Entrada sobre Lope de rueda

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Rueda, Lope de
Su obra se caracteriza fundamentalmente por una
concepción surrealista y fantástica de la realidad, en
la que el humor negro suele jugar un papel destacado,
bien sea de forma directa o elíptica. Utiliza el fotomontaje como forma expresiva.
Ha divulgado sus trabajos a través de numerosas
exposiciones nacionales e internacionales celebradas
en París, Berlín, Roma, Londres, Milán, Pekín, Estocolmo, Ginebra, Tokio, Belgrado, Marsella, Essen,
Bruselas, Nueva York, etc. Sus fotografías forman
parte de importantes colecciones tanto públicas como
privadas, entre las que cabe mencionar: Kodak, Generalitat de Cataluña, Museo Reina Sofía, Concello de
Vigo o Photographers Gallery.
Su fotografía titulada El pepino fue seleccionada
como portada para el catálogo de la exposición Cuatro Direcciones. Fotografía contemporánea española, celebrada en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid
en 1991.
En 1997 publicó el libro titulado Mal de ojo, que
constituye un fiel resumen de su estética particular.
Obras de ~: El pepino, 1975; Mullereta, 1975; Niñarco,
1975; Metástasis, 1990; Mal de ojo, Murcia, 1997; Serie Miramar, 1992.
Bibl.: M. Santos, Cuatro Direcciones. Fotografía contemporá-
nea española 1970-1990, Madrid y Barcelona, Lunwerg, 1991;
P. López Mondéjar, Fotografía y sociedad en España. Las Fuentes de la memoria III: La España de Franco, Barcelona, Lunwerg, 1996; Historia de la fotografía en España, Barcelona,
Lunwerg, 1997; J. M. Sánchez Vigil, “Fotografía en España.
De los orígenes al siglo xxi”, en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XLVII, Madrid, Espasa Calpe,
2001; J. M. Sánchez Vigil (dir.), Diccionario Espasa fotografía, ­Madrid, Espasa Calpe, 2002.
José Ramón Cancer Matinero
Rueda, Lope de. Sevilla, p. m. s. xvi – Córdoba,
c. 1565. Actor, director y autor de comedias.
Nació en una fecha no confirmada documentalmente y situada en una de las dos primeras décadas
del siglo xvi. Siguiendo la afirmación aparecida en las
Ocho comedias de Cervantes, Lope de Rueda tuvo el
oficio de batihoja, es decir, confeccionador de hojas o
panes de oro. Se sabe que vivía en Sevilla hacia 1542
y 1543. Ya entonces era dueño de una compañía de
teatro con la que daba representaciones en las fiestas
del Corpus Christi.
La biografía de Rueda está llena de huecos y suposiciones más o menos fundadas, pero todo ello llega
a conformar la imagen del primer director, autor y
actor teatral de la historia escénica de España. No se
sabe dónde adquirió su formación artística ni cuáles
fueron sus actividades no estrictamente teatrales, excepción hecha de la alusión cervantina ya mencionada. Ha sido identificado con un pregonero homónimo que vivía en Toledo en 1538. También se le han
buscado paralelismos y coincidencias con un Lope de
Rueda, escritor de libros y vecino de la villa de Palenzuela. Todo ello parece improbable y fruto de conjeturas mal fundadas.
Sí se conocen, sin embargo, ciertos detalles de su
vida personal y de su actividad teatral, detalles que han
ido surgiendo a medida que se amplía el conocimiento
de lo que fue el teatro de los Siglos de Oro y las contingencias vitales de sus principales protagonistas.
En 1551 o 1552 se casó Rueda, en Valladolid, con
la bailarina y cómica Mariana. En 1560 volvió a contraer matrimonio, esta vez con Ángela Rafaela o Rafaela Ángela Trilles. El 12 de mayo de 1563 bautizó
en Toledo a su hija Catalina, que debió de morir
pronto, puesto que no figura en el testamento del escritor. El año siguiente recibió el bautismo en Sevilla
su hija Juana Luisa, fallecida también de modo prematuro, ya que el escritor ordenó en su testamento
que se le enterrase en la sepultura de dicha hija.
Pero más allá de los datos sobre su vida privada, interesan los relativos a su actividad como hombre de
teatro. Dichos datos están confundidos y mezclados
con las noticias que ciertos autores del Siglo de Oro
se complacieron en transmitir, noticias que han permitido construir un Lope de Rueda imaginado, un
personaje creado, pero necesario a la hora de elaborar
la historia del teatro español. Juan Rufo fue el primero que lanzó la imagen de un Rueda equipado con
medios muy reducidos y caracterizado como una figura salida de la nada literaria. Según Rufo, Rueda
representó en lugares míseros ante un público inculto
y exclusivamente popular. El entorno profesional de
Rueda, para el mismo Rufo, es la pobreza de las farsas, el estilo rudo, la falta de seda en el vestir, seis pellicos y cayados, dos flautas, un tamborino, tres vestidos, una o dos comedias, la entrada muy barata, el
teatro casi vacío, un patio cruel ardiente en verano y
helado en invierno.
