CIENCIA Y FE 50 Años Universidad Católica Santiago de Guayaquil Guayaquil, Mayo 17 de 2012. Queridas compañeras, queridos compañeros: Celebrar los 50 años de una Institución como la Universidad Católica “Santiago de Guayaquil”, supone una retrospectiva de valoración de la 1 Academia y su incidencia en nuestro tiempo y en el devenir histórico del Ecuador y de América Latina. La Universidad fue creada el 17 de mayo de 1962, a petición de la Junta pro Universidad Católica que presidía Monseñor César Antonio Mosquera Corral, arzobispo de Guayaquil, el jurista Dr. Leonidas Ortega Moreira y el Padre Sacerdote Jesuita Joaquín Flor Vásconez, quienes fueron sus autoridades fundadoras, como Gran Canciller, primer Rector y Consejero, respectivamente. Conviene recordar que los hombres y mujeres que llevaron a cabo la propuesta de creación de la Universidad Católica apostaban por la investigación y la docencia orientadas a conseguir el desarrollo de nuestro país. Se trataba de construir una entidad que generara un espacio de reflexión y análisis y que impulsara el despliegue de un pensamiento ligado a las necesidades y problemas específicos de nuestra nación. La Universidad Católica Santiago de Guayaquil surge en el contexto –y esto es muy importanteen el contexto mundial de la Guerra Fría, en un marco regional de agitación social y política por la influencia de la Revolución Cubana, el 2 surgimiento de movimientos guerrilleros y la difusión de la Teología de la Liberación. Es un momento en el que Capitalismo y Socialismo parecían definir el campo de lucha de las opciones del cambio social. Esto se complementaba en nuestra región con una decidida preocupación por las perspectivas desarrollistas impulsadas, en buena medida, por el pensamiento económico de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, la famosa CEPAL y su Escuela Cepalina. Son tiempos de auge de un pensamiento propio en la región, de búsqueda de respuestas y estrategias para un desarrollo regional alternativo, alentado desde propuestas académicas que vinculaban lo económico, lo social, lo cultural, lo político. Saludamos los cincuenta años de vida fructífera de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, en medio de una coyuntura revolucionaria, cuando la Universidad ecuatoriana, el sistema de educación superior, está cambiando integralmente, inexorablemente, hacia la excelencia. El lema de la Universidad, “Ciencia y Fe”, nos plantea un desafío de integridad a quienes 3 creemos en el valor y la necesidad de la ciencia y al mismo tiempo profesamos una fe, y déjenme reflexionar un poco sobre este tema, no lo puedo hacer ni remotamente en forma tan brillante como lo hizo el padre Pepe Cifuentes, pero elaboremos un poco el lema de la universidad: “Ciencia y Fe”. Una de las grandes crisis de nuestra América durante la larga y triste noche neoliberal fue la crisis de pensamiento propio. Hubo muchas crisis en esta larga y triste noche: crisis económica, social (la pauperización de nuestra población), política (se satanizó la política), de falta de líderes, una de las mayores crisis fue la crisis de pensamiento propio. Basta recordar que durante décadas la región se sometió a las políticas del Consenso de Washington, supuesto “consenso” entre comillas en el que ni siquiera participamos los latinoamericanos, pese a lo cual, Latinoamérica fue la región en la cual con mayor intensidad, rapidez y más nefastos resultados se aplicaron dichas recetas. En verdad conmueve pensar cómo pudimos pasar de una ebullición creativa como la de los años 60 y 70 al marasmo de las “décadas perdidas” de los 80 y los 90, renunciando hasta a 4 la crítica, reduciendo el complejo problema del desarrollo a un asunto meramente técnico e incluso con técnicas equivocadas. Felizmente nuestra América, queridos estudiantes, queridos profesores, autoridades de esta universidad, trabajadores, felizmente nuestra América está viviendo no una época de cambios, sino un verdadero cambio de época, y podríamos decir que en la última Cumbre de las Américas realizada en la ciudad de Cartagena, cuando al unísono los países latinoamericanos rechazaron imposiciones hegemónicas, con Ecuador más presente que nunca, definitivamente se dio el paso del Consenso de Washington al Consenso sin Washington. Pero para caminar con nuestros propios pies, como decía ese prócer uruguayo José Gervasio Artigas, es necesario talento humano, conocimiento, ciencia y tecnología, acompañadas de claros proyectos nacionales. El siglo XX se encargó de pulverizar los simplismos de la Economía ortodoxa, que nos hablaba del desarrollo básicamente