Supremo: “[…], no aparece relación alguna de carácter
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jerárquico con otros grupos o con otros dirigentes de esa organización [Al
Qaeda], lo que permite establecer que la célula que operaba en Madrid, en la
medida en que ha sido indentificada, no dependía jerárquicamente de otra y
por lo tanto puede considerarse a los efectos penales como un grupo u
organización terrorista diferente e independiente” (STS, n.º 503/2008, pp.
581-582)
Ahora bien, una vez en la oposición, Aznar y sus huestes se dedicaron a
alentar dudas y a marear la perdiz sobre la investigación policial que ellos
mismos habían dirigido y que los jueces validaron después. El mareo de la
perdiz incluyó dudas sobre si lo de Leganés había sido realmente un suicidio o
sobre si el rápido desguace de los trenes no perseguía en realidad el propósito
de ocultar el tipo de explosivo utilizado. Sin embargo, hay que reconocer que
su inmensa desfachatez les ha reportado resultados positivos por lo que se
refiere a la elusión de sus responsabilidades. Como el ínclito Juan Palomo,
ellos se lo guisaron, ellos se lo comieron y al final todos acabamos hartos del
asunto, hasta el punto de que hoy en día nadie quiere oír hablar de él.
Claro que también vale la pena preguntarse sobre lo que han hecho la
izquierda política y los intelectuales que simpatizan con ella durante todos
estos años para ayudar a proporcionar una respuesta honesta al “¿quién ha
sido?” de los ciudadanos ejemplares de hace una década. En lo fundamental,
lo único que han hecho es alegrarse mucho por la derrota de Aznar y confiar
en los jueces. Pero éstos hicieron lo que pudieron a partir de las pruebas
disponibles tras el desguace de los trenes y la muerte de la mayor parte de
los acusados (mi deformación profesional y un elemental respeto a su derecho
a la presunción de inocencia me impide llamarles culpables).
Todo lo dicho no debe interpretarse como una sugerencia sobre una supuesta
culpabilidad directa del PP en la comisión de los atentados, ni mucho menos.
Más bien debe entenderse como una invitación a que alguna persona
competente y sinceramente comprometida con las búsqueda de la verdad
vuelva a analizar lo ocurrido ese día, e intente enhebrar un relato creíble y
bien fundamentado sobre este trágico acontecimiento con la pespectiva que
dan los diez años transcurridos y lo que hoy sabemos sobre la génesis y el
desarrollo de la llamada “guerra contra el terrorismo”.
A poder ser debería tratarse de un relato más consistente y verosímil que, por
poner un ejemplo sobre lo que no se debe hacer, la teoría de la conspiración
propagada por Fernando Reinares, el terroristólogo mayor del Reino, sobre la
supuesta responsabilidad de Al Qaeda en el 11-M. Reinares contradice a los
magistrados de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo a partir, en lo
esencial, de especulaciones basadas en informes confidenciales de los
servicios secretos a los que solamente ha tenido acceso él, vídeos de Bin
13
Laden y comunicados colgados en internet. Con esos mimbres se atreve a
afirmar, incluso, que la matanza del 11-M se programó mucho antes de que se
convocaran las elecciones generales de 2004 y que, por tanto, no se puede
sostener que sus autores tuviesen la pretensión de influir en las elecciones. F.
Reinares lleva explicando esa teoría desde poco después de que en 2007 se
dictara la sentencia de la Audiencia Nacional en la que se exculpaba a Al
Qaeda. Los asesinados, sus familiares, las personas que se movilizaron
después de los atentados —en especial, la buena gente de Madrid— y el resto
de la población se merecen algo más honesto y con más solidez intelectual.
23/3/2014
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Juegos de fulleros: de reformas fiscales y concertación social
Cuaderno de estancamiento: 8
Albert Recio Andreu
Reforma fiscal, incentivos y derechos sociales
1. Ahora que todas las élites se han puesto de acuerdo en que la crisis está
muerta y se prepara un porvenir venturoso, el gobierno se ha apresurado a
anunciar que prepara una reforma fiscal. Y como ya es habitual ha encargado
a una “comisión de sabios” dar una patina de seriedad a la próxima chapuza
que prepara Moncloa.
Lo que no se puede negar es la voluntad y decisión de Rajoy de hacer
reformas, si por ellas se entiende la introducción de todo tipo de medidas a
favor de los intereses del gran capital. Rajoy tiene fama de hablar poco, pero
es que su estilo es otro, el de aquellos pistoleros de muchas películas del
oeste tan parcos en palabras como alegres con el revólver. Los disparos del
BOE nos laceran cada semana. Parece claro, sin embargo, que la mayor
preocupación del PP con la nueva reforma fiscal no va a ser la de resolver
realmente los problemas fiscales del país sino utilizarla para mejorar sus
espectativas electorales. Su principal objetivo será seguramente practicar una
rebaja universal del IRPF antes de las elecciones para que todo el mundo
sienta la sensación de que las cosas mejoran. El discurso con el que se va a
vestir la “reforma” es bastante previsible: nos dirán que puesto que ya se ha
saneado la economía, gracias a la acción del gobierno, ahora están en
condiciones de cumplir su palabra de recortar impuestos, lo que además
demostraría que ellos sí tienen una visión estratégica y saben cuándo hay que
sacrificarse y cuándo hay que acelerar. Un vano discurso político para engañar
a personas desinformadas que oscila entre lo tramposo y lo criminal.
Tramposo si la reducción de unos impuestos se compensa con el aumento de
otros. Criminal si la reducción real se hace efectiva, pues ello sólo puede
conducir a otro deterioro de los derechos sociales y de la economía misma.
2. Hace falta realmente una reforma fiscal. El estado español se encuentra
entre los que menos recauda de la Unión Europea. Y en consecuencia, su
capacidad de desarrollar políticas sociales ambiciosas y de promover una
transformación productiva necesaria es menor que las de muchos otros países
(ahí también está una de las causas del mayor desempleo español). Pero lo
realmente curioso es que cuando se comparan los tipos oficiales de los
impuestos españoles (del IRPF, de Sociedades, etc.) los tipos teóricos son
parecidos a la mayoría de países. La causas fundamentales de que con los
mismos tipos en España se recaude menos son claramente dos: a) los
15
numerosas formas de desgravación fiscal que incluye nuestro sistema
impositivo (y que explica por qué una empresa que teóricamente tenía que
pagar un 35% de sus beneficios acabe pagando sólo el 10 o el 12%); y b) el
enorme volumen de fraude fiscal. Además, ninguno de los dos problemas es
socialmente neutro. Los que más se benefician de los descuentos fiscales son
los ricos (por ejemplo, de la desgravación fiscal sobre las aportaciones a
pensiones privadas) y las grandes empresas. La evasión fiscal es más habitual
entre los detentadores de renta del capital y los pequeños empresarios que
entre los asalariados. Sin contar además con la existencia de un trato social
discriminatorio en el IRPF a las rentas del trabajo (que tributan a un tipo
progresivo) frente a las rentas de capital (que tributan a un tipo fijo). Por
tanto, cualquier reforma a corto plazo se debería orientar a eliminar la maraña
de desgravaciones, a eliminar el trato diferenciado a las rentas del capital y a
buscar un mayor control de las bases fiscales. Esto último no sólo puede
conseguirse con un mejor diseño de los impuestos sino con una mejor
dotación de medios y efectivos de la agencia tributaria y con nuevos
mecanismos de control sobre los flujos monetarios.
Recaudar más y con más justicia (tratamiento igual a quien gana igual,
progresividad) es una necesidad básica tanto desde el punto de vista de los
derechos sociales como de la eficiencia económica. El objetivo de cualquier
politica económica debería ser la búsqueda del bienestar de la mayoría de la
sociedad sobre bases productivas sostenibles. Es evidente que la estructura
productiva y la política económica actual no permiten ninguno de estos
objetivos. La mayoría de los movimientos sociales de los últimos meses, la
sucesión de mareas de todos los colores, tienen en la falta de dotaciones
adecuadas una parte sustancial de sus demandas. Y una reconversión
económica en clave ecológica tampoco puede hacerse sin un notable impulso
público. Sin contar con la cuestión del déficit y el endeudamiento público.
Aunque uno sea partidario del impago de la deuda injusta, parece evidente
que ninguna política pública es a largo plazo sostenible con un déficit fiscal
creciente (excepto si se ocupa una posición imperial como es el caso de
EE.UU.).
Apostar por rebajas fiscales, como sugiere el gobierno, es continuar la senda
de la demolición de derechos sociales, impedir una restructuración profunda
de nuestra base económica y convertir el problema de la deuda en una
espada de damocles permanente sobre nuestras cabezas. Es simplemente
criminal. Seguramente lo que se va a hacer es otra cosa: un recorte en
algunos impuestos como señuelo electoral y un aumento en otros. Tampoco
puede esperarse que se produzca una verdadera limpieza de las
desgravaciones fiscales, porque ello supondría para el gobierno entrar en una
guerra difícil de manejar con muchos de los intereses que son el sustento de
su poder real. De hecho, los mismos organismos internacionales que por una
16
parte proponen reformas son quienes al mismo tiempo sugieren tratos de
favor a cuestiones tan impresentables como “el ahorro” (o sea, las rentas del
capital) vía pensiones privadas.
3. Lo que impide una reforma fiscal justa y necesaria es sin duda la influencia
de los poderes económicos, acrecentados con la libertad de movimientos que
han permitido las políticas neoliberales. Los intereses del gran capital cuentan
además con una tropa de infanteria representada por muchos sectores de
pequeña empresa y autónomos, organizados en corporaciones profesionales
que suelen movilizarse ante reformas fiscales que afectan a sus rentas.
Pero además de esta red de lobbies, organizaciones y grupos sociales que
defienden sus intereses particulares, el conservadurismo fiscal cuenta con la
inestimable aportación intelectual de buena parte de los economistas teóricos
(y más especialmente de los especialistas en temas fiscales). El argumento
fundamental en pro de la baja fiscalidad al capital es la cuestión de los
incentivos. Para la particular antropología social que subyace en el núcleo
duro de la teoría económica los individuos sólo hacemos cosas en función de
los incentivos crematísticos (por ejemplo esto es lo primero que aprenden los
estudiantes de economía que en su primer curso tienen como referencia el
manual de Mankiw, el más habitual en nuestras universidades). El “homo
económicus” es simplemente el buscador insaciable de rentas monetarias. Y
toda la política económica se debe concentrar en adecuar la estructura de
incentivos monetarios para potenciar una sociedad laboriosa y altamente
productiva. Un discurso del cual se extraen consecuencias que afectan a toda
la esfera social. Para los que ganan menos, el argumento de los incentivos se
utiliza para cargar contra todo tipo de prestaciones sociales monetarias no
relacionadas con el trabajo: los subsidios de desempleo, los esquemas de
renta básica, son considerados un mero desincentivo a la búsqueda de
empleo, una de las causas mismas del desempleo. (Curiosamente los bajos
salarios y las condiciones laborales indignas nunca se consideran
“desincentivos”.) Para las rentas altas, los incentivos al capital son vistos
como la mejor manera de promover la acumulación y el empleo. Y aquí sí, los
impuestos, las cotizaciones sociales, son desincentivos que hay que eliminar.
De este modo se justifican las desgravaciones por contratación, los esquemas
de incentivos a los directivos, los recortes fiscales a las clases altas.
Hace años que existen evidencias de que muchos de los esquemas de
incentivos son una mera coartada para justificar lo injustificable. Que muchos
de los incentivos fiscales, por ejemplo las ayudas a la creación de empleo, son
mayoritariamente innecesarias, “peso muerto”. Que los autoconcendidos
incentivos a las élites directivas han conducido al modelo de capitalismo
especulativo típico de nuestro tiempo. Que los incentivos económicos no
explican por completo nuestro comportamiento cotidiano. Que los incentivos
17
individuales a menudo chocan con el buen funcionamiento cooperativo de
muchas actividades. Y que la era de los incentivos que ha representado el
inacabado período de capitalismo neoliberal ni ha tenido éxito en los términos
de la economía convencional (las tasas de crecimiento han sido inferiores al
de otros periodos) ni mucho menos en resolver las cuestiones básicas que
afronta el conjunto de la humanidad (vida decente, sostenibilidad ambiental).
La lucha por un sistema fiscal justo pasa por muchas vías. Por clarificar las
prioridades de la actividad económica, el papel de lo público y la justicia
social. Por desarticular el papel de los poderes económicos y los lobbies de
diversa envergadura que parasitan el sistema. Por desmontar la coartada de
los incentivos. La reforma que plantean los amigos del gobierno es
simplemente un ejercicio de trilero para que todo siga empeorando.
¿Vuelve la concertación social?
En vísperas de la Marcha por la Dignidad tuvo lugar en Madrid una reunión
entre gobierno, patronal y sindicatos (CCOO y UGT) de la que lo único que
salió claro fue la foto. Los malpensados consideraron que se trataba de una
clásica maniobra de contraprogramación. Pero las cúpulas sindicales se han
apresurado a informar a sus afiliados, entre quienes me encuentro, que se
trata de una nueva oportunidad.
De entrada hay que ser escepticos, por razones básicas que ya he intentado
explicar en anteriores entregas de estos cuadernos: la crisis ha significado un
nuevo paso en la quiebra del capitalismo de “pacto social” que se diseñó al
final de la Segunda Guerra Mundial; las políticas preconizadas desde las
instituciones globales (FMI, OCDE, UE) coinciden en propugnar la devaluación
interna (la reducción de los costes salariales) como eje de la competitividad;
la ortodoxia económica dominante considera a los sindicatos y la negociación
colectiva un elemento de monopolio y rigidez (de hecho, lo considera el
principal elemento monopolista) y por tanto su eliminación (o neutralización)
como un elemento de eficiencia económica... Y además está la debilidad
organizativa del movimiento sindical y de la izquierda en general, que no
obliga al capital a tener que aceptar una negociación real. En este contexto,
pensar que por arte de magia se produzca una vuelta a una concertación
social real (si es que alguna vez la hubo) en la que se intercambien
concesiones por ambas partes parece más un deseo utópico de algún
burocráta sindical ansioso por volver a los buenos viejos tiempos que no un
proceso forzado para resolver realmente problemas de la parte capitalista.
Pero la cosa se hace aún más increible cuando se tiene noticia de lo que
verdaderamente se trató en esta reunión, tal como recoge una publicación
urgente de Gaceta Sindical enviada a los afiliados de CC.OO. El documento
18
destaca que “Gobierno, sindicatos y empresarios se compremeten a abrir un
nuevo proceso de diálogo social para favorecer el cambio de ciclo
económico, la creación de empleo y el diálogo social ” (la negrita está en
el original), dando pábulo a la propaganda del cambio de ciclo (algo que
desmienten los interesantes informes que elabora la Fundación Primero de
Mayo) y de que en este país se va a crear mucho empleo en poco tiempo.
Pero la cosa resulta aún más preocupante cuando se leen los temas sobre los
que se ha acordado “dialogar”…
De una parte el gobierno hablará con los agentes sociales sobre fiscalidad y
presupuestos, sobre empleo público, sobre formación para el empleo y sobre
desempleo juvenil y de larga duración. O sea, más o menos se hará un gesto
para que parezca que la reforma laboral, la de la formación laboral (en vías de
completa privatización) y la de la administración pública parezcan reformas
consensuadas (lo del empleo me parece simple retórica en tanto se mantenga
la actual políica económica).
Y en un segundo paquete de negociación tripartita se intentará llegar a un
Nuevo Acuerdo Nacional sobre Negociación Colectiva (en el que los ejes son
competitividad, flexibilidad y cohesión social), buscar alternativas a la
destrucción de empleo, controlar los precios y hablar sobre el salario mínimo
interprofesional.
Quizás somos muy ignorantes. O demasiado malpensados. Pero la
comunicación y el planteamiento resultan sorprendentes. Por ejemplo, cómo
se habla de trabajar por un Nuevo Acuerdo, cuando el anterior, firmado pocas
semanas antes de que el Gobierno aprobara la reformal laboral, fue
complatemente barrido por la misma (siempre he pensado que a los
representantes de la CEOE que firmaron aquel acuerdo y que sin duda eran
conocedores de lo que preparaba el gobierno, se les tenía que escapar la risa
al firmar un pacto que sabían de antemano que era papel mojado). O cómo se
puede aceptar una negociación que no exija previamente valorar el impacto
económico y social de las medidas tomadas anteriormente, que no considere
una exigencia de partida en la continuidad de los convenios colectivos y la
recuperación de los que se han perdido y que no discuta las políticas
distributivas a nivel general.
Vista la experiencia previa parece claro que el gobierno (y posiblemente
también la patronal) lo único que quiere es autoproclamar su talante
negociador. Lo realmente increible es que las cúpulas de CC.OO. y UGT den
por bueno retomar una negociación con tan poco contenido, con tanta carga
ideológica pro capital, sin exigir que se evalúe el estropicio social que han
generado las reformas ni incluir la necesidad de revisarlas. Más bien parece
que la opción de la cúpula sindical es negociar aquello que están dispuestos a
19
aceptar patronal y gobierno y olvidarse de introducir todo aquello que
perturba los intereses dominantes. Es, por desgracia, una vieja deriva que se
gestó a principios de los años noventa y que no ha cesado de plantearse
desde entonces. Pero que en el contexto actual de ataque general a la
negociación colectiva y a las condiciones de empleo resulta mucho más
incomprensible que nunca. Por una parte porque parece bastante claro que lo
que se plantea en esta concertación no introduce cambios sustanciales en el
modelo. Y por otra, porque este planteamiento refuerza la imagen social de
unos líderes sindicales dispuestos a negociar lo que les echen, sin capacidad
de discurso propio ni de ideas de cómo reorganizar y cambiar la correlación de
fuerzas presente. Los lideres sindicales no parecen ser conscientes ni del nivel
de descrédito social que indican las encuestas de opinión sobre ellos mismos,
ni de la sangría en la afiliación.
El ataque neoliberal ha sido tan profundo y devastador que les ha dejado casi
fuera de juego. Les obliga a replantear sus modos de acción y organización.
Sin ganar en legitimidad social es imposible recuperar la iniciativa. Y para
ganar legitimidad hacen falta muchas cosas: un comportamiento entendible
por las bases, un discurso alternativo que ponga en cuestión las ideas fuerza
en la que se sustenta la propaganda neoliberal, un apoyo a las luchas y
resistencias concretas y un diálogo permanente con las bases, un nuevo
militantismo sindical cercano a las clases trabajadoras, una reflexión
estratégica abierta a la sociedad, una clarificación entre lo que se puede y lo
que no se puede negociar. Fiarlo todo a un vacío diálogo social es apostar por
la decandencia inevitable. Para que pueda pensarse en una renacida
concertación social, antes hay que haber acorralado socialmente las políticas
neoliberales. Y nos tememos que lo que ahora estamos hablando sólo sirve
para lo contrario: dar aire al Gobierno y debilitar aún más la imagen del
sindicalismo.
30/3/2014
20
Más allá del europeísmo crítico
Costas Lapavitsas y la crisis de la Eurozona
Giaime Pala
El euro: una moneda que no podía funcionar
Es probable que los historiadores de la economía del futuro
señalen el 2013 como el año en que se abrió definitivamente el debate sobre
la viabilidad de la moneda única europea: el euro. En efecto, pese a los
esfuerzos del mainstream económico y de las organizaciones políticas
europeas de todas las tendencias para ocultar este debate, en los últimos
meses se han levantado numerosas voces que han reclamado o bien una
reforma radical, o bien la disolución ordenada de una moneda considerada
como insostenible para todos los países de la eurozona (EZ): desde los
premios Nobel de Economía Stiglitz, Krugman, Pissarides, Mirrless y Sargent
hasta Martin Feldstein y los economistas que han redactado el “Manifiesto de
Solidaridad Europea” [1]. Sus argumentos se fundamentan en un concepto
básico, y mayoritariamente aceptado en la comunidad científica, de
macroeconomía: que una zona monetaria no óptima, como la EZ, no era
viable sin una unión político-fiscal europea que garantizara fuertes
transferencias de dinero de los países más ricos hacia los más débiles y sin un
Banco Central Europeo (BCE) que actuara de prestamista de última instancia
para cada uno de los Estados miembros.
Una “área monetaria óptima”, concepto acuñado por el economista Robert
Mundell en 1961 [2], es la que se crea cuando un grupo de Estados deciden
adoptar una misma moneda (y fijar, por ende, el tipo de cambio) y presentan
unas perfectas flexibilidad de precios y salarios y movilidad de los factores de
producción. No era éste, repetimos, el caso de la EZ, la cual tampoco podía
contar, a diferencia de los Estados Unidos (otra zona monetaria no óptima),
21
con un fuerte presupuesto federal y un Banco Central comprometido no sólo
con la estabilidad de precios, como el BCE, sino también con el crecimiento de
la economía y la garantía de la deuda pública del país. En suma, la EZ que se
diseñó en el Tratado de Maastricht de 1992 se ha revelado una estructura
totalmente inestable y, lo que es peor, peligrosa, en tanto que ha provocado,
como detallaremos más adelante, una marcada divergencia económica entre
los países del sur y los del norte de Europa, con sus consiguientes tensiones
políticas. Visto el asunto con conocimiento de causa, podemos constatar
cuánta razón tenía el gran economista Nicholas Kaldor cuando, en 1971,
afirmó no sólo que era imposible construir una unión monetaria sin una unión
político-fiscal que la respaldara, sino que plantear un proceso de unificación
europea partiendo de la moneda causaría graves tensiones socioeconómicas
que terminarían impidiendo la misma unión política de los Estados del
continente [3]. Esto es justamente lo que ha pasado, ya que para no sacrificar
una moneda única que, a partir del inicio de la crisis en 2008, empezó a hacer
agua por todos lados, se ha empobrecido a millones de personas mediante los
planes de austeridad impuestos por la “Troika” (Comisión Europea, BCE y
FMI). La consigna, implícita pero indiscutible, que lanzaron las instituciones
comunitarias a los pueblos europeos es que estaban empeñadas en salvar al
euro de sí mismo y no en salvar a los ciudadanos de un euro completamente
disfuncional [4]. Con el añadido de que el acuerdo de gobierno firmado en
otoño de 2013 por la CDU de Angela Merkel y el SPD pone negro sobre blanco
que Alemania, el país hegemónico y más rico de Europa, no permitirá en los
próximos cinco años una unión político-fiscal de la EZ. En definitiva, estamos
ante un panorama sombrío, caracterizado por el estancamiento económico y
el peligro de la trampa deflacionaria, un nivel de pobreza inédita en Europa y
una creciente acumulación de poder por parte de instituciones no
democráticas como la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el BCE, que
está privando a los ciudadanos del “Viejo Mundo” del más importante derecho
conseguido en la edad contemporánea: la soberanía popular.