Agustín de Rojas, en su Viaje entretenido, describe
a Rueda como innovador de la farsa, pero los datos
que da no coinciden con lo poco que se sabe de la
vida artística del autor, que fue alabado por escritores
como Francisco Ledesma, Joan Timoneda, Juan de la
Cueva, Lope de Vega, Baltasar Gracián. El secretario
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Rueda, Lope de
de Felipe II, Antonio Pérez, también dedica palabras
elogiosas al batihoja sevillano. Pero es un texto de Miguel de Cervantes, inscrito en el Prólogo al lector de
sus Ocho comedias y entremeses nuevos, el que más ha
contribuido a crear la imagen del autor de comedias no
necesariamente coincidente con la realidad. Dice así:
“Me acordaba de haber visto representar al gran Lope
de Rueda, varón insigne en la representación y en el
entendimiento. Fue natural de Sevilla, y de oficio batihoja, que quiere decir de los que hacen panes de oro;
fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo,
ni entonces ni después acá ninguno le ha llevado ventaja; y aunque, por ser muchacho yo entonces, no
podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos,
por algunos que me quedaron en la memoria, vistos
agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad
lo que he dicho; y si no fuera por no salir del propósito de prólogo, pusiera aquí algunos que acreditaran
esta verdad. En el tiempo deste célebre español, todos
los aparatos de un autor de comedias se encerraban
en un costal, y se cifraban en cuatro pellicos blancos
guarnecidos de guadamecí dorado, y en cuatro barbas y cabelleras, y cuatro cayados, poco más o menos.
Las comedias eran unos coloquios como églogas entre
dos o tres pastores y alguna pastora; aderezábanlas y
dilatábanlas con dos o tres entremeses, ya de negra,
ya de rufián, ya de bobo, ya de vizcaíno, que todas
estas cuatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope
con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse”. El testimonio cervantino, junto con otros
de El viaje del Parnaso y de Los baños de Argel, entra en contradicción con los datos conocidos sobre
Lope de Rueda. Si Cervantes alaba, por un lado, el
arte ruedesco, sitúa al mismo tiempo su dramaturgia
y su actividad profesional dentro de unos márgenes
tan precarios, tan estrechos, que difícilmente pueden
hacerse coincidir con algunos detalles que los documentos han dejado a la posteridad.
Las fiestas del Corpus sevillano de 1542 y 1543 son
ocasiones bien conocidas en que el director Rueda
manifiesta su profesionalidad y actúa al frente de su
propia compañía. En un contrato de 1543 se compromete a presentar en dicha festividad “el auto de la
Asunción de Nuestra Señora, según y como se hizo
el año pasado del Señor de 1542, o mejor si pudiere,
todo a mi costa, poniendo la gente, ropas, ángeles,
cantores, la cera que llevarán los apóstoles encendida
y una cama con su cortina, por precio de 26 ducados
de oro”. El documento apunta la presencia plural de
ángeles y cantores, lo que hace pensar que el texto
cervantino alusivo a Rueda no concuerda con la realidad y que éste disponía de un grupo de cómicos y
cómicas relativamente numeroso y, en todo caso, más
nutrido que el que deja ver el autor del Quijote.
A partir de estas dos fechas, Rueda interviene en
una serie de actividades y fiestas públicas y privadas,
si se tienen en cuenta ciertos datos y contratos que se
han conservado. Así, en 1543 firmó, con el gremio de
sederos de Sevilla, un documento en el que se comprometía, por el precio de ocho ducados, a representar un Auto del seno de Abraham, en el que figurarán
ocho personajes. Es muy probable que el año 1550
actuara en el palacio del duque de Medinaceli, en Cogolludo, y que fuera entonces cuando conoció a Mariana, quien más tarde sería su mujer.