como crecimiento económico, y éste, a su vez, dependiendo de “factores” de producción como 5 disponibilidad de trabajo humano, capital físico y recursos naturales. Las sociedades exitosas fueron las que contaron con “factores”, entre comillas, probablemente no tan tangibles, y por ello largamente ignorados por la economía ortodoxa, pero factores fundamentales. Algunas sociedades nos enseñaron que con talento humano, se puede hacer florecer hasta el desierto, mientras que otras nos enseñaron que sin este talento, se puede desertificar hasta el jardín más florido. De forma similar la historia se encargó de destrozar leyes simplistas para explicar fenómenos tan complejos como el avance de las sociedades humanas, sean estas las leyes del egoísmo racional o del materialismo dialéctico, y nos ha demostrado que un avance tecnológico puede producir más transformaciones en las relaciones productivas, sociales y políticas, que cualquier ideología. Por ello, el único camino para seguir desarrollándonos de forma sostenible como país y para que todas y todos podamos alcanzar el buen vivir, es ese talento humano, ese 6 conocimiento, esa ciencia y tecnología, acompañados de un claro deseo y proyecto de vida en común, para todo lo cual la academia, la universidad, es fundamental. La centralidad que ha adquirido la educación superior en estos momentos históricos que vive la Patria se manifiesta al menos en cuatro transformaciones esenciales. La primera de ellas: Definición de la Educación Superior como un “bien público social” y como un derecho. Por ello, la Constitución de la República del 2008 estableció la Gratuidad de la educación superior pública hasta el tercer nivel y reafirmó la responsabilidad del Estado en el financiamiento de sus instituciones, sobre la base de criterios de calidad, excelencia, equidad y eficiencia. La Gratuidad, queridos amigos y amigas, ha permitido aumentar el acceso y participación en la educación superior especialmente de los sectores históricamente excluidos. La tasa de no matrícula por razones económicas ha caído en 20 puntos porcentuales y el acceso de los sectores indígenas, afroecuatorianos y de los quintiles 1 y 2 prácticamente se ha duplicado. 7 La segunda transformación esencial en esta centralidad que ahora tiene la educación superior, por los motivos que he expuesto, es la Nueva Institucionalidad, con la promulgación de una Nueva Ley Orgánica de Educación Superior (en octubre del 2010) y de un conjunto de cuerpos normativos que se culminarán de expedir en septiembre de 2012. Dichos cambios buscan fortalecer el rol del Estado en la definición de las políticas públicas en materia de educación superior y en su seguimiento, superando así la fase de desregulación de la educación superior que tuvo trágicas consecuencias económicas y sociales para el país, para las y los estudiantes y sus familias y para las propias universidades. La Nueva Institucionalidad, se sustenta a su vez en la creación de organismos de planificación y regulación: Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (SENESCYT), el Consejo de Educación Superior (CES) y el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CEAACES). La tercera transformación esencial que está viviendo el sistema de educación superior en el 8 país es la Mayor Inversión Pública en Educación Superior. A comienzos del año 2000 Ecuador era el país de la región latinoamericana que menos invertía en educación superior, por supuesto, acabábamos de sufrir una de las peores crisis de la historia del país, pero era el país que menos invertía en educación en la región, especialmente en educación superior, situación que cambia radicalmente en los últimos años y singularmente durante el actual gobierno. En el año 2006, el presupuesto para educación superior era de 529,1 millones de dólares. Para el año 2012, ese presupuesto se ha multiplicado por 2,5 veces, alcanzando los casi 1.318 millones de dólares. Sin embargo, es necesario resaltar que los resultados en cuanto a mejoras de calidad, no han sido proporcionales a este importante esfuerzo no del gobierno, porque este es dinero del pueblo ecuatoriano, este importante esfuerzo de todo nuestro pueblo, de toda nuestra gente. La principal debilidad en materia de financiamiento no es solamente el poco presupuesto, cómo quisiéramos poder dar mucho más, sin embargo les puedo demostrar que hay universidades en categoría A que tienen mucho 9 mejores resultados con menos presupuesto por estudiante que universidades en categoría C. No es el único factor para la excelencia, pero sabemos que es uno de los factores también. Pero