XI Jornadas de Economía Crítica Las empresarias en el Municipio de Puebla: Un estudio sobre su perfil, participación económica y empoderamiento María Eugenia Martínez De Ita1 Rocío González Pereyra2 Los estudios empresariales en México se pueden dividir por corrientes consolidadas y en aquellas que buscan su consolidación, por objeto de estudio, por la disciplina que los estudia y por su perspectiva epistemológica. Dentro de la primera tenemos dos grandes perspectivas, los que hacen historiografía (secuencia de cronologías) y los que estudian la relación Estadoempresarios. Ambas ponen en el centro de análisis al empresario ya sea en la relación con la familia, en la conformación en élites empresariales o a través de las organizaciones empresariales y la relación con el Estado. Por lo general, son trabajos descriptivos que hacen cronología con carácter historiográfico o biográfico Generalmente las fuentes de información están basadas en datos de archivos estadísticos o periódicos. En los estudios empresariales predominan los historiadores y politólogos. Esto hace que enfoquen en ciertos períodos y temáticas para su estudio. Para los historiadores el porfiriato se vuelve el período en cual esperan encontrar las respuestas al México de hoy, lo cual no sería lamentable, si cada uno de estos casos agregara información original y/o brindaran nuevas reinterpretaciones; sin embargo, en su conjunto tratan de probar las mismas hipótesis o supuestos. El método es el mismo, monografías de grandes empresas, empresarios y familias a través de archivos. La cronología figura como estilo principal de narrar las historias. Los estudios hechos por politólogos por lo general tienen como marco de referencia la relación empresarios-Estado, parten de la coyuntura política (medida básicamente por sexenios) y su repercusión en las políticas económicas. Las descripciones que realizan (cronologías) son la historia de los acuerdos-desacuerdos entre ambos. Como resultado tenemos una saturación de información 1 Profesora de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Correo Electrónico: [email protected] 2 Estudiante de la Maestría en Economía de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Correo Electrónico: [email protected] Página 1 de 10 en dos sentidos, por un lado, los marcos de referencia que les sirven de contexto (por lo general todos hablan sobre la situación económica del país, lo político administrativo y la historia de las organizaciones) son extensos y abarcan los mismos períodos y por otro lado, presentan los mismos datos (consultan los mis periódicos sobre las declaraciones de los líderes empresariales, retoman las mismas fuentes estadísticas y se citan entre ellos). Hay intentos para entender al empresario como un actor social, pero para esto hace falta abrirse a nuevos esquemas de pensamiento. Si el empresario es visto como un sujeto social, hay que aprehenderlo como tal, y eso implica reconstruirlo en el proceso mismo de su acción y con relación a su práctica. Por otro lado, se tiene que están en proceso de consolidación los estudios que se adhieren a la teoría económica y al institucionalisrno y los nuevos estudios actuales que analizan el proceso de trabajo. En los primeros el centro de análisis no son los empresarios sino las instituciones y su historia. Combinando la teoría económica, historia y teorías de alcance intermedio como el institucionalismo. Su problema principal es la anulación del sujeto empresarial y su subsunción en estructuras e instituciones. Los estudios de la actualidad desde la perspectiva de la sociología del trabajo son pocos e incipientes, están abarcando espacios hasta ahora poco explorados como es la cultura empresarial y al empresario al interior de la empresa. En general en los estudios empresariales analizados no encontramos definido al empresario en su complejidad, como actor que participa en muchos espacios de acción, que sufre presiones de estructuras diversas, que da sentido a su situación y acción y que interactúa con diversos sujetos. Es decir prácticamente no existen investigaciones que traten de explicar la acción empresarial a partir del sujeto mismo, es decir desde sus estructuras, subjetividad y sus prácticas. En todo caso aquellos estudios permiten identificar algunos factores que influyen en la acción empresarial, por ejemplo la influencia familiar, la amistad, el parentesco, todos ellos con una fuerte carga valorativa, corno medio para resolver conflictos y allegarse recursos. En México existe una heterogeneidad de empresas como de empresarios y que responden a presiones globales y nacionales, a la historia de cada región, de su cultura e