Así las cosas, se nos impone a todos el deber de sofisticar nuestros
conocimientos acerca de las características y la crisis de la EZ con vistas a
ofrecer propuestas convincentes para que Europa salga del atolladero en que
se encuentra. Y para hacerlo, uno de los mejores libros es el del economista
Costas Lapavitsas Crisis en la eurozona (Capitán Swing, 2013), que recoge
una serie de informes redactados entre 2010 y 2011 y ofrece tanto una
descripción de la crisis del euro como una plan de disolución concertada y
progresista del mismo [5]. Veamos, pues, los motivos que explican por qué la
moneda única no ha sido, tal y como prometió el establishment europeo en
las últimas dos décadas del siglo XX, un factor de bienestar para los
ciudadanos, y cómo salir de ella.
Los costes socioeconómicos de la eurozona y las alternativas a la
22
moneda única
Un análisis mínimamente articulado de la trayectoria de la eurozona tiene que
partir de dos puntos: 1) el euro era una propuesta monetaria simétrica para
realidades económicas asimétricas; y 2) esta propuesta simétrica se diseñó en
base a los fundamentos macroeconómicos del país más fuerte del continente,
es decir, Alemania. De hecho, que el Sistema Monetario Europeo (SME), que
fue el primer serio intento de convergencia monetaria y que produjo fuertes
desequilibrios en las balanzas de cuentas corrientes de los Estados, volara por
los aires para que éstos pudieran afrontar el “shock” del ataque a la libra
inglesa de 1992, no fue óbice para que las élites europeas impusieran una
moneda única cuyo tipo de cambio fuera aún más rígido e, insistimos, con
características calcadas a las del marco alemán. De manera que, a partir de
mediados de los años noventa, casi todos los países de la futura EZ tuvieron
que autodisciplinarse económicamente para acercarse a los duros parámetros
de deuda y déficit públicos (60% y 3%, respectivamente) y baja inflación
aprobados en Maastricht. Una vez fijado el tipo de cambio en 1999, volvió a
producirse el mismo fenómeno que, a la larga, reventó el SME: la afluencia de
capitales de los fuertes países del norte hacia unos países del sur que ya no
podían devaluar sus monedas y que ofrecían tasas de interés natural más
altas.
Lógicamente, ello provocó un aumento de la inflación y una pérdida de
competitividad de estos países, acompañados de la creación de burbujas
financieras ligadas, como en España, al sector de la construcción. Además,
dicha llegada de capitales, unida al estancamiento de los salarios reales que,
en los países de sur, inició en los años ochenta, causó un todavía más
preocupante endeudamiento de familias y empresas. Cuando el flujo del
crédito internacional se interrumpió después de la quiebra de Lehman
Brothers en 2008, los Estados tuvieron que rescatar a los bancos privados e
inyectar liquidez para mantener a flote sus economías lastradas por el
aumento del paro, por lo que los niveles de déficit y deuda públicos se
elevaron rápidamente. A mayor abundamiento, una vez que la Troika optó por
no garantizar la deuda pública griega después de que el recién elegido
presidente Papandreu revelara en 2010 que Grecia estaba al borde de la
bancarrota, los otros Estados del sur se vieron envueltos en una crisis de la
prima de riesgo para salir de la cual tuvieron que sucumbir al chantaje que les
presentó el BCE en agosto de 2011: la compra de deuda pública en los
mercados secundarios a cambio de recortes de los salarios, precarización del
mercado laboral, programas de privatización de los servicios públicos y
reformas constitucionales que sancionaran límites estrictos de déficit público.
Por si ello no bastara, el autor nos recuerda que, a partir de 2003, el gobierno
alemán acaudillado por Gerhard Schröder dio inicio a una contundente política
23
de dumping social (la famosa “Agenda 2010”) basada en una presión sobre
los salarios a causa de la cual —y a diferencia de lo que ocurría en los países
del sur— los «costes unitarios laborales se movieron a un ritmo casi idéntico al
de la productividad» (p. 57); lo que, sumado a una inflación que se mantenía
más baja que la del resto de la EZ por una demanda agregada anémica,
impulsó de forma extraordinaria la competitividad alemana. Liso y llano: el
gobierno de Schröder realizó una auténtica devaluación interna al tiempo que
la llegada de capitales de norte, la mayoría de los cuales procedían de
Alemania, carcomía las economías del sur, endeudándolas (para comprar los
productos alemanes ahora ya más convenientes) y mermando su
competitividad [6]. El quid de la cuestión, como ya empieza a resultar
evidente hasta a la prensa moderada más inteligente, reside en que el euro
representó un drama tanto para las economías del sur —que no estaban
preparadas para adoptar una moneda que, para más inri, no paró de
apreciarse a partir de 2002 con la complicidad alemana y del BCE (cuyo
objetivo era convertirlo en la gran moneda de reserva mundial)— como para
los trabajadores alemanes, sobre cuyos sacrificios salariales se basó el tan
cacareado “éxito alemán”. Pocas dudas pueden caber ya acerca de que el
euro ha sido el principal instrumento mediante el cual la oligarquía europea ha
disciplinado a los trabajadores del continente y derrumbado los avances
sociales obtenidos después de la Segunda Guerra Mundial.
La explicación de Lapavitsas de la divergencia económica continental que
trajo el euro es robusta, documentada y ha sido confirmada en los últimos dos
años por numerosos economistas. Con todo, hay un punto que olvida y que
otro gran analista de la moneda única, el italiano Alberto Bagnai, ha
subrayado con acierto: la política económica seguida por Schröder (y luego
Merkel) ha ido en contra de uno de los artículos más importantes del Tratado
de Maastricht, el número 2, según el cual el objetivo de la entonces
Comunidad Económica Europea era el
desarrollo armonioso y equilibrado de las actividades económicas en el conjunto de la
Comunidad, un crecimiento sostenible y no inflacionista que respete el medio ambiente, un
alto grado de convergencia de los resultados económicos, un alto nivel de empleo y de
protección social, la elevación del nivel y de la calidad de vida, la cohesión económica y social
y la solidaridad entre los Estados miembros [7].
Obviamente, el dumping social alemán era todo lo contrario de la política
auspiciada por el Tratado. Sin embargo, ningún gobierno europeo del sur
apeló a ese artículo para neutralizar las medidas de competición desleal
practicadas por los gobiernos de Alemania. Todo lo contrario. A partir del inicio
de la crisis, los segundos aprovecharon la crisis de deuda (interna/externa,
pública/privada) que padecían los primeros para imponer una dinámica de
“centro” y “periferia” en virtud de la cual Alemania se sintió lo
suficientemente fuerte como para dictar los duros programas de austeridad
24
dirigidos a obligar a las sociedades del sur a pagar sus deudas a los bancos
del norte. Concluyentemente, el proyecto de la EZ ha fracasado a la hora de
impedir, como quería François Mitterand después de la caída del Muro de
Berlín, que Alemania se erigiera en el país dominante de la UE. En estos
momentos, hasta los políticos e intelectuales alemanes más honestos (U.
Beck, H. Schimdt) se muestran preocupados por esta Alemania imperial que
va granjeándose el odio de unos vecinos del sur sometidos a violentas
terapias de austeridad social.
¿Qué hacer, por tanto, para evitar que éstos terminen sofocados por
semejante situación de desesperanza y humillación? Lapavitsas nos presenta,
a lo largo del libro, tres escenarios de futuro. El primero corresponde al que
los eurócratas y gobiernos nacionales de la EZ han impuesto a la población
europea: la austeridad, que el autor rechaza por basarse en un diagnóstico
errado de las causas de la crisis, por los estragos sociales que está causando
y, last but not least, por no solucionar los problemas económicos de los
pueblos europeos.
Un segundo escenario podría ser el de una reforma en profundidad del modelo
de gobernanza de la EZ, basada en la unión político-fiscal de los territorios
que la componen, en transformar el BCE en un organismo obligado a realizar
políticas monetarias pensadas para fomentar el empleo y el crecimiento, y en
crear una “Oficina de Deuda Pública” que pudiera coordinar la emisión y
gestión de la deuda pública de cada Estado en colaboración con el BCE. Al
respecto —y con razón, si pensamos en el ya citado acuerdo de gobierno
alemán— Lapavitsas se muestra escéptico sobre su viabilidad, ya que
comportaría una radical reestructuración de la soberanía en toda la EZ, dentro
de la cual existe una férrea jerarquía de Estados e insoslayables intereses
nacionales. Por otra parte, como ha recordado recientemente Wolfgang
Streeck, aun en el caso de que los contribuyentes del norte quisieran costear
la unión fiscal de la UE, ésta terminaría reproduciendo el viejo modelo italiano:
un “Mezzogiorno” enjaulado en una unión monetaria que le es perjudicial,
cuyo atraso sería paliado por el dinero del norte a costa de la renuncia de
aquel a un futuro de progreso social y pleno empleo [8].
El tercer escenario es el del impago de la deuda por parte de los Estados del
sur de Europa, y su salida de la moneda única. Este es el panorama que
Lapavitsas considera más conveniente para ellos. Eso sí, siempre y cuando el
proceso de salida no fuera desfavorable para sus clases trabajadoras, ya
duramente castigadas en estos años de recortes. Para ello, el economista
griego indica que el impacto, en su opinión fuerte, que tendría la salida de un
país de la EZ, debería ir acompañado de medidas como: 1) la suspensión de
pagos y la restructuración de la deuda internacional; 2) la nacionalización y la
creación de un sistema de bancos públicos que garantizara los depósitos de
25
los ciudadanos y concediera créditos en condiciones razonables a pequeñas y
medianas empresas (lo que protegería el empleo); 3) controles de capitales
para evitar el flujo de salidas de fondos líquidos y proteger el sistema bancario
del país que decide recuperar su soberanía monetaria; 4) una fuerte
intervención pública para controlar aquellas áreas estratégicas de la economía
(transportes, energía, telecomunicaciones, etc.) amenazadas por el impacto
de la salida de la EZ. Como se puede notar, Lapavitsas concibe la salida del
euro no sólo como una necesidad inevitable dada la situación de inmovilismo
político que caracteriza la EZ, sino también como una oportunidad para llevar
a cabo una reforma estructural de la economía por completo diferente de las
recetas neoliberales que se han aplicado en Europa (y que nos empujaría, de
paso, a repensar nuestras políticas fiscales, energéticas e industriales).
Si bien el autor presenta un panorama de salida de la moneda única más
impactante y menos detallado que los que plantean economistas como
Jacques Sapir o el mismo Bagnai [9], su propuesta tiene un mérito indudable:
el de ofrecer a la izquierda de los países del sur un programa de emergencia
pero también ofensivo, capaz de aglutinar a las capas sociales pauperizadas
por la austeridad y a millones de jóvenes sin perspectivas de futuro. Un
programa, pues, que ofrece esperanza y un papel de protagonista a una
izquierda transformadora que, desde que estalló la crisis, no ha sabido —o
podido, según se mire— detener la ofensiva de la Troika. Porque, haciendo un
ejercicio de honestidad, deberíamos reconocer que la izquierda europea no se
encuentra en su mejor momento: en los tres principales países de la EZ, o ha
sido arrinconada del juego político (Italia) o se encuentra claramente
estancada en sus perspectivas de voto (Francia y Alemania); tampoco en
Portugal y España las cosas van mucho mejor, ya que los partidos socialistas
ibéricos parecen haber parado la hemorragia de votos que estaban sufriendo
y frenado el ascenso de las siglas a su izquierda (IU, PCP y Bloque de
Esquerda). Sólo en Grecia, Syriza sigue manteniéndose como alternativa real
de gobierno. Este es el motivo por el que su líder, Alexis Tsipras, ha sido
nombrado candidato por el Partido de la Izquierda Europea (PIE) a la
presidencia de la Comisión Europea para las elecciones de mayo. Unas
elecciones de extraordinaria importancia, hasta el punto de que el mismo
Tsipras ha afirmado que representan «la última oportunidad» para construir
una UE justa y «de las personas» [10]. O, lo que es lo mismo, que estamos
ante la última oportunidad para el llamado “europeísmo crítico”. Habrá que
ver qué resultados conseguirá el joven político heleno. Por ahora, los sondeos
apuntan a un elevado nivel de abstención y a un crecimiento del PIE
claramente insuficiente para determinar un cambio sustancial en las políticas
de Bruselas. En fin, no es descartable que esta “última oportunidad” termine
en un fracaso, razón por la que es oportuno formular aquí una última reflexión
sobre cómo la izquierda se ha relacionado hasta hoy con el proceso de
unificación europea.
26
Más allá del “europeísmo crítico”
Una de las mayores cualidades del libro de Lapavitsas es que obliga a la
izquierda continental a hacer un esfuerzo de clarificación mental acerca de un
europeísmo —“crítico” todo lo que se quiera, pero europeísmo al fin y al
cabo— del que, desde los años setenta, hace gala con orgullo. Esto es
particularmente cierto para las izquierdas del sur [11], para las que el dogma
de tener que conseguir una unidad de destino con países tan alejados y
dispares como Letonia, Alemania, Finlandia o Irlanda, les ha impedido
imaginar un futuro para sus países dentro de espacios económicos, culturales
y lingüísticos más coherentes y factibles (área mediterránea e Iberoamérica).
Es más, repetir machaconamente durante más de treinta años que se debía
alcanzar una “escala” y un único “sujeto de lucha” europeos, no ha servido a
la izquierda para crear un medio de información común a todos los países de
la UE ni para tener una idea mínimamente clara de las características
socioeconómicas de cada una de las realidades que componen el mosaico
comunitario: pregunten, si no, a un militante español por las características
del mercado laboral holandés o por la composición social de Italia. Y, sin
embargo, un “sujeto europeo”, si quiere ser realmente viable e incisivo, no
puede no basarse en el conocimiento pormenorizado de todas sus partes;
máxime si se tiene en cuenta que la Unión Europea, y más todavía la EZ, son
áreas profundamente asimétricas desde un punto de vista económico, por lo
que resulta complicado dar con soluciones a los problemas comunitarios que
satisfagan a todos (cuestión importante, ya que para reformar los tratados
europeos se necesita la aprobación unánime de los países de la Unión).
Es por eso por lo que el error que ha cometido la izquierda no es tanto haber
apostado por el federalismo continental y el europeísmo social como haberse
negado siquiera a pensar en un “Plan B” en caso de que sus planteamientos
se demostraran —como ya parecen serlo— muy difíciles de realizar en el
corto-medio plazo, esto es, el plazo para revertir una situación de
descomposición social como la que vivimos. Nunca ha habido un plan
alternativo porque en el fondo no lo podía haber: durante lustros fue fuerte
—y, aunque menos, aún lo es— la convicción según la cual los países de la EZ
estaban destinados a aceptar una mayor unión política y fiscal que haría
sostenible para todos una moneda única “germanizada”. Dicho con otras
palabras: que el europeísmo nadaba a favor de la corriente histórica y que,
pese a todas sus contradicciones y a las brutales políticas antipopulares que
los gobiernos de los países de la EZ estaban obligados a aplicar, se iba “por el
buen camino” en la medida en que se crearía ese gran espacio europeo cada
vez más homogéneo en el que la izquierda asumiría un rol de protagonista.
Todo ello porque se consideraba como verdad incuestionable el hecho de que
el europeísmo, ideal interclasista por antonomasia (tan europeísta puede
sentirse Emilio Botín u Oli Rehn que un parado del Baix Llobregat o una ama
27
de casa de Vallecas), iba a ser una palanca eficacísima para construir un
continente socialmente avanzado. Un convencimiento que, elevado a su
máxima expresión acrítica, llevó a muchos sindicatos europeos y a
intelectuales como Antonio Negri a pedir el “sí” para el referéndum sobre el
proyecto de Constitución Europea de 2004 [12] (texto que blindaba, mucho
más que el Tratado de Lisboa de 2007, el actual modelo de gobernanza
político-económica de la UE contra el que la izquierda está luchando hoy en
día con enormes dificultades).
En definitiva, pese a los recortes sociales que se han producido en los países
del sur para salvar la moneda única, y a las reglas económicas que gobiernos
conservadores y socioliberales establecieron en los años noventa, la izquierda
optó por no cuestionar el marco monetario vigente por considerarlo un marco
irreversible pero modificable en un sentido progresivo. De manera que el euro
venía a ser considerado algo así como una suerte de “final de la historia
político-monetaria” del que nadie podía volver atrás so pena de ir en
contradirección del natural progreso europeo, y que podía transformarse en
un arma arrojadiza contra los mismos que la crearon —con toda la intención
del mundo— con aquellas características neoliberales. Tamaña convicción
contrastaba con una historia reciente plagada de rupturas de uniones
monetarias (más de setenta después de 1945), con los vaticinios de un amplio
número de economistas y, sobre todo, con una respuesta popular que no pudo
parar —precisamente por la dificultad de construir un sujeto de ámbito
continental— las políticas implantadas por la Troika. De ahí que, en este
momento concreto y dentro de la izquierda, los partidarios de la moneda
única estén en una situación cada vez más complicada a la hora de defender
su posición, lo que explica el uso abundante que ellos hacen del tremendismo
para representar un escenario posteuro en que los ciudadanos sólo
encontrarían
“desastres”,
niveles
de
inflación
“weimarianos”
y
tercermundismo social. En una palabra, una no-explicación que hace mella en
los miedos de una población en seria dificultad económica para abortar el
debate. Y huelga decir que la izquierda, hija histórica de la Ilustración, no
puede ni debe basar sus decisiones políticas sobre el miedo, sino sobre el
debate racional y la esperanza. Por este motivo conviene alejarse de los
profetas del Apocalipsis y apostar por una discusión sosegada y que tenga en
cuenta los excelentes estudios de los que disponemos para articular una
propuesta convincente de salida de una moneda única destinada, tal y como
están las cosas, a implosionar. Y el libro de Costas Lapavitsas es uno de ellos.
Como él mismo nos recuerda, hay alternativas al euro que nos permitirían
construir una Europa verdaderamente fraternal. Sólo hace falta que salgamos
del bloqueo cognitivo que nos impide ver que, fuera de la EZ, hay vida. Y, si
estamos dispuestos a discutir seriamente sobre el tema y a luchar, una vida
mejor y más justa que la actual.
28
Notas
[1] Juanma Lamet, «Los cinco Nobel de Economía que contemplan la salida de España del
euro», Expansión, 7 de julio de 2013; sobre el Manifiesto de Solidaridad Europea, véase la
página web: www.european-solidarity.eu.
[2] Robert Mundell, «Theory of optimum currency areas», American Economic Review, n.º 51,
1961, pp. 657-665.
[3] Nicholas Kaldor, «The Dynamic Effects Of The Common Market», The New Statement,
12/03/1971.
[4] Esta es una de las principales conclusiones del excelente libro de Gavin Hewitt, Europa a
la deriva, Madrid, Alianza, 2013.
[5] En realidad, los estudios que forman el libro han sido elaborados por un equipo de
economistas guiado por Lapavitsas. Sin embargo, en el presente texto se mencionará sólo al
economista griego por una cuestión práctica.
[6] Para una visión exhaustiva de la política económica y laboral de Alemania desde 1989,
véase también: Rafael Poch-de-Feliu, Àngel Ferrero, Carmen Negrete, La quinta Alemania,
Barcelona, Icària, 2013; Vladimiro Giacché, Anschluss. L’annessione. L’unificazione della
Germania e il futuro dell’Europa, Reggio Emilia, Imprimatur editore, 2013.
[7] Alberto Bagnai, Il tramonto dell’euro, Reggio Emilia, Imprimatur editore, 2012, pp.
231-232.
[8] Wolfgang Streeck, «Mercados y pueblos: capitalismo democrático e integración europea»,
New Left Review (edición en castellano), n.º 73, marzo-abril de 2012, pp. 55-62.
[9] Jacques Sapir, S’il faut sortir de l’Euro…, Cemi-Ehess, París, 2011; Alberto Bagnai, Il
tramonto dell’euro, op. cit., pp. 307-398.
[10] Alexis Tsipras: «Este es nuestro momento, es la última oportunidad para cambiar
Europa»,
Público,
14
de
diciembre
de
2013.
Consultable
en:
http://www.publico.es/internacional/489232/alexis-tsipras-este-es-nuestro-momento-es-la-ulti
ma-oportunidad-para-cambiar-europa.
[11] Con la excepción de los Partidos Comunistas de Grecia y Portugal, desde siempre
contrarios al proceso de unificación europea tal y como éste se ha desarrollado.
[12] Una crítica punzante y eficaz a los argumento que Negri (y sobre todo Habermas)
adujeron para apoyar el proyecto de Constitución Europea es la de José María Ripalda,
«Habermas y Europa», mientras tanto, n.º 96, 2005, pp. 17-22.
29
[El presente texto se publicó en el número 121 de mientras tanto]
31/3/2014
30
Del “modelo Barcelona” a la “marca Barcelona”: la devaluación
competitiva de lo urbano
Desde mi barrio: 6
Albert Recio Andreu
I
Nunca existió un “modelo Barcelona”. Éstá fue una idea que sobre todo
propiciarion los intelectuales y urbanistas cercanos al Partit Socialista para
resaltar a posteriori la importancia de su gestión política.
De hecho, aún en sus mejores años Barcelona siempre fue el resultado de
fuerzas contradictorias. De una parte, de las demandas de unos movimientos
sociales, especialmente el vecinal, que en la década de los setenta alcanzaron
un notable grado de movilización y presencia social. Que contaron con el
apoyo de un importante volumen de técnicos que ayudaron a dar profundidad
a estas demandas. Y que consiguieron que su plataforma reivindicativa fuera
incluida entre los planes de acción de los primeros ayuntamientos
democráticos. Pero junto a este impulso democrático, social, las políticas
municipales siempre estuvieron contrapesadas por los intereses económicos
que ya llevaban colonizando la política municipal desde tiempos
inmemoriales.
Por ejemplificar, Barcelona ha tenido una gestión privada del suministro de
agua desde hace más de cien años (el origen del grupo Agbar, hoy controlado
por la multinacional francesa Suez). De igual modo, el servicio de limpieza ya
era privado cuando cambió el régimen (y es uno de los orígenes del actual
grupo constructor FCC). Y donde más se ha dejado sentir este papel de lo
privado ha sido en la vivienda, lo que explica el carácter totalmente
subsidiario de la política específica al respecto hasta nuestros días.
Si alguien ejemplifica esta contradicción entre demandas sociales y
movimientos privados es tal vez la figura del primer alcalde democrático,
Narcís Serra. Elegido como líder del PSC (especialmente con los votos
cosechados en los barrios obreros de la ciudad), en la década anterior había
sido uno de los principales directivos del especulativo proyecto del Pla de la
Ribera (junto con su amigo Roca Junyent) propiciado por grupos empresariales
locales (especialmente Catalana de Gas, el embrión de la actual Gas Natural
Fenosa) y que obtuvo una respuesta contundente del movimiento vecinal de
la época. La Vila Olímpica, el proyecto Diagonal Mar y el posterior del 22@
(propiciados todos ellos por los ayuntamientos socialistas) han sido en gran
medida la aplicación de aquel viejo plan que buscaba revalorizar los antiguos
31
terrenos industriales en usos más rentables.