Entre los años 1551 y 1559 fijó su domicilio en Valladolid. Según un documento fechado el 18 de septiembre de 1551, el municipio vallisoletano hace un
libramiento a Lope de Rueda por “carro y danças”
que puso en pie con motivo del recibimiento que la
ciudad del Pisuerga organizó para celebrar el paso del
príncipe Felipe a su regreso de Flandes. Otro acuerdo
del concejo, fechado el 27 de mayo de 1552, decide
encargar a Rueda la puesta en escena de un auto para
las fiestas del Corpus. El cómico y director Lope de
Rueda debió de ampliar el círculo de sus amistades en
Valladolid, ya que el Ayuntamiento de la ciudad, el
8 de julio de 1552, le concede un salario anual para
que establezca su residencia en la ciudad castellana y
se encargue de las representaciones teatrales programadas en ella. Parece que la decisión concejil surtió
efecto, pues el 26 de octubre de 1558 se autoriza a
Lope de Rueda para que proceda a la construcción de
unas casas que, verosímilmente, serían destinadas a
ser corral de comedias.
Según cuenta Andrés Muñoz, el cronista del viaje de
Felipe II a Inglaterra, el conde de Benavente eligió a
Rueda para que actuara en la villa titular del condado
al paso del Monarca en 1554. Además de otros festejos, hubo uno, celebrado el 8 de junio en el patio condal, donde “Lope de Rueda salió con sus representantes y representó un auto de la Sagrada Escritura, muy
sentido, con muy regocijados y graciosos entremeses”.
Si la intervención de Rueda en Benavente forma
parte de las representaciones que más tarde se llamarían “particulares”, no por eso abandona la actividad
teatral dirigida a públicos más abiertos. Así, durante
las fiestas celebradas en Segovia a partir del 15 de
agosto de 1558, con motivo de la consagración de la
nueva Catedral, “la compañía de Lope de Rueda, fa-
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Rueda, Lope de
moso representante de aquella edad, representó una
gustosa comedia”, según afirma Shergold, aunque no
hay confirmación documental de dicha actividad. En
Sevilla, el año 1559, actuó repetidas veces. Según figura en los libramientos y recibos que implican al actor, representó el Auto de Navalcarmelo —probablemente el conocido como Naval y Abigail— y el de El
hijo pródigo. El premio concedido por el municipio le
fue otorgado a Rueda por la puesta en escena del primero de los dos autos citados.
El año 1560 pasó algún tiempo en Valencia, donde
se casó con Ángela Rafaela Trilles, tal como se indicaba más arriba. Dicha estancia tiene gran importancia porque fue entonces cuando, probablemente,
conoció a su futuro editor, Joan Timoneda, que es la
pieza clave para comprender el teatro de Rueda. Timoneda, librero, escritor y hombre de teatro, fue quien
recogió las obras representadas por Rueda en la ciudad del Turia y quien las publicó. Gracias a él se conocen los textos, indudablemente retocados por el editor,
de las obras ruedescas. Aparte de dichas ediciones, no
han quedado rastros documentales de la actividad de
Rueda en Valencia, pero la huella de su presencia en las
costas mediterráneas queda marcada en El cortesano de
Luis Milán, músico y escritor de la Corte de Germana
de Foix. El 1 de noviembre de 1561 salió Rueda de
Madrid, donde residía, hacia Valencia, lugar en el que
fijó su residencia, según se deduce de las palabras de su
amigo y editor, Joan Timoneda.
La actividad teatral, festiva, de la Corte madrileña
atrae a Lope de Rueda, el hombre de teatro. Se conoce su paso por Madrid porque hay testimonio de
que en la capital, en septiembre de 1561, reconoce
una deuda al vallisoletano Bernardino de Milán.
Cuando quiso marcharse a Valencia, al no estar liquidada la deuda citada, se vio obligado a dejar en
prenda unas ropas que, muy probablemente, eran las
que utilizaba en las representaciones. En ese mismo
año, actúa en Toledo, tal como queda mencionado
en un documento del concejo de Valladolid, donde
se determina el envío de delegados a la ciudad imperial para entrar en contacto con nuestro autor. En las
fiestas toledanas del Corpus representó dos autos. En
1563 volvió a hacer los autos del Corpus de Toledo,
trabajo por lo que recibió el pago correspondiente,
según consta en el Archivo de Simancas.
En la Corte trabajó para la Familia Real. El 4 de octubre y el 28 de noviembre de 1563 se le hicieron dos
pagos de 100 reales cada uno por orden de la Reina y
en consideración de las comedias representadas.
Finalmente, hay constancia de que Juan de Figueroa, sobrino y editor de las obras de Diego Sánchez
de Badajoz, clérigo extremeño y famoso hombre de
teatro, debía ciertos dineros a Rueda por unas representaciones de una farsa que éste hizo en la casa del
primero.
El dramaturgo murió en Córdoba entre el 21 de
marzo de 1565, día en que otorgó testamento cuando
ya estaba gravemente enfermo, y octubre de 1566,
fecha en que se aprueba, a título póstumo, la edición
de sus obras aparecida en 1567. En el testamento se
inscribe, entre otros deseos del autor, que se le entierre en la Iglesia Mayor cordobesa, deseos que fueron
respetados.