idiosincrasia. Enmarcado en este contexto se puede decir que los hombres de negocios en su actuación están mediados por una serie de factores (familia, cultura, presiones económicas y políticas), Página 2 de 10 que su acción implica la racionalidad instrumental, pero también el mundo valorativo, afectivo, del razonamiento cotidiano, estético. La falta de enfoques de como se aborda para su estudio al empresariado mexicano y que puede haber otras opciones que se encuentran en construcción. No se trata de negar o reconocer las aportaciones de estas posiciones presentadas al conocimiento del empresario, ni el interés particular en privilegiar su objeto de estudio, sino que existen otras maneras de acercarse a esa realidad. La propuesta que a continuación se presenta tiene la finalidad de explorar otros marcos conceptuales-metodológicos para intentar entender a! empresario y empresaria desde su mundo interior con relación a sus diversos mundos de vida. El empresario(a) estructura en parte una acción social a través de su actividad e interacción con su contexto de vida cotidiana, transformando y estructurando las diferentes relaciones que constituyen la estructura, como serian las relaciones de poder en diferentes niveles de su realidad, y configurando códigos de significación de diferentes campos. Por lo tanto, se considera a la toma de decisiones como un proceso que se da dentro de un espacio de posibilidades objetivas y subjetivas en la coyuntura, donde las condiciones, definiciones de una situación (metas, recursos) no dependen sólo del orden material, sino también de la evaluación subjetiva (campo de posibilidades subjetivas) que hace de ésta al empresariado. La importancia de este tema es la de reconstruir el proceso de creación de sentido de las prácticas empresariales a partir de ciertos códigos culturales, como parte de ese proceso subjetivo. Para esto también recuperaremos los procesos históricos, vistos corno articulación entre procesos de diferentes temporalidades, como elemento que permite identificar aquellos códigos culturales puestos en juego por los empresarios y empresarias como sujetos sociales, pero para determinadas condiciones sociales, económicas y políticas y que son rejerarquizados por las nuevas generaciones, configurando una cultura y, a veces, una nueva identidad. La visión de género en la reflexión empresarial en países como Estados Unidos ha tomado una importancia desde la perspectiva de la etnia, la raza y la clase. Sin embargo, en México los pocos trabajos realizados no incluyen la cultura y la subjetividad y se tiende más a realizar estadísticas que otro tipo de análisis. Las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto Panamericano de Alta Administración de Empresa (Ipade) están dando importancia a la cultura; Página 3 de 10 son trabajos con mucha información pero con marcos teóricos poco desarrollados. Empero, hay que rescatar el hecho de que en los estos estudios de empresarias buscan indagar sobre el comportamiento empresarial femenino. El análisis de la sociedad esta fundada en presunciones que, con el tiempo, han mostrado su carácter de prejuicios. Estos convierten ciertos trabajos en “nichos”, dentro de los cuales las mujeres se encuentran supuestamente “protegidas” aunque verdaderamente estén atrapadas. Una premisa de la acción antidiscriminatoria es reconocer que la cultura introduce la discriminación en función del sexo mediante el género. Al tomar como punto de referencia la anatomía de mujeres y de hombres, con sus funciones reproductivas evidentemente distintas, cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características diferenciales a mujeres y hombres. Por eso, las desigualdades en el mercado de trabajo no se pueden rectificar si no se tienen en cuenta los presupuestos sociales que han impedido la igualdad, especialmente, los efectos, que la división ámbito privado (femenino) y ámbito público (masculino) que ha generado. La prolongada marginación de las mujeres, su constante abandono del mercado laboral, la valoración inferior de los trabajos femeninos, su insuficiente formación profesional, entre otros elementos. Con la marcada expansión de la presencia femenina en los mercados de trabajo se ha volteado la mirada sobre los estudios de género que se apoyan en diversas estrategias de análisis, principalmente en la economía. En la búsqueda de un mejor entendimiento sobre los factores que dificultan o facilitan la participación económica de la mujer, es importante hacer notar que en términos generales éstos se han abocado al análisis de las mujeres obreras y recientemente con énfasis en las maquiladoras, de la mujer campesina, de la mujer en el