otro de los problemas en materia de financiamiento es la alta ineficiencia en la distribución de los recursos públicos, instituciones de baja calidad recibían una asignación por estudiante significativamente mayor que instituciones de alta calidad. Actualmente existen instituciones categoría E que reciben, aunque no lo crean, casi 28 mil dólares por estudiante, versus algunas instituciones categoría A que reciben apenas 1.500 dólares por estudiante. El sistema premiaba la mala calidad. Eso se solucionará con una nueva fórmula de distribución que ya se encuentra lista, donde se privilegia y premia la excelencia. Y la cuarta gran transformación, dentro del proceso de crecimiento, de desarrollo que tiene el país, tal vez la más importante transformación es el Compromiso con la Calidad. Universidad sin excelencia, sencillamente no es universidad. Como resultado de la evaluación efectuada por el CEAACES 14 instituciones de educación superior fueron suspendidas definitivamente, instituciones que eran parte de un mercado en el cual lo 10 importante era ganar y no la calidad. Este proceso es inédito en nuestra América y probablemente a nivel mundial, más aún en democracia y mientras yo sea Presidente no daremos marcha atrás en esta exigencia por la calidad. De esta forma el sistema actual reduce de 71 a 57 instituciones de educación superior, las cuales serán evaluadas permanentemente, la nueva evaluación será antes de octubre de 2013. Sumado a este esfuerzo, se implementará la prueba nacional de último año para todas las carreras de tercer nivel y el examen de habilitación… Este es un concepto muy importante de nuestra Constitución: las universidades pueden dar el título profesional, pero el permiso habilitante para ejercer la profesión lo da la sociedad y su representación institucionalizada que es el Estado. Ese es el examen de habilitación, se tomarán exámenes de habilitación para el ejercicio profesional en carreras de interés público, como medicina, derecho, educación, enfermería, ingeniería, arquitectura y otras. Es decir, cero tolerancia a la mediocridad. 11 Ojalá todos seamos conscientes de la gravedad de la situación. En los rankings más rigurosos del mundo ninguna universidad latinoamericana se ubica entre los cien primeros lugares y ni siquiera aparecen las universidades ecuatorianas. Por otro lado, todavía la región es absolutamente marginal (no hablo solo de Ecuador ni de la región andina, toda América Latina es absolutamente marginal) en generación, difusión y acceso a ciencia y tecnología. En el caso de Ecuador, antes de este gobierno se invertía 0,22% del Producto Interno Bruto en ciencia y tecnología. Al 2010 –todavía estamos consolidando las cifras para el 2011- ya se invertía el 0,55% del PIB; es decir, más del doble en términos relativos, y más tomando en cuenta el crecimiento del PIB, casi el triple en términos absolutos. De acuerdo a lo estipulado en el Consejo de Planificación la meta es llegar en el 2013 al 1% del PIB, pero esto es tan solo lo mínimo, no lo óptimo, lo mínimo que recomienda la UNESCO. Cabe recordar que los países desarrollados destinan el 3% de su PIB para ciencia y tecnología. 12 No solo debemos hacer las cosas extraordinariamente bien, las debemos hacer extraordinariamente rápido. Es más, debemos recuperar el tiempo perdido. Y aquí, sin temor y con humildad, tenemos que aprender de los que más saben. Por ello, en los últimos 5 años se han entregado más del doble de becas de postgrado para el extranjero que en los 20 años anteriores al 2007, estamos hablando de alrededor de 5.000 becas, con las planificadas para este año, algo sin parangón en la historia del Ecuador. Hoy tenemos un programa absolutamente agresivo para becas de pregrado y postgrado, donde basta, es suficiente (y escuchen bien chicos, ustedes tienen grandes oportunidades con lo brillantes que son) ser aceptado en las universidades más prestigiosas del mundo y en las carreras de interés para el país, para tener inmediatamente acceso a beca o financiamiento. Lo importante es que sean aceptados en esas universidades de calidad, en las carreras que establece el Plan Nacional de Desarrollo, lo que se requiere para el desarrollo del país y el Gobierno Nacional, con nuestro programa de becas y financiamiento, les garantiza que ustedes podrán pagar esa universidad. El límite para este programa no es presupuestario, si son 13 tres mil, cuatro mil, cinco mil, diez mil, en buena hora; el límite no es presupuestario, sino cuántos ecuatorianos y ecuatorianas pueden acceder a dichas universidades y carreras. No es fácil el ingreso, es muy