La serie de datos reseñados pone de manifiesto una
actividad teatral intensa, aunque buena parte de ellos
aparezcan entre otros datos desperdigados. Queda,
como constatación certera, que la imagen pauperista
que de Rueda dejaron, entre otros, Juan Rufo y Miguel de Cervantes, no corresponde ni mucho menos
con una actividad teatral intensa. Lope de Rueda actúa en ciudades y lugares alejados unos de otros: Sevilla, Córdoba, Valencia, Toledo, Madrid, Valladolid,
Benavente, Cogolludo. Se mueve por diversas parte
de la geografía nacional y actúa en diversas épocas del
año, aunque los datos más numerosos se refieren a sus
actuaciones en las fiestas del Corpus. Los documentos
hablan de un trabajo remunerado, es decir, profesional, trabajo que con todos los riesgos y altibajos que
la vida teatral ha tenido y sigue teniendo, debió de
permitir a Rueda llevar una vida relativamente acomodada. Los criados mencionados en el testamento,
las casas que construyó o quiso edificar en Valladolid
y, principalmente, el haber podido ordenar su propio enterramiento en la Catedral cordobesa, indican
un cierto bienestar económico y una indudable fuerza
social, lejanos ambos de la situación del otro Rueda
peregrino, casi mísero, mal equipado, que arrastraba
su arte por los pueblos de España, en las plazas y rincones de aldeas más o menos acogedoras. Queda por
ver hasta qué punto Rufo y Cervantes construyeron
la imagen de un Rueda excesivamente marginado y
empequeñecido, o cómo se puede leer el alcance social y económico de la labor ruedesca inscrita en los
datos conservados.
Obras de ~: Las cuatro comedias y dos coloquios pastoriles, Valencia, 1567; El deleitoso, compendio llamado el Deleitoso, en
el cual se contienen muchos pasos graciosos del excelente poeta y
gracioso representante Lope de Rueda, para poner en principios y
entremedias de coloquios y comedias, Valencia, 1567; Registro de
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Rueda y Navarrete, Jerónimo de
representantes, a do van registrados por Ioan Timoneda muchos y
graciosos pasos de Lope de Rueda y otros diversos autores, así de lacayos como de simples y otras diversas figuras, Valencia, 1570; Comedia llamada discordia y cuestión de amor, compuesta por Lope
de Rueda. representante, Barcelona, 1617; Obras de Lope de
Rueda, ed. de E. Cotarelo, Madrid, Real Academia Española,
1908; Teatro (Eufemia, Armelina, El deleitoso), ed. de J. Moreno Villa, Madrid, Espasa Calpe, 1934; Eufemia, Armelina,
ed. de F. González Ollé, Salamanca, Anaya, 1967; Los engañados, Medora, ed. de F. González Ollé, Madrid, Espasa Calpe,
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Alfredo Hermenegildo Fernández
Rueda y Navarrete, Jerónimo de. Granada, c. 1670
– c. 1750. Pintor.
Hijo del pintor granadino Esteban de Rueda, se
formó en el taller de su padre. Cuando contaba aproximadamente con diecisiete años, en 1687 murió su
progenitor y pasó a completar su formación en el taller de su cuñado Juan de Sevilla, casado con su hermana, el pintor más destacado de la escuela granadina
posterior a Alonso Cano. Su pintura se nutre de la influencia canesca, recibida a través de su padre, y de la
flamenca de Juan de Sevilla, que a su vez la recibe de
Pedro de Moya. Su primera producción tiene, pues,
un fuerte componente flamenco y, paulatinamente,
en especial en su madurez, se van imponiendo los ecos
canescos, proyectando las maneras de la escuela hasta
mediados del siglo xviii. Su obra es más coherente
que la de su padre, si bien presenta cierta dificultad a
la hora de establecer una cronología precisa. Entre su
producción destaca La Santísima Trinidad del Museo
de Bellas Artes de Granada, obra de juventud, que
muestra a un pintor en formación, cuya composición
está basada en un grabado flamenco de Hieronymus
Wierix, como a veces era habitual en la escuela granadina. El Bautismo de Cristo y La Magdalena penitente,
también en el citado Museo, probablemente formen
pareja y, asimismo, las composiciones están sacadas
de grabados flamencos de Cornelio Cort y, con seguridad, pertenecerían a alguna orden religiosa. Posteriormente, aunque el influjo flamenco sigue presente,
sobre todo en las composiciones, se van imponiendo
en su obra los modelos canescos, como en San Ignacio
escribiendo los ejercicios y recibiendo la regla de manos
de la Virgen de la iglesia de San Justo y Pastor. En la
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