No obstante, al menos durante los primeros años de gobiernos de izquierda,
en la ciudad hubo una cierta dinámica de confrontación-diálogo-cooperación
entre movimientos vecinales y administración municipal que posibilitó
construir equipamientos, mejorar el tejido urbano y crear algunos mecanismos
de participación con los que se podía debatir. Las mejores experiencias de la
ciudad nacieron de estas dinámicas, no de planes preconcebidos desde arriba.
Por ejemplo, lo que se ha presentado como logros sociales de las Olimpiadas
del 92 (la cobertura de las Rondas para reducir molestias y contaminación a
los barrios, el complejo deportivo de Can Dragó) fue la respuesta a una densa
lucha popular que forzó su realización. Allí donde esta fuerza no existió, el
resultado fue mucho menos progresista (por ejemplo en la Villa Olímpica no se
incluyó ningún bloque de vivienda pública).
Tras las Olimpiadas, el deterioro del presunto modelo fue evidente, como
resultado combinado del debilitamiento del movimiento vecinal, la paulatina
pérdida de visión de las élites del PSC y el cada vez más presente papel de los
lobbies empresariales organizados. Un deterioro que con todo tenía sus
aspectos contradictorios y dio lugar a algunas respuestas interesantes.
Especialmente en el último gobierno socialista de la ciudad, donde, en parte
por el mayor peso que en él tuvo Iniciativa-Verds, en parte por alguna
renovada resistencia vecinal y en parte por la propia conciencia del alcalde
socialista Hereu de perder apoyo social, se intentó rectificar la deriva en
aspectos tales como un fuerte aumento de las políticas de servicios sociales
(que siempre fueron un elemento residual en los mejores años del viejo
modelo) o el fallido intento de reforma de la Diagonal que concitó una brutal
(y exitosa) respuesta por el potente lobby del automóvil (organizado en torno
al Real Automovil Club de Catalunya, una empresa privada con disfraz de club
social). Buena muestra de lo contradictorio de esta política lo constituye la
implicación de los últimos responsables socialistas del urbanismo municipal en
una parte del “affaire del Palau de la Musica”, consintiendo una irregular
recalificación de suelo para construir un hotel por el simple hecho de que “no
se podían oponer a las demandas de una institución como el Palau”. Los que
llevamos años peleando en el movimiento vecinal hemos recogido otros
muchos casos de sumisión del ayuntamiento a las demandas urbanísticas de
grandes grupos del poder, sin que siempre sea factible demostrar que exista
un delito claro.
En suma, si algo caracterizó el antinguo “modelo Barcelona” fue esta mezcla
contradictoria de políticas impulsadas desde las luchas sociales, negociadas y
consensuadas a veces, con ciertas dosis de procesos participativos e impulso
de los intereses de grupos económicos cuya legitimidad casi nunca era
cuestionada. Era un modelo que en el movimiento vecinal tildamos de “la
32
doble participación”: la del modelo formal orientado a organizaciones sociales
y personas corrientes (lento, incompleto, insuficiente) y la del palco del Camp
Nou (o del Liceo), de diálogo directo y ágil con los grupos dominantes, con las
élites.
II
La llegada al poder del actual equipo de gobierno ha liquidado por completo
cualquier idea de modelo participativo y social de ciudad. Su obsesión es
promocionar cualquier actividad orientada al lucro privado, privatizar la
gestión de lo social y convertir toda la ciudad en algo vendible. Más que de
promocionar la “marca Barcelona”, a veces parece que el modelo que
predomina es el “todo a cien”. Los ejemplos abundan en aspectos numerosos.
Recojo sólo los que se citan en una de las resoluciones que ayer aprobamos
en la asamblea de la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona:
la creación sin ningún tipo de debate ni concurso público de una nueva
compañía metropolitana de gestión del agua controlada por el grupo
Agbar en un 80%. Y creada tras hacerse visible que había caducado la
concesión a Agbar y era posible municipalizar el servicio sin
autorización;
la anunciada privatización de 25 aparcamientos públicos (los más
rentables en el centro de la ciudad) y venta a Saba (la principal
operadora privada de la ciudad, participada por la Caixa), que tenía
próximo el vencimiento de sus concesiones;
una nueva normativa de antenas de telefonía móvil y de uso del
espacio urbano que en la práctica deja al completo control privado la
instalación de antenas y la instalación de terrazas comerciales;
la cesión del puerto antiguo (el Port Vell situado junto al barrio obrero
de la Barceloneta) para la construcción de un exclusivo puerto de
embarcaciones de lujo totalmente cerrado;
el cambio de usos de Ciutat Vella (el área histórica de la ciudad) para
favorecer la construcción de nuevos hoteles en una zona donde la
población padece el impacto del monocultivo turístico que, entre otras
cosas, favorece su expulsión;
la introducción paulatina de tarifas al acceso a diversos espacios
públicos (Parc Güell, Castell de Montjuic...) alegando la masificación
generada por el turismo que está en el centro de la política municipal;
el desvío de ayudas a las entidades sociales y la concesión de
subvenciones millonarias a la organización de todo tipo de eventos,
especialmente deportivos (en gran parte como respuesta a las
presiones del muy organizado lobby Sport Cultura Barcelona);
la mercantilización del espacio público de mil y una formas: se cierra
un museo para celebrar una boda de la poderosa familia india Mittal,
33
se viste la estatua de Colón para rodar un spot publicitario del FC
Barcelona, se buscan sponsors para las paradas de Metro, se cambian
proyectos urbanísticos de barrio para favorecer la implantación de
Mercadona.
Y todo ello acompañado de una política de reformas que ignora los barrios
obreros, por una política para los pobres nortada por la caridad y por el
bloqueo total de la participación y el diálogo. La gestión conservadora del
nacionalismo catalán cada vez se parece más a la de Madrid. Si alguna vez
existió un modelo diferencial, la derecha local, ahora separatista, lo ha
cepillado de cuajo. Aunque en cosas muy importantes, como en la creación de
la empresa de aguas (o como en el reciente proyecto de casinos Barcelona
World que de un plumazo rebajará los impuestos a todos los casinos
catalanes, la mayoría de ellos en manos de los herederos del primer alcalde
franquista de la ciudad), ha contado con el apoyo realista del PSC. Otra forma
de decirle a la ciudadanía que “no hay alternativa”.
Quizás la única buena noticia es que tanta política de mercantilización y
desguace está ayudando a reanimar a los movimientos sociales. Reforzando la
capacidad de acción del viejo movimiento vecinal, dando entrada a nuevos
actores y en muchos casos generando convergencias en luchas aún
incipientes pero prometedoras. Y es que mucha gente está volviendo a
aprender que si algo se ganó en el pasado fue porque hubo una presión social
que marcó el camino de lo que había que hacer. Una presión renacida que se
ha hecho visible en las movidas de la PAH, de Nou Barris Cabrejada, del
movimiento Stop Pujades (contra el brutal aumento del transporte público), en
las diferentes mareas, en los Yayoflautas, en la lucha contra los desalojos de
inmigrantes en Poble Nou... Y que ha empezado a cosechar algunos frutos
como la recuperación de Can Batlló o la Flor de Maig. Parece, salvando las
distancias, que la historia se repite. En este caso para bien. Aunque faltan aún
muchas piezas para que el proyecto neoliberal de la “marca Barcelona” deje
paso a un nuevo proyecto social, igualitario, sostenible, participativo.
30/3/2014
34
Capas y clases sociales en Cataluña
Antonio Antón
Marina Subirats, en su libro Barcelona: de la necesidad a la libertad. Las clases
sociales en los albores del siglo XXI (Universitat Oberta de Catalunya, 2012),
ha realizado una profunda y detallada investigación sobre la estructura social
de Cataluña, con datos de 2006. Es el estudio más amplio sobre la división en
clases sociales realizado en España en estas décadas. Se analizan 248
variables agrupadas en 15 ámbitos temáticos que son los siguientes (con
número de variables): Nivel de estudios y hábitos culturales (15); Trabajo
productivo (18); Tipos familiares (12); Consumo (11); Recursos económicos
(21); Vacaciones (6); Equipamiento del hogar (18); Vivienda (17); Formas de
relación (12); Tiempo libre (34); Origen geográfico (6); Salud (6); Entorno (29);
Expectativas (8), y Voto y asociacionismo (6). Por tanto, se incorporan
factores económicos, sociales, de estilo de vida y comportamiento social, con
un enfoque multidimensional.
En su análisis se comprueba la realidad de siete tipos distintos de capas
sociales (más la clase corporativa y los sectores marginales que no aparecen
con suficiente impacto estadístico en las encuestas pero que sí se evidencian):
cuatro capas o subclases integradas en las clases medias (Empresarios con
asalariados, Nueva clase media, Jóvenes de clase media y Autónomos) y tres
en la clase trabajadora (Trabajadores jóvenes y adultos, Trabajadores viejos e
Inmigrantes recientes).
El resumen de su distribución global es la siguiente (p. 199): clases medias
40,4% y clase trabajadora 59,6%. Las clases trabajadoras son ampliamente
mayoritarias respecto de las clases medias; coincide globalmente con mi
investigación «Sujetos y clases sociales» (Estudio n.º 83 de la Fundación 1º de
Mayo), aunque con alguna pequeña diferencia. En su valoración se da una
gran importancia a la conformación de la clase corporativa como clase
dominante, hasta tal punto que excluye de las clases altas o élites dirigentes a
otros sectores de la llamada ‘burguesía’ catalana, como grandes empresarios
y altos gestores. No obstante, como estadísticamente es inferior al 1% no se
refleja en sus resultados. El otro matiz es en relación con la valoración de los
autónomos que explicamos más tarde.
Podemos resaltar la existencia dentro de las clases medias de una capa
diferenciada por edad, los ‘jóvenes de clase media’ con rasgos distintos de la
‘clase media adulta’ y de los ‘jóvenes de clase trabajadora’ (e inmigrantes).
Igualmente, dentro de las clases trabajadoras distingue a los trabajadores
‘viejos’ de los ‘jóvenes y adultos’, bloque este último que forma una misma
35
fracción. La distinción no solo es por la edad sino que viene acompañada de
unas referencias culturales y estilos de vida diferentes (emigrantes de la
península, castellano hablantes y con poca cualificación). Dentro de la clase
trabajadora, también distingue al segmento de ‘inmigrantes recientes’
(extranjeros).
La tabla adjunta muestra una clasificación corregida de sus resultados.
Globalmente, me parecen adecuados los criterios metodológicos empleados.
Es importante la distinción compartida entre clase social objetiva y clase
social como agente colectivo, siendo éste el aspecto más relevante desde el
punto de vista sociopolítico. Aquí se explican dos matices relevantes sobre su
clasificación. A partir de sus propios datos, se han agrupado de forma
diferente varios segmentos por criterios interpretativos distintos a los suyos.
Uno, tiene poco impacto cuantitativo pero sí cualitativo en la interpretación de
las élites dirigentes. Es la incorporación dentro de las clases altas o
dominantes, además de la llamada clase corporativa —la más dominante y
con influencia internacional— de otras dos capas minoritarias —suman un
punto—: gestora —asalariada de alta dirección— y gran empresariado
—propietarios—. Ambas pertenecen a la ‘burguesía’ (como dice la propia
autora) y tienen un peso económico y político particular; por ello, esos
segmentos, que en su investigación aparecen dentro de las clases medias
36
(nueva clase media y empresarios), aquí se extraen de ellas y se clasifican
entre las clases altas (aunque estén subordinadas a la clase corporativa, como
capa más dominante).
Dos, en esta reinterpretación se adscribe un sector significativo de autónomos
(4,8 puntos) a las clases trabajadoras, cuando en su texto se acumulan a las
clases medias. Subirats reconoce acertadamente que una parte del asalariado
(profesional, técnico…) pertenece a la (nueva) clase media (no a la clase
trabajadora aunque tengan un salario, como hacen otros investigadores).
Pero, en el caso de los autónomos, aunque admite su segmentación interna,
no considera que el segmento de ingresos bajos y medio-bajos y empleo
incierto, aunque no sean asalariados, forma parte de las clases trabajadoras,
tal como se hace aquí, en que se distinguen de los autónomos de clase media.
Tiene también una importancia cuantitativa no menor, ya que afecta al 70%
de los mismos en Cataluña y el conjunto de España.
Por tanto, respecto de sus resultados, las clases medias se deberían reducir
casi seis puntos (5,8) e incrementar un punto la clase alta y 4,8 puntos las
clases trabajadoras. El aspecto relevante no es la diferencia cuantitativa en la
distribución de las clases sociales, partiendo de que cinco puntos arriba o
abajo no son muy relevantes, sino en la caracterización de la minoría
poderosa, la gran mayoría subordinada de las clases trabajadoras, (entre el
60% y los dos tercios) y la dimensión significativa de las clases medias, (entre
un tercio y un 40%), aunque muy inferior a las clases trabajadoras.
Asimismo, hay que recordar que el elemento principal para analizar las clases
sociales como sujetos colectivos y su impacto sociopolítico es el
‘comportamiento social’ (su experiencia incluido su subjetividad), cuestión
que se tiene cuenta en esa investigación.
Una vez reelaborada esa clasificación, los resultados de la situación de clase
en Cataluña, tal como aparecen en la tabla, son: clase alta o dominante, 1,2%;
clases medias, 34,4%; clases trabajadoras, 64,4%. No obstante, hay que
recordar que la muestra de los datos es del año 2006, es decir, antes de la
crisis socioeconómica, y que estos años se han reducido algo las clases
medias y se han ampliado las clases trabajadoras, particularmente el
segmento en desempleo. Considerando ese impacto, no son muy distintos a
los datos globales que con distintos criterios y fuentes sobre la población
activa se explican en el informe citado para el conjunto de España.
La interpretación sociopolítica y cultural de los distintos agentes sociales y
políticos, y del conjunto de la sociedad y la ciudadanía activa, es
imprescindible y fundamental para explicar, de forma completa, relacional e
histórica, la reconfiguración de las clases sociales en España y su dimensión
37
social.
Podemos terminar diciendo que lo que ha pasado en nuestra sociedad no ha
sido la desaparición de las clases, sino la ocultación de sus signos más
evidentes, que ha servido para instaurar la idea más general de que tales
divisiones habían dejado de existir (Subirats, 2012: 401).
[Antonio Antón es profesor honorario de Sociología de la Universidad
Autónoma de Madrid]
27/3/2014
38
Sobre la campaña publicitaria de los obispos en relación con el IRPF
de 2012, declarado en 2013
M. Enrique Ruiz del Rosal
Un año más nos encontramos puntualmente con la campaña propagandística
de la Iglesia católica (Ic, en adelante) en relación con la declaración de
voluntad de l@s declarantes del IRPF, para que el Estado (quienes
contribuimos) subvencione sus actividades de culto y clero.
1. Sigue causando estupor, mezclado con vergüenza, que no se publiquen
previamente en las estadísticas oficiales de la Agencia Tributaria las escasas
cifras que sí obran en poder de la Corporación católica: es la Administración
Pública la que debería ofrecer dicha información como corresponde, al ser la
Ic la beneficiaria de esta cuantiosa subvención pública: 249.051.689 euros
—más de 41.000 millones de las antiguas pesetas—. ¿Por qué esta
información no es de conocimiento público? ¿A qué obedece este
privilegio?
2. Un año más se pretende engañar a la ciudadanía afirmando que “la iglesia
renunció a la exención del IVA”. Es sencillamente falso. La exención del IVA,
privilegio del que gozó la Ic hasta 2007, era ilegal desde la misma entrada de
España en la Comunidad Europea, en 1986. La violación reiterada de la
Directiva europea sobre armonización fiscal en esta materia obligó al
Gobierno, tras múltiples avisos y amenazas, a eliminar este privilegio eclesial
y acomodarse a la normativa europea. Ha tenido que ser la Comunidad
Europea la que nos ayudara a acabar con este privilegio eclesiástico.
No obstante, la Ic se ha encargado de que tal circunstancia no supusiera una
minoración en sus ingresos, consiguiendo un aumento del 0,52% al 0,7% del
porcentaje a recibir por las “X” de cada declaración de IRPF. Esto supuso que
los 173 millones de euros (M€, en adelante) que recibió por la declaración de
la renta de 2006, se convirtieron en ¡241,3 M€! por la declaración de la renta
de 2007; lo cual significó un incremento del 38% de un solo golpe (maestro).
Y este aspecto no ha permanecido oculto. El propio acuerdo de 2006 reconoce
explícitamente que la subida hasta el 0,7%, se ha propuesto como
“compensación por la pérdida de la exención del IVA a favor de la Iglesia
católica, que es exigida por el Derecho comunitario”. Como posteriormente
han demostrado los hechos, el negocio ha sido redondo para la Ic y ruinoso
para el erario público, dado que la exención del IVA le suponía a la Iglesia,
en dicho año, unos ingresos adicionales de 30 M€ y con el incremento del
porcentaje ha ingresado 68 M€ más, lo que significa queen 2007 compensa
39
lo que pierde con el IVA y aumenta el “botín” en 38 M€ adicionales.
Claro está que como la imposición por el IVA depende de las operaciones de
consumo realizadas, en período de crisis, al realizar menos compras, el IVA
que se soporta es mucho menor y, consecuentemente, el margen para la
Iglesia mucho mayor. Así, según la propia Memoria Justificativa de Actividades
del ejercicio 2011, última publicada por la Conferencia Episcopal, el IVA que
debería compensar para ese ejercicio era sólo de 9,2 M€ (no de 30 M€, como
en 2007), por lo que el margen a favor (botín) de la Ic fue, en 2011, de
59 M€ (casi 10 mil millones de las antiguas pesetas) . Así pues, la
jerarquía católica no “renunció” a nada, como afirma en su propaganda.
3. Un año más (literalmente, como la nota del año pasado) se desliza la falsa
idea de que “el Estado no garantiza ya ningún mínimo para el sostenimiento
básico de la Iglesia”, porque ha dejado de existir el “complemento
presupuestario”. Tan sólo cambia el vocero: este año es Gil Tamayo y no
Martínez Camino. Al menos, no se repite aquella boutade (intervención
pretendidamente ingeniosa destinada a impresionar, según el DRAE) de que
“si ningún contribuyente quisiera marcar la X, la Iglesia no recibiría nada”. Sin
embargo se mantiene la falsedad de que la Iglesia no recibe “nada de los
Presupuestos Generales del Estado”.
En primer lugar, toda la subvención que recibe la Ic por este concepto sale de
los Presupuestos Generales del Estado, como no puede ser de otra forma. Si
como dice la propaganda de la Corporación católica el contribuyente que
marca la “X” no pone ni un euro de su bolsillo, o como afirma la nota
propagandística marcar la casilla “no cuesta nada”, ¿de dónde otro sitio
puede salir que no sea de los Presupuestos, es decir del bolsillo de tod@s l@s
ciudadan@s? Los impuestos no “pertenecen” al ciudadano, sino al Estado,
para proporcionar (supuestamente) servicios de interés general. Por tanto, en
realidad, todo es gasto presupuestario.
En segundo lugar, es falsa la sugerencia de que podría estar funcionando por
debajo del “mínimo para su sostenimiento básico”, y mucho menos la fantasía
demagógica de que podrían “no recibir nada”. Los jerarcas católicos saben
que el artículo II del Acuerdo sobre Asuntos Económicos, de 1979,
compromete (obliga) al Estado “a colaborar con la Ic en la consecución de su
adecuado sostenimiento económico”. Por tanto, mientras siga vigente
dicho Acuerdo, el Estado viene obligado a mantener a los obispos,
sacerdotes, seminarios, congresos, parroquias y demás gastos de los
denominados “de culto y clero”, independientemente de las “X” que
marquen l@s contribuyentes. El eslogan de campaña de los obispos, para
hacer honor a la verdad, debería ser: “No importa que marques la casilla,
porque el Estado (todos los contribuyentes) nos tiene que sostener
40
obligatoriamente”.
4. Una año más, la interpretación que de las cifras realiza la Conferencia
Episcopal (CEE) oculta una terca realidad: a pesar de todo su aparato
propagandístico y mediático, en torno al 65% de l@s declarantes (el
65,13, en 2012, el 65,17, el año anterior y el 65,62 en 2007) sigue sin
señalar la casilla de la Iglesia, como viene siendo habitual en la
última década. Y ese porcentaje pesa como una losa, independientemente
de que haya subidas más o menos coyunturales de declaraciones o de
cantidades asignadas.
Para ocultar esta realidad, la escasa información aportada ofrece un gráfico en
el que los porcentajes de casillas marcadas a favor de la Ic, que pasan del
34,83% al 34,87%, se presentan en sendas rectas paralelas con una longitud
muy diferente, cuando en realidad estamos hablando de una diferencia del 4
centésimas de punto (0,04, como se indica en el mismo gráfico). En fin, un
burdo truco de manipulación visual de la información.
5. De la declaración del IRPF realizada en 2013, correspondiente a la renta de
2012, los dos únicos datos que se ofrecen (aparte de la novedad de los datos
por Comunidades Autónomas) son el número total de declaraciones con “X” a
favor de la Iglesia católica (7.339.102 declaraciones) y la correspondiente
cantidad asignada a su favor por este motivo (249.051.689 euros, más de
41mil millones de las antiguas pesetas), lo que significaría que ha perdido
17.935 declaraciones respecto al año anterior (un 0,3% menos), aún cuando
la cantidad que se le asignaría este año es casi 2 M€ superior a la del año
pasado.
No se ofrece ninguna razón que explique esta aparente paradoja en la
información aportada por la Conferencia Episcopal. Sin embargo, el cuadro por
Comunidades Autónomas permite alguna reflexión: a) hay Comunidades que
aportan bastante más por declaración (Madrid, 57,34 €/declaración, o
Cataluña, 44,35 €/declaración), que otras (Andalucía, 24,81 €/declaración, o
Castilla y León, 25,48 €/declaración), lo que refleja unas mayores bases
imponibles en las dos primeras citadas (efecto del mayor nivel de renta de las
declaraciones con “X” en ambas Comunidades); b) en la casi totalidad de las
Comunidades se ha incrementado la base imponible de l@s declarantes en
2012, respecto al año anterior, por lo que la cantidad que se desvía de cada
declaración es mayor en dicho año; c) los mayores incrementos absolutos en
los importes desviados a la Ic se deben, fundamentalmente, a los incrementos
de recaudación en Madrid, Castilla y León, Cataluña, Galicia y Canarias, pero
por distintos motivos: en el caso de las dos primeras al efecto de incremento
de renta se suma el de más declaraciones señaladas, mientras que las otras
tres han recaudado más presentando menos declaraciones, por lo que el
41
efecto de incremento de la base imponible (renta) ha compensado con creces
la reducción de declaraciones marcadas.