competitivo. Cuidado, con todo lo que les estoy diciendo, me consideran un tecnócrata haciendo exactamente lo que criticaba al inicio de esta intervención, es decir, considerar el desarrollo como un problema netamente técnico, y con una visión absolutamente antropocéntrica, obviando dimensiones fundamentales del verdadero desarrollo, como la dimensión ambiental. Sin embargo, cuidado también caemos en el otro extremo, el de satanizar cualquier progreso humano como algo malo. Como dice el papa Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate, La Caridad en Verdad, cito, “Considerar ideológicamente como absoluto el progreso técnico y soñar con la utopía de una humanidad que retorna a su estado de naturaleza originario, son dos modos opuestos para eximir al progreso de su valoración moral y, por tanto, de nuestra responsabilidad”. Cierro cita. 14 Y son esos argumentos vacíos, esos extremos, lamentablemente, los que en forma frecuente han acompañado el debate en cuanto a decisiones fundamentales para el desarrollo del país, como por ejemplo, en el caso de la minería. No se trata del simplismo de, cito: “se puede vivir sin oro pero no sin agua”. La supuesta elección excluyente entre minería y agua es uno de los tantos falsos dilemas con los que está repleto el debate público ecuatoriano, haciendo gala de un (perdónenme el neologismo) elementarismo irresponsable, además de un profundo desconocimiento de la economía, pues en caso de que fuera cierto este falso dilema – minería versus agua, oro versus agua-, sería la bien conocida paradoja del agua y los diamantes, propuesta y resuelta por Adam Smith hace más de doscientos años. ¿Qué es más valioso, el agua o los diamantes? Los estudiantes de economía, espero, tienen que conocer la respuesta, y la respuesta es: Depende de cuál es el bien más escaso. Si ustedes fueron a Sudáfrica a una mina de diamantes y se perdieron en el desierto, muy probablemente después de tres días sin agua alguien les ofrece una botellita de agua a cambio 15 de su bolsa de diamantes y se la entregan complacidos, porque así están salvando su vida. En ese caso, el agua es el bien escaso y vale mucho más que los diamantes. Pero si ustedes llegaron a su casa y tienen la misma funda de diamantes en el bolsillo, y viene una inundación sin precedentes y tienen el agua hasta el cuello y tienen riesgo de perecer, probablemente darán la funda de diamantes, pero para que se les lleven el agua. En ese caso están dispuestos a entregar los diamantes para no recibir agua, para que les quiten el agua, es decir, en ese caso el agua era el bien más abundante y por eso valió mucho menos que los diamantes. Superemos simplismos como que el que el agua. Falso dilema, pero si dilema, depende de cuánto oro y tiene el país, depende de cuántos cuánta agua tiene el país. oro vale más existiera ese cuánta agua diamantes y Y el país necesita de agua, pero también de diamantes, no como joyas inservibles, sino para transformarlos en tractores, carretas, colegios, hospitales, para alcanzar el Buen Vivir. Si bien hace algunos años se consideraba al ser humano lo único importante en la naturaleza, habiendo atentado gravemente contra la 16 Pachamama, contra esta Naturaleza, hoy pareciera que ciertos sectores se han ido al otro extremo, al creer que el ser humano es poco menos que un estorbo en la naturaleza. Ni lo uno, ni lo otro. Para la Revolución Ciudadana el ser humano por supuesto que no es lo único importante en la naturaleza, pero sigue siendo lo más importante de esta naturaleza. Y el lema de la Universidad también nos habla de fe. Además de Ciencia, el lema de la Universidad nos menciona la Fe. La verticalidad de la Fe, para saber que “si Yahvé no construye, en vano se afanan los constructores”, como dice la Biblia, pero también la horizontalidad de la Fe, para enfrentar nuestra realidad, nuestro mundo, con la radicalidad que los principios cristianos nos exigen, para iluminar precisamente esa ciencia, para darle sentido. América Latina es al mismo tiempo el continente más cristiano y más injusto del mundo, lo cual es una contradicción en sí mismo, más aún si uno de los signos cristianos más recurrentes en el Evangelio es el compartir el pan. Dentro de esta lacerante realidad de América Latina, la región más inequitativa del mundo, Ecuador es uno de los países más inequitativos de la región más 17 inequitativa; es decir, somos los campeones mundiales de la inequidad, de la desigualdad. He llegado a convencerme de que en el país el problema no es la escasez de golpes de pecho, sino la abundancia de pellejos demasiado duros. De esta forma, la