sector informal, y de las trabajadoras domésticas. Los distintos programas de investigación recientemente han introducido algunos puntos relacionados con la mujer empresaria y ejecutiva dentro de sus agendas, por los que resulta importante abordar el tema de mujeres empresarias como tomadoras de decisiones y empoderamiento, dentro de los temas económicos. La falta de atención hacia el estudio de este sector de la población femenina económicamente activa se explica a su vez por la escasa visibilidad de la mujer empresaria en el ámbito nacional, en especial en lo que concierne a los cargos de representación gremial en las organizaciones empresariales del país. Esta situación contrasta con lo que ocurre en otras esferas donde — Página 4 de 10 aunque sea de forma minoritaria— las mujeres han logrado ocupar puestos públicos y de representación política y ejercer liderazgo como gobernadoras, diputadas, senadoras, secretarias y subsecretarias de Estado, etcétera. La teoría de género tiene una gran significación al analizar los problemas fuera del terreno biológico, pues la diferencia entre los géneros se comprende a partir del terreno simbólico. Cuestiona los postulados sobre el origen de la subordinación femenina y da cuenta de los mecanismos de ésta, al tiempo que permite delimitar con claridad y rigor cómo las diferencias entran en una dimensión de desigualdad, de juego de poderes y contrapoderes. Vemos que la delimitación de la esfera psicosocial mujeres/hombres no está determinada en dicha perspectiva genéticamente, ni se adquiere con rapidez o fácilmente; se construye de manera progresiva. La categoría de género resulta indispensable para desentrañar los significados de la cultura, para cuestionar códigos heredados sean éticos, políticos o de cualquier otra índole. La teoría de género, insistiendo en la diferencia, nos ha permitido aclarar que las relaciones de género son una dimensión fundamental para la comprensión del cuerpo. Al hacer un análisis de los niveles psicológicos, culturales, económicos, políticos y particularmente filosóficos, la teoría de género ha señalado que las mujeres tienen una forma propia de vivir su cuerpo, que es diferente a la de los hombres y desconocida para éstos. Solamente la pregunta por el ser humano, por cuál es su posición en el mundo y por el sentido que tiene su existencia, puede abrirnos el horizonte que siempre está más allá de lo que ya sabemos de nosotras (os) mismas(os), al reportamos nuevas posibilidades. Simone de Beauvoir, en su libro El segundo sexo (1949), plantea que las características humanas consideradas como “femeninas” no derivan “naturalmente de su sexo”, sino que son adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social; es decir, no nacemos mujeres, llegamos a serlo. Toda la investigación académica feminista posterior ha tomado como punto de partida este nuevo campo para la interpretación del problema de la desigualdad entre los géneros. El desarrollo de la llamada economía feminista como línea de investigación propia y cuerpo teórico específico ha tenido lugar fundamentalmente en las últimas tres décadas. Un hito decisivo para el desarrollo de la economía feminista se puede situar en 1990. En esta fecha, la Conferencia Anual de la American Economic Association incluye por primera vez un panel relacionado específicamente con perspectivas feministas en economía, cuyos artículos son Página 5 de 10 publicados posteriormente en Ferber y Nelson, 1993. Dicho texto constituye el primero de estas características que cuestiona los supuestos de la teoría económica desde una perspectiva feminista. El proceso se consolida con la creación de la In ternational Association For Feminist Economics (IAFFE) en 1992 en EE.UU.; organización planteada como un espacio de debate de las distintas corrientes de economistas feministas y que publica a partir de 1995 la revista “Feminist Economics”, primera revista de esta naturaleza. En estos años, junto a la crítica metodológica y epistemológica a las tradiciones existentes, se desarrolla una temática amplísima. Entre las cuestiones tratadas destacan: la crítica al pensamiento económico clásico por no considerar en sus estudios el trabajo de las mujeres, la discusión sobre el concepto de trabajo, las características y funciones del trabajo doméstico, distintos aspectos de la participación y discriminación laboral de las mujeres, las políticas económicas y sus efectos diferenciados por sexo, los problemas de género y desarrollo y, más recientemente, los efectos de la liberalización comercial y los flujos monetarios sobre el trabajo y condiciones de vida de las mujeres, la invisibilidad de las mujeres en los modelos