6. Se afirma en la propaganda episcopal, en un intento de demostrar cómo
está la crisis afectando “al sistema”, que la Ic “percibirá 3,6M€ menos que
hace 4 años” (que fueron 252 M€), pero oculta que percibirá 75,3 M€ más
que hace 6 años (que recibió 173,7 M€). Por lo tanto, es indudable que
al sistema de financiación de la Iglesia católica no le ha afectado la
crisis. De hecho, en los últimos 6 años que contamos con información
(renta de 2007 hasta renta de 2012) la jerarquía católica ha recibido
una media de 248 millones de euros anuales (41,2 mil millones de las
antiguas pesetas). Repito, cada año.
7. No parece decir la verdad el episcopado cuando afirma en su propaganda
que “las colectas o las suscripciones continúan siendo absolutamente
indispensables”. En primer lugar, no aportan una sola cifra de a cuánto
asciende la cantidad por estos conceptos para el ejercicio en cuestión (2012),
por tanto deberíamos realizar un acto de fe para creerlo. En cualquier caso, de
acuerdo a la única información disponible, facilitada por la CEE en su Memoria
Justificativa de Actividades del ejercicio 2010, las diócesis nutrieron el Fondo
Común Interdiocesano dicho año con 13,7 M€, de un total de 227,9 M€. Es
decir, tan sólo el 6% del FCI lo aportaron las colectas de los fieles en las
diócesis. Sin embargo, el restante 94% lo aportó la asignación de los
Presupuestos por la asignación del IRPF. Así pues, las colectas no parecen ser
“absolutamente indispensables” y sí en cambio la subvención del Estado vía
casilla del IRPF. Es importante destacar que en la última Memoria de
Actividades publicitada por la jerarquía católica, la correspondiente
al ejercicio 2011, ha desaparecido cualquier mención a la aportación
de las diócesis. Precisamente este punto era el que nos permitía esclarecer
el grave déficit de éstas, pues en 2010 aportaron tan sólo 13,7 M€, mientras
que recibieron 195 M€. Esto significa que las diócesis no cubren con sus
aportaciones ni siquiera el 7% de sus necesidades y, en consecuencia, me
permitía concluir: a) que las diócesis aportan cada vez menos al Fondo
Común Interdiocesano y, por tanto, dependen del Estado cada vez en
mayor medida, y b) que si no fuera por la financiación a través del
Presupuesto del Estado (de tod@s l@s ciudadan@s), las diócesis
católicas no podrían funcionar.
Así pues, el cuadro que se presenta este año permite deducir que se
distribuyó a las diócesis en 2011, 197,7 M€, (casi 33 mil millones de las
antiguas pesetas) del Fondo Común Interdiocesano para 2011, pero nada nos
dice acerca de cuánto aportaron las diócesis a dicho fondo.
En cualquier caso, lo que se pretende ocultar en la Memoria es que , en
42
estos tiempos en que la lucha contra el déficit público y el recorte del gasto
público se ha convertido en el objetivo principal de la política económica,el
Estado sigue “alimentando”, año tras año, a unas instituciones
privadas (las diócesis), que gastan quince veces más de lo que
recaudan (datos 2010) y que no realizan ningún servicio de interés
general ni, por tanto, público . Y ello, en un Estado que se define en su
Constitución como aconfesional.
8. Un año más siembra confusión la propaganda episcopal, a propósito de la
aplicación del dinero recibido por esta vía (IRPF). En la nota oficial de la
declaración de la Renta 2013 (IRPF 2012) se mencionan las “otras funciones
sociales: enseñanza, atención integral a los niños, los ancianos, los
discapacitados, la acogida de los inmigrantes, la ayuda personal e inmediata a
quienes la crisis económica pone en dificultades […]”, dando a entender que
el dinero del FCI se aplica a estos menesteres caritativos. Nada más lejos de la
realidad.
Según la última Memoria de Actividades publicada, referida en el punto
anterior (correspondiente al ejercicio 2011), las diócesis recibieron 197,7 M€,
del total de 233,6 M€ que constituía el Fondo, esto es, un 84,6% del total.
Actualmente es imposible determinar qué porcentaje de la cantidad enviada a
las diócesis se emplea en sustentación del clero (sueldos y salarios de los
curas), en gastos generales, en actividades pastorales o en otras actividades.
Esta información dejó de suministrarla la Ic desde la Memoria del ejercicio
2009, y de ella se deducía que el 71,5% del gasto de las diócesis se
empleaba en pagar los sueldos y salarios del clero y otro 10,8% en
gastos generales (burocracia y mantenimiento). Tan sólo se dedicó a la
actividad pastoral un exiguo 16% de todo lo que se envió a las
diócesis. Por tanto, en contra de lo que afirma la nota propagandística de los
obispos, las cantidades que el Fondo envía a las diócesis no se dedican ni a
actividades pastorales ni a obras sociales y benéficas, sino a gastos más
pedestres.
Debe de resultar tan acusadora esta situación para la jerarquía católica (el
hecho de que las tres cuartas partes de lo enviado a las diócesis se vaya en
sueldos del clero) que esta información la han hecho desaparecer de las
Memorias de Actividades posteriormente publicadas (2010 y 2011), de
manera que ya no se puede saber, en términos aproximados, cuánto dedican
a actividad pastoral.
9. Resulta difícil explicar que la Iglesia sólo dedique a actividades pastorales
un exiguo 16% del montante que se envía a las diócesis, tratándose de una
institución cuya prioridad es dicho tipo de actividades. La Ic no tiene casi
80.000
sacerdotes
y
religios@s
en
España
para
realizar
43
prioritariamente lo que tan pomposamente llama “actividad
pastoral”; en realidad, para la actividad pastoral que declara sobraría
el 90% de estos efectivos.
Si el verdadero objetivo fueran las actividades pastorales, éstas deberían
absorber más del 50 % de los recursos de las diócesis y el clero, sus
funcionarios, no debería suponer más de un 30 % del presupuesto total de las
diócesis. ¿Entonces, cuál es el verdadero motivo para mantener este
“ejército” clerical, aparentemente ineficiente?
La respuesta sólo puede ser que el objetivo de la Ic es mantener una
extensa y profunda red de sacerdotes y religios@s, cuya estructura
pueda garantizar la difusión de su particular moral e ideología y, en
definitiva, la presión y el control político y moral sobre el mayor
número de ciudadan@s posible. Y para ello debe influir desde sus púlpitos,
desde sus universidades, desde sus periódicos, desde sus emisoras de radio y
televisión, desde sus confesionarios, con sus campañas de agitación y
propaganda. Sin olvidar su influencia “vicaria”, es decir, la que no tiene origen
en la actividad directa de los curas y religiosos, sino que se produce a través
de periodistas, intelectuales, creadores de opinión y políticos afines, en todo
tipo de medios públicos y privados.
10. Un año más, se pretende perpetuar el engaño de que “la iglesia, para su
sostenimiento, sólo recibe lo que resulta de la asignación voluntaria de los
contribuyentes y nada de los Presupuestos Generales del Estado”. Nada más
lejos de la realidad.
La liquidación del Impuesto señala la obligación de los ciudadanos (también
los católicos) en el sostenimiento de los gastos del Estado (escuelas,
hospitales, asistencia social, desempleo…). Quienes marcan la “X” no sólo no
aportan ninguna cantidad adicional a la Iglesia, sino que gozan del privilegio
de decidir a qué dedicar el 0,7% de sus ingresos, privilegio del que no gozan
los demás. De manera que “aportan”, generosamente, con dinero que no es
suyo, sino del Estado, y por tanto de todos los españoles, sean sus creencias
religiosas o de cualquier otra naturaleza. El efecto final es que contribuyen a
los gastos generales, de todos, sólo en un 99,3% (un 98,6% en caso de poner
también la “X” en los fines de interés social, que en una cantidad significativa
también va destinada a instituciones católicas). En definitiva, las personas que
ponen la “X”, están pagando menos impuestos y, sin embargo, los ritos y
actividades de los católicos los estamos pagando todos los españoles, sean
nuestras creencias religiosas o de cualquier otra naturaleza.
La misma propaganda episcopal lo reconoce en su nota: “Marcar la casilla no
cuesta nada”. Efectivamente, el contribuyente que marca la casilla no
44
pone un solo euro de su bolsillo.
Así pues, las personas que marcan la “X”, no contribuyen al sostenimiento de
los gastos públicos de acuerdo a su capacidad económica, como establece el
artículo 31 de la Constitución. La actitud de estas personas es insolidaria e
injusta, pues su decisión contribuye a financiar con fondos públicos
actividades de interés particular (religiosas), en detrimento de las necesidades
de interés general (sanidad, educación, dotaciones sociales…). Y el
comportamiento del Gobierno que lo permite es un atentado a la laicidad del
Estado y una violación de la conciencia de los ciudadanos con otras creencias
distintas a las católicas (sean o no religiosas).
11. De la última Memoria de Actividades publicada por la Conferencia
Episcopal, correspondiente a 2011, ha desaparecido la información de lo que
las diócesis han recaudado y, por tanto, aportado al Fondo. Es explicable
—aunque no justificable— que haya desaparecido, porque de la Memoria
correspondiente a 2010 (último año en que se ofreció esta información) se
deduce que las diócesis recaudaron 13,7 M€, mientras que recibieron 195,5
M€ para su funcionamiento, es decir, apenas cubrieron el 7% de sus
gastos, o dicho de manera más actual, tienen un déficit del 1.227%
[1].
En unos tiempos en que la lucha contra el déficit y el recorte de los gastos
públicos se ha convertido en el único objetivo de la política económica, resulta
inexplicable que el Estado siga “alimentando”, año tras año, a unas
instituciones (las diócesis) que gastan trece veces más de lo que recaudan y
que no realizan ningún servicio de interés general ni, por tanto, público. Y ello,
en un Estado que se define como aconfesional. Es evidente quesi no fuera
por la subvención aportada directamente por el Estado (por tod@s
l@s ciudadan@s), las diócesis católicas no podrían funcionar.
Conviene no olvidar, por último, que si lo que se desvía a la jerarquía católica,
para mantenimiento de culto y clero, alcanza los 249 M€ (más de 41.000
millones de las antiguas pesetas), el importe global de lo que se apropia la
Iglesia, incluyendo ayudas directas y exenciones y bonificaciones fiscales, es
superior a 11.000 millones de euros, lo que supone más de un punto
porcentual del PIB de la economía española.
Rivas Vaciamadrid, a 24 de febrero de 2014
Nota
[1] La diferencia entre lo que ingresan —13,7— y lo que gastan —195,5— es de 181,8 M€ (en
porcentaje, el 1.227 %).
45
[M. Enrique Ruiz del Rosal es presidente de la Asociación Laica de
Rivas Vaciamadrid y miembro de la junta directiva de Europa Laica]
24/3/2014
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Una información sobre Venezuela
Correo de Joaquín O. (Venezuela) a Néstor (Argentina)
Joaquín O.
[N. d. R.: Dadas las circunstancias que vive Venezuela, hemos preferido
mantener una cautela sobre la identidad del autor de esta carta, fechable en
este mes de marzo, que entendemos merece crédito. "Joaquín ha sido un
luchador de toda la vida. Tuvo ofrecimientos de cargos por el propio Chavez;
durante algún tiempo fue miembro del directorio de la Cia. de Electricidad,
intachable, de honestidad total, y cuando no pudo contra la burocracia volvió
a la base como trabajador" —escribe Néstor.]
***
Hola Néstor, hoy domingo es que me siento a escribirte, en estos días estaba
conectado y entró una llamada tuya a skype pero en esta computadora fija
que es la mía, no tengo cámara; la que tenia se dañó, y gracias a este
rarísimo socialismo de Maduro y los Alacranes, como los había bautizado el
General Müller Rojas, no se consigue UN CARAJO; antes usaba la laptop de un
sobrino de Yajaira que se mudó a un apartamento que la mamá compro aquí
en Valencia.
Entrando en tema o en el tema de este “verguero” que hay aquí: Pareciera
haber un respiro de los actos más violentos (pues siguen todos los días alguna
marcha, marchita o acciones de propaganda) promovidos por un sector de la
oposición, un partido llamado Vanguardia Popular, sus líderes son Leopoldo
López que está detenido y María Corina Machado, un burguesa de la familia
Mendoza; el otro líder importante de ese grupo de derecha fascistoide pero
que se ha potenciado mucho con este nuevo ciclo de crisis, un tal Del Vecchio,
está escondido porque también tiene orden de detención. Este es uno de los
elementos nuevos, la derecha se ha separado más entre ellos aunque
oficialmente no se han dividido y mantienen el escenario común de la Mesa de
la Unidad Democrática.
Como ocurre en la agudización o en los momentos de mayor radicalización en
la sociedad, los más radicales o los extremos se potencian y eso ha pasado
con la derecha; este sector es el más ligado al imperialismo, son sus agentes
directos, y son intransigentes en cuanto a la salida de Maduro por cualquier
vía y por supuesto a ellos la del derrocamiento es la que más les gusta
porque, en ese escenario, también podrían aprovechar de hacer su “limpieza”
de Chavistas y de revolucionarios; bueno ese escenario lamentablemente es
el más conocido en carne propia por Uds.
47
Ordenando un poco las ideas, esto empezó básicamente por dos cosas, una
por las lados de Táchira, que como recordarás es uno de los Estados
fronterizos con Colombia, el más movido, dicen que es la frontera más activa
de toda Latinoamérica; allí hay muchísima gente con documentos de
identidad de los dos países, la primera semana de Febrero empezaron fuertes,
muy fuertes protestas en ese Estado y el trasfondo de todo, EN MI OPINIÓN,
tiene que ver con el tema del contrabando de alimentos, otros productos de
consumo masivo, gasolina, diesel y claro otras cosas. Esto siempre ha sido así
allí en esa zona; de hecho estimo que no menos del 20 o 30% de la población
de ese Estado o vive de eso o se “rebusca” como decimos aquí.
El Gobierno viene tomando medidas pues según sus cifras, hasta el 40 % de lo
que importa el país en alimentos y enseres de aseo, etc. del hogar y
personales, salía por ahí, por el Zulia a través de la etnia Wayu que maneja
esa mafia y por los lados de Apure, también fronterizo con Colombia, hacia
Trinidad y Tobago se han decomisado lanchones que trasiegan gasolina y
gasoil, pero como es por mar es más complicado y la salida es menor, pero lo
de Táchira es demasiado masivo y descarado.
Estas medidas incluso de una tarjeta electrónica para poder comprar gasolina
y lo de la comida que era brutal, insultante, fueron calentando el ambiente,
además porque parte de los negocios de ese contrabando lo manejaban o
manejan militares; entre las cosas que hizo el Gobierno fue cambiar a casi
todos, empezando por la oficialidad y Diosdado Cabello decía que debian
cambiarlos al año porque o se corrompían o los amenazaban, y por esa vía los
controlaban, así que saca la cuenta de cuánto dinero se maneja en ese
“prospero” negocio de la descomposición capitalista. Esa combinación de
mucho dinero, base social que vive de eso y el elemento político pues las
municipales de diciembre ahí arraso la derecha en las alcaldías; más del 80 %
de las alcaldías de ese estado, incluida las de la capital San Cristóbal las gano
por paliza la derecha, contradictoriamente las de Gobernador las gano el
chavismo, en estos días leí un análisis de una persona seria sobre eso, que
atribuye esa victoria a dos cosas, una la pésima gestión y corrupta del
Gobernador anterior de derecha, la otra que trancaron la frontera desde unos
cinco días antes de las elecciones e impidieron que ese volumen de votantes
de los “doble cedula” viniera de Colombia a votar, yo le agrego que la figura
que puso el Chavismo tuvo prestigio en el manejo de la institución que maneja
la recaudación de impuestos y al que Chávez apartó, aunque nunca se supo
por qué. Pues bien: allí empezaron las protestas muy violentas de hecho, no
han podido controlar del todo y sigue la candelita prendida que puede renacer
de nuevo en cualquier momento.
Una semana después, el día del estudiante aquí, al final de una marcha de los
estudiantes, movidos por la derecha, hasta la Fiscalía, al final grupos de
48
encapuchados comenzaron a hacer actos violentos y por los alrededores
estaban unos funcionarios del SEBIN, nueva policía política y de Inteligencia
del Régimen, que al verse acorralados, pues dispararon a los protestantes, lo
curioso es que en esa acción mueren dos personas y una de ellas era cuadro
del chavismo del 23 de Enero; en la noche empezaron las barricadas en
Chacao, donde muere otra persona dicen que por la acción de motorizados
armados y a partir de ahí, ha sido barricada parejo, plomo parejo y violencia
desenfrenada en varios municipios o sectores de estos que controla la
derecha, principalmente en el Este de Caracas, Táchira, Mérida, y Valencia
que ha sido las más violentas e “irreductibles” en los últimos días; en la última
hubo tres muertos y al menos 15 heridos de bala, algunos por francotiradores
de la derecha, dos de estos heridos fue de una marcha obrera que salió de la
Zona Industrial de Valencia, principalmente automotrices y que los
guarimberos de la derecha estaban esperando y les trancaron las vías,
decidieron no pasar por ahí, pero a los primeros de la marcha les dispararon
desde las azoteas de edificios cercanos e hirieron a dos. Han sido tan
importantes y constantes las protestas que en este nuestro hermoso país del
trópico, de fiesta permanente, pues las hicieron, e importantes, en plenas
fiestas de Carnaval, que como recordaras el país se vacía hacia playas y otros
destinos, que nunca antes ha pasado.
Ha habido practicas demenciales de estos sectores de derecha como asaltar
edificios públicos, quemarlos, construir barricadas de ladrillo, cemento y vigas
de acero en algunas calles, poner alambres de un extremo a otro de la calle
en el que han muerto varios motorizados, etc., etc., etc., etc. bueno esto es lo
“anecdótico” digamos, paso a lo político.
Es obvio que hay un sector de la derecha que se la jugó para intentar derrocar
a Maduro, empujados por algún sector del imperialismo que no saca bien los
cálculos, su consigna era “el que se cansa pierde” y generaron expectativa
que Maduro caía en 5 días, los medios de comunicación nacionales e
internacionales han sido brutales en apoyo a ellos y en tergiversar la realidad
y les ha dado más fuerza. Su base social es esos sectores de clase media,
rabiosamente antichavistas, muy de derecha, racistas y fachos por supuesto,
al principio captaron un apoyo grande en ese sector de clase media, hasta los
“menos” fachos, pero con el pasar de los días y esa violencia tan
“desconocida” para nosotros fueron perdiendo fuerza y apoyo y provocando
desgaste político en toda la oposición, pues han ido provocando rechazo en el
país, aun cuando está focalizado en 10 o 20 municipios o partes de estos, de
todo el país, aunque intentaron extenderlo con poco éxito o no más allá de
escaramuzas en Barquisimeto, Barinas, Puerto La Cruz, Maracay, Margarita y
Maracaibo, contradictoriamente las crudas noticias de la prensa y la
manipulación de las informaciones pues terminó provocando rechazo y miedo
en la gente.
49
El Gobierno ha ido variando sus posturas, de llamar a diálogos y hacer
“conferencias de paz” para todo, cuando de verdad tenía el agua al cuello, a
amenazas e intimidaciones ultimamente. Ayer le metieron una marcha de
militares activos y milicia como para decirles que siguen fuerte ahí y si lo
siguen, de hecho no hay duda que las Fuerzas Armadas han cerrado filas
alrededor de Maduro, pues después de todo ellos también están en el
Gobierno de manera directa y claro en los negocios más aún. Ha sido por esta
vía, la represión y el desgaste de la derecha en las calles y que no se extendió
como ellos intentaron, más alguna acción de grupos chavistas de choque, que
el gobierno ha ido superando la situación o la coyuntura, pues NO HA TENIDO
RESPALDO masivo del pueblo y ahora es que logran sacar unas marchas,
alguna grande pero no tan numerosas como las del pasado no tan lejano. Por
eso les ha sido tan difícil controlar la situación. El pueblo pobre y los
trabajadores rechazan las acciones de la derecha pero no respaldan al
gobierno, están ahí, a la expectativa y es que la vaina económica, la escasez,
inflación y la especulación, la inseguridad, la corrupción, para nada ha sido
controlada y la gente tiene que andar o tenemos que andar de sitio en sitio
para conseguir los productos y mucha gente, mucha, mucha, hace hasta seis
horas de cola para poder comprar las cosas básicas. Como ejemplo
“hogareño” te cuento que en donde vivo se dañó la bomba de agua que
alimenta unas 200 o 300 casas, no se consigue en el país, nos quieren
“clavar” con los costos, como yo tengo un tanque en la casa pues busqué un
camión cisterna y hace dos días tuve que pagar el equivalente a 150 dólares
(según uno de los tanto cambios oficiales que hay ahora) por un camión de 6
mil litros de agua.
En medio de todo esto, el gobierno ha girado más aun a la derecha y ha
estado haciendo pactos con sectores burgueses para aumentar precios, darles
más dólares y cabida en el manejo económico del país, esas son las cosas a
las que le dan poco centimetraje en la prensa pero están pasando y seguirán
erosionando la base de apoyo del gobierno; mi pronóstico que te di cuando
estuve por ahí (y fui feliz) sigue igual, si Maduro llega a la mitad del periodo y
le hacen referéndum, sale.
Saca la cuenta de esta barbaridad política, en cadena nacional, en los
momentos en que estaba más acorralado, Maduro invita públicamente, te
repito por cadena nacional, a los trabajadores eléctricos a que vayamos a
Miraflores que allí nos recibirá y trataremos todos los problemas, hizo énfasis
en tratar TODO lo que se quisiera plantear, porque él sabe el gran
descontento que ahí en el sector hacia el gobierno y es la electricidad del país
de la que hablamos, la dirigencia sindical programo una marcha para este
viernes pasado, está muy dividida porque el gobierno aúpa a uno de los
grupos sindicales que es más entreguista que los que dirigen ahora, vamos
como 2.000 trabajadores de todo el país, algunos viajando 16, 20 horas y dos
50
cuadras antes nos trancan el paso con Guardias Nacionales y policías
preparados con todos los aperos antimotines y Maduro no nos recibió, !!No
recibió a nadie!!, nos dejó ahí y mandaron a una funcionaria de mediano
rango a atender una delegación que dejaron pasar y para no decir NADA.
La derecha se ha dividido mucho, mejor dicho se ha fragmentado mucho,
pues los sigue uniendo el sacar a Maduro y terminar de echar para atrás los
avances inmensos que se lograron con Chávez y eso el Gobierno mismo lo
está haciendo muy bien, pero muy que muy bien. Capriles sigue siendo la
figura más destacada, pero ya está muy cuestionado y como no salió a apoyar
abiertamente las barricadas se echó de enemigo a un sector y siguen
surgiendo fragmentaciones que se convierten en partidos. Leopoldo López
emerge como otra figura de esa oposición, él está nucleando a los sectores
más radicalizados, los adecos están peligrosamente muy calladitos y hago
referencia a ellos pues son políticos de “raza”, de “pedigrí”.