fundamental cuestión moral en América Latina es la cuestión social, más aún si por primera vez en la historia la pobreza y la miseria en nuestro continente, como en el planeta entero, no son consecuencia de falta de recursos; antes era la sequía, etcétera lo que producía hambruna, pobreza; hoy existen los recursos, esa pobreza no es consecuencia de falta de recursos, sino de sistemas políticos, sociales y económicos perversos. Pese a esto, se considera que América Latina vive en democracia. Yo sostengo que tenemos tan solo elecciones y que aún falta mucho para tener verdaderas democracias. Como católico practicante, siempre creeré en la importancia de la caridad y de la solidaridad. Constantemente aquello será necesario para atender, por ejemplo, a los más desfavorecidos por la naturaleza. 18 Soy también un convencido de que el Estado jamás podrá llegar con la entrega y devoción suficientes para atender a personas con discapacidades severas o enfermedades terminales. Para eso siempre se va a necesitar la voluntad, la solidaridad, la caridad, fundaciones, instituciones como la Junta de Beneficencia de Guayaquil, se necesitan corazones generosos, verdaderas vocaciones. Sin embargo, también soy un convencido de que los pobres socio económicos no dejarán de ser pobres con caridad, peor con ritos, sino con justicia, y eso implica el cambio en las relaciones de poder dentro de la sociedad; es decir, se trata de un problema y un proceso político. Como decía Don Helder Camera, a quien tuve el privilegio de conocerlo en vida, uno de los santos que he tenido la oportunidad de conocer y precisamente en la Universidad Católica, nos vino a visitar hace ya más de veinticinco años… Como decía Don Helder Camera, ese gran obispo de la Diócesis de Recife en Brasil, al cual Paulo VI lo llamó “mi obispo rojo”, decía Don Helder: “cuando doy de comer a los pobres, me llaman santo, cuando pregunto ¿por qué hay pobres?, me llaman comunista”. 19 Don Helder fue uno de los más grandes exponentes de la llamada “Teología de la Liberación”, elaboración básicamente latinoamericana, que proponía a la Iglesia como sujeto histórico, llamada a implantar aquí en la tierra el Reino de Dios, entendido como un reino de justicia. La reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín resumía, cito: “El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”, cierro cita. La Conferencia de la CELAM en Puebla, por su parte, agregaba, cito: “Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria”, cierro cita. Y añadía -abro cita nuevamente-: “Vemos, a la luz de la fe, como un 20 escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la creciente brecha entre ricos y pobres… Esto es contrario al plan del Creador y al honor que se le debe. En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado social, gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos”, -cierro cita. El concepto más significativo que emergió de esta prédica de la Iglesia fue la “opción preferencial por los pobres”, guía espiritual de la acción de las comunidades cristianas de base, surgidas precisamente en aquella época, cuando se fundaba la Universidad Católica, cuando recién se iniciaba, la época de mayor trasformación eclesial del siglo XX en nuestra América. A finales de la década del sesenta algunos sacerdotes optaron incluso por la lucha armada, los casos de Camilo Torres, Domingo Laín, Leonel Rugama. Su decisión no fue un hecho aislado: la propia encíclica Populorum Progressio de Paulo XVI reconocía “el derecho a la insurrección en el caso de una tiranía evidente y prolongada que atente contra los derechos de la persona”. El Obispo de San Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero también invocó el “derecho a la violencia insurreccional”. 21 Paradójicamente la violencia de Estado cobró como víctima al propio Monseñor Romero, asesinado, al igual que Ignacio Ellacuría y otros que cumplieron apostolado y martirologio; fueron asesinados por escuadrones de la muerte de El Salvador y dichas muertes quedaron largamente en la impunidad. En la actualidad la situación de América Latina ha cambiado, y a nadie sensato se le ocurriría alentar la transformación por la vía armada, pero es justo reconocer a quienes optaron, en una situación extrema, por tal decisión. Sin embargo, las palabras, conceptos y visiones de Medellín y Puebla tienen vigencia plena. La opción preferencial por los pobres no es el asistencialismo o caridad y menos las espiritualizaciones ajenas a la realidad de dolor cotidiano. Se trata de atacar frontalmente y extirpar de raíz las causas de la inequidad y la injusticia, y