macroeconómicos, el sesgo masculino presente en los ingresos y gastos de los presupuestos públicos, la crítica y nuevas propuestas a las estadísticas y a la contabilidad nacional por no incluir los trabajos no remunerados, los estudios sobre usos del tiempo que permiten constatar las diferencias de dedicación a los distintos trabajos entre mujeres y hombres y el mayor tiempo total de trabajo realizado por las mujeres y el desarrollo de nuevos enfoques que permitan el análisis global de la sociedad manteniendo como objeto central la sostenibilidad de la vida humana, el bienestar y la calidad de vida de las personas. Con el surgimiento de la escuela marginalista posteriormente neoclásica el centro de atención se desplaza de la producción al mercado, al intercambio; lo cual institucionalizará definitivamente la separación instaurada ya por Adam Smith en espacio público y espacio privado, producción mercantil y producción doméstica; quedando esta última relegada a la marginalidad y la invisibilidad. De esta forma, el problema central no estará ya en el ámbito de la producción como era el caso de los clásicos, sino en el de la elección racional. Lo cual representa también un desplazamiento radical desde una teoría del valor basada en el trabajo a una teoría del valor basada en la utilidad. A nuestro objeto, el cambio será fundamental: se reemplazan las ideas basadas en las necesidades de subsistencia, los costos de reproducción Página 6 de 10 de la fuerza de trabajo y la doctrina del fondo de salarios, por la teoría de la productividad marginal. A diferencia de las ideas clásicas, los modelos de la economía neoclásica son ahistóricos y con ausencia de relaciones sociales. Los individuos persiguen su propio interés basándose en un conjunto de gustos y preferencias predeterminadas. Aunque las elecciones de los individuos están restringidas por diversos factores como la renta familiar, pautas históricas de discriminación o estructuras institucionales; la teoría neoclásica prácticamente no ofrece explicación acerca de las razones o la dinámica de dichas restricciones. Se suponen exógenamente determinadas y ajenas al ámbito económico. De acuerdo a la teoría, la participación pública salvo en determinadas situaciones muy específicas impide la buena asignación del mercado y puede llevar a resultados indeseados. Además, en la economía neoclásica aunque no se haga explícito hay una concepción específica de las mujeres, que mantiene algunas de las características que ya les asignaba el pensamiento clásico. Las mujeres son tratadas como madres, especializadas en amas de casa debido a sus capacidades reproductivas, económicamente dependientes de sus padres o maridos, improductivas en el trabajo de mercado y poco racionales para tomar decisiones. Todos estos principios básicos de la economía neoclásica son absolutamente irreconciliables con la economía feminista. Si la primera se basa en la eficiente y racional asignación de recursos, la segunda se centra en las necesidades de la vida humana. El desarrollo anterior nos permite considerar que la economía feminista tiene una gran responsabilidad de proponer una nueva discusión que seria el tema de género. Según el FEM (Foro Económico Mundial) México ocupa el lugar 75 de entre 115 países en equidad de género entre hombres y mujeres en indicadores de acceso a la salud, educación, poder político y oportunidades económicas. La participación de las mujeres en el mundo empresarial va en aumento, al igual que en el ámbito político, sin embargo a pesar de los cambios positivos a favor de este grupo, en los últimos años, México sigue ubicado entre los 10 países con mayores desigualdades. Y aunque la esfera económica, política, social, cultural y educativa se llena paso a paso de féminas que buscan superarse y alcanzar salarios similares a los hombres, según datos del Consejo Estatal de Población (Coespo), la percepción salarial es 18 por ciento inferior a la de los hombres. Formalmente, el Banco Mundial (BM) reporta que Página 7 de 10 desde 1997, el sector de las mujeres aumentó 126 por ciento su participación en la fuerza de trabajo total, representando actualmente la mitad de la mano de obra en el mundo, mientras que en nuestro país apenas alcanzaron un poco más del 26 por ciento. La encuesta nacional de empleo de 2002-2005 muestra que las mujeres continúan realizando el 75 por ciento del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos (una media de 4.38 horas diarias de las mujeres contra 1.45 de los hombres), que trabajan 1.1 hora más de trabajo total diario que los hombres. En México la cifra de mujeres activas que realizan el trabajo doméstico está por arriba del 80 por ciento y muy probablemente se incremente. Asimismo existen otras actividades que enmarcan la actividad laboral de las sociedades de libre mercado como la del país: enfermeras, secretarias, maestras, meseras y obviamente las de trabajo doméstico. De acuerdo con el Instituto Nacional de estadística Geográfica e Informática (lNEGI), en diferencias de género en las aportaciones al hogar y en el Uso del tiempo, del total de personas que dedican más de 60 horas semanales a las tareas domésticas y familiares, el 96.8 por ciento son mujeres y 3.2 por ciento hombres. En contraste, de los que ocupan menos de ocho horas, 28.5 por ciento son mujeres y 71.5 por ciento son hombres. Para la realización de una actividad económica orientada al mercado, las mujeres ocupan 37.3 horas a la semana y 27.4 horas a los quehaceres domésticos, lo que hace una jornada total a la semana de 64.7 horas. Los hombres, por su parte, dedican 46.6 horas al trabajo y 10.7 horas a la casa, lo que suma una jornada de 57.3 horas. En el contexto latinoamericano, países como Bolivia, Perú, República Dominicana, Venezuela y Costa Rica se ubican por arriba de México en equidad de género. Basta señalar que del año 2009 a la el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla (Concytep), ha premiado a 31 investigadores, por su trayectoria en investigación. De éstos, sólo tres son mujeres. Gina Zabludovsky, asegura que la participación femenina se ha incrementado en diversos sectores, en América Latina durante los años 90, uno de cada cinco hogares era sostenido por una mujer; en lo político, a nivel internacional, mujeres como Angela Merkel, ministra de Página 8 de 10 Alemania o Michelle Bachelet, presidenta de Chile, dirigen el destino de sus naciones; en lo empresarial, hay un mayor número de mujeres en puestos directivos. Asimismo, la incursión en los ámbitos económico, político, social, cultural y educativo aumentó en los últimos 30 años, existiendo retos que se deben enfrentar para alcanzar el empoderamiento femenino, y que sólo a través de reformas y leyes se puede lograr una equidad de género. A nivel nacional, a partir de las reformas a la ley electoral, se incrementó de 16 a 23 por ciento el número de mujeres representantes en las cámaras de Senadores y Diputados, en el aspecto educativo, el número de mujeres en las universidades es igual o ligeramente superior al de los hombres y, en el sector económico, el 36 por ciento de la población económicamente activa del país son mujeres. Pero en algunos sectores económicos -como la construcción- son considerados exclusivamente masculinos.; hay discriminación salarial por género “sólo el 5 por ciento de los hombres ganan un salario mínimo, en tanto que el 13 por ciento de la mujeres percibe un salario mínimo”; aún hay carreras en las que predomina la presencia masculina, tales como las ingenierías; las mujeres empresarias se encuentran principalmente en las micro empresas. Guadalupe Lozano Garfias, presidenta estatal de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), ha señalado que en la industria restaurantera, laboran 435 mil 243 mujeres, lo que representa un 54 por ciento del personal, mismo que ejerce actividades administrativas, como empleadas y un sector importante como dueñas o pequeñas empresarias. Actualmente las mujeres ocupan un 25 por ciento en puestos de mandos medios dentro de las empresas poblanas y sólo un 5 por ciento en puestos gerenciales, aunque los índices sean mínimos, la participación en el ámbito empresarial poblano ha aumentado significativamente sobre todo en las micro y pequeñas empresas, ya que existen factores que han aumentado el desarrollo profesional y comercial de las mujeres en la economía familiar y por ende en la economía estatal y nacional. Lozano Garfias es la primera mujer en ocupar la presidencia de la Canirac en el área de servicios, la participación de la mujer ocupa el 60 por ciento, mientras que en la industria sólo representa 25 por ciento de la participación total. Página 9 de 10 El interés por abordar este tema surgió por dos razones; Primero porque es un tema que debe estar incluido en los compromisos de la Ciencia Económica, en donde la llamada Economía Feminista como línea de investigación ha tenido relevancia en la década de los noventas, fenómeno que es reciente. En segundo lugar, porque escribir la historia de las mujeres es uno de los logros más importantes reconocido a los estudios feministas. Su propuesta ha sido pensar la cultura en general con otra mirada: la de las mujeres. Es así como el lenguaje, la moralidad o el conocimiento son revisados, intentando comprenderlos desde un marco más amplio. Página 10 de 10