En la parte del oficialismo han surgido voces disidentes muy críticas, pero no
pasa de eso, no cuaja ningún sector que aparezca crítico por la izquierda y
creo que es que TODOS están comiendo muy bien de las “mieles del poder”.
En la clase obrera lo que hay es desorganización, desanimo, confusión no
surge todavía nada y lo poco es ligandose a la oposición como alguna figura
en Guayana, pero que tampoco desarrolla fuerza, apenas empiezan algunas
luchas, si creo que la simpatía mayoritaria está girando hacia la oposición si
no está ya en mayoría. De esos Consejos Comunales que uds hablaban pues
no se ve nada, puede ser que yo esté muy “marginalizado” que algo así estoy,
pero creo que con una situación así ya se hubiera hecho notar, lo que pasa es
que como les comenté por allá, lo que surge ligado y con el “cinturón de
castidad” del gobierno, no se desarrollará mucho revolucionariamente y si lo
hace lo liquidan.
Bueno Néstor confórmate con estas líneas por ahora, un abrazo y un beso
para Marita (también de la floja para escribir Yajaira, más que yo, así que saca
la cuenta de lo grave que es en ella).
Saludos a los compañeros por allá.
NOTA: Por supuesto puedes hacer el uso que creas con estas líneas, lo digo
por si las quieres extender a otros compañeros, total o parcialmente, o como
simples comentarios de una opinión que doy, algo desordenada, pero que
puede serles útil para sus análisis.
25/3/2014
51
Ensayo
Joaquín Juan Albalate y Jesús Matamala Bacardit
La economía informal (1ª parte)
Introducción
Existe una gran diversidad de términos para denominar el concepto de
economía informal. Conceptos como economía sumergida, trabajo clandestino
o economía paralela o ilegal son, entre muchas otras, definiciones que hacen
más o menos referencia a una misma idea central (Castells & Portes, 1990) y
que confluye hacia "...un proceso de actividad generadora de ingresos
caracterizado por un hecho principal: no está regulado por las instituciones de
la sociedad en un medio social y legal en el que se reglamentan las
actividades similares...".
Por tanto, en el epígrafe de economía informal cabría incluir, en principio, a
aquellas actividades que, siendo mercantiles, no están sujetas a la legalidad
laboral y jurídica. En consecuencia, una empleada del hogar que trabaje para
terceros sin declarar sus ingresos, o un hijo mayor de edad que ayuda a sus
padres en un negocio familiar a quien no cotizan a la seguridad social o no
declaran sus ingresos al fisco, o, en fin, un lampista que no proporciona la
factura y cobra en negro, serían casos ejemplares de economía informal.
En todo caso, lo que sí parece claro es que los numerosos estudios realizados
sobre el fenómeno de la economía informal constatan que ni es reciente, ni es
exclusivo del Tercer Mundo, ni es coyuntural, ni es un fenómeno que funciona
autónomamente. Todo lo contrario, es tan fuerte el ligamen entre la economía
informal y la formal que "una ya no es concebible sin la otra..." (Sanchís &
Miñana, 1988: 9).
1. ¿Por qué surge la economía informal?
A pesar de que no hay un consenso sobre las diversas causas que originan la
aparición y el crecimiento del proceso de informalización de la economía,
existen ciertos aspectos que explican el aumento que ha sufrido este tipo de
economía y que cobran mayor importancia cuando el contexto económico y
financiero se caracteriza por la persistencia de la incertidumbre y de ciclos
recesivos más o menos duraderos. Estos aspectos inducen hacia la economía
informal como consecuencia de:
La reacción de las empresas de los sectores más tradicionales e
intensivos en trabajo ante la globalización de la competitividad
52
protagonizada por otras empresas locales o extranjeras y ante la
regulación fiscal y laboral a que les somete el Estado.
La revalorización del trabajo doméstico en el hogar como fuente de
producción y no sólo de consumo.
Aunque el trabajo voluntario no es en principio trabajo informal puesto
que no está monetarizado, cada vez tiene una mayor consideración
como tal, en la medida que su creciente expansión y dimensión está
abarcando y sustituyendo algunas actividades hasta ahora formales.
Dado el gran volumen de paro y el coste fiscal del subsidio de paro y
del resto de servicios sociales públicos, las Administraciones Públicas
españolas han seguido y siguen una política de tolerancia y
consentimiento hacia la economía informal.
Fruto de la estrategia empresarial de descentralizar la producción de
los bienes y servicios, muchas de las actividades subcontratadas
dentro del país acaban operando en la economía informal.
La deslocalización productiva hacia países foráneos con menores
costes de producción e impuestos presiona a las empresas que se
quedan en el país hacia la economía informal, estimulando la
informalidad allí donde se dirigen tales actividades para obtener aún
más ventajas comparativas.
Existencia de una cierta cultura empresarial entre algunos pequeños y
medianos empresarios que huyen sistemáticamente del riesgo de
buscar los beneficios asumiendo los costes de actuar formalmente,
para obtenerlos mediante la sobre-explotación y desregulación de los
trabajadores carentes de mejores opciones ocupacionales.
2. La dimensión económica de la economía sumergida
La economía informal es un fenómeno tan antiguo como la propia revolución
industrial. La disminución de la informalidad económica ha evolucionado en
paralelo al crecimiento de la intervención del Estado en la regulación de las
actividades económicas (Giddens, 1989: 538). Lo que resulta nuevo en el
contexto histórico actual es que el sector informal crece, aun en economías
altamente institucionalizadas, a expensas de las relaciones de trabajo ya
formalizadas (Castells & Portes, 1990).
Hasta mediados de la década de los sesenta, la economía informal en países
como España era observada como algo relativamente normal, en la medida
que el Estado moderno aún estaba pendiente de formalizarse. Así, el bajo
desempleo existente, como consecuencia del acelerado crecimiento
económico del período fordista, permitía considerar ese fenómeno como algo
secundario y, en todo caso, transitorio, a la espera de que alcanzaran el nivel
de desarrollo de los países más ricos.
53
El impacto de la crisis energética, de la progresiva internacionalización de la
competencia y de otros factores acaecidos en esa década, conducirá a una
reacción de las empresas para recuperar los márgenes de beneficios perdidos
tras esos impactos. para lo cual se adoptarán una serie de estrategias de
cuyos efectos se derivará el surgimiento y crecimiento de la economía
informal. Con ello quedará evidenciado que, aun habiéndose alcanzado un
importante nivel de desarrollo económico en los decenios posteriores, el
volumen de este tipo de actividad seguirá siendo elevado y complementario
para cubrir todas las necesidades de la economía formal en España.
Según un informe de 1988 para la CEE de F. Miguélez, se estimaba que un
20% de los trabajadores activos españoles se encontraban involucrados en
actividades informales, alcanzándose cifras más elevadas en zonas como el
área industrial textil de Sabadell (el trabajo informal generaba entre el 30% y
el 50% de la riqueza de la zona) o la industria del juguete en la Comunidad
Valenciana con un 90% de informalidad. Otros informes apuntaban a que el
trabajo informal en España podría suponer una quinta parte del total del
Producto Interior Bruto.
En esa misma dirección, otros informes como el apuntado por Ernest Lluch
(Diari de Barcelona, julio de 1987), se calculaba que en países como Italia
entre el 25 y el 30% del total del Producto Interior Bruto era de procedencia
informal e ilegal, la mayoría de él en manos de las mafias de ese país, lo cual
podría explicar buena parte del "milagro" italiano de finales de los años
ochenta, cuando desplazó del quinto puesto al Reino Unido en el ranking
económico mundial.
En todo caso, lo que es innegable es que la actividad económica informal no
sólo no ha dejado de existir, sino que ha adquirido carta de naturaleza
durante los últimos veinticinco años, y no sólo en España, sino también en
otros países de nuestro entorno. Y la prueba de ello es que, transcurridos esos
años de las cifras anteriores, el peso relativo de la economía informal sigue
siendo muy importante.
Autores como Schneider han puesto de relieve que Italia, Grecia y España
siguen estando a la cabeza de los países de la OCDE en relación al porcentaje
de economía sumergida que tenían a finales del primer decenio del siglo XXI.
Según las estimaciones de Schneider (2008), tras la crisis financiera de 2008
el volumen de la economía informal en España ha vuelto a recuperar la
tendencia ascendente que se había desacelerado desde la segunda mitad de
los noventa, de modo que podría llegar a suponer en 2009 el 19,5% del total
del PIB (unos 210.000 millones de euros que eludirán el fisco), lejos aún, sin
embargo, del 22,4% alcanzado durante el bienio 1994-1995, pero que muy
54
probablemente marcará una tendencia que irá al alza, dado el estrecho
vínculo demostrado entre crecimiento de la economía informal y crisis
económica.
Como ya se ha dicho, no es un fenómeno reciente ni exclusivo de España o de
los países del sur de Europa –pues en otros países europeos como Alemania
las estimaciones situaban a la economía sumergida de ese país alrededor del
14-15% del PIB para 2009– pero sigue siendo un hecho socioeconómico
para-legal e ilegal muy importante por las repercusiones directas que tiene en
el descenso de los ingresos públicos y, por tanto, en las prestaciones y
servicios que podrá ofrecer el Estado a los ciudadanos, pero también por las
consecuencias sociales indirectas que se derivan, en cuanto a las condiciones
de trabajo de entre 12 y 15 millones de trabajadores que trabajaban de esa
forma en Europa a finales del decenio de 2000.
Volumen de la economía sumergida en porcentaje sobre el PIB de
algunos países occidentales
Cuadro 1
El Cuadro 1 corrobora la persistencia de la economía informal en todos los
países del área occidental citados en ese Cuadro, a lo largo del tiempo, a
pesar de las variaciones que se experimentan cuando cambia el sentido de los
ciclos económicos. Salvo EE.UU., en el resto de países y en el conjunto de la
OCDE se mantienen unas cifras que nunca descienden del 10%, con lo que se
pone de manifiesto no sólo la estructuralidad, sino la funcionalidad que ha
adquirido la economía sumergida en las sociedades capitalistas, en tanto que
recurso con el que se cuenta de antemano, para completar la producción de
bienes y servicios de estos países.
3. La dimensión económica de la economía informal en España
Más recientemente y para el ámbito específico de España, el estudio
presentado en enero de 2014 por el colectivo de Técnicos del Ministerios de
55
Hacienda y dirigido por el profesor Jordi Sardà de la Universidad Rovira i Virgili
de Tarragona, publicado en el diario El Periódico, ha permitido elaborar el
mapa de la economía sumergida de España, a partir de relacionar una serie
de variables como la evolución de la tasa de paro, del número de autónomos,
el peso del sector de la construcción, de la renta per cápita, de las
cotizaciones sociales, de los costes laborales unitarios, de la variación del PIB,
de la tasa de actividad y del consumo de energía eléctrica por unidad de PIB.
Con datos de 2012, el citado estudio clasificaba las 50 provincias españolas en
seis segmentos según era el peso relativo que alcanzaba la economía
sumergida en cada provincia respecto del PIB de España. La distribución de
estos seis segmentos seguía la siguiente agrupación:
Distribución por provincias del peso relativo de la economía
sumergida en España, 2012
Cuadro 2
Una primera revisión de la distribución de la incidencia relativa de la
economía sumergida por sectores permite conocer —más allá de las causas
que provocan su aparición y persistencia, por otro lado explicadas en el
siguiente epígrafe— que la cifra media de la economía oculta o sumergida de
España se situaba, según este estudio, en el 24,6% del PIB, con un intervalo
mínimo de hasta el 14% y uno máximo del 40%.
Según dicho informe, esa desigual distribución territorial de la incidencia
relativa de la economía sumergida mostraba que era en el País Vasco,
Navarra y, en menor medida, Madrid, donde se alcanzan los niveles más bajos
56
de economía sumergida, mientras que en las provincias rurales o semirrurales
(Extremadura y parte de Andalucía, pero también en casos más aislados como
Albacete, Zamora y Lugo), era donde se llegaba a los niveles más elevados,
mientras que en el norte del país —salvo el País Vasco y Navarra y la provincia
de Lugo— y en el eje mediterráneo —salvo en las de Almería y Granada— se
concentraban los niveles intermedios. Por tanto, parecería que, al margen de
otras posibles explicaciones, la variable "predominio relativo de economía
rural" en relación al "predominio relativo de economía industrial y servicios"
podría aportar cierta luz para realizar una primera interpretación de tal
distribución.
La relativa escasa presencia de la economía sumergida en el País Vasco y
Navarra podría atribuirse, entre otras cosas, a una relativamente menor
actividad agraria y de la construcción en relación al resto de España y, en
particular, al papel que han desarrollado, ya desde los inicios de la transición
democrática, las instituciones gubernamentales vascas en la promoción de
una cultura empresarial propensa a la protección social de los trabajadores
(salarios elevados y condiciones de trabajo siempre por encima de la media
española), en buena medida, provinente de una conciencia "patriótica" de
solidaridad fiscal inducida, a su vez, por la recaudación que se obtiene del
denominado "cupo vasco" o "fuero navarro".
Por lo que se refiere a la menor presencia de la economía sumergida en la
provincia de Madrid podría aventurarse que —a diferencia del caso anterior—
la gran presencia de funcionarios asalariados, pero también de sedes de
muchas grandes empresas y multinacionales, con muy poca actividad agraria
y con un sector de servicios muy desarrollado, podría explicar, al menos
parcialmente, esa menor presencia de la economía sumergida.
La explicación de lo opuesto, es decir, de una presencia superior de la
economía sumergida en el resto del territorio, habría que buscarla en
argumentos inversos: existencia de una cierta actividad industrial y de una
destacada presencia de la construcción y de una relativa importancia de la
dinámica agraria en la que predomina una arraigada cultura informal rural.
Por otra parte, el citado estudio apunta que el valor de la economía sumergida
ha aumentado en 60.000 millones de euros entre 2009 y 2012, alcanzando
con ello 253.135 millones de euros o, lo que es lo mismo, un 24,6% del PIB,
cuando en 2008 esa cifra había sido el 17,8%: se había experimentado un
crecimiento de 6,8 puntos en sólo cuatro años. Además, los resultados a los
que se llegó en 2012 son también la consecuencia de la creciente brecha que
viene produciéndose entre las provincias que mayor y menor porcentaje de
economía sumergida acogen.
57
Bibliografía citada
Castells, Manuel y Portes, Alejandro (1990), "El mundo sumergido: los orígenes, dinámicas y
efectos de la economía informal", en Castells, Manuel et al., La economía informal, Buenos
Aires: Planeta.
Giddens, Anthony (1989), Sociología, Madrid: Alianza Editorial.
Sanchis, Enric (1984), El trabajo a domicilio en el País Valenciano, Madrid: Instituto de la
Mujer.
Schneider, Friedrich (2008), "Shadow Economies and Corruption all over the World: Empirical
Results for 1999 to 2003", International Journal of Social Economics (IJSE), serie 1, vol. 35, n.º
9.
27/3/2014
58
El extremista discreto
El Lobo Feroz
Aspersiones de la primavera
Para el Telediario de TVE y las Sevicias Informativas de la PPRadio Nacional las
Marchas de la Dignidad no eran Marchas de la Dignidad, sino "las llamadas
Marchas de la Dignidad". 'Llamadas'. A cinco milímetros de 'presuntas'.
***
A algunos antidisturbios que actuaron en Madrid el 22 de marzo les habían
dado unas botas que, al correr, les produjeron laceraciones en las piernas. La
superioridad, al enterarse, les envió al hospital para que constaran como
heridos.
Los médicos debieron practicarles curas de marea blanca.
***
Determinadas estatuas, en España, resucitan. En Málaga, al ser proclamada la
República, echaron al mar la del marqués de Larios sustituyéndola por un
monumento al Trabajo. Sin embargo el franquismo recuperó de las aguas al
marqués y lo reinstauró triunfalmente en 1951. En Barcelona la estatua de
Antonio López, traficante de esclavos convertido en financiero y naturalmente
también en marqués, durante la guerra civil fue fundida por la CNT para hacer
balas. El franquismo encargó al escultor Marés que la reprodujera en piedra
—por si acaso— y aún sigue allí, pese a que CCOO y UGT, con sus sedes en la
vecindad, solicitaron educadamente que fuera retirada.
***
A diferencia del sombrero, la gorra o incluso la boina, que pueden proteger los
ojos de la lluvia primaveral, la barretina sirve sólo para calentar la cabeza.
***
El refrán catalán De mica en mica s'omple la pica ("gota a gota se llena el
lavadero") define bien la estrategia de ese nacionalismo desde la
recuperación de las libertades: pasito a pasito, TV3 y prensa subvencionada
mediante, con el PP y el Psoe mirando para otro lado para agradecerles las
mayorías parlamentarias, ha logrado crear no un lavadero sino toda una
piscina independentista.
59
***
¿Quién se acuerda ahora de Padania, el país independiente de la Italia de los
terroni, que impulsaba la Liga del Norte? ¿Qué se hizo del Parlamento Padano
y del Gobierno de la Padania?
Aquellas gentes acabaron apoyando a Berlusconi;
referéndums de pega y con trampa por internet.
ahora
organizan
***
Aquí, suma y sigue. Gallardón propone prohibir que, en los procesos penales,
sindicatos, partidos, asociaciones cívicas, etc., puedan ejercer la acción
popular "incluso por persona interpuesta". No se vé qué acción popular podría
sobrevivir a eso. Pero está claro el por qué: Gürtel, la Infanta...
***
Una ley de la politiquería es: a más votos menos pudor.
***
Falta pan para tanto chorizo, sí, y también tiempo para tanta mani. Una
pacífica Huelga General Política no vendría mal.
30/3/2014
Luz Bel
La sana doctrina
El obispo Munilla, de San Sebastián, lleno de caridad cristiana, pide que la ley
penalice el aborto incluso en casos de violación.
A la zaga el obispo de Alcalá, Reig Pla: opina que la legalización del aborto ha
llevado a un "holocausto silencioso".
Es surrealista lo que pueden decir quienes se ganan la vida predicando que
hay otra cuando se ha acabado esta, que creen que su profeta favorito
consiguió resucitar, que ser persona humana conlleva una culpa originaria que
se extiende a toda la especie... Uno se pregunta cómo han podido convertir la
prédica contestataria de Jesús de Nazaret en lo que propiamente se puede
llamar un consolador para timoratos. Un consolador que con la doctrina de
una segunda vida contribuye a la aceptación de las injusticias en la única que
tenemos.
60
En su último minuto en la presidencia de la asamblea de los obispos católicos
españoles Rouco Varela insistió una vez más en la maldad de lo que él llama
"relativismo moral", expresión que en su boca designa la vigencia social de
valores y principios morales distintos de los que él predica.
Sin embargo, para auténtico "relativismo moral", el de la iglesia católica
española, que aplica distintas varas de medir según quienes sean los sujetos.
Esa congregación dice preocuparse por la suerte de los embriones, pero muy
poco por las personas con vida propia. Nunca se la ha visto condenar las
ventas de niños arrancados a presas políticas durante el franquismo —y al
parecer también después, a madres solteras—, por obra de monjas sin
escrúpulos que se lucraban con eso, por ejemplo. A la iglesia le importan más
sus monjas manipuladoras que las madres engañadas y los niños vendidos.
No deja de ser significativo que haya sido en los dos países europeos donde
más poder tiene la iglesia católica, Irlanda y España, donde han proliferado
esas atrocidades. La iglesia española protege discretamente a los curas y
frailes pederastas porque son de los suyos, con indiferencia para las víctimas
de sus prácticas. Si eso no es relativismo moral, no sé lo que es el relativismo.
La iglesia católica de España tiene un problema: ha cooptado para las sedes
episcopales a gentes que son principalmente políticos: personas que buscan
defenderla de su decadencia social por medio de la influencia política y
mediática. Pero lo hace a costa de ser incapaz de articular una doctrina
pastoral a la altura de los tiempos: una doctrina centrada en el respeto por el
otro, en la necesidad de no engañar, de no robar, de no defraudar. En el
catolicismo esas maldades, gracias a la institución de la confesión auricular,
se saldan con unas avemarías y a otra cosa, hasta la próxima vez.
En la iglesia las mujeres, además de discriminadas (harían bien en irse de
ahí), son víctimas de una moral talibán que trata de proscribir incluso el
aborto terapéutico. Esa iglesia condena por rutina las prácticas sexuales más
habituales de la población porque es incapaz de comprenderlas y de
comprender a las personas, anclada en una Edad Media intelectual que le
suministra aún el único arsenal doctrinal que sabe usar. Dejemos para otro día
los dineros de los que vive el clero, procedentes en buena medida de lo que el
Estado arranca a creyentes y no creyentes.
Pero bueno: por sus obras los conocemos todos.
19/3/2014
61
La Biblioteca de Babel
Caterina García Segura y Pablo Pareja Alcaraz (eds.)
Seguridad, Inc.
Las empresas militares y de seguridad privadas en las relaciones
internacionales contemporáneas
Edicions Bellaterra, Barcelona, 2013, 249 pags.
El propósito de estas líneas es llamar la atención sobre
el interesante libro titulado Seguridad, Inc. y su temática. Se trata de una obra
colectiva que versa sobre el concepto de las denominadas empresas militares
y de seguridad privadas (a partir de ahora, EMSP) y las implicaciones políticas,
económicas y jurídicas de su existencia y proliferación. Las denominadas
EMSP son empresas que se dedican a prestar toda clase de servicios
vinculados al ámbito militar —menos la producción de armamento— y de
seguridad en zonas de conflicto armado (o de riesgo del mismo) y de
post-conflicto. Por consiguiente, son una de las manifestaciones más
relevantes de un fenómeno cada vez más pujante: la privatización del uso de
la fuerza. Este fenómeno tendría cuatro variantes principales: 1) la
generalización de las empresas privadas de seguridad en contextos de
'normalidad' (no confundir con las EMSP; se trata de las empresas a las cuales
se refiere el proyecto de ley de seguridad privada del ministro Fernández,
como Securitas o Prosegur); 2) la aparición y difusión (por el momento, sólo
en los países anglosajones) de empresas privadas de gestión de prisiones [1];
3) la difusión de la violencia privada de múltiples facciones o bandas en los
denominados estados 'fallidos' o 'fracasados' (failed states) tipo Somalia,
República Democrática del Congo o Irak; y 4) las ya mencionadas EMSP. El
libro Seguridad Inc. se ocupa, como se ha indicado anteriormente, de estas
últimas. A continuación, voy a hacer una caracterización del fenómeno de las
EMSP en seis puntos, caracterización que se desprende de la atenta lectura
62
del libro objeto del presente escrito. De este modo el lector podrá hacerse una
idea de qué va a encontrar en él.