para ello se necesita de verdaderas revoluciones, democráticas y pacíficas, pero precisamente eso: revoluciones, es decir, cambios radicales, profundos y rápidos de las estructuras políticas, sociales y económicas vigentes. Para los poderes dominantes, esto es populismo e incluso comunismo. Cabe indicar 22 que para las oligarquías latinoamericanas, hasta hacer pagar impuestos a los ricos es comunismo. En Puebla se dijo, empiezo cita: “América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia, que puede llamarse de violencia institucionalizada. Tal situación exige transformaciones globales, audaces, urgentes y profundamente renovadoras”, cierro cita. La desventura de las naciones latinoamericanas, como bien precisaban las Conferencias de Medellín y Puebla, no tienen que ver con un destino manifiesto o con el carácter de sus ciudadanos, como algunas veces nos quieren hacer creer, mucho menos con el conformismo con el que deberíamos esperar en la otra vida lo que no se tuvo en la terrenal. La desdicha tiene responsables, nombres, apellidos, conceptos, ideologías, y, entre esas causales, los fundamentalismos del mercado, el neoliberalismo, los lacayos criollos, el colonialismo y neo colonialismo. Y es que ha sido poco menos que increíble como todas las políticas públicas de los últimos años han estado en función de los poderosos y del gran capital. 23 Mi encíclica favorita de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, la encíclica Laborem Exercens o el Trabajo Humano de Juan Pablo II, nos dice que el trabajo humano no es un factor más de producción, sino el fin mismo de la producción. Sin embargo, el neoliberalismo redujo al trabajo humano a un simple instrumento más que hay que utilizar o desechar en función de las necesidades de acumulación del capital. Para esto, se generalizaron en América Latina formas de explotación laboral bastante mal disfrazadas con eufemismos como “flexibilización laboral”, “tercerización”, “contratos por horas”, etcétera. Incluso si la flexibilización hubiere dado resultado, que no lo dio, no podemos rebajar la dignidad del trabajo humano a una simple mercancía. Ya es hora de entender que el principal bien que exigen nuestras sociedades es el bien moral, y que la explotación laboral, en aras de supuestas competitividades, es sencillamente inmoral. La globalización neoliberal, inhumana y cruel, que nos quiere convertir en mercados y no en naciones, que nos quiere hacer tan solo consumidores y no ciudadanos del mundo, es 24 muy similar en términos conceptuales al capitalismo salvaje de la Revolución Industrial, donde antes de que por medio de la acción colectiva, las naciones lograsen en su interior leyes de protección laboral, a través de la consolidación de los Estados nacionales, antes de aquello la explotación no tuvo límites. Lo mismo se repite hoy en un mercado global sin acción colectiva ni mecanismos de gobernanza, y la principal víctima es la clase trabajadora. Precisamente revelándose ante las consecuencias de la Revolución Industrial y de la cuestión obrera el Papa León XIII escribió su encíclica Rerum Novarum, la cual dio inicio a lo que conocemos como Doctrina Social de la Iglesia Católica. Hoy, a los que queremos cambiar las cosas, muchas veces se nos quiere acusar de que estamos rompiendo la paz en nuestros países. Por supuesto, todo proceso de cambio implica resistencias. Sin embargo, la paz no es solamente la ausencia de guerra. La insultante opulencia de unos pocos en América Latina, al lado de la más intolerable pobreza, son balas cotidianas contra la dignidad humana, “el escándalo de las disparidades hirientes”, como 25 dice Benedicto XVI, en la mencionada Caritas in Veritate. encíclica ya Queridas amigas, amigos, autoridades de esta universidad: Tengan la seguridad que este ex alumno es aquello lo que busca, un país más justo, más solidario, más cristiano. Este siempre fue mi sueño, trabajar por mi país, uno de los más injustos del mundo. La vida me dio la oportunidad no únicamente de trabajar, sino de liderar este proceso de cambio, que se está dando no solo en Ecuador, sino en toda Latinoamérica. Los pueblos latinoamericanos están comenzando a despertar para ser finalmente dueños de su destino. Insisto, ese siempre fue mi sueño, no una ambición. Pueden estar seguros que mi deseo es tan solo servir. Pero no podemos engañarnos, no se puede cambiar realidades tan injustas como las latinoamericanas con la simple caridad. Siempre habrá lugar para el buen corazón y la solidaridad. Es más, estoy seguro que sin cambiar al ser humano, sobre todo en cuanto a valores, cualquier sistema económico y social fracasará, pero tengan la seguridad que será 26 imposible arreglar estas estructuras tan injustas sin un cambio en la correlación de fuerzas, es decir, sin captar el poder político, y transformar los “Estados aparentes” de América Latina, como los definió el boliviano Zabaleta Mercado, que son Estados que solamente representan a un pedazo privilegiado de la sociedad, transformarlos en verdaderos Estados en búsqueda del bien común, en “Estados integrales” como los llamaba Antonio Gramsci, ese gran marxista italiano. Para ello, querámoslo o no, es necesario captar el gobierno del Estado, es decir, ganar las elecciones presidenciales, para empezar a construir ese Estado integral, insisto, como lo llamaba Gramsci. Hoy, después de estudiar media vida (los más inútiles tenemos que estudiar más para aprender algo), sigo teniendo mucho más preguntas que respuestas, pero al menos ya no siento tanta vergüenza ni temor de confesar mi ignorancia. Cada vez estoy más convencido de que, más que ciencia, la economía nos da un set de instrumentos para resolver problemas, y que frecuentemente la supuesta teoría económica, es a lo sumo la opinión dominante, e incluso ideología disfrazada de ciencia, como en el caso del Consenso de Washington y el neoliberalismo. 27 Que siempre es necesaria la ética y la moral, también estoy convencido de aquello; es decir, el análisis normativo, por positiva que se crea una ciencia. Precisamente la ausencia de esta dimensión normativa, y el someter vidas, personas y sociedades a la entelequia llamada mercado, nos ha llevado a la peor crisis global de los últimos 80 años. Creo en sociedades con mercado, pero no en sociedades de mercado. Creo en la libertad individual, que sin justicia es lo más parecido a la esclavitud, y esa justicia solo se puede lograr a través de la acción colectiva. No comparto una globalización que intenta crear un mercado global, y no una sociedad global; una globalización que busca no ciudadanos del mundo, sino tan solo consumidores mundiales. No entiendo cómo los países ricos –y frecuentemente cristianospodrán justificar éticamente a las futuras generaciones la búsqueda de cada vez mayor movilidad para mercancías y capitales, al mismo tiempo que penalizan e incluso criminalizan cada vez con mayor fuerza la movilidad humana. Creo que el mayor imperativo ético que tiene la humanidad es combatir la pobreza, la cual, insisto, por primera vez en la historia, no es fruto de escasez de recursos, sino de sistemas 28 perversos. Creo en el poder de la Utopía, que como dice mi buen amigo Eduardo Galeano, escritor uruguayo autor de “Las Venas Abiertas de América Latina”, utopía que al ser inalcanzable pese a mucho caminar, nos sirve precisamente para eso, para avanzar. Nuestra más sentida felicitación a todos quienes recibieron merecidas condecoraciones. De todos ustedes, queridos jóvenes, es el reto, sé que está asumido y que el tiempo por venir es un constante ascenso en la escala de la superación, hacia la excelencia, hacia la categoría A de esta Universidad, hacia la acreditación internacional. En esto sí la globalización tiene sentido, aquí tenemos que compararnos con los mejores, no hay límite para la superación académica, para la excelencia. A las puertas de la ciencia, decía Carlos Marx, hay un letrero similar al que Dante colocó a las puertas de su Infierno: “Todo temor, toda flaqueza aquí terminan”. Y así de grave es el reto, digno de académicos, digno de hombres de ciencia, de quienes saben que sin talento humano, sin ciencia y tecnología, sin excelencia académica no habrá futuro, pero, asimismo, sin 29 fe, sin sus valores, compromisos y convicciones, esa ciencia estará vacía, sin propósito. Queridas amigas y amigos: El 6 de junio de 1963, se inició el primer período académico de clases de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, en el edificio del colegio nocturno "20 de abril", de los padres jesuitas, ubicado en Eloy Alfaro y Manabí. Hoy la Universidad Católica posee un magnífico campus académico de 20 hectáreas, en vías de ampliarse con terrenos aledaños adquiridos para el efecto, y con una amplia oferta de carreras y especialidades y un importante sistema de posgrados. Es mucho lo que se ha avanzado, pero mucho lo que falta por hacer. No es hora de las grandes complacencias, sino de los grandes desafíos. Todo esto está por hacerse, y a la luz de la Ciencia y de la Fe, lo lograremos. ¡Felicidades Universidad, cincuenta años! por estos primeros ¡Hasta la Victoria Siempre! 30 Rafael Correa Delgado PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR 31