1. Las EMSP realizan un abanico muy variado de tareas relacionadas con la
guerra y la seguridad en zonas de conflicto armado actual, reciente o
potencial: tareas de apoyo logístico de toda clase (construcción y
mantenimiento de instalaciones militares, catering, transporte, sistemas
informáticos…); custodia, vigilancia y protección armadas de instalaciones
militares y civiles, armamento o personas; labores de inteligencia (espionaje e
interrogatorio de detenidos); alta tecnología e ingeniería civil y militar;
entrenamiento de soldados y policías y asesoría militar y policial;
excepcionalmente, acciones armadas ofensivas (por ejemplo, en África).
2. Algunas EMSP son verdaderas empresas transnacionales de considerables
dimensiones, vinculadas muchas veces a las corporaciones armamentísticas.
La inmensa mayoría son de EE.UU. o el Reino Unido, aunque también
destacan las australianas, francesas, israelíes y, hasta hace no mucho tiempo,
las sudafricanas [2]. Las EMSP han llegado a crear sus propias asociaciones
corporativas para ejercer presión sobre los gobiernos. Las dos asociaciones
más destacadas son la Asociación Internacional de Operaciones de Paz
—nótese la denominación— y la Asociación de Compañías de Seguridad
Privada, que reúne a las EMSP operativas en Irak —hay tantas actuando allí
que han creado una asociación sólo para proteger sus intereses en esa zona
del planeta—.
3. El personal de las EMSP, incluidos sus ejecutivos, son prototípicos del
fenómeno de la 'puerta giratoria'. Suelen ser ex militares, ex políticos y ex
altos cargos de servicios de inteligencia. Las EMSP contribuyen, por tanto, a la
creación de una indiferenciada elite público-privada.
4. Los clientes de las EMSP son muy diversos. La categoría más destacada son
los estados, especialmente los estados anglosajones, pues la mayoría de la
EMSP procede de la externalización —privatización— de actividades que hasta
los años noventa del siglo XX asumían por lo general los propios ejércitos,
policías y servicios de inteligencia (ejemplo: el 95% de los contratos de
Blackwater eran contratos concertados con los departamentos de defensa y
estado de los EE.UU.). También sobresalen como clientes los débiles
gobiernos subsaharianos, iraquí y afgano. Además de los estados, son clientes
importantes las empresas de extracción o distribución/comercialización de
recursos naturales que operan en África y Sudamérica (Shell, Chevron, Exxon,
British Petroleum, De Beers…) y la mismísima ONU en operaciones de
mantenimiento de la paz (ejemplos: Congo, Sierra Leona, Bosnia, Kosovo…).
Por otra parte, se sabe que algunas EMSP tienen, o han tenido, clientes
inconfesables: mafias; grupos rebeldes armados; grupos terroristas (pero
63
respecto a los turbios negocios de las EMSP reina una gran opacidad).
5. Desde el final de la guerra fría, las EMSP han experimentado un gran auge.
Pero su época dorada llegó con las ocupaciones militares de Irak y Afganistán
en la primera década del siglo XXI. En la primera década del siglo XXI, el
volumen de negocios de las EMSP superó los 150.000 millones de dólares —lo
cual no está nada mal: el primer rescate del sistema financiero
norteamericano decretado por Bush en 2007 costó 700.000 millones de
dólares—. Y se calcula que a mediados de esa primera década trabajaban
para las EMSP sólo en Irak 100.000 personas, 48.000 de ellas armadas.
6. Sorprende la ausencia de regulaciones específicas, estatales o
internacionales, de las EMSP, dada la facilidad con que el recurso a las
mismas se presta a toda clase de abusos, sus cifras de negocios y la
peligrosidad inherente a muchas de sus actividades. En líneas generales, las
principales fuentes de regulación son las cláusulas contractuales concertadas
con sus clientes. Las asociaciones corporativas de las EMSP han elaborado
códigos de conducta empresariales con los cuales pretenden evitar que se
generen normativas estatales o internacionales específicas sobre su actividad.
En definitiva, buscan conservar la situación de impunidad de la cual han
disfrutado en la práctica hasta ahora [3]. Mi parecer al respecto, que
contrasta con el de los autores de Seguridad, Inc., es el siguiente: no creo que
sea de recibo aceptar las EMSP como inevitables, de tal modo que ante ellas
estemos únicamente ante un problema de regulación. Las EMSP deberían
estar sencillamente prohibidas —las únicas actividades legítimamente
externalizables, a mi juicio, son las de apoyo logístico menor y no armado;
este sería el caso de los servicios de limpieza o catering—.
Estos son los principales rasgos caracterizadores del fenómeno de las EMSP,
para los cuales se puede encontrar una información mucho más detallada en
Seguridad, Inc. Se podría pensar que el asunto de las EMSP, al igual que el de
la privatización del uso de la fuerza, es un tema menor que apenas nos afecta,
al menos a quienes vivimos en occidente. Pero no es así pues muestra que los
procesos de privatización y la ideología neoliberal que los promueve han
llegado al punto extremo de comenzar a erosionar la tarea mínima definitoria
del estado moderno consolidado: el monopolio de la coacción física legítima.
Si hasta la coacción física legítima llegase a caer en manos de la empresa
privada y su lógica del beneficio irrestricto, estaríamos ante un mundo por
completo irreconocible para quienes hemos vivido bajo gobiernos obligados
jurídicamente a garantizar por sí mismos y en beneficio de toda la sociedad la
seguridad física de los ciudadanos con independencia de sus ingresos y la
defensa frente a agresiones exteriores. Dudo que un futuro en el cual incluso
la coerción militar-policial esté en manos de la empresa privada (o en manos
de un amorfo y anómico conjunto de entes público-privado) sea una
64
perspectiva deseable.
Notas:
[1] Al respeto es muy recomendable: Selman, D., Leighton, P., Punishment for sale. Private
prisons, big business and the incarceration binge, Rowman & Littlefield, Plymouth, 2010
[2] Algunos nombres: la ya desaparecida Blackwater (famosa por sus repetidas matanzas en
Irak y la práctica de la tortura en la prisión iraquí de Abu Ghraib); DynCorp (con un abultado
historial de abusos en su actividad en el marco del Plan Colombia); Kellog Brown & Root
Services (filial de la empresa Halliburton, montada por el exvicepresidente Richard Cheney);
AirScan (que cuenta hasta con aviones de combate propios de última generación); Triple
Canopy; Aegis Defense Services; ArmorGroup; Erynis Internacional; Executive Outcomes (la
más famosa EMSP sudafricana, ya liquidada, especializada en operaciones militares ofensivas
en el África subsahariana).
[3] En la práctica y en la teoría: en los contratos se incluyen a veces cláusulas de inmunidad
de jurisdicción en relación con los tribunales de los estados en cuyo territorio actúan o
competentes por la nacionalidad de sus empleados. Incluso sendas disposiciones normativas
de EEUU e Irak, modificadas en 2008, establecieron expresamente que las EMSP
norteamericanas no podían ser llevadas ante los tribunales norteamericanos o iraquíes en
relación con las operaciones realizadas en Irak. Por lo demás, las largas y enrevesadas
cadenas de subcontratación entre gobiernos, EMSP y contratistas individuales complican
enormemente las investigaciones policiales y judiciales a la hora de establecer
responsabilidades por las acciones de las EMSP.
Ramón Campderrich Bravo
26/3/2014
Gerardo Pisarello y Jaume Asens
La bestia sin bozal
En defensa del derecho a la protesta
Los libros de la Catarata, Madrid, 2014, 182 pags.
65
Sería
una
lástima
que
la
lectura
de
este
reducida a militantes y activistas de la izquierda social más radical,
protagonista de una parte sustancial de las historias que se cuentan en él. Sí,
sería una pena que sus únicos lectores fuéramos quienes ya estamos
convencidos, quienes comprendemos la metáfora del título del libro sin que
asome un signo de estupor a nuestro rostro y se nos escapa incluso una
sonrisa cómplice al fijarnos en el osado dibujo que ilustra la portada. En los
tiempos turbulentos que corren, los textos que reúne este volumen han de
suscitar la reflexión de un público mucho más amplio. También de quienes no
se sienten afectados en su vida normal por el aparato coactivo estatal y, por
lo tanto, no sintonizan de entrada con la portada del libro, pero no dudarían
en hojear con interés, por ejemplo, alguno de los múltiples ensayos publicados
últimamente sobre los derechos humanos, la democracia o cualquier otra
dimensión relevante de la crisis de nuestro tiempo. Lo que este libro explica
tiene que ver con todos estos asuntos, son cosas importantes para la inmensa
mayoría de la población y su comprensión resulta de todo punto necesaria
para hallar una salida digna de la crítica situación que estamos viviendo.
El contenido de La Bestia sin bozal se puede enunciar fácilmente. De forma
condensada puede expresarse así: la lucha entre el poder y la libertad, entre
el despotismo y la democratización. Un inveterado combate, sin duda, del que
este volumen selecciona algunas de sus manifestaciones más recientes
ocurridas en el territorio español a partir de lo que se considera un punto de
inflexión: el estallido de la crisis del año 2008. A lo largo de sus páginas se
explican y analizan, pues, tanto episodios de protesta en defensa de derechos
(la eclosión del 15-M, el rodeo al Parlament o al Congreso, las acciones de la
PAH o del Sindicato Andaluz de Trabajadores, las protestas estudiantiles
contra el Plan Boloña…) como diversas expresiones de las respuestas
represivas del poder (restricciones al derecho de manifestación y de protesta,
abusos policiales, detenciones arbitrarias, propuestas liberticidas como el
proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana…).
66
libro
Con todo, esta temática, por más que hoy haya cobrado una gran relevancia y
sea tratada con una claridad envidiable no exenta de rigor, no agota todo el
interés de este ensayo. Lo que lo hace digno de alcanzar una audiencia más
amplia son otros méritos que tal vez podrían correr el riesgo de perderse con
una ojeada superficial. Me centraré en tres de ellos.
En primer lugar, cabe destacar la buena orientación política que proporciona.
Aunque el libro se estructura en capítulos que pueden ser leídos de forma
autónoma e independiente, la lectura conjunta permite extraer una
concepción de fondo a todas luces sistémica, global, política en el sentido
mejor de la palabra. Así, pese a que todos los textos se hallan circunscritos a
acontecimientos desarrollados en territorio español a partir del crack del
2008, su análisis trasciende estas coordenadas espacio-temporales para situar
cada episodio en una tendencia histórica de hondas transformaciones
jurídico-políticas, socio-económicas e ideológicas en la cual adquieren todo su
sentido. Y ello no es nada baladí en este tiempo de desmemoria,
desorientación y no poca manipulación. La contextualización que los autores
de forma breve y brillante exponen ya en el primer capítulo, otorga
inteligibilidad y coherencia al conjunto de escritos y permite comprender
adecuadamente el momento histórico en el que estamos. Sin ir más lejos, la
actuación policial tras las marchas de la Dignidad del 22-M así como la
retahíla de declaraciones aparecidas en la prensa al día siguiente de distintos
responsables del partido en el gobierno, adquieren una clara significación a la
luz del trasfondo político que el libro proporciona. Sobre la relevancia política
que posee este tratamiento histórico y sistémico frente al habitualmente
empleado por los medios de comunicación incide, por cierto, la reflexión
atinada de Jesús Rodríguez Sellés, redactor del semanario catalán alternativo
La Directa, en el epílogo que cierra el libro.
En segundo lugar, otro rasgo del texto que merece la pena destacar es la
perspectiva jurídica que adopta en el tratamiento de los temas. Se trata, en
consonancia con lo señalado antes, de una perspectiva más jurídico-política
que jurídico-formal, juridicista. En la estela de su anterior trabajo No hay
derecho(s). La ilegalidad del poder en tiempos de crisis (Barcelona, Icaria,
2011), Pisarello y Asens, conscientes de la función que el discurso jurídico
desempeña a la hora de generar legitimación, persisten en su compromiso de
disputar el terreno de la legalidad al poder. En efecto, un hilo común atraviesa
los diferentes escritos que componen el libro: la tensión entre una legalidad
autoritaria que oprime y una libertad garantista que trata de preservar
espacios de autonomía. En su conjunto, supone una denuncia en toda regla, a
partir de los principios más avanzados del constitucionalismo garantista y del
Derecho Internacional, de la legislación de excepción que se ha ido
desarrollando en los últimos años. Y tampoco esta aportación es desdeñable;
antes al contrario, invita a una honda reflexión sobre el modo en el que
67
pensamos y concebimos el Derecho. El pensamiento emancipatorio ha
transitado demasiadas veces al margen del Derecho y de sus posibilidades
transformadoras. La tradición marxista, pese a que tuvo no poca influencia en
la formación de algunos juristas, se ha caracterizado mayoritariamente por
una concepción del Derecho como un obstáculo del progreso social y como un
simple instrumento vinculado a la legitimación de la opresión. Libros como
éste contribuyen a mostrar cómo el derecho y los derechos, desprendidos de
su horma liberal, pueden ser útiles para generar los consensos necesarios
para alcanzar la hegemonía social. Las palabras del prólogo escritas por la
activista Ada Colau, portavoz de la PAH, resultan ilustrativas de este papel
que puede desempeñar el derecho en las luchas sociales.
Por último, también merece una mención aparte, aunque sea sucinta, la
reflexión sobre la democracia que encierra el libro. En sus páginas se hallan
buenos argumentos y un repertorio de ideas para combatir la concepción
elitista de la democracia mostrando su endeblez y su problemática relación
con los derechos civiles, políticos y sociales. Y dar esta batalla también es
imprescindible para alcanzar las mayorías sociales suficientes con las que
propiciar un cambio social. Frente a la pobre concepción de la democracia hoy
predominante, Pisarello y Asens apuntan a una concepción mucho más
robusta, que asume el conflicto, la protesta como dato positivo y no como
problema que hay que erradicar. Sobre todo, claro es, cuando da voz a grupos
marginados del espacio público que luchan por la expansión de los derechos
de todos y las vías institucionales se hallan bloqueadas. En este sentido el
capítulo conclusivo “Embridar a la bestia, radicalizar la democracia”
constituye un texto antológico, que no tiene desperdicio.
Xavier Pedrol Rovira
30/3/2014
Almudena Grandes
Las tres bodas de Manolita
Tusquets, Barcelona, 2014
Un nuevo episodio de Almudena Grandes
68
Esta
tercera
entrega
de
los
"episodios
de
interminable" en que se ha embarcado a fondo la escritora en nada desdice,
sino que acaso supera, la calidad literaria e histórica de los dos libros
anteriores de la serie —hay que decir, para quien no los conozca, que pueden
leerse cada uno con independencia de los demás y en cualquier orden, hasta
ahora—. La capacidad para novelar de Almudena Grandes, a partir de hechos
de la trágica vida real bajo aquel régimen canalla que hubo que sufrir, es,
para este lector, tan alta como la de Galdós, y hasta ahora viene libre de los
altibajos de los Episodios nacionales de este clásico. En los episodios de
Almudena Grandes, que también serán un clásico, se aprecia muchísimo
trabajo valioso, con la adopción de un punto de vista social que no desfallece
en ningún momento. Se trata también de un libro escrito desde una gran
sensibilidad, o desde una sensibilidad más universal que la masculina.
Las tres bodas de Manolita devoran al lector, que difícilmente puede dejar de
crecer como persona (como está de moda decir ahora) con su lectura, y es, al
mismo tiempo, un libro que se devora, que difícilmente se puede abandonar;
la lectura se convierte en seguida en inaplazable, como ocurre sólo con
algunos de los grandes libros.
La dolorosa crueldad de la materia narrativa no debe generar reticencias en el
potencial lector: Almudena Grandes escribe desde la misma moral de
resistencia de muchos de los personajes, creados a partir de la experiencia de
personas reales que resistieron; esa admirable capacidad de empatía hace
posible leer el libro con la esperanza y el ánimo que genera toda práctica de
resistencia verdadera.
J.R.C.
19/3/2014
Xavier Horcajo
La pasta nostra
33 años de poder convergente en Cataluña
69
una
Sekotia, Madrid, 2013
Este libro del periodista Xavier Horcajo viene a ser una
especie de Who is who de la mafia político-económica catalana. Todos y cada
uno de los miembros de la familia Pujol, así como Piqué Vidal, Planasdemunt,
Prenafeta, Lao, de la Rosa, Pascual Estivill, Duran, Felip Puig, Alavedra o Millet
son los protagonistas principales, junto a los cuales van desfilando los actores
secundarios y los empresarios y directivos económicos implicados en las
diversas telarañas de la trama. Al final del libro, un útil y extenso índice de los
nombres citados. El texto es periodístico, y aparte de algunas anécdotas
impagables, revela muy poco que un lector asiduo de la prensa no conozca
ya. Pero los datos reunidos ofrecen una imagen de la corrupción local que
salvo la sangre no tiene nada que envidiar a las mafias italianas. Una imagen
también de su casi total impunidad. De paso, las cantidades astronómicas de
los dineros que vienen y van resultan abrumadoras y pueden generar una
depresión en el lector.
El libro está, todo hay que decirlo, pésimamente escrito, hasta el punto de que
no faltan las frases inconexas o sin sentido. Da la impresión de haber sido
dictado o redactado a toda velocidad sin que nadie, ni el autor ni la casa
editorial, se haya tomado la menor molestia para revisar la edición.
Especialmente recomendable para militantes de las C.U.P. y secesionistas en
general.
J.R.C.
19/3/2014
70
En la pantalla
Intervención de Julio Anguita en el campamento del 22-M
16/3/2014
Vídeo-debate: «Qué hacemos con el trabajo»
Este martes, 25 de marzo, celebramos un nuevo debate del colectivo "Qué
hacemos". Tras los anteriores sobre Competitividad, Banca Pública, Vivienda y
Literatura, en esta ocasión analizaremos la realidad del mundo laboral hoy, y
las propuestas para transformar las relaciones laborales y reconocer todas las
formas de trabajo.
Partimos del libro Qué hacemos con el trabajo, y en el debate participan:
- Juan José Castillo, catedrático de Sociología y coordinador del libro
- Begoña Marugán, adjunta a la Secretaría de la Mujer de CCOO (@Begoa46)
- David G. Aristegui, coautor del libro (@Augusto_Ada)
- Rodolfo Benito, presidente de la Fundación 1º de Mayo (@Rodolfo_Benito)
Modera: Agustín Moreno,
(@MorenoG_Agustin)
miembro
del
colectivo
'Qué
hacemos'
También en el blog podéis ver los vídeos de los debates anteriores:
Competitividad, Banca Pública, Vivienda y Literatura.
Más información, en la web del colectivo.
25/3/2014
Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère
Alma. Hija de la violencia
Violencia guatelmateca. La otra cara de la moneda
2013
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El documental web es un formato que permite complementar y enriquecer un
relato princial con diferentes aportaciones visuales e informativas. Miguel
Dewever-Plana e Isabelle Fougère lo emplean aquí para narrar el terrible
testimonio de una joven que durante cinco años vivió y mató en el corazón de
una las pandillas urbanas más violentas de Guatemala: los maras.
Guatemala un país actualmente arrodillado por una guerra que no dice su
nombre. Y Alma, una certera contraprogramación del relato habitual sobre la
violencia en latinoamérica. Ofrece diversas versiones del asunto (la de la
propaganda “gringa”, la del espectáculo morboso y la amarilla de un falso
periodismo de investigación). Se ofrece así información alternativa a la
habitual de las noticias y los documentales que emiten las diferentes
televisiones, públicas y privadas.
El documental viene acompañado de cuatro módulos interactivos que
proporcionan información sobre el contexto y los factores clave de la violencia
en Guatemala: “La historia y geografia del país”, “Maras”, “Violencia” y
“Prevencion“.
Miembro de la agencia VU’, Miquel Dewever se hizo fotógrafo en la década de
1990. Lleva quince años recorriendo Guatemala, donde realizó sus primeros
reportajes sobre las poblaciones mayas (Mayas, Editorial Blume). Más tarde
siguió de cerca las consecuencias del conflicto armado que desgarró al país,
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acercándose a la guerrilla, compartiendo el día a día de los refugiados y
recogiendo el testimonio de las familias de víctimas del genocidio maya por el
ejército (La verdad bajo la tierra, Blume), con el cual recibió el premio
“Fotoperiodismo y derechos humanos”. Desde 2007 Miquel Dewever-Plana
fotografía y documenta la violencia endémica que golpea a Guatemala, la
guerra de las pandillas y la corrupción generalizada. En 2008, conoce a Alma y
decide ayudarla a realizar su confesión.
Isabelle Foug¡ère es periodista y autora desde 1991. Sus reportajes sobre los
derechos humanos, las mujeres, los inmigrantes o el desarrollo se publican
con regularidad en la prensa francesa y extranjera (Géo, Marie-France, Figaro
Magazine, Grazia, VSD, Photo magazine…). Entre 2001 y 2002 correalizó
“Euroland”, una serie de documentales sobre Europa para la televisión
italiana. Dos años más tarde, publicó Odyssée Moderne, voyage avec les
migrants clandestins, du Sahara à la Grande Bleue (ed. Images en
Manœuvres), a raíz de una travesía por el Sáhara junto a emigrantes africanos
con rumbo a Europa. Hace tres años se unió al proyecto de Miquel de recoger
la historia de Alma.
Por Joaquim Dodero Curtani
24/3/2014
Chris Marker
Le fond de l'air est rouge
Francia, 1977
Le fond de l'air est rouge es una auténtica
compilación de imágenes, memoria y testamento de toda una época, desde
Vietnam y Mayo del 68 al golpe de Pinochet. El gran acopio de material,
propio y ajeno, sobre las aspiraciones de los movimientos internacionales de
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la izquierda, daría lugar a esta película, sin duda una de las obras
fundamentales de Marker. Es, además, un ensayo sobre el poder de las
imágenes y un esfuerzo por ponerlas a salvo del olvido. Las voces en off,
sirven para restituir a la historia su carácter diverso y plantear, una vez más,
la desmitificación de la pretendida objetividad del documental.
El filme se divide en dos partes, tituladas Las manos frágiles y Las manos
cortadas, que pueden visionarse en su totalidad en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/playlist?list=PL569B554C9AC4DC47.
15/3/2014
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...Y la lírica
José Hierro
Con las piedras, con el viento...
Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino.
Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.
Hay que no sentirse solo.
Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desendemoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
con las piedras, con el viento.
Se exprime así el alma. Así
se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento.
30/3/2014
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De otras fuentes
Rafael Poch
El Kaganato de Kíev y otras historias
Ucrania se desliza hacia el caos
El Kaganato de Kíev
Hay tres países que son vistos como obstáculo para el dominio mundial en
Washington: China, Rusia e Irán. Estados Unidos salta de uno a otro, un día
rodeando y agobiando militarmente a China y anunciando que su potencia
militar se traslada hacia Oriente; otro rondando a Irán y pasando de la
amenaza militar a la negociación y otro desestabilizando Europa por la vía de
azuzar al oso ruso. La política exterior que provocó la muerte de varios
centenares de miles en Irak para colocar a un régimen pro iraní en Bagdad, y
que ha propiciado con dinero y armas del Golfo (los padrinos de Al Qaeda) la
guerra civil en Siria, ha instalado en Kíev el actual “Kaganato”. El concepto es
del analista brasileño Pepe Escobar, y se basa en el nombre de Robert Kagan
un quimérico ideólogo neocón, vinculado a las anteriores chapuzas. Kagan
está casado con Victoria Nuland, la vicesecretaria de Estado y “estratega” del
cambio de régimen de Kíev. Asistida por sus peones polacos y con la obtusa
aquiescencia alemana, Nuland ha puesto por fin a sus hombres en el gobierno
de Kíev, los mismos que mencionaba el 25 de enero en una conversación
telefónica grabada de la que trascendió aquel magnífico “¡Fuck the EU!”. El
deseo de forzar el ingreso de Ucrania en la OTAN y de extender las bases
americanas hacia las mismas barbas de Rusia, han acabado con un zarpazo
del oso moscovita. El resultado; un claro peligro de guerra civil en Ucrania, la
anexión de Crimea con violación de la integridad territorial ucraniana, y una
inusitada tensión con Rusia. El Kaganato de Kíev es, hablando en plata, una
gran cagada, dice Escobar. Mientras tanto la prensa occidental continúa
ignorando el asunto y presentándolo como una mera maldad del “incendiario”
Vladímir Putin.
Audrius Butkevicius
En 1990 un joven fisioterapeuta de 31 años llamado Audrius Butkévicius fue
nombrado por el gobierno lituano, “Director del Departamento de Defensa del
país”, una especie de ministro de defensa. Butkévicius se graduó en la
“Institución Albert Einstein” dirigida por un gurú norteamericano llamado
Gene Sharp especializado en la “resistencia no violenta”. Los libros y
enseñanzas de Sharp fueron aplicados por Butkévicius en Lituania y más tarde
por organizaciones como Kmara (Georgia) Porá (Ucrania), KelKel (Kirguizia) o
Zubr (Bielorrusia) en diversas “revoluciones coloreadas”.
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En 1991 Lituania mantenía un pulso muy serio para lograr su independencia
de la URSS. Se esperaban medidas de fuerza de parte de Moscú. Era la lucha
entre David y Goliat. “Decidí no crear un pequeño ejército, sino usar la guerra
sicológica”, explica Butkevicius años después. “Sabíamos bastante bien lo que
el adversario iba a hacer y les estropeamos todo el escenario” (entrevista en
Youtube, enero de 2013). ”Las ideas tradicionales de defensa no iban a
funcionar”, decía en otoño de 1990. “Vamos a crear un grupo paramilitar de
unos 500 hombres capaz de responder rápidamente a las crisis y varias
unidades entrenadas en la guerra sicológica”. (Boletin del Instituto Einstein,
otoño de 1990).
En Lituania había un genuino movimiento nacional popular. Moscú jugó
movilizando a la minoría rusa. Quería provocar enfrentamientos y a
continuación intervenir militarmente como “mediador”. Fue así como se llegó
al “domingo sangriento”, el 13 de enero de 1991. La tropa rusa llegó a la torre
de la televisión para desalojarla, pero la ciudadanía bloqueó el lugar. Entonces
actuaron francotiradores. Más de una docena de personas murieron por
impactos de armas de fuego y muchos más fueron heridos. Les tirotearon
desde las azoteas y los balcones de los edificios circundantes. ¿Quién tiroteó a
la multitud? “Mis hombres no estaban estacionados allí”, “La tropa especial
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del KGB no llevaba munición real en sus armas, solo en los bolsillos como
reserva, nuestro objetivo era entrar en la sede de la televisión”, explica el jefe
del operativo ruso, Mijail Golovatov (en Die Presse, 3 de septiembre de 2011).
Inmediatamente después de los hechos todo eso ya se dijo, pero ¿quién iba a
creer que Goliat no disparó contra David y que aquello no había sido una
“masacre del KGB? Hubo que esperar más de diez años para que el propio
Butkevicius explicara que fueron sus hombres, armados con fusiles de caza,
quienes dispararon a la muchedumbre desde las azoteas. Lo dijo en una
entrevista con la revista “Obzor” publicada en el 2000:
“No puedo justificar mi acción ante los familiares de las víctimas, pero sí ante
la historia, porque aquellos muertos infligieron un doble golpe violento contra
dos bastiones esenciales del poder soviético: el ejército y el KGB. Así fue como
los desacreditamos. Lo digo claramente: fui yo el que planeó todo lo que
ocurrió. Había trabajado bastante tiempo en la Institución Albert Einstein con
el profesor Gene Sharp, que entonces se ocupaba de lo que se definía como
“defensa civil”, en otras palabras la guerra sicológica. Sí, yo programé la
manera de poner en dificultades al ejército ruso, en una situación tan
incómoda que obligara a cada oficial ruso a avergonzarse. Fue guerra
sicológica. En aquel conflicto no habíamos podido vencer con el uso de la
fuerza, eso lo teníamos muy claro, por eso trasladé la batalla a otro plano, el
del enfrentamiento sicológico, y vencí”.
“De otra manera habría muerto mucha más gente, en esa situación solo
murieron los que murieron”, dice Butkevicius en el video de enero de 2013.
A la vista de lo que ha pasado en Kíev, con más de veinte muertos a manos de
francotiradores el día 20 de febrero, la jornada que precipitó el acceso al
poder del actual gobierno prooccidental, la pregunta sobre quién fue el
Butkevicius de Kíev no es ninguna tontería. Hay que observar quién no quiere
investigar aquellos hechos, además de reflexionar sobre a quién han
beneficiado.
Perspectiva de caza de brujas en el Este y de caos en Kíev
El nuevo régimen de Kíev ha empezado la caza de “separatistas” en el Este y
el Sur de Ucrania, donde su legitimidad es más discutida. En Járkov el martes
encarcelaron al ex gobernador Mijail Dubkin, un político con gancho que
acababa de anunciar que se presentaría a las presidenciales. Reinat Ajmetov,
el hombre más rico de Ucrania que ha estado intentando mantener el
equilibrio entre los dos bandos en esta crisis, ha dicho que el encarcelamiento
de Dubkin (entretanto sometido a arresto domiciliario) “desestabiliza la
situación en el Este del país”. Hay muchas más detenciones de opositores del
nuevo gobierno acusados de ser “agentes de Rusia”. Las detenciones corren a
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cargo de grupos bastante inquietantes. Hay que recordar que tanto la Fiscalía
General (su jefe es Oleg Majnitski, de “Svoboda”), como el Consejo de
Seguridad Nacional (su jefe es Andri Parubi controlando los ministerios del
Interior, Defensa y servicios secretos) están en manos de ultraderechistas, lo
que ofrece un pésimo pronóstico. Parubi, que ha anunciado una movilización
de reservistas que todo el mundo ha ignorado, es señalado desde Moscú como
el responsable de la matanza con francotiradores realizada —dicen— desde la
sede de la filarmónica y el hotel Ukraina. Este nuevo hombre fuerte de los
ministerios armados del kaganato, fue fundador en los noventa de un partido
nazi y quiere integrar a los “grupos de autodefensa” del Maidán en las filas de
una nueva “guardia nacional”. Parubi también dice que “Rusia se ha gastado
mucho dinero en movilizar agitadores en las regiones de Lugansk, Donetsk,
Odesa y Jerson”, lo que es perfectamente plausible.
“Svoboda”, el partido ultra que tiene más de media docena de puestos
importantes en el gobierno, fue condenado por el Parlamento Europeo en una
resolución del 13 de diciembre de 2012 que denunciaba sus, “presupuestos
racistas, antisemitas y xenófobos contrarios a los valores fundamentales de la
Unión Europea”. Ahora que están en el gobierno, han dejado de ser objeto de
preocupación en Bruselas.
En Kíev bandas paramilitares han asaltado esta semana por lo menos una
fiscalía de barrio (la de Kiv-Sviatoshinski), atracado un banco y atacado un
autobús de adversarios del Maidán. El martes, en el Maidán, hubo tiroteos
nocturnos, con uso de pistolas “makarov” y subfusiles, entre diversas
“centurias” que siguen guardando la plaza, incluida el Pravy Sektor. Los
medios de comunicación ucranianos no han informado. Le pregunto a un
intelectual local no nacionalista si se siente amenazado y su respuesta es
“todavía no”. Todo indica que el descontrol de esos grupos, liberados para el
ajuste de cuentas, secuestros, incendios de casas de adversarios (todo eso ya
ha ocurrido en Kíev), puede ir a más.
El peligro de la extrema derecha no se reduce al gobierno de Kíev. El líder
prorruso de la autonomía de Crimea es lo más parecido a un bandido y las
bandas acorazadas (porra, casco y escudo) adversas al gobierno de Kíev que
se han visto en Odesa, Jarkov o Donetsk, no se diferencian gran cosa de las de
Kíev. El reclamo electoral que se agita en Crimea —y desde la propaganda
rusa— del pulso entre la esvástica y la tricolor rusa, es manifiestamente
grotesco: entre quienes gritan “el fascismo no pasará” hay mucha gente que
merece una caracterización muy parecida.
El peligro ruso y el nacionalismo ucraniano
Los nacionalismos se forjan en el contraste con lo exterior, en reacción ante
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peligros y amenazas exteriores. Invadiendo Crimea, Putin ha ofrecido a la
nación ucraniana —que es una obra en construcción— una de esas situaciones
formativas para la conciencia nacional. Eso afecta sobre todo a las regiones
de Ucrania más favorables a Rusia, donde mi impresión es que la anexión de
Crimea se observa con desagrado. Esa paradoja tiene una explicación muy
sencilla: la ideología con la que Rusia ha entrado en Crimea es el nacionalismo
ruso y con eso no se conquista el corazón de los ucranianos, sino más bien al
contrario se fortalece su reacción y su conciencia nacional. Y el nacionalismo
ruso es la única ideología del actual régimen ruso. No hay otra. Con esa
ideología, Moscú nunca podrá consolidar su entorno ni siquiera entre sus
aliados más próximos. No ya en Ucrania, sino en Bielorrusia y en Kazajstán, se
asiste con extrema preocupación a la anexión de Crimea. Como los
crimeanos, los bielorrusos son “casi rusos” y alrededor de la mitad de la
población de Kazajstán es rusa. ¿Quién les garantiza que Moscú no invoque
algún día la fuerza mayor para justificar otras anexiones?
Este es el plan que el vicealmirante Igor Kabanenko, ex representante y
consejero de la misión ucraniana ante la OTAN y actual vicejefe del Estado
Mayor del Ejército de Ucrania ha atribuido a Rusia esta semana:
“Tras la rápida anexión de Crimea, avance del vigésimo ejército ruso hacia
Donetsk, el tercer ejército hacia Lugansk y la división 106 hacia Kíev. Desde
Crimea incursión hacia Odesa, con uso de las fuerzas de Pridniestrovia por el
otro
lado.
En
cinco
o
seis
días
se
crea
un
pasillo
Lugansk-Donetsk-Odesa-Tiraspol”. Es decir, para quienes no estén
familiarizados con el mapa: tomar todo el sur y el Este de Ucrania, privando a
ese país de toda su salida al mar y convirtiéndola en una nación continental
desprovista de toda significancia geopolítica.
Este escenario es, naturalmente propagandístico. El Kremlin no está loco.
Kabanenko lo baraja para la semana que viene. Pero a largo plazo es otra
cuestión.
Hay pocas dudas de que en condiciones normales una invasión en toda regla
de Ucrania por tropas rusas cuya ideología ya no es la que acabó triunfando a
principios del siglo XX sobre este mismo terreno (la “druzhba narodov”, la
amistad entre los pueblos, el internacionalismo y la revolución social), sino un
nacionalismo ruso prepotente y dominante, fortalecería una genuina lucha de
liberación nacional ucraniana, pero mucho depende del nivel de caos que se
cree en la región en los próximos meses.
¿Un Maidán social en el Este de Ucrania?
Se puede discutir si la economía ucraniana ya está en quiebra o al borde de la
80
quiebra. En cualquier caso, su estado es ruinoso. El nuevo gobierno quiere
aplicar medidas económicas drásticas en línea con las recetas occidentales. Si
es así, eso destruirá la industria ucraniana, concentrada en el Este del país y
con enorme vínculo con Rusia (esa fue la principal razón del rechazo de
Yanukovich al acuerdo “Asociación Oriental” que le proponía Bruselas).
¿Cuánto tiempo podrá mantenerse un gobierno que aumente drásticamente
los gastos de vivienda, corte las subvenciones energéticas y recorte salarios y
pensiones que ya hoy no alcanzan apenas para sobrevivir? El nivel de caos
generado en los próximos meses por el kaganato de Kiev, con su ideología
nacionalista y sus padrinos occidentales —que si no han realizado un “plan
Marshall” para el sur de Europa, aun menos lo harán para Ucrania— puede ser
considerable. Es ahí donde hay que volver a escuchar la conferencia de
prensa de Putin el pasado 4 de marzo, en la que se dijo que Rusia no quiere
anexionarse nada si no es necesario: “Rusia”, dijo Putin, “no se quedará al
margen si se comienza a perseguir a la población rusoparlante”. Pero si esta
arriesgada jugada le sale mal a Putin, entonces habrá que pensar en un
Maidán moscovita y en el escenario 1905 ya evocado desde estas páginas. La
intervención, el pasado domingo, del magnate ruso Mijail Jodorkovski —el
hombre que Occidente quiere para Rusia—, explicando a la multitud en Kíev
que “hay otra Rusia”, es muy sintomática.
Smuta
Ucrania se desliza hacia lo que en esa parte del mundo se conoce como
“Smuta”. Es un concepto de la historia rusa que designa la “turbulenta época”
(“smutnoye vremia”) de finales del XVI y principios del XVII, pero muchos
autores hacen un uso más amplio del concepto y caracterizan como “smuta”
el principio del siglo XX y la Revolución de 1917 seguida de guerra civil (la
“Krásnaya Smuta” de Vladimir Buldakov, por ejemplo), e incluso se refieren
periodísticamente a la disolución de la URSS (1991), como una “smuta” de fin
de siglo.
Antídotos: un gobierno representativo de todas las regiones del país, una
declaración de neutralidad de Ucrania (estatuto finlandés) y un
reconocimiento de la soberanía e integridad territorial ucraniana a todos los
efectos por parte de Euroatlántida y de Rusia. Por desgracia es poco probable
que el kaganato occidental de Kíev y sus irresponsables padrinos que han
llevado las cosas hasta este punto, abran vía a eso.
Hasta personajes tan peculiares como Henry Kissinger advierten de que,
“cualquier intento de una parte de Ucrania por dominar a la otra conduce a
largo plazo a una guerra civil o a una división. Tratar a Ucrania como un
capítulo de la confrontación Este/Oeste destruirá para décadas cualquier
posibilidad de integrar a Rusia y Occidente, sobre todo a Rusia y a Europa, en
81
un sistema internacional cooperativo”.
[Fuente: Diario de Berlín]
13/3/2014
Antoni Aguiló
Otras democracias son posibles: la Comuna de París
Acaban de cumplirse 143 años de la proclamación de la Comuna de París, una
de las experiencias de democracia obrera participativa más iluminadoras de la
historia contemporánea de Occidente, pero también, y al mismo tiempo, una
de las más trágicas que se han conocido.
Al final de la guerra franco-prusiana, con una Francia derrotada, su primer
ministro, Adolphe Thiers, advirtió la importancia de desarmar inmediatamente
París para imponer el humillante armisticio firmado con Prusia. El 18 de marzo
de 1871, bajo el pretexto de que las armas eran propiedad del Estado, Thiers
ordenó al ejército la retirada de los cañones que la Guardia Nacional tenía en
las colinas Montmartre. Entonces una multitud indignada de mujeres y
hombres de clase trabajadora se opuso al desarme, que dejaría indefensa la
ciudad. Una parte de las tropas enviadas por el Gobierno se negó a disparar
contra la gente y muchos de los soldados acabaron confraternizando con el
movimiento de resistencia, que se alzaba en armas contra la Asamblea
Nacional, desencadenando un proceso revolucionario que enfrentaba al
proletariado parisino con la gran clase de terratenientes, rentistas y
campesinos ricos que dominaba la Asamblea francesa.
Tras el intento fallido de desarme, el gabinete de Thiers huyó a Versalles. Los
sublevados instituyeron un gobierno municipal provisional que después de las
elecciones del 26 de marzo se transformó en la Comuna de París. Se
constituía, así, una alcaldía rebelde de fuerte base obrera. El ejemplo de París
se extendió por otras ciudades y pueblos provinciales, como Lyon y Marsella,
donde se proclamaron comunas insurgentes rápidamente aplastadas por
Versalles.
Más allá de sus tropiezos, la Comuna de París nos legó uno de los ejercicios de
construcción de poder popular desde abajo más relevantes de la historia
reciente. ¿Qué aprendizajes de la Comuna en materia de democracia pueden
contribuir a iluminar las actuales luchas por democracias reales? ¿En qué
medida estas luchas pasan por una práctica política revolucionaria que amplíe
el poder efectivo de las clases populares y otros colectivos históricamente
82
afectados por la discriminación? A mi juicio, como embrión de democracia
revolucionaria, la Comuna de París proporciona algunas enseñanzas clave que
abren caminos poco explorados para el avance de democracias al servicio de
la emancipación social:
Democracia de base: la pretensión era la creación de un Estado desde la base
formado por autogobiernos municipales federados entre sí con un gobierno
central con escasas funciones de coordinación. Un Estado nuevo que
contribuyera a deshacer la relación entre gobernantes y gobernados, donde
obtener mejores condiciones de vida y trabajo, en el que la gente se sintiera
reconocida y que estuviera dispuesta a defender.
Democracia obrera de inspiración socialista. Los comuneros eran conscientes
de la necesidad de romper con las viejas formas de dominación política (el
parlamentarismo liberal y el Estado capitalista burgués), lo que los llevó a
experimentar formas alternativas de política y sociedad. Aunque la Comuna
no acabó con el Estado capitalista, su gran mérito fue arrebatar
completamente su control a la burguesía, transformándolo en un organismo
nuevo que permitía el acceso al poder a quienes tradicionalmente habían sido
apartados de él. Ya no era el gobierno de las clases elitistas dominantes, sino
de las mayorías populares no representadas, los obreros, cuya bandera roja,
símbolo de la fraternidad internacional de los trabajadores, ondeaba por
primera vez en la sede del Gobierno, el Hôtel de Ville.
En este punto adquiere especial relevancia el componente socialista de la
Comuna, presente en el tipo de democracia que estableció: una democracia
no meramente formal, sino sustantiva, participativa, que combinaba
democracia representativa con democracia directa. Una democracia que
representaba un proceso más allá de la toma coyuntural del poder, ya que
aspiraba a sustituir el aparato burgués del Estado por otro en correspondencia
con los intereses de la clase trabajadora. En otras palabras, la democracia
obrera de la Comuna permitió la inversión del poder, desplazando el poder
político clasista y elitista acaparado por propietarios para poner en manos de
la clase trabajadora la capacidad efectiva de deliberar, decidir y organizar la
sociedad.
La democracia de la Comuna se articulaba en torno a cinco principios: 1)
elección por sufragio universal de todos los funcionarios públicos. 2)
Limitación del salario de los miembros y funcionarios comunales, que no podía
exceder el salario medio de un obrero cualificado, y en ningún caso superar
los 6.000 francos anuales. 3) Los representantes políticos estaban
umbilicalmente ligados a los electores por delegación y mandato imperativo.
4) Cualquier representante podía perder la confianza de los electores y ser
depuesto de inmediato; de ahí que la Comuna instituyera la revocabilidad del
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mandato, acabando con la perversidad de un sistema representativo liberal
que, como en la actualidad, permitía suplantar la voluntad de los
representados y promovía la profesionalización de la política. La Comuna se
cuidó, de este modo, de hacer un uso contrahegemónico de la democracia
representativa en el que los representantes obedeciesen y no, a diferencia de
lo que ocurre hoy, donde los que mandan no obedecen y los que obedecen no
mandan. Este tipo de democracia representativa consagraba el derecho
popular a pedir cuentas, exigir responsabilidades y controlar a los
representantes, lo que asestó un duro golpe a la aún tan en boga
comprensión parasitaria de la política, vista como un trampolín para obtener
privilegios, hacer carrera profesional y olvidarse del electorado. 5)
Transferencia de tareas del Estado a los trabajadores organizados, como la
promoción de la autogestión obrera mediante la socialización de las fábricas
abandonadas por los patrones.
Nuevas medidas emancipadoras. Las iniciativas para socializar el poder
político no fueron las únicas. También se acompañaron de atrevidas medidas
de carácter social, entre las que cabe destacar la separación entre la Iglesia y
el Estado, garantizando el carácter laico, obligatorio y gratuito de la educación
pública; la expropiación de los bienes de las iglesias; la supresión del servicio
militar obligatorio; la aprobación de una moratoria sobre los alquileres de
vivienda que abolía las anteriores leyes en esta materia, confiscaba las
viviendas vacías y cancelaba las deudas por alquiler, poniendo la vivienda al
servicio de las necesidades sociales y el bienestar general; la supresión del
trabajo nocturno en las panaderías y la prohibición de la práctica patronal de
multar a los empleados, una estrategia habitual para reducirles el salario.
Sin embargo, la burguesía francesa no permitió que el nuevo sistema político
prosperase. Con la colaboración de las tropas prusianas que cercaban París, el
gobierno de Versalles envió más de 130.000 soldados que el 28 de mayo de
1871, tras 72 días intensos y fugaces de autogobierno popular, aniquilaron la
Comuna. Se estima que en la batalla murieron más de 20.000 parisinos y que
unos 43.000 combatientes fueron capturados; unos 13.000 fueron
condenados a prisión, 7.000 de los cuales fueron deportados a Nueva
Caledonia.
La Comuna de París representa no sólo la última de las grandes revoluciones
populares del siglo XIX, sino también el primero de los democraticidios de la
era moderna, algo apenas mencionado en la historia “oficial” de la
democracia. Lamentablemente, hoy también son tiempos de democraticidio,
de exterminio de saberes y prácticas democráticas. El capitalismo ha
fulminado la democracia representativa en buena parte de Europa, donde los
Parlamentos y las elecciones, como en Italia, son prescindibles. Pero también
son, entre otras cosas, tiempos de experimentalismo político, de grietas
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abiertas en el poder constituido, de protestas populares, de organización
colectiva y de luchas por un poder popular constituyente que, como nos
recuerda la Comuna de París, nace en las calles como exigencia de cambio de
las viejas estructuras políticas y económicas que oprimen a la gente y coartan
la construcción de otras democracias posibles.
[Fuente: Público. Antoni Aguiló
es profesor del Centro de Estudios
Sociales de la Universidad de Coímbra]
18/3/2014
Ignacio Sánchez-Cuenca
Contra el europeísmo elitista
Las elecciones europeas se acercan y los partidos políticos sacan su artillería
pesada contra aquellos pocos que dejan oír su voz crítica con la deriva de
la Unión Europea (UE) durante la crisis. Vuelven las consignas de siempre:
“Fuera de Europa hace mucho frío”, “España no tiene futuro al margen de
Europa”, etc., etc., etc. Y vuelven también los epítetos que se dedican a todos
aquellos que no comparten la tradicional lírica europea: son “populistas”,
“nacionalistas” y / o “xenófobos”.
Esta reacción despectiva resulta muy decepcionante, a la vez que revela la
ausencia de un proyecto europeo mínimamente atractivo e ilusionante con el
que atraer a la ciudadanía. Hay razones sobradas para emitir un juicio
duro sobre la forma en la que las instituciones europeas, con la Comisión y el
Banco Central Europeo a la cabeza, han gestionado la crisis. Especialmente si
dicho juicio se emite desde los países más endeudados con el exterior, es
decir, los países del sur, que han sido sometidos a una “terapia de caballo” (la
de la austeridad) que ha hundido aún más sus economías, ha debilitado
fatalmente sus frágiles Estados del bienestar y ha generado pobreza y
desigualdad.
Hoy día, en el sur de Europa, a la UE la defienden principalmente las
élites, es decir, las personas con mayores recursos económicos y mayor
formación. Gente con alta cualificación, con idiomas, que viaja con frecuencia,
ya sean empresarios, políticos, financieros, profesores de universidad o
profesionales más en general. Son quienes más ganan con la globalización y
con la integración europea. Son también quienes menos han sentido la crisis
en su vida diaria.
En el pasado, antes de la crisis, era distinto: había una coincidencia entre el
85
discurso de las élites y las actitudes y preferencias de la opinión pública.
España, durante muchos años, fue uno de los países más fervorosamente
partidario de la integración europea. Sin embargo, con la llegada de la
gran recesión, el europeísmo se ha hundido en los países del sur.
En el siguiente gráfico, elaborado con datos del Eurobarómetro, muestro la
evolución tan distinta que ha tenido la confianza en el Parlamento europeo en
dos bloque de países. Por un lado, los cuatro países del Sur, fuertemente
endeudados con el exterior y víctimas de las políticas de austeridad (España,
Portugal, Italia y Grecia); por otro, los cuatro países del Norte más partidarios
de la austeridad y la disciplina fiscal a ultranza (Alemania, Austria, Finlandia y
Holanda). Como cabía esperar, la caída ha sido mucho más pronunciada en
el bloque del Sur que en el del Norte. En los países del Sur, la confianza en el
Parlamento europeo ha bajado en casi cincuenta puntos (algo insólito),
mientras que en los del Norte la bajada no ha llegado a los 25 puntos.
86
La caída del bloque del Sur no parece afectar a las élites políticas, económicas
e intelectuales de estos países. Se ha producido una desconexión entre
estas élites y las sociedades de las que proceden. Mantienen un discurso
que podía tener sentido antes de la crisis, pero que ya no encuentra eco en la
ciudadanía. Es como si vivieran en un mundo distinto. Siguen instalados en el
discurso de que la clave de nuestro futuro radica en la profundización de la
unión económica y política entre los países europeos, tal y como se refleja en
el ortegajo de que “España es el problema y Europa la solución”. La gente, sin
embargo, se ha desengañado y entiende que si España es un problema,
Europa, en estos momentos, es otro, tan o más grave como el nacional.
Por supuesto, hay muchos europeístas que admiten que algo ha fallado en el
plano europeo durante la crisis. Pero su solución siempre consiste en reclamar
“más Europa”, sin aclarar nunca cómo se va a conseguir la mayor integración
económica y política que demandan. Quien dice “más Europa” dice
igualmente “otra Europa”. Sin embargo, en una UE fragmentada, con un
fuerte conflicto de intereses entrelos países deudores y los acreedores, ¿cómo
se consigue “más Europa”? Y, más importante todavía, si no se logra “más
Europa” en un plazo razonable de tiempo, ¿qué alternativa ofrecen las
elites europeístas? ¿No se dan cuenta de que el sueño europeísta se ha
transformado en una pesadilla para grandes capas de la población en proceso
de empobrecimiento? ¿Cuánto podemos aguantar en la situación actual,
mientras esperamos que lleguen las ansiadas reformas en forma de unión
bancaria, unión fiscal, eurobonos, etc.? Y si estas reformas finalmente no se
materializan, ¿qué hacemos? ¿Aceptar resignadamente el hundimiento del
país?
Paradójicamente, lo que en mayor medida retrasa la consecución de muchos
de los logros que se asocian a “más Europa” es la actitud sumisa de las élites
europeístas del Sur. Mientras los países del Sur no defiendan conjuntamente
sus intereses en la UE, los países del Norte mantendrán las actuales
políticas, que tanto les benefician. Solo si hay una amenaza creíble de
ruptura por parte de los países más afectados por la austeridad podrá abrirse
un espacio para la negociación y el cambio a favor de una Europa más
integrada y, por tanto, más solidaria.
Con otras palabras, la mejor manera de defender en estos momentos un
cambio profundo en la arquitectura institucional del área euro pasa
por abandonar de una vez el europeísmo acrítico de las élites del Sur. El
cambio sólo será posible si los países del Norte perciben algún coste asociado
al mantenimiento del statu quo. De momento, las loas de “más Europa” no
han conseguido poner nervioso a nadie en los centros de poder de la UE.
87
[Fuente: infoLibre]
18/3/2014
Antonio Turiel
El colapso de la producción
Queridos lectores,
El perturbador artículo de Gail Tverberg sobre la actual tendencia de las
grandes compañías petroleras a desinvertir en el llamado upstream, es decir,
en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos (encontrarán su traducción
al castellano aquí) lleva a una profunda reflexión sobre el futuro inmediato de
nuestra sociedad. En el momento más crítico de la crisis energética las
compañías petroleras lanzan la toalla. No es ninguna sorpresa. Hace cuatro
años, en este mismo blog, explicábamos como algunas de estas compañías
estaban abandonando la inversión en upstream. El espejismo del fracking
(sobre todo en la busca del petróleo ligero de roca compacta, LTO por sus
siglas en inglés) ha sido el último intento de continuar en el negocio. Como
decía recientemente un analista del mundo del petróleo, EE.UU. tenía la
necesidad de buscar un recurso por explotar porque no podía permitirse el
lujo de dejar a la industria de explotación de hidrocarburos más potente del
mundo sin trabajo, ya que las consecuencias sociales y económicas serían
inasumibles. Así pues, se inventaron el milagro del fracking y con esta
quimera han mantenido la ilusión de que se podía seguir adelante por el
mismo camino durante estos cuatro años; gracias a las arenas bituminosas de
Canadá, a los petróleos extrapesados de Venezuela y al LTO la producción de
petróleo ha podido mantenerse estable en torno a los 76 millones de barriles
diarios (Mb/d) desde hace tres años, y la de todos los líquidos del petróleo
(incluyendo los líquidos del gas natural, PG en las gráficas que siguen) en
torno a los 90 Mb/d, como muestran las siguientes gráficas de Telecomunista
(encomiable su trabajo, que desde aquí felicito) que he tomado de un hilo de
Burbuja.info:
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Sin embargo las mismas gráficas muestran que el petróleo convencional,
después de una larga meseta de producción de poco más de 70 Mb/d de
media al año que comenzó hacia 2004, y con fuertes subidas y bajadas
siguiendo el ciclo económico, parece haber comenzado ya su inexorable
descenso. No es nada nuevo: la meseta de producción ya sale en el informe
de 2010 de la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés;
las otras siglas de las gráficas, EIA, corresponden a la Administración de
Información sobre Energía del Departamento de Energía de los EE.UU.;
observen que la Agencia Internacional de la Energía tiende a ser un poco más
optimista que la EIA), y en el informe de 2012 se reconoce el inicio del declive
del petróleo convencional. Peor aún, como ya explicamos al analizar el
informe de 2013 la Agencia Internacional de la Energía avisa de que si no se
producen las inversiones a tiempo la producción de petróleo puede caer
rapidísimamente, ocasionando serios problemas.
89
¿Y cuál es la reacción a este aviso? Comienza a ser evidente hasta para el
mundo de los negocios que el LTO de fracking está llegando a su final y ésta
era la última apuesta. Ya está. No hay nada más; realmente nos hemos
quedado sin opciones. Por supuesto que continuará la repetición absurda de
los mismos memes, las mismas quimeras (los hidratos de gas un día, las
pizarras bituminosas otro, el petróleo Ártico o incluso Antártico, los
yacimientos pre-sal de Brasil, sus contrapartes en la otra orilla del Atlántico...
lo mismo que lleva diciéndose durante un par de décadas o más) mientras
otros sueñan que las renovables nos sacarán del hoyo (cosa poca verosímil a
la luz de los problemas que discutimos en la serie de posts "Los límites de las
renovables"), o con los reactores nucleares de fusión (que probablemente no
serán viables nunca, ya sea por la vía ITER o por confinamiento inercial ¡cuidado con las falseadas notas de prensa!), o los de 4ª Generación (sobre
los que se experimenta desde hace 70 años sin que se resuelvan los
problemas críticos que los aquejan) o con el uso del gas natural para
automoción (que requeriría una inversión ingente no para la motorización sino
para la distribución, cuando el pico del gas también está a la vuelta de la
esquina), o con cualquier otra distracción que parezca que tenga algo que ver
con la energía (ya sean tecnologías para baterías, el grafeno, el magnesio, o
concentradores de energía infrarroja).
El caso es que las petroleras están exahustas, como se explicaba en el post
precedente, y han comenzando una agresiva política de desinversión (vean,
90
por ejemplo, esta presentación de Shell que resume sus resultados de 2013 y
sus estrategias para 2014). En el post de Gail Tverberg se mostraba la gráfica
de Steve Kopits que sintetiza la previsión de descenso de la inversión de las
compañías multinacionales:
En el gráfico de arriba, la línea gris horizontal representa la inversión en
bienes de capital de las petroleras privadas que se preveía hace bien poco, en
octubre del año pasado, hace apenas 6 meses; la línea gris declinante, la
revisión que se hizo ese mismo mes; la línea negra de trazos, la previsión
actual; y la roja de puntos la que indican las últimas declaraciones de las
compañías multinacionales: una caída total de alrededor de un 30% en sólo
un año. Piensen que en realidad para mantener el statu quo la inversión en
bienes de equipo tendría que ir creciendo con el tiempo, puesto que los
recursos que van quedando son cada vez peores y requieren mayor esfuerzo,
así que una caída de un 30% en la inversión anticipa una caída mucho mayor
en la nueva producción, y no olviden que los campos actualmente en
producción ya caen un 6% anual (según reconocía en noviembre la propia
91
Agencia Internacional de la Energía).
Algún avispado especialista en energía se ha precipitado ya a decir que aquí
no pasa nada, que la desinversión es fruto de un ciclo de sobreeinversión.
Esta interpretación tiene un fallo fundamental, como destacaba el otro día
Juan Carlos Barba: cuando se produce un exceso de inversión en una actividad
productiva (porque los inversores ven un buen negocio y lo hacen crecer
demasiado rápido) la producción sube mucho, más de lo que el mercado pide
en realidad, y por tanto al final el precio cae; en ese momento los inversores
salen del negocio y cae la inversión hasta que la cosa se estabiliza. Sin
embargo, aquí lo que pasa es que mientras la inversión subía y subía la
producción ha caído y el precio se ha mantenido.
Por tanto, la ramplona explicación de que se trata de un habitual ciclo de
sobreinversión no se sostiene. No se preocupen: seguro que nuestros
analistas económicos de cabecera ya encontrarán alguna alambicada
explicación alternativa para justificar sus apriorismos; lo que sea antes que
aceptar que el peak oil ya está aquí porque el peak oil era esto en realidad,
92
que simplemente es a esto a lo que huele el peak oil.
Ciertamente estamos hablando de la desinversión de las compañías privadas
y éstas sólo cubren un tercio del mercado mundial del petróleo, pero las
compañías nacionales que suministran los otros dos tercios necesitan de las
multinacionales para relanzar su propia producción, ya que están en pérdidas
más que significativas (por ejemplo la mexicana Pemex o la noruega Statoil,
pero es un fenómeno generalizado - fíjense en esta curiosa noticia sobre
Arabia Saudita). Y la receta para salir de este atolladero, la misma que se
repite machaconamente en todos los países con problemas de producción de
petróleo ya sea México, Venezuela, Brasil, Argentina, Bahréin, Libia, Irán o
Noruega, es abrirse a la inversión extranjera. Sin embargo, ¿quién entrará a
invertir en esta plétora de nuevas y dudosas oportunidades? Los inversores
naturales serían las grandes multinacionales del petróleo, pero justo éstas
están huyendo de los yacimientos de dudosa rentabilidad y centrándose en
los beneficios y en arrojar dividendos, en ir aumentando su rentabilidad
aunque sea a costa de ir disminuyendo su tamaño. Peor aún: éstas se están
deshaciendo de sus activos más dudosos. Tantos yacimientos a la venta por
un lado junto con tantos países buscando inversión para sus explotaciones
nacionales por el otro forman un exceso de oferta que proyecta más dudas
sobre la rentabilidad y ahuyenta a los demás potenciales inversores. Es por
tanto obvio que los problemas de las multinacionales del petróleo van a
causar una fuerte caída de la inversión en petróleo a escala mundial tanto en
el sector privado como en el público.
La consecuencia más directa de todo esto a corto plazo es que no habrá un
cuarto ciclo de inversión como se aventuraba en el post de mi compañero
Antonio García-Olivares: como la sociedad no puede tolerar precios más altos,
las compañías no pueden adentrarse en la explotación de los recursos más
caros. Por tanto, si no cambia la tendencia actual de desinversión no va a
haber una meseta de producción de petróleo hasta 2040 como decía Antonio
García-Olivares (con todo lo malo que ello ya sería), sino que el declive de la
producción de todos los líquidos del petróleo (no sólo el petróleo
convencional) va a comenzar de inmediato. De hecho, si no se actúa
rápidamente la pérdida de inversión que ya están aplicando las compañías
multinacionales y los previsibles movimientos que harán las nacionales puede
conducir a una caída de la producción de todos los líquidos del petróleo de
entre 5 y 10 millones de barriles diarios (hasta un 11% de lo que se produce
ahora mismo) en un plazo inferior a los dos años. Si una caída tan rápida de
esta magnitud se materializa los efectos sobre la economía pueden ser
devastadores, y la capacidad de adaptación de los diferentes países
dependerá de su capacidad de echar mano de otros recursos.
Por si todo lo anterior fuera poco hay un problema extra: la fuerte
93
dependencia en el petróleo que tiene la extracción de otros recursos
naturales, energéticos o no. Algunos de los yacimientos más extremos de
carbón, de gas y de uranio requieren el uso de ingentes cantidades de
carburantes para mover toda la maquinaria asociada; y como el carbón, el gas
y el uranio barato también se están acabando el peso del combustible en los
costes de producción está subiendo: fíjense por ejemplo que ahora mismo el
coste del diésel usado en la extracción representa el 10% del precio del
uranio. Y eso sin entrar en el impacto en el sector agrícola, fuertemente
dependiente del petróleo, que afecta no sólo a la nula rentabilidad de los
biocombustibles, sino a la alimentación humana. En lo que respecta a la
extracción de minerales en general, los crecientes costes de producción
(reflejo del mayor consumo de combustible a medida que los filones restantes
tienen concentraciones de mineral más pobres) compromete la viabilidad de
las explotaciones de muchos minerales (como muestra, este artículo las minas
de oro podrían cerrar en seis meses si no sube el precio).
Alicia Valero escribió una extensa y detallada tesis hace unos años que en
ocasiones cito en este blog, la cual usa una aproximación interesante para
abordar el problema de la escasez de las materias primas ya sean energéticas
o no. La idea consiste en calcular la exergía de cualquier materia, cuantificada
como la cantidad de trabajo útil que representa para la sociedad. Esta
aproximación exergética permite tratar el cenit de producción del cobre o del
oro de la misma manera que el cenit del petróleo o del carbón. Esencialmente,
nuestro problema no es sólo que la energía útil que nos llegue del petróleo o
del uranio estén cayendo ya y que las del carbón y del gas estén a la vuelta
de la esquina, sino que además la exergía de muchas materias primas
fundamentales para nuestra sociedad (sea cobre o neodimio, acero o
cemento) están ya cayendo o no muy lejos de hacerlo. La aproximación
economicista que domina la visión de nuestra sociedad, tan alejada ella de la
Termodinámica, sólo ve costes monetarios y ciclos de inversión, y es incapaz
de reconocer que los techos de producción van bajando; simplemente creen
que con más inversión se podría conseguir aumentar la producción, sin
comprender que un montón de papeles de color verde no arrancan una pirita
o un trozo de carbón del fondo de una mina. Para cuando la disminución de la
producción de casi todo sea evidentemente menor que los niveles actuales los
gurús de este credo al que llamamos Economía sacarán alguna de sus
absurdas teorías ad hoc, reediciones de la vieja falacia del Peak Demand, y
nos dirán que los gustos de la sociedad se han vuelto más austeros y que
hemos decidido usar menos de todo por conciencia ecológica u otros motivos,
como si la penuria fuera una elección. Nada nuevo desde Ésopo, vamos.
Dejando al margen ese pensamiento sociopático e ignorante de la realidad
física, el escenario que se nos dibuja para nuestro futuro inmediato es el de La
Gran Escasez. Si no se actúa ya la probabilidad de que experimentemos en los
94
próximos años, incluso en un plazo de no demasiados meses, una transición
fuertemente no lineal es muy elevado. El nivel de estrés del sistema es ahora
altísimo; por todo el mundo están estallando conflictos donde la energía, sin
ser siempre el factor fundamental, es uno de los factores importantes. Esto
aumenta el riesgo de una caída repentina del flujo de energía y materiales;
piensen, por ejemplo, qué pasaría si aumentasen las hostilidades con Rusia,
país que se turna con Arabia Saudita en el primer puesto de la producción
mundial de petróleo y que suministra el 26% del gas natural y más del 40%
del petróleo que se consume en Europa. Piensen que pasaría si la actual y
creciente inestabilidad en Bahrein o Yemen acaba degenerando en guerras
civiles y se acaban contagiando a una Arabia Saudita donde los costes de
producción crecen también al envejecer sus campos, comprometiendo su
estabilidad presupuestaria y la paz social. O si Irán, Venezuela o Argelia
acaban en una guerra civil. Además de la tragedia en los desgraciados países
que sucumban, ¿se imaginan Vds. dónde irá el bienestar de Occidente cuando
dejen de enviarnos puntualmente su petróleo y su gas natural?
Éste es un punto de no retorno en la Historia de la Humanidad. Las
contradicciones de nuestro sistema económico no pueden soslayarse por
mucho más tiempo, pero nuestros líderes siguen ensoñándose con la salida de
la crisis y el retorno del crecimiento económico. Pero en muy poco tiempo
tendrán que tomar medidas de urgencia para evitar que la sociedad colapse.
Es fácil de prever que en cuanto nuestros gobernantes se den cuenta de que
el necesario petróleo está dejando de fluir, fruto de la desinversión de las
grandes compañías, los Estados entren en el capital de estas empresas para
asumir los proyectos menos rentables. Tal medida garantizará un flujo mínimo
de base para la actividad económica, pero será a costa de gravar impuestos
muy superiores a los actuales, con lo que este último intento de mantener el
status quo extenderá rápidamente la pobreza y la miseria a la sociedad. En
añadidura, dado el sobrecoste social que esta intervención supondrá para
cada país, el comercio del petróleo se resentirá, puesto que los países se
resistirán a compartir una materia tan esencial que tantos sacrificios les
cuesta.
Ahora miren a su alrededor. ¿Con qué recursos cuenta su país? ¿Qué esfuerzo
societario implicará su explotación autárquica? ¿Cómo le afectará a Vd. la
miseria que viene, qué potencial tiene para resistir la próxima ola?
Se puede esbozar el caso de España como un caso tipo. Si se mantiene la
forma de reaccionar que se ha demostrado durante estos primeros años de
crisis energética, durante la próxima década España se apoyaría en su carbón
autóctono. Las centrales eléctricas en activo serían principalmente las
hidroeléctricas, las eólicas y las térmicas de carbón, las cuales permitirían
mantener un nivel de suministro no muy inferior al actual, aunque el consumo
95
caería considerablemente, con lo que no sería esperable grandes caídas de la
red durante las próximas décadas. El problema es, como tantas veces hemos
repetido, que la electricidad es sólo el 21% del consumo de energía final en la
España de hoy. Para el resto de usos energéticos se convertiría el carbón
nacional en hidrocarburo líquido usando el proceso de Fisher-Tropsch aunque
se desperdicie en el camino el 50% de su energía. Como la producción sería
insuficiente para cubrir la demanda actual, se restringiría progresivamente su
uso, centrándose en la agricultura, el Ejército y los servicios esenciales, y se
iría abandonando la automoción privada, sólo al alcance de los más pudientes.
Eso haría hundirse la mayoría de la actividad económica actual del país y
condenaría a una gran masa de la población a la pobreza y a sobrevivir en los
límites más miserables de la sociedad. Un fenómeno que ya hemos descrito
aquí: La Gran Exclusión. Con el tiempo, la organización social podría devenir
un nuevo feudalismo.
¿Es esto inevitable? No, pardiez. No tenemos por qué seguir un camino tan
triste. No es nuestro destino inexorable acabar esclavizados, ni mucho menos,
como tampoco lo es el colapso de la sociedad o la extinción de la raza
humana; definitivamente, no tenemos por qué acabar en el Apocalipsis. Pero
si no tenemos cuidado nuestro destino puede ser muy poco brillante. Aún
podemos evitarlo. Para ello el primer paso es el de reconocer la verdad, una
verdad dura que hay que decir a la cara; y después pasar por fin de la idea a
la acción. Pero rápido: ya no queda mucho tiempo.
[Fuente: The Oil Crash]
6/3/2014
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Foro de webs
Latin American Perspectives
http://lap.sagepub.com/
Latin American Perspectives es una revista bimestral cuyo objetivo es debatir
sobre la economía política del capitalismo, el imperialismo y las perspectivas
del socialismo en el continente americano. Y a hacerlo desde una óptica
multidisciplinar, combinando el estudio de la realidad socioeconómica de cada
país americano con análisis de escala continental.
8/3/2014
System Change Not Climate Change
http://systemchangenotclimatechange.org/
“System Change Not Climate Change: The Ecosocialist Coalition” es una
coalición de grupos e individuos estadounidenses dedicados a la lucha contra
la destrucción del medio ambiente y el sistema capitalista que lo causa, y por
una sociedad socialmente justa y sostenible. En su página web, el lector podrá
encontrar artículos y materiales de reflexión de calidad acerca de las luchas
que están llevando a cabo los grupos ecosocialistas de todo el mundo.